El papel de las sociedades político

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El papel de las sociedades político-culturales
sinaloenses en la Revolución
Héctor Carlos Leal Camacho1
Introducción
La Revolución Mexicana además de haber sido la primera revolución social
mundial del siglo XX, fue una de las etapas más traumáticas en la historia de
nuestro país. De ella se han dicho y escrito bastantes cosas, pues es, junto con el
porfiriato, uno de los períodos más estudiado por los especialistas, representantes
de las distintas corrientes historiográficas.
Fue a comienzos de la década de los setentas cuando se dio un fuerte
impulso al análisis e interpretación de esta lucha armada, motivado, tal vez, por
los acontecimientos políticos e ideológicos suscitados por el movimiento
estudiantil de 1968. Fueron los estudios de John Womack Jr., James D.
Cockcroft, Barry Carr, Friedrich Katz, Jean Meyer, Hans Werner Tobler y
Hans Jürgen Harrer, los que renovaron, con nuevas visiones, el estudio de este
proceso.
En la década de los ochentas muchos estudiosos nacionales de viejo cuño
marxista, entre ellos Enrique Semo, Adolfo Gilly, Arnaldo Córdoba, Enrique
Florescano, Armando Bartra, Gastón García Cantú, Manuel Aguilar Mora,
entre otros, se sumaron con nuevos enfoques al estudio de este hecho histórico,
concretando su análisis en la ideología, la tipología de la misma, y a la
intervención extranjera. En los siguientes decenios se logro consolidar estos
enfoques, con las recientes versiones de Francois Xavier Guerra, John
Coatsworth, David A. Brading, John Mason Hart y Alan Knight,
principalmente.
A nivel estatal, las investigaciones sobre este período de nuestra historia
son escasas y en su mayoría han sido realizadas por historiadores denominados
de la vieja guardia, o bien, testimonios de algunos protagonistas de dicha lucha.
Quienes se han interesado fundamentalmente en describir los hechos de sangre
––––––––––––––
1
Responsable del área de investigación y difusión del Centro Regional de Documentación
Histórica y Científica (Credhic) de la UAS.
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y la forma en que actuaron los principales caudillos militares, tanto los
defensores del régimen como los revolucionarios.2 Sin embargo, no existen
más de diez textos, de cierta importancia, que disertan sobre el tema y casi
todos ellos adolecen de un estudio profundo o sistemático, además de carecer
de un aparato crítico.
En los estudios de este movimiento social a nivel estatal podemos
observar, en concordancia con la investigación a nivel nacional, tres etapas:
desde los años mismos de la lucha armada hasta finales de la década de los
sesentas en las cuales sobresalen informes de campaña, visiones personales
sobre los acontecimientos y biografías de los más destacados revolucionarios;
una segunda etapa se inicia con el decenio de los sesentas donde se realizaron
estudios basados en el análisis tanto de las fuentes primarias como las
hemerográficas y en los archivos de la Secretaría de la Defensa Nacional y
entrevistas con los sobrevivientes. Por último, los estudios realizados desde
mediados de los ochentas a la actualidad, con la puesta en marcha de los
congresos de historia sinaloense y la maestría en historia regional, donde por
primera vez se realizaron estudios con cierto nivel científico en la
investigación.
De la segunda etapa sobresale, la obra del prolífico historiador
badiraguatense, Héctor R. Olea con su Breve Historia de la Revolución en
Sinaloa, 1910-1917, editado en 1964, por el Instituto Nacional de Estudios
Históricos de la Revolución Mexicana, obra que abarca todo el período
armado, aunque de manera un tanto deficiente, es muy rica en datos
biográficos y cronología de los hechos. Integrantes de la primera generación
del doctorado en Ciencias Sociales lograron elaborar una mejor investigación
sobre el período, conteniendo cierta cientificidad, pues se tienen las
herramientas necesarias para que se logre el estudio sistemático de la vida
revolucionaria y posrevolucionaria en la región; ya que algunas investigaciones
planteados analizaron el aspecto económicos, sobre todo a los grandes
agricultores, y a las elites políticas.
Este trabajo se ha realizado mediante el análisis de las posturas políticoideológicas que asumieron los principales intelectuales del estado, en particular
––––––––––––––
2
Entre las investigaciones destacan: Sinaloa: el drama y sus autores, de Antonio
Nakayama; Alvarado es el hombre, de Antonio Médiz Bolio; Aportaciones a la historia de la
Revolución, de José María Leyva; y La Revolución Mexicana, una interpretación del espíritu, de
Bernardo J. Gastélum. Entre los texto testimonios sobresalen: Sinaloenses en campaña, labor de
la columna expedicionaria de Sinaloa en su campaña contra la infidencia, del coronel Rodolfo G.
Robles; Sucesos ocurridos en el estado de Sinaloa 1910-1940, de Aureliano A. Rivera; y
Resonancias de la lucha, ecos de la epopeya sinaloense, del general Gabriel Leyva Velásquez.
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el sector formado por los redactores de los principales periódicos locales, pues
considero que este medio de comunicación era, en esos momentos, el único
que podía tener una amplia resonancia en la sociedad local; además, ante la
inexistencia de partidos políticos, las empresas periodísticas fueron las únicas
que pudieron realizar labores de corte político. Se realizó, incluso, un estudio
prosopográfico, no sólo de estos intelectuales, sino además de los miembros de
la Junta Directiva de Estudios del Estado de Sinaloa, órgano rector de la
instrucción pública a nivel estatal, tanto primaria, como superior y demás
miembros de otras asociaciones de tipo político, cultural, social y laboral.
En el presente trabajo siguiendo a James Cockcroft la palabra
“intelectual” designa a una persona educada más bien que a un educador
profesional. A un miembro de las clases cultas, más bien que a un grupo de
académicos o de autores. Por lo tanto, intelectuales puede considerarse como
personas que poseen y continuamente hacen uso de una educación avanzada y
niveles relativamente altos de lógica y juicio crítico, y pueden sostener una
conversación técnica o ideológica, todo ello adquirido por una instrucción
universitaria, por entrenamiento profesional o por autoeducación.3
Para entender su función social, se parte del esquema de la teoría
gramsciana, la cual sostiene que los intelectuales son los “gestores” del grupo
dominante de toda sociedad. En su ejercicio desarrollan las siguientes
funciones: lograr el consentimiento “espontáneo” de las grandes masas de la
población a la orientación impresa a la vida social por el grupo dominante
fundamental; y, asegurar “legalmente” la disciplina al aparato de coerción del
Estado de los grupos que no dan su consentimiento ni activa ni pasivamente.4
Para un mejor análisis del papel desempeñado por los intelectuales
sinaloenses en la revolución los clasificaremos de acuerdo a la posibilidad de
llegar a ocupar puestos de importancia en la administración pública local.
dividiéndolos en “dependientes o de dentro” cuando se les facilitaba el llegar a
este tipo de empleos; y, en “independientes o de fuera” cuando encuentran
cierta dificultad para avanzar dentro del sistema.5
En un primer apartado de este ensayo explico el surgimiento y la
consolidación de los clubes o grupos de intelectuales en las principales
––––––––––––––
3
James Cockcroft, Precursores intelectuales de la Revolución Mexicana, México, Siglo
XXI Editores, 1971, p. 8.
4
Antonio Gramsci, El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce, Buenos
Aires, Nueva visión, 1970, p. 13; y Jacques Texier, Antonio Gramsci, teórico de las
superestructuras, México, Ediciones de Cultura Popular, 1975, p. 65.
5
Esta clasificación se realiza tomando en consideración la separación hecha por James
Cockcroft, Precursores..., p. 57.
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ciudades del estado en la época donde se observa una fuerte relación de estos
grupos de letrados con los detentadores del aparato burocrático, logrando con
ello darle sustentación ideológica a los distintos quehaceres de la
administración pública. En el segundo inciso, se pretende mostrar cómo
algunos de estos intelectuales desempeñaron el papel de precursores de la
Revolución en el estado, tanto por su actitud crítica al sistema, como por su
activa participación en las asociaciones culturales. En el último apartado se
exponen las condiciones político-sociales que permitieron a los intelectuales
vincularse más estrechamente con la sociedad civil, a través de programas y
proyectos orientados a superar la extrema pobreza de la mayoría de la
población.
El surgimiento de las sociedades político-culturales en
Sinaloa; 1870-1904
Antes de la fundación de una institución de enseñanza superior en el estado se
dieron casos esporádicos de intelectuales como Pablo de Villavicencio "El payo
del Rosario" quien aunque nació en el mineral El Rosario, desarrolló toda su
actividad cultural en las ciudades de Guadalajara y México, desde donde criticó
"lo incivilizado" de nuestro terruño.6
Las primeras luces de intelectualidad, de las que se tiene memoria
aparecen hasta 1870, cuando el ingeniero Ismael Castelazo, director de la Casa
de Moneda de Culiacán por muchos años, organizó en esta ciudad La Sociedad
Científica y Literaria, en la cual logró, por primera vez, aglutinar a la escasa
clase letrada de estas latitudes, entre los que destacaban el licenciado Eustaquio
Buelna Pérez, candidato, en ese entonces, a la gubernatura, el ingeniero Luis
G. Orozco, el profesor José Rentería, el licenciado Ángel Urrea y Francisco
Armenta, quienes promovieron la publicación del periódico semanario
Adelante, que sólo logró contar con algunos números. Meses después, como
sociedad publicaron El Porvenir de Sinaloa, donde dieron a conocer los
adelantos de las ciencias y su opinión sobre la problemática social de la
entidad.7
––––––––––––––
6
Pablo de Villaviencio (1792-1832). Por sus ideas se le acepta como uno de los
precursores del liberalismo en México. Desde 1822 se hizo notar en la ciudad de México por la
virulencia de sus escritos políticos, por los que sufrió prisión y destierro. En 1831 se desempeñó
como secretario de gobierno del Estado de México durante la administración de Lorenzo de
Zavala, donde fue muerto por soldados enviados por el presidente Bustamante. Herberto
Sinagawa, Sinaloa; historia y destino, Culiacán, Editorial Cáhita, 1986, p. 450.
7
Héctor Olea, La imprenta y el periodismo en Sinaloa; 1824-1950, Culiacán, UAS-Difocur,
1995, pp. 78, 202.
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Es a partir de estas inquietudes culturales de la intelectualidad local que
durante los casi tres años de existencia de esta agrupación, la sociedad
científica impulsó y realizó proyectos educativos de gran envergadura como lo
manifiesta la creación en 1872 de tres escuelas preparatorias: una en Culiacán,
otra en Mazatlán y la última en El Fuerte.
En 1871, el licenciado Buelna, uno de sus integrantes, llegó al poder
estatal, desde donde estableció un impuesto especial para fomentar la
educación pública. Sin embargo, cada distrito debía resolver su problema
educativo. En esos momentos el gobierno del estado mantenía solamente 14
escuelas primarias. Al finalizar el período de Buelna, dejó funcionando 200
establecimientos con fondos emitidos por el cobro del impuesto y
administrados directamente por las autoridades distritales.8
Otro de los grandes adelantos que implementó el gobierno buelnista en el
sistema educativo a nivel estatal, no por mencionarlo al último menos
importante, e incluso personalmente lo considero el más importante, fue el
establecimiento de la Junta Directiva de Estudios en enero de 1872 y del
Colegio Civil Rosales el 5 de mayo del año siguiente.
En algunas fuentes se alude la existencia que para 1875 tuvo la
agrupación científica denominada Sociedad Unión, pero desafortunadamente
no hemos podido obtener una prueba suficiente de su existencia, no sabiendo
cuales fueron sus propósitos, quienes sus integrantes y cual su período de
existencia.
El Colegio Civil Rosales desde su fundación y durante todas sus distintas
etapas, se convirtió en el eje aglutinante de la clase ilustrada del estado. Desde
el primer momento su director fundador, el licenciado Francisco Gómez
Flores, buscó allegarse de los más destacados profesionistas del estado e invitó
a los de fuera, pero sobre todo durante los catorce años que permaneció en la
dirección el ingeniero Luis G. Orozco, durante cuya administración logró
consolidar esta institución como el centro de enseñanza superior por excelencia
en todo el noroeste del país.
De la segunda sociedad de tipo científico-cultural conformada en Sinaloa,
de las que se tienen noticias, fue fundada por intelectuales rosalinos, es decir
por letrados que trabajaban o estudiaban en las instalaciones del Colegio Civil
Rosales, es la Sociedad Río de la Loza, creada en la ciudad de Culiacán el
––––––––––––––
8
Para mayor documentación sobre la labor educativa del gobierno buelnista. Alfredo
Ibarra, La cultura en Sinaloa, México, Editorial Hidalgo, 1944, p. 32.
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jueves 22 de noviembre de 1877.9 Esta sociedad nace con el recién inaugurado
régimen del entonces coronel Francisco Cañedo, y estaba integrada por el
ingeniero Orozco, el licenciado Gómez Flores, el doctor Ramón Ponce de
León y otros catedráticos del instituto rosalino, algunos de ellos discípulos del
entonces recientemente finado, Leopoldo Río de la Loza, insigne médico,
ingeniero y militar liberal que impartió la cátedra de minería en el Colegio
Nacional de Ingenieros de San Gregorio, de química en la Escuela Nacional de
Medicina, además de agricultura en la Nacional de Agricultura y Veterinaria
de San Jacinto. Esta sociedad acordó establecer reuniones periódicamente.
Desafortunadamente se carece de información de su desempeño posterior, lo
cual nos hace suponer que tuvo una labor efímera.
A finales de ese mismo año, es decir en diciembre de 1877, en Mazatlán
se da la primera asociación literaria conocida en ese puerto, que llevaba el
nombre de Sociedad Continental que era presidida por personajes de claro
cuño liberal como Gregorio Acuña, Jorge L. Canalizo y los empresarios
Antonio, Francisco y Enrique Díaz de León, Raymundo Alduenda y el insigne
periodista José C. Valadés. Podemos considerar que esta sociedad asumió
posturas contrarias al nuevo régimen en Sinaloa, pues fue de muy corta
duración y sobre todo porque dos años después fue asesinado el periodista de
oposición Valadés, por órdenes del gobernador, ya general, Cañedo.10
El cambio de administración en el Colegio Civil Rosales del ingeniero
Orozco por su colega Francisco Sosa y Ávila, se reflejó en la fundación de la
Asociación Científica Rosales, el lunes 5 de marzo de 1887, en la que
participaron, por primera vez, además de los miembros de la Junta Directiva de
Estudios y el cuerpo de catedráticos, los estudiantes del centro. Estuvo
integrada por Sosa y Ávila, Ponce de León, Gómez Flores, Ruperto L.Paliza, el
licenciado Evaristo Paredes, y los alumnos José A. Ortiz, Bernardo Vásquez,
Mariano Peimbert, Florentino Arciniega y Ledezma, entre otros.
Esta asociación se propuso editar un periódico donde se divulgaran los
nuevos conocimientos de todas las áreas del saber. Sus objetivos y proyectos
no fue posible realizarlos, porque su director y principal artífice, pronto fue
destituido, debido quizás por su carácter profundamente liberal que lo hizo
discutir y reñir por cuestiones de religión con algunos estudiantes, quienes por
––––––––––––––
9
El Estado de Sinaloa, órgano oficial del gobierno, t. I, núm. 37, folio 293, del 24 de
noviembre de 1877.
10
Luis Antonio Martínez Peña, “La instrucción pública en Mazatlán en la segunda
mitad del siglo XIX, en Contribuciones a la historia del noroccidente mexicano, Culiacán,
UAS, 1994, p. 264.
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su parentesco y/o influencia en la legislatura local, influyeron para que el
ingeniero Sosa y Ávila fuera destituido como director.11
Esta primera incursión de los estudiantes rosalinos en organismos
científicos o de carácter cultural se vio fortalecida al año siguiente, el 10 de
noviembre de 1888 cuando conformaron la Sociedad Juvenil Juárez, donde
además de discutir sobre los conocimientos en boga, demostraban sus aptitudes
literarias y musicales. Su primera disertación se llevo a cabo en el Salón de
Actos del Colegio donde se pronunciaron algunos discursos que fueron
alternados con piezas de música. Asistieron como invitados el gobernador
Cañedo y el jefe de armas del estado, lo mismo que el director y un gran
número de catedráticos del instituto. En marzo del siguiente año fundaron el
semanario culiacanense El Progreso bajo la responsabilidad de Rafael Cañedo
Bátiz (hijo del gobernador), Juan Francisco Vidales y Ramón Ponce de León
hijo.12
A pesar de ser la última década del siglo XIX, una época dorada en lo que
al crecimiento económico del país se refiere, tuvo que pasar más de un decenio
para que se lograra formar una sociedad científica con mayor consistencia. Fue
a mediados del año de 1899, cuando se fundó en Culiacán la Sociedad de
Ciencias y Letras Gabino Barreda, bajo la presidencia de los licenciados
Ignacio Noris y la vicepresidencia de Eutimio B. Gómez, como secretario se
desempeñó Jesús M. Cuen y como tesorero Luis Monzón.13
En torno a la Sociedad Barreda se agruparon -desde luego- la mayoría de los
catedráticos del Colegio Civil Rosales entre los que destacan nuevamente Ponce de
León, Paliza, Paredes y por primera vez de ingeniero Epitacio Osuna, entre otros
destacados intelectuales. Lo anterior da una idea clara de la intensidad de la vida
científica y cultural de la institución rosalina y de su vinculación con la sociedad
culiacanense y de Sinaloa en general.
Como se puede observar, en el período en que éstas sociedades culturales
se desarrollan, son mayormente los mismo personajes que vienen participando
en la distintas sociedades científico-culturales, lo que indica el reducido
número de letrados interesados en este tipo de actividades, más cercana a las
funciones de lo político y contrariamente nos demuestran la gran consistencia
––––––––––––––
11
Sobre la fundación de la asociación, véase El Estado de Sinaloa, núm. 5, t. XV, del 5 de
marzo de 1887. Para la polémica director-alumnos verla misma fuente en números subsiguientes.
12
Ibíd., núm. 48, t. XVI, del 14 de noviembre de 1888. Lo relativo al periódico, Héctor
Olea, La imprenta..., p. 205.
13
El Correo de la Tarde, núm. 4521, 31 de mayo de 1899.
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de estos intelectuales que siempre entraban o pretendían estar en el centro de la
discusión.
Con el acaecer del siglo XIX y la llegada del XX, las sociedades de
carácter cultural le dieron más importancia al aspecto político y a su
vinculación con la sociedad tal vez motivadas por el constante deterioro de las
condiciones de vida de las clases más desprotegidas de la comunidad
sinaloense. Esto se manifestó con la creación de sociedades, ya no sólo
involucradas en el quehacer científico o educativo, sino actuando directamente
en la búsqueda de soluciones de las necesidades materiales de las principales
ciudades del estado, los problemas de subsistencia de las clases bajas y la
difusión de las innovaciones de las actividades productivas, entre otras.
Este proceso de vinculación de las grupos intelectuales con las
necesidades de los estratos bajos de la sociedad se pudiera explicar, siguiendo
los planteamientos de Cockcroft,14 como consecuencia de que los intelectuales
puedan ser más flexibles que otras categorías sociales en determinar su lealtad
a las causas sociales o económicas específicas de las clases desprotegidas de la
sociedad.
La ciudad sinaloense más importante durante el período analizado es el
puerto de Mazatlán, donde se concentraba casi el 50 por ciento de la población
urbana.15 Su calidad de puerto internacional le daba cierto aire cosmopolita,
pues estaba en contacto con las principales modas de todo tipo, tanto europeas
como estadounidenses, y sus clases media y alta tenían fácil acceso con ello a
las ideas en boga. Esto influyó para que existieran varios clubes políticosculturales como: Aurora, Alegría,16 Violeta, Zaragoza y Chapultepec.
Dado que el Club Aurora fue el único prácticamente que formuló un proyecto de
tipo cultural y político, enseguida se reseñara parte de su quehacer principal.
Omitiremos a los otros señalados porque se dedicaron sobre todo a actividades
recreativas. La sociedad Aurora, fundada el 3 de agosto de 1895, se integró por el
––––––––––––––
14
James Cockcroft, Precursores..., p. 8.
Para el año de 1890, el puerto contaba específicamente con 12 mil 100 habitantes, sólo
que en algunas ocasiones, como en el mes de mayo, alcanzaba una población de 20 mil por las
fiestas en honor de la batalla de Puebla. Mientras que el resto de las ciudades de Sinaloa eran
cuatro: Culiacán, ya capital del Estado contaba con 7 mil habitantes, El Rosario con 4 mil ,
Escuinapa 3 mil 500 y El Fuerte sólo con 3 mil pobladores. El Correo de la Tarde, núm. ilegible,
11 de agosto de 1891.
16
La Sociedad Alegría fue fundada a principios de 1896 por iniciativa de los empresarios
tabacaleros Antonio y Enrique Díaz de León, en comerciante de origen español José H. Rico y los
industriales estadounidense Herbet y William Felton. Estaba enfocada al impulso de obras de
carácter filantrópico, Ibíd., 14 de diciembre de 1896.
15
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doctor Juan Jacobo Valadés y sus hijos el farmacéutico Francisco y el ingeniero
agrimensor del mismo nombre, el minero Andrés Avendaño, el ingeniero Manuel
Bonilla, el doctor Martiniano Carvajal, los profesores J. Felipe Valle, José F. Galán
y Aurelio Gómez Llanos, los literatos Amado Nervo, Manuel Manzo, Esteban
Flores, José Berumen, Vicente González Valadés, Ángel Beltrán, Juan y Benito
Sarabia, Jesús Gómez Flores, y Horacio Cortés, más visitas esporádicas del
periodista José Ferrel y el presbítero Dámaso Sotomayor.17
Inicialmente su lugar de reunión fue la Farmacia Central, que los Valadés fundaron
a finales del año de 1894 y posteriormente, por el año de 1905, en las oficinas de El
Correo de la Tarde, al adquirir los Valadés este diario. Esta sociedad se dedicó, a
participar en toda clase de actos cívicos: tales como, la conmemoración de la
Batalla del 2 de Abril, –batalla que decidió el futuro político del entonces coronel
Porfirio Díaz–, las fiestas zaragocianas en honor al héroe de la Batalla de Puebla,
que duraban todo el mes de mayo, las fiestas patrias y la Batalla de San Pedro del
22 de diciembre; en otras ocasiones organizaron actos con fines de caridad, donde
se contrataban artistas de renombre para ayudar al patronato del Hospital Civil, en
el cual fungió como director el doctor Valadés, o algún proyecto en específico. 18
En sus sesiones, aparte de comentar la obra literaria reciente de ellos
mismos y las de literatos de renombre, se discutía sobre el quehacer político y
se preparaban proyectos para engrandecer la ciudad como la ampliación de
calles, edificios públicos, escolleras, ferrocarriles urbanos y colegios.19
En Culiacán, este tipo de sociedades político-culturales fue de más tardía
creación, siendo conocidos como clubes, existieron dos: el de los Jacobinos y
el de los Girondinos.20 Ambas estuvieron formadas por personalidades de la
cultura, administración pública estatal y de empresa. El Club de los Jacobinos
fue fundado en el primer año del presente siglo, estuvo formado por los
doctores Paliza, director del Colegio Civil Rosales, Ponce de León y Cipriano
Hernández León y los licenciados Heriberto Zazueta, Paredes y Francisco
Verdugo Fálquez, el farmacéutico Antonio H. Moreno, el ingeniero Luis F.
Molina, el profesor Carlos Filio y los editores Julio G. Arce, Faustino Díaz y
Esteban Flores. El lugar de reunión de los Jacobinos eran las oficinas del
––––––––––––––
17
José C. Valadés, Memorias de un joven rebelde, t. I, Culiacán, UAS, 1985, p. 58.
Entre las obras realizadas destacan entre otras, la pavimentación de alguna calle céntrica,
la construcción de algún tramo del muelle, la remodelación de los edificios públicos. Todas las
obras de suma importancia y en beneficio de la colectividad portuaria.
19
José C. Valadés, Memorias..., p. 58.
20
Aunque se hace, por sus nombres, una alusión directa a las distintas agrupaciones
políticas participantes en la Revolución Francesa no he encontrado su relación. La diferencia más
sustancial es que los primeros tuvieron ciertas preocupaciones ideológicas mientras que los
segundos se dedicaron principalmente a la convivencia social.
18
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36
periódico El Monitor Sinaloense del cual Díaz era propietario, o bien, La
Botica del Comercio de los farmacéuticos Moreno y su yerno Arce. Ahí,
además, se reunían los estudiantes rosalinos de farmacia, química y metalurgia,
para hacer sus prácticas de laboratorio.
El Club de los Girondinos fue fundada en 1904, como parte del grupo de
apoyo para la sexta reelección del general Cañedo a la gubernatura, siendo
integrada por los licenciados Ignacio M. Gastélum, Francisco Sánchez
Velázquez, Ignacio Noris, José Tames, el teniente coronel Ricardo Carricarte,
el párroco Francisco Labastida y Anguiano y los empresarios azucareros Jesús,
Santa Ana y Enrique Almada, entre otros. Sus actividades se centraron en la
vida social de la capital del estado, y al proselitismo de los candidatos
porfiristas a los distintos puestos de elección popular.21
En la ciudad de El Fuerte el número de su población culta se vio
incrementada enormemente desde finales del siglo XIX con la llegada de
estadounidenses que a pesar del fracaso de la colonia socialista de Alberto
Kimsey Owen se quedaron a vivir en la comarca, donde algunos se
desempeñaron como preceptores de primeras letras o editores de periódicos
que en su mayoría fueron de efímera duración o aparición esporádica.
De El Fuerte sólo sabemos de la existencia de un grupo familiar –los
Almada– que lograron mantener durante dos décadas el semanario El Eco del
Fuerte y en torno a él se aglutinaban algunos letrados. A pesar de ello, no se
tienen noticias de la existencia de algún club o sociedad cultural en esta ciudad
norteña. Los intelectuales que habitaron esta ciudad mantuvieron un estrecho
contacto, a iniciativa propia, con los existentes en otras latitudes: con la
sociedad Aurora (el profesor José Rentería y los doctores José García del León
y Emiliano García) o bien con el Club de los Jacobinos (el licenciado Herlindo
Elenes Gaxiola). Un caso aparte es el del profesor normalista y pasante en
derecho Gabriel Leyva Solano que habitaba en la villa de Sinaloa y tenía
contacto con los jacobinos.
Como se puede observar, hasta estos momentos, las empresas
periodísticas eran los centros de reunión y de reclutamiento de las élites
intelectuales por excelencia. Esto es entendible, a decir del sociólogo Max
Weber,22 porque los periódicos, para esos momentos eran, las empresas
políticas permanentes. El periódico era una necesidad imperiosa de los
intelectuales para poder expresarse, lo que los obligada a acercarse al editor de
un diario de importancia o incursionar en la edición de órgano de difusión
––––––––––––––
21
22
Mefistófeles, núm. 672, 16 de marzo de 1905.
Max Weber, Economía y sociedad, México, FCE, 1944, p. 231.
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propio. Por otra parte, todas estas sociedades o clubes político-culturales
partieron de las mismas premisas y sólo se diferenciaron por su menor
acercamiento a los quehaceres de lo político, es decir, a la solución o
propuestas de solución de la problemática que enfrentaban los grupos
dominantes.
Coaliciones y rupturas político-ideológicas 1904-1909
De las sociedades o clubes científico-culturales creados en el último decenio del
siglo XIX y el primer decenio del XX, sólo se pudo darle seguimiento en el puerto
de Mazatlán a la sociedad Aurora. La cual además de incorporar a nuevos
miembros en sus filas, se involucraron más en las esferas de decisiones políticas,
participando más directamente en la consecución de grandes proyectos.
Para agosto del año de 1904, los aurorinos echaron a rodar el periódico El
Occidente bajo la dirección del periodista jalisciense José G. Ortiz, cosa que
hicieron poniendo en funcionamiento una vieja imprenta de la familia Valadés.
Este proyecto sólo duró algunos meses. Para el 9 de agosto de 1905, los
integrantes de esta sociedad compraron el diario El Correo de la Tarde al
tepiqueño Miguel Retes, considerado el mejor periódico del noroeste del país.
Con la ayuda del experimentado periodista queretano Heriberto Frías Alcocer,
pronto lo convirtieron en su trinchera de expresión.23
Las dificultades de los más importantes integrantes de la sociedad Aurora
con los detentadores del poder político en el estado, se empiezan a presentar en
esas mismas fechas, al tratar de influir en la directiva de la Compañía Naviera
del Pacífico, de la cual los Valadés y Avendaño eran socios accionistas y el
ingeniero Bonilla director administrativo. La idea era que se trasladase su
arsenal, (donde realizaban construcciones y composturas a las embarcaciones
pertenecientes a la compañía) ubicado en el puerto de Guaymas y se pasaran a
Mazatlán, por considerar que reunía mejores condiciones estratégicas para
ello.24
Después de una ardua lucha, de por lo menos dos años, entre los
aurorinos y los principales accionistas de la compañía, definitivamente no
consiguieron el traslado del arsenal. Esto generó un fuerte enfrentamiento
político-económico, ante la reticencia del sonorense Ramón Corral y de Diego
Redo, los principales accionistas de la naviera. Este conflicto resultó tan
enconado que finalmente los Valadés, Avendaño y su grupo de apoyo
––––––––––––––
23
24
Mefistófeles, núm. 805, 22 de agosto de 1905.
José Valadés, Memorias..., t. I, p. 76.
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decidieron vender todas sus acciones al mismo Redo, y el ingeniero Bonilla
renunció a su puesto.
Este hecho marcó el inicio de la ruptura en la relación entre los miembros de la
sociedad Aurora, que posteriormente devendrían en fervorosos partidarios del
general Bernardo Reyes, con los principales accionistas que fueron integrantes del
partido porfirista de filiación científica, que llevaría a Corral a la vicepresidencia de
la República.
Por su parte, de las sociedades existentes en Culiacán, ya entrada la
primera década del siglo XIX, sólo el Club de los Girondinos continuó con sus
labores, y sirvió de vínculo para la convivencia de las clases empresariales de
la localidad y de apoyo a los candidatos oficiales en tiempos de elecciones. En
1906 se desintegró, posteriormente surgió una filial del club, en el pueblo de
Navolato sostenida por la familia Almada, que nombró al doctor Ponce de
León su representante en la ciudad capital.
En otro ámbito, la mayoría de los integrantes y exmiembros de las
sociedades político-culturales, empezaron a relacionarse con otras
agrupaciones sociales: uniones de trabajadores o sociedades cooperativas. El
ingeniero Bonilla fue Presidente de la Sociedad Mutualista de Occidente en su
sede de Culiacán, creando bajo su gestión una biblioteca pública e inició la
publicación del periódico Fraternidad, órgano de la sociedad. Mientras que el
ingeniero Juan Jacobo Valadés lo era de la Sociedad Artesanos Unidos de
Mazatlán. Por su parte, Manuel Monzón se desempeñaba como presidente
honorario de la Sociedad Cooperativa Juan Escutia, que tuvo su matriz en
Mazatlán y sucursales en Tepic y La Paz.25
Con la llegada del siglo XX, los integrantes de estas asociaciones de
intelectuales se involucraron directamente en la educación de las clases bajas.
Fueron memorables las cátedras impartidas a los trabajadores de la ciudad de
Culiacán por el doctor Ponce de León, organizadas por las mismas
organizaciones mutualistas de obreros en colaboración con el cuerpo directivo
del Colegio Civil Rosales, donde otro destacado miembro del Club de los
Jacobinos, el doctor Paliza, continuaba en la dirección.
También se mantuvo una participación constante en todos los procesos
electorales de los cuerpos de los principales cabildos. Los Valadés y el mismo
Avendaño, el ingeniero Bonilla, el profesor Rentería, en numerosas ocasiones
fueron regidores en los ayuntamientos de Mazatlán, Culiacán y El Fuerte
––––––––––––––
25
El Correo de la Tarde, núm. 7381, 21 de enero de 1908.
Clío, 2002, Nueva Época, vol. 1, núm. 27
39
respectivamente. De ellos sólo Bonilla se desempeñó como magistrado del
Tribunal de Justicia del Estado.
Sin embargo, de parte de los aurorinos esta lucha se concentró en las
regidurías y las magistraturas supernumerarias, puesto que eran los únicos
espacios democráticos de la administración porfirista. Todos los demás puestos
de la administración pública, eran designados directamente por el gobernador
en turno.26 Los intelectuales miembros de la Sociedad Aurora eran del tipo de
intelectuales que Cockcroft llama “independientes o de fuera”,27 es decir,
intelectuales que encontraban muchas dificultades para avanzar dentro del
sistema político, pues por su comportamiento les resulta muy difícil alcanzar
promociones o adquirir empleos en los lugares deseados.
Otro espacio de lucha y trato directo de los intelectuales con la sociedad
eran el formar parte de las distintas Juntas Patrióticas que se formaban en las
ciudades para juntar fondos económicos para el festejo y actividades en todas
las fiestas nacionales. Aquí los grupos de intelectuales eran los organizadores
tradicionales de estas actividades. Por otra parte, también eran los primeros en
apuntarse ante un eventual desastre natural o propagación de alguna epidemia.
De entre los integrantes de las distintas sociedades culturales, los
aurorinos fueron los que presentaron la corriente de opinión más constante. Sin
embargo, su poco acercamiento a la élite cañedista fueron los que tuvieron
menos posibilidad de acceder a puestos públicos de importancia. Mientras, los
jacobinos no se decidían en desaparecer como grupo político o dedicarse de
tiempo completo a sus múltiples funciones administrativas: el doctor Paliza en
la dirección del Colegio Rosales, el doctor Ponce de León de diputado local en
numerosas ocasiones, el periodista Arce como director del Periódico Oficial
del Estado y editor del diario Mefistófeles, el profesor Esteban Flores como
diputado suplente por Culiacán y el periodista Díaz como regidor y agente de
minería en Culiacán, además de editar El Monitor Sinaloense.
Ante la muerte del sexagenario gobernador, general Cañedo, después de
su séptima reelección, ocurrida el sábado 5 de junio de 1909, los dos clubes
políticos-culturales existentes reaccionaron inmediatamente. La sociedad
Aurora organizando el Club Democrático Sinaloense y el Club de los
––––––––––––––
26
En 1880 el general Cañedo hizo reformar la Constitución local, para que el Ejecutivo
estatal –que por ciento él ocupo hasta su muerte en 1909– nombrara y removiera libremente a
prefectos y directores políticos y para que el tribunal de justicia nombrara a los alcaldes. Félix
Brito Rodríguez, Elite política en Sinaloa, 1876-1909: La articulación entre el parentesco y la
política, Culiacán, Difocur, 1999, p.72.
27
James Cockcroft, Precursores..., p. 157.
Clío, 2002, Nueva Época, vol. 1, núm. 27
40
Jacobinos reagrupándose para formar el Club Central Electoral y prestar su
apoyo logístico y económico al que resultara candidato oficial.
Lo anterior nos explica, en parte, la pronta postulación del licenciado José
Ferrel, después de una agitada elección interna de la fracción reyista en el
estado, donde además participaron como candidatos el profesor José Rentería y
el licenciado Juan B. Rojo, y de la inmediata respuesta de la candidatura oficial
del empresario Redo.28
La elección interna entre los integrantes del Club Democrático no estuvo
libre de rupturas. Los licenciados Herlindo Elenes Gaxiola, Fortino Gómez,
Luis Rivas García y Juan Puga, y los empresarios Antonio Díaz de León y
Ricardo Pico, que apoyaron al licenciado Rojo, al resultar derrotado éste,
decidieron salirse del grupo. Unos decidieron permanecer al margen de la
elección, mientras los otros apoyaron decididamente al candidato oficial, los
menos, a último momento, decidieron sostener la candidatura del licenciado
Rojo.
La elección de gobernador realizada semanas después despertó el interés
nacional debido a que se ponía a prueba, por primera vez, la sinceridad del
presidente de la República, general Díaz, en sus declaraciones al periodista
estadounidense James C. Creelman, cuando el 3 de marzo de 1908, expresó
que el país se encontraba preparado para una elección interna libres.
Como cosa curiosa los principales candidatos a la gubernatura no se
encontraban en el estado. Redo llegó a Culiacán, procedente de la ciudad de
México el día 23 de junio, acompañado del licenciado José Castellot.29 El
candidato oficial inicio su gira proselitista en compañía de los licenciados
Castellot y Verdugo Fálquez, sosteniendo dos periódicos, como órganos de
campaña; reapareció en Mazatlán El Occidente dirigido por Benigno
Valenzuela y en Culiacán El Clarín bajo la dirección de Arce. Por su parte,
––––––––––––––
28
Ferrel obtuvo 112 votos contra 30 del licenciado Rojo. Acto seguido, Frías [como
secretario de la mesa electoral] pidió a los partidarios de Rojo se adhiriesen al candidato triunfante;
el doctor Carvajal hizo uso de la voz para decir que era simpatizante de Rojo, pero que no estaba
de acuerdo con la solicitud de Frías, que él trabajaría por principios y no por personas. Dina
Beltrán y Marco Antonio Berrelleza, A las puertas de la gloria, Culiacán, UAS, 1997, p. 49.
29
El acto de recibimiento fue organizado por los licenciados Arsenio Espinoza, Francisco
Sánchez Velázquez, Carlos López Portillo, Juan B. Rojo Jr., los doctores Enrique González
Martínez y Francisco de P. Millán, los hacendados Antonio Tarriba, Marcelino Almada, Manuel
Borboa, Patricio Robles, Teodoro M. Valenzuela, Filiberto R. Quintero y el terrateniente
estadounidense Blas Borton, estos últimos proporcionaron fuertes apoyos económicos. Dina
Beltrán y Marco Antonio Berrelleza, A las puertas..., p. 52.
Clío, 2002, Nueva Época, vol. 1, núm. 27
41
hasta el momento, no se tienen evidencias de que Ferrel se haya presentado en
el estado durante la campaña, ni aún en el cierre.
El pueblo se incorporó de manera entusiasta a la postulación del
periodista Ferrel. A lo largo de la geografía del estado se establecieron cerca de
cincuenta clubes ferrelistas coordinados por el Club Democrático Sinaloense.30
Siendo más amplio el espectro en la reclusión de sus simpatizantes, pero sobre
todo representaron los intereses de la clase media emergente y contraria a la
concentración de las decisiones gubernamentales.
Las autoridades porfiristas, ante la envergadura que estaba tomando el
movimiento opocisionista, empezaron a responder con atropellos: en el
Rosario, por una manifestación de apoyo al licenciado Ferrel encarcelaron a
Anastacio Aguilar, Camilo Sánchez, Regino Alday y a Ramón Cruz; en El
Fuerte, por igual delito, se encarceló al comerciante Carlos Félix (primo del
candidato), a Emiliano C. García y al doctor José García de León; y en
Mazatlán, a José del Corte.31
En Culiacán, la noche del 23 de junio, los estudiantes Rafael Buelna, Luis
G. Orozco (nieto del exdirector del Colegio Rosales, de igual nombre) y José
G. Heredia alentaron a los demás alumnos del instituto rosalino para que
abandonaran el internado y se unieran a la manifestación pública a favor de
Ferrel. Tal actitud motivó la expulsión del plantel, por parte del director doctor
Paliza, de Buelna y la suspensión por algunos días de los demás estudiantes
que organizaron o participaron en el evento. En respuesta Buelna, dos días
después, acaudilló otra tumultuosa manifestación, por lo que fue expulsado de
manera definitiva del colegio y tuvo que viajar a Mazatlán, a refugiarse en la
casa de los Valadés, pues había orden de aprehensión en su contra.32
El domingo 8 de agosto de 1909, las elecciones tuvieron lugar,
presentándose una infinidad de irregularidades; en todos los distritos existió
escasez de mesas electorales, en la ciudad de Mazatlán con más de 21 mil
––––––––––––––
30
Ibíd., pp. 97-99.
Héctor Olea, Breve historia de la Revolución en Sinaloa; 1910-1917, México, Instituto
Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, 1964, p. 14.
32
Buelna fue expulsado de manera definitiva, porque anteriormente había sido
expulsado temporalmente por faltas cometidas al director y a un jurado de exámenes. Orozco
fue consignado a la autoridad judicial, donde se le enroló al ejército federal, meses más tarde
perdió la vida en un encuentro. Mientras que algunos de los participantes como: Francisco
Mussot, Francisco y Cosme Alvarez, José Manuel Buelna, Buenaventura y Apolonio Montiel,
Jesús M. Castañeda, Filiberto Zazueta, Manuel Apodaca, Francisco Rentería, Francisco
Valenzuela y Jesús Vizcarra fueron jubilados por una semana. Dina Beltrán y Marco Antonio
Berrelleza, A las puertas..., pp.111-113.
31
Clío, 2002, Nueva Época, vol. 1, núm. 27
42
habitantes sólo se habilitaron seis, mientras que la Ley Orgánica Electoral
vigente, expedida el 13 de mayo de 1879, ordenaba la instalación de una mesa
electoral por cada mil habitantes; en el pueblo de Venadillo, también en el
distrito de Mazatlán, sólo fue instalada una mesa electoral donde deberían
votar habitantes de 20 pueblos, algunos de ellos a más de 20 kilómetros de
distancia, haciendo un total de 3 mil empadronados.
Por otra parte, Jesús Almada –primo de Álvaro Obregón– principal
propietario del ingenio azucarero La Primavera dijo a los electores que si
votaban por Ferrel se salieran de Navolato inmediatamente.33 A los empleados
de la United Sugar Company de Los Mochis, les impusieron la candidatura de
Redo, so pena de quedarse sin empleo. Los directivos de la mayoría de las
mesas se instalaban armados y borrachos; infantes de trece y hasta diez años
votaban por Redo con autorización de los funcionarios de casilla; se realizó el
pago de los empleados de las grandes haciendas en las mesas electorales, y si
no votaban por Redo no les pagaban; por último, les prohibían la entrada y el
conteo de votos en las mesas electorales a los inspectores ferrelistas.34
En el distrito de Culiacán, donde se contaba con 21 mil 611 hombres (las
mujeres no votaban), y si a éstos les restamos 11 mil 400 menores de edad, 116
extranjeros y 3 mil criminales, nos quedan 14 mil 516 inhabilitados para votar;
los votantes reales serían 7 mil 98. Por las irregularidades ya mencionadas, 2
mil 260 dejaron de votar. Así pues, 4 mil 838 fueron los que votaron
efectivamente; sin embargo el cómputo oficial señaló que votaron 9 mil 399
redistas, 804 ferrelistas y un rojista, 10 mil 204 votos emitidos en total, de los
que resultaron 5 mil 366 votos inventados.35
Esta contienda política marcó, de manera definitiva, la ruptura entre
auroristas, con fuertes características oposicionistas, y los jacobinos, propensos
al continuismo. Mientras Valadés, Frías, Bonilla, Carvajal, Maxemín y Valle,
entre muchos otros lucharon con todos los recursos disponibles por impedir el
fraude electoral y lograr rescatar algunos espacios de decisión. Arce, Díaz,
Corona, Gastélum y Flores como diputados o autoridades locales defendieron
––––––––––––––
33
Navolato, según las estadísticas, contaba en estos momentos con 1881 habitantes, la
mitad mujeres y una cuarta parte inhábiles por minoría de edad u otras causas, por lo que no deja
de causar escándalo que Redo haya obtenido 1851 votos, y en el rancho de las Tapias de la misma
directuría, con menos de 500 habitantes en total, Redo obtuvo 1016 votos. Ibíd., p.148.
34
Para mayor documentación sobre las múltiples irregularidades del proceso electoral.
Ibíd., pp. 131-139.
35
Gilberto López Alanís, Las primeras elecciones en Sinaloa durante la revolución,
Culiacán, DIFOCUR, 1990, p. 23.
Clío, 2002, Nueva Época, vol. 1, núm. 27
43
con los recursos legales los resultados electorales oficiales, y aun participaron
como encargados en los distintos distritos electorales realizando el fraude.
Pese a que se presentaron en tiempo y forma toda una serie de
impugnaciones, pruebas que comprobaban estas irregularidades, el día 25 del
mismo mes, la legislación del estado, por conducto de su presidente el
licenciado Gastélum y sus secretarios Arce y José Ramos, declararon
gobernador constitucional electo a Redo, para que concluyera el período
constitucional de gobierno que debía terminar el 26 de septiembre de 1912.36
La imposición de Redo frustró las aspiraciones democráticas de la
población, aumentó su desconfianza en las urnas electorales como medio para
impulsar el cambio social. Ferrel volvió a la ciudad de México para seguir
encargando de la redacción de los periódicos El Progreso Latino y El
Demócrata Mexicano. Mientras tanto la mayoría de los impulsores del cambio
democrático en el estado quedaban con problemas internos muy fuertes y
abatidos ante la majestuosidad del fraude.
Redo una vez aposentado en el poder buscó rápidamente la manera de
contrarrestar el movimiento en su contra. Su primer acto de gobierno fue
ordenar la ejecución inmediata de todos los presos condenados a muerte, para
dejar en claro su autoridad; posteriormente, mandó asesinar al profesor Gabriel
Leyva Solano y exiliar al principal impulsor del ferrelismo en Sinaloa, el
periodista Valadés, el cual murió en la ciudad de México a principios de 1910,
a causa de una enfermedad crónica. Otro exiliado fue el licenciado Elenes
Gaxiola, quien rompió con los ferrelistas, pero continuó sus críticas al sistema
porfirista a través de los periódicos antirreleccionistas de la ciudad de México,
donde además trabajó en el despacho del licenciado Emilio Vásquez Gómez.
Al año siguiente, fue muerto, supuestamente asesinado por los científicos.
La sociedad sinaloense se agita: 1909-1914
La Revolución Mexicana, según Alan Knigh,37 no fue un proceso de lucha
homogéneo o continuo, sino que fue un conjunto de movimientos, esquemas,
aspectos y acontecimientos que se unieron y por su envergadura y duración
finalmente le dieron el verdadero carácter de Revolución. La revolución nacional
a la que se enfrentó el régimen porfiriano no fue producto de un movimiento, ni
de un partido centralmente dirigidos, fue resultado de numerosos levantamientos
regionales que respondieron a circunstancias y protestas particulares, y que
––––––––––––––
36
Héctor Olea, Breve historia..., p. 22.
Alan Knight, La Revolución Mexicana: Del porfiriato al nuevo régimen constitucional,
México, Grijalbo, 1996, p. 117.
37
Clío, 2002, Nueva Época, vol. 1, núm. 27
44
asumieron importancia nacional debido a su extensión por todo el país y a su
filiación al nombre y plan de Madero, explicado como respuesta a un régimen
político caduco.
A nivel estatal, un importante catalizador de la Revolución fue que la
administración de Redo tuvo una actuación errática, se rompieron los pocos
consensos que existían entre el gobierno y la sociedad. Él y su grupo más
cercano de colaboradores, dedicaron la mayor parte de sus esfuerzos para
acrecentar sus bienes patrimoniales con características nepotistas.38 Por decreto
de la Legislatura local, del 7 de diciembre de 1909, se aprobó la Ley RedoCastellot que obligaba la permuta de impuestos entre el estado y los
ayuntamientos, esto llevó a la concentración de los recursos públicos
financieros en manos del gobernador, y todos los municipios tuvieron que
mendigar el financiamiento al gobierno.39
Por ejemplo, la educación pública que durante todo el período porfirista
fue implementada por los ayuntamientos, con el cambio de ley, este ramo pasó
a depender directamente del ejecutivo estatal. Ante esto el gobernador realizó
numerosos cambios en los distintos niveles educativos, entre otros desapareció
la escuela normal anexa al Colegio Civil Rosales y sus alumnos se vieron en la
necesidad de continuar sus estudios en otras ciudades, o truncar sus carreras.
La Revolución en Sinaloa en su etapa armada tomó cuerpo, en los primeros días de
abril de 1911, con pequeñas escaramuzas en la aldea de Bequitos en el distrito de
Mocorito, donde los maderistas estuvieron al mando de Gregorio L. Cuevas; en el
mineral de Pánuco en el distrito de Concordia, al mando de Manuel M. Salazar; y,
en mineral de Guadalupe los Reyes en el distrito de Cosalá al mando de Antonio
M. Franco y en el Llano de Soto en el distrito del Fuerte, bajo el mando de José
María Ochoa.
Una población importante fue afectada, hasta el día 2 de mayo, la ciudad
de Culiacán específicamente, cuando un grupo de rebeldes comandados por
Ramón F. Iturbe, Juan M. Banderas, Herculano de la Rocha y Francisco
Ramos Esquer en un corto tiempo, derrotaron al ejército federal, al mando del
coronel Luis G. Morelos. En este primer momento, la población citadina no
––––––––––––––
38
Se acusaba a Redo de sólo usar tres días a la semana a sus obligaciones públicas, el resto
del tiempo lo pasaba en la administración de sus propiedades. A principios de 1910, mandó
construir con recursos públicos el ramal ferroviario de 22 kilómetros de Estación Quilá a su
ingenio El Dorado. El Correo de la Tarde, núm. ilegible, 24 de septiembre de 1911.
39
Los ayuntamientos más pobres, como el de Badiraguato, fueron incapaces de solventar
hasta el pago del alumbrado público por lo raquítico del presupuesto. Ibíd., núm. ilegible, 2 de
octubre de 1911.
Clío, 2002, Nueva Época, vol. 1, núm. 27
45
participó masivamente, permaneciendo al margen, y si acaso aportaron algo,
fue su curiosidad ante los hechos y su azoro ante la revuelta.40
Antes de estos levantamientos en cadena, en el distrito de Sinaloa, y se
dio un enfrentamiento entre un grupo de peones agrícolas, que reclamaban sus
tierras, en el antiguo pueblo de Ocoroni encabezados por el pasante de leyes y
maestro del pueblo, Gabriel Leyva Solano –exintegrante de los jacobinos–.
Éstos, al ver que de manera legal su problema no sería resuelto, participaron
activamente en los preparativos para el levantamiento de armas, programado
para el mes de noviembre, pero al ser descubiertos, su principal dirigente fue
asesinado, encarcelados sus principales seguidores, y el movimiento en su
conjunto desarticulado.
En los primeros meses del estallido social, la estructura del poder político
y su administración no fue trastrocada, pues fue sólo el gobernador, el
secretario general de gobierno y su secretario particular quienes salieron,
escoltados por las tropas revolucionarias para que la población no atentara
contra sus vidas, llevándose los fondos de la arca pública como compensación
a sus servicios.41
La legislatura local, que meses antes avaló el fraude contra Ferrel y
permitió la ola de represión y asesinatos que se dieron en los primeros meses
de la administración redista, permanecieron en sus puestos. Algunos
intelectuales, exjacobinos, perfectamente detectados como porfiristas, como
los diputados locales Gastélum, Paliza, y los periodistas Arce, Díaz y Flores
permanecieron en sus responsabilidades, llegando al extremo de nombrar al
doctor Paliza como gobernador interino en dos ocasiones, en 1912.
Aunque la Revolución fue pensada y planeada en los centros urbanos,
por gente de clase media y con cierta cultura, algunos de ellos pertenecientes a
los clubes políticos locales, fue en las zonas rurales, con una agricultura
atrasada o una minería extensiva, y realizada por campesinos y mineros
representantes de las clases proletarias, en donde se llevó a cabo la lucha
armada A pesar de la multiplicidad de formas de lucha durante las distintas
etapas del proceso revolucionario, estas las podemos conjuntar siguiendo el
análisis realizado por Alan Knight42 en dos formas fundamentales: la rebelión
agraria que se basó en la recuperación de tierras, que habían pasado a manos de
––––––––––––––
40
Francisco Padilla, “Revolución y vida cotidiana en Culiacán” en Memoria del XI
Congreso de Historia Regional, Culiacán, UAS, 1997, p. 291.
41
En su momento se presentó la acusación que tanto el gobernador, como el secretario
general de gobierno, doctor Enrique González Martínez, se llevaron cada uno, 25 mil pesos como
bonificación a su responsabilidad. El Correo de la Tarde, núm. 8538, 8 de septiembre de 1911.
42
Alan Knight, La Revolución...., pp. 350, 410.
Clío, 2002, Nueva Época, vol. 1, núm. 27
46
terratenientes y representada por movimientos campesinos de gran fuerza y
convicción política. En nuestro estado fueron muy importantes estos grupos,
donde podemos ubicar a Ramón F. Iturbe, Justo e Isidoro Tirado, Herculano de
la Rocha, Juan Carrasco y a José María Ochoa, por citar ejemplos; y la revuelta
serrana que su lucha consistía en terminar con el poder de los caciques y
reafirmar la autonomía local: lucharon por el autogobierno y por liberarse de
las imposiciones fiscales, políticas y de reclutamiento; estos rebeldes podían
movilizar comunidades enteras y crear amplios movimientos que, a pesar de su
gran capacidad militar, con frecuencia se mostraron oportunistas y
políticamente ambivalentes. En esta clasificación caben perfectamente los
revolucionarios locales Juan M. Banderas, José María Cabanillas, Claro F.
Molina, Ignacio Panzuego, entre otros.
La dinámica de la reconstrucción sinaloense: 1914-1922
El período comprendido entre estos años no fue testigo del colapso del sistema
económico imperante. La producción de los productos destinados a la
exportación se recuperó rápidamente, pero siempre dentro de una economía
caracterizada por desigualdades geográficas y sectoriales, las inversiones
extranjeras aumentaron con igual intensidad. La agricultura de exportación no
sufrió los estragos del conflicto armado, la exportación creció
considerablemente.
El hecho más importante de la administración carrancista fue la
promulgación de la nueva Carta Magna. El Congreso Constituyente, realizado
en la ciudad de Querétaro del 2 de diciembre de 1916 al 5 de febrero de 1917,
no dio lugar a la participación popular ni provocó entusiasmo. El escrutinio de
los delegados, 220 en total, confirma que estaban distanciados de las claras
realidades nacionales. No abundaban los líderes, los caudillos populares o
agraristas radicales. Al contrario de la Convención de Aguascalientes, todos los
constituyentes eran carrancistas.43
Visto en retrospectiva, lo que se hizo en Querétaro adquiere justificada
relevancia histórica; pero a menudo fue producto de hechos fortuitos, en los
cuales esos protagonistas no estuvieron muy seguros del papel que
desempeñaron. Carranza presentó un borrador general de la Constitución, que
se moldeó, aderezó y transformó, con lo cual la Constitución de 1857 se
convirtió en un documento prolijo, más radical que la del 1917. Los artículos
––––––––––––––
43
Charles Cumberland, La Revolución Mexicana; los años constitucionalistas, México,
Siglo XXI Editores, 1978, p. 358; Luis Fernando Amaya, La soberana convención
revolucionaria; 1914-1916, México, Trillas, 1975, p. 29.
Clío, 2002, Nueva Época, vol. 1, núm. 27
47
más importantes, 3, 27 y 123, fueron obra de una pequeña comisión, integrada
por los diputados: Pastor Rouaix, Andrés Molina Enríquez, Alfonso Cravioto,
Humberto Macías Valadés, Hilario Medina y José Inocencio Lugo, que
desempeñaron un importante papel elaborando borradores de los artículos, a
causa de las presiones de tiempo que ejercía el Congreso.44
Por otro lado, durante el proceso armado, para enfrentar el fuerte
crecimiento de los precios de los productos de la canasta básica y el
desempleo, los carrancistas, encabezados por Obregón y alentados por claros
intereses políticos, organizaron una Junta Revolucionaria para Ayuda al
Público con el objeto de distribuir dinero y alimentos entre los desposeídos.
Por otro lado, llevaron a cabo una fuerte embestida contra la Iglesia y las
empresas extranjeras, especialmente pequeños comerciantes chinos y
españoles, aunque esta acción no proporcionó mucho dinero, sirvió para
encontrar a algunos culpables, exonerar a los carrancistas y conseguirles algo
de apoyo popular activo.
Aunque los regímenes revolucionarios se autoproclamaron diferentes al
de Díaz, sus objetivos fueron muy similares, es decir procuraron el desarrollo
económico capitalista y construcción de un Estado fuerte. Por eso se alentó el
crecimiento de la agricultura comercial, la industria, las exportaciones y las
obras de infraestructura, se concentró el poder con avidez; quebrantó el
particularismo local. El resultado fue un gobierno más fuerte y mucho más
autocrático que el derrotado por la lucha armada.
Durante el régimen sonorense, y particularmente durante los primeros
años de la administración local del general Ángel Flores, el gobierno federal
apoyó enormemente la puesta en marcha y consolidación de numerosos
proyectos de infraestructura; solo en obras de irrigación, se invirtieron más de
cuatro millones de pesos, construyéndose cuatro canales de grandes
dimensiones como “el Rosales “ y con ello se pretendió incorporar más de un
millón de hectáreas a la agricultura de irrigación. Se reanudaron la
construcción de las vías de los Ferrocarriles Pacífico, para llegar a Guadalajara,
y el Chihuahua-pacífico en su línea a Ojinaga. Se inició el establecimiento del
ferrocarril de Mazatlán a Durango, además de establecer el servicio de
aeronaves de Mazatlán a Guadalajara, Tucson y Hermosillo, entre otras
obras.45
––––––––––––––
44
Arnaldo Córdoba, La ideología de la Revolución Mexicana: la formación del nuevo
régimen, México, Editorial Era, 1973, p. 357.
45
El Demócrata Sinaloense, núm. 382, 3 de julio de 1921.
Clío, 2002, Nueva Época, vol. 1, núm. 27
48
El protagonismo intelectual sinaloense
Una vez iniciado el movimiento armado, el ala intelectual en Sinaloa estaba
orgánicamente deshecha; el ingeniero Bonilla, el doctor Carvajal y el periodista
Avendaño luchaban para incorporar sus ideas a la lucha armada, sólo que a la
larga no tuvieron el efecto deseado, y con el paso del tiempo terminan
exiliándose, el primero en Los Ángeles, California, y los demás en Guadalajara.
El Correo de la Tarde, que desde su fundación el día lunes 5 de julio de
1885 por la familia Retes se convirtió en el principal vocero y aglutinante de
las clases letradas no sólo del puerto mazatleco sino de todo el estado, logró, no
sin altibajos, sobrevivir durante toda la década de la lucha armada. Sus
constantes cambios de directivos, compras-ventas, y aún desapariciones
momentáneas, marcaron la trayectoria azarosa que tuvo la clase intelectual en
Sinaloa durante el proceso armado y las primeras etapas de la reconstrucción
revolucionaria.46
Durante la existencia de las dos más importantes asociaciones políticas
culturales: la sociedad Aurora y El Club de los Jacobinos se dio, entre ambas,
una relación muy estrecha y productiva entre sus distintos miembros. Durante
los primeros años de sus respectivas existencias, es decir de 1895 a 1906
aproximadamente, muchos de los proyectos se llevaron a cabo de manera
conjunta. Una muestra de ello es la sociedad entre el farmacéutico Arce y el
ingeniero Bonilla para lograr llevar adelante la publicación de la revista
quincenal Bohemia Sinaloense desde septiembre de 1899 a diciembre del año
siguiente. Este órgano de expresión marcó la consolidación de distintos
movimientos culturales del estado, se logró conformar un excelente cuerpo de
colaboradores, compuesto por más de una veintena de las mejores plumas de
las letras regionales.
Otro punto de encuentro, entre los destacados miembros de ambas
sociedades, es la elaboración, en noviembre de 1894 del proyecto de la Ley
General de Instrucción Pública del Estado de Sinaloa, discutida y aprobada por
la legislación local a principios del año siguiente.47 Esta ley que reformó toda
la enseñanza impartida por el Estado, aunque en su mayor parte fue elaborada
––––––––––––––
46
Para un análisis exhaustivo del surgimiento y consolidación de El Correo de la Tarde
como empresa periodística se puede consultar el libro Periodismo en Sinaloa durante el porfiriato
de Jorge Briones Franco.
47
En esta ley se estableció un nuevo plan de estudios en todos los niveles, y sobre todo,
obligaba a la población a contribuir económicamente en la educación pública de acuerdo a su
nivel de ingresos. Jorge Luis Sánchez Gastélum, Educación y sociedad en Sinaloa: El Colegio
Rosales; 1874-1918, Culiacán, UAS/ Universidad Autónoma de Aguascalientes, 2000, p. 72.
Clío, 2002, Nueva Época, vol. 1, núm. 27
49
por el doctor Paliza, acto que con mucho le aseguró su permanencia en la
dirección del entonces Colegio Nacional Rosales, algunos de sus incisos
fueron sugeridos y aún redactados por el doctor Carvajal.
De su formación académica y filiación política podemos decir que todos
los letrados, que contaron con estudios profesionales, fueron educados por
escuelas que no tenían la visión cerrada de los positivistas, sino que la
combinaban con la educación más de corte liberal, siendo formados en la
Escuela Nacional de Medicina de la ciudad de México y el Instituto de
Ciencias y Oficios de Guadalajara. Todos fueron liberales, asumiendo posturas
antirreligiosas o por lo menos respetaron el libre culto.
En el terreno económico, todos en cierta medida, hicieron una defensa a
ultranza de la inversión productiva, fuera ésta nacional o extranjera, viéndola
como el factor que promoviera la producción de metales o la producción de
artículos agrícolas para su exportación. Por otra parte, algunos de ellos
pertenecieron al rito masón, específicamente los doctores Paliza y Ramón
Ponce de León, quienes pertenecieron a la logia "Estrella del Humaya" con
asiento en la ciudad de Culiacán, explicable, tal vez, en que eran los mayores
de ambos grupos y estaban más familiarizados con esta forma de participar en
la política.
De acuerdo a sus fechas de nacimiento, podemos decir que todos
pertenecieron aproximadamente a la misma generación. Teniendo de 35 a 50
años al iniciarse la Revolución. Los únicos que se salen de este margen son
nuevamente los doctores Paliza,48 quien contaba con 56 años de edad, y Ponce
de León con 70, pero los demás se acomodan al rango perfectamente. Los más
jóvenes fueron el periodista Avendaño y los licenciados Verdugo Fálquez y
Manuel Espinoza de los Monteros.
Aunque la mayoría asumió ciertos compromisos con las capas
desprotegidas de la sociedad y tuvieron posiciones políticas democráticas, esto
nunca los obligó a asumir el rechazo a los inversionistas extranjeros,
principalmente a los estadounidenses, quienes optaban por mecanismos de
trabajo más intensivos. Al contrario, desde sus distintas trincheras periodísticas
hicieron una fuerte defensa de ella, incluso el ingeniero Bonilla, a mediados de
1908, se desempeñó como gerente general de la Sinaloa Land Company,
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48
Esto pudiera explicar en parte, el comportamiento asumido por el doctor ante la revuelta
estudiantil organizada por Buelna, Heredia y Orozco, a mediados de 1909, donde se ímpone
expulsando al primero y reprendiendo a los demás, pero finalmente renuncia a la dirección al no
entender el comportamiento de sus pupilos. Leonel Rodríguez Benítez, “El doctor Ruperto L.
Paliza: un académico rosalino ante la Revolución” en Memoria del XI Congreso de Historia
Regional, Culiacán, UAS, 1997, p. 212.
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mientras que Arce fungió como representante legal de la Mexican Pacific
Mining Companies. Su nacionalismo no se manifestaba en la necesaria
pertenencia a los locales de los medios de producción. Esto pudo influir en la
masa de los revolucionarios, que aún con la fuerte presencia de capitalistas
extranjeros, fueron muy pocos e insignificantes los actos de protesta o
violencia, en todas las etapas de la lucha armada, contra ellos.
La mayoría se desempeñó en ciertos momentos de sus vidas con
magistrados del Supremo Tribunal de Justicia del Estado, los licenciados
Verdugo Fálquez y, aún, Arce, Paliza, Díaz y Bonilla que no contaron con la
preparación profesional específica para ocupar un puesto de esta índole. Otra
característica que une tanto a auroristas como jacobinos es su interés constante
por la expansión y superación de la instrucción pública. El profesor Valle
consagró la mayor parte de su vida a este objetivo, desde su llegada al estado
en 1902, pero sobre todo desde 1904 cuando fundó el Colegio Mazatlán. Este
interés se hizo patente en 1909 cuando editó y dirigió la revista mensual
Mazatlán Escolar donde escribió sobre temas pedagógicos y la hizo de vocero
para exponer sus propuestas en el ramo. Finalmente en 1915 reemplaza al
profesor Carlos Filio en la Inspección General de Instrucción Pública del
Estado.
Carvajal y Arce por su parte, ocuparon la Inspección de las Escuelas
Públicas en los distritos de Mazatlán y Culiacán, respectivamente. Para
concluir este apartado no dejaré de mencionar que en 1914, el doctor elaboró y
propuso a la legislatura local una nueva Ley General de Instrucción, donde
ideó una mejor planeación conjunta de todos los niveles educativos.
Por su formación ideológica todos abrevaron en las mismas fuentes del
conocimiento, asumieron fuertemente el liberalismo. Finalmente, la mayoría,
por no decir todos, participaron en las distintas Juntas Patrióticas, que
frecuentemente se formaron para organizar las festividades nacionales. En este
rubro no existen las mayores diferencias entre aurorinos y jacobinos, no así en
la oportunidad de llegar a los puestos públicos de importancia en la
administración estatal, que por reforma de la Constitución local, a la llegada de
los porfiristas al gobierno, fueron determinados directamente por el gobernador
en turno, de acuerdo con los artículos 51, 53 y 55, que erogó la libre elección
de los Prefectos y de los Jefes políticos de las localidades.49
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49
Félix Brito Rodríguez, Elite política..., p. 32.
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A manera de conclusión
A los auroristas como a todos los “intelectuales independientes o de fuera”, por
más capacidad que demostraron en su trabajo, siempre les estuvo vedada la
dirección de altos puestos de la administración pública durante el régimen
porfirista. Sin embargo, tal vez por ciertas rupturas entre la misma élite
porfiriana, durante los dos períodos de gobierno del ingeniero Mariano Martínez
de Castro se les observó cierta movilidad, pues fue cuando lograron tener un
puesto más acorde con su preparación.
El ingeniero Bonilla siempre pretendió desempeñarse como Prefecto
político del distrito de Culiacán, por su parte el doctor Carvajal aspiró lo
mismo por la Prefectura de Mazatlán. Cañedo y Redo con más fuerza, les
cortaron esa posibilidad. Ellos, tal vez, por tener ciertas actitudes
“oposicionistas” o por no estar incrustados de lleno en el partido porfirista,
siempre se tuvieron que conformar con premios de consolación, aspirando a
ser junto con una decena más, y bajo estricto escrutinio electoral, regidores en
los distintos ayuntamientos del estado, o bien lograr una magistratura
supernumeraria en el tribunal del estado, que fueron los únicos espacios
democráticos del aparato porfirista.
Como un claro ejemplo de este monopolio de los puestos públicos, está el
estudio sobre las relaciones de parentesco y comerciales de los integrantes de
diecisiete distintas Legislaturas del Estado durante los más de 34 años que duró
aquí la dictadura porfirista. En todo este largo tiempo, las 340 curules fueron
ocupados por 80 personas, dándose el caso de que un personaje, destacado
jacobino, el doctor Ponce de León, quien ocupó el mismo puesto durante
quince ocasiones, es decir estuvo 30 años metido en su curul, entre sus
principales méritos, porque indudablemente los tenía, era el ser compadre de
Cañedo.50 Desafortunadamente, este mismo mérito nunca le sirvió al ingeniero
Bonilla.
Durante la lucha armada y la etapa reconstructiva para los
intelectuales aurorinos la situación no cambió. El doctor Carvajal,51 a pesar
de haber desempeñado, con grandes logros, la inspección escolar en
Mazatlán, nunca pudo acceder a la dirección del Colegio Civil Rosales que
fue otra de sus aspiraciones. El ingeniero Bonilla tuvo un desempeño más
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50
Para mayor información ver anexos. Idem.
Quien además de elaborar en parte la Ley de Educación de 1894, tuvo el mérito de ser el
primero en crear una escuela preescolar en el noroeste del país, de promover la creación de una
escuela técnica-internado para los niños de la calle entre otras iniciativas. El Correo de la Tarde,
núm. 8915, 5 de octubre de 1912.
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afortunado, pero aun así, cuando fue propuesto a la presidencia de la
República por la fracción villista durante la Convención de Aguascalientes,
Obregón (primo de los Almada) y los demás carrancistas intransigentes
fueron los primeros en impugnarlo, y terminó imponiendo al general
Eulalio Gutiérrez más, cercano a él.
Durante las distintas pugnas interrevolucionarias, los aurorinos
participaron, tal vez sin proponérselo, de una forma coherente. Asumieron
apasionadamente el reyismo, que lograron consolidar a pesar de la renuncia del
mismo general Bernardo Reyes y su salida honrosa a una misión militar a
Europa. Pudieron sobrevivir al ferrelismo, cuando éste decidió abandonarlos y
regresar a la ciudad de México, donde cómodamente, después, aceptó una
misión cultural a Europa, enviado por el general Victoriano Huerta. Se unieron
con entusiasmo al maderismo cuando sintieron que era la única salida
democrática del país. Ante el embate del carrancismo, optaron por las posturas
villistas, a pesar que sus características los acercaron más a los
constitucionalistas. Finalmente, ante el triunfo de la revolución burocrática y
patrimonialista de los sonorenses, decidieron unánimemente proseguir sus
vidas profesionales y hacer un sano distanciamiento con lo político.
Por su parte, los jacobinos tuvieron una suerte dispareja: mientras Paliza
sale trasterrado en 1914, por órdenes del general Ramón F. Iturbe, y se instala
en Hermosillo de donde nunca regresa. Arce, desde el inicio de la lucha, se va
a Guadalajara, su tierra natal, y despúes se autoexilia en Los Ángeles. Verdugo
Flaquees, en cambio, se traslada a la metrópoli a ocupar una curul en el
Congreso de la Unión, después en 1922, regresa al estado para ocupar la
dirección del Colegio Civil Rosales. El que corre peor suerte es Faustino Díaz,
quien a principios de 1915, es enviado a combatir a los villistas al sur del
estado, de donde no regresó nunca. El doctor Ponce de León, el más longevo
de todos, murió en Culiacán en 1913. Al final del primer período de la
Revolución en Sinaloa, sus principales precursores y promotores intelectuales
salieron derrotados. Al igual que en las mejores leyendas de la mitología
mexicas y griegas, los dioses devoran a sus hijos. Los intelectuales
revolucionarios sinaloenses fueron absorbidos por la Revolución.
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