Épica la capacidad titánica, de sufrimiento del poeta

Épica
la capacidad titánica,
de sufrimiento del poeta.
Sujetando a veces,
como Atlas, su cielo.
Para que no devenga infierno.
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- Venia a sacar a la poesía de un pozo. –
Decía.
Y un poeta viejo
le contestó: “Pues escribe”.
Y la encontró.
Entre los antiguos versos de Horacio.
En los sonidos de un charango.
En una calma homérica, llegada la madurez,
que jamás pensó hallar.
En lo uno y lo múltiple
de los bucles de un pelo anillado.
O en los tajos y las treguas vitales.
Cuando apenas nada más tenía que perder.
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Densidad del tiempo
Hay momentos en soledad.
Cuando encontramos tiempo
sólo para nosotros.
Que todas las experiencias de lo vivido
se nos posan. Desbordándonos.
En mitad de esta siempre urgencia e inmediatez.
Y las lágrimas sin reprimir bordean el rostro.
Sin saber muy bien por qué.
Como cuando me dices es por nada.
Entonces el paso del tiempo,
casi se puede sentir.
De una sola vez. Y muy lento.
En un único trago espeso de saliva.
Como con el peso justo
en mitad del mismo centro de gravedad.
Cuando cada cosa acaba encontrado su lugar.
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Este poema no tiene caballos alados.
Ni nada de los siete ríos del infierno.
La épica o la epopeya.
Sino tan sólo un chico
que lanza pequeñas piedras a un río.
Pensando mientras observa las ondas concéntricas:
Tal vez la piedra sea la poesía.
Y quizás el agua el tiempo.
Por entonces le era imposible
encontrar respuesta a tantas preguntas.
Y una imprevista tormenta le halló.
Cuando sólo esperaba a la suerte.
Desde entonces,
siempre anda como empapado
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