Elogio o vituperio del piropo: Una realidad de la lengua española

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UNIVERSIDAD VERACRUZANA
FACULTAD DE LETRAS ESPAÑOLAS
FACULTAD DE LETRAS ESPAÑOLAS
"ELOGIO O VITUPERIO DEL PIROPO: UNA REALIDAD
"ELOGIO
DEL PIROPO:
UNA REALIDAD
DE OLAVITUPERIO
LENGUA ESPAÑOLA
COLOQUIAL"
DE LA LENGUA ESPAÑOLA COLOQUIAL"
TESIS
TESIS
QUE PARA ACREDITAR LA EXPERIENCIA
QUE PARADE
ACREDITAR
LA EXPERIENCIA
EDUCATIVA
EXPERIENCIA
RECEPCIONAL
EDUCATIVA
DE
EXPERIENCIA
RECEPCIONAL
DE LA LICENCIATURA EN LENGUA
Y
DE LALITERATURA
LICENCIATURA
EN
LENGUA
Y
HISPÁNICAS
LITERATURA HISPÁNICAS
PRESENTA
PRESENTA
ELIZABETH RIVERA CUÉLLAR
ELIZABETH RIVERA CUÉLLAR
DIRECTOR
DIRECTOR
DRA. GUADALUPE FLORES GRAJALES
DRA. GUADALUPE FLORES GRAJALES
XALAPA, VER.
XALAPA, VER.
DICIEMBRE 2013
DICIEMBRE 2013
ÍNDICE
0. INTRODUCCIÓN ………………………………..…………... 3
1. CAPÍTULO I. EL PIROPO ………………………...………… 6
1.1 El piropo, un acercamiento a su definición ……………...……... 6
1.2 El piropo en lengua española …………………………...…...... 13
1.3 Diversas posturas en torno al estudio del piropo …...…...…….. 17
1.4 La evolución negativa del piropo …...……………………….... 21
2. CAPÍTULO II. EL PIROPO URBANO …………………….... 23
2.1 Cuerpo femenino ……………………………………………... 31
2.2 Deseos ………………………………………………………... 35
2.3 Propuesta …………………………………………………....... 39
2.4 Posesión ……………………………………………………..... 41
2.5 Comparación ………………………………………………….. 42
3. CONCLUSIONES ………………………………………….…. 45
4. BIBLIOGRAFÍA ………………………………………………. 49
2
0. INTRODUCCIÓN
El mejor sistema que nos permite acercarnos a la organización
conceptual del ser humano, a su visión de mundo, a su manera de actuar, de
percibir y de sentir es la lengua; por ello, los estudios lingüísticos evidencian
aspectos culturales que difícilmente pueden ser notados por los hablantes de
manera inconsciente. Sin duda alguna, la lengua proporciona a todo hablante
identidad e idiosincrasia cultural; su uso refleja los pensamientos que alberga
un hablante, pues ella delata la percepción del mundo que éste tiene. Es tal
la importancia y asombro que la lengua ha despertado entre sus estudiosos
que incluso ha obtenido el título de patrimonio cultural intangible del ser
humano, de ahí la trascendencia de conocer más y mejor su uso y la
relevancia de su evolución a lo largo del tiempo.
El presente trabajo de investigación surge con la intención de colaborar
en la reunión de estudios lingüísticos por parte de la Facultad de Letras
Españolas, pues a mi parecer el área de Lengua Española es poco abordada
por sus estudiantes como objeto de estudio, a pesar de contar con la misma
relevancia que las investigaciones de carácter literario.
Esta
investigación
pretende
evidenciar
un
acto
lingüístico
frecuentemente utilizado en la comunicación diaria en lengua española: el
piropo. Actividad que a pesar de originarse en un contexto muy distante al
de la actualidad ha logrado mantener una vigencia en su empleo y es causa
de múltiples sorpresas al enfrentarse con el análisis de su construcción, ya
que un gran número de dichas expresiones lingüísticas son ricas en términos
con más de un significado.
3
Como otros actos comunicativos, las lisonjas1 en los piropos han
evolucionado con el paso del tiempo. A pesar de que etimológicamente
hablando estas construcciones se distinguían en su origen por su carácter
poético y erudito, y conllevaban cierta demostración de buen porte y
galantería, la realidad es que hoy día muchos de los empleados ya no se
consideran así, pues han perdido prestigio al no ser construcciones cultas
debido a que su terminología es empleada en el habla coloquial, e incluso
muchos de ellos han adoptado un carácter sexual, por lo que han llegado a
concebirse
como insinuaciones vulgares y grotescas; dichos distintivos
podrían dar pie a la existencia de dos modalidades de piropear: la culta y la
popular, esta última cercana al albur. El empleo del piropo no se limita
actualmente a la comunicación oral y de manera directa, puesto que los
avances tecnológicos como internet facilitan la comunicación de forma
escrita a través de páginas de chat o de redes sociales en las que el piropo no
exenta su aparición.
Este trabajo recepcional se limitará al estudio de su uso en la
comunicación oral, además de poner hincapié en cómo es que dichas
expresiones a lo largo del tiempo han sufrido una serie de cambios en su
uso, significado y estructura. Para realizar dicha tarea es de suma
importancia el estudio de disciplinas como la semántica y la pragmática que
permiten un mejor acercamiento a su análisis lingüístico.
El objetivo de esta investigación es conocer el carácter de elogio o
vituperio del piropo en la actualidad, lo que conlleva a
realizar una
indagación acerca de lo que lingüistas, antropólogos y sociólogos consideran
11
“LISONJA, derivado regresivo de lisonjar y lisonjero, que antiguamente fueron losenjar, losenjero (de
donde las formas modernas, por metátesis vocálica); éstos se tomaron de oc. ant. lauzenjar,
lauzengier, íd., derivados de lauzenja “lisonja” (y lauzemnhe “alabanza”), que probablemente
proceden del b. lat. LAUDEMIA, -EMIUM, derivados de LAUDARE “alabar”…”. Tomado de: Corominas,
J., Pascual, J.A. (1993) Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico, vol.3 Madrid: Gredos, p.
667 y 668.
4
en torno a este fenómeno lingüístico que, al parecer, no ha expirado, y a
contrastar las opiniones de los investigadores con el uso que tiene el piropo
actualmente.
Las propuestas que algunos estudiosos como Werner Beinhaer, Patricia
Gaytan Sánchez, Natalie Venclovská, José Luis Calvo Carrila y Gabriel
Pabón Villamizar, tienen respecto a este tema resultarán contradictorias, ya
que mientras algunos consideran que este fenómeno ha sufrido un proceso
de degradación debido a que su carácter de elogio ha desaparecido; otros
podrán considerar la transformación del piropo como parte de la evolución
natural de la lengua española, por lo que uno de los intereses de esta
investigación es encontrar un punto intermedio en el que estas perspectivas
justifiquen el porqué de esta evolución y muestren una aproximación a lo
que hoy podemos llamar piropo. Si las estructuras que hoy conocemos con
este nombre siguen perteneciendo a la categoría lingüística de elogio porque
cumplen con los requerimientos impuestos originalmente por Beinhauer,
que posteriormente se mencionarán,
o si las nuevas generaciones,
haciéndose pasar por lisonjas, han dado cabida a una nueva clasificación,
donde no se cumplen estas características, y se mantiene oculta detrás del
nombre de piropos.
Esta investigación presupone la recopilación de ejemplos de piropos
conocidos o creados por sus usuarios. Para delimitar el campo de estudio se
ha seleccionado un corpus de 11 piropos ricos en terminología polisémica
recolectados por medio de entrevistas, provenientes de informantes varones
cuyos oficios permiten el uso frecuente de este “acto de cortejo”, de
“piropear”, ya que el contacto con transeúntes femeninas es continuo. Lo
oficios seleccionados son: albañiles, mecánicos, boleros, cargadores y
panaderos que laboran en la zona centro de la ciudad de Xalapa, Veracruz, y
5
que son enunciados a mujeres de los 15 a los 45 años de edad. Dicha
especificación de estas cinco ocupaciones se debe a que, como se explicará
más adelante, al piropo se le ha de localizar frecuentemente en la
comunicación cotidiana que se encuentra en espacios públicos, un campo
social propicio para su creación, cuando las transeúntes realizan sus compras,
mandados u ocupaciones y se ven en la necesitad de transitar y convivir con
dicho gremio laboral.
Esta recolección de piropos es una muestra representativa del ingenio
de los hablantes al denotar el nuevo vocabulario empleado en sus
construcciones; por ello, se realizará un análisis semántico y pragmático con
los ejemplos ricos en terminología que alude a la sexualidad, para que así se
evidencien los distintos enfoques que se permiten hoy día en dicha técnica
de “galanteo”.
Este trabajo recepcional se limitará al estudio del uso del piropo en la
comunicación oral, además de poner hincapié en cómo es que dichas
expresiones a lo largo del tiempo han sufrido una serie de cambios en su
uso, significado y estructura.
1. CAPÍTULO I. EL PIROPO
1.1.
El piropo, un acercamiento a su significado
El interés del ser humano por recalcar la belleza física e interior del ser
humano del otro sexo, generalmente femenino, ha sido fuente inagotable de
creación de elogios emitidos de manera oral o escrita desde tiempos
inmemoriales. Sin embargo, la belleza física, por su evidente apreciación, ha
motivado el origen de innumerables narraciones literarias y de carácter oral
donde, principalmente, la hermosura femenina ha sido elogiada de las más
diversas maneras.
6
Una de estas manifestaciones es el piropo, resultado del ingenio y la
creatividad, cuyo interés por resaltar la belleza o sensualidad de una persona
desemboca en la elaboración de enunciados que, en su mayoría, expresan los
deseos y perspectivas del espectador que lo emite.
El término piropo, de origen latino pyropus, “aleación de cobre y oro, de
color rojo brillante, semejante al fuego”, etimológicamente tiene dos
significados: el primero, “cierta piedra preciosa o metal brillante”; y el
segundo, “requiebro, flores, palabra lisonjera que se dice a una mujer
bonita”2. Este último significado fue “[..] parte del empleo del vocabulario
en el sentido de piedra preciosa […]”3 y quienes originalmente utilizaban
estas expresiones eran varones, cuya educación escolar les facilitaba el
conocimiento de vocabulario erudito en lenguas extranjeras como el griego,
árabe o sánscrito, lo que evoca la riqueza de sus construcciones y
significados.
A continuación, un ejemplo de piropo primitivo dicho en latín.
Pinge me egregiam vultu formanque Pinta en mí tu sobresaliente rostro y la
puellam,
belleza de la mujer
cuique gena rosco surgant de lacte colore
de la cual surgen las mejillas rosadas de
lumina, stellanti denigrent luce pyropum 4.
blanco color luminoso
que elevan resplandecientes por la luz de
color rojo. 5
2
Corominas, J., Pascual, J.A. (1993) Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico, vol.5
Madrid: Gredos, p. 564.
3
Op. cit.
4
Ejemplo tomado de: Corominas, J., Pascual, J.A. (1993) Diccionario crítico etimológico castellano e
hispánico, vol.5 Madrid: Gredos.
5
Traducción de Juan Beristain.
7
El ejemplo anterior es una muestra de su arte difundido dentro de las
escuelas donde se originó. Los estudiantes lo utilizaban para elogiar a sus
novias con un léxico culto desconocido para ellas y los demás receptores;
que al mismo tiempo les servía para mantener oculto el cortejo o romance
ante la familia de la involucrada, ya que al desconocer la lengua en la que se
reproducía dicho halago, se ignoraba toda intención del hablante al enunciar
esas palabras. El piropo era también una herramienta que facilitaba el
contacto verbal y coqueteo entre los posibles enamorados.
Cabe mencionar que el origen de la palabra tiene
como raíz
etimológica Pyro, “piro”, la cual deriva del griego φωτιά, “fuego”, y que
también origina “Piribolista”, con el significado de “máquina para lanzar
proyectiles incendiarios”, el cual remite a la metáfora del piropo visto como
un proyectil de fuego que podría llegar a incendiar a la mujer al momento de
ser recibido el elogio.
Hablar sobre el significado del piropo presupone la reunión de
opiniones de estudiosos de diversas disciplinas alrededor de este fenómeno
lingüístico; por lo tanto, a continuación se mencionaran algunas propuestas
lingüísticas, antropológicas y sociológicas en torno a las expresiones que
podrían ser consideradas como piropo y cuáles son las características que le
atribuyen.
El hispanista Werner Beinhauer6 considera piropos a “los cumplidos
especiales dirigidos al bello sexo”7 como homenaje a la belleza femenina. Lo
anterior se menciona en su investigación titulada El español coloquial8, dentro
6
Beinhauer realiza este estudio dedicado a los alemanes deseosos de perfeccionarse en lengua
española, por lo que aborda aspectos didácticos e informativos en su texto. También es pionero en el
estudio del piropo, pues es en el año de 1934 cuando se vuelve su objeto de estudio.
7
Beinhauer, W. (1963) El español coloquial. España: Gredos. p. 125.
8
Inicialmente publicado en Alemán en 1929 y traducida al español en 1964.
8
de su apartado dedicado a La Cortesía9, donde indaga sobre lo que debería
considerarse como piropo; previamente, habla sobre tres aspectos o
características de la cortesía:
Cortesía interesada: la posición del hablante es fundamentalmente egoísta.
Cortesía generosa o desinteresada: predomina el altruismo en la postura del
hablante.
Fenómenos estilísticos generales informados por el principio de la cortesía.10
Profundizando un poco sobre estos tres aspectos, Beinhauer se refiere a
la cortesía interesada como aquella que recae en la ficticia relación "señorcriado", en la que el hablante simula asumir el papel del servidor del
interlocutor, asignando a éste el de su amo. Por ejemplo, al responder a
cuestionamientos como: “¿tengo el gusto de hablar con don Fulano?”, con
“servidor de usted”, o variantes como: “para servir a usted”, “para servir a
Dios y a usted”. Estas respuestas se anticipan a una posible petición
posterior; sin embargo, dichas fórmulas hoy día resultan tan usadas que son
tomadas como mera afirmación y cumplido. La misma técnica también se
emplea al hacer ofrecimientos; por ejemplo, cuando se responde: “a sus
órdenes”, “aquí tiene su casa”, entre otros; y en ruegos o disculpas, pues el
hablante suele apelar a la especial bondad o amabilidad del interpelado:
“haga usted el favor de salir por esa puerta”, “tenga la bondad de pasar a la
sala”, “disculpe usted, ¿cuál es el nombre de la calle?”.
La cortesía desinteresada corresponde a aquella en la que se considera al
interlocutor como a un amigo o hermano, por cuyo bienestar el hablante se
interesa y a quien procura dar gusto en lo posible. El lema que rige a esta
9
“En general el español da mucha importancia a mostrarse amable o cortés, y eso nada tiene de falso
o simulado. Aun cuando no por observar formas corteses deja de subsistir la mencionada lucha por la
afirmación del individuo, ésta queda ennoblecida, y con ello notablemente suaviza el roce que supone
toda convivencia humana”, en: Beinhauer, W. (1963) El español coloquial. España: Gredos. p. 111.
10
Beinhauer, W. (1963) El español coloquial. España: Gredos. p. 111.
9
actitud es el de “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, en este punto recae el
uso de los cumplidos, y por lo tanto el de los piropos, cuya explicación se
postergará para continuar con las siguientes categorías. Existen otros
cumplidos que dejan de lado la premisa originaria de la cortesía
desinteresada y que son de índole más egoísta e interesada, como los
llamados captatio benevolentiae, adulaciones con las que se pretende influir en el
interlocutor para provecho propio. Por ejemplo, un vendedor que llama
“señorita” o “joven” a una mujer de cierta edad que desea parecer más
joven; o cuando este mismo intenta aparentar que otorga un precio especial
a un cliente al decirle: “por ser para usted, está más barato”. Dicha
clasificación, captatio benevolentiae, podría resultarnos confusa pues pierde la
premisa original que da pauta a esta clasificación de cortesía; sin embargo, se
sigue manifestando un halago que podría o no tener un beneficio para quien
lo enuncia.
La cortesía desinteresada también se ve reflejada en las fórmulas de
saludo en lengua española, pues es común escuchar frases como: “que Dios
te acompañe” o “ve con Dios” en despedidas, dichas oraciones que tienen
raíces de carácter religioso se encuentran justificadas en la intención de
crear armonía con el interlocutor y queda de manifiesto que no se obtiene
algún beneficio por ser expresadas. Lo mismo ocurre cuando el saludo se
encuentra acompañado con la pregunta: “¿cómo está usted?”, lo que es una
muestra de interés por el estado físico y anímico del interlocutor.
En cuanto a los fenómenos estilísticos, Beinhauer hace referencia a
ellos como la manera impersonal de expresarse, que consiste básicamente en
la omisión del “yo” explícito, lo que se relaciona con la elusión de todo
tratamiento directo del interlocutor, que en español se demuestra en el uso
10
de “usted” de cortesía y la tercera persona. Por ejemplo, “Vuelvo a decir al
señor” (a usted), “Venía (en lugar de vengo) de parte de mi mamá”.
Este investigador alemán ubica la creación de piropos como parte de
las características de la cortesía generosa o desinteresada, pues considera
que las expresiones corteses corresponden a “un efectivo amor al
prójimo”11, por lo que no existe el interés en ser correspondidos con un
agradecimiento u otra respuesta.
Por otro lado, desde una perspectiva sociolingüística, es importante
destacar que si bien el piropo no implica un uso exclusivo por parte del
género masculino, pareciera que los hombres lo han usado más que las
mujeres, pues lo han empleado como un acto de caballerosidad, como
demostración de cortesía o buen porte, cualidades socialmente valoradas en
el acto del cortejo, especialmente por las mujeres. Sin embargo, no es
posible descartar la idea de que una mujer construya y diga piropos a un
caballero u otra mujer; empero, la construcción de dichos requiebros
usualmente contendrán vocabulario más sutil y delicado, a diferencia de los
que pudieran ser creados por lo varones; aunque es imposible descartar la
emisión de piropos con un contenido sexual similar a los nombrados por los
hombres.
Respecto a las características del piropo, Beinhauer atribuye las
siguientes particularidades para
que dicha emisión surja efecto en su
receptora: espontáneo, original, personal, oportuno (que se ajuste a la
situación que debe su origen)12.
11
Beinhauer, W. (1963) El español coloquial. España: Gredos. p. 124.
Op. cit. p. 126.
12
11
Según este investigador, el piropo “es una manifestación de poesía
popular donde la improvisación desempeña un papel importantísimo”13,
pues debe girar en torno a temas y tópicos conocidos por todos, y
transformados a las circunstancias en las que se emiten dichos enunciados;
es decir, debe conocerse la significación de las palabras que alberga dicho
requiebro y el contexto en el que es emitido para poder ser exitoso.
En este punto se contrapone por vez primera su actual empleo al del
original, pues, como se mencionó al inicio de este apartado, inicialmente no
todos los oyentes podían comprender su significado al estar pronunciados
en lenguas ajenas a las de los receptores con tal de mantener oculta la
intención de conquista; además de que el ambiente inicial quizá no era el
adecuado para su apreciación, pues, con el afán de mantener un romance a
discreción de la familia, los piropos pudieron haber sido emitidos en
circunstancias poco favorables para su decodificación.
Continuando con el recorrido de significaciones atribuidas al piropo,
cabe mencionar lo que Patricia Gaytan Sánchez, socióloga mexicana y
maestra en Estudios Urbanos, considera en torno al acto de piropear, pues
ella lo asume como una “forma de interacción entre dos o más personas,
que no se conocen entre sí, que se caracteriza por la combinación de
mensajes lingüísticos y expresivos”14.
Natálie Venclovská, autora del estudio “Los piropos españoles”15,
agrega una característica más que toma de la investigación de Beinhauer,
pero que éste no la incluye entre sus particularidades: la de ser fragmentario;
pues considera que lo ideal es descomponer a la mujer en partes. Es decir,
que se construyan piropos a zonas específicas del cuerpo de la piropeada,
13
Beinhauer, W. (1963) El español coloquial. España: Gredos. p. 124.
Gaytan Sánchez, P. (2009) Del piropo al desencanto. Un estudio sociológico. México: Universidad
Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco. p.17.
15
Venclovská, N. (2006) “Los piropos españoles” (Archivo PDF).
14
12
aunque no se niega la posibilidad de dedicar un piropo a la totalidad de la
mujer.
Venclovská responde al destino de alabanza del piropo y a los elogios
de éste, ya que pueden dirigirse a cualquier rasgo de la persona a piropear.
Sin embargo, la peculiaridad esencial de dichos enunciados es la destreza de
su improvisación; ya que como explica Beinhauer en su estudio, rara vez
surgen de la nada, sino que para su creación se recurre a “temas y tópicos de
la poesía popular por todos conocidos y transformados o adaptados a las
nuevas circunstancias16”. Sin duda, el bagaje cultural más los elementos
personales de quien lo enuncia se evidencian en la terminología que
empleada en él, pues estas construcciones responderán a la psicología de su
emisor.
1.2 El inicio del piropo
Hablar del origen del piropo puede resultar complicado debido a lo
impreciso de los datos que revelan cómo fue su surgimiento. En este
apartado se mencionarán las aproximaciones que algunos de sus
investigadores toman como punto de partida en sus estudios, con el afán de
contextualizar su creación en lengua española.
Según la antropóloga Flora Davis, especialista en la comunicación no
verbal y la comunicación por gestos, “el piropo es una manifestación de
actitudes atávicas de galantería que se remontan a los primeros pasos,
balbuceos y motivaciones del homo erectus sobre el planeta”17. Esta visión
antropológica la podemos relacionar en seguida con otros actos de cortesía
del hombre hacia la mujer, como el de cederle el paso al caminar, o el de
16
Gaytan Sánchez, P. (2009) Del piropo al desencanto. Un estudio sociológico. México: Universidad
Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco. p.126.
17
Calvo Carrilla, J. L (2000). La palabra inflamada. Historia y metafísica del piropo literario en el siglo
XX. España: Ediciones Península. p. 25.
13
abrirle la puerta de un automóvil, prácticas vigentes hoy día y que según otro
investigador, el español José Luis Calvo Carrilla, es un acto en el que, en
realidad,
“el
macho
sigue
atávicamente
a
la
hembra
y
busca
inconscientemente el apareamiento”18.
José Luis Calvo Carrilla, en su libro La palabra inflamada. Historia y
metafísica del piropo literario en el siglo XX19, ubica el origen del piropo en los
últimos años del siglo XIX; afirma que surge de la emisión de bocas pícaras
y desocupadas, cuyos dueños, reunidos en puertas y ventanas de casas,
enseguida que advertían la presencia de alguna mujer que transitaba frente a
ésta y admirando su belleza (natural o por afeites), hacían surgir de sus bocas
enunciados que resaltaban su evidente agrado por las caminantes. Cabe
destacar que Calvo Carilla también remonta el origen del piropo en mensajes
literarios de “mayor envergadura”, pues los ubica en poemas, obras teatrales,
cuentos y novelas del siglo XX.
En este mismo siglo, Natálie Venclovská ubica la costumbre de los
varones españoles de cubrirse los ojos ante la presencia de una mujer bella
por “el temor” (interpretado por la mujer como elogio) a ser hechizados con
su belleza; posteriormente, esta autora considera que surge la práctica de
arrojar con la mano un beso a la mujer amada. Actividades que a pesar de no
ser fenómenos lingüísticos como tales también comunican y se pueden
asociar con la costumbre del piropo, pues sus propósitos son compartidos
con éste: el de halagar la belleza femenina.
Por otro lado, Evaristo Acevedo considera el surgimiento del piropo
en respuesta a “la demostración colectiva de un país que padece hambre
18
Calvo Carrilla, J. L (2000). La palabra inflamada. Historia y metafísica del piropo literario en el siglo
XX. España: Ediciones Península p. 45.
19
Op. cit.
14
sexual”20, y justifica su argumento al ejemplificar esta situación con la de un
hombre sin dinero que al pasar por un mercado y mirar los comestibles que
se encuentran en venta, se detiene frente a uno de ellos y
exclama:
“¡Preciosa! ¡¡Cómo me gustaría comerte bien rociadita con mayonesa!!”21,
enunciado que refiere al hambre del emisor y que no podrá satisfacer al no
contar con los recursos necesarios para su compra, lo que origina la
“explosión verbal” de evidenciar su deseo, antojo o posesión imaginaria y
que termina extinguiéndose en lo irrealizable. En este punto resulta
interesante mencionar que esta idea del impedimento al acceso del
comestible es una representación similar a la de quien piropea una mujer,
pues el hecho de exaltar sus atributos con conocimiento previo de que
posiblemente no obtenga algo a cambio, radica en la necesidad de expresar
su sentir ante su mera imagen; y que el ensalzamiento a su belleza se debe a
la poca familiaridad, e incluso ausencia, de estar cerca de una mujer que
llame su atención y origine semejante sorpresa o exaltación, a tal grado de
pretender “incendiar con elogios” sus atributos.
Guillermo Díaz-Plaja, historiador de la literatura, se refiere al piropo
como una actividad que no era opcional inicialmente, sino que considera que
su empleo fue creado como una obligación impuesta al varón que debía
demostrar su hombría, ya que socialmente era necesaria la enunciación del
deseo que provocaba la mujer ante la mirada del hombre, costumbre
heredada por el personaje literario Don Juan. En esta perspectiva podría
asociarse el hecho de que en la actualidad la mayoría de la veces que se
escucha un emisor de piropos ha de encontrarse acompañado; puede ser
más de un integrante del grupo quien diga alguna palabra a la mujer que esté
en ese camino; incluso la intensidad de sus palabras puede ser mayor cuando
20
Calvo Carrilla, J. L (2000). La palabra inflamada. Historia y metafísica del piropo literario en el siglo
XX. España: Ediciones Península. p. 47.
21
Op. cit.
15
se encuentra acompañado de alguien que consiente y conoce dichas
emisiones. Resulta curioso este evento, pues esta actividad podría efectuarse
como una acción que aprueban los integrantes del grupo en cuestión y en la
que se imitan unos a otros, e inclusive podría ser empleado como un
parámetro de aceptación y pertenencia a éste, como demostración de una
misma ideología.
Originalmente, el piropo en lengua española dicho en la vía pública de
España no fue motivo de escándalo, debido a que los espacios públicos
resguardaban con consentimiento el espectáculo de “conquista” que no se
limitaba al mero uso de palabras; en ocasiones también se acompañaban de
gesticulaciones, movimientos y hasta silbidos, lo que proporcionaba al
evento cierto carácter de informalidad y complicidad entre quien piropeaba,
quien recibía el piropo y sus espectadores.
En cuanto al espacio en el que se efectuaba el piropo español del siglo
XIX, Beinhauer lo ubica principalmente entre las “capas” o estatus inferiores
de la sociedad; según el investigador, se tenían las condiciones adecuadas
para su enunciación, y cita un fragmento del “Prologuillo” de El piropo en el
teatro. La novela Teatral.
La galantería tiene su asiento en los salones aristocráticos. El piropo vive en el
arroyo. La galantería está constituida por ese discreteo, un poco artificial, con el que
las personas de buen tono ponen a contribución sus refinamientos sociales. El
piropo es, no un tiroteo de amabilidades mutuas, sino una frase voladera que lanza
un hombre a una mujer, sin buscar la contestación de ésta, sin esperar siquiera que
se le agradezca22.
El ejemplo anterior puede resultarnos familiar aún en la actualidad, pues es
más frecuente la emisión de piropos con un léxico coloquial por obreros que
laboran en construcciones o comercios; difícilmente se escucharan estas
22
Calvo Carrilla, J. L (2000). La palabra inflamada. Historia y metafísica del piropo literario en el siglo
XX. España: Ediciones Península. p. 81.
16
expresiones de altos ejecutivos o funcionarios públicos, quienes en caso de
crearlos pueden expresarlos con un lenguaje más “refinado” y galante;
conjetura relacionada con la creencia de que una persona con estatus
mediano o alto cuenta con un vocabulario más elevado y es más respetuoso
en sus mensajes y comportamiento social que una con carencias financieras,
opinión similar a la de Evaristo Acevedo quien, como ya se mencionó, cree
que quienes piropean son aquellas personas cuyas limitantes para alcanzar su
objeto del deseo son amplias, y que por ello, con admiración, sólo se limitan
a la evocación de éste y sus atracciones.
Por otro lado, en el fragmento del “Prologuillo” de El piropo en el teatro
también se menciona lo innecesario de una respuesta para el piropo, un
punto interesante en su recepción, pues a diferencia de otros actos
comunicativos que para ser exitosos requieren de la réplica del decodificador
del mensaje (en este caso, las mujeres receptoras y desconocidas), en este
acto ésta no es una de sus intenciones; e incluso, de ser recibida podría
sorprender al emisor al punto de dejarlo anonadado, pues al mencionar
piropos (en especial los que portan contenido sexual) se incrementa la
distancia conceptual entre el emisor y la piropeada, ya que regularmente será
recibido como un atentado lingüístico. Cabe mencionar que estos mensajes sí
ameritan su comprensión por parte de su receptora, pues de esta manera se
crea cierta complicidad innata en este fenómeno comunicativo.
1.3 Diversas posturas en torno al estudio del piropo
El acto de piropear es analizado por los investigadores desde distintas
perspectivas según sus áreas de estudio. Por ejemplo, José Alejandro
Martínez Lara Existe afirma que el piropo, al igual que otros actos
lingüísticos, es como un espejo de la sociedad que deja ver las formas de
hablar de cada época y que las refleja como sociedades patriarcales. Otras
17
opiniones, como la de Noemi Fridlizius, desde una postura un tanto
feminista, afirma que el piropo ha sido históricamente un acto verbal
agresivo en el que se deja ver el machismo aún arraigado en la sociedad.
Con este punto de vista concuerdan líderes de grupos, como es el caso de la
presidenta del Fórum Feminista de Castilla y León, en España, Nina Infante,
quien asegura que prácticas como el piropo contienen demasiadas
expresiones “que van conformando un pensamiento discriminatorio”23 hacia
la mujer y que debería erradicarse.
La agresión verbal es el resultado del uso de palabras, frases y/o
enunciados en formas de insultos, nos remite a la idea de la interacción un
tanto incómoda por la que atraviesa en ocasiones la receptora del mensaje
del “piropo”, de tal modo que habría que reflexionar si en realidad pueden
considerarse como tales estos mensajes con contenido sexual, que más que
un halago resultan ofensivos para su receptora.
En este sentido y como respuesta al incumplimiento de una de las
características que Beinhauer le atribuye al piropo,24 la de oportuno, este
acto comunicativo podría dejar de tomar este nombre y pasar a convertirse
en otra categoría lingüística, donde englobaría más el de un acto violento o
lascivo, pues la mujer ya no es admirada ni elogiada por su belleza, sino que
es vista y evocada como un objeto a disposición del espectador, quien podrá
recalcar sus atracciones y deseos orientados más a lo carnal.
Es interesante mencionar cómo es que dicho argumento, el de cosificar
al cuerpo femenino y concebirlo como una propiedad al que el hablante
puede acceder si lo desea, ha sido una idea enseñada y aprobada
23
Seco, R. (2011) “Lento adiós al piropo” en El País. 21 de marzo de 2011. Recuperado el 20 de junio
de 2012 de: http://elpais.com/diario/2011/03/21/sociedad/1300662001_850215.html
24
Mencionada en el apartado 1.1
18
socialmente25, pues hoy día no resulta novedoso escuchar piropos que, más
que halagos poéticos y un tanto románticos, se han convertido en
sugerencias o invitaciones al acto sexual. Ya lo señaló de esta manera otro
miembro de un grupo a favor de la equidad de género, Hermógenes
Domingo, coordinador del grupo Prometeo de Hombres por la Igualdad, en
León, España, quien afirma que el emisor de estas expresiones “considera a
la mujer un terreno o un objeto al que puede acceder libremente”26, y
continúa su argumento explicando que como varón se cree de manera
inconsciente que se posee una especie de derecho para acceder a una mujer
que camine sola o en grupo por la calle. La idea está asociada a que la mujer
funge un papel de receptor o “destinatario mudo”, incapaz de responderlo;
por tanto, al ser emitido, no representa un desafío para ella, pues la libertad
con que se enuncia revela la carencia de sus palabras. La socióloga Patricia
Gaytan Sánchez considera al respecto que:
Los piropos se fundamentan en la idea de la permanente disponibilidad del cuerpo
de la mujer para ser admirada o tocada o poseída. Su aceptación o rechazo
dependen de los marcos de interpretación de los participantes y del
desenvolvimiento de la situación… En todo caso, si bien no existe acuerdo
respecto a la postura de los hombres y las mujeres sobre la aceptación o rechazo
respecto a los piropos en general, sí existe un rechazo unánime de las mujeres
entrevistadas respecto a los piropos considerados ofensivos27.
Hablar de violencia de género involucra también hablar sobre el acto del
acoso sexual, que visto como lo describe Gaytan Sánchez es una interacción
que involucra a dos o más participantes y
que se convierte en un
acontecimiento social, por lo que el interés en evidenciar las causas y
consecuencias de estos eventos resultan preocupantes para todos los
integrantes de la sociedad que los propicia.
25
Ejemplo claro de sociedad patriarcal al que se refiere José Alejandro Martínez Lara.
Seco, R. (2011) “Lento adiós al piropo” en El País. 21 de marzo de 2011. Recuperado el 20 de junio
de 2012 de: http://elpais.com/diario/2011/03/21/sociedad/1300662001_850215.html
27
Gaytan Sánchez, P. (2009) Del piropo al desencanto. Un estudio sociológico. México: Universidad
Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco. p.17 y 18.
26
19
El acoso sexual comparte con el cortejo y la cortesía, así como con otras formas de
agresión sexual, los marcos que definen lo que es ser mujer y ser hombre y regulan
las relaciones entre ambos. Un rasgo común a estas formas más o menos sutiles,
más o menos encubiertas, es la violencia que se deriva de los supuestos de belleza,
debilidad y disponibilidad de las mujeres. Las expresiones más sutiles de acoso
como el piropo no tienen efectos tan perturbadores ni destructivos como las
formas más violentas de agresión, sin embargo, contribuyen a la aceptación
generalizada de asimetrías de poder y refuerzan las creencias en las que se validan
las formas más descarnadas de violencia hacia las mujeres28.
Por otra parte, José Luis Calvo Carrilla, interesado en resaltar el lenguaje
sensorial del piropo, afirma que en la producción de éste se engloban todos
los sentidos, tanto los de su emisor como los de su receptora, debido a que
considera que estas expresiones son capaces de despertar diversos efectos
emocionales. Calvo Carrilla también asocia esta actividad con una práctica
fetichista que se hace manifiesta en la fijación del piropeador por halagar una
parte del cuerpo o características específicas de la mujer, tales como la forma
de caminar o el volumen de sus senos o glúteos.
Podría afirmarse que la técnica de comunicación espontánea que se
usa en el piropo es similar a la técnica empleada en el graffitti callejero,
también denominado act writting; donde de acuerdo a la espontaneidad con la
que se marcan paredes, o en el caso de esta actividad lingüística, a mujeres,
por medio del lenguaje, resulta ser una acción de creación instantánea sujeta
a una ocasión pertinente. Quizá por lo anterior Calvo Carrilla considera que
las causas reales tanto del graffitti como del piropo son únicamente las
excusas reveladoras de la psicología de sus emisores, más que las verdaderas
cualidades de la destinataria del mensaje. Es decir, que las intenciones
albergadas por los piropos son de algún modo equivalentes a los
pensamientos más recurrentes del emisor, puesto que los atributos evocados
sólo son un pretexto para la producción de piropos, pero no son ellos el
verdadero origen de este acto.
28
Gaytan Sánchez, P. (2009) Del piropo al desencanto. Un estudio sociológico. México: Universidad
Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco. p.19 y 20.
20
1.4 La evolución negativa del piropo
Hoy día, para entender la función del piropo es importante aceptar, como
dice Noemi Fridlizius29, que existen varias formas de él. Se trata de un
fenómeno lingüístico modificable y dinámico, cuya definición y vigencia que
se le asigne dependerá estrictamente del significado que se le otorgue a sus
palabras, ya sea de manera individual o social, afirmación que se
complementa con lo que Patricia Gaytan dice entorno a ellos:
Los piropos se fundamentan en la idea de la permanente disponibilidad del cuerpo
de la mujer para ser admirada o tocada o poseída. Su aceptación o rechazo depende
de los marcos de interpretación de los participantes y del desenvolvimiento de la
situación30.
Debido a que toda sociedad se encuentra sujeta a normas que acreditan y
censuran eventos, existen ocasiones en las que actos lingüísticos como éste
pueden ser aceptados o rechazados por el significado de sus palabras y la
forma en que sea enunciado, ya que podría otorgárseles un carácter de
elogio, vituperio e incluso tabú.
A causa del rechazo o cobijo que se le da a esta actividad en la
actualidad hay una divergencia en las opiniones de los investigadores.
Gabriel Pabón Villamizar asegura que el piropo está desapareciendo de las
calles debido a que los mecanismos de aproximación entre el piropeador y la
piropeada han cambiado gracias al uso de tecnología. Por ejemplo, a través
de la red, las oportunidades de aproximarse a la mujer ya no se limitan a una,
éstas amplían el contacto. Villamizar cree que estas expresiones quizá estén
29
En su investigación titulada (2009) “Me gustaría ser baldosa… Un estudio cualitativo sobre el uso
actual de los piropos callejeros en España”.
30
Gaytan Sánchez ,P. (2009) Del piropo al desencanto. Un estudio sociológico. México: Universidad
Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco. p. 18.
21
regresando a su significado etimológico, donde “se limitaba a ser sólo ojo
inflamado y mirada deseante”31.
A su vez, Fridlizius concuerda con Villamizar al tener la idea de que
este fenómeno podría estar en vías de extinción y cita a Preising32 cuando
afirma que “el piropo sólo tiene un valor museal”, y a Calvo Carrilla cuando
se refiere a éste como un “género antediluviano”; sin embargo, esta
investigadora también considera que si seguimos llamando piropos a los
enunciados que cumplen con la características que Beinhauer les atribuye se
podría confirmar la idea de su desaparición, ya que la mayoría de los que son
enunciados actualmente no cumplen con estas normas y tampoco coinciden
con la construcción social de su origen. A su vez, considera que la
costumbre de piropear sigue viva en las calles y que es empleada por mucha
gente, aunque las expresiones usadas no son siempre halagadoras ni poéticas
como fueron en un principio, debido a que el lenguaje se ha enriquecido en
terminología y ha evolucionado a la par que la psicología en el pensamiento
de quienes lo usan.
Sin duda, la forma en la que se originó el uso de esta expresión se
encuentra distanciada de su empleo actual, la terminología de las frases y el
contexto de éstas varían de piropo a piropo, lo que resulta fuente extensa
para su estudio. Por otro lado, también es importante considerar la doble
perspectiva a la que se enfrenta actualmente este concepto, ya que si bien
surgió en forma de palabras que cantaban o elogiaban; hoy en día, por lo
regular, algunos se han transformado en palabras lascivas que adoptan la
forma de pedrada y que agreden fácilmente la sensibilidad de su receptora;
por ello, este concepto ha sido estigmatizado y se ha convertido en
31
Pabón Villamizar, G. “Para una historia del piropo” en Centro virtual Cervantes. Recuperado de:
http://cvc.cervantes.es/el_rinconete/anteriores/abril_07/09042007_01.htm
32
En su investigación titulada “Una investigación sobre el piropo español”.
22
lapidación, que para muchos hablantes también podría parecer un lastre que
incomoda y evita las buenas relaciones entre sus involucrados, a pesar de no
requerir una respuesta a su enunciación.
Como se verá en el siguiente capítulo, Calvo Carrilla acierta al
manifestar que comprender el inmenso poder que tenían y siguen teniendo
las palabras en la elaboración del piropo requiere de una renuncia al
racionalismo para acceder “a la mentalidad mítica del homo loquens”33 y así
descubrir la multiplicidad de sentidos; lo que requiere de la evasión a
cualquier prejuicio o condena del piropo, de manera que se pueda
contemplar la riqueza de su construcción.
2. CAPÍTULO II. El piropo urbano
Hoy día el uso del piropo en lengua española dista mucho del primitivo, es
común que dentro de su uso callejero haya perdido la erudición que lo
caracterizaba en un principio y de manera paralela haya obtenido, en la
mayoría de los casos, terminología que alberga connotación sexual; pues las
palabras utilizadas en ellos no siempre remiten al significado denotativo del
término sino al connotativo, que se determina haciendo una relación con
formas, colores y acciones del cuerpo humano; como consecuencia, origina
cuestionamientos sobre el interés real que hay detrás de ellos y remiten a su
finalidad más seductora que emotiva.
En este caso “la seducción de las palabras (del piropo) no busca el
sonido del significante, que llega directo a la mente racional, sino el
significante del sonido, que se percibe por los sentidos y termina, por tanto,
en los sentimientos”34. Esta seducción en las palabras es la que no necesita
de la lógica, de la construcción de argumentos que se rigen más por la razón,
33
Calvo Carrilla, J. L. (2000). La palabra inflamada. Historia y metafísica del piropo literario en el siglo
XX. España: Ediciones Península. p. 56.
34
Grijelmo, A. (2000). La seducción de las palabras. Madrid: Taurus. p. 39.
23
sino que se orienta más por lo expresivo, pues son estas “expresiones” las
que creen que “las palabras denotan porque significan, pero connotan porque se
contaminan”35, como se podrá ver más adelante.
Para este punto es necesario mencionar que el lenguaje, no sólo del
piropo sino en general, es “un instrumento capaz de responder a una
enorme serie de empleos psíquicos”36, cuya fluidez va de manera paralela a la
de contenidos de la consciencia, en distintos niveles, “que abarcan desde el
estado mental en que dominan imágenes particulares hasta el estado en que
los conceptos abstractos y sus relaciones mutuas son los únicos en que se
enfoca la atención, lo cual suele llamarse razonamiento”37. Cabe recalcar la
importancia38 de que “decir algo es, en sentido normal y pleno, hacer
algo(…) Esto incluye la emisión de ciertos ruidos, la de ciertas palabras en
una determinada construcción y que albergan cierto “significado” en la
acepción filosófica preferida del término, esto es, con una referencia y un
sentido determinados”39.
Para una comprensión más amplia en este estudio, es importante
recordar lo que Austin, en su texto titulado Cómo hacer cosas con palabras:
palabras y acciones, menciona como características innatas en toda expresión
lingüística, incluyendo las emisiones de piropos. Él considera que al
comunicar se realizan tres actos de habla:
Acto locucionario: Acto de decir algo
35
Grijelmo, A. (2000). La seducción de las palabras. Madrid: Taurus. p. 39.
Sapir, E. (1954). El lenguaje. Introducción al estudio del habla. México: Fondo de Cultura Económica.
p. 21.
37
Op. cit.
38
Dentro del lenguaje existen actos de habla innatos en toda comunicación, según afirma J.L. Austin
en su apartado correspondiente a la Conferencia VIII de su libro: Austin, J. L. (1971) Cómo hacer cosas
con palabras: palabras y acciones. Barcelona : Paidós.
39
Austin, J. L. (1971) Cómo hacer cosas con palabras: palabras y acciones. Barcelona: Paidós p. 138.
36
24
Acto ilocucionario: Acto que determina qué estamos realizando; es decir,
determina de qué manera estamos usando la locución.
Acto perlocucionario: Consecuencias o efectos sobre los sentimientos,
pensamientos o acciones de quien emite o recibe el mensaje.
De tal modo que al realizar un acto locucionario se realiza un acto
ilocucionario; sin embargo, para conocer qué acto ilocucionario se está
efectuando habrá que determinar de qué manera se está usando la locución,
ya sea preguntando o respondiendo, informando, advirtiendo, exhortando,
criticando, describiendo, etc. Por lo tanto, podría asumirse que el acto
locucionario es el uso del habla y el acto ilocucionario es el modo preciso en
el que se pone en práctica el habla, pues las funciones o maneras en que
usamos el lenguaje son tan amplias como los sentidos en los que pudiera
interpretarse lo que se dice o escucha. Por consiguiente, es quien emite la
expresión el que realiza un acto perlocutivo, pues éste se refiere al efecto que
ocasiona el mensaje en el interlocutor; es decir, los efectos que se producen
o logran porque se dice algo.
Hablar del “uso del lenguaje para prometer o advertir”, parece exactamente igual a
hablar del “uso del lenguaje para persuadir, excitar, alarmar, etc.” Sin embargo, el
primer tipo de “uso”, puede, para decirlo sin mayor precisión, ser considerado
convencional, en el sentido de que por lo menos es posible explicarlo mediante la
fórmula realizativa, cosa que no ocurre con el último. Así, podemos decir “te
prometo que” o “te advierto que”, pero no podemos decir “te persuado que” o te
alarmo que”. Además, podemos poner totalmente en claro si alguien estaba o no
persuadiendo a su interlocutor.40
En el caso del piropo, el acto perlocutivo que se emplea es del segundo “uso
del lenguaje”, pues en el mensaje emitido no se advierte explícitamente la
intención que albergan sus palabras. Es decir, en los piropos no se
manifiesta a la destinataria que lo que escuchará o escuchó tiene el carácter
40
Austin, J. L. (1971) Cómo hacer cosas con palabras: palabras y acciones. Barcelona: Paidós p. 147 y
148.
25
de adulación, la adulación está implícita. La perlocución, el efecto que se
logrará con dicha emisión lingüística resultará tan variado como el número
de posibles piropos; éste dependerá de las palabras con las que esté
construido, sin son del agrado de la destinataria podrían llegar a ser
consentidos incluso con una sonrisa; empero, si sus palabras se reciben con
desconfianza y hostilidad podrían ocasionar rapidez en el caminar de la
transeúnte, una mala cara e incluso la respuesta al mensaje percibido más
como grosería que halago.
La mayoría de las palabras que se ocupan en la construcción de los
piropos son de carácter polisémico, pero gracias al contexto en el que las
escuchamos y al conjunto de todas ellas nos permiten entender su
significado apropiado para esa ocasión. Sin duda, en estos casos el
conocimiento cultural o de Terreno Común, como lo llama Vand Dijk,
conocimiento “compartido por la mayoría de los miembros competentes de
una cultura, a excepción de los niños y los extranjeros que aún tienen que
adquirirlo”41, es conocimiento que, como hablantes competentes del
español, facilita y posibilita la comprensión de sus estructuras si estamos
familiarizados con las palabras que lo integran, si se conoce qué mensajes
albergan. Este conocimiento puede estar tan difundido que incluso ha de
formar parte de lo que se conoce generalmente como “sentido común”,
cuyo énfasis en presuponerlo y recordarlo se puede notar en el discurso
público de una comunidad. Gracias a lo anterior es que, en el mundo real,
los hablantes repiten conceptos que están dentro del “mismo”
conocimiento, dejando ver su creencia de que los receptores lo comparten,
lo que también constituye parte de la identidad de una cultura.
41
Van Dijk, T. A. El discurso como estructura y proceso, v.1, Barcelona, Gedisa, 2000. p.48.
26
Renée Isabel Mengo, doctora en Comunicación Social, en su artículo
“El discurso como acción social” afirma que una de las dimensiones del
discurso es la de ser un fenómeno práctico, social y cultural, pues “los
usuarios del lenguaje que emplean el discurso realizan actos sociales y
participan en la interacción social”42, que a su vez se encuentra dentro de
distintos contextos: reuniones o encuentros de carácter institucional, por
citar un ejemplo. Es por ello que, el discurso “manifiesta o expresa, y al
mismo tiempo modela, las múltiples propiedades relevantes de la situación
sociocultural que se denomina contexto”. De manera que el contexto será la
“interfaz” entre el discurso, las situaciones y las estructuras sociales; la
función que albergará el contexto de un discurso será la del entorno,
trasfondo, ambiente o circunstancias necesarias para su comprensión. En el
acto del “piropeo” el contexto de su emisión es pieza fundamental para su
comprensión, pues la terminología empleada en dicho acto regularmente
podrá obtener más de una significación, y será éste el que determine la
interpretación de las palabras en conjunto.
En la actualidad, la mayoría de los mensajes que se emiten en un
piropo son de índole sexual, lo que demuestra que en nuestro lenguaje se
encuentran inmersas una gran cantidad de metáforas que aunque son
utilizadas día a día, muchas veces siguen pasando inadvertidas.
El piropo, por su extensión callejera, actualmente se escucha en cualquier
lado, ya sea una importante avenida, plazas comerciales, parques,
restaurantes, fiestas,
oficinas o escuelas; sin embargo, es usual que se
escuche con mayor frecuencia en construcciones, mercados, talleres
mecánicos y en negocios de alimentos, donde la eventual presencia de
42
Mengo, R. I. (2004) “El discurso como acción social”, en Revista Latina de Comunicación Social,
número 58, de julio-diciembre de 2004, La Laguna (Tenerife).
27
mujeres causa admiración entre la mayoría de los trabajadores, que sin
importar su edad, expresan requiebros a quien llama su atención; además de
encontrarse en un contexto que favorece sus emisiones, pues al ser una
actividad recurrente entre los hablantes se vuelve familiar.
Delimitando este acercamiento al nuevo uso del piropo, es preciso
destacar que estos lugares de trabajo son un punto de reunión en donde se
crean y reproducen adulaciones ricas en interpretaciones que, aunque
podrán resultar agradables u ofensivas para sus receptoras, enriquecen el
bagaje cultural del piropo en lengua española de esta ciudad.
Sin duda, como se ha mencionado anteriormente, muchos de los
piropos de la actualidad han olvidado el sentido más estético y sensible que
involucraban los halagos es sus orígenes, pues han cambiado, y ahora son
pocos los que escapan de terminología con doble sentido, lo que refleja cómo
de manera inconsciente el cerebro realiza analogías con la experiencia,
referentes y conocimiento de mundo del hablante, para así darle el sentido
correcto al mensaje que quiere transmitir el emisor del piropo.
Es sorprendente cómo los procesos sociales y cognitivos en la
creación y la comprensión del piropo, como de cualquier otra construcción
lingüística, abarcan un complejo conjunto de procesos lingüísticos y no
lingüísticos, por lo que para su plena comprensión resulta de gran utilidad
tener en mente que estos dos tipos de procesos se encuentran en la línea
divisoria de la lingüística y la psicología y que no puede ser trazada con
nitidez.
Estos procesos sociales y cognitivos, menciona Van Dijk, son al menos de
tres tipos diferentes:
28
Codificaciones morfosintácticas: códigos gramaticales empleados automáticamente
y, por lo general, en forma no consciente por el hablante y el oyente, para darle
forma al flujo y descodificar la información durante la producción y la
comprensión.
Implicaturas: señales empleadas bajo condiciones rutinarias por el hablante y que
resultan en inferencias comunes y velozmente realizadas por parte del oyente.
Planificación e inferencia: procesos de alto nivel de planificación por parte del
hablante y de inferencia por parte del oyente que determinan la dirección general
del procesamiento menos global de ambos participantes43.
El primero de ellos, codificaciones morfosintácticas, se refiere a la estructura
y orden de las palabras del mensaje, a la relación que guardan las palabras
entre sí, pues el orden sí altera el significado de éste. El segundo tipo,
implicaturas, parte de la idea de que como hablantes, quienes dan por
sentado ciertas reglas que usan, inconscientemente, favorece conversaciones
exitosas en el acto comunicativo; por ejemplo, la cooperación de los
hablantes para entablar una plática reflejada al enunciar oraciones verdaderas
con información necesaria y relevante, y evitar la ambigüedad en el
mensaje44. Por último, la planificación e inferencia se refiere a la
organización mental del mensaje que efectúa el hablante al construirlo, y a
las deducciones inmediatas que realiza el oyente al recibirlo.
Debido a que la pragmática es la disciplina que “estudia la lengua en
función de la comunicación, lo que equivale a decir que se ocupa de la
relación entre la lengua y el hablante, o por lo menos de algunos aspectos
de esta relación”45, nos ayudará a comprender que “hablar es siempre hacer
algo, porque el lenguaje es un comportamiento social”46 y como esta
disciplina se encarga de estudiar “las formas de producir significado que no
43
Van Dijk, T. A. (2000) El discurso como estructura y proceso, v.1, Barcelona: Gedisa pp. 110 y 111.
44
Máximas de cooperación que propone Grice para la comunicación exitosa.
Reyes, G. (1994). La pragmática lingüística. El estudio del uso del lenguaje. España: Montesinos
Editor. p. 17.
46
Op. cit. p.45.
45
29
entran por derecho propio en el dominio de la semántica”47 nos permite
enriquecer el estudio de un fenómeno lingüístico, pues gracias a los variados
contextos en los que se puede efectuar un discurso son las múltiples
interpretaciones que éste puede adquirir; ya que aunque semánticamente una
palabra puede tener más de una acepción, siempre tendrá gran importancia
de qué manera se esté ocupando y con qué finalidad. Por otro lado, la
semántica se encarga del estudio del significado enfocándose solamente en
las relaciones que hay entre las palabras y los objetos del mundo, por lo que
no se encarga del orden de las palabras en una oración; mientras que la
pragmática explica cómo es que están interviniendo factores como el orden
de las palabras, contexto o la entonación, y cómo es que esto afecta el
significado global de la emisión lingüística, del mensaje; de ahí la importancia
de estas dos disciplinas.
Desde el punto de vista de la lingüística cognitiva se afirma que “el
experiencialismo o realismo experiencial se ha contrapuesto al objetivismo”,
afirmación que conduce a asimilar de forma correcta el mensaje; pues como
hablantes competentes de la lengua española se puede acceder a una
interpretación del piropo que no se limita únicamente a lo denotativo de sus
palabras (significado semántico), sino a la connotación del significado
(significado pragmático), al que Stephen Ullman se refiere como lenguaje
figurado, interés de esta investigación.
Para relacionar el vocabulario que usamos en los piropos y el tipo de
lenguaje figurado empleado, obligatoriamente se tiene que mencionar el
término polisemia, que según Ullman “es un rasgo fundamental del habla
humana que puede surgir de una multiplicidad de maneras” 48, entre las más
47
Reyes, G. (1994). La pragmática lingüística. El estudio del uso del lenguaje. España: Montesinos
Editor. p. 28.
48
Ullman, S. (1978) Semántica. Introducción a la ciencia del significado. Madrid: Aguilar pp.180-189.
30
sobresalientes: 1) Cambios de aplicación, 2) Especialización de un medio
social, 3) Lenguaje figurado, 4) Homónimos reinterpretativos y 5) Influencia
extranjera.
A excepción de la última causa, influencia extranjera, las palabras
polisémicas del corpus de piropos recolectados pueden tener su origen en los
rasgos anteriores; pues, como se verá a continuación, algunos de ellos
emplean un lenguaje perteneciente al medio social del emisor, cuyos usos
originales se alteran para generar lenguaje figurado que facilite el uso del
término dentro de dicho enunciado. Esta idea podría ser respaldada por la
premisa de que un hablante nativo de la lengua española resulta competente
a su interpretación ya que conoce el mecanismo y humor de su idioma.
A continuación se mostraran los ejemplos de los piropos recolectados
con el fin de ejemplificar los guiños que conllevan estas construcciones
actualmente, ya que sus interpretaciones aluden a los intereses y referentes
culturales de los que se valen sus emisores para lograr su construcción.
Estos enunciados además de reflejar la conducta lingüística de los hablantes
también revelan su percepción frente al género femenino. Para realizar dicha
tarea se clasificaran en cinco categorías, cada una perteneciente al motivo
que incita dicha emisión: cuerpo femenino, deseos, comparación, propuestas
y posesión.
2.1 Cuerpo femenino
Como hasta ahora hemos visto, los piropos se dirigen tradicionalmente a
ensalzar la belleza femenina, se han creado una innumerable cantidad de
lisonjas al cuerpo de las mujeres, cuya motivación surge principalmente a
partir de las curvas que lo conforman; como bien sabemos, los niveles de
testosterona parecen modificar especialmente la anatomía de las mujeres a lo
31
largo de su crecimiento provocando que las caderas se ensanchen, lo que
produce en los hombres, a nivel perceptivo, la asociación inconsciente de
que las mujeres resultan más atractivas con una silueta llamativa, aunado a la
idea de que una mujer con caderas más anchas resulta más conveniente para
la procreación.
“No muevas tanto la cuna que se vomita el niño”
Éste es un claro ejemplo de cómo nuestro lenguaje puede ser figurado49; la
diversidad de sentidos depende del contexto en el que se ubica la emisión.
Si la oración fuera mencionada por la madre de un bebé, o por una niñera
hacia otro individuo, únicamente se estaría haciendo referencia a que no es
bueno que se mueva tanto la cuna (cama del infante), porque puede
originarle mareos, nauseas u otro malestar al bebé y ocasionarle vómito.
Sin embargo, si esta frase se menciona como un piropo, de un varón a
una mujer, que posiblemente se encuentra caminando o incluso bailando, la
intención es totalmente distinta, pues se puede creer que el significado de la
oración porta una carga sexual; para empezar, porque ahora el movimiento
de la cuna ya no se referirá al de una cama, sino al movimiento de las caderas
que realiza la mujer al caminar; enseguida la idea a la que se remite “el niño”
ya no alude a un bebé (niño pequeño) sino al pene del emisor del piropo,
que por el movimiento de caderas podría tener una erección al ver la
sensualidad con la que camina la mujer y posteriormente una eyaculación,
equivalente al “vómito”. Pero ¿qué es lo que nos permite hacer estas
conjeturas? Van Dijk Teun A. en su estudio titulado El discurso como estructura
y proceso explica cómo es que los hablantes tenemos que aplicar cierto
“conocimiento de mundo” para que exista una coherencia local y global en
49
“Una palabra puede recibir uno o más sentidos figurados sin perder su significado original: el viejo y
el nuevo vivirán uno al lado del otro, mientras no haya ninguna posibilidad de confusión entre ellos”.
32
la producción y comprensión de tópicos generales o macroestructuras que
ayudan a producir ciertas inferencias al momento de escuchar el mensaje, y
que funcionan como enlaces que permiten la construcción de modelos
mentales con los cuales se permite la decodificación del piropo50. Dicha
información se conoce como conocimiento cultural, que también “puede
definirse como todo aquel conocimiento que se puede dar por supuesto en
todas las formas de discurso público”51, y que también se conoce como
conocimiento de Terreno Común (TC).
“Qué tetás creyendo”
Este piropo aunque no origina polisemia por homonimia reinterpretativa52 al
cien por ciento, es un ejemplo de lo ingeniosa que resulta la lengua española,
ya que aún cuando la frase original pudiera ser: “Qué te estás creyendo”,
dicho con afán de hacer un reproche, al hacer la contracción de: te estás,
por: “tetás”, altera el significado de la oración, pues el término “tetas” (sin
acento) es muy popular al hacer referencia a las glándulas mamarias. Sin
duda alguna el mensaje ha dejado de ser un reclamo.
En este punto es importante mencionar lo que Van Dijk considera
necesario para el entendimiento de cualquier mensaje:
… para comprender el papel que cumple el conocimiento en la comprensión y
producción, las situaciones comunicativas se deben modelar en términos de
modelos de contexto… los hablantes activan, seleccionan y expresan ítemes de
conocimiento principalmente en función de sus creencias sobre el conocimiento
que tienen los receptores. Estas creencias son parte de las representaciones que los
hablantes construyen en los modelos que tienen sobre los receptores en la situación
comunicativa… también los propósitos del evento comunicativo van a activar más
50
Van Dijk, T. A. (2000) El discurso como estructura y proceso, v.1, Barcelona: Gedisa p.46.
51
Op. cit. p.47.
52
“Cuando dos palabras son idénticas en cuanto al sonido y la diferencia de significados no es muy
grande, tendemos a considerarlas como una solo palabra con dos sentidos”.
33
o menos conocimiento y, según el tipo de situación, un hablante puede querer
activar no sólo conocimiento más o menos general, sino especializado53.
Es decir, el emisor del piropo al elegir las palabras que va a ocupar en su
construcción es consciente de las interpretaciones que podrá originar, tanto
con sus sonidos como con contracciones de sus palabras; el hablante
considerará que su receptora tiene la competencia lingüística y cultural para
entenderlo. Por otro lado, la mujer receptora de este piropo sabrá de
antemano que el piropeador no se está refiriendo a ella con afán de
reclamarle o exigirle una respuesta, pues bajo el supuesto de que es una
desconocida y que no existe razón para hablarle, conoce que la verdadera
intención es aludir el tamaño o forma de sus senos.
Sin duda alguna, el “conocimiento del mundo” es un factor elemental
para la interpretación de los piropos, pues por lo general es conocimiento
compartido socialmente, y de ahí que, de cierta forma caracterice más a
grupos o comunidades que a individuos en particular.
“Mucho jamón para este par de huevitos”
En este ejemplo se nota la referencia inmediata a un platillo típico de la
cocina mexica: huevos revueltos con jamón. Aquí se ven las relaciones de
productos comestibles con partes del cuerpo humano pues al decir “jamón”
no es una referencia al embutido de este platillo, sino a lo “bien dotada” o
proporcionada que se encuentra la mujer en cuestión, específicamente a sus
piernas, ya que esta parte del cerdo que se elaborar este alimento. Al
mencionar: “este par de huevitos” no se pretende hacer referencia al
producto de un ovíparo, sino a los testículos del varón, pues socialmente
existe la creencia de las similitudes en forma y tamaño de éstos.
53
Van Dijk, T. A. (2000) El discurso como estructura y proceso, v.1, Barcelona: Gedisa p. 60.
34
“El lenguaje tiene un carácter inherentemente simbólico. Su función
primera es significar”54. Las palabras del piropo mexicano con connotación
sexual pertenecen generalmente a partes del cuerpo y acciones realizadas con
éste (movimiento de caderas, acto sexual, entre otros). Por ello, al pretender
estudiar el lenguaje “no puede separarse la función cognitiva y la
comunicación, lo cual se impone en un enfoque basado en el uso”55; donde
factores como el orden de las palabras y la entonación del mensaje son de
gran relevancia para entenderlo y pueden modificar el contenido general del
mensaje.
“Estás como me lo recetó el doctor”
Quien dice una expresión como la anterior no lo hace con el objetivo de que
su receptor crea que va a mejorar su salud, pero sí con la firme intención de
hacer creer que gracias a ella (o él) podría sentirse mejor; en este ejemplo se
realiza la inferencia de que toda receta o recomendación hecha por un
doctor es “buena” para la bienestar del paciente. El estado de mejoría se
deduce a partir de la “buena” o bonita imagen que tiene quien resultó
adulada; se puede entender así ya que aparte de llamar guapa(o) a quien goza
una grata apariencia, también se ocupa el término “buena (o)”; sin embargo,
el segundo adjetivo califica la imagen, sobretodo refiriéndose a la
complexión y modelo del cuerpo, en lugar de las facciones del rostro de una
persona.
2.2 Deseos
Debido a que el piropo es una expresión de admiración no resulta
sorprendente que también se incluyan en ellos los deseos que despierta la
54
Cuenca, M.J. y Hilferty J. (1999) Introducción a la lingüística cognitiva, Barcelona: Ariel p. 19.
Op. cit. p. 24.
55
35
mujer piropeada al ser contemplada. Estos deseos son los que desembocan
en enunciados como los siguientes:
“Quien fuera solecito para darte todo el día”
En este ejemplo es importante retomar el tema de las implicaturas, al que
Austin se refería como uno de los procesos que realiza el emisor del mensaje
para que su receptor pueda deducir la interpretación correcta de éste. La
implicatura surge a partir del conocimiento previo de que por el movimiento
de rotación de la tierra, sus ubicaciones geográficas reciben luz solar en
distintos momentos y por cierto tiempo a lo largo del día. En este caso, la
implicatura radica en el verbo de la oración: “darte”, la clave reveladora de la
intención sexual del piropo. El hablante es consciente de que “darte” es el
término asociado con el acto coital, pues conoce que popularmente se le ha
nombrado de diversas maneras, tales como “dar” (empleada en este piropo)
y otros términos rústicos como “coger”, “echar pata” y “hacer el amor” se
pretende que el oyente haga la deducción inmediata de que la idea a la que se
refiere “darte” no es empleada con el sentido de –iluminar-, que sería el
significado más cercano a quien realiza la acción, el sol; sino que el referente
correcto es “hacerte el amor”, pues el contexto en el que se expresa la frase
no tiene relación alguna con informar la acción solar.
En este enunciado también se puede notar una constante en la
ideología del hombre mexicano, la de la virilidad, y la del orgullo que da
hacer énfasis en la duración o rendimiento sexual y que ocasiona la causante
del piropo: “darte todo el día”.
“Sí te relleno tu empanada con mi nata”
Las palabras que conforman este piropo tienen intenciones claras y
específicas, pues sin muestra
de alguna intención romántica pretenden
36
alcanzar el acto sexual con una desconocida. Hablar de “empanada” en este
enunciado, aunque de primera instancia podríamos tener el referente del
alimento hecho de masa que contiene un relleno, se asocia con la creencia
popular en México de que su forma es similar a la de una vagina; dicha idea
de similitud ha sido propagada en otras construcciones lingüísticas dignas de
estudio como los chistes o albures, donde no resulta extraño encontrarnos
con vocabulario coloquial que por las asociaciones que realizan los hablantes
lo conectan con su experiencia de mundo, rasgo característicos de la picardía
mexicana.
Continuando con este piropo, en él también descubrimos un
referente sexual más: “relleno de nata”, expresión que alude a secreción del
pene en el coito: el semen.
“Sí me vengo corriendo para alcanzarte”
Venir y correr son términos que popularmente se conocen y usan en el
español para referirse la eyaculación, de ahí que el piropo anterior no
signifique que haya un interés para alcanzar a una mujer, para hacerle
compañía, sino hace referencia a que su belleza también motiva al emisor del
piropo a tener intenciones de culminar el acto sexual.
“Con tu regla y mi crayola, ¡qué castillo te diseño!”
Como se menciona en el estudio “La práctica del piropo en los trabajadores
de la construcción que laboran en la ciudad de Bogotá”56, los trabajadores de
la construcción son un grupo de hablantes que frecuentemente hacen uso
del piropo al notar la presencia de mujeres transeúntes, y sin olvidar sus
56
Correa, N., Mancera, J. (2009) “La práctica del piropo en los trabajadores de la construcción que
laboran en la ciudad de Bogotá”. Pontificia Universidas Javerian (Archivo PDF).
37
herramientas de trabajo, pero sin manejar terminología especializada en el
área, piropean de esta manera.
En este ejemplo se ocupan palabras simples y conocidas, que dichas
en un contexto ajeno al del piropo podrían resultar en una intención
inocente de parte del emisor; sin embargo, dichas como piropo resulta
interesante su interpretación, pues la palabra “regla”, cuyo significado
etimológico permite las siguientes acepciones:
Instrumento de madera, metal u otra materia rígida, por lo
común de poco grueso y de figura rectangular, que sirve
principalmente para trazar líneas rectas, o para medir la
distancia entre dos puntos.
Aquello que ha de cumplirse por estar así convenido por una
colectividad.
Precepto, principio o máxima en las ciencias o artes.
Menstruación de la mujer.
Mat57. Método de hacer una operación.58
Sin embargo, el significado que tiene regla en este piropo es la evidente
relación del término con el proceso menstrual de la mujer.
Ullman menciona que “la misma palabra puede adquirir cierto
número de sentidos especializados, uno solo de los cuales será aplicable en
un medio dado”59. Por ello, aunque conocemos tanto el significado de regla
como el de crayola, nuestra experiencia nos ayudará a darle el sentido
correcto dentro de un piropo. Como menciona Cuenca en su apartado sobre
la naturaleza cognitiva del lenguaje.
57
Matemáticamente.
(1992) Diccionario de la lengua española/Real Academia Española Tomo II, Madrid: Espasa p. 1756.
59
Ullman, S. (1978) Semántica. Introducción a la ciencia del significado. Madrid: Aguilar.
58
38
(…) para el experiencialista, el pensamiento –es decir, las estructuras que
constituyen nuestros sistemas conceptuales– surge de la experiencia corpórea y
tiene sentido según dicha experiencia (…) El núcleo de nuestros sistemas
conceptuales se basa directamente en la percepción, en el movimiento corporal
y en la experiencia física y social.60
Las palabras del piropo mexicano con connotación sexual pertenecen
generalmente a partes del cuerpo y acciones realizadas con éste (movimiento
de caderas, acto sexual, entre otros). Por lo que, al pretender estudiar el
lenguaje “no puede separarse la función cognitiva y la comunicación, lo cual
se impone en un enfoque basado en el uso”61.
Regresando a las asociaciones que hacemos con “palabras clave”,
dentro de este piropo encontramos a la regla y la crayola. La primera alude
de forma directa al órgano sexual de la mujer: vagina; la segunda al del
hombre: pene; y como resultado la exclamación “¡qué castillo te diseño!”,
refiriéndose a la belleza del producto que podría obtenerse como
consecuencia del acto sexual: el hijo.
2.3 Propuesta
Debido a que las percepciones corporales son experiencias que surgen a raíz
de la relación que se plantea un individuo de su cuerpo con la manera en que
usa el lenguaje para describirlo, se podría considerar al lenguaje como “un
articulador de la imagen del cuerpo”62; por lo que “las formas de nombrar
sus emociones reflejarán uniformidades relacionadas con la organización
social y los fenómenos simbólicos basados en convenciones sociales”63 que
previamente han realizado los hablantes de esa lengua. En lengua española la
60
Cuenca, M.J. y Hilferty J. (1999) Introducción a la lingüística cognitiva, Barcelona: Ariel p.15.
Op.cit. p. 24.
62
Rodríguez, G. (2001) “Perdiendo los estribos. Emociones y Relaciones de poder en el cortejo” en
Desacatos. Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social. Núm 006. p. 43.
63
Op. cit.
61
39
forma en la que se enuncia la imagen del cuerpo puede resultar con guiños
picarescos, como se verá en el siguiente ejemplo:
“En esta noche tan fría yo te ofrezco mi estufa, no tiene pilas ni
cables, pero igualmente se enchufa”
Aparentemente, una gentil intención es la que se dice con este enunciado al
pretender resguardar a alguien que tiene frío ofreciéndole “algo” que le de
calor. Sin embargo, retomando lo que dice Ullman sobre los diferentes
sentidos que admite una palabra, podemos creer que en este ejemplo
“estufa” y “enchufar” no son términos que remiten a sus significados
denotativos; gracias al conocimiento de mundo se puede identificar el
verdadero propósito de quien expresa este piropo.
Al realizar analogías de sustantivos y verbos, con causas y efectos del
cuerpo humano que se encuentra en un estado de excitación, podemos
encontrar la relación que tiene una estufa con su función: la de calentar
alimentos, y así recordar que popularmente a la excitación se le conoce
como “estar caliente”. Con conocimiento de lo anterior y al oír después: “no
tiene pilas ni cables (fuente de energía de la estufa para poder calentar), pero
igualmente se enchufa”, el piropo nos compromete a realizar una semejanza
más, la del verbo “enchufar” con la unión física de dos cuerpo al tener coito.
La mención de metáforas64 en el piropo son un elemento recurrente
para su creación, en palabras de José Antonio Millan y Susana Narotzky
“surgen de la inserción en un determinado contexto de una nota que
proviene de otro distinto” 65, por ejemplo en piropos más amables podemos
64
En palabras de Cuenca, “la metáfora no sólo es una figura literaria, sino que es un mecanismo
cognitivo que se utiliza para procesar información abstracta a partir de conceptos más concretos,
simples y familiares”.
65
Lakoff Georges, J. (1991) Metáforas de la vida cotidiana, Madrid: Cátedra p. 11.
40
encontrar: “cara de ángel”; de manera que para George Lakoff y Mark
Jhohnson, la metáfora “(…) impregna la vida cotidiana, no solamente el
lenguaje, sino también el pensamiento y la acción”66; los conceptos
metafóricos están representados en tres tipos:
Metáforas de orientación (arriba/abajo), metáforas ontológicas (entidad/
substancia/ contenedor) y metáforas estructurales ( ejemplo, La discusión es
guerra), corresponden tres áreas de experiencia básica que nos permiten
comprender otras experiencias es sus términos (…) Son –naturales-, en cuanto que
provienen de campos de comprensión inmediata, ya sean físicos o culturales:
nuestro cuerpo, nuestras interacciones con el entorno físico (movimiento,
manipulación de objetos, etc.) y nuestras interacciones con otras personas en
nuestra cultura (sociales, políticas, económicas, etc.)67.
Lo anterior se encuentra reflejado en el siguiente ejemplo:
2.4 Posesión
Es importante recordar que la creación de piropos no se limita a la
evocación de la posesión del cuerpo de la piropeada únicamente, también
existen piropos que, con un tono más amable, insisten en la cercanía al
objeto del deseo como el privilegio para poseerla de manera más subjetiva.
“Quien fuera reloj para ser dueño de tu tiempo”
Inconscientemente se hacen referencias al tiempo como si fuera un objeto
ubicado en un espacio (“dueño de tu tiempo”), donde el individuo,
regularmente, ignora que el emplearlo de esta manera es una metáfora
ontológica; es decir, es la “ocasionada por nuestra experiencia con objetos
físicos (especialmente nuestros propios cuerpos)”68.
66
Lakoff Georges, J. (1991) Metáforas de la vida cotidiana, Madrid: Cátedra p. 39.
Op. cit. p.13.
68
Op. cit. p.64.
67
41
En definitiva, el contexto social es uno de los elementos básicos para
poder captar las ideas y los significados implícitos o explícitos que contienen
los piropos.
2.5 Comparación
A lo largo de la historia, el hombre ha construido un ideal de la mujer y de
su belleza; se han creado metáforas que engrandecen la percepción de sus
rasgos físicos o que los comparan con referentes que aluden a lo sano,
natural, e incluso sagrado, pues es común escuchar como parte de
adulaciones términos asociados con la “divinidad”, como ángel o virgen; por
otro lado, existen piropos más “terrenales” cuya terminología se encuentra
asociada más al placer y disfrute como el siguiente ejemplo:
“Tus ojos son como dos uvitas, tus mejillas como manzanas, tu
naricita como una fresa, qué rica ensalada de frutas serías con mi
banano”
Formas, figuras, y colores se han conjugado en una lista de comparaciones
de frutas con características corporales en este piropo. La frecuente relación
de estas comparaciones puede desencadenar el origen de un símbolo; en el
caso de las primeras tres comparaciones, ojos como uvas, mejillas como
manzanas y nariz como fresa, resultan comparaciones amables para la
destinataria; por otra parte, cuando se concluye el piropo con la referencia al
“banano” del emisor el piropo adquiere otro sentido, ya que en este caso la
referencia a esta fruta es meramente sexual, pues por la forma de fruto se
permite su asociación con el pene. “Banano (a)” o “plátano”, al igual que
“huevos” son términos muy recurrentes en los piropos mexicanos.
Como han demostrado estos ejemplos, los piropos dichos de un
hombre a una mujer no siempre son adulaciones a la belleza de sus rostros o
42
características de actitud, son más bien “enaltecimientos” de los atributos
físicos de la piropeada que evidencian un intento de seducción más que de
romance, a diferencia del motivo original con el que fueron creados.
Piropos como los anteriores son el reflejo del pensamiento que se
exterioriza sin pretender obtener una respuesta favorable, debido a que la
mayoría de las receptoras de éstos no se sienten halagadas al escucharlos,
sino que en caso de ser sensibles a los mensajes recibidos de extraños
pueden resultar ofendidas, ya que es usual que la mayoría de los
“cumplidos” expresados no involucren cuestiones sentimentales sino
carnales.
Gran parte de los piropos que conocen y crean los trabajadores de los
oficios seleccionados no tienen la intención de ser de carácter cortés, ya que
la manera en la que intentan “ensalzar” la belleza de la piropeada no
conlleva el propósito de ser respondido con un agradecimiento, respuesta
frecuentemente obligada (verbal o no verbal) por el recibimiento de un
cumplido de carácter cortés. Es porque el cumplido, a diferencia del piropo,
es “una alabanza dirigida a una persona o cosa de su propiedad (Moliner,
1997)”69, y se manifiesta expresando de forma positiva los méritos de
alguien. El objetivo y la forma en cómo se dice un cumplido, a diferencia de
un piropo, siempre hará sentir halagado(a) a su receptor(a).
La amabilidad innata del cumplido no es propia de un género, éste
bien se puede expresar de un hombre a una mujer, como de mujer a
hombre, mujer a mujer y hombre a hombre.
Algunos cumplidos que podrían ocasionar el agradecimiento de su
emisión
podrían ser: “hoy te ves guapísima (o)” (halago al físico del
69
Bustos Rus, J. A. (2007) Cumplidos, Madrid: Universidad Complutense de Madrid (Archivo PDF).
43
receptor), “la comida está muy rica” (frase que halaga a quien cocinó la
comida), “tienes una casa hermosa” y “tu trabajo es excelente”. Cuando una
persona recibe un cumplido como los anteriores nunca se siente agredida,
pues entiende el cumplido como una muestra positiva de expresión a su
persona.
La informalidad que admite un piropo o cumplido amable aprueba
que en él se utilicen palabras tan populares que permitan sentir confianza
entre los hablantes a pesar de no conocerse con anterioridad70. Con la
intención de ejemplificar lo anterior: en una fiesta se encuentran dos viejas
amigas, A y B; B es acompañada por otra chica, C, y se encarga de presentar
a A con C; como muestra de cortesía C le dice a A que su cabello es muy
bonito, C mostrando solidaridad, responderá que el de A también luce bien.
En este ejemplo ninguna de las dos hablantes quedará inconforme con
escuchar lo que una piensa sobre la otra, pues desde el primer comentario se
notó la amabilidad con la que se pretendía elogiar, por lo tanto la respuesta
de la receptora también fue amable al agradecer cortésmente con otro
elogio.
El cumplido es propio tanto del habla cotidiana como en ámbitos
formales, una más de sus características es que no pertenece solamente a la
tradición oral sino que también puede expresarse por escrito, sin perder su
sentido. En cambio el piropo pertenece más a la tradición oral, ya que
requiere del contacto visual y corporal con la persona a “piropear”; empero,
hoy día su uso no se limita al contacto físico sino que avances tecnológicos
como internet permiten la apreciación de fotos y videos publicados en redes
sociales, blogs y chats donde no es raro leer algunos piropos o cumplidos a
la belleza física de la mujer.
70
Bustos Rus, J. A. (2007) Cumplidos, Madrid: Universidad Complutense de Madrid (Archivo PDF).
44
La razón del por qué el piropo es más popular en los hombres puede
deberse a las restricciones sociales que siguen vigentes para las mujeres hoy
día. No se trata de una lucha de género pero es común que se acepte más un
piropo proveniente de un hombre al de uno emitido por una mujer, con
mayor razón si es un piropo con alusiones sexuales; otra razón más para que
esto suceda es la frecuencia con la que son empleados por los varones.
Incluso, desde la perspectiva de una mujer se notan restricciones al empleo
abierto de esta “técnica de adulación”, pues aún no se considera una
tradición entre ellas.
3. CONCLUSIONES
Presentar un intento de análisis en algunos piropos recaudados con varones
trabajadores de la ciudad de Xalapa, Veracruz, no es una tarea sencilla, ya
que estos enunciados construidos con palabras aparentemente “escuetas”,
portan una connotación sexual que complica y a la vez facilita esta tarea, y es
este recurso lingüístico el que muestra una riqueza de significados, que en
ocasiones pasamos por alto como simples hablantes del español.
Para efectuar un estudio lingüístico de este fenómeno del habla
coloquial fue necesario tener en cuenta que la interacción del lenguaje con el
mundo sería la guía básica del análisis, por lo que recolectar parte de la
evidencia del empleo real de la lengua es lo que dota a una investigación de
mayor verosimilitud; sin duda, para realizar dicha tarea fue necesario hacer
las deducciones e interpretaciones que como usuarios de la lengua hacemos
al crear ciertas “creencias socioculturales” que nos respaldan y se reflejan al
momento de comunicarnos.
45
Hoy día, sin duda, las opiniones en torno al piropo son de gran
diversidad; algunos de sus investigadores, sus emisores y receptoras
coinciden en que estas expresiones lingüísticas se han convertido en una
forma vulgar de decir “halagos”, por lo que no son recibidos como simples
cumplidos al considerar que llevan consigo una ofensa a la piropeada;
incluso, como se mencionó anteriormente, existen grupos en defensa de la
igualdad de género que intentan erradicar, o al menos evitar, esta tradición
lingüística al enfatizar la “violencia verbal” que albergan en sus
proposiciones y deseos manifestados; pues, cuando sus referencias y
alusiones pierden el carácter cortés y optan por uno sexual, sus destinarias
(al deducir los referentes de manera adecuada) podrían sentirse incluso
intimidadas al escucharlos. Este sector de hablantes es el que podrá
concordar con que el uso que hoy día se le da al el piropo ya no representa
el de una lisonja, debido a que las connotaciones sexuales que portan los
descartan como tal.
Por otra parte, una constante en los usuarios del piropo entrevistados
fue que el empleo que le dan a estas expresiones no es con afán de agredir
verbalmente a las destinatarias, sino que su intención radica en dar a conocer
lo que la imagen de la mujer provoca en su imaginación y deseos; si bien, no
pretenden obtener un agradecimiento (y coinciden en que la posibilidad de
recibirlo es casi nula), aseguran que su recepción no busca ser la de un
vituperio, consideran a los piropos como una manera de expresar el
asombro y sensualidad que despiertan en ellos las transeúntes, sin importar
que sean desconocidas.
En conclusión, los piropos, al igual que otras emisiones lingüísticas,
son sólo el reflejo de la sociedad en la que se emplean, pues en ellos no sólo
se albergan palabras que contienen más de una interpretación, sino que
46
también, en conjunto, son la muestra del ingenio y picardía de la cultura en
la que se manifiestan; son el reflejo de la evolución del uso lengua y su
sociedad. El término y la asociación que se le da al piropo no pueden ser
empañado por la agresividad con la que también se le asocia.
A mi parecer, la riqueza del piropo en lengua española radica en ser
visto como una manifestación más de conocimiento que hemos adquirido
inconscientemente, que
delata
nuestra
apreciación
del
mundo y
desenvolvimiento en él; pues a pesar de que su uso a veces podría conllevar
cierta agresividad, el piropo no es un desencadenante de violencia, es el
medio que elige tomar el hablante para expresar de manera inmediata e
ingeniosa sus pensamientos más recurrentes.
En resumen, la lengua es el instrumento social que aprueba y condena
el comportamiento de sus hablantes; ella, su uso y contexto, son factores
importantes para determinar cómo se deben entender sus mensajes.
Actualmente, los piropos pertenecen a la cultura tradicional de la lengua
española, ya sean de carácter cortés o con tintes sexuales, decir piropos no
es una práctica que se encuentra en extinción. A pesar de que su discurso
podrá ir acompañado de algún silbido provocador, o de gestos y ademanes
sugerentes al acto sexual, los piropos con esta clase de guiños casi siempre
mantendrán una distancia guardada entre el piropeador y la piropeada, pues
no se establece ningún tipo de contacto físico o verbal (retroalimentación)
entre los involucrados; salvo las veces en las que la mujer destinataria
exterioriza con gestos de desagrado o alguna respuestas sin tapujos su
rechazo a él.
Para finalizar, este trabajo pretende ser un acercamiento al estudio del
piropo, pues como ya se explicó anteriormente, no sólo debe verse como
una actividad lingüística sino que también debe apreciarse como un
47
fenómeno cultural ingenioso que revela la apreciación de la mujer a nivel
social, por lo que la diversidad de acercamientos para colaborar con su
estudio son variados, ya que no sólo podrán ser de carácter lingüístico pues
también permite su estudio desde otras disciplinas.
48
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