Gestión del Patrimonio artístico GRALEPOIS Justine Grupo B Abadía de Fontevraud Llegada hasta nosotros como una de las grandes ciudades, de tipo monástico que nos ha legado la Edad Media. La Abadía de Fontevraud es conocida tanto por su grandeza como por su carga histórica. Está situada a Fontevraud, cerca de Saumur en Anjeo (Maine-et-Loire), a la orilla del río Loira. La abadía de Fontevraud es una de las más grandes de Europa. Fue fundada en 1101 por Robert d' Arbrissel (1047-1117), predicador ambulante de origen bretón, que fija en la ciudad de Fontevraud su comunidad. La abadía fue construida en un periodo de cambio religioso, político y social. Robert d’Arbrissel hace del lugar un ideal de exaltación de la fe, basado sobre el culto a la Virgen, donde hombres y mujeres, tanto ricos, pobres, nobles o desfavorecidos conviven en una vida comunitaria dedicada a Dios, a la oración y al trabajo, en el silencio; la abstinencia y la pobreza. La gran particularidad de la abadía fue de acoger a la vez a hombres y mujeres en conventos separados. Desde su fundación fue dirigido exclusivamente por abadesas, según la regla promulgada por su fundador. La abadía de Fontevraud, es también un gran testimonio medieval del estilo arquitectónico del gótico angevino. Sin embargo, la abadía estuvo a punto de ser derruida, pero su reconversión en cárcel lo evitó. A lo largo del tiempo, conoció diferentes usos. ¿Cuál fue la evolución de la abadía en el tiempo? ¿Cuáles fueron los elementos que impidieron su destrucción? ¿Cómo se preservó este legado patrimonial hasta nuestros días? En primer lugar se analizará el contexto de la abadía en su origen y de la ciudad monástica, a continuación se abordará su función como cárcel en la época de Napoleón y por último su rehabilitación como lugar turístico. I- Una abadía de la realeza En primer lugar, la abadía de Fontevraud sirvió de ciudad monástica para acoger a religiosos. Fueron las abadesas quienes dirigieron a los monjes, algo poco frecuente en esta época. La abadía se convirtió en poco tiempo en una verdadera "ciudad monástica". Estaba compuesta por cuatro zonas diferenciadas: el monasterio de Santa-María (llamado el “Grand Moutier”) destinado a las monjas, el priorato de Saint-Jean-de-l'Habit de uso exclusivo para los monjes, el priorato de Sainte-Marie-Madeleine que era el refugio de las " jóvenes arrepentidas " (eran jóvenes que habían cometido errores en su vida y residían allí durante un periodo), y por último el priorato de Saint-Lazare, destinado a la acogida de los leprosos. Antes de partir, Robert d' Arbrissel confió la dirección de su abadía a una mujer. Fue la primera abadesa de Fontevraud. En octubre 1116, Pétronille de Chemillé fue la primera abadesa de Fontevraud hasta 1149. La abadía fue dirigida por 36 abadesas. La última fue Julie d' Antin (1765-1792), la cual abandonó el lugar en 1792. Procedían de la nobleza y a veces incluso de sangre real, aseguraban a la Abadía dotaciones y protección. Después de la reforma iniciada por Marie de Bretagne (1457-1477), princesa bretona e hija de Francisco I de Francia, para restablecer una orden que la guerra de Cien años había truncado, la abadía de Fontevraud conoce un nuevo período de prosperidad. En el siglo XVI, la dirección pasa de tía a sobrina, muchas de ellas nacidas en la familia de Bourbon como por ejemplo Renée de Bourbon (1491-1534), Luisa de Bourbon (1534-1575) o Eleonor de Bourbon (1575-1610), que restablecen la orden y restauran la abadía principal. En el siglo XVIII, bajo el reinado de la abadesa MarieMadeleine-Gabrielle de Rochechouart de Mortemart, hermana de Madame de Montespan, la Abadía de Fontevraud parece adaptarse a los tiempos que corren. La abadesa continúa con la construcción del palacio abacial. En su prolongación, fue creada en el siglo XVIII, la vivienda Bourbon, para acoger a las cuatro chicas hijas menores de Louis XV que serán educadas en la abadía de Fontevraud. La Abadía real vive entonces sus últimas horas. La abadía de Fontevraud forma un conjunto muy complejo y extenso. Se extiende sobre más de 14 hectáreas. Los edificios fueron construidos para proteger a las trescientas monjas. Se organizan según el plano benedictino alrededor de un gran monasterio: el monasterio del Grand Moutier. Es antes de todo un lugar de deambulación, es el centro en torno al cual se organiza la vida monástica. La abadía de Fontevraud está constituida por diferentes cuerpos de edificios con funciones muy precisas. Posee una Iglesia abacial principal con las tumbas reales y también las tumbas de las abadesas. La gran iglesia abacial fue edificada entre 1105 y 1160 en toba y en caliza. Está compuesta por una gran nave, con un coro muy esbelto y sencillo que juega con el contraste de la nave adornada con un centenar de capiteles y con una fila de cúpulas, como en San Pedro de Angulema. Luego la sala capitular que fue reconstruida en el siglo XVI. Servía para la toma de grandes decisiones y para juicios. La sala está sostenida por dos finas columnas. Además podemos observar las iniciales en el suelo “RB” que pertenecen a Renée de Bourbon, ademas del emblema de Francisco I de Francia que es la salamandra y la corona real. Todas las paredes estan cubiertas por pinturas del pintor francés Thomas Pot. Podemos observar escenas de la Pasión del Cristo. Las pinturas son muy particulares porque las abadesas se añaden en las escenas religiosas, lo que es una gran particularidad de la abadía de Fontevraud. El comedor mide 46 metros de longitud. Era el lugar donde las monjas tomaban la comida en absoluto silencio. Al lado del refectorio se encontraban las cocinas romanas o el secadero según las diferentes versiones. Las cocinas están construidas según un trazado octogonal y flanqueado por ocho absidiolos. El tejado de dura piedra en forma de "escamas de pescado" frecuente en numerosos edificios religiosos de Poitou. Su arquitectura es muy particular; importada durante las Cruzadas del siglo XI. Estas cocinas han sido restauradas a principios del siglo XX por Lucien Magne. Los dormitorios comunes son accesibles por una escalera monumental renacentista, cubierta por una bóveda de cañón con arcos esculpidos. Conservan también un antiguo armazón de gran calidad. El priorato de San-Lázaro cierra el conjunto. En la abadía se encuentran las famosas tumbas de Enrique II de Inglaterra (1133-1189), su mujer Leonor de Aquitania (1122-1204), su hijo Ricardo II de Inglaterra o Ricardo Corazón de León (1157-1199) e Isabel de Angulema (1188-1246). La abadía de Fontevraud está considerada como la Necrópolis de los “Plantagenêts”. Bajo las cúpulas de la Iglesia abacial, hay cuatro estatuas yacentes como testimonio del paso del tiempo. Enrique II de Inglaterra había concedido prontamente su protección a Fontevraud, situada en un punto estratégico del imperio Plantagenêt. Está situada en la frontera del condado de Anjeo y del ducado de Aquitania. Fontevraud se encontró, durante el siglo XII, situada en el corazón del "Imperio Angevino". La abadía conservaba el Mausoleo real de estas celebridades. Hoy en día, en la nave de la abadía están dispuestas cuatro tumbas esculpidas con la efigie de los reyes y reinas. Son pues las estatuas yacentes que están representadas sobre estos sarcófagos. Actualmente los huesos no están en las tumbas ya que han sido exhumados en el momento de la Revolución francesa. Antes de estar en la nave, las efigies estaban en el crucero occidental de la iglesia abacial. Actualmente están colocadas sobre la antigua tumba de las abadesas. El hecho de que estas tumbas de reyes ingleses estén situadas en Francia es un hecho muy controvertido para los ingleses. En muchas ocasiones, Inglaterra deseó recuperar estas tumbas, pero no lo han conseguido. Esa abadía es muy antigua. Sin embargo estuvo a punto de ser amenazada de destrucción pero un hecho histórico sorprendente la salvó de eso: su transformación en una cárcel. II- Una destrucción impedida por su conversión en una cárcel El 2 de noviembre de 1789, los bienes del clero fueron declarados bienes nacionales. Las monjas abandonaron la abadía de Fontevraud en otoño de 1792, Julie d' Antin, la última abadesa, dejó la abadía en último lugar, el 25 de septiembre de 1792. El 18 de octubre de 1804, Napoleón firmó un decreto que transforma la abadía en prisión, así como Clairvaux y el monte San-Michel. Los trabajos de transformación, fueron confiados al ingeniero Normando de los Puentes y La calzada, se desarrollan entre 1806 y 1814. Los reajustes sucesivos continuarán hasta el cierre de la prisión, el 1 de julio de 1963, sin tocar lo esencial de las estructuras. Estos trabajos probablemente salvaron los edificios de la ruina, contrariamente a lo que pasó por ejemplo en Cluny o Jumièges. Fue concebida para recibir 700 presos, pero llegó a albergar hasta 1 600 en 1942 (entre los que estuvieron 350 mujeres y 100 niños) y 1 200 en 1943. Para los presos políticos, las condiciones de detención eran particularmente difíciles. Fontevraud estuvo considerado como la central penitenciaria más dura de Francia. Jean Genet (1910-1986), escritor francés, escribirá en su interior su libro: El milagro de la rosa: “De todas las centrales de Francia, Fontevraud es el más inquietante. Es la que me dio la impresión más fuerte de desamparo y de desolación”. Los primeros presos llegan en 1814. Seiscientos detenidos, originarios de nueve departamentos diferentes, vienen para establecerse en las nuevas organizaciones carcelarias en las antiguas salas de oraciones. Algunos años más tarde, la cifra se infla hasta alcanzar los 2000 a mitad del siglo XIX. Los niños también son incluidos, ya que 113 jóvenes ingresarán para cumplir condena. A la entrada de antigua abadía, cada uno deja su identidad fuera. Un número de matrícula es atribuido, un uniforme distribuido y una celda confiada. Los violadores, los que se pervirtieron en asuntos de costumbres (violaciones, pedofilia), conocerán las "jaulas de gallina" poco acogedoras. Las alambradas de alambre de hierro que dominan estas pequeñas cabinas le dieron su nombre. Los presos dormían en los pisos, es decir en los antiguos dormitorios comunes de las monjas. La idea de rehabilitación de la abadía en cárcel fue la de Napoleón Bonaparte (17691821). Decidió transformar la abadía de Fontevraud en prisión para crear talleres y una mano de obra barata. Así en la abadía de Fontevraud hicieron por ejemplo botones de nácar pero también hicieron cerrajería, algo poco usual en una prisión. La prisión era conocida como la "de las mil puertas y ventanas", eran frecuentes las huidas. Es por lo que los guardianes de noche hacían numerosas guardias para sorprender a los fugitivos eventuales. Los prisioneros dejaron rastro de su estancia, como cartas, antiguos juegos de cartas y de numerosos grafitos en las paredes. Durante este período la arquitectura se transformó profundamente. Las nuevas paredes y las tabiquerías adaptan el lugar a su nueva función: una prisión manufactura donde los presos trabajan en talleres diversos (carpintería, confección de ropa). Todos los espacios monásticos fueron utilizados y revisados para acondicionar talleres y dormitorios comunes destinados a los presos. La ciudad penitenciaria cerró sus puertas sólo en 1963 y los últimos detenidos dejaron Fontevraud en 1985. La cárcel funcionó durante cerca de más de 160 años, lo cual salvó a la abadía de la ruina pero que lo dejó en un estado deplorable. Ciertos presos se quedaron hasta en los años 1980 para ayudar a la reconstrucción de la abadía. Actualmente es difícil diferenciar los restos de la prisión de las restauraciones efectuadas. Hay que tener en cuenta que la restauración fue efectuada en toda la abadía. El único recuerdo de la prisión fue una exposición de la que he sido partícipe, este año 2011, como guía de los visitantes que asistían. Tuvo lugar en el patio de la abadía sobre Jean Genet y la prisión. Así, el público descubría los restos carcelarios del lugar que a veces son imperceptibles. Se apreciaban las condiciones de vida y los castigos aplicados a los presos. La restauración del monumento histórico, fue confiada al Ministerio de la Cultura. Gracias a las restauraciones, se ha insuflado vida nueva a la Ciudad de Fontevraud. Pero los rastros de la vida de los detenidos todavía se esconden entre las piedras, como cicatrices del pasado más sombrío de la ciudad de Fontevraud. III- Un monumento convertido en un lugar turístico Desde 1840, gracias a la acción de Prosper Mérimée (1803-1870), inspector general de los Monumentos históricos, la antigua abadía de Fontevraud figura sobre como la primera en la lista nacional de clasificación de los monumentos históricos. Desde su cierre en 1963 hasta finales del siglo XX, las obras casi interrumpidas de restauración le dieron el aspecto que el visitante descubre. La abadía constituye un patrimonio amplio que hay que preservar y que hay que valorar. Bajo el impulso de Olivier Guichard, presidente de la Región de los Pays de la Loire del 1974 al 2004 fue fundado el Centro Cultural del Oeste (CCO) en 1975 para asegurar la actividad y la promoción del sitio. Su fin es "la defensa, el desarrollo, la actividad y la promoción de la abadía de Fontevraud". Esta asociación es un claro ejemplo de la protección del patrimonio. Desde los años 1960, la restauración de la abadía fue muy intensa. Una vez el vallado de la penitenciaría fue demolido, la totalidad de los edificios fueron progresivamente restaurados. La renovación del sitio se acompañó de la restauración de las pinturas murales de la sala capitular y de los fragmentos del “Juicio Final" de Fontevraud (una obra que databa de finales del siglo XII) y a la organización de los principales jardines. A partir de 1980, se realizan prospecciones arqueológicas permanentes antes de cada campaña de trabajos. Los principales elementos monásticos han sido restituidos en una visión idealizada por la arquitectura religiosa, donde a los tesoros de escultura románica y del Renacimiento cautivan al visitante. Los añadidos penitenciarios han sido borrados en gran parte, borrando con goma todo rastro evidente de este pasado más sombrío de Fontevraud. La abadía es clasificada monumento histórico después 1840 y patrimonio mundial de la UNESCO en 2000, junto con el conjunto cultural de Val de Loire. Desde el 2008, la abadía conoció numerosas renovaciones, particularmente en el priorato de San-Lázaro, que a veces ha sido considerada como restauración a ultranza. Este año estuvo instalado un nuevo recorrido turístico para descubrir y visitar el lugar por la artista Matali Crasset que fue muy poco comprendido por el público. La dificultad de un lugar como Fontevraud es la de guardar su autenticidad y al mismo tiempo adaptarlo a un nuevo público. El proyecto de la Abadía de Fontevraud, (miembro de la Asociación de los Centros culturales), es el fruto de un proceso de concertación lanzado desde el 2005 por el Estado, la Región de los Pays de la Loire y el conjunto de los colectivos locales y los socios implicados en el desarrollo cultural, turístico y económico de este excepcional lugar. El proyecto cultural y artístico de Fontevraud es multidisciplinar. Alrededor de la idea de ciudad, articula historia, debates de sociedades, música y artes visuales. Se sitúa en el punto de convergencia de todos los públicos proponiendo un paso original de mediación del patrimonio y del acceso a la cultura contemporánea. Hoy, el proyecto cultural es alimentado por esta historia atípica. Consiste en sobrepasar la lógica simple de un monumento histórico que hay que contemplar para hacer de este lugar una " ciudad que hay que vivir ", un lugar laboratorio donde se pone en juego y en cuestión de "vida comunitaria". La idea principal de la rehabilitación de la abadía es continuar haciéndola vivir en torno de acontecimientos y alrededor de actividades a lo largo del año. La abadía Real de Fontevraud, tal como se presenta hoy en día, a la vez como conjunto patrimonial excepcional - una de las ciudades monásticas más grandes de Europa y como hogar vivo cultural y artístico (certificado Centro cultural de Encuentro), ofrece al visitante un enigma seductor: ¿cómo visitar este " laberinto arquitectónico " que se extiende sobre cerca de seis hectáreas de edificios y jardines? ¿Qué trazado seguir, qué itinerario tomar, para acercar más la identidad de este lugar? Es a partir de este interrogatorio inicial e inusual y poderoso vector de curiosidad y de imaginario que se construyó el proyecto cultural de Fontevraud. El CCO pone en ejecución desde su creación la animación cultural de la Abadía proponiendo cada año visitas libres o guiadas así como conferencias pero también conciertos, períodos de prácticas y exposiciones. La abadía de Fontevraud acoge más de 200 000 visitantes al año. Después de un período de mucha afluencia, una bajada de la frecuencia de visitas al lugar fueron registrada de 2001 a 2006 (bajada de 201 860 hasta 161 067 entradas). Desde 2007 (172 383 entradas), el sitio supo encontrar su nivel de visitas. La abadía conserva un potencial que hay que desarrollar así como un margen de atractividad, particularmente en cuanto a los visitantes extranjeros (ingleses, españoles, neerlandeses, alemanes). La rehabilitación de la abadía permitió también la creación de 40 empleos para asegurar el conjunto de las actividades. Estos efectivos pueden parecer limitados vista la amplitud del sitio. Cada año está organizada una nueva programación para descubrir la abadía desde un nuevo punto de vista. Este año el tema era el de la “marcha”. Alrededor de este tema se acompañaban obras tales como el Belvedere de Vincent Lamouroux en el claustro, una retrospectiva de Taniguchi Jirô un artista japonés, también actividades nocturnas que consistían en visitar la abadía por la noche con velas y por último paseos filosóficos alrededor de la abadía sobre el tema de la marcha que atrae a la creación artística. Todas esas actividades culturales propuestas por la abadía son hechas para renovar el interés de la misma para continuar promoviendo su actividad en el tiempo, para que sea conocida y para preservarla. Sin embargo la programación cultural es muy controvertida para los que son más conservadores y los que desean tener una visión tradicional del lugar y no les agrada que en el lugar coexistan forma de arte un poco más contemporáneo, existen diferentes tipos de públicos. La dificultad es de poder adaptarse a todos. La voluntad de la abadía de Fontevraud es la de ser accesible a todos, quitando esta idea de un lugar solamente destinado a una élite, a una clase social alta en la abadía. Una mirada que parece excesiva por algunos. En conclusión podemos decir que la abadía real de Fontevraud conoció después de su creación numerosas evoluciones y diferentes funciones en el curso de los siglos. Es un edificio en movimiento perpetuo que trata de retransmitir su pasado a las generaciones futuras. Por sus programaciones culturales, la abadía trata de adaptarse a todos los tipos de públicos lo que no es fácil. Reconocida nacionalmente e incluso internacionalmente, la Abadía Real de Fontevraud no es sólo una joya del patrimonio que debemos preservar, representa un potencial para el turismo. Para promover la gestión y la actividad del sitio durante cada año, la abadía cuenta con apoyo del Consejo Regional de los Pays de la Loire. En 2011, la región dedica cerca de 17 millones de euros a los trabajos de renovación del lugar y 2,5 millones de euros en el CCO. La región de los Pays de la Loire apoya al municipio de Fontevraud-l'abbaye para permitirle financiar las organizaciones necesarias para la acogida de los visitantes. La abadía de Fontevraud, convertido hoy en un lugar turístico, intenta abrirse a todos y preservar su patrimonio buscando la excelencia. La valoración cultural del sitio, por sus restauraciones o sus actividades artísticas por ejemplo, no es apreciada por todos. Para algunos el arte moderno no tiene cavidad en los lugares históricos. La abadía se hizo un lugar muy visitado en nuestros días. A veces abandona sus orígenes religiosos para hacerse un tipo de "máquina turística". Habiendo efectuado un período de prácticas este verano en esta abadía, tuve opiniones negativas sobre las colocaciones de restauración de la abadía. Para ciertas personas la abadía es demasiado renovada y parece demasiado vacía. Esa antigua abadía religiosa se transformó en un monumento para el turismo de masas. Su carácter histórico se pierde para hacer hueco a la comercialización de un lugar histórico. El alma del lugar se pierde para acoger a cada vez más personas. Los rastros de la abadía y de la prisión se pierden a veces en provecho de una necesidad turística. Anexos Imágenes de la Abadía de Fontevraud Abadía de Fontevraud Mapa de l’abadía Imagen 1 : la Entrada de la iglesia abacial de Fontevraud Imagen 2: las tumbas reales Imagen 3 : Aliénor d'Aquitaine y Henri II Plantagenêt Imagen 4 : Isabelle d'Angoulême y Richard Coeur de Lion Imagen 5: el Claustro Imagen 6: la Sala Capitular Imagen 7: detalle del suelo Imagen 8 : Cocinas romanas Imagen 9: Mapa de la cárcel de Fontevraud Imagen 10: Restos de graffito Imagen 11: “jaulas a gallinas”