Evaluación comparada de la sostenibilidad agraria en el olivar

Anuncio
EVALUACIÓN COMPARADA DE LA SOSTENIBILIDAD AGRARIA EN EL
OLIVAR ECOLÓGICO Y CONVENCIONAL
Antonio M Alonso, Gloria I Guzmán
Centro de Investigación y Formación de Agricultura Ecológica y Desarrollo Rural. Apdo. 113, 18320, Santa Fe (Granada);
Tlfo: 958-513195; Fax: 958-513196. E-mail: [email protected]
Resumen
El objetivo del presente trabajo es evaluar la sostenibilidad agraria desde una perspectiva agroecológica, teniendo en cuenta aspectos económicos, sociales y ambientales. Para ello,
evaluamos comparativamente la producción de aceite de oliva ecológica y convencional en la
comarca de Los Pedroches (Córdoba, España), empleando la metodología del MESMIS.
Se han utilizado 17 indicadores de sostenibilidad, obteniéndose en 13 de ellos valores mayores en el olivar ecológico. Esta evaluación muestra que las diferentes labores realizadas y
tecnologías aplicadas en el cultivo ecológico y convencional del olivar, hacen que el primero
presente un nivel más alto de sostenibilidad global. Así, el cultivo ecológico del olivar y la venta
de aceite ecológica puede ser un estímulo para incrementar los beneficios económicos de los
olivicultores, a la vez que se preservan los recursos naturales.
Los resultados obtenidos permiten poner de manifiesto algunos aspectos relevantes a la
hora de diseñar políticas de desarrollo rural relacionadas con este sector; especialmente en
aquellas zonas con una importante presencia de este cultivo.
Palabras clave: Agroecología, Agricultura Ecológica, Sustentabilidad, Pedroches, Córdoba
Summary
Compared evaluation of the agrarian sustainability in the ecological and conventional
olive grove
The objective of this study is to assess agrarian sustainability from an agro-ecological perspective,
taking into account economic, social and environmental aspects. For this, we comparatively evaluate organic and conventional olive oil production in the Los Pedroches region (Córdoba, Spain),
using the MESMIS methodology.
We are used 17 sustainability indicators; 13 of they have highest values in organic management. The final data show that techniques and technologies used in organic management
are better than conventional one, from a global sustainable approach. As a consequence, the
organic management of the olive groves and the sale of organic olive oil can be a stimulus to
farmers to increase their profits and to preserve the natural resources.
The results obtained permit to shed light on certain elements necessary to the design of rural development policies linked to this sector; especially in those areas with a high importance
in this crop.
Keywords: Agroecology, Organic Agriculture, Sustainability, Pedroches, Córdoba
Introducción
Hacer operativo el concepto de sostenibilidad no
es una tarea sencilla, cuyo grado de complicación aumenta en la medida que se trata de evaluar sistemas
complejos, como los agrarios, donde las cuestiones
económicas, sociales y ambientales se solapan en un
conjunto de relaciones sinérgicas y antagónicas. Sin
embargo, es una tarea necesaria ante los nuevos retos que tiene enfrente la agricultura (generación de
renta, mantenimiento de la población en el medio
rural, preservación de los recursos naturales…), y que
requieren, a su vez, la aplicación de nuevos enfoques
analíticos. Por ello, contribuir a este proceso de evaluación constituye el objetivo general de este trabajo,
tomando como estudio de caso el cultivo del olivar de
64
Agroecología 1
Tabla 1. Atributos, criterios de diagnóstico e indicadores de sostenibilidad.
Atributos
Criterios de diagnóstico
-Física
-Beneficio económico
A) Productividad
-Eficiencia energética
Indicadores
Rendimiento
Beneficio
Relación energía saliente/energía fósil
entrante
-Estabilidad productiva
Evolución del rendimiento
-Balance de materia orgánica Mantenimiento de fertilidad
-Balance de nutrientes
Relación entrada/salida de macronutrientes
B) Estabilidad
-Estabilidad económica
Sensibilidad a los precios
y
Sensibilidad de los ingresos
Resiliencia
Sensibilidad de los beneficios
Abundancia de especies
-Biodiversidad vegetal
-Biodiversidad animal
Presencia de insectos auxiliares
-Generación de empleo
Demanda de trabajo
-Distribución de riqueza
Precio percibido por productores
-Energética
Uso de energía fósil
Relación de uso de energía renovable/total
-Externalidades generadas
Calentamiento global/Efecto invernadero
Ecotoxicidad Acuática
C) Equidad
Ecotoxicidad Terrestre
Toxicidad Humana
Potencial de Acidificación
Potencial de Eutrofización
Pérdida de suelo
Contaminación Fotoquímica (NOx)
-Físico-económica
Dependencia de insumos externos
D) Autonomía
-Dependencia de subsidios
Importancia de los ingresos públicos
-Energética
Control de la energía utilizada
E) Adaptabilidad -Capacidad de innovación
Aplicación y generación de conocimientos
cultural
secano en el seno de la cooperativa Olivarera de Los
Pedroches (OLIPE), situada en la comarca1 agraria del
mismo nombre en la provincia de Córdoba, bajo dos
formas de producción: convencional, que no está regulada por normativas específicas, y ecológica, que se
regula en la Unión Europea mediante el Reglamento
(CEE) 2092/91 del Consejo.
En el siguiente apartado se explica la metodología
seguida para la consecución de los objetivos marcados. A continuación se describen de forma sucinta las
principales características del estudio de caso. Seguidamente se analizan los resultados obtenidos, para
terminar con una serie de conclusiones y propuestas
en el último apartado.
Medidas
kg aceituna/ha
€/ha
kcal/ha
kg aceituna/ha
kg/ha
kg N-P-K/ha
€/ha
€/ha
€/ha
Número
Número
Jornales/ha
€/kg aceituna
kcal/ha
kcal/ha
kg/ha
m3/ha
kg/ha
kg/ha
kg/ha
kg/ha
Kg/ha
kg/ha
€/ha
€/ha
kcal/ha
Número
por la Unión Europea, el Metabolismo Social, el Análisis
del Ciclo de Vida, el Análisis de la Emergía, el Análisis
Coste-Beneficio, la Huella Ecológica y el Marco para
la Evaluación de Sistemas de Manejo incorporando
Indicadores de Sustentabilidad-MESMIS2. Todas ellas
permiten analizar la sostenibilidad agraria desde una
perspectiva económica, social y/o ecológica. En la presente investigación se ha utilizado el MESMIS (Masera et al. 1999) modificado, estableciendo cinco etapas
metodológicas: determinación del objeto de la evaluación, selección de indicadores, medición de los indicadores, presentación e integración de los resultados
y conclusiones. Todas ellas se explican brevemente a
continuación excepto las conclusiones, que se corresponden con el último epígrafe.
Metodología
En los últimos años, fruto del interés creciente que
suscita el tema de la sostenibilidad ligado a los procesos de producción entre los responsables políticos,
investigadores e incluso empresas certificadoras de
productos de calidad, se han desarrollado algunas metodologías dirigidas a su evaluación: la desarrollada
Determinación del objeto de la evaluación
Consiste en la caracterización del contexto del análisis y los sistemas de cultivo que se han de evaluar (ver
epígrafe del estudio de caso), lo que sirve de base para
la siguiente etapa metodológica. En nuestro caso se
trata del cultivo ecológico y convencional del olivar de
2
1
Unidad administrativa formada por varios municipios.
Una revisión analítica de estas metodologías puede consultarse en Alonso (2003).
Evaluación comparada de la sostenibilidad agraria en el olivar ecológico y convencional
secano en la comarca de Los Pedroches (Córdoba), tomando como referencia a agricultores pertenecientes
a la cooperativa OLIPE.
Selección de indicadores
La sostenibilidad de los agroecosistemas puede
caracterizarse por un conjunto de propiedades dinámicas o atributos que describen su conducta esencial
y pueden usarse como criterio en el diseño, ejecución
y/o evaluación de un proyecto de desarrollo agrario.
Estos atributos son la productividad, la estabilidad, la
resiliencia, la equidad, la autonomía y la adaptabilidad
cultural (Conway 1987, Reinjntjes et al. 1992). En función de éstos (explicados más adelante) se determinan
los criterios de diagnóstico de los que se derivan los
indicadores para llevar a cabo la evaluación (Tabla 1).
Medición de los indicadores
Una vez determinados los indicadores es necesario establecer los instrumentos metodológicos y/o de
cálculo para su obtención, los cuales varían en función
del nivel de análisis de referencia; así, como se muestra
en cada uno de ellos, hay indicadores que se refieren
a una muestra del sistema productivo a analizar, a los
datos globales aportados por la cooperativa, a explotaciones seleccionadas e incluso a otros trabajos de
investigación.
Los indicadores finales resultantes en cada sistema
productivo tienen un carácter relativo que se ajusta a
una escala de cero a cien. Como norma general se pueden presentar dos circunstancias básicas en función de
que existan o no valores de referencia en los criterios
de diagnóstico: si aquellos no existen, al mayor de los
valores resultantes en cada sistema se le asigna el valor
100 y el menor se obtiene como porcentaje del valor
absoluto de éste; si, por el contrario, existe un valor de
referencia se toman los porcentajes relativos al mismo
en cada sistema. Veamos a continuación la descripción
de los criterios de diagnóstico y los métodos de cálculo de los indicadores.
A) Productividad. Se define como el producto obtenido por unidad de recurso empleado. En este caso se
van a calcular indicadores relativos a la productividad
física, el beneficio económico y la eficiencia energética.
A.1) Productividad física. Medida en kilogramos de
aceituna por hectárea, se obtiene a partir de las entregas de los socios entrevistados (ver siguiente apartado) de las campañas 1998/99 a 2001/02, calculando la
media en cada sistema de manejo. Al mayor promedio
resultante se le asigna el valor 100, siendo el del otro el
porcentaje sobre el valor del primero.
A.2) Beneficio económico. Medido en euros por
hectárea se obtiene a partir de la diferencia entre los
ingresos y los costes de producción. Para la obtención
de la información económica se ha utilizado la entre-
65
vista directa semiestructurada (García et al. 1992). Con
la colaboración de la cooperativa OLIPE, se ha logrado
entrevistar a 23 agricultores3 ecológicos (100% de las
explotaciones con al menos tres años antigüedad4), y a
28 agricultores convencionales cercanos5. El indicador
final se ha calculado mediante el mismo procedimiento del anterior.
A.3) Eficiencia energética. El análisis energético relaciona la producción bruta o neta del sistema con
el conjunto de entradas energéticas necesarias para
conseguir dicha producción (Martínez 1991, Alonso
& Guzmán 2004b). En este sentido, es especialmente
relevante el análisis de la “eficiencia de la energía no
renovable o fósil”, es decir, la relación entre las salidas
totales (aceituna y restos de poda) y la energía no renovable utilizada. El cálculo parte de las labores obtenidas en las entrevistas realizadas, transformándose en
energía los elementos que intervienen en la producción, así como los productos resultantes. El cálculo del
indicador final sigue las pautas de los anteriores.
B) Estabilidad y resiliencia. La estabilidad se refiere
a la capacidad de un agroecosistema para mantenerse de manera estable en equilibrio dinámico a través
del tiempo (Conway 1987), salvando pequeñas fuerzas
perturbadoras que surgen de las normales fluctuaciones o ciclos del medio ambiente circundante. Este
atributo se asocia con la idea de un sistema que es
capaz de combatir los rendimientos decrecientes sin
necesidad de añadir cantidades crecientes de energía
y nutrientes, sino más bien modificando el manejo de
sus recursos: orden de las rotaciones, abonados en
verde, integración de la agricultura y ganadería, etc. La
resiliencia se define como la habilidad de un agroecosistema para mantener la productividad cuando está
sujeta a una mayor fuerza de perturbación, que puede
ser un estrés frecuente, acumulativo y predecible (salinización, erosión, acumulación de sustancias tóxicas
en el suelo…), o una circunstancia impredecible (una
inundación, el incremento repentino de los precios del
petróleo, etc.). La reducción de la dependencia de insumos externos, la utilización racional del agua y los productos químicos, etc., pueden contribuir a incrementar
esta habilidad. La estabilidad y la resiliencia están, por
tanto, muy relacionadas, por lo que se evaluarán de
3
4
5
Corresponden a 25 explotaciones, ya que hay dos agricultores que manejan también la de un familiar.
Se considera la hipótesis de que durante ese periodo de
conversión estos olivareros han adquirido conocimientos
y, en consecuencia, han ajustado con una cierta estabilidad las técnicas de cultivo ecológico (dosis de abonado,
control de plagas y enfermedades…), de manera equiparable a la estabilidad de las técnicas convencionales.
Explotaciones colindantes o cercanas a las ecológicas, con
el fin de reducir al mínimo el número de factores ajenos al
tipo de manejo (tipo de suelo, pendiente, tenencia de riego…) que pudieran desvirtuar los aspectos comparativos.
66
manera conjunta integrando aspectos físico-productivos, económicos y ambientales.
B.1) Estabilidad productiva. Se ha medido la variación de los rendimientos obtenidos por los olivareros
entrevistados durante cuatro campañas (1998/99 a
2001/2), calculando el coeficiente de variación como
expresión de porcentaje de variabilidad. Dado que el
coeficiente de variación mide la dispersión media, y la
escala establecida en el presente trabajo va desde 100
(más positivo) hasta cero (más negativo), se utilizará
la resta entre 100 y el valor obtenido en el indicador
final.
B.2) Balance de materia orgánica. La ausencia de
materia orgánica en el suelo es un indicador de falta
de poder tampón edáfico (Gliessman 1998), de manera que para mantener unos rendimientos productivos
es necesario aportar dosis altas de fertilizantes. El porcentaje de materia orgánica se ha determinado a nivel
de explotación, en tres pares de fincas (una ecológica
y otra convencional) situadas en tres zonas diferentes:
Los Pañero, Los Tirado y Chivatiles. A partir del análisis
de la materia orgánica oxidable en los primeros 30 cm,
se ha realizado un promedio de los resultados de los
suelos ecológicos y convencionales. Tomando como
referencia el valor medio normal en cada tipo de suelo,
se ha calculado el porcentaje que representan los promedios obtenidos con respecto a ese valor máximo.
B.3) Balance de nutrientes. Al igual que en el anterior, si no se produce una reposición de nutrientes, el
stock edáfico de los mismos disminuirá progresivamente, limitando su capacidad productiva. El balance
de nutrientes (entradas menos salidas) se realiza en
todas las explotaciones entrevistadas en base a los
macro nutrientes esenciales: nitrógeno (N), fósforo
(P2O5) y potasio (K2O). Si la aportación de nutrientes
supera a la salida de los mismos, el indicador toma el
valor 100. Si, por el contrario, el valor resultante es negativo, el cálculo del indicador se realiza restándole a
100 el porcentaje de ese valor resultante (en términos
absolutos) con respecto a la cantidad de ese nutriente
que sale del sistema. Con los tres valores porcentuales
resultantes en cada sistema de cultivo se calcula una
media final.
B.4) Estabilidad económica. Se refiere al mantenimiento de un nivel de renta a lo largo del tiempo. Establecer un indicador de diagnóstico que recoja esta
circunstancia no es una tarea sencilla, al depender de
numerosos factores internos y externos a la explotación. Como una aproximación, en este trabajo se han
elegido tres indicadores relacionados entre sí: la estabilidad de precios percibidos por los agricultores, la estabilidad de ingresos y la estabilidad de los beneficios
hipotéticos resultantes. Todos ellos se calculan para
siete campañas (1995/6 a 2001/2), determinando su
coeficiente de variación, adaptándolo a la escala utilizada (ver estabilidad productiva) y elaborando un indicador final como promedio de los mismos.
Agroecología 1
B.5) Biodiversidad vegetal. La diversidad del ecosistema viene a ser el resultado de las formas en que
están organizados e interactuando los diferentes componentes vivos e inertes del sistema. Así, en los sistemas con baja diversidad, las perturbaciones pueden
causar cambios permanentes en sus funciones, dando
como resultado pérdidas de recursos del ecosistema
(Gliessman 1998, Altieri 1987). En este caso, el indicador elegido es la diversidad de flora arvense (especies)
presente en las fincas señaladas en el indicador de balance de materia orgánica, calculando un promedio en
cada sistema de producción. Además, se ha evaluado
el índice de cobertura, dato que se utiliza en el cálculo
de la erosión (ver externalidades más adelante).
B.6) Biodiversidad animal. Teniendo en cuentas las
consideraciones anteriores, se ha incluido la presencia de enemigos naturales (parasitoides) de la mosca
(Bactrocera oleae) y de la polilla (Prays oleae) del olivo,
como indicador de la biodiversidad animal y, en consecuencia, de la estabilidad de los agrosistemas. Para ello
se han tomado datos de la investigación (tesis doctoral) realizada por Julio Sánchez Escudero, una de cuyas
partes ha consistido en determinar el número de especies de cada familia y el de individuos en cada fecha de
muestreo en las mismas fincas del indicador anterior
(Sánchez 2004). A partir de estos datos, se ha calculado
el porcentaje del número de individuos colectados en
las fincas ecológicas y convencionales respecto al valor
máximo (potencial) encontrado en una de ellas.
C) Equidad. Hace referencia en sentido amplio a que
esté asegurado el acceso al poder, es decir, a la capacidad para tomar decisiones tanto productivas (manejo
de los recursos) como comerciales, de tal forma que las
necesidades básicas de todos los miembros de la organización social se hallen cubiertas. Aquellas situaciones o cambios que supongan un incremento de la desigualdad en la organización social y, por ende, una disminución de la capacidad de reproducción social, pueden ser consideradas como generadoras de una mayor
insostenibilidad. A ello debe añadirse dos dimensiones
más de la equidad: la “inter” y la “intra” generacional. La
primera implica una asignación lo más equitativa posible de los recursos y de la calidad del agroecosistema
entre generaciones sucesivas. La segunda se refiere a
la relación de intercambio igualitaria en una misma
generación; por ejemplo, entre los sistemas agrarios y
el resto de la sociedad. Es obvio que la forzada transferencia de renta en beneficio de las ciudades ha llevado
consigo un sobreesfuerzo productivo de los agroecosistemas, lo que, a su vez, está provocando efectos negativos sobre los recursos naturales y el ser humano,
con incidencia actual, pero también futura. Para cubrir
estos aspectos de la sostenibilidad en su atributo de
equidad, los indicadores utilizados son la generación
de empleo, la distribución de la riqueza, la equidad
energética y las externalidades generadas.
Evaluación comparada de la sostenibilidad agraria en el olivar ecológico y convencional
C.1) Generación de empleo. Éste lleva consigo el reparto de los ingresos que una unidad de producción
contribuye a generar. La valoración de este indicador
se mide en función del número de jornales por hectárea que genera el cultivo ecológico y convencional del
olivar; la cantidad mayor resultante adquiere el valor
100, calculándose la otra como porcentaje de la misma.
C.2) Distribución de la riqueza. Se utiliza como indicador de este criterio de equidad el precio del aceite
ecológico y convencional percibido por los olivareros
como porcentaje del precio al que la cooperativa ha
vendido esos aceites. La base de cálculo son los datos
aportados por la cooperativa OLIPE de 5 campañas
(1996/7 hasta 2000/1).
C.3) Equidad energética. La utilización de energía
no renovable, principalmente la derivada del petróleo,
supone el uso de un bien escaso que tiene efectos sobre las generaciones presentes y futuras, al ocasionar
incremento de los precios de los productos manufacturados, impedir el acceso a su utilización a buena parte de la humanidad presente y futura, etc. Por ello, un
indicador del grado de equidad energética comparada
está configurado por la cantidad total de energía no
renovable utilizada. El mayor valor resultante tiene el
valor nulo (menor equidad) en la escala considerada,
mientras que el del otro tipo de manejo es el porcentaje de la diferencia respecto al mayor. Sin embargo, este
indicador es excesivamente restrictivo, siendo también preciso valorar los esfuerzos que un determinado
sistema agrario de producción realiza para disminuir
el uso de energías fósiles. De ahí que se haya incluido
un segundo indicador, como es la energía renovable
invertida respecto de la entrada total. A través del promedio de ambos indicadores se obtiene la medida final de la equidad energética.
C.4) Externalidades. La generación de efectos negativos sobre los recursos naturales y el ser humano
tiene implicaciones tanto intra como intergeneracionales, mostrándose como una de las principales características que recientemente es tenida en cuenta para
la valoración de la sostenibilidad. Para el cálculo de las
externalidades negativas provocadas por el manejo
ecológico y convencional del olivar se utiliza el cuerpo teórico y metodológico que provee el Análisis del
Ciclo de Vida (Audsley et al. 1997, Weidema & Meeusen
2000). Dentro de éste, se han elegido como indicadores la pérdida de suelo, el calentamiento global/efecto
invernadero, la toxicidad terrestre, acuática y humana,
el potencial de acidificación y eutrofización, y la formación de foto-oxidantes. Para la obtención de todos estos indicadores se ha contado con la ayuda de un programa informático desarrollado en el seno del programa europeo Life-Medioambiente denominado “Óleolife” (LIFE99/ENV/E/00035). Los datos introducidos a
este programa son las cifras y características medias
de los sistemas de manejo ecológico y convencional
67
obtenidas en las entrevistas. Dada la ausencia de información respecto a valores de tolerabilidad de referencia, se ha considerado al menor valor como causante
de un impacto negativo más pequeño, por lo que al
sistema de manejo que lo obtenga en cada categoría
se le asigna el valor máximo (100) dentro de la escala
establecida; en consecuencia, el indicador relativo del
sistema que provoque un mayor impacto se obtiene
calculando el porcentaje que representa el menor valor sobre el mayor. El indicador global de equidad de
cada sistema se ha establecido como promedio de los
impactos parciales.
D) Autonomía. La autonomía de un sistema de producción está estrechamente relacionada con la capacidad interna para suministrar los flujos necesarios para
la producción, de manera que aquella descendería en
la medida en que se incrementa la necesidad de recursos externos. En este sentido, se va a analizar la autonomía físico-económica, la dependencia de subsidios
y la autonomía energética, tomando como nivel de
referencia local la comarca agraria.
D.1) Autonomía físico-económica. Este grado de autonomía se mide en términos económicos teniendo en
cuenta la procedencia de los materiales y servicios utilizados en el proceso de producción. Así, este indicador
se calcula como porcentaje de los costes que provienen del interior de la comarca en ambos sistemas de
cultivo (media de las explotaciones entrevistadas).
D.2) Dependencia de subsidios. La medida de la
importancia relativa de los ingresos adicionales que
suponen los subsidios permite analizar el grado de
autonomía económica que presentan los sistemas de
producción agraria. La determinación de este indicador parte del cálculo de un nuevo margen económico
eliminando los ingresos por subsidios. En este caso se
tiene, por un lado, un nuevo margen económico en el
olivar convencional como consecuencia de eliminar
la subvención a la producción y, por otro, tres nuevos
márgenes económicos en el ecológico: los resultantes
de eliminar la subvención a la producción, a la agricultura ecológica y a ambas. El segundo paso consiste en
calcular el porcentaje que representan estos nuevos
márgenes con respecto al margen inicial en cada sistema, siendo el del cultivo ecológico el promedio de
los tres resultantes. La obtención de márgenes negativos denota un grado de autonomía nula respecto a
los subsidios.
D.3) Autonomía energética. Este indicador valora la
integración de los flujos de energía entre los distintos
componentes del agroecosistema y con el exterior. Se
considera que lo que aporta la comarca (mano de obra,
estiércol…), transformado en unidades energéticas,
hace que el olivar se desarrolle con un menor grado de
dependencia externa. El indicador final es el porcentaje de la energía procedente de la comarca respecto a
la total.
68
E) Adaptabilidad cultural. Se refiere al conjunto de
características que deben cumplir las tecnologías para
ser incorporadas a un sistema de producción determinado, sin que ello suponga una limitación a la capacidad de control y decisión sobre el manejo del mismo. La adaptabilidad en este contexto es sinónimo de
flexibilidad para amoldarse a nuevas condiciones del
entorno económico y biofísico, por medio de procesos
de innovación y aprendizaje (Masera et al. 1999), e incluso de recuperación de técnicas y/o tecnologías tradicionales, así como del conocimiento asociado a las
mismas.
En este criterio, por tanto, se van a analizar, dentro del
rango de opciones técnica y económicamente disponibles en el cultivo ecológico y convencional del olivar,
aquellas tecnologías caracterizadas por su reproducibilidad total o parcial por parte de los olivareros. Así, se
procede a contabilizar el porcentaje de empleo/adopción de tales tecnologías (siembra de abonos verdes
entre calles, pastoreo y adaptación de trampas para el
control de la mosca del olivo) en ambos sistemas.
Presentación e integración de los resultados
Esta etapa comprende el análisis y la integración
de los resultados obtenidos para cada criterio de
diagnóstico. Existen varios procedimientos de análisis multicriterio que permiten la integración de resultados, como el modelo lexicográfico, la teoría de
utilidad multiatributo, los métodos de superación, los
enfoques del punto ideal o los modelos de niveles de
aspiración (Munda 2003, Rehman & Romero 1993). En
todos ellos se plantea el mismo inconveniente final:
cómo relativizar comparativamente la medida de la
sostenibilidad en función de un único indicador integrador; y no es una cuestión resuelta de forma definitiva por una serie de causas, a saber: la ausencia de
valores de referencia (tolerancia) en algunos indicadores, su carácter compensatorio (consideración de
insostenibilidad si alguno de los indicadores presenta un valor nulo), o el establecimiento de jerarquías
(ponderación) en los mismos, son los más relevantes.
Teniéndolos en cuenta, como se referirá en el texto,
se ha optado por una técnica mixta de integración de
resultados, el gráfico AMEBA sin ponderación (Masera et al. 1999). El procedimiento consiste en dibujar
un gráfico radial, cuyos ejes estarían constituidos por
los indicadores escogidos en la evaluación y donde
se señalarían los valores obtenidos. La comparación
de las áreas máximas de cada sistema determina la
sostenibilidad global relativa entre ellos.
Estudio de caso. El olivar ecológico y convencional de la comarca agraria de Los Pedroches
(Córdoba)
La comarca de Los Pedroches está situada al norte
de la provincia de Córdoba (España), en Sierra Morena, en la confluencia de las Comunidades Autónomas
Agroecología 1
de Castilla–La Mancha, Extremadura y Andalucía. El
suelo de esta sierra posee elevadas pendientes, tiene
poca profundidad y el pH es ácido, mientras que los
recursos hídricos son muy limitados. Las precipitaciones se distribuyen irregularmente durante el invierno, con una media de 600 mm anuales, lo que provoca un déficit hídrico muy importante entre los meses
de mayo a octubre. Esta comarca, por tanto, tiene un
carácter de zona desfavorecida desde el punto de
vista agroclimático, siendo su vocación eminentemente ganadera y forestal. Las tierras labradas apenas representan el 40% de todas las tierras de esta
comarca, ocupando el olivar tan sólo el 18% de tales
tierras labradas, lo que supone 32.262 hectáreas.
La cooperativa Olivarera Los Pedroches (OLIPE)
fue fundada en 1958, pero no es hasta 1995 que 25
socios inician el cultivo ecológico del olivar. En esta
almazara se ha molturado una media de seis millones de kilogramos de aceituna al año desde su creación. No obstante, a partir del inicio de la producción
de aceite ecológico, esta media se ha incrementado
sensiblemente alcanzándose los 6.400.000 kg/año,
como consecuencia de haber aumentado la superficie dedicada al cultivo del olivo a través de nuevas
incorporaciones de socios (Alonso 2003). En la campaña 1995/6 la cooperativa estaba formaba por 605
socios que cultivaban 7.594 hectáreas (25 explotaciones y 782 hectáreas eran ecológicas); en la campaña 2001/2 el número de socios ascendió a 710 (505
ecológicos) con 10.600 hectáreas, de las que 9.010
eran ecológicas (alrededor del 28% del olivar total
existente en la comarca).
A continuación, en base a las entrevistas realizadas, se describen las técnicas de cultivo del olivar
convencional y ecológico empleadas en la zona, resaltando algunas diferencias entre ellos.
El laboreo del suelo se realiza en casi todas las explotaciones; tan sólo no se lleva a cabo en el 8,7% de
las ecológicas. Lo más común es llevar a cabo esta
labor en septiembre-octubre, aunque algunos olivicultores aran en abril. El equipo utilizado suele ser un
tractor de cadenas con cultivador, aunque en casos
excepcionales se puede encontrar esta labor realizada por tracción animal (zonas de alta pendiente), más
comúnmente en el olivar ecológico. La contratación
del laboreo se da en el 17% de los casos del olivar
ecológico, por ninguno en el convencional.
La siembra de veza como abono verde la realizan
un 17,4% de los olivicultores ecológicos (ningún
convencional), generalmente de forma rotativa en la
tercera parte del terreno con la doble finalidad de
proteger el suelo y ofertar alimento para el ganado.
Se siembra en octubre o principios de noviembre,
permitiendo el pastoreo a partir de febrero.
Con la introducción del ganado en el olivar, ovino
principalmente, el propietario persigue básicamente la
eliminación de las hierbas que compiten en la adquisi-
Evaluación comparada de la sostenibilidad agraria en el olivar ecológico y convencional
ción de nutrientes y agua con el árbol durante los meses
de escasez hídrica. Cuando este pastoreo se paga (hasta
60 è/ha),supone un ingreso adicional para el olivarero. El
ganadero, por su parte, obtiene con este manejo el alimento idóneo para sus animales, que además le supone
un ahorro económico respecto al aporte de piensos. En
general, las ovejas pastorean bajo los olivos desde el final de la recolección hasta abril. Se introduce ganado en
el 86,9% de las fincas ecológicas y en el 30,8% de las convencionales, siendo ganado propio aproximadamente
en la mitad de las explotaciones de ambos sistemas.
La aplicación de herbicidas para el control de adventicias es realizado por el 35,7% de los entrevistados en
olivar convencional, siendo las épocas más frecuentes
marzo y octubre; en el primer caso se utiliza mayoritariamente glifosato, y en el segundo simazina6.
El abonado al suelo es relativamente diverso. Los productos a base de boro son los más utilizados en ambos
sistemas. En algunas fincas ecológicas se aplica estiércol
compostado (principalmente de ovino) y otros abonos
orgánicos comerciales, no encontrando ningún caso en
las convencionales; en éstas se utilizan abonos químicos, preferentemente complejos del tipo triple 15 y urea.
El abonado de suelo suele realizarse en febrero (caso del
boro y los fertilizantes químicos) y entre septiembre y
noviembre (caso de los abonos orgánicos). El 60,9% y el
75% de las explotaciones ecológicas y convencionales,
respectivamente, llevan a cabo el abonado de fondo.
En el primer caso, el 28,6% de las fincas ecológicas que
aplican fertilizantes al suelo lo hacen con estiércol madurado. Esta aplicación se realiza manualmente, bien de
forma directa desde el remolque, o bien previa distribución en montones por la parcela.
Tractor y cuba son los elementos empleados normalmente en el abonado foliar, aunque en algunos casos se
sustituye el tractor por un vehículo todo-terreno o algún viejo turismo. Productos a base de boro permitidos
por la agricultura ecológica son los más usados tanto en
olivar ecológico como convencional. En la cuba se vierte
a menudo algún que otro abono y, en la mayoría de los
casos, se añade además un fungicida para el tratamiento del repilo (Spilocaea oleagina). Las épocas más frecuentes de aplicación son abril y/o septiembre-octubre,
haciéndose estos tratamientos en el 64,3% de los casos
convencionales y en el 47,8% de los ecológicos.
El tratamiento contra el repilo suele acompañar al
abonado foliar, y se realiza en el 73,9% de las fincas ecológicas y en el 82,1% de las convencionales. El producto
utilizado más ampliamente es el caldo bordelés en ambos sistemas, aunque en el olivar convencional se emplean otros fungicidas.
La lucha contra la mosca (Bactrocera oleae) se realiza mayormente mediante el trampeo en olivos alternos
con botellas de plástico en las que se introduce una so6
Aunque esta materia activa se halla actualmente prohibida no era el caso cuando se realizaron las entrevistas.
69
lución a base de fosfato biamónico (atrayente alimentario). La colocación de la trampa (que dura 3 años) se
realiza en junio o julio normalmente; en las campañas
sucesivas únicamente se habrán de rellenar las botellas,
pasando con la cuba preparada con la solución entre las
calles, al tiempo que se reponen aquellas que se hayan
deteriorado. Este tratamiento no presenta diferencias
en las formas entre el olivar ecológico y convencional,
aunque si en su intensidad de uso: el 65,2 % de los ecológicos, frente al 25% de los convencionales. En estos
últimos, otro 53,8% realiza tratamientos a base de plaguicidas, cuyas materias activas básicas son el clorpirifos
y el dimetoato.
El desvareto o eliminación de los “chupones” (ramillas
que crecen en la peana y tronco) del olivo se realiza en
todas las explotaciones, generalmente en septiembre,
utilizando un hacha pequeña, una azada o un escardillo.
Estas ramillas se agrupan en montones en los que se va
secando para su posterior quema, que suele realizarse
durante la recolección.
Habitualmente se poda cada tres años en los meses
de febrero y marzo, aunque en algunos casos se realiza
cada dos o cuatro años.
La recolección se realiza principalmente mediante
vareo manual (todos los casos entrevistados), aunque
durante el trabajo de campo se ha observado en algunas fincas la utilización del vibrador de ramas. Existe una
tendencia actual a adelantar la recolección a mediados
de noviembre, buscando mejorar la calidad del aceite. La
aceituna recogida se lleva hasta la almazara en vehículo
propio y remolque, o se contrata a un transportista.
Resultados
En esta fase se procede a analizar e integrar los resultados obtenidos, en base a cada uno de los indicadores
establecidos.
A.1) La productividad física media resultante ha sido
de 984 kg/ha en el sistema convencional frente a 853
kg/ha en el ecológico. Aunque no han existido diferencias significativas (p<0,05) en ninguno de los cuatro
años considerados, se toman estos valores para la construcción de los indicadores relativos: 100 en el cultivo
convencional y 86,7 en el ecológico (un 13,3% menor).
A.2) El beneficio económico medio es de 370 y 124
€/ha en el sistema ecológico y convencional, respectivamente, lo que supone un indicador relativo de 100 para
el primero y de 33,5 para el segundo. En ambos casos
ha sido muy bajo el valor absoluto obtenido, cuya causa
principal es la baja productividad de la zona, tal y como
se refleja en Alonso & Guzmán (2004a). Los costes de
producción son muy similares en los dos sistemas, siendo la mayor parte de los mismos (alrededor del 80%)
mano de obra. En el caso de la fertilización, son algo
superiores en el manejo ecológico debido al empleo
de estiércol compostado (materia prima y aplicación
70
Agroecología 1
manual más costosa); sin embargo, este sobrecoste es
compensado por el menor coste del control de hierbas
mediante el pastoreo y del control de mosca mediante
el trampeo. Las principales diferencias en los beneficios
se encuentran en los ingresos. En efecto, el mayor sobreprecio obtenido por los olivareros ecológicos7 (factor
principal), la ayuda agroambiental (no tan importante)
y los mayores (aunque pequeños en magnitud) ingresos debidos al arrendamiento de pastos, justifican estos
resultados.
A.3) La eficiencia energética es mayor en el sistema
ecológico (5,14) que en convencional (4,06), debido al
menor uso de energía fósil proveniente de la utilización
de maquinaria (quema de combustible principalmente)
y de productos químicos (plaguicidas, abonos y herbicidas). Por tanto, el resultado del indicador de sostenibilidad respecto a la eficiencia energética es de 100 en el
manejo ecológico y 79,5 en el convencional.
B.1) La variación de los rendimientos, como medida
de la estabilidad productiva, no ha mostrado diferencias
significativas entre ambos sistemas de manejo, siendo
los resultados medios de 16,4 en el ecológico y 23,9 en
el convencional.
B.2) El balance de materia orgánica, medido como
porcentaje en los suelos de las seis explotaciones seleccionadas (Tabla 2), es netamente favorable para las fincas ecológicas, debido al mantenimiento de flora arvense durante el invierno en las tres, la introducción de ganado ovino en pastoreo en Los Pañeros y la aportación
de algo de estiércol compostado en Los Tirado. Es interesante resaltar que la finca convencional de Chivatiles,
que también mantiene la hierba espontánea durante el
invierno e introduce ganado para su aprovechamiento,
presenta niveles de materia orgánica similares a la finca ecológica de referencia. Teniendo en cuenta que un
nivel normal de materia orgánica para este tipo de suelos de secano es de 1,75%, los indicadores resultantes,
calculados como porcentaje de los valores medios, son
88,8 para el sistema ecológico y 45,5 en el convencional.
Sería aconsejable la realización de prácticas tendentes a
incrementar la materia orgánica en el suelo.
Tabla 2. Porcentaje de materia orgánica oxidable (%).
Ecológico
Convencional
Los
Pañeros
2,23
0,59
Los
Chivatiles Media
Tirado
1,19
1,24
1,55
0,56
1,24
0,80
B.3) Los valores resultantes del balance de nutrientes, como porcentaje de cobertura de las necesidades
(Tabla 3), muestran que las prácticas de fertilización re7
Las campañas 1998/99 a 2001/02 arrojan un precio medio
percibido por los ecológicos de 0,535 è por kilo de aceituna, frente a los 0,352 è/kg de los convencionales.
sultan insuficientes para compensar la salida de estos
elementos (recolección del fruto y poda), siendo una
excepción el caso del fósforo en el cultivo convencional.
Es especialmente notable la deficiencia de potasio que
se observa en ambos sistemas. El indicador final es notablemente menor en el manejo ecológico.
Tabla 3. Índice del balance de nutrientes en el olivar ecológico
y convencional.
Ecológico
Convencional
N
67,2
68,5
P2O5
34,3
100
K2O
10,3
19,1
Media
37,3
62,5
B.4) Los resultados obtenidos en la estabilidad económica (Tabla 4), muestran que el indicador final es
sensiblemente mayor en el sistema ecológico, debido
principalmente a la existencia de dos fuentes de ingresos “fijos”: la ayuda agroambiental (pago por superficie)
y arrendamiento del olivar “adehesado”; estos ingresos
amortiguan los resultados económicos en años de baja
producción, impidiendo la obtención de pérdidas, como
ocurre en el caso del olivar convencional en estos años.
Tabla 4. Estabilidad económica del olivar ecológico y convencional.
Ecológico
Convencional
De
De
De
Promedio
precios ingresos beneficios
79,5
38,3
56,8
58,2
73,3
27,0
0
33,4
B.5) El seguimiento de la flora arvense para calcular el
índice de biodiversidad vegetal ha arrojado los resultados que se muestran en la Tabla 5. La única zona donde
se ha detectado una diferencia elevada en el número de
especies recolectadas entre ambos tipos de manejo es la
de Los Tirado: el laboreo de suelo con cultivador realizado a finales de mayo en la finca ecológica, parece tener
mucho menor impacto sobre la riqueza florística que la
misma labor realizada a principios de primavera y el tratamiento herbicida (simazina) aplicado en octubre en la
finca convencional. En los otros parajes los resultados son
similares: en Chivatiles debido a que el manejo de la cubierta vegetal es similar en ambos sistemas (mantienen
la hierba durante el invierno), y en Los Pañeros debido a
que el pastoreo continuado durante varios años en la finca ecológica puede estar limitando la diversidad florística, al seleccionarse especies rebrotantes (Guzmán & Alonso 2004). El promedio final revela un resultado favorable
para las explotaciones manejadas ecológicamente.
Tabla 5. Índice de biodiversidad vegetal en los parajes seleccionados.
Ecológico
Convencional
Los
Pañeros
66,7
65,7
Los
Chivatiles Media
Tirado
86,1
62,0
71,6
35,0
63,6
54,8
71
Evaluación comparada de la sostenibilidad agraria en el olivar ecológico y convencional
Tabla 7. Impactos sobre los recursos naturales y las personas.
Categorías de impacto
Calentamiento global/Efecto invernadero
Ecotoxicidad Acuática
Ecotoxicidad Terrestre
Toxicidad Humana
Potencial de Acidificación
Potencial de Eutrofización
Pérdida de suelo
Contaminación Fotoquímica (NOx)
Unidad
(kg/ha)
(m3/ha)
(kg/ha)
(kg/ha)
(kg/ha)
(kg/ha)
(kg/ha)
Convencional
3.658,6
96,2
1.243,4
807,5
26,4
3,9
196.348
Ecológico
Indicador (%)
1.559,1
19,2
329,4
72,2
14,7
2,7
1.474
42,6
19,9
26,5
8,9
55,8
70,8
0,8
(kg/ha)
2,0
0,04
2,1
Impacto medio
B.6) La medida de la biodiversidad animal (Tabla 6)
registra los mayores valores en las fincas ecológicas,
especialmente en las colectas de primavera, coincidiendo con la floración de la vegetación espontánea
(Sánchez 2004). Este hecho indica la funcionalidad
que presenta la cobertura vegetal, proporcionando
refugio y alimento de adultos para el desarrollo de
estos insectos. Ello también tiene implicaciones en la
lucha biológica, ya que si la vegetación espontánea
facilita su supervivencia, se plantea la posibilidad de
cría y liberación de algunos de ellos8 como una estrategia alternativa (no contaminante) de manejo de
plagas.
Tabla 6. Índice de biodiversidad animal en los parajes seleccionados.
Los
Los
Chivatiles Media
Pañeros Tirado
Ecológicos
31,8
100
62,1
64,6
Convencionales
12,1
0,2
34,8
15,7
C.1) El resultado del indicador generación de empleo revela un menor valor del número de jornales
por hectárea en el ecológico (9,8) que en el convencional (10,1). El ecológico, por tanto, supone el 97%
del convencional. Dada la baja intensificación productiva en ambos sistemas, las diferencias encontradas entre ellos se deben básicamente al empleo de
mano de obra en la recolección.
C.2) La distribución de la riqueza (precio percibido
por los olivareros respecto al precio de venta del aceite) arroja una pequeña diferencia favorable al olivar
ecológico (89%), frente al convencional (86,6%), debido básicamente a las penalizaciones por grado de
acidez que tiene establecidas la cooperativa, y que
son mayores en el manejo convencional (los técnicos
8
De hecho, desde 2002 se han realizado sueltas de Opius
concolor (bracónido parasito de la mosca del olivo) en diversas fincas ecológicas de esta comarca que mantienen
cubiertas vegetales, al haberse detectado su supervivencia (Sánchez 2004)
28,4
de OLIPE lo achacan a un inicio y finalización de la
recolección más tardío).
C.3) En la equidad energética, uso de energía no
renovable y porcentaje de la renovable sobre el total,
se han obtenido unos resultados de 27,7 en el caso
del sistema de manejo ecológico, frente a 4,4 en el
convencional. Ello implica que el uso de estiércol
compostado y la siega a diente de la flora arvense,
permiten incrementar la sostenibilidad en este indicador, respecto a la utilización de productos químicos (fertilizantes, plaguicidas y herbicidas) y maquinaria agrícola.
C.4) Las externalidades generadas (Tabla 7) muestran unos valores absolutos mayores en todas las
categorías en el manejo convencional, siendo el indicador promedio de este sistema 28,4, y adoptando el
ecológico el valor 100.
El Calentamiento Global y Efecto Invernadero, el
Potencial de Acidificación y la Contaminación Fotoquímica están asociados a la emisión de gases (CO 2,
N2O, CH4…), lo que sugiere que la mayor utilización
de maquinaria y el mayor consumo de energía en la
fabricación de componentes tecnológicos (maquinaria, fertilizantes y plaguicidas), hace que la magnitud
de los mismos sea netamente superior en el manejo
convencional. La toxicidad humana y la ecotoxicidad
acuática y terrestre se hallan fuertemente determinadas por el uso de productos químicos en general y
plaguicidas en particular, por lo que estos impactos
son notablemente más bajos en el cultivo ecológico.
Las principales sustancias asociadas a la eutrofización son el nitrógeno, el fósforo y la materia orgánica,
es decir, las derivadas del uso de fertilizantes. Dada la
baja intensidad en el uso de los mismos, el Potencial
de Eutrofización presenta valores muy bajos en ambos sistemas, siendo la externalidad con menor grado de diferenciación. Todo lo contrario ocurre con la
pérdida de suelo que, básicamente debida a la escorrentía superficial ocasionada por el agua de lluvia,
es más de cien veces superior en el olivar convencional que en el ecológico. En este sentido, es especialmente determinante el mayor grado de cobertura
72
Agroecología 1
Figura 1. Integración gráfica de los indicadores de sostenibilidad en el olivar ecológico y convencional,
vegetal del suelo en el cultivo ecológico (3,5) que en
el convencional (1,6), como consecuencia del mantenimiento de la vegetación espontánea.
D.1) El nivel de autonomía físico-económica ha resultado similar en ambos sistemas de producción: 83,4 en
el ecológico y 80,1 en el convencional. La principal razón
es el alto porcentaje de los costes totales que supone el
empleo de mano de obra, recurso interno de la comarca.
D.2) Los cálculos realizados señalan una menor dependencia de subsidios en el olivar ecológico, que en todos
los supuestos mantiene balances económicos positivos
y superiores al convencional. Sin embargo, en el cultivo
convencional, si se eliminase la subvención a la producción se obtendrían pérdidas, por lo que el indicador medio de autonomía respecto a la dependencia de subsidios
es cero9 en este sistema, frente al 42,9 en el ecológico.
D.3) La autonomía energética ha resultado algo mayor en el cultivo ecológico (17,3) que en el convencional
(1,6), como consecuencia de la utilización de estiércol
compostado de ganadería propia o local. El limitante más importante para incrementar este indicador lo
constituye el uso de maquinaria, cuyo componente
energético mayoritario es el gasto de combustible.
E) Con respecto a la capacidad de innovación, en la
Tabla 8 se muestra el porcentaje de aplicación de las labores analizadas, siendo más alto en el olivar ecológico
en todos los casos.
9
Dado que es un indicador de carácter condicional (“si
eliminasen los subsidios”), este valor nulo no confiere la
insostenibilidad a todo el sistema, es decir, los otros indicadores pueden compensar este valor.
Tabla 8. Adaptación tecnológica en el olivar ecológico y convencional (%).
Siembra
Pastoreo
de veza
Ecológico
Convencional
17,4
0
86,9
30,8
Trampas
para
Promedio
mosca
65,2
56,5
25
18,6
Una vez obtenidos los valores de todos los indicadores, se ha procedido a integrarlos construyendo el Gráfico 1. La medición de las áreas resultantes de unir entre
sí tales valores muestra que la sostenibilidad del sistema
de manejo ecológico del olivar (16.061 unidades) es notablemente mayor que la del convencional (9.368 unidades), ya que, como se ha mostrado con anterioridad,
el primero ha sido superior en trece de los diecisiete indicadores analizados.
Conclusiones
La evaluación realizada en este trabajo supone, en
primer lugar, abordar de una manera empírica la medición de la sostenibilidad de sistemas agrarios en España,
mediante un enfoque que tiene en cuenta la perspectiva económica, social y ambiental de forma simultánea.
Esta evaluación muestra que las diferentes labores
realizadas y tecnologías aplicadas en el cultivo ecológico y convencional del olivar, hacen que el primero presente un nivel más alto de sostenibilidad global y en la
mayoría de los criterios de diagnóstico analizados.
La aplicación de estiércol compostado y la siembra
de abonos verdes entre calles con respecto a la fertilización, el mantenimiento de vegetación espontánea e introducción de ganado para su eliminación con respecto
Evaluación comparada de la sostenibilidad agraria en el olivar ecológico y convencional
al manejo del suelo, y el uso de trampas para el control
de la mosca del olivo, provoca una mayor sostenibilidad
del sistema ecológico. En efecto, la realización más frecuente de estas prácticas en este sistema, frente al empleo de insumos químicos y el mayor uso de maquinaria
del manejo convencional, incide favorablemente sobre
todos los criterios de diagnóstico relacionados con el
uso de la energía (al utilizar energía renovable), sobre
los pertenecientes al atributo de autonomía (al emplear
mayoritariamente recursos locales, incluso propios),
sobre la capacidad de innovación (al ser la mayoría reproducibles), sobre los de carácter ambiental como las
externalidades, la biodiversidad vegetal y animal, y el
balance de materia orgánica (al minimizar los impactos
negativos sobre los recursos naturales), e incluso sobre
los relacionados con la economía (al reducir algunos
costes como el control de hierbas y de la mosca, o incrementar los ingresos con el cobro del pastoreo).
Mención aparte merece el balance de nutrientes,
donde ambos sistemas (especialmente el ecológico)
han mostrado un carácter deficitario, por lo que requieren un mayor aporte de fertilizantes. Esto podría incrementar a su vez otros criterios de diagnóstico como la
productividad y estabilidad física, y la generación de
empleo. Igualmente, hay que tener en cuenta que, dada
la interrelación entre indicadores, podrían incrementarse los de carácter económico (si la respuesta productiva
compensa el coste adicional), y que, por el contrario, si
los fertilizantes empleados son químicos, aumentarían
los efectos negativos sobre los recursos naturales y el
uso de energía no renovable.
También se ha señalado que, tanto en el cultivo
ecológico como en el convencional, la maquinaria es
la principal consumidora de energía fósil, lo que limita
la obtención de una mayor sostenibilidad ambiental
(menores impactos negativos) y energética. Dado que
la intensidad de su uso es ya de por sí baja en ambos
sistemas, y su reducción resulta prácticamente imposible, una alternativa consistiría en sustituir el gasoil por
una fuente energética renovable, como el biocombustible; aunque esta medida debería ser primero impulsada
políticamente para que los olivicultores tuvieran la opción del cambio tecnológico que ello supondría. En este
sentido, hay que tener en cuenta que la activación de
políticas de apoyo a la generación de energía renovable
y su posterior empleo, afectaría positivamente también
a la sostenibilidad de otros procesos de producción.
En definitiva, la evaluación de la sostenibilidad de
sistemas complejos, como los agrarios, requiere la aplicación de nuevos enfoques analíticos; a su vez, la consecución de una mayor sostenibilidad en los mismos
requiere la aplicación de nuevas técnicas y tecnologías
que, minimizando los impactos negativos sobre los recursos naturales, satisfagan realmente las necesidades
de la generación presente sin comprometer las capacidades de las generaciones futuras.
73
Referencias
Alonso AM. 2003. Análisis de la sostenibilidad agraria: el
caso del olivar en la comarca de Los Pedroches
(Córdoba). Tesis Doctoral. Universidad de Córdoba (inédita).
Alonso AM, Guzmán GI. 2004a. Productividad y economía
del olivar ecológico. En Manual de olivicultura
ecológica. Córdoba: ISEC-Universidad de Córdoba, pp. 93-114.
Alonso AM, Guzmán GI. 2004b. La sustentabilidad del
olivar ecológico. En Manual de olivicultura ecológica. Córdoba: ISEC-Universidad de Córdoba, pp.
115-138.
Altieri MA. 1987. Agroecology: the Scientific Basis of Alternative Agriculture. Boulder: Westview Press.
Audsley E, Alber S, Clift R, Cowell S, Crettaz P, Gaillard
G, Hausheer J, Jolliett O, Kleijn R, Mortensen B,
Pearce D, Roger E, Teulon H, Weidema B, van Zeijts H. 1997. Harmonisation of Environmental Life
Cycle Assessment for Agriculture. Concerted Action AIR3-CT94-2028.
Conway GR. 1987. The properties of agroecosystems.
Agricultural Systems 24: 95-117.
García M, Ibáñez J, Alvira F. 1992. El análisis de la realidad
social. Métodos y técnicas de investigación. Madrid: Alianza Editorial.
Gliessman SR. 1998. Agroecology. Ecological Processes
in Sustainable Agriculture. USA: Ann Arbor Press.
Guzmán GI, Alonso AM. 2004. Manejo del suelo en el olivar ecológico. En Manual de olivicultura ecológica.
Córdoba: ISEC-Universidad de Córdoba, pp. 27-54.
Martínez J. 1991. La Ecología y la Economía. México:
FCE.
Masera O, Astier M, López-Ridaura M. 1999. Sustentabilidad y manejo de recursos naturales. El marco de
evaluación MESMIS. México: Mundi-Prensa.
Munda G. 2003. Social Multi-Criteria Evaluation (SMCE):
Methodological Foundatios and Operacional
Consequences. European Journal of Operational
Research 158 (3): 662-677.
Rehman T, Romero C. 1993. The application of the MCDM
paradigm to the management of agricultural
systems: some basic considerations. Agricultural
Systems 41 (3): 239-255.
Reijntjes C, Haverkort B, Waters-Bayer A. 1992. Farming
for the future. The Netherlands: ETC/ILEIA and the
MacMillan Press Ltd.
Sánchez J. 2004. La biodiversidad, un componente clave
para la sostenibilidad de los agroecosistemas. En
Manual de olivicultura ecológica. Córdoba: ISECUniversidad de Córdoba, pp. 73-91.
Weidema BP, Meeusen MJG. 2000. Agricultural data for
Life Cycle Assessments. Proceedings of the 2nd
European Invitational Expert Seminar on Life Cycle Assessment of Food Products. The Hague: Agricultural Economics Research Institute.
Descargar