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LOS 7 HÁBITOS
DE LAS FAMILIAS ALTAMENTE EFECTIVAS
Ediciones Palabra
Madrid
Título original: The Seven Habits of Highly Effective Families
Copyright © 1997 Franklin Covey Company
Publicado bajo la autorización de St. Martin’s Press, LCC.
Las marcas y el logotipo de Franklin Covey son marcas registradas y su uso debe autorizarse por
Franklin Covey Co.
© Ediciones Palabra, S.A., 2014
Paseo de la Castellana, 210 - 28046 MADRID (España)
Telf.: (34) 91 350 77 20 - (34) 91 350 77 39
www.palabra.es
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Diseño de cubierta: Nicolás Sangrador Andreu
ISBN: 978-84-9061-028-2
Depósito Legal: M. 9.446-2014
Impresión: Gráficas Anzos, S. L.
Printed in Spain - Impreso en España
Todos los derechos reservados.
No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento
informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea
electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos,
sin el permiso previo y por escrito del editor.
Stephen R. Covey
LOS 7 HÁBITOS
DE LAS FAMILIAS
ALTAMENTE EFECTIVAS
palabra
Para todos los hijos,
nuestra misión común.
Sobre el autor
S
tephen R. Covey (1932-2012), esposo, padre y abuelo, es
una autoridad internacionalmente reconocida en el campo
del liderazgo y experto en temas familiares, profesor, consultor y fundador de la antigua compañía Covey Leadership Center,
y copresidente de Franklin Covey Company. Ha sido una fuente de
inspiración para millones de personas a lo largo de toda su vida y
en sus numerosos viajes por todo el mundo difundía un mensaje
muy simple: para una vida llena de sentido y de éxito debemos ser
personas centradas en los principios.
Stephen Covey poseía una diplomatura en Administración de
Empresas por la Universidad de Harvard y un doctorado por la
Brigham Young University, donde fue profesor de conducta de las
organizaciones y administración de empresas, y también ha sido
director de relaciones universitarias y asistente del presidente.
Prácticamente ha dedicado gran parte de su vida a la enseñanza a
millones de personas (familias, presidentes de compañías, líderes
educativos y políticos, etc.) del poder transformador de los principios o leyes naturales que gobiernan la efectividad humana y de
las organizaciones.
El doctor Covey es autor de varios libros de gran éxito, como
Los 7 Hábitos de las personas altamente efectivas, que ha encabezado la lista de bestsellers durante muchos años y cuyas ventas
se cuentan por millones de ejemplares en todo el mundo. Otros
libros son Liderazgo centrado en principios, Primero lo primero y
El 8º Hábito.
Un mensaje personal
E
stimado lector:
No he puesto en toda mi vida más pasión por un proyecto que en el de este libro, porque la familia es lo más
importante para mí, como me imagino lo es para ti.
Trasladar el material de los siete hábitos a las familias es algo
absolutamente natural, encaja a la perfección. De hecho, es donde
surgió realmente. Te darás cuenta cuando leas las maravillosas
historias de tantas familias que han trabajado los siete hábitos y
han compartido sus resultados.
También cuento mucho sobre mí y nuestra familia, sobre
cómo hemos intentado adquirirlos y también sobre cómo nos ha
ido. Toda situación familiar es única y diferente; por un lado es
nuestra, pero, por otro, toda familia es similar. Me imagino que
nos enfrentamos con el mismo tipo de problemas y desafíos cotidianos que tú.
Un dilema que tuve al escribir el libro fue el de saber cuánto
de nuestras historias familiares, de nuestros errores y de nuestros
logros debía compartir. No quiero que pienses que creo tener respuestas para todo. Pero tampoco quiero dejar de compartir cómo
se encuentra mi corazón y dónde he aprendido realmente el extraordinario poder de los siete hábitos.
Les pedí a Sandra y a mis hijos que compartieran también lo
bueno y lo malo. Esas historias ilustran tan solo los principios,
que son universales. Quizá no te sientas identificado con ellas,
pero creo que sí tienen que ver con los principios. Y espero que
estas historias detonen nuevas ideas que funcionen en tu situación concreta.
Con todo este material, quiero, más que nada, infundir una
sensación de esperanza en que esta manera de pensar realmente
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Los 7
hábitos de las familias altamente efectivas
puede ser útil y te puede funcionar a ti. Sé que quieres dar prioridad a tu familia, y quiero compartir contigo una forma de hacerlo
en este mundo loco, turbulento y, con frecuencia, poco amable
con la familia.
Por último, creo firmemente que la familia es la piedra angular
de la sociedad y que nuestro logro más grande radica ahí. De igual
manera, creo que el trabajo más importante que realizamos en la
vida tiene lugar en el hogar. La ex primera dama Bárbara Bush
dijo lo mismo con bellas palabras, a los recién licenciados de Wellesley College: «Igual de importante que vuestras obligaciones
laborales como médicos, abogados o empresarios, son vuestras
obligaciones como personas; y la relación con vuestros cónyuges,
con vuestros hijos y amigos, es la inversión más importante que
haréis en vuestra vida. Al final de la vida, nunca os arrepentiréis
de no haber aprobado un examen, de no ganar otro caso o de no
cerrar otro trato. Os arrepentiréis del tiempo que no hayáis pasado con vuestro cónyuge, un hijo, un amigo o un padre... Nuestro
éxito como sociedad no depende de lo que sucede en la Casa Blanca, sino de lo que sucede dentro de vuestras casas»1.
Estoy convencido de que si como sociedad trabajamos con diligencia en todas las otras áreas de la vida, pero rechazamos la
de la familia, esto sería análogo a intentar enderezar las sillas de
cubierta del Titanic mientras se está hundiendo.
Sinceramente,
Stephen R. Covey
Prólogo
U
n día fuimos a ver un partido de baloncesto de nuestro
hijo; una de las madres que estaba ahí me dijo: «Me sorprende que tu marido se haya quedado durante casi todo
el partido. Sé que siempre está ocupado, escribiendo, trabajando,
viajando. ¿Cómo puede hacerlo?». Lo primero que me vino a la
mente fue responderle que es porque tiene una gran mujer, que
es su ayudante a tiempo completo. Pero, dejando eso a un lado,
contesté: «Para él es su prioridad». Y así es.
Una vez Stephen les dijo a un grupo de altos ejecutivos: «Si
su compañía estuviera a punto de quebrar, harían lo que fuera
necesario para salvarla. Encontrarían cómo hacerlo. La misma
fórmula se aplica a su familia». Todos sabemos lo que tenemos
que hacer, pero ¿queremos hacerlo?
Tanto Stephen como yo vivimos una infancia feliz y queríamos
lo mismo para nuestros hijos. La vida era mucho más sencilla entonces. Todavía recuerdo las largas noches de verano de niña, jugando con todos los niños del barrio al escondite, al pilla-pilla, al
balón prisionero, etc. Nuestros padres nos miraban desde el patio
de la casa o sentados en la puerta, hablando. Con frecuencia, mi
madre y mi padre iban cogidos de la mano hasta la heladería de
Fernwood a por un cucurucho doble. Nosotros nos tirábamos en
el césped fresco y verde, y observábamos las figuras de las nubes
en el cielo. En ocasiones, dormíamos fuera en las noches de verano, después de contemplar maravillados los millones de estrellas
de la Vía Láctea. Ese era mi ideal de una familia feliz y segura.
Stephen y yo discutíamos a menudo sobre qué clase de hogar
y estilo de familia queríamos crear. Conforme nuestra familia fue
creciendo y nuestras vidas se fueron volviendo más ocupadas y
más complicadas, nos dimos cuenta de que las familias felices
no surgen así sin más. Se requiere de toda la energía y la determinación posibles, además de talento. Las cosas que realmente
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Los 7
hábitos de las familias altamente efectivas
importan necesitan tiempo, cabeza, planificación y prioridades.
Hay que trabajar y sacrificarse; hay que querer y pagar el precio.
Algunos amigos me dicen con frecuencia: «Tienes nueve hijos.
Qué maravilla. Seguro que tienes mucha paciencia». No entiendo
ese razonamiento. ¿Por qué tenía que tener paciencia solo por tener nueve hijos? ¿Por qué no podía ser una maníaca demente? O
me dicen: «Con tantos hijos, supongo que uno más no importará».
Quizá lo dicen solo porque ellos no tuvieron ese hijo más.
Criar una familia grande ha sido un trabajo difícil. Yo quería
una vida sencilla, como la recordaba de mi infancia, pero Stephen
no dejaba de recordarme que nuestra vida juntos no iba a ser así
nunca. Iba a ser más compleja. Había más presiones. El mundo
había cambiado. Aquellos días felices del pasado se habían ido,
pero todavía podemos recordarlos y guardarlos como un tesoro.
Stephen se estaba creando una reputación como consultor,
conferenciante y escritor y tenía que viajar mucho. Esto implicaba planear los desplazamientos con antelación para no perderse
eventos importantes, como partidos de fútbol, funciones escolares o bailes. Cuando estaba fuera, llamaba todas las noches para
hablar con cada uno de los niños y estar al corriente.
«Que alguien conteste el teléfono», se oía. «Seguro que es papá
otra vez. Yo hablé con él anoche. ¡Te toca a ti!». «Ay, dile que
llame más tarde, cuando termine la película». «¿Es que no se da
cuenta?», nos preguntábamos.
Cuando estaba en casa, se entregaba por completo. Era una
parte importante de la vida de nuestros hijos y estaba tan involucrado con ellos que no creo que en la actualidad tengan conciencia de que viajaba tanto. Stephen siempre ha sabido escuchar,
aprender constantemente, ser un estudiante perpetuo. Siempre
está haciendo preguntas, hurgando en el cerebro de las personas
hasta el fondo, esperando escuchar opiniones diferentes a las suyas. Él valora las diferencias. Lo admiro porque trata de hacer lo
que dice. Trata de vivir coherentemente todos los principios que
enseña y en los cuales cree. Eso no es fácil. Es un hombre sin artificios. Tiene un sentido poco común de la humildad que cambia y
suaviza su corazón y que me hace querer ser como él.
Es un idealista (lo cual es una bendición y una maldición). Su
Prólogo
13
idealismo me inspira y me motiva, así como a sus oyentes y alumnos y a nuestros hijos; nos hace querer superarnos. También es un
luchador, como lo soy yo (y como lo somos la mayoría).
Cuando intentamos vivir conforme a aquello en lo que creemos, luchando pero moviéndonos en la dirección correcta, nuestros hijos generalmente aceptarán nuestros valores. Nuestros
sentimientos e intenciones son buenos, pero con frecuencia los
arruinamos. Su personalidad puede ponernos en una situación
comprometida pero nuestro orgullo nos mantiene ahí. A menudo
nos salimos del camino, pero siempre volvemos a él.
Recuerdo una anécdota cuando nuestra hija mayor, Cynthia,
tenía tres años. Acabábamos de mudarnos a nuestra primera casa,
una casita pequeña, nueva, de tres habitaciones, que nos encantaba. Disfrutaba mucho decorándola y me esforcé mucho para que
fuera bonita y acogedora.
Pertenecía a un club de literatura y tocaba reunirnos en mi casa.
Me pasé horas limpiándolo todo para que estuviera perfecta. Estaba
ansiosa por enseñársela a mis amigos, para impresionarles. Acosté
a Cynthia y pensé que se habría dormido para cuando llegaran.
Admirarían, desde luego, su bonito cuarto con su colcha amarilla
brillante y las cortinas a juego, y los preciosos animalitos que yo
había hecho y colgado en las paredes. Pero, cuando abrí la puerta
de la habitación, descubrí con sorpresa que se había levantado de la
cama, había sacado todos sus juguetes y los había esparcido por el
suelo. Había sacado también toda la ropa de los cajones y la había
tirado al suelo. Había cogido los puzles y los rotuladores, ¡todavía
estaba pintando con ellos! Su cuarto era un desastre. Parecía como
si hubiera pasado un tornado. En medio de todo esto, me miró con
una sonrisa traviesa y me dijo dulcemente: «Hola, mami».
Yo estaba furiosa porque me había desobedecido y se había
bajado de la cama; me molestó mucho que su cuarto estuviera tan
revuelto y que nadie pudiera apreciar su estupenda decoración;
y, sobre todo, me enfadó que me pusiera en aquella situación tan
vergonzosa delante de mis amigos.
Le regañé, espontáneamente le di un azote y la puse de nuevo
en la cama, advirtiéndole de que no volviera a levantarse. Su labio
inferior empezó a temblar. Se quedó pasmada ante mi respuesta y
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hábitos de las familias altamente efectivas
los ojos se le llenaron de lágrimas. Empezó a llorar, sin entender
qué había hecho mal.
Cerré la puerta e inmediatamente me sentí fatal por haber exagerado tanto. Estaba avergonzada de mi comportamiento, me di
cuenta de que era mi orgullo, no sus actos, lo que me había puesto
así. Estaba enfadada conmigo misma por haber respondido de
forma tan inmadura. Estaba segura de haberle arruinado la vida
para siempre. Años después le pregunté si recordaba el incidente
y suspiré con alivio cuando me dijo que no.
Si hoy me enfrentara a la misma situación, creo que mi respuesta sería reír. «Para ti es fácil decirlo», responden mis hijas pensando en sus propios hijos. Pero mis prioridades han cambiado.
Todos pasamos por diversas etapas: Nos preocupamos por las
apariencias, queremos causar buena impresión y ser aceptados,
nos comparamos con otros, tenemos ambiciones desmedidas,
queremos ganar mucho dinero, nos esforzamos por ser reconocidos… Todo esto desaparece cuando crecen las responsabilidades
y se fortalece el carácter.
Las pruebas de la vida nos van puliendo. Las amistades verdaderas nos sustentan. Ser auténtico, ser íntegro y afrontar los problemas es lo que nos ayuda a alcanzar nuestras metas, a marcar
la diferencia, a ser un ejemplo y a hacer lo correcto. Lucha por
convertirte en una persona mejor.
La lucha es constante. Después de criar a nueve hijos, creo que
estoy empezando a tener algo de perspectiva. Muchas veces he
estropeado las cosas, he perdido los nervios, he juzgado antes de
saber, no he escuchado y me he equivocado. Pero también he intentado aprender de mis errores. He pedido perdón, he crecido,
he revisado mis valores, he reconocido lo que es solo una etapa
de crecimiento, no he exagerado, he aprendido a reírme de mí
misma, he reducido el número de reglas, he disfrutado más de la
vida, y me he dado cuenta de que criar hijos es difícil, tanto física
como emocionalmente. Es agotador, pero también muy gratificante. Por las noches llega una a la cama totalmente exhausta y,
como decía Scarlett O’Hara: «Mañana será otro día». Hay que ser
la mitad de inteligente de lo que tu hijo te cree y la mitad de tonto
de lo que tu hijo adolescente te ve.
Prólogo
15
A través de todo esto he aprendido que ser padres supone básicamente una vida de sacrificio. Tengo un cuadro en mi cocina que
me recuerda: «La maternidad no es para cualquiera». Los padres
pasan con sus hijos por lecciones y deberes, ballet y dentistas, lágrimas y berrinches, edades y etapas, fracasos y triunfos, tareas,
modales en la mesa, pubertad, acné, amores de adolescentes, carnets de conducir, peleas y bromas…
Pero al final (como ocurre con el parto) uno no recuerda el
dolor. Se acuerda solo de la alegría de ser padre, de preocuparse
y sacrificarse por ese maravilloso hijo o hija al que se quiere con
toda el alma. Se recuerdan solo las cosas buenas de los hijos a
través de los años, qué bien les quedaba esa ropa, lo orgullosos
que estaban de sus éxitos, sus penas; los tiempos maravillosos, la
diversión por todo, los momentos mágicos al mirar al bebé mientras se le estaba alimentando; momentos llenos de asombro y fascinación, y los logros de ser padre y formar una familia.
Hasta que tuvimos a nuestro séptimo bebé, Colleen, no sentí
que realmente lo estaba entendiendo todo. Por fin aprendí a decir
«no» a lo que no era importante. Me sentaba en mi mecedora,
mirando por la ventana, alimentaba al bebé, y me sentía feliz de
estar ahí. Saboreaba el momento en lugar de pensar en que luego
debía hacer otra cosa y me llenaba una sensación de alegría y
equilibrio. Por fin sabía que para mí esto era lo más importante.
Así que solo recuerdo los buenos momentos. Pero solo siete
de nuestros hijos están casados, todavía tenemos dos en casa. Y
Joshua, nuestro hijo de diecisiete años, estudiante de bachillerato, con frecuencia me dice (con un brillo en los ojos): «¡Nosotros
podemos amargaros la existencia!».
Todos tenemos una vida familiar diferente, particular, distinta
a la de los demás. Probablemente tú has descubierto, como hice
yo, que la vida ya no es tan sencilla como antes. La sociedad ya no
apoya igual a las familias. La vida es más tecnológica, más rápida,
más sofisticada, más inquietante.
Las teorías y los principios expuestos en este libro no fueron
inventados por Stephen. Él los vislumbró, los analizó, los ordenó.
Son principios universales que tú ya intuyes que son verdaderos.
Por eso es por lo que parecen tan familiares. Porque ya los has
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Los 7
hábitos de las familias altamente efectivas
puesto en práctica en alguna ocasión y has visto que funcionan.
Sin embargo, lo verdaderamente útil es proporcionar un marco
de referencia, una manera de pensar para ver la propia situación personal y encontrar la forma de manejarla. Se trata de un punto de partida, una manera de examinar en qué punto nos encontramos ahora,
adónde queremos llegar y cuál es la mejor manera para conseguirlo.
Hace unos años a Carol, una de mis mejores amigas, le diagnosticaron un cáncer. Tras varios meses de radioterapia, quimioterapia
y operaciones, comprendió cuál sería su destino. Nunca preguntó:
«¿Por qué yo?». No sentía amargura ni desilusión. Su forma de ver
la vida cambió radicalmente. Decía: «No tengo tiempo para las cosas
que no son importantes». «Sé qué es lo importante y dónde establecer mis prioridades». Su valentía me llegó hasta el corazón, vi cómo
fortalecía su relación con su marido, con sus hijos y con sus seres
queridos. Su mayor deseo era ayudar, colaborar con los demás y, de
alguna manera, marcar una diferencia. Su muerte sirvió para que
todos los que la quisimos, deseáramos ser mejores personas, más
fuertes, más dispuestas a amar y ayudar a los demás. En cierto sentido ella marcó su modelo de misión para la vida en su lecho de muerte. Tú puedes empezar a marcar el tuyo en este preciso momento.
Nadie entenderá nunca realmente cuál es tu situación personal, los obstáculos que debes superar, el equipaje que cargas o
qué esperas realmente de la vida. Puedes aprender de este libro
lo que quieras, lo que creas que es más adecuado para ti. Algunas
historias o ejemplos podrían ser similares a tu situación y podrás
dar un paso hacia atrás, separarte un poco, mirar tu propia vida y
obtener ideas útiles o perspectiva.
Lo que queremos es dar esperanza a aquellos que creen que
han cometido muchos errores, que lo han estropeado o que no
han dado prioridad a sus familias. Siempre se puede recuperar
a un hijo perdido. Nunca es demasiado tarde. Nunca debes darte
por vencido ni dejar de intentarlo.
Creo que este libro te ayudará a convertirte en un elemento de
cambio, en esa persona que marcará la diferencia.
Mis mejores deseos en tus esfuerzos.
Sandra Merrill Covey
Vas a «salirte del camino»
el 90 por ciento del tiempo. ¿Y qué?
L
as buenas familias, incluso las familias ejemplares, están
fuera del camino el 90 por ciento del tiempo. La clave es
que tienen claro cuál es su destino, saben cómo es el camino y siempre vuelven a él una y otra vez.
Es como el vuelo de un avión: antes de despegar, los pilotos tienen un plan de vuelo; saben exactamente a dónde van y despegan
de acuerdo con su plan. Pero durante el vuelo, el viento, la lluvia,
las turbulencias, el tráfico aéreo, los errores humanos y otros factores actúan sobre ese avión, lo mueven ligeramente en diferentes
direcciones, de manera que, durante la mayor parte del viaje, ese
avión ni siquiera avanza dentro del plan de vuelo original. Ya sea
por los sistemas de navegación o por la densidad del tráfico aéreo,
normalmente se desvía. Sin embargo, salvo por algo realmente
importante, el avión llegará a su destino.
¿Cómo ocurre eso? Durante el vuelo, los pilotos reciben información constantemente. Información de los instrumentos meteorológicos, de las torres de control, de otros aviones, incluso
a veces de las estrellas, y, basándose en esa información, pueden
hacer correcciones para poder volver al plan de vuelo.
La esperanza radica no en las irregularidades, sino en la visión,
el plan y la habilidad de volver al camino correcto.
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Los 7
hábitos de las familias altamente efectivas
El vuelo de ese avión es, creo yo, la metáfora ideal para la vida
familiar. Respecto a nuestras familias, no hay ninguna diferencia
si nos desviamos del objetivo o incluso si nuestra familia es un
desastre. La esperanza radica en la visión, en el plan y en el valor
de regresar una y otra vez al camino trazado.
Sean (nuestro hijo):
«En general, yo diría que nuestra familia tuvo tantas
peleas como cualquier otra familia cuando estábamos
creciendo. También tuvimos nuestros problemas. Pero
estoy convencido de que fue la habilidad de renovarse, de
disculparse y empezar de nuevo lo que hizo sólidas nuestras
relaciones familiares.
En los viajes familiares, por ejemplo, mi padre planeaba
que nos levantáramos a las 5 de la mañana, desayunáramos
y estuviéramos listos para salir a las 8.00. El problema era
que, cuando llegaba el día, todos estábamos dormidos y nadie quería ayudar. Papá se ponía furioso. Cuando finalmente
salíamos, cerca de doce horas después de cuando deberíamos
haber salido, nadie quería siquiera hablar con él porque estaba muy enfadado.
Pero lo que nunca se me olvidará es que mi padre siempre
se disculpaba, siempre. Y era muy bochornoso verle disculparse por perder los estribos, sobre todo cuando sabías que tú
eras uno de los que lo habían provocado.
Al mirar hacia atrás, creo que lo que marcó la diferencia en
nuestra familia fue que tanto mi madre como mi padre siempre volvían al camino, seguían intentándolo, incluso cuando
éramos como una epidemia, incluso cuando
La clave está en tener parecía que todos sus planes y sus nuevos
un destino, un plan de sistemas para reuniones, metas y tareas familiares nunca iban a funcionar».
vuelo y una brújula.
Como podéis ver, nuestra familia no es la excepción. Yo no soy
la excepción. Quiero afirmar que al principio de cualquier situación, incluso si es muy difícil y conflictiva, hay que tener esperanza, encaminarse hacia la meta. La clave está en tener claro el des-
Vas a «salirte del camino» el 90% del tiempo. ¿y qué?
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tino, un plan de vuelo y una brújula. Utilizaremos la metáfora del
avión constantemente en este libro para transmitir una sensación
de esperanza y alegría en torno a la idea de construir una cultura
familiar hermosa.
Los tres objetivos de este libro
Mi deseo al escribir este libro es ayudarte a conservar la esperanza y a que desarrolles estos tres puntos que os permitirán a ti
y a tu familia manteneros en el camino: un destino, un plan de
vuelo y una brújula.
1. Visualizar tu destino.
Sé que has llegado hasta este libro con una situación familiar
y unas necesidades únicas. Quizá intentas conservar tu matrimonio o reconstruirlo. O puedes tener ya un buen matrimonio, pero
quieres uno excelente, uno profundamente satisfactorio. Puedes
ser un padre soltero y estar agobiado por las presiones. Quizá tengas un niño desobediente o un adolescente rebelde, que tiene problemas de drogas o de alguna otra influencia negativa.
Quizá quieres que tus hijos hagan sus trabajos y tareas, sin
tener que recordárselo. O estás agobiado al intentar cumplir con
varios cometidos (aparentemente incompatibles) en tu familia: el
de padre, el de juez, el de jurado, el de carcelero y el de amigo.
O te debates entre ser más estricto y o más permisivo, sin saber
realmente cómo educar.
Puedes estar luchando simplemente para hacer que los extremos se unan. Quizá tus preocupaciones económicas te abruman,
agotan tu tiempo y tus emociones, dejándote con pocos ánimos
para afianzar las relaciones familiares. Puedes tener dos o más
trabajos, por lo que tú y tu familia pasáis unos junto a otros como
barcos en la noche. Todo ello hace que la idea de una buena cultura familiar te parezca muy remota.
Puede ser que la tónica habitual en tu casa sea la disputa, que
haya muchas discusiones y peleas, gritos y críticas; que os burléis
y os culpéis, que deis portazos, os ignoréis o lo que sea. Puede ser
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Los 7
hábitos de las familias altamente efectivas
que alguno de los hijos mayores ni siquiera venga a casa, como
si ya no quedara afecto. Puede ser que el amor en tu matrimonio
haya muerto o esté muriendo, o que te sientas vacío y solo. O
puede que estés trabajando como un loco para hacerlo lo mejor
posible y, aun así, nada parece mejorar. Esto hace que acabes exhausto y que tengas una sensación de inutilidad total y te preguntes: «¿Para qué sirve todo?».
O puedes ser un abuelo preocupado por cómo ayudar sin empeorar las cosas. Quizá tu relación con un hijo o nuera se ha vuelto extraña, y solo impera una amabilidad superficial y un profundo frío interno, que a veces emerge y agrava las cosas. O que hayas
sido víctima de malos tratos durante muchos años, en tu infancia
o en tu matrimonio, y estás harto y has decidido acabar con ese
ciclo, pero no sabes qué hacer para no cometer los mismos errores y no caer en las mismas situaciones que aborreces. O tal vez
deseáis desesperadamente tener hijos, pero no podéis y sentís que
la ternura del matrimonio empieza a desaparecer.
Puedes incluso estar experimentando una combinación de muchas de estas tesituras y crees que no hay esperanza. Cualquiera
que sea tu situación, es fundamental que no compares a tu familia
con ninguna otra. Nadie, nunca, conocerá la realidad completa de
tu situación y, aunque parezca que es así, esos consejos no tienen
sentido. Asimismo, tú nunca conocerás la realidad total de otra familia. Tenemos la tendencia habitual a proteger nuestra situación
de los demás y, sin embargo, tratar de prescribir lo que está bien
para ellos. Pero lo que vemos superficialmente, generalmente es
solo la punta del iceberg. Muchos piensan que otras familias son
perfectas mientras que las propias se están destruyendo; en realidad, toda familia tiene sus retos, sus propias piedras en el camino.
Lo maravilloso es que la visión es más grande que el equipaje
que llevamos. Esto significa que la sensación de que puedes obtener, en el futuro, una situación mejor, un bienestar mejor, es más
poderosa que cualquier problema que hayas tenido en el pasado o
cualquier situación que estés afrontando en el presente.
Así, me gustaría compartir contigo lo que numerosas familias
de todo el mundo han hecho para lograr esa visión y esos valores
compartidos, desarrollando un «modelo de misión familiar». Os
Vas a «salirte del camino» el 90% del tiempo. ¿y qué?
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enseñaré cómo podéis desarrollar ese modelo y cómo hacer que
una y fortalezca vuestra familia. Un modelo de misión familiar
puede convertirse en el «destino» único de tu familia y los valores
que contiene representarán la dirección.
Visualizar una familia mejor y más efectiva probablemente
tenga que empezar por ti, pero, para que funcione bien, deberán
involucrarse también los demás miembros de la familia. Deberán ayudar a crearla o, al menos, entenderla y comprometerse.
El motivo es muy sencillo: ¿Alguna vez habéis hecho un puzle?
¿Qué importancia tiene saber la imagen final? ¿Qué importancia
tiene que todos los que están colocando las piezas tengan la misma imagen? Sin esa visión compartida, las personas utilizarían
distintos criterios para tomar sus decisiones y el resultado final
sería un caos total.
La visión es más
La idea es crear una visión que comparta
grande que el equipaje.
toda la familia. Cuando el objetivo es claro,
se puede volver al plan de vuelo una y otra vez. De hecho, el día
a día es realmente parte del objetivo, están inseparablemente conectados. La manera de viajar es tan importante como el mismo
destino.
2. Un plan de vuelo.
También es fundamental tener un plan de vuelo que se base en
los principios que nos permitan llegar a nuestro destino. Contaré
una historia para ilustrar este punto.
Tengo un buen amigo que una vez me contó que estaba muy
preocupado por su hijo, al que describía como «rebelde», «chulo»
y «un desagradecido».
«Stephen, no sé qué hacer —me dijo—. Esto ha llegado a un
extremo en el que, cuando entro al salón a ver la tele con mi hijo,
él la apaga y se marcha. He hecho todo lo posible por acercarme
a él, pero soy incapaz de conseguirlo».
Por aquel entonces yo estaba dando clases en una universidad
sobre los 7 Hábitos, y le dije: «¿Por qué no vienes a mi clase hoy?
Vamos a hablar del Hábito 5 —cómo escuchar con empatía a la
otra persona antes de intentar explicarte tú mismo—. Creo que tal
vez tu hijo se sienta incomprendido».
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Los 7
hábitos de las familias altamente efectivas
«Yo sí lo comprendo —contestó—. Puedo ver los problemas
que va a tener si no me escucha».
«Déjame sugerirte que supongas que no sabes nada sobre tu
hijo. Empieza con las manos limpias. Escúchalo sin juzgar. Vente
a la clase y aprenderás cómo hacerlo y cómo escuchar dentro de
su marco de referencia».
Vino a clase. Y, creyendo que estaba preparado con solo una
clase, le dijo a su hijo: «Necesito escucharte. Probablemente no te
entiendo y quiero hacerlo».
Su hijo contestó: «¡Tú nunca me has entendido! ¡Nunca!». Se
dio la vuelta y se fue. Al día siguiente mi amigo me dijo: «Stephen,
no ha funcionado. Lo intenté, pero me ignoró. Me dieron ganas
de decirle: “¡Idiota!, ¿no te das cuenta de lo que estoy intentando
hacer?”. Creo que no hay solución».
Le dije: «Te está poniendo a prueba y se ha dado cuenta de que
en realidad no quieres entenderlo. Quieres cambiarlo».
«Debería cambiar, el pequeño granuja —contestó—. Sabe muy
bien que lo que hace empeora las cosas».
Yo contesté: «Analiza cuál es tu verdadera intención. Estás enfadado, frustrado y lleno de prejuicios. ¿Crees que puedes usar alguna
técnica para escuchar a tu hijo y hacer que se abra? ¿Crees que será
posible que hables con él o siquiera que lo mires sin transmitirle
todas esas cosas negativas que sientes? Tienes que hacer mucho
trabajo mental y emocional. En primer lugar deberías aprender a
quererlo incondicionalmente, tal y como es, en vez de reprimir tu
amor hasta que cambie de actitud. De paso, aprenderás a ponerte
en su lugar y, si es necesario, a disculparte por haberlo juzgado, por
haberte equivocado o por lo que sea necesario». Mi amigo captó el
mensaje. Entendió que había estado tratando de aplicar la técnica superficialmente, pero no estaba dispuesto a practicarla de un
modo sincero y consistente, sin importar el resultado.
Así que volvió a clase para aprender más y empezó a trabajar
en sus sentimientos y motivos. Pronto se dio cuenta de que estaba
adoptando una nueva actitud; su actitud hacia su hijo se volvió
más abierta, más comprensiva.
Finalmente dijo: «Estoy listo. Voy a intentarlo de nuevo».
Yo le dije: «Va a volver a probar tu sinceridad».
Vas a «salirte del camino» el 90% del tiempo. ¿y qué?
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«Está bien, Stephen —contestó—. Ahora entiendo que podría
rechazar lo que yo intente. Pero ya no me importa. Seguiré intentándolo porque es lo correcto y porque por él vale la pena todo lo
que hagas».
Esa noche se sentó con su hijo y le dijo: «Sé que piensas que no
intento entenderte, pero quiero que sepas que sí estoy intentándolo y continuaré haciéndolo».
De nuevo, el chico con frialdad contestó: «Tú nunca me has entendido». Se levantó y ya se iba, pero cuando estaba en la puerta,
mi amigo le dijo: «Antes de que te vayas, quiero decirte que siento
mucho la manera en que te avergoncé delante de tus amigos la
otra noche».
Su hijo dio media vuelta y dijo: «No tienes ni idea de cuánto me
avergonzaste». Sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas.
«Stephen —me dijo después—, ni todos los conocimientos ni el
valor que me diste tuvieron el impacto de ese momento cuando vi a
mi hijo comenzar a llorar. No tenía ni idea de cómo se sentía ni de
que era tan vulnerable. Por primera vez quería escucharlo de verdad».
Y lo hizo. El chico empezó a abrirse poco a poco. Hablaron
hasta la medianoche y, cuando su mujer entró y dijo: «Es hora de
dormir», el chico contestó: «Queremos hablar, ¿verdad, papá?».
Continuaron hablando hasta la madrugada.
Al día siguiente, en el pasillo de la oficina, mi amigo, con lágrimas en los ojos, me dijo: «Stephen, he encontrado de nuevo a
mi hijo».
Como mi amigo pudo comprobar, existen ciertos principios
fundamentales que rigen todas las interacciones humanas. Aplicar esos principios o leyes naturales es absolutamente fundamental para lograr una vida familiar de calidad. En esta situación, por
ejemplo, el principio que mi amigo había violado era el principio
básico del respeto. El hijo también lo había hecho, pero la elección
de su padre de vivir conforme a ese principio, intentar escuchar y
entender a su hijo sincera y empáticamente, cambió radicalmente
toda la situación. Si cambiamos un elemento en cualquier fórmula química, todo cambia.
Ejercitar el principio del respeto y ser capaz de escuchar con
empatía a otro ser humano se encuentran entre los hábitos de
24
Los 7
hábitos de las familias altamente efectivas
las personas altamente efectivas en cualquier aspecto de la vida.
¿Nos imaginamos a una persona verdaderamente efectiva que no
respete a los demás o que no escuche sinceramente e intente comprenderlos? Así, puede decirse que se ha encontrado un principio
que es realmente universal (que se aplica en cualquier parte), eterno (que se aplica en cualquier momento) y autoevidente (luchar
contra él es tan incoherente como argumentar que se podría crear
una relación de largo plazo sin respeto). Solo imaginamos lo absurdo que sería hacer lo contrario.
Los 7 Hábitos se basan en principios universales, eternos y autoevidentes, que son tan incuestionables en el mundo de las relaciones humanas como lo es la ley de la gravedad en el mundo de
la física. Estos principios rigen la vida. Han formado parte de las
personas, familias, organizaciones y civilizaciones que han tenido éxito en todas las épocas. Estos hábitos no son unos trucos o
unas técnicas. No son unos remedios rápidos. No son una serie de
prácticas o listas de «qué hacer». Son hábitos, patrones establecidos de pensar y de hacer las cosas que todas las familias con éxito
tienen en común.
La vulneración de estos principios gaExisten ciertos
rantiza potencialmente el fracaso de una faprincipios
milia u otras situaciones interdependientes.
fundamentales que
Como León Tolstoi observó en su famosa
gobiernan todas
novela Anna Karenina:
las interacciones
«Las familias felices son iguales; toda
humanas, y vivir
familia infeliz es infeliz a su propia manera».
en armonía con
Ya hablemos de una familia con padre y
esos principios o
madre o de una con un solo padre, ya tengan
leyes naturales es
diez hijos o no tengan ninguno, ya se trate de
absolutamente vital
una historia de rechazo y abuso o un legado
para la calidad de la
de amor y fe, el hecho es que las familias felivida familiar.
ces tienen ciertas características constantes.
Y esas características están contenidas en los 7 Hábitos.
Otro principio que aprendió mi amigo se refiere a la naturaleza
del cambio mismo, la realidad de que todo cambio verdadero y
duradero ocurre desde dentro hacia afuera. En otras palabras, en
vez de tratar de cambiar la situación o a su hijo, trabajó dentro de
Vas a «salirte del camino» el 90% del tiempo. ¿y qué?
25
sí mismo. Y fue su trabajo interior lo que produjo el cambio en las
circunstancias y en su hijo.
Este enfoque de dentro hacia afuera está en el núcleo de los
7 Hábitos. Aplicando constantemente los principios contenidos
en estos hábitos, se pueden provocar cambios positivos en cualquier relación o situación. Tú puedes convertirte en un agente de
cambio. Además, centrándote en los principios tendrás un efecto
mucho mayor sobre la conducta que centrándote solo en la conducta misma. Esto es así porque las personas ya conocen estos
principios de forma intuitiva, y cuando tratan de entenderlos les
ayuda a comprender mejor su propia naturaleza y sus posibilidades, explotando así su potencial.
Una de las razones de que este enfoque de dentro hacia afuera
sea tan importante en la actualidad es que los tiempos han cambiado radicalmente. En el pasado, era más fácil criar hijos con éxito
«de fuera hacia adentro», porque la sociedad era un aliado, un recurso. Las personas estaban rodeadas por modelos de roles, ejemplos, refuerzos de los medios de comunicación, leyes que apoyaban
a la familia y sistemas de apoyo que sostenían el matrimonio y ayudaban a crear familias sólidas. Aunque había problemas dentro de
la familia, existía este poderoso refuerzo de la idea de un matrimonio estable y una vida familiar duradera. Gracias a esto, se podía
criar una familia esencialmente de «fuera hacia adentro». El éxito
era mucho más un asunto de «seguir la corriente».
Pero la corriente cambió de forma espectacular. «Seguir la
corriente» hoy en día es ¡fatal para la familia!
Aunque queramos esforzarnos en volver a los «valores familiares» de siempre, la realidad es que las tendencias de la sociedad en
los últimos treinta o cincuenta años han cambiado básicamente
de pro-familia a anti-familia.
Estamos intentando avanzar a través de un entorno turbulento
y poco amistoso, y hay vientos poderosos que fácilmente derrumban a las familias. En una conferencia reciente sobre familias, un
gobernador estatal compartió esta experiencia:
«Hace poco tuve una conversación con un hombre a quien
considero un muy buen padre. Me contó esta historia: Su hijo
26
Los 7
hábitos de las familias altamente efectivas
de siete años parecía preocupado. Le dijo: “Papá, no puedo dejar
de pensar en ello”. Y este padre supuso que era una pesadilla o
alguna película de terror que había visto.
La corriente ha
Pero, tras insistir, le contó que había visto
cambiado de forma
un material pornográfico que le había impredramática: «Seguir la
sionado mucho. El padre dijo: “¿De dónde lo
corriente» hoy en día es
has sacado?”. El chico le dio el nombre de un
¡fatal para la familia!
vecino de nueve años, un vecino de confianza.
Él lo había visto en el ordenador. “¿Cuántas veces lo has visto?”,
preguntó el padre. “Muchas veces”, fue la respuesta.
Bueno, el padre fue a hablar con los vecinos y estos se quedaron estupefactos. No podían creerlo. Les horrorizaba pensar
que las mentes de estos dos pequeños niños habían sido contaminadas a tan tierna edad. Los padres del chico de nueve
años hablaron con él. El niño explotó en lágrimas y dijo: “Sé
que está mal, pero no puedo dejar de verlo”.
Estaban preocupados, por supuesto, de que pudiera haber
algún adulto involucrado. Pero no. Se lo había enseñado un
chico de sexto que le dio la dirección de Internet en el colegio
y le dijo: “Mira esto. Es increíble”. Y se extendió por todo el
vecindario como una plaga.
El padre me dijo que ellos mismos habían enseñado a sus
hijos a usar el ordenador. El chico de nueve años era muy
bueno en informática, y empezó a utilizar el ordenador siempre tras una puerta cerrada. Involuntariamente, habían convertido esa habitación en una tienda porno».
¿Cómo pudo ocurrir esto? ¿Cómo podemos vivir en una sociedad en la que la tecnología permite que los niños, inexpertos en
estos asuntos, se vuelvan víctimas de un veneno mental tan adictivo como es la pornografía?
Durante los pasados treinta años la situación para las familias
ha cambiado poderosa y radicalmente. Considera lo siguiente:
• La tasa de nacimientos ilegítimos ha aumentado más del
400 por ciento2.
• El porcentaje de familias monoparentales es de más del triple3.
Vas a «salirte del camino» el 90% del tiempo. ¿y qué?
27
• Los divorcios se han duplicado4 y muchos consideran que
cerca de la mitad de todos los nuevos matrimonios terminará en divorcio.
• El suicidio de adolescentes ha aumentado casi el 300 por
ciento5.
• Las puntuaciones en pruebas escolares de aptitudes entre
los estudiantes han bajado 73 puntos6.
• El problema de salud número uno de las mujeres norteamericanas actualmente es la violencia doméstica. Cuatro millones de mujeres son golpeadas cada año por sus parejas7.
• Una cuarta parte de todos los adolescentes contraen una
enfermedad de transmisión sexual antes de terminar el instituto8.
Desde 1940 los principales problemas de disciplina en las escuelas públicas han cambiado de comer chicle y correr en los pasillos a embarazos en adolescentes, violaciones y atracos9.
Problemas principales de disciplina
según los profesores de las escuelas públicas
1940
1990
Hablar a destiempo
Comer chicle
Hacer ruido
Correr en los pasillos
Deshacer la fila
Infracciones en el vestir
Tirar basura
Abuso de drogas
Abuso de alcohol
Suicidio
Violaciones
Robos
Atracos
En medio de todo esto, el porcentaje de familias en el que uno
de los padres se encuentra en casa con los hijos todo el día ha bajado del 66,7 al 16,9 por ciento10. Y el niño medio pasa siete horas
al día viendo la tele, ¡y cinco minutos con su padre!11.
El historiador Arnold Toynbee decía que podemos resumir toda
la historia en una sola idea: Nada falla tanto como el éxito. En otras
28
Los 7
hábitos de las familias altamente efectivas
palabras, cuando la respuesta es igual al desafío, eso es éxito; pero,
cuando el desafío cambia, la antigua respuesta ya no funciona.
El desafío ha cambiado, por lo tanto debemos desarrollar una
respuesta que sea igual al desafío. El deseo de crear una familia
sólida no es suficiente. Incluso las buenas ideas no son suficientes. Necesitamos una nueva mentalidad y nuevas habilidades. El
desafío ha dado un gran salto y, si queremos responder eficazmente, también debemos saltar nosotros.
El marco de referencia de los siete hábitos representa dicha
mentalidad y habilidades. En este libro os mostraré cómo, incluso en medio de la confusión, muchas familias están usando los
principios de los siete hábitos para llegar al camino correcto y
mantenerse en él.
¿Por qué momentos
Especialmente, os invito a que cada seespeciales con
mana establezcáis un «tiempo familiar» esla familia? ¿Por
pecial que, salvo por circunstancias excepqué momentos
cionales o inesperadas, sea inviolable. Este
de acercamiento?
tiempo familiar se dedicará a planear, coPorque, sin nuevos
municar, enseñar valores y divertirse juntos
patrones básicos o
y se convertirá en un elemento determinanestructuras en su
te para ayudaros a ti y a tu familia a mantelugar, las familias se
neros en el camino. También te sugiero que
saldrán de su curso.
propicies momentos de acercamiento con
cada miembro de la familia, sabiendo que, por lo general, será tu
hijo el que establezca la agenda. Si haces estas dos cosas, puedo
casi garantizarte que la calidad de tu vida familiar mejorará considerablemente.
¿Por qué emprender una misión? ¿Por qué tiempos especiales
con la familia? ¿Por qué momentos de acercamiento? Sencillamente porque el mundo ha cambiado sustancialmente y la velocidad del cambio mismo está cambiando, está aumentando. Sin
nuevos patrones básicos, las familias se saldrán de su curso.
Como una vez dijo Alfred North Whitehead:
«El hábito de la utilización activa de los principios bien
entendidos es la posesión final de la sabiduría»12.
No hay que realizar cien prácticas nuevas. No hay que estar
buscando constantemente técnicas más novedosas. Todo lo que
Vas a «salirte del camino» el 90% del tiempo. ¿y qué?
29
necesitamos es un marco básico de principios fundamentales que
puedan aplicarse en cualquier situación.
Los siete hábitos crean dicho marco. El mayor poder de los siete
hábitos no radica en los hábitos individuales, sino en todos los hábitos juntos y en la relación que existe entre ellos. En este escenario,
podemos diagnosticar o averiguar casi cualquier cosa que suceda
en una situación familiar. Podemos saber cuáles son los pasos para
arreglarla o mejorarla. Millones de personas que han trabajado el
material de los siete hábitos pueden dar testimonio. No es que los
hábitos nos digan qué hacer, sino que nos proporcionan una forma
de pensar y de ser con la que sabremos qué hacer y cuándo hacerlo.
Cómo hacerlo requiere habilidad y eso implica práctica.
Como dijo una familia: «En ocasiones hemos encontrado difícil vivir estos principios. Pero es mucho, ¡mucho más difícil no
hacerlo!». Toda acción tiene una consecuencia y las acciones que
no están basadas en principios tendrán consecuencias infelices.
Así, mi segundo propósito al escribir este libro es mostrar
cómo, sin importar la situación concreta, el marco de los siete
hábitos puede ser una herramienta muy útil para ayudar a diagnosticar qué está pasando y a crear un cambio positivo de dentro
hacia afuera.
3. Una brújula.
El marco de los siete hábitos afirma de forma contundente que
tú eres la fuerza creativa de tu propia vida y que, a través de tu
ejemplo y liderazgo, puedes convertirte en agente de cambio en tu
vida familiar. Entonces el tercer propósito de este libro es ayudarte a reconocer y desarrollar cuatro dones únicos que tienes y que
te permitirán convertirte en un agente de cambio en tu familia.
Estos dones se convierten en una brújula o un sistema interno de
guía que ayudarán a tu familia a mantenerse en el camino correcto mientras os dirigís hacia vuestro destino. Te permiten reconocer y ordenar tu vida con principios universales, incluso en medio
del confuso clima social actual, y te forman para actuar y tomar la
decisión más adecuada y efectiva para tu situación.
¿No estarías de acuerdo en que cualquier contribución que pudiera hacer este libro sería mucho mejor si fuera independien-
30
Los 7
hábitos de las familias altamente efectivas
te de mí o de cualquier otro autor, y te diera la capacidad para
averiguar las cosas por ti mismo y de conseguir los recursos que
necesitas?
De nuevo, nadie conoce la situación de tu familia como tú. Tú
eres el que está en la cabina. Tú eres quien tiene que atravesar la
zona de turbulencias, las fuerzas que te sacarán del camino. Tú
eres quien tiene la capacidad para entender qué tiene que ocurrir
en tu familia y para hacer que suceda.
Mucho más que
Mucho más que técnicas y prácticas que
técnicas que pueden
pueden haber funcionado en otras situaciohaber funcionado en
nes, necesitas un enfoque que te capacite
otras situaciones,
para aplicar los principios a tu situación.
necesitas un enfoque
Hay una expresión oriental que dice: «Da
que te capacite,
a un hombre un pescado y lo alimentarás
incluso te faculte,
por un día; enséñale a pescar y lo alimentapara aplicar principios
rás para toda la vida». Este libro no trata de
a tu situación.
dar un pescado. Aunque hay aclaraciones y
ejemplos de todo tipo de personas y de todo tipo de situaciones, el
objetivo de este libro es enseñarte a pescar. Esto se logrará compartiendo una serie de principios en un orden determinado que
te ayudarán a desarrollar tu propia capacidad para optimizar tu
situación particular. Así que mira más allá de las historias. Busca
los principios. Las historias pueden no ajustarse a tu situación,
pero puedo garantizarte que los principios y el marco de referencia
sí serán aplicables.
El fin en la mente: Una hermosa identidad familiar
Este libro trata sobre los 7 Hábitos de las familias altamente efectivas. ¿Qué significa «efectividad» en la familia? Considero
que puede resumirse en cuatro palabras: una hermosa cultura familiar.
Cuando digo cultura, me estoy refiriendo a la esencia de la
familia, el sentimiento, las «vibraciones», la química, el clima o
atmósfera del hogar. Es el carácter de la familia, la profundidad,
calidad y madurez de las relaciones. Es la manera en que los
Vas a «salirte del camino» el 90% del tiempo. ¿y qué?
31
miembros de la familia se relacionan entre sí y cómo se sienten.
Es el espíritu o sentimiento que surge de los patrones colectivos
de conducta que caracterizan la interacción familiar. Y estas cosas, como la punta de un iceberg, surgen del conjunto de creencias y valores compartidos que hay debajo.
Cuando hablo de una hermosa cultura familiar, sé que la palabra «hermosa» puede tener diferentes significados para cada
persona. Pero la uso para describir una cultura fuerte, donde los
miembros de la familia disfrutan estando juntos, sinceramente,
donde comparten unas creencias y valores, donde actúan e interactúan de maneras que realmente funcionan, basándose en los
principios que rigen todo en la vida. Estoy hablando de una cultura que ha cambiado del «yo» al «nosotros».
La familia misma
La familia misma es una experiencia del
es una experiencia
«nosotros», una mentalidad del «nosotros».
del «nosotros»,
Por consiguiente, el cambio del «yo» al «nouna mentalidad del
sotros», de la independencia a la interde«nosotros».
pendencia, es quizá uno de los aspectos
más desafiantes y difíciles de la vida familiar. Pero el «camino
menos transitado» del que se habla en el poema de Robert Frost13
es el que marca toda la diferencia. A pesar de la prioridad que se
da actualmente a la libertad individual, a la gratificación inmediata, a la eficiencia y el control, no existe literalmente un camino
que aporte tanta alegría y satisfacción como el camino de una
vida familiar rica e interdependiente.
Cuando tu felicidad proceda principalmente de la felicidad de
otros, sabrás que has cambiado del «yo» al «nosotros». Entonces
cambia por completo cómo solucionamos los problemas y aprovechamos las oportunidades. Pero este cambio no suele producirse hasta que la familia sea realmente una prioridad. El matrimonio se convierte con frecuencia en poco más que dos solteros
casados que viven juntos, porque el cambio de la independencia a
la interdependencia nunca se produce.
Una hermosa cultura familiar es una cultura del «nosotros».
Refleja ese movimiento. Es la clase de cultura que os permite trabajar juntos para elegir y moverse hacia un destino «juntos» y
contribuir, marcar una diferencia, para la sociedad en general y
32
Los 7
hábitos de las familias altamente efectivas
quizá para otras familias en particular. También permite manejar
esas fuerzas poderosas que sacan del camino, como el clima turbulento fuera del avión (la cultura en que vivimos y acontecimientos como crisis económicas o enfermedades repentinas, sobre las
que no se tiene control) y el clima social turbulento dentro de
la cabina (falta de comunicación, tendencia a criticar, quejarse,
comparar y competir).
Involucra a tu familia ahora
Antes de hablar de los siete hábitos, me gustaría poner de manifiesto que las respuestas que he recibido con aquel libro, y las
peticiones para que lo aplicara al mundo de la familia, han sido
abrumadoras. Basándome en esas respuestas, he incluido algunas
de las historias familiares que «realmente funcionaron» que aparecen en el libro original de Los 7 Hábitos.
Pero la mayoría de las historias son nuevas; muchas, de hecho,
me han llegado de personas que intentan aplicar estos principios
a sus propias familias, aunque hemos cambiado los nombres para
proteger la privacidad de aquellos que tan generosamente han
compartido sus experiencias. Sugiero que leáis las historias con
la intención de extraer de ellas los principios fundamentales, así
como las ideas para posibles aplicaciones, incluso aplicaciones
nuevas y diferentes, en vuestra propia familia.
También me gustaría sugerir que, si es posible, hagas desde ya lo
necesario para involucrar a toda tu familia desde el principio. Puedo garantizarte que el aprendizaje será más profundo, os uniréis
más y tendréis más alegría si podéis descubrirlo y compartirlo juntos. También, si lo hacéis juntos, no tendrás ventaja sobre tu cónyuge o tus hijos adolescentes que podrían sentirse amenazados por
tus nuevas ideas o por tu deseo de crear un cambio. Sé de muchas
personas que se adentraron en libros de autoayuda sobre la familia
y empezaron a juzgar a su cónyuge tan severamente que, un año
después, se dieron cuenta de que había «razones» para divorciarse.
Aprender juntos será una fuerza poderosa para ayudaros a construir una cultura del «nosotros». Entonces, si es posible, leed juntos
Vas a «salirte del camino» el 90% del tiempo. ¿y qué?
33
el libro, incluso en voz alta, uno al otro. Discutid las historias. Comentad juntos las ideas. Podéis empezar simplemente compartiendo algunas de las historias a la hora de la cena. O se puede entablar
una discusión más profunda y aplicarlo. He incluido algunas sugerencias al final de cada capítulo sobre cómo enseñar e involucrar a
tu familia, e incluso para hacer grupos de estudio, con el material
presentado en ese capítulo. Quizá prefieras hablar directamente del
diagrama de los siete hábitos. Ten paciencia. Ve despacio. Respeta
el nivel de comprensión de cada persona. No
Ten en mente
fuerces a nadie. Ten claro que, cuando estás
que, cuando estás
trabajando con tu familia, «despacio» es «rátrabajando con tu
pido» y viceversa.
familia, «despacio» es
Pero de nuevo parto de la idea de que el
«rápido» y viceversa.
experto en tu familia eres tú. Tu situación
puede ser tal que no quieras involucrar a nadie más en este momento. Puedes estar enfrentándote a asuntos delicados que no es
aconsejable que se manejen en grupo. O puedes simplemente querer ver si este material tiene algún sentido y luego involucrar a los
demás más adelante. También puede que quieras empezar solo con
tu cónyuge y algunos de los hijos mayores.
Esto también está bien. Tú conoces mejor la situación. Solo
estoy diciendo que, después de años de experiencia trabajando
con los siete hábitos en muchos escenarios distintos, he aprendido que, cuando las personas trabajan juntas, cuando lo leen juntas, lo discuten juntas y lo revisan juntas, se inicia un proceso de
acercamiento que se vuelve verdaderamente emocionante.
El espíritu es de unión: «Yo no soy perfecto. Tú no eres perfecto. Estamos aprendiendo y creciendo juntos». Cuando compartimos con humildad lo que aprendemos, sin intención de «someter»
a la otra persona, eliminamos las etiquetas o los juicios que tienen
sobre nosotros y es posible continuar creciendo y cambiando. Yo
diría esto: no os desaniméis si en vuestros esfuerzos iniciales encontráis algún rechazo. Tened claro que, siempre que intentéis
algo nuevo, vais a tener alguna resistencia:
«¿Qué hay de malo en nosotros?».
«¿Por qué tanta necesidad de cambiar?».
34
Los 7
hábitos de las familias altamente efectivas
«¿Por qué no podemos ser como una familia normal?».
«Tengo hambre. Vamos a comer primero».
«Solo tengo diez minutos. Me tengo que ir».
«¿Puedo invitar a un amigo?».
«Prefiero ver la tele».
Sonríe y continúa. Te lo prometo: ¡el esfuerzo valdrá la pena!
El milagro del árbol de bambú chino
Por último, me gustaría sugerir que, en todo lo que hagáis en
vuestra familia, tengáis en mente el milagro del árbol de bambú
chino. Desde que se planta la semilla de este asombroso árbol, no
se ve nada, absolutamente nada, durante cuatro años, excepto un
pequeño bulbo saliendo de la tierra. Durante esos cuatro años, todo
el crecimiento se lleva a cabo bajo la tierra en una estructura enorme y fibrosa de raíces que se expande hacia abajo y a lo ancho. Pero
entonces, al quinto año, el árbol crece ¡hasta los 25 metros!
Mucho de la vida de una familia es como
el
árbol
de bambú chino. Uno trabaja e in«¡Nunca, nunca,
vierte tiempo y esfuerzo, y hace todo lo posiNUNCA debes darte
ble para nutrir el crecimiento y en ocasiones
por vencido!».
no se ve nada durante semanas, meses o incluso años. Pero si se es paciente y constante, si se sigue trabajando
y alimentando, ese «quinto año» llegará y nos asombraremos del
crecimiento y el cambio que se ha producido.
La paciencia implica tener fe en la acción. La paciencia implica
diligencia emocional. Es la voluntad de sufrir por dentro para que
otros puedan crecer. Revela amor. Da cabida a la comprensión.
Incluso cuando somos conscientes de nuestro sufrimiento en el
amor, aprendemos sobre nosotros mismos, nuestras debilidades
y nuestros motivos.
Entonces, parafraseando a Winston Churchill, «¡nunca, nunca,
nunca debemos darnos por vencidos!».
Conozco a una niña que siempre iba corriendo hasta la puerta
de su casa y salía afuera. Su madre iba, la abrazaba y la invitaba a
volver a entrar. Un día la pequeña hizo lo mismo y, como su madre
estaba ocupada, no fue a por ella. Tras un rato la pequeña volvió.
Vas a «salirte del camino» el 90% del tiempo. ¿y qué?
35
Su madre la abrazó y le dijo que se alegraba mucho de que hubiera
entrado. Entonces la niña dijo: «Mamá, ven siempre a buscarme».
Dentro de nosotros está esta profunda añoranza por el «hogar»,
por las relaciones e interacciones ricas y satisfactorias de la vida
familiar de calidad. Nunca debemos darnos por vencidos. No importa cuánto parezca que nos hemos alejado del camino. Siempre
podemos dar los pasos precisos para volver. Te recomiendo encarecidamente: No importa lo lejos que tu hijo o hija parezca estar,
sigue intentándolo. Nunca te des por vencido. Tus hijos son sangre
de tu sangre, carne de tu carne, ya sea físicamente por nacimiento
o emocionalmente por los vínculos familiares adquiridos. Tarde o
temprano, como el hijo pródigo, volverán. Tú los esperarás.
Como la metáfora del avión nos recuerda, el destino está a
nuestro alcance. Y la jornada puede ser rica, enriquecedora y divertida. De hecho, el propio viaje es realmente parte del destino,
porque en la familia, como en la vida, la forma en que viajamos es
tan importante como a dónde llegamos.
Como Shakespeare escribió:
Hay en los negocios humanos una marea que,
aprovechada cuando está alta,
conduce a la fortuna; y, omitida,
hace que el viaje de la vida esté rodeado de miserias.
Flotando estamos ahora en ese mar,
y tenemos que aprovechar la corriente cuando es favorable
o renunciar a nuestras metas14.
Debemos sumergirnos en esa marea ahora; a pesar de las tendencias en la sociedad, todos sabemos que la familia es terriblemente importante. De hecho, cuando pregunto por todo el mundo
cuáles son las tres cosas más importantes de tu vida, el 95 por
ciento ponen «familia» o «las relaciones familiares» en esa lista.
El setenta y cinco por ciento pone primero a la familia.
Yo pienso lo mismo y me imagino que tú también. Nuestras mayores alegrías, así como las penas más profundas, rodean lo que está
sucediendo en nuestra vida familiar. Se dice que «ninguna madre es
más feliz que el más infeliz de sus hijos». Queremos hacer lo correcto.
36
Los 7
hábitos de las familias altamente efectivas
Queremos vivir con alegría la vida familiar. Pero, cuando sentimos
una brecha entre nuestra visión de una vida familiar hermosa y la realidad de nuestras relaciones familiares, nos sentimos fuera de lugar.
Entonces, es fácil desanimarse, sentir un poco de desesperanza, sentir
que no es posible tener la clase de vida familiar que tanto queremos.
Pero hay esperanzas, ¡grandes esperanzas! La clave es recordar
que hay que seguir trabajando de dentro hacia afuera y volver al
camino correcto cada vez que nos salgamos de él.
Te deseo lo mejor. Sé que tu familia es diferente a la nuestra.
Debido al divorcio o a la muerte de tu cónyuge, puedes estar intentando criar a tus hijos tú solo o sola. Puedes ser un abuelo con
los hijos ya mayores. Puedes estar recién casado y no tener hijos
todavía. Puedes ser un tío o un hermano o un primo. Pero quienquiera que seas, eres parte de una familia, y el amor a la familia es
algo único. Cuando las relaciones familiares son buenas, la vida
misma es buena. Espero y estoy convencido de que estos 7 Hábitos os ayudarán a crear una cultura familiar hermosa.
PARA COMPARTIR CON ADULTOS Y ADOLESCENTES
La vida familiar es como un viaje en avión
• Pregunta a los miembros de tu familia: ¿En qué creéis que
una familia se parece a un viaje en avión?
• Pregunta: ¿Cuándo pensáis que nuestra vida familiar está
«fuera del camino»? Las respuestas podrían incluir: en momentos de presión; en momentos de conflicto cuando hay
peleas, gritos, culpas y críticas; durante momentos dolorosos de soledad e inseguridad…
• Pregunta: ¿Y cuándo sentís que nuestra familia está «en el
camino correcto»? Las respuestas podrían incluir: cuando
caminamos juntos, cuando hablamos, nos relajamos, vamos al parque, cuando viajamos juntos o celebramos cenas
especiales, fiestas, días de campo familiares, etc.
• Invita a los miembros de tu familia a pensar en una ocasión en que supieron que estaban fuera de lugar. Pregunta:
¿Qué lo ocasionó? ¿Cómo os afectó?
Vas a «salirte del camino» el 90% del tiempo. ¿y qué?
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• Revisa la historia «Encontré a mi hijo de nuevo». Pregunta
a tu familia: ¿Cómo podemos regresar al camino correcto?
Algunas ideas podrían incluir: dedicar tiempo a cada uno,
escuchar, perdonar, disculparse, deshacerse del orgullo,
volverse humilde, asumir responsabilidades, reflexionar,
centrarse en lo que es importante, respetarse unos a otros,
tener en cuenta las consecuencias.
• Revisa las ideas de Sean: «Mamá y papá siempre vuelven».
Comentad cómo los miembros de la familia podéis modificar vuestro camino de forma más eficaz.
Aprendiendo juntos
• Pregunta a los miembros de tu familia: ¿Cómo aprendemos
y compartimos juntos como familia? Las respuestas podrían incluir: leyendo juntos, escuchando música, viajando, disfrutando nuevas experiencias juntos, coleccionando
fotos familiares, compartiendo historias de la familia. Pregunta: ¿Cómo es de importante para vosotros la familia?
• Pensad en la forma en la que podéis leer y discutir juntos
este libro.
Nunca es demasiado tarde
• Considera el milagro del árbol de bambú chino, tal y como se
describe en las páginas del libro. Revisa la historia «Mamá,
ven siempre a por mí». Pregunta a tu familia: ¿Cómo afecta esto a la forma en que pensamos sobre nuestra familia
y a las luchas a las que nos enfrentamos? ¿A qué aspectos
necesitamos conceder tiempo para el crecimiento?
PARA COMPARTIR CON NIÑOS
Juega a este Juego
• Tápale los ojos a un miembro de la familia. Llévalo a un
sitio en la casa, el patio o un parque cercano, donde pueda
volver al punto de partida sin ver y sin dificultad. Comprueba que el camino de vuelta sea seguro, sin escalones ni
otros obstáculos.
38
Los 7
hábitos de las familias altamente efectivas
• Dale varias vueltas y explícale que tiene que encontrar el
camino de vuelta.
• Deja que intente volver. Tras un momento, pregunta si le
gustaría tener ayuda o pistas.
• Permite al resto de la familia que le dirijan dándole instrucciones como «gira a la izquierda», «sigue recto», «gira a la
derecha», etc. Cuando haya llegado, pregúntale si le ha resultado difícil encontrar el camino cuando no podía ver y no
tenía instrucciones. Da a cada niño la oportunidad de jugar
a este juego.
Resume el Juego
• Ayuda a los niños a entender que todos estáis viviendo una
vida juntos, y que nadie puede ver el futuro. Con frecuencia
necesitarán instrucciones y claves, y algo de ayuda de su
familia para llegar a su destino.
• Habla sobre lo maravilloso que es tener una familia en
quien apoyarse.
• Ayuda a los niños a entender que, para llegar a ser una familia sólida y feliz, un «plan de vuelo» familiar y un poco
de «ayuda», es tan importante como la ayuda que recibieron cuando tenían los ojos vendados y trataban de encontrar el camino al punto de partida.
Acción
• Decidid reuniros semanalmente como familia y hablar de
vuestro plan de vuelo familiar. Discutid qué podéis hacer
para ayudaros entre vosotros, apoyaros, divertiros juntos y
estar cerca toda vuestra vida.
• Durante la semana, coloca pequeños recordatorios en algunas partes sobre la reunión que tuvisteis.
• Planea actividades divertidas que favorezcan la cercanía,
como la visita a un miembro de la familia que no vive en
casa, una visita a la heladería, un día de deportes o compartir una gran lección o historia que demuestre claramente
cuánto valoráis a vuestra familia y que, como padres, es
vuestra prioridad.
HÁBITO 1
Ser proactivo
Estímulo
LIBERTAD
PARA ELEGIR
Respuesta
C
omo ya conté en el libro de los siete hábitos, hace muchos
años, cuando me encontraba en Hawái de año sabático,
estaba revisando algunos libros en la biblioteca de la universidad y uno me llamó la atención. Al ojearlo me detuve en un
simple párrafo, tan extraordinario y asombroso, que me marcó
profundamente para el resto de mi vida.
Ese párrafo constaba de tres frases que constituían una idea
muy poderosa:
Entre el estímulo y la respuesta, hay un espacio de libertad.
En ese espacio reside el poder de elegir nuestra respuesta.
En nuestra respuesta radica nuestro crecimiento y nuestra libertad.
No puedo describir el efecto que me causó esa idea. Me impresionó profundamente. Reflexioné sobre ella una y otra vez. Me
40
Los 7
hábitos de las familias altamente efectivas
alegré porque implicaba una enorme libertad, la hice mía. Entre
cualquier cosa que me ocurriera y mi respuesta había un tiempo,
un espacio de libertad. En ese lapso de tiempo yo tenía la libertad
de poder elegir mi respuesta. Y de mi respuesta dependían mi
crecimiento y mi felicidad.
Cuanto más lo pensaba, más entendía que podía elegir respuestas que afectaran al propio estímulo. Podría convertirme en
una fuerza de la naturaleza por mí mismo.
Y lo recordé de nuevo cuando, en medio de una sesión de grabación, recibí una nota diciendo que Sandra estaba al teléfono y tenía
que hablar conmigo. «¿Qué estás haciendo?», me preguntó impaciente. «Sabes que tenemos invitados a cenar hoy. ¿Dónde estás?».
Estaba bastante enfadada, pero yo me había pasado todo el día
grabando un vídeo en las montañas. Cuando llegamos a la escena
final, el director insistió en que se hiciera con el sol de poniente,
por lo que tuvimos que esperar casi una hora para lograr el efecto
de atardecer.
En medio de mi propia frustración por todos los retrasos y problemas del día, contesté: «Mira, Sandra, no es culpa mía que tú hayas
organizado una cena y tampoco puedo evitar que las cosas aquí se
hayan complicado. Así que tendrás que arreglártelas sin mí, yo no
puedo irme ahora. Y, cuanto más me sigas entreteniendo, más tarde
se me hará. Tengo que terminar el trabajo y llegaré en cuanto pueda».
Al colgar el teléfono, mientras volvía a la grabación, me di
cuenta de que mi respuesta había sido completamente inadecuada. Su pregunta había sido razonable. Ella estaba en una situación social difícil. Habíamos hecho planes y yo no estaba allí para
ayudarle a cumplirlos. Pero, en vez de ponerme en su lugar, estaba tan inmerso en mi propia situación que respondí sin ninguna
consideración, y, sin duda, había empeorado las cosas.
Cuanto más lo pensaba, más me daba cuenta de que mi reacción había sido exagerada. Yo no quería tratar así a mi mujer. Esa
no era la clase de relación que quería construir. Si hubiera actuado de otra manera, si hubiera sido más paciente, más comprensivo, más considerado, si hubiera actuado conforme a mi amor por
mi mujer, en lugar de reaccionar ante las presiones del momento,
los resultados habrían sido muy distintos.
Hábito 1. Ser proactivo
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Pero el problema era que no pensé en ello en ese momento. En
vez de actuar para obtener resultados positivos, me dejé llevar por
el agobio del momento. Me dejé arrastrar por la abrumadora situación, por el cansancio y cedí a lo que quería hacer en ese momento.
Por suerte, terminamos la grabación rápidamente. Mientras
volvía a casa, era en Sandra y no en la grabación en lo que pensaba. Mi enfado había desaparecido. Sentimientos de amor y comprensión hacia ella me invadían, y me dispuse a disculparme. Ella
terminó disculpándose conmigo también. Las cosas se arreglaron
y recuperamos la tranquilidad y el afecto.
Creando un «botón de pausa»
¡Es tan fácil ser contraproducente! ¿No te pasa a menudo? Te
dejas llevar por el momento. Dices cosas que no quieres decir o
haces cosas de las que luego te arrepientes. Y piensas: «Ay, si me
hubiera parado a pensar, no habría reaccionado así jamás».
Evidentemente, nuestra vida
familiar sería mucho mejor si
actuáramos conforme a nuestros valores más profundos, en
lugar de dejarnos arrastrar por
la emoción o las circunstancias
del momento. Lo que todos necesitamos es un «botón de pausa», algo que nos permita detenernos entre lo que nos pasa y
cómo reaccionamos ante ello,
para poder elegir así nuestra
propia respuesta.
Todos podemos desarrollar individualmente esta capacidad de
parar un momento. Y también podemos ejercitar este hábito de
aprender a hacer pausas y dar respuestas más sabias en nuestro ámbito familiar. Crear ese botón de pausa en la familia, y actuar conforme a nuestros principios, en vez de reaccionar basándonos en las
emociones y las circunstancias, es el objetivo de los Hábitos 1, 2 y 3.
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Los 7
hábitos de las familias altamente efectivas
Tus cuatro cualidades humanas únicas
El Hábito 1, Ser proactivo, es la habilidad de actuar conforme
a los principios y los valores en lugar de reaccionar dejándonos
llevar por la emoción o las circunstancias. Y para desarrollar esta
habilidad hay que poner en práctica cuatro cualidades humanas
únicas que los animales no tienen.
Para aclarar qué son esas cualidades, permíteme mostrarte
cómo una madre de familia las utilizó para convertirse en un verdadero agente de cambio dentro de su familia:
«Durante años me esforcé mucho educando a mis hijos
y ellos se peleaban entre sí. Los juzgaba y los criticaba
constantemente. Las discusiones eran diarias y yo sabía que
regañándoles asiduamente estaba minando su autoestima.
Muchas veces me hice el firme propósito de cambiar, pero
cada vez que sucedía algo volvía de nuevo a caer en lo mismo.
Me odiaba a mí misma y desahogaba esa ira contra mis hijos,
lo que me hacía sentir aún más culpable. Me sentía atrapada
en una espiral descendente que empezaba en mi infancia y de
la que no podía escapar. Sabía que tenía que hacer algo, pero
no sabía qué.
Así que decidí reflexionar a fondo sobre mis problemas y,
con el tiempo, llegué a dos conclusiones sobre los motivos
reales de mi conducta tan negativa y crítica.
Primero, vi con claridad cómo mis propias experiencias de
la infancia estaban influyendo en mi actitud y mi comportamiento. Reconocí las cicatrices psicológicas que me habían
producido crecer en mi hogar, un hogar roto en todos los sentidos. No recordaba haber visto nunca a mis padres hablar
sobre sus problemas o intentar solucionar sus diferencias.
Siempre discutían, se peleaban o, de mala manera, se iba cada
uno por su lado y no se hablaban en varios días o incluso
semanas. El matrimonio de mis padres lógicamente terminó
en divorcio.
Así, cuando yo tuve que afrontar problemas similares con
mi propia familia, no supe qué hacer. No tenía un modelo, un
Hábito 1. Ser proactivo
43
ejemplo que seguir. En vez de intentar crear mi propio modelo, pagaba mi frustración con mis hijos. No me gustaba nada
hacerlo, pero, de repente, me descubría tratando a mis hijos de
la misma forma en la que mis padres me trataron a mí.
La segunda conclusión a la que llegué fue que estaba intentando ganarme la aprobación de los demás a través de la
conducta de mis hijos. Quería gustar a los demás por su buena conducta y temía que me avergonzaran. Como no confiaba
en ellos, les regañaba, amenazaba y manipulaba para que se
comportaran como yo quería. Me di cuenta de que mi deseo de
ser aceptada impedía que mis hijos crecieran como personas
y asumieran sus propias responsabilidades. Con mi actitud
estaba potenciando justo lo que más temía: conductas irresponsables.
Esas dos conclusiones hicieron que me diera cuenta de que
necesitaba superar mis propios problemas, en vez de buscar
soluciones haciendo que los demás cambiaran. Mi infancia
infeliz y confusa me inclinaba a ser negativa, pero no me obligaba a ser como era. Estaba en mis manos elegir responder de
otra forma más constructiva. Y no servía para nada culpar a
mis padres o a mis circunstancias de mi dolorosa situación.
Me resultó muy difícil admitirlo. Tuve que luchar con años
de orgullo acumulado. Pero poco a poco lo asumí y descubrí
una maravillosa y nueva certeza: Yo tenía el control. Podía
elegir el camino. Era responsable de mí misma.
Ahora, cuando estoy ante una situación difícil, me paro.
Observo mi primera reacción y analizo mis tendencias. Después intento no hablar impulsivamente ni perder los nervios.
Y procuro ser justa y afrontar las cosas con mayor objetividad. Pero los retos son constantes y, a menudo, me tengo que
conceder un tiempo para volver a revisar mis verdaderos motivos y comprometerme conmigo misma a seguir el camino
correcto».
Esta mujer fue capaz de crear su propio botón de pausa, un
espacio entre lo que le sucedía y su respuesta. Y era en ese tiempo
donde conseguía actuar en lugar de reaccionar. ¿Cómo lo logró?
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Los 7
hábitos de las familias altamente efectivas
Fue capaz de pararse y observarse, siendo así consciente de
cuál era su comportamiento. Esta precisamente es la primera cualidad humana: la autoconciencia. Como seres humanos podemos
observar nuestra vida con perspectiva. Podemos incluso observar
nuestros pensamientos. Esto nos da la oportunidad de cambiar y
mejorar. Los animales no pueden hacerlo, nosotros, sí. Esta mujer lo consiguió y lo que la llevó a sacar importantes conclusiones.
La segunda cualidad que utilizó fue su conciencia. Fue lo que
denominamos conciencia, moral o ética, su «voz interna», la que
le permitió darse cuenta de que tratando así a sus hijos les estaba
haciendo daño, que los llevaba a todos a caer justo en los mismos
patrones que tanto daño le hicieron a ella de niña. La conciencia
es otra cualidad humana única, que nos permite evaluar nuestra
propia vida. Usando una metáfora del mundo de la informática,
podemos decir que el sentido moral de lo que está bien y lo que
está mal se encuentra en nuestro «hardware». Pero debido a todo
el «software» social que recibimos, y debido a su mal uso, podemos acabar ignorando esta fuerza moral que poseemos. La conciencia nos da poder moral. Constituye una fuente de energía que
nos conecta con lo mejor de nosotros mismos. Las principales
religiones del mundo, de una u otra manera y usando diferente
lenguaje, nos enseñan esta idea básica.
La tercera cualidad que utilizó fue la imaginación. O sea, su
capacidad de soñar algo totalmente diferente a la propia experiencia real. Pudo concebir o imaginar una respuesta mucho mejor,
una que funcionara tanto a corto como a largo plazo. Reconoció
que tenía esta capacidad cuando dijo: «Yo tenía el control. Podía
elegir un camino mejor». Como ya era autoconsciente, pudo examinar sus inclinaciones habituales y compararlas con su propia
idea de un camino mejor.
¿Y cuál es la cuarta cualidad? Es la voluntad independiente, el
poder de actuar. Observemos de nuevo lo que dice: «Intento no
hablar impulsivamente ni perder los nervios». «Procuro ser justa y afrontar las cosas con mayor objetividad. Pero los retos son
constantes y, a menudo, tengo que concederme un tiempo para
volver a revisar mis verdaderos motivos y comprometerme conmigo misma a seguir el camino correcto».
Hábito 1. Ser proactivo
Estímulo
Autoconciencia
Conciencia
LIBERTAD
PARA ELEGIR
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Respuesta
Voluntad
independiente
Imaginación
Observa la enorme fuerza de voluntad que tenía esa mujer. Nadaba contracorriente, incluso contra sus propias tendencias, tan
profundamente arraigadas. Estaba dispuesta a tomar las riendas
de su vida. Y las tomó. Claro que es difícil. Pero esa es la esencia de la verdadera felicidad: sacrificar lo que queremos ahora
mismo por lo que queremos definitivamente. Esta mujer venció
su impulso de caer en lo mismo, justificarse, salirse con la suya,
satisfacer su ego… Todo gracias a la sabiduría que su conciencia
e imaginación le habían dado, porque lo que de verdad quería era
algo mucho más grande, mucho más importante para su familia
que la satisfacción egoísta a corto plazo que tenía antes.
Estas cuatro cualidades: autoconciencia, conciencia, imaginación creativa y voluntad independiente, residen en el espacio que los
humanos tenemos entre lo que nos sucede y nuestra respuesta a ello.
Los animales no tienen ese tiempo, ese espacio entre el estímulo y la respuesta. Son totalmente esclavos de sus instintos naturales y de la fuerza de la costumbre. Aunque también tienen cualidades únicas de las que nosotros carecemos; básicamente viven
para sobrevivir y procrear.
Pero, gracias a este tiempo, en los seres humanos hay más riqueza, infinitamente más. Y este «más» es la fuerza de la vida, es
lo que nos mantiene siempre alerta. De hecho, «crecer o morir» es
el imperativo moral de toda existencia.
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