Buena salud para el intelecto en medio de la anomia

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Buena salud para el intelecto
en medio de la anomia social
Homenaje a los 30 años de dialéctica
maría rosa palazón mayoral
C
ada paso histórico abarca y supera al
anterior: conservamos las huellas de lo
anterior, ocupe o no nuestra memoria individual consciente, tal es la dialéctica. Hegel
no es un perro muerto. Cuánto le debió
Marx a esta observación cuyo nombre toma
esta revista, aunque también le atribuye el
sentido de diálogo. El corte epistemológico,
el borrón y cuenta nueva, falaz invento
de Gastón Bachelard, prohijado por Louis Althusser, nos presentó una versión
esquizofrénica de Marx que la filosofía de
la praxis deshizo. Es y será un humanista
y también un gran teórico en evolución
que, no obstante, lo que experimentamos
con la actual enfermedad social o anomia
(en terminología de Weber) no lo previó a
cabalidad aquel filósofo de su época.
Cuando se inicio el número 1, del año 1
de Dialética, en aquel lejano 1976, teníamos
ratos disponibles para imaginar soluciones,
ahora esta facultad está obstaculizada por
nuestra carrera obnubilada, aturdida. Nos
pasamos gran parte de nuestra existencia
en medio de embotellamientos del tráfico.
Nuestro salario mísero, nunca indexado,
se acompaña de la doble jornada y demás
“trabajos ocasionales” para obtener pagos
extras o “bonos de productividad”. Las
jubilaciones son tan miserables que seguramente continuaremos trabajando hasta
el día de nuestra muerte. Este galope lo
frenamos, leyendo las numerosas páginas
de Dialéctica, nuestra revista, es decir, de
voces contrarias al statu quo.
Tengo entre manos el número 1 de esta
heroica publicación. Juan Mora Rubio un
ser hacia la muerte, da noticia del fallecimiento de Martin Heidegger; igual que
Mora los demás colaboradores sin duda
tendrán un fin, pero nacieron para vivir
y escogen su camino para esa hora, dijo
Freud. En tanto son vivos los adorna la
poiesis o creación.
Dialéctica nació para divulgar teoría,
métodos y problemas variopintos. El material era utilizable para la investigación,
las clases y los diálogos con sus consensos
y disensos. Rompía los muros de hierro
que sólo permitían escritos de la filosofía
analítica, elitistas, y a la sazón en franco
declive; también daba sus últimos estertores
el marxismo ortodoxo y de tenor religioso:
aquel que dice poseer la Verdad (así con
mayúsculas) científica única, eterna e invariable. El Consejo Editorial se declaraba
favorable a un marxismo no acabado, con
nuevas propuestas, actualizable y desechable en propuestas superadas por los hechos.
La inquietud era ¿cómo luchar contra imposiciones ideológicas, deformantes, contra
la explotación económica y el autoritarismo
político? Cuestiones que estos caballeros
espada en ristre acometieron contra una
multitud de dominadores, que atacaban
desde la Universidad de Puebla, sin que
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buena salud para el intelecto en medio de la anomia social
dudaran en aplicar la violencia hasta llegar
a la desaparición de los rebeldes, ovejas
extraviadas para estos malandrines.
Desde la posición de mi ego reseñaré
que Samuel Aponte, organizador de la
primera protesta en Puerto Rico contra la
Guerra de Vietnam... –Vietnam, seguro, a
los gringos dales duro– y yo, llevamos a un
Congreso de la Universidad de las Américas
un texto de posiciones filosóficas de nuestra
América antigua y contemporánea, donde
incluimos la nuestra. Provocamos dolor de
estómago a muchos de los presentes. No así
en aquellos profesores que nos invitaron y
que acabaron corriéndolos de su empleo
por querer cambiar aquel plan de estudios
anacrónico y una organización tan vertical
que no la aceptaría ni un domesticado elefante hindú. Algunos de aquellos maestros
heroicos fueron y serán nuestros amigos,
y uno que otro lo acogió la Universidad
Autónoma de Puebla. Notemos qué tanto
habían hecho aquellos editores de Dialéctica,
los profesores de aquel recinto y los nuevos
funcionarios.
La praxis bullía en las venas de Gabriel
Vargas y Hernández Oramas, y en Dialéctica
la teoría poco a poco se enfocó hacia esos
derroteros. Me apropiaré y completaré las
enseñanzas que abierta e implícitamente se
encuentran en la colección de este revista.
La aplicación de las estrategias de los “Chicago Boys” con Milton Friedman a la cabeza,
han predicado que la apertura de fronteras
atrae la inversión y el ahorro extranjeros;
después de una fase inicial, llamémosle
maquiladora, se incrementan las inversiones; la inversión extranjera moderniza los
instrumentos productivos, lo que arrastra la
producción y las exportaciones hasta lograr
que los dependientes sean competitivos en
el panorama internacional. Este invento
de demonios no tiene final feliz como los
actos incoativos de los mitos y, sus derivados
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más directos, los cuentos maravillosos. Hoy
estamos en una fase de capital financiero
monopólico, exportador de dinero y deudas; poder que manda en cualquier rincón,
llamándose la Organización Mundial de
Comercio, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la Organización para
el Comercio y Desarrollo Económicos y el
Banco Interamericano de Desarrollo. Tras
estos nombres rimbombantes están grandes
multimillonarios. La economía parece una
pirámide cuyo vértice lo ocupan los magnates financieros; sin duda es oligopólica, con
un desarrollo descomunal de los mercados
financieros y una globalización en dependencia de las decisiones inescrutables de
los banqueros del mundo. Los mercados y
las finanzas crecen más que la producción
y el comercio.
Con el neoliberalismo se está arrasando
la economía de las periferias. Las políticas
apresan a los gobiernos: les otorgan créditos bajo la condición de que promuevan el
libre mercado, paguen los empréstitos con
divisas fuertes y acepten las exportaciones
en detrimento de la producción interna.
Por ejemplo, debido al injusto tlc, en argumentaciones de Calva, Estados Unidos
ha inundado México con productos agroindustriales, apoyados en buena medida con
subsidios estatales. El campo mexicano no
puede competir y es más pobre que nunca;
asimismo, esta política para nosotros de
puertas abiertas al comercio foráneo criminaliza la economía: el narcotráfico está por
dondequiera. En el otro extremo, África
agoniza; nosotros les vamos siguiendo el
paso. La globalización del neoliberalismo
beneficia a las grandes fortunas trasnacionales a costa de la sobreexplotación y el
saqueo. La inseguridad se ha vuelto crónica. El índice de la delincuencia aumenta.
Ciudades que fueron un paraíso como La
Paz, son peligrosas.
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Las industrias, filiales de los consorcios
financieros, están devastando nuestro planeta. Los gobiernos entreguistas atraen la
inversión a costa de la desertificación de
su territorio porque aceptan pocos o de
plano nulos controles ecológicos. Como la
ambición capitalista es dominar y extender
el mercado, se produce tal movimiento de
consumo y desecho, quimera de la abundancia, que la Tierra sufre no sólo por
las técnicas y químicos industriales, sino
por la agresiva cantidad de desechos. No
hablemos de alimentos modificados que
obligan a comprar semillas no renovables.
Los Ejecutivos, salvo excepciones en el cono
sur de América, son el croupier que reparte
cartas marcadas; operan como el fiel de la
balanza del implacable gobierno mundial.
Ahogados en esta etapa crítica de globalización se suceden las migraciones a los
centros mundiales de poder, exilios del
hambre, que dejan a quienes los padecen
en una horrenda orfandad, sin familia, sin
patria ni nación. La pertenencia nacional, a
mi juicio, es un derecho humano; implica
poder residir en el hogar a que sentimos
pertenecer. México expulsa a millones hacia
Estados Unidos. El pernicioso neoliberalismo avanza desintegrando fratrías. Las
poblaciones desplazadas compuestas por
regla general de sujetos no calificados o
poco calificados no obtienen empleo fijo.
Son candidatas a ser, tarde o temprano,
ejército de reserva. Cada día aumenta el
número de desterrados que fallecen en
sus desplazamientos o son “cazados”. La
propaganda, que no Dialéctica, ignora los
conflictos. Las élites son educadas en el dominio que dice soñar para que otros sueñen
en la utopía de un mundo para todos.
No ha dejado de haber enfrentamientos armados desde 1945; se cuenta con
armas de destrucción masiva que desatan
holocaustos y amenazan a la humanidad.
maría rosa palazón
Desde el 11 de septiembre de 2001, el
Imperio se apodera del enclave petrolero
que le interesa, porque como Frankestein
crea monstruos que llama terroristas; pero
nada ni nadie está libre de ser tachado
como tal, aunque no sea su hechura. Una
de las aberrantes tretas del dominio ha
sido el racismo, xenófobo por definición
y científicamente insostenible; como estas
teorías han perdido credibilidad se presentan en las políticas imperiales como la
razón y la justicia civilizadora bendecida
por Dios. Hemos regresado a los discursos
mesiánicos del dominio. La necesidad de
cambio es urgente.
¿Cómo ser de izquierda hoy?, discuten
una serie de grandes filósofos, sociólogos,
politólogos, historiadores y economistas
que ha reunido Dialéctica. Unos enfatizan la
democracia; otros, las políticas económicas;
otros, las jerarquizadas relaciones entre
gobernantes y gobernados, otros, la mujer
que en su ruta de liberación trabaja dobles
jornadas, su pareja la maltrata a golpes o
de palabra; no tiene una organización social
que la ayude a trabajar unas horas y criar
a sus hijos en el tiempo libre después de la
jornada de ocho horas, persiste la división
sexual del trabajo, se niega el empleo a
las embarazadas, y en lo público la mujer
recibe sueldos menores que los hombres en
situaciones de igual preparación. Tal vez los
autores de Dialéctica olvidaron adentrarse
en la causa gay.
Desde afuera esperamos que su praxis
sea conforme con su teoría. Ser de izquierda es ser un utopista, en el sentido no
peyorativo, a saber, desde cada presente
del pasado y presente del presente enfilarse al imaginario presente del futuro
donde impere la justicia, incluyendo la de
los pueblos originarios, algunos en pie de
lucha por su autonomía y retribuciones
de los abusos que se han cometido en su
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buena salud para el intelecto en medio de la anomia social
contra desde la Colonia, desde la etapa
liberal, y aún llegan a despertarnos sus
vivencias de horror, casi tanto como los
niños abandonados que han convertido
las boca calles de la ciudad de México en
una prolongación de las pistas circenses.
La anomia es fuerte. Requiere médicos.
Algunas prescripciones se encuentran escritas en Dialéctica, que actualmente filosofa
teniendo enfrente el mundo, la realidad
que experimentamos. Felicidades a Gabriel
Vargas, a Roberto Hernández Oramas por
sus esfuerzos y solidaridad. Frente a esta
anomia que presagia muerte, sé que aún
estamos vivos y nuestras protestas y creatividad son expansivas manchas de aceite.
Los optimistas moriremos, pero vendrán
otros del mismo temple. Ojalá Dialéctica
nunca muera. En previsión de los desastres
sociales que jamás deberían sobrevenir y
aun la futura y lamentable desaparición de
esta joya de revista, así como para celebrar
denodados esfuerzos de las personas de
la buap, amables o dignas de ser amadas,
que con esta publicación abrieron surcos
para las semillas del mañana, recordaré,
adoptándolos, unos versos de “A un olmo
seco” de Antonio Machado:
Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y sol y mayo
algunas hojas verdes le han salido.
........................................................
antes que el río hasta el mar te empuje
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama enverdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de primavera.
Año 4 Número 6, Otoño 2006
Guadalupe Barajas Arroyo
Jorge A. Fernández Pérez
Jorge A. Fernández Pérez
Alicia Peña Chumacero
Fanny Vera Rodríguez
Aura Trejo Cisneros
Lilia Mercedes Alarcón Pérez
Francisco Javier Romero Luna
Lilia Mercedes Alarcón Pérez
Jorge A. Fernández Pérez
Zaid Lagunas Rodríguez
Vicente Carrera Álvarez
María Guadalupe Barradas Guevara
Elva Rivera Gómez
Canjes, suscripciones, correspondencia: Facultad de Filosofía y Letras,
BUAP. Av. Juan de Palafox y Mendoza 229. Centro Histórico, Puebla,
Puebla, México, 72000. Tels. (222) 2295589, 2295500 ext. 5425/5426, fax
(222) 2320225. Correo electrónico: [email protected]
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