Los 10 temores del proceso de desmovilización

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Hechos del
Pnud
Programa de las
Naciones Unidas
para el Desarrollo
Año 1
Octubre de 2005
ISSN 1794-9408
Asdi
El diálogo no se reduce a la conversación directa
entre las partes sino que incluye una amplia deliberación pública, el flujo de información veraz, el
desmonte gradual de los prejuicios y la exploración
abierta de escenarios y fórmulas tentativas.
Número 8
Editorial
60 años después: la vigencia de la ONU.
p. 19
¿Y al fín qué?
Cifras y realidades sobre
el homicidio político.
p. 12
El invitado
Adrianus Koetsenruijter, Embajador-Jefe Delegación de la Comisión
Europea.
p. 15
Buenas prácticas
Cosurca, café con aroma a
dignidad.
p. 20
© Cortesía Prensa- Oficina del Alto Comisionado para la Paz
Los 10 temores del proceso
de desmovilización
Para diciembre del 2005 se habrán desmovilizado 25.000 hombres y finalizando 2006 serán 30.000. ¿El país está preparado? Varios son los temores: que ante la falta de opciones
estos jóvenes sean otra vez reclutados e ingresen a la delicuencia común, que aumente el tráfico de armas y que usen la coacción para hacer política. Pag. 2
Así vamos p. 5
¿Cómo nos ven? p. 8
Colombia: entre desigualdad, pobreza y conflicto
¿Por qué negociar?
Para asfixiar la guerra son necesarias reformas institucionales orientadas a superar las fallas de la capacidad y la legitimidad estatal
y se requieren políticas de redistribución y equidad cuidadosamente
diseñadas e implementadas .
Hay tres razones principales que suelen impulsar a un grupo armado o
a un Gobierno hacia una negociación y bajo los cuales se desarrollan en
estos momentos los contactos entre las partes: la opción pragmática,
la opción humanitaria y la opción política.
1 • hechos del callejón
El debate
Los 10 temores sobre
la desmovilización
© Cortesía Prensa • Oficina del Alto Comisionado para la Paz
La experiencia centroamericana y la realidad colombiana ante la desmovilización y reinserción de 7.395
combatientes de las autodefensas ha generado varios temores: el aumento de bandas y pandillas, el crecimiento del tráfico de armas y la posibilidad de que nuevamente sean reclutados por grupos armados ilegales y la delincuencia organizada ante la falta de opciones y el fracaso de sus proyectos productivos.
H
oy son más de 18.000 los paramilitares y guerrilleros
que se han desmovilizado. Esa cifra llegará a 25.000 en
diciembre y finalizando 2006 ya serán 30.000 los reinsertados, según los cálculos del Gobierno. ¿El país está
preparado para la desmovilización y reincorporación a
la vida civil de esta población?
Esa es la gran pregunta que ha centrado la atención del país en los
últimos días ante las inquietudes y cuestionamientos que ha dejado la
desmovilización de más de 13.000 hombres de las autodefensas (cuadro
1). ¿Cuáles son las principales inquietudes sobre el proceso de desmovilización y reinserción, más allá del principal reto: la aplicación de la
Ley de Justicia y Paz?
Cuadro 1 • Desmovilizados 2002-2005
2002
Individuales
Colectivos
Total
2003
2004
2005
Total
Autodefensas
0
697
1.269
672***
2.638
Guerrillas
730
1.846
1.703
710**
4.989
Autodefensas
0
1.036
2.624
6.927*
10.587
730
3.579
5.596
8.309
18.214
Fuente: Oficina del Alto Comisionado para la Paz, Programa de Atención Humanitaria al Desmovilizado
—PAHD—, Ministerio de Defensa. *A 22 de septiembre de 2005 **A 20 de junio ***A 3 de septiembre
1
Son más de 12.000 los hombres de las AUC que se han desmovilizado.
2 • hechos del callejón
¿Formación para la paz o para la guerra?
¿Qué formación debe recibir un desmovilizado acostumbrado a
las armas? ¿Cómo evitar el riesgo frente a la drogadicción y la cooptación por la delincuencia común? La capacitación que reciban
responderá muchas de estas preguntas. Por eso, la formación es
un desafío urgente del Gobierno y más teniendo en cuenta que el 77%
de los desmovilizados son analfabetas funcionales. Hasta el momento
han recibido preparación en panadería, confección, mercadeo, cosmetología y mecánica, entre otros. En algunos casos los resultados han
sido satisfactorios, pero las críticas e interrogantes continúan:
1. El tipo de formación que están recibiendo ¿es acorde realmente a
sus intereses, capacidades y a las necesidades del mercado?
2. Que los desmovilizados trabajen como policías de carreteras, en
empresas de seguridad, como guardias cívicos o guías en labores de
inteligencia militar ¿permite que vuelvan a la civilidad? Darío Villamizar, director del Programa de Atención Complementaria a la Población
Reincorporada en Bogotá, y Alonso Salazar, Secretario de Gobierno de
Medellín, rechazan la participación de los reinsertados en empresas
2
El difícil ingreso a la vida laboral
Aunque el Gobierno impulsa los proyectos productivos de los
desmovilizados, se sigue cuestionando la falta de acompañamiento en la formulación, desarrollo y seguimiento de esas
iniciativas.
En el caso de Bogotá, esta situación se reflejó en el fracaso de proyectos en los que el desmovilizado invirtió los 8 millones de pesos recibidos.
El Gobierno sigue pidiendo un mayor compromiso del empresariado,
advierte Juan David Ángel, director del Programa de Reincorporación
a la vida civil del Ministerio del Interior.
En el caso del Bloque Cacique Nutibara, por ejemplo, sólo diez desmovilizados —de los 868 que entregaron las armas— se vincularon
al sector privado. La administración de Medellín tuvo que ofrecerles
actividades remuneradas como operadores de barrido, en limpieza de
quebradas y ornato de la ciudad, entre otros.
3
© Cortesía Prensa • Oficina del Alto Comisionado para la Paz
de seguridad privada porque no contribuye a alejarlos de la cadena
de violencia.
3. Los beneficios económicos del Gobierno al desmovilizado que
“voluntariamente” desee colaborar con información y “desarrollar
actividades de cooperación para la Fuerza Pública” son otro factor de
inquietud por las consecuencias directas sobre los desmovilizados, sus
familias y las comunidades. Algunos de los asesinatos y ataques contra
reinsertados en Bogotá han sido en retaliación por su condición de
informantes, confirma Villamizar.
Organizaciones nacionales e internacionales temen que los desmovilizados continúen en la lógica de la guerra. En su más reciente informe,
Amnistía Internacional advirtió que “resulta especialmente peligroso
utilizar a ex paramilitares para reunir información, ya que esta práctica
puede reproducir las circunstancias que condujeron originalmente a la
creación de grupos paramilitares”.
Sin embargo, para el Gobierno estas bonificaciones son un incentivo
para el desmovilizado y para su propio futuro y han sido un mecanismo
eficaz para evitar “ataques terroristas”.
Uno de los temores es que los desmovilizados no estén entregando todas sus armas.
sobre los civiles; c) una socialización de la violencia, con poblaciones
acostumbradas a recurrir a su uso como el medio de resolver los conflictos...”. Estas preocupaciones han quedado expresadas en el informe
de Amnistía Internacional, fuertemente cuestionado por la Alcaldía de
Medellín. En él se denuncia que desde la desmovilización del Bloque
Cacique Nutibara éste “ha estado promoviendo la creación de comités
comunitarios de seguridad que estarían gestionados por combatientes
desmovilizados del propio Bloque [...] También hay indicios de que en
Medellín continúa actuando una estructura paramilitar organizada
mediante el reclutamiento forzoso de menores”.
Los mismos temores se advierten, según denuncias públicas, en el
Catatumbo, donde siguen las amenazas de las autodefensas a pesar de
los 1.425 desmovilizados que operaban allí; o en Cundinamarca, donde
el ex jefe paramilitar Luis Eduardo Cifuentes sigue impartiendo justicia
como “El Patrón”; o en Sincelejo, donde desmovilizados continúan a las
órdenes de paramilitares aún activos.
Los desmovilizados han sido autores de diferentes delitos, desde
homicidios hasta violencia familiar. En Medellín, por ejemplo, la Fiscalía
El aumento de la violencia
Ante la falta de opciones y por los fracasos productivos, la población reinsertada es “mano de obra calificada” para ser otra
vez reclutada por grupos armados ilegales, por la delincuencia
común o los carteles de la droga. Eso fue, precisamente, lo que
ocurrió en países centroamericanos.
En Salvador, Guatemala y Nicaragua el problema común en el postconflicto fue “el aumento de la violencia criminal y el riesgo de que
los combatientes desmovilizados
se dediquen al delito violento ante
La población reinsertada es “mano de obra calificada” para
la falta de oportunidades reales de
reinserción a la vida civil... Si bien
ser otra vez reclutada por grupos armados ilegales, por la delinla violencia política de hecho baja
cuencia común o los carteles de la droga”.
notablemente, la violencia común se
generaliza y aumenta”, indica el más
ha adelantado 80 procesos que llevaron a la detención de 20 desmoreciente informe de la Fundación Seguridad & Democracia.
La fundación advierte que “el escenario postguerra trae consigo: a) vilizados, según Salazar.
A la fecha, 177 ex combatientes han muerto; de ellos 104 provenían de
el exceso de personas desocupadas en las distintas regiones y mano de
obra barata; b) miles de ex soldados desmovilizados y ex guerrilleros desmovilizaciones colectivas. Sin embargo, el Gobierno resalta que es un
entrenados en el empleo de armas, desarraigados de sus lugares de ori- número inferior, pues han dejado las armas 18.214 (de ellos 13.225 autodegen y costumbres, organizados en redes acostumbradas a ejercer poder fensas) y algunos fallecieron en accidentes de tránsito, por ejemplo.
“
3 • hechos del callejón
El debate
4
El mercado negro de las armas
Durante el Gobierno de Uribe se han desmovilizado de manera
colectiva 10.587 paramilitares, quienes han entregado 6.636
armas (al 20 de septiembre de 2005). “Hay que tener en cuenta
[advierte el analista en seguridad y defensa, Jairo Libreros]
que en ningún ejército la relación es hombre-arma. En Centroamérica
no fueron entregadas el 27% de las armas. En Colombia, faltaría el 36%”.
Existe el temor de que muchas armas se estén guardando para ser vendidas en el mercado negro o para ser usadas por la delincuencia común,
como sucedió en el postconflicto centroamericano. “El mercado negro
se disparará en Colombia y la campaña armamentista de la sociedad se
notará en el aumento de pandillas. En Soacha, Bogotá, ya es sorprendente el aumento en un 341% del número de bandas: hoy hay 900”.
5
a que el alcalde Garzón afirmara que Bogotá era un polvorín. Lo que
ocurre, insiste Darío Villamizar, es que no se ha hecho un énfasis real
en la dimensión de reconciliación que debe acompañar el proceso. Se
requiere mayor pedagogía, diálogo y concertación.
8
Las responsabilidades municipales
Las exigencias presupuestales y sociales también serán de
los municipios y capitales adonde llegará esta población,
especialmente a Bogotá, Medellín, Cali, Turbo, Montería
y Cúcuta, entre otros. En sólo dos municipios se esperan
4.000 desmovilizados. Actualmente hay reinsertados en 214 municipios
del país. Lo ocurrido en Bogotá es una muestra de ese desafío ante la
llegada masiva de desmovilizados individuales que el Gobierno ubicó
en albergues sin consultar con el Distrito. Aunque la Administración
Uribe reconoció las debilidades de esos albergues y decidió su desmonte
progresivo, hoy la administración distrital atiende 3.239 ex combatientes
(al 25 de agosto de 2005) y adicionalmente a 4.000 personas que son
sus familiares. Para responder a esa responsabilidad, el Distrito creó el
Programa Complementario para la Población Reincorporada (en fun-
La participación en política
Sobre la participación en política de los desmovilizados en las
elecciones del 2006 existe el temor de que lo hagan pasando
por encima de los lineamientos básicos de la democracia.
Claudia López, experta en el tema, advierte que el riesgo es que
“los paramilitares sigan utilizando
la estrategia de penetración y conQue los desmovilizados trabajen en empresas de seguridad,
solidación política ‘atípica’ que les
funcionó en el 2002-2003, es decir,
como guardias cívicos o guías en labores de inteligencia militar
a través de masacres y homicidios
¿permite que vuelvan a la civilidad?”
selectivos. En ese entonces, se afianzaron en sus distritos electorales
producto, además, de los acuerdos con movimientos políticos de la cionamiento desde marzo del 2005) e incluyó en su Plan de Desarrollo
región”. Amnistía Internacional también expresó su preocupación: “Es 2004-2007 una partida por 1.511 millones de pesos. El caso de Medellín
legítimo que los combatientes desmovilizados participen en política también es significativo. A la ciudad llegarán más de 3.000 desmovisiempre que no estén implicados en abusos contra los derechos huma- lizados, contando los reinsertados del Bloque Cacique Nutibara (868)
nos y que sus actividades políticas no estén respaldadas por la coerción y los del Bloque Héroes de Granada (2.033). La inversión mensual del
violenta u otros delitos”.
municipio en cada desmovilizado es de cerca de 740 mil pesos, es decir,
aproximadamente 8.700.000 pesos al año.
La sostenibilidad
En la década del noventa se desmovilizaron 4.715 comLa necesidad del apoyo internacional
batientes. Hoy son más de 18.000 (cuadro 1). Un estudio
El Gobierno Nacional es conciente de que los recursos para
de la Fundación Restrepo Barco reveló que un desmovigarantizar la reinserción saldrán del presupuesto nacional,
lizado le cuesta al Estado un millón de pesos mensuales.
pero también confía en la comunidad internacional. Por eso,
Se requieren —dijo el Alto Comisionado para la Paz— entre 20 y 25
en los diferentes escenarios internacionales la Administramillones de pesos anuales para adelantar todo el proceso. Por ello, la ción Uribe ha buscado un apoyo político que sea al mismo tiempo un
inversión en la política de reinserción ha pasado de 23.000 millones respaldo económico. En su discurso ante la ONU (17 de septiembre de
en el 2002 (cuando eran sólo 730 desmovilizados) a 130.000 millones 2005) el presidente afirmó: “Necesitamos el apoyo del mundo a nuestros
en el 2005 (8.309 reinsertados). Para 2006 se tienen presupuestados planes de reinserción... Requerimos el apoyo del mundo para brindar a
181.000 millones de pesos. Aunque se trata de un gran esfuerzo fiscal, los reinsertados oportunidades de rehabilitación e integración social”.
el Gobierno es optimista. “Los costos por desmovilizado tienden a La realidad está demostrando que la sostenibilidad económica del probajar ya que son cada vez más las desmovilizaciones colectivas y éstas ceso no reside únicamente en su parte financiera, sino especialmente
son mucho más económicas ya que ellos regresan a sus lugares de en su legitimidad y credibilidad.
origen”, señala Juan David Ángel. Además, afirma, la ayuda que recibe
cada desmovilizado tiene un plazo definido de cerca de dos años.
El desmantelamiento del
fenómeno paramilitar
Mayor énfasis en la reconciliación
El gran desafío es que el proceso de desmovilización
Es urgente asegurar la pacífica convivencia entre comunidades
y reinserción contribuya a lo que debería ser el
y reincorporados, como lo demuestra lo ocurrido en Bogotá,
objetivo de una negociación y dejación de armas:
adonde llegaron progresivamente cerca de 5.000 hombres sin el desmantelamiento del fenómeno paramilitar. Es decir, la desarticuun acuerdo previo ni con la administración distrital ni con la lación de todas sus estructuras militares, políticas, económicas y de
población. Las protestas de la comunidad por la inseguridad llevaron control social. ◗
“
6
9
7
10
4 • hechos del callejón
Así vamos
El triángulo colombiano:
pobreza, desigualdad y conflicto
Para asfixiar la guerra se requieren reformas orientadas a superar las fallas de capacidad y legitimidad estatal y políticas de redistribución y equidad cuidadosamente diseñadas e implementadas.
Por Mauricio Uribe López
Profesor del CIDER de la Universidad de los Andes
C
1. Paul Collier, Anke Hoeffler y Mans Söderbom (2002), On the Duration of Civil
War, Oxford, Centre for the Study of
African Economies, http://econ.worldbank.org/external/
abajo cualquier relación entre desigualdad y conflicto violento pierden
de vista que no se trata de un asunto de variación del grado de violencia
en función del grado de desigualdad, sino de proclividad: si se toman
los casos de muchos países se encontrará más violencia entre los más
desiguales2. Con excepciones como Ruanda o Nepal, el mapa de las
guerras internas de la postguerra fría también cabe en el mapa de los
países más desiguales. Existen desigualdades en el acceso a cargos
públicos, entre regiones y entre grupos poblacionales que ayudan a
crear las condiciones para la
ocurrencia o persistencia de
conflictos armados. Es el caso
de Nepal, en donde el Gini de
distribución de los ingresos no
refleja las diferencias en las tasas
de pobreza que separan al centro
y al extremo occidental del país
del valle de Katmandú. Tampoco
refleja las diferencias en el índice
de desarrollo humano entre grupos étnicos. Estas desigualdades
crearon las condiciones para
el despegue de la insurgencia
armada en 19963.
Nepal abre la puerta a otro
nivel de análisis de las relaciones
entre pobreza, desigualdad y
violencia política: las regiones y
los grupos poblacionales dentro
de los Estados. En efecto, las
comparaciones internacionales
esconden variaciones importantes. Tras los promedios nacionales hay un abanico de realidades
© Cortesía PCS
on algunas excepciones (entre ellas la de Colombia), el mapa
contemporáneo de las guerras internas cabe en el mapa de
los países más pobres. La guerra causa pobreza y la pobreza
es un factor de riesgo para que ocurran guerras. Sin embargo
el vínculo entre una y otra no es automático.
El Informe sobre Desarrollo Humano 2005 señala tres vacíos que
aumentan el riesgo de convertir las tensiones políticas y las presiones
económicas en conflictos armados: i) la incapacidad o indecisión del
Estado para proveer seguridad a
sus asociados; ii) su incapacidad
para proveer servicios básicos e
infraestructura, y iii) el déficit de
legitimidad de las instituciones estatales para arbitrar los conflictos
de intereses entre los diferentes
grupos.
La relación entre desigualdad y
conflicto armado tampoco es automática. Si así fuera, Brasil, Chile y
Paraguay afrontarían guerras internas. Pero igual que con la pobreza,
la falta de vínculo automático no
significa falta de relación. Aunque
en algunos estudios empíricos la
desigualdad en los ingresos o en
la tenencia de la tierra no califican como factor de riesgo para el
comienzo del conflicto, sí califican
como variables que tienden a prolongar su duración1.
Quienes argumentan que hay
sociedades más desiguales y menos
violentas que otras para echar
Los estudios han revelado que la pobreza rural es más aguda que la urbana.
2. Francisco Gutiérrez (2001), “Inequidad y violencia política: Una
precisión sobre las cuentas y los
cuentos”, en Análisis Político N° 43,
mayo-agosto, Bogotá, iepri.
3. pnud (2005), Informe sobre desarrollo humano 2005. La cooperación
5 • hechos del callejón
Así vamos
© Cortesía Prensa • Oficina del Alto Comisionado para la Paz
tan dispares como los países. La pobreza y la desigualdad operan precisamente como factores de riesgo de conflicto armado en contextos
específicos y locales, aunque su operación esté mediada por variables
del contexto nacional tales como la falta de seguridad, de capacidad y
de legitimidad estatal.
Los vacíos de seguridad, capacidad y legitimidad, aunados a la pobreza y a la desigualdad (en sus diferentes dimensiones) constituyen el
cuadro clínico del fracaso del desarrollo. Y aunque no todo fracaso del
desarrollo desemboca en derramamiento de sangre, sí es —en combinación con otras variables específicas de cada caso— una causa raizal del
conflicto. Asimismo, la guerra interna agrava el cuadro clínico y retarda
el cumplimiento de los objetivos de desarrollo del milenio. Por ejemplo,
30 de los 52 países que no han tenido éxito en la disminución de sus
tasas de mortalidad infantil han enfrentado conflictos desde 19904.
pobreza extrema pasó de 45% a 23%6. Sin embargo, las diferentes metodologías y fuentes de medición7 tienen un elemento en común: no
menos de la mitad de la población es pobre por ingresos. Que al menos
una de cada dos personas en Colombia se encuentre en situación de
pobreza es inquietante.
Más inquietante —e irritante— aún es la variedad del drama que se
oculta detrás de los promedios: los ingresos del 20% más pobre de la
población colombiana son similares al pib per cápita de Madagascar y
Burkina Faso, y el 10% más pobre de la población percibe casi el equivalente al pib per cápita de Sierra Leona, país que en la clasificación
del índice de desarrollo humano de este año ocupa el puesto 176 entre
177 países. Mientras más se hurga en los promedios y se incorporan las
dimensiones regional, local y poblacional al escrutinio, más visibles se
hacen las conexiones específicas entre pobreza, desigualdad y riesgo de
conflicto. Esa fue precisamente la indagación de
El Conflicto, callejón con salida: hallar aquellas
fracturas sociales que en Colombia “tienen una
relación directa, específica y bien establecida
con las acciones armadas” y así evitar la idea
imprecisa e inútil de que el conflicto armado se
debe sin más a la “injusticia social”. Igualmente,
la identificación de esas conexiones pone al descubierto el cinismo (deliberado o desinformado)
de quienes afirman que este conflicto ya no tiene
nada que ver con variables sociales.
La búsqueda de aquellos incentivos inmediatos
y cotidianos que explican la manera en que se teje
individualmente la trama del conflicto armado
arrojó cuatro escenarios con vínculos entre variables socioeconómicas (pobreza y desigualdad)
y conflicto armado, mediadas por factores institucionales (seguridad, capacidad, legitimidad
y debilidad del tejido social). Tales escenarios
son: i) los conflictos rurales (pobreza rural y uso
y distribución del suelo); ii) conflictos laborales;
iii) conflictos por excedentes (economías de
enclave, regalías petroleras, inversiones estatales y megaproyectos), y iv) la falta de opciones
socioeconómicas en la legalidad.
La pobreza y la desigualdad son factores que influyen para que los jóvenes ingresen a un grupo ilegal.
Conflictos rurales. La primera diferencia que
El triángulo colombiano
Colombia no es uno de los países más pobres del mundo. Inclusive,
“pese a la violencia sostenida desde mediados de siglo, el pib creció
a un promedio anual de 4,6% entre 1950 y 1995, el ingreso per cápita
mejoró en 2,1% anual, la esperanza de vida aumentó en diecinueve años,
la escolaridad primaria se duplicó”5 y la pobreza disminuyó. Entre 1978
y 1999 la tasa nacional de pobreza se redujo de 80% a 64% y la tasa de
se esconde tras las cifras nacionales es entre el
campo y la ciudad. La tasa de pobreza rural disminuyó entre 1978 y 1999
pero a un ritmo inferior al de la reducción de la tasa pobreza nacional y
desde un nivel más alto. Pasó de 94% a 79%. A pesar de los progresos de
los últimos 25 años la pobreza rural está mucho más extendida que la
urbana, y los pobres del campo son mucho más pobres que los pobres de
las ciudades. En el campo colombiano la pobreza forma parte del ciclo
que crea y perpetúa el conflicto armado. Además, la desigualdad en la
internacional ante una encrucijada: Ayuda al desarrollo, comercio y seguridad en un
mundo desigual, Madrid, Barcelona, México, Programa de Naciones Unidas para el
Desarrollo, p. 187.
4. Ibid, p. 177.
5. pnud (2003), Informe nacional de desarrollo humano Colombia 2003. El Conflicto,
callejón con salida, Bogotá, Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, p. 103.
6. Cifras del Informe de Pobreza del Banco Mundial del año 2002. Citado en: Armando
Montenegro y Rafael Rivas (2005), Las piezas del rompecabezas: Desigualdad, pobreza
y crecimiento, Bogotá, Taurus, p. 43.
7. Como la línea de pobreza del dnp, basada en la canasta de 1984, que arroja una
incidencia del 56% para 2003; la línea de pobreza de la Contraloría, basada en la
canasta de 1994 (incidencia del 66% para 2003) y la línea de pobreza propuesta por la
6 • hechos del callejón
© Cortesía Simone Bruno
tenencia de la tierra, compatible
con el uso irracional de la misma
—pastos en tierras fértiles y
economía campesina en laderas
y más allá de la frontera agraria— ha creado “un excedente
de mano de obra que aumenta
el ejército de reserva para los
grupos armados”8 y la siembra
de cultivos ilícitos.
Conflictos laborales. La infiltración armada en ciertas
disputas obrero-patronales ha
tenido lugar por la conjunción
de varios de los siguientes seis
factores de riesgo:
i) alta conflictividad laboral en
zonas de bonanza económica;
ii) aversión patronal hacia orLa reivindicación de los derechos sociales es una vía que fortalece las organizaciones y disminuye los riesgos de conflicto.
ganizaciones de trabajadores
(búsqueda de respaldo en el actor armado); iii) debilidad estatal para Allí la inestabilidad política y el malestar social han desembocado en
garantizar la seguridad de las inversiones (contratación de la seguridad disturbios que distan mucho de un conflicto armado. El cuadro clínico
con el actor armado); iv) criminalización de los movimientos laborales; boliviano parece incluir un componente que mitiga los riesgos: la denv) baja representatividad, escasa democratización interna y débiles sidad del tejido social.
vínculos de las organizaciones laborales regionales con las federacioPor el contrario en Colombia “el principio organizador de la sociedad”
nes y confederaciones sindicales y con otras organizaciones sociales, es “la primacía de las racionalidades individuales sobre la racionalidad
y vi) poca autonomía y capacidad del aparato estatal en las regiones colectiva, de las lealtades sobre la ley, de la destreza en lograr la ventaja
de mayor conflicto laboral.
personal sobre la acción colectiva, de lo privado sobre lo público”. De
ese “principio organizador” se desprende “la singularidad del ‘caso’
Conflictos por excedentes. Su proclividad a la infiltración de los colombiano con sus grandes defectos y sus virtudes históricas”10 y se
grupos armados aumenta en función del vacío de Estado, la debilidad desprende también la peculiar conjunción de factores que desencadedel tejido social y la exclusión social. Un estudio empírico mostró en naron y prolongan el conflicto armado.
1999 que los municipios colombianos con altos niveles de desigualdad
tienen 30% más probabilidades de presentar altos niveles de violencia9. Falta de opciones. Aunque Colombia es un país de ingreso y desarrollo
El trato de “colonia interna” que el centro del sistema político desde humano medios que ha hecho importantes mejoras en sus indicadores
Bogotá, Medellín y otros polos ha dado a la periferia colombiana pasó sociales en los últimos 50 años, es un país muy desigual (el 10% más
su factura con el surgimiento de las bonanzas legales e ilegales justo en rico percibe o consume el 46,5% de los ingresos totales mientras que al
esos territorios con déficit de regulación y legitimidad estatal.
10% más pobre corresponde el 0,8 de los ingresos). También es un país
Los fenómenos de acumulación regional excluyente en torno a algún pobre: el ingreso promedio del 80% de la población (excluyendo al 20%
recurso natural que incrementan el riesgo de conflicto no son exclusi- más rico) no es muy superior al pib per cápita de Bolivia y es levemente
vos de Colombia. La producción de gas natural ha hecho de la región inferior al de Honduras. En un país pobre las iniquidades se expresan
de Aceh en Indonesia una de las más ricas del país. Sin embargo sus —para quienes están en desventaja— como una situación de privación
habitantes se cuentan entre los más pobres. No es de extrañar entonces sistemática. Sobre dicha privación se erigen parte de los incentivos que
que el conflicto violento hubiera encontrado un ambiente favorable precipitan la decisión de ingresar a un grupo armado o a la economía
para desencadenarse, al igual que ocurre con la extracción de petróleo ilícita: la búsqueda de un ingreso, un trabajo, un refugio, un uniforme para
de Darfur en Sudán.
ser reconocido, un pedazo de tierra, una opción… así sea ilegal. En una
Pero el fracaso en la distribución de los beneficios de la riqueza no sociedad de fácil recurso a la ilegalidad, la estrechez de opciones legítiimplica automáticamente el derramamiento de sangre, como lo demues- mas abona rápidamente esos incentivos. La interacción entre variables
tra el caso de Bolivia y las disputas acerca de los recursos minerales. socioeconómicas y conflicto armado refuerza el planteamiento de que
la salida del callejón es el desarrollo humano. Reformas institucionales
Misión para la erradicación de la pobreza y la desigualdad del Gobierno (incidencia orientadas a la superación de las fallas de capacidad y legitimidad estade 52,6% para 2004).
tal y políticas de redistribución y equidad cuidadosamente diseñadas e
8. pnud (2003), op. cit., p. 350.
implementadas son necesarias para asfixiar la guerra.◗
9. Alfredo Sarmiento (1999), “Violencia y equidad”, en Revista Planeación y Desarrollo,
vol. xxx, N° 3, julio-septiembre.
10. pnud (2003), op. cit., pp. 35 y 307.
7 • hechos del callejón
¿Cómo nos ven?
¿Por qué negociar?
Hay tres razones principales que suelen impulsar a un grupo armado o a un Gobierno hacia una negociación y bajo las cuales se desarrollan en estos momentos los contactos entre las partes: la opción
pragmática, la opción humanitaria y la opción política. Teniendo en cuenta las fortalezas del “poder
suave” en contraste con las limitaciones del “poder fuerte”, los retos, concretamente para el ELN, están
planteados. Es necesario converger, a la larga, en un marco común de construcción de Nación.
Por Kristian Herbolzheimer
Investigador del programa Procesos de Paz,
Escuela de Cultura de Paz de la Universidad Autónoma de Barcelona
S
e acerca el fin del actual período presidencial y la partida
de ajedrez del conflicto armado y la construcción de paz
toma un nuevo impulso bajo los rápidos y calculadamente
sorprendentes movimientos del Gobierno. Atrás quedan tres
años caracterizados por el Plan Patriota frente a las farc, un
goteo de gestos hacia el eln y la desmovilización de las auc. El corazón
grande parece ganar peso en la balanza de la política gubernamental
ante los modestos resultados de la mano firme. ¿Estamos otra vez ante
un nuevo movimiento del péndulo que hace dos décadas oscila continua
y desesperadamente entre los polos de la guerra total y la negociación,
sin hallar el camino que permita salir del callejón?
© Cortesía Prensa •Oficina del Alto Comisionado para la Paz
Negociar con “terroristas”
Los escenarios de negociación (y de facilitación de terceros) con grupos
armados irregulares se dificultaron considerablemente como consecuencia de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Designar al adversario como terrorista con la intención de despojarlo de legitimidad
8 • hechos del callejón
política no es, ciertamente, una práctica nueva, pues incluso premios
Nobel de la Paz como Nelson Mandela han cargado durante años con
esa etiqueta.
Sin embargo, el dogma cobró un nuevo impulso con el ataque a las
Torres Gemelas y se ampliaron y afianzaron las listas de organizaciones
y personas catalogadas como terroristas. En consecuencia, se limitaron
considerablemente las posibilidades de explorar opciones de solución
negociada a un gran número de conflictos armados en el mundo: se
cerraron las vías de interlocución de los grupos armados en el exterior
(viajes, vocerías, seminarios, etc.), se restringieron los contactos formales de la comunidad internacional y se dificultaron los acercamientos
informales de facilitadores.
Aun así, ha quedado demostrado que la negociación sigue siendo
una herramienta imprescindible, incluso con los más violentos. En el
año 2004 la Escuela de Cultura de Paz detectó dieciséis situaciones en
las que gobiernos estaban negociando con grupos incluidos en las listas
terroristas (empezando por Colombia, con las auc).
© Cortesía Prensa • Oficina del Alto Comisionado para la Paz
Es más, en algunos
casos, como el conflicto
en Sri Lanka, las listas de
terroristas complicaron
la negociación al propio
Gobierno: un proceso
que ahora avanza por
buen camino quedó
suspendido y al borde
de la ruptura durante
varios meses debido a la
imposibilidad del grupo
armado ltte de asistir a
una conferencia internacional de donantes.
Incluso Estados Unidos
ha tenido que tragar
sapos y buscar contactos
directos con insurgencias como las iraquíes o
las colombianas.
¿Por qué
Los más de 12.000 desmovilizados entre 2002 y 2005 siguen siendo el eje del proceso de paz con las autodefensas.
negociar?
Muy pocos conflictos se resuelven con la derrota incondicional del con las auc. El Gobierno ha considerado que la manera más apropiada
enemigo. En algunos casos, en ausencia de voluntad o de condiciones, para atacar un cáncer en constante evolución y crecimiento ha sido la
los enfrentamientos se eternizan (Israel-Palestina, Filipinas, Sahara terapia y no la extirpación (tal vez esta última opción habría afectado
Occidental...). En caso contrario, tarde o temprano acaban en una mesa inevitablemente los órganos vitales del Estado). Hay que decir, de paso,
de negociación (Sudáfrica, Irlanda del Norte, Sudán, Sri Lanka).
que no hay en el mundo una organización paramilitar con los efectivos,
Ante esta evidencia, la carrera contrarreloj de los abogados de la el poder y la autonomía de las auc. Los paramilitares, por su lado, han
paz se libra con el objetivo de reducir al máximo el sufrimiento de la po- visto la oportunidad de superar una fase de poder armado y ofensivo
blación, tanto por la violencia directa que genera el conflicto como por y transformar sus estructuras de control político y económico hacia
la violencia estructural que habitualmente alimenta o está en el origen mecanismos más sutiles y públicamente presentables.
de la confrontación.
No se trata propiamente de un proceso de paz, pues las auc no tenían
Claro, la paz no se construye con buenas palabras solamente. Las con- como enemigo al Estado; ni de una negociación política, pues tampoco
diciones propicias para un diálogo son el fruto de la dedicación compro- ha sido éste el motivo para empuñar las armas. Se trata llanamente de
metida, seria y con frecuencia
sacrificada de un gran número
Muy pocos conflictos se resuelven con la derrota incondicional
de actores: empezando por las
del enemigo. En algunos casos, en ausencia de voluntad o de condipartes directamente enfrentadas y abarcando al conjunto
ciones, los enfrentamientos se eternizan. En caso contrario, tarde o
de la sociedad.
temprano acaban en una mesa de negociación”.
De todos modos hay que
tener en cuenta que las razones que suelen impulsar a un Gobierno o a un grupo armado hacia una una negociación de desmovilización, donde se acuerdan las condiciones
negociación son variadas y cambiantes en función de la coyuntura. Sin para que el cuerpo ilegal abandone las armas. El objetivo principal de
embargo, a grandes rasgos podemos sintetizarlas en tres:
los paramilitares ha sido reducir al máximo el costo de su transición.
Dado que se han presentado a la mesa de negociación fortalecidos,
No es posible la derrota total del contrario
su estrategia se ha centrado en crear un marco de negociación que
(opción pragmática)
podríamos llamar de paz por impunidad.
La guerra se puede prolongar incluso sin perspectivas de victoria, por
múltiples razones: inercia, dificultad de alterar el discurso, la memoria Disminuir el sufrimiento de la población civil
de las víctimas, intereses económicos, razones electorales, miedo a (opción humanitaria)
divisiones internas, espíritu de sacrificio, etc. Sin embargo, puede La opción humanitaria no es propiamente una opción de finalización de
llegarse a un punto en el que el costo de mantener la confrontación la violencia, pues su objetivo se limita a persuadir a las partes para que
supere el de la concertación. Es el caso de la negociación del Gobierno acaten los principios humanitarios y de respeto de los derechos huma-
“
9 • hechos del callejón
¿Cómo nos ven?
nos en el marco de la confrontación armada. Como puntualiza David
Petrasek, director de política del Center for Humanitarian Dialogie de
Ginebra, no todas las organizaciones humanitarias piensan que trabajar
por el fin de la guerra forme parte de su responsabilidad.
Aun así, ante disputas de tinte político, en algunos casos puede
“
Todos estos ingredientes han estado presentes en los intensos debates que se han llevado a cabo para promover un hasta la fecha frustrado
acuerdo humanitario entre el Gobierno y las farc.
Más productivo parece haber resultado el proceso con el eln. Parte
del actual empuje de los acercamientos con el Gobierno se puede atribuir
a las propuestas humanitarias que plantearon los elenos
en junio del 2004.
En este caso parece
posible el salto de
un escenario humanitario a otro más político, pues el trimestre que tiene Francisco Galán
para adelantar consultas como “miembro representante del eln” tiene
como objetivo recabar aportes que fortalezcan un posterior proceso de
negociación política con el Gobierno.
Las condiciones propicias para un diálogo son el fruto de la dedicación
comprometida de un gran número de actores: empezando por las partes
directamente enfrentadas y abarcando al conjunto de la sociedad”.
© Cortesía El Tiempo
ser más fácil que las partes se pongan de acuerdo en respetar a la
población civil que, al fin y al cabo, es el sujeto en nombre de quien se
supone que luchan. Además, a veces este primer ejercicio de diálogo
genera unas condiciones de confianza mínimas que permiten mantener
la comunicación y, eventualmente, abrir las puertas a una posterior
negociación política.
Esta es la esperanza que tantas personas han albergado en paralelo
a las múltiples gestiones que se han hecho para promover acuerdos
humanitarios. Las diversas liberaciones de personas retenidas por las
farc o el eln que se han negociado a lo largo de los años siempre han
generado la expectativa de una continuidad de los diálogos que pudiera
desembocar en negociaciones políticas.
Pero también puede suceder todo lo contrario: que la cuestión humanitaria se convierta en un arma política con la que las partes juegan
y especulan o, incluso, en el temor a que una negociación humanitaria
los pueda arrastrar a una negociación política a la que no están dispuestos. Finalmente hay que tomar en consideración que los grupos
armados pueden desconocer unas normas humanitarias establecidas
por instituciones estatales a las que no otorgan legitimidad.
Abordar las raíces del conflicto
(opción política)
Muchos gobiernos no parecen preocuparse excesivamente por los
problemas estructurales que originaron situaciones de tensión y de
conflictos. Las élites políticas y económicas de Rusia, Argelia o Bolivia
durante años han pretendido ignorar los efectos de la exclusión de
identidades, necesidades y propuestas de importantes sectores de su
sociedad. Otros países como Filipinas, Sudáfrica o Reino Unido han
reconocido las limitaciones del sistema imperante y se han abierto a
reformas estructurales con la participación de aquellos que optaron
por la lucha armada. Un tercer grupo de países es parcialmente consciente de la necesidad de abordar transformaciones sociales y políticas
profundas, pero consideran que el grado de democracia existente es lo
suficientemente amplio como para que todas las propuestas se puedan
debatir por cauces estrictamente
democráticos, negando así la interlocución política a los actores
armados. Es el caso actual de
España y, durante los tres últimos
años, de Colombia.
Efectivamente, en Colombia
todavía no hay consenso sobre la
Constitución de 1991. Hay sectores
importantes que la defenestran
y pugnan por desmontar algunos
de sus avances sociales más significativos. La mayoría defiende
sus valores y lamenta la lentitud
en su aplicación. Los insurgentes, finalmente, trabajan con el
horizonte de un nuevo proceso
constituyente en el que puedan
tener un papel protagónico.
En esta línea política de las
guerrillas, sin embargo, hay diferencias significativas entre las
ideas del eln y las de las farc. Los
primeros llevan años insistiendo
El 20 de febrero del 2002 se rompieron las negociaciones del Gobierno Andrés Pastrana con las Farc.
en una negociación con amplia
10 • hechos del callejón
© Cortesía Colprensa
participación de la sociedad civil.
Buscan compartir el protagonismo
de la transformación social del país
con un número lo más amplio posible de actores. Pareciera, entonces,
que su marco de negociación es el
de paz por (más) democracia.
Las farc, en cambio, tienen un
imaginario más clásico de enfrentamiento de clases en la disputa por
el poder, como muestra la anécdota
de un comentario que profirió un comandante en el Caguán según el cual
“la sociedad civil somos nosotros”. El
marco de negociación que se pueda
llegar a desarrollar probablemente
tendrá un notable componente de
paz por poder político.
Las armas de la
negociación
En cierta manera, es más fácil hacer
la guerra que la paz: el discurso es
Francisco Galán, del ELN, tiene tres meses para adelantar consultas que permitan un posterior proceso con el Gobierno.
simple, el objetivo es claro, la inercia ejerce su fuerza. La negociación,
en cambio, requiere de unas destrezas que las partes no siempre tienen de presentada, la propuesta no se ha hecho realidad e incluso sigue planclaro poseer. Frente al poder fuerte que deriva de los avances en el te- teando interrogantes sobre su concreción metodológica. La comunidad
rreno militar, en la negociación entra en juego también el poder suave: internacional, que en varias ocasiones ha querido contribuir a la salida
la legitimidad de las demandas, el apoyo en las áreas de influencia, la negociada con el eln, tiene hoy serias reservas ante las intenciones
capacidad de seducción del resto del país y de la comunidad interna- e incluso las capacidades de la guerrilla. Francisco Galán tendrá que
cional, etc.
poner en práctica unas muy refinadas habilidades diplomáticas para
Los zapatistas pusieron contra las cuerdas al Gobierno de México duran- convencer sobre la seriedad de esta nueva oportunidad y demostrar que
te años simplemente con poder suave. Bush, en cambio, está enredado lo del “acumulado social y político” no es una ilusión del pasado sino un
en imponer la democracia en Irak mediante el poder fuerte. El poder haber en el presente. La posibilidad de equilibrar una posible mesa de
negociación con evidentes
dependerá de
A veces la cuestión humanitaria es un arma política con la que las laasimetrías
capacidad que tenga el
partes juegan y especulan o en el temor a que una negociación huma- eln de desarrollar en toda
su amplitud un sólido y
nitaria los lleve a una negociación a la que no están dispuestos”.
amplio poder suave. De
suave es, pues, una arma de negociación especialmente importante para otra manera no tendrá la fuerza necesaria para empujar por los cambios
equilibrar la asimetría que suele caracterizar una mesa de negociación, políticos que persigue desde hace 40 años.
sobre todo cuando se sientan cara a cara los representantes de un
gobierno con legitimidad democrática y reconocimiento internacional El reto colectivo: hacia un marco final común
y una fuerza insurgente.
Volviendo a la pregunta inicial, ¿por qué negociar?, y teniendo en cuenta
Las auc han jugado estrictamente con el poder fuerte, es decir, su el péndulo de la guerra y la negociación, el país ya ha sufrido los límipresencia y control de facto de amplios territorios y de sectores de la tes de la apuesta puramente militar y judicial, así como la frustración
economía y de la política del país.
de unos procesos de paz en los que se ha confundido el deseo con la
Las farc también le apuestan al poder fuerte, concentrados en su realidad. Las opciones pragmática, humanitaria y política han estado
contraofensiva después de aguantar durante meses el diluvio del Plan en el centro de los contactos y negociaciones entre el Gobierno y los
Patriota. Habrá que seguir observando y sufriendo el duelo de titanes, grupos armados ilegales. Hoy, el reto es abrir los espacios para un diáque no toleran la creación de espacios neutrales como los que defienden logo verdaderamente amplio y transparente que permita construir un
varias comunidades indígenas en el país.
país incluyente y reconciliado. Si no se llega a un marco donde la paz no
El eln ha jugado, por lo menos desde el acuerdo de Puerta del Cielo sea una moneda de cambio, sino un logro colectivo y sin exclusiones,
en Maguncia (1998), la carta del poder suave, principalmente bajo la estaremos sembrando nuevas semillas de conflicto. ◗
propuesta de una Convención Nacional. Ahora bien, siete años después
“
11 • hechos del callejón
¿Y al fin qué?
Estadísticas y realidades
sobre el homicidio político
E
n las cifras oficiales conocidas como “homicidio común”
aparecen desde el carterista
muerto en una calle de Bogotá,
la víctima en una riña callejera
y la esposa asesinada por celos, hasta los
magnicidios de Jorge Eliécer Gaitán, Luis
Carlos Galán, los más de 3.000 militantes
de la Unión Patriótica y la masacre de
35 personas en el barrio La Chinita, en
Apartadó.
Existe una discusión histórica de si estas muertes se pueden agrupar así o si los
asesinatos de Gaitán, Galán, de la up y las
víctimas de las masacres en Colombia, entre muchos más, deberían incluirse en una
variable distinta, la de homicidio político.
Las claves en este tipo de delito son las
motivaciones —políticas— y los presuntos
autores: guerrilla, paramilitares, agentes
Las FARC fueron las autoras de la masacre del 20 de septiembre de 1995 en Carepa, donde murieron 26 trabajadores.
del Estado y particulares.
No es un problema estadístico ya que
cada cifra representa un colombiano de carne y hueso. Se trata de que comunes y políticos más difícil será exigirles a los actores del conflicto el
a partir de esas cifras aparentemente frías se entienda la violencia que cumplimiento del derecho internacional humanitario, ya que este conjunto
enfrenta el país, sus niveles de violencia política y de intolerancia y, por de normas se reclama en situaciones de conflictos armados donde se mata
por razones políticas.
El objetivo es que las estadísticas sobre el homicidio político sean un referente importante para
formular políticas públicas, hacerles seguimiento y
evaluar su impacto; para proyectar presupuestos y
escoger áreas de acción y, además, para tener un
registro “numérico” histórico sobre la evolución del conflicto armado en
lo tanto, se conozca la realidad de lo que ocurre en Colombia.
Contabilizar determinados homicidios como políticos permite saber qué Colombia.
tan incluyente es la democracia colombiana, dice el analista Carlo Nasi, pero
también contribuiría a revelar verdades. “El Estado tendría que asumir sus Las cifras
responsabilidades por homicidios políticos donde haya complicidad de sus Históricamente las estadísticas oficiales hablan de “homicidio común” o
simplemente “homicidio” para referirse a toda clase de muerte, incluyenservidores públicos con grupos armados ilegales”.
Esto, a su vez, contribuiría a conseguir la verdad, la justicia y la repara- do las de combate y exceptuando las víctimas en accidentes de tránsito
ción. De la misma forma, entre más borrosa sea la línea entre homicidios (cuadro 1).
“
Contabilizar determinados homicidios como políticos
permite saber qué tan incluyente es la democracia colombiana, pero también contribuiría a revelar verdades”.
12 • hechos del callejón
© Cortesía El Tiempo• Jaime Garcia
Las estadísticas oficiales no hacen distinción entre el colombiano asesinado como resultado del conflicto armado y el que muere como producto de la violencia ordinaria. Sin embargo, conocer cuántos
son homicidios por motivaciones políticas revela el nivel de intolerancia de un país y, especialmente,
lo abierta y participativa de su democracia. Está en juego, además, la verdad: conocer qué tanta responsabilidad tiene el Estado por omisión o por la posible complicidad de sus servidores públicos con
grupos armados ilegales.
Cuadro 1 • Homicidio común 1986-1995
1986
1987
1988
1989
1990
1991
1992
1993
1994
1995
Víctimas 15.894 19.463
21.510
21.600 24.308 28.284 28.224 28.173 26.828 25.398
Homicidio común 1996-2004
Año
1996
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
Víctimas
26.642
25.379
23.096
24.358
26.540
27.841
28.837
23.214
20.167
Fuente: Observatorio del Programa Presidencial de ddhh y dih, Vicepresidencia de la República.
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
CINEP*
1.522
1.100
1.549
2.201
2.026
1.388
1.419
943
Comisión Colombiana de Juristas**
2.571
2.245
2.915
4.879
4.676
4.383
3.905
Fuentes: * cinep denomina homicidio político el “homidicio intencional persona protegida”, Banco de Datos
del Cinep & Justicia y Paz. ** ccj denomina homidio político las “ejecuciones extrajudiciales, homicios políticos y
desapariciones forzadas”, incluye casos confirmados y en estudio.
Para el Gobierno no es posible una definición distinta por tres razones,
“No podemos comparar una muerte a causa de un robo callejero con una
advierte la coordinadora del Observatorio del Programa Presidencial de masacre o asesinato por razones ideológicas. Este último representa qué
Derechos Humanos y dih de la Vicepresidencia de la República, Anne tanto se aplica el Estado de derecho en el país. Y muestra, además, que un
Sylvie Linder:
país está muy mal si no es posible hacer política a través de las palabras”,
1. Porque para hablar de un homicidio político hay que saber las señala el padre Alejandro Angulo, director del Cinep.
reales motivaciones de la acción, y el único que puede establecerlo es El Cinep y la Comisión utilizan diferentes fuentes y metodologías para
un ente judicial. El Observatorio, sin embargo, distingue los homicidios hacer un seguimiento a la violencia política del país tanto por regiones
por sectores y población vulnerada —alcaldes y concejales, indígenas, como por sus presuntos responsables (cuadro 2). Para ello, hacen visitas
sindicalistas, maestros—, lo cual proporciona algunas pistas sobre la mo- de campo y utilizan denuncias de organismos defensores de derechos
tivación política.
humanos, de autoridades regionales y nacionales, de comunidades y de
2. Porque se desconoce el autor del 80% de las muertes que ocurren medios de comunicación.
en Colombia.
3. “Porque cada vez es más difícil hacer la distinción entre el homicidio Los presuntos responsables
cometido como resultado de la confrontación y la muerte producto de La complejidad del tema es tal que por primera vez el más reciente informe
la violencia ordinaria”. En los grupos armados ilegales confluyen desde de la alta comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos
motivaciones políticas hasta intereses puramente delincuenciales.
sobre la situación de los derechos humanos en Colombia (febrero 28/05)
Sin embargo, para el Centro de Investigación y Educación Popular tiene una parte dedicada de manera exclusiva a las estadísticas sobre el
—Cinep— y la Comisión Colombiana de Juristas —ccj—, que se han ca- conflicto colombiano.
racterizado por consolidar una base de datos sobre violencia política, es
En este informe se advierte que pese a que las estadísticas son un
necesario que se reconozca y se haga la distinción entre los dos tipos de poderoso instrumento para proteger los derechos humanos y el derecho
homicidios, porque así se podrá medir el tipo de violencia colombiana internacional humanitario, “Colombia carece de un sistema estadístico
y la responsabilidad de los grupos armados —Fuerza Pública, guerrilla y que recoja adecuadamente la realidad en cuanto a las violaciones de
paramilitares— en ella.
los derechos humanos e infracciones del derecho internacional humaLa declaración expresa del homicida, su pertenencia a un grupo armado, nitario”.
su modus operandi, el lugar de los hechos
o el perfil de la víctima son algunos de
los criterios que se pueden utilizar para
determinar si se trata o no de un homicidio político. De esta forma, las masacres
ocurridas en Colombia —con sus 8.003
víctimas entre 1993 y 2004— entrarían
dentro de la categoría de homicidios
políticos teniendo en cuenta que “aunque
las razones de algunos magnicidios estuvieron ligadas al narcotráfico, en defensa
de sus intereses, tanto aquellos como las
muertes por ‘limpieza social’ revisten un
carácter político. Los primeros, porque
no todos tienen el mismo origen y en
el país han ocurrido magnicidios con
fines claramente políticos; y en cuanto
a las segundas, porque la limpieza social
obedece a ciertas concepciones —políticas— del orden social”, como advirete
Elsa Blair en su libro Muertes violentas,
la teatralización del exceso”.
El 22 de marzo de 1990 fue asesinado por las autodefensas el candidato presidencial de la UP, Bernardo Jaramillo Ossa.
13 • hechos del callejón
© Cortesía Colprensa
Año
Cuadro 2 • Homicidios políticos
¿Y al fin qué?
Dentro de las deficiencias señala que las estadísticas oficiales no incluyen indicadores relevantes de violaciones de los derechos civiles y
políticos como las ejecuciones extrajudiciales o las desapariciones forzadas
(atribuidas a servidores públicos).
Ante la ejecución extrajudicial de tres líderes sindicales, ocurrida el 5 de
agosto de 2004, la oficina advierte que el Ministerio de Protección Social
no consideró esas muertes “vinculadas con la actividad sindical” por estar
“en curso una investigación penal“. “Con este criterio [señala] ninguna
violación de derechos humanos podría calificarse como tal mientras no
existiera una sentencia judicial”.
El informe también advirtió que las estadísticas del Estado tampoco precisan “si el autor ha sido un agente del Estado o un particular actuando con
el consentimiento o aquiescencia de éste” y que son pocas las acciones cuya
responsabilidad se atribuye a servidores públicos. Esto dificulta hacerle
frente a este tipo de delito y, además, castigar a sus responsables.
Ante estos cuestionamientos, el Gobierno afirma que está atento a las
recomendaciones de la onu, especialmente sobre el tema de las ejecuciones
extrajudiciales, y que ya ha tomado medidas al respecto. “Estamos trabajando en un ‘esbozo’ de tres nuevas variables para ser tenidas en cuenta
en las estadísticas oficiales: tortura, desaparición forzada y ejecución extrajudicial. Para cumplir esta tarea estamos capacitando a los funcionarios
Cuadro 3 • Homicidio político por presunto responsable %
1997
1998
1999
2000
2001
2002
2003
2004
auc
75.9
75.7
69.9
72.4
78.2
62.6
74.4
62.8
Guerrilla
20.8
22.2
28.0
26.4
17.3
31.7
18
22
Fuerza pública
3.3
2.1
2.1
1.2
4.5
5.7
7.6
15
Fuentes: Revista Noche y Niebla, Banco de Datos del Cinep & Justicia y Paz.
Vásquez, es importante analizar los presuntos responsables de los homicidios políticos, es decir, agentes del Estado, guerrilla y paramilitares.
Así, por ejemplo, aunque las cifras muestran un descenso en el total
de homicidios políticos —si se tienen en cuenta las estadísticas de esta
ong— las autodefensas siguen siendo los posibles autores de la mayoría
de estos homicidios (cuadro 3) pese al declarado cese de hostilidades desde
diciembre del 2002.
La metodología
El Cinep cuenta desde 1988 con el Banco de Datos de Derechos Humanos
y Violencia Política, cuyo órgano de difusión es la revista Noche y Niebla
y donde se advierte que el homicidio político es ejercido tanto por grupos
insurgentes como por agentes del Estado o por particulares que actúan con
el apoyo, tolerancia o aquiescencia de
las autoridades del Estado. Este delito
hace parte de la violencia política
definida como “aquella ejercida como
medio de lucha político-social, ya sea
con el fin de mantener, modificar, sustituir o destruir un modelo de Estado
y construyendo una base de datos con información de autoridades como la o de sociedad o también para destruir o reprimir un grupo humano con
Fiscalía, la Procuraduría y la Defensoría del Pueblo”, reveló la coordinadora identidad dentro de la sociedad por su afinidad social, política, gremial,
del Observatorio del Programa Presidencial de Derechos Humanos y dih étnica, racial, religiosa, cultural o ideológica, esté o no organizado”.
La Comisión Colombiana de Juristas, por su parte, hace un seguimiento
de la Vicepresidencia de la República, Anne Sylvie Linder.
Para ir más allá de las cifras, señala el investigador del Cinep Teófilo al fenómeno desde 1988 —sistematizado a partir de 1996— y entiende por
violencia sociopolítica los “hechos que configuran atentados
contra la vida, la integridad
y la libertad personal producidos por abuso de autoridad
de agentes del Estado, los
originados en motivaciones
políticas, los derivados de la
discriminación hacia personas
socialmente marginadas o los
causados por el conflicto armado interno”.
Contabilizan estas muertes
bajo el nombre de “ejecuciones extrajudiciales, homicidios
políticos y desapariciones forzadas” (cuadro 2).
Sin embargo, “los casos registrados en la base de datos de
la ccj son apenas un subregistro
de la realidad”, señala Gustavo
Gallón, director de la Comisión
Colombiana de Juristas. ◗
El 9 de agosto de 1994 fue asesinado en Bogotá el líder de la Unión Patriótica, Manuel Cepeda.
“
© Cortesía El Tiempo
Entre más borrosa la línea entre homicidios comunes y
políticos más difícil será exigirles a los actores del conflicto el
cumplimiento del derecho internacional humanitario”.
14 • hechos del callejón
El invitado
La paz desde el desarrollo
de las regiones
Por Adrianus Koetsenruijter
Embajador-Jefe de la Delegación de la Comisión Europea para Colombia
L
as relaciones entre la Unión Europea y Colombia se centran, más allá del comercio, en ejes
como el respeto de los derechos humanos y del
derecho internacional humanitario, el fortalecimiento del Estado de derecho y el desarrollo
sostenible, ejes que construyen paz. Y es en esta línea que
la Unión Europea se ha vinculado al objetivo prioritario
de Colombia y de la comunidad internacional: la paz.
Así, desde el año 2002, por invitación del Gobierno, la
Comisión Europea se ha vinculado a la búsqueda de una
solución negociada al conflicto armado interno a través de los Laboratorios de Paz. Uno funciona en 29 municipios del Magdalena Medio y
otro en 23 municipios del Oriente Antioqueño, 15 del Norte de Santander
y 24 de la región del Macizo colombiano-Alto Patía.
Al ser el desarrollo humano el eje primordial, los Laboratorios
generan espacios de convivencia en medio del conflicto, los cuales
permiten encontrar mecanismos innovadores para la resolución de
conflictos, respeto por los derechos humanos, reconstrucción del tejido
social y reactivación económica de las regiones. Básicamente, se quiere
promover la convivencia pacífica, el fortalecimiento institucional y el
desarrollo alternativo, siempre desde la óptica de apoyar procesos sociales que le apuesten a la participación ciudadana en la gestión de lo
público; a iniciativas de paz, derechos humanos y vida digna, y acciones
encaminadas al desarrollo socioeconómico sostenible.
Reconociendo que paz y desarrollo son indivisibles en la realidad
colombiana, se trata de reunir todos los ingredientes para que los objetivos se cumplan, aunque falta una fórmula en el reto más grande que
es la búsqueda de la paz. Sobre la marcha surgen variables que afectan
el cumplimiento de las metas y que, a veces, formulan nuevos retos.
Es así como no nos es fácil cuantificar los resultados; de hecho, por ser
innovadores y experimentales se llaman “laboratorios”.
Los programas de desarrollo están basados en las personas y no
pueden ni deben ser entendidos como la suma de resultados en términos de hectáreas, cobertura o producción sino en procesos sociales de
construcción de desarrollo regional y reconciliación. Es decir que los
cambios de mentalidad son difícilmente cuantificables, pero fácilmente
visibles desde lo cualitativo. Sólo basta visitar las regiones y hablar con
los beneficiarios de los Laboratorios de Paz para percibir los cambios.
El Laboratorio es un foco de esperanza para una vida digna.
Los pobladores han visto un aumento de oportunidades y de calidad
de vida, que finalmente le resta combatientes a la guerra. Esta visión sólo
se construye con una concepción muy fuerte de identidad, tolerancia
y reconocimiento del otro y sus diferencias. Los resultados más significativos se ven en torno al proceso social de construcción de región,
en torno a la noción de identidad y en torno al deseo y los procesos
de construcción de paz. Estos cambios de mentalidad se dan gracias
al empuje que se pone en marcha desde la sociedad civil
con apoyo de entidades del Gobierno y de la cooperación
internacional.
Los Laboratorios de Paz son una apuesta a largo plazo.
Hay regiones con mayores dificultades que otras, regiones
con intereses políticos o proselitistas que van más allá
del bienestar de las personas. Regiones donde las convocatorias reciben presiones para favorecer acciones que
no son siempre las más idóneas desde la perspectiva del
desarrollo y búsqueda de la paz. Todo eso hace parte de un
proceso de evolución en el fortalecimiento de la democracia. De igual
manera, las exigencias de los procedimientos de la Comisión Europea
hacen que los trámites sean onerosos, en la medida en que debemos
responder ante los contribuyentes europeos. De otro lado, hemos evitado entrar en polémicas semánticas que no harían más que incrementar
las dificultades que tiene la búsqueda de una paz duradera.
Asimismo, ante las decisiones consensuadas y negociadas que
se adoptan en los comités directivos regionales, que representan
la instancia política —por su conformación diversa y amplia de la
sociedad—, en ocasiones se retrasan los acuerdos y la aprobación
de iniciativas. Esto, porque se buscan acuerdos entre gobiernos departamentales, Iglesia, organizaciones sociales, gremios y alcaldías.
Son ellos los responsables de articular el desarrollo de la región y
coordinar los esfuerzos que potencian los impactos sociales de las
acciones implementadas en los Laboratorios. Preferimos el camino
democrático frente a la verticalidad o la imposición, aunque el precio
sea la lentitud y obstáculos del proceso. Nos queda la tranquilidad de
que a pesar de los obstáculos y dificultades, lo más importante es la
participación de los pobladores en el proceso y cómo han asumido
una responsabilidad clara frente al desarrollo de su región. Ellos son
los partícipes y responsables de su destino sin esperar soluciones del
Gobierno o la comunidad internacional a sus problemas. Ellos son
actores, no entes pasivos que esperan respuestas de otros. La misma
población es hoy consciente de que la solución no está en las armas.
Saben que con las armas y la guerra no es posible construir una región
en paz y por ende un país en paz.
Más allá de los intereses políticos, económicos o particulares, lo que
vemos en las regiones donde trabajan los Laboratorios son los enormes
esfuerzos colectivos en busca de la paz y el desarrollo sostenible. Algunos aspectos han cambiado, otros siguen igual o están en movimiento,
en otros hay problemas, pero tenemos claro que durante el camino
recorrido la población civil se ha mantenido con grandeza, sin temor,
diciéndole a la guerrilla y a las autodefensas que no mandan, que son
los ciudadanos los que tienen la soberanía del Estado y que son ellos
quienes han tomado la decisión de no dejarse someter de nadie por
ser ciudadanos sin armas.◗
15 • hechos del callejón
La página humanitaria
Un nuevo enfoque
humanitario de la onu
para el mundo
La respuesta internacional frente a emergencias humanitarias no siempre atiende oportuna y eficientemente a las poblaciones afectadas. El desafío ha sido: fortalecer la capacidad de respuesta, asegurar
la consecución de fondos y vigorizar la coordinación de los organismos humanitarios.
Por la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios de las Naciones Unidas (OCHA)
C
civiles —incluyendo a organizaciones humanitarias—, por abusos contra
los derechos humanos, por violaciones y otros crímenes de violencia
sexual particularmente contra mujeres y niños, y por el desplazamiento
forzado de cientos de miles de personas. Este desplazamiento es precisamente un mecanismo utilizado por las partes en conflicto para respaldar
sus objetivos militares. El sufrimiento infligido a civiles inocentes se ve
agravado por restricciones al acceso a ayuda humanitaria.
En el mundo hay una necesidad creciente de reconsiderar los enfoques de las actividades humanitarias a la luz del devenir cambiante
de los conflictos. Los ataques contra trabajadores humanitarios, que a
menudo son planeados y deliberados, cierran los espacios humanitarios
y ponen en riesgo los programas de alivio y ayuda humanitaria. Actualmente, en veinte zonas del mundo en conflicto es restringido el acceso
humanitario, condenando a la población civil al sufrimiento prolongado
sin ninguna posibilidad de mitigación. Los riesgos para la población civil
se ven exacerbados aún más por la proliferación de armas pequeñas y
ligeras, así como por la venta
ilícita de este armamento o su
suministro a grupos armados
a través de fronteras débiles y
regulaciones laxas.
En la Declaración del Milenio
de septiembre de 2002, el secretario general de las Naciones
Unidas, Kofi Annan, identificó
como prioridades: “Proteger al
vulnerable” y desarrollar una
“cultura de la protección”. Destacó la necesidad de “expandir y
fortalecer la protección a civiles
en emergencias complejas de
conformidad con el derecho
internacional humanitario”.
© Cortesía pma
ada día son mayores los desafíos de la comunidad humanitaria. La vulnerabilidad humana se ve incrementada ante
situaciones de crisis, tanto en desastres naturales (200
millones de personas se vieron afectadas en el 2003), como
en conflictos armados (45 millones de personas necesitaron
asistencia humanitaria en el mismo año).
La última década ha estado marcada por el incremento de desastres
naturales. Terremotos, huracanes y otro tipo de fenómenos naturales
ocurren particularmente en los países más pobres, donde el impacto es
mayor por la densidad de su población, porque carecen de infraestructura adecuada y por la falta de preparación ante posibles emergencias.
Sin embargo, el caso de Nueva Orleans demostró que no sólo los países
más pobres son vulnerables frente a desastres de gran magnitud.
Otros factores que contribuyen con la inseguridad humana están ligados con la naturaleza variable de los conflictos. Hoy en día los conflictos
armados se caracterizan por un señalamiento activo y deliberado de
La población desplazada por el conflicto armado sigue exigiendo la
mayor atención humanitaria.
16 • hechos del callejón
© Cortesía pma
Para trabajar en esta línea y con el fin de contar
con mejores y más efectivas
herramientas, el secretario
general ha planteado una
profunda y agresiva reforma
que, en términos generales,
contempla medidas para
hacer más eficiente la estructura de la organización
y pone al día las “amenazas”
actuales contra la paz y la
seguridad mundiales. Así,
sitúa como prioridades de la
onu combatir el sida, la pobreza, las armas de destrucción masiva y el terrorismo
internacional, y propugna
por que la organización sea
más activa en el uso de la
fuerza preventiva si quiere Ante desastres naturales o los efectos del conflicto armado, la niñez es la principal víctima.
evitar males mayores.
En el marco de esta reforma, el coordinador en acciones de socorro, Los desafíos en Colombia
Jean Egeland, presentó un documento de reforma al Sistema de Res- Colombia no puede ser ajena a esta reforma que se plantea para mejorar
puesta Humanitaria teniendo en cuenta un Estudio sobre la respuesta la respuesta humanitaria, mucho menos ante el conflicto armado que
humanitaria del sistema humanitario global. Este documento fue pla- vive hace más de 40 años y que ha dejado al país sumido en una crisis
neado para valorar las capacidades de respuesta humanitaria de las humanitaria. En la actualidad, Colombia ostenta uno de los más altos
Naciones Unidas, organizaciones no gubernamentales, la Cruz Roja y índices de desplazamiento forzado interno, con un promedio —desde
Media Luna Roja y otros actores humanitarios claves, resaltando las enero de 2000 hasta junio de 2005— de 712 personas desplazadas cada
brechas existentes y haciendo recomendaciones para dirigir dichas día según el Sistema Único de Registro —sur— del Gobierno. De acuerdo
capacidades.
con el Sistema de Información sobres Desplazamiento —Sisdes— de la ConEl estudio, que incluye los temas de emergencias complejas y desas- sultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento —codhes— esta
tres naturales, fue conducido por cuatro consultores independientes cifra asciende a 785 personas,
que trabajaron entre febrero y junio de 2005. El reporte se basó en los
Hoy en día, cerca de 25.000 personas están en riesgo de desplazaresultados arrojados por un sinnúmero de instrumentos de recolección miento como resultado de las hostilidades en cinco departamentos,
de información: cuestionarios, entrevistas, seminarios y documentos, mientras que un número indeterminado continúa en riesgo de crisis
así como análisis de evaluaciones y ejercicios sobre lecciones apren- humanitaria debido a los paros armados, retenes y bloqueos de carredidas. El equipo otorgó especial atención a revisar la capacidad de las teras por parte de los grupos armados ilegales. De otra parte, el uso
organizaciones humanitarias para predecir y prevenir las crisis, mitigar continuado de minas antipersona por actores armados ilegales y la
su impacto sobre poblaciones vulnerables y responder efectivamente presencia de restos explosivos de guerra en más del 50% de los munia sus necesidades.
cipios del país ha dejado 4.000 víctimas en los últimos quince años, de
En los últimos años la respuesta internacional a emergencias hu- las cuales el 80% fueron afectadas entre el 2000 y el 2005.
manitarias ha demostrado que es necesario fortalecer aún más el
Los grupos armados ilegales siguen reclutando niños y niñas. Oractual sistema, que agrupa las agencias de las Naciones Unidas y otras ganizaciones como el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia
organizaciones humanitarias, con la facilitación de la Oficina para la —Unicef— estiman que entre 7.000 y 14.000 niños y niñas se encuentran
Coordinación de Asuntos Humanitarios (ocha) para atender de forma vinculados a grupos guerrilleros y de autodefensa, desempeñando actimucho más oportuna y eficiente las necesidades básicas de las pobla- vidades que ponen en grave riesgo sus vidas y que atentan de manera
ciones afectadas.
directa contra sus derechos. El panorama descrito plantea una serie de
Por lo anterior se vio la necesidad de mejorar el sistema en tres oportunidades y retos para el Sistema de las Naciones Unidas, tendienáreas claves:
tes a mejorar la respuesta humanitaria en el país. Hay que continuar
1. Fortalecimiento de la capacidad de respuesta, incluyendo una más los esfuerzos por fortalecer las bases para el acceso, la atención y la
clara responsabilidad de cada uno de los actores involucrados.
asistencia a las comunidades afectadas por el conflicto armado interno.
2. Asegurar la consecución de fondos operativos oportunos de las Es importante considerar la oportunidad que significa para el sistema
agencias de las Naciones Unidas y de sus ong socias para las actividades contar con una respuesta humanitaria efectiva y eficaz frente a la crisis
de emergencia.
que vive el país, de manera coordinada y con los fondos adecuados,
3. Vigorizar la coordinación en el terreno y en las oficinas sede.
teniendo en cuenta las necesidades de la población afectada. ◗
17 • hechos del callejón
Buenas prácticas
Cosurca, café de exportación
con olor a dignidad
(Viene de la página
)
El proyecto contempla también ejes políticos, sociales, ambientales
y culturales. “La agricultura es cultura. Con una agricultura viable [dice
Ausecha] la gente ahonda sus raíces, construye relaciones económicas,
sociales y culturales y edifica”. Se necesitaba también un cambio mental:
pasar de la cultura de la coca a la del café de una manera innovadora y
en la que el campesino se pudiera reencontrar con su mundo. Alguna
vez Sandro Calvani, representante para Colombia de la Oficina de las
Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito (unodc), afirmó: “Los
cultivos orgánicos son exactamente lo contrario de los cultivos ilícitos.
En ellos la tierra es considerada un organismo vivo al que hay que tratar
“
campesino que lo dejen sembrar lo que quiere, que lo dejen cultivar
sus alimentos, que lo apoyen, que lo capaciten, que tengan en cuenta
su opinión, que reconozca que es parte de un grupo y que ese grupo es
importante, ese campesino toma una decisión en contra de la coca”.
En el 2000 Cosurca comenzó a vender café en los supermercados
Carrefour y a exportarlo a través de intermediarios. Ya en el 2003
se constituyó como una exportadora independiente (Expocosurca)
aprovechando su entrada al FLO (Fairtrade Standard Setting and
Certification Organisation). Su inserción en el comercio justo, un movimiento mundial que promueve salarios equitativos y la salvaguarda
del medio ambiente, le ha permitido a Cosurca
una redistribución igualitaria de las ganancias
del café entre sus productores. Así, ha logrado
incrementar estas ganancias hasta en un 40%
y ser autosostenible. El desplazamiento en
las zonas del proyecto ha disminuido y los cultivos de café orgánico
—libre de fertilizantes químicos– abarcan hoy 78 hectáreas de un total
de 148 que estaban sembradas de plantas de coca, las cuales fueron
erradicadas manualmente.
Exportar 5.000 sacos de café es también una propuesta
que revaloriza al campesino y sus organizaciones”.
© Cortesía Cosurca
y cuidar, y no un insumo que hay que saquear y destruir”. Se trataba
de empezar a despertar la lógica de la vida sobre la de la muerte, en
todos los sentidos. Lo primero era convocar a los campesinos, por toda
la región, a un arduo trabajo de reuniones y talleres. Pero luego de
comprometerlos era necesario hacerles comprender que se trataba de
un proceso en el que se autoconstruirían como sujetos económicos y
políticos con capacidad de participar, opinar, decidir de una forma en
la que los pequeños productores de café no lo habían hecho hasta el
momento. “El campesino [dice Ausecha] es fiel a ciertos principios. Un
El conflicto y los cultivos ilícitos, los enemigos
A pesar del éxito no todos los problemas de la zona se han solucionado.
En 21 fincas de Sucre y de Balboa, campesinos comprometidos con la
desintoxicación de sus suelos por períodos de más de tres años han
encontrado los cogollos de sus cafetales chamuscados por el glifosato
que arrastró el viento de campos
vecinos fumigados. Así, les ha tocado
empezar de cero. El recrudecimiento
del conflicto que ha llevado a que el
suroccidente colombiano esté hoy
en el centro del huracán de la guerra
hace que los técnicos y campesinos
deban trabajar siempre al filo de un
nuevo combate. Además, la caída
del dólar le ha hecho perder a la
cooperativa el 80% de sus ingresos
netos. Pese a ello, para Ausecha el
balance es positivo: “El proyecto ha
creado organización campesina, una
propuesta económica diferente y
ha ayudado a la autovaloración del
campesino. Ha estimulado el respeto
por el entorno, la organización y el
individuo”. Y estos son acumulados
invaluables en esta frágil y explosiva
zona, que ha decidido vivir con dignidad en medio de la guerra. Q
Los campesinos de la zona se organizaron, constituyeron Cosurca y hoy exportan su café a Europa.
18 • hechos del callejón
Editorial
60 años después:
la vigencia de la onu
D
evastación física, hambre, caos y la postración moral
más profunda de que se tenga memoria fue el trasfondo de la postguerra mundial y el marco en el que
representantes de 50 países redactaron la Carta de
las Naciones Unidas. Un documento que logró rescatar la esencia de lo que se llamó “lo irreductiblemente humano”
y, así, constituir un sistema que elevó a la humanidad entera a la
categoría de sujeto de derechos.
Esos valores se mantienen incólumes hasta hoy. Lo que sí ha
cambiado, y mucho, es la manera en que las Naciones Unidas actúa
para adaptarse a un mundo cada vez más complejo marcado por
conflictos que dejan graves crisis humanitarias; por una pobreza que
tiene a 852 millones de personas sufriendo de hambre crónica; por
un terrorismo que, según estimativos de 2004, dejó 6.060 muertos
y más de 16.000 heridos sólo en ese año; por el crecimiento del
narcotráfico, con ganancias que se calculan en 500 mil millones de
dólares, y por el calentamiento global, que está convirtiendo en
desiertos cerca de 3.500 millones de hectáreas y amenazando con
destruir el sustento de 900 millones de personas, entre otros.
Ese es el mundo en el que hoy, seis décadas después de redactada la carta fundacional, tiene que mediar el Sistema de Naciones
Unidas. La complejidad de garantizar los intereses y necesidades de
los 191 Estados miembros, sumada al tamaño del sistema —que sólo
en el pnud cuenta con 12.000 funcionarios de planta
y externos— hacen que el reto de cambiar sea de una
magnitud enorme y, sin embargo, se haya asumido.
Este crecimiento constituye en sí mismo un desafío
que hay que enfrentar sin temor a excluir todo lo que
no contribuye a la excelencia.
Quizá uno de los clamores más fuertes en los últimos tiempos ha abogado por el cambio de la estructura
del Consejo de Seguridad para que refleje mejor las
realidades geopolíticas actuales. Ya existen varias propuestas que pasan de los quince actuales a veinticinco
o veintiséis miembros, y se estudian mecanismos para
que el aumento en el número no debilite el poder de
decisión. De otro lado, los cuestionamientos sobre la
eficacia del Consejo Económico y Social y su falta de poderes oficiales para financiar —como lo hacen las instituciones financieras— o
sancionar —como lo hace el Consejo de Seguridad— han llevado a
propuestas que lo hagan más eficaz, al igual que lo que ocurre con
la Comisión de Derechos Humanos que también deberá reformarse. En el ámbito interno, por ejemplo, se estudia la propuesta de
una Oficina de Ética que tendría entre sus funciones proteger a los
funcionarios que denuncien irregularidades.
Las mencionadas reformas, al lado de otras muchas, constituyen
el reconocimiento de la complejidad de reunir en un solo cuerpo
las grandezas y debilidades de cinco continentes. Y esto es así ya
que las Naciones Unidas no puede evitar ser el reflejo de la especificad de cada uno, pero también de las diferencias que existen
entre sus propios miembros. Por ello, quienes ven como una debilidad la transparencia con la que se han enfrentado las críticas
y la convicción sobre la necesidad de cambios pierden de vista la
gran fortaleza del Sistema de las Naciones Unidas: su capacidad de
autocrítica y autotransformación para mejorar.
Estas mejoras, sin duda, permitirán que las agencias responsables
puedan reforzar los programas que apoyan a miles de hombres,
mujeres y niños afectados e infectados con el vih/sida; facilitar el
establecimiento de sociedades en las que la equidad entre hombres
y mujeres sea real; apoyar a miles de refugiados, desplazados internos y migrantes en la reconstrucción de sus vidas;
garantizar programas para la seguridad alimentaria;
detener el deterioro medioambiental, una urgente e
imperiosa necesidad, y proteger efectivamente a las
víctimas de desastres naturales y conflictos bélicos
enfrentando más eficazmente los crecientes problemas
que obstaculizan los esfuerzos para garantizar la paz
mundial.
En el sexagésimo aniversario de las Naciones Unidas
y en medio de las reflexiones internas, una afirmación
está cada vez más clara: los principios fundamentales
que nos unen y reúnen están tan vigentes como hace
60 años y, seguramente, lo estarán en seis décadas
más. Q
Las opiniones y planteamientos expresados no reflejan necesariamente las opiniones del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, su junta directiva, ni los Estados miembros
Alfredo Witschi-Cestari, Representante Residente Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD • Producido por: Área de Desarrollo Humano PNUD • Director Académico:
Hernando Gómez Buendía • Asesor Especial: Mauricio Uribe • Editora: Olga González Reyes • Colaboradores: Andrea Arboleda, OCHA-SSH, Sol Astrid Giraldo, María Victoria
Duque • Agradecimiento Especial: Periódico El Tiempo • Oficina de Prensa Alto Comisionado para la Paz • Colprensa • Programa Mundial de Alimentos PMA • Simone Bruno
• Project Counselling Service (PCS-Colombia) • Reconocimiento especial: Dirección de Prevención de Crisis y Recuperación (BCPR, en sus siglas en inglés) del PNUD, con
sede en Nueva York, por su apoyo para ampliar el tiraje de Hechos del Callejón. • Diseño gráfico y corrección de textos: Editorial El Malpensante S.A. • Impresión: Panamericana
Formas e Impresos S. A. • Boletín Hechos del Callejón: Carrera 11 N° 82-76, Oficina 802, Bogotá, Colombia • Teléfono: 6364750 extensión 205–208–202• Fax: 6364750 extensión 209
• Comentarios y sugerencias: [email protected], [email protected] • Visite nuestra página de internet: www.pnud.org.co/indh2003
19 • hechos del callejón
Buenas prácticas
Ejemplos concretos de cómo sí es posible salir del callejón
www.saliendodelcallejon.pnud.org.co
Cosurca, café de exportación
con olor a dignidad
Una cooperativa de caficultores orgánicos del Cauca ha hecho de la agricultura un escenario para construir
tejido social y se ha convertido en una exportadora en la que, sin intermediarios, los productores son
los grandes beneficiarios. Cerca de 5.000 sacos llegan a Francia, España y Estados Unidos, entre otros.
Por Sol Astrid Giraldo E.
E
n este momento hay alguien en algún restaurante al aire
libre de París saboreando un exquisito café colombiano. Lo
que tal vez no sabe esa persona es que, aunque parece el
tradicional café que ha llegado allí desde hace 100 años, esa
taza tiene un contenido distinto. Se trata del Café Cosurca y
se diferencia porque es un producto orgánico. Pero, sobre todo, porque
alrededor de ese grano de café gravita la estrategia vital de
una comunidad para hacerle el quite a la guerra local
y a las injusticias del comercio global.
De esa taza de café también se desprende otro aroma, tal vez más sutil: el de la
dignidad. Un aroma que no es espontáneo, sino que se ha construido
día a día en una región que cree
en otros modelos económicos
y en la agricultura como la
mejor manera de revitalizar
el tejido social y el valor del
campesino, aun en medio
de los más agrios embates
del conflicto.
¿Cómo ha podido sobrevivir este grano de café
plantado en las entrañas
del Cauca, un departamento
atacado por cinco frentes de
las farc, tres del eln y dos de
las autodefensas, todos buscando
tomar una posición estratégica en este
sitio geográfico que desde los tiempos de
la Colonia ha definido los ganadores de las
guerras en Colombia? ¿Cómo ha podido llegar a
Europa este café con la etiqueta de “producto orgánico” a
pesar de haber sido sembrado en el macizo colombiano, una de las
regiones con mayores atropellos ambientales del país, con una ganadería indiscriminada y, sobre todo, con cultivos de coca y amapola
que destruyen el suelo, acaban especies endémicas, deforestan los
bosques? ¿Quién ha podido sembrar este grano en un departamento
20 • hechos del callejón
en el que la guerra ha expulsado a 44.000 personas en los últimos
cuatro años?
El esfuerzo titánico de poner cerca de 5.000 sacos de café colombiano en Francia, España, Estados Unidos, Gran Bretaña, Holanda y
Japón, entre otros países, en estas difíciles condiciones, no tiene sólo
una motivación económica. Lo que hay detrás es una propuesta que
revaloriza el papel del campesino y sus organizaciones y le da
a la agricultura un nuevo sentido y perspectiva en un
escenario tan convulsionado como lo es hoy
en día el sur del Cauca.
El proceso
Desde 1993 los campesinos
del macizo colombiano tuvieron la inquietud de asociarse
para hacerle frente a sus
condiciones extremas de
pobreza y marginamiento
y a la encerrona en la que
los estaban poniendo los
cultivos ilícitos sembrados
allí desde la década del
setenta. “Había iniciativas,
gérmenes organizativos, pero
faltaba articularlos”, dice René
Ausecha, director de la Cooperativa del Sur del Cauca (Cosurca).
Y este fue el papel que le tocó a las
Naciones Unidas, que por esa misma
época buscaba alternativas a los cultivos
ilícitos de la zona. Así se gestó Cosurca, una
organización campe-sina constituida por once
asociaciones y dos cooperativas de productores con 1.673
asociados. Desde entonces, campesinos de los municipios de Almaguer,
Argelia, Balboa, Florencia, La Sierra, La Vega, Mercaderes, Patía, Bolívar
y Sucre lograron constituir esta microempresa cuyo eje económico es
la caficultura orgánica.
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