literatura del siglo xx. introducción. la lírica de principios de siglo.

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Apuntes elaborados por D. Juan Félix
I.E.S. ROQUE AMAGRO
LITERATURA DEL SIGLO XX. INTRODUCCIÓN. LA
LÍRICA DE PRINCIPIOS DE SIGLO.
1. CONTEXTO HISTÓRICO
A finales del siglo XIX España vive una grave crisis general: el sistema
político no funciona, se acrecientan los desfases sociales, comienzan a surgir los
primeros conflictos violentos… La situación del país se agudiza con la
independencia, en 1898, tras varios años de guerra, de Cuba y Filipinas, últimas
colonias de España. Este “desastre” provoca cuantiosas pérdidas económicas y
humanas.
Desde el punto de vista ideológico, en el último tercio del siglo XX se
observan ya síntomas de hastío y desintegración del sistema de valores de la
sociedad burguesa, que condujeron a una “crisis universal de las letras y del
espíritu”.
La base de esta crisis finisecular está en la pérdida de confianza en el
positivismo (sistema formulado por Comte, que admite como única fuente de
pensamiento la experiencia y rechaza las nociones “a priori” y los conceptos
absolutos), que cedió el paso a corrientes de pensamiento vitalistas e
irracionalistas. Ahora el pensamiento gira en torno a la existencia humana, que
es dolor y angustia, por lo que triunfan el individualismo y las ansias de
originalidad en el arte.
El “desastre del 98” no hizo más que ratificar la idea de degeneración de
la raza. España estaba enferma, sin pulso, se moría. Para salvar a España, había
que buscar remedios, había que regenerar el país. Surge así el
Regeneracionismo (movimiento intelectual que entre los siglos XIX y XX medita
objetiva y científicamente sobre las causas de la decadencia de España como
nación. Conviene, sin embargo, diferenciarlo de la Generación del 98, con la que
se le suele confundir, ya que, si bien ambos movimientos expresan el mismo
juicio pesimista sobre España, los regeneracionistas lo hacen de una forma
objetiva, documentada y científica, mientras que la Generación de 1898 lo hace
en forma más literaria, subjetiva y artística). Este grupo de intelectuales
propugnó una serie de medidas concretas para solucionar los problemas del
país: los “Regeneracionistas”, Joaquín Costa y Francisco Giner de los Ríos, con
la Institución Libre de Enseñanza.
Junto a ellos nace un grupo de escritores preocupados por los problemas
del país, por el “Tema de España”. Son los hombres de la Generación del 98.
Junto a estos autores, preocupados fundamentalmente por la
problemática nacional, conviven otros. Son los habitualmente llamados
“modernistas”, autores que, partiendo de un resentimiento contra su época,
buscan nuevos cauces de expresión alejados de los habituales, asociados a la
Burguesía.
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2. LOS INICIOS DE LA MODERNIDAD POÉTICA
La modernidad poética se inició en Francia a mediados del siglo XIX, con
la aportación de dos orientaciones literarias: parnasianismo y simbolismo.
2.1. Parnasianismo.
Hacia la década de 1860, la escuela parnasiana reaccionó en contra de los
excesos de subjetividad y sentimentalismo de los románticos. Los nuevos
poetas (Gautier, Banville) propugnaron el “arte por el arte”: una poesía objetiva
cerrada a sentimientos e ideologías. Tal concepción propiciaba el empleo de
imágenes precisas y claras y de un verso de escrupulosa construcción.
Temáticamente, el parnasianismo evocó culturas antiguas y ambientes exóticos.
2.2. Simbolismo.
Hacia la década de 1870 empezó a cambiar la sensibilidad y se inició la
búsqueda de un nuevo lenguaje basado en la sugerencia. Los poetas simbolistas
aspiraron a reemplazar los procedimientos de la razón por las vías de la
intuición. En sus obras trataron de plasmar una visión subjetiva de la realidad,
de ofrecerla a través de la sensibilidad del poeta. Frente a la mención directa de
las cosas, prefirieron la utilización del símbolo, entendiendo como tal aquello
que se ofrece a los sentidos y lleva a comprender una idea.
2.3. Principales poetas.
2.3.1. Charles Baudelaire (1821 - 1867)
Precursor del Simbolismo, Baudelaire veía en la Naturaleza un depósito
de analogías, un “bosque de símbolos” que era necesario descifrar. En su obra
Las flores del mal (1857) plasmó sus temas principales: el anhelo de un ideal
inalcanzable, el erotismo, la mujer (abominable y sensual), la gran ciudad, el
“spleen” (el hastío), la muerte. Con El spleen de París inició los poemas en prosa.
2.3.2. Paul Verlaine (1844 - 1896)
Comenzó en la línea parnasiana de “el arte por el arte” pero pronto la
abandonó para expresar su desasosiego vital por medio de una musicalidad
sutil y de la vaguedad. Logró estos efectos con la expresión directa de
sentimientos y una notoria variedad métrica.
2.3.3. Stephane Mallarmé (1842 - 1898)
En su producción poética persiguió un único tema: la belleza absoluta, el
ideal de poema. La misión del arte consistía en resumir la creación y justificarla
ante el espíritu humano. La poesía debía eludir la realidad, plural e imperfecta,
y evitar nombrar el objeto: solo había que sugerirlo. En 1887 se publicaron sus
Poesías completas.
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2.3.4. Jean Arthur Rimbaud (1854 - 1891)
Caracterizado por su rebeldía y afán de destrucción de la civilización
occidental, Rimbaud concibió la poesía como medio de exaltar la vida. La
obligación del poeta era agotar todas las formas de amor, de sufrimiento, de
locura, para alcanzar lo desconocido. En 1873 escribió Una temporada en el
infierno.
3. EL MODERNISMO.
3.1. ORÍGENES.
El Modernismo surgió en Hispanoamérica como fuerza subversiva y
expresión de la resistencia al mercantilismo de la revolución cultural burguesa.
Además de un cambio en el gusto literario, el Modernismo hispanoamericano
supuso la reivindicación de una nueva sociedad con intenciones
descolonizadoras.
Los modernistas se alzaron contra el materialismo, el imperialismo, la
burguesía y lo utilitario. El clima que vivieron, con la mezcla de arte, vida
bohemia e ideas libertarias, fue similar al del París de fin de siglo. Los artistas
percibieron que en el mundo había surgido un movimiento de renovación
formal y de la sensibilidad, y quisieron formar parte de él. Como fuente
inmediata acudieron a la poesía francesa y vieron en el parnasianismo y el
simbolismo la expresión más exigente y audaz de las tendencias de la época.
3.2. TEMAS.
a) Desazón “romántica”.
Las afinidades entre poetas modernistas y románticos son más que
notables: análogo malestar, rechazo de una sociedad vulgar, parecida sensación
de desarraigo, de soledad… Una nueva crisis espiritual exalta otra vez, por
encima de lo racional y de las pasiones: la literatura vuelve a dar entrada al
misterio, a los sueños, a lo fantástico. Esto lleva a profundas manifestaciones de
hastío y tristeza. Sintomático de este talante es la presencia de lo otoñal, lo
crepuscular, la noche… temas reveladores de ese “malestar romántico.
b) Escapismo.
El poeta huye del mundo por los caminos del ensueño. La evasión se
nutre con una elegancia exquisita aprendida de los parnasianos. La evasión en
el espacio los lleva a buscar el exotismo, sobre todo oriental. La evasión en el
tiempo se produce hacia un glorioso pasado medieval. A todo esto se añade el
gusto por la mitología clásica, con su pagana sensualidad.
c) Cosmopolitismo.
Ligado a lo anterior, es un aspecto más de la necesidad de evasión, del
anhelo de buscar lo distinto. Ese cosmopolitismo desembocó, sobre todo, en la
devoción por París, meta de inspiración de tantos modernistas (“mi esposa es
de mi tierra; mi querida, de París”, Rubén Darío).
d) Amor y erotismo.
Se da cierto contraste entre un amor delicado y un intenso erotismo. Así,
se idealizan el amor y la mujer, ideal que será acompañado de languidez y
melancolía. Se trata del nuevo cultivo de un tema antiguo: el amor imposible.
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Frente a ello, habrá muestras de un erotismo desenfrenado: sensuales
descripciones, frecuentemente unidas a evocaciones paganas, exóticas o
parisinas.
e) Temas americanos.
El cultivo de temas indígenas (en el caso del modernismo
hispanoamericano) y de los temas autóctonos en general, aunque parezca un
contraste con el cosmopolitismo, buscará anhelante las raíces de una
personalidad colectiva. Por esto mismo, se da una entrada de los temas
hispánicos, sobre todo, frente a la pujanza de los Estados Unidos.
3.3. TÉCNICA Y ESTILO.
3.3.1. Estética.
La base de la estética modernista se resume en tres pilares
fundamentales: armonía, perfección y belleza. De ahí el esteticismo dominante
y la concepción desinteresada de “el arte por el arte”, herencia parnasiana. A
ello se suma una constante busca de los valores sensoriales. Todo –el paisaje, la
mujer, una melodía…– es fuente de goce para el oído, la vista, el tacto… Todo
ello se consigue gracias a un prodigioso manejo del idioma.
3.3.2. Renovación del lenguaje.
El Modernismo supone un enriquecimiento monumental del lenguaje:
por un lado, en el sentido de la brillantez y los grandes efectos, por otro, en lo
delicado y lo sutil.
Lo mismo sucede con el color. Riquísimos efectos plásticos se consiguen
en ambas direcciones: desde lo más brillante (“amor lleno de púrpuras y oros”)
hasta lo tenuemente matizado (“diosa blanca, diosa y rubia hermana”).
Para conseguir todo este nuevo mundo poético basado en los sentidos,
los modernistas se sirven de todos aquellos recursos estilísticos que se
caractericen por su valor ornamental o por su poder sugerente:
-recursos fónicos: desde el simbolismo fónico hasta la aliteración
-recursos léxicos: cultismos, voces exóticas, adjetivación ornamental
-preeminencia de lo sensorial: empleo de sinestesias audaces (“esperanza
olorosa”, ”verso azul”).
3.3.3. Métrica.
El ansia de musicalidad conduce a un inmenso enriquecimiento de los
ritmos. Se prolongan las aportaciones de los románticos, se incorporan nuevas
formas procedentes de Francia, se resucitan versos y estrofas antiguos… y a
todo ello se añaden hallazgos personales.
El verso preferido es el alejandrino, enriquecido con nuevos esquemas
acentuales.
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3.4. PRINCIPALES AUTORES.
3.4.1. Rubén Darío: nacido en Nicaragua en 1867, se le considera el
creador y principal representante del Modernismo. Sus obras fundamentales
fueron:
- Azul (1888): es el libro fundador del Modernismo parnasiano en la
literatura hispánica. Destaca por la renovación métrica, la sonoridad, el cuidado
de lo formal… Se dan en él todos los rasgos propios del Modernismo.
- Prosas profanas (1896): también pertenece al Modernismo parnasiano.
Destaca en los aspectos formales. Destaca “Sonatina”.
- Cantos de vida y Esperanza (1905): obra en la que abundan ya los temas
“serios”, hondos, a veces amargos. Destaca el poema “Lo fatal”. También trata
temas españoles. Muy conocida es su “Oda a Roosevelt”, en la que se critica el
imperialismo de los Estados Unidos. Aún así, su estética sigue siendo
modernista, pues lleva al máximo todos los postulados de este movimiento:
originalidad, renovación métrica y estrófica, perfección formal, elevado número
de figuras retóricas…
3.4.2. Juan Ramón Jiménez: aunque nació en Moguer en 1881, pronto se
trasladó a Madrid a “luchar por el Modernismo”. Dentro de su producción
poética, destacan algunos rasgos característicos:
- Belleza: en la expresión de la belleza fue siempre muy exigente, lo que
lo lleva a ser un poeta minoritario; dedicaba sus obras “a la minoría, siempre”.
- Conocimiento: concibe la poesía como una forma de profundizar en el
auténtico ser de las cosas, es su esencia más íntima.
- Deseo de eternidad: hacer algo eterno, perdurablemente bello. El poeta
se hace eterno al escribir, ya que vive en la memoria de las gentes.
Aunque sea uno de los grandes poetas modernistas, su obra no siempre
lo fue, sino que pasó por varias etapas, que él mismo señaló:
1. Poesía sencilla, de raíz becqueriana: Arias tristes.
2. Poesía modernista: Sonetos espirituales.
3. Poesía desnuda; depuración del estilo: Diario de un poeta recién casado.
4. Última etapa; poesía pura, hermética, difícil: Dios deseado y deseante.
3.4.3. Otros poetas modernistas: Manuel Machado, Salvador Rueda,
Valle Inclán, José Martí…
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4. LA GENERACIÓN DEL 98
4.1. CONCEPTO E INFLUENCIAS.
Andrés García de la Barga, escritor exiliado, escribió Los pasos contados, obra
en la que habla de Generación del 98 como tendencia asociada a una serie de
escritores unidos bajo el acrónimo “BAVUM” (Baroja, Azorín, Valle, Unamuno,
Maeztu y los hermanos Machado). No obstante, fue Azorín el primero en hablar de
“Generación del 98”, para referirse a unos autores que, según él, destacaban por “un
espíritu de protesta” y “un profundo amor por el arte”.
Estos autores están muy ligados al concepto de Regeneracionismo que, como ya se
ha dicho, es un movimiento sociopolítico que nace con la preocupación de cambiar el
estado lamentable en que se encuentra España.
Por tanto, la principal influencia de los autores del 98 será de índole más política
que literaria.
Dentro de los regeneracionistas destacaban escritores como Joaquín Costa, Macías
Picabea, Lucas Mallada… autores que se propusieron firmemente “regenerar” el país,
analizando lo que ellos llamaban “los males de la patria” para encontrarles remedio.
Así, y con el apoyo de la ILE, pretendieron regenerar España a partir de:
o
Planteamiento del problema de España
o
Superación de los extremismos
o
Tolerancia intelectual
o
Laicismo
o
Racionalización de los estudios
o
Coeducación
La Generación del 98, como grupo literario, será el gran estadio donde las ideas
regeneracionistas tomen forma artística y expresión literaria
4.2. TEMAS.
Correspondiente con la madurez de los autores, se da el que se ha venido
llamando “desastre del 98”. En esta época, los autores alcanzan sus más altas cotas
expresivas, girando en torno a dos temas recurrentes en todos ellos:
4.2.1. Temas religiosos y existenciales
El Existencialismo, como corriente filosófica, surge en el siglo XX, pero cuenta con
importantes precedentes ya a finales del siglo XIX (Schopenhauer, Nietzsche,
Kierkegaard). Y la angustia, el pesimismo y la preocupación por los problemas del
hombre han sido temas vitales para algunos de nuestros mejores escritores.
La crisis social, económica y científica que se produce a finales del siglo XIX da
lugar a nuevas filosofías que reniegan de la razón.
"Angustia" es una palabra clave que sirve para indicar el sentimiento que invade a
los hombres del 98. Se hace presente en Machado, Unamuno (San Manuel Bueno,
Mártir, o Niebla), Azorín (La Voluntad) y Baroja (El árbol de la ciencia).
Esta angustia les lleva a plantearse problemas religiosos. Baroja se declarará
siempre ateo. Baroja y Maeztu, desde un escepticismo y agnosticismo juvenil, pasarán
a profesar, en su madurez, la fe católica. Y en Unamuno asistimos a una lucha
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agónica, a una tragedia íntima (y literariamente muy fructífera): la lucha entre la razón
y la necesidad, entre la Nada y Dios.
4.2.2. El “Tema de España”.
Es uno de los temas favoritos de los miembros del 98, especialmente de Unamuno.
Su preocupación por España le llevó a continuos viajes por sus tierras y a una
constante meditación sobre su historia y su presente. En estos viajes se mezclan dolor
y amor, visión de la pobreza y el atraso del país y, por otra parte, exaltación lírica de
las costumbres y el paisaje. Sobre todo, el paisaje de Castilla, receptora de su amor a
España. Como el resto de los miembros del 98 vio en Castilla la esencia del alma
española, atraído por su austeridad y su capacidad para sugerir algo más de lo que
captan los sentidos. Lo mismo sintió Machado y lo llevó a escribir sus célebres Campos
de Castilla.
Las meditaciones sobre la Historia se encaminan a descubrir los valores de la
patria y las raíces de los problemas presentes.
Denuncian los males presentes y atacan especialmente la "ramplonería", la
"trivialidad" y el "espectáculo deprimente" en que se ha convertido el país.
Los escritores del 98 proyectan sobre España sus anhelos y angustias íntimas.
4.3. ESTILO.
Los noventayochistas también contribuyeron a la renovación literaria de principios
de siglo. Como los modernistas, repudiaron la retórica o el prosaísmo de la generación
anterior.
La primera nota común del “lenguaje generacional” está en las palabras de
Unamuno: “Tengamos primero que decir algo jugoso, fuerte, hondo… y luego, del
fondo, brotará la forma”. Ello enlaza con un fuerte sentido de la sobriedad que
siempre demostraron, debido a su voluntad antirretórica. No obstante, su estilo es
muy cuidado.
Otro lugar común en el estilo generacional es el gusto por las palabras
tradicionales, ensanchando el caudal léxico castellano tanto con palabras de los
pueblos de España como de las fuentes clásicas de la literatura.
Fueron, asimismo, artífices de grandes innovaciones en los géneros literarios:
configuran el ensayo como género moderno, renuevan la novela (Baroja, Unamuno) y
dan nuevos tintes al teatro (Valle).
En suma, la renovación estética del 98 es tal, y tales fueron sus logros en el terreno
literario, que la crítica ha abierto con ellos –y con los modernistas– la Edad de Plata de
la Literatura española.
4.4. AUTORES DEL 98
Aunque ya se les ha ido nombrado, los autores de la Generación del 98, cuya
nómina se ha prestado a bastantes discusiones, son, según la mayor parte de la crítica:
Azorín, Baroja, Maeztu, los hermanos Machado, Unamuno y Valle – Inclán.
5. EL MODERNISMO EN CANARIAS.
Cuando el Modernismo comienza a languidecer y antes de que salten al panorama
literario español en los años 20 – 30 (Generación del 27), es fundamental tener en
cuenta a varios grupos de poetas que servirán de enlace entre Modernismo y
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tendencias posteriores. J.C. Mainer se refiere a estos grupos como la “expresión de las
regiones”. Y destacan fundamentalmente dos: la escuela catalana y la llamada “terna”
canaria, formada por Tomás Morales, Alonso Quesada y Saulo Torón.
5.1. TOMÁS MORALES (1885 - 1921)
Es uno de los poetas canarios con más proyección fuera de las Islas. Posiblemente,
uno de los más fieles exponentes de los presupuestos modernistas.
Se ha hablado de dos etapas en su trayectoria poética, que se corresponderían, con
algún matiz, a los dos libros de Las rosas de Hércules.
Así, en una poesía inicial, se observa un gran componente de lirismo y
musicalidad, de vaga nostalgia y exaltación de lo cotidiano.
En la segunda época, más al uso del Modernismo, hace gala el poeta de un verso
luminoso, explosivo, radiante y de gran fuerza emotiva. Así, la serenidad, la quietud y
la penumbra van dejando hueco a la palabra sonora y grave, a la rabia mitológica.
También destaca Morales como fotógrafo de la ciudad de Las Palmas. El poeta
retrata, con una mirada nostálgica y punzante a la vez, la vida de la calle, el rumor de
las voces, la inmensidad del Atlántico visto del Muelle de la Luz… En este sentido,
sus “Poemas de la ciudad comercial” resultan una serie de pinceladas que interiorizan
y tiñen de subjetividad la realidad isleña.
4.2. ALONSO QUESADA (1886 - 1925)
Rafael Romero Quesada es un poeta más controvertido, más íntimo y más
contenido que Morales. Estaría, quizá, más en la línea posmodernista de entre
generaciones.
Siempre vivió deseando salir de Gran Canaria, de cuya condición de isla
(aislamiento) siempre se quejará en sus poemas. Cuando pudo, por fin, viajar a
Madrid, volvió para quedarse para siempre en la Isla.
Siempre se mostró como un gran conocedor de la poesía europea, de ahí las
influencias visibles en su poesía de autores italianos, ingleses y franceses. Su literatura
se caracteriza por su sencillez, profundidad, uso de la ironía y búsqueda de lo
cotidiano. Su poesía parece creada para el susurro, su prosa para la reflexión y su
teatro para la controversia: toda su obra es fiel reflejo de una vida atormentada e
infeliz que tiene casi un fin previsible (muere antes de los 40 tras una penosa
enfermedad).
Cultivó todos los géneros (poesía, novela, cuento, teatro, prosa periodística), pero
su gran legado es lírico: El lino de los sueños (1915), prologado por Unamuno, supone
su nacimiento a la poesía; y Los caminos dispersos (1944).
4.3. SAULO TORÓN (1885 - 1974)
Con menor proyección fuera de Canarias que sus compañeros, el mayor y más
longevo posmodernista canario, se revela como un poeta intimista, antirretoricista,
cuya poesía es desnuda y musical.
En su estilo hay mucho de poesía castellana (A. Machado y JRJ), sobre todo en lo
que se refiere a subjetivar las realidades externas: Torón interioriza como nadie el
paisaje, la vida, la familia, el barrio, etc.
Su producción literaria se centra –salvando algunas piezas teatrales de corte
costumbrista– en la poesía. Las monedas de cobre (1919) es su primera gran obra, en la
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línea modernista de Morales, aunque más íntimo. Le sigue El caracol encantado (1926),
con significativo prólogo de A. Machado a quien se acerca considerablemente.
LA DESTRUCCIÓN
A mi lado sin tregua el Demonio se agita;
en torno de mí flota como un aire impalpable;
lo trago y noto cómo abrasa mis pulmones
de un deseo llenándolos culpable e infinito.
Toma, a veces, pues sabe de mi amor por el Arte,
de la más seductora mujer las apariencias,
y acudiendo a especiosos pretextos de adulón
mis labios acostumbra a filtros depravados.
Lejos de la mirada de Dios así me lleva,
jadeante y deshecho por la fatiga, al centro
de las hondas y solas planicies del Hastío,
y arroja ante mis ojos, de confusión repletos,
vestiduras manchadas y entreabiertas heridas,
¡y el sangriento aparato que en la Destrucción vive!
Flores del mal, Ch. Baudelaire
VENUS
En la tranquila noche, mis nostalgias amargas sufría.
En busca de quietud, bajé al fresco y callado jardín.
En el oscuro cielo, Venus bella temblando lucía,
como incrustado en ébano un dorado y divino jazmín.
A mi alma enamorada, una reina oriental parecía,
que esperaba a su amante, bajo el techo de su camarín,
o que, llevada en hombros, la profunda extensión recorría,
triunfante y luminosa, recostada sobre un palanquín.
«¡Oh reina rubia! -dije-, mi alma quiere dejar su crisálida
y volar hacia ti, y tus labios de fuego besar;
y flotar en el nimbo que derrama en tu frente luz pálida,
y en siderales éxtasis no dejarte un momento de amar.»
El aire de la noche, refrescaba la atmósfera cálida.
Venus, desde el abismo, me miraba con triste mirar.
Rubén Darío
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SONATINA (fragmento)
La princesa está triste... ¿qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave de oro;
y en un vaso olvidada se desmaya una flor.
El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y, vestido de rojo, piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión.
¿Piensa acaso en el príncipe del Golconda o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de las Islas de las Rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?
¡Ay! La pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar,
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo,
o perderse en el viento sobre el trueno del mar. (…)
Rubén Darío
LO FATAL
Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque ésa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
¡Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por
lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos
y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...
Rubén Darío
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ETERNIDADES
Vino primero pura,
vestida de inocencia;
y la amé como un niño.
Luego se fue vistiendo
de no sé qué ropajes;
y la fui odiando sin saberlo.
Llegó a ser una reina
fastuosa de tesoros...
¡Qué iracundia de hiel y sin sentido!
Mas se fue desnudando
y yo le sonreía.
Se quedó con la túnica
de su inocencia antigua.
Creí de nuevo en ella.
Y se quitó la túnica
y apareció desnuda toda.
¡Oh pasión de mi vida, poesía
desnuda, mía para siempre!
Juan Ramón Jiménez
CASTILLA
Tú me levantas, tierra de Castilla
en la rugosa palma de tu mano,
al cielo que te enciende y te refresca,
al cielo, tu amo.
Tierra nervuda, enjuta, despejada,
madre de corazones y de brazos,
toma el presente en ti viejos colores
del noble antaño.
Con la pradera cóncava del cielo
lindan en torno tus desnudos campos,
tiene en ti cuna el sol y en ti sepulcro
y en ti santuario.
Es todo cima tu extensión redonda
y en ti me siento al cielo levantado,
aire de cumbre es el que se respira
aquí, en tus páramos.
¡Ara gigante, tierra castellana,
a ese tu aire soltaré mis cantos,
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I.E.S. ROQUE AMAGRO
si te son dignos bajarán al mundo
desde lo alto!
Miguel de Unamuno
LA ORACIÓN DEL ATEO
Oye mi ruego Tú, Dios que no existes,
y en tu nada recoge estas mis quejas,
Tú que a los pobres hombres nunca dejas
sin consuelo de engaño. No resistes
a nuestro ruego y nuestro anhelo vistes.
Cuando Tú de mi mente más te alejas,
más recuerdo las plácidas consejas
con que mi alma endulzome noches tristes.
¡Qué grande eres, mi Dios! Eres tan grande
que no eres sino Idea; es muy angosta
la realidad por mucho que se expande
para abarcarte. Sufro yo a tu costa,
Dios no existente, pues si Tú existieras
existiría yo también de veras.
Miguel de Unamuno
PUERTO DE GRAN CANARIA...
Puerto de Gran Canaria sobre el sonoro Atlántico,
con sus faroles rojos en la noche calina
y el disco de la luna bajo el azul romántico
rielando en la movible serenidad marina.
Silencio en los muelles en la paz bochornosa,
lento compás de remos, en el confín perdido
y el leve chapoteo del agua verdinosa
lamiendo los sillares del malecón dormido.
Fingen en la penumbra fosfóricos trenzados
las mortecinas luces de los barcos anclados
mirando entre las ondas muertas de la bahía.
Y de pronto, rasgando la calma, sosegado,
un cantar marinero, monótono y cansado,
vierte en la noche el dejo de su melancolía.
Tomás Morales
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