Fecha: 23 de Marzo de 2011 Nombre: Dra. Ana Fuentes Rozalén R2 Tipo de Sesión: Seminario PROCEDIMIENTOS INVASIVOS Los procedimientos invasivos en ginecología ha seguido la evolución tecnológica de los equipos de ultrasonidos, ya que la mayoría de estos procedimientos como veremos se realizan bajo supervisión ecográfica. La principal razón para utilizarlos es evitar técnicas más agresivas, y su finalidad puede ser tanto diagnóstica como terapéutica o paliativa. La vía más empleada es la transvaginal. Las ventajas son numerosas: facilidad de la técnica, rara posibilidad de lesión de órganos adyacentes, la rapidez de aplicación y el bajo coste. Los riesgos son raros e incluyen hemorragia, infecciones, lesión inadvertida de órganos y en caso de gestación abortos. Las vías de abordaje pueden ser transcutánea (transabdominal) o transvaginal. Como cualquier procedimiento quirúrgico, estas técnicas se llevarán a cabo bajo la máxima asepsia. En caso de punciones ecoguiadas se utilizarán ecógrafos de alta resolución, una aguja lo más fina posible según el motivo de punción. Tras finalizar, se deben observar las estructuras vecinas pélvicas y el fondo de saco de Douglas durante unos minutos. Suelen ser técnicas ambulatorias. PUNCIÓN- ASPIRACIÓN DE QUISTES DE OVARIO Ante un quiste simple de ovario caben diferentes abordajes terapéuticos: seguimiento ecográfico 1-3 meses, punción- aspiración con aguja fina, o resección quirúrgica. El método quirúrgico de elección para tratar los quistes de ovario persistentes es la laparoscopia. Sin embargo, el hecho de ser una técnica costosa, que requiere un entrenamiento y que no está exenta de complicaciones, como toda cirugía, hace que nos planteemos alternativas a este tipo de tratamiento. Los avances en la aspiración de ovocitos en las técnicas de reproducción asistida mediante punción transvaginal ecoguiada y de manera ambulatoria, ha hecho que se pueda empezar a aplicar también esta técnica en quistes de ovario en los que se tiene la certeza de su benignidad. Existen una serie de controversias con respecto a la punción ecoguiada de los quistes de ovario. En primer lugar la posibilidad de diseminación de células malignas, algo que ofrece pocas dudas cuando se trata de quistes con características claramente benignas y en mujeres jóvenes. Otro aspecto a tener en cuenta es la recurrencia, al no extirpar la cápsula del quiste. Es más probable la recidiva a mayor tamaño del quiste y edad de la paciente. Un caso especial lo constituyen los quistes endometriósicos, que en general se tiende a evitar su punción. Con la paciente en posición ginecológica, se coloca un espéculo y se realiza antisepsia vaginal. Podriamos administrar anestesia local. Retiramos el espéculo e introducimos el transductor vaginal con la guía para punción. Se introduce la aguja a través de la guía y se realiza la punción del quiste. Podemos ver en la imagen la aguja de punción ya que es ecorefringente. Para evitar que el ovario se mueva y se aleje de la aguja, se debe colocar primero la aguja en la superficie del ovario y luego presionar de manera rápida y firme e introducir la aguja en el quiste. También un ayudante puede presionar en la fosa iliaca para fijar las estructuras pelvianas. La punción acaba cuando el quiste desaparece en la imagen ecográfica. Se debe enviar el material para estudio anatomopatológico. Por lo tanto, se puede concluir que la aspiración ecoguiada de quistes de ovario es una estrategia ambulatoria sencilla para el alivio inmediato del dolor, y para el tratamiento efectivo definitivo en la mayoría de los casos, que resulta bien tolerada por la paciente. Los criterios importantes para la selección de las pacientes son la localización del quiste, la morfología por ecografía (carácterísticas benignas) y la edad de la paciente. DRENAJE DE ABSCESOS PELVICOS Los abscesos pélvicos son una compilación secundaria a múltiples cuadros clínicos de etiología infecciosa e inflamatoria tanto de origen ginecológico como digestivo. Pueden ser el resultado de complicaciones de la cirugía ginecológica o por episodios de infección en el aparato genital femenino (EIP). Pero también el resultado de patología quirúrgica no ginecológica como apendicitis o diverticulitis. La etiología es polimicrobiana en la mayoría de los casos, pero con una alta prevalencia de anaerobios. Los síntomas más frecuentes de un absceso pélvico son dolor abdominal, diarrea por irritación intestinal y síntomas miccionales por compresión. El diagnóstico puede realizarse en numerosas ocasiones solamente con una ecografía transvaginal, pero a veces es necesario realizar una RMN o más preferible un TC, incluso laparoscopia. El absceso pélvico precisa tratamiento hospitalario por el riesgo de rotura y sepsis. Se deben emplear antibióticos de amplio espectro que cubran anaerobios. La utilización de estos esquemas antibióticos ha llevado a un descenso en la cirugía extirpadora. Pero en algunas ocasiones, en caso de no respuesta o cuando el absceso es de gran tamaño, se deberá realizar drenaje del mismo, bien por vía transvaginal o laparoscópica. El tratamiento quirúrgico de los abscesos se reserva para los casos de rotura, persistencia del absceso tras el tratamiento médico adecuado, abscesos mayores de 6 cm, o formaciones fluctuantes adyacentes al saco de Douglas que son fácilmente accesibles por vía vaginal. Drenaje de abscesos pélvicos via laparoscópica. La vía laparoscópica ha desbancado a la vía laparotómica en relación a este tipo de procedimientos. La laparoscopia, a parte de considerarse un método terapéutico, brinda la posibilidad de realizar un diagnóstico correcto, incluso desde el punto de vista microbiológico, por medio de la toma de muestras. Permite drenar colecciones, extraer exudados y liberar adherencias. Se realiza mediante anestesia general usando un trócar transumbilical y dos o más trócares suprapúbicos. Se deben liberar las posibles adherencias existentes para poder exponer con mayor facilidad la colección. Una vez diagnosticada por visualización directa se procederá a su aspiración enviando una muestra para cultivo. Mientras se esta aspirando, se recomienda la colocación de la paciente en posición de Trendelemburg para disminuir el riesgo de diseminación a la parte alta del abdomen. Se debe realizar siempre lavado peritoneal, hasta que el líquido sea totalmente claro. En caso de abscesos tuboováricos, se debe intentar conservar el ovario. En algunos casos, cuando el absceso es de larga evolución puede aparecer como una tumoración densa y el ovario y la trompa estar pegados entre sí. En estos casos puede ser necesaria la anexectomía por la dificultad de la aspiración conservadora de la colección. Es importante destacar que este proceso debe hacerse bajo cobertura antibiótica endovenosa como tratamiento complementario al quirúrgico. Colpotomía posterior para el drenaje de abscesos pélvicos Se puede considerar esta técnica cuando el absceso está en línea media, adyacente al fondo de saco de Douglas o cuando produce la disección del fondo de saco recto vaginal. Con la paciente en posición de litotomía y bajo anestesia general, se tracciona el cerviz y se realiza una incisión en el fórnix posterior abombado. Se realiza el drenaje del absceso y se puede dejar un Penrose durante unas horas. No es recomendable esta técnica cuando el absceso no está en línea media, para evitar la lesión de algún órgano como el intestino. La ecografía ayuda en la precisión de la ubicación del absceso. Como complicaciones de esta vía cabe destacar el avance de la infección tras el drenaje precisando histerectomia,y raramente produciendo sepsis peritoneal. Técnicas de radiología intervencionista. Con las nuevas técnicas de radiología intervencionista, cada día son mas los casos que se drenan con control ecográfico, y están más en desuso las técnicas quirúrgicas para estos casos. Muchos autores defienden el drenaje percutáneo de los abscesos abdominales y pélvicos con guía de imagen como primera opción cuando se deben emplear técnicas invasivas. Como complicaciones que se pueden producir podemos mencionar la salida accidental del catéter, sangrado, lesión de nervios u órganos pélvicos, dolor con intolerancia del paciente, etc pero esto en muy contados casos. Las ventajas de esta técnica sobre las técnicas quirúrgicas incluyen la no necesidad de anestesia general, la menor morbimortalidad y estancia hospitalaria, … y como inconvenientes la necesidad de un equipo entrenado y la disponibilidad de medios para realizarlo. Esta técnica permite una excelente visualización del absceso y su relación con estructuras vecinas. Suele ser bien tolerado por el paciente. Drenaje percutáneo de abscesos guiado por TC Previa esterilización y administración de anestésico local y bajo cobertura antibiótica se escoge una vía segura de acceso a la piel guiados por TC o ecografía para evitar dañar vísceras o contaminación peritoneal. En el caso de los abscesos pélvicos el acceso se puede realizar a nivel transglúteo. Se realiza una pequeña incisión a través de la piel y se coloca un catéter de entre 8 y 14 F. Se comienza con el drenaje y es importante tener en cuenta que se debe evacuar completamente la colección, si no es así se debe mantener el drenaje hasta que sea improductivo. Durante el procedimiento es importante la irrigación con suero salino porque fluidifica el material que puede ser espeso y asegura que la luz del drenaje se mantenga permeable. Drenaje de abscesos pélvicos vía endovaginal o transrectal ecoguiada. Las sondas de ultrasonido se han modificado para permitir la colocación del catéter en una ranura de la sonda. El drenaje con la sonda transvaginal se puede realizar vía transvaginal o transrectal. Se emplean previo al drenaje antibióticos de amplio espectro. Se utiliza sedación intravenosa, por ejemplo con midazolam y fentanilo. Se utiliza un transductor endovaginal y material especial para la punción. Con el paciente en posición ginecológica, se localiza el absceso con la sonda. Una vez localizada la colección se inserta la guía con una aguja de 18 G para realizar la punción mediante control ecográfico. En el abordaje transvaginal la sonda debe pasar a través de vagina, fornix vaginal, fascia útero vaginal y peritoneo. Se aspira el contenido de la colección y se remite para estudio microbiológico. A través de la sonda se coloca una guía rígida y se retira la sonda con la aguja. Mediante fluoroscopia cn contraste yodado se comprueba la situación de la guía y se instaura un catéter de calibre entre 8 y 22 F. se realizan a través del catéter irrigaciones periódicas de suero fisiológico cada 6-8 horas. Se retirará el catéter cuando mejore la situación clínica del paciente, el material que sale sea escaso, o tras comprobar la desaparición ecográfica de la colección. A los 5-7 días se debe realizar un control de imagen para descartar recidiva. EXTRACCIÓN DE DISPOSITIVOS INTRAUTERINOS Debido a la amplia utilización del DIU como método anticonceptivo, éste o fragmentos del mismo constituyen el tipo de cuerpo extraño más frecuentemente encontrado en la cavidad uterina; bien de manera casual cuando la paciente acude a la consulta por otro motivo, o bien en caso en los que en una mujer portadora de DIU no se puede extraer o encontrar cuando realizamos la exploración con espéculo. Generalmente, se puede extraer mediante un histeroscopio diagnóstico sin que sea necesaria la dilatación cervical ni la anestesia. En contadas ocasiones, si esta incrustado en el espesor miometrial habrá que recurrir al histeroscopio quirúrgico. Excepcionalmente, deberemos recurrir a la laparoscopia, sobre todo en casos de migración del DIU en la cavidad abdominal. Cuando el hilo-guía de un DIU no es visible en la exploración y se desea extraer, deberemos realizar una ecografía para comprobar que se encuentra insertado en la cavidad. Si es así, se podría extraer a ciegas mediante una legra o una pinza, pero este método no siempre es efectivo. Es en estos casos cuando estaría indicada la realización de una histeroscopia. Mediante histeroscopia diagnóstica, una vez visualizado se agarra con la pinza y se extrae. Si no se puede extraer con facilidad porque está enclavado en el miometrio, estaría indicada la histeroscopia quirúrgica en la que las pinzas de agarre están más fijas y donde se puede simultanear con la laparoscopia para diagnosticar y tratar posibles laceraciones uterinas. En algunos casos, cuando el DIU queda incrustado en el miometrio, se produce una migración progresiva del mismo hacia la cavidad pelviana. La radiografía abdominopélvica es un buen método para el diagnóstico de DIU intraabdominal, y en contadas ocasiones se requiere la realización de un TC. En este caso, el tratamiento más adecuado, es la extracción del DIU mediante laparoscopia, principalmente por el peligro de la formación de adherencias, o de daño de los órganos adyacentes. La facilidad para extraerlo depende de la experiencia del laparoscopista y del grado de unión del DIU a las estructuras peritoneales. En muy raras ocasiones se debe hacer una conversión a cirugía laparotómica para extraer el dispositivo. En caso de DIU y gestación si se decide extraer, parece más segura la extracción con histeroscopio que a ciegas, sobre todo si el corion está en la misma cara endometrial que el DIU; teniendo en cuenta que siempre existe la posibilidad de desgarrar el saco y producir un aborto.