La sal como producto de prestigio social en el sur de

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Ganador del Reconocimiento al Mérito Estatal de Investigación 2014 en la Subcategoría de Divulgación y Vinculación
La sal como producto de prestigio social en
el sur de Mesoamérica
Ivonne E. Giles Flores
Centro INAH Morelos
D
esde las primeras sociedades existió la necesidad del consu
mo de la sal, se utilizó como un recurso estratégico y una
mercancía de intercambio clave a lo largo del mundo antiguo.
Ello estimuló la demanda ya que era usada como remedio, curación
de heridas en personas y animales, para cocinar, en la conservación
de carnes y pescados, para el trabajo en la fundición del oro, para curtir pieles, como fijador de pigmentos, también formo parte de ritos y
ceremonias religiosas.
El interés por la investigación de la ruta de comercio de la sal entre
Guerrero y Morelos radica, en que no solamente se utilizó como un
bien de consumo, sino que también fue utilizada como un bien de
poder y de prestigio entre los antiguos pobladores mesoamericanos,
por otro lado no hay que olvidar que el consumo de la sal significo un
gran avance en la preparación de los alimentos.
Además, el tener el control sobre la producción y distribución llegó a ser por ello un objetivo primordial para el ser humano desde
tiempos remotos, motivo por el que gobernantes y señores buscaron
mecanismos para el control y comercialización convirtiéndola en un
codiciado objeto. Así como el comercio de diversas mercancías como
cerámica, obsidiana, concha y la sal abrieron grandes y extensas rutas
de intercambio, que fueron utilizadas por los mercaderes, en donde
atravesaban numerosos pueblos y ciudades (Villalobos et.al 2003).
Primeras evidencias en Mesoamérica
Los primeros datos relativos a la explotación y comercio de la sal se
remonta a los Olmecas que se ocuparon de la extracción de sal y el
comercio a lo largo de la costa del golfo durante el formativo y hacia
1200 a.C. los comerciantes Olmecas penetraron desde el Golfo de
México hasta la tierras altas y la costa Pacífica de Guatemala, Oaxaca,
hasta el centro de México, en su búsqueda de sal y otros varios recursos estratégicos tales como obsidiana, jade, serpentina, minerales de
hierro, basalto, cacao, conchas marinas, pieles de animales y plumas
de aves exóticas. Para este mismo periodo en Oaxaca la producción
de sal estaba restringida a solo algunas aldeas cercanas a los manantiales salinos. Quizá la producción de sal por hervido de aguas de
manantiales salobres en ollas de cerámica fue la práctica común y más
especializada para el preclásico (Williams 2008: 41)
Tanto la sal como las salinas eran importantes para la supervivencia
de los pueblos mesoamericanos ya que algunas guerras estallaron por
su posesión y control, por ejemplo el sitio maya de Emal, el depósito
mas rico de la costa de Yucatán, este sitio fue fortificado para prote-
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gerlo de diversas invasiones enemigas. En otros pueblos mesoamericanos la sal y otras mercancías fueron empleadas como una poderosa
herramienta política, económica – social (Williams 2008: 41).
Los tarascos del occidente de México expandieron su imperio desde
su territorio original en el centro de Michoacán hacia las cuencas de
los lagos de Cuitzeo hacia el oeste, y de Sayula en oeste, y la costa del
Pacífico de Michoacán y colima para asegurarse de muchos recursos
estratégicos tales como la sal, obsidiana, cobre, oro y plata, de los
cuales carecían en el corazón del imperio (Williams 2008: 42).
La sal en las fuentes históricas
En el Códice Mendocino se muestra que existieron varios lugares
que producían, obtenían y tributaban la sal, obteniéndose probablemente de manantiales de agua salada. Como la provincia tributaria
encabezada por Ocuilan y que incluía a Tenanzinco, Tecualoya, Tonatiuhco y Coatepec, quienes pagaban como tributo dos mil panes
de sal, aunque no se cuenta con referencias si esta sal la producían
o la adquirían; sabemos que cuando menos en Ixtapan de la Sal, fue
un pueblo que se dedicó básicamente a la extracción de la sal, pues
según se registra en el mismo códice, que era muy refinada y que era
un producto exclusivo de los señores de Tenochititlán.
En relación a lo anterior Acuña menciona que el pueblo de Alahuiztlan, y en su comarca, se hace sal, aunque poca: “está [a] diez leguas
destas minas. En el pueblo de Iztapa y Tonatiuhco, que está [a] siete
leguas destas minas, se hacen unos canutos grandes de sal blanca, y
muy buena para comer, y es en poca cantidad” (Acuña 1986:130)
Como dato interesante para uno de los sitios mas importantes del Epiclásico en el Estado de Morelos es Xochicalco, en donde se presume
que parte de la sal que se consumía en la ciudad provenía de la zona
de Tonatico ubicado en el estado de México y otra parte la traían de
la costa del Pacífico, junto con otras mercancías, como por ejemplo la
concha (Garza, comunicación personal).
Como parte de la Matrícula de Tributos que debían entregar los diferentes pueblos a los mexicas, se puede ver que la sal era traída de
Tierra Caliente y que era guardada en almacenes conocidos como
trojes o alhóndigas
Había también otras trojes en que se guardaban todos los géneros de bledos y semillas; había otras trojes en que se guardaban la sal gruesa por moler, que la traían por tributo de tierra
caliente; también había otras trojes en que se guardaban fardos
de chile y pepitas de calabazas de dos géneros, unas medianas
y otras mayores (Sahagún 87).
Asimismo, se puede observar que el intercambio no solamente se
daba a nivel local, sino que las rutas de intercambio eran de grandes
dimensiones, como por ejemplo la que se trazó desde área Maya hasta el Estado de Morelos, de esta forma tenían un gran control sobre
el flujo de las mercancías que se intercambiaban, que se tributaban o
bien eran utilizadas en la entrega de regalos.
Por lo que se puede decir que las redes de intercambio se encuentran
sujetas a los grupos de poder o de la élite, en donde ellos aseguran el
abasto de bienes de consumo, así como la producción o explotación
de los recursos naturales como la sal.
Así que, la sal no solo se utilizó como un bien de consumo, sino que
también tuvo otro tipo de uso, como dote matrimonial, como se observa en el siguiente párrafo:
Veis a aquí cinco mantas que os da vuestro marido, para que
con ellas tratéis en el mercado, y con ellas compréis el chilli, y
la sal, y las teas, y la leña con que habéis de guisar la comida.
Esta es la costumbre que dejaron los viejos y viejas; trabajad,
hija, y haced vuestro oficio mujeril sola, ninguno os ha de ayudar; ya nos vamos. Sed bienaventurada y próspera como deseamos” (Sahagún: 46).
Es interesante observar que un solo producto pueda ser tan importante en la vida cotidiana de las personas, los tarascos también exportaban algunas mercancías, especialmente productos lacustres, de
la cuenca hacia otras partes del reino. Los pescados secados al sol y
salados o curados con chile pasaron del mercado local a las zonas en
donde podrían se intercambiados por otros productos, como el maíz,
amaranto, frijol y chiles (Rodríguez 2007: 5).
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Obtención
La sal se obtenía de lagos salados, manantiales y en estuarios, Motolínia al respecto menciona que Hay también fuentes de sal viva, que
es cosa de ver los manantiales blancos que están siempre haciendo
unas venas muy blancas, que sacada el agua y echadas en unas eras
pequeñas y encaladas y dándole el sol, en breve se vuelven en sal
(Motolinía, 1975 )
Con base en todo lo anterior podemos señalar que los métodos empleados en la extracción de sal durante la época prehispánica consistía
en hervir la salmuera; filtrado de la salmuera a través de tierras cargadas de sal; y por evaporación solar, este tipo de técnicas se podían
llevar a cabo en combinación o bien aplicando solamente un proceso.
Ahora bien, a nivel arqueológico es muy difícil de encontrar evidencias claras, pero uno de los principales indicadores es la cerámica.
Esta presenta un tipo específico como son cazuelas y ollas de boca
ancha y no muy grande.
También podemos encontrar estanques de evaporación que son hechos a poca profundidad hechos de arena y cal. También encontramos canales que conducían el agua del manantial hacia los estanques.
Otra de las evidencias que podemos encontrar son montículos o acumulaciones del desecho que se produce para la obtención de la sal.
A modo de conclusión
En base a lo anterior se puede decir que desde épocas muy tempranas la sal ha jugado un papel muy importante, desde su producción,
como producto de prestigio, de intercambio, los cuales significaron el
crecimiento y expansión del comercio entre los antiguos pobladores
mesoamericanos, por otro lado no hay que olvidar que el consumo de
la sal significo un gran avance en la alimentación.
Además, no hay que olvidar que el conocimiento de los artesanos
se fue transmitiendo de generación en generación, de esta manera la
destreza del productor y la tecnología han sobrevivido a lo largo del
tiempo.
Para consultar:
Acuña, Rene (ed.). 1982. relaciones geográficas del siglo XVI, Centro
de México. Serie Antropológicas, 45 México. IIA – UNAM.
Motolinía, Fray. 1975. Sahagún, Fray Bernardino. Historia general de
las nuevas cosas de Nueva España. Editorial Porrúa.
Villalobos, Carlos Alonso, García, Prieto Javier y Ménanteu, Loïc.
2003. Las salinas de la bahía de Cádiz durante la antigüedad: visión
geoarqueológica de un problema histórico. SAPAL 12,. 317 – 332.
Williams, Eduardo. 2008. Producción y comercio de la sal en Michoacán antiguo. Sal y salinas: un gusto ancestral. Castellón Blas (coord.).
Diario de Campo, suplemento No. 51, noviembre/diciembre. 41 – 49.
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Diálogos desde el sur: patrimonio biocultural,
dialogo de saberes y políticas públicas
Jacobo Rendón
Facultad de Filosofía y Letras, UNAM.
Red de Patrimonio Biocultural, CONACYT
L
os días 9 y 10 de junio del 2016 se llevó a cabo en la Ciudad de
México el simposio internacional: Patrimonio biocultural, dia
logo de saberes y políticas públicas. A él asistieron investigadores de diversos países de América Latina, como: Perú, Bolivia,
Ecuador, Uruguay y Panamá.
El objetivo del evento fue compartir experiencias sobre la conservación del Patrimonio Biocultural en América Latina a través del dialogo
entre sistemas de saberes, así como elaborar un conjunto de propuestas viables para impulsar los procesos de articulación de saberes
ancestrales y su inclusión en políticas públicas.
El simposio dio inicio con la participación de Alejandro Argumedo representando a la Asociación ANDES, con su ponencia: Experiencias
de la protección del patrimonio biocultural en el Parque de La Papa,
Papallacta, Cusco, Perú.
A lo largo de su exposición recalcó que el patrimonio biocultural en
el Parque de La Papa se desarrolla en varios ejes, entre los que se
encuentran: el territorio, la economía, valores culturales-espirituales y
la diversidad biológica. Afirmó que actualmente se hace necesaria la
renovación y el fortalecimiento de estas relaciones para construir un
mejor desarrollo en las comunidades.
Respecto a las políticas públicas agregó que las comunidades necesitan marcos jurídicos que ayuden a proteger el patrimonio biocultural,
la interrelación de los recursos biogenéticos, y los valores culturales
y espirituales: “En esta región varios países han introducido políticas
para proteger el conocimiento tradicional y regular el acceso a los recursos genéticos, pero éstas tienden a no reconocer los derechos de
las comunidades sobre sus recursos.”
Igualmente explicó que el parque de la papa que se encuentra ubicado en el valle sagrado de los Incas en el Cusco, al sur del Perú, es una
asociación de seis comunidades que gestionan de manera independiente el territorio con base en un modelo biocultural. Resaltó que el
parque es un lugar de origen y diversidad de papas, así como la base
de los sistemas alimenticios de los andes, y el parque de la papa se
encarga de salvaguardar el patrimonio biocultural buscando un sistema sostenible, ya que en él se conserva una variedad de 1500 tipos
de papas nativas de la región.
Por parte de la Fundación para la Promoción del Conocimiento Indígena de Panamá se presentó Onel Masardule con una ponencia titulada: El conocimiento indígena y la conservación del Patrimonio
Biocultural.
A manera de introducción aclaró que en la actualidad existen diversos
intentos por desplazar el saber indígena por el conocimiento occidental, argumentando que por ser empírico no tiene la misma validez, sin
embargo el conocimiento de los pueblos indígenas en la actualidad
ha ido actualizándose y transformándose con el paso del tiempo. El
casó de Panamá es interesante ya que existen siete pueblos indígenas
que conforman el siete por ciento de la población nacional, los Gunas
son aproximadamente 80 mil, y el único pueblo que tiene autonomía.
Respecto a la relación de los Guna con la naturaleza especificó que
en la comunidad se les enseña que son uno más de la naturaleza, un
componente, y como tal deben tener una relación armónica con ella,
de lo contrario, en un sistema como éste falla un componente y falla
todo, por ende la conservación no se puede ver como algo aislado,
ya que se encuentra integrado a los elementos del plano espiritual,
además resaltó: “no se puede hablar de conservación y patrimonio
biocultural si no tenemos territorio, porque es allí donde se han desarrollado nuestros pueblos”
Declaró que el pueblo Guna puso en marcha la iniciativa de conservación del sitio sagrado Maniyala que tiene como objetivo proteger
y conservar el patrimonio biocultural, fortalecer el uso y manejo de
los sistemas naturales y en especial el sitio sagrado de Maniyala, lugar
histórico cultural Gandú.
La ponencia titulada Participación, derechos y territorios indígenas:
rediseño de repúblicas multiculturales y conservación del patrimonio biocultural corrió a cargo de Alberto Betancourt de la Facultad
de Filosofía y Letras UNAM. Comenzó por apuntar que el proyecto
neoliberal de educación pretende subordinar la universidad a las empresas, desplazar el pensamiento crítico por uno que se subordine a
los intereses empresariales.
Hizo énfasis en reconciliarse con la historia, para de esa forma no
apostar por conformarse con las epifanías filosóficas de la alteridad,
sino buscar lo que yace en el subsuelo de América como un lugar de
sentido: “Tenemos que pensar cómo un dialogo como el nuestro, de
intercambio de experiencias latinoamericanas, nos permitirá diseñar
estrategias de pensamiento, acción y práctica, para construir un modelo de institucionalización diferente”.
Freddy Delgado del centro universitario AGRUCO, Bolivia compartió
su ponencia Diálogo de saberes e intercientífico y políticas públicas
en Bolivia.
Destacó que La nueva constitución política promulgada por el estado
en el 2009 consta de dos perspectivas, por un lado se encuentra la
visión occidental moderna, eurocéntrica, ligada al bienestar, al libre
mercado y que prevalece en todas las universidades latinoamericanas,
y por otro la perspectiva que plantea el vivir bien y el equilibrio con la
tierra, que desde los andes se denomina pachacentrica porque “pacha” es la articulación de espacio-tiempo, policentrica: “no partimos
del hombre o la mujer sino del ser humano, además que no parte so-
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lamente de una visión de mercado, se plantea la economía plural que
reconoce la economía comunitaria, por tanto hablamos de economía
plural.” Finalizó manifestando que su proyecto tiene un enfoque biocultural porque lo han definido como un enfoque alternativo que promueve la conservación de la diversidad biológica, la cultura, y el uso
sustentable del ecosistema a través de mecanismos de gestión local y
políticas públicas.
Ramón Mariaca Méndez de ECOSUR México habló sobre Los huertos familiares como expresión del PB y su conservación. En México
existen 32 mil especies vegetales, de las cuales se consumen mil doscientos cincuenta, sin embargo para las estadísticas oficiales difundidas por SAGARPA existen cincuenta especies vegetales importantes.
Ante eso las preguntas obligadas son ¿dónde están las mil doscientas
plantas faltantes? ¿Quién las consume? ¿Quién las conserva? La respuesta es que se encuentran en el ámbito de la agricultura tradicional,
por lo cual recalcó: “El huerto familiar es un agroecositema con raíces
culturales tradicionales, dinámico en el tiempo y en el espacio, en
el que predomina la unidad familiar, la domesticación y producción
orientada a la reproducción de flora y fauna”.
El tema de la educación intercultural corrió a cargo de Francisco Rosado May de la Universidad Intercultural de Quintana Roo, que expuso su trabajo sobre La educación, el conocimiento intercultural y
el patrimonio biocultural. Comenzó diciendo que las universidades
interculturales surgieron al ver que los jóvenes, principalmente indígenas, al asistir a una universidad convencional ocurría un fenómeno
de aculturación ocasionando que no haya un retorno de los estudiantes indígenas a sus comunidades.
Además explicó que la evaluación en las comunidades es con base
en el fortalecimiento de la relación familiar y comunitaria: “cuando
los niños se acercan a elaborar tortillas y éstas son puestas en la pila
de tortillas que se van a comer significa que están bien hechas, si no
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se ponen allí algo pasó y la persona comienza a renovar su proceso
de aprendizaje, no erró, no falló, está en un proceso de aprendizaje”.
Además subrayó que la supervivencia de los pueblos indígenas reside en sus formas de construcción del conocimiento, si se pierde, se
pierde su cultura, se pierde su esencia: “podemos tener las personas,
pero ya no tenemos su esencia, y ese es el papel de la educación intercultural”
Maya Lorena Pérez Ruiz del INAH México presentó una ponencia
titulada: Diálogo de saberes y protección del patrimonio biocultural.
Su participación se enfocó en señalar que es necesaria una recategorización conceptual para evitar el uso de las categorías que vienen
desde el poder, para con ello reconocer las formas en que los pueblos
se autodenominan como una recuperación de su dignidad y forma
de nombrarse: “si construyo desde el poder estoy entiznando, imponiendo una ideología”.
El simposio terminó con una breve recopilación de las ideas expuestas, con el objetivo de llegar a acuerdos que hagan de la Red temática
sobre patrimonio biocultural un espacio donde prolifere el dialogo de
saberes, la vinculación comunitaria, y la construcción de un mundo
donde quepan muchos mundos.
Órgano de difusión de la comunidad de la Delegación INAH Morelos
Consejo Editorial
Eduardo Corona Martínez Israel Lazcarro Salgado
Luis Miguel Morayta Mendoza
Raúl Francisco González Quezada
Giselle Canto Aguilar
Laura Elena Hinojosa Hinojosa
Coordinación editorial de este número: Israel Lazcarro Salgado
Eduardo Corona Martínez
El contenido de los artículos es responsabilidad exclusiva de sus autores
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