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•
MANUEL AGUILAR SAENZ.
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(DE T E N N Y S O N . )
ENOC
ARDEN
(DE TENNYSON.)
MANUEL AGUILAR SAENZ
(DE T E N N Y S O N . )
MEXICO
CALLS DEL C I N C O DK M A Y O
1902
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Pur el eterno embate de las olas
Los pefiascos graniticos rodaron
Dejando un hueco enorme, y en el hueco
Hay espuma y arenas amarillas,
Apinados alia, cerca del muelle,
Se alzan los rojos techos; y ruinosa,
Levantase la iglesia; mas arriba
Conduce estrecha calle hacia un molino
De alta y angosta tone: y junto al cielo,
Detras de aquel molino, una meseta
De gris color, detiene la mirada
Con BUS tumbas danesas; luego un bosque
De obscuros avellanos—do en otofio
Pizcadores de nueces danse cita—
Verdeguea, florece en la hondonada
Que tiene forma de jarron de flores.
Cien anos hace (jue en la mi sip a plava
Tree ninos de tree easas diferentes,
Ana Lee, la mas bella senorita
De aquel lugar, Felipe Kay, el unico
Hijo del molinero y Enoc Arden,
Por nftufragio invernal huerfaiio niozo,
Jugaban en las minas de la playa
Entre tablas, cordajes adujados,
Redes negruzcas de pescar, mohosas
Lengiietas de ancoras y botes rotos;
Y mil castillos de movible arena
Levantaban por verlos derribados;
Tras de las olas hacia el mar corrian
Y al retorno de ellas se espantaban;
Las huellas de sus pies, sobre la arena
Dejaban diariamente, y diariamente
Las borraban las olas a su paso.
Habia bajo las rocas antro angosto
Do jugaban los niiios, como suelen
Las criaturas que sueiian en ser hombres.
El duefio del hogar, era primero
Enoe, despues Felipe; pero Anita
Era en el antro siempre la senora.
Mas a veces el fiero Enoc tomaba
Posesion del hogar por siete dfas :
"Esta mi casa es esta mi esposa"
Clamaba el; y luego el buen Felipe:
Y mios tambien son: uno tras otro
Debe tener su turno de marido."
Era de Enoc, al guerrear, la palma;
Y Felipe, los ojos impregnados
De colera impotente: Yo te odio,
Gritaba, te detesto;" y entre tanto
La tierna esposa sin cesar lloraba,
Y por no verlos en continuas hi eh as
Ser esposa de ambos promotia.
7
U
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*
Pero al pasar la sonrosada aurora
iJe la clulce niilez. cuando la vida
Se alumbro con el sol de los am ores,
Ambos sintieron palpitar su pecho
Por la nifia gentil; y mas valiente
El fiero Enoc, le confeso sus cuitas, •
Mientras Felipe silencioso amaba,
Ella, la mujercita de otro tiempo,
Mas con Felipe bondadosa era
Que con Enoc; mas sin saberlo, aeaso
Lo adoraba tambien, aunque negara
La inclination que por Enoc sentia.
Este, muy pronto, de ilusiones lleno,
Con fe en lo porvenir, for jo el designio
De guardar sus ahorros uno a uno
Para comprar un bote y for mar presto
Hermoso hogar para la dulce Anita.
Y tanto prospero, (pie en pocos arios
Por toda la extensioii de aquella playa
Batida por las olas, no existia
Pescador mas valiente, afortunado,
Sin miedo en el peligro, que Enoc Arden.
Igualmente en un buque velero
Sirvio a l>ordo, y result/) marino
Arrojado y experto; por tres veces
Arrebato a las on das de los mares
Las vidas de tres hombres, y por ello
Todos lo amaban, lo adoraban todos.
Y aun antes de Uegar a veintiun mayos,
Compro su bote; y en aquella calle
Estrecha y larga que al molino lleva,
Como un nido de amor formo una casa
Limpia y alegre que ofrecer a Anita.
Una tarde otofial color de oro,
Para la iuventud, tarde de fiesta,
91
/
/
Con saeos y canastas, hacia el bosque
De obscuros avellanos iueron juntos
Grandes y chicos a eoger las nueccs.
Qued&se retrasado el buen Felipe
Una hora quiza, porque su padre
Enfermo lo 11amaba; y justamente
Cuando al trepar la loma llego al pun to
En que la tierra al declinar principia
A formar la hondonada do se irgue
Vigorosa y exliubera la flora,
Miro Felipe a la gentil pareja
—A Enoc y Anita—que sentados juntos,
Las manos se cogian carinosos.
El, en gu rostro de curtido aspeoto,
En sus ojos obscuros, revelaba
Que en f uego sacro el corazon ardia.
Los contemplo Felipe, y en sus ojos
Y en sus scmblantes, con tristeza honda
Su sentencia leyo. Y en el momento
En que vio que sus rostrps se juntaban,
Lanzo un <i;emido, y con el alma herida
Al bosque obscuro se interno arrastrando.
Alii, mientras el resto, con ahineo
Se entregaba al jolgorio, el bebia
Su caliz de aniargura hasta las heces.
Despues, calladamente se abrio paso
Y se alejo, llevando en las entranas
El eterno deseo de lo imposible.
Alegres repicaron las campanas
En las bodas de Enoc Arden y de Anita,
Y corrieron alegres siete afios,
Siete afios de mimos v de am Ores,
De salud, de trabajo y de constancia;
Y al nacer la primera mujercita,
Cuando Enoc escucho su debil llanto,
Tuvo el niagnanimo, el grandioso anhelo
De guardar como nunca los ahorros
Que permitieran darla en lo futuro
Mejor education que la que habian
Logrado el y su adorada esposa.
Y dos anos despues este deseo
Se volvio a renovar, cuando un muchacho
Bajo del Cielo, sonrosado idolo
Que consolo las negras soledades
De la esposa de Enoc, mientras en medio
Del iracundo mar, 6 en excursiones
Por tierra adentro su marido andaba,
Porque en verdad, no solo conocido
De la cruz del mercado era su rostro
Curtido por los vientos invernales,
Ni su cabello bianco, ni su cesta
Cargada con despojos del oceano
Y de olores marinos impregnada;
Sino tambien donde el leonino escudo
Las entradas vigila, en el Castillo
Detras de la meseta, do conducen
Frondosisimas sendas que cruzaba
Enoc, los viernes, id surtir de viveres.
Como todo en la vida, vino un cambio:
Diez millas hacia al norte de a<iuel puerto
Otro existia donde Enoc a veces
Ya por la mar Uegaba, ya por tiern).
Una vez al trepar a un grande mastil
Allf en el puerto, por su gran desdicha .
Se resbalo, cayo, rompiose un mieml^ro>
Y mientras la salud recuperaba
Dio a luz su esposa un enfermizo infante.
Alguien en tanto aprovecho su ausencia,
El credito de el en su comereio.
V el pan robo de Enoc y de sus hijos.
V aunque creyente fervoroso y grave,
Al mirarse inactivo fue la duda
A obscurecer su rostro contristado.
A traves de espantosa pesadilla
Yio a sus hijos vagar en la miseria
V mendigando a aquella k quien amaba.
"Oh, Dios Clemente—-murmuraba entonces
Salvalos tu de tantas amarguras
V en mi derrama sufrimientos magnos.
Mientras oraba, el capitan del buque
En que otro tiempo Enoc, servido habia,
Suj)o sus infortunios, fuuse a verlo,
—Que a Enoc valuaba en su valer estricto^Le anuncio que a la China iba su barco
—Solo faltaba hallar contramaestre—
V si el quisiera
aim muchas semanas
Para zarpar el barco de aquel puerto,
De aquel puerto, faltaban. Si quisiera
Ocupar la vacantc
La alegria
De ver luego sus votos cscuchados
Embriago a Enoc y dc^cidiose al punto.
M
Concluyeron sus tristes pensamientos:
Ya su desgraeia semejante apenas
Era a la nubecilla que muy alto
La senda de oro derretido cruza
Do avanza el sol; em pero de su esposa
Cuando ya se marchase, ^que seria?
V de sus hijos que, ;.si les faltaba?
V acostado en su lecho, Enoc, sus planes
Fra^aaba con fruicioii: "Su hermoso l>ot°
Yenderia; mas [ay! querialo tantd!
Mas cle una vez las enerespadas olas
En el surco: tan bien lo conocia,
Como el jinetc su bridon piafante.
i Vendcrialo! £que hacer? eon su producto
Cuanto los buenos marineros buscan
Compraria, y ya con un comercio,
Mientras el de su lado estaba ausente,
Su tierna esposa subsistir podria.
;.Acaso nunca mas hacer debiera.
El viaje aquel? ; Quien sabe! quizas una
Dos veces mas 6 acaso tres; ;quien sabe!
Trafiearia por su cuenta el mismo
Ilasta lograr reunir grandes riquezas,
Comprar un barco de pcsear, aperos,
Y vivir facilmente de las pingiies
(Janancias que le diese. Y ya entonccs,
La education velando de sus hijos,
De su existencia los postreros anos
En paz entre los suvos viviria,
;
Enoc asi fraguo todos sus planes.
Despucs volvio al hogar donde su esposa,
Teniendo al hi jo enfermo en su regazo,
PalidaUo esperaba. Al verlo Anita
Corrio hacia el y exclamation de Jul>ilo
De su pecho broto; su debil nino
En los brazos de Enoc puso contenta,
Y este, con minio paternal pal pa ha
Su fragil cuerpecito, y lo volvia
Entre sus manos por valiiar su peso;
Mas falto de valor, de sus propositos
No quiso hacer a Anita sabedorn
Y espero que volviese la ma nana.
Y cuando Enoc hablo, por vez primera
Desde que hubo cenido la sortija
Xupcial su dedo, con firmeza opuso
Su voluntad, Anita, a su niarido.
Mag no eon alboroto vocinglero:
Con solicitos artes, con sus lagrimaS,
Con l>esos de pasion a cada instante*
Llorosa suplicaba por sus hijos,
Por ella, por su amor, que no partiera,
—Ella estaba segura (pie la fuente
De todo mal para los dos serin.—
El la dejo solid tar en vano:
Por ella—no por el—y por sus hijos;
Y lleno de dolor, llevo adelante
La decision (pie concebido hubiera.
Su viejo amigo de la mar, su barco,
Llevo con el Enoc; con su producto,
Un surtido complete trajo a Anita
De cuanto buscan los marinos todos.
Luego, el cuartito que a la calle daba.
Se puso a transformar; y noche y dia
Colocando anaqueles y l>azares,
Resono en la casita tristemente
1^]1 eco del martillo y de la sierra.
Lloraba Anita, al escucharlo como
Si su propio aland se barrenara.
Un solo instante deseansar no quiso
Enoc hasta lo ultimo; la vispera
De su cruenta partida. Quedaba todo,
—Si hi en aquel espacio era pequeno—
Ajustado tan bien, como las flores
A las seniillas (pie natura ordena;
Y al contemplar su obra terminada,
Guardo el martillo, se acosto cansado,
Y dormido quedo profundamente.
Y la triste mafiana de su ausencia
Arrostro Enoc con animo sereno.
fteido hubiera del temor de Anita
Si no fueran de Anita los temores.
Mas siempre como hombre valeroso
Que teme a Dios y que se inclina humilde
Ante el doble misterio del Dios-Hombre
Que con el Hombre-^Dios es uno mismo,
Doblcgo la cerviz y pidio gracia
Para sus hijos y su esposa: porqite
Siendo ellos felices que podia
Ya para el pedir? Y dijo lilego:
"Aqtieste viaje, Anita, sera fuente
De paz y de vent lira para todos;
Que el fuego del hogar jamas se apague,
Que arda para mi; porque, amor mio,
lie de volver cuando lo pienses menos."
Y meciendo la cuna suavemente
Donde el nino dorm fa, su discurso
Continuo de este modo: esta criatura
A quien adoro mas por ser tail debil,
Y tan bella a la vez, Gristo bendiga:
u
7
O
Cuando yo vuelva de lejanas tierras
A mis rodillas saltara con jubilo,
Y vo la con tare dulces liistorias
De extraiios climas y de ignotos mares.
|Yamos Ana, valor mientras que vuelvo!'
3
^' tal acento de confianza hahfa
En su discurso, que su tierna esposa
Casi confiaba ya: mas poco a }>oco,
Guando en su rudeza de marino,
Sobre asuntos mas graves, sus idea?*
Yino a desarrollar, ella le oia;
Le oia y no le oia, semejante
A la joven aldeana que en la fuente
P>ajo del chorro ol cantaro coloca,
1(5
Y pensando en aquel que en otro tiempo
.V llenarselo iba, oye } no oye
El eterno murmurio, y no percibe
Que el cantaro rebosa y se derrama.
r
Dijo por fin: '*jOh, Enoc! tu sabes mucho,
Y sin embargo, el eorazon me dice
Que a pesar de tu gran sabiduria
Ya nunca mas contemplare tu rostro/"
'Entonces—dijo Enoc—vere yo el tuyo.
Escucha, Anita, por aqueste puerto
La nave pasara—la dijo cuando—;
Consigue un buen anteojo de marino,
Mira mi rostro v de tu miedo rie."
1
Mas cuando de los ultimos instantes
Llegose el post rimer: A n a , mivida,
—La dijo Enoc,—tus lagrimas enjuga;
Cuida a los niiios v conserva todo
15ien orientado mientras vo regreso.
Adios, adios; por mi no temas nada;
Si acaso temes, tu temor arroja
En las manos de Dios: El es el ancora
Do siempre hailan }>iedad los pecadores.
^.No vive El donde la aurora reina?
Y si al Oriente voy, podre alejarme
De la vista de Dios? y luego
Anita,
El mar es Suyo: lo formo Su aliento.
l^strecho entre sus brazos tiernamente
A su afligida esj)osa, beso a sus hijos
Que asombrados, la escena contemplaban;
Pero al tercero, (pie tras una noche
De desvelo febril aun dormia,
C'uando su esposa despertarle quiso
Enoc se opuso: P a r a que su sueno
u
i
u
Vamos a interrumpir? deja que duerma;
Muy nifio aim esta para que un dia
Acordarse pudiera de mi mareha.''
Y asi, dormido, lo beso en la cuna,
Pero ella, su esposa, no contenta,
De aquella cabecita corto un rizo
Para darselo a Enoc, grato recuerdo
Que debia conservar eternamente.
Despues, Enoc, al homl)ro a toda prisa
Echose su maleta; con la mano
Por la vez postrimera envio un saludo
Y emprendio pensativo su Jornada.
Asi que el dia mencionado vino,
Ella alquilo un anteojo, mas file intitil;
Porque, ya que ii su vista no pudiese
Las lentes arreglar, ya que sus ojos
Nublados estuvieran por sus lagrimas,
No pudo ver a P^noc que sobre el puente
Saludaba hacia el puerto con la mano.
Y asi, paso el oportuno instante
Mientras lejos, el barco se perdia.
Anita alii quedo hasta que, al cabo,
En las aguas hundieronse las velas.
Despues volvio al hogar, deshecha en lagrimas;
Y aun cuando ella por Enoc gemia
Cual si en la tumba se encontrara inerte,
Quiso amoldar su voluntad en todo
A los consejos que al partir la diera.
Mas como no la habian educado
Para el comercio, como su ignorancia
Por sutileza no era substituida;
Incapaz de embobar con falsas frases
O de pedir un mundo v tomar poco,
Ahita no medraba, y tristernente
Pensaba en su interior: "Ah!..<... si supiera
Enoc lo que me pasa, que diria?
Mas de una vez en epocas premiosas
Sus efectos vendio a menos precio
Del que por ellos al comprarlos daba,
Esto la entristecia; y en espera
De las nuevas de Enoc—van a congoja!—
Ganaba para si y para sus hijos
Un misero sustain to. Era su vida
Vida de abnegaci&n y de tristeza.
Para angustia mayor, el tercer nino
Que nacio enfermo, mas enfermo crecia,
Aunque con todo un maternal cuidado
Lo atendiera la madre; pero sea
Que sus ocupaciones la alejaran
A menudo de el, 6 que faltase
Para atender a su salud lo estricto,
0 para remunerar a quien la diera
Cientifica opinion, una manana
Sin esperarlo ella, como el ave
Que rapida abandona sus prisiones,
La criaturita se volo a los cielos.
Y en aquella semana en que se abria
La tierra para darla sepultura,
El corazon sincero de Felipe
Que por la paz de Anita palpitaba,
Le reprocho por mantenerse ausente
—Desde que Enoc hacia la mar se hiciera—
De la esposa de Enoc por tanto tiempo.
"Es preciso, dijo Felipe entonces,
Debo ir a verla y consolarla un poco."
Y fue; llego al hogar y el solitario
Cuarto del frente atraveso; en seguida
Se detiene un momento ante una puerta;
Tres veces llama, eontestar no escucha.
Por fin entro. Anita, bajo el peso
Del gran dolor, reciente todavia,
No deseaba ver humano rostro,
Antes volvio a la pared el suyo
Y se deshizo en llanto; pero entonces,
De pie Felipe, vacilante dijo:
"Vengo a pediros un favor, Anita.''
"jUn favor! un favor de un ser tan triste,
Desamparado como yo
! " el acento
De ligero disgusto con que Anita
Casi llorando su respuesta daba,
Lo avergonzo; em pero—sin permiso—,
Con su sonrojo y su ternura en guerra,
Asi la dijo y se acerco a su la do:
"A hablaros vengo de cuanto el deseaba,
—Enoc, vuestro marido—; siempre os dije:
Escogisteis, Anita, el mejor hombre
Entre todos nosotros; hombre fuerte
Y energico: porque donde ponia
Su corazon, su mano estaba pronta
A hacer su vol un tad fuese cual fuera.
Por que emprendio este viaje tan penoso
Y os dejo abandonada? por deseo
De contemplar el mundo no ha partido,
^Fue entonces por placer? oh! no, tampoco.
Fue para conseguir a sus criaturas
Mejor educacion de la que ambos
Habiais logrado: se alejo por eso.
Y si volviera hov v se enconlrara
Con (pie de la ninez la suave aurora
Perdida estaba ya, (pie sentiria?
Si no volviese porque este en la tumba,
Mas pudiera saber que estan sus hijos
Como potros salvajes del desierto
Creciendo en la ignorancia, cuanto! cuanto!
Aim desde alia por esto sufriria!
()idme pues Anita, yo os lo ruego
Por el amor de el, de vuestros hijos,
Y no digais que no. Desde la infaneia
No nos hemos tratado el uno al otro?
Si vos quereis, ya cuando Enoc retorne
Me pagara.—Si lo exigis, Anita,
Que rico soy y prospera mi hacienda.—
Yam os! dejad que a vuestros nifios lleve
Y los ponga en colegio: aqueste solo
Es el favor que a suplicaros vine. '
7
1
El rostro sin volver, Anita dijo:
"No puedo, no, miraros a la cara:
Tan triste estov, tan triste y abatida.
Me mataba el dolor cuando vinisteis,
Hoy me anonadan mas vuestras bondades.
Mas vive Enoc, si, vive, yo lo creo;
Y el os pagara: pagarse puede
Siempre el dinero, las bondades nunca."
"^Entonces
1
permitis? ' dice Felipe.
Ella se pone en pie, vuelve su rostro
Y clava en el sus hiimedas pupilas.
Ye su semblante l)ondadoso, luego
—Llamando para el celevStes dones—
Con extasis de amor coge sus manos,
Las estrecha un momento, se retira,
Y Felipe al hogar torna tranquilo.
Llevo despues los ninos a la escuela
Y les compro los neeesarios utiles;
Y eual si fuese su familia propia
Con gran ternura consagrose a ellos.
Mas por amor a Anita, tcmeroso
Del duro murmurar de las comadms,
Se negaba a si mismo el mas vehemente
Anhelo de su vida y casi nunca
Llamaba del hogar ante las puertas.
Empero, eon los ninos la mandaba
Ya legumbres, ya frutas, ya las rosas
Tempranas 6 tardias; bien conejos
De la llanura y de cuando en cuando,
Bajo pretexto de excelente harina,
—Para evitar en el obsequio ofensa—
La enviaba alguna de su gran molino
Que con orgullo dominaba el valle.
Pero Felipe nunca sondeaba
De Anita el pensamiento; raras veces
Ella,' cuya alma en gratitud ardia,
Encontraba ocasiones de mostrarle
En una frase su sincero afecto.
Mas Felipe era todo de sus hijos;
Al mirarlo a distancia por la calle
Corrian a su encuentro jubilosos,
Y su cordial saludo, corclialniente
Devolvian tambien; atormentaban
Ya con su nimia cliarla sus oidos,
Ya con leves querellas, de sus hombros
Gustosos se prendian, y jugando
Lo titulaban el "papa Felipe.'
7
Y asi ganaba cuanto Enoc perdia;
Porque Enoc para ellos era como
Una vision, un suefio, una figura
Que se percibe en el confin lejano
De una calle de arboles, errante
A la luz indecisa de la aurora.
Y asi desde que Enoc dejo su patria,
Su dulce hogar, diez anos transcurrieron
Sin reeibir de el nueva ninguna.
Sucedio que los ninos una tarde
Desearon ir al bosque a coger nueces
Junto con otros; Ana iba con ellos;
Pero antes, corrieron al molino
Para invitar a su papa Felipe.
—Tambien en serio le llamaban padre—
Alii estaba, empolvado por la harina,
Semejante a la abeja laboriosa
Que con el polen de una flor se cubre.
"Yen con nosotros, ven, papa Felipe,"
El resistia, mas al ver que ellos
Con el luchaban por llevarlo a fuerza,
Echo a reirse y de buena gana
Rindiose a sus deseos prontamente:
^No iba quizas Anita con sus hijos?
Pero a mitad de la penosa senda
Que corre a la llanura, en aquel punto
En que la tierra al deelinar principia
A formar la hondonada donde crece
Vigorosa y exubera la flora,
La abandono el vigor y suspirando
Dijo: "eansada esto\ , dejadme
Respirar un momento." Asi, Felipe
Con gran fruicion sentose junto a ella.
Con jubilosos gritos los muchachos
Dejando k sus may ores, en tumulto .
Echaron a correrjentre los viejos
r
Arboles de la selva y en el fondo
Dispersaronse luego; y eneorvando
Ora unas ramas 6 rompiendo otnis
Los morenos racimos reeogian
Gritandose entre si. Y el bosque entero
Con su barullo resonaba alegre.
Pero Felipe se olvido de Anita
Estando en su presencia, y recordaba
Cuando aqui, en este bosque, aquella tarde
Como alma en pena se interno en las sombras.
"Anita"—al fin la dijo, levantando
Su honrada frente—"no escuchais, Anita?
"Cuan alegres estan alia en el bosque."
"Estais cansada?"
y ella silenciosa
Sus labios no movia.
"Estais cansada?"
Ella en sus manos oculto su rostro.
Entonces, como en colera, la dijo:
—iEl barco!
;el barco se perdio! que vale
Que penseis mas en eso! os matariais
Y vuestros hijos huerfanos quedaran.
Anita contesto—no pienso en ello,
Pero sus voces hacen que me crea
No se por que, desamparada y sola.
Aun mas entonces se acerco Felipe
Y asi la dijo:—Anita, hay en mi mismo
Y ha durado en mi mente tanto tiempo,
Algo que si no se de cuando data,
Se que por fin se escapara. ;Oh, Anita,'
Esperar es inutil, convenceos:
Creer que viva quien diez aiios hace
De vuestro lado se ausento, se opbne. .
Contra toda ventura! Permitidme
Entonces continual*: lamento veros
Tan pobre y sin apoyo; bien quisiera
Hacer algo por vos
mas solamente
JNO me entendeis, Anita? todos dicen
Q
.
.
Quiza vos ya lo habeis adivinado
Os quiero por esposa. Yo seria
De vuestros hijos padre carinoso:
Me quieren ellos ya cual si lo fuera
Y de amarlos yo mismo estoy seguro.
Si pronto llegais vos a ser mi esposa
Creo que despues de estos terribles anos
Aim podremos lograr ser tan dichosos
Como Dios lo concede a sus criaturas.
Pensad en ello. Descansado vivo;
No tengo parentesco ni cuidados,
A excepeion del de vos y de los vuestros;
Y nos hemos tratado el uno al otro
Toda la vida, y mi alma ha sido vuestra
Mucho antes de que vos lo hayais sabido
Dulce, muy dulcemente dijo Anita:
—Como un angel de Dios—un angel bueno
Habeis llegado a ser en nuestra casa.
Dios, Felipe, os bendiga, os recompense
Con una mas dichosa compaiiera.
Puede uno amar dos veces? ^,vos acaso
Tal como Enoc mi corazon tendriais?
Que es lo que pedis'r?
Yo me contento
Con ser despues que Enoc, amado un poco,
Felipe contesto.
- ..
Como espantada:
—jOh, buen FeUpe! dijo, esperad algo.
Si Enoc volviera
pero Enoc no vuelve.
Siempre esperad un ano, un ano es corto,
Y en un ano seria mas juiciosa.
;Oh, por Dios, esperad!"
Dijo Felipe:
—Como esperado he toda la vida
Puedo esperar un poco.
Ella repuso:
—Mi promesa teneis
dentro de un ano
^No quereis esperar como yo espero?
—Un ano esperare, dijo Felipe.
Mudos ambos quedaron; a distancia
Tras las tumbas danesas se extinguia
La luz crepuscular; despues, Felipe,
Del frio de la noche temeroso
Por la salud de Anita, llamo a voces
Al fondo de la selva; los muchachos
Subieron con sus cestas de avellanas
Y caminaron todos hacia el puerto.
Junto al hogar, Felipe se detuvo:
Y asi, caballeroso, dijo a Anita:
—Hice muy mal cuando os hable; entonces
Fue vuestra hora de fiaqueza; siempre
Quedo ligado a vos, mas vos sois libre.
Ella dijo:—Ya he dado mi palabra.
•
Hablo; y cual si fuera un solo instante,
Mientras ella entregada a sus faenas
Aun oia las ultimas palabras
Que la dijera el
—He sido vuestro
Mucho antes de que vos lo hayais sabido.
El otoiio paso, llego el otoiio,
Y a recordar de Anita la promesa
Yino Felipe.
—^Mas acaso un ano
Ha transcurrido ya? le dijo Anita.
Felipe contesto:—Las avellanas
—Venid a ver—de nuevo estan niaduras.
Pero ella
ella mirar no quiere
Un cambio tan completo
tantas cosas
Hay que prever
jOh Dios! ella bien sabe
Cumplir una palabra
solamente
Concedasele un mes
un mes tan solo.
Felipe reflejando en su mirada
La pasion de su vida, con voz tremula
Como el pulso de un ebrio
—Tomad cuanto
Tiempo querais, Anita, cuanto tiempo
Querais. Llorado de piedad hubiera
Anita por Felipe; se contuvo
Y haciendolo esperar con mil pretextos,
Puso a prueba su amor y su constancia,
Y de este modo transcurrio medio ano.
Contrariadas las ociosas comadres
Al ver fallar sus calculos, colericas
Tomaron esto como ofensa propia.
Unas juzgaban que Felipe solo
Burlabase de ella; otras que Anita .
Por guardarlo mejor, lo desdefiaba;
i
Algunas otras, de los dos reianse
Como de necios que ni amarse saben;
Y otra comadre en cuya mente todas'
Las torcidas ideas germinaban
Como huevos de vibora: soldados,
Insinuaba cori soma un pensamiento - •
De la especie peor. Su propio hijo
Con los ojos decia sus ideas;
Y mas franca quiza,—porque su mano
Uniese a la del hombre que de todos
Querido era, y ganar con ello
Holgada situation en lo futuro—
Su hija sin cesar la amonestaba.
El rozagante rostro de Felipe
Seco por el dolor, palidecia.
Y todas estas cosas, como amargos
Reproches la agobiaban.
Una noche
Por fin, intitilmente dormir quiso,
Y del cielo pedia fervorosa
Una senal:
—Mi dulce Enoc aim vive?
Preguntaba. Despues, sin arredrarse
Por las sombras profundas de la noche,
Como la horrible espectacion del alma
Es imposible dominar, su lecho
Deja veloz, enciende luz y toma
Desesperadamente el Santo Libro.
Al acaso lo abre y al acaso
Pone su dedo en 41; asi deeia:
"Debajo de una palma
" Que le importa
Que diga asi? que significa eso?
Cierra el libro y se duerme; y de pronto
He aqui que Enoc, sentado en una altura
Debajo de una palma, se aparece;
Y el sol en el zenit resplandecia.
—Ha muerto, penso ella; y dichoso
Cantando esta el Hossana en las alturas:
El sol de la justicia arde a lo lejos,
Y son estas las pal mas que con jubilo
El pueblo ante su paso desparcia
Gritando: "Hossana, Hossana en las alturas"
Aqui se desperto; mas ya resuelta
Llamo a Felipe luego:
—Ya no impide
—le dijo—que nos unamos, nadie.
Entonces, por piedad, dijo Felipe,
Pues al fin consentis, que pronto sea.
Alegres repicaron las campanas .
En las bodas de Anita y de Felipe;
Las campanas alegres repicaron
Y Ana y Felipe ante el Senor se unieron.
Mas Ana estaba triste y lentamente
Su corazon latia; por doquiera
Y sin saber de donde, incomprensibles
Acentos rumorosos escuchaba;
Al lado de sus pasos otros pasos
De un invisible ser oir solia;
Y fuera del hogar no iba nunca
Ni en el quedaba sola; muchas veces
Al entrar a su casa, vacilante
Su mano detenia en el pestillo
Sin atreverse a abrir. Mas tales dudas
Y temores tales, Felipe conocia:
Comunes eran a su estado, ahora
Que un querubin al mundo se anunciaba.
Cuando el nino nacio, sintiose ella
Remozarse con el; amo a Felipe
Entonces como nunca; y sus temores
De instintivo misterio, se eclipsaron.
II
Y donde estaba Enoc? prosperamente
Surco su barco las arteras ondas:
Solo al cruzar el golfo de Yizeaya
Horrible tempestad casi la hundia;
Empero, salvase: con mar tranquil a
El verano del mundo cruza; luego
Sufre en el cabo largas sacudidas
Y de nuevo, el verano del mundo
Entre frecuentes fluctuaciones para..
El halito de Dios alii lo empuja;
Por las doradas islas atraviesa
Muy suavemente, hasta arrojar el ancla
En el puerto oriental a donde iba.
Alii comercia Enoc por cuenta propia.
Y ex trail os monstruos y un dragon dorado
Com pro para sus hijos.
Su regreso
Menos t'elice fuc; primeramente
Apenas balanceado por las olas,
El mascaron de proa contemplaba
Los visos rutilantes de la espuma;"
Luego calma, despues vientos variables
Y tormentosos vientos muchos dias;
Por fin la tempestad. Raja los cielos
Sin sol ni luna caminaba el barco;
Y cuando apenas alguien grita: "escollos"
Se siente el crujimiento de la mina,
La p^rdida del barco. No perecen
Enoc v dos marinos; media noche
Sobre flotante jarcia y perchas rotas
Mantuvieronse a flote; luego estos
Al llegar la man ana, en una isla
Encallaron, isla hermosa y acaso
La que de aquellos solitarios mares
Mas solitaria era,
•
De sustento
Carencia no existia: dulces frutos,
Raices nutritivas, grandes nueces
A ellos se brindaban; y tan solo
Por compasion quiza no cogerian
Inermes animales, tan salvajes
Que se dejaban acercar. Hicieron
En una altura que hacia el mar miraba
Y con hojas de palma la techaron,
Una cabana que a la vista era
Mitad nativa grata, mi tad choza.
Y en aquel paraiso colocados
Los tres, en medio de perenne estio
Vivian descontentos.
•
El mas joven,
—mayor apenas que un muchacho—herido
La noche del naufragio y de la ruina,
Moria sin morir, y completaba
Un lustro de terribles sufrimientos.
Dejarlo no podian. Despues, cuando
Ya su viaje emprendio, los dos restantes
Hallaron una vez un grueso tronco
Por tierra derribado. El compaiiero
De Enoc, sin precaverse el mismo,
Al ahuecar, como los indios hacen,
Con fuego el tronco, herido por los rayos
Del igneo sol exanime quedos*.
Ya solo Enoc vivia, y en la muerte
De sus dos companeros leer quiso
Esta advertencia del Sen or: "espera."
La montana cubierta de boscaje
De la base a la cima, las praderas
Y tortuosas canadas ascendentes
Como caminos de la gloria, esbeltos
Cocoteros que al aire desplegaban
Su abanico de plumas; el relampago
Vivo del ave v del insecto, vedras
Largas, brillantes, por los troncos
Macizos de los arboles trepando,
Bien extendiendose a remotos limites;
Las maravillas y colores vivos
Del cinturon del mundo, todo esto
Veia Enoc; mas lo que ansiaba
Mirar, no pudo: el afable rostro
De un ser humano; ni su voz am ante
Pudo escuchar jamas; solo chirridos
De las aves acuaticas marinas,
El trueno de las olas gigantescas
Al revfentar sobre las vastas rocas,
El dulce cuchicheo de los enormes
Arboles que en el zenit se ramifican
Y de flores se cubren, la corriente
De impetuoso riachuelo que al mar fluye,
Era cuanto el, camino de la playa,
Solia percibir. Algunas veces
—Pobre marino que esperaba un buque—
En la garganta que hacia el mar veia
Horas pasaba en vano; ni una vela
Jamas; y siempre al despuntar la aurora,
Sus saetas purpureas contemplaba
Quebrarse en los helechos y palm eras,
E iluminar los precipicios. Luego,
En levante, la luz sobre las aguas;
La luz sobre la isla al medio dia,
La luz sobre las aguas al poniente;
Las estrellas despues que como globos
Flotaban en el cielo, el bramido
Cavernoso del mar; luego la aurora
De saetas purpureas
barcos
nada!
A menudo, cuando el, ensimismado
El horizonte contemplar fingia,
Tnmovil, tan inmovil que en su cuerpo
El vistoso lagarto reposaba,
Mil fantasticos seres con extranos
Movimientos veia; otras veces
—Tras personas y cosas y lugares
A dorados por el—veiase el mismo
en obscura
^ agar errante, lejos
Isla remota al Norte de la linea.
r
Ora eran su esposa y sus criaturas,
Ora sus charlas eran, bien la calle
p]strecha y larga que al molino sube,
Las avenidas de frondosos arbcJles,
El tetrico castillo, su cabal lo,
La barca que vendio, las alboradas
Frias de Noviembre, la suave lluvia,
Los prados espejeantes de rocio,
El grato aroma de las hojas secas
O el mugido de un mar color de plomo.
•
De este modo, una vez, de las campanas
De su parroquia, el repicar nlegre
Le parecio escuchar; empero debil,
Distante, mii}^ distante; en pie se puso
Con sobresalto, sin saber la causa;
Y cuando aquella isla encantadora
Y detestada se ofrecio a sus ojos
Si su paciente corazon no liubiese
Hablado con Aquel que no permite
—Puesto que esta doquiera—que quien liable
Con El se juzgue solo, Enoc habria
Muerto de soledad seguramente.
?
Asi pues, por sus canas prematuras
Las estaciones iban v venfan
Ano tras ano en orden sucesivo.
La esperanza de mirar a los suyos,
De pasearse de nuevo por las sacras
Campinas familiares, en su pecho
Se conservaba aun, cuando su suerte
De improviso cambio. Hacia su isla
Viraba un barco sin saber a donde;
Como el de Enoc, por los contrarios vientos
Separado del rumbo primitivo.
Agua faltaba a bordo; y el piloto,
Cuando al romper el alba, entre la niebla
Que a la isla cubria vio en los col la dos
El agua deslizarse silenciosa,
Mando desembarcar unos marinos
Que en irruption llegaron a la playa
Con gustos de placer, fuentes buscando.
De la garganta que hacia el mar veia,
Al encuentro bag 6 de aquellos hombres
El pobre solitario. Su figura
Era apenas human a. Sus cabellos
Largos, moreno el cutis, luenga
La barba v el vestido extra no.
Hablabales a sen as, como idiota
Farfullaba palabras sin sentido;
Empero los condujo a donde el agua
Por arroyuelos limpidos corria.
V al mezclarse con ellos y escucharlos,
Su torpe lengua tanto tiempo muda
Se desato por fin y hablarles pudo.
Llenos ya los barriles, hacia el buque
lietornaron y Enoc fuese con ellos.
Alii la relation de sus trabajos
Dio principio a contar muy poco a poco.
Primeramente, apenas lo creian;
Despues, a todos conmovio su historia
Y le dieron vestidos y pasaje;
Mas el, por terminar con su aislamiento,
Junto con los marines trabajaba.
No pudo entre ellos recoger noticias
De los seres amados, porque nadie
De su provincia era. Torpemente
Navegaba aquel buque, apenas titil
Para la mar; empero mas aprisa,
Dejando atras el perezoso viento,
Lejos de Enoc su espiritu volaba.
Un dia, a la hora en que los astros
Palidecen, las costas de Inglaterra
Percibio al fin, fantasticos contornos
Iluminados por la luna; suave
El aire matinal de aromas lleno
De la tierra soplaba y con delicia,
Con extasis de aniante, respirabalo
Enoc. Los marineros y oficiales
Entre ellos mismos colectaron fondos
Y al pobre desterrado los cedieron
Dolidos de su suerte. Luego el buque
Acercandose mas hacia la costa
Anclo por fin y Enoc pis& la tierra
Del puerto donde antano se embarcara.
A nadie quiso ver y lentamente
Se dirigio a su hogar—;su hogar!—acaso
Algtin hogar tenia? En el cielo
Desparramaba el sol sus rayos de oro
Sin dar calor a la fulgente tarde.
Despues, por la abertura en que las rocas
Permiten reflejarse entrambos puertos
Del mar en lo profundo, comenzaroh
Las nubes a rodar pesadamente
Y con su manto se envolvio la tierra,
Enoc dejo el camino y por angosto
Sendero que cruzaba entre los bosques
De y^a marchitas hojas, entre pastos
Y tierras de labranza discurria.
Sobre el arbol desnudo casi, el petirrojo
Con pesadumbre inmensa gorji aba;
Y la lluvia, al caer triste v mon&tona,
Arrastraba tras si las hojas secas.
Aumento la llovizna y mas profunda
Ya fu6 la obscuridad; pero de pronto
Una palida luz brillo indecisa
Y viose Enoc al termino del viaje.
;
Habiendo recorrido lentatnente
La calle estrecha y larga, presintiendo
Alia en su eorazon algo terrible
Y los 03os clavados en la tierra,
Llego a la casa do la dulce Anita
Vivio con 61 siete alios—-los dichosos
Y ya distantes—y en la cual la cuna
Meciose de sus hijos; pero viendo
Que no cncontraba luz ni hablar oia,
Y observando que a traves de la 11 uvia
Un anuncio de venta relumbraba,
Prosiguio su camino; y calle abajo:
—Ha muerto, 6 muerto para mi, decia.
Hacia el estrecho muelle dirigiose
Buscando antigua v conocida fonda,
Cuya fachada de madera, acaso
Por su vejez ruinosa y miserable
Pensaba no encontrar; mas fue a su dueno
A quien no hallo; su viuda Miriam Lane (1
Dirigiala por si, mas los productos
Men ores eran cada vez; antano
Frecuentada por hombres camorristas
Era esta fonda hoy quieta; no faltaba
Con todo, un lecho para algun doliente
Peregrino. Enoc por varios dias
Alii vivio callado v taciturno.
Pero la buena Miriam Lane, a veces
Con su charla locuaz lo molestaba
Contandole del puerto los anales.
Y una vez—como a Enoc, tan abatido,
Moreno y jorobado, era imposible
li) P r o n u n c i e s p : Lein.
*
P
Que Miriam conoeiera—, refiriole
La historia de su casa y de los suyos.
La muerte de su hijo, la pobreza
Siempre en aumento de su tierna esposa;
Le conto de que modo el buen Felipe
Llevo a la escuela a todos los pequefios
Y en ella los sostuvo; la paciencia
De cortejar a Anita inutilmente;
Por fin, su matrimonio, y la llegada
Del nuevo querubin. Ninguna sombra,
Un solo movimiento no contrajo
El semblante de Enoc; al ver su rostro
Juzgado hubiera alguno que aquel cuento
Menos que a Miriam Lane le importaria.
Y solo al terminar, cuando le dijo:
—Enoc, el pobre Enoc perdido y naufrago,
El sacudio su cabellera cana
Murmurando con patetico acento:
—Enoc perdido y naufrago!
Con sordo,
Intimo acento repitio:
—; perdido!
Enoc ansiaba contemplar de nuevo
El semblante de Anita:
"si pudiera
Sabiendo que es feliz, su dulce rostro
De nuevo contemplar!
" asi pensaba
Y aqueste pensamiento atormentandolo
Obsesiono su espiritu; y un dia
Muy triste de Xoviembre, a la hora
De empezar un crepiisculo mas triste,
Subyugado por el trepo a la loma.
Contemplaba el paisaje que a sus plantas
Por doquier se extendia; mil recuerdos
Rodaron por su espiritu, empapados
De indecil)le tristeza; pero pronto
Un jardincillo iluminado apenas,
Lejos, alia, detras de aquella casa,
—Dulce hogar de Felipe—lo sedujo,
Lo fascino por fin, como seduce
Al ave errante el faro que deslumbra,
Y atraida por el choca y se estrella,
Asi acabando su cansada vida.
Porque la casa de Felipe—ultima
Hacia el lado de tierra, cuyo frente
A la calle veia—a la espalda,
Con su pequena puerta hacia la Ionia,
Mostraba un jardincito aniurallado,
En cuyo centro un arbol siempre verde
Crecia majestuoso. Un paseo
De forma circular y dividido
En dos, por otro recto, circundaba
El pie del tronco. Enoc furtivaniente,
Procuraiido evitar trillada senda,
Se deslizo por sobre el muro, hasta
Quedar oculto tras el arbol; luego,
Alii, su vista reposo en cuanto
Rehuido mejor podido hubiera,
—Si mejor 6 peor hay en el mundo
Para dolor y angustias semejantes—
Sobre mueble bruiiido mil reflejos
La vajilla de plata despedia:
Chispeaba el fuego en el hogar alegre,
Sentado junto al cual, a la derecha,
El mozo desdenado de otro tiempo,,
Hoy fuerte y rozagante, en sus rodillas
A su amor hecho nino acariciaba,
Junto a Felipe—su segundo padre—
T
T na doncella hermosa y peli-rubia,
—Una Anita mas joven, mas esbelta—
Flotar hacia con vaiven eterno,
Por divertir al nifio, una sortija
En el extremo de un liston atada.
El mueve sus bracitos, pero inutil;
Jamas acierta y de sus gracias rien.
Del otro lado del hogar, la madre
El rostro vuelve hacia su tierno hijo
Y levanta la faz de tiempo en tiempo
Para hablar con el otro—que a su lado
De pie se encuentra, f uerte y arrogante—
Y algo decirle que le place mucho,
Pues el al escucharla se sonrie.
Y cuando el muerto que torn 6 a la vida
A su esposa miro sin ser su esposa,
Y a aquel niiio de ella mas no suyo,
Sentado en las rodillas Se su padre;
Cuando vio aquella paz, el dulce encanto.
El calor del hogar; y vio a sus hijos
Altos y hermosos; y miro a Felipe
Dueiio del corazon de sus criaturas,
Seiior de sus derechos y reinando
Por el en lugar suyo, aunque le habia
La buena Miriam Lane contado todo,
Como las cosas que se ven son siempre
Mas terribles que aquellas que se escuchan,
Enoc sintiose vacilar; al arbol
Se cogio tembloroso, y tuvo miedo
De lanzar un terrible, un hondo grito
Que, semejante a un halito de.ruina,
Hubiera destrozado en un instante
De aquel hogar la venturanza toda. Semejante a un ladron con gran eauteia,
?
Temeroso de oir bajo su planta
Crujir los duros ripios del camino,
Buscando apoyo en la pared, por miedo
T)e eaer sin sentido y ser hallado,
Se arrastra hacia la puerta; suaveniente
Traspasa los umbrales; y ya libre
La cierra tras de si, como se cierra
La puerta de la alcoba de un enfermo.
Alii se hubiera arrodillado; solo
Que como estaban sus rodillas debiles,
Cayendo hacia delante hundio sus dedos
En la humeda tierra. Dijo entonces:
—No puedo resistir, esto es horrible!
;,Por que en el barco me trajeron ellos?
Oh, Salvador bendito, Dios potente,
Tu que en aquella solitaria isla
Cuidaste mi existencfa joh, Padre!
En esta soledad ayudame,
Dame valor para sellar mis labios
Y que Anita lo ignore eternamente;
Permiteme que yo no vaya y rompa
La calma de su hogar
^Pero a mis hijos,
Tampoco debo ver? no me conocen;
Si acaso les hablara, les diria
Que su padre soy yo. jNo, nunca!
^.Pero tampoco nunca un solo beso,
Un beso paternal dare a la joven,
—Retrato de la madre— ni al muchacho
Ese mozo arrogante, idolo mio?
Aqui su pensamiento y sus palabras
Faltaroale un momento y abismado
Permanecio tendido, sin moverse.
Cuando estuvo de pie, y poco a poco,
Il)a la estrecha calle descendiendo
Camino de su albergue solitario,
En su conciencia moribunda via
Como estribillo de cancion, la frase:
\ N u n c a decirla nada, nunca, nunca!"
u
No era infeliz del todo; sostenianlo
Su firme fe y abnegation sincera.
La oration— el incienso del espiritu—
Su voluntad domaba; y sobre todas
Las grandes amarguras de la vida
Ella bullia, como clara fuente
En medio de la mar
—Y bien, la esposa
Del molinero de quien has hablado,
Dijo Enoc a Miriam, no tiene miedo
De que aim exista su primer marido?
—Ay! jpobrecita y mucho que lo teme!
Si vos, decir pudieraisle que ha muerto,
Cuanto animo la dierais.
—Aguardo
Que se llegue su tiempo, que me llame
A su reino el Seilor; sabralo entonces,
Dijo Enoc para si.
Como juzgara
Como un oprobio recibir limosna
Se puso a trabajar. Ya carpintero,
Ya fabricante de toneles era.
Ora las redes de pescar tejia,
Bien ayudaba a descargar los buques
Y cargarlos de nuevo. Casi nada
Omitian hacer sus tnanos h&biles,
• •
• •
/
Empero tristemente, sin cariflo al trabajo,
Desde que solo para el lo hacia,
Su esperanza murio y desde entonces
^De donde iba a vivir sin vida alguna?
Cuando el ano rodo sobre si mismo
Hasta tornar el dia en que al puerto
Llegara 61, de languidez inmensa
Viose invadir, enfermedad muy dulce
Que lo fue consumiendo lentamente
Y lo dejo para el trabajo, inutil.
Tuvo primero que quedar en casa,
Despues en un sillon, pronto en su lecho.
El, alegre sufria su quebranto;
Y nunca mas dichoso hubo marino
Aislado por la mar—al ver un bote
A traves de las faldas de un chubasco
Fortisimo, acercarse y conducirlo
Salvo a la playa que creia remota—
Que Enoc al ver la muerte alboreante
Ya sobre si, y el termino de todo.
Porque a traves de aquel albor, lucia
Una esperanza mucho mas risueiia,
Al pensar de este modo:
—Si yo muero
Sabra que hasta el morir vivi adorandola.
Despues a Miriam Lane llamo y la dijo:
—Mujer, guardo un secreto—solo jurame
Si lo quieres saber—jurame solo
Puesta la mano en la Sagrada Biblia,
No revelarlo hasta mirarme muerto.
;Vos muerto! ^que decis? la pobre vieja
Contestale aturdida: yo respondo
Que presto os he de ver fuerte y robusto.
—Jura sobre los Santos E v a n g e l i o s i /
Vuelve a decir Enoc, con gran rude^a.
r
Y jura Miriam Lane casi espantada,
—Tu, a Enoe Arden, conociste acaso?
—Que si lo conoci? desde muy lejos
Distinguirlo podria. Me parece
jBuen Dios! mirarlo descender la calle,
Erguida la cabeza y orgulloso.
Muy triste y lentamente, Enoc contesta:
—Hoy dobla su cerviz: esta humillado;
Creo que apenas vivira tres dias
Yo soy Enoc.
Da Miriam Lane un grito
Al escucharlo, indefinible grito
Lleno de dudas y de asombro lleno.
—Yos! vos, Enoc! no, nunca! Aquel tenia
Un palmo mas que vos!
Arden le dice:
-—Dios mi cuerpo ha encorvado; mis torturas,
Mi larga soledad, me envejecieron.
Mas sabe joh Miriam Lane! yo soy el mismo
Que se caso con
ah! mas aquel nombre
Dos veces ha cambiado; escucha, sientate,
Yo me case con la mujer aquella
Que hoy esta unida con Felipe Ray.
Daspues conto su viaje, su naufragio,
Su vida solitaria, su regreso,
Su nocturna vision en el molino,
Su proposito firme de ocultarse
Y no decirla nada. Dulce llanto
Por la faz de Miriam suave corria
Al escuchar a Enoc; y con el alma,
Huir, volar y recorrer el puerto
Queria vivamente, proclamando
El retorno de Enoc v sus torturas.
Empero,. temerosa, y mas: ligada
Por grave juramento, solo dice;
Oh! no os vayais sin ver a vuestros hijos!
Dejad que yo los llame. Como viera
Que vacilaba, levantose presto
Ansiosa de Uevarlos.
—No tortures,
La dijo al tin, mis ultimos instantes:
Quiero morir cumpliendo mi promesa;
Vuelve a tu silla, escuchame y atiende
Mientras que puedo hablar. Te recomiendo
Ahora, cuando a verla vayas,
La digas que mori, mas bendiciendola,
Pidiendo por su dicha y adorandola.
Que, salvo este dolor que nos divide,
De un modo igual la idolatre que antes,
Cuando posaba su gentil cabeza
Al lado de la mia. Dile a mi hijo
Que mori bendiciendolo; a la virgen
A quien mire, retrato de la madre,
Dila que ha sido mi postrer aliento
Rogar a Dios por ella y bendecirla.
A Felipe tambien, que lo bendije:
Pues siempre para nos fue bondadoso.
Mas si mis hijos, muerto yo, desearan
Venir a mi, los dejaras que lleguen,
Que su padre yo soy y ellos apenas
Conocerme pudieron cuando vivo.
Empero, a ella, de venir prohibele,
Que mi cadaver turbara su dicha.
Una sola de todas mis criaturas.
En el mundo a do voy me esta esperando.
Es suyo este cabello; hasta el sepulcro
Llevarlo yo queria, como conmigo,
Sobre mi corazon, ha estado siempre. Hoy, ya no pienso asi, que voy a verlo:
Voy a ver a mi nino alia en la gloria.
Asi, despues de mi partida, corre
Llevalo a ella, consolarla puede:
Signo tarn bien sera de que fui el mismo.
Y callo. Miriam Lane volublemente
Promete recatarse
de tal modo
Que una vez mas, clavandole la vista
Enoc, repite cuanto el desea,
Y de nuevo Miriam promete y jura,
Y tres noches despues, mientras que duerme
Enoc, inmovil, palido, y en vela
0 a veces dormitando Miriam se halla,
Las ondas rugen con tan ronco estruendo
Que las casas se cimbran en sus bases.
Enoc despierta, se levanta, extiende
Juntos los brazos hacia el cielo y grita
Con recia y ruda voz:
—Un barco!
un barco
Ya me salve!
Y se cay6 de espaldas
!
Y enmudecio su boca para siempre.
Asi escapose aquel heroico espfritu.
Cuando enterraron el cadaver, nunca
Funerales mas regios visto habian
Los habitantes del humilde puerto.
C. Guerrero. Chihuabua. Marzo de 11)02.
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