Despertar y crisis de la conciencia social del clero en la era

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El Magisterio social del Episcopado Argentino contemporáneo II
El Magisterio social del Episcopado latinoamericano
Lección Tercera (continúa)
El Magisterio Social del Episcopado argentino contemporáneo
Apuntes de + Carmelo Juan Giaquinta, arzobispo emérito de Resistencia, para el Curso
Breve en la UCA-ICEU, sobre El Magisterio Social del Episcopado latinoamericano
(abril-mayo 2009).
III/C Despertar y crisis de la conciencia social del Clero
en la era postconciliar (1965-1970)
Primeros documentos episcopales posconciliares
y la crisis de la identidad sacerdotal
38. Al hojear el volumen “Documentos del Episcopado argentino – 1965-1981” , salta a
la vista cómo muchos de esos documentos, a partir del Concilio y hasta fines de 1970,
están orientados sobre tres tópicos: a) la puesta en marcha de la reforma conciliar; b)
la identidad del sacerdote y su papel en la sociedad; c) el diálogo de la Iglesia con la
sociedad y una mayor atención a los problemas sociales. Estos se tratan a veces en
documentos específicos, y a veces se entremezclan.
39. El volumen se abre con la “Carta del Episcopado argentino a sus sacerdotes sobre
la labor conciliar”, del 13 de mayo de 1965 . Está escrita muchos meses antes de la
conclusión del Concilio, en tono cordial y sincero. Trata indirectamente de la reforma
conciliar, y busca más bien aclarar la identidad del Presbítero, su lugar en la sociedad,
distinto del que tiene el laico, y la necesaria comunión del Presbiterio con el Obispo. Y
todo, en vista de la labor que les espera a los Obispos y Presbíteros después del
Concilio. Se habla de “dificultades actuales”, “panorama sacerdotal”, “líneas de
trabajo”, donde se anuncia un “Plan de pastoral de proyección nacional”.
A pesar del tono fraterno, la carta muestra cierta preocupación, pues “observamos el
tránsito de una mayor y legítima conformidad (del sacerdote) con la vida del seglar a
una casi identificación (con él). Se estima que el modo de presencia seglar es la única
postura eficiente en la Iglesia actual y se juzga como alienación otras actitudes
sacerdotales”.
¿Qué estaba pasando para que los Obispos hiciesen tal amonestación a los sacerdotes?
Sin hacer una investigación más precisa, no me es fácil decirlo. Recuerdo, “grosso
modo”, una reunión sacerdotal en Quilmes , cuando todavía integraba la jurisdicción de
la diócesis de Avellaneda, cuyo obispo era Mons. Jerónimo Podestá. No recuerdo los
temas específicos que se trataron. El clima general me pareció bueno. Pero no me
gustaron ciertos planteos, sin saber hoy decir cuáles. Y esto, al punto tal que, cuando
se señaló que la próxima reunión sería en Nueve de Julio , le dije a un sacerdote
exalumno mío: “Si vas, ayudá a poner en la discusión un poco de inteligencia
teológica”.
40. Apenas concluido el Concilio (8-XII-1965), el 21 de enero de 1966 se reunió la
Comisión Permanente del Episcopado para tratar “sobre ciertas publicaciones de
algunos sacerdotes” . El tono aquí es severo. Comienza: “Ante recientes publicaciones
aparecidas en diversos órganos de difusión que enjuician la autoridad de los legítimos
pastores, la comisión permanente, interpretando el pensamiento y la voluntad de todo
el Episcopado, … deplora y reprueba dichas publicaciones, así como todo otro intento
similar de publicidad no legítimamente autorizado”.
¿Las “publicaciones de algunos sacerdotes”, a las que se refiere la declaración
episcopal, salieron de la reunión sacerdotal de Quilmes? ¿Se trata de otras
publicaciones? Como pista posible, que merecería ser investigada, recuerdo tres
situaciones conflictivas producidas en los años 60, y quizá comienzos de los 70, en tres
Diócesis importantes, Córdoba, Mendoza y Rosario , entre un sector importante del
Clero y el respectivo Obispo. La más resonante – no por ello la más grave - fue la de
Córdoba, por haber sido la primera y por la divulgación que le dio la prensa. En las tres
diócesis, si bien no le sobró prudencia al Clero enfrentado con el respectivo Obispo,
estos tampoco se caracterizaron por el tacto pastoral, y en buena medida agravaron el
problema suscitado.
41. El documento episcopal más importante respecto a la reforma conciliar se produjo
en la Asamblea Plenaria del 13 de mayo de 1966: “Declaración pastoral sobre la Iglesia
en el período posconciliar” . Valdría la pena releerlo, para apreciar los sentimientos y
actitudes que inspiraban a los Obispos en ese momento. Consta de tres partes: I. El
Concilio nos ha dado un Espíritu nuevo; II. Doctrina y normas que nos ha dejado el
Concilio; III. Nuestra común tarea; Conclusión. En la parte III se habla de: 1)
penetrarnos del Concilio; 2) consolidar y perfeccionar la forma comunitaria de la
Iglesia y sus estructuras colegiadas; 3) fomentar una mayor apertura al mundo por
parte del clero y laicado, lo cual implica espíritu de pobreza y de servicio. Igualmente,
se habla de establecer una verdadera pastoral de conjunto, y de algunas resoluciones
tomadas: a) nueva organización del Episcopado; b) consejo presbiteral diocesano; c)
consejo pastoral diocesano; d) encarar la reforma y organización del sistema
económico de nuestras comunidades; e) disponer el estudio de la realidad argentina; f)
fomentar el espíritu de servicio y diálogo sincero con todos. La Conclusión es, en cierto
modo, una síntesis sustancial de la constitución pastoral Gaudium et Spes.
42. Al leer esta carta, lo mismo que el posterior Plan Nacional de Pastoral , y la
“Declaración pastoral” con que éste fue presentado (8 junio 1967), lo mismo que el
ulterior documento de San Miguel (1969), hoy no es fácil entender los conflictos que se
produjeron entonces entre el Clero y varios Obispos. Más bien habría que haber
esperado lo contrario: que hubiese florecido una época de sincera y generosa
colaboración. Pero la vida enseña que ésta no corre por los papeles y declaraciones
episcopales o sacerdotales. El espíritu del hombre es muy complejo. También el de los
eclesiásticos. Y como todos, necesitamos de una permanente conversión al Evangelio.
43. Mirando a la distancia, una observación se me impone. Durante el Concilio, y sobre
todo después de él, enfatizamos la reforma conciliar en cuanto obra humana (que lo
es), pero olvidamos la primacía que siempre le corresponde al Espíritu de Dios. Y, por
tanto, descuidamos mucho la oración y la escucha de la Palabra de Dios. Además, la
estrechez de la formación intelectual de los clérigos, basada en manuales, impedía la
amplitud de miras, no facilitaba comprender otros puntos de vista, y no capacitaba
para una discusión objetiva y serena de los problemas que se planteaban dentro y
fuera de la Iglesia, como era de esperar de parte de los presbíteros, que son los
senadores de la Iglesia diocesana.
44. La “Pastoral colectiva sobre el nuevo ordenamiento de la disciplina penitencial”,
publicada en la Asamblea Plenaria del 6 de diciembre de 1966 , para poner en marcha
la nueva disciplina sobre el ayuno y la abstinencia, dispuesta por la constitución
apostólica Paenitemini, de Pablo VI, del 17 febrero 1966 , tocó un tema de la reforma
conciliar referido a la vida interna de la Iglesia.
El Desarrollo y la encíclica Populorum Progressio
45. A fines de 1966, se realiza en Mar del Plata la Asamblea Extraordinaria del CELAM
(11-16 octubre de 1966) sobre “Presencia activa de la Iglesia en el desarrollo y en la
integración de América Latina” . Y pocos meses después, el 26 de marzo de 1967,
Pablo VI publica la encíclica social “Populorum progressio, sobre la promoción del
desarrollo de los pueblos . Estos documentos, sin duda, impactaron en la opinión de los
cristianos, y en particular de los pastores. De hecho, la reunión de sacerdotes en San
Miguel, en la primavera de 1967, de la que participé, estuvo impregnada del
entusiasmo que despertaba la visión del desarrollo .
46. La Asamblea Plenaria del Episcopado de junio 1967, realizada en Embalse (Cba.),
produjo tres documentos. El primero, “sobre la situación bélica en Medio Oriente” (6 de
junio), a raíz de la Guerra de los Seis días, formulando el deseo de paz y que se
declare a Jerusalén “ciudad abierta” . El segundo, “Declaración pastoral del Episcopado
argentino” (8 de junio 1967) , que lanza el Plan Nacional de Pastoral y discurre sobre:
la presencia de la Iglesia en lo temporal, visión del mundo, función de la Iglesia en
América Latina, la encíclica Populorum Progressio . El tercer documento es la
Exhortación sobre el año de la fe , al que va unido una “Proclamación de la fe de la
C.E.A.” , y ello para concretar en la Argentina la exhortación apostólica “Petrum et
Paulum” (22-01-1967), al cumplirse el siglo 19º del martirio de los Apóstoles .
Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo
47. Entre tanto comenzaba a organizarse el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer
Mundo. Según la crónica que establece Domingo Bresci, éste comienza en noviembre
de 1967 , y se mantuvo activo hasta 1971 . Su proyección, sin embargo, trascendió
ese limitado espacio de tiempo.
A pesar del afecto que me unía a varios de sus adherentes, yo nunca participé del
mismo, ni fui invitado a él. Confieso que admiraba a algunos de sus miembros, pues
buscaban una vivencia personal y pastoral más plena del Evangelio. Sin embargo, me
mantuve difidente, porque advertía en algunos de sus miembros ambigüedades que no
me cerraban. Sin poder atribuir todas las afirmaciones al Movimiento, (un Movimiento,
además de algunas pocas intuiciones fundamentales, contiene siempre mucho material
aluvional aportado por sus adherentes) escuchaba decir: “No tratemos ahora del
celibato, para no dividir el frente interno”. O veía una inclinación cada vez más
marcada hacia el peronismo como única opción política en la Argentina, hasta afirmar:
“Hoy el Reino de Dios pasa por el PJ”. Constataba una confusión entre la noción
conciliar de “pueblo de Dios” y la noción “nacional y popular” que manejaba el
peronismo militante. Aunque el Movimiento en la Argentina hizo una clara opción
contra el marxismo teórico, no veía a todos sus miembros suficientemente críticos
frente a los criterios prácticos que éste proponía para promover el cambio social, en
particular la violencia armada .
A este respecto, conviene tener presente cuanto dijimos antes sobre la clara condena
de la violencia formulada por Pablo VI, en 1968, en su viaje a Colombia .
No recuerdo bien si fue entonces que fui invitado por un sacerdote exalumno mío a
firmar un documento colectivo, diciéndome: “Hay que jugarse”. A lo que le respondí:
“Sí, pero no hay que jugar con la gente”. Eran tiempos heroicos. “Hay que ensuciarse
las manos. El que no se ensucia no hace nada”. Recuerdo, igualmente, la visita de un
colega, ante un comentario aparecido en Criterio, reproducido en la contratapa de la
revista francesa Informations Catholiques Internationales, por cuyo estilo podía
sospecharse que había sido escrito por mí. Vino a reprocharme: “No inventes ahora
una tercera posición. La Iglesia sirvió durante siglos al imperialismo. Ahora tiene que
servir a la liberación de los pobres”. Así de fácil, sin matiz alguno. Todo era blanco o
negro.
A pesar de estos recuerdos sueltos, - que no sé si encajan todos con el Movimiento -,
no me animo a hacer una evaluación de lo que éste significó, ni ponderar sus aciertos
o subrayar sus errores. Algo me es claro: significó, ciertamente, un descubrimiento de
la virtud de la justicia social y de su ejercicio mediante la política. Estos valores
estaban bastante callados en la enseñanza de la moral que se impartía en los
Seminarios, centrada en la moral del individuo, sin tener en cuenta su necesario
quehacer social y político como camino necesario para alcanzar la patria eterna, y sin
considerar el medio en que vive y las estructuras sociales que lo condicionan.
Las reuniones y declaraciones de los Sacerdotes del Movimiento recibieron un primer
mazazo con la “Exhortación pastoral de la C.E.A. sobre reuniones de sacerdotes
solamente”, del 28 noviembre 1969 . Y, posteriormente, un golpe fatal con la
“Declaración de la Comisión Permanente del Episcopado Argentinos a nuestros
colaboradores diocesanos y religiosos y a todo el pueblo de Dios”, del 12 agosto 1970 .
Destaco solamente una frase: “Este hecho, comprobado repetidas veces en múltiples
declaraciones firmadas por sacerdotes y laicos, más que un síntoma es realmente un
peligroso error que no debe continuar más” .
Medellín y San Miguel
48. Los documentos episcopales del año 1968 discurren sobre la educación de los
colegios católicos (febrero 1968) , el Congreso Eucarístico Internacional de Bogotá (2
agosto) , la preparación de la II Conferencia general del Episcopado latinoamericano
(Medellín) (2 agosto) , adhesión a la encíclica Humanae Vitae (2 agosto) , pastoral
vocacional (14 septiembre) .
49. El año 1969 trae la novedad del “Documento de San Miguel” , que es un conjunto
de dieciséis documentos, que procuran adaptar las conclusiones de la Conferencia de
Medellín a la realidad del país. Por muchos títulos es un documento pastoral de calidad.
Tal vez no haya otro de tal envergadura hasta “Iglesia y Comunidad Nacional” (mayo
1981). Por lo que a nuestro curso toca, conviene señalar especialmente los
documentos internos sobre: a) pobreza en la Iglesia ; b) justicia ; c) paz ; d) pastoral
popular ; e) dirigentes .
Lección Tercera (continúa)
III/D La génesis inmediata de la tragedia argentina (1970-1975)
El año 1970, o el crac de la Argentina
50. La lista de documentos episcopales del año 1970 comienza con un carta de la
Comisión Permanente “sobre el celibato sacerdotal”, con fecha de marzo . Bien
podríamos poner este documento en el capítulo anterior (III/C).
Prosigue con un documento pastoral “sobre el laicado y la Acción Católica”, del 28 de
abril , con el que concluye la Asamblea Plenaria. A pesar de que podría parecer un
documento relativo a la vida interna de la Iglesia, está fuertemente marcado por la
preocupación de la “Evangelización y el compromiso temporal”. Su índice temático es:
1). La Iglesia; 2) Laicado; 3) El laico; 4) La evangelización deber del laico; 5)
Evangelización y compromiso temporal; 6) Acción Católica; 7) Vinculación de la Acción
Católica con la Jerarquía; 8) Mandato.
Todavía, el 20 de mayo, Mons. Adolfo Tortolo, en su calidad de presidente de la CEA.,
dirige una carta al Presidente de la Nación, Gral. Juan Carlos Onganía, “solicitando la
concesión de una radio para el Episcopado” .
51. Nadie sospechaba, por entonces, la tragedia nacional que estaba por sacudir a
nuestra Patria: el secuestro y posterior asesinato del Tte. Gral. Pedro Eugenio
Aramburu, acaecidos el 29 de mayo y 1 de junio respectivamente. Una especie de
terremoto nacional, cuyas ramalazos todavía se sienten.
Hablo de tragedia nacional, adrede, no porque la vida del Gral. Aramburu fuese más
valiosa que la del Gral. Valle. O la de los otros militares sublevados el 10 de junio de
1956. O la de los obreros de José León Suárez. Todos fusilados por orden suya. Lo cual
ya es una terrible tragedia. Pero ésta creció en grado superlativo con el asesinato del
Gral. Aramburu, pues el alma argentina, incluso la de no pocos cristianos, se mostró
infectada por el virus del odio. “¡Tanto lío por la muerte del que fusiló a los obreros de
José León Suárez! ¿Quién los lloró a ellos?”. Así escuché razonar en una sacristía.
Cuando constaté que, en vez de llorar, se comparaba la sangre de un argentino con la
de otro, y derramarla era algo banal, eso me significó que la tragedia argentina había
llegado al paroxismo. En un momento me sentí morir. Literalmente. Lamento que la
historia posterior me haya dado la razón.
A casi cuarenta años de aquella tragedia, ¿los argentinos hemos logrado revertir el
rumbo?
Rosario de lágrimas
52. A partir de junio de 1970, los documentos episcopales son un rosario de lágrimas
sobre la tragedia argentina.
10 junio: Declaración de la Comisión Ejecutiva sobre la difícil situación interna que vive
nuestra patria ;
12 agosto. Declaración de la Comisión Permanente a nuestros colaboradores:
sacerdotes diocesanos y religiosos y a todo el pueblo de Dios .
El año 1971 continúa el rosario doloroso:
6 agosto: Declaración de la Comisión Permanente sobre la situación dramática que
vive el País ;
6 de septiembre: Declaración de la Comisión Ejecutiva sobre la detención de varios
sacerdotes .
El año 1972 trae la novedad que, en menos de un mes, entre el 16 de marzo y 11 de
abril, el Episcopado publica tres documentos breves referidos a la violencia:
16 de marzo: Declaración de la C.E.A. sobre la tortura y toda forma de violencia ;
29 de marzo: Declaración de la Comisión Ejecutiva sobre un estado de agudizada
violencia con la contrapartida de la represión ;
11 de abril: Declaración de la Comisión Ejecutiva sobre los crímenes que se cometen ;
21 de octubre: Declaración del Episcopado argentino en la presente situación nacional .
Una esperanza…
53. El año 1973 se abre con una gran esperanza: habrá elecciones. Los militares, que
tomaron el poder en 1966 y que prometían quedarse por veinte años para hacer la
Revolución Argentina, están dispuestos a entregarlo, y de hecho lo entregan al partido
justicialista, proscrito desde 1955, que venció en las elecciones del 11 de marzo. De
allí, cuatro documentos episcopales esperanzados entre enero y fines de junio:
6 enero: Exhortación de la Comisión Permanente sobre las próximas elecciones ;
11 de mayo: Mensaje de la C.E.A. al pueblo argentino al iniciar “una nueva etapa en su
vida institucional” ;
11 de mayo: Pastoral colectiva el Episcopado argentino con ocasión del VIIº Congreso
Eucarístico Nacional (Salta), bajo el lema ‘Reconciliación con Cristo’ ;
27 de junio: Mensaje de la C.E.A. al pueblo argentino sobre el Mensaje del General
Perón . A pesar de que la asunción del Presidente Cámpora se produjo el 25 de mayo
en el marco de la apertura indiscriminada de las cárceles, y aun cuando el regreso del
General Perón al país tuvo el marco de una terrible masacre en Ezeiza, los Obispos
guardan la esperanza de que su presencia serenará los espíritus y contribuirá a
orientar al País. De allí, este Mensaje.
… que se desvanece
54. En 1974, a un año de la asunción del gobierno por parte del peronismo, y a pesar
de la presidencia del General Perón, la situación del País es caótica. De allí, el
documento episcopal, fechado el 24 de mayo: “Reflexión del Episcopado argentino
sobre la violencia . En su primera frase dice: “Nuestro mensaje llega a vosotros en
medio de las esperanzas renovadoras del Año Santo y en vísperas de nuestra gran
fiesta nacional, pero apesadumbrados por el cruento y doloroso camino que ha
emprendido la violencia”.
30 noviembre: Mensaje de la C. E. A. al pueblo argentino en el Año Santo . En él
leemos: “Estremecen el ánimo general la llamada guerrilla, los secuestros y otras
violencias de diversos signos que han de ser condenados en todos los casos. Posibilitan
esta situación el desconocimiento de las vías del amor y del derecho, la persistencia de
situaciones irritativas en la vida diaria, la carencia de valores fundamentales
doctrinarios desde el momento que se incorpora la fuerza a una ideología, y la vigencia
de defectos organizativos, los cuales suman a la represión métodos inaceptables y
elementos anónimos. Nadie duda que ni la fuerza ni el terror puedan imponer
legítimamente una opción política o asegurar algún tipo de orden. Sin embargo, la
expansión alcanzada, las características asumidas, el doloroso saldo de víctimas y la
destrucción de bienes públicos y privados, nos llevan a descubrir, a la luz de la fe, las
causas profundas de pecado que subyacen” .
Camino hacia el infierno
55. El año 1975 prepara la apertura de las puertas del infierno.
5 de octubre: “Comunicado de la Comisión Ejecutiva de la C.E.A. sobre últimos actos
de violencia” ;
10 octubre: “Carta del presidente de la C.E.A. al señor Ministro del Interior sobre los
que se hallan privados de libertad” ;
21 de noviembre: “Mensaje al pueblo argentino sobre la crisis que sufre el País” ;
14 diciembre: “Carta a la señora de Perón solicitando indulto para ciertos detenidos
con motivo del Año Santo” ;
14 diciembre: “Carta al Comandante en Jeje del Ejército Argentino solicitando, con
motivo del Año Santo, cierta dulcificación de las penas de los detenidos” .
Se abren las puertas del infierno
56. El año 1976 será para siempre un año infame, porque el Estado se degrada
saliendo a combatir a la guerrilla revolucionaria con las mismas armas, despreciando la
vía del derecho y la justicia.
17 de febrero: Todavía un documento del Episcopado da cuenta del camino hacia el
infierno: “Comunicado de la Comisión Ejecutiva de la C.E.A. sobre el asesinato de un
sacerdote” .
24 de marzo: SE ABREN LAS PUERTAS DEL INFIERNO.
+CJG (Seminario de Buenos Aires, 30 de abril de 2009)
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