El final de Diario de la Marina

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El periodismo en Cuba: La Revolución (Cap. 22)
El final de Diario de la
Marina
Juan Marrero
Casi desconocida es la historia del
final del periódico Diario de la
Marina, del cual, en su juventud, el
Apóstol José Martí dijo que tenía
desgracia, pues lo que aconsejaba
por bueno es justamente lo que
todos los cubanos tenemos por más
malo.
Y esa historia está escrita en los dos
últimos números del diario más
reaccionario que circuló en Cuba
desde 1832 hasta 1960, es decir a
lo largo de 128 años.
El número del miércoles 11 de
mayo de 1960, bajo la dirección de
José Ignacio Rivero (Pepinillo), fue
el último elaborado casi totalmente
por ese empresario, pero cuando
dio la orden desde su refugio en la
embajada de Perú de que no se imprimiera y sus ejecutivos cercanos abandonaron la
instalación, un grupo de sus periodistas y trabajadores de los talleres lo hicieron bajo su
responsabilidad. Insertaron en él, a última hora, dos notas con información al pueblo sobre lo
que allí acontecía, sin modificar titulares, textos, gráficas y secciones aprobadas por Rivero. Al
día siguiente, el jueves 12 de mayo, salió nuevamente a la calle Diario de la Marina, pero sus
periodistas y trabajadores, modificaron algunos contenidos e incluyeron varias notas
editoriales.
Aparte de algunas informaciones y comentarios sobre el contenido de esos dos últimos
ejemplares, me limitaré a publicar las históricas notas que dieron cuenta de la maniobra y
abandono de ese diario por José Ignacio Rivero y sus allegados, así como las razones que
llevaron a sus trabajadores a emprender la tarea de sacar sus dos números finales.
Aunque antes, unos datos sobre algo que reveló muchos años después, meses antes de su
muerte en Miami, el propio Pepinillo en entrevista con el Nuevo Herald: Su plan consistió en
crear el movimiento cívico nacional de oposición con el concurso de las personalidades más
representativas de la sociedad civil cubana: hacendados, colonos, industriales, comerciantes,
banqueros, médicos y otros. En una palabra, movilizar a las entonces llamadas “fuerzas vivas”,
para hacer el trabajo sucio de la CIA y de los grupos, como el de los batistianos, que se habían
reunido en Miami. Ese plan lo había concertado con el entonces vicepresidente norteamericano
Richard Nixon y otros políticos durante una visita que hizo a Estados Unidos. Pero las “fuerzas
vivas” le fallaron y entonces Pepinillo, usando como pretexto las coletillas y las agresiones a la
libertad de prensa, abandonó el periódico y se metió en la embajada peruana en La Habana, sin
que nadie lo persiguiese, para incrementar el fuego mediático contra la Revolución cubana. Se
fue para Miami, y allí, semanalmente, con fondos de la CIA, publicó 7 Días de Diario de la
Marina en el exilio, de lo cual hablaremos en un futuro capítulo. No podríamos decir su versión
contrarrevolucionaria, porque siempre ese periódico fue contrarrevolucionario. Lo demuestra su
historia.
En el periódico del 11 de mayo de 1960, en la parte superior izquierda, a dos columnas, y con
el titular A LA OPINIÓN PÚBLICA, Diario de la Marina publicó lo siguiente:
“Como es de todos sabido, el señor José Ignacio Rivero, director de este periódico, está en una
franca actitud conspirativa y contrarrevolucionaria.
“El plan del señor Rivero consiste en provocar al pueblo y de ese modo buscar un falso
argumento que haga aparecer que este periódico ha sido agredido por la Revolución. Este plan
ha sido urdido en el extranjero. Prueba de ello es la condecoración de la SIP, acreditándolo
como héroe de la libertad de prensa; la coincidencia de los personeros de la Rosa Blanca* con
los pronunciamientos del señor Rivero; y la campaña de los periódicos norteamericanos que
señalan al director de este periódico en plan de hacer vida clandestina.
“En la prosecución de este plan el señor Rivero preparó un documento, en el que recogió firmas
de determinados trabajadores del DIARIO, y le hizo cambios de texto después de estar firmado
para hacer aparecer a los obreros, empleados y periodistas del DIARIO como enemigos de la
Revolución.
Con ese motivo, gran cantidad de hombres que trabajan aquí y no comparten el criterio del
señor Rivero, sino que, todo lo contrario, están de acuerdo con la Revolución, hicieron un
manifiesto en que mantenían sus puntos de vista.
Ayer, el señor Rivero se negó a sacar el DIARIO, motivo por el cual los obreros hemos decidido
imprimirlo bajo nuestra responsabilidad, aunque sin cambiarle al periódico su status habitual.”
A la derecha, también a dos columnas, bajo el título AL PUEBLO DE CUBA, publicó una
declaración del Colegio Provincial de Periodistas de La Habana y la Federación Nacional de Artes
Gráficas, donde expuso que ambas organizaciones asumían provisionalmente la dirección de la
empresa Diario de la Marina, y exhortó “a todos sus trabajadores a prestar su más decidida y
entusiasta cooperación a los compañeros que asumen tal responsabilidad”
(Entre ambas declaraciones, aparecieron, a dos columnas cada uno, los siguientes titulares:
Piden penas de 20 y 12 años para acusados de conspiración y Nuevas bravatas de Moscú por el
avión americano abatido. Esos y otros titulares e informaciones salieron tal como habían sido
aprobados por los directivos de la Empresa).
También en ese número del 11 de mayo se respetaron los lemas que tenía en su cabezal Diario
de la Marina, uno de ellos una frase de José Ignacio Rivero sobre que “el periodismo es en lo
externo una profesión, en lo interno un sacerdocio” y el otro apuntando que “128 años al
servicio de los intereses generales y permanentes de la nación” y que era “el periódico más
antiguo de habla castellana”.
UN DIA CON EL PUEBLO
La edición del 12 de mayo, el
número 112 del Año CXXVIII del
periódico, puede considerarse
excepcional por varias razones,
entre ellas que esos lemas
desaparecieron de su cabezal, y, en
su lugar, se insertaron dos
pensamientos de Fidel Castro: 1)
“¿A qué se debe este esfuerzo febril
de los cubanos? Sencillamente a
una realidad: la realidad de que la
Patria está en peligro; la realidad
de que la Patria está
amenazada”; y 2) “El pueblo
cubano está consciente de que
ahora la tarea principal es la
defensa de la Patria”.
Pero tan significativo como eso es
que, quizás por vez primera en su
larga historia, el Decano apareció
con un cintillo en altas a 8
columnas: UN DIA CON EL
PUEBLO, y un bajante, también a
8 columnas: 12 años al servicio de la reacción.
Debajo un texto, en cursivas, que íntegramente reproduzco:
“Al pueblo de Cuba y al Gobierno Revolucionario:
Los trabajadores de Diario de la Marina, que durante años hemos tenido que soportar –al igual
que el pueblo—las insidiosas campañas de prensa que a través de este diario librara la Empresa
contra los intereses de la nación (128 años al servicio de los malos intereses cubanos) sin poder
expresar libremente nuestro criterio y nuestra repulsa a esas malintencionadas opiniones, nos
sumamos desde los primeros momentos al acuerdo adoptado por el Colegio Provincial de
Periodistas de La Habana y la Federación Nacional de Artes Gráficas de poner “coletillas”
aclaratorias a todo artículo e información que atentara a los ideales de la Revolución y, por
ende, a nuestra Patria.
En estos últimos meses hemos librado ardua batalla para destruir las falacias de José Ignacio
Rivero y comparsa, saliéndole al paso a todo intento de agresión a la verdad.
Diario de la Marina se había convertido en el vocero de la Rosa Blanca y, como en otro tiempo,
lo fue de los voluntarios españoles y órgano oficial del coloniaje, en esta etapa de nuestra
gloriosa Revolución representaba a los peores intereses nacionales, a los latifundistas, a los
criminales de guerra, a los imperialistas extranjeros que intentan ensangrentar el suelo patrio,
en fin, a todo lo que se opusiera a la libertad y justicia social e independencia absoluta y
soberanía de la nación cubana.
Fue Diario de la Marina defensor de Weyler; fue el que tildaba de ladrones y forajidos a los
insurrectos que en la manigua redentora lucharon por la independencia patria; fue el que dijo
que “de la cabeza de Maceo hay que hacer un tintero” y el que festejó la gloriosa caída del
Titán de Bronce y celebró la muerte del Apóstol Martí.
Más cerca aún, Diario de la Marina no abandonó su postura anticubana y se puso al servicio de
los militarotes que traicionaron y asesinaron a Antonio Guiteras, y fue Diario de la Marina el
que, durante los siete años de la más cruel y despiadada tiranía que hayamos padecido, la
triste etapa del batistato, el que se ensuciaba cada vez más las manos con los dineros
corrompidos con que el sanguinario dictador le pagaba sus servicios, mientras en los montes y
llanos y en las ciudades un saldo de 20 000 muertos costaba a la nación el liberarse de la plaga
de asesinos que usurpaba el poder.
Para Diario de la Marina no hubo rectificación. Derrumbado el régimen tiránico del batistato,
pronto fue nuevamente vocero de los enemigos de la Patria y no tuvo escrúpulos para ponerse
al servicio de la conjura internacional que propicia Estados Unidos y vuelca contra la gloriosa
Revolución las más canallescas mentiras, abonando el terreno para la intervención armada de
los criminales de guerra y mercenarios que pretenden traer más luto y dolor a la familia
cubana.
En días pasados, la Empresa Diario de la Marina, en manifiesta complicidad con la Rosa Blanca
y con la embajada de Estados Unidos, intentó involucrar a sus trabajadores en la conjura
criminal contra nuestro pueblo. La cívica actitud mantenida por nosotros, negándonos a ser
copartícipes de tan ruines planes, motivó que José Ignacio Rivero y demás ejecutivos de la
Empresa determinaran abandonar el periódico, en flagrante “lock-out”, en un empeño vano de
lanzarnos al hambre y la miseria.
Decididos, como estamos, a defender la Revolución, que no es otra cosa que defender a Cuba,
editamos el periódico por nuestra cuenta y ayer y hoy salimos a la luz pública.
Sin embargo, los trabajadores de Diario de la Marina consideramos que por el funesto historial
de este periódico, que no ha sido nada más que un servil órgano de las peores causas
anticubanas, Diario de la Marina debe desaparecer como tal, convirtiendo sus talleres a
propósitos más nobles y humanos: la edición de libros que sirvan para educar a nuestros
humildes campesinos y a erradicar para siempre de nuestra Patria el analfabetismo.
A ese efecto, los trabajadores de Diario de la Marina nos dirigimos al Gobierno Revolucionario
para solicitar que se haga cargo de estos talleres y los dedique a esa empresa.
Queremos subsistir como centro de trabajo, pero con dignidad y respeto. Y nos avergüenza, no
tenemos reparo en confesarlo, continuar diciendo que somos trabajadores de Diario de la
Marina, cuando sabemos aunque seamos nosotros los que lo editamos, que jamás podrán
borrarse de la historia de nuestra nación las dolorosas y fétidas páginas que ha escrito Diario de
la Marina en sus 128 páginas al servicio de los peores intereses anticubanos. Queremos, pues,
como trabajadores dignos y honrados que somos, hacer algo mejor para Cuba, y nada mejor
que poner nuestros servicios a los empeños de elevar el nivel cultural de la nacional.
Nuestra posición, pues, está decidida: solicitamos que el Gobierno Revolucionario se haga cargo
de estos talleres y los dedique al bien, con la edición de libros y folletos populares.
Requiemcat la Pace Diario de la Marina.”
El Gobierno Revolucionario, que ya había destinado los talleres de otras publicaciones, entre
ellas los de la empresa Excelsior y El País, para la edición de libros de la literatura universal que
llegasen al pueblo, a precios mínimos, dispuso que en el caso de Diario de la Marina en sus
talleres y redacción se instalase el periódico Hoy, uno de los diarios al servicio del pueblo que
tras la clandestinidad había vuelto a la legalidad. Años después, allí se instalaron el diario
Juventud Rebelde y la Editora Abril con su perfil juvenil. Esta última tiene su sede en ese mismo
lugar.
Otra nota en ese último número de Diario de la Marina hacía una invitación al pueblo a
participar en el entierro simbólico, esa misma noche del 12 de mayo de 1960, del Diario de la
Marina. “El cortejo fúnebre partirá de Prado y Teniente Rey hasta la Escalinata de la
Universidad de La Habana, donde en un gran acto de reafirmación revolucionaria, y de
verdadera cubanía, llevaremos a cabo el entierro”. Al acto asistieron más de 100 mil capitalinos,
tuvo varios oradores e hizo las conclusiones el entonces comandante Raúl Castro Ruz.
*La Rosa Blanca fue la primera organización contrarrevolucionaria organizada y financiada por la CIA y el
Departamento de Estado yanqui, en 1959
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