La voz de Tommy se quebró y su cabeza cayó llorando sobre las teclas. Jack apretó la mano de Isabel. La señora Beatle, mareada, no la retiró del firme puño del joven. Recorrió con la mirada nebulosa los tres bultos inánimes: Mrs. Jenkins roncando sobre la barra, apuntalada por el taburete; Charlie acurrucado en el suelo con la cabeza sobre una escupidera de cobre; Tommy lloriqueando junto a las teclas silenciosas. Y Jack, sin dejar de mirar fijamente a Isabel, sin soltar la mano húmeda, chifló la primera barra de Dios Salve a la Reina y Lancelot, en puntillas, caminó hasta el tocadiscos, lo hizo girar y dejó escuchar la voz de Sara Vaughan. Carlos Fuentes – Cantar de ciegos Día del Libro 23 de abril de 2012