12 - A - José Alfredo Flores Pavón

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CAPITAL SOCIAL Y DESARROLLO
José Alfredo Flores Pavón, Ph.D.
XI CONGRESO LATINOAMERICANO, UNIAPAC
“UNA NUEVA ECONOMÍA ES POSIBLE”.
Desarrollo económico y capital social en América Latina
República Dominicana-7 y 8 oct-2014
Muy buenos días a todos los participantes de XI Congreso Latinoamericano de Uniapac.
Dios sea la alegría y la esperanza de sus vidas.
Comienzo mi exposición diciendo que es la primera vez que participo en un Congreso
de Uniapac, pues aunque es bien reconocida la labor que ustedes ejercen a nivel
mundial y eclesial, no había tenido la dicha de interactuar en un panel tan distinguido.
Agradezco de manera particular la invitación a quienes llevan adelante la organización y
logística de este Congreso Latinoamericano.
De entrada quiero hacer una pequeña aclaración, para que al dialogar nos entendamos
de mejor manera. Yo no soy empresario, ni hijo de empresarios, sino un docente de la
Universidad Católica de Honduras, especialista en temas de Filosofía, Psicología y
Teología. Por tanto, mis aportes estarán enmarcados más hacia el ámbito académicopropositivo, sin que ello signifique desconectarnos del campo empírico-práctico, pues
abogaremos constantemente al referente por antonomasia: la realidad.
Quiero expresar mi más grande admiración por este bello y significativo país, pues nos
sirve de plataforma perfecta para entender en parte muchas de las reflexiones que a
continuación realizaremos.
A MODO DE INTRODUCCIÓN
Cuando hablamos de la realidad actual y de la problemática socio-económica de
desigualdad y pobreza que aqueja hoy en día a la gran mayoría de la comunidad
mundial y de manera particular a A.L., pensamos inmediatamente en las posibles
alternativas para la solución y la viabilidad de tan complejo problema, que siendo
sinceros, no es nada fácil.
Así aparecen conceptos trillados sobre los cuáles sentamos infinitas discusiones e
hipótesis, revisando continuamente los diferentes enfoques y su aplicabilidad a la
realidad para poder entender a fondo la problemática que vive cada una de las regiones
del mundo y sus posibles soluciones, aduciendo al dicho: “Dando pastillas para calmar el
dolor del enfermo sin sanar su enfermedad”.
En medio de este caos conceptual aparece una noción con poco interés en su estudio,
pero con gran relevancia e implicancia en el tema del desarrollo integral global, como
es el tema del capital social.
CONCEPTUALIZACIÓN
El concepto del capital social profusamente utilizado en ciencias sociales es
relativamente nuevo. Si bien existen trabajos que citan al capital social en estudios que
datan de principios del siglo pasado, es a partir del trabajo seminal de James Coleman
en la década de los noventa, que empieza un estudio serio y profundo del mismo.
Muchos autores como Putnam, Bourdieu, Fukuyama, Harriss, Nan Lin, Portes y otros
realizaron importantes aportes para el desarrollo de este concepto. Al igual que otras
formas de capital, el capital social es productivo y hace posible el logro de ciertos fines que
serían inalcanzables en su ausencia1.
El capital social además de ser un concepto de reciente y creciente aplicación en los
estudios sobre el desarrollo, se refiere a una realidad menos tangible que el capital
humano (conocimientos) o el capital físico (bienes materiales) o bien la aportación
realizada por los socios en una empresa mercantil, pero resulta también decisivo para
la actividad productiva, la satisfacción de las necesidades personales y el desarrollo
comunitario.
Si quisiéramos dar una definición que haga justicia a todas las difundidas en los estudios
sobre el tema, diríamos que por Capital Social entendemos “El conjunto de normas,
redes y organizaciones construidas sobre relaciones de confianza y reciprocidad, que
contribuyen a la cohesión, el desarrollo y el bienestar de la sociedad, así como a la
capacidad de sus miembros para actuar y satisfacer sus necesidades de forma coordinada
en beneficio mutuo”2.
RECEPCIÓN DEL CAPITAL SOCIAL
El capital social tiene en consideración ciertos recursos de las personas, derivados de
sus relaciones sociales, que tienen una cierta persistencia en el tiempo. Tales recursos
son utilizados por las personas como instrumentos con los que aumentar su capacidad
1
2
Coleman, 1990, pp. 302, 304, 307, citado por Putnam, 1994, p. 212, nota 21.
Jokin Alberdi y Karlos Pérez de Armiño, en Capital Social (sociología): http//www.dicc.hegoa.ehu.es
de acción y satisfacer sus objetivos y necesidades (obtener empleo, recibir ayuda, etc.),
al tiempo que facilitan la coordinación y cooperación entre aquéllas en beneficio
mutuo.
El capital social involucra a todos los ciudadanos, significando la acción colectiva, la
responsabilidad, la solidaridad y cooperación que implican el acercamiento e
involucramiento social para fomentar un desarrollo sostenible, en torno al bien común.
Este capital se forma a partir de las redes sociales instituidas por actores, permitiendo
la creación y mantenimiento de la cooperación colectiva. Sin embargo, muchas veces se
ve desviado por la persecución de intereses individuales sobre los colectivos.
En años recientes, ha generado un importante debate académico respecto a su
definición y, consecuentemente, a las dimensiones e indicadores adecuados para su
análisis empírico.
Paralelamente, hay que decirlo, se ha vuelto un componente importante de las
formulaciones de los organismos multilaterales, las agencias de cooperación e incluso
parte del discurso de dirigentes políticos, funcionarios y periodistas al referirse a los
problemas de las sociedades latinoamericanas y sus posibles soluciones, ya que el
concepto aparece como especialmente apto para la elaboración de políticas orientadas
a la inclusión.
La perspectiva del capital social para evaluar problemas de extrema pobreza es
holística. Considera que la pobreza no solamente está centrada en la carencia de bienes
físicos y de servicios básicos, sino que se da mucha importancia a las deficiencias de
bienes socioemocionales que es uno de los elementos del paradigma del capital social.
Las redes sociales existentes en muchos rincones de nuestro continente nos dan una
pauta de como los habitantes de los mismos interactúan para la solución de los
problemas producto de la crisis socio-económica-cultural-tecnoglobalizada.
La confianza, reciprocidad, interacción, soporte mutuo y las características comunes
heredadas y adquiridas de los habitantes de A.L. constituyen los pilares básicos para el
desarrollo del capital social en el continente.
En buena medida, el auge del concepto parte de una reacción al pensamiento
económico clásico y neoclásico, que, desde hace siglos, ha concebido a la sociedad
como una serie de individuos independientes, con objetivos particulares que dan lugar
a la competencia en el mercado. Por el contrario, quienes hacen uso de este concepto
subrayan que las personas utilizan sus recursos sociales para conseguir, a través de la
cooperación mutua, objetivos que de lo contrario serían difícilmente alcanzables3.
Otro aspecto muy importante, de este proyecto de investigación, es el de evaluar el rol
que juegan las organizaciones comunales, religiosas, estatales, ONGs y otras, en la
solución de estos problemas. Usualmente en los sectores más pobres, estas
organizaciones juegan un papel preponderante en la solución por lo menos parcial de
los efectos de la crisis. Enfatizan en los nexos que ligan a las redes familiares y sociales
existentes en una comunidad con este tipo de organizaciones.
El enfoque tradicional para el desarrollo de comunidades hace hincapié en el análisis de
los déficits de la comunidad. El nuevo enfoque comienza con la evaluación de los
activos de la comunidad, siendo el capital social uno de los activos más importantes en
cualquier comunidad especialmente en las comunidades pobres. Los autores esperan
continuar con este tipo den estudios orientados a demostrar las bondades del capital
social para el alivio de la pobreza.
LOS APORTES DE PUTNAM Y COLEMAN
Aunque el término se utilizaba ya en la sociología, su incorporación a los estudios sobre
el desarrollo tuvo lugar sobre todo a partir de la publicación en 1993 por Robert
Putnam de su obra Making Democracy Work. Éste argumenta que la existencia de una
sociedad civil basada en organizaciones horizontales incrementa la confianza social
entre los individuos que las componen, al tiempo que crea un entorno social que exige
y propicia un gobierno más sensible y responsable hacia el bien común.
Putnam ofrecía así un marco conceptual y metodológico para entender y medir
el DESARROLLO de una sociedad civil, considerado además como esencial para el proceso
de democratización. En su formulación, el capital social consiste en el activo
históricamente acumulado por una sociedad a partir de la acción organizada de sus
miembros (individuos o colectivos), sobre la base de determinadas normas sociales de
cooperación, la interiorización de varios valores (confianza, solidaridad, reciprocidad), y
la existencia de un tejido social (o “redes de compromiso”, como las denomina),
permitiendo tal capital social una mayor eficacia en la consecución del bienestar.
El concepto se ha expandido desde entonces debido a su utilidad para dos tipos de
enfoques, ambos interesados en la organización de la sociedad civil.
Por un lado, para los argumentos postulados por el BANCO MUNDIAL y otras instancias
neoliberales en torno al BUEN GOBIERNO así como al refuerzo de la sociedad civil y de la
iniciativa privada como contrapesos al Estado.
3
Cf. Coleman, 1990:300-304.
Por otro, para los debates teóricos en el campo del desarrollo que defienden la
descentralización de la gestión política para hacerla más cercana a los ciudadanos, así
como la PARTICIPACIÓN comunitaria y el EMPODERAMIENTO de la población y de los grupos
más vulnerables.
Putnam advierte, que el capital social favorece la cooperación de la siguiente manera:
a) la interacción se conforma como un recurso porque la estructura de esa
interacción obliga a la reciprocidad y conduce al intercambio.
b) la estructura de la relación es un recurso para el actor ya que le permite
llevar a término sus metas e intereses a un menor costo; este beneficio
individual resulta, como puede apreciarse, de la interdependencia de la
relación.
c) el beneficiado logra sus metas individuales porque su convocatoria
seguramente se basó en redes y presupuso la capacidad de organizarse
con miras a un fin. Es decir, organizarse para determinados fines, de
conformidad con interacciones de confianza, da viabilidad al capital
social.
Coleman (1988, 1990) entiende que el capital social está compuesto por los siguientes
recursos:
a) Las redes sociales, como son los lazos de parentesco, las redes
comunitarias informales, las organizaciones sociales, etc. El
mantenimiento de estos vínculos requiere una inversión de tiempo y
dedicación, pero permite obtener beneficios en forma de flujos de
solidaridad, capacidad de defensa de intereses y derechos, obtención de
información (la cual resulta determinante para la capacidad de decisión y
actuación del individuo), etc.
b) Las normas sociales (de voluntariedad, altruismo, comportamiento) y
derechos comúnmente aceptados, así como las sanciones que los hacen
efectivos.
c) Los vínculos de confianza social, la cual garantiza un entramado de
obligaciones y expectativas recíprocas que posibilitan la cooperación.
Estas relaciones pueden abarcar también las de autoridad, consistentes
en la cesión consensuada a un líder de poderes para gestionar problemas
colectivos.
Como vemos, una diferencia fundamental entre Putnam y Coleman es que el primero
se limita a considerar las asociaciones horizontales, entre iguales, mientras que
Coleman contempla también organizaciones de tipo vertical, esto es, con relaciones
jerárquicas y una distribución de poder desigual entre las personas.
Por su parte, otros autores presentan diversas matizaciones en la concepción del
capital social. Así, Fukuyama (1995) sostiene que el nivel de confianza inherente, como
característica cultural de una nación, condiciona su bienestar y capacidad competitiva.
A su vez, Harriss (1997), inscrito en la corriente neo-institucional, opta por un concepto
amplio, pues incluye no sólo las relaciones informales, locales, horizontales y
jerárquicas, sino también las relaciones y estructuras formales e institucionalizadas:
gobierno, régimen político, estado de derecho, sistema judicial, y libertades civiles o
políticas. De este modo, sostiene que las instituciones tienen un efecto importante
sobre el ritmo y la orientación del desarrollo económico.
La idea del capital social ha penetrado con fuerza en el Banco Mundial, que en 1994
creó un grupo de trabajo sobre el tema dentro de su unidad de Desarrollo Social. En
varios de sus estudios al respecto (World Bank, 1997), así como en su Informe sobre
Desarrollo Mundial de 1997, insiste en la importancia que tiene el capital social y la
organización de los actores sociales para el crecimiento económico y el desarrollo, por
cuanto favorecen el intercambio de información, la coordinación de actividades y la
toma colectiva de decisiones. Subraya que el capital y la cohesión social son factores
cruciales para aliviar la POBREZA y lograr el DESARROLLO HUMANO y económico sostenible.
De este modo, afirma, en sus proyectos y programas para reducir la VULNERABILIDAD de
las personas y familias un objeto central de análisis radica en la falta de organización o
vertebración social, así como en la creación de redes familiares y sociales. Igualmente,
recomienda a los donantes que promocionen formas “deseables” de capital social
mediante el apoyo a las ONG y los gobiernos locales, camino que efectivamente ha sido
emprendido por algunos coterráneos.
CRITICAS A ALGUNAS CONCEPCIONES DEL CAPITAL SOCIAL
Ciertos autores, como Harriss y De Renzio (1997), han formulado varias críticas a las
concepciones del capital social de Putnam y del Banco Mundial, como las que siguen:
a) La existencia de redes y normas que favorecen el intercambio económico
no garantiza que éstas favorezcan la democracia: lo bueno para los
mercados no tiene por qué serlo para la democracia.
b) El capital social no siempre es positivo, puesto que redes y
organizaciones como las mafias son perniciosas para la mayoría de la
sociedad.
c) El término “capital social” es impreciso y da lugar a malentendidos, pues
se utiliza en referencia a contenidos bastante diferentes (vínculos
familiares, organizaciones sociales, relaciones entre sociedad civil y
Estado, marco político e institucional, normas sociales, etc.).
d) Según cuál sea el concepto de capital social del que se parta, los
proyectos orientados a incrementarlo pueden contribuir a reducir las
desigualdades estructurales en las relaciones de poder, pero a veces
también a incrementarlas.
De lo dicho, podemos concluir que una persona o familia con un escaso capital social
dispone de pocas capacidades y de un alto nivel de vulnerabilidad. En efecto, carece de
unas relaciones sociales que le proporcionen los recursos (contactos, información,
vínculos de ayuda recíproca…) necesarios para mejorar su bienestar, así como para
poder ejecutar con éxito sus ESTRATEGIAS DE AFRONTAMIENTO ante las adversidades.
De acuerdo al Banco Mundial, el Capital Social es el conjunto o grupo de normas o
reglamentos y vínculos que permiten la acción social común o colectiva.
Capital Social no sólo es la suma de las instituciones que soportan o apuntalan una
sociedad, sino que es el adhesivo o pegamento que las sostiene o mantiene juntas.
"No solo es importante lo que sabes, o lo que tienes, si no a quien o quienes conoces".
Fukuyama, lo define como la norma que hace que exista colaboración y cooperación.
Como hemos apuntado en los últimos años se han destacado tres “fuentes” principales
del capital social:
a)
b)
c)
La confianza mutua
Las normas efectivas
Las redes sociales
A pesar de las posibles diferencias en la forma de definir y medir estos atributos, el
capital social siempre apunta hacia aquellos factores que nos acercan como individuos
y a cómo este acercamiento se traduce en oportunidades para la acción colectiva y el
bienestar del grupo.
EL DESAFÍO DE LA IMPLEMENTACIÓN DEL CAPITAL SOCIAL EN LOS EMPRESARIOS
CRISTIANOS CATÓLICOS DE A.L. (UNIAPAC)
El slogans del XI Congreso Latinoamericano de Uniapac versa sobre: “Una nueva
economía es posible”, y para que esa economía nueva sea posible se hace exigencia
moral el partir de la riqueza del capital social.
La DSI tiene en cuenta estos elementos en el COMPENDIO DE LA DSI en el Cap VII de la
SEGUNDA PARTE: La vida económica.
El papa Francisco en la Exhortación Apostólica EVENGELII GAUDIUM en el Cap II: en la
crisis del compromiso comunitario y el Cap IV: la dimensión social de la evangelización
reflexiona sobre estos tópicos
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