Olmedo. Un obispo como la gente

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PEDRO OLMEDO
Un obispo como la gente
Olmedo Rivero, Jesús
Un obispo como la gente . – 1a .ed. – Jujuy : Prelatura de
Huamahuaca, 2004.
260 p. ; 20x14 cm.
ISBN 987-21790-1-8
1. Olmedo, Pedro, Monseñor-Biografía. I. Título
CDD 922.2
© Misioneros Claretianos
Prelatura de Humahuaca
Buenos Aires 383
4630 Humahuaca - Jujuy
República Argentina
Diseño de tapa y edición: Bajoelasfalto
Impreso en Artes Gráficas Crivelli. Salta - Argentina
Dedicado a todo el Pueblo Colla
de la Prelatura de Humahuaca
que tanto quiere a Pedro y especialmente
al P. Domingo Condado que
nos ha dejado y nos acompaña
desdel el cielo
Publicado en "Página 12" el 6 de abril de 1998
Prólogo
Pedro, compañero en la construcción del Reino
NO VIVO, MEJOR DICHO no habito dentro de los límites te-
rritoriales de la Iglesia particular de Humahuaca, tierra que sin
embargo está inscripta intensamente en mi memoria. Porque en
ella mis ancestros han celebrado la vida; porque allí he aprendido
a valorar la cultura coya, lugar de resistencia donde perviven antiguas tradiciones de pueblos originarios. Porque en ella he accedido a la verdadera dimensión que tiene el dolor de la pobreza y la
falta de oportunidades. Y porque en ella he sentido la necesidad
Pedro Olmedo un obispo como la gente
urgente del trabajo por la justicia, dándole sentido así al aporte
seglar que intento desde la comunicación. Y Pedro es, en gran
parte, responsable de todo esto.
Es en esa tierra donde, no por casualidad, he encontrado al
Padre Pedro, en momentos de turbulencias internas, de dudas y
de sensaciones de extrañamiento y marginación. En ese contexto,
Pedro abrió puertas que me llevaron a abrevar, de nuevo, en las
fuentes de la fe, a encontrar el camino hacia una Iglesia inclusiva,
cercana, fraterna, profundamente humana, metida en el barro y
junto a los más necesitados.
Por eso me he sentido siempre participando de la vida de
esta Iglesia Particular de Humahuaca, de su dinámica, de sus dolores y sus alegrías. Es allí -en ese espacio impreciso que configura esta pertenencia sin habitación- donde me siento partícipe de
la construcción del Reino.
El Padre Pedro, amigo, compañero cercano, fue para mí un
puente de regreso, de recuperación de la sacralidad como instancia de encuentro con el misterio de la fe, de celebración de la vida
y de la existencia divina. Y también, de recuperación del sentido
de comunidad, como ámbito de enriquecimiento, con relaciones
más igualitarias, equitativas, con mayores niveles de participación,
de encuentro en las diferencias, de tolerancia, y de sentido pertenencia a un proyecto de vida. Lamentablemente la Iglesia -en su
larga historia- ha transitado caminos que la han alejado de ese
sentido de comunidad y en cambio ha optado por la construcción
del modelo hegemónico clerical, que subestima a la comunidad y
donde la figura del sacerdote y del Obispo adquieren gran
centralidad, con estructuras jerárquicas rígidas y grandes distancias entre el clero y los seglares. Una Iglesia con una cultura de
6
Prólogo
autoritarismo, con relaciones asimétricas de poder que han trascendido en el tiempo y han grabado formas de relación que aún
hoy perviven y que dificultan procesos participativos, dialógicos y
democráticos. En ese contexto, Pedro representa la heterodoxia,
una ruptura profética que ha logrado iniciar un camino de retorno a la Iglesia comunidad de hermanos.
Sus prácticas, su forma de vinculación, su capacidad de diálogo, su sabiduría para entender las dimensiones históricas, políticas, económicas de su época; su comprensión de la sociocultura
actual, le han permitido abrir una grieta para recuperar esa Iglesia,
como la de los primeros cristianos, con ese perfil comunitario y,
además, con un fuerte contenido social que cuestiona la inequidad
en la distribución de los bienes, y sin vergüenza para reconocer
que los sucesos de esta tierra condicionan la vida que tutela la
Iglesia como valor primordial. El Padre Pedro tiene una asombrosa ductilidad para establecer formas de relación con los sectores más diversos y para estimular, particularmente, la cercanía con
los más pequeños. Me ha conmovido siempre su relación con las
comunidades rurales, con los más pobres, con los afligidos y necesitados. Su capacidad de afecto, su preocupación por el bienestar de estos, su pasión en la lucha por transformaciones que hicieran más digna la vida de estos pueblos. Me conmueve también su
actitud de profunda valorización de la cultura coya, a la que estimuló incorporando ritos y simbología tradicionales, a las prácticas litúrgicas, inculturando el Evangelio de Cristo en tierras donde la injusticia clama al cielo. Pedro es un Pastor cercano, es nuestro, sin haber nacido aquí, comprende mejor que nadie los laberintos que construye la historia y la cultura y que han dejado huella en estas comunidades, cada vez menos pasivas y silenciosas,
menos resignadas y sufridas.
7
Pedro Olmedo un obispo como la gente
Profético, este Obispo ha acompañado el despertar de un
largo letargo de las comunidades de la Quebrada y la Puna y, sin
miedos, ha enfrentado a los poderosos, en tiempos difíciles como
-por ejemplo- la década infame del menemato. Presidentes, gobernadores, ministros, funcionarios, empresarios, conocen su palabra dura y crítica que se alza en denuncia cuando se afecta la
dignidad humana.
Han sido paradigmáticas sus intervenciones en debates, su
participación junto a las comunidades en medidas de acción directa, en marchas, en protestas, y sus discursos que interpelaron a
ese poder que -todavía hoy- deconstruye la comunidad, que
desdibuja la noción de los derechos humanos y que, en cambio,
instala la cultura de la muerte.
Las palabras son insuficientes para describir el aporte y la
significación que tiene para la Iglesia de Humahuaca, el advenimiento del Ministerio episcopal de Pedro. Este libro, que Jesús
generosamente ha escrito y que recorre diversas etapas de la vida
de Pedro, recuperando testimonios de gente que conoció su labor
pastoral y su vida, permite aproximarse a ese Pedro -profundamente humano, imperfecto, pero al mismo tiempo santo- y que
ha sido, y es luz, alegría, vida, esperanza, compañía, ánimo y con
quien me reconozco compartiendo la construcción del Reino junto
a una comunidad que lucha.
Este libro, tiene múltiples valores, el de la historia, el del
testimonio de un modo diferente de ser Iglesia, pero por sobre
todo tiene el valor del legado para las futuras generaciones.
Dios quiera, que los hombres y mujeres que habiten en el
futuro esta tierra puedan continuar esta construcción del Reino,
8
Prólogo
nutriéndose de esa heterodoxia que, digo, representa Pedro, el
Padre Pedro, el Obispo, el amigo entrañable y puedan así seguir
intentando cambiar la historia, construyendo una sociedad más
justa, iluminados por este Dios que es vida, que es vida eterna, y
que es vida digna, también aquí y ahora.
María Inés Zigarán
Periodista, Referente de Derechos Humanos Jujuy
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Introducción
PEDRO OLMEDO, Obispo de la Prelatura de Humahuaca,
no es ningún santo; él diría, con ese humor socarrón que le caracteriza, que ni es ni lo quiere ser. Sus pretensiones han sido siempre, más humildes y sencillas.
La santidad, aunque es un derecho y un deber de todos los
bautizados, en la practica es asunto de un grupo de privilegiados,
elegidos y bendecidos por Dios, para dar testimonio del Evangelio y ser propuestos por la Iglesia, como modelos de vida cristiana
Pedro Olmedo un obispo como la gente
y seguidores radicales de Jesús de Nazaret.
Y este ideal es difícil para la mayoría de los cristianos.
Desde los presupuestos anteriores, la biografía que tienes en
tus manos, no pretende hacer un panegírico de la santidad de
Pedro, y muchos menos, de idolatrarlo y presentarlo como un
modelo de vida santa. Las pretensiones son otras y desde una
perspectiva distinta.
Determinadas personas, no dudo de su sinceridad y buena
voluntad, me han insinuado la conveniencia de esperar el final de
la existencia terrena de Pedro, para escribir su vida. Y, justamente
es eso lo que yo nunca haría; pues mis intenciones son otras, ya
que el libro no pretende, ni mucho menos, mostrar o demostrar la
santidad de Pedro.
Los tiros van por otro lado.
En los, últimos años, en la Argentina y en muchas partes del
mundo, han arreciado las criticas contra la Iglesia y sus representantes, por los fallos y, en ocasiones, los escándalos de algunos de
sus miembros, más obligados a predicar con la rectitud y el ejemplo de vida. Y todos hemos sufrido las consecuencias.
Los medios de comunicación se han dedicado a cargar las
tintas, exagerando o aumentando las denuncias, desprestigiando a
la Iglesia de Cristo, que tanto queremos y por la cual, muchos
siguen trabajando y dispuestos a entregar la vida, por los mas humildes y preferidos del Señor.
Nadie duda de los fallos y errores de los miembros de la
Iglesia, santa y pecadora al mismo tiempo, pero siempre abierta al
perdón y a la misericordia divina. El que este sin pecado, que
12
Introducción
arroje la primera piedra. Todos somos pecadores y necesitamos la
reconciliación con Dios y con los demás. Pero no todo es pecado
y escándalo en la Iglesia. Existe mucha entrega y generosidad en
miles de cristianos, incluidos obispos, sacerdotes y religiosas, que,
silenciosamente, trabajan por la construcción del Reino de Dios
en el mundo, manteniendo la esperanza de los condenados de la tierra y ofreciéndoles un mensaje de Liberación y salvación integral.
La humilde Iglesia de la Prelatura de Humahuaca parece un ejemplo paradigmático de todo lo anterior.
En los últimos libros, aparecidos en la Argentina, sobre temas o personajes eclesiásticos, los medios de comunicación han
instalado en la opinión publica, algunos escándalos sexuales, o
han aireado sin tapujos, historias de curas, que en circunstancias
muy especiales, echaron un canita al aire en temas de sexualidad y
amores ocultos. Nada de esto hallareis en este libro.
Quien pretenda encontrar escándalos sexuales o canitas al aire
en la biografía de Pedro, perdería el tiempo y le aconsejaría que
dejase de leer estas páginas.
Lo que sí encontrareis en algún capítulo serán escándalos
sociales. Y muchos. Y en dichos escándalos, Pedro no ha participado como protagonista o cómplice, sino como valiente denunciador de los mismos. Por los motivos que explicaremos a su debido tiempo, el Obispo de Humahuaca tuvo que acusar de genocidio la política económica de Menem, declarar como inmoral la
aceptación de las ayudas, provenientes de la corrupción, o denunciar como racismo el desprecio y la marginación de los pueblos
originarios.
Pedro, sin ser un santo, puede ser un ejemplo de obispo com13
Pedro Olmedo un obispo como la gente
prometido con el Evangelio de Cristo y el servicio pastoral del
pueblo colla, que Dios le ha encomendado. Y en medio de algunas sombras, que sin duda existen en la institución eclesial, queremos presentar la figura de Pedro, como testimonio de fidelidad a
la Iglesia y a la propia vocación misionera. Y es bueno que esta
pequeña luz de su trabajo Pastoral, no se oculte, sino que se difunda a través de estas páginas.
El libro esta escrito con mucha ternura y un cierto grado de
humor. La personalidad de Pedro así lo exige. Narraremos la pequeña historia de una vocación, sacerdotal y misionera, vivida con
mucha ilusión y entrega. También esta escrito con mucha sinceridad, para evitas herir a nadie. Nuestra intención, más allá de nuestro cariño de hermano, es presentar la figura y la personalidad del
Obispo Pedro, como un referente identitario, para muchas personas
de iglesia y de la misma sociedad, algunas de las cuales podrían
reencontrarse con Dios y su propia fe, a través de la lectura de
estas sencillas paginas. No pretendemos nada más, pero tampoco
nada menos. Los seis primeros capítulos del libro, pensados especialmente para su familia y amigos más cercanos, están llenos de
detalles y anécdotas de su infancia y juventud. Es la simpática
historia de un niño alegre y divertido, que jugaba a ser curita, con
la ilusión de llegar un día al sacerdocio y la vida misionera. Los
últimos seis capítulos, más serios y comprometidos, van a descubrir la figura y la entrega de un hombre, débil y frágil como todos,
que quiso ser fiel a su vocación misionera, entregando su vida al
servicio de los mas pobres y humildes de la Argentina.
Y en medio de esta sencilla historia, intuiremos la llamada
providencial de Dios, eligiéndolo como Obispo y pastor de su
pueblo. Captaremos, con toda claridad, los designios inescrutables
14
Introducción
de Dios. Pedro nunca fue el candidato ideal para la jerarquía eclesiástica; sin embargo, por esta vez, y ojalá sirva de precedente, fue
elegido según el corazón de Dios y el sentir de su pueblo.
Así fue como se constituyó y consagró un Obispo como la gente
y un Obispo como Dios manda: cercano, alegre, evangélico y comprometido.
No dudo que en la Iglesia habrá muchos obispos y sacerdotes como Pedro, quizás mejores y más entregados que él. Seria
bueno que el testimonio de tantos Pastores, entregados a su misión apostólica, sea conocido por la opinión pública, especialmente,
en estos momentos de crisis y cuestionamiento eclesiales. El libro
sobre Pedro es solo un granito de arena.
Nuestro Obispo, como cualquier hijo de vecino, también
tuvo y tiene sus fallos y errores; pero, sinceramente, nos parece
un hombre honrado y un pastor humilde, que ha entregado su
vida, en total dedicación al servicio de su pueblo y de su gente.
Los testimonios que aparecen en el ultimo capitulo del libro,
lo avalan y consagran como un verdadero pastor, para un pueblo de
pastores. En definitiva, un Obispo como la gente según el corazón del
Buen Pastor y el deseo de llegar a ser un Obispo como Dios manda.
Mi gratitud a todas las personas, que han hecho posible este
libro; pero, muy especialmente a Laurita Quipildoro, la mejor, secretaria del mundo, que consiguió transcribir la peor letra del
mundo, que es la mía.
P. Jesús Olmedo Rivero Cmf
Susques, 24 de octubre de 2004, Fiesta de San Antonio María Claret
15
Capítulo I
La alegría de una familia numerosa y cristiana.
PARA ENTENDER EL DESARROLLO vocacional
de una persona casi siempre hay que remontarse a las raíces familiares y los
procesos educativos mamados y vividos en el hogar.
La llamada de Pedro al sacerdocio estuvo marcada y condicionada por el entorno y el ambiente familiar.
Los Olmedo, aunque oriundos de Castilla -La Mancha-, se
afincaron en Sevilla, donde fundaron bodegas y negocios de aceites y aceitunas. En Tomelloso tenían las fincas, donde cultivaban
la vid y el olivo. La casa solariega estaba ubicada en la calle Carlos
Cañal, antes Alvareda, de la maravillosa ciudad de Sevilla.
Pedro Olmedo un obispo como la gente
Muy cerquita de la ciudad de La Giralda, apenas cruzando el
Guadalquivir, fundaron sus bodegas en el año 1870. La Atarazana era su nombre y el pueblito, de reminiscencias árabes, se llamaba San Juan de Aznalfarache. También muy cerca de la capital
andaluza, en la localidad de Dos Hermanas, la familia Olmedo
tenía almacenes de aceitunas y negocios de aceites. Económicamente la familia Olmedo gozaba de buena posición. Los abuelos
paternos de Pedro, José María y Luisa, tuvieron seis hijos, cuatro
mujeres y dos varones. Luis y José María se educaron en los
Salesianos de Utrera y las chicas en el Colegio del Valle de Sevilla,
regenteado por las religiosas del Sagrado Corazón de la Madre
Barat. Antonina y Natividad siguieron sus huellas y se consagraron a Dios para siempre en el Instituto de Santa Magdalena Sofía.
Luis se licenció en ciencias químicas y José María, después de
estudios de ingeniería, terminó la carrera de profesorado mercantil. Isabel y Concepción, con una educación exquisita, vivieron
una situación social acomodada en la zona céntrica de la ciudad
de Sevilla. Los Olmedo formaban una familia muy religiosa.
Los Rivero eran originarios de Jerez de la Frontera, población gaditana famosa por sus vinos y caballos, cantada por los
versos de José María Pemán.
"Feria de Jerez,
rumbo y elegancia de una raza vieja
que gasta tres duros en vinos y almejas
vendiendo una cosa que no vale tres"
Pueblo de señoritos, ganaderos y rejoneadores, de toreros,
cantaores y gitanos; ciudad de elegancia y de razas ancestrales.
Los Rivero estaban fuertemente enraizados en la ciudad, eran
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La alegría de una familia numerosa y cristiana
jerezanos de pura cepa: divertidos, alegres y profundamente religiosos. Tenían bodegas y gozaban de una posición económica
acomodada. Manuel Rivero González, emparentado con la familia Domecq, se casó con María Angulo, natural de Sanlúcar de
Barrameda, pueblo marítimo y pesquero, cercano a Jerez.
El matrimonio Rivero-Angulo fue bendecido por Dios con
doce hijos, a los que criaron cristianamente. Los chicos se educaron en los Jesuitas de Sevilla y las chicas, Carmela, Emilia y Maruja,
en el Colegio del Valle, que las religiosas del Sagrado Corazón
regenteaban en Sevilla.
La familia Rivero se trasladó a Sevilla, donde el abuelo Manolo se hizo cargo de la representación de Domecq, instalándose
en pleno centro sevillano de la calle Albareda, muy cerquita de los
Franciscanos de San Buenaventura. Los abuelos maternos de Pedro se destacaban por su religiosidad, sentido de Dios y profunda
vida cristiana.
De los hijos de la familia Rivero, cuatro varones siguieron la
carrera militar, Pepe fue marino y Enrique abogado. Junto a los
Rivero vivían los dueños de casa: los Olmedo.
La providencia quiso que ambas familias se encontraran y
uniesen sus destinos; ambos hogares fueron siempre un remanso
de paz, formando verdaderas iglesias domésticas donde aprendieron
a vivir la fe, la esperanza y el amor. En su propio hogar dialogaban con el Señor en un oratorio concedido por Pío XII, mediante
bula del 22 de octubre de 1940. Allí se oraba y alababa al Señor
diariamente, participando de la Eucaristía en ocasiones y fiestas
más señaladas. Todavía conserva Pedro en Humahuaca el cáliz de
aquella época, regalo de su madre para su consagración episcopal.
19
Capítulo II
Pedro Olmedo un obispo como la gente
Las familias Olmedo y Rivero fueron entablando amistad,
quedando sellada para siempre con los lazos de sangre y la unión
matrimonial de algunos de sus miembros: Concepción y Tomás,
por una parte, y José María y María, por otra. Estos últimos fueron los padres de Pedro.
José María Olmedo, una vez terminado los estudios de profesorado mercantil, se enamoró de María Rivero, que acababa su
educación básica, según el estilo de la época para las chicas, en el
Colegio del Valle.
José María, situado ya en la vida y trabajando en los negocios vinícolas familiares, decidió plantearle a María la cuestión
matrimonial.
Las dos familias se pusieron de acuerdo y aceptaron la propuesta. La boda se fijó para los primeros días de enero de 1931; ya
tenían piso en Sevilla y encargados todos los muebles.
Ante circunstancias adversas por la muerte del hermano
mayor de Maruja, la boda se postergó durante unos meses. El 6
de junio de 1931 fue el día señalado; un día caluroso en Sevilla.
La Basílica de la Trinidad, de los padres Salesianos, ya estaba
preparada para la celebración sacramental del matrimonio. María
Auxiliadora, que presidía el altar mayor, estaba adornada con azucenas blancas y claveles rojos. Ante sus plantas se celebraría la
boda de dos hijos amantes de su corazón de madre: José María y
María.
La ceremonia fue íntima, sencilla y emocionante. Francisco
Javier Montero, salesiano del Colegio de Utrera, donde se educó
José María, celebró la Eucaristía y les exhortó durante la homilía
sobre las virtudes y excelencias del matrimonio cristiano.
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La alegría de una familia numerosa y cristiana
Al terminar la ceremonia religiosa todos cantaron a María
Auxiliadora e imploraron su bendición:
"Rendidos a tus plantas, reina y señora
los cristianos te aclaman, su Auxiliadora"
Al salir de la Trinidad los nuevos esposos de dirigieron al
Colegio del Valle; todos cantaron la Salve sevillana"y María le ofreció a la Virgen su ramo de flores blancas.
Después del viaje de novios y la luna de miel los recién casados volvieron a Sevilla para comenzar su vida de hogar. La casa
solariega de San Juan de Aznalfarache ya estaba preparada y adornada con gusto exquisito. Allí se instalaron los nuevos esposos y
allí nacieron sus 15 hijos; una hermosa familia numerosa. El hogar cristiano que con tanta ilusión deseaban formar fue una hermosa realidad.
Los primeros meses del matrimonio Olmedo-Rivero transcurrieron felices y con la alegría del primer embarazo. Con gozo
desbordante recibieron a su primer hijo: una hermosa niña, que
bautizarían con el nombre de María del Dulce Nombre. La casa
se llenó de felicidad:
"Al nacer un niño, Dios vuelve a sonreír sobre la tierra"
El primer eslabón de una familia cristiana había venido al
mundo. Después de la alegría del primer hijo la familia siguió aumentando al ritmo de un hijo por año. La alegría y la esperanza
habían llegado en toda su plenitud al hogar de la familia OlmedoRivero. Los hijos en torno de la mesa y los padres, confiando en
Dios, procurando su educación integral y siempre con el empeño
21
Pedro Olmedo un obispo como la gente
y la ilusión de abrirles camino en la vida.
Los primeros recuerdos del hogar eran inmejorables: reinaba la unión, la paz y la felicidad. La estabilidad económica de los
primeros años facilitó una vida digna y con cierta holgura.
La educación cristiana de la familia fue ejemplar. La formación religiosa la recibieron los hijos por contagio y ósmosis; vida
espiritual seria y profunda. Sus padres predicaban con el ejemplo
y también con la palabra: inculcaron a sus hijos el amor a Dios y la
devoción a la Santísima Virgen. Los domingos iban juntos, la familia en pleno, a participar de la Santa Misa. El Rosario por las
noches nunca faltaba, así como las últimas oraciones antes de
dormir.
Los momentos de las comidas eran inolvidables: llenos de
felicidad, alegría y conversaciones amenas. Al terminar siempre
se rezaba una plegaria de acción de gracias:
"Bendito sea el Señor que nos ha dado
de comer y beber sin merecerlo, amén"
Un hito importante en la vida de la familia Olmedo-Rivero
era el tiempo de Navidad. Los primeros días de diciembre, en la
fiesta de la Inmaculada, se preparaba el Nacimiento y se ensayaban
las viejas y nostálgicas canciones navideñas
"Vamos, pastores, que el tiempo avanza,
vamos a casa de nuestro Dios, y
todos juntos le cantaremos
y le daremos adoración.
Pastores venid, pastores llegad,
que en Belén ha nacido un niño:
Dios-Hombre ¡Venid a adorar!"
22
La alegría de una familia numerosa y cristiana
En Nochebuena todos participaban de la Misa del Gallo. Por
las calles se sentían panderetas y canciones navideñas; en la lejanía se escuchaba un coro de campanilleros:
"La Nochebuena se viene,
la Nochebuena se va,
y nosotros nos iremos
y no volveremos más"
En la capilla de las Teresianas se celebraba la Eucaristía. Don
Carlos González, un cura alegre y simpático, comenzaba la misa
ayudado por los monaguillos Tomás y Pedro, entonando el Kirie
de la Misa de Ángelis. Durante la comunión todos cantaban el Adeste
Fidelis, finalizando con la adoración del Niño Dios, mientras se
entonaban las notas emocionadas de todos los años.
"Noche de paz, noche de amor
claro el sol brilla ya
y los ángeles cantando están,
gloria a Dios, gloria al Rey Eternal.
Duerme el Niño Jesús,
duerme el Niño Jesús"
La familia vivía el Día de Reyes con enorme ilusión. La noche
mágica del cinco de enero, después de ver la cabalgata, los niños
pasaban en vela esperando con ilusión la llegada de los Reyes
Magos, que siempre fueron justos, generosos y solidarios.
La Semana Santa se vivía con toda intensidad. Durante el
Triduo Sacro, toda la familia participaba en los oficios litúrgicos,
antes de asistir a las procesiones y cofradías famosas de Sevilla. El
Jueves Santo se visitaban los Monumentos y la Noche de Pascua,
23
Pedro Olmedo un obispo como la gente
todos unidos, celebraban la Gran Vigilia de Resurrección.
Especial significado tenía el mes de mayo para la familia
Olmedo-Rivero; ante un sencillo altar, adornado con flores y velas, todos cantaban el Venid y vamos todos, rezaban la jaculatoria
Como azucena entre espinas, Virgen del Divino Amor, y se despedían de
María con el cántico Madre del Dulce Recuerdo y la hermosa oración
del Bendita sea Tu Pureza.
La educación cristiana y la formación integral de sus hijos
fue una constante fundamental en el matrimonio Olmedo-Rivero.
Todos pudieron estudiar y abrirse camino en la vida, en las distintas profesiones.
El sentido profundo de Dios y la confianza en la Divina
Providencia marcaron la vida de la familia a través de los años.
Los buenos ejemplos y las oportunas palabras de los padres dejaron una huella imborrable en la vida de sus hijos.
Muy especialmente a su madre tiene que agradecerle Pedro
el don de la vocación. Ella siempre albergaba en su corazón el
deseo de tener algún hijo sacerdote o alguna hija religiosa; sus
sueños e ilusiones se cumplieron con creces. La semilla del amor
que sembró en los corazones de sus hijos fructificó en vocaciones al servicio del mundo y de la Iglesia.
Uno de ellos, Pedro, desde muy pequeñito, jugaba a ser curita:
decía misas, predicaba, organizaba y dirigía conventos de frailes contemplativos.
Pedía a los Reyes Magos sotanas y ropas litúrgicas, que empleaba en
sus ritos y ceremonias. El juego de niño terminó en una hermosa
realidad.
24
Capítulo II
Un niño alegre y divertido que jugaba a ser curita
PEDRO NACIÓ EL 21 DE OCTUBRE DE 1944, fue el duodécimo hijo de la familia Olmedo-Rivero. El hogar familiar del clan
Olmedo se llenó de alegría y todos los hermanos fueron a visitar
al bebé que acababa de nacer. Eran exactamente las 11 de la mañana de un espléndido día de otoño; el médico de cabecera y la
matrona habían atendido el parto en la misma casa, tal como era
costumbre en aquellos años.
El acta de nacimiento fue registrada por don José Sotil, juez
municipal, en el registro civil de San Juan de Aznalfarache. Libro
8, folio 179.
Pedro Olmedo un obispo como la gente
Según la tradición familiar y el profundo sentido religioso de
sus padres, Pedro sería bautizado cinco días más tarde. Exactamente el 26 de octubre de 1944. Recibió las aguas bautismales en
la parroquia San Juan Bautista, de manos de don Manuel García
Villata, cura párroco de la localidad de San Juan de Aznalfarache.
El nombre completo, según consta en la partida bautismal, es el
siguiente: Pedro José Manuel Hilarión Pantaleón de los Sagrados
Corazones de Jesús y María y de la Santísima Trinidad. Sus padrinos fueron Pedro Rivero Angulo y Madonna Estruch Milá, acompañados de los testigos Antonio Marcos y Fernando Castellano.
Al terminar la ceremonia litúrgica, toda la familia se trasladó
a la bodega La Atarazana para celebrar una comida de fraternidad, seguida de una alegre fiesta, donde no faltó el buen vino de
La Mancha, la música y los bailes por sevillanas. La familia Olmedo
Rivero seguía aumentando.
En el año 1945 el Gobierno de España le concedió el Premio Nacional de Natalidad. El eslabón de la cadena familiar se
completaría con tres nuevos nacimientos. Estos son los nombres
de los catorce hermanos restantes: Maruja, Luisa, Antonina, José
María, Isabel, Manolo, Juan Pedro, Emilia, Tomás, Natividad, Jesús, Enrique, Fernando y Antonio, una hermosa y unida familia
cristiana. En ella se destacaba Pedro, por su simpatía, sentido religioso y contagiosa alegría.
Desde muy pequeño fue alegre y divertido, y también travieso. La Tata Araceli no podía con él. Siempre estaba jugando, peleándose con los hermanos más pequeños. Desde su infancia
manifestó una gran capacidad de liderazgo. Era el preferido de su
padre, él le llamaba el Capitán, por la ascendencia y poder de mando que tenía sobre sus hermanos. Tenía mucha inventiva y era
26
Un niño alegre y divertido que jugaba a ser curita
buen organizador. La etapa escolar, las primeras letras, la hizo en
casa, con una maestra particular que le tenía mucho cariño; era
Esperanza Aponte Ferrer, de grata memoria y gran educadora.
Su fuerte no eran los libros, más bien tenía una inteligencia
práctica que supo aprovechar al máximo. Le gustaban los trabajos
manuales y todo lo que tuviera relación con la vida concreta de
cada día. El aspecto teórico del estudio le costaba un poco, pero
siempre ponía empeño en aprender y formarse íntegramente. Por
ser un andaluz de pura cepa, la lengua y la ortografía le costaban
especialmente. No fue un gran deportista, pero siempre mantuvo
firme en su vida el principio latino de mens sana in corpore sano.
Tenía muy buena salud, aunque un poco endeble de niño, lo que
le hacía difícil el esfuerzo físico y la constancia en los deportes.
¿Te acuerdas Pedro, cuando tenía que llevarte a cabrito?
En casa era la alegría de todos: simpático, ocurrente y divertido. Tenía muy buen carácter y una gran capacidad para la amistad y las relaciones sociales.
Con relación a la educación religiosa y cristiana, supo asimilar muy bien la formación que recibía en el hogar. Siendo muy
pequeño, según la costumbre pastoral de la época, fue confirmado por el cardenal Segura en la parroquia San Juan Bautista. A los
siete años recibió la Primera Comunión en el Colegio del Sagrado
Corazón del Valle, en pleno centro de Sevilla. La madre Paz Isasi
fue la encargada de preparar a Pedro para recibir a Cristo, mediante una catequesis profunda, seria y actualizada. Pero la gran
catequista de Pedro fue su propia madre, que supo inculcarle los
principios cristianos del Evangelio, junto a una formación humana y los valores fundamentales de la honradez, la sinceridad y la
solidaridad. El ejemplo de vida familiar fue determinante para su
27
Pedro Olmedo un obispo como la gente
vocación sacerdotal y religiosa; en el hogar aprendió a rezar, a
conocer a Cristo y a vivir según los principios del Evangelio.
A la edad de ocho años se incorporó al Colegio San Pedro
Crisólogo, que los Salesianos dirigían en el cerro de los Sagrados
Corazones.
Allí, con el ejemplo de santidad de Fermín Molpeceres, aprendió acercarse más a Dios y a sentir la presencia de la Virgen, bajo
la advocación de María Auxiliadora. Con los Salesianos del Monumento experimentó la presencia de Cristo en la Eucaristía, a través
de la catequesis litúrgica y la celebración de la misa, donde participaba intensamente según su capacidad y su oficio de monaguillo. Eran los primeros guiños de la llamada del Señor.
Los caminos de Dios son inescrutables, a cada ser humano
le tiene asignada una misión en la vida. Lo difícil es descubrirla y
seguirla con ilusión y entrega.
A Pedro, desde su más tierna infancia, Dios le fue manifestando su vocación y el futuro de su vida y su lugar en el mundo.
Al principio, como un juego de niños; más tarde como una hermosa realidad a través de los sueños cumplidos y realizados en la
madurez.
Pedrito, como le llamaban con cariño, desde muy pequeño
sintió la inclinación a la vida sacerdotal y comenzó a jugar a ser
curita. A los Reyes Magos, además de un camión y una pelota de
fútbol, les pedía la ropita para celebrar la misa y todos los objetos
litúrgicos: un pequeño cáliz con su patena, el atril para el misal,
candelabros y velas, manteles para el altar y un crucifijo para presidir la celebración.
El carpintero de la bodega se encargaría de construir un her28
Un niño alegre y divertido que jugaba a ser curita
moso altar de madera, con su sagrario incorporado, una auténtica
obra de arte.
En uno de los grandes salones de la casa, Pedrito, con mucho gusto artístico, fue preparando su parroquia, adornada con
cuadros religiosos y una imagen de la Virgen que había robado del
cuarto de sus padres. Su amigo Enrique Guerrero, quien también
se ordenaría sacerdote en Sevilla, le acompañaba en sus travesuras religiosas y le ayudaba como vicario cooperador.
Los domingos y las fiestas litúrgicas más importantes, Pedrito,
haciéndole la competencia a don Miguel Parrales, párroco de San
Juan Bautista, celebraba la misa en su parroquia e invitaba a todos
los trabajadores de la bodega y a algunos vecinos del pueblo. Había conseguido una hermosa campana para convocar a los feligreses. Las once de la mañana era la hora señalada para la celebración, el repique comenzaba a las diez y treinta. Su parroquia ya
estaba limpia y adornada convenientemente, con muchas flores y
algunas velas. Iban llegando los primeros vecinos y se colocaban
en los primeros asientos para apreciar bien la ceremonia y escuchar el sermón de Pedrito.
Los hombres y trabajadores de la bodega, especialmente Félix
El Viejo y Manolillo Aguirrezábal, nunca se perdían la misa en la
parroquia Olmedo.
Quizá no iban a la parroquia del pueblo, pero nunca faltaban a la cita de cada domingo en la pequeña y simpática iglesia del
divertido curita. A las once en punto los monaguillos daban el
último toque, mientras Pedrito se vestía en la sacristía con los
ornamentos litúrgicos que con tanto cariño le había hecho su madre.
El bonete negro que ponía en su cabeza le daba un aire de mayor
29
Pedro Olmedo un obispo como la gente
seriedad y respeto. La familia entera asistía también a la misa del
curita Pedro. Enrique Guerrero, su ayudante, entonaba el cántico
de entrada: Vayamos jubilosos al altar de Dios.
De espaldas al pueblo y con un simpático latín, tal como
mandaban los cánones de aquel tiempo, comenzaba la misa: Introibo
ad altere Dei; los feligreses contestan con toda seriedad: Ad Deum
qui Laetificat juventutem mean.
Los trabajadores de la bodega escuchaban con todo respeto,
mientras Pedrito entonaba el Kirieleison. Las lecturas de la palabra
de Dios, adelantándose al Concilio Vaticano II, se proclamaban
desde el atril, en un simpático castellano andaluzado. Y luego comenzaba el sermón: Pedrito se volvía al público y le dirigía unas
sencillas y sentidas palabras, explicando, a su modo y edad, el
Evangelio proclamado. Todos lloraban de emoción. Después de
rezar o cantar el Credo en gregoriano, los monaguillos hacían la
colecta y conseguían algunas monedas para los gastos de la parroquia, que terminaban en sus bolsillos para comprar caramelos y
chucherías. Una vez más se cumplía el refrán: Si quieres un hijo pillo,
mételo a monaguillo.
En el ofertorio, los monaguillos le acercan al celebrante una
cajita con galletas y una jarrita con vino. Preparaba las ofrendas e
invitaba a orar a los feligreses: Orate fratres, todo según las normas
del ritual de entonces. Después del prefacio, Pedrito entonaba el
Santus de la Misa de Angelis. Y llegaba el momento solemne de la
consagración, el silencio era impresionante, todos escuchaban con
respeto y emoción las palabras de un niño de siete años que jugaba a ser curita con una ternura y seriedad impresionantes: Hoc est
enim corpus meum. Mientras Pedrito elevaba el pan y el vino, sus
hermanitos monaguillos tocaban insistentemente la campañilla,
30
Un niño alegre y divertido que jugaba a ser curita
donada por su madre del oratorio familiar en la calle Albareda.
Los mayores, ante circunstancias tan sencillas y solemnes, sentían
la tentación de orar y adorar al Señor. En el momento de la comunión Pedrito repartía las galletas a los pequeños y mayores. Nadie
se reía ni defraudaba la ilusión de un niño que quería ser sacerdote de Cristo.
Después de un momento de Acción de Gracias, el curita rezaba las últimas oraciones y despedía a sus feligreses con todo
cariño y gratitud: Ite, missa est.
En las fiestas de la Virgen se entonaba la Salve sevillana, que
todos cantaban con alegría y entusiasmo:
"Salve, Madre, en la tierra de mis amores
te saluden los cantos que alza el amor.
Reina de nuestras almas,
Flor de las flores.
Muestra aquí, de tu gloria, los resplandores.
Que en el cielo tan sólo te aman mejor
Virgen Santa, Virgen Pura,
vida, esperanza y dulzura.
De alma que en ti confía,
Madre de Dios, Madre mía.
Mientras mi vida alentare
todo mi amor para vos,
mas si mi amor te olvidare
¡Madre mía! ¡Madre mía!
Tu no te olvides de mí."
La emoción del momento era impresionante. Todos lloraban, mientras Pedrito se dirigía a la sacristía para dejar sus ornamen31
Pedro Olmedo un obispo como la gente
tos litúrgicos y volver, con sus hermanos y amigos, a sus juegos
infantiles, partidos de fútbol y simpáticas travesuras. De nuevo se
transformaba, en el niño alegre y divertido de todos los días.
32
Capítulo III
Los primeros guiños de su vocación sacerdotal
seguía su vida normal. Colegio,
deportes y juegos divertidos con sus hermanos. Él era el capo, el
que inventaba todas las travesuras. Los domingos volvía a las andadas: jugaba a ser curita celebrando la misa en casa, después de
oficiar de monaguillo en el colegio de los Salesianos del Monumento, donde toda la familia participaba de la eucaristía. Don
Fermín, superior y director, se había ilusionado y fijado en Pedro
para seguir las huellas de San Juan Bosco. La tradición de la familia Olmedo hundía sus raíces educativas en la congregación
EL NIÑO ALEGRE Y FELIZ
Pedro Olmedo un obispo como la gente
salesiana: colegios de Utrera y Nuestra Señora del Aguila, de Alcalá
de Guadaira. El padre y todos los hermanos de Pedro se educaron en dichos centros.
Nuestro curita, todavía muy pequeño, seguía en el Colegio
del Monumento. Circunstancias adversas y problemas con los responsables del Cerro de los Sagrados Corazones hicieron cambiar
el rumbo del colegio. Se marcharon los Salesianos y llegaron unos
buenos profesores, bajo la dirección de don Luis Bolaños y la
preocupación pastoral de dos curitas jóvenes y apostólicos: don
Publio Escudero y don Carlos González García-Mier. El Colegio
San Pedro Crisólogo iniciaba así una nueva etapa fundamental
para el camino vocacional de Pedrito. Su encuentro con don Carlos, el curita loco, fue providencial. Enseguida conectaron y simpatizaron mutuamente. Los dos eran alegres y divertidos. Ambos,
profundamente humanos y, sin embargo, con un gran sentido
evangélico y amor grande hacia Cristo y a la Iglesia. Tal para cual.
El encuentro con don Carlos fue el primer guiño que le hizo
el Señor a Pedro para que le siguiera. Una amistad profunda surgió entre ambos desde el día que se conocieron. Una amistad que
se hizo extensiva para toda la familia, dado que los González
García-Mier eran oriundos de Jerez de la Frontera, viejos conocidos de la familia Rivero. El camino vocacional de Pedro se estaba
iniciando.
Don Carlos era capellán de la Casa de Ejercicios, ubicada en
el Cerro de los Sagrados Corazones y le pidió a Perico, como él le
llamaba, que fuese su monaguillo. Todas las mañanas, todavía
noche oscura, Pedro y Tomás subían las escalinatas del Monumento para llegar a tiempo, a las siete en punto, para ayudar en la
misa del curita loco. Allí comenzó Perico a familiarizarse con la
34
Los primeros guiños de su vocación sacerdotal
cosas de Dios.
Las monjitas azules les invitaban a desayunar y enseguida
marchaban al colegio para iniciar las clases de cada día.
Los jueves a la tarde, libres de estudio, Pedro acompañaba a
don Carlos al barrio Manchón donde daban catequesis a los niños
y ayudaban a las familias más necesitadas. En tiempos de inundaciones iban a socorrer a los arriados por las aguas del Guadalquivir, que se desbordaba hasta los barrios más pobres y humildes de
las afueras de Sevilla.
Pedrito siempre estaba dispuesto ayudar, a pesar de sus escasos ocho años. Desde niño fue muy solidario y ayudaba a todo
el mundo. Jesucristo seguía haciéndole guiños para el camino de su
vocación sacerdotal.
Simpáticas y agradables eran las excursiones que organizaba
don Carlos para los chicos del colegio; Pedro no faltaba nunca.
Un carrito con su burrito los acompañaba para montar a los más
pequeños. Cuando el burrito se cansaba y se negaba a caminar
don Carlos le obligaba con la simpática artimaña de la esclavina.
Son anécdotas que Pedro nunca olvidará y que le fueron marcando para su futura vida apostólica.
Una de las excursiones más inolvidables fue al pueblo de
Espartinas y la visita al Santuario de Loreto y Convento de los
Franciscanos.
Tras las oraciones ante la Virgen, Patrona de la Aviación, los
frailes fueron enseñando el convento a los chicos, mostrándoles
sus trabajos y la forma de vida que llevaban durante todo el año.
Pedrito quedó impresionado por todo lo visto y oído, a tal punto
que a los pocos días fundó y organizó un convento de frailes en las
35
Pedro Olmedo un obispo como la gente
bodegas de su casa, donde, naturalmente, el era el prior solícito
que se preocupaba de visitar las celdas de sus súbditos y llamar a
todos los frailes a la oración y los rezos comunitarios. La recreación y la comida de fraternidad nunca faltaban. Los guiños del Señor continuaban y Pedro los iba captando y guardando en su corazón noble. La respuesta llegaría más tarde.
Por aquellos años llegaban al Monumento unas santas religiosas de la institución benéfica Sagrado Corazón. Se instalaron en un
chalet de una familia sevillana y fundaron un hogar para enfermos desahuciados que pusieron el hermoso nombre de Regina
Mundi. Allí iba don Carlos como capellán y llevaba siempre a su
amigo Perico para conocer el dolor de cerca y vivir la experiencia
del sufrimiento ajeno. Aquel niño que jugaba a ser curita fue madurando y robusteciendo su corazón para los pruebas y las luchas
de la vida. Los guiños de su gran amigo Jesús continuaban sin interrupción.
En los tiempos litúrgicos más importantes, don Carlos le
fue enseñando a Perico las verdades fundamentales del Evangelio
y la vida de Cristo. En Cuaresma, acompañado de otros chicos
del colegio, rezaban el Vía Crucis todos los viernes, lo hacían por
las estaciones del Monumento, mientras aprendían y cantaban plegarias penitenciales:
"Stabat, Mater dolorosa
juxta Crucem lacrimosa"
En las fiestas más significativas de la Virgen, Perico siempre
acompañaba el Rosario de la Aurora, que organizaba don Carlos
por las calles de la barriada, cantando a pleno pulmón aquella
simpática copla popular:
36
Los primeros guiños de su vocación sacerdotal
"El demonio a la oreja, te está diciendo
no vayas al rosario, sigue durmiendo
viva María, viva el rosario,
viva Santo Domingo que lo ha fundado"
Las solemnidades más grandes del Señor las vivía Pedro en
la Capilla del Perdón, del Convento de las Salesas, donde tenía
que esmerarse como monaguillo por la exigencias de don Antonio Martín Pozas y la seriedad de la retransmisión de la misa, en
directo, a través de Radio Nacional. Las respuestas en latín no
eran muy ortodoxas, pero todos perdonaban los errores de aquel
simpático niño que quería ser sacerdote y jugaba a ser curita.
Donde más disfrutaba Pedro era preparando obritas de teatro y participando en el coro polifónico que había organizado don
Carlos. En Navidad se recordaban los villancicos y canciones de
campanilleros, visitando los nacimientos y los conventos de clausura de Sevilla, para alegrar a todos con las voces infantiles del hermoso coro del cerro de los Sagrados Corazones.
Al atravesar el puente sobre el Guadalquivir, Perico cantaba
con todas sus fuerzas:
"Por los campos de mi Andalucía
los campanilleros por la "madrugá"
me despiertan con sus campanillas
y con sus guitarras, me hacen llorar"
En una de las Navidades el coro de don Carlos fue a cantar
al mismísimo palacio arzobispal, donde todavía vivía el Cardenal
Segura. Después de alegrarles la tarde con sencillos villancicos,
Perico, en su hermosa ingenuidad, le pidió a don Pedro los agui37
Pedro Olmedo un obispo como la gente
naldos para todos los niños. Después del rico chocolate con pestiños
que sirvieron a los pequeños cantores, el cardenal Segura obsequió a Pedrito algunas panderetas y zambombas para el coro de
don Carlos. Todos aplaudieron y se despidieron agradecidos del
purpurado, con nostálgicos villancicos eternos:
"La Nochebuena se viene, la Nochebuena se va
y nosotros nos iremos y no volveremos más"
Al besar el anillo del Cardenal, Perico le pidió una bendición
especial, mientras don Carlos le susurraba al oído: "Este niño tiene
madera de sacerdote". Fue un simpático guiño del Señor y un detalle
de su predilección por Pedrito.
La vocación misionera de Perico también se remonta a los
años de su infancia. En una Cuaresma apareció por San Juan un
grupo de sacerdotes para organizar una misión popular. Uno de
los misioneros se hospedó en casa de la familia Olmedo. Rápidamente conectó con Pedrito y se hicieron amigos. Todas las mañanas, muy temprano, recorrían las calles del pueblo invitando a la
gente a participar de la misión. El simpático Perico inventaba las
canciones para atraer a todos a los actos y charlas misionales:
"Los que van a la Iglesia no tienen frío,
los que están en la cama están arrecidos,
despierta dormilón, vamos todos a la misión"
Después de algunas dificultades y experiencias negativas, años
más tarde Pedro se convirtió en un gran misionero.
El proceso vocacional se estaba forjando y fraguando. El
ingreso para comenzar el bachillerato lo hizo Pedro en el Colegio
38
Los primeros guiños de su vocación sacerdotal
Salesiano Nuestra Señora del Águila de Alcalá de Guadaira. Apenas tenía nueve años y fue la primera separación familiar. Muchas
y simpáticas anécdotas se podrían contar. ¿Te acuerdas, Pedro, de
aquel uniforme azul marino que nos cambiamos por confusión?
Todos lo querían en el Colegio y fue un excelente alumno y
compañero. Don Carlos nunca le perdió la pista. Le visitaba con
frecuencia y seguía de cerca su proceso vocacional. En aquellos
años era normal entrar en el seminario a corta edad.
La familia de Pedro estaba al tanto de todo. Confiaban en la
bondad de don Carlos y su gran espíritu evangélico y sacerdotal.
Con el ingreso terminado, y antes de iniciar el bachillerato, Perico,
con el apoyo de don Carlos y la autorización de sus padres, decidió entrar en el Seminario Menor de la Diócesis de Sevilla, y marchó a Sanlúcar de Barrameda. Nuevamente la separación familiar
y una experiencia totalmente distinta a la de Alcalá.
El juego de niño y su ilusión de siempre comenzaban a ser
realidad. Estudios de latín y mucha disciplina. La liturgia y la oración eran lo que más le llenaban. A pesar de la estrecha y estricta
formación de aquellos años, Perico nunca dejó de ser un niño
alegre, simpático y divertido. Seguía haciendo travesuras y practicaba deportes; todos lo querían, formadores y compañeros.
Se sentía feliz e ilusionado con su vocación, sus padres le
visitaban y le veían contento. De aquel tiempo son las primeras
fotos vestido de curita de verdad. Ya no era un juego de niños,
sino el principio de una hermosa realidad.
En vacaciones de Navidad, Semana Santa y verano siempre
volvía a su hogar familiar. Y todos disfrutaban de él: de su bondad, de su cariño y de su simpatía. Siempre tenía amigos y sabía
39
Pedro Olmedo un obispo como la gente
divertirse como el que más.
Jamás fue un niño ñoño ni retraído. Era abierto, comunicativo y ocurrente, era la alegría de toda la familia.
Durante dos años se sintió feliz en el seminario, pero pronto
surgió una crisis, comenzó a sentirse solo y triste. El ambiente del
seminario no le satisfacía, los problemas que tuvo los guardó Perico en su corazón. Fue muy prudente y nunca criticó a los superiores ni a los profesores. Sencillamente parecía que el seminario
no era el camino que Dios le marcaba para su vocación. Los designios del Señor son inescrutables.
Don Carlos hablo con él y lo supo comprender todo. Siguieron tan amigos y con los mismos sentimientos de fraternidad y
amor a Dios y al prójimo. Sus padres y hermanos lo recibieron en
casa con mucho cariño y compresión. Su madre, que siempre deseó un hijo sacerdote, fue la más cariñosa y comprensiva con él,
era una autentica santa.
Comenzó una nueva etapa en la vida de Pedro. El chalet
familiar, Premio Nacional de Natalidad, se encontraba muy cerca del
populoso barrio de Heliópolis. Desde hacía algunos años los
claretianos dirigían y regenteaban un hermoso colegio. Este sería
el nuevo hogar escolar de Pedro. Después de algunos reajustes
por los planes de estudio del seminario, Perico pudo cursar el
cuarto año del bachillerato y su correspondiente reválida.
Esto ocurrió en plena adolescencia y siguió siendo alegre,
festivo y ocurrente, como siempre. Practicó más deportes y se
destacó, especialmente, en el baloncesto. Creció bastante y las
chicas se lo disputaban, por su porte y por su simpatía.
¿En qué quedaron los juegos y sueños de su infancia?
40
Capítulo IV
Encuentro con los claretianos en Sevilla
EL CARÁCTER ABIERTO Y ALEGRE de Pedro le facilitó su
integración en la nueva realidad y en el nuevo ambiente. Rápidamente se hizo de amigos en el Colegio Claret. Todos los compañeros del curso lo aceptaron con cariño y comprensión. La simpatía arrolladora de Pedro hizo el resto. Y, sin ningún trauma por
los años del seminario, se fue acomodando a su nueva vida. Se
entregó de lleno al estudio y al deporte, y en sus ratos libres salía
a divertirse con sus amigos. Fue seleccionado para el equipo de
básquet del colegio y organizó el club de fútbol Los Pelones con los
Pedro Olmedo un obispo como la gente
chicos del barrio y algunos hermanos. Los fines de semana, con
su pandilla, salían de excursión, iban al cine o bailaban largas horas
en guateques. Se había adaptado plenamente a la vida moderna de
aquellos años de rock and roll y música de Los Beatles. Pedro
tenía mucho éxito con las chicas por su buen carácter y su simpatía, y tuvo muchas pretendientes para formalizar relaciones de
noviazgo. Un chico auténticamente normal y moderno.
Fue superando poco a poco la crisis religiosa de la última
época del seminario, volviendo a la práctica sacramental que había aprendido y vivido en su familia. El apoyo de sus padres y sus
hermanos fue fundamental. En el Colegio Claret se integró a la
Juventud Cordimariana y conectó pronto con el P. Federico
Fernández, gran conocedor y amigo de los jóvenes. Participó en
las reuniones de formación y se ofreció para trabajar
apostólicamente en algún barrio marginal. Los años de seminario
no fueron perdidos. Su inquietud vocacional seguía latente, aunque ya no se la planteaba directamente. Habría que esperar algún
tiempo más.
Después de terminar el cuarto año de bachiller y su correspondiente reválida, con buenas notas, decidió ingresar a la Escuela de Magisterio. El tema educativo siempre le había atraído especialmente y así parece orientar su vocación profesional. Tenía entonces 17 años y unos deseos enormes de vivir en plenitud.
En esta época había intimado especialmente con una chica
portuguesa; sería su amor platónico. En la Feria de Abril de Sevilla se divertía muchísimo y todas los chicas querían bailar sevillanas
con él. Efectivamente, lo hacía muy bien y con mucho salero.
No perdió nunca el contacto con el Colegio Claret y mantu42
Encuentro con los claretianos en Sevilla
vo su presencia en los grupos juveniles, participando de las reuniones y colaborando en los trabajos apostólicos. Eligió como
director al P. Federico Fernández, con quien mantuvo una estrecha relación de amistad. De vez en cuando también visitaba a don
Carlos, su amigo del alma, que ya se encontraba en Sevilla como
director de Cáritas y fundador de los Scouts Católicos en la diócesis. En las inundaciones de 1961 participó activamente, con grupos de scouts, rescatando a muchas familias en el barrio de La
Corza. Bajo la dirección del curita loco, Pedro y otro grupo de chicos colaboraba y ayudaba a los inundados que habían perdido su
vivienda y sus enseres. También estuvo metido en la famosa Operación Clavel de Boby Deglané, de grato recuerdo para todos los
sevillanos, por la solidaridad, pero también triste por el accidente
de la avioneta que cubría periodísticamente la llegada de los camiones y que provocó la muerte de varias personas. Perico, siempre tan dispuesto y solidario, participó en todas las campañas de
ayuda y socorro. Su vocación de entrega y servicio siempre estaba
presente.
Las vacaciones de verano las aprovechaba para trabajar de
listero en una empresa de construcción, propiedad de su amigo
Luis Gayán. Pedro era su hombre de confianza. Todos los obreros quedaban encantados con Perico, por su seriedad en el trabajo y su compañerismo y buen humor a la hora del descanso, o en
los momentos duros y conflictivos. Su experiencia en el mundo
laboral le marcó fuertemente para su vida apostólica y misionera
posterior. Los fines de semana seguía practicando deporte y divirtiéndose con sus amigos y amigas. Su vida espiritual se había afianzado y el proceso vocacional seguía madurando, según los planes
a Dios. La nueva llamada del Señor, ahora definitiva, no tardaría
en llegar.
43
Pedro Olmedo un obispo como la gente
Comenzó un nuevo curso y volvió a la Escuela de Magisterio. Aparentemente los sueños y las inquietudes de ser curita habían desaparecido. En su familia y entre sus amigos ya nadie pensaba en la vocación sacerdotal de Pedro. Lo veían demasiado integrado en la vida moderna, con el deseo de vivirla en toda plenitud. Otras chicas le acosaban y experimentó nuevos
enamoramientos. En algún momento pareció que la cosa iba en
serio. Tenía 18 años y toda una vida por delante. Pero el Señor
seguía pensando en él para ofrecerle la llamada a su seguimiento.
El deporte en el Claret y las reuniones de grupos en la Juventud Cordimariana le mantenían unido a los misioneros claretianos,
sobre todo a través de la influencia y la dirección espiritual del P.
Federico Fernández. Su figura atrayente y su gran capacidad de
trabajo apostólico y misionero habían impresionado fuertemente
el ímpetu juvenil de Pedro.
Con mucha prudencia, el P. Federico le planteó a su dirigido
el tema vocacional y le invitó a trabajar apostólicamente en el
barrio Huerta de San Gonzalo. Pedro aceptó de buen grado y se
puso a disposición del misionero. Fue una etapa fundamental para
su proceso vocacional.
Cerca de Heliópolis, en los límites de la parroquia Claret, se
encontraba en aquellos años un pequeño barrio marginal, que
todos llamaban Huerta de San Gonzalo. Las humildes casas estaban ubicadas a la orilla de un pequeño arroyo, muy peligroso en
tiempos torrenciales. El P. Federico Fernández y un grupo de chicas y chicos de la Juventud Cordimariana comenzaron a visitar a
las familias del barrio, detectando sus necesidades y ofreciéndole
al mismo tiempo ayuda solidaria. Pedro se integró de mil amores
al grupo apostólico que trabajaba en la periferia de la ciudad. Los
44
Encuentro con los claretianos en Sevilla
fines de semana sacrificaba el deporte y la diversión, y comenzó a
compartir el dolor y el sufrimiento de los más pobres. Los domingos y días festivos ayudaba en la liturgia y daba catequesis a los
niños y adolescentes.
Su espíritu misionero volvió a florecer. Las chicas de la pandilla, admiradoras de Pedro, integraban también el grupo misionero de San Gonzalo. El líder indiscutible era Pedro, por su entrega, simpatía y responsabilidad. El padre Federico confiaba plenamente en él.
Las brasas de la vocación se removieron en el corazón del
joven que de niño jugaba a ser curita, con la ilusión de llegar un día
al sacerdocio.
El P. Federico, con mucha delicadeza, le planteó de nuevo la
vocación, ofreciéndole la alternativa de la vida consagrada en una
congregación misionera: los Hijos del Corazón de María o Misioneros Claretianos.
Eran los padres de su querido Colegio Claret. Los malos recuerdos del seminario y su fracaso lo hicieron dudar y no se decidió a dar el paso. Una visita a don Carlos, su amigo de la infancia,
lo serenó y tranquilizó. El curita loco le animó a escuchar la voz de
Dios y a seguirle con generosidad.
Y llegó la cuaresma del año 1963, Pedro participaba en una
tanda de ejercicios espirituales dirigida por el padre Federico. El
tema vocacional era obligado, después una larga conversación con
su director espiritual, Pedro se planteó nuevamente la llamada del
Señor. Recordó su infancia y renovó sus deseos de seguir a Cristo.
El P. Federico le ofreció la autobiografía de San Antonio María
Claret y comenzó a hablarle de la congregación, fundada por él.
45
Pedro Olmedo un obispo como la gente
Lo que más entusiasmó a Pedro fue el espíritu misionero de los
claretianos. El 11 de octubre de 1962 había conocido el Noviciado de Jerez de los Caballeros, con motivo de la toma de hábito de
su hermano Jesús. Fue el día de la inauguración del Concilio Vaticano II. En Semana Santa de 1963 la decisión ya estaba tomada:
pediría el ingreso en la Congregación Claretiana. El P. Federico lo
llevó todo con mucha prudencia y le pidió a Pedro que lo siga
pensando y madurando hasta la finalización del curso escolar. En
el mes de junio decidió hablar con sus padres y plantearles nuevamente la vocación. Su madre no cabía en sí de gozo. Era la ilusión
de toda su vida. Las relaciones con sus amigos y las chicas seguían
con normalidad. Unos días de vacaciones en Chipiona, que aprovechó al máximo, disfrutando de la playa y las diversiones juveniles.
Y llegó el momento de comunicarle la decisión a su pandilla.
Enorme sorpresa para todos. Algunos pensaban que era una broma y otros, sobre todo las chicas, quedaron desconcertados y defraudados, y le echaron la culpa al P. Federico que le había echado el
gancho. La suerte estaba echada: Pedro pidió, oficialmente, la admisión en la Congregación de Misioneros Claretianos. El P. Heladio
Riol, superior provincial en aquella época, le concedió el permiso,
para ingresar al Noviciado de Jerez de los Caballeros, haciendo
antes unos meses de postulantado.
Los amigos y amigas de su pandilla le hicieron la despedida de
soltero. Se divirtieron de lo lindo hasta altas horas de la noche. Las
chicas lloraban a lágrima viva y una de ellas con el corazón destrozado. Una última conversación con Pedro la tranquilizó y le
dio la paz, al comprender que su amigo íntimo sólo renunciaba al
amor humano de una mujer, por un amor más grande a Dios y a
46
Encuentro con los claretianos en Sevilla
todas las personas, que encontrase en su vida misionera. Un beso
grande de ternura puso fin a hermosas y limpias relaciones durante la adolescencia y la edad prohibida de la juventud.
Y llegó la hora del adiós. En casa de Pedro, sus padres y
hermanos le hicieron una entrañable despedida y le desearon lo
mejor para su nueva experiencia vocacional. Era el 15 de julio de
1963.
El P. Federico, amigo de la familia, se ofreció para llevarlo al
noviciado y acompañarle en los primeros y difíciles momentos de
la nueva vida que iba a emprender.
El día 16, festividad de la Virgen del Carmen, Patrona de la
Congregación Claretiana, ya estaba en Jerez de los Caballeros para
iniciar el noviciado. La casa de formación estaba de gran fiesta,
un nuevo aniversario de la fundación de la congregación y la profesión religiosa de 30 novicios. Entre la alegría y la emoción de la
efemérides, Pedro se sintió como en su propia casa, ante la acogida y el cariño que le ofrecieron los superiores y sus nuevos compañeros.
En la liturgia de la profesión fue testigo de la generosidad de
un grupo de jóvenes que se entregaban a Dios, para mayor gloria
de su nombre y el compromiso de ofrecer sus vidas al servicio de
la Iglesia y de toda la humanidad.
Al terminar la eucaristía, los neo profesos se abrazaban a sus
familiares, mientras el coro cantaba:
"Gracias os damos, Madre
por la vocación recibida
danos la gracia de ser fieles a ella
toda la vida".
47
Pedro Olmedo un obispo como la gente
Después de una comida de fraternidad y una alegre sobremesa, familiares y amigos fueron abandonando la casa del noviciado. El P. Federico se despidió de Pedro y le prometió su apoyo
incondicional y el compromiso de rezar por él en esta nueva etapa
de su vida.
Así comenzó Pedro su definitiva experiencia vocacional. Los
primeros días fue acompañado por su hermano Jesús, que estaba
terminando el noviciado y profesaría en la Congregación Claretiana
el 12 de octubre de 1963.
El 17 de julio, Pedro comenzó el Postulantado, etapa previa
a la toma del hábito religioso, y el inicio del noviciado canónico.
El camino para el sacerdocio, desde su vocación misionera, se
había iniciado. Eran los duros y reconfortantes años de formación.
48
Capítulo V
Formación en libertad, marcado por el Vaticano II
fue duro y difícil. El cambio fue bastante radical; de una vida, alegre y festiva en la Sevilla
de sus amores, al encuentro ascético y exigente de una casa religiosa marcada por la disciplina, el sacrificio y la enseñanza para el
seguimiento de Cristo.
EL POSTULANTADO DE PEDRO
Los primeros días fueron especialmente difíciles: tuvo que
renunciar al cigarrillo, al deporte y a las alegres diversiones de la
juventud en el barrio de Heliópolis. Nuevas caras y nuevos compañeros, la mayoría más pequeños que él, de distinta formación y
Pedro Olmedo un obispo como la gente
educados al estilo antiguo. Un grupo reducido de aspirantes al
noviciado, los de vocación tardía, conectaban más fácilmente con
Pedro y comenzaban a darle un aire más moderno a la casa del
Noviciado de Jerez de los Caballeros. Música moderna, guitarras
en la liturgia, mucho deporte en las horas libres y acercamientos a
los problemas más acuciantes del mundo. El Concilio Vaticano II
había entrado también en el noviciado yeyé de los misioneros
claretianos. Uno de los principales líderes y promotores del cambio formativo, sin duda alguna, fue Pedro, dado su carácter abierto, alegre y comunicativo.
El P. José María Márquez, futuro Obispo de Humahuaca,
formador de Pedro en aquellos años, supo entender magníficamente a su discípulo, dejándole que tomara iniciativas y volcando
su capacidad de liderazgo en las distintas actividades y proyectos
educativos que se realizaban en la casa de formación de Jerez.
Poco a poco Pedro se fue aclimatando a la nueva realidad,
sintiéndose ya como en su propia casa, integrado con los otros
chicos y muy ilusionado en su propia vocación misionera. Apenas
habían pasado dos meses del postulantado y ya los superiores le
habían aceptado para tomar el hábito religioso e iniciar el noviciado canónico en la Congregación Claretiana. Era el 28 de septiembre de 1963.
Desde el primer día Pedro se tomó bien en serio la formación del noviciado, siempre con sentido del equilibrio, sin renunciar a su personalidad ni abusar de una ascesis exagerada, y mucho menos de caer en posturas ñoñas y anticuadas, peligro real en
la formación religiosa de aquellos años. Fue un novicio instruido
y al mismo tiempo moderno, alegre y divertido. Se preocupó muy
especialmente por conseguir una adecuada formación humana,
50
Formación en libertad, marcado por el Vaticano II
lo mismo que espiritual, litúrgica y evangélica. No fue un novicio
modelo según los criterios y normas de la época, pero sí un referente para sus compañeros de curso, que veían en él a un chico
normal buen compañero y mejor amigo.
En las fiestas de noviciado era el centro y la alegría de todos.
Le gustaba el teatro, sabía contar chistes y bailaba sevillanas con
alguna chica que asistía a la profesión de los jóvenes claretianos.
El padre maestro confiaba siempre en él a la hora de amenizar las
fiestas y veladas navideñas. Casi siempre era elegido para la comisión de festejos, por su buen gusto para adornar la casa y su capacidad e iniciativa para organizar las actividades en los distintos
eventos culturales o religiosos.
En los paseos por ternas o las excursiones de días de campo,
todos querían coincidir con Pedro, por su amena conversación, a
veces adobada con alguna palabrota, y su gran sentido del humor y
capacidad para descubrir el lado bueno y lúdico de la vida.
Desde el inicio del año de prueba Pedro se entusiasmó con
el carisma misionero de Claret y lo fue asimilando a través de la
lectura de la autobiografía y otros libros de espiritualidad claretiana.
Ya desde entonces su vocación misionera estaba definida.
Una de las grandes preocupaciones de Pedro durante el noviciado fue la vivencia de espíritu conciliar del Vaticano II, que se
estaba desarrollando en Roma y que llenaba plenamente su joven
corazón, abierto siempre a los cambios y las novedades del mundo moderno. La reforma litúrgica le entusiasmaba especialmente
y comenzó a practicarla y a vivirla desde su puesto de encargado
de liturgia en el noviciado. A pesar de no tener cualidades para la
música, participaba siempre en el coro del noviciado y en los her51
Pedro Olmedo un obispo como la gente
mosos orfeones que se organizaban para las fiestas religiosas y
eventos culturales. En la liturgia de Semana Santa disfrutaba mucho con la música de Tomás Luis de Vitoria, los Improperios de
Viernes Santos o el Exultet solemne del Pregón Pascual. El Domingo de Resurrección se le escuchaba, tarareando por los pasillos, entonar el hermoso prefacio pascual, emocionándose especialmente al proclamar con toda su voz:
"Cum Pascha nostra, inmolatus est Christus"
Con mucha paz y serenidad fue pasando el año del noviciado. Con desbordante alegría recibió la noticia de que había sido
aprobado para la profesión religiosa. Llegó el momento para el sí
definitivo y su consagración al Señor. Con mucho interés participó en los ejercicios espirituales de preparación. Fueron días intensos de oración y reflexión. Y por fin llegó el día tan esperado
de su consagración religiosa en la Congregación Claretiana. Fue
exactamente el 29 de septiembre de 1964. Con toda solemnidad y
en manos del maestro de novicios y futuro Obispo de Humahuaca
José María Márquez Bernal, prometió e hizo voto a Dios de guardar perpetuamente castidad, pobreza y obediencia, consagrándose al
Señor y al Corazón de María en la Congregación Claretiana, procurando siempre la mayor gloria de Dios y la salvación de toda la
humanidad. Al terminar la ceremonia, entre los abrazos y felicitaciones de sus familiares, amigos y compañeros, el coro del noviciado fue cantando con todo entusiasmo y fervor:
"Lo prometí, soy hijo de María,
hermano soy del mismo Salvador
fiel permaneceré".
52
Formación en libertad, marcado por el Vaticano II
Después de unos días de descanso, Pedro inició sus estudios
eclesiásticos. En la misma casa del noviciado, en la sección del
llamado laterano, cursó un año de latín, griego y literatura, como
preparación inmediata a los años de filosofía. Fue un año especialmente denso, por la monotonía de las lenguas clásicas y por la
dificultad para aprenderlas. Pedro supo salir airoso de aquel año,
alternando el estudio con una vida litúrgica y espiritual seria y
profunda. Su carácter alegre y su sentido de la responsabilidad
facilitaron mucho su integración en el proceso formativo y vocacional.
En junio de 1965 se incorporaba Pedro al Filosofado
Claretiano, ubicado en Jerez de los Caballeros. Una nueva experiencia y una nueva etapa de su proceso vocacional.
Aunque Pedro no tenía un talento teórico, la carrera de filosofía se le dio bastante bien, sobre todo el estudio de los pensadores modernos, que le acercaban al mundo de hoy y a la realidad
existencial de las personas. La sociología fue su asignatura preferida en los años de formación filosófica. En agosto de 1966 se
trasladó el Filosofado a la localidad de Laja, en la provincia de
Granada.
Allí terminaría el ciclo filosófico y allí encontraría las primeras dificultades serias para su estabilidad vocacional. En plena juventud y con el carácter abierto, rebelde y libre, chocó con los
planteamientos formativos de algún formador con poca experiencia y criterios demasiados estrechos para los tiempos modernos; su espíritu de fe y su convencimiento de la llamada de Dios
le hicieron superar las dificultades y los informes no del todo positivos de algún responsable de su formación. En un diálogo franco y sincero con los superiores, Pedro supo plantear honrada53
Pedro Olmedo un obispo como la gente
mente sus inquietudes juveniles y las motivaciones más profundas de su proceso vocacional.
Con toda justicia y garantía fue aceptado para pasar a la etapa definitiva de su vocación misionera y sacerdotal: el ciclo de los
estudios teológicos.
En octubre de 1968 Pedro se trasladó junto con sus compañeros de curso a la hermosa Ciudad de Salamanca, donde los
Claretianos tenían un gran centro teológico, pensado para las provincias de España y América Latina.
El ambiente del estudio era muy serio y abierto a los aires
del Vaticano II. La renovación conciliar había penetrado fuertemente en los profesores y alumnos del Teologado de Salamanca.
La formación de los futuros misioneros era abierta e integradora,
los conflictos que iban surgiendo por determinados abusos se
resolvían en el diálogo y la orientación psicológica y pedagógica
de buenos profesionales. Los movimientos estudiantiles del Mayo
francés habían penetrado también en el ambiente de los jóvenes
seminaristas, que no querían perder el ritmo y el tren de la historia. El filosofo Marcuse y teólogo H. Cox, con su obra la Ciudad
secular, ejercieron mucha influencia en el pensamiento teológico
de aquellos años. Los buenos profesores supieron canalizar y orientar las inquietudes intelectuales de los alumnos, siempre en consonancia con los criterios evangélicos y la sana doctrina de la Iglesia. La problemática social de América Latina, con el Movimiento
Tercermundista, dejaron una huella imborrable en muchos jóvenes
claretianos.
El Capítulo de Renovación Claretiana, celebrado en 1968,
trajo también optimismo y esperanza a los jóvenes misioneros. La
54
Formación en libertad, marcado por el Vaticano II
presencia en el Teologado de Pedro Casaldaliga y José María
Márquez, destinados a sendas misiones en Brasil y Argentina, llenaron de espíritu misionero a los alumnos del teologado, dejando
en el corazón de algunos una huella imborrable para su futuro
religioso. Entre ellos se encontraba Pedro, que ya tenía plenamente decidida su vocación misionera. En aquellos años, por iniciativa de un grupo de alumnos inquietos, surgió la idea de fundar una
revista misionera, abierta a los aires renovadores del Vaticano II y
comprometida en la problemática social de los más pobres y los
pueblos del Tercer Mundo. Así nació Misión Abierta, alimentando
la inquietud de muchos jóvenes claretianos y otros sectores religiosos y eclesiales. Pedro fue siempre un lector apasionado y un
fiel seguidor de los planteamientos renovadores y misioneros de
la revista.
Durante las vacaciones de Semana Santa y verano, los
formadores del Teologado facilitaban las inquietudes apostólicas
de los jóvenes misioneros, apoyando distintas experiencias, muy
enriquecedoras por la maduración vocacional y misionera de los
futuros sacerdotes. Pedro presentaba siempre sus propias iniciativas, orientadas a su formación y al deseo de ayudar, con su presencia y su trabajo, en determinados ambientes populares y marginados.
En Semana Santa, con un grupo de compañeros, organizaba un proyecto pastoral para atender alguna zona rural con poca
presencia y atención sacerdotal. En Collado de la Vera, en la Provincia de Cáceres, volcó sus inquietudes misioneras y apostólicas,
participando plenamente en los oficios litúrgicos, dirigiendo las
ceremonias y ayudando activamente al párroco en el Triduo
Pascual. En su tiempo libre organizaba charlas formativas para
55
Pedro Olmedo un obispo como la gente
jóvenes y adultos, siempre con un gran sentido eclesial y misionero. El contacto directo con las familias y la presencia en los ámbitos laborales y lúdicos los cuidaba especialmente, procurando siempre insertarse en la realidad social del pueblo.
En vacaciones de verano presentaba proyectos de experiencias laborales o trabajos apostólicos en los barrios marginados de
las ciudades y pueblos.
Había que relatar, en este sentido, su compromiso con el
mundo obrero, integrándose como trabajador en una empresa de
construcción sevillana que había conocido en sus años de adolescencia.
También es bueno recordar su gran trabajo en el barrio obrero
de Las Palmeras, en Córdoba, donde con un grupo de compañeros
de curso organizaba y dirigía campamentos de verano, siempre
desde una perspectiva cristiana y misionera. El P. Facundo Pérez,
gran misionero de Humahuaca, puede hablar largamente de la
gran labor de Pedro durante aquellos años duros de Las Palmeras.
Las circunstancias adversas y los conflictos internos del Teologado
de Salamanca aconsejaron a los superiores de la Provincia Bética
el traslado de sus estudiantes a otros centros formativos. El grupo más numeroso fue a Granada y el último curso de teología,
justo el de Pedro, se integraría en una comunidad claretiana de
Colmenar Viejo.
Allí culminó su formación teológica y misionera y decidió,
con la aprobación de los superiores, ordenarse sacerdote. La gran
ilusión de toda su vida se convirtió en una hermosa realidad.
En junio de 1972, en la plenitud de su juventud, después de
muchas vicisitudes y varios años de formación, Pedro quiso en56
Formación en libertad, marcado por el Vaticano II
tregar su vida a Dios, en la vocación sacerdotal que desde niño
había sentido a través de la llamada constante del Señor. Son
muchos los recuerdos y muchas las experiencias, y muchas las
personas que hicieron posible el florecimiento de la vocación de
Pedro y la culminación en su ordenación sacerdotal. Desde sus
padres, prosiguiendo por don Carlos González y el P. Federico
Fernández, hasta los formadores y compañeros claretianos, todos
contribuyeron a la gran ilusión de su vida: entregarse totalmente a
Dios, en el ministerio sacerdotal a través de su vocación misionera claretiana.
El gran día de la ordenación y la primera misa había llegado.
57
Capítulo VI
Ordenación sacerdotal y misionero en Argentina
DESPUÉS DE HACER LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES corres-
pondientes, Pedro viajó a Sevilla para el gran evento de su ordenación sacerdotal.
Su familia y numerosos amigos lo esperaban con enorme
ilusión. El día elegido fue bien significativo: la Fiesta del Sagrado
Corazón. Era exactamente el 9 de junio de 1972. La parroquia
San Antonio María Claret, del populoso barrio de Heliópolis, fue
el lugar escogido para la gran celebración.
Estaban presentes sus padres y todos sus hermanos, con
Pedro Olmedo un obispo como la gente
excepción de Jesús, misionero en la Argentina. El Cardenal Bueno Monreal, viejo conocido y amigo de sus tiempos de niño, sería
el obispo consagrante; don Carlos González, entre muchos sacerdotes claretianos y diocesanos, sería el testigo de excepción. El
Templo Parroquial del colegio Claret, al mejor estilo sevillano,
estaba resplandeciente de luz color y adornado con hermosos claveles blancos y rojos. El verano se adelantó unos días y los recibió
con fuerte calor.
En la casa familiar de Siroco el nerviosismo era patente. Pedro se había despertado muy temprano, con las alegres notas del
Aleluya de Haendel y el beso cariñoso de su madre, ansiosa de ver
consagrado sacerdote de Cristo a su querido hijo. Juntos rezaron
al Señor y cantaron plegarias a la Virgen. Por expreso deseo de su
madre y por tantos favores recibidos durante años, hicieron la
Oración de la Confianza al Sagrado Corazón, pidiendo la gracia
de la perseverancia y la entrega total en su vida misionera. Bajaron al comedor para desayunar unas ricas migas, preparadas por su
padre, con todo su cariño y esmero.
La hora de la ceremonia litúrgica se había señalado para las
11 de la mañana. Pedro quiso llegar con una hora de antelación
para supervisar los últimos detalles y prepararse con un momento
de oración. A los 11 en punto comenzó la celebración, el Templo
Parroquial estaba abarrotado y el coro cantaba con todas sus fuerzas:
"Al altar del Señor vamos con amor"
El Cardenal Bueno Monreal saludó con cariño a su amigo
Pedro e inició con mucha alegría el rito litúrgico de la Eucaristía,
60
Ordenación sacerdotal y misionero en Argentina
donde consagrará un nuevo sacerdote de Cristo. Todos cantaban
y alababan a Dios con el Himno del Gloria, mientras las campanas del Claret repicaban llamando a la fiesta grande. Los padres
de Pedro lloraban de emoción en los primeros bancos, mientras
Nati y Luisa, las hermanas misioneras de Pedrito, proclamaban
las lecturas bíblicas. El evangelio sería proclamado solemnemente por el neo presbítero, con fuerte voz y honda emoción:
"Vayan por el mundo entero y prediquen la buena noticia a toda la
creación"
Después de una hermosa Homilía, el obispo consagrante y
todos los sacerdotes presentes impusieron las manos sobre la cabeza de Pedro, símbolo y realidad de la venida del Espíritu Santo
sobre el nuevo ministro del Señor. Después de la Unción, con el
Santo Crisma en sus manos sacerdotales, Pedro prometió fidelidad a sus compromisos y obediencia a sus legítimos pastores,
mientras el coro cantaba con todo entusiasmo:
"Tu es sacerdos, in aeternum"
En el momento del ofertorio, el nuevo presbítero recibió, de
manos de sus padres y hermanos las Ofrendas de Pan y Vino,
preparados para celebrar junto al obispo consagrante y numerosos sacerdotes la primera eucaristía, que tanto había soñado desde su más tierna infancia; el juego de niño se había convertido en
una hermosa realidad. Sus labios temblorosos pronunciaban, por
primera vez, las profundas y misteriosas palabras de la consagración:
"Tomad y comed, este es mi cuerpo"
61
Pedro Olmedo un obispo como la gente
"Tomad y bebed, esta es mi sangre"
Durante el Rito de la Paz Pedro fue abrazado por toda su
familia y amigos, recibiendo, al mismo tiempo, parabienes y deseos de felicidad y fidelidad en su nueva vida de sacerdote de
Cristo.
En el momento solemne de la Comunión Perico fue entregando el Cuerpo de Cristo a sus familiares y amigos, al tiempo
que recordaba con emoción, aquellas comuniones con galletitas en las
misas infantiles de su niñez.
Mientras distribuía la Sagrada Comunión a todos los que
participaban en el Banquete Eucarístico, el coro del Claret, acompañado de la familia Olmedo-Rivero, cantaba con onda y profunda emoción:
"Más cerca, oh Dios de ti, más cerca sí
cuando la cruz, Señor, me lleve a ti.
Limpia mi corazón, llena mi pobre sed,
hazme tu rostro ver, en la aflicción.
Himnos de gratitud por siempre cantaré
y fiel a ti, Señor, siempre seré"
Al terminar la eucaristía, según la costumbre de tantos años
y tantas ordenaciones sacerdotales, el pueblo cristiano se fue acercando al nuevo presbítero para besar sus manos consagradas; y
como no podía ser menos, durante todo el rito del besamanos, los
participantes cantaban la Salve sevillana, entonada, por supuesto,
por su hermano Tomás:
"Salve Madre, en la tierra de tus amores"
62
Ordenación sacerdotal y misionero en Argentina
Al finalizar la celebración litúrgica todos pasaron al patio y
salones del Colegio Claret para compartir, con sencillez, una comida de fraternidad. La fiesta se prolongó hasta bien entrada la
tarde, donde todos pudieron disfrutar de la alegría desbordante y
los bailes por sevillanas que tan magníficamente sabía interpretar
Pedro, recordando su adolescencia y juventud.
Al día siguiente de su ordenación Pedro celebró su primera
Misa en la Parroquia del Corpus Christi, donde era muy querido y
valorado desde su adolescencia y juventud; no podía faltar, naturalmente, una visita al Cerro de los Sagrados Corazones, acompañado de su amigo Carlos González, con quien concelebró en las
distintas capillas de la localidad: Casa de Ejercicios, Capilla del
Perdón, Teresianas, Regina Mundi.
El 29 de junio de 1972, Fiesta de San Pedro, celebró su
onomástico en el hogar familiar de Siroco, celebrando la Eucaristía y compartiendo una cena de fraternidad con sus padres y hermanos. Esa misma noche comunicó, oficialmente, su destino a
las Misiones Claretianas de Argentina.
La decisión de aceptar su marcha a la Misión de Humahuaca
fue dialogaba y consensuada con sus formadores y superiores en
los últimos años de formación. El P. Federico Fernández, que
tanto tuvo que ver en su proceso vocacional, era el Provincial de
Bética en aquellos años. Ante un simple deseo de Pedro de marchar a las misiones, el P. Federico no lo dudó, y después de consultar con el Consejo Provincial fue destinado a la Misión Claretiana
de Humahuaca, Provincia de Jujuy, una de las zonas más pobres y
marginadas de la Argentina. Otros de los grandes sueños de Pedro se había hecho realidad: concretar su vocación misionera.
63
Pedro Olmedo un obispo como la gente
El verano de 1972 lo aprovechó Pedro para descansar, capacitarse en enfermería y arreglar todos los trámites para su radicación en la Argentina. Fueron unos meses de vida familiar, compartiendo con los amigos y preparando el ánimo para su primer
destino misionero. Una temporada en la playa de Chipiona para
disfrutar del mar y de nuevo a Sevilla, para los últimos preparativos del viaje.
Y llegó la hora triste de la despedida. Un nuevo miembro de
la familia Olmedo-Rivero marchaba a las misiones. Dos religiosas, Luisa y Nati, y dos religiosos, Pedro y Jesús, se habían entregado a Dios, al mundo y a la Iglesia. Todos estaban en países de
América Latina: Colombia, Chile y Argentina; La viña joven que
tanto amaba San Antonio María Claret. Los padres y hermanos
de Pedro estaban orgullosos de él, aunque un poco tristes por su
partida hacia un país lejano.
Los primeros días de septiembre de 1972, Perico comenzó a
despedirse de todos sus amigos: eucaristías familiares, merecidos
homenajes y muchos regalos y recuerdos.
El día 12 de septiembre fue la despedida de Pedro en su
hogar familiar. Después de la Eucaristía, amenizada por las canciones que tanto le gustaban a su madre, el misionero, divertido y
simpático, pronunció unas sencillas y sentidas palabras de despedida. Las lágrimas asomaban de todos los rostros, mientras Tomás entonaba las sevillanas del adiós, bailadas con mucho arte por
todos los presentes.
"Algo se muere en el alma
cuando un hermano se va,
y va dejando una huella
64
Ordenación sacerdotal y misionero en Argentina
que no se puede borrar.
No te vayas todavía,
no te vayas por favor,
Que hasta la guitarra mía,
llora cuando dice adiós"
El día de la partida todos van a despedirle a la estación de
Córdoba, camino de Madrid, para empalmar en un vuelo de Iberia,
que le llevaría directamente a Buenos Aires. Los compañeros
claretianos le cantaban el Adiós del misionero y le desearon una vida
misionera llena de entrega y generosidad con los pobres y humildes. Una nueva etapa, la definitiva, había comenzado en la vida de
Pedro.
Después de unos días en Buenos Aires, Pedro se dirigió al
norte del país en un tren que lo llevaría hasta la Ciudad de
Tucumán, donde lo esperaban su hermano Jesús y algunos misioneros de Humahuaca. Abrazos de bienvenida y los mejores deseos para su vida misionera. En Jujuy, capital de la provincia, pasaron algunas horas de descanso y aclimatación. Pedro ya estaba
ansioso para viajar hacia la misión de Humahuaca, donde lo esperaban con los brazos abiertos sus hermanos claretianos; era el 22
de septiembre de 1972.
Y después de tantos sueños e ilusiones, Pedro llegó a la
Prelatura de Humahuaca, ubicada en al región de la Quebrada de
Humahuaca y Puna. Allí en un rinconcito de Amerindia, en el
noroeste de la actual Argentina, casi en el corazón de América, se
encuentra enclavada la tierra de los collas, la entrañable Pachamama
de sus amores.
La quebrada y la Puna configuran una zona inmensa, árida y
65
Pedro Olmedo un obispo como la gente
fría.
Está atravesada por sierras multicolores, semidesnudas, de
grandioso aspecto. Hacia el Oeste se yergue, imponente y majestuosa, la Cordillera de los Andes, de picos enhiestos y nevados.
Intercalada entre los cerros, encontramos una extensa llanura, arenosa y solitaria, salpicada de salitres y soportando el castigo
del viento, que sacude y hace gemir las tolas y chiyaguas. Senderos, múltiples senderos se entrecruzan entre los cerros, casi todos
bordeados por alguna apacheta" símbolo de la Pachamama, que
indican el camino y orientan el rumbo de los campesinos. Más
abajo, pequeños cenagales, algunas lagunas, campos de hierba,
ovejas y llamas. En medio de este desierto, duro y desolador, aparecen, casi por milagro, pequeños valles y quebradas fértiles. Es
una zona de fauna rudimentaria, pero única: cóndores en la cordillera, vizcachas en las laderas de los montes y llamas y vicuñas,
casi exterminadas, en las altiplanicies. En las llanuras, suris y perdices aleteando por los cerros; patos, gaviotas y otras aves acuáticas en las lagunas y cenegales. Tojos y quirquinchos en los arenales y miles de pajarillos piando en el límpido cielo. Por toda la
extensión de la quebrada y la Puna nos encontramos con antigales,
signo de la antigüedad de esta tierra y presencia mística, casi palpable, de la Pachamama. Esta es la Puna, inmensa, solitaria, indiferente, antigua y grandiosa por su silencio. Cantada por poetas y
cantores, al son de erkes, quenas y charangos, que no olvida su
origen y dicen de ella:
"¡Tierra mía! ¿Quién te hizo tan triste, tan grande, tan desierta y
desolada? Ese viento que te sopla día a día, que hace perder tu horizonte.
Soy yo que vengo de donde estoy, con brazos abiertos para abrazarte"
66
Ordenación sacerdotal y misionero en Argentina
La situación social del pueblo colla, la veremos a través de
estas páginas, ha sido y sigue siendo de profunda pobreza y
marginación. No obstante, la situación geopolítica de la tierra de
los collas siempre ha sido vital para el país, por ser zona fronteriza
con Bolivia y Chile; aunque nunca fue correspondida ni recompensada por las ayudas y preocupaciones sociopolíticas de los distintos gobiernos. A pesar de todo, los collas aman profundamente su tierra y le dedican sus más entrañables canciones, coplas y
poesías:
"Tierra amada, Puna triste, cuna donde nací,
tierra de los airampales y las blancas puyas puyas,
de los tupidos tolares y los milenarios cardos.
Yo te canto, tierra mía, con profundo frenesí.
Tierra de los cerros agrestes y de pampas desoladas,
la de arroyos cristalinos y de las quietas aguadas,
las ovejas, las llamitas y las cabras,
donde una pastora sueña mientras cuida su majada.
Tierra del hombre sufrido que nace y vive en el suelo,
donde levantó su rancho con trabajo y con desvelo,
tierras de imillas y changos que van trazando caminos.
Tierra del cóndor altivo que domina las alturas,
los avestruces y vicuñas, señores de las llanuras.
Tierra de la Pachamama, donde se adora el mojón,
donde el colla de rodillas reza al cielo su oración.
Tierra del torno y telar, donde se teje esperanza
y en el largo caminar se ovillan las añoranzas.
¡Oh días de misachico, de señal y de chayada,
cantando a la Pachamama, dejar la pena olvidada.
Tierra de erkes y cajas, de charangos y de quenas,
67
Pedro Olmedo un obispo como la gente
música sentimental, remedios de tantas penas.
Tierra de los carnavales, que a todos hace alegrar,
con sus millares de coplas para cantar y olvidar.
Tierra amada, Puna triste, cuna donde nací,
yo te canto, tierra mía, con profundo frenesí".
Lucía Rueda, poetisa de Santa Catalina.
A esta bendita tierra de la Quebrada y la Puna llegó Pedro
como misionero y evangelizador. Pronto supo identificarse con la
cultura de su gente e integrarse en la vida dura del pueblo colla. Y
precisamente su primer destino, su bautismo de fuego, fue una de
las zonas más pobres y marginales de la Prelatura: Mina Pirquitas.
68
Capítulo VII
Encarnado en Pirquitas: minero y misionero
DESPUÉS DE UNOS DÍAS DE ACLIMATACIÓN socio-cultural
en la Quiaca, junto a su hermano Jesús, recorriendo la Puna y
conociendo la grandeza del Pueblo Colla, Pedro, con su permiso
de conducir en el bolsillo, marcha ya a su primer destino misionero: la lejana y dura Mina Pirquitas, en el departamento de Rinconada, Junto a la Precordillera de los Andes, muy cerca del cerro
Granada /5000 m) y a 130 Km. de la localidad de Abra Pampa,
capital de la Puna Jujeña, en la siberia argentina.
Pedro Olmedo un obispo como la gente
Recordemos un poco la historia de la Mina Pirquitas y la
situación social de los obreros en los tiempos de la presencia misionera de los claretianos.
Los yacimientos de Pirquitas eran conocidos solamente por
los collas. Durante mucho tiempo sacaron rústicamente el mineral. La fama de las ricas vetas de estaño, llega hasta los grandes
monopolios. La National Lead decide iniciar maniobras para apoderarse de la mina.
Es una de las muchas historias negras de la minería argentina. Rafael Tauler era un minero español, que se dedicaba a exploraciones y cateos. Durante algún tiempo trabajó como asalariado
en Mina El Aguilar. En 1931 descubre un valioso yacimiento de
estaño e intenta explotarlo. Era Mina Pirquitas. El plan había que
impedirlo a toda costa, pues el apreciado mineral estaba destinado para los monopolios. Se forma una trenza para robarle el yacimiento a Tauler y a los propios collas: la National Lead inscribe en
Hacienda una empresa autodenominada Compañía Minera Pirquitas,
Pichetty Cía." La integraban un oligarca de origen italiano, Alberto
Pichetty; los ingleses Leach y el propio gobernador de Jujuy, Arturo
Pérez Alisedo.
Tauler inicia un pleito contra el gobernador e intenta viajar a
Jujuy para defender sus derechos. La Compañía lo hace encarcelar
y soborna a la policía para que lo asesine. Un verdadero trabajo de
la mafia.
Los mineros se indignan ante la noticia del crimen, pero no
tienen armas para vengarlo. Contestan con lo único que les queda: su propia voz. Rápidamente se propaga por todo el norte argentino, una canción anónima, en la que el pueblo denuncia el
70
Encarnado en Pirquitas: minero y misionero
crimen de los monopolios. Vamos a transcribir los versos más
significativos.
"Ay lo mataron a Tauler
de noche y en el desierto
y de cómo lo mataron se
espantan hasta los cerros
Sacáronle de la cárcel
maniatado y en silencio
y le indicaron la senda
con la punta del talero.
La escena duro un instante
dura mas un Padrenuestro
después de las bofetades
cinco balazos le dieron
Y sobre el tiro de gracia
que levantara los sesos,
continuaron los bandidos
a grandes sorbos bebiendo
Ay lo mataron a Tauler
de noche y en el desierto
de cómo le mataron
se espantan hasta los cerros.
Los cerros que tienen minas
de plata y oro en su seno
y que pronto saldrán de la patria,
camino del extranjero.
Ay lo mataron a Tauler
que Dios lo tenga en su Reino,
ya que en la tierra los hombres
71
Pedro Olmedo un obispo como la gente
que aprecian más el dinero,
seguirán siempre negando
justicia al pobre minero
Pero la justicia se hace
cuando la reclama un pueblo
a través de las guitarras,
por boca de los troveros."
Después de consumado el crimen y la usurpación, el Grupo
Pirquitas se expandió rápidamente y fundó en San Pedro de Jujuy,
la compañía minera Coyahuaima, para explorar los yacimientos de
la zona. El grupo llegó a controlar ochenta pequeñas minas de
estaño y plata. Los grandes monopolios decidieron mantener áreas
de reservas, para posibles coyunturas apremiantes. Al iniciarse la
Segunda Guerra Mundial, EEUU necesitaba mucho estaño y el
Trust decide poner a pleno rendimiento la Mina Pirquitas y asociar el grupo a sus intereses económicos. En 1948 se le cierra el
mercado a Pichetty y no le quede otra alternativa que vender sus
acciones a la National Lead.
De este modo, el monopolio se convierte en dueño de los
yacimientos. Más adelante, a principios de la década de los setenta, la familia Leach vende sus acciones a un siniestro personaje
Javier de la Cuesta, yerno de Pérez Alisedo. Desde sus orígenes y
a través de los años, la situación social y laboral de Mina Pirquitas
no ha cambiado mucho, Desde los años de la usurpación y el
despojo, la explotación más inhumana fue instalada en la zona
minera. De aquí surgen todos los problemas y todas las injusticias. Años de humillación y sufrimiento que la memoria colectiva
del pueblo no ha podido olvidar.
72
Encarnado en Pirquitas: minero y misionero
De una forma rápida vamos a describir la situación social de
Pirquitas. El hábitat donde se encuentra ubicada la mina, no puede ser más hostil y desolador. Frío y viento perpetuo a 4.000 metros de altura, en condiciones vitales y laborales absolutamente
adversas.
Las viviendas son infrahumanas: una sola pieza para toda la
familia, sin agua corriente y sin sanitarios. Existen letrinas públicas, ubicadas cerca del núcleo habitacional y en muy deficientes
condiciones higiénicas. El agua, con un índice muy bajo de
potabilidad, posee elementos tóxicos y morbosos. Él hábitat familiar es generador de muchos problemas, con multitud de carencias para un ambiente hogareño, sano y feliz.
Las condiciones laborales son aun peores que las vitales. En
el interior de la mina, la ventilación se consigue por el obsoleto
método de chimeneas, que no permite la purificación del medio
ambiente, enrarecido por el polvillo y los gases tóxicos. Las máscaras protectoras y los anteojos suelen estar en malas condiciones. Las botas y los trajes son muy deficientes para penetrar en las
galerías, inundadas de agua y ácido sulfúrico. Las condiciones laborales generan un alarmante cuadro patológico: silicosis, enfermedades pulmonares, bronquitis crónica, etc. La mayoría de los
mineros tiene que dejar el socavón antes de los 40 años.
Algunos consiguen otro puesto y bastante son despedidos
arbitrariamente.
La asistencia sanitaria de la población minera siempre ha sido
muy deficiente. El pequeño hospital tiene muchas carencias y suelen escasear los medicamentos básicos y los medios técnicos más
urgentes.
73
Pedro Olmedo un obispo como la gente
Las derivaciones a otros hospitales son difíciles y
mortificantes a causa de los malos caminos y vehículos. La sanidad en Mina Pirquitas, sin ninguna duda, siempre ha sido absolutamente deficitaria y del tercer mundo. La mortalidad infantil ha
mantenido índices muy altos.
Aparte de los problemas habitacionales, laborales y sanitarios, existen en Pirquitas una serie de carencias sociales muy significativas: pésimas comunicaciones, dificultades para el aprovisionamiento de víveres, abuso y explotación comercial en artículos
de primera necesidad, insuficientes locales recreativos y asociativos,
etc.
Unificando toda la problemática social explicada, la situación ha llegado, en numerosas ocasiones, a cotas de extrema necesidad. Los mineros han caído en actitudes pasivas y fatalistas:
conformismo, alcoholismo, religiosidad alienante. Tampoco nos
extraña que algunos políticos que visitaron la zona, manifestasen
públicamente que la situación social de Pirquitas era un constante
y urgente llamado a la subversión. ¿Hasta cuando el aguante y la
paciencia de la familia minera?
A través de los años los empresarios han hecho variadas promesas y suscrito numerosos compromisos, que nunca han cumplido. Los convenios con los sindicatos, casi siempre quedan en
letra muerta o papel mojado y congelado. De todo esto sabe mucho el coronel de la Cuesta y los distintos gobiernos y políticos de
turno, que sistemáticamente, hicieron oídos sordos a las justas
reivindicaciones sociales de la población minera.
A partir de 1973, instaurada la democracia, un brote de esperanza renace en Pirquitas. Fue un puro espejismo. Los proble74
Encarnado en Pirquitas: minero y misionero
mas sociales y laborales continuaron y con la llegada, de nuevo,
de los militares, la explotación de la empresa aumenta considerablemente. Las voces mineras fueron silenciadas y el sindicato, intervenido. En semejantes circunstancias, las fuerzas sociales poco
pudieron hacer. Solo la Iglesia pudo levantar la voz, a través de
denuncias y diálogos estériles con el gobierno y empresarios. La
comisión internacional de Derechos Humanos tomó conciencia
de la situación. Todo inútilmente. La familia minera seguía sufriendo y los obreros sometidos a una explotación inhumana. La
guerra de las Malvinas fue un duro golpe para la economía de la
empresa.
Al romperse las relaciones con Inglaterra, el mineral encontró dificultades de exportación a las Islas Británicas, tradicionalmente receptoras del estaño y la plata pirquitense.
Después de recordar el contexto sociolaboral de Mina
Pirquitas, es el momento de plasmar, en las paginas de este sencillo libro, la vida y el trabajo misionero de Pedro.
A finales de octubre de 1972, llegaban los primeros misioneros claretianos para instalarse, como grupo comunitario, en la
localidad de Mina Pirquitas. Los años anteriores, la atención pastoral se ejercía esporádicamente, desplazándose desde Abra Pampa, en las temporadas fuertes, los padrecitos que atendían toda la
zona de Cochinoca y Rinconada. El aumento de la población y la
situación social desesperada, requería la presencia fija y constante
de los misioneros. El P. Pepe Murillo y el P. Pedro Olmedo fueron
los primeros destinados como grupo comunitario permanente.
Dos jóvenes con mucho entusiasmo y grandes preocupaciones
sociales. Los primeros meses fueron duros y difíciles. Ante la carencia de casa parroquial, los misioneros tuvieron que instalarse
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Pedro Olmedo un obispo como la gente
en una habitación, que la compañía minera había cedido para los
padrecitos. Era el espacio destinado, para los obreros sin carga de
familia o jóvenes solteros. Los baños y las duchas, eran comunes,
sin agua caliente, en condiciones infrahumanas, como la mayoría
de las casas de los mineros. En un pequeño calefactor, ubicado en
su misma pieza preparaban el café para el desayuno y una frugal
cena por las noches.
El almuerzo lo hacían en el comedor público de la compañía. El clima, durante casi todo el año, era frío y ventoso, nevando
en ocasiones, en los cerros de la veta y localidades más alejadas
del Departamento de Rinconada, visitadas y atendidas
pastoralmente por los misioneros. La zona minera estaba dividida
en dos grandes secciones: La Veta-Mina y el Campamento y poblado del Molino. La población total alcanzaba, en los primeros
tiempos, las 3.000 personas.
Pepe Murillo atendía el Campamento del Molino y Pedro se
encargaba de la zona más dura y desprotegida: la Veta-Mina. En
tiempos de salir a la campaña, ambos compartían las visitas a las
comunidades y se suplían en el trabajo pastoral de la zona minera.
Los primeros años solo contaban con una pequeña capilla en la
sección del Molino. En la Veta, donde vivían los mineros del interior mina, Pedro se las arregla para celebrar la Santa Misa y administrar los Sacramentos, en las humildes casas de los mineros o
algún saloncito comunitario. Así fue visitando y conociendo a todas
las familias, compartiendo los momentos alegres de las fiestas y
los momentos duros y difíciles de la vida minera. Pronto se hizo
amigo de todos y supo encarnarse en la dura realidad, donde le
tocó vivir y trabajar apostólicamente.
La juventud de Pedro, su sentido misionero y su gran espíri76
Encarnado en Pirquitas: minero y misionero
tu de fe, le hicieron fáciles los primeros meses de su presencia y
vida encarnada en Mina Pirquitas.
Su carácter abierto y alegre, facilitaba él dialogo y la amistad
con todos entrando en los hogares y ganándose los corazones de
los mineros. Todos los apreciaban y todos los buscaban para compartir una comida, jugar un partido de fútbol o celebrar una fiesta
de familia. Tenía muchos ahijados y supo ganarse el cariño y la
simpatía de obreros, profesionales o jefes de las distintas secciones. Visitaba las escuelas y organizaba charlas con los niños y
maestros.
Y llegan las primeras Navidades de Pedro en Mina Pirquitas.
Con mucho cariño, comienza a organizare un pesebre viviente
con las familias de la Veta y todas participan con entusiasmo.
Los pastorcitos vienen con sus ovejitas y llamas hasta el
Portalico, donde se encuentra el Changuito Dios, representado por
un hermoso bebé, hijo de un minero, que acababa de nacer. Todos cantan y adoran, mientras Pedro va repartiendo golosinas a
todos los changuitos de la Veta. A media noche celebra la Misa
del Gallo, en una gruta cercana al socavón, donde, cada día, los
mineros arrancan el mineral a la Madre Tierra.
El día de los Reyes Magos, organizaban una hermosa cabalgata, con burritos cargados de juguetes para los niños de la familia minera.
La vida en la mina es muy dura y Pedro tiene momentos de
desaliento y tentación de abandonar su trabajo misionero en
Pirquitas, planteando la posibilidad de ubicarse en una zona más
asequible y llevadera. Después de algunas dudas y consultas, apoyado en su fe y fortaleza, decide seguir en su puesto y entregarse
77
Pedro Olmedo un obispo como la gente
de lleno a su misión y a su trabajo social en la mina.
Después de unos días colaborando con la Parroquia de La
Quiaca, en un campamento de 100 scauts en Jujuy, vuelve a
Pirquitas con nueva ilusión y renovadas fuerzas. Ya no tiene dudas: su trabajo misionero lo realizara en la Mina y poblaciones
aledañas. Comienza a recorrer toda la zona y a conocer la dura
realidad de las distintas localidades y comunidades: Cussi - Cussi,
Lagunillas, Paicone, Orosmayo, Casa Colorada, Lomas Blancas,
Carahuasi, Susques, Coranzuli, Huancar, Cienaga Grande, El Toro,
etc. Se hace amigo de todos y comparte la vida dura de los pobladores y campesinos.
Todos lo recuerdan como un gran misionero y mejor compañero, en las luchas por sobrevivir y conseguir las reivindicaciones para una vida más digna y humana. Su gran humanidad y su
buen carácter le facilitan el acercamiento a la gente y el compromiso de evangelizar y, al mismo tiempo, ser evangelizado por ellos.
Acoge a todos y comparte los momentos difíciles y alegres de las
distintas comunidades.
Su vida misionera le llena totalmente y se siente feliz en medio
de los más pobres y sufridos de Argentina. Se identifica, poco a
poco, con la cultura de las collas y comienza a conocer su costumbre e interpretar sus ritos.
En febrero de 1973, Pedro participa en el Carnaval del pueblo colla. En Mina Pirquitas las fiestas carnestolendas, son especialmente ancestrales, rememorándose las costumbres de las antiagüelos
y los ritos mineros a la Pachamama. En el socavón, el lugar más
profundo de la pachamama, domina y es dueño El Tío, nombre
familiar que dan los mineros al mandinga identificado en el Carna78
Encarnado en Pirquitas: minero y misionero
val con el dios momo. En el interior mina, en lo más profundo, del
socavón, no pueden entrar ni la mujer, ni el padrecito. Es dominio
exclusivo de El Tío y de los hombres mineros. Sólo ellos pueden
tributarle culto y challar a la Pachamama. La mujer y el curita jamás podrán ingresar en el socavón y participar en los ritos
ancestrales del carnaval minero. Es una superstición muy antigua,
arraigada en la población minera. Si no se cumple con ella los
obreros del socavón tendrán mala suerte y accidentes.
En semejante contexto de superstición ancestral, Pedro pidió a los mineros permiso para bajar al socavón. Y no se lo pudieron negar. El curita de la Veta era un Padrecito muy especial, encarnado totalmente en la realidad minera y comprometido en las
luchas y reivindicaciones obreras. El Martes de Carnaval, día emblemático para los mineros, Pedro los acompaño en la challa y las
ofrendas al Tío en lo más profundo de la mina, rezando, al mismo
tiempo, oraciones al Dios de la Vida, al Cristo Trabajador, por el
bienestar de los mineros y su seguridad laboral. Años más tarde,
ante las dificultades laborales y productivas de la compañía minera, Rosendo Flores, gran amigo de Pedro recordaría, con mucho
humor que la bajada del Curita, a interior-mina fue la causa de
todos los males de Pirquitas y el motivo del enojo del Tío, por el
rompimiento de una tradición ancestral, que prohibía la bajada al
socavón de las mujeres y los sacerdotes. Pedro el gran amigo de
los mineros, tenía que hacer algo para reconciliar al Tío con los
obreros del socavón.
En la Semana Santa del 73, los padrecitos de Pirquitas, adquirieron un hermoso Cristo crucificado y lo bautizan con el nombre, Cristo de los Mineros. El Viernes Santo lo sacan en procesión,
haciendo un hermoso y sentido Vía Crucis, desde la capilla del
79
Pedro Olmedo un obispo como la gente
campamento hasta la Veta–Mina. Los mineros con la Cruz de
Cristo, todo un símbolo del dolor y la vida dura y crucificada de
los obreros del socavón.
Pepe Murrillo y Pedro no descansan y siguen su tarea misionera y su obra social.
Con la ayuda de iglesias hermanas, se embarcan en el proyecto de la construcción, de una casa parroquial y remodelación
del templo y salones de catequesis. En un tiempo record se finalizan las obras, que son bendecidas e inauguradas por el Obispo
José María Márquez. El Cristo de los Mineros ocupa el centro del
presbiterio, acompañado de la Virgen del Rosario, Madre y Patrona de Pirquitas. Pedro organiza una novena e invita a todos los
obreros a compartir las celebraciones religiosas en Honor al Cristo de los Mineros. Fue una experiencia inolvidable y llena de sentimientos religiosos, mezclado con muchos elementos de humor
y humanidad. ¿Te acuerdas Pedro, del borrachito, que hiciste participar en la novena?
Meses mas tarde, Pedro comienza la construcción de una
capilla en la Veta y algunos salones parroquiales, para las reuniones de catequesis y las fiestas de la familia minera. Con gusto
exquisito y enorme cariño se terminan las obras, gracias a los aportes solidarios y el trabajo desinteresado de los mineros en las horas libres.
Después de muchos sacrificios, los obreros de Veta-Mina ya
tenían su propia parroquia, donde celebraban con orgullo los Bautismos y las Primeras Comuniones y Confirmaciones de sus hijos.
De vez en cuando, se realizan hasta algunos Matrimonios y contados entierros.
80
Encarnado en Pirquitas: minero y misionero
En tan poco tiempo, la labor de Pepe y Pedro, en medio de
tantas dificultades, fue impresionante y llena de enorme espíritu
misionero.
En las salidas a la campaña y a través del contacto diario con
la gente sufrida de toda la zona de Pirquitas y el Departamento de
Rinconada, Pedro fue concientizándose de la dura realidad social
y los grandes problemas en la salud y la desnutrición infantil. Ante
los problemas sanitarios y alimentarios, Pedro no tuvo otra alternativa, que el compromiso total con los más pobres, ejerciendo,
en muchas ocasiones la denuncia social y el apoyo solidario a las
familias más carenciadas, con sus hijos en riesgo de desnutrición
y falta de salud. La llegada a Mina Pirquitas de las Hermanas
Mercedarias de la Caridad, fue un gran alivio y una gran ayuda
para los misioneros y para la población minera. Sor Eulogia, ejemplar religiosa y gran enfermera, ejerció una gran labor sanitaria en
el hospital de Pirquitas y en las visitas domiciliarias a las familias
mineras. Quizás por el ejemplo de las hermanas y la urgencia de
los problemas sanitarios, Pedro decidió hacer los cursos de enfermería, consiguiendo el título de Agente Sanitario. Una nueva y
hermosa experiencia en el trabajo misionero de Pedro
Y esta fue la segunda etapa de Pedro en Mina Pirquitas. Después de hacer los cursos de Supervisor de Agentes Sanitarios en
la ciudad de Salta y trabajar durante 9 años en Iruya, vuelve, con
renovada ilusión, a sus querida Veta. Recorre todo el Departamento de Rinconada y parte de Susques, visitando los puestos de
salud supervisando los enfermeros y reorganizando las prerrondas
en toda la zona. El trabajo de la salud, le dio posibilidad para
detectar los grandes problemas sanitarios y alimentaros de muchas comunidades, comprometiéndose con los médicos y herma81
Pedro Olmedo un obispo como la gente
nas mercedarias de la caridad en la lucha contra la desnutrición y
la erradicación de las enfermedades infantiles. Consigue medicamentos e insumos para el hospital y organiza cursos de prevención y atención primaria para la salud conectado con las escuelas
y los responsables de las distintas comunidades. Fue un trabajo
duro y agotador, que supo alternar e integrarlo con su labor pastoral y misionera.
Mientras tanto, la situación en la mina sigue siendo difícil y
conflictiva. Sus injusticias continúan, permaneciendo los sueldos
congelados y cobrando los mineros sus haberes con varias quincenas de retraso. Sus familiares no tienen medios para sobrevivir y
los obreros siguen trabajando en condiciones laborales
infrahumanas, penetrando en interior mina, mal alimentados,
manteniéndose las ocho horas de duro trabajo, a base de coca y
algún trago de alcohol para amortiguar él frió y cansancio agotador. Sus incentivos laborales y sociales eran mínimos, aumentando cada día el control y las exigencias de los jefes y dueños de la
mina. Comenzaron a reducir el personal y aumentar las horas extras sin recibir plus en el sueldo mísero de cada mes. Los mineros
vivían y trabajaban desconcertados y temiendo la expulsión de su
trabajo, sin indemnizaciones, ni promesa de jubilación anticipada.
Muchos obreros cayeron en la depresión y el alcoholismo.
Durante el proceso militar, iniciado en marzo 1976, la situación social de Pirquitas se hizo cada vez más difícil e insostenible.
Los problemas laborales aumentaban cada día y la defensa de los
obreros es asumida por los misioneros y algún sindicalista generoso y valiente. Pedro tuvo que salir en defensa de Rosendo Flores, catequista y sindicalista minero, encarcelado injustamente por
el poder represor de los militares. Intercede ante el Obispo
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Encarnado en Pirquitas: minero y misionero
Márquez y consigue su liberación, después de nueve meses en
una prisión en San Salvador de Jujuy.
Al mismo tiempo que en Mina Pirquitas, la situación laboral
y social sé hacia insostenible en Mina El Aguilar, donde también
los misioneros se comprometen y defienden a los obreros contra
las injusticias cometidas por los jefes y dueños de la compañía
minera. Fueron los momentos difíciles y conflictivos del Aguilarazo
y la desaparición y asesinato de Avelino Bazán. Recordemos especialmente al P. Casimiro Triguero, que junto con Pedro y otros
compañeros claretianos, denunciaron los atropellos y la represión
contra los obreros de la mina. El Obispo Márquez, aconsejado
por todos los misioneros, intervino valientemente en el conflicto
y consiguió la pacificación de la mina, apoyando abiertamente las
reivindicaciones sociales de los obreros.
Después de unos meses de descanso en España. Pedro vuelve a la mina, con nuevos bríos para seguir denunciando las injusticias y apoyando las luchas mineras y concientizando a la población sobre los derechos y las exigencias de una vida digna para
todos. En Junio de 1978 por concienciar en un cursillo sobre la
situación en las minas de los obreros collas, Pedro tuvo serios
conflictos con la Policía Federal de Jujuy, que allanaron la casa
religiosa, donde se celebraba el encuentro juvenil, llevándose detenido a su hermano Jesús, defendido siempre por él ante el obispo y las autoridades militares.
La situación en la Mina Pirquitas se vuelve desesperada e
insostenible. Pedro denuncia el atraso en el pago de los míseros
salarios y las pésimas condiciones laborales y sociales de los mineros. Los jefes y los dueños de la mina hacen oídos sordos a los
justos reclamos y amenazan con cerrar la empresa alegando falta
83
Pedro Olmedo un obispo como la gente
de interés en el trabajo y escasa producción. Los sindicalistas no
pueden evitar los despidos masivos y las injusticias cometidas
contra sus compañeros, amendrentados por las presiones y amenazas de la empresa, amparada y defendida, por el poder militar.
No les queda otra alternativa que resistir y trabajar a destajo
para aumentar la producción y evitar el cierre de la mina.
En este contexto y ante las exigencias de los jefes, a los mineros no les quedó otra alternativa que hacer horas extras sin compensación económica, bajando al socavón durante doce horas diarias, en dos turnos ininterrumpidos. Fue en esta etapa, ante las
circunstancias duras y conflictivas de los obreros, cuando Pedro,
siempre solidario con los mineros, se ofreció a trabajar con ellos y
bajar diariamente al socavón. Fue una hermosa experiencia y una
gran oportunidad para demostrar a los obreros su gran corazón y
su profundo sentido de justicia social; al mismo tiempo, gesto
simbólico de denuncia ante la opinión publica, por la explotación
a la que era sometida la población minera, de parte de los jefes y
los dueños de la mina,
Cada mañana, todavía noche oscura, Pedro subía hasta la
veta para reunirse con sus compañeros, bajar al socavón y extraer
el mineral a la Pachamama. Fueron meses muy duros y allí, en lo
más profundo de interior mina, Pedro recordaba y cantaba con
los obreros aquella hermosa y dura canción de Atahualpa
Yupanqui:
"Un día pregunte en casa: abuelo, y dónde esta Dios
mi abuelo se puso triste y así me respondió:
tu padre murió en la mina, sin doctor ni confesión
y lo enterraron los indios, a golpe de pala y tambor.
84
Encarnado en Pirquitas: minero y misionero
Hay una cosa en el mundo, más importante que Dios:
y es que nadie escupa sangre para que otro viva mejor.
Yo canto la voz del pueblo, que canta mejor que yo:
roja sangre de minero lleva el oro del patrón"
Allí mismo, en el socavón de Pirquitas, Pedro alababa y rezaba al Dios de los pobres, en una plegaria, que era un puro clamor
de la tierra y de los hombres mineros, que pedían por la liberación
de sus vidas y derechos y seguridad de los Crucificados de Pirquitas y
de todos los condenados de la tierra.
Aquellos días de socavón, fueron especialmente duros para
Pedro, al mismo tiempo que, paradójicamente, gratificantes y reconfortantes. Se sentía orgulloso de ser minero y misionero y recordaba los días de carnaval, cuando con la debida autorización,
bajada al interior mina para challar la Pachamama, rendir homenaje al Tío, y rezar una plegaria a la Virgen del socavón. Sus tradiciones y supersticiones ancestrales, por primera vez y sin que haya
precedente, habían sido rotas y violadas. Una única excepción para
un misionero y sacerdote excepcional. Sus mineros se sintieron
orgullosos de que el padre Pedro, su gran compañero y amigo de
siempre, bajara con ellos al socavón para arrancar y extraer el
mineral de la tierra, aumentar la producción y evitar, así, el cierre
de la mina.
Al terminar de la agotadora jornada de trabajo, Pedro volvía
a casa, cansado, pero lleno de alegría. Celebraba la Eucaristía con
las esposas e hijos de los mineros, pidiendo al Señor fuerza y valentía, para seguir luchando, por los derechos y la vida digna de
toda la familia minera.
En 1978, después de tantos años en Pirquitas, Pedro es des85
Pedro Olmedo un obispo como la gente
tinado a la comunidad de Iruya. Una nueva etapa en su vida misionera, entra en escena.
No obstante el distanciamiento físico de Pirquitas, Pedro sigue preocupándose de los problemas sociales de los mineros denunciando los atropellos y las injusticias de los jefes y dueños, y
animando a sus compañeros claretianos que siguieran en la lucha
por la defensa de los derechos de los trabajadores pirquitences. Y
eso hicieron todos, especialmente Casimiro y Santi, los dos
claretianos que estaban en Pirquitas a principios de la década del
ochenta.
En 1983, una vez instalado el gobierno democrático, los
mineros reinician el diálogo y sus luchas sociales. Los dueños y
patrones permanecen insensibles a los justos reclamos obreros.
La política económica de Alfonsín aceleró el hundimiento de
Pirquitas.
Se inician medidas de presión y se organiza una marcha a pata
y pulmón, hasta la capital de la provincia. Los acontecimientos no
eran nada halagüeños. La empresa minera se declara en quiebra y
presenta al gobierno una declaración de suspensión de sueldos. La
angustia y la desolación penetran en la familia minera y el asunto
se puso en manos de los jueces.
Las ricas minas de estaño fueron cerradas y a los trabajadores, junto con sus familias, no les quedó otra alternativa que abandonar Pirquitas y ubicarse, como emigrantes y desocupados, en
otros lugares de la Quebrada y Puna.
Hasta aquí la breve historia de los últimos años de Mina
Pirquitas, donde Pedro paso los primeros años de su vida misionera, entregado totalmente a los más pobres y denunciando, va86
Encarnado en Pirquitas: minero y misionero
lientemente los atropellos y los abusos cometidos contra los sufridos trabajadores y toda la familia minera.
Años más tarde, ya Obispo de la Prelatura, Pedro siguió visitando la mina y preocupándose de todos los problemas pendientes y urgentes de la familia pirquitense: indemnizaciones, jubilaciones, reubicación de los pobladores, apoyo solidario y compromiso pastoral en su nueva situación.
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Capítulo VIII
Misión compartida en una comunidad mixta
DESPUÉS DE UNA PRESENCIA MISIONERA durante cinco
años en Pirquitas, Pedro vuelve a España para un curso de renovación y visitar a la familia.
De regreso a la Prelatura, es destinado durante un año al
Seminario Menor de Humahuaca. Allí conoce al matrimonio Torres, laicos comprometidos con su fe y con su Iglesia. Tomás,
trabaja como médico en el hospital y Alicia, Psicóloga y Socióloga, colabora en la pastoral parroquial y diocesana. Ya tenían algunos hijos, formando una familia unida y cristiana. Estamos ha-
Pedro Olmedo un obispo como la gente
blando del año 1977 y los difíciles momentos del Proceso Militar.
El trabajo pastoral de formador, no satisface plenamente a
Pedro y plantea sus dudas al Obispo y al Delegado de los
Claretianos, P. Ricardo Aparicio. Al mismo tiempo, inicia un dialogo y una amistad profunda con el matrimonio Torres, orientando sus inquietudes a un posible trabajo pastoral conjunto, en una
Comunidad Mixta y con una Misión compartida.
Después de recibir el visto bueno de los superiores, comienzan un proceso de búsqueda y discernimiento pastoral y comunitario. Visitan algunos lugares de la Prelatura, entre otros Santa
Victoria y Nazareno; finalmente, deciden ubicarse en Iruya, hermosa comunidad de los Valles Salteños, atendida pastoralmente
por la Prelatura de Humahuaca.
La presencia misionera en Iruya, durante algunos años, fue
circunstancial y esporádica. Los padrecitos, que residían en la Parroquia de Humahuaca, atendían pastoralmente la zona y visitaban las comunidades, en los tiempos litúrgicos fuertes y las fiestas
religiosas más importantes.
El Obispo Márquez, de acuerdo con su Presbiterio, había
decidido formar un nuevo puesto misionero y los claretianos, una
nueva comunidad religiosa. Ante el ofrecimiento de Pedro y el
matrimonio Torres, todos aceptan su propuesta y son destinados
a Iruya, para formar una Comunidad Mixta y atender pastoral y
misioneramente toda la zona de los valles iruyenses. Estamos a
finales de 1978.
Después de todos los preparativos de rigor, Pedro y la familia Torres, se instalan en la casa parroquial de Iruya, para iniciar
una hermosa experiencia misionera y comunitaria. Era exacta90
Misión compartida en una comunidad mixta
mente el mes de enero de 1979.
Al poco tiempo, se incorporan a la Comunidad dos nuevos
miembros: Rosendo Flores, laico comprometido, y Héctor Castro. maestro de la escuela primaria. Con la ilusión de la juventud y
la profunda fe de todos, inician una andadura riesgosa y comprometida, bajo el prisma de la esperanza y perspectiva de la opción
por los más pobres, a través de un trabajo conjunto y el desarrollo
de una verdadera misión compartida.
Una hermosa experiencia, adelantándose a los tiempo actuales, se puso en marcha en Iruya, con el protagonismo de Pedro
como referente sacerdotal, y un grupo de laicos, con un compromiso social y eclesial muy fuerte y evangélico.
La ubicación en la Casa Parroquial no fue fácil, el espacio no
era grande y el número de hijos del matrimonio Torres fue aumentando paulatinamente: Candelaria, María, Inés, Francisco,
Pablo, Martín y Rosario. Todos los chicos ocuparon la pieza mayor, mientras Pedro, Rosendo y Héctor, compartían un espacio,
que hacia al mismo tiempo, de sacristía y despacho parroquial.
Alicia y Tomás se ubicaron en una pequeña habitación. El hall de
entrada a la casa, se utilizaba de comedor cocina y recibidor para
las visitas y grupos parroquiales. La casa era pequeña, pero el corazón de la comunidad era muy grande. Acogían a todo el mundo
que llegaba y sabían compartir sus bienes, la fe, la plegaria y el
trabajo apostólico. La Eucaristía de cada día era el centro y la
fortaleza de la comunidad.
La vida comunitaria, con sus momentos difíciles y conflictivos, fue muy familiar y enriquecedora. Todos participaban de los
trabajos domésticos y todos compartían las cargas de cada día. La
91
Pedro Olmedo un obispo como la gente
alegría y el buen humor, reinaban en aquel hogar tan especial,
donde se juntaba el carácter andaluz de Pedro con la retranca
cordobesa de Tomás, el encargado de hacer las bromas y conseguir una convivencia lo más llevadera posible. Rosendo Flores
colaboraba con su sencillez y simpatía., mientras Héctor era el
que llamaba a la seriedad y el equilibrio comunitario. Alicia, la
intelectual del grupo organizaba las reuniones y hacia reflexionar
a todos sobre los problemas sociales, a través de un sencillo proceso de análisis de la realidad.
Los niños eran la felicidad y el gozo de todos. En los momentos más duros, las sonrisas y los juegos infantiles suavizaban
las tensiones y pacificaba la Comunidad.
La educación en libertad de los chicos, fue algo espontáneo,
que surgía, no solo del respeto y cariño de los padres; sino de la
preocupación de todos los miembros de la comunidad. Formaban una autentica familia, donde todos se respetaban, valoraban y
se querían entrañablemente. Dialogaban constantemente y la comunicación entre ellos era franca, abierta y sincera.
Después de varios meses viviendo juntos, Héctor Castro,
optó por dejar la comunidad, aunque siempre mantuvieron buenas relaciones y siguieron trabajando, en la pastoral educativa y la
misión apostólica parroquial. EI trabajo de Héctor, preparación
de sus clases y corrección de libretas, se le hacía difícil en una
comunidad donde casi no había momentos de sosiego y tranquilidad. Años más tardes, ya con Héctor ubicado en su nuevo hogar, la integración en el trabajo pastoral fue más estrecha y la misión compartida más amplia e integradora. La Comunidad Mixta
se fue enriqueciendo y abriéndose, cada vez más a otros sectores
de Iruya y comunidades campesinas.
92
Misión compartida en una comunidad mixta
Para entender mejor su trabajo misionero, seria conveniente
situarnos en la zona y ubicar geofísica y socialmente el Departamento de Iruya.
Al noroeste de la Provincia de Salta, en medio de una impresionante y bellísima cadena montañosa, nos encontramos con los
valles precordilleranos de Santa Victoria, Nazareno e Iruya. El
paisaje es hermosísimo, con una geografía de difícil, acceso. La
entrada obligatoria para penetrar en Santa Victoria e Iruya, tiene
que ser a través de la Provincia de Jujuy y una subida montañosa
de hasta 4.000 metros de altitud.
La ruta alternativa para llegar al Departamento de Iruya, es
la Quebrada de Humahuaca y el desvío en la Localidad de lturbe,
comenzando una subida impresionante, de 4.000 metros, limite
Jujuy - Salta, e iniciar la bajada hasta el bellísimo pueblito de Iruya,
ubicado en la ladera de un monte,- cerca del río del mismo nombre y una altitud de 2.000 metros sobre el nivel del mar.
Después de recorrer los 70 km que separan Humahuaca e
Iruya, disfrutando de vistas y paisajes bellísima, se llega a un
pueblito, perdido en medio de los cerros y la noche de los tiempos. Estamos en Iruya y su maravillosa iglesia, con una cultura
milenaria y ancestral.
Desde Iruya, centro del departamento, se abren los distintos
caminos y rutas vecinales, para llegar a pie, caballo o en vehículo,
a las distintas comunidades iruyenses: San Isidro, Las Higueras,
Campo Carreras, Colanzulí, Pie de la Cuesta, Rodio, Rodeo Colorado, Vizcarra, Volcán Higueras, El Porongal, La Mesada, Abra
del Sauce, Campo Lujan, Sala Esculla, Abra de Araguyoc, Casa
Grande, Pueblo Viejo, Las Capillas, San Juan, Chiyayoc,
93
Pedro Olmedo un obispo como la gente
Matancillas, etc.
Todos estos cerros han sido testigos mudos de las andanzas
misioneras de Pedro y sus hermanos de Comunidad.
La mayoría de estas comunidades son muy lejanas, de difícil
acceso. Con recorridos a caballo de hasta 16 horas, por caminos,
cornisas y precipicios muy peligrosos. Los riesgos para los misioneros han sido muchos y constantes.
La situación social de Iruya y todo el departamento, es muy
dura para una vida digna y humana. Sobreviven como pueden, en
un medio hostil, con grande dificultades en la salud, educación,
comunicaciones y medios de subsistencia.
Siempre existieron problemas de desocupación, tenencia y
posesión de las tierras, cultivos precarios, dificultades alimentarias
y gran dependencia de los patrones y políticos de turno.
Durante varios meses al año, un buen numero de familias,
tienen que emigrar a los Ingenios Azucareros, como mano de
obra barata, en la explotación zafrera de San Martín del Tabacal,
Ledesma y Tucumán.
Dentro de un paisaje de increíble belleza, nos encontramos
con un paisanaje, que hunde sus raíces en razas y pueblos originarios de nuestra Amerindia. Mantienen las creencias y costumbres
de sus ancestros y desarrollan una cultura muy rica en matice.
Simplificando un poco, diríamos que los habitantes de Iruya
se identifican como descendientes de la raza colla, que habitaron
la zona desde tiempo inmemorables y que aún hoy día, permanecen fieles a sus raíces y al sentido profundo de la trascendencia y
el amor telúrico a la Pachamama.
94
Misión compartida en una comunidad mixta
Por ser un pueblo muy religioso, han asimilado muy bien el
Evangelio, recibiendo con mucho cariño la presencia y enseñanza
de los misioneros, que se acercan y encarnan en su realidad social
y cultura popular.
Los padrecitos que han atendido la zona de Iruya, siempre
han sido recibidos por sus habitantes, compartiendo con ellos su
vida, sus costumbres y su religiosidad. Con todo respeto, se unen
al rito ancestral de la Pachamama y mantienen desde hace muchos años la hermosa ceremonia de la Adoración de los Cachis, en la
Fiesta de la Virgen del Rosario, patrona y madre de Iruya.
Desde este contexto sociocultural y siempre desde la perspectiva de la opción por los más pobres, vamos a recordar el trabajo misionero de Pedro, acompañado en todo momento, por su
Comunidad, en misión compartida.
Desde el inicio del proyecto pastoral, todos fueron concientes
de la necesidad de un trabajo integral e integrador, que tuviese
muy en cuenta la realidad social de la zona y el mensaje liberador
de Jesús de Nazaret.
Partiendo del trabajo profesional de Tomás Torres y su actividad en el Hospital Público, todos aceptaron la propuesta de una
misión conjunta y comunitaria en el área de la salud. Esa fue la
razón de los cursos intensivos que tuvieron que hacer Pedro y
Rosendo, en la Ciudad de Salta, para prepararse y capacitarse como
Supervisores de Atención Primaria de la Salud.
Por otra parte, contando con la preparación psico-social de
Alicia y la actividad educativa de Héctor Castro, todos aceptaron,
igualmente, el tema de la educación, área fundamental de la pastoral de conjunto que querían implantar en toda la zona de Iruya.
95
Pedro Olmedo un obispo como la gente
Y como eje transversal, que recorrería toda su misión pastoral, Pedro propuso una evangelización integral, inculturada y
liberadora, partiendo de la realidad de los pobres, de su propia
vida y religiosidad; pero siempre abierta a la esperanza y al sentido de Reino, germinalmente en esta tierra y planificado en el Reino eterno del amor.
Partiendo de los presupuestos anteriores, veremos el trabajo
interno de la comunidad, su capacidad de acogida y apertura, su
vivencia radical de la pobreza y, su sentido de encarnación e inserción en la realidad social del pueblo que querían evangelizar y ser
evangelizados, al mismo tiempo, por ellos.
La vida de la Comunidad Mixta de Iruya, fue una autentica
bendición de Dios para Pedro. Se encontraba muy cómodo en la
familia que habían constituido y ejercía la acción pastoral con toda
espontaneidad y compromiso comunitario.
Todos los miembros desarrollaban sus propias actividades y
colaboraban en los trabajos comunes. Tomás, desde su profesión
medica, se integró totalmente en el hospital, trabajando con toda
dedicación y entrega al servicio de la salud integral de la población iruyense. En sus salidas a la campaña, procuraba conectar y
coincidir con Pedro, misionero y supervisor sanitario, para organizar un hermoso trabajo en equipo y poder dar respuesta a todas
las necesidades de la gente. El sacrificio era grande y las caminatas a caballo, en largas y agotadoras jornadas, llenaban el espíritu
aventurero de los tres mosqueteros; pero, fundamentalmente se sentían felices y contentos de entregar sus vidas al servicio de los más
humildes, llevando a plenitud su vocación misionera.
Los riesgos que corrían, cabalgando o caminando por altísi96
Misión compartida en una comunidad mixta
mos cerros, eran muchos y de variada índole. Recordemos, como
botón de muestra, el accidente que tuvo Pedro en una fría noche
de invierno, al perderse en la niebla después de ser despedido y
arrojado por el caballo en medio de impresionantes cerros. Luego de dos días deambulando por altas montañas, pudo llegar y
refugiarse en una casita solitaria y solidaria de la Comunidad de
Oquesitas, donde le sirvieron el mate más rico de su vida. Una
vez pasado el susto, recuperado del hambre y del frío, pudo volver, sano y salvo, a su querida comunidad de Iruya. La providencia de Dios nunca lo abandonaba y siempre confiaba en la solidaridad y cariño de la gente.
Durante el tiempo de permanencia en la Parroquia de Iruya,
Pedro atendía la Pastoral Catequística, Sacramental y Social, siempre en coordinación con el equipo parroquial y la Comunidad
Mixta. Eran días de descanso físico, pero la actividad era más amplia
e integradora, desde una perspectiva evangelizadora y atención a
los más pobres.
La vida diaria de la comunidad se nutría del espíritu de familia, la escucha de la Palabra de Dios y la participación en la Eucaristía. La opción por los pobres llevo a la comunidad a vivir una
autentica pobreza evangélica, abiertos a todos los que la visitaban, con un gran sentido de la acogida y del compartir los bienes
materiales y las vivencias y experiencias pastorales.
Los hijos de la Familia Torres, supieron integrarse en la Comunidad de Iruya, asistiendo a la misma escuela pública y participando de los mismos juegos e inquietudes de los niños del pueblo.
La Comunidad Parroquial, se fue acostumbrando, poco a
97
Pedro Olmedo un obispo como la gente
poco, al trabado pastoral de Pedro y su integración en las actividades sanitarias y sociales de la población.
En unión con lo miembros de la comunidad, Pedro tuvo
que denunciar muchas injusticias y atropellos que sufrían los sencillos y desprotegidos habitantes de la zona, corriendo muchos
riesgos y siendo perseguidos por algunos funcionarios y punteros
políticos.
A nivel interno, es bueno también recordarlo, Pedro y la
Comunidad Mixta sufrieron algunas incomprensiones, que poco
a poco se fueron superando, sobre todo, después de recibir el
total apoyo de su Obispo, José María Márquez Bernal.
Con gran tristeza para toda la población de Iruya, Pedro
anuncia su marcha para España en el año 1983. Todos pensaban
que no volvería más a la zona iruyense y le despiden con todo
cariño y gratitud; sin embargo, y ante la sorpresa y el gozo de sus
queridos feligreses, Pedro vuelve al año siguiente, con renovadas
fuerzas y nuevas ilusiones misioneras. Aún le quedaban algunos
años más de trabajo pastoral en unión de su querida Comunidad
Mixta, continuando, con nuevo vigor, la misión compartida en
todo el departamento.
En el año 1987, la Familia Torres, por razones muy especiales marcha a la Ciudad de Salta, para iniciar una nueva etapa de su
vida. Rosendo Flores, también por motivos familiares, inicia una
nueva andadura en Humahuaca, pero apoyando siempre a Pedro
y su proyecto misionero.
La Comunidad Parroquial de Iruya se mantiene con la misma ilusión de siempre, gracias a la presencia de otros Misioneros
Claretianos, que se incorporan al proyecto apostólico, tan queri98
Misión compartida en una comunidad mixta
do por Pedro y el Obispo Márquez.
Es el momento de recordar, con admiración y cariño, a todos los compañeros que se incorporaron, en años sucesivos, a la
Comunidad de Iruya y trabajar con total entrega, al servicio de los
más pobres y humildes de los Valles Salteños. La lista es amplia y
bien selecta: Tobías Martín, José Marrero, Juan Salomé
Domínguez, Domingo Condado, Ricardo Aparicio, Miguel
García, Carlos Halcón, Vidal Zerpa, José Ángel Ayala, Alonso
Sánchez, Juan José Gea. Todos ellos trabajaron con gran espíritu
misionero, dedicando todo su esfuerzo al servicio pastoral de la
Comunidad Iruyense.
Después de doce años de trabajo agotador, donde Pedro fue
dejando sus ilusiones y su salud, su presencia misionera en Iruya
va a finalizar de una manera imprevista. Tal nombramiento providencial para el cargo de Administrador Apostólico, torcerá definitivamente el rumbo de su presencia permanente en Iruya. Los
caminos de Dios le llevaban por otros derroteros. Perdíamos un
gran misionero y párroco, pero ganábamos un buen Obispo y
Pastor.
99
Capítulo IX
Los caminos de Dios y su llamado al Episcopado
PARA LOS QUE TENEMOS FE, los designios de Dios son
inescrutables y, en determinadas ocasiones, sus caminos no son
nuestros caminos.
Descubrir la Voluntad Divina, en circunstancias muy especiales, es uno de los cometidos mas desconcertantes en la vida de
un creyente.
La llamada de Pedro al Episcopado hay que enmarcarla dentro de un contexto de profunda fe y sentido real de la Providen-
Pedro Olmedo un obispo como la gente
cia. Hagamos un poco de historia.
Desde la llegada de los Misioneros Claretianos a la zona de
la Quebrada y Puna y durante unos 20 años, el pastor responsable
de la Iglesia allí instalada, fue el P. José María Márquez Bernal: su
primer Administrador Apostólico y el primer Obispo Prelado de
la Prelatura de Humahuaca.
Estamos hablando de las décadas del setenta y ochenta. La
erección de la Prelatura fue el 8 de septiembre de 1969 y su Consagración como Obispo, el 17 de noviembre de 1973. Fueron
años difíciles y conflictivos, pero vividos con entusiasmo y esperanza por todos los misioneros. El Obispo Márquez se entrega,
con todas sus fuerzas, al servicio pastoral de la Prelatura. Fue un
verdadero pastor, cercano a su pueblo y a los sacerdotes del presbiterio. Su gran preocupación fue trabajar por los más pobres y
humildes, forjando al mismo tiempo, una Iglesia autóctona, ofreciendo un espacio eclesial a todas las comunidades originarias de
la zona. Así surgieron los Animadores, Catequistas y Promotores
sociales, a lo largo y a lo ancho de toda la Prelatura, habitada por
unas 80.000 personas de la etnia colla. El obispo Márquez amaba
a su pueblo con pasión, cumpliendo, con toda generosidad y entrega, el lema de su escudo episcopal: Caritas Christi, urget nos.
Después de vario años de responsabilidad pastoral, la salud del
Obispo Márquez se va resintiendo paulatinamente, no teniendo
otra alternativa que presentar la renuncia al Santo Padre e iniciar
gestiones y consultas ante el Nuncio, para buscar un sucesor lo
antes posible. Estamos a principios del año 1990.
Las preferencias, tanto del Obispo Márquez como de los
compañeros de la Prelatura, se decantan por el P. Ricardo Aparicio,
un gran misionero claretiano, que trabajaba en la zona desde el
102
Los caminos de Dios y su llamado al Episcopado
año 1969. Su trayectoria era ejemplar: como sacerdote comprometido con su pueblo y una gran preparación pastoral y mucha
incidencia en los problemas sociales de la gente. Muy cercano y
sencillo, sereno y equilibrado, pero abierto a los signos de los tiempos y a los cambios propuestos por el Concilio Vaticano II. Un
hombre eclesial, mas que eclesiástico, que amaba profundamente
a la Iglesia y que quería verla renovada tanto en su estructura
jerárquica como en los fieles creyentes del pueblo de Dios. Era
sincero, honrado y con una espiritualidad seria y profunda, encarnada en la vida y con gran sentido de la fe y de la providencia.
Sobre todas las cosas, el P. Ricardo era un hombre profundamente humilde y sencillo. Poseía unos valores humanos impresionantes y jamás alardeó de ellos. Era conciente de que todo lo había
recibido de Dios y siempre evitaba las posturas orgullosas y altaneras, tenia un gran sentido de la dignidad humana, tanto propia
como ajena, y supo defender siempre y en todas las circunstancias, sobre todo los momentos mas críticos y difíciles, la vida del
pueblo colla. Era valiente para ejercer el profetismo, de una manera libre y equilibrada.
A la hora de elegir el sucesor del Obispo Márquez, el P. Ricardo, a juicio de sus compañeros, era el candidato ideal.
Después de las consultas de rigor, el Nuncio Apostólico presenta la terna en Roma, insistiendo en la candidatura del P. Aparicio
y proponiéndolo como Obispo Prelado de Humahuaca.
A finales de junio de 1990, el P. Ricardo escribe el Nuncio
Calabresi, una hermosa carta, donde responde a una anterior del
mismo, comunicándole sus reservas para aceptar la designación y
ofreciéndole los motivos y las motivaciones de su postura, siempre con mucho respeto, humildad y sinceridad.
103
Pedro Olmedo un obispo como la gente
Por respetar la voluntad de P. Ricardo, me resisto a transcribir su carta, pero quiero dejar claro que toda ella respiraba honradez y profunda verdad, junto con un amor grande a la Iglesia y al
Ministerio Episcopal. En su mensaje final, el P. Aparicio, después
de plantear sinceramente sus convicciones, no niega la posibilidad de aceptar la designación, si esa fuese la voluntad de Dios y el
deseo expreso del Santo Padre. A los pocos días, el Nuncio
Calabresi contesta al P. Ricardo, comunicándole que el Papa había
dejado sin efecto y retirado su nombramiento como Obispo Prelado de Humahuaca. Creo que sobran todos los comentarios.
Únicamente, quisiera reconocer en este libro, la integridad del P.
Ricardo y, su profunda fe y humildad. Hombres como él se necesitan en nuestra Iglesia y en el Ministerio Episcopal. La sinceridad
del P. Ricardo, va a incidir en las circunstancias, que rodearon el
nombramiento de Pedro.
La situación de la Prelatura seguía siendo difícil y problemática. La renuncia del Obispo Márquez aguardaba un compás de
espera y su salud se iba deteriorando cada vez más. Con la honradez y la responsabilidad que lo caracterizaba, José María Márquez,
vuelve a insistir ante el Nuncio sobre su delicado estado de salud
y su petición de ser exonerado del gobierno pastoral de la Prelatura.
La carta fue fechada a finales de diciembre de 1990. En enero del
91, el P. Carlos Halcón, delegado de los claretianos, de paso por
Buenos Aires, visita al Nuncio Calabresi para plantearle la urgencia del cambio de obispo y el posible candidato. La respuesta del
Nuncio Apostólico fue positiva: ya estaba todo orientado y decidido. Solamente pide que reúna a los claretianos y diocesanos,
para hacer un sondeo. El 4 de febrero se reúnen todos en Abra
Pampa. Después de un cambio de impresiones, en votación secreta, Pedro sale elegido entre sus compañeros, por mayoría ab104
Los caminos de Dios y su llamado al Episcopado
soluta, como candidato para ser Administrador Apostólico de la
Prelatura. Así consta en el acta del Presbiterio, celebrado en Abra
Pampa el 4 de febrero de 1991. Dios iba abriendo nuevos caminos en la vida de Pedro, escribiendo recto, sobre las líneas torcidas, de
todo lo ocurrido, meses atrás, a través de la candidatura frustrada
del P. Ricardo Aparicio. La voluntad divina se iba manifestando
claramente y sus designios amorosos, se iban a concretizar en el
momento oportuno.
Después de una llamada telefónica a la Nunciatura, se concreta una reunión urgente para el 5 de febrero, en la ciudad de S.
Salvador de Jujuy, capital de la provincia. A las 10 de la mañana se
encuentran los protagonistas en el Hogar de la Joven, que dirigen
las religiosas del Buen Pastor.
Estaban presentes el Nuncio, el Obispo Márquez, el delegado de los claretianos y el candidato Pedro. Los demás compañeros aguardaban expectantes. El Nuncio Calabresi, con una carta
en la mano, le comunica al Obispo, que el Papa aceptaba su renuncia y proponía al P. Pedro Olmedo, con su debido consentimiento, como Administrador Apostólico.
El Padre Pedro, a viva voz, contesta al Nuncio sobre su aceptación y consentimiento, dado lo expresado por todos sus compañeros, incluido el Obispo Márquez, garantía suficiente para intuir y descubrir, en la pura fe, la voluntad de Dios. Enseguida se
comunica la buena noticia a todos los hermanos sacerdotes y se
señalan las fechas oportunas: el 20 de febrero se haría la comunicación oficial y el 24 seria la toma de posesión. La alegría en el
Buen Pastor es desbordante. Comparten una comida de fraternidad y todos prometen a Pedro su apoyo incondicional.
105
Pedro Olmedo un obispo como la gente
A los pocos días de la reunión en el Buen Pastor, Pedro recibe la comunicación oficial de su nombramiento. La transcribimos
a continuación
"Reverendo Padre,
Tengo el agrado de Transmitirle el Decreto de la Congregación para los
Obispos, en fecha 20 de febrero de 1991, con el cual se le comunica que el
santo Padre Juan Pablo II lo ha nombrado administrador apostólico "ad
nutum Sanctae Sedis" de la Prelatura de Humahuaca.
Al felicitarle por tal designación, formulo mis más fervientes votos para
el feliz éxito de sus actividades y le acompaño con mis pobres oraciones.
Con cordiales saludos y con la seguridad de mi fraterna estima, me es grato
confirmarme."
Por las mismas fechas, el Nuncio, comunica el nombramiento de Pedro a la Conferencia Episcopal Argentina, adjuntando un
anexo sobre su "curriculun vitae". Por su importancia para el momento oportuno, lo transcribimos también:
"Rvdo. Padre PEDRO OLMEDO RIVERO, C.M.F.
Misionero Claretiano
Nacido el 21 de octubre de 1944 en San Juan de Aznalfarache, Sevilla
(España)
Estudios primarios en el lugar de nacimiento.
Estudios Secundarios en el Colegio Claret (Heliopolis), Sevilla
Ingreso a la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón
de María (Claretianos), profesando en la misma el 29 de septiembre de
1964.
Curso los estudios de Filosofía en los Seminarios Mayores de la Congre106
Los caminos de Dios y su llamado al Episcopado
gación de la provincia de Betica (España) y la Teología en el Seminario
Mayor interprovincial de la Congregación de Salamanca.
Hizo cursos de actualización Pastoral en el Instituto León XIII de
Madrid.
Ordenado Sacerdote el 6 de junio de 1972 en la Parroquia P. Claret de
Heliopolis (Sevilla)
Llega a la Prelatura de Humahuaca (Jujuy, Argentina) en septiembre
de 1972.
Cargos y servicios prestados en la Prelatura de Humahuaca:
Párroco de mina Pirquitas, Humahuaca e Iruya.
Delegado de Liturgia y Coordinador de Pastoral.
Encargado del Seminario Menor de Humahuaca.
Apostolado con jóvenes y catequistas.
Trabajo de promoción humana, integrando el equipo de O.CLA.DE.
(Obra Claretiano para el Desarrollo).
Coordinador y supervisor del programa de Atención Primaria de la Salud en Iruya y Mina Pirquitas ."
Tal como habían conversado y consensuado con el Nuncio,
el día 24 de febrero de 1991 se hizo entrega simbólica de la
Prelatura de Humahuaca al nuevo Administrador Apostólico. Por
la importancia de tal evento, queremos recoger en las páginas de
este libro, el acta de dicho acto, celebrado en la sede Prelaticia de
Humahuaca:
"El domingo, día 24 de Febrero de 1991, a hs 19,30, previa invitación
a toda la Prelatura de Humahuaca a través de los medio de comunicación,
sancionada por la visita especial del Nuncio Apostólico de Argentina,
verificada los días 4 y 5 de febrero en San Salvador de Jujuy, nos reunimos
en la Catedral de Humahuaca nuestro Obispo, Monseñor José María
107
Pedro Olmedo un obispo como la gente
Márquez, que precedió la Eucaristía, con los 16 misioneros Claretianos y
los 3 sacerdotes diocesanos, todos concelebrantes, un grupo de seminaristas
prelaticios, varias religiosas, algunos delegados de nuestras parroquias y
numeroso público de nuestra ciudad, que participaron de la Santa Misa y
fueron testigos de la ENTREGA DE LA PRELATURA AL
NUEVO ADMINISTRADOR APOSTOLICO, que realizó nuestro Obispo al R. P. PEDRO OLMEDO RIVERO, en el momento
emotivo antes del Ofertorio, en el que se dió lectura al documento de la
Santa Sede, por el cual informó que quedó aceptada la renuncia DE
NUESTRO OBISPO Y APROBADO Y ACEPTADO EL
NUEVO ADMINISTRADOR APOSTOLICO.
Toda la Asamblea litúrgica reconoció la validez del acto y
para dejar constancia de su veracidad, firman a continuación sus
especiales representantes.
Humahuaca, 24 de febrero de 1991
P. Pedro Olmedo, Cmf
Mons. José María Márquez
Administrador Apostólico
Obispo Prelado de Humahuaca
Durante la Celebración Eucarística, el Obispo Márquez, después de una emotiva Homilía, impuso el pectoral al P. Pedro, que
agradeció de todo corazón, dirigiendo unas cariñosas palabras a
toda la Asamblea y haciendo, públicamente, su juramento y profesión de fe. Al terminar la Eucaristía, todos los concelebrantes y
el numeroso público asistente, saludan efusivamente al nuevo
Administrador Apostólico.
La fiesta continúa con un brindis de fraternidad y hermosos
bailes folclóricos. A la hora del carnavalito todas las chicas quieren
bailar con el nuevo Prelado. La alegría es desbordante, acompa108
Los caminos de Dios y su llamado al Episcopado
ñada por el buen humor de Pedro y todos los presentes. Los medios de comunicación cubrieron la noticia y fueron testigos del
vigor de una Iglesia joven, humilde y abierta a la esperanza.
La juventud y el entusiasmo del nuevo Administrador Apostólico, serían garantía de continuidad y nuevos logros para el futuro.
Una vez instalado en la Sede Prelaticia, Pedro comenzó a
trabajar con toda ilusión y entrega.
Durante algún rato libre, quiso escribir a los hermanos de la
Provincia Claretiana de Bética, volcando los sentimientos que lo
albergaban en aquellos momentos. Recordemos algunas ideas interesantes:
"Con toda seguridad, mi nombramiento les habrá causado risas y sorpresas a algunos; a otros, sin embargo, alegría y esperanza, de poder ejercer
el ministerio jerárquico con otro estilo, dado mi modo de ser y mi carácter
abierto y desenfadado. Después de la no aceptación de Ricardo, no podía
oponerme la voluntad de Dios, manifestado a través del deseo consensuado
de los compañeros de la Prelatura. Eso me dio tranquilidad pues los he
sentido muy cercanos y con la sensación de estar "apiñados", para asumir
la responsabilidad todos unidos en dialogo permanente". Termina la carta, saludando a toda la familia claretiana, pidiendo oraciones y el deseo de
que tomen su Ministerio Pastoral como un compromiso de todos."
Por esas mismas fechas, Pedro envía otra carta al Nuncio
Calabresi agradeciéndole su apoyo e informándole que se encuentra bien en su nuevo cargo de Administrador Apostólico, pues
"desde ya estoy sintiendo la ayuda y la colaboración de todos, no tan sólo de
los hermanos sacerdotes, si no de muchos laicos comprometidos de nuestra
109
Pedro Olmedo un obispo como la gente
iglesia particular y mucha gente de buena voluntad. Espero, con la ayuda de
Dios y mis hermanos, no defraudarles a ellos y a la Prelatura". Pedro
termina la carta, informando al Nuncio sobre la celebración de la
Bodas de Oro Sacerdotales del Obispo Emérito de Humahuaca,
José María Márquez; anunciándole una bien merecida fiesta de
Homenaje y despedida, con la participación de todas los Obispos del
NOA, en la Ciudad de Humahuaca, el 21 de abril, donde estarían
presentes representantes de todas la Comunidades de la Prelatura.
Aquel día fue especialmente emotivo para Pedro. Despedía
a su Obispo, su maestro de Noviciado en Jerez y su gran amigo de
siempre.
José Maria Márquez expresaba especial predilección y simpatía por Pedro. Quizás por ello, había hecho todo lo posible,
ejerciendo su influencia ante el Nuncio, para que fuese su sucesor, en la querida y humilde Prelatura de Humahuaca. Años antes,
y fue un secreto sigilosamente guardado por todos, Pedro, en una
de sus muchas travesuras, se vistió con las ropas episcopales del P.
Márquez, haciéndonos reír a todos.¿Fue una premonición de su
futuro nombramiento? De niño jugaba a ser curita y llegó al
sacerdocio. De grande jugo a ser Obispo, y Dios, desde siempre,
lo tenía predestinado para el episcopado.
Una nueva etapa se iniciaba en la vida de Pedro: ser un buen
Pastor, como Administrador Apostólico, para un pueblo de pastores, profundamente creyente y religioso. Rosendo Flores, amigo entrañable desde los tiempo de Pirquitas e Iruya, comentaba
en las comunidades lejanas, visitadas por Pedro como Misionero:
"hemos perdido un curita, pero hemos ganado un buen pastor para la
Prelatura".
110
Los caminos de Dios y su llamado al Episcopado
Desde su toma de posesión como Administrador Apostólico, y durante casi tres años, Pedro comenzó a visitar toda la
Prelatura, conociendo las comunidades más de cerca, escuchando a la gente y compartiendo sus problemas y sufrimientos. En
plena madurez y lleno de juventud, las correrías Apostólicas de
Pedro colmaban plenamente su espíritu misionero. Su Sede
Prelaticia, casi siempre vacía en Humahuaca, estaba en la silla de
un caballo, sentado al volante de la Ford o recorriendo los cerros
de Iruya, S. Victoria o Nazareno.
Así iban pasando los meses y los años. Todos se preguntaban: cuando lo nombrarán Obispo
El tiempo de prueba, normal en las circunstancias de su
nombramiento como Administrador Apostólico, lo iba superando satisfactoriamente.
Los compañeros estaban contentos de su labor; así mismo,
las comunidades y distintas parroquias de la Prelatura manifestaban su satisfacción por el trabajo pastoral y el deseo de su nombramiento como Obispo Prelado. La actividad era intensa y
agotadora. Además del trabajo misionero y apostólico, Pedro estuvo, desde el primer momento, muy pendiente y preocupado
por todos los problemas sociales de las distintas comunidades.
Vivió muy de cerca el cierre de Mina Pirquitas, la ubicación de la
gente en las zonas urbanas y la lucha por conseguir las justas
indemnizaciones para los sufridos mineros. Las comunidades originarios, a través de ENDEPA, encontraron siempre en Pedro un
apoyo incondicional, especialmente, en el problema de la lucha
por las tierras y gestionar la Personería Jurídica. En la fecha
emblemática de los 500 años de Evangelización, la Prelatura bajo
el impulso y entusiasmo de Pedro, celebró un hermoso Acto en
111
Pedro Olmedo un obispo como la gente
Abra Pampa el 12 de octubre de 1992. La convocatoria fue impresionante. Más de 3.000 personas, de las distintas comunidades,
se concentraron en la Plaza Tello, de la Capital Puneña, para celebrar la Eucaristía, junto a su Pastor, dando gracias a Dios por la fe
Cristiana y el compromiso misionero de la humilde Iglesia de la
Prelatura de Humahuaca.
En casi tres años de Administrador Apostólico, Pedro no
hablaba nunca de su nombramiento como Obispo. Fue humilde
y prudente. En las reuniones de Presbiterio no se trataba el tema,
aunque todos intuían que el proceso estaba en marcha y las consultas de la Nunciatura ya se habían iniciado Pedro seguía trabajando con ilusión y serenidad, dejando a la voluntad de Dios su
futuro como Obispo.
El P. José María Márquez, desde España, movía los hilos
ante el Nuncio y presionaba para que pronto se nombrase al nuevo prelado definitivo. Su preferencias, nadie lo dudaba, se inclinaban, definitivamente, por su querido discípulo y amigo Pedro. El
tiempo pasaba y la respuesta de Roma no acababa de llegar. En
junio de 1993, con el buen humor de siempre, algún compañero
organizaba una simpática broma y daba a conocer,
extraoficialmente, al nuevo obispo. Todos caen en la trampa, pero
quedan defraudados porque el candidato no era Pedro. La broma
dura poco y todos se tranquilizan. El nombramiento verdadero
no tardaría en llegar. Recordemos un poco los hechos y los últimos acontecimientos sobre el proceso de consulta, promovido
por la Nunciatura apostólica.
A primeros de abril de 1992, el Nuncio Calabresi remite las
primeras cartas, para iniciar el proceso de consulta, a diversas personalidades eclesiásticas y superiores y compañeros claretianos
112
Los caminos de Dios y su llamado al Episcopado
de Pedro. La intención era clara y determinante: solucionar el problema de la provisionalidad del Administrador Apostólico y conceder un gobierno definitivo a la Prelatura de Humahuaca. La
consulta estaba basada en someter a consideración la siguiente
alternativa:
Presentar a la Santa Sede una terna de candidatos, dos de los
cuales, según la encuesta conducida por la Nunciatura,"eran más
superiores al P. Pedro Olmedo como preparación intelectual y aggiornamento
filosófico, teológico, pastoral y litúrgico"
Proponer a P. Pedro Olmedo como primero de la terna, "pasando por encima de sus limitaciones, pero teniendo en cuenta la naturaleza
de la Prelatura de Humahuaca y su escasa población de 50.000 almas, por
un lado; y por el otro, la actuación del P. Olmedo, su edad relativamente
joven, su comprobado espíritu misionero, su experiencia de 22 años de trabajo, su dinamismo y su amor a la población local".
A favor de la segunda opción, continua la carta del Nuncio,
"está el hecho de que los problemas que presenta la Prelatura, salvo en lo
económico y en la social, no son particularmente complejos: y que los dos
candidatos propuestos como alternativa, ocupaban cargos tan importantes en
su Congregación, que quitarlos seria pedir un gran sacrificio al Instituto, no
comparable con el beneficio que recibiría la Prelatura con su presencia".
Termina la diplomática carta del Nuncio, ofreciendo un correctivo para la segunda opción. "esperar un tiempo mas para tener un
juicio más fundado sobre la actuación del Padre Olmedo y luego, de resultar
esta conforme a las expectativas, nombrarlo como Obispo Prelado"
La respuesta de algunos compañeros a semejante carta-consulta, dada con mucho respeto y sabiduría, fue decantarse por la
segunda opción, que proponía a Pedro como primer candidato,
113
Pedro Olmedo un obispo como la gente
pero teniendo en cuenta, que se decidían por él, "por su conocimiento
de la zona y de la gente, por su adaptación al medio, por su entrega a favor de
los mas pobres y su profundo aprecio de la raza colla". Al mismo tiempo,
se animan a recomendar al Nuncio, que sea cual sea la opción
escogida, "no se tenga en cuanta para nada, en ninguno de los casos, la
preparación intelectual ni las titulaciones eclesiásticas de los candidatos, sino
más bien la calidad humana y espiritual, la apertura y la sencillez, el compromiso evangélico y misionero y la opción, clara y determinante, por los mas
pobres y marginados de la Prelatura".
La carta del Nuncio merecería un profundo comentario. No
es el momento, ni la oportunidad. Solamente quisiéramos recordar, que los caminos de Dios son inescrutables y que Él llama y
elige a quien quiere y cuando quiere. Y lo hace según su corazón.
Después de las consultas reseñadas, aún hubo que esperar
algún tiempo más. Las dudas sobre los títulos y los
aggiornamientos, según la práctica jurídica y eclesiástica de Roma,
fueron superadas por los rezos y plegarias de más de 50.000 personas de la Prelatura, que querían un obispo, cercano y pastor, y
en definitiva, un Obispo como Dios manda. Su nombramiento fue
fechado en Roma, junto a San Pedro, el 7 de julio de 1993 por el
Papa Juan Pablo II. Pedro no fue el tonto útil de la Congregación
de Obispos, sino el elegido por Dios para el bien del pueblo.
114
Capitulo X
Un obispo como Dios manda
como Administrador Apostólico, tres largos años de prueba y rodaje, Pedro fue elegido
Obispo por Jesucristo y nombrado por Juan Pablo II el 7 de julio
de 1993. He aquí el texto Pontificio:
DESPUÉS DE CASI TRES AÑOS
"Juan Pablo Obispo, Siervo de los Siervos de Dios
Al dilecto hijo, Pedro Olmedo Rivero, miembro de la Congregación de
los Misioneros Hijos del Corazon Inmaculado de la Bienaventura Virgen
María, hasta ahora Administrador Apostolico de la Prelatura de
Pedro Olmedo un obispo como la gente
Humahuaca, electo Obispo Prelado de la misma Iglesia, salud y Bendición Apostólica.
Incumbe al Romano Pontífice, sucesor del bienaventurado Pedro, velar
con suma diligencia por cada iglesia particular, y si quedara vacante alguna de ella, procurar atenderla eligiendo un apto pastor, habiendo querido
proveer la Prelatura Territorial de Humahuaca, vacante por la renuncia
del venerable hermano Jose Maria Marquez Bernal , nos ha parecido
obrar acertadamente si te la confiamos, para que la gobiernes, a ti amado
hijo, sacerdote de preclaras dotes, que hasta ahora la serviste hábil y esforzadamente, como Admistrador Apostolico.
Por consiguiente, oído el parecer de la Congregación para los Obispos, en
virtud de nuestra potestad apostólica, te nombramos Obispo Prelado de
Humahuaca, con todos los derechos y las obligaciones correspondientes.
Te autorizamos por cierto a que recibas la Ordenación Episcopal fuera
de la Ciudad de Roma, de cualquier Obispo Católico, observando las
normas litúrgicas. Antes, empero, deberás formular la Profesión de la Fe
Católica y emitir el Juramento de Fidelidad a nos y a nuestros sucesores,
siendo testigo cualquier Obispo de recta fe; y mandarás cuanto antes a la
congregación para los obispos las formulas empleadas, firmadas y selladas
como es habitual.
Disponemos además que des a conocer estas letras a tu clero y a tu pueblo: a todos ellos, amados hijos, los exhortamos de estar siempre unidos a
ti.
Finalmente, implorando a la Virgen María, pedimos para ti, amado
hijo, los mas encendidos dones con los cuales puedas cumplir la pesada
tarea episcopal, con la palabra, con las obras y principalmente con la
persuasiva elocuencia del ejemplo, recordando aquel dicho: "las palabras
enseñan, los ejemplos atraen".
La paz y la luz de cristo estén siempre contigo y con toda nuestra querida
116
Un obispo como Dios manda
Comunidad Católica de Humahuaca.
Dado en Roma, junto a San Pedro, el día siete del mes de julio del año
del señor mil novecientos noventa y tres, decimoquinto de nuestro pontificado.
Juan Pablo II"
La reacción en la Prelatura fue de alegría y gratitud. Todos
estaban contentos y agradecidos a Dios, por haberse fijado en
Pedro como Obispo para la humilde Iglesia de Humahuaca. La
noticia fue llegando a todos los rincones de la Prelatura y a muchos lugares de Argentina y España. Multitud de mensajes y felicitaciones fueron recibiéndose en la sede Prelaticia. Pedro, con
serenidad y buen humor, fue recibiendo los parabienes y las promesas de apoyo y oraciones para el futuro. Las iba a necesitar y
mucho. Confiaba en sus compañeros y en todas las fuerzas vivas
de la Prelatura.
Desde el mismo día que recibió el nombramiento, Pedro se
comprometió y así lo prometió al Señor, de ser un Obispo como
Dios manda.
Humilde y sencillo, compasivo y misericordioso, encarnado
en su pueblo y entregando la vida por todos. Su porte externo no
varió para nada: los mismos pantalones vaqueros y las mismas
botas camperas.
Las ropas episcopales no le iban y, aún menos, los títulos
rimbombantes y trasnochados. Siguió montando a caballo y recorriendo los cerros de Iruya y Santa Victoria. De vez en cuando, se
le escapaba una mala palabra y algunos tacos de reminiscencias
española. Evidentemente, Pedro seguía siendo el mismo y nunca
se le subirían los humos episcopales a la cabeza. El vicio de fumar
117
Pedro Olmedo un obispo como la gente
lo seguía practicando ordenadamente: un cigarrillo tras otro, y los
humos no a la cabeza, sino a los pulmones propios y ajenos.
Las primeras cartas con el titulo de Monseñor, les resultaban
extrañas, casi ofensivas, pues el quería ser un Obispo servidor del
pueblo y no señor de nadie.
Desde esta perspectiva, a los pocos días de su nombramiento, fue escribiendo algunas cartas, donde manifestaba su visión
sobre la forma de vivir y ejercer el ministerio episcopal. No resisto a la tentación de transcribir algunas, por el profundo mensaje
que transmiten y la transparencia que reflejan a través de sus líneas.
La primera de ella, fechada el 16 de julio, fue dirigida a sus
familiares, y amigos de España. No tiene desperdicio. Leámosla:
"A mis familiares y amigos
Queridos todos: Ya sabéis la noticia. Juan Pablo II me ha designado, se
ve que no me conoce, Obispo Prelado de la pequeña y humilde Iglesia de
Humahuaca.
No es ningún titulo, ni mucho menos un poder humano para subir en el
escalafón de la vida social.
Es sencillamente, una llamada para servir al pueblo de Dios que sufre
en este rincón del norte Argentino.
Un día jugaba a ser sacerdote y jugando se hizo realidad; en otras oportunidades jugaba en cierta forma riéndome de algunas cosas de los obispos
y hoy el Señor me llama a ello; será una oportunidad para reírme de mi
mismo. La verdad es que el Señor esta encaprichado conmigo.
Ser obispo es sencillamente una llamada para servir al pueblo de Dios y
asegurar la sucesión Apostólica.
118
Un obispo como Dios manda
El obispo no es más que un pastor con una única misión: ayudar a los
cristianos a encontrar el camino de Dios y orientar sus vocaciones en beneficio de la Iglesia y de la construcción del Reino de Dios.
El obispo no puede ser monseñor, es decir, señor de nadie tiene que ser
hermano y amigo y sacerdote para los demás. Nada más y nada menos.
No me deis ningún titulo, llamadme, Pedro, como siempre pues solo hay
un Señor y Padre y todos somos hermanos.
La misión del obispo es: tener capacidad de dar la vida por todos especialmente por los pobres y los que sufren. Quizás por esto, mi gran preocupación en Humahuaca, será defender y apoyar siempre a los pobres y
acompañarlos en sus deseos de vida, de crecimiento y por llegar a esa justicia tan largamente esperada, entre nosotros.
Finalmente, les diré con palabras sencillas que: como obispo, mi gran
misión será anunciar a Cristo y a su Misterio de Salvación en la Iglesia
que se me ha confiado. María, Estrella de la Evangelización, será mi guía
y protectora.
Y por hoy nada más. Ya sabéis que sigo siendo el mismo y solo ha
cambiado mi responsabilidad: entregar mi vida al servicio del pueblo de
Dios que camina; entre luchas y esperanzas, por las tierras queridas de
América Latina, en la Argentina y en Humahuaca.
Esperando que algunos vengan a mi Consagración y por supuesto contando siempre con vuestro apoyo y oraciones ante el Señor; pues todos
tienen algo que ver en el desarrollo de mi vocación; sobre todo mi madre
que con toda seguridad desde el cielo estará ayudándome a llevar esta tarea
que Dios me ha confiado."
El mismo día de la festividad de la Virgen del Carmen, Pedro envió una hermosa carta a todos sus amigos y hermanos de la
Prelatura. He aquí el texto completo
119
Pedro Olmedo un obispo como la gente
"Queridos Amigos:
Ya todos sabéis la buena noticia: de nuevo la Prelatura tiene su obispo,
sucesor del Ministerio de los Apóstoles. Hay que dar gracias a Dios.
Después de casi tres años como Administrador Apostólico, Juan Pablo
II sucesor de Pedro como cabeza del Colegio Episcopal, me ha designado
como Obispo para apacentar nuestra querida, humilde y joven Iglesia Particular de Humahuaca.
¿Sabéis bien qué y quien es un Obispo?
No es por supuesto ningún titulo honorífico, ni de privilegio al estilo del
mundo. Tampoco es, aunque a veces parezca así, un poder social ni político. Un Obispo, sencillamente es un cristiano, llamado por Dios para servir
a su pueblo. Un amigo de todos para todo aquello que tiene relación con
Dios. Un sacerdote entregado totalmente a lo demás para pastorear al
Pueblo de Dios en este mundo. Un hombre, elegido de entre los hombres
por Dios y designado por la Iglesia para suceder o heredar el Ministerio de
los Apóstoles, de apacentar, guiar, orientar, gobernar el rebaño de Cristo
en la Tierra.
Ya todos me conocéis, hace 21 años que vengo realizando esa encarnación
o inculturación entre vosotros. Hoy, con todo orgullo puedo decir que no
solo soy argentino y criollo de hecho, sino también de derecho. Para que
incluso externamente o formalmente no haya duda que soy uno de Uds.
He conseguido mi ciudadanía Argentina.
Trataré de seguir siendo el mismo, sencillo, humano. Cercano; incluso
porque no, alegre y chacotero, como me conocen, pero sobre todo quiero
seguir siendo un amigo, un hermano y sobre todo sacerdote, totalmente
entregado al pueblo a mi confiado, de la Prelatura de Humahuaca.
Sepan que no me pertenezco, que toda mi vida, mi ser y mi tempo es de
ustedes y para ustedes.
120
Un obispo como Dios manda
Sé que muchos, he notado, se sienten incómodos, porque no saben como
llamarme. Pues bien, prefiero que no me llaméis Monseñor, que significa
mi señor y la verdad que no me siento señor de nadie, seguiré siendo Pedro.
El nombre es lindo y significa piedra, fortaleza, roca.
Pedirle al Señor, como ustedes saben hacerlo, esa fuerza que necesito para
seguir entregando mi vida por el pueblo y saber caminar siempre a la par
de Uds., en esa marcha lenta pero segura hacia la liberación.
Mi única misión es evangelizar y juntos iremos construyendo el reino de
Dios en la Prelatura.
Como el P. Claret, mi fundador, quiero dejar el cayado o báculo a Cristo, único Pastor y único bastón donde apoyarnos y la mirada siempre
puesta en la Virgen de la Candelaria, nuestra Patrona, Estrella de la
Primera y de la Nueva Evangelización.
Los espero a todos en mi Consagración, para vivir juntos esta experiencia de la Iglesia de los Apóstoles."
También nos parece muy importante y significativa, la carta
enviada a sus Hermanos Claretianos, de la Provincia Bética. Justo
el Día del Carmen aniversario de la Fundación de la Congregación y trigésimo aniversario de su entrada en el Noviciado, bajo el
lema, del P. Claret Tu vara y tu cayado me sostienen, Pedro explaya los
sentimientos que le embargan, en unas líneas escritas con el corazón y desde el corazón. Merece la pena que la recordemos:
"Tu Vara Y Tu Cayado Me Sostienen"
Salmo; 22:4
"Queridos amigos Claretianos:
Justo en este día de tanta significación para nosotros, me ha parecido
bien, con motivo de mi nombramiento como Obispo de Humahuaca,
121
Pedro Olmedo un obispo como la gente
escribiros unas sencillas letras.
Quizás a algunos, sobre todo a los que más me conocen, se hayan extrañado por la designación que Juan Pablo II ha hecho en mi persona para la
misión de pastorear al pueblo de Dios, sencillo y humilde que camina por
nuestras tierras de la Prelatura de Humahuaca. Ya sabemos que los caminos de Dios son inescrutables y que sus caminos no son nuestros caminos.
Aunque les parezca mentira yo también lo veo así, sé que esta designación es cosa de Dios; por eso la razón de aceptarlo con naturalidad. La
realidad concreta de cómo se han dado las cosas, vistas desde la fe, así me
lo aconsejan. No tengo más remedio que convencerme que mi nombramiento no es cosa de los hombres, aunque sin duda se han dado mediaciones
humanas, sino que veo claro que es cosa de Dios. El sabrá el porqué y el
para qué. Y cuando es Dios el que llama, ¿quien puede negarse? Aunque
les confieso que he sentido de verdad mucha rebeldía.
Ya sabéis que el Obispo es sencillamente un servidor del pueblo. Nada de
títulos ni honores, ni poderes. Simplemente un amigo, un hermano, un
sacerdote misionero al servicio total de la Iglesia encomendada.
Por favor no me llaméis Monseñor. Me cae grande, me ruboriza, me
acompleja, ni lo soy ni lo quiero ser, ni lo puedo ser, solo hay un Señor que
es el dueño de la vida y de la Historia.
Quiero seguir siendo Pedro, el misionero claretiano, humilde, sencillo y
alegre, con un gran deseo de seguir entregando mi vida al servicio de los
pobres de esta Iglesia de Humahuaca.
Mi único deseo como Obispo es seguir siendo misionero al estilo de Claret,
al servicio de la Evangelización y abierto como hasta ahora a dejarme
evangelizar, al mismo tiempo, por la gente humilde y sencilla de estas
tierras. Quiero seguir siendo fermento y semilla de la liberación, en el
medio de un pueblo marginado y olvidado.
122
Un obispo como Dios manda
Mi único ideal es seguir a Cristo Liberador y mi única antorcha, María,
lucero del alba, estrella de la primera y nueva evangelización en la Iglesia
que nos ha tocado pastorear.
No deseo nada más ni tampoco nada menos.
Esperando vuestras oraciones y vuestro recuerdo ante el Señor y la Virgen, reciban un fuerte abrazo"
En la gran humildad y sencillez de Pedro, nos llama la atención que no quiso tener escudo episcopal y el lema que le gustaba
y usaba en determinadas circunstancias, lo tomo de su Santo Fundador, inspirado en el salmo 22 y garantía para su función episcopal
de Buen Pastor: Tu vara y tu cayado me sostienen
El cayado del Pastor, regalo de la comunidad de Susques y
hecho con madera de queñua, lo mostraba con todo orgullo y lo
usaba en determinadas ceremonias litúrgicas.
Días después de su nombramiento, escribió una carta al nuncio Apostólico, Ubaldo Calabresi, agradeciéndole sus desvelos y
preocupación por dotar de Obispo a la Prelatura y manifestarle,
que su elección significaba "un reconocimiento a la tarea, de todos, junto
a Mons. Márquez; y un convencimiento de que la elección no podía recaer
sobre un extraño o un intruso, por sabio o santo que fuera sino sobre un
misionero claretiano, humilde y sencillo, lleno de Fe, y comprometido con
Cristo y con su pueblo". Terminaba su carta, manifestando su gratitud por el afecto demostrado a la humilde Iglesia de Humahuaca,
y anunciándole la posible fecha el 25 de septiembre para su Consagración Episcopal.
Un detalle muy eclesial tuvo Pedro con el Papa Juan Pablo
II, al enviarle un mensaje de gratitud y fidelidad a Cristo, a la
Iglesia y al Obispo de Roma, sucesor de Pedro y Primado de la
123
Pedro Olmedo un obispo como la gente
Iglesia universal extendida por todo el mundo. He aquí el texto
completo de la carta, fechado en agosto de 1993.
"Querido Hermano en Cristo:
Los designios amorosos de Dios, a través del deseo de su Santidad, se
han manifestados en forma clara en mi vida: con Gozo y Esperanza he
recibido el nombramiento de Obispo- Prelado de Humahuaca.
Ha sido, al menos así lo hemos interpretado nosotros, el reconocimiento
de Su Santidad a la labor pastoral, humilde y sacrificada y a veces
incomprendida, de los Misioneros Claretianos, que trabajaron duramente
veinticinco años en esta pequeña parcela de la Iglesia del Señor: La Joven
Viña de la Prelatura Humahuaqueña.
Los caminos de Dios no son nuestros caminos. Desde esta perspectiva y
con profundo espíritu de fe, no podría ser de otra manera, he aceptado la
responsabilidad del Ministerio Episcopal, para pastorear la Grey de Cristo
que camino, marginada y pobre en medio de la Puna, Quebrada y Valles
del Noroeste Argentino.
Agradezco de todo corazón a su Santidad, la confianza que he depositado en mi persona, para incluirme en el Colegio Episcopal y darme la
gozosa responsabilidad de seguir y perpetuar la misión de los Apóstoles en
esta pequeña u humilde Iglesia Universal, extendida por el mundo entero.
Reiterando mi gratitud por la confianza recibida, me atrevería a pedirle
una Bendición Especial, al mismo tiempo que una Oración ante el Señor
y la Virgen de la Candelaria y Patrona de la Prelatura, como garantía
infalible de fidelidad y éxito pastoral en mi nuevo ministerio."
Y llega por fin, el gran día de su Consagración Episcopal.
Todos esperaban ansiosos el 25 de septiembre de 1993. La Ciudad de Humahuaca, de nuevo, se viste de gran fiesta. Su inten124
Un obispo como Dios manda
dente Municipal, Antonio Cazón, mediante el Decreto N° 521,
declara de Interés Municipal la Consagración Episcopal del Segundo Nuevo Obispo de la Prelatura de Humahuaca.
A las siete de la mañana, el pueblo se despertó con las primeras bombas y el repicar de campanas del templo y cabildo.
Amaneció un día espléndido.
A las diez de la mañana, van llegando las primeras delegaciones de las distintas parroquias y comunidades campesinas. Los
jóvenes humahuaqueños los reciben a la entrada de la ciudad, y
los van ubicando en los distintos barrios. Fue conmovedor observar la alegría de nuestros hermanos de la Puna, que con mucho
sacrificio, venían hasta la Capital de la Quebrada para compartir
la gran fiesta de la Consagración de su nuevo Obispo, vocero de
los débiles y defensor de los pobres y oprimidos.
Mediodía en la Plaza del Cabildo. A las doce en punto, entre
música sacra y toque de campanas, la gente recibe la Bendición
tradicional de S. Francisco Solano.
Después del almuerzo comunitario, preparado con mucho
cariño en los distintos barrios, la gente comienza a concentrarse
en la explanada del Monumento a la Independencia. Eran las tres
de la tarde y el sol apretaba fuerte. Las escalinatas se llenan de
pancartas identificatorias y mensajes de cariño para el nuevo Obispo.
La espera se hace corta, gracias al ensayo de cánticos y a la
lectura reposaba de la biografía de Pedro, preparada por su amigo
Roberto Cruz. Con todo cariño, en una humilde y sencilla semblanza, la vamos a transcribir.
125
Pedro Olmedo un obispo como la gente
"Después de casi 3 años de venir desempeñándome como Administrador
Apostólico, ahora el Papa Juan Pablo II designa al P. Pedro como Obispo
de nuestra querida, humilde y joven Iglesia de Humahuaca.
El Padre Pedro nació el 21 de octubre de 1944 en la Provincia de
Sevilla, de la lejana España. Sus padres fueron José Maria Olmedo y
María Rivero, ambos ya fallecidos.
Es de una familia numerosa, ya que en total suman 15 hermanos, Pedro
era el duodécimo de sus hermanos. De esta familia, 4 hermanos son religiosos, 2 religiosas y 2 sacerdotes claretianos.
De estos sacerdotes esta el P. Pedro y el P. Jesús, que están entre nosotros
en esta Prelatura.
Nos comentaba el Padre Pedro que ya de niño sentía esa vocación y el
llamado de Dios para ser su servidor y en esos momentos de su infancia,
jugaba junto a sus hermanos a ser sacerdote. Y así fue jugando y después
de haber terminado su bachillerato, en el año 1963 ingreso en la vida
religiosa, a la casa de Formación del Claretiano en Jerez de los Caballeros,
en Badajoz España.
El P. Pedro hizo su primera profesión religiosa, en el mes de septiembre
del año 1964.
Hecha su consagración religiosa, pasa a los estudios filosóficos, que realiza en el Seminario Claretiano de la Provincia religiosa denominada Betica.
Terminando los estudios filosóficos, pasa a cursar Teología en el Teologado
Claretiano de Salamanca. Concluido el ciclo teológico, pasa a Madrid
para estudiar Teología Pastoral en el Instituto León XIII.
Después de esta larga etapa de estudio y formación religiosa, llego el día
de su ordenación sacerdotal; tuvo lugar en Sevilla, su ciudad natal, el 09
de junio de 1972. Ordenación que recibe del Cardenal Bueno Monreal, en
ese entonces Arzobispo de Sevilla.
126
Un obispo como Dios manda
Jesús dijo a sus discípulos: "la cosecha es grande y pocos los obreros. Por
eso rueguen al dueño de la siembra que mande mas obreros para hacer la
cosecha"
Así fue como el P. Pedro a los 3 meses y 13 días de su ordenación
sacerdotal, fue destinado por sus superiores a esta Prelatura de Humahuaca,
donde llego el 22 de septiembre de 1972. Desde ese entonces lo tenemos
aquí a nuestros querido Pedro.
El P. Pedro desempeño su tarea Pastoral en Mina Pirquitas, en esta
ciudad de Humahuaca y en la Parroquia de Iruya. Una de sus primeras
actividades fueron la de apoyar y dictar cursillos para Animadores que se
realizaron y se realizaron actualmente en la localidad en Yavi.
Su tarea fue la de conocer e insertarse con nuestra gente de la Quebrada
y Puna; conocer sus necesidades, sus sufrimientos. Fue en un largo peregrinar con los collas y así nació poco a poco fue afianzamiento su vocación
religiosa y de servicio por sus hermanos mas necesitados.
Cuando estuvo en Mina Pirquitas, vio la agonía de este pueblo y de las
dificultades de sus fuentes de trabajo. Su acompañamiento no se limito
únicamente a ser un observador, sino que con afán de levantar el ánimo a
los obreros, decide en el año 1988 ingresar a esta empresa minera para
trabajar en interior mina, como un minero más. Así es como conoció el
duro trabajo de minero, vivió el sufrimiento de nuestra gente, se convirtió
así en la voz de nuestros hermanos. Trabajo codo a codo con ellos y también lo hizo en las luchas gremiales para reivindicar al obrero ante la
injusticia de la patronal y el silencio de los gobernantes.
El trabajo que desempeño en los Valles de Iruya, fue la de trabajar de
supervisor de agentes sanitarios y obviamente como Párroco. Naturalmente y como cualquier empleado más, realizó un curso necesario para poder
desempeñarse como supervisor.
Como todos sabemos, en aquellos valles salteños amó a sus hermanos
127
Pedro Olmedo un obispo como la gente
habitantes collas; de pronto decide irse a su tierra natal España, realmente fue una sorpresa y angustia de aquella gente de los valles, quienes expresaban con cariño y acogimiento a este sacerdote y a su vez reflejaban su
sentimiento de dolor por su alejamiento. En la noche de su despedida todos
contaban con el unísono "hay pueblito de Iruya no me dejes, nunca te he de
olvidar"
Ver en el rostro de un sacerdote el dolor por los hermanos collas que
dejaba, fue una experiencia muy grande porque sin lugar a dudas todos
reconocieron lo que significa trabajar a conciencia y entrega por lo demás.
Demos gracias a Dios que su alejamiento fue únicamente por un año,
después nuevamente regreso el P. Pedro y se quedo definitivamente con su
pueblo que tanto lo necesita.
Como es sabido, esta Prelatura estuvo bajo la administración de nuestro
querido y recordado Monseñor José Maria Márquez Bernal, que después
de casi de 25 años de labor evangélica, se tuvo que ausentar definitivamente por razones de salud y en la actualidad se encuentra residiendo en su
patria natal España.
Naturalmente y como en todo orden de la vida la Prelatura quedo sin su
pastor, entonces la Santa Sede decide designar al P. Pedro como Administrador Apostólico, cuya posesión se llevo a cabo el 24 de febrero del año
1991. Desde ese entonces la prelatura de Humahuaca, esta bajo su coordinación pastoral.
Así es como nos llega la noticia del Papa Juan Pablo II, que decide
nombrar Obispo de la Prelatura de Humahuaca al P. Pedro Olmedo
Rivero, cuya ceremonia oficial estamos llevando a cabo en ese día histórico
para todos nosotros; es por eso que hoy participamos y vivimos fervorosos
este acontecimiento muy especial para nuestra Quebrada y Puna jujeña."
A las tres y treinta de la tarde, la explanada y escalinatas del
128
Un obispo como Dios manda
Monumento a la Independencia, están llenas a rebozar. Se calculan unas tres mil personas.
Es una auténtica celebración internacional. Hay gente de
muchos lugares: puneños y quebradeños, de los valles salteños,
de toda la provincia de Jujuy, de distintos lugares de la Argentina
y hasta de la madre España. Familiares de Pedro, venidos de su
querida Sevilla, estaban allí presentes para vivir, la emoción, la
Consagración Episcopal de su hermano. Y tampoco pudo faltar
el P. Federico Fernández.
Con la gran puntualidad, desde la Iglesia Prelaticia se inicia
la procesión de Sacerdotes y Obispos hacia el altar consagratorio.
Le preceden la banda de sikuris y la danza de los suris. El silencio
y la expectativa son enormes. Con la monición y el canto de entrada, comienza la celebración litúrgica. Con fe y devoción se proclaman las lecturas bíblicas y los salmos del canto responsorial.
Se están viviendo momentos históricos inolvidables.
Después de la Homilía del Obispo Raúl Casado, se inicia, el
rito de la Consagración de Pedro. Es el momento de examinarle,
ante su pueblo, sobre la fe y su actitud frente de Ministerio
Episcopal, que va recibir. Se escuchan las Letanías de los Santos,
mientras el candidato, en profunda oración, permanece postrado
ante el altar. La imposición de manos y la unción con el Santo
Crisma, llena de emoción a todos los presentes.
Después de las palabras consagratorias, el nuevo Obispo recibe los símbolos de su Ministerio Episcopal. Es el momento solemne de contemplar a Pedro con la mitra y el báculo, presidiendo la eucaristía. Alguien grita con fuerza Ya tenemos Obispo, mientras suenan campanas del Templo y del Cabildo, al mismo tiempo
129
Pedro Olmedo un obispo como la gente
que se escucha un fuerte aplauso en todo el Monumento a la Independencia. Lágrimas de alegría en todos los rostros, mientras
los familiares de Pedro suben al prebisterio para abrazarlo y felicitarle.
El momento del ofertorio es especialmente emotivo. Las
distintas parroquias y comunidades aborígenes, presentan sus significativas y humildes ofrendas.
Los obreros de Mina Pirquitas le entregaron el casco usado
por Pedro, cuando trabajaba con ellos en interior-mina, al tiempo
que pronunciaban estas sentidas palabras: "para que sigas siendo compañero en las luchas como lo fuiste en aquellas circunstancias, que bajaste con
nosotros al socavón". La comunidad de Abra Pampa le ofrece un
cordero, que Pedro se lo cuelga sobre los hombros, representando, bellamente, la imagen del Buen pastor. Los hermanos de Iruya
presentan sus artesanías y los frutos de su hermosa tierra. La lejana comunidad del Toro, en el departamento de Susques, se hace
presente con los tejidos artesanales y el baile de los cuartos.
Los feligreses de Humahuaca, en su ofrecimiento, recuerdan que sus vidas se parecen al cardón, crecen entre piedras, fríos
vientos, alegrías y tristezas. Permanecen en pie, porque el Señor
los sostiene.
La comunidad de Santa Victoria ofrece un poco de tierra de
Mecoyita y recuerdan las luchas por recuperarla, gracias al apoyo
de los misioneros y sus pastores.
Los quiaqueños ofrecen sus instrumentos musicales, engendrados por la Pachamama, mientras van sonando los humildes
acordes del charango, la quena y el erque.
El momento de la Comunión es interminable y todos quie130
Un obispo como Dios manda
ren recibirla de las manos del nuevo Obispo. El coro, incansable,
sigue animando la gran fiesta de la Eucaristía:
"Hoy comemos su cuerpo, trigo de redención
bebemos de su sangre, vino de cruz y amor;
toma mi mano hermano, ¡alabemos a Dios!
¡Ven hermano ven
toma mi mano y ven!
Ven a la mesa de nuestro Redentor,
unidos en la Iglesia por la Fe y el Amor"
La ceremonia de la Consagración episcopal de Pedro esta
llegando a su fin. Han sido tres largas horas y nadie ha sentido el
cansancio. Nuestro flamante Obispo da la bendición a su pueblo
y dirige el primer mensaje como Pastor. Sus palabras, claras y sencillas, salpicadas con destellos de humor, hace reír y llorar al mismo tiempo. Todos entienden sus mensajes: quiere ser un Obispo
al estilo del Buen Pastor, en definitiva un Obispo cercano y comprometido, un Obispo como Dios manda.
Al termino de la celebración Litúrgica, se entona el Himno
Nacional Argentino, en homenaje a la Patria y coreado con todo
entusiasmo, por el pueblo allí congregado.
Nadie abandona el recinto. Todos quieren saludar y abrasar
a su Obispo. Pedro los recibirá con cariño y saludara hasta el último de los fieles.
Hace bastante frió, pero los distintos grupos folclóricos animan y calientan el ambiente. Allí están las Voces de la Quebrada,
Ricardo Vilca y sus amigos, Fortunato Ramos y su Erque, las
Hermanas Cari y su lindascoplas; todos quieren tocar, cantar y
131
Pedro Olmedo un obispo como la gente
bailar.
Alguien se anima a iniciar el hermoso carnavalito
humahuaqueño, mientras se van formando las parejas y las distintas ruedas.
"Llegando esta el carnaval, quebradeño mi cholita,
fiesta de la quebrada, humahuaqueña para cantar,
erque, charango y bombo carnavalito para bailar"
Después de un refrigerio y pequeño brindis, las distintas comunidades emprenden el viaje de vuelta a casa.
Luego de vivir el gran acontecimiento de la Consagración
de su nuevo Obispo, con fe y amor, todos regresan felices y en el
corazón lleno de esperanza.
La casa Prelaticia esta llena de regalos, telegramas de felicitación y algunas cartas de familiares y amigos con hermanos mensajeros. Nos resistimos la tentación de transcribir la hermosa carta de D° Carlos González García-Mier, su gran amigo del alma,
que tanto tuvo que ver con el proceso vocacional de Pedro. He
aquí el texto completo:
"Jerez 11 de septiembre 1993
A. Mons. Pedro Olmedo Obispo
Mi querido Pedrito: Que alegría cuando antes de ayer me llamo Nati por
teléfono para comunicarme que te iban a consagrar Obispo:
Tanto ella como mi hermana Mercedes insistieron que yo fuera a la
ceremonia, pero me es imposible, y por estas líneas te lleven algo de lo que
podría ser mi presencia ahí, ya que he participado contigo en tantas cosas
132
Un obispo como Dios manda
estupendas, como tu Primera Comunión, San Juan de Aznalfarache; tus
primeros servicios acolitales "ayudándome en misa" (se decía así); tus
misas domesticas, en tu casa; tus primeros pasos en el sagrario, en la
RIE, Reparación Infantil Eucarística; tus inicios cantores(¡Muy buenos!)
en el coro del Monumento; y teatrales; y excursiones en el carrito con el
burro, y desalojo de la casa que yo ocupaba, en una noche, y después: en tu
profesión o consagración Religiosa en Jerez de los Caballeros(¿Te acuerdas
de aquellos tules horribles que adornaban cursilmente el altar?) y tu
primera misa en el Claret....
Todos son recuerdos muy antiguos que han pasado a terceros planos en tu
larga experiencia de sacerdocio pastor con esa sencilla gente de esas latitudes, llevando sobre ti la cruz y miles de dificultades, como debe ser el
seguimiento de Cristo, ¿verdad?
Y ente momento no tengo mas remedio que acordarme de una persona a
lo que yo queria entrañablemente ¡tu madre! Ella fue la "Mujer fuerte" de
la Escritura que sacó adelante a tantos hijos, llena de fe y criterios cristianos: ¡a mi me ayudó también!
Ni que decir tengo que hago oración por ti, por tu prebisterio (¿son muchos?) y por todos.
Te envió un fuerte, fuerte abrazo."
El 26 de septiembre, la vida en la Ciudad de Humahuaca
vuelve a la normalidad. Los visitantes y peregrinos se han ido
marchando y el nuevo Obispo comienza su vida de pastor, recién
estrenada.
Con el corazón agradecido, remite una nota al Intendente
Municipal para ofrecerse a su autoridad, legítimamente establecida, como un vecino mas del pueblo, para trabajar
mancomunadamente al servicio de la comunidad. Al mismo tiem133
Pedro Olmedo un obispo como la gente
po, agradece a todos los obreros del Municipio, su trabajo y dedicación durante las fiestas y celebración de su Consagración
Episcopal.
Después de unos días en Humahuaca para algunos asuntos
urgentes, el Obispo Pedro comienza a recorrer, en su primera
visita pastoral, las distintas parroquias y comunidades campesinas.
A finales de septiembre viaja a la Quiaca; a la entrada de la
ciudad fronteriza, le esperaban sus queridos feligreses y cientos
de niños de las distintas escuelas. Como Jesús de Nazaret, le tenían preparado un burrito para entrar, triunfante y humilde, en el
hermoso pueblo quiaqueño.
Todos aplaudían a su paso, hasta llegar al templo Parroquial,
donde se entono un Te Deun de acción de gracias y Pedro les
dedico un sencillo mensaje.
En horas de la tarde, Misa concelebrada en la Parroquia,
donde Pedro, totalmente afónico, no pudo hacer la homilía. Su
hermano Jesús, la voz de los que no tienen voz y nunca mejor
dicho, pronuncio unas sentidas palabras de bienvenida y gratitud,
por su compromiso pastoral con los más pobres y marginados de
la Prelatura. Al término de la Celebración, la Profesora Balbina
Tejerina, le dedico una hermosa poesía:
El sueño de mi madre
Mi madre tenía un sueño,
un sueño para soñar
en el día, en la noche,
al dormir al despertar;
134
Un obispo como Dios manda
que era costumbre, obsesión
pero que hacia pensar.
Muchos hijos le dió Dios,
capullo de su rosal,
muchos hijos que llenaban
y alegraban el Hogar
pero mi madre no estaba feliz,
no lo podía estar ,
hasta que sus sueños sean
visiones de realidad.
Mi madre quería un hijo
distinto de los demás,
un hijo para la Iglesia,
un hijo para el Altar; y
siguiendo con sus sueños
que nada cuesta soñar...
que su hijo fuese obispo,
Arzobispo y Cardenal.
Loco sueño el de mi madre
que no se va a realizar,
pero yo cumplí lo principal,
fui el elegido, el dichoso,
el que la hizo despertar
el día en que sus sueños
se volvieron realidad.
Cuando llego mi día,
135
Pedro Olmedo un obispo como la gente
mi día sacerdotal,
yo celebre aquella misa,
con aquel rico misal,
mi madre miraba,
miraba sin pestañear.
Pude darle ese aquel día
a nuestro Dios Escondido
en un trocito de pan.
mi madre de gozo
apenas podía hablar,
con cuanta solemnidad
decía a sus vecinas:
soy Madre del Ministro
del Altar.
¡Pregonero del gran Rey
sembrador del bien y Paz,
otro Cristo en carne Humana,
mas que un Ángel mucho mas
Mi madre ya esta en el cielo,
yo no la puedo llorar,
Porque le debo esta gracia
y dicha in par,
de poder dar a mi madre
y al mundo, tesoros
de eternidad, que el mundo
nunca tuviera
Y solo Dios puede dar"
136
Un obispo como Dios manda
En las fiestas patronales de Santa Catalina Pedro no faltó a
la invitación y presidio las celebraciones en honor de la Santa
Patrona. Una humilde mujercita del pueblo, en nombre de toda la
comunidad, le ofreció un sentido homenaje, plasmado en estos
sencillos versos:
Al Obispo Pedro Olmedo de la Prelatura de Humahuaca
Obispo Pedro Olmedo,
yo bendigo que has venido
a conocer esta tierra
y a saber como yo vivo.
Obispo Pedro Olmedo
ruegue por los que vivimos
en la Puna desolada
por lo que tanto sufrimos.
Obispo Pedro Olmedo
me alegro de su llegada
al confín de la Argentina
a esta Puna tan Amada.
Obispo, Pedro Olmedo
yo te pido su oración
para que Dios nos proteja
y nos tenga compasión.
Obispo Pedro Olmedo
gracias por tanta bondad,
137
Pedro Olmedo un obispo como la gente
trajiste para mi alma
el mensaje de piedad."
Después de varios días en visita pastoral por las comunidades de Santa Victoria y Nazareno, nuestro Obispo vuelve a la
Sede Prelaticia, donde encuentra muchas cartas y mensajes de sus
queridos feligreses.
Los niños de las escuelas fueron los más escritores. Ante la
imposibilidad de contestarles a todos Pedro escribió una hermosa
carta para todos los niños, los preferidos del Señor y de los Pastores del Pueblo de Dios. He aquí:
"Queridos Amigos:
Son muchas las cartitas que estos días he recibido de ustedes. Muchos me
piden que les conteste, otros que no me conocen y quieren conocerme, otros
que los visite en la escuela. Como de momento me es imposible ir a visitarlos, pues tengo que salir al campo permanentemente y viajar a Buenos
Aires la próxima semana para la reunión de todos los obispos del país,
espero que para los días antes de las confirmaciones, 11 y 12 de noviembre
ande por acá y pueda pasarme un ratito por las escuelas a conversar con
Uds.
Algunos chicos han manifestado en sus cartas que tienen algunos
problemitas y que les gustaría contarme, con mucho gusto. Pregunten cuando pasen por la parroquia, cuando estaré, aunque como les he dicho, por
ahora, hasta esos días de noviembre no estaré acá.
Por otro lado, me alegra mucho que recen por mí para que sepa responder
a esta misión que Dios me ha confiado. Me da mucha alegría todo el
cariño que muestran en sus cartas, no solo por mi, si no a los otros padrecitos
y vuestros maestros y catequistas.
138
Un obispo como Dios manda
Algunos me cuentan que lindo que estuvo la celebración y que les gusto
mucho, otros no pudieron asistir, para ellos seria lindo que les cuenten sus
compañeros y algún día cuando se pueda, vamos a hablar con sus catequistas, para que le pasen un video que están haciendo de la consagración.
Otros me cuentan, que este año se confirman y que les hace mucha ilusión
que los confirme, así será y lo haremos el día 13 y 14 de noviembre.
Muchos manifiestan que quieren saludarme y darme un beso, no tengo
reparo de hacerlo cuando nos encontremos por las calles o nos veamos en la
escuela o en la Iglesia."
139
Capitulo XI
Profeta en tierra extraña
DESPUÉS DE HABER RECORDADO las circunstancias providenciales en la elección de Pedro como Obispo, y la forma concreta de interpretar y desarrollar su misión episcopal, seria bueno
profundizar en el tema e insistir en la variante profética del carisma episcopal.
Estamos acostumbrados a asignar al obispo una función
prioritaria de gobierno, dentro de la estructura jerárquica de la
Iglesia, en menoscabo del carisma del profetismo y en el contexto
del esquema teológico - bautismal de todo cristiano: la triple di-
Pedro Olmedo un obispo como la gente
mensión profética, sacerdotal y regia de su misión apostólica. Y la
pregunta surge espontánea: ¿Por qué la dimensión profética, inherente a toda vocación cristiana, ha quedado opacada y muy en
segundo plano, en la misión apostólica de muchos obispos?, ¿Por
qué la insistencia en la dimensión sacerdotal y de gobierno, en
menoscaba del profetismo?¿Por qué hay pocos y verdaderos obispos - profetas?. No es momento para profundizar en el tema,
pero sí para reconocer en Pedro el carisma del Profetismo y el
ejercicio de su misión profética, dentro de su ministerio apostólico y episcopal. Y lo ha ido ejerciendo sin el menor orgullo, siendo
consciente que es una gracia de Dios y una gran responsabilidad
como obispo, en una Iglesia humilde y pobre. El texto de Lucas,
donde Jesús recibe a través del Espíritu, el espaldarazo de su misión profética, puede aplicarse también al Obispo Pedro:
"El Espíritu del Señor está sobre mi
porque me ha ungido
para anunciar la buena noticia a los pobres;
me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos
y dar vista a los ciegos;
la libertad a los oprimidos
y proclamar un año de gracia del Señor "
Desde el inicio de su misión episcopal, Pedro tuvo claro que
debía continuar la función profética de su apostolado, tal como lo
había ejercido desde su llegada a la Prelatura, como simple misionero, encarnado en la realidad social de un pueblo marginado y
oprimido. Y con gran sencillez y humildad, comenzó a anunciar
el Evangelio liberador de Cristo, denunciando al mismo tiempo,
las injusticias y constituyéndose, en numerosas ocasiones, en la
142
Profeta en tierra extraña
voz de los que no tenían voz.
Y como suele ocurrir, casi siempre, también se cumplió en
Pedro el texto evangélico de Mateo, donde se nos recuerda que
nadie es profeta en su tierra: "¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se
llama su madre María, y sus hermanos, Santiago, José, Simón y Judas? ¿No
están todos sus hermanos entre nosotros? ¿De donde pues, le viene todo esto?
Y los tenía desconcertados. Pero Jesús les dijo: Un Profeta solo es despreciado
en su pueblo y en su casa".
Y efectivamente, Pedro ha desconcertado, con su actuación
profética, a muchas personas e instituciones que lo minusvaloraron
y despreciaron, por su forma de ser, su formación y su carencia
de titulación académica. ¿Cómo es posible que Perico, con escasa
preparación intelectual, mal hablado, y demasiado espontáneo y
sencillo pueda ejercer la función episcopal y profética?, ¿Acaso
no es el mismo que conocimos durante su carrera, que no destacaba por la ciencia, ni por la santidad?, ¿Y de donde le viene la
sabiduría y la valentía para hablar en nombre de Dios y denunciar
las injusticias y atropellos, cometidos contra su Pueblo? Y todavía
una pregunta más: ¿Cómo ha podido llegar a obispo, y obispo
profeta, el niño alegre y divertido que jugaba a ser curita y soñaba
con ser misionero en una país lejano?
La respuesta no es otra que el texto de Mateo: "Un profeta
solo es despreciado en su pueblo y en su casa". Y dejemos que el lector
interprete, quien es el pueblo y la casa de Pedro, en las circunstancias y en el contexto actual de su misión profética y episcopal.
Quizás por ello, Pedro fue mucho más valorado y aceptado
en el pueblo sencillo donde evangelizaba proféticamente, que en
las altas instancias de la jerarquía e instituciones eclesiásticas. Fue
143
Pedro Olmedo un obispo como la gente
un auténtico y verdadero profeta, en una tierra extraña, pero profundamente amada y querida por él. Y en esa tierra de la Quebrada y Puna, en medio de un bendito pueblo marginado y oprimido,
Pedro ejerció su función profética, con valentía, generosidad y
entrega.
La fuerza y la gracia le venían de Dios, que elige a quien
quiere para llevar su mensaje de liberación a lo más pobres y humildes de este mundo.
Es el momento de recordar algunos de los hechos y las denuncias proféticas de nuestro Obispo Pedro, durante el tiempo
de su misión apostólica y pastoral, iniciada cuando asumió como
Administrador Apostólico de la Prelatura en el año 1991.
1- REIVINDICACIÓN ABORIGEN
EN LA PROBLEMÁTICA DE LOS
500
AÑOS
Durante todo el año 92, y en toda la zona de la Prelatura de
Humahuaca, hubo manifestaciones de protesta y multitud de declaraciones y denuncias contra las celebraciones de los 500 años.
No es el momento de recordar los acontecimientos de aquellas
fechas. Solo señalaremos que las movilizaciones de protesta fueron apoyadas por el obispo y sus misioneros, que reconocieron
los errores y los abusos de los conquistadores contra los aborígenes de la Quebrada y Puna.
Desde el inicio de la década del noventa, la Prelatura de
Humahuaca, con el impulso de su Administrador Apostólico, fue
reuniendo y organizando a casi todas las comunidades campesinas, para plantear la problemática aborigen y reflexionar sobre los
quinientos años del inicio de la Evangelización.
144
Profeta en tierra extraña
Una de las propuestas más interesantes, hacía referencia a
una gran Marcha Aborigen, desde todos los rincones de la
Prelatura, terminando en una magna concentración en Abra Pampa, el 12 de octubre de 1992.
Durante los meses anteriores, se fueron celebrando asambleas por todas las comunidades y concretizándose algunas luchas reivindicativas por el problema de las tierras.
Unas 100 comunidades, descendientes de los pueblos originarios de la zona, participaron de la gran marcha colla y concentración posterior en la capital de la Puna. Más de 3.000 personas
se dieron cita el 12 de octubre, en la Plaza Téllez de Abra Pampa.
Pedro concelebró la Eucaristía con todos los sacerdotes. En una
declaración conjunta leída al final de la celebración, el Administrador Apostólico proclamo ante el Dios de la vida, comprometiéndose a hacerlo realidad, el siguiente texto:
"Exigimos la recuperación de nuestras tierras y el respeto por los derechos de las comunidades aborígenes. Queremos y pedimos trabajo para
alimentar a los hijos, que se encuentran desnutridos y algunos mueren muy
pequeños; pedimos y exigimos respeto a nuestra cultura y a nuestra raza."
La fiesta termina con ollas populares, música de carnavalito
y alegre cacharpaya:
"Cacharpaya de los collas
quena, tambor y charango;
música de la quebrada,
mitad fiesta, mitad llanto"
La fiesta se prolonga y la noche se echa encima. Es necesa145
Pedro Olmedo un obispo como la gente
rio emprender la vuelta al pago. Con el corazón alegre y lleno de
esperanza, el pueblo colla reinicia, acompañado de su Pastor, la
marcha hacia las distintas comunidades:
"Cacharpaya de Sikuris,
mitad pena, mitad canto;
por sendas de luna llena,
se van los collas bailando"
2- CONQUISTAS SOCIALES PARA NIÑOS
A principios de la década de los noventa, con el gobierno
corrupto de Menem, Pedro comenzó a denunciar la situación de
los pobres de la Prelatura, que sufrían el ajuste económico impuesto por el FMI, provocando la desocupación, la desnutrición
y la mortalidad infantil en niveles altísimos.
A través de OCLADE (Obra Claretiana para el Desarrollo),
la Prelatura puso en marcha el Proyecto Promoción de la Mujer en la
Puna. Fue el punto de partida del Programa Yachay: Desarrollo y
Educación Infantil en Comunidades Collas. El acercamiento a la
realidad de la mujer postergada, hizo abrir los ojos a los agentes
de pastoral y a su Pastor, hasta comprender que debían fijar su
mirada y preocupación, en los más débiles: los niños.
El Programa Yachay, bajo la atenta mirada de Pedro, viene
sarrollándose desde 1992, según estos postulados y objetivos:
a) Contribuir al mejoramiento del desarrollo infantil.
b) Establecer una red de apoyo a la infancia.
c) Buscar las prioridades más urgentes y orientarlas a los ni146
Profeta en tierra extraña
ños más necesitados.
El tercer objetivo fue detectado rápidamente. Ante la posibilidad de un proyecto educativo, presentado en una comunidad,
una de las madres allí presente, zanja el asunto rápidamente: "Queremos educación, pero también necesitamos comer."
El gran problema detectado fue la alimentación. Con toda
urgencia, Pedro gestiona ante la Secretaria de Desarrollo de la
Nación, los fondos necesarios para la puesta en marcha de los
comedores. Después de una gran presión y distintas movilizaciones
de OCLADE, la Prelatura consigue el primer objetivo de las conquistas sociales para los niños: Los Comedores Infantiles Comunitarios,
que proporcionaría apoyo alimentario a los niños desnutridos. Se
iniciaron 50 comedores en 1993, llegando a 70 en 1996 y siendo
en la actualidad 98, en toda la zona de influencia de la Prelatura
de Humahuaca: Quebrada, Puna y Valles de Santa Victoria, Nazareno e Iruya.
A partir del Programa Yachay, se iniciaron nuevos proyectos
y nuevas conquistas en beneficio de la niñez. Podemos destacar
las siguientes:
a) Centros Lúdicos Comunitarios de Educación Inicial. (salitas materno-infantiles) y sus correspondientes Mamás
Cuidadoras;
b) Organizaciones comunitarias para administrar y gestionar los comedores;
c) Atención sanitaria y revisiones periódicas a los niños.
Desde que se inició el programa Yachay en 1992, el resumen
de beneficiarios seria: 4000 niños, 1800 familias, 160 educadoras
147
Pedro Olmedo un obispo como la gente
infantiles, 92 organizaciones comunitarias y 98 comedores infantiles.
Después de doce años acompañando a la niñez, a través del
Programa Yachay, el diagnóstico de la realidad sigue siendo muy
duro y nada halagüeño: la desnutrición no baja del 30% y el índice
de mortalidad se mantiene muy alto.
Ante semejante situación, las preocupaciones del Obispo y
los Misioneros junto con las fuerzas vivas laicales, siguen orientadas en la misma dirección: continúan luchando por la vida digna
para nuestros niños, a través de nuevas conquistas sociales.
En distintas ocasiones, y ante la falta de respuesta del Gobierno Nacional o el retraso en la entrega de las cuotas alimentarias,
el Obispo Pedro se puso al frente de distintas movilizaciones,
denunciando la situación social de la infancia, apoyando al mismo
tiempo, las luchas piqueteras en La Quiaca, por las reivindicaciones alimentarías de los niños de la Prelatura.
3- APOYO
A LOS
SECTORES SOCIOPOLÍTICOS
COMPROMETIDOS CON
LOS POBRES
Uno de los gestos más comprometidos del Obispo Pedro,
fue el apoyo y el dialogo posterior con los sectores sociales de
izquierda, durante gran parte de la década de los 90, enfrentando
el poder corrupto el Presidente Menem y gran parte de la clase
política.
En 1993, la situación social se hacia insostenible para las
provincias más pobres del país. En el norte de Jujuy, Pedro fue
uno de los abanderados de la denuncia social y el trabajo con los
más pobres y marginados. Su fama se iba expandiendo por todo
148
Profeta en tierra extraña
el país.
La voz profética del Obispo Pedro, se hacía sentir fuerte
antes los difíciles problemas sociales de la Provincia de Jujuy. Los
sectores sociales y políticos más combativos, se acercaban a Pedro pidiendo apoyo y consejo para la lucha contra la injusticia y la
corrupción. En las elecciones legislativas de 1993, se fragua en
Jujuy un frente electoral de centro-izquierda, para intentar terminar con el clientelismo político y el caudillismo de un grupo de
líderes, que pretendían perpetuarse en el poder. Humanistas, Intransigentes y los sindicalistas de ATE y del SEOM, piden asesoramiento y diálogo con Pedro y los laicos de la Pastoral Social y
OCLADE. El punto de referencia sería un escrito muy critico,
redactado por OCLADE y asumido por la Prelatura, sobre la dura
realidad del país, muy especialmente, del norte jujeño.
Después de una reunión abierta y sincera, los partidos de
centro-izquierda y los sindicatos más combativos, con la orientación de laicos cristianos, se deciden a formar un frente electoral
para las legislativas de octubre. Así surgió el MOJUSO (Movimiento por la Justicia Social).El Perro Santillán sería el primer candidato a diputado provincial.
Ante algunas críticas oficiales y de la prensa, el Obispo Pedro aclaró que ni OCLADE, ni la Prelatura se engancharon en el
frente electoral; solo participaban en los diálogos, asesorando en
algunos aspectos más conflictivos, y ofreciéndose algunos laicos,
a título personal, para ingresar en las listas electorales.
Dentro del mismo contexto anterior, y con motivo de la primera Marcha Federal Argentina, el Obispo Pedro escribió una
sencilla carta en las Medios de Comunicación Social, apoyando la
149
Pedro Olmedo un obispo como la gente
marcha y solidarizándose con los reclamos y reivindicaciones sociales. He aquí el texto del comunicado, fechado el 4 de Julio de
1994.
"La Iglesia de la Prelatura de Humahuaca, su Obispo, Sacerdotes y
Religiosos, manifiestan su apoyo a los reclamos que motivan la Marcha
Federal, en relación a la practica económica y social del Gobierno de Menem,
que ha llevado a una mayor postergación de los trabajadores y pobladores
de nuestra zona. Dicha política ha aumentado los índices de desocupación,
por cierre de las fuentes de trabajo y despidos en empresas privadas y del
sector público; al mismo tiempo, se han aumentado vertiginosamente los
índices de población, con necesidades básicas insatisfechas. Una vez más,
reiteramos nuestro compromiso con las demandas de igualdad de oportunidades, justicia social y preocupación solidaria por los mas necesitados."
Un año y medio más tarde, en noviembre de 1995, de nuevo
el Obispo Pedro apoyó la Segunda Marcha Federal y justificó la
presencia del Padre Jesús Olmedo y un grupo de desocupados de
La Quiaca, en las jornadas de protesta. Estas fueron sus palabras:
"La iglesia siempre tiene que estar apoyando estas reivindicaciones y en
ocasiones, se necesitan gestos y signos externos que manifiesten el compromiso concreto y la cercanía con los más pobres."
En el contexto de la Marcha Federal, fustigó la política de
Menem ante el Fondo Monetario, manifestando que:
"No se puede pagar la deuda externa con el hambre y la salud del
pueblo."
Nuestro obispo estuvo siempre al lado de los más pobres y
150
Profeta en tierra extraña
marginados, denunciando las injusticias y defendiendo a todos
aquellos que luchaban por los derechos humanos y las conquistas
sociales.
4- COMPROMISO CON LOS EX - MINEROS DE PIRQUITAS
Nuestro Obispo Pedro tenía una especial predilección por
la Comunidad de Mina Pirquitas. No en vano fue el primer destino como misionero, una vez que llegó de España, con el corazón
lleno de ilusiones.
Allí pasó gran parte de su vida y allí se encarnó en la dura
realidad de los mineros. En la gran crisis minera pirquitense de
1986, Pedro bajó hasta interior mina para trabajar como obrero,
testimoniando el compromiso social y cristiano en los momentos
más difíciles de la empresa. Los trabajadores se sintieron orgullosos de que su curita obrero, bajara cada jornada al socavón.
Como ya hemos indicado en páginas anteriores, la situación
de Pirquitas fue empeorando progresivamente, llegando a cerrarse la empresa a finales de los ochenta.
La desolación fue total. Cientos de obreros sin trabajo, tuvieron que abandonar Pirquitas en busca de otras fuentes laborales, mientras que sus familias quedaban desamparadas y abandonadas a su suerte.
Los dueños de la compañía minera presentan suspensión de
sueldos y se declara en quiebra. Los acreedores hacen juicio y todos los bienes de la empresa se someten a subasta. Los jefes y los
acreedores consiguen recuperar las deudas, mientras los obreros
solo reciben promesas. Es el momento de hacerse presente, de
nuevo nuestro obispo en la comunidad de Pirquitas. Denuncia
151
Pedro Olmedo un obispo como la gente
públicamente la situación y acusa al gobierno de complicidad y
despreocupación en las defensa de los trabajadores. Se reúne con
los mineros y les promete su ayuda incondicional, para exigir el
cobro de los sueldos atrasados y las míseras indemnizaciones. En
varias ocasiones hace de intermediario entre los obreros, la empresa y el gobierno provincial.
El sindicato minero interviene y solicita la ayuda del obispo.
Los trámites son largos e interminables. Pedro viaja a Buenos Aires
y presiona a los abogados, martilleros y al Ministerio de Trabajo.
Después de varios años de luchas y gestiones del obispo, los
mineros comienzan a cobrar los atrasos y algunos, los más afortunados, reciben pequeñas indemnizaciones.
Mientras tanto, la mayoría de las familias abandonan Pirquitas
y se van ubicando en algunos centros urbanos de la Puna, ocupando y alquilando algunas casas en precarias condiciones; mientras tanto la Veta-Mina es totalmente desmantelada y las pocas
familias que se animan a continuar en Pirquitas, ocupan las viviendas del Campamento Minero. La comunidad y el pueblo de
Pirquitas se va muriendo poco a poco, y la desolación es total.
La familia minera fue emigrando hacia las poblaciones de
Humahuaca, Tilcara, Abra Pampa y La Quiaca. La vida se les hace
especialmente dura y sin perspectivas de futuro. Su Obispo Pedro, de acuerdo con los pobladores y sus líderes sindicales y políticos, inicia negociaciones para conseguir terrenos fiscales y subsidios habitacionales, para ubicar las familias de los mineros.
Después de varios años de tramites y reuniones organizativas,
el 9 de Diciembre de 1993, se firmó un convenio entre el Instituto de Vivienda y Urbanismo de Jujuy y la Prelatura de Humahuaca,
152
Profeta en tierra extraña
a través de OCLADE, para conseguir un subsidio, orientado a la
construcción de 83 viviendas, cuyos beneficiarios serían los ex trabajadores de Pirquitas y sus familiares, que pretendían ubicarse
en distintos lugares de la Quebrada y de la Puna jujeña. Gracias a
la lucha de los obreros y las gestiones del obispo, se pudo firmar
el convenio el 10 de diciembre de 1993, con la presencia del Gobernador Ficoseco y el Presidente de OCLADE, Mariano
Castellón, en representación de la Prelatura. Las familias mineras
tendrían sus casitas. El Ministro de Obras y Servicios Públicos
agradeció al obispo, por la hermosa tarea que cumplía en el Puna,
en sentido de justicia y solidaridad social.
Como solía ocurrir normalmente en los despachos del gobierno, las autoridades no tienen apuro y demoran la entrega efectiva del subsidio para las viviendas. Nuevamente tuvo que intervenir el obispo y la presión de los ex–mineros, que acompañados
del Padre Jesús Olmedo, se fueron a la capital jujeña a movilizar y
manifestarse pacíficamente, llamando la atención de la población
y forzando la entrega de la plata, para iniciar la construcción de
las casitas. El día 2 de marzo de 1994, después de tres meses de
firmado el convenio, el Instituto de Vivienda y Urbanismo de
Jujuy efectuó el libramiento de $ 172.000 a nombre del Obispo y
administrador de OCALDE, que se encargarían de hacer llegar a
cada familia minera, beneficiada por el subsidio para construir
sus casitas.
El proyecto de la construcción de viviendas se ejecutaría por
el sistema de ayuda mutua y esfuerzo propio. Después de varios meses
de trabajo y gracias a la preocupación del Obispo Pedro, los exmineros de Pirquitas pudieron inaugurar y habilitar, con gran alegría, sus humildes casitas en los distintas poblaciones de la que153
Pedro Olmedo un obispo como la gente
brada y puna.
5- CERCANÍA
TIERRAS
CON LOS
ABORÍGENES
EN LA
PROBLEMÁTICA
DE LAS
En una zona, donde el 90 % de la población es de la etnia
colla, el Obispo Pedro optó decididamente por su cultura y la
defensa de sus derechos.
Desde el año 1987, la Prelatura de Humahuaca comenzó a
integrarse y a participar en ENDEPA (Equipo Nacional de Pastoral Aborigen), nombrando referentes prelaticios, e insistiendo
en la inculturación de los misioneros, de la liturgia y de la catequesis.
Después de varios años trabajando en la pastoral aborigen,
se vio la necesidad de crear en la Prelatura, un equipo con poder
de decisión y capacidad organizativa. A finales de 1995, el Obispo
Pedro decretó la formación de EPREPA (Equipo Prelaticio de
Pastoral Aborigen), coordinado por un sacerdote aborigen, junto
a una religiosa y una laica, ambas de la etnia colla. Desde entonces, EPREPA ha intentado impregnar los valores culturales aborígenes en todos los ámbitos de la pastoral, comprometiéndose al
mismo tiempo, en acompañar todos los reclamos de los collas,
especialmente en lo referente a la lucha por la recuperación de sus
tierras.
Hagamos un poco de historia. Ya en 1994, un aborigen de la
Prelatura, por gestiones del obispo, pudo participar en la Constituyente de Santa Fe, donde, reformada la Constitución, los derechos aborígenes quedaron plasmados en el Art. 75 de la Carta
Magna.
154
Profeta en tierra extraña
En el año 1996 se trabajó, con el impulso y apoyo de Pedro,
en el Proyecto de la Participación de los Pueblos Indígenas (PPI), que
fue un hito importante por la pastoral aborigen.
Una vez formado el PPI, se comienza a bajar información
sobre los derechos indígenas a unas 223 comunidades de la Puna,
Quebrada y Valles Salteños. Al mismo tiempo, consensuado por
todos, se elaboro un documento, de voz indígena con fuertes denuncias, por los atropellos a la cultura y la apropiación indebida
de sus tierras. El documento fue avalado con la firma del Obispo.
Una de las grandes preocupaciones del Obispo, en relación
a la problemática aborigen, fue acompañar a las comunidades en
la lucha por la tierra. Desde los años setenta, sobre todo en el
departamento de Santa Victoria, ya apoyaban los misioneros
claretianos la lucha de los collas por recuperar sus tierras. Emblemático es el caso de Mecoyita. Después de muchos años de sufrimiento y esclavitud, los pobladores pudieron conseguir la expropiación de la finca, usurpada injustamente por el Patrón Ovando
y la Familia Campero, y volver a sentirse los únicos y verdaderos
dueños de la tierra que trabajaban y que vivieron desde siempre
sus abuelos y antepasados. La Comunidad Claretiana de Santa
Victoria, apoyada siempre por su Obispo, tuvo mucho que ver en
la liberación telúrica de Mecoyita.
En la zona del departamento de Iruya, donde Pedro pasó
los mejores años de su vida misionera, el problema de las tierras
fue una de las grandes preocupaciones del Obispo. En unión con
todos los pobladores y líderes de las distintas comunidades, luchó
durante varios años, y apoyó las reivindicaciones para recuperar la
Finca Santiago, acaparada por patrones salteños, y devolverla a
sus pobladores, únicos y verdaderos dueños de aquellas tierras.
155
Pedro Olmedo un obispo como la gente
En la actualidad, los vecinos de Colanzulí, Campo Carrera, Río
Grande, Pueblo Viejo y otras comunidades, tienen la alegría y el
orgullo de vivir y trabajar en sus propias tierras, bajo el titulo legal
de Posesión Mancomunada y Comunitaria. Todos recuerdan y agradecen a su Obispo, la preocupación y el apoyo prestado a sus luchas
y las gestiones burocráticas posteriores.
El caso de la Finca Rachaite, Departamento de Cochinoca, es
modélico y ejemplar. La Prelatura recibió en donación de los supuestos dueños legales, una gran extensión de tierras, donde vivían
desde siempre, un numeroso grupo de familias collas. Después
de los trámites pertinentes, el Obispo las cedió y devolvió a los
pobladores, sus verdaderos dueños que siempre la trabajaron y la
vivieron desde tiempos inmemoriales. Por ser una finca privada,
la Prelatura ha gestionado todos los títulos de propiedad, para
entregarlos a los distintos propietarios, que viven y trabajan en
Rachaite, disfrutando ya de su posesión legítima y legal.
En los últimos años, el Obispo Pedro sigue preocupándose
y apoyando las luchas aborígenes por recuperar sus tierras. El 31
de Agosto del 2004, el obispo fue testigo de la entrega de tierras a
tres Comunidades de Susques: Huancar, Pastos Chicos y Puesto
Sey. En la actualidad, las distintas organizaciones aborígenes, siempre con el apoyo de Pedro, siguen luchando por recuperar las
tierras en toda la zona de Quebrada y Puna.
Un hito importante en la misión Pastoral Aborigen, fue el
nombramiento de Pedro como Presidente de ENDEPA, a primeros de noviembre del 96, durante la celebración de la Asamblea Plenaria de la CEA (Conferencia Episcopal Argentina). Ante
la extrañeza de los periodistas por su nombramiento, dado su origen español, Pedro manifestó a la prensa que a él también le lla156
Profeta en tierra extraña
maba la atención y agradeció a sus compañeros que se fijasen en
su persona para trabajar como responsable de ENDEPA, comprometiéndose al mismo tiempo, en defender siempre los pueblos
originarios de la Argentina.
Después de tantos años de trabajo pastoral en la Prelatura
de Humahuaca, enclavada en una zona mayoritariamente aborigen, el Obispo Pedro sigue con la ilusión de siempre, comprometido con su pueblo y apoyando todas las luchas para recuperar las
tierras y conseguir el título de propiedad.
Una de las alegrías más grandes del Obispo Pedro en relación al tema aborigen, fue el haber acompañado los festejos y las
celebraciones del Pueblo Humahuaqueño, al recibir de la
UNESCO, el 2 de Junio del 2003 la declaración de la Quebrada
de Humahuaca, como Patrimonio de la Humanidad, dentro de la
categoría Paisaje Cultural. Ernestina Cari lo recuerda en una de
sus coplas:
"Vamos a soltar las coplas
y cantar con dignidad
La Quebrada es Patrimonio
de toda la Humanidad."
A mi pueblo colla digo
que no es debilidad
defender el patrimonio
con altura y dignidad"
157
Pedro Olmedo un obispo como la gente
6- APOYO A LAS LUCHAS DE LOS DESOCUPADOS Y PIQUETEROS
Uno de los grandes problemas sociales que tuvo que enfrentar el Obispo Pedro, en su misión Pastoral, fue la desocupación y
la subocupación; entre la población potencialmente activa de la
Prelatura de Humahuaca, se alcanzaron cotas del 53%, una de las
más altas del país.
Ante semejante situación, Pedro tomó una postura clara y
comprometida. Durante la década de los noventa y hasta los años
actuales, siempre estuvo apoyando las luchas más constantes y
fuertes de los desocupados, junto a otros sectores sociales. Todo
ello ha quedado reflejado en el libro Los Desocupados de La Quiaca
- 12 años de Luchas junto a otros Sectores Sociales: 1992-2003. A el nos
remitimos para los que quieran profundizar en el tema. En estas
páginas solo recordaremos algunos aspectos más significativos de
la presencia y actividad de Pedro, junto a los desocupados.
Después del fracaso de la Ley de Área de Frontera, el Senador
Guillermo Snopek, presentó un anteproyecto intitulado Territorio
Aduanero Especial (TAE), forma técnica de tratar el tema de la
Zona Franca, que traería muchos beneficios y puestos de trabajo
para gran parte de la Puna y Quebrada de Humahuaca. En el año
92, el proyecto de Ley del TAE fue sancionado por ambas Cámaras de la Nación y presentado al Ejecutivo Nacional, para su aprobación definitiva.
En última instancia, el proyecto de ley fue vetado por el presidente Menem. El pueblo colla fue de nuevo defraudado.
No hubo otra alternativa que movilizar a toda la Puna, en
una lucha solidaria contra el veto presidencial a la Zona Franca.
La multisectorial formada en La Quiaca, por mayoría abso158
Profeta en tierra extraña
luta, decidió las movilizaciones y medidas de fuerza: cortes de
ruta e interrupción del puente internacional, frontera con Bolivia.
Era el 21 de junio de 1994. Allí estuvo el Obispo y allí mismo leyó un documento de apoyo a la lucha:
"El veto del TAE condena al hambre y a la miseria a gran parte de la
población y es un signo más de la despreocupación y el olvido total del
gobierno nacional sobre nuestra puna y nuestra gente."
El año 1995 fue especialmente difícil para la Puna Jujeña. La
situación social estaba cada vez peor y la desocupación aumentaba cada día. Los índices de desnutrición eran del 45% y la mortalidad infantil rozaba el 65 por mil, pero, según las palabras del
obispo:
"Más allá de los datos estadísticos, cuando uno recorre las zonas afectadas, ve que la gente esta realmente mal y en muchos casos, no tienen ni
siquiera para comer. También veo que hay desesperación, porque para
muchos no hay posibilidades de conseguir trabajo."
Es en los meses de invierno la situación se hizo insostenible.
El día 3 de noviembre se movilizan los trabajadores estatales y
municipales reclamando atrasos saláriales y protestan por la
implementación de los Bonos Provinciales. El Obispo Pedro, con
todo su Prebisterio, saca un comunicado muy fuerte, denunciando la corrupción y la situación social de gran parte de la población, ya que:
"Muchos están condenados al hambre y la miseria, porque la plata que
manejan son papeles sin valor, ya que la convertibilidad no se esta llevando
a efecto."
159
Pedro Olmedo un obispo como la gente
A finales de noviembre, en un hermoso trabajo de los jóvenes quiaqueños se organiza en los salones parroquiales la
Multisectorial, con el objeto de concienciar a la población en el
tema de los TIPROFI (Títulos Provinciales de Financiación) y
animar a la lucha por la convertibilidad o la desaparición de los
mismos. El vocero de la Multisectorial, informa de las medidas
consensuadas al Obispo Pedro y le pide su apoyo, que no tarda en
llegar. La iniciativa de la ciudad fronteriza fue secundada por Abra
Pampa, donde se suman a las medidas con la participación del
Obispo y grupos parroquiales, al tiempo que Pedro gestiona una
entrevista con el Jefe de Gabinete Nacional, para plantearle el
problema de los bonos y la gran crisis social de todo el norte.
El pueblo autoconvocado se plegó a las medidas de fuerzas
y apoyó los cortes de ruta y la interrupción del paso fronterizo
con Bolivia. Más de 3.000 personas estaban en la lucha. Después
de cuatro días manteniendo las medidas de fuerza, el Obispo Pedro desde Bs.As., donde había negociado con el Gobierno Nacional la reivindicaciones de los puneños, comunica a través de
Radio Nacional que el ejecutivo se había comprometido con una
ayuda económica de 10.000.000 de pesos, para destrabar el problema de la convertibilidad de los bonos en toda la Provincia de
Jujuy.
A mediados de diciembre de 1995 llegaba parte del dinero
para el canje de los bonos. Y, como en tantas ocasiones, el pueblo
fue defraudado: el banco fue canjeando los bonos, únicamente a
las empresas y grandes comercios. Los pobres y humildes y la
mayoría silenciosa de la población, seguían con los problemas de
la convertibilidad y de nuevo se organizaban para los reclamos.
Las nuevas medidas iban a ser originales y conflictivas. Du160
Profeta en tierra extraña
rante dos días un grupo de 500 personas tomaron pacíficamente
el Banco de la Provincia, sucursal de La Quiaca. El vocero de
los manifestantes, P. Jesús Olmedo, se puso en contacto con el
Obispo para pedir su apoyo e intermediación. Las gestiones de
Pedro surtieron efecto inmediato. Durante una jornada completa, los funcionarios del banco fueron cambiando los bonos por
ventanilla, a todos los pobladores con problema de
convertibilidad.
A partir de 1996, se desarrollaron en La Quiaca las luchas
piqueteras más fuertes y comprometidas. El Obispo Pedro apoyó
siempre a los desocupados, participando directamente en algunas
de las medidas de fuerza programadas y dando siempre su voto
de confianza al P. Jesús Olmedo, vocero y líder de las luchas
piqueteras quiaqueñas. Aunque en algunas de las acciones concretas, no estaba de acuerdo con su hermano Jesús, Pedro supo
respetar su carisma y le animaba a ejercer con valentía la denuncia
y el compromiso profético. En el IX Seminario de Formación
Teológica, celebrado en La Rioja del 5 al 9 de febrero de 1996,
Pedro denunció públicamente el ajuste económico estructural
impuesto por el FMI al gobierno argentino. Estas fueron sus palabras:
"A causa del capitalismo salvaje que aplica la administración del Presidente
Menem, se realiza un genocidio, que tiene como blanco a los niños de las
zonas más desprotegidas."
En este contexto social se realiza por los desocupados de La
Quiaca, La Marcha de la Dignidad, a la que se adhieren desocupados
de toda la Quebrada y Puna y el Frente de Estatales Jujeño, liderado
161
Pedro Olmedo un obispo como la gente
por el Perro Santillán. La salida de La Quiaca tuvo lugar el 21 de
junio de 1996.
El Obispo Pedro y los representantes de la Asamblea Prelaticia
de Pastoral, celebrada en junio en Humahuaca, dieron su total
apoyo y prometieron su participación, un buen número de
sacerdotes y laicos de las distintas parroquias y comunidades.
Al iniciar la marcha en la ciudad fronteriza, Pedro bendijo a todos
los luchadores con estas hermosas palabras:
"Esta Marcha de la Dignidad es una expresión clara y manifiesta, que están
perdiendo la timidez y el miedo y queréis ser protagonistas de una lucha
tranquila y pacífica, exigiendo vuestros derechos para poder vivir con dignidad."
Después de un gran acto en la Plaza Belgrano, los delegados de
todas las comunidades que participaron de la marcha, fueron
recibidos por el gobernador, con su gabinete en pleno, en el Salón
Blanco. El Obispo Pedro fue muy claro en sus planteamientos:
"La gente de este gobierno esta haciendo sus planes y su política, sobre los
huesos de la gente y no le ponen carne ni corazón. Sería bueno que se acercaran
a la dura realidad de los pobres, para que los corazones de piedra se ablanden."
Después de los incumplimientos del gobierno en julio de 1996,
ante las exigencias de la Marcha de la Dignidad, toda la provincia
sufría una situación social desesperada y distintos sectores, entre
ellos los Obispos de Jujuy y Humahuaca, alertaban sobre la grave
crisis y el peligro de una explosión social. En mayo de 1997 el
Obispo Pedro declaraba a la prensa nacional:
162
Profeta en tierra extraña
"Que la Iglesia seguirá anunciando el Evangelio y denunciando todo lo que
atentase contra el Reino de Dios y su Justicia, y reafirmando que nunca
aceptaría la connivencia con situaciones de injusticia o violación de los derechos
humanos fundamentales."
El contexto socio-político de toda la provincia se iba complicando
cada día más. Todo incitaba a la protesta y a la lucha social. El
Jujeñazo estaba en marcha.
El martes 20 de Mayo de 1997, fue el día señalado para iniciar la
lucha piquetera en toda la Provincia de Jujuy. La situación social
era desesperada.
El Obispo Pedro de viaje en España, se hace solidario con el
pueblo jujeño y pide a su Vicario, el Padre Ricardo Aparicio, se
haga presente en Jujuy y acompañe al Obispo Palentini, en las
negociaciones de intermediación entre el gobierno y los piqueteros.
A partir de junio del 97, la Pastoral Social de Jujuy y
Humahuaca, se instalan en las oficinas del Obispado y bajo la
dirección del Hermano Fran Bauzá, van gestionando la mayoría
de los Planes Trabajar y los Proyectos concedidos a las distintas
comisiones de los desocupados, que participaron en los conflictos sociales del Jujeñazo.
El Obispo Pedro, ya incorporado a su misión, apoyó totalmente las reivindicaciones sociales y los resultados obtenidos.
Durante los años 1999 y 2000, los desocupados de La Quiaca,
organizaban, preparaban y participaban en una serie de luchas
sociales orientadas a llamar la atención y promover la anulación
de la injusta Deuda Externa Argentina: Marcha de la Esperanza,
Carpa Verde y Monumento a la Corrupción.
163
Pedro Olmedo un obispo como la gente
En unión con el Obispo de Jujuy, Pedro dio su total apoyo
a la Marcha de la Esperanza, que tuvo lugar en septiembre de 1999,
e invitaba a todos los ciudadanos a:
"Adherirse solidariamente a este gesto de los más pobres, que unidos a
los de tantos grupos y organismos latinoamericanos, siguen clamando para
que los representantes del FMI, solucionen el problema de la deuda, que
tantas situaciones de muerte esta creando y cansando."
Después de caminar 300 Km a pie hasta Jujuy y participar
en Buenos Aires en un Congreso sobre Deuda Externa, los protagonistas, en unión de los Obispos Pedro Olmedo y Marcelo
Palentini, remitieron al Papa Juan Pablo II una hermosa carta,
que queremos recoger en las paginas de este libro:
"Buenos aires, 21 de Septiembre de 1999
A su Santidad el Papa Juan Pablo II, Roma
Querido Hermano:
Con todo respeto y confianza le escribimos esta carta para contarle algo
que le gustará. Orientados por la «Tercio Milenio Adveniente», en el
contexto del Jubileo 2000, unas mil personas, entre hombres, mujeres y
niños, hemos peregrinado 300 kilómetros a pie desde La Quiaca a Jujuy.
Ha sido la Marcha de la Esperanza.
Apoyados por nuestros obispos de Jujuy y Humahuaca y para concienciar a la opinión pública Argentina sobre el problema de la Deuda Externa, nos decidimos a caminar desde La Quiaca para vivir el Espíritu
Jubilar en una dimensión espiritual y social, dado el profundo sentido
religioso del pueblo colla y la dura situación social en que vive.
En nuestra querida Prelatura de Humahuaca somos conscientes de que
la deuda externa, injusta e inmoral, provoca hambre, desnutrición, morta164
Profeta en tierra extraña
lidad infantil y desocupación en la mayoría de sus pobladores.
Vea su Santidad algunos datos estadísticos:
- La mortalidad infantil esta rozando el 55‰.
- La desnutrición infantil se acerca al 53%.
- La desocupación tiene una cuota del 52%.
Orientados por su enseñanza e inquietudes sociales, las Iglesias de Jujuy
y Humahuaca se unieron para la Marcha de la Esperanza. Después de
nueve días de caminata, la población jujeña recibió a los peregrinos al grito
de: ¡Vida si. Deuda no!.
Junto al Palacio de Gobierno, presentamos nuestras inquietudes y dimos
a conocer el petitorio a las Autoridades:
1. Anulación o condonación de la Deuda Externa;
2. Debate en el Parlamento Provincial sobre el tema y sus consecuencias
en los mas pobres;
3. Devolución de las tierras a lo Aborígenes de nuestra zona y entrega de
los Títulos de Propiedad;
4. Mejores condiciones de vida, en la salud, en la educación y en las
infraestructuras sociales;
5. Fuentes de trabajos para los desocupados.
En estos momentos, un grupo de los que caminamos en la Marcha de la
Esperanza, participamos en un encuentro Latinoamericano y Caribeño
sobre el tema: «Deuda Externa, Derechos Humanos y Democracia». La
reflexión central es «Por un milenio sin deudas».
Con todo respeto, querido hermano Juan Pablo, los participantes en la
Marcha de la Esperanza, junto a sus pastores, nos animamos a pedirle
una Bendición Especial para que renueve y conforte nuestro espíritu de
lucha al acercarse el nuevo milenio.
165
Pedro Olmedo un obispo como la gente
Cristo, nuestra única esperanza y salvación, y la mirada maternal de
Maria, la Madre de los Pobres, caminaron junto a nosotros y en Ellos
encontramos el camino de la liberación.
Con todo cariño y respeto:
Marcelo Palentini, Obispo de Jujuy
Pedro Olmedo, Obispo de Humahuaca
Integrantes de la Marcha de la Esperanza»
El 21de Mayo de 2001, los Desocupados de La Quiaca anuncian una nueva Marcha de los Pobres y Excluidos.
Con el total apoyo y participación del Obispo Pedro, la marcha, después de recorrer los 300 Km a pie, con más de 1500 personas, llega a San Salvador de Jujuy. Pascualita Jerónimo, al llegar
a la Plaza Belgrano, nos cantó esta hermosa copla:
"Desde la Quiaca he venido
andando por los caminos
como todos somos pobres,
queremos buena justicia
Con estos pueblos que son unidos
han hecho la que han querido,
pero nos van a escuchar
unite a la marcha para luchar
Juntos vamos a caminar
cruzando cerros y valles
juntos vamos a luchar.
Todos por la Provincia"
166
Profeta en tierra extraña
Un grupo de caminantes, unas 300 personas, siguen hasta
Buenos Aires, donde los recibe el presidente De la Rúa. Los acompaña el Obispo, que denuncia a los medios de comunicación:
"Los gobernantes no responden a las urgencias de la gente, se hablaba de
que el ajuste no iba a tocar las políticas sociales; pero los esta tocando y con
bastante fuerza. No se dan cuenta de la gravedad social del momento."
El vocero de la marcha, el Padre Jesús Olmedo, declaraba a
la prensa después de la entrevista con el presidente:
"Hemos dicho a De la Rúa, que tenga ternura y mire a los rostros de los
niños de la Quebrada y Puna, marcados por el hambre y la miseria."
El obispo animó a los desocupados, que presentaron sus
petitorios en los distintos ministerios, regresando a la Puna para
esperar la respuesta de los funcionarios. Las reivindicaciones eran
muchas y urgentes, pera las soluciones que ofrecía el gobierno
eran mínimas y frustrantes. El país estaba en una crisis total y
pronto iba a estallar una gran explosión social.
Las condiciones sociales estaban perfectamente
sincronizadas, para un estallido popular en todo el país.
El 19 y 20 de diciembre del 2001 tuvo lugar el Argentinazo,
especialmente en la Capital Federal. El pueblo se lanzó a la calle,
en una multitudinaria protesta social.
Los marginados de La Quiaca, en la frontera con Bolivia,
también quisieron dejar oír su voz y los gritos de protesta. En una
asamblea de los desocupados, se decidieron las medidas de fuerzas: Crucifixión masiva y simulacro de entierro colectivo. Las imágenes dieron la vuelta al mundo. El P. Jesús Olmedo, vocero de
167
Pedro Olmedo un obispo como la gente
los quiaqueños, conecta con el obispo, ausente de la prelatura,
recibiendo su total, apoyo y autorizando el rito de las crucifixiones.
Ante las preguntas de muchos periodistas del extranjero, que
entrevistaban al Obispo Pedro, ésta fue su respuesta:
"Las crucifixiones fueron un mensaje, inspirado en el Evangelio y la
teología de la cruz y retomada por la teología de la liberación, que habla
mucho de los crucificados de la historia y que nosotros lo hicimos realidad
en la representación simbólico-real de la crucifixión colectiva del pueblo
colla, concretizada, en esta ocasión, en los desocupados de La Quiaca."
En el mes de octubre del 2003, durante una movilización de
campesinos y desocupados de La Quiaca e interrupción del Puente
Internacional, se desencadenó una fuerte represión y violencia
contra 2.000 manifestantes, que protestaban por la muerte del
ganado (ovejas y llamas), causada por la administración de vacunas contra la aftosa, en mal estado, a través de un plan gubernamental ejecutado por el SENASA, y a cuyo organismo se exigía
una indemnización por los daños.La denuncia del obispo fue rápida y tajante.
Días más tarde, el conflicto se complicó, dada las circunstancias del procesamiento judicial del P. Jesús Olmedo, iniciado
por el gobierno, junto a cuatro luchadores sociales.
Cientos de mensajes de protestas y apoyo, se recibieron en la
sede de la Prelatura, solidarizándose con el obispo, los misioneros
maltratados y todos los manifestantes reprimidos y procesados.
Como botón de muestra, recordaremos esta nota del Obispo
Casaldáliga:
168
Profeta en tierra extraña
"Personalmente y en nombre de toda nuestra Iglesia de Sao Felix do
Araguaia, quiero expresar la más plena solidaridad con el Padre Jesús
Olmedo y sus compañeros y toda la comunidad, por su testimonio profético, y repudiamos al mismo tiempo, la arbitrariedad y la violencia, con que
ustedes son tratados por autoridades que deberían dar testimonio de justicia y de respeto. Los abraza de corazón, y compromiso. Pedro, Obispo."
El obispo Pedro Olmedo, se hizo presente en La Quiaca y
después de interiorizarse de la situación, mandó una nota de protesta al Secretario de Seguridad Interior, aclarando las circunstancias de los hechos y exigiendo medidas disciplinarias para los
represores y violentos, y pidiendo explicaciones sobre el procesamiento al P. Jesús Olmedo y sus compañeros de lucha.
A finales de mayo del 2004, un buen numero de desocupados de la Quiaca, en unión con los misioneros claretianos que
trabajaban en la parroquia: Padre Pepe Carbajo y Jaime Pérez Alfonso, se volvieron a crucificar, para llamar la atención del gobierno y exigir mejoras sociales para toda la población.
El Obispo Pedro los acompañó, en el gesto profético de
protesta, dejándose crucificar en una de las cruces más grandes
de los improvisados calvarios. Desde el patíbulo, donde quiso
hacerse solidario con todos los crucificados de la Prelatura, el
Obispo manifestaba a los periodistas que:
"Se sentía orgulloso de sufrir un poco en la cruz, y que apoyaba totalmente el encadenamiento de las familias, las huelgas de hambre, las crucifixiones y todo lo que el pueblo imagine y realice para reclamar sus derechos."
169
Pedro Olmedo un obispo como la gente
7- CONQUISTAS SOCIALES PARA LOS MÁS POBRES
Después de haber recordado, en las paginas anteriores, las
propias luchas de los desocupados, apoyados por el Obispo Pedro, nos podríamos preguntar: ¿Cuales fueron los resultados y
beneficios concretos?
Gracias al aval y a las gestiones de Pedro ante el Gobierno y
otros Organismos de España, y siempre con la presión y la fuerza
de las luchas sociales de los desocupados y otros sectores, se podrían contabilizar las siguientes conquistas:
a) Personas: unos 4.500 empleos de los Planes Trabajar y
servicios comunitarios.
b) Proyectos gestionados y realizados por los desocupados,
con el aval del Obispo y Fondos de PROCLADE y otros Organismos:
· Construcción y entrega gratuita de 90 Viviendas para los
desocupados.
· Construcción de Núcleos Habitacionales, con subsidios estatales.
· Construcción de 10 Salones Multiusos, con fondos de ayudas solidarias.
· Construcción y funcionamiento de 3 Comedores para adolescentes y jóvenes, con un promedio de 1.000 beneficiarios y
con fondos propios y de ayudas solidarias.
· Construcción y funcionamiento de un Hogar Infantil, con
ayudas solidarias y un promedio de 80 beneficiarios entre 1 y
5 años.
170
Profeta en tierra extraña
· Construcción y funcionamiento de un Centro de Producción y Empleo para los desocupados.
· Financiación y funcionamiento de 10 Hornos Comunitarios
y un promedio de beneficiarios de 250 familias y 1.000 adolescentes y jóvenes.
· Cooperativa de Adobes y Bloques para la construcción.
· Grupos Comunitarios de Producción: Reciclaje de Ropa,
Elaboración de Papas Fritas, etc.
· Servicios Comunitarios en Comedores Infantiles y distintas
instituciones.
· Atención de Ancianos a domicilio y Niños en riesgo.
· Talleres de Capacitación: Planificación Familiar, Alfabetización, Turismo, etc.
Gracias a las luchas de los desocupados y el apoyo y aval del
Obispo Pedro, con financiación de PROCLADE se pudieron
conseguir muchos proyectos concretos, que satisfacían medianamente las necesidades y justas reivindicaciones de los hermanos
más pobres de la Prelatura.
8- DENUNCIAS PROFÉTICAS A TRAVÉS DE LOS MENSAJES PASTORALES
Pedro nunca fue aficionado escribir, y además le costaba
bastante; sin embargo, en las fiestas litúrgicas más importantes,
nunca faltaba un mensaje de felicitación a los feligreses, donde
aprovechaba para plantear la situación social de la zona, intentando dar respuesta desde el evangelio y el misterio de Cristo, procurando siempre ofrecer un mensaje de esperanza.
171
Pedro Olmedo un obispo como la gente
Nunca escribió Cartas Pastorales; pero sus mensajes de Navidad y Pascua de Resurrección, estaban colmados de profundo
sentido evangélico, profético y eclesial.
En septiembre de 1994, con motivo de la Campaña "Mas por
Menos", en un mensaje televisivo, el obispo Pedro advertía: "Que
la pobreza y marginación seguían aumentando cada vez más y la gente se
siente agobiada, porque no encuentra trabajo y ni siquiera tiene posibilidades
de vender sus productos". Y refiriéndose a la Prelatura de Humahuaca,
Pedro afirmaba que: "Mas allá de los datos estadísticos, cuando uno
recorre las zonas más afectadas, ve que la gente está realmente mal y en
muchas casas, no tienen para comer."
Aprovechaba la campaña Mas por Menos, para denunciar que
en la zona de la Prelatura, la desnutrición infantil era del 30% y la
mortalidad del 65 x 1.000.
En el mensaje pascual de 1995, el Obispo Pedro afirmaba
que:
"En los momentos y en las circunstancias actuales de nuestra patria,
nuestra provincia y nuestras comunidades, donde hay tantos signos de muerte,
de dolor y de sufrimiento, no puedo, como sucesor de los apóstoles, dejar de
llamar a la reflexión en tiempos de Pascua, especialmente a los responsables de las políticas que ocasionaban estas situaciones de muerte, para que
haya verdadera Resurrección hoy, en Jujuy y en la Puna." Y continua
diciendo Pedro que: "Hoy se sigue condenando la persona de Jesús, en
sus preferidos, pues la mayoría de las políticas vigentes, condenan a la
marginación y exclusión a los pobres, trabajadores, a las mujeres y a los
niños."
En 1998, en el mensaje Pascual, compartido con el Obispo
Palentini, Pedro denunció duramente el sistema económico vi172
Profeta en tierra extraña
gente que:
"Imposibilita la vida digna de miles de familias; se obstaculiza el acceso
a la propiedad de la tierra, y se achica la posibilidad de conseguir trabajo
digno para miles de obreros. Un sistema así, no es un sistema de vida para
ningún pueblo; es más bien una sepultura para los muertos, que el mismo
sistema engendra". Mas adelante, sigue denunciando: "Al sistema político
y de gobierno en el que, la inseguridad ciudadana, la impunidad y la
corrupción, tienen carta de ciudadanía, sin posibilidades de vida digna
para el Pueblo."
Finalmente, los Obispos de Jujuy y Humahuaca, hicieron
votos para que:
"La fuerza del Espíritu que resucitó a Jesús, nos dé a todos la paz, la
alegría y la fortaleza necesaria, para seguir implantando los valores del
Reino."
En abril de 1999, la ultima Pascua del siglo XX, el Obispo
Pedro, después de recordar la dura realidad social del país y de la
Provincia de Jujuy, aboga, en comunión con Juan Pablo II, por
una Pascua sincera y verdadera, una Pascua que sea: "Un paso a
una vida de solidaridad, amor y generosidad. Un paso sincero hacia una
mejor distribución de los bienes y una definitiva devolución y adjudicación de
las tierras a nuestros hermanos aborígenes; un paso, en definitiva, valiente y
comprometido, hacia la liberación de todos los pobres y condenados de nuestra
querida tierra jujeña."
En el año jubilar del 2000, los Obispos de Jujuy y Humahuaca,
convocaban a todos los cristianos de sus Iglesias, a celebrar el
jubileo como un tiempo de justicia para los pobres y la alegría por
la liberación para toda la humanidad. Muchos se preguntarán,
173
Pedro Olmedo un obispo como la gente
decían los obispos en su mensaje pascual:
"Cómo vivir el Jubileo, teniendo que llevar cruces tan pesadas: la
falta de diálogo en las familias, las guerras y divisiones, el hambre y la
injusticia, la falta de trabajo y de vida digna"; los obispos, seguían
diciendo en su mensaje: "Nos sentimos solidarios y prometemos, no
abandonaros en vuestra dura realidad social. Estos momentos de dolor
y sufrimiento de nuestros pueblos, los viviremos desde la fe y la esperanza, para que todos, sintiéndonos uno en Cristo, podamos renacer a la
vida plena en el Resucitado."
Después de los tristes acontecimientos ocurridos en Buenos
Aires, durante el Argentinazo del 19 y 20 de diciembre del 2001,
los Obispo de Jujuy y Humahuaca, difundieron un profundo mensaje, con motivo de las Fiestas de Navidad y Año Nuevo. En el
referido mensaje, los obispos pedían que:
"Ante los hechos recientemente acaecidos en el país, la celebración de
Nacimiento de Jesús en Belén, que viene a hacerse solidario con nuestras
angustias y nuestras preocupaciones, despierte sentimientos de solidaridad,
fraternidad y compromiso, pues en estos momentos difíciles, todos lo que
formamos la Iglesia, no tenemos excusas que justifiquen nuestra ausencia
y falta de compromiso en las grandes causas de la humanidad, siempre a
lado de los que más sufren y necesitan de nuestra ayuda, para recuperar la
dignidad y la esperanza en el Dios-con-nosotros, que vino a salvarnos en
Navidad."
En la primera pascua del siglo XXI, después de las celebraciones jubilares, los Obispos Marcelo Palentini y Pedro Olmedo,
exhortan a todos sus feligreses, en el mensaje pascual:
174
Profeta en tierra extraña
"A recuperar la esperanza, para reconstruir el tejido social, severamente
lesionado, por causas soci -económicas, políticas y culturales."
Después de denunciar, duramente, "la trama del liberalismo económico y la globalización insolidaria que genera millones de excluidos", los
obispos terminan su mensaje invitando a todos sus feligreses a:
"Compartir de corazón, la alegría de Cristo Resucitado y el gozo pascual,
que nos anuncia la liberación y salvación definitiva de toda la humanidad."
Al término del primer año del tercer milenio, el Obispo Pedro preparó un hermoso mensaje de Navidad, lleno de resonancias y denuncias proféticas, recordando, con Juan Pablo II que:
"Había que remar mar a dentro, procurando una evangelización audaz,
creativa y comprometida con los graves problemas del momento actual:
Crecimiento enorme de la pobreza, que se ha convertido en indigencia y
miseria, que clama al cielo y acentúa la exclusión.
Conflictos violentos, ante la agresividad y violencia institucionalizada.
Corrupción económica y política y despilfarro de bienes públicos.
Políticas sociales y programas alimentarios con orientación partidista y
clientelista.
Mentira y robo en las campañas electorales de los mismos políticos de
siempre, que no acababan de entender el grito del pueblo: ¡Que se vayan
todos!"
Y el mensaje de Pedro termina así:
"En un mundo que excluye, que no le interesan los pobres, que no los
175
Pedro Olmedo un obispo como la gente
considera personas, ni les da espacios de participación, nosotros hoy más
que nunca, tenemos que estar juntos a ellos y con ellos, gritar y reclamar
por su seguridad y su grandeza como personas y como pueblos."
El mensaje Pascual del 2004, después de recordar la dura
realidad social de la Prelatura de Humahuaca, nos recuerda que:
"Jesús, Señor de la historia, el inocente, fue traicionado, abandonado y
condenado a muerte en la cruz. Hoy sigue condenado de nuevo. Su agonía
se prolonga en las victimas de nuestro tiempo. ¿Cómo podríamos bajarlos
de la cruz?; ¿Cómo comunicar esperanza a aquellos que viven desesperados?
Después de denunciar y luchar contra la cultura de la muerte, de nuevo
tenemos que anunciar y proclamar el gozo Pascual del Domingo de Resurrección. Jesús esta vivo. Dios se ha puesto de parte del justo y de la victima,
y lo ha resucitado.
El Señor ha resucitado y vive para siempre. Él es la razón de nuestra
vida y la garantía de nuestra esperanza, para construir un nuevo mundo y
una Patria Justa y solidaria para todos los argentinos. Caminemos juntos,
a la luz del resucitado y el gozo Pascual de María, al encuentro de Cristo,
vivo y presente en medio del Pueblo."
9-DENUNCIAS CONTRA LA VIOLACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS
Y LA CORRUPCIÓN POLÍTICA.
Los misioneros de la Prelatura de Humahuaca, sobre todo
en los duros años del Proceso, denunciaron en numerosas ocasiones las violaciones contra los Derechos Humanos.
Las denuncias se fueron haciendo in situ, y más tarde, recogidas en un informe y publicado en algunas revistas especializadas
176
Profeta en tierra extraña
sobre el tema.
Las principales denuncias incidían o tenían relación con los
siguientes aspectos: Derecho a la Vida, Derecho a la Libertad y
Libre Expresión, Derecho de Asociación y de Manifestación.
Durante la Dictadura Militar se denunció valientemente la
represión, el encarcelamiento arbitrario de obreros y sindicalistas,
las desapariciones de personas y las torturas en las cárceles.
El Obispo Pedro, ya de simple misionero, fue un gran defensor de los Derechos Humanos, denunciando en muchas ocasiones, la violación de los mismos.
Donde se ha destacado, especialmente, el Obispo Pedro ha
sido en la denuncia de los Derechos Sociales y todos los que tuviesen relación con la dignidad de las personas y de los pueblos.
En los momentos más duros de la crisis socio-económica
del Norte Argentino, Pedro denuncia fuertemente el ajuste económico del Gobierno de Menem y el pecado social de la exclusión, contrario al plan de Dios. En unas declaraciones a la agencia
DYN, el Obispo de Humahuaca le pedía a Menem:
"Que se acordase de los pobres y que pagase la deuda interna, que mantiene su gobierno con los millones de pobres del país: salud, educación,
trabajo y una vida digna."
En el contexto de IX Seminario de Formación Teológica,
celebrado en la Rioja en Febrero de 1996, el Obispo Pedro declaraba a la Agencia DYN que:
"Gracias al capitalismo salvaje, que aplica la administración de Menem,
se realiza un nuevo genocidio, que tiene como blanco a los niños, los ancia177
Pedro Olmedo un obispo como la gente
nos y las personas que viven en las zonas más desprotegidas. El capitalismo salvaje y excluyente, perverso e inhumano, esta generando situaciones
de injusticias y genocidios, disimulados y lentos, sobre todo en las zonas
marginadas del Norte Argentino."
Las declaraciones anteriores provocaron protestas del gobierno y del Obispo Ogñenovich, que salió al cruce, en defensa
del Presidente Menem. A los pocos días, Pedro vuelve sobre el
mismo tema, se afirmaba en lo dicho anteriormente e insiste que
los:
"Cristianos no podemos esperar para cuestionar esta política neoliberal,
salvaje y diabólica."
Ante la crisis social de la Provincia de Jujuy, el Obispo Pedro
denuncia duramente a los políticos corruptos y defendía a los
sindicalistas del Frente de Gremios de Estatales que "desde hace
años vienen reivindicando las conquistas sociales para los trabajadores, los
desocupados y todo el pueblo jujeño".
Con motivo de unas supuestas donaciones a la Iglesia cordobesa, del Empresario Yabrán, el Obispo Pedro criticó duramente, advirtiendo que no es ético aceptar limosnas, nacidas de la
corrupción; y en relación al tema de Yabrán, sostuvo que: "No se
pueden aceptar limosnas de quien, a todas voces se comenta, se ha enriquecido
de manera corrupta."
Durante gran parte del Gobierno Menem, el Obispo Pedro
fue muy crítico, sobre todo en el tema de la corrupción política y
de la represión de las protestas sociales.
En el mensaje pascual de 1997, advertía sobre la violencia
institucionalizada, afirmando que:
178
Profeta en tierra extraña
"El saludo de Cristo resucitado, nos interpela hoy, muy especialmente, en
el clima de violencia, injusticias, corrupción, falta de entendimiento en temas fundamentales de bien común, y el uso de la fuerza pública, para
resolver los problemas, que debieron prevenirse con vocación de verdadera
paz."
En el año del Cincuentenario de la Declaración Universal de
los Derechos Humanos, diciembre de 1998, el Obispo Pedro declaraba a los medios de prensa, que:
"Los Estados deben garantizar el cumplimiento de los tratados y acuerdos internacionales sobre los Derechos Humanos, incorporados a la Constitución Nacional."
Después de la gran crisis del Argentinazo, diciembre del 2001,
el Obispo Pedro fue especialmente duro con los políticos, que no
sólo desoyeron el grito ¡Que se vayan todos!, sino que no dieron ni
un pálpito de señales para renunciar a sus privilegios, y corrupciones económicas.
Finalmente, el Obispo Pedro insto a los gobernantes:
"A crear condiciones de justicia, para sus pueblos y a privilegiar ese
interés por sobre todas las otras presiones existentes, especialmente las del
Fondo Monetario Internacional y las políticas económicas salvajes, inhumanas y anticristianas."
En este sentido, recordó el obispo expresiones del Salmo
82, donde dirigiéndose a los jueces y gobernantes, les dice:
"¿Hasta cuando harán ustedes juicios falsos
y se pondrán de parte de los opresores?
179
Pedro Olmedo un obispo como la gente
Hagan justicia al débil y al huérfano,
hagan justicia al pobre y al necesitado,
liberen a los débiles y a los explotados
y defiéndanlos de los opresores."
10. PERSEGUIDO POR DEFENDER EL DERECHO Y LA JUSTICIA
Durante el Proceso Militar, iniciado con el golpe de Estado
de 1976, y todos los años de la dictadura, los misioneros de la
Prelatura de Humahuaca, tuvieron que sufrir muchas
incomprensiones, acusaciones e incluso persecuciones, por haber
denunciado los abusos de autoridad, las represiones violentas y
las desapariciones y encarcelamientos arbitrarios.
En aquellos años, Pedro, misionero en Pirquitas, tuvo que
denunciar la detención injusta y el encarcelamiento de un sindicalista, Rosendo Flores, al que defendió y consiguió su liberación,
con el apoyo del mismo Obispo de Humahuaca, José María
Márquez.
Pedro y la Comunidad Cristiana de Iruya, sufrieron la persecución de grupos minoritarios, apoyados por el gobierno, con
intereses económicos y políticos en la región. He aquí el testimonio de la Comunidad de Pedro:
"Mucho hemos sufrido y llorado. Incomprensión, persecuciones y contras
hemos tenido. Muchas veces hemos querido irnos, creyendo que era inútil
tanto esfuerzo."
Al cabo de tantos años de trabajo y lucha por la justicia, las
presiones y persecuciones continuaron contra la Comunidad de
Iruya. Fueron acusados de subversivos, comunistas y tercermun180
Profeta en tierra extraña
distas.
En el año 1978, en plena Dictadura Militar, Pedro, en unión
con su hermano Jesús, sufrieron el allanamiento de una casa religiosa en Tilcara, donde estaban impartiendo un cursillo de Formación Social y Cristiana, con un grupo de chicas de Jujuy. Una
patrulla de la Policía Federal, irrumpió violentamente en el establecimiento, registraron toda la casa y se llevaron detenidos a los
dos misioneros. Días más tarde el P. Jesús tuvo que salir del país,
presionado y expulsado por los militares. La noticia fue recogida
por el diario El País de Madrid:
"Los misioneros hemos sido perseguidos también por la Dictadura Militar que asolo el País entre marzo de 1976 y diciembre de 1983. La
policía nos identificaban como elementos subversivos. Fuimos presionados,
perseguidos, y uno de ellos, amenazado de muerte y emplazado a marchase
del País."
En su época de Obispo, Pedro también ha recibido amenazas, difamaciones injustas y abiertas persecuciones. Los teléfonos
de la Prelatura y de algunas casas parroquiales han estado y siguen
estando en la actualidad, permanentemente controlados y pinchados.
Los funcionarios de Gobierno Nacional y Provincial, ante
las criticas y denuncias proféticas del Obispo Pedro, reaccionaban, en ocasiones, con dureza y acusaban a la Prelatura y a su
Pastor de inmiscuirse en los asuntos temporales, que solo competen a los gobernantes. Como botón de muestra, podemos recordar las infamias y calumnias vertidas por el Gobierno Provincial
de Jujuy, acusando a Pedro de subversivo y responsable del cierre
de Mina Pirquitas. Fue a finales de octubre de 1995.
181
Pedro Olmedo un obispo como la gente
En aquella ocasión, las instituciones laicas de la Diócesis de
Jujuy y de la Prelatura de Humahuaca, salieron en defensa del
Obispo Pedro Olmedo. En parte de prensa, intitulado Frente a la
Infamia, los seglares comprometidos con su iglesia y con la verdad, se expresaron de esta forma:
"Con gran sorpresa y dolor, leímos en el diario Pregón, la forma artera,
infame y descarada, en que el Gobernador de la Provincia, arremete contra el Obispo de la Prelatura de Humahuaca, Monseñor Pedro Olmedo,
haciendo graves injurias e imputaciones, responsabilizándolo del cierre de
Mina Pirquitas.
Nuestro pueblo, profundamente cristiano, sufrió también este agravio
gratuito, de parte de primer mandatario, en la figura de su Pastor y Obispo. Hoy, un hombre que reviste el mayor poder de la provincia, tiene el tupé
y la irresponsabilidad de ofender a la dignidad de nuestro Obispo, y no
podemos callar. Frente a la Infamia, nuestra más enérgica protesta y solidaridad con el Obispo Pedro Olmedo."
En otras ocasiones, distintos funcionarios del gobierno, seguían acusando al Obispo Pedro de subversivo e incitador a la
violencia, porque apoyaba las marchas y las movilizaciones de los
desocupados y sindicalistas. En uno de los momentos más conflictivos vividos con el poder político, Pedro responde así el primer mandatario de la provincia:
"Nunca aceptaré la connivencia con situaciones de injusticia o violación
de los derechos humanos fundamentales. Por más que nos agravien, vamos
a seguir al lado de la gente, porque es nuestra misión; pero estando siempre
abiertos al dialogo, que queremos sea siempre sincero, ya que en la jerga
política, la infamia, la traición y la calumnia, son medidas corrientes de
182
Profeta en tierra extraña
cambio y la Iglesia no puede caer en la trampa y seguirles el juego."
Y ya para terminar este capítulo, nos ha parecido conveniente transcribir un importante documento emitido por el Obispo
Pedro, en respuesta a las acusaciones del Gobierno a su persona y
a los misioneros claretianos y sacerdotes, que trabajan en la
Prelatura. He aquí el texto completo:
"Recién llegado de mí recorrida por el Dpto. de Rinconada, donde estuve
la semana pasada, a pesar que algunos medios me hacían al frente del
movimiento en Jujuy, tomo conocimiento de los hechos acaecidos en San
Salvador de Jujuy y de las declaraciones de las autoridades provinciales,
que se refieren a mi misión como Obispo de Humahuaca y la acción
evangelizadora de los Claretianos en esta postergada región de la provincia. Sobre ello quiero señalar:
1- La Doctrina Social de la Iglesia indica claramente, que la tarea de
asegurar el bien común y la paz social, es responsabilidad primordial de
los gobiernos.
2- Sin embargo, a la critica situación de hambre, miseria y angustia de
la mayoría de las familias jujeñas desde hace tiempo, hoy se suman como
detonante particular, por un lado, la mala administración y malversación
de fondos públicos que, derrochados en meses preelectorales, hoy no existen
para asumir compromisos elementales como los salarios y funcionamiento
de los servicios básicos. Y por otro, la retención y disposición indebida de
fondos privados, que esta indicando la situación del Banco de la Provincia.
3- La Iglesia de Humahuaca, ha señalado en reiteradas oportunidades
esta realidad de pecado social, cumpliendo su misión de denuncia profética
de aquello que es contrario al Plan de Dios, sin encontrar respuesta ni
predisposición al diálogo de los gobernantes.
4- Además de la denuncia, la Prelatura de Humahuaca trabaja en el
183
Pedro Olmedo un obispo como la gente
Anuncio de la Civilización del Amor. A través del esfuerzo permanente y
voluntario de miles de personas, sacerdotes, religiosas y laicos, genera programas de promoción humana y social y asume el trabajo cotidiano de
asistir a las victimas de estructuras políticas y decisiones que están originando la pobreza.
5- También a través de Oclade, fundación creada por nuestro Obispo
anterior, hemos estado permanentemente abiertos a colaborar con la gestión de políticas sociales de los Gobiernos Nacional y Provincial, no siendo
esta nuestra tarea primordial, ni encontrado siempre eco e interés de sus
responsables.
6- El gobierno provincial, tampoco es la primera vez que, en lugar de
asumir las consecuencias de sus decisiones, busca transferir sus culpas agrediendo aun más, con arteras mentiras, deformando la información, descalificando con rótulos incompatibles con épocas democráticas, a los trabajadores, a sus legítimos representantes y a quienes cumpliendo con su misión
de Pastores, los acompañan.
7- Y al señalar al gobierno provincial no me refiero solamente al Poder
Ejecutivo; las irregularidades e ilegalidades antes señaladas, sin que los
otros poderes del Estado cumplan con su deber, dejan al pueblo sin otra
alternativa que el camino de la desesperación para solucionar sus justos
reclamos.
Convencido de que la paz verdadera es fruto únicamente de la justicia
"tan largamente esperada" en nuestra Provincia, rogamos al Dios de la
Vida, para el cambio de actitud y decisiones, que hagan más humano este
modelo de exclusión y marginación que hoy se impone en la Argentina."
184
Capítulo XII
Un verdadero pastor para un pueblo de pastores
TRADICIONALMENTE LA FIGURA DEL OBISPO se ha identificado con la imagen bíblica del Buen Pastor. Y su trabajo en la
iglesia, sería pastorear al pueblo de Dios, que le ha sido confiado.
Organizar la pastoral en la Iglesia particular, ubicada en cada
diócesis, es la primera obligación y el primer derecho del Obispo,
elegido por Dios, para ejercer el ministerio episcopal.
En el capitulo décimo del Evangelio de San Juan, encontramos la imagen y la comparación de Jesús, como el Buen Pastor.
Pedro Olmedo un obispo como la gente
La figura de Dios, como el Pastor de Israel, es un tema de la
literatura religiosa judía, que se aplica, sobre todo al Mesías.
Jesús reivindica para sí, el titulo Mesiánico de Pastor por excelencia, anunciado y prometido por Dios a su pueblo, en contraposición a los falsos pastores de Israel, más preocupados por si
mismos, que del bienestar y salvación de su rebaño.
Cuando Jesús nos habla, en el Evangelio de Juan, que Él es
la puerta de las ovejas, nos esta queriendo decir que solo hay una
forma de ser pastor en la Iglesia: entrando en ella a través del mismo
Jesús.
A los verdaderos pastores, los que entran por la puerta que
es Cristo, se los reconoce por la voz: lo que dicen y cómo lo dicen.
Ellos nos tienen que hablar como nos hablaba Jesús, a través del
mensaje Evangélicos y los hechos de vida que aparecen en él.
Jesús es el camino, la verdad y la vida, que nos lleva a la salvación.
Y él nos salvó a través de su vida, muerte y resurrección. Entregó
la vida por sus ovejas.
Los pastores elegidos por Jesús, deben dar también la vida
por sus ovejas. A imitación de Cristo, tienen que entregarse totalmente, para que sus ovejas vivan y tengan vida en plenitud y para
siempre.
La doctrina bíblica del mesianismo, expresada en la metáfora pastoril, difícilmente será entendida por la civilización tecnócrata e industrial; sin embargo, para los pueblos y las culturas que
viven y trabajan como pastores, la imagen Bíblica y Teológica del
Buen Pastor, es perfectamente comprendida, asumida y aceptada,
en sus vivencias religiosas existenciales.
En la región donde esta enclavada la Prelatura de Humahuaca,
186
Un verdadero pastor para un pueblo de pastores
la zona de la Puna, Quebrada y Valles Salteños, el pueblo campesino, entiende perfectamente la imagen religiosa del pastor, pues,
desde tiempos inmemoriales, ha vivido cerca de su hacienda y de
los rebaños de ovejas.
El pueblo colla es un pueblo de pastores, que ama profundamente la tierra y las ovejitas que pastorean por los cerros y que,
más tarde, será el alimento y el sostén de la familia.
Los niños, desde muy pequeños, aprenden el oficio de
pastorcitos y saben muy bien cuidar y defender sus ovejitas de los
peligros del cerro y de los animales dañinos.
En la catequesis, los changuitos collas comprenden mejor a
Dios, a través de la imagen del Buen Pastor, que de la figura de
Yahvé como Padre.
En este contexto pastoril y de zona agropecuaria, el Obispo
Pedro supo encarnarse en medio de su pueblo y ejercer su misión
apostólica a través de la imagen y la realidad de Buen Pastor, que
entrega su vida día a día, en el cuidado y pastoreo de su comunidad eclesial, extendida por toda la Prelatura de Humahuaca.
Pedro Olmedo, como obispo encarnado en medio de su
pueblo, ha sido un verdadero Pastor para un pueblo de Pastores.
Y quien mejor que ellos, sus queridos feligreses, podrían hablar y
dar testimonio de su Obispo Pedro como verdadero Pastor. En
este sentido, podríamos multiplicar las páginas de este libro,
transcribiendo los mensajes, escritos o de palabra, que hemos recibido de tantas personas de la Prelatura, que quieren y admiran a
su Obispo.
No hemos tenido otra alternativa que reducir y seleccionar
los testimonios y mensajes, manteniendo, no obstante, el texto
187
Pedro Olmedo un obispo como la gente
original y, en algún caso, el anonimato, según el deseo de los
autores.
También nos ha parecido interesante, recoger en las páginas
de este último capitulo, la opinión de algunos periodistas sobre la
figura de Pedro, plasmada en notas y entrevistas, aparecidas en los
medios de comunicación social.
Norma Cazón, trabaja desde hace años, en Cáritas Prelaticia
de Humahuaca. Es una mujer humilde y sencillas, pero preparada
y muy trabajadora; conoce al Obispo Pedro desde hace tiempo y
siente hacia él mucho respeto y admiración. Este es su testimonio.
"No se cuanto tiempo me llevó aceptar mi condición de originaria de
estas tierras, pero fue un largo proceso. Al principio sentí vergüenza, luego
cuando comencé a aceptar con naturalidad el color de mi piel y los rasgos de
mi rostro tan andinos, sentí la necesidad de imaginarme el pasado, así
pude conocer en Bolivia y Perú los lugares que muestran la crudeza de la
conquista, las catacumbas, el palacio de la inquisición, las grandes obras
que se levantaron con el sudor de los llamados "indios", la minas que
fueron vaciándose para incrementar la riqueza del extranjero, y me imagine el sufrimiento de los antiguos dueños de estas tierras que, como " Bartolina Sisa, Micaela Bastidas y Tupac Amaru", entre muchos otros, se
sacrificaron y lucharan hasta perder sus vidas por defender la identidad,
las tierras, el patrimonio y la vida andina. Confieso que sentí una sensación parecida al odio, y como muchos indigenistas, creí que la Iglesia fue
una de las grandes responsables de tantos siglos de dolor y me alejé. Pero, al
poco tiempo descubrí a través de los escritos de los historiadores de nuestra
raza que no siempre la cruz estuvo al servicio de la espada, ni menos la
espada al servicio de la cruz, pues, esos escritos nos muestran a sacerdotes
188
Un verdadero pastor para un pueblo de pastores
que dedican su vida a la enseñanza y a la defensa de nuestros antepasados.
Después de esta etapa y en un momento muy complejo en la vida política
- institucional de la Argentina, conocí a Monseñor Pedro Olmedo y a los
sacerdotes de la Prelatura de Humahuaca; eran los años en que la mayoría no practicábamos el ejercicio pleno de nuestros derechos y en silencio y
con resignación veíamos como se enriquecían los poderosos, la clase política
y el entorno de los que nos gobernaron durante la llamada década infame.
Conocí muy de cerca el trabajo que venia realizando la Iglesia Católica
para lograr el desarrollo integral de todos, especialmente de los que más
sufren. Y sin pensar demasiado, decidí estar al lado de ellos. Reconozco
que la persona de Monseñor Olmedo fue clave en esta decisión. Podría
escribir varios capítulos referidos a él, pero como no es el caso, trataré de
sintetizar lo que más conmueve de su figura.
* Su cercanía: Jamás se pide audiencia para hablar con él. Muchas veces
lo encontramos en la calle y nos saluda y nos pregunta por nuestra familia,
que seguramente ya la conoce. Está presente en cada encuentro pastoral,
compartiendo hasta los más mínimos detalles. Me siento privilegiada cuando
los laicos de las diócesis hermanas se sorprenden al ver en mi Obispo tanta
humildad y tanto afecto.
* Su capacidad de trabajo: No solo para lo que significa la representación de la Prelatura ante diversos e importantes organismos, sino su insistencia para viajar y cumplir con sus compromisos pastorales. Puede llegar
de Salta, salir en la camioneta para estar en la Fiesta Patronal de Susques;
a los dos días llegar a Santa Victoria para participar de un encuentro;
luego vuelve a Humahuaca, suele pasar muchas horas en su despacho, con
la cordialidad que lo caracteriza, atiende a varias personas que le solicitan
ayuda o su intercesión ante grandes problemas. Nos escucha y nos anima a
tomar decisiones a los dirigentes de las distintas pastorales, atiende personalmente el teléfono que le suena cada 4 minutos.
189
Pedro Olmedo un obispo como la gente
Y cuando le queda un instante libre, lee la nutrida correspondencia que
está en su escritorio y personalmente responde a cada una de ellas. Al día
siguiente parte a Buenos Aires a reunirse con el Episcopado Argentino.
Ninguno de los que tenemos la gracia de estar cerca suyo, podemos seguirle
el ritmo; no nos da la fuerzas, tan solo somos humanos.
* Su memoria: Me sorprende su lucidez, recuerda hasta los más mínimos detalles de las reuniones, los nombres de las personas, los montos y la
localización de los proyectos que se ejecutan en cada parroquia. Es muy
difícil engañarle.
* Su sabiduría: Siempre se anticipa a los hechos, tal vez porque tiene
tanta experiencia de gestión ante los organismos del Estado y sabe cuando
nos están mintiendo. Con igual capacidad puede escuchar, entender e interpretar a un gran académico, como a un referente de un grupo comunitario
de la Puna. Con igual altura puede disertar en las grandes universidades
o tratar algún tema en un taller de los Valles. Su lenguaje es sencillo y
todos lo podemos entender.
* Su pobreza: Lo hemos visto pagar con monedas, el café que nos invitó
a cinco personas luego de un encuentro en Tucumán, antes de tomar el
colectivo que lo llevaría a un curso con seminaristas en Formosa. No tiene
custodia personal, aunque muchos pensamos que debería tenerla cuando
sale fuera de la provincia, no solo porque es un Obispo, sino porque es un
Obispo diferente, con una clara opción a favor de los pobres. Casi nunca
lleva una prenda nueva, seguramente no se la compra, pero con seguridad
le deben regalar, pero al igual que el padre Tobías o el Padre Dominguito
se la dará a alguien que le pidió ayuda.
* Su decisión de jugarse por los que más sufren: Me conmueve saber que
fue Minero en Pirquitas y Agente Sanitario en Iruya y que contra los
deseos de los dueños del Tabacal, se las arreglo para atender la salud de los
que trabajan en el rigor del Ingenio. La Iglesia que el conduce, destina
190
Un verdadero pastor para un pueblo de pastores
muchos esfuerzos y recursos económicos para promover y fortalecer organizaciones de los más pobres.
* Es un gran Pastor: Porque delega responsabilidades, porque en la
Iglesia que el conduce, los laicos ocupamos lugares importantes, contando
con su confianza y su incondicional apoyo. Porque escucha nuestras opiniones y nos hace sentir valiosos. Porque es incapaz de escribir una coma, que
pueda perjudicar a quienes le hicieron daño a la Prelatura, con los comentarios maliciosos. El mal no tiene espacio en su vida.
* Porque ama y defiende nuestra cultura: Muchos años bailó al son de
las cajas y el erke en cada una de nuestras fiestas ancestrales. La Pacha, el
Inti y la Quilla saben del respeto que les profesa. La Whipala mostró
orgullosa su colorido y su historia junto a la Bandera Argentina y Papal.
La Virgen María se vistió con la ropa que usan nuestras mujeres del
campo y él, juntamente con sus sacerdotes, nos dicen que Jesús se parece a
nosotros, que tiene nuestro color de piel y que si estuviera vivo caminaría al
lado nuestro.
Me parece de sabios que haya tenido la humildad de pedir perdón por los
excesos de la Iglesia de ayer y, aunque ni él ni sus sacerdotes son responsables de ese pasado, hoy trabajan para los más postergados de la sociedad.
Son los únicos que por las convicciones evangélicas, nos consuelan, nos
curan las heridas y nos dan la mano para levantarnos de la postración de
siglos y para conducirnos hacia nuestra verdadera liberación. Aunque mi
vocación sea muy pequeña al lado de la obra gigante de Monseñor Olmedo,
quiero agradecer a Dios porque le envió a estas tierras para ser: el obispo
que mi pueblo quiere."
En la parroquia de Iruya, Pedro pasó los mejores años de su
vida y los más sacrificados. Allí compartió una hermosa experiencia pastoral, en una comunidad mixta, que ya hemos relatado.
Héctor Castro, director durante años de la Escuela Padre Claret
191
Pedro Olmedo un obispo como la gente
de Iruya y miembro de la comunidad mixta, aunque por pocos
meses, recuerda así su experiencia junto a Pedro:
"Después de superar algunos problemas y dificultades de adaptación,
siempre con la ayuda de Pedro, la experiencia comunitaria me pareció
positiva. El buen humor y las bromas de Pedro y Tomás, secundados por
Rosendo, reinaban siempre en la comunidad. Justamente, la alegría, sello
particular de los Claretianos, desbordaba en Pedro y la transmitía a quien
estuviera a su alrededor.
Me impresionó, muy especialmente, el carácter inquieto y alegre de Pedro.
La inteligencia clara y el agudo ingenio impactaban; y no menos la sencillez, la humildad y generosidad. Y por sobre todo, la permanente disponibilidad, puesta al servicio de los pobres, desarrollando una intensa actividad a favor de ellos. Era un autentico líder: ideaba, organizaba y ejecutaba.
Se sentía plenamente misionero ¡Que feliz se le veía, cuando regresaba de
su campaña misionera por los rodeos de Iruya! A todos contagiaba su
felicidad. Aún hoy tengo fijada en la retina, la figura del cura cercano,
amigo y hermano de todos. Siempre de vaquero, poncho y sombrero y su
inseparable caballo ya montado o tirando del cabestro. De Pedro tengo
innumerables recuerdos, de tantos años compartiendo momentos felices y
llenos de amistad y compañerismo. En Iruya ha sido un referente de Pastor
cercano y entregado a su Pueblo."
Una humilde señora de Abra Pampa, que prefiere quedar en
el anonimato, nos transmite así su admiración y cariño por el
Obispo Pedro:
"El Padre Obispo es una persona amable, con gran virtud de convivencia
con los seres semejantes que le rodean.
192
Un verdadero pastor para un pueblo de pastores
Nos hace sentir grandes e importantes y lo manifiesta externamente,
dándonos su corazón, donde lleva a Dios y a toda su gente que le rodea. Es
fuerte, con gran deseo de lucha, ante cada problema que se levanta como
pared, e impide el camino de su pueblo. El Padre Pedro, con esa fuerza
interior que le da el Señor, encuentra siempre la luz para enfrentar todos
los problemas y ayudar a quien lo necesite. Yo le doy gracias por "ser como
es" y por toda la fuerza que me brinda para seguir adelante en la vida, con
la fuerza y esperanza que me da Dios a través de sus consejos y palabras.
Muchas gracias, Padre Pedro y siga luchando como lo hace y lo hará
siempre."
La Familia Aguirre, originarios de Minas Pirquitas, conocieron a Pedro desde su primera época misionera en la localidad
pirquitense. Tato, uno de sus hijos, ha recordado así la presencia
de Pedro entre los mineros y el testimonio de su mamá Doña
Amelia:
"Allá por los años 70 llegaba a Minas Pirquitas un nuevo sacerdote, con
sus pocos años supo adaptarse a la cultura donde llego, un curita dado
hacia la gente, con un estilo diferente a los sacerdotes anteriores. Nosotros
lo veíamos como uno más del pueblo y fue un despertar con las enseñanzas
del padre. Era un pueblo tranquilo, que mucho de sus derechos no sabía,
los problemas con la empresa eran grande, no nos pagaban, las viviendas
eran precarias donde teníamos que ir al baño en letrinas muchas familias,
Él nos hacia notar los derechos que teníamos y que nosotros no sabíamos,
pero así fue el despertar de Mina Pirquitas con el Padre Pedro.
Lo que más recuerdo del padre, su alegría y su forma de compartir; no
me olvido aquella vez en que yo dormía, llego el padrecito a decirme: "vamos a sacar la comparsa, músicos no había, recuerdo que saco dos tapas de
olla que tenia y como platillo animaba la única guitarra que sonaba. En
aquel tiempo formamos el grupo de comunidades, que se diferenciaba por el
193
Pedro Olmedo un obispo como la gente
campamento que vivíamos, nosotros del campamento centro, nos denomino
la Comisión de festejos, porque siempre estábamos dispuestos a organizar
alguna fiesta para compartir."
La mamá Amelia nos dice:
"El padre fue mi refugio, me sentía contenida al contarle mis problemas,
era como si él se quedara con mis hijos, me fortalecía como persona, sobre
todo en las crisis que tuve con mi pareja. Fue mi fuerza cuando me quedé
sin trabajo, con 5 hijos que tenia que sacar adelante, fue mi guía espiritual, que me enseño a ser fuerte en los momentos difíciles, aprendí a acrecentar mi fe y a estar al servicio de las comunidades.
Cuando la situación se puso más difícil por los malos manejos que había
en la empresa, el padre también luchaba para que las personas no pierdan
el trabajo. En ese tiempo yo trabajaba en la salita de primeros auxilios de
la Veta. El padre salía del socavón, porque era minero para demostrar a
la empresa que había producción, para que la gente siga con fuente de
trabajo. En el colectivo nos encontrábamos y con esa alegría de siempre, me
colocaba su casco de minero, donde me dejaba el guardapolvo blanco, todo
negro por el polvo del mineral.
Justamente el recuerdo más grande que tenemos los pirquiteños, cuando se
consagro como obispo y en su primera llegada al pueblo, todos esperamos en
el monolito que estaba a la entrada, en su alegría de siempre nos hizo el
ademán de irse por el campo, mientras la gente corría tras el padre. Luego
lo vestimos de minero con su casco y sus botas, siempre tenia su poncho
rojo, montado en un burrito entraba al pueblo, queríamos demostrarle
nuestro cariño.
Así pasaban los años y como ven Pirquitas ya no existe, solo queda el
pueblo nuevo, pero en mi quedo las enseñanzas del padre Pedro. A nuestro
Obispo le decimos fuerza y siempre con Dios."
194
Un verdadero pastor para un pueblo de pastores
Una de las grandes preocupaciones del Obispo Pedro, ha
sido la Pastoral Aborigen, acompañamiento y apoyo a las comunidades en sus luchas y reivindicaciones. Nos parece importante
recoger en este libro, el testimonio de la hermana Silveria, Misionera Claretiana, Coordinadora de EPREPA (Equipo Prelaticio de
Pastoral Aborigen), quien está plenamente identificada, como
autentica aborigen de la zona, con la cultura de los pueblos colla
y Omahuaca, estando siempre presente en los procesos
organizativos de la Personería Jurídica y en la lucha por las tierras.
He aquí el hermoso escrito preparado por la Hermana Silveria
Salas:
"En forma personal y poniéndome en el lugar de las familias y líderes de
las diversas Comunidades Aborígenes de la Prelatura, más de 230 de la
zona Puna, Quebrada (Prov. De Jujuy) y Valles de Iruya, Nazareno y
Santa Victoria Oeste (Prov. De Salta), lo vemos como un sacerdote entregado totalmente a la misión encomendada por el Señor. Su envestidura de
sacerdote y Pastor no le hizo estar allá arriba como a veces nos encontramos con otros de su mismo rango en diferentes lugares fuera de la Prelatura.
Lo sentimos un Pastor cercano, hermano y amigo, más allá que tenga sus
propios errores.
Pero él como Obispo se supo bajar, ubicar y promover líneas y objetivos
en la Pastoral de la Prelatura con el respeto y valoración de nuestra cultura
andina.
Es un hombre sencillo, abierto e invita al diálogo y confianza. Para
conocer y entrar en nuestra cultura tuvo que dejar muchos esquemas, en los
cuales estaba formado. Se conoce la Cultura de un Pueblo cuando se observa, se escucha y se comparte mucho la vida de ese Pueblo. Desde sus experiencias compartidas con el minero en los socavones y familias más alejadas
de los poblados de la Prelatura, como lo son los Valles Salteños de Iruya,
195
Pedro Olmedo un obispo como la gente
Nazareno y Santa Victoria Oeste, que para llegar a ellas se debía caminar mucho y no le importó el cansancio ni los riesgos de esos altísimos
cerros.
Como Pastor se recorrió toda la zona rural que engloba los límites de la
Prelatura, es un andariego infatigable, al estilo de su fundador. Desde ese
conocimiento de la situación de pobreza, injusticia y marginación en la que
viven tantas familias de esas comunidades, él supo comprender el sufrimiento callado y resistente de mis hermanos de raza.
Frente a esta realidad social, él no se quedó de brazos cruzados, se solidarizó con el excluido, fue y es un activo trabajador por la justicia social. No
se calló frente al gobierno de turno para denunciar lo que debía denunciar.
No se queda sólo en la denuncia, sino que lleva propuestas de solución
para paliar la pobreza.
Desde las Comunidades Aborígenes no estuvimos solos en los reclamos,
él siempre estuvo y está de nuestro lado. Para que haya más participación
de miembros de base, uno de los objetivos propuestos desde la Pastoral fue
el de capacitar a los hermanos para que sean ellos mismos los protagonistas de esos reclamos, no sólo en el tema social sino en aquello que es lo más
sentido por nuestro pueblo, la recuperación de las tierras en forma legal.
En esta lucha por la tierra y en el fortalecimiento de la identidad cultural
por parte de las Comunidades Indígenas, el Obispo nos fue animando a
capacitarnos en lo legal, en leyes indígenas y eso parte desde la proclamación de Art. 75, Inc. 17, del año 1994 y en año 1996 con la información
de este derecho bajado a las base por miembros del EPREPA y promotores de OCLADE.
A nivel Prelatura en forma conjunta con los miembros del EPREPA,
promovió que se realice el Jubileo de la Tierra, en donde participaron
muchísimos hermanos y hermanas indígenas de base y logramos sacar un
documento el cual nos sirvió para entrar en diálogo con el Gobierno de la
196
Un verdadero pastor para un pueblo de pastores
Provincia para hacer caer la Ley 5030, Traba No 1 de la Paralización
del Programa de entrega de Tierras a las Comunidades Aborígenes de
Jujuy.
Fue un trabajo callado y silencioso desde las bases y lo seguimos haciendo
con el apoyo de nuestro Obispo; por eso, como indígena y mujer, quiero
agradecerle por esos espacios no sólo de capacitación sino de participación
activa que nos brinda para asumir cargos en la Pastoral. Agradezco por
mis hermanas y hermanos animadores, por la confianza que pone en nosotros, por su valoración y estima y, sobre todo por su cercanía y amistad."
La comunidad Parroquial de Abra Pampa, profundamente
humana y religiosa, siempre se sintió apoyada y acompañada por
su obispo. Un grupo de feligreses, en nombre de toda la comunidad, ha preparado también su testimonio, que vamos a recoger y
resumir en estas páginas. Sinforosa Lamas, voluntaria de Cáritas,
recuerda así a su Obispo:
"Ha sido una persona muy entregada a la gente. En un viaje a Oran,
por motivo de la Pastoral Social, todos sentimos su solidaridad, a la hora
de conseguir el almuerzo y cualquier necesidad del grupo.
En Abra pampa, en el trabajo de Cáritas, nos sentimos apoyados por la
confianza, seguridad y alegría, que siempre nos daba. Vemos que dentro
de él hay algo de ese "Jesús vivo"
En alguna situación difícil, por motivos económicos, no me negó su valiosa ayuda. A nadie negaba su colaboración fraternal.
Tenía siempre muy buen humor y gustaba de gastar bromas. Últimamente, por motivos de salud, usaba un bastón; y siempre, con mucho humor arremetía a bastonazos, a los que tenia cerca que se mataban de risa.
Siempre lo hemos sentido cercano, como un buen pastor, representante de
197
Pedro Olmedo un obispo como la gente
Jesús. En las buenas y las malas, cuida el rebaño, que el Padre Dios le ha
encomendado."
Ernesto Ramos, de Abra Pampa, nos dice que al Obispo, lo
recuerda como:
"Una persona muy preocupada por la situación de la humanidad y por el
accionar de los gobiernos del País. Los problemas actuales lo tienen un
poco cansado, pero a pesar de todo lo que ocurre, él no pierde la esperanza,
ni el buen humor."
Mario Mendoza, del sector minero de Abra Pampa, nos ofrece el siguiente testimonio:
"Nuestro Obispo Pedro siempre fue bueno, porque se preocupó de los
problemas de la gente. Antes de su operación de corazón se le veía muy
bien y participaba de todas las actividades de su pueblo. Ahora, no es lo
mismo; se ve afectado por su salud y nos gustaría volver a verlo como antes.
El sector minero le esta muy agradecido por lo que hizo por nosotros.
Nos gustaría que se mantenga firme en su misión. Quiero verlo como
siempre: compartiendo, saltando, bailando, coqueando y siempre de buen
humor.
Muchas veces recuerdo sus palabras: nunca tenéis que callar, hay que
hablar y defender con ahínco la justicia y la verdad."
René Mendoza, ex minero de Pirquitas, recuerda así la experiencia de aquellos tiempos, vividos junto al Obispo Pedro:
"En 1972 conocimos a Pedro, que pasó a ser para nosotros un amigo
incomparable. Desde entonces, comenzamos a vivir ricas vivencias y momentos muy alegres y felices: construcción de la casa parroquial y capilla de
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Un verdadero pastor para un pueblo de pastores
Veta, grupo juvenil, mucho deporte y charlas de formación religiosa y social.
En 1980 vuelve por segunda vez. Y como buen conocedor de la dura vida
minera y la situación laboral, se lanzó en nuestra ayuda, brindándonos
total apoyo y despertando nuestras mentes para, buscar nuevos horizontes.
En aquellos años se armaron grupos de cursillistas y de promoción de la
mujer, para buscar soluciones a los grandes problemas de las familias
mineras. En todo momento nos acompañó para seguir adelante, tanto en
la Veta como en el Molino.
El Padre Pedro trabajó mucho en la problemática social, compartiendo
nuestras luchas y enseñándonos a hablar sin miedo y defender nuestros
derechos. Era un hombre desinteresado, buen compañero y amigo de todos.
Participaba en las fiestas y se divertía y bailaba en el carnaval, porque
tenía un espíritu alegre. También nos corregía nuestras faltas, pero con
mucho cariño y delicadeza.
Siempre se mostró interesado frente al hermano necesitado y explotado; y
así fuimos cambiando en nuestra forma de pensar y actuar, superando el
miedo y adquiriendo coraje para organizarnos y luchar contra la injusticia. En los momentos más difíciles, siempre estuvo a nuestro lado y no se
descuidaba en los asuntos graves de la salud y el hospital. Procuraba que
los mas débiles fueran bien atendidos y no les faltara los remedios. Su
lucha fue sin violencia y solía corregirnos con cuidado, sobre todo, en el
tema del alcohol y el respeto a la mujer. Era muy bromista y simpático.
En la crisis más fuerte de Pirquitas, lo vimos vestido de minero, con su
casco, su lámpara y todo el equipo de obrero del socavón, trabajando a la
par nuestra, como un minero más; así nos animaba, nos mantenía la
esperanza para no decaer, laboral y cristianamente, porque era el ultimo
esfuerzo que hacíamos, ya que la empresa se venía en quiebra.
Aprendimos con él a compartir; comenzamos las compras comunitarias
199
Pedro Olmedo un obispo como la gente
y las ollas populares, donde todos nos beneficiábamos, especialmente los
más carenciados. Fueron los momentos más difíciles de los pobladores
pirquiteños.
El Padre Pedro fue destinado a Iruya, pero los misioneros claretianos,
Triqui, Santi y el Hno. Fran , nos siguieron apoyando y acompañando.
En 1991, la empresa se declaró en quiebra y la población de Pirquitas se
desintegró, ubicándose las familias en las zonas urbanas de la Puna y
Quebrada.
El Padre Pedro, ya como Administrador Apostólico, nos siguió apoyando en la lucha, para conseguir trabajo y terrenos para nuestras viviendas.
Igualmente, gracias a sus contactos con el gobierno pudimos organizar una
cooperativa para la construcción de nuestras casas y un comedor para nuestros niños.
Estamos muy agradecidos al Padre Pedro, porque siempre fue para nosotros, un verdadero Pastor que Dios nos dio, para entregarse a su pueblo y
a su gente. Lo vimos sufrir a la par nuestra y nos quería como verdaderos
hijos. Fue padre, amigo, compañero y abogado.
Tenía mucha paciencia y se mantenía siempre con mucho ánimo. Nunca
nos cerró las puertas. A pesar de trabajar como minero, supo mantenerse
en su lugar y en su misión de sacerdote. Su gran solidaridad le hizo compartir el pequeño sueldo que cobrara en la mina, con los más necesitados y
las familias mas criticas.
En los momentos actuales, sigue siendo el mismo, aunque ya le flaquean
las fuerzas físicas, por su salud resquebrajada. A pesar de todo, nos sigue
alentando y apoyando, Vemos que Dios sigue presente en su persona y
seguimos confiando en él, como el confía en nosotros.
En una palabra, nuestro obispo se jugo la vida por nosotros y siempre le
estaremos muy agradecidos ¡Gracias Pedro! Y que Dios y la Virgencita lo
bendigan."
200
Un verdadero pastor para un pueblo de pastores
Para terminar los testimonios de Abra Pampa, vamos a recoger las palabras de la Hermana Irene, responsable de las Comunidades Neocatecumenales:
"El Padre Obispo, es un elegido y consagrado por Dios, para nuestra
gente y para todo el pueblo cristiano. Es una persona muy sencilla, que se
da con todos e inspira confianza y transmite ganas de trabajar por la
Iglesia de Cristo. Siempre supo respetar los carismas, que el Señor hace
surgir en su Iglesia.
Hoy en día, le toca compartir los sufrimientos con Cristo, cargando con
su enfermedad y con las cruces de sus hermanos y la incomprensión de
algunos que no comparten sus ideas; no obstante, sigue siendo una bendición de Dios para nuestro pueblo.
Al frente de la Prelatura, es un ejemplo de hermandad, de trabajo misionero, en comunión con los diocesanos y hermanos dlaretianos; apoyando
siempre en la oración, que tanto necesita el mundo y la Iglesia de nuestro
tiempo. Nuestro obispo permite desarrollar los carismas de las distintas
instituciones, en beneficio y renovación de la Iglesia de nuestra querida
Prelatura."
Un grupo de feligreses de la Parroquia de Humahuaca, en
una reunión de pastoral, acordaron hacer un escrito sobre la valoración que los merece su obispo. He aquí el pequeño, pero cariñoso y agradecido informe:
"El Padrecito Pedro como cariñosamente lo llama la gente de la Prelatura
de Humahuaca particularmente la de la zona rural, es fruto de la humildad que caracteriza a nuestro obispo. El darse a cada uno sin hacer distinciones es lo que nos anima a acercarnos a él para pedirle un consejo, una
bendición, dinero, alimentos, una recomendación, una opinión y nadie sale
201
Pedro Olmedo un obispo como la gente
con las manos vacías y lo más importante no hay que solicitar audiencia.
Bonachón, pícaro, cuentero, siempre tiene a flor de labios la ocurrencia
que pone la nota divertida en cualquier reunión, por más seria que sea. Es
así como ha conquistado el calor y el fervor de toda su Iglesia.
Entregado totalmente a la Promoción Humana, no ha escatimado esfuerzos para lograr su objetivo, el bienestar de la gente más necesitada.
Su vocación de servicio está siempre dispuesta para trabajar por la justicia. Por convicción trabaja y ha logrado que se reduzca la pavorosa mortalidad infantil; vela por los ancianos sin hogar y lucha sin desmayo para
que cada humilde tenga trabajo legítimamente remunerado que cubra, las
necesidades de su familia.
Monseñor Pedro Olmedo, que el Señor siga colmándole de sus dones y le
de fuerza necesaria para seguir pastoreando, con sabiduría y amor la Iglesia de la Prelatura de Humahuaca."
Rosario Quispe, líder indiscutible de las Warmis y declarada
Mujer de Año en 1995, nos mando una hermosa nota, que
transcribimos a continuación:
"Desde los 15 años conozco al Obispo Pedro Olmedo, y creo que desde
entonces, es un ejemplo único de trabajo, perseverancia constante, gran
catequista y encarnado en su pueblo como minero, enfermero, siempre dispuesto a ofrecer su palabra y su cercanía, como un verdadero padre y
pastor.
Después de trabajar tantos años en OCLADE y participar en los Cursos de Animadores, con el apoyo de los sacerdotes y el obispo, pude conocer
más la realidad y trabajar por el cambio de nuestras comunidades collas e
iniciar un nuevo camino de esperanza, para los puneños, especialmente en
la lucha por recuperar nuestras tierras.
202
Un verdadero pastor para un pueblo de pastores
No podríamos hacer todo lo que estamos haciendo, sin el apoyo de nuestro
obispo. Creo que no existe otro ser que haya dado tanto de sí, por sacar la
Puna adelante, junto a nosotros. Mil gracias, monseñor, por lo que hace
por la Puna, por todos nosotros y el futuro de las próximas generaciones."
Otra gran luchadora de la Puna, Francisca Brajeda, "la Pancha"
para los amigos, nos envió este hermoso testimonio:
"Un día 24 de julio, me invitó el Padrecito Pedro Olmedo a acompañarle a Poscaya, en campaña misionera. Al bajar la cuesta de San Francisco
de Tuctuca, en la orilla del río, con su poncho como mantel, nos sentamos
a descansar. Me bendijo con agua, me challó con un poco de vino y me
canto el "cumpleaños feliz", al tiempo que compartíamos un frugal alimento, entre ambos y con la Pachamama.
Aquel día entendí, que solo el Padre Pedro podía llegar hasta los sentimientos más profundos de nosotros los collas.
En la muerte de mi segunda hermana, ante el inmenso dolor de la familia en el momento menos esperado, llegó el Padrecito Pedro, acompañado de
Santi y Miguelito, y nos abrazo a todos y lloré mucho entre sus brazos,
agradeciendo siempre su cercanía en los momentos más difíciles de mi vida.
En aquel día de inmenso dolor, escuché de los labios del Padre Pedro, el
responso más lindo que oí jamás. Fue el regalo más grande para mi mamá,
que sufrió mucho por la muerte de su hija y la orfandad de sus nietos.
En el primer aniversario de la muerte del Padre Manolo Santiago, nuestro obispo nos acompaño al cementerio y luego se vino hasta nuestro barrio,
ayudándonos a cocinar, para compartir el almuerzo de fraternidad.
Nuestro obispo estaba siempre al servicio de los demás y siempre predicaba con el ejemplo. El padre se agrandaba en la lucha contra la injusticia;
era humilde con los humildes y se hacia pequeño cuando estaba con las
guaguitas.
203
Pedro Olmedo un obispo como la gente
Que tata Dios, la virgen María y la Pachamama, te bendigan en todo
momento.
Querido padrecito obispo: ¡Sos nuestro! ¡Y nunca nos dejes! El pueblo
colla te quiere."
Gustavo Cruz gran amigo y admirador de Pedro, nos envió
un hermoso y poético trabajo, que es todo un testimonio sobre su
vida y quehacer pastoral en la Prelatura. Como no tiene desperdicio, lo vamos a transcribir íntegramente:
"... La Justicia, a pesar de la Ley y la Costumbre, a pesar del Dinero y la
Limosna ....
La libertad para ser hombre. Y la pobreza para ser libre.
Y, en todo caso, hermano, yo me atengo a lo dicho: ¡La Esperanza!"
(Fragmentos de "Epílogo Abierto", Pedro Casaldáliga)
Estas palabras intentan mostrar qué significa Pedro Olmedo para mí
mismo, pero con la intención de mostrar qué puede significar ese hombre
para muchos de nosotros en la Prelatura de Humahuaca. No voy a mencionar explícitamente a mis queridos padres y hermano, pero sin ellos no
habría conocido a Pedro, por eso creo que mi familia de carne se identificará con las palabras que siguen, quizá ellos me las dictaron desde niño. Si
bien ya no vivo en mi pueblo soy partícipe del proyecto del Reino que allí
aprendí a vivir. Además la Quebrada, la Puna, los Valles son mi única
patria.
No precisamos héroes, sino comunidades, no precisamos ángeles sino hombres humanizados por un Dios Comunitario. Por eso quiero advertir que
si bien voy a hablar de Pedro, a quién admiro y amo tanto, él también fue
posible por una comunidad. Su comunidad familiar, la comunidad
Claretiana, la comunidad de la Prelatura, la comunidad Cristiana, la
204
Un verdadero pastor para un pueblo de pastores
comunidad Humana. Somos comunitarios, así que todo lo que diga sobre
Pedro es lo que las diversas comunidades me han permitido encontrar en
él. Y valgan estas palabras para llamar la atención de que cada comunidad humana no es el paraíso, muchas veces es una "bolsa de gatos" que
precisa permanentemente humanizarse.
Por eso celebro este libro para el que Jesús Olmedo nos ha convocado, pues
hace justicia, memoria y desafío un proyecto de Iglesia desde los pobres y en
consecuencia hace justicia a Pedro Olmedo, que nos sigue dando, donando,
lo mejor de sí, hasta su cuerpo. Nuestra comunidad necesita nutrirse de su
Historia, de sus hombres comunitarios y de la Biblia, para seguir en el
servicio del Reino.
Pedro y las opciones
En lruya, enero de 1990, Pedro me regaló una Biblia (La Biblia de
Jerusalén editada en Bilbao 1966). Allí dice "Para Gustavo con cariño
que le sirva para identificarse ... a lo largo de su carrera. Pero que no se
olvide de leerla con los pies en la tierra". Y más abajo recuerda que con esa
Biblia "Pepe" Murillo hizo su carrera.
Han pasado 14 años desde que leí esa dedicatoria, yo tenía 19 años y
partía de mi tierra bella y empobrecida para "el sur" a iniciar una camino
arduo de fe y conciencia, de sensibilidad y búsqueda. Esa Biblia estuvo
conmigo desde entonces. Pedro, "Perico", también estuvo conmigo hasta
hoy.
Las personas somos acequias donde desembocan otras acequias, algunas
abundantes en agua y barro, otras más delgaditas y tímidas que riegan con
sencillez. Somos acequias que a veces seguimos regando en una chacra o
damos agua a otras que siguen el rumbo de quebradas, valles y puna.
Otras se secan demasiado pronto y a otras las secan los acumuladores de
agua. Pedro es una de esas acequias sonoras y contundentes que riegan
hasta lugares insospechados, los lugares "lejanos" y profundos.
205
Pedro Olmedo un obispo como la gente
Recuerdo con un ardor fundante algunas experiencias con Pedro. Yo era
un chango quinceañero, en los ’80, con el corazón puesto en alguna muchacha y algún poema, con la pasión puesta en el deporte de amigos, y Pedro
me invitó a que lo acompañe por los cerros de Iruya, creo que íbamos a
Campo Carrera. Los dos, luego de hacer el camino en camioneta, caminamos por la playa y comenzamos a subir los cerros. Yo iba extasiado por la
belleza y la aventura de ir a ese mundo tan cercano pero desconocido, quizá
con la ilusión de encontrar algún tesoro o un amor. Pero me iba cansando,
la cuesta resistía mi ansiedad hasta que la rabia me empezó a invadir.
Pedro caminaba adelante, una broma a veces y un cigarrillo cada rato. Yo
me preguntaba por qué no se cansaba si fumaba tanto, si era "viejo" para
mi incipiente juventud. Entonces hice un ensayo de adultez y le dije que yo
llevaría la mochila que él cargaba. Me la dio y el peso se resumía a esto:
algunas frutas para comer, la Biblia, el copón y las hostias. Entonces me
pregunté ¿por qué este hombre venía de tan lejos, su Sevilla querida, a
caminar y sudar en los cerros "perdidos" de Salta y Jujuy? ¿Por qué llevaba nada más que algo de comida, Biblia y símbolos? Claro, yo sabía que
era cura y misionero, que su tarea era simplemente hacer eso: llevar Biblia
y misa a todos lados. Pero mi pregunta quiso más, quiso llegar al corazón
del sentido de ese hombre que yo empezaba a admirar. ¿Qué hacía que un
hombre que pudiendo estar en su país "gozando de la vida europea" venga
a sufrir entre los cerros salteños y jujeños? Él sufre, pero sobre todo lucha
y ríe, ¡y cómo!.
Llegamos a Campo Carrera, estaba toda la comunidad, sencilla y digna,
pobre y creyente. Se celebró la misa y yo escuché que Pedro leía la Biblia
con los pies en la tierra. Así aprendí a encontrar algunas respuestas de por
qué Pedro estaba aquí, con nosotros. Luego de la misa recuerdo que fuimos
al salón comunitario, había una reunión para tratar problemas de agua y
del puesto sanitario. Pedro hizo política: habló, entre otros, de cómo organizar la comunidad, cómo exigir los derechos, cómo trabajar y relacionarse
206
Un verdadero pastor para un pueblo de pastores
con los políticos. En ese momento no pensé que eso fuera política, hoy sí.
Un hombre alegre con su Biblia, símbolos y con los pies en la tierra empezaba a dejar la huella más profunda que aun inquieta mi vida.
Años antes mis padres nos llevaron a mi hermano y a mí a pasar Navidad y Año Nuevo con Pedro y otros claretianos (Salomé y también antes
con Pepe Murillo) en Minas Pirquitas. Si por los cerros de Iruya inicié mi
pregunta por el sentido de la fe, por Minas Pirquitas inicié mi pregunta
por la injusticia socio-cultural, y otra vez con Pedro. Él había trabajado
como un minero más. Recuerdo las conversaciones que entendía poco, pero
iban abriendo cuestiones fundamentales: cómo evangelizar desde los pobres, cómo asumir el dolor de los mineros, cómo luchar por la justicia.
Pedro fue la acequia que trajo estas aguas a mi vida. Conocer la mina fue
conocer la injusticia explícita, desnuda, atroz, de mi pueblo. Hoy puedo
decirlo de otro modo: la injusticia del capitalismo sobre los pueblos de
América Latina y el Tercer Mundo. En Pirquitas, también en Mina El
Aguilar, aprendí que había multinacionales y lo que hacían; aprendí que
"peronismo" era el nombre de la política de los mineros y el norte argentino, aprendí que fe y vida están unidas o nos engañamos. Recuerdo al
"Pedro minero" animando luchas que yo veía "desde afuera". Años después, en su ordenación de Obispo, vinieron los ex-mineros y le regalaron
un casco minero, él se lo puso y yo lloré. Creo que un casco obrero es la
auténtica mitra que él querría como nuestro obispo. Ahora veo "desde
adentro" que la lucha por ¡ajusticia es el modo de leer la Biblia con los pies
en la tierra, al menos en éstas.
Otra vez Iruya. "Adiós pueblito de Iruya rincón de los manantiales,
jazmín hermoso florido, para el año he de volver si no me llevan los males,
jazmín hermoso florido pajarito sin tu nido solo te queda el volido ...". Ese
huaino llegó a mi sensibilidad con la pena. Pedro lo cantaba mientras nos
alejábamos de Iruya, él volvía a España para "no regresar", eso se decía.
Yo estuve en la misa de despedida en el "jazmín hermoso florido". Recuer207
Pedro Olmedo un obispo como la gente
do que la despedida era tan sentida, tan sencilla y tan triste que salí solo
hacia el patio de atrás del templo, ya era noche, y allí hice una promesa
mirando las estrellas. Ya no puedo volver atrás de lo que dije allí, y lo dije
porque Pedro se iba. Quiero decir, Pedro fue fecundando lo mayor y mejor:
las opciones creyentes y utópicas, la pasión por el Pobre de Nazaret. Iruya
es Belén. Se iba él, ya no sus opciones y pasiones.
En el canino un Doña Lorenza y su mamá esperaban a Pedro. No sé si
venía de Campo Carrera, pero venía a despedirse del "padrecito". Traía
en unas bolsas y pañuelos el avio, pues esa España estaría lejos y él tendría
que comer algo en el camino. Ese avio era el extremo del sentido. Yo pensé
allí "qué absurdo, ella no sabe que él viaja en avión y no necesita llevar
comida". Hoy digo: sin avio no hay como repechar las distancias. Ella lo
sabía y Pedro creo que también. El avio no es la comida sin más, es la
tierra producto que hecha amor nos viene a sostener en las penurias y las
luchas. Ella llorando daba su avio. Pedro respetuoso y bromista, creo yo,
repechaba su pena y se fue cantando un huaino. Ese "gallego" sabía cantar lo que canta mi pueblo. Los campesinos pobres venían a dar por amor,
no por expropiación ¿Por qué lo quieren así? Me preguntaba. ¿Por que
pueden querer a un hombre, cura y español, los mineros y los campesinos?
Al fin Pedro volvió para quedarse.
Pedro nos regaló (a mi familia) algunos libros de los cuales conservo tres:
El credo que ha dado sentido a mi vida de Pedro Casaldáliga, Desarrollo
y justicia de Helder Cámara. Yo sabía que su hermano Jesús Olmedo era
"el escritor", también misionero claretiano, y había tenido que salir del
país por la dictadura pero que volvería, yo quería conocerlo porque Pedro
nos regaló La cultura del silencio. Inicié lecturas que se enquistarían molestas y agudas en mi conciencia sensible, en esos libros inicié lo que la
escuela me negó, a excepción de algunas profesoras que bien recuerdo: conciencia crítica. Teología y sociología, cultura y dependencia, poesía y fe
popular, todos estos nombres que designan modos de institucionalizar el
208
Un verdadero pastor para un pueblo de pastores
pensamiento surgieron ante el silencio de las culturas y el grito de las clases.
Pero hay que leer con los pies en la tierra, dice Pedro, para no subir a
caballos que atropellan lo que somos, obreros de una Reino que ya es, pero
aún será.
Pedro ha sabido enseñarme dos verdades con respecto a los libros y las
academias: tienden a abandonar los pies en la tierra, que para Pedro es los
pies entre los pobres. La otra verdad es que los libros leídos con los pies
entre los pobres, y cuando la academia se atreve a poner los pies allí, se
desatan vientos de libertad y justicia que pueden mover molinos de lucha y
construcción. Pedro es de los hombres que han hecho del pensamiento crítico un paciente modo de ayudarnos a ser libres. Sin ser "intelectual", alguno ironizará que justamente por eso, ha comprendido tranco a tranco nuestro mundo. Con él aprendí cómo se vive esas verdades revolucionarias del
evangelio: solo la verdad nos hará libres y que Dios revela sus cosas a los
pequeños.
Pedro nunca quiso ser discursero ni erudito, más bien se reía de los ilustrados de las academias. Una vez dijo contundente que "para ser misionero hay que saber dos cosas: Biblia y mecánica", mientras hurgaba en el
motor de una F- 100. Pedro abría una brecha de conciencia que tampoco
ha muerto. Hoy la puedo expresar como nos ha enseñado ya toda una
tradición latinoamericana con los pies en la tierra: liberación. Ahora puedo conceptual izarlo así, pero lo aprendí conviviendo con él y otros cristianos: animadores como Santos de S. Isidro, claretianos como Tobías, Triqui,
Ricardo, Santi, Jesús, luchadores como Tomás y Alicia Torres y como mis
padres, Y sobre todo en las luchas como "El Aguilarazo", "La marcha
de la dignidad", la lucha por la tierra de las comunidades aborígenes, etc.
La ambigüedad histórica ha hecho que liberación se diga de muchas maneras, yo aprendí a nombrarla con Pedro Olmedo. Por eso la poesía de
Casaldáliga expresa al caminante Pedro Olmedo. Por eso Helder Camara
es la cifra de su obispado.
209
Pedro Olmedo un obispo como la gente
Puedo nombrar algunas experiencias más que muestran la humanidad
de alguien que "tiene un sueño lejano y bello", el Reino en las Chacras de
Dios, por ejemplo su sencillez en los juegos de familia, cocinando una
tortilla para el camino, o riendo de las desgracias para repecharlas mejor,
y cómo no, bailando la sevillana o cantando villancicos. El cigarrillo, su
cruel acompañante; el cariño con el que vi que cuidaba a nuestro primer
obispo Márquez Bernal. También es terco, cuando tiene un tema en mente
lo repite y repite con vueltas largas como el camino a Santa Victoria y su
espíritu de lucha a veces es temerario. El Pedro cotidiano tiene alguna de
esas pinceladas que muestran algo más al Pedro servidor de la Vida para
todos.
Pedro de la Iglesia
Pedro dice en las capillas de la puna, los valles y la quebrada de la
Prelatura que la Iglesia es como una chacra, la Chacra de Dios. Hay
muchas chacras, algunas abundantes y tecnificadas como la de éstas pampas, más estancias que chacras; y otras bellas y pobres como las nuestras.
Aprendí a servir las Chacras de los pobres, porque Pedro me inició. Pedro
es de los hombres que como pocos me han mostrado la encarnación de
Dios: cuantos menos hombres somos, menos cristianos, dijo alguna vez.
De ahí su humanidad sin rudimentos institucionales ni jerarquías pomposas. "La carne es el quicio de la salvación" sentenció Tertuliano en los
primeros siglos de cristianismo, Pedro nos enseñó eso, que se puede traducir
como la carne es la pobreza que nos hace libres. Por eso, quizá por eso, su
cuerpo está así: ofrendado.
También me situó en el límite del temor y el temblor. Santa Meretriz dijo
de la Iglesia parafraseando a un creyente de la antigüedad. Pedro, como
pocos, ha sabido aplicar la daga crítica a nuestra Iglesia, y lo hace con una
pasión de enamorado, hasta asumirla y gastar su vida por los pobres y ella.
Su sueño de una "Iglesia de los pobres" es algo más que un santuario de
210
Un verdadero pastor para un pueblo de pastores
lamentos y consuelos, es un inundo sin templos injustos donde campea la
justicia y la paz. Un mundo de hombres concretos donde españoles, coyas,
quebradeños, vallistos y puneños, estemos unidos por la justicia y no la
explotación. Un mundo ancho para todos y ya no ajeno. Un mundo para
todos y todas.
La memoria nos enseña que la cruz y la espada han llegado por igual en
nuestras tierras. Que luego la cruz y las botas han domesticado pueblos.
¡No hay que olvidarlo! Pero la cruz tiene un plus de sentido. Pedro nos lo
enseñó y se llama liberación, de ahí que su condición de misionero claretiano,
de sacerdote y obispo de la Iglesia, sea incómoda para quienes buscan a
Dios con los pies en otro lado, en el poder.
Quizá estas palabras parezcan exageraciones, pero a la hora de pensar
sintiendo la lógica sede a la pasión. Ahora creo que puedo seguir leyendo la
palabra de Dios, en la historia y en la Biblia, con los pies en la tierra; y me
permito decir que el servicio misionero de Pedro a asumido una tradición
digna y evangélica de la Iglesia. Si la Iglesia se casó y se casa con el poder
en tantos lugares, aquí vernos una Iglesia que se comprometió con Jesús de
Nazaret al estilo de muchos creyentes anónimos, pueblos luchadores y personas de las que podemos recordar sus nombres. Así hallamos algunos
obispos en el servicio liberador, por ejemplo a Bartolomé de las Casas, en
los siglos pasados; y en el siglo XX a Helder Cámara (en Brasil), Enrique Angelelli (en Argentina), Oscar Romero (en El Salvador), todos ellos
ya mártires. Y aún en lucha Samuel Ruiz (en México), Pedro Casaldáliga
(en Brasil)... entre otros. Hoy nuestra dolida y rica historia latinoamericana tiene un hombre más para alentarnos en el caminar, Perico, Pedro
Olmedo, nuestro amigo, misionero y obispo de Puna, Valles y Quebrada.
Para seguir andando
Hasta aquí llego con mis recuerdos que no son pasado, sino memoria,
fuente de sentido para seguir caminando y repechando las cuestas. Creo
211
Pedro Olmedo un obispo como la gente
que muchos en la Prelatura encontramos en Pedro el mojón donde orientarnos y seguir el camino. Todo lo dicho intenta revivir acontecimientos
vividos básicamente en mi adolescencia, la década del ’80. Recurrí allí
porque en esa edad, creo, es cuando se fundan las grandes opciones y utopías. Para otra vez realizaré un aporte reflexivo y crítico sobre la vida de
Pedro en relación a la vida de la Iglesia de la Prelatura y las Culturas del
norte argentino.
Decía que es un texto de memoria por tanto está en juego nuestro futuro,
pues Pedro vive con nosotros y su vida sigue siendo ofrendada por nuestra
Iglesia. Cuando lo veo ahora luchando con sus pasiones de siempre, el
Reino, pero en la cruz de su cuerpo, creo entender lo que significan la
radicalidad de las opciones. Y como somos comunitarios, su cuerpo es lo
que también hicimos sus comunidades de él, a no olvidarlo. Somos cuerpo,
o mejor, somos carne, allí se¡ juega el quicio de la liberación.
Pedro vive y permítanme pasar a primera persona: querido Pedro tu vida
ofrendada en el servicio cotidiano es presente abierto a un futuro, que no se
puede planificar ni manipular pues el futuro es libertad y donación de
Dios. Libertad del Evangelio y política del Reino en la Chacra de Dios,
bella y pobre. Me has enseñado que la vida vale la pena gastarla por un
Evangelio histórico, con los pies en la tierra. Me has regalado lo mejor: las
opciones por las cuales uno sospecha para qué existe. Pedro, deseo que veas
en mí a un hijo y un amigo. Tu futuro es el mío y el nuestro, querido
Pedro."
También envió su valioso aporte para, Juanita Cruz, la mamá
de Gustavo, Delegada Prelaticia de Catequesis. Los muchos años
de trabajo pastoral, codo a codo con Pedro, le hacen una buena
conocedora del obispo; y sus sentidas palabras testimoniales, son
de total garantía y confianza. La nota esta escrita con mucha sinceridad y enorme cariño. Este es el testimonio de Juanita:
212
Un verdadero pastor para un pueblo de pastores
"Pues, quién quiera asegurar su vida la perderá; y quién sacrifique su
vida por mí y por el Evangelio, se salvará. (Mc. 8, 35)
Conocí al Padre Obispo Pedro Olmedo en el año 1972. Yo volvía de
San Salvador de Jujuy con mi esposo y mi hijo Gustavo, que apenas tenía
unos meses de vida, fuimos a una reunión de Cursillos de Cristiandad.
Nos llamó la atención el "nuevo curita", su alegría y su forma tan sencilla
de tratarnos, pues nunca un curita, como los llamamos, nos había tratado
con tanta familiaridad.
Los humahuaqueños estábamos acostumbrados a un trato muy ceremonioso y lejano con los sacerdotes.
Hacía pocos años que los claretianos habían llegado a esta región. Pedro
recién llegado de España; apenas ordenado de sacerdote había pedido venir
como misionero a esta tierra. A partir de entonces comenzamos a tratarlo
y nació un gran afecto por este joven curita. Al poco tiempo lo perdimos de
vista, fue destinado a Mina Pirquitas como párroco, sólo le veíamos ocasionalmente.
Nuestro acercamiento a la Iglesia iba en aumento, nuestra Fe iba tomando fuerza gracias a la presencia de los claretianos. ¡Ya éramos amigos de
ellos!.
Pasaron unos años y Pedro volvió de Pirquitas, venía a hacerse cargo del
Centro Vocacional en Humahuaca. Allí fue que nació nuestra amistad.
Recuerdo que un día me dijo: "¿no me invitan a comer con ustedes?". Fue
toda una sorpresa, con alegría lo recibimos; después se hizo habitual que
nos visitara con frecuencia, como lo hacía con otras familias. Fuimos descubriendo en él un gran misionero, un hombre valiente, decidido y con una
clara opción de ser misionero con los pobres, para los pobres, un gran
luchador por la verdad y la justicia.
Mis hijos crecieron casi junto a Pedro, admirándole, respetándole, queriéndole. Gustavo el mayor, ahora ya hombre, lo tiene como el "ideal de
213
Pedro Olmedo un obispo como la gente
misionero". Vivió la experiencia de sentirlo hermano, amigo, ahora Pastor, padre espiritual de la familia.
Junto a mi esposo y mis hijos tuve la oportunidad de hacer muchos viajes
con Pedro, acompañándole, lo cual nos significó aprender, disfrutar de su
amistad y ver su entrega por la gente humilde. Hermano y amigo de cada
habitante de las comunidades, de católicos, no católicos, de los devotos o
piadosos, del pastor evangelista y de los no creyentes. ¡Qué admirable contemplar su apertura y sentir cómo brotaban sus sentimientos puros y sinceros! Con él aprendimos a vivir el Evangelio, aprendimos a darnos y jugarnos por la causa de Jesús.
Recuerdo algunas anécdotas de los viajes a la zona rural: mi marido y
mis niños decidimos viajar a Iruya a pasar la Navidad junto a Pedro para
ayudarle y acompañarlo en sus tareas apostólicas; junto a él nos sentíamos
más cerca de Dios. Ese verano llovía muchísimo, el río creció tanto que
luego no podíamos salir con la camioneta, él esperó un poco pero la lluvia
no cesaba y los días transcurrían; al final tomó la decisión y el andaluz
desafió al río y nos sacó de Iruya. El apuro de Pedro era retirar unas cajas
con pollos que habían llegado para un proyecto de "gallinero familiar".
Llegamos a Humahuaca, retiró los pollos e inmediatamente en el mismo
vehículo regresó a Iruya en compañía de mi hijo Gustavo, nuevamente
desafiar al río para poder pasar. Gustavo nos comenta que cuando estaban
cruzando el caudal del río, con fuerza arrancó una caja con pollos y se la
llevaba. Pedro al ver esto, sin medir consecuencias, se abalanzó sobre las
aguas y con la ayuda de Gustavo recuperaron estos animalitos, arriesgó su
vida, su salud y muy contento pudo entregar ese "cargamento" a la gente
humilde, que talvez alivió el dolor y la pobreza con el gallinero familiar.
Pasó algunos años en Iruya, la casa de la parroquia era la casa del
pueblo, por allí pasaban, como una promesa, los que bajaban del cerro, los
que vivían en el pueblo, los maestros, los médicos, los jóvenes, niños y
214
Un verdadero pastor para un pueblo de pastores
ancianos, hasta los turistas y las autoridades, todos querían tomar un café
con el "tata" Pedro.
Recuerdo con tanta emoción el cariño que por él expresaban. Un buen
día le llegó el momento de irse a España de vacaciones, pero él decidió
tomarse un año sabático o talvez quedarse en su tierra a estudiar. La gente
al enterarse se acercaba a saludarle y pedirle que no se fuera, lloraban, le
contaban sus penas y le decían: "Si te vas padrecito, ¿quién nos va querer,
quién nos va ayudar?" El día de la despedida le hicieron una fiesta, todos
querían expresar su agradecimiento, su cariño y llorando le entregaban
algún regalito. Entre bromas y promesas de regreso les hacía reír, pero era
innegable su tristeza porque sinceramente ama a nuestra gente. El día de
su partida, muy tempranito llegó doña Herminia, una viejecita tejedora, y
le entregó de regalo unas medias de lana de oveja y muy triste se puso a
llorar. Cuando salimos de Iruya rumbo a Humahuaca, la gente salía en el
trayecto para saludarlo por última vez; grande fue la sorpresa cuando en
"Pié de la Cuesta" salió nuevamente doña Herminia, mujer muy pobre, y
le entregó un paquetito diciendo: "Llévate padrecito para tu tierra, para tu
mamita allá en España." Cuando Pedro abre el paquetito se le caían las
lágrimas, era un poquito de "charqui" y unas papitas. Esa mujer, le dio lo
poco que tenia.
Pedro había dejado parte de su vida, no descansaba un momento, visitaba las casas, buscaba a los que no iban por la parroquia para saber qué
les pasaba y si necesitaban algo. Montado en su caballo recorría las comunidades más alejadas; Jugaba con los niños y con los grandes, siempre con
una broma a flor de labios. Nada impedía que hiciera sus visitas por las
comunidades del cerro.
Pasó el año y regresó de España, nunca olvidaré la alegría y regocijo que
sentimos al volver a verlo, esta vez ya se quedaría. De nuevo lo mandaron
a Pirquitas, fuimos a verlo y nos sorprendió con su trabajo de minero, mis
215
Pedro Olmedo un obispo como la gente
hijos y mi marido preguntaban ¿por qué? ¡Se va a enfermar! Pedro había
encontrado una forma de acompañar a los sufridos mineros, les ayudaba
en este riesgoso trabajo y el sueldo que cobraba lo donaba para los más
necesitados.
Misionero incansable que visitaba las comunidades del cerro y de los
valles, de los lugares aún más alejados. Ensillaba su caballo, sus bolsitas
con lo necesario para celebrar la misa; en la alforja, un sombrero, su
poncho, una bolsita con pan y queso, y a veces una latita de sardinas, eran
su avío. Calmaba su sed tomando agua de los arroyos levantándola en el
hueco de la mano, como hacían los paisanos. Los caminos eran feos, algunos apenas una huella para el caminante o para el caballo. Los cerros muy
altos, a veces muy fríos, mucha niebla o lluvia, así fue que transitando por
esos caminos o senderos de Dios en su corazón grabado el ideal de misionero: "Quisiera ser como tú, recorrer los caminos con un fuego interior, arrastrar a los hombres tras un gran ideal y decirles a todos el paso de Dios..."
Lema grabado en su formación de claretiano.
Un día sufrió un accidente, iba a caballo a un pueblito de los valles
salteños, la niebla le quitó la posibilidad de orientarse, se perdió. De pronto se dio cuenta que estaba al borde de un precipicio, el caballo perdió
estabilidad y cayó llevando consigo la alforja con todo para celebrar la
misa, su avío y el poncho. El padrecito contemplo su caballo muerto en el
fondo del precipicio. ¡Milagro! El se salvó. Increíble, a tientas continúo
caminando en medio de la niebla cuando ya oscurecía, con mucho frío,
cansancio y hambre no le quedaba ni siquiera el poncho para abrigarse.
Así deambulando alcanzó a ver una lucecita, ya de noche llegó a un ranchito.
Una viejecita lo recibe, después Pedro comentaba "allí tomé el mate cocido
más rico de mi vida".
En una ocasión en cuando se iba a otro pueblecito, la gente lo veía irse a
caballo por dos o más días, y le decían "cuídate Padrecito", y siempre
216
Un verdadero pastor para un pueblo de pastores
respondía "para qué, si la vida solo tiene sentido cuando uno vive para
servir a los demás."
Un día lo contemplaba y admiraba sus luchas en defensa de los pobres, el
amor, la entrega sin cansancio y su obsesión de cumplir con su misión, le
dije "padre, no te cuidas pero te salvas de todas, estoy segura de que Dios
te tiene reservado para algo muy importante", se lo repetía en diferentes
ocasiones. Yo lo presentía, estaba casi segura de que sería nuestro Obispo.
Cuando se dio la ocasión y debía dar su respuesta para luego ser consagrado como nuestro Pastor, se lo recordé y le dije "viste Padre, esto es lo que
Dios quería para ti", él me contestó riendo "eres una bruja".
Es así cómo tenemos un Pastor como Dios manda, humilde, sencillo,
cercano a todos. Su opción por la pobreza no es verso, la vive. Es Pastor,
amigo y hermano de todos, come con la gente más humilde o cocina lo
poquito que tiene en su despensa vacía.
Gracias Jesús mío porque tuviste compasión de este pueblo tan sufrido y
nos regalaste un Obispo en el que te descubrimos todos los días."
Una de las personas que más conocen a Pedro es sin duda, el
P. Carlos Halcón. Después de treinta años trabajando juntos en la
Prelatura, el Padre Carlitos, gran amigo y compañero de tantas
luchas, recuerda así la semblanza de nuestro Obispo:
"La vida del Padre Pedro está llena de riquezas por la diversidad de
momentos vividos y experiencias compartidas que irán apareciendo en este
libro recogidas por los testimonios de tantas personas que convivieron con él
y le han conocido en La Prelatura de Humahuaca.
Haciendo un poco de síntesis de la vida de Pedro en la Prelatura, me
parece importante señalar uno de los tantos dones con que Dios le ha
bendecido y que ha jugado un papel tan significativo en la historia de la
Delegación de los Claretianos y de la Prelatura.
217
Pedro Olmedo un obispo como la gente
Recuerdo que a los pocos años de integrarse en la Prelatura, se fue ganando el aprecio de casi todos nosotros y del Obispo Márquez, por su capacidad de presentar las cosas con claridad y realismo desde una visión de
conjunto. Allá por los años 78, cuando comienzan los planteos de vida en
Común o Vida Mixta, preludios de la "Misión Compartida" de hoy, me
llamó la atención cómo Pedro nos iba exponiendo todos los razonamientos
de la nueva experiencia que querían emprender con la Familia Torres y
otros laicos, aclarando los detalles de la experiencia y de las objeciones que
le planteábamos y así se iba ganando nuestra aceptación. Me hacia acordar los años de Teología en el Seminario de Salamanca ante las nuevas
experiencias que le tocó vivir y cómo las defendía con sinceridad y realismo
ante sus formadores.
Siempre fue una persona con una visión clara de las cosas, que captaba la
confianza. Además era emprendedor y luchador por la causa de renovación y acercamiento al "Pueblo de Dios" que le caracteriza, con la nueva
visión de Iglesia que recibió en su formación surgida del Vaticano II.
Cuando el Obispo Márquez tiene que irse ausentando de la Prelatura,
las miradas se van fijando en él, por esa capacidad de plantear las cosas
con claridad y realismo, con una visión de conjunto que convencía cada vez
más, apoyada con el testimonio de su vida sencilla, sin darse importancia
de nada y bien consecuente con su espíritu amplio para renovar e innovar lo
que fuera necesario.
Era y es bien sociable, entrador para ubicarse y plantear las cosas. Sencillo, espontáneo, seguro y preocupado por todos y por todo. ¡Cuántas veces
nos ha reclamado de los dichosos paquetes que eran olvidados por los transeúntes!. Estaba en todo y no pierde sus "mañas" retándonos con la dichosa "pastoral del paquetito". Además no se le escapa nada, ni los detalles
que para muchos pasan desapercibidos. Las cosas olvidadas en Oclade o
cualquier casa parroquial las tiene en cuenta para darle utilidad sin mal218
Un verdadero pastor para un pueblo de pastores
gastar los recursos.
También esto está acompañado de una profundidad de Fe y amistad con
Dios en su vida, que muchas veces, en momentos de convivencia y tranquilidad, nos invitó a celebrar la Eucaristía en ese ambiente sencillo y comunitario.
Ciertamente es un hombre de Dios, entusiasta por el Reino, que va llevando adelante la Prelatura con un gran sentido de Iglesia participativa,
sin miedo a lo novedoso, arriesgando formalidades, para ser consecuentes
con el objetivo de la Prelatura, Comunidad de Comunidades, liberando de
tantas esclavitudes que sufrimos hoy en día."
Cuando ya pensábamos finalizar este último capitulo, nos
siguen llegando testimonios de los feligreses de la Prelatura, que
quieren colaborar con su granito de arena en el Libro sobre su
Obispo.
Desde Susques, nos escribe Don Fausto Cruz este cariñoso
mensaje:
"Por los años 1972-73, por primera vez los habitantes de Susques te
vimos caminar por nuestras tierras, junto a los primeros sacerdotes
Claretianos, que formaban la Prelatura de Humahuaca.
La feligresía susqueña recibió de tu vida sacerdotal el más íntimo cariño,
respeto a nuestras costumbres y tradiciones originarias, en lo material y
espiritual. Con usted aprendimos y conocimos la realidad de la vida. Nos
acompañaste a caminar, con nuestros aciertos y nuestros errores; en los
buenos y en los males andares, en las alegrías y las tristezas.
Te reconocemos tu vida evangelizadora al estilo de Cristo, hasta en la
Semana Santa, donde tuviste que ayunar obligatoriamente ¿lo recuerdas?.
Supiste superar el frió, el calor, el cansancio, siempre en silencio. Arrimas219
Pedro Olmedo un obispo como la gente
te el hombro a todos los que tambaleaban, defendiendo al necesitado y
denunciando la mentira.
Las familias susqueñas te agradecen, una y mil veces, tu entrega generosa
y piden al Señor y María Santísima, seas protegido y amparado en tu vida
espiritual y material; y sigas siendo el elegido y amado de Cristo Jesús."
La gente de Santa Victoria, que tanto quieren a su obispo,
también se acordaron de mandar su aporte. Veamos este hermoso testimonio de la familia Portal:
"Gracias al Padre Pedro, mi hijito Pablo recuperó la salud. Ya hacía un
año que estaba enfermo. Me cansé de ir al hospital, me retaban y me
decían que no se curaba porque no lo cuidaba. Los médicos no sabían que
enfermedad tenía. Mi bebé vivía con el estomago hinchado y lloraba desesperadamente por los calmantes. Después de acudir al hospital de Salta, al
volver a Santa Victoria, mi hijito seguía flaquito y no tenía valor para
nada. Yo le pedía al Creador que lo curase o lo recogiera en su seno, pues
no quería verlo sufrir.
Se acercaba la fiesta de Santiago, Patrono del Pueblo, y acostumbrábamos a hacer la novena en los barrios. Un día fue el obispo y salí corriendo
a pedirle la bendición para Pablito.
Ya hacía dos días que no tomaba nada de leche, y se lo dije llorando al
Padre Pedro. Me consoló y visitó al bebé. Lo bendijo, lo acarició y luego
rezamos todos. Me recomendó mucha fe en Dios, que nunca me desampararía.
Después de irse el obispo, mi niñito, se fue calmando de su agitación; dejó
de llorar, le ofrecí el pecho y tomo tranquilo. Le seguí dando algunos remedios y nunca me olvidaba de rezar a Dios.
A medida que pasaba el tiempo, se fue mejorando y pedí al Padre Pedro
220
Un verdadero pastor para un pueblo de pastores
fuese intermediario ante Diosito, para que recuperase totalmente la salud.
Cuando me di cuenta, mi hijito ya estaba totalmente sano.
Ya cumplió 2 años y esta muy lindo. Es "moreno y regordito" y ya nunca
más se ha enfermado. Por eso vivo agradecida al Padre Pedro, pues gracias
a su bendición y nuestras oraciones, Diosito curó a mi hijito Pablo."
Otra familia de Santa Victoria nos mandó la narración de
una simpática anécdota, ocurrida en el valle del silencio, durante
la inauguración de la Capillita del P. Tobías Martín:
"Ante la presencia del Intendente Municipal, un vecino le pidió que
pagase las deudas que tenia con la gente del pueblo. El Padre Obispo
habló también muy lindo e insistió en el deber de justicia, de pagar los
sueldos, antes de donar la piedra para el altar de la capillita. El Intendente quedó avergonzado y dijo que no tenía plata para pagar, pero que sí
había traído la piedra para el altar.
La gente quedó triste, pero pidió al Santo Padre Tobías por sus problemas y el cobro de sus pequeños subsidios."
No podía faltar el testimonio de algún sacerdote diocesano
de la Prelatura, que tanto quieren y aprecian a su obispo. Esta son
las palabras del Padre Pedro Martínez, joven sacerdote de la Parroquia Rural de Rinconada y Cochinoca:
"Para vosotros soy obispo, con vosotros soy cristiano.
(San Agustín)
Con esta frase quiero expresar mi gran aprecio a la persona de nuestro
obispo. Lo considero un gran amigo, un gran compañero y un gran padre.
Por todo ello agradezco a Dios por su gran testimonio de vida, por tantas
enseñanzas y ejemplo que iluminan mi caminar. Agradezco también a
221
Pedro Olmedo un obispo como la gente
nuestro obispo por todo lo brindado en estos años de trabajo pastoral en
nuestra Prelatura. Que Dios y nuestra madre la Virgen de la Candelaria, siga bendiciendo su tarea pastoral y fortalezca su salud."
Nos es muy grato transcribir unas líneas que nos mandó el
famoso sindicalista de Jujuy, Carlos "Perro" Santillán, buen amigo de Pedro y admirador de su labor social y apoyo en las luchas
sindicales:
"Recuerdo el mes de mayo de 1991 en Plaza Belgrano. El frente de
gremios estatales, con sus justos reclamos, llevaban acampados quince días
seguidos. Amenazados de represión y sin ningún tipo de respuesta del
gobierno y en medio de la desesperación, nos llega una carta, la tuya Padre
Pedro, dándonos aliento y reconociendo como justos nuestros reclamos salariales y reivindicativos.
Desde aquel día caminamos juntos en la lucha, con contradicciones y
discusiones, pero siempre luchando por los más postergados de nuestra
sociedad."
Desde Buenos Aires, queria sumarse con su testimonio, Jorge Alonso, Superior y Párroco de los Claretianos en Constitución:
"Cuando Pedro Olmedo llega a nuestra comunidad claretiana de Buenos
Aires, en sus frecuentes visitas motivadas por su responsabilidad pastoral,
un aire fresco recorre toda nuestra casa. ¿A qué se debe este fenómeno? A
que toda su persona irradia contagiosa alegría, optimismo y sentido del
humor; son los criterios tan claros y directos que tiene para apreciar las
personas y los acontecimientos; son sus juicios tan evangélicos y cargados de
sentido común y de la sabiduría llana de los pobres y humildes del norte del
país, con quienes él se ha identificado y a quienes ha entregado su juventud
y su salud, acompañándolos tanto en la altura de los cerros como en lo
profundo de las minas.
222
Un verdadero pastor para un pueblo de pastores
La vida de Pedro, se percibe enseguida, está impregnada de la cultura
andina de los collas del norte argentino; la inculturación del evangelio no es
en él una teoría o una materia pendiente; es un capitulo sobre el que ya ha
rendido un examen vivencial de mucho tiempo atrás, con una nota excelente.
La llaneza en su persona es tan evidente, que acorta las distancias y aleja
cualquier atisbo de empaque jerárquico; es un hermano más que se integra
a nuestro ritmo de vida diaria; no tiene inconveniente en servirnos la mesa,
para prepararnos una comida, para hacer por sí mismo lo que podrían
hacerle los demás. Se interesa por cada uno de nosotros y hasta recuerda
nuestras pequeñas anécdotas personales.
Cuando tratamos los problemas del momento, tanto de la Iglesia como de
la sociedad, sabe distinguir con precisión lo esencial de lo superfluo, lo que
es perdurable de lo pasajero, con un realismo y serenidad que no da lugar
a equívocos. Esto es lo que hace grata la convivencia y el trato con Don
Pedro. Ha sido favorecido con el carisma de una sencillez tan evangélica,
que ni siquiera la humildad y la mansedumbre sobresalen en él. Dios nos
conceda muchas personas como él, tan parecidas a Claret, tan llenas de
evangelio."
El Superior Provincial de los Claretianos en Argentina, Juan
José Chaparro dice de Pedro:
"Conozco a Pedro quizás desde otra faceta que la mayoría de la gente;
soy de su misma congregación, y lo trato principalmente en sus viajes a
Buenos Aires, en esta casa donde reside y es como su punto de concentración para sus trabajos, reuniones de obispos y comisiones, actividades en
búsqueda de recursos para la diócesis, así como también de otros encuentros, a los cuales es invitado precisamente por ser un obispo comprometido
con la liberación de su pueblo.
Pedro es un obispo «distinto», dice alguna gente, y con esto quiere decir,
223
Pedro Olmedo un obispo como la gente
alguien que se presenta sin posturas premeditadas, con franqueza y sencillez de pueblo (porque Pedro habla, más allá de su origen, como nuestra
gente, y por eso se hace entender: al pan pan…claro como el agua clara).
También tuve oportunidad de conocerlo y acompañarlo en su propio ambiente, alguna vez que los visité y en otros encuentros y celebraciones, como
las ordenaciones sacerdotales de claretianos que el preside con tanto gusto.
Pedro es una persona muy sencilla, el que se toma el colectivo urbano
para ir desde la Capital a San Miguel con dos horas de recorrido para una
reunión de obispos, salvo que su salud, algo deteriorada en estos últimos
tiempos (el clima duro del norte se hace sentir, como también las rodadas
de mula, y los accidentes con los coches…), le reclame aceptar compartir
un viaje en auto. Pedro es claro, sin pretensiones de erudición, pero conocedor como pocos de la vida de su pueblo, más allá de los datos y estadísticas
que maneja, porque se preocupa de estar al tanto, no solo de su lote, sino de
lo que pasa en el mundo, y sobre todo en nuestra América Latina. Pedro
es apasionado por la vida de la gente, y por eso la vocación de pastor le llena
de sentido la vida, y como Pastor preocupado, busca de mil maneras, con
sus curas, con los laicos, con las consagradas, tejer redes que, coloridas de
Evangelio, aporten caminos de cambio y nueva vida para todos.
Pedro pertenece a esa legión de evangelizadores a quienes les debemos
tanto en nuestra América Latina: los que se adentraron en el corazón de
nuestros pueblos, su cultura, su alma, a veces con más fuerza y dedicación
que los mismos evangelizadotes autóctonos. Tiene prioridades en su corazón y son los más pobres y humildes: con facilidad le sale el dolor por los
sufrimientos de la gente, y por eso también su palabra clara y sin vueltas
para expresar lo que otros adornan demasiado. Recuerdo una fiesta patronal en Susque, camino a Chile, cuando todas las autoridades políticas
aprovecharon para reunirse y en la fiesta hacer conocer sus proyectos, y
Pedro le decía al pueblo, delante de las mismas autoridades: «escuchamos a
nuestras autoridades que parecen los reyes magos con tantas promesas».
224
Un verdadero pastor para un pueblo de pastores
Pedro vive su pastoreo desde el pueblo y ese es su lugar, como sucedía esa
misma noche cuando compartía el baile y un vaso de chicha con su gente,
en vísperas de la fiesta patronal.
Cuando llega Pedro a este lugar, los medios de la capital, que marcan
en gran parte la opinión pública nacional, lo buscan insistentemente:
Porque es accesible, porque no pone trabas, porque responde con claridad, porque no teme las tergiversaciones, que siempre existieron y existen. Lo que sucede es que Pedro es un referente de una manera de
encarnar y anunciar el Evangelio de Jesús, y por lo tanto, de manifestar
la misión de la Iglesia: cercana al pueblo, solidaria, fraterna, amiga. Y
en una Iglesia donde muchas veces la capacidad para responder antes
los medios es una excepción, Pedro da siempre la cara, de la misma
manera que recibe y atiende una llamada, aún sin conocer quién lo
solicita…porque Pedro sigue siendo el «cura» sencillo de pueblo sin
horarios ni burocracia.
Pedro escucha a los demás, discierne, busca los caminos de Dios sin
pretensiones de omnisciencia y omnipotencia; por eso, y porque está cerca de
su pueblo, acepta invitaciones, hace largos trayectos, y comparte de corazón
algunos encuentros, como el de teología de laicos, o de comunidades, o de
pastores de América Latina, y encuentra en ellos nuevas luces para su
misión.
En nuestra familia Claretiana Pedro es querido y admirado y lo sentimos verdaderamente hermano. Aquél con quien también compartimos la
oración, las preocupaciones por la misión, la comida, las conversaciones, e
incluso las dormidas frente al televisor por el cansancio acumulado… El
que recoge los platos o prepara una comida, «descansando» de sus agendas
apretadas y de las reuniones interminables. El que llega por sus propios
medios para no molestar, y el que se despide de cada uno y de todos. Por
esto y por mucho más, él nos recuerda mucho el estilo misionero que Claret
225
Pedro Olmedo un obispo como la gente
imprimió a su servicio como Obispo en Cuba, y así, sólo con su vida, basta
y sobra para estimularnos a realizar nuestra propia misión."
Su compañero y amigo, el Obispo de Jujuy, Marcelo Palentini
escribía:
"Me hice todo para todos, para llevarlos a todos a Cristo"
"Este propósito de Pablo puede muy bien referirse al proyecto de vida de
p. Pedro Olmedo, hermano y amigo en el servicio episcopal, el hombre de
Dios que quiere vivir en la Puna como en el llano su misión de llevar a
todos a Cristo.
Lo conocí en plena tarea evangelizadora, cuando recién supe de mi nombramiento como obispo y quise conocer Jujuy, sus bellezas naturales pero
sobre todo su riqueza humana y religiosa.
Lo visité antes de ser ordenado obispo, para conocer en primera persona
la realidad a la cual el Señor me había llamado. Y me encontré enseguida
con un gran amigo, con un hombre lleno de fe, de fervor apostólico y de
entrega generosa a su pueblo. Aquí vino de su patria natal, España, para
ofrecer lo mejor de su vida al Señor, sin soñar grandezas ni ambicionar
cargos, sino para servir humildemente a quienes lo necesitaran. Aquí vino
para decirle sí al Señor todos los días, en el lugar que sea, en el servicio
sacerdotal entre los mineros, los enfermos o asistentes sanitarios, en los
parajes aislados de la Puna que se pueden alcanzar solamente a pie o a
caballo y en las ciudades o en los medios de comunicación. Lo importante
fue y sigue siendo siempre hablar de Dios y dar testimonio de su amor
misericordioso.
Su lenguaje directo y su coraje en el presentar los problemas conflictivos lo
distinguen entre los obispos argentinos. No va con vueltas: encara el problema y busca en primera persona las soluciones o las sugiere a quienes
tienen la posibilidad de dar respuestas. Por eso lo fui encontrando y a veces
226
Un verdadero pastor para un pueblo de pastores
acompañando en las manifestaciones de los «peregrinos de la paz» que
venían bajando de La Quiaca para pedir respuestas a los reclamos de
ayuda presentadas a los gobiernos provincial y nacional o en la mesa
del diálogo o en los foros aborígenes, etc.
Puedo decir que su amor son los pobres y los postergados en esta sociedad donde no basta hablar de Jesús y de su hermoso mensaje evangélico,
sino que hace falta manifestarlo con alma y vida, jugándose por vivir en
primera persona las bienaventuranzas.
"Ay de mi si no evangelizara" era otra expresión de Pablo. La inquietud de llevar el mensaje a lo largo de la vida y a quienes encontraba movió
a Pablo a recorrer el mundo entonces conocido. Es lo que sigue moviendo
ahora a p. Pedro a recorrer su extensa Prelatura para que nadie quede sin
la experiencia de Dios, sin el gozo del amor compartido y de la mano
tendida para ayudar. Por eso la predicación fervorosa y la caridad de una
vida abnegada provocan creatividad, iniciativas y empuje en lo que va
emprendiendo cada día para el bien de ese Cristo que camina por nuestras
calles o por las soledades de nuestras montañas. Lo reconoce en el niño y en
el adulto o anciano, en el pobre y en el rico deseoso de hacer el bien. Lo
llama por nombre y lo invita a seguir luchando por una vida cada día más
digna.
Gracias Pedro por tu amistad, por tu testimonio, por tu fe contagiada a
tantos corazones. Gracias por tu si a Dios en la ordenación sacerdotal y
episcopal.
Gracias porque tu pueblo y tus amigos nos sentimos enriquecidos por
tu vida que se hace ofrenda al Padre en cada Misa."
Entre las muchas notas y entrevistas periodísticas que le
hicieron, durante sus años de trabajo pastoral en la Prelatura de
Humahuaca, queremos rescatar algunas de ellas, donde se refleja
227
Pedro Olmedo un obispo como la gente
el pensamiento de Pedro y el porqué de su compromiso con los
más pobres.
En "Página 12" del 6 de abril de 1998 Pasquini Durán se
pregunta ¿Por qué Olmedo?:
"La vida en hípotesis
En los códigos que se usan hoy en día para jerarquizar las noticias, a este
personaje no hay motivos para entrevistarlo. No tiene ninguna información escandalosa para comunicar, porque el mayor escándalo que hay en su
vida es la miseria que lo rodea en la Puna argentina, donde vive desde hace
un cuarto de siglo, lo conoce todo el mundo, pero es difícil que fuera de ahí
los televidentes habituales puedan reconocerlo. Algún buen fisonomista,
con una foto delante, quizá lo recuerde en las misiones de diálogo entre los
piqueteros y el gobierno ele Jujuy.
Tampoco es fácil que se destaque por el atuendo. Ni hablar de aquella
imagen estereotipada del obispo gordo, que fajaba su enorme barriga con
una tela ancha de color episcopal y destellaba en su anular una enorme
piedra granate que los fieles debían besar en signo de respeto. Durante los
días compartidos en Humahuaca y Yavi, en la frontera con Bolivia, usó
jeans, una camisa de trabajo de mangas largas que arrolla sobre brazos
musculosos y, para el frío de la noche, un chaleco azul sin mangas, de esos
acolchados, y una gorra a cuadritos y visera que oculta el pelo cortado al
rape. Se presenta como el Padre Pedro y ninguno de los curas o laicos de su
zona lo llama monseñor. Unos le dicen padre o padrecito y otros, viejos
amigos, le dicen simplemente Pedro. Un eterno cigarrillo entre los labios y
su gestualidad, exuberante, denuncia el nervioso temple sevillano, porque
allí, en la Puna, todo es más parsimonioso. Hasta los rebaños de vicuñas
y llamas que se cruzan en el camino caminan con majestuosa languidez.
La meseta puneña es como alguna vez debió ser el suelo del Distrito Fede228
Un verdadero pastor para un pueblo de pastores
ral de México, allí donde el aire era el aire más transparente del mundo.
El obispo es un tipo común, pero no vulgar. ¿Le importan a alguien las
ideas de un tipo así’? A lo mejor, el periodismo brilloso es el que sólo habla
con el quinteo aliancista. o Menem, o los Duhalde, o el general Martín
Balza, comando de Malvinas, o cualquiera de esos personajes que pronuncian frases para las primeras planas y que son motivo de comentarios en los
días subsiguientes. Aun entre los que hace dos décadas eran sencillos y
comprometidos con la vida, igual que el obispo Olmedo, se encuentran los
que hoy prefieren otras estridencias. Que la gente común vaya a los tatlkshow o que ocupe un minuto y medio en la segunda mitad de los noticieros
de la tele. Encima, hablar de ideas y no de casos ni de prontuarios, así
nadie echa fama ni se hace rico.
Sin embargo, el obispo Pedro Olmedo, y sus ideas, pertenecen a una
estirpe singular, nada común, mucho menos opaca o intrascendente. Las
sociedades distraídas, que pretenden ignorarlos, de pronto se encuentran
con gente así que se vuelve leyenda. El obispo Romero, de El Salvador,
asesinado a tiros frente al altar por sicarios de la ultraderecha, era un
religioso dedicado a la profesión de su fe, hasta que lis circunstancias de ese
país desgarrado por la injusticia y la violencia fueron "tallando", su compromiso con la realidad. En el mundo, hasta la insurrección zapatista,
¿quién sabía de don Samuel Ruiz, obispo de Chiapas desde los años
sesenta? Cuenta el mexicano
Enrique Krauze, colaborador de Octavio Paz, que el obispo Ruiz
"impactado por la realidad social que encontró" decidió encabezar una
Iglesia "menos sacra, más social". "Ciertamente nosotros tenemos que
ver con la rebelión" declararía Ruiz, "porque a raíz de la reflexión cristiana instarnos a los indios a recuperar la dignidad".
Si se le pregunta al obispo Olmedo cuáles son sus mejoras sueños, responde: "Tener una iglesia muy fortalecida acá, con mucha corresponsabilidad"
229
Pedro Olmedo un obispo como la gente
-social, diría Ruiz- y luego de que nuestra gente fortalezca mucho su identidad cultural" -recuperar la dignidad, diría Ruiz-. Es cierto, cada uno
de ellos por separado son una fracción de un drama universal, y muchas
veces están perdidos en algún confín del mundo. El pueblo mexicano San
Bartolomé de las Casas tiene más de una semejanza con Humahuaca.
Pero no son una corriente insignificante en las aguas del mundo. En todo
caso, podría decirse que son vidas en hipótesis permanente. Para los que
sólo creen en los hechos, y si son ganadores mejor, habría que recordarles
que los avances del mundo dependieron de la calidad y la fuerzan de sus
hipótesis. El descubrimiento de América, anotó Carlos Fuentes en El
espejo encerrado "fue un triunfo de la hipótesis sobre los hechos: la evidencia indicaba que la Tierra era plana; la hipótesis, que era redonda. Colón
apostó a la hipótesis".
En este diálogo, con seguridad, hay una hipótesis de futuro. Además, hay
una vida presente de servicio, un ejemplo de nobleza. En medio de tanta
inmundicia estridente, vale la pena escuchar una voz diferente.
Washington Uranga escribió en el mismo diario:
"Los pies en la tierra
Pedro Olmedo es, ante todo, un hombre que vive lo trascendente con los
pies en la tierra. Por su propia experiencia de vida y porque su cotidianeidad
se construye entre los pobres, define de la manera que lo hace la misión de
la Iglesia: debe "Jugarse y tiene que estar peleando por los mas débiles y los
más pequeños". Hace algunos años este mismo discurso habría ubicado al
obispo casi al borde de la marginalidad eclesiástica. Hoy, aun admitiendo
las diferencias que existen entre los obispos. Olmedo puede decir con tranquilidad que comparte esa misma visión con un número significativo de sus
colegas.
230
Un verdadero pastor para un pueblo de pastores
Ser "motivo de esperanza", como lo quiere Olmedo, es abrirse a un
futuro mejor desde el realismo del presente. El pragmatismo que desembarcó en la sociedad global después de la "caída del muro de Berlín" quiso
instalar el convencimiento de que el triunfo del neoliberalismo es definitivo.
El "fin de las utopías" es un argumento generado por los ganadores ocasionales para convencer a los perdedores -.también ocasionales- que deben
resignarse a su suerte, dejar de soñar en mundos diferentes y, sobre todo,
mejores. "Lo mejor" es lo que existe. Y ‘’los mejores" son los que hoy
ejercen el poder, El discurso del poder expresa pragmática y cínicamente
que "la exclusión" de muchos es un "costo a pagar", una "consecuencia no
deseada" pero "inevitable’’. La formalidad democrática del neoliberalismo
es una versión autoritaria de la vida, en la que unos tienen derechos (a la
calidad de vida y a tantas cosas más) y otros son "excluidos".
Para salir de este atolladero, que es "muerte en vida", muchos "excluidos" (de los materiales, los pobres, y de los otros, los de los sentimientos y de
las ideas) encaminan hoy sus búsquedas hacia algo más significativo y
perdurable que bien se podría denominar como sentido de la vida: algo que
ordene, que dé continuidad y, sobre todo, que sustente los sueños de un
mundo diferente, de una fraternidad humana distinta. Crecen los movimientos espiritualistas, la búsqueda de lo trascendente y de lo religioso. La
Iglesia "no puede ser un partido", pero quiere ser un lugar de sentido, de
ética, y garantía de que las necesidades de los "más débiles y los más
pequeños" no queden sepultadas bajo la soberbia verborrágica que todo lo
justifica a partir del bienestar del diez por ciento de la población. Por todo
esto la Iglesia tiene una presencia "política" al operar en la sociedad y con
la gente. Y, como lo admite Olmedo, las diferentes maneras de entender
esta acción generan contradicciones internas. De la capacidad de resolverlas dependerá también la posibilidad de la Iglesia de responder a las expectativas que en ella deposita parte de la sociedad."
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Pedro Olmedo un obispo como la gente
Por último, entrevista realizada por Hernán Brienza el 14 de
Diciembre del 2000, en la revista "Tres Puntos", N° 181:
"El Obispo de las nubes
Pedro Olmedo, el obispo de Humahuaca, está muy cerca del cielo. No de
ese Cielo mitológico y regulado que buscan los cristianos como una utopía,
sino de ese desprolijo firmamento azul de la Puna. De ese cielo al que el
poeta español Lupercio de Argensola reprende porque «no es cielo ni es
azul» y se lamenta porque es una «lástima grande que no sea verdad tanta
belleza». Lo cierto es que Olmedo, un sevillano hincha del Betis y de San
Lorenzo, metido a sacerdote porque de chiquito le gustaba «jugar a los
curitas» vive a 3.000 metros menos de las estrellas que, por ejemplo, los
obispos porteños. No es un dato menor para él, ya que según sus propias
palabras, «la realidad de este lugar me transformó la vida. Me ha alejado
del centralismo de la Iglesia. Por eso, siempre le agradezco a Dios por
haberme traído acá». Claro que Olmedo no agradece por cuestiones cósmicas
o astronómicas sino por «ese impresionante choque cultural» que sintió
cuando llegó en 1972 a su primer destino: la Mina Pirquitas. Allí tomó
contacto con una miseria que no conocía, con una obediencia y sumisión de
los lugareños marcada a fuego por siglos de conquista y sucesivas
servidumbres. Y todo eso lo convirtió, según dice él, al cristianismo más
profundo y existencial: «el que nace del contacto con la gente». Desde hace
nueve años vive en Humahuaca pero los fines de semana recorre 73
kilómetros de camino de ripio y de cornisa para llegar a Iruya, un pequeño
pueblo salteño de 5.000 habitantes encajonado en montañas imposibles de
abarcar con una sola mirada.
El camino es peligroso y en su punto máximo alcanza los 4.000 metros.
Llegar es casi una aventura pero vale la pena: desde allí el paisaje es
indescriptible. Tal vez, la única palabra en español que pueda definirlo es
el término andaluz «acojonante», una mezcla de intimidación, admiración
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Un verdadero pastor para un pueblo de pastores
y asombro que sólo se produce cuando algo sacude a uno allí abajo, en los
cojones. Y eso ocurre cuando se llega a Iruya, un pueblo que cae como un
alud desde la montaña.
En la parroquia está el padre Alonso, un cura treintañero de luto porque
el romerillo, una hierba venenosa, acaba de matar a su yegua en apenas 24
horas. «Y ahora estoy de a pie», dice, mientras se toma la cabeza con las
dos manos. «Pedro todavía no ha llegado, está en el campo», anuncia,
mientras se prepara para confesar y dar misa.
Olmedo tiene 56 años y proviene de una familia sevillana de clase media
alta compuesta por 15 hermanos, tres de los cuales también se ordenaron,
dos hermanas misionan en Venezuela y Chile, y Jesús, «mi Jesús», como lo
llama el obispo, es párroco de La Quiaca. Estudiante del colegio Claret de
Sevilla, donde compartió partidos de básquet y de fútbol con el ex primer
ministro español Felipe González, vivió su niñez y su adolescencia en esa
España de las «dos Españas» en la que convivían el clericalismo franquista
y el Concilio Vaticano II.
Cura obrero
Cae la noche en Iruya, la montaña comienza a encender sus luces y la
gente se prepara para el pesebre que ha preparado la parroquia en lo alto
del pueblo. Olmedo llega en su camioneta, se baja, saluda y pregunta a los
cronistas si han llegado bien. «Sí, aunque tardamos dos horas y media»,
responde uno de ellos y Olmedo saca a relucir su más pura fanfarronería
andaluza: «Pues, yo le he puesto apenas una hora cuarenta», dice y se ríe.
Luego se sienta y comienza con su historia. «De pequeñito jugaba a los
curitas, a decí misa, pone el altar -recuerda y su tonada pasa de un jujeño
importado al más puro calé andaluz- y jugando, jugando, mirá dónde
hemos venido a pará. Era durante la España franquista, cuando los
curas, los alcaldes y la Guardia Civil eran los enemigos del pueblo y yo
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Pedro Olmedo un obispo como la gente
jugaba a la misa. Lo curioso es que venían a verme los chicos de los colegios
y los obreros y yo les decía misa, era un mocoso de apenas ocho años.»
Después vinieron sus tiempos de monaguillo, de colegio secundario, del
seminario y de la ordenación con los hermanos claretianos, de quienes le
atraía «su estilo misionero e itinerante, ágil, algo que después se fue
profundizando», explica. En el 72, llegó finalmente a Jujuy, a la Mina
Pirquitas. «Allí estuve 6 años. Y esa experiencia me transformó. Yo traía
los apuntes de estudio de Salamanca con todo anotado y no me sirvieron
para nada. Es más, todavía no los he abierto porque la realidad fue tan
potente que me conmovió. Fue un choque cultural muy grande. Tenían
otras pautas, otras costumbres. Acá vivían la religión como una listita de
pecados y yo traía todo el bagaje nuevo del Concilio. Tenían una visión del
cura demasiado sagrada, arisca, nos tocaban, se arrodillaban, te servían.
Eran cosas muy frías. No había un acercamiento con la gente. Por suerte
eso cambió y terminé jugando al fútbol y trabajando a la par de ellos en la
mina», recuerda mientras pide fuego para encender un cigarrillo.
En 1978 lo trasladaron a Iruya, donde trabajó hasta el 90, cuando
volvió a Mina Pirquitas a encabezar las protestas y las asambleas los
mineros. Por acompañar esas luchas se hizo famoso en todo el país, porque
iba a contramano de las jerarquías eclesiásticas. Mientras Antonio
Quarracino se abrazaba entonces presidente Carlos Menem, Olmedo
desafiaba al gobierno desde una mina ubicada en la Puna. Un año después,
como premio o como castigo, fue ascendido –en todo sentido- a obispo de
Humahuaca.
Después de tantas idas y vueltas, ¿cuál es hoy su experiencia
de Dios?
Tiene mucho que ver en el contacto con la gente. Mi primera experiencia
religiosa la he mamado en la familia, después vino la vida en el
seminario, una fe muy fácil y muy conventual y, finalmente, el salto al
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Un verdadero pastor para un pueblo de pastores
vacío, cuando llegué a Jujuy y tuve que rehacer todo: mi estilo como cura, mi
visión Dios, mis oraciones. Estar con la gente de esta zona me ha ayudado
mucho a tener una experiencia muy existencial y muy realista de Dios. No
soy un hombre que pase sentando largas horas en oración, eso lo he hecho
antes, ahora me importa mucho más estar embarrado por la realidad. Es
mucho más difícil, claro, porque el camino se hace cuando lo espiritual te
cambia la vida, y la vida te transforma el espíritu.
Usted es uno de los pocos obispos que hoy siguen
defendiendo la Teología de la Liberación. ¿Por qué?
A mí me da mucha bronca que me vengan con la estupidez del letrerito,
del tercermundista, del revolucionario, de la Teología de la Liberación. Yo
personalmente me identifico mucho con la Teología. Vengo de una familia
rica y cuando hablo con mis hermanos en España me critican mucho, pero
es muy fácil criticarla desde Europa. La Teología de la Liberación es una
Teología de la vida. Tuvo sus faltas y sus exageraciones pero los grandes
poderes de este mundo que joroban a todos la quisieron quebrar, le hicieron
una propaganda terrible, con una clara intencionalidad política. Y a mi
me da bronca, mucha bronca.
¿Qué siente cuando lo tachan de obispo de izquierda o «rojo»?
Me importa muy poco. Al principio me dolía el ego, me tocaba el amor
propio, pero ahora no me hace mella. No estoy acá para escalar ningún
puesto sino para ayudar a la gente. Es una gran estupidez.
Usted ha participado en huelgas y manifestaciones de
trabajadores y desocupados. ¿No se siente un poco solo en
una iglesia que recién ahora parece comprometerse con lo
social?
La Iglesia es lo que es la Argentina. Muchos hablan hoy de la dictadura
-yo tuve que estar acá haciendo lo que podía- pero no só-lo la Iglesia se
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Pedro Olmedo un obispo como la gente
llamó a silencio; el periodismo también. Entonces, no se puede culpar sólo
a los obispos. La Iglesia es un producto de la sociedad. El episcopado está
formado por 80 y pico de obispos que representan a más de 60 diócesis con
realidades distintas y, bueno, es verdad que a veces la Iglesia se desanima,
se repliega, se retrasa un poco, pero otras veces avanza. Nosotros los del
Noroeste compartimos muchas experiencias yeso torramos de trasladarlo a
la Conferencia Episcopal. Pero, ¿cómo hacemos para transmitir esa
experiencia a gente que nunca salió de las ciudades?
En Jujuy se produce uno de los choques de culturas más
fuertes de la Argentina entre la religión colla y la católica.
¿Cómo se resuelve eso desde la Iglesia?
La Iglesia sufre un gran centralismo, pero hemos avanzado mucho. Yo
integro el equipo de Pastoral aborigen, y el tema no está instalado en la
Iglesia. Somos profundamente racistas y muchos obispos defienden la visión
de la colonia y no quieren aceptar el punto de vista de los aborígenes. Pero
a principios de este año hemos sacado un documento jubilar en defensa de
la entrega de tierras a los indígenas y se aprobó por mayoría absoluta. Y
eso que los puntos son bravísimos. Ese fue un avance muy grande pero no
significa que se respete la cultura y el espíritu de los indígenas.
¿Se lleva mejor con Estanislao Karlic, el actual presidente
episcopal, que con el fallecido Antonio Quarracino?
Oye, que con Quarracino no tenía ningún problema. Pero creo que hubo
un gran avance con Karlic, porque hay una gran autonomía respecto del
Estado. No debe haber distanciamiento o enfrentamiento con el Estado
sino cordialidad y colaboración pero con total autonomía. Yo pongo las
manos en el fuego porque a Karlic le interesa que la Iglesia sea más fiel a
su misión que defender a los peronistas y a los radicales. Y esta autonomía
te condiciona menos y te permite denunciar las injusticias.
¿No cree que la Iglesia envía a los lugares más pobres a los
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Un verdadero pastor para un pueblo de pastores
obispos progresistas sólo para no perder su propio poder?
Creo que no. A nosotros nos hace así, progresistas, como dice usted, el
lugar que nos ha tocado. Es que si no te chupa un lugar como éste, si no te
entra esta realidad, es por dos razones: o es que eres necio o sos muy duro.
Es la realidad la que te cambia, no puedo predicar el Evangelio en el aire.
Usted siempre ha participado de las luchas gremiales, pero
desde hace un tiempo se distanció del Perro Santillán. ¿Por
qué?
He participado porque la realidad aquí Es muy fuerte. Es un movimiento
social que se personifica en el Perro y que, gracias a Dios y a Santillán, se
pudo conocer. Pero es mucho más de lo que el Perro significa. En algunos
momentos hemos estado muy juntos pero tenemos muchas diferencias
ideológicas. No hay que tener miedo de hablar y de estar con él. Es un
hombre honesto y creo que a pesar de que la congruencia total en el hombre
es muy difícil, me quito el sombrero ante una persona que tiene esa
congruencia que muchas veces los cristianos no tenemos.
¿Su hermano, Jesús Olmedo, es más pro Santillán que usted?
Está más cerca del Perro, es más amigo de él. Es que el obispo es como
las mariposas, hoy estoy acá, mañana allá. Jesús está en lo concreto de La
Quiaca todos los días, pero tengo una buena relación. El alejamiento con
el Perro no es por miedo sino por una cuestión de funciones. Jesús es un tipo
muy carismático, que tiene una gran pasión por la gente. Por ahí mete la
pata en las cosas que hace, pero lo hace con una pasión tremenda y
desinteresado. Ojalá hubiera 80 Jesús más como el mío. Al fin y al cabo,
todos metemos la pata.
¿Cuál es su mayor pecado?
A pesar de que uno parece estar muy comprometido con la gente, creo que
mi mayor pecado es de conciencia: todavía he hecho poco por los demás.
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Pedro Olmedo un obispo como la gente
Como Iglesia. A mi me gustaría que pudiéramos incidir más en la realidad.
Mi otro pecado es también cansarme de luchar por la unidad de la Iglesia.
Eso cansa mucho.
¿Cómo se imagina a Jesús?
¿A cuál, a mi hermano o al otro?
Al otro.
Ay, mi Dios, a Jesús, el Cristo. Pues me lo imagino viviendo todo lo que
tratamos de hacer nosotros pero con mucha más fuerza. Un Jesús que
estaría en contra con mucha más fuerza de este sistema y que estaría
mucho más cerca y más jugado con todo lo que son los marginados.
¿Cree que cuando muera irá al Cielo?
Pues, sí hombre, espero que sí. Aunque no es algo que me preocupe
mucho. Me preocupa más la Tierra. Yo estoy por la utopía y la esperanza
de que el Reino sea en la Tierra. Y me imagino al Cielo como el lugar
donde se completará todo lo que no se pudo terminar aquí.
¿Y se imagina al Cielo con San Pedro abriéndole la puerta...?
Olmedo se inquieta; no sabe si reírse o ponerse serio. Mira
fijo para tantear las intenciones de quien lo entrevista, para
saber si lo están cargando o no. Y detrás de los anteojos se
enciende nuevamente la chispa andaluza en los ojos:
No, qué va hombre, si eso es pura ciencia ficción
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Epílogo
AL TERMINAR DE ESCRIBIR EL LIBRO sobre Pedro, aún permanece en mí una pequeña duda sobre la conveniencia de su publicación. ¿Ha sido prudente?, ¿Habré molestado a alguna persona o Institución?, ¿Será cierto, como alguien me insinuó, que corría el peligro de idolatrar a Pedro?, ¿Lo habré hecho sufrir por
haber escrito su biografía?.
De todas formas, ya no hay posibilidad de volverse atrás.
Sabiendo los riesgos que corría, el libro fue escrito y leído, seguramente, por muchas personas. Acepto las criticas y los
Pedro Olmedo un obispo como la gente
cuestionamientos que quieran hacerme; pero solo les pido una
cosa: respeto y comprensión para Pedro, ya que él no ha tenido
nada que ver con la idea, ni con el proyecto de la publicación del
mismo.
Y ya para terminar, yo también quiero dejar mi testimonio
sobre el Obispo Pedro. Siempre mantuvo un gran respeto hacia
todas las personas de la Prelatura, incluso las que tenían distintos
criterios y opiniones a la suya. Igualmente, siempre mantuvo un
respeto sagrado a los carismas personales de los miembros de su
Iglesia.
Igualmente dejo constancia de la acogida y comprensión
que siempre he encontrado en Pedro, a la hora de valorar y aceptar los planteamientos pastorales y las actuaciones que tuve en la
Prelatura, alguna de las cuales eran criticables, y sin embargo, las
respetaba y aceptaba.
No sé si habrá estado de acuerdo con la publicación del
libro. También en este punto, ha respetado mis deseos y mi decisión de publicarlo. Alguna persona me comunicaba la molestia de
Pedro por su biografía. No sé si es exacto. Se positivamente que a
ciertas personas tampoco les habrá gustado. De todas formas, a
unos y otros les pido disculpa. Y a Pedro, muy especialmente, por
si he herido su humildad y le he ofendido en lo más hermoso que
tiene: su sencillez y su gran espíritu de equipo y trabajo comunitario.
Mi intención al publicar la vida de Pedro, fue, simplemente,
ofrecer un sencillo mensaje de compromiso evangélico, a través
de su actuación pastoral y la de sus compañeros y hermanos de la
Prelatura de Humahuaca. ¿Lo habré conseguido?. Ustedes tienen
la palabra.
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Indice
Prólogo
Introducción
Capítulo I
La alegría de una familia numerosa y cristiana
Capítulo II
Un niño alegre y divertido que jugaba a ser curita
Capítulo III
Los primeros guiños de su vocación sacerdotal
Capítulo IV
Encuentro con los claretianos en Sevilla
Capítulo V
Formación en libertad, marcado por el Vaticano II
Capítulo VI
Ordenación sacerdotal y misionero en Argentina
Capítulo VII
Encarnado en Pirquitas: minero y misionero
Capítulo VIII
Misión compartida en una comunidad mixta
Capítulo IX
Los caminos de Dios y su llamado al Episcopado
Capítulo X
Un obispo como Dios manda
Capítulo XI
Profeta en tierra extraña
Capítulo XII
Un verdadero pastor para un pueblo de pastores
Epílogo
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17
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