120 V CONGRESO DE LASOCIEDAD ESPAÑOLADELDOLOR ROTACIÓN DE OPIOIDES A. Pascual López Unidad de Cuidados Paliativos. Hospital de la Santa Creu i Sant Pau. Barcelona Dentro del tercer peldaño de la escalera de la OMS, la morfina es el fármaco más utilizado como tratamiento del dolor de los pacientes con cáncer avanzado y terminal. Gracias a ello, se ha conseguido aliviar significativamente el sufrimiento en los últimos 30 años. Sin embargo, esta alternativa terapéutica no resulta útil en todos los casos. Algunos pacientes con dolor controlado con morfina presentan efectos adversos que dificultan su manejo. Otros no responden adecuadamente al tratamiento a pesar de incrementos sucesivos de las dosis, pudiendo presentar además toxicidad. En el momento actual una de las estrategias terapéuticas más adecuadas ante la ineficacia o toxicidad de un oipiode es el cambio de éste por otro, lo que se ha llamado rotación de opioides. La experiencia clínica demuestra que existe una gran variabilidad intraindividual de respuesta y susceptibilidad a los efectos secundarios de diferentes opioides, incluso aunque actuen a través de un mismo receptor. Entre los opioides disponibles en nuestro medio en el tercer escalón, morfina, metadona y fentanilo, que actúan mediante unión a receptores mu, no existe resistencia cruzada ni tolerancia cruzada, por lo que el cambio de uno a otro puede contribuir al alivio de dolores de difícil control. Debe destacarse que esta estrategia es válida independientemente del opioide que esté recibiendo cada paciente. Las razones para la respuesta ante un cambio de opioide no son bien conocidas. Se han señalado como posibles: diferencias genéticas de los receptores, diferencias de afinidad, variaciones farmacocinéticas e interacciones medicamentosas. Una de las rotaciones mejor conocidas es la de morfina a metadona. Las ventajas de ésta son el carecer de metabolitos activos conocidos, la posibilidad de administrar la dosis habitual en insuficiencia renal y sus efectos inhibidores sobre los receptores NMDA, lo que la indica especialmente en el dolor neuropático. Aunque en administración única, la equivalencia morfina:metadona es 1:1, en administraciones repetidas la dosis de metadona debe ser inferior a medida que partimos de dosis más elevadas de morfina. Con dosis de morfina inferiores a 300 mg al día la equivalencia es 1:7 y con dosis superiores a 300 mg de 1:10-1:12. Un estudio reciente de Mercadante y cols. ha mostrado un 80% de respuestas en 52 pacientes ante el cambio a metadona por ineficacia de la morfina, toxicidad o ambos en un tiempo medio de 3,65 días. La vía de administración habitual es la oral, con un intervalo de 8 horas. Por vía subcutánea es posible administrarla, aunque en ocasiones produce irritación local. En cuanto a los cambios de morfina a fentanilo o viceversa, existen diversas tablas de equivalencias. Una regla práctica es utilizar el factor 2 para multiplicar la dosis de fentanilo ó dividir la dosis de morfina (ej: 50 µg/hora de fentanilo cada 3 días equivaldrían a 100 mg diarios de morfina). A pesar de esta recomendación, hemos observado que en los cambios de fentanilo a morfina con dosis mayores de 50 µg/hora, se debe actuar con precaución, administrando un 50% de la dosis calculada al inicio y aumentándola según los rescates requeridos. En conclusión, la rotación de opioides permite optimizar el tratamiento del dolor en casos complejos. Son necesarios estudios que definan mejor las ventajas en cuanto a eficacia y efectos secundarios de diferentes rotaciones en distintos tipos de dolor. BIBLIOGRAFÍA 1. Indelicato RA, Portenoy RK. Opioid rotation in the management of refractory cancer pain. J Clin Oncol 2002; 20: 348-52. 2. Mercadante S. 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La Sociedad Española de Cuidados Paliativos define la situa- ción terminal como aquélla en la que existe una enfermedad avanzada, incurable y progresiva, con síntomas múltiples, multifactoriales, intensos y cambiantes, sin posibilidades razonables de respuesta al tratamiento específico, con un gran impacto emocional en enfermos, familias y equipo terapéutico, muy relacionado con la presencia, explícita o no, de la muerte, con un pronóstico de vida limitado, debido al cáncer, SIDA, enfermeda- V CONGRESO DE LASOCIEDAD ESPAÑOLADELDOLOR des crónicas evolutivas discapacitantes y otras enfermedades y condiciones crónicas relacionadas con la edad avanzada, en la que existe una gran demanda de atención, y en la que el objeto fundamental consiste en la promoción del confort y la calidad de vida del enfermo y su familia, basada en el control de síntomas, el soporte emocional y la comunicación (1,2,4-6). El Subcomité de Cuidados Paliativos del Programa Europa contra el Cáncer define los Cuidados Paliativos como la “atención total, activa y continuada de los pacientes y sus familias por un equipo multiprofesional cuando la expectativa no es la curación. La meta fundamental es la calidad de vida del paciente y su familia sin intentar alargar la supervivencia. Debe cubrir las necesidades físicas, psicológicas, sociales y espirituales del paciente y sus familiares. Si es necesario el apoyo debe incluir el proceso del duelo”. Los síntomas más frecuentes que presentan los pacientes que precisan cuidados paliativos son: dolor (75%), astenia (71%), constipación (49%), depresión (46%), anorexia (38%), náuseas (28%) y vómitos (24%) (1-3,5,6). El dolor en el paciente oncológico puede tener diversos orígenes: la enfermedad o metástasis, yatrogenia, procesos inflamatorios o infecciosos y dolor no debido al cáncer. Estos pacientes pueden presentar dolor nociceptivo y dolor neuropático. La mayoría de los pacientes con dolor oncológico responden al tratamiento con analgésicos por vía oral. La aplicación de la escalera analgésica de la OMS permite controlar el 90% de los pacientes con dolor oncológico. Los fármacos coadyuvantes pueden ser utilizados en cada uno de los tres escalones, para aumentar la eficacia de la analgesia, tratar los síntomas asociados que aumentan el dolor o proporcionar actividad analgésica independiente en algunos tipos específicos de dolor. Los síndromes dolorosos oncológicos más sensibles al tratamiento con fármacos coadyuvantes son los debidos a metástasis óseas, compresión nerviosa, lesión nerviosa y distensión visceral (4-8). La IASP define el dolor neuropático como “el dolor iniciado o producido por una lesión primaria o disfunción en el sistema nervioso”. Los principales factores que contribuyen al origen del dolor neuropático son las descargas ectópicas, en las que intervienen los canales rápidos de sodio y la inflamación nerviosa. El dolor neuropático suele deberse a una lesión central o periférica de las vías de la sensibilidad dolorosa y hay un estado de hiperexcitabilidad neuronal (9-17). COADYUVANTES Es un grupo de fármacos utilizados habitualmente en el tratamiento de diferentes patologías y que pueden ser útiles en el tratamiento de algunos síndromes de dolor crónico. Algunos tienen un efecto analgésico demostrado, potencian a los analgésicos o disminuyen las exacerbaciones de dolor (11,14,18-20). Antiepilépticos Los antiepilépticos se utilizan en el tratamiento del dolor neuropático, resultante de una lesión del tejido nervioso. Aumentan el umbral para la descarga repetitiva de las neuronas implicadas en la nocicepción y suprimen los estímulos nerviosos anormales debidos a una lesión del tejido nervioso (8,9,1118,21-25). Su efecto analgésico se debe a la disminución de la actividad de los canales de sodio voltaje-dependientes o a la activación del tono GABAérgico. La carbamacepina y la fenitoína bloquean los canales de sodio que inhiben la transmisión de los impulsos excitadores. La lamotrigina bloquea selectivamente los canales de sodio y disminuye la liberación de glutamato. La gabapentina pro- 121 duce una regulación pre o postsináptica de los receptores glutamatérgicos, bloquea selectivamente la subunidad α-2-δ de los canales de calcio voltaje-dependiente, e inhibe de forma competitiva los receptores N-metil-D-aspartato (NMDA) (11-30). Los antiepilépticos están indicados en el dolor neuropático de características lancinantes, asociado o no a crisis paroxísticas, dolor neuropático fijo resistente a otros tratamientos y dolor por desaferentación. La carbamacepina es el medicamento de elección en el tratamiento de las neuralgias del trigémino y glosofaríngea. También se utiliza en el dolor tabético, neuralgia postherpética, neuropatía diabética, en polineuropatías periféricas y como coadyuvante en el tratamiento del dolor oncológico con componente neuropático. La dosis de inicio es de 100-200 mg dos veces al día, aumentándose cada 4-5 días hasta la desaparición de las crisis dolorosas o la aparición de efectos indeseables (8,11,12,14,17-19,21-23,31). El clonacepán está indicado en el tratamiento del dolor neuropático y tiene efecto sedante. La gabapentina es útil en el tratamiento del dolor neuropático debido a neuralgia postherpética, neuropatía diabética y en otros tipos de dolor neuropático. Además, mejora el dolor lancinante, quemante y paroxístico, así como el evocado por el tacto. La dosis inicial suele ser de 300 mg/día, incrementándose cada 3-4 días hasta alcanzar la dosis de mantenimiento (1.200 mg/día). La lamotrigina disminuye la hiperalgesia mecánica y la alodinia al frío. La dosis inicial es de 50 mg/día, seguido de aumentos semanales, hasta conseguir la dosis de mantenimiento (300-500 mg/día) (8,9,11-13,15-18,2228,30,32). Corticosteroides Los corticoides sintéticos son muy eficaces en el tratamiento de algunos síndromes dolorosos y buenos coadyuvantes de los analgésicos en el control del dolor oncológico (14,21,31,32). Se utilizan por su acción antiinflamatoria y antiedematosa, disminuyendo la compresión sobre las estructuras nerviosas. Parecen tener un efecto analgésico propio. Bloquean la liberación de ácido araquidónico a partir de los fosfolípidos y la síntesis de sus metabolitos: leucotrienos y prostaglandinas; reducen la acumulación de leucocitos y macrófagos en el foco inflamatorio, la estabilización de las membranas lisosomales e inhiben la producción de sustancias quimiotácticas y factores que incrementen la permeabilidad capilar; disminuyen la liberación de histamina e inhiben la síntesis y secreción de Interleucinas. La dosis inicial de prednisolona es de 30-60 mg/día y la de dexametasona de 4-8 mg/día (7,12-14,18-21,33). Se utilizan en el dolor oncológico óseo, visceral y neuropático. Las indicaciones específicas son: hipercalcemia, neuropatía carcinomatosa, compresión medular o radicular, metástasis cerebrales, síndrome de cava superior, obstrucción de la vía respiratoria, linfangitis carcinomatosa, linfedema, hipertensión endocraneal, hemoptisis, derrame pleural tumoral, edema post-radioterapia y ciertas situaciones del paciente terminal (7,8,11,12,18-20,33). Antidepresivos Su efecto analgésico se debe a su acción sobre la afectividad del dolor, aunque parecen tener un efecto analgésico propio. Son útiles en la neuralgia postherpética, del trigémino, migraña, dolor facial, de espalda, reumático y neuropatía diabética. También se utilizan en el dolor oncológico y potencian la acción de los analgésicos opioides (12,18,20,34). 122 V CONGRESO DE LASOCIEDAD ESPAÑOLADELDOLOR Antidepresivos inhibidores de la recaptación Psicoestimulantes Se caracterizan por inhibir la recaptación interneuronal de noradrenalina (NA) y serotonina (5-HT). Son estabilizadores de membrana. Hacen más accesible al receptor postsináptico y potencian la actividad de las vías noradrenérgicas y serotoninérgicas. Poseen una acción analgésica directa. Parece que la 5-HT inhibe la transmisión desde la médula espinal al cerebro, mientras que la NA intensifica la percepción del dolor (1214,19,20,27,28,34-36). Los antidepresivos tricíclicos clásicos son aminas terciarias (amitriptilina, imipramina), se metabolizan por desmetilación en aminas secundarias (nortriptilina, desimipramina), que son metabolitos activos. Los nuevos antidepresivos (fluoxetina, paroxetina, sertralina, venlafaxina, citalopram) son bloqueantes muy selectivos de la recaptación de 5-HT. Es posible que el sistema opioide esté implicado en el efecto analgésico de los antidepresivos. También parece que interactúan con el sistema adenosina y los receptores NMDA(12,28,29,35). No deben administrarse asociados a IMAO. Son eficaces en algunos tipos de dolor neuropático, fijo y continuo en forma de disestesias, en el dolor neuropático de características lancinantes resistente a otros coadyuvantes, en los dolores por desaferentización y en dolores con un fuerte componente de depresión e insomnio asociado. Están indicados en la neuropatía diabética y la neuralgia postherpética, dolor postcirugía e invasión tumoral de estructuras nerviosas, migraña, dolor facial atípico, miembro fantasma doloroso y fibromialgia (7,8,14,19 ,21,28,35,37). Los antidepresivos de elección en el tratamiento del dolor son los tricíclicos clásicos, principalmente la amitriptilina, que parece tener una acción antinociceptiva periférica, además de sus efectos centrales. Por su efecto sedativo mejora el insomnio y reduce la ansiedad de los pacientes. Para facilitar la tolerabilidad, se debe empezar administrando dosis bajas (p. ej.: 10-25 mg/día de amitriptilina), aumentándolas hasta alcanzar la dosis de mantenimiento (8,14,15,32,34-36). La cafeína es una metilxantina con actividad psicoestimulante moderada. Puede activar sistemas dopaminérgicos e inhibir los receptores adenosínicos en el SNC. La dosis eficaz es de 100-200 mg. Asociada al AAS o al paracetamol aumenta la analgesia en el dolor dental y cefaleas (13,14,35). Las anfetaminas y su análogo el metilfenidato potencian la acción analgésica de los opiáceos y no opiáceos. Actúan a nivel neuronal bloqueando la recaptación de las catecolaminas y activando los sistemas dopaminérgicos y noradrenérgicos del SNC. Inducen dependencia. La dosis inicial de dextroanfetamina es de 2,5 mg y la de metilfenidato de 10 mg vía oral . Están indicados en el dolor incidental secundario a metástasis óseas, no controlado con otros tratamientos. La combinación de opioides y psicoestimulantes permite administrar dosis elevadas de analgésicos con menos sedación, ya que potencian la analgesia opioide e inhiben la sedación inducida por ellos (12-14,19,21,31,35,38). Inhibidores de la MAO Se utilizan cuando han fracasado los inhibidores de la recaptación. La MAO degrada la NAy 5-HT intraneuronales, manteniendo la homeostasis de la neurotransmisión. Son útiles en dolores crónicos con un importante componente psicológico, con trastornos del sueño y depresión (13,35,38). Anestésicos locales Cuando se aplican localmente bloquean de forma reversible la conducción nerviosa. Bloquean los canales de sodio voltajedependientes de las fibras nerviosas periféricas, uniéndose a un receptor proteico específico. Permiten superar la tolerancia a los opiáceos por vía intratecal. Por vía intravenosa pueden producir analgesia en las neuralgias que cursan con dolor paroxístico y lancinante, dolor central y dolor por desaferenciación. La lidocaína disminuye la conducción nerviosa nociceptiva aferente y la transmisión en el asta dorsal de la médula. Alivia la alodinia mecánica bloqueando las descargas ectópicas en la periferia. La lidocaína, mexiletina, tocainida y flecainida se han utilizado en la neuralgia postherpética, neuropatía diabética, neuralgias craneales, esclerosis múltiple, dolor por desaferenciación, dolor talámico, aracnoiditis y en el dolor neuropático vinculado al cáncer (11-13,18,19,21,28,32,39-41). La lidocaína intravenosa se utiliza a dosis bajas (5 mg/kg) durante una hora en infusión o en bolo (1,5 mg/kg en 1 min). Sus efectos indeseables son mínimos y se suele utilizar para evaluar la respuesta del paciente a la administración de sustancias de este tipo por vía oral, como la mexiletina, cuya dosis inicial es de 150-200 mg/día. Es eficaz en la neuropatía diabética, el dolor postinfarto cerebral, la esclerosis múltiple y el miembro fantasma (11,19,21,32). Otros fármacos Neurolépticos Los neurolépticos facilitan la acción analgésica de los opioides. Parece que la levomepromacina tiene una acción analgésica propia. Aumentan la sedación, estabilizan las constantes y suprimen las náuseas y los vómitos ocasionados por los opiáceos. Bloquean los receptores dopaminérgicos tipo 1 y 2 (13,14,1921,31,35,38). En los pacientes con dolor oncológico, se utilizan para incrementar la eficacia de otros tratamientos, permiten controlar las náuseas y vómitos, el tenesmo vesical o rectal y el espasmo ureteral. La dosis inicial de la levomepromacina es de 10-20 mg/día y puede aumentarse hasta 300 mg/día. La dosis inicial de clorpromacina, antiemético con acción sedante, es de 25 mg/día. La dosis de inicio del haloperidol suele ser de 1 mg/día (12,13,19, 35,38). La clonidina es una imidazolina con acción agonista parcial α2, que reduce el tono noradrenérgico. Produce analgesia dosisdependiente. Puede ser útil en el dolor neurogénico con mala respuesta a la morfina. Por vía epidural puede reducir el dolor neuropático en pacientes neoplásicos y en síndromes dolorosos asociados con hiperalgesia. La analgesia a nivel espinal la realiza mediante la estimulación de las interneuronas colinérgicas de la médula espinal (11,13,21,42). La capsaicina insensibiliza la piel al dolor mediante el agotamiento de la sustancia P de las neuronas sensitivas periféricas. Se utiliza en las neuralgia postherpética y diabética, síndrome postmastectomía, distrofia simpático refleja, neuralgia del trigémino, dolor neuropático neoplásico y artralgias (10-13,32,43). La crema EMLAproduce analgesia a nivel de los receptores de las terminaciones nerviosas A mielínicas y C amielínicas. Se utiliza en la neuralgia postherpética, cicatrices dolorosas posqui- V CONGRESO DE LASOCIEDAD ESPAÑOLADELDOLOR rúrgicas, previo a la realización de técnicas cruentas, en la meralgia parestésica y en el componente cutáneo de los dolores neuropáticos (11,32,44,45). El parche de lidocaína tópica al 5%, eficaz en el tratamiento de la neuralgia postherpética, no produce efectos secundarios sistémicos y es fácil de utilizar. Se puede utilizar en la neuropatía diabética, SDRC-1, dolor del muñón de amputación, dolor postoracotomía, neuralgia intercostal y dolor postmastectomía (10,15,32,46). Los bifosfonatos actúan inhibiendo los osteoclastos. Disminuyen la resorción ósea y el dolor. Están indicados en el dolor incidental por metástasis óseas osteolíticas resistente a otros tratamientos, hipercalcemia sintomática y fracturas patológicas sin indicación de tratamiento quirúrgico paliativo. Es dudosa su utilidad en las metástasis osteoblásticas por cáncer de próstata (8,18,19,47-49). La calcitonina es una hormona producida y segregada por las células C parafoliculares del tiroides. Interviene en la homeostasis cálcica, inhibe la actividad osteoclástica, disminuye la reabsorción de calcio y fósforo, aumenta la eliminación de sodio, potasio y magnesio a nivel renal. Su acción analgésica se debe a un efecto directo sobre el SNC. Actúa sobre el sistema de las prostaglandinas. Parece tener eficacia analgésica intrínseca a través de las vías serotoninérgicas descendentes. Se puede utilizar en el tratamiento del dolor neoplásico resistente a los analgésicos convencionales y en las metástasis óseas (11,19,50,51). Las benzodiacepinas son los ansiolíticos más utilizados. Actúan facilitando la acción inhibidora del GABA. No tienen acción analgésica directa. Alivian el dolor al actuar como ansiolíticos e hipnóticos, antieméticos y activadores de la motilidad intestinal. Están indicadas en el espasmo muscular agudo, dolor crónico asociado a ansiedad y dolor neuropático lancinante. En el paciente en fase terminal pueden aliviar la agitación, facilitando el manejo del paciente y permitiendo que sus últimas horas sean más tranquilas (7,12-14,19,35). La ketamina actúa activando el sistema límbico y deprimiendo el córtex cerebral. Se une a los receptores NMDA. Su efecto antinociceptivo se debe a la activación del sistema monoaminérgico inhibitorio descendente, mientras que el efecto antihiperalgésico se debe a la inhibición de los receptores NMDA. La ketamina a bajas dosis parece revertir la tolerancia a los opioides y mejorar la analgesia. Está indicado como alternativa al tratamiento del dolor incidental. Se utiliza en el tratamiento del dolor intratable, especialmente durante la fase terminal. La dosis es de 10 mg s.c. en forma de bolo seguido de una perfusión continua s.c. a 10 mg/h. La dosis máxima es de 15 mg/h (10,12,19,52-56). El baclofeno es un agonista de los receptores GABA-B que se comporta como un inhibidor de la actividad neuronal y produce relajación de la musculatura esquelética. Está indicado en la neuralgia del trigémino, glosofaríngeo y postherpética. La dosis inicial es de 10-15 mg diarios, con aumentos de 5 mg cada 3 días hasta alcanzar los 30-100 mg (11,14,19). 123 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. 17. 18. 19. 20. 21. 22. 23. 24. 25. 26. BIBLIOGRAFÍA Sanz J, López JM, Rivera F. Objetivos terapéuticos en oncología. En : Gómez-Batiste X, Planas J, Roca J, Viladiu P. Cuidados Paliativos en Oncología. Barcelona: Editorial Jims; 1996. p. 11-8. 2. Gómez Sancho M. Enfermedad terminal y equipo de cuidados. En: Gómez Sancho M. Medicina Paliativa. 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El médico –el oncólogo clínico también– debe saber decirlo a sus pacientes y debe ayudarles, y debe saber transmitir a las nuevas generaciones de especialistas en formación que el hombre está hecho para soportar las heridas –físicas y anímicas– que la enfermedad es capaz de abrir. Que la aceptación de esas limitaciones es parte del proceso de humanización. Y que el médico, el oncólogo en este caso, está para ayudarle a superar estas limitaciones. No se es ver - daderamente humano si no se acepta un cierto grado de flaque za en uno mismo y en los demás. Y para tratar de ayudar a sobrellevarlo y tratar todo esto es necesaria la Medicina Paliativa, y en Oncología, al menos, ésta tiene que estar presente desde que comienza el proceso de atención clínica. Desde el diagnóstico de neoplasia maligna y en todos los casos: en aquellos poten cialmente curables y en aquellos que no lo van a ser. Así como el objetivo de la Medicina Curativa es el estudio de los procesos nosológicos, su historia, etiología, anatomía patológica, fisiopatología, patogenia, clínica, diagnóstico, tratamiento y prevención. En Medicina Paliativa el objeto de estudio es el hombre enfermo y la preservación, respeto y dignidad de su dignidad durante la enfermedad. Pero el hombre enfermo y la promoción de su dignidad durante la enfermedad llevan consigo una formación muy compleja y un profundo interés por la entidad o los distintos procesos nosológicos que le afectan. Es un contrasentido lo uno sin lo otro. De ahí que estas dos concepciones, la curativa y la paliativa, nunca puedan ser excluyentes, si-