terreno hasta el último cuarto del siglo XIX y por lo que se refiere a

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terreno hasta el último cuarto del siglo X I X y por lo que se refiere a la botánica,
fueron farmacéuticos los que mayor contingente aportaron, de los que se cuentan
tres entre los fundadores, que son Francisco Sala, José Mollar y Juan Sardeñons.
A estos han seguido muchos otros; sólo citaré algunos que se han destacado de
entre los demás: Francisco Carbonell Bravo, farmacéutico colegiado por la Academia Matritense, presentó en las Cortes de Cádiz un plan general de enseñanza
de las Ciencias Naturales en España; Francisco Javier Bolos (1773-1844), Agustín Yáñez Girona, Joaquín M.* Salvañá, Antonio Sala Doménech (1786), José
Alemany Nebot, Fructuoso Plans y Juan Texidó Cos, que publicó mucho de
Botánica en el "Restaurador Farmacéutico" y además una " F l o r a farmacéutica
de España y Portugal" precedida de varios capítulos y determinación de materiales farmacéuticos exóticos (Madrid, 1 8 7 1 ) .
No puedo pasar esta ocasión sin citar, aunque sea brevemente, a L a Gasea
y a Lóseos, farmacéuticos ambos y Correspondientes de esta Academia. E l inmortal L a Gasea (1776-1839), cuyos padres le habían destinado a la carrera
eclesiática, emprendió sus estudios en Tarragona, en donde frecuentaba la compañía de Antonio Martí ^Franqués, hombre eminente en Naturales, cuyas conversaciones infundieron en el ánimo del joven L a Gasea, la afición a la botánica;
le acompañó en sus primeras herborizaciones, allanándole las dificultades iniciales que ofrece, como todas, el estudio de la ciencia de los vegetales, de manera
que si a Aragón cupo la gloria de haber sido su patria, Cataluña tuvo la suerte
de ser su cuna científica.
Francisco Lóseos de Samper de Calanda (Teruel) 1823-1886; su vida, que
bien pudiera llamarse la "Tragedia de un erudito", está saturada de detalles que
prueban cuantas inteligencias dejan de aprovecharse en nuestra patria por falta
de apoyo material en las alturas; ejercía la farmacia en Castelserás, en donde
fundó una agencia botánica para el estudio y remesa al extranjero de ejemplares
en consulta, e imploró de la Diputación la cantidad necesaria para adquirir un
microscopio y algunos libros, pues quería dedicarse al estudio de las diatomeas,
sin conseguir uno y otros.
L a epidemia colérica de 1885, que atacó duramente a la población de Castelserás, sobrecogió a Lóseos en urgente publicación de su tratado de plantas do
Aragón, y por tal motivo escribía: ¡ Bello día para ocuparme de asuntos botánicos ! y sin embargo tengo que escribir esta hoja para presentarla impresa con el
Suplemento 7.° de mi obra en la Exposición aragonesa. Quince días sin dormir,
despachando en mi botica 75 recetas de día y 75 de noche. ¡ E l cementerio repleto de cadáveres que con muchísima dificultad se pueden colocar! Y o solo, sin
ayuda de nadie, he satisfecho todas las necesidades en el acto sin pedir a nadie
un minuto de espera. ¡ No quiero por el cumplimiento de mis deberes ninguna
recompensa, solamente demando gratitud!"
En otra ocasión, uno de sus hijos había mostrado empeños en conservar la
medalla de oro que había obtenido D. Francisco en la primera Exposición Ara-
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