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DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 - DICIEMBRE 2010
SUMARIO
La imagen de portada es de la antigua fachada de la puerta principal de
la Iglesia Parroquial de Villarrubia de los Ojos.
DESDE EL ÁRBOL GORDO - REVISTA CULTURAL
Pág. 01 - Portada “Iglesia Parroquial de Villarrubia”
Pág. 03 - Sumario.
CREACIÓN LITERARIA
COORDINACIÓN Y
MONTAJE
Luís Modesto Urda Buitrago
Jesús Fernández Vallejo
Juan Carlos Zamora Muñoz
ESCRIBEN
Antonio Gutiérrez González
Ángel González Puga
Paula Martín-Moreno Romero
Andrés Carretero Sosa
María García Campos
Leandro Gutiérrez Soto
Jesús Fernández Vallejo
Daniel Martín-Moreno Romero
J. Vicente Caminero Torija
Francisco J. Serrano López
M. Colmenero Fernández
Javier Díaz-Moreno
David García Urda
C. Sepúlveda Rodríguez
Víctor Manuel Luna Muñoz
Luis Rafael Villegas Díaz
Juan Carlos Zamora Muñoz
EDITA
Bogart Cineclub
IMPRIME
Gráficas Villarrubia
COLABORAN
Ayuntamiento de Villarrubia
Cooperativa “El Progreso”
Pág. 04 - “Sombra vencida”.
Pág. 05 - “As time goes by”.
Pág. 08 - “El invento”.
Pág. 10 - “Los Palacios”.
Pág. 13 - “Microrrelato”.
ENSAYO
Pág. 14 - “Sobre arte contemporáneo”.
Pág. 16 - “Análisis fílmico de una novela”.
CINE
Pág. 25 - “Malos de película”.
Pág. 28 - “Krzysztof Kieslowski: Azul y la sinfonía inacabada”.
HISTORIAS Y COSTUMBRES
Pág. 30 - “Guateque”.
Pág. 32 - “Crónica de un viaje pactado”.
HUMOR
Pág. 34 - Caricatura.
ARQUEOLOGÍA
Pág. 35 - “Villarrubia y sus alrededores en las épocas prerromana y romana”.
HISTORIA
Pág. 48 - “Orígenes de la Biblioteca Municipal de Villarrubia de los Ojos”.
Pág. 53 - “Agobios económicos del Concejo de Villarrubia en el pasado”.
Pág. 56 - “Un polémico señor de Villarrubia”.
FOTOGRAFÍA
Pág. 62 - “Vista de la Plaza de la Constitución”.
ISSN 1889-0318
Dep. Legal CR-460-2008
“Desde el Árbol Gordo” no se
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responsable
de
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opiniones emitidas libremente
por sus colaboradores.
Aquellas personas que deseen hacernos llegar algún tipo de colaboración o cualquier
sugerencia deben remitirlo a: Bogart Cineclub, Plaza de la Constitución, 20 - Villarrubia
de los Ojos CP 13670 (Ciudad Real) [email protected]
Nº 6 diciembre de 2010
Villarrubia de los Ojos
(Ciudad Real)
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DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
CREACIÓN LITERARIA - POESÍA
SOMBRA VENCIDA
Homenaje a Miguel Hernández
Antonio Gutiérrez González de Mendoza
Sombra vencida, rayo que no cesa
alma de ruiseñor, perito en lunas,
nanas de soledad con las que acunas,
ese ciego dolor que te atraviesa.
Viento del pueblo, hiel de pena espesa,
umbrío caminar, luz sin fortunas,
puño y fusil mecidos en las cunas,
donde duerme, engañada, la promesa.
Dónde lates, Miguel, tras qué victoria,
no cerraron tus ojos, cielo oscuro,
que anunciaban caminos de otra gloria.
Quién fusila tu voz con un conjuro
empapado de ausencia y desmemoria,
para cargar tus versos de futuro.
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DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
CREACIÓN LITERARIA
AS TIME GOES BY
Ángel González Puga
sido de su inseparable amigo checo? Chi lo sá!
Siempre fue una mujer impredecible…
Rick había regresado a Europa lamiéndose la
misma herida que cuando dejó Cape Town
huyendo del agridulce recuerdo de su padre,
Rick senior: la herida del remordimiento. Ella
seguro que no tenía esos problemas; ya
entonces, a pesar de su juventud, era una mujer
práctica, dura, una mujer que parecía saber
exactamente en cada momento lo que quería y
lo que no. La orfandad temprana aquilata el
carácter, pensó Rick. Y por un instante deseó
que a él le hubiera ocurrido lo mismo entonces,
cuando compartían el viejo apartamento en el
Boulevard St-Michel.
Rick odiaba las tabernas portuarias que su
progenitor regentaba, tabernas que se habían ido
convirtiendo en el sancta sanctórum de los
afrikáners en los ochenta y que ahora eran pasto
de turistas europeos y una buena fuente de
ingresos para él. ¿Qué se le habría perdido en el
fin del mundo a su maldito padre para ir a morir
tan lejos? Ilse había sido más afortunada a pesar
de la desgracia familiar; ella había nacido en
Roma, aunque tuviera siempre un pie en París,
había viajado por toda Europa, tenía amigos
relativamente cercanos...
¡París…! Sí, fue en la Sorbonne donde
coincidieron a finales de los sesenta (más
exactamente en Deux-Magots, en aquella
tertulia a la que fueron invitados por el amigo
español de Ilse, el guionista de La guerre est
finie). Ambos estudiaban Derecho entonces. Los
padres de Ilse habían muerto hacía poco en un
accidente. A Rick lo habían mandado a Europa
para que no acabara atrapado en el viciado aire
del apartheid (¿quién entendía a su padre?).
Rick recordaba ahora con nostalgia a su madre,
una hermosa yanqui más enamorada de los
animales que de su marido. Tal vez por eso
Rick, su padre, adquirió aquella inmensa reserva
próxima a Johanesburgo: ella estaba ocupada
todo el día en el cuidado de los animales y la
organización de los safaris mientras él atendía
sus negocios hosteleros en Cape Town. Dos
horas de avión no era demasiado, pero sí lo
suficiente como para evitar lo que de otra
manera hubiera resultado inevitable.
Fueron tiempos de vino y rosas para Ilse y Rick
los pocos pero intensos meses que vivieron en
el bulevar Saint Michel. Pero ella siempre fue
una desconocida para mí, ahora me doy cuenta.
Estaban de espaldas, pero podían verse
perfectamente gracias a los dos grandes espejos
art decó que colgaban frente a sus respectivas
mesas. Es ella... Es él… ¿Lo serían? El espacio
que los separaba se encogió de repente como un
acordeón para que sus miradas, la de él y la de
ella, se enlodaran a hurtadillas en el fango abisal
de la memoria y convocaran en silencio los
viejos fantasmas del pasado. El carillón de un
reloj invisible dejó caer entonces la hoja afilada
de una antigua melodía sobre las sombras
agridulces de la noche pasmada: As time goes
by. Sus miradas brillaron de repente entre la
neblina del café como dos luciérnagas
sorprendidas, desconcertadas, para apartarse al
poco y evitar la ineludible delación no deseada
en ese instante.
Él, Rick, ahogó sus ojos en el fondo del vaso de
whisky invocando dudosos recuerdos que se
evaporaban como los cubitos de hielo cada vez
que levantaba la cabeza para comprobar cómo
ella, Ilse, parecía ignorarlo mientras asentía a la
inimaginable perorata
de un añoso
acompañante disfrazado de Trotsky.
Con todos los cafés que hay en París, ella ha
tenido que escoger este, se dijo Rick. Yo sabía
que él, de estar aquí, vendría a rumiar sus
recuerdos en nuestra vieja mesa al anochecer,
como cada viernes de aquel año irrepetible,
murmuró para sus adentros Ilse.
La música de Duke Ellington envolvía la
atmósfera del viejo café, decorado al estilo de
un boulevard de principios de siglo. Olía
ligeramente a marihuana, si no con la intensidad
de entonces, sí con la suficiente presencia como
para endulzar aquel amplio antro que se poblaba
por minutos a la llamada del jazz que un piano
enfrentado a una escuálida y acanalada columna
central de escayola prometía.
Siempre tuve el presentimiento de que me lo
volvería a encontrar. Y sigue como me lo
imaginaba: regodeándose en su papel de duro
de una película que ambos rodamos hace
décadas, huérfano de sí mismo, perdido … No
tiene mal aspecto a pesar del alcohol y de su
inseparable cigarrillo. ¿Qué habrá sido de su
vida en estos años?
Sigue siendo tan bella como entonces…Y han
pasado casi cuatro décadas…Se dice pronto…
¿Cómo puede continuar bebiendo a su edad?
¿Habrá sido capaz de casarse con esa bolita de
algodón disfrazada de intelectual? ¿Qué habrá
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DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
entretuvo observando la decoración (otra vez art
decó) y los cuadros de jazzmen famosos que
adornaban las paredes. Tengo el alma negra, le
había dicho ella en alguna ocasión. Y él no supo
interpretar en un primer momento lo que
pretendía decirle. ¿Qué sabría ella de los negros
y de su alma? Él sí lo llegó a saber, por culpa de
su padre. Él sí había comprobado (primero en
Pretoria, después en Ciudad del Cabo) lo que
era tener un alma blanca y un alma negra. Su
padre tenía también un alma negra, a pesar de
las apariencias. Pero él nunca comprendió a su
padre (tal vez tampoco a ella). Él tenía un alma
blanca de blanco, un alma que veía el dolor, que
palpaba la injusticia, que se rebelaba hacia fuera
contra la iniquidad...Pero ellos (Ilse, su padre)
administraban su rebeldía desde el silencio
interior, desde la claridad de unas ideas
impenetrables que eran más fuertes que
cualquier grito, que cualquier pancarta, que
cualquier
sentimiento
de
solidaridad
evanescente. Sí, tal vez eso les había separado
también: el color del alma.
-Hola.
Él no supo qué decir; se levantó para estamparle
un beso…en las mejillas. Ella sonrió y se sentó
frente a él. Se miraron en silencio. Ella sonreía
risueña. Él no paraba de dar vueltas al llavero
que había depositado sobre la mesa de mármol
mientras permanecía embobado prendido de
aquellos ojos oscuros, oscuros como aquel
absurdo amor que había tenido encerrado en la
bodega del tiempo tantos años.
-Tranquilízate y pídeme algo, anda.
Él lo hizo y siguió mirándola, o mirándose en
ella, sin saber qué decir, perdiéndose en el
misterio de aquella mirada para él
inexplicablemente única, paralizado por los
vaivenes de la memoria, torpe.
-Sigues fumando mucho, ¿no?- trató de
romper ella el hielo, invocando un recuerdo
que lo hiciera sentir confiado.
-Sí, ya ves…Sigo siendo un abúlico, lo
contrario que tú.
-No empecemos. Ha transcurrido mucho
tiempo. Paso de la dialéctica de entonces.
-Siempre has pasado de todo, principalmente
de mí.
-¿Intentas sondearme? Ya no tenemos edad
para ese tipo de juegos, Rick. Podemos
hablar a las claras. De cualquier forma, por
si te sirve de algo, te diré que te equivocas.
¿Recuerdas aquel último poema de Salinas
que te envié? En él te lo decía todo.
¡Cómo no lo había de recordar! Tan cierto como
que había quemado toda su correspondencia en
un día de arrebato (intentando olvidarla para
siempre) era que recordaba hasta el más mínimo
detalle de su relación con Ilse, incluido aquel y
otros poemas que de cuando en vez ella le
Nunca se permitió ninguna confidencia que
fuera más allá de su persona, de sus ideas, de
sus gustos. Nunca me habló de su vida en Roma,
de sus padres, de sus hermanos, de sus
amigos…Rick era un ingenuo, un hombre
transparente como la mirada de sus verdes ojos,
un idealista sin más idea ni causa que sus
propios sueños. Tal vez por eso me enamoré de
él. Pero entonces yo necesitaba a alguien más
maduro, más hecho, alguien con quien poder
caminar segura, alguien como Federico (mi
viejo amigo español, el escritor, el que
aseguraba que yo sufría el complejo de Edipo
con él y simulaba rechazarme cortés y divertido
cada vez que trataba de seducirlo…).
Ilse se levantó y se encaminó hacia los
servicios. Era el momento. Rick salió tras ella
inmediatamente sin pensar en lo que sucedería.
No se atrevió a entrar en los lavabos de señoras,
pero la esperó en el pasillo, apoyado en la pared,
fumando, frente a la puerta. No sabía lo que le
diría cuando saliera, únicamente esperaba
enfrentarse a sus grandes ojos negros y miopes,
el resto-como entonces- vendría solo: les
bastaba mirarse para comprender lo que cada
uno pensaba y deseaba… ¿O ya no sería así?
Ilse no se sorprendió lo más mínimo al abrir la
puerta y encontrar frente a ella a Rick con el
cigarrillo en la mano y la mirada escrutadora y
expectante de antaño, tal vez despojada de la
inocencia antigua que tanto la atrajo y la alejó
de él.
Ya no era el de entonces, evidentemente, había
engordado más de lo debido, pero seguía
manteniendo el porte de aquel hombre bello e
interesante que la había cautivado. Bueno, en
realidad fueron sus anchas espaldas y sus ojos
verdes de soñador lo que primero le había
atraído. Tempus fugit. Sin dirigirle la palabra,
con una mirada fulminante que lo dejó clavado
contra la pared, Ilse le entregó una tarjeta y
siguió camino hacia su mesa. Rick, sorprendido,
corrió al lavabo de caballeros para leer la
misteriosa tarjeta.
Cuando Rick volvió a ocupar su asiento miró al
espejo que tenía enfrente: Ilse y el trotskista
habían desaparecido. Pidió otro whisky y
depositó sobre la mesa la tarjeta: Lenox Saint
Germain, 9, rue de l´Université. Ilse continuaba
siendo una romántica, en el fondo. Le citaba en
un hotel de la Rive Gauche, en el París de sus
años jóvenes. “Te espero mañana en el Lenox
Club, a las 5 p.m.”.
Ella sabía que no faltaría. Ella sabía que él
perdería el culo por verla. Ella sabía que Rick la
había tenido en sus pensamientos todos aquellos
años, que no la había olvidado nunca…Y él
sabía que ella lo amaba también a su manera…
Cuando Rick entró en el Lenox Club, ella no
había llegado todavía. Así que pidió un té y se
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DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
soñada para recrearse en la visión de aquel
cuerpo aún sólido, rotundo, hermoso, como
siempre lo había imaginado. Ella se dejó hacer
unos instantes para permitir que Rick tomara
aliento mientras la acariciaba tiernamente,
mientras le besaba con delicadeza la aureola de
sus pechos, mientras deslizaba su mano por
aquellas piernas interminables e increíbles por
lo añoradas, mientras olisqueaba con disimulo
su sexo humedecido bajo un pubis parcialmente
rasurado, mientras se entretenía en contar y en
besar los diminutos lunares que hermoseaban su
espalda, por la que él deslizaba suavemente la
lengua como antaño tratando de despertar
innecesariamente sus dormidos instintos…Hasta
que Ilse volvió a la lucha cuerpo a cuerpo, al
beso apasionado, al abrazo fuerte, a la entrega
sin freno….buscando inútilmente la dureza de
un sexo batido en retirada…
-Necesito una ducha para relajarme-dijo él
de repente.
-Yo te espero…no sufras.
Ilse encendió un cigarrillo para entretener la
espera. Rick retornó fresco, dispuesto
nuevamente a la batalla. Pero ni su empeño ni
toda la sabiduría amatoria de Ilse consiguieron
que culminara el torneo como ambos
pretendían.
-Esto demuestra que aún me quieres- susurró
Ilse al oído de un ensimismado Rick refugiado
en la autoconmiseración del macho que cree
no haber estado a la altura de lo que
presumiblemente se esperaba de él.
-Nunca podrás hacerte idea de cuánto…
Y a partir de ese momento se enfrascaron en la
rememoración de sus días felices, en la exitosa
carrera de ella como actriz y en el fracaso de él
como letrado (aunque como empresario no le
había ido peor que a su padre). ¿Y el futuro?
-Tienes que irte-dijo ella mirando a su reloj.
Rick comprendió. Ya en la puerta, Ilse le
deslizó nuevamente una tarjeta en su bolsillo
mientras le daba un beso de despedida.
En el ascensor, Rick leyó la nueva tarjeta. Eran
los números de teléfono de Ilse en Francia e
Italia y una frase sarcástica que le amargó la
tarde más que la visión de Lazslo esperando el
ascensor que él abandonaba:
enviaba por aquella época y que él leía y releía
con avidez. En los momentos de melancolía, tan
frecuentes, Rick se refugiaba siempre en el
whisky y en la evocación de aquella historia
desgraciada, en el recuerdo de aquella maldita
mujer, y también en sus cartas...
-Claro que lo recuerdo…Y me quiere por
detrás de la risa, terminaba. Pero yo deseaba
entonces quererte también con la careta de la
risa, por delante de la risa, y tú no me
dejaste.
-¿Subimos a mi habitación?-invitó Ilse
secamente.
-Claro- aceptó él, desconcertado.
En el ascensor Rick se acercó a ella, la miró
largamente a los ojos, pero no se atrevió a
tocarla. Le seguía desconcertando aquella mujer
impredecible. Ilse, sin embargo, lo abrazó
tiernamente y lo besó justo en el momento en
que el ascensor se detenía.
-¿Ves cómo aún me sigues gustando?- dijo
ella.
Salieron hacia la habitación. Rick se sentía
dominado, conducido por ella, como antaño; y
esa sensación le disgustaba. Tampoco acababa
de creerse lo que ella le había dicho, como de
costumbre. Su inseguridad frente al aplomo de
Ilse le producía un desasosiego insoportable.
Y más insoportable, amén de inesperado, fue
encontrarse sentado tranquilamente junto a la
ventana (leyendo, cómo no) al trotskista. Ilse los
presentó. Inmediatamente, Lazslo- el presunto
compañero de Ilse- salió de la habitación
pretextando tener algo que hacer en la calle.
-¿Vives con él?
-Hemos hecho este viaje juntos, eso es todo.
Ilse le condujo al dormitorio con la mirada y
Rick no supo resistirse. Sin más preámbulos,
tras entornar levemente las jambas de la
ventana, ella se fue despojando con toda
naturalidad de su ropa. Rick comenzó a hacer lo
mismo, aunque no era eso exactamente lo que él
esperaba. ¿No es esto lo que andas buscando?
Pues ya lo tienes, parecía decirle Ilse desde su
irónica sonrisa.
La fuerza y la avidez de Ilse en la cama
descolocaron de nuevo a Rick. Andaba
desnortado. Parecía como si ella no hubiera
hecho el amor desde hacía demasiado tiempo,
tal era el empuje que mostraba. Rick consiguió
contener brevemente los impulsos de la mujer
Siempre te quedará París
Ilse.
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DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
CREACIÓN LITERARIA
EL INVENTO
Paula Martín-Moreno Romero
necesitando para sus experimentos. Ni siquiera
tenía un momento para verme a mí, su único
amigo durante tanto tiempo. Cuando nos
conocimos ambos contábamos siete años. Yo
llegué a su pueblo desde León y no conocía a
nadie en el colegio. Me fijé en un niño menudo
y con el pelo particularmente erizado que se
sentaba delante de mí y que a primera vista me
pareció gracioso. En el recreo ese niño no se
relacionaba con nadie, al igual que yo. Un día a
la salida de la escuela, unos chicos mayores
intentaron pegarme, pero aquel niño extraño
apareció con una barra de hierro en la mano y
los amenazó. Todavía hoy dudo que hubiera
podido blandirla el suficiente tiempo para
causarles algún daño, pero los matones
escolares se esfumaron asustados, con una
expresión en sus ojos que me hizo pensar que tal
vez yo me hubiera equivocado en mi
apreciación. -Me había fijado en que andabas
siempre solo- Me dijo. -Parece que ellos
también. Hace tiempo que no me molestan, no
creo que vuelvan a molestarte a ti. Saben que no
tengo nada que perder en un duelo a vida o
muerte-. Sus palabras me parecieron de una
madurez estremecedora o de una locura
preocupante, pero preferí pensar lo primero. A
partir de ahí nos hicimos inseparables. A mí,
que soy una persona bastante inclinada a la
fantasía heroica, me gustaba pensar que me
había salvado la vida, y que debido a eso, yo
estaba en deuda con él, y le prometí eterna
amistad en una especie de ceremonia infantil en
la que sacrificamos a una rana, ¡pobre animal!,
sus fluidos corporales en nuestro apretón de
manos sirvieron para sellar la alianza.
De repente, un día salió de su despacho como
emerge el ave fénix de sus cenizas, renovado y
con más vitalidad que nunca, anunciando a los
cuatro vientos que había creado un dispositivo
capaz de medir y compartir las emociones de las
personas. Él defendía la importancia de su
invención diciendo que así todo sería más
transparente, podríamos saber verdaderamente
en qué grado estamos afligidos, o felices, o
enfadados…. Para ello construyó un nanorrobot
que se implanta debajo de la piel y estableció un
sistema de medidas para cada una de las
emociones reconocidas: amor, dolor, angustia,
miedo, odio, etc. Lo llamó “empatímetro”, pues
además hacía posible que una persona
compartiera lo que estaba sintiendo con otra.
Ésta es la historia de mi amigo. Probablemente
habéis oído hablar de él, ya que salió en la tele y
en los periódicos hace unos años. Aún así, en un
alarde inútil de preservar su intimidad no
mencionaré su verdadero nombre. Mi amigo,
llamémosle Newton, en honor al científico e
inventor, trató de ser precisamente esas dos
cosas, y luchó por ello durante toda su vida.
No se puede decir que Newton fuera una
persona corriente, con la que uno se topa todos
los días. Más bien se trataba de alguien
demasiado fuera de lo normal, tanto que a veces
me asustaba, aunque nunca antes he llegado a
confesarlo tan abiertamente.
Como habréis notado, hablo de Newton en
pasado, como se habla de quien ya no está entre
nosotros. Durante un tiempo debo admitir que
me costó referirme a él en este tiempo, pero
ahora voy logrando dominar mis sentimientos
respecto a este tema y he conseguido hablar de
él con naturalidad, también he sido capaz de
escribir sobre él, aunque sólo sea como terapia.
Quién diría que a un escritor encumbrado como
yo le costaría alguna vez escribir sobre algún
tema, pues, ya veis, a veces hay asuntos que
guardamos celosamente en algún lugar interior,
asuntos que atañen a personas tan queridas para
nosotros que el mero hecho de nombrarlas
puede producirnos fragilidad mental. Ahora ya
estoy mejor, por eso hago esto: una especie de
exorcismo literario.
Pero, sin más dilaciones volvamos a la historia.
Newton era especial, y lo más importante, se
creía especial, ya que siempre pensó que podría
descubrir algo de vital relevancia para la
humanidad, algo que sirviera para hacernos
mejores personas, decía él. La gente lo tildaba
de soñador y le daba la espalda. A pesar de todo
no cesó en su empeño, y a lo largo de su época
universitaria inventó varios artefactos que
patentó, pero de los que no se sentía
especialmente orgulloso, pues no eran muy
útiles, y mucho menos podrían salvar vidas, que
era lo que él pretendía, en último término.
Cuando finalizó sus estudios, se recluyó en su
laboratorio, y rehusó ver a alguien durante cinco
años. ¡Cinco años! encerrado entre cuatro
paredes sin más compañía que sus libros, sus
ordenadores y sus “maquinitas”. Su único
contacto con el mundo exterior era a través de
su madre que le proveía de comida y le
suministraba los materiales que él iba
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DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
fascinante de todo esto es que el portador del
chisme
es
capaz
de
empatizar
LITERALMENTE con la persona que
experimenta el sentimiento, es decir comparte
su carga, aligerando la de éste último.
Imaginaos la repercusión humana del invento:
compartir el dolor, la alegría, el amor… de otro.
Recientemente, he comprendido las razones del
acelerado empeoramiento físico y anímico de
mi amigo, las mismas que probablemente
propiciaron su muerte. Su madre vino a hablar
conmigo hace unas semanas y me lo contó todo.
Es importante indicar que Newton sólo había
construido un empatímetro con éxito, y era él
quien lo llevaba implantado en su propio
organismo, y como las personas llamaban
continuamente a su puerta día y noche no tenía
tiempo para terminar la fase de experimentación
y crear copias de su invento. La gente acudía a
pedirle que les ayudara, le decían que sin él
estaban perdidas. Y Newton, que pensaba que se
debía a su causa, siempre estaba dispuesto a
experimentar y compartir distintas emociones
sin descanso: pasando del dolor de la parturienta
al éxtasis del que gana la lotería.
Continuamente, gente de aquí y de allí le
acosaba con sus demandas, y a él no parecía
importarle. Pero ya no dormía, no comía apenas,
se desplazaba allá donde le reclamaban sin
importarle su estado físico, sus propias
emociones, las de los suyos… Todo esto es por
el bien de la humanidad, decía. Su madre
también me explicó el porqué de su
distanciamiento hacia mí. –Estaba convencido
de que si hablaba contigo le obligarías a parar,
dirías que por su bien, y a ti tendría que creerte,
por eso no aceptaba tus visitas ni tus llamadas,
aunque sufría por el daño que podía estar
haciéndote. -Una vida bien puede valer la de
miles-, repetía una y otra vez. Nunca supe a
quién se refería con una vida, si a la suya, a la
tuya o a la mía propia- Me confesó la madre.
Al cabo de un tiempo, como algunos temíamos,
Newton se quitó la vida, a su lado había una
nota que decía: “No puedo aguantarlo más”.
Desgraciadamente para la humanidad, o tal vez
no, quemó los bocetos del invento.
El barrio se llenó de periodistas y gente que
quería saber en qué consistía esta maravilla de
la técnica. Él explicó que todavía se encontraba
en una fase experimental, y no se había probado
aún con humanos, así que no podía hablar de
resultados enteramente fiables.
Por culpa de la presión de los medios y de
distintas compañías que decían necesitar
urgentemente de los servicios de “este chisme”
por el bien de sus empleados, Newton pasó a la
fase de prueba en humanos antes de concluir
con la animal. Era seguro, dijo. Y por supuesto,
se ofreció él mismo para implantarse el
nanorrobot en su brazo. Así tomaré notas, me
dijo, conoceré los datos de primera mano. Traté
de disuadirle, pero en vano, hacía tiempo que
había dejado de escucharme, al igual que a su
madre y las pocas personas que todavía se
preocupaban por él.
Durante un año los resultados fueron
inmejorables, espectaculares. Gracias a la ayuda
de Newton una madre podía saber cuánto amaba
su nuera a su hijo; un doctor sabía qué grado de
dolor estaba padeciendo cada paciente. Ya no se
trataba de meras percepciones, eran cifras
exactas, era ciencia, no había lugar para el error.
Yo leía sobre ello en las revistas de ciencia, a
las que me suscribí para seguir detalladamente
la evolución del invento de Newton, pues él ya
hacía tiempo que rehusaba hablar conmigo.
Todo parecía ir sobre ruedas para él,
aparentemente. Pero en el fondo no era así, en
este primer año, aunque en sus palabras fue el
mejor de su vida, llegó a envejecer lo
equivalente a diez. Su organismo se deterioró a
pasos agigantados. Y es que todavía no he
explicado cómo trabaja el “empatímetro”. Como
he indicado antes, este nanorrobot se introduce
debajo de la piel del sujeto y es este sujeto en sí
el que experimenta las emociones de los demás,
de manera que es capaz de elaborar una escala
real para cada emoción. El nanorrobot capta en
el campo electromagnético de la persona con la
emoción a medir lo relativo a esta emoción y lo
traslada al sistema nervioso de la persona que lo
porta, pudiendo ésta experimentar lo mismo que
la otra y así establecer la medida exacta. Lo más
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DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
CREACIÓN LITERARIA
LOS PALACIOS
(Primer relato del volumen del autor “Leyendas”)
Andrés Carretero Sosa
ocasionando la llegada de alguna que otra
enfermedad.
Hablan las viejas lenguas y leyendas, los viejos
escritos ya perdidos y algunas veces el viento
frío de las noches invernales sobre la era de los
grandes palacios. Una época poco conocida de
la que no hay más reseñas en el tiempo que los
recuerdos de los más viejos, recuerdos de
segunda mano obtenidos a partir de otros aún
más viejos, los cuales no recordaban si eran
suyos propios o se los habían transmitido sus
abuelos.
El romance de la fuente fría afirmaba la
existencia de uno de estos palacios en los
huertos de palacio, en mitad del bosque de los
huertos de palacio, pero se desconocía si
perteneció a esta era, si fue el último de los
grandes palacios, o si era mera coincidencia.
Solo se conocía aquello que contaban.
No grandes; enormes e inmensos en la lejanía,
hiperbólicos en la cercanía. Circundaban el
pueblo protegiéndolo, función que se especula
era la original aunque en la época de máximo
esplendor los castillos surgían por doquier sin
tino, sin sentido, ni orden ni método; aquel que
era fuerte plantaba su palacio allí donde podía.
Mientras se pudo solo se respetó una cosa, salvo
una inicial excepción, no se permitía construir
en el núcleo urbano. Pero como toda la cosa
cambió cuando ya apenas había espacio
alrededor y el poco que quedaba era de
desorbitado precio. Entonces alguien construyó
desafiando a las leyes y las autoridades
desbordadas y sin rumbo no supieron parar un
sistema de pequeñas concesiones en el cual ese
era el último paso restante. Si echaban el nuevo
castillo interior al suelo debían de igual forma
derruir aquellos cercanos al río, los que
superaban en diez metros la altura máxima,
aquellos cuyas almenas se decoraban con telas
exportadas, y así un largo etcétera. Se abrió la
veda y el desorden y el caos finalmente
triunfaron.
El pueblo nació al refugio del río, buenas aguas
de orígenes lejanos e inciertos, y al amor de la
fuente.
El río proveía al pueblo de innumerables
ventajas; algo de huerta, algo de pesca, y algo
de monocultivo de regadío, pero de vez en
cuando sufría de los vaivenes de los ciclos
climáticos y o bien se secaba o se anegaba
totalmente
provocando
grandes
encharcamientos de aguas que se estancaban
De la fuente todo eran ventajas. Situada justo en
mitad del pueblo, de ella surgía un agua tan
buena y en tanta abundancia que nadie bebía
otra que no fuera de esta. Nacía en la Sierra, en
alguno de los muchos incógnitos lugares del
bosque de los huertos de Palacio, y se repartía a
través de los intestinos del subsuelo en esta y
otras muchas fuentes. Pero se decía que esta,
que sus aguas, atravesaban un lecho de piedra
levemente ferruginosa el cual matizaba su sabor
e incrementaba sus propiedades. Por esto era un
deber patrio protegerla. Por esto y porque
nunca, no como el río, se había secado.
Después del fin de la época oscura, cuando el
río se secó durante años, cuando no llovía y el
pueblo subsistía únicamente con el agua de la
fuente, cuando se llegó a un punto en el cual era
imposible compartir este agua con el resto de
pueblos vecinos y se abatió sobre la zona la
última guerra; la guerra del agua donde murió
tanta gente. Después del desastre, se llegó a la
conclusión de que había que protegerla para así
protegerse, porque de no haber sido por el
abrupto fin de aquella sequía todos habrían
muerto sino de sed pasados por las armas.
Cuando las aguas volvieron a su cauce, nunca
mejor dicho, volvió la abundancia y con ella la
paz y el perdón que no el olvido. Las
10
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
propia hermandad con parte del dinero obtenido
en la subasta y con ánimo de resaltar su
importancia creando así la excepción que
cumple toda regla, lo levantaron justo en la
mitad del pueblo, al lado de la fuente. Este
puede decirse que fue el punto de inflexión, el
inicio de la locura.
Con la venta de los palacios la hermandad
adquirió notoria presencia en la élite del pueblo
y sus miembros pudieron desde entonces mirar
de igual a igual a las hasta entonces autoridades.
El alcalde y algunos de sus acólitos, los
descendientes de los antiguos dueños del
pueblo, la nobleza que conquistó aquellos
terrenos en épocas perdidas en la oscuridad de
la historia, algunos mercaderes y algún que otro
terrateniente y el cura, habían sido la única ley
hasta entonces. Ellos copaban las altas
instancias gubernamentales en un círculo
cerrado y difícilmente permeable y decidían
cuasi caciquilmente los designios y destinos del
pueblo. Entrar dentro de este selecto grupo
había sido cosa imposible. La única brecha se
abrió cuando el pueblo estuvo a punto de
desaparecer en las guerras del agua. La
desesperación frente a la segura muerte aunó los
ánimos y la decisión popular y tras finalizar
estos terribles acontecimientos la resaca del
espíritu que unió al pueblo bajo una única
voluntad, permitió resquebrajar levemente el
cascarón tácito que envolvía y separaba a unos
de otros; a los que dirigían y mandaban frente a
los que no. Por allí se coló la hermandad de las
aguas dando acceso con ellos a todos sus
miembros.
El poder de la hermandad se mantenía mediante
la fe de sus miembros y la del resto del pueblo,
pero sobre todo con dinero. El de la venta de los
palacios se agotaba y las donaciones no eran
muchas, así pues la consolidación de este poder
vino de una idea genial; la venta del agua de la
fuente de la Sanación. Este evento marcó el
inicio de la prosperidad de la era de los palacios
y determinó de la misma forma su fin.
El privilegio inicial de acceso a las aguas
únicamente si se demostraba suficiente
enraizamiento en el pueblo se tuvo que cambiar
porque de otra forma no habría sido posible su
venta. El agua continuó siendo gratuita para el
pueblo y de esta forma se pudo vender agua a
los foráneos. Fue otro rotundo éxito.
La hermandad ya tenía un palacio, el único
situado en el centro del pueblo, pero con los
grandes ingresos de la venta de las aguas de la
Fuente de la Sanación obtuvo una riqueza
inusitada y comenzó nuevas obras de cuatro
nuevos palacios al lado de los que
originariamente poseyó. Estos nuevos eran más
grandes, más altos, más ostentosos y llenos de
habitaciones. Había ya pues nueve palacios.
autoridades y el pueblo de forma unánime,
como nunca antes se había visto, decidieron
salvaguardar y honrar aquello que había
supuesto su salvación. Se volcaron, antes de
comenzar a reconstruir nada, con la protección
de la fuente.
Designaron un grupo con representación de
todos los estamentos sociales del pueblo al cual
se le encomendó la tarea de diseñar la estrategia
de salvaguarda. Tras intensas reuniones llegaron
a una serie de medidas. Se creó un cuerpo de
protección de la fuente y de sus aguas el cual
tenía estructura jerarquizada y que recibió el
nombre de Santa Hermandad de las aguas. Se
promulgaron leyes que regían esta Hermandad y
sus funciones así como el consumo, con el
ánimo de restringirlo. Solo aquellos con
demostrado enraizamiento en la localidad
podrían disfrutar sus beneficios. Construyeron a
su alrededor un monumento con la mejor de las
piedras de las canteras cercanas y crearon un
monolito ensalzando la virtudes de sus aguas las
cuales fueron las que salvaron al pueblo de la
destrucción. En este mismo monolito apareció
por primera vez su nuevo nombre, la Fuente de
la Sanación. La última de las grandes medidas
fueron los castillos. Cuatro castillos, cuatro
fortalezas, en los cuatro puntos cardinales, a
idéntica distancia de la fuente de la Sanación,
velarían por la protección de la fuente, del
pueblo frente a posibles amenazas e invasiones.
La primera gran reforma de los palacios ocurrió
transcurridas unas generaciones, casi olvidados
los terribles días y ya en época de bonanza. Los
palacios estaban allí, inmensamente altos y mal
conservados, sin función aparente pues desde su
construcción no habían sido utilizados apenas
para su original destino. La hermandad de las
aguas decidió en junta extraordinaria remozar su
aspecto y dotarlos de alguna utilidad y para ello
adoptaron la polémica idea de vender los
palacios y sus derechos, de los que se
construyeran en un futuro, y así de paso sanear
sus arcas.
La venta se hizo en pública subasta, los dueños
obtuvieron absoluta propiedad sobre el palacio y
sus terrenos. La única obligación vitalicia con
respecto a la hermandad era que una de las
torres, la más alta, fuera de uso obligatorio para
vigilancia. Allí habría siempre un miembro de la
hermandad oteando el horizonte en busca de
posibles peligros. Frente a la primera opinión
popular sobre el seguro y rotundo fracaso de la
venta de los palacios, mucho dinero era
necesario para restaurar esas moles de piedra
inútiles, el saldo fue bastante positivo. Las
cuatro mayores fortunas del pueblo pujaron en
dura liza por las cuatro construcciones y al final
y para envidia y sorpresa del resto del pueblo las
obtuvieron. El siguiente palacio lo construyó la
11
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
Sanación. Nada decía de otras fuentes y pozos
sobre los que no existía regulación alguna y que
de igual manera se surtían de las mismas aguas
que esta. El palacio número catorce marcó la
última de las grandes etapas de construcciones
desaforadas de palacios. La última porque tras
esta ya no se construyeron más y porque casi
significa el fin del pueblo.
Todo el mundo tenía una fuente o un pozo de
aguas milagrosas de donde sacar agua para ser
vendida, ya no era necesario pagar impuestos
por consumo sobre la Fuente de la Sanación
puesto que nadie bebía ya de allí, los
organismos creados para la gestión de la misma
ya no tenían sentido, todo el mundo tenía mucho
dinero y con mucho dinero se construían
palacios.
Una vez que se consiguió rodear el pueblo de
palacios se comenzó a construir en el interior,
antes habían sido construidos dos palacios,
cuando no hubo espacio en las afueras. Poco
importaba nada ya, que lentamente las aguas,
briosas antaño, se fueran secando, poco
importaba incluso la maldición sobre ellos. La
maldición no escrita que decía que una vez
construido un palacio este crecería y crecería sin
fin ni medida pues en todos y cada uno de ellos
una vez acabados se realizaban ampliaciones
con el objetivo de superar en tamaño al surgido
en último lugar. De igual manera legiones de
personas eran necesarias para mantenerlos en
buen estado y limpieza. La maldición afirmaba
que independientemente de la gente que los
limpiara y mantuviera justo en el momento de
dejarlo impoluto era necesario comenzar de
nuevo. Pero nada de eso importaba, nadie se
daba cuenta.
Despertó. Y como otras veces antes desconocía
donde se encontraba. Era un bosque, rayos de
sol se filtraban entre el ramaje de las encinas y
los robles, y en el aire se respiraban miedo y
destrucción. Como otras veces no recordaba
nada y no tenía forma definida, pero como sabía
que se podía mover anduvo hasta las lindes del
bosque para observar lo que ocurría y al verlo se
espantó.
Una construcción enorme, un palacio
semiderruido en los límites del bosque.
Alrededor viejos huecos de árboles derrengados
que se encontraban apilados y muertos cercanos
a un arroyo por donde discurría un hilo de agua.
Más allá todo era desolación, soledad y cientos
de construcciones en ruinas en un lienzo de
torres hundidas sobre muros caídos y rotos. En
el aire reinaba solamente el polvo seco del
adobe y del ladrillo abandonado a su suerte
hacía como millones de años. Ningún signo de
vida, solo el débil fluir de un hilo de agua en
mitad de la nada. Tenía sed, podían haber
pasado cientos de años desde la última vez que
El onceavo surgió de la nada. Nadie supo dar
explicación a su origen pues para hacerlo era
requisito imprescindible ser rico y su dueño,
aparentemente, no lo era. Era una altura superior
a los demás y para su construcción en lugar del
clásico adobe se utilizó ladrillo revestido de
mármol. Sus torres señalaban al cielo
empenachadas con blasones de ricas telas
dibujando simbólicos escudos de armas que
indicaban un señorío y nobleza alumbrado al
amor del dinero que nadie osaba discutir y todos
alababan, aunque en secreto criticaban y
envidiaban. Su dueño empezó a ser mirado con
un respeto surgido del miedo y el misterio y él
comenzó a tratar a todo aquel que sucumbía a su
recién estrenada riqueza con el desdén del que
antes de señor ha sido siervo.
El doceavo y treceavo fueron igualmente
inmensos y espontáneos así como inexplicables.
Otros dos nuevos señores de dos nuevos
palacios circundaban y limitaban el pueblo. Tras
la construcción de los dos siguientes el secreto
no se pudo mantener.
Después de comenzar la venta del agua
solamente a los foráneos, el gobierno del pueblo
comenzó a observar temerosamente el
crecimiento sin fin del poder de la Hermandad
del Agua. De haber seguido así su influencia y
poder acabarían minando definitivamente sus
funciones y pasarían a ser meras figuras
decorativas. Decidieron pues sacar tajada y para
ello aprobaron una ley gravando el consumo
local del agua. Con la excusa de infraestructuras
diversas para acondicionar el flujo y tránsito
adecuado y saludable del agua en los límites del
pueblo, competencia de las autoridades y no de
la Hermandad, se creó un nuevo impuesto
individual sobre el consumo del agua.
Inicialmente era muy bajo pero era un hecho
conocido y aceptado que cada año se
incrementaba levemente. Con los beneficios se
construyó el décimo palacio, en los terrenos del
antiguo palacio; este era ya el segundo dentro
del pueblo. Después de esto el primero que,
indignado y después de muchas protestas caídas
en saco roto, cayó en la cuenta decidió vender
en el mercado negro el agua que a él,
injustamente, le gravaban. El único enemigo
contra el que luchar era el tiempo y al final fue
él más rápido, no solo se enriqueció sino que
aún hubo otros dos o tres que igualmente
medraron. El vacío legal en torno a la venta del
agua provocó la rápida creación de leyes locales
para evitarlo pero los palacios ya creados y sus
dueños y pese a las protestas del resto del
pueblo, salieron indemnes.
Había trece palacios y trece señores de los
palacios. La nueva ley prohibía expresamente,
solamente a los particulares, y bajo penas de
cárcel la venta del agua de la Fuente de la
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DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
el fin de toda esa destrucción que se veía, el
odio y la avaricia que aún la impregnaban.
Anduvo un poco hacia el bosque siguiendo el
curso del arroyo mientras iniciaba una
conversación con el agua, seguramente esa era
su nueva misión, para lo que había aparecido
allí, para curar el agua de ese lugar. Empezó a
mimarla con canciones mientras desaparecía en
el bosque y cuando empezaba a preguntarse
donde habrían huido los hombres oyó un ruido y
al volverse contempló a uno señalándole y
diciendo, “una gurruñaña”.
fue algo, así pues se acercó a beber y tras
saciarse pudo contemplar en un pequeño charco
su imagen, su nueva apariencia. Era una mujer
vieja, pequeña y arrugada, con pinta vivaracha y
muy agradable. Se levantó y miró en lontananza
más allá del palacio semiderruido a través del
bosque, hacia la sierra, buscando el origen del
agua. Era fría, muy fría. El agua de la fuente
fría, así la llamó, que venía de los confines de la
tierra más allá y más profundamente de esos
montes allí dispuestos. Sabía bien, era muy rica
y con un leve sabor a hierro, pero también podía
paladear su lamento, su sufrimiento, el origen y
CREACIÓN LITERARIA - MICRORRELATO
María García Campos
sería un desprestigio aceptar un trabajo tan
vulgar en una tiendecilla de barrio. Suspiro, doy
un trago a mi vaso de alcohol. No hay reproches
de mi parte: me limito a levantarme de la cama
y vestirme. Tú sigues con tus argumentos de
principios, pero yo ignoro tu orgullo estúpido.
Me despido de ti: mis ojos se clavan en los
tuyos, llorosos, llenos de rabia. Al cerrar la
puerta de tu casa me juro a mí misma no
regresar a tus brazos… pero mi corazón desea
que bajes de tu torre de marfil, que tus pies
caminen sobre el terreno de una realidad a la
que no le importa el hermoso pero inútil arte de
los versos. A nadie le interesa lo que tú sientas.
A nadie. Ni a mí tampoco.
Después de hacer el amor, me invitas a un
Bourbon. Observo la botella: es de los caros. Te
pregunto que cómo puedes permitirte tal lujo, tú
respondes que es el regalo de un amigo. Hay
algo que quiero tratar contigo y creo que es un
buen momento. Te recuestas a mi lado y me lees
un poema tuyo. Es precioso: no hace falta que te
lo diga porque ya lo sabes, ya sabes que tienes
un talento extraordinario y que todo lo que sale
de tus maravillosas manos me encanta; sin
embargo, yo sigo preocupada por esa cuestión
del puesto de dependienta que te ofrecieron en
la ferretería y lo menciono; el tema te incomoda
y desvías la conversación hacía la literatura de
poetas malditos. Vuelvo a insistir: tu buen
humor desaparece, te cabreas, me gritas que tú
has nacido para ser la mejor de los poetas y que
Cuenca, 1993.
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DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
ENSAYO
SOBRE ARTE CONTEMPORÁNEO
Leandro Gutiérrez Soto
de esas gamas, pensando en las cosas que te
hacen sentir, desde el principio al fin. Conseguir
que nuevas Chiaras, tuvieran la oportunidad de
experimentar con sus propias huellas, con esas
curvas concéntricas, que miradas con
detenimiento nos hacen emocionarnos por su
pureza y sensibilidad. Mariposas de colores que
rodean a su madre, mientras que Francesco lo
plasma de manera impecable.
Humildad llena de impecable maestría, hermosa
coacción que reparte su grandeza en lo más
profundo de las miradas. Miradas representadas
por
esos
ojos
desproporcionados
académicamente, pero, alguien se acuerda ahora
del academicismo? yo, continuamente, como él.
No lo podemos olvidar, porque hablamos de
formalismo, hablamos de grafías que bailan con
un cian, recordando siluetas imposibles.
Esculturas y arquitecturas de papel, efímeras,
pero sobrias como aforismos dedicados por dos
amantes. Soportes animados con texturas
descaradas, esperando que alguien le ponga
título, que alguien le ponga nombre, para que
pueda tener una vida, que no necesite un
equipaje lleno de eufemismos que termine en el
andén de algunos de los ojos que lo observan.
Si fuera por mí, el sol de la tranquilidad me
acompañaría continuamente. Estaría todo el
tiempo mirando, observando y percibiendo todo
lo que hay a mi alrededor. Navegando por todos
los cristalinos que pudiera, para llevarme lo que
no veo.
Cada vez estamos más cerca de Hegel, por
desgracia. Sientes por dentro que todo se va, sin
perder la esperanza de que algún día vuelva.
Grandes Esperanzas es lo que necesitamos,
mejor dicho, lo que algunos necesitan, pero
bueno, en el fondo ya lo saben, por eso están a
gusto donde están, removiendo el tierra con el
ocre, teniendo cuidado de que la mezcla nunca
se pegue en el fondo.
Rompiendo las nubes con láminas de linóleo,
para luego grabar con tinta, la silueta de tu
cuerpo. Una vez más, pasaremos el rato.
Y no digo que no me guste, porque me gusta,
pero si no vas a venir, avísame pronto porque yo
quiero bailar, quiero olvidar toda esta situación.
Sin duda, apología del engaño, apología de lo
no verdadero, de lo fácil. Estamos
acostumbrados a este engaño y, en ocasiones,
éste, se hace verdadero. Se hace creíble, porque
todo lo que nos rodea termina siendo un engaño,
Dicotomía, polaridad subyacente en el negro.
Disparidad de colores que se complementan, sin
ser complementarios.
La barbarie del acrílico que, sin duda, complace
definitivamente la línea, el trazo de lo no hecho
y, sin embargo, por hacer.
Lo que algunos creen saber cuando la
ignorancia es abyecta, parece en muchos casos
ser lo único real y lo único verdadero.
Todo parece injusto, sobre todo, cuando el top
se refuerza con lo inesperado.
Magenta que palidece en contraste con la
dualidad que todos esperan, pero que pocos
están capacitados para recibir. Recibir lo que se
merecen, lo sembrado, lo cosechado en campos
de tela, de soportes atemporales.
Cubículos esclarecedores de ideas vagas, de
pseudoideas, de ideas vacías, que engañan a
quienes sólo el metal les interesa sin importarles
lo verdadero, lo innato.
Ni perdono, ni olvido por el daño que hacen, por
no hacer, ni dejar hacer. Oligarquía barata,
analfabeta, construida sin base, sin raíces.
Multitudes que ensucian, por sucios. Centenares
de voces que se inician sin llegar, separados por
distancias que no se ven.
Ni me dejan, ni puedo, ni quiero, aunque creo
que sería fácil “caer”. Es muy goloso y no
engorda, sólo llena, y cómo. Y una vez lleno, a
“monear”. Hasta yo creo que podría, eso sí, con
ayuda, porque hay muchos que llevan mucho
tiempo y, por eso, no sólo se nace, sino que se
hace. Se hace de todo, menos lo que se tiene que
hacer.
Soy el “lobo feroz”, o las ovejitas?
Diáspora de lo inconcebible, de lo inaccesible,
que sólo, a veces, aparece de forma inesperada,
de tal forma que parece eterno.
Quiero recuperar las noches que pasé sin ti, en
el olvido del blanco y negro. En el plano de las
tres dimensiones.
Escorzos que me “amantegnarán”, neutros, y
limpios. Compañeros de batalla, que buscan lo
mismo que yo y, que con la misma suerte,
mueren en el intento de plasmar la Idea, lo que
quieren, lo que llevan buscando mucho tiempo,
y se les niega. Antes, hace tiempo, otros pasaron
por lo mismo, y después de muertos se les
baremó con la suerte que merecían.
Deberíamos ser Clementes, vivir, de nuevo,
transvanguardias que no palidecieran nunca, que
se dilataran en el tiempo. Disfrutar de la mezcla
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DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
ocupados para no terminar viviendo de rodillas,
y poder prepararse para una marcha de color,
donde la única violencia sea la gestual, la que
muchos han utilizado durante tanto tiempo. Este
es el aspecto a día de hoy.
Arzobispos del arte siguen esperando para donar
toda su espera. Esta cadena, con el tiempo,
podría ser un mercado de memorias, que
evitaría dolorosos momentos. Captar trilogías de
corta espera, con la esperanza de llegar algún
día a poder disfrutar de todo lo prohibido, por
bueno, y de lo todo lo esperado, por bello.
Anhelos áureos, que sin pretenderlo, nos evocan
paralelismos entre lo real, y lo irreal. Volvamos,
pues, a encontrar el gusto, del que tantas veces
Hume se molestó en tratar. Gusto diverso, no
hipócrita ni demagogo. Gusto, que guste gustar.
Espiral de notas, que llegan al laberinto,
inundando todo lo que se encuentran a su paso.
Sin duda, gran ayuda para el desarrollo final de
todo lo estudiado. Algo más para definir la
materia, que el artista lleva tiempo explorando y
tiene la ventaja de la inmortalidad. Descargando
todas sus virtudes, para comenzar ese juego
amoroso, que finalmente, le llevará a
encontrarse con el resultado final.
Y para finalizar, la gran pregunta…, qué es arte.
Y en este caso no hablamos sólo de arte
contemporáneo, sino de arte en general.
Para definiciones, ya están los diccionarios
generales, los específicos, los estudiosos, los
ilustrados,
todos
los
culturetas
que
continuamente tratan de definir el concepto. A
estas alturas, el concepto se define por sí
mismo.
Y paseando por las calles de grafito, seguiremos
disfrutando.
un engaño global, como en la global show de
los años ochenta, con la diferencia, que en
aquella década hubo de todo, menos engaño. A
partir de ahí, reinventarse, y cómo, como sea, y
ahí está el problema. Algunos han trabajado,
han hecho sus deberes, pero hemos esperado
que el verde beba clorofila.
La vida en broma, pero sin saber que las raíces
deben obtener toda la humedad que puedan,
antes de que las flores perezcan.
Sobre el arte contemporáneo, tschüs, como se
despide Adriana cuando Morfeo llama a su
puerta. Tschüs, pero como un “hasta luego”,
porque después de los –geos y –neos, que
siempre resurgen cuando no se sabe muy bien
qué hacer, aparecen los pos-, que viene a ser lo
mismo, pero al revés.
Antes dijimos que Hegel estaba cada vez más
cerca, quizá nos equivoquemos, y Hegel se
equivoque. Seguimos sin saber dónde está el
final. No sabemos si vendrán más
estructuralismos, más funcionalismos, pero, en
cualquier caso, las construcciones formales
siempre son bien recibidas.
Telarañas de metal, que sólo abren por las
noches. Ahí te encontrarás algunas de las
mejores sonrisas como iconos de terracota.
Esperemos, por tanto, no volver a situaciones
manzzónicas. A situaciones, que lo único que
hacen es alimentar la podredumbre que existe en
el arte contemporáneo. Debemos, sin duda
alguna, alimentar todo lo relacionado con la
creatividad, limpiar territorios donde la arena no
deja de jugar y, sin embargo, cada vez que lo
hace, deja un rastro más bonito que el anterior.
Veladuras opacas con texturas ausentes, que
aparecen y desaparecen. Conseguir territorios
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DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
ENSAYO
ANÁLISIS FÍLMICO DE UNA NOVELA:
EL AMOR VERDADERO (JOSÉ MARÍA GUELBENZU, SIRUELA, 2010)
Jesús Fernández Vallejo
Para Marta Fernández Álvarez, por no estar en Babia. Para Ángel González Puga y Leandro Molina
Villaseñor, amigos de “farra” y “pizarra”. Para Colitas, Juan Carlos, Dani, Pochi y El Sastre: sois
auténticos.
formas, si bien los experimentos narrativos se
moderan y se observa un retorno a la historia, a
la anécdota. Tal vez –apuntan Tusón y Lázaro
[1984]- “la impresión que con más frecuencia se
desprende de la últimas novelas sea el
desencanto. Tras los pasados intentos de
cambiar el mundo, se desemboca a menudo en
cierto escepticismo”. Darío Villanueva ha
definido en términos muy precisos la naturaleza
de este grupo literario: “una generación
desengañada que ya empieza a dejar de ser
joven, la de los universitarios nacidos después
de la guerra civil, protagonistas de un
inconformismo que no ha germinado sino en un
crispado nihilismo existencial” [citado por
Rodríguez Fischer, 1997]. A este grupo, por
supuesto, pertenecen también los llamados
“novísimos”, un grupo de poetas –Gimferrer,
Azúa, Molina Foix…- con los que Guelbenzu
va a compartir, entre otros aspectos, el afán por
el intelectualismo, la metaliteratura y la pasión
por el cine.
1. Elogio del escritor.
Me pregunto muy a menudo –y se lo pregunto a
mis alumnos y a mis amigos- cuál es el secreto
de la literatura, qué elementos articulan la
emoción y el encanto de una novela, o
simplemente en qué radica el embrujo de la
lectura para que uno deje de hacer lo que está
haciendo y mire de soslayo la mesa donde está
depositado el libro, y lo tome, y lo acaricie, y lo
devore apasionadamente. El amor verdadero me
ha emocionado entre otros motivos porque me
he reconocido en algunos personajes, en ciertos
espacios y sobre todo en ciertos momentos de la
vida por los que siento especial predilección –la
vida nocturna, sin duda. Guelbenzu ha escrito
una novela mágica, subyugante, a la que no
dudo en calificar como una de las cinco mejores
novelas de la última narrativa española. Desde
luego, a partir de este momento, lo incluyo entre
los autores más selectos, y le dedico un lugar
especial en mi canon particular de grandes
narradores (junto a Paul Auster, Philip Roth,
Patrick Modiano, Javier Marías, Esther
Tusquets, Raymond Carver, Pilar Adón). En una
época de novelas ramplonas, de ideas literarias
algo caducas y excesivamente conservadoras, el
texto de Guelbenzu se erige en un monumento
hermosísimo a la literatura en lengua castellana.
2. Un escritor madrileño, una “generación
del desencanto”.
José María Guelbenzu [Madrid, 1944] está
integrado en la llamada “Generación de los
setenta”, formada por novelistas nacidos entre
1935 y 1950, aproximadamente, quienes, salvo
algunas excepciones, se dan a conocer a finales
de los sesenta y primeros años de los setenta.
Los nuevos novelistas –Eduardo Mendoza, J.
Leyva, Germán Sánchez Espeso, José María
Vaz de Soto, José Mª Guelbenzu- enlazan con la
renovación narrativa desarrollada en los sesenta
–iniciada por Luis Martín-Santos, y continuada
por Juan Benet- que cifra su interés prioritario
en la búsqueda de nuevos caminos, de nuevas
José María Guelbenzu
Guelbenzu es considerado por buena parte de la
crítica literaria como el principal representante
de esta generación del “desencanto” de los años
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DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
cabo una especie de “conjuro”; los dos llegan
hasta la cama donde el joven Andrés duerme la
siesta, y le colocan un pequeño anillo bajo la
lengua. “Y de ese modo te cautivó para
setenta. Y ello se debe en gran medida a la
publicación de sus dos primeras novelas, El
mercurio [1968] y Antifaz [1970], en las que el
escritor madrileño desarrolla una temática
prioritariamente existencial: el desarraigo y el
desencanto de una generación intelectual, la
crisis de las ideologías, pero, además, la
intimidad, las relaciones personales, el amor, la
amistad y la muerte. Aquí están sintetizadas las
coordinadas principales del mundo literario de
Guelbenzu, quien, en efecto, ha afirmado que
las relaciones interpersonales son más
importantes que las económicas, “lo único que,
al cambiar, podría cambiarlo todo”.
siempre”.
3. El viaje de la vida.
El amor verdadero narra la historia de amor, de
lealtad –sólo interrumpida en una ocasión por la
mujer- y de respeto de una pareja, Andrés
Delcampo y Clara Zubia, a lo largo de más de
cincuenta años de vida, desde la primavera de
1945 hasta el final del verano de 2005. Pero es,
además, un muy interesante fresco de la historia
actual de España -sin ningún tipo de
partidismos, sin ideologías ni discursos
panfletarios-, y una profunda reflexión sobre los
valores que sustentan las relaciones entre los
amigos, y desde luego entre la propia pareja.
Son varios los momentos en los que el autor, a
través de diferentes perspectivas narrativas,
recapacita sobre temas como el respeto y la
comprensión, la confianza y la sinceridad, las
palabras y los silencios. No es, desde luego, una
novela psicológica, ni tampoco una novela
histórica. No espere tampoco el lector una
novela romántica en el más puro sentido
decimonónico. A mí, en fin, me parece que
Guelbenzu con este libro no hace sino
desarrollar aún más esa línea narrativa del
argumento y de la forma que inaugura Eduardo
Mendoza en 1975 con La verdad sobre el caso
Savolta, que la crítica ha calificado como
novelística sobre el placer de contar, en la que
el tratamiento narrativo importa tanto como el
argumento.
De manera especial, en la pobladísima galería
humana de la novela destaca un personaje cuya
vida se irá entrelazando progresivamente con el
devenir de la pareja protagonista. Se trata de
Cadavia, un tipo sumamente atractivo –“un
teósofo modesto y de precarios recursos”-, y
desde luego muy peculiar –es uno de los
grandes logros de Guelbenzu-, algo entendido
en ciencias ocultas, que vaticinará desde el
nacimiento de Andrés que éste conocerá a una
niña –Clara-, que poco a poco se convertirá en
su amiga y, por último, en la mujer de su vida.
Un día del mes de abril de 1950, el enigmático
Cadavia, en compañía de Clara Zubia, lleva a
Portada del libro “El amor verdadero”
(Extraída de la página Web del autor).
4. Cine y literatura.
En este apartado me gustaría dar cuenta de un
aspecto crucial en la construcción de esta
novela: observo –y me sorprende gratamenteuna notabilísima influencia de técnicas
cinematográficas en la articulación del discurso
narrativo. Además, me parece muy palpable la
importancia del cine como vivero temático en la
construcción de elementos narrativos como la
historia, los personajes y el espacio. Desglosaré
mi análisis fílmico en varios apartados.
a) Perspectivas narrativas.
En El amor verdadero importa mucho el
tratamiento formal, pero no menos el asunto
narrado. La anécdota es sometida a un
tratamiento múltiple, variado. Hay, sobre todo,
dos puntos de vista, dos narradores en primera
persona (la “mirada” de los protagonistas), que
se irán alternando a modo de contrapunto a lo
largo de la novela: unas veces es Andrés quien
toma la palabra, otras veces lo hace Clara, su
mujer. Uno de los grandes aciertos de la novela
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DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
definitiva cómo se han hecho viejos e
inseparables.
Los
hechos
narrados
se
desarrollan
principalmente en el Madrid de posguerra,
aunque son muchas las alusiones a las dos
Españas de la Guerra Civil sobre todo a través
del recuerdo de las familias: es, sin duda, una
gran novela sobre el franquismo, una época de
tensiones sociales, vista desde la óptica de los
vencedores. Aunque de manera muy diferente,
los padres de Clara y de Andrés “lucharon” en
el bando de los sublevados, y por eso mismo la
suya no ha sido en absoluto una vida difícil
basada en las carencias y en los silencios. De las
víctimas de la Guerra Civil tratará también la
novela de Guelbenzu. Y del desecanto y del
exilio interior, por supuesto.
–comenta Pozuelo Yvancos [2010]- “es haber
dado a Clara otra voz narrativa, puesto que ella
también analiza, desde la primera persona, su
vida con Andrés, sus anhelos, desengaños, crisis
y resurrecciones”. Los recuerdos de los
protagonistas respetan el orden cronológico,
surgen de forma coherente –no de forma
inconexa, como ocurre en otras novelas de los
años setenta-, a través de sucesivos “flashes”.
Con todo, Andrés duda a veces de su memoria,
o mejor dicho, se pregunta por qué ciertos
recuerdos se retienen de manera más nítida en la
memoria, por qué otros, en cambio,
desaparecen. (No he encontrado este tipo de
disquisiciones en el discurso de Clara.) Pero,
además, junto a esas dos voces existe una
tercera voz narrativa, un narrador ominisciente
que, con mucho sentido del humor y con cierta
socarronería, se dirige al lector en numerosas
ocasiones a lo largo de la novela, e incluso al
final con ciertos titubeos se presenta, y dice
llamarse “Asmodeo”. José-Carlos Mainer
[2010] califica a este narrador de “dominante”,
de “arcaico, caprichoso y divertido”; Pozuelo
Yvancos [2010], por su parte, lo ha comparado
con el narrador del Diablo Cojuelo, “quien fue
capaz de levantar los tejados y mostrarnos ese
Madrid de nuestros pecados”.
Esta forma de contar una historia –que desde
Ciudadano Kane [Orson Welles, 1941], tantas
veces hemos visto en el cine-, basada en la
alternancia de perspectivas y en el tratamiento
variado del punto de vista, le permite al escritor
modelar la personalidad de sendos personajes.
No nos presenta a Clara y a Andrés de un
plumazo, sin más, sino más bien lo hace a través
de sus respectivos relatos y de sus
profundísimas reflexiones. (Lo cierto es que
Guelbenzu al escribir esta obra piensa en un
lector cómplice, participativo. Y esta es quizás
una de las razones que hace que la lectura de la
novela sea una experiencia sumamente
placentera.)
c) La estructura del relato.
El amor verdadero se divide en un “prólogo”,
cinco “partes” –y cada parte, además, presenta
varios capítulos-, y un “epílogo”. A su vez, los
capítulos se componen de varias secuencias en
las que alternan las diferentes voces narrativas.
Así pues, Guelbenzu combina tradición y
modernidad en la configuración de la estructura
interna de la obra.
Las piezas claves en la estructura interna son la
elipsis y el flash back (o “salto atrás”). En
realidad, la historia de la novela no presenta
excesiva complejidad. Antes al contrario, el
texto se presenta como un ejercicio de
“memoria”; hay un solo hilo argumental,
contado linealmente. Para rememorar y para
avanzar en la presentación de los hechos el
autor se sirve de ambas técnicas narrativas. Así,
por ejemplo, la novela –en su “Prólogo”arranca con la narración del nacimiento de
Andrés: su padre pasea inquieto, espera
preocupado –en una España, se nos dice,
“despierta entre el miedo y el hambre”- a que la
comadrona le anuncie la “llegada” del varón. En
una secuencia posterior, el narrador omnisciente
evoca el nacimiento de Clara Zubia.
A partir de este momento, el relato se centra en
evocar cómo se gestó y cómo evolucionó la
relación entre Andrés y Clara: la primera vez
que Andrés –con quince años- ve a Clara –con
diez-, quizás el mayor impacto emocional que
ha sentido en la vida (“Prólogo”); el día en que
Clara llega a la casa de Andrés en Madrid,
ciudad a la que se había trasladado su familia en
busca de una mejor situación laboral y de una
vida más agradable; una ciudad, Madrid, en la
que, por otra parte, Andrés y Clara completarán
sus estudios universitarios y –cómo no- su
educación sentimental, y se casarán y serán
padres (“Primera parte”); el segundo embarazo
de Clara en plena Transición, así como las
b) Tiempo del discurso / tiempo de la
historia.
La novela recoge los recuerdos de Andrés
Delcampo, que está pasando unos días en la
playa con su mujer, Clara Zubia: en realidad,
todo sucede en un corto espacio de tiempo,
mientras la observa pasear por la playa, y,
luego, mientras la contempla en la intimidad del
apartamento, Andrés repasa –y ordena lineal y
cronológicamente los hechos- cómo ha sido su
vida entre los de su familia, con sus amigos del
pueblo y de la ciudad, cómo se gestó el romance
con Clara, en qué valores se forjó la relación
entre ellos que terminó en matrimonio, y en
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DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
obtiene silencio, o, en el mejor de los casos,
frases lapidarias como “Pues que se vaya al
carajo, que se vaya”. (Más adelante veremos
que se trata de un personaje muy singular, y de
gran calado en la vida de Clara.) Pues bien,
estos deícticos temporales actúan a la manera de
fundidos en el cine: puntúan la historia, la
delimitan. Esta misma técnica la vuelve a
emplear en varias ocasiones el autor.
primeras brechas en la pareja y en el grupo de
amigos –o la mezcla entre entusiasmo y
desencanto tras los primeros años de la muerte
de Franco-, y el triunfo del PSOE y la entrada
de España en la Comunidad Europea (en
realidad, en la “Segunda parte” de la novela es
donde quizás cobra más importancia el contexto
histórico); ya en la primera parte de la década de
los noventa, la paulatina desaparición de
algunos amigos y familiares, y los síntomas de
cansancio y de pesimismo (en la “Tercera parte”
se aúpa el discurso reflexivo de carácter muy
existencial: a mí quizás es la “parte” del libro
que más me ha emocionado); ya en la segunda
mitad de los noventa, la victoria del Partido
Popular, y la contemplación del crecimiento de
las dos hijas (“Parte cuarta”); por fin, en pleno
siglo XXI, los miedos y los fantasmas del
presente, la afirmación plena en el amor
“verdadero” de estos dos seres entrañables
(“Parte final”). En el “Epílogo” se alude al
atentado terrorista del 11 de marzo de 2004 en
los trenes de Atocha: aquella mañana Andrés
emprendía su paseo diario por el parque del
Retiro.
Me parece muy acertada la apreciación de JoséCarlos Mainer [2010] a propósito del
planteamiento estructural de la novela: “La
imagen que engendra El amor verdadero y que
se repite a lo largo de su curso tiene el sello de
un buen plano cinematográfico: una esbelta
sexagenaria, todavía hermosa, pasea descalza
por una playa del norte. A Clara Zubia la
observa su marido, Andrés Delcampo, y por allí
andan también su hija, su yerno y sus nietas. Y,
por supuesto, está también presente todo lo que
la pareja originaria ha ido dejando atrás y que la
narración va desarrollando”. Pudiera haber
añadido el prestigioso crítico que esa “imagen”
de la evocación está muy presente en títulos
emblemáticos del cine de autor europeo de los
años sesenta, sobre todo en la filmografía de un
director clave de la nouvelle vague, Alain
Resnais: Hiroshima, mon amour, o El año
pasado en Marienbad… Y este tipo de cine –no
me cabe ninguna duda- ha dejado una marca
estilística en la prosa de Guelbenzu.
e) Montaje alterno.
La influencia del cine se pone de manifiesto en
las primeras páginas de la novela a través de lo
que podríamos denominar el uso del montaje
alterno y simultáneo de escenas. Así, por
ejemplo, en el “Capítulo I” el autor utiliza dos
subsecuencias casi exclusivamente dialogadas:
Cadavia conversa con Baldomero Delcampo –el
padre del protagonista- en el despacho de éste
sobre la astrología como forma de
conocimiento; de inmediato, el narrador “corta”
la escena –para retomarla luego una y otra vezy muestra un diálogo en una galería, en el
extremo opuesto de la misma casa, entre la
esposa de Baldomero, Asunta, y doña Carmela,
su madre, más preocupadas por cosas mundanas
como la educación de Andresín, las
enfermedades de doña Carmela, o sobre temas
más profundos, como son los sucesos de la
guerra civil y la supervivencia durante la
posguerra. Se trata, por otra parte, de un
ejemplo de técnica conductiva o behaviorista muy presente, por ejemplo, en El Jarama de
Sánchez Ferlosio-, una forma de presentar o
caracterizar a los personajes no a partir del
discurso del narrador, sino a través del
parlamento de éstos. Ana Rodríguez Fischer
[1997], al analizar la novela El mercurio, ha
definido este recurso narrativo como
“simultaneísmo”: en sentido narrativo, consiste
en la presentación de dos acciones
independientes que transcurren a lo largo de
idéntico período de tiempo; en sentido técnico,
se basa en la “alternancia de secuencias o
momentos y la homogeneización de las acciones
a través de leit motives o referencias culturales”.
Una técnica clave de la novela contemporánea
es el llamado monólogo interior. No está muy
lejos el empleo de la voz en off en el cine. Así,
por ejemplo, en un momento de la novela
(“Primera parte”), se reproducen en primera
persona
los
pensamientos
de
Clara,
principalmente sus primeros momentos con
Andrés, así como sus gustos culturales y
literarios, tal como brotan de su conciencia. Y a
ello corresponde un lenguaje coloquial, hecho
de elipsis y de titubeos, de citas culturalistas,
etc.
d) Fundidos.
Una escena de la novela donde se percibe la
influencia del montaje cinematográfico, a través
de suaves elipsis, es aquella en la que un día, de
mañana, aparece un muchacho extraño sentado
en el suelo junto a la casa de los Zubia. No hace
nada: sólo espera alguna ayuda, algún gesto de
solidaridad. Pasa el día, hecho subrayado en el
texto a través de llamadas como “a media
mañana”, “tras el almuerzo”, “a la noche”; el
desfallecido chaval, un muerto de hambre, sólo
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DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
Cobb). Por azar, Link, en compañía del fullero,
oportunista y pícaro Sam Beasley (Arthur
O’Connell) y de la cantante de cabaret Billie
Ellis (Julie London), llega a una casa
abandonada donde está alojada la banda. El jefe,
un impresionante Lee J. Cobb, manifiesta por él
un enorme afecto: resulta ser, en realidad, su tío,
o más bien su “padre adoptivo”, el que hace
años se hizo cargo de él y que, además, le
enseñó a delinquir en el salvaje oeste. Pues bien,
a partir de ese momento de reencuentro se
suceden las situaciones de acoso y de violencia.
Link (Cooper) finge haber vuelto para unirse de
nuevo a la banda. Sólo así –es fácil deducirlopodrá salvar su vida y la de sus acompañantes.
Ahora volvamos a la novela. Andrés Delcampo
se pregunta, en primer lugar, por qué a veces se
le olvidan “asuntos” que antes recordaba con
facilidad. Por ejemplo, casi había olvidado la
escena en la que un secundario de lujo, Arthur
O’Connell, que interpreta a un viejo cobarde, le
salva la vida a Gary Cooper y, de esta manera,
salva su propia dignidad. A continuación,
Andrés recuerda con mayor emoción la escena
en la que un miembro de la banda obliga a Julie
London a desnudarse, y a Cooper a
contemplarla. El siguiente comentario, ya más
valorativo, no hubiera defraudado a un crítico
tan impulsivo y contundente como François
Truffaut: “Una de las [escenas] más tensas,
f) Cinefilia.
Es, sin duda, Andrés un personaje cinéfilo, muy
entendido en cine de autor, muy atento al cine
de su época. Y esta condición le permite
interpretar ciertos hechos contemporáneos, no
sólo evadirse de la realidad. Así, por ejemplo,
cuando pasea por el Madrid de posguerra, en su
etapa universitaria, observa cómo el sistema
represor instaurado por Franco es cruel y lo
compara con la representación de la brutalidad
presentada en las películas carcelarias del cine
negro. Cuando era estudiante –recuerda Andrés
ya en plena madurez, observando atentamente a
la mujer de su vida- paseaba a menudo por la
Gran Vía, “que era lo más parecido de
nuestra existencia a recorrer Sunset
Boulevard o la calle 42 de las películas de
entonces”.
violentas y dramáticas que ha dado el cine,
una violencia que procede de la esencia
misma de la escena, no de ningún abuso
efectista”. El narrador protagonista concluye
Varias veces Andrés duda de la memoria (“la
memoria es fiel en lo esencial y olvidadiza
en lo accesorio, interesada, selectiva”). Ya
he mencionado cómo el suyo es un relato
retrospectivo: junto a la orilla del mar, mientras
contempla el cuerpo de Clara, repasa lo que ha
sido su vida; sin embargo, evidencia fallos en el
recuento de ciertos momentos, en la verdad de
ciertas experiencias y de sus protagonistas. ¿Por
qué la memoria es tan caprichosa? ¿Por qué se
registran algunas imágenes con absoluta nitidez
y otras, en cambio, se olvidan o no se recuerdan
con detalle? La novela tiene un grado
importante de metaliteratura: las digresiones de
Andrés sobre la memoria tienen su punto álgido
en la primera secuencia de la “Parte final”, muy
del gusto, por cierto, de los escritores (y
lectores) cinéfilos de los años sesenta. Andrés
Delcampo se sirve de dos secuencias de una
enorme carga dramática pertenecientes a El
hombre del Oeste / Man of the West [1958,
Anthony Mann] para ilustrar sus ideas sobre la
memoria. Brevemente me gustaría exponer algo
del contenido de la película para situar al lector.
Link Jones (Gary Cooper), un exforajido
regenerado a quien ya nadie recuerda, acude con
una bolsa de dinero a un pueblo para contratar a
una maestra. Sin comerlo ni beberlo se ve
envuelto en el asalto al tren perpetrado por el
jefe de su antigua banda, Dock Tobin (Lee J.
con una reflexión sobre la dificultad de acotar el
alcance de la memoria, sin alcanzar una idea
clara de por qué recuerda esas y no otras
escenas.
Es difícil discrepar de la importancia en el
desarrollo del argumento de ambas secuencias,
especialmente la segunda en la que destaca una
puesta en escena basada en primeros planos, con
un ritmo narrativo muy moroso, en la que
cobran protagonismo los gestos y las miradas.
Sin embargo, en mi memoria, desde que vi por
primera vez el filme de Anthony Mann, han
quedado grabados con mayor nitidez dos
momentos que completan este segmento
narrativo de la humillación de Julie. Primero, al
finalizar la comentada escena del desnudo –por
cierto, no completado: Julie sólo quedará en
paños menores (“Quítate las enaguas”)- Cooper
y Julie salen de la casa y se encaminan a un
granero donde pasarán íntimamente esa noche
amarga, sin saber si llegarán con vida al
amanecer. Para lograr mayor patetismo y
emoción en la escena, Mann aguanta un tiempo
el plano fijo –sí, en un solo plano- con un
reencuadre de la puerta del granero
absolutamente
prodigioso
y
con
una
profundidad de campo que, a mi juicio,
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DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
-Billie… (Ésta le interrumpe.)-No había
querido a nadie ni a nada en toda la vida.
Me preguntaba qué se siente. Ahora lo sé.
Sé que lo nuestro es imposible. Pero no
cambiaría este sentimiento por nada del
mundo. [THE END]
mantiene el suspense (“aquí” están las víctimas;
“allí”, al fondo, en la casa, los violadores, los
asesinos).
-¿Está bien? –pregunta Billie.
-¿Y usted? –le responde Link.-No sé cómo
ha podido ocurrir. Cuando….Cuando
sacó el cuchillo. No recuerdo qué hice.
Ya no les veía las caras. Pero sentía al
viejo. ¿Cómo ha podido asociarse con él?
Usted no es como ellos.-Lo era. No había
ninguna diferencia. Intente dormir un
poco.
-Link, aquí hay unas mantas.
(Sin duda alguna la interpretación de este final
abierto daría para todo un artículo. Yo tengo
muy claro qué le dice Gary Cooper a Julie
London y adónde se dirige ese carro en el que
van subidos.)
Estoy muy de acuerdo con la opinión de Ana
Rodríguez Fisher [1997], quien ha comentado, a
propósito de las continuas referencias
cinematográficas en El mercurio, que éstas no
son casuales, sino que van mucho más allá de la
ambientación histórica. Dichas referencias
cinéfilas señalan la formación cultural de José
María Guelbenzu, su admiración por el cine
clásico norteamericano. Además, la cinefilia
influye en el estilo del autor, algo que he podido
comprobar tanto en el modelo organizativo y
estructural de la novela, como en el propiamente
lingüístico, a través de ciertos diálogos y del
discurso del narrador omnisciente. (Es muy
frecuente encontrar símiles e imágenes
fílmicas.)
Por último, cómo no acordarse de Annie Hall,
de aquel encuentro de Woody Allen y Diane
Keaton, al leer esa escena en la que Andrés y
Clara aguardan en la cola de un cine para ver –
¡qué curioso!- Toma el dinero y corre del
director neoyorquino, y mientras tanto hacen
planes para las próximas Navidades. El
encuentro rezuma ternura, quizás algo de
timidez: los chicos han empezado a salir, pero
aún no se deciden a dar el paso definitivo. Más
bien, están inmersos en reproches de amantes
adolescentes. Clara toma la iniciativa al ver que
el pánfilo de Andrés no se decide a tirarle los
tejos:
“El hombre del Oeste”
Pero Link (Cooper) está esperando el momento
de vengar el incidente anterior: aprovecha un
reto del miembro más impulsivo de la banda,
Coaley (Jack Lord), para darle una paliza y –
esto es lo más emocionante-, en presencia del
jefe y de sus compañeros, arrancarle la ropa
mientras llora amargamente. Ahora es él el
objeto de la humillación y la víctima. Ángel
Comas [2004] considera que El hombre del
Oeste es “el último western importante de
Anthony Mann […] se trata del más
desesperado de todos ellos”. Pero a mí me
parece sobre todo un filme tremendamente
romántico presidido por la fuerza del azar: Link
entierra por segunda vez su pasado, conoce a
una mujer seductora, que recuerda en parte a la
femme fatale del cine negro, vive intensos
momentos a su lado, la salva de una
humillación, aunque no puede salvarla de una
violación. Pero, cuando puede, la abraza con
ternura. Link es, ante todo, un tipo increíble,
íntegro, sincero. La película concluye con otra
secuencia elocuente, con otro diálogo
encantador:
Un instante queda suspendido en el
tiempo.
-Es lo que más deseo en el mundo –
contesta Andrés impetuosamente.
Clara ilumina sus ojos y ladea la cabeza
ligeramente, como si se sorprendiera a sí
misma observándolo a él. Es un gesto
encantador, lleno de coquetería y de una
maliciosa
inocencia
que
subraya
extendiendo su sonrisa por todo el rostro,
que contiene también un toque de
sorprendida gratitud. Andrés reconoce
ese gesto extraordinario porque es el
mismo que ella mostró aquel día desde el
agua del remanso en un lugar secreto. Y
como entonces, ahora está a punto de
estallar.
-¿Y a qué estás esperando? –dice ella.
-Probablemente te darán una medalla –
dice Billie.
-¿Qué vas a hacer ahora? –pregunta Link.
-Lo de siempre: cantar.
21
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
primero en la lectura de Luces de bohemia,
pieza teatral del gran farandulero de la literatura
española, Ramón María de Valle-Inclán; y luego
reparo en el análisis repetido cada año en el aula
con los alumnos de Bachillerato, y veo cómo
siempre descubro cosas nuevas, cómo me
gustaría ser Max Estrella y “morir” una
madrugada en el poyete de mi casa tras una
noche de jarana al lado, eso sí, de tus “latinos”
del alma. Otra pieza teatral sobre nocturnidades
y alevosías es Tres sobreros de copa [1932,
1952, Miguel Mihura]. En una habitación de
hotel provinciano Dionisio pasa una noche de
ensueño, justo el día anterior a su boda, junto a
unas bellas muchachas de music-hall. El tipo
descubre que otro mundo es posible, muy
distinto de la vida de convencionalismos
burgueses que le espera si definitivamente se
casa.
La noche es propicia a toda clase de
experiencias. De este libro destacaría, a modo
de selección particular, el momento en el que
Andrés y sus amigos viven intensamente la
noche: es su territorio, “fue donde aprendimos a
vivir por nuestra cuenta”. Es larga la nómina de
estos personajes secundarios, fugaces incluso,
que pululan por la novela, y de manera especial
por esta larguísima secuencia en la que los
personajes salen de parranda, como auténticos
crápulas y faranduleros, quizás en retroceso, por
la noche madrileña. Y el paseo se convierte en
una especie de estado de la cuestión sobre los
sueños y las ilusiones, con una evidente dosis de
desencanto. De una parte, animales nocturnos
como Cadavia y Juan de Septiembre, que
recuerdan sobremanera a los antihéroes
valleinclanescos, que actúan como maestros de
ceremonias; de otra, Andrés Delcampo, que esa
noche ha dejado en casa a su mujer y a su hija,
para calmar sus penas y aclarar sus dudas en las
barras de la bohemia madrileña. Muchos más
personajes irán desfilando por esos espacios
míticos, mostrando sus miserias y sus encantos:
John Palacius –se llama en realidad Juan de
Dios Álvarez Palacios-, poeta feérico, o el padre
Jesús Peor, entre otros. De poético canto, o
elegía singular de la noche se puede calificar la
perorata que lanza Juan cuando salen los amigos
del barrio de Argüelles para instalarse en una
cervecería muy bulliciosa. Es algo larga la cita,
pero desde ahora permanece muy cerca de mi
mesa de trabajo donde a veces la miro y me
recreo con mucho placer.
Con el paso de los años Clara y Andrés van
asiduamente al cine, asisten con cierta
resignación a la crisis de las salas de cine y al
nacimiento de la cultura del vídeo. ¡Qué difícil
era encontrar lo que para ellos era el cine!
Aquellas películas de Nicholas Ray, Billy
Wilder, Ingmar Bergman, Howard Hawks, John
Ford, Douglas Sirk, Robert Bresson, Eric
Rohmer, Stanley Donen, Fritz Lang, Jean
Renoir. (La nómina no es mía: es del narrador
omnisciente. Del Guelbenzu cinéfilo, por
supuesto. Pero qué cerca estamos el uno del
otro.)
g) Ingmar Bergman / Carlos Saura
Me ha sorprendido gratamente encontrar en una
secuencia de la “Tercera parte” de la novela una
técnica cinematográfica que he visto por
primera vez en el cine de Ingmar Bergman –
Fresas salvajes (1957)- y luego de nuevo en el
de Carlos Saura –La prima Angélica (1973).
Más o menos dicho procedimiento narrativo se
podría resumir en estos términos: un personaje,
en plena madurez, aparece con su aspecto actual
en los espacios del pasado y contempla con
nostalgia a los suyos tal como los recuerda
ahora, con sus mismos rostros, con sus mismas
ropas. En fin, un peculiar viaje en busca del
tiempo perdido.
Andrés, en la habitación del hotel, ante el espejo
del cuarto de baño, observa con atención su
expresión de ansiedad y decepción, que no es
otra cosa que la imagen de un hombre abatido e
indeciso. Pero, de pronto, reconoce en ese
mismo espejo el reflejo de un espacio del
pasado, una habitación en donde están su madre
y su abuela sentadas en unas butacas, y entre
ambas de pie mirándolas una niña, Clara Zubia.
La muchacha ha venido a jugar con él, le
anuncia su madre. Las imágenes del pasado y
del presente se entremezclan en la superficie del
espejo. Un rato después –también en el espejoaparece la figura del padre en el salón de la
vieja casa del pueblo. Luego es la imagen de
Clara surgiendo del agua en el remanso del río aquel espacio mítico en donde realmente se
enamoraron- que le reclama. Ahí concluye este
viaje al pasado, a su infancia, a sus seres
queridos, al tiempo de la inocencia y del amor.
5. La noche no tiene paredes.
-La noche, amigos míos –perora Juan- es
el reino de la fantasía y de lo inesperado.
La noche nos iguala, nos oscurece, nos
confunde; es la que da alivio al triste,
cobijo al solitario, refugio al fugitivo,
protección al criminal, excusa a los
amantes, cobertura al inseguro, alegría a
Me encantan los libros “nocturnos”. Y, sobre
todo, los personajes que pululan bajo la luz de la
luna con ánimos de farra y de charla. De
arreglar el mundo al alimón sin un plan fijo y
con las ideas poco claras. Miro hacia atrás con
placer y recuerdo las horas de emoción vividas
22
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
los juerguistas, ocasión a los tramposos,
promesa al jugador. La noche concierta
citas a veces desesperadas, a veces
traicioneras y a veces triunfantes. La
noche hace y deshace relaciones a
media luz, atrae al público a la puerta de
las tabernas y lo atrae como si fueran
polillas ante las farolas de las calles que
lo conducen a ellas. La noche es
escondite y libertad, es luminosa en la
oscuridad para quien tiene ojos como los
gatos, es la mentira más verdadera, la
que expande nuestros corazones, la
dama de nuestros sueños.
cuerpo, entran en el local. Una corriente de
aire frío e intimidante acompaña su entrada
[PLANO GENERAL]. Uno de ellos, el de la
gabardina, permanece en pie junto a la
puerta
abierta
[PLANO
GENERAL],
sujetándola con la mano [PRIMER PLANO], y
el otro se adentra unos pasos para observar
a la escasa concurrencia [TRAVELLING /
CÁMARA SUBJETIVA]. El local se ha
achicado repentinamente. El hombre que
lee el periódico en la mesa del rincón ante
una taza de café vacía levanta la vista, los
mira y sigue leyendo; los dos corrillos de la
barra detienen por unos instantes sus
conversaciones; el camarero observa a los
dos aparecidos con gesto de indiferencia y
Andrés y Luis sienten que se les seca la
garganta. Es un minuto en el que el corazón
bombea con fuerza y ambos creen que esa
tensión se traduce en sus caras, que sus
cuerpos les traicionan, no saben adónde es
conveniente mirar y eso les turba aún más
[PANORÁMICA de presentación; leve
barrido / corte a PLANO MEDIO del
camarero]. Luis se agarra al vaso para
beber, pero siente que no podrá controlar el
temblor de la mano y permanece en esa
postura [PLANO GENERAL / PRIMER PLANO
de la mano]. Andrés prueba a fijar la vista
en la cristalera, tratando de ignorar al
escrutador, pero a continuación hace un
esfuerzo supremo y enfrenta los ojos del otro
con un fingido gesto de indiferencia. Sabe
que tiene que mirarlo para evitar que se
acerque, pero teme que el miedo asome
porque el otro puede olerlo como lo hacen
los
perros
[PLANO
GENERAL/
leve
PANORÁMICA]. El escrutador termina de
barrer el local con la mirada, se vuelve a su
compañero, le hace una seña con la
cabeza y los dos salen del bar hacia la
calle [PLANO GENERAL / TRAVELLING de
acompañamiento]. Andrés expira el aire
que se le había solidificado en la garganta
[PRIMER PLANO]. El hombre sentado en la
mesa de la esquina le mira fugazmente
sobre el periódico abierto y luego vuelve a
su lectura con una media sonrisa en los
labios [PRIMER PLANO].
La respuesta del joven Andrés, quien pasa por
un momento de incertidumbre y desasosiego en
su vida familiar y profesional, es sobre todo un
aserto generacional, y la voz del desencanto.
-La noche es el olvido –sentencia Andrés-,
por eso bebemos en la noche, para
olvidar el día.
Esta ronda nocturna de los amigos de Andrés se
parece mucho a una película de Federico Fellini,
un autor que se prodiga en montar escenas de
farra muy surrealistas, en las que abundan las
copas y los bailes, protagonizadas por
noctámbulos y faranduleros, crápulas y
oportunistas, que viven prodigiosamente la
noche. Nos referimos, claro está, a obras
maestras como La dolce vita y Ocho y medio /
Otto e mezzo. Además, estas tiernas páginas –
todo un canto a la amistad, como no había leído
en mucho tiempo- nos recuerdan la literatura de
los escritores del Medio Siglo (Caballero
Bonald, Ángel González, Alfonso Sastre, Gil de
Biedma, entre otros), que hicieron de las cutres
tabernas su auténtico Ateneo, de las barras de
bar objetos poéticos por excelencia, y del
alcohol –y por ende de la amistad- una de sus
señas de identidad.
6. Análisis fílmico de un fragmento,
Me gustaría concluir este artículo mostrando al
lector un fragmento de la novela muy ilustrativo
de lo que no dudo en llamar estilo visual o
cinematográfico. Su configuración –en términos
de sintaxis, pero también de coherencia y
cohesión textuales- no anda muy lejos del
territorio del guión técnico. Más que mostrarlo,
sin más, lo iré analizando, y segmentando plano
a plano, a partir de una terminología más propia
del comentario de textos fílmicos. (Lo
encontrará el lector en la página 130 de la
novela.)
Vemos, pues, cómo Guelbenzu, sirviéndose de
una
puesta
en
escena
claramente
cinematográfica, consigue unos efectos harto
elocuentes para mostrar una escena silente, de
suspense, en la que los dos amigos temen ser
detenidos en unos momentos de convulsión
social, en los que ellos en cierta medida están
inmersos,
aunque
tampoco
participen
activamente en la resistencia: con todo, no ven
con buenos ojos el Régimen, y se sienten
frustrados profesionalmente. Y de esto
precisamente trata la novela.
La puerta del bar se abre de pronto y dos
tipos, uno de ellos con gabardina y el otro a
23
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
7. El silencio del lector.
BIBLIOGRAFÍA
He leído con mucho gusto El amor verdadero.
He disfrutado como nunca, como un niño con su
juguete preferido, he vuelto a la novela una y
otra vez, a mis subrayados, a mis glosas de
lector cómplice. En este análisis he intentado
mostrar cómo Guelbenzu es un escritor muy
sensible a las técnicas cinematográficas. La
novela es sencilla –por su historia, por sus
personajesy,
al
mismo
tiempo,
extraordinariamente compleja –por sus artificios
estructurales, por la alternancia de voces
narrativas-. Me han emocionado muchas de sus
páginas, me he reconocido en algunos
personajes y temas. Un placer similar al de ver
por primera vez, sin saber aún nada de sus
directores, Ciudadano Kane, La diligencia o Río
Bravo. Guelbenzu ha dirigido –perdón, ha
escrito- una obra maestra. No es un relato de la
nostalgia, sino de ese misterio llamado
memoria.
BASANTA, Ángel [2010]: “El amor
verdadero”, EL CULTURAL / EL MUNDO, 4-62010, págs. 16-17.
COMAS, Ángel
Madrid, T&B.
[2004]:
Anthony
Mann,
GUELBENZU, José María [1997]: El mercurio
[1968], edición de Ana Rodríguez Fischer,
Madrid, Cátedra (“Letras Hispánicas”; 433).
GUELBENZU, José María [2010]: El amor
verdadero, Siruela (“Nuevos Tiempos”; 167).
MAINER, José Carlos [2010]: “Amor, historia
y
un
poco
de
magia”,
www.elpais.com/articulo/portada/Amor/historia
/poco/magia/elpepuculbab/2010.
POZUELO YVANCOS, José María [2010]:
“Llegada
a
Ítaca”,
www.abc.es/ABCD/noticia.asp?id=14525&num
=947&sec=32
No me voy a entregar a la nostalgia del
mismo modo que nunca volveré a
sentarme –los ojos ardiendo como farosen mi butaca arropado por la oscuridad
compartida de una sala de cine de sesión
continua.
TUSÓN, Vicente y LÁZARO, Fernando [1984]:
Literatura española, Anaya.
24
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
CINE
MALOS DE PELÍCULA
Daniel Martín-Moreno Romero
espectadores en la primera, la segunda y la
cuarta entrega de la saga (Richard Donner,
1978; Richard Lester, 1980 y Sidney J. Furie,
1987). De verborrea fácil y siempre con una
sonrisa en la boca mientras describe y pone en
práctica los más maquiavélicos (y fallidos)
planes para acabar con Superman, este villano
consigue que desarrollemos por él una especie
de simpatía que hace que casi queramos que se
salga con la suya. ¿He dicho casi, no? Ah, vale,
ya creía que me estaba pasando al lado oscuro,
que diría un Jedi.
Otros malos simpáticos, como Luthor, en el cine
los ha habido a cientos, pero yo me voy a
quedar con dos de ellos, diferentes entre sí
además: Uno, Gordon Gekko, el paternal y
“cool” tiburón de las finanzas de “Wall Street”
(Oliver Stone, 1987) rescatado hace poco por su
creador Stone para una segunda parte
ambientada en estos tumultuosos tiempos en
cuanto a lo económico (Wall Street: el dinero
nunca duerme, 2010); y el otro, discúlpenme si
no les suena mucho la película, el Dr. Frank-NFurter, un travestido y bisexual remedo de
Doctor Frankenstein y Drácula a la vez,
interpretado por Tim Curry en la hilarante
comedia musical “The Rocky Horror Picture
Show” (Jim Sharman, 1975), donde después de
secuestrar y seducir a la pareja protagonista e
incluso matar a uno de sus propios secuaces,
vemos como se revela su verdadera
personalidad como extraterrestre venido a la
Tierra a conquistarla pero que, seducido por los
placeres que la humanidad le ofrece, se vuelve
“bueno” y, tras ser traicionado por sus otros
compañeros extraterrestres, es asesinado por
éstos en una enternecedora escena final que
consigue transformar en entrañable al personaje.
Vaya, ¿malos que se convierten en buenos al
final de la película? Pues es que no han
escaseado precisamente que digamos, y están
entre mis favoritos, tengo que confesarlo. Los
hay desde los que cometen fechorías al principio
del film desde su condición de delincuentes,
como Kevin Costner, el convicto "Butch"
“Cuando soy buena, soy buena; cuando soy
mala, soy mucho mejor.”
Mae West, primera “femme fatale” de la
historia del cine.
Aunque estoy seguro de que la pizpireta actriz
Mae West no quería darle a su famosa frase
exactamente el mismo sentido del que quiero
dotar a este artículo, déjenme que me sirva de
ella para agitar su memoria cinematográfica y
hacer emerger de ella algún pérfido personaje
de película que les haya marcado hasta tal punto
de tenerlo entre sus personajes cinematográficos
favoritos. Ah, ¿que sólo les vienen a la mente
chicos buenos? Jejeje… ¿a quién pretenden
engañar? A mí no, desde luego.
A mi entender, dos son las razones por las que
el papel del malo nos puede dejar marcados
después de ver una película: o bien porque nos
cayó tan bien que al final de la misma
preferimos que hubiera ganado, que se hubiera
llevado a la chica o, simplemente (hay que ver
qué malos son también algunos directores de
cine) que hubiera sobrevivido. O bien porque, y
es lo más normal, le complicó tanto la vida al
protagonista de la película que tuvimos al final
que reconocer ciertas virtudes a su Némesis.
Y es quizás porque hace ya algunas ediciones de
la revista publiqué un artículo sobre su
contrario, esto es, el bueno, el héroe de la pelí,
que
ahora
pretendo
hacer
justicia
cinematográfica reservando este espacio para
presentar, si no los conocen ya, a muchos, de los
que podríamos llamar malos de la película, que
han desfilado por las pantallas de cine a lo largo
de la historia del séptimo arte.
Bien, pues me gustaría empezar mi relación
citando a uno de los malvados más carismáticos
que se han paseado por estas pantallas ante
nuestros ojos, personaje de una de las sagas
cinematográficas más populares de todos los
tiempos, y no es otro que Lex Luthor, el
archienemigo de Superman. Interpretado por el
genial actor Gene Hackman, se trata de un
personaje que aparecía para deleite de los
25
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
vida un mefistofélico Al Pacino en “Pactar con
el diablo” (Taylor Hackford, 1997), que es
capaz de corromper el espíritu puro de su recién
licenciado colega de profesión (encarnado por
Keanu Reeves), etc., etc.
Malvados hay también que nos engañan con su
carácter bonachón y que al final de la película
dan la cara y revelan su verdadera identidad,
como, por citar sólo algunos casos, el misterioso
asesino de “El nombre de la rosa” (Jean-Jacques
Annaud, 1986), que no desvelaré aquí por si
alguno de ustedes aún no ha visto la película o
leído el libro; o hablando de libros, el infame
delator ante los nazis de miembros de la
Resistencia holandesa de “El libro negro” (Paul
Verhoeven, 2006), al que tampoco delataré.
Simpáticos psicópatas, encantadores ladrones,
sorprendentes asesinos,…. A lo largo de toda su
historia el cine ha ido dejando muestras del más
variado elenco de villanos que imaginarse pueda
en películas de acción y sobre todo de misterio,
pero es en la comedia donde la figura del malo
alcanza su máximo nivel de caracterización, y
sirve para su parodia. Ejemplos van desde la
panda, y nunca mejor dicho, de patosos
motoristas que, persiguiendo a los personajes
caracterizados por Clint Eastwood y Sondra
Locke, se las dan de malvados sin poder llegar a
serlo en la comedia de acción “Duro de pelar”
(James Fargo, 1978), a los esbirros del Dr.
Maligno de las películas de Austin Powers (la
primera: “Austin Powers: Misterioso agente
internacional”, Jay Roach 1987) en las que
protagonista y antagonista están interpretados
por el mismo actor, Mike Myers, y que presenta
a unos secuaces (o esbirros, como ellos se
llaman) del Dr. Maligno que tienen más que
asumido su rol de carne de cañón que muere a la
primera de cambio. Más villanos de este tipo
encontramos en el grupo de neonazis de
encefalograma plano que persiguen a los Blues
Brothers en “Granujas a todo ritmo” (John
Landis, 1980), etc., etc.
No obstante todas estas películas mencionadas,
uno de los puntos culminantes de la
representación del papel del malo en el cine lo
encontramos en una divertida película de acción
de Arnold Schwarzenegger: “El último gran
héroe” (John Mctiernan, 1993), la cual es en
realidad una parodia de las películas de acción
del actor austriaco, y es que en ella aparecen un
sinfín de villanos interpretados por actores que
en otras películas han hecho de malos y a los
que el personaje de Arnold, el detective Jack
Slater, se enfrenta y va ajustando las cuentas
casi uno a uno. Tenemos a Anthony Quinn, que
ha hecho de gangster en reiteradas ocasiones
(una de las más famosas: “Revenge”, de Tony
Scott, 1990), F. Murray Abraham: Salieri, el
malo de “Amadeus”, (Milos Forman, 1984),
Haynes, en “Un mundo perfecto” (Clint
Eastwood, 1993); Rutger Hauer, el androide
fugado Roy Batty, en “Blade Runner” (Ridley
Scott, 1983) o Russel Crowe, el atracador Ben
Wade, en “El tren de las 3:10” (James Mangold,
2007) personajes que al final se redimen y hasta
llegan incluso a colaborar con la justicia (caso
de Crowe); y la vertiente opuesta, los que
comienzan la película desde el lado de la ley y
contra los protagonistas de la historia, pero que
a lo largo del metraje van cambiando su postura
hasta posicionarse algunas veces claramente del
lado de estos y contra el poder establecido.
Ejemplos de este arquetipo cinematográfico lo
encontramos en la figura del caza recompensas
que interpreta Jack Ryan en la preciosista y
violenta película “Grupo Salvaje” (Sam
Peckinpah, 1969), o en el oscuro oficial de la
Stasi, la policía secreta de la antigua Alemania
Oriental, al que da vida Ulrich Mühe, que está
encargado de espiar a unos intelectuales
desafectos al régimen en la reciente película
alemana “La vida de los otros” (Florian
Henckel-Donnersmarck, 2006).
Malos también tenemos los del tipo
atormentado, que saben que no están del lado de
los buenos, pero que aunque sufran por ello lo
asumen: bien por interés personal, para medrar,
caso del reconvertido sheriff Pat Garret
interpretado por James Coburn en “Pat Garret y
Billy el niño” (Peckinpah, 1973), o del
traumatizado sargento Burns de “Platoon”
(Oliver Stone, 1986), antítesis del bondadoso
sargento Elías – Willem Dafoe: un Tom
Berenger cuyas profundas cicatrices en la cara
son un reflejo exterior del carácter tortuoso de
un alma que ha de ahogar en alcohol después de
las atrocidades que comete en el campo de
batalla.
Y bueno, por seguir clasificando en diversas
categorías los tipos de villanos que nos podemos
encontrar en una película, los hay del tipo
psicópata: el asesino Scorpio, de “Harry el
sucio” (Don Siegel, 1975); el preso recién salido
de la cárcel y con ganas de venganza Max Cady,
al que daba vida Robert de Niro, en “El Cabo
del miedo” (Martin Scorsese, 1991); o el
extraño asesino sociópata de “No es país para
viejos” (Los hermanos Cohen, 2007), encarnado
por un Javier Bardem que se hizo merecedor del
Oscar al mejor actor secundario del año; los hay
también del tipo diabólico: Robert de Niro otra
vez, como el abogado Lu Cipher de “El corazón
del ángel” (Alan Parker, 1987); Robert
Mitchum, como el predicador buscavidas al que
daba vida en “La noche del cazador” (Charles
Laughton, 1955), donde destaca la inolvidable
secuencia en la que se nos muestran sus nudillos
tatuados con las palabras “HATE” (odio) y
“LOVE” (amor); el veterano abogado al que da
26
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
enfrentado a un Robin Hood-Kevin Costner
(“Robin Hood, principe de los ladrones” –
Kevin Reynolds 1991) o ambiguo profesor de
escuela de magia (“Harry Potter y la piedra
filosofal” – Chris Columbus, 2001); y Mark
Strong, que ha hecho de malo en 3 de las más
taquilleras películas del 2010: Robin Hood
(Ridley Scott), Jack-Ass: listo para machacar
(Matthew Vaughn) y Sherlock Holmes (Guy
Ritchie).
Y qué decir de un actor especialista en
malvados de todos los tiempos: Christopher
Lee, con interpretaciones que van desde las de
Drácula en un sinfín de películas de la Hammer
(allá por los años 50) a las del traicionero Conde
Dooku de Star Wars: episodio II - El ataque de
los clones (George Lucas, 2002) y el pérfido
Saruman de la trilogía del “Señor de los anillos”
(Peter Jackson, 2001-2003). Ahí es nada.
Y no podemos finalizar este artículo sin hacer
referencia a algunas malas de película, de esas
que hacen honor a la cita con la que comenzaba
él mismo: que cuando son malas, son mejores.
Y entonces, imposible dejar de mencionar a
Barbara Stancyck, soberbia en su papel de
femme fatale, o mujer fatal que diríamos en
castellano, en “Perdición” (de Billy Wilder,
1944), donde se comenzaba a dar forma a esta
figura, la de femme fatale, que ha evolucionado
hasta interpretaciones como la de Lena Olin en
“Romeo is bleeding (Doble juego)”, de Peter
Medak (1993). Tampoco podemos obviar otros
personajes femeninos odiosos como el de la
enfermera de “Alguien voló sobre el nido del
cuco” (Milos Forman, 1975), interpretación que
le valió un oscar a la actriz Louise Fletcher, ni el
de la también enfermera interpretada por Kathy
Bates en “Misery” (Rob Reiner, 1990, basado
en la novela de Stephen King) ni a Glenn Close
en su papel de obsesionada amante despechada
de “Atracción fatal” (Adrian Lyne, 1997).
Malas, malos… Bien, queridos lectores ¿me
dejo alguno? Seguro que ya se les ha ocurrido
algún villano de película que no he mencionado
en todo el artículo, ¿que no? Me he dejado al
menos uno, inclasificable, que se ha convertido
en uno de los últimos iconos del cine reciente,
encumbrando al actor que le ha dado vida….
¿no les suena aún? ¿Y si les digo: sigues oyendo
los corderos en la oscuridad, Clarisse? Aunque
lo de Hannibal Lecter mejor lo dejamos para
otro número, o mejor no decimos nada, no vaya
a ser que se mosquee, con el mal humor que se
gasta. Sólo hay que recordar lo que le decía a la
agente del FBI Clarisse Starling, o como a él le
gustaba llamarla, simplemente Clarisse:
“Uno del censo intentó hacerme una encuesta.
Me comí su hígado acompañado de habas y un
buen Chianti”.
Charles Dance, el psicópata de “Desvío al
paraíso” (Gerardo Herrero, 1984), etc.
Bien, llegados a este punto hemos presentado a
un sinfín de malos arquetípicos, que han sido
interpretados por diferentes actores, pero
fijándonos en el ejemplo de la película que
mencionábamos antes podríamos haber hecho
una relación algo diferente: haber presentado a
actores que han dado vida a un sinfín de malos
de diferentes tipos. Y es que a nadie se le escapa
que hay actores que, en la mayoría de las
ocasiones debido a su físico, han centrado su
carrera en personajes malvados, como por
ejemplo en los primeros años del cine negro
Richard Widmark y el mismísimo Humphrey
Bogart, aunque pronto ambos, por sus dotes
interpretativas y, en su momento, arriesgadas
apuestas por parte de directores que desafiaban
a la opinión general de que sólo podían encarnar
personajes de gángsteres, pudieron cambiar de
registro para así convertirse en grandes actores
de todo tipo de roles. Así, Humphrey Bogart
participó de secundario en decenas de películas
(en las que además solía morir tiroteado) antes
de hacer “El tesoro de Sierra Madre” (John
Huston, 1941), la película que lo lanzó
definitivamente a la fama (a él y a Huston
también). Y Richard Widmark se dio a conocer
al gran público haciendo del perverso gangster
Tommy Udo en “El beso de la muerte” (Henry
Hathaway, 1955).
De esta época es así mismo el actor encasillado
en interpretar personajes de malvados
gángsteres Richard Conte, con una filmografía
que abarca desde la década de los cincuenta, con
títulos como “Agente especial” (Joseph H.
Lewis, 1955) a los 70, donde destaca “El
Padrino” (Francis F. Coppola, 1973), en la que
encarnaba a Don Barzini, uno de los capos de
las cinco familias mafiosas de Nueva York. Y
también por estos años hacía Orson Welles su
irrupción en el cine. Y es que dejando a un lado
su brillante faceta de director, su cada vez más
oronda figura encarnó en películas propias y
ajenas a algunos de los villanos más famosos de
la historia del cine: el nazi huido a America
Franz Kindler de “El extraño” (O. Welles,
1946), el contrabandista Harry Lime en la Viena
post Segunda Guerra Mundial de “El tercer
hombre” (Carol Reed, 1949), o el mafioso y
corrupto jefe de policía Quinlan de “Sed de
mal” (O. Welles, 1958).
Más recientemente, ejemplos de actores
especializados en este tipo de personajes
podemos encontrarlos en los actores ingleses
Alan Rickman: genial como siempre en sus
papeles de sádico terrorista enfrentando a Bruce
Willis-John McClane (“La jungla de cristal” John Mctiernan, 1988), sheriff de Nothingham
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DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
CINE
KRZYSZTOF KIESLOWSKI: Azul y la sinfonía inacabada¹
José Vicente Caminero Torija
“Si hablo la lengua de los hombres y de los ángeles…. Y no tengo amor, no soy nada”
(Corintios 13,1-13).
obviamente el ejemplo más llamativo, pues
continúa debatiéndose con la cuestión de Dios
en sus películas. El director canadiense Denys
Arcand, en su Jesús de Montreal (1989) y otras
películas, parece incapaz de desprenderse de sus
raíces católicas. También es el caso de Francis
Ford Coppola, más evidente en la trilogía de El
Padrino y especialmente en el Padrino II
(1972). Uno de los más destacados del cine
reciente es Abel Ferrara, en Mary (2005),
estudia con sensibilidad y profundidad la
experiencia de la lucha interior de la fe cristiana
y la llamada a la conversión radical.
El tema de las creencias religiosas y cristianas
de los artistas y, en el caso de esta reflexión, de
los cineastas, presenta un aspecto de
considerable interés en el siempre crucial
diálogo entre religión y cultura. Esta cuestión
plantea varias preguntas con respecto al cine.
¿Cómo puede una opción creyente, o
dudosamente creyente, o no creyente ser
percibida y expresada en el trabajo de un
director? ¿Es necesario que sea creyente un
director que se propone realizar una película
sobre Jesús, o bien relativa a temas cristianos?
En ocasiones, la identidad creyente es
manifestada abiertamente por los directores,
como una estrategia comercial para explotación
de la película. Podemos poner como ejemplo el
caso del italoamericano Martin Scorsese en la
Última tentación de Cristo, inquieto por la
reacción del público por su escandalosa
película, proclamó con insistencia que era
católico y que había ido a un seminario católico.
Por otro lado, un buen número de películas de
temas y contenidos religiosos, cristianos,
católicos concretamente, muy bien aceptadas y
respetadas en círculos de iglesias, han sido
realizadas por directores que abiertamente
admiten su posicionamiento de no creyentes:
Alain Cavalier y su Thérèse (1986), John
Duigan y su Romero (1989); La séptima morada
(1995) de Marta Meszaros y más recientemente,
El gran silencio (2005) de Philip Gröning. Sin
duda el mejor ejemplo de esta aparente paradoja
es El Evangelio según San Mateo (1964) de Pier
Paolo Pasolini, que siendo muy criticada por el
Vaticano en su momento, treinta años más tarde,
cuando el Vaticano publicó una lista de las
mejores películas de todos los tiempos, El
Evangelio de Pasolini fue la única película sobre
Jesús que se incluyó: evidentemente, lo de
director creyente o no creyente, y su
comportamiento, no fueron tenidos en cuenta
como factor de valoración.
Un nuevo y fascinante aspecto de este tema es el
caso de los directores de cine que habiendo sido
católicos o cristianos, después han perdido o
renunciado a su fe, y a pesar de todo, sus
trabajos continúan estando marcados con
detalles, temas, o, lo que es más importante, con
el espíritu de aquella fe. Ingmar Bergman es
Krzysztof Kieslowski
Tal vez, el cineasta que nos proponemos
presentar sea un caso fascinante, el polaco
Krzysztof Kieslowski, y más concretamente en
su trilogía Tres Colores² (1993- 1994), que
quizás represente el trabajo más conocido de
este cineasta. El poder salvífico del amor según
el modelo cristiano del Nuevo Testamento es un
tema que se hace constante en la película
Blanco, el amor trascendente a las traiciones e
infidelidades de los dos protagonistas para
llevar la esperanza a su matrimonio roto, y en la
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DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
simbólicamente la música dice lo que la letra no
dice, algo del amor, algo del nombre de Dios
silenciado.
El azul es un símbolo ambiguo. En la película es
el color del dolor frío y de la inmensidad del
amor. En Azul esta duplicidad actúa
simbólicamente. El color y la música dicen más
que las palabras. Así, en esta película el dolor es
azul y el amor trascendido también es azul.
Para concluir, la última secuencia es clave en la
interpretación de la película. Los finales abiertos
de Kieslowski tienen la característica de ser
indefinidos y a la vez significativos. La escena
del joven despertándose y tomando la medalla
que lleva, hace una referencia a un
presentimiento del amor de Julie y a la imagen
de la cruz que tiene en su pecho. El plano de la
madre hace referencia a la muerte (cierra los
ojos y viene la enfermera). El plano de Lucille
entre sombras pronunciadas hace referencia al
dramatismo de su situación. El plano de la
ecografía de Sandrine al triunfo de la vida. Y
por fin el plano de Olivier al amor capaz de ser
uno con Julie (ella está en su pupila).
película Rojo aparece una delicada relación de
amor entre un viejo solitario y una joven, que
aporta renovación, esperanza y vida para ambos.
Pero nos centraremos especialmente en la
película Azul en la que Kieslowski expresa una
visión moral cristiana con consumada belleza y
fuerza. Azul es una nueva indagación que el
cineasta hace en el sentido de la vida y de la
muerte. Profundamente subjetiva trata de no
perder pie de universalidad. El proceso de Julie
(protagonista de la película) parte de la
vulnerabilidad de lo seguro, de la inmensidad
del dolor y de las fuentes de un débil renacer,
que se revisan en la misma trilogía, como si los
códigos anteriores se hubieran caído.
Julie es alcanzada por la muerte en medio de un
chiste. Paradoja de la vulnerabilidad, todo
seguro y todo se viene abajo. Todo en lo que se
puede confiar, hasta el propio coche, está
sometido a la fatalidad. No se trata de su propia
muerte sino de la muerte del otro, en su
radicalidad de esposo (reciprocidad) e hija
(alteridad de generación).
Antes que una reflexión sobre el dolor es una
reflexión sobre la vulnerabilidad, el itinerario de
Julie puede ser el de cualquiera. Y es allí donde
se instala el dolor. Irresistible en la tentativa de
suicidio. Es más difícil vivir con el dolor que
morir y a pesar de todo elige vivir.
Especialmente sugerente es cuando pide perdón
a la enfermera por haber roto el cristal. Es la
cuestión radical del sentido de la vida. Una
experiencia que en primera instancia muestra
que el que ama sufre y el sufrimiento es
destructor, ya que todo su dolor procede del
amor.
La muerte como crisis de amor. Julie necesita
romper con su vida anterior, no se puede renacer
en el recuerdo, hacia atrás. Vive un proceso
lento de recuperación de algo que se pueda
parecer al amor. Aquí contribuyen los otros: su
vecina Lucille, Olivier; ella vive su
recuperación en los otros. Al final, hay una
recuperación, más allá de ella misma, el
sufrimiento le ha enseñado la renuncia sin dejar
de amar. A amar sin tener, cuando el otro no
está queda la amargura. Se podría decir que hay
una “espiritualización” del amor.
El tema de Corintios 13 recuerda la centralidad
de la cuestión del amor. Dice Kieslowski que
cogió este texto porque no se citaba a Dios. La
música como el azul viene en las oleadas del
dolor y el recuerdo. Dolor y amor vienen con la
música. Las inmersiones, la piscina, colocan a
Julie ante la música inacabada. La música es un
símbolo fuerte de la trascendencia del amor, de
su persistencia, de cómo en la interioridad
renace graciosamente. En alguna forma,
______________
¹Basado en los artículos de Pedro Sánchez Rodríguez:
“Tres colores: azul. El duelo como acto de fe en el
amor y El decálogo de Krzysztof Kieslowski: la
mirada cristiana de un ateo”.
²Rodríguez, J.: “Azul, Blanco y Rojo. Kieslowski en
busca de la libertad humana”, Madrid 2004, pg.
214ss.
29
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
HISTORIAS Y COSTUMBRES
GUATEQUE
Francisco J. Serrano López
de la historia. Cientos de veces se pinchaban
hasta rayarse en su integridad, aquellos discos
de vinilo, reproduciendo canciones como La
casa del sol naciente, de The Animals, Con su
blanca palidez, de Procol Harum, Noches de
blanco satén, de Moody Blues, Extiende tus
brazos de Four Tops, Satisfaction de Rollins
Stones, Jinetes en el cielo de The Shadows, Tan
felices de The Turtles, Massachusetts de Bee
Gees, Buenas vibraciones de The Beach Boys,
Monday Monday de Mama’s & Papa’s , o
solistas como Frank Sinatra y su Extraños en la
noche, Tom Jones y Verde es la hierba de mi
casa, Roy Etzel y El silencio, The Platters y
Solo tú, The Righteous Brothers, o lo que es lo
mismo, la banda sonora de la película Ghost,
además de toda la música negra y sus
particulares estilos, blues, gospel, soul, etc. Una
promoción emblemática de la época fue la del
brandy (entonces coñac) Fundador, llenó los
hogares de discos sorpresa con canciones
nacionales, también la marca de refrescos
Mirinda sacó discos imitando a Fundador, pero
tuvo menos repercusión y no era disco sorpresa,
puesto que llevaba en la carátula el nombre del
grupo o solista. Los discos de Fundador
empezaban con su coletilla publicitaria, antes
del disco correspondiente, tenía tres diferentes,
la primera decía: Está como nunca el coñac que
mejor sabe, está como nunca porque es seco y
es suave, está como nunca, Fundador. Segunda:
Por tus años de vejez, porque eres de Domecq
porque tienes la solera de tus inmensas bodegas
Fundador con tu sabor estás como nunca.
Tercera: Redondo es el disco sorpresa de
Fundador, redondo es el placer del que bebe
Fundador, redondo es su sabor, que está como
nunca, Fundador. Bueno después de esta
chorrada publicitaria, había que ver la cara de
algunas parejas, esperando la lenta balada, hasta
terminar dicha estupidez, hay que decir que todo
estaba bien organizado, la ubicación del
guateque con su consabido refrigerio y
merienda, las bebidas similares a lo actual,
diferenciando las marcas, los refrescos, Mirinda
en lugar de Fanta y Pepsi en lugar de Coca Cola
de vez en cuando se hacía la típica limonada o
sangría de diferentes mezclas, en un lebrillo de
barro.
Referente a la música bastión principal del
guateque, siempre se fiaba al amigo con la
mejor colección de discos, los singles o
Aquellos guateques de antes, que marcaron
social y musicalmente, las décadas de los años
60 y 70, eran fiestas de rotación en casa de
Pepe, Rafa, Antonio, Fernando, etc., todos en
torno al tocadiscos de maleta portátil con
asidero y sonido a veces de lata, era el medio
para escuchar y disfrutar la música, sobre todo
de los años 60, fiestas de amigables pandas,
alegres y divertidas, aunque con una gran carga
de ingenuidad. Para la organización de dichos
eventos, había que contar con la aprobación de
los comprensibles y vanguardistas padres de la
época, en la que demasiadas cosas estaban
prohibidas, o diferentes comportamientos mal
vistos; en ciertos domicilios se ocupaba parte de
la propia habitabilidad de la familia, patio,
pasillo, corredor, etc. A veces se intentaba
sobrepasar la frontera de lo moral, o lo que se
entiende por tabú, aquello que no se puede ni
tocar ni decir, pero que hacía que determinados
comportamientos tuvieran determinado encanto.
El guateque era sobre todo una reunión
dominguera de amigos, donde se bailaba, se
bebía y merendaba; la juventud actual lo
entenderían como actitud de carcas o carrozas,
ellos han pasado de las fiestas bullangueras
celebradas en corrales durante unos décadas, a
los multitudinarios botellones. La finalidad de
las distintas generaciones, cada una con su libre
carga juvenil, es la de divertirse a su manera,
pero respetando al prójimo, sin embargo es poco
comprensible y sin agravio comparativo, donde
priva más que música y comodidad, ritmos,
percusión y ruidos infernales y desagradables al
oído, con finales al rayar el alba, cochambrosos.
Guateque era sinónimo de encanto, moderación,
ingenuidad, saber estar y sobre todo buena
música, aquellas canciones como Un sorbito de
champán de Los Brincos, Frente a palacio de
Los Pequenikes, Black is Black de Los Bravos,
Ponte de rodillas de Los Canarios, Perdóname,
de Dúo Dinámico, o solistas como Raphael,
Adamo, Tom Jones, Engelberts Humperdic.
Nicola di Bari, Iva Zaníchi, Rita Pavone, etc.,
hacían las delicias del oído. La música
internacional era la que más prevalecía sobre la
abundancía de grupos anglosajones y
estadounidenses, decenas de sus canciones
versionadas por cientos de grupos y solistas, en
la actualidad, son ya clásicos de la música,
como excepción Los Beatles con todo su
repertorio, siendo, Yerterday, la más versionada
30
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
tocabas el cielo, durante tres o cuatro minutos y
deseando que el pinchadiscos de turno hiciera
rápido su trabajo, para que las chicas no
tuvieran tiempo de reaccionar y sentarse. En el
baile lento no se hacían alardes, solo se giraba
un poco para no parecer que estabas parado,
aunque poco importaba si estabas abrazado,
siendo la actitud de los más afortunados, puesto
que en otros casos, las chicas empleaban los
codos y rodilla para neutralizar cualquier
acercamiento. En momentos determinados y
para rabia sobre todo de los chicos, cuando la
cosa estaba en su momento más emocionante, la
música lenta daba paso a unos odiosos, por
ejemplo Palito Ortega o Luis Aguilé, y otra vez
a los bailes amanerados, esto hacía que las
parejas se despegaran; a veces era una estrategia
del pinchadiscos, para él también poder bailar.
De, manera ingeniosa se practicaba el baile de la
escoba, que consistía, ir pasando este utilitario
doméstico de chico a chico para así poder bailar
con tu amor platónico, o como cantaba en uno
de los temas más bailados en los guateques,
Silvie Vartan, La chica mas bella del baile, la
constante descomposición de las parejas, hasta
terminar la canción, para la mayoría resultaba
divertido, sin embargo algunas chicas
frunciendo el ceño, demostraban no gustarles
los cambios, al terminar la canción, el que se
quedaba con la escoba, era el siguiente
pinchadiscos y servicio de repostería. El
atractivo de los guateques no era solamente lo
ya relatado, sino el disfrute de la buena música
de infinidad de grupos y solistas, sobre todo
internacionales, siendo la inspiración de
prácticamente la música española. Versionando
las canciones de todo lo que afloraba en España
en la década prodigiosa, por ejemplo el Dúo
Dinámico lo hacían con canciones de Neil
Sedaka y Paúl Anka, Raphael a Adamo o grupos
como los Mustans a los Beatles, y Lone Star a
los Rollings Stones. Había canciones que se
escuchaban varias veces en el mismo guateque,
y a lo largo de los mismos se convirtieron en
clásicos, después de una estupenda y corta
velada recoger el hato, las chicas deberían estar
en casa al anochecer en pleno verano, parecido a
lo que ocurre en la actualidad. Para terminar
quiero recordar el último guateque, que en las
sombras se me pierde, y sus notas no dejan de
sonar, como volver a cantar aquellas viejas
melodías, si volvieran aquellos días, cuando se
empezaba a amar. Quisiera detener el tiempo en
un instante, y volver a imaginarme los
momentos del ayer, no podría olvidar las tardes
del domingo, escuchando aquellos discos que no
dejan de sonar, se me llenan de nostalgia los
oídos, pretendiendo devolverme juventud,
sintiendo aquellos besos atrevidos, que
robábamos bailando a media luz.
sencillos de dos o cuatro canciones, a 45
revoluciones por minuto, metidos en un álbum
de práctico y hojas transparentes, este personaje
era por antonomasia, el pinchadiscos o dick
jockey que aún quedaba lejos en el tiempo,
aunque esa función la practicaban algunos más,
excepto los más ligones, guaperas y con buen
léxico. Eran tiempos estivales o de verano, que
era la época lógica de una práctica amigable y
de grupo, algunas veces expuestos al cuchicheo
escandaloso de la vecindad, puesto que era
costumbre habitual sentarse al fresco con mas
asiduidad que en los tiempos actuales hace 40 o
mas años, también se oía la frase, ¡dónde va a
llegar esta juventud¡, la noche y el día no tienen
comparación con los tiempos actuales, que más
hubiese uno querido, que comerse alguna rosca,
aunque con algunos diálogos y pequeños roces,
uno se sentía como iluminado, recordando la
hazaña durante toda la semana. El guateque se
empezaba con canciones movidas, por lo tanto
todos los componentes del mismo se lanzaban a
mover el esqueleto, a veces con ritmos un poco
amanerados, como el twist, el madison, la yenka
etc., pero siempre prevaleciendo el rock and
roll.
En cada uno de ellos había una chica que
gustaba absolutamente a todos, por belleza,
simpatía, personalidad y sobre todo por saber
estar y ser comprensiva, con los menos
afortunados a la hora de bailar. También las
había que eran la antítesis a lo anteriormente
expuesto, en general y de antemano, las parejas
estaban marcadas, como si de una tramposa
partida de cartas se tratara, cada uno tenía su
amor platónico, y a veces te tocaba bailar con la
pareja impensada, en otras ocasiones hacerte un
solitario con el cubata en la mano. Después de
los prolegómenos rítmicos y el correspondiente
refrigerio, estaba por llegar el deseado gran
momento, con el que durante toda la semana
uno había estado soñando y anhelando la tarde
del domingo, ¡la música lenta¡ La realidad es
que no pasaba nada, ni había atrevimiento ni
dejadez, pero no importaba, mientras se
desarrollaba ese baile “agarrao”, uno alucinaba
con sus pensamientos, la sensación era que
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DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
HISTORIAS Y COSTUMBRES
CRÓNICA DE UN VIAJE PACTADO
Marcos Colmenero Fernández
Apuntes del cronista:
…Y digo pactado porque un domingo
cualquiera, uno de tantos y con tres o cuatro… o
siete cañas entre los dientes, viene el Señor
Colitas (a partir de ahora el presidente) y nos
propone a mí y a mi señora acompañar a los
intelectuales del Cine Club Bogart a la semana
internacional de cine de Valladolid (de aquí en
adelante SEMINCI).
Valladoliiiiddddd… suena fino eh?
Pues el caso es que aceptamos, y algo de
interesante debía tener el asunto cuando el presi
se las apañó para convencer a Caminero (de
aquí en adelante José Andrés) y a Sergio (al que
vamos a llamar Pato). José Andrés y el Pato son
colegas de mi vecino, también conocido como
Pochi; Pochi es asistente de pleno derecho al
Cine Club y además se “arrejunta” con Daniel
(a partir de ahora mi cuñado). Mi cuñado es
vicepresidente de la entidad, le gusta muncho el
cine y fue uno de los ideólogos del viaje (esto
me lo estoy inventando pero puede ser
perfectamente cierto). El tinglao lo monta un tal
Jesús Vallejo (no le voy a poner mote porque no
sé si a estas alturas de la historia se me permite)
y como anda casado y con hijos; pues digamos
que viene acompañado al viaje. Ana es la señora
de Jesús y… Si no me fallan las cuentas, con el
presidente ya vamos nueve a Valladolid.
Luego me entero de que el Sastre, socio
honorable, nos acompañará junto a Javier Díaz,
viñetero oficial de la revista y Emi, el cuñao de
Palote. La expedición la completan: Aurora, una
directora de banco a la que mi vecino y mi
cuñado engañaron con falsas promesas; Joselillo
Cabezas, al que engañó el Sastre prometiéndole
un fin de semana inolvidable al aire libre y una
serie de paseos por el campo castellano; y para
finalizar, Augusto e Isabel, a los que imagino
engañó el presidente cuando los vio con siete
cañas. A partir de ahora iremos por partes.
Ficha técnica del viaje: Destino: Valladolid.
Fechas: del 29 al 31 de Octubre de 2010.
Transporte: Nave espacial hiperventilada.
Misión principal: Aumentar la cultura
cinematográfica del grupo. Misión especial:
Comer y beber en Valladolid. Misión secreta: Ir
al casino, ver a Emma Suárez y… lo que cada
uno pueda y entienda como secreto. Entidades
colaboradoras: El presidente es el único que
sabe si esto tiene subvención de algún tipo. Creo
que Aurora llevaba una pegatina del Banesto en
la solapa.
Viernes, 29 de octubre de 2010
Siendo las 15:00 horas del día 29 de Octubre de
2010, sin saber de qué hablar y con la cultura
cinematográfica justa, un servidor se acuerda
del sarcástico alcalde de Valladolid y su rifirrafe
con las ministras sexis. La verdad, no sé si es
más grave insultar a la ministra o sentirse
atraído sexualmente por ella. Bueno, al tema.
Con la comida en la boca y la imagen del
alcalde y la ministra acariciándose llegamos a la
plaza de la Constitución. Son las 15:30 horas y
todo el mundo está en el autobús. Por indongo y
por llegar tarde nos tocan los asientos de la
tabla. Augusto y un servidor nos acoplamos
haciendo la bisagra en la parte central mientras
nuestras respectivas se apretujan contra el
cristal. Los demás se sientan como pueden y el
listo de José Andrés pilla el asiento de delante.
A los cinco minutos está organizado el viaje:
Unos jugando al póker on-line, otros con el
DVD portátil del sobrino de mi vecino, un par
de ellos durmiendo, tres jugando a las cartas,
dos insultándose y los cuatro de la tabla
haciendo callo y pidiendo analgésicos pal dolor.
Llegamos a Madrid y Domingo hace un extraño,
aparta la nave de la autovía y recoge a uno que
estaba haciendo dedo. Pero… coooño si es Emi.
Ya estamos todos, podemos seguir.
Atasco de por medio, dolores, olores y humores
incluidos, llegamos a Valladolid (donde hasta
los perros dicen guado) a eso de las 22:30 horas
del 29. Aquí hacemos dos grupos, uno para
cumplir la misión principal y otro para la
especial. Los de la misión principal se van a los
cines Roxy y visualizan “El Mural”, un filme
Argentino dirigido por Héctor Olivera del que
no tengo más reseña. Los de la misión especial
se duchan y, después de fijar los puntos de
referencia que permitan encontrar el hotel cinco
horas más tarde y con otras tantas copas en el
cuerpo, emprenden marcha. El Hotel está
situado junto a la catedral de Valladolid y lleva
su nombre. Es pequeño y acogedor. Está limpio
y… hace un calor de tres pares de narices. Las
referencias son: La catedral, una condonería con
la fachada rosa y un ángel en una cornisa que
sólo Jose consiguió ver. Empezamos a andar y
al llegar a la plaza Mayor de Valladolid nos
dimos cuenta de lo evidente: Emilio Botín está
forrado y media España es suya. El caso es que
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DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
que agradecérsela a Domingo, tío de mi señora
y gentilhombre que nos hizo de anfitrión esa
mañana. Al terminar el refrigerio volvemos a
hacer dos grupos. Los de la misión principal
vuelven a la carga y se van a ver una peli sobre
la vida del fundador del Playboy y los de la
especial nos vamos a echar la siesta. La siesta se
termina y los de la especial corremos a ver a
Emma Suárez desfilar por la alfombra roja.
Llegamos tarde y los de la misión principal nos
restriegan por la cara lo mona que era. Luego
nos enteramos de que han tenido que ver a
Gonzalito Miró llegar acompañado de dos
jamelgas y se nos pasa la envidia. Nos vamos
por ahí a dar una vuelta y por un momento, unos
cuantos dudamos si acoplarnos a la misión
principal. Al final pillamos un taxi y nos vamos
a unos multicines a ver “Los ojos de Julia”.
¡Buena película, por cierto!
Salimos del cine y volvemos a Zihuatanejo. Allí
nos juntamos con los cuatro que se habían ido
de misión secreta. Está hasta la bola y nos
damos una vuelta por la zona que reconocieron
los últimos de la misión especial la noche
anterior. Más mojito, más cerveza… y a la
cama.
después de pasar por una cervecería subterránea
y una cafetería clasicona, hicimos posta en las
gradas del teatro Calderón, nos fotografiamos
con unas lobas zombis a las que mi parienta
mandó a tomar por saco (muy educadamente,
eso sí!) y finalmente dimos con el camino a
Zihuatanejo. Zihuatanejo es el pueblo en el que
el bueno de “Cadena perpetua” espera a Morgan
cuando sale de la cárcel y es también un bar
pequeño, cercano a la plaza mayor, en el que te
venden un litro de mojito por 10 Euros. Nos
zumbamos cada uno su litro y un servidor
decidió que era hora de recogerse. El resto del
grupo de misión especial continuó la búsqueda y
algo encontraron, creo. Por lo menos dos
dragones y un nazgul que formaban parte de la
misión secreta y que ocuparon media
habitación.
Sábado, 30 de octubre de 2010
Nos levantamos temprano, y aprovechando el
desayuno buffet del hotel llenamos la panza.
Justo después de nosotros aparecen José Andrés,
el Pato y Javi. Entre los tres se jalan el buffet
entero y 15 huevos fritos con beicon. La cara de
la camarera es un poema. Creo que se ha
enamorado de José Andrés. El pato no ha
dormido y parece que mi vecino tampoco. ¡Va a
ser que alguien ronca!
Damos una vuelta semiturística por el centro y
corremos a ver la primera (y última) de las pelis
del programa que un servidor vio. Los del grupo
de la misión principal han madrugado más que
nosotros y se han tragado una peli en chino.
“The Fourth Portrait” creo que se titula. El
director es un tal Chung Mong-hong y por lo
que dicen no ha estado mal. ¡La mejor hasta
ahora!!
Nos juntamos los de la misión especial y la
principal en los cines Roxy y pasamos a ver
“Vidas Pequeñas”, una película española en la
que nadie muere ni le pone los cuernos a otro.
No hay asesinatos ni nada de eso; sólo unos
cuantos personajes que las pasan canutas como
todo español en estos tiempos. Ambientada en
una especie de poblao chabolista anejo a una
urbanización de lujo, la peli tiene como
protagonista a una diseñadora pija a la que
momentáneamente las cosas no le salen. Se
enrolla con un tío que se gana la vida haciendo
que caga y lee en un centro comercial y pasa
una temporada viendo cómo les van de jodías
las cosas a los vecinos de su nuevo novio. Al
final el tío no quiere hacerse pijo como ella y la
historia se acaba. ¡Como lo del príncipe azul
pero al revés, vamos!
La peli se termina y todos juntos nos vamos a
comer a la Comandancia Militar, que pa eso
estamos en Valladolidd. La invitación tenemos
Domingo, 31 de octubre de 2010
Los del buffet se han preparado hoy con tiempo.
No hay comida, las mesas están sucias y pa
echarte un café tienes que perseguir a la
camarera por el recinto. Cuando han visto
aparecer a mi vecino le han dado con la puerta
en las narices y lo han echado en ayunas.
¡Menos mal que venden churros en la esquina!
Abortamos la posibilidad de hacer turismo por
Valladolid y nos vamos cagando leches camino
de Villarrubia. A estas alturas la tecnología ha
caído; ya no podemos jugar al póker ni ver
películas. En mitad del recorrido está Segovia, y
ya puestos… pues paramos a echarnos unas
cañas y comer un poquito cochinillo. Aquí no
nos dividimos por misiones y nos estamos
junticos. Cuatro fotos, un paseo y un café
después
quedamos
con
Domingo
y
reemprendemos la vuelta a casa. Más o menos a
la altura de Getafe abrimos la puerta y tiramos
en marcha a Emi; uno al que ya no le duele la
espalda. A las 22:00 horas del 31 llegamos al
punto de partida, distribuimos los petates y cada
mochuelo se va a su olivo.
Creo que de todo esto hay fotos y hasta un vídeo
grabado por el presidente. Los ávidos de
información pueden dirigirse al registro del
Cine club y presentar una solicitud de
información adicional. Seguro que si el
presidente está pa bromas la admite a trámite.
Redacción definitiva:… pues va a ser que no!!
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DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
HUMOR
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DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
ARQUEOLOGÍA
VILLARRUBIA Y SUS ALREDEDORES EN LAS
ÉPOCAS PRERROMANA Y ROMANA
David García Urda y Concepción Sepúlveda Rodríguez “Conce”
deteniéndonos
de
forma
algo
más
pormenorizada en los asentamientos y vestigios
más relevantes. Para ello -repudiando y
denunciando enérgicamente de antemano, como
no puede ser de otra manera, cualquier tipo de
expolio y hurto a lo que es el patrimonio
arqueológico- nos hemos ayudado del
valiosísimo testimonio y experiencia, a nivel
local, de aficionados y simpatizantes a la
arqueología, así como de expoliadores
reciclados, información sin la cual buena parte
de nuestro patrimonio arqueológico local sería
totalmente desconocido e ignorado, durmiendo
todavía el sueño de los tiempos.
Por otro lado, también se hace oportuno
puntualizar que en el presente artículo se
engloba de forma conjunta las épocas
prerromanas y romanas por una sencilla razón.
Ambas
se
encuentran
estrechamente
entrelazadas entre sí, pues el devenir de la
primera de ellas terminó por ser afectado por la
irrupción de la segunda, que lejos de instalarse
en nuestro ámbito borrando cualquier huella de
lo anterior, proliferó en el mismo impregnado
con parte del sustrato emanado de aquella.
Dicho esto, comencemos…
Presentación.
En distintos artículos publicados en los números
precedentes de la revista en la que se encuadra
esta intervención ha ido quedando más que
patente el extenso, variado y rico pasado
histórico y cultural que a lo largo de milenios y
siglos se ha ido desarrollando tanto en lo que es
actualmente Villarrubia como en lo que son sus
más inmediatos alrededores. Consecuencia de
ello, en estos mismos artículos se nos ha ido
desvelando parte del riquísimo patrimonio
arqueológico que encierra nuestro más cercano
ámbito, en el que podemos encontrar vestigios y
huellas de actividad y asentamientos humanos
de lo más remoto –Paleolítico Inferior, hace más
de un millón de años- hasta la época medieval y
moderna, a la que se asocian no sólo núcleos de
poblamiento ya desaparecidos como El Lote o
Xétar, sino también vestigios encontrados en el
mismo casco urbano de la actual Villarrubia.
Si en las anteriores publicaciones se habló,
entre otros, de la Edad del Bronce, las épocas
visigoda y musulmana u otros aspectos y
acontecimientos de época moderna y
contemporánea, hoy toca hablar de qué
asentamientos había por aquí y quiénes los
poblaron y alrededor actuaron en un período
muy concreto de nuestro pasado local que duró
alrededor de 1000 años, concretamente desde
los siglos VI-V a.C., hasta el siglo V d.C. Es
decir, qué hubo en torno a lo que es la actual
Villarrubia en las épocas prerromana, primero, y
romana, después. Pero antes de nada, dejar claro
que el presente, dentro del máximo rigor
posible, no es un exhaustivo, minucioso y
meticuloso trabajo de investigación y análisis
acerca de dichas épocas. Esa tarea la dejamos
para especialistas o estudiosos más afanados. De
hecho, un magnífico análisis sobre el tema que
nos ocupa ya lo pudimos escuchar en voz del
profesor Francisco Javier Morales Hervás
durante las Jornadas de Historia Local
celebradas en 2001, cuyas actas las podemos ver
resumidas en el apartado de Historia Local de la
web oficial del Ayuntamiento de nuestro
municipio. Lo que trataremos de hacer en el
presente artículo simplemente será, por un lado,
localizar y situar las áreas y los focos de
ocupación o actividad en ambas épocas, y, por
otro, describir lo que queda de ellos,
La época prerromana: la cultura íbera.
Justo antes de que los romanos llegasen a la
Península Ibérica en la última parte del siglo III
a.C. empujados por su proyecto expansionista
por el Mediterráneo Occidental y el consecuente
conflicto que fue la Segunda Guerra Púnica
(218-201 a.C.) que le enfrentaría con la otra
gran potencia del Mediterráneo, Cartago, el
territorio peninsular estaba habitado por
multitud de pueblos indígenas ya inmersos en
plena Edad del Hierro. A su vez, ese mosaico
de pueblos nativos se englobaba en dos grandes
ámbitos culturales que, más o menos, tendría la
siguiente distribución: transportemos a nuestra
mente la imagen de la Península Ibérica, que
como todos sabemos, tiene, grosso modo, forma
casi cuadrangular –o de piel de toro extendida,
como decían los romanos-; seguidamente
tracemos una diagonal que vaya desde el vértice
superior derecho al vértice inferior izquierdo; en
otras palabras, una diagonal que vaya desde la
actual provincia de Girona a la también actual
de Huelva. Pues bien, cada una de las dos
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DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
zona orientalizante o íbera. Más exactamente,
estaríamos dentro del área de acción de uno de
esos pueblos que conformaron la gran cultura
íbera peninsular: los oretanos. Estos se
extenderían coincidiendo más o menos con lo
que son las actuales provincias de Jaén y Ciudad
Real, orbitando todo este territorio cultural
alrededor del importante accidente geográfico
de Sierra Morena. Así, diferenciaríamos una
Oretania meridional –la jiennense- de una
Oretania septentrional –la ciudarrealeña-, que
es en la que nos encuadramos nosotros, cuyo
poblamiento se vertebraría siguiendo el Río
Guadiana y sus principales afluentes,
fundamentalmente el Gigüela y el Jabalón.
franjas resultantes sería el marco en el que se
encuadraría esos dos grandes espacios o áreas
culturales a las que nos hemos referido. En la
superior, que sería la bañada por el Océano
Atlántico y el Mar Cantábrico, se situarían los
pueblos denominados como de influencia
indoeuropea,
también
llamados
tradicionalmente, aunque de forma incorrecta,
“celtas” o “celtíberos”. En la otra franja, en esta
ocasión bañada fundamentalmente por el
Mediterráneo en sus zonas más litorales, se
englobarían los pueblos de influencia
orientalizante, también conocidos en su
conjunto como Cultura Íbera. Villarrubia y sus
alrededores quedarían situados por aquel
entonces en esta segunda área, aunque casi a
caballo entre una zona y otra.
De modo que a la llegada de los romanos nos
encontramos el territorio peninsular partido por
dos ámbitos culturales. Estos se fueron
definiendo a partir del I milenio a.C., es decir,
cerca del año 1000 a.C., cuando, por un lado, las
poblaciones peninsulares de la etapa final de la
Edad del Bronce comenzaron a verse afectadas
por la penetración a través de los Pirineos de
contingentes de población y, sobre todo, ideas,
formas culturales y cultos procedentes de
Centroeuropa y otros ámbitos de Europa
Occidental. Casi al mismo tiempo, por toda la
fachada mediterránea llegarían mercaderes de
procedencia fenicia y griega, y con ellos
también ideas, cultos y otros elementos muy
avanzados ya existentes en el Mediterráneo
Oriental,
como
importantes
novedades
tecnológicas, el urbanismo, la moneda o la
escritura. Se gestan así, por un lado, los pueblos
peninsulares de influencia indoeuropea,
enmarcados en el ámbito territorial ya reflejado,
y, por otro, los pueblos peninsulares de
influencia mediterránea u orientalizante,
insertados en el resto del marco peninsular. Los
primeros serían pueblos como los lusitanos, los
vetones, los carpetanos, los vacceos, los lusones
o los pueblos de la cornisa cantábrica, pueblos
todos ellos distintos entre sí pero que
compartirían una serie de rasgos culturales,
lingüísticos y religiosos comunes. Los segundos
estarían compuestos otro gran abanico de
pueblos distintos –turdetanos, bastetanos,
oretanos, contestanos, edetanos, layetanos,…en este caso con una identidad cultural,
lingüística y religiosa igualmente comunes.
Hacia los siglos siglo VI-V a.C. ambos entes
culturales ya estarían plenamente definidos.
Como ya se ha adelantado, lo que es
actualmente Villarrubia y su ámbito más
próximo estaría casi a caballo entre esas dos
grandes franjas culturales. Realmente, y según
las fuentes escritas y, sobre todo, materiales o
arqueológicas, nos ubicaríamos dentro de la
Pueblos prerromanos en los siglos IV-V a.C.
Por tanto, estaríamos hablando de uno de los
pueblos íberos situados más al interior del
espacio peninsular y que se toparía
espacialmente con pueblos ya de índole
indoeuropea. Al respecto, los investigadores
coinciden en situar el límite entre el área íbera y
el área indoeuropea en esta zona de la
submeseta sur en los Montes de Toledo. Al sur
de estos estaríamos en la zona íbera, y, más
concretamente, en la oretana, y al norte en el
área indoeuropea, siendo el pueblo de los
carpetanos el más próximo.
Los pueblos íberos se organizaban en torno a
incipientes reinados o principados, liderados por
aristócratas y castas de nobles que harían un
control efectivo de territorios más o menos
extensos y, que, en alianza con otros jerarcas
semejantes, podían extender sus dominios más
allá de sus reinados originales. Estas élites
residían en unos grandes núcleos de población
altamente fortificados y ubicados normalmente,
como
estrategia
defensiva,
sobre
un
promontorio en el terreno, los “oppida”, que a
su vez actuarían como centros de captación,
control,
gestión,
redistribución
y
comercialización de la diversificada producción
económica generada en su ámbito de actuación
–artesanal,
minero-metalífera,
comercial,
ganadera y, sobre todo, agraria-. A su vez,
dependientes de esos oppida, se articularía un
entramado de núcleos de población secundarios
y otros de todavía menor entidad dependientes
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DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
de estos, actuando unos y otros como centros de
producción que abastecerían a la dinámica
económica generada en torno a los oppida.
La época romana.
El expansionismo del incipiente Imperio
Romano por el Mediterráneo occidental y el
enfrentamiento con Cartago explican la llegada
de los romanos a la Península Ibérica en la etapa
final del siglo III a.C. Precisamente, a partir de
estos momentos, el territorio peninsular se erige
como uno de los principales escenarios de la
Segunda Guerra Púnica, afectando de forma
inevitable a las poblaciones nativas ya descritas
y marcando profundamente su devenir. Así
pues, tanto cartagineses como romanos
arribarían en la Península Ibérica, actuando
fundamentalmente por su franja más
mediterránea, que la recorrerían sin cesar
buscando alianzas con las distintas poblaciones
nativas, reclutando mercenarios indígenas para
sus ejércitos, estableciendo campamentos y
puntos para el control de este territorio y sus
principales fuentes de riqueza –agricultura,
metalurgia…- y vías de comunicación,
encontrando igualmente aquí el escenario para
algunas de las batallas que conformarían este
gran enfrentamiento a escala mediterránea.
Excavaciones arqueológicas del oppidum íbero del
Cerro las Cabezas
En el ámbito oreteano, y, concretamente, en la
Oretania septentrional –o ciudarreleña-, esos
grandes oppida y el resto de núcleos de
población dependientes de éstos se distribuirían
fundamentalmente a lo largo de las fértiles
márgenes de los ríos que aquí nos encontramos:
Guadiana, Záncara, Gigüela, Amarguillo, Azuer
y Jabalón. Recordemos que se trataba de una
sociedad marcadamente agraria, siendo la
agricultura su principal fuente de riqueza, de
manera que no es una casualidad que los
asentamientos se localizaran junto o cerca de los
focos de producción agraria, es decir, las vegas
de los ríos ya mencionados. No obstante, la
ubicación de muchos de estos asentamientos,
especialmente el de los oppida, también
respondía a otros motivos estratégicos, como el
control de vías de comunicación y rutas
comerciales importantes, control de recursos
minero metalíferos, etc… Los grandes oppida
de la Oretania septentrional serían lo que ahora
conocemos como: Mentesa (Villanueva de la
Fuente), el Cerro de las Cabezas (Valdepeñas),
Oreto (Granátula de Calatrava), lo que luego
sería Calatrava la Vieja (Carrión), Alarcos
(Ciudad Real), La Bienvenida y… Los Toriles,
sito este último dentro del término municipal de
Villarrubia de los Ojos. Efectivamente, el
profesor Francisco Javier Morales Hervás
identifica los extensos restos íberos de este
emplazamiento, ubicado muy cerca de los Ojos
del Guadiana, como un auténtico oppida, es
decir, como un foco de poder al más alto nivel
en época íbera de la Oretania septentrional, a la
misma altura -en cuanto a jerarquía y poder
geoestratégico en el territorio en cuestión- de los
otros grandes oppida ya mencionados. Más
adelante volveremos a hablar de este
yacimiento…
Fases de la conquista romana de la Península Ibérica.
Finalmente, como todos sabemos, Roma, desde
el año 201 a.C. es la gran vencedora del
segundo enfrentamiento romano-púnico. ¿Qué
significó esto para la Península Ibérica y los
pueblos nativos que en ella habitaban? Pues que
un territorio cuyo valor estratégico y,
especialmente, enormes y suculentas riquezas
económicas, habían sido ignorados por los
romanos antes del enfrentamiento con Cartago
ahora se convierte en un área de interés
prioritario para los intereses de la que ya se
había convertido, sin discusión, como
preponderante potencia del Mediterráneo
occidental. A partir de entonces, Roma diseña
un ambicioso proyecto para la conquista, el
sometimiento y la explotación de todo el
territorio peninsular a favor de sus intereses,
naciendo así lo que sería la provincia romana de
37
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
subprovincias,
que
fueron
sufriendo
constantemente una redefinición. Así, esa
subdivisión provincial empezó, al comienzo de
la conquista, con una Hispania Citerior y una
Hispania Ulterior para, en la última etapa del
Imperio romano, presentar siete subprovincias:
Bética, Lusitania, Galaecia, Tarraconense,
Cartaginense, Balearica y Nova Hispania
Ulterior o Mauritania. Lo que había sido el área
oretana quedaría encuadrada en primer lugar en
la Hispania Citerior para después, pasar a
formar parte en primer lugar de la subprovincia
Tarraconense y, después, finalmente, de la
Cartaginense.
Pero, ¿qué ocurrió con el ámbito la Oretania
septentrional y habitantes nativos durante los
períodos de conquista y domino romanos? Ya se
ha señalado que este territorio quedó incluido en
la primera fase de conquista romana a la que
aludíamos líneas arriba y que supuso el casi
absoluto dominio sobre la práctica totalidad de
los pueblos íberos, oretanos incluidos.
Previamente, durante la Segunda Guerra Púnica,
nuestro territorio fue transitado por los ejércitos
romanos y cartagineses. Testigo de ello es el
conocido como “Camino de Aníbal”, que
pasaba por el oppidum íbero de Mentesa -en
Villanueva de la Fuente actual- y el “Tesoro de
Villarrubia”, un conjunto de monedas que se
achaca al establecimiento de un campamento
cartaginés en las inmediaciones del oppidum
íbero de Los Toriles.
Así pues, tras la Segunda Guerra Púnica,
rápidamente los romanos inician la conquista de
todo el ámbito íbero, no siendo una excepción la
Oretania septentrional. Salpicada por los fértiles
valles y vegas del Guadiana, el Gigüela o el
Jabalón, entre otros, ésta se erigía como un
espacio muy apetitoso en lo económico. Si a
ello se une la existencia de algunos focos
metalíferos, como en determinados puntos de
Sierra Morena y los Montes de Toledo y, sobre
todo, el Valle de Alcudia, además de ofrecer
importantes pasos naturales que facilitaban las
vías de comunicación en el tránsito de la
submeseta norte a la submeseta sur, el interés de
los romanos por lo que es la actual provincia de
Ciudad Real no ofrece duda alguna. Así pues, se
inicia la conquista y el control de la Oretania
septentrional para continuar, de una manera
mucho más intensificada –y en aras del interés y
beneficio de Roma y su Imperio-, la explotación
económica que ya habían venido realizando los
oretanos. De manera que se siguen explotando
los fértiles valles y los focos minerometalúrgicos, para lo cual el patrón de
asentamiento de la población no se altera salvo
el encontrado en los oppida. De esta manera,
para un verdadero control de la zona y de sus
pobladores nativos, ahora sometidos, y evitar a
“Hispania”, una de las más ricas y productivas
de todo el Imperio romano.
Sin embargo, el sometimiento de los pueblos
prerromanos –indoeuropeos y orientalizantes o
íberos- no fue tarea fácil, pues como ya
sabemos, la casi total conquista de la Península
se prolongó casi dos siglos, culminando en el
año 19 a.C. Al respecto, los historiadores han
diferenciado básicamente tres grandes etapas en
la conquista romana de la Península Ibérica. La
primera se extendería desde el final de la
Segunda Guerra Púnica hasta el año 154 a.C., en
la que quedaría controlado bajo el poder romano
prácticamente toda esa franja mediterránea a la
que se asociaban el conjunto de los pueblos
íberos, incluidos los oretanos, o sea, nuestro
territorio. A pesar de que los íberos eran los
pueblos nativos más avanzados y desarrollados
a escala peninsular, estos fueron rápidamente
sometidos debido al desgaste que habían sufrido
durante el desarrollo de la Segunda Guerra
Púnica, en la que, como hemos visto, tomaron
un protagonismo muy importante. A
continuación se iniciaría una segunda fase de
conquista que se centraría en todo lo que serían
las poblaciones indoeuropeas –es decir, las del
interior peninsular y la fachada atlántica-, que,
en esta ocasión, mostraron mucha más
resistencia y belicosidad, de ahí el que ésta se
prolongara más en el tiempo. Y finalmente, el
dominio prácticamente total por parte de los
romanos en la Península Ibérica sería una
realidad con la consecución de una tercera fase
que tendría como escenario los territorios más
norteños. Serían los pueblos de la cornisa
cantábrica –galaicos, astures, cántabros,
vascones…-, que nos han llegado a día de hoy
con la fama de pueblos muy indómitos, pero
también parece verdad que los romanos no
mostraron mucho interés por dichos territorios,
de escaso valor económico.
Un hecho inherente a este proceso de conquista
y domino sería el fenómeno conocido como
“romanización”: es decir, la asimilación
intencionada, e indirecta a la vez, de la cultura
romana en las poblaciones autóctonas, hasta el
punto de borrar casi por completo las formas
culturales indígenas y hacer de todos los
pueblos peninsulares un conjunto de población
altamente homogéneo. Así, la lengua, multitud
de costumbres, la religión u otros aspectos de la
cultura y la civilización romana -como el
urbanismo, las infraestructuras y las obras
civiles, el derecho…- fueron poco a poco
calando en el seno de las poblaciones indígenas
hasta perder éstas en buena medida, aunque no
por completo, sus raíces y su esencia cultural.
Para la más óptima administración, gestión y
explotación de la provincia de Hispania, los
romanos subdividieron a su vez ésta en
38
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
del urbanismo: las ciudades y grandes núcleos
de población comienzan a despoblarse y la
gente comienza a acudir, buscando protección y
un sustento más fiable, a las “villae”, a donde
comienzan a marchar los grandes terratenientes
propietarios, que anteriormente preferían vivir
en las ciudades. De este modo, las últimas
décadas de vida del Imperio Romano Occidental
viven el apogeo de las “villae” rurales y la
decadencia de la ciudad, con el creciente
predomino de los poderes privados sobre los
poderes públicos, origen y esencia del
feudalismo.
Así pues, se va conformando una nueva
articulación del territorio, con el creciente
predomino de lo rural sobre lo urbano, realidad
que no sería ajena a nuestro territorio más
cercano e inmediato, donde se podía palpar
dicha dinámica. De esta manera es como el
Imperio Romano occidental tocó a su fin a
nivel general dentro de todo lo que en él se
abarcaba y dentro de lo que previamente había
sido la Oretania septentrional.
la vez revueltas, los romanos obligan al desalojo
de los oppida, redistribuyendo a sus habitantes
por las zonas llanas para la explotación
agropecuaria del territorio. De esta manera, la
conquista romana y el proceso de romanización
supone el final de esos grandes núcleos
poblacionales y de poder político y
socioeconómico íberos que eran los oppida.
Con el tiempo, los fértiles valles y vegas de la
antigua Oretania van siendo acaparados por
grandes terratenientes romanos que los
comienzan a explotar de forma privada,
naciendo así las grandes “villae”, muy
habituales en este ámbito. A su vez, en el mismo
ámbito van surgiendo núcleos urbanos y
ciudades plenamente romanas que ayudan a
administrar
en
lo
político,
gestionar
económicamente y articular y anexionar mucho
mejor el territorio, como serían Mentesa
romana, Alces, Laminium, Oreto romana,
Mariana, Carcuvium, Lacurris, Turres,
Alarcurris, Sísapo, Diógenes… y de nuevo Los
Toriles, ahora romano. Como vemos, algunos
antiguos oppida íberos, fuera de lo que fue la
norma general, no fueron desalojados y fueron
convertidos en núcleos de población romanos,
caso de Los Toriles. En otros casos, sí que
fueron abandonados, pero se creó un nuevo
núcleo de población a los pies del cerro o
montículo sobre el que se elevaba el antiguo
oppidum, por ello se les ha dado el mismo
nombre que a la ciudad íbera, como ocurriría en
Oreto.
Restos íberos y romanos en Villarrubia y sus
alrededores.
Como venimos comprobando, la actual
provincia de Ciudad Real –la antigua Oretania
septentrional íbera- es muy rica en restos
prerromanos y
romanos. Y el caso de
Villarrubia y sus más cercanos alrededores no es
una excepción. Es más, incluso se puede afirmar
una presencia aún mayor y más acusada. Y la
explicación no es otra sino la privilegiada
situación en la que se encuadra nuestro término
municipal y los ámbitos más cercanos que lo
envuelven, fundamentalmente
las en otro
tiempo fértiles vegas del Gigüela y del
Guadiana, así como destacados pasos naturales
que se abrían por esta parte de los Montes de
Toledo que hacían posible la comunicación
entre las cuencas y los valles del Guadiana y del
Tajo, que hacían que esta zona fuera muy
transitada. Así pues, esos dos factores, sobre
todo el primero, nos explican el patrón de
asentamiento y su importante densidad, tanto en
época prerromana como en época romana
dentro del área objeto de estudio en el presente
artículo. Patrón de asentamiento que, por otro
lado, es válido para las dos etapas, pues tanto
los oretanos como los romanos centraron el
interés por la zona en pro de su explotación
agropecuaria, siendo la agricultura su mayor
fuente de riqueza.
Así, en época íbera los grandes oppida –el más
cercano sería el de Los Toriles- organizarían la
explotación económica de la zona a través de un
entramado de núcleos de población menores y
de distinta jerarquía, que irían desde
Última subdivisión provincial de la Hispania romana
Finalmente, a partir del siglo III d.C. el Imperio
romano comienza a tambalearse, iniciándose así
una lenta agonía que culminará con su
desaparición oficial en el año 476. Diversas
causas internas y externas, entre estas segundas
fundamentalmente las invasiones germanas,
hacen que vivir dentro de las fronteras del
imperio sea cada vez más inseguro y peligroso.
Síntoma de ello es una más que palpable crisis
39
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
materia prima con la que se elabora –barro o
arcilla-, tenía tal presencia en las culturas
agrarias y preindustriales, que se trataba de uno
de los elementos materiales más característicos
y con mayor presencia, junto a otros como los
elaborados a partir de materiales de origen
vegetal -con fibras vegetales se trenzaban
cordeles y cuerdas o se tejían serones, con la
madera se elaboraban mangos para herramientas
o viguetas para construir las viviendas…- hueso
–para fabricar diversos tipos de herramientas,
así como armas o adornos personales-, piedra –
con la que se elaboraban herramientas como
hachas y azuelas, molinos, etc…- o metal.
poblamientos de cierto rango, hasta casas
individuales asociadas a alguna familia de
campesinos, pasando entre medias por pequeñas
aldeas o conjuntos de varias casas en las que
también vivirían algunas familias de campesinos
destinadas a explotar agrariamente las parcelas
que entorno a ellas se situaban. Ya en época
romana, el esquema no variaría, sólo que en vez
de girar todo este régimen de explotación del
territorio entorno a los oppida –ya abandonados, ahora lo haría alrededor de las villae o grandes
explotaciones agrarias privadas, así como de
numerosos núcleos urbanos y ciudades romanas
de rango variable –la más cercana y destacada
volvería a ser la de Los Toriles, ahora romana-,
actuando
estas
últimas
como
focos
administrativos y gestión del mismo,
manteniéndose esa presencia de aldeas y
viviendas aisladas de campesinos. De hecho, en
muchos casos, apreciamos que donde
encontramos restos romanos, los hay también
íberos, los cual nos indica que ese patrón de
asentamiento al que nos venimos refiriendo no
varió considerablemente, manteniéndose al
contrario una tradición que en poco varió de la
época íbera a la romana. Al menos, esto es lo
que se vislumbra dentro de nuestro más cercano
territorio.
A continuación, nos disponemos a hacer una
presentación de los focos con restos íberos y
romanos más próximos a Villarrubia y a la vez
una breve descripción de los más relevantes. Y
lo haremos principalmente siguiendo esos dos
ejes que articularon el poblamiento en ambos
períodos, es decir, por un lado, las riberas del
Gigüela, y, por otro, las del Guadiana.
Pero antes de pasar a ello, se hace oportuno que
el lector no experto sepa cómo identificar como
íbero o como romano una zona de terreno con
restos materiales arqueológicos en superficie.
En ello juegan un papel esencial lo que los
arqueólogos llaman “fósiles guía”, es decir,
elementos u objetos materiales de una
determinada cultura exclusivos de la misma que
inequívocamente y de forma exclusiva se
asocian a ellos. Al respecto ¿cuáles son los
fósiles guía propios de la cultura íbera y cuáles
los de los romanos? En primer lugar hemos de
decir que hablamos de dos culturas agrarias y
preindustriales y, como tales, y al igual que
ocurre con las otras culturas y épocas
circunscritas a ese extensísimo lapso de tiempo
que va desde el Neolítico hasta la Edad
Moderna y que abarcaría milenios, dentro de su
cultura material tendría un protagonismo
primordial la cerámica, es decir, el barro cocido
como materia básica de la que estaban
elaborados los recipientes y otro tipo de
utensilios o artefactos. La cerámica, por su
utilidad, practicidad y lo abundante que es la
Molino de mano íbero.
En otras palabras, la cerámica en todas esas
culturas preindustriales venía a ser en su cultura
material lo que para las sociedades
contemporáneas
supone
como
material
preponderante el plástico y sus derivados. Si en
la actualidad muchísimos de los objetos,
utensilios y recipientes que utilizamos los
elaboramos a partir de plástico o derivados de
éste, antaño el barro cocido –es decir, la
cerámica- era de lo que estaba manufacturada
una buena parte de la cultura material de las
sociedades preindustriales, sobre todo elementos
para el almacenaje, transporte y cocción de
alimentos tanto sólidos como líquidos, es decir,
recipientes a modo de vasijas, cazuelas, jarras,
tinajas, etc… Además, la cerámica tiene la
particularidad, junto con la piedra o algunos
metales, de que es imperecedera en el tiempo,
de manera que si a su notable presencia dentro
de la cultura material de estas sociedades le
añadimos el hecho de que, a diferencia de otros
materiales
con
los
que
antaño
se
manufacturaban también muchísimos utensilios
como los ya referidos –materiales de origen
vegetal, pieles, hueso, etc…- se conserva con el
paso de los siglos y los milenios, no cabe duda
de por qué es la razón por la que la
consideramos como uno de los principales
“fósiles guía” a la hora de localizar y estudiar a
las culturas que van desde los orígenes de la
agricultura en el Neolítico, hasta la irrupción de
las sociedades industrializadas a partir de los
siglos XIX y XX, en las que, como ya hemos
dicho, empiezan a proliferar otro tipo de
materiales, como el plástico, diversas aleaciones
40
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
Al respecto, y ya centrándonos exclusivamente
en las culturas íbera y romana, en primer lugar
hay que señalar que las producciones cerámicas
generadas por ambas culturas ya seguían la
técnica del “torno”. De hecho, es con los íberos
cuando en el territorio peninsular comienzan a
manufacturarse y a generalizarse este tipo de
realizaciones cerámicas debido a la influencia
de los comerciantes y colonizadores del
Mediterráneo oriental, especialmente los
fenicios, que importaron, entre otros, técnicas
más avanzadas, como ésta. De esta manera, la
“cerámica a torno” comienza a sustituir
paulatinamente a la “cerámica a mano”, que es
la que venía haciéndose durante milenios,
mostrándose la primera como vasijas, u otro
tipo de recipientes, más perfeccionados y de
formas más regulares y homogéneas, siendo
fácil de distinguir por las innumerables,
delgadas y muy próximas entre sí líneas o rayas
paralelas que en ellas son visibles a lo largo de
toda la pieza fruto del giro del torno durante su
proceso de elaboración y moldeado cuando el
barro o la arcilla aún no han sido cocidos. Esta
novedosa técnica importada por los fenicios y
los griegos y generalizada en el territorio
peninsular por los íberos, comenzaría a
imponerse sobre la anterior, acaparándola
también las distintas culturas que con
posterioridad se irían desarrollando, como la
romana o las de época medieval, moderna…
hasta llegar hasta nuestros días.
El principal fósil guía de los asentamientos
íberos lo va a constituir un tipo de cerámica
muy singular, concretamente la “cerámica íbera
decorada”. Se trataba de vasijas y recipientes
cerámicos de formas muy variadas, muchas de
ellas inspiradas en formas fenicias y griegas,
todas de un color anaranjado salpicado por
dibujos principalmente geométricos –sobre todo
rayas horizontales o verticales paralelas y
círculos y semicírculos concéntricos- de color
rojizo. No obstante, y aunque menos habitual,
en otras aparecían, de forma bastante
esquemática y también utilizando ese color
rojizo, formas zoomorfas y antropomorfas,
aisladas o conjuntadas dando lugar a escenas de
guerra y de caza. En otras ocasiones, la
decoración
de
esas
cerámicas
era
complementada aplicando en el barro o arcilla
blanda, antes de la cocción, unos pequeños
sellos, con formas y motivos variados, que dan
nombre a lo que ahora conocemos como
“cerámicas íberas estampilladas.”
En todo caso, la “cerámica íbera decorada” no
será el único “fósil guía” que nos encontraremos
en lo que queda de esos asentamientos íberos.
Así,
otros
muy
característicos
serán
manufacturas
y
utensilios
de
piedra,
principalmente hachas y azuelas pulimentadas y
de metal y otros, que paulatinamente han ido
sustituyendo a la cerámica, al hueso, a las
pieles, etc…
Típica vasija decorada íbera.
Fragmentos de cerámica íbera decorada encontrados
en los alrededores de Villarrubia
Por tanto, los restos de cerámica que
encontremos en los distintos puntos y focos con
indicios de presencia y actividad humana
entorno a Villarrubia nos podrán revelar si
pertenecen a una ocupación íbera o a una
ocupación romana, así como a otra cultura
anterior o posterior a ambas. Esto es posible
porque, además, las distintas culturas que se han
ido desarrollando a lo largo de la Historia han
ido plasmando en su cultura material, de una
manera u otra, y en función de sus posibilidades
técnicas, su forma de entender la realidad, sus
creencias religiosas y, sobre todo, sus gustos
estéticos, lo cual nos ayuda el distinguir, por
ejemplo, las realizaciones cerámicas de una
cultura respecto a otra. Así, cada una de las
distintas culturas que se han ido desarrollando a
lo largo de la Historia ha ido reflejando sus
gustos estéticos de una manera muy peculiar en
los objetos materiales manufacturados por ellas,
quedando esto patente de manera muy especial
en las producciones cerámicas.
41
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
tamaño de un puño y de cierto grosor,
atravesados a su vez por su canto de lado a lado
en la parte superior por un orificio circular. Este
elemento jugaba un papel básico para la
utilización de los “telares”, unos artilugios
destinados a la confección de manufacturas
textiles. También, los molinos rotatorios de
piedra arenisca o volcánica suelen aparecer en
zonas con restos romanos, al igual que
fragmentos de mosaico y vidrio. Al igual que la
teja, los romanos serían los que introducirían
por primera vez el vidrio en el territorio
peninsular.
Así pues, estos que acabamos de mencionar y
otros elementos asociados también a íberos y
romanos, como otros de naturaleza metalúrgica,
son los que, con casi total seguridad, nos
encontremos al pisar por cualquier punto en el
que han estado asentados o actuando ambos
entes culturales. En relación a los materiales
metálicos que manejaban o portaban los
habitantes íberos y romanos de la zona –muy
generalizados y fundamentalmente hechos a
partir de cobre, bronce o hierro, como monedas,
objetos para la vestimenta y el decoro personal
tales como fíbulas, anillos y pulseras, aperos de
labranza, armas como puntas de flecha y la
espada o “falcata” íbera e incluso instrumental
quirúrgico…-,
hay
que
decir
que
tradicionalmente han sido y siguen siendo muy
codiciados por los aficionados y expoliadores y
por ello, la presencia de este tipo de objetos en
estos yacimientos es cada vez más escasa.
muelas de molino, tanto de mano como
rotatorios. Estos últimos solían hacerse bien con
roca arenisca, bien con roca volcánica, ambas
fácil de trabajar.
En cuanto a los asentamientos romanos, el “fósil
guía” por antonomasia lo constituirá también en
este otro caso un tipo de cerámica igualmente
muy singular, la conocida como “terra
sigillata”. Ésta sería la vajilla de lujo romana,
tratándose de un tipo de cerámica muy refinada,
con la que también se hacían una gran variedad
de recipientes cerámicos, como platos, ollitas,
lucernas… En este otro caso, la “sigillata”
también es inconfundible, tratándose de una
cerámica sobre la que se aplicaba por toda la
superficie una especie de barniz color también
rojizo muy característico, presentando en
muchas ocasiones como elemento decorativo
leves relieves en forma de líneas, rosetas,
elementos de la naturaleza como plantas o
animales e incluso figuras y escenas humanas.
Además, solían presentar en alguna de las partes
del recipiente –normalmente en la base- una
señal, que era la firma del alfarero autor, el
“sigillum”, de ahí el nombre de “terra
sigillata” –cerámica siglada, sellada o firmada-.
Aparte de este tipo de cerámica, y con mucha
más frecuencia, en cualquier asentamiento
romano también nos vamos a encontrar con la
“cerámica común romana”, sin apenas
decoración y que es fácil confundirla con la
cerámica íbera también común.
Fragmento de vasija romana de "terra sigillata".
Objetos metálicos íberas (entre ellos, fíbulas, puntas
de flecha y una espada o "falcata").
Otro fosil guía que encontramos en
asentamientos con restos romanos es la “teja
romana” o “tegula”. Los romanos fueron los
introductores de la teja como elemento de
cubrición de las viviendas y otros edificios, ya
que antes, en época íbera y épocas anteriores,
las techumbres se hacían a partir de ramaje y
barro. La teja romana es también muy singular y
fácil de identificar, pues es de forma
rectangular, con nula o escasa curvatura y más
bien basta. Igualmente, junto a fragmentos de
terra sigillata y tegula solemos encontrarnos
“pesas de telar”, unos bloques de barro cocido
por lo general rectangulares y aplanados, del
Por otro lado, en el caso del área objeto de
estudio que nos ocupa, salvo en algún caso que
otro muy excepcional, prácticamente todos los
asentamientos y yacimientos arqueológicos
respectivos se encuentran superficialmente
arrasados, sobre todo a causa de las labores
agrícolas realizadas en los terrenos de labor bajo
los que descansan la mayoría de ellos, de
manera que si caminamos por cualquiera de
ellos, lejos de ver restos de edificaciones y
estructuras arquitectónicas todavía en pie, lo que
iremos viendo serán esos elementos ya
mencionados que nos permiten constatar que
debajo de ellos existe un yacimiento
42
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
propio municipio de Arenas de San Juan, bajo el
cual yace otro destacado poblamiento romano.
Entre uno y otro de estos tres municipios,
siguiendo las riberas y vegas del Gigüela se
insertan multitud de restos de poblamiento tanto
íberos como romanos, en muchos casos
superpuestos, y de distinta envergadura, desde
pequeños focos aislados hasta extensiones de
verdadera notoriedad. En muchos casos, tal es la
densidad de los mismos y la poca distancia que
separa unos de otros, que parece todo un
continuo.
Desde Arenas de San Juan hasta Villarrubia
encontramos más de lo mismo, pero por tratarse
de un ámbito mucho más cercano y el que es
nuestro objeto de estudio nos vamos a detener
algo más. Pasado Arenas, siguiendo el Gigüela
aguas abajo hasta la Carretera DaimielVillarrubia, nos encontremos yacimientos
verdaderamente notorios como el de La
Cañadilla, el del Monte Máximo, el de
Buenavista y el de la Fuente de las Poza”, este
último al lado de la Carretera de Daimiel,
concretamente en la bifurcación donde
comienza el Carreterín de Manzanares.
En todos ellos, así como en otros focos menores
situados
entremedias,
encontramos
entremezclados restos íberos y romanos. Los
tres que acabamos de mencionar serían núcleos
de población destacados y al respecto cabe
destacar los restos de una necrópolis o
cementerio romano salido a la luz hace pocos
años en el yacimiento del Monte Máximo. Unas
tareas agrícolas sacaron a la superficie un
conjunto de “urnas funerarias”, en las que se
encontraban depositadas las cenizas de difuntos
y algunos ajuares. Hay que saber que tanto los
íberos como los romanos incineraban sus
difuntos y las cenizas las depositaban en unas
vasijas o “urnas funerarias”, que terminaban por
ser alojadas en una necrópolis o cementerio
situado fuera del poblado.
Al otro lado de la Carretera de Daimiel,
siguiendo de nuevo del curso del Gigüela aguas
abajo hasta el Carreterín de Las Tablas o del
Molino de Griñón, volvemos a toparnos con una
buena cantidad de restos íberos y romanos, que,
en prácticamente todos los casos, se
entremezclan. De entre ellos destacaremos en
esta ocasión los yacimientos del Ojo Ricopelo,
Las Bachilleras, Las Matillas, El Lote, El
Redondal y Los Ojuelos. En este caso cabe
resaltar que, de entre los restos materiales
arqueológicos en superficie hallados en El
Redondal y en Las Matillas se han encontrado
fragmentos de mosaico, lo cual es bastante
reseñable y nos puede hablar de la existencia,
tanto en uno o como en otro, de una villa
romana, es decir, una gran finca de labor
privada donde el gran y opulento terrateniente
arqueológico y a qué cultura histórica se
circunscriben. En la superficie de algunos de
esos yacimientos arqueológicos existe tal
cantidad de material arqueológico, sobre todo
cerámico, que quien por diversos motivos los
frecuenta
–tareas
agrícolas,
cazadores,
aficionados, expoliadores…- suele utilizar la
expresión “se pisa nada más que escombros” o
“se pisan más cascotes que piedras y tierra”
para referirse a la cantidad y densidad que de los
mismos se da en ellos.
Sin más, pasemos a localizar y describir
brevemente las áreas y focos de ocupación y
actividad tanto íbera como romana que se han
dado entorno a lo que es actualmente Villarrubia
de los Ojos.
Casco urbano de Villarrubia
Dentro de éste, no se han encontrado vestigios
de ocupación y actividad íbera, pero sí romana,
aunque bastante insignificantes. Concretamente,
en lo que tradicionalmente se ha llamado los
Huertos de Palacio, en varios puntos se han
encontrado y localizado, entre otros, algunas
cerámicas y monedas de esta época. Estos
puntos se encuentran próximos a algunos de los
manantiales y arroyuelos que en esta área han
existido históricamente, como los del Caño
Arriba o del Lavadero, lo cual pone de
manifiesto un pequeño poblamiento asociado a
la explotación de las huertas desarrolladas en los
fértiles terrenos que aquí hemos podido
encontrar hasta hace bien poco.
Riberas y vegas del Río Gigüela
En este caso sí que hablamos de un poblamiento
y una actividad, tanto en época íbera como en
época romana, muchísimo más acentuado y
extenso que el anterior. Anteriormente
subrayábamos la estrecha relación existente en
ambas épocas entre el patrón de poblamiento y
actividad humana y los cursos fluviales
existentes en la cuenca del Guadiana dentro de
lo que es actualmente la provincia de Ciudad
Real. Como ya dijimos, dicho patrón de
poblamiento y actividad tanto íberos como
romano se distribuiría siguiendo como ejes
principales las riberas y vegas de los ríos que
aquí encontramos: Guadiana, Gigüela, Jabalón,
Záncara,
Azuer
y
Amarguillo,
fundamentalmente. Respecto a nuestro río más
próximo, el Gigüela, ya desde Alcázar de San
Juan y pasando sucesivamente por Villarta y
Arenas, se aprecia una densidad de restos de
asentamientos muy acusada. Podemos destacar
en ese primer recorrido a la actual Alcázar de
San Juan, que sería la importante ciudad romana
de Alces, el puente romano de Villarta o el
43
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
Lo cierto es que la extensa porción de loma
ribereña al río en la que se sitúa este núcleo de
población presenta una densidad de material
arqueológico realmente grande, encontrándose
plagada, como los demás yacimientos de esta
época, sobre todo de fragmentos de vasijas tanto
íberas como romanas, así como tegulas, pesas
de telar, fragmentos de muelas de molino, etc…
propietario, que por lo normal vivía en la
ciudad, tendría además su residencia de campo,
dotada, como solía ser habitual de todo tipo de
lujos, entre ellos mosaicos, que no estaban al
alcance de cualquier ciudadano del Imperio
romano.
Curiosamente, al otro lado del Carreterín de Las
Tablas o del Molino de Griñon, rompiéndose la
dinámica que encontrábamos a lo largo del todo
el Gigüela aguas arriba, apenas volvemos a
encontrar asentamientos y restos de época íbera
y romana, existiendo un vacío hasta llegar a lo
que es actualmente el Parque Nacional de Las
Tablas, donde volvemos a encontrar de nuevo
un poblamiento muy denso.
Por otro lado, cabe destacar que todo el
poblamiento íbero y romano a lo largo del curso
del Gigüela se sitúa preferentemente en las
riberas de la izquierda aguas abajo. Este curioso
hecho parece que está relacionado con la
situación de los numerosos manantiales o
descargaderos del Acuífero 23, los “ojos” y
“ojillos” de la vega del Gigüela –como los del
Ojo de la Médica, la Fuente de las Pozas, el Ojo
Ricopelo, Los Ojuelos…- que también se sitúan
en su margen izquierda. Muchos de los
asentamientos mencionados se asocian a dichos
manantiales, manantiales por los que fluía agua
totalmente dulce y que contrastaba con la
salobre del Gigüela, lo cual nos explica por qué
los poblados y aldeas de estas épocas escogían
esa ribera y no la otra, para tener acceso a la
siempre vital agua dulce.
"Tegula" o teja y pesa de telar romana encontradas en
los alrededores de Villarrubia.
Además, prueba de la riqueza arqueológica de
este sitio la ha dado la enorme cantidad de
aficionados y expoliadores que, venidos de
distintos puntos de la geografía española,
fundamentalmente de Andalucía, han venido
barriendo literalmente el yacimiento con
detectores de metales buscando tesoros y
objetos de valor, sobre todo monedas. Quienes
han presenciado dicho expolio afirman que de
allí se han llevado cientos y cientos de monedas
íberas y romanas, incluso griegas, muchas de
enorme valor numismático. También se han
llevado una grandísima cantidad de otros
objetos metálicos como fíbulas, figurillas y
estatuillas e incluso se habla de que también allí
se han encontrado espadas o “falcatas” íberas,
muy codiciadas por esos aficionados y
expoliadores. Por otro lado, esas acciones de
expolio llevadas a cabo allí no sólo han
resultando dañinas por el hurto patrimonial que
han supuesto, sino porque también, en otros
casos, han destruido elementos arqueológicos de
incalculable valor, entre ellos parte de la
necrópolis –o cementerio- que se asociaba a la
oppida romana, destrucción por la cual se tuvo
que acometer a finales de los años noventa una
excavación arqueológica de urgencia.
Riberas y vegas del Río Guadiana
Si el poblamiento alrededor del río Gigüela en
épocas íbera y romana fue muy pronunciado, no
lo sería menos a lo largo del otro río más
cercano a Villarrubia, el Guadiana, donde
encontraríamos la misma dinámica de
ocupación y actividad íbera y romana. Y ya casi
desde su mismo nacimiento, muy cerca de los
célebres Ojos del Guadiana, encontraríamos un
núcleo de población muy destacado,
concretamente el más destacado de la zona
objeto de estudio. Nos referimos al paraje Los
Toriles, dentro del término municipal de
Villarrubia. En éste, que es precedido por los
también notables y coetáneos restos de Casas
Altas, el profesor Francisco Javier Morales
Hervás ha sugerido la existencia de una
verdadera oppida íbera, que tras la romanización
tuvo continuidad como una importante ciudad
romana dentro de lo que sería la comarca que
estamos estudiando –algunos autores sitúan aquí
la ubicación de ciudades romanas de la Oretania
septentrional todavía no localizadas con
seguridad como Laminium, Caput Fluminus
Anae o Murum.
44
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
central los restos de un molino hidráulico, el
conocido como Molino de El Arquel. Con casi
toda seguridad su antigüedad se remonta a la
época medieval, puede que musulmana, pero no
es descartable que fueran construidas por los
romanos, que además las utilizarían como paso
o calzada para pasar de una orilla a otra.
Otro foco de interés aledaño a Los Toriles lo
representa un punto intermedio entre éste y
Casas Altas, donde, según dejan entrever
algunas fuentes, los cartagineses, en sus
correrías por el territorio peninsular durante la II
Guerra Púnica, establecerían un campamento
para terminar entablando la “Batalla de Los
Toriles”, que les enfrentaría a la oppida íbera
allí existente, que al parecer empleó una manada
de toros para combatir a los cartagineses.
Ambos hechos, la instalación del campamento
cartaginés y el enfrentamiento que se sucedió a
continuación explican el descubrimiento, hace
algunos años, del esqueleto de un elefante del
ejército cartaginés en el lecho del río Guadiana,
así como el hallazgo del conocido como
“Tesoro de Villarrubia”, al que, igualmente, ya
hemos hecho alusión. En este último caso
estaríamos hablando de un conjunto de monedas
ocultadas intencionadamente con una intención
temporal
por algún o algunos soldados
cartagineses que, finalmente, las olvidaron o no
pudieron rescatarlas de su escondite.
También, en plenos Ojos del Guadiana,
antecediendo a Casas Altas y a Los Toriles,
muy cerca, se encuentra La Isla, un
promontorio de terreno que se alzaba totalmente
rodeado de agua en medio del nacimiento del
Guadiana. Aquí también podemos ver restos de
ocupación y actividad íbera y romana,
destacando unos orificios circulares de unos 2030 centímetros de diámetro y otros tantos de
profundidad que, excavados en la roca madre
que aflora en este promontorio, actuarían como
morteros para machacar cereal con palos u otros
artilugios. Junto a ellos se descubrió hace unas
décadas una cueva que, según los testigos,
albergaba en su interior vasijas íberas llenas de
cereal que, debido al paso del tiempo, se
encontraba calcinado. La entrada a dicha cueva
se encuentra actualmente cegada y buena parte
de los morteros que la rodeaban excavados en la
roca madre han terminado por ser destruidos,
aunque, no obstante, aún pueden verse todavía
intactos algunos de ellos.
Además, el conjunto arqueológico de La IslaCasas Altas-Los Toriles destaca porque, aunque
se encuentra en su totalidad superficialmente
arrasado –como el resto de yacimientos
coetáneos de la zona-, en su más inmediato
entorno se conservan en pie unas estructuras
arquitectónicas que posiblemente se asocian a la
ocupación romana. Efectivamente, a escasos
metros del mismo encontramos dos represas que
atraviesan todo el lecho del Guadiana de orilla a
orilla. De cerca de un kilómetro de longitud
cada una y considerable monumentalidad, se
encuentran construidas con piedras de mediano
tamaño y argamasa reforzada con escombros
cerámicos y una de ellas incorpora en su parte
Una de las presas de posible origen romano en el
paraje La Isla-Casas Altas-Los Toriles (Ojos del
Guadiana).
Dejando La Isla, Casas Altas y Los Toriles y
siguiendo el Guadiana aguas abajo hasta llegar
al Parque Nacional de Las Tablas, casi
continuamente nos volvemos a encontrar una y
otra vez con nuevos puntos de ocupación y
actividad íbera y romana, de menor entidad que
Los Toriles, pero en muchos casos nada
despreciables, de entre los que sólo
destacaremos dos puntos muy concretos.
Situados ambos también en la margen izquierda
del río sobre una amplia loma cada uno, uno de
ellos lo encontraremos en el paraje conocido
como La Parrilla o Charca de la Casa del
Cura, entre los molinos de Zuacorta y La
Máquina, y el otro, en esta ocasión, muy
próximo al Molino Nuevo, en lo que se conoce
como Curenga. Por su tamaño y extensión y la
riqueza de los materiales hallados en ellos,
íberos y romanos, sí que merece la pena
resaltarlos, pues debieron de ser poblados de
gran envergadura. Además, en el primero, en el
de La Parrilla o la Charca de la Casa del Cura,
también existe una represa semejante a las que
encontramos en el paraje La Isla-Casas AltasLos Toriles y que igualmente, relacionado en
esta ocasión el Batán de La Parrilla, comunica
ambas orillas del río a lo largo un kilómetro –
hubiese podido actuar igualmente como
calzada-, remontándose posiblemente también a
la época romana, por lo que estaría en relación
con el poblado en cuestión. Poblado que, por
otra parte, hay quien ve en él la ciudad romana
de Murum, pues algunas formas de la orografía
del terreno en el que se asienta el yacimiento
dejan intuir la existencia de una potente muralla,
que se encontraría actualmente soterrada bajo
una capa de sedimento y que es la que le daría
nombre a este destacado núcleo de población.
45
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
posteriormente serían también reutilizadas y
transitadas por los romanos. Entre ellas se
encontrarían las vías pecuarias que surcan
nuestro más próximo entorno, que se remontan
a etapas anteriores como la Edad del Bronce.
Especial importancia tendrían nuestras vías
pecuarias serranas, que permitirían el paso por
esta zona de los Montes de Toledo y pasar de la
llanura toledana a La Mancha, sobre todo la que
conocemos ya desde época reciente como
Colada de Los Santos o Camino de Consuegra.
Efectivamente, este sería uno de los caminos
principales que comunicarían la importante
ciudad romana de Consaburum –la actual
Consuegra”- con las ciudades romanas de la
Oretania septentrional y las ricas tierras de la
red hidrográfica del Guadiana, camino que,
como todos sabemos, se ha estado utilizando
hasta hace relativamente poco.
Otros asentamientos y restos de ocupación y
actividad íberos y romanos próximos a
Villarrubia
Fuera de lo que son las vegas y las riberas del
Gigüela y del Guadiana, donde se concentraría,
con diferencia, el grueso del poblamiento
oretano y romano de la zona estudiada, existen
otros focos muy próximos a nuestro municipio,
y en este caso muy localizados, donde
igualmente se ha detectado presencia y
actividad por parte de ambos entes culturales, en
algunos casos de forma muy destacada. Es el
caso de los poblados de El Allozar, Paulilla,
Xétar y, sobre todo, Renales. Se trata de
asentamientos que, al igual que ocurriría con los
que de menor entidad se han detectado dentro
de lo que es el casco urbano de Villarrubia y a
los que ya nos hemos referido, se relacionarían
con los numerosos manantiales y arroyos que
nacen y discurren a lo largo de la vertiente sur
de nuestra sierra. En torno a ellos se han
generado históricamente tierras muy fértiles que
han posibilitado el desarrollo de huertas muy
ricas y productivas, lo cual explica la existencia
de estos asentamientos ya desde época tan
remota y que algunos de ellos se hayan seguido
explotando y habitando casi sin ininterrupción
en el tiempo alcanzando también las épocas
medieval, moderna… hasta hace tan sólo unas
décadas, caso, especialmente, de Xétar y
Renales
En la Cabezuela de Renales también
encontramos restos de ocupación posiblemente
íbera o romana o de ambas. En este caso, lo que
en lo alto de este promontorio podemos
encontrar actualmente es un importante
amontonamiento de piedras y todo parece
indicar que es fruto del proceso de derrumbe de
una pequeña fortaleza o punto de vigía que, a
modo de atalaya, existiría allí. Por sus
características y ubicación, no parece responder
a un “castellón” anterior de la Edad del Bronce
y, aunque sí que podría ser medieval, la técnica
constructiva empleada, el hecho de situarse muy
cerca del asentamiento romano de “Renales” y
el que se hayan encontrado allí algunos
fragmentos cerámicos y alguna moneda
atribuibles a los íberos y a los romanos, lo sitúa
más en relación con las culturas que estamos
estudiando. De modo que, originariamente bien
podría ser una fortificación íbera que, como
sucedería
en
otros
muchos
casos,
posteriormente sería aprovechada y reutilizada
por los romanos.
Fuera ya de lo que son poblados o focos de
asentamiento u ocupación, merece la pena
también destacar algunas posibles vías de
comunicación que, utilizadas por los íberos,
Yacimientos y restos íberos y romanos en el
Parque Nacional de Las Tablas
Como es lógico, la dinámica de poblamiento y
actividad en las ricas vegas y riberas del
Gigüela y del Guadiana tampoco iba a ser algo
ajeno entorno a lo que actualmente es el Parque
Nacional de Las Tablas, punto en el que
convergen ambos cursos fluviales. Y como es
de esperar, la exuberancia de aquella zona,
rodeada de tierras muy fértiles y una gran
riqueza piscícola y cinegética, entre otros,
propiciaría un poblamiento en ambas épocas
muy marcado. Hablar de la enorme riqueza
arqueológica asociada a las épocas íbera y
romana tanto dentro como en lo que son los más
inmediatos alrededores de nuestro Parque
Nacional bien podría valer un artículo aparte,
por ello sólo nos limitaremos a mencionar los
yacimientos y restos más relevantes aquí
encontrados. Es el caso de numerosas islas
como la Isla del Pan o la Isla de las Cañas,
tratándose esta última de una motilla de la Edad
del Bronce que, tras su abandono -y con el paso
de algunos siglos-, sería ocupada tanto por
íberos como romanos. Igualmente nos
encontramos con asentamientos ribereños de
gran magnitud, entre los que destaca, por
encima de todos, los de Cañada Mendoza, Las
Higuerillas y el Quinto de las Torres, en el que
recientemente han aparecido fortuitamente
restos de frescos decorados, otro elemento que
vislumbra que sus moradores gozaban de una
gran opulencia. Además, junto a este último
volvemos a encontrarnos unas represas similares
a las ya mencionadas, siendo bastante peculiar
una de ellas, pues tiene forma de herradura,
interconectando la orilla derecha del humedal
con un rosario de islas internas.
46
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
metalíferos, fundamentalmente de cobre, que
fueron explotados por los íberos y, sobre todo,
los romanos. Estas explotaciones metalíferas se
localizan preferentemente en las vecinas zonas
serranas de Fuente el Fresno, Los Cortijos y
Malagón, destacando de entre todas ellas las
Minas de La Serrana, localizadas a los pies del
cerro de La Calderina, muy cerca de la
Carretera de Toledo a pocos kilómetros de
Fuente el Fresno.
Otros yacimientos algo más alejados de
Villarrubia
Finalmente, si nos alejamos algo más de la zona
nuclear que estamos analizando, existen otros
puntos con restos de ocupación y actividad
íbero-romano que, todavía relativamente
cercanos, son dignos de mencionar. Por
ejemplo, otros asentamientos de la zona de
Daimiel como el de la Motilla de los Palacios y
sus inmediaciones, de nuevo una motilla de la
Edad del Bronce otra vez ocupada
sucesivamente por íberos y romanos. Otro caso
sería el de La Tejera, en esta ocasión muy cerca
de Malagón.
También es de destacar lo que encontramos en
la vecina localidad de Consuegra, municipio que
en época romana fue la notable ciudad de
Consaburum, que, en gran parte, basaba su
prosperidad a las fértiles vegas del río
Amarguillo, de manera que, tal como ocurre
aquí a lo largo del Gigüela y del Guadiana,
todas ellas están repletas de restos
arqueológicos asociadas a núcleos de
explotación agraria. Testigo de la prosperidad
de los habitantes de Consaburum son los restos
de unos baños romanos que aún son visibles en
las cercanías del municipio y que pertenecerían
a la villae o residencia de lujo rural de alguno de
los opulentos habitantes de la ciudad romana.
Además, Consaburum, principal núcleo
productor de terra sigillata de todo el área que
estamos analizando, estaba dotada de
infraestructuras muy notables tales como un
acueducto y una presa que, enclavada esta
última en el cauce del río Amarguillo, todavía
sigue en pie y es considerada como la presa más
larga de lo que fue el Imperio Romano. La
rotura de esta presa en 1891 fue la causa de la
catastrófica inundación de arrasó buena parte de
este municipio y en la que Villarrubia tomó gran
protagonismo en las tareas de socorro gracias a
la buena comunicación serrana entre ambas
localidades por medio de la Colada de Los
Santos o Camino de Consuegra, como ya hemos
mencionado, vía de comunicación destacada ya
utilizada por íberos y romanos.
No obstante, hubo otras vías de comunicación
más importantes también muy cercanas que
atravesaban los Montes de Toledo y permitían el
paso a uno y otro lado de sus lados, discurriendo
estos por los pasos naturales de Fuente el Fresno
y Puerto Lápice que, especialmente en época
romana, permitían, entre otros, la comunicación
de las importantes ciudades de Toletum y
Consaburum con las ciudades y núcleos de
población importantes del valle del Guadiana –
Alces, Laminium, Oreto, Los Toriles…-.
Por último, en algunos focos de esta parte de los
Montes de Toledo existen también yacimientos
Conclusión.
Con esta exposición queda más que claro el
riquísimo patrimonio arqueológico –y en esta
ocasión sólo hemos hablado de las épocas íbera
y romana- que yace bajo el término municipal
de Villarrubia de los Ojos y sus más inmediatos
alrededores. Como hemos venido viendo, no
sólo contamos con una enorme abundancia de
yacimientos arqueológicos de estas y otras
épocas, sino también con algunos de gran
magnitud e importancia –caso, por ejemplo, del
de Los Toriles-. Pero, lamentablemente, la
inmensa
mayoría
se
encuentran
superficialmente arrasados y, sobre todo y lo
más grave, altamente saqueados y expoliados.
Por ello, es de vital importancia despertar entre
nuestros vecinos y en la sociedad en general, así
como en las instituciones que nos representan,
la concienciación por el respeto y la puesta en
valor del patrimonio histórico, que es de todos,
pues todos compartimos el mismo pasado y
nadie puede adueñarse y disfrutar de él de forma
privada y, ni mucho menos, alterarlo o
destruirlo, afirmación que, por otra parte, es
corroborada por la legislación vigente, que
contempla como delito cualquier actuación que
atente contra ello. Pasado que, por otro lado,
sólo es posible conocer a través de trabajos de
investigación -fundamentalmente arqueológica
en el caso que nos ocupa- y, por desgracia, hasta
día de hoy, quitando actuaciones muy puntuales
como la realización de la necesaria Carta
Arqueológica Municipal, en el término de
Villarrubia prácticamente han sido inexistentes,
cuando realmente tenemos algunos yacimientos
arqueológicos dignos de ello, cuyo estudio nos
ayudaría a comprender mucho mejor ese pasado
que nos explica y ayuda a entender quiénes
somos hoy en día y el contexto que nos
envuelve. Y parte de lo que somos se lo
debemos en buena parte a los oretanos y los
romanos que vivieron y actuaron por aquí hace
ya muchos siglos, cuyo sustrato cultural aún
pervive de una u otra manera en la actualidad
entre nosotros.
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DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
HISTORIA
ORÍGENES DE LA BIBLIOTECA MUNICIPAL
DE VILLARRUBIA DE LOS OJOS
Víctor Manuel Luna Muñoz
Con este trabajo queremos dar a conocer algunos datos sobre los orígenes de la Biblioteca Municipal de
Villarrubia de los Ojos. Nos remontaremos a sus orígenes y llegaremos, aproximadamente, hasta los años
70. La principal fuente documental que se ha usado han sido los libros de Actas del Pleno, en los cuales se
recogen diversos acuerdos sobre la Biblioteca, aunque también se han usado otras fuentes.
contar con medios procedentes de otras
administraciones. Decimos esto porque en el
acta del 27 de abril de 1955 hay un punto que
trata nuevamente sobre la “Creación de una
Biblioteca Municipal”. En este punto, Secretaría
informa detalladamente de todo lo legislado
hasta la fecha sobre la materia, de los beneficios
que pueden obtenerse y de las modalidades que
existen para la creación de la Biblioteca. Vistos
los informes de Secretaría y tras una breve
deliberación, la Corporación “acuerda por
unanimidad acogerse a las disposiciones
contenidas en el Decreto de 13 de junio de 1932
del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas
Artes (publicado en la Gaceta de Madrid, nº 166
de 14 de junio de 1932), la Orden de 9 de marzo
de 1939, la Orden de 7 de Diciembre de 1946 y
las disposiciones concordantes relativas a
Bibliotecas Municipales a fin de establecer en
esta localidad la correspondiente a la primera
categoría de las establecidas en el artículo 6” ,
del Decreto de 13 de junio de 1932, cuyo
funcionamiento será confiado a una Junta que se
titulará “Junta de la Biblioteca Municipal de
Villarrubia de los Ojos”, como establece el
artículo 2 del citado decreto. En este mismo
punto del acta, se acuerda ofrecer para local de
la Biblioteca el que hay en la planta baja del
Ayuntamiento, en el ala izquierda, entrando por
la puerta principal, situado junto a las oficinas
de telégrafos. Por mobiliario “se destinará el
procedente
de
las
antiguas
escuelas
municipales, que fue renovado al construirse las
nuevas edificaciones escolares, y si fuera
necesario completarlo, el Ayuntamiento se
compromete a su adquisición, sujetándose a los
diseños
establecidos
por
la
Junta
correspondiente”. Al frente de la Biblioteca
habría un bibliotecario encargado y responsable
del servicio de modo permanente, nombrado por
el Alcalde-Presidente.
Según el Decreto de 13 de junio de 1932, en la
fachada debería situarse el rótulo “Biblioteca
Pública Municipal”. También había que indicar
el horario de servicio y que el acceso a la
Biblioteca es libre y gratuito para todos los
En los libros de Actas del Pleno Municipal,
encontramos que la Biblioteca Pública
Municipal de Villarrubia de los Ojos, fue
inaugurada el 18 de julio de 1957, por el
Director General de Archivos y Bibliotecas,
José Antonio García Noblejas, con la asistencia
del Gobernador Civil y el Consejo Coordinador.
Pero en las actas del Pleno encontramos
referencias
anteriores
relativas
a
la
Biblioteca.Ya en 1945, en la sesión celebrada el
1 de febrero, fue aprobado el contrato suscrito
por la Alcaldía-Presidencia en 26 de enero de
1945 con la Editora Nacional, para la compra de
una biblioteca compuesta por 150 volúmenes, al
pecio de 2000 pesetas a pagar en dos plazos. En
1947 y 1948 vemos acuerdos similares para la
compra de nuevos libros, igualmente con
Editora Nacional, dependiente del Ministerio de
Información y Turismo.
En 1951 encontramos un dato mucho más
interesante. En el acta de la sesión celebrada el
día 21 de febrero, uno de los puntos del orden
del día es el acuerdo por unanimidad de crear en
Villarrubia la Biblioteca Municipal. En este
mismo punto se da cuenta de las dependencias
que ocupará la Biblioteca, que será el local en el
cual se hallaba “antiguamente” Secretaría.
También se nombra bibliotecario a D. Luis
Villalobos Villalobos, el cual se haría cargo,
bajo inventario, de todos los libros adquiridos y
los que se continuaran adquiriendo con destino a
la Biblioteca. Termina el acuerdo con la
expresión de gratitud al señor Villalobos por el
generoso y desinteresado ofrecimiento hecho de
su persona por el desempeño de estas
actividades que gustosamente acepta la
Corporación.
Durante estos años, e incluso antes,
encontramos referencias similares, sobre
contratos para la compra de libros, entre ellos
los sucesivos tomos de la Enciclopedia Espasa.
A tenor de la información que encontramos
posteriormente, podemos deducir que, tanto la
compra de libros, como el acuerdo de creación
de una biblioteca en 1951, fueron decisiones
tomadas exclusivamente con carácter local, sin
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DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
habitantes del término municipal. Este Decreto
también indica que el horario de apertura al
público debería ser de un mínimo de cuatro
horas diarias, celebrando por los menos una
sesión semanal de préstamo.
Cubierta de la antigua tarjeta de lector de la Biblioteca Municipal
La Junta de Intercambio y Adquisición de
Libros para Bibliotecas públicas haría un
donativo de fundación, consistente en 500
volúmenes, encuadernados y con las cédulas
redactadas por los catálogos de autores, de
materias y topográfico. Además la Junta seguiría
incrementando los fondos con un reparto cada
semestre de forma preferente para las
Bibliotecas de los Municipios que destinen
cantidades para la compra de libros.
En el acta del 21 de mayo de 1957 volvemos a
encontrar otra referencia sobre la creación de la
Biblioteca Pública Municipal. Esta referencia
nos lleva a la creación oficial de la Biblioteca de
Villarrubia. En el decimoquinto punto del orden
del día por Secretaría se dio lectura a una
comunicación de la Dirección General de
Archivos y Bibliotecas que decía: “Con esta
fecha el Excelentísimo Sr. Ministro me dice lo
siguiente: “Ilm. Sr. Visto el expediente instruido
en virtud de petición formulada por el
Ayuntamiento de Villarrubia de los Ojos
(Ciudad Real), para la creación de una
Biblioteca Pública Municipal de dicha
localidad y visto, igualmente, el favorable
informe emitido por el Servicio Nacional de
Lectura, con fecha 28 del pasado mes de
Noviembre, Este Ministerio ha tenido a bien
crear la Biblioteca Pública Municipal de
Villarrubia de los Ojos, dependiente del Centro
Coordinador de Bibliotecas de Ciudad Real, de
conformidad con lo dispuesto en el apartado c)
del artículo … del Decreto de 4 de julio de 1952
(por el que se aprueba el Reglamento del
Servicio Nacional de Lectura), publicado en el
B.O. del Estado de 11 de agosto del mismo
año”.- Lo que traslado a V.S. para su
conocimiento y demás efectos. – Dios guarde a
V.S. muchos años. Madrid 5 de Diciembre de
1956. – El Director General.- Firmado.- José
Antonio García Noblejas. Rubricado.- Hay un
sello de tinta violeta que dice.- Ministerio de
Educación Nacional.- Dirección General de
Archivos y Bibliotecas.”
Tras esta lectura la Corporación queda enterada
y acuerda por unanimidad que se haga constar al
Director General de Archivos y Bibliotecas el
reconocimiento por tal distinción.
En el acta del pleno de 20 de julio de 1957, en el
séptimo punto del orden del día, se recoge la
comunicación que dirige al Ayuntamiento, el
Director General de Archivos y Bibliotecas, en
la que felicita al Ayuntamiento “por la
inauguración de la Biblioteca Pública
Municipal y se ofrece para cuanto pueda
redundar en beneficio del servicio.” Y en el
49
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
y alegre. 856 volúmenes fueron enviados como
lote inicial por el Servicio Nacional de Lectura.
Tras la “bendición” de los locales y
aprovechando la presencia del director general
se reunió en la biblioteca, en sesión
extraordinaria, el Patronato del Centro
Coordinador de Bibliotecas.
Durante la década de los años sesenta el
presupuesto destinado a Biblioteca rondó las
cincuenta mil pesetas. Para el año 1970
conocemos que 40.000 pesetas las aportaba el
ayuntamiento y 10.000 el Centro Coordinador
Provincial.
Por lo que sabemos, la Biblioteca se situó en sus
orígenes, en el edificio del Ayuntamiento. Según
la obra Memoria de una Gestión Municipal:
1973-1979, que es un texto en el que se recoge
la actuación de la Corporación presidida por
Lucio Villegas Juárez, en el año 1976 se
inauguró la Biblioteca en el edificio que ocupa
actualmente. En el año 1991, debido a su mal
estado, se deja este edificio y hasta que
nuevamente en el año 2000, se vuelve a instalar
en su sede actual, la Biblioteca estuvo situada en
la Casa de Cultura.
Pero incluso hubo un proyecto para situarla en
otro edificio. Eso sí, todos ellos situados en la
Plaza de la Constitución.
En la sesión extraordinaria del Pleno celebrada
el 26 de noviembre de 1968, se lee la circular nº
77, del Gobierno Civil, publicada en el boletín
de la Provincia nº 104. En ella se expone que de
acuerdo a las previsiones del II Plan de
Desarrollo se tiene previsto construir en la
Provincia de Ciudad Real y en aquellos pueblos
de más de 5.000 habitantes, un total de 19
bibliotecas, siendo el requisito que los
ayuntamiento interesados pongan a disposición
de la Dirección General de Archivos y
Bibliotecas, un solar adecuado de unos 500
metros cuadrados. La Corporación acuerda por
unanimidad ceder dicho solar. Y en el acta del
27 de junio de 1969 se acuerda poner a
disposición de la Diputación Provincial, Centro
Coordinador de Bibliotecas u Organismo
competente (parece ser que no tienen muy claro
a quien corresponde) la casa situada en la Plaza
del Caudillo, número 11 denominada Casa de
Falange, transformándola en solar, para
destinarla a Casa de Cultura. Este acuerdo se
amplía en la sesión del tres de octubre de 1969,
consignando la superficie y linderos del edificio
destinado a la construcción de la Biblioteca:
“Carmen Flores Santos, derecha entrando;
izquierda, Teresa y Francisca Calcerrada
Serrano y
herederos de Alfonso Vallejo
Rodríguez; espalda o fondo calle José Antonio
(hoy Jijones) y por su frente o entrada con la
Plaza del Caudillo, con una superficie de
540,10 metros cuadrados”.
punto número 10 de la misma sesión se trata el
tema de la gratificación que debe concederse al
encargado de la Biblioteca. Es en este punto,
donde se da la información de la inauguración
de la Biblioteca. El Alcalde informa a la
Corporación
que
la
Biblioteca
viene
funcionando desde el 18 de julio último, en que
fue inaugurada por el Director General de
Archivos y Bibliotecas, con la asistencia del
Gobernador Civil y el Consejo Coordinador.
También informa de que al frente de la misma,
se encuentra el vecino, Pedro del Pozo
Redondo, “constándole que su función la viene
desempeñando con bastante celo y competencia,
sin que hasta el momento se haya fijado la
gratificación que debe percibir el mismo”.
Indica que Pedro del Pozo estaba trabajando
desde el primero de junio, con trabajos de
catalogación, colocación, etc. Visto este informe
la Corporación acuerda por unanimidad fijar la
suma de 12.000 pesetas en concepto de
gratificación por los servicios para el año 1958
y faculta al Alcalde-Presidente para que conceda
una gratificación por los meses trabajados de
1957 y los que restan hasta final de año, sin
exceder proporcionalmente de la gratificación
establecida para 1958.
De la inauguración de la Biblioteca también
tenemos la noticia aparecida en el periódico “La
vanguardia española”, en su edición del viernes,
19 de julio de 1957. Aquí nos dice que el día
anterior fue inaugurada la biblioteca con la
“asistencia del director general de Archivos y
Bibliotecas, señor García Noblejas; el inspector
de la misma Dirección, señor Tolsada;
gobernador civil y jefe provincial del
Movimiento, señor Utrera Molina y otras
autoridades y jerarquías”. Dice que la
biblioteca se halla instalada con todo género de
detalles en el edificio del Ayuntamiento.
También cuenta la noticia que el número de
libros se ha incrementado con 1.000 volúmenes,
donados por la Dirección General de Archivos y
Bibliotecas, la Diputación Provincial y el propio
Ayuntamiento. Es curioso el dato de que las
Cooperativas de la localidad subvencionarán la
biblioteca con 1.000 pesetas anuales.
En un breve artículo de Isabel Pérez Varela,
directora de la Biblioteca Pública del Estado de
Ciudad Real, aparecido en el número 9 de la
revista “Cuadernos de Estudios Manchegos”, de
1958, en el que hace un repaso al movimiento
bibliotecario de la provincia de Ciudad Real,
obtenemos otros datos relativos a nuestra
biblioteca. Dice que la biblioteca fue inaugurada
el día 17 de julio (debe ser un error) y que está
situada en la planta baja del edificio del
Ayuntamiento, ocupando dos salas decoradas
con sumo gusto y dotada de mobiliario cómodo
50
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
biblioteca se dio cuenta en el Boletín de la
Dirección General de Archivos y Bibliotecas.
En el número 127-128 de 1972 en la página 258
se habla del proyecto de Biblioteca Pública de
Villarrubia de los Ojos. El proyecto es de planta
alargada, con dos alturas en la fachada anterior
y una, El Salón de Actos, en la posterior, con
jardín interior en el que se sitúa el acceso
principal. Se dice que el edificio está
ambientado en las construcciones locales de
paredes en blanco con tejados de teja curva y
ventanales amplios en las Salas de Lectura. Pero
como hemos dicho, en 1976 la Biblioteca se
traslada a sus dependencias actuales y ese
proyecto no llegó a realizarse. Imágenes de este
proyecto:
A pesar de estos acuerdos, a primeros del año
1970, según la sesión del 12 de enero, acuerdan
desplazarse el mayor número posible de
concejales a Ciudad Real para informarse
ampliamente sobre el particular. Ya en 1971,
desde el Ministerio de Educación y Ciencia se
pide al Ayuntamiento unos documentos para la
construcción en la localidad de un edificio con
destino a Casa de Cultura. Estos documentos
son, la certificación del Registro de la Propiedad
acreditando su inscripción y la libertad de
cargas y gravámenes y la autorización del
Ministerio de la gobernación para enajenar
dichos bienes. La Corporación ordena se
obtengan y remitan dichos documentos. De este
proyecto de construcción de una nueva
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DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
HISTORIA
AGOBIOS ECONÓMICOS DEL CONCEJO
DE VILLARRUBIA EN EL PASADO
Luis Rafael Villegas Díaz
financieras a las que tenía que hacer frente la
localidad.
Al parecer, la hacienda regia había impuesto un
“servicio”, un tributo, al que habría añadido
cierta cantidad del año anterior para sufragar los
gastos de guerra. De qué guerra se tratase no se
explicita, aunque probablemente se trataba de la
que mantenía la nación con Holanda, que llevó
al conde-duque de Olivares, en el reinado de
Felipe IV, a una serie de decisiones de
expansión militar en Flandes y de aumentar la
flota del Atlántico, lo que provocó enormes
gastos. En aquella ocasión, también, los gastos
proyectados fueron el doble del ingreso
presupuestado.
El caso es que a la localidad le habían asignado,
además del servicio ordinario, la cantidad de
1.000 ducados. La cifra no parece que fuese
muy elevada, pero, en cualquier caso, era un
añadido extraordinario a las tributaciones
ordinarias que tendría el municipio con el señor
de la localidad, el duque de Híjar, y afectaban
considerablemente las menguadas arcas
municipales.
Para solventar los puros financieros, el concejo
había desplazado a Madrid a Pedro de Yébenes,
persona que consideraba competente, para
negociar estos asuntos. Las pretensiones del
concejo villarrubiero eran, como dice el texto,
“que saque la baxa del serviçio real y la espera
de los mill ducados que le están repartidos para
la guerra de treinta y ocho”. En la reunión se
determinó que se enviasen a dicho representante
100 reales, unos 3.100 mrs., sin duda para hacer
frente a sus gastos.
La gestión, al parecer, no era tanto obtener la
dispensa del pago de dichas tributaciones, sino
gestionar
una
operación
financiera.
Posiblemente se le encomendó la liquidación
del importe correspondiente al servicio real,
cuya cuantía se desconoce; de ahí que obtuviese
la baja, la cancelación de ese concepto. Pero el
problema residía en que el concejo no podía
hacer frente a ese impuesto extra de los 1.000
ducados para sufragar los gastos de guerra. Por
ello llevaría el encargo de hallar un financiero
que adelantase dicha cantidad, con el que
debería negociar los intereses del préstamo.
Tenía instrucciones precisas, pues el texto dice
que tendría que negociarlo con un límite: “a
raçón de ocho por ciento o menos, si los
No se trata de volver sobre la pertinaz y tan
comentada crisis económica de nuestros días.
No intento incidir sobre ella, sino plantear que
las dificultades económicas del municipio no
son una novedad histórica. En el pasado
también se presentaron a nuestras autoridades
municipales otros momentos delicados a los
cuales tuvo que hacer frente con los
mecanismos que estimó oportunos.
Así ocurrió en 1639, fruto de demandas que se
arrastrarían del año precedente. En efecto, el 9
de marzo de dicho año se reunieron en concejo
las autoridades locales para dar solución al
problema financiero planteado.
La reunión se llevó a cabo siguiendo el ritual
que era habitual en aquella época y que veía
desde tiempos pasados. La convocatoria se hizo
“a toque de campana tañida”, es decir, con un
toque especial, el correspondiente a ese evento,
procedente, posiblemente, de la campana propia
del concejo. Esta estaría ubicada en las casas del
ayuntamiento, que no eran las actuales, sino que
se hallaban en la plaza, en el lugar que hoy
ocupa el actual Casino. La campana,
probablemente, se situaba en una torre
precedente que habría donde se halla a la actual,
elevada y reconstruida ya en el siglo XIX.
La reunión fue presidida por el gobernador del
duque de Híjar en la localidad, que en esos
momentos era don Diego de Guevara. Junto a él
se hallaban los dos alcaldes ordinarios, el
licenciado Francisco de Vargas Machuca (que a
la hora de la firma del acta aparece como
bachiller, no como licenciado) y Cristóbal
Sánchez de Rodrigo Sánchez; estando también
presentes los cuatro regidores de la localidad:
Jerónimo de Herrera, don Alvaro Salgado,
Miguel Ramírez Arellano y Diego López de la
Mayorazga. No consta en el acta que asistiesen
otros representantes populares, como eran los
jurados, pero posiblemente lo hicieron, pues el
acta dice que se reunieron “a boz de conçexo”.
También estuvo presente el escribano, Esteban
Hernández, que se encargó de levantar acta de
lo tratado en la sesión y de incorporarla en el
libro de acuerdos del concejo. El texto aquí
comentado es una copia de la referida acta,
escrita y rubricada por el mencionado escribano.
Aunque trataron otra cuestión, el asunto
principal fue hacer frente a esas cuestiones
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DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
- “el ganado de çerda estas mismas penas”
que el vacuno.
Las cuantías eran claras, diferenciándose en el
ovino el que fuese un hato de más de 100
cabezas o que fuese menor, en cuyo caso se
establece la pena por cada cabeza. Y puesto que
se trataría de una infracción, la pena se duplica
en caso de nocturnidad, de la entrada por la
noche.
No obstante, las penas (como era habitual en el
pasado) no pasaban a engrosar en su totalidad
las arcas concejiles. Se dividían en partes. En
este caso se estableció un reparto en cuatro
partes: concejo, juez, denunciante y la cámara
de su Excelencia. Es decir, el concejo sólo
percibiría una cuarta parte de las multas
impuestas.
Los referidos lotes los arrendaría el concejo
“libremente y sin pena alguna a quien más diere
y sin perxuiçio del derecho de su Excelencia
que tiene a la mitad del goço de los hervaxes”.
El mecanismo, pues, no era tan pingüe, pues la
mitad de lo que se sacase por el mencionado
arrendamiento se lo llevaba el señor de la
localidad, el duque de Híjar, que por razón del
señorío tenía derecho a la mitad de los pastos.
En cualquier caso, no estaban las arcas
municipales en disposición de acometer otras
alegrías. Si lograron sus pretensiones y pudieron
hacer frente holgadamente a los pagos, lo
desconozco. Como también el tiempo que
tuvieron que invertir en poder hacerlo. Pero el
recurso a la deuda y la necesidad de aplicar
nuevos impuestos para su saldo no parece que
sea un hecho exclusivo de los tiempos que
corren.
pudiere aver”. El interés no podría ser superior
al 8%, siendo preferible que el mismo fuese
menor. Las autoridades eran conscientes de que
habría inconvenientes, pues añaden eso de si lo
pudiese encontrar.
Era un intento en cierto modo a la desesperada,
pues las gestiones en la localidad y,
posiblemente, en el entorno no habían sido
positivas. Así lo dicen: “por no averse hallado
esta cantidad, así de los medios de los adbitrios
para ellos elixidos ni quien los dé prestados ni a
çenso sobre los propios del concexo”. Las
gestiones no habían sido pocas, pues señalan
que “se an fecho munchas e notables y
estrahordinarias diligencias”. Sin embargo
habían fracasado, dado que los propios de la
localidad no eran respaldo suficiente (“diçen no
ser de ynportancia”).
En cualquier caso, había que sacar dicha
cantidad de alguna parte, pues se tendría que
hacer frente al préstamo que se lograse fuera, a
lo que habría que añadir los correspondientes
intereses.
Para lograrlo recurren a un mecanismo, que
probablemente debería contar con el respaldo
del señorío, de ahí la presencia del gobernador.
El plan, que no parece que fuese novedoso, pues
dicen que es "de nuevo”, es decir, que lo habrían
utilizado en otros momentos, era repartir el
conjunto del término en quintos para el
“aprovechamiento de la yerva y pasto dellos”.
Se arrendarían, pues, cada uno de estos lotes
para el aprovechamiento ganadero, tanto de
propios como de extraños. Esto lo mantendrían
hasta que se sacase la cantidad a recaudar para
hacer frente al préstamo e intereses.
El mecanismo adoptado era posible dado que la
localidad no tenía “en el término e jurisdiçión
desta villa comunidad en el pasto ni en otra
cossa con ninguno lugar ni unibersidad ni
comunidad ni otra persona, sino que es término
redondo suyo propio”.
Quien estuviese interesado, propio o foráneo,
tendría que arrendar el lote, comprometiéndose
el concejo a vigilar que se respetase dicho
arrendamiento, prohibiendo la entrada a quienes
no lo tuviesen arrendado. Para lo cual se arroga
la posibilidad de imponer las correspondientes
penas a los posibles infractores.
Las penas adoptadas a quienes usufructuasen
indebidamente tales pastos, eran:
- “los ganados lanares de çien caveças
arriba tres ducados de día y seis de noche,
y dende avaxo un quartillo por cada
caveça”
- “el vacuno medio real cada caveça de día
y un real de noche”
- “las yeguas y mulas las mismas penas”
que el vacuno
***
Como señalaba al comienzo, en la reunión del
concejo se trató otro asunto, aunque éste más de
la vida cotidiana de la localidad.
Se determinó que se cerraran “las eras de
arriba”, cuya ubicación desconozco, pero que
tal vez se trate por su posición de las de Santa
Ana, para que no entrase en ellas el ganado de
cerda. Cabe suponer que el otro sí podría
hacerlo. Y el hecho de que no pudiese el de
cerda era por el destrozo que hacía, “porque las
hoçan, de suerte que con ello las ensuçian y
haçen tierra y quando los vecinos quieren
enparbar, respecto de estar en la forma dicha,
se haçe tierra y resciven notables daños”. El
motivo era claro: la destrucción que ocasionaba
su entrada y los inconvenientes que producía a
los vecinos que allí iban a trillar el que se
mezclase el cereal con la tierra, que lo
ensuciaba.
Las penas para quienes infringieran esta
disposición serían de medio real por cada
54
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
cabeza que allí entrare del mencionado ganado
de cerda. Penas que se dividirían por tercios,
quedando una para el juez, otra para el
denunciante y la tercera para el pago de las
costas del juicio.
Este sería un asunto de gestión de la vida
ordinaria de la localidad, siempre necesitada de
ordenanzas reguladoras de las actividades
desplegadas. El asunto fuerte fue el de esos
agobios financieros por los que pasó el concejo
en aquella ocasión.
Granada, marzo de 2010
Reforma de la fachada del Casino en la que se pueden observar restos de los arcos del antiguo Ayuntamiento.
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DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
HISTORIA
UN POLÉMICO SEÑOR DE VILLARRUBIA
Juan Carlos Zamora Muñoz
Esta es la historia de uno de los señores de Villarrubia de los Ojos, el más conocido y controvertido de
todos los duques de Híjar, un emblemático representante de la nobleza del siglo XVII, que anheló
siempre gozar del favor real, y por sus errores, expió la culpa de no saber acomodarse al régimen
imperante de su época.
trataba de la “Quinta de don Juan de Borja”,
también conocida como el Palacio de
Buenavista (hoy Cuartel General del Ejército de
Tierra), comenzando con las obras de
rehabilitación y reparación, alargándose estas
hasta 1620.
Don Rodrigo.
Don Rodrigo Sarmiento de Silva Mendoza y
Villandrando de la Cerda, señor en lo terrenal y
espiritual de Villarrubia de los Ojos, nació en
Madrid en 1600, conde de Salinas, la Bureba y
Ribadeo, marqués de Alenquer y, por
matrimonio, duque y señor de Híjar, Lécera y
Aliaga, príncipe de la Portella, conde de
Belchite, Castellot, Guimerá y Vallfogona,
vizconde de Illa, Canet, Evol, Añer y
Alquerforadat, comendador de Coruche y Soure
en la orden de Cristo, perteneciente a la alta
nobleza castellana, entroncado en última
instancia, dado su extenso árbol genealógico,
con la monarquía castellana por ser
descendiente del infante de la Cerda, hijo de
Alfonso X el Sabio, descendiente del Gran
Cardenal Mendoza, nieto de Ana, princesa de
Eboli e hijo del poeta y político, don Diego de
Silva y Mendoza, conde de Salinas y de
Ribadeo, duque Francavilla, marqués de
Alenquer, caballero de Alcántara, comendador
de Herrera, del Consejo de Estado y Justicia de
Portugal y virrey de este reino, quien casó en
terceras nupcias (1599) con la que iba a ser
madre de don Rodrigo, doña Marina Sarmiento
Villandrando de la Cerda, VII condesa de
Salinas y Ribadeo, la cual moriría en 1605.
El Palacio de Buenavista en la actualidad
Don Diego ostentó el cargo de Presidente del
Consejo de Portugal hasta 1616 y se le nombró
Virrey y Capitán General de Portugal,
otorgándole Felipe III el título de marqués de
Alenquer con las rentas del marquesado. En
marzo de 1617, don Diego salía de Madrid con
don Rodrigo, ahora con 17 años de edad,
pasando por Villarrubia de camino hacia
Portugal, donde el conde Salinas se instalaría,
para dejar bien arreglada la situación económica
de la villa, al ser esta el mayorazgo más rico del
conde. Este nuevo cargo suponía un cuantioso
desembolso económico al tener que costear de
sus propios recursos los gastos de este puesto
tan importante, por lo que tenía que controlar y
aumentar las rentas que percibía de sus
posesiones. El conde de Salinas no se olvidó de
sus posesiones durante su estancia en Lisboa al
necesitar cuantiosas cantidades de dinero para
costear su puesto. Durante los cinco años que
estuvo don Diego en Lisboa, don Rodrigo ayudó
a su padre en muchas ocupaciones, como la
superintendencia de la fábrica de las herrerías y
molinos, la fábrica de hornos de bizcocho y la
superintendencia de las fundiciones de artillería
y el rescate de piezas perdidas en la mar. El
virreinato de don Diego duró más de lo
esperado, la muerte de Felipe III, el 31 de marzo
Su juventud.
En 1601, el padre de don Rodrigo, pasó a ser
miembro del Consejo de Portugal y en verano
de 1605 fue nombrado presidente de este
Consejo, lo que conllevaba una asistencia
permanente a la Corte. El conde Salinas tenía
palacios en Valladolid, Burgos, Ribadeo,
Miranda de Ebro y en Villarrubia de los Ojos,
pero al trasladarse la Corte a Madrid en junio de
1606, se encontró con un grave problema: no
tenía una residencia acorde a su puesto en la
Corte. Como padre viudo con un hijo pequeño
(Rodrigo) que criar y educar, tuvo que vivir
inicialmente de alquiler en una casa. En 1609,
dada la posición que ostentaba, compró una
residencia más adecuada a sus necesidades, se
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DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
condesa de Belchite, Vallfogona y Guimerá,
perteneciente a la más rancia nobleza aragonesa
descendiente de Jaime I, gracias a la cual don
Rodrigo obtendría los siguientes títulos: los
ducados de Híjar, Lécera y Aliaga, en el Bajo
Aragón, a los que habría que sumar Almonacid
de la Cuba, Urrea, Castelnou y Puebla de
Albortón; el condado de Belchite y el de
Castellote; y en Cataluña los de Guimerá y
Vallfogona, los cuales procedían, como los
siguientes, de la madre de la duquesa, la cual
ostentaba los títulos de vizcondesa de Illa,
Canet, Evol, Añer, Alquerforadat, Alia, Tatzón,
y San Martín de Subirats, señora de la casa de
Pinós y de las baronías de Melany, Mataplana,
La Portella, Zurita, Peramola, Estach, Rocafort
y Olçariz. Sin embargo, pese a todos los títulos
que recibiera don Rodrigo por derecho de
consorte, fue poco querido en sus posesiones de
Aragón, principalmente por vivir en Castilla,
por lo que nunca obtuvo el de la residencia
aragonesa. De sus numerosos títulos sólo el
ducado de Híjar llevaba consigo la grandeza de
España, razón por la que fue este el que eligió
para ostentar en primer lugar al poco de contraer
matrimonio, y desde aquel momento fue
conocido exclusivamente como el duque de
Híjar. A lo largo de su vida tendría dos hijos
naturales, Rodrigo e Isabel, y cuatro de su
matrimonio canónico, Jaime, Ruy, Diego y Mª
Teresa Margarita Francisca.
de 1621, provocó que sus numerosos enemigos
le pusieran en contra al nuevo monarca, Felipe
IV. Con miras a su futuro matrimonio, en agosto
de 1621, don Rodrigo saco un certificado de su
aspecto físico que decía así: “es al presente de
edad de veinte años poco más o menos, de
buena estatura, gentilhombre de cuerpo y muy
derecho sin tener en su cuerpo ni espaldas
córcova ni otra cosa que cause fealdad, antes es
una de los caballeros más gentiles hombres que
puede haber”. En julio de 1621 es relevado del
virreinato su padre, probablemente por ser
partidario del duque de Lerma, valido del rey
anterior, por lo que un nuevo personaje en
ascenso, don Gaspar de Guzmán Pimentel y
Acevedo más conocido como el conde-duque de
Olivares, quiso distanciarse de él. Don Diego
dejaba Portugal junto a don Rodrigo para
regresar a Madrid y participar en las actividades
de la Corte, aunque siguió formando parte del
Consejo de Portugal. El conde de Salinas estaba
bastante herido por el tratamiento recibido,
después de más veinte años de servicio a la
corona a los más altos niveles, se encontraba
ahora sin un puesto relevante. Antes de ir a la
Corte, en el viaje de regreso, pasaron por
Villarrubia
donde
permanecieron
aproximadamente dos meses. Tras la llegada a
Madrid y gracias a los esfuerzos del tío de don
Rodrigo, el arzobispo de Zaragoza, se logró
acordar el enlace con la heredera del ducado de
Híjar, el 20 de julio de 1622, Felipe IV dio su
licencia para el matrimonio, comenzando así los
preparativos para organizar la boda.
Vida en la Corte y muerte de su padre
Don Rodrigo se estableció tras su matrimonio
en la Corte; al ser el lugar donde podía defender
mejor sus intereses y mantener sus privilegios o
incluso poder obtener otros nuevos. Durante
años participó muy activamente en todas las
fiestas y ceremonias de la Corte, en las que, para
figurar con el brillo propio de la calidad,
consumió buena parte de su hacienda. No se
guiaba por un simple afán de diversión, sino que
su conducta obedecía al deseo de destacarse
ante el rey, de estar siempre presente ante él con
aire de cortesano fiel y celoso de su servicio y
agrado. Participaría en 1623 asistiendo al
príncipe de Gales durante su visita y en 1625
fue uno de los primeros en llegar al socorro de
Cádiz cuando la atacaron los ingleses. El padre
de don Rodrigo, don Diego, pasó los últimos
años de su vida en Madrid, en su nuevo palacio
de Buenavista, donde gastó cantidades ingentes
de dinero para reformarlo y embellecerlo. El 30
de enero de 1625, disfrutaría de ver asegurada
su descendencia con el nacimiento de su nieto,
Jaime Fernández de Silva. Durante este periodo
intentó volver a la política y participó en los
acontecimientos sociales de la Corte, no
faltando a ninguna fiesta cortesana de
Felipe IV
Su matrimonio.
El 3 de octubre de 1622 contrajo matrimonio en
Zaragoza con una de las mayores herederas de
España, doña Isabel Margarita Fernández de
Híjar, duquesa de Híjar, Lécera y Aliaga,
57
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
descalzos del Seráfico Padre San Francisco, de
la Provincia de Castilla, de la ermita
villarrubiera de Nuestra Señora de la Caridad y
sus anejos para que fuera convento de esa orden
hasta que se eligiera otro sitio más conveniente.
Aprovecharía esta estancia para conocer mejor
su principal mayorazgo y sacarle un mejor
rendimiento económico, dada la situación
económica que tenía.
importancia, normalmente acompañado de don
Rodrigo. A partir de 1629, con sesenta y cinco
años cumplidos, comenzó a otorgarle a su hijo
responsabilidades señoriales de su casa. Don
Diego de Silva y Mendoza fallecía en el Palacio
de Buenavista el 15 de junio de 1630, heredando
don Rodrigo sus posesiones y títulos. El duque
de Híjar acompañó al difunto que fue llevado de
Madrid al Monasterio de Benevivere, panteón
de los condes de Salinas cerca de Carrión de los
Condes, en la provincia de Palencia, y allí fue
enterrado como había dicho en su testamento
entre sus dos esposas (Ana y Marina) el 23 de
junio de ese mismo año.
Intrigas contra el conde-duque de Olivares.
La muerte de su padre no había mejorado sus
perspectivas políticas, al no gozar de la simpatía
del conde-duque de Olivares, pues no olvidaba
éste la oposición que había presentado don
Rodrigo contra él. Durante este periodo pasó
gran parte de su tiempo intentando mejorar
económicamente su hacienda sin ningún
resultado. A la inflación vertiginosa que había
supuesto la devaluación de la moneda, había
que sumar las deudas que dejó su padre por los
gastos que realizó cuando fue virrey en Portugal
y las obras realizadas en el palacio de
Buenavista. La única manera que tenía un noble
de la época de mejorar su economía era
mediante el otorgamiento del rey de un puesto
oficial que le procurase las rentas necesarias
para el sostenimiento de su rango, pero la
enemistad manifiesta con el valido del rey le
mantuvo apartado del aparato del estado. Por los
títulos que ostentaba, se creía con derecho a
algunos de los puestos más importantes del
reino y sin darse por vencido, le recordó al rey
los servicios prestados por su padre, su abuelo y
los suyos mismos, sin obtener ningún resultado.
La enemistad que tenía el duque de Híjar con el
conde-duque de Olivares no se había aplacado
con los años; ésta databa de cuando promovió el
valido la caída en desgracia de su padre en la
Corte, pero al mismo tiempo Olivares tenía tan
poca simpatía por el hijo como la había tenido
con el padre. A finales de la década de 1630,
don Rodrigo junto a un grupo de nobles se
habían convertido en una fuerte oposición
aristocrática a Olivares, que hacían todo lo
posible por socavar su posición de confianza
con el rey. El odio del duque de Híjar y su
familia hacia el privado era tan conocido por
todos que alguno llegó a pensar que intentaban
matarlo, aunque es dudoso que quisiese llegar a
tanto. Como primer noble de Aragón e hijo de
Diego de Silva y Mendoza, don Rodrigo se
sentía y se creía con un derecho natural de
participar en el gobierno del país, como habían
hecho con tanta distinción su padre y su abuelo.
Para su desgracia, en vez de heredar la sensatez
y cordura de su padre y abuelo, había heredado
la altanería y la ambición desenfrenada de su
abuela paterna, doña Ana Mendoza y de la
Restos del Monasterio de Benevivere.
Primer destierro en Villarrubia.
Un año después del fallecimiento de su padre,
don Rodrigo y el duque del Infantado se
desafiaron por unos galanteos a la dama de la
reina, doña Inés de Mendoza, cuando los reyes
salían de las Descazas. Al enterarse el rey del
duelo que se quería celebrar, envió un
mayordomo para impedirlo, con la orden de que
cada uno permaneciera preso en su casa,
poniéndoles guardia y obligándoles a hacer las
paces, librándolos de su cautiverio en pocos
días. Aunque hicieron las paces, las cosas no
terminaron allí, trascurrido casi un mes del
desafío los llevaron presos con guardas a
posesiones suyas, en el caso de don Rodrigo fue
trasladado a Villarrubia de los Ojos el 27 de
julio de ese mismo año por orden de Felipe IV.
Su esposa se quedó en Madrid bastante enojada
por el comportamiento de su marido. Lo que
más le dolía a la duquesa es que cinco días
después de los galanteos con la dama de la
reina, había parido una hija. Don Rodrigo se
quedaba en Villarrubia hasta nueva orden del
rey, estando desterrado en esta villa hasta el 12
de septiembre de ese mismo año, tras recibir el
día anterior licencia de Felipe IV para poder
regresar a Madrid. Volvería a Villarrubia en
junio de 1638 para dar posesión al Reverendo
Padre Fray Alejandro de Valencia, Custodio y
Definidor de los Frailes menores capuchinos
58
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
pero la tan esperada llamada del rey no llegó,
Felipe IV intentó gobernar sólo, pero al designar
el rey como hombre fuerte del reino al sobrino
del conde-duque, don Luis Méndez de Haro,
supuso un gran enfado para muchos nobles,
entre ellos don Rodrigo. No simpatizaría con el
nuevo privado del rey, dado que el tenía
aspiraciones de ser el nuevo valido, aunque en
público se negaba a que los reyes tuvieran
validos. En el año 1643 acompañó a tierras
aragonesas al rey, el cual durante estos años
acudió al reino con cierta frecuencia por
motivos de la guerra que se estaba realizando en
Cataluña y fronteras de Aragón. Siendo en este
mismo viaje donde parece que comenzaron las
disensiones y desavenencias entre él y el
sucesor de Olivares en el cargo. La situación
empeoró cuando Haro, para quitárselo de en
medio, le ofreció el puesto de Virrey de Aragón,
bajo el pretexto que tenía allí a su suegra,
negándose rotundamente don Rodrigo a que lo
alejara de la Corte. Durante los siguientes meses
el duque de Híjar conspiró junto a otros nobles
disgustados por la falta de favores recibidos y
por la pujanza de Haro, para derrocar a este
último, pero el rey estaba informado de estas
intrigas, por lo que ordenó detener a todo el
grupo y ponerlos bajo arresto domiciliario. El
monarca quería un castigo ejemplar para todos,
pero Haro lo convenció de que el cabecilla era
el duque de Híjar y que sobre él solo debería
recaer el castigo. Don Rodrigo, temiendo lo
peor, escribió al rey intentando exculparse de
todas las acusaciones en su contra, pero no
sirvió de nada.
Cerda, princesa de Eboli. En 1640, don Rodrigo,
que debía estar muy al corriente de lo que
sucedía en Portugal, informó al gobierno
español del inminente alzamiento de aquel
reino. El conde-duque premió la información de
don Rodrigo dándole un cargo eventual en el
ejército español que se mandó contra Portugal
para operar en la frontera extremeña. El año
1640 se revelaría como un año terrible para la
monarquía española: estallan levantamientos en
Cataluña, Aragón, Andalucía, Nápoles y
Portugal; las tropas francesas penetran en
Cataluña y Luis XIII es proclamado conde de
Barcelona por los catalanes, al tiempo que el rey
galo pacta una alianza con el duque de
Braganza, que se proclama rey de Portugal
como Juan IV. En noviembre de 1642 falleció
su esposa, siendo trasladados sus restos en
solemne procesión desde Madrid hasta el
Monasterio de Benevivere, donde sería
enterrada a principios de diciembre. Mientras
vivió su esposa, don Rodrigo se había
controlado, pero a partir de la muerte de ésta, lo
dejó sin el último freno que le hacía algún
efecto. A partir de entonces se lanzó a una
carrera por ganar crédito en la Corte, que no le
reportaría ningún éxito, implicándose en un
constante túnel de intrigas.
Segundo destierro en Villarrubia.
El 12 de marzo de 1644 se le ordenó abandonar
la Corte e irse desterrado a Villarrubia de los
Ojos, donde debía residir “hasta tanto se le
enviase otra orden, porque en aquel retiro se
enseñase a callar y aprendiese la cordura y
buena prudencia”. Al contrario que en su
destierro anterior éste no sería de corta
duración, los siguientes diecisiete meses de
destierro en su villa tendría tiempo de sobra
para aprender esta lección. El 16 de marzo salió
de Madrid acompañado de su hijo mayor don
Jaime y llegó a Villarrubia el 21 de marzo. El
duque de Híjar no sabía cuanto tiempo duraría
su destierro, pero tenía la certeza, por el tono de
las cartas y órdenes del rey, que tendría que
acostumbrarse a vivir durante largo tiempo y
tomar con tranquilidad la vida de gran señor en
su villa. Para un noble como él, acostumbrado a
intervenir en asuntos de alta política en la Corte,
el destierro fue un duro trance, ya que tuvo que
ocuparse de cosas de poca importancia, el duque
aprovecharía su estancia para administrar su
El conde-duque de Olivares
La conjura contra don Luis Méndez de Haro.
El duque de Híjar había participado en las
escaramuzas inmediatas a la caída de Olivares y
luego no tardó en enfrentarse a un nuevo
político en ascenso, don Luis Méndez de Haro,
convirtiéndose éste en el blanco de sus críticas.
La caída de Olivares 23 de enero de 1643 por
sus desavenencias con el monarca y el caos que
reinaba en España, abrió nuevas e interesantes
expectativas para los nobles como él que
llevaban tanto tiempo esperando su oportunidad,
59
DESDE EL ÁRBOL GORDO Nº 6 – DICIEMBRE 2010
a que parecía que se trataba más bien de planes,
sin ninguna posibilidad de ser llevados a la
realidad, el mero hecho de maquinar un asunto
de este género suponía la pena de muerte.
Durante los siguientes tres meses don Rodrigo
fue sometido a juicio sumario para que
declarase su parte en la conjura, pero a pesar de
que sufrió tortura en el potro, jamás reconoció
culpabilidad alguna de las acusaciones vertidas
contra él. Embargados sus bienes y condenado
por traición fue afortunado de no haber sufrido
la pena de muerte, como le pasó a los otros
conspiradores que fueron ejecutados en la Plaza
Mayor de Madrid el 5 de diciembre de 1648,
permaneciendo en Madrid hasta julio de 1649
en que fue llevado al castillo de León donde
pasaría el resto de su vida recluido por haber
sido condenado a prisión perpetua. Cuando la
sentencia de reclusión permanente fue conocida
por su familia, tuvieron que ponerse de acuerdo
en cómo administrar sus bienes en su ausencia,
que amenazaba con ser permanente. A
principios de 1649, lo primero que hizo el duque
fue dar poderes a sus hijos Jaime y Ruy para
poder administrar y gobernar sus estados en su
nombre, aunque hasta el 19 de octubre de ese
mismo año no fue levantado el embargo sobre
estos.
mejor mayorazgo, mejorarlo y participar en la
vida social de la villa. No dejó de estar en
contacto con los demás conspiradores,
recibiendo visitas de varios de ellos y enviando
cartas a otros, si se esperaba de él que
aprendiese la lección de su obligado destierro,
estaban muy equivocados. Don Rodrigo estaba
abocado a la autodestrucción en cuanto a sus
aspiraciones políticas en el país y no aprendería
de lo sucedido. Mientras se encontró desterrado
en Villarrubia envió varias cartas al rey
reclamando su inocencia y aclarando algunos de
los puntos en los que se habían centrado sus
acusaciones contra él. En una de las cartas que
envió el duque a Felipe IV desde su destierro en
Villarrubia el 12 de marzo de 1644, en la que se
defendía de las acusaciones vertidas contra él,
decía así: …De don Luis no soy ni he sido
enemigo, ni he hablado de Vuestra Magestad en
el que haya valido o que no lo haya, a nadie
importa menos a quién ni fue ni es si será
pretendiente más que de servir a Vuestra
Magestad como yo. Vuestra Magestad ha dicho
y ha firmado que no tiene Valido y me lo ha
dicho a mí y me ha mandado que lo diga y don
Luis también me lo ha dicho; no será culpa
haberlo dicho yo y no me acuerdo cuando…A
lo sucedido había que sumar la preocupación
que tenía por el efecto de su destierro sobre sus
hijos, en edad de casarse y abrirse camino en la
Corte. El largo destierro de don Rodrigo llegó a
su fin en agosto de 1645. Tras su llegada a
Madrid, se ocupó del matrimonio de su hija Mª
Teresa Margarita Francisca de Silva Sarmiento
de la Cerda con don Juan Zúñiga Sotomayor y
Mendoza, X duque de Béjar, probablemente, el
último acontecimiento familiar alegre de su
vida. Su vuelta a la Corte estaba condicionada a
su comportamiento en el futuro, aunque el rey
tenía sus dudas, por la obstinación que tenía el
duque en no querer reconocer sus errores.
La conspiración del duque de Híjar.
La falta de ocupación política, la caída de sus
rentas, el odio hacia el valido del rey, la
sensación de haber sido castigado injustamente,
los problemas que esto acarreaba a sus hijos,
llegó a colmar el vaso de su paciencia. En el
verano de 1648 don Rodrigo fue acusado de
crimen de lesa majestad junto a otros
conspiradores, por haber intentado derrocar a
Felipe IV y querer ser coronado rey de Aragón.
Según la declaración de los testigos, quedaba
claro que existía una conspiración que tenia
como objetivo el disparatado plan de proclamar
a don Rodrigo rey de Aragón con la ayuda de
Francia. En ella estaban involucrados junto al
duque de Híjar, el principal conspirador, Carlos
Padilla, Pedro de Silva y Domingo Cabral. Pese
Don Luis Mendéz de Haro
En 1658 sus hijos intentaron conseguir de Haro
y del rey permiso para cambiar al duque de la
prisión de León a su palacio de Villarrubia.
Pero, al final no se realizó; el duque era el
mayor enemigo del valido del rey y éste fue
implacable con esta solución. La única
concesión que consiguieron fue quitarles los
guardas el año anterior. La familia del duque
siempre tuvo la certeza de la inocencia de éste,
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Margarita de Austria informó a la duquesa de
Béjar (hija de don Rodrigo) que uno de los
testigos que testificó en su contra había
mentido y que su padre era inocente,
rehabilitando su memoria y nombrando a su
hijo, Jaime de Silva, virrey de Aragón, cargo
que ocuparía entre los años 1681 a 1692.
víctima de las maniobras de don Luis Méndez
de Haro, estando informado de que don Rodrigo
estaba en contra de que el rey tuviera un valido
desde la caída de Olivares, por lo cual lo
destruyó políticamente y le tendió una trampa.
Cuatro días antes de morir, el duque envió su
última carta a Felipe IV, en la que seguía
manifestando su inocencia.
Muerte de don Rodrigo.
El 2 de enero de 1664, don Rodrigo Sarmiento
de Silva Mendoza y Villandrando de la Cerda
moría en el castillo de León, siendo enterrado el
14 de enero en el Monasterio de Benevivere
junto a su difunta esposa y sus ascendientes de
la casa de Salinas y Ribadeo. Su hijo Diego
Gómez de Silva Sarmiento, que acompañó el
cadáver de don Rodrigo desde León, leyó en el
funeral un memorial sobre su padre que decía
así: “El mayor en talento, el más fiel al Rey y la
patria, que descubrió las alteraciones de
Portugal y Cataluña y no oyeron lo que dijo
para el remedio de ellas; el que echó al conde
de Olivares; valido del rey don Felipe Cuarto;
el que no quiso ser valido ni que le hubiese; el
que, descubriendo una de las mayores maldades
cometidas contra su príncipe, los que la
cometieron, con tiranía y testimonios, hicieron
que el rey mandase prender y, mostrando por
todos caminos su inocencia, fue tan temido que
tuvieron retirado quince años en la ciudad de
León, adonde murió miércoles a la una y media
de la mañana a dos de enero, año M.DC.LXIV,
protestando su inocencia y citando a su rey y
señor ante el tribunal de Dios Nuestro Señor,
verdadero juez”. En Villarrubia de los Ojos al
recibir la noticia de la muerte de don Rodrigo,
se celebró el 10 de enero una misa-funeral en su
iglesia parroquial por el alma de su señor.
Los móviles secesionistas que fueran a hacer al
duque de Híjar rey de un Aragón independiente,
no demostrados por completo, no parecían muy
fiables, él propiamente nunca lo admitió, a pesar
del tormento a que fue sometido en su
interrogatorio, las graves penalidades que sufrió
en prisión, las cartas que dirigió a don Luis
Méndez de Haro y al mismísimo Felipe IV
suplicando clemencia por su inocencia, y hasta
el final de su vida siguió manifestando lo mismo
culpando de que esta injusticia se debía a las
intrigas realizadas por el valido del rey por el
odio que tenía contra él. La exculpación del
duque no llegaría hasta que en enero de 1676,
por las presiones de sus familiares, la reina
El castillo de León en la actualidad.
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FOTOGRAFÍA
VISTA DE LA PLAZA DE LA CONSTITUCIÓN
En los años 60.
En la actualidad.
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