1 ESTABILIDAD, REFORMA ESTRUCTURAL Y CRECIMIENTO: REFLEXIONES SOBRE EL REGIMEN DE CONVERTIBILIDAD EN LA ARGENTINA. José María Fanelli (∗ ∗) Introducción1 En pocos meses más, el régimen de convertibilidad cumplirá siete años de vigencia ininterrumpida. Es seguramente el régimen cambiario de mayor duración en la historia argentina reciente y el que ha logrado un mayor nivel de estabilidad si por ello se entiende una reducida tasa de inflación. Durante ese lapso, además, fueron implementadas y se consolidaron definitivamente una serie de reformas estructurales que cambiaron de forma radical el funcionamiento de la economía. Dos aspectos de este nuevo escenario merecen destacarse. El primero es que el papel del estado en la economía fue decididamente reducido y que los mecanismos más importantes del modelo de sustitución de importaciones que había sido la guía del desarrollo para la Argentina de posguerra fueron desactivados. El segundo es que la integración regional en el ámbito del Mercosur fue profundizada y fortalecida. El proceso de integración con Brasil, Paraguay y Uruguay que había comenzado en la década de los ochenta, en los noventa devino una de las políticas fundamentales del país en el largo plazo. Estos hechos han contribuido decisivamente a delinear la dinámica macroeconómica y el perfil sectorial de la Argentina de los noventa. Es muy probable, asimismo, que la evolución futura del país esté estrechamente vinculada al éxito o fracaso de las políticas antes mencionadas en la medida en que sus consecuencias son de muy (∗) CEDES, Profesor del MBA en Economía Aplicada de la Universidad de Palermo. 1 Quiero expresar mi agradecimiento a Martín Gonzalez Rozada y Sebastián Katz por la ayuda brindada y por su disposición a intercambiar ideas sobre algunos de los resultados que aquí se presentan. Asimismo agradezco al IDRC por el apoyo para la realización de este trabajo y a los investigadores del CADEP por la invitación a participar en sus actividades académicas. 2 largo aliento y existe un cierto consenso en la sociedad sobre la utilidad de persistir con la aplicación de una parte de ellas. El objeto del artículo es realizar una evaluación de esta experiencia de convertibilidad, integración comercial y liberalización financiera. El análisis privilegia dos factores en la explicación de la dinámica macroeconómica y el crecimiento: los mercados de crédito y los cambios en la competitividad externa. Consideramos que estos factores deben privilegiarse en la evaluación de las políticas porque un mayor desarrollo de los mercados de capital y el incremento de la competitividad externa son dos condiciones clave para el crecimiento. Desde la perspectiva del economista, tiene sentido hablar de economía nacional y preocuparse por las relaciones económicas internacionales porque las características institucionales de esas relaciones tienden a generar fallas de mercado que impiden la asignación óptima de los recursos. De hecho, una de las razones básicas que justifica la economía internacional como disciplina es que no existe movilidad perfecta de bienes y, sobre todo, de factores de producción entre países. Desde este punto de vista, los procesos de apertura y de integración pueden concebirse como intentos de eliminar los factores institucionales que impiden la movilidad y causan fallas de mercado. En el plano de la intermediación financiera, la apertura de los mercados de capital iguala el tratamiento del capital nacional y el extranjero y busca llevar la economía a un equilibrio superior por medio del aumento en la movilidad de los fondos prestables2. Para que efectivamente el equilibrio alcanzado en la economía liberalizada sea superior debe ocurrir que en el período pre-apertura existan oportunidades de inversión que permanecen sin explotar debido a la falta de financiamiento o a la inexistencia de financiamiento con el perfil deseado por oferentes y demandantes en términos de liquidez, riesgo y período de maduración. En este sentido, si la estructura de tasas de interés de la economía autárquica y la abierta fueran iguales, las ganancias de bienestar generadas por la liberalización serían en principio nulas. Por lo tanto, el test del éxito de la apertura 2 Sobre la importancia del desarrollo de los mercados de capital para el crecimiento ver, por ejemplo, Levine (1997). 3 tiene dos facetas. Por un lado, luego de ella la estructura de tasas de interés debe cambiar en el sentido de hacer rentables proyectos que antes no lo eran o de suavizar el racionamiento que padecen algunos agentes y que les impide realizar proyectos de inversión rentables desde el punto de vista social. Por otro, se debe observar una ampliación del espectro de oportunidades de inversión para los ahorristas. En el plano real, la apertura comercial y los procesos de integración regional buscan ganancias de bienestar vía la flexibilización de las restricciones a la movilidad de factores y de bienes. En este caso, del lado de la producción se supone que existen ganancias económicas que pueden realizarse debido a las oportunidades que crea el acceso a mercados más amplios para la explotación de las ventajas comparativas del país y para el mejoramiento tecnológico. De tal forma, el test que deben pasar las políticas del lado real es que la apertura mejore la competitividad de la economía3. Una complicación de este test, no obstante, es que al menos en el corto y mediano plazo la competitividad externa tiene dos determinantes básicos: la productividad y los costos absolutos internos en relación a los internacionales. Podría darse el caso, entonces, que los cambios en los costos no se deban a factores reales (esto es, el país es más competitivo porque su productividad aumenta más rápido que la internacional) sino a distorsiones artificiales en los precios que hacen más o menos competitivo al país durante un período. La causa más usual de esta última distorsión es macroeconómica. Por efecto de políticas erróneas o desequilibrios particulares puede haber un conjunto de precios absolutos que resulta incompatible con el nivel de la productividad y el tipo de cambio nominal. Un procedimiento bastante lógico para evaluar políticas parece ser comparar no sólo los resultados del programa con la evolución previa de la economía sino también los resultados observados con los esperados. Esto es especialmente importante cuando un país trata de aprender de la experiencia de otros a los efectos de diseñar sus políticas. Dada la importancia de la experiencia 3 Obviamente, también se esperan mejoras de bienestar debido al aumento de la diversidad y calidad en la oferta de bienes. Cabe aclarar, por otra parte, que utilizamos el concepto de competitividad en el sentido en que lo hace Haque (1995) 4 argentina en lo que hace a la rapidez y lo radical del cambio estructural, en el trabajo se hace también un esfuerzo por extraer algunas lecciones generales. Es nuestra convicción que esas lecciones pueden resultar de utilidad no sólo para países que enfrenten problemas similares a los de la Argentina sino también para futuros intentos de coordinación de políticas en el Mercosur. El trabajo está organizado en tres partes y una conclusión. La primera describe brevemente las principales características y resultados del Plan de Convertibilidad implementado por la Administración Menem y presenta los hechos estilizados de la dinámica macroeconómica tanto en sus aspectos monetarios como reales. Las otras dos partes del trabajo estudian respectivamente la dinámica financiera y los cambios en la competitividad. I. La Convertibilidad y sus resultados El programa y las etapas en la evolución de la economía El programa de convertibilidad se lanzó en marzo de 1991. Su principal objetivo era lograr una rápida desinflación como un primer paso para estabilizar la economía. Las dificultades que el programa debía enfrentar no eran menores. Entre 1989 y principios de 1990 se habían producido dos episodios hiperinflacionarios y en el período inmediatamente anterior entre marzo y diciembre de 1990 había fracasado un programa antiinflacionario basado en la flotación del tipo de cambio y la restricción monetaria. Como resultado de tal fracaso, la tasa de inflación minorista llegó a casi 300%, las tasas de interés reales eran extremadamente altas, existía un proceso de apreciación cambiaria y la economía estaba en recesión. El programa de estabilización tenía dos elementos centrales. El primero era el uso de la tasa nominal de cambio como ancla del nivel de precios absolutos. La tasa de cambio fue fijada en una paridad de uno a uno. Con el objeto de reforzar la credibilidad del tipo de cambio fijo, el Congreso votó la Ley de Convertibilidad incorporando esa paridad. El segundo elemento fue la creación de un nuevo 5 régimen de política monetaria por el cual se restringió severamente la capacidad del Banco Central para financiar al sector público. Para asegurar el cumplimiento del nuevo régimen monetario en 1992 se reformó la Carta Orgánica del Banco Central y se declaró a este último independiente. Bajo el nuevo régimen, el Banco Central quedó obligado a mantener reservas internacionales de libre disponibilidad por el equivalente al 100% de la base monetaria y, en consecuencia, la evolución de la oferta de dinero pasó a depender básicamente de la evolución de la demanda de activos financieros internos. La nueva Carta Orgánica también se ocupó de acotar estrictamente la capacidad del Banco Central para actuar como prestamista de última instancia. Se impusieron límites muy bajos sobre los redescuentos y se prohibió el establecimiento de garantías sobre los pasivos del sistema financiero. También se prohibió la remuneración de las reservas legales. Estas regulaciones, sin embargo, fueron sensiblemente flexibilizadas para evitar el colapso luego de la crisis mexicana. Con el objeto de reducir los niveles de fragilidad financiera del sistema se permitió a los bancos integrar las reservas de liquidez con activos que rinden intereses, se estableció un esquema limitado de seguro de depósitos y los límites sobre los redescuentos fueron levantados. Un aspecto normativo adicional que es necesario resaltar por que está cambiando de manera significativa la morfología del sistema bancario es que se adoptaron las normas de Basilea para establecer los requerimientos mínimos de capital para las instituciones financieras y se introdujeron modificaciones a la ley de entidades financieras en lo relativo a la forma de rehabilitación de las entidades. Cualquier institución que presenta problemas de solvencia, reserva de liquidez deficientes u otra dificultad que pueda afectar el funcionamiento normal de la entidad debe poner en práctica un plan de regularización sujeto a la aprobación del Banco Central. El incumplimiento de estos requisitos implica automáticamente la liquidación de la institución. Estas normas han tenido dos consecuencias que son muy claras en la actualidad. La primera es que han contribuido decisivamente a aumentar la solidez financiera y la solvencia del sistema. La segunda es que han 6 incentivado una mayor participación de los bancos extranjeros y un incremento de la concentración en la estructura del mercado bancario. La evolución de la economía bajo el régimen de convertibilidad ha mostrado tres fases bien diferenciadas. La primera tiene como característica distintiva una marcada y sostenida expansión del producto y se extiende desde marzo de 1991 hasta diciembre de 1994, cuando se produce el llamado Efecto Tequila; la segunda abarca la recesión que siguió a la turbulencia financiera mexicana y finaliza entre el último trimestre de 1995 y el primero de 1996; la última llega hasta el presente y se caracteriza por una fuerte reactivación que, no obstante, podría encontrar un escollo de relevancia en las turbulencias financieras desatadas por la crisis bursátil del sudeste asiático4. Surge de lo anterior que cada una de las etapas mencionadas ha estado marcadamente correlacionada con la evolución de los mercados internacionales de capital. En particular, cabe enfatizar que tanto el éxito de la estabilización como la primera fase expansiva fueron posibles por la reactivación de los flujos de capital hacia América Latina a principios de los noventa que dejó atrás definitivamente el racionamiento del crédito externo que había afectado a la región durante la crisis de la deuda. Ciertamente, el alto grado de exposición de la economía a los shocks de origen externo (como en el caso de los efectos Tequila y Dragón) es una característica estructural de la economía argentina que la convertibilidad no ha podido eliminar. Dos factores han impedido que se lograra una mayor reducción en el grado de fragilidad externa. Por un lado, la estabilización basada en la fijación del tipo de cambio nominal liberó fuerzas que, endógenamente, llevaron a una apreciación de la moneda nacional. Por otro, la convertibilidad ha instalado una relación directa entre los movimientos de capital y la evolución del crédito. Ello es así porque la Carta Orgánica limitó severamente los instrumentos a disposición del Banco Central para suavizar los ciclos del crédito provocados por el cambio en la dirección de los flujos de fondos externos. 4 Las consecuencias de este último hecho se encuentran en pleno desarrollo al momento de escribir este artículo y si bien se puede evaluar que el signo de su efecto sobre el nivel de actividad será negativo, es difícil ponderar su intensidad y posible duración. 7 Con el objeto de lograr una mejor comprensión de estas hipótesis en los dos puntos que siguen examinaremos con más detalle tanto la dinámica de los precios relativos como la evolución monetaria y financiera. Desinflación, precios relativos y nivel de actividad. El Plan de Convertibilidad resultó ser un arma antiinflacionaria muy poderosa. La inflación Argentina es hoy una de las más bajas de América Latina y está entre las menores del mundo. Este hecho se observa claramente en el cuadro 1 que resume los indicadores macroeconómicos de mayor relevancia. La tasa de aumento de los precios al consumidor fue de 0,1% anual en 1996. La mejor forma de evaluar el significado de esta tasa, no obstante, es compararla con las tasas de inflación sufridas por el país en el pasado. Sólo en dos años de los quince anteriores al Plan de Convertibilidad la inflación había resultado inferior a tres dígitos y nunca había descendido por debajo del 80%. La evolución de los precios bajo el régimen de convertibilidad, no obstante, muestra dos períodos muy diferentes. En el primero se produce la convergencia entre la tasa de inflación interna y la internacional. Durante este período la dinámica de formación de precios sufre cambios importantes pero aún se observan características en ella que pertenecen claramente al período pre- convertibilidad. En el segundo período, por el contrario, una vez que se llega a la convergencia con la inflación internacional se instala un nuevo régimen caracterizado por una dinámica de comportamiento de los precios absolutos y las cantidades que difiere radicalmente del período anterior. Aún cuando resultó finalmente exitoso, el proceso de convergencia a la inflación internacional durante el primer período fue ciertamente gradual y, además, la desinflación mostró senderos dinámicos de ajuste bastante distintos para diferentes agregados de precios. Así, mientras se necesitaron alrededor de tres años para lograr la convergencia entre la tasa de inflación interna y la internacional, la convergencia de los índices mayoristas fue mucho más rápida. 8 Esta dinámica diferencial es un reflejo del hecho de que los servicios mostraron tasas de aumento muy superiores a la de los bienes industriales. Los salarios, por otra parte, se movieron entre las bandas establecidas por los índices de precios minorista y mayorista. Como consecuencia, el salario real subió tanto en términos de manufacturas como medido en dólares lo cual significó un aumento de los costos para las empresas. Esto, no obstante, no se tradujo en un aumento del poder adquisitivo para el trabajador. Todos estos hechos pueden observarse en el cuadro 2 que muestra la evolución de los precios relativos de mayor relevancia. La inflación acumulada bajo el régimen de convertibilidad entre marzo de 1991 y junio de 1997 fue de 61 % medida por el IPC y de 21% medida por el IPM. Dado que la tasa de devaluación fue cero en el período, la lentitud de la convergencia entre las tasas internas y las internacionales implicó que la tasa de cambio se valorizara y la moneda nacional se apreciara. Comparando las tasas de variación de los precios en Argentina y Estados Unidos es posible tener una idea de la magnitud de este efecto. El cuadro 2 muestra que tomando en cuenta el indicador de precios mayoristas de la Argentina y los Estados Unidos, entre 1991 y 1996 el tipo de cambio real se reduce en cerca de un 21%. Una cuestión que importa resaltar es que durante este período de convergencia la desinflación ocurrió junto con una fuerte expansión de la demanda agregada. Los componentes que más rápidamente aumentaron fueron los relacionados con la disponibilidad y costo del crédito: la inversión y la demanda de durables de consumo. Si bien es cierto que los efectos desinflacionarios fueron más marcados y perduraron más que en otras experiencias pasadas de estabilización, la dinámica de precios y cantidades que hemos descrito no difiere significativamente de lo observado en esas experiencias desde el punto de vista cualitativo. Asimismo, el movimiento de precios y cantidades coincide con las predicciones del enfoque heterodoxo de la estabilización de economías con alta inflación. Específicamente, la desinflación basada en el tipo de cambio como ancla de los precios nominales se traduce en reactivación de la demanda agregada y apreciación del tipo de cambio real. 9 Las reformas estructurales (en especial la apertura comercial5) imprimieron algunos rasgos distintivos a la dinámica endógena de la estabilización que hemos comentado. El primer rasgo es que en una economía mucho más abierta y que produce tanto bienes transables como no transables, al aumentar la demanda agregada los bienes no transables tendieron a ajustar por precio mientras que los transables tendieron a ajustar por cantidad. De tal forma, entre 1991 y 1994, la expansión de la demanda interna produjo simultáneamente una explosión de las importaciones y un fuerte aumento del precio de los no transables, en particular los servicios. El segundo rasgo distintivo es que se observó un marcado incremento de la productividad que en parte se explica por la reactivación pero que, sin duda, tuvo también que ver con la mayor competencia de los productos importados. En un contexto en el que la reducción de las barreras al comercio coincidió con una tendencia a la apreciación del tipo de cambio, los productores que sobrevivieron lo hicieron en buena medida aumentando su productividad. Este hecho tuvo como efecto colateral que la expansión durante este período creó muy poco empleo. De hecho el desempleo aumentó de 6,5% en 1991 a 11,5% en 1994. La evolución de los precios y las cantidades en la etapa que sigue al Tequilazo contrasta marcadamente con el primer período de convergencia. En 1995 ya resulta claro que se produjo un cambio de régimen. Son varios los hechos que pueden citarse en apoyo de la hipótesis del afianzamiento de un nuevo régimen. Primero, en las experiencias anteriores de utilización del tipo de cambio como ancla de los precios (como la “tablita” de 1978 o el Plan Austral), la 5 El proceso de apertura comercial se había iniciado de forma gradual ya a mediados de la década de los ’80 a través de la eliminación de los controles cuantitativos y las distorsiones arancelarias. El programa de reforma estructural de los ’90 junto con la profundización del proceso integrador del Mercosur, se reflejó en la supresión total de las restricciones cuantitativas a las importaciones, una fuerte reducción de tarifas y la eliminación de los impuestos a la exportación. El objetivo central que se buscó fue el de lograr la neutralidad de incentivos con respecto a las actividades de importación y exportación. Es importante hacer notar, sin embargo, que la liberalización del comercio fue menos radical y fundamentalista que la de los mercados de capital. En particular, debido a la necesidad de armonizar políticas dentro del Mercosur y por la existencia de algunas políticas industriales aún subsiste cierto grado de diferenciación de tarifas y un programa especial para la industria automotriz. La apertura, en este sentido, ha sido más afín al enfoque de regionalismo abierto que al consenso de Washington. 10 tasa de inflación había caído significativamente pero el atraso en el tipo de cambio había producido desbalances crecientes en la balanza de pagos que finalmente se tradujeron en una corrección no anticipada del tipo de cambio nominal. Con la convertibilidad, por primera vez, la convergencia entre la inflación interna y la internacional se produce antes que el creciente déficit de cuenta corriente generado por la revaluación del tipo de cambio genere una crisis de balanza de pagos. Segundo, si bien no hubo una crisis antes de la convergencia, el atraso cambiario efectivamente creó un cierto grado de fragilidad externa y, finalmente, en diciembre de 1994, la devaluación mejicana disparó una crisis de balanza de pagos. Sin embargo, a diferencia de lo que había sido la norma en la posguerra, en la nueva situación de pleno alineamiento de la inflación interna con la internacional, no se recurre a la devaluación nominal. En la medida en que los precios nominales no eran completamente flexibles esto llevó a que todo el peso del ajuste cayera sobre las cantidades. Sin devaluación nominal, la “pegajosidad” de los precios absolutos determinó que el ajuste del salario real fuera insuficiente para mantener el nivel de empleo. Bajo las reglas del nuevo régimen, el producto cayó en más de 4% en 1995 y las consecuencias sobre el desempleo fueron mucho más dramáticas que lo que era habitual en el régimen anterior. La tasa de desempleo llegó a ubicarse en promedio por encima del 17% en 1995/96. De lo anterior se sigue que, ceteris paribus, la flexibilidad del salario real es menor en el nuevo régimen pues no se cuenta con la devaluación nominal como medio expeditivo para lograr una reducción drástica y rápida de la relación salarios/tipo de cambio en un contexto de rigidez en los salarios nominales. Esta característica del nuevo régimen plantea cuestiones de economía política bastante complejas que escapan al alcance de este artículo. Vale la pena, sin embargo, referirse brevemente a dos de esas cuestiones. La primera es que la falta de flexibilidad salarial magnifica las consecuencias de los shocks negativos sobre el desempleo. La segunda es que tiende a complicar las relaciones del trabajo entre empleadores y empleados. El beneficio de un régimen de política económica que acepta como válido el recurso a la devaluación ante un shock externo es que 11 permite adaptar el salario real a las condiciones macroeconómicas sin tener que repactar a nivel microeconómico los términos salariales de los convenios de trabajo y menos aún las condiciones de trabajo. El costo es que instala un sesgo inflacionario en la dinámica de precios. Al descartar la devaluación, la convertibilidad obliga a una negociación salarial mucho más activa a nivel microeconómico ya que se necesita mayor flexibilidad de los salarios nominales. El beneficio es que elimina el sesgo inflacionario a nivel macroeconómico. El costo es que los contratos de trabajo deben ser discutidos con más frecuencia. Los empresarios están obligados a replantear las condiciones del contrato salarial ante un shock negativo pues cuanto más alto el costo de la mano de obra mayor el esfuerzo de aumento de eficiencia que deben realizar para adaptarse a un tipo de cambio nominal dado. En tal contexto, los trabajadores percibirán que debido a la urgencia empresaria por ganar competitividad en una economía abierta corren el riesgo de perder conquistas sociales adquiridas si abren la negociación salarial sin limites específicos. La distinción entre beneficios sociales y salario no es en definitiva tan clara cuando se trata de reducir el costo de la mano de obra para adaptarse a condiciones de competitividad de mayor dureza. Un rasgo adicional del nuevo régimen es que no es compatible con un rezago muy largo en la solución de este problema. Por un lado, porque un salario distorsionado daña la competitividad y, con ello, el equilibrio externo y la estabilidad macroeconómica. Por otro, porque en un contexto de altísimo desempleo, las dificultades para negociar los convenios en el sector formal del mercado de trabajo se traducen en creciente informalización, segmentación del mercado de trabajo y regresividad en la distribución del ingreso. Un tercer hecho que sugiere que se produjo un cambio de régimen es que, más allá de su insuficiencia para mantener el equilibrio de pleno empleo, es cierto que se instaló una tendencia endógena a la corrección de la apreciación cambiaria que se había acumulado en el período anterior de convergencia. A partir de 1995 se comienzan a registrar tasas de inflación mensuales no sólo por debajo de los índices internacionales sino muchas veces negativas. Si bien es cierto que la recuperación del tipo de cambio real que se produjo como consecuencia de esta 12 evolución de los precios no fue muy significativa (alrededor de 1%, ver Cuadro 2), la recuperación del tipo de cambio real es mucho más fuerte si se toma en cuenta que el socio más importante del Mercosur revaluó apreciablemente su moneda como consecuencia del lanzamiento del Plan Real en 1994. Que no se trata de una tendencia coyuntural sino de la forma en que los precios ajustan en el nuevo régimen lo sugiere el hecho de que, cuando la economía vuelve a reactivarse superando los efectos del Tequila, la inflación no se aceleró ni tampoco se interrumpe el proceso de corrección del tipo de cambio real. Adicionalmente, hay indicios de que el proceso de aumento de la productividad -que también es funcional a la corrección del tipo de cambio real dado el tipo de cambio nominal-, tampoco se ha interrumpido luego de la crisis de 1995. Movimientos de capital, crédito y crecimiento La política de libre movilidad de capitales fue mantenida de manera consistente durante los casi siete años que lleva la convertibilidad6. A diferencia de Chile o Colombia, no se utilizaron ni la esterilización ni los controles para intentar suavizar las fluctuaciones en la tasa real de cambio, en la oferta monetaria y en la absorción doméstica que se originaban en los cambios de magnitud o dirección de los flujos de capital. Este hecho tuvo dos consecuencias importantes: por un lado la mayor oferta de fondos externos contribuyó a financiar una tasa de crecimiento más alta pero, por otro, los cambios en los mercados financieros y reales externos impactaron con toda su fuerza en la economía nacional produciendo fluctuaciones marcadas. El sensible aumento en el flujo de capitales externos y la estabilidad cambiaron el patrón de crecimiento. La tasa anual promedio durante la convertibilidad fue de 5.8%. Ello representó un quiebre marcado de la tendencia al estancamiento que se había instalado en la Argentina hacía más de una década. El Cuadro 1 muestra que este mayor crecimiento se asoció con una cuenta de 6 La cuenta capital de la balanza de pagos fue completamente desregulada desde el comienzo del programa y no sólo en lo referido a los flujos financieros sino también a la inversión extranjera directa que fue igualada en el trato con la de origen interno. 13 capital permanentemente superavitaria. La flexibilización del racionamiento de crédito externo, por otra parte, permitió que el país aumentara la absorción interna más rápido que el producto. El Cuadro 3 pone de manifiesto este hecho: pari passu con la mayor disponibilidad de ahorro externo que pasa de 0,9% del ingreso por año en la segunda mitad de los ochenta a 4,7% en los noventa se produce una recuperación muy fuerte de la demanda tanto de inversión como de consumo. El nuevo patrón de crecimiento, entonces, se caracteriza por la desaparición del superávit comercial permanente del período de la crisis de la deuda. Este es en realidad uno de los hechos que más contrasta al comparar la macroeconomía de los noventa con la de los ochenta. La mayor oferta de crédito externo hizo innecesario que la economía generara un superávit comercial artificialmente alto con el objeto de servir la deuda externa. En este sentido, el efecto impacto del Tequilazo fue tan traumático justamente porque pareció por un momento que el funcionamiento de la economía se retraía a los ochenta. En 1995 la escasez de financiamiento obligó a generar un superávit comercial basado en una violenta contracción de la absorción interna: en un sólo año la absorción doméstica fue ajustada en casi 7.000 millones de dólares. Asimismo, la crisis cambió la composición de los flujos de capital en la medida en que el gobierno tuvo que recurrir a las agencias multilaterales de crédito para compensar la caída en la oferta de crédito privado. La acción del gobierno, no obstante, no fue suficiente para compensar totalmente la caída de la oferta de capital privado y las consecuencias de la crisis mexicana resintieron la evolución de las variables tanto reales como financieras, Esto fue especialmente así en el primer trimestre de 1995 cuando se produce una abultada salida neta de dólares. Las adversas condiciones financieras de la crisis, afortunadamente, tendieron posteriormente a desaparecer y ya en el último trimestre de 1995, no sólo el gobierno sino también el sector privado mostraron una cuenta de capital superavitaria. Esto fue fundamental para la reversión del ciclo y para la expansión de 1996/97 . Como es natural, el cambio en el patrón de crecimiento estuvo correlacionado con modificaciones en la evolución del ahorro, la inversión y la 14 intermediación financiera7. Con el objeto de poner lo ocurrido durante la convertibilidad en perspectiva, el Cuadro 5 muestra la evolución del ahorro y la inversión del sector privado, el sector gobierno y el resto del mundo en los últimos quince años. En primer lugar resalta el aumento de la tasa de inversión. La tendencia descendente de la relación inversión/PBI de los ochenta se revirtió y se recuperaron tasas de inversión del orden de 20%, aunque parte de esto se perdió con el efecto Tequila. Un segundo hecho importante es que el déficit fiscal de los noventa es decididamente inferior al de los ochenta. Hay dos factores principales detrás de este resultado: la recomposición del ahorro del gobierno8 y la pronunciada caída de la inversión pública que es mucho menor en los noventa que en los altamente inestables años ochenta. Este ajuste estructural del sector público y la renovada posibilidad de colocar deuda pública en el exterior determinaron una presión mucho menor de las necesidades fiscales de financiamiento sobre el mercado interno. De la coincidencia de la reducción del déficit fiscal y el aumento del superávit del resto del mundo se deduce que la creciente demanda de ahorro externo durante el plan de convertibilidad se debió a la ampliación del déficit del sector privado. El cuadro 5 muestra que entre 1986-90 y 1991-95 el sector privado incrementó su demanda neta de recursos financieros del resto del sistema en 8.5 puntos porcentuales del PBI. Este aumento en la necesidad de financiamiento fue satisfecha por un aumento del déficit de cuenta corriente de 2% del PBI y una caída del déficit fiscal de 6.5 puntos porcentuales. En otras palabras, hubo un destacable proceso de crowding in financiero a favor del sector privado. El aumento en el déficit privado se explica tanto por la caída en la tasa de ahorro como por la recuperación de la tasa de inversión. Entre 1986-90 y 1991-95 7 Un análisis más detallado de los aspectos relacionados con el ahorro y la inversión aparece en Bonvecchi, et. al. (1997). Los efectos de los flujos de capital sobre tales variables aparece en Fanelli y Machinea (1995). 8 La recomposición de la tasa de ahorro del gobierno entre el fin de los ochenta y los noventa fue, en primer lugar, una consecuencia del incremento en la recaudación que, a su vez, resultó de la elevación de la presión tributaria y la eliminación de subsidios (especialmente los asociados a programas de promoción). No obstante ello, luego del Tequilazo una parte de los logros relativos al ahorro y la tributación se revierten y el déficit fiscal tiende a ubicarse en un escalón más alto. 15 se produce una reducción de 4.6 puntos porcentuales en la tasa de ahorro del sector privado al tiempo que la tasa de inversión experimenta un crecimiento de 3.9 puntos. El efecto impacto de la estabilización parece haber sido bastante negativo en términos de los incentivos a ahorrar ya que el grueso de la caída se da al principio del programa. Desde 1993 en adelante, la tasa de ahorro privado muestra una suave tendencia ascendente. Entre los factores que pueden haber influido en el aumento de la tasa de consumo cabe mencionar, por un lado, la recomposición del crédito de consumo que le abrió la posibilidad al sector privado de realizar gastos pospuestos durante el período de hiperinflación. También coadyuvó a este resultado que la apertura de la economía estaba aumentando la variedad de productos disponibles de consumo. Por otro lado, el cambio en los precios relativos en favor de los bienes no transables, ceteris paribus, aumentó el valor real del gasto en consumo. Como en el nuevo régimen la ampliación del desbalance de cuenta corriente se debió a la expansión en el déficit del sector privado, el desequilibrio externo tendió a correlacionarse con la evolución del gasto de ese sector. Así, la retracción del crédito que siguió a la crisis mexicana, al afectar negativamente la demanda privada produjo naturalmente un ajuste de la cuenta corriente. Con la crisis de 1995 cayeron marcadamente los rubros más relacionados con el crédito (durables de consumo y bienes de capital) y, paralelamente, hubo una declinación en el déficit de la cuenta corriente de 2.6 puntos porcentuales del PBI entre 1994 y 1995. De ellos 2.5 se explican por la reducción en las necesidades de financiamiento del sector privado. No es posible explicar este protagonismo del déficit y el gasto privados bajo la convertibilidad si no se toma en cuenta lo ocurrido con la moneda y el crédito. El Gráfico 1 pone de manifiesto uno de los hechos de mayor relevancia durante la convertibilidad: la marcada remonetización de la economía. La desinflación y la mayor certidumbre que trajo la estabilidad eliminaron las dos causas fundamentales que habían reducido la demanda de dinero a un mínimo durante la hiperinflación: la alta inflación y la fuga de capitales. El coeficiente de monetización de la economía pasó en el período 1990-96 de 4,5% a 20,8% del producto. Este es un hecho remarcable si se tiene en cuenta que en el mismo lapso el producto 16 creció a una tasa de casi seis por ciento por año. El Gráfico también muestra otro hecho clave para explicar la recuperación del gasto privado: junto con la demanda de dinero se reconstituyó el crédito. Este proceso de financial deepening, sin embargo, demostró ser bastante dependiente de los movimientos de capital y por ende de la situación de los mercados de capital internacionales. Esto llevó a que las autoridades tuvieran que asumir un rol bastante más activo que el planeado al comienzo de la convertibilidad. Pueden ilustrarse estos hechos con ayuda del Gráfico 1. En él pueden observarse las consecuencias monetarias de algunos de los sucesos que afectaron a la economía y que hemos comentado. Nótese la fuerte caída de los depósitos como efecto de la incertidumbre generada por el Tequilazo en el primer trimestre de 1995. En muy poco tiempo, la demanda stock de activos financieros se contrajo en alrededor de un 17%. Bajo la lógica estricta de la Carta Orgánica, esta caída de la demanda de dinero debería haber generado, ceteris paribus, una caída similar en la oferta de crédito. Sin embargo, el Gráfico muestra que ello no ocurre. Como lo hemos hecho notar más arriba, el gobierno modificó la Carta Orgánica y recurrió a reducciones de encaje y redescuentos para amortiguar los efectos sobre el crédito de la caída en la demanda de depósitos. A su vez, cuando la demanda de dinero se recupera, el crédito no reacciona en la misma forma. Esto es un reflejo en parte de la actitud cautelosa de los bancos en el período inmediatamente posterior a la crisis mejicana y en parte del hecho de que la regulación del Banco Central se orientó a privilegiar la liquidez y la solidez de las reservas de capital de los bancos por sobre una expansión más rápida del crédito. En el período post-Tequila, las autoridades del Banco Central fueron firmes en exigir el cumplimiento de normas sobre reservas de capital de los bancos que incluso superan lo exigido por Basilea. Esta estrategia resultó ex post razonable ya que la crisis asiática de octubre/noviembre de este año encontró al sistema financiero en una posición mucho más sólida que la que poseía al producirse la crisis mejicana. Al analizar la evolución de la prima de riesgo país se constatan los mismos hechos que hemos visto al analizar las cantidades. Esto es, se produce una 17 sensible mejora en las condiciones de financiamiento durante la convertibilidad pero persisten importantes fluctuaciones asociadas a los movimientos de capital. En el Gráfico 2 aparece claramente lo dicho. Durante todo el período de convertibilidad hay una tendencia a la reducción de la tasa de riesgo país. Lo mismo ocurrió con las tasas de interés internas y los spreads bancarios. Desde este punto de vista, en principio, la apertura financiera cumplió uno de los objetivos buscados: la tasa de interés de economía abierta resultó menor que la de la economía autárquica y racionada de los ochenta. El problema fundamental, entonces, no es que abrir los mercados de capital sea ineficiente. La cuestión es que luego de la apertura los movimientos no anticipados en la oferta de fondos prestables resultan demasiado bruscos y frecuentes y ello induce un nivel de volatilidad excesivo en la evolución de las variables clave. El Gráfico 2 refleja bastante claramente este problema. El riesgo país ha tenido fluctuaciones muy significativas en períodos breves en función de shocks externos tales como la restricción monetaria en Estados Unidos a principios del ’94, el efecto Tequila y la caída de la Bolsa en Hong Kong. La evolución de corto plazo del spread financiero fue similar a la evolución del riesgo país. Cayó a la mitad luego de implementarse la convertibilidad, pero luego fluctuó en alrededor del 20% por año para subir con la crisis mexicana a casi el doble y volver a reducirse en el último período. Además de erosionar el proceso de financial deepening la volatilidad ha influido en la composición del stock demandado tanto de créditos como de depósitos. Debido a la persistencia de la incertidumbre generada por los movimientos bruscos de capital, el aumento de la demanda por activos financieros internos tuvo un sesgo a favor de los activos denominados en dólares (Cuadro 4). Como contrapartida, buena parte del aumento de la oferta de crédito bancaria tomó también la forma de préstamos en moneda extranjera. Con esta estrategia, los bancos buscaron evitar el riesgo de devaluación obligando al deudor a asumirlo. Este riesgo puede ser bastante alto en el caso de productores de bienes no transables que financian sus actividades productivas con préstamos denominados en dólares. Una devaluación real afectaría negativamente el valor de 18 sus activos productivos pero dejaría intacto el valor nominal de la deuda en dólares y ello podría llevarlos a situaciones de mora o incumplimiento de los contratos financieros. En un contexto como éste, la estrategia de los bancos sólo los libera del riesgo de devaluación de forma parcial ya que al hacerse cargo el deudor del riesgo de devaluación aumenta pari passu el riesgo de crédito del mismo (aumenta la probabilidad de default ante una devaluación). En este sentido, si los bancos no son cuidadosos al ponerle precio al riesgo, podrían cometer un error análogo al que cometieron muchas entidades financieras en los setenta cuando creyeron liberarse del riesgo de tasa de interés mediante la utilización de contratos de préstamo a tasa de interés variable. Si bien es cierto que formalmente el deudor se hace cargo del riesgo de tasa cuando firma un contrato a tasa flotante, en la realidad ocurrió que esos deudores tendieron a entrar en mora cuando las tasas se elevaron excesivamente y los bancos, ex post, terminaron haciéndose cargo de parte del costo del riesgo de tasa de interés que creían haber evitado. Obviamente, el mejor ejemplo de este punto es la crisis de la deuda latinoamericana a principios de los ochenta. En definitiva, la persistente volatilidad y la dolarización alimentan el riesgo sistémico y ello se refleja en que tanto los spreads como el riesgo país siguen siendo altos en términos de los patrones internacionales. Adicionalmente, un factor que impide reducir las tasas de spreads es que, más allá de los éxitos importantes que logró, la reforma no fue capaz de revertir en mayor medida tres características importantes del sistema financiero argentino: la baja duración promedio tanto de depósitos como de créditos, los altos costos operacionales de las instituciones financieras y el peso de los créditos impagos o con problemas en el portafolio de los bancos. 9 9 Un detallado análisis de la evolución del sistema financiero bajo la convertibilidad aparece en Blejer y Rozenwurcel (1997). 19 II. Convertibilidad, shocks externos y ciclo del crédito10 En esta sección desarrollamos un modelo que nos permitirá presentar evidencia econométrica sobre las hipótesis centrales que hemos sostenido en relación con la importancia de los shocks externos, los movimientos de capital y la evolución del crédito interno para la determinación del nivel de actividad y la evolución del sistema financiero. El funcionamiento del régimen de convertibilidad en la economía argentina puede estilizarse en base a la siguiente matriz de activos y obligaciones: Banco Bancos Central R H Rc -Hcs L F Q Resto Privado mundo d D K Sector Kc -Qc del -Rws Hbd -Dbs Lbs -Fbd Kb -Qb Hfd Dfd -Lfd Ffs Kf -Qf Fws Kw -Qw Las filas representan los instrumentos financieros y las columnas a los agentes. Existen cinco instrumentos: reservas internacionales (R), base monetaria (H), depósitos bancarios (D), crédito bancario (L) y activos externos (F). Adicionalmente, la anteúltima fila representa las tenencias de activos físicos en los portafolios de los agentes (K). Los agentes agregados son el banco central (c), los bancos comerciales (b), el sector privado (f) y el resto del mundo (w). Cada celda registra el monto que cada agente posee del instrumento de que se trata y se denota por una letra mayúscula que corresponde al instrumento seguida de una letra minúscula que representa al agente agregado y una “d” o una “s” superescrita que significan demanda y oferta respectivamente. En cada celda la variable que 10 Esta sección se basa en una investigación en curso que estamos realizando en conjunto con Martín Gonzalez Rozada. 20 representa al instrumento es precedida por un signo positivo o negativo dependiendo de si el instrumento es un activo o un pasivo para el agente. De esta forma Lbs simboliza la oferta de crédito del sector bancario que es un activo para los bancos y (-Fbd ) representa la demanda de crédito externo por parte de los bancos que es un pasivo para los mismos. La última fila registra el patrimonio neto (Q) del agente de que se trate que es la diferencia entre los activos físicos y financieros y los pasivos. Esta variable está precedida por un signo menos debido a que el patrimonio neto figura en el lado del haber del balance. Dado que todo activo financiero para un agente es un pasivo para algún otro, la agregación de los instrumentos financieros de todos los agentes suma cero ex post y la única riqueza existente para la sociedad es el activo físico. En términos ex ante, sin embargo, los activos y pasivos deben interpretarse como ofertas y demandas y la suma de todas esas ofertas y demandas individuales nos permite deducir la siguiente expresión para la ley de Walras: ( R d − R s ) + ( H d − H s ) + ( D d − D s ) + ( Ls − Ld ) + ( F s − F d ) + ( K d − Q) = 0 En base a estas relaciones, es posible brindar una versión estilizada de la forma actual de funcionamiento de la economía argentina y mostrar evidencia empírica sobre la relevancia de los flujos de capital y sobre la existencia de un ciclo de crédito, esto es, de una relación de causalidad que va del crédito a la expansión del producto y la demanda de dinero. La Ley de Convertibilidad obliga a dos cosas: (a) el Banco Central debe realizar todas las operaciones de compra/venta de divisas que se le requieran al precio vigente de un peso por dólar; (b) la base monetaria debe ser igual a las reservas en poder del Banco Central. Esto implica que la demanda de reservas y la oferta de base por parte del Banco Central son completamente elásticas y, por lo tanto, los requerimientos de los bancos y de los particulares son siempre satisfechos. Podemos escribir, entonces, Hbd + Hfd = Hcs = H = Rcd = Rws = R11. 11 Con el objeto de concentrarnos en los aspectos monetarios, ignoraremos el ajuste en el mercado de activos físicos y por lo tanto no utilizaremos las variables que aparecen en el paréntesis correspondiente al activo físico en la ley de Walras. 21 Buena parte de los clientes potenciales de los bancos encuentran restricciones de racionamiento en el mercado de crédito. Para estilizar este hecho supondremos que los agentes que demandan crédito absorben todo el crédito que le ofrecen los bancos. Nos encontramos, por ende, en una situación de “equilibrio” con racionamiento (Stiglitz y Weiss, 1981) en la cual es el “brazo corto” de la oferta de crédito el que fija las cantidades transadas a la tasa de interés vigente. En consecuencia, Lbs = Lfd = L.. En la situación actual de la Argentina, los bancos ofrecen este monto (L) de crédito al sector privado sobre la base de los fondos que obtienen de dos fuentes fundamentales: los depósitos que ofrecen (Dbs) y el financiamiento externo que obtienen (Fbd). Tomando en cuenta este hecho, de la hoja de balance de los bancos surge que la demanda de fondos prestables en el exterior por parte de los bancos (Fbd) es igual a la diferencia entre la oferta de crédito que realizan (L) y los depósitos que ofrecen (Dbs) netos de las reservas bancarias (Hbd) que demandan: L = Fb d + Db s − Hb d Si definimos la demanda de dinero privado como Md = Dfd + Hfd y asumimos que el mercado de dinero está siempre en equilibrio (esto es, la duración del período de ajuste al equilibrio en este mercado es menor que en los mercados de crédito externo y de bienes), podemos eliminar los supraíndices y escribir: M = Df + Hf . Reemplazando esta expresión en la ecuación del balance de las instituciones financieras obtenemos la siguiente expresión para la demanda de crédito externo por parte de los bancos: Fb d = R + L − M Llamaremos “oferta de capitales externos” a la variable (Fs ) que surge de sumar las reservas internacionales y la oferta de fondos prestables en divisas que realizan el resto del mundo y el sector privado nacional (Fws + Ffs + R = Fs) y asumiremos que la misma es función directa de dos variables. Por una parte es 22 función de la diferencia entre la tasa de rendimiento doméstica y la internacional (r) porque un diferencial de tasas más grande incentiva la entrada de capitales. Por otra es función de (Y) que representa el nivel de ingreso interno. Cuando sube el nivel de actividad entran capitales debido a la mayor demanda de dinero para transacciones y la mayor disponibilidad de crédito externo “atado” al aumento de las importaciones. Podemos escribir, entonces, el equilibrio en el mercado de crédito externo como: F s (r, Y ) = L − M Si aproximamos esta función por: L = e αr Y β M γ Tomando logaritmos tenemos: l t = αrt + βy t + γmt Donde: ln L = l ; ln Y = y; ln M4 = m. En el largo plazo tanto la cantidad de dinero como el producto y el crédito no pueden mostrar comportamientos muy disímiles. Además, si a esto se le ∆l t = β 1 ∆y t −1 + α 1 rt + γ 1 ∆mt −1 + ε 1 ∆l t −1 + θ 1 (l t −1 − βy t −1 − γmt −1 ) + φ1 d t + u t agrega el hecho de que en general, estas tres variables pueden ser representadas adecuadamente mediante modelos univariantes de tendencia estocástica, no es extraño que las mismas puedan estar cointegradas. Para contrastar esta hipótesis en primer lugar se aplicó el test de Dickey-Fuller a cada una de las series no pudiéndose rechazar la hipótesis nula en ninguno de los casos a niveles de significatividad estándar. En segundo lugar se aplicó el test LR de Johansen que confirmó la presencia de cointegración entre estas variables. Por lo tanto, de acuerdo al teorema de la representación de Granger existe un modelo de corrección de errores asociado de la forma: ∆y t = β 3 ∆yt −1 + α 3 rt + γ 3 ∆mt −1 + ε 3 ∆l t −1 + θ 3 (l t −1 − βy t −1 − γmt −1 ) + φ 3 d t + u t ∆m = β ∆y + α r + γ ∆m + ε ∆l + θ (l − βy − γm )+φ d +u 23 Se agregó al modelo de corto plazo una variable dicotómica (dt) para dar cuenta del shock externo negativo que representó el Tequila. Los valores estimados de estos coeficientes que aparecen en el cuadro siguiente están basados en datos mensuales para el período de convertibilidad (abril de 1991/marzo de 1997): Coeficiente Valor Valor de “t “ Coeficiente Estimado Valor Valor de “t“ Estimado β 0,440 15,9 γ1 - 0,015 - 0,4 γ 0,496 16,0 γ2 0,337 3,3 θ1 - 0,053 - 2,4 γ3 - 0,078 - 0,7 θ2 0,187 3,3 ε1 0,720 8,4 θ3 0,243 3,8 ε2 0,607 2,7 α1 0,001 3,5 ε3 0,302 1,2 α2 -0,001 - 0,5 φ1 - 0,009 - 2,4 α3 -0,002 - 1,9 φ2 - 0,034 - 3,5 β1 0,034 0,9 φ3 - 0,006 - 0,6 β2 0,158 1,8 β3 0,565 5,7 R2ajust (∆lt ) = 0,782 ; R2ajust (∆mt ) = 0,693 ; R2ajust (∆yt ) = 0,461. Como puede verse en el cuadro existe una relación estrecha en el largo plazo entre la evolución del crédito, el dinero y el nivel de actividad. Tanto β como γ son altamente significativas. Este resultado de largo plazo es compatible con un modelo de ciclo de crédito en el corto plazo. Esto puede constatarse observando la significación de los coeficientes θi que representan el efecto del desequilibrio de corto plazo en el mercado de crédito sobre los movimientos de las variables (l), (m) e (y) alrededor de su tendencia de largo plazo. El parámetro θ1 es significativo 24 y tiene el signo correcto para garantizar la estabilidad en el mercado de crédito. Cuando el crédito en el período anterior es superior a su equilibrio de largo plazo el stock de crédito tiende a caer. Los coeficientes θ2 y θ3 son altamente significativos. Interpretando estos coeficientes como indicadores de causalidad en el sentido de Granger esto implica que, si bien en el largo plazo el crédito, el dinero y el producto se mueven juntos (esto es, están cointegrados) en el corto plazo los desvíos de la oferta de crédito por encima de sus valores de equilibrio de largo plazo tienden a causar incrementos en la cantidad de dinero y el ingreso. Asimismo, esta hipótesis de causalidad también es compatible con el hecho de que los coeficientes γ1 y β1 en la ecuación correspondiente a las variaciones del stock de crédito no son significativos. Los desvíos rezagados del ingreso y la cantidad de dinero no brindan información para modelar los desvíos de corto plazo del crédito. Adicionalmente, el coeficiente ε2 que representa la influencia de las variaciones del crédito rezagadas sobre las variaciones de la moneda en el periodo siguiente también es significativo (aunque no ocurre lo mismo con el coeficiente ε3 correspondiente al efecto de los rezagos del crédito sobre el ingreso). Interpretamos esto como un indicio adicional de que la hipótesis de ciclo de crédito es razonable. El modelo que hemos estimado es también compatible con una estrecha correlación entre los factores externos y el ciclo del crédito. Dos razones abonan esta afirmación. La primera es que la variable dicotómica correspondiente al “tequilazo” es altamente significativa en lo referido a las variables financieras. Tanto φ1 como φ2 son negativos y significativos lo cual implica que los shocks externos negativos tienden a reducir el nivel de las transacciones financieras en la economía y, en particular, la oferta de crédito. El coeficiente φ3 en cambio no es significativo. Esto sugiere que el efecto de los shocks externos sobre el nivel de actividad no son directos sino que se hacen sentir sobre todo por medio de los mecanismos de transmisión que operan a través del sistema financiero. La segunda razón para atribuir un rol a los factores externos es que la variable que representa el diferencial de tasas (r) también es significativa en el caso de la ecuación correspondiente al crédito. El coeficiente α1 es positivo y significativo. 25 Esto sugiere que cuando la brecha entre los rendimientos internos e internacionales se ensancha las transacciones realizadas en el mercado de crédito aumentan. Este resultado es consistente con la hipótesis de “racionamiento de equilibrio” según la cual en un mercado con tales características manda el “brazo corto” del mercado y, por lo tanto, lo que estamos estimando es la función de oferta de crédito. La estimación de los coeficientes α2 y α3 merece un breve comentario. Mientras el parámetro que corresponde a las variaciones del “riesgo país” tiene un nivel de significatividad que está en el límite de los valores convencionales en el caso del producto y lo afectan de manera negativa, el coeficiente del riesgo país no es estadísticamente significativo a los niveles usuales en relación con el dinero. En principio esto es consistente con la hipótesis de que las variaciones positivas en la tasa de riesgo país deprimen la demanda agregada y con ello el producto. La evidencia sugiere que no ocurre lo mismo con los activos monetarios. En el caso del dinero, el efecto más importante de los factores externos parece provenir de los shocks externos del tipo del Tequila y no tanto de las variaciones en el riesgo país. Vale la pena, por último, hacer notar que existe un fuerte grado de inercia en el sistema. En todos los casos los coeficientes correspondientes al efecto de los rezagos de las propias variables (γ2, β3 y ε1) son altamente signficativos. 26 III. Regionalismo abierto y competitividad. Hemos visto que la dinámica de la desinflación determinó una evolución de los precios relativos que tendió a perjudicar a la competitividad al aumentar los costos internos. Sin embargo, este hecho fue parcialmente compensado por dos factores muy importantes: el fuerte aumento de la productividad industrial y el proceso de integración en el Mercosur. El cuadro 6 muestra un ranking sectorial de los aumentos de productividad por hombre ocupado durante la convertibilidad12. Como puede observarse, los incrementos de productividad son generalizados en toda la industria.13 Uno de los factores más importantes que están detrás de esta evolución es la reactivación de la demanda local ya que la productividad tiende a moverse procíclicamente. No obstante ello, la apertura de la economía y el proceso de integración en el Mercosur también han jugado un rol muy destacado. La integración regional permitió aumentar la escala de producción en varios sectores como consecuencia de la apertura del mercado brasileño a las exportaciones argentinas. Como veremos más adelante, una de las consecuencias de la integración es un fuerte aumento del comercio intraindustrial argentino. La apertura de la economía, por otra parte, no sólo mejoró la productividad al permitir el acceso a insumos industriales en mejores condiciones de calidad y precio14. También cambió la estructura de incentivos a la inversión. Dos elementos importantes en relación con esto último fueron el abaratamiento del costo de los bienes de inversión y la apertura de nuevas oportunidades de exportación en el ámbito regional. El menor 12 Algunos de los resultados comentados en esta sección se basan en una investigación en curso de largo plazo sobre “Finance and Changing Trade Patterns in Developing Countries” que abarca una serie de países de América Latina, Africa y Asia y que está siendo coordinada por el autor y financiada por el IDRC. 13 Hemos tomado como base 100 el año 1986 para evaluar los aumentos de productividad. Tal decisión se basa en que 1986 representa un pico de producción industrial. Si hubiéramos tomado 1990 como base los aumentos serían más pronunciados porque la producción de 1990 era extremadamente baja. 14 La sustitución de insumos nacionales por importados, no obstante, puede estar sesgando hacia arriba las estimaciones de aumento de la productividad al reducir el contenido de valor agregado nacional de la producción. 27 costo de los bienes de capital incentivó la adquisición de bienes de capital y ello repercutió positivamente sobre la productividad. Aunque es muy difícil conseguir información sobre la evolución sectorial de la inversión es posible obtener algún indicio de la asociación positiva entre exportaciones e inversión utilizando información del censo económico de 1993. En una regresión con inversión/valor agregado sectorial (I) como función de la variable la relación exportaciones/valor agregado (X) hemos obtenido un coeficiente positivo y significativo. El resultado específicamente es15: I = 7.62 + 0.13 X Los cambios en los costos internos, la integración regional y los avances de la productividad no afectaron de igual manera a cada rama de la producción y, por ende, los efectos sobre la competitividad de cada sector no fueron uniformes. Esto determinó que se produjeran modificaciones tanto en la composición como en el volumen del comercio exterior. Una forma bastante directa de evaluar las variaciones en el perfil del comercio exterior es comparar el período 1991-95 con el lapso de cinco años que lo precedió. Un primer rasgo distintivo de la convertibilidad que surge nítido es el aumento del volumen absoluto del comercio. La tasa de crecimiento anual promedio de las exportaciones bajo convertibilidad prácticamente duplica la tasa observada en el período anterior: 15% contra 8%. La diferencia en el comportamiento de las importaciones es aún más impactante: entre 1985/90 y 1991/95, la tasa anual promedio de incremento de las importaciones pasó de 1.2% a 25.5%. En lo que hace al aumento de las exportaciones el acuerdo regional fue importante por la aceleración del proceso de integración que desemboca en un área con arancel externo común (que, no obstante, tiene aún excepciones importantes) y por el aumento de la demanda interna en Brasil que siguió al lanzamiento del Plan Real en 1994. La aceleración en el crecimiento de la demanda de importaciones, por otro lado, se correlaciona 15 La regresión toma como base las observaciones correspondientes a 34 sectores industriales del censo económico. El valor del estadístico “t” para la constante y la pendiente es respectivamente 2 7,68 y 2,27 y el R ajustado 0,11. 28 con la apertura de la economía, el aumento de la demanda global y la apreciación de la moneda. El destino exportador de mayor dinamismo en su crecimiento fue sin duda el Brasil (Ministerio de Relaciones Exteriores, 1997). Dada la fuerte expansión de la demanda agregada en ese país en el período, seguramente la expansión de las exportaciones tiene elementos que actuarán por única vez y, por lo tanto, la Argentina podría encontrar dificultades para mantener la tasa de crecimiento de las exportaciones en el futuro. No obstante, también es cierto que no existe ningún elemento a-priori que nos permita afirmar que todos los efectos positivos de la integración sobre las exportaciones se han hecho ya presentes. Puede argumentarse que muchos proyectos de inversión tienen al Mercosur como marco de referencia y, por ende, habrá permanentemente incrementos en el comercio intraindustrial dentro del bloque. También puede arguirse que hasta el momento sólo se ha recorrido un trecho muy corto del lento proceso de aprendizaje en lo que hace a penetración de mercados regionales. Por otro lado, del hecho que la demanda de origen brasileño aumentara no se seguía que la oferta argentina fuera a estar en condiciones de satisfacerla. Más allá de la discusión de las cuestiones relacionadas con el desvío de comercio, es claro que muchos sectores de la Argentina mostraban grados de competitividad potencial que le permitieron enfrentar el desafío que significó la elevación de la demanda en Brasil. Como dijimos, las exportaciones subieron a una más que aceptable tasa del 15% anual promedio durante el período. El cuadro 7 registra el ranking de los sectores que mostraron una tasa media de crecimiento anual de las exportaciones superior al promedio global. Existe una gran variedad de sectores que experimentan un crecimiento en sus exportaciones superior al promedio; diecinueve en total. Las dos columnas que aparecen a continuación de la tasa de crecimiento anual promedio de las exportaciones sectoriales representan la relación entre exportaciones e importaciones del sector en los dos períodos bajo consideración. Es interesante constatar que de los diecinueve sectores, sólo siete tenían un coeficiente X/M mayor a uno en el período 1985-90. Además, las seis ramas que aparecen al tope del ranking de crecimiento de exportaciones tenían 29 valores de X/M sensiblemente menores a uno antes de la convertibilidad. Esto quiere decir que en sectores donde la Argentina no tenía una ventaja de competitividad definida había firmas que fueron capaces de aumentar sus exportaciones de manera dinámica en el contexto de una economía más abierta e integrada en el Mercosur. Algunos sectores (marcados con un asterisco en el cuadro) incluso aumentaron la relación X/M en comparación con el período anterior. No obstante ello, está claro que a pesar del esfuerzo exportador la tendencia general ha sido hacia una disminución en el coeficiente X/M debido a que el aumento global de las importaciones fue aún más fuerte que el de las exportaciones. Un ejemplo típico de la tendencia sectorial al aumento de las importaciones por encima de las exportaciones es la industria automotriz en la cual ello ocurre a pesar del régimen especial que obliga al sector a compensar importaciones con exportaciones y a pesar del dinamismo de la demanda del Brasil. Lo anterior sugiere que si bien la integración regional ha jugado a favor de un fuerte aumento del comercio intraindustrial, el perfil de ventajas comparativas de la Argentina no cambió demasiado. Evidencia de este hecho aparece en el Cuadro 8 que compara los sectores con coeficiente X/M mayor a uno en ambos períodos. Como puede verse, el patrón de sectores generadores de superávit comercial se mantiene relativamente estable. La novedad más interesante de los noventa es el caso de petróleo, producto en el cual el país se convierte en exportador neto luego del proceso de privatización. El hecho más desalentador es que se observa una menor cantidad y diversidad de sectores exportadores netos. A diferencia de los ochenta, en los noventa no figuran con X/M mayor a uno los sectores textil, vestido, papel, caucho y plástico y editorial. En estos casos se trata de sectores que eran competitivos al tipo de cambio de los ochenta y a los cuales les resultaba conveniente exportar con el deprimido nivel de la demanda interna de ese período. La estabilidad del patrón de sectores con ventajas comparativas a través de los dos períodos también surge claramente cuando se examina la evolución del ranking de ramas según el valor absoluto del déficit o superávit que generan. 30 Como puede verse en el Cuadro 9, la extremadamente alta participación de las industrias de alimentos, la agricultura y la industria del cuero en el valor total del superávit generado por los sectores con coeficiente X/M mayor a uno no ha variado entre los períodos bajo análisis. En realidad, tal participación ha tendido a aumentar en forma leve. Por otra parte, también se observa un cierto grado de mayor “primarización” en los sectores generadores de superávit en la medida en que la extracción de petróleo reemplaza a las industrias metálicas básicas y textil que generaban superávit relevantes en los ochenta pero desaparecen en los noventa. Los sectores que generan déficit estructuralmente están relacionados con materias primas necesarias para la industria, maquinaria y equipo y bienes durables. Esto ocurre en ambos períodos como lo muestra el cuadro 10. Sin embargo, se observan cambios muy significativos en la ubicación en el ranking de cada sector, en el monto del déficit y en la participación relativa. En relación al orden, en los noventa, de la mano de la recuperación del coeficiente de inversión y del consumo de durables, aumenta significativamente la participación de los rubros relacionados con la adquisición de tales bienes. El monto del déficit para todos los sectores aumenta muy acentuadamente multiplicándose por un factor de alrededor de cuatro en varios casos. Al evaluar la evolución de superávit y déficit sectoriales, no obstante, se debe tener siempre presente que la evolución macroeconómica determinó que el coeficiente X/M agregado pasara de 2.05 a 0.98 y que el saldo comercial pasara de un valor positivo de 4.503 millones anual promedio entre 1985 y 1990 a otro negativo de 291 millones de dólares por año entre 1991 y 1995. Como ya lo hicimos notar, la recuperación de la capacidad de generar déficit de comercio en el proceso de crecimiento es un rasgo distintivo y positivo de los noventa. El ranking de competitividad en términos de la estructura de sectores deficitarios y superavitarios, sin embargo, no varía significativamente cuando se utiliza en el análisis el índice de ventajas comparativas reveladas que “limpia” el efecto macroeconómico de la variación del saldo de comercio. Las ventajas comparativas reveladas más marcadas se dan en ambos períodos en el sector alimentos, 31 agricultura y cueros; aparece petróleo como un nuevo sector competitivo y las mayores desventajas corresponden a bienes de capital, insumos industriales y durables de consumo (ver Cuadro 11). La evidencia sobre la permanencia del patrón de especialización comercial, sin embargo, no debería hacernos perder de vista un hecho fundamental: la integración regional ha incentivado de manera decisiva el comercio intraindustrial. Aún cuando se mantiene la pauta de superávit y déficit sectoriales, la Argentina exporta e importa más en los noventa en casi todos los sectores industriales. Esto puede comprobarse utilizando el índice de Aquino que mide la evolución del comercio intraindustrial aislando el efecto de los desequilibrios comerciales globales. Al comparar los dos períodos bajo análisis se observa un aumento generalizado del comercio intraindustrial. Sobre 28 sectores industriales sólo en seis se registra una disminución en el índice de Aquino. 32 Conclusiones. Una de las conclusiones relevantes de nuestro trabajo es que la persistencia de baja inflación por varios años y el nuevo marco de economía abierta han terminado por producir una innovación radical en la dinámica de comportamiento de los precios absolutos y las cantidades. La economía argentina pasó de un régimen de alta inflación y bajo desempleo a otro de alto desempleo y muy baja inflación. Hemos ubicado el punto de corte entre ambos regímenes (quizá algo arbitrariamente) en el momento en que se produce el efecto Tequila. Hemos hecho notar, no obstante, que algunas formas características del funcionamiento de la economía en la posguerra no fueron afectadas de manera significativa y han sobrevivido al cambio estructural. En realidad, desde el punto de vista analítico, uno de los rasgos más fascinantes de la experiencia de estabilización, liberalización e integración regional de la Argentina es la forma en que los elementos de permanencia y cambio se han combinado para configurar un nuevo régimen. Comprender con algún grado de precisión los aspectos básicos del funcionamiento de este régimen, además de ser intelectualmente atractivo, es una condición necesaria para enfrentar las complejas cuestiones de política económica que la nueva situación plantea. Con la esperanza de contribuir en la tarea de comprensión, a modo de conclusión del trabajo presentaremos una breve sistematización de los elementos de permanencia y cambio y de la forma en que los mismos interactúan para modelar la dinámica macroeconómica del nuevo régimen. Entre los rasgos macroeconómicos de la vieja estructura que sobreviven en el nuevo régimen hay dos que sobresalen nítidamente por su rol clave: la insuficiente flexibilidad descendente de las variables nominales y la inestabilidad en las condiciones financieras que enfrentan los deudores argentinos para acceder a los mercados internacionales de capital. Como es bien sabido, la “pegajosidad” de los precios nominales es una de las causas medulares de los problemas macroeconómicos. En el caso concreto 33 del régimen de convertibilidad el exceso de rigidez nominal a la baja se traduce en una falta de flexibilidad del salario real y del precio relativo de los bienes transables en relación a los no transables. En ese contexto, luego de ocurrido un shock externo negativo, la corrección alcista del tipo de cambio real resulta extremadamente lenta y sólo se logra un ajuste expeditivo del sector externo al costo de magnificar los efectos de corto plazo sobre las cantidades. La falta de flexibilidad nominal se paga con más recesión y mayor desempleo temporal de factores. Esto es algo que ocurre en cualquier economía. Sin embargo, las economías de desarrollo industrial y dotación de factores similares a los de la Argentina suelen presentar características en su estructura microeconómica que tornan más negativas las consecuencias del trade-off entre rigidez nominal y desempleo. Suele darse una interacción entre los aspectos micro y macro económicos que tiende no sólo a agudizar los desequilibrios sino también a tornarlos más inestables. En el caso específico de la Argentina uno de esos rasgos microeconómicos es el patrón de comercio. Nuestro análisis de la competitividad y el comercio exterior nos permitió constatar que la reforma y la integración afectaron muy positivamente a la productividad y la inversión pero no lograron cambiar algunos rasgos profundos de la estructura del sector externo. Al igual que en el pasado, la dotación de factores del país determina marcadas ventajas comparativas en materias primas y manufacturas de origen agropecuario que se expresan en la generación de abultados superávit en esos sectores. Esos superávit financian déficit estructurales importantes en los rubros de maquinaria y equipo de inversión, bienes durables de consumo y ciertos insumos básicos para la industria. Se ha mantenido y quizás agudizado el problema de que los sectores superavitarios están muy poco diversificados. Una proporción excesivamente alta del superávit es generado por la agricultura, la industria de alimentos y el petróleo. Esta falta de diversificación en el comercio tiene consecuencias para la estabilidad macroeconómica. Cuando un shock negativo afecta a alguna de las ramas que genera superávit, sus efectos macroeconómicos resultan magnificados porque al desaparecer o reducirse el superávit aparece la necesidad de achicar el déficit en 34 otros sectores. Dado el patrón de comercio, los rubros que más deben ajustar proporcionalmente son los más intensivos en importaciones: insumos industriales, inversión y bienes durables de consumo. El problema no es tanto el tipo de especialización en el comercio sino la falta de diversidad en las fuentes de generación de superávit. Ceteris paribus, una economía con menor diversificación en sus sectores con ventajas de competitividad es una economía más volátil y con más riesgo, tal como ocurre con la diferencia entre una cartera diversificada y otra que no lo está. Es en este punto que surge en toda su dimensión la importancia del segundo factor mencionado: las condiciones de acceso al mercado de capitales externo. Asumamos que es correcto que el problema de la Argentina es que el ajuste macroeconómico ante shocks transitorios tiene efectos muy marcados en las cantidades y que su comercio está poco diversificado. Ambos problemas podrían evitarse utilizando el mercado de capitales. Si el superávit de un sector con ventaja comparativa desapareciera transitoriamente, el país podría tomar prestado en el corto plazo hasta que el shock se revirtiera suavizando (o incluso haciendo desaparecer) de tal forma el ciclo. Asimismo, los agentes podrían utilizar los mercados internacionales para diversificar el ”riesgo argentino” de tener ventajas competitivas concentradas en muy pocos productos. El problema, justamente, es que las fallas del mercado internacional de capitales impiden que los mismos cumplan su rol de manera integral. En particular, los flujos de capital tienden a comportarse procíclicamente y existe una gran proporción de agentes que está racionada en los mercados externos. En el nuevo régimen de los noventa, la asociación entre condiciones de acceso a los mercados de capital externo y ciclo ha sido clara. Tal asociación explica en buena medida la expansión de principios de los noventa al aflojarse el racionamiento de crédito de los ochenta; la retracción luego de la crisis mexicana, y la amenaza que representa en la actualidad la crisis asiática para el ciclo expansivo que se inicia a principios de 1996. En cierto sentido, estos comportamientos no difieren en su esencia de la tradicional dinámica de stop-andgo que caracterizó a la Argentina en el período de posguerra. El comportamiento 35 procíclico de los movimientos de capital, determina la periódica aparición del racionamiento incluso para aquéllos con acceso más o menos fluido al crédito externo como el gobierno y las grandes empresas. Cuando se produce ese tipo de situación, las dificultades para incrementar las exportaciones en el corto plazo junto con el hecho de que el financiamiento compensatorio de los organismos multilaterales suele ser muy inferior a la caída en el financiamiento de mercado, la única forma que la economía tiene para adaptarse endógenamente a una menor oferta de fondos prestables es vía una fuerte contracción de la absorción interna. Es aquí donde uno de los elementos novedosos introducidos por el régimen de política actual entra en el esquema: el funcionamiento del mercado de crédito bajo las reglas de convertibilidad. Hemos analizado con algún detalle tal funcionamiento en el trabajo. Ahora sólo queremos remarcar cómo es que el mismo se integra en la dinámica de ajuste macroeconómico. Un rasgo nuevo de la economía argentina luego del ajuste del sector público de los noventa es que la participación privada en el gasto de inversión ha aumentado considerablemente y explica una muy alta proporción del mismo. Como consecuencia, como lo hicimos notar, los cambios en el déficit de cuenta corriente en el nuevo modelo tienen por detrás las variaciones en el déficit del sector privado más que en el del sector público. Bajo tales condiciones, el funcionamiento del mercado de crédito bajo convertibilidad es altamente funcional a la nueva estructura. Ante un shock adverso, un mecanismo muy importante para inducir la caída en el gasto privado es la restricción de crédito. Esto ocurre naturalmente cuando la salida procíclica de capitales reduce (o hace aumentar menos) las reservas internacionales empeorando con ello las condiciones de acceso al crédito en el mercado de capitales interno. La funcionalidad deviene de que el mecanismo es endógeno y afecta al gasto de inversión y consumo durable que es justamente lo que se necesita tanto para reducir el déficit comercial en los sectores estructuralmente deficitarios del lado real como para reducir el déficit del sector privado del lado financiero. Inflexibilidad nominal, reducida diversificación de exportaciones, movimientos de capital procíclicos y variación de la oferta de crédito según las 36 reglas de la convertibilidad se conjugan de esta forma para configurar la dinámica macroeconómica del nuevo régimen. Es sostenible el nuevo régimen? Es capaz de garantizar la estabilidad como base para el crecimiento? Del trabajo surge que los resultados en términos de perdurabilidad y crecimiento durante los casi siete años de vigencia de la convertibilidad han sido muy superiores a los de cualquiera de las políticas de ajuste y estabilización que se intentaron en la Argentina desde que, con el Rodrigazo de 1975, se instalara en la economía la tendencia de la alta inflación a devenir en hiperinflación ante los intentos de corregir el tipo de cambio real vía maxidevaluaciones. Los logros obtenidos, sin embargo, no garantizan una contestación automáticamente afirmativa a las dos preguntas anteriores debido a que los mecanismos de ajuste endógenos de la convertibilidad que hemos analizado son a veces excesivamente rígidos. Podría argumentarse, con bastante razón, que luego del Tequila la economía estuvo en condiciones de ajustar las cantidades de tal forma de reducir fuertemente sus necesidades de financiamiento en un período muy breve sin producir la quiebra del nuevo régimen. Es verdad, pero más allá de la sensible caída del producto en 1995, el ajuste de cantidades no fue todo lo fuerte que debería haber sido según la lógica de la convertibilidad. Esto es, hubo factores extra-convertibilidad que contribuyeron fuertemente a suavizar los efectos de la crisis de pagos y, por ende, queda abierta la pregunta de si el nuevo régimen hubiera soportado el embate del shock externo por sí solo. Específicamente, los factores exógenos a la convertibilidad a que estamos haciendo referencia fueron tres. El primero fue el apoyo del FMI. El gobierno recibió financiamiento por 11.000 millones de dólares luego de acordar con el Fondo en marzo de 1995. De esta forma se evitó la crisis cambiaria y un mayor ajuste de las importaciones a pesar de las salidas netas procíclicas del capital privado. El segundo fue que las autoridades tomaron una actitud muy activa y pragmática para evitar el colapso del plan que, vía una crisis financiera, la súbita contracción de los préstamos bancarios podría haber provocado. En particular, las cláusulas más restrictivas de la Convertibilidad referidas al rol de prestamista de última instancia del Banco Central se flexibilizaron con el objetivo de suavizar los 37 efectos sobre el crédito de la caída de reservas internacionales. El tercer factor fue el proceso de integración y la estabilización brasileña. Gracias al Mercosur, Argentina fue un beneficiario privilegiado de la reactivación producida por la estabilización en Brasil. Así, junto con el shock negativo del Tequila, Argentina recibió un shock muy positivo por el aumento de sus exportaciones a Brasil. En la actualidad la economía está pasando por un nuevo test debido a los desequilibrios financieros en el sudeste asiático. Si bien aún no tenemos en claro la magnitud con que este nuevo shock afectará a la convertibilidad, lo que sí es claro es que esta vez el efecto positivo vía Brasil estará ausente. La caída de la Bolsa de Hong Kong afectó tanto a este último país como a la Argentina. En este nuevo contexto, es dable esperar que si es necesario un ajuste significativo los efectos sobre las cantidades (esto es, el empleo y la demanda agregada) se harán sentir sin ningún tipo de amortiguación. El problema es que la Argentina ya tiene una tasa de desempleo muy alta y las condiciones de sustentación política y social de un proceso de tal índole son bastante inciertas. Dicho lo anterior, una restricción importante es que la Argentina no tiene en el corto plazo formas “baratas” desde el punto de vista de la factibilidad tanto política como económica de optar por un régimen que se aleje demasiado del esquema actual. De nuestro análisis surge una lista tentativa (y obviamente parcial) de cuestiones que, de manejarse con eficiencia, podrían coadyuvar a un debilitamiento de los factores de inestabilidad que acechan al nuevo régimen sin renunciar a sus beneficios. Está claro que para suavizar las fluctuaciones cíclicas es necesario encontrar paliativos al problema de la inflexibilidad nominal y por lo tanto también lo es diseñar nuevos esquemas de contrato de trabajo. Sin embargo, un nuevo esquema sólo será viable en la medida en que ninguna de las partes trate de cargar sobre la otra el costo de una mayor flexibilidad nominal. Los trabajadores no van a aceptar la reforma si contrato flexible se convierte en sinónimo de contrato precario. Los empresarios, por otra parte, simplemente no van a invertir en un negocio en el cual, para una tasa de rentabilidad dada, el riesgo es excesivo porque anticipan que deberían asumir todo el costo en términos de pérdida de 38 competitividad en la eventualidad de que se produjeran desvíos transitorios del tipo de cambio real provocados por contratos salariales rígidos en un régimen de tipo de cambio fijo. Esta es una típica situación de falla de coordinación en el mercado de trabajo cuyo costo toma la forma de persistencia de alto desempleo. La buena noticia, no obstante, es que si hay costos también hay beneficios para repartir si el problema se soluciona. Y tratándose de una falla de coordinación, las instituciones públicas y la legislación inteligente deberán jugar necesariamente un rol si es que es posible encontrar una solución. En relación a los problemas que genera el patrón del comercio es donde Argentina tiene una interesante oportunidad de romper con el pasado. Esto es así gracias al proceso de integración en el Mercosur y también gracias al hecho de que la capacidad de compra de los vecinos latinoamericanos en general se ha fortalecido en los noventa. Como lo mostramos en nuestro análisis, el fuerte aumento del volumen de comercio intraindustrial que se ha registrado prueba que la Argentina puede ganar escala en sus exportaciones no tradicionales vía tal tipo de comercio. Aunque el déficit sectorial persista, al generar escala y externalidades positivas, el aumento del comercio intraindustrial en un sector es un primer paso válido para lograr una diversificación de exportaciones. Sobre la base de un comercio intraindustrial más rico, en una segunda etapa podría ganarse competitividad en nuevos sectores y ello permitiría contar con una mayor cantidad de ramas capaces de generar superávit en condiciones de pleno empleo Si se desea garantizar un equilibrio sustentable de largo plazo en la cuenta corriente y al mismo tiempo encarar la inversión necesaria en capital físico y humano para ganar competitividad en sectores nuevos y sofisticados el país deberá hacer dos cosas: utilizar con tal objeto los recursos que provee su rica base de recursos naturales y hacer un uso no especulativo del financiamiento externo. Esto plantea problemas muy difíciles de manejar desde el punto de vista de la estabilidad de corto plazo. Para ganar diversidad en el comercio y estabilidad macroeconómica se requiere desarrollar la competitividad en sectores no tradicionales y, para ello, por un período relativamente prolongado es necesario aumentar la dependencia de los recursos naturales y del crédito externo para 39 financiar un déficit más alto en maquinaria y equipos importados. Dicho de otra forma, para desarrollarse la Argentina debe pasar por un corredor muy angosto en el cual estará siempre latente la amenaza de la inestabilidad provocada por los shocks reales y los cambios bruscos en las condiciones de los mercados de capital. Dada esta restricción, está claro que no existe mucho margen para manejar los efectos de factores adicionales de inestabilidad tales como la inflexibilidad nominal de precios y los ciclos endógenos de crédito en el mercado financiero doméstico. Lo anterior sugiere que la forma de ajuste que se dio luego del Tequilazo signada por un importante activismo de las autoridades y el apoyo crediticio contracíclico del FMI- es una característica que acompañará por un largo tiempo el funcionamiento del nuevo régimen. Aun cuando el mismo tenga éxito en recomponer el proceso de crecimiento. Asimismo, también parece que una condición necesaria para garantizar un mínimo de estabilidad es la madurez política de las instituciones para guiar el diseño de las nuevas relaciones contractuales en el mercado de trabajo. Madurez quiere decir entender que es necesario preservar tanto la competitividad como el equilibrio social. Esto último es fundamental porque la equidad en el reparto de los costos y los beneficios del ajuste y la reforma estructural no ha sido, precisamente, una característica distintiva de la convertibilidad. 40 Bibliografía Bleger, L. y Rozenwurcel, G. (1997), “El sistema bancario argentino en los noventa: de la profundización financiera a la crisis sistémica”, Desarrollo Económico, Vol. 37, Nro 146. Bonvecchi, C., Fanelli, J. y Frenkel, R. (1997), “Movimientos de capital y Comportamiento de la inversión en la Argentina”, Documento CEDES-Universidad de Palermo, Nro 5, Buenos Aires. Fanelli, J.M. y Machinea, J.L. (1995), “El movimiento de capitales en la Argentina”, en Ffrench-Davis, R. y Griffith-Jones (Comp.), FCE, Mexico. Haque, Irfan (Ed.), (1995), Trade, Technology, and International Competitiveness, EDI Development Studies, The World Bank, Washington D.C. Levine, Ross (1997), “Financial Development and Economic Growth. Views and Agenda, Journal of Economic Literature, Vol. XXXV, June. Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto (1997), Argentina de Cara al mundo II. Hacia una nueva inserción en la economía internacional. Aportes para un debate necesario, Buenos Aires. Stiglitz, J. y Weiss, A. (1981), “Credit Rationing in Markets with Imperfect Information”, American Economic Review, vol. 71. 41 ANEXO ESTADISTICO. CUADRO 1 Principales Indicadores Macroeconómicos. _______________________________________________________________________________ 1990 1991 1992 1993 1994 1995 1996 _______________________________________________________________________________ Nivel de Actividad y Precios PBI Real (Tasa de variación) PBI a Precios de Mercado (1) IPC (% de cambio a fin de período) 0.1 10.5 141.5 187.9 1344 84 10.3 6.3 8.5 -4.6 4.4 230 259.5 286.6 285.5 303.1 17.5 7.4 3.9 1.6 0.1 Sector Externo (en miles de millones de U$S) Exportaciones Importaciones Balance Comercial Cuenta Corriente (2) Cuenta Capital (2) 12.3 4.1 8.2 1.9 -1.2 12 8.3 3.7 -0.8 1.5 Sector Moneda y Finanzas (3) Reservas Internacionales (en millones de U$S) M1 ( % PBI ) M2 ( % PBI ) M3 ( % PBI ) M3 ( % PBI ) (4) 5671 1.9 2.9 3.8 4.5 7987 11064 15287 16066 15963 19745 1.9 3.4 4.6 5.5 6.2 6.7 5.1 6.4 7.8 8.1 7.9 8.6 6.8 9 11.3 11.5 10.5 11.5 10.2 13.8 18.3 19.7 18.6 20.8 Sector Publ. No Finan. Nacional (como % del PBI) Superavit Primario sin privatiz. Intereses de la Deuda Pública Resultado Fiscal sin privatiz. Privatizaciones en efectivo Resultado Fiscal con privatiz. 1.1 0.49 1.36 4.4 2.16 1.71 -3.3 -1.67 -0.35 0.4 1.17 0.78 -2.9 -0.50 0.43 14.7 18.3 -3.6 -5.4 8.4 15.6 20.7 -5.1 -7.5 10.7 18.5 25.6 -7.1 -9.9 10.1 23.9 23.8 0.1 -2.4 0.4 27.1 27.9 -0.8 -3.9 7.3 1.97 0.77 0.10 -0.42 1.12 1.10 1.43 1.52 0.85 -0.36 -1.36 -1.94 0.20 0.26 0.41 0.12 1.05 -0.10 -0.95 -1.82 Sector Laboral Desempleo Abierto Urbano Total(5) 8.6 6.5 7 9.6 11.5 17.4 17.2 (en % de la PEA) _______________________________________________________________________________ (1) (2) (3) (4) (5) En miles de millones de dólares Corrientes. A partir de 1992 calculada con la nueva metodología del FMI. En Diciembre de cada año. Incluye depósitos en dólares en el Sistema Financiero doméstico. Correspondiente al promedio de cada año. La tasa de mayo de 1996 = 17,1. Fuente: Ministerio de Economía, BCRA, CEPAL y Carta Económica. 42 CUADRO 2 Indicadores de Precios Relativos. Ajustados por el Indice de Precios al Consumidor. Indices en base Marzo de 1991 = 100. Datos a fin de período. ____________________________________________________________________________________________________________ | 1995 | 1996 | 1997 1991 1992 1993 1994 |------------------------|------------------------|-----------(*) | I II III IV | I II III IV | I II ______________________________________________|________________________|________________________|____________ | | | Tipo de Cambio Real 97.2 83.3 78.1 76.9 | 76 76.6 76.6 76.4 | 76.7 78.2 77.7 77.4 | 77.5 77.7 (IPM USA/IPIM ARG) | | | | | | Salarios Reales 93.0 90.3 88.8 89.2 | 88.6 88.3 88.1 87.4 | 88.4 88.4 88.3 88.0 | 87.7 87.6 | | | Precios Industriales 87.5 74.0 67.0 65.4 | 66.3 69.2 68.8 68.0 | 67.6 67.6 67.9 68.0 | 68.1 68.0 | | | Servicios Privados 134.9 168.9 186.8 196.4 |198.7 199.4 199.3 199 |199 198.6 198.2 197.8 |197.6 197.8 | | | Servicios Públicos 108.8 130.7 140.8 157.1 |158 160.6 161.4 162.6 |163 163.5 164.2 174.7 |185.2 185.5 _____________________________________________________________________________________________________________ (*) Corresponde al promedio del período Marzo-Diciembre. Nota: Servicios Privados: Alquileres, servicios para la salud, para el hogar, de esparimiento, alimentos consumidos fuera del hogar, indumentaria, servicios personales y servicios varios. Servicios Públicos: Comunicaciones (Correo y Teléfono ), Transporte público, Electricidad y Gas. Fuente: Elaboración propia en base a INDEC, CEPAL y FIEL. CUADRO 3 Proporciones del PBI (%) precios constantes de 1986) ______________________________________________________ | | Ahorro Ahorro | |Período | C I X M Nacional X-M Externo| |________|_____________________________________________| | | | |1981-85 | 79.6 19.3 8.4 7.4 16.7 1.0 2.6 | | | | |1986-90 | 80.0 16.7 9.8 6.4 15.8 3.4 0.9 | | | | |1991-95 | 83.3 20.1 11.0 14.4 15.4 -3.4 4.7 | | | | | 1990 | 79.7 13.4 12.8 5.9 17.0 6.9 -3.6 | | 1991 | 82.5 15.9 11.0 9.4 14.8 1.6 1.1 | | 1992 | 84.8 19.3 10.2 14.3 13.6 -4.1 5.7 | | 1993 | 84.3 21.0 9.8 15.1 14.6 -5.3 6.4 | | 1994 | 83.1 23.6 10.5 17.2 16.1 -6.7 7.5 | | 1995 | 81.7 20.7 13.5 15.9 17.9 -2.4 2.8 | | 1996 | 82.5 21.5 13.8 17.8 17.5 -4.0 17.5 | |______________________________________________________| Fuente: Cuentas Nacionales. 43 CUADRO 4 Indicadores Monetarios. Datos a fin de período. Calculados sobre promedios mensuales. (millones de pesos corrientes) _________________________________________________________________________________________________________________ ByM Agregado Pasivos Encaje Base Reservas Bimonet. Financ. en U$S Bimonet. Internac. (M3*) (1+2) (3+4) (5+6) (7+8) (10+11) 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 _________________________________________________________________________________________________________________ Período Mar-91 Dic-91 Dic-92 Dic-93 Dic-94 Dec-95 Dec-96 96' I II III IV Dep.a la Vista M1 Caja de Ahorro M2 Plazo Fijo M3 Dep.en U$S 2222 4720 6763 9106 10390 10277 11120 1385 3163 5034 6407 7179 8020 10478 3607 7883 11797 15513 17569 18297 21598 1905 1980 2758 4654 5242 4734 5927 5512 9863 14555 20167 22811 23031 27524 1854 2955 5998 8903 9622 7332 8763 7366 12818 20553 29070 32433 30363 36287 3290 6560 10936 18093 22986 23591 28364 10656 19378 31489 47163 55419 53954 64651 4317 7609 11016 14801 16160 15322 18995 333 1211 1686 2774 3652 2409 5120 4650 8820 12702 17575 19812 17731 24115 4620 7987 11064 15287 16066 10563 10459 11056 10651 8347 9093 9449 9779 18910 19552 20505 20430 5122 5371 5529 5649 24032 24924 26035 26080 8598 9189 8860 8841 32631 34113 34895 34921 24675 25769 27179 28195 57307 59882 62075 63117 17586 17899 17884 18127 2912 3392 3823 4376 20498 21291 21707 22503 15814 16198 15855 17326 Ene 97 11577 11034 22611 6220 28831 9273 38104 28767 66871 18809 5257 24574 19111 Feb 11333 10724 22057 6493 28550 10193 38744 29065 67808 19144 5651 24968 20119 Mar 11434 10556 21990 6602 28593 10342 38935 29576 68511 18505 5916 25037 19319 Abr 11406 10945 22351 6758 29109 10623 39732 30113 69846 18934 6320 25193 18598 May 11505 11776 23281 6807 30089 11262 41351 30571 71922 19874 6402 25960 20248 _________________________________________________________________________________________________________________ Fuente: Elaboración propia en base a BCRA. CUADRO 5 Tasas Sectoriales de Ahorro e Inversión, 1981-1995. (% del PBI a precios corrientes) _____________________________________________________________________ | | | | | Resto del | |Período | Privado | Gobierno |Total Nacional| Mundo | |________|_______________|_______________|______________|____________| | | Ahorro Inv. |Ahorro Inv. | Ahorro Inv. | | | | | | | | |1981-85 | 24.8 14.9 | -6.7 5.4 | 18.1 20.3 | 2.2 | |1986-90 | 18.6 11.7 | -3.8 4.6 | 14.8 16.3 | 1.5 | |1991-95 | 14.0 15.6 | -0.1 1.8 | 13.9 17.4 | 3.5 | | | | | | | | 1990 | 17.8 10.1 | -2.6 3.1 | 15.2 13.2 | -2.0 | | 1991 | 14.5 12.2 | -1.7 2.1 | 12.8 14.3 | 1.5 | | 1992 | 12.4 14.5 | 0.0 1.8 | 12.4 16.3 | 3.9 | | 1993 | 12.8 16.3 | 1.2 2.0 | 14.0 18.3 | 4.3 | | 1994 | 14.8 18.5 | 0.2 1.7 | 15.0 20.2 | 5.2 | | 1995 | 15.1 16.3 | 0.0 1.4 | 15.1 17.7 | 2.6 | | 1996 | ND ND | ND ND | 16.3 17.6 | 1.3 | |________|_______________|_______________|______________|____________| Fuente: Elaborado en base a datos del Ministerio de Economía. 44 CUADRO 6 Evolución de la Productividad en la Industria. (1986=100) Sector Industrial Productividad Ref. Petróleo (23) Tabaco (16) Cuero (19) Bebidas (155) Maq.y Eq.Electr.(31-32) Transportes (35) Editorial (22) Muebles (3.610) Metal Común (27) Caucho y Plástico (25) Vestido (18) Alimentos (151-4) Otros Min. No Met. (26) Textil (321) rod. Químicos (24) apel (21) aquinaria (29-30) adera (20) Metálicos Elaborados (381) Instr.de precisión (385) 258,5 239.6 210.7 195.1 191.3 176.2 171.8 171.0 166.3 162.6 153.4 152.3 145.5 139.5 134.1 125.2 122.3 86.6 79.8 33.4 T o t a l 130.6 Fuente: Elaboración en base a datos del INDEC. Las cifras entre paréntesis se refieren a la CIUU rev.2. CUADRO 7 Ranking de Crecimiento de las Exportaciones. Sector Exportador Crec.Export. (%) X/M (85/90) X/M (91/95) Extrac. Petróleo (11) Instr. de Prec. (33) Gas y electricidad 40) uebles (3.610) utomóviles (34) tras Industrias (369) ditorial (22) Apel (21) Adera (20) Aucho y Plast. (25) Extr. otros min. (12-14) Maq. y Eq. Elect. (31-32) Vestido (18) Bebidas (155) Madera (02) Prod. Químicos (24) Textiles (321) Prod. Metálicos (28) Ind. Cuero (19) 81.2 70.2 53.1 51.0 47.3 46.2 42.7 38.2 34.0 32.0 32.0 29.0 28.0 21.2 20.3 17.4 17.0 15.8 15.3 0.18 0.12 0.20 0.58 0.63 0.25 2.99 1.29 0.35 1.20 0.38 0.12 16.38 5.96 0.62 0.49 5.84 0.81 12.99 4.58 0.19 0.17 0.39 0.39 0.30 0.61 0.31 0.24 0.27 0.53 0.08 0.66 1.55 1.12 0.38 0.54 0.32 5.81 Total 15.0 2.05 0.98 Fuente: Elaboración en base a datos del INDEC. Cifras entre paréntesis, CIUU rev.3. * * * * * 45 CUADRO 8 Evolución del Indice X/M. Sector Agricultura (01) Alimentos (151-4) Tabaco (16) Pesca (05) Cuero (19) Extr. Petróleo (11) Varios(*) Ref.de petróleo (23) Bebidas (155) Metal común (27) Silvicultura (02) X/M 91/95 Sector X/M 85/90 11.68 9.11 8.89 8.41 5.81 4.58 2.92 2.42 1.55 1.14 1.12 Pesca (05) Cuero (19) Alimentos (151-4) Agricultura (01) Vestido (18) Bebida (155) Textil (321) Ref.de Petróleo (23) Editorial (22) Metal común (27) Papel (21) Tabaco (16) Caucho y plást.(25) Otros min. No met. (26) 240.4 145.9 36.6 17.3 16.4 6.0 5.9 3.6 3.0 2.1 1.3 1.2 1.2 1.1 Fuente: Elaboración en base a datos del INDEC. Cifras entre paréntesis, CIUU rev.3. (*) (74)(92)(93)(99). CUADRO 9 Ranking de Sectores Superavitarios. Sector Alimentos (151-4) Agricultura (01) Cuero (19) Extrac. Petróleo (11) Ref. de petróleo (23) Superavit 1991/95 Mill. US$ 4.393 3.012 629 585 365 Acumul. (%) 47.9 80.7 87.6 94.1 98.1 Sector Alimentos (151-4) Agricultura (01) Cuero (19) Metal común (27) Ref.de petróleo (23) Textil (321) Superavit 1985/90 Mill. US$ Acumul. (%) 2.994 2.104 410 395 248 245 45.6 77.6 83.8 89.8 93.7 97.4 Fuente: Elaboración en base a datos del INDEC. Cifras entre paréntesis, CIUU rev.3. CUADRO 10 Ranking de Sectores Deficitarios. Sector Maq.y Eq. No Elect. (29-30) Maq. Eq.Elect. (31-32) Prod. Químicos (24) Ind. Automotriz (34) Otros Transporte (35) Instr. de Prec. (33) Caucho y Plástico (25) Papel (21) Déficit 1991/95 Mill. US$ 2.426 1.814 1.522 1.222 384 374 340 292 Acumul. (%) 25.6 44.8 61.0 73.8 77.9 81.8 85.4 88.5 Fuente: Elaboración en base a datos del INDEC. Cifras entre paréntesis, CIUU rev.3. Sector Prod. Químicos (24) Maq.y Eq. Elect. (31-32) Maq.y Eq. No Electr. (29-30) Extr. Petróleo (11) Instr. de Prec. (33) Automotriz (34) Extr. Min. Metal (13) Extrac. carbón (10) Déficit 1985/90 Mill.US$ 587 410 407 228 125 94 73 50 Acumul. (%) 28.4 48.2 67.9 78.9 85.0 89.6 93.1 95.5 46 CUADRO 11 Indice de Ventajas Comparativas Reveladas Sector Industrial Alimentos (151-154) Agricultura (01) Cuero (19) Extr. de Petróleo (11) Ref. de Petróleo (23) Metales Comunes (27) Varios (*) Bebidas (155) Tabaco (16) Pesca (05) Madera (02) Elect., gas, agua (40) Extr. Otros Min. (12-14) Muebles (3610) Editorial (22) Extr. Carbón (10) Vestido (18) Madera (20) Otros Min. No Met. (26) Extr. Min. Metal (13) Otras industrias (369) Textil (17) Prod. Metálicos (28) Papel (21) Caucho y Plástico (25) Otros Transportes (35) Instr. de prec. (33) Automotriz (34) Prod. Químicos (24) Maq. y Eq. Electr. (31-32) Maq. y Eq. no Electr. (29-30) Promedio 1985/90 Promedio 1991/95 145.0 100.1 21.0 -27.0 5.4 0.6 -0.7 1.0 0.0 2.1 -2.2 -0.2 -1.9 -0.5 0.4 -5.2 2.5 -2.9 -2.2 -8.1 -2.2 9.4 -3.9 -3.1 -1.6 -2.9 -13.7 -18.1 -90.0 -44.2 -56.6 Fuente: Elaboración en base a datos del INDEC. Cifras entre paréntesis, CIUU rev.3. 147.9 107.2 21.0 16.1 13.6 2.7 1.2 1.2 0.4 0.2 0.0 - 0.3 - 0.5 - 1.8 - 1.5 - 1.5 - 1.9 - 2.4 - 2.4 - 3.4 - 6.3 - 6.5 - 7.7 - 9.5 -10.8 -12.2 -12.8 -37.2 -52.5 -58.9 -76.7 47 Prima de riesgo país 16 12 8 4 0 90 91 92 93 94 95 96 97 48 80000 60000 40000 20000 0 90 91 92 93 94 PRESTAMOSTOTALES 95 96 M4 97