CMR0328_Choque Entre Sindicatos 1 Jun 1998

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Choque Entre Sindicatos
REVOLUCION POSTERGADA
Después de cien años de intentos, ha recibido la izquierda su partida de defunción
Lunes 1 Junio 1998
Los recientes asesinatos de dirigentes de izquierda y de activistas defensores de los
derechos humanos demuestran, una vez más, que en Colombia parece imposible construir
una oposición de izquierda democrática. Y no sólo por razones históricas, como los largos
períodos de hegemonía partidista, el Frente Nacionaly sus secuelas de cohabitación
burocrática bipartidista, sino por una tradición de guerra y de intolerancia generalizada.
Han sido varios los intentos fallidos para consolidar partidos o movimientos de izquierda.
Los sindicatos apenas han logrado éxitos coyunturales y la tendencia ha sido la represión y
la criminalización de la protesta social como las marchas campesinas, los paros y los
movimientos cívicos. Según el politólogo mexicano Jorge Castañeda, "la represión de la
izquierda colombiana y la magnitud de sus pérdidas no tienen parangón en la historia
moderna de América Latina". Esto ha presionado a la izquierda hacia la clandestinidad y de
ahí que la oposición haya sido copada casi por completo por la subversión armada.
Los últimos resultados electorales indican que la ya lánguida izquierda legal parece haber
recibido su partida de defunción. El Partido Comunista, después de años de presencia en el
Congreso, por primera vez se quedó sin curul en el Senado y está a punto de perder su
personería jurídica. Para el investigador Arturo Alape, "la izquierda está en un proceso de
extinción. Es un fenómeno mundial de movimientos que no pueden tener una presencia
definitiva en el panorama".
Primeros brotes
A pesar del aislamiento generalizado de Colombia a comienzos de siglo, llegaron los ecos
de la Revolución Rusa de 1917 y de la Revolución Mexicana de 1910. En este panorama el
país vivió los primeros brotes de partidos de orientación socialista.
Entre 1910 y 1919 se frustraron varios intentos de crear un gran partido que canalizara las
aspiraciones de sectores populares, intelectuales y de artesanos. En 1919 el llamado
Sindicato Central Obrero hizo una convocatoria para sentar las bases de un partido
socialista. En su proceso de organización desató un movimiento de protesta contra un
decreto del gobierno de Marco Fidel Suárez que autorizaba la compra de uniformes y botas
militares en el exterior. Durante una manifestación, el 16 de marzo de 1919, se produjo un
enfrentamiento con las tropas oficiales que dejó siete heridos y 10 muertos. Apenas gateaba
y el movimiento era ya víctima de la represión.
Pero su influencia se sintió en el auge huelguístico de 1919-1920. En ese año participó en
elecciones para Cámara y para concejos. En Medellín logró una curul y los socialistas
obtuvieron un 23 por ciento de la votación, por encima de los liberales. Alertado, el Partido
Liberal hizo un llamado para que los socialistas no abandonaran sus filas y logró su apoyo
para las elecciones de 1922. Aunque el Partido Socialista se acabó un año después, dejó un
impulso modernizador en el Partido Liberal, que incorporó un ala 'izquierdista' con un
proyecto de corte antioligárquico.
El aliento socialista no fue sofocado y de la cadena de huelgas entre 1925 y 1926 surgió el
Partido Socialista Revolucionario (PSR), en cuya gestación jugó papel destacado Tomás
Uribe Márquez, un hombre de clase media formado en las luchas del movimiento obrero
europeo y conocedor de la realidad colombiana. El propuso, por primera vez, un partido de
trabajadores urbanos y campesinos, iniciativa recogida por Ignacio Torres Giraldo, quien
orientó la lucha de los trabajadores del ferrocarril de Girardot, de los braceros de
Buenaventura, y en 1927 el paro de la Tropical Oil Company y de la Andian National
Corporation, de Barranca. El PSR también caló entre los trabajadores de la United Fruit y
en las regiones agrarias. Fue admitido en la Internacional Comunista en el IV Congreso
(Moscú, 1928 ) y la legendaria María Cano fue una de sus activas militantes. El PSR fue la
pesadilla de los gobiernos conservadores. El incremento de la represión después de la
masacre de las bananeras (1928), y la cárcel para algunas de sus cabezas lo dejó sin
dirección y finalmente entró en crisis.
El PC y otros intentos
El terreno había quedado abonado para el nacimiento del Partido Comunista _PC_, el 17 de
julio de 1930. Fue, en su origen, un partido más rural que de clase obrera urbana. Canalizó
la expresión de arrendatarios y colonos a través de las llamadas ligas campesinas y los
sindicatos agrarios. El objetivo era hacer la revolución. Se dedicó a reconstruir
organizaciones como las de los bananeros y a fortalecer la mentalidad sindical. De ahí
nació el sindicato de Bavaria, la más importante empresa del país. La respuesta a este
intento de organización fue de nuevo la represión. El PC fue declarado ilegal por el
gobierno de Enrique Olaya Herrera (1930-1934), indignado con la denuncia de "maniobra
imperialista" que hicieron los comunistas de la guerra contra el Perú.
En el gobierno de la 'Revolución en marcha' de Alfonso López Pumarejo (1934-1938) el
PC, aunque quería marcar diferencias frente a la izquierda liberal, respaldó algunas
reformas del gobierno. Hizo acuerdos con los sindicatos y en 1936 creó la Central Nacional
de Trabajadores, que identificaría la unidad del sindicalismo hasta finales de los 40. Sin
embargo, en 1947 se produjo una división entre los reformistas y quienes buscaban un
partido de base leninista. Fue entonces cuando saltó a la arena Gilberto Vieira, elegido
secretario general del partido, quien inició su gestión en una Colombia que ya sentía correr
los vientos huracanados de la violencia y la guerra fría.
Junto a los grupos de orientación comunista se había ido gestando uno de los esfuerzos más
vigorosos de agrupación política por fuera del bipartidismo. En 1933 grupos de
intelectuales, estudiantes y miembros de la clase media fundaron la Unión Nacional
Izquierdista Revolucionaria _Unir_. Se proclamó como antiimperialista, socialista y
agraria, y su líder fue Jorge Eliécer Gaitán. El historiador Alvaro Tirado Mejía definió su
ideología como populismo de izquierda. La Unir incursionó con éxito en las luchas
campesinas y participó con menos fuerza en las sindicales. Sólo sobrevivió dos años. Se
disolvió cuando Gaitán aceptó una curul en el Congreso a nombre del Partido Liberal.
El mismo año, y como resultado de los movimientos agrarios, surgió el PAN, primer
intento de un partido campesino nacional. Tenía sus bases entre los colonos y participó en
debates electorales. En las elecciones del 35 logró varios concejales en municipios de
Cundinamarca. Su vocero, Erasmo Valencia, fue elegido a la Asamblea de Cundinamarca
para el período 1935-1936. Pero el PAN nunca superó su carácter regional y se perdió entre
alternativas como el gaitanismo en los 40 y el PC en los años de la violencia, encabezado
por Juan de la Cruz Varela, quien sería después líder guerrillero del Sumapaz.
En 1935 apareció Vanguardia Socialista, creada por jóvenes intelectuales. Estuvo
representada por Gerardo Molina, un senador del ala izquierda liberal. En el marco del
Frente Popular sus dirigentes apoyaron a López, pero luego fueron desplazados por el
gaitanismo. Jugaron papel clave en la Central Unica de Trabajadores de Colombia como
mediadores entre los liberales y el PC, y en el 42 vieron un relativo florecimiento en la
llamada Liga de Acción Política, que luego se diluyó en el reformismo liberal. Desapareció
en el 44 y algunos militantes se deslizaron al PC.
Comunistas y socialistas contribuyeron en la primera mitad de este siglo a ampliar y
diversificar los espacios de acción política. Pero, con la excepción del PC, los intentos de
organización no pasaron de ser conatos de partidos en los que se perfilaban ya los errores
que décadas más tarde impedirían la consolidación de un proyecto político de izquierda.
Violencia y pacto
La polarización entre liberales y conservadores y la intensa movilización de la época
desembocaron en esos fenómenos de convulsión social que se conocen como la violencia.
El asesinato de Gaitán, el 9 de abril de 1948, marcó un hito en ese conflicto, el cual
adquiría cada vez más el perfil de una guerra civil que dejaría, de acuerdo con los cálculos
más optimistas, más de 300.000 muertos.
La protesta de las masas gaitanistas produjo en muchas regiones la intensificación de la
represión oficial y manifestaciones de guerra sucia. En medio de esa 'revolución frustrada',
nació en los Llanos Orientales un movimiento armado con características de ejército
revolucionario, que suplió con violencia la ausencia de programas. Fue liderado por el
legendario Guadalupe Salcedo.
Roto en pedazos el poder político existente, el Estado y los partidos tradicionales perdieron
el control. Se produjo lo que el analista Paul Oquist ha llamado el "colapso parcial del
Estado", fenómeno que explicaría el apoyo que los partidos históricos le dieron al golpe del
teniente general Gustavo Rojas Pinilla, quien asumió la Presidencia el 13 de junio de 1953.
En menos de un año se desmontó la guerrilla liberal y el PC, la única fuerza de izquierda
con cierta organización, fue declarado ilegal, aunque lo era desde hacía años y actuaba en
forma clandestina.
Pero la delegación del poder en manos de los militares fue revocada en 1957. Surgió
entonces la idea de un acuerdo político bipartidista, el Frente Nacional: la crème de la
crème de los dos partidos selló en 1958 un pacto de alternación presidencial durante 16
años y de reparto de la torta burocrática con exclusión de toda fuerza política diferente. Los
viejos partidos desarrollaron un sistema clientelista que asfixió las posibilidades de una
oposición de izquierda legal. Según el polítólogo Francisco Leal, el FN "desmilitarizó los
conflictos entre los dos partidos tradicionales, pero produjo formas de bandolerismo
social". En este escenario, mientras los grupos armados ganaban terreno, el Estado perdía el
monopolio de la fuerza. Pero se dio, sin embargo, una disidencia de izquierda liberal, el
Movimiento Revolucionario Liberal _MRL_ que, bajo la consigna"Pasajeros de la
Revolución, favor pasar a bordo", adoptó una línea de oposición al FN y de defensa de la
Revolución Cubana.
Gallos de pelea
La primera prueba de fuego de la legitimidad del FN fue el juicio al general Rojas ante el
Senado. La estrategia era echarle el muerto de la violencia a la dictadura. Pero la condena,
que le negó los derechos políticos al general, lo hizo símbolo de los excluidos del pacto
político bipartidista. Creció la desilusión con el FN y con ella la popularidad de Rojas, que
se cristalizó en la Alianza Nacional Popular _Anapo_. Fue entonces cuando sacó las
espuelas ese gallo de pelea que fue el MRL. En 1960 se consolidó con cerca de la cuarta
parte de la votación del partido: 20 de las 76 curules de la Cámara. En 1962 obtuvo 600.000
votos y su participación creció: 13 curules más que dos años antes en la Cámara y 12 en el
Senado, en el cual no tenía ninguna. El voto contra el FN pasó del 16,5 por ciento en 1960
al 23,5 en 1962.
Otra medida de la fragilidad del régimen fueron las elecciones que llevaron a Guillermo
León Valencia al gobierno (1962-1966): los candidatos de oposición, Alfonso López
Michelsen (MRL) y Jorge Leyva (Anapo), lograron el 38 por ciento de la votación. Débil
en su mandato, Valencia le dio excesivo protagonismo a los militares en el manejo del
conflicto interno, Inscrito en la confrontación 1este-oeste, democracia-comunismo.
En las elecciones de 1966, que llevaron a Carlos Lleras Restrepo a la presidencia (19661970), el MRL salió muy debilitado (perdió cerca de la mitad de los votos con respecto a
1962) y el PC "sufrió una crisis profunda" _según el historiador Daniel Pecaut_, que se
reflejó en las elecciones parlamentarias. La Anapo, en cambio, fue la gran vencedora de la
oposición: elevó su participación al 18 por ciento (tenía el 3,4 en 1962) y logró el control de
46 curules adicionales en el Congreso.
El MRL (que volvió al redil en el 67) y la Anapo (que quedaría herida de muerte en el 70),
cada cual a su modo y transitoriamente, fueron válvulas de escape del inconformismo y
cumplieron el papel de oposición en un régimen excluyente, mientras la izquierda no logró
jugar papel preponderante.
Reformas frustradas
El FN había sofocado el sectarismo de rojos y azules pero fomentaba la oposición por la vía
de las fórmulas armadas. Los grupos legales de izquierda no lograron ser alternativa frente
al bipartidismo, y aunque el afán de transformación no se perdió, según el historiador Jorge
Orlando Melo,"hubo una tendencia a refugiarse en grupos de intelectuales y de militantes
de partidos marxistas, usualmente bastante desligados de las llamadas masas populares".
Era necesaria una modernización del Estado y los partidos. De ahí el intento de Lleras
Restrepo con la reforma del 68, que buscaba erradicar las prácticas clientelistas y tecnificar
el manejo del Estado, lo mismo que canalizar el inconformismo popular y campesino a
través de las juntas de acción comunal y la reforma agraria. Pero la reticencia de los
partidos tradicionales y el influjo creciente de los grupos subversivos impidieron darle un
segundo aire al sistema. El Estado recurrió a la fórmula de siempre: la represión.
En este clima de parálisis de la dinámica política legal habían surgido las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia _Farc_ en 1964, identificadas con las propuestas del PC y en
las ciudades florecía el movimiento estudiantil. La izquierda armada se regaba como
pólvora. En 1965 inició operaciones el Ejército de Liberación Nacional _ELN_, de
inspiración castrista, y entre 1964 y 1965 apareció el Ejército Popular de Liberación
Marxista-Leninista _EPL_ como resultado de una división del PC. Los colombianos
sentían, cada vez más, que las vías democráticas de cambio se agotaban.
En ese clima se realizaron las elecciones del 19 de abril de 1970, fecha que marcó el
principio del fin de la Anapo y que dio origen al M-19. El FN quedó herido de muerte. Los
escrutinios iniciales daban ventaja al general Rojas frente al candidato del bipartidismo
Misael Pastrana. El resto ya se sabe y el fraude aún se discute.
La dirigencia de la Anapo no reaccionó como esperaban sus huestes, que habían obtenido
38 de las 118 curules del Senado. El 20 de julio, en la instalación del Congreso,
parlamentarios de esa organización dejaron una constancia: "Si tuviésemos que llegar a la
verdadera subversión...y hacer la apología de las guerrillas, es porque el gobierno y el
sistema nos han empujado por ese camino". Las semillas del M-19 estaban sembradas. En
ese movimiento confluirían más tarde ex miembros de las Juventudes Comunistas _Juco_ y
de las Farc, como Jaime Bateman, Alvaro Fayad, Luis Otero e Iván Marino Ospina, y
anapistas como Carlos Toledo Plata y Andrés Almarales.
En 1972 la Anapo, que se había definido como nacionalista, revolucionaria y populista,
sufrió una reducción importante de su votación: con el 19 por ciento volvió a su nivel del
66. Le apareció entonces una disidencia, el Movimiento Amplio Colombiano _MAC_, que
se unió al PC y al Movimiento Obrero Independiente Revolucionario _Moir_ para crear la
Unión Nacional de Oposición _UNO_, un experimento fugaz de fusión de la izquierda,
gracias a la cual ésta aumentó ligeramente su votación a comienzos de los años 70.
En esa década creció la protesta popular y los grupos subversivos se fueron tomando la
escena política. Durante la administración de Alfonso López Michelsen (1974-1978) se
frustró la última esperanza de reformar el sistema para ampliar el espectro político y
económico. La violencia se volvió cada vez más la expresión privilegiada de los conflictos.
Se consolidaba así, y cada vez con mayor profundidad, un sistema que, en un extremo,
tenía un polo bipartidista y, en el otro, un polo insurgente al margen de la legalidad.
El sancocho nacional
El robo de la espada de Bolívar en abril de 1974 fue el acto espectacular con el que se dio a
conocer el M-19. El movimiento tenía una concepción más urbana del país, distinta de la
del PC y de la guerrilla tradicional más ligada a los conflictos agrarios. Se presentó como
una alternativa frente al sistema bipartidista, como"la opción por un camino político aún no
ensayado", según dice la investigadora y ex combatiente de esta organización Stella Sacipa
Rodríguez.
El M-19 se proyectó como un movimiento nacionalista y democrático, con lenguaje y sabor
criollos. Su aporte al mundo político dogmático y sectario de la vieja izquierda fue clave,
pero no habría de durar mucho. El ambiente político y social que dio origen al grupo
desembocó, durante el gobierno de Julio César Turbay Ayala (1978-1982), en el
controvertido Estatuto de Seguridad Toda la excepcionalidad posible dentro de la ley, un
modelo represivo que partía de la fórmula simplista de aplastar la subversión amparada por
el comunismo internacional, y que hizo del estado de sitio la herramienta por excelencia del
manejo del orden público.
Pero en este clima el M-19 no logró superar sus propias contradicciones. En 1978 se definió
como organización político-militar, nacionalista revolucionaria en lucha por el socialismo.
Su golpe más espectacular entonces fue la toma de la embajada de la República
Dominicana, con la que se quiso denunciar ante el mundo que el país vivía bajo las formas
del estado de excepción que permitían excesos como la tortura y la desaparición forzada.
La izquierda legal, mientras tanto, seguía pidiendo pista. Pero en febrero del 78 sufrió un
duro golpe en las urnas, lo que condujo a un debate y a una propuesta de la revista
Alternativa: realizar un plebiscito para presionar la unión de la izquierda. El objetivo no se
logró, pero las 430.000 firmas recogidas indicaban la necesidad de ampliar el espectro
político. Fue el origen de Firmes, de izquierda moderada, que tampoco cuajó, pues no pudo
consolidar una base electoral estable.
Analistas, como Melo, atribuyeron la crisis a la dependencia de los grupos de izquierda de
centros internacionales de poder (Rusia, China o Cuba), a sus estructuras autoritarias y
cerradas, al dogmatismo de sus formulaciones y a la falta de un programa político
coherente. Este diagnóstico, con algunas variaciones, explicaría el más reciente fracaso
electoral de la izquierda.
UP y guerra sucia
La asfixia evidente del sistema, que empujaba a la oposición hacia el monte, abrió un
proceso que reconocería el carácter político de la crisis. Lo inició Belisario Betancur (19821986) cuando habló de paz y de las causas objetivas de la violencia. Era la forma de aceptar
que la política se había militarizado como consecuencia de la debilidad del Estado. Como
dijo en su momento el columnista Enrique Santos Calderón,"la toma de decisiones en
materia de orden público regresó de la Brigada de Institutos Militares a la Casa de Nariño".
Betancur aceptó darle tratamiento político a la guerrilla, prácticamente la única fuerza de
oposición, y abrió la puerta a los diálogos que terminaron en los llamados Acuerdos de La
Uribe.
En 1985, un año después de firmada la tregua con las Farc, apareció la Unión Patriótica
_UP_ en la vida política del país. Algunos comandantes, como Braulio Herrera e Iván
Márquez, asumieron cargos de dirección y hasta se anunció una posible candidatura de
Jacobo Arenas, el ideólogo del grupo guerrillero. Pero como las Farc no se desmovilizaron,
asumió la postulación el ex magistrado y abogado penalista Jaime Pardo Leal. A pesar de
las limitaciones y de las diferencias entre la UP y las Farc y el PC, el movimiento se apuntó
en las elecciones del 86 los resultados más significativos de la historia de la izquierda. No
sólo sobrepasó la votación obtenida por el PC desde el desmonte del FN, y obtuvo 14
curules, sino que Pardo Leal con sus casi 350.000 votos superó a candidatos que habían
tenido el apoyo de la izquierda años atrás: Hernando Echeverry Mejía, de la UNO, en 1974
(137.054); Julio César Pernía, del PC, en 1978 (97.234), y Gerardo Molina en 1982
(82.857).
Aunque en 1987 la UP declaró su independencia de las Farc se desató una guerra sucia,
alimentada por sectores radicales del Ejército y grupos paramilitares aliados del
narcotráfico y algunos terratenientes. La controvertida estrategia de la 'combinación de las
formas de lucha' fue su 'justificación', lo mismo que la intolerancia del sistema frente al
ejercicio de la oposición legal de izquierda. Más de 3.000 de sus cuadros fueron asesinados.
La guerrilla se consolidó, entonces, como cabeza de la oposición. El fusil se impuso sobre
la política.
Del holocausto a las urnas
En 1984, con una frágil tregua armada, la actividad preelectoral prendió motores. En medio
de la contienda Virgilio Barco-Alvaro Gómez, la izquierda le pedía más cuerda a Betancur
y lo acusaba de haber dejado a la deriva el proceso de apertura política, mientras la derecha
le exigía apretar la tuerca y lo tildaba de ingenuo con una subversión que no jugaba limpio.
Luego de la muerte de Jaime Bateman, y después de toda suerte de actos de combate y de
sorpresa, el M-19 llegó al escenario de los acuerdos. Pero duraron poco tiempo. La
confrontación militar se acentuó, se rompió la tregua y el movimiento se embarcó en su
acto más alucinante: la toma del Palacio de Justicia (noviembre de 1985). Había perdido el
norte.
El gobierno Barco (1986-1990) que, a diferencia de su antecesor, no se preocupó
inicialmente por el diálogo directo con los alzados en armas, impuso el pulso firme ante el
fracaso de la mano tendida. La guerrilla, que en el 87 presentó una cara de relativa unidad
con la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, interpretó el ultimátum del gobierno para
la desmovilización como una declaración de guerra total. El país hervía. Los paros cívicos y
las marchas campesinas marcaron el primer año de gobierno.
En medio del auge inusitado de la violencia y de la aguda crisis derivada del
paramilitarismo asociado con el narcotráfico, el M-19 decidió un cese al fuego de seis
meses e hizo un llamado "a una resistencia civil y militar contra la oligarquía que gesta y
conduce la guerra sucia y es la responsable de la miseria y el atraso". Otros grupos, como el
EPL, ordenaron prepararse para la guerra civil.
Al culminar los primeros años de gobierno, Barco dio un viraje radical en su politica. En
febrero del 88 firmó el famoso Acuerdo de la Casa de Nariño, que contemplaba la
convocatoria a un referendo en octubre y la creación de una comisión para preparar el
escenario de una Constituyente.
En ese marco, debilitado y desprestigiado como estaba, el M-19 protagonizó el que seria su
ultimo acto dc guerra: el secuestro de Alvaro Gomez. Las negociaciones y acuerdos que se
adelantaron para su liberación desembocaron en una nueva oportunidad para superar el
conflicto guerrillero. En septiembre el Presidente lanzó su iniciativa de Paz, la cual abonó
el camino para la desmovilización del M-19, liderado por Carlos Pizarro, y para
negociacioncs con el EPL, el PRT y el Quintin Lame, que finalmente participarian en la
Constituyente del 91, que formarian luego parte del movimiento politico legal Alianza
Democratica M- 19 en el 90.
La evolución interna del M-19 que renunció a la lucha armada y dejo las ambiguedades que
lo habian debilitado en el gobierno de Betancur, encontró apoyo popular. Si la UP habia
marcado un hito en las votaciones por la izquierda, el M-19 se convirtió en fenómeno. Con
Antonio Navarro Wolf a la cabeza despues del asesinato del candidato Carlos Pizarro logró
mas de 700.000 votos en las elecciones presidenciales del 90. Hahia una luz al final del
tunel.
Durante la administración de Cesar Gaviria (1990-1994) se abrió paso la Constituyente.
Creo un espacio de favorabilidad politica para superar el bipartidismo e incorporar a la
guerrilla al sistema politico. Pero ni las Farc ni el ELN llegaron. Sólo el M-19,
desmovilizado y como movimiento politico legal, que obtuvo 18 curules, el 26,75 por
ciento de la votación para la Asamblea Nacional.
Luego, en las elecciones para el nuevo Congreso, tras su revocatoria por la Constituyente,
su lista unica sacó 21 curules (nueve en el Senado). Pero muy pronto, en las elecciones
parlamentarias de 1994, contagiado de los vicios de los partidos tradicionales, se lanzó a la
llamada 'operación avispa' y fue barrido. Sólo logró una curul en el Senado, y por residuo,
con 21.861 votos. El derrumbe sc hizo evidente: pas6 de 454.467 votos 8,3 por ciento de la
votacion) en el 91. a 140.819 (2,6 por ciento) en el 94.
Luego, la baja votación de Antonio Navarro (3,8 por ciento en la primera vuelta) le restó
poder en la eleccion Samper-Pastrana. En teoria, los 217.067 votos obtenidos por Navarro
tenian un enorme valor para la segunda vuelta, pero el M-19 no solo carecia de fuerza en el
Congreso sino que estaba dividido. Desperdicio, asi, su gran oportunidad en el mejor
escenario politico de las ultimas decadas.
Muy pronto colapso hasta el punto de su practica desaparicion. Para el mexicano Jorge
Castañeda el caso del M-19 muestra "la clasica contradiccion de la izquierda
latinoamericana en las pocas ocasiones en que logra su objetivo: un exito excesivo significa
la asimilacion y quedar impregnada de la impopularidad del 'statu quo'. El mismo exito
acarrea costos eticos y practicos".
El año 1994 marco el punto de agonia de la organizacion que habia sido, luego de la Anapo
en los anos 60 y 70, el mayor desafio al bipartidismo. Victima de su exito inicial, el M-19
no pudo armar un cuento coherente ni escapar al caudillismo que ha marcado las terceras
fuerzas en el pais. Segun Antonio Navarro, "la cultura política tradicional de los jefes de
grupo se impuso. Nuestra gente empezo a replicar el metodo de que cada uno era el jefe de
su pedacito del movimiento y perdimos la potencialidad de actuar colectivamente". Su
legitimidad termino siendo Navarro y nadie mas. Este no pudo proyectar una linea unica y
el M-19 languideció sin pena ni gloria. En este punto parece cerrarse el circulo del destino
de la izquierda colombiana. En palabras de Arturo Alape: "La UP fue aniquilada a bala y el
M-19 aniquilo una posibilidad dela izquierda, lo cual es ironico y paradojico, por la
incapacidad y ambicion de sus propios dirigentes, de sus pequeños caudillos como Antonio
Navarro ".
PRESENTE Y... FUTURO
En las elecciones de marzo de 1998 la izquierda obtuvo 238.244 votos, pero los grupos de
izquierda solo ganaron dos curules en la Camara, una por Arauca y otra por Santander. Un
editorial del semanario comunista Voz explica así el fracaso: "La izquierda dispersa y
enfrentada electoralmente no alcanzo la representacion que hubiera tenido unida". Pero no
solo eso. La guerra sucia no le ha dado respiro y, como si fuera poco, el acceso a los medios
es dificil y las campañas se han vuelto demasiado costosas. Por otra parte, como afirma
Jaime Caycedo, secretario general del PC, "sobre la gente de izquierda tuvo efecto el boicot
de la guerrilla, que fue acompañado peor acciones de paro armado como sucedio en
Arauca, Caqueta, Guaviare, el sur del pais y Sumapaz, donde hay un gran arraigo entre los
campesinos de la UP y el PC".
Ante lo que sucede se impone un debate y se abren serios interrogantes. La izquierda tiene
futuro Cual es Que hacer Como construir un proyecto politico viable Como articularse en
una politica de solucion negociada del conflicto con deslinde de la oposicion armada. Para
Caycedo es evidente que la izquierda debe adaptar su proyecto a las nuevas realidades del
pais. No va a ser posible que la izquierda desaparezca del panorama político. Es una
necesidad social e historica ", afirmo.
Hay quienes no son tan optimistas sobre la iresurreccion' de la izquierda. Justifican su
postura en la historia politica colombiana, marcada por el predominio del bipartidismo y el
fracaso de las terceras fuerzas en la definicion de la capacidad politica del Estado. Por otra
parte reconocen que, derribado el muro de Berlin y en jaque la concepción marxista del
mundo, el futuro tendra que definirse en fortna mas innovadora. Y algo muy determinante
que señala el politólogo Pizarro: "Como ha sido comprobado en otras naciones, es poco
probable que puedan consolidarse fuerzas políticas de izquierda legal en un contexto de
guerra interior.La criminalización de la protesta social y la asimilación de la oposición
incluso democratica con las fuerzas subversivas, limitan las posibilidades deconstruir un
espacio para la acción politica de esas organizaciones ".
Los partidos históricos aun conservan las mayorias electorales, pero han perdido terreno.
Un estudio de Patricia de Lewin, de la Universidad de los Andes, que abarca 60 anos de
elecciones a partir de 1933, muestra cómo la afiliación partidista comenzó a disminuir
desde la elección popular de alcaldes de 1988 y se aceleró en las elecciones locales de
1990, 1992 y 1994. Sin embargo estos espacios de opinión independiente, mas los que dejó
la división de los partidos tradicionales luego del proceso 8.000, no han logrado ser
capitalizados ni articulados por la izquierda y han quedado dispersos en opciones
electorales con poca viabilidad.
En este rio revuelto en el que la oposición ha quedado en manos de la subversión, cuya
estrategia ha sido la de copar el poder local, los grupos guerrilleros se perfilan,
entonces,"menos como un instrumento de combate y mas como un esbozo de partidoestado que aspira al poder local", según el politólogo y analista Pierre Gilhodes. La
izquierda con poder de desestabilización esta en armas, confinada en el monte, en una
actitud desafiante y triunfalista, alejada de las masas populares, desconectada de la realidad,
asociada en algunas regiones con el narcotrafico y sin proyecto politico coherente. Mientras
tanto la otra izquierda, la legal, esta asfixiada y sin liderazgos ni programas claros y, lo que
es mas grave, en la mira de los sectores mas radicales en el ojo del huracan de la guerra
sucia.
Desaparecera la izquierda legal. Lo mas conveniente para el sistema democratico es que
esto no ocurra. Pero su supervivencia y la posibilidad de que en Colombia se consolide un
proyecto de izquierda como alternativa politica depende de la magnitud de los cambios que
este dispuesta a hacer la sociedad colombiana.
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