3 Sección Doctrina Los Principios de Unidroit como reglas aplicables al contrato internacional. A propósito de la Sentencia de la Corte Suprema de Justicia colombiana de 21 de febrero de 2012. ©Jorge Oviedo Albán La eficacia internacional de las declaraciones de voluntad anticipada de acuerdo a la nueva legislación de Uruguay ©Rubén Santos Belandro La responsabilidad social de la empresa en el ámbito de la Unión Europea ©Linda Navarro Matamoros Las reglas clásicas sobre la formación del contrato en los derechos internos Iberoamericanos ©Edgardo Muñoz Sección Alumni La parte débil en el sistema jurídico colombiano ©Carolina Gómez León Una visión desde el derecho comparado de los contratos de estabilidad jurídica en Chile, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela ©Luz Dary Serrato Buitrago El valor normativo de los tratados internacionales del sistema interamericano de protección de los derechos humanos y su incidencia en el sistema de fuentes del ordenamiento jurídico colombiano ©Diana Fernández Mejía El uso de la fuerza en las operaciones militares y policiales en Colombia, desde el concepto de justicia en la teoría de John Rawls y Amartya Sen, en el marco jurídico colombiano ©Nelson Javier Sánchez Hernández Alcances de la confianza legítima en el derecho privado colombiano ©Lorena del Pilar Segura Responsabilidad social en la actividad minera ©Jorge Luis Jurado Pérez La interpretación y desarrollo del artículo 230 de la Constitución Política de Colombia. López Vs Tamayo. Una Discusión Dogmática? ©Helton David Gutiérrez González Escuela de Derecho UNIVERSIDAD SERGIO ARBOLEDA Carrera 15 No. 74-40 Tels: (1) 325 75 00 Ext. 2131 Bogotá D.C. Calle 18 No. 14A-18 Tels: (5) 420 38 38 - 420 26 51 Santa Marta www.usergioarboleda.edu.co Cuadernos de la Maestría en Derecho 3 Cuadernos de la Maestría en Derecho Cuadernos de la Maestría en Derecho No.3 Líneas de Investigación en Derecho Mercantil y en Derecho de los Negocios y Contratos Internacionales Cuadernos de Maestría en Derecho No.3 la Líneas de Investigación en Derecho Mercantil y en Derecho de los Negocios y Contratos Internacionales ©Cuadernos de la Maestría en Derecho Líneas de Investigación en Derecho Mercantil y en Derecho de los Negocios y Contratos Internacionales No. 3 Universidad Sergio Arboleda Rector Dr. Rodrigo Noguera Calderón Vicerrector Académico Dr. Germán Quintero Andrade Decano Escuela de Derecho Dr. José María del Castillo Decano Ejecutivo Dr. Ernesto Lucena Barrero Coordinador Académico y Administrativo Maestría en Derecho Dr. Juan Carlos Cardenas Director Leonardo Espinosa Quintero Editor William David Hernández Martínez Asesor Editorial Juan Pablo Mateus Bernal Colaborador Editorial Ana Paola Osorio Estupiñan Comité Editorial Álvaro Mendoza Ramírez Carlos Ariel Sánchez Torres Eloy García López Edgardo Muñoz Jorge Oviedo Albán Nelson Remolina Angarita Fabricio Mantilla Espinosa Contacto Departamento de Derecho Privado Universidad Sergio Arboleda William David Hernández M. 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Jorge Oviedo Albán.......................................................................................... 7 La eficacia internacional de las declaraciones de voluntad anticipada de acuerdo a la nueva legislación de Uruguay Rubén Santos Belandro.................................................................................23 La responsabilidad social de la empresa en el ámbito de la Unión Europea Linda Navarro Matamoros............................................................................59 Las reglas clásicas sobre la formación del contrato en los derechos internos Ibero-Americanos Edgardo Muñoz................................................................................................91 La parte débil en el sistema jurídico colombiano Carolina Gómez León................................................................................... 119 Una visión desde el derecho comparado de los contratos de estabilidad jurídica en Chile, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela Luz Dary Serrato Buitrago..........................................................................171 El valor normativo de los tratados internacionales del sistema interamericano de protección de los derechos humanos y su incidencia en el sistema de fuentes del ordenamiento jurídico colombiano Diana Fernández Mejía .............................................................................. 229 El uso de la fuerza en las operaciones militares y policiales en Colombia, desde el concepto de justicia en la teoría de John Rawls y Amartya Sen y el marco jurídico aplicable Nelson Javier Sánchez Hernández Albán.............................................251 Alcances de la confianza legítima en el derecho privado colombiano Lorena del Pilar Segura............................................................................... 289 Responsabilidad social en la actividad minera Jorge Luis Jurado Pérez.............................................................................. 347 La interpretación y desarrollo del artículo 230 de la Constitución Política de Colombia. López Vs Tamayo. Una Discusión Dogmática? Helton David Gutiérrez González............................................................371 Carta del Editor Los Cuadernos de la Maestría en Derecho pretenden, en su calidad de revista de carácter académico con miras a obtener su reconocimiento científico, acercar al lector a los temas de actualidad jurídica, orientados a la apropiación del conocimiento generado por la comunidad universitaria. En este sentido, los autores invitados son los estudiantes de los programas de Derecho, en los diferentes niveles de formación (Pregrado, Especialización, Maestría y Doctorado), tanto de la Universidad Sergio Arboleda como de otras Instituciones de Educación Superior. Para ellos, muy especialmente, hemos incluido en la edición 2013 de los Cuadernos de la Maestría en Derecho la Sección Alumni¸ en la cual se publican y divulgan los artículos resultados de investigación de los discentes del programa de la Maestría en Derecho y del Doctorado en Derecho. Específicamente en el presente número contamos con tres artículos resultado del módulo denominado “Cuestiones Actuales del Derecho Privado” impartido en el programa de Doctorado en Derecho, a saber: Carolina Gómez León, con un artículo sobre “La parte débil en el sistema jurídico colombiano”; Diana Fernández Mejía, publica una investigación sobre “el valor normativo de CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||5 los tratados internacionales del sistema interamericano de protección de los derechos humanos y su incidencia en el sistema de fuentes del ordenamiento jurídico colombiano” y; finalmente, Nelson Javier Sánchez Hernández, quien reflexiona sobre “el uso de la fuerza en las operaciones militares y policiales en Colombia, desde el concepto de justicia en la teoría de John Rawls y Amartya Sen, en el marco jurídico colombiano”. Vale la pena destacar en este punto, que en el próximo número de los Cuadernos se cuenta con aportes de más estudiantes del programa de Doctorado en Derecho (Jorge Gabriel Franco Franco, “Constitución, Precedente y Derecho Privado”; Jaime Alberto Restrepo Manotas, “La restitución de los derechos fundamentales en el derecho privado desde la práctica médica”; y, Javier Alberto Ayala Amaya, “Administrar Justicia Penal Militar en conflicto armado interno requiere la existencia del Derecho Operacional”) En este mismo sentido, el presente número incluye tres artículos presentados como trabajos de grado dentro del programa de Maestría en Derecho, así: Lorena del Pilar Segura, quien estudia los “Alcances de la confianza legítima en el derecho privado colombiano”; Luz Dary Serrato Buitrago, quien comparte “Una visión desde el derecho comparado de los contratos de estabilidad jurídica en Chile, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela” y; Helton David Gutiérrez González, quien publica un artículo titulado “La interpretación y desarrollo del artículo 230 de la Constitución Política de Colombia. López Vs Tamayo. ¿Una Discusión Dogmática?” De igual forma, están invitados a publicar los profesores e investigadores de reconocido prestigio, nacionales e internacionales, que se encuentran agrupados en la Sección Doctrina de la revista. Todas las anteriores contribuciones han sido evaluadas por pares de reconocido prestigio, quienes son los garantes de la política de excelencia establecida desde el primer número por la Dirección Editorial. Los Principios de Unidroit como reglas aplicables al contrato internacional. A propósito de la sentencia de la Corte Suprema de Justicia colombiana de 21 de febrero de 2012 The UNIDROIT Principles as rules applicable to international contracts. On purpose to the judgment of the Colombian Supreme Court of February 21, 2012 Jorge Oviedo Albán* Resumen El artículo abarca, en el marco del alcance de la autonomía conflictual en el Derecho Internacional Privado, y a partir de la discutida posibilidad de las partes de un contrato internacional de pactar la aplicación de instrumentos de soft law, las consideraciones expuestas por el pronunciamiento de la Corte Suprema de Justicia colombiana de 21 de febrero de 2012, resaltando la dimensión del mismo y su contribución al Derecho Internacional Privado Colombiano. Palabras clave Principios Unidroit - Autonomía Conflictual - lex mercatoria - Contratos Internacionales - Derecho Internacional Privado. Abstract The article includes, in the frame of the scope of the conflictual autonomy in the Private International Law and Doctor en Derecho y Magister en Derecho Privado por la Universidad de los Andes (Santiago de Chile). Abogado y Especialista en Derecho Comercial por la Pontificia Universidad Javeriana (Bogotá). Becario Ernst von Caemmerer Universität Basel – Grupo Global Sales Law Project (Suiza). Profesor de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de La Sabana. Miembro de la Société de Législation Comparée, de la Academié de Droit Comparé y de la Asociación Americana de Derecho Internacional Privado. * CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||7 from the controversial possibility of the parts to an international contract to agree the implementetion of soft law instruments, the considerations exposed for in the pronouncement of Colombian Supreme Court of February 21, 2012, highlighting the dimension of the same one and his contribution to the Private Colombian International Law. Keywords Unidroit Principles – freedom of choice of law - lex mercatoria – International Contracts - Private International Law Introducción El presente artículo tiene por objeto destacar las consideraciones contenidas en la Sentencia de casación de la Corte Suprema de Justicia colombiana de 21 de febrero de 2012, en relación con la posibilidad para las partes de un contrato internacional de pactar la aplicación de un instrumento de soft law, concretamente los Principios de Unidroit sobre los Contratos Comerciales Internacionales. Para ello, se harán algunas referencias a la forma como se entiende actualmente en el Derecho Internacional Privado a la autonomía conflictual, además de los términos del debate en el Derecho colombiano a propósito del alcance imperativo o dispositivo del artículo 869 del Código de Comercio colombiano. La propuesta de este artículo consiste en resaltar la dimensión que puede llegar a tener la opinión de la Corte Suprema de Justicia en el fallo señalado y su contribución al Derecho Internacional Privado colombiano, en punto de la posibilidad para las partes de pactar las reglas que regirán el contrato. Para el análisis se tendrán en cuenta algunos elementos de Derecho Internacional Privado contenidos en instrumentos modernos como el Reglamento Roma I sobre la determinación de la ley aplicable a las obligaciones contractuales (en adelante Reglamento Roma I), y la Convención Interamericana sobre Derecho aplicable a los contratos internacionales (en adelante Convención de México), entre otros, además de algunas de las propuestas del Derecho Uniforme del Comercio Internacional. 8 || Sección Doctrina Resumen del caso y las consideraciones obiter dicta de la Corte Suprema de Justicia Los hechos del caso conocido en casación por la Corte Suprema fueron los siguientes: Se presentó demanda para que por proceso ordinario se revisara un contrato de mutuo para préstamo de vivienda, al considerar los demandantes que por circunstancias imprevistas se hizo más gravosa la deuda. Tanto el juez de primera instancia como el Tribunal de apelaciones negaron las pretensiones, lo que fue ratificado por la Corte Suprema de Justicia en casación, al no admitir que en el caso en cuestión hubiera imprevisión (Corte Suprema de Justicia de Colombia, 2012). En las consideraciones, la sentencia de casación hace un importante recuento histórico - comparativo sobre la teoría de la imprevisión, sus requisitos, etc., y también menciona la forma como está consagrada en los Principios de Unidroit para los Contratos Comerciales Internacionales 2010, los Principios de Derecho Europeo de Contratos y además, aunque sin decirlo expresamente, parece asumir que el artículo 79 de la Convención de Naciones Unidas sobre Compraventa Internacional de Mercaderías también la incorpora1. 1 En efecto, en la parte respectiva el fallo establece: “La Convención de las Naciones Unidas para los Contratos de Compraventa Internacional de Mercaderías, hecha en Viena el 11 de abril de 1980 (Convention on Contracts for the International Sale of Goods, CISG), incorporada al derecho interno por Ley 518 de 1999 (D.O. 43.656, agosto 5 de 1999, exequible según sentencia C-529 (Corte Constitucional, 2001), promulgada por Decreto 2826 de 2001), si bien carece de previsión, en el artículo 79 prevé la exoneración de responsabilidad por incumplimiento de la obligación, probando “que esa falta de cumplimiento se debe a un impedimento ajeno a su voluntad y si no cabía razonablemente esperar que tuviese en cuenta el impedimento en el momento de la celebración del contrato, que lo evitase o superase o que evitase o superase sus consecuencias”, y en cualquier caso, la lex mercatoria propugna por las cláusulas (hardship) o la revisión del contrato”. (Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, 2012). Cabe recordar, que el artículo 79 de la Convención sobre Compraventa Internacional de Mercaderías dispone en su numeral 1º que: “Una parte no será responsable de la falta de cumplimiento de cualquiera de sus obligaciones si prueba que esa falta de cumplimiento se debe a un impedimento ajeno a su voluntad y si no cabía razonablemente esperar que tuviese en cuenta el impedimento en el momento de la celebración del contrato, que CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||9 Para lo que atañe a los efectos de este artículo, cabe resaltar la opinión de la Corte al decir en las consideraciones que las partes de un contrato pueden acoger a los Principios de Unidroit como reglas del contrato siempre y cuando no se viole la ley nacional imperativa. Además, insiste en que los jueces pueden asumirlos para interpretar los instrumentos internacionales o nacionales. Así lo expresó el fallo en el apartado correspondiente (Corte Suprema de Justicia de Colombia, 2012): Más recientemente, los Principios para los Contratos Comerciales Internacionales -Principles of International Commercial Contracts (PICC)- de UNIDROIT, cuyo Estatuto Orgánico hecho en Roma el 15 de marzo de 1940 se incorporó a la legislación patria por Ley 32 de 1992 (D.O. 40.705, 31 de diciembre de 1992, exequible según sentencia C-048 de 1994), desde su primera versión, contienen directrices precisas sobre la fuerza obligatoria del contrato, la “excesiva onerosidad” (hardship) y la adaptación. Los Principios, simbolizan el esfuerzo significativo de las naciones para armonizar y unificar disímiles culturas jurídicas, patentizan la aproximación al uniforme entendimiento contemporáneo de las relaciones jurídicas contractuales, superan las incertidumbres sobre la ley aplicable al contrato, los conflictos, antinomias, incoherencias, insuficiencia, ambigüedad u oscuridad de las normas locales al respecto. Indispensable aclarar que las partes pueden regular el contrato mercantil internacional por sus reglas, en cuyo caso, aplican de preferencia a la ley nacional no imperativa, y el juzgador en su discreta labor hermenéutica de la ley o del acto dispositivo, podrá remitirse a ellos para interpretar e integrar instrumentos internacionales y preceptos legales internos. Ahora bien, es cierto que estas consideraciones expresadas en la sentencia no afectan en nada la parte resolutiva de la misma, lo evitase o superase, o que evitase o superase sus consecuencias”. Aunque no es objeto del presente artículo, cabe señalar que no es tan claro que esta norma consagre la excesiva onerosidad sobreviniente. Sobre el particular y en relación con las discusiones doctrinales al respecto, véase Veneziano (2010). 10 || Sección Doctrina pero de todas formas, si resulta relevante para las discusiones que han existido en el Derecho colombiano en torno a la escogencia de la ley aplicable al contrato internacional, y de hecho, puede esperarse que a partir de la misma se inicie una nueva etapa en la jurisprudencia colombiana sobre el particular (Zapata, 2012). En los puntos siguientes, se hará referencia a la forma como han sido asumidas estas funciones por la jurisprudencia extranjera al igual que las posturas doctrinales en torno al tema. La autonomía conflictual en el Derecho Privado colombiano Para entender el entorno dentro del cual resulta relevante la sentencia de 21 de febrero de 2012, cabe reseñar las diferentes posturas que existen en Colombia en rededor de la posibilidad que pueden tener o no las partes de un contrato internacional de pactar la aplicación de una ley extranjera. La doctrina nacional no es pacífica en torno al alcance que puede tener el artículo 869 del Código de Comercio, norma de conflicto según la cual los contratos celebrados en el exterior que se ejecuten en el país se regirán por ley colombiana (Oviedo Albán, 2012 a, pp. 130 - 138). En efecto, un primer grupo de autores, que pueden agruparse bajo la denominación “teoría restrictiva” ha entendido que dicha norma tiene carácter imperativo, por lo cual no es óbice a las partes para pactar que el contrato se regirá por una ley diferente de la colombiana. Las razones aludidas son básicamente dos: la primera, basada en el concepto “orden público” en el que se fundamenta la norma, de manera que – se alude – el pactar una ley extranjera para que rija el contrato internacional sería violatorio del mismo, de forma que tendría objeto ilícito y, por ende, se trata de una cláusula nula absolutamente. La segunda, se fija más en la redacción de la norma, aduciendo que cuando el Código emplea la expresión “se regirá”, se trata de una orden imperativa, que niega por ello valor a cualquier disposición en contrario (Suescún Melo, 2003, p. 152; Aljure Sálame, 2011, p. 97). Así, según Suescún Melo (2003, p. 152)2, la única posibilidad para permitir el pacto de ley extranjera Con referencia al artículo 2º de la Ley 315 de 1996. Debe entenderse que 2 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||11 en contratos internacionales es mediando una cláusula arbitral, toda vez que las reglas respectivas permiten que las partes pacten la ley con base en la cual los árbitros deberán solucionar el fondo de la controversia. Otra visión, sobre la que ya se ha mostrado adhesión en artículo anterior, que se denominará “teoría amplia”, no asume, al contrario de la anterior, que el artículo 869 del Código de Comercio sea una norma imperativa, postura que se edifica sobre las siguientes razones: la primera, es el carácter dispositivo de las normas donde se encuentra ubicada, que es el libro IV del Título IV, de obligaciones y contratos del mismo Código (Oviedo Albán, 2012 a, pp. 133 - 135). La segunda, tiene que ver con un criterio de carácter contextual, dado que si se compara este artículo con el 1328, ubicado en el capítulo sobre el contrato de agencia mercantil del mismo Código, se advierte que partiendo de un supuesto fáctico similar: contratos celebrados en el extranjero, a ejecutarse en Colombia, y con una sanción normativa al parecer idéntica: tales contratos se regirán por ley colombiana, resulta que la segunda de las normas citadas incluye una regla que no se encuentra en la primera, a saber: cualquier disposición en contrario se entenderá por no escrita. Así entonces, se puede inferir que si en la norma especial -la relativa a la agencia mercantil-, el legislador incluyó una restricción para el pacto de ley extranjera que no se encuentra en la norma general, que es el artículo 869, que rige para todos los demás contratos que no sean agencia, significa que en ellos si puede pactarse en contrario de tal disposición (Zapata de Arbeláez, 2009, pp. 31 – 36). Con independencia de las posturas divididas sobre el alcance del artículo 869 del Código de Comercio, parece haber una posición pacífica en torno al alcance de las normas arbitrales, tanto en la antigua Ley 315 de 1996, como en el actual estatuto arbitral contenido en la Ley 1563 de 2011, que consagra la posibilidad para el mismo argumento cabe actualmente sobre la base del artículo 18 de la Ley 1563, según el cual el tribunal decidirá conforme a las normas de derecho elegidas por las partes. 12 || Sección Doctrina pactar el Derecho conforme al cual los árbitros deberán dirimir el fondo del conflicto3. Las tendencias del Derecho contemporáneo La autonomía conflictual o posibilidad para las partes de escoger la ley del contrato internacional ha sido objeto de un creciente reconocimiento por parte de los estados y es asumida de forma generalizada en los instrumentos modernos (Marrella, 2003, p. 109). Así por ejemplo, el Reglamento Roma I sobre determinación de la Ley aplicable a las obligaciones contractuales, de 2008, dispone que los contratantes podrán pactar la ley aplicable al contrato, norma que en general es entendida en sentido de que la ley que las partes pueden pactar es una de carácter estatal, sea que presente o no vínculos con el contrato (Carrascosa González, 2009, pp. 132 – 134; Esplugues Mota e Iglesias Buhigues, 2001; Fernández Rozas y Sánchez Lorenzo, 2011, p. 511; Michaels, 2009, pp. 42 – 46). En el arbitraje internacional existe una clara tendencia a “desnacionalizar” el contrato, en el sentido de convenir como aplicable una “ley neutral” y en este sentido son muchos los casos en los que se ha pactado a los Principios de Unidroit como ley del contrato, lo que además, en varios casos, ha sido refrendado por los tribunales (Gamboa Morales, 2006, pp. 20 - 33). Concuerda ello con la teoría de la lex mercatoria, que desde los años sesenta del siglo XX se ha desarrollado como reacción ante el conflicto de leyes conducente a la aplicación de leyes nacionales a transacciones comerciales internacionales y que discute el papel exclusivo del Estado como productor de reglas jurídicas, al entenderse como un sistema jurídico autónomo supranacional que no depende del Derecho estatal y que resulta directamente aplicable a los contratos del comercio internacional, al reflejarse en la práctica contractual, los usos del comercio, principios generales del Derecho y normas de Derecho material uniforme (Bortolotti, 2009, pp. 38 El término “Derecho”, usado por las reglas arbitrales, en plena consonancia con las tendencias sobre la materia, es entendido no como sinónimo de ley en sentido estricto, sino que abarca tanto los instrumentos de Hard Law, como los de Soft Law. Al respecto: Oviedo Albán (2012 A, pp. 127 – 128). 3 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||13 – 52; De Ly, 2005, p. 181; Gama Jr., 2006, pp. 231 – 241; Jacquet, Delebecque y Corneloup, 2010, pp. 57 – 59; Rodríguez Fernández, 2009, pp. 176 - 184). En el comentario al Preámbulo de los Principios de Unidroit se destaca que al representar estos un sistema de principios y reglas de Derecho comunes a los sistemas legales nacionales o mejor adaptados a los especiales requerimientos de las transacciones comerciales internacionales, constituye una buena razón para que las partes los escojan expresamente como reglas que regirán sus contratos, bien de manera autónoma o en conjunto con una determinada ley nacional (Unidroit, 2010, p. 3). De igual forma, en la doctrina se ha señalado que estos principios surgen de la constatación de la insuficiencia del derecho estatal para adaptarse a las especiales exigencias del comercio internacional, del carácter fragmentario de las convenciones internacionales que además no son ratificadas por todos los Estados y de las soluciones parciales que dan ciertos instrumentos, como los INCOTERMS y las Reglas y Usos Uniformes sobre los Contratos de Crédito Documentario (Calderazzi, 2012, p. 68). Igualmente, los Principios de Unidroit prevén la posibilidad de ser aplicados como manifestación de la lex mercatoria o principios generales del derecho de contratos, además que pueden ser aplicables en ausencia de pacto de ley entre las partes (Unidroit, 2010, p. 4). Otros instrumentos que componen el Derecho Uniforme del Comercio Internacional, como es el caso de la Convención sobre Compraventa Internacional de Mercaderías, permiten que las partes excluyan su campo de aplicación y escojan la ley que en defecto deberá regir (Oviedo Albán, 2012 B). De todas formas, en algunos sectores de la doctrina se asume que no es posible que las partes pacten como ley del contrato un instrumento de soft law, como podrían ser los Principios de Unidroit sobre los Contratos Comerciales Internacionales, salvo que los pacten por vía de referencia. Las razones para ello parten de negar el valor de la lex mercatoria y también de que las referencias que hagan los contratantes a los usos del comercio internacional, 14 || Sección Doctrina los Principios de Unidroit y en general a instrumentos semejantes no constituyen una verdadera elección de ley en el sentido restringido en que tal expresión es empleada en el artículo 3.1 del Reglamento Roma I, sino que a lo sumo constituyen incorporación por referencia, esto es: asumirlos como pactos inter partes incorporados al contrato pero no como una verdadera ley reguladora del mismo, de manera que tales pactos sólo serán válidos si la ley del contrato así lo permitiere (Calvo Caravaca y Carrascosa González, 2011, p. 446; Fernández Rozas y Sánchez Lorenzo, 2011 p. 512)4. Cabe destacar que la Convención de México es menos restrictiva al admitir en el artículo 9 que las partes escojan el Derecho que regirá el contrato, y, en caso de no elegir o resultar nulo el pacto, permite al tribunal tomar en cuenta elementos objetivos y subjetivos para determinar el derecho del contrato con el que éste tenga vínculos más estrechos, además de los principios generales del Derecho Comercial Internacional aceptados por organismos internacionales, entre los que tienen cabida los Principios de Unidroit (Marrella, 2003, p. 121; Michaels, 2009, p. 48). De todas formas, se debe señalar que ésta no ha pasado de ser una buena intención en América Latina, puesto que la Convención actualmente sólo rige para México y Venezuela, sin que los demás países den señales de querer adherirse a ella. En el contexto del arbitraje internacional, las leyes y reglamentos permiten de una forma más amplia, que las partes escojan las “reglas de Derecho” que los árbitros deben aplicar al fondo de la controversia, lo que ha permitido que en este escenario los Principios de Unidroit hayan tenido un mayor desarrollo que en tribunales estatales (Perales Viscasillas, 2009, pp. 161 – 164; Scherer, 2009, pp. 82 – 84). Puede asumirse que a pesar de las dudas que puedan existir sobre la legitimidad de la lex mercatoria y de que los Principios de 4 En relación con las posturas de quienes aceptan el valor de la lex mercatoria y quienes lo rechazan, puede verse: Fernández Rozas; Arenas García y Miguel Asensio (2011, pp. 40 – 43). Kleinheisterkamp (2009, pp. 177 – 179) CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||15 Unidroit sean un instrumento que la refleje, las reservas sobre su valor jurídico pueden quedar despejadas e igualmente es una forma de dotarla de valor jurídico, en la medida en que sea la jurisprudencia, de tribunales estatales o arbitrales, la que se pronuncie en sentido positivo5. De igual manera, debe destacarse la función interpretativa tanto de la Ley nacional como de instrumentos internacionales contemplada en el preámbulo de los Principios Unidroit, la que también ha sido seguida por tribunales nacionales y extranjeros, ya sea para reforzar la interpretación dada a normas nacionales o llenar vacíos de otras de carácter internacional (Oviedo Albán, 2012 C, pp. 31 – 39; Frignani y Torsello, 2010, pp. 67 – 69; Gama, 2006, pp. 458 – 461). Comentarios y conclusiones sobre las consideraciones de la Corte Suprema de Justicia La sentencia objeto de estas notas traza algunas líneas que, en relación con lo expuesto en los puntos anteriores, pueden destacarse de la siguiente manera: la primera, es el reconocimiento que hace la Corte a la posibilidad para las partes del contrato de escoger a los Principios de Unidroit como reglas aplicables al contrato internacional. Esta posibilidad no hace más que recordar la naturaleza supletiva de las reglas de obligaciones y contratos contenidas en las leyes nacionales, las que pueden ser derogadas por acuerdo en los contratantes en la medida en que conciban e incluyan cláusulas que dispongan de manera diferente a tales normas supletivas, o bien pactando la aplicación de una ley extranjera que rija esos mismos aspectos o también un instrumento de soft law, como los Principios de Unidroit. Ello, claro está, con los límites señalados por el mismo fallo, que son las reglas nacionales imperativas. Esta restricción está contemplada en el artículo 1.4 de los Principios, de la siguiente forma: “Estos Principios no restringen la aplicación de normas de carácter imperativo, sean de origen nacional, internacional o 5 16 || En anterior trabajo se ha hecho referencia a fallos y laudos internacionales que han reconocido el valor de los Principios de Unidroit como lex mercatoria. (Oviedo Albán, 2012 c, pp. 22 - 31) Véase igualmente: Frignani y Torsello (2010, pp. 64 - 68). Sección Doctrina supranacional que resulten aplicables conforme a las normas pertinentes de Derecho Internacional Privado”. Igualmente, cabe inferir que la Corte Suprema está empleando una concepción de “Derecho” que no se identifica con las leyes de origen legislado ni estatal y que corresponde a la manera como se viene concibiendo en los reglamentos y leyes de arbitraje internacional, según lo ya mencionado6. Conforme a lo anterior, de forma implícita la Corte Suprema está reconociendo en el fallo el alcance supletivo de las normas de conflicto colombianas, lo que sin duda significa un paso adelante en la discusión mencionada anteriormente en torno a si éstas son o no imperativas. Una tercera consideración que vale la pena resaltar es el relacionado con la posibilidad atribuida a los jueces para apoyarse en los Principios de Unidroit a fin de interpretar e integrar instru Un laudo arbitral mexicano (Centro de Arbitraje de México -CAM-, 2006), entendió que la cláusula de un contrato por la que se pactó arbitraje como modo de solución de controversias relativas al incumplimiento, terminación o validez y en la que se convino que: “…como derecho aplicable en cuanto al fondo se verá regido por los Principios UNIDROIT aplicables a los Contratos Comerciales Internacionales…”, no contrariaba las disposiciones del Código de Comercio mexicano que en el artículo 1445 del Código de Comercio dispone que “El tribunal decidirá el litigio de conformidad con las normas de derecho elegidas por las partes”, en la medida en que esta regla acoge “… la postura más moderna que existe sobre el tema de derecho aplicable: l ‘derecho’ aplicable para resolver una controversia no tiene que ser ‘derecho positivo mexicano’, ni ‘derecho positivo’ de jurisdicción alguna. Pueden ser normas que no teniendo dicho carácter las partes hayan escogido en ejercicio de su libertad contractual. Así lo permiten las Reglas CAM. (…) Ello es congruente no sólo con el principio de autonomía de la voluntad, sino con la postura adoptada en el Código Civil Federal, del Distrito Federal, del Código de Comercio y las convenciones internacionales de las que México es parte. (…) Al contemplar dicha posibilidad se deseó permitir la utilización de lo que se conoce doctrinalmente como el jus mercatorum o lex mercatoria. Si bien los ejemplos de dicho género de normas abundan, el ejemplo más notorio de los mismos son precisamente los Principios de la UNIDROIT sobre los Contratos Comerciales Internacionales aprobados en Roma en mayo de 1994, y que fueron modificados en 2004 (los “Principios UNIDROIT”), los cuales las partes han pactado como el ‘derecho’ aplicable a este caso”. 6 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||17 mentos internacionales y normas nacionales, según afirmación de la propia Corte en el párrafo ya citado. Debe destacarse que esta posibilidad, de ser utilizada por los jueces y árbitros, podría dar lugar a importantes desarrollos en el Derecho colombiano, de manera que permitiría hacer una relectura de muchos preceptos de los Códigos Civil y de Comercio para, por esa vía, ponerlos a tono con las tendencia del Derecho contemporáneo. Adicionalmente, esta sentencia encuentra consonancia con otro precedente de la misma Corte, como lo es la sentencia de casación de 16 de diciembre de 2010, en la que se acudió al artículo 77 sobre mitigación de daños, de la Convención de Naciones Unidas sobre Compraventa Internacional de Mercaderías, incorporada al Derecho colombiano mediante Ley 518 de 1999, en relación con la pretensión del demandante de obtener una indemnización de perjuicios por incumplimiento de la otra parte (Corte Suprema de Justicia de Colombia, 2010; Oviedo Albán,2012 D, pp. 49 – 60). Debe anotarse que la posibilidad para los jueces de acudir a las costumbres internacionales (que permitiría buscar soluciones en la lex mercatoria), a los principios generales del Derecho e incluso a tratados de comercio no ratificados por Colombia, para encontrar en ellos soluciones, fue consagrada por el artículo 7º del Código de Comercio, pero a la fecha no ha tenido mayores desarrollos. Finalmente, esta sentencia contribuye a darle legitimidad a la lex mercatoria en el Derecho colombiano y, de esta forma, desde una perspectiva latinoamericana, a su desarrollo. Cabe esperar los desarrollos doctrinales y jurisprudenciales en el futuro. Bibliografía Aljure Sálame, A. (2011). El contrato internacional. Bogotá: Universidad del Rosario – Legis. Bortolotti, F. (2009). Manuale di Diritto Commerciale Internazionale, Diritto dei contratti internazionali, terza edizione, volume 1. Padova: Cedam. 18 || Sección Doctrina Calvo Caravaca, A. Y Carrascosa González, J. (2011). Derecho Internacional Privado, vol., II, 12ª ed. Granada: Comares. Calderazzi, R. (2012). I Principi Unidroit. En U. Patroni Griffi (A cura di), Manuale di Diritto Commerciale Internazionale. pp. 68 - 76. Milano: Giuffrè. Carrascosa González, J. (2009). La ley aplicable a los contratos internacionales: el Reglamento Roma I. Madrid: Colex. Centro de Arbitraje de México -CAM- (2006). 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Ámbito Jurídico, nº 26, p. 21. 22 || La eficacia internacional de las declaraciones de voluntad anticipada de acuerdo a la nueva legislación de Uruguay* International efficacy of directive about advance statements according to the new legislation in Uruguay Rubén Santos Belandro** Resumen Por medio de la Ley 18.473 de 17 de marzo de 2009 se incorpora en el ordenamiento jurídico uruguayo la “Voluntad Anticipada” y se regula su alcance. Mediante el presente artículo se realiza un estudio sobre el contenido de la nueva legislación en relación con las denominadas Declaraciones de Voluntad Anticipada, mediante las cuales el individuo se encuentra facultado legalmente para oponerse a la aplicación de tratamientos y procedimientos médicos y con las cuales expresa su voluntad para decidir sobre su incapacidad futura. Se desarrolla en consecuencia la eficacia internacional de aquellas declaraciones, así como las condiciones materiales y procedimentales de dicha figura jurídica que, por haber sido recientemente incorporada, no escapa de discusión. Palabras clave Declaración de Voluntad Anticipada, Ley 18.473 de 2009, Derecho Internacional Privado. Conferencia pronunciada el 8 de octubre de 2009 en la Asociación de Escribanos del Uruguay. Una primera versión de este trabajo ha sido publicada en la Revista Electrónica ElDial.com. No. 52. ** Profesor en Régimen de Dedicación Total de Derecho Internacional Privado y Profesor de Derecho Extranjero y Comparado en la Facultad de Derecho de la Universidad Mayor de la República y en la Regional Norte con sede en la ciudad de Salto (Uruguay). * CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||23 Abstract By means of the Law 18.473 of March 17, 2009 there joins in the juridical Uruguayan classification the “ Early Will “ and his scope is regulated. By means of the present article a study is realized on the content of the new legislation in relation by the called Declarations of Early Will, by means of which the individual is authorized legally to be opposed to the application of treatments and medical procedures and with which it expresses his will to decide on his future disability. There develops in consequence the international efficiency of those declarations, as well as the material and procedural conditions of the above mentioned juridical figure that, for having been recently builtin, does not escape of discussion. Keywords Declaration of Early Will – Law 18.473, 2009 - International Private Law. Tres casos de la vida real Parece oportuno plantear desde el inicio tres casos de la vida real -ampliamente conocidos por todos- como modo de ubicación dentro del tema a examinar. Primer caso. Italia. Eluana Englaro había nacido el 25 de noviembre de 1970 y al sufrir un accidente de tráfico a los 17 años de edad quedó en estado vegetativo de carácter irreversible. Su padre, Beppino Englaro, solicitó infructuosamente durante 11 años a las autoridades judiciales la suspensión de suministrarle alimentos con la finalidad de dejarla morir, basado en el argumento de que -según él- ante un accidente de un joven que había quedado en la misma situación, Eluana le había manifestado que en esas condiciones ella no desearía seguir viviendo. Manifestación verbal, entonces, realizada únicamente a su padre. La demanda fue rechazada en varias oportunidades, hasta que al final ésta fue concedida durante el mes de enero de 2009 y, en cumplimiento de la sentencia, se procedió a suspenderle la nutrición que la mantenía con vida (alimentación e hidratación), falleciendo el 9 de febrero de 2009 a los 38 años de edad. 24 || Sección Doctrina Su situación generó profundas polémicas en Italia, a favor y en contra de la medida. Su padre calificó la situación de su hija de tortura inhumana, acompañado por un sector de la opinión pública que consideraba que “no podía haber dignidad sin sentimientos, y tampoco libertad al estar obligadamente atada a una máquina, con una intimidad violada y una voluntad secuestrada”. La situación a la que estaba inmersa la condenaba a vivir artificialmente hasta el infinito (Muñoz de Dios, 2009). Otro sector, opuesto al primero, advirtió la falta de certeza de la manifestación de voluntad de Eluana, además de que la medida judicial estaba directamente dirigida a privarle del derecho fundamental a comer y a beber, elementos esenciales de la asistencia humana. Se consideró que era inhumano hacer morir a una persona mediante el ayuno y la sed. Se afirmó que un enfermo vegetativo no es un enfermo en coma ni un enfermo terminal, sino un discapacitado grave, con cuidados especiales. Varios neurólogos consideraron que era absurdo hablar de irreversibilidad en cuanto hubo casos -aunque raros- de recuperación parcial. Segundo caso. España. Ramón Sampedro había nacido en Galicia, en La Coruña, en el año 1943. Recorrió el mundo como marinero y a los 26 años de edad sufrió un accidente en la playa que lo dejó cuadripléjico, paralizado del cuello hacia abajo, postrado en una cama, ya que se negó a utilizar la silla de ruedas. Su vida transcurrió durante 29 años escuchando música, leyendo y escribiendo, al cuidado de su familia y hermano, esperando que el Estado autorizara sin éxito la posibilidad de suicidarse, al considerar que su vida como tetrapléjico era indigna. Su experiencia dio motivo a una película denominada “Mar Abierto”, protagonizada por Javier Bardem. Dos mujeres tuvieron una intensa relación con él: una abogada y enferma terminal que apoyó su decisión de eliminarse, y otra, una vecina, maltratada por su pareja, que le hacía notar que la vida valía la pena ser vivida. En 1998, luego de que los tribunales rechazaran la eutanasia -la actitud activa de terminar con su vida- preparó un sofisticado plan con el auxilio de amigos y familiares, con la finalidad de que éstos no fueran inculpados, falleciendo finalmente a los 55 años CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||25 de edad. La polémica en España fue igual de intensa que en Italia, sosteniéndose que “la película defendía el concepto de una libertad en cuanto autonomía personal sin límites morales o legales, sólo controlada por la propia conciencia”. Tercer caso. Inglaterra. Stephen Hawking nació en Inglaterra el 8 de enero de 1942. A los 20 años de edad comenzó a sentirse torpe y débil y al año siguiente se realizó una serie de exámenes inmediatamente antes del matrimonio que había proyectado, en base a los cuales los médicos le diagnosticaron una enfermedad neuronal motora: esclerosis lateral amiotrófica o enfermedad de Lou Gerhig. El pronóstico médico fue que no viviría lo suficiente para doctorarse, no más de dos o tres años, límite normal de la enfermedad. Sin embargo, el vaticinio no se cumplió y aún vive, actualmente contando con 67 años de edad. Como lo ha manifestado en varias oportunidades, para su propia sorpresa descubrió que estaba disfrutando de la vida a pesar del deterioro progresivo de su salud, al punto que en 1985 se le realizó una traqueotomía aplicándosele un sistema informático que le permitió tener una voz electrónica, y a pesar de que sus miembros fueron paulatinamente inmovilizándose y su cuello perdió fuerza para sostener su cabeza. Él mismo maneja su silla de ruedas, con leves movimientos de su cabeza y de sus ojos. A saber, se trata de un físico y cosmólogo de reputación mundial, además de un divulgador científico. Parte de sus trabajos se centraron en el examen de la teoría general de la relatividad, aplicándola al estudio de los agujeros negros. Como puede percibirse, se trata de tres casos bien distintos. El primero atañe a una enferma en estado de inconsciencia, el segundo a un paciente lúcido no conforme con sus condiciones físicas de vida, y el tercero al de una persona que ,casi con los mismos padecimientos del último citado, prefiere sacarle el máximo provecho a la vida y lo logra a pesar de la creciente adversidad a que se ve sometido. 26 || Sección Doctrina Introducción En los últimos tiempos ha crecido la preocupación de las personas ante la eventualidad de caer en un estado de incapacidad física o intelectual, lo cual ha motivado que el Derecho Positivo haya comenzado a regular los actos jurídicos relacionados con el tema. El intento de plasmar esa preocupación en normas legales o en Tratados internacionales no está exento de profundos problemas filosóficos que deberán intentarse resolver antes de acceder a soluciones de fondo. ¿Cuáles son los derechos humanos fundamentales que batallan entre sí para prevalecer en relación con el otorgamiento de las declaraciones sobre la propia incapacidad? Uno de ellos es el derecho a la libertad: libertad de pensamiento, que conduce a la libertad de actuar y, también, a la libertad de disponer sobre su propio cuerpo. ¿Puede cada uno decidir lo que desee? ¿Hay un límite marcado para esa libertad o ella es irrestricta? El otro es el derecho a la dignidad, en cuanto todos los seres humanos están investidos de una especial condición –por no decir majestad- por su calidad de tales. No toda libertad humana puede considerarse una actitud digna. Ese es el fondo del problema en este asunto. Un debate que puede volverse una polémica encarnizada en cuanto cada uno de los derechos fundamentales citados quiera o intente invadir exageradamente el ámbito de actuación del otro derecho. Lo curioso es que esta discusión se planteó entre dos autores eminentes que vivieron con una diferencia de tres siglos entre sí. A saber, Gian Pico della Mirandola del s. XV (1463-1494), en su obra De la dignidad humana (Pico della Mirandola, 1942); y a Inmanuel Kant del s. XVIII (1724-1804), en su Fundamentación de la metafísica de las costumbres. (Kant, 1973).1 Los autores pueden estudiarse en forma más extensa en Santos Belandro (2007). 1 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||27 Para Pico della Mirandola (1942), la dignidad del hombre hace referencia a su libertad. Para él, el hombre es esencialmente libre, porque su naturaleza es indeterminada e indefinible; por tanto, es a él a quien le corresponde establecer la medida de su libertad. El hombre se hace a sí mismo, se automodela -para mejor o para peor- precisamente porque goza de esa libertad. Sin embargo para Kant (1973) el énfasis hay que colocarlo en otro lado: la persona vale como tal, independientemente de cualquier condicionamiento social, histórico o nacional. La condición o calidad humana es digna en sí misma, y por tanto toda persona debe ser considerada como un fin en sí mismo y no como un medio al servicio de un fin. Esta premisa genera como consecuencia que el hombre es libre, pero bajo la condición de respetar su propia dignidad, de cuidar su propia humanidad a la cual jamás deberá atacar. Las repercusiones que pueden aparecer si se adopta una u otra postura son realmente formidables, y precisamente son los problemas que se ventilan al día de hoy. ¿La mujer es “dueña” de su propio cuerpo? ¿Puede ella abortar? ¿Es válida la eutanasia? ¿Debe apoyarse el suicidio? ¿Es legítimo aplicar la pena de muerte? ¿El Estado debe intervenir para defender la dignidad de un alcohólico crónico, de un drogadicto, o la de un mendigo en situación de calle y que no quieren rehabilitarse? Sin duda que, según se recurra a Kant o a Pico della Mirandola, las soluciones serán diferentes y, por tanto, le corresponde al legislador establecer una vía media -que puede ciertamente ser muy sinuosa- para transitar hacia soluciones legales, sin herir profundamente ninguno de estos dos derechos fundamentales. Las declaraciones de voluntad anticipada Algo análogo se produce al examinar el tema de las declaraciones de voluntad anticipada, también denominadas declaraciones sobre la propia incapacidad, o testamentos vitales2 . La única También se lo conoce bajo otros nombres: living will, testamento biológico, carta de autodeterminación, durable power attorney for health care, medidas de autoprotección, etc. 2 28 || Sección Doctrina definición correcta es la primera. Y la segunda, pues esta sugiere un enfermo incapacitado o inconsciente, situaciones que no siempre se dan. Tampoco le cabe la calificación de testamento vital, pues, si bien en ambos instrumentos se dispone de algo -sobre la calidad de la vida o sobre la herencia-, el testamento es un acto jurídico por medio del cual una persona generalmente dispone de su patrimonio y decide sobre determinadas situaciones personales, pero para después de su muerte. En tanto que la declaración de voluntad anticipada, en un sentido estricto, está destinada a regular la calidad de vida del propio sujeto cuando éste cae en un estado que, por lo general, lo imposibilita decidir por sí mismo. La creación de estas voluntades anticipadas le correspondió a un abogado de Chicago -Louis Kutner-, quien en 1967 –o sea hace unos 40 años– ideó un documento para que cualquier persona pudiera plasmar por escrito su voluntad de rechazar la aplicación de cualquier tratamiento en un supuesto de enfermad terminal, intentando evitar el llamado encarnizamiento terapéutico (Alonso Herreros, 2004, p. 387). Es bueno insistir que la persona no ordena a través de la declaración de voluntad anticipada que la maten, sino que la dejen morir, que permitan la actuación de la naturaleza sobre su cuerpo cansado, con los cuidados mínimos indispensables como ya se verá. O a la inversa, que se extremen los cuidados y los conocimientos científicos para mantenerla con vida durante el mayor tiempo posible, que también puede suceder aunque son los menos3. Pero, específicamente, ¿qué puede comprender? Los motivos que pueden conducir a la celebración de una declaración de vo3 Algunas legislaciones distinguen entre las denominadas instrucciones previas, que contemplan los deseos del paciente expresados dentro del ámbito del consentimiento informado con anterioridad al acto médico, por ejemplo a una operación quirúrgica, de la voluntad anticipada en sentido estricto, que centra su problemática en la imposibilidad de decidir en forma consciente sobre el tratamiento de sus afecciones. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||29 luntad anticipada son muy variados, y del examen del Derecho Comparado puede observarse que: • La mencionada declaración puede contener las pautas a seguir, para el caso de que una persona caiga en un estado de disminución o de incapacidad física o intelectual; • Normas sobre la administración y enajenación del patrimonio del otorgante, durante el período de su incapacidad física o mental; • El nombramiento de apoderados; • La autodesignación de un curador; • La negativa o la aceptación a que sea internada en un centro geriátrico o en un centro hospitalario; • El deseo de morir en su propia casa; • La disposición de su propio cuerpo una vez haya muerto, para ser incinerado o para ser entregado a estudios científicos; • La donación de sus órganos. Calificación de la declaración de voluntad anticipada Sin duda resulta algo complicado ubicar este acto jurídico dentro de las categorías existentes en el Derecho Positivo. Habiéndose rechazado la calidad de testamento en su sentido específico, tampoco cabría ubicarlo bajo la figura del mandato, en cuanto el art. 2086 del Código Civil uruguayo (República Oriental del Uruguay) establece específicamente en el numeral 7 que “el mandato se acaba (…) por la incapacidad sobreviviente del uno o del otro (mandante o mandatario).” Más bien se piensa que se trata de un poder de representación sui generis, donde se le hace un encargo a un tercero para que actúe en determinadas circunstancias sobre el cuerpo del poderdante, bajo determinados parámetros establecidos por el propio otorgante. La Ley 18.473 corrobora esta afirmación, pues en el art. 6 menciona la necesidad de designar un representante. Ob30 || Sección Doctrina viamente se trata de un acto jurídico unilateral, autorizativo, revocable y formal4. Normas sobre la eficacia internacional de las declaraciones de voluntad anticipada ¿Qué ocurrirá para el caso de que una persona haya otorgado una declaración de voluntad anticipada en el extranjero y se vea afectada por una situación crítica de su salud en Uruguay? Las normas internacionales son escasas, debido principalmente a lo novedoso del tema, en especial respecto de la eficacia internacional de los documentos otorgados con tal finalidad. Sin embargo, hay que pensar rápidamente en soluciones legales porque las personas hoy día tienen una capacidad de movilización internacional como nunca la han tenido en el pasado, incluso los adultos mayores. Se debe recordar, además, que más de medio millón de uruguayos se encuentran radicados en el exterior. La representación se encuentra vinculada con una relación de base, que puede estar constituida por negocios de distinto tipo: el mandato, el arrendamiento de servicios, la sociedad, etc. Es frecuente que el poder de representación se halle conectado con el contrato de mandato. Y muchos creyeron en el Derecho uruguayo, que el poder de representación integraba como elemento esencial al contrato de mandato, en base a lo cual concluían que no podía haber mandato sin poder de representación, tal como lo establece el Código Civil francés, que influyó en el art. 2051 del Código Civil uruguayo. Sin embargo, fueron los estudios de la escuela alemana -de Ihering y de Laban- los que permitieron separar el fenómeno de la representación del contrato de mandato. El mandato es un contrato por medio del cual una parte se obliga a cumplir actos jurídicos por cuenta ajena; es bilateral o sinalagmático en tanto genera obligaciones recíprocas; gratuito u oneroso; etc. El apoderamiento, por el contrario, no es un contrato sino un negocio jurídico unilateral, emanado del representado y dirigido a un tercero donde no se necesita la aceptación de este último. Puede haber representación sin mandato, como es el caso de la representación de los incapaces. O puede haber mandato sin representación, como sucede en la comisión. El mandato puede ser sin representación pero el poder siempre es representativo. En conclusión, debe distinguirse el mandato del negocio de apoderamiento. Son dos figuras autónomas, aunque muchas veces aparezcan conectadas. Los límites del poder deben siempre desprenderse de él. 4 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||31 Y no olvidar tampoco que cada vez más los adultos que han vivido toda su vida laboral en países altamente desarrollados y de clima extremadamente frío desean pasar sus últimos días en países de clima agradable, poblado por gente amable y con niveles de seguridad aceptables. Miles de adultos mayores provenientes de Suecia, Noruega, Finlandia, Dinamarca y norte de Alemania, se trasladan anualmente a vivir a la costa malagueña de España. Ocurre algo parecido con los japoneses, donde es el propio gobierno el que favorece esta clase de traslados internacionales permanentes. También puede darse la situación de un turista que sufre un accidente o padece una patología fulminante en Uruguay, que imposibilite su traslado al Estado de su residencia habitual. En tal caso, ¿qué eficacia internacional tiene la declaración de voluntad anticipada otorgada en su país de origen? En este escenario hay, entonces, un campo inmejorable para el otorgamiento de estas disposiciones, lo que engendra el problema de la ley aplicable a estos documentos y de su eficacia internacional. El derecho positivo de Uruguay. Uruguay aún no ha contemplado en su derecho internacional privado la categoría “declaraciones de voluntad anticipada”. No obstante, es posible incluir dicha manifestación de voluntad dentro del rubro “actos jurídicos”. Todas las normas que regulan los actos jurídicos -Tratados de Derecho Civil Internacional de Montevideo de 1889 (arts. 32 a 34) y de 1940 (arts. 36 a 38), así como el art. 2399 C.C. (República Oriental del Uruguay, Código Civil) que remite a los arts. 34 a 38 del primer Tratado mencionado- aceptan la misma solución: Los actos jurídicos se rigen, en cuanto a su existencia, naturaleza, validez y efectos, por la ley del lugar de su cumplimiento (…). En las hipótesis señaladas las declaraciones de voluntad anticipada otorgadas en Argentina y Paraguay, o en Bolivia, Colombia y Perú –a las que se les aplican los Tratados de Montevideo- o en el resto de los países del mundo -bajo las disposiciones del Código Civil- quedarán sometidas a la ley uruguaya -o sea a la Ley 32 || Sección Doctrina 18.473 (República Oriental del Uruguay, 2009)- si el declarante se encuentra en Uruguay, en cuanto “a su existencia, naturaleza, validez y efectos” de estas declaraciones. Por tanto, aquellas declaraciones otorgadas en el extranjero y ajustadas a la ley uruguaya gozarán de eficacia extraterritorial en nuestro país, sin que pueda oponérsele por ese solo motivo la excepción de orden público internacional. Solo cabría su interposición en aquellas oportunidades donde el consentimiento no hubiera sido emitido libremente. Y, para el caso de que las declaraciones fueren más amplias, en tanto consignaren la autodesignación de un curador; o cómo conducirse respecto del patrimonio del declarante (en cuanto a la disposición y administración de los bienes); o qué hacer con sus órganos cuando muera; estas declaraciones quedarán fuera del campo de aplicación de la ley, pues no son inválidas, pero deberán ajustarse a las soluciones que genere cada tema específico. Es posible que la declaración de voluntad anticipada pueda estar contenida en un testamento solemne abierto. Pero no en un testamento solemne cerrado, por cuanto sería imposible conocer su voluntad dado que es cerrado, y que además solo se abre luego de la muerte del testador. Por tanto, a pesar de la existencia en un mismo documento de varias expresiones de voluntad, no dejan de ser actos totalmente diferentes, regulados por disposiciones normativas particulares a cada uno. El notariado se ha preocupado por el análisis jurídico de estas declaraciones. Lo hicieron en primer lugar los jóvenes, en la IX Jornada del Notariado Novel del Cono Sur (2007) realizada en Punta del Este y luego fueron analizadas en la XIII Jornada Notarial Iberoamericana (2008) en Asunción; sin perjuicio de otras monografías individuales y libros especializados, todos sumamente valiosos. Además, cabe consignar que, de conformidad con la Ley 15.441 -art. 1- (República Oriental del Uruguay, 1983), al documento otorgado en el extranjero que consigne la declaración de voluntad anticipada y que quiera hacerse valer en nuestro país, CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||33 se le aplicarán las normas sobre legalización, si viene otorgado en documento público o contiene una certificación notarial de firmas. Los documentos enteramente privados no se legalizan, por cuanto el objetivo de la legalización es determinar que el documento es autorizado por una autoridad competente y que ésta ha actuado, a dicho momento, en el ejercicio de sus funciones. Igualmente -cuando correspondiere y de acuerdo al art. 6 de la ley citada- los documentos “deberán ser traducidos por traductor público nacional”. La situación en la Unión Europea. El Consejo de Europa y la Unión Europea han realizado esfuerzos para obtener una regulación legal de la mencionada figura jurídica a través de dos Recomendaciones: la Recomendación No. R (99) del Comité de Ministros de los Estados Miembros sobre los principios referentes a la protección jurídica de los mayores incapaces (Consejo de Europa, 1999a) y la Recomendación 1418 (1999) sobre protección de los derechos del hombre y de la dignidad de los enfermos incurables y de los moribundos (Consejo de Europa, 1999b). La Conferencia de La Haya de Derecho Internacional Privado. Pero el organismo que ha avanzado más en el tratamiento de este tema es la Conferencia de La Haya de Derecho Internacional Privado, que el 13 de enero del año 2000 aprobó el Convenio de La Haya sobre la protección internacional de los adultos (2000), el cual regula en el art. 15 la disposición sobre la propia incapacidad. En el estudio no se profundizarán estas soluciones porque lo que a nosotros nos interesa es analizar la incidencia de la ley uruguaya recientemente aprobada y su repercusión sobre las declaraciones de voluntad anticipada provenientes del exterior5. Para quienes deseen profundizar en el tema conviene mencionar las excelentes leyes vigentes en Cataluña -Ley 21.2000- (Comunidad Autónoma de Cataluña, 2000), en Galicia -Ley No. 3/2001- (Comunidad Autónoma de Galicia, 2001), de Navarra -Ley No. 11/2002- (Comunidad Autónoma de Navarra, 2002), que fueron la base de la ley general para toda España. En Francia se halla vigente la Ley 2005-370 (República Francesa, 2005). 5 34 || Sección Doctrina VI. Ley 18.473 de 17 de marzo de 2009 Ámbito material de la ley. La Ley 18.473 del 17 de marzo de 2009 (República Oriental del Uruguay, 2009) es una ley muy nueva, y además una ley muy breve, por cuanto consta de 11 artículos, siendo el producto muy mejorado de proyectos individuales anteriores de los legisladores Washington Abdala y Luis José Gallo, que luego fueron consolidados en un proyecto común. Cabe dejar claramente expresado que la mencionada ley traza un ámbito de reconocimiento de las declaraciones de voluntad anticipada mucho más estricto que el que ofrece el Derecho Comparado, ya que de acuerdo al art. 1 inc. 2, solo encontrarán la protección de la ley aquellas voluntades que busquen “oponerse a la futura aplicación de tratamientos y procedimientos médicos que prolonguen su vida en detrimento de la calidad de la misma, si se encontrare enferma de una patología terminal, incurable e irreversible”, por lo cual el ámbito material de la Ley se ciñe exclusivamente al ámbito de la salud. La Ley 18.473 regula únicamente situaciones determinadas y específicas que carecen de contenido patrimonial. 1ª. Posibilidad: derecho a oponerse a la aplicación de tratamientos y procedimientos médicos Respecto de su contenido, se percibe que la ley atiende a una doble situación. El primer inciso del art. 1 reconoce el derecho de toda persona a “oponerse a la aplicación de tratamientos y procedimientos médicos”. Un ejemplo sería el de un paciente -que, debidamente informado por su médico tratante de la enfermedad que padece, del tratamiento que le ofrece y de las perspectivas de curación, puede optar entre dar su consentimiento o, por el contrario, de gozar de la libertad de negarse a ello. Por ejemplo cuando el médico le diagnostica al paciente una catarata en la vista sugiriéndole la conveniencia de operarse y éste se niega a cualquier intervención quirúrgica, o el caso de un diabético al que se le sugiere la amputación de su pierna ante la enfermedad que avanza. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||35 Cuando una persona rehúsa someterse a un tratamiento o a una intervención, el médico debe respetar esta decisión y no puede contradecirlo. No está autorizado a recurrir a otro procedimiento sin haber obtenido el consentimiento previo del enfermo. El centro del problema es el paciente, no el médico. Hay que dejar bien claro que la negativa del paciente le quita legitimidad a cualquier acto médico; y esto se encuentra reafirmado en el inciso 1 del art. 1 (Lemon, 1993). La única limitación legal respecto de la negativa se produce cuando la patología que padece “afecte o pueda afectar a terceros”. Un ejemplo se puede encontrar cuando, ante una epidemia controlable únicamente mediante vacunación, la persona se niega a hacerlo, comprometiendo con su actitud la salud del resto de la población. 2ª. Posibilidad: voluntad para decidir sobre su incapacidad futura El otro aspecto que atiende la Ley 18.473 (República Oriental del Uruguay, 2009) refiere específicamente la voluntad anticipada de una persona para decidir sobre su situación ante una enfermedad terminal. Este último aspecto se encuentra legislado en el inciso 2 del art. 1, que dice así: Del mismo modo, tiene derecho de expresar anticipadamente su voluntad en el sentido de oponerse a la futura aplicación de tratamientos y procedimientos médicos que prolonguen su vida en detrimento de la calidad de la misma, si se encontrare enferma de una patología terminal, incurable e irreversible. De la mencionada disposición pueden extraerse ciertas pautas: se trata de la celebración de un acto jurídico realizado cuando la persona “en forma voluntaria, consciente y libre” decide con anticipación cómo deberá actuarse ante una enfermedad grave que la deje en una situación de imposibilidad de atender su persona, principalmente haciendo valer el deseo de evitar un ensañamiento. 36 || Sección Doctrina ¿Cuándo se produce el ensañamiento? El ensañamiento se produce cuando se prolonga artificialmente la vida del paciente por medio de tecnologías y tratamientos desproporcionados o extraordinarios, atrasándose en forma abusiva e irracional el proceso de la muerte. El deseo de evitar el encarnizamiento, ensañamiento o empecinamiento terapéutico -que también se denomina así- implica atender únicamente el sufrimiento del enfermo, aun cuando los medicamentos a utilizar con tal fin puedan acortarle la vida. Esa declaración de voluntad puede permanecer en estado de latencia durante un tiempo indefinido, pues puede acontecer que la circunstancia prevista para su aplicabilidad nunca se produzca6. Además, la lucidez del paciente durante el transcurso de la enfermedad no puede constituirse en un impedimento para hacer efectiva la declaración de voluntad anticipada, simplemente significará que el paciente corrobora o confirma lo expresado bajo otras circunstancias, quizá más cómodas y tranquilas. Se protege, por tanto, el derecho de vivir y a morir dignamente; el derecho a proteger su propia intimidad; en suma, el respeto a la autonomía de la voluntad del sujeto declarante. Con base en lo expresado, ya se puede decir que si Eluana hubiera estado internada en Uruguay la solución dada por la Justicia italiana hubiera sido inadmisible entre nosotros por tres razones: • La primera, por cuanto nuestro ordenamiento jurídico impone el requisito del soporte escrito para manifestar la voluntad anticipada, algo que Eluana no hizo; • En segundo término, porque la joven no se encontraba en una situación terminal sino solo en estado vegetativo; Puede ocurrir que el otorgamiento se haya producido en determinado momento tomando en consideración la inexistencia de conocimientos tecnológicos necesarios para su cura. Pero con el transcurso del tiempo la “patología” a la que pueda estar sujeta la persona encuentre posibilidades de curación. ¿Qué ocurrirá en tal caso? Resulta claro que el médico deberá abstenerse de aplicar la declaración sobre la propia incapacidad porque ya no se tratará de una “patología terminal, incurable e irreversible”, que son las condiciones que disparan la aplicación de la norma legal. 6 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||37 • Además, porque el cuerpo médico especializado en neurología no era unánime en cuanto a diagnosticar con total certeza que Eluana no podía restablecerse en el futuro, aunque más no fuera parcialmente. Destacados neurólogos habían hecho notar casos de enfermos comatosos que luego de muchísimos años pasaron al estado de conciencia. • La imposibilidad de obtener una opinión médica unánime y concluyente quedó demostrada en el caso de Stephen Hawking, quien a pesar de los pronósticos médicos ha tenido una larga vida de 67 años. Se debe recordar siempre que la medicina es un arte y que, por tanto, no puede proporcionar pronósticos infalibles; • Además, algo muy importante a señalar: el sufriente a considerar es el enfermo, no la familia. Lo que se debe proteger es la intimidad de la persona afectada por la enfermedad. Ello quiere decir que ningún tercero puede actuar de acuerdo a sus propios criterios éticos, filosóficos o religiosos y aplicarlos al enfermo: ni los familiares; ni el Escribano actuante -en caso de optarse por una documentación notarial de voluntad anticipada-; ni el personal médico -comprendiendo médicos, enfermeros y acompañantes pagos- pueden sustituir los criterios, valores y principios del enfermo. • Puede acontecer que el paciente desee morir en paz evitando todo tipo de ensañamiento ante la constatación de que su estado de morbilidad es irreversible, y sus familiares, por el contrario -generalmente por creencias religiosas o metafísicas-, deseen extenderle la vida lo más posible aun a costa de grandes sufrimientos. Esta situación no es aceptable y debe ser rechazada. • Los criterios y conductas que deben imperar en todo momento son aquellos que el paciente asumió y defendió en estado de normalidad. Y ello debe ser así, aún cuando la autorización le haya dejado un margen de libertad muy extenso al apoderado. En síntesis, las decisiones siempre 38 || Sección Doctrina habrán de tomarse de acuerdo con los principios y la forma de pensar sustentados por el declarante. • Para arribar a una decisión médica, tampoco corresponde analizar los gastos que pueden incurrirse en el tratamiento de la enfermedad. No es casualidad que las declaraciones de voluntad anticipadas hayan tenido su origen en los Estados Unidos de América, un país donde más de la mitad de su población carece de seguro médico y donde el tratamiento de las enfermedades insume generalmente sumas cuantiosas que pueden conducir a la ruina de las familias. En estos casos el enfermo corta por lo sano, autoinmolándose mediante el otorgamiento de estas declaraciones, ante circunstancias económicas insuperables, para no perjudicar más a su propio grupo familiar. Condiciones para la aplicación de la ley. La circunstancia que hace aplicable la ley y que generará la protección de la misma está constituida por la presencia de una “patología terminal, incurable e irreversible”. Se examinan los términos utilizados por el legislador: • Terminal: es una patología que conduce o lleva inexorablemente al fin de la vida en un plazo relativamente breve; la legislación holandesa considera que enfermo terminal es aquel que tiene un pronóstico de supervivencia inferior a 6 meses, y también aquel que no responde a ningún tratamiento curativo. • Incurable: lo será en la medida que la patología que padece la persona sea imposible de sanar de acuerdo a los conocimientos o a los adelantos tecnológicos con que cuenta el personal médico a dicho momento. • Irreversible: significa que solo es posible un desenlace concreto: la muerte del sujeto. Se trata entonces, de un pronóstico sin esperanza alguna. Se observa, en consecuencia, que de acuerdo a la Ley 18.473 el campo de actuación de estas declaraciones resulta muy acotado, CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||39 en tanto se hace necesaria: 1) la existencia de una patología, 2) la proximidad de la muerte y 3) la necesidad de evitar el encarnizamiento o ensañamiento sobre el paciente enfermo, no interesando si este último se encuentra lúcido o no. Puede generar dudas si la norma legal mencionada puede aplicarse a una persona, que habiendo sufrido un accidente automovilístico que la dejó cuadripléjica, con la única posibilidad de abrir y cerrar los ojos, debido a lo cual quedó sometida a alimentación por medios externos, pero que permanece mentalmente lúcida. Es el caso de Ramón Sampedro antes mencionado. ¿Su circunstancia de vida es ubicable dentro del concepto de “patología” utilizado por la norma legal? Si hubiera estado viviendo acá se llega a la constatación de que su situación es irreversible y además que es incurable, pero no necesariamente terminal, por cuanto podía vivir muchos años, como realmente ocurrió. Sin embargo, examinando su condición de acuerdo a los parámetros de la Ley 18.473, se puede apreciar que ley le ha dejado una puerta abierta a los Ramón Sampedro, pero dentro del primer principio consagrado en el art. 1, ya que la mencionada disposición reconoce el derecho de toda persona a “oponerse a la aplicación de tratamientos o procedimientos médicos” (Alonso Herreros, 2004, p. 82)7. O sea que lo único que podía hacer era re Hay otra cuestión examinada por Alonso Herreros (2004): “cabría preguntarse si un documento de este género puede “suplir” totalmente la opinión del médico de cabecera. Parecería que es absolutamente imposible que una voluntad anticipada pueda contemplar todas las posibilidades, en tanto que el profesional médico puede aconsejar en cada momento y actuar en situaciones donde la decisión sea difícil de tomar. Así pues, el principio de respeto de la voluntad del paciente no debería entenderse en términos absolutos, ya que ello podría ir contra la salud y la vida del mismo y provocar un enfrentamiento entre la voluntad del paciente y lo que el médico debe hacer para salvar la vida de aquel. El autor continúa de la siguiente manera: “puede ocurrir que éste, pensando tal vez en la eventualidad de un cáncer, sin embargo si ingresa por un accidente de tráfico y el respirador puede salvarle la vida ¿qué debe hacer el médico?; indubitablemente la praxis le empujará a poner el respirador aunque ello no le exima al temor de las consecuencias de actuar en contra de un documento explícito en sentido contrario. Por ello, el catedrático de Bioética y Política Sanitaria de la Universidad de Loyola apuesta por una estrecha 7 40 || Sección Doctrina chazar todo tipo de alimentación para morir por inanición, algo por lo que Sampedro no optó. Personas facultadas para otorgar las declaraciones de voluntad anticipada Pasando a otro punto: ¿qué personas se encuentran facultadas para otorgar una declaración de voluntad anticipada? Solo pueden serlo las personas mayores de edad plenamente capaces. La manifestación de voluntad debe ser dada, entonces, por el propio interesado, si tiene 18 años o más de edad, y deberá hacerlo en forma “voluntaria, consciente y libre”; por tanto, habrá de darse en conceptos inequívocos. Además, esta declaración de voluntad deberá interpretarse al momento de su aplicación siempre con un sentido restrictivo. Y para el caso de duda, deberá estarse siempre a favor del mantenimiento de la vida humana, aplicándose el principio in dubio pro vita. Objeto de la declaración de voluntad anticipada. La Ley 18.473 explicita muy claramente su objeto: la finalidad de la ley es la de oponerse a la futura aplicación de tratamientos y procedimientos médicos que prolonguen su vida en detrimento de la calidad de la misma pero para el único caso de encontrarse la persona enferma de una patología terminal, incurable e irreversible. La ley habla de “patología”, que de acuerdo al diccionario de la Real Academia Española alude a enfermedades. Puede presentarse la duda en caso de lesiones que conduzcan a la misma situación. Para nosotros, debe utilizarse un concepto amplio y comprensivo de los dos, siempre y cuando las condicionantes y el final -tanto de un enfermo como de un accidentado- sean equivalentes, que no fue el caso de Sampedro. El momento para efectuar dicha declaración puede ser cuando el declarante se encontraba en perfecto estado de salud, o cuando se encuentre ante el diagnóstico de una enfermedad, tal como la cataloga la Ley 18.473. relación médico-paciente, para lograr la efectividad de las voluntades anticipadas”. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||41 La plasmación de esa voluntad en un escrito habrá de ser un verdadero arte, en cuanto deberá cuidarse tanto de una redacción demasiado amplia y vaga, como de una demasiado rígida o estricta. Debería evitarse caer en la simple frase “no deseo que se me apliquen tratamientos inútiles que solo sirvan para retrasar la muerte”, pero también aquella que exprese que “excluye tal tratamiento”, sin más, por considerárselo como inútil al momento del otorgamiento, aun cuando años más tarde se demuestre que puede ser de provecho para la recuperación de la salud del paciente. Por tanto, deberán rechazarse expresiones demasiado tajantes, siendo conveniente dejar siempre una puerta abierta para la adecuación de la medida a la realidad del momento. Por lo cual conviene utilizar expresiones tales como que “se excluirá tal tratamiento si no conduce a mi curación al momento de su aplicación”. En resumen, los propósitos de una disposición legal que protege manifestaciones de voluntad de esta naturaleza persiguen: • Por un lado, expandir la voluntad del sujeto; • Por el otro, que se mantengan los parámetros y valores que han guiado al enfermo durante toda su vida; • Además, evitar que los terceros invadan la esfera íntima de su ser, introduciendo pautas de conducta y valores que él no comparte; • Y por último, el deseo de poner fin al paternalismo médico mediante el reconocimiento de que, en última instancia, es la persona la dueña de su destino. Aspectos formales que rodean la declaración de voluntad anticipada Ahora, se observan los aspectos formales de que deben rodearse en las declaraciones de voluntad anticipada. El art. 2 de la ley uruguaya está dedicado a regular este aspecto, con la finalidad de dar mayores garantías acerca de la conservación de la voluntad del paciente. El artículo establece dos posibilidades, reconociendo en ambos casos la exigencia de un soporte escrito. 42 || Sección Doctrina Este soporte escrito puede ser de dos clases: a) la declaración podrá realizarse en un documento privado con la firma del declarante y de dos testigos, sin necesidad de una certificación notarial de firmas; o b) podrá extenderse en escritura pública o en acta notarial. Por tanto, debe otorgarse ante determinadas personas, nunca puede ser un acto otorgado en soledad. Por otro lado, no debe ser admitida como válida la voluntad tácita del paciente, reconstruida en base a indicios. Y tampoco la voluntad presunta, basada en su estilo de vida o sobre los principios y valores que la gobernaban cuando estaba en buen estado de salud, porque a menudo ocurre que las personas cambian bruscamente de manera de pensar, cuando son ellas y no los terceros los afectados por una situación dramática. Podrían merecer dudas aquellos casos donde la persona ha manifestado abiertamente a todo el país o al mundo -por televisión o por la prensa escrita- la voluntad de no someterse a determinadas prácticas médicas si llega a una situación terminal en su salud, y esta manifestación ha quedado grabada o impresa, y donde los testigos en realidad son todos, como integrantes del público. En estos casos hay una prueba cierta de la voluntad y hasta cierto punto hay un documento y hay testigos, pero no hay una firma, entonces no podría tener validez jurídica de acuerdo a la Ley 18.473 (Muñoz de Dios, 2009, p. 29). En síntesis, la declaración de voluntad anticipada debe ser “clara, expresa e indubitable” y constar en un escrito firmado por el interesado. El otorgamiento de un documento privado El documento podrá ser de puño y letra del declarante o podrá recurrirse a la asistencia de un operador jurídico para su redacción, abogado o escribano. La ley expresamente establece que si el declarante no puede firmar –extensible a la hipótesis de que no sepa hacerlo- firmará a ruego uno de los dos testigos. En el caso de que el redactor haya sido un escribano, no se necesitará CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||43 la certificación de firmas. De hacerse será superflua, salvo para el caso de que se discutiera judicialmente si realmente el declarante fue la persona que dijo ser y si efectivamente firmó la declaración. La presencia de testigos La presencia de dos testigos solo es exigida cuando una persona decida manifestar su voluntad anticipada consignándola en un documento privado; no será necesaria cuando su voluntad se manifieste en escritura pública o por acta notarial, excepto en un caso que seguidamente se verá. La ley consagra, además, un conjunto de inhabilidades para ser testigos. No podrán serlo: 1) el médico tratante; 2) sus empleados o, 3) los funcionarios de la institución médica en la cual se asiste el paciente. Lo que busca la ley es evitar un conflicto de intereses, donde la carga económica de una enfermedad prolongada puede pesar mucho, y alentar la actitud de que la decisión médica a tomar en el momento oportuno sea lo más objetiva posible. Por los mismos motivos hubiera sido adecuado que la ley prohibiera también a los padres o hijos, cónyuges y/o concubinos oficiar de testigos. En España, por ejemplo, dos de los tres testigos exigidos legalmente no deben ser familiares del otorgante; parece adecuado que así sea, debido a que pueden tener intereses encontrados: como no querer gastar en el tratamiento médico del familiar o en el personal que lo cuide; o no querer destinar su tiempo personal al cuidado del paciente deseando por tanto terminar lo más rápidamente posible con esa situación. El otorgamiento en escritura pública o acta notarial Luego se tiene la posibilidad de la intervención de un notario en la autorización de estas declaraciones. Su intervención tiene dos efectos relevantes: 1) otorgar fecha cierta al documento y 2) darle matricidad a la voluntad declarada. Y esto último es sumamente importante, debido a que en numerosas ocasiones todos han tenido conocimiento de la desaparición por extravío o por 44 || Sección Doctrina hurto de las historias clínicas de los pacientes; o de su mutilación, extrayéndose del mismo determinadas hojas comprometedoras. La creación de una matriz notarial evitaría cualquier desconocimiento de la voluntad del enfermo y quedaría al resguardo de esas anomalías. Constituye, por tanto, un argumento que el notario deberá plantearle al cliente que le pide su asesoramiento. En su actuación, el notario está obligado a que lo contenido en el documento corresponda fielmente con la voluntad libre y consciente del otorgante. En caso de que el sujeto opte por otorgar su declaración en escritura pública o acta notarial, se lo exime de la presencia de testigos en el otorgamiento de la declaración, salvo que no pueda o no sepa firmar, para lo cual se recurrirá a dos testigos instrumentales de conformidad con la parte final del art. 144 de la acordada 7533 (Suprema Corte de Justicia de Uruguay, 2004). El Escribano autorizante deberá controlar la identidad del declarante y obtener los certificados registrales que acrediten su capacidad. Y de optarse por la redacción de un acta notarial, ésta debe ser protocolizada, de conformidad con el art. 207 de la misma acordada, aun cuando la Ley 18.473 no la imponga. Incorporación a la historia clínica Lo que no se exige es la inscripción de la declaración en algún Registro Público, bastando su incorporación a la historia clínica del paciente. Como el evento puede demorar varios años en producirse, quizá décadas, hubiera sido conveniente que en caso de archivo de parte de la historia clínica -por el volumen que ha tomado- siempre debe quedar en la última historia y hasta sería conveniente que en la carátula de la misma se deje un espacio impreso para dejar constancia acerca de si el paciente ha otorgado o no una declaración de voluntad anticipada. Como la ley no lo ha impuesto, sería de conveniencia de la institución médica para resguardar la responsabilidad del personal ante posibles acusaciones de la familia. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||45 Tomando en consideración la redacción de los dos primeros incisos del art. 1 de la Ley, cabría la duda de si exactamente las mismas formalidades deben ser cumplidas para renunciar a cualquier “tratamiento o procedimiento médico” a que hace alusión el inciso 1 o, si solo deben respetarse estas formalidades cuando la persona se encuentra sufriendo una “patología terminal, incurable e irreversible”. Si bien “donde la ley no distingue no debe hacerlo el intérprete”, se piensa que realizando una interpretación contextual, que permite acudir a los artículos 5 y 7, se puede concluir que las formalidades mayores centran su objetivo en los casos terminales. En el caso de un paciente que padece de una catarata ocular o una hernia sin riesgos inmediatos, pero aconsejándosele su internación, si se niega a operarse o a internarse no debería seguirse las formalidades legales, bastando únicamente el asiento de su voluntad en la historia clínica bajo su firma y responsabilidad. Plazo de vigencia de la Declaración Hubiera sido oportuno, por otro lado, que la ley especificara un plazo acotado de vigencia de estas declaraciones de voluntad anticipadas, con el fin de ir acompasando la voluntad del paciente con los adelantos científicos en el ámbito médico, y además para atender la posibilidad de que la voluntad del paciente haya cambiado en el ínterin. La legislación norteamericana establece para las declaraciones un plazo de vigencia de 5 años, el cual nos parece razonable. Designación de un representante El art. 6 posibilita incluir en la declaración de voluntad anticipada el nombramiento de una persona mayor de edad, para que vele por el cumplimiento de su voluntad cuando caiga en estado de inconsciencia. Para la profesora Carozzi (2009, p. 11), no se trata de un requisito necesario para la validez de la declaración -por lo cual, según ella- si la manifestación de voluntad establece instrucciones claras pero sin designar apoderado, la declaración será igualmente válida y deberá ser respetada. Pero lamentable46 || Sección Doctrina mente esta opinión no está de acuerdo con la redacción dada al art. 6, que expresamente establece que “se deberá incluir siempre el nombramiento de una persona denominada representante”. Este representante del declarante está encargado de cumplir con una función limitada y específica, determinada expresamente por la ley. Por ello, con la simple declaración de voluntad anticipada el representante no puede atribuirse la calidad de curador, ni actuar como apoderado sobre cuestiones ajenas a la salud del paciente afectado de una enfermedad terminal -bien sea sobre cuestiones personales como patrimoniales. El representante designado tiene total libertad para aceptar o para rechazar el encargo. ¿El médico tratante puede ser el apoderado? Se trata de una situación que puede darse con mucha frecuencia, tratándose de personas sin familia o con su familia distanciada, y donde además se ha establecido una relación médico-paciente de mutua confianza. Sin embargo, el representante está afectado por inhibiciones legales, ya que no podrá serlo el profesional retribuido para desarrollar actividades sanitarias a cualquier título respecto del otorgante. Además, se admite la posibilidad de que el otorgante designe sustitutos para el caso de que “el representante no quiera o no pueda aceptar, una vez que sea requerido para actuar”. Es altamente conveniente que se decida la inclusión de sustitutos, debido a la posibilidad de que la declaración comience a aplicarse una vez que ha pasado mucho tiempo y la persona designada en primer término ha muerto o ha envejecido y no desea asumir el cargo. Al ser los representantes personas individualizadas, el declarante no puede expresar que “designo a mis parientes” en general, o “a mi familia”, como apoderados, puesto que el alcance exacto de una directiva de esta naturaleza sería difícil de precisar. Si la representación es plural, sería conveniente que el otorgante especificara su deseo de que actúen de consuno, y si el consenso no puede obtenerse, que decidan por mayoría la conducta a seguir. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||47 Formalidades para la revocación El poder de representación es un acto unilateral enteramente revocable. Si se observa detenidamente se puede constatar que la formalidad requerida para la revocación de la declaración de voluntad anticipada es mucho más liberal que para la declaración propiamente dicha, en cuanto puede realizarse en forma escrita o verbal. Parece claro que el alivianamiento de las formalidades está establecido a favor de la vida del paciente; y restablece la obligación médica de luchar por su recuperación. La revocación también debe incorporarse a la historia clínica del paciente, como forma de que el personal médico tenga un conocimiento claro del abordaje a realizar cuando se presente la faz terminal de la patología (art. 4). Se piensa que para resguardar la responsabilidad médica -en el caso de que se le acuse al médico de no haber respetado la declaración de voluntad anticipada- sería importante que, en caso de revocación verbal, éste haga firmar la historia clínica a su titular o a su representante legal. Terceras personas que pueden decidir sobre la calidad de vida del enfermo sin cumplir con los requisitos formales citados ¿Y qué ocurre con aquellas personas que no otorgaron la declaración porque eran incapaces? ¿Quedarán expuestas a tratamientos que impliquen ensañamiento? ¿Podrán en sus momentos de lucidez, o de acuerdo a su grado de madurez, renunciar a “tratamientos o procedimientos médicos”? ¿Y si no puede hacerlo por sí, quién puede expresar una voluntad al respecto? El art. 7 está dedicado a resolver aquellos casos que se presentan cuando quienes deciden no son en última instancia los pacientes sino terceras personas. A nuestro juicio, sus manifestaciones de voluntad estarían exoneradas de las exigencias formales que se han venido examinando. De todos modos, sería conveniente -para salvaguardar la responsabilidad médica- que se realice un asiento en la historia clínica del paciente, bajo la firma de los res- 48 || Sección Doctrina ponsables de tomar la decisión. A continuación se observan las distintas posibilidades: - primero, el caso de una persona capaz, pero que no expresó su voluntad y se encuentra imposibilitada de expresarla: de conformidad con el art. 7.1, “la suspensión de los tratamientos o procedimientos será decisión del o de la cónyuge o, del o de la concubina de la persona afectada.” No obstante, y a pesar de lo dicho, existen numerosas situaciones que la ley no aclara. Como bien señala la profesora Carozzi (2009, p. 12) puede ocurrir que el cónyuge se encuentre separado de hecho desde hace muchos años, manteniendo con el paciente un vínculo puramente jurídico, no afectivo; ante lo cual no parece razonable confiar en esa persona sobre una situación tan delicada como es la de una enfermedad terminal de un paciente. En cuanto a los concubinos, puede plantearse la situación de que el paciente estuviere casado, y que viva en concubinato con otra persona, ante lo cual, por lógica -pero no por decisión legal-, habría que privilegiar la opinión de aquella persona que convive con el paciente. Además, al aprobarse la Ley 18.246 sobre uniones concubinarias (República Oriental del Uruguay, 2008), el concepto de “concubinato” debe hacerse de acuerdo con la precitada ley, lo cual permite cubrir tanto al concubino del paciente del mismo o de diferente sexo. Solo en caso de ausencia de éstos, se recurrirá a los consanguíneos de primer grado: padres y/ o hijos. El inciso 2 del art. 7 afirma que “En caso de concurrencia entre los familiares referidos, se requerirá unanimidad en la decisión.” Por ejemplo, si tiene varios hijos y además sus padres vivos, o cuando es casado y concubino registrado. Sin embargo, no dice que ocurrirá en caso de que esa unanimidad no se obtenga, ya sea una controversia entre cónyuges y concubinos, o entre padres e hijos, o entre hijos entre sí. La ley parece dejar fuera de todos estos problemas a las autoridades judiciales, las cuales no son mencionadas en ningún momento. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||49 - el segundo caso es el de una persona que ha sido declarada incapaz y que por tal motivo no pudo otorgar la declaración de voluntad anticipada: la ley dice que la renuncia a los tratamientos o procedimientos médicos debe ser realizada por su curador (art. 7.2); - y en el caso de niños y de adolescentes: “la decisión corresponderá a sus padres en ejercicio de la patria potestad o a su tutor” (art. 7.3). Con una excepción: si los padres del niño son también menores de edad, el tutor tiene la obligación de “consultar” -o sea a tomar en cuenta- la opinión de los padres del niño, si conviven efectivamente con él. Pero de todos modos la decisión última corresponderá al tutor. Las opiniones de los incapaces, interdictos o niños: hay que destacar que la ley adopta una posición acorde al Derecho Positivo más avanzado en relación con el tratamiento de la incapacidad de las personas, al considerar que los procesos de incapacidad y de capacidad son graduales. Se rechaza la opción tajante de los Códigos y leyes del s. XIX y comienzos del s. XX que imponían una alternativa draconiana: se es capaz o se es incapaz y, en este último caso, las personas quedaban absolutamente excluidas de la vida civil. En la actualidad las leyes son más morigeradas, admitiéndose incapacidades parciales, prohibiendo por ejemplo que la persona pueda realizar determinados actos -los más graves- como vender bienes inmuebles, pero para el resto de sus actividades podrán gozar de autonomía de decisión y celebrar contratos de diferente tenor. Basado en esta postura el art. 7, al final, señala: No obstante, cuando el paciente sea incapaz, interdicto o niño o adolescente, pero con un grado de discernimiento o de madurez suficiente para participar en la decisión, ésta será tomada (en cuenta) por sus representantes legales en consulta con el incapaz y el médico tratante. 50 || Sección Doctrina Por tanto, el interdicto con intervalos lúcidos también deberá ser consultado cuando sea necesario adoptar una medida sanitaria y se encuentre viviendo un momento de lucidez. En estos casos la decisión última corresponderá al representante, en consulta con el médico tratante. En cuanto a los menores de edad, no recoge otra cosa que la postura de la Convención sobre los Derechos del Niño (1989), que en su art. 12 declara especialmente que: 1. Los Estados Parte garantizarán al niño que esté en condiciones de formarse un juicio propio, el derecho de expresar su opinión en todos los asuntos que lo afecten, teniéndose debidamente en cuenta sus opiniones, en función de su edad y madurez. 2. Con tal fin, se dará en particular al niño la oportunidad de ser escuchado en todo procedimiento judicial o administrativo que lo afecte, ya sea directamente o por medio de un representante o de un órgano apropiado, de conformidad con las normas de procedimiento de la ley nacional. El Código de la Niñez y de la Adolescencia -Ley 17.823- (República Oriental del Uruguay, 2004) de Uruguay completa lo expuesto con un principio general contenido en el art. 8 que dice así: Todo niño y adolescente goza de los derechos inherentes a la persona humana. Tales derechos serán ejercidos de acuerdo a la evolución de sus facultades, y en la forma establecida por la Constitución de la República, los instrumentos internacionales, este Código y las leyes especiales. En todo caso tiene derecho a ser oído y obtener respuestas cuando se tomen decisiones que afecten su vida. ¿Y qué decisión puede ser más importante que ésta, cuando está decidiéndose sobre su propia vida al estar afectado de una enfermedad terminal? VIII. Producción del evento previsto en la declaración Procedimiento a seguir por el médico tratante CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||51 ¿Qué ocurrirá cuando el evento previsto en la declaración se ha concretado? ¿O sea que nos encontramos ante una patología tal cual está definida en la ley? Desde ya se dice que la declaración de la propia incapacidad no puede ejecutarse automáticamente. La ley exige el agotamiento de determinadas etapas, las cuales tienen plazos breves, dada la situación de urgencia y la gravedad de la dolencia. La ley diseña todo un procedimiento como modo de garantizar el correcto cumplimiento de la voluntad del paciente y que esta voluntad no se vea desvirtuada por intereses espurios, como pueden ser evitarle gastos a la familia o a la institución de asistencia médica donde el paciente está afiliado. En todo caso deberá imperar la prudencia y la buena fe de los médicos y de los representantes (Herrera, 2008). La redacción de la declaración de voluntad puede generar más de un dolor de cabeza en materia de interpretación en el personal médico. Éste intentará ajustarse, en la medida de lo posible, a la expresión de voluntad consignada en el documento, con la finalidad de no ser llamado a responsabilidad por la familia en el futuro, siempre que la declaración no fuere contraria a la ley. Por ejemplo, será imposible de ser aceptada por el personal médico por ser contraria a nuestro ordenamiento jurídico, una orden dada por el paciente de que ante una enfermedad irreversible el médico tratante termine con su vida. La declaración de voluntad anticipada no puede ser una puerta abierta a la eutanasia. Como bien se ha expresado “el derecho a morir no genera un correspondiente deber de matar”. Una vez constatada la declaración de voluntad anticipada por el médico tratante -porque ha accedido a ella en la historia clínica del paciente- y habiendo corroborado que esta declaración no ha sido revocada, si la afección que sufre el paciente coincide con la declaración y con el concepto legal, el art. 5 establece que “el diagnóstico del estado terminal (…) deberá ser certificado por el 52 || Sección Doctrina médico tratante y ratificado por un segundo médico en la historia clínica del paciente.” Hecho esto, el médico tratante todavía no está habilitado para cumplir con la voluntad del enfermo terminal sino que “deberá comunicarlo a la Comisión de Bioética de la institución” en la que desempeña sus funciones, la cual tendrá 48 horas para decidir. “En caso de no pronunciamiento en dicho plazo, se considerará tácitamente aprobada la suspensión del tratamiento.” Por tanto, cabe concluir que el médico tratante no podrá tomar una decisión de suspensión de los tratamientos o procedimientos por sí y ante sí, sino que debe primero certificar la calidad de enfermo terminal del paciente, luego obtener una segunda opinión médica que la confirme, y por último, el consentimiento de la Comisión de Bioética de su institución. Esta última podrá confirmar la suspensión -ante lo cual el camino del médico quedará finalmente expedito- o rechazarla. Por sí o por no, la decisión de la Comisión de Bioética será la que prevalecerá. En todo caso -o sea cuando la Comisión de Bioética dio la autorización, o cuando dejó vencer el plazo de 48 horas y el médico procedió a suspender los tratamientos o procedimientos- deberá comunicarse dicha decisión a la Comisión de Bioética y Calidad Integral de la Atención de la Salud del Ministerio de Salud Pública, sin plazo y “a los efectos que corresponda”. Objeción de conciencia. Por último, cabe señalar que si con base en sus ideas filosóficas, morales, éticas o religiosas el médico tratante considera que su conciencia le impide acceder a la suspensión de los tratamientos o procedimientos, será subrogado en tal decisión por el médico que corresponda, sin responsabilidad alguna de su parte. El mantenimiento de los cuidados paliativos Si bien la voluntad del paciente es jurídicamente relevante para suspender cualquier tratamiento o procedimiento médico que vaya en detrimento de su calidad de vida ante una patología “terminal, incurable e irreversible”, no deberán suspenderse CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||53 los cuidados paliativos; que son aquellos cuidados que permite continuar con la alimentación y la hidratación, salvo que el paciente voluntariamente lo rechace. Tampoco corresponde la alimentación e hidratación cuando le produzcan un sufrimiento excesivo, puesto que de acontecer esto último regirá el criterio noli me tangere. De todos modos deberá practicársele el aseo y los cambios de postura, en atención a la dignidad de que goza todo ser humano. Estos cuidados se destinan a aliviar los sufrimientos sin tener por finalidad la curación. Incluso, las actuaciones médicas podrán quedar circunscritas a aliviar los dolores físicos del paciente aun con la convicción de que la medicación aplicada implique un acortamiento de su vida. La sedación no puede tener por objeto hacer dormir al enfermo o dejarlo en estado de inconsciencia precisamente en la hora decisiva de su vida. Sólo por motivos graves deberá privársele de conciencia al moribundo. En estos últimos tiempos se ha afirmado que la sedación terminal no necesariamente acorta la vida, sino que en ese acortamiento tiene mayor incidencia el propio dolor. Cuando se aplique una sedación terminal (el denominado cóctel lítico) la buena práctica médica aconseja una sedación que no implique la muerte en cosa de pocos minutos, sino calmar el dolor en su justa medida, de modo que el paciente muera en paz y con la mayor tranquilidad posible. Hay diversos tipos de cócteles que combinan morfina y cocaína, midazolam con morfina, demerol con thorazine y valium, etc. Entretanto se continuarán con los cuidados paliativos. El objetivo de estos cuidados no es que el enfermo viva más tiempo sino que viva mejor lo que le resta de vida, o sea, lo que se desea es no obstaculizar la acción de la naturaleza. Hay que evitar, entonces, la aplicación de procedimientos degradantes que humillen a la persona, y ella sola podrá decidir hasta qué punto continuar con los tratamientos. Por estas razones parece adecuada la previsión establecida al respecto en el inciso 4 del art. 1, el cual indica que “No se en54 || Sección Doctrina tenderá que la manifestación anticipada de voluntad implica una oposición a recibir los cuidados paliativos que correspondieren”. Responsabilidad médica. Para terminar, parece claro que el respeto puntilloso de la voluntad del paciente, dentro de las coordenadas fijadas por la Ley 18.473, eximen de toda responsabilidad civil al personal médico. Además despenaliza su conducta. Pero en modo alguno el reconocimiento jurídico de estas declaraciones importará la recepción de la eutanasia. El principio de no discriminación que deben respetar las instituciones públicas y privadas de prestación de servicios de salud El último artículo de la ley intenta respetar el principio de no discriminación. El art. 11 advierte que el paciente no puede ser objeto de ninguna presión para que otorgue una declaración de voluntad anticipada para acceder a la calidad de afiliado al servicio de salud, o para aplicársele cualquier tratamiento. Con ello se busca evitar que las instituciones sanitarias utilicen las declaraciones de voluntad anticipada para reducir sus costos operativos si todavía existen posibilidades de cura, aun cuando tengan que seguir tratamientos prolongados y gravosos. Balance final. Como balance final se puede decir que desde nuestro punto de vista estas declaraciones no serán de utilización masiva. Porque para su otorgamiento se requiere la existencia de determinadas condiciones personales: un sujeto consciente de la finitud de la vida; el deseo de mantener la calidad de la misma cuando se presenten síntomas de disminución física, psíquica o intelectual; y la voluntad de mantener aquellos parámetros de conductas, principios y valores que defendió en momentos de plena lucidez. Por ello, las declaraciones de voluntad anticipada no son para cualquiera. Enfrentados al tema de la muerte, muchos prefieren no pensar en ello y mirar para otro lado, dejando que las circunstancias y los demás decidan en definitiva. El problema no está en la ley sino en la forma de pensar de cada uno. La conclusión a la que se puede llegar en este tema es que no hay verdades absolutas que permitan dividir todo entre blanco y negro. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||55 Referencias Alonso Herreros, D. (2004). El documento de voluntades anticipadas. Análisis de la ley holandesa sobre la eutanasia. Revista Jurídica de Catalunya. 103(2), 381–410. Asociación de Escribanos del Uruguay. (2007). IX Jornada del Notariado Novel del cono sur 30 de agosto al 1o de septiembre de 2007. Punta del Este, Uruguay. Carozzi, E. (2009). Declaraciones de voluntad anticipada: Análisis de la Ley 18.473. Tribuna del Abogado, 162, 10–13. Colegio de Escribanos del Paraguay. (2008). XIII Jornada Notarial Iberoamericana 26, 27 y 28 de junio. Asunción, Paraguay. 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La intervención notarial en la protección del adulto, con especial hincapie en la protección internacional de la persona mayor de edad. Presentado en la XIII Jornada Notarial Iberoamericana, 26, 27 y 28 de junio. Tema II. Competencia notarial en asuntos no contenciosos. Asunción, Paraguay. Kant, M. (1973). Fundamentación de la metafísica de las costumbres (4ª ed.). Madrid: Espasa Calpe. Lemon, A. (1993, 5 de noviembre). La más secreta intimidad. (El derecho constitucional en los umbrales de la muerte). Diario La Ley. Muñoz de Dios, L. (2009). ¿Hizo “testamento vital”? El Notario del S. XXI. Colegio Notarial de Madrid, 25, 26-31. Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. (1989). Convención sobre los Derechos del Niño. Pico, G. (1942). De hominis dignitate heptaplus de ente et uno. Firenze: Vallechi Editore. República Francesa. (2005, abril). Relativa al derecho de los enfermos y al fin de la vida, Ley 370. Francia. República Oriental del Uruguay. 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(1889-1940). Tratado de Derecho Civil Internacional. 58 || La responsabilidad social de la empresa en el ámbito de la Unión Europea* The corporate social responsibility in the European Union Linda Navarro Matamoros** Resumen El eje fundamental del presente estudio radica en analizar la repercusión del mecanismo de la responsabilidad social de la empresa, también denominada responsabilidad social corporativa en el ámbito de la Unión Europea. No obstante, también alude someramente a la repercusión alcanzada en América. Para ello, y partiendo en origen de la perspectiva que nos aporta el Derecho europeo en general, el estudio se centra en la experiencia de algunos de los países vecinos de España. Según la ONG AccountAbility, en un ranking de los 108 países cuyas empresas tienen un mayor grado de desarrollo de la responsabilidad social empresarial, los líderes son, por estricto orden: Suecia, Dinamarca, Finlandia, Islandia, Reino Unido, Noruega y Nueva Zelanda. España concretamente, con un índice del 63.7, ocupa la posición número 26. Palabras clave Responsabilidad Social Corporativa (RSC) – Responsabilidad Social de la Empresa Unión Europea – AccountAbility. Trabajo elaborado en el marco del Proyecto núm. 08734/ PPC/08, Fundación Séneca-Región de Murcia. Agencia Regional de Ciencia y Tecnología. ** Doctora “europea” en Derecho Mercantil. Profesora de Derecho Mercantil. Universidad de Murcia (España). [email protected] * CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||59 Abstract The fundamental axis of the present study takes root in analyzing the repercussion of the mechanism of the corporate social responsibility in the area of the European Union. Nevertheless, also it alludes to the repercussion reached in America. For it and dividing in origin of the perspective that us contributes the European Law in general, the study centres on the experience of some of the neighboring countries of Spain. According to the NGO AccountAbility, in a ranking of 108 countries which companies take a major degree of development of the social managerial responsibility, the leaders are, for as strict order: Sweden, Denmark, Finland, Iceland, United Kingdom, Norway and New Zealand. Spain concretely, with an index of 63.7, occupies the position number. Keywords Corporate Social Responsability (CSR) – European Union AccountAbility. Introducción El fenómeno de la globalización -característico de la realidad económica de nuestro tiempo y que se define como la tendencia de los mercados y de las empresas a extenderse, alcanzando una dimensión mundial que sobrepasa las fronteras nacionales (Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, 2001)1- también encuentra su reflejo en el ámbito del Derecho mercantil y en el marco del Derecho societario. Esa tendencia de las empresas a extenderse y a integrarse con otras figuras, no solo a nivel europeo sino también a nivel mundial, exige la creación de nuevos mecanismos que permitan que No obstante, son muchas las definiciones atribuidas a este término criticado por algunos autores y tachado por otros de exclusivamente economicista. En este sentido, el profesor Beck (1998, p. 40) al hablar de globalización dice que “es la palabra, es el slogan, la consigna peor empleada, menos definida, más nebulosa…”. Otros autores, como Giddens (2000, p. 15), que divulgó el empleo de dicho término, se refiere a este fenómeno como un proceso de interdependencia en términos mucho más generales que los estrictamente económicos. A este respecto, establece que “la globalización está reestructurando nuestros modos de vivir, y de forma muy profunda”. 1 60 || Sección Doctrina esa integración se lleve a cabo de una forma satisfactoria y permita dar cabida a nuevos elementos y estructuras, que suponen la clave del éxito del funcionamiento de las mismas. Bajo estas premisas, de un tiempo a esta parte se constata un progresivo interés por el cambio y la renovación del Derecho societario europeo2 caracterizado por una pretensión de flexibilización, simplificación (Moreau y Terré, 2005, p. 533 y ss) (Sánchez Miguel, 2007, p. 1243 y ss) y modernización3, no siempre lograda, que se traduce en la publicación de diversos informes y comunicaciones oficiales sobre la materia, sin perjuicio de una casi inabarcable contribución doctrinal. No obstante, los difíciles momentos de crisis económica que atravesamos, y de la que constantemente se hacen eco los medios de comunicación, restringen en ocasiones las iniciativas renovadoras cuya función esencial, en la mayoría de los casos, es adecuar nuestros textos reguladores, en ocasiones arcaicos, a las exigencias que reclama la práctica societaria. En este sentido, paralelamente y dentro de esa misma línea, se han promulgado en los últimos años los conocidos “Códigos de buen gobierno” cuya función primordial se centra, como es bien sabido, en determinar los mecanismos adecuados para dirigir y controlar las compañías, así como la forma de obtener un mayor grado de responsabilidad de la dirección, un mayor control en la rendición de cuentas a los accionistas y un mayor índice de obtención de riqueza para la sociedad en cuestión (Alonso Almeida, 2008, p. 32). El concepto de buen gobierno, objeto de regulación en los mencionados códigos, puede en ocasiones confundirse con otras En el año 2000, el Consejo Europeo se marcó el objetivo de establecer en Europa la economía más competitiva y dinámica del mundo antes del año 2010. No obstante, pasados unos años se puede constatar que el proceso ha sido lento, y que ciertas disparidades entre las directrices políticas y su concreción en los Estados miembros han ralentizado el desarrollo económico. Avrio Eurolaw Info (2005). 3 En este sentido resultan de gran interés las consideraciones de Embid Irujo (2002, p. 1637 y ss) (2006 b, p. 11 y 12). En este último, el profesor Embid contextualiza el término “modernización”, acercándonos al sentido que este adopta en Derecho de sociedades. 2 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||61 realidades características de nuestro tiempo, como puede ser la responsabilidad social corporativa. No obstante, ambos se relacionan de forma muy estrecha y, aunque no es el único factor a tener en cuenta, su vinculación radica en que “se es socialmente responsable aplicando un buen gobierno” (Lizcano, 2006, p. 22) (Embid Irujo, 2004, p. 14 – 17). En este punto radica el eje fundamental de nuestro estudio. Nuestra labor se centrará en analizar exclusivamente la repercusión del mecanismo de la responsabilidad social de la empresa, también denominada responsabilidad social corporativa (términos que por su idéntico significado utilizaremos indistintamente) en el ámbito de la Unión Europea. Para ello, y partiendo en origen de la perspectiva que nos aporta el Derecho europeo en general, nuestro estudio se centrará en la experiencia de algunos de nuestros países vecinos. No obstante, y a pesar de que según la ONG AccountAbility4 (2007) en un ranking de los 108 países cuyas empresas tienen un mayor grado de desarrollo de la responsabilidad social empresarial, los líderes son, por estricto orden: Suecia, Dinamarca, Finlandia, Islandia, Reino Unido, Noruega y Nueva Zelanda. Algunos de estos países no serán analizados en nuestro estudio. España concretamente, con un índice del 63.7, ocupa la posición número 26. Aproximación al panorama de la responsabilidad social de la empresa en el marco de la Unión Europea. Origen y evolución de la responsabilidad social corporativa Las primeras manifestaciones sobre el término de responsabilidad social corporativa parecen remontarse a los años cincuenta del pasado siglo. 4 62 || Estadística realizada en el año 2007 que concretamente recogía los siguientes índices: Suecia (81.5), Dinamarca (81.0), Finlandia (78.8), Islandia (76.7), Reino Unido (75.8), Noruega (75.5), Nueva Zelanda (74.9) (Accountability, 2007). Sección Doctrina Aunque parece que el término empezó a utilizarse en Estados Unidos en esa misma década, en el ámbito de la gestión de las empresas, para expresar la idea de implicación de las mismas y de los empresarios, en la sociedad en que están inmersas5; el origen y el movimiento a favor del desarrollo de la responsabilidad social corporativa, se debe al movimiento iniciado en esas mismas fechas en la Unión Europea, que años después se convertiría en la cuna de dicho movimiento. Concretamente, Bélgica supuso una pieza clave en esta primera fase, al resultar pionera en la utilización de prácticas socialmente responsables, eso sí, con un marcado carácter personalista en ocasiones, por la influencia del fundador de la empresa que, como es bien sabido, es quien termina imprimiéndole su carácter social (Aparicio Tovar y Valdés de la Vega, 2009, p. 55). También Italia, aunque de forma más excepcional, manifiesta a través de una de sus empresas nacionales, Olivetti, esa voluntad de adoptar políticas y prácticas socialmente responsables. Después de esta primera fase, en los años 70 y 80, parece abrirse una segunda etapa con la extensión de las políticas empresariales a la mayor parte de los países europeos, con un contenido coincidente: las acciones relativas a la preocupación por el medioambiente y las políticas laborales internas. Los primeros informes sobre medioambiente se llevaron a cabo en Alemania, España, Bélgica e Italia. No obstante, no es hasta la época de los 90, y principios del nuevo siglo, en la que se abre una nueva fase de este proceso, cuando la materia parece convertirse en uno de los temas en boga tanto en el mundo empresarial, como en el institucional y el académico (Aparicio Tovar y Valdés de la Vega, 2009, p. 57). 5 En este sentido, para algunos autores como Bowen (1953), la responsabilidad social corporativa consiste en “las obligaciones de los hombres de negocios para seguir aquellas políticas, tomar decisiones o seguir líneas de acción que son deseables de acuerdo con los objetivos y valores de la sociedad”. Esta idea se sigue utilizando a día de hoy por la Comisión Europea. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||63 Las directrices europeas sobre responsabilidad social corporativa Aunque de acuerdo con el listado apuntado en el epígrafe introductorio, algunos de los países que se sitúan en los primeros puestos del ranking elaborado por AccountAbility (2007) no forman parte de la Unión Europea, la experiencia demuestra que ésta es la cuna de la misma. Buena prueba de ello resultan las directrices dictadas por una serie de cuatro documentos que demuestran ese claro objetivo prioritario ya desde antiguo. En este sentido, ya en el año 1993 el libro Crecimiento, competitividad y empleo (más conocido como el Libro Blanco) (Aragón, 1994), presentó una estrategia que fue aprobada por el Consejo Europeo, para desarrollar el empleo y la creación de empresas en Europa. Con posterioridad y con este mismo propósito, en el año 2000 la Declaración Final del Consejo Europeo de Lisboa, propuso convertir a la Unión Europea en un plazo que debía cumplirse en el presente año 2010, “en la economía basada en el conocimiento más competitiva y dinámica del mundo, capaz de crecer económicamente de manera más sostenible con más y mejores empleos y mayor cohesión social.” Ese mismo año en el Consejo Europeo celebrado los días 7 a 9 de diciembre en Niza, se decidió designar la llamada Agenda Social Europea (2001) con una función clara: “la necesidad de prestar apoyo a las iniciativas relacionadas con la responsabilidad social corporativa destinadas a luchar contra la exclusión y la discriminación social, así como a favorecer la integración europea.” En último lugar, la “Estrategia de Desarrollo Sostenible” aprobada por el Consejo Europeo que tuvo lugar en Goteborg, en el mes de junio del 2001, determinó como propósito fundamental el avance paralelo del crecimiento económico, la cohesión social y la protección medioambiental (Echaiz Moreno, 2006, p. 1 – 2). Los antecedentes apuntados con anterioridad convergen en el nacimiento efectivo de la responsabilidad social corporativa en 64 || Sección Doctrina Europa a través del libro Fomentar un marco europeo para la responsabilidad social de las empresas (más conocido como el Libro Verde) (Comisión de las Comunidades Europeas, 2001). No obstante, el año siguiente -concretamente el 2 de julio- se publicó la comunicación de la Unión Europea titulada La responsabilidad social de las empresas: una contribución empresarial al desarrollo sostenible, sometida a discusión pública en una segunda fase denominada Foro europeo multistakeholder sobre responsabilidad social de las empresas (Comisión de la Unión Europea, 2002). Con posterioridad, la Unión Europea publicó el 29 de junio del 2004 el informe Final results and recommendations (European Multistakeholder Forum on Corporate Social Responsibility, 2004) (Echaiz Moreno, 2006, p. 2) (De Castro Sanz, 2006, p. 97). No obstante, y a pesar de los valiosos documentos a los que anteriormente hacíamos alusión, la responsabilidad social corporativa no es una materia estática, sino que esta sigue en constante evolución y continúa siendo objeto de debate. De este modo, el Parlamento Europeo (2007) adoptó un nuevo informe por el que recomendaba a las empresas de la Unión Europea incluir consideraciones sociales y medioambientales en su funcionamiento diario que contribuyeran a alcanzar los objetivos de crecimiento y empleo establecidos en la Agenda de Lisboa, además de ofrecer una situación ventajosa para todas las partes: trabajadores, compañías, consumidores y ciudadanos en Europa. Además, en septiembre de ese mismo año, la Comisión de la Unión Europea (2007) publicó el documento denominado Corporate Social Responsibility. National Public Policies in the European Union. Dicho documento compendiaba de forma resumida la implantación de la responsabilidad social corporativa en los distintos países miembros (Cea Moure, 2009, p. 5 y ss.). El Parlamento Europeo (2009) aprobó una nueva Resolución, esta vez con fecha 26 de marzo, sobre la responsabilidad social de las empresas de subcontratación en las cadenas de producción. Esta última, con una temática más específica, instaba a los poderes públicos y a todos los interesados a que se esforzaran en aumentar entre los trabajadores “el grado de conocimiento de sus CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||65 derechos conforme a los distintos instrumentos que regulan su relación de empleo y sus condiciones laborales en las empresas para las cuales trabajan y las relaciones contractuales en las cadenas de subcontratación”. Del mismo modo, solicitaba a la Comisión que fomentara “el conocimiento de las mejores prácticas, las directrices y las normas existentes, así como las prácticas de responsabilidad social entre las empresas”, fueran éstas contratistas principales o subcontratistas. Los documentos apuntados anteriormente son buena prueba de que el debate sobre la responsabilidad social corporativa sigue abierto. En este sentido, partimos de la base de que la Comisión es consciente de que los mercados y las empresas en Europa se encuentran en diferentes fases de desarrollo; y por ello considera que un método universal que pretenda imponer un único modelo para el comportamiento de las empresas no es adecuado y no conduciría a una aceptación significativa de la responsabilidad social corporativa por parte de las empresas. No obstante, hay que tener en cuenta que las distintas prescripciones contenidas en los distintos Códigos que se pronuncian sobre responsabilidad social corporativa no son vinculantes6. Por lo tanto, no nos encontramos ante normas imperativas, sino más bien ante un conjunto de reglas derivadas de la autorregulación, que se sitúan en una marco conocido de un tiempo a esta parte en la Unión Europea como soft law. Se trata de pautas o reglas de conducta cuyo cumplimiento no es estrictamente obligatorio, pero sí recomendable. De hecho, actuar fuera de estos standards de conducta podría acarrear serios problemas de integración de su autor en el mercado. Perspectivas y acciones de la responsabilidad social corporativa en el marco de la Unión Europea La responsabilidad social corporativa en el ámbito de la Unión Europea se manifiesta en dos perspectivas. 6 Así lo manifiesta la mayoría de la opinión al respecto. Véase en este sentido Embid Irujo (2006 a, p. 66) 66 || Sección Doctrina Una externa, que afecta a los entes locales y regionales y a un amplio abanico de sujetos como los socios, consumidores, las ONG, las autoridades públicas, entre otros. Y una perspectiva interna, que afecta fundamentalmente a los trabajadores de la empresa, y a la salud y seguridad en el trabajo (Pérez Carrillo, 2006, p. 755 – 757). Las principales acciones propuestas para promover las tan ampliamente debatidas prácticas de responsabilidad social corporativa en la Unión Europea pueden resumirse en los siguientes aspectos: a)Aumentar la concienciación y el intercambio de mejores prácticas sobre las materias apuntadas con anterioridad, con énfasis especial sobre las pymes. b) Favorecer y fomentar la investigación de carácter interdisciplinar a través de los programas financiados por la Unión Europea sobre materias propias. c)La educación. A través del fomento del conocimiento y de las competencias sobre las cuestiones esenciales de la responsabilidad social corporativa entre los empresarios o gerentes de empresas y sus empleados. d)Apoyo a las iniciativas sobre cuestiones de responsabilidad social corporativa promovidas desde diferentes grupos de interés, sobre todo a nivel de sectores de actividad. e)Incorporación de las pautas de funcionamiento de la responsabilidad social corporativa con las líneas de funcionamiento de la Unión Europea. f)La promoción de la internacionalización de la responsabilidad social corporativa a través del diálogo e intercambio de experiencias con terceros países y con organismos y entidades de interés a los efectos de la misma. g)La cooperación promovida por la comisión entre los Estados miembros de la Unión Europea para estimular y converger sobre prácticas concretas de gestión y de revelación informaCUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||67 tiva sobre responsabilidad social corporativa. (Cea Moure, 2009). A pesar de la gran labor lograda y de que la práctica efectiva demuestra que muchas empresas europeas están realizando un importante esfuerzo por cumplir con sus responsabilidades sociales, cierto es que todavía queda un largo camino por recorrer. Éstas deberían concientizarse en ser capaces de abordar nuevos temas e intentar adecuar de una manera más efectiva sus estructuras a las exigencias que reclama la responsabilidad social corporativa desde el ámbito comunitario. Países de la Unión Europea con mayor grado de desarrollo en responsabilidad social corporativa Consideraciones previas Como ya apuntábamos anteriormente, la práctica demuestra que a pesar de que la Unión Europea parece ser la cuna de la responsabilidad social corporativa, algunos de los países cuyas empresas muestran un mayor grado de desarrollo, según el ranking elaborado por AccountAbility (2007), no se sitúan en este territorio. Este informe clasifica a los países según 21 factores, que van desde cuántas empresas utilizan sistemas de gestión medioambiental, pasando por los niveles de corrupción percibida en el seno de la comunidad empresarial, hasta la vitalidad de la sociedad civil. Cierto es que en dicho ranking, abanderado por Suecia, Dinamarca y Finlandia, estos países demuestran que la “huella” de la Unión Europea está presente con fuerza. Pero otros muchos países como Islandia, Noruega o Nueva Zelanda, que se sitúan estadísticamente muy cerca de los anteriormente citados, gozan del privilegio de haber conseguido ese reto sin estar amparados por el manto protector de la Unión Europea. La intención a lo largo del presente epígrafe se centrará en analizar las claves y las peculiaridades básicas de la implantación de la responsabilidad social corporativa en algunos de estos países. Quizá el estudio de las mismas podría dar algunas pistas de 68 || Sección Doctrina su éxito, que extrapolándolas al ordenamiento español, podría quizá colocarlo en un futuro en una posición más ventajosa de la que ocupa en la actualidad. Cabe aclarar que el fin del presente acápite no se centra en seguir un análisis lineal, metódico y aun menos exhaustivo, de la lista elaborada por la AccountAbility (2007). Para ello se analiza someramente y de forma genérica, en primer lugar, el supuesto de Suecia, por el hecho de estar consagrada como el máximo exponente en lo que a responsabilidad social corporativa se refiere. Pero también se abordará la experiencia que se muestra en otros países comunitarios, como Dinamarca y Finlandia, por sus privilegiadas segunda y tercera posición; o Francia y Alemania, a pesar de sus respectivas decimoséptima y undécima posición. El lector quizá se pregunte ¿por qué elegir estos dos últimos países cuando se ha constatado que sorprendentemente no se encuentran a la cabeza en lo que a responsabilidad social corporativa se refiere? La razón que impulsa el análisis de algunas notas sobre la experiencia que puede ofrecer tanto Francia como Alemania radica en una dilatada experiencia constatable a lo largo de los años. Históricamente se podría afirmar que tanto Alemania como Francia han resultado en numerosas ocasiones pioneras en el ámbito del Derecho mercantil comunitario, muy especialmente en materia societaria. Cabe recordar, como es sabido, que precisamente en este sector la responsabilidad social corporativa puede producir consecuencias significativas (Embid Irujo, 2006 a, p. 66) (Embid Irujo, 2004, p. 22-23). Además, han abanderado y han servido de referente no solo a nuestro ordenamiento, sino a muchos otros países dentro y fuera de la Unión Europea. Se busca responder a la pregunta de por qué en esta ocasión no han podido mantener ese status que históricamente ocupaban y debe conformarse con un undécimo y decimoséptimo puesto, dejando paso así a países que en otras ocasiones quedaron a la sombra de ellos. Esta y otras muchas cuestiones serán analizadas a lo largo de las siguientes páginas, que no pretenden más que dar a conocer CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||69 un somero panorama de la responsabilidad social corporativa fuera de las fronteras nacionales. El supuesto de Suecia como líder en el desarrollo de la responsabilidad social empresarial Como apuntábamos anteriormente, según el relevante, a la par que interesante, e influyente informe de AccountAbility (2007), Suecia es líder mundial en el campo de la responsabilidad social corporativa. Los argumentos esgrimidos por el Dr. Simon Zadek, director ejecutivo de la organización, (citado en Sweden.se, 2008), suponen una pieza decisiva para entender las claves del éxito alcanzado por Suecia en este informe. El Dr. Zadek expone que “está impresionado por la forma en que la responsabilidad social corporativa ha sido adoptada por las empresas suecas, desde las industrias de la confección hasta las industrias pesadas”. Según el Índice de Competitividad Responsable (ICR) de AccountAbility (2007), Suecia ocupa, como ya hemos apuntado, el primer puesto de entre todos los países que conforman dicha lista. Ello supone que, según AccountAbility, Suecia es el país que más fomenta la competitividad de sus empresas mediante prácticas empresariales responsables, es decir, conjugan perfectamente cómo llevar a cabo actividades empresariales siendo a la vez responsables y respetando al máximo aspectos como el cambio climático, las cuestiones de género, los derechos humanos y la política contra la corrupción. Parte de su éxito quizá radique, en parte, en que Suecia fue el primer país que pidió memorias de sostenibilidad de las empresas estatales. Además, Suecia tiene una larga y exitosa experiencia en el tratamiento de temas medioambientales, experiencia que en el transcurso de los años ha evolucionado. Ello es un ejemplo de la seriedad con la que Suecia enfrenta la responsabilidad social de sus empresas7. No obstante, parece conveniente destacar -a la 7 70 || Estadísticas para la Agencia Sueca para el Crecimiento Económico y Regional (Nutek) mostraban que Suecia era líder mundial en términos de números de empresas con certificación medioambiental. Sección Doctrina vista de las estadísticas, y por ello hay que detenerse en este concreto aspecto-, que a pesar de que el índice supera casi en el doble al resto de los países que lo siguen en la lista, España, a pesar de su posición número 26 en el ranking de AccountAbility (2007), ocupa la segunda posición estadísticamente como el país que solicita el mayor número de empresas con certificación medioambiental por millón de habitantes, situándose, tal vez de manera sorprendente, por delante de países como Suiza, Finlandia, Italia, Eslovenia, Japón, Dinamarca, Singapur y Estonia. Se observa que algunos de estos países, como Dinamarca y Finlandia, se encuentran junto con Suecia en los tres primeros puestos del ranking de AccountAbility (2007), no obstante estadísticamente se ubican por debajo de España. En concreto, Finlandia en la cuarta posición, y Dinamarca en la octava. El Dr. Zadek (Citado en Sweden.se, 2008), consciente de que la historia desempeña un papel fundamental en el enfoque que llevan a cabo las compañías suecas sobre la empresa responsable8, hace un llamamiento a otros países para que sigan el ejemplo de Suecia en lo que a responsabilidad social corporativa se refiere. En este sentido, expone que “no tiene por qué haber un conflicto entre compasión y competitividad”, y Suecia es un magnífico ejemplo de ello. En esa evolución que la ha llevado a la cima, ha jugado un papel muy importante la rapidez con que ha reaccionado la empresa sueca ante los llamamientos a favor de la responsabilidad social corporativa. Un claro ejemplo apuntado por el Dr. Zadek es el de la empresa fabricante de muebles Ikea. A este respecto apunta que aunque considera que “hace 10 o 15 años, Ikea era tan inconsciente e insensible a cuestiones de normas laborales en sus cadenas de A este respecto el Dr. Radek considera que “Medio siglo de desarrollo ha dado por resultado una sociedad cohesiva, en la que la comunidad empresarial sueca está arraigada en una normativa social, que Suecia exporta ahora cuando hace negocios en otras partes del mundo. Así pues, gran parte de esa responsabilidad de la empresa procede de la misma evolución de la sociedad sueca desde la Segunda Guerra Mundial.” (Sweden.se, 2008) 8 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||71 suministro global como cualquier otra empresa. Sin embargo, en la actualidad Ikea podría ser considerada como uno de los mejores actores en ese campo, por su forma de tratar las cuestiones medioambientales y laborales.” (Sweden.se, 2008). Zadek dice que el ejemplo de Ikea enseña dos lecciones importantes: “Una es que, cuando surgen nuevas cuestiones, las empresas suecas están tan mal posicionadas como cualquier otra. Pero la segunda es que, una vez que esas cuestiones han pasado a ocupar el centro de la actividad necesaria para una empresa, parece que las compañías suecas pasan a abordarlas con gran rapidez.” (Sweden.se, 2008). Además del ejemplo de Ikea, también se encuentran otros interesantes casos de conocidas empresas suecas como Electrolux, H&M y Husqvarna, cuya experiencia demuestra el interés y el esfuerzo dedicado a conjugar el ejercicio de su actividad con la empresa responsable. Según el Dr. Zadek, repasando los 21 factores que se tienen en cuenta para la clasificación de los países, se ha intentado encontrar algún punto débil o área de la responsabilidad social de la empresa en la que Suecia no tuviera tan buenos resultados. En este sentido expone: He buscado tantas debilidades como fuera posible, pero, en general, Suecia obtiene una puntuación muy buena, y no sólo en el total de las 21 series de datos, sino que sus puntos son realmente muy altos en todas ellas. Para ser sincero, no pude encontrar una sola área específica, en la que pudiera decir: este es el lado oculto de Suecia. Su puntuación es sorprendentemente equilibrada. (Sweden.se, 2008). Zadek considera que entre los motivos del éxito alcanzado por un país en responsabilidad social corporativa, no solo influyen los esfuerzos realizados por su comunidad empresarial, sino también la conciencia de su Gobierno y de la sociedad en su conjunto. En este sentido expone que “la responsabilidad de la empresa forma parte de una estrategia de política exterior coherente, de una estrategia en el comercio y la inversión, así como de una estrategia nacional de cohesión social”. “El Gobierno sueco aprovecha esas 72 || Sección Doctrina conexiones más que otros muchos Gobiernos. Eso es muy raro, pero es exactamente lo que otros necesitan hacer.” (Sweden.se, 2008) Dinamarca, un ejemplo a seguir en responsabilidad social corporativa Si en el epígrafe anterior se exponía el supuesto de Suecia como ejemplar modelo de desarrollo de responsabilidad social empresarial a nivel mundial, Dinamarca, con una no desdeñable segunda posición en el ranking elaborado por AccountAbility (2007), aporta también una interesante experiencia a tener en cuenta. Si en el supuesto anterior se constataba un creciente interés y preocupación por el tratamiento medioambiental, el éxito alcanzado por Dinamarca en materia de responsabilidad social corporativa radica principalmente en una armoniosa conjugación de la flexibilidad y la competitividad en el mercado laboral, con un generoso sistema de prestaciones sociales. Los horarios flexibles y las respetuosas políticas que imperan en las compañías danesas son un buen ejemplo a seguir por el resto de países, especialmente por España, donde este tipo de medidas, que encuentran al día de hoy un exponente claro en el marco de conciliación de la vida laboral y familiar, se encuentran todavía en un estadio incipiente de desarrollo. Junto con este interesante aspecto, Dinamarca también puede servir como ejemplo al resto de países, tanto de Europa como del resto del mundo, en la promulgación de una Ley, mediante la cual se insta a las grandes compañías danesas (en concreto, cerca de 1100 empresas) a divulgar la información sobre responsabilidad social corporativa, a través de su inclusión en sus reportes financieros anuales (Intelligence and Capital News Report, 2010). Dichos informes, que deben hacerse efectivos a partir del año 2010, deben incluir tres aspectos: las políticas de la compañía sobre responsabilidad social corporativa o sus inversiones socialmente responsables; la forma en que tales políticas se aplican en la práctica; y, los resultados obtenidos, así como las expectativas de las gerencias para el futuro con respecto a la responsabilidad social corporativa y su inversión. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||73 Ya con anterioridad Dinamarca había dejado patente su compromiso con la responsabilidad social corporativa, a través de la elaboración de un plan de acción para potenciar las políticas de responsabilidad social corporativa, compuesto por 30 medidas. Los principales ámbitos de actuación de dicho plan se centraban fundamentalmente en la promoción de un crecimiento empresarial responsable; la difusión de prácticas que permitieran el incremento de los beneficios de las empresas y no únicamente de su reputación; y el desarrollo de políticas para la lucha contra el cambio climático. Todo ello unido a un incremento y potenciación de las políticas de responsabilidad social empresarial a nivel estatal, por parte del ejecutivo danés, deja clara constancia de su preocupación y conciencia con esta cuestión. Junto a estas medidas el Gobierno danés también contemplaba la posibilidad de crear tanto un Consejo de Responsabilidad Social Corporativa, como una página web oficial (http://www.samfundsansvar.dk), a las que pudieran dirigirse las empresas para obtener información sobre dichos temas. A pesar de que Dinamarca resulta pionera en esta cuestión, no se debe olvidar que tanto Francia como Gran Bretaña también abogaban ya con anterioridad, por esa obligatoriedad en la publicación de informes sobre responsabilidad social corporativa a la que se hizo referencia anteriormente. En este sentido, y por lo que respecta a Francia, las empresas que cotizan en bolsa se vieron obligadas a divulgar información acerca de las condiciones sociales y ambientales en sus informes anuales, desde el año 2001. Por lo que respecta a Gran Bretaña, esa obligación de informar sobre las condiciones sociales y ambientales de las empresas se hizo patente desde el año 2007. No obstante a pesar de tan acertada regulación y el nivel de compromiso adoptado por el ejecutivo danés al respecto, no hay que olvidar que la responsabilidad social corporativa sigue siendo voluntaria. 74 || Sección Doctrina Finlandia. Las claves de su tercera posición Tradicionalmente Finlandia ha ocupado históricamente un lugar destacado dentro de los países nórdicos. Por lo que respecta a la responsabilidad social corporativa, Finlandia vuelve a mostrar esa preeminencia sobre sus vecinos y se convierte una vez más en un referente a nivel mundial ocupando la tercera posición en el informe elaborado por AccountAbility (2007). En este sentido, empresas como Kone ocupan el primer puesto de reputación corporativa a nivel mundial; y otras, como Nokia y Valio, son destacadas por los consumidores finlandeses por su ejemplar comportamiento socialmente responsable. Quizá la clave de su éxito radique en el elevado nivel de innovación y competitividad del que puede hacer gala. Históricamente, se puede encontrar un momento crítico en la sociedad finlandesa que parece situarse en el origen de ésta interesante evolución. A principios de los años 90 Finlandia sufrió una grave crisis económica que sumió en el paro al 15% de su población9. Ese grave problema, en lugar de sumir al país en un profundo conflicto de mayores dimensiones, fue salvado perfectamente por sus dirigentes canalizando todos sus esfuerzos en convertirse en la economía “más especializada del mundo” en lo relativo a las tan últimamente nombradas tecnologías de la información y comunicación (conocidas con la sigla TIC). Sin duda, iniciativas paralelas a la llevada a cabo por este país nórdico, que hizo gala una vez más de su excelente saber hacer, podían ser utilizadas sobre todo en momentos de crisis económica como el que atravesamos, como vía de resolución de conflictos. No obstante, sin duda alguna, si hay que señalar una política de fomento de la responsabilidad social corporativa en la que Finlandia haya obtenido un especial éxito, esta es la igualdad de género en el trabajo, a través fundamentalmente de la conciliación de la vida laboral y familiar. De hecho, en Finlandia el por9 Índice que hasta el momento no superaba el 2% de la población. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||75 centaje de mujeres en puestos de dirección y supervisión alcanza un índice del 40% (Eurofound)10, siendo uno de los más elevados de la Unión, frente a un escaso índice inferior al 20% que ocupan países como Alemania e Italia. Además, las empresas finlandesas fueron las primeras en firmar el Pacto Mundial de Naciones Unidas11, y las organizaciones y redes empresariales creadas por las mismas para el fomento de la responsabilidad social corporativa también fueron pioneras con respecto a otros países de la Unión Europea. Francia y Alemania, en el segundo hemisferio de los 20 países con mayor Índice de Competitividad Responsable Notas generales previas A pesar de que cuentan con el privilegio de formar parte de la lista de los 20 países con mayor Índice de Competitividad Responsable, según el informe elaborado por AccountAbility (2007), tanto Francia como Alemania esta vez no se sitúan a la cabeza de los países pioneros en el desarrollo de la responsabilidad social de sus empresas, a pesar de su papel fundamental y de su toma de conciencia e implicación en fomentar estas técnicas. En la elaboración de este concepto juegan un papel importante tanto Francia como Alemania, sin olvidar otros países comunitarios como Bélgica, Holanda o Italia, que a pesar de lo interesante de su estudio, y de compartir con ellos el mérito de haber perfilado los límites de tan controvertida y debatida materia, no formarán parte de nuestro trabajo por obvias razones de espacio. No obstante, es importante resaltar que Bélgica, por encima de Francia, ocupa una posición decimocuarta. En esta ocasión la clave de una mejor valoración, unida a otras muchas circunstancias, radica en que Bélgica aprobó la llamada “Ley de la etiqueta social”, que garantiza a los consumidores que los productos que Índice extraído de Eurofound, Fundación Europea para la mejora de las condiciones de vida y de trabajo. 11 Nokia, en el año 2001; y, UPM-Kymmene Corporation y Stora Enso Oyj, en 2003. 10 76 || Sección Doctrina llevan esa etiqueta han sido elaborados con respeto por los derechos laborales, sin mano de obra infantil, y sin discriminaciones. Por lo que respecta a Holanda e Italia, a pesar del importante papel desempañado históricamente, al igual que España, se encuentran fuera de ese límite de los 20 primeros países. El supuesto de Francia Ya en los años 90, Francia mostraba su preocupación por el medio ambiente expresada en la idea de desarrollo sostenible (Aparicio Tovar y Valdés de la Vega, 2009, p. 57). Veinte años después, las mismas preocupaciones siguen constatándose en la sociedad francesa. Buena prueba de ello en lo que respecta a Francia se encuentra en uno de tantos ejemplos de empresas que apuestan por esa protección del medio ambiente. En este sentido, en el sector de la moda, el conocido holding francés LVMH (Louis Vuitton Möet Hennessy), y su líder Bernard Arnault, dejan patente en su boletín “Naturally creative” el compromiso de su empresa con el desarrollo sostenible a través de las palabras de su presidente Yves Carcelle, que manifiesta que “acciones simples hacen grandes cambios” (“simple actions make big differences”). El principal invento de LVMH se llama “Carbon Inventory”. Este sistema consiste en una reorganización del proceso de producción cuyo objetivo es reducir la emisión de dióxido de carbono a la atmósfera. En el sector del automóvil, también seriamente comprometido con la protección del medioambiente, la empresa francesa Renault busca la reducción de las emisiones y del nivel de ruido de sus vehículos, gracias a sus procesos de I+D, además de enfocar su responsabilidad a través de campañas de educación vial o a través de la innovación en el área de seguridad de sus automóviles. Del mismo modo, la empresa Michelín pretende ir más allá y creó todo un entramado para el desarrollo de su responsabilidad social que puede resumirse en la implantación de cinco valores corporativos: respeto a los clientes como pieza clave de su desaCUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||77 rrollo empresarial; respeto a la gente, entendiendo este término en un concepto amplio (tanto socios, como autoridades, organizaciones, etc..); respeto a los accionistas; respeto al medioambiente; y respeto por los hechos, que no supone más que verificar los hechos o someterlos a prueba para que puedan adaptarse al mundo real. Debe precisarse que Francia se convirtió en el año 2001 en el primer país que obligó por Ley a las empresas a publicar un informe social y medioambiental. Además, se estableció la Academia Europea de Empresa y Sociedad para impulsar en los principales centros gerenciales la educación, con esos principios, de una nueva generación de gestores. El caso concreto de Alemania Al igual que Francia, Alemania ya dejaba patente su preocupación por fomentar la responsabilidad social corporativa en la década de los años 90, abogando por un nuevo contexto de diálogo social y sostenibilidad. Esa misma preocupación persiste al día de hoy, pero a pesar de ello Alemania no llega a superar el límite de los diez primeros países en el informe elaborado por AccountAbility (2007), debiendo conformarse con un no desdeñable undécimo puesto. Dentro de las iniciativas adoptadas por Alemania para fomentar la responsabilidad social de las empresas cabe destacar: la integración social de los trabajadores extranjeros, con el firme propósito de eliminar la discriminación y el racismo; el desarrollo de programas de bienestar común; y, finalmente, la capacitación sobre temas relacionados con los derechos humanos. Además de estas iniciativas, debe sumarse la creación de fundaciones llevadas a cabo por empresas, para apoyar fundamentalmente a instituciones culturales, educativas y sociales, entre las cuales cabe señalar la Robert-Bosch-Stiftung, la Berte Stiftung, y la Volkswagenstiftung. En este contexto de diálogo social e integración en el que la responsabilidad social empresarial parece mejorar su imagen 78 || Sección Doctrina corporativa a través de iniciativas como las anteriormente señaladas, se hizo patente, no hace mucho tiempo, una iniciativa abanderada por un grupo de adinerados empresarios alemanes que curiosamente “aseguraban tener más dinero del que necesitaban y que, con parte de ese extra que atesoraban, podrían contribuir a crear programas sociales y económicos que ayudaran a la economía alemana a recuperarse…” (El País, 2009). A pesar del altruismo de la causa, ésta fue rotundamente rechazada por la canciller Angela Merkel. Además, hay que señalar que en esa misión de promover el control y la transparencia en el manejo empresarial, Alemania fue una gran pionera promulgando algunas normas como la Ley para el Control y la Transparencia (KonTraG), (República de Alemania, 1998), que tuvo un beneficioso impacto sobre todo para las pequeñas empresas. Hipótesis sobre la posición ocupada por Francia y Alemania en el informe elaborado por AccountAbility A pesar de los numerosos intentos y acertadas iniciativas llevadas a cabo tanto por Francia como por Alemania por fomentar la responsabilidad social de sus empresas, como se mencionó anteriormente, ninguno de los dos países ha logrado entrar en el listado de los cinco primeros países con mayor Índice de Competitividad Responsable. Esta situación resulta cuando menos curiosa, ya que históricamente ambos se han considerado como referentes no solo a nivel europeo sino también mundial, llegando incluso a crear doctrina, y situándose en una situación privilegiada con respecto a otros países de la Unión Europea, logrando estar siempre a la vanguardia. En esta ocasión, a pesar de que entran dentro de un listado que España no consigue ni siquiera vislumbrar, nos sorprenden con una decimoséptima y undécima posición, respectivamente. No obstante, dicho análisis no supone ni mucho menos una crítica, ya que de hecho se encuentran dentro de ese listado y además ambos países se sitúan estadísticamente por encima de países de extraordinaria significación en el concierto mundial, como Estados Unidos y Japón que ocupan los últimos puestos. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||79 Sirvan estas simples notas para, al menos, apuntar algunas posibles causas de que el orden de prelación entre los países sea el que, en síntesis, se acaba de exponer a propósito de la responsabilidad social de las empresas. Aun siendo difícil precisar con exactitud las causas del mismo, la primera de ellas, sin duda, es que los tres países que se analizaron anteriormente y que encabezan dicha lista, han sabido fomentar y adoptar mejores técnicas, para obtener mejores resultados en el desarrollo de la responsabilidad social corporativa de sus respectivas empresas. En segundo lugar, y según las palabras del comisario de Industria de la Unión Europea, Günter Verheugen, la responsabilidad social no tiene límites geográficos. De acuerdo con este argumento, en concreto las empresas alemanas “deben apoyar mucho más la visión europea, después de todo Alemania ha sacado un gran provecho histórico, pero también económico de esta comunidad” (Deutsche Welle, 2005). Según Verheugen “la responsabilidad empresarial y social significa que las empresas deben responsabilizarse en sus propios campos para que nadie saque ventajas competitivas de mano de obra barata proveniente de otras partes del mundo o trayéndolas ilegalmente y explotándolas en Alemania” (Deutsche Welle, 2005). En Alemania, parece que los esfuerzos se centraban en mejorar la producción y lograr una mayor productividad. Según la opinión mayoritaria, “el capital crea responsabilidad social” (Deutsche Welle, 2005). No obstante, el riesgo está en que la búsqueda y ejecución de medidas que garanticen al máximo el rendimiento de capital puede llevar a la necesidad de despidos, disminución de mano de obra y un sinfín de perjuicios, reñidos con el desarrollo de una óptima responsabilidad social por parte de las empresas. Del mismo modo, en tercer y último lugar, se puede decir que sobre la base del concepto de responsabilidad social corporativa, que implica necesariamente la asunción de obligaciones voluntariamente asumidas, se encuentran dos modos de implantación 80 || Sección Doctrina efectiva: uno unilateral y otro más participativo (Aparicio Tovar y Valdés de la Vega, 2009, p. 65). El modelo unilateral que es el que siguen, entre otros países, tanto Francia como Alemania, y también España, parece conllevar una tendencia a la autorregulación, que quizá no combine de la mejor manera con la esencia y los principios que la responsabilidad social de las empresas están llamados a preservar. El modelo participativo, en cambio, fomenta un desarrollo más armónico y ordenado de dicho asunto, y el haber sido adoptado por los países que encabezan las buenas prácticas de responsabilidad social de las empresas explica la razón de su éxito. Apuntes sobre la realidad del desarrollo de la responsabilidad social corporativa en América Aunque en principio esta materia se escapa del objetivo principal de este estudio, con el presente epígrafe simplemente se busca dar a conocer unas breves notas del desarrollo de la responsabilidad social corporativa en América. Se hará énfasis en el caso concreto de Estados Unidos y de América Latina, ello permitirá obtener un análisis comparado de las características y peculiaridades analizadas con respecto a la Unión Europea. La responsabilidad social corporativa en Estados Unidos Aunque, como se mencionó anteriormente, parece que las primeras manifestaciones que se acuñaron del concepto de responsabilidad social corporativa se podrían atribuir a los Estados Unidos, la experiencia y la práctica demuestran que es la Unión Europea quien fue la cuna del mismo. No obstante, es indudable el importante papel que Estados Unidos jugó y sigue jugando al día de hoy al respecto. Así como se señalaba, al analizar los supuestos de Alemania y Francia, también en este caso resulta curioso que, una superpotencia tan influyente a nivel mundial como Estados Unidos, a pesar de situarse entre los veinte países con mayor Índice de Competitividad Responsable, únicamente alcance CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||81 una decimoctava posición que la colocan casi a la cola de la lista elaborada por AccountAbility (2007). No obstante, la práctica demuestra que, además de ser un país pionero, Estados Unidos ha sabido llevar a cabo una buena gestión en el movimiento interno de la responsabilidad social corporativa, que fructifica en una eficiente definición, regulación y divulgación del concepto. En Estados Unidos las tendencias sobre responsabilidad social corporativa se desarrollaron mayoritariamente gracias a grandes líderes con visión de futuro como Rockefeller, Carnegie, Ford, Hewlett y Packard. Sin embargo, el gran desarrollo alcanzado por la responsabilidad social corporativa se debe fundamentalmente a su regulación. Además de los organismos reguladores establecidos por el gobierno de Estados Unidos en la década de finales de los sesenta y principios de los setenta que sirvieron de parámetro para el funcionamiento de la responsabilidad social corporativa12, en la actualidad el gobierno se sigue implicando con esta materia y como resultado de esta implicación surgen nuevas regulaciones como la Ley sobre Aire Puro, la Ley de Reinversión en las Comunidades para el sector bancario y la Ley de Protección del inversionista. Además, desde una perspectiva externa, la responsabilidad social corporativa contó en el siglo pasado, y tal como se expuso anteriormente, con el apoyo de importantes líderes a nivel empresarial como Rockefeller y Carnegie, que veían recompensada su contribución con interesantes desgravaciones (Jones, 2003, p. 2), contribuciones que en la actualidad distan mucho de lo que fueron. La responsabilidad social corporativa en América Latina A diferencia de Estados Unidos, en Latinoamérica la regulación sobre las prácticas internas de responsabilidad social corporativa es muy escasa. Ello se debe en gran medida a que los gobiernos latinoamericanos no han llevado a cabo gestiones dirigidas a En este sentido se crearon: La Administración de Seguridad y Salud Ocupacionales (OSHA), La Comisión de Igualdad de oportunidades en el empleo (EEOO), la Comisión para la seguridad de los productos de consumo (CPSC) y la Agencia de protección del medio ambiente (EPA). 12 82 || Sección Doctrina implantar un marco de regulación para las empresas (Jones, 2003, p. 3), condicionadas en cierta medida por la debilidad de las organizaciones de trabajadores, de los sindicatos y de muchos núcleos de población integrados por grupos étnicos. Este motivo, unido a la falta de conciencia pública o del consumidor, con la práctica de medidas encaminadas al desarrollo de la responsabilidad social de las empresas, fomenta que ésta no pueda obtener los mejores resultados. De hecho, el único ejemplo en el que se constata cierta regulación al respecto, se encuentra en la frontera entre Estados Unidos y Méjico. En términos externos, las empresas en Latinoamérica, a pesar de no contar con los medios favorables de desgravación de que disponen las empresas norteamericanas cuando destinan fondos al desarrollo de la responsabilidad social corporativa, demuestran un mayor grado de solidaridad con la causa, al implicarse altruistamente y de forma activa en la resolución de problemas relativos al desarrollo social y económico de los núcleos de población más desfavorecidos (Jones, 2003, p. 3). Conclusión El estudio llevado a cabo en el presente trabajo permite concluir que la responsabilidad social corporativa “está de moda” (Embid Irujo, 2004, p. 42) (Andreu Pinillos, 2005, p. 125). El análisis comparativo de los distintos países que han sido objeto de nuestro estudio demuestra la implicación y la voluntad, casi generalizada, de configurar empresas “socialmente responsables”. De este modo, ha sido posible constatar que la práctica demuestra que la totalidad de los países a los que ha hecho referencia han intentado con mayor o menor éxito poner todos los medios a su alcance para entrar dentro de los cánones de responsabilidad social exigibles a sus empresas. No obstante, no se debe olvidar que el hecho de configurar una empresa socialmente responsable no es un asunto únicamente de interés empresarial o social, sino que también adquiere un CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||83 alcance de tipo jurídico (Embid Irujo, 2004, p. 42), y es en este aspecto en el que algunos de los países no obtienen el respaldo de sus respectivos gobiernos. Del mismo modo, al hablar de responsabilidad social corporativa, generalmente parece que las empresas de mayor envergadura son las que adquieren mayor significación, debiendo considerar un reto trasladar esta cuestión al ámbito de las pequeñas y medianas empresas, cuantitativamente superiores y con unas características específicas, en las que la implantación de un modelo de empresa responsable podría resultar muy positivo. A pesar del momento de crisis económica generalizada por el que parecen atravesar, en mayor o menor medida, buena parte de los países tanto de Europa como del resto del mundo, los ordenamientos jurídicos no pueden permanecer a la retaguardia y quedarse al margen en la implicación de materias como las que son objeto de estudio en el presente documento. No obstante, y a pesar de la realidad jurídica, parece que la situación actual por la que atraviesa la responsabilidad social de las empresas “goza de buena salud” (Embid Irujo, 2009, p. 4). Aunque resulta evidente la necesidad de ir redefiniendo sus perfiles, la práctica demuestra que se trata de una cuestión debatida, analizada y controvertida no solo a nivel empresarial sino también institucional y académico. De hecho, el análisis de las prioridades de los empleadores de toda Europa demuestra estadísticamente que la responsabilidad social corporativa es en este tiempo una prioridad clave (Schäler, 2010, p. 12). Sin duda, cabe esperar que iniciativas como la que se proponen ahora sean respaldadas por muchas otras que con el mismo fin, sirvan como mínimo para contribuir a diseñar ese largo camino que todavía queda por recorrer en el desarrollo de la responsabilidad social de las empresas de todo el mundo. Referencias Accountability (2007) The estate of responsible competitiveness. Recuperado el 04 de abril de 2013 de: http://www.accoun84 || Sección Doctrina tability.org/images/content/0/7/075/The%20State%20of%20 Responsible%20Competitiveness.pdf Alonso Almeida, M. M. (2008). Responsabilidad social corporativa y buen gobierno: el uso de las TIC para construir un gobierno corporativo social electrónico de la empresa Revista AECA, 82, 32 - 36. Andreu Pinillos, A. (2005). La responsabilidad social corporativa: un concepto por definir. Revista de Economía Pública, Social y Cooperativa, CIRIEC – España, 53, 125-135. Aparicio Tovar, J. Y Valdés de la Vega, B. (2009). 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Recuperado el 04 de abril de 2013 de http://www.sweden.se/ sp/Inicio/Negocios/Lectura/Suecia-encabeza-la-liga-de-responsabilidad-social-de-la-empresa-/ CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||89 Las reglas clásicas sobre la formación del contrato en los derechos internos Iberoamericanos* The traditional rules on contract formation in the Ibero-American domestic law Edgardo Muñoz** Resumen El proceso de formación del contrato es un elemento abiertamente diferenciado en las diferentes legislaciones de los países iberoamericanos, aunque en algunos casos algunas reglas armónicas pueden derivarse de la interpretación conjunta de las disposiciones existentes, sin que el empleo de las mismas pueda ser claro o generalizado. Al respecto, en el presente documento se analizan las diferentes soluciones adoptadas por los derechos internos iberoamericanos para dar respuesta a los eventos de la formación del contrato a través de ofertas y aceptaciones. Palabras clave Formación del contrato, oferta, aceptación, contrato de compraventa, Convención de Naciones Unidas sobre los Una versión inicial de este trabajo fue publicado previamente como “Sección Comparativa Iberoamericana a los artículos 14 al 24 de la CISG” en Schlechtriem & Schwenzer: Comentario sobre la Convención de las Naciones Unidas sobre los Contratos de Compraventa Internacional de Mercaderías, Directores Ingeborg Schwenzer y Edgardo Muñoz, Pamplona, 2011, Thomson-Aranzadi, pp. 727 - 741. ** Abogado licenciado en México; Maestro en Derecho por la Universidad de Liverpool, Inglaterra; Doctor en Derecho por la Universidad de Basilea, Suiza; Investigador Asociado en la Universidad de Lausanne, Suiza; Asociado (abogado extranjero) en el despacho suizo Lenz & Staehelin. edgardo.munoz@ lenzstaehelin.com * CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||91 Contratos de Compraventa Internacional de Mercaderias (CISG), Derecho Ibero-americano. Abstract The process of formation of the contract is an open differential in the different laws of the Latin American countries, although in some cases some harmonic rules can be derived from joint interpretation of existing provisions, without the use of this an be clear or generalized. So, in this paper, we analyze the different solutions adopted by Latin American domestic rights to respond to events in the formation of the contract through offers and acceptances. Keywords Formation of the contract, offer, acceptance, contact of sale, United Nations Convention on Contracts for the Internacional Sale of Goods (CISG), Ibero-american Law. I. Introducción Los derechos iberoamericanos se basan en la noción de intención de las partes para celebrar un contrato como el elemento primario para la existencia del contrato1. Tradicionalmente se concibió que la intención de celebrar un contrato se manifiesta a través de la oferta de una de las partes, y la aceptación de tal oferta por la otra (Kaune, 1992, pp. 64-65) (Brenes, Ramírez & Trejos, 1998, p. 57) (Miranda, 1996a, pp. 28-29) (Vásquez, 2008, p. 157). Este tema que ha sido abordado por la doctrina iberoamericana a través de los años. No obstante, el mismo no ha perdido vigencia, sino que ha causado un reciente interés debido a la creciente celebración de contratos a partir de ofertas y aceptaciones electrónicas y la codificación de sus reglas en instrumentos de naturaleza internacional como la Convención de las Naciones Unidas sobre los Contratos de Compraventa Internacional de Mercaderías (en adelante: la CISG). Esta aportación en Homenaje a la Universidad de la Sabana, fue concebida como parte de un Comentario sobre la CISG con 1 92 || Chile: Suprema Corte, RDJ, Vol. 7, Sec. 1, p. 529 citado en Díez Duarte, p 331, n. 921; México: Tribunales Colegiados, Novena Época, Registro 182’396, SJF XIX, enero de 2004, p. 1535. Sección Doctrina la humilde (pero nunca emprendida) tarea de comparar, de manera funcional, las reglas sobre la formación de los contratos en los derechos internos iberoamericanos con un énfasis en la compraventa. El lector descubrirá que lo que muchas veces se pensó ser un tema totalmente cubierto por la legislación de los países iberoamericanos no lo es tal. Tampoco existe uniformidad total de las reglas sobre formación de los contratos entre los códigos civiles iberoamericanos. Si bien muchas reglas pueden derivarse de la interpretación conjunta de sus disposiciones, estas no son siempre claras. Al respecto, un análisis comparativo a la luz de las reglas propuestas por la CISG ha mostrado ser muy útil. Así, en los siguientes párrafos el lector encontrará los detalles sobre las soluciones adoptadas por los derechos internos iberoamericanos para dar respuesta a los eventos de la formación del contrato a través de ofertas y aceptaciones. II. La oferta 1. Oferta suficientemente precisa Los códigos, las cortes y la doctrina de los países iberoamericanos declaran como regla general, para todos los contratos, que una oferta válida deberá contener todos los elementos constitutivos básicos del contrato2 (Camargo, 2007, p. 408) (Gomes, 2008, p. 73) (Cevallos, 2005, p. 234) (Miranda, 1996b, p. 31) (Vásquez, 2008, p. 157) (Sierralta, 1997, p. 55) (Lloblet, 1996, p. 21) (Corte Suprema de Justicia de Colombia, 1980) (Corte Suprema de Justicia de Colombia, 1995) (Tribunales Colegiados de México, 2005a, p. 1436) (Supremo Tribunal de Justicia de Portugal, 2001) (Supremo Tribunal de Justicia de Portugal, 2002). En el contrato de compraventa estos elementos son los bienes y el precio. Estos elementos se derivan de la definición de compraventa: el acuerdo por el cual una de las parte se obliga a entregar bienes, y la otra Argentina: art. 1148 C CC; Bolivia: art. 826 CCCCOM; Brasil: art. 429 C CC; Colombia: art. 845 CCOM; Guatemala: art. 1522 CC; sosteniendo que si las partes no pactan un precio, no existe contrato de compraventa, y por lo tanto la acción disponible es la invalidez (rescisión) del contrato y no la resolución por el incumplimiento ordinario de la obligaciones en Chile: arts. 1489, 1873 CC. 2 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||93 parte se obliga a pagar un precio por ellos3 (Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil de Argentina, 1986). Como lo establece el artículo 14 (1), segunda oración de la CISG4, otros códigos expresamente proveen que la oferta válida deberá contener, al menos, los bienes y el precio5, o prever una manera de determinarlos6 (Fajardo, 2001) (Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil de Argentina, 1990) (Tribunales Colegiados de México, 2005b, p. 2318). Los detalles respecto del requisito de determinación suficiente de los bienes y el precio no pueden ser abordados en este trabajo, por lo que se refiere al lector a la obra del presente autor que trata sobre tema (Muñoz, 2010 pp. 57, 89–93). 2. Intención de quedar obligado Como en el artículo 14 (1), primera oración de la CISG7, en los derechos Iberoamericanos, la intención de quedar obligado existe cuando hay una intención real, seria y definitiva de con Argentina: art.1323 CC; Bolivia: art. 584 CC; Brasil: art. 481 CC; Chile: art. 1793 CC; Colombia: art. 1849 CC; Costa Rica: art. 1049 CC; Cuba art. 334 CC; Ecuador art. 1759 CC; El Salvador: art. 1597 CC; España: art. 1.445 CC; Guatemala: art. 1790 CC; Honduras: art. 1605 CC; México: art. 2248 CC; Nicaragua: art. 2530 CC; Panamá: art. 1215 CC; Paraguay: art. 737 CC; Perú: art. 1529 CC; Portugal: art. 874 CC; Uruguay: art. 1661 CC; Venezuela: art. 1474 CC. 4 Artículo 14 (1) CISG: Una propuesta es suficientemente precisa si indica las mercaderías y, expresa o tácitamente, señala la cantidad y el precio o prevé un medio para determinarlos. 5 Ver por ejemplo referencia tácita a estos dos elementos: Bolivia: Arts 584, 611 CC; Brasil: art. 482 CC; Chile: art. 139 CCOM; Cuba art. 335 CC; España: art. 1450 CC; Guatemala: art. 1791 CC; Honduras: art. 1610 CC; México: art. 2249 CC; Nicaragua: art. 2540 CC; Panamá: art. 1220 CC; Uruguay: art. 1664 CC. 6 Brasil: art. 483 CC; Colombia: Oviedo Albán (2008, p. 37) anota que la doctrina distingue entre la determinación objetiva y la determinación subjetiva de la oferta. La determinación objetiva requerida se relaciona con los elementos constitutivos del contrato: precio y bienes. La determinación subjetiva se relaciona con las personas específicas a las que la oferta se dirige. 7 Artículo 14 (1) CISG: La propuesta de celebrar un contrato dirigida a una o varias personas determinadas constituirá oferta si es suficientemente precisa e indica la intención del oferente de quedar obligado en caso de aceptación. 3 94 || Sección Doctrina tratar (Gomes, 2008, p. 73; Oviedo, 2008, p. 51; Cevallos, 2005, p. 235Miranda, 1996b, p. 32; Miranda, 1996b, p. 29; Kaune, 1992, p. 66). A falta de una intención tal, la propuesta se considera una simple invitación a tratar (Sierralta, 1997, p. 55; Llobet, 1996, p. 22; Corte Suprema de Justicia de Perú, 2008). La intención individual del oferente puede ser expresa o tácita8 (Corte Suprema de Justicia de Perú, 2008). El consentimiento o intención expresa es aquella manifestada verbalmente, por escrito o por signos inequívocos9. La intención tácita resulta de hechos o conductas presumidas10. Conforme a una opinión creciente, la oferta deberá ser interpretada de la manera en que un destinatario promedio en la posición del destinatario real la habría entendido, a menos que el destinatario esté consciente de la intención real de la otra parte (Miranda, 1996a, p. 29) (Supremo Tribunal de Justicia de Portugal, 2008b) (Supremo Tribunal de Justicia de Portugal, 2008a) (Supremo Tribunal de Justicia de Portugal, 2007) (Supremo Tribunal de Justicia de Portugal, 2006). La intención de obligarse por escrito requiere un mínimo de correspondencia en el documento. Una excepción existe si la intención real de las partes se demuestra de forma distinta. 3. Distinción entre ofertas e invitaciones a ofrecer Algunos derechos iberoamericanos toman una postura similar al artículo 14(2) CISG11, respecto de las personas a quienes Argentina: art. 1145 CC; Bolivia: art. 453 CC; Chile: art. 1449 CC & art. 103 CCOM; Colombia: art. 1506 CC; Costa Rica: art. 1008 CC; Ecuador art. 1492 CC; El Salvador: art. 1320 CC; Guatemala: art. 1252 CC; Honduras: art. 1551 CC; México: art. 1803 CC; Nicaragua: art. 2448 CC; Paraguay: art. 674 CC; Perú: art. 141 CC; Venezuela: art. 1.138 CC. 9 Argentina: art. 1145 CC; Bolivia: art. 453 CC; Costa Rica: art. 1008 CC; México: art. 1803 CC; Nicaragua: art. 2448 CC; Perú: art. 141 CC. 10 Argentina: art. 1145 CC; Bolivia: art. 453 CC; Chile: art. 1449 CC; Colombia: art. 1506 CC; Costa Rica: art. 1008 CC; Ecuador art. 1492 CC; Honduras: art. 1551 CC; México: art. 1803 CC; Nicaragua: art. 2448 CC; Paraguay: art. 674 CC; Perú: art. 141 CC. 11 Artículo 14(2) CISG: 2) Toda propuesta no dirigida a una o varias personas determinadas será considerada como una simple invitación a hacer ofertas, a menos que la persona que haga la propuesta indique claramente lo contrario. 8 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||95 se dirigen las ofertas. Las ofertas indeterminadas respecto de las personas a quienes se dirigen no obligan al oferente (Kaune, 1992, p. 67) (Gomes, 2008, p. 74) (Oviedo, 2008, p. 37) (Cevallos, 2005, p. 235) (De Lima, 2005, P. 269). Así, no obstante la regla general de acuerdo a la cual la oferta vincula al oferente a menos que lo opuesto resulte de los términos de la oferta, las circunstancias o la naturaleza del negocio12, el criterio compartido es que la oferta, para ser válida, debe estar dirigida personas determinadas, con todos los elementos constitutivos del contrato13. Por ejemplo, en Perú las ofertas dirigidas al público se consideran como meras invitaciones a ofertar; en las que aquellos que reciben la invitación se convierten en oferentes y la persona que realiza la invitación al público se convierte en destinatario. Solo si la oferta al público claramente indica que tiene el carácter obligatorio de una oferta, la misma obligará al oferente original14 (Sierralta, 1997, p. 56). Conforme a otros derechos, las ofertas indeterminadas contenidas en circulares, catálogos, listas de precios, o en cualquier tipo de publicidad, no son obligatorias para el oferente15. Aun y cuando dicha publicidad esté dirigida a personas determinadas, éstas siempre se considerarán contener la condición implícita de que al momento de la aceptación los bienes no hayan sido vendidos o que el precio no haya cambiado, o que los bienes aún existan en el domicilio del oferente16. En Paraguay la expedición de tarifas o listas de precios no constituye una oferta en ningún caso17. Brasil: art. 427 CC; Colombia: Arts 847, 848 CCOM; Cuba art. 318 CC; Guatemala: Arts 1521, 1629 CC; México: art. 1084 CC; Paraguay: Arts 685 (reserva expresa), 677 CC; Perú: art. 1382 CC. 13 Ver expresamente Argentina: art. 1148 CC & art. 454 CCOM; Chile: art. 105 CCOM; Colombia: Arts 845, 847 CCOM; Ecuador art. 148 CCOM; Paraguay: art. 685 CC; Perú: art. 1388 CC; Uruguay: art. 519 CCOM. 14 Perú: art. 1388 CC. 15 Chile: art. 105 CCOM; Ecuador art. 148 CCOM; Colombia: art. 847 CCOM. 16 Chile: art. 105 in fine CCOM; Ecuador art. 148 in fine CCOM. 17 Paraguay: art. 685 CC. 12 96 || Sección Doctrina Sin embargo, bajo ciertas circunstancias las ofertas realizadas al público en general podrían volverse vinculantes. Por ejemplo, conforme al derecho mercantil costarricense, la publicidad en forma de circulares, avisos u otros medios realizados por comerciantes, no los obligan con personas indeterminadas, pero sí con el primero que las acepte18 (Brenes et al, 1998, p. 58). Conforme a otros derechos, las ofertas al público serán vinculantes cuando las mismas contienen los elementos esenciales para la celebración de un contrato19 (Camargo, 2007, p. 408). De igual forma, otros derechos expresan que la exhibición de mercancías al público, con la indicación del precio, se considera como oferta vinculante para el oferente20 (Camargo, 2007, p. 408), y que las ofertas al público con un precio determinado obligan al oferente21 (Brenes et al, 1998, p. 58). III. Efecto de la oferta 1. Momento en que surte efecto No obstante no se encuentra expresamente establecido, como en el artículo 15(1) CISG22, por los códigos iberoamericanos, la oferta suerte efecto cuando la misma llega al destinatario o, para ser más precisos, cuando el destinatario toma conocimiento de la misma. Esta regla ha sido confirmada por un tribunal colegiado en México al sostener que la oferta es perfecta cuando la conoce el destinatario (Tribunales Colegiados de México, 2005a, p. 1436). Tal regla puede al igual deducirse del principio de que en contratos entre presentes las partes deben declarar su intención inmediatamente después de que conocen la intención de la otra parte23. Costa Rica: art. 445 CCOM. Brasil: art. 429 CC; Bolivia: art. 827 CCOM. 20 Bolivia: art. 827 CCOM; Colombia: 848 parte 1 CCOM; Paraguay: art. 685 CC. 21 Bolivia: art. 827 CCOM; Colombia: art. 848 parte 2 CCOM; Guatemala: art. 1629 CC; Honduras: art. 720 CCOM. 22 Artículo 15 (1) CISG: La oferta surtirá efecto cuando llegue al destinatario. 23 Brasil: art. 428 (I) CC; Paraguay: art. 675 CC. 18 19 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||97 2. Retiro de la oferta En contraste con el artículo 15(2) CISG24, solo algunos códigos iberoamericanos otorgan expresamente la posibilidad de retirar la oferta mientras esta aún no llegue al destinatario25. El retiro de la oferta, antes o al mismo tiempo de que llegue al destinatario, deja sin efecto a la oferta26 (Vásquez, 2008, p. 158) (Antunes, 2003, p. 233; De Lima, 2005, p. 271). La misma posibilidad se deduce en el resto de los derechos que permiten la revocación de ofertas revocables e irrevocables que ya se conocen o que en ocasiones ya han sido aceptadas (ver IV siguiente). IV. Revocación de la oferta 1. Posibilidad de revocación Siguiendo de cerca la solución esgrimida por el Artículo 16(1) CISG27, el principio general de los derechos iberoamericanos es que la oferta puede ser revocada por el oferente mientras ésta no haya sido aceptada por el destinatario28 (Vásquez, 2008, p. 158) Artículo 15 (2) CISG: La oferta, aun cuando sea irrevocable, podrá ser retirada si su retiro llega al destinatario antes o al mismo tiempo que la oferta. 25 Bolivia: art. 826 CCOM (oferta comunicada); Brasil: art. 428 CC; Colombia: art. 846 CCOM; México: art. 1808 CC; Portugal: art. 230 CC; Argentina: Cámara Nacional de lo Civil de Argentina (1988) sosteniendo que la oferta podrá ser revocada o retirada hasta su aceptación, antes de que la oferta llegue al destinatario. (Camargo, 2007, p. 408). 26 Ver expresamente Brasil: art. 428 (III) CC; Portugal: art. 230 CC. 27 Artículo 16 (1) CISG: La oferta podrá ser revocada hasta que se perfeccione el contrato si la revocación llega al destinatario antes que éste haya enviado la aceptación. 28 Argentina: art. 1150 CC; Brasil: art. 428 (IV) CC; Chile: art. 99 CCOM; Colombia: art. 846 CCOM (estipulando que una vez comunicada al destinatario, el oferente no podrá revocar); Costa Rica: art. 1010 CC; Cuba art. 318 CC; Ecuador art. 143 CC; El Salvador: art. 969 CC; Guatemala: art. 1521 CC; Honduras: art. 718 CCOM; Nicaragua: art. 2450 CC; Perú: art. 1384 CC (estipulando que el oferente debe informar al destinatario sobre su posibilidad de revocar la oferta en cualquier momento antes de la aceptación); Uruguay: art. 1265 CC & art. 204 CCOM; Venezuela: art. 113 CCOM (si el destinatario no ha iniciado su ejecución). España: Guardiola (2001, p. 56) considerando que desde la interpretación finalista de España: Arts 1.261, 1.262 CC la oferta puede ser revocada en cualquier 24 98 || Sección Doctrina (Tribunales Colegiados de México, 2005a, p. 1436). En otras palabras, la revocación no tiene efecto si el destinatario ya ha aceptado la oferta29 (De Lima, 2005, p. 271). El Código Civil de Paraguay clarifica que la expedición de la aceptación por el destinatario constituye el acto relevante para dejar la revocación sin efecto30. Esta solución es conforme con la regla del Código Civil paraguayo conforme a la cual el contrato se tiene por celebrado al momento de la expedición de la aceptación (ver VI., 2., adelante). Conforme a los códigos civiles de Bolivia y Venezuela, el conocimiento del oferente de la aceptación es el momento relevante para dejar sin efecto a la revocación31. Esta solución concurre igualmente con la regla de la información consagrada en dichos códigos, conforme a la cual el contrato se entiende por celebrado en el momento en que la aceptación es conocida por el oferente (ver VI., 2., adelante). El problema podría surgir conforme al derecho español, en el que algunos autores consideran que de la interpretación de los artículos 1261 y 1262 del Código Civil, una oferta podrá ser revocada en cualquier momento antes de que el oferente conozca la aceptación, mientras que otras reglas establecen que el contrato se tiene por celebrado al momento de la expedición de la aceptación32. Lo anterior significa que el oferente podría revocar su oferta si éste ignora la expedición de la aceptación, no obstante, el contrato ya se tiene por celebrado desde la expedición. momento antes de que el oferente conozca la aceptación del destinatario. Cuba art. 318 CC; El Salvador: art. 969 CCOM; Paraguay: art. 680 CC; Portugal: art. 230 (2) CC. 30 Paraguay: art. 680 CC. 31 Bolivia: art. 458 CC; Venezuela: art. 1.137 CC; España: Guardiola (2001, p. 56) considerando que desde la interpretación finalista de España: Arts 1.261, 1.262 CC la oferta puede ser revocada en cualquier momento antes de que el oferente conozca la aceptación del destinatario. Ver confirmando la postura Bolivia: Kaune (1992, p. 67). 32 España: Guardiola (2001, p. 56); art. 1.262 CC: la disposición de hecho sigue la regla de la información respecto del momento de formación del contrato. Sin embargo, la misma disposición establece que el contrato podrá formarse desde que el destinatario expide su aceptación y el oferente no puede, de buena fe, ignorar tal hecho. También art. 54 CCOM español adopta la regla de la expedición para la formación del contrato. 29 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||99 Por el contrario, conforme a algunos derechos la oferta se hace efectiva si el destinatario la acepta antes de conocer que la oferta ha sido revocada por el oferente33. Conforme a los derechos argentino y colombiano esto significa que si el destinatario expide su aceptación ignorando la revocación de la oferta por el oferente, la revocación quedará sin efecto (ver VI., 2., adelante). Mientras que en Costa Rica, si el destinatario conoce la revocación de la oferta antes de que su aceptación llegue al oferente, la revocación será valida. Por lo tanto, conforme a estos derechos (como deberá ser el caso conforme a otros derechos que no establecen expresamente un momento o evento) la revocación quedará sin efecto al momento de la aceptación de la oferta conforme a las reglas sobre el momento de la celebración del contrato (ver VI., 2., adelante). 2. Irrevocabilidad de la oferta La mayoría de los derechos iberoamericanos declaran, como lo hace la CISG34, que la oferta no podrá ser revocada, aun antes de la aceptación, si el oferente ha renunciado a su derecho a revocar la oferta35, ya sea porque éste se ha obligado mantener la oferta hasta cierto tiempo36, o porque éste ha establecido un tiempo fijo Argentina: art. 1156 CC; Costa Rica: art. 1010 CC; Nicaragua: art. 2450 CC; Colombia: art. 846 CCOM. 34 Artículo 16 (2) CISG: Sin embargo, la oferta no podrá revocarse: a) si indica, al señalar un plazo fijo para la aceptación o de otro modo, que es irrevocable; o b) si el destinatario podía razonablemente considerar que la oferta era irrevocable y ha actuado basándose en esa oferta. 35 Argentina: art. 1550 CC; Chile: art. 99 CCOM; Cuba art. 317.1 CC; Ecuador art. 143 CC; Perú: art. 1384 CC: estipulando que el oferente debe informar al destinatario la posibilidad de revocar la oferta en cualquier momento antes de la aceptación. La oferta será irrevocable si el oferente no informa nada al respecto; Uruguay: art. 1265 CC & art. 204 CCOM; Venezuela: art. 1.137 para 5 CC. 36 Argentina: art. 1150 CC; Chile: art. 99 CCOM; Cuba art. 317.1 CC; Costa Rica: art. 443 (a) CCOM; Ecuador art. 143 CC; El Salvador: art. 969 CC; Honduras: art. 718 CCOM; Uruguay: art. 1265 CC & art. 204 CCOM; Venezuela: art. 1.137 para 5 CC. Argentina: Cámara Nacional de lo Civil de Argentina (1988) si el oferente estableció un plazo durante el cual el destinatario podría aceptar o rechazar, este compromiso es equivalente a sostener la oferta durante tal plazo; Perales (2003, p 122) comentando y comparando con el derecho interno español. 33 100 || Sección Doctrina para su aceptación37 (Tribunales Colegiados de México, 2005a, p. 1436) (Kaune, 1992, p. 69) (Gomes, 2008, p. 79) (Vásquez, 2008, p. 158) (Perales, 2003, p. 122), o porque la ley establece un plazo durante el cual deberá de mantenerse la oferta38. No obstante, las ofertas antes descritas son en principio irrevocables. La pregunta surge respecto de las consecuencias de la revocación de ofertas irrevocables. Por un lado, si la oferta irrevocable es aceptada antes de ser revocada, el principio sería que el contrato se considera celebrado y por lo tanto cualquier negativa a cumplir el contrato celebrado por parte del oferente daría derecho al resarcimiento de los daños por el interés positivo39 (Oviedo, 2008, p. 76; Corte Suprema de Justicia de Colombia, 2001) (Cevallos, 2005, p. 236) (Llobet, 1996, p. 30). Sin embargo, si la oferta irrevocable se revoca abruptamente antes de la aceptación, esto es, antes de que el contrato sea efectivamente celebrado conforme a la misma ley, el oferente será responsable por el incumplimiento de sus deberes pre–contractuales, lo que permitirá que el destinatario recupere una indemnización por daños por su interés negativo40 (Oviedo, 2008, p. 76) (Llobet, 1996, p. 30). V. Rechazo de la oferta Al igual que conforme al artículo 17 de la CISG41, una oferta quedará extinguida cuando sea rechazada por el destinatario o cuando el plazo para su aceptación haya caducado. Así, el rechazo a aceptar los términos de la oferta puede manifestarse de mane Cuba art. 317.1 CC; Guatemala: art. 1521 CC; México: art. 1084 CC; Uruguay: art. 204 CCOM; Venezuela: art. 1.137 para 5 CC. 38 Costa Rica: art. 443 (b) CCOM: obligación de mantener la oferta durante 5 días si las partes se encuentran en el mismo lugar, 10 días si se encuentran en diferentes sitios dentro del país y 1 mes si se encuentran en diferentes países. 39 Ver Chile: art. 100 CCOM; Colombia: art. 846 CC; Ecuador art. 144 CCOM; Venezuela: art. 113 CCOM: la indemnización de los daños sólo si el destinatario comenzó la ejecución. 40 De forma tácita en Argentina: art. 1156 CC; Bolivia: art. 826 CCOM; Chile: art. 100 CCOM; Colombia: art. 846 CC; Ecuador art. 144 CCOM. 41 Art. 17 CISG: La oferta, aun cuando sea irrevocable, quedará extinguida cuando su rechazo llegue al oferente. 37 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||101 ra expresa o tácita. Por ejemplo, un rechazo tácito podría ser interpretado a partir de la conducta de un destinatario que acepta otra oferta que competía con la oferta en cuestión. Los derechos iberoamericanos no estipulan el tiempo en que el rechazo será efectivo. La regla del conocimiento del oferente de tal rechazo podría deducirse conforme a muchos derechos. VI. Aceptación 1. Declaración de aceptación Al igual que la postura adoptada por la CISG en el artículo 18(1)42, en los derechos iberoamericanos la declaración de aceptación del destinatario es el complemento de la intención del oferente de quedar obligado por su oferta43 (Oviedo, 2008 p. 89). De este modo, la aceptación de la oferta puede ser también expresa o tácita44 (Gomes, 2008, p. 76) (Miranda, 1996b, p. 33) (Corte Suprema de Justicia de Perú, 2008). El consentimiento o intención expresa es aquella manifestada verbalmente, por escrito o por signos inequívocos45. La intención tácita resulta de hechos o conductas presumidas46. Al respecto, un tribunal español ha sostenido que la recepción de la mercadería por el comprador y la falta de rechazo subsecuente constituyen una conducta que manifiesta una aceptación tácita de la oferta del Artículo 18 (1) CISG: Toda declaración u otro acto del destinatario que indique asentimiento a una oferta constituirá aceptación. El silencio o la inacción, por sí solos, no constituirán aceptación. 43 Brasil: art. 432 CC. 44 Argentina: art. 1145 CC; Bolivia: art. 453 CC; Brasil: art. 432 CC; Chile: art. 1449 CC & art. 103 CCOM; Colombia: art. 1506 CC; Costa Rica: art. 1008 CC; Ecuador art. 1492 CC; El Salvador: art. 1320 CC; Guatemala: art. 1252 CC; Honduras: art. 1551 CC; México: art. 1803 CC; Nicaragua: art. 2448 CC; Paraguay: art. 674 CC; Perú: art. 141 CC; Portugal: art. 217 CC; Venezuela: art. 1.138 CC. 45 Argentina: art. 1145 CC; Bolivia: art. 453 CC; Costa Rica: art. 1008 CC; México: art. 1803 CC; Nicaragua: art. 2448 CC; Perú: art. 141 CC. 46 Argentina: art. 1145 CC; Bolivia: art. 453 CC; Chile: art. 1449 CC; Colombia: art. 1506 CC; Costa Rica: art. 1008 CC; Ecuador art. 1492 CC; Honduras: art. 1551 CC; México: art. 1803 CC; Nicaragua: art. 2448 CC; Paraguay: art. 674 CC; Perú: art. 141 CC. 42 102 || Sección Doctrina vendedor, lo que obliga al comprador a pagar el precio (Tribunal Constitucional de España, 1991). De igual forma, algunos derechos iberoamericanos establecen de forma expresa que el silencio no constituye una manifestación de asentimiento47. No obstante, existen algunas excepciones en casos en que una de las partes tiene la obligación de explicarse, ya sea porque su silencio actual o porque sus declaraciones previas crean tal obligación48. Las batallas de formularios proveen ejemplos de esta obligación de hablar y de las consecuencias del silencio bajo ciertas circunstancias (ver VII., 2., más adelante). 2. Momento y efecto de la aceptación La cuestión de cuándo la aceptación suerte efecto tiene un impacto importante en varios asuntos, incluidos, el carácter vinculante de la aceptación para el destinatario, la imposibilidad de revocar la oferta, el tiempo de la celebración del contrato, el lugar de la celebración del contrato y el derecho aplicable (Kaune, 1992, pp. 75-77) (Oviedo, 2008, p. 98) (Castillo, 2002, p. 33). Las soluciones ofrecidas por los derechos iberoamericanos varían dado que diferentes reglas han sido desarrolladas para responder a esta cuestión. Al igual que en la CISG, Artículo 18(2)49, en los derecho iberoamericanos, las ofertas realizadas entre presentes, sin Argentina: art. 919 CC; Cuba art. 49.1 CC; Guatemala: art. 1253 CC; Perú: arts. 142, 1381 CC; ver Argentina: Corte Suprema de Justicia de la Nación (1989) declarando que, a menos que exista una obligación legal de informar, el silencio no constituye consentimiento expreso o tácito. 48 Argentina: art. 919 CC; Cuba art. 49.1 CC; Guatemala: art. 1253 CC; Perú: arts. 142, 1381 CC; ver Argentina: Corte Suprema de Justicia de la Nación (1989) declarando que, a menos que exista una obligación legal de informar, el silencio no constituye consentimiento expreso o tácito. 49 Artículo 18 (2) CISG: La aceptación de la oferta surtirá efecto en el momento en que la indicación de asentimiento llegue al oferente. La aceptación no surtirá efecto si la indicación de asentimiento no llega al oferente dentro del plazo que éste haya fijado o, si no se ha fijado plazo, dentro de un plazo razonable, habida cuenta de las circunstancias de la transacción y, en particular, de la rapidez de los medios de comunicación empleados por el oferente. La aceptación de las ofertas verbales tendrá que ser inmediata a menos que de las circunstancias resulte otra cosa. 47 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||103 referencia a un momento fijo para su aceptación, deben ser inmediatamente aceptadas50 (Tribunales Colegiados de México, 1995, p. 234) (Cevallos, 2005, p. 234) (Miranda, 1996b, p. 34; Miranda, 1996a, p. 32) (León, 2004, p. 68; Pérez, p. 23) (De Lima, 2005, p. 271). La aceptación debe realizarse tan pronto como el destinatario conoce la oferta (Castillo, 2002, pp. 27 – 29). Las ofertas son consideradas entre presentes cuando estas se realizan de forma verbal51. Algunos derechos consideran que las negociaciones por teléfono o medios (electrónicos) equivalentes de comunicación inmediata ocurren entre presentes52, aunque otros derechos consideran que estas negociaciones se tienen entre ausentes53. Argentina: art. 1151 CC; Brasil: art. 428 CC; Chile: art. 97 CCOM; Colombia: art. 850 CCOM; Costa Rica: art. 1011 CC & art. 442 CCOM; Cuba art. 317.1. CC contrario sensu; Ecuador art. 141 CCOM; Guatemala: art. 1521 CC; Honduras: 718 CCOM; México: art. 1805 CC; Nicaragua: art. 2451 CC; Paraguay: art. 675 CC; Perú: art. 1385 (1) CC; Uruguay: art. 1263 CC & art. 200 CCOM; Venezuela: art. 110 CCOM. 51 Argentina: art. 1151 CC; Colombia: art. 850 CCOM; Costa Rica: art. 442 CCOM; Ecuador art. 141 CCOM: pero si la oferta fue hecha por escrito a una persona presente la aceptación debe realizarse en 24 horas, ver Ecuador art. 142 CCOM; Paraguay: art. 675 CC; Uruguay: art. 1263 CC & art. 200 CCOM. 52 Brasil: art. 428 CC; Chile: art. 97 CCOM; Colombia: art. 850 CCOM; Costa Rica: art. 442 CCOM; Honduras: art. 716 CCOM; México: art. 1805 CC; Paraguay: art. 675 CC; Perú: art. 1385 (1) CC; Confirmando Argentina: Farina (2005, pp. 109–110) anotando que la comunicación por medio de computadoras es instantánea, por lo que los contratos electrónicos deben considerarse celebrados entre presentes, por lo que la aceptación inmediata debería realizarse (art. 1150 CC); Brasil: Gomes (2008, p. 80) considerando que las reglas sobre la formación de los contratos entre presentes serán aplicables a los contratos celebrados por medios electrónicos cuando las personas se comuniquen instantáneamente, pero las reglas entre ausentes se aplicarán a los contratos por medios electrónicos cuando se considere que las personas se comunican por correspondencia; México: León (2004, p. 68); Azar (2005 p. 222). 53 Costa Rica: art. 442 CCOM; Obando (2001) anota que las reglas en el Código Civil y el Código de Comercio aplicarán a las ventas del comercio electrónico, dependiendo de si la comunicación es instantánea o no, las reglas entre presentes o entre ausentes serán aplicables respectivamente; El Salvador: art. 968 CCOM; Guatemala: art. 1524 CC; Miranda, 1996b, p. 37). 50 104 || Sección Doctrina Respecto de los contratos celebrados por personas ausentes, no existe una solución uniforme respecto del momento en que la aceptación surte efecto. Por un lado, algunos países siguen la regla de la recepción contenida en la CISG. Así, el contrato se celebra cuando la aceptación llega al oferente54 (Brenes et al. p. 48) (Miranda, 1996b, p. 34; 1996a, p. 34) (León, 2004, p. 68) (Tribunales Colegiados de México, 1995). Por otro lado, algunos derechos reconocen a la regla de la información como el momento preciso. Esto es, el contrato se forma cuando el oferente conoce la aceptación de su oferta55. Otros derechos iberoamericanos siguen la regla de la expedición. Conforme a estos, el contrato se forma cuando el destinatario expide su aceptación al oferente56. Finalmente, en Chile y Ecuador se sigue la regla de la declaración, el contrato adquiere efecto pleno desde que el destinatario declara su aceptación57. Bolivia: art. 815 CCOM & art. 29 LDSEC; Costa Rica: art. 444 CCOM; El Salvador: art. 966 CCOM; Guatemala: art. 1523 CC; México: art. 1807 CC & art. 80 CCOM; Uruguay: art. 1265 CC; ver confirmando la regla en los respectivos derechos. Miranda (1996b, p. 34); León (2004, p. 68): anotando que las reformas sobre las comunicaciones por medios electrónicos al código civil también reconocieron la regla de la recepción. 55 Bolivia: art. 455 CC (véase como la regla cambia respecto de las ventas cubiertas por el art. 815 CCOM o cuando comunicaciones electrónicas son utilizadas); Cuba art. 317.1 CC (véase como la regla cambia respecto a las compraventa cubiertas por el código de comercio que adopta la teoría de la expedición art. 54 CCOM); Honduras: art. 1553 CC; Panamá: art. 1113 CC; Perú: art. 1373 CC (además el Perú: art. 1374 CC establece que la oferta se entiendo por conocida por el receptor cuando la oferta llega a su domicilio); Sierralta (1997, p 57) anota que en Perú se adopta la regla sobre la información y que el art. 1374 es sólo una presunción adicional del conocimiento de la oferta; España: art. 1.262 CC (o desde que el destinatario expide la aceptación y el oferente no puede ignorar de buena fe tal hecho; ver también que el España: art. 54 CCOM adopta la regla de la expedición); Venezuela: art. 1.137 & art. 115 CCOM (aunque se presume se conoce cuando llega la aceptación al domicilio del oferente). 56 Argentina: art. 1154 CC; Brasil: art. 434 CC; Colombia: 864 CCOM; Cuba art. 54 CCOM; Paraguay: art. 688 CC; España: art. 54 CCOM (más precisamente cuando el destinatario responde la oferta o contraoferta); Brasil: Tribunal Superior de Justicia de Brasil (2006) que las partes se obligan en contrato celebrados inter praesentes en el momento en que el destinatario acepta y inter absentes cuando la aceptación se expide. 57 Chile: art. 101 CCOM; Ecuador art. 145 CCOM. 54 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||105 Al igual que en la CISG, conforme a los derechos iberoamericanos la oferta deberá ser aceptada antes de que la misma expire de acuerdo a la oferta misma58 (Tribunales Colegiados de México, 2005a, p. 1463) (Tribunales Colegiados de México, 2005b, p. 2318), o dentro de un plazo razonable59, suficiente60, o providencial61; o de acuerdo a los usos o la naturaleza del negocio62, o al plazo establecido por la ley para su aceptación63. 3. Acepción por conducta Conforme a algunos derechos iberoamericanos, el silencio constituye una manifestación de asentimiento cuando los usos o las circunstancias autorizan tal significado y una declaración expresa no es necesaria, a menos que el contrato o la ley dispongan lo contrario64 (Miranda, 1996a, p. 35) (Supremo Tribunal de Justicia de Portugal, 2008c). Por ejemplo, en las compraventas merBolivia: art. 455 CC & art. 827 CCOM (oferta hecha al público); Brasil: art. 428 (II) CC; Colombia: art. 453 CCOM; Costa Rica: art. 1012 CC & art. 443 CCOM; Cuba art. 317.1 CC; El Salvador: art. 969 CCOM; Guatemala: art. 1521 CC; Honduras: art. 718 CCOM; México: art. 1806 CC; Nicaragua: art. 2452 CC; Paraguay: art. 679 CC; Perú: art. 1385 (1) CC; Uruguay: art. 1266 CC; Venezuela: art. 1.137 CC. 59 Brasil: arts. 466, 428 (II) CC: habla de tiempo suficiente y razonable. 60 Guatemala: art. 1523 CC: refiere a un tiempo suficiente para que el oferente conozca la aceptación; Paraguay: art. 678 CC: si tiempo suficiente pasa para que la aceptación sea conocida por el oferente, en circunstancias normales; Perú: art. 1385 (2) CC: cuando tiempo suficiente pase para que la aceptación pueda llegar a conocimiento del oferente, por lo mismos medios de comunicación utilizados por este último. 61 Cuba art. 317.1 CC. 62 Bolivia: art. 455 CC; Venezuela: art. 112 CCOM: si la aceptación no llega a conocimiento del oferente en un plazo necesario para el intercambio de la oferta y la aceptación, de acuerdo a la naturaleza del contrato y los usos de comercio. 63 Chile: art. 98 CCOM (dentro de 24 horas); Colombia: 851 CCOM (dentro de 6 días); Ecuador art. 142 CCOM (dentro de 24 horas); Uruguay: art. 1266 CC (dentro de 24 horas); Venezuela: art. 111 CCOM (dentro de 24 horas). 64 Bolivia: art. 460 CC; Brasil: art. 111 CC; Portugal: art. 217 CC; Colombia: Oviedo (2008, p. 90) anota que conforme al derecho colombiano a efecto de significar aceptación, el silencio debe acompañarse de otros actos inequívocos dirigidos a la ejecución del contrato. 58 106 || Sección Doctrina cantiles conforme al derecho boliviano las órdenes de compra son consideradas aceptadas si el vendedor no las rechaza dentro de un plazo de 10 días a partir de su recepción65. Conforme a otros derechos, si el negocio es uno de aquellos en que la aceptación expresa no constituye un uso, o cuando la oferta así lo establece, el contrato se tiene por celebrado si la oferta no es rechazada rápidamente66. El oferente soporta la carga de la prueba del uso67. Siguiendo de cerca la solución esgrimida por la CISG, artículo 18(3)68, los códigos civiles de Bolivia, Perú y Venezuela establecen que si conforme a los usos, la naturaleza de la transacción o requerimiento del oferente, la ejecución puede realizarse sin aceptación expresa previa; en tal caso, el contrato se forma al momento y en el lugar en que la ejecución comenzó. El destinatario está obligado a informar inmediatamente al oferente del comienzo de su ejecución69 (Castillo, 2002, p. 36). VII. Alteraciones entre la oferta y la aceptación 1. La regla del espejo A diferencia del Artículo 19(1) (2) CISG70, la regla principal y única de los derechos Iberoamericanos es que cualquier Bolivia: art. 830 CCOM. Guatemala: art. 1526 CC; Perú: art. 1381 CC; Venezuela: art. 112 CCOM. 67 Perú: art. 1381 CC. 68 Artículo 18 (3) CISG: No obstante, si, en virtud de la oferta, de prácticas que las partes hayan establecido entre ellas o de los usos, el destinatario puede indicar su asentimiento ejecutando un acto relativo, por ejemplo, a la expedición de las mercaderías o al pago del precio, sin comunicación al oferente, la aceptación surtirá efecto en el momento en que se ejecute ese acto, siempre que esa ejecución tenga lugar dentro del plazo establecido en el párrafo precedente. 69 Bolivia: art. 457 CC; Perú: art. 1381 CC; Venezuela: art. 1.138 CC. 70 Artículo 19 CISG (1): La respuesta a una oferta que pretenda ser una aceptación y que contenga adiciones, limitaciones u otras modificaciones se considerará como rechazo de la oferta y constituirá una contraoferta; (2) No obstante, la respuesta a una oferta que pretenda ser una aceptación y que contenga elementos adicionales o diferentes que no alteren sustancialmente los de la oferta constituirá aceptación a menos que el oferente, sin demora injustificada, objete verbalmente la discrepancia o envíe una comunicación en tal sentido. De no hacerlo así, los términos del contrato 65 66 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||107 modificación o adición a la oferta convierte a la aceptación en una nueva oferta o contraoferta71 (Tribunal Supremo de España, 1993; 1996a; 1996b), no obstante la discrepancia sea secundaria (Kaune, 1992, p. 71) (Gomes, 2008, p. 73) (Saldias, 2006, p. 96) (Oviedo, 2008, p. 103) (Baudrit, 2000, pp. 28-31) (Miranda, 1996b, p. 33; 1996a, p. 30) (Vásquez, 2008, p. 157-158) (Sierralta, 1997, p. 64) (De Lima, 2005, p. 273) (Guardiola, 2001, p. 58). Esto significa que para tener un contrato formado, la contraoferta debe ser aceptada por la otra parte con una aceptación que refleje los términos de la contraoferta (Baudrit, 2000, p. 31) (Tribunales Colegiados de México, 1995, p. 349) (Corte Suprema de Justica de Perú, 2002). Este principio es conocido como la regla del espejo72. 2. Batalla de formularios Los derechos iberoamericanos no contienen disposiciones específicas para regular la batalla de formularios. Por lo tanto, las reglas tradicionales sobre la formación del contrato, contenidas en los códigos aplican al intercambio de formularios. La doctrina del último disparo tiene lugar cuando una contraoferta es aceptada de manera tácita por medio de actos ejecutados o conductas por una de las partes (ver VI., 3., atrás). De igual forma, si de acuerdo a los usos o la naturaleza del contrato la ejecución del contrato puede realizarse sin una aceptación expresa previa, una contraoferta podrá ser aceptada al momento y en el lugar en que la otra parte inicie la ejecución en base a la contraoferta (ver VI., 3., atrás). Así, por ejemplo, cuando la aceptación del vendedor (condiciones generales del vendedor) contiene modificaciones o adiciones a la oferta original de compra (condiciones generales del comprador) la aceptación del vendedor se vuelve una contraoferta cuyos serán los de la oferta con las modificaciones contenidas en la aceptación. Argentina: art. 1152 CC; Bolivia: art. 456 CC & art. 815 CCOM; Brasil: art. 431 CC; Chile: arts. 101, 102 CCOM; Colombia: art. 855 CCOM; Costa Rica: art. 1010 CC & art. 444 CCOM; Cuba art. 54 CCOM; Ecuador arts. 145, 146 CCOM; El Salvador: art. 966 CCOM; España: art. 1.261 CC & art. 54 CCOM; México: art. 1810 CC; Nicaragua: art. 2450 CC; Paraguay: art. 681 CC; Perú: arts. 1359, 1376 CC; Portugal: art. 233 CC; Uruguay: art. 1267 CC; Venezuela: art. 1.137 CC & art. 114 CCOM. 72 Sobre las críticas y desventajas de esta regla ver Oviedo (2008, p. 103). 71 108 || Sección Doctrina términos podrían prevalecer sobre la oferta original (condiciones generales del comprador) si la conducta del comprador, tal como el pago del precio o la recepción de las mercaderías conforme a los términos establecidos en la contraoferta, indican aceptación. Además, algunos de los códigos mercantiles contienen entre sus disposiciones sobre formularios estándar un mecanismo de aceptación tácita de formularios que también refleja la doctrina del último disparo. Conforme al derecho de El Salvador, Guatemala y Honduras, en los contratos realizados por medio de formularios o documentos emitidos unilateralmente por una de las partes, si los términos generales de tales documentos son diferentes a aquellos originalmente aceptados, la otra parte puede desistirse del contrato o pedir la rectificación dentro de los 15 días siguientes a la recepción de documento estándar. Ya que a falta de ello, el silencio se entenderá como una aceptación de los términos estándar que se desvían del acuerdo original73. El derecho guatemalteco añade que si dentro de los 15 días siguientes la parte que expide el documento estándar no declara que la rectificación no es posible, la rectificación en todos los términos será considerada como aceptada74. VIII. Aceptación tardía Una regla parecida pero no igual a la contenida en el artículo 21(1)(2)75, la disponen algunos derechos iberoamericanos que expresamente establecen el deber de comunicar la aceptación tardía. Así, si la aceptación, bajo cualquier circunstancia, llega El Salvador: 977 CCOM; Guatemala: art. 673 CCOM; Honduras: art. 729 CCOM. 74 Guatemala: art. 673 CCOM. 75 Artículo 21 CISG: (1) La aceptación tardía surtirá, sin embargo, efecto como aceptación si el oferente, sin demora, informa verbalmente de ello al destinatario o le envía una comunicación en tal sentido. (2) Si la carta u otra comunicación por escrito que contenga una aceptación tardía indica que ha sido enviada en circunstancias tales que si su transmisión hubiera sido normal habría llegado al oferente en el plazo debido, la aceptación tardía surtirá efecto como aceptación a menos de que, sin demora, el oferente informe verbalmente al destinatario de que considera su oferta caducada o le envíe una comunicación en tal sentido. 73 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||109 con demora, esto deberá de ser comunicado al destinatario inmediatamente, so pena de compensarlo por los daños y perjuicios en que pudiera incurrir el destinatario que confía de la efectividad de su aceptación76. IX. Retiro de la aceptación Mientras que algunos de los derechos Iberoamericanos, al igual que la CISG77, expresamente señalan que la aceptación puede ser retirada por el destinatario antes o al mismo tiempo en que el oferente la conoce78, otros derechos declaran que la aceptación puede ser retirada si el retiro llega al oferente antes o al mismo tiempo de la aceptación79. X. Momento de la perfección del contrato Al igual que en la CISG80, en los derechos iberoamericanos el contrato se perfecciona en el momento en que la aceptación surte efecto. Como ha sido tratado, dependiendo de la regla adoptada por el derecho respectivo, el contrato se podrá tener por celebrado cuando la aceptación se expida, se reciba o se conozca (ver VI., 2., atrás). XI. Presunción de llegada De forma similar a lo provisto por la CISG81, algunos derechos iberoamericanos establecen una presunción de llegada de la Brasil: art. 430 CC; Chile: art. 98 CCOM; Ecuador art. 142 CCOM; Guatemala: art. 1525 CC; Paraguay: art. 684 CC. 77 Artículo 22 CISG: La aceptación podrá ser retirada si su retiro llega al oferente antes que la aceptación haya surtido efecto o en ese momento. 78 Argentina: art. 1149 CC; Bolivia: art. 458 CC; Guatemala: art. 1527 CC; Perú: art. 1386 CC. 79 Brasil: art. 433 CC; México: art. 1808 CC; Uruguay: art. 1265 CC. 80 Artículo 23 CISG: El contrato se perfeccionará en el momento de surtir efecto la aceptación de la oferta conforme a lo dispuesto en la presente Convención. 81 Artículo 24 CISG: A los efectos de esta Parte de la presente Convención, la oferta, la declaración de aceptación o cualquier otra manifestación de intención “llega” al destinatario cuando se le comunica verbalmente o se entrega por cualquier otro medio al destinatario personalmente, o en su establecimiento o dirección postal o, si no tiene establecimiento ni direc76 110 || Sección Doctrina aceptación que liga los aspectos anteriores al conocimiento de la misma. Así, conforme al derecho portugués, el contrato se forma cuando la aceptación es recibida o conocida por el oferente82. Por lo tanto, la aceptación podrá surtir efecto aun cuando la misma no sea recibida, si el oferente la conoce83. También en Venezuela, el contrato se considera celebrado tan pronto como el oferente conozca la aceptación del destinatario84, y se presume que el oferente conoce la oferta desde que la misma llega a su domicilio, a menos que pruebe que, sin culpa, éste fue incapaz de conocer la aceptación aun cuando ésta había llegado a su domicilio85. XII. Conclusión El análisis comparativo de las reglas clásicas sobre la formación del contrato mantiene importancia. Las lagunas evidentes en algunos códigos justifican la comparación con otros códigos de la región a efecto de, a través de una interpretación funcional, derivar reglas apropiadas para dar respuesta a los eventos de la formación del contrato. Por otro lado, el conocimiento claro de los efectos y requisitos de la oferta y la aceptación es necesario para la discusión actual sobre la formación del contrato a partir medios modernos de comunicación electrónica. Solo un conocimiento preciso de la extensión e intención de la legislación del siglo diecinueve, principios del veinte, podrá realmente abrir el debate sobre la conveniencia y eficacia de las reglas clásicas para tratar el tema de la formación del contrato por medios electrónicos. Si bien no hay espacio aquí para ejemplificar cómo las reglas clásicas complementan las disposiciones modernas sobre la formación de los contratos a partir de medios electrónicos, invito a consultar un capítulo que lo hace y que ha sido redactado por este autor en una ocasión previa (Muñoz, 2010, pp. 115–117). ción postal, en su residencia habitual. Portugal: art. 224 CC. 83 Portugal: De Lima Pinheiro, p 270. 84 Venezuela: art. 1.137 CC & art. 115 CCOM. 85 Venezuela: art. 1.137 (5) CC. 82 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||111 Los párrafos anteriores deben entonces servir como un punto de partida para la discusión que actualmente tiene lugar sobre la eficacia y conveniencia de las reglas expuestas para tratar el fenómeno de la celebración de los contratos modernos. Así, exhorto a los estudiantes de la Facultad de Derecho de la Universidad de la Sabana, Colombia, a ir más allá de la humilde descripción hecha en este trabajo. Está en ustedes comprender y proponer un mejor derecho. Referencias Antunes Valera, J. (2003). Das Obrigações em Geral (10a ed.). Coimbra: Almeida. Azar, E. (2005). La Contratación por Medios Electrónicos. México: Porrúa. Baudrit Carrillo, D. (2000). Los Contratos Traslativos del Derecho Privado - Principios de Jurisprudencia (2a ed.). San José: Juricentro. Brenes, A., Ramírez, M., & Trejos, G. 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El presente estudio señala el tratamiento jurisprudencial actual del “débil” en el sistema jurídico colombiano abordando la conjunción entre el derecho y lo social. Se contempla cómo, a pesar de existir una legislación clara y vigente sobre los derechos fundamentales, se dificulta su ejercicio y disfrute en situaciones de desigualdad social. El estudio de caso hace referencia al conflicto entre ladrillera “Molinos del Sur” y los vecinos del barrio Marruecos al sur de Bogotá, D.C., ilustra la afectación de los derechos de los que pueden verse como “la parte débil” en los casos de invasión y lanzamiento por ocupación, en el cual la Corte Constitucional en busca un equilibrio entre los derechos de dominio y los derechos fundamentales y sociales de la “parte más débil” de la relación, de manera evidente y contundente con el respaldo de la ley. El presente artículo es resultado de la investigación realizada por el autor, en el marco del módulo denominado “Cuestiones actuales del Derecho Privado”, impartido dentro del programa de Doctorado en Derecho de la Universidad Sergio Arboleda. ** Abogada y candidata a Doctor en Derecho por la Universidad Sergio Arboleda. Especialista en mediación y resolución de conflictos de la Universidad Carlos III de Madrid. Así mismo, realizó estudios avanzados en Derechos Humanos y DIH en American University Washington College of Law. * CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||119 Palabras clave “Parte débil”, deber de solidaridad, derechos fundamentales, Estado social de derecho. Introducción Los conceptos jurídicos de la “parte débil de la relación”, en adelante, el “débil jurídico” en el sistema jurídico, han sido objeto de discusión en los diferentes enfoques sociales y políticos de la posmodernidad. Innumerables son los pronunciamientos de los órganos jurisdiccionales alrededor del mundo, así como diversos son los términos utilizados por los doctrinantes y la jurisprudencia a la hora de definir la “parte débil” en un sistema jurídico. Los distintos ordenamientos, normatividades y las Convenciones1 sobre derechos humanos y sociales hasta llegar hoy a la teoría moderna de los contratos, que han reconocido la importancia de la protección del “débil jurídico”, y por tanto de los principios de igualdad y la equidad; así pues, se han configurado términos como la cuestión social, el altruismo, la solidaridad, el abuso del derecho, las cláusulas abusivas, el derecho al consentimiento informado, entre otras acepciones. En el presente estudio, se hace referencia al tratamiento jurisprudencial actual del “débil” en el sistema jurídico de algunos países, en especial en el sistema colombiano que, basado en los principios generales del derecho, ha adaptado en los numerosos pronunciamientos de nuestras instituciones judiciales, especialmente la jurisprudencia de la Corte Constitucional colombiana. Sin dejar de lado, la visión de otros ordenamientos en países con realidades sociales similares que, mediante la adopción de instrumentos internacionales, han pretendido garantizar los derechos humanos y fundamentales de todas las personas por igual, e indicando la importancia de que en un Estado Social de Derecho se debe garantizar al ciudadano del común el acceso a la justicia 1 Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, 1976, Carta Internacional de Derechos Humanos 1976, Pacto Internacional de Derechos civiles y políticos 1976, Declaración Universal de los Derechos Humanos1948. 120 || Sección Alumni por medio de una aplicación eficaz del derecho como único instrumento para lograr cambios sociales en la realidad colombiana y latinoamericana. De otro lado, tratará de mostrar el por qué de la urgente necesidad de hacer las correcciones y ajustes pertinentes en las instituciones judiciales respecto de la efectiva aplicación de la justicia; para que el “débil jurídico” encuentre una verdadera protección en concordancia con la realidad social que le toca vivir. También es relevante destacar lo difícil de la aplicación en Colombia de las disposiciones de los instrumentos internacionales, dadas las circunstancias especiales creadas por la desigualdad social, el conflicto interno armado, y por la alta exposición de la población más vulnerable a situaciones de riesgo, especialmente en lo que respecta a la difícil armonización entre el goce de los derechos fundamentales y la realidad económica y fiscal del país. Marco histórico Al referirse al concepto de “débil” en el sistema jurídico, ha de iniciarse por recordar que la mayoría de los hombres, cualquiera que sea su clase social, han decidido ceder parte de su libertad para entregar a una minoría el poder que les permita organizarse en sociedad, viviendo en armonía por medio de una búsqueda constante por satisfacer los intereses generales y el bien común. Poder que, como bien lo define Ferrero (1998, p. 30), esta cimentado desde la legitimidad, entendida como una realidad que contiene principios aceptados de manera espontánea y voluntaria. Ahora bien, para Acemoglu y Robinson (2012), en su intento por explicar “los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza” ni la geografía, ni la cultura, ni la ignorancia son explicaciones para la enorme brecha económica y social que separa a unos países de otros. En cambio, enfatizan en que el tipo de institucionalidad que se adopte y su fortaleza sí marcan el éxito o el fracaso en la formación de un Estado. La historia y lo que ellos llaman “coyunturas críticas” (conjunto de hechos que coinciden en el tiempo para CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||121 provocar un fenómeno determinante de cambio, por ejemplo, la peste negra, la revolución francesa, la revolución industrial inglesa, la aparición de la economía de mercado) tienen un peso fundamental en el desarrollo, forma y dirección que tomen las instituciones, y en el tipo de sociedad que resulte, ya sea inclusiva (con igualdad de oportunidades y apertura hacia la innovación y tecnología) o extractiva (en la que solamente las elites tienen acceso a los recursos y bienes). Acemoglu y Robinson indican que: Estas desigualdades institucionales y sus implicaciones han tendido a persistir hasta el presente debido a los círculos viciosos y virtuosos, aunque de forma imperfecta, y son la clave para comprender cómo apareció la desigualdad mundial y cuál es la situación en la que nos encontramos (…)” (Acemoglu y Robinson, 2012, 142).2 En el caso de Colombia, además del peso histórico de la conquista y la colonia que propiciaron la formación de elites y el establecimiento de una economía extractiva, está la debilidad de las instituciones y la falta de presencia del Estado en grandes zonas donde operan grupos armados ilegales, que sumado a la constante corrupción administrativa no han permitido una verdadera consolidación de lo que se conoce como un Estado moderno y, por tanto, un Estado social de derecho; a pesar del espíritu del preámbulo de la Constitución de 1991. Es por ello que, entre las situaciones problemáticas de mayor envergadura esté el asentamiento de grandes masas de la población que, huyendo de la violencia y el acoso de esas fuerzas al margen de la ley, se convierten en “débiles jurídicos” o los menos favorecidos de las periferias de la ciudad; donde, como resultado de esa debilidad manifiesta, nuevamente sean presa fácil de otros 2 Acemoglu y Robinson (2012, p. 142) exponen que “(…) La colonización europea preparó el camino para la divergencia institucional en América, donde, frente a las instituciones inclusivas desarrolladas en Estados Unidos y Canadá, aparecieron instituciones extractivas en América Latina lo que explica los modelos de desigualdad que vemos en el continente americano. Las instituciones políticas y económicas extractivas de los conquistadores españoles en Latinoamérica han perdurado, condenando así a gran parte de esta región a la pobreza (…)”. 122 || Sección Alumni grupos delincuenciales como son los urbanizadores piratas, que se aprovechan de las condiciones de pobreza e ignorancia de esta población para venderles ilegalmente tierras que previamente han invadido. De todas estas situaciones anteriormente descritas, se generan conflictos que el Derecho está llamado a dilucidar, no simplemente desde el ámbito de las normas y los Códigos; sino aplicando el verdadero espíritu de la ley, ante la necesidad de reconocer los derechos humanos y sociales del “débil” jurídico en cada situación en particular. Marco Jurídico Toda organización social presenta cambios constantes y por ende crisis en los sistemas de gobierno y las instituciones, de allí que los grandes retos a las humanidades y a las ciencias sociales, como se mencionó con anterioridad, el derecho y la sociología han de buscar soluciones que no puedan tratarse de manera aislada, sino en conjunto, para proteger al “débil jurídico” y a la población menos favorecida. A este respecto se refiere Murcia (2009): “por consiguiente, todo problema relacionado con cualquier tema del Derecho aparece como proveniente de la aparición de situaciones nuevas, de una dificultad, o de una disfunción surgida en alguno de los componentes del Sistema Social”. Ahora bien, una sociedad en crisis por los efectos de la postmodernidad requiere de propuestas innovadoras y eficaces en los procesos de transformación social, los movimientos sociales, las minorías y “el débil jurídico” ayudados por la tecnología y las comunicaciones han encontrado la manera de reclamar a las instituciones y gobernantes cambios que cada día son más rápidos y más radicales. Santos (1998) afirma que “en vez de distancia crítica, proximidad crítica. En vez de compromiso orgánico, involucramiento libre. En vez de serenidad auto-complaciente, capacidad de asombro y de revolución”. En ese orden de ideas, se plantea la siguiente pregunta: ¿Los ciclos de cambios sociales se repiten?, quizá sea así. En los años CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||123 ochenta y noventa del siglo XX ya se plantearon algunos pero en esta nueva década del siglo XXI los retos sociales son aun más grandes. Con todo esto, el derecho y demás ciencias sociales son el producto de las transformaciones en la sociedad que a través de consensos entre los gobernados y sus representantes intentan dar respuesta a situaciones determinadas que les plantean interrogantes que requieren soluciones prontas y oportunas. En ese sentido, las transformaciones sociales son analizadas por Santos (1998, p. 14-15) cuando propone que los desafíos están en la interpretación del mundo social y el individuo dentro de él: Las transformaciones que ocurrieron al final de la década de los ochenta irrumpieron en la década de los noventa y en la actualidad se convive con ellas. ¿Qué hacer con ellas? ¿Por qué transformaciones están pasando las transformaciones? ¿Qué desafíos plantea la sociología, a las ciencias sociales y a las humanidades en general? ¿Cómo nos van a afectar? ¿Cómo las vamos a afectar? No es fácil responder a estas preguntas, sobre todo porque ellas presuponen que no es problemática una postura epistemológica que lo es cada vez más. Presuponen la separación sujeto-objeto: nosotros aquí y las transformaciones allá afuera. Cuando en verdad, las transformaciones no son más que las transformaciones de todos nosotros, tanto de los científicos sociales como de los no científicos sociales de este mundo. El “débil jurídico” en un Estado social de derecho Las transformaciones sociales plantean grandes retos y desafíos para el Derecho y la Sociología al acercarse fielmente a la realidad, por eso un Estado que se proclame social de derecho debe buscar ante todo respuestas no solo a través de normas formales sino de las interpretaciones y alcances de las mismas que busquen dar soluciones urgentes y efectivas para la protección de los derechos fundamentales y especialmente de aquellos denominados menos favorecidos, teniendo en cuenta principios como la igualdad y la dignidad efectivas dentro de un parámetro de solidaridad y en concordancia con estos derechos. 124 || Sección Alumni Es así como en el caso colombiano, la Constitución (1991) proclama un Estado social de derecho fundado en el respeto de la dignidad humana que propende por el bienestar de sus ciudadanos y destaca el deber de solidaridad con los más necesitados; la Sala Constitucional (Sentencia T-908, 2012), en uno de sus últimos pronunciamientos refiriéndose a los principios que enmarcan el Estado Social de Derecho, estimó: (…) Es necesario recordar también que los principios que enmarcan el Estado social de derecho, estructura básica del ordenamiento constitucional colombiano, implican un constante deber estatal hacia los habitantes del territorio nacional, para proporcionarles bienestar, con fundamento y desarrollo en la dignidad humana, bajo el establecimiento de parámetros fundamentales de solidaridad, que se desenvuelven como pauta de protección, en especial a favor de las personas más necesitadas (…) En tal sentido, lo social del Estado implicaría la acentuación de la importancia de contar con condiciones que propendieran por una democracia efectiva, basada en el reconocimiento de la dignidad como valor inseparable al ser humano, quien será entendido ya no como un individuo digno pero descontextualizado de su entorno social, sino como un ser que por naturaleza está llamado al constante establecimiento y creación de relaciones sociales, dentro de una colectividad (…) (Negrillas fuera del texto original). Siguiendo esta concepción del Estado social de derecho definida como la protección real de los derechos fundamentales, esto es el bloque de constitucionalidad (Arango, 2004) y específicamente a los artículos 93 y 94 de la Constitución colombiana que reconocen como normas supranacionales los tratados y convenios internacionales ratificados por el Congreso, específicamente aquellos sobre derechos humanos y que prohíben su limitación en los estados de excepción. En el mismo sentido sobre los principios constitucionales contenidos en los derechos fundamentales y su proyección en los derechos económicos, sociales y culturales DESC, han sido objeto de atención en la jurisprudencia nacional CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||125 e internacional; y más adelante se abordan algunos de los pronunciamientos de los tribunales respecto del reconocimiento que significa la ratificación de estos instrumentos internacionales, especialmente el conocido como Pacto Social o PDESC, de 1976. El “débil jurídico” en la doctrina y en la Jurisprudencia Una vez reconocida la importancia del bloque de constitucionalidad que legitima normas y principios supranacionales incorporados en la Constitución, la jurisprudencia de la Corte Constitucional colombiana establece parámetros vinculantes de sus interpretaciones sobre los derechos fundamentales y por tanto de los retos de la problemática social y de la protección del “débil jurídico”. Muchos han sido los debates doctrinales y jurisprudenciales (Langford, 2013, p. 9) que se han suscitado en diferentes países, y por ende entre los gobernantes e instituciones ante la necesidad de implementar el Pacto de los Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ecológicos (PDESCE), lo que exige cambios desde la esfera constitucional. Ahora bien, uno de los mayores retos sociales en la actualidad lo tiene el Derecho respecto de la protección de “débil jurídico”, debido, entre otros retos, a la necesidad de buscar la implementación y la exigibilidad jurídica de los derechos sociales, ahora llamados por sus siglas “DESCE” (Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ecológicos). En el ámbito del Derecho laboral se encuentran antecedentes importantes de la protección del “débil Jurídico”, referida a la aplicación de principios como la equidad, la igualdad y la justicia contenidos en instrumentos de derecho internacional que la Organización de Naciones Unidas y, especialmente, la Organización Internacional del Trabajo, que han propendido porque los países miembros sancionen los diferentes Convenios de derecho al trabajo y numerosas recomendaciones; entre otros, la Convención del Derecho al Trabajo y los Derechos Sociales3, el Pacto Internacional de los Derechos Económicos, Sociales, y Culturales y en las 3 Convenio 117 de 1962 de la Organización Internacional del Trabajo sobre política social. 126 || Sección Alumni recomendaciones del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (1997), toda vez que el trabajador cuenta con herramientas jurídicas para la protección de sus derechos a través de estos instrumentos legales. A este respecto, Núñez (2006) sostiene que la protección del “débil jurídico” en el Derecho del Trabajo se ha desarrollado jurisprudencialmente bajo unos principios innovadores dentro de los cuales detalla, entre otros, el “principio protector”, la supremacía de la realidad, la racionalidad e irrenunciabilidad, que son enunciados de manera clara y eficaz, tanto en la legislación como en la jurisprudencia, buscando así que esta rama del derecho contribuya a una justicia social para equilibrar la desigualdad en la relación laboral. Así las cosas, se considera que en busca de una verdadera justicia social se deben apoyar todas las propuestas que piden cambios en las instituciones encargadas de velar por el cumplimiento de los derechos fundamentales y de los estándares laborales. Aquí Santos y Rodríguez (2007, p. 7) analizan la crisis de la institucionalidad y su falta de respuesta a las transformaciones sociales en el ámbito laboral, principalmente debido a fenómenos como la globalización: “En el inicio del nuevo milenio, somos testigos de una profusión de propuestas que piden la transformación o la sustitución de las instituciones nacionales e internacionales que apoyan la globalización neoliberal hegemónica”. Es evidente que esas transformaciones sociales tienen que ver con las instituciones y la política, por ende con lo que representan para el Derecho y la sociología de manera tal que no pueden analizarse separadamente. Por lo anterior, es preciso mencionar la sociología del derecho que García (2001, p. 1-30) relaciona en la crítica del Derecho iniciada en Norteamérica hacia 1920 con el realismo jurídico enfrentada a la cultura jurídica liberal dominante en la academia, pasando por las escuelas y los movimientos como Derecho y Sociedad (Law and Society) Estudios Críticos del Derecho (Critical Legal Studies), hasta llegar en la actualidad a los Estudios de Conciencia Jurídica (Legal Consciousness Studies). Todas estas escuelas, movimientos o tendencias con una posición CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||127 más o menos política y que en su temporalidad han intentado describir la manera de cómo el Derecho visto como un fenómeno social debe ante todo contribuir a la transformación social y a la defensa de los excluidos, o “débil jurídico”, en nuestro caso. Específicamente, en el ámbito doctrinal se han suscitado importantes debates en las diferentes escuelas de pensamiento, a modo de ejemplo la discusión académica en el ámbito norteamericano de Derecho, suscitada entre Hart y Dworkin (1986, p. 127), este último quien defendió en sus planteamientos “la teoría política igualitaria”, bajo el entendido del derecho como práctica jurídica; en su postulado “la igualdad se postula como la virtud soberana”, exploró así extensos ámbitos en la teoría de los derechos fundamentales y la protección de los principios morales como práctica jurídica. Asimismo, en el debate con su maestro y mentor; Dowrkin, (1987, p. 57)4 propone insuficiente la “regla de reconocimiento” de la tesis propuesta por Hart, para diferenciar así los criterios normativos de los principios morales a la hora de aplicar el derecho que, postulado así, sostiene que el derecho solo se utilizaría sobre criterios fácticos y dejaría de lados principios tan importantes como la justicia y la dignidad humana. Asimismo, desde el ámbito jurisprudencial es preciso referirse a la exigibilidad judicial de los derechos económicos, sociales, culturales y ecológicos toda vez que la jurisprudencia ha tratado de proteger al “débil jurídico” a través de la implementación de los derechos económicos, sociales y culturales en el debate constitucional actual. Plantea Alston (2013, p. 26 – 30), que partiendo de las ideas novedosas de los tribunales Sudafricano e Indio hasta llegar a los tribunales nacionales, sobre todo los tribunales de 4 Dworkin (1987, p. 57) expresa que: “Cualquiera que declare que se toma los derechos en serio, y que elogie a nuestro Gobierno por respetarlos, debe tener alguna idea de qué es ese algo. Debe aceptar; como mínimo, una o dos ideas importantes. La primera es la idea, vaga pero poderosa, de la dignidad humana. Esta idea, asociada con Kant, pero que defienden filósofos de diferentes escuelas, supone que hay maneras de tratar a un hombre que son incongruentes con el hecho de reconocerlo cabalmente como miembro de la comunidad humana, y sostiene que un tratamiento tal es profundamente injusto”. 128 || Sección Alumni América Latina, sur de Asia y algunos países occidentales, se han tomado medidas a través de estas jurisprudencias para adoptar progresivamente el Pacto Internacional de Derechos Económicos Sociales y Culturales (PIDESC). Ahora bien, los cambios adoptados por instituciones y organismos gubernamentales en la esfera internacional que plantea Langford (2013), frente a los diferentes debates respecto de la exigibilidad judicial de los derechos sociales, para ello es necesario remontarnos a las jurisprudencias que marcaron la pauta y dominaron el escenario de las conquistas sociales en ese ámbito; se destaca cómo el Tribunal Constitucional Sudafricano reflejó en sus sentencias el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (PIDESC). Así mismo, el Tribunal Supremo de India, con su jurisdicción epistolar, introdujo una novedad al determinar con su jurisprudencia cómo se podía obtener legitimidad procesal en un caso determinado, con la simple presentación de una carta en la que se hiciera la denuncia. Ahora bien, como cuestión práctica se plantea cómo obtener el cumplimiento, si no inmediato por lo menos gradual de los derechos contenidos en el Pacto Económico (PIDESC), porque, como el mismo pacto lo reconoce5, si bien los Estados ratifican este tipo de convenios no siempre ese nuevo patrón de reglamentación está acorde con el máximo de los recursos de que disponen los países. 1.2. El “débil jurídico” en los indicadores de derechos humanos y sociales Uno de los actuales retos de toda sociedad es ser inclusiva, específicamente en lo que se refiere a lograr una verdadera protec5 Pacto Internacional de Derechos Económicos Sociales y Culturales; “Los Estados tienen poder directo para crear las estructuras que protejan las libertades civiles y políticas de sus ciudadanos, como policía, tribunales y constitución, pero no pueden crear los recursos naturales y sociales para alimentar y dar vivienda a esos ciudadanos en esa misma medida. Sin embargo, los Estados tienen el poder de influir en la creación de riqueza, e incluso más directamente, para distribuir y redistribuir la riqueza, mediante estructuras como el derecho de propiedad, las políticas sociales y los impuestos. Así que los derechos económicos son exigibles legalmente, pero mediante mecanismos distintos y más indirectos. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||129 ción del “débil jurídico”. Para lograrlo se han creado medidas y proyectos que se van reflejando en las estadísticas de aplicación de los derechos humanos en cada país. Los indicadores (UNAD, 2013) en general surgen por la necesidad de medir conceptos; para el caso de los indicadores en derechos humanos, son aquellos que buscan medir el impacto, reconocimiento y la implementación de los derechos humanos y sociales contenidos en los convenios y tratados en las políticas públicas de los Estados. A la hora de valorar estos resultados en los diferentes programas propuestos, es necesario disponer de toda la información relevante y oportuna que permita tomar decisiones eficientes que determinen el cumplimiento de los compromisos internacionales de los diferentes instrumentos legales contenidos en el bloque de constitucionalidad. Mondragón (2002) afirma que en el marco internacional de los indicadores de derechos humanos, organismos internacionales han fomentado la obligación de los Estados de establecer controles en la aplicación de las políticas públicas relacionadas con mejorar la situación económica de la población y por tanto generar polos de desarrollo: “Desde mediados del siglo pasado, la ONU se dio a la tarea de fomentar la generación de estadísticas e indicadores de utilidad para medir el nivel de vida de la población y la situación económica de los países (…)” La protección de los Derechos Económicos Sociales y Culturales del “débil jurídico” representado en los grupos vulnerables se trata, como lo ordena la Constitución colombiana y lo estipula en el principio de “derecho social”, de proteger a toda persona que por su condición económica, física o mental, se halle en situación de debilidad manifiesta. Para ello, exigen al Estado no solo abstenerse de dictar normas que afecten de manera negativa a estas personas y, por el contrario, favorecerlos con acciones afirmativas que minimicen sus desventajas. Así las cosas, los indicadores de derechos humanos son, sin lugar a duda, la herramienta indispensable para que todo Estado pueda valorar la ejecución de las políticas públicas y conocer la proporcionalidad de las acciones efectivas; para fomentar la ca130 || Sección Alumni lidad de vida y el cuidado del ser humano, en especial del “débil jurídico” y los grupos de especial protección. En general, los derechos económicos, sociales y culturales contemplados en el pacto económico (PIDESC) se estiman sobre la prioridad de proteger al “débil jurídico”. Esa protección se enfrenta a grandes inconvenientes, entre ellos, atender en la regulación sobre el alcance del Derecho con la actividad económica que suponen las determinaciones judiciales. No por ello se desconocen los instrumentos legales reconocidos, ni los avances jurisprudenciales de los Tribunales alrededor del mundo. El “débil jurídico” en el derecho a la vivienda, a la tierra y los derechos de posesión en la jurisprudencia de los Tribunales Las interpretaciones de los tribunales sobre el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (Pacto Económico) se ven enfrentadas a las obligaciones positivas y negativas de los regímenes económicos de los países que imponen un equilibrio fiscal. Sin embargo, Santos y Rodríguez (2007)6 sostienen que la extensión de la protección de los derechos fundamentales debe amparar también a los que ejercen una actividad informal, puesto que lo que se busca es mejorar la calidad de vida, y por tanto el bien común: “La regulación intenta al menos extender el alcance del derecho, de manera que integre la actividad económica informal en la sociedad (aunque sea mediante la prohibición) y, por lo tanto, expresa una aspiración al bien común al exigir una mejora en la calidad de la vivienda”. A continuación, se abordarán los avances jurisprudenciales de los principales tribunales en la eficacia de los derechos fundamentales, especialmente en materia de derecho a la vivienda y a la tierra; atendiendo a lo recomendado en el Pacto Económico que reconoce el derecho de todas las personas a “un nivel de vida adecuado para sí y su familia, incluso alimentación, vestido y vi6 Santos, de Souza Boaventura; Rodríguez, Garavito César A. El derecho, la política y la obligación desde abajo: Hacia una legalidad cosmopolita. Antrophos, Barcelona 2007. Pág. 140-43 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||131 vienda adecuados y una mejora continua de las condiciones de existencia”. (Artículo 11ª). La protección del “débil jurídico” en la jurisprudencia de África se refleja en lo que Langford7 (2013) llama la “segunda ola” de la jurisprudencia del Tribunal Constitucional Sudafricano, que en sus recientes decisiones ha llamado la atención de los académicos jurídicos y sociales: • En Abahlali base Mjondolo8, el Tribunal determinó que “una ley provincial que obligaba a desalojar forzadamente a los moradores de barrios de invasión era contraria al derecho constitucional a la vivienda”. • En Tongana9 hubo grupos de la sociedad civil que demandaron la Comunal Law Rigth Act 2003 (Ley de Derechos Comunales de la Tierra), porque los mecanismos que contemplaba, como aumentar el poder de los jefes tradicionales, probablemente debilitarían la tenencia de la tierra, en lugar de fortalecerla. El Tribunal declaró que “la legislación debilitaba la igualdad de género y la seguridad en la posesión”, pero después el Tribunal Constitucional se limitó a decidir con argumentos procedimentales que no se había seguido el proceso legislativo correcto e invalidó la totalidad de la ley. • En Thubelisha Homes10, el Tribunal ratificó la validez del desalojo forzado, pero estableció la obligación de parte del Estado de suministrar un alojamiento alternativo para la población que va a ser desplazada -una serie de criterios Langford, Malcom, Teoría y jurisprudencia de los derechos sociales: tendencias emergentes en el derecho internacional y comparado. Bogotá. Siglo del Hombre Editores y Universidad de los Andes-facultad de Derecho. Bogotá D.C. 2013, Pág. 32-36 8 Ibidem, pág. 33, Abahlali base Mjondolo v. Premier of Kwazulu Natal Province and others, 2010 (2)BCLR 99 (CC). 9 Ibidem, pág.33, Stephen Segopotso Tongoane & Others v. Minister for Agriculture and Land Affairs & Others, 2010 ZACC 10. 10 Ibidem, pág.33, Residents of the Joe Slovo Community, Western Cape v. Thubelisha Homes and Others 2010 (3) SA 454 (CC) (Thubelisha Homes) Nokotyana and Others v Ekurhulen Municipality, 2010 (4) BCLR 312 (CC). 7 132 || Sección Alumni para el alojamiento alternativo que obligatoriamente debía proveerse-, lo que muy probablemente contribuyó a que se abandonara luego el proyecto de reubicación de la población. De otro lado, las decisiones de los tribunales en el Derecho Anglosajón y en el common law están basadas en la casuística, y por lo general no utilizan el derecho de los derechos humanos como fuente. Sin embargo, Langford11 (2013) se refiere a la reafirmación de los derechos socioeconómicos y sus valores subyacentes en los diferentes pronunciamientos del Tribunal Supremo de los Estados Unidos: “una prisión que priva a los prisioneros de los mínimos para subsistir, entre los que están los servicios de salud adecuados, es incompatible con el concepto de dignidad humana, y no tiene lugar en la sociedad civilizada”. Al respecto, también Santos y Rodríguez12 (2007), en su ensayo sobre la tradición jurídica estadounidense, explican la contribución del Derecho Internacional Público con base en las interpretaciones sobre la aplicación de los derechos fundamentales y su extensión en el concepto de la eficacia del derecho: “… el Derecho Internacional Público es pionero en impulsar una nueva interpretación de los “derechos” que incluyen tanto los derechos positivos como los derechos negativos, lo que a su vez genera una nueva comprensión de qué es el derecho y qué puede llegar a ser. Si se aplicaran al contexto del mundo doméstico de la vivienda y el suelo, estas interpretaciones más complejas crearían un nuevo espacio legal y social, y extenderían los instrumentos normativos existentes”. Estas nuevas interpretaciones de la eficacia horizontal de los derechos fundamentales también se encuentra presente en las decisiones de los tribunales de Canadá; para el caso, los tribunales inferiores según Langford13(2007): “El Tribunal se basó en el de Ibídem. P. 38. Santos, de Souza Boaventura; RODRÍGUEZ, Garavito Cesar A. El derecho, la política y la obligación desde abajo: Hacia una legalidad cosmopolita. Antrophos, Barcelona 2007. Pág. 140-43 13 Langford, Malcom. Teoría y jurisprudencia de los derechos sociales: ten11 12 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||133 recho a una vivienda adecuada reconocida en el PIDESC (y en su jurisprudencia) como ayuda para interpretar el derecho a la vida, la libertad, y la seguridad individual reconocido en la Carta Canadiense”. Los tribunales latinoamericanos también han proferido sentencias con un alto contenido social; entre las más destacadas jurisdicciones, según Langford14 (2013), están la colombiana, la brasileña y la costarricense. Para el estudio de la implementación de la eficacia horizontal de los derechos fundamentales en la jurisprudencia latinoamericana, se hace referencia específica a los aportes de la doctrina de autores como Arévalo (2007), cuando se refiere al caso de Costa Rica, y a Sepúlveda y Rodríguez (2013), que se refieren a Colombia. En la jurisprudencia de Costa Rica Arévalo15(2007), destaca la implementación de la teoría alemana del dritwirkung o la posible proyección y fuerza jurídica de los derechos fundamentales en el ámbito privado y específicamente en la autonomía contractual: “El caso de Costa Rica se convierte en relevante para el tratamiento de eficacia de los derechos fundamentales contra particulares. Su legislación ofrece acciones procedimentales constitucionales, donde el Tribunal puede conocer asuntos de naturaleza privada por medio del amparo contra sujetos de derecho privado.” En cuanto a la jurisprudencia de la Corte Constitucional colombiana, es posible observar que ha mantenido un espíritu garantista y protector de los derechos fundamentales regulados en la Constitución de 1991, que consagró la importancia del principio de solidaridad y otorgó funciones y facultades especiales a los derechos fundamentales cuando se trate de mantener el bien común y la paz social, propendiendo especialmente dencias emergentes en el derecho internacional y comparado. Siglo del Hombre Editores y Universidad de los Andes Facultad de Derecho. Bogotá D. C., 2013, Pág. 38, Véase la base de datos ESCR Net Case Law. 14 Ibídem. P. 37 15 Arévalo, Gaitán, Guillermo Alonso. Derechos Fundamentales y autonomía contractual en Colombia: Contrato de mutuo, transporte y transacción. Línea jurisprudencial 1992-2006. Bogotá, Librería Jurídica Sánchez Ltda. 2007. Pág. 78. 134 || Sección Alumni por la protección del “débil jurídico” y los grupos de especial protección. Sepúlveda y Rodríguez (2013)16 señalan las principales contribuciones de esta jurisprudencia, fundamentalmente en la protección de los DESC, a través de la acción de tutela (que asegura el respeto a los derechos y libertades constitucionales), y de la revisión de la constitucionalidad de las leyes que se proponen. Por todo ello, ha acumulado una valiosa jurisprudencia sobre la protección de los derechos fundamentales y de los DESC. Además, la Corte ha llegado a ejercer un activismo judicial al constituirse como el ente que asegura que el “débil jurídico” en la sociedad goce por igual de los derechos fundamentales y de su proyección en los ya mencionados derechos económicos sociales y culturales, DESC. Los aportes de la Corte Constitucional Colombiana a la protección del “débil jurídico” La Corte Constitucional en su trabajo de interpretar se rige por principios respecto de la protección de la dignidad individual y del Estado social de derecho. Las principales tendencias y prácticas interpretativas en la jurisprudencia de la Corte17 tienen que ver con una interpretación amplia de los derechos fundamentales principalmente en aquellos pronunciamientos sobre el concepto de “mínimo vital” y el de “estado de cosas inconstitucional”. En el primero, ha ido más allá del simple formalismo de la Constitución y ha abarcado los derechos que son fundamentales “por naturaleza” y los que lo son por relación o conexidad cuando están implicados el respeto a la vida, la dignidad y la integridad física de un sujeto. Para el concepto de “mínimo vital” hace una Sepúlveda, M.; Rodríguez Garavito, C. Colombia: La Corte Constitucional y su contribución a la justicia social. En: Langford, M. (Ed.) Teoría y jurisprudencia de los derechos sociales. Tendencias emergentes en el derecho internacional y comparado. Bogotá. Siglo del Hombre Editores: Universidad de los Andes. 2013. P 252-274. 17 Véase Sepúlveda, M.; Rodríguez Garavito, C. Colombia: La Corte Constitucional y su contribución a la justicia social. En: Langford, M. (Ed.) Teoría y jurisprudencia de los derechos sociales. Tendencias emergentes en el derecho internacional y comparado. Bogotá. Siglo del Hombre Editores: Universidad de los Andes. 2013 16 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||135 interpretación desde el derecho a la vida, a la salud, al trabajo y a la seguridad social. Es decir, que, protege al “débil jurídico” que en condiciones de existencia por debajo de un mínimo aceptable se le estaría violando la dignidad inherente a un individuo. En el “estado de cosas inconstitucional” contempla las violaciones de derechos a un número significativo de personas en similares circunstancias, que tienen su origen en fallas estructurales. Esta última representa una gran herramienta para la protección de los derechos de los grupos más vulnerables y marginados, referidos en este estudio como “el débil jurídico”. De otro lado, las tutelas de la Corte Constitucional han aludido acerca de la protección del “débil jurídico” y su derecho al trabajo, especialmente en aquellos casos de discriminación por sexo, ya sea femenino o masculino; el derecho a escoger libremente la ocupación; el derecho a la intimidad para proteger de ataques a la reputación en el ambiente laboral; derecho a sindicalizarse; derecho a tener condiciones estables, saludables y seguras de trabajo. En el caso de impago de salarios, aunque se reconoce la competencia de los tribunales laborales, ha interpretado esta situación como una amenaza a los derechos fundamentales cuando el salario constituye la única fuente de ingreso del trabajador y su familia, en cuyo caso también se estaría violando el derecho al “mínimo vital”. En cuanto al derecho a la seguridad social, la Corte Constitucional ha puesto énfasis en que es un derecho de aplicación inmediata e inalienable, de extraordinaria relevancia cuando se trata de asegurar otros derechos fundamentales, además determina la protección del “débil jurídico” y su derecho a la seguridad social cuando desarrolla el test que abarca factores como la debilidad manifiesta del individuo, si no hay otra manera personal o familiar de remediar tal situación, que el Estado lo puede hacer y que si no lo hace estaría afectando el derecho a una vida digna dentro de unas condiciones mínimas. Así las cosas, cumplidas estas condiciones es de obligatoriedad e inmediatez para el Estado brindar la asistencia social a la población en situaciones de debilidad manifiesta. La Corte Constitucional ha logrado a través de 136 || Sección Alumni sus decisiones ordenar que se dé prioridad a los más vulnerables, discapacitados físicos y mentales, ancianos, pensionados y otros individuos que se han encontrado en situación de necesidad imperiosa requiriendo protección judicial inmediata, y evitando así la discriminación y la exclusión social. De la misma forma, la Corte Constitucional ha tenido que intervenir en muchos casos de revisión por inconstitucionalidad de las normas, específicamente lo referido a la protección del “débil jurídico” y el derecho a una vivienda digna reconocido por la Constitución; aunque puede considerarse que este derecho no sea aplicable por este Tribunal, la Corte interpreta en su jurisprudencia que es un “derecho fundamental por conexidad” que implica la vida, la dignidad y la igualdad. Así mismo, estableció que eran inconstitucionales aquellas normas que autorizaban las tasas de interés que hacían inalcanzable el llegar a tener o pagar una vivienda con las tasas de usura del sistema UPAC. El derecho a una vivienda adecuada es un derecho fundamental y le ha ordenado al Estado ejecutar los planes necesarios para hacerlo efectivo. En el mismo sentido, la Corte Constitucional ha demostrado su activismo judicial en diversos casos de protección del derecho a la salud, pues, a pesar de no estar contemplado como un derecho fundamental en la Constitución, sí hace parte de los servicios públicos que el Estado debe proveer; específicamente, en el caso de la salud de los niños la Corte ha considerado que es un derecho fundamental y de aplicación inmediata, por ello ha llegado hasta a hacer autorizar tratamientos médicos en el exterior cuando no es posible realizarlos en Colombia y la vida del niño corre peligro. En los casos de adultos, la Corte ha ordenado la provisión de medicamentos y tratamientos excluidos de los planes obligatorios de salud, por considerarlo una violación a los derechos fundamentales. Protección importante, por ejemplo, en los casos de sida. Así mismo, la Corte Constitucional se ha reservado el poder de supervisar la prontitud y eficiencia prestación de servicios de salud en aras de evitar que esas compañías violen los derechos fundamentales de las personas. Sin embargo, se ha hecho abuso CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||137 de las acciones de tutela relacionadas con el derecho a la salud, usándolas como válvula de escape a las ineficiencias del sistema de salud, trayendo consecuencias negativas en el área financiera y de sostenibilidad (en la década del 2000 entre el 25 y el 40% de todas las tutelas fueron por salud). La presentación de tantos casos hubiera ameritado que la Corte hubiera hecho uso de la figura de “estado de cosas inconstitucional” pero prefirió dictar una sentencia trascendental en 2008 en que recogió a través de 22 tutelas todas las fallas del sistema de salud y dictó órdenes de carácter estructural al gobierno para hacerles frente, exigiendo el cumplimento de la legislación vigente y la mejora y supervisión del sistema de salud. Esto le dio un giro a la concepción del derecho a la salud pasando a ser un derecho fundamental que debe ser garantizado a todos. Pasando al derecho a la educación, derecho fundamental consagrado en la Constitución, la Corte se ha preocupado por velar que se cumplan las regulaciones internacionales, en especial la Convención sobre los derechos del niño (CDN), como por ejemplo el derecho a la educación gratuita para niños menores de 18 años. La jurisprudencia en relación al derecho a la educación tiene que ver con garantizar el acceso a los planteles educativos, sobre normas arbitrarias de las instituciones, expulsión de alumnas embarazadas, negar los servicios por no pago o por estar afectado de desórdenes como el déficit de atención. En relación con la protección constitucional del “débil jurídico” representado en uno de los grupos vulnerables, como lo son las personas con discapacidad, la Corte ha ordenado que el Estado debe garantizar el acceso a sitios públicos y el transporte adecuado para facilitar el derecho a la educación y al apoyo pedagógico, así como también garantizarles el derecho a la salud, especialmente a los niños discapacitados y brindarles protección cuando la situación de su familia o acudiente sea precaria. Otro de estos grupos vulnerables lo constituyen para la Corte las mujeres embarazadas y los recién nacidos; para protegerlos ha aplicado en sus pronunciamientos el concepto de “mínimo vital”, en casos por ejemplo de despido por el solo hecho de estar embarazadas, 138 || Sección Alumni cuando sus beneficios de maternidad no son reconocidos, o cuando requieren subsidio de alimentos. En efecto, son considerados por la Corte como vulnerables las personas con sida y han sido cobijadas bajo el precepto de proteger la dignidad. En este caso, además se liga el derecho a la salud con el derecho a la vida y por conexidad se pueden ejercer acciones de tutela. El argumento de que las medicinas y tratamientos para estas personas están excluidos del POS o que la persona no tiene la antigüedad requerida no es aceptado por la Corte, pues prima el deber del Estado de proteger a tales pacientes, por lo que se torna inconstitucional cualquier norma que les niegue el auxilio cuando ellos no pueden asumir los costos. Así mismo, como grupos de especial protección están los grupos indígenas y raizales, pues la Corte toma en cuenta la obligación del Estado de proteger las formas tradicionales de vida dentro de una democracia pluralista en que se respeten la diversidad étnica, cultural, de lenguas, y se siga el principio de igualdad entre todas las culturas. Se contempla el derecho a la educación dentro de la propia cultura y a la identidad cultural. La explotación de los recursos naturales no debe desconocer la voluntad y participación indígena por lo que la comunidad debe ser consultada previamente a cualquier proyecto de esa índole. Para la Corte, esta medida no es suficiente sino que, por el contrario, debe haber una consulta previa y medidas tendientes a entregar una amplia información y evaluación de posibles efectos sobre su vida, economía y cultura. En un nivel de protección mayor, la Corte ha incorporado el estándar de la Corte Interamericana de Derechos Humanos al exigir el consentimiento, más que la consulta, en el caso de proyectos de gran envergadura y con posibilidad de gran afectación. Se les reconoce además a los pueblos indígenas el derecho a mantener como propiedad colectiva sus territorios ancestrales, y a mantener sus formas de abordar el cuidado de la salud desde sus prácticas y medicinas tradicionales. Los detenidos y prisioneros, por hallarse privados de la libertad y carecer de recursos, también recurren al Corte para la protección de sus derechos ante las condiciones masivas de deterioro CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||139 en que son mantenidos en las cuales se violan varios de sus derechos, por lo que la Corte ha utilizado el principio de “estado de cosas inconstitucional” y ha ordenado las medidas precisas para mejorar el sistema y proveer la alimentación y salud adecuadas. Una de las grandes contribuciones de la Corte Constitucional ha sido su pronunciamiento sobre el desplazamiento interno18, causado principalmente por el conflicto armado y porque el Estado ha permitido que se violen masivamente numerosos derechos humanos contemplados también en los tratados internacionales y de Derecho Internacional Humanitario. Su situación constituye, dice la Corte: “un estado de cosas inconstitucional”. Análisis del Caso Ladrillera Molinos del Sur y vecinos del barrio Marruecos de Bogotá D.C. Una vez considerado grosso modo en los acápites anteriores las transformaciones sociales y su relación directa con el derecho y la sociología, así como la eficacia de los derechos fundamentales y su proyección en los derechos económicos, sociales y culturales tanto en los pronunciamientos de la doctrina como en la jurisprudencia de la Corte Constitucional colombiana y algunos tribunales internacionales, se analizará el tratamiento jurisprudencial del “débil jurídico” en el caso propuesto para este estudio. La Corte Constitucional, en Sentencia T908 de 2012, analiza el conflicto entre ladrillera Molinos del Sur y los vecinos del barrio Marruecos al sur de Bogotá, D. C., ilustra la afectación de los derechos de los que pueden verse como “la parte débil” en los casos de invasión y lanzamiento por ocupación; al ejecutarse una orden de desalojo para obtener la restitución material del bien inmueble; En Sentencia T-025 de 2004. M.P. Manuel José Cepeda Espinosa y Autos 176, 177 y 178 de 2005, 218 y 266 de 2006. “Ponderación y prioridades en la atención oportuna. Dadas las magnitudes actuales del problema de desplazamiento en Colombia, así como el carácter limitado de los recursos con los que cuenta el Estado para satisfacer este cometido, es forzoso aceptar que al momento de diseñar e implementar una determinada política pública de protección a la población desplazada, las autoridades competentes deben efectuar un ejercicio de ponderación y establecimiento de áreas prioritarias en las cuales se prestará atención oportuna y eficaz a dichas personas…” 18 140 || Sección Alumni dadas las grandes implicaciones de carácter humanitario y social en este tipo de situaciones, frente al derecho de propiedad de la parte querellante. Así mismo, se señala la presencia del Estado a través de la tutela de la Corte Constitucional en su intento por hallar un equilibrio entre los derechos de dominio y los derechos fundamentales y sociales de la “parte más débil” de la relación, de manera evidente y contundente con el respaldo de la ley. Se señala en el caso que en Febrero de 2012 se ejecutó una orden de lanzamiento por ocupación de hecho de parte de la autoridad policial de la localidad Rafael Uribe Uribe de Bogotá D. C.; en un sector del barrio Marruecos sobre la comunidad querellada que se encuentra asentada ilegalmente en un lote propiedad de la Ladrillera Molinos del Sur, querellante. Ante los desafortunados acontecimientos de violencia que produjo la acción policial al estar involucrados actores al margen de la ley, conocidos con “los tierreros” y la población en estado de indefensión y debilidad manifiesta se hizo inminente la presencia de la tutela del Estado a través de la Corte Constitucional en el lugar de los hechos, ordenando detener la demolición de las viviendas y aplazando por un tiempo prudencial el desalojo. En reciente consideración de fondo respecto al desalojo forzado de los vecinos del barrio Marruecos, la Sala Sexta de Revisión de la Corte Constitucional, integrada por los magistrados Nilson Pinilla, Jorge Ignacio Pretelt Chaljub y Alexei Julio Estrada, en ejercicio de sus competencias constitucionales y legales, se pronunció sobre las 47 acciones de tutela instauradas por Freidicio Rodríguez Melo (T-3229964), Carlos Arévalo Herrera (T-3237891), Ana Graciela Ramírez Martínez (T-3237991), Jorge -Hernando Murcia (T-3238004) y Nancy Garzón Pinto (T-3381434), con varias coadyuvancias posteriores en contra de la Inspección 18 “E” Distrital de Policía de la localidad Rafael Uribe Uribe. Así las cosas, y en armonía con el análisis propuesto se hace referencia, en primer lugar, al reconocimiento de la eficacia de los derechos fundamentales y el tratamiento que la Corte Constitucional da a los derechos sociales19 “… Bajo estas premisas 19 En sentencia T-908 del 7 de noviembre de 2012, Magistrado sustancia- CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||141 empezaron a ser reconocidos derechos sociales como elementos naturales, cuya existencia se considera necesaria, emergiendo la consagración normativa y los medios de corrección de las perturbaciones, al igual que la construcción de contenidos jurídicos que garanticen y propendan por la creación de condiciones materiales de nivel social que posibiliten el efectivo ejercicio de tales derechos, siendo pertinente para el Estado el despliegue de actuaciones positivas que conlleven a la concreción de tales posibilidades de participación social en condiciones materiales de igualdad. En su función de tutelarlos contempla, tiene en cuenta los principios…” En segundo lugar, en un Estado social de derecho20 se ha buscado una orientación hacia la formalización de las condiciones sociales para garantizar la protección del “débil jurídico” o de los menos favorecidos en un Estado involucrado en la minimización de las desigualdades y en la consolidación de los derechos sociales. Finalidad que el constituyente logró plasmar en la Constitución de 1991, al instituir principios como la igualdad, el altruismo, y la solidaridad de un Estado social de derecho; tal como lo reconoce la Corte Constitucional21: “Además, en la jurisprudencia de la Corte Constitucional se ha hecho énfasis en el carácter social del Estado, verdadero elemento político-jurídico definitorio de su existencia, que debe guiar las actuaciones oficiales, descartando así cualquier consideración que demerite tal carácter “social”, muy distante de ser una mera expresión filantrópica carente de significación o efecto”. En tercer lugar, la protección del derecho a la propiedad privada22 contenido en la Constitución colombiana de 1991 amplió su dor Nilson Pinilla: “Así las cosas, fue concibiéndose el Estado social, que revaluaba varias ideas que en el liberal motivaron el proceder de las autoridades frente a los administrados y de ellos entre sí, modelo que fue considerándose insuficiente…” 20 Constitución Política de Colombia de 1991. Art. 1. 21 Arévalo, Gaitán, Guillermo Alonso. Derechos Fundamentales y autonomía contractual en Colombia: Contrato de mutuo, transporte y transacción. Línea jurisprudencial 1992-2006. Bogotá, Librería Jurídica Sánchez Ltda. 2007. Pag.59-61. 22 Constitución Política colombiana de 1991, Art, 58 142 || Sección Alumni alcance cuando la constituyente se propuso otorgarle una función social con obligaciones incluidas una función ecológica y la facultad de expropiación por motivos de utilidad pública o de interés social: “Se garantizan la propiedad privada y los demás derechos adquiridos con arreglo a las leyes civiles, los cuales no pueden ser desconocidos ni vulnerados por leyes posteriores. Ahora bien, el Código Civil en su artículo 669 define la propiedad privada de otra forma, en cuanto que lo consideraba un derecho absoluto hasta el pronunciamiento que hizo la Corte Constitucional al declarar la inexequibilidad del aparte “arbitrariamente”, en concordancia con las nuevas tendencias de función pública y utilidad social: “El dominio es el derecho real en una cosa corporal, para gozar y disponer de ella (arbitrariamente*), no siendo contra ley o contra derecho ajeno. De otro lado, Hernández (2006) sostiene que la Constitución de 1991 desarrolló calidades particulares al concepto de propiedad privada; imponiéndole limitaciones y utilidad pública cuando se trate de fines sociales, refiriendo cómo en este sentido la doctrina se divide: los unos al considerar este concepto de la propiedad como un derecho, y otros adjudicando la función social como un deber: “… Como lo señalan algunos doctrinantes, esto se desarrolla con la lógica de que la propiedad pertenece en su totalidad al Estado sin permitir la titulación en manos privadas o particulares (propiedad socialista), y por el contrario, tiene función social, como en realidad lo es, cuando se acepta su titularidad en un propietario particular con la carga de hacer primar sobre su derecho el interés público o social. En virtud de lo anterior alguna doctrina considera a la propiedad como el derecho y a la función social como el deber23”. 23 Hernández, Velásquez David. El desarrollo de la propiedad privada en el ordenamiento jurídico colombiano. Universitas Estudiantes, http:// www.javeriana.edu.co/juridicas/pub_rev/univ_est/pdfs/cap.%205.pdf consultada el 23 de febrero de 2013: El concepto de dominio o propiedad ha tenido grandes cambios de acuerdo con la evolución de nuestra legis- CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||143 Asimismo, la Corte Suprema de Justicia sostuvo que los artículos 2341 y 2347 del Código Civil en concordancia con la naturaleza del artículo 669, que establece el derecho de propiedad no es un derecho absoluto: “… lo que quiere decir que la facultad de goce y disposición de los bienes que se poseen en propiedad, no es absoluta, como que tiene por limite el derecho ajeno24”. El derecho a la vivienda en condiciones de limitaciones económicas extremas del “débil Jurídico” Dado que el mayor problema del “débil jurídico” es la informalidad de los miembros de estas comunidades, la pobreza y la ignorancia les hacen compradores incautos de ambiciosos promotores de vivienda o usurpadores de la tierra; para el caso en estudio, se destaca la vulnerabilidad de las personas que van a ser desalojadas forzosamente por las autoridades de policía de la localidad Rafael Uribe Uribe. En situaciones como la descrita en este caso, se hace necesario que el Estado determine unos protocolos para que sus autoridades presten apoyo constante a través de las instituciones sociales para no convertir las viviendas en “ilegales” de un día para otro, autorizando a sus autoridades de policía ejecutar el desalojo como medida coercitiva. Porque, ante todo, debe propenderse por el respeto de los derechos humanos y sociales contenidos en el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. (PIDESC), de todos y en especial de estos grupos vulnerables. lación, desarrollándose algunas calidades particulares que mencionaremos aquí. En sus inicios, la propiedad era entendida como un derecho absolutista (considerado así como un derecho imprescriptible, inviolable, sagrado y natural), que no se podía desconocer en ningún momento, ni muchos menos imponer una limitación. No obstante, ese atributo de “absoluto” fue modificado por la Corte Constitucional al declarar inexequible el adverbio “arbitrariamente” que se encontraba incorporado en la definición del dominio en el artículo 669 del Código Civil, todo esto en sentencia C-595 de 1999, en razón de que este derecho tiene unas limitaciones expresas en la Constitución de 1991..” 24 En Sentencia de la Corte Suprema de Justicia, Sala de Negocios Generales, del 6 de Mayo de 1927, M.P.: Francisco Tafur, XXXIV,263 144 || Sección Alumni El derecho a una vivienda digna en condiciones extremas presupone la necesidad imperiosa de políticas públicas que generen una interacción entre las instituciones gubernamentales y la propia comunidad; en el entendido de que, solo a través de grupos profesionales de apoyo y autoconstrucción se pueden mejorar las condiciones de vida, los estándares de salubridad y habitabilidad. Por ello los programas públicos de construcción serán los encargados de propender por un cumplimiento progresivo de la satisfacción de las necesidades primarias como la vivienda. A este respecto, Santos y Rodríguez (2007)25, analizan la necesidad de ponderar el cumplimiento de lo ordenado con las previsiones presupuestales de cada país: “El cumplimiento progresivo” proporciona un concepto legal que permita imponer estándares ideales y que permite valorar el cumplimiento de las obligaciones en relación con los recursos económicos disponibles. Mediante la adaptación de este instrumento jurídico al régimen legislativo nacional”. De otro lado, el derecho a la vivienda digna conlleva el derecho al acceso a los servicios públicos; especialmente el derecho al agua que, como recurso natural que es, es un bien escaso y vital; por esto es necesaria la conservación de sus fuentes. Este recurso natural elevado a la categoría de un servicio público en las Cartas Constitucionales de todo Estado social de derecho ha merecido la protección de organismos, instituciones y principalmente de instrumentos legales como la tutela para asegurar el acceso a toda la población de este derecho fundamental; especialmente para el “débil Jurídico”, población menos favorecida, o sujetos de especial protección; principalmente en aquellos lugares donde este recurso natural pueda ser escaso. Para el caso en estudio y haciendo realidad el deseo del constituyente primario de 1991 de lograr el mejoramiento y calidad de vida de la población, como finalidad de todo Estado social de derecho, la Constitución establece que: “… El bienestar general Santos, de Souza Boaventura; Rodríguez, Garavito Cesar A. El derecho, la política y la obligación desde abajo: Hacia una legalidad cosmopolita. Antrophos, Barcelona 2007. Pág. 140-43 25 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||145 y el mejoramiento de la calidad de vida de la población son finalidades sociales del Estado. Será objetivo fundamental de su actividad la solución de las necesidades insatisfechas de salud, de educación, de saneamiento ambiental y de agua potable26” La Corte Constitucional se ha pronunciado en diferentes oportunidades sobre la protección del derecho fundamental del acceso a los servicios públicos; especialmente el suministro de agua potable, así: “… No cabe duda de que la persona en virtud de su poder jurídico o material está en condiciones de privar de agua a una entera comunidad o de sujetarla a acceder a una fuente de agua altamente contaminada y peligrosa para la salud y vida, se encuentra en situación de supremacía y contra ella pueden entablarse acciones de tutela si con sus acciones injustamente afecta o amenaza derechos fundamentales27” En sentencias similares la Corte, haciendo extensiva su interpretación del derecho fundamental a la vida, ha buscado proteger el derecho al agua potable y de manera particular sus fuentes, así como la obligación de las instituciones especiales encargadas de esa función: “… No se puede entonces, desconocer por parte del legislador ni de las autoridades municipales o departamentales que una de sus principales tareas consiste en atender y solucionar el problema del ambiente y del agua potable, situación que no debe ser olvidada al momento de la elaboración de los proyectos de presupuesto y de los planes de desarrollo de los municipios y departamentos del país.” Cuando se presentan abusos de parte de las autoridades o de particulares encargados de suministrar servicios públicos, la jurisprudencia constitucional ha sido muy prolija, así lo analiza Rengifo (2004)28 cuando se refiere a la figura jurídica del abuso del derecho como una creación jurisprudencial propia de nues Constitución Política de 1991, art. 366. En Sentencia T-375 del 20 de agosto de 1996, M.P.: Eduardo Cifuentes Muñoz. 28 Rengifo García, Ernesto. Del abuso del derecho al abuso de la posición dominante. 2da Edición. Universidad Externado de Colombia. Sigma, 2004. Pág. 157-161 26 27 146 || Sección Alumni tros altos Tribunales en el intento de adaptar textos legales internacionales a los nuevos contextos sociales y políticos sobre la protección a los derechos fundamentales; particularmente, cuando se trata de la vulneración de un interés colectivo de personas determinadas. Refiere el abuso del derecho en uso de aguas con complacencia de la administración. El tema del abuso del derecho en la explotación de las aguas fue materia de estudio por parte de la Corte Constitucional, en sus consideraciones iniciales, precisó el valor que tiene el agua y cómo su uso indebido, o mejor, cómo el exceso en la concesión para su administración y explotación puede implicar un abuso del derecho: “… El manejo del agua tiene, por lo demás, una indudable connotación ética, porque su aprovechamiento para diversos fines útiles refleja la conducta que asume el hombre frente a los demás y los valores sociales que motivan su comportamiento…”29 Ahora bien, se ha mencionado con anterioridad en este análisis del caso propuesto a los vecinos del barrio Marruecos como los sujetos de derecho en situación de vulnerabilidad dadas las condiciones precarias en que fueron encontrados en el momento del desalojo forzado; sin embargo, se considera útil identificarlos para este estudio como el “débil jurídico” de la relación, toda vez que son aquellas personas menos favorecidas por el sistema y que están expuestas a situaciones precarias de desigualdad social; pero no por ello se desconoce el conjunto de derechos que se denominan actualmente la ciudadanía social, por estar relacionada con el Estado de bienestar. Dada la prevalencia del concepto de ciudadanía, se considera pertinente la teoría política extraordinaria que desarrolló en concepto de la ciudadanía, tanto en Grecia como en Roma sus principales filósofos y pretores se pronunciaron sobre el hombre como animal político, y por tanto de su derecho a la ciudadanía. Cicerón nos habló de la libre ciudadanía en contraposición a Aristóteles, para quien no podía existir sino entre iguales, y todos los hombres no son iguales, y que la ciudadanía tenía que estar limitada a un grupo pequeño y cuidadosamente escogido; en cambio para Cicerón la igualdad era una exigencia En Sentencia T-379 del 28 de Agosto de 1995, M.P.: Antonio Barrera Carbonel. 29 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||147 moral, como todos los hombres están sometidos a una ley, y son por ello conciudadanos, tienen que ser de algún modo iguales. Así las cosas, como ciudadanos de un Estado social de derecho todos los sujetos constituidos en “débil jurídico” cuando se desconocen los derechos en contraposición clara de lo contemplado en los ordenamientos supremos y constitucionales. Boaventura de Sousa (2012)30, en su ponencia sobre el reto al concepto de “ciudadanía”, sostuvo que la ciudadanía es cada vez una figura más frágil para quien la tiene y sin embargo es más preciosa para quien no la tiene. En su concepto sobre las consecuencias del liberalismo en la posmodernidad se deduce, la -no humanidad- el no ciudadano- el que no es humano-, y cuestiona como se utilizan a diario conceptos epistemológicos preconcebidos e impuestos por un lenguaje producto de la crisis de valores para referirnos a los excluidos. Es preocupante la figura que utilizaron los actores al margen de la ley para estafar a los incautos que se dicen poseedores de hecho. Algunos de ellos movidos por la ilusión de poseer una vivienda, y dada su condición de ignorancia e informalidad, acordaron compra en sendos “contratos de cesión de derechos de posesión”. Huelga resaltar la manera en que los notarios no asumen ninguna responsabilidad en estos casos, escudándose en que solo están reconociendo firmas, mas no el contenido; en diligencias de autenticación de firma y reconocimiento de documento privado, realizadas con promesas de cesión de derechos de posesión de lotes que forman parte del predio Los Molinos, localidad Rafael Uribe Uribe, de Bogotá. “documentos privados suscritos entre particulares, los cuales contienen aparentemente una promesa de “contrato civil de cesión de derechos de posesión”. Señaló además que esa Notaría, tan pronto tuvo conocimiento de la situación, procedió a verificar si se habían realizado escrituras públicas de posesión o de tradición del derecho real de dominio, constatando “que no se han elaborado, autorizado instrumentos públicos de esa naturaleza legal” (f. 14 ib.)”… Olvidando así, que son los guar Boaventura de Souza, Teoría Jurídica de la Indignación. Clausura Seminario de teoría crítica. Universidad Carlos III de Madrid, 2012 30 148 || Sección Alumni dianes de la fe pública y, a contrario sensu, si bien prima la autonomía de las partes, les asiste velar por la igualdad y la equidad de las relaciones contractuales”. En el caso en estudio, si bien el desalojo forzoso ordenado por las autoridades policiales vulneró el derecho a una vivienda digna de más de cien familias también vulnera el derecho de propiedad de la Hacienda los Molinos y la Universidad Sergio Arboleda. En Sentencia T-908 de 7 de noviembre de 2012, magistrado sustanciador Nilson Pinilla, motivó la ratio decidendi partiendo de la situación en que, al estar comprendido el predio dentro de un futuro parque, pasa a ser propiedad pública y no privada: “…En cuanto a la protección de la vivienda digna invocada por los accionantes, acotó que ninguno de ellos logró demostrar mejor derecho que quien ostenta la titularidad del dominio, por lo cual, en justo balance constitucional y legal, debe prevaler el derecho de dominio, ya que lo que se evidenció fue la ocupación ilegal de un predio de dominio privado (f. 33 ib.)”… el escrito relacionado con ‘antecedentes’ y ‘acciones administrativas y policivas’, donde se detalla que (fs. 174 a 333 ib.) la adquisición para el Distrito Capital de esas 25.4 Has. que integran el ‘Parque Zonal Pz 17 Hacienda Los Molinos’, que es de escala parque metropolitano y que beneficia a la ciudad en general pero muy especialmente a la Localidad Rafael Uribe Uribe, tal y como lo tiene concebido la Secretaría Distrital de Planeación, realmente no afecta las finanzas del Distrito Capital de Bogotá quien podría disponer y gozar de dicho parque a cero costo. En efecto la adquisición de esos terrenos por vía de la mecánica de ‘sustitución’ y/o de ‘compensación’ no le cuesta un peso a las arcas distritales dado que los particulares interesados en ‘sustituir’ y/o en ‘compensar’, son quienes pagarían a los propietarios de los terrenos convertidos ahora en parque zonal para lograr así que merced a ese pago el parque quede definitivamente de propiedad del Distrito. Inclusive esos particulares ya han consignado casi 6 mil millones de pesos que están hoy en CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||149 poder del Fondo para el Pago Compensatorio de Cesiones Públicas para Parques y Equipamientos del IDRD (f. 174 ib.).” La Corte en sus pronunciamientos destaca la necesidad de analizar los hechos teniendo en cuenta principios generales del derecho como la libertad e igualdad ante la ley, y sobre todo que las condiciones de dignidad humana se garanticen de una manera real y efectiva en situaciones de desalojo forzoso como la descrita en el caso en estudio. Los poseedores argumentaron ser poseedores de buena fe, “…con el asentamiento subnormal de más de cien familias, en el cual existen casas construidas en casas de material y de nuestro propio peculio”; 36 viviendas que quedaron en pie y en las cuales habitan familias con niños menos de edad y discapacitados; cuenta mucho el principio de confianza legitima por parte de los poseedores, puesto que “la Junta de acción comunal del barrio Bosques de los Molinos, localidad RUU, manifestó que la población afectada por la orden de desalojo emitida por la Inspección 18 “E” Distrital de Policía está compuesta en gran parte por sujetos de especial protección constitucional (fs. 2 a 105 cd. 5 Corte)”, porque estaban convencidos de que no estaban haciendo nada incorrecto; además, las condiciones de ignorancia, pobreza e informalidad hacen estas comunidades vulnerables y por tanto sujetos de especial protección. En Sentencia T-585 de junio 12 de 2008, M. P. Humberto Antonio Sierra Porto: “Es menester efectuar esta claridad, por cuanto la consideración de una persona como sujeto de especial protección constitucional no necesariamente ha de implicar para el juez una labor de clasificación de los accionantes dentro de alguna de las categorías que de antemano la jurisprudencia ha determinado como meritorias de dicha protección, sino que se deben analizar las especiales condiciones que rodean el caso concreto para, a partir de allí, determinar si el accionante se encuentra en una situación de debilidad manifiesta, de la que se desprenda el deber estatal de protección especial según lo dispuesto en el último inciso del art. 13 de la norma superior”.. En el análisis del caso propuesto en este estudio, es de destacar la decisión de la Corte en su Sentencia T-908 de 7 de Noviembre 150 || Sección Alumni de 2012, magistrado sustanciador Nilson Pinilla; porque ordenó a las autoridades locales realizar unas medidas que comprometen el presupuesto local y nacional, entrando así en coherencia con lo ordenado por los altos tribunales internacionales: “…apropiación de los recursos necesarios para el pago de al menos un mes de arrendamiento de los hogares objeto de la diligencia de desalojo; asimismo, ordenó a las autoridades locales como la Alcaldía Mayor de Bogotá D. C., reubicar a la población afectada de acuerdo a los planes de vivienda de interés social ofrecidos como uno de los principales programas del gobierno. En concordancia con lo ordenado la alcaldía de la localidad precisó haber realizado las acciones previas de protección a la población de especial protección, correspondientes a la orden de desalojo “Reuniones realizadas con antelación a la diligencia de lanzamiento por ocupación de hecho, se instaló un puesto de mando unificado, PUM, en el interior del predio, en aras de mantener el orden público...” En cuanto a la protección de los menores que aún permanecen en el predio, precisó que “se realizan comisiones con el ICBF y la Secretaría de Integración Social con el fin de garantizar los derechos de los menores que se encuentran dentro del predio, se cruzan las bases de datos con la Dirección Local de Educación de Rafael Uribe Uribe para verificar la garantía al derecho de la educación” (f. 114 ib.). Asimismo, el acceso a los demás servicios públicos que la ley garantiza mediante la reglamentación contenida en la Ley 142 de 199431 se consultó a las empresas de servicios públicos: Empresa de Energía Eléctrica de Bogotá: “… los predios allí ubicados se hallan afectados por la declaratoria de área destinada al Parque Ley 142 de 1994: Artículo 1o. Ámbito de aplicación de la ley. Esta ley se aplica a los servicios públicos domiciliarios de acueducto, alcantarillado, aseo, energía eléctrica, distribución de gas combustible, telefonía fija pública básica conmutada y la telefonía local móvil en el sector rural; a las actividades que realicen las personas prestadoras de servicios públicos de que trata el artículo 15 de la presente ley, y a las actividades complementarias definidas en el capítulo II del presente título y a los otros servicios previstos en normas especiales de esta ley. 31 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||151 Zonal Hacienda Los Molinos. Así, agregó que mediante oficio de enero 23 de 2012 expuso a la Personería de Bogotá la imposibilidad de acoger la pretensión manifestada ante ese ente sobre la conexión del servicio (fs. 45, 72, 76 y 78 ib.)”… y a Codensa: “… Indicó que de acuerdo con el artículo 134 de la Ley 142 de 1994, toda persona que habite o utilice en forma permanente un inmueble, tiene derecho a recibir los servicios públicos domiciliarios, cuyo goce no comporta, por ende, la condición de titular del derecho de dominio, ni poseedor, en cabeza del usuario sobre el predio que ocupa (f. 102 ib.)”. Se ha mencionado suficientemente la importancia de la protección de los derechos fundamentales y sociales, particularmente los contemplados por el Comité de DESC, sobre los estándares mínimos de derecho al agua32 y el cuidado de sus fuentes. Así las cosas, el derecho a una vivienda digna para personas en debilidad manifiesta es uno de los derechos menos desarrollados en la realidad colombiana, lo que ha constituido un ostensible fraude a los derechos fundamentales y sociales contenidos en la Constitución. En cierta medida respecto del derecho al medio ambiente sano, la Corte ha ampliado el enfoque de sus pronunciamientos sobre los derechos fundamentales y sociales, innovando con los derechos medioambientales que permitan un mejoramiento en la calidad de vida de los ciudadanos; los recientes desarrollos sobre normas y jurisprudencias como producto de los acuerdos y los estándares del Comité de derechos económicos, sociales y políticos, establecen una serie de obligaciones para los Estados. Asimismo, ha reconocido la cosmovisión de los pueblos indígenas en relación con la tierra y los recursos naturales En esta misma Sentencia T-908 de 7 de Noviembre de 2012, respecto de la conservación del medio ambiente y de las fuentes Langford, Malcom. Teoría y jurisprudencia de los derechos sociales: tendencias emergentes en el derecho internacional y comparado. Bogotá D.C.: Siglo del Hombre Y Universidad de los Andes-facultad de Derecho. 2013, Pág.34: Observación general 15: El derecho al agua (29º periodo de sesiones 2002), UN Doc. E/C. 12/2002/11 (2003) 32 152 || Sección Alumni de agua, resaltó la política de las autoridades locales al proyectar en la zona en conflicto el Parque Zonal con Área protegida denominado ‘Pz 17 Hacienda Los Molinos’ de escala de Parque Metropolitano, para ello consultó a CIMA, que: “… explicó que conforme al Convenio de Asociación 014 de junio de 2011, celebrado entre el Fondo de Desarrollo Local Rafael Uribe Uribe y CIMA, se realizaron actividades relacionadas con un proceso ciudadano de educación ambiental, en las que participó la comunidad del sector aledaño a la ronda de la quebrada Chiguaza (f. 81 ib.). En ese orden, manifestó que con el fin de reducir el impacto ambiental causado por la disposición de residuos sólidos y el vertimiento de aguas residuales en su cauce, la comunidad inició un programa de educación ambiental para la conservación del cuerpo hídrico (f. 82 ib.) Es de acotar que el desarrollo del derecho internacional del medio ambiente ha sido el resultado de una labor de interpretación dinámica de parte de los organismos internacionales y de los tribunales en su relación directa con el pleno goce y ejercicio de los derechos fundamentales de las personas. Así nos refiere sobre la interpretación dinámica, específicamente de la Corte Interamericana de derechos humanos, Shelton33 (2008), “… el período transcurrido luego de concretarse la Declaración y la Convención Americanas es significativo porque ni la Comisión ni la Corte adhieren a una interpretación estática u “originalista” de los textos. A la inversa, ambas instituciones han afirmado que en la interpretación y aplicación de las disposiciones de los instrumentos regionales de derechos humanos se debe tomar en cuenta “la evolución en el campo del derecho internacional en materia de derechos humanos, dado que tales instrumentos fueron concebidos primero y teniendo debidamente en cuenta otras normas del derecho internacional aplicables a los Estados miembros contra los que se interpongan debidamente Shelton , Dina. Derechos ambientales y obligaciones en el sistema interamericano de derechos humanos http://www.anuariocdh.uchile.cl/index. php/ADH/article/viewFile/11486/11847, consultada el 28 de febrero de 2013. 33 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||153 denuncias de violación de los derechos humanos”. Tanto la Comisión como la Corte han dejado en claro que la Declaración y la Convención Americanas se deben interpretar y aplicar a la luz de los acontecimientos actuales en el campo del derecho internacional, particularmente el derecho de los derechos humanos, como queda de manifiesto en los tratados, costumbres y demás fuentes pertinentes del derecho internacional. El “débil jurídico”, la debilidad manifiesta y el sujeto de especial protección en la jurisprudencia colombiana En sintonía con lo anterior, el concepto del “débil jurídico” como “sujeto de especial protección o en debilidad manifiesta” es producto de la desigualdad social en Colombia, haciendo referencia a aquella población vulnerable asentada en sectores de la periferia de las principales ciudades y regiones apartadas del centro del país; o aquellos que por esa misma situación de desplazados son víctimas de desalojos forzados por parte de las autoridades locales, huelga decir como el caso propuesto para este estudio; situación que desafortunadamente viven muchas personas dado que generalmente son los grupos ilegales los que imponen por la fuerza y el miedo sus propias normas -la legitimidad de la ilegalidad-. Es así como el poder que ostenta el fuerte sobre el débil desconoce de manera implícita derechos fundamentales como la vida, la movilidad, la propiedad, y el disenso porque esta población es amenazada y sufre una constante persecución sobre sus bienes. Por otro lado, es necesario aterrizar el problema jurídico del caso propuesto respecto de la discusión teórica sobre principios y reglas, aplicados en la protección de la parte “débil” en la relación conflictual tratada por la Corte en esta tutela. Así los derechos fundamentales y su extensión en la eficacia directa o “drittwirkung” ya no como un asunto del Estado frente a particulares sino de un particular a otro particular y con la prioridad que se debe a las normativas y convenios sobre los derechos humanos y sociales, es preciso afirmar que son inagotables los pronunciamientos 154 || Sección Alumni de los honorables tribunales actuales. Arévalo34 (2007) sostiene que: “la eficacia horizontal de los derechos fundamentales entre particulares que son conocidas como universales. Ello implica una revisión de nuestro derecho privado…”. En consecuencia, lo que persigue todo Estado social de derecho es atender a principios como la igualdad y la equidad de las relaciones sociales en aras de cumplir con su mandato de optimización. Debe considerarse también que las normas de derecho fundamental en todo Estado social de derecho son la base del ordenamiento, pero que a su vez la labor del Tribunal constitucional suele presentar una colisión de principios y derechos. Verbi gratia, el caso propuesto en este estudio, en el que derechos como el derecho a la propiedad, la libertad contractual o negocial y la autonomía de la voluntad, se ven limitados por esa eficacia directa de los derechos humanos en aras de conservar el orden público y las buenas costumbres. De cara al análisis sobre la aplicación formal del derecho o del precedente que busca la protección del “débil jurídico” en la realidad social del país el artículo 23035 de la Constitución Política colombiana constituye el referente de las fuentes del derecho en Colombia. López36 (2006) ¿Si los jueces están llamados a resolver los conflictos surgidos en relación con los derechos fundamentales, como superar la dicotomía entre la autonomía funcional del juez y la verdadera aplicación de la justicia? Solo a través del precedente judicial y su fuerza vinculante. En la Sentencia T-131737 de 2001, Arévalo, Gaitán, Guillermo Alonso. Derechos Fundamentales y autonomía contractual en Colombia: Contrato de mutuo, transporte y transacción. Línea jurisprudencial 1992-2006. Bogotá, Librería Jurídica Sánchez Ltda. 2007. P. 86. 35 Constitución Política de Colombia, Art. 230: Los jueces, en sus providencias, solo están sometidos al imperio de la ley. La equidad, la jurisprudencia, los principios generales del derecho y la doctrina son criterios auxiliares de la actividad judicial. 36 López, Medina Diego. El derecho de los Jueces. Bogotá, D. C.: Legis, 2006. P. 34 37 En Sentencia T-1317 del 7 de diciembre 2001, M.P. Rodrigo Uprimny Yepes: “(…) El precedente judicial se construye a partir de los hechos de la demanda. El principio general en el cual se apoya el juez para dictar su sentencia, contenida en la ratio decidendi, está compuesta, al igual que las reglas jurídicas ordinarias, por un supuesto de hecho y una consecuencia jurídica…”. 34 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||155 el Tribunal Constitucional llegó a expresar que: (…) “De lo expuesto, se concluye que la fuerza vinculante de las sentencias de la Corte Constitucional se fundamenta en (i) la autoridad otorgada constitucionalmente a la Corte Constitucional para “actualizar el sentido normativo de la constitución”; (ii) la cosa juzgada constitucional y (iii) en el respeto a los principios de igualdad, confianza legítima, y del debido proceso (entre otros)”. Se hace referencia al “débil jurídico” y la “causa pro homine” en la jurisprudencia de la Corte Constitucional, porque como se ha sostenido en este estudio, los derechos humanos no son absolutos por tanto, el goce de los mismos se limitan en tanto que comienza el derecho del otro; por esto la jurisprudencia en sus pronunciamientos sobre esta materia ha tenido presente que cualquier restricción sobre los derechos humanos y sociales debe entenderse restrictivamente; mientras que sus ampliaciones y accesos extensivamente, con el fin de proteger el “débil jurídico”. En la Sentencia T- 03738 de enero de 2006 M.P. Manuel José Cepeda, (…) Finalmente y si persistiera alguna duda -que no la hay-, es preciso recordar uno de los principios que gobiernen la interpretación en materia de derechos humanos es la cláusula pro homine según la cual las restricciones a derechos deben entenderse restrictivamente mientras que sus ampliaciones y accesos deben comprenderse extensivamente. El “débil jurídico” en los desalojos forzosos Al analizar que en el caso propuesto en este estudio hubo abuso de la fuerza y violación de los derechos de parte de las autoridades de policía de la localidad Rafael Uribe Uribe sobre la población que se intentó desalojar, teniendo en cuenta que habían menores de edad y personas mayores, que son sujetos de especial protección. De ahí se deduce la importancia de que las 38 En la Sentencia T- 037 de enero de 2006 M.P. Manuel José Cepeda,… “Finalmente y si persistiera alguna duda -que no la hay-, es preciso recordar uno de los principios que gobiernen la interpretación en materia de derechos humanos es la cláusula “pro homine” según la cual las restricciones a derechos debe entenderse restrictivamente mientras que sus ampliaciones y accesos deben comprenderse extensivamente…” 156 || Sección Alumni autoridades encargadas de ejecutar las acciones coactivas tengan en cuenta los estándares internacionales sobre desalojos forzosos contemplados en por el Comité de Derechos Económicos Sociales y Culturales. En los conflictos sobre la tierra y el derecho de propiedad no se puede dejar de lado la obligación del Estado de asistir a la población afectada, garantizando estos estándares mínimos ya establecidos. Las Brigadas Internacionales de Paz PBI39 (2013) se refieren a los patrones que el Derecho Internacional considera para calificar el desplazamiento forzado porque esa acción compromete derechos fundamentales y sociales como son el derecho a la vivienda y alimentación adecuados de grupos vulnerables: Los estándares del derecho internacional de los derechos humanos (DIDH), el desplazamiento coaccionado o involuntario de población que los desalojos forzosos conllevan, elimina o limita la capacidad de las personas, grupos o comunidades afectadas de vivir o trabajar en una vivienda, residencia o lugar particulares, sin que se hayan ofrecido formas apropiadas de protección jurídica de otro tipo o cuando no se cuenta con acceso a las mismas. Ello representa, como señala el Relator Especial de Naciones Unidas sobre una Vivienda Adecuada, una grave limitación de los derechos a una vivienda adecuada y a la tierra, y de otros vinculados a éstos -a una alimentación adecuada, al agua, a la salud, a la educación, al trabajo, a la seguridad y protección públicas, entre otros. Debido a estas y otras graves consecuencias, los desalojos deben limitarse a circunstancias excepcionales previstas legalmente; y en todo caso deben cumplir con las disposiciones pertinentes del derecho internacional, tomando también en cuenta que existen grupos de población vulnerable. Peace Brigades International. Desalojos forzosos y proyectos de inversión económica no consultados: Preocupaciones y peticiones a la comunidad internacional para la protección de defensores y defensoras de derechos humanos en el marco de conflictos sobre la tierra http://www.pbi-ee. org/country-groups/estado-espanol/noticias/noticias-pagina/?L=0%2F&tx_ttnews%5Btt_news%5D=3722&cHash=8d7f b89c33ef1c59f2503410d64c1ccc, cconsultada el 16 de Febrero de 2013. 39 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||157 Ahora bien, las organizaciones gubernamentales40 y no gubernamentales desempeñan un rol importante en el acompañamiento a la población menos favorecida o “débil jurídico” en los procesos de desalojo forzado que se taren a colación para nuestro estudio; dentro de su misión de restitución de las viviendas y el patrimonio han redactado una guía para garantizar los derechos fundamentales y sociales de los afectados. Los Principios Pinheiro41 en los desalojos forzosos y situaciones de desplazamiento es un manual que ofrece una directriz para aquellos voluntarios o trabajadores sociales que deciden aportar soluciones a aquellos que fueron víctimas de situación de desplazamiento forzado: “como punto de partida y ofrece una importante orientación práctica a todos aquellos que trabajan en el ámbito de la restitución de las viviendas y el patrimonio. Su objetivo es promover la búsqueda de soluciones duraderas para los desplazados internos y los refugiados, que incluyen el derecho a regresar a los hogares y propiedades de los que tuvieron que huir o se vieron forzados a abandonar a raíz de conflictos armados y violaciones de derechos humanos. Este manual debería contribuir al fortalecimiento de la protección del derecho a la restitución y, por tanto, a la prevención de conflictos y a la consolidación de la paz recientemente lograda. Esperamos sinceramente que el Manual tenga una amplia difusión y que constituya una contribución importante a la resolución justa y fundamentada de los conflictos de restitución de viviendas y patrimonio a nivel mundial”. La importancia de la jurisprudencia internacional sobre desalojos forzosos ha tenido eco en los precedentes jurisprudenciales sobre la ponderación de la protección del derecho de propiedad y la obligación del Estado a proporcionar o facilitar la vivienda cuando hay situaciones de desalojo por de parte de autoridades que son cada día más frecuentes; verbi gratia el caso propuesto en este estudio, esa ponderación la han adoptado Tribunales FAO, iDMC,OCHA, ONU, HABITAT, UNCH, Manual sobre la Restitución de las Viviendas y el Patrimonio de Refugiados y Personas Desplazadas Aplicación de los “Principios Pinheiro” Marzo 2007 http://www.ohchr.org/Documents/Publications/pinheiro_ principles_sp.pdf, consultada el 18 de Febrero de 2013 40 41 158 || Sección Alumni internacionales como el Tribunal de Kenia. Con la adopción de una nueva Constitución en el 2010, el Tribunal de Kenia ha sentado precedentes importantes sobre el derecho a vivienda. Langford42 destaca: como en Ayula & Others43, el Magistrado Musinga señaló que el Tribunal: “entre los derechos humanos de los residentes y los derechos de propiedad de los dueños del suelo, teniendo en cuenta el requisito constitucional de adoptar las interpretaciones que le sean más favorables al cumplimiento efectivo del derecho y promueven los valores de la Constitución...”. La jurisprudencia sobre el desalojo forzoso y el desplazamiento forzado de la Corte Constitucional colombiana se ha tenido en cuenta en varias oportunidades para otorgar la protección del más “débil” en situaciones de desigualdad manifiesta: En Sentencia T-025 de 200444 y todos los autos de seguimiento expedidos, pone de manifiesto los lineamientos a seguir para conseguir la protección mínima e inmediata de los derechos fundamentales de los desplazados: “Dadas las magnitudes actuales del problema de desplazamiento en Colombia, así como el carácter limitado de los recursos con los que cuenta el Estado para satisfacer este cometido, es forzoso aceptar que al momento de diseñar e implementar una determinada política pública de protección a la población desplazada, las autoridades competentes Langford, Malcom. Teoría y jurisprudencia de los derechos sociales: tendencias emergentes en el derecho internacional y comparado. Siglo del Hombre Editores y Universidad de los Andes-facultad de Derecho. Bogotá D.C. 2013, Pág. 34. 43 Ibidem, Satrose Ayuma & Others v. The Registered Trustees of the Kenya Railways Staff Retirement Benefits Scheme & Others, High Court of Kenya, peticion No 65 de 2010, sentencia del 17 de febrero de 2011. 44 En Sentencia T-025 de 2004. M.P. Manuel José Cepeda Espinosa: “Para definir el nivel mínimo de satisfacción de los derechos constitucionales de las personas desplazadas, debe hacerse una distinción entre el respeto por el núcleo esencial de los derechos constitucionales fundamentales de los desplazados, es claro que las autoridades en ningún caso pueden obrar de forma tal que terminen por desconocer, lesionar o amenazar el núcleo esencial de los derechos fundamentales constitucionales de las personas desplazadas. En esa medida, no pueden los desplazados ser objeto de acciones por parte de las autoridades que atenten, por ejemplo, contra su integridad personal o contra su libertad de expresión…”. 42 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||159 deben efectuar un ejercicio de ponderación y establecimiento de áreas prioritarias en las cuales se prestará atención oportuna y eficaz a dichas personas”... En Sentencia T-349 de mayo 15 de 2012, M. P. Jorge Ignacio Pretelt Chaljub, resalta la importancia del consenso cuando se trata de dar alcance a la solución del conflicto, en la medida que haya un enfoque de transformación de la situación económica de los afectados: “… la conciliación, para llevar a cabo labores objetivas y justas de concertación, como las que ya han podido tener lugar, la compensación económica que corresponda, por los bienes muebles y enseres que perdieron los afectados en el proceso de desalojo, en aquellos casos en que fueron demolidas las viviendas encontrándose esos bienes en el interior de las edificaciones”… Otro aspecto a considerar respecto de la actuación de las autoridades de policía en el procedimiento de desalojo forzado es aquel denominado por ocupación de hecho en predios urbanos, verbi gratia el caso propuesto en este estudio. Hay que entender que corresponde a las autoridades de policía, lo atinente al aspecto de propender por la preservación y el restablecimiento de la posesión frente a actos perturbadores que la alteren, con el fin de proteger al poseedor o tenedor45 de un bien, y así mismo conservar el orden público dentro de la colectividad, característica inherente a todos los procesos policivos. Ahora bien, esa labor de las autoridades policiales de propender al restablecimiento del derecho de propiedad de los querellantes frente a la ocupación de hecho de los querellados, presu45 Código Civil, art. 762: “La posesión es la tenencia de una cosa determinada con ánimo de señor o dueño, sea que el dueño o el que se da por tal, tenga la cosa por sí mismo, o por otra persona que la tenga en su lugar y a nombre de él. // El poseedor es reputado dueño, mientras otra persona no justifique serlo.” Art. 775 ib.: “Se llama mera tenencia la que se ejerce sobre una cosa, no como dueño sino en lugar y a nombre del dueño. El acreedor prendario, el secuestre, el usufructuario, el usuario, el que tiene derecho de habitación, son meros tenedores de la cosa empeñada, secuestrada, o cuyo usufructo, uso o habitación les pertenece. // Lo dicho se aplica generalmente a todo el que tiene una cosa reconociendo dominio ajeno.” 160 || Sección Alumni pone a nuestro entender una ponderación previa de autoridades capacitadas y actualizadas en los instrumentos internacionales de protección de derechos fundamentales y sociales; habría entonces para tal fin que crear una Sala especial de honorables magistrados en el Tribunal constitucional para conducir con éxito el proceso actual que vive el país a raíz de la promulgación de la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras. Así lo ha demostrado ya este Tribunal que se refiere al presupuesto fáctico de los procesos policivos, en Sentencia T-201 de Marzo 23 de 2010: “… acto ilegítimo de despojo sobre un inmueble sin consentimiento expreso o tácito de su propietario, poseedor o tenedor, siendo éstos los legitimados para instaurar la querella correspondiente. Su finalidad es el restablecimiento del querellante en la posesión, mediante el desalojo de los agentes que han ocupado el inmueble de manera ilegítima”46. En concordancia con lo anterior, el proceso policivo de lanzamiento por ocupación de hecho tiene naturaleza preventiva mas no declarativa de derechos y, por tanto, en él no se controvierte ni se protege el dominio, ni las pruebas que a este respecto se exhiban, lo cual debe ventilarse ante la jurisdicción ordinaria, pero que supedita la temporalidad de las soluciones a un limbo por la congestión judicial, y que por tanto conlleva una inaplicación de la justicia. El orden público, la paz social como fundamentación del poder de policía En la sentencia C-802 de octubre 2 de 2002, M. P. Jaime Córdova Triviño se refiere al concepto de orden público como aquel que consiste en el equilibrio entre las condiciones de seguridad de la colectividad y la realización de las libertades personales: “las condiciones necesarias para el desenvolvimiento armónico y pacífico de las relaciones sociales y, en consecuencia, para la realización de los derechos y el cumplimiento de los deberes correlativos”. Además “El orden público es un supuesto de la pacífica convivencia, es el escenario de desenvolvimiento normal de T-201 de marzo 23 de 2010, M. P. Humberto Sierra Porto. 46 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||161 las relaciones entre el poder y la libertad. De allí que el concepto de orden público se ligue siempre a las condiciones de seguridad, tranquilidad y salubridad requeridas para el despliegue de la vida en comunidad y para la afirmación de sus miembros como seres libres y responsables”. En sentencia C-241 de abril 7 de 2010, M. P. Juan Carlos Henao Pérez señalando los límites precisos al ejercicio del poder y la función de policía en un Estado social de derecho, determinando: “… (i.) Debe someterse al principio de legalidad; (ii.) Debe tender a conservar y restablecer el orden público; (iii.) Las medidas que se adopten deben ser proporcionales y razonables, no pueden traducirse en la supresión absoluta de las libertades o en su limitación desproporcionada; (iv.) no pueden imponerse discriminaciones injustificadas a ciertos sectores; (v.) la medida policiva debe recaer contra el perturbador del orden público, pero no contra quien ejerce legalmente sus libertades, y (vi.) las medidas policivas se encuentran sometidas a los correspondientes controles judiciales47. Aspectos que de antemano impiden que el ejercicio del poder de policía atente contra los derechos fundamentales, entre ellos, el derecho al debido proceso. En sentencia C-024/94 (enero 27), M. P. Alejandro Martínez Caballero; T-104/08 (noviembre 16) y T-201/10 (marzo 23), M. P. Humberto Sierra Porto. Afirmó: “… Así, el poder de policía, en función de las situaciones que exijan restablecer y mantener el orden público, deriva de la preceptiva constitucional48 y legal, para el caso dentro de la dirección y coordinación que les corresponde a alcaldes e inspectores de policía, en relación con los habitantes y circunstantes en el respectivo territorio, poder que se desarrolla y activa a partir de la dinámica comunitaria. La cosa juzgada formal de las autoridades administrativas en los desalojos forzosos Para el caso propuesto, se hace referencia a que cuando las autoridades del poder ejecutivo ejercen funciones judiciales, es el 47 Sentencia de 1994; C-1444 de 2000. Art. 218 Const., entre otros. 48 162 || Sección Alumni alcalde como primera autoridad municipal es el jefe de policía y podrá delegarlo en los inspectores de policía de la localidad. Así las cosas, tienen la competencia para conocer de las querellas sobre desalojo forzoso por ocupación, para ello se requiere tener presente los protocolos contenidos en los regímenes especiales de lanzamiento por ocupación de hecho49. “… No obstante que este proceso se adelanta por funcionarios de policía, es un caso particular en el que lo que decida la autoridad administrativa “hace tránsito a cosa juzgada formal y no es cuestionable ante la jurisdicción de lo contencioso administrativo”50. Sin embargo, su trámite no impide que por los mismos hechos curse un proceso ordinario (acción posesoria, acción reivindicatoria de dominio, etc.)”. Adicionalmente, en cuanto a la función jurisdiccional que se desarrolla alrededor de los procesos policivos, esta corporación en sentencia T-1023 de octubre 10 de 2005, M.P. Rodrigo Escobar Gil, indicó: … la competencia del juez constitucional y la procedencia del amparo está condicionada en todo caso a que se observe un grave menoscabo de las garantías constitucionales de los sujetos jurídicos involucrados en el trámite de este tipo de procesos y a que las mismas puedan calificarse como constitutivas de una vía de hecho. Con ocasión de la ejecución de una orden de desalojo de un grupo de familias que habitaba 13 lotes en espacio considerado de uso público, esta Corte, mediante fallo T-527 de julio 5 de 2011, El régimen especial del lanzamiento por ocupación de hecho en predios urbanos estuvo determinado inicialmente por la Ley 57 de 1905 (artículo 15) y por el Decreto 992 de 1930, reglamentario de dicha ley. Posteriormente fue regulado por el Decreto Ley 1355 de 1970 (Código Nacional de Policía, artículos 125 a 127 y 129), los Códigos Departamentales de Policía y el reglamento especial previsto en el Código Distrital de Policía, con el fin de que “la acción policiva nacional por perturbación se desarrolle conforme a tales procedimientos de manera concurrente, competencia que en todo caso no excluye la facultad reglamentaria en cabeza del Presidente de la República”. 50 T-201 de 2010 precitada. 49 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||163 M. P. Mauricio González Cuervo, dispuso suspender temporalmente la restitución del bien ocupado: … Encuentra esta corporación que la ratio decidendi contenida en el fallo mencionado, deviene también procedente y aplicable para ocupaciones de hecho de bienes privados, al converger aspectos análogos inherentes a la condición y necesidades humanas, con honda repercusión en derechos fundamentales, económicos, sociales y culturales que las normas internacionales protegen”. En consecuencia, las actuaciones administrativas deberán ceñirse a los reglamentos y protocolos establecidos por la ley para evitar que en procesos de desalojo por ocupación de hecho se vulneren los derechos fundamentales y sociales de los “débiles jurídicos” o menos favorecidos. Conclusiones En este estudio se señaló que el derecho coadyuvado con la sociología ha tratado de desarrollar el concepto del “débil jurídico” buscando su protección a través de los ordenamientos y convenciones nacionales e internacionales sobre derechos humanos y de derechos económicos, sociales, culturales y ambientales. Así las cosas, si bien el derecho a la libertad contempla la autonomía de la libertad contractual, toda vez que existe el derecho a la propiedad privada, le compete al ordenamiento supremo y a las instituciones del Estado velar por medio de políticas públicas por una equitativa distribución de la riqueza bajo los principios de solidaridad y el fin social de la propiedad. En cuanto al derecho a la vivienda digna, es necesario erradicar problemas muy arraigados en las políticas públicas, como son la precariedad de los planes de vivienda de interés social, la proliferación de asentamientos supuestamente habitables en zonas de alto riesgo, la desatención del Estado a su deber constitucional de promover “la democratización del crédito”, ya que muchas familias han perdido su vivienda y por tanto la esperanza en un futuro mejor; por las deudas desmesuradamente crecidas, en favor de la 164 || Sección Alumni avidez financiera practicada por los grandes grupos económicos alrededor del mundo. Finalmente, es necesario que nuestros cuerpos policiales reciban capacitación especializada en el área de derechos humanos y sociales, además del derecho internacional humanitario porque si bien lo pretendido con la acción es la recuperación del bien de un tercero que solicita la tutela del Estado, esto no puede acarrear arbitrariedades y mucho menos maltratos físicos y consecuencias psíquicas en la población vulnerable. Críticas a la Corte Constitucional Si bien en sus pronunciamientos pareciera haber violado el principio de separación de poderes al ordenar la ejecución de políticas públicas y la asignación de recursos sin respetar las políticas presupuestales, y ha actuado más con auto restricción que con activismo se considera que la Corte ha hecho un gran aporte y ha asumido un liderazgo ejemplar en la defensa de los DESC. Bibliografía Acemoglu, Daron y Robinson, James A. Por qué fracasan los países: Los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza, Barcelona: Deusto, 2012. 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Thubelisha Homes and Others 2010 (3) SA 454 (CC) (Thubelisha Homes) Nokotyana and Others v Ekurhulen Municipality, 2010 (4) BCLR 312 (CC). Satrose Ayuma & Others v. The Registered Trustees of the Kenya Railways Staff Retirement Benefits Scheme & Others, High Court of Kenya, petition No 65 de 2010, sentencia del 17 de Febrero de 2011. Jurisprudencia Nacional Corte Constitucional, Sentencia T-908 del 7 de noviembre 2012, magistrado sustanciador: Nilson Pinilla. Corte Suprema de Justicia, Sala de Negocios Generales, Sentencia del 6 de mayo de 1927, M.P.: Francisco Tafur, XXXIV, 263. Corte Constitucional, Sentencia T-375 del 20 de agosto de 1996, M.P.: Eduardo Cifuentes Muñoz. Corte Constitucional, Sentencia T-379 del 28 de agosto de 1995, M.P.: Antonio Barrera Carbonel. Corte Constitucional, Sentencia T-1317 del 7 de diciembre 2001, M.P.: Rodrigo Uprimny Yepes. Precedente judicial Corte Constitucional, En la Sentencia T- 037 de enero de 2006 M.P.: Manuel José Cepeda. Clausula Pro homine. Corte Constitucional, Sentencia T-025 de 2004. M.P.: Manuel José Cepeda Espinosa. Desplazamiento. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||169 Una visión desde el derecho comparado de los contratos de estabilidad jurídica en Chile, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela* A view from de comparative law legal stability contracts in Chile, Colombia, Ecuador, Perú and Venezuela Luz Dary Serrato Buitrago** Resumen En Latinoamérica, uno de los instrumentos que ha permitido el ingreso de diferentes flujos de capitales son los Contratos de Estabilidad Jurídica, convirtiéndolos en una política de Estado a través de la implementación de legislación permanente; antes de la reforma precitada, los inversionistas estaban sometidos a las directrices gubernamentales, las cuales eran modificadas según el gobierno de turno, generando incertidumbre en toda clase de inversionistas. Dado que el Contrato de Estabilidad Jurídica se ha implementado en diferentes países, es necesario ahondar en este tema para determinar el alcance, así como sus implicaciones en los países objeto de estudio. Con el presente trabajo se hace una comparación normativa de países como Chile, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela, donde ya se ha implementado este Contrato; a fin de analizar los puntos de coincidencia, para que en un futuro no muy lejano se pueda elaborar una normatividad aplicable a todos los países latinoamericanos. Los tópicos analizados son: marco Legal y año de expedición; definición, formalidad y El presente documento es resultado de la investigación realizada por la autora en desarrollo del programa de Maestría en Derecho de la Universidad Sergio Arboleda, Bogotá. ** Abogada de la Escuela de Derecho de la Universidad Sergio Arboleda. Especialista en Comercio Internacional y Magister en Derecho de la misma universidad. Correo electrónico: ‹[email protected]›. * CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||171 objeto; actividades autorizadas; derechos de los inversionistas; montos de inversión; plazo de la inversión; y solución de controversias; los cuales se espera sean de utilidad para los estudiosos del tema. Palabras clave Contrato, estabilidad jurídica, partes, derechos, actividades, inversión, plazo. Abstract In Latin America, one of the tools that has allowed the entry of various capital flows are the Legal Stability Contracts, turning them into a state policy through the implementation of permanent legislation, before the aforementioned reform, investors were undergoing to government guidelines, which were varied, as the government in power, creating uncertainty in all types of investors. Since the Legal Stability Agreement has been implemented in different countries is necessary to address this issue to determine the extent and implications in the countries under study. In this paper a comparison rules of countries like Chile, Colombia, Ecuador, Peru and Venezuela, where it has been implemented the Legal Stability Agreement to discuss the common ground that in the not too distant to draw up a regulation applicable to all Latin American countries. The topics discussed are: Legal Framework and year of issue; definition, formality and object permissible activities; rights of investors, investment amounts, term investment, and dispute resolution, which we hope will be useful to scholars subject. Keywords Legal stability contract, parties, duties, activities, investment term. Introducción Es primordial remontarnos a la década de los años ochenta, en la crisis socioeconómica que padecían los países latinoamericanos, para lo cual los Estados Unidos lideró una conferencia en Washington, con el firme propósito de buscar mecanismos e instrumentos que permitieran la solución de esta crisis. En dicha conferencia se plantearon diez directrices, con el fin de implementarlas en los países de América Latina. Uno de los principios acogidos por algunos países latinoamericanos fue el de la “apertura de la inversión extranjera”. 172 || Sección Alumni La implementación de la inversión extranjera fue desarrollada mediante el mecanismo denominado “contrato o convenio de estabilidad jurídica”, tema fundamental de nuestro estudio. Por tal motivo, este trabajo de investigación se inicia con los antecedentes históricos de los contratos de estabilidad jurídica en Latinoamérica. Luego continúa con el Consenso de Washington y los lineamientos de algunas instituciones bancarias mundiales, tales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Interamericano de Desarrollo. Para complementar y finalizar este estudio, se realizará la comparación del Contrato o convenio de estabilidad jurídica, en los países que adoptaron estos instrumentos legales. Tales países son: Chile, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela. En este análisis normativo comparativo, se establecerán las coincidencias y divergencias encontradas a lo largo del estudio. De conformidad con las consideraciones anteriores, se observa el alcance normativo con los diferentes elementos que conforman la figura del Contrato de Estabilidad Jurídica, tales como: marco legal y año de expedición de las normas creadoras del contrato de estabilidad jurídica; definición, formalidad y sujetos del contrato de estabilidad jurídica; actividades autorizadas para la inversión; derechos de los inversionistas, tales como: estabilidad tributaria, libre remisión al exterior del capital de la inversión, utilidades liquidas, libre convertibilidad al mejor precio y estabilidad en las demás normas nacionales; montos de la inversión, tiempo o plazo para la inversión y, para culminar, con el tema sobre la solución de controversias. Con el resultado de este análisis, se contemplan las coincidencias y divergencias, como anteriormente se mencionó entre las legislaciones de los diferentes países objeto de estudio, con el fin de obtener parámetros generales para una posible y futura armonización normativa, para implementar en los países latinoamericanos. Ante la inestabilidad política, económica, tributaria y legal de la mayoría de los países suramericanos, surgió la necesidad CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||173 de establecer políticas encaminadas a brindarle solución estructural a este problema, para lo cual los países latinoamericanos se dieron a la tarea de fijar nuevas políticas y estrategias; dentro de estas, se destaca la apertura al ingreso de inversión extranjera directa, la cual solo es viable a través de herramientas como el Contrato de Estabilidad jurídica, figura que se ha implementado en Chile, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela. Sin embargo, éste contrato no se ha implementado en todos los países latinoamericanos. Siendo así, la pregunta que nos surge es: ¿Cuáles son los elementos coincidentes para una eventual unificación o armonización normativa para Latinoamérica, en relación con el Contrato de Estabilidad Jurídica? Dado que dichas políticas han dado sus frutos benéficos en donde se ha establecido, es necesario observar su alcance, similitudes y diferencias, a fin de analizar si es viable la unificación normativa o que se oriente a una homologación que permita su utilización no solo en Suramérica, sino en Latinoamérica y de ser el caso a nivel global. Metodología Dentro de los múltiples métodos aplicables a la investigación jurídica, se ha considerado que el modelo de investigación que se adecúa al trabajo investigativo es el método sistemático comparativo. Según Ponce de León (s.f), el método sistemático se encarga de organizar los conocimientos de manera ordenada y coherente, recopilando la información de normas, datos e información variada, para luego ser clasificada y porteriormente analizada. Cabe resaltar que para una investigación seria se pueden combinar varios métodos de investigación, por lo cual se aplicará también el método comparativo. Este método consiste en la comparación de fenómenos por sus semejanzas y diferencias. En el contexto del derecho, el presente método puede aplicarse en la modificación legislativa y en la elaboración de normas jurídicas, para lo cual conviene considerar siempre la existencia 174 || Sección Alumni normativa en el tiempo y en el espacio, situación que origina la comparación. (Ponce de León (s.f.)). Por lo tanto, se combinarán estos dos métodos a lo largo de la investigación, utilizando las normas jurídicas que crearon la figura de los contratos de estabilidad jurídica en Chile, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela, por temas en forma individual, para luego efectuar el análisis y destacar los puntos relevantes que los identifican y los diferencian en forma conjunta. Antecedentes de los contratos de estabilidad jurídica en Latinoamérica Para la época de los años ochenta, se acentuó la crisis económica de los países latinoamericanos, reportando grandes atrasos en el pago de la deuda externa, de tal forma que esta situación creó una atmósfera de incertidumbre y desconfianza alrededor de estos Estados, sin contar con la grave situación interna socioeconómica de cada uno de ellos. De este modo, los Estados Unidos, al observar la situación económica tan precaria de latinoamericana, inició un análisis riguroso de la crisis financiera y social. Para tal efecto, en Washington, a través del Instituto de Economía, convocó a diez países latinoamericanos a una conferencia; previo a esta, los países participantes en dicha conferencia debían describir rigurosamente el estado social, económico y financiero por el cual estaban atravesando. A los Estados participantes, se les presentó un temario general, con pautas fundamentales las cuales fueron conocidas con anterioridad a la realización de la Conferencia, para tener directrices iguales, las cuales serían la columna vertebral de la Conferencia que se citaría en Washington, de allí salió el nombre de "Consenso de Washington". De la conferencia, se concluyó que estos países Latinoamericanos no tenían políticas y estrategias económicas eficientes para superar la crisis económica. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||175 Ahora bien, John Williamson trabajaba en ese entonces en el Instituto de Economía Internacional y era miembro del Banco Mundial; dicho funcionario recopiló en un documento denominado “Consenso de Washington”, los diez planteamientos o pilares que serían las columnas principales de las reformas de política económica, las cuales se consideraban primordiales para que América Latina cambiara el rumbo hacia una nueva política económica, con el fin de superar superar la crisis. Consenso de Washington El Consenso, como la mayoría de teóricos afirmaban: “Se trataba, sobre todo, de encontrar soluciones al problema de la deuda externa que atenaza el desarrollo económico de la zona latinoamericana y, al mismo tiempo, establecer un ambiente de transparencia y estabilidad económica”. (Casilda, 2004, pág. 1). Ahora bien, en el libro Profit Over People, Neoliberallism and Global Order, Seven Stories Press, de Chomsky; como se cita en (Labra, 1999), en este Consenso se establecerían, los principios fundamentales, los cuales fueron diseñados por el gobierno de los Estados Unidos de América y posteriormente implementados en los países latinoamericanos. Estos principios fueron respaldados por instituciones bancarias o financieras mundiales que exigían el cumplimiento de estas políticas, con el fin de alinear a los estados latinoamericanos para que acataran y cumplieran estas directrices y de esta forma lograr superar la crisis económica por la que estaban atravesando. En la obra titulada After the Washington Consensus: Restarting Growth and Reform in Latin America de Kuczinski y Williamson, como se cita en Labra et al., 1999: los temas o principios desarrollados en el Consenso se determinaron en una lista de diez ítems, de la siguiente manera: el primero fue la disciplina fiscal; el segundo, la reordenación de las prioridades del gasto público; el tercero, la reforma tributaria; el cuarto, la liberalización de las tasas de interés; el quinto, el tipo de cambio competitivo; el sexto, la liberalización de comercio; el séptimo, la liberalización de la inversión extranjera directa; el octavo, la privatización; el noveno, 176 || Sección Alumni la desregulación; y el último, es decir, el décimo, los derechos de propiedad del sector informal de la economía. Como anteriormente se mencionó, las instituciones bancarias y financieras internacionales tendrían un papel preponderante en la exigencia de los principios del Consenso de Washington; entre estas entidades se destacan las siguientes: Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional y el Banco Interamericano de Desarrollo. De tal forma que los organismos internacionales tenían claras las estrategias y las políticas con las cuales se implementarían los temas en relación con los créditos y beneficios económicos que debían ofrecer a los países que asumieran la modificación de su política interna. Este listado de medidas tenía como propósito orientar a los organismos internacionales a la hora de valorar los avances en materia económica de los países en desarrollo, al momento de pedir préstamos o ayuda financiera para proyectos específicos. El Consenso se elaboró desde el firme convencimiento de encontrar soluciones útiles de matiz efectivo sobre la forma de afrontar en la región la crisis de la deuda externa, a la vez que preconizaba un ambiente de transparencia, estabilidad económica y lucha contra la pobreza (Casilda, 2005, pág. 4). Como se observa, el Consenso en su época se erigió como un mecanismo que colaboró para que Latinoamérica tomara medidas (políticas y económicas) en aras de intentar superar la crisis. Medidas que en algunos países dieron resultados extraordinarios, pero con el tiempo se vio claro que hacían falta otros criterios fundamentales para lograr mejores resultados. Dentro de las medidas internas tomadas por parte de los países, desarrollando los lineamientos del Consenso, este trabajo investigativo se enfocará en el principio séptimo, referente a la liberalización de la inversión extranjera directa, específicamente en la implementación y desarrollo de este principio. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||177 En Latinoamérica, la liberación de la inversión extranjera directa se desplegó por medio de la incorporación de los llamados “Contratos de estabilidad jurídica”, figura que permitiría ampliar el espectro de los flujos de inversión, tanto para los países que implementaron este tipo de contratos o convenios, como para los inversionistas extranjeros y para los inversores nacionales. De este modo, se presentaría un panorama más seguro para ambas partes que redundaría en un beneficio mutuo, permitiendo el ingreso de flujo de capitales y por tanto mejorando las condiciones económicas del receptor, así como las condiciones sociales del mismo. Lineamientos de algunas Instituciones bancarias mundiales Como fruto del Consenso de Washington, se impartieron los lineamientos principales de la política económica a seguir por parte de los países latinoamericanos, y estos se dieron a la tarea de emprender las reformas estructurales de tipo político, social y económico con el fin de superar la crisis en la que estaban sumergidos; a quienes las implementaban, las instituciones los hacían beneficiarios de créditos y de ayudas que estas ofrecían. De la misma forma, los organismos y entidades internacionales se dieron a la tarea de difundir y desplegar políticas para coadyuvar a los países que quisieran formar parte de este cambio. Entre los principales organismos internacionales que participaron en este proceso se encontraron, entre otros: El Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional y el Banco Interamericano de Desarrollo. Banco Mundial Uno de los objetivos primordiales del Banco Mundial es brindar apoyo económico y técnico, sobre todo a los países en vía de desarrollo. No obstante, cabe recordar que estos países deben cumplir con las exigencias y requisitos que el Banco Mundial imponga. Por tal razón, el Banco Mundial cuenta con diversos instrumentos de presión para que los países favorecidos con créditos 178 || Sección Alumni y ayudas cumplan con las directrices dadas por este, e incluso marca e impone sus propias políticas, así: El Banco Mundial no se ha quedado atrás y acaba de lanzar su propia versión de las reformas que son necesarias para el continente. Bajo el sorpresivo título de “La larga marcha”, que rememora a la revolución china. … El Banco Mundial aborda “el desarrollo”, incursionando en problemas como educación, salud, vivienda, pobreza (Gudynas, 1997). Del mismo modo, el Banco Mundial incentivó e hizo énfasis en los países del continente latinoamericano, en relación con políticas de reformas en cuanto al sistema judicial y los temas referentes a la violencia, por la misma naturaleza de estos Estados y sus condiciones sociales. Descolla la intención de este organismo internacional para crear un ambiente de seguridad jurídica, con el fin de aumentar la economía del país que acoja estas políticas de grandes cambios y esfuerzos del Estado (Gudynas, 1997). Burkin y Perry (1997), economistas del Banco Mundial, enfatizaron en el tema de la seguridad jurídica de los contratos, sugiriendo que se deberían implementar mecanismos legales que proporcionaran más estabilidad (a las partes intervinientes y al mismo contrato), con el fin de crear un mejor clima para los inversionistas y, de esta forma, incrementar los beneficios que aportan estos capitales a la economía. Fondo Monetario Internacional Como se mencionó anteriormente, una de las instituciones internacionales relevantes para la implementación de las políticas del Consenso de Washington en América Latina ha sido el Fondo Monetario Internacional. El Fondo Monetario Internacional, a través de su director o gerente, trazó políticas y proyectó varias estrategias que contribuyeron al desarrollo de Latinoamerica. Así lo expresó el gerente del FMI en su época, el señor Michel Camdessus, al enunciar algunas de sus propuestas: CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||179 La rectitud macroeconómica, la profundización del ajuste estructural, la reforma del Estado, el uso de eficiencia y eficacia en las políticas sociales, la reforma del sector financiero, la revitalización de la diversidad cultural y la invención de un nuevo sistema político central a escala planetaria. Esas y otras ideas son parte de los “once mandamientos” establecidos por el Comité Interno del FMI (Gudynas, 1997). Gudynas (1997) comentó acerca de la reunión del Círculo de Montevideo, realizada en 1997, donde Camdessus exhibió los postulados de los “siete pilares de una nueva sabiduría”. Allí destacó e hizo énfasis en el tema de la inversión extranjera, donde explica claramente que los países que no entren a formular políticas de atracción a la inversión privada, en grandes cantidades, serán olvidados y apartados gracias al fenómeno de la globalización. De este modo, se debe crear un clima de certidumbre, de estabilidad y confianza, para favorecer la inversión. La meta final es crear una política que no cambie de un día para otro, y que de cierta forma cree un ambiente de respaldo y seguridad por parte de los gobiernos de mantener estas circunstancias permanentemente. Banco Interamericano de Desarrollo De tal suerte que el Banco Interamericano de Desarrollo debió adherirse a las directrices que imponían los demás organismos financieros mundiales, con el fin de implementar las estrategias desarrolladas en el Consenso. En este sentido, el Banco Interamericano emprendió la tarea de impulsar estas políticas, haciendo visible esta labor, cuando se expresa por la misma entidad lo siguiente: Pronto el BID se involucraría de manera directa en la promoción del decálogo de políticas del Consenso de Washington y, apelando a las restricciones macroeconómicas impuestas desde el Fondo Monetario Internacional (FMI), definiría los matices que acompañarían a las prescripciones generales y sectoriales que en materia de desarrollo se impartían desde el Banco Mundial (BM) (ILSA, 2009, págs. 13,14). 180 || Sección Alumni En las políticas del Banco Interamericano se observa el desarrollo de las estrategias del Consenso, con el objetivo de buscar inversión en el sector privado “… En el sector financiero, por ejemplo, dichos estímulos se orientaron a aquellos sectores más rentables, favoreciendo el retorno de capitales fugados, flexibilizando los controles de cambio y dando a los inversionistas extranjeros el mismo trato que a los nacionales” (Suárez J. P., 2006, pág. 26). En Latinoamérica, los contratos de estabilidad jurídica han aportado dentro de las regulaciones legislativas a diversos países el elemento normativo para poder implementar una política de mayor cobertura y eficiencia, con el fin de brindarle seguridad y certidumbre tanto al país receptor, que ofrece este beneficio, como a todos los inversores que traen los flujos de capital para invertir, para generar confianza a los inversores y hacer más atractivo el país, ofreciendo por parte de los Estados receptores de la inversión ciertas políticas comerciales de gran estímulo para el ingreso de capital. Según Suárez (2006), dentro de la gran variedad de estímulos que se le ofrecen a los inversionistas, para que estos tengan más seguridad y certidumbre, y teniendo presente la importancia de las políticas gubernamentales y la influencia que estas tienen para que los inversionistas tomen la decisión de invertir en un Estado, es fundamental la garantía que ofrecen los gobiernos de respetar los derechos del inversor. De tal suerte que Chile, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela entre otros, fueron unos de los primeros países en comenzar a fomentar políticas y estrategias económicas para la inversión extranjera; con los denominados contratos de estabilidad jurídica o convenios de estabilidad jurídica, para cumplir con el desarrollo de uno de los principios del Consenso de Washington y ser favorecidos con los créditos y colaboraciones de las instituciones bancarias internacionales. Por esta razón, se realiza el estudio comparativo de algunos temas específicos de los contratos de estabilidad jurídica o convenios CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||181 de estabilidad jurídica, en algunos países de Latinoamérica, como: Chile, Colombia, Ecuador, Perú, y Venezuela (el orden o la ubicación de los países, para este análisis, será por orden alfabético). Estudio comparativo del contrato de estabilidad jurídica en América Latina Preliminarmente se deben establecer los puntos relevantes a los que va dirigida la presente investigación, dentro de los cuales se tienen: 1) Marco legal y año de expedición; 2) Definición Formalidad y sujetos; 3). Tipos de inversión, 4) Derechos e incentivos a los inversionistas, 5) Monto de la inversión, 6) Tiempo o plazo de la inversión y 7) Solución de controversias; puntos que serán desarrollados realizando un resumen de cada norma por país y luego realizando comentarios de los puntos relevantes, de coincidencia o de diferencia, de cada uno de los criterios seleccionados. Marco legal y año de expedición de las normas creadoras del contrato de estabilidad jurídica. Los países elegidos para este estudio son: Chile, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela se iniciará con el marco legal del Contrato de estabilidad jurídica en cada uno de estos países y luego el año en el cual se implementó, lo que permite inicialmente distinguir el rango de la norma y el tiempo transcurrido desde su implementación. Los países pioneros de estas políticas de protección que desarrollaron la legislación sobre el Contrato de Estabilidad Jurídica fueron: Chile, en 1993 y Perú, en 1991, seguidos por Ecuador, en 1998, Venezuela en el 2002 y Colombia en el 2005. Aunque los contratos no siempre tienen la misma denominación, ya que en Colombia y Venezuela se les reconoce como “Contratos de Estabilidad Jurídica”, “Contratos de Inversión” en Chile y Ecuador y, “Contratos Ley” en Perú; su contenido y alcance tienen similitudes, las formalidades para su celebración presentan diferencias en cuanto a las entidades encargadas de celebrarlos y la categoría legal que les otorgan son disímiles en la mayoría de países en estudio. 182 || Sección Alumni Lo anterior no implica que no estén orientados a los mismos objetivos y propósitos, dentro de los cuales se encuentra lograr mayores flujos de capital, dando a los inversionistas condiciones de estabilidad jurídica para la inversión en proyectos de corto mediano y largo plazo, lo que adicionalmente se espera redunde en mayor y mejores empleos y, por ende, se espera el aumento de los niveles de ingreso, lo cual conlleva a un bienestar general para la población de estos países. Con el propósito de ahondar en este tema, es necesario establecer en detalle cuál es el alcance de esos contratos, punto que se abordará enseguida. Definición, sujetos y formalidades del contrato de estabilidad jurídica. En cuanto a la definición, esta se comentará en texto independiente en el numeral designado como 4.2.1. del presente trabajo, al realizar el análisis de tales normas frente a este punto, ya que las normatividades no traen una definición específica, ésta se extraerá del contexto general que cada una persigue. Inicialmente, frente a este punto se resumirán las normas por países, para luego hacer los comentarios generales; es así como en Chile, el Estatuto de la Inversión Extranjera en el artículo primero determina expresamente que los sujetos que forman parte de la relación contractual, son las personas naturales y jurídicas extranjeras y adicionalmente las personas chilenas, pero estas deben tener residencia y domicilio en el exterior, y transferir capitales extranjeros a Chile (República de Chile, 1993, Decreto con fuerza de Ley 523). Dentro de las formas para internar el capital se encuentran capitalización de moneda de libre convertibilidad, bienes físicos, tecnología, créditos, capitalización de deuda y capitalización de utilidades, entre otras de conformidad con el artículo segundo de la misma norma (República de Chile, 1993, Decreto con fuerza de Ley 523). CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||183 El estatuto también regula en su artículo tercero que el contrato se debe celebrar por escritura pública por el presidente del Comité de Inversiones Extranjeras de Chile y, por la otra, las personas que aporten capitales extranjeros (República de Chile, 1993, Decreto con fuerza de Ley 523). En Colombia, mediante la Ley 903 de 2005, se reguló el Contrato de estabilidad jurídica, se establece con la finalidad de promover inversiones nuevas y de ampliar las existentes en el territorio nacional, el Estado garantiza a los inversionistas que los suscriban, que si durante su vigencia se modifica en forma adversa a estos alguna de las normas que haya sido identificada en los contratos como determinante de la inversión, cualquier cambio legislativo, ejecutivo, entidad autónoma o cualquier cambio de interpretación (República de Colombia, 2005, Ley 963). En cuanto a los sujetos en Colombia el artículo segundo de la citada ley colombiana indica que pueden ser los inversionistas nacionales y extranjeros, sean ellos personas naturales o jurídicas, o consorcios, que realicen inversiones nuevas o amplíen las existentes en el territorio nacional (República de Colombia, 2005, Ley 963). Es relevante destacar la amplitud con la que esta figura permite no solo a los extranjeros, sino a nacionales en general y a los consorcios, incluyendo la ampliación de inversiones ya existentes, el poder beneficiarse con este tipo de contratos. Las formalidades para lograr obtener este beneficio son entre otras: identificación plena del inversionista, descripción del proyecto de inversión, determinación de la cuantía de la inversión y plazo para efectuarla, las normas, interpretaciones que se solicitan incluir, su importancia, duración del contrato, pago de la prima, empleos que genera y origen lícito de los recursos (República de Colombia, 2005, Ley 963). Las formalidades solicitadas a los inversionistas en el artículo 3º de la citada ley, implica una rigurosidad muy específica, mediante la cual el Estado pretende darle aplicación a los recursos para lo que ingresaron al país y, de otra parte, establecer controles 184 || Sección Alumni muy estrictos para el control de la inversión y de otra parte que el origen de los recursos o capitales sean lícitos. En Ecuador, mediante la ley se estableció el Contrato de Inversión, regulado en el Título IX, en su artículo 30, da la facultad al inversionista extranjero para solicitar y suscribir Contrato de Inversión con el Ministerio de Comercio Exterior, por escritura pública, plazo de inversión y destino, las cuales se registrarán en el Banco Central (República de Ecuador, 1997, Ley 46). Dentro de las formalidades que requieren se destacan: nombre, nacionalidad, domicilio, dirección del inversionista extranjero, nombre del representante legal en Ecuador, monto de la inversión extranjera, modalidad de la inversión, nombre, denominación de la empresa receptora, objeto y duración, capital social, facultades de los administradores, nombre, nacionalidad, domicilio y cargo de los administradores, acciones o partes sociales del inversionista, entre otras, como lo regula el artículo 27 de la norma citada con antelación. (República de Ecuador, 1998, Decreto Ejecutivo No. 1525). Al igual que en Colombia, se establecen unos requisitos formales para poder suscribir el contrato de inversión, pero mucho menos exigente y con menos mecanismos de control, ya que lo limita al cumplimiento de unos requisitos que se comprimen en un formato. La formalidad exigida en Ecuador es la escritura pública, por lo que lo rigen son las normas civiles. Así lo establece el artículo 28 (República de Ecuador, 1998, Decreto Ejecutivo No. 1525). En Perú, los Convenios de Estabilidad Jurídica fueron regulados mediante Decreto Ley en 1991, siendo este el país pionero de Latinoamérica en iniciar el cambio y la nueva política legislativa para la implementación de políticas en las que se regulaba el Crecimiento de la Inversión Privada, indicando que estos se celebran al amparo del artículo 1357 del Código Civil y tienen la calidad de contratos con fuerza de ley; tales contratos tienen carácter civil y CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||185 no administrativo, y solo pueden modificarse por acuerdo entre las partes (República de Perú, 1991. Decreto Ley No. 757). Igual que Ecuador y Chile, en Perú el Convenio de Estabilidad Jurídica se regula por la normatividad Civil; con la connotación adicional de que estos Convenios tienen fuerza de Ley y adicionalmente solo pueden ser modificados por las partes, lo cual permite al inversionista una seguridad adicional. En Venezuela, en la gaceta oficial N° 5.390 extraordinarios de fecha 22 de octubre de 1999, se publicó el Decreto con rango y fuerza de ley, de promoción y protección de inversiones, en el cual se creó la figura del Contrato de Estabilidad Jurídica, cuyo propósito es asegurar a la inversión, la estabilidad de algunas condiciones económicas, y se garantizan entre otros los siguientes derechos: estabilidad en impuestos nacionales al momento de celebrarse el contrato, estabilidad de promoción de exportaciones, estabilidad de uno o más de los beneficios o incentivos específicos, dentro de los más destacados (República de Venezuela, 1999. Decreto N° 356). Esta regulación tiene unas características muy especiales, ya que los entes encargados de celebrarlos son los del sector al cual van destinados, pero condicionados a la aprobación del SENIAT (entidad encargada de los impuestos en Venezuela) y el Congreso de la República, Así mismo, establece incentivos para quienes los celebren. Dada la amplitud de este punto visto desde su conjunto, es decir, desde la perspectiva integral, es necesario efectuar en forma separada el análisis de cada uno de los aspectos sustanciales que se regulan en las leyes y decretos que los crearon, sobre el tema de este capítulo, así: Definición Es necesario preliminarmente destacar que en Ecuador y Chile optan inicialmente por denominarlos Contratos de Inversión o Contratos de inversión extranjera, mientras que Perú, Venezuela 186 || Sección Alumni y Colombia los denominan Convenios o Contratos de Estabilidad Jurídica. Así no se mencione, en todos hay una finalidad implícita, la de garantizar reglas claras y estables durante la permanencia del contrato, las cuales permiten tener unas reglas que le den la seguridad no solo de la inversión, sino de hacer proyecciones financieras estables a los inversionistas. Es pertinente indicar que lo que se permite es mantener durante el tiempo las mismas reglas legales y tributarias al tiempo en que se celebró el contrato, así estas se hayan modificado con posterioridad a la suscripción del contrato. Resulta antitécnico pretender dar una única definición de estos convenios o contratos, ya que sus alcances normativos son disimiles, aun cuando su objeto sea el mismo y algunas de sus características se identifican, por lo tanto no se ahondarás más en este punto. Formalidades Aunque en todos los casos se suscriben Convenios o Contratos, estos tienen dos tipos de regulación, dependiendo del tipo de Contrato que se celebre, pues unos están regulados por las normas Ordinarias Civiles, como en el caso de Chile, Ecuador y Perú; y otros regulados por normas Administrativas, es decir por el Derecho Administrativo, como en el Caso de Venezuela y Colombia. Cuando son regidos por la norma Ordinaria Civil, estos son elevados a Escritura Pública, y por tanto solo pueden ser modificados por acuerdo mutuo de las partes. En el caso de celebrarse un Contrato Administrativo, este debe cumplir solo con los requisitos y formalidades exigidas por la norma específica que describe la Ley que regula dichos contratos y los demás exigidos para los contratos estatales. Es importante resaltar que este tipo de contrato siempre se celebra con la intervención del Estado, pues este exige unas formalidades específicas previas, como por ejemplo el proyecto de inversión para ser aprobado por la autoridad competente. También se observa cómo en CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||187 la celebración está presente un ente encargado para representar a la nación. Del mismo modo, para la ejecución del contrato se deben adelantar los proyectos e inversiones contempladas en el plan, y de igual forma se deben cumplir con rigurosidad las cláusulas contempladas en los contratos firmados. Es preciso aclarar que en el caso de Ecuador y Colombia los requisitos previstos son muy específicos y es necesario ser muy riguroso para cumplir con los múltiples elementos exigidos. Para el caso de Perú, este país lo orienta hacia la generación de empleo y a la capitalización de empresas que ya tienen inversión en el país, estableciendo un porcentaje de capitalización, o cuando se adquieren empresas estatales y estas superen también dicho porcentaje. De otra parte, en Venezuela existen regulaciones muy específicas de favorecimiento a los inversionistas nacionales o extranjeros que participen con nacionales venezolanos en proyectos de inversión, donde no solo se garantiza la estabilidad sino incentivos tributarios y legales. Sujetos Si se observa con detenimiento este punto, que en apariencia se limitaría en forma exclusiva a personas naturales y jurídicas extranjeras; no es así, pues se incluyen a los nacionales y dependiendo de cada país se hace un tratamiento específico para el tema. En Chile, se toma para este tipo de contrato las personas naturales o jurídicas extranjeras y personas naturales o jurídicas nacionales chilenas con domicilio y residencia en el exterior. Para el caso colombiano, se regula que sean los inversionistas nacionales y extranjeros, sin distinguir si son personas naturales o jurídicas. De igual forma, se tienen en cuenta los consorcios que realicen inversiones nuevas o amplíen las existentes en el territorio nacional. 188 || Sección Alumni En Ecuador, los sujetos deben ser nacionales o extranjeros, pero no se hace ninguna referencia especial, mientras en la ley peruana se señala que los sujetos deben ser inversionistas nacionales o extranjeros, pero hay una acotación expresando que también están incluidas las empresas donde los inversionistas nacionales y extranjeros participen. Por último, para Venezuela se habla de la inversión internacional controlada por personas naturales o jurídicas extranjeras y la inversión venezolana controlada por personas naturales o jurídicas venezolanas. Se reglamentan otra serie de subgrupos acorde con el control de las compañías o negocios, con el propósito de brindarle mayor o menor apoyo, tratándose de capital de nacionales venezolanos o extranjeros, situación que privilegia en parte por política estatal al nacional. Lo anterior indica que desde el punto de vista del inversionista interesado en celebrar un Convenio o Contrato de Estabilidad Jurídica, no siempre se legisla con igualdad, ni incluyendo a las mismas personas, pues, como se observa, el alcance y los individuos incluidos no siempre coinciden, como tampoco se les brinda un tratamiento igualitario. En el caso de Colombia, Ecuador y Perú, el trato es igualitario para personas naturales y jurídicas nacionales o extranjeras, lo cual permite a los nacionales favorecerse con esta figura, por nuevas inversiones que realice. De otra parte, Chile solo está interesado en que los extranjeros y los residentes y domiciliados en el exterior traigan sus capitales al país, dejando por fuera a los nacionales residentes y domiciliados en el país, a quienes no se les dio el privilegio de utilizar este instrumento, el cual permitiría mayores inversiones con capital nacional o extranjero de propiedad de los residentes y domiciliados en Chile. En forma inversa a lo anterior, la legislación y reglamentación de la legislación venezolana lo que pretende es privilegiar y favorecer al inversionista nacional venezolano, pues al reglamentarlo tan detalladamente permite orientar incentivos legales, tributaCUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||189 rios y económicos hacia este tipo de personas y gravar en mayor proporción a los extranjeros. Es entonces claro que de acuerdo a la parte interesada en realizar la inversión y protegerse con este instrumento, es el Estado o el Gobierno el que direcciona y orienta hacia qué personas se va a privilegiar o a incentivar, para que inviertan en un determinado proyecto de inversión. Actividades autorizadas para la inversión Para desarrollar este tema se debe recordar que la ubicación y orden de la presentación de los países es por orden alfabético y este tipo de presentación fue escogida con criterios pedagógicos. Con referencia a Chile, se regula que cuando el monto sea igual o superior a US$ 50.000.000, le otorga los derechos de celebrar contrato, de conformidad con el artículo 11º bis del Decreto de creación (República de Chile, 1993, Decreto con fuerza de Ley 523). El artículo 16 del mismo Decreto establece los requisitos para inversiones extranjeras que requieren de autorización, dentro de los cuales se tienen: cuando el valor total exceda de US$ 5.000.000, actividades normalmente desarrollados por el Estado o efectúen en servicios públicos, las de medios de comunicación social, y las que se realice Estado extranjero o persona jurídica extranjera de derecho público (República de Chile, 1993, Decreto con fuerza de Ley 523). En Colombia se permiten las actividades siguientes: turísticas, industriales, agrícolas, de exportación agroforestales, mineras, de zonas procesadoras de exportación; zonas libres comerciales y de petróleo, telecomunicaciones, construcciones, desarrollos portuarios y férreos, de generación de energía eléctrica, entre otros y se excluyen las inversiones extranjeras de portafolio, como lo regula el artículo segundo de la Ley (República de Colombia, 2005, Ley 963). Ecuador en su Ley de Promoción y Garantía de las Inversiones, en su artículo 13 regula que las inversiones extranjeras podrán efectuarse en todos los sectores económicos; se exceptúan 190 || Sección Alumni los sectores relacionados con las áreas estratégicas del Estado (República de Ecuador, 1997, Ley 46). En Perú, la Ley Marco para el Crecimiento de la Inversión Privada, en su artículo 13, enfocó la necesidad de inversión en Zonas de frontera, donde podrán adquirir concesiones y derechos sobre minas, tierras, bosques, aguas, combustibles, fuentes de energía y otros recursos, dentro de cincuenta kilómetros de las fronteras del país (República de Perú, 1991, Decreto Ley 757). Se concluirá este tema con Venezuela. Está estipulado en el Reglamento de la Ley de Promoción y Protección de Inversiones, publicado en la gaceta oficial No. 37.489 de fecha 22 de julio de 2002, en su artículo 3º, inversión es todo activo destinado a la producción de una renta, incluyendo bienes muebles e inmuebles, materiales o inmateriales, títulos de crédito, derechos a prestaciones, propiedad intelectual, conocimientos técnicos, el prestigio las concesiones de exploración, de extracción o de explotación de recursos naturales y las de construcción, explotación, conservación y mantenimiento de obras, prestación de servicios públicos, dentro de los más destacados. (República de Venezuela, 2002, Decreto N° 1.867). Es relevante manifestar que el artículo 11 del mismo decreto reguló las formalidades de la expropiación. Se realizarán expropiaciones de inversiones, o se aplicarán a éstas medidas de efecto equivalente a una expropiación, por causa de utilidad pública o de interés social, con los procedimientos legalmente establecidos y mediante una indemnización pronta, justa y adecuada. La indemnización será al justo precio al momento en que la expropiación sea anunciada por los mecanismos legales o hecha del conocimiento público, incluirá el pago de intereses y serán abonadas en moneda convertible y serán libremente transferibles al exterior (República de Venezuela, 2002, Decreto 1.867). Con el fin de permitir una óptica concreta sobre este punto, es necesario recurrir a los renglones en los que coinciden todos los países y en cuáles no; obtenido ese resultado se efectuará un análisis de los mismos, a fin de precisar cuál es la política seguida por cada país al autorizar este tipo de contrato. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||191 Similitudes En todos los países se puede invertir en todos los sectores económicos, sin embargo, los países se reservan algunas áreas que consideran estratégicas. Diferencias En las áreas reservadas por los Estados se observa, cómo Chile, dentro de las áreas reservadas se destacan aquellas cuyo valor total exceda US$ 5.000.000 (cinco millones de dólares norteamericanos) o de su equivalente en otras monedas, también se refieren a sectores o actividades normalmente desarrollados por el Estado y las que se efectúen en servicios públicos; de otra parte, se encuentran las que se efectúen en medios de comunicación social y, por último, las actividades que se realicen por un Estado extranjero o por una persona jurídica extranjera de derecho público. Las anteriores inversiones requieren de autorización previa del Estado. En Colombia, solo se menciona literalmente la exclusión de las inversiones de portafolio, mientras que en Ecuador, se indica que se aplica la reserva a áreas estratégicas del Estado. De otra parte, en Perú se requiere autorización previa por el gobierno para hacer inversiones en determinadas áreas, tales como: el sector minero, los bosques, combustibles y demás. En Venezuela, se destaca la restricción por parte del Estado en ciertas áreas estratégicas, permitiendo que el Estado pueda expropiar, con indemnización, cuando el gobierno lo considere necesario, por causa de utilidad pública o interés social. Por lo anterior, se observa que de acuerdo a cada país, se orientan dichas inversiones a los sectores económicos que consideran más adecuados y pertinentes; sin embargo, en todos los sectores económicos están autorizados para la inversión, exceptuando las áreas más estratégicas del Estado. Es relevante el caso de Chile, que describe claramente cuáles son los sectores donde se requiere de autorización previa para realizar inversiones extranjeras; o como Venezuela, que a pesar 192 || Sección Alumni de reglamentar los Contratos de Estabilidad Jurídica, también reglamenta la forma de expropiar por utilidad pública o interés social. Se destaca Colombia, que no tiene sectores protegidos excepto el de las inversiones de portafolio, sin embargo, es notable que cada contrato requiere llenar unos requisitos, sin los cuales no se autoriza el Contrato de Estabilidad Jurídica. Otro hecho notorio es el de Perú, que autoriza Contrato de Estabilidad Jurídica, pero orientados a la inversión en las fronteras. Como corolario de este punto, se tiene que cada Estado, de acuerdo a sus necesidades de inversión, utiliza este instrumento garantista, para que los interesados canalicen sus capitales en los sectores y áreas de negocios que les brinde y blinde frente a cambios legales, tributarios y políticos que se presentan muy a menudo en los países objeto de estudio. Derechos de los inversionistas En cuanto a los derechos de los inversionistas en Chile, se desarrolló el Estatuto de la Inversión Extranjera, donde establece los derechos y obligaciones de la inversión extranjera, entre otros los siguientes derechos: el derecho a transferir al exterior sus capitales y las utilidades líquidas que originen, las remesas de capital un año después de la fecha de ingreso, las remesas de utilidades no estarán sujetas a plazo alguno, el tipo de cambio aplicable más favorable (República de Chile, 1993, Decreto con fuerza de Ley 523). De la misma manera, el artículo 6, exonera de cualquier impuesto a las inversiones realizadas cuando expresa: “Los recursos netos obtenidos por las enajenaciones o liquidaciones señaladas en el artículo anterior, estarán exentos de toda contribución, impuesto o gravamen, hasta por el monto de la inversión materializada” (República de Chile, 1993, Decreto con fuerza de Ley 523). De otra parte, el artículo 7º del mismo estatuto, contempla el tiempo y el porcentaje de impuestos a la renta será de un 42%, que CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||193 se sostendrá por un plazo máximo de 10 años, con la opción de someterse al régimen impositivo común, o sea, el mismo régimen de los inversionistas nacionales (República de Chile, 1993, Decreto con fuerza de Ley 523). Cuando se presente discriminación el inversionista extranjero podrá hacer uso del artículo 10º, el cual expresa: “Si se dictaren normas jurídicas que los titulares de inversiones extranjeras o las empresas en cuyo capital participe la inversión extranjera estimaren discriminatorias, éstos podrán solicitar se elimine la discriminación, siempre que no haya transcurrido un plazo superior a un año desde la dictación de dichas normas.” (República de Chile, 1993, Decreto con fuerza de Ley 523). Dependiendo del monto del capital incorporado, se tendrán algunos beneficios adicionales, tales como: inversiones de monto igual o superior a US$ 50.000.000, moneda de los Estados Unidos de América y el plazo de 10 años podrá extenderse pero no puede ser superior a 20 años; y le otorga los siguientes derechos: no variación de las normas legales y reglamentarias, vigentes sobre el derecho a exportar libremente, autorizar regímenes especiales de retorno y liquidación y de las indemnizaciones por concepto de seguros u otras causas (República de Chile, 1993, Decreto con fuerza de Ley 523). En el caso de Colombia, El artículo 1º de la Ley que crea el Contrato de Estabilidad Jurídica, en su inciso segundo establece las garantías generales de los inversionistas durante la vigencia del contrato, cuando se modifica en forma incluida en los contratos, aplicación de normas por el término de duración del contrato. Por modificación se entiende cualquier cambio por el legislador, el ejecutivo o la entidad autónoma respectiva, o un cambio en la interpretación normativa (República de Colombia, 2005, Ley 963). Así mismo, los contratos de estabilidad jurídica deben incluir normas y sus interpretaciones vinculantes realizadas por vía administrativa, consideradas determinantes de la inversión, también los artículos, incisos, ordinales, numerales, literales y pará- 194 || Sección Alumni grafos específicos de leyes, decretos o actos administrativos de carácter general (República de Colombia, 2005, Ley 963). En Ecuador, La Ley de Promoción y Garantía de las Inversiones en el Título VII, que aplica para la Estabilidad Tributaria, en el artículo 22, tanto a inversionistas nacionales o extranjeros derechos a beneficiarse de la estabilidad tributaria, del impuesto a la renta, existente al momento de efectuarse la inversión (República de Ecuador, 1997, Ley 46). Los beneficios serán para aquellas empresas que realicen inversiones superiores US$ 500.000,00 para la fecha del registro o de la fecha efectiva de la inversión, o inicio de la operación de la empresa, en el caso de proyectos nuevos, y del registro o realización efectiva de la inversión para empresas existentes (República de Ecuador, 1997, Ley 46). En cuanto al Perú, el Decreto Ley que aprueba el Régimen de Estabilidad Jurídica, regula en su artículo 2º que los inversionistas extranjeros tienen los mismos derechos y obligaciones que los inversionistas y empresas nacionales, elimina toda forma de discriminación, entre inversión nacional o extranjera (República de Perú, 1991, Decreto Ley 662). Establece para los inversionistas extranjeros libertad de comercio e industria y de exportación e importación. De la misma manera, los derechos, tasas o aranceles administrativos cobrados a inversionistas extranjeros deben ser cobrados o reducidos a los mismos de los nacionales, como lo establece el artículo 6, del mismo estatuto (República de Perú, 1991, Decreto Ley 662). Regula el artículo 7º, del Decreto Ley, algunas libertades adicionales para los inversionistas, para transferir al exterior, en divisas libremente convertibles, sin autorización previa de los siguientes capitales: el íntegro de sus capitales provenientes de las inversiones, el íntegro de los dividendos o las utilidades netas comprobadas provenientes de su inversión y de las regalías y contraprestaciones por el uso y transferencia de tecnología (República de Perú, 1991, Decreto Ley 662). CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||195 Las inversiones regionales también son objeto de ser incluidas en este tipo de convenios, como lo establece el artículo 8º del mismo Decreto Ley, así: “Se garantiza el derecho de los inversionistas extranjeros y las empresas en las que éstos participan a adquirir acciones, participaciones o derechos de propiedad de inversionistas nacionales o subregionales. El pago de tales adquisiciones, canalizado a través del sistema financiero nacional, se considerará como inversión extranjera,…” (República de Perú, 1991, Decreto Ley 662). Otro beneficio regulado de manera expresa es la libre convertibilidad de moneda extranjera al precio más favorable, como lo establece el artículo noveno del estatuto (República de Perú, 1991, Decreto Ley 662). La estabilidad del régimen tributario vigente al momento de celebrarse el convenio, el del impuesto a la renta, el régimen de libre disponibilidad de divisas, el derecho a la no discriminación, así como los regímenes de contratación de trabajadores, los regímenes especiales orientados exclusivamente a la exportación, zonas francas industriales, comerciales y turísticas, zonas de tratamiento especial, y otros que se creen en el futuro, de conformidad con los artículos 10 y 12 del régimen que regula los convenios de inversión (República de Perú, 1991, Decreto Ley 662). En Venezuela, mediante Decreto en el año de 2002, se establecieron los beneficios como los consagrados en el artículo 7º, dentro de los cuales se destaca que: los inversionistas internacionales tendrán los mismos derechos y obligaciones nacionales y podrán reservarse determinados sectores de la actividad económica, al Estado o a inversionistas venezolanos. (República de Venezuela, 2002, Decreto 1.867). Así mismo el artículo 8º, regula las relaciones de países según la actividad comercial, la no discriminación entre inversiones ni inversionistas internacionales, en razón del país de origen de sus capitales, sin perjuicio, de que se puede establecer tratos más favorables a inversionistas países con los que Venezuela mantenga acuerdos de integración. (República de Venezuela, 2002, Decreto 1.867). 196 || Sección Alumni La expropiación de inversiones se hará por casa de utilidad pública o de interés social, siguiendo el procedimiento legalmente establecido a estos efectos, con indemnización pronta equivalente al justo precio que la inversión expropiada al momento en que la expropiación las cuales serán abonadas en moneda convertible. Así lo establece el artículo 11 del mencionado decreto (República de Venezuela, 2002, Decreto 1.867). Establece adicionalmente, el parágrafo del artículo 11, el envío de inversiones "libre", pero condicionada a que no exista algún trastorno grave de la balanza de pagos o de las reservas internacionales y será liberada cuando estas situaciones se corrijan. (República de Venezuela, 2002, Decreto 1.867). Los beneficios de estabilidad contemplados por el artículo 17 están relacionados con los regímenes de impuestos nacionales, los cuales deben estar vigentes para su aplicación, en el momento de pactarse el contrato; de igual forma, se encuentran los regímenes de promoción de exportaciones; los incentivos según el área en la cual deseen invertir o la empresa en la cual se efectúe la inversión (República de Venezuela, 2002, Decreto 1.867). El objeto principal de esta herramienta creada, no es otro que el de direccionar, incentivar y atraer inversión nueva a la economía de un país, y de otra parte, brindarle garantías de estabilidad y seguridad al inversionista, que le permita reglas claras para evitar los cambios leves o abruptos que como consecuencia de los cambios normativos, fiscales, financieros, tributarios y políticos que pueden ocurrir en cualquier momento, hechos que no permiten realizar la inversión con tranquilidad, lo que si se logra con el Contrato de Estabilidad Jurídica. Los puntos más relevantes en esta materia son los siguientes: Estabilidad Tributaria Como punto central, entre los beneficios que reciben los inversionistas se tiene que todos los países objeto de estudio coinciden en brindar estabilidad tributaria, la cual será la que rija al momento de realizar la inversión, cualquier modificación que pueCUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||197 da afectarla de manera negativa, es decir, aumentando la carga impositiva tributaria no será de aplicabilidad, ya que la que se aplicará es la que el contrato establece. Es de precisar, sin embargo, que en países como Chile y Ecuador en caso de que las tarifas de los impuestos bajen, solo podrán beneficiarse si se modifica el Contrato de Estabilidad Jurídica, el cual podrá efectuarse solo por una ocasión en el caso de Ecuador y por una sola vez en el caso de Chile, pero se le aplicarán todas las modificaciones del régimen común o tributación ordinaria de todos los impuestos a partir de dicha modificación. Referente a este mismo punto, Colombia y Perú les brindan no solo la estabilidad tributaria a las tasas del momento de la inversión, sino que adicionalmente se les aplica de forma automática la reducción de los impuestos en caso de que estos les favorezcan, es decir, cuando uno impuesto o varios impuestos reducen su tasa impositiva, la que se aplicará es esta última, la cual se da automáticamente. Venezuela, frente a este aspecto, lo hace depender simplemente del momento de la celebración del contrato, sin detenerse a regular la aplicación de normas más favorables al inversionista. Se debe condensar entonces que frente a los beneficios de estabilidad tributaria vigente en los estados bajo examen en este estudio, se ha constituido en la estructura fundamental del Contrato de Estabilidad Jurídica, dada su implicación no solo económica, sino, también porque afecta de manera directa la utilidad del inversionista. Libre remisión al exterior del capital de la inversión y utilidades líquidas En cuanto a la flexibilidad para el manejo, fluidez, ingreso y salida de divisas relacionadas de manera directa con el capital a invertir, utilidades y dividendos, resulta de la mayor importancia que sean incluidas dentro del Contrato de Estabilidad Jurídica, ya que estas se convierten en un elemento estructural al momento de tomar decisiones de inversión; pues no solo afecta el desarrollo 198 || Sección Alumni del mismo, sino que debido a los obstáculos que se suelen presentar al momento del ingreso de los flujos de capital, los inversionistas tendrían más argumentos de peso para invertir con más seguridad en el país. Así mismo, una vez en marcha el proyecto es necesario pagar créditos en el exterior, recursos provenientes de la descapitalización, por recuperación de la inversión, dividendos, venta total o parcial de la empresa, liquidación de la misma o utilidades del ejercicio anual de las empresas, los cuales deben ser objeto de envío al exterior y estos deben tener los menores obstáculos posibles, con el fin de que el capital y demás recursos obtenidos vayan al lugar indicado por el inversionista en el momento que este indique, a la mayor brevedad y sin ninguna restricción. Es por lo anterior que al dotar al Contrato o Convenio de Estabilidad Jurídica, como un instrumento de protección; los Estados objeto de estudio con excepción de Colombia, establecieron de manera directa en las normas de creación de este tipo de Contrato, solo la limitación con el reporte al Banco Central, para el ingreso y salida de divisas y en casos muy puntuales limitando el pago de los impuestos que regían al momento de la celebración del contrato o del ingreso del capital destinado a la inversión. En el caso de Colombia, no lo estatuyó en la norma de creación del Contrato de Estabilidad Jurídica, sino que estos lo regularon con normas relativas a la inversión extranjera, las cuales tienen este mismo tipo de incentivo, con lo cual se puede también formar parte del Contrato que se celebre, como lo establece el artículo 3 de la Ley 963 de 2005: Podrán ser objeto de los contratos de estabilidad jurídica, todo lo concerniente a la composición de un artículo, a las leyes, decretos o cualquier otra normatividad, así como los actos administrativos de carácter general, al igual que las interpretaciones administrativas, proferidas por las instituciones centrales y descentralizadas por servicios, que componen la rama ejecutiva y a los que se refiere el artículo 38 de la Ley 489 de 1998 (República de Colombia, 2005, Ley 963 de 2005). CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||199 De otra parte, se aplican normas tributarias específicas sobre inversión extranjera, las cuales contemplan el libre ingreso del capital, así como la libre remisión de capital, participaciones, descapitalizaciones y utilidades hacia el exterior. En el caso de Venezuela se regula de la misma forma que en los demás países el ingreso y salida de capitales; sin embargo, creó una figura encaminada a no permitir la salida de capitales cuando se presenten situaciones extraordinarias de carácter económico o financiero que afecten la balanza de pagos y las reservas internacionales del país, que no pueda ser solucionada mediante otra medida alternativa y solo se permitirá su salida cuando hayan pasado o se hayan corregido los motivos que la ocasionaron; este elemento se convierte en una amenaza latente, pues puede afectar de manera importante cualquier decisión por parte de los inversores, ya que este criterio depende de quién gobierna y puede utilizarse en detrimento de determinados inversionistas. Por lo anterior, las garantías de los estados objeto de estudio coinciden frente a este tipo de manejo del ingreso y salida de recursos de capital flexibilizándolos, independientemente si se trata de capital de inversión para el ingreso o su salida, cuando las empresas así lo requieran; se constituye entonces en un elemento fundamental del Contrato de Estabilidad Jurídica, ya que los inversionistas encuentran la seguridad no solo del ingreso de sus capitales, sino de la salida después de haber obtenido los rendimientos esperados. Libre convertibilidad al mejor precio En todos los países analizados se permite la libre convertibilidad al momento de hacer la inversión, así como al momento de realizar el renvío de capitales, convirtiéndose en un factor importante del Contrato de Estabilidad Jurídica. Estabilidad en las demás normas nacionales Forman parte fundamental de los elementos del Contrato de Estabilidad Jurídica otras figuras de los ordenamientos jurídicos nacionales de los países que aquí se estudian, que aunque comple200 || Sección Alumni mentarios permiten consolidar esta herramienta, que los países tienen a disposición para aumentar las inversiones, consolidar proyectos, generar fuentes de empleo y consolidación económica del país. Aunque de manera directa en las normas de la creación del Contrato de Estabilidad Jurídica, no en todos los estados se reguló esta materia, sí hacen referencia a que el tratamiento será igualitario frente a las inversiones nacionales, es decir, que los demás regímenes financieros, laborales y administrativos se podrán contemplar en dichos contratos, en caso de que sea más gravosa; sin embargo, este tipo de regulaciones deben aparecer establecidas y acordadas en el contrato, de lo contrario se les aplicarán las normas con los cambios que se presenten en la vida contractual. Es de destacar el caso de Colombia, que de manera directa lo contempló en la norma de creación del Contrato de Estabilidad Jurídica, el legislador el ejecutivo o la entidad autónoma o un cambio en la interpretación vinculante de la misma realizada por autoridad administrativa competentes una reglamentación muy bondadosa, para con los inversionistas, pues estas pueden ser discriminatorias para con los inversionistas nacionales. Lo anterior implica que no solo cualquier cambio normativo legal, sino de decisiones y regulaciones hechas por los entes administrativos nacionales, lo que significa que lo limitó también a cualquier cambio en la interpretación de las normas vigentes, lo que se constituye en garantía de estabilidad total, para las inversiones que utilicen este instrumento de protección. En el caso de Venezuela, no solo se establecen las garantías de estabilidad tributaria y legal (con la limitante de la expropiación), sino que estableció incentivos económicos y tributarios para las inversiones en determinados sectores económicos, con normas severas de reintegro y sanción en caso de incumplimiento, así como incentivos especiales para las inversiones de nacionales, denotando los privilegios especiales para este tipo de inversionistas. En la normatividad chilena, se observa que es la que menos amplitud tiene respecto a las demás normas, ya que de modo conCUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||201 trario, en caso de que el inversionista se acoja a beneficios tributarios, este pierde todo privilegio contractual y se les aplican las normas generales vigentes para los inversionistas nacionales. En Ecuador, no solo se limitan a las normas nacionales, sino que las extiende a los tratados internacionales como el Pacto Andino y otros, lo cual se constituye en un incentivo y elemento adicional a tener en cuenta en la celebración de este tipo de Contrato. Es de concluir entonces, en este punto, que en el Contrato de Estabilidad Jurídica implementado en los países bajo análisis, las garantías para los inversionistas están plenamente establecidas, con excepción de Venezuela, que con la expropiación y limitación de giros al exterior pueden limitar de manera ostensible el ingreso de inversionistas. Montos de la inversión En Chile, el Estatuto de la Inversión Extranjera indica que las inversiones que requieren autorización son aquellas superiores a US 5’000.000.00, hasta 10 años y la de US$ 50.000.000, hasta 20 años, de conformidad con el artículo 11 del estatuto (República de Chile, 1993, Decreto con fuerza de Ley 523). Para el caso de Colombia, lo establecido para la inversión es un monto igual o superior a 150.000 UVT. (Unidad de Valor Tributario); valor UVT., 2013 ($26.841.00), equivale a ($4.026’150.000.00) pesos. El valor del dólar, a enero 15 de 2013 ($1.800.00), equivalente a: (2’236.916.00) dólares. De esta forma, el Congreso de la República de Colombia, mediante una ley modificó el artículo 868-1, publicada en el Diario Oficial No. 46.494 de 27 de diciembre de 2006, ajustando los valores establecidos en salarios mínimos en términos de UVT (República de Colombia, 2006, Ley 1111). El tratamiento dado en Ecuador, en la Ley de Promoción y Garantía de las Inversiones, en su artículo 23, señala los que tienen derecho a tal tratamiento a las inversiones registradas US$ 500.000,00 (quinientos mil dólares de los Estados Unidos) (República de Ecuador, 1997, Ley No. 46). 202 || Sección Alumni La Ley Marco para el Crecimiento de la Inversión Privada, en el Perú, en su artículo 11, establece un monto mínimo que no sea inferior a US$ 2’000,000.00 (dos millones de dólares de los Estados Unidos de América) (República de Perú, 1991, Decreto Ley 757). Ya en Venezuela, no hay ninguna mención en la Ley del Contrato de Estabilidad Jurídica sobre el monto de las inversiones. La característica general de este punto está relacionada íntimamente con las políticas y necesidades de inversión de cada Estado, ya que el monto de las inversiones varía ostensiblemente, por lo que es necesario realizar el análisis de forma individual. En la regulación de Venezuela, nada se expresa al respecto, lo que permite realizar cualquier tipo de inversión a través del Contrato de Estabilidad Jurídica. Contrasta el anterior con Chile, donde se establecen inversiones inferiores a cincuenta millones de dólares ($50.000.000.00), y otra para las inversiones superiores a este monto. Mientras que Colombia y Perú establecen una cifra equivalente a dos millones de dólares, (2.000.000.00), cifra que restringe de manera importante las inversiones que no superan esta cifra; mientras en Ecuador el monto mínimo se cifró en quinientos mil dólares, eso sí, individualmente considerados, lo que permite ampliar el espectro de quienes pretenden invertir en este país. En síntesis, aunque este punto se regula específicamente en las normas de Estabilidad Jurídica, no todas coinciden en los montos de inversión, y en algunos casos se dan muchas más garantías cuando el plazo de la misma se extiende en el tiempo. Tiempo o plazo para la inversión El Estatuto de la Inversión Extranjera, en Chile, el artículo 7º establece que se mantendrá por un plazo de 10 años, de acuerdo a la inversión podrá extenderse a máximo 20 años (República de Chile, 1993, Decreto con fuerza de Ley 523). CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||203 En el caso de Colombia, en el artículo 6º de la Ley que reguló el contrato de Estabilidad Jurídica establece que el plazo no podrá ser inferior a tres años, ni superior a veinte años. (República de Colombia, 2005, Ley 963). Mientras en Ecuador la Ley de Promoción y Garantía de las Inversiones, en el artículo 24, la estabilidad tributaria se considera de la siguiente manera: de 10 años para empresas existentes, 20 años para titulares de inversiones nuevas, los cuales se podrán ampliar a 15 y 25 años respectivamente (República de Ecuador, 1997, Ley No. 46). Ya para el caso de Perú, la Ley Marco para el Crecimiento de la Inversión Privada establece los plazos, en el artículo 15, que a la letra dice: “Los convenios de estabilidad se otorgarán por un plazo de vigencia de diez (10) años contados a partir de la fecha de su celebración” (República de Perú, 1991, Decreto Ley 757). Por último se tiene a Venezuela, donde el Reglamento de la Ley de Promoción y Protección de Inversiones, en su artículo 18, expresa: “… 1) Deberán celebrarse antes de la realización de la inversión y tendrán una vigencia no mayor de diez (10) años a partir de la fecha de su celebración” (República de Venezuela, 2002, Decreto 1.867). La generalidad reglamentaria de los plazos de inversión y la sostenibilidad del contrato de Estabilidad Jurídica es de 10 años en los países bajo estudio, con excepción de Colombia que le pone una base mínima de tres años, y una máxima de veinte años. Es de resaltar que Ecuador permite la ampliación de esos plazos hasta veinticinco años, Colombia y Chile hasta veinte años, mientras que Venezuela y Perú reglamentan diez años. Este elemento, entonces, hace parte importante del Contrato de Estabilidad Jurídica, en todas las legislaciones analizadas, el cual se adapta a las condiciones que requiere cada país, por lo que el panorama para los inversionistas es fluctuante, lo cual permite mayores posibilidades para la toma de decisiones por parte de los inversionistas. 204 || Sección Alumni Controversias y conflictos Para Chile, la ley que estableció el Contrato de Estabilidad Jurídica no regula expresamente este tema. La ley colombiana que creó el Contrato de Estabilidad Jurídica, en su artículo 7, que se podrá incluir una cláusula compromisoria mediante un tribunal de arbitramento nacional regido exclusivamente por leyes colombianas” (República de Colombia, 2005, Ley 963). Mientras en Ecuador, la Ley de Promoción y Garantía de las Inversiones en el Título X, denominado: De la Solución de Controversias y de los Convenios Internacionales de Protección a las Inversiones, en su artículo 32, se deberán someter a tribunales arbitrales constituidos en virtud de tratados internacionales o a los procedimientos específicamente acordados o estipulados en los convenios bilaterales que Ecuador ha firmado (República de Ecuador, 1997, Ley 46). El Régimen de Estabilidad Jurídica implementado en Perú, en su artículo 16, establece: “El Estado podrá someter las controversias derivadas de los convenios de estabilidad a tribunales arbitrales constituidos en virtud de tratados internacionales de los cuales sea parte el Perú.” (República de Perú, 1991, Decreto Ley 662). Del mismo modo, en Venezuela se reglamentó la Ley de Promoción y Protección de Inversiones, en su artículo 18 y 23 establece que podrán ser sometidas a arbitraje institucional en conformidad con lo previsto en la Ley sobre Arbitraje Comercial o a los tribunales nacionales o a los tribunales arbitrales venezolanos, a su elección (República de Venezuela, 2002, Decreto 1.867). La regulación en este punto permite observar que con la excepción de Chile todas las legislaciones consagran, las formalidades de solución de controversias; solo se limita en el caso de Colombia, que permite la cláusula compromisoria, mediante la cual se permite un tribunal conformado y regido por leyes colombianas. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||205 En la mayoría de casos permiten la utilización del arbitraje internacional y las demás disposiciones establecidas en los tratados internacionales. Para algunos casos en especial permiten el arreglo directo, las vías diplomáticas y el sometimiento a tribunales nacionales como lo regula la ley venezolana. Por ser un elemento garantista para el inversionista, en caso de presentarse diferencias o interpretaciones, el alcance surgido en el Contrato de Estabilidad Jurídica, o por la interpretación de la normatividad aplicable al mismo, le permite una solución justa y rápida; por lo que se constituye en un elemento de la mayor importancia para el inversionista, para lo cual resulta fundamental establecer estas garantías no solo, en las normas de esta figura, sino establecerlas de manera directa en el Contrato, como efectivamente ocurre en la normatividad de los estados aquí analizados. Al estudiar la normatividad de otros países tales como Argentina, México, Panamá y Paraguay, entre otros Estados latinoamericanos donde no se ha implementado en forma específica el Contrato de Estabilidad Jurídica, como instrumento de política recomendada por el Consenso de Washington y ratificada por los Organismos Internacionales Bancarios, se han tomado en estos países medidas legislativas y normativas de carácter flexible con relación a la inversión extranjera y nacional con el fin de cumplir con el desarrollo del séptimo principio del Consenso de Washington, el cual establecía la liberalización de la inversión extranjera directa, y adicionalmente para lograr obtener el beneplácito y los empréstitos ofrecidos por las instituciones bancarias internacionales. En Argentina se ha protegido la inversión extranjera mediante la Ley 21.382 (t.o. 1993) y el Decreto 1853 de 1993 que aprueba el texto de la ley 21.382 y sus respectivas modificaciones. En México se ha venido trabajando legislativamente para la implementación de una regulación que favorezca la inversión ex- 206 || Sección Alumni tranjera, de tal forma se observa cómo ha venido transformándose esta: Según, Dussel E., 2000, para preservar la inversión extranjera se han implementado diversas normatividades como la DOF de 1973, la CNIE de 1984, el SECOFI de 1990, la DOF de 1993, DOF 1996, DOF, 1998, así como variados decretos para concluir en 1999 con los principales cambios legislativos como la regulación en torno a las normas de establecimiento, los aspectos operativos y la parte sectorial correspondiente. Panamá regula este tema en la Ley 54 del 22 de junio de 1998, “Por la cual se dictan medidas para la estabilidad jurídica de las inversiones”. Al igual que los anteriores países, también complementa esta legislación con otro tipos de normas como los decretos legislativos 662 de 1992 y 757. En cuanto a Paraguay también desarrollaron un marco legal para la protección de la inversión, con la Ley 60 de 1990. Esta es complementada con la Ley 117 de diciembre 6 de 1991, cuyo objetivo primordial es estimular y garantizar la igualdad de la inversión nacional y extranjera. Como corolario del análisis presentado en esta investigación, se propone una armonización legislativa para unificar el llamado Convenio o Contrato de Estabilidad Jurídica en los países que lo han implementado como: Chile, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela. No obstante proponer a los Estados que aún no lo han implementado, y que ha desarrollado legislaciones al respecto, unirse a esta propuesta con el fin de llegar a una armonización respecto a este tema tan relevante para la economía de los países Latinoamericanos. Aunque existen puntos divergentes y reglados en diferente lenguaje, es viable que los países objeto de estudio a través de delegados gubernamentales ahonden en la búsqueda de la unificación o armonización del Contrato de Estabilidad Jurídica, para de esta forma promover un documento que permita el establecimiento CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||207 de una norma común para este tipo de instrumentos de política inversionista. En Colombia, para el período presidencial del 2010 al 2014, ejercido por el presidente Juan Manuel Santos, en el Plan Nacional de Desarrollo titulado “Prosperidad para todos. Más empleo, menos pobreza y más seguridad”. Se enfatizó el tema de la inserción productiva a los mercados internacionales, por tanto se presentaron los lineamientos estratégicos en relación a la promoción de la inversión transnacional. Para tal fin, se utilizarán instrumentos para promover la inversión, tales como: Acuerdos Internacionales de Inversión (AII) o Tratados de Libre Comercio; acuerdos de doble tributación (ADT), para evitar la doble o múltiple tributación sobre una misma renta y evitar la evasión fiscal internacional y la adopción de la Ley Modelo de la Comisión de las Naciones Unidas sobre Arbitraje Comercial Internacional y adicionalmente a estos instrumentos de promoción de la inversión se integrarán políticas de incentivos como el del Régimen de Zonas Francas y de los Contratos de Estabilidad Jurídica (Departamento Nacional de Planeación, 2010). Ahora bien, luego de ver como en el Plan Nacional de Desarrollo del 2010 al 2014, el gobierno enunció los instrumentos para el fomento a la inversión, y dentro de estos señaló el Contrato de Estabilidad Jurídica, el cual se desarrolló mediante la Ley 963 de 2005. Cabe destacar que en la Ley de la reforma tributaria del 2012, en el artículo 166 se dice expresamente que se deroga la Ley 963 de 2005; es decir, la Ley que contempla el Contrato de Estabilidad Jurídica para los inversionistas en Colombia. En el mismo artículo comentó, en su parágrafo, que los contratos vigentes, las solicitudes radicadas y las que estén en trámite a la entrada en vigencia de la reforma tributaria se les seguirá dando el tratamiento establecido en la Ley 963 de 2005 (República de Colombia, 2012, Ley 1607). 208 || Sección Alumni Dentro de las intervenciones, argumentando la necesidad de derogar la Ley 963 de 2005, es decir, la Ley que estableció los Contratos de Estabilidad Jurídica en Colombia. En los debates que se llevaron a cabo en el Congreso de la República, se destacaron las siguientes: La exposición realizada por el senador Jorge Robledo perteneciente al partido político Polo Democrático Alternativo, quien en el debate del 19 de diciembre de 2012 manifestó: Hay 91 solicitudes de contratos de estabilidad jurídica para congelar beneficios tributarios. A los 65 contratos vigentes, se sumarían estos 91. No es cierto que la reforma tributaria haya eliminado por completo la deducción por activos fijos. En 2010, el 50% de estos beneficios fueron para las empresas mineras y petroleras. La deducción por inversión en activos fijos es un ‘regalo’ tributario con el que las grandes empresas, especialmente las multinacionales, han dejado de pagarle al país 18 billones de pesos en impuestos entre 2004 y 2010. Con este dinero el Estado pudo haber financiado vivienda para 316 mil familias. (Congresovisible.org, s.f). Adicionalmente, se destaca la cita que el senador Robledo realizó en el debate anteriormente enunciado, con referencia al informe del Banco Mundial, donde se manifiesta la ineficacia de los Contratos de Estabilidad Jurídica en Colombia. Los Contratos de Estabilidad Jurídica permiten, (…) dar lugar a un gasto tributario en determinadas situaciones y, fundamentalmente, en el impuesto sobre la renta, al excluirse de su ámbito los impuestos indirectos. La asimetría de estos contratos, así como su potencialidad para dar lugar a un gasto tributario durante su período de vigencia, al modificarse en determinado sentido las leyes tributarias, es una fuente significativa de inequidad horizontal. Un gasto tributario, como ya se conoce, se caracteriza por otorgar un tratamiento preferencial (desviación de la norma tributaria de referencia que aplica con carácter general a todos los contribuyentes) a determinados grupos de contribuyentes o sectores con visCUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||209 tas a obtener determinados objetivos económicos y sociales (Banco Mundial, 2012). En este orden de ideas, también es destacable la argumentación expresada por el director de la DIAN, el señor Juan Ricardo Ortega, ante el Congreso de la República, quien sustentó: Esta figura ya cumplió con su función y en las condiciones actuales de la economía colombiana no es el mejor elemento o herramienta para la Colombia de hoy en día, que ha logrado una estabilidad económica consolidando una inversión extranjera positiva. La ley es muy clara y ya cumplieron su papel, y se cree que ese instrumentó no es el más apropiado para nuestra economía. Una economía más reconocida y más atractiva y que requiere de más igualdad para que todos tenga las mismas posibilidades de estabilidad y no se convierte en un derecho de los únicos que puedan obtenerlo. (Dataifx, s.f.) Adicionalmente, se comenta la importancia del pronunciamiento de la Corte Constitucional en Sentencia C-785 (2012). Al pronunciarse sobre la exiquibilidad del parágrafo del artículo 166 de la reforma tributaria del 2012, que al literal dice: “que los contratos vigentes, las solicitudes radicadas y las que estén en trámite a la entrada en vigencia de la reforma tributaria, se les seguirá dando el tratamiento establecido en la Ley 963 de 2005”. Al respecto la Corte manifestó: Que no se puede hablar de un tratamiento discriminatorio entre los inversionistas, porque todos tuvieron la misma oportunidad de solicitar la estabilidad jurídica, que incluyera la citada deducción antes de la fecha establecida en la ley, en espera de que eventualmente se formalizará o no el respectivo contrato. Tanto los inversionistas que pudieron presentar dicha solicitud antes del 1º de noviembre de 2010, como los que formularon la solicitud con anterioridad a esta fecha, tenían simples expectativas en la celebración de un contrato. A su juicio, es claro que solamente la suscripción de un contrato de estabilidad jurídica, previo el cumplimiento de ciertos requisitos legales, generaría un derecho consolidado y 210 || Sección Alumni por ende, privilegiado por el principio de confianza legítima. Cabe destacar, que en la ley de la reforma tributaria del 2012, en el artículo 166 se dice expresamente que se deroga la Ley 963 de 2005; es decir, la ley que contempla el contrato de estabilidad jurídica para los inversionistas en Colombia. En el mismo artículo en comento, en su parágrafo, aclara que los contratos vigentes, las solicitudes radicadas y las que estén en trámite a la entrada en vigencia de la reforma tributaria se les seguirá dando el tratamiento establecido en la Ley 963 de 2005. (República de Colombia, 2012, Sentencia C- 785). Así las cosas, el Contrato de Estabilidad Jurídica en Colombia cumplió su cometido de generar la inversión y permanencia de esta, hasta los próximos 15 años, lo que garantiza solidez y fluidez de recursos financieros durante este periodo de tiempo, ya que resultaron favorecidas las empresas más importantes que generan inversión en Colombia. Y continuar con esta figura iría en detrimento de los ingresos de los impuestos que debe obtener el Estado para la inversión social. Un aspecto negativo de este instrumento de generación de inversión es que le permite a las empresas que se acogieron al Contrato de Estabilidad Jurídica beneficiarse de manera significativa en exención tributaria que eventualmente le puede generar al Estado una baja en sus ingresos tributarios y por tanto disminución en la inversión social. Luego, los contratos de estabilidad jurídica en Colombia, celebrados y por celebrar hasta la reforma tributaria, seguirán vigentes hasta el vencimiento del plazo establecido en estos. Pero hacia el futuro una vez venza el plazo de estos contratos, así como los nuevos inversionistas, ya no contarán con este instrumento de protección y se deberán acoger a las normas comunes que rijan la materia. A continuación se presenta la tabla 1, denominada: Comparativo de la normatividad del Contrato o Convenio de Estabilidad Jurídica en los países objeto de estudio, con el propósito de que CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||211 el lector tenga un esquema general y simplificado de los temas analizados. TABLA 1. Comparativo de la normatividad del Contrato o Convenio de Estabilidad Jurídica en los países objeto de estudio TEMA MARCO LEGAL Y FECHA DE EXPEDICIÓN DENOMINACIÓN SUJETOS FORMALIDADES CHILE Decreto con fuerza de Ley 523 de 1993 COLOMBIA Ley 963 de 2005 Decreto Ley 757 de noviembre 13 de 1991 VENEZUELA Decreto 356, de octubre 3 de 1999 Contratos de estabilidad jurídica Convenios de estabilidad jurídica Contratos de estabilidad Jurídica - Personas naturales y jurídicas extranjeras - Inversionistas nacionales y extranjeros Inversionista extranjero Nacionales y extranjeros - Chilenos con residencia y domicilio en el exterior que hagan inversiones en Chile No específica a qué tipo de inversionista está orientado - Consorcios -Presentar solicitud al Ministerio de Comercio Exterior -Está regido por las normas civiles - El contrato se debe solemnizar mediante Escritura Pública -Todas las áreas económicas - Se debe pedir autorización al Comité de inversiones extranjeras: a) Aquellas cuyo valor exceda aunicación d) Las inversiones de países extranjeros o por una persona jurídica extranjera de derecho público 212 || Ley 46 de diciembre 19 de 1997 PERÚ Contratos de estabilidad jurídica Contratos de inversión extranjera - Personas naturales o jurídicas -Están regidos por las normas de Contratación estatal - El contrato se eleva a Escritura Pública - Se rige por las normas civiles ACTIVIDADES AUTORIZADAS PARA LA INVERSIÓN ECUADOR -Se celebra por Escritura Pública - Se rige por normas civiles -Se permite en todas las áreas de la economía -Excepto: Inversiones de portafolio -Todos los sectores económicos -Excepto: Áreas estratégicas del Estado -Los celebran diferentes organismos del Estado -Están regidos por normas administrativas - Deben tener visto bueno del SENIAT -Solo entran a regir cuando el Congreso los autorice - Concesiones y derechos sobre minas, tierras, bosques, aguas, combustibles, fuentes de energía y otros recursos dentro de cincuenta kilómetros de las fronteras del país -Áreas específicas establecidas por el Estado -Se establece la expropiación con indemnización por motivos de utilidad pública Sección Alumni TEMA DERECHOS DE LOS INVERSIONISTAS CHILE COLOMBIA ECUADOR PERÚ - La estabilidad tributaria - La estabilidad tributaria - La estabilidad tributaria - La estabilidad tributaria - La estabilidad tributaria - Libre remisión al exterior del capital de la inversión y utilidades líquidas - Libre remisión al exterior del capital de la inversión y utilidades líquidas - Libre remisión al exterior del capital de la inversión y utilidades líquidas - Libre remisión al exterior del capital de la inversión y utilidades líquidas - Libre remisión al exterior del capital de la inversión y utilidades líquidas - Libre convertibilidad al mejor precio - Libre convertibilidad al mejor precio - Libre convertibilidad al mejor precio - Estabilidad en las demás normas nacionales - Estabilidad en las demás normas nacionales - Libre convertibilidad al mejor precio y la estabilidad en las demás normas nacionales Inversiones superiores a 500.000.00 mil dólares americanos Inversiones superiores a 2’000.000.00 millones de dólares - Libre convertibilidad al mejor precio - Estabilidad en las demás normas nacionales - Estabilidad en las demás normas nacionales VENEZUELA - Brinda beneficios económicos para los nacionales, y expropiación en caso de utilidad pública, así como en las remesas al exterior se restringen en casos especiales No determina cuantía MONTOS DE INVERSIÓN De 5’000.000.00 millones de dólares en adelante Inversiones superiores a 2’236.916.00 de dólares americanos TIEMPO O PLAZO PARA LA INVERSIÓN 10 años, el cual puede prorrogarse, pero no podrá exceder de 20 años Plazo mínimo es de 3 años y un plazo máximo de 20 años Plazo general 10 años; proyectos productivos 20, prorrogables a 15 y 25 años respectivamente 10 años contados a partir de la fecha de su celebración Máximo 10 años contados a partir de la fecha de su celebración Se establece la Cláusula Compromisoria, mediante Tribunal de Arbitramento Nacional, regido por normas nacionales Se deben someter a Tribunales Arbitrales internacionales o los que establezcan los convenios firmados por el Ecuador con terceros países Se deben someter a Tribunales Arbitrales internacionales establecidos en convenios firmados por Perú Se pueden someter a Tribunales Arbitrales internacionales o nacionales a elección del solicitante SOLUCIÓN DE CONTROVERSIAS La Ley no regula esta materia Fuente: Elaboración propia Conclusiones El Consenso de Washington se realizó con el objetivo de implementar varias directrices para mejorar la crisis económica que padecían los países latinoamericanos en la década de los años ochenta. Dentro de las diez estrategias proyectadas por el Consenso, se encuentra la apertura de la inversión extranjera, principio este que sería desarrollado por varios países como: Chile, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela, a través del Contrato o Convenio de Estabilidad Jurídica. Otros países no lo desarrollaron de esta forma, pero sí crearon una legislación y normatividad para el incentivo de la inversión extranjera. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||213 Algunas Instituciones bancarias mundiales, tales como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Interamericano de Desarrollo, impulsaron las estrategias o principios del Consenso de Washington, con políticas institucionales que exigían a los países latinoamericanos, para poder acceder a sus créditos y colaboración. Uno de los mecanismos o herramientas más útiles implementados en Latinoamérica para incentivar la inversión extranjera ha sido el Contrato de Estabilidad Jurídica o Convenio de Estabilidad Jurídica. Según el contexto normativo de los países en estudio, Chile fue el principal en implementar las políticas de libre comercio; pero Perú fue el primer país que estableció el Contrato de Estabilidad Jurídica, y Colombia el último en implementarlo. En cuanto a la denominación o nombre que recibe, esta varía según el país, ya que en Colombia y Venezuela se le denomina “Contrato de Estabilidad Jurídica”, en Chile y Ecuador se les denomina “Contratos de Inversión” y en Perú “Contratos Ley”. El objetivo primordial del Contrato de Estabilidad Jurídica es mejorar el clima inversionista, para que los flujos de capital y los inversionistas tengan más estabilidad en las normas del Estado receptor y, de esta forma, no caer en una incertidumbre de tipo legislativo y normativo que ponga en riesgo la inversión realizada. En cuanto a las formalidades en el caso de Chile y Ecuador, estos optaron por darle el amparo bajo normas civiles, en tanto que para los países como en el caso de Perú, Venezuela y Colombia, la regulación depende de normas administrativas, y por tanto siguen la normatividad de Contratación Pública del Estado. En casos específicos como Colombia y Ecuador, las regulaciones específicas de las formalidades del contrato se destacan, mientras que en el caso de Chile su regulación específica es la aplicación tributaria más que cualquier otra; mientras que en Venezuela concentra su normatividad en el tipo de inversionista y adicionalmente le brinda incentivos a la inversión nacional más que a la extranjera. 214 || Sección Alumni Las legislaciones incluyen la libre inversión, exceptuando, algunas que consideran estratégicas para el Estado. Los que permiten libre inversión son en su orden: Colombia, Perú, Ecuador, Chile y Venezuela. En el caso de Chile, la legislación establece en forma taxativa que es preciso solicitar la autorización en el evento de inversiones por un valor total que exceda de US$ 5.000.000 (cinco millones de dólares norteamericanos) o su equivalente en otras monedas, así como, cuando se trate de sectores normalmente desarrollados por el Estado, servicios públicos, medios de comunicación social. De igual forma, existen unas inversiones que deben ser autorizadas por el gobierno, que son las realizadas por un Estado extranjero o por una persona jurídica extranjera de derecho público. En el caso de Venezuela, establece privilegios e incentivos a la inversión nacional e instituye la expropiación con una característica sobresaliente que es la indemnización, si es en caso de interés público o social. En los demás casos como Perú, se requiere de autorización previa para las inversiones reservadas y, en Colombia, se limitan las inversiones de portafolio. En cuanto a las personas que realizan la inversión, en la mayoría de países objeto de estudio permiten no solo a los extranjeros sino a los nacionales, pero con diferencias sustanciales, como el caso de Chile, que permite solo a extranjeros y nacionales residentes en el exterior; a diferencia de Venezuela, que privilegia a los nacionales con regulación a favor e incentivos económicos y tributarios. Dentro de los puntos objeto de regulación se encuentran, entre otros, los siguientes: estabilidad tributaria, libre ingreso y remisión de capitales de la inversión y de utilidades, libre convertibilidad al mejor precio del mercado, estabilidad legal y de normas reglamentarias de las mismas. Se destaca en los contratos las reglas especiales de los acuerdos comerciales y de pactos regionales, los cuales permiten flexibiliCUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||215 dad tributaria y legal para los países que los integran, y que también son incluidos en el Contrato de Estabilidad Tributaria. En cuanto al monto de la inversión, esta varía sustancialmente en cada país, pues esta es de acuerdo al interés que tenga la administración de turno o la conveniencia política del momento, o los renglones o áreas de producción que se pretendan favorecer, por lo que no hay coincidencia en este punto. Sin embargo, se destaca que estas oscilan entre quinientos mil y más de cincuenta millones de dólares. Es relevante indicar que el plazo de la inversión también es variable, siendo el mínimo 3 años regulado por Colombia, y el máximo que lo desarrolla Ecuador, el cual establece hasta 25 años. En cuanto al tema de los conflictos y controversias, todos los países objeto de estudio, excepto Chile; quien no establece de manera directa en la legislación que regula el Contrato de Estabilidad Jurídica, (aunque si en la norma Civil que es la que regula este contrato); los demás Estados contemplan diferentes formas expeditas de solución de eventuales controversias surgidas en el contrato, de manera especial las establecidas en los tratados internacionales, o como en el caso de Colombia que establece que la solución sea por un tribunal conformado y regido por leyes colombianas. Desde una óptica realista, existen puntos de coincidencia en la mayoría de normas que regulan los contratos de estabilidad jurídica, pero hay otros de conveniencia para los Estados, según su interés de inversión; por lo que en los temas que coinciden se podría intentar hacer una regulación única, para permitir una legislación única frente a esta figura, dejando los puntos no conciliados a la libre elección de los Estados. En Latinoamérica, no todos los países han desarrollado el Contrato o Convenio de Estabilidad Jurídica como instrumento de política de la liberalización de la inversión extranjera directa, como se indicaba en el Consenso de Washington; por ejemplo, países como: Argentina, México, Panamá y Paraguay, entre otros, han utilizado instrumentos distintos al Contrato de Estabilidad 216 || Sección Alumni Jurídica, como las leyes de incentivo a las inversiones extranjeras, al igual que a los inversionistas extranjeros y nacionales, según las diferentes políticas estatales. En Colombia a través de la Ley de reforma tributaria del 2012, se derogó la ley 963 de 2005, la cual desarrolla el Contrato de Estabilidad Jurídica, haciendo la salvedad de que para los contratos que ya están firmados o en desarrollo, y las solicitudes radicadas y las que estén en trámite a la entrada en vigencia de la reforma tributaria, se les seguirá dando el tratamiento establecido en la Ley 963 de 2005 (República de Colombia, 2012, Ley 1607). Dentro de las argumentaciones para la derogatoria de la Ley de los Contratos de Estabilidad Jurídica, se estableció que era menos rentable continuar con la aplicación de este mecanismo, ya que resultaba más oneroso para el Estado colombiano y generaba inequidad para con los demás contribuyentes. Referencias Banco Interamericano de Desarrollo. (s.f.). Facilitando los Negocios. Iniciativa sobre el clima de Negocios. 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De la misma manera, el artículo se propone realizar un análisis centrado específicamente en el estudio de los tratados del Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos y la incidencia que éstos han tenido en la jurisprudencia de la Corte Constitucional colombiana. Palabras clave Sistema de fuentes, bloque de constitucionalidad, supremacía de la Constitución, tratados internacionales de Derechos Este artículo es el resultado del seminario doctoral: Cuestiones actuales del derecho privado, una mirada teórico práctica que dictó el doctor Leonardo Espinosa Quintero en la Cohorte III del Doctorado en Derecho en la Universidad Sergio Arboleda. Es un resultado que se inscribe en el Grupo de Investigación en Derecho Privado. ** Abogada de la Universidad Santiago de Cali. Magíster en Derechos Humanos y Democratización de la Universidad Externado de Colombia en convenio con la Universidad Carlos III de Madrid. Estudiante de primer año de Doctorado en Derecho, III Cohorte, de la Universidad Sergio Arboleda. Profesora Investigadora de la Universidad de San Buenaventura Cali. * CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||229 Humanos, Sistema Interamericano, Tratados Interamericanos de Derechos Humanos. Abstract This paper has the intention of study the process of incorporation of the international treaties of human rights to the national right and the normative value that these have in the juridical Colombian system of sources. In the same way, the article realize an analysis centred specifically on the incident of the Inter-American System of Protection of the Human rights in the jurisprudence of the Colombian Constitutional Court. Keywords Juridical system of sources, Block Constitutionality, supremacy of the Constitution, International Treaties of Human Rights, InterAmerican System, Inter-American Treaties of Human Rights. Introducción Una de las cuestiones más discutidas en el derecho constitucional ha sido la relación entre el derecho interno y el derecho internacional. Particularmente en el ámbito de los derechos humanos, se trata de un problema que implica analizar la forma en que las diferentes constituciones -específicamente la colombianaincorporan los tratados internacionales de derechos humanos, la jerarquía y la válidez que éstas les otorgan, así como la incidencia que éstos tienen en la jurisprudencia constitucional colombiana. Todos los Estados gozan de autonomía para determinar cómo se incorpora la normativa internacional; sin embargo, un Estado no podrá invocar, como lo plantea la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados (1969), las disposiciones de su derecho interno para no cumplir con las obligaciones internacionales. Esto significa que si bien el Estado define la forma de adopción de las normas internacionales, no puede justificar que su sistema de fuentes establece que los tratados tienen un rango jerárquico inferior a la constitución o a las leyes internas, ya que esto acarrearía la violación de los compromisos internacionales. 230 || Sección Alumni El sistema de fuentes colombiano no ha estado excento de la discusión acerca de la forma de recepción y jerarquía de los instrumentos internacionales de protección de los derechos humanos. Específicamente en el marco del Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos (SIDH), las normas relativas a los derechos humanos gozan de una posición especial en el sistema de fuentes colombiano y las decisiones de los órganos interamericanos (Comisión y Corte Interamericana) tienen un valor en la jurisprudencia constitucional. De conformidad con lo anterior, el presente artículo de investigación tiene como propósito estudiar el proceso de incorporación de los tratados internacionales de derechos humanos al ordenamiento jurídico colombiano, así como analizar la jerarquía que tienen especialmente los tratados interamericanos en el sistema de fuentes y finalmente analizar la incidencia que han tenido los instrumentos interamericanos en la jurisprudencia de la Corte Constitucional colombiana. Para lograr el objetivo, este artículo se divide en dos partes. En la primera parte, se realiza un estudio del proceso de incorporación de los tratados internacionales y del valor normativo que éstos tienen en el sistema jurídico colombiano, y a su vez se hará referencia a la jerarquía de los tratados internacionales que versan sobre derechos humanos en el marco de la técnica del bloque de constitucionalidad. En la segunda parte, se analiza la incidencia de los tratados aprobados en el marco del Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos en relación con las funciones que éstos han cumplido en la configuración de la jurisprudencia constitucional, entre las cuales se encuentran el control de constitucionalidad, la función interpretativa, la acción de tutela y los límites de la potestad de configuración legislativa. Este artículo de investigación corresponde a una investigación de tipo básica-jurídica, desarrollada en el marco del método hermenéutico. En él se identificaron y se seleccionaron algunos fallos de la Corte Constitucional como fuente primaria, a través de los cuales el tribunal nacional ha utilizado los tratados interamericanos para fundamentar y apoyar sus pronunciamientos, invocánCUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||231 dolos en su ratio decidendi. Para lo cual se realizó una búsqueda a través de la relatoría de la página de la Corte Constitucional. Posteriormente, se organizó la información por temáticas con la finalidad de analizar la incidencia de los tratados regionales en la jurisprudencia constitucional, y finalmente se sistematizó la información. 1. Incorporación y jerarquía de los tratados internacionales de derechos humanos en el ordenamiento jurídico colombiano Para hacer referencia a la incorporación de los instrumentos internacionales al sistema jurídico colombiano, necesariamente se tiene que definir si el Estado adopta una posición dualista o monista (Henderson, ???). Para ello, es necesario precisar que los sistemas dualistas son aquellos que consideran que los ordenamientos jurídicos interno e internacional están separados, que no tienen una interrelación (Corte Constitucional, Sentencia C-400 de 1998) y “no permiten la aplicación de los tratados internacionales por los órganos del Estado mientras que no hayan sido mutados o transformados en normatividad interna” (Gutiérrez, 1995, p. 628). Contrario sensu, para los sistemas monistas se parte de la unión entre ambos ordenamientos jurídicos, situación que evidencia la idea de que éstos regímenes constituyen un solo sistema jurídico y por tanto se opta por la incorporación automática de los tratados internacionales (Gutiérrez, 1995), cuya definición dependerá de las técnicas constitucionales adoptadas por cada Estado1. La escuela monista está dividida en dos grupos: un sector que defiende la supremacía la Constitución, y otro el de la norma internacional; al primero se le conoce como la escuela 1 En el ordenamiento constitucional colombiano se exige que la norma internacional suscrita sea transformada en una ley aprobatoria del tratado internacional. Este procedimiento iniciará en el Congreso de la República, quien una vez apruebe la Ley la remitirá al Presidente de la República para la respectiva sanción presidencial, éste a su vez enviará a la Corte Constitucional la ley aprobatoria y el tratado internacional para que se decida sobre su exequibildad; y finalmente será el ejecutivo quien ratifique el tratado internacional. 232 || Sección Alumni del monismo constitucionalista, y al segundo como el monismo internacionalista. En el caso colombiano, tenemos que el artículo 4º de la Constitución establece que la Constitución es norma de normas y que ante cualquier incompatibilidad entre la Carta Política y otra norma jurídica, se aplicarán las disposiciones constitucionales. Esta disposición refleja claramente un monismo con supremacía de la Constitución. Sin embargo, el artículo 93 establece que los tratados de derechos humanos que prohíben su limitación en los estados de excepción prevalecen en el orden interno, situación que refleja una posición monista internacionalista y por ende una contradicción en la interpretación de ambas disposiciones constitucionales. Para López & Sánchez (2008), la primera dificultad al intentar armonizar las normas internas con las normas internacionales de derechos humanos fue el problema hermenéutico del artículo 4º y 93 de la Constitución. Sobre el particular, la Corte Constitucional por medio de la sentencia C-400 de 1998 señaló que en el orden interno colombiano hay una clara prevalencia de la Constitución sobre los tratados internacionales. Sin embargo, esto no implica la invalidación automática de la norma internacional, postura que identificó como un monismo moderado constitucionalista. En dicha jurisprudencia la Corte entendió que ni siquiera los tratados de derechos humanos a los que se refiere el artículo 93 tienen jerarquía supra constitucional, toda vez que con la incorporación del denominado bloque de consitucionalidad estos tratados entran a ser parte integrante de la Carta Política. 1.1 La solución al problema de supremacía de la Constitución y la prevalencia de los tratados internacionales de derechos humanos: El Bloque de Constitucionalidad El problema hermenéutico entre la supremacía de la Constitución y la jerarquía de los tratados internacionales de derechos humanos fue resuelto por la Corte Constitucional Colombiana CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||233 con la incorporación del llamado Bloque de Constitucionalidad.2 Así las cosas, dice el professor Alejando Ramelli: las contradicciones existentes en la Carta Política entre los principios de supremacía constitucional y prevalencia de determinados tratados internacionales sobre derechos humanos y derecho internacional humanitario, la Corte Constitucional recurrió, de una manera muy particular, a la técnica francesa del “bloque de constitucionalidad”, con el fin de solventar las mencionadas antinomias jurídicas. (Ramelli, 2004, p. 157). Con el término bloque de constitucionalidad se ha querido expresar la idea según la cual existen normas que no aparecen en el texto constitucional, pero son relevantes para el control constitucional. La jurisprudencia de la Corte Constitucional ha establecido diferentes elementos que permiten identificar si una norma internacional hace parte del bloque de constitucionalidad. En este sentido, la sentencia C-225 de 1995 que marca el punto de partida de la técnica francesa, establece los siguientes elementos: i) Que se trate de un tratado que consagre un derecho humano. ii) Que dicho tratado prohíba la limitación de ese derecho humano durante los estados de excepción. En este orden de ideas, el artículo 27 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos (1969) enuncia aquellas normas internacionales que reúnen los parámetros trazados por la jurisprudencia constitucional. Así las cosas, dicha disposición convencional establece que durante los estados de excepción no podrán ser suspendidos los siguientes derechos: a) “Derecho al reconocimiento de la personalidad juridica (Art. 3º) b) Derecho a la vida (Art. 4º) c) 2 Derecho a la integridad personal (Art. 5º) Véase: Corte Constitucional Colombiana. Sentencia de constitucionalidad C-225 de 1995. M.P. Alejandro Martínez Caballero. 234 || Sección Alumni d) Prohibición de la esclavitud y servidumbre (Art. 6º) e) Principio de legalidad y de retroactividad (Art. 9º) f) Libertad de conciencia y de religion (Art. 12) g) Protección a la familia (Art. 17) h) Derecho al nombre (Art. 18) i) Derechos del niño (Art. 19) j) Derecho a la nacionalidad (Art. 20) k) Derechos Políticos (Art. 23) l) Ni las garantías judiciales indispensables para la protección de dichos derechos.” Igualmente otros instrumentos internacionales de derechos humanos como el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (1966), cuyo artículo 4.2 enuncia, al igual que lo hace la Convención Americana, algunos derechos que no pueden suspenderse durante situaciones de anormalidad; la Convención sobre los Derechos del Niño (1989) tampoco permite la derogación de sus clausulas; y aquellos tratados internacionales adoptados en el ámbito universal y regional que prohíben actos como la tortura, la desaparición forzada de personas y el genocidio. Años más tarde, la Corte Constitucional por medio de la sentencia C-191 de 1998 introdujo una distinción del bloque de constitucionalidad en stricto sensu y lato sensu. El bloque en stricto sensu integra aquellas normas que tienen por mandato de la propia Carta Política rango constitucional, esto es, aquellas normas internacionales que reconocen los derechos humanos y prohíben su limitación en los estados de excepción. Mientras que el bloque lato sensu comprende las siguientes normas: que tienen un rango normativo superior a las leyes ordinarias (…) y cuya función es servir de referente necesario para la creación legal y para el control constitucional y estaría conformado por el articulado de la Constitución (incluido el preámbulo), las leyes estatutarias, las leyes orgánicas, alguCUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||235 nos tratados y convenios de internacionales sobre derechos humanos que admiten ser limitados bajo estados de excepción, y los instrumentos internacionales sobre límites. (Ramelli, 2004, p. 163). En definitiva, el sistema jurídico colombiano no le otorga una jerarquía supra constitucional a los tratados internacionales de derechos humanos que prohíben su limitación en estados de excepción, sino que en virtud de la figura del bloque de constitucionalidad los integra a la Carta Política para que gocen de un rango constitucional. Contrario sensu, aquellos tratados de derechos humanos cuya suspensión es admisible en situaciones de anormalidad o aquellas otras normas que se ubican en el bloque lato sensu, no tienen rango constitucional pero si constituyen parámetros de interpretación para el control de constitucionalidad. Finalmente, expuestos los temas sobre la incorporación de los tratados internacionales y la ubicación jerárquica de los tratados de derechos humanos en el ordenamiento jurídico colombiano, es pertinente continuar el análisis de la incidencia que han tenido los tratados de derechos humanos adoptados en el marco del Sistema Interamericano en el sistema de fuentes en Colombia. 2. Incidencia de los tratados del sistema interamericano de derechos humanos en el sistema de fuentes colombiano El Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos ha tenido un gran impacto en el ordenamiento jurídico colombiano. Como se estudió en el acápite anterior, gracias a la figura del bloque de constitucionalidad ha sido posible que las autoridades judiciales, especialmente el tribunal constitucional, hayan aplicado para la solución de algunos casos las normas interamericanas. Este proceso se puede asimilar a lo que, a nivel interno, Juan Jacobo Calderón (2011) denomina “la constitucionalización del derecho privado”, toda vez que las normas regionales han provocado que las normas internas se adecúen a los estándares fijados en los instrumentos interamericanos. Esto se ve reflejado claramente en el artículo 2 de la Convención Americana, que dispone como una obligación de los Estados parte adoptar 236 || Sección Alumni disposiciones de derecho interno, en aras de hacer compatible el orden jurídico interno con el orden interamericano. De la misma manera, el Sistema Interamericano ha ejercido una influencia en el rol de las autoridades colombianas cuando éstas han tenido que ejecutar las decisiones que emanan de la Comisión y de la Corte Interamericana, aclarando que éste no es el objeto del presente estudio. Así las cosas, nuestro sistema de fuentes no solamente ha tenido que responder a la tradicional discusión que suscita el artículo 230 de la Constitución Política en relación con el carácter auxiliar o principal de la jurisprudencia (López, 2006), sino que se ha visto enfrentado al dilema acerca de si las decisiones de la Comisión y la jurisprudencia interamericana tienen un valor vinculante en el sistema de fuentes colombiano. Para ampliar esta discusión, en las siguientes líneas se identificarán los tratados interamericanos ratificados por el Estado colombiano y se analizarán algunas sentencias de la Corte Constitucional a través de las cuales se ha visto reflejada la incidencia de los instrumentos regionales. 2.1 Tratados Interamericanos ratificados por Colombia El marco normativo del Sistema Interamericano está conformado principalmente por los siguientes tratados: a) Convención Americana sobre Derechos Humanos o Pacto de San José de Costa Rica (1969) b)Protocolo Adicional a la Convención Americana en materia de derechos económicos, sociales y culturales o Protocolo de San Salvador (1988) c) Protocolo Adicional a la Convención Americana relativa a la abolición de la pena de muerte (1990) d)Convención Interamericana para prevenir y sancionar la tortura (1985) e)Convención Interamericana sobre desaparición forzada de personas (1994) CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||237 f) Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer “Convención Belém do Pará” (1994) g)Convención Interamericana para la eliminación de todas las formas de discriminación contra las personas con discapacidad (1999) El Estado Colombiano ha ratificado todos los tratados que se han adoptado en el marco del Sistema Interamericano3, con excepción del Protocolo Adicional a la Convención Americana relativo a la abolición de la pena de muerte.4 2.2. Incidencia de los tratados interamericanos en la jurisprudencia constitucional Las funciones que han tenido las normas convencionales del Sistema Interamericano en la configuración de la jurisprudencia constitucional se representan en los siguientes escenarios: i) en el control de constitucionalidad; ii) en el ejercicio interpretativo; iii) en la acción de tutela; y, iv) en la configuración legislativa. A continuación nos proponemos analizar cada uno de estos escenarios a partir de algunas sentencias de la Corte Constitucional, aclarando que no es el objeto de este estudio la construcción de una línea jurisprudencial (López Medlina, 2006, pp 139-192).5 2.2.1 Los tratados interamericanos como parámetro del control de constitucionalidad El bloque de constitucionalidad al permitir la integración de las normas internacionales de derechos humanos a la normativa Para consultar el estado de ratificaciones ver: www.oas.org/es/cidh/mandato/Basicos/todasRat.pdf (22/02/2013). 4 La ley aprobatoria del Protocolo Adicional a la Convención Americana relativo a la abolición de la pena de muerte (Ley 1410 de 2010) fue declarada inexequible por la Corte Constitucional mediante la sentencia C-399 de 2011, debido a que el proyecto de ley adoleció de “un vicio de inconstitucionalidad insubsanable, consistente en que el anuncio y la votación tuvieron lugar el mismo día”. Ver: Sentencia C-399 de 2011. 5 Para la construcción de una línea jurisprudencial, véase: Diego López Medina (2006, pp. 139-192). 3 238 || Sección Alumni constitucional, está autorizando que estos tratados sirvan como parámetro del control de constitucionalidad. En este aspecto tiene particular relevancia el uso recurrente que ha hecho la Corte Constitucional de la Convención Americana sobre Derechos Humanos en la solución de demandas de inconstitucionalidad. En la mayoría de los casos, la Corte ha entendido que el Pacto de San José de Costa Rica forma parte del bloque de constitucionalidad6, y por tanto constituye un referente para que la Corte Constitucional se pronuncie sobre la incompatibilidad de una norma interna con la norma convencional americana. Esta información se puede verificar en las sentencias C-941/10; C-028/06; C-1001/05; C-123/06 y C-504/07. En efecto, la Corte Constitucional en la sentencia C-537 de 2006 conoció de una demanda de inconstitucionalidad contra el artículo 337 de la Ley 600 de 2000 y contra el artículo 394 de la Ley 906 de 2004, a través de la cual un ciudadano consideró que dichas disposiciones impiden que: el abogado del coacusado no puede solicitar la ampliación de la indagatoria ni la citación del indagado como testigo, a efectos de poder contrainterrogarlo en relación con la acusación vertida contra su defendido, en tanto que el artículo 394 de la Ley 906 de 2004, conduce a que, en relación con el acusado que imputa un hecho a un tercero durante el juicio oral, no existe garantía alguna de que nuevamente “se ofrezca” a declarar, pudiendo así ser contrainterrogado. (Corte Constitucional, C-537 de 2006). Por estas razones, el actor consideró que las normas demandadas constituían una violacion de los artículos 13, 29 y 93 constitucionales, al igual que los artículos 14.3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y 8.2 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. En esta oportunidad la Corte Constitucional analizó el alcance y el contenido del derecho del acusado a contrainterrogar a Véase entre otras,las siguientes sentenciasde la Corte Constitucional: C-941de 2010; C-028 de 2006; C-1001 de 2005. C-123 de 2006; y C-504 de 2007. 6 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||239 quien lo acusa, a la luz del artículo 29 constitucional, en concordancia con el artículo 8.2 de la Convención Americana (Corte Constitucional, C-537 de 2006). En ese sentido, la Corte concluyó que una de las garantías del debido proceso penal está consagrada en el artículo 8.2.f de la Convención Americana que reconoce la facultad del procesado de interrogar a los testigos. En el mismo sentido, la Corte Constitucional se ha referido al derecho que tienen las víctimas a un recurso judicial efectivo, derecho que encuentra su fundamento en los artículos 8 y 25 de la Convención Americana, los cuales consagran: el derecho de todas las personas a acudir a los procesos judiciales para ser escuchadas con las debidas garantías y dentro de un plazo razonable, para la determinación de sus derechos y obligaciones (…). Y el derecho de toda persona a un recurso efectivo ante los jueces o tribunales competentes, que la ampare contra violaciones de sus derechos fundamentales. (Corte Constitucional, Sentencia C-454 de 2006). En definitiva, tal como lo menciona el proferor Rey Cantor (2006), la función que cumplen los tratados que forman parte del bloque de constitucionalidad permite que un ciudadano pueda presentar una demanda de inconstitucionalidad por considerar que una norma doméstica no solo es violatoria de las normas constitucionales sino de las normas internacionales como la Convención Americana (Rey, 2006). Esto genera como consecuencia que el tribunal constitucional tenga que realizar un control constitucional que armonice el estudio del alcance y contenido de las normas interamericanas en relación con las normas internas. 2.3. Efecto interpretativo de los tratados del Sistema Interamericano El inciso 2º del artículo 93 de la Constitución colombiana establece que los derechos y deberes consagrados se interpretarán de conformidad con los tratados internacionales sobre derechos humanos ratificados por Colombia. Esta cláusula ha propiciado que la Corte Constitucional como máximo intérprete de la Carta Po240 || Sección Alumni lítica, haya acudido a instrumentos interaermericanos con el fin de interpretar las normas constitucionales. Para Ramelli (2004) el “efecto interpretativo consiste en que el contenido y alcance de las normas constitucionales, y a fortiori las legales, deben ser fijados tomando en cuenta lo dispuesto en los tratados internacionales ratificados por Colombia” (Ramelli, 2004, p. 166). En consonancia con lo anterior, existen numerosas sentencias de la Corte Constitucional a través de las cuales se ha acudido a una norma interamericana con el fin de interpretar la normativa constitucional. En el caso de la Convención Americana, se tiene como ejemplo la sentencia C-872 de 2003, que acudió al artículo 13.1 que consagra la libertad de expresión, para entender que este derecho también comprende la libertad de buscar, recibir y difundir informaciones e ideas de toda índole. Igualmente, la sentencia C-355 de 2006 por medio de la cual se permitió la interrupción voluntaria del embarazo en Colombia7, interpretó que a la luz del artículo 4º de la Convención Americana no podría afirmarse que el derecho a la vida del nasciturus sea un derecho absoluto, en esta decision la Corte entendió que “desde la perspectiva literal, la expresión “en general” utilizada por la Convención introduce una importante cualificación en el sentido que la disposición no protege la vida desde el momento de la concepción en un sentido absoluto”. En el caso del Protocolo de San Salvador, la Corte Constitucional a través de la sentencia C-035 de 2005 resolvió un caso relacionado con el derecho a las vacaciones periódicas pagadas. En esta ocasión, la Corte entendió que este convenio es una herramienta que tiene como objeto “desenatrañar la naturaleza abierta e indeterminada de conceptos judícos previstos en el texto superior”. 7 La Corte Constitucional a través de la sentencia C-355 de 2006 determinó como causales en las que procede el aborto las siguientes: cuando el embarazo es resultado de acceso carnal o acto sexual sin consentimiento, inseminación artificial o transferencia de óvulo fecundado no consentidas; cuando esté en riesgo la salud física o mental de la madre, y cuando existe grave malformación del feto que haga inviable su vida. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||241 En relación con la Convención Interamericana para la eliminación de todas las formas de discriminación contra personas con discapacidad, la sentencia C-076 de 2006, fijó el alcance de la obligación que tiene el Estado de remover todos los obstáculos con el fin de eliminar la discriminación de una persona en situación de discapacidad en el acceso a un puesto de trabajo en el sector público o privado. Finalmente en relación con la Convención Belém do Pará, la Corte Constitucional por medio de la sentencia C-534 de 2005, interpretó que no sólo el artículo 13 de la Carta Política establece la obligación de lograr la inclusión de la mujer como un sujeto víctima de la discriminación, sino que dicha obligación estatal surge también de los deberes emanados del tratado internacional. De conformidad con lo anterior, vemos que la Corte Constitucional no sólo acude a la normatividad constitucional para establecer la obligación del Estado frente a la inclusión de la mujer y la eliminación de toda práctica discriminatoria, sino que acude al instrumento interamericano para dotar de alcance la obligación internacional del Estado colombiano frente a la inclusión femenina. 2.4. Los tratados interamericanos como parámetro de la acción de tutela La acción de tutela definida como un mecanismo procesal que tiene como finalidad la protección de los derechos fundamentales constituye uno de los principales referentes que ponen en evidencia el impacto que han tenido los tratados del Sistema Interamericano para salvaguardar los derechos constitucionales fundamentales. Tal como ocurre en los apartados anteriores, desbordaría el objeto del presente estudio poder citar todas las sentencias donde la Corte Constitucional se ha pronunciado sobre la vulneración de un derecho humano consagrado en uno de los mencionados instrumentos. No obstante la anterior dificultad, si sabemos que la Corte Constitucional en el ejercicio de la revisión de los fallos de tutela ha protegido derechos fundamentales que se han incorporado al 242 || Sección Alumni bloque de constitucionalidad. Así las cosas, tenemos sentencias que han protegido derechos tales como la libertad y seguridad personales (Corte Constitucional, Sentencia T-496, 2008)8; el derecho a un recurso efectivo (Corte Constitucional, Sentencia T-386, 2010)9; la libertad de expresión (Corte Constitucional, Sentencia T-391, 2007)10; los derechos humanos de la mujer (Corte Constitucional, Sentencia T-496, 2008)11; el principio de progresividad en los derechos económicos sociales y culturales (Corte Constitucional, Sentencia T-590, 2008),12 entre otros derechos. En consecuencia, esta función que cumplen los tratados interamericanos en el sistema de fuentes colombiano permite la posibilidad que cualquier persona interponga una acción de tutela por medio de la cual solicite la protección de sus derechos fundamentales consagrados en la Constitución y en los tratados del Sistema Interamericano que forman parte del bloque de constitucionalidad. A su vez, esta situación implicaría que los jueces de tutela no solamente se pronuncien sobre la violación de las normas del texto superior, sino también sobre la afectación de las normas regionales. 2.5. Los tratados interamericanos como parámetros de configuración legislativa La potestad de la configuración legislativa que tiene en cabeza el Congreso de la República está limitada por la misma legalidad internacional. Por ende, tal como se explicará a continuación, las normas interamericanas han servido como límite en el poder de configuración que tiene el legislador. En el ámbito penal, la Corte Constitucional en la sentencia C-148 de 2005 reconoció que “la política criminal del Estado y, en particular, en material penal para la configuración de las conductas punibles, el órgano legislativo tiene una competencia amplia y Ver: Sentencia T-496 de 2008. M.P. Jaime Córdoba Triviño. Ver: Sentencia T-386 de 2010. M.P. Nilson Pinilla Pinilla. 10 Ver: Sentencia T-391 de 2007. M.P. Manuel José Cepeda Espinosa. 11 Ver: Sentencia T-496 de 2008. M.P. Jaime Córdoba Triviño. 12 Ver: Sentencia T-590 de 2008. M.P. Jaime Córdoba Triviño. 8 9 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||243 exclusiva que encuentra claro respaldo en el principio democrátivo y en la soberanía popular”. No obstante, en la misma sentencia también la Corte entendió que dicha facultad del legislador tiene límites que se encuentran representados en “los valores superiores del ordenamiento jurídico, los principios constitucionales, los derechos fundamentales y en las normas internacionales en materia de derechos humanos ratificadas por Colombia y que hacen parte del bloque de constitucionalidad”. De la misma manera, este poder de configuración legislativa debe tener en cuenta los compromisos internacionales que asume el Estado colombiano en virtud de la ratificación de los tratados internacionales en derechos humanos. Por ende, una obligación que le ha surgido al Estado cuando se ha hecho parte de un tratado internacional que prohíbe conductas como la tortura, la desaparición forzada de personas, el genocidio, la discriminación racial y la discriminación a la mujer, es justamente adecuar su normatividad interna a estos compromisos asumidos internacionalmente. De esta manera, se entiende que un deber principal del Estado es tipificar dichas conductas en el ordenamiento jurídico penal. Los tratados del Sistema Interamericano prevén la adecuación del derecho interno a las obligaciones internacionales emanadas de la ratificación de dicha normativa internacional. Así, la Convención Belém do Pará establece que un deber de los Estados parte es “incluir en su legislación interna nomras penales, civiles y administrativas, así como las de otra naturaleza que sean necesarias para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer” (artículo 7, literal c). De igual manera, la Convención Interameicana sobre Desaparición Forzada de Personas compromete a los Estados a tomar las medidas legislativas que tengan como finalidad sancionar a los autores de dicha conducta. Finalmente, otro ejemplo lo constituye la Convención Interamericana para prevenir y sancionar la tortura, cuyo artículo 6º obliga a los Estados a asegurar que todos los actos de tortura constituyan delitos conforme a su derecho penal. 244 || Sección Alumni En material laboral, el tribunal constitucional en un caso sobre compensación de las vacaciones entendió que si bien el legislador puede establecer condiciones y requisitos para que un trabajador acceda a los beneficios mínimos laborales, no se le pueden imponer ciertos límites que hagan nugatorio el derecho. En este ejercicio el Congreso de la República debe atender los compromisos derivados de los Convenios Internacionales de protección al trabajador, especialmente de las garantías laborales consagradas en el Protocolo de San Salvador. (Corte Constitucional, Sentencia C-035, 2005)13 Conclusiones 1. En las relaciones del derecho internacional de los derechos humanos y el derecho interno, ha sido la Corte Constitucional colombiana quien, gracias a la incorporación de la figura del bloque de constitucionalidad, logró armonizar el principio de la supremacía de la Constitución con la prevalencia de los tratados internacionales de derechos humanos que prohíben su limitación en los estados de excepción. De esta manera, se entiende que estos tratados forman parte de la Constitución y por tanto gozan de su misma jerarquía en el sistema de fuentes colombiano. 2. Los tratados internacionales ratificados por el Estado colombiano en el marco del Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos han tenido una gran incidencia en la configuración de la jurisprudencia constitucional. De esta manera, el tribunal constitucional ha aplicado estos tratados interamericanos para la solución de demandas de inconstitucionalidad o para los casos de revisión de fallos de tutela. 3. Del rastreo jurisprudencial realizado se encontró que la Corte Constitucional ha aplicado los tratados del Sistema Interamericano en varias de sus sentencias. En la ratio decidendi de estos pronunciamientos, el tribunal nacional ha 13 Véase: Corte Constitucional. Sentencia C-035 de 2005. M.P. Rodrigo Escobar Gil. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||245 invocado tratados interamericanos con la finalidad de fundamentar desde la norma internacional su decisión y dar solución al caso objeto de controversia. Esta aplicación se puede ver reflejada en el control de constitucionalidad o revisiones de tutela a través del cual se ha dado una aplicación directa a los instrumentos regionales; y a través de la hermenéutica, donde se ha acudido a estos tratados con el fin de dotar del alcance y contenido las disposciiones internas. 4. Los tratados interamericanos forman parte del bloque de constitucionalidad y, por tanto, las autoridades judiciales y demás servidores públicos deben tenerlos en cuenta para el desarrollo de sus funciones. Referencias Calderón Villegas, J. J. (2011). La constitucionalización del derecho privado. Bogotá: Temis. Constitución Política de Colombia. (1997), Bogotá: Legis. Convención Americana sobre Derechos Humanos o Pacto de San José de Costa Rica (1969). Convención de Viena sobre el derecho de los tratados (1969). Convención Interamericana para la eliminación de todas las formas de discriminación contra las personas con discapacidad (1999). Convención Interamericana para prevenir y sancionar la tortura (1985). Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer “Convención Belém do Pará” (1994) Convención Interamericana sobre desaparición forzada de personas (1994). Convención sobre los Derechos del Niño (1989). 246 || Sección Alumni Corte Constitucional (1995). Sentencia C-225. M. P. Alejandro Martínez Caballero. Colombia. Corte Constitucional (1998). Sentencia C-400, M. P. Alejandro Martínez Caballero. Colombia. Corte Constitucional (1998). Sentencia C-191. M. P. Eduardo Cifuentes Muñoz. Colombia. Corte Constitucional (2003). Sentencia C-872. M. P. Clara Inés Vargas Hernández. Colombia. Corte Constitucional (2005). Sentencia C-035. M. P. Rodrigo Escobar Gil. Colombia. Corte Constitucional. (2005). Sentencia C-1001. M. P. Álvaro Tafur Galvis. Colombia. Corte Constitucional. (2005). Sentencia C-534. M. P. Humberto Antonio Sierra Porto. Colombia. Corte Constitucional. (2005). Sentencia C-148. M.P. Álvaro Tafur Galvis. Colombia. Corte Constitucional. (2006). Sentencia C-028. M.P. Humberto Antonio Sierra Porto. Colombia. Corte Constitucional. (2006). Sentencia C-076. M.P. Jaime Córdoba Triviño. Colombia. Corte Constitucional. (2006). Sentencia C-454. M.P. Jaime Córdoba Triviño. Colombia. Corte Constitucional. (2006). Sentencia C-123. M.P. Clara Inés Vargas Hernández. Colombia. Corte Constitucional. (2006). Sentencia C-355. M.P. Jaime Araújo Rentería y Clara Inés Vargas Hernández. Colombia. Corte Constitucional. (2006). Sentencia C-537. M.P. Humberto Antonio Sierra Porto. Colombia. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||247 Corte Constitucional. (2007). Sentencia C-504. M.P. Clara Inés Vargas Hernández. Colombia. Corte Constitucional. (2007). Sentencia T-391. M.P. Manuel Jose Cepeda Espinosa. Colombia. Corte Constitucional. (2008). Sentencia T-496. M.P. Jaime Cordoba Triviño. Colombia. Corte Constitucional. (2008). Sentencia T-590. M.P. Luis Ernesto Vargas Silva. Colombia. Corte Constitucional. (2010). Sentencia C-941. M.P. Jorge Iván Palacio Palacio. Colombia. Corte Constitucional. (2010). Sentencia T-386. M.P. Nilson Pinilla Pinilla. Colombia. Corte Constitucional. (2011). Sentencia C-399. M.P. Humberto Antonio Sierra Porto. Colombia. Gutiérrez Espada, C. (1995). Derecho Internacional Público. Madrid: Trotta. Henderson, H. (2004). Los tratados internacionales de derechos humanos en el orden interno: la importancia del principio pro homine. En: Revista del Instituto Interamericano de Derechos Humanos, vol. 39. pp. 71-99. Disponible en: http:// www.defensoria.sp.gov.br/dpesp/Repositorio/31/Documentos/La%20importancia%20del%20princ%C3%ADpio%20 pro%20homine.pdf López Medina, D. (2006). El derecho de los jueces. Segunda edición. Bogotá: Legis. López Medina, D. & Sánchez Medína, A.L. (2008). La armonización del derecho internacional de los derechos humanos con el derecho penal colombiano. 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CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||249 El uso de la fuerza en las operaciones militares y policiales en Colombia, desde el concepto de justicia en la teoría de John Rawls y Amartya Sen y el marco jurídico aplicable* Nelson Javier Sánchez Hernández Albán** Resumen No solamente el análisis de las variables que afectan el uso de la fuerza en el conflicto colombiano pertenece al marco de Derechos Humanos y del Derecho Internacional Humanitario, para poder determinar el marco jurídico aplicable dentro del conflicto, o a la interpretación de posibles delitos incluidos dentro del Código Penal o a las infracciones plasmadas en el Código Disciplinario, o a la regulación de la fuerza incluidas dentro de los reglamentos policiales y militares. Se propone con este artículo efectuar un ejercicio académico, enfrentando las teorías de la justicia de John Rawls y Amartya Sen a las anteriores variables. No obstante, como es conocido, ellos jamás escribieron sobre este tema. Trataré de aproximarme a unas posibles repuestas basado en sus obras y en sus diferentes perfiles. Palabras clave Uso de la fuerza - Justicia - Derechos Humanos y DIH Bloque de Constitucionalidad - conflicto armado. Este artículo es el resultado del seminario doctoral: Cuestiones actuales del derecho privado, una mirada teórico práctica que dictó el doctor Leonardo Espinosa Quintero en la Cohorte III del Doctorado en Derecho en la Universidad Sergio Arboleda. Es un resultado que se inscribe en el Grupo de Investigación en Derecho Privado. ** Abogado, candidato a Doctor en Derecho de la Universidad Sergio Arboleda . * CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||251 Abstract The analysis of the variables affecting the use of force in the colombian conflict, belong not only to the Human Rights and International Humanitarian Law’s framework, in order to determine the legal framework within the conflict, or the possible interpretation of crimes included in the disciplinary code, or infringements Disciplinary included in the code or force regulation affecting police and the military; this article, proposes an academic mental exercise contrasting justice theories of John Rawls and Amartya Sen, to the above variables; yet, since, they never wrote about this topic, I will try to approach some possible answers based on their work and their different profiles. Keywords Use of force - justice - Human Rights - International Humanitarian Law - Constitutional Bloc - interpretation of law - legal - armed conflict - objective military - military advantage - military necessity - proportionality. Introducción Al observar el título del presente artículo, el lector se preguntará qué tiene que ver John rawls y Amartya Sen con el uso de la fuerza en operaciones militares y policiales dentro del conflicto armado colombiano. Desde la óptica de sus teorías del concepto de justicia, seguramente más de uno diría que en nada, sumado a esto dentro de sus obras, ni tangencialmente evocan un tema similar y menos la situación colombiana, teniendo en cuenta que durante su tiempo no existía abiertamente ante el mundo el conflicto Colombiano, que se dio a conocer realmente ante los medios masivos con el frustrado proceso de paz del gobierno Pastrana y una que otra película de Hollywood de finales de la década de los años 90. Lo que se pretende es desarrollar un ejercicio mental, donde logre enfrentar a Jonh Rawls y Amartya Sen, en un foro, en una Universidad Colombiana, y cuyo tema de debate sería: “El uso de la fuerza dentro del conflicto armado colombiano”, tratando de aproximarse a sus respectivas respuestas, basados en un análisis del pensamiento de los autores plasmado en las diferentes obras 252 || Sección Alumni escritas, por estos dos pensadores y sus realidades individuales de tipo histórico. Así mismo, pretende incentivar al lector en la búsqueda de autores, clásicos y contemporáneos en la que sus escritos versen sobre disciplinas completamente diferentes, con el fin de encontrar respuesta a su problema puntual. La consulta de autores clásicos, o por citar a manera de ejemplo, un famoso general chino Sun Su, en su libro El Arte de la Guerra, que como su título refiere es un texto en el que se evalúan técnicas de combate antiguo, así como en el análisis pormenorizado del enemigo, libro que hoy día es citado por grandes ejecutivos y es usado en múltiples oportunidades como fuente de consulta. Por otra parte, la definición popular del término justicia es: “Dar a cada cual lo que se merece (Aristóteles, 1989)”. Es un tema de análisis en todas las disciplinas. Por citar alguno, en la medicina se podría citar la teoría de justicia desde la óptica de nuestros dos autores enfrentada al tema de la eutanasia en el ejercicio de la medicina, o en economía en la distribución de los recursos, entre otros, o en el manejo de los servicios públicos de una ciudad como Bogotá, que sería justo para nuestros autores y lo que es justo para uno de ellos, seguramente sería injusto para el otro. El concepto del uso de la fuerza, se abordará en el primer capítulo, la diferenciación jurídica que existe entre el uso de la fuerza en un marco de derechos humanos y el uso de la fuerza en un marco de Derecho Internacional Humanitario, siendo estos dos conceptos diametralmente diferentes, se tocarán conceptos básicos del Derecho Internacional Humanitario, como el objetivo militar, la ventaja militar, la necesidad militar y la proporcionalidad para proponer al lector elementos de juicio para analizar desde otra óptica, el conflicto armado colombiano. Así mismo, se abordarán ciertos colombianismos técnico jurídicos, donde por el desconocimiento del significado se da como cierto en nuestro país, mientras en el resto del mundo tienen un significado totalmente diferente, y la percepción de Colombia ante la comunidad internacional se ve gravemente afectada. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||253 Luego de haber dado al lector elementos para diferenciar claramente los derechos humanos frente al Derecho Internacional Humanitario o el Derecho a la guerra, en el segundo capítulo se enfrentarán las teorías de justicia entre John Rawls y Amartya Sen, se analiza cada uno de los perfiles para entender el porqué de sus diferencias y así emitir algunas conclusiones de sus teorías, en el tercer capítulo se enfrentan las teorías de justicia con el uso de la fuerza, en ambos marcos jurídicos (Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario), para finalmente concluir si es justo el uso de la fuerza y cuál es el marco jurídico aplicable en Colombia 1. El uso de la fuerza 1.1 En un marco de Derechos humanos Cuando hablamos del uso de la fuerza en un marco de Derechos Humanos estamos entendiendo que el uso de la fuerza letal se toma como última opción referida esta normalmente a la acción policial y en muy raras ocasiones entraría la fuerza militar a actuar, los Derechos Humanos son permanentes, pero es importante que analicemos un poco de historia de este tema para entender por qué el afán de la humanidad para regular el uso de la fuerza. Desde la aparición del hombre en la tierra, la historia de los derechos humanos se ha fundamentado en determinar las reglas para limitar el accionar de los opresores frente a los oprimidos, del fuerte frente al débil, en fin, todo tipo de desigualdad humana; es como si los derechos humanos siempre hubieran estado presentes en el pensamiento filosófico como problema básico a definir, en todas las épocas, desde la primeras formas de sometimiento y esclavitud, pasando por el régimen feudal y terminando en las dictaduras modernas. Los derechos humanos siempre estarán ligados a la evolución humana y a la necesidad social de cumplirlos. Cada época marca un tipo de derechos, aunque fue la Gran Bretaña quien en su ordenamiento jurídico fueron los primeros en reconocer la protec254 || Sección Alumni ción de los derechos naturales, pero el momento histórico de mayor trascendencia indiscutiblemente fue la Revolución Francesa en 1789, la Revolución Industrial y la Modernidad, momento que indicó la necesidad de complementar estos derechos iniciales, naciendo a la vida jurídica los derechos de segunda generación con la Revolución Rusa de 1917, denominados derechos económicos sociales y culturales, pero existían derechos aún no tutelados que se desprendían de los fundamentales, como la necesidad de proteger colectivamente bienes tan importantes como nuestro propio planeta de un posible riesgo de destrucción. En el año de 1981 la Carta Africana de los Derechos Humanos promulgó los derechos de tercera generación o colectivos: el derecho a la paz, a la protección del medio ambiente, a la libre disposición de las riquezas y los recursos naturales, entre otros. A medida que el hombre evoluciona, existirá la necesidad de explorar nuevos derechos que en antaño ni siquiera eran imaginables, por ejemplo, la protección de las minorías LBGT, la libertad de cultos, la libertad de asociación, la protección de los derechos como la privacidad, la información bancaria, vulnerados por el adelanto informático, entre otros más. En el próximo capítulo, cuando hablemos de las diferentes teorías de la justicia, seguramente sus orígenes al igual que el tema que estamos abordando en este capítulo radicarían en los clásicos. Grecia ha sido la cuna de la filosofía, y la filosofía la cuna del pensamiento jurídico, y en especial Platón, quien subordinó la ley al interés de la comunidad (Morris, 1967). Aristóteles, por su parte defendió la tesis que las leyes deben ser racionales y estar conformes con la política (Comunidad-Estado) (CASSIN, 1971); si analizamos estos pensadores, los derechos humanos son la adaptación histórica de sus planteamientos. Una de las definiciones más sencillas y completas para especificar qué son los derechos humanos, que he encontrado y que abarca los principales ítems de donde se derivan los argumentos para establecer los derechos de primera, segunda y tercera generación sería: son aquellos que la persona tiene conforme a su naturaleza y los cuales adquiere por el hecho de haber nacido y de CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||255 tener que vivir en sociedad (JACQUES, 1956), pero si analizamos la primera parte de esta definición entendemos el porqué de la violencia primitiva y la existencia de la esclavitud. En la antigüedad, pese a que todos los seres humanos tenemos el mismo origen homínido, no todos los hombres gozamos de los mismos derechos, estos dependieron de siglos de conquistas, donde los perdedores entre otras cosas perdían su calidad humana y pasaban a la esclavitud. La evolución, el progreso y el derecho han logrado que todos los seres humanos sean tratados como iguales y esta es la misión permanente de un Estado legítimo, pero cuando el Estado es ilegitimo para poder mantenerse en el poder, surge el miedo como mecanismo de coacción y la violación sistemática de estos derechos. En un Estado social de derecho, el uso de la fuerza está regulado por la ley, y este se limita a la legítima defensa y a la proporcionalidad de la acción, cabe anotar que es importante aclarar que la proporcionalidad en Derechos Humanos es diferente a la contemplada en el Derecho Internacional Humanitario, que lo miraremos más adelante. En DD.HH es neutralizar la acción con métodos idóneos directamente proporcionales a la amenaza; y nuevamente recalco que los derechos humanos es para un país en paz. Los derechos humanos no son valores ni cualidades, son atributos propios de su naturaleza humana, como la vida, que es un don, entonces, esto significa que su primer derecho es defenderla, y que el resto se la respete, función del Estado. Si analizamos el resto de Derechos, estos siempre son la protección de un don, ya sea particular o social. Los derechos humanos en tiempo de paz no pueden ser parcelados ni reprimidos, según lo contemplado en la declaración Universal de los Derechos Humanos (Asamblea General de las Naciones Unidas, 1966). Los derechos humanos son universales, indivisibles, e interdependientes. De la evolución de la definición que se entregó inicialmente podemos concretar que los derechos humanos entendidos como 256 || Sección Alumni el conjunto de derechos reconocidos por la comunidad internacional que tiene el ser humano en su vida individual, familiar social y política, son una función del Estado a quien corresponde cumplir con lo anterior como está plasmado en nuestra constitución política en fines principales del Estado. Jhon Rawls sostiene que “los derechos humanos tienen tres funciones la primera: son una condición necesaria de la legitimidad del régimen y de la decencia de su ordenamiento jurídico. La segunda: cuando operan correctamente resultan suficientes para excluir la justificada intervención de otros pueblos, mediante sanciones económicas o, en casos graves, la fuerza militar. Tercero: fijan un límite al pluralismo entre los pueblos de los derechos humanos” (SHUTE, S, & Hurley, S., 1998). El uso de la fuerza letal, en este marco jurídico del DD.HH., vulneraría el principal derecho, a la vida, según el art. 6 del pacto de 1966 dejó como precedente que: “los Estados que no han abolido la pena capital solo podrán imponerse la pena de muerte por los más graves delitos y de conformidad con las leyes que estén en vigor, en el momento de cometerse el delito y que no sean contrarias a las decisiones del presente pacto”. El derecho a la vida es el pilar fundamental de todos los derechos y la pena de muerte es una negación al principio de humanidad. Los Estados están en la obligación de proteger la vida y, aunque el delito sea el más inhumano, el Estado no pude proceder con el principio de la ley del talión. El uso de la fuerza no solo se limita en el momento de colocar en grave peligro la vida humana, también es limitado en caso de tortura, los tratos crueles y degradantes, recordemos como ejemplo, las penas ejecutadas en la edad media, en especial las de la santa inquisición, y en la modernidad el nazismo con sus experimentos médicos o la utilización de la piel de los judíos para elaborar caperuzas para pantallas, el fascismo y los regímenes totalitaristas actuales. El art. 5 de la declaración universal de los derechos humanos, fue un mecanismo de control a los Estados que aun tenían este CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||257 tipo de prácticas, en el art. 7 del pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos de las Naciones Unidas del año de 1966 establece: “nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes. En particular nadie será sometido sin su libre consentimiento a experimentos médicos o científicos”. El uso de la fuerza también puede desencadenar una detención y arresto arbitrario. Para detener a una persona pueden existir mil causas, desde conductas penales, enfermedades mentales, control de inmigración etc. Lo importante es la legalidad de la acción, o la no prolongación injustificada de la detención. Por esto los ordenamientos jurídicos de los países donde el derecho es una garantía existen limitaciones al Estado para la permanencia injustificada de una persona, la obligación de la autoridad policial, de colocar a disposición de la autoridad competente; en el caso de Colombia en el término de la distancia dentro de las treinta y seis horas siguientes a la captura, evitar el retardo injustificado de los tiempos judiciales para definir la situación jurídica a la persona y cumplir con la atención de los recursos de apelación de las decisiones. El uso de la fuerza también es limitado cuando se enfrenta a minorías protegidas, en especial el caso de la comunidad indígena, que constitucional e internacionalmente, tiene un régimen de protección especial, por lo cual gozan de ciertos privilegios, que son aprovechados por grupos de izquierda, los cuales utilizan esta condición para promover paros y manifestaciones que colocan en aprietos al Estado; el ejemplo más relevante es la situación del departamento del Cauca, donde en los últimos años el escenario se ha salido de control, precisamente por la limitación del uso de la fuerza, donde con las regulaciones existentes es muy difícil controlar las continuas alteraciones del orden público, las invasiones a predios por las vías de hecho, con reclamaciones infundadas. La protección a las minorías internacionalmente se remonta al siglo XVII. El Tratado de Wesfalia (1648), el cual puso fin a la sangrienta guerra religiosa de los “Treinta Años”, impuso a Alemania la igualdad entre católicos y protestantes, posteriormente, el Congreso de Viena (1815) circunscribió dentro de su ordena258 || Sección Alumni miento jurídico la libertad de culto, al igual que reconoció el estatus religioso judío. El Pacto de la Sociedad de las Naciones que se incluyó al término de la Primera Guerra Mundial, impuso a los Estados miembros el compromiso de asegurar un tratamiento equitativo a las poblaciones indígenas en los territorios sometidos. Estos temas de protección se vieron especialmente reconocidos dentro del Tratado de Versalles en sus artículos 86 y 93. Las principales herramientas de protección a las minorías étnicas son los cinco tratados celebrados por las potencias aliadas vencedoras y los nuevos Estados de Polonia y Checoslovaquia (1919-1920) (Tratado de Versalles y Tratado de Saint-Germain-en-Laye, 1919). Estos instrumentos internacionales reconocen a las minorías los derechos y libertades individuales. Así el derecho a la vida, a la libertad y en especial a la no discriminación por motivos de raza, lengua y nacionalidad, estarán siempre en condiciones de igualdad ante la ley. El uso de la fuerza en el marco de los derechos humanos y en muchos casos el no reconocimiento del marco jurídico real aplicable en Colombia (como más adelante lo explicaré, cuando abordemos el tema sobre el Derecho Internacional Humanitario) ha logrado encasillar violaciones al DIH como crímenes de lesa humanidad; estos están contemplados dentro el estatuto de Roma en su Artículo 7 como: “cualquiera de los siguientes actos cuando se cometan como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil y con conocimiento de dicho ataque” asesinato, exterminio, esclavitud, deportación, privación grave de la libertad física, tortura, violación, esclavitud sexual, embarazo forzado, entre otros, que están incluidos también dentro de nuestro ordenamiento jurídico. En resumen, el uso de la fuerza en el marco de los derechos humanos está limitado a la fuerza netamente policial, dentro de un Estado en condiciones de paz, donde las alteraciones de orden público son propias a los estándares mundiales de países desarrollados, que no enfrentan un conflicto interno como el colombiano, donde el uso de la fuerza letal es la última opción y la fuerza militar únicamente se utilizaría en caso de que la capacidad operativa CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||259 de la policía sea sobrepasada utilizando la misma restricción del uso de la fuerza letal. 1.2 En un marco de Derecho Internacional Humanitario El objeto de este acápite es entender qué es el uso de la fuerza dentro de un marco de Derecho Internacional Humanitario, y la diferencia real con los derechos humanos. En muchas ocasiones, el común de las personas los da como lo mismo, esto, sin contar además con las falencias en varias facultades de derecho donde únicamente abordan el tema de los DD.HH y nunca se explica el DIH. Esta situación desencadena a futuro el desconocimiento de la correcta aplicación del marco jurídico dentro de nuestros jueces y genera inseguridad jurídica al interior de la fuerza pública y violación flagrante al debido proceso. Es tanto el problema del desconocimiento general que los medios de comunicación masiva que nuestros gobernantes emiten a diario al mundo mensajes completamente equivocados. La fuente puede ser el mismo actor de los eventos o sus respectivos testigos. Pero el problema de la comunicación es que el mensaje deseado no llegue correctamente al destinatario y exista un error de interpretación o que el mensaje deseado no corresponda a la realidad, y exista por el contrario la posibilidad de usarlo en contra del mismo emisor. En Colombia a diario se utilizan términos que dentro del territorio se interpretan de una forma, pero en el entendido internacional, dentro del lenguaje del Derecho Internacional Humanitario, el significado es diametralmente opuesto. Si se utiliza el término “paramédico”, en Colombia se refiere a una persona que directa o indirectamente tiene un nexo con algún campo de la salud; si esta palabra se utilizara en cualquier idioma, la comprensión seria la misma, pero cuando en nuestro país utilizamos, la palabra “paramilitar” el significado del común de la población es que pertenece a un grupo al margen de la ley, sin embargo, en el ámbito internacional, la definición es diferente. De acuerdo con el protocolo I de Ginebra en su artículo 43, el término “paramilitar” refiere a: “el adjetivo atribuido por el dere260 || Sección Alumni cho de los conflictos armados al órgano de una parte en conflicto que incorporado a sus fuerzas armadas está encargado de hacer respetar el orden”. Con esta definición, la interpretación taxativa universal sería que los “paramilitares” que están al margen de la ley forman parte de las fuerzas militares colombianas, y si a la anterior definición le sumamos el término “desmovilizado”. Esta palabra tiene varias connotaciones, pero si se tiene en cuenta que para lograr esta condición, la persona inicialmente tiene que estar “movilizada”, y una de las principales prioridades de los países es propender por su seguridad nacional, y en sus ordenamientos jurídicos existen la leyes de movilización. Colombia no es ajeno a esta responsabilidad y promulgó la Ley 48 del 1993, que se refiere a “a la reglamentación del servicio de reclutamiento y movilización”, la definición técnica internacional de “movilización” se refiere a “el paso del estado de paz al de guerra, de ciertas unidades de las fuerzas armadas o el conjunto de estas. La movilización se efectúa por el esfuerzo de los efectivos, del material y de los mandos de nuevas unidades colocadas en pie de guerra, obviamente la desmovilización es el paso opuesto, y la definición global con excepción de Colombia es: operación inversa a la movilización, mediante la cual las unidades de las fuerzas armadas de un Estado que han sido puestas en pie de guerra vuelven a la organización del tiempo de paz”. Si se continúa con la interpretación universal de los términos empleados dentro del Derecho Internacional Humanitario, anteriormente significaría que parte de las fuerzas militares de Colombia que se encontraban en guerra se desmovilizaron; para muchos analistas internacionales los paramilitares colombianos se asimilan a los que existen en Sierra Leona o en otras dictaduras especialmente del continente africano; por lo anterior, resulta difícil explicar que estos colombianos son delincuentes y no pertenecen como tales al estamento militar. Actualmente los diarios virtuales y sus titulares de prensa son los más visitados por los lectores, y en ellos en su subconsciente quedan plasmados los titulares más relevantes, sin necesidad de entrar a leer en su totalidad el contenido de los artículos. Si leen CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||261 algunos titulares de prensa como por ejemplo; “los paramilitares colombianos son terroristas”, “los paramilitares fueron extraditados a Estados Unidos por ser narcotraficantes”, “los paramilitares se desmovilizaron”, la información que entiende la población de otros países es que en Colombia hay terrorismo patrocinado por el Estado, o que Colombia se encontraba en guerra y parte de sus fuerzas armadas fueron desmovilizadas, o que otra parte fueron extraditadas por narcotraficantes. ¿Qué tiene que ver esto con la realidad colombiana? Sucede sencillamente que no se utiliza la terminología apropiada. De aquí se deriva en buena parte la percepción negativa que tiene la comunidad internacional sobre Colombia, producto del empleo de términos de manera errónea, los cuales son difundidos globalmente por los medios masivos de comunicación, constituyéndose de esta manera en la única información que conocen de Colombia, más aún si nunca la han visitado. Por esto, no es raro que algunas Organizaciones no Gubernamentales - ONG europeas consigan recursos a favor de la subversión colombiana o traten de vender camisetas alusivas, como sucedió en Holanda. Durante muchos años se han calificado a las FARC y al ELN, como guerrilleros, bandidos, rebeldes insurgentes, terroristas, pero ¿se conoce realmente, el significado técnico de cada de estos términos? Al analizar el más común de estos “guerrilleros”, en Colombia se refiere a un grupo al margen de la ley, pero técnicamente y en el ámbito universal, “por este término ha de entenderse una técnica de combate generalmente ofensiva con fines tácticos y estratégicos utilizado en territorio ocupado”. Si se analiza las últimas dos palabras (territorio ocupado), vemos que Colombia no está invadida por una potencia extranjera, de modo que tuviera cabida este término; si esto es así, entonces los únicos reales guerrilleros, que han existido en nuestra historia serían, Bolívar, Santander y el ejército libertador. En nuestro ordenamiento jurídico existe dentro del Código Penal en su Título XVIII, artículo 467, el delito de rebelión, que se refiere a la actividad ilícita que se ejecuta mediante el empleo de las armas con la pretensión de derrocar al gobierno nacional, 262 || Sección Alumni suprimir el régimen constitucional… Pero técnicamente, en el entendido universal en el lenguaje del Derecho Internacional Humanitario esto es un poco diferente; el término se utiliza en el preámbulo de Naciones Unidas - 1948/2 para afirmar que los derechos humanos deben ser protegidos por un régimen de derecho, a fin de que el ser humano no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión. Según lo anterior ¿cuál es el mensaje que estamos enviando? A diario entramos en la polémica de si existe en Colombia un conflicto armado, si estamos en guerra, o no. Este concepto es vital para determinar el marco jurídico aplicable y el sentido de “uso de la Fuerza”. Comencemos por definir qué es guerra. En el Título VII CN. art. 189 numeral 5 y 6 jurisprudencia internacional, El Tribunal Penal Internacional para ex Yugoslavia (TPIY) propuso una definición general de “Guerra”. El Tribunal afirmó que “existe GUERRA cuando se recurre a la fuerza armada entre Estados donde exista declaración formal”. De lo anterior podemos interpretar que el Estado colombiano no está en guerra, teniendo en cuenta que la subversión y las bandas criminales no son un Estado independiente, y la última guerra, como tal, que libró Colombia con los anteriores requisitos fue en el año de 1932, contra el Perú. El segundo punto es determinar si realmente en Colombia existe un conflicto armado. Para tal efecto tenemos que precisar cuándo se produce un conflicto armado. Existe en la actualidad mucha jurisprudencia internacional de la cual extractamos algunas: en la Sentencia del caso Tadic de la Sala de apelaciones del Tribunal Penal Internacional para la Antigua Yugoslavia se declaró: “... entendemos que existe conflicto armado cuando se da el recurso a la fuerza entre Estados o prolongada violencia armada entre las autoridades gubernamentales y grupos armados organizados o entre tales grupos en el territorio de un Estado...”. Si analizamos esta sentencia y los elementos, podemos inferir que en Colombia existe un conflicto armado teniendo en cuenta lo siguiente: existe prolongada violencia armada, creo que cincuenta años es algo prolongado, enfrentamientos por parte de la fuerza CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||263 pública, frente a grupos organizados como las FARC el ELN y algunas bandas criminales como los rastrojos y ERPAC, dentro del territorio colombiano. También encontramos dentro del artículo 1 del Protocolo II de 1977 Adicional a los Convenios de Ginebra: “... se aplicará a todos los conflictos armados que no estén cubiertos por el artículo 1 del Protocolo ... [I] ... y que se desarrollen en el territorio de una Alta Parte contratante entre sus fuerzas armadas y grupos armados organizados que, bajo la dirección de un mando responsable, ejerzan sobre una parte de dicho territorio un control tal que les permita realizar operaciones militares sostenidas y concertadas y aplicar el presente Protocolo”. Si analizamos los elementos anteriores, Colombia como alta parte contratante se dan todos los elementos. Dentro del artículo 8.2.f. del Estatuto de la CPI (Crímenes de guerra) “Se aplica a los conflictos armados que tienen lugar en el territorio de un Estado cuando existe un conflicto armado prolongado entre las autoridades gubernamentales y grupos armados organizados o entre tales grupos”. En Colombia en varios sectores tratan de evitar que las “bandas criminales” estén incluidas dentro de este conflicto armado, pero si analizamos el anterior artículo, en especial en el sentido del enfrentamiento interno entre los grupos, podemos evidenciar que ha existido una confrontación armada prolongada entre algunas bandas criminales y los grupos armados organizados como las FARC por el control del narcotráfico. La Corte Constitucional de Colombia mediante Sentencia C – 291 de 2007 determinó que los criterios para establecer la existencia de un conflicto armado interno: “En cuanto a la organización de los grupos enfrentados, las cortes internacionales la han apreciado de conformidad con criterios tales como la existencia de cuarteles, zonas designadas de operación, y la capacidad de procurar, transportar y distribuir armas”. De los argumentos anteriores podemos concluir sin lugar a dudas que en Colombia existe un conflicto armado interno, au264 || Sección Alumni nando a lo anterior fue el reconocimiento oficial por parte del gobierno en alocución pública. ¿Por qué es tan importante llegar a tener la certeza de que existe un conflicto armado en Colombia? La respuesta determina el marco jurídico que se debe aplicar dentro del territorio nacional, mientras permanezcan los elementos que anteriormente analizamos. Este marco jurídico es el del Derecho Internacional Humanitario, que está incluido dentro de nuestro ordenamiento jurídico dentro del Bloque de Constitucionalidad que encontramos en el artículo 93 de nuestra carta Magna. La definición de Derecho Internacional Humanitario o también conocido como el Derecho a la guerra o Derecho de los conflictos armados, es el conjunto de normas internacionales de origen convencional o consuetudinario que busca limitar los efectos de los conflictos armados internacionales e internos, restringiendo los métodos y medios de realizar la guerra, para proteger las personas civiles, los bienes civiles y aquellas personas que han perdido su condición de combatientes o participantes directos en las hostilidades que puedan salir afectados directamente en el conflicto. Las fuentes del Derecho Internacional Humanitario o de los conflictos armados provienen de los convenios de la Haya de 1899, 1907 y 1954. Los cuatro convenios de Ginebra de 1949, los tres protocolos adicionales y del derecho consuetudinario de la guerra. Cabe anotar que el DIH es una parte del Derecho Internacional de los Derechos Humanos. El Derecho Internacional Humanitario no es un derecho a la impunidad por el contrario, sus penas dentro del ordenamiento interno son mucho más altas en relación con los delitos contemplados dentro del marco de los Derechos humanos. A continuación analizaremos sus diferencias sustanciales y en que afecta el debido proceso y la garantía del uso de la fuerza por parte del Estado. Hay varias consideraciones que tenemos que entender sobre la diferenciación de los dos marcos jurídicos. Inicialmente enfrenCUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||265 taremos el concepto de proporcionalidad. En DD.HH la proporcionalidad se refiere a la igualdad de condiciones entre la ofensa y la reacción, resalto, esto en un escenario de condiciones generales de paz con la violencia estándar de la ciudades mundiales. La proporcionalidad en el marco del DIH se refiere a cumplir con la misión militar sin colocar en riesgo innecesario a la población civil, evitando daños colaterales e incidentales, podríamos a manera de ejemplo los bombardeos sobre campamentos de los grupos armados ilegales, se planean con el fin de cumplir con la misión constitucional de la fuerza pública, evitando al máximo afectar a la población civil; si esto sucede, es una infracción al DIH y es penalmente responsable sus ejecutores; otro ejemplo es el del uso de las armas orgánicas del ejército frente a un combate contra los grupos irregulares el soldado usa su ametralladora y cae un subversivo muerto con cinco impactos, teniendo en cuenta que este tipo de arma logra disparar 250 cartuchos por minuto, jueces que no conocen el tema condenan al militar por desproporcionalidad del uso de la fuerza, ya que están analizando una situación en DIH pero condenando desde la óptica de los DD.HH. En muchos otros casos, por protocolos del uso de la fuerza en Derechos Humanos donde se debe lanzar la proclama antes de utilizar la fuerza letal (la proclama es la advertencia del uso de las armas con el fin de que el delincuente se entregue). En el Derecho Internacional humanitario, si se llegara a lanzar la proclama se colocaría indebidamente en peligro a los miembros de la fuerza pública se alertaría a los subversivos a utilizar sus armas y se estaría vulnerando uno de los principales principios de la guerra, que es la sorpresa. Pero muchos jueces condenan a los militares por no cumplir con este protocolo. Como se expuso anteriormente, se analiza el comportamiento del DIH pero se condena con DD.HH. Dentro de nuestro ordenamiento jurídico, específicamente en el Código Penal, en su Título Segundo incorpora los delitos e infracciones al Derecho Internacional Humanitario, entre ellos, el homicidio en persona protegida: artículo 135 del código penal expresa: “el que con ocasión del conflicto armado ocasione la muerte de persona protegida conforme a los convenios inter266 || Sección Alumni nacionales sobre Derecho Internacional Humanitario ratificados por Colombia, incurrirá en prisión de treinta (30) a cuarenta (40) años, multa de 2000 a 5000 salarios mínimos legales mensuales vigentes, e inhabilidad para el ejercicio de derechos y funciones públicas de quince (15) a (20) años”. Lo que se entiende internacionalmente como personas protegidas, son aquellas que no participan directamente dentro del conflicto, incluidos miembros de las fuerzas armadas que hayan depuesto las armas y las personas fuera de combate por enfermedad y heridas. Dentro del conflicto colombiano existen un grupo de personas que aunque no se encuentren uniformadas con armamento y que siempre vistan en ropa civil, la jurisprudencia internacional ha señalado qué personas pierden la calidad de protegido y se convierten en objetivo militar. Según título 2 GPI, el personal civil puede ser atacado cuando participa directamente en las hostilidades, por ejemplo cuando: el hecho que realice puede generar un daño; existe una relación de causa directa entre el hecho y el daño; lleva a cabo actos hostiles o pone en peligro inminentemente la vida o la integridad de los miembros de las Fuerza Pública, o a terceros; lleva a cabo actividades ofensivas de combate; lleva a cabo acciones de preparación que tiene un impacto directo o inmediato en una amenaza militar concreta o en un daño probable; lleva a cabo acciones de inteligencia, toma de decisiones y apoyo logístico. Es así como muchas veces en cumplimiento del deber constitucional en combate caen civiles que adelantan las actividades antes mencionadas y los militares son condenados por homicidio en persona protegida. Como anteriormente se comentó las penas por delitos cometidos por miembros de las Fuerzas Armadas son muy altas en relación con las condenas de los miembros de las FARC, ELN y BACRIM, que en muchos casos no sobrepasan los ocho (8) años. El uso de la fuerza en DIH siempre estará dirigida a un objetivo militar; son aquellos que por su naturaleza, ubicación, finalidad o utilización contribuyan eficazmente a la acción militar enemiga y cuya destrucción total o parcial, captura o neutralización, ofrezca en las circunstancias del caso una ventaja militar (GPI- 52-2). CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||267 En resumen, el Derecho Internacional Humanitario es el marco jurídico aplicable dentro del conflicto colombiano. En ambos sentidos, las infracciones a este derecho son mas drásticamente sancionadas. En ningún caso, el uso de la fuerza se utilizará en dirección diferente a un objetivo militar lícito. Existe personal civil que pierde la calidad de personas protegidas, por participar directamente en el conflicto y se convierten así en objetivo militar. El desconocimiento de los jueces en la aplicación correcta del DIH para acciones dentro y por razón del conflicto, genera dentro del interior de la fuerza pública una inseguridad jurídica y una violación al debido proceso. 2. La Teoría de la Justicia 2.1 John Rawls John Rawls, norteamericano nacido en 1921 y murió en el año 2002, fue un filósofo y profesor de la Universidad de Harvard en filosofía política, autor de La teoría de la justicia en 1971. Su teoría política propone dos principios sobre los cuales basar la noción de la justicia a partir de una posición original en el espíritu contractualista de los filósofos políticos clásicos. Según Raws, en su libro La teoría de la justicia, la justicia es la primera virtud de la sociedad, el analiza el papel y el objeto, teniendo como antecedente que esta es justa desde su inicio. La justicia es imparcial, existe una igualdad democrática, una justicia formal, un principio de diferencia y la igualdad de oportunidades. La justicia se basa en la aceptación social y en el reconocimiento de reglas de conducta, que se convierten en obligatorias. Cada persona tiene una inviolabilidad fundada en la justicia. Cuando la persona no acepta y cumple, pierde la libertad a favor de la misma sociedad que acordó estas normas. En una sociedad justa, las igualdades ciudadanas se dan por establecidas y los derechos asegurados por la justicia no se pueden negociar. Se puede hablar de una sociedad organizada cuando esta cumple con promover el bien de sus integrantes y esta eficazmente 268 || Sección Alumni regulada por una concepción pública de la justicia, donde cada individuo acepta y cumple con los mismos principios que el resto de la sociedad. No existe una forma de conciliación general para determinar qué es justo e injusto. Los individuos pueden coordinar acuerdos que sean mutuamente beneficiosos. La desconfianza y el resentimiento terminan con las normas conciliadas inicialmente. La sospecha y la hostilidad tientan al hombre a proceder de manera que conscientemente evitaría. Las leyes, las instituciones como la Constitución Política y las principales disposiciones económicas y sociales que se encargaran de la protección jurídica, las acciones particulares, las decisiones, los juicios o imputaciones particulares, pueden parecer justas o injustas. El objeto primario de la justicia es la estructura básica de la sociedad, o el modo en que las grandes instituciones sociales distribuyen los derechos y deberes fundamentales. La estratificación social forja, desde el nacimiento de cada individuo, posiciones diferentes, que son determinadas por circunstancias políticas económicas y sociales. De tal manera que existen ciertos beneficios desde la cuna, convirtiendo desigualdades que afectan a los hombres en sus oportunidades iniciales. En una sociedad estructurada, no tendría que afectar los méritos propios o los desaciertos; estos serían la base de la teoría de la justicia social y la división correcta de las ventajas sociales, con que debemos evaluar los aspectos proporcionales de la estructura básica de la sociedad. La teoría de la justicia desde el utilitarismo clásico sostiene que las instituciones más importantes de una sociedad están dispuestas de tal modo que se obtiene el mayor equilibrio básico de satisfacción distribuido entre todos los individuos. Esta sociedad está completamente ordenada y justa. De a cuerdo con lo anterior, en el concepto del autor la teoría de la justicia vista desde el utilitarismo es la concepción racional más justa. Existen dos principios justicia. El primero refiere que cada persona tiene un derecho de libertad igual al de su semejante, y CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||269 el segundo, que las desigualdades sociales y económicas se solucionarían si existieran empleos y cargos asequibles para todos, independientemente del nivel social, es decir, no todos pueden ser el presidente de un banco, pero todos sí pueden tener un empleo justo y bien remunerado. Los anteriores principios se aplican a la estructura básica de sociedad, regulan las ventajas económicas y sociales. Según Rawls, las libertades básicas son: la libertad política (el derecho a votar y a ser elegible para ocupar puestos públicos), la libertad de expresión, de reunión, la libertad de conciencia y de pensamiento, la libertad de la persona que incluye la libertad frente a la opresión psicológica y la agresión física, el derecho a la propiedad personal y la libertad respecto del arresto y detención arbitraria. Todas las libertades anteriores están definidas por el concepto de Estado de Derecho. “Todos los valores sociales, la libertad la oportunidad, el ingreso y la riqueza, así como las bases del respeto a sí mismo, habrán de ser distribuidos igualitariamente, a menos que una distribución desigual de alguno o de todos estos valores redunden en una ventaja para todos. Existe otro principio, el de eficiencia y la estabilidad, es un sistema de derechos y deberes en la estructura básica, eficiente, siempre y cuando sea imposible cambiar las reglas y redefinir el esquema. Los fines de la justicia, Raws los ha analizado en varias teorías, siendo su principal la teoría del bien. Esta se ha utilizado para caracterizar los bienes primarios y los intereses de las personas en la situación o posición original. El rasgo característico del bien consiste en considerar los principios de justicia como ya asegurados y luego usar estos principios para definir los otros conceptos morales en los que se haya implícito el concepto de bondad. Rawls, en su teoría también analiza la envidia, como aspecto que puede alterar la justicia. Según lo definido por el autor, es una falta de confianza en el valor personal, sumado a una impresión de impotencia. Es un sentimiento de incapacidad de cambiar algo o de alcanzar lo que aun queremos hacer. Por el contrario, el que 270 || Sección Alumni está seguro del valor de su proyecto de vida y de su capacidad de realizarlo, no se entrega al rencor ni está inconforme con su buena fortuna. Pero queda claro que la persona que tiene este nivel, aunque pudiera, no lo cambiaría, ni desearía rebajar las ventajas que tiene frente a los demás a costa propia, por mínima que esta fuese. La hipótesis propuesta por Rawls implica que los menos favorecidos tienden a ser más envidiosos de la mejor situación de los más favorecidos. La envidia personal suscitada por la competencia y la rivalidad puede hacerse más profunda cuando peor sea la propia derrota, porque el golpe a la confianza en sí mismo es más duro y la pérdida puede parecer irreparable, cuando esta condición se experimenta, como dolorosa y humillante, la diferencia entre la persona y sus semejantes, se hace visible por la estructura social y por el estilo de vida, los menos afortunados, se les obliga a recordar a menudo su situación, a veces conduciéndoles a una estimación aún más baja de sí mismos y de su modo de vida, haciendo más profundas las desigualdades sociales. Una sociedad bien organizada brinda alternativas que busque mitigar las causas de la envidia general, pero esto no obliga a reconsiderar la elección de los principios de la justicia; mientras la envidia particular es propia de la naturaleza humana, estando asociada con la rivalidad, y esta no es discriminatoria, existiendo dentro de todos los niveles de la sociedad. En resumen, dentro de la teoría de la justicia de Rawls, la doctrina es directamente individualista, la teoría de la justicia explica también los valores de la comunidad; la justicia es una parte de nuestro bien y relacionada con nuestra sociabilidad racional, es la primera virtud, se basa en la aceptación social y en el reconocimiento de reglas de conducta, se puede hablar de una sociedad justa y organizada cuando cumple con promover el bien de sus integrantes. La justicia como imparcialidad comienza con las elecciones, la elección es de los primeros principios de una concepción de justicia. La envidia es una falta de confianza en el valor personal y es uno de los aspectos que puede alterar la justicia, la felicidad es el logro de la justicia. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||271 Rawls sostiene que los principios de la justicia están enteramente definidos en relación con las instituciones perfectamente justas, aunque él también investiga de manera muy esclarecedora las normas del correcto comportamiento en contextos políticos y morales. Rawls determina que los principios de la justicia que regulan una sociedad bien ordenada. Es la que se supone que cada uno debe actuar de manera justa y hace su parte para el sostenimiento de instituciones justas, según la cual habrá una elección unánime de “los dos principios de la justicia” en una situación hipotética de igualdad primordial (posición original), en donde los intereses creados de la gente no son conocidos por la gente misma. Ello supone que básicamente solo hay un tipo de argumento imparcial, que satisface las exigencias de la equidad y está libre de intereses creados. En su argumentación, identifica una fórmula (la regla lexicográfica). Los dos principios de la justicia en investigación sobre la justicia como equidad tratan sobre las instituciones perfectamente justas en un mundo, en el que todas las alternativas están disponibles. En algunos de sus escritos posteriores hace algunos consentimientos a la creencia de que “los ciudadanos discreparan sobre las concepciones políticas de la justicia que consideren más razonables”. En consecuencia, en El derecho de gentes (1999), Rawls dejo un vacío acerca de cómo un conglomerado de instituciones, serian designadas sobre la base de principios rivales de justicia que exigirían diferentes combinaciones institucionales para la estructura básica de la sociedad. La puesta en marcha de una teoría de la justicia requiere un amplio conjunto institucional que determine la estructura básica de una sociedad enteramente justa. En el derecho de gentes, invoca una suerte de “suplemento” a su búsqueda nacional e interna de las exigencias de la justicia como equidad. Amartya Sen Amartya kumar sen, nacido en la India en 1933, estudió en Cambridge, profesor de economía, entre sus trabajos tenemos 272 || Sección Alumni las hambrunas, la teoría del desarrollo humano, la economía del bienestar y los mecanismos subyacentes de la pobreza. Si existiera una frase para determinar su obra, intentaría aproximarme con: “el hambre no es consecuencia de la falta de alimentos, sino de las desigualdades en los mecanismos de distribución”. Para analizar su concepto de la teoría de la justicia el mejor texto de análisis definitivamente fue su libro La idea de la justicia, traducido al español por Hernando Valencia Villa este texto es un intento de investigar comparaciones basadas en realizaciones que se orientan al avance o retroceso de la justicia. Los requisitos de una teoría de la justicia debe incluir un comparativo razonable y un diagnóstico de la justicia y la injusticia, dentro de una sociedad. Estudiosos de este tema, como John Rawls, Amartya Sen y otros pensadores en todo el mundo en las últimas décadas, han procurado entregar el soporte científico para pasar de un sentimiento general de injusticia a dictámenes particulares y entendidos de las causas de la injusticia, y como resultado de estos estudios lograr dictaminar las soluciones para promover la justicia. Dentro de su libro La idea de la justicia, existe un ejemplo en forma de parábola sobre tres niños y una flauta, que más adelante transcribiré, de las diferentes ópticas que se puede mirar la justicia, donde la justicia para uno puede ser la injusticia para otro. Desde mi punto de vista, la justicia parte de la concertación social de los parámetros aceptados generalmente, pero en este caso cuál sería el parámetro ideal: ¿la concepción de la propiedad privada aunque esta no genere un bien social público?, ¿la concepción de la utilización racional de las cosas? o, simplemente el tratar de nivelar las desigualdades. El ejemplo de la flauta es la forma de demostrar que cada sociedad da como justa una teoría, que es injusta en otra. Amartya Sen y Jhon Rawls miran la teoría de la justicia, desde dos puntos completamente diferentes y la teoría natural del “deber ser”, ¿pero de quién? CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||273 Dentro del ejemplo de los “tres niños y una flauta”, ilustra un problema de justicia donde hay que decidir cuál de los tres niños, Anne, Bob y Carla, debe tener la posesión de una flauta que ellos se disputan: Anne reclama la flauta con el fundamento de que ella es la única de los tres que sabe tocarla (los otros dos no lo niegan), y de que sería muy injusto negar el instrumento al único que realmente puede tocarlo. Si esto es todo lo que sabemos el argumento sería muy fuerte. En un escenario alternativo Bob, toma la palabra y defiende su reclamación de la flauta con el argumento de que él es el único de los tres que es tan pobre que no tiene juguetes propios. La flauta le ofrecería algo con qué jugar (los otros dos son más ricos y están bien provistos de entretenimiento). Si solo hubiésemos escuchado a Bob, su argumento sería muy poderoso. En otro escenario alternativo, Carla habla y señala que ha estado trabajando con diligencia durante muchos meses para elaborar la flauta con sus propias manos (los otros dos lo confirman), y en el momento de terminar su labor “aparecieron estos usurpadores para arrebatarme la flauta”. Si la declaración de Carla es lo único que hemos escuchado, podemos inclinarnos a darle la flauta en reconocimiento de su comprensible aspiración a algo que ella misma ha fabricado. De leer los tres argumentos anteriores expuestos por los niños, todos validos desde sus diferentes ópticas, hay una compleja decisión que tomar. Según el texto, los teóricos como los utilitaristas, los igualitaristas económicos o los libertarios pragmáticos pueden dar una respuesta por separado de que existe una solución justa inequívoca, lógica y sin posibilidad de refutarla, pero estoy seguro que al compararlas serían diametralmente diferentes. El niño más pobre es Bob, el respaldo definitivamente sería de los que pertenecen a la corriente igualitarista económico, buscando reducir las distancias de desigualdad social. La niña que 274 || Sección Alumni construyó la flauta, Carla, tendría el apoyo de los libertarios, pero este apoyo no sería permanente, el utilitarista hedonista puede enfrentar la dicotomía, pero ponderaría el hecho de que el placer de Anne puede ser mayor porque ella es la única que sabe tocar la flauta. Pero existe otra interpretación la del utilitarista, debiendo reconocer que la pobreza de Bob podría incrementar sus ganancias de bienestar al tener el bien. Pero, el utilitarista también analizaría la posición de Carla al incentivar el trabajo generando utilidad. Los utilitaristas buscan desarrollar la sociedad estimulando la producción y la conservación del bien. La enseñanza del anterior ejemplo es demostrar que no es nada fácil lograr determinar qué es justo para todos, mirando la posibilidad de la eliminación de la pobreza, o la estimulación de disfrutar el trabajo realizado con esfuerzo, o simplemente dar una utilidad a un bien pese a no ser propio, como sucede con la tierra y las grandes extensiones no cultivadas y utilizadas como popularmente se dice en engorde. Los argumentos son serios pero basados cada uno en sus necesidades personales. Pero lo cierto es que de acuerdo al tipo de sociedad, a su cultura y a su normatividad jurídica, el argumento que tiene más peso es aquel que socialmente es más aceptado. Es importante resaltar en el ejemplo de la flauta que todos los niños buscaban tener individual y en forma exclusiva el bien es una ventaja comparativa, y así lo alega cada uno de sus argumentos, pero lo importante es determinar los principios generales del recurso general que es concertación social. El problema anterior no surge únicamente de la posible pluralidad de principios antagónicos que buscan ser relevantes para la evaluación de la justicia. La importancia del problema de la no existencia de un arreglo social perfectamente justo, o en busca de un argumento definitivo en beneficio de la apreciación del enfoque comparativo y la razón práctica de la justicia es la correspondiente a la impracticabilidad y a la redundancia de la teoría trascendental. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||275 Existen otras teorías para apoyar el análisis de este tipo de casos, llamadas teorías alternativas, como la Trascendental que es aquella que de manera indirecta clasifica las opciones y entrega la más calificada como aceptable. La identificación de una alternativa trascendental no ofrece solución al problema de comparar dos alternativas no trascendentales. La Teoría Conglomerante es la que realiza evaluaciones comparativas entre parejas de alternativas. La teoría trascendental se enfrenta a una pregunta diferente de aquellas relacionadas con la evaluación comparativa. Es un acuerdo basado en la razón pública, sobre la gradación de las alternativas realizables. La separación entre lo trascendental y lo comparativo. Una de las premisas de la justicia es la libertad, pero esta libertad nos hace responsables de lo que hagamos. Entre estas, tenemos la libertad de elegir la cual nos da la posibilidad de definir la determinación de nuestros actos, pero esta posibilidad de escogencia está ligada directamente a la responsabilidad por lo que hacemos; y ese poder abre un espacio para las exigencias del deber, lo que puede llamarse “demandas deontológicas”. La óptica de las realizaciones sociales, incluidas las capacidades individuales, dirigen de manera clara a cuestiones adicionales que resultan centrales para el análisis de la justicia en el mundo, que deberán ser revisadas y socializadas. Sen realiza una distinción entre la perspectiva consecuencialista y la perspectiva deontológica, en la filosofía del derecho en su natal India. La visión de la justicia basada en esquemas y la visión de la justicia basada en realizaciones resulta útil invocar una antigua distinción de la literatura sánscrita sobre la ética y la filosofía del Derecho. Las reglas y la organización han de ser verificadas desde una óptica más clara e ineludible al mundo que realmente surge y no solo a las instituciones o reglas que tenemos por casualidad. Dice Sen que los antiguos teóricos legales de la India hablaban de modo despectivo de “matsyanyaya o justicia en el mundo de los peces”, donde el pez grande puede devorar libremente al 276 || Sección Alumni pez chico”. Se nos advierte que evitar la matsyanyaya es esencial para la justicia, por lo cual resulta crucial asegurarse de que a “la justicia de los peces no se le permita invadir el mundo de los humanos”. Esto muestra claramente el pensamiento de igualdad social de Sen, donde siempre tratara de nivelar las diferencias sociales existentes. Comprender la importancia de la prevención de la injusticia en el mundo, según Sen, en lugar de buscar una teoría de lo perfectamente justo. Como pone en evidencia el ejemplo de matsyanyaya la justicia no consiste tan solo en tratar de conseguir, o sonar con conseguir, una sociedad o unos esquemas sociales perfectamente justos, sino también en evitar la injusticia manifiesta, como el régimen terrible de matsyanyaya. Por otra parte, según Sen, los filósofos que enfatizan el papel del deber y de otros aspectos de lo que se llama un enfoque deontológico pueden recelar del hecho de que la distinción entre los esquemas y realizaciones pudiere aparecer como el viejo contraste entre los enfoques deontológico y consecuencial de la justicia. Otro ejemplo que encontramos dentro de esta teoría es El Mahabharata, la epopeya india (poema Arjuna), en la parte denominada Bhagavadgita o Gita, en la víspera de la batalla; el famoso debate se interpreta con frecuencia como una polémica entre deontología y consecuencialismo: … Arjuna, el guerrero invencible expresa sus profundas dudas sobre la conducción de una lucha que dejará tantas muertes. Su consejero Krishna le dice que su deber tiene prioridad y que hay que combatir sin que importen las consecuencias. (…) Sen con este ejemplo sostiene que si abandona los estrechos confines del debate en el Bhagavadgita; efectivamente tras la devastación total de la tierra, resultante del exitoso fin de la “guerra justa”, hacia el final con las piras funerarias que arden al unísono y las mujeres que lloran la muerte de sus seres queridos, es muy difícil convencerse de que la amplia perspectiva de Arjuna ha sido derrotada por Krishna. Este es un poderoso argumento a favor de viajar bien y no solo viajar. Una comprensión adecuada de la realización social, decisiva para la justicia entendida como la CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||277 justicia realizada (nyaya); (…) concluyó Sen, esta discusión introductoria con una observación final sobre un aspecto particularmente restrictivo de la concentración prevaleciente en la filosofía política dominante sobre el institucionalismo trascendental. Dentro de la teoría también podemos extractar otras consideraciones, como el ejemplo que da sobre las leyes de patentes, donde existen medicamentos de la laboratorios que denominamos genéricos; estos son más confiables y de buen precio, deben estar al alcance de los más necesitados y la población más pobre del planeta; esto generaría una base de la justicia social, que se establecería mediante la implementación de instituciones recomendando un Estado soberano de cubrimiento global. En resumen, para Amartya Sen los requisitos de una teoría de la justicia debe incluir un comparativo razonable y un diagnóstico de la justicia y la injusticia; la justicia es la libertad, pero esta libertad nos hace responsables de nuestros hechos. La libertad de elegir nos da la posibilidad de definir la determinación de nuestros actos. El pez grande nunca puede devorar libremente al pez chico. Debe existir igualdad de oportunidades. La justicia se basa en esta premisa y debe existir un ente mundial que regule las diferencias sociales. Quiero terminar este capítulo extrayendo textualmente un aparte del libro La idea de la justicia donde, por medio de un poema de Seamus Heaney, donde se muestra claramente la percepción de Sen sobre su teoría de la justicia. “No esperes, dice la historia, de este lado de la tumba, pero entonces, una vez en la vida, puede surgir la tan esperada marejada de la justicia y riman historias y esperanza”. A pesar de lo inmensamente cautivador que resulta este anhelo, para que rimen historia y esperanza, la justicia del institucionalismo trascendental deja muy poco espacio para ese encuentro. Esta limitación ilustra la necesidad de un cambio en las teorías actuales de la justicia. 278 || Sección Alumni El uso de la fuerza frente a la teoría de la justicia En este capítulo enfrentaremos los postulados de John Raws y Amartya Sen frente a la teoría del uso de la fuerza en los dos marcos jurídicos: en Derechos Humanos y en Derecho Internacional humanitario. Pretendo realizar un ejercicio académico mental como si se tuviera la oportunidad de plantear una serie de preguntas sobre el conflicto armado Colombiano, tratando de acerarme a una posible respuesta, basado en el perfil demostrado por cada uno de los autores en su biografía y en lo plasmado en cada una de sus teorías referentes a la justicia. En el primer capítulo se explicó el uso de la fuerza en Derechos Humanos y el uso de la fuerza en Derecho Internacional Humanitario, con el fin de que el lector tuviera clara la diferencia de uno y otro, para conocer la realidad Colombiana. Si hoy en día pudiera entrevistar realmente a Rawls y Sen, la óptica de estos autores sería la del conocimiento de un extranjero, basado únicamente en las noticias que salen en los diferentes medios de comunicación y la importancia real geopolítica que tiene Colombia. Para iniciar con el ejercicio mental y entendamos por qué las posibles respuestas de nuestra realidad, si a un colombiano de clase media con acceso a la información, con educación superior, mínimo de pregrado, le preguntamos sobre ¿qué es Botswana? Cabe anotar que ya, lo he hecho y la mayoría de personas encuestadas no tiene ni idea de qué estoy hablando. Sabía usted que es un país de África Meridional con más de 600.000 km cuadrados, cuatro veces más grande que Nicaragua. Si usted no sabía esto, seguramente muchos de los habitantes de este planeta no conocen la situación política de Colombia y seguramente los autores que imaginariamente contestarán serán basados en el poco o nada conocimiento de nuestro país, simplemente como anteriormente lo expuse y también basado en pesadores actuales que siguen las corrientes de pensamiento de Rawls y Sen. Aproximación frente a los postulados de John Raws ¿Según su teoría de la justicia, es justo el conflicto Colombiano? La obediencia parcial en oposición a la obediencia total; estudia los principios que gobiernan la manera tratar la injusticia. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||279 Comprende temas como la teoría del castigo, la doctrina de la guerra justa y la justificación de los diversos métodos de oponerse a regímenes injustos; desde la desobediencia civil y la resistencia militante hasta la revolución o la rebelión. Como ya se dijo, la justicia es imparcial, existe una igualdad democrática, una justicia formal, un principio de diferencia y la igualdad de oportunidades. Este conflicto se enfrenta dentro de un Estado social de derecho, es un país democrático donde existe la posibilidad por la vía del voto, de acceder a los cargos de poder por elección popular. Cada persona tiene una inviolabilidad fundada en la justicia, cuando la persona no acepta y cumple, pierde la libertad a favor de la misma sociedad, el conflicto es la no aceptación de las normas implementadas por la mayoría de la sociedad, estas personas alzadas en armas pierden la posibilidad social de una aceptación de su causa, por ser flagrantemente ilegal e injusta, frente a la misma sociedad que legisló ese tipo de normas que tratan de combatir. La doctrina clásica tradicional sostiene en su idea principal que cuando las instituciones más importantes de una sociedad están dispuestas de tal modo que obtienen el mayor “equilibrio neto de satisfacción” distribuido entre todos los individuos pertenecientes a ella, entonces la sociedad está completamente ordenada y es, por tanto, justa. En resumen, existen varios argumentos de desigualdad social lo que haría justa la reclamación por la vía de las armas pero, por otra parte, existen normas plenamente establecidas y socialmente aceptadas que criminalizan este tipo de actividades. Fuera de esto, existe un sistema de elección popular donde cualquiera por vía democrática acceda al poder; en este sentido no sería justa la reclamación. ¿Es justo el uso de la fuerza en un marco de derechos humanos? El uso de la fuerza en un marco de Derechos humanos siempre será justo, porque la sociedad impuso una serie de normas que están previamente reconocidas, si el uso de la fuerza es utilizado 280 || Sección Alumni proporcionalmente, con el fin de hacer cumplir los lineamientos justos, es completamente lícito; por otra parte, cuando el funcionario en cumplimiento de sus obligaciones excede su posibilidad de ejercer la fuerza, también existen reglas de conducta como obligatorias, y aún más como funcionario público tiene el deber moral por encima del común de cumplirlas. El uso de la fuerza en DD.HH estará establecido y conciliado dentro de unos parámetros sociales, en busca de mantener la tranquilidad y seguridad ciudadana, está regulado por normas que buscan la convivencia y seguridad de sus habitantes. Los individuos poseen inicialmente una inviolabilidad de sus derechos y el uso de la fuerza es utilizado a favor de la libertad de mantener la seguridad de la misma sociedad que acordó estas normas. La justicia es la primera virtud de las instituciones sociales, como la verdad lo es de los sistemas de pensamiento. Cada persona posee una inviolabilidad fundada en la justicia, que ni siquiera el bienestar de la sociedad en conjunto puede atropellar siempre y cuando esté fuera de los parámetros de justicia establecidos y reconocidos. La teoría del bien se ha utilizado para caracterizar los bienes primarios y los intereses de las personas en la situación o posición original. Definiremos que la justicia y la bondad son congruentes, al menos en las circunstancias de una sociedad bien ordenada, y el uso de la fuerza dentro del marco de los Derechos Humanos busca mantener este equilibrio. ¿Es justo el uso de la fuerza dentro de un marco de Derecho Internacional humanitario? Aunque son similares los argumentos, dados para la respuesta anterior, hay que mirar lo que socialmente está conciliado dentro de la Constitución y la Ley. Igual que en el marco de Derechos humanos, el uso de la fuerza en el marco del Derecho Internacional Humanitario busca garantizar el cumplimento de las normas establecidas inicialmente; en este caso, se tomaría la teoría CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||281 del utilitarismo ponderando para determinar cuál es el bien más importante para satisfacer las necesidades generales, que en este caso sería lograr la paz. Las leyes, y las instituciones como la Constitución Política, se encargarán de la protección ciudadana. Se tiene establecido dentro de su ordenamiento dentro del bloque de constitucionalidad, completamente regulado, este tipo de acciones y los tratados internacionales, que son el trascender de la voluntad mundial, de regulación conciliada entre naciones y está ratificado internamente por su congreso es completamente justo y aplicable teniendo en cuenta que tenga las condiciones taxativas para el empleo de la fuerza, que en este caso de Derecho Internacional Humanitario es la fuerza militar. Los hombres están en desacuerdo acerca de cuáles principios debieran definir el uso de la fuerza dentro de su sociedad. No obstante, podemos decir que a pesar del desacuerdo cada uno tiene una concepción de la justicia, y sus representantes las dirimen buscando el beneficio general, basados en principios y semejanzas para determinar los deberes y derechos, y cuál es la necesidad general, que en este caso es la tranquilidad ciudadana. Los principios de la justicia se ven reducidos por el velo de la ignorancia, en este caso la ignorancia del conocimiento del marco jurídico a aplicar, cuando las evaluaciones del bien de una persona deben basarse en un pleno conocimiento de los hechos. Los principios de justicia no solo tienen que elegirse en ausencia de ciertos tipos de información particular, sino que cuando estos principios se utilizan para diseñar constituciones y disposiciones sociales básicas, y para decidir entre leyes y programas de acción, tenemos la obligación de cumplir las normas establecidas dentro de la ley, en este caso lo que está acordado en convenios internacionales. ¿Qué opina del proceso de paz en Colombia? Por los medios de comunicación he visto que existe una desconfianza y un resentimiento que terminan con las normas con- 282 || Sección Alumni ciliadas inicialmente. La sospecha y la hostilidad tientan al hombre a proceder de manera que conscientemente evitaría. Parece razonable suponer que, en la posición original, los grupos son iguales, esto es, que todos tienen los mismos derechos en el procedimiento para escoger principios; cada uno puede hacer propuestas, someter razones para su aceptación, etc. Obviamente el propósito de estas condiciones es representar la igualdad entre los seres humanos. No existe una forma de conciliación general para determinar qué es justo e injusto. Los individuos pueden coordinar acuerdos que sean mutuamente beneficiosos. En una sociedad justa, las igualdades ciudadanas se dan por establecidas y los derechos asegurados por la justicia no se pueden negociar. ¿Defina su teoría de la justicia en una frase? “La justicia debe ser ideal” Aproximación frente a los postulados de Amartya Sen Según su teoría de la justicia, ¿es justo el conflicto colombiano? Inicialmente tendríamos que analizar las causas del conflicto colombiano para determinar si es justo o no. Inicialmente tendríamos que mirar si la sociedad es justa y no existen desigualdades sociales profundas. La necesidad de una comprensión de que sí es justo el conflicto colombiano está relacionada con el argumento de que la justicia no puede ser indiferente a las vidas que las personas pueden realmente vivir. La importancia de las vidas, experiencias y realizaciones humanas no puede ser suplantada por información sobre las instituciones existentes y las reglas operantes. He sostenido que si abandonamos los estrechos con fines del debate que efectivamente tras la devastación total de la tierra, resultante del exitoso fin de la “guerra justa”, hacia el final con las piras funerarias que arden al unísono y las mujeres que lloran la muerte de sus seres queridos, es muy difícil convencerse de que un conflicto donde quiera que exista es justo. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||283 ¿Es justo el uso de la fuerza en un marco de derechos humanos? Al observar la naturaleza de las vidas humanas, tenemos razón al interesarnos no solo por las diversas cosas que logramos hacer, sino también por las libertades que realmente tenemos para escoger entre diferentes clases de vida. El uso de la fuerza limita. La libertad de escoger nuestras vidas puede hacer una contribución significativa a nuestro bienestar, pero al ir más allá de la perspectiva del bienestar, la libertad misma puede verse como igualmente importante. ¿Es justo el uso de la fuerza dentro de un marco de Derecho Internacional humanitario? Sigo sosteniendo, ningún conflicto, según mi forma de pensar, es justo, pero existen algunos argumentos y ampliaré esta respuesta con una enseñanza derivada de una antigua epopeya sánscrita el Mahabharatha, donde un gran guerrero (Arjuna) y su amigo y consejero (Krishna) en vísperas de una gran batalla. Arjuna representaba la causa justa teniendo en cuenta que se enfrentaba a invasores de otras tribus. Este expresa entonces sus profundas dudas sobre si la lucha es la acción correcta para él. En ningún momento duda que la suya es la justa causa y tan poco duda que logrará ganar la batalla, por su superioridad técnica y humana, pero esta consciente y preocupado por la gran cantidad de muertos que existirán y no han hecho algo tan reprochable, solo por lealtad a una causa. Arjuna procede de la tragedia que está a punto de ocurrir incluyendo los hombres más cercanos a él, entonces existirían argumentos en su interior para no desear la batalla. Arjuna le dice a Krishna que él no debería luchar y matar, y que quizá debería simplemente permitir que los injustos gobiernen el reino, lo cual sería el menor de los males. Krishna que es un dios en cuerpo de humano, le contesta que primero está el deber a cualquier precio, y en este caso tiene el deber de combatir sin consideración de los resultados. La causa es justa y como guerrero y general de quien depende su ejército no puede eludir sus obligaciones. 284 || Sección Alumni Mohandas Gandhi, el gran apóstol de la violencia, se sintiera profundamente inspirado por las palabras de Krishna sobre el cumplimiento del deber sin tener en cuenta las consecuencias y él citaba a Krishna con frecuencia, aun cuando en este caso deba librar una guerra violenta. La posición moral de Krishna ha recibido también un elocuente respaldo de muchos filósofos y literarios. El uso de la fuerza dentro del marco del Derecho Internacional Humanitario basado en lo anterior se toma como el cumplimiento del deber constitucional que tiene la fuerza pública frente a la nación. ¿Qué opina del proceso de paz en Colombia? Si alguien tiene el poder de producir un cambio que reduzca la injusticia en el mundo, y en este caso en Colombia, entonces existirá un fuerte argumento social. Para hacerlo, lo esencial es reconocer la existencia de diferentes enfoques para la búsqueda de un comportamiento razonable. La justicia no consiste tan solo en tratar de conseguir, o soñar con conseguir, una sociedad o unos esquemas sociales perfectamente justos, sino también en evitar la injusticia manifiesta. Defina su teoría de la justicia en una frase “La justicia debe ser real “ Conclusiones • El uso de la fuerza letal dentro de un marco de derechos humanos se debe utilizar siempre como última opción y es utilizado cuando las circunstancias de orden público y la situación interna de violencia está acorde con naciones donde no existe conflicto armado. Los DD.HH se utilizan en tiempo de paz y en cabeza de la policía, y en contadas ocasiones por la fuerza militar, cuando es superada la capacidad operativa de la policía. • Los derechos humanos nacen de la necesidad humana y su evolución va directamente proporcional al progreso y las necesidades sociales de la humanidad. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||285 • Los derechos humanos no son valores ni cualidades, son atributos propios de su naturaleza humana, son de obligatorio cumplimiento y garantiza su tutela el Estado. • Colombia se encuentra en un conflicto armado no internacional, cuyo marco jurídico aplicable es el contemplado dentro del Derecho Internacional Humanitario. Esto se encuentra dentro del bloque de constitucionalidad en el artículo 93 de la Constitución Política colombiana. • Existe un desconocimiento general por el DIH, en especial en la correcta aplicación de este por parte de los jueces, generando inseguridad jurídica y violación a los derechos constitucionales de los procesados por conductas punibles dentro del conflicto armado interno. • La terminología mal empleada por los medio de comunicación, de nuestros gobernantes y en general de todos los habitantes, ha logrado que la percepción de Colombia en el exterior sea tergiversada y manipulada en contra de los intereses nacionales. • Las diferencias conceptuales entre John Rawls y Amartya Sen, en sus diferentes teorías de la justicia, se basan más en que Raws busca una justicia ideal basado en el cumplimiento de la Ley y la Constitución, mientras Sen busca más una justicia realmente aplicable a las situaciones diarias, basada en evitar las profundas desigualdades sociales, propendiendo por igualdad de condiciones. 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CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||287 Alcances de la confianza legítima en el derecho privado colombiano* Scope of legitimate thrust in colombian private law Lorena del Pilar Segura** Resumen El principio de Confianza Legítima tal y como lo han establecido la escasa doctrina y los contados pronunciamientos jurisprudenciales sobre la materia, es una derivación del principio de seguridad jurídica, la cláusula del Estado Social de Derecho y principalmente del principio de la buena fe, a tal punto que se puede afirmar que éste es el género y la especie. La Confianza Legítima, no obstante, se trata de principios distintos que cuentan con su propio ámbito de aplicación, si bien presentan zonas de intersección. Instituciones como el Estoppel, verwikung, la teoría de los actos propios, la culpa in contra endo, entre otros, presentes en diferentes ordenamientos, son manifestaciones de protección tanto de uno como del otro principio, con reconocida aplicación en el ámbito del derecho privado como en el derecho público, siendo este último campo en donde el principio de confianza legítima ha encontrado mayores espacios de manifestación; no obstante cada vez su más difusa frontera entre los dos órdenes privado y público producto del proceso de constitucionalización y mundialización, entre otros fenómenos; lo cual permite El presente documento es resultado de la investigación realizada por la autora en desarrollo del programa de Maestría en Derecho de la Universidad Sergio Arboleda, Bogotá. ** Abogada y Magíster en Derecho de la Universidad Sergio Arboleda. Abogada de la Constructora Norberto Odebrecht S.A. [email protected] * CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||289 afirmar plausiblemente que su hasta ahora tímida introducción en el primero vendrá seguido de un paulatino pero constante proceso en punto de su desarrollo doctrinal y aplicación jurisprudencial. Palabras clave Confianza legítima, buena fe, Estado Social de Derecho, seguridad jurídica, principios generales del derecho. Abstract The principle of Legitimate Expectations, as the doctrine and a few little jurisprudential pronouncements have established, is a derivation of the principle of Legal Certainty, the concept of Rule of Law and especially, of the Principle of Good Faith, this is, to such point, that we can say that this is the genus and the Principle of Legitimate Expectations the species, however,they are individual principles that have their own rules and uses, although, with many things in common. Institutions like the Estoppel, Verwikung, the Estoppel Theory, the doctrine of Culpa in Contrahendo, among others, present in different jurisdictions, are unmistakable manifestations of the protection and the application of both principles, with recognized relevance in both Private and Public Law, being this last one, the area where this principle is mostly used, never the less, it is becoming very popular in both disciplines due to the constitutional evolution and the globalization process that we are facing, in conclusion, we can say that until now its gradual introduction into Public Law, will be followed by a slow but steady evolutional processallowing both doctrinal and jurisprudential applications. Keywords Legitimate trust, good faith, rule of law, legal certainty, general legal principles. Introducción En el desenvolvimiento de las relaciones comerciales se presentan a menudo situaciones en las cuales una de las partes o ambas encuentran conculcados sus derechos e intereses como resultado de la actuación de la contraparte, sin que dicha afectación encuentre un mecanismo concreto tendiente a la salvaguardia de 290 || Sección Alumni sus derechos. Sin embargo, este resultado inequitativo no puede escapar de la tutela del orden jurídico, o bien impidiendo su verificación o bien imponiendo el resarcimiento de los perjuicios y daños causados con motivo del actuar antijurídico. El sustento de esta proscripción se encuentra en un principio general común como fundamento a todo ordenamiento jurídico: el principio de la buena fe (García, E. & Fernández, T, 1987), que se considera quebrantado, según reiterada jurisprudencia por la defraudación de la confianza legítima, el abuso del derecho y circunstancias análogas que se desarrollarán más adelante. Este será el tema del presente trabajo, que pretende establecer el sustento jurídico de la protección otorgada a las expectativas legítimamente creadas en los individuos, especialmente en las relaciones comerciales, pero entendiendo que es posible reducir a un denominador común el sustento de dicha protección, que opera tanto en las relaciones de derecho privado como de derecho público, siendo incluso en esta última área donde cuenta con un mayor desarrollo a nivel doctrinal y jurisprudencial. Para tal efecto, se tratará someramente el tema de la vinculatoriedad de los principios generales del derecho, agregando también los que sean de creación por la jurisprudencia constitucional (Monroy, 2002) y su aplicación a casos concretos más allá de estar o no plasmados en una norma. Así mismo, se hará una breve reseña de la manera en que distintos ordenamientos jurídicos han procurado brindar protección a la confianza y, finalmente, la manera como el ordenamiento jurídico colombiano ha consagrado este principio y la forma como los jueces lo han entendido y aplicado. Si bien la confianza legítima es una institución de prevalente aplicación en las relaciones de derecho público, necesario es establecer cuáles son los mecanismos tendientes a su protección en las relaciones de derecho privado en lo tocante a las obligaciones negociales desde su etapa de formación. Situación que amerita reducir la aplicación en los dos tipos de relaciones a un denominador común consistente éste en los principios generales que informan la figura. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||291 Metodología y planteamiento del problema La metodología inicialmente desarrollada en el presente trabajo es de tipo exploratorio, toda vez que su objeto, principio de la confianza legítima en la relación de derecho privado, no cuenta con un importante desarrollo doctrinal ni jurisprudencial, sino que, por el contrario, se trata de un principio que, en punto de su aplicación en las relaciones de derecho privado, se encuentra aún en etapa de delimitación, por ellos se hace necesario recurrir a estudios cuyo objeto está constituido por principios e instituciones similares y conexas, con el claro propósito de obtener a partir de la comparación de características comunes y la exclusión de aspectos disonantes, los elementos suficientes que permitan su sistematización y delimitación analítica a partir de los elementos que los conforman. En este sentido, se explorarán los desarrollos doctrinales, tanto a nivel nacional como en el derecho comparado, así como las soluciones que la jurisprudencia ha plasmado en sus pronunciamientos. Bajo el anterior entendido, inicia la exploración en los trabajos tanto jurisprudenciales como doctrinales del mencionado principio, en las relaciones de derecho público por ser este su campo de preferente aplicación, para finalmente perfilar su contorno el derecho privado. También se trata de un estudio descriptivo en la medida que los institutos y principios que sirven de baremo para delimitar el concepto y formas de aplicación del principio de confianza legítima han sido objeto de análisis y definición por parte de la doctrina y la jurisprudencia, por ello se expondrán las instituciones con las cuales el principio en estudio guarda una íntima relación al punto de presentar recurrentes intersecciones. Conceptos como: Buena fe, acto propio, culpa in contra endo, abuso del derecho, entre otros, gozan de una delimitación suficiente para servir de punto de partida para elaboración de una explicación coherente al principio de confianza legítima y sus manifestaciones en el ámbito del derecho privado. 292 || Sección Alumni Finalmente, se trata de una investigación explicativa porque lo que se propone encontrar es el sustento último en el ordenamiento jurídico del principio aludido y los supuestos y circunstancias en los cuales este se manifiesta y encuentra protección en el ordenamiento jurídico de manera directa o bien de manera indirecta. Los instrumentos tenidos en cuenta serán documentos, como libros, revistas, artículos y monografías de ámbito jurídico. En consecuencia, como referente primario se tendrán principalmente la doctrina y la jurisprudencia que aportan los acercamientos conceptuales necesarios para dar contenido propio a cada una de las principales figuras jurídicas utilizadas dentro de este escrito: confianza legítima, buena fe, expectativas, teoría del acto propio, abuso del derecho, principios constitucionales, atraso desleal, entre otros. De esta manera, el presente trabajo se propone, toda vez que no existe consagración expresa en el ordenamiento jurídico colombiano del principio de confianza legítima, resolver ¿cuál es el sustento jurídico que permite aplicar efectivamente este postulado a las relaciones jurídicas?, y ¿cuál es el ámbito de aplicación del principio de protección a la confianza legítima generada como consecuencia de relaciones negociales incluso desde su etapa de formación o pre contractual? Como posible solución a los anteriores interrogantes, este trabajo pretende demostrar la tesis consistente en que la confianza legítima deriva el sustento de su protección en la prescripción general de actuar observando los lineamientos contenidos en los principios de la buena fe (que implica especiales deberes de honestidad, lealtad y corrección), de la seguridad jurídica, de la equidad y de la cláusula del Estado Social de Derecho. Así mismo, se intentará demostrar que el principio en comento, pese a tener origen y aplicación prevalentes en las relaciones de derecho público, también está llamado a regir relaciones surgidas en el ámbito del derecho privado, entre otras razones por la cada vez más difusa frontera entre los dos órdenes como tendrá ocasión de analizarse más adelante. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||293 Confianza Legítima En una primera aproximación se puede afirmar que, tal y como lo ha establecido la Corte Constitucional en Sentencia T-020 (2000): La confianza legítima es un principio que, (…), deriva de los postulados constitucionales de seguridad jurídica, respeto al acto propio y buena fe, y busca proteger al administrado frente a las modificaciones intempestivas que adopte la Administración, desconociendo antecedentes en los cuales aquél se fundó para continuar en el ejercicio de una actividad o en el reclamo de ciertas condiciones o reglas aplicables a su relación con las autoridades. La observancia de estos principios de seguridad jurídica, respeto al acto propio y buena fe no es deber exclusivo del Estado, precisamente la misma Corte Constitucional (1998) en Sentencia C-4781 había manifestado: (…) el principio constitucional de buena fe, que se manifiesta en la protección de la confianza legítima, garantiza a las personas que ni el Estado ni los particulares van a sorprenderlos con actuaciones que analizadas aisladamente tengan un fundamento jurídico, pero que al compararlas resulten contradictorias. En estos casos, la actuación posterior es contraria al principio de buena fe, pues resulta contraria a lo que razonablemente se puede esperar de las autoridades estatales, 1 En este caso el actor considera que la expresión acusada, al derogar el decreto 2272 de 1974 y eliminar el Certificado de Desarrollo Turístico, viola los artículos 1º, 2º, 58, 83 y 158º de la Constitución. Según su criterio, la eliminación de este certificado perjudica la expansión de la industria turística, pues los agentes económicos dedicados a la inversión y construcción de la infraestructura hotelera nacional pierden el beneficio estatal que les permitía redimir sus obligaciones tributarias mediante el citado instrumento. Además, agrega el actor, esa derogación vulnera la confianza legítima, la buena fe y los derechos adquiridos de las personas que se dedicaron, antes de la derogatoria del citado decreto, a la construcción de complejos turísticos, puesto que tales inversionistas fundamentaron su decisión en la posibilidad de amortizar la inversión a través del mencionado certificado, que es intempestivamente eliminado. 294 || Sección Alumni conforme a su comportamiento anterior frente a una misma situación […] según la máxima latina venire contra factum proprium not valet. (Subrayas y negrillas del suscrito). Así las cosas, el principio de la confianza legítima se constituye en una garantía para que el individuo no vea defraudadas expectativas que adquieren la calidad de legítimas toda vez que se encuentran enmarcadas dentro de las obligaciones de actuar dentro de los cánones establecidos por el principio de la buena fe, de quien precisamente se generó dicha expectativa. Según Viana Cleves (2007, p. 19): “el principio de la confianza legítima prohíbe a la administración actuar en contradicción de sus actos anteriores, alterar repentinamente su proceder sin permitir que los administrados se adapten a nuevas situaciones y violar el principio de equidad de las cargas públicas”. De acuerdo con lo planteado por la jurisprudencia y la doctrina, el principio de la confianza legítima deriva a su vez, entre otros, del principio de la buena fe (Corte Constitucional Sents. C-478, 1998, T-020, 2000, T-1094, 20052), razón por la que se hará un breve análisis del contenido y alcance de este principio en el derecho colombiano, enriqueciendo el estudio con el análisis de los diversos factores que hoy por hoy hacen que el principio tenga En esta Sentencia la Corte se pronuncia acerca de una acción de tutela interpuesta por un ciudadano contra la Secretaría de Tránsito y Transporte de Manizales, al considerar que dicha autoridad administrativa le está vulnerando sus derechos fundamentales a la igualdad, al trabajo, al debido proceso y a la propiedad privada, por cuanto no le autorizó la instalación del taxímetro electrónico en su vehículo de servicio público (taxi), permitiéndolo en cambio en otros automotores con igual zona de operación al suyo, lo que le ha impedido trabajar con él en dicha ciudad. En esta Sentencia la Corte consideró que: “En síntesis, el principio de la confianza legítima es una expresión de la buena fe consistente en que el Estado no puede súbitamente alterar unas reglas de juego que regulaban sus relaciones con los particulares, sin que se les otorgue a estos últimos un período de transición para que ajusten su comportamiento a una nueva situación jurídica. No se trata, por tanto, de lesionar o vulnerar derechos adquiridos pues éstos no existen en la situación en consideración, sino tan sólo de amparar unas expectativas válidas que los particulares se habían formado con base en acciones u omisiones estatales prolongadas en el tiempo”. 2 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||295 identidad jurídica propia a pesar de las semejanzas existentes con aquellos principios que le dieron origen Principio de la Buena Fe Etimológicamente el término buena fe deriva del término fides y significa “hacer lo que se dice” (Parra, 2011, p.4), “cumplir lo que se dice o promete” (Parra, 2011, p.4), “tener palabra” (Parra, 2011, p. 4); “como una cierta condición que mantenida o prolongada en las relaciones entre los hombres genera una confianza, un estado de confianza respecto del sujeto, titular de la fides, y, por ello, hombre de palabra, cumplidor de sus compromisos” (Castresana, 1991, p.14). Según Betti (1970, p. 83) fides significa “cualidad objetiva que se atribuye a todo aquello sobre lo que se puede confiar con certeza”. Es así como es válido afirmar que fides representa “(…) lo que produce en otro una expectativa legítima, y también determinado modo de comportamiento generador de una confianza segura.” (Parra, 2011, p.14). Más adelante, el término evolucionó a bona fides. Según Jorge Guerrero (citado por Parra, 2011, p. 14) buena fe es: Traducción literal de la expresión latina bona fides, compuesta de bonus, -a, -um, “bueno, agradable, ventajoso, útil”, del lat. Arcaico dueños o duonus, fides, -ei, “confianza, lealtad”, derivado del verbo fido, -ere, “confiar, tener confianza, quizá de la raíz girega pith-, que se encuentra en el verbo peithoo, “persuado, convenzo, tengo confianza, fiarme en,” y esta de la raíz indueuropea bheid-, que envuelve la idea de “confianza, persuasión. El principio de la buena fe, en últimas, implica varios aspectos que se pueden resumir, siguiendo a Sainz Moreno (citado en Parra, 2011, p. 22) como seriedad, rigor, exactitud, esmero, honradez, sinceridad, convicción, compromiso, actuar con claridad, con apego a la palabra dada, con confianza. La Corte Constitucional (1992) en Sentencia T- 475 lo expresa así: La buena fe ha pasado de ser un principio general del derecho para convertirse en un postulado constitucional (CP art. 296 || Sección Alumni 83). Este trascendental principio exige de los particulares y de las autoridades ceñirse en sus actuaciones a una conducta honesta, leal y acorde con el comportamiento que puede esperarse de una persona correcta (“vir bonus”). La buena fe supone la existencia de una relación entre personas y se refiere fundamentalmente a la confianza, seguridad y credibilidad que otorga la palabra dada. Diez Picazo (citado en Sainz, 1979, p. 297) manifiesta que: El principio de la buena fe significa que todas las personas, todos los miembros de una comunidad jurídica, deben comportarse de buena fe en sus recíprocas relaciones. Lo cual implica —continúa DÍEZ PICAZO— que deben adoptar un comportamiento leal en toda la fase previa a la constitución de tales relaciones—diligencia in contrahendo—, y que deben también comportarse lealmente en el desenvolvimiento de las relaciones jurídicas ya constituidas entre ellos. Los principios generales del derecho y su aplicación jurídica El presentar la confianza legítima como principio general del derecho requiere de una aclaración previa, pues su aplicación puede verse cruzada por interpretaciones opuestas, en las que por una parte se entienda que sus alcances se limitan a un marco de aplicación subsidiaria en relación con la ley; y una contraria, que presente su aplicación de manera directa, prevalente y determinante en el devenir de las relaciones jurídicas. (Dworkin, 1995) Según Valencia Restrepo (1993, p. 27), los principios generales del derecho “son normas fundamentales, taxativas, universales, tópicas, axiológicas, implícita o explícitamente positivas, que sirven para crear, interpretar e integrar el ordenamiento”. Ahora bien, si la interpretación de alcance que se establece de los principios generales del derecho depende de la relación entre estos y la ley, necesario es determinar las diferencias entre las dos figuras. Un acercamiento conceptual presenta la ley con un contenido concreto en cuanto desarrolla un ingrediente de hecho particular, mientras que los principios generales del derecho exCUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||297 presan un sentido abierto. Se diferencia también, en que la existencia de los principios no depende de su contenido positivo en el ordenamiento (Alexy 1988). Otra diferencia fundamental es que la ley trabaja una lógica de aplicación distinta a la de los principios, estos mantienen su validez independientemente de que se presente una situación de hecho en la que este deje de aplicarse, por entrar en conflicto con otro de igual entidad, situación en la que es necesario el proceso de ponderación entre los opuestos, esquema distinto al que se presenta en la ley, pues su operancia sí depende de la validez que tenga, para un caso en concreto, y en el momento de existir oposición con disposición de la misma categoría, una de las dos debe derogar a la otra, a no ser, que se presente una de las dos como excepción (Hart-Dworkin, 2005). El sistema jurídico colombiano presenta los principios como fuentes subsidiarias para la interpretación de las distintas situaciones jurídicas, así lo desarrolla la Ley 153 (1887, art. 4 y 8) y en el mismo sentido lo consagra la Constitución Política de Colombia (1991, art. 230), al tomarlos como criterio auxiliar para la actividad judicial, situación limitada y restringida en su aplicación, donde solo resultan vigentes cuando la ley no brinde herramientas suficientes para la solución de un caso concreto. Sin embargo, en pronunciamiento sobre el tema la Corte Constitucional (1992) en sentencia T-406 ha expresado lo siguiente: Los principios constitucionales, a diferencia de los valores que establecen fines, consagran prescripciones jurídicas generales que suponen una delimitación política y axiológica reconocida y en consecuencia, restringen el espacio de interpretación, lo cual hace de ellos normas de aplicación inmediata, tanto por el legislador como por el juez Constitucional. Esta posición, presenta a los principios generales del derecho con un reconocimiento mayor dentro del ordenamiento, con una dimensión esencial y necesaria para la protección de los derechos y la realización de los valores sociales establecidos (Monroy, 2006), que contribuyen a la creación, adecuación e interpretación del ordenamiento, con funciones de integración, creatividad, in298 || Sección Alumni terpretación, delimitación y producción (Hinestrosa citado en Rengifo, 2004). En consecuencia, la aproximación que se acoge es la que contempla a los principios generales del derecho como directrices fundamentales de aplicación directa en la interpretación, creación y desarrollo de las diferentes relaciones jurídicas. Es así como “tales principios están constituidos por reglas que emergen del reglamento jurídico y son concreción de su esencia de tal manera que constituyen construcciones teóricas surgidas de la propia normatividad” (Giraldo, 2007, p.77). Monroy (2006, p. 170), por su parte, afirma que: “Los principios constitucionales a diferencia de los valores que establecen fines, consagran prescripciones jurídicas generales que suponen una delimitación política y axiológica reconocida y, en consecuencia, restringen el espacio de interpretación, lo cual hace de ellos normas de aplicación inmediata, tanto por el legislador como por el juez constitucional”. Para este autor, en suma, se debe diferenciar entre los principios generales constitucionales y los principios generales del derecho, y entender que los primeros informan el contenido de todo el ordenamiento y por ello se constituyen en fuente principal, al paso que los segundos conservan su categoría de fuente en ausencia de la ley, la costumbre o la analogía. “Los principios constitucionales estatuidos en la Constitución no solo tienen eficacia interpretativa, sino también eficacia directa” (Monroy, 2006, p. 179). Al establecer las notas diferenciadoras de los principios frente a las reglas de derecho en punto de las funciones que están llamados a cumplir, Rengifo (2004, p. 33) afirma que estas estas son: a) integradora, pues permiten colmar lagunas; b) interpretativa, pues permiten desentrañar el significado de las normas en su sistemática; c) delimitadores, en el sentido de que frenan excesos en el ejercicio de ciertos poderes o derechos; d) fundadores, pues destacan los valores que operan como fundamento del sistema jurídico; e) creadores, pues permiten proponer nuevas soluciones sin trasgredir la norma vigente. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||299 La confianza legítima es un principio general del derecho que ha sido acogido en la Constitución Colombiana de manera implícita gracias al desarrollo jurisprudencial en relación con el principio de la buena fe, la seguridad jurídica y como desarrollo del Estado Social del Derecho tal y como tuvo oportunidad de reseñarse antes. Siguiendo a De castro (citado en Ordoqui, p. 75), los principios poseen fuerza normativa, aunque no estén formulados como reglas, son valores, ideas fundamentales e inspiradoras de un orden jurídico. Formas de protección de la confianza A efectos de concretar el estudio realizado se puede afirmar entonces que, de acuerdo con la doctrina y con la jurisprudencia, la confianza legítima es un principio que emana del principio de la buena fe, al punto que algunos autores (Viana, 2007), afirman que la segunda es el género y la primera (Confianza) la especie, posición que será analizada y revaluada a lo largo de éste escrito. El derecho a lo largo de la historia y en distintas latitudes ha procurado brindar protección a la confianza, entendiéndola como una institución, sin la cual sería imposible el tráfico jurídico; así mismo, las diferentes ramas del derecho han consagrado mecanismos tendientes a su protección y le han asignado importantes consecuencias a su quebrantamiento.(Larenz, 1958. Diez & Guillon, 2004. & Enneccerus, 1953). Es así como en los siguientes apartes se compartirán algunas reflexiones orientadas a exponer el contenido y alcance de las instituciones jurídicas que han procurado a lo largo del tiempo y en distintas latitudes proteger la confianza como principio jurídico, iniciando con la regla latina venire contra factum propium, desarrollada en la teoría de los actos propios, y continuando con instituciones tales como el estoppel, de origen inglés, el verwikung alemán, la teoría de la apariencia, la teoría del abuso del derecho y finalmente la teoría de la culpa in contrahendo. Venire Contra Factum Proprium En la citada Sentencia T-475 la Corte Constitucional (1992) afirma: 300 || Sección Alumni La doctrina, por su parte, ha elaborado diversos supuestos para determinar situaciones contrarias a la buena fe. Entre ellos cabe mencionar la negación de los propios actos (venire contra factum proprium), las dilaciones injustificadas, el abuso del poder y el exceso de requisitos formales, sin pretender con esta enumeración limitar el principio a tales circunstancias. No es posible reducir la infracción de la buena fe a casos tipificados legalmente. De ahí que la aplicación de este principio suponga incorporar elementos ético-jurídicos que trascienden la ley y le dan su real significado, suscitando en muchas ocasiones la intervención judicial para calificar la actuación pública según las circunstancias jurídicas y fácticas del caso. Siguiendo a la Corte se puede afirmar que una violación al principio de la buena fe lo constituye la violación a la prohibición contenida en la regla latina “venire contra factum propium”. Esta regla se encontraba establecida en el Digesto 50.17.75 en los siguientes términos “nadie puede cambiar su propio designio en perjuicio de otro.” Al respecto, Neme (2003, p. 13) afirma: Esta regla […] posee una estrecha relación con la fuerza vinculante de los acuerdos, con el reproche de toda conducta dolosa, con la necesaria consideración del interés ajeno y con la exigencia de proteger la confianza generada en la contraparte, presupuestos estos que emanan de la buena fe. Ya se anotó como las expresiones fides y bona fides indican que es legítimo esperar un comportamiento acorde con la palabra dada y, por tanto, es igualmente legítimo confiar en el cumplimiento de las expectativas recíprocas. Como se presentó atrás, la buena fe implica entre otras cosas el respeto por la palabra empeñada, lo que trae como consecuencia el otorgamiento de una fuerza vinculante a los acuerdos entre las partes, esta regla retomada recientemente como doctrina de diversos tribunales tiene su origen en el derecho romano (Puig, 1951). En D. 19.2.21 (24) Javoleno, Epístolas, lib. XI se observa “(…) la buena fe exige que se haga lo que se convino”. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||301 Sin embargo, es importante anotar que el cumplimiento de la palabra empeñada no agota el contenido de la buena fe, pues además de ello se espera del contratante un obrar con honestidad y lealtad, es decir, no basta con apegarse a la forma de lo convenido, sino que es necesario observar una dimensión sustancial en el acuerdo atendiendo a la naturaleza de la relación jurídica y a las finalidades perseguidas por los contratantes para darle cabal cumplimiento al principio de la buena fe. No se trata, pues, de una valoración meramente formal, o si se quiere literal, del acuerdo suscrito, sino que se exige la observancia de una conducta coherente con lo actuado y en consonancia con el tipo de relación establecida. En íntima relación con lo anterior cabe anotar que, en los orígenes del derecho romano, el dolo no era causal de invalidez del negocio jurídico, puesto que en aquella época se privilegiaba el ceñirse a lo literalmente convenido. Se dejaba a los contratantes el deber de atender cuidadosamente sus intereses propios, pues lo que se examinaba era la correspondencia del negocio jurídico con los esquemas típicos, así la única manera de valorar el componente de dolo en una relación contractual lo constituía la expresa stipulatio doli, de tal suerte que si los contratantes no decían nada al respecto en caso de presentarse este “vicio de la voluntad” el perjudicado no contaba con mecanismo alguno de protección en el derecho civil. Esta anomalía fue salvada por el derecho honorario que entendió que el dolo y el fraude son contrarios a la buena fe y esta debe ser observada en todo momento por los contratantes (Petit, 1983, p. 905). Esta protección honoraria al principio de la buena fe entre contratantes concretada en algunos instrumentos ha sido reconocida como el antecedente de la actio doli del derecho clásico. También se estableció una excepción tendiente a someter la eficacia de los negocios a la conformidad de lo estipulado con los contenidos de lealtad y corrección propios de la buena fe. (Cicerón en Neme, 2003, p.16). Finalmente, con la introducción de la actio doli y la exceptio del mismo nombre se empezó a proteger a los contratantes sancionando las conductas tendientes a engañar y defraudar a 302 || Sección Alumni la contraparte. La exceptio doli contaba con un gran espectro de acción pues se podía interponer para proteger a los contratantes de la intención fraudulenta inicial así como del incumplimiento posterior aun cuando dicho incumplimiento no se hubiese generado como consecuencia de una actitud dolosa sino solo como una actitud contraria a la buena fe. “La exceptio doli generalis a su vez se manifiesta en dos sentidos: en la prohibición de venire contra factum proprium y en la regla conforme a la cual a nadie es permitido traer ventaja del propio maleficio” (Neme, 2008, p.18). La regla venire contra factum proprium no supone necesariamente la creación de una expectativa en la contraparte de mala fe o negligentemente, lo que si supone es que la parte que creó dicha expectativa ha obrado de forma contraria a la buena fe al incumplir los deberes de lealtad y corrección propios de este principio. Se presenta lo que la doctrina ha convenido en llamar dolus praesentis, es decir, un dolo que se presenta en un momento posterior a la celebración del negocio jurídico y que por lo tanto descarta la intención de engaño inicial. Por ello se pude decir que dolo y mala fe no son términos equivalentes, es decir, el campo de ésta es más amplio que el de aquel, así puede ocurrir que se actúe sin dolo y no obstante se contradigan los principios de la buena fe al contrariar la regla en mención. Sin embargo, pese a estar desprovista de una intención inicial de engaño o de defraudación a la contraparte, se calificó como dolosa la actitud que contradecía los postulados de corrección y lealtad propios de la buena fe, siendo esta calificación lo que permitió su incorporación al ius civile. (Neme, 2008). La figura del “estoppel” La palabra estoppel proviene del verbo inglés stoppel que significa “taponar o cerrar la boca con estopa”. En derecho la expresión significa impedir o prohibir la contradicción, es decir, por virtud del estoppel una persona que ha realizado un acto o una declaración no puede esgrimir como argumento uno que contradiga esa actitud inicial. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||303 La figura pretende evitar entonces que una persona se beneficie de sus propias contradicciones, impidiéndole oponerse válidamente a las consecuencias que se deriven de actitudes asumidas con anterioridad. El sujeto, en fin, “queda ligado a sus declaraciones, e impedido de crear un estado distinto al producido, si con ello infiere prejuicio a los demás, que confiados en dicha situación, han contraído una obligación o han afectado de alguna manera su patrimonio” (Escobar, 1989, p.77). En últimas lo que pretende proteger la comentada institución es la confianza generada en el destinatario a partir de los actos de un individuo, es este, al decir de Moretau (citado en Valbuena, 2008, p.129), su elemento central. Esta es una institución típica del derecho privado, encontrándose proscrita su enervación frente a las autoridades públicas, pues no ha sido concebida como un instrumento para limitar la potestad estatal. La figura del “verwirkung” La expresión Verwirkung, de origen alemán, traduce “atraso desleal” y hace referencia a la figura consistente en el abandono del ejercicio de una acción o de la inactividad de su titular que genera en terceros la idea de que dicho derecho no se va a ejercer (Diez citado en Wiaecker, 1986). Es posible que terceros de buena fe se beneficien de esta situación, y si el titular del derecho en cuestión no ha tomado las medidas pertinentes para evitar la creación de expectativas en cabeza de estos terceros, el cambio de actitud del titular del derecho puede llegar a lesionar intereses ajenos, lo que se ha entendido por parte de la jurisprudencia alemana como una situación contraria a derecho, como un atentado contra la buena fe. La figura en comento intenta, entonces, garantizar los derechos de un individuo, sancionando la conducta desleal del titular de un derecho quien, en una primera actitud, omitió o desistió su ejercicio y posteriormente, contradiciendo esa conducta inicial, procuró su realización. Pese a no encontrarse prescrito o extinto, ese derecho se considera desleal el contradecirse sucesivamente. El Verwirkung ha sido considerado por la doctrina alemana como aplicación de la regla venire contra factum propium, pues el ordenamiento debe otorgar protección a la confianza generada por 304 || Sección Alumni un individuo de otra manera se privaría de seguridad al trafico jurídico (Bernal, 2008, p. 296). La Corte Suprema de Justicia (2011) en sentencia del 28 de abril manifiesta lo siguiente: Dicha figura, anota SIBERT, consiste en la pérdida del derecho por retardo desleal en su ejercicio, fundada en la prohibición en el ejercicio abusivo del derecho (Wolfgamg Sibert, Verwirkung und Unzulassigkeit der Rechtsausubung1ff,53,1934), su extinción o efecto jurídico extintivo, derivado del comportamiento desleal por contrario a la confianza legítima inspirada de buena fe en otro sujeto con la falta del ejercicio del derecho durante un periodo relevante que permite concluir razonablemente que no será ejercido. La referencia hecha por la Corte Suprema de justicia de este concepto obedece a que se trata de la aplicación concreta de un principio general del derecho que, por esta misma condición, es común a todos los ordenamientos: Es el principio de la buena fe en su relación directa e inmediata con la confianza legítima. Se trata en últimas de buscar en los principios que subyacen a todo el ordenamiento jurídico mecanismos de protección a situaciones que no están reguladas específicamente, y que incluso una solución contraria pareciera encontrar sustento o apoyo en el ordenamiento, pero analizadas desde una perspectiva que atienda a los deberes de lealtad y corrección resultan contrarias a los principios orientadores de todo el sistema. Es por ello que pese a no encontrarse prescrita la acción que procura la exigencia del derecho, el defraudar la expectativa legitima de su no ejercicio se considera una práctica contraria a todo el conjunto del ordenamiento. La teoría de la apariencia Esta figura se aplica a aquellos eventos en los cuales un individuo crea o permite la creación de una situación aparentemente conforme a derecho, permitiendo la errada convicción en terceros de la correspondencia de dicha apariencia con el orden jurídico. Esta situación permite que una persona sea inducida a confiar de CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||305 buena fe en una realidad aparente y en sus consecuencias jurídicas basándose en la apariencia de conformidad frente al derecho que otra persona creó o por lo menos toleró (Alsina, 1935). Resulta justo brindar protección a quien fue engañado por obrar de buena fe y brindarle el mecanismo jurídico que le permita verse resarcido o compensado, trasladando el costo eventual derivado de la situación contraria a derecho en aquel que creó o permitió la apariencia. La sanción consiste, entonces, en reputar como cierto aquello que es solo aparente, a fin de hacerlo producir efectos similares a los que se producirían si no se tratase de una mera apariencia, frente a aquel que indujo o permitió la equivocación. Al respecto, Perreau (citado en Valbuena, 2008, p. 134) afirma que: “Quien crea o tolera dentro del ámbito de su alcance un supuesto de hecho de típica relevancia jurídica, de modo que un tercero, por medio del examen que le es exigible, no puede reconocer este vicio, debe pasar por que el supuesto de hecho sea eficaz contra sí mismo”. Por lo visto anteriormente, afirma Valbuena (2008, p. 136) que la teoría de la apariencia es un intento de “evitar una eventual defraudación de la confianza depositada y el quebrantamiento de la seguridad jurídica y de la buena fe”. La teoría del abuso del derecho La doctrina ha considerado tradicionalmente que se incurre en abuso del derecho cuando su titular los ejercita desconociendo sus límites naturales y las condiciones propias de su ejercicio. Este desbordamiento arbitrario en el ejercicio de los propios derechos conculca a su vez derechos e interés ajenos, práctica que el derecho reprime comprometiendo la responsabilidad de quien así obra. Al respecto, Fernando Hinestrosa (citado en Rengifo, 2002, p. 15) manifiesta que: Es deber de todo miembro social obrar de buena fe, esto es, con lealtad y corrección, pensando en el prójimo, poniéndose en el lugar de este, en todas sus actuaciones, como ciudadano, como miembro de una comunidad menor, de una fami306 || Sección Alumni lia, como candidato a parte contractual, como contratante, como deudor, como acreedor. Tal la razón de ser de la declamación contenida en el artículo 95 de la Constitución Política: Son deberes de la persona y del ciudadano: I. respetar los derechos ajenos y no abusar de los propios. Se ha considerado entonces por parte de la doctrina que el desbordamiento en el ejercicio de un derecho trae consigo la intromisión en el derecho de un tercero o en ocasiones la afectación de quien legítimamente crea para sí una expectativa, lo cual permite considerar esta teoría como un mecanismo protector de la confianza. La teoría del abuso del derecho ha sido ampliamente desarrollada por la doctrina, a efectos de establecer su carácter de principio resultan muy útiles los estudios realizados por Atienza y Ruiz Manero (2006, p. 14). En su obra Ilícitos Atípicos afirman: Esto (…) la dimensión directiva de los principios en relación con los órganos aplicadores, ocurre cuando no existen reglas específicas aplicables, cuando éstas presentan problemas de indeterminación en su formulación, o cuando las reglas existentes parecen estar en conflicto con los principios que las justifican o con otros principios del sistema. Pues bien, uno de esos eventos tiene lugar cuando se verifica lo que los autores denominan un ilícito atípico, que, siguiendo a Comanducci (2011, p. 108), no es otra cosa que “un acto conforme a una regla permisiva pero contrario a un principio, y por eso prohibido”. Este mismo autor afirma que por tratarse situaciones que no encajan dentro de un supuesto de hecho preestablecido en el ordenamiento, lo que les otorga un carácter marcadamente indeterminado, el desarrollo de la teoría en países que han regulado la figura de manera explícita y en aquellos en los cuales no se presenta esa regulación ha contado con un desarrollo similar (Comanducci, 2011, p. 113). Este desarrollo similar se explica por su carácter de principio. Se puede afirmar que el principio del abuso del derecho presenta un desarrollo paralelo al principio de la buena fe. Ordoqui CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||307 (2010, p. 66 – 67) evidencia esta íntima relación en los siguientes términos: “Actuar de buena fe en el ejercicio de un derecho supone seguir una conducta coherente y no defraudar la confianza generada. Es precisamente en este criterio que se funda la teoría de los actos propios conforme, precisamente, a los postulados de la buena fe y la seguridad jurídica en el tráfico judicial”. La relación entre este principio y el principio de la buena fe es tan íntima que Passarelli (citado en Ordoqui 2010, p. 66) afirma tajantemente: “la figura del abuso del derecho pierde cierto sentido pues, existiendo en el derecho subjetivo una prohibición general de ejercerlo para fines contrarios a la corrección, a la buena fe y a la solidaridad, ello de por si vuelve en parte superflua la figura del abuso del derecho”. Las dos figuras, sin duda, tienen importantes puntos de contacto, pues corresponden a la pretensión de corrección que se intuye desde el propio origen etimológico de la palabra derecho, sin embargo la figura que ocupa este acápite esta llamada a operar cada vez que se intente el empleo del orden jurídico en procura de un fin que contravenga sus propósitos, que resulten contrarios a la filosofía del sistema en su conjunto, cuando se intente manipular el derecho para obtener fines que él mismo proscribe. Se trata de un campo de operación, si se quiere, más específico que el campo de aplicación del principio de la buena fe. Desde esta perspectiva el mencionado principio no resulta superfluo ni innecesario. Frente al carácter de principio Ordoqui (2010, p. 77) afirma: como principio general del derecho (…) no es una consecuencia o derivación de otras normas sino que tiene su justificación en su propia verdad y opera sí como fundamento de otras disposiciones. Lo que caracteriza a los principios generales es que no tienen referencia concreta a un supuesto de hecho en su aplicación. Los principios generales del derecho son la manifestación de la conducta debida que se impone por su propia fuerza sin referir a hechos concretos. Algunos ordenamientos jurídicos consideran el abuso del derecho como causal de invalidez del negocio jurídico, otros esta308 || Sección Alumni blecen como consecuencia la reparación de perjuicios3. Hernandez (2012) afirma: En el derecho alemán, el §243.3 AktG (Aktiengesetz: ley sobre régimen jurídico de las sociedades anónimas), prevé que un acuerdo anulable por lesión del interés social o de otros socios, en beneficio de uno o varios socios y terceros, no será impugnable si los socios lesionados pactaran con la mayoría una compensación adecuada de los daños sufridos. Así mismo, los §246.a, §319.6 de la AktG y §16.3 de la UmwG (Umwandlungsgesetz: Ley relativa a las transformaciones de las sociedades) prevén una indemnización por daños a quien habiendo impugnado un acuerdo social de forma fundada no obtenga su pretensión como consecuencia de haber sido saneada por orden judicial de registrar la reforma. En el derecho italiano, se establece que cuando uno o varios socios no cuenten con las mayorías necesarias para ejercitar acciones de impugnación frente a acuerdos anulables de la junta general según el art. 2377 del Código de Comercio italiano (5% del capital social, con carácter general y 1% en las sociedades cotizadas), podrán solicitar el resarcimiento de los daños y perjuicios sufridos. Ahora bien, solo en el derecho portugués, se prevé la responsabilidad solidaria de los socios de mayoría por los daños causados con la adopción del acuerdo impugnable de manera acumulativa a la anulación (nulidad relativa) del acuerdo. En el ordenamiento jurídico colombiano se incorporan ambos efectos en materia societaria. Así la Ley 1258 de 2008 establece: 3 El Código Civil Peruano de 1984 establece en su Título preliminar Artículo II: “La ley no ampara el abuso del derecho. El interesado puede exigir la adopción de medidas necesarias para evitar o suprimir el abuso y, en su caso, la indemnización que corresponda”. El Código Civil Alemán de 1990 – BGB, en el parágrafo 226 establece: “No se permitirá ejercitar un derecho cuando su ejercicio sólo pueda causar perjuicio a otro”. Y en el parágrafo 826 establece: “El que de un modo contrario a las buenas costumbres, intencionalmente causa perjuicio a otra persona, estará obligado a su reparación”. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||309 ARTÍCULO 43. ABUSO DEL DERECHO. Los accionistas deberán ejercer el derecho de voto en el interés de la compañía. Se considerará abusivo el voto ejercido con el propósito de causar daño a la compañía o a otros accionistas o de obtener para sí o para una tercera ventaja injustificada, así como aquel voto del que pueda resultar un perjuicio para la compañía o para los otros accionistas. Quien abuse de sus derechos de accionista en las determinaciones adoptadas en la asamblea, responderá por los daños que ocasione, sin perjuicio que la Superintendencia de Sociedades pueda declarar la nulidad absoluta de la determinación adoptada, por la ilicitud del objeto. (…) La teoría de la culpa in contrahendo Esta teoría fue formulada por Rudolph Von Ihering (Mendieta, 2011) y busca proteger a los futuros contratantes aún antes de perfeccionado el vínculo contractual. Es claro que antes de formalizado el contrato objeto de las negociaciones, los futuros contratantes despliegan una serie de actitudes que generan expectativas recíprocas, y que no obstante no estar unidas por vínculo contractual alguno, deben regirse por los postulados de la buena fe y las obligaciones de lealtad y corrección que ella supone. Resulta cierto que en virtud del principio de autonomía privada de la voluntad las partes no están obligadas a perfeccionar el contrato si lo consideran contrario a sus intereses. Lo que el derecho proscribe es el abuso de la libertad contractual que contraría la buena fe y las obligaciones de lealtad recíprocas. Entre esas conductas proscritas se mencionan iniciar negociaciones sin intención de contratar; ocultar información relevante; sustraerse de las negociaciones de manera injustificada; distraer maliciosamente la atención del futuro contratante para finalmente contratar con alguien más; superar las atribuciones o desbordar el marco de la representación que se ostenta. Von Ihering (citado en Valbuena, 2008) en la situación mencionada considera que el orden jurídico faculta al perjudicado a pretender la reparación del interés “negativo o de confianza”, 310 || Sección Alumni consistente este en las erogaciones efectuadas con ocasión de las negociaciones y el resarcimiento de los perjuicios causados con ocasión de la pérdida de oportunidades por el hecho de no haberse contratado con un tercero. Lo que de acuerdo con el mismo tratadista no se podría pretender sería el interés “positivo o de cumplimiento”, conformado este por los eventuales beneficios obtenidos en el evento de haberse perfeccionado el contrato. El principio de la autonomía privada de la voluntad posibilita romper las negociaciones cuando las partes crean afectados sus intereses, sin embargo esta ruptura podría generar la responsabilidad de resarcir los perjuicios ocasionados (Hinestrosa, 1988). Objeto de protección de la confianza legítima Se ha determinado que la confianza ha sido elevada a la categoría de principio general del derecho con aplicación directa sobre las relaciones jurídicas, y para su protección se encuentran prescritas distintas herramientas jurídicas. A continuación se procederá a estudiar su objeto de aplicación, y establecer sobre qué supuestos se puede fincar una protección de la confianza. Si como se ha dicho, se confía cuando se tiene la expectativa de que algo suceda o no suceda, la consecuencia lógica es que el objeto de protección sea precisamente esta expectativa, que se genera con una conducta o acto con la suficiente persuasión como para influir en el sujeto a movilizarse de conformidad con la situación que se pretende generar en tal sentido. Sin embargo, no cualquier expectativa merece la protección jurídica, es necesario que contenga la suficiente fuerza como para poner en movimiento el aparato judicial para su protección. Se han presentado distintos matices en la concepción de la expectativa, esto es mera o simple expectativa y expectativa legitima, en las cuales la protección de la confianza no ha tenido el mismo tratamiento dentro del ordenamiento nacional, pues se han presentado posturas diferentes en cuanto al criterio de protección (Viana, 2007). CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||311 Las meras expectativas son situaciones que aún no han recibido amparo legal, permanecen sujetas a una regulación futura que las ampare o a que se perfeccionen los derechos pretendidos conforme a la ley y que por lo mismo se reducen a la posibilidad eventual de alcanzar esta situación, es decir no es más que una esperanza de obtener un resultado concreto en el mundo jurídico. Así, en sentencia de constitucionalidad, la Corte (1995) cita a Louis Josserand, quien precisa el alcance de las meras expectativas en el siguiente sentido: Las simples esperanzas no constituyen derechos, ni eventuales siquiera; corresponden a situaciones de hecho más que a situaciones jurídicas: son intereses que no están jurídicamente protegidos y que se asemejan mucho a los ‘castillos en el aire’: tales como las ‘esperanzas’ que funda un heredero presunto en el patrimonio de un pariente, cuya sucesión espera ha de corresponderle algún día. En general, las simples expectativas no autorizan a quienes son presa de ellas a realizar actos conservatorios; no son transmisibles; y como ya lo hemos visto, pueden ser destruidas por un cambio de legislación sin que la ley que las disipe pueda ser tachada de retroactividad (Derecho Civil. Tomo I. Vol. I págs. 77 y ss.). Ahora, por su parte con una corporeidad mayor se presenta la expectativa legítima, esta tiene como fuente una situación válida que se genera con signos externos y objetivos (Viana, 2007) los cuales presentan la suficiente fuerza para conducir una conducta, en cuanto dan o generan condiciones de permanencia pero que además están amparadas de manera especial, son “(…) expectativas que gozan de cierta protección, por cuanto existían razones que justificaban la confianza del administrado en que la regulación que lo ampara se seguirá manteniendo(…)” (Corte Constitucional, C-478, 1998). La expectativa capaz de generar una confianza legítima presenta dos aspectos sobre los cuales es preciso detenerse. El primero es la objetividad, que presenta una situación con la suficiente capacidad como acto jurídico, como para reflejar en cualquier entendimiento, una consecución de hechos en igual sentido que 312 || Sección Alumni el esperado por el sujeto en el que se generó dicha expectativa, es decir, no es el sujeto quien determina la condición de existencia de la confianza, sino que esta se presenta proyectada en una realidad creada por circunstancias externas, en las que por lógica interactúa el acreedor de dicha situación, como por ejemplo la Administración, el oferente, entre otros, con quienes se presenta evidente aquello que se pretende establecer (Brammsen citado por Perdomo, 2008). Un segundo elemento es la validez de la expectativa, situación que concierne directamente al sujeto, pues esta categoría lo califica dentro de un marco restringido, pues es necesario que lo esperado o pretendido sea legítimamente posible de obtener, y que las acciones comporten una conducta de buena fe y legalidad. Las anteriores circunstancias no comportan una situación jurídica consolidada, como es el caso de los derechos adquiridos, entendidos como bienes meritorios en cabeza de una persona. En el evento de presentarse una situación jurídica consolidada el orden jurídico establece medios específicos para su protección, no recurriendo el intérprete a principios generales como sustento para su salvaguarda. (Calmen citado en Viana, 2007). En este punto es oportuno reiterar lo afirmado en relación con la fuerza normativa de los principios. Estos encuentran un campo de aplicación donde no existe una regla llamada a regular la situación. Pues bien, para el caso de situaciones consolidadas, es decir, aquellas que comportan la presencia de verdaderos derechos subjetivos, se encuentran en el ordenamiento normas encaminadas a su protección, lo cual hace que los principios que subyacen a todo el sistema no se apliquen, al menos de manera directa, porque se entiende que estos inspiran todo el conjunto del ordenamiento, formado éste también, y en su gran mayoría, por reglas. Aplicaciones jurisprudenciales del principio de confianza legítima en el Derecho colombiano Además de las providencias arriba mencionadas se presentaran someramente otros fallos donde se han aplicado los principios objeto de estudio en el presente artículo. En sentencia T-202 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||313 (Corte Constitucional, 2000) un estudiante demanda a la caja de compensación Fenalco-Andi, Confenalco, seccional Cartagena, debido a que esta última de manera unilateral dio por terminado el contrato de beca suscrito con el estudiante, tomando como fundamento un concepto emitido por la Superintendencia de Subsidio Familiar que establecía que a los becados solo se le podían pagar los estudios si estos eran beneficiarios directos del subsidio familiar de la entidad que otorga la beca. Toda vez que el estudiante no se encontraba en el supuesto de hecho contenido en el mencionado concepto, la caja de compensación pretendió dar por terminado el contrato beca. La Corte comprobó que dentro de las estipulaciones del contrato no figuraba alguna en ese sentido. Así mismo, comprobó que la caja de compensación pagó la beca durante seis semestres debido a que el estudiante mantuvo el promedio para tal beneficio. Finalmente, se pudo comprobar también que esta no era una causa contemplada para la terminación del contrato. Por ello la Corte Constitucional (2000) manifestó: Por lo tanto, para la Corporación es claro que no habiéndose declarado nulo el mismo, éste tiene plenos efectos y por lo mismo obliga al pago de las prestaciones en él estipuladas, hasta tanto, las partes de común acuerdo o el juez ordinario no dispongan lo contrario. Luego, ha de concluirse, que la suspensión de las obligaciones de hacer y de dar por parte de Comfenalco, constituyen un comportamiento violatorio del principio de la confianza legítima y de la buena fe que se presume en la celebración de todo negocio jurídico civil o comercial (art. 83 C.N); que esta Corte no puede aceptar, sino hasta cuando el juez ordinario se pronuncie ordenando su nulidad o invalidez sobre la base de que éste carece de causa o de objeto lícito, o las partes contratantes así lo decidan. A propósito del acto propio, la Corte Constitucional ( T-295, 1999)4 menciona tres condiciones para que se pueda aplicar: 4 En esta Sentencia se discute si un ciudadano que adquirió su dere- cho a que BANCAFE le pague una pensión vitalicia de jubilación, de acuerdo con lo establecido en los artículos 1° y 2° de la Resolución 199 de 1985, puede ser sometido a los efectos de una revocato- 314 || Sección Alumni a. Una conducta jurídicamente anterior, relevante y eficaz. Se debe entender como conducta, el acto o la serie de actos que revelan una determinada actitud de una persona, respecto de unos intereses vitales. Primera o anterior conducta que debe ser jurídicamente relevante, por lo tanto debe ser ejecutada dentro una relación jurídica; es decir, que repercuten en ella, suscite la confianza de un tercero o que revele una actitud, debiendo excluirse las conductas que no incidan o sean ajenas a dicha relación jurídica. b. El ejercicio de una facultad o de un derecho subjetivo por la misma persona o centros de interés que crea la situación litigiosa, debido a la contradicción –atentatoria de la buena fe- existente entre ambas conductas. La expresión pretensión contradictoria encierra distintos matices: por un lado, la emisión de una nueva conducta o un nuevo acto, por otro lado, la conducta implica ejercer una pretensión que en otro contexto es lícita, pero resulta inadmisible por ser contradictoria con la primera. c. La identidad del sujeto o centros de interés que se vinculan en ambas conductas. Es necesario entonces que las personas o centros de interés que intervienen en ambas conductas -como emisor o como receptor- sean los mismos. Esto es que tratándose de sujetos físicamente distintos, ha de imputarse a un mismo centro de interés el acto precedente y la pretensión ulterior. ria unilateral de dicha Resolución, teniendo en cuenta que se trata de una situación jurídica concreta, consolidada. La Corte estima que no puede ser revocada unilateralmente. Concluye la Corte: “Si posteriormente mediante Resolución 129 de 1995 se modificaron los artículos 1° y 2° de la Resolución 199 de 1985, y se ha admitido que fue una decisión unilateral de BANCAFE, no aceptada por el jubilado, esta alteración de lo inicialmente determinado es inconstitucional porque afecta el principio de buena fe (artículo 83 C.P.) en armonía con el artículo 53 (protección a la dignidad y los derechos) con el artículo 56 (protección a los derechos adquiridos), normas constitucionales que sustentan, en materia laboral, el respeto al acto propio”. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||315 En el laudo arbitral del 24 de octubre de 2002 proferido por Tribunal designado por la Cámara de Comercio de Santafé de Bogotá, constituido por los árbitros Saúl Sotomonte, Gaspar Caballero Sierra y Francisco Reyes Villamizar se decidió en derecho el conflicto presentado entre una sociedad consultora y dos compañías aseguradoras. La demandante, la sociedad consultora, alegó incumplimiento reiterado por parte de las aseguradoras toda vez que en el contrato suscrito se había establecido un porcentaje como comisión del 5.45%. Del acervo probatorio el tribunal pudo constatar que fue clara la voluntad de modificar el alcance de esta estipulación. Al punto afirmó: (…) debe afirmarse que la conducta de los particulares en la ejecución de un contrato, las aceptaciones tacitas, los hechos inequívocos y otros gestos que trascienden el ámbito jurídico tienen un valor significativo en el derecho privado, en especial cuando se trata de dilucidar la intención de las partes en un determinado contrato. No puede admitirse que tales verdaderas manifestaciones de voluntad se consideren inocuas o carentes de significación jurídica cuando demuestran una intención clara que se exterioriza de modo contundente en conductas con relevancia para el mundo del derecho, y no es necesario abundar en razones sobre las consecuencias que, con sobrada justificación se le han dado en la doctrina y en la jurisprudencia a las conductas de negación de los propios hechos (Venire contra factum proprium) La confianza legítima encuentra su concreción dentro de la relación comercial desde su desarrollo precontractual, pues es en este punto donde se inicia el camino o iter-negocial que puede estar circunscrito por tratos preliminares mediante los cuales los intervinientes exploran recíprocamente posiciones de intereses en relación (Corte Suprema de Justicia, Sala Civil, 2006) etapa en la cual no puede ejercerse de manera arbitraria el derecho, lo que se busca entonces es el logro de distribución de intereses en forma equilibrada de suerte que en parámetros de razonabilidad, honestidad y lealtad se reflejen las expectativas de los intervinientes (Odorqui, 2010). Situación demostrada en la práctica negocial 316 || Sección Alumni donde en no pocas ocasiones los contratos surgen a la vida jurídica de un momento a otro “suelen estar precedidos de ciertas etapas en que las partes discuten y consideran distintos aspectos del negocio en ciernes de celebración” (CSJ SC, 2002). Situación que es concretada y protegida por el estatuto mercantil en su artículo 863, y en tal sentido lo ha expuesto la Corte Suprema (1998): Durante toda esta etapa precontractual deben actuar con lealtad y buena fe exenta de culpa so pena de indemnizar los prejuicios que se causen como, acontece, por ejemplo, cuando alguna de ellas, traicionando la confianza que la otra ha depositado en la seriedad de las conversaciones las interrumpe injustificada y abruptamente. Como consecuencia de esto, es claro que esta etapa no es irrelevante dentro del desarrollo jurídico y que por el contrario goza de total garantía y protección que se fundamenta principalmente en las expectativas que en el transcurso de esta etapa se generan y que tienen la virtualidad de legítimas en cuanto cumplan con las características de lealtad y honradez que entrañan una situación normalmente esperada en el devenir jurídico. La confianza legítima en las relaciones de derecho público El principio de protección a la confianza legítima ha tenido un desarrollo preponderante en el derecho público, mientras que en el derecho privado este concepto se ha procurado defender de manera, por decirlo de alguna forma, indirecta, es decir, a través de diferentes institutos, reglas, brocardos, máximas, en fin, a través de mecanismos que si bien están orientados a un mismo propósito, no lo hacen dentro de los mismos marcos y supuestos. Prueba de ello se encuentra en las figuras estudiadas en acápites anteriores. No obstante lo anterior, en los últimos años se ha suscitado un renovado interés por introducir los relativamente nuevos avances que esta materia ha presentado en el área del derecho público, al campo del derecho privado, pues al decir de algunos autores y entre otros de la Corte Constitucional colombiana, nada obsta para trasladar estas conclusiones al ámbito privado. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||317 Por ello, la primera tarea en este acápite será entonces puntualizar varios aspectos inherentes a este concepto. Primero, se reitera, en el marco del desarrollo propio del derecho público, para luego intentar hacer el tránsito de esas conclusiones al campo del derecho privado. Esta labor permitirá establecer sus puntos coincidentes y disonantes. Desde ya se hace necesaria una advertencia: el principio de protección a la confianza legítima es uno solo, lo que ocurre es que el marco en el cual se aplica en tratándose de derecho público, lógicamente varía, al incorporarse frente a las relaciones de derecho privado. Como punto de partida en esta labor, resulta especialmente ilustrativa la reflexión que al respecto realiza Valbuena (2008, p. 152 - 153). Dice el mencionado autor: Así las cosas, (…) habrá de entenderse que mediante la aplicación del principio de la confianza legítima se quiere brindar protección jurídica a las expectativas razonables, ciertas, fundadas que pueden albergar los administrados con respecto a la estabilidad o proyección futura de determinadas situaciones jurídicas de carácter particular y concreto, cuando ellas han sido promovidas, permitidas, propiciadas o toleradas por el propio Estado. De la anterior cita se pueden extraer importantes conclusiones con el objetivo de comenzar a depurar los propósitos planteados al inicio del anterior acápite. Primero resulta evidente que la doctrina, al menos en su mayoría, ha enfilado sus aspiraciones en lo tocante al estudio de esta materia hacia las relaciones de derecho público, donde el Estado asume un papel protagónico por definición, pues para catalogar una relación como de derecho público no basta con que una de las partes sea un ente público, lo que caracteriza una relación de esta naturaleza es la asimetría que propone, asimetría que es presupuesto sine qua non para calificar como pública determinada relación (Valencia, 2000). También se evidencia el propósito de dotar a los particulares de un mecanismo de defensa en contra de quien, por sus mismas calidades, se encuentra en una situación de preponderancia, si con su actuar lesiona o vulnera derechos que de otra manera no encontrarían modo alguno de ser protegidos. Frente a esta posi318 || Sección Alumni ción doctrinal se hace necesario desde ya hacer una aclaración: si bien la doctrina se ha empeñado en establecer diferentes criterios para diferenciar el derecho público del derecho privado, entre los cuales se pueden mencionar la teoría del interés, formulada por Ulpiano al afirmar que “derecho público es el que atañe a la conservación de la cosa romana; privado, el que concierne a la utilidad de los particulares” (Monroy, 2006 p. 263); la teoría del fin, formulada por Savigny, que entiende las relaciones de derecho público aquellas en las cuales el fin es el Estado y en la cuales el individuo ocupa un papel secundario (Monroy, 2006, p. 264); la teoría de las normas de coordinación y de subordinación, que establece que una norma es de derecho privado cuando los sujetos por ella regidos actúan en plano de igualdad, de lo contrario será de derecho público (Monroy, 2006, p. 265), teoría que goza de gran aceptación; la teoría del objeto inmediato y el objeto final; la teoría del titular de la acción, solo por nombrar algunas de las más conocidas, también resulta cierto que ninguna de las mencionadas teorías ha logrado pacificar a la doctrina al momento de trazar la línea divisoria entre uno y otro orden. Por el contrario, connotados autores entre los que se pueden citar a Kelsen y Duguit, consideran la clasificación inconveniente y peligrosa (Monroy, 2006, p. 266 y ss.). Más recientemente, autores como Favoreau (2000) y Vallespín (2001) consideran que los procesos de mundialización, complejidad de las relaciones modernas y constitucionalización del derecho traen consigo la desaparición de la frontera entre los dos órdenes, de esto se tendrá ocasión de hablar más adelante, por lo pronto baste con dejar sentada la cuestión, aclarando que la óptica desde la cual se aborda el asunto en este trabajo corresponde a la manera como la doctrina y la jurisprudencia, en su mayoría, asumen el estudio de las cuestiones jurídicas. La razón de ser de este tratamiento se puede encontrar, tal vez, en la afirmación de Hinestrosa (1986, p. 45), quien al referirse a la mencionada división manifiesta: No obstante que desde la primera noticia de esta clasificación en el derecho romano se sabe de su relatividad y orientación CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||319 más docente que práctica, se ha tratado dogmáticamente de separar y contraponer las dos ramas y de formar bandos o sectas de cultores o adictos, prestos a combatir entre sí fanáticamente. Por muchos años, siglos, el derecho privado fue tenido por mejor familia, en tanto que hoy esa primacía ha ido pasando al derecho público, y cuando los cultores de alguna especialidad aspiran a llamar la atención y privilegiar el objeto de sus querencias, comienzan por sostener que se aproximan al derecho público o que es semipúblico. Sin embargo, por encontrarse tan arraigada esta clasificación en la cultura jurídica actual, se analizaran las conclusiones doctrinales y jurisprudenciales en las relaciones de derecho público, pues tal es el tratamiento que se le ha dado, y se trasladaran al ámbito del derecho privado. Como ya se mencionó, por tratarse la confianza legítima de un principio, su aplicación se materializa en contornos no regulados al detalle por la ley, es decir, en situaciones por definición complejas y con un importante grado de zona de penumbra, para emplear las palabras de Hart (2005). Se tratará, entonces, de lo que el mismo autor llama un caso difícil (igual terminología emplea Dworkin) (Rodríguez, 2005, p. 68), precisamente por su falta de regulación concreta y porque, siguiendo esta misma línea de argumentación, los principios son conceptos abstractos cuya concreción dependerá en gran parte de la manera en que los operadores judiciales entiendan el mismo y los supuestos de hecho que está llamado a regular, gran parte de lo cual dependerá de la imperante cultura jurídica. Pues bien, precisamente el campo de acción del principio que ahora se estudia es: regular situaciones en las que un particular encuentra menoscabados sus derechos, o mejor, ciertas expectativas que tienen una gran vocación de consolidarse en derechos, como consecuencia del actuar de administración, pero en los eventos en que ese actuar no sea, al menos en principio, contrario a la Constitución o a la ley, pero que no obstante conculque, si bien no derechos consolidados, expectativas de tal entidad que 320 || Sección Alumni repugne a toda lógica jurídica sustentada en principios de justicia y seguridad su aprobación por parte del orden jurídico. El presupuesto del entorno que se viene describiendo es, lógicamente, la existencia de un ambiente de confianza en el administrado, que le permite esperar razonablemente que las expectativas generadas por un acto de la administración o por lo menos, por actos que cuenten con su aval, no van a ser defraudadas por no existir razones, igualmente lógicas, que permitan prever tal circunstancia. Esto trae consigo la condición de que la Administración haya desplegado su actividad en determinado sentido y que, como consecuencia de ello, el particular hubiese así mismo actuado en consecuencia generándose en este último la convicción más o menos firme de que las condiciones iniciales se mantendrán o que en caso de variar se tomen las medidas necesarias para salvar sus expectativas. Por lo tanto, el principio en comento, no procede de manera “automática” frente a la defraudación de cualquier expectativa particular por parte de la Administración, sino únicamente frente a aquellas denominadas legítimas. La idea de confianza en las relaciones sociales es lo que permite el desarrollo de la vida en común: se espera cierto actuar de los asociados, y qué decir del Estado, frente a determinados supuestos. Sin esta confianza se estaría imposibilitado a asumir los inevitables riegos que implica el intercambio social, pues necesariamente se debe aceptar un grado de falibilidad en el resultado de las diferentes gestiones o interrelaciones sociales. Luego, en determinadas circunstancias resulta legítimo esperar que los demás, y esto incluye al Estado y principalmente a él, actúen de determinada manera o se abstengan de actuar de otra. Esto implica un constante deber de lealtad, corrección, fidelidad y coherencia en el actuar. El concepto es, sin duda alguna, de muy intrincada definición. Sin embargo, se ha pretendido aportar suficientes elementos de juicio para poder perfilarlo. En procura de este objetivo Calmes (citada en Valbuena, 2008, p. 153, 154) afirma, que el principio en comento: CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||321 significa que el individuo debe poder evolucionar en un medio jurídico estable, previsible, en el cual pueda tener confianza: La protección de la confianza, en tanto que principio general del orden jurídico, significa que ciertas expectativas, que son suscitadas por un sujeto de derecho en razón de un comportamiento determinado respecto de otro sujeto o de la comunidad jurídica en su conjunto, producen efectos jurídicos. Para García Luengo (2002, p. 69) este principio (…) otorga protección a quienes legítimamente han podido confiar en la estabilidad de ciertas situaciones jurídicas regularmente constituidas en base a la cuales pueden haberse adoptado decisiones que afectan no solo al presente sino que también al futuro condicionando éste, lo cual no solo es legítimo hacerlo sino que es lo que cabe esperar de eso que se ha dado en llamar la conducta de un buen padre de familia. Ahora bien, como se mencionó con anterioridad, no toda defraudación de la confianza está llamada a ser regulada por el orden jurídico. Para que esta pueda ser objeto de protección se requiere la presencia de determinadas circunstancias que ameriten el movimiento del aparato jurisdiccional del Estado en procura de su salvaguardia. De manera breve se pueden establecer siguiendo a Valbuena (2008,) seis condiciones sin las cuales dicha protección no está llamada a prosperar. Son ellas: i. La existencia de una base objetiva y demostrable de la confianza legítima, que no es otra cosa que un acto o pronunciamiento de la Administración con la suficiente vocación de generar en los administrados la idea más o menos cierta de que el proceder del Estado se mantendrá en una determinada línea, sin cambios bruscos e inadvertidos y la consecuente ejecución de acciones por parte del administrado confiante, quien tomando como base ese actuar precedente del Estado, encamina su comportamiento de tal manera que le permita esperar legítimamente determinada consecuencia. Es, se reitera, necesario ese pronunciamiento inicial y previo de la 322 || Sección Alumni Administración que soporte el posterior actuar particular. Se trata, lógicamente, de circunstancias objetivas y que presentan manifestaciones externas, pues las simples intenciones recónditas que no alcanzaron el exterior o no se manifestaron a través de circunstancias objetivamente comprobables no producen defraudación alguna. ii. La confianza objeto de protección debe ser legítima, esto es aquello que está conforme a derecho o a la razón, o a ambos. Para ello es necesario que esté basada en condiciones objetivas, plausibles, razonables y verdaderas y además que se ajusten a derecho. iii. Se necesita, además, que la creencia promovida por el Estado tenga “fuerza suficiente para moverle a realizar u omitir una conducta o actividad que directa o indirectamente repercuta en su esfera patrimonial” (Valbuena, 2008, p. 174). Se debe poder demostrar la existencia de una obligación o la generación de un gasto que permita inferir la apuesta por la fiabilidad de la manifestación del Estado. iv. Debe existir defraudación de esta confianza, de otra manera se haría inocua su utilización, pues simplemente no habría nada que restablecer. v. Debe omitirse por parte de la Administración la adopción de medidas de transición. Atrás quedó reseñada la facultad que le asiste al Estado, en ejercicio de la soberanía, de monopolizar la creación, interpretación vinculante y aplicación del derecho, pero esta competencia debe ser ejercida sin menoscabo de los diferentes intereses particulares ya exteriorizados y soportados en un pronunciamiento o actuar previo por parte de la misma Administración. vi. La protección del principio de la confianza legítima no se sustrae al análisis ponderado de su interrelación con otros igualmente protegibles. Se trata de establecer en cada caso concreto cuál debe ser el principio que el Estado deba hacer prevalecer en un eventual conflicto. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||323 Por ello resulta imperioso determinar cuál es el sustento jurídico del principio de protección a la confianza legítima, esto es, en dónde encontramos su sustento último dentro del ordenamiento. La doctrina en este punto, como es usual, no es pacífica. Algunos son de la opinión de que el mencionado principio encuentra su soporte en otros de contenido sustancial superior y por lo tanto su aplicación independiente está poco justificada, otros por el contrario consideran que su frecuente acompañamiento de otros principios, valores y derechos de rango constitucional no desdibujan su propia identidad. No obstante, existe cierto consenso en encontrar en el principio de buena fe uno de sus principales soportes, tal y como se refirió antes. Se insiste, no es que se trate del mismo principio, sino que uno es consecuencia natural del otro, o si se quiere, lógica, del otro sin que ello quiera significar que no exista identidad de la confianza legítima individualmente considerada a pesar del innegable vínculo entre éste y otros principios que lo nutren como lo han entendido la doctrina y la jurisprudencia que han encontrado que al lado del principio de buena fe se encuentran otros en los cuales el principio de protección a la confianza legítima descansa: la cláusula del Estado Social de Derecho, el principio de seguridad jurídica y el principio de equidad (Valbuena, 2008). Del principio de la buena fe ya se tuvo la oportunidad de referirse en apartes anteriores, por lo cual se hará remisión a dichos apartes. En cuanto a la cláusula que establece el Estado Social de Derecho ha sido amplia la jurisprudencia constitucional a la hora de establecer su alcance cabal. En uno de sus primeros pronunciamientos al respecto, refirió la Corte que el concepto de Estado Social de Derecho comporta la unión de los postulados del Estado Constitucional de Derecho y el Estado Bienestar, del primero se tiene la consagración de un gran número de derechos y garantías y los mecanismos para hacerlas efectivas, del segundo la convicción de que al Estado le corresponde velar por la concreción material de las condiciones para que los administrados logran una existencia enmarcada dentro de los parámetros de la dignidad humana. 324 || Sección Alumni Otro de los principios constitucionales de los cuales deriva la consagración de la protección a la confianza legítima es el principio de seguridad jurídica, que obliga a las autoridades a crear un clima de confianza, certeza y estabilidad en el que enmarque su propia actuación y la de los administrados, permitiéndole a estos tener certeza acerca de aquello que pueden hacer y las consecuencias de ceñirse o apartarse de los postulados del orden jurídico. Para Fernández Costales (1994, p.54) “la seguridad jurídica es un principio constitucional que como valor inherente al Estado de Derecho, entraña la supremacía del derecho sobre el poder, es decir, el sometimiento de este ordenamiento jurídico en garantía de la seguridad de los ciudadanos”. Este principio no encuentra consagración expresa en el texto constitucional colombiano, sin embargo al respecto afirma Valbuena (2008, p 204): la Asamblea Nacional Constituyente que aprobó el nuevo estatuto fundamental se inspiró en el propósito de (…) asegurar (…) la vida, la convivencia, el trabajo, la justicia, la igualdad, el conocimiento, la libertad y la paz, dentro de un marco jurídico, democrático y participativo que garantice un orden político, económico y social justo, y comprometido a impulsar la integración de la comunidad latinoamericana (…). Para este autor, al emplearse la expresión asegurar se hace referencia al principio de seguridad jurídica, al igual que con el deber de, nuevamente, asegurar la vigencia de un orden justo, contenido en el artículo 2 constitucional, todo ello armonizado con lo dispuesto en los artículos 4, 5 y 6 de la Constitución Política en relación con el principio de supremacía de la Constitución, el reconocimiento de la prevalencia de los derechos inalienables de las personas y la estipulación del principio de responsabilidad de los servidores públicos por desconocimiento de la Constitución y la ley o por extralimitación en el ejercicio de sus funciones. Principio que además se encuentra plasmado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, artículos 8, 10 y 11, en el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y Políticos, artícuCUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||325 los 9 y 14 y en la Convención Americana de los Derechos Humanos, artículos 7 y 8, haciendo parte del Bloque de Constitucionalidad en sentido estricto, de lo cual también deriva su fuerza vinculante. Así las cosas, lo hasta ahora expresado se circunscribe al ámbito de relaciones propias del derecho público, al menos en principio, pues así lo ha enfocado la doctrina. Ahora se intentará establecer cuáles son las notas concordantes y discordantes en el tránsito de estas conclusiones al ámbito del derecho privado. La confianza legítima en las relaciones de derecho privado Ningún ordenamiento jurídico, por completo y desarrollado que sea, es capaz de prever todas las posibles situaciones que la dinámica social ofrece en el desarrollo de las relaciones entre individuos y la evolución de dicha sociedad, razón por la cual todos los ordenamientos jurídicos deben reconocer, en alguna medida, eficacia a la iniciativa privada permitiéndoles a los individuos regular una parte de sus relaciones. El principio de la autonomía privada de la voluntad consiste en la capacidad que tienen los particulares de conferirle eficacia jurídica a ciertos actos que son manifestaciones de su voluntad; o como lo afirman Ospina Fernández y Ospina Acosta (2000, p. 6), siguiendo a la Corte Constitucional (T - 338, 1993, C – 529, 2000) consiste en “la delegación que el legislador hace en los particulares de la atribución o poder que tiene de regular las relaciones sociales, delegación que estos ejercen mediante el otorgamiento de actos o negocios jurídicos”. Esta mayor o menor capacidad de regulación privada de las relaciones entre particulares depende del grado de desarrollo de la sociedad de que se trate y de sus posturas filosófico-políticas. Entre más primitiva sea la sociedad más restringido será el campo de acción de la iniciativa privada, de allí que los pueblos primitivos le otorgasen eficacia a los actos privados realizados cumpliendo una serie de formalidades y ritualidades ajenas al derecho o por lo menos incorporados a este a través de la religión. De la 326 || Sección Alumni misma manera, una postura filosófico-política socialista tenderá a menoscabar el campo de acción de la autonomía privada, mientras que una postura liberal la acogerá. La evolución del pensamiento ha determinado históricamente el ámbito de acción de la autonomía privada de la voluntad; el código napoleónico de 1804, en el cual se basaron varios códigos civiles latinoamericanos entre ellos el colombiano, estuvo inspirado en una la concepción racionalista y ultraindividualista de la Enciclopedia y la Revolución, donde el ciudadano era el centro y medida de la vida social y el Estado cumplía un papel de simple gendarme o guardián de las instituciones para garantizar las libertades individuales. Esta fue la época de mayor auge de la autonomía privada de la voluntad, el papel de las leyes se debía limitar al reconocimiento de los actos de los particulares, a llenar los vacíos dejados por ellos, a interpretar las partes dudosas u oscuras y a sancionar su incumplimiento. La noción de orden público, eje fundamental del ordenamiento jurídico quedo desplazada a un segundo lugar de simple garante de las libertades individuales, según esta ideología no se trataba de gobernar impositivamente la conducta individual en beneficio del bien común, sino de garantizar el ejercicio de las libertades individuales. Las consecuencias de esta postura son, lógicamente, considerar a la voluntad como la suprema fuente de todos los efectos jurídicos, incluso la ley encuentra su validez en el hecho de ser la expresión del consenso encaminada a salvaguardar esas libertades individuales: son los individuos los que han decidido restringir voluntariamente sus libertades, para ejercer el ejercicio de las mismas, por esta razón lo primero que se debe determinar al momento de interpretar un acto jurídico es la voluntad de sus autores, ya que esta es su fuerza creadora. Esta postura se haya positivizada en el código francés que dice al respecto. “en los actos y contratos está permitido todo lo que no está legalmente prohibido”. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||327 Esta tesis llevada a la exageración permitió hacer de la voluntad privada el principal soporte de las relaciones sociales y al mismo tiempo relegó al Estado a cumplir una función de garante negativo de las mismas, desdibujando la noción de orden público. Como reacción a esta corriente aparece entonces la concepción positivista que considera, inspirada en doctrinas del socialismo materialista, que los individuos y sus manifestaciones de voluntad están llamados a cumplir una función social en beneficio del Estado. Así mismo las doctrinas espiritualistas consideraron que la voluntad individual no es en ningún momento superior al orden jurídico y que solo produce efectos si está enmarcada dentro de los límites señalados por las normas. Se revaluó, entonces, el concepto de orden público propuesto por el racionalismo, proponiendo el cambio de un orden publico establecido legal e inmutablemente por una noción de orden público esencialmente variable a cada instante, dotado de la suficiente elasticidad y flexibilidad para adaptarse a las cambiantes circunstancias sociales, tesis esta propuesta por la corriente positivista. Los espiritualistas, por otro lado, intentaron encontrar un punto medio estableciendo que la noción de orden público debe descansar sobre principios permanentes e inmutables dados al hombre por la razón y la naturaleza de las cosas, y también debe estar soportado por principios que no pueden tener pretensión de validez absoluta e inmutable sino que dependen de condiciones como la organización política acogida, su sistema económico, etc. De esta manera, el orden público concebido como un conjunto de principios morales, religiosos, políticos, económicos y sociales necesarios para la conservación de determinado grupo social, constituye el instrumento para que el Estado pueda cumplir con su función de guardián del bien común, a través de todos sus órganos (Ospina y Ospina, 2000). La crítica al punto de vista racionalista acerca de la relación entre orden público y autonomía privada de la voluntad ha producido importantes consecuencias en esta materia. En primer lugar, se ha subordinado la actuación de los individuos a los presupuestos que comporta la noción de orden público creándose una am328 || Sección Alumni plia serie de normas imperativas tendientes a garantizar la conservación de la vida social, restringiendo el ámbito de actuación de la autonomía privada. En segundo lugar, las transformaciones surtidas a partir del siglo XVIII, como por ejemplo el paso de un sistema económico feudal y artesanal a uno industrializado y de economía de empresa han hecho necesaria la intervención cada vez más notoria del Estado en la regulación de las relaciones sociales y económicas en detrimento del ejercicio de las libertades individuales, así el Estado ha venido interviniendo en la regulación de, por ejemplo, los precios en las compraventas, el establecimiento de salarios mínimos, prestaciones y demás derechos laborales, la fijación de las tasas de interés, y muchos otros casos en donde los particulares no pueden pactar algo distinto lo establecido imperativamente en el ordenamiento, incluso se ha ido más allá al impedir a los particulares la celebración de algunos actos como son la prestación de servicios públicos monopolizados por el Estado. Y en tercer lugar, dada la nueva concepción elástica y cambiante del concepto de orden público, se le ha reconocido el derecho a otros órganos del Estado distintos al legislativo, de ayudar a garantizar dicho orden, como por ejemplo las facultades de los organismos judiciales de interpretar y aplicar, con cierta discrecionalidad los actos celebrados por los particulares. El ordenamiento civil colombiano al estar basado en el código napoleónico de 1804, que consagra la voluntad privada como fuente suprema de los actos jurídicos, establece que “en materia civil son nulos los actos ejecutados contra expresa prohibición de la ley” (Código Civil, art. 6); el art. 1523: “ Hay así mismo objeto ilícito en todo contrato prohibido por las leyes”; y el 1602: “ Todo contrato legalmente celebrado es una ley para los contratantes, y no puede ser invalidado sino por su consentimiento mutuo o por causas legales”. Todas estas disposiciones parecerían situar al ordenamiento colombiano dentro de la tesis racionalista, pero otras disposiciones del mismo Código limitan este amplio campo de acción de la autonomía privada, como por ejemplo el art. 16, que dice: “No podrán derogarse por convenios particulares las leyes en cuya observancia están interesados el orden público y las CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||329 buenas costumbres” el art. 1518 que dice que el objeto ilícito o moralmente imposible es “aquel prohibido por las leyes, o contrario a las buenas costumbres o al orden público”; el art. 1524 dice: “ Se entiende por causa el motivo que induce al acto o contrato; y por causa ilícita la prohibida por la ley, o contraria a las buenas costumbres o al orden público”; el art. 2 de la Ley 50 de 1936 ordena al juez declarar de oficio la nulidad absoluta de todo acto o contrato que tenga objeto o causa ilícita. Por lo tanto, al contrario de lo que en principio pudiese parecer, el ordenamiento civil colombiano subordina la voluntad privada al orden público, adoptando una postura filosófico-política moderna, que parece ser la adoptada por la mayoría de países. Diez-Picaso y Guillón (1995) encuentra en las nociones de ley, moral y orden público los límites a la autonomía privada de la voluntad. Frente a ley resulta claro, pues, como se ha manifestado, los particulares no pueden desconocer el marco legal al momento de hacer uso de su capacidad negocial. Frente a la moral establecen los mencionados autores: “Una dirección doctrinal que cuenta con numerosos seguidores se remite como canon de la moral a lo que ordinariamente se practica por la generalidad de las personas honestas en una determinada comunidad y en un determinado momento.” (2005, p. 257). En cuanto al orden público se remiten a lo concebido por el Tribunal Supremo en los siguientes términos: Son “principios jurídicos, públicos y privados, políticos morales y económicos que son absolutamente obligatorios para la conservación del orden social de un pueblo y en una época determinada…En realidad, teniendo en cuenta el amplio concepto de principios generales del derecho (…) , el orden público no viene a ser más que la expresión que se le da a la función de aquellos principios en el ámbito de la autonomía privada, consistente en limitar su desenvolvimiento en lo que los vulnere” (Diez y Guillón, 1995, p. 258). Hinestrosa (1986, p. 11) nos presenta el siguiente concepto de autonomía privada: 330 || Sección Alumni (…) puede entenderse en un sentido bastante próximo a su acepción etimológica: poder darse a sí mismo normas, es la llamada autonomía normativa (Santi citado en Hinestrosa) acepción hacia la cual se orienta la denominada teoría preceptiva al definir el negocio jurídico como un precepto de autonomía privada (Betti citado en Hinestrosa), aun limitando el radio de acción de ésta a “dar vida a situaciones aptas a dar vida a vínculos jurídicos entre particulares” (Betti citado en Hinestrosa), en contraposición con el entendimiento del negocio jurídico como declaración de voluntad, creadora de efectos jurídicos queridos por los autores de ella, y supuesto de hecho de tales efectos” (Hinestrosa, 1986, p. 11). En fin, se puede concebir dicha autonomía como poder reconocido a los particulares “para disciplinar por si mismos sus propias relaciones, atribuyéndoles una esfera de intereses y un poder de iniciativa para la reglamentación de los mismos” (Scognamiglio citado en Hinestrosa), autonomía negocial que explica la concurrencia del poder de disposición particular con el poder normativo del ordenamiento y la colaboración entre ellos. Pues bien, se observa cómo el Estado entiende que le resulta imposible prever todas y cada una de las posibilidades que se generan en el tráfico social, no quedándole opción distinta a reconocer que los particulares en el desenvolvimiento de sus relaciones deben otorgarse a sí mismos normas; sin embargo, estas normas no pueden desconocer de tajo los intereses defendidos por el Estado. El límite, pues, será el que el Estado mismo les fije. Ya quedó establecido que ese límite lo fija el Estado en la ley, la moral y en la noción de orden público. Concurren el Estado y los particulares a establecer los límites de acción de esa capacidad negocial. Se evidencia así mismo que en la noción de orden público se deben incluir a los principios generales del derecho tal y como se reseñó atrás. Las relaciones en el ámbito del derecho privado parten del supuesto formal de igualdad de las partes, al menos en principio se puede afirmar válidamente que ninguna de las partes que hacen CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||331 uso de su capacidad negocial ostenta una posición de preponderancia frente a la otra. Caso distinto ocurre en la relaciones de derecho público, o al menos en aquellas en donde una de las partes es un sujeto de derecho privado, pues resulta claro que el Estado se encuentra en una posición de preponderancia que descansa en uno de los elementos que componen la noción misma de Estado: la soberanía. Atrás quedó sentado que uno de los mecanismos para morigerar esa natural asimetría se encuentra en el principio de la confianza legítima. Pues bien, si en las relaciones de derecho privado esa asimetría no se presenta se podría pensar que la figura no tiene mayor aplicación en este campo. Sin embargo aquí se defiende la opinión de que no todas las relaciones de derecho privado parten de una igualdad real entre las partes contratantes. No puede negarse que el deudor se encuentra en una situación de inferioridad frente a su acreedor, que es quien tiene, por emplear una expresión coloquial pero muy diciente, “la sartén por el mango”; también en los llamados contratos de adhesión, pese a tratarse de una relación regida, en muchos casos por el derecho privado, una de las partes se limita a allanarse a lo que la otra halla estipulado y su autonomía negocial se reduce a aceptar o no las condiciones contractuales impuestas por la otra. A este respecto, afirma Rengifo García (2002, p. 179): El concepto de autonomía comprende: decidir si se contrata o no; establecer con quien se contrata; escoger la figura iuris; obrar personalmente o valiéndose de un intermediario; escoger el medio o la forma de expresión y, por último, determinar libremente el contenido del negocio, o mejor, ejercer la libertad de configuración interna del contrato. Esta última facultad es la que se pone en entredicho con la contratación moderna masiva por cuanto la autonomía privada se ha restringido de tal manera, que el adherente en los contratos con cláusulas predispuestas no discute su contenido sino que se somete a él en el momento de realizar el respectivo acto de adhesión. Si se acepta como válida esta posición se encontrará que está más que comprobada la utilidad de la figura en estas condicio332 || Sección Alumni nes. Pero incluso partiendo del supuesto de una igualdad material entre las partes contratantes se puede afirmar que ellas están obligadas a ceñirse a los postulados de la buena fe, la equidad, la seguridad jurídica e incluso a respetar la cláusula del Estado Social de Derecho en el marco de su autonomía negocial. Frente a la primera, son innumerables las referencias que la misma ley hace al deber de los contratantes, especialmente en el marco del derecho mercantil, de guiar su actuar por los cauces establecidos en el principio de la buena fe. Otro tanto se puede afirmar del deber de respeto por el principio de la equidad. Sin embargo, frente a la defensa del principio de la seguridad jurídica y a la cláusula del Estado Social de Derecho, podría pensarse que corresponde casi exclusivamente al Estado velar por su salvaguardia; finalmente el calificativo de social lo ostenta precisamente el Estado, no el particular. Atrás, se hacía referencia al concepto de Hinestrosa de la autonomía privada de la voluntad, quien afirmaba que este se entiende como una labor conjunta entre el particular y el Estado, al momento de fijar sus límites, pues así el Estado no participe directamente como contratante en la relación particular, no se puede desconocer su papel de garante o, si se quiere, de árbitro en el transcurso de la misma, es el Estado el que finalmente tiene la última palabra en punto de otorgar certeza en las relaciones en las que él mismo interviene o en aquellas que, por su misma definición, está llamado a regular. El Estado Social de Derecho implica, tal y como se manifestó antes, una dimensión cuantitativa, consistente ésta en asegurar al individuo las condiciones necesarias para el desarrollo de una existencia digna. Resulta palmario que la sociedad de hoy no es la sociedad de hace 30 o 50 años, por consiguiente el marco Estado-nación en el cual se desenvolvían las relaciones sociales en ese entonces no es el mismo de hoy. La sociedad, y esto resulta determinante, no es la misma, ni tampoco lo es la manera en como los individuos componentes actúan o se interrelacionan. Dos grandes causas de la mutación de este esquema se encuentran el proceso de mundialización y en el grado de complejidad alcanzado CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||333 por las sociedades actuales. Vallespín (2000, p. 132) afirma que el Estado sigue conservando sus tradicionales funciones de garante de la seguridad exterior y de supremo árbitro de los conflictos internos, al igual que titular absoluto del monopolio legítimo de la fuerza, que lo constituye en encargado de asegurar el orden interno, pero que su función como supremo regulador de las relaciones comerciales está en entredicho. A este respecto afirma: “Ninguna sociedad moderna se gobierna hoy sin grandes interferencias públicas sobre el mercado, desde el control de sus externalidades negativas hasta la regulación de la competencia y su sujeción a determinados criterios macroeconómicos o a los imperativos de la justicia retributiva. A la inversa, ninguna puede renunciar tampoco al despliegue de la iniciativa privada y su inmensa capacidad para dinamizar la sociedad y la economía”. No es este el espacio para ahondar en este interesante fenómeno llamado por la doctrina “Estado Postmoderno”, pero lo que sí resulta relevante es que en este nuevo estado de cosas corresponde al Estado y a la sociedad conjuntamente llevar a cabo los fines y directrices establecidos en el pacto fundamental. No solo es labor del Estado propender por el logro de los ideales que comporta el Estado Social de Derecho, es también labor, y de primer orden, de la iniciativa privada. El Estado debe ser quien verifique que esta cumpla con los fines establecidos y propuestos en el texto constitucional. Por ello, la iniciativa privada no puede materializarse en búsqueda del simple interés particular, debe tener presente en el curso de sus manifestaciones los mencionados principios: seguridad jurídica y Estado Social de Derecho. Anota el mencionado autor: “El Estado de nuestros días no puede ser representado con las categorías tradicionales –estricta división entre ámbito público y privado, reduccionismo territorial, capacidad efectiva de una acción de gobierno jerárquica, etc. “(Vallespín, 2000, p. 139). Corresponde al Estado conjuntamente con los particulares aunar esfuerzos en este sentido. La delegación que el Estado hace en manos privadas de los servicios de salud y educación son muestra fehaciente de la necesidad de aunar es334 || Sección Alumni fuerzos entre iniciativas públicas y privadas. Otra manifestación de este fenómeno se encuentra en los incentivo otorgados por el Estado a la producción de materia prima para la fabricación de biocombustibles como resultado de la preocupación internacional por la conservación del medio ambiente. En Colombia, con la entrada en vigencia de la Constitución de 1991 se ha producido lo que la doctrina ha convenido en llamar el “proceso de constitucionalización del derecho”. Lo que se ha operado en los últimos tiempos es un cambio en la forma de concebir el derecho y, lógicamente, en la forma de interpretarlo. La Constitución se ha convertido en verdadera fuente formal de derecho, a la par que en un documento que define la forma de ser política de un pueblo. Se ha dado lo que Cea Egaña (2004, p. 302) ha denominado el paso del paradigma de Estado legislador al paradigma de Estado constitucional. La Constitución no depende ya del desarrollo que la ley haga de sus postulados, sino que ella misma establece una serie de derechos, garantías, un órgano encargado de su salvaguardia, en resumen, se ha creado una verdadera jurisdicción constitucional independiente. Esto trae consigo la constante referencia al texto constitucional al momento de interpretar el derecho. Siguiendo a Favoreau (2001, p. 56), se pueden establecer como efectos del proceso de constitucionalización del derecho, en primer lugar, la modernización del derecho. La modernización supone un avance del derecho de la mano con la evolución de los derechos fundamentales tanto en su consagración como en los mecanismos dispuestos para su protección. Modernización en este caso es sinónimo de liberalización. Es decir, la tendencia del orden jurídico está marcada hacia el reconocimiento de libertades y derechos que posee todo ser humano por el solo hecho de serlo y que debe ser el fin último de todo el ordenamiento jurídico positivo. Se presenta entonces un derecho civil constitucional, un derecho penal constitucional, un derecho procesal constitucional etc., por ejemplo, al establecerse la presunción de inocencia, o el principio del in dubio pro reo, como condiciones del debido proceso y darles jerarquía constituCUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||335 cional, se están estableciendo derechos y libertades que suponen un avance del orden jurídico, esto es modernización. Una segunda consecuencia práctica de este proceso es la unificación del orden jurídico. Este proceso está determinado por la consagración de principios fundamentales en la Constitución que informa los diferentes ordenamientos al interior del Estado, suplantando los principios generales que antes de dicha consagración eran exclusivos de cada rama del derecho es así, por citar un ejemplo, que la Constitución al establecer el debido proceso como derecho fundamental, lo establece en toda las ramas, civil, penal, laboral, etc., unificando los distintos ordenamientos en torno a principios constitucionales. Consecuencia de lo anterior es la tendencia al desaparecimiento de la distinción entre las distintas ramas del derecho y entre el derecho público y el derecho privado toda vez que al remitirse a una misma fuente que los fundamente esta distinción queda en entre dicho. Estos fenómenos se pueden apreciar claramente en la práctica jurídica colombiana. La delegación que el Estado hace en manos privadas de los servicios de salud y educación son muestra fehaciente de la necesidad de aunar esfuerzos entre iniciativas públicas y privadas. Conclusiones La confianza ha sido objeto de protección a través del tiempo en los diferentes ordenamientos jurídicos permeando las relaciones enmarcadas tanto en el derecho privado como en el derecho público. En este esfuerzo, ha sido crucial la labor de la jurisprudencia, la cual, partiendo de principios generales que informan el conjunto total del ordenamiento, ha desarrollado los mecanismos necesarios para su protección, más allá de lo consagrado en el orden jurídico vigente. Así, la confianza direcciona el contenido de las relaciones en las cuales los individuos se encuentran en un plano de igualdad como ocurre en el marco de las actuaciones comerciales, como también en aquellas relaciones en las que se encuentran las partes en una situación de desigualdad dada la preponderancia propia que ostenta la administración frente al administrado. No obstante, esta diferencia de planos en los que 336 || Sección Alumni se enmarca la actividad de unos y otros, está sujeta a las prescripciones derivadas de la observancia del principio de la buena fe, el principio de equidad, el principio de seguridad jurídica y la cláusula del Estado Social de Derecho, que traen como consecuencia la confianza de que ese obrar se mantendrá a lo largo del tiempo generando lo que la doctrina ha convenido en denominar “expectativas legítimas”, que constituyen verdaderos derechos oponibles y garantizables a través de los mecanismos establecidos en la ley para ello y, cuando no, elaborándolos a partir de la fijación del contenido y alcance de estos principios constitucionales que informan la totalidad del ordenamiento jurídico. En punto a la confianza legítima, se puede afirmar que este principio es derivación directa de los atrás mencionados. A pesar de su influencia sobre este, es un verdadero principio autónomo al cual deben estar sujetas todas las actividades tanto de de los particulares como de la Administración. En el marco de las relaciones comerciales, los deberes de lealtad y corrección derivados de la observancia de estos principios obliga a los contratantes a ser coherentes con la actitud desplegada que ha sido capaz de generar en su contraparte la expectativa de que su actuar en las distintas etapas de la actividad negocial va estar ajustada a los cánones impuestos por el cumplimiento del principio de confianza legítima. Así mismo, los obliga a desplegar su actividad de tal manera que las atribuciones conferidas por el ordenamiento como consecuencia del legítimo ejercicio de la autonomía privada de la voluntad no degeneren en abuso del derecho, ni en una violación arbitraria e injustificada de los diálogos pre negociales que comporten la causación de perjuicios en la contra parte que ve defraudadas las expectativas que legítimamente se ha formado y de las cuales espera su cumplimiento. Los fundamentos jurídicos constitucionales que, de acuerdo con la doctrina, sirven de soporte al principio de confianza legítima en el ámbito del derecho público se aplican igualmente en el derecho privado, no solo por ser los límites de la autonomía privada, o, al decir de Hinestrosa (1986, p. 18), su “cause genuino”, la única manera de exteriorizarse, sino por los grandes cambios CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||337 en la concepción de lo público y lo privado llevados a cabo por la trasformación del esquema Estado-nación actual, que hace la frontera entre ambos ordenes cada vez más difusa. No obstante lo anterior, el hecho de que la Confianza Legítima derive de estos principios y que en relación con el principio de la buena fe se pueda afirmar que se trata de una especie de ella, no excluye o descarta el hecho de que se trata de un verdadero principio autónomo que cuenta con su propio campo de aplicación. Tal vez , el rasgo que permite más acertadamente esa diferenciación está dado por el hecho de que para que se vea defraudada la confianza legítima es presupuesto indispensable un comportamiento activo u omisivo del ente generador de dicha confianza, es decir, solo se predica su quebrantamiento en situaciones concretas y específicas, en donde el sujeto que confía lo hace por una actitud concreta de quien genera esa confianza. La buena fe, por otro lado, entendida como el deber de observar un actuar honesto y coherente, no presupone necesariamente manifestación concreta alguna, es un principio que funciona en abstracto. Todo esto implica que cada vez que se defrauda la Confianza legítima, se quebranta el principio de la buena fe, pero puede ocurrir que un actuar contrario a la buena fe no defraude la confianza legítima, ya que en una situación particular el infractor no ha emprendido comportamiento alguno capaz de generar esta confianza. Por esta razón, se puede afirmar que quien defrauda la confianza creada en otro por él mismo, demuestra un grado de animadversión más elevado frente al orden jurídico que quien desde el principio actúa de mala fe, por lo que esa actitud engañosa, de aparente conformidad a derecho, debe ser objeto de un reproche más elevado equiparable al de una actitud temeraria, pues resulta más nocivo el comportamiento de quien demuestra determinada línea de conducta conforme al orden jurídico y luego despliega otra que, no obstante su aparente conformidad a derecho, oculta un actuar de mala fe, que aquella que desde su origen permite al sujeto perjudicado descalificarla. 338 || Sección Alumni Es así como dos conductas que analizadas aisladamente pueden mostrar estar acorde con el orden jurídico (y por lo tanto acordes al principio de la buena fe), pero que no obstante por la contradicción existente entre ellas terminen por quebrantar los valores en los cuales aquel se inspira, merecen, por el grado de sofisticación del injusto, un reproche mayor al simple actuar de mala fe. Claramente esta conducta hipotética es susceptible de ser calificada como dolosa o culposa, lo que en últimas debe incidir en la consecuencia jurídica de la misma. Estas razones hacen imperioso que tanto el juez como el legislador empiecen a ocuparse más decididamente en delimitar los contornos y regular de una manera mucho más clara este trascendental principio. Este trabajo solo puede tener la pretensión de intentar un pronóstico frente a un tema que recién comienza a ventilarse por la doctrina y de manera aún muy incipiente por la jurisprudencia: No se encuentran fácilmente proyectos en materia de confianza legítima en derecho privado e incluso no son abundantes los realizados en materia de derecho público. Algunos autores consideran esta institución circunscrita solo al segundo de los órdenes. Con este trabajo se intenta poner de relieve que ello no parece ajustado a la realidad, pues, como se mencionó atrás, las relaciones entre lo público y lo privado en el estado actual de evolución de la sociedad, demanda una acción mancomunada que conduce incluso a la matización de las fronteras entre ambos órdenes. Dependerá de la aplicación que, en el marco de las relaciones negociales, hagan de esta figura los particulares y de su aplicación e interpretación por parte de la jurisprudencia y la doctrina, la maduración y consecuente delimitación formal y sustancial del concepto en estudio. Cabe recordar aquí que en esta labor el derecho comercial ha sido protagonista de primer orden, pues su nacimiento estuvo marcado por la insuficiencia del derecho de tradición romana para hacer frente a un mundo entonces cambiante, tal y como se presenta en este nuevo estadio de la humanidad. Por definición, el derecho mercantil es ágil y no puede sustraerse ante la necesidad de hacer frente a los nuevos esquemas en los cuales CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||339 los individuos se interrelacionan y no puede dejar de emplear soluciones que conduzcan a una acertada implantación de estabilidad, justicia y certeza en este tipo de relaciones. Resulta plausible pensar que con el acelerado desenvolvimiento de las relaciones comerciales enmarcadas en los procesos de mundialización y complejidad se haga necesario ajustar los diferentes órdenes normativos a las nuevas circunstancias. Esta labor debe ser realizada con la misma rapidez con la cual la sociedad avanza, sin duda los principios generales del derecho se constituyen en una herramienta indispensable para hacer frente al desafío de actualizar el contenido del orden jurídico ante la compleja realidad social y lograr así los mencionados objetivos. Referencias Alexy, R. (1988, Septiembre). 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CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||345 Responsabilidad social en la actividad minera Social responsibility in the mining sector Jorge Luis Jurado Pérez* Dirigido Por: Jorge Ricardo Palomares G. LL.M.** Resumen El siguiente artículo muestra y analiza las verdaderas condiciones laborales y económicas de los trabajadores mineros, demostrando que estos se encuentran en una real situación de debilidad manifiesta por su condición económica y genera mecanismos que buscan convertir a la minería en una actividad con responsabilidad social. Palabras clave Estado social de derecho, actividad minera, minería socialmente responsable, dignificación del trabajo, inclusión social. Abogado de la Universidad Santo Tomás-Bogotá. Joven investigador del semillero de investigación en Derecho Económico de la misma Universidad e investigador auxiliar del proyecto “Globalización del Derecho Privado” GIZ-U. Santo Tomás-Bogotá. Joven investigador e innovador de COLCIENCIAS. Correo electrónico: [email protected] ** Abogado de la Universidad Santo Tomás-Bogotá, Curso de Posgrado en Conducción y Gerencia de Instituciones Públicas, Universidad Nacional del Litoral-Argentina Programa TOP, Legum Magister de la Universität Konstanz-Alemania, Docente Tutor de la Maestría en Derecho Público, Investigador del Proyecto “Globalización del Derecho Privado” GIZ-U. Santo Tomás-Bogotá. * CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||347 Abstract The present paper shows and analyzes the true economic and working conditions of the traditional miners, demonstrating that they are in a real position of weakness manifested by their economic condition and creates mechanisms that seek to turn the mining in a socially responsible activity. Keywords Social rule of law, mining, socially responsible mining, dignity of labour, social inclusion. Introducción Este escrito deja ver las condiciones laborales de los trabajadores mineros tradicionales de pequeña y mediana escala y de quienes realizan la minería de subsistencia, encontrando una grave afectación de las mismas, en el marco del boom minero que atraviesa Colombia y que es impulsado por políticas gubernamentales. Para ello, el objetivo central es demostrar cómo en el sector minero gran parte de los trabajadores se encuentran en una real situación de debilidad manifiesta por su condición económica y pretende generar mecanismos que conviertan a la minería en una actividad con responsabilidad social, enfocada a la dignificación del trabajo y por tanto de la vida de los trabajadores de dicho sector y de sus familias, logrando una verdadera inclusión social de los mismos, que les genere a su vez independencia y autonomía y por tanto se presente una verdadera construcción de ciudadanía al interior de una sociedad que cada vez se torna más excluyente. Respondiendo de esta forma a la pregunta de investigación ¿Cuáles son las verdaderas condiciones laborales y económicas de los trabajadores del sector minero? La metodología empleada para el desarrollo de la investigación que sirve de base al presente texto fue teórico-empírica, a dos fases. En la primera fase, orientada bajo una perspectiva teórica, se identificaron y sistematizaron las categorías esenciales que la sustentan, así como los distintos actores involucrados en la ejecución del proyecto de investigación y se diseñaron las estrategias 348 || Sección Alumni de acción. En la segunda fase, de carácter empírico, se realizaron los distintos trabajos de campo (entrevistas, Delphi, trabajo documental, otros), a fin de determinar la relación entre las categorías identificadas y la realidad social, conn el fin de poder describir las posibles fallas y proponer alternativas para su corrección o mejoramiento. Marco conceptual El concepto de responsabilidad social tiene como principal antecedente en el mundo el denominado “Pacto Mundial”, nacido a finales de la década de los noventa y comienzos del siglo veintiuno, en el seno de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), bajo la visión de su entonces secretario general Kofi Annan, quien hizo un llamado en el Foro Económico Mundial1 a los dirigentes empresariales a sumarse a la iniciativa internacional para promover principios sociales y ambientales de carácter universal (ONU, 2012). El Pacto Mundial está compuesto por una serie de principios o valores fundamentales, integrados en cuatro grandes campos que incluyen derechos humanos, normas laborales, medio ambiente y lucha contra la corrupción. Al interior del segundo campo se pueden encontrar cuatro principios, de acuerdo con los cuales las empresas deben respetar la libertad de asociación y el reconocimiento efectivo de la negociación colectiva, eliminar todas las formas de trabajo forzoso u obligatorio, abolir de forma efectiva el trabajo infantil y eliminar la discriminación con respecto al empleo y la ocupación (ONU, 2012). Este último principio que busca identificar y eliminar la discriminación que puede presentarse con respecto a los términos y condiciones del empleo -tales como el reclutamiento, remuneración, horas de trabajo y descanso, la seguridad social y salud ocupacional- es en el que se basó la investigación, buscando ver su efectiva implementación en el 1 “Es una organización internacional independiente, comprometida con mejorar el estado del mundo, incorporando a las empresas, los líderes políticos, académicos y otros líderes sociales, para dar forma a las agendas globales, regionales e industriales”. Recuperado el 30 de septiembre de 2012 de http://www.weforum.org/ CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||349 marco de la activad minera tradicional colombiana de pequeña y mediana escala y en la de subsistencia de acuerdo con la normatividad laboral vigente y conceptos que van de la mano como el de inclusión social. El artículo 13 de la Constitución Política de Colombia de 1991 contempla los Derechos Fundamentales de libertad e igualdad de todos los colombianos y además establece que “El Estado promoverá las condiciones para que la igualdad sea real y efectiva y adoptará medidas en favor de grupos discriminados o marginados. El Estado protegerá especialmente a aquellas personas que por su condición económica, física o mental, se encuentren en circunstancia de debilidad manifiesta y sancionará los abusos o maltratos que contra ellas se cometan”, garantizando de esta forma que en un Estado Social de Derecho, como el nuestro, disminuya el distanciamiento entre los diferentes grupos sociales que lo comprenden, para así lograr una sociedad más equitativa y justa, y como lo ha entendido la Corte Constitucional colombiana (2006), imponiendo al Estado la obligación de establecer medidas de diferenciación positiva a favor de quienes se encuentren en dichas circunstancias de debilidad manifiesta. Las desigualdades sociales existentes en nuestro país son producto de múltiples factores, entre los cuales se pueden mencionar, la pobreza, el desplazamiento forzado, la violencia, el narcotráfico, la desescolarización, la falta de oportunidades laborales, la marginalidad o exclusión social, la ilegalidad, la informalidad, la corrupción y la ausencia de políticas públicas efectivas que los ataquen, entre otros. Como consecuencia, la disfuncionalidad de nuestra sociedad convoca a tratar de menguar y dar solución a dichos problemas sociales desde cualquier ámbito. Es así como aparecen los conceptos de exclusión e inclusión social, que, de acuerdo con Jürgen Weller (2001), se originaron y desarrollaron en Europa; el término exclusión social se usa “para designar una situación en la que existe un debilitamiento o quiebre de los vínculos que unen al individuo con la sociedad, en diferentes planos” (Barros, Ríos y Torche, 1996); y el de inclusión social tiene como punto de partida el elevado grado de no 350 || Sección Alumni discriminación e inclusión participativa que se logró durante las décadas de la postguerra, situación que, para el autor, lleva a que algunos investigadores cuestionen la utilidad de dichos conceptos para América Latina debido a las diferencias estructurales e históricas, ya que en la misma el desarrollo socioeconómico más bien se caracterizó por la falta de integración de grandes grupos de la población. Se tiene, entonces, que la inclusión social se logra cuando existe una integración de todos los ciudadanos, sin importar las condiciones especiales que puedan tener, para minimizar las diferencias y obtener una sociedad en la que ese derecho a la igualdad, como la Constitución Política de Colombia lo plantea, sea real y efectivo. Cuando los niveles de inclusión social aumentan, se está cumpliendo a cabalidad con los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), nacidos en el marco de la ONU (ONU, 2013), es por tano un tema bastante tratado por los países que hacen parte de dicha organización. En el documento Superar la Pobreza Mediante la Inclusión Social, publicación de las Naciones Unidas y la CEPAL (2008), se plantea que “la mejor forma de alcanzar una mayor inclusión social es mediante una tasa alta y sostenida de crecimiento económico que permita generar empleo productivo y recaudar recursos fiscales” y que “para superar la pobreza y lograr la inclusión social se requiere incrementar la tasa de participación en la actividad económica y la productividad de los miembros en edad activa de las familias pobres (…)”. El concepto de inclusión social en Colombia ha sido analizado en varias ocasiones por la Corte Constitucional, la cual lo relaciona especialmente con el derecho a la igualdad y lo define como aquellas prácticas que deben ser promovidas por el Estado, para de esta forma eliminar los obstáculos jurídicos que le impiden a las personas que se encuentran entre grupos que han sido tradicionalmente discriminados o marginados, o dentro de colectivos desaventajados, acceder en condiciones de igualdad al goce efectivo de sus derechos, logrando así la realización del principio de igualdad material (2006, p. 5). Dicha obligación del Estado destinada a la promoción de prácticas de inclusión social de CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||351 grupos o sectores discriminados, marginados o desaventajados se encuentra consagrada en la Convención Interamericana para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación, que establece, entre otras, el deber de adoptar políticas de sensibilización de la población, a través de campañas educativas dirigidas a eliminar prejuicios, estereotipos y otras actitudes que atentan contra el derecho de las personas a ser iguales, propiciando de esta forma el respeto y la convivencia con las personas con discapacidad (Corte Constitucional, Sentencia C-076 de 2006). La inclusión social tiene distintos campos de acción, algunos de los cuales son: a) personas con cualquier clase de discapacidad física, mental o sensorial (Corte Constitucional, Sentencia T-207 de 1999); b) los adultos mayores (Corte Constitucional, Sentencia T-833 de 2010); c) cubrimiento y acceso a las tecnologías de la información y comunicación (TIC) (Vallejo, Escobar, Balanta, Rodríguez Rocha, Rodríguez Díaz, Molano, y Cuesta, 2012) y; e) la eliminación de toda clase de discriminación que pueda afectar la dignidad humana, principio fundamental que “comprende el derecho de las personas a realizar sus capacidades y a llevar una existencia con sentido, en un ambiente libre de miedo frente a la carencia de lo materialmente necesario e indispensable para subsistir dignamente” (Corte Constitucional, Sentencia C-739 de 2009). En el campo de la debilidad manifiesta por la condición económica es muy importante, como lo ha dicho la Corte Constitucional, la protección de grupos tradicionalmente discriminados o marginados, “protección que tiene una doble dimensión, en la medida en que comporta, por un lado, un mandato de abstención o interdicción de tratos discriminatorios y, por otro, un mandato de intervención, a través del cual el Estado está obligado a realizar acciones tendientes a superar las condiciones de desigualdad material que enfrentan dichos grupos” (Corte Constitucional, Sentencia T-291 de 2009. En la actividad minera, muchos de los trabajadores han sido tradicionalmente discriminados y marginados por su condición económica, motivo por el cual los niveles de inclusión social deben 352 || Sección Alumni aumentar, pues si bien en el ámbito ambiental la preocupación ha sido bastante visible y promocionada, en materias sociales, como la dignificación de las condiciones laborales de los trabajadores, se observa un desinterés por parte no solo del gobierno, sino de los agentes privados, que pone en peligro el derecho al mínimo vital de los mismos y sus familias. Actividad minera en Colombia Hoy en día el tema minero y sus problemáticas está siendo tratado al ritmo del denominado boom minero colombiano, porque es necesario un entendimiento real de las diferentes situaciones que giran en torno a este, el cual parece haberse vuelto aún más visible con el surgimiento del Plan Nacional para el Desarrollo Minero (Ministerio de Minas y Energía, 2006), que hace una reconceptualización del papel del Estado frente a la actividad minera, pasando de ser un elemento participante, a ser solo promotor y fiscalizador de la misma, e igualmente de la denominada “locomotora minero energética” impulsada por el actual Gobierno Nacional, como instrumento para el cumplimiento de los objetivos fijados en el mencionado plan, y por ende del crecimiento de la economía colombiana y las diferentes estrategias y políticas que la rodean. Sin embargo, para poder hablar de minería en Colombia se tiene que partir del entendimiento de la importancia de dicha actividad, en el marco de nuestra cultura y desarrollo como nación, para no llegar a conclusiones poco claras y alejadas de la realidad. Teniendo en cuenta el anterior planteamiento, podría decirse que la minería no debe tratarse como un tema de momento, ni de actualidad, sino que, por el contrario, debe entenderse que esta misma, ha estado presente y ligada de manera inseparable al desarrollo de nuestro país, incluso desde antes de poder hablar de dicho desarrollo en términos eminentemente económicos, como es visto hoy por la gran mayoría. La actividad minera en Colombia se realizaba con anterioridad a que estas tierras fueran conquistadas y colonizadas (Cárdenas, Reina, Rubiano, Rozo, y Becerra, 2008), muestra de esto, es que uno de los grandes atractivos CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||353 del continente americano cuando fue descubierto, era su inmensa riqueza, visible en las múltiples joyas y esculturas fabricadas con oro y desarrolladas por las diferentes culturas indígenas (Cárdenas, Reina, Rubiano, Rozo, y Becerra, 2008, p.9). Lo que dio paso al comercio regional basado en el trueque de diferentes minerales, y más adelante al de intercambio de esclavos africanos, textiles y alimentos, entre otros artículos (Cárdenas y otros, 2008, p.9). En este contexto, la actividad minera tuvo un desarrollo desordenado e irregular, lejos de la formalización del sector y la regulación por parte del Estado (Procuraduría General de la Nación, 2011). Como consecuencia de lo anterior las prácticas laborales inherentes a las actividades de exploración y explotación minera en Colombia fueron impuestas por la costumbre y las necesidades propias de una actividad económica, sustento de miles de familias alrededor del país. Costumbres que muchas veces se valieron de la condición económica de los involucrados, para imponer un ámbito laboral regido por normas poco propicias para el buen desarrollo del trabajador como persona humana, y al margen de la normatividad laboral colombiana. Sin embargo, frente a este panorama de la actividad minera y los llamados de organismos multilaterales como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), para buscar formalizarla (BID, 2009) el Estado colombiano ha fracasado en múltiples ocasiones en la realización de dicha tarea, teniendo como resultado que al día de hoy no se cuenta con un verdadero y serio censo minero, que refleje la situación de los trabajadores del sector minero. Más bien, se ha preocupado por incentivar la explotación con base en los hallazgos producto de fases exploratorias previas y ha dejado de lado una problemática social que es vista con los únicos ojos de la economía, desfigurando su esencia y llevándole a tomar e impulsar una arremetida contra la denominada “minería ilegal”, en donde no se tienen en cuenta los diferentes factores de real importancia para una política social en el campo minero, que busque por encima de todo la formalización y la mejoría de las condiciones socio-laborales de los mineros en Colombia, y por tanto de sus condiciones de vida. 354 || Sección Alumni Minería tradicional de pequeña y mediana escala De acuerdo con el Ministerio de Minas y Energía, la minería legal es aquella amparada por un título minero, y acto contrario, la ilegal es la que no lo tiene. Igualmente, hace la distinción entre minería formal, como la conformada por unidades de explotación de tamaño variable, explotadas por una empresa legalmente constituida y la informal, como la conformada por unidades de explotación pequeñas y medianas de propiedad privada pero sin ningún tipo de registro contable (Presidencia de la República, Decreto 2191 de 2003). Más allá de las anteriores definiciones, no existe mayor aproximación al concepto de minería tradicional, que si bien trató de incluirse con la expedición de la Ley 1382 de 2010 que modificaba el Código de Minas hoy vigente (Congreso de la República, Ley 685 de 2001) y de su Decreto reglamentario 2715 de 2010, con la posterior declaratoria de inexequibilidad de dicha Ley por parte de la Corte Constitucional (Corte Constitucional, Sentencia C-336 de 2011), hoy pretende desconocerse la existencia de esta clase de minería. El concepto de minería tradicional que contemplaba el Decreto 2715 de 2010 en su artículo 1º, incluía de igual forma a los mineros que realizaban sus actividades sin título minero inscrito en el Registro Minero Nacional, pero que debían cumplir unos requisitos para ser tenidos como legales, los cuales eran, haber adelantado trabajos continuamente durante cinco años y una existencia mínima de diez años anteriores a la vigencia de la Ley 1382 de 2010. La minería tradicional hoy es equiparada a la minería ilegal con base en la inexistencia del título minero, pero al margen de cualquier reglamentación que hubiese existido, hoy no se tienen en cuenta elementos importantes de esta clase de minería, para ser definida como tradicional, tales como la realización de las actividades mineras desde hace muchos años atrás y la imposibilidad de acceder a un título minero, bien sea por la dificultad de demostrar el elemento de “tradicionalidad” en la actividad, frente a las autoridades estatales, o por lo engorroso de los trámites de solicitud de un título, que lleva a los mineros tradicionales a preCUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||355 ferir seguir actuando de manera informal y al gobierno a incluirlos dentro del mismo grupo de los mineros ilegales que actúan muchas veces con fines ilícitos, teniéndose como consecuencia una inminente violación, por parte del Estado, del derecho fundamental de toda persona al trabajo. Por otro lado, existe otra denominación para hacer referencia a la minería que se realiza sin un título minero: esta es la minería de hecho. Dicha clase de minería es incluida dentro de la Ley 685 de 2001 en su artículo 165, que cuando habla de legalización hace referencia a los términos utilizados en el artículo 58 de la Ley 141 de 1994 (Defensoría del Pueblo, 2010). El anterior panorama deja ver la falta de claridad por parte del Gobierno Nacional a la hora de fijar una política minera y hace evidente la necesidad de unificación de criterios alrededor de la actividad, que permita un adecuado manejo de las problemáticas que puedan suscitarse. De igual forma, la explicación de este entramado de conceptos y definiciones presente en nuestro país es de vital importancia, porque la verificación de las condiciones laborales llevada a cabo estuvo enfocada a los trabajadores del sector minero, definidos como mineros tradicionales de pequeña y mediana escala. Relaciones laborales en la minería tradicional de pequeña y mediana escala Pasando al campo de las relaciones laborales de los trabajadores de que trata el presente acápite, hay que decir que la informalidad de la actividad de los mineros tradicionales no elimina ni está por encima del derecho al trabajo, el cual es catalogado por los artículos 25 y 26 de la Constitución Política de Colombia como Fundamental, y que a su vez goza de especial protección por parte del Estado, incluyendo la libertad de toda persona para escoger profesión u oficio e imponiendo al órgano colegiado legislativo la obligación de expedir un estatuto del trabajo que recoja unos mínimos fundamentales que puedan garantizar la eficacia del mismo (art. 53 de la Constitución Política). Lo anterior, recogiendo lo establecido por los Estados miembros de la ONU en el Pac356 || Sección Alumni to Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (2012), que lo definen como aquel que “comprende el derecho de toda persona a tener la oportunidad de ganarse la vida mediante un trabajo libremente escogido o aceptado”. Es importante tener en cuenta que la condición de informalidad de una labor no es característica suficiente para no incluirse dentro de las actividades que deben ser garantizadas por el Estado como contenido del derecho al trabajo, el cual no debe limitarse a lo que se conoce como empleo, pues abarca todas las actividades humanas, que permiten a las personas ganarse la vida (Defensoría del Pueblo, 2010, p. 12). Las relaciones laborales en el marco de la informalidad de una actividad muchas veces carecen del cumplimiento de mínimos fundamentales, establecidos en aras de garantizar condiciones dignas de trabajo y por consiguiente de vida. Lo anterior, ha quedado plasmado en diversos estudios a cerca de la minería tradicional en Colombia y especialmente en el realizado por la Defensoría del Pueblo, en el que se señala como ejemplo que “en el departamento del Putumayo en todas las unidades de explotación minera (UEM) de hecho se presentan nulas condiciones de seguridad industrial y de seguridad social y a los trabajadores se les paga según el rendimiento que tengan en sus labores” (Defensoría del Pueblo, 2010, p. 12). Frente a un panorama tan desolador como el arriba mencionado, el cual se replica en múltiples regiones de nuestro país y que se presenta como eje fundamental de los argumentos de quienes atacan la actividad de la minería tradicional de pequeña y mediana escala y propenden quizá por una minería formal de gran magnitud, que muchas veces puede generar mayores problemas que beneficios, pero sin desconocer lo preocupante del mismo, muchos mineros tradicionales están en busca de mejorar las relaciones laborales para el bien de sus negocios y el de todos sus trabajadores, dándole a su actividad la característica de socialmente responsable. Reflejo de dicha búsqueda, puede observarse en algunas minas de propiedad de mineros tradicionales del nordeste antioqueño, quienes organizados, han decidido tener mucho más en cuenta las CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||357 condiciones laborales de sus minas, como inversiones generadoras de productividad que como simples gastos contrarios al beneficio económico de sus negocios. En Caucasia, municipio colombiano, ubicado en la denominada región del bajo Cauca del norte del departamento de Antioquia, en límites con el departamento de Córdoba, cuya economía gira en torno a la minería de oro, estimándose que aproximadamente el 80% de la población depende de la explotación de dicho mineral (Hernández, 2012), existen hoy en día, minas que funcionan tratando de mostrar que una minería tradicional socialmente responsable sí es posible, a pesar de los frecuentes ataques que se presentan por parte ya no solo de grupos al margen de la ley, sino de las autoridades mismas del Estado. En estas minas es muy común observar que el minero tradicional, como fruto de su trabajo, puede comprar maquinaria pesada y contratar personal de manera verbal y por medio de acuerdos, cuyas labores realizan en turnos de 10 o 12 horas, garantizando que la mina siempre este en funcionamiento. Igualmente, se establecen espacios para que los trabajadores se alimenten, descansen y en muchas ocasiones pernocten. Respecto al pago por el trabajo, los mineros reciben aproximadamente unos 700.000 pesos mensuales y algo de participación del producido al final de cada explotación. Son minas organizadas que tratan de cumplir con aspectos de vital importancia, como los ambientales y los que tienen que ver con la seguridad industrial, que debe emplearse en el ámbito laboral y en especial en las actividades de alto riesgo, como lo es la minería. Finalmente, cabe destacar que en ocasiones los mineros son afiliados al sistema de seguridad social en salud, pensiones y riesgos profesionales, pero que debido a la coyuntura actual que se vive, muchas empresas prestadoras se niegan a permitir la afiliación de los mineros tradicionales, causándoles una grave desprotección a ellos y a sus familias. La anterior descripción de las condiciones laborales y de seguridad demuestra que si bien no son las peores, tampoco son las que deberían presentarse. Por ejemplo, puede observarse una informalidad al interior de otra actividad igualmente informal, esto 358 || Sección Alumni en cuanto a que si bien la legislación laboral colombiana permite la contratación laboral de manera verbal, la aludida forma de contratación, en el caso concreto, no logra configurar una estabilidad que debería presentarse en el desarrollo de cualquier actividad laboral productiva. Frente a las jornadas de trabajo, estas exceden los límites establecidos por las normas vigentes, ya que supera la duración de la jornada ordinaria de trabajo que es de 8 horas diarias e igualmente la de los turnos, que fue fijada en 6 horas diarias (Gobierno Nacional, 1950). En materia de alimentación y sitios para vivir cercanos a la mina, son características para resaltar. Sin embargo, los lugares destinados para descansar, y muchas veces para que vivan los mineros, no cuentan con las condiciones mínimas requeridas para tener una vivienda digna. En el tema de seguridad industrial, si bien se muestra la disposición por cumplir con la normatividad, los riesgos que tienen los mineros frente a un accidente de trabajo son numerosos, ya que no siempre utilizan los medios apropiados de protección. Con relación a la negativa de las prestadoras de salud, fondos de pensión y aseguradoras de riesgos profesionales, de permitir la afiliación de los mineros tradicionales y por lo tanto informales, se ven afectados derechos como la salud, la vida digna y el mínimo vital de ellos y de sus familias, al no permitirles el acceso a garantías básicas de un Estado Social de Derecho como el nuestro. Finalmente, en el tema de remuneración, la ley colombiana establece un salario mínimo, el cual es obtenido por los mineros, inclusive sobrepasando la cifra fijada para la anualidad; pero, siendo realistas, ni el salario mínimo, ni el que dicen obtener los trabajadores mineros tradicionales, logran cubrir las necesidades básicas que toda persona tiene durante su vida. A pesar de esto se encuentra una especie de conformidad frente a las condiciones laborales descritas y analizadas, pero además una disposición por parte de los dueños de las minas, de acatar las exigencias que pueda hacer el Gobierno, siempre que se les permita seguir trabajando. Hasta aquí, se han estudiado las condiciones laborales de los mineros tradicionales de pequeña y mediana escala. Sin embarCUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||359 go vale la pena reflexionar acerca de las condiciones laborales y circunstancias de diferente índole que los rodean y que no son suficientemente conocidas, por el difícil acceso a la información, producto de las diversas contingencias de un país como Colombia y más aun de una actividad que típicamente es practicada en lugares alejados, en donde el Estado tiene muy poca presencia para regularla, y que cuando se acerca lo hace para atacarla sin mayores consideraciones, y muchas veces con el objetivo de cumplir políticas que impulsen un desarrollo económico supeditado a la entrega de áreas libres de cualquier presencia de minería tradicional de mediana y pequeña escala. Minería de subsistencia Por minería de subsistencia, debe entenderse la actividad que realizan las personas, con el fin de obtener un ingreso que les permita sostenerse o sobrevivir junto con sus familias, sin pretender generar riqueza económica alguna. El Ministerio de Minas y Energía contempla dos definiciones para esta clase de minería. La primera, sostiene que es la desarrollada por personas naturales que dedican su fuerza de trabajo a la extracción de algún mineral mediante métodos rudimentarios y que en asocio con algún familiar o con otras personas generan ingresos de subsistencia. Y por otro lado, plantea que se denomina así a la explotación de pequeña minería de aluvión, más conocida como “barequeo”, y a la extracción ocasional de arcillas en sus distintas formas, y los materiales de construcción (Presidencia de la República, Decreto 2191 de 2003). Esta clase de minería también, llamada en algunas ocasiones artesanal o de guaquería (Organización Internacional del Trabajo, 2001), es igualmente catalogada como minería tradicional, ya que además de ser practicada de manera informal, esto es, sin un título minero, es realizada por minorías étnicas desde tiempos ancestrales y por campesinos desplazados (Vicente, Martin, Slee, Birss, Lefebvre, y Bauer, 2011), pero, a diferencia de la pequeña y mediana minería tradicional, no trabajan con maquinaria pesada, sino con instrumentos primitivos que les permiten alcanzar, 360 || Sección Alumni a quienes la practican y sus familias, un mínimo vital, alejado de cualquier forma de enriquecimiento. El mismo nombre de “minería de subsistencia” deja claro que las condiciones a que se ven expuestos estos mineros tradicionales están muy por debajo de cualquier expectativa de vida digna que pueda conocerse. Se tiene, entonces, que la minería de subsistencia, si bien es reconocida por el Gobierno Nacional, está siendo igualmente incluida por el mismo, dentro de la llamada minería ilegal, siendo sometida a constantes ataques y estigmatizaciones, sin importarle el deber de protección y garantías que beberían brindarles, para de alguna forma lograr arrebatar a estas miles de personas del cerco que la pobreza extrema les ha impuesto. Y es que nada se obtiene con ser uno de los países que consagra más derechos a las comunidades tradicionales, si estas se ven obligadas a exigirlos de diversas formas, con el objetivo de buscar un efectivo reconocimiento de su diversidad, territorio, cultura y costumbres, más allá de lo plasmado en el papel y frente a vulneraciones producto del desarrollo económico de un país que les impide el propio desarrollo (Vicente y otros, 2011, p. 18-19). Adicional a lo anterior, las relaciones entre quienes practican la minería de subsistencia y los pequeños y medianos mineros tradicionales, son en términos generales buenas, ya que siendo parte de un mismo grupo de personas que buscan un desarrollo económico y personal en la explotación de minerales, es decir, de que tiene objetivos comunes que lo llevan a mirar hacia el mismo lado y que comparten elementos de la historia de sus familias en la actividad minera, estas gozan de buen ambiente. Sin embargo, no sucede lo mismo con quienes practican la minería de gran escala, pues los mineros de subsistencia son considerados, por estos últimos, como agentes de los cuales debe estar libre cualquier zona de explotación, haciendo que las relaciones sean mucho más hostiles. Y es que la minería de gran escala es la que hoy goza de mayor protección por parte de las autoridades del Estado, ya que se piensa, de manera equivocada, que es la única clase de minería que podría llevarnos a consolidar como un país minero, queriendo desconocer que la historia demuestra que ya los somos, pero CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||361 que se necesita una verdadera integración de todas las formas de minería y adecuación de estas a las exigencias sociales y ambientales de un planeta que todos los días hace llamados al orden, pero estos son pasados por alto debido al interés desmedido por el desarrollo descontrolado y poco planificado. En el marco de un panorama como el mencionado, sumado al conflicto interno colombiano, representado en las amenazas de los grupos ilegales y al abandono por parte del Estado (Vicente y otros, 2011, p. 18-19), las condiciones en que laboran los mineros de subsistencia no son las mejores para la adecuada práctica de una actividad de riesgo como lo es la minería, convirtiéndose en un factor de incremento de la accidentalidad en las explotaciones y de salud pública debido a la precaria o inexistente seguridad industrial, propia de este tipo de minería (Defensoría del pueblo, 2011, p. 12), y a lo rudimentario de las actividades. Riesgo que aumenta de forma considerable si se tiene en cuenta que al interior de la minería de subsistencia los menores y las mujeres entrar a jugar un papel importante, ya que realizan las actividades con el mismo objetivo de mantener a sus familias y teniendo en la minería la principal fuente de ingresos (Bermúdez, Rodríguez y Roa, 2011), lo que desencadena una serie de problemas sociales en las regiones donde es típica esta clase de minería, tales como la deserción escolar y el rompimiento de vínculos familiares (Organización Internacional del Trabajo, 2001, p. 18), que a su vez degradan la estructura social del territorio, que de por sí ya lo era, debido a los altos niveles de pobreza. Con todo lo anterior, vale la pena hacer un llamado al Gobierno para que se fije una verdadera política minera incluyente, sobre la base de acuerdos con los mineros tradicionales de Colombia, que son en últimas quienes sufren con mayor nivel las consecuencias de la ineficacia del Estado en la materia, política que debe incluir, además de aspectos vitales como la formalización de la minería tradicional en todas sus formas, normas laborales acordes con la actividad minera, que busquen garantizar una vida digna a todos los mineros, ya que si bien la formalización es un instrumento para obtener responsabilidad social y 362 || Sección Alumni ambiental en la actividad minera, tal como lo establece Barreto (2011), no se constituye en condición suficiente para lograrla. Bajo esta concepción, un verdadero proceso de formalización debería seguir lineamientos, tales como entender que la legalización es un proceso que se encuentra dentro de uno más amplio denominado “formalización”, que es necesaria una estrategia legal integrada para la minería tradicional, que los mineros deben contribuir al proceso de desarrollo de una política pública y un marco normativo, que su implementación debe involucrar seguimiento y actualizaciones continuas, que el acceso a la información acerca del marco legal y su estabilidad son tan importantes como su existencia misma, que el proceso de legalización es gradual, a diferencia del respeto por los Derechos Humanos y finalmente la creación de una oficina gubernamental dedicada a coordinar y garantizar la visión a largo plazo (Barreto, 2011, p. 21). Minería socialmente responsable En el marco del objetivo de esta investigación, y junto a lo descrito hasta el momento, es posible establecer que una minería socialmente responsable se sustenta en la calidad de las condiciones laborales de los trabajadores mineros, esto quiere decir que, mientras mejores sean las mismas, la minería es mucho más socialmente responsable, ya que permite que quienes se desempeñen en estas actividades puedan lograr una estabilidad económica propia de cualquier labor, que les facilite junto con sus familias un verdadero desarrollo social y económico. La responsabilidad social en la actividad minera, si bien debe incluir estos aspectos vitales, va mucho más allá del cuidado del medio ambiente y pago efectivo de regalías, y debe fijarse en la base de toda la cadena económica, es decir en sus trabajadores, pues frente a unas cifras generales que nos muestran la rentabilidad del sector mineo, la realidad pone de manifiesto que la calidad de vida de quienes giran en torno a este sector, no son las mejores, quedando sumidos en una denominada debilidad manifiesta por su condición económica, que lo único que deja claro es que el tan mencionado derecho a la igualdad, que debe ser real y efectivo, no CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||363 es más que un bonito pasaje utópico, plasmado en las páginas de un Estado soñado por la gran mayoría de colombianos. Lo anterior es condición sine qua non para lograr objetivos mayores, como la tan anhelada paz en nuestro país, ya que siempre que persistan las desigualdades y la exclusión de ciertos grupos de personas aumente, no es posible tener una ciudadanía mirando hacia el mismo lado y con metas comunes, sino más bien van a primar las necesidades que obliguen a uno u otro a pasar por encima de los demás, sin importar el bienestar común, y por tanto una sociedad enferma en donde solo logran sobresalir los más fuertes económicamente. ¿Nueva legislación minero-laboral en Colombia? El presente panorama saca a flote diversas fallas de la legislación minero-laboral en Colombia, pues si bien el Código Sustantivo del Trabajo en su artículo décimo contempla que queda abolido cualquier tipo de distinción por razón del carácter intelectual o material de la labor, reglón seguido plantea que son factibles algunas excepciones determinadas por la Ley (Gobierno Nacional, Decreto-Ley 2663 de 1950), y considerando las características especiales de la actividad minera, tales como el desgaste físico y de energía que la misma conlleva, la alta peligrosidad por los riesgos que pueden sufrir los mineros, tanto en corto como largo plazo. Se hace necesario pensar en la elaboración de un marco normativo que llene cualquier posible vacío legislativo existente en materia minero-laboral. Muy poco efectivo resulta un trato igualitario a actividades que son a todas luces diferentes, donde no se tienen los mismos riesgos y sobre todo, de nada sirve contemplar e identificar enfermedades y riesgos profesionales, cuando frente a una actividad informal las entidades encargadas de garantizar la protección de los trabajadores en dichas materias se niegan a permitir su afiliación, quedando en este caso, tanto los mineros como sus familias, en condiciones de desprotección. Es evidente que en la pequeña y mediana minería tradicional, la forma de vinculación de los mineros a sus labores, es en su gran 364 || Sección Alumni mayoría de carácter informal, y en el caso de la minería de subsistencia no existe relación laboral alguna, ya que de existir perdería su propia naturaleza y dejaría de ser lo que su nombre mismo nos indica. Esta situación conlleva a que muchas veces no sean respetadas las condiciones pactadas en un principio y que se presenten casos de abusos por parte de los empleadores, frente a los cuales los mineros tienen dos opciones, permitir que dichos abusos persistan o quedarse sin el trabajo que les da el sustento diario, ya que cualquier acción que emprendan ante las autoridades puede resultar perjudicial o simplemente no escuchada, realidad que pone a los mineros en una verdadera situación de debilidad manifiesta por su condición económica. En este último punto, la ineficacia del Estado tiene como principal consecuencia que la mayoría de abusos en materia laboral de los mineros queden en el anonimato, ya que cuando se parte del concepto de ilegalidad que le da el Gobierno a la actividad informal de los mineros tradicionales, este último se abstiene de realizar actuaciones que de alguna forma legitimen las labores de los mismos, siendo necesarias acciones de diferenciación positiva por parte del Estado, en favor de un grupo de personas que tradicionalmente, y hoy más que nunca, se encuentran en condiciones de discriminación y marginalidad por su condición económica, producto de un sistema gubernamental que, en lugar de garantizarles derechos fundamentales de toda persona, les vulnera la integridad humana, en su empeño de lograr a toda costa un desarrollo, que a su paso como el de una locomotora, no deja rastro alguno y no vuelve a ver hacia atrás, para apoyar al más necesitado. Conclusiones La actividad minera en Colombia constituye un renglón de vital importancia para la economía del país, que está ligado al desarrollo social y cultural, cuya práctica se ha presentado desde tiempos ancestrales, motivo por el cual la situación de dicha actividad y de quienes la practican se erige como una materia que amerita un análisis juiciosos, para lograr entender los diferentes conflictos que puedan surgir a su alrededor. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||365 Los trabajadores mineros forman parte de un grupo social que tradicionalmente ha sido discriminado y marginado, características que se han acentuado con el desarrollo de políticas gubernamentales que hoy contemplan a la actividad minera como motor de desarrollo económico, dejando de lado la concepción social de su problemática y agudizándola de alguna manera. Esta realidad configura una verdadera debilidad manifiesta por la condición económica y social, frente a la cual el Estado debe implementar medidas de diferenciación positiva, con el fin de lograr que el derecho fundamental a la igualdad material sea real y efectivo. Las anteriores consideraciones llevan a establecer que la responsabilidad social en la actividad minera colombiana va mucho más allá de los asuntos ambientales; debe mejor verse desde la base misma de la cadena económica, es decir, analizando las condiciones laborales bajo las cuales desempeñan sus actividades, que son las que definen la calidad de vida de los trabajadores y de sus familias, y además implica una corresponsabilidad por parte del Estado, el cual debe velar para que las mínimas condiciones de vida digna sean garantizadas, en el marco de un Estado Social de Derecho que se ha quedado corto a la hora de cumplir con sus objetivos primordiales. Finalmente, vale la pena resaltar que la problemática social de los mineros en Colombia no se soluciona solamente con un proceso de formalización, es necesario el establecimiento de un marco normativo que reconozca y diferencie todas las clases de minería que se practican y que no solo busque privilegiar a una u otra, para cuya elaboración, además, deben confluir los trabajadores mineros y se debe propender porque el mismo y sus constantes modificaciones, fruto de las variaciones en las necesidades, sea conocido en todo el territorio colombiano. Referencias Banco Interamericano de Desarrollo. (2009). Diagnóstico sobre la preservación y explotación de recursos naturales en América Latina. Buenos Aires. 366 || Sección Alumni Barreto, M. L. (2011). Guía de legalización de la Minería Artesanal y de Pequeña Escala (MAPE), 5(5). Ottawa: Alianza por la Minería Responsable – ARM. Barros, P., De los Ríos D., y Torche, F. (1996). Lecturas sobre la exclusión social. 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No obstante lo anterior, se han erigido grandes exponentes de tendencias interpretativas antípodas entre sí, acerca del valor real de la jurisprudencia en el sistema de fuentes del derecho colombiano, argumentos a favor de darle plenos efectos vinculantes a la jurisprudencia cuyo exponente máximo desde la teoría jurídica es el maestro Diego Eduardo López Medina, y como contra polo de esta tesis situamos al maestro Javier Tamayo Jaramillo, cuya afinidad ideológica con él nutre la discusión desde la esfera de los El presente documento es resultado de la investigación realizada por la autora en desarrollo del programa de Maestría en Derecho de la Universidad Sergio Arboleda, Bogotá. ** Abogado de la Universidad Libre, especialista en derecho administrativo de la Universidad Externado de Colombia, docente del área de derecho público de la Universidad Libre de Bogotá, asesor y litigante en derecho administrativo y constitucional. Correo electrónico: [email protected] * CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||371 riesgos y peligros que representa hacer de la jurisprudencia una fuente vinculante en el ordenamiento jurídico colombiano. Palabras clave Efecto vinculante, precedente, jurisprudencia, igualdad, seguridad jurídica, línea jurisprudencial, sentencias. Abstract Many discussions have risen within the Colombian legal theory concerning the value of the judgments of court and binding judicial activity, the interpretation and scope given to the article 231 of the Colombian constitution has been object of malleable tendencies in the early nineties, which disallowed the visualization of a new tendency to follow. However, great exponents of opposite interpretative trends have arisen among themselves about the real value of the jurisprudence in the system of sources of the Colombian law; arguments in favor of giving full linking effect to the jurisprudence, whose greatest exponent from the legal theory is the master Diego Eduardo López Medina, and as against pole of this thesis is the master Javier Tamayo Jaramillo whose ideological affinity with the ius positivism nourishes the discussion from the sphere of the risks and dangers that represents jurisprudence make a binding source in the Colombian legal system. Keywords Binding effect, precedent, case law, equality, legal security, case-law, sentences. Introducción Con el presente artículo el autor pretende ilustrar y nutrir la discusión acerca de la interpretación del artículo 230 constitucional, cuyas tendencias evidencian una tensión que advierte beneficios y riesgos. Para comprender de una mejor manera lo que se pretende es necesario ahondar en la importancia, constante evolución y consolidación de una teoría concreta sobre el efecto vinculante del precedente. Igualmente es necesario conocer de manos de uno de los juristas más denotados y versados en la teorías del nuevo constitucionalismo como lo es el maestro López Medina, la evolución legal y jurisprudencial acerca del 372 || Sección Alumni tema, así como las posibles contradicciones que se presentan al interior de la doctrina, como lo expone Tamayo Jaramillo. Como primer punto metodológico, se observará la evolución, discusiones y tensiones que se presentaron a lo largo de nuestra historia constitucional y que dieron origen a nuestro actual artículo 230 constitucional. Como referente obligado tomaremos la guía trazada por el maestro Diego Eduardo López Medina, en su obra, la cual ofrece una claridad metodológica en este recuento cronológico de buena parte de nuestra historia republicana. De igual forma, se estudiarán los primeros pronunciamientos de la Corte Constitucional que orientan los primeros años de este tribunal afrontando la discusión en torno al tema del efecto vinculante de las sentencias de la Corte y la interpretación del artículo 230 constitucional, así mismo los cambios que generaron las actuales posiciones jurisprudenciales alrededor del presente tópico. Luego de una nutrida línea jurisprudencial que confirma la tendencia adoptada en nuestro entorno acerca del efecto vinculante de las sentencias de la corte, se tocarán temas condensados en pronunciamientos jurisprudenciales como reglas de respeto del precedente y criterios para apartarse de él, así como también en temas delicados como la comisión del delito de prevaricato por desatención al precedente, así como el desconocimiento del mismo como causal específica de procedibilidad de la acción de tutela contra providencias judiciales. En el mismo ejercicio académico se conocerán las posturas antagónicas a la tesis defendida por López Medina, que promueve otorgar plenos efectos vinculantes a las sentencias de la Corte, posturas lideradas fervientemente por Tamayo Jaramillo donde defiende el respeto al contenido semántico del artículo 230 superior. De parte del autor corresponde sentar la discusión acerca de la utilidad de los argumentos en el enriquecimiento de la teoría jurídica en torno al tema del precedente judicial, concluyendo si se trata de una mera discusión dogmática o bien de un discurso CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||373 del cual podemos aprender y ayudar en la construcción desde la órbita de la ciencia jurídica. En este ejercicio se esbozarán las consideraciones compartidas, y no, de uno u otro autor. Así mismo, se hará un ejercicio de aproximación hacia el devenir de las discusiones acerca del tema y, tangencialmente se aportarán algunas ideas de la fracasada reforma constitucional a la administración de justicia, además se avanzará en la comprensión sobre la implementación del respeto del precedente a través de la figura de la extensión de la jurisprudencia de que trata el Código de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso Administrativo1 -CPACA-. Como último punto de la presente investigación, se dará una mirada al derecho comparado, para ver cómo los países de amplia tradición constitucional, como España e Italia, han abordado la discusión, y también cómo se han presentado esos mismos temas en el contexto latinoamericano, como en el caso de Argentina. Problema de investigación Para efectos de desarrollar la presente investigación, se dará respuesta al siguiente problema de investigación: ¿Poseen las sentencias de la Corte efectos vinculantes, para el ejercicio de la actividad judicial y de las actividades propias de la administración pública a la luz del artículo 230 C.N.? Método Para resolver el cuestionamiento planteado en el problema de investigación, se utilizará el método descriptivo en cuanto al estudio histórico y actual de referencias jurisprudenciales, alternando con el método analítico-propositivo, en cuanto hacer observaciones, críticas y posturas personales desde el punto de vista jurídico argumentativo, y finalizando con la aplicación del método de derecho comparado, dentro del cual se esbozarán de igual forma las apreciaciones y sugerencia personales del autor. Congreso de la República, 2011. Ley 1437, Diario Oficial 47.956 de 18 de enero. 1 374 || Sección Alumni Resultado de la investigación Desarrollo histórico legal de los efectos de la Sentencia de la Corte. Nace el artículo 230 Constitucional Variables y significativos han sido los cambios suscitados al interior de la jurisprudencia y la legislación colombiana a través de su historia que han permitido desarrollar tendencias y teorías que dan respuesta a nuestro problema de investigación. En Colombia, la discusión tuvo origen hacia la época denominada de la regeneración2, con la expedición de la Constitución de 1886. En estos tiempos se avocó el Estado colombiano hacia la necesidad de dar paso a un proceso que condujera a otorgar valor a las sentencias de la Corte3, a “reivindicar” el papel de los jueces que había sido desplazado por las ideas de la revolución francesa, que pregonaban la independencia hacia el imperio de los jueces. En ese contexto histórico ingresaron al país tendencias europeas de derecho francés y español -más concretamente-, conocidas como la “doctrina legal” y la “jurisprudencia constante”4, estas dos tendencias vendrían a consolidar la base de lo que en Hacia 1886, el movimiento político de la Regeneración, que unió a liberales independientes y a conservadores, planteó la unificación de los diversos sectores políticos en torno a un Estado fuerte y centralizado, la religión católica como instrumento central de unificación ideológica y dio paso a un proyecto nacional que se definió en el lema “Una nación, una raza, un Dios”. Congreso de la República, 1886. La Constitución -que bajo la consigna de ¡Regeneración total o catástrofe! introdujo reformas en la organización del Estado, en la economía y en la educación-, así como la firma, en 1887, del Concordato entre el Estado Colombiano y la Santa Sede -mediante el cual se le otorga el control de la educación a la Iglesia Católica- y la expedición de la Ley 61 de 1888 o “Ley de los Caballos” -efectivo instrumento de represión que castiga con prisión el exilio o la pérdida de los derechos políticos a quienes alteren el orden público-, son algunas de las reformas que se introdujeron y marcaron el desarrollo cultural y educativo del país durante este período. http://www.sinic.gov.co/oei/paginas/informe/LaRegeneracion.htm 3 En ese momento Corte Suprema de Justicia de la República de Colombia. Creada por la Constitución Política del 4 de agosto de 1886. 4 López Medina, 2006, p. 13. 2 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||375 Colombia se conoció -al igual que el caso español- como doctrina legal5. La primera manifestación de esta tendencia se evidenció en la expedición de la Ley 61 de 18866. De este texto legal se resaltan tres aspectos básicos: (i) la finalidad del artículo 36, la cual era principalmente, (ii) el artículo 38 establecía las causales de nulidad para efectos de la interposición del recurso de casación, la cual establecía en su numeral 1°. Finalmente(iii) la definición en su artículo 39 de lo que es doctrina legal. De lo anterior se desprende, en un primer estadio, la “nueva” tendencia en materia del valor sobre el efecto de la sentencia de la Corte, resaltándose que este operará solo cuando no existan leyes aplicables al caso, entendidas como vacíos legales u omisiones legislativas, o cumpliendo una labor integrativa del ordenamiento jurídico. Pese a la anterior estipulación, y no obstante los diferentes conflictos prácticos7 que trajo consigo esta norma, fue complementada y readecuada por el artículo 10 de la Ley 153 de 18878, el cual consagró que: Esta nueva norma sintetizó en un solo artículo lo que la Ley 61 de 1886 estableció en tres; así resaltó que la aplicación de la doctrina legal más probable operaría cuando se estuviese frente a un caso dudoso, y que esa aplicación no era facultativa, sino obligatoria. Se observa entonces que la reingeniería aplicada en esta norma revestía aún más de fuerza de la doctrina de los jueces y que su interpretación iba también a tenerse en cuenta para la resolución de casos análogos. Naturalmente, los primeros pasos de la tendencia apuntaban a radicalizar el ejercicio judicial con una fuerza desbordante que en el mismo período tendría su propio revés. Ibíd., p. 14. Congreso de la República, 1886. Ley 61, Diario Oficial No 6.881 de 5 de diciembre. 7 López Medina, 2006. Narra que uno de los conflictos que tenían estas sentencias era la poca o nula difusión masiva de los fallos, lo que hacía que no fuesen conocidos por todos imposibilitando su real aplicación. 8 Congreso de la República, 1887. Ley 153, Diario oficial No. 7.151 del 28 de agosto. 5 6 376 || Sección Alumni Tres años más tarde, se redundaba en el tema haciendo más amplio el campo de aplicación de la norma y reduciendo su configuración, al consagrar en el artículo 371 de la Ley 105 de 18909 que, adicional a lo anterior, la misma ley mantuvo dentro del numeral primero del artículo 369, la causal de casación la violación a la ley sustantiva y a la doctrina legal10. Esta nueva lectura agrega componentes de necesaria atención, por un lado reduce a dos (2) las decisiones de la Corte a efectos de establecer la doctrina legal vigente y, aún más importante, la parte resolutiva de las decisiones crearán una regla de derecho, de obligatorio cumplimiento. De esa lectura se puede concluir que, al elevar a la categoría de regla de derecho la parte resolutiva de las sentencias, se incurría peligrosamente en petrificar la dinámica de la actividad judicial al punto de tornar inmodificables -por parte de los mismos jueces- las decisiones tomadas. Bajo la anterior premisa, no le era dable a los jueces incurrir en errores y suponía una infalibilidad del actuar judicial, creando muchos conflictos y cercenando la autonomía del juez en impartir justicia bajo criterios razonables y sometiéndolo a un sistema excesivamente rígido de jurisprudencia vinculante. Esta circunstancia situaba a la Corte en un plano cuasi-legislativo, y desnaturalizaba el ejercicio propio de los jueces. Paradójicamente fue la misma Corte la que propugnó por cambiar el esquema que se venía manejando desde 1886, y en discusiones con el Congreso y en variados informes presentados, solicitó que fuera editado el concepto de doctrina legal. Saltaba a la vista la vulneración de los principios propios de la autonomía judicial, se cercenaba la posibilidad de pensar a los jueces y convertía a los mismos en autómatas del derecho y en meros aplicadores de disposiciones jurídicas dadas por la juris Congreso de República, 1890. Ley 105, Diario oficial No. 8.296 del 7 de enero. 10 López Medina, 2006, p. 20. 9 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||377 prudencia a manera de regla, la función antes de ser judicial y de interpretación, era técnica que implicaba solo aplicación. En el mismo contexto, las primeras resultas de las discusiones de la Corte con el Congreso lograron la derogatoria del artículo 383 de la Ley 105, a través del artículo 87 de la Ley 100 de 189211, no obstante lo anterior, la Corte insistía en la revaluación de su papel en la labor judicial. La Corte en ese momento no pretendía hacer obligatorios sus fallos, ni tampoco quería que fueran desatendidos, en sus justas proporciones, promovió la autonomía de su ejercicio y el respeto a las decisiones tomadas amparadas en el marco de derecho imperante en ese momento. Como punto histórico determinante, dando respuesta a los requerimientos de la Corte, se encuentra la expedición de la Ley 169 de 189612, la cual en su artículo 2° sobrescribe las causales de nulidad para efectos de la interposición del recurso de casación. Así establece en el numeral 1° del mismo artículo que será causal para interponer el recurso de casación: Nótese la abolición de la violación de la doctrina legal como causal de casación13. Finalmente, la misma Ley 169 de 1896, en su artículo 4°, le dio nuevo papel a la jurisprudencia, subrogando el artículo 10 de la Ley 153 de 188714, así: La década descrita en precedencia, evidencia una primera tendencia -fruto del movimiento de la regeneración- consistente en dotar de fuerza a las decisiones de la Corte y propendía por radicalizar los efectos vinculantes de las decisiones de la misma. Como última etapa de esta década, se observa la tendencia -impulsada por la misma Corte- en hacer de la jurisprudencia una herramienta útil para el ejercicio judicial, sin que eso significara una usurpación de las funciones propias del legislativo, ni que se conllevará a la petrificación del sistema judicial. Congreso de la República, 1892. Ley 100, Diario oficial No 9.023 del 24 de diciembre de 1892. 12 Congreso de la República, 1896. Ley 169, Diario oficial No 10.235 del 14 de enero. 13 López Medina, 2006, p. 25. 14 Ibíd. p. 25. 11 378 || Sección Alumni La lectura dada -en ese entonces- al artículo 4° de la Ley 169 de 1886, fue asemejada a la discrecionalidad del juez en acatar o no la fuerza vinculante de los fallos de la Corte, con lo que dio nacimiento a lo que doctrinalmente se conoce como sistema “libre” de jurisprudencia15, que encabeza del tratadista Antonio José Uribe16. Esta tendencia reinó en nuestro ordenamiento jurídico nacional hasta la expedición de la Constitución de 1991, la cual daría nacimiento al artículo 23017 y crearía además la Corte Constitucional18, que sería la llamada por mandato del constituyente a definir los alcances y el efecto de las decisiones judiciales. No obstante lo anterior, la discusión al interior de la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, no sería pacífica en cuanto al Ibíd. p. 28. Biografías y Vidas, 2004-2013. Antonio José Uribe, (Medellín 1869 - Bogotá, 1942) Político, diplomático y jurisconsulto colombiano. Se doctoró en Filosofía, Letras, Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad de Antioquía. Senador en 1909, cargo que repitió en 1915 y 1927. En 1911 fue elegido para la Cámara de Representantes, banco que reocupó durante el período 1925-1926. Fue electo varias veces para la presidencia de dicha corporación. Entre 1913 a 1923, fue asimismo miembro de las Comisiones Legislativa y Asesora del Ministerio de Asuntos Exteriores. http://www. biografiasyvidas.com/biografia/u/uribe_antonio.htm. 17 El artículo 230 constitucional establece el sistema de fuentes de la actividad judicial, reza su tenor literal, lo siguiente: “Los jueces, en sus providencias, sólo están sometidos al imperio de la ley. La equidad, la jurisprudencia, los principios generales del derecho y la doctrina son criterios auxiliares de la actividad judicial”. 18 Congreso de la República, 1991. Constitución Política. Creó la jurisdicción constitucional (arts. 239-245 C.N.), la primera vez en Colombia que se establece un Tribunal Constitucional, modelo de los Tribunales Constitucionales, Austríaco -Verfassungsgerichtshof- 1920 y Alemán -Bundesverfassungsgericht- 1919, no obstante las funciones de control constitucional antes de la expedición de la Constitución del 91, estaban a cargo de la Corte Suprema de Justicia (art. 151 Constitución Política de la república de Colombia de 1886), y posteriormente estarían en la misma Corte Suprema de Justicia aquellas funciones, pero ejercidas de manera directa por la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (Creada por el art. 71 Acto legislativo No. 01 del 11 de diciembre de 1968, Diario oficial No. 32.673 del 17 de diciembre de 1968). 15 16 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||379 establecer el sistema de fuentes en el derecho colombiano. En este punto, es necesario tener en cuenta los argumentos del Constituyente Hernando Yepes Arcila19, a quien se le atribuye de forma acertada la paternidad del actual artículo 230 constitucional. En un primer momento de la discusión, se quiso al interior de la Asamblea Constituyente elevar a rango constitucional el sistema de fuentes del derecho colombiano, otorgándole fuerza vinculante a los pronunciamientos de los jueces, en virtud de la aplicación de principios de derecho como la equidad y la seguridad jurídica. No obstante lo anterior, sería precisamente Yepes Arcila quien se opondría a otorgarle rango constitucional al sistema de fuentes que tendría en la obligatoriedad de la jurisprudencia su nota preponderante. Advierte el constituyente sobre los riesgos y la indebida formulación del principio de equidad fundamentado en el respeto por el precedente judicial e insta a mantener la tradición de nuestro sistema jurídico de filiación románico germánica, al respecto sostiene: Es por eso señor presidente, en ese principio quedaría obligatoria la jurisprudencia, es absolutamente inaceptable, no tiene posibilidad alguna de ser incorporado a nuestro régimen, pero además está técnicamente mal formulado, porque ocurre preguntarse a que antecedente judicial se refiere, cuál es el antecedente judicial a que tendría derecho alegar un ciudadano ante los tribunales, aquel sentado por el tribunal donde alega, aquel otro que proviene de los superiores de ese tribunal y no habría ninguna respuesta, no lo ofrece la formulación del principio, pero tampoco sería posible conseguirla en otras formulaciones, entonces Señor Presidente, ese enorme retroceso, ese regreso a la búsqueda de fórmulas que no son compatibilizables con toda la estructura de nuestro 19 Abogado, exmagistrado de la Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia (1990), Miembro de la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, ExMagistrado de la Sala Administrativa del Consejo Superior de la Judicatura (1992), Conjuez del Consejo de Estado, ExMinistro de Trabajo y Seguridad Social (1998-1999). Docente Universitario. 380 || Sección Alumni ordenamiento jurídico, debe ser rechazado, no puede nadie oponerse a la equidad como tal, ni a la seriedad de los pronunciamientos judiciales20. Los esbozos de Yepes Arcila apuntarían a confirmar la tradición positivista y legalista de nuestro ordenamiento jurídico, y sus argumentos serían de total recibo por parte de la Asamblea Constituyente, lo que daría como resultado el triunfo del principio de legalidad como criterio principal del ordenamiento jurídico y el establecimiento de las otras fuentes como criterios complementarios, fuentes subalternas y subordinadas de forma estricta a la ley, así ese principio de legalidad tendría su denominación inicial -en palabras del Constituyente Yepes-, como la redacción original del actual artículo 230 constitucional, elaborada por el delegado Yepes Arcila, tendría el siguiente tenor: Los jueces están sometidos a la ley y en ella deben fundarse las sentencias. La interpretación judicial uniforme que preexista el juzgamiento, los principios generales de derecho y la equidad, son criterios para la aplicación de la ley21. Se resalta con la anterior redacción propuesta que la función judicial tendría dos vertientes (i) interpretativa de parte de los jueces de superior jerarquía y otra función (ii) de aplicación de los de inferior jerarquía. Era un diseño caracterizado por el sometimiento a la ley en sentido formal y una eventual interpretación dictada será criterio de aplicación de esa ley, lo anterior traslada al juez al campo técnico de aplicación legal. En este estadio, el juez (superior) aplica e interpreta pero para orientar la aplicación de la ley, y el juez (inferior) aplica lo dicho por la ley y lo interpretado para aplicar la ley, ecuación a consideración propia de un sistema legalista en estricto sentido. Presidencia de la República. Consejería para el Desarrollo de la Constitución, Asamblea Nacional Constituyente. Sesión plenaria junio 1 (0601). p. 34. 21 Ibíd. p. 39. 20 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||381 Finalmente y luego de otros ajustes, se mantuvo incólume la voluntad del Constituyente Yepes, y nació la redacción actual del artículo 230 de la carta del 91, en la que se estableció como fuente principal la ley, y se conservó en el texto constitucional la tradición del sistema jurídico colombiano de respeto por el principio de legalidad. Desarrollo constitucional y jurisprudencial del efecto vinculante de las sentencias de la Corte a partir de la Constitución colombiana de 1991. Tesis de López Medina 3.2.1. Lo mismo de lo mismo. La expedición de la Constitución del 1991 no significó un abrupto cambio -en primera instancia- en cuanto al valor del precedente de aquél que se venía manejando. La lectura desprevenida, o si se quiere textual del artículo 230 de la carta de 1991, hacía pensar que continuábamos con un sistema puramente legalista y que la jurisprudencia sería solamente un mero criterio indicativo o auxiliar de la actividad judicial. No obstante la anterior estipulación constitucional, el ejecutivo daría pasos para reivindicar el papel de los jueces y el alcance de sus jurisprudencias, al proferir dos decretos que sería punto de discusión entre los miembros de la recién creada, Corte Constitucional. El Decreto 2067 de 199122, en sus artículos 21 y 23, le otorgaba un valor diferente a la jurisprudencia de la Corte Constitucional; (i) por un lado, el valor de las sentencias sería de cosa juzgada constitucional y obligatoria para autoridades y particulares y (ii) por el otro, mencionaba que la doctrina constitucional de la Corte será criterio auxiliar obligatorio para las autoridades y corrige la jurisprudencia. 22 Presidencia de la República, 1991. Decreto 2067, Diario Oficial No. 40.012 del 4 de septiembre. Proferido en ejercicio de las facultades que le confieren el artículo transitorio 23 de la Constitución Política y surtido el trámite ante la Comisión Especial creada por el artículo 6 transitorio de la Constitución Política. 382 || Sección Alumni Las anteriores consagraciones de alcance legal dejaban entrever lagunas normativas e imprecisiones. Por un lado, el valor de las sentencias de la Corte y su obligatoriedad para con sus destinatarios (autoridades y particulares) no establecía claridad acerca de a que sentencias se hacía referencia (constitucionalidad o tutela). El legislador invita al destinatario de la ley a ubicarse en el contexto de la norma, la cual versa sobre los juicios de constitucionalidad, bajo este entendido el artículo 21 ibídem, le otorga a las decisiones producto del control abstracto de constitucionalidad o si se quiere a las sentencias “C” carácter obligatorio, consecuencia lógica del alcance de las normas que se examinan a través de esta modalidad de control constitucional. Es decir, si las normas que se examinan son de orden público y de obligatorio cumplimiento para todos los ciudadanos, el resultado de ese examen en el cual se declare o no la constitucionalidad de esa norma, será igualmente obligatorio. Así, una norma declarada inexequible no podrá ser aplicada, ni invocada, por haber sido excluida del ordenamiento jurídico. Diferente suerte correría entonces la norma declarada exequible, la cual sí deberá ser aplicada o invocada por hacer parte del ordenamiento jurídico interno, máxime si “sobrevivió” el examen de constitucionalidad. Lo que se resalta en este punto es que en uno u otro caso los fallos en sede de control de constitucionalidad serán obligatorios, obligatoriedad que no resulta de la esencia del fallo sino de la naturaleza de las normas examinadas. Frente a la norma referida, la Corte le restó trascendencia a la redacción de la misma y a través de la sentencia C-113 de 1991, con ponencia del Dr. Jorge Arango Mejía, se limita a reiterar el efecto de las sentencias cuando éstas son dictadas en ejercicio del control abstracto de constitucionalidad. Respecto del artículo 23 del Decreto 2067/91, se observa una aparente contradicción, en la que se afirma que frente a esta disposición podría afirmarse de contera que algo auxiliar no puede ser obligatorio. No obstante, el contexto de la norma ofrece claridad en el punto, en el siguiente sentido. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||383 La anterior norma procura conciliar el artículo 230 de la Constitución nacional, con el artículo 21 del decreto 2067 de 1991, al establecer que si bien la jurisprudencia es un criterio auxiliar de la autoridad judicial, la doctrina dictada por la Corte es de carácter obligatorio por tratarse, como se dijo en precedencia, de un juicio de control abstracto de constitucionalidad, de orden público y de obligatorio cumplimiento. Sin embargo, la Corte en la Sentencia C-131 del 1 de abril de 1993, con ponencia del magistrado Alejandro Martínez Caballero, confirmó la obligatoriedad de las sentencias, pero declaran la inexequibilidad de la expresión “obligatoria”, que sería más un tema de competencia, es decir, que la Corte reclama para sí la facultad de establecer los efectos propios de sus fallos. Aunado a lo anterior, la orientación que la Corte da a su pronunciamiento, se reitera, va orientada únicamente a los efectos de la sentencias en ejercicio del control abstracto de constitucionalidad; el estudio de la cosa juzgada, en sus dos ámbitos23, la sentencia da muestra que el criterio de la Corte es razonable, pero incompleto, razonable porque se comparte el hecho de que la cosa juzgada explícita -parte resolutiva- es obligatoria para todos y de igual manera aquellas consideraciones que guardan una inescindible relación con la parte resolutiva del proveído, resultan obligatorias. Incompleto, porque dentro de sus funciones, o más bien sus pronunciamientos, la Corte no solo resuelve en ejercicio del control abstracto de constitucionalidad, sino que también es sede de revisión de tutelas, por lo que los hasta ahora estudiados pronunciamientos no toman en todos sus frentes la discusión del efecto vinculantes de TODAS las sentencias, de TODAS las cortes24. Los ámbitos de la cosa juzgada son: Cosa juzgada explícita, la cual no es otra que la parte resolutiva de la sentencia, mientras que la Cosa juzgada implícita, va determinada por aquellas consideraciones que guardan consonancia y unidad frente a la parte resolutiva y que se constituyen de obligatoria observancia para la actividad judicial, llamada también ratio decidendi o razón de la decisión. 24 Además de la Corte Constitucional encontramos la Corte Suprema de Justicia como órgano de cierre de la justicia ordinaria (arts. 234 y 235 23 384 || Sección Alumni Hasta aquí los esfuerzos del ejecutivo parecían insuficientes en la labor de ampliar el espectro de acción de las sentencias de la Corte, paradójicamente “truncada” por la directa “beneficiaria”. No obstante el interés del ejecutivo en darle a la Corte un papel preponderante en la recién reforma constitucional, la expedición del Decreto 2591 de 199125 truncaría de igual forma esas intenciones. La redacción del artículo 36 del mencionado decreto integra argumentos que serían consonantes con los posteriores y ya revisados fundamentos de las sentencias C-113 y C-131 de 1993, al afirmar que los efectos de las sentencias de revisión solo serán respecto del caso concreto. Las circunstancias descritas en precedencia resumen los primeros años de vida de la Corte Constitucional, la cual mantendría hasta esa fecha el tradicionalismo de fuentes y daría una lectura totalmente exegética, textual y limitada a los artículos 230 y 243 de la Carta del 91. 3.2.2. Se escuchan voces de cambio En efecto, al interior de la misma Corte vendría el cambio; cambio que un principio no fue tan significativo, pero que coadyuvó a edificar un sistema fuerte de precedente, a través de la historia constitucional contemporánea. La Corte, en esta ocasión, no centraría su foco de discusión en los ya mencionados artículos 230 y 243 de la Carta, o más bien, la discusión no radicaría dentro de la función de revisar la constitucionalidad o inconstitucionalidad de las normas, ni la de resolver tutelas. Aquí la discusión versaría sobre la labor integrativa26 C.N.), y el Consejo de Estado como máximo órgano judicial de lo contencioso administrativo (art. 236 -238 C.N.). 25 Presidencia de la República, 1991. Decreto 2591, Diario oficial No. 40.165 del 19 de noviembre. Proferido en ejercicio de las facultades que le confiere el literal b) del artículo transitorio 5 de la Constitución Nacional oída y llevado a cabo el trámite de que trata el artículo transitorio 6, ante la Comisión Especial, 26 Entiéndase por ésta, la de llenar los vacíos o lagunas normativas que se hallen en los textos legales. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||385 e interpretativa 27 de la Corte frente al ordenamiento jurídico colombiano. El primer pronunciamiento que avizoraba esta discusión sería la sentencia C-083 de 1995, M.P. Carlos Gaviria Díaz. Sería en esta ocasión el magistrado Gaviria el encargado de resolver la solicitud de declaratoria de inexequibilidad del artículo 8º de la Ley 153 de 1887. Gaviria, con su acostumbrada prosa y riqueza conceptual, logra escindir en esta sentencia el concepto de “Jurisprudencia”, con el de “Doctrina Constitucional”, afirmando que el primero de ellos fue motivo de pronunciamiento en las sentencias C-113 y C-131 de 1993, y mantiene incólume su interpretación a la luz del art. 230 de la C.N28. En lo que respecta a la doctrina constitucional, le atribuye la característica de recoger tanto la labor interpretativa de la Corte, como la labor integrativa de la misma. Y concluye, aseverando que la doctrina constitucional será criterio obligatorio cuando la corte cumpla la función integrativa del ordenamiento jurídico, ¿por qué?, precisamente porque la integración que hace la Constitución sobre la norma vacía o ausente no es en estricto sentido directa, debido al carácter general y abstracto de la Constitución, por lo que se tiene que acudir a lo que ha dicho la Corte, que es su interprete autorizado29. En tanto la jurisprudencia y la doctrina constitucional -cuando se interpreta la norma-, son meros criterios auxiliares, con base en el ya mencionado art. 230 superior30. En el caso específico de esta sentencia, la discusión no terminaría allí, Gaviria tendría la cuasi-disidencia del magistrado CiSe refiere a la interpretación que hace el juez frente a las normas de las cuales no se puede predicar algún tipo de interpretación hecha directamente por el legislador. 28 López Medina, 2006. p. 41. 29 Corte Constitucional de Colombia, 1993. Sentencia C-083, M.P. Carlos Gaviria Díaz. 30 Ibídem. 27 386 || Sección Alumni fuentes, el cual aclararía el voto31 frente a la decisión tomada, revindicando el valor normativo de la constitución afirmando que tanto la labor integrativa como la interpretativa deben constituir criterio obligatorio, más aun cuando la interpretación que hace la Corte la hace a la luz de la Constitución. La aclaración de voto de Cifuentes constituiría el primer esguince del tradicionalismo de fuentes y el replanteamiento del paradigma del efecto vinculante de las sentencias de la Corte. No satisfecho con lo anterior Cifuentes esperaría su oportunidad para estructurar su propia teoría del precedente. Su oportunidad se presentaría no en una sentencia de constitucionalidad, como hasta ahora, sino en una de tutela; el asunto de eminente relevancia constitucional trazaría una disyuntiva en la que participan el principio de autonomía judicial y el derecho a la igualdad. Se trataba de resolver si una persona tenía derecho a recibir de parte de las autoridades -rama judicial- el mismo trato que se le dio a otra persona que se encontraba en igualdad de condiciones de la primera32. Para resolver, la Corte establece que el principio de independencia judicial no es absoluto, porque al hacerlo le resta eficacia al principio de igualdad. Sostiene la Corte que existe una forma de conciliar los dos principios y que esto se realiza a través de la justificación debida por parte del operador judicial en exponer los criterios y motivos que lo conducen a apartarse del precedente, con lo anterior se da nacimiento a lo que se ha conocido como que no supone otra cosa que el acatamiento de un precedente y la justificación en desconocer el mismo, cuando sea del caso33. Aclaración de Voto: “Cuando se trata de aclaración de voto, el Magistrado disidente sólo discrepa de las motivaciones del fallo: comparte el dispositivo pero no acoge las motivaciones total o parcialmente; en este caso, el Magistrado disidente no está en la obligación de construir una decisión alternativa sino una motivación divergente”. Villamil Portilla, 2004, p. 180. 32 Corte Constitucional, 1995. Sentencia T-123, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz. 33 López Medina, 2006, pp. 47-48. 31 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||387 Así las cosas, concluye Cifuentes que el precedente se torna de obligatoria referencia para todos los operadores judiciales y que su desconocimiento debe necesariamente ir acompañado de una justificación al respecto. El paso dado por Cifuentes fue agigantado, a partir de este momento se concreta el pleno efecto vinculante de las sentencias de la Corte Constitucional en Colombia; otros seguirían su ejemplo. José Gregorio Hernández, comparte el pensamiento de Cifuentes y le da un matiz aún más amplio y garantista al tema. Establece que ignorar el precedente equivale a la violación directa de la Constitución34. Hernández equipara la violación o desatención del precedente, a un desconocimiento abierto, injustificado y directamente violatorio del texto constitucional. Los pronunciamientos de Cifuentes y Hernández consolidarían una tesis fuerte de vinculatoriedad del precedente, éstas sentencias dieron un giro de 360° al ya reevaluado tradicionalismo de fuentes. Su fundamento atañe a un interpretación constitucional a partir de principios constitucionales y prevalencia de la ley no en su acepción formal, sino desde su contenido material. Sin embargo, el legislativo daría una última lucha que marcaría su descontento con los “nuevos” poderes otorgados a la Corte. Fue así como en la discusión de la ley estatutaria de administración de justicia se incluyó un artículo que tendría la intención de retornar las cosas hasta antes de 199535. Consagraba el artículo 48 de la Ley 270 de 1996 los efectos de las distintas sentencias dictadas por la corte y además estableció que: Esta redacción original de parte del artículo 48 de la LEAJ radicaba única y exclusivamente la interpretación de la Constitución en cabeza del Congreso de la República, desnaturalizando el papel dado a ésta por la misma Carta a la Corte Constitucional, 1995. Sentencia T-260, M.P. Jose Gregorio Hernández Galindo. 35 Op. Cit. p. 51 34 388 || Sección Alumni Corte Constitucional -art. 241 C.N.-, porque si bien el Congreso es el órgano legislador por antonomasia esto no significa que sea órgano constituyente. La Corte, por su parte, hace un ataque mínimo pero contundente en la defensa de su ya consolidado sistema de precedente. La Sentencia C-037 de 1995 en ejercicio del control previo36 de constitucional sería la encargada de frustrar la intención del legislativo; con ponencia Vladimiro Naranjo Mesa, la Corte elabora una defensa del precedente, resaltando que la autoridad del Congreso de la República en la interpretación sobre cuerpos legislativos devienen del artículo 150 de la Carta, pero en lo que refiere a la interpretación constitucional ésta es otorgada a la Corte por mandato del artículo 241, se reitera la falta de competencia del legislativo y se protege la autoridad de la corte. Ahora bien, en lo que respecta al segundo inciso del artículo 48 ibídem, se fija el alcance de las sentencias dictadas en juicio de tutela, la Corte reitera los postulados de la Sentencia T-123 de 1995 y T-260 de 1995, al establecer que será criterio obligatorio de la actividad judicial, la cosa juzgada explícita -decisum- y será criterio auxiliar de la actividad judicial la parte motiva de la sentencia, con excepción de aquellos apartes de la sentencia -parte motiva- que tenga una relación estrecha e inescindible con la parte decisoria de la misma , caso en el cual esos planteamientos constituirán criterio de obligatoria observancia de la actividad judicial. De esta manera, la Corte, da por superada la discusión y hunde las intenciones del legislativo protegiendo la recién elaborada doctrina del precedente. A partir de este instante se profieren pronunciamientos en pro de consolidar una tesis aún más fuerte de precedentes, con lineamientos claros, precisos y prácticos para el ejercicio de la actividad judicial, aun existiendo ciertos disensos minoritarios al interior de la misma Corte. Tobo Rodríguez, 2004, p. 168. Esta clase de control se presenta con anterioridad al momento de entrar en vigencia la norma o el acto sometido a revisión. 36 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||389 Haría parte fundamental de esta línea jurisprudencial, el aporte de la misma Corte a través de la sentencia SU-047 de 1999, la cual considera que los jueces en su ejercicio deben respetar el precedente jurisprudencial, sin petrificar el ordenamiento jurídico, de tal manera que se impida que una decisión judicial sea apreciada de manera distinta; lo que acá se defiende es la necesidad de establecer criterios razonables, justificables, que resuelvan el problema jurídico y que establezcan una solución más amplia y garantista que la anterior. Esta decisión llevaría consigo la complementación de los argumentos de Hernández y Cifuentes en torno al respeto del precedente, en pro de salvaguardar el principio de igualdad y fijar criterios que justifiquen la atención al precedente; así, la Corte complementó el argumento del respeto del precedente bajo cuatro puntos: (i) primeramente, por elementales consideraciones de seguridad jurídica y de coherencia del sistema jurídico, (ii) En segundo término, seguridad jurídica para proteger la libertad ciudadana y permitir el desarrollo económico (iii) En tercer término, en virtud del principio de igualdad, (iv) finalmente, como un mecanismo de control de la propia actividad judicial, pues el respeto al precedente impone a los jueces una mínima racionalidad y universalidad. Estos planteamientos reflejan el buen inicio que tuvo esta tendencia al interior de la Corte Constitucional. En construcción por supuesto se quedaron varios temas que posteriormente serían abordados por la Corte y que tratarían de disipar algunos “miedos” en cuanto a los nacientes poderes del juez constitucional. 3.2.3. La estocada final Si bien desde el año de 1995 hasta el 1999 hemos visto la construcción fructífera de la aplicación de la teoría del precedente y la redefinición del carácter vinculante de las sentencias de la Corte, se observará a continuación cómo la Corte toma el problema de raíz y pone punto final a la discusión de más de un siglo de existencia. 390 || Sección Alumni El pronunciamiento que encarnaría el sentir de la Corte sería a través de la sentencia C-836 de 2001, M.P. Rodrigo Escobar Gil. En esta ocasión la Corte deja atrás su “egoísmo” y retoma una discusión histórica sobre la aún vigente Ley 169 de 1896 (arts. 2 y 4), y reescribe el legado de José Antonio Uribe en lo concerniente a su sistema libre de jurisprudencia. La sentencia C-836 de 2001, enfoca su estudio en las expresiones de la norma, así: probables y erróneas. La interpretación dada por Uribe, establecía que las acepciones y determinaban discrecionalidad, autonomía de los jueces frente al a las decisiones anteriormente tomadas por la Corte37. No obstante la interpretación de Uribe, la Corte actual centra su discusión sobre los conceptos probables y erróneas. Así, el estudio da un giro vertiginoso en la reinterpretación de la norma acusada38. Dentro del inicio en el estudio de la constitucionalidad de la norma, la Corte se deslinda de fallar para sí, dándole sentido y alcance a la norma no solo en cuanto al efecto vinculante de las sentencias de la Corte Constitucional, sino también de la Corte Suprema de Justicia y el Consejo de Estado como órganos supremos de la justicia ordinaria y contenciosa administrativa respectivamente. En el mismo estudio, la corte reitera la fuerza normativa no solo de la constitución sino de la doctrina dictada por la Corte Suprema en atención al artículo 2 y 4 de la ley bajo estudio y la justifica a partir de cuatro puntos: (1) de la autoridad otorgada constitucionalmente al órgano encargado de establecerla y de su función como órgano encargado de unificar la jurisprudencia ordinaria; (2) de la obligación de los jueces de materializar la igualdad frente a la ley y de igualdad de trato por parte de las autoridades; (3) del principio de la buena fe, entendida como confianza legítima en la conducta de las autoridades del Estado; (4) del carácter decantado de la interpretación del ordenamiento ju López Medina, 2006, p. 75. Ibídem. pp. 75-82. 37 38 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||391 rídico que dicha autoridad ha construido, confrontándola continuamente con la realidad social que pretende regular39. Estos puntos complementan los mencionados en el período 95-99, incorporando los principios de la buena fe y la confianza legítima, pilares del ordenamiento constitucional que necesariamente dotan de coherencia el ordenamiento jurídico y judicial. Posterior a lo anteriormente acotado, la corte redefine las palabras, “probable” y “erróneas”, incluidas en la norma bajo estudio. En cuanto a la palabra errónea, sostuvo que: De la lectura de los dos apartes, se afirma sin dubitación que la interpretación hecha por la Corte reafirma el efecto vinculante de carácter obligatorio de las sentencias de la Corte Suprema -entendido también el Consejo de Estado-, el estudio de las palabras “probable” y “erróneas”, restringe la lectura del artículo 4° de la Ley 169 de 1896 al respeto del sentido normativo de la jurisprudencia y la necesidad de expresar razones legítimas para apartarse del precedente jurisprudencial. Además del valioso aporte de la Corte en las consideraciones previamente analizadas, estas no serían las únicas objeto de estudio de la misma, vendrían consideraciones sumamente valiosas que confirmarían la tendencia vinculante del precedente. Se toma la discusión acerca de las reglas que deben cumplir los jueces en acatamiento del precedente, respecto de los jueces de inferior jerarquía (precedente vertical), y de los mismos jueces encargados de establecer la tendencia jurisprudencial como órganos de cierre (precedente horizontal). Es necesario hacer mención de la “flexibilidad” del sistema vinculante del precedente, en palabras de Diego Eduardo López Medina, se resumen en la exigencia al juez de una doble carga en casos que no le parezca razonable seguir el precedente: En primer lugar, “una carga de transparencia” en el sentido en que es necesario conocer y anunciar los precedentes vigentes que gravitan en contra de la nueva posición que se va a tomar, Corte Constitucional, 2001. Sentencia C-836, M.P. Rodrigo Escobar Gil. 39 392 || Sección Alumni con lo que se prohíbe el cambio oculto de jurisprudencia; y, en segundo lugar, los jueces tienen que cumplir con una “carga de argumentación”, es decir, tienen que mostrar con claridad por qué la nueva posición jurisprudencial es superior jurídica y moralmente a la anteriormente adoptada, con lo que se prohíbe el cambio jurisprudencial discrecional40. Estas reglas se traducen, por una parte, a la protección a los derechos y garantías relativas a la igualdad, confianza legítima y seguridad jurídica y, por otra, al dinamismo y evolución del sistema jurídico-judicial, evitando lecturas e interpretaciones perennes de los derechos, garantías, principios y normas de contenido esencial. Así las cosas, la Corte, en aras de fijar campos de maniobra y flexibilidad en los sistemas de precedente (vertical y horizontal), fijó las siguientes reglas para afrontar los eventos en que los jueces pueden apartarse de precedente: Para el precedente vertical (i) cambio legislativo, (ii) cambios en la realidad social (económica, política o social), (iii) cuando la jurisprudencia respecto de un determinado caso es imprecisa o contradictoria41. Teniendo en cuenta lo anterior, no se vislumbra dificultad aparente de parte de los jueces de instancia, cuando con ello quieran apartarse del precedente, el punto (i) es bastante claro, en el sentido que una nueva ley, un cambio en la normatividad, con una nueva orientación, vocación, motivación. Lo anterior pues resulta casi que imposible que la interpretación o integración hecha por el órgano de cierre de la norma anterior, sea perfectamente equiparable a la nueva. Es en este punto donde la labor del juez inferior crea jurisprudencia “temporal”, mientras se desarrolla plenamente un precedente definido por el órgano de cierre. El segundo punto (ii) trae consigo un esfuerzo mayor del juez inferior, en el sentido de determinar cuándo un precedente no se ajusta a una realidad social (V. gr. Desplazamiento Forzado. Sentencia T-025 de 2004), o un cambio político significativo (V.gr. Ibíd. p. 85. Ibíd. pp. 86-87. 40 41 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||393 Relección Presidencial. Sentencia C-141 de 2010) o un cambio en la realidad económica (V.gr. Sostenibilidad Fiscal. Sentencia C-288 de 2012). Esta labor resulta de la insuficiencia de lo decidido por la Corte para abarcar las situaciones que, siendo análogas, evolucionan en un contexto social, económico y político diferente. La última de las premisas otorgadas al juez inferior (iii) son el remedio al disenso al interior del órgano de cierre, el cual se encarga de fijar el precedente que se impone con carácter vinculante, que por alguna razón no ha logrado el consenso mayoritario. Esta situación se traduce en la escogencia del juez de una decisión que no es unívoca pero que, en su saber leal y entender, responde con mayor ímpetu a los postulados de justicia, igualdad, seguridad jurídica y confianza legítima; existe en este caso mayor margen de discrecionalidad judicial. Estas reglas se convierten en criterios razonables y proporcionales que delimitan en sus justas proporciones el ejercicio jurisdiccional, en consonancia y respeto por los principios y derechos que intervienen en la administración de justicia. Dejando claro cuál es la responsabilidad de los jueces de inferior jerarquía respecto del respeto sobre el precedente y su carácter vinculante en el ejercicio de la administración de justicia, veremos qué tan distante son estas reglas cuando quienes se quieren apartar del precedente son los mismos órganos encargados de dictarlos. Para el precedente horizontal se establecen las siguientes reglas: (i) cuando la doctrina habiendo sido adecuada en una actuación social determinada no responda adecuadamente al cambio social posterior, (ii) cuando la jurisprudencia resulta errónea, por ser contraria a los valores, objetivos, principios y derechos en los que se fundamenta el ordenamiento jurídico, (iii) por cambios en el ordenamiento jurídico positivo, es decir, debido a un tránsito constitucional o legal relevante. Se observa de estas reglas menos rigurosidad respecto del precedente vertical, y es apenas obvio, debido a que este órgano de cierre fija la directriz, en lo que a precedente respecta. La primera 394 || Sección Alumni de ellas (i) atañe simplemente a la discordancia entre la realidad social y el precedente fijado, haciendo insuficiente para éste responder a las necesidades de justicia que presenta la sociedad (Vrg. Aborto, Sentencia C-355 de 2006); la segunda (ii) es un criterio mucho más personal, subjetivo y por qué no, ambiguo, cuando la corte señala que “…la jurisprudencia resulta errónea por ser contraria a los valores, objetivos, principios y derechos en los que se fundamenta el ordenamiento jurídico”, habría que preguntarse, ¿qué situación daría lugar a que una jurisprudencia fijada, vinculante y mayoritariamente impuesta, pudiera contrariar los cimientos del ordenamiento jurídico? -entendidos como valores, objetivos, principios y derechos-. Acaso la Corte nos insta a pensar que un cambio en el modelo de Estado, o un cambio en los pilares fundantes de la Constitución sería lo único justificante para el cambio en el precedente. Se considera, entonces, que de las reglas éstas reviste mayor complejidad y mayor margen de argumentación. Como última de las reglas se encuentra (iii) el tránsito legislativo y constitucional relevantes, los cuales tendrían la consecuencia lógica de fijar cambios en el precedente ya fijado. Desde que se profirió esta sentencia -ya hace 10 años y más-, podemos concluir que ha habido en el camino intenciones variadas para quitarle o restarle efectividad al ejercicio del poder judicial, situaciones a las cuales la corte ha respondido con vehemencia, aunándole otros ingredientes al ya fortalecido sistema de precedentes. 3.2.4. Ajustando las tuercas Vendría a nutrir esta línea jurisprudencial un pronunciamiento trascendental en el ejercicio de la actividad judicial, sería más una disciplina jurisprudencial cuasi-punitiva, bajo el entendido que el desconocimiento grosero y grave del precedente redunda en una responsabilidad penal por parte del funcionario judicial, que desatiende la línea decisional. Con ponencia del doctor Humberto Antonio Sierra Porto, la Sala Plena de la Corte Constitucional en Sentencia C-335 de CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||395 2008, estudia la exequibilidad del artículo 413 de la Ley 599 de 2000 (Código Penal de Colombia), en lo referente al delito de prevaricato por acción. La Corte sostiene que pueden incurrir en el delito de prevaricato por acción aquellos servidores públicos en los casos narrados en el tipo penal en dos casos específicos, haciendo uso de la cláusula cerrada de tipos penales, así: (i) cuando una providencia, resolución, dictamen o concepto sea manifiestamente contraria a la jurisprudencia proferida por las Altas Cortes, siempre y cuando se trate de un fallo de control de constitucionalidad de las leyes y, (ii) cuando la jurisprudencia sentada por aquéllas que comporte una infracción directa de preceptos constitucionales, legales o de un acto administrativo de carácter general. El desconocimiento de estas dos situaciones da lugar a responsabilidad penal, no obstante el enunciado de éstos no satisface abiertamente la explicación, por lo que se ahondará en su alcance. Cuando la Corte habla de la vinculatoriedad del precedente en ejercicio del control de constitucionalidad, se refiere al ya carácter decantado de obligatorio de los fallos cuyo contenido sea de constitucionalidad. Diversos fallos dentro de los que se encuentran los estudiados en el presente documento, ofrecen claridad al afirmar que los fallos en ejercicio de este tipo de control son obligatorios y que sus decisiones hacen tránsito a cosa juzgada constitucional. Lo anterior produce como efecto que la parte considerativa de esta, constituye criterio auxiliar de la actividad judicial, excepto cuando ésta sea la guarde consonancia y una relación inescindible con el de la sentencia, en palabras de Sierra Porto y enmarcando en el ámbito de la responsabilidad penal, sostuvo tres aspectos a tener en cuenta, en cuanto al contenido de estos fallos: (i) Desconocer el contenido de estos fallos sería violar directamente la constitución en su artículo 243 superior. (ii) Si el fallo es de exequibilidad, no le sería dable al juez recurrir a la excepción de inconstitucionalidad, (iii) si se está ante una declaratoria de constitucionalidad condicionada, igualmente le está vedado a 396 || Sección Alumni cualquier juez acordarle una interpretación distinta a la norma legal que ha sido sometida al control de la Corte. En este punto resalta la Corte a su vez tres aspectos: (a) cuando el texto constitucional o legal es claro y concreto, admite un solo significado, no ofrece capacidad de maniobra al juez en la interpretación por lo que la violación a la jurisprudencia traduce la violación a la misma ley, y no de la interpretación que ella se haga, (b) cuando las disposiciones constitucionales o legales admiten diversos significados, afirma la Corte que existen instrumentos idóneos como el recurso de casación garantiza el carácter vinculante de la jurisprudencia decantada por aquella, sin llegar a recurrir a una medida tan drástica que suponga un límite a la libertad individual. (c) La multiplicidad de interpretaciones que tenga una norma constitucional y legal, por su carácter general y abstracto, no supone que el servidor público que interprete o aplique de una manera diferente la norma, su conducta sea, por lo que el acto no puede catalogar de irrazonable y arbitrario, (d) tampoco es dable establecer responsabilidad de un servidor público, cuando no se tenga una jurisprudencia constante respecto de alguna disposición constitucional o legal. (e) Por último, un grave problema práctico que consiste en la inexistencia en el país de compilaciones actualizadas y asequibles de jurisprudencia de las Altas Cortes. De tal suerte que a diferencia de lo acontecido con el texto legal, el cual debe ser debidamente y en el Diario Oficial para ser oponible a los ciudadanos, los fallos proferidos por la jurisdicción ordinaria sólo deben ser a las partes o publicados en otros casos. De igual forma, existe el otro aspecto sobre mediante el cual recaería eventualmente una responsabilidad de orden penal, esto es, cuando la jurisprudencia sentada por aquéllas que comporte una infracción directa de preceptos constitucionales, legales o de un acto administrativo de carácter general. Sea lo primero determinar si se está en presencia de un manifiesto alejamiento del operador jurídico de una subregla constituCUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||397 cional, cuyas características esboza la Corte son: (a) se limita a reafirmar la vigencia de una subregla constitucional perfectamente consolidada; (b) su número resulta ser extremadamente elevado; y (c) constituyen interpretaciones constantes y uniformes de la Constitución, la ley o un acto administrativo de carácter general, por parte del juez constitucional, o se está en presencia de sentencias de unificación jurisprudencial. Teniendo en cuenta lo anterior, habría responsabilidad por parte del servidor público -sujeto activo del punible de prevaricato por acción-, cuando desconozca la jurisprudencia cuando se decida en sede de control abstracto de constitucionalidad o cuando se constituya una infracción directa de los preceptos constitucionales o legales o de un acto administrativo de carácter general, cuando dichos fallos sean reiterados, que se trate de una subregla constitucional, se constituyan en interpretaciones constantes y uniformes de parte del juez constitucional. Solo en estos eventos podría decirse que la expedición de una providencia, sentencia, concepto o dictamen con abierto desconocimiento de esta subregla da lugar a responsabilidad penal. Sin embargo, los titánicos avances en materia de protección del carácter vinculante de las sentencias de la Corte no acabaría allí. Otra tendencia que hace unos años venía gestándose, era la posibilidad de que los asociados en calidad de accionantes -en sede de tutela- pudiesen controvertir un fallo por considerarlo violatorio a la doctrina dictada por la Corte, considerándolo una vía de hecho. Veremos esto como se ha desarrollado. 3.2.5. O se atiende al precedente o… Lo anterior tendría un desarrollo importantísimo dentro de la esfera de la protección de los derechos fundamentales, a través del concepto de vía de hecho42, se dio apertura a la posibilidad de que los ciudadanos pudiesen atacar de manera excepcional fallos Corte Constitucional de Colombia, 1993. Sentencia T-079, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz. Y Sentencia T-158, M.P. Vladimir Naranjo Mesa. –Desarrollo del concepto de vía de hecho- 42 398 || Sección Alumni judiciales por vía de acción de tutela, cuando quiera que con ellos se vulneren derechos fundamentales. La evolución jurisprudencial de la figura ha fijado dentro de su desarrollo requisitos generales de procedibilidad de la acción de tutela contra providencias judiciales, así como requisitos especiales o específicos de procedibilidad, entre los que se resalta y es objeto de nuestro estudio el denominado “desconocimiento del precedente”, cuya aparición es reciente y que desde su aplicación ha sido uno de los factores que han incidido con mayor fuerza en establecer la disciplina y obediencia en lo que al precedente se refiere. La pregunta que resulta de la anterior premisa es: ¿cómo opera el Desconocimiento del Precedente como causal específica de procedibilidad de la acción de tutela en contra providencias judiciales? La Corte ha explicado que para efectos de acudir a la acción de tutela por desconocimiento del precedente, es necesario: 1) cumplir los requisitos genéricos de procedibilidad de la acción de tutela contra providencias judiciales, 2) Se debe estar en presencia de un desconocimiento o limitación al alcance de un derecho fundamental fijado por la corte de parte del juez de instancia43. Respecto de esta situación la Corte ha sostenido que respecto del caso pendiente de decisión debe ser fallado por el juez de instancia de conformidad con el caso o los casos del pasado, “cuando (i) si los hechos relevantes que definen el caso pendiente de fallo son semejantes a los supuestos de hecho que enmarcan el caso del pasado, (ii) si la consecuencia jurídica aplicada a los supuestos del caso pasado constituye la pretensión del caso presente y (iii) si la regla jurisprudencial no ha sido cambiada o ha evolucionado en una distinta o más específica que modifique algún supuesto de hecho para su aplicación44”. Corte Constitucional de Colombia, 2008. Sentencia T-766, M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra. 44 Corte Constitucional de Colombia, 2007. Sentencia T-1092, M.P. Humberto Antonio Sierra Porto. 43 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||399 El ámbito de protección que otorga la Corte a través del establecimiento de esta causal específica de procedibilidad de la acción de tutela contra sentencias judiciales recae sobre dos aspectos esenciales: (i) al alcance fijado por la Corte, respecto de un derecho fundamental y (ii) que las situaciones análogas –entiéndase por éstas aquellas que posean identidad fáctica, que la consecuencia jurídica prevista sea congruente con las pretensiones y que la jurisprudencia siga siendo aplicable por no haber evolucionado o porque no haya sido modificada-, sean resueltas bajo los mismos criterios y parámetros en pro de salvaguardar el derecho de igualdad, la equidad, la buena fé, la seguridad jurídica y la confianza legítima. Esta supra garantía, consistente en la posibilidad de solicitarle al juez de tutela que otorgue el amparo constitucional, cuando quiera que en ejercicio de la actividad judicial se desconozca de manera grosera, abierta o infundada el precedente judicial, recaba en la uniformidad de nuestro sistema, en su unidad, coherencia, congruencia, cuya finalidad es, y solo debería ser, la protección integral de las garantías fundamentales de los coasociados. 3.3. Conclusiones respecto del argumento de Diego Eduardo López Medina De lo anterior se observa que, más allá de constituir un criterio vinculante, el respeto del precedente redunda positivamente en el ejercicio del poder judicial, haciéndolo menos laxo y más estricto, sin ser pétreo, claro está, otorgando la posibilidad de desatenderlo siempre que se reúnan los requisitos y se brinden los argumentos de que trata el intérprete autorizado de la Constitución. Por lo tanto, se concluye de forma preliminar que el precedente no es una camisa de fuerza para los jueces, ni puede considerarse una tesis que arrase de forma absoluta con la autonomía judicial, de lo que se trata es de encontrar un punto de encuentro entre la autonomía de los jueces entendida como la facultad de tomar de forma autónoma decisiones ajustadas a derecho y la observancia de las decisiones tomadas por los superiores jerárquicos dentro del marco de esa misma autonomía. 400 || Sección Alumni No obstante, no se podría decir que la Corte tiene la última palabra, o que ella es infalible en sus decisiones. Se reitera que siempre existirá la posibilidad de apartarse del precedente, siempre y cuando dentro del marco de autonomía judicial se le dé preminencia al respeto de las garantías fundamentales. Los anteriores argumentos resumen lo que en el sentir de López Medina estructura en alguna parte la tesis de la vinculatoriedad del precedente, no obstante el ejercicio investigativo que él mismo realiza no se enmarca dentro de una conquista teórica propia, sino en la demostración fáctica y operativa que esta tendencia ha tenido en el ordenamiento jurídico interno. Él mismo evidencia a través del método de la línea jurisprudencial una tendencia fuerte del precedente explotando claro está sus fortalezas y apoyado con una base teórica contundente de grandes tratadistas y científicos del nuevo constitucionalismo. Vistos los argumentos que soportan la tendencia hacia el efecto vinculante de las sentencias de la Corte es necesario observar en el presente estudio la antítesis de la tendencia jurisprudencial citada, para efectos de conocer sus críticas, riesgos y defectos en que pueda incurrir ésta soportada y bien estructurada teoría. 3.4. La otra cara de la moneda. Los argumentos de Javier Tamayo Jaramillo Para estudiar la tesis contrapuesta a la teoría del efecto vinculante de las sentencias de la Corte, tomaremos como referencia al Dr. Javier Tamayo Jaramillo45, quien se resalta en la discusión como uno de los más denotados contradictores de esta tendencia, su teoría la fundamenta principalmente en la férrea defensa del principio de legalidad y su decantada lucha en contra del activis45 Abogado de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín, Magister en Derecho y Economía de Seguros de la Universidad Católica de Lovaina (Bélgica). Exmagistrado de la Corte Suprema de Justicia Sala de Casación Civil (1994-1995). Ha sido profesor de la Universidades Nacional, Pontificia Bolivariana de Medellín, Los Andes, Pontificia Universidad Javeriana, Externado de Colombia entre otras. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||401 mo judicial46 -como denomina la avanzada de la Corte Constitucional en defensa del precedente-. Los puntos -a criterio del autor- sobre los cuales Tamayo estructura su argumento se podrían resumir de la siguiente manera: (i) el principio de legalidad, consistente en el respeto a lo señalado por el art. 230 C.N., aunado a la interpretación semántica de la norma, en contraposición de la interpretación finalista, axiológica o valorativa, (ii) el activismo judicial de la Corte Constitucional como mecanismo de poder y (iii) la igualdad como “pretexto” para hacer obligatorios los fallos de la Corte. El principio de legalidad como motivación principal de los formalistas va de la mano de la interpretación semántica, literal y textual del texto constitucional o legal, bajo esta perspectiva el Dr. Tamayo elabora consecuentemente su argumento con observancia y pleno “respeto” por la consigna constitucional del artículo 230, critica férreamente la postura finalista-valorista y axiológica de interpretación constitucional elaborada por la Corte, arguye entre otras apreciaciones, la subjetividad de argumentos para establecer reglas de derecho no consagradas en la norma, al tiempo que advierte históricamente, los principios no pueden ser tomados de forma categórica dado su carácter47. Los argumentos de Tamayo pregonan por un respeto al contenido semántico de la norma constitucional, y considera además que la voluntad del constituyente es inequívoca al darle valor auxiliar a la jurisprudencia. Agrega de paso que el método de interpretación por excelencia de interpretación normativa es el semántico, y que toda interpretación apartada de este criterio formalista carece de validez, porque no comporta la voluntad específica del órgano constituyente. Otro de sus argumentos apunta directamente al órgano judicial encargado de elaborar esta tesis. La Corte Constitucional, en esta ocasión, es acusada de agendar políticamente sus fallos, de pretender ser instrumento de poder y usurpar funciones propias Tamayo & Jaramillo, 2012, p. 12. Ibíd. pp. 16,39. 46 47 402 || Sección Alumni del legislativo, considera la tesis de la vinculatoriedad del precedente, un “sofisma” más, con el que pretende posicionarse como una súper Corte, que se irroga la facultad de estar por encima de los poderes públicos y cuya única intención es la de ejercer el poder con una agenda política definida48. Como último punto -a criterio del libelista- Tamayo acusa a la Corte de utilizar el “pretexto” del derecho a la igualdad, para hacer obligatorios sus fallos. Menciona, entre otras características, que no existe nada más desigualitario que quedar al arbitrio de decisiones fundadas en interpretaciones valoristas y que desconocen los postulados concretos de la ley, que la igualdad no se reputa de situaciones análogas, porque todas las situaciones son diferentes y es labor del juez verificar qué situación o situaciones deben resolverse de una u otra forma49. Sin duda los argumentos del Maestro Tamayo Jaramillo poseen una riqueza descriptiva y de fundamento histórico-formalista relevantes; no obstante su validez, existen para con el libelista, ciertas discrepancias que resumiré en estas breves conclusiones. 3.5. Conclusiones respecto de Javier Tamayo Jaramillo Es de resaltar la dialéctica del maestro Tamayo, al defender sus posturas y refutar de forma implacable la tendencia de la Corte Constitucional al otorgarle efecto vinculante a sus fallos, empero se vislumbra en sus apreciaciones, más una lucha frontal, práctica y personal, pero de poca fuerza teórica y argumentativa, los episodios narrados por Tamayo dejan ver una “animadversión” por el papel protagónico que ha asumido la Corte desde su establecimiento y entrada en vigencia a partir del 7 de junio de 1992. Su argumento del respeto del principio de legalidad y la interpretación semántica de la norma, desconoce interpretaciones finalistas y valoristas que tanto beneficio han hecho a nuestro sistema de derecho constitucional, tendencias traídas a nuestro entorno por teóricos del derecho como H.L.A. Hart50 y Ronald Ibíd. pp. 26-27. Ibíd. pp. 29-30. 50 Hart, 1964. 48 49 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||403 Dworkin51 y validadas por López Medina, de las cuales podemos recoger exitosas experiencias propias que no hubiesen sido posible sin la anuencia de este método interpretativo. A manera de ejemplo, se encuentra (i) la tutela efectiva de los derechos que no se encuentran consagrados en el Capítulo 1° el Título II de la Constitución Política de Colombia, en virtud de la tesis de a conexidad52, (ii) la posibilidad de que las mujeres, víctimas de delitos de acceso carnal, incesto y otros delitos afines, o que aquellas mujeres que en razón de su embarazo esté en riesgo su vida, o que su feto tenga congénita una malformación que haga inviable su vida, podrá interrumpir de manera voluntaria su embarazo53, (iii) la declaratoria de un para la protección de derechos fundamentales de una población vulnerable como son los desplazados54, entre otros, son ejemplos de la conveniencia y utilidad de una interpretación, hecha a la luz de la misma Constitución y que contrario a destruir el núcleo semántico de las estipulaciones constitucionales, le otorgan sentido y garantizan la efectividad de los derechos fundamentales como fin esencial55 del estado social de derecho. Como se ha visto a lo largo de nuestra reciente historia constitucional, la interpretación finalista y valorista de la constitución ha aportado innumerables avances que revisten de coherencia nuestro sistema de derechos fundamentales, sin el concurso de ellos, muy seguramente estuviésemos petrificados en un rígido formalismo que determinaría al Tribunal Constitucional, solo aplicar la Constitución en estricto sentido, con desconocimiento claro, de la voluntad intrínseca del constituyente, en lograr, entre otros, la justicia social, el orden Dworkin, 2002, p. 176. Corte Constitucional de Colombia, 2002. Sentencia T-406, M.P. Ciro Angarita Barón. 53 Corte Constitucional de Colombia, 2006. Sentencia C-355 de 2006. M.P. Jaime Araújo Rentería, Clara Inés Vargas Hernández. 54 Corte Constitucional de Colombia, 2004. Sentencia T-025. Manuel Cepeda Espinosa. 55 Congreso de la República, 1991. Constitución Política de Colombia, Artículo 2°. 51 52 404 || Sección Alumni justo, la igualdad, la equidad, la seguridad jurídica, la efectividad de los derechos fundamentales etc. Ciertamente el otro argumento de Tamayo, no se encuentra fuera de tono, cuando arguye que, si bien es una apreciación subjetiva, no deja de llamar la atención cuando la Corte toma atribuciones más allá de las que se podría pensar le otorgó el constituyente primario, facultades de estudiar de fondo la convocatoria a un referendo reformatorio de la Constitución56, facultad de hacer seguimiento al cumplimiento efectivo de sus fallos57, otórgales efectos retroactivos58 o diferidos59 a sus fallos, entre otras atribuciones, dejan entre ver que muchas ocasiones la Corte puede que actúe como activista político, y pueda que en otras ocasiones raye en la extralimitación de funciones, tema que debe ser revisado y atendido de forma especial, ya que el exceso de ese activismo político puede lesionar gravemente el equilibrio de poderes, el sistema de pesos y contrapesos, y ¿por qué no? la credibilidad en este alto tribunal. En cuanto al otro eje fundamental de la discusión, como lo es el derecho a la igualdad, el cual además de considerarse como un derecho y una garantía de orden superior, constituye una utopía para los países democráticos, la igualdad en su expresión absoluta resulta imposible lograr, pero es un ideal a conseguir, el hecho de que se soporte toda una tesis de precedente en torno a la igualdad, no desconoce los postulados del artículo 230 como lo sugiere Tamayo, por el contrario, se piensa que si el constituyente del 1991 le dio carácter auxiliar como sistema de fuentes a la jurisprudencia, fue el mismo interprete de esa voluntad constituyente el que condicionó su vinculatoriedad, como presupuesto para la obtención de igualdad material cuando concurrieran los requisitos para así hacerlo. La igualdad no es un sofisma, es un fin en sí mismo y Corte Constitucional, 2010. Sentencia C-141, M.P. Humberto Antonio Sierra Porto. 57 Ver entre otros: Corte Constitucional, 2009. Auto 009, Auto 011, M.P. Manuel José Cepeda Espinosa. 58 Corte Constitucional de Colombia, 1993. Sentencia C-149, M.P. XXXXXX 59 Corte Constitucional de Colombia, 2001. Sentencia C-737. M.P. Eduardo Montealegre Lynett. 56 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||405 todos los órganos del Estado deben procurar en lo posible su cometido. Claro que existen riesgos como lo señala Tamayo, cuando una Corte vuelve obligatorios sus fallos, pero esta obligatoriedad no es pétrea, admite mentís, evoluciona, muta, siempre en pro y en apego a la defensa de los derechos inherentes a la persona humana. Riesgos existirán siempre en cualquiera de los escenarios, pero sí de escoger se trata, resulta más admisible un riesgo que promueva la defensa de los derechos fundamentales, a aquella que cause su limitación y restricción. 3.6. El “mano a mano” Vistos a grandes rasgos, los argumentos de nuestros protagonistas, es necesario documentar el “mano a mano” librado por ellos a través del portal ámbito jurídico -donde fungen nuestros referentes doctrinarios como columnistas-. En ese escenario se dio una muestra de la tensión que a nivel académico sostienen los maestros López Medina y Tamayo Jaramillo, respecto del tema, solo para ilustrar el punto de discusión haremos referencias algunos de sus apartes en la columnas de los cuales extraeremos significativas conclusiones. Tamayo provoca la discusión a partir del estudio de unas entrevistas producidas por grandes teóricos contemporáneos del derecho que con ocasión a la celebración del VII Encuentro de la Jurisdicción Constitucional visitaban nuestro país. En la columna titulada, Tamayo selecciona los argumentos de cada uno de ellos, resaltando la solución que plantean en cuanto al “espinoso” tema del matrimonio entre parejas del mismo sexo y el aborto (Alexy) y, el papel de tribunal constitucional (Elster), concluye que la Corte no puede interpretar por fuera de lo que la ley y el legislador ordene, el argumento sirve de cimiento para irse lanza en ristre en contra de la Corte Constitucional en su columna donde critica que la igualdad sea el fundamento de la corte constitucional para hacer obligatorios sus fallos y que precisamente sea ella a través de sus fallos quien beneficie a magistrados y congresistas con privilegios pensionales más allá de los del ciudadano común, 406 || Sección Alumni finalmente, conmina en su discusión a un pronunciamiento de su ahora antagonista jurídico López Medina. En respuesta a la avanzada de Tamayo Jaramillo, López responde de forma muy metodológica en su columna López trata de encuadrar el argumento de Tamayo, es decir lo condensa, resume y estructura de tal manera que le permite conocer dónde va atacar en su próxima incursión en la deliberación, concluye que Tamayo posee dos grandes argumentos a saber el establecimiento de un “precedente obligatorio” en contra de los claro texto normativo explícito y otro más llamativo aún si la corte ha establecido un sistema desigualitario en materia pensional de magistrados respecto de los ciudadanos del común, queda en suspenso sus reales argumentos de oposición a Tamayo. En concordancia con lo planteado, López amplía su respuesta en su columna, en ella se refiere específicamente al criterio de Tamayo en dos aspectos: (i) el precedente obligatorio y (ii) la interpretaciones valoristas, su explicación versa primeramente en cuanto a la interpretación del artículo 230 constitucional, de ello explica, se deriva dos situaciones, a saber: (i) si se interpreta el artículo desde la esfera formalista debemos afirmar que los jueces solo están sometidos a la ley, y que las demás fuentes, esto es, la auxiliares cumplen la función de interpretar la norma “oscura” al tiempo que advierte que la jurisprudencia constitucional no acoge esta tesis porque no resulta consonante con los principios de igualdad y supremacía constitucional. Aunado a lo anterior, el concepto de ley indica, no debe observarse de modo restrictivo, sino más bien extensivo al concepto de supremacía constitucional que está históricamente por encima que el concepto de legalidad. De las anteriores deducciones afirma el papel de la jurisprudencia adquiere un nuevo rol dentro del sistema de derecho contemporáneo, el cual le otorga independencia intelectual y política, lo que a su vez la dota de fuerza normativa como faro orientador a la actividad judicial que deba fallar nuevos casos. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||407 Expresa una corrección dirigida a Tamayo en el sentido que el precedente no es obligatorio, sino que él impone una obligación de exponer argumentos válidos para desatender el precedente, se le otorga pues, que afirma López es la forma de ponderar autonomía judicial e igualdad de trato. Esta discusión alcanzaría su al desatarse la respuesta de Tamayo al argumento -ahora si- explícito de López, era de esperarse la contundente y siempre vehemente defensa de sus argumentos de parte de Tamayo en su columna donde de forma directa acusa a López de carecer de argumentos coherentes jurídicamente frente al tema planteado. Tamayo defiende la interpretación de los jueces pero estableciendo como límites a la misma el estado social de derecho. Señala a López de encasillar al Derecho como una teoría de poder político, acusa a la corte de querer posicionarse por encima del resto de los poderes y además fomentar la lucha de clases. Finalmente, destaca que ese tipo de interpretaciones antes de pregonar la igualdad lo que hace es generar desigualdad material, lo que califica de incoherente. 3.7. ¿Es la confrontación López vs. Tamayo, una discusión dogmática? Dejando claro de antemano el profundo respeto que cada uno de los autores referenciados me merece en sus actividades académicas e investigativas, a quienes además he tenido el inmenso placer de conocer y además observarlos y escucharlos debatir estos mismos temas, me permito con cierta “autoridad” expresar algunas consideraciones al respecto. La primera de ellas es que López y Tamayo hablan dos “idiomas diferentes”, y no refiere el autor una distinción entre dialectos o lenguas, sino de orientación, explicación y argumentación de sus tesis. Tamayo es un abogado práctico, un litigante acucioso, inquieto, probado en distintas lides jurídicas, formado como muchos bajo una tendencia estas características lo refleja en sus argumentos 408 || Sección Alumni al sustentar en ellos, críticas férreas y por qué no, fundadas en hechos fehacientes de sonada incidencia política -como el caso de pensiones privilegiadas para magistrados-. Tamayo traslada sus argumentos a la arena jurídica demostrando fácticamente que en el caso de la corte “se predica, pero no se aplica” y además que consecuente con su formación jurídica, defiende de manera contundente el respeto por el contenido semántico del artículo 230 C.N. En la otra esquina se encuentra Diego López, un abogado dedicado casi que exclusivamente a la academia, de un talante científico envidiable, de una formación jurídica propia del derecho anglosajón y de una estructura teórica-jurídica como pocos en el país. La particularidad de Diego radica en la “tecnicidad” de sus argumentos –muchas veces poco entendibles por sus lectores-, además de la riqueza conceptual de su discurso, logra equiparar los argumentos de los teóricos del derecho contemporáneo más significativos de nuestra época a la solución de problemas jurídicos de actual relevancia en nuestro contexto social. Como se señaló en líneas anteriores, en el concepto del autor los argumentos de uno y otro se encuentra en contravía, pero por razones distintas, la disputa no es ideológica, ni tampoco técnica, ni mucho menos política, es dogmática -muy al estilo particular de cada cual-. El dogma de Tamayo deviene de una experiencia litigiosa y judicial siempre respetuosa y orientada al respeto irrestricto al principio de legalidad _que a su criterio direcciona el ordenamiento jurídico colombiano- mientras que Diego en un estudio estructural y sistemático de la decisiones de la Corte y apoyado en argumentos doctrinales de derecho contemporáneo revoluciona las ya acostumbradas tesis legalistas. Si de tener razón se trata, se considera, no hay dogmas o tesis absolutas, cada una tiene sus fortalezas y sus debilidades, pero creo que tanto esos denotados juristas como el autor debemos concluir que el estado de la discusión no permite equipararlas en un mismo plano y no con ello se pretende desestimar una u otra, CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||409 es decir, si bien podría en un primer estadio pensar que la discusión es sobre el mismo tema, los argumentos son distantes y de connotaciones prácticas distintas por lo que pienso la discusión queda en el plano dogmático. No obstante lo anterior, la discusión también ayuda, y con mucha fuerza, a la construcción diaria de la teoría del derecho y la ciencia jurídica Lo que corresponde entonces a los espectadores de tal pugna es abrigar el sentir de cada uno -con su particular estilo- en la construcción de una tesis que tenga como único y específico fin la realización del estado social de derecho y el establecimiento de un orden justo. 3.8. Lo que viene Los anteriores planteamientos, las tesis esbozadas, y las discusiones acerca del papel de las sentencias de la las cortes, como se observó, nacen desde finales del siglo XIX. Apenas es un tema en gestación, en construcción y que constituye un reto para los teóricos actuales del derecho. Cualquiera que sea la tendencia, la visión política y la lectura ideológica debe entenderse que la consigna no es tomar partido de forma subjetiva, es más constructivo entrar a la discusión para afrontar los retos sociales, “engrasar” la maquinaria social, para de esa forma construir a partir del derecho, la política, la economía y los cambios inherentes a la evolución del ser humano. Consonante con los retos que sugiere el entorno social, político y económico de nuestro ordenamiento jurídico, el ejecutivo ha promovido la muy discutida y hoy rechazada, en la cual no se avizoraban cambios significativos relacionados con el tema planteado, sin embargo, es de acotar, el sentimiento profundo que embarga a otras corporaciones judiciales, como el Consejo de Estado, el cual presentó una propuesta de reforma a la justicia que abordaba el tema en los siguientes términos: El Proyecto de Acto Legislativo Número 11 de 201160 Senado, en su artículo 10 consagraba: 60 Congreso de la República, 1968. Acto Legislativo 1. 410 || Sección Alumni Artículo 10. El artículo 230 de la Constitución Política de Colombia quedará así: “Artículo 230. Los jueces, en sus providencias, son independientes y están sometidos a la Constitución, a la ley y al precedente judicial vinculante. La ley determinará los requisitos y los casos en los cuales el precedente judicial tendrá efectos vinculantes61”. Nótese cómo, mediante la modificación del articulado que regula el sistema de fuentes de la actividad judicial, se quiso modificar y elevar a rango constitucional expreso, la inclusión del precedente como fuente vinculante de derecho en nuestro sistema. No obstante, este tema de remota incidencia política y de avanzado desarrollo jurisprudencial, poco o nada fue atendido, por competir con temas de clara “importancia” al legislativo y judicial, como la administración de justicia por parte de particulares, la notable importancia en la modificación en el tema de la pérdida de investidura e investigación de aforados constitucionales, temas que por mucho sobrepasan en interés y trascendencia al políticamente irrelevante tema del precedente. Aunque este tema no haya sido tomado en cuenta pese a su importancia como fin esencial de la administración de justicia y en aras de propender por su eficacia y coadyuvar en su descongestión, deja entre ver que realmente los motivos que se persiguen con la reforma, es más político y de “marco de impunidad” que de conveniencia común a la obtención real y efectiva de la justicia. Si bien esta iniciativa fue catalogada de forma acertada como un fracasó del actual gobierno, no hay que desconocer la intención que embargaba al ejecutivo en su primer año de mandato -finales del año 2010- en presentar un proyecto que estableciera de forma concreta el papel de la jurisprudencia en el sistema de fuentes del derecho, el cual llevaba la siguiente orientación: Los jueces en sus jurisprudencias solo están sometidos a la Constitución, al ordenamiento jurídico y a la jurisprudencia. Congreso de la República, 2011. Gaceta No. 594 del 11 de agosto. 61 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||411 La ley definirá los casos en que la jurisprudencia tendrá fuerza vinculante para todas las autoridades judiciales y administrativas. Los cambios jurisprudenciales solo tendrán efectos hacia el futuro. La equidad, los principios generales del derecho y la doctrina son criterios auxiliares de la actividad judicial. Las intenciones en este proyecto iban orientadas a conjurar el recurrente problema de la congestión judicial y administrativa. Así, se consideraba que la constitucionalización del precedente sería una medida pertinente y eficaz en la descongestión en temas neurálgicos como la salud y las pensiones, otorgando coherencia y uniformidad al sistema jurídico colombiano, y respondiendo a las expectativas legítimas de los ciudadanos en condiciones de igualdad62. Empero, han sido discusiones que no han tenido calado al interior del legislativo, desconociendo la realidad fáctica del tema y más bien “cuidando” de forma celosa la autonomía judicial. Sin embargo, este proyecto no sería el único, ya que en anteriores ocasiones desde los gobiernos del expresidente Uribe también se reflejaba esa intención cuando en los años 200263 y 200864, se pre López Medina. Materiales para la reforma del artículo 230 de la Constitución Política. Disponible en www.ambitojuridico.com. 63 La redacción propuesta por el entonces Ministro Fernando Londoño Hoyos, era la siguiente: “Los jueces en sus providencias estarán sujetos a la ley escrita, a la costumbre comercial y a la jurisprudencia como normas jurídicas cuyo alcance determina la propia ley. Los principios generales de derecho, la equidad y la doctrina son criterios auxiliares de interpretación e integración normativa. Los cuerpos colegiados que administren justicia no podrán modificar su jurisprudencia sino con mayorías calificadas y precisa motivación. La jurisprudencia de un tribunal tendrá que ser expresamente señalada como tal en la parte resolutiva de las sentencias. Las motivaciones de las mismas no constituyen jurisprudencia.” 64 La propuesta del Ministro Valencia Cossio traía la siguiente redacción: “Los jueces, en sus providencias, solo están sometidos al imperio de la ley. La equidad, la jurisprudencia, los principios generales del derecho y la doctrina son criterios auxiliares de la actividad judicial.” La ley podrá determinar los casos en que la jurisprudencia sea obligatoria para los funcionarios de la Rama Ejecutiva. 62 412 || Sección Alumni sentarán sendos proyectos de reforma al tan mencionado artículo 230 constitucional, corriendo igual suerte en su trámite. No obstante las anteriores “derrotas” sufridas por el ejecutivo en su altruista intención de otorgarle canon constitucional al precedente, saldría avante una iniciativa que coadyuva de forma positiva al establecimiento legal sobre el efecto vinculante del precedente, el Código de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso Administrativo -CPACA- en su artículo 102 refiere la extensión de la jurisprudencia del consejo de estado frente a terceros, así: Las autoridades deberán extender los efectos de una sentencia de unificación jurisprudencial dictada por el Consejo de Estado, en la que se haya reconocido un derecho, a quienes lo soliciten y acrediten los mismos supuestos fácticos y jurídicos (…). La redacción del artículo aludido torna obligatoria la atención de la jurisprudencia del consejo de estado ante las autoridades -entendidas, claro está, las autoridades judiciales y administrativas-, no obstante esta norma tendría control constitucional y resultaría en la Sentencia C-816 de 2011, la cual declararía la exequibilidad condicionada de este artículo, en los siguientes términos: Se observa que la Corte Constitucional revindica nuevamente su papel como supremo guardián de la Constitución y reafirmando su jerarquía en materia constitucional. En similar sentido, la misma Corte Constitucional confirmó la fuerza vinculante de sus fallos, reiterando el principio de supremacía constitucional y además la extensión en el acatamiento de los fallos de la corte en materia constitucional. Lo anterior no evidencia un choque de jurisdicciones, por el contrario muestra un acuerdo hacia el respeto de los precedentes dictados por altas cortes, escindiendo de manera natural los conocimientos que por especialidad posee cada jurisdicción. Dos pronunciamientos, de enorme relevancia sobre el tema propuesto, son igualmente las sentencias C-539 de 2011 y C-634 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||413 de 2011, donde se estudia de igual forma la “regulación” legal del precedente. En el caso de la C-539 de 2011, la Corte Constitucional analiza el artículo 114 (parcial) de la Ley 1395 de 201065. En ella, se reitera el carácter vinculante de las decisiones jurisprudenciales de todas las cortes en sus respectivas especialidades (ordinaria, contenciosa y constitucional), explica además el alcance de la expresión, entendida no en su acepción gramática o textual, sino entendida la ley como el conjunto de normas constitucionales, legales y las interpretaciones de los máximo órganos judiciales. Realiza una interpretación extensiva del artículo 230 apoyada en estipulaciones constitucionales como las del artículo 4°, 6°, 13, 29, 241, entre otros, otorgándole un entendimiento más amplio del simple concepto formal de ley, dándole la connotación de ley más hacia su acepción material. Concluye la Corte que sus decisiones hacen tránsito a cosa juzgada constitucional y que poseen fuerza vinculante para todas las autoridades públicas, que su desconocimiento implica la afectación de derechos fundamentales y por tanto una violación directa de la constitución y la ley, y que puede generar para con las autoridades administrativas, responsabilidad penal, disciplinaria y administrativa. Por su parte, la Sentencia C-634 de 2011 se encarga, al igual que la C-816 de 2011, de defender el nivel de vinculatoriedad del precedente judicial, confirmando la exequibilidad del artículo 10°66 del CPACA, cuya consagración legal es similar a la del ya estudiado artículo 102 del mismo código. En esta sentencia agrega Congreso de la República, 2010. Ley 1395, Diario oficial No. 47.768 del 12 de julio. 66 “Artículo 10. Deber de aplicación uniforme de las normas y la jurisprudencia. Al resolver los asuntos de su competencia, las autoridades aplicarán las disposiciones constitucionales, legales y reglamentarias de manera uniforme a situaciones que tengan los mismos supuestos fácticos y jurídicos. Con este propósito, al adoptar las decisiones de su competencia, deberán tener en cuenta las sentencias de unificación jurisprudencial del Consejo de Estado en las que se interpreten y apliquen dichas normas.” 65 414 || Sección Alumni la Corte el nivel de fuente formal de derecho que posee la jurisprudencia, la autoridad de los órganos de cierre en establecer el precedente que adquiere la característica de ser vinculante, señala además que los errores normativos encuentran sentido y corrección en la interpretación judicial. Analiza la corte que las disposiciones normativas deben interpretarse para cada caso concreto a través del método de armonización concreta, armonización entre la norma y las demás fuentes del derecho empezando por la Constitución y el bloque de constitucionalidad. Este método es aplicable cuando hablamos de disposiciones jurídicas de reglas. No obstante lo anterior, existen disposiciones normativas de principios. En este caso sostiene la Corte, es necesario orientar la labor interpretativa del juez a resolver posibles colisiones entre principios o entre principios y reglas, ese proceso de armonización debe realizarse a través de la demás fuentes del derecho y deben resolver el problema jurídico creando una regla jurídica aplicable a través del precedente judicial vinculante, cuya explicación encuentra sustento desde la teoría expresada y como necesidad de darle eficacia a los principios de igualdad y de seguridad jurídica. Aclara la Corte que las decisiones tomadas se constituyen en reglas de derecho y que hacen tránsito a cosa juzgada, entre tanto la de la misma se convierte en subregla de carácter vinculante que a través de la armonización concreta resuelven los asuntos sometidos a conocimiento de las autoridades judiciales o administrativas. La nota concordante de esta sentencia para con la C-816 de 2011, es precisamente la exequiblidad condicionada que se le impone al texto normativo en el sentido que en materia constitucional se observará de forma preferente los precedentes dictados por la Corte Constitucional. Se observa entonces que las múltiples y reiteradas tendencias de respeto del precedente, defendidas de manera clara y férrea por la actual Corte Constitucional, que prohíjan su estipulación legal y amplían el catálogo de derechos y garantías protegidas, CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||415 siguen consolidando una línea decisional imperante al interior de la Corte extendida a los demás órganos de cierre. Una vez realizado este bosquejo al interior de nuestro ordenamiento jurídico, es necesario dar una mirada a la forma como las instituciones de derecho extranjero, de las cuales se alimentan nuestro derecho constitucional interno, han abordado el tema. Efecto vinculante de las sentencias de los tribunales constitucionales en el derecho europeo y latinoamericano, España, Italia y Argentina. España El derecho colombiano sin duda, se ha nutrido en gran manera de las instituciones de derecho europeo y más concretamente del derecho español. A continuación se describirá de manera breve como aborda el sistema jurídico español el tema del efecto vinculante de los fallos del tribunal constitucional español. Sea lo primero revisar las normas constitucionales y las leyes orgánicas relevantes en el tema planteado. La Constitución española de 1978 consagra en su artículo 164.1 los efectos propios de las sentencias que dicte el tribunal constitucional español, reza que: Las sentencias del Tribunal Constitucional se publicarán en el boletín oficial del Estado con los votos particulares, si los hubiere. Tienen el valor de cosa juzgada a partir del día siguiente de su publicación y no cabe recurso alguno contra ellas. Las que declaren la inconstitucionalidad de una ley o de una norma con fuerza de ley y todas las que no se limiten a la estimación subjetiva de un derecho, tienen plenos efectos frente a todos67. Obsérvese en una primera medida que los efectos de las sentencias del tribunal constitucional español todas -excepto las que comporte un estudio subjetivo de un derecho, como las que resuelven amparo- tendrán plenos efectos de cosa juzgada frente 67 En: http: //www.tribunalconstitucional.es /es/constitucion /Paginas/ Constitucion1.aspx#c24 416 || Sección Alumni a todos –inclúyase los ciudadanos, las autoridades públicas y el poder judicial. Esta redacción se identifica plenamente con el artículo 243 de la Constitución colombiana, la cual fija los efectos de los fallos de la Corte Constitucional dándoles alcance de cosa juzgada constitucional. Queda claro, los efectos de cosa juzgada que fija la Constitución española a los fallos del tribunal constitucional, cuando: (i) se resuelva la constitucionalidad de las normas y de las disposiciones normativas con fuerza de ley68 y también cuando se resuelvan conflictos de competencia entre el Estado y las comunidades autónomas69; esa claridad se presenta igualmente en nuestro entorno de derecho colombiano, con excepción de la facultad de dirimir conflictos de competencia. Se observará a continuación donde radica la discusión del efecto vinculante de las decisiones del tribunal constitucional español. La situación excluida –amparo constitucional- para otorgarle efecto de cosa juzgada a los fallos frente a todos tiene un tratamiento especial de parte de la ley orgánica del tribunal constitucional70. Esta ley, en su artículo 53, contiene dos situaciones a resolver en el fallo y son: (i) otorgamiento del amparo o (ii) denegación del amparo. Por su parte, el artículo 55.1 esboza que los pronunciamientos otorguen el amparo pueden tener las siguientes declaraciones: a) Declaración de nulidad de la decisión, acto o resolución que hayan impedido el pleno ejercicio de los derechos o libertades protegidos, con determinación, en su caso, de la extensión de sus efectos. (…) (Subrayas ex-texto) Con la lectura de la norma se observa, contrario a lo planteado por buen sector de la doctrina española71, que los efectos de los España. Congreso de los Diputados, 1978. Constitución Española. Artículo 161. a) 69 Ibíd. Artículo 161. c) 70 España. Congreso de los Diputados, 1979. Ley Orgánica 2. 71 En este sentido, Rubio & Aragón, 1980, p. 845. 68 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||417 fallos del tribunal constitucional español que resuelva el recurso de amparo, pueden ser extendidos a criterio del mismo tribunal72, porque el recurso de amparo cumple también la finalidad de garantizar el orden jurídico y, en concreto, la observancia de la Constitución73. Hasta ahora, no se presenta dificultad aparente en otorgarle efectos vinculantes a todas las sentencias del tribunal constitucional español. No obstante, se determinará la “obediencia” de los actores judiciales en el sistema constitucional español. El tribunal español basados en una tendencia -al igual que en el caso colombiano- de protección de garantías fundamentales como la igualdad (art. 14 C.E) y a la seguridad jurídica (art. 93 C.E)74, ha establecido que su jurisprudencia se convierte en auténtico precedente para los jueces y Tribunales75. Al respecto se observa el artículo 5.1 de la nueva LOPJ76, el cual consagra que: Lo anterior significa que (i) se perfecciona el principio de la supremacía constitucional (art. 9 C.E) y (ii) se debe acoger la interpretación del tribunal constitucional español de forma completa, es decir cuando se ejerza el control constitucional de la leyes o normas con fuerza de ley, cuando dirima los conflictos de competencia del estado y las comunidades autónomas y, claro está, cuando resuelva el recurso de amparo. Se observa con lo anterior que el modelo de vinculatoriedad del precedente que se aplica en Colombia no es huérfano y cuenta con respaldo en un país de trayectoria constitucional relevante como España, con ciertas diferencias como es natural, por ejemplo el hecho de que exista una norma al interior del ordenamiento jurídico español que otorga ese efecto vinculante a las sentencias del tribunal constitucional, a diferencia de que en Colombia los logros en esa materia han resultado de la interpretación a la luz de los principios constitucionales España. Tribunal Constitucional, 1982. Sentencia 83, M.P. Rafael Gómez. Ibídem. 74 Pibernat Domenech, 1987, pp. 57-85. 75 En este sentido se pronuncian Sierra, y Calvo, 1985, p. 277. En contra, SALA, 1981, p. 2460. 76 España. Congreso de los Diputados, 1985. Del Poder Judicial, Ley Orgánica 6, BOE No 157. 72 73 418 || Sección Alumni de la igualdad, seguridad jurídica y confianza legítima, y no de la voluntad clara y expresa del legislador o del constituyente mismo. Italia El modelo italiano de control constitucional permite comprender el tema del efecto de los fallos de la corte constitucional italiana. Así, se observa que el control que se ejerce -homólogo en parte al caso colombiano-, por la Corte Constitucional de Italia, tanto por vía de acción como de excepción77. En lo que respecta a estos tipos de control, hay que resaltar que: (i) es por vía de excepción porque surge de controversias o litigios comunes que son de conocimiento de la Corte por remisión de los jueces comunes, (ii) es posterior por que la legitimidad constitucional de las leyes solo es ventilada una vez la norma se encuentra en plena vigencia y (iii) es en concreto es cuando la corte solo conocerá de esa determinada cuestión cuando quiera que se aplique una norma a un caso concreto. Se requiere además el asunto debe ser relevante para decidir la cuestión principal78. El sustento del tipo de control constitucional ejercido por la Corte Constitucional italiana no deviene directamente de la Constitución, sino de la Ley Constitucional No. 1 de 194879, sección 1, la cual reza que: Es precisamente este tipo de control, incidental o por vía de excepción, de carácter concreto y posterior, el que analizaremos en las siguientes perspectivas, apoyados en las consideraciones sobre el tema, esbozadas por Gustavo Zagrebelsky en su obra. Sea lo primero tener en cuenta que (i) se ejecutaba por parte de la Corte, un control de carácter parcial bajo el entendido que solo abarca un caso concreto, el cual, remitido a la Corte Constitucional de parte de un juez o tribunal ordinario, en el que resuelve declarar inconstitucional la norma solo frente a un caso concreGuastini, 2008. Disponible en http://www.equidad.scjn.gob.mx/IMG/ pdf/GUASTINI_R--_La_constituionalizacion_del_ordenamiento_ juridico_1_.pdf. 78 Ibídem. 79 República de Italia. Congreso de la República, 1948. Legge costituzionale 1, G.U. No 43. del 20 febbraio. 77 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||419 to80, (ii) los efectos de la anulación de la norma que se reputa inconstitucional, es la cesación de su eficacia normativa a partir de la fecha de la publicación de la sentencia en la gaceta oficial, de acuerdo con lo establecido en el párrafo 1° del artículo 136 de la Constitución italiana81. No obstante, esta norma sería sustituida a partir del párrafo III del artículo 30 de la ley 87 de 195382, el cual consagra que: El anterior criterio permite la aplicación retroactiva de los fallos de la corte protegiendo situaciones anteriores al fallo de constitucionalidad. Igualmente, surge una situación a partir de la declaratoria de inconstitucionalidad de una norma, la cual genera un vacío o laguna normativa, la cual deberá ser llenada por un pronunciamiento de la Corte Constitucional. (iii) Una tercera situación se presenta ante la ausencia de un recurso directo de protección constitucional, como podría ser el amparo -o acción de tutela en el caso colombiano-, pero que resulta remediado a través del trámite incidental, el cual solo aplica para el juez de instancia y no directamente a la Corte. En este caso el juez actúa como facilitador y remisor del asunto a conocimiento de la corte. Un ejemplo podría ser las sentencias No. 1489 de 1992 y sentencias No. 303 de 1996, donde la Corte Constitucional resolvió un asunto referido a la adopción de menores de edad, donde la ley establecía los requisitos que entre adoptante y adoptado, debía haber una diferencia de edad mínima de 18 años y máxima de 40 años. Sin embargo, fue a conocimiento de un juez ordinario el proceso de adopción de un niño que tenía un hermano, el cual no podía ser adoptado junto a él porque la diferencia de edad respecto del adoptante era mayor de 40 años. La Corte Constitucional en este caso le dio prevalencia a los intereses del menor y el derecho a no ser apartado de su núcleo familiar donde se ha desarrollado junto a su hermano, la norma guarda consonancia y plena vigencia, pero frente al caso concreto la restricción de edad era inconstitucional y fue inaplicada y se protegieron los derechos del menor. ZAGREBELSKY, Gustavo. Realismo y concreción del control constitucional de las leyes en Italia. Estudios constitucionales, revista del centro de estudios constitucionales, volumen 6. Universidad de Talca. 2008 81 República de Italia. Congreso de la República, 1948. La Costituzione Italiana. 82 República de Italia. Congreso de la República, 1948. Legge costituzionale 1, G.U. No 43. del 20 febbraio. 80 420 || Sección Alumni (iv) Por último, y de vital importancia es la interpretación de las normas que realice la Corte Constitucional, la cual generó en algún tiempo resistencia al interior de la Corte de Casación y que en casos eran contradictorias, situación que tendría final con la sentencia 299 de 2005, la cual limita la función interpretativa de la Corte Constitucional y la deja en manos de la Corte de Casación. Teniendo en cuenta lo anterior, el sistema italiano de control constitucional y el papel de la corte constitucional, es débil y desprovisto de herramientas útiles para la efectiva protección de los derechos fundamentales. Es igualmente limitado el alcance de sus fallos y mermado su rol como tribunal constitucional frente a la operancia de una Corte de Casación, por lo que se considera que poco ofrece el referente italiano en la construcción de una tesis fuerte del efecto vinculante de las sentencias de la Corte Constitucional. Argentina El derecho constitucional argentino es sin duda un referente en Latinoamérica en lo que respecta a libertades, garantías y protección de derechos fundamentales. No por nada ha liderado en nuestro entorno la protección de derechos de parejas del mismo sexo u homoafectivas, permitiendo la unión matrimonial entre éstas83. No obstante lo anterior, nuestro estudio comparado se centrará de forma concreta a la vinculatoriedad de los efectos de los fallos de la Corte Suprema de Justicia de la Nación Argentina. Sea lo primero explicar en qué consisten las funciones propias de la corte suprema de justicia de la nación argentina, en cuanto a constitucionalidad se refiere. Encontramos en este contexto que la Corte Suprema ejerce control constitucional de carácter concreto y por vía de excepción o inaplicación84, o como podemos llamar en nuestro contexto colombiano, excepción de inconstitucionalidad. República de Argentina. Congreso de la República, 2010. Ley 26.618 y Decreto 1054, Boletín Oficial No 22 del 27 de Julio. 84 Sagües, 2006. 83 CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||421 Partiendo de este punto es necesario, contextualizar el estudio el cual se referirá única y exclusivamente a los pronunciamientos de la Corte en ejercicio de este tipo de control de constitucionalidad, que ofrecen una visión importante de los cambios jurisprudenciales en torno al efecto vinculante de las sentencias de la Corte Suprema de la nación argentina, para lo cual tomaremos de referencia la obra de Néstor Pedro Sagües, . El primer caso acotar es la (i) Causa Magdalena Videla vs. Vicente García Aguilera (1870). En ese caso, un juez federal consideró que: “El segundo caso sería la (ii) Causa, en esa ocasión la Corte afirmó “que sus decisiones deciden solamente el caso concreto y no obligan legalmente sino en él” y añadió: (iii) la Causa, resalta la libertad de juicio de los jueces para pronunciar sus veredictos y que esa facultad debía ser compatible con el carácter definitivo de los fallos de la Corte Suprema y concluye que apartarse de la jurisprudencia de la Corte, mencionándola pero sin controvertir sus fundamentos, significa desconocimiento deliberado de aquella autoridad…85”. Finalmente (iv) la Causa en esa sentencia esboza la Corte Suprema que los jueces inferiores deben aplicar las reglas jurisprudenciales elaboradas por la Corte Suprema, y carecen de fundamento las sentencias que se apartan de ellas, sin aportar nuevos argumentos que justifiquen modificar la posición sentada por el Tribunal, en su carácter de intérprete supremo de la Constitución Nacional y de las leyes dictadas en consecuencia86. La particularidad del sistema de derecho constitucional argentino consiste en la inexistencia de un tribunal “exclusivo” constitucional, lo que genera que exista más uniformidad y menos confrontaciones entre tribunales como en los casos italianos y colombiano. El papel de la Corte Suprema argentina lo erige como un tribunal supremo e irrefutable, que unifica y genera amplia confianza entre los asociados. República de Argentina. Corte Suprema de Justicia. Fallo 212:59. República de Argentina. Corte Suprema de Justicia, 1968. La ley, A-178. 85 86 422 || Sección Alumni Por lo anterior, se considera que, si bien es un modelo homólogo -en parte- con el colombiano, en Argentina, al igual que en Colombia, se reivindica el carácter vinculante de los fallos de la Corte. Conclusión El tema de la interpretación del artículo 230 constitucional es sin duda un tema que ha despertado las más recientes discusiones en cuanto a derecho constitucional se refiere. La confrontación del denominado formalismo en contra de las nuevas visiones del derecho constitucional, cuyos exponentes más denotados -López y Tamayo- hemos estudiado en el presente artículo, nos obliga aportar distintas visiones del tema para efectos de enriquecer la ciencia del derecho. Si bien el estudio del tema no está acabado, pese a los múltiples escritos de diversos y reconocidos autores, se considera un tema aún en construcción nutrido de forma principal por las teorías contemporáneas de derecho constitucional, y con las experiencias internas y externas de la puesta en marcha de la teoría del efecto vinculante de las sentencias de la Corte. Si de fijar posición se trata y lejos de cualquier apasionamiento por alguna y otra tendencia, se debe expresar que resulta altamente beneficioso otorgarle como se aplica en Colombia, efecto vinculante a las sentencias de la Corte, con el único y altruista objetivo de salvaguardar las garantías mínimas de la igualdad y los principios de seguridad y confianza legítima, claro está, bajo lineamientos establecidos en un marco lógico y garantista, que avance en la protección de los derechos fundamentales evitando la petrificación del sistema de derecho, pero con la observancia de los principios generales de la carta del 91. Empero, el hecho de que estas circunstancias se consideren favorables no implica que no sean peligrosas, peligros que pueden ocasionar la arbitrariedad y atropello a las instituciones democráticas adentrándonos en un imperio judicial-político que acabe con la separación de poderes y sistema de pesos y contrapesos. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||423 Por lo anterior, se debe recordar el fin u objetivo protegido por esta tesis, que no es otro que garantizar el pleno respeto de los derechos y garantías contenidas en la carta política. Existen peligros ideológicos que necesariamente pueden deformar la verdadera intención de darle el carácter de fuente formal al precedente, y ser sujetos de maleables tendencias que pongan en riesgo la coherencia y estabilidad del sistema jurídico. Es necesario ir construyendo cada vez más la tesis orientada y reduciendo el margen de volatilidad de las tendencias. Necesariamente el derecho deberá evolucionar, pero esa evolución debe ir de la mano siempre en la búsqueda de la justicia, equidad, igualdad y seguridad jurídica como faros conductores hacia la perfección del modelo de estado social de derecho. Como crítica puede expresarse que en muchos casos el sistema de elección de magistrados puede afectar la legitimidad de sus decisiones, afectándolos con un lastre político que en ocasiones pueda afectar la claridad u objetivo de la justicia. Podría pensarse en el futuro próximo en algunas modificaciones al respecto para que la justicia sea un real servicio público y un adecuado instrumento de equidad. Queda entonces sobre la mesa la discusión, bajo unos parámetros entendibles, siempre rebatibles y fluctuantes -cuando las circunstancias lo ameriten-, en busca de uniformidad del sistema judicial y protección de derechos, para evitar atropellos e inequidades, sin incurrir en ellos, procurando siempre ser canal de garantía y no instrumento de conveniencia. Referencias Biografías y Vidas (2004-2013). Antonio José Uribe. Disponible en http:// www.biografiasyvidas.com / biografia / u / uribe_ antonio.htm. Congreso de la República (1886). Constitución Política. Colombia. Congreso de la República (1886). Provisional sobre organización y atribuciones del poder judicial y el Ministerio Público y al424 || Sección Alumni gunos procedimientos especiales. Ley 61, Diario Oficial No. 6.881. Colombia. Congreso de la República (1887). Por la cual se adiciona y reforma los códigos nacionales, la Ley 61 de 1886 y la 57 de 1887, Ley 153. Diario oficial No 7.151. Colombia. Congreso de la República (1890). Sobre reformas a los procedimientos judiciales, Ley 105. Diario oficial No 8.296. Colombia. Congreso de la República (1892). Sobre reformas judiciales, Ley 100. Diario oficial No 9.023. Colombia. Congreso de la República (1896). Sobre reformas judiciales, Ley 169. Diario oficial No. 10.235. Colombia. Congreso de la República (1968). Por medio del cual se reforman los artículos 78, 86, 116, 179 a 181, 183, 184, 228, 230 a 232, 237, 238, 241, 254 a 257, 264 y 265 de la Constitución Política de Colombia, Acto Legislativo 1, Diario Oficial No. 32.673. Colombia. Congreso de la República (1991). Constitución Política. Colombia. Congreso de la República (1996). Estatutaria de administración de justicia, Ley 270. Diario Oficial No. 42.745. Colombia. Congreso de la República (2000). Por la cual se expide el Código Penal, Ley 599. Diario Oficial No 44.097. Colombia. Congreso de la República (2010), Por el cual se adoptan medidas en materia de descongestión judicial, Ley 1395. Diario Oficial No. 47.768. Colombia. Congreso de la República (2011). Por la cual se expide el Código de Procedimiento Administrativo y de lo Contencioso Administrativo, Ley 1437. Diario Oficial No. 47.956. Colombia. Congreso de la República (2011). Gaceta No. 594 del 11 de agosto. CUADERNOS DE LA MAESTRÍA EN DERECHO No. 3 ||425 Corte Constitucional (1992). Sentencia T-406, M.P. Ciro Angarita Barón. Colombia. Corte Constitucional (1993). Sentencia C-131, M.P. Alejandro Martínez Caballero. Colombia. Corte Constitucional (1993). Sentencia C-113, M.P. Jorge Arango Mejía. Colombia. Corte Constitucional (1933). Sentencia C-083, M.P. Carlos Gaviria Díaz. Colombia. Corte Constitucional (1993). Sentencia T-079, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz. Colombia. Corte Constitucional (1993). Sentencia T -15, M.P. Vladimir Naranjo Mesa. Colombia. Corte Constitucional (1993). Sentencia C-149, M.P. José Gregorio Hernández Galindo. Colombia. Corte Constitucional (1995). Sentencia C-037, M.P. Vladimiro Naranjo Mesa. Colombia. Corte Constitucional (1995). Sentencia T-123, M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz. Colombia. Corte Constitucional (1995). Sentencia T-260, M.P. José Gregorio Hernández Galindo. Colombia. Corte Constitucional (1999). Sentencia SU-047 de 1999, M.P. Carlos Gaviria Díaz, Alejandro Martínez Caballero. Colombia. Corte Constitucional (2001). Sentencia C-836, M.P. Rodrigo Escobar Gil. Colombia. Corte Constitucional (2001). Sentencia C-737. M.P. Eduardo Montealegre Lynett. Colombia. Corte Constitucional (2004). Sentencia T-025, M.P. Manuel Cepeda Espinosa. Colombia. 426 || Sección Alumni Corte Constitucional (2005). Sentencia C-590, M.P. Jaime Córdoba Triviño. Colombia. Corte Constitucional (2006). Sentencia C-355, M.P. Jaime Araújo Rentería, Clara Inés Vargas Hernández. Colombia. Corte Constitucional (2007). Sentencia T-1092, M.P. Humberto Antonio Sierra Porto. Colombia. Corte Constitucional (2008). Sentencia T-766, M.P. Marco Gerardo Monroy Cabra. Colombia. Corte Constitucional (2006). Sentencia C-355, M.P. Humberto Antonio Sierra Porto. Colombia. Corte Constitucional (2009). Auto 009, M.P. Manuel José Cepeda Espinosa. Colombia. Corte Constitucional (2009). Auto 011, M.P. Manuel José Cepeda Espinosa. Colombia. Corte Constitucional (2010). Sentencia T-180, M.P. Luis Ernesto Vargas Silva. Colombia. Corte Constitucional (2010). Sentencia C-141, M.P. Humberto Antonio Sierra Porto. Colombia. Corte Constitucional (2011). Sentencia C-539, M.P. Luis Ernesto Vargas Silva. Colombia. Corte Constitucional (2011). Sentencia C-634, M.P. Luis Ernesto Vargas Silva. Colombia. Corte Constitucional (2011). Sentencia C-816, M.P. Mauricio González Cuervo. Colombia. Corte Constitucional (2012). Sentencia C-288, M.P. Luis Ernesto Vargas Silva. Colombia. Dworkin, R. (2002). Barcelona: Ariel. España. Congreso de los Diputados (1978). Constitución Española. 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