Conferencia Pathwork Nº 202 / 1 Conferencia Pathwork Nº 202 LA INTERACCIÓN PSÍQUICA DE LA NEGATIVIDAD - ELIGIENDO EL AMOR Saludos y bendiciones para cada uno de mis amados amigos que están aquí. El poder del amor y la fortaleza de la verdad se desplegarán en ustedes por siempre al crecer en su camino. En primer lugar, me gustaría decirles que la mayoría de ustedes ha aprendido a tomar conciencia de bastante negatividad y a admitirla. Hasta ahora, ni siquiera podías percibir la importancia de este progreso. Darte cuenta de tus intenciones negativas tiene un efecto muy diferente a andar a tientas ciegamente, actuándolas y sufriendo en consecuencia, un tipo especial de confusión que lastima más que el dolor físico. El beneficio de esta nueva conciencia es tan grande para ti mismo como para otros. En esta conferencia me gustaría mostrarte lo que significa la interacción psíquica inconsciente entre tú y los demás en términos de la pérdida de amor y también en términos del dolor de la culpa del que hablé en la conferencia pasada. Cuando te das cuenta de tu negatividad sólo vagamente, sintiendo sólo débilmente el daño que ésta le inflige a otros, estás atrapado en una batalla de culpa, autojustificación, impotencia, rechazo y duda de ti mismo. No puedes evitar enredar en tu negatividad a otros, con sus propios conflictos inconscientes. Los atas a una lucha igual a la que acabo de describir. Muchos de ustedes ya han empezado a reconocer que al negar su negatividad incurren en una culpa doble. Primero está la culpa por la actitud negativa en cuestión. A esto lo podríamos llamar la culpa primaria. Luego te involucras en la culpa por negar esta negatividad, lo que podríamos llamar culpa secundaria. Si se admitiese la culpa primaria y se aceptasen verdaderamente sus consecuencias, dejaría de ser una culpa. Pero la culpa secundaria habrá de ser un gran peso en el alma de cada uno. Es una carga que consume mucha energía de vida que es vital. Tu negación siempre implica actos dañinos exteriores o interiores hacia otros y, por lo tanto, podrá ser llamada en verdad un pecado porque castigas a otros por tus propias fallas, por tus propias intenciones negativas, faltas de amor, falsedades, rencor y demandas injustas. Por ejemplo, si eres consciente de que no deseas amar, y no simulas algo diferente, ésta es tu responsabilidad. Si te das cuenta de que pagas un precio alto por una existencia sin amor pero lo dejas así, al menos no enredarás a otros en tu culpa por no amar. Estarás solo, por supuesto, pero has hecho una elección: la conoces y pagas el precio por ella. No le das al mundo tu maravillosa capacidad de amar, eso es verdad, y en ese sentido fallas. Pero cuando culpas a los demás por tu falta de amor, aun si usas sus defectos reales como excusas para ti, cuando los castigas por el resultado de tu propia actitud no amorosa y construyes argumentos para justificar que tú mismo retienes y no das, entonces verdaderamente pecas. Es así, mis amigos. Este proceso está muy difundido, es muy común, y sin embargo es tan sutil que sólo las personas que poseen una considerable conciencia de sí mismas pueden empezar a reconocerlo en sí y por lo tanto, también en los demás. Es una actitud básica. Existe con variaciones y con diferentes grados de intensidad. La negativa a amar, cuando no es admitida, se manifiesta a menudo en la siguiente actitud. “No quiero darte nada quienquiera que seas “tú” - pero demando que me des todo. Si no lo haces, te castigaré.” Esta actitud es muy típica. Cuanto más escondida esté y menos conscientemente expresada sea, más insidioso será su efecto en el yo y en los demás. VERSION PRELIMINAR SUJETA A REVISION Conferencia Pathwork Nº 202 / 2 Siempre es relativamente fácil negar, racionalizar, distorsionar, esconder o usar verdades a medias para justificar esta actitud. Últimamente, varios de mis amigos se han vuelto conscientes de esta actitud y han podido admitirla no sólo ante sí mismos sino también ante sus amigos. Cuando esto sucede, la afluencia de salud, del aire limpio y fresco de la verdad psíquica, es instantánea. Es el resultado de liberarte de la culpa secundaria. Cuanto más expongas cada detalle de la disparidad entre tus demandas y tus propias intenciones no dadivosas, y el castigo que das cuando tus demandas no son satisfechas, más te librarás de la culpa. Cuanto más claramente veas la ridícula injusticia de lo que demandas comparado con lo que das, de qué modo diferente del que tratas a otros insistes en ser tratado y exactamente de qué modo eliges castigar - siempre de un modo tal que no puedan atraparte, de modo tal que no te hagan responsable - más rápidamente te liberarás de una carga que causa depresión, ansiedad, preocupación, desesperanza y a menudo, también enfermedad física y frustración material. Uno de los modos más populares de castigar a otros por no responder con amor a que tú no des, es hacerlos culpables, construir el argumento de tal manera que ellos parezcan ser la causa de tu desdicha. Te convences a ti mismo de esto con bastante éxito porque eliges ver sólo el resultado de que no das, reteniendo, con rencor o quizás con cobardía. Eliges ignorar que los demás no pueden responder del modo en que te gustaría que lo hagan en tanto tu propia psiquis esté aún empapada de esta actitud hacia la vida, negativa y de no dar. Tu negatividad dice: “Negaré la verdad y te culparé por no darme todo y por no dejar que me salga con la mía con mis demandas unilaterales. Y si te atreves a reaccionar ante esto, te castigaré odiándote y culpándote aún más.” Aquellos que están al comienzo de su camino, o aquellos que tienen intereses muy fuertes en su imagen idealizada de sí mismos, la cual no deja lugar para esta verdad, al principio pensaran que es completamente imposible que ellos también puedan albergar tal actitud. Tu mejor indicador para determinar si existe y en qué medida, es consultar a tu mente y a tus emociones. Si te sientes cómodo con otros, sin ansiedad, si expandes tu vida de un modo alegre y consideras las dificultades ocasionales como escalones significativos, entonces es que ya has superado ampliamente esta actitud venenosa. Pero tú también debes haberla tenido y debes haber tratado con ella de un modo verdadero. Nadie está enteramente libre de ella en un comienzo. Si no has encontrado esta actitud, debes hacer tu camino para atravesar tu orgullo, tu cobardía y los intereses que tienes puestos en tu simulación. Cuando admites tus intenciones negativas realizas el acto de amor más fundamental. En el momento en que admiten lo que están haciendo, están realizando un acto de amor, mis amigos, lo sepan o no. Si no admites tus intenciones negativas, podrás dar mucho pero nunca lo real, lo que más cuenta. Podrás dar cosas, dinero, acciones buenas, hasta ternura e interés, pero son regalos huecos si no dejas libre al otro admitiendo honestamente tu negatividad. La culpa causada por tus demandas injustas, tu rencor, el retener tu amor y la culpa agravada, causada por castigar a otros por tu desdicha, habrá de erosionar tu fortaleza y tu autoexpresión. Te hará verdaderamente débil. En tanto continúes en esta actitud, ¿cómo podrás tener fe en ti mismo, cómo podrás creer en tu dignidad como ser humano libre? Podrás intentar todo tipo de modos artificiales de infundirte confianza en ti mismo pero nunca funcionarán a menos que enfrentes la culpa secundaria, y la abandones al admitirla. Entonces hasta podrás quedarte, si así lo eliges, con la culpa primaria - la culpa de no querer amar - pero al menos habrás asumido la responsabilidad por esto. VERSION PRELIMINAR SUJETA A REVISION Conferencia Pathwork Nº 202 / 3 Ven, mis amigos, éste es un mundo de dualidad. Existe mucha confusión por la alternativa “o-esto-o-aquello”, y el tema en cuestión es particularmente propenso a tal confusión. La humanidad está obstruida por el concepto de que o uno debe tener la culpa - por cualquier cosa que sea - o debe tenerla la otra persona. O tú eres el malo, el que está equivocado, o lo es la otra persona. Esto crea una situación dilemática seria, que hace imposible estar en la verdad. Si tú estás equivocado y la otra persona está libre de culpa, sientes que hay algo que no es completamente correcto acerca de la situación. También sientes que se pone en ti una responsabilidad excesiva. Si tú eres el que asume toda la carga de la culpa, con seguridad que esperas ser excluido. Esta suposición es una carga insoportable; es falsa y no permite que haya claridad. Te hace sentir aún más inferior y sin posibilidad de ser amado. Tu desdicha parece un castigo justo en vez de una elección que eres libre de alterar toda vez que así lo decidas. Al asumir toda la culpa, les das permiso - por así decirlo - a los demás para que actúen secretamente sus propias intenciones negativas. O, a la inversa, si tienes que justificarte completamente al explicar tu conducta, entonces también te pones en una situación dilemática terrible: nuevamente sientes que hay algo equivocado, sabes que considerar que el otro es totalmente malo tampoco se ajusta a la verdad. Si tienes que proteger esta simulación, lo cual podrá parecer deseable para eximirte de culpa, te vuelves ansioso, atemorizado, y te sientes amenazado de que penetren tus defensas - entonces, no te puedes afrontar estar relajado, ser natural y estar cerca de los demás. Tu apuesta a tu “inocencia” impide la intimidad. Nuevamente, no puedes sentirte bien. La mayoría de los seres humanos todavía es incapaz de experimentar de qué modo su distorsión y su negatividad afectan directamente, refuerzan y se enganchan en las distorsiones y las negatividades de los demás. Todavía están demasiado involucrados en la lucha dualista, defendiendo su imagen ilusoria de sí mismos. Por lo tanto, están ciegos a la realidad psíquica de la interacción constante entre el yo y los demás. La actitud de que “o el yo o el otro es completamente malo” crea confusión, culpa y dudas de uno mismo. La siguiente interacción tiene lugar de psiquis a psiquis. Supongamos que dices internamente: “Te castigaré por no satisfacer mis demandas insaciables. No te amaré ni te daré nada. Te castigaré haciéndote sentir culpable, y si quieres algo de mí, no te lo daré. Te castigo de manera más efectiva haciéndome la víctima, de modo que no puedas culparme ni atraparme.” Supongamos que la otra persona está luchando internamente para abandonar una defensa similar. Su resistencia dice: “No debes abandonarla. Los otros están allí para herirte, para hacer de ti una víctima, para explotarte. Si abres tu corazón al amor, no conseguirás otra cosa que rechazo, injusticia y odio a cambio. No vale la pena. Sería mejor que hubieras permanecido cerrado.” Imagina tan sólo cómo tu actitud de hacerte la víctima reforzará la resistencia irracional de la otra persona a estar abierta, a ser vulnerable y amorosa. La parte atemorizada del yo, que está estructurada para la negatividad “protectora” y para retener, retrocederá considerablemente en esta lucha toda vez que se encuentre con tales intenciones negativas. Este castigo a menudo toma la forma de acusaciones severas que difaman el carácter del otro. Puede ser que nunca lo hayas pensado en estos términos pero si miras de cerca, verás que se reduce exactamente a eso. O hasta podrás usar las fallas reales de los demás como excusas para castigarlos por no cumplir con tus demandas y por no aceptar un trato que propones en el cual ellos dan todo y tú, muy poco o nada en ese nivel. En otros niveles, la situación puede ser completamente diferente. La interacción inconsciente en esta área fortifica y justifica de ese modo la convicción de que la negatividad es una defensa necesaria. Vista desde esta perspectiva estrecha, la posición parece correcta. Entonces, cuando actúas tus intenciones negativas, también VERSION PRELIMINAR SUJETA A REVISION Conferencia Pathwork Nº 202 / 4 eres responsable por el otro. Una de las verdades aparentemente paradójicas de la realidad espiritual es que eres responsable por ti mismo y también eres responsable por el otro, cada cosa de un modo diferente. Por la misma razón, las intenciones negativas de los demás te lastiman y son para ti un obstáculo y ellos son responsables por hacerte esto. Sin embargo, ellos no podrían tener éxito si tú no te aferrases tenazmente a tus propias intenciones negativas. En ese sentido, la responsabilidad es tuya. Todos tienen la elección de usar las malas intenciones del otro como una excusa para permanecer con las suyas o buscar un nuevo modo de responder a la vida. Por lo tanto, es igualmente verdadero que tú eres el responsable exclusivo de ti mismo y los demás son los responsables exclusivos de sí mismos, y que cada uno es responsable por la otra persona. Dado que en última instancia no hay división entre el yo y el otro, ambas cosas deben ser verdad. Tú eres los demás y los demás son tú. La separación es tan ilusoria como la dualidad esto-o-aquello. No es que o bien eres responsable por ti mismo o bien por los demás, ni que los demás sean responsables o bien por sí mismos o bien por ti. No hay esto-o-aquello: todo es uno. Por lo tanto, cuando pones fin al viejo patrón de culpar a los demás para justificar tu injusticia y tus demandas carentes de amor, no sólo te desenredas a ti mismo de este dilema terrible sino que también ayudas a que la otra persona se desenrede. Por supuesto que los demás no deben depender de ti, deben valerse por sí mismos y encontrar su propia salvación. Podrás decir: “Los demás no deberían depender de que yo supere mis negatividades y mis problemas para poder superar los suyos.” Y tienes razón y estás equivocado a la vez. Tienes razón en que ciertamente es la responsabilidad de los demás y que ellos pueden hacerlo no importa lo que tú hagas, siempre y cuando quieran hacerlo realmente. Su esfuerzo, su inversión y compromiso consigo mismos determina el resultado, sin que importe lo que hagan los otros, incluido tú. Pero también estás equivocado al no ver que por tu acto de verdad, que es un acto de amor, ayudas a que los demás se liberen de sus enredos. Cuando pones en claro cuál es tu parte negativa, eliminas mucha confusión y duda, de modo que puede aparecer la verdadera imagen de dónde y en qué medida contribuye cada parte a involucrarse negativamente y a una interacción psíquica negativa. Esto tiene un efecto tremendamente liberador. Hay fases particulares en el desarrollo humano en las que una entidad encuentra casi imposible salir de su sistema de defensa negativo y de la convicción de que esta defensa es necesaria, a menos que una de las personas con las cuales ella está enredada, la saque de la dificultad al admitir sus propias intenciones negativas, su actitud destructiva, su deshonestidad y su mezquindad. Imagina tan sólo cómo te sentirías si alguien cercano a ti, que te ha provocado dolor al señalarte tus culpas reales y falsas, pero que también te ha confundido negando su propia culpa, te dijera repentinamente: “Me doy cuenta de que no quiero darte amor. Quiero hacerte demandas y luego culparte, acusarte y castigarte cuando no satisfaces mis demandas. Pero no te permito que te sientas herido porque, aunque yo quiero herirte, no quiero que me hagan sentir culpable por tu herida.” ¡Imagina tan sólo cómo te liberaría esto! ¡De qué manera una admisión tal como ésa puede aclarar repentinamente muchas confusiones! No es muy probable que respondieses a este acto de amor como el que siempre tiene razón, actuando como quien es totalmente inocente, siempre ha sabido esto y ahora queda establecido como víctima inocente. Si admites tus demandas injustas similares, tu cobardía al dar tus sentimientos, y tus intenciones negativas, por cierto que podrá ser hiriente para tu orgullo, pero en verdad, ¡para nada más! El otro, que escucha esto, ha recibido en ese momento un don de amor VERSION PRELIMINAR SUJETA A REVISION Conferencia Pathwork Nº 202 / 5 de tu parte, aunque puede ser que aún no quieras amar con tu corazón, con tus sentimientos, con tu ser interior. Pero siendo veraz, has comenzado a amar. Al liberar a los demás de la culpa falsa que has puesto en ellos para esconder la tuya, les permites que miren su propia culpa real sin devastarse a sí mismos y sin esa dolorosa lucha interior en la cual las culpas y acusaciones mutuas están todas confundidas. El alivio y la clarificación conducen a menudo a la solución de los problemas más profundos. Es como si la personalidad necesitase esta gracia “externa”, esta mano que brinda ayuda, ya que el acto deshonesto de poner la culpa en los demás hace que su verdadera revelación de sí mismos sea casi imposible; ésta implica que si ellos admiten la culpa, tú tienes razón al acusarlos de ser malos y de ser la causa de tu desdicha. Es así como la gente está enredada junta en la negación, la proyección de la culpa, la lucha de esto-o-aquello, la confusión y las interacciones negativas. Alguien debe empezar a aflojar el enredo y desatar los nudos. Las intenciones negativas son una defensa. Ésta proviene de la creencia innata de que no se puede confiar en el mundo y de que el único modo en que el yo se puede proteger es siendo tan mezquino como se supone que es el mundo - o más mezquino. Cuando admites tu mala voluntad, ayudas a los demás a empezar a confiar en la decencia del mundo y de la gente. Entonces puedes empezar a contemplar: “Tal vez no sea tan peligroso, después de todo. Tal vez no esté completamente solo en mi vergüenza y mi culpa ocultas. Tal vez puedo soltarlas. Tal vez yo también puedo admitir estos sentimientos sin ser considerado como el único responsable.” ¡Qué diferencia sería esto en tu actitud hacia la vida, en tu posición espiritual como entidad humana! Tu sistema de energía debe empezar a cambiar. Cuando trabajan todos juntos de este modo honesto, el amor no es un mandato impartido por la voluntad y la mente, no es una abstracción, no es un acto emotivo ni un gesto sentimental. Es vigoroso, afirmativo y libre. La honestidad es la más necesaria y la más rara forma de amor entre los seres humanos. Sin honestidad, siempre quedará la ilusión de que estás separado de los demás, de que tus intereses y los de los otros son contradictorios, de que para proteger tus intereses debes derrotar a los demás y viceversa. Mis amigos, sólo cuando conozcan su propia negatividad, cuando la admitan verdaderamente, asuman responsabilidad por ella y no la proyecten más en otros mientras que distorsionan la realidad para poder hacerlo, sólo entonces lograrán repentinamente una nueva percepción interior de las acciones de otras personas, de modo tal que aun cuando ellos no lo admitan, ustedes sabrán lo que está pasando. Y eso también los libera. Eso también los saca de la confusión y la culpa de: “¿Dónde está mi falla en causar mi desdicha? ¿Cómo la he causado? ¿Cómo la han causado los demás?” - fluctuando así entre echar la culpa a los demás y a sí mismos. Ninguna de estas dos cosas conduce a una solución. Pero en el momento en que asumes responsabilidad por tus actitudes negativas y destructivas hacia los demás, aun si los demás no están dispuestos a hacer lo mismo, ves el cuadro con claridad. Te desenredas no sólo por tu admisión y tu autoconocimiento, sino también porque comprendes las intenciones negativas, las actuaciones y las proyecciones deshonestas de la otra persona. Es por eso que todo aquel que admite lo peor que hay en sí mismo, siente inevitablemente y como resultado inmediato, júbilo, liberación, energía, esperanza y luz. El crecimiento espiritual te trae el don de conocer el interior de otras personas: sus pensamientos, sus intenciones y sus sentimientos. Esto no es magia, ocurre naturalmente porque en realidad, tú y los demás son uno. Al leer tu propia mente con precisión no puedes evitar leer la de los demás - dado que en realidad, es todo una sola mente. Las mentes de otras personas son libros cerrados sólo en tanto te ocultas de tu VERSION PRELIMINAR SUJETA A REVISION Conferencia Pathwork Nº 202 / 6 propia mente. Ser capaz de leer la mente de los demás resultaría ser una magia peligrosa si viniese de un poder psíquico individual. Se podría abusar de tal poder. Pero toda vez que esta habilidad crezca orgánicamente como subproducto del conocimiento de tu propia composición interna, será natural y no se podrá abusar de ella al servicio de impulsos de poder y negatividad. Cuando se haya alcanzado una profunda veracidad, lo que ahora parece ser una entidad totalmente separada, será vista tal como es en la realidad indiferenciada. Se verá que todo es uno, que hay una sola conciencia. ¡Qué experiencia liberadora conocer a los demás y ver dentro de ellos, no estar más confundido ni desgarrado! Esta habilidad crece a partir de abandonar tus intereses en esconder, proyectar, negar y distorsionar, crece a partir de abandonar una actitud que no sólo confunde a los que están a tu alrededor en un estado similar sino que te confunde a ti mismo en la misma medida. En la última conferencia hablamos del dolor de la culpa. El peor dolor de la culpa aparece cuando no sabes exactamente cuál es tu parte en una interacción y cuál es la del otro. Este tipo de sufrimiento proviene sólo del ocultamiento. Te desgarra, te hace sufrir, buscando a ciegas como un animal atrapado. Pero eres tu propia víctima. Te has puesto a ti mismo en una trampa al elegir no ser honesto. Toda vez que los seres humanos se despliegan hacia un estado más expandido, necesitan herramientas diferentes. Tomemos la simple analogía de alguien que dirige un negocio. Cuando el negocio todavía es muy pequeño, la organización está adaptada a la medida y el propósito de la firma. Es apropiada y por lo tanto, es armoniosa. Pero cuando el negocio se expande, la organización creada para un pequeño establecimiento ya no le va bien al más grande. Ya no sería apropiada y no podría funcionar fluidamente. Si los dueños fuesen demasiado rígidos como para cambiar y persistiesen en aferrarse al viejo modo comprobado, fallarían en la empresa expandida o al menos, encontrarían muy difícil hacerla funcionar. Mis amigos, la misma ley se aplica a su expansión interior. Al crecer y aprender acerca de ti mismo, y en consecuencia acerca de los demás y el mundo, experimentas la vida de modos más profundos y variados - lo cual, después de todo, es tu razón para estar encarnado. Al lograr entendimiento y aprender a experimentar sentimientos que previamente habías evitado, estás preparando las herramientas apropiadas, por así decirlo, para una “operación expandida”. En términos prácticos esto significa que actitudes que una vez fueron útiles, se vuelven ahora destructivas y limitantes. En el camino de la evolución sucede muy a menudo que las entidades crecen de varios modos y preparan el terreno para nuevas actitudes necesarias hacia la vida. Sin embargo, pueden impedir esta expansión al rehusarse a abandonar ciertas actitudes. Entonces debes adaptarte a nuevos modos de responder al mundo, respondiendo de manera diferente a las reacciones de otras personas hacia ti, a lo que sucede a tu alrededor y también a lo que sucede dentro de ti. Esto sucederá, en primer lugar, al saber que tu vieja respuesta es un reflejo condicionado creado para ajustarse a un modo más pequeño de funcionar en la vida; en segundo lugar, al cuestionar ese reflejo y las creencias que hay por detrás de él. Y finalmente, pero no por eso menos importante - y éste es el tema básico de la conferencia de esta noche - al elegir el amor en vez de elegir la separación, como tu modo de ser en el mundo. Nuevamente, esto no debe ser una mera palabra, un mero concepto mental, un intento forzado ni un acto emotivo sentimental que encubre muchas cosas que no quieres admitir. Debes ponerlo en acción, dependiendo de dónde estés interiormente. Admitir tu negatividad siempre es un acto de amor, sea que lo hagas directamente ante la persona VERSION PRELIMINAR SUJETA A REVISION Conferencia Pathwork Nº 202 / 7 en cuestión cuando esto sea posible, o ante un helper que no está involucrado personalmente en tu negatividad; aun así es un acto de amor hacia el universo. Donde sea que encuentren su negatividad, mis amigos, aun mientras continúen eligiendo quedarse con ella, consideren que un día querrán abandonarla por amor al universo, por amor a sí mismos. El amor es la clave. Si no abres tu corazón, habrás de marchitarte. Todos han visto que no importa lo verdadero que pueda ser algún diagnóstico, no importa cuántas percepciones interiores hayan logrado acerca del entorno, la historia y las dinámicas de una condición que les trae problemas, nunca podrá ocurrir un cambio real a menos que se comprometan a abrir su corazón. No podrán lograr plenitud, mis amigos, a menos que se permitan sentir desde el corazón. Y no servirá de nada que simulen que quieren amar, y hasta que aman, en tanto tengan miedo de sentir sus sentimientos. En la medida en que esto sea así, se retraerán de amar. Si no amas no puedes ser fuerte y valiente, no puedes amarte a ti mismo. Es igualmente verdadero que sólo puedes amarte a ti mismo tal como amas a los demás. El primer paso debe ser estar dispuesto a amar. No empiezas a amar simplemente porque lo elijas. Tienes que llamar a la naturaleza divina de tu núcleo más interno para que te dé la gracia de amar. La gracia de Dios podrá manifestarse a través tuyo haciéndote abrir tu corazón y perder tu miedo a los sentimientos y a ser vulnerable. Eso es todo lo que necesitas. Si no amas, no tienes nada. Si amas, tienes todo. Pero si amas falsamente, como una simulación, es mucho, mucho menos amoroso y mucho más engañoso y dañino que cuando admites tu odio. Admitir tu odio es más amoroso que un aparente acto amoroso que niega el odio. Piensen en esto, mis amigos. Tómate el tiempo para asimilar el material que he dado y establecer la más real y vital de todas las comunicaciones directas: la comunicación con tu yo espiritual. Para hacer esto debes eliminar tus autoengaños y simulaciones. Estos siempre bloquean el camino hacia Dios en ti. Aquellos de ustedes que todavía no han encontrado dónde y de qué manera son no amorosos, deberían empezar a hacerlo. No permitas que te engañe el área en que ya eres amoroso. Pregúntate cuán pleno te sientes en ella, cuánta calidez y falta de amenaza sientes con otros, cuán cómodo te sientes en la vida. Ésa es tu respuesta a cuán amoroso y veraz eres. Y luego tal vez puedas dar el primer paso del amor: admite tu odio. Admite que castigas. Admite tu rencor. En la medida en que lo haces, empiezas a amar. Has empezado en el peldaño de abajo de la escalera del amor en el minuto en que admitiste la fea verdad que querías que estuviese oculta y por la cual, además, hacías responsable a la otra persona. Lo hacías ya sea distorsionando la realidad o usando algo que era parcialmente verdadero para excusarte. Entender esto, mis amigos, requiere mucha meditación y buena voluntad genuina. Pero, ¡qué clave para la vida es ésta! Debes querer profundamente ver esto. Cuanto más resistas la expansión hacia un nuevo modo de operación cuando estás listo para ello, más grande y dolorosa habrá de ser la crisis necesaria. Cuanto más dispuesto estés y menos resistencia tengas, más fluida será la transición hacia un estado nuevo, más verdadero y más amoroso. Comprométete ahora a avanzar y profundizar en esta dirección. Comprométete a ir en ella hasta el final y de este modo, ayudarte a ti mismo y a los que te rodean. Permite que esto suceda. Es la bendición más grande que puede existir. Crearás el nuevo clima necesario para un nuevo entorno - adentro y afuera. Por cierto que éste fue un año de trabajo bendito, mis amigos. Muchos de ustedes han manifestado crecimiento espiritual en expresiones visibles de una vida más plena, de VERSION PRELIMINAR SUJETA A REVISION Conferencia Pathwork Nº 202 / 8 más paz y seguridad y, como resultado, de una plenitud exterior. Esto sucederá más en los años próximos al expandir ustedes su núcleo de aprendizaje y purificación espiritual. Por cierto que son benditos. Cada paso de la verdad, cada paso hacia el amor, desata más energía espiritual. Cada paso de decencia activa algo más de su naturaleza divina. ¡Sean esta naturaleza divina! Copyright © por la Pathwork Foundation VERSION PRELIMINAR SUJETA A REVISION