1 TEXTOS DEL MAGISTERIO Documentación Pontificio Consejo Justicia y Paz, “Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia”; Juan Pablo II: Ecclesia in America; Segunda Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, Documento de Medellín; Tercera Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, Documento de Puebla; Cuarta Conferencia General del Episcopado Latinoamericano, Documento de Santo Domingo; Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, “Instrucción Pastoral Aetatis Novae sobre las comunicaciones sociales”; Pontificia Comisión para los Medios de Comunicación Social, “Instrucción pastoral Communio et Progressio sobre los medios de comunicación social”; Concilio Vaticano II, Decreto Inter mirifica sobre los medios de comunicación social; Juan Pablo II, “Carta apostólica a los responsables de las comunicaciones sociales ‘El rápido desarrollo’”; Juan Pablo II, Mensaje para la Jornada mundial de las comunicaciones sociales 2004 “Los medios en la familia: un riesgo y una riqueza”; Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales, “Pornografía y violencia en las comunicaciones sociales: una respuesta pastoral”. Con el uso correcto y competente de los medios de comunicación modernos, se puede llevar a cabo una verdadera inculturación del Evangelio. Se debe alentar a los empresarios para que respalden económicamente producciones de calidad que promueven los valores humanos y cristianos. Es conveniente coordinar las actividades en materia de medios de comunicación social a nivel interamericano, para fomentar el conocimiento recíproco y la cooperación en las realizaciones que ya existen en este campo. Los medios de comunicación social abarcan la persona toda. Plasman al hombre y la sociedad. Llenan cada vez más su tiempo libre. Forjan una nueva cultura, producto de la civilización audiovisual que, si por un lado tiende a masificar al hombre, por otro favorece su personalización. Esta nueva cultura, por primera vez, se pone al alcance de todos, alfabetizados o no, lo que no acontecía en la cultura tradicional que apenas favorecía a una minoría. Estos medios de comunicación social acercan entre sí a hombres y pueblos, los convierten en próximos y solidarios, contribuyendo así al fenómeno de la socialización. Los medios de comunicación tienen la capacidad de pesar no sólo sobre los modos de pensar, sino también sobre los contenidos del pensamiento. Para muchas personas la realidad corresponde a lo que los medios de comunicación definen como tal; lo que los medios de comunicación no reconocen explícitamente parece insignificante. En América Latina los medios de comunicación social son uno de los factores que más han contribuido y contribuyen a despertar la conciencia de grandes masas sobre sus condiciones de vida, suscitando aspiraciones y exigencias de transformaciones radicales. Los medios de comunicación social, aunque en forma incipiente, vienen actuando como agentes positivos de cambio por medio de la educación de base, programas de formación y opinión pública. Los medios de comunicación social son esenciales para sensibilizar la opinión pública en el proceso de cambio que vive Latinoamérica; para ayudar a encauzarlo y para impulsar los centros de poder que inspiran los planes de desarrollo, orientándolos según las exigencias del bien común; para divulgar dichos planes y promover la 2 participación activa de toda la sociedad en su ejecución, especialmente de las clases dirigentes. Los medios de comunicación social se convierten en agentes activos del proceso de transformación, cuando se ponen al servicio de una auténtica educación integral, apta para desarrollar a todo el hombre, capacitándolo para ser el artífice de su propia promoción, lo que también se aplica a la evangelización y al crecimiento de la fe. En el mundo de hoy la Iglesia no puede cumplir con la misión que Cristo le confiara de llevar la Buena Nueva "hasta los confines de la tierra" si no emplea los medios de comunicación social, únicos capaces para llegar efectivamente a todos los hombres. La evangelización, anuncio del Reino, es comunicación: por tanto, la comunicación social debe ser tenida en cuenta en todos los aspectos de la transmisión de la Buena Nueva. La comunicación social surge como una dimensión amplia y profunda de las relaciones humanas, mediante la cual el hombre, individual y colectivamente, al paso que se interrelaciona en el mundo, se expone al influjo de la civilización audio-visual y a la contaminación de la "polución vibrante". Por la diversidad de medios existentes (radio, televisión, cine, prensa, teatro, etc.), que actúan en forma simultánea y masiva, la comunicación social incide en toda la vida del hombre y ejerce sobre él de manera consciente o subliminal, una influencia decisiva. La comunicación social se encuentra condicionada por la realidad socio-cultural de nuestros países y a su vez ella constituye uno de los factores determinantes que sostiene dicha realidad. Los medios de comunicación social son factores de comunión y contribuyen a la integración latinoamericana así como a la expansión y democratización de la cultura; contribuyen también al esparcimiento de las gentes que viven especialmente fuera de los centros urbanos; aumentan las capacidades perceptivas por el estímulo visualauditivo, de penetración sensorial. Los periodistas no siempre se muestran objetivos y honestos en la transmisión de noticias. El monopolio de la información, tanto de parte de los gobiernos como de parte de los intereses privados, permite el uso arbitrario de los medios de información y da lugar a la manipulación de mensajes de acuerdo con los intereses sectoriales. La programación, en gran parte extranjera, produce transculturación no participativa e incluso destructora de valores autóctonos; el sistema publicitario tal como se presenta y el uso abusivo del deporte en cuanto elemento de evasión, los hace factores de alienación; su impacto masivo y compulsivo puede llevar al aislamiento y hasta la desintegración de la comunidad familiar. Los Medios de Comunicación Social se han convertido muchas veces en vehículo de propaganda del materialismo reinante pragmático y consumista y crean en nuestro pueblo falsas expectativas, necesidades ficticias, graves frustraciones y un afán competitivo malsano. El desarrollo tecnológico en materia de comunicaciones, especialmente en la televisión, ofrece a la evangelización amplias perspectivas de comunicación a los más diversos niveles y facilita a la sociedad en general una interrelación también planetaria. La Iglesia ve a los medios de comunicación social como ‘dones de Dios’, ya que, según designio de la divina Providencia, unen fraternalmente a los hombres. 3 Los instrumentos de comunicación social, aunque directamente se dirijan al individuo, afectan y mueven realmente a toda la sociedad, llevan rápidamente el conocimiento de la vida del mundo de hoy a muchos hombres, mostrando el estilo y mentalidad de nuestro tiempo. Por su propia naturaleza la comunicación social intenta crear en los hombres un mayor sentido comunitario, aumentando el intercambio entre unos y otros. El acercamiento y la comunión entre los hombres es el fin primero de toda comunicación. El conjunto de las obras llevadas a cabo por los Medios de comunicación, en cada lugar, debe juzgarse y valorarse en la medida en que sirvan al bien común. Estos instrumentos han de informar. Es decir han de dar cuenta de los acontecimientos en su contexto, sin aislarlos de la realidad, de manera que cuantos ven u oyen, comprendan a fondo los difíciles problemas de la sociedad y puedan prestar así su atención y esfuerzo a su perfeccionamiento. Por lo cual ha de mantenerse la debida proporción entre las noticias, la enseñanza y el pasatiempo, y entre las diversiones selectas y populares. La estima y valor moral de una comunicación no nace sólo de su contenido ni de su enseñanza teórica, sino también del motivo que la determina, del modo y técnica de expresión y persuasión, de las circunstancias y de la diversidad misma de los hombres a los que se dirige. Los instrumentos de comunicación, aceleran la desaparición de las barreras que los tiempos y las circunstancias locales habían levantado entre unos hombres y otros y se nos presentan como artífices de una cercanía más estrecha y de una unidad más firme. También la transmisión de la enseñanza en cualquier grado se beneficia de estos instrumentos. Crean y defienden una mayor igualdad entre los hombres, al permitir que todos los estamentos sociales sin distinción disfruten de los mismos bienes morales y de las mismas diversiones. Finalmente, enriquecen el espíritu, ya que por medio del sonido y de la imagen viva, hacen visibles y concretas las cosas, y a la vez aproximan las regiones más apartadas o los tiempos más remotos. El derecho de información tiene determinados límites, siempre que su ejercicio choca con otros derechos, como son: el derecho a la verdad que ampara la buena fama de los hombres y de toda sociedad; el derecho a la vida privada, que defiende lo más íntimo de las familias y de los individuos; el derecho al secreto, si lo exigen las necesidades o circunstancias del cargo o el bien público. Estando en juego el bien común, la información ha de ser prudente y discreta. La descripción cruda de temas crueles o violentos exige una gran atención y cuidado exquisito. Podrían presentarse siempre que se haga de manera que los receptores las rechacen. Aunque si estas escenas crueles se ponen ante los ojos con excesiva frecuencia y con toda viveza, hay el peligro de deformar la visión exacta de la vida humana y sus reales circunstancias, o de que incluso se engendre -como muchos peritos piensan- una psicosis o ambiente que hagan de la fuerza y de la violencia formas habituales de resolver los conflictos. Una obra de arte crea dificultades en el orden moral cuando sus espectadores, sea por su edad, por ignorancia o por defecto en su formación, no pueden, debidamente o sólo muy difícilmente, discernir lo malo y deshonesto. Se debe hacer hincapié en la formación de los receptores y usuarios de los medios de comunicación social, especialmente la de los jóvenes; de los informadores; de los realizadores e informadores. Muchas veces los medios de comunicación exacerban los obstáculos individuales y sociales que impiden la solidaridad y el desarrollo integral de la persona humana. Estos 4 obstáculos son especialmente el secularismo, el consumismo, el materialismo, la deshumanización y la ausencia de interés por la suerte de los pobres y los marginados. El recto ejercicio del derecho a la información exige que, en cuanto a su contenido, la comunicación sea siempre verdadera e íntegra, salvadas la justicia y la caridad; además, en cuanto al modo, ha de ser honesta y conveniente, es decir, debe respetar escrupulosamente las leyes morales, los derechos legítimos y la dignidad del hombre, tanto en la búsqueda de la noticia como en su divulgación. Con respecto a las relaciones entre los llamados derechos del arte y las normas de la ley moral, debe ser respetada por todos la primacía absoluta del orden moral objetivo, La narración, la descripción o la representación del mal moral pueden, con la ayuda de los medios de comunicación social, servir para conocer y explorar más profundamente al hombre, para manifestar y exaltar la magnificencia de la verdad y del bien, mediante la utilización de los oportunos efectos dramáticos. Sin embargo, para que no produzcan más daño que utilidad a las almas, habrán de someterse completamente a las leyes morales. Es necesario que las comunicaciones sociales entren en un cuadro de derechos y deberes orgánicamente estructurados, sea desde el punto de vista de la formación y responsabilidad ética, cuanto de la referencia a las leyes y a las competencias institucionales. Es necesaria una vasta obra formativa para que los medios de comunicación sean conocidos y usados de manera consciente y apropiada. Los nuevos lenguajes introducidos por ellos modifican los procesos de aprendizaje y la cualidad de las relaciones interpersonales, por lo cual, sin una adecuada formación se corre el riesgo de que en vez de estar al servicio de las personas, las instrumentalicen y las condicionen gravemente. Toda comunicación tiene una dimensión moral. En consecuencia, los agentes de la comunicación, los padres y los educadores, tienen especial necesidad de sabiduría y discernimiento en el uso de los medios de comunicación social. Los medios de comunicación social tienen la capacidad de producir gran daño a las familias, presentándoles una visión inadecuada o incluso deformada de la vida, de la familia, de la religión y de la moralidad. Con demasiada frecuencia los medios de comunicación presentan a la familia y la vida familiar de modo inadecuado. La infidelidad, la vida sexual fuera del matrimonio y la ausencia de una visión moral y espiritual del pacto matrimonial se presentan de modo acrítico, y a veces, al mismo tiempo, apoyan el divorcio, la anticoncepción, el aborto y la homosexualidad. Uno de los fenómenos alarmantes de estos años ha sido la creciente difusión de la pornografía y la generalización de la violencia en los medios de comunicación social. Nadie puede considerarse inmune a los efectos degradantes de la pornografía y la violencia, o a salvo de la erosión causada por los que actúan bajo su influencia. Los niños y los jóvenes son especialmente vulnerables y expuestos a ser víctimas. La pornografía y la violencia sádica deprecian la sexualidad, pervierten las relaciones humanas, explotan los individuos -especialmente las mujeres y los niños-, destruyen el matrimonio y la vida familiar, inspiran actitudes antisociales y debilitan la fibra moral de la sociedad. Son responsables frente a este fenómeno los profesionales de la comunicación, los padres, los educadores, la juventud, el público en general, las autoridades públicas y los grupos religiosos. Los legisladores, los encargados de la administración del Estado y de la justicia están llamados a dar una respuesta al problema de la pornografía y de la violencia sádica 5 difundidas por los medios de comunicación. Se han de promulgar leyes sanas, se han de clarificar las ambiguas y se han de reforzar las leyes que ya existen.