Las normas jurídicas establecen instrucciones de alcance general

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Las normas jurídicas establecen instrucciones de alcance general que en alguna circunstancias no pueden prever todos los casos que se presentan en la práctica, y por consiguiente dejan abiertas posibilidades y por ello, dudas sobre las conductas exigidas en los casos particulares, situaciones en las cuales entra la interpretación de dichas normas, sin embargo, la interpretación presenta una serie de problemas, tales como semánticos, sintácticos y lógicos; los primeros, referente a la vaguedad y ambigüedad de las palabras, que no tienen un campo único de referencia, sino dos o más; los segundos, referentes a la conexión de las palabras en frase, y puede dar lugar a imprecisiones cuando no queda claro a qué palabra se refiere un adjetivo o una frase adjetival; y, los últimos, o sea, los problemas lógicos, versan sobre el sentido de que pueden ser detectados por un análisis lógico, pero no en el sentido de que puedan ser resueltos con la ayuda de la lógica. La función judicial tiene, entonces, indefectiblemente un ámbito considerable de discrecionalidad (posibilidad de elección entre diferentes cursos de acción igualmente válidos o admisibles) para cumplir con su responsabilidad de resolver casos sin el control de normas jurídicas generales, todo esto en razón de que la aplicación del derecho es una actividad que requiere discernimiento, sensatez y juicio para adoptar el curso de acción jurídicamente previsto, en tal sentido considero que un juez que desempeña su rol institucional con discreción puede ser considerado un juez responsable, un buen juez.
En esa tesitura, tanto Ross como Kelsen consideran que la actividad del juez a la hora de interpretar y aplicar la ley no es sólo una actividad cognoscitiva, sino también y principalmente volitiva, pues puede haber una actividad cognoscitiva de las normas morales, de justicia, juicios de valor social que dependen de la discrecionalidad del juez, de donde resulta que la interpretación se enlaza con un acto de voluntad, que es la decisión del juez. Hart considera separables el derecho y la moral, de tal manera que las obligaciones legales pueden entrar en conflicto con las morales, es decir, puede ocurrir que el juez tenga que aplicar una norma que considera inmoral o bien, se crea en la obligación moral de no aplicarla. Por su parte Dworkin, considera que el derecho no está formado sólo por reglas, que pueden o no ser aplicadas, sino por principios, los cuales tienen una importancia decisiva en la argumentación judicial y que no pueden ser identificados mediante la regla de reconocimiento de Hart, sino que surgen de la adecuación al presente por parte de la comunidad jurídica, por cuanto existe una respuesta correcta para cada caso, censurando de esta manera la discrecionalidad del juez. En ese sentido, considero que la solución que los jueces dan a los casos se deben en gran parte a sus propias convicciones morales, religiosas, ideología, prejuicios derivados de la educación recibida, etc. Siguiendo esa linea, las concepciones de índole moral que tiene el juez, de alguna manera influyen en la forma en que interpreta una determinada norma, así como su aplicación a un determinado caso, razón por la cual es preciso que el juez analice cada caso en particular, porque no en todos los casos y en todas las circunstancias se dan las condiciones para que aflore su discrecionalidad.
A partir de las anteriores puntualizaciones, hemos podido observar que en las sentencias analizadas, referentes al derecho a la vida, vemos la forma en que los jueces resaltan el derecho a la vida como un derecho absoluto, de una manera tal, que en la misma se refleja una fuerte carga emotiva, producto de sus concepciones morales respecto a la interpretación que éstos le dan al concepto del derecho a la vida en sí, tomando en consideración, como hemos dicho, los conflictos que genera la definición de “vida” entre conceptos éticos, morales y religiosos, lo que alimenta debates como los sostenidos sobre la eutanasia, el aborto y el suicidio asistido; en ese orden, entiendo que los jueces dejan subyacer de manera sutil su repudio al aborto; muestra fehaciente de ello, es que se advierte que al momento de tomar la decisión del caso sometido a su consideración se ven influenciados por el impacto moral del aborto como atentado a la vida tanto en la sociedad y en ellos de manera personal; pues en su albedrío reposa el honor, los bienes y la vida de los ciudadanos. Las sentencias analizadas reflejan que los jueces actuaron conforme a las pautas establecidas por el ordenamiento jurídico vigente, siendo el hecho controvertido el punto de partida para establecer la existencia del ser humano, pues la norma no distingue tal aspecto, dejando establecido de manera autoritaria que “el que está por nacer, cualquiera que sea la etapa de su desarrollo prenatal, tiene derecho a la vida, es decir, a nacer y a constituirse en persona con todos los atributos que el ordenamiento jurídico le reconoce”; de lo cual podemos inferir que los jueces para interpretar las normas jurídicas en la cual tengan que hacer uso de su discrecionalidad, no le es posible separarse de sus convicciones morales, y por lo tanto utilizan juicios de valores que pueden interpretarse como subjetivos. Un ejemplo de esto es cuando los jueces se refieren a la negativa de los padres a las transfusiones de sangre, fundando su negativa en sus creencias religiosas, que en ese sentido los jueces entienden que nadie puede auspiciar, basado en concepciones de tal tipo, el no permitir un determinado procedimiento clínico tendente a salvar la vida de una persona, por lo que se puede inferir que en la decisión del juez existe una carga emotiva. Por otro lado, al analizar las sentencias que deciden el deber de la autoridad pública de salud respecto a la asistencia médica y al suministro de medicamentos gratuitos a los enfermos del VIH­Sida, vemos como los jueces actuaron de manera objetiva y en aplicación a lo que refieren los textos legales, lo que nos permite colegir que hay ocasiones en que los jueces logran separarse de sus propias convicciones para decidir un aspecto.
A modo de conclusión podemos decir que el juez con frecuencia se encuentra ante el dilema de aplicar estrictamente la ley, dando lugar a una solución injusta, o apartarse de ella, para decidir satisfactoriamente el caso planteado, en base a sus concepciones morales.
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