Conflicto armado en Colombia

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EL CONFLICTO ARMADO INTERNO Y EL PROCESO DE PAZ
No es fácil evaluar el actual proceso de paz que se vive en Colombia. Normalmente, la tensión de centra en
los acontecimientos coyunturales tales como la voladura de torres por parte del ELN, las movilizaciones de
varios sectores poblacionales en el sur de los departamentos de Cesar y Bolívar o las conversaciones publicas
en la región del Caguan.
Cuando se requiere una mirada de larga duración, que permitía ubicar los hechos puntuales de la coyuntura en
una perspectiva mas amplia de tiempo, es preciso analizar la realidad actual de Colombia, por lo menos en dos
sentidos: desde la ya larga historia, de casi 20 años de negociaciones con los grupos armados, y como
posibilidad de construir la paz en el largo plazo, teniendo en cuenta las exigencias y tareas que se supone
transformar la convivencia en el país.
Desde 1982, la paz es un tema recurrente en la discusión política colombiana. Los últimos 5 presidentes han
desarrollado iniciativas de paz, circunscritas en la búsqueda de soluciones políticas al conflicto armado por la
vía de negociación. Sin embargo, la persistencia y agudización del conflicto armado, el surgimiento y
consolidación de nuevos actores como los paramilitares, los narcotraficantes y la delincuencia común, indican
la necesidad de ampliar la cobertura de las propuestas de paz, involucrando las violencias de carácter
estructural de la sociedad colombiana tales como el desempleo, la inversión de temas agrarios, la reforma
agraria etc. Estas circunstancias redefinen el papel del estado frente a la propuestas de paz, y posibilitan una
mayor participación de la sociedad civil.
La sociedad civil es un elemento clave en el desarrollo de los diálogos de paz; por lo tanto, su presencia debe
ser activa y constante.
Como en todas la guerras, el control de territorios por los grupos armados se ha realizado a costa de la
población civil. La expansión de foco guerrilleros se ha basado en el cumplimiento de funciones de actualidad
local y control armado de la población, que las organizaciones insurgentes justifican por sus necesidades de
defensa. Al campesino se le exige lealtad y colaboración, y se penaliza la sospecha de favorecer al enemigo.
Los campesino que habitan áreas de circulación querrillera reciben un trato semejante de la fuerza publica,
porque sus mandos sospechan de su colaboración con las guerrillas.
La concepción del enemigo militar aun grupo indefinido de auxialidores , colaboradores o guerrilleros de
civil, incluye potencialmente a todos los habitantes como objetivo de la guerra. Las campañas militares de la
autodefensas han escogido como táctica la realización de masacres ejemplarizantes, en muchos casos
campesinos, a quienes se acusan de colaboradores de la guerrilla. El éxodo inicial y el retorno parcial de los
pobladores permite capitalizar el terror para imponer nuevas condiciones de subordinación sobre aquellas que
deciden permanecer.
Un análisis hace pensar que las negociaciones con la insurgencia puedan tener alternativa , si se ponen en
practica algunas lecciones que nos dejan los procesos anteriores en el caso colombiano.
Una de ellas es tener en cuenta que la paz es un asunto político, que no se puede reducir a lo militar. Por lo
político se entiende la capacidad de una sociedad para lograr consensos que permitan llegar a metas comunes,
socialmente benéficas que se expresan en un modelo de sociedad y reponden positivamente a los principales
problemas que afectan a un país. Por lo tanto, no basta una paz elitista, negociada entre el gobierno y la
guerrilla pero que es incapaz de integrar en el proceso a todo movimiento social que apunta a construir una
sociedad sin exclusiones. Solo se podrá avanzar en la construcción de la paz en este país si se cuanta con un
amplio respaldo popular que avale la reformas necesaria.
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ENSAYO DE CIENCIAS SOCIALES
CONFLICTO ARMADO INTERNO Y EL PROCESO DE PAZ
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