So bre la dis lo ca ción a la de re cha en es pa ñol

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Lingua Americana
Año X Nº 18 (2006): 59 - 73
Sobre la dislocación a la derecha
en español
Mercedes Sedano
Instituto de Filología “Andrés Bello”,
Universidad Central de Venezuela, Caracas
Dirección electrónica: [email protected]
Resumen
El propósito de este artículo es demostrar que la estructura conocida como “dislocación a la derecha” (DD) (Lo vi ayer, a Juan) sí se da en español y cumple una función topicalizadora, lo cual significa que la entidad que aparece en el extremo derecho de la construcción (Juan), y que
remite anafóricamente a un constituyente previo (Lo), es presentada
como el tópico de la oración, i.e., como la entidad sobre la que trata el resto de la oración. La investigación se justifica porque hasta ahora no existen trabajos sobre la dislocación a la derecha en nuestro idioma y ni siquiera menciones a la misma. En el artículo se demuestra el empleo topicalizador de la DD del español recurriendo a corpus de habla y, sobre
todo, a un corpus escrito, lo que abre el camino a nuevas investigaciones.
Palabras clave: Dislocación, tópico, pragmática.
* Deseo expresar mi agradecimiento a Tomás Jiménez Julia por su estímulo sobre el
tema tratado. Los errores que en el presente artículo pueda haber son desde luego de
mi entera responsabilidad.
Recibido: marzo 15, 2006 / Aceptado: mayo 07, 2006
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On Right-Dislocation in Spanish
Abstract
This article is aimed at demonstrating that the structure known as
“right-dislocation” (RD) –Lo vi ayer, a Juan (I saw him yesterday, John)–
does occur in Spanish and has a topic-marking function. This means
that the component standing to the right of the construction (John),
which anaphorically refers to a previous constituent (him), is presented
as the topic of the sentence, i.e. as the element about which the rest of the
sentence is about. The value of this study lies on the fact that no works
have been written about and no mention has even been made to
right-dislocation in Spanish so far. In this article, I prove that right-dislocation is used in Spanish with a topic-marking function, based on
speech corpora and, mainly, on a written corpus, which paves the way
for new research studies.
Key words: Dislocation, topic, pragmatics.
0. Introducción
El propósito de esta comunicación es demostrar que el mecanismo conocido como “dislocación a la derecha” sí se emplea en
español y no es un caso de aposición sino un tipo particular de topicalización marcada.1
En la primera parte de esta exposición describo la dislocación, en la segunda, hago una breve referencia a los antecedentes
de estudio, en la tercera analizo la relación entre aposición y dislocación y, en la cuarta, compruebo, con ejemplos extraídos del
uso real del español, que la dislocación a la derecha es una construcción con características topicalizadoras particulares.
1. Dislocación
El término “dislocación”, que procede del inglés “dislocation”, se empleaba y se emplea en gramática generativa (cf.
1
Sobre el concepto de “marcadez” puede consultarse Givón (1990:
945-966).
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D’Introno 1979 y 2001) para establecer la relación entre una oración simple como (1a) y las oraciones del tipo ilustrado en (1b) y
de (1c), que corresponden a dislocación a la izquierda y a la
derecha, respectivamente:
(1)
a. Vi a Juan ayer.
b. A Juan lo vi ayer. (dislocación a la izquierda, DI)
c. Lo vi ayer, a Juan.2 (dislocación a la derecha; DD)
Hoy en día, e independientemente de la corriente teórica en
que se inscriba el investigador, el concepto de “dislocación” suele
utilizarse para identificar las estructuras como (1b-c),3 las cuales
constan de una cláusula (lo vi ayer), en cuyo interior hay un elemento anafórico (lo) que es correferencial con otro constituyente,
generalmente nominal (A Juan). Este constituyente se sitúa en el
extremo izquierdo en la DI y en el extremo derecho en la DD.
Los autores que han estudiado el tema suelen señalar que la
dislocación (tanto la DI como la DD) divide un enunciado en dos
partes: tópico y comentario.4 El tópico es la entidad sobre la que
se dice algo y, el comentario, lo que se dice acerca de esa entidad.
Señalan también que, en las construcciones dislocadas, el tópico
descansa en el referente que corresponde al elemento dislocado,
2
No se debe confundir esta estructura de dislocación a la derecha con la
de “duplicación de clítico”, empleada sobre todo en Argentina y que no
constituye un caso de topicalización marcada sino la forma habitual de
construir una oración cuando el referente del objeto directo es humano
y específico.
3
Barnes (1986:221-222), en su estudio de la dislocación a la izquierda,
lamenta esa denominación y considera que se debería adoptar la terminología de “estructura de Referente + Proposición” (Referent + Proposition) propuesta por Keenan y Schieffelin (1976). Dik (1978), por su parte, identifica el constituyente dislocado de la DI como “tema” (theme) y,
el de la DD como “cola” (tail). Esos términos se corresponden en Lambrecht (1981, 1987), “Tópico” (Topic, T) y “Antitópico” (Antitopic, AT),
respectivamente.
4
Dentro de la tradición europea se suele utilizar el término “tema” en lugar de “tópico” (cf. Halliday 1967; Jiménez Juliá 2000; Gómez Txurruka
2001).
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mientras que el comentario cubre el resto del enunciado.5 Para
Lambrecht (1987:234), como para muchos otros lingüistas, la
dislocación sirve para “promover” un referente lejano o poco
importante al estatus de tópico marcado.
Estructuralmente, la dislocación a la izquierda y a la derecha parecen una copia al carbón la una de la otra. Sin embargo,
varios autores apuntan a funciones parcialmente diferentes de
esas construcciones. Chafe (1976); Dik (1978) o Geluykens
(1987), por ejemplo, a pesar de que no niegan el carácter topicalizador de ambas construcciones, señalan que sólo las oraciones
de dislocación a la derecha desempeñan una función superpuesta a la función topicalizadora: la de marcar el constituyente situado en el extremo derecho como un afterthought (pensamiento tardío) o repair (arreglo). Hacen notar que este tipo de oraciones se
emplea cuando el emisor, mientras está emitiendo una cláusula
en la que ya ha colocado un elemento anafórico destinado a establecer la referencia de una determinada entidad, se da cuenta de
que quizá el receptor no logre identificar inequívocamente esa referencia y que, en consecuencia, a modo de “arreglo”, coloca una
entidad nominal correferencial y desambigüizadora el final de la
construcción. Un ejemplo de afterthought sería el de (1c), Ayer lo
vi, a Juan, si el hablante cree, después de haber emitido el pronombre lo, que quizá el oyente no sabe cuál es la entidad representada por ese pronombre, y por eso coloca a Juan al final de la
construcción. La posibilidad de que las construcciones de DD
funcionen como un “pensamiento tardío” ha sido rechazada, entre otros, por Lambrecht (1987:234), Ziv (1994:249) y Ward et al.
(2002).
Con respecto al carácter tópico de la DD, un autor como
Ashby (1988:216) observa que, en las oraciones de DD del francés, ese constituyente puede ser no sólo tópico de la oración sino
también tópico del discurso, y que con gran frecuencia ejerce ambas funciones. Sobre la diferencia entre tópico oracional y tópico
del discurso, van Dijk (1981:178-179) y Reinhart (1982) señalan,
entre otros, que el tópico oracional se refiere a una entidad, en
tanto que el tópico discursivo es más complejo porque identifica
5
Cf., por ejemplo, Dik (1978:141), Lambrecht (1987:221) y Givón
(1990:757).
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una relación, la cual ha de expresarse no ya mediante una
entidad sino mediante una oración o una nominalización.
2. Antecedentes de estudio
Hasta donde llegan mis conocimientos, el estudio de la dislocación se ha centrado fundamentalmente en el inglés y en el francés,6 sobre todo en esta última lengua, donde el frecuente uso de
esa construcción en sus dos vertientes, izquierda y derecha, hace
que una autora como Galambos (1980) diga que ese idioma podría estarse convirtiendo en una lengua tópico-prominente, es
decir, en una lengua que organiza sus oraciones no tanto en función de los roles sintácticos de sujeto, complemento directo, etc.,
como en función de los factores pragmáticos de tópico y comentario.7
La razón que justifica el presente artículo es que no parece
haber estudios específicos sobre la dislocación a la derecha en español. Los autores que han estudiado los recursos para marcar el
tópico o tema en nuestro idioma, como Morris (1998), Gutiérrez
Ordóñez (2000) o Hidalgo Downing (2003), se refieren brevemente
a la dislocación a la izquierda,8 o dan ejemplos de ella, pero no se
ocupan de la dislocación a la derecha. Zubizarreta (1999), en su
estudio sobre los conceptos de tema y foco, dedica un apartado a
la dislocación a la izquierda pero tampoco menciona la dislocación a la derecha. En cuanto a Jiménez Juliá (2000:153), quien
ha estudiado con gran profundidad las distintas estructuras asociadas a la “tematización”, considera que una construcción como
Acabo de verlo jugando en el parque, al chico que buscas es sim-
6
Desconozco, sin embargo, lo que se ha escrito sobre otras lenguas occidentales. En cuanto a lenguas orientales como el japonés o el chino, es
cierto que se han analizado los recursos topicalizadores de esos idiomas, pero no la dislocación en particular, si es que puede darse.
7
La importancia que la marcación del tópico tiene en francés se advierte,
por ejemplo, en Lambrecht (1987:232), quien, al estudiar ese idioma,
hace notar que “the total number of dislocations of both types is systematically higher than the number of Ss [sujetos], with an average difference of roughly 50%”.
8
Hidalgo Downing la llama “tematización con pronombre correferente”.
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plemente una aposición explicativa que “supone una estrategia
constructiva diferente de carácter no temático”. La posición asumida por este autor se debe a su convicción de que la “zona temática” es, decir, la zona destinada a marcar el tópico o tema, se sitúa en posición inicial o al menos preverbal, pero no en posición
final (Halliday 1967 y 1994; Gómez-González 2000).
La ausencia de información en español sobre la dislocación
a la derecha y, sobre todo, la posición asumida por Jiménez Juliá
(2000), permite plantear dos posibilidades: i) la dislocación a la
derecha no existe en español; lo que existe es la aposición, que
cumple la función de ampliar la información sobre una entidad
nominal, del tipo que sea; ii) la dislocación a la derecha no es un
caso de aposición sino una construcción destinada a poner de relieve el tópico de la construcción. En esta exposición pretendo validar la segunda de estas hipótesis, pero antes debo mostrar la
relación entre aposición y dislocación a la derecha en español.
3. Aposición y dislocación
El DRAE (2001) define la aposición de la manera siguiente:
aposición. (Del lat. apposit0o, -Çnis). f. Gram. Construcción en la que un sustantivo o un grupo nominal sigue
inmediatamente, con autonomía total, a otro elemento
de esta misma clase para explicar algo relativo a él; p.
ej., Madrid, capital de España, está en el centro de la península; ella, enfermera de profesión, le hizo la primera
cura. || 2. Gram. Construcción de dos elementos nominales unidos, el segundo de los cuales especifica al primero; por ej., mi amigo el tendero; el rey Felipe II. Por extensión se aplica a construcciones del tipo la calle de
Goya o El tonto de Rigoberto.
Suñer Gratacós (1999), en consonancia con lo dicho por el
DRAE, señala que puede haber dos tipos de aposición: “unimembre”, sin pausa entonativa (una visita relámpago), y “bimembre”,
con pausa entonativa (Laura y María, sus hijas). Este segundo
tipo de aposición es claramente explicativo.
El campo de la aposición es muy variado y también lo son
sus posibilidades estructurales. Por ejemplo, el constituyente en
aposición puede aparecer en cualquier lugar de la oración, es decir, al inicio, en el medio o al final, como se muestra seguidamente:
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a. Stephane Grapelli, el genio del violín, murió a finales
de 1997 (Suñer G., 1999:527).
b. Fueron padrinos el barón Juan von Knobloch del Alcázar,
padre de la novia, y Doña Carmen Carrasco Ferrer.
(Suñer G., 1999:529).
c. Al final apareció con Pedro, el carpintero de al lado.
Las aposiciones ilustradas en (2) coinciden con las de la DD
ejemplificada en (1c) en que en ambos casos hay dos entidades
correferenciales, la segunda de las cuales ayuda a identificar a la
primera. Ahora bien, incluso en los casos de aposición final como
los de (2c), hay tres aspectos importantes que permiten diferenciar este tipo de aposición de la DD:
i) en la aposición, las dos entidades participantes –o al menos la primera de ellas– suelen ser FN léxicas; en la DD,
la primera entidad es siempre anafórica (pronombre o
anáfora Ø);
ii) en la aposición, ambas entidades son contiguas y solo
van separadas por una pausa entonativa; en la DD no
tienen por qué ser contiguas, la única condición es que el
constituyente dislocado tenga un correferente anafórico
en la cláusula inmediata previa.
iii) en la aposición, ambas entidades suelen ser nuevas en el
discurso; en la DD, no lo son, y desde luego no lo es la
primera de ellas, dado su estatus anafórico.
La conveniencia de añadir esta última condición se debe a
que todos los autores que han estudiado la dislocación a la derecha, aunque haya sido en lenguas distintas al español, consideran que el constituyente dislocado no es nuevo, sino que reintroduce una entidad que ya había sido mencionada o está presente
en la situación en que se produce el discurso. Esta condición es
clave porque parece oponerse, a la luz de los ejemplos de (2), a lo
que resulta más frecuente en la aposición, es decir, a que la información en aposición sea discursivamente nueva.9
9
Estructuralmente, y a diferencia de lo que sucede con la dislocación a la
derecha, la dislocación a la izquierda no se puede confundir con la aposición.
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Una vez probadas las diferencias entre aposición y dislocación a la derecha, conviene estudiar el funcionamiento de esta última construcción en español.
4. Uso de la dislocación a la derecha en español
Para demostrar que la dislocación a la derecha es una construcción con una función pragmática particular, la de realizar
una topicalización marcada, voy a recurrir a unos cuantos ejemplos provenientes del español hablado y escrito. Comencemos
por el fragmento (3), que ha sido extraído de las grabaciones
conocidas como de la “Norma Culta”:
(3) Inf.-
[Risas] Por lo menos es mía [Risas]. Pues, así está... así
es la cosa. Pues a mí todas esas cosas me gustan... y me
llaman la atención... ¡Ah!, mi hobby principal... son los
dameros y los... crucigramas.
Enc.- ¿Los...?
Inf.-
Dameros. ¿Tú no los conoces?
Enc.- No.
Inf.-
¡Ajá, niña!, eso es una cosa así, que eso es... eso es
como una cos... Ahora te voy a enseñar. Pero una maravilla, es que eso me fascina a mí, un damero. Y... y... y
u... una cosa que es estupenda, que... en mi concepto,
¿no?... que eso, le mantiene a uno muy ágil la mente.
Porque tú sabes -y lo mismo los crucigramas- que este...
que “¿cómo se llama el... el astro cual?”, que... que “¿cómo se llama... [Carraspeo] este... el río de... de tal parte?” Son... y eso lo tiene uno en la... siempre en la memoria. Agiliza mucho la memoria, por lo menos a mí.
(Habla culta de Caracas, hablante 14)
En este diálogo, la entidad genérica10 el damero/los dameros está representada en varias ocasiones, al menos las que apa-
10
Al analizar la dislocación a la izquierda, Jiménez Juliá (1996:462;
2000:168) y Zubizarreta (1999:4220) señalan que las entidades genéricas pueden perfectamente ser objeto de ese tipo de dislocación. Ashby
(1988:215), entre otros, dice que también es posible encontrar entidades genéricas en la dislocación a la derecha.
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recen subrayadas. El ejemplo en negritas es un caso de dislocación a la derecha: el elemento dislocado es un damero y su antecedente anafórico en la cláusula inmediata anterior, el demostrativo eso. A diferencia de lo que parece suceder en la aposición, aquí
un damero no es información nueva sino una información que se
relaciona con menciones previas y subsiguientes. El empleo de la
oración eso me fascina a mí, un damero refuerza la importancia
tópica del mencionado juego, sobre todo en relación con los gustos del emisor. Podría decirse entonces que un damero es el tópico
marcado de dicha oración. Al mismo tiempo, es tópico del
fragmento de discurso relacionado con los juegos que le interesan
a la hablante.
Veamos ahora varios ejemplos extraídos de una obra literaria, Tu rostro mañana. 1 Fiebre y lanza, de Javier Marías (Madrid,
Alfaguara, 2002). En el fragmento que viene a continuación, el
narrador cuenta que ve una mancha de sangre en la escalera de
la casa donde está invitado, y esa mancha le hace recordar un
episodio relacionado con un amigo suyo del colegio, Comendador,
que traficaba con drogas. Narra que, cuando Comendador fue a
recoger la “mercancía” a casa de un “camello” llamado Cuesta, le
abrió la puerta una muchacha que parecía drogada. La muchacha trastabilló y cayó al suelo, y entonces Comendador vio unas
manchas de sangre que parecían provenir de ella. El narrador
cuenta esto en la págs. 170-171 y, en las páginas subsiguientes,
sigue contando con todo detalle lo que sucedió después, así como
sus reflexiones particulares en torno al hecho. En la pág. 175 se
inicia el párrafo de la manera siguiente:
(4)
Me acordé de aquel episodio mientras iba al cuarto de baño de
la planta baja, cogía un paquete de algodón y un bote de alcohol
y subía de nuevo hasta lo alto del primer tramo de la escalera
para limpiar aquella mancha poco explicable que no era responsabilidad mía, por suerte estaba en la madera y no en la alfombra. Comendador no le había hablado a Cuesta, al hacerle
su veloz y agitado relato en la tienda, de las manchas de sangre
que sin duda eran de su novia, las del suelo y las de las sábanas
y las motas en la camiseta, y al parecer ella tampoco se las había mencionado al teléfono, luego no tenía sentido [...] que él le
preguntara al respecto. Tal vez la chica se avergonzaba y prefería hacer como si no las hubiera visto: quizá –sin decirlo– le
pedía perdón por eso. Y así Comendador nunca supo con certidumbre de dónde venían ni a qué se habían debido, se dio a
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sí mismo por buena la explicación de una menstruación sin
aviso o bien no atajada a tiempo por comprensible descuido, y
al cabo de unos días empezó a dudar, incluso, de haberlas
visto, aquellas manchas, a veces nos sucede eso con lo que se
niega o se calla, con lo que se guarda y sepulta, va difuminándose sin remedio y llegamos a descreer que en verdad existiera
o se diera... (J. Marías, Tu rostro mañana, 175-176).
En el fragmento anterior se retoman las manchas de san gre, cuya primera mención ya dije que había aparecido mucho
antes, en la pág. 170. Hay en este fragmento varias referencias a
dicha entidad, la primera mediante una FN determinada, las
manchas de sangre, y después mediante usos anafóricos, incluyendo las formas flexionadas de aquellos verbos cuyo sujeto implícito es las manchas: venían y habían debido.11 Finalmente, y en
negritas, aparece la dislocación a la derecha. Se podría argumentar
que esa construcción es simplemente una aposición destinada a esclarecer cuál es el referente de las, que había quedado discursivamente un poco lejos. Cabe refutar ese argumento haciendo notar,
por un lado, que las y aquellas manchas no son entidades contiguas en el texto y, por el otro, que si la única razón para usar esa
construcción hubiera sido la de desambiguar el pronombre las, el
narrador habría podido usar una construcción como (5), que resulta “equivalente” a la que utilizó, pero más económica desde el
punto de vista discursivo puesto que carece del pausa entonativa
y del pronombre las:
(5)
...al cabo de unos días empezó a dudar, incluso, de haber
visto aquellas manchas.
¿Por qué Marías no utilizó la oración ilustrada en (5)? Seguramente porque, en ella, la FN aquellas manchas aparece al final
de la oración, es decir, en una posición que generalmente se reserva para el foco no marcado, es decir, para la información nueva. Marías –¡cuán intuitivos pueden ser los buenos escritores!–
evita el que esa FN pueda considerarse el foco de la construcción
empleando una dislocación a la derecha que marca aquellas
manchas como información tópica. El autor, entonces, usa la DD
11
Zubizarreta (1999:4222) señala que “la flexión verbal es clítica en un
sentido parecido a como lo son los pronombres átonos”.
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de (4) como un recurso para recordarle al lector cuál es el tópico
oracional, que en este caso es también un tópico discursivo de
largo alcance y que podría enunciarse como “las manchas de
sangre en dos episodios diferentes”.
Podría argumentarse que “una golondrina no hace verano”,
es decir, que un caso no es lo suficientemente representativo y
que la DD de (4) podría ser producto de la casualidad. Puedo afirmar, sin embargo, que, en la obra analizada hay varios ejemplos
como ese. A continuación ofreceré dos más. El narrador cuenta
que, durante la guerra civil española, su madre, todavía muy joven, buscó desesperadamente en comisarías y chekas a uno de
sus hermanos, que no había regresado a casa:
(6)
No tuvo suerte y sí dio con él, o más bien con su reciente foto
de joven muerto, de hermano muerto [22 líneas sobre el hermano].
Nunca creí que existiera esa burocrática foto a la que había
oído aludir, de pequeño tamaño. Quiero decir que se conservara en ninguna parte o que se guardara o que la tuviera mi
madre Elena a quien tocó encontrarla, que la hubiera pedido en
la cheka a los comisarios políticos del 36 y se la hubieran dado,
cuando la edad de ella sería de veintidós años, la mayor de ocho
hermanos, pero aun también muy joven. Y cuando la descubrí
casualmente, mucho tiempo después de su muerte, envuelta
en un extraño trocito de raso con dos anchas listas de color rojo
flanqueando otra de negro, y el raso metido en una cajita metálica de almendras de Alcalá de Henares junto con alguna otra
foto ya no envuelta del hermano aún vivo y el carnet de la Biblioteca del Decanato de la Facultad de Letras y papeles varios
de los años treinta cuidadosamente plegados para que cupieran todos (entre ellos un ingenioso poema callejero a Madrid coronado por la bandera de la República con su color morado,
cuánto riesgo había corrido mi madre por conservarlos durante
el franquismo eterno), mi impulso inicial fue no mirarla, la
foto, y no pararme en lo que ya había avistado como un fogonazo o una mancha de sangre y reconocido nada más desdoblar la
tela [...]. Mi impulso fue cubrirla de nuevo con el pedacito de
raso [siguen 12 líneas de texto en torno a la foto].
Hasta que me paré a pensar palpitante y pensé entonces que si
mi madre me pidió y se llevó y conservó toda su vida la foto de
la atrocidad [siguen 13 líneas de texto acerca de las razones
por las que su madre podría haber conservado la foto]. Y quizá
también porque dejar la foto en aquel fichero de muertes ad-
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ministrativas habría venido a ser como dejar a la intemperie el
cuerpo que jamás llegó a ver ni a saber dónde yacía, y no darle
sepultura. Y en cuanto a destruirla más tarde, comprendo que
eso tampoco lo hiciera, si bien estoy convencido de que jamás
volvió a mirarla, y de que era seguramente para ni siquiera ponerse en el riesgo de verla por lo que la guardaba, envuelta en
aquel trozo de tela roja y negra, como un aviso o una señal disuasoria que la advirtiera: ‘Recuerda que estoy aquí. Recuerda que soy aun y que así es cierto que he sido. Recuerda que
podrías verme y que tú me has visto’. Y casi seguro que no la
enseñó, esa foto, no lo creo. [siguen dos páginas más en torno
a la foto] (J. Marías, Tu rostro mañana, 206-209)
Después de que la foto se introduce en el discurso, hay repetidas referencias a ella pero, además, todo el texto está de una forma u otra centrado en dicha foto. En esas circunstancias, se dan
dos casos de dislocación a la derecha semejantes al que se había
mostrado en (4). En ellos se observa, una vez más, que la foto no
es sólo el tópico de la cláusula sino también el tópico del discurso.
Aunque no se desecha del todo la posibilidad de que, en algunos casos, el constituyente situado en el extremo derecho de la
construcción pueda funcionar como la expresión de un pensamiento tardío, los ejemplos de DD estudiados en la presente investigación y, sobre todo, los extraídos del bien planificado texto
de J. Marías, contradicen esa posibilidad. En todos los casos analizados, el discurso es lo suficientemente transparente como para
que el emisor pueda identificar el referente anafórico de la construcción dislocada sin necesidad de recurrir a esa particular
construcción. Si el emisor la utiliza es porque desea marcar
enfáticamente el tópico de la oración y con frecuencia también el
tópico del discurso.
La conclusión más importante a la que nos conducen los
ejemplos anteriores es que en español sí puede hablarse de dislocación a la derecha como de un recurso topicalizador marcado.
En los casos que he puesto como ejemplo, el tópico oracional es
también tópico del discurso.12 Aunque todo parece indicar que
12
Ashby (1988:216) señala que, en el corpus que estudia, el 93% de oraciones con DD son casos en los que no se marca solo el tópico oracional
sino también el tópico del discurso.
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esta característica se da frecuentemente en la DD del español,
habría que estudiar el uso de esas construcciones en un corpus
mucho más extenso para sacar conclusiones definitivas.
La importancia teórica de que exista en español una DD topicalizadora radica en que permite comprobar que, si bien en los
enunciados no marcados la zona topical suele estar a la izquierda
del verbo, no hay duda de que, en los casos marcados, puede estar a la derecha. Esta conclusión es coherente, por un lado, con la
relativa flexibilidad de nuestro idioma en cuanto al orden de los
constituyentes oracionales y, por el otro, con el consenso que
suele haber sobre la posibilidad de que el foco marcado pueda
aparecer en posición inicial:13 si el foco marcado puede estar en
posición inicial de cláusula ¿por qué el tópico marcado no puede
estar en posición final?. Dejo para futuras investigaciones el
estudio en profundidad de un tema que promete dar interesantes
resultados.
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13
Sobre la anteposición del foco marcado pueden consultarse, entre
otros, Lambrecht (1987:224) o Givón (1990:699-737).
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Sobre la dislocación a la derecha en español
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