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LA MEDICINA HOY
Patología benigna anorrectal
M.L. Sánchez Ludeñaa y S. Romero Ruizb
a
Médico de Familia de Atención Primaria. Centro de Salud de Los Cármenes. Área 7 Sanitaria de Madrid.
b
Médico Adjunto. Hospital de Móstoles. Tutor de Residentes. Hospital de Móstoles. Madrid.
L
a patología anorrectal es muy amplia y frecuente. Representa
un número considerable de consultas para el médico de atención primaria (AP). Por ello, junto a la posibilidad de prevención
de algunas de estas patologías y su asociación a otras de mayor gravedad, el médico debe conocerla.
HEMORROIDES
Las hemorroides representan un estado anatómico normal y están
presentes en el 50-75% de todos los adultos. La incidencia aumenta con la edad y la frecuencia es mayor en los varones. Sólo cuando
las hemorroides crecen y se hacen sintomáticas, está indicado el
tratamiento1-5.
Las hemorroides son dilataciones varicosas de las ramas terminales del plexo hemorroidal superior (hemorroides internas) e inferior (hemorroides externas). La causa más frecuente que hace
que una hemorroide se vuelva sintomática es el pujo en posición
sedente en el momento la defecación, lo que incrementa la presión venosa y distiende las venas2. Otros factores predisponentes
son la bipedestación prolongada, la herencia y el aumento de la
presión intraabdominal (embarazo, tumores, estreñimiento crónico, etc.). La hipertensión portal no parece ser un factor importante, en contra de lo que se ha opinado durante mucho tiempo, ya
que no existe un aumento de la frecuencia de hemorroides asociado a dicha afección1-4.
Según su origen se distinguen dos tipos: internas y externas
(tabla I). Las hemorroides internas se dividen en grados en función del prolapso y los síntomas que tengan (tabla II).
Clínica
Las hemorroides externas son habitualmente asintomáticas y el paciente no es consciente de la existencia de las mismas hasta el primer episodio de trombosis. Las rectorragias, el prolapso y el dolor
son las principales manifestaciones clínicas de las hemorroides internas1-5. Es habitual que los síntomas sean más graves cuanto más
grandes y prolapsadas estén las hemorroides, pero ello no siempre
es así3.
La rectorragia es la forma de presentación más frecuente y puede estar presente en todos los grados hemorroidales. Inicialmente,
aparece como una ligera estría sanguinolenta en las heces o en el
papel higiénico al final de la defecación, sobre todo si el paciente
sufre estreñimiento. Posteriormente, en fases más tardías, aparece
sangre roja de mayor cantidad, incluso sin hacer esfuerzos. No es
frecuente la aparición de anemia secundaria a una hemorragia crónica. Tradicionalmente, se ha comentado que en las neoplasias
rectales la sangre es más oscura y está mezclada con las heces pero, dado que no siempre se cumple, ante una rectorragia es importante hacer una rectoscopia y no atribuirla a las hemorroides.
El prolapso aparece a causa de las hemorroides y se presenta en
distintos grados (tabla II), se puede asociar a sensación de humedad en la región anal, prurito y mancha de la ropa interior. La piel
perianal puede irritarse como resultado de la secreción constante
de moco.
El dolor no se considera un síntoma de las hemorroides internas
no complicadas, y suele ser un síntoma frecuente de las hemorroides externas trombosadas; sin embargo, algunos autores han descrito dolor hasta en el 86% de los casos1. Aparece como un dolor
brusco e intenso en el ano que alcanza su máxima intensidad a los
2 o 3 días y cede en una semana, aproximadamente. El dolor intenso se puede deber a una fisura asociada.
Diagnóstico. Diagnóstico diferencial
Mediante la inspección anal se visualizarán las hemorroides externas y los prolapsos de las hemorroides internas (grados 3 y 4). Para
el diagnóstico de hemorroides externas (grados 1 y 2) se precisa realizar anoscopia. La trombosis hemorroidal se visualiza como una
tumoración rojiza o azulada, dolorosa, cubierta de piel por debajo
de la línea dentada.
Debe diferenciarse el prolapso rectal (poco frecuente) de las
hemorroides internas prolapsadas, que se apreciarán como formaciones que se proyectan y cuya parte externa está recubierta de
piel y la interna de mucosa anal roja o purpúrea.
Aunque las hemorroides internas son la causa más frecuente de
hemorragia anorrectal, la presencia de este signo no debe atribuir-
TABLA I Tipos de hemorroides según su origen
Hemorroides internas
Frecuencia
Localización
Procedencia
Clínica
Muy frecuente
Por encima de la línea
dentada (cubiertas
de mucosa)
Plexo hemorroidal interno
Rectorragia
Prolapso
Trombosis hemorroidal
Raro dolor
Hemorroides externas
Poco frecuente
Por debajo de la línea
dentada (cubiertas
de piel)
Plexo hemorroidal externo
Poca clínica
Mariscos cutáneos
Dolor-molestias anales
TABLA II Clasificación de las hemorroides internas
Grado
I
II
III
IV
Prolapso
No hay: desciende más allá
de la línea dentada durante
el esfuerzo
Aparece con el esfuerzo.
Reducción espontánea
Aparece con la deposición.
Exige reducción manual
Persistente. No es posible
la reducción
Síntomas
Hemorragia
Hemorragia, prolapso
Hemorragia, prolapso,
sensación de ano húmedo,
prurito
Hemorragia, prolapso, dolor
anal, trombosis hemorroidal
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TABLA III Tratamiento de las hemorroides
Clínica
Rectorragia
Prolapso
Asintomáticas
Sangrado ocasional
Sangrado frecuente
No
No
Grados I y II
Sangrado agudo masivo
Grados III y IV
Tratamiento
No tratar
Tratamiento conservador
Sustancias esclerosantes
o ligadura con bandas
elásticas
Cirugía (hemorroidectomía)
se a hemorroides hasta que se descarten otras causas de rectorragia (en particular, neoplásicas e inflamatorias)1,4,5. Otros diagnósticos a tener en cuenta en el diagnóstico diferencial de hemorroides
son los condilomas perianales (luéticos o por VPH) y los tumores
rectales y anales.
Tratamiento
La mayoría de las hemorroides son asintomáticas y, por tanto, no
requieren tratamiento. Se decide en función de la clínica y no del
tamaño de las hemorroides. El objetivo del tratamiento no es
ocluir los plexos hemorroidales sino hacer desaparecer los síntomas del paciente (tabla III)1-2.
1. Tratamiento conservador. Es el tratamiento de elección en
hemorroides de grados 1 y 2, encaminado a evitar los factores favorecedores (fundamentalmente el estreñimiento), mediante
dieta rica en residuos y abundante ingesta hídrica, baños de
asiento con agua tibia y alcohol en proporción 10:1, laxantes de
volumen y reblandecedores de heces (extracto de psyllium, diectil sódico, sulfosucinato a dosis de 100 a 200 mg/día). Los supositorios y los ungüentos rectales no tienen utilidad y pueden producir dermatitis de contacto. La trombosis hemorroidal suele resolverse espontáneamente en 2 o 3 días mediante baños de
asiento (1-4 al día) con el fin de relajar el esfínter anal y una pomada de hidrocortisona. A veces es necesaria la escisión de hemorroides bajo anestesia local para la extracción del trombo,
aunque la extirpación de toda la hemorroide trombosada previene futuras retrombosis.
2. Cirugía. Actualmente sólo se operan del 5% de las hemorroides y prácticamente en el 95% restante se usan técnicas de banding y esclerosis. El tratamiento empírico debe ir dirigido al control de los síntomas y no a conseguir cambios anatómicos. La elección de las distintas posibilidades estará en función de los síntomas
y del grado de prolapso hemorroidal (tabla III)1-3. Las crisis recurrentes de trombosis hemorroidal externa deben tratarse mediante
hemorroidectomía.
– Inyección de sustancias esclerosantes1-3,6. Dirigido, sobre todo, a la supresión de la hemorragia y el prolapso leve (grado 1 y 2).
Consiste en la administración de una solución química irritante
(como el fenol al 5% en aceite vegetal), lo que producirá inflamación y posteriormente fibrosis y cicatriz. Causa un dolor mínimo si
se realiza la técnica de forma correcta y las complicaciones aparecen raramente (infección, hipersensibilidad a la sustancia).
– Ligadura con bandas elásticas (banding)1-6. Indicado en hemorroides prolapsadas. Se colocará una goma elástica en el vértice
de la hemorroide por encima de la línea dentada, al cabo de 4872 h por estrangulación se produce necrosis y se desprende la hemorroide. Se trata un complejo hemorroidal cada vez y se repiten
las ligaduras a intervalos de 2 a 4 semanas. La principal complicación de esta técnica es el dolor, que dura de una a 2 h y cede con
analgésicos orales. Hay que advertir al paciente que puede aparecer hemorragia en el momento de la esfacelación (a los 7-10 días
de la ligadura).
– Criocirugía1,2,6. Indicado sólo en los grados 1 y 2 de hemorroides internas. Se necrosa la hemorroide mediante congelación
usando bióxido de carbono u óxido nitroso. No está bien aceptada
por la cicatrización tardía (3-6 semanas) y la pérdida de material
fétido en el ano, así como por las frecuentes recidivas que llegan
al 45%.
– Coagulación por infrarrojos1,6. Se sigue el mismo procedimiento que en la inyección de sustancias esclerosantes. Es un tratamiento de fácil aplicación y bien tolerado por los pacientes.
– Hemorroidectomía1,2,6. Se realizará sólo en los grados 3 y 4 de
prolapso y en pacientes crónicos muy sintomáticos.
FISURA ANAL
Es una enfermedad común del ano cuya característica fundamental es el dolor intenso. Consiste esencialmente en una grieta o desgarro de la zona anodérmica del canal anal y revestida de piel. Está
situada siempre por debajo de la línea dentada y habitualmente se
localiza en la línea media posterior, sólo en algunos casos (un 2%
en los varones y un 10% en las mujeres) en la línea media anterior1-5.
Se presenta habitualmente en adultos jóvenes en ambos sexos
aunque también puede aparecer a otras edades, siendo la causa
más frecuente de dolor anal. En las primeras fases, una fisura es
simplemente una grieta en la piel, pero pronto aparecen las alteraciones secundarias que conformarán todo el cuadro clínico. Aparece una tumefacción de la piel en el extremo inferior de la fisura parecida a un apéndice cutáneo, llamada hemorroide centinela. Si la
lesión persiste puede aparecer fibrosis y quedar como un apéndice
fibroso permanente tras ser curada la fisura.
El comienzo del cuadro clínico se relaciona directamente con
una alteración brusca del hábito intestinal previo. La aparición de
un episodio de diarrea o el paso de heces muy duras por el canal
anal, en personas con hábito intestinal normal, suele existir en la
mitad de los pacientes. Su etiopatogenia corresponde a la secuencia: estreñimiento → fisura → dolor → espasmo → estreñimiento.
Parece ser que el espasmo esfinteriano doloroso es un factor importante en todos los casos de fisura crónica.
Clínica
El síntoma característico es el dolor anal agudo, que aparece durante la defecación, de unos minutos de duración y que cede al finalizar ésta. Se describe como una sensación aguda, cortante o de
desgarro durante el paso de las heces, quedando posteriormente
malestar durante 3 o 4 h después de la defecación1. Esto hace que,
ante el miedo al dolor, los pacientes sufran estreñimiento de varios
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Papila anal prolapsante de unos 3 cm de longitud. Fibromas cutáneos.
Fisura superficial de ano de margen posterior.
Papila prolapsante solitaria, sin otra patología anal.
Fisura anal profunda. Para poderla visualizar, es preciso separar la hemorroide centinela y los bordes de la fisura.
días. En algunos casos, el paciente está acostumbrado a cierto malestar y toma laxantes por su cuenta para evitar el estreñimiento y
así tener menos dolor.
La rectorragia aparece en el 80% de los casos, siendo roja, brillante y de escasa cuantía. Aparece con los esfuerzos para defecar o
con la defecación. Otros síntomas que pueden aparecer son: prurito anal (45%) y secreción anal (5%).
intenso espasmo esfinteriano en un paciente con sospecha de fisura
anal apoya el diagnóstico. En los casos de fisura muy superficial se
presenta como una simple hendidura en el canal que se desgarra y
sangra al estirarse en la exploración. La fisura anal crónica presenta
bordes indurados, engrosados y blanquecinos, así como un pliegue
cutáneo anal centinela en su extremo externo (“hemorroide centinela”) y una papila hipertrófica en su extremo interno. Siempre se derivarán al especialista para descartar otras enfermedades asociadas.
Si la fisura anal está localizada fuera de las comisuras anterior o
posterior, hay que descartar las fisuras secundarias, es decir, aquellas que aparecen como consecuencia de otra enfermedad (tuberculosis anal, enfermedad de Crohn, sida, sífilis, herpes, cirugía anal
previa), que constituyen el 3% del total. Como diferencia encontramos que son indoloras, de localización distinta y no responden
al tratamiento.
Diagnóstico. Diagnóstico diferencial
Dado que es un proceso muy doloroso, el paciente se mostrará reacio
a la exploración rectal, que deberá hacerse con extremo cuidado y en
ocasiones requiere aplicar un anestésico tópico. La inspección anal es
fundamental pues, aunque la lesión es pequeña (menor de 1 cm),
suele verse con facilidad si se busca adecuadamente, aunque a veces
es difícil debido al espasmo anal intenso; de hecho, el hallazgo de un
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Trombosis hemorroidal aguda que abarca todo el grupo hemorroidal externo anterior derecho.
Varios trombos en grupo externo de margen posterior.
Tratamiento
asociar al tratamiento conservador. Se produce como efecto secundario cefalea, que es dependiente de la dosis. Según distintos
autores, el dolor en relación con la fisura desaparece casi de modo inmediato al iniciar la aplicación de la pomada, pero la cicatrización de la lesión oscila entre 4 y 12 semanas (35-85% de los casos)12-14.
La esfinterotomía conlleva un mayor riesgo de complicaciones,
como trastornos de la continencia (0-36%) y recurrencia de la fisura (0-6%)1,2.
El médico de atención primaria deberá estar alerta sobre los
rasgos que indican cronicidad (historia larga, continua o intermitente de dolor con la defecación, junto al hallazgo en la exploración
de un gran hemorroide centinela y la induración de los bordes de
la fisura), con el fin de derivar al paciente para un tratamiento quirúrgico.
El punto principal del tratamiento médico consiste en ablandar las
heces (dieta rica en fibra y aumento de ingesta de agua), así como
el alivio del dolor (baños de asiento con agua tibia tras la defecación). En ocasiones se requieren aceites (como Emuliquen® o
Duphalac®), con una dosificación que se irá reduciendo de modo
gradual hasta suspenderlos o conseguir la mínima dosis eficaz para
mantener las heces blandas, sin producir heces líquidas, ya que se
desencadena, al cabo de los años, una estenosis anal progresiva.
Para aliviar el dolor y reducir el espasmo anal se puede aplicar localmente una pomada con hidrocortisona, preferentemente por las
mañanas y antes y después de la defecación, procurando no aplicarlo durante demasiado tiempo para evitar la dermatitis.
La fisura aguda se curará en 2-3 semanas; sin embargo, la fisura
crónica se derivará al especialista, ya que no se cura con tratamiento conservador sino quirúrgico, siendo de elección la esfinterotomía lateral interna. Algunos autores preconizan tratamientos específicos para fisuras crónicas8-14.
–Fisuras agudas sin alteraciones secundarias: tratamiento conservador.
– Fisuras agudas con presión esfinteriana que no responden al
tratamiento conservador: utilización de toxina botulínica o gliceril
trinitrato tópico (GTN).
– Fisuras con leves alteraciones secundarias: toxina botulínica,
GTN y ocasional tratamiento quirúrgico.
– Fisuras con evidentes alteraciones secundarias (grandes hemorroides centinelas, fístulas, abscesos, alteraciones cicatriciales
extensas): tratamiento quirúrgico.
Dado que la relajación del esfínter interno es el factor más importante para la curación de la fisura, la toxina botulínica y la aplicación de GTN son muy eficaces al actuar inhibiendo los nervios
que componen la contracción del esfínter.
La toxina botulínica es un tratamiento bien tolerado que se puede llevar a cabo de modo ambulatorio con escasos efectos secundarios8-11.
La aplicación tópica de GTN, dos veces al día en dosis de 0,51 g/día y a concentraciones del 0,2 al 0,5%, es eficaz y se puede
ABSCESO ANORRECTAL. FÍSTULA ANAL1-5
Ambos tienen un origen común y provienen de la invasión de los
espacios pararrectales por microorganismos patógenos, predominando por lo general la infección mixta con Escherichia colli, Proteus vulgaris, estreptococo, estafilococo y bacteriodes2. El absceso
es la situación aguda y la fistula la situación crónica del mismo problema, ya que después de ser drenados aproximadamente dos tercios de los abscesos dan lugar a fístulas. Son más frecuentes en los
hombres (5:1) en edades de 30 a 50 años y supone aproximadamente el 26% de las intervenciones quirúrgicas por patología
anal3.
La fístula anal es un trayecto resultante de una cicatrización incorrecta de un absceso anorrectal drenado, que comunica la luz
anorrectal (orificio interno localizado en el canal anal o el recto)
con la piel perianal u orificio externo. La cicatrización espontánea
es excepcional, así que su tratamiento es fundamentalmente quirúrgico.
Clínica
Los abscesos superficiales son los más dolorosos y producen un
dolor intenso, de carácter pulsátil, perianal, que aumenta al sentar-
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se, toser, andar y defecar. En la inspección anal, generalmente, aparecen signos inflamatorios con tumefacción, enrojecimiento, induración e hiperestesia en las proximidades
del ano. En ocasiones se aprecia la salida del material purulento cuando el absceso ha drenado espontáneamente, siendo entonces el dolor menor. Los abscesos más profundos
producen malestar general y fiebre, pero el dolor no es muy
intenso, aunque el tacto rectal puede ser muy doloroso. Los
abscesos pelvirrectales altos pueden causar síntomas mínimos o estar asociados con dolor abdominal bajo y constituir
fiebre de origen desconocido1,2.
En el caso de la fístula, la mayoría de los pacientes refieren haber presentado previamente una absceso anorrectal.
Los tres síntomas más importantes son: inflamación, dolor
poco intenso y salida de material purulento o serosanguinolento a través del orificio externo, que puede supurar continuamente o de manera intermitente. Puede existir prurito e
irritación perianal.
Diagnóstico. Diagnóstico diferencial
En ambos casos el diagnóstico se hará por inspección anal.
Se deberá investigar la existencia de síntomas asociados, como alternancia del hábito intestinal, moco y/o sangre en las
heces, dolor abdominal y síndrome constitucional para descartar fístulas asociadas a otras enfermedades (enfermedad
de Crohn, tuberculosis, cáncer).
El diagnóstico diferencial se hará con las siguientes entidades: hidrosandenitis supurativa, absceso pilonoidal, comedones infectados, quistes sebáceos infectados, foliculitis y
bartolinitis.
Tratamiento
Los abscesos anorrectales deben drenarse quirúrgicamente
lo más pronto que se pueda, sin esperar a que fluctúe, ya
que aunque no haya fluctuación palpable, siempre habrá supuración. Los antibióticos son de valor limitado y pueden
enmascarar la infección temporalmente y producir el desarrollo de organismos resistentes. Se pueden usar baños de
asiento, por su efecto analgésico. Se debe advertir al paciente que después del drenarse el absceso, puede aparecer una
fístula persistente que podrá operarse posteriormente.
Las fístulas pequeñas agudas pueden cicatrizar en forma
espontánea, pero en la mayoría de los pacientes se precisa
cirugía. Algunos autores1,2 preconizan que deberán interveTABLA IV Causas de prurito anal
Dermatológicas: psoriasis, dermatitis seborreica, eccema atópico,
liquen plano...
Infecciones:
Micóticas: dermatofitos, candidiasis...
Parasitarias: oxiuros, pediculosis pubis, escabiosis...
Bacterianas: infección secundaria debida al rascado
Virus: Molluscum contagiosum, condilomas acuminados, herpes
simple, herpes zóster
Enfermedades sistémicas: diabetes mellitus, uremia, ictericia
colostática
Enfermedades proctológicas: carúnculas de piel (mariscos
cutáneos), criptitis, fístulas drenantes, fisuras, hemorroides,
cáncer rectal
Dermatitis de contacto: anestésicos tópicos, ungüentos, pomadas,
supositorios, jabones, desodorantes, etc.
Tras tratamientos antibióticos por vía oral: tetraciclinas, eritromicina
y lincomicina
Psicógena: valorar en todo prurito intenso
Otras causas: higiene insuficiente o excesiva, aumento de la
temperatura y la humedad (obesidad, ropa ajustada, clima,
ejercicio físico, ocupación), dieta (alcohol, café, té, chocolate,
colas, cerveza, vino, cítricos, tomate)
Idiopático: en algunas series alcanza hasta el 50% de las causas
Trombo único. Típica mancha violácea en grupo lateral izquierdo.
nirse siempre, ya que se han descrito casos de cáncer en pacientes con fístulas crónicas. El tratamiento quirúrgico es la
fistulotomía. Hay que advertir a los paciente que la cirugía
que se va a realizar secciona parte del mecanismo esfinteriano, que puede conllevar a una reducción temporal de la continencia, sobre todo a gases. La recidiva posquirúrgica es del
10% y las alteraciones de la continencia del 5%.
Se necesitará analgesia moderada (metamizol/8 h/3 días) y
relajante muscular (diazepam 5 mg/12 h/3 días).
PRURITO ANAL1,2,4
Es debido a numerosas causas y en sí no constituye una entidad clínica o padecimiento específico. La piel perianal tiene
una especial disponibilidad para el prurito; por tanto, es una
causa frecuente de consulta en atención primaria. Hay diversas causas asociadas a prurito (tabla IV). En contra de la
creencia popular, las hemorroides y los parásitos no son causa frecuente de prurito anal.
Clínica
El prurito puede empezar como una sensación de desasosiego o ligero picor en una sola cara del ano, con el tiempo el
escozor aumenta y se extiende a toda la región perianal, propagándose a los genitales o la parte superior del sacro.
Empeora en verano, posiblemente debido al aumento de
la sudación y la humedad anal, y también por la noche debido al calor de la cama.
En algunos pacientes el prurito es tan intenso que produce graves alteraciones del sueño y trastornos de ansiedad o
depresión.
Diagnóstico
Ha de hacerse una historia cuidadosa investigando especialmente los hábitos higiénicos del paciente y el uso de medicación tópica.
La inspección anal puede ser normal o presentar escoriaciones causadas por el rascado, incluso por la infección secunda-
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ria, existiendo eritema, fisuras, maceración y liquenificación de la
piel. Es importante descartar la existencia de lesiones en otras partes
del cuerpo.
Se realizará una analítica sanguínea, para descartar la diabetes
mellitus, y un examen en fresco de heces para descartar la presencia de parásitos.
En caso de prurito persistente que no responde al tratamiento, se
derivará a una consulta especializada para realizar una biopsia con el
fin de descartar patología específica. Se valorará la consulta a psiquiatría, ya que el prurito anal intenso suele ser de causa psicosomática.
necesidad de realizar un gran esfuerzo para la defecación, pudiendo haber dolor anal y/o expulsión de sangre y moco por el
ano. La exploración anal es normal o, si acaso, se presenta a un
descenso excesivo del suelo pélvico durante la defecación. El
tratamiento irá dirigido a disminuir el esfuerzo de la defecación
con el fin de prevenir complicaciones a largo plazo (úlcera solitaria de recto y/o incontinencia por debilitación del esfínter). Si
hay dudas en el diagnóstico, ser derivará al paciente a la consulta especializada para descartar un prolapso rectal y valorar el
tratamiento quirúrgico.
Tratamiento
Síndrome del elevador del ano1,2,4,5
Cuando se detecte la causa específica se procederá a su tratamiento, pero habitualmente ésta no se encuentra y el paciente acude de
modo repetido a la consulta refiriendo o no una leve mejoría. Es
importante seguir las normas generales de prevención:
Se presenta como dolor crónico en la zona alta del recto, que se
describe como sensación de peso, presión o ardor; empeora al defecar, es de predominio nocturno y puede despertar al paciente
(proctalgia fugaz). Parece ser debido a espasmos de los músculos
elevadores del ano. El tratamiento consiste en relajantes musculares (diazepam) a altas dosis, baños de asiento y tratamiento específico del síndrome ansioso-depresivo, si existiese. Se derivará al paciente a la consulta especializada si no mejora, para su valoración y
tratamiento.
– Tranquilizar al paciente.
– No usar ningún jabón aplicado directamente en la región perianal; el lavado será sólo con agua.
– Evitar la automedicación con ungüentos y pomadas locales.
– El rascado produce infección secundaria y cambios crónicos
en la piel.
– Después de la defecación, hay que evitar el frotamiento intenso con papel higiénico y lavarse con agua tibia o con una solución
de permanganato potásico al 1:8.000.
– Usar ropa amplia y evitar la ajustada. Evitar también los tejidos acrílicos.
– Controlar el estreñimiento modificando hábitos dietéticos y
evitar las diarreas líquidas, que irritan el conducto anal.
Tratamiento local. En general, las lociones son preferibles a las
pomadas. Se puede usar una loción de calamina o preparados que
contienen fenol, como la fórmula magistral siguiente1: fenol,
3,5 ml, óxido de cinc, 7 ml, polv. calamina prep., 3,5 ml, glicerina,
7 ml, alcohol, 7 ml, agua de rosas, 14 ml y magnesia alba, 112 ml.
Se aplicarán sobre la región perianal, después de lavarse con agua,
por la mañana y por la noche, durante 3 o 4 semanas. Alternativamente, sobre todo en el prurito intenso, se puede usar pomada de
hidrocortisona al 1% o crema de betametasona al 0,1%. Si existen
alteraciones del sueño se prescribirán sedantes, siendo muy útil el
clorhidrato de prometacina, por su efecto antihistamínico y sedante de acción corta, a dosis de 25-50 mg por la noche.
La eficacia de la mayoría de las aplicaciones locales parece disminuir con el tiempo y, por tanto, uno de los secretos del éxito en
el tratamiento en este proceso es alternar oportunamente las medicaciones.
OTROS ASPECTOS
Síndrome del perineo descendente1,5
Se presenta sobre todo en mujeres multíparas que refieren sensación de evacuación incompleta, deseo continuo de defecar o
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