Obesidad

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Unidad VI: Nutrimentos Presentes en los
Alimentos
“Obesidad”
Sandra Cruz Jaime
Unidad VI
“Obesidad en el adulto”
MARTHA KAUFER – HORWITZ
LOREDANA TÁBANO-COLAIZZI
HÉCTOR ÁVILA -ROSAS
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OBESIDAD EN EL ADULTO
La obesidad es la alteración nutricia más común en el mundo desarrollado y está alcanzando
proporciones significativas en los países en vías de desarrollo.
En la población se asocia con un aumento en la morbilidad y una disminución en la
esperanza de vida.
La descripción de esta relación no es reciente; ya en el siglo IV AC Hipócrates afirmó que “la
muerte súbita es más común en aquellos que
son naturalmente gordos que en los
delgados”. Las implicaciones de la obesidad en relación con la salud de los individuos
pueden considerarse a partir de varias perspectivas: la magnitud general de la obesidad
(cuánto sobrepeso u obesidad tiene un individuo), la dimensión de la reserva corporal de
grasa, el patrón de distribución regional de grasa subcutánea (si es obesidad abdominal o
fémoroglútea) y el grado relativo de acumulación de grasa intraabdominal .
El sobrepeso y la obesidad son el resultado de una compleja interacción entre los
genes y el ambiente, que se caracteriza por un desequilibrio de energía
debido a un estilo de vida sedentario, un consumo excesivo de energía, o ambos.
Los cambios en la alimentación y en el estilo de vida que acompañan a la urbanización
y el desarrollo en las sociedades han favorecido la expresión de los genes que predisponen a
la obesidad, y a su vez, han modificado los patrones de salud y enfermedad.
El exceso de grasa corporal es una condición preocupante debido a
Que representa un factor de riesgo que incrementa la morbilidad y la mortalidad. Además,
dependiendo del momento y el sitio de depósito puede llegar a ser estéticamente indeseable,
por lo que suele constituir una desventaja desde el punto de vista social.
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DEFINICIÓN
La obesidad es una enfermedad crónica de etiología multifactorial que se desarrolla a partir
de la interacción de la influencia de factores sociales, conductuales, psicológicos,
metabólicos, celulares, y moleculares. En términos generales, se define cono el exceso de
grasa (tejido adiposo) en relación con el peso.
De acuerdo con los Lineamientos Clínicos para la Identificación, Evaluación y
Tratamiento del Sobrepeso y la Obesidad en Adultos de los Institutos Nacionales de Salud de
Estados Unidos, el sobrepeso se define como un IMC de 25.0 a 29.9 kilogramos por metro
cuadrado y la obesidad como un IMC igual o mayor de 30 kilogramos por metro cuadrado. El
razonamiento que dio origen a estas cifras se basó en datos epidemiológicos que muestran
un aumento en la morbilidad parece ser modesto hasta que se alcanza un IMC de 30
kilogramos por metro cuadrado. Por arriba de esta cifra, las tasas de morbilidad por todas las
causas y en especial la provocada por enfermedades cardiovasculares aumentan de 50 a
100 por ciento por arriba de las personas que tienen un IMC de 20 y 25 kilogramos por metro
cuadrado.
CLASIFICACION
Desde la perspectiva anatómica, la obesidad no pede ser vista
como un fenotipo
homogéneo. Sobre la base de la topografía del tejido adiposo es posible reconocer cuatro
tipos diferentes de obesidad, como se demuestra en la tabla.
1. El exceso de grasa corporal puede localizarse indistintamente en todo el cuerpo
(obesidad tipo I) o primordialmente en el tronco y el abdomen, o bien en los glúteos y
muslos, lo cual implica que un mismo contenido de grasa corporal, puede distribuirse de
manera diferente, en la figura 1 se ilustran dos tipos de obesidad: androide y ginecoide.
Una manera práctica de clasificar el sobrepeso y la obesidad es utilizar el IMC. En la
tabla 2 se señalan los puntos de corte establecidos en forma uniforme de la Organización
Mundial de la Salud que se basan en el riesgo de morbilidad y mortalidad.
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EPIDEMIOLOGIA
El sobrepeso y la obesidad han sufrido un crecimiento rápido en todas las regiones del orbe y
están afectando a niños y adultos por igual. al final del milenio, existen aproximadamente250
millones de adultos obesos.
Y la prevalencia aumenta no sólo en los países industrializados; de hecho, estos problemas
son ahora tan comunes en las naciones en desarrollo que han llegado a dominar sobre las
preocupaciones en el campo de la salud pública (desnutrición y enfermedades infecciosas).
Los factores de riesgo de la obesidad se muestran en la tabla 3. Es conveniente
distinguir los factores susceptibles de modificación de aquellos que no lo son, ya que si bien
es necesario contar con el panorama completo al evaluar el riesgo de un individuo o de una
comunidad para desarrollar obesidad los programas deben atacar directamente aquellos
factores que son susceptibles.
TABLA 1. Tipos de obesidad de acuerdo con su fenotipo
Obesidad tipo I
Exceso de masa corporal o porcentaje de
grasa independiente del sitio de acumulación.
Obesidad tipoII
Exceso de grasa subcutánea en el tronco
y el abdomen (androide)
Obesidad tipo III Exceso de grasa abdominal y Visceral
Obesidad tipo IV
Exceso de grasa en la región glútea y
femoral (ginecoide)
Fuente Bouchard C. Editor . the genetics of obesity. Boca Raton, FI: CRC press; 1994 citado
en Bray 20
93
Tabla 2. Clasificación de la obesidad y el sobrepeso mediante in índice de masa, el
perímetro dela cintura y el riesgo asociado de la enfermedad a
CLASIFICACIÓN
TIPO DE
IMC
RIESGO DE ENFERMEDAD EN
RELACIÓN CON EL
OBESIDAD
PESO Y EL PERÍMETRO DE LA CINTURA
NORMALES
Hombres < 102 cm Hombres > 102 cm
Según IMC
Bajo Peso
kg/m²
< 18.5
Normal
18.5-24.9
Sobrepeso
25.0-29.9
Obesidad
I
30.0-34.9
II
35.0-39.9
Mujeres < 88 cm
Mujeres > 88 cm
-
-
-
Aumentado
Alto
Muy alto
-
Alto
Muy alto
Muy
alto
Obesidad extrema
III
>40
Extremadamente alto
Extremadamente alto
ª Riesgo de padecer diabetes mellitus tipo 2, hipertensión y enfermedad cardiovascular. El
perímetro de cintura aumentado puede ser un marcador para un riesgo mayor incluso en
personas con peso normal.
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Adaptada de: Preventing and managing the global epidemic of obesity. Report of the world
Health Organozation Consultation of Obesity. Ginebra:WHO; 1997, en National Institute of
Health 8
OBESIDAD Y MORBILIDAD
En general, se ha aceptado que la obesidad se acompaña de múltiples y graves
consecuencias sobre la salud; sin embargo, la naturaleza de esta relación aún no está clara.
Es difícil distinguir entre la obesidad que es causa de un padecimientos determinado y la
constituye un fenómeno que acompaña a dicho padecimiento. Además, no se ha podido
esclarecer su las repercusiones negativas del exceso de peso sobre la salud reflejan el papel
de la propia obesidad o el de factores asociados con aumento de tejido adiposo. Cualquiera
que sea la índole de estas relaciones, la mayoría de las estadísticas de las compañías de
seguros de vida de Estados Unidos y Europa, como se dijo antes, indican que el riesgo de
morbilidad y mortalidad de una gran variedad de enfermedades aumenta en la población
obesa. Por lo tanto, es importante considerar al obeso como un sujeto enfermo que debe ser
atendido y no se debe esperar a que aparezcan enfermedades agregadas para tomar
medidas terapéuticas.
En contra de la creencia popular e incluso de la opinión de varios representantes del
personal de salud, la obesidad no es un simple problema cosmético, sino una enfermedad en
sí misma, que a su vez antecede
o incluso es factor etiológico de una diversidad de
enfermedades crónicas.
Tabla 3 Determinantes y factores de riesgo de la obesidad y posibilidad de modificarlos .
DETERMIANTES Y FACTORES DE RIESGO
MODIFICABLE
Factores demográficos
Edad
NO
Sexo
NO
Raza
NO
Circunstancias socioeconómicas
Escasamente
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Geografías
País de residencia, urbanización,
Industrialización, migración.
Escasamente
Factores familiares
Herencia: poligénica, gen(es) aislado (s)
Con efecto importante.
NO
Ambientes compartidos (herencia cultural)
SI
Interacción entre susceptibilidad genética
Y exposición ambiental
SI
Factores personales
Sobrepeso pasado o presente
SÍ
Edad de inicio dela obesidad
SÍ
Hábitos alimentarios
SÍ
Inactividad física / estilo de vida sedentario
SÍ
Características metabólicas
Tabaquismo
SÍ
SÍ
Factores psicológicos
Embarazo
SÍ
SÍ
Enfermedades concomitantes
O discapacidad
SÍ
Adaptada de:Epstein 88
Los obesos no sólo tienen un mayor peligro de morir, sino también de enfermarse, por
ejemplo, el riesgo de padecer diabetes aumenta de manera directamente proporcional con el
grado de obesidad. Se ha observado que la frecuencia de diabetes mellitus tipo 2 es cerca
de dos veces mayor en
individuos ligeramente obesos, cinco veces mayor en
moderadamente obesos y 10 veces más alta en excesivamente obesos. Asimismo, se ha
estimado que más de 80 por
ciento de los individuos con diabetes mellitus tipo 2 son
obesos.
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La hipertensión arterial es un padecimiento que se ha relacionado en forma directa
con el grado de obesidad, y junto con las coronariopatías, incrementa de manera importante
el riesgo de morir, sobre todo en hombres menores de 40 años.
Existen también claras evidencias que indican una fuerte asociación entre cierto tipo
de cáncer y la obesidad.
Estos estudios han demostrado que los hombres obesos que además son fumadores, tienen
mayor riesgo de presentar cáncer de colon recto y próstata, mientras que las mujeres obesas
son más propensas a sufrir cáncer de vesícula, de mama, de útero y de ovarios.
La gravedad de una obesidad de menor magnitud ha sido objeto de discusión. En este
sentido, varios estudios señalan que una obesidad moderada no se acompaña de un
aumento de mortalidad.
En relación con la distribución de grasa, se ha establecido que la obesidad sea ligera
sí existe un incremento en el riesgo de desarrollar enfermedades.
En relación con la distribución de grasa, se ha establecido que la obesidad de tipo androide
–es decir aquélla en la que se acumule mayor cantidad de tejido adiposo en la región
abdominal – implica un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, hipertensivas y
diabetes entre otros padecimientos, en comparación con la obesidad de tipo ginecoide –
donde el exceso de tejido adiposo está en la región glútea y femoral –debido a la resistencia
a la insulina y la dislipidemia, entre otras alteraciones metabólicas.27,28
Es importante
mencionar que la asociación entre el tipo de distribución de la grasa y las enfermedades se
conserva incluso en ausencia de sobrepeso.
La obesidad tiene un efecto negativo en la función reproductiva femenina. Con
frecuencia se asocia con hiperandrogenismo en mujeres debido a que el tejido adiposo es un
sitio activo de producción y metabolismo de esteroides. Por otra parte la mujer obesa puede
experimentar ciclos anovulatorios, amenorrea temprana de la fertilidad, menarca tardía y
menopausia temprana.
Estas alteraciones se presentan con mayor frecuencia cuando la obesidad es de tipo
androide y en mujeres con obesidades mayores.
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La obesidad se ha asociado también con una mayor prevalencia de enfermedades de
la vesícula biliar. La presencia de cálculos renales es de tres a cuatro veces más frecuente
en personas obesas que en individuos no obesos. Por otra parte, la obesidad afecta de
manera adversa la función respiratoria y puede ocasionar apnea del sueño. Además se le ha
relacionado con la presencia de osteoartritis y de gota. Por último, es importante mencionar
que el obeso, además de estar expuesto a estos padecimientos biológicos, con frecuencia
está sometido a presiones psicológicas por marginación social.
FACTORES ETIOLOGICOS
Entre la diversidad de factores que contribuyen a la etiología de la obesidad están los
genéticos, los ambientales, los nutricios, y la actividad física, entre otros. Todos ellos pueden
contribuir, de una u otra manera, al desequilibrio entre la ingestión energética y el gasto de
energía
que favorece la acumulación de grasa. Este marco conceptual simplificado
generalmente se acepta como cierto; sin embargo, aún se desconocen muchos de los
mecanismos a través de los cuales actúan estos factores.
Factores genéticos.
Cada vez se acumula más evidencia sobre la función de la carga genética en el desarrollo de
la obesidad. Si bien es cierto que es difícil diferenciar entre la herencia genética y la llamada
herencia ambiental
-es decir, entre las características propias de los individuos y lo
aprendido - la evidencia indica que en algunas familias se llega a dar la susceptibilidad a la
obesidad. La influencia genética es difícil de elucidar y la identificación de los genes
responsables no se logra de manera adecuada en los estudios familiares. Por otra parte, es
claro que la influencia del genotipo en la etiología de la obesidad generalmente se ve
atenuada o exacerbada por factores no genéticos. En la figura 4 se muestra la contribución
de los factores genéticos en la etiología de la obesidad.
Actualmente se sabe que existen varios genes capaces de causar obesidad o de aumentar la
susceptibilidad de desarrollarla.
El descubrimiento en humanos del llamado gen de la obesidad o gen ob ha cambiado
la noción sobre la función de la herencia en el desarrollo de la obesidad. Este gen codifica la
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proteína leptina en las células adiposas. Aparentemente, la leptina actúa a nivel
del
hipotálamo e influye en el apetito y en el balance energético. Se ha descubierto también una
deficiencia genética de leptina en humanos. Cuando hay deficiencia de leptina, la sociedad
se encuentra alterada, lo cual trae como consecuencia un hambre constante que conduce al
consumo excesivo de alimentos. Sin embargo, la mayoría de las personas obesas no tiene
una deficiencia de leptina. Se ha especulado que la leptina aumenta cuando se ha
incrementado el tamaño de los adipositos en un esfuerzo por suprimir el apetito e inhibir el
almacenamiento de grasa. Los sujetos obesos con concentraciones elevadas de leptina
circulante pueden ser resistentes al efecto de saciedad que normalmente imparte la leptina.
Esta situación se asemeja a la de la resistencia a la insulina en la diabetes.
Factores metabólicos
Se ha postulado que una anormalidad metabólica básica podría incrementar el
almacenamiento energético en el tejido adiposo y producir obesidad por varios caminos; a) la
desviación preferente de los sustratos energéticos hacia la síntesis y el almacenamiento de
los triglicéridos; b) los ácidos grasos y los aminoácidos, y almacenar la energía adicional en
forma de triglicéridos en el tejido adiposo; C) y una mayor eficiencia para efectuar trabajo
fisiológico, lo que da por resultado una situación en la que se requiere menos energía y el
exceso de ésta se convierte en triglicéridos , que se almacenan en el tejido graso, y d) la
inhibición dela movilización de la energía almacenada en forma de triglicéridos en el tejido
adiposo. En otras palabras se podría catalogar al individuo con obesidad como un sujeto con
una eficiencia del metabolismo energético superior al promedio habitual. A pesar de que
existen evidencias que apoyan esta hipótesis, todavía no están muy claras las vías
metabólicas que podrían estar afectadas.
Las células adiposas
La llamada teoría del adiposito postula la existencia de periodos críticos para la reproducción
de las células adiposas en la vida del humano. Por mucho tiempo, los estudios de
investigación fundamentaron tres periodos críticos en la génesis de estas células: el último
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trimestre de la gestación, los primeros dos años de la vida y la adolescencia. Estos periodos
se caracterizan por una hiperplasia del tejido adiposo, así como por la existencia de factores
genéticos, endocrinos, metabólicos y alimentarios que provocan una superproducción de las
células grasas. A partir de esta teoría se explicaba la permanencia de la obesidad durante la
vida adulta de individuos que habían sido niños o adolescentes obesos. En la actualidad
existe controversia a este respecto, ya que se ha identificado un grupo de adultos obesos
que no lo fueron durante la niñez o la adolescencia y que sin embargo tienen mayor número
de células adiposas. En este sentido, se acepta que el número de células adiposas puede
aumentar a lo largo de la vida y no disminuye ante la pérdida de peso. Se ha visto que
durante el embarazo la mujer incrementa tanto el número de estas células como la grasa
contenida en ellas. (hiperplasia) y se ha sugerido que este incremento se da sobre todo en la
región subescapular, aun cuando hay evidencias epidemiológicas de que la acumulación de
grasa se produce en diferentes regiones del cuerpo, de acuerdo con tipo de población
estudiada.
Factores endocrinos
Una posible explicación de algunas formas de obesidad se encuentra en el desequilibrio
hormonal primario, que al afectar el comportamiento alimentario, el gasto de energía, ambos,
da por resultado un balance energético positivo, con el consiguiente almacenamiento de la
energía en el tejido adiposo.
En la mayoría de los casos estos desarreglos son consecuencia más que causa de la
obesidad.
Entre las alteraciones endocrinas que se asocian con el desarrollo de obesidad se
encuentra el síndrome de ovarios poliquísticos, el hiperinsunilismo, el síndrome de Cushing y
el hipotiroidismo, entre otros, aunque hay que destacar que proporcionalmente ocupan un
sitio pequeño en la prevalencia de obesidad en la población.
100
Factores nutricios
Como ya se ha dicho, la obesidad es resultado de ingerir un exceso de energía, tal y como
se demuestra en estudios de ingestión energética mediante la utilización de agua
doblemente marcada.
Esta situación se presenta con mayor frecuencia en individuos
genéticamente susceptibles. Una vez que aparece la obesidad, otros factores, como la
inactividad física y las adaptaciones metabólicas y hormonales, pueden contribuir a que
persista o se agrave; todo esto; matizado por factores
psicológicos propios de cada
individuo.
La sobrealimentación puede ocurrir en cualquier etapa de la vida, pero por lo que
respecta a la obesidad, su inicio en los primeros meses de edad puede tener particular
importancia. La nutrición materna antes y durante el embarazo llega a ser factor esencial del
peso corporal del individuo al nacer y durante su vida adulta. Los estudios realizados en
lactante hijos de mujeres expuestas a subalimentación intensa indican con claridad que la
desnutrición severa puede reducir en forma notable el peso del recién nacido. Sin embargo,
en investigaciones recientes encabezadas por el grupo de Barker en Inglaterra se ha
sugerido que la desnutrición intrauterina predispone al feto a sufrir enfermedades crónicas
(obesidad, hipertensión, diabetes mellitus) en la vida adulta.
No obstante, es preciso señalar que se han estudiado poco los efectos de la
sobrealimentación materna sobre el peso del niño al nacer y en su vida adulta. Algunas
investigaciones han encontrado una escasa o nula relación. Mientras que en otras se informa
de una relación directa de peso materno y la ganancia del peso durante el embarazo con la
aparición de obesidad en la edad adulta.
Aunque ha resultado tentador para los investigadores en este campo postular una relación
directa y positiva entre la sobrealimentación materna y la obesidad de los hijos.
Existen muchos factores que no se han estudiado lo suficiente, como el momento y la
duración de la sobrealimentación, la función placentaria, el medio hormonal y, muy
probablemente la composición de la dieta en términos de proporción de hidratos de carbono,
lípidos y proteínas.
La nutrición de lactante puede desempeñar un papel aún más importante en la
aparición ulterior de obesidad. Existen muchos modelos experimentales
-realizados en
101
animales- que apoyan esta hipótesis, pero los hallazgos más importantes provienen de
estudios efectuados en Europa en el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial. En ellos
se informa que un grupo de hombres que vivieron su infancia temprana en la época de
hambruna en Holanda, padecieron menos obesidad al llegar a la edad adulta que quienes no
sufrieron una desnutrición tan intensa. En contraste, los adultos que eran lactantes en el
periodo inmediato a la posguerra, en el que hubo abundancia de comida padecieron
aproximadamente tres veces más obesidad que los niños que pasaron hambre. Esto, por
supuesto, no implica que la desnutrición durante la infancia protege de la obesidad en la vida
adulta, pues existen evidencias de que sujetos con condiciones precarias de alimentación
durante este periodo si pueden ser obesos en la vida adulta.
Se han encontrado correlaciones directas entre la introducción temprana de alimentos
distintos de la leche (antes del cuarto mes de la vida), el peso del lactante y el desarrollo o la
permanencia de la obesidad en la adultes. A pesar de que se ha comprobado que hay niños
obesos que lo siguen siendo cuando adultos, las pruebas no son concluyentes en la gran
mayoría de los casos, por
lo que hay que tener especial cuidado con la restricción
alimentaría en periodos clave del crecimiento humano (infancia temprana y adolescencia),
donde una medida preventiva demasiado estricta puede mermar el potencial de crecimiento.
Otro aspecto importante de la dieta del obeso es la distribución de los nutrimentos.
Algunos estudios sobre los hábitos alimentarios de los sujetos obesos muestran que éstos
por lo general tienden a abusar de los alimentos ricos en lípidos, que por tener una elevada
densidad energética y no existir una regulación adecuada de una comida a otra –a diferencia
de las proteínas y los carbohidratos de carbono – favorecen su depósito en forma de grasa
corporal.
Estilo de vida como factor
Los cambios reciente en el estilo de vida, caracterizados por un consumo excesivo de
energía y una reducción notable en la actividad física, ofrecen una explicación razonable de
la etiología de la obesidad. La disminución en los patrones de actividad física en los países
desarrollados, e incluso en las naciones en vías de desarrollo, han contribuido de manera
notable al escalamiento del problema de la obesidad. Entre las razones de esta situación
102
están la disminución de la actividad física en gran
número de trabajos
(con sus
excepciones), los equipos automatizados que ahorran trabajo físico y la disminución en el
tiempo de esparcimiento.
Factores psicológicos
Las perturbaciones emocionales en ocasiones precipitan la sobrealimentación u acompañan
a la obesidad. En individuos obesos se han observado casi todos los tipos de trastorno
psicológicos, incluidos la ansiedad, la culpa, la frustración, la depresión y los sentimientos de
rechazo y vulnerabilidad. Sin embargo, no se ha atribuido a la obesidad ninguna
personalidad o trastorno psiquiátrico característico.
Tanto en los individuos obesos como en los no obesos, el alimento adquiere una
dimensión que va más allá de la meramente nutritiva, que llega a menguar ciertas
situaciones de tensión emocional. Se postula, entonces que la relación de los diferentes tipos
de personalidad con la presencia o ausencia de obesidad está en función de la respuesta a
los estímulos del medio ambiente relacionados con la comida (aspecto, Forma, color, olor de
los alimentos, ambiente social, hora del día, etc.) y se dice que los obesos tienen una mayor
capacidad de respuesta a tales estímulos. En general, la sicopatología que acompaña a la
obesidad no es considerada como la causa primaria de la misma. Aunque sí es de gran
importancia detectarla para poder dar una correcta orientación
que apoye al plan de
alimentación.
Factores sociales
Los datos epidemiológicos indican que la prevalencia de obesidad recibe una notable
influencia de los factores sociales, económicos, raciales y otros relacionados con el estilo de
vida. Lejos está la obesidad de distribuirse de manera
uniforme en la sociedad. En los
países desarrollados representa un serio problema de salud pública aunque también los
países de economías menos privilegiados tienen altas prevalencias de obesidad. En general
se ha encontrado una relación inversa entre el estado socioeconómico y la prevalencia de
obesidad, aunque este fenómeno es más pronunciado en las mujeres. En el estudio
103
NHANES de Estados Unidos se ha observado que los individuos que se encuentran por
debajo de la línea de pobreza (pobreza extrema) tienen una mayor prevalencia de obesidad.
Sin embargo la abundancia económica también trae como consecuencia un estilo de vida
que favorece el desarrollo de obesidad.
TRATAMIENTO
Debido a que el manejo del sobrepeso y la obesidad debe ser integral, el equipo de salud
encargado de esta tarea también debe tener esa característica, tal y como lo establece la
Norma Oficial Mexicana para el Manejo Integral de la Obesidad, ahí se señala que el médico
es el responsable del manejo integral; el nutriólogo
del nutricio, y el psicólogo del
psicológico.
El personal encargado de la atención de la persona con sobrepeso o con obesidad
debe tener en cuenta los elementos esenciales del tratamiento; es decir, la evaluación del
riesgo del paciente y la asignación del tratamiento basado en ese factor y en las preferencias
del paciente. Debido a que la obesidad es una enfermedad crónica cuya prevalencia ha
aumentado en forma notable en los últimos años, es importante involucrar al paciente en
todas las decisiones y asegurarse que éste establezca un compromiso de largo plazo. Por
otra parte, el personal de salud encargado del manejo de estos enfermos debe mostrar una
actitud compasiva de esta condición tan estigmatizada.
Todo paciente obeso-sea o no candidato a la farmacoterapia o al tratamiento
quirúrgico- debe someterse a un tratamiento básico que incluya asesoría, restricción
energética, terapia conductual y actividad física. La meta de cualquier programa de
tratamiento básico es integrar comportamientos positivos de alimentación y de actividad
física en la vida del enfermo. Los programas deben ser participativos; es decir involucrar en
forma activa al paciente ya sea
individual o en grupo. Todo programa requiere de
supervisión cercana del equipo de salud.
En 1992 Van Itallie, quién estableció y dirigió un centro de Investigación sobre la
obesidad en Estados Unidos, sugirió que en la organización de programa para el control de
peso se incluyan, además del médico nutriólogo y un psicoterapeuta. A su vez, recomendó
que se contemplen con todo cuidado los siguientes factores:
104
1.- Individualizar el programa con base en el peso inicial, la preferencia por ciertos
alimentos, los problemas médicos y la historia dietética del candidato.
2.- Considerar la combinación de programas que incluyan una dieta hipo- energética
equilibrada, así como ejercicio y modificaciones en la conducta o psicoterapia de forma
individualizada.
3.- Comentar con el paciente el papel de los alimentos en su estiló de vida para reducir
de peso de manera inocua y efectiva.
4.- Si se dispone del equipo y la tecnología necesarios, determinar la composición
corporal del paciente al inicio del tratamiento en varios ocasiones en el transcurso del
programa, con el fin de asegurar la máxima pérdida del tejido adiposo y la mínima pérdida de
masa muscular y así motivar al paciente.
5.- Enseñar al paciente opciones para la preparación de sus alimentos, de tal suerte
que sea mínimo el consumo de grasa y aceite.
6.- Establecer metas realistas de reducción de peso.
7.- Promover la moderación en la ingestión de ciertos alimentos en lugar de eliminar
su consumo. De esta manera se da variedad a la dieta.
8.- Hacer ver al paciente que la obesidad es un problema de por vida, que para su
control requiere de atención y tratamiento en forma continúa.
Alimentación
Como ya se menciono, el programa alimentario debe ser individualizado y el tratamiento por
excelencia será una diera hipo-energética equilibrada, combinada con un programa de
cambio de conducta
en lo referente tanto a la actividad física como a los hábitos
alimentarios. Por consiguiente, para cualquier tipo de manejo es muy importante hacer
énfasis en la modificación necesaria del estilo de vida del obeso, reestructurando sus
patrones alimentarios y con la intención de integrar al ejercicio como un comprobante
cotidiano.
Se deben utilizar dietas hipo-energéticas equilibradas en las que la restricción
esté basada en el cálculo de la recomendación energéticamente y en pruebas de ensayoerror, con el fin de encontrar la cantidad de energía total que ese individuo requiere para
105
bajar de peso y mantener esa condición. Se recomienda que la dieta no aporte menos de mil
a 1200 kilocalorías, ya que de otra forma se vería comprometido el aporte de algunos
nutrimentos -en especial de vitaminas y nutrimentos inorgánicos-. Cuando se indican este
tipo de dietas tan bajas en su aporte energético es necesario prescribir suplementos de
vitaminas y nutrimentos inorgánicos para cubrir los requerimientos; sin embargo, vale la
pena mencionar que esta práctica no es la más recomendable pues el objetivo del manejo el
paciente con obesidad es reeducarlo a fin de que mejore sus patrones de alimentación de
manera permanente.
En este sentido se pueden seguir dos conductas:
1.- la recomendación de dietas muy restringidas en una principio, con el fin de obtener
un rápido descenso inicial de peso y de esta forma motivar al paciente. Más adelante,
incrementar en forma gradual el consumo energético hasta alcanzar el equilibrio donde se
igualen el gasto y el consumo, que permita al sujeto a mantener el peso alcanzado.
2.- la recomendación de dietas poco restringidas al inicio, con el fin e que el sujeto o
experimente sensaciones de angustia y ansiedad por las limitaciones a su alimentación
habitual. De manera paulatina, disminuir la densidad energética de la dieta hasta alcanzar el
equilibrio ideal.
En forma paralela a cualquiera de las dos estrategias se puede sugerir el consumo de
alimentos con baja densidad energética pero de volumen elevado –como los alimentos ricos
en fibra-, con el fin de producir en el paciente una mayor sensación de plenitud. La baja
densidad energética puede lograrse también consumiendo –además de las tradicionales
frutas y verduras. Platillos con elevado contenido de líquidos como los caldos y los jugos.
La elección de una u otra estrategia se hará en función directa de la condición y el tipo
de personalidad de cada paciente, lo que se podrá detectar a través del interrogatorio.
Es importante mencionar que el profesional idóneo para dar manejo nutricio al
paciente con sobrepeso o con obesidad es el nutriólogo, en colaboración, por supuesto del
médico y con el psicólogo. Por otra parte la estimación consignada en este capitulo es de
carácter general dada la complejidad
para manejar la obesidad
y la necesidad de
individualizar el manejo.
El obeso, ya se ha dicho, es una persona enferma con un padecimiento incurable y
difícil de solucionar, cuyo manejo involucra un cambio importante de conducta y, en general,
de estilo de vida. Por esta razón, los individuos obesos son capaces de intentarlo todo con el
106
fin de encontrar un remedio rápido, eficiente y sencillo para bajar de peso. Cabe aclarar que
esta condición no es exclusivamente de un sector sociocultural; y es más bien característico
de la gran mayoría de las personas que padecen obesidad seguir una multitud de regímenes
dietéticos descabellados.
En la tabla 6 se mencionan algunas de las dietas más populares para la disminución
del peso corporal, junto con varias de sus características, así como la documentación que
existe sobre sus éxitos o fracasos.
Es importante meditar en torno a la creciente formulación de dietas para
bajar de
peso y juzgarlas a través de criterio que permitan evaluar tanto su efectividad como su
inocuidad.
A continuación se presentan algunas recomendaciones para dar un buen servicio a los
pacientes en cuanto a manejo nutricio se refiere.
1.- Mantenerse actualizado en la literatura médica y nutriológica. Leer revistas
profesionales con regularidad a fin de contar con información reciente sobre el tratamiento
de la obesidad.
2.- Enseñar a los pacientes-y a los consumidores en general- a elegir de manera sana
los platillos en donde quiera que se encuentren, sea en la casa, en un restaurante, de viaje,
de vacaciones o en circunstancias especiales.
3.- Antes de aceptar “el último grito de la moda”, en materia de dietas, revisar
cuidadosamente su contenido y sus fundamentos.
4.- Considerar siempre los principios nutriológicos básicos y lógicos como el que
señala que la dieta no debe contener más de 15 por ciento de proteínas y 30 por ciento de
lípidos.
5.- emplear un lenguaje sencillo en el trato con los pacientes.
6.- Evaluar la pertinencia de las dietas y métodos de reducción
7.- analizar la dieta en su totalidad en cuanto a energía y balance general de nutrimentos.
Utilizar para ello las guías más recientes aceptadas por la comunidad certificada.
Si la dieta tiene alguna o varias de las siguientes características, deben provocar
desconfianza.
•
Prometen bajar más de un kilogramo de peso por semana.
•
Piden omitir por completo algún grupo de alimentos.
107
•
Afirman que no se puede mezclar alimentos de varios grupos en la misma comida.
•
Requieren de suplementación de vitaminas y/o nutrimentos inorgánicos.
•
Afirman que se puede comer todo lo que uno desea en cantidades ilimitadas, siempre
que se consuma con las comidas un “producto dietético especial”.
•
Aseguran que existen ciertos alimentos que “queman grasa”.
•
Promueven periodos de ayuno de manera rutinaria.
•
Prometen la modificación del metabolismo “para siempre”.
Actividad física
La meta en el descenso de peso es la pérdida del tejido adiposo, pero en la mayoría de los
casos aunque la dieta no sea muy estricta y sea equilibrada, también se presenta pérdida de
tejido muscular. Es importante promover el ejercicio en el obeso para que la pérdida de peso
sea a costa de una disminución de la magnitud del tejido adiposo más que del tejido
muscular.
La actividad física moderada
practicada con constancia es el mejor predictor del
mantenimiento del peso en el largo plazo. En estudios aleatorios se ha encontrado que los
individuos que hacen una dieta hipoenergética
y además realizan ejercicio en forma
constante tienen mayor probabilidad de mantener la pérdida de peso, que aquellos que
solamente siguen una dieta determinada. Además de su papel en el mantenimiento del peso
corporal, la actividad física tiene función importante en el tratamiento de la obesidad. Las
áreas fundamentales en las cuales la actividad física contribuye a un manejo de la obesidad
seguro y efectivo se relacionan con sus efectos sobre el balance energético, la composición
corporal, el estado de animo y otros parámetros psicológicos, la calidad de vida, en riesgo
de enfermedad, la adherencia al manejo del peso y la distribución de la grasa corporal en
sujetos obesos y no obesos.
La actividad física debe formar parte integral del programa de pérdida de peso y su
conservación. En un inicio se sugiere nivele moderados de actividad física de al menos 30 a
45 minutos durante tres a cinco veces por semana. Debe iniciarse poco a poco u asegurarse
de que se cuenta con un buen estado de salud para realizar el tipo de actividad que se haya
elegido. Todos los adultos deben fijarse la meta de acumular por lo menos 30 minutos o más
108
de actividad física moderada a lo largo de casi todos – y de preferencia todos los días de la
semana.
Tabla 7. ejemplos de actividades moderadas
Menos
•
Lavar y encerar un coche por 45 y 60
Más
minutos
•
Vigoroso
Lavar ventanas opisos por 45 y 60
tiempo
minutos
•
Jugar voleibol por 45 minutos
•
Arreglar el jardín por 30 - 45 minutos
•
Moverse solo en una silla de ruedas por
30 –40 minutos
•
Caminar 4.5 kilómetros en 35 minutos
•
Andar en bicicleta ocho kilómetros en 30
minutos
•
Bailar intenso
(baile social) durante 30
minutos
•
Caminar 3.25 kilómetros en 30 minutos.
•
Nadar por 20 minutos
•
Jugar básquetbol 15-20 minutos
•
Brincar la cuerda por 15 minutos
•
Correr 2.5 kilómetros en 15 minutos
•
Subir y bajar escaleras por 15 minutos
Más
Vigoroso
Menos
Tiempo
La actividad física permite ejercer ciertos reajustes en el balance energético; por una
parte, el gasto mismo de la actividad física, que puede ascender a 1500 o dos mil kilocalorías
por semana en un programa de 30 a 45 minutos por sesión y de cinco a siete sesiones
semanales; por la otra, se cree que la actividad física tiene efecto positivo en el gasto
metabólico en reposos.
109
Con relación a la composición corporal, la actividad física tiene un efecto notorio
durante el periodo de pérdida de peso pues evita la pérdida de masa muscular que es
indeseable, entre otras razones porque disminuye el gasto metabólico en reposo y aumenta
la propensión a recuperar el peso perdido, además de que promueve la debilidad muscular ,
se combina la actividad aeróbica con los ejercicios de fuerza y resistencia se mejora aún más
la composición corporal pues se promueve un aumento de la masa muscular.
Aspectos psicológicos
Como ya se mencionó, el individuo obeso tiene una conducta alimentaría que si bien no es
causa única de su padecimiento, sí ayuda a su permanencia. Por ello, es necesario ofrecerle
un apoyo psicológico encaminado a la modificación de su conducta alimentaría.
Las terapias de conducta están diseñadas para ayudar al obeso a cambiar aquellos
patrones de alimentación que contribuyen a su exceso de peso. Estas estrategias procuran
que el individuo obesa conozca y comprenda el significado que para él tienen los alimento y
aprenda a identificar las conductas perjudiciales, con el fin de tratar de modificarlas.
Existen diversas escuelas psicológicas que propones técnicas para la modificación de
los hábitos alimentarios de los obesos. Entre ellas, las que han informado tener mejores
resultados son las que utilizan los principios de Skinner, basados en lo que se ha llamado
condicionamiento operante, donde se postula que nuestra conducta opera en función del
medio ambiente y genera respuestas que retroalimentan nuestros sentidos, reforzando así
una conducta a pesar de que no exista una demanda orgánica. El apetito es un buen ejemplo
de este comportamiento, ya que cuando es saciado provoca placer. En ocasiones, alguna
sensación de malestar psíquico pede desaparecer
aminorarse mediante la ingestión de
alimentos su que necesariamente se haya sentido hambre. Con base en lo anterior, se
sugiere que una conducta es aprendida y por lo tanto puede ser modificada, por lo que las
terapias de conducta en el obeso deben estar encaminadas directamente a:
1.- controlar la ingestión de alimentos, en función de cuándo, cómo, dónde y cuánto
alimento se consume.
2.- Fomentar la actividad física, lo que también implica un cambio de conducta, con el
fin de incrementar el gasto de energía y promover un balance negativo de ésta.
La técnica propuesta por Skinner para la modificación de la conducta sugiere la
búsqueda de tres condiciones para que la terapia sea exitosa.
110
1.- Los antecedentes de la conducta. Es decir ¿qué sucedió antes que normó la
conducta alimentaría?
2.- la respuesta con ¿qué sucede en el transcurso de la conducta alimentaría
(ingestión), que la modula?
3.- las consecuencias de la conducta ¿Qué sucede después de inferir los alimentos,
que refuerzan esa conducta?
Antecedente de la conducta alimentaría
Pueden tener su raíz en etapas muy tempranas de la vida de un individuo o en etapas más
tardías en función del ambiente social (circunstancias de trabajo, utilización de tiempo libre,
etcétera). Una vez identificados estos aspectos, se podrían seguir tres estrategias.
1.- Eliminar la condición; es decir, tratar de modificar la conducta alimentaría, mediante
el cambio del entorno a una norma especifica. Por ejemplo, si la sensación de aburrimiento
provoca apetito, se deberá guiar al individuo para que cuando esto suceda no tenga a su
alcance alimentos listas para consumirse, pues de esta forma dispondrá del tiempo necesario
para pensarlo, hacerlo consciente y buscar alguna otra actividad que lo distraiga.
2.- Modificar la conducta que por alguna razón no puede ser eliminada por completo.
Por ejemplo en reuniones de trabajo o de negocios está mal visto que alguien rechace
alguna bebida alcohólica o de otro tipo. En esos casos hay algunos recursos para restringir la
ingestión .
3.- Reforzar en el obeso las conductas que promuevan un buen hábito alimentario.
Hay que recordar que siempre existirá una norma positiva, que al reforzarla modificará la
sensación del obeso de que todo lo que hace está mal y por ende hay que cambiarlo.
Tabla 8 algunos efectos de la combinación de una dieta hipoenergética adecuada y un
ejercicio moderado constante.
111
•
Aumentar el gasto energético
•
Se mantiene o se minimiza la pérdida de masa magra
•
Se reduce el riesgo cardiovascular al producir un efecto
benéfico
en
el
perfil
de
lípidos
(normalización
sanguíneos)
•
Mejora la salud cardiorrespiratoria
•
Tiene efectos psicológicos positivos que incluyen la
reducción del estrés y una sensación de bienestar y
optimismo.
•
Promueve la adherencia al programa integral para la
pérdida del exceso de peso
•
Reduce la acumulación de grasa en la región central
•
Reduce la resistencia a la insulina (normalización de
insulinemia)
•
Proporciona
(normalización
beneficios
de
generales
concentraciones
a
la
salud
sanguíneas
de
lípidos, insulina y glucosa)
Nota: Estos beneficios se obtienen incluso cuando no se haya logrado una pérdida
de peso.
Respuesta conductual
Hay que trabajar con ciertas acciones que normen una conducta positiva hacia la
alimentación. Estas pueden ser de dos tipos.
1.- Recomendar que la alimentación sea un proceso más lento. Por ejemplo, sugerir
que tome un bocado a la vez, que entre bocado y bocado coloque los utensilios sobre el
112
plato, que mastique y trague y trague lentamente, que beba líquidos, que platique mientras
come, que retrase el inicio de comida unos minutos después de sentarse, que realce el
aspecto social de la comida y promueva la convivencia.
2.- Sugerir que se disfrute la comida. Por lo general el obeso se siente culpable al
comer y esto le causa una sensación de angustia que alivia con más comida. Se le debe
sugerir que coma con mayor lentitud, y que deguste y disfrute el sabor de la comida, la
textura, el olor y el color de los alimentos. Los platillos deben ser tan atractivos para él como
para cualquier otra persona.
Consecuencia de la conducta alimentaría
Se debe restar importancia a las conductas negativas ante las cuales el sujeto obeso cae en
la tentación no es conveniente tomar medidas punitivas en este sentido: por ejemplo, si el
paciente rompió el régimen dietético, habrá que tratar de encontrar la causa, con el fin de
hacerlo consciente. A
la vez sumar importancia a los logros obtenidos mediante el
reforzamiento de las conductas positivas, por ejemplo, un descenso en el peso.
Se requiere evaluar de manera continua la modificación de las conductas alimentarías
y posteriormente lograr el mantenimiento de las mismas por un periodo prolongado. La
terapia de grupo ha demostrado también su eficacia, además de que representa una forma
de intervención más económica.
PREVENCION
La prevención del sobrepeso y la obesidad es tan importante, o más, que el tratamiento. La
acción preventiva incluye: a) la prevención primaria del sobrepeso de la obesidad en sí
mismos; b) la prevención secundaria, es decir evitar que se recupere el peso después de
perderlo, y c) la prevención de incrementos de peso adicionales en individuos incapaces de
perder peso.
La prevención primaria de la obesidad debe incluir estrategias dirigidas a tratar los
asuntos relacionados con el excesivo consumo de energía y los patrones inadecuados de
actividad física. Derivados de prácticas de mercadotecnia, patrones de transportación y falta
113
de oportunidades para realizar actividad física en los días de trabajo. Las estrategias deben
adaptarse a los distintos estratos socioeconómicos.
Al elaborar estrategias de prevención del sobrepeso y la obesidad se contribuye a
mejorar la calidad
y la duración dela vida. En caso de individuos con comorbilidad
(hipertensión, hipercolesterolemia, diabetes mellitus tipo 2), éstas deben tratarse antes o en
conjunción con la pérdida de peso.
Las medidas de salud pública encaminada a la prevención dela obesidad; es decir,
diseñadas para reducir la dificultad
que tiene un determinado individuo para adoptar
patrones saludables de alimentación y actividad física, beneficiarían en particular aquellos
cos desventajas sociales, que tienen menos acceso a los servicios de salud preventiva y
cuentan con pocas opciones para hacer cambios efectivos en su vida diaria.
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