UNIVERSIDAD VERACRUZANA FACULTAD DE LETRAS ESPAÑOLAS FACULTAD DE LETRAS ESPAÑOLAS "ELOGIO O VITUPERIO DEL PIROPO: UNA REALIDAD "ELOGIO DEL PIROPO: UNA REALIDAD DE OLAVITUPERIO LENGUA ESPAÑOLA COLOQUIAL" DE LA LENGUA ESPAÑOLA COLOQUIAL" TESIS TESIS QUE PARA ACREDITAR LA EXPERIENCIA QUE PARADE ACREDITAR LA EXPERIENCIA EDUCATIVA EXPERIENCIA RECEPCIONAL EDUCATIVA DE EXPERIENCIA RECEPCIONAL DE LA LICENCIATURA EN LENGUA Y DE LALITERATURA LICENCIATURA EN LENGUA Y HISPÁNICAS LITERATURA HISPÁNICAS PRESENTA PRESENTA ELIZABETH RIVERA CUÉLLAR ELIZABETH RIVERA CUÉLLAR DIRECTOR DIRECTOR DRA. GUADALUPE FLORES GRAJALES DRA. GUADALUPE FLORES GRAJALES XALAPA, VER. XALAPA, VER. DICIEMBRE 2013 DICIEMBRE 2013 ÍNDICE 0. INTRODUCCIÓN ………………………………..…………... 3 1. CAPÍTULO I. EL PIROPO ………………………...………… 6 1.1 El piropo, un acercamiento a su definición ……………...……... 6 1.2 El piropo en lengua española …………………………...…...... 13 1.3 Diversas posturas en torno al estudio del piropo …...…...…….. 17 1.4 La evolución negativa del piropo …...……………………….... 21 2. CAPÍTULO II. EL PIROPO URBANO …………………….... 23 2.1 Cuerpo femenino ……………………………………………... 31 2.2 Deseos ………………………………………………………... 35 2.3 Propuesta …………………………………………………....... 39 2.4 Posesión ……………………………………………………..... 41 2.5 Comparación ………………………………………………….. 42 3. CONCLUSIONES ………………………………………….…. 45 4. BIBLIOGRAFÍA ………………………………………………. 49 2 0. INTRODUCCIÓN El mejor sistema que nos permite acercarnos a la organización conceptual del ser humano, a su visión de mundo, a su manera de actuar, de percibir y de sentir es la lengua; por ello, los estudios lingüísticos evidencian aspectos culturales que difícilmente pueden ser notados por los hablantes de manera inconsciente. Sin duda alguna, la lengua proporciona a todo hablante identidad e idiosincrasia cultural; su uso refleja los pensamientos que alberga un hablante, pues ella delata la percepción del mundo que éste tiene. Es tal la importancia y asombro que la lengua ha despertado entre sus estudiosos que incluso ha obtenido el título de patrimonio cultural intangible del ser humano, de ahí la trascendencia de conocer más y mejor su uso y la relevancia de su evolución a lo largo del tiempo. El presente trabajo de investigación surge con la intención de colaborar en la reunión de estudios lingüísticos por parte de la Facultad de Letras Españolas, pues a mi parecer el área de Lengua Española es poco abordada por sus estudiantes como objeto de estudio, a pesar de contar con la misma relevancia que las investigaciones de carácter literario. Esta investigación pretende evidenciar un acto lingüístico frecuentemente utilizado en la comunicación diaria en lengua española: el piropo. Actividad que a pesar de originarse en un contexto muy distante al de la actualidad ha logrado mantener una vigencia en su empleo y es causa de múltiples sorpresas al enfrentarse con el análisis de su construcción, ya que un gran número de dichas expresiones lingüísticas son ricas en términos con más de un significado. 3 Como otros actos comunicativos, las lisonjas1 en los piropos han evolucionado con el paso del tiempo. A pesar de que etimológicamente hablando estas construcciones se distinguían en su origen por su carácter poético y erudito, y conllevaban cierta demostración de buen porte y galantería, la realidad es que hoy día muchos de los empleados ya no se consideran así, pues han perdido prestigio al no ser construcciones cultas debido a que su terminología es empleada en el habla coloquial, e incluso muchos de ellos han adoptado un carácter sexual, por lo que han llegado a concebirse como insinuaciones vulgares y grotescas; dichos distintivos podrían dar pie a la existencia de dos modalidades de piropear: la culta y la popular, esta última cercana al albur. El empleo del piropo no se limita actualmente a la comunicación oral y de manera directa, puesto que los avances tecnológicos como internet facilitan la comunicación de forma escrita a través de páginas de chat o de redes sociales en las que el piropo no exenta su aparición. Este trabajo recepcional se limitará al estudio de su uso en la comunicación oral, además de poner hincapié en cómo es que dichas expresiones a lo largo del tiempo han sufrido una serie de cambios en su uso, significado y estructura. Para realizar dicha tarea es de suma importancia el estudio de disciplinas como la semántica y la pragmática que permiten un mejor acercamiento a su análisis lingüístico. El objetivo de esta investigación es conocer el carácter de elogio o vituperio del piropo en la actualidad, lo que conlleva a realizar una indagación acerca de lo que lingüistas, antropólogos y sociólogos consideran 11 “LISONJA, derivado regresivo de lisonjar y lisonjero, que antiguamente fueron losenjar, losenjero (de donde las formas modernas, por metátesis vocálica); éstos se tomaron de oc. ant. lauzenjar, lauzengier, íd., derivados de lauzenja “lisonja” (y lauzemnhe “alabanza”), que probablemente proceden del b. lat. LAUDEMIA, -EMIUM, derivados de LAUDARE “alabar”…”. Tomado de: Corominas, J., Pascual, J.A. (1993) Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico, vol.3 Madrid: Gredos, p. 667 y 668. 4 en torno a este fenómeno lingüístico que, al parecer, no ha expirado, y a contrastar las opiniones de los investigadores con el uso que tiene el piropo actualmente. Las propuestas que algunos estudiosos como Werner Beinhaer, Patricia Gaytan Sánchez, Natalie Venclovská, José Luis Calvo Carrila y Gabriel Pabón Villamizar, tienen respecto a este tema resultarán contradictorias, ya que mientras algunos consideran que este fenómeno ha sufrido un proceso de degradación debido a que su carácter de elogio ha desaparecido; otros podrán considerar la transformación del piropo como parte de la evolución natural de la lengua española, por lo que uno de los intereses de esta investigación es encontrar un punto intermedio en el que estas perspectivas justifiquen el porqué de esta evolución y muestren una aproximación a lo que hoy podemos llamar piropo. Si las estructuras que hoy conocemos con este nombre siguen perteneciendo a la categoría lingüística de elogio porque cumplen con los requerimientos impuestos originalmente por Beinhauer, que posteriormente se mencionarán, o si las nuevas generaciones, haciéndose pasar por lisonjas, han dado cabida a una nueva clasificación, donde no se cumplen estas características, y se mantiene oculta detrás del nombre de piropos. Esta investigación presupone la recopilación de ejemplos de piropos conocidos o creados por sus usuarios. Para delimitar el campo de estudio se ha seleccionado un corpus de 11 piropos ricos en terminología polisémica recolectados por medio de entrevistas, provenientes de informantes varones cuyos oficios permiten el uso frecuente de este “acto de cortejo”, de “piropear”, ya que el contacto con transeúntes femeninas es continuo. Lo oficios seleccionados son: albañiles, mecánicos, boleros, cargadores y panaderos que laboran en la zona centro de la ciudad de Xalapa, Veracruz, y 5 que son enunciados a mujeres de los 15 a los 45 años de edad. Dicha especificación de estas cinco ocupaciones se debe a que, como se explicará más adelante, al piropo se le ha de localizar frecuentemente en la comunicación cotidiana que se encuentra en espacios públicos, un campo social propicio para su creación, cuando las transeúntes realizan sus compras, mandados u ocupaciones y se ven en la necesitad de transitar y convivir con dicho gremio laboral. Esta recolección de piropos es una muestra representativa del ingenio de los hablantes al denotar el nuevo vocabulario empleado en sus construcciones; por ello, se realizará un análisis semántico y pragmático con los ejemplos ricos en terminología que alude a la sexualidad, para que así se evidencien los distintos enfoques que se permiten hoy día en dicha técnica de “galanteo”. Este trabajo recepcional se limitará al estudio del uso del piropo en la comunicación oral, además de poner hincapié en cómo es que dichas expresiones a lo largo del tiempo han sufrido una serie de cambios en su uso, significado y estructura. 1. CAPÍTULO I. EL PIROPO 1.1. El piropo, un acercamiento a su significado El interés del ser humano por recalcar la belleza física e interior del ser humano del otro sexo, generalmente femenino, ha sido fuente inagotable de creación de elogios emitidos de manera oral o escrita desde tiempos inmemoriales. Sin embargo, la belleza física, por su evidente apreciación, ha motivado el origen de innumerables narraciones literarias y de carácter oral donde, principalmente, la hermosura femenina ha sido elogiada de las más diversas maneras. 6 Una de estas manifestaciones es el piropo, resultado del ingenio y la creatividad, cuyo interés por resaltar la belleza o sensualidad de una persona desemboca en la elaboración de enunciados que, en su mayoría, expresan los deseos y perspectivas del espectador que lo emite. El término piropo, de origen latino pyropus, “aleación de cobre y oro, de color rojo brillante, semejante al fuego”, etimológicamente tiene dos significados: el primero, “cierta piedra preciosa o metal brillante”; y el segundo, “requiebro, flores, palabra lisonjera que se dice a una mujer bonita”2. Este último significado fue “[..] parte del empleo del vocabulario en el sentido de piedra preciosa […]”3 y quienes originalmente utilizaban estas expresiones eran varones, cuya educación escolar les facilitaba el conocimiento de vocabulario erudito en lenguas extranjeras como el griego, árabe o sánscrito, lo que evoca la riqueza de sus construcciones y significados. A continuación, un ejemplo de piropo primitivo dicho en latín. Pinge me egregiam vultu formanque Pinta en mí tu sobresaliente rostro y la puellam, belleza de la mujer cuique gena rosco surgant de lacte colore de la cual surgen las mejillas rosadas de lumina, stellanti denigrent luce pyropum 4. blanco color luminoso que elevan resplandecientes por la luz de color rojo. 5 2 Corominas, J., Pascual, J.A. (1993) Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico, vol.5 Madrid: Gredos, p. 564. 3 Op. cit. 4 Ejemplo tomado de: Corominas, J., Pascual, J.A. (1993) Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico, vol.5 Madrid: Gredos. 5 Traducción de Juan Beristain. 7 El ejemplo anterior es una muestra de su arte difundido dentro de las escuelas donde se originó. Los estudiantes lo utilizaban para elogiar a sus novias con un léxico culto desconocido para ellas y los demás receptores; que al mismo tiempo les servía para mantener oculto el cortejo o romance ante la familia de la involucrada, ya que al desconocer la lengua en la que se reproducía dicho halago, se ignoraba toda intención del hablante al enunciar esas palabras. El piropo era también una herramienta que facilitaba el contacto verbal y coqueteo entre los posibles enamorados. Cabe mencionar que el origen de la palabra tiene como raíz etimológica Pyro, “piro”, la cual deriva del griego φωτιά, “fuego”, y que también origina “Piribolista”, con el significado de “máquina para lanzar proyectiles incendiarios”, el cual remite a la metáfora del piropo visto como un proyectil de fuego que podría llegar a incendiar a la mujer al momento de ser recibido el elogio. Hablar sobre el significado del piropo presupone la reunión de opiniones de estudiosos de diversas disciplinas alrededor de este fenómeno lingüístico; por lo tanto, a continuación se mencionaran algunas propuestas lingüísticas, antropológicas y sociológicas en torno a las expresiones que podrían ser consideradas como piropo y cuáles son las características que le atribuyen. El hispanista Werner Beinhauer6 considera piropos a “los cumplidos especiales dirigidos al bello sexo”7 como homenaje a la belleza femenina. Lo anterior se menciona en su investigación titulada El español coloquial8, dentro 6 Beinhauer realiza este estudio dedicado a los alemanes deseosos de perfeccionarse en lengua española, por lo que aborda aspectos didácticos e informativos en su texto. También es pionero en el estudio del piropo, pues es en el año de 1934 cuando se vuelve su objeto de estudio. 7 Beinhauer, W. (1963) El español coloquial. España: Gredos. p. 125. 8 Inicialmente publicado en Alemán en 1929 y traducida al español en 1964. 8 de su apartado dedicado a La Cortesía9, donde indaga sobre lo que debería considerarse como piropo; previamente, habla sobre tres aspectos o características de la cortesía: Cortesía interesada: la posición del hablante es fundamentalmente egoísta. Cortesía generosa o desinteresada: predomina el altruismo en la postura del hablante. Fenómenos estilísticos generales informados por el principio de la cortesía.10 Profundizando un poco sobre estos tres aspectos, Beinhauer se refiere a la cortesía interesada como aquella que recae en la ficticia relación "señorcriado", en la que el hablante simula asumir el papel del servidor del interlocutor, asignando a éste el de su amo. Por ejemplo, al responder a cuestionamientos como: “¿tengo el gusto de hablar con don Fulano?”, con “servidor de usted”, o variantes como: “para servir a usted”, “para servir a Dios y a usted”. Estas respuestas se anticipan a una posible petición posterior; sin embargo, dichas fórmulas hoy día resultan tan usadas que son tomadas como mera afirmación y cumplido. La misma técnica también se emplea al hacer ofrecimientos; por ejemplo, cuando se responde: “a sus órdenes”, “aquí tiene su casa”, entre otros; y en ruegos o disculpas, pues el hablante suele apelar a la especial bondad o amabilidad del interpelado: “haga usted el favor de salir por esa puerta”, “tenga la bondad de pasar a la sala”, “disculpe usted, ¿cuál es el nombre de la calle?”. La cortesía desinteresada corresponde a aquella en la que se considera al interlocutor como a un amigo o hermano, por cuyo bienestar el hablante se interesa y a quien procura dar gusto en lo posible. El lema que rige a esta 9 “En general el español da mucha importancia a mostrarse amable o cortés, y eso nada tiene de falso o simulado. Aun cuando no por observar formas corteses deja de subsistir la mencionada lucha por la afirmación del individuo, ésta queda ennoblecida, y con ello notablemente suaviza el roce que supone toda convivencia humana”, en: Beinhauer, W. (1963) El español coloquial. España: Gredos. p. 111. 10 Beinhauer, W. (1963) El español coloquial. España: Gredos. p. 111. 9 actitud es el de “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, en este punto recae el uso de los cumplidos, y por lo tanto el de los piropos, cuya explicación se postergará para continuar con las siguientes categorías. Existen otros cumplidos que dejan de lado la premisa originaria de la cortesía desinteresada y que son de índole más egoísta e interesada, como los llamados captatio benevolentiae, adulaciones con las que se pretende influir en el interlocutor para provecho propio. Por ejemplo, un vendedor que llama “señorita” o “joven” a una mujer de cierta edad que desea parecer más joven; o cuando este mismo intenta aparentar que otorga un precio especial a un cliente al decirle: “por ser para usted, está más barato”. Dicha clasificación, captatio benevolentiae, podría resultarnos confusa pues pierde la premisa original que da pauta a esta clasificación de cortesía; sin embargo, se sigue manifestando un halago que podría o no tener un beneficio para quien lo enuncia. La cortesía desinteresada también se ve reflejada en las fórmulas de saludo en lengua española, pues es común escuchar frases como: “que Dios te acompañe” o “ve con Dios” en despedidas, dichas oraciones que tienen raíces de carácter religioso se encuentran justificadas en la intención de crear armonía con el interlocutor y queda de manifiesto que no se obtiene algún beneficio por ser expresadas. Lo mismo ocurre cuando el saludo se encuentra acompañado con la pregunta: “¿cómo está usted?”, lo que es una muestra de interés por el estado físico y anímico del interlocutor. En cuanto a los fenómenos estilísticos, Beinhauer hace referencia a ellos como la manera impersonal de expresarse, que consiste básicamente en la omisión del “yo” explícito, lo que se relaciona con la elusión de todo tratamiento directo del interlocutor, que en español se demuestra en el uso 10 de “usted” de cortesía y la tercera persona. Por ejemplo, “Vuelvo a decir al señor” (a usted), “Venía (en lugar de vengo) de parte de mi mamá”. Este investigador alemán ubica la creación de piropos como parte de las características de la cortesía generosa o desinteresada, pues considera que las expresiones corteses corresponden a “un efectivo amor al prójimo”11, por lo que no existe el interés en ser correspondidos con un agradecimiento u otra respuesta. Por otro lado, desde una perspectiva sociolingüística, es importante destacar que si bien el piropo no implica un uso exclusivo por parte del género masculino, pareciera que los hombres lo han usado más que las mujeres, pues lo han empleado como un acto de caballerosidad, como demostración de cortesía o buen porte, cualidades socialmente valoradas en el acto del cortejo, especialmente por las mujeres. Sin embargo, no es posible descartar la idea de que una mujer construya y diga piropos a un caballero u otra mujer; empero, la construcción de dichos requiebros usualmente contendrán vocabulario más sutil y delicado, a diferencia de los que pudieran ser creados por lo varones; aunque es imposible descartar la emisión de piropos con un contenido sexual similar a los nombrados por los hombres. Respecto a las características del piropo, Beinhauer atribuye las siguientes particularidades para que dicha emisión surja efecto en su receptora: espontáneo, original, personal, oportuno (que se ajuste a la situación que debe su origen)12. 11 Beinhauer, W. (1963) El español coloquial. España: Gredos. p. 124. Op. cit. p. 126. 12 11 Según este investigador, el piropo “es una manifestación de poesía popular donde la improvisación desempeña un papel importantísimo”13, pues debe girar en torno a temas y tópicos conocidos por todos, y transformados a las circunstancias en las que se emiten dichos enunciados; es decir, debe conocerse la significación de las palabras que alberga dicho requiebro y el contexto en el que es emitido para poder ser exitoso. En este punto se contrapone por vez primera su actual empleo al del original, pues, como se mencionó al inicio de este apartado, inicialmente no todos los oyentes podían comprender su significado al estar pronunciados en lenguas ajenas a las de los receptores con tal de mantener oculta la intención de conquista; además de que el ambiente inicial quizá no era el adecuado para su apreciación, pues, con el afán de mantener un romance a discreción de la familia, los piropos pudieron haber sido emitidos en circunstancias poco favorables para su decodificación. Continuando con el recorrido de significaciones atribuidas al piropo, cabe mencionar lo que Patricia Gaytan Sánchez, socióloga mexicana y maestra en Estudios Urbanos, considera en torno al acto de piropear, pues ella lo asume como una “forma de interacción entre dos o más personas, que no se conocen entre sí, que se caracteriza por la combinación de mensajes lingüísticos y expresivos”14. Natálie Venclovská, autora del estudio “Los piropos españoles”15, agrega una característica más que toma de la investigación de Beinhauer, pero que éste no la incluye entre sus particularidades: la de ser fragmentario; pues considera que lo ideal es descomponer a la mujer en partes. Es decir, que se construyan piropos a zonas específicas del cuerpo de la piropeada, 13 Beinhauer, W. (1963) El español coloquial. España: Gredos. p. 124. Gaytan Sánchez, P. (2009) Del piropo al desencanto. Un estudio sociológico. México: Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco. p.17. 15 Venclovská, N. (2006) “Los piropos españoles” (Archivo PDF). 14 12 aunque no se niega la posibilidad de dedicar un piropo a la totalidad de la mujer. Venclovská responde al destino de alabanza del piropo y a los elogios de éste, ya que pueden dirigirse a cualquier rasgo de la persona a piropear. Sin embargo, la peculiaridad esencial de dichos enunciados es la destreza de su improvisación; ya que como explica Beinhauer en su estudio, rara vez surgen de la nada, sino que para su creación se recurre a “temas y tópicos de la poesía popular por todos conocidos y transformados o adaptados a las nuevas circunstancias16”. Sin duda, el bagaje cultural más los elementos personales de quien lo enuncia se evidencian en la terminología que empleada en él, pues estas construcciones responderán a la psicología de su emisor. 1.2 El inicio del piropo Hablar del origen del piropo puede resultar complicado debido a lo impreciso de los datos que revelan cómo fue su surgimiento. En este apartado se mencionarán las aproximaciones que algunos de sus investigadores toman como punto de partida en sus estudios, con el afán de contextualizar su creación en lengua española. Según la antropóloga Flora Davis, especialista en la comunicación no verbal y la comunicación por gestos, “el piropo es una manifestación de actitudes atávicas de galantería que se remontan a los primeros pasos, balbuceos y motivaciones del homo erectus sobre el planeta”17. Esta visión antropológica la podemos relacionar en seguida con otros actos de cortesía del hombre hacia la mujer, como el de cederle el paso al caminar, o el de 16 Gaytan Sánchez, P. (2009) Del piropo al desencanto. Un estudio sociológico. México: Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco. p.126. 17 Calvo Carrilla, J. L (2000). La palabra inflamada. Historia y metafísica del piropo literario en el siglo XX. España: Ediciones Península. p. 25. 13 abrirle la puerta de un automóvil, prácticas vigentes hoy día y que según otro investigador, el español José Luis Calvo Carrilla, es un acto en el que, en realidad, “el macho sigue atávicamente a la hembra y busca inconscientemente el apareamiento”18. José Luis Calvo Carrilla, en su libro La palabra inflamada. Historia y metafísica del piropo literario en el siglo XX19, ubica el origen del piropo en los últimos años del siglo XIX; afirma que surge de la emisión de bocas pícaras y desocupadas, cuyos dueños, reunidos en puertas y ventanas de casas, enseguida que advertían la presencia de alguna mujer que transitaba frente a ésta y admirando su belleza (natural o por afeites), hacían surgir de sus bocas enunciados que resaltaban su evidente agrado por las caminantes. Cabe destacar que Calvo Carilla también remonta el origen del piropo en mensajes literarios de “mayor envergadura”, pues los ubica en poemas, obras teatrales, cuentos y novelas del siglo XX. En este mismo siglo, Natálie Venclovská ubica la costumbre de los varones españoles de cubrirse los ojos ante la presencia de una mujer bella por “el temor” (interpretado por la mujer como elogio) a ser hechizados con su belleza; posteriormente, esta autora considera que surge la práctica de arrojar con la mano un beso a la mujer amada. Actividades que a pesar de no ser fenómenos lingüísticos como tales también comunican y se pueden asociar con la costumbre del piropo, pues sus propósitos son compartidos con éste: el de halagar la belleza femenina. Por otro lado, Evaristo Acevedo considera el surgimiento del piropo en respuesta a “la demostración colectiva de un país que padece hambre 18 Calvo Carrilla, J. L (2000). La palabra inflamada. Historia y metafísica del piropo literario en el siglo XX. España: Ediciones Península p. 45. 19 Op. cit. 14 sexual”20, y justifica su argumento al ejemplificar esta situación con la de un hombre sin dinero que al pasar por un mercado y mirar los comestibles que se encuentran en venta, se detiene frente a uno de ellos y exclama: “¡Preciosa! ¡¡Cómo me gustaría comerte bien rociadita con mayonesa!!”21, enunciado que refiere al hambre del emisor y que no podrá satisfacer al no contar con los recursos necesarios para su compra, lo que origina la “explosión verbal” de evidenciar su deseo, antojo o posesión imaginaria y que termina extinguiéndose en lo irrealizable. En este punto resulta interesante mencionar que esta idea del impedimento al acceso del comestible es una representación similar a la de quien piropea una mujer, pues el hecho de exaltar sus atributos con conocimiento previo de que posiblemente no obtenga algo a cambio, radica en la necesidad de expresar su sentir ante su mera imagen; y que el ensalzamiento a su belleza se debe a la poca familiaridad, e incluso ausencia, de estar cerca de una mujer que llame su atención y origine semejante sorpresa o exaltación, a tal grado de pretender “incendiar con elogios” sus atributos. Guillermo Díaz-Plaja, historiador de la literatura, se refiere al piropo como una actividad que no era opcional inicialmente, sino que considera que su empleo fue creado como una obligación impuesta al varón que debía demostrar su hombría, ya que socialmente era necesaria la enunciación del deseo que provocaba la mujer ante la mirada del hombre, costumbre heredada por el personaje literario Don Juan. En esta perspectiva podría asociarse el hecho de que en la actualidad la mayoría de la veces que se escucha un emisor de piropos ha de encontrarse acompañado; puede ser más de un integrante del grupo quien diga alguna palabra a la mujer que esté en ese camino; incluso la intensidad de sus palabras puede ser mayor cuando 20 Calvo Carrilla, J. L (2000). La palabra inflamada. Historia y metafísica del piropo literario en el siglo XX. España: Ediciones Península. p. 47. 21 Op. cit. 15 se encuentra acompañado de alguien que consiente y conoce dichas emisiones. Resulta curioso este evento, pues esta actividad podría efectuarse como una acción que aprueban los integrantes del grupo en cuestión y en la que se imitan unos a otros, e inclusive podría ser empleado como un parámetro de aceptación y pertenencia a éste, como demostración de una misma ideología. Originalmente, el piropo en lengua española dicho en la vía pública de España no fue motivo de escándalo, debido a que los espacios públicos resguardaban con consentimiento el espectáculo de “conquista” que no se limitaba al mero uso de palabras; en ocasiones también se acompañaban de gesticulaciones, movimientos y hasta silbidos, lo que proporcionaba al evento cierto carácter de informalidad y complicidad entre quien piropeaba, quien recibía el piropo y sus espectadores. En cuanto al espacio en el que se efectuaba el piropo español del siglo XIX, Beinhauer lo ubica principalmente entre las “capas” o estatus inferiores de la sociedad; según el investigador, se tenían las condiciones adecuadas para su enunciación, y cita un fragmento del “Prologuillo” de El piropo en el teatro. La novela Teatral. La galantería tiene su asiento en los salones aristocráticos. El piropo vive en el arroyo. La galantería está constituida por ese discreteo, un poco artificial, con el que las personas de buen tono ponen a contribución sus refinamientos sociales. El piropo es, no un tiroteo de amabilidades mutuas, sino una frase voladera que lanza un hombre a una mujer, sin buscar la contestación de ésta, sin esperar siquiera que se le agradezca22. El ejemplo anterior puede resultarnos familiar aún en la actualidad, pues es más frecuente la emisión de piropos con un léxico coloquial por obreros que laboran en construcciones o comercios; difícilmente se escucharan estas 22 Calvo Carrilla, J. L (2000). La palabra inflamada. Historia y metafísica del piropo literario en el siglo XX. España: Ediciones Península. p. 81. 16 expresiones de altos ejecutivos o funcionarios públicos, quienes en caso de crearlos pueden expresarlos con un lenguaje más “refinado” y galante; conjetura relacionada con la creencia de que una persona con estatus mediano o alto cuenta con un vocabulario más elevado y es más respetuoso en sus mensajes y comportamiento social que una con carencias financieras, opinión similar a la de Evaristo Acevedo quien, como ya se mencionó, cree que quienes piropean son aquellas personas cuyas limitantes para alcanzar su objeto del deseo son amplias, y que por ello, con admiración, sólo se limitan a la evocación de éste y sus atracciones. Por otro lado, en el fragmento del “Prologuillo” de El piropo en el teatro también se menciona lo innecesario de una respuesta para el piropo, un punto interesante en su recepción, pues a diferencia de otros actos comunicativos que para ser exitosos requieren de la réplica del decodificador del mensaje (en este caso, las mujeres receptoras y desconocidas), en este acto ésta no es una de sus intenciones; e incluso, de ser recibida podría sorprender al emisor al punto de dejarlo anonadado, pues al mencionar piropos (en especial los que portan contenido sexual) se incrementa la distancia conceptual entre el emisor y la piropeada, ya que regularmente será recibido como un atentado lingüístico. Cabe mencionar que estos mensajes sí ameritan su comprensión por parte de su receptora, pues de esta manera se crea cierta complicidad innata en este fenómeno comunicativo. 1.3 Diversas posturas en torno al estudio del piropo El acto de piropear es analizado por los investigadores desde distintas perspectivas según sus áreas de estudio. Por ejemplo, José Alejandro Martínez Lara Existe afirma que el piropo, al igual que otros actos lingüísticos, es como un espejo de la sociedad que deja ver las formas de hablar de cada época y que las refleja como sociedades patriarcales. Otras 17 opiniones, como la de Noemi Fridlizius, desde una postura un tanto feminista, afirma que el piropo ha sido históricamente un acto verbal agresivo en el que se deja ver el machismo aún arraigado en la sociedad. Con este punto de vista concuerdan líderes de grupos, como es el caso de la presidenta del Fórum Feminista de Castilla y León, en España, Nina Infante, quien asegura que prácticas como el piropo contienen demasiadas expresiones “que van conformando un pensamiento discriminatorio”23 hacia la mujer y que debería erradicarse. La agresión verbal es el resultado del uso de palabras, frases y/o enunciados en formas de insultos, nos remite a la idea de la interacción un tanto incómoda por la que atraviesa en ocasiones la receptora del mensaje del “piropo”, de tal modo que habría que reflexionar si en realidad pueden considerarse como tales estos mensajes con contenido sexual, que más que un halago resultan ofensivos para su receptora. En este sentido y como respuesta al incumplimiento de una de las características que Beinhauer le atribuye al piropo,24 la de oportuno, este acto comunicativo podría dejar de tomar este nombre y pasar a convertirse en otra categoría lingüística, donde englobaría más el de un acto violento o lascivo, pues la mujer ya no es admirada ni elogiada por su belleza, sino que es vista y evocada como un objeto a disposición del espectador, quien podrá recalcar sus atracciones y deseos orientados más a lo carnal. Es interesante mencionar cómo es que dicho argumento, el de cosificar al cuerpo femenino y concebirlo como una propiedad al que el hablante puede acceder si lo desea, ha sido una idea enseñada y aprobada 23 Seco, R. (2011) “Lento adiós al piropo” en El País. 21 de marzo de 2011. Recuperado el 20 de junio de 2012 de: http://elpais.com/diario/2011/03/21/sociedad/1300662001_850215.html 24 Mencionada en el apartado 1.1 18 socialmente25, pues hoy día no resulta novedoso escuchar piropos que, más que halagos poéticos y un tanto románticos, se han convertido en sugerencias o invitaciones al acto sexual. Ya lo señaló de esta manera otro miembro de un grupo a favor de la equidad de género, Hermógenes Domingo, coordinador del grupo Prometeo de Hombres por la Igualdad, en León, España, quien afirma que el emisor de estas expresiones “considera a la mujer un terreno o un objeto al que puede acceder libremente”26, y continúa su argumento explicando que como varón se cree de manera inconsciente que se posee una especie de derecho para acceder a una mujer que camine sola o en grupo por la calle. La idea está asociada a que la mujer funge un papel de receptor o “destinatario mudo”, incapaz de responderlo; por tanto, al ser emitido, no representa un desafío para ella, pues la libertad con que se enuncia revela la carencia de sus palabras. La socióloga Patricia Gaytan Sánchez considera al respecto que: Los piropos se fundamentan en la idea de la permanente disponibilidad del cuerpo de la mujer para ser admirada o tocada o poseída. Su aceptación o rechazo dependen de los marcos de interpretación de los participantes y del desenvolvimiento de la situación… En todo caso, si bien no existe acuerdo respecto a la postura de los hombres y las mujeres sobre la aceptación o rechazo respecto a los piropos en general, sí existe un rechazo unánime de las mujeres entrevistadas respecto a los piropos considerados ofensivos27. Hablar de violencia de género involucra también hablar sobre el acto del acoso sexual, que visto como lo describe Gaytan Sánchez es una interacción que involucra a dos o más participantes y que se convierte en un acontecimiento social, por lo que el interés en evidenciar las causas y consecuencias de estos eventos resultan preocupantes para todos los integrantes de la sociedad que los propicia. 25 Ejemplo claro de sociedad patriarcal al que se refiere José Alejandro Martínez Lara. Seco, R. (2011) “Lento adiós al piropo” en El País. 21 de marzo de 2011. Recuperado el 20 de junio de 2012 de: http://elpais.com/diario/2011/03/21/sociedad/1300662001_850215.html 27 Gaytan Sánchez, P. (2009) Del piropo al desencanto. Un estudio sociológico. México: Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco. p.17 y 18. 26 19 El acoso sexual comparte con el cortejo y la cortesía, así como con otras formas de agresión sexual, los marcos que definen lo que es ser mujer y ser hombre y regulan las relaciones entre ambos. Un rasgo común a estas formas más o menos sutiles, más o menos encubiertas, es la violencia que se deriva de los supuestos de belleza, debilidad y disponibilidad de las mujeres. Las expresiones más sutiles de acoso como el piropo no tienen efectos tan perturbadores ni destructivos como las formas más violentas de agresión, sin embargo, contribuyen a la aceptación generalizada de asimetrías de poder y refuerzan las creencias en las que se validan las formas más descarnadas de violencia hacia las mujeres28. Por otra parte, José Luis Calvo Carrilla, interesado en resaltar el lenguaje sensorial del piropo, afirma que en la producción de éste se engloban todos los sentidos, tanto los de su emisor como los de su receptora, debido a que considera que estas expresiones son capaces de despertar diversos efectos emocionales. Calvo Carrilla también asocia esta actividad con una práctica fetichista que se hace manifiesta en la fijación del piropeador por halagar una parte del cuerpo o características específicas de la mujer, tales como la forma de caminar o el volumen de sus senos o glúteos. Podría afirmarse que la técnica de comunicación espontánea que se usa en el piropo es similar a la técnica empleada en el graffitti callejero, también denominado act writting; donde de acuerdo a la espontaneidad con la que se marcan paredes, o en el caso de esta actividad lingüística, a mujeres, por medio del lenguaje, resulta ser una acción de creación instantánea sujeta a una ocasión pertinente. Quizá por lo anterior Calvo Carrilla considera que las causas reales tanto del graffitti como del piropo son únicamente las excusas reveladoras de la psicología de sus emisores, más que las verdaderas cualidades de la destinataria del mensaje. Es decir, que las intenciones albergadas por los piropos son de algún modo equivalentes a los pensamientos más recurrentes del emisor, puesto que los atributos evocados sólo son un pretexto para la producción de piropos, pero no son ellos el verdadero origen de este acto. 28 Gaytan Sánchez, P. (2009) Del piropo al desencanto. Un estudio sociológico. México: Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco. p.19 y 20. 20 1.4 La evolución negativa del piropo Hoy día, para entender la función del piropo es importante aceptar, como dice Noemi Fridlizius29, que existen varias formas de él. Se trata de un fenómeno lingüístico modificable y dinámico, cuya definición y vigencia que se le asigne dependerá estrictamente del significado que se le otorgue a sus palabras, ya sea de manera individual o social, afirmación que se complementa con lo que Patricia Gaytan dice entorno a ellos: Los piropos se fundamentan en la idea de la permanente disponibilidad del cuerpo de la mujer para ser admirada o tocada o poseída. Su aceptación o rechazo depende de los marcos de interpretación de los participantes y del desenvolvimiento de la situación30. Debido a que toda sociedad se encuentra sujeta a normas que acreditan y censuran eventos, existen ocasiones en las que actos lingüísticos como éste pueden ser aceptados o rechazados por el significado de sus palabras y la forma en que sea enunciado, ya que podría otorgárseles un carácter de elogio, vituperio e incluso tabú. A causa del rechazo o cobijo que se le da a esta actividad en la actualidad hay una divergencia en las opiniones de los investigadores. Gabriel Pabón Villamizar asegura que el piropo está desapareciendo de las calles debido a que los mecanismos de aproximación entre el piropeador y la piropeada han cambiado gracias al uso de tecnología. Por ejemplo, a través de la red, las oportunidades de aproximarse a la mujer ya no se limitan a una, éstas amplían el contacto. Villamizar cree que estas expresiones quizá estén 29 En su investigación titulada (2009) “Me gustaría ser baldosa… Un estudio cualitativo sobre el uso actual de los piropos callejeros en España”. 30 Gaytan Sánchez ,P. (2009) Del piropo al desencanto. Un estudio sociológico. México: Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco. p. 18. 21 regresando a su significado etimológico, donde “se limitaba a ser sólo ojo inflamado y mirada deseante”31. A su vez, Fridlizius concuerda con Villamizar al tener la idea de que este fenómeno podría estar en vías de extinción y cita a Preising32 cuando afirma que “el piropo sólo tiene un valor museal”, y a Calvo Carrilla cuando se refiere a éste como un “género antediluviano”; sin embargo, esta investigadora también considera que si seguimos llamando piropos a los enunciados que cumplen con la características que Beinhauer les atribuye se podría confirmar la idea de su desaparición, ya que la mayoría de los que son enunciados actualmente no cumplen con estas normas y tampoco coinciden con la construcción social de su origen. A su vez, considera que la costumbre de piropear sigue viva en las calles y que es empleada por mucha gente, aunque las expresiones usadas no son siempre halagadoras ni poéticas como fueron en un principio, debido a que el lenguaje se ha enriquecido en terminología y ha evolucionado a la par que la psicología en el pensamiento de quienes lo usan. Sin duda, la forma en la que se originó el uso de esta expresión se encuentra distanciada de su empleo actual, la terminología de las frases y el contexto de éstas varían de piropo a piropo, lo que resulta fuente extensa para su estudio. Por otro lado, también es importante considerar la doble perspectiva a la que se enfrenta actualmente este concepto, ya que si bien surgió en forma de palabras que cantaban o elogiaban; hoy en día, por lo regular, algunos se han transformado en palabras lascivas que adoptan la forma de pedrada y que agreden fácilmente la sensibilidad de su receptora; por ello, este concepto ha sido estigmatizado y se ha convertido en 31 Pabón Villamizar, G. “Para una historia del piropo” en Centro virtual Cervantes. Recuperado de: http://cvc.cervantes.es/el_rinconete/anteriores/abril_07/09042007_01.htm 32 En su investigación titulada “Una investigación sobre el piropo español”. 22 lapidación, que para muchos hablantes también podría parecer un lastre que incomoda y evita las buenas relaciones entre sus involucrados, a pesar de no requerir una respuesta a su enunciación. Como se verá en el siguiente capítulo, Calvo Carrilla acierta al manifestar que comprender el inmenso poder que tenían y siguen teniendo las palabras en la elaboración del piropo requiere de una renuncia al racionalismo para acceder “a la mentalidad mítica del homo loquens”33 y así descubrir la multiplicidad de sentidos; lo que requiere de la evasión a cualquier prejuicio o condena del piropo, de manera que se pueda contemplar la riqueza de su construcción. 2. CAPÍTULO II. El piropo urbano Hoy día el uso del piropo en lengua española dista mucho del primitivo, es común que dentro de su uso callejero haya perdido la erudición que lo caracterizaba en un principio y de manera paralela haya obtenido, en la mayoría de los casos, terminología que alberga connotación sexual; pues las palabras utilizadas en ellos no siempre remiten al significado denotativo del término sino al connotativo, que se determina haciendo una relación con formas, colores y acciones del cuerpo humano; como consecuencia, origina cuestionamientos sobre el interés real que hay detrás de ellos y remiten a su finalidad más seductora que emotiva. En este caso “la seducción de las palabras (del piropo) no busca el sonido del significante, que llega directo a la mente racional, sino el significante del sonido, que se percibe por los sentidos y termina, por tanto, en los sentimientos”34. Esta seducción en las palabras es la que no necesita de la lógica, de la construcción de argumentos que se rigen más por la razón, 33 Calvo Carrilla, J. L. (2000). La palabra inflamada. Historia y metafísica del piropo literario en el siglo XX. España: Ediciones Península. p. 56. 34 Grijelmo, A. (2000). La seducción de las palabras. Madrid: Taurus. p. 39. 23 sino que se orienta más por lo expresivo, pues son estas “expresiones” las que creen que “las palabras denotan porque significan, pero connotan porque se contaminan”35, como se podrá ver más adelante. Para este punto es necesario mencionar que el lenguaje, no sólo del piropo sino en general, es “un instrumento capaz de responder a una enorme serie de empleos psíquicos”36, cuya fluidez va de manera paralela a la de contenidos de la consciencia, en distintos niveles, “que abarcan desde el estado mental en que dominan imágenes particulares hasta el estado en que los conceptos abstractos y sus relaciones mutuas son los únicos en que se enfoca la atención, lo cual suele llamarse razonamiento”37. Cabe recalcar la importancia38 de que “decir algo es, en sentido normal y pleno, hacer algo(…) Esto incluye la emisión de ciertos ruidos, la de ciertas palabras en una determinada construcción y que albergan cierto “significado” en la acepción filosófica preferida del término, esto es, con una referencia y un sentido determinados”39. Para una comprensión más amplia en este estudio, es importante recordar lo que Austin, en su texto titulado Cómo hacer cosas con palabras: palabras y acciones, menciona como características innatas en toda expresión lingüística, incluyendo las emisiones de piropos. Él considera que al comunicar se realizan tres actos de habla: Acto locucionario: Acto de decir algo 35 Grijelmo, A. (2000). La seducción de las palabras. Madrid: Taurus. p. 39. Sapir, E. (1954). El lenguaje. Introducción al estudio del habla. México: Fondo de Cultura Económica. p. 21. 37 Op. cit. 38 Dentro del lenguaje existen actos de habla innatos en toda comunicación, según afirma J.L. Austin en su apartado correspondiente a la Conferencia VIII de su libro: Austin, J. L. (1971) Cómo hacer cosas con palabras: palabras y acciones. Barcelona : Paidós. 39 Austin, J. L. (1971) Cómo hacer cosas con palabras: palabras y acciones. Barcelona: Paidós p. 138. 36 24 Acto ilocucionario: Acto que determina qué estamos realizando; es decir, determina de qué manera estamos usando la locución. Acto perlocucionario: Consecuencias o efectos sobre los sentimientos, pensamientos o acciones de quien emite o recibe el mensaje. De tal modo que al realizar un acto locucionario se realiza un acto ilocucionario; sin embargo, para conocer qué acto ilocucionario se está efectuando habrá que determinar de qué manera se está usando la locución, ya sea preguntando o respondiendo, informando, advirtiendo, exhortando, criticando, describiendo, etc. Por lo tanto, podría asumirse que el acto locucionario es el uso del habla y el acto ilocucionario es el modo preciso en el que se pone en práctica el habla, pues las funciones o maneras en que usamos el lenguaje son tan amplias como los sentidos en los que pudiera interpretarse lo que se dice o escucha. Por consiguiente, es quien emite la expresión el que realiza un acto perlocutivo, pues éste se refiere al efecto que ocasiona el mensaje en el interlocutor; es decir, los efectos que se producen o logran porque se dice algo. Hablar del “uso del lenguaje para prometer o advertir”, parece exactamente igual a hablar del “uso del lenguaje para persuadir, excitar, alarmar, etc.” Sin embargo, el primer tipo de “uso”, puede, para decirlo sin mayor precisión, ser considerado convencional, en el sentido de que por lo menos es posible explicarlo mediante la fórmula realizativa, cosa que no ocurre con el último. Así, podemos decir “te prometo que” o “te advierto que”, pero no podemos decir “te persuado que” o te alarmo que”. Además, podemos poner totalmente en claro si alguien estaba o no persuadiendo a su interlocutor.40 En el caso del piropo, el acto perlocutivo que se emplea es del segundo “uso del lenguaje”, pues en el mensaje emitido no se advierte explícitamente la intención que albergan sus palabras. Es decir, en los piropos no se manifiesta a la destinataria que lo que escuchará o escuchó tiene el carácter 40 Austin, J. L. (1971) Cómo hacer cosas con palabras: palabras y acciones. Barcelona: Paidós p. 147 y 148. 25 de adulación, la adulación está implícita. La perlocución, el efecto que se logrará con dicha emisión lingüística resultará tan variado como el número de posibles piropos; éste dependerá de las palabras con las que esté construido, sin son del agrado de la destinataria podrían llegar a ser consentidos incluso con una sonrisa; empero, si sus palabras se reciben con desconfianza y hostilidad podrían ocasionar rapidez en el caminar de la transeúnte, una mala cara e incluso la respuesta al mensaje percibido más como grosería que halago. La mayoría de las palabras que se ocupan en la construcción de los piropos son de carácter polisémico, pero gracias al contexto en el que las escuchamos y al conjunto de todas ellas nos permiten entender su significado apropiado para esa ocasión. Sin duda, en estos casos el conocimiento cultural o de Terreno Común, como lo llama Vand Dijk, conocimiento “compartido por la mayoría de los miembros competentes de una cultura, a excepción de los niños y los extranjeros que aún tienen que adquirirlo”41, es conocimiento que, como hablantes competentes del español, facilita y posibilita la comprensión de sus estructuras si estamos familiarizados con las palabras que lo integran, si se conoce qué mensajes albergan. Este conocimiento puede estar tan difundido que incluso ha de formar parte de lo que se conoce generalmente como “sentido común”, cuyo énfasis en presuponerlo y recordarlo se puede notar en el discurso público de una comunidad. Gracias a lo anterior es que, en el mundo real, los hablantes repiten conceptos que están dentro del “mismo” conocimiento, dejando ver su creencia de que los receptores lo comparten, lo que también constituye parte de la identidad de una cultura. 41 Van Dijk, T. A. El discurso como estructura y proceso, v.1, Barcelona, Gedisa, 2000. p.48. 26 Renée Isabel Mengo, doctora en Comunicación Social, en su artículo “El discurso como acción social” afirma que una de las dimensiones del discurso es la de ser un fenómeno práctico, social y cultural, pues “los usuarios del lenguaje que emplean el discurso realizan actos sociales y participan en la interacción social”42, que a su vez se encuentra dentro de distintos contextos: reuniones o encuentros de carácter institucional, por citar un ejemplo. Es por ello que, el discurso “manifiesta o expresa, y al mismo tiempo modela, las múltiples propiedades relevantes de la situación sociocultural que se denomina contexto”. De manera que el contexto será la “interfaz” entre el discurso, las situaciones y las estructuras sociales; la función que albergará el contexto de un discurso será la del entorno, trasfondo, ambiente o circunstancias necesarias para su comprensión. En el acto del “piropeo” el contexto de su emisión es pieza fundamental para su comprensión, pues la terminología empleada en dicho acto regularmente podrá obtener más de una significación, y será éste el que determine la interpretación de las palabras en conjunto. En la actualidad, la mayoría de los mensajes que se emiten en un piropo son de índole sexual, lo que demuestra que en nuestro lenguaje se encuentran inmersas una gran cantidad de metáforas que aunque son utilizadas día a día, muchas veces siguen pasando inadvertidas. El piropo, por su extensión callejera, actualmente se escucha en cualquier lado, ya sea una importante avenida, plazas comerciales, parques, restaurantes, fiestas, oficinas o escuelas; sin embargo, es usual que se escuche con mayor frecuencia en construcciones, mercados, talleres mecánicos y en negocios de alimentos, donde la eventual presencia de 42 Mengo, R. I. (2004) “El discurso como acción social”, en Revista Latina de Comunicación Social, número 58, de julio-diciembre de 2004, La Laguna (Tenerife). 27 mujeres causa admiración entre la mayoría de los trabajadores, que sin importar su edad, expresan requiebros a quien llama su atención; además de encontrarse en un contexto que favorece sus emisiones, pues al ser una actividad recurrente entre los hablantes se vuelve familiar. Delimitando este acercamiento al nuevo uso del piropo, es preciso destacar que estos lugares de trabajo son un punto de reunión en donde se crean y reproducen adulaciones ricas en interpretaciones que, aunque podrán resultar agradables u ofensivas para sus receptoras, enriquecen el bagaje cultural del piropo en lengua española de esta ciudad. Sin duda, como se ha mencionado anteriormente, muchos de los piropos de la actualidad han olvidado el sentido más estético y sensible que involucraban los halagos es sus orígenes, pues han cambiado, y ahora son pocos los que escapan de terminología con doble sentido, lo que refleja cómo de manera inconsciente el cerebro realiza analogías con la experiencia, referentes y conocimiento de mundo del hablante, para así darle el sentido correcto al mensaje que quiere transmitir el emisor del piropo. Es sorprendente cómo los procesos sociales y cognitivos en la creación y la comprensión del piropo, como de cualquier otra construcción lingüística, abarcan un complejo conjunto de procesos lingüísticos y no lingüísticos, por lo que para su plena comprensión resulta de gran utilidad tener en mente que estos dos tipos de procesos se encuentran en la línea divisoria de la lingüística y la psicología y que no puede ser trazada con nitidez. Estos procesos sociales y cognitivos, menciona Van Dijk, son al menos de tres tipos diferentes: 28 Codificaciones morfosintácticas: códigos gramaticales empleados automáticamente y, por lo general, en forma no consciente por el hablante y el oyente, para darle forma al flujo y descodificar la información durante la producción y la comprensión. Implicaturas: señales empleadas bajo condiciones rutinarias por el hablante y que resultan en inferencias comunes y velozmente realizadas por parte del oyente. Planificación e inferencia: procesos de alto nivel de planificación por parte del hablante y de inferencia por parte del oyente que determinan la dirección general del procesamiento menos global de ambos participantes43. El primero de ellos, codificaciones morfosintácticas, se refiere a la estructura y orden de las palabras del mensaje, a la relación que guardan las palabras entre sí, pues el orden sí altera el significado de éste. El segundo tipo, implicaturas, parte de la idea de que como hablantes, quienes dan por sentado ciertas reglas que usan, inconscientemente, favorece conversaciones exitosas en el acto comunicativo; por ejemplo, la cooperación de los hablantes para entablar una plática reflejada al enunciar oraciones verdaderas con información necesaria y relevante, y evitar la ambigüedad en el mensaje44. Por último, la planificación e inferencia se refiere a la organización mental del mensaje que efectúa el hablante al construirlo, y a las deducciones inmediatas que realiza el oyente al recibirlo. Debido a que la pragmática es la disciplina que “estudia la lengua en función de la comunicación, lo que equivale a decir que se ocupa de la relación entre la lengua y el hablante, o por lo menos de algunos aspectos de esta relación”45, nos ayudará a comprender que “hablar es siempre hacer algo, porque el lenguaje es un comportamiento social”46 y como esta disciplina se encarga de estudiar “las formas de producir significado que no 43 Van Dijk, T. A. (2000) El discurso como estructura y proceso, v.1, Barcelona: Gedisa pp. 110 y 111. 44 Máximas de cooperación que propone Grice para la comunicación exitosa. Reyes, G. (1994). La pragmática lingüística. El estudio del uso del lenguaje. España: Montesinos Editor. p. 17. 46 Op. cit. p.45. 45 29 entran por derecho propio en el dominio de la semántica”47 nos permite enriquecer el estudio de un fenómeno lingüístico, pues gracias a los variados contextos en los que se puede efectuar un discurso son las múltiples interpretaciones que éste puede adquirir; ya que aunque semánticamente una palabra puede tener más de una acepción, siempre tendrá gran importancia de qué manera se esté ocupando y con qué finalidad. Por otro lado, la semántica se encarga del estudio del significado enfocándose solamente en las relaciones que hay entre las palabras y los objetos del mundo, por lo que no se encarga del orden de las palabras en una oración; mientras que la pragmática explica cómo es que están interviniendo factores como el orden de las palabras, contexto o la entonación, y cómo es que esto afecta el significado global de la emisión lingüística, del mensaje; de ahí la importancia de estas dos disciplinas. Desde el punto de vista de la lingüística cognitiva se afirma que “el experiencialismo o realismo experiencial se ha contrapuesto al objetivismo”, afirmación que conduce a asimilar de forma correcta el mensaje; pues como hablantes competentes de la lengua española se puede acceder a una interpretación del piropo que no se limita únicamente a lo denotativo de sus palabras (significado semántico), sino a la connotación del significado (significado pragmático), al que Stephen Ullman se refiere como lenguaje figurado, interés de esta investigación. Para relacionar el vocabulario que usamos en los piropos y el tipo de lenguaje figurado empleado, obligatoriamente se tiene que mencionar el término polisemia, que según Ullman “es un rasgo fundamental del habla humana que puede surgir de una multiplicidad de maneras” 48, entre las más 47 Reyes, G. (1994). La pragmática lingüística. El estudio del uso del lenguaje. España: Montesinos Editor. p. 28. 48 Ullman, S. (1978) Semántica. Introducción a la ciencia del significado. Madrid: Aguilar pp.180-189. 30 sobresalientes: 1) Cambios de aplicación, 2) Especialización de un medio social, 3) Lenguaje figurado, 4) Homónimos reinterpretativos y 5) Influencia extranjera. A excepción de la última causa, influencia extranjera, las palabras polisémicas del corpus de piropos recolectados pueden tener su origen en los rasgos anteriores; pues, como se verá a continuación, algunos de ellos emplean un lenguaje perteneciente al medio social del emisor, cuyos usos originales se alteran para generar lenguaje figurado que facilite el uso del término dentro de dicho enunciado. Esta idea podría ser respaldada por la premisa de que un hablante nativo de la lengua española resulta competente a su interpretación ya que conoce el mecanismo y humor de su idioma. A continuación se mostraran los ejemplos de los piropos recolectados con el fin de ejemplificar los guiños que conllevan estas construcciones actualmente, ya que sus interpretaciones aluden a los intereses y referentes culturales de los que se valen sus emisores para lograr su construcción. Estos enunciados además de reflejar la conducta lingüística de los hablantes también revelan su percepción frente al género femenino. Para realizar dicha tarea se clasificaran en cinco categorías, cada una perteneciente al motivo que incita dicha emisión: cuerpo femenino, deseos, comparación, propuestas y posesión. 2.1 Cuerpo femenino Como hasta ahora hemos visto, los piropos se dirigen tradicionalmente a ensalzar la belleza femenina, se han creado una innumerable cantidad de lisonjas al cuerpo de las mujeres, cuya motivación surge principalmente a partir de las curvas que lo conforman; como bien sabemos, los niveles de testosterona parecen modificar especialmente la anatomía de las mujeres a lo 31 largo de su crecimiento provocando que las caderas se ensanchen, lo que produce en los hombres, a nivel perceptivo, la asociación inconsciente de que las mujeres resultan más atractivas con una silueta llamativa, aunado a la idea de que una mujer con caderas más anchas resulta más conveniente para la procreación. “No muevas tanto la cuna que se vomita el niño” Éste es un claro ejemplo de cómo nuestro lenguaje puede ser figurado49; la diversidad de sentidos depende del contexto en el que se ubica la emisión. Si la oración fuera mencionada por la madre de un bebé, o por una niñera hacia otro individuo, únicamente se estaría haciendo referencia a que no es bueno que se mueva tanto la cuna (cama del infante), porque puede originarle mareos, nauseas u otro malestar al bebé y ocasionarle vómito. Sin embargo, si esta frase se menciona como un piropo, de un varón a una mujer, que posiblemente se encuentra caminando o incluso bailando, la intención es totalmente distinta, pues se puede creer que el significado de la oración porta una carga sexual; para empezar, porque ahora el movimiento de la cuna ya no se referirá al de una cama, sino al movimiento de las caderas que realiza la mujer al caminar; enseguida la idea a la que se remite “el niño” ya no alude a un bebé (niño pequeño) sino al pene del emisor del piropo, que por el movimiento de caderas podría tener una erección al ver la sensualidad con la que camina la mujer y posteriormente una eyaculación, equivalente al “vómito”. Pero ¿qué es lo que nos permite hacer estas conjeturas? Van Dijk Teun A. en su estudio titulado El discurso como estructura y proceso explica cómo es que los hablantes tenemos que aplicar cierto “conocimiento de mundo” para que exista una coherencia local y global en 49 “Una palabra puede recibir uno o más sentidos figurados sin perder su significado original: el viejo y el nuevo vivirán uno al lado del otro, mientras no haya ninguna posibilidad de confusión entre ellos”. 32 la producción y comprensión de tópicos generales o macroestructuras que ayudan a producir ciertas inferencias al momento de escuchar el mensaje, y que funcionan como enlaces que permiten la construcción de modelos mentales con los cuales se permite la decodificación del piropo50. Dicha información se conoce como conocimiento cultural, que también “puede definirse como todo aquel conocimiento que se puede dar por supuesto en todas las formas de discurso público”51, y que también se conoce como conocimiento de Terreno Común (TC). “Qué tetás creyendo” Este piropo aunque no origina polisemia por homonimia reinterpretativa52 al cien por ciento, es un ejemplo de lo ingeniosa que resulta la lengua española, ya que aún cuando la frase original pudiera ser: “Qué te estás creyendo”, dicho con afán de hacer un reproche, al hacer la contracción de: te estás, por: “tetás”, altera el significado de la oración, pues el término “tetas” (sin acento) es muy popular al hacer referencia a las glándulas mamarias. Sin duda alguna el mensaje ha dejado de ser un reclamo. En este punto es importante mencionar lo que Van Dijk considera necesario para el entendimiento de cualquier mensaje: … para comprender el papel que cumple el conocimiento en la comprensión y producción, las situaciones comunicativas se deben modelar en términos de modelos de contexto… los hablantes activan, seleccionan y expresan ítemes de conocimiento principalmente en función de sus creencias sobre el conocimiento que tienen los receptores. Estas creencias son parte de las representaciones que los hablantes construyen en los modelos que tienen sobre los receptores en la situación comunicativa… también los propósitos del evento comunicativo van a activar más 50 Van Dijk, T. A. (2000) El discurso como estructura y proceso, v.1, Barcelona: Gedisa p.46. 51 Op. cit. p.47. 52 “Cuando dos palabras son idénticas en cuanto al sonido y la diferencia de significados no es muy grande, tendemos a considerarlas como una solo palabra con dos sentidos”. 33 o menos conocimiento y, según el tipo de situación, un hablante puede querer activar no sólo conocimiento más o menos general, sino especializado53. Es decir, el emisor del piropo al elegir las palabras que va a ocupar en su construcción es consciente de las interpretaciones que podrá originar, tanto con sus sonidos como con contracciones de sus palabras; el hablante considerará que su receptora tiene la competencia lingüística y cultural para entenderlo. Por otro lado, la mujer receptora de este piropo sabrá de antemano que el piropeador no se está refiriendo a ella con afán de reclamarle o exigirle una respuesta, pues bajo el supuesto de que es una desconocida y que no existe razón para hablarle, conoce que la verdadera intención es aludir el tamaño o forma de sus senos. Sin duda alguna, el “conocimiento del mundo” es un factor elemental para la interpretación de los piropos, pues por lo general es conocimiento compartido socialmente, y de ahí que, de cierta forma caracterice más a grupos o comunidades que a individuos en particular. “Mucho jamón para este par de huevitos” En este ejemplo se nota la referencia inmediata a un platillo típico de la cocina mexica: huevos revueltos con jamón. Aquí se ven las relaciones de productos comestibles con partes del cuerpo humano pues al decir “jamón” no es una referencia al embutido de este platillo, sino a lo “bien dotada” o proporcionada que se encuentra la mujer en cuestión, específicamente a sus piernas, ya que esta parte del cerdo que se elaborar este alimento. Al mencionar: “este par de huevitos” no se pretende hacer referencia al producto de un ovíparo, sino a los testículos del varón, pues socialmente existe la creencia de las similitudes en forma y tamaño de éstos. 53 Van Dijk, T. A. (2000) El discurso como estructura y proceso, v.1, Barcelona: Gedisa p. 60. 34 “El lenguaje tiene un carácter inherentemente simbólico. Su función primera es significar”54. Las palabras del piropo mexicano con connotación sexual pertenecen generalmente a partes del cuerpo y acciones realizadas con éste (movimiento de caderas, acto sexual, entre otros). Por ello, al pretender estudiar el lenguaje “no puede separarse la función cognitiva y la comunicación, lo cual se impone en un enfoque basado en el uso”55; donde factores como el orden de las palabras y la entonación del mensaje son de gran relevancia para entenderlo y pueden modificar el contenido general del mensaje. “Estás como me lo recetó el doctor” Quien dice una expresión como la anterior no lo hace con el objetivo de que su receptor crea que va a mejorar su salud, pero sí con la firme intención de hacer creer que gracias a ella (o él) podría sentirse mejor; en este ejemplo se realiza la inferencia de que toda receta o recomendación hecha por un doctor es “buena” para la bienestar del paciente. El estado de mejoría se deduce a partir de la “buena” o bonita imagen que tiene quien resultó adulada; se puede entender así ya que aparte de llamar guapa(o) a quien goza una grata apariencia, también se ocupa el término “buena (o)”; sin embargo, el segundo adjetivo califica la imagen, sobretodo refiriéndose a la complexión y modelo del cuerpo, en lugar de las facciones del rostro de una persona. 2.2 Deseos Debido a que el piropo es una expresión de admiración no resulta sorprendente que también se incluyan en ellos los deseos que despierta la 54 Cuenca, M.J. y Hilferty J. (1999) Introducción a la lingüística cognitiva, Barcelona: Ariel p. 19. Op. cit. p. 24. 55 35 mujer piropeada al ser contemplada. Estos deseos son los que desembocan en enunciados como los siguientes: “Quien fuera solecito para darte todo el día” En este ejemplo es importante retomar el tema de las implicaturas, al que Austin se refería como uno de los procesos que realiza el emisor del mensaje para que su receptor pueda deducir la interpretación correcta de éste. La implicatura surge a partir del conocimiento previo de que por el movimiento de rotación de la tierra, sus ubicaciones geográficas reciben luz solar en distintos momentos y por cierto tiempo a lo largo del día. En este caso, la implicatura radica en el verbo de la oración: “darte”, la clave reveladora de la intención sexual del piropo. El hablante es consciente de que “darte” es el término asociado con el acto coital, pues conoce que popularmente se le ha nombrado de diversas maneras, tales como “dar” (empleada en este piropo) y otros términos rústicos como “coger”, “echar pata” y “hacer el amor” se pretende que el oyente haga la deducción inmediata de que la idea a la que se refiere “darte” no es empleada con el sentido de –iluminar-, que sería el significado más cercano a quien realiza la acción, el sol; sino que el referente correcto es “hacerte el amor”, pues el contexto en el que se expresa la frase no tiene relación alguna con informar la acción solar. En este enunciado también se puede notar una constante en la ideología del hombre mexicano, la de la virilidad, y la del orgullo que da hacer énfasis en la duración o rendimiento sexual y que ocasiona la causante del piropo: “darte todo el día”. “Sí te relleno tu empanada con mi nata” Las palabras que conforman este piropo tienen intenciones claras y específicas, pues sin muestra de alguna intención romántica pretenden 36 alcanzar el acto sexual con una desconocida. Hablar de “empanada” en este enunciado, aunque de primera instancia podríamos tener el referente del alimento hecho de masa que contiene un relleno, se asocia con la creencia popular en México de que su forma es similar a la de una vagina; dicha idea de similitud ha sido propagada en otras construcciones lingüísticas dignas de estudio como los chistes o albures, donde no resulta extraño encontrarnos con vocabulario coloquial que por las asociaciones que realizan los hablantes lo conectan con su experiencia de mundo, rasgo característicos de la picardía mexicana. Continuando con este piropo, en él también descubrimos un referente sexual más: “relleno de nata”, expresión que alude a secreción del pene en el coito: el semen. “Sí me vengo corriendo para alcanzarte” Venir y correr son términos que popularmente se conocen y usan en el español para referirse la eyaculación, de ahí que el piropo anterior no signifique que haya un interés para alcanzar a una mujer, para hacerle compañía, sino hace referencia a que su belleza también motiva al emisor del piropo a tener intenciones de culminar el acto sexual. “Con tu regla y mi crayola, ¡qué castillo te diseño!” Como se menciona en el estudio “La práctica del piropo en los trabajadores de la construcción que laboran en la ciudad de Bogotá”56, los trabajadores de la construcción son un grupo de hablantes que frecuentemente hacen uso del piropo al notar la presencia de mujeres transeúntes, y sin olvidar sus 56 Correa, N., Mancera, J. (2009) “La práctica del piropo en los trabajadores de la construcción que laboran en la ciudad de Bogotá”. Pontificia Universidas Javerian (Archivo PDF). 37 herramientas de trabajo, pero sin manejar terminología especializada en el área, piropean de esta manera. En este ejemplo se ocupan palabras simples y conocidas, que dichas en un contexto ajeno al del piropo podrían resultar en una intención inocente de parte del emisor; sin embargo, dichas como piropo resulta interesante su interpretación, pues la palabra “regla”, cuyo significado etimológico permite las siguientes acepciones: Instrumento de madera, metal u otra materia rígida, por lo común de poco grueso y de figura rectangular, que sirve principalmente para trazar líneas rectas, o para medir la distancia entre dos puntos. Aquello que ha de cumplirse por estar así convenido por una colectividad. Precepto, principio o máxima en las ciencias o artes. Menstruación de la mujer. Mat57. Método de hacer una operación.58 Sin embargo, el significado que tiene regla en este piropo es la evidente relación del término con el proceso menstrual de la mujer. Ullman menciona que “la misma palabra puede adquirir cierto número de sentidos especializados, uno solo de los cuales será aplicable en un medio dado”59. Por ello, aunque conocemos tanto el significado de regla como el de crayola, nuestra experiencia nos ayudará a darle el sentido correcto dentro de un piropo. Como menciona Cuenca en su apartado sobre la naturaleza cognitiva del lenguaje. 57 Matemáticamente. (1992) Diccionario de la lengua española/Real Academia Española Tomo II, Madrid: Espasa p. 1756. 59 Ullman, S. (1978) Semántica. Introducción a la ciencia del significado. Madrid: Aguilar. 58 38 (…) para el experiencialista, el pensamiento –es decir, las estructuras que constituyen nuestros sistemas conceptuales– surge de la experiencia corpórea y tiene sentido según dicha experiencia (…) El núcleo de nuestros sistemas conceptuales se basa directamente en la percepción, en el movimiento corporal y en la experiencia física y social.60 Las palabras del piropo mexicano con connotación sexual pertenecen generalmente a partes del cuerpo y acciones realizadas con éste (movimiento de caderas, acto sexual, entre otros). Por lo que, al pretender estudiar el lenguaje “no puede separarse la función cognitiva y la comunicación, lo cual se impone en un enfoque basado en el uso”61. Regresando a las asociaciones que hacemos con “palabras clave”, dentro de este piropo encontramos a la regla y la crayola. La primera alude de forma directa al órgano sexual de la mujer: vagina; la segunda al del hombre: pene; y como resultado la exclamación “¡qué castillo te diseño!”, refiriéndose a la belleza del producto que podría obtenerse como consecuencia del acto sexual: el hijo. 2.3 Propuesta Debido a que las percepciones corporales son experiencias que surgen a raíz de la relación que se plantea un individuo de su cuerpo con la manera en que usa el lenguaje para describirlo, se podría considerar al lenguaje como “un articulador de la imagen del cuerpo”62; por lo que “las formas de nombrar sus emociones reflejarán uniformidades relacionadas con la organización social y los fenómenos simbólicos basados en convenciones sociales”63 que previamente han realizado los hablantes de esa lengua. En lengua española la 60 Cuenca, M.J. y Hilferty J. (1999) Introducción a la lingüística cognitiva, Barcelona: Ariel p.15. Op.cit. p. 24. 62 Rodríguez, G. (2001) “Perdiendo los estribos. Emociones y Relaciones de poder en el cortejo” en Desacatos. Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social. Núm 006. p. 43. 63 Op. cit. 61 39 forma en la que se enuncia la imagen del cuerpo puede resultar con guiños picarescos, como se verá en el siguiente ejemplo: “En esta noche tan fría yo te ofrezco mi estufa, no tiene pilas ni cables, pero igualmente se enchufa” Aparentemente, una gentil intención es la que se dice con este enunciado al pretender resguardar a alguien que tiene frío ofreciéndole “algo” que le de calor. Sin embargo, retomando lo que dice Ullman sobre los diferentes sentidos que admite una palabra, podemos creer que en este ejemplo “estufa” y “enchufar” no son términos que remiten a sus significados denotativos; gracias al conocimiento de mundo se puede identificar el verdadero propósito de quien expresa este piropo. Al realizar analogías de sustantivos y verbos, con causas y efectos del cuerpo humano que se encuentra en un estado de excitación, podemos encontrar la relación que tiene una estufa con su función: la de calentar alimentos, y así recordar que popularmente a la excitación se le conoce como “estar caliente”. Con conocimiento de lo anterior y al oír después: “no tiene pilas ni cables (fuente de energía de la estufa para poder calentar), pero igualmente se enchufa”, el piropo nos compromete a realizar una semejanza más, la del verbo “enchufar” con la unión física de dos cuerpo al tener coito. La mención de metáforas64 en el piropo son un elemento recurrente para su creación, en palabras de José Antonio Millan y Susana Narotzky “surgen de la inserción en un determinado contexto de una nota que proviene de otro distinto” 65, por ejemplo en piropos más amables podemos 64 En palabras de Cuenca, “la metáfora no sólo es una figura literaria, sino que es un mecanismo cognitivo que se utiliza para procesar información abstracta a partir de conceptos más concretos, simples y familiares”. 65 Lakoff Georges, J. (1991) Metáforas de la vida cotidiana, Madrid: Cátedra p. 11. 40 encontrar: “cara de ángel”; de manera que para George Lakoff y Mark Jhohnson, la metáfora “(…) impregna la vida cotidiana, no solamente el lenguaje, sino también el pensamiento y la acción”66; los conceptos metafóricos están representados en tres tipos: Metáforas de orientación (arriba/abajo), metáforas ontológicas (entidad/ substancia/ contenedor) y metáforas estructurales ( ejemplo, La discusión es guerra), corresponden tres áreas de experiencia básica que nos permiten comprender otras experiencias es sus términos (…) Son –naturales-, en cuanto que provienen de campos de comprensión inmediata, ya sean físicos o culturales: nuestro cuerpo, nuestras interacciones con el entorno físico (movimiento, manipulación de objetos, etc.) y nuestras interacciones con otras personas en nuestra cultura (sociales, políticas, económicas, etc.)67. Lo anterior se encuentra reflejado en el siguiente ejemplo: 2.4 Posesión Es importante recordar que la creación de piropos no se limita a la evocación de la posesión del cuerpo de la piropeada únicamente, también existen piropos que, con un tono más amable, insisten en la cercanía al objeto del deseo como el privilegio para poseerla de manera más subjetiva. “Quien fuera reloj para ser dueño de tu tiempo” Inconscientemente se hacen referencias al tiempo como si fuera un objeto ubicado en un espacio (“dueño de tu tiempo”), donde el individuo, regularmente, ignora que el emplearlo de esta manera es una metáfora ontológica; es decir, es la “ocasionada por nuestra experiencia con objetos físicos (especialmente nuestros propios cuerpos)”68. 66 Lakoff Georges, J. (1991) Metáforas de la vida cotidiana, Madrid: Cátedra p. 39. Op. cit. p.13. 68 Op. cit. p.64. 67 41 En definitiva, el contexto social es uno de los elementos básicos para poder captar las ideas y los significados implícitos o explícitos que contienen los piropos. 2.5 Comparación A lo largo de la historia, el hombre ha construido un ideal de la mujer y de su belleza; se han creado metáforas que engrandecen la percepción de sus rasgos físicos o que los comparan con referentes que aluden a lo sano, natural, e incluso sagrado, pues es común escuchar como parte de adulaciones términos asociados con la “divinidad”, como ángel o virgen; por otro lado, existen piropos más “terrenales” cuya terminología se encuentra asociada más al placer y disfrute como el siguiente ejemplo: “Tus ojos son como dos uvitas, tus mejillas como manzanas, tu naricita como una fresa, qué rica ensalada de frutas serías con mi banano” Formas, figuras, y colores se han conjugado en una lista de comparaciones de frutas con características corporales en este piropo. La frecuente relación de estas comparaciones puede desencadenar el origen de un símbolo; en el caso de las primeras tres comparaciones, ojos como uvas, mejillas como manzanas y nariz como fresa, resultan comparaciones amables para la destinataria; por otra parte, cuando se concluye el piropo con la referencia al “banano” del emisor el piropo adquiere otro sentido, ya que en este caso la referencia a esta fruta es meramente sexual, pues por la forma de fruto se permite su asociación con el pene. “Banano (a)” o “plátano”, al igual que “huevos” son términos muy recurrentes en los piropos mexicanos. Como han demostrado estos ejemplos, los piropos dichos de un hombre a una mujer no siempre son adulaciones a la belleza de sus rostros o 42 características de actitud, son más bien “enaltecimientos” de los atributos físicos de la piropeada que evidencian un intento de seducción más que de romance, a diferencia del motivo original con el que fueron creados. Piropos como los anteriores son el reflejo del pensamiento que se exterioriza sin pretender obtener una respuesta favorable, debido a que la mayoría de las receptoras de éstos no se sienten halagadas al escucharlos, sino que en caso de ser sensibles a los mensajes recibidos de extraños pueden resultar ofendidas, ya que es usual que la mayoría de los “cumplidos” expresados no involucren cuestiones sentimentales sino carnales. Gran parte de los piropos que conocen y crean los trabajadores de los oficios seleccionados no tienen la intención de ser de carácter cortés, ya que la manera en la que intentan “ensalzar” la belleza de la piropeada no conlleva el propósito de ser respondido con un agradecimiento, respuesta frecuentemente obligada (verbal o no verbal) por el recibimiento de un cumplido de carácter cortés. Es porque el cumplido, a diferencia del piropo, es “una alabanza dirigida a una persona o cosa de su propiedad (Moliner, 1997)”69, y se manifiesta expresando de forma positiva los méritos de alguien. El objetivo y la forma en cómo se dice un cumplido, a diferencia de un piropo, siempre hará sentir halagado(a) a su receptor(a). La amabilidad innata del cumplido no es propia de un género, éste bien se puede expresar de un hombre a una mujer, como de mujer a hombre, mujer a mujer y hombre a hombre. Algunos cumplidos que podrían ocasionar el agradecimiento de su emisión podrían ser: “hoy te ves guapísima (o)” (halago al físico del 69 Bustos Rus, J. A. (2007) Cumplidos, Madrid: Universidad Complutense de Madrid (Archivo PDF). 43 receptor), “la comida está muy rica” (frase que halaga a quien cocinó la comida), “tienes una casa hermosa” y “tu trabajo es excelente”. Cuando una persona recibe un cumplido como los anteriores nunca se siente agredida, pues entiende el cumplido como una muestra positiva de expresión a su persona. La informalidad que admite un piropo o cumplido amable aprueba que en él se utilicen palabras tan populares que permitan sentir confianza entre los hablantes a pesar de no conocerse con anterioridad70. Con la intención de ejemplificar lo anterior: en una fiesta se encuentran dos viejas amigas, A y B; B es acompañada por otra chica, C, y se encarga de presentar a A con C; como muestra de cortesía C le dice a A que su cabello es muy bonito, C mostrando solidaridad, responderá que el de A también luce bien. En este ejemplo ninguna de las dos hablantes quedará inconforme con escuchar lo que una piensa sobre la otra, pues desde el primer comentario se notó la amabilidad con la que se pretendía elogiar, por lo tanto la respuesta de la receptora también fue amable al agradecer cortésmente con otro elogio. El cumplido es propio tanto del habla cotidiana como en ámbitos formales, una más de sus características es que no pertenece solamente a la tradición oral sino que también puede expresarse por escrito, sin perder su sentido. En cambio el piropo pertenece más a la tradición oral, ya que requiere del contacto visual y corporal con la persona a “piropear”; empero, hoy día su uso no se limita al contacto físico sino que avances tecnológicos como internet permiten la apreciación de fotos y videos publicados en redes sociales, blogs y chats donde no es raro leer algunos piropos o cumplidos a la belleza física de la mujer. 70 Bustos Rus, J. A. (2007) Cumplidos, Madrid: Universidad Complutense de Madrid (Archivo PDF). 44 La razón del por qué el piropo es más popular en los hombres puede deberse a las restricciones sociales que siguen vigentes para las mujeres hoy día. No se trata de una lucha de género pero es común que se acepte más un piropo proveniente de un hombre al de uno emitido por una mujer, con mayor razón si es un piropo con alusiones sexuales; otra razón más para que esto suceda es la frecuencia con la que son empleados por los varones. Incluso, desde la perspectiva de una mujer se notan restricciones al empleo abierto de esta “técnica de adulación”, pues aún no se considera una tradición entre ellas. 3. CONCLUSIONES Presentar un intento de análisis en algunos piropos recaudados con varones trabajadores de la ciudad de Xalapa, Veracruz, no es una tarea sencilla, ya que estos enunciados construidos con palabras aparentemente “escuetas”, portan una connotación sexual que complica y a la vez facilita esta tarea, y es este recurso lingüístico el que muestra una riqueza de significados, que en ocasiones pasamos por alto como simples hablantes del español. Para efectuar un estudio lingüístico de este fenómeno del habla coloquial fue necesario tener en cuenta que la interacción del lenguaje con el mundo sería la guía básica del análisis, por lo que recolectar parte de la evidencia del empleo real de la lengua es lo que dota a una investigación de mayor verosimilitud; sin duda, para realizar dicha tarea fue necesario hacer las deducciones e interpretaciones que como usuarios de la lengua hacemos al crear ciertas “creencias socioculturales” que nos respaldan y se reflejan al momento de comunicarnos. 45 Hoy día, sin duda, las opiniones en torno al piropo son de gran diversidad; algunos de sus investigadores, sus emisores y receptoras coinciden en que estas expresiones lingüísticas se han convertido en una forma vulgar de decir “halagos”, por lo que no son recibidos como simples cumplidos al considerar que llevan consigo una ofensa a la piropeada; incluso, como se mencionó anteriormente, existen grupos en defensa de la igualdad de género que intentan erradicar, o al menos evitar, esta tradición lingüística al enfatizar la “violencia verbal” que albergan en sus proposiciones y deseos manifestados; pues, cuando sus referencias y alusiones pierden el carácter cortés y optan por uno sexual, sus destinarias (al deducir los referentes de manera adecuada) podrían sentirse incluso intimidadas al escucharlos. Este sector de hablantes es el que podrá concordar con que el uso que hoy día se le da al el piropo ya no representa el de una lisonja, debido a que las connotaciones sexuales que portan los descartan como tal. Por otra parte, una constante en los usuarios del piropo entrevistados fue que el empleo que le dan a estas expresiones no es con afán de agredir verbalmente a las destinatarias, sino que su intención radica en dar a conocer lo que la imagen de la mujer provoca en su imaginación y deseos; si bien, no pretenden obtener un agradecimiento (y coinciden en que la posibilidad de recibirlo es casi nula), aseguran que su recepción no busca ser la de un vituperio, consideran a los piropos como una manera de expresar el asombro y sensualidad que despiertan en ellos las transeúntes, sin importar que sean desconocidas. En conclusión, los piropos, al igual que otras emisiones lingüísticas, son sólo el reflejo de la sociedad en la que se emplean, pues en ellos no sólo se albergan palabras que contienen más de una interpretación, sino que 46 también, en conjunto, son la muestra del ingenio y picardía de la cultura en la que se manifiestan; son el reflejo de la evolución del uso lengua y su sociedad. El término y la asociación que se le da al piropo no pueden ser empañado por la agresividad con la que también se le asocia. A mi parecer, la riqueza del piropo en lengua española radica en ser visto como una manifestación más de conocimiento que hemos adquirido inconscientemente, que delata nuestra apreciación del mundo y desenvolvimiento en él; pues a pesar de que su uso a veces podría conllevar cierta agresividad, el piropo no es un desencadenante de violencia, es el medio que elige tomar el hablante para expresar de manera inmediata e ingeniosa sus pensamientos más recurrentes. En resumen, la lengua es el instrumento social que aprueba y condena el comportamiento de sus hablantes; ella, su uso y contexto, son factores importantes para determinar cómo se deben entender sus mensajes. Actualmente, los piropos pertenecen a la cultura tradicional de la lengua española, ya sean de carácter cortés o con tintes sexuales, decir piropos no es una práctica que se encuentra en extinción. A pesar de que su discurso podrá ir acompañado de algún silbido provocador, o de gestos y ademanes sugerentes al acto sexual, los piropos con esta clase de guiños casi siempre mantendrán una distancia guardada entre el piropeador y la piropeada, pues no se establece ningún tipo de contacto físico o verbal (retroalimentación) entre los involucrados; salvo las veces en las que la mujer destinataria exterioriza con gestos de desagrado o alguna respuestas sin tapujos su rechazo a él. Para finalizar, este trabajo pretende ser un acercamiento al estudio del piropo, pues como ya se explicó anteriormente, no sólo debe verse como una actividad lingüística sino que también debe apreciarse como un 47 fenómeno cultural ingenioso que revela la apreciación de la mujer a nivel social, por lo que la diversidad de acercamientos para colaborar con su estudio son variados, ya que no sólo podrán ser de carácter lingüístico pues también permite su estudio desde otras disciplinas. 48 4. BIBLIOGRAFÍA Calvo Carrilla, J. L. (2000) La palabra inflamada. Historia y metafísica del piropo literario en el siglo XX. España: Ediciones Península. Gaytan Sánchez, P. (2009) Del piropo al desencanto. Un estudio sociológico. México: Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Azcapotzalco. Corominas, J., Pascual, J.A. (1993) Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico, vol. 5 Madrid: Gredos. Moliner, M. (1984) Diccionario de uso del español, vol. 2 Madrid: Gredos. Beinhauer, W. 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