Participación y empoderamiento Experiencias del Movimiento de Trabajadores Desocupados de Lanús Pablo Lage Gómez Departamento de Español, Portugués y Estudios Latinoamericanos Tesis de master 30 hp Master en Estudios Latinoamericanos primavera 2009 Examinador/a: Alejandro González y Maria Luisa Bartolomei English title: Participation and Empowerment: Experiences of the Unemployed workers movement in Lanús Participación y empoderamiento Experiencias del Movimiento de Trabajadores Desocupados de Lanús Pablo Lage Gómez Resumen El Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD) de Lanús es una organización de la zona sur del Gran Buenos Aires (Argentina), cuyo ámbito de actuación es la localidad de Monte Chingolo. Se caracteriza por su autonomía con respeto a partidos políticos y sindicatos, por su inserción territorial y trabajo de base en los barrios, por el rechazo a las practicas clientelares enraizadas en el conurbano bonaerense, al igual que por modelos de participación y discusión horizontales. Propugnan la necesidad de un cambio social en el que las clases populares son los actores protagonistas del cambio. Desde sus orígenes han desarrollado formulas alternativas de organización y un proyecto autogestivo, donde los talleres y micro-emprendimientos autogestionados son su máxima expresión. Este estudio pretende analizar las prácticas colectivas que representan estas experiencias en correlación con procesos de empoderamiento individuales y colectivos. Concluimos que la participación en el MTD de Lanús ha fomentado relaciones sociales y vínculos comunitarios. La militancia tiene más herramientas para hacer oír su propia voz, sus demandas y propuestas, y cuentan con mayores recursos para el conocimiento de sus derechos como ciudadanos. Un proceso caracterizado por la dotación de poder de sujetos tradicionalmente excluidos de toda participación social y política. Palabras Claves Movimientos de Trabajadores Desocupados (MTD), MTD de Lanús, Argentina, Buenos Aires, Empoderamiento, Participacion, Autonomía, Autogestión, Clases populares. 1. Introducción ................................................................................ 3 1.1 Objetivos y preguntas de investigación.................................................... 4 1.2 Límites del estudio ................................................................................ 4 2. Metodología ................................................................................. 5 2.1 Introducción......................................................................................... 5 2.2 Método: Estudio de caso........................................................................ 6 2.3 Trabajo de Campo ................................................................................ 6 2.3.1 Selección del caso .......................................................................... 6 2.3.2 Acceso al caso................................................................................ 7 2.3.3 Selección de informantes ................................................................. 7 2.3 Herramientas de análisis........................................................................ 8 3. Marco teórico ............................................................................... 9 3.1 Empoderamiento .................................................................................. 9 3.2 Participación y empoderamiento ............................................................10 3.3 Organizaciones populares y sentido de pertenencia ..................................12 3.4 El empoderamiento desde una perspectiva dinámica ................................13 3.5 Resumen ............................................................................................14 4. Caso de Estudio: MTD de Lánus.................................................. 15 4.1 Introducción........................................................................................15 4.2 Evolución de las Organizaciones de Trabajadores Desocupados .................15 4.3 Movimientos de Trabajadores Desocupados Autónomos en el Gran Buenos Aires........................................................................................................17 4.4 MTD de Lanús: Trabajo barrial y desarrollo comunitario............................18 4.4.1 Tipologías de militancia ..................................................................20 4.4.2 Organización de base .....................................................................21 4.4.3 Talleres de capacitación y micro-emprendimientos autogestionados .....22 5. Análisis ...................................................................................... 25 5.1 Introducción........................................................................................25 5.2 Género ...............................................................................................25 5.2.1 Redes de Asistencia y colaboración ..................................................25 5.2.2 Espacios colectivos de protagonismo femenino ..................................27 5.3 Procesos productivos y formativos .........................................................29 5.3.1 Movilización de recursos .................................................................29 1 5.3.2 Trabajo y empoderamiento .............................................................31 5.3.3 Limitaciones: Claves para la inserción ..............................................33 5.4 Fórmulas organizativas y redes de socialización .......................................34 6. Conclusiones.............................................................................. 36 7. Bibliografía ................................................................................ 38 8. Apéndices .................................................................................. 41 2 1. Introducción En las últimas décadas del siglo XX, Argentina ha sufrido un deterioro económico progresivo, afectando profundamente a la cohesión social y política. A las ya traumáticas consecuencias de la sangrienta dictadura militar (1976-83), y sus violaciones sistemáticas de los derechos humanos, hay que sumarle las cíclicas crisis económicas. La década de los noventa –y en gran medida a partir del segundo mandato de Carlos Menem (1995-1999)- supone una profundización de dicha crisis. La oleada de privatizaciones en el sector estatal trajo consigo un fuerte aumento del desempleo y la pérdida de la seguridad en torno al trabajo. Los efectos sociales de la reestructuración económica son plausibles; empobrecimiento generalizado de las clases medias y una deconstrucción de la estructura de clases, que tradicionalmente había guiado el proceso de socialización de los trabajadores. En las clases populares, concentradas en las periferias urbanas, los efectos del desempleo y de la crisis económica son aun mayores. El proceso de desindustrialización progresiva acontecido en el Gran Buenos Aires llevó al desempleo a miles de trabajadores fabriles, profundizando los procesos de pobreza y exclusión que ya azotaban a esta zona. A ello hay que sumarle el control y dominación que las redes clientelares –vinculadas al Partido Justicialista (PJ)- han ejercido tradicionalmente en el Gran Buenos Aires, afectando su desarrollo político y social. En este contexto general, surgen los primeros cortes de ruta (1996-97) en el interior del país, expresiones del descontento y el rechazo a las políticas privatizadoras. Los primeros cortes de ruta y la generalización de las protestas en el Gran Buenos Aires –centro de poder del oficialismo- va a permitir la entrada en la escena pública y política de un nuevo actor social; el movimiento piquetero, y su concreción en formulas organizativas representadas por los Movimientos de Trabajadores Desocupados. Dentro de este tipo de organizaciones, destaca una variante autónoma, con especial implantación en la zona sur del conurbano bonaerense. Se caracterizan por el rechazo a partidos políticos y prácticas clientelares, así como por su inserción territorial y trabajo de base en los barrios. Propugnan la necesidad del cambio social, en el que las clases populares son los actores protagonistas del cambio. En el caso concreto del MTD de Lanús, a lo largo de sus años de experiencia han desarrollado diferentes proyectos autogestionados, incidiendo en la participación activa de sus militantes. Dicha participación, que se hace extensiva no solo a los proyectos autogestionados sino también a todas las áreas de decisión y planificación, ha posibilitado procesos de empoderamiento individuales y colectivos. El reducido tamaño del MTD de Lanús (en número de militantes) y los condicionantes estructurales del Gran Buenos Aires limitan estos procesos de empoderamiento, pero si bien de forma restringida y localizada, suponen oportunidades alternativas para el desarrollo de los militantes, desde un punto de vista individual, así como un mayor protagonismo de los sectores populares en la vida publica, atendiendo a lo colectivo. 3 1.1 Objetivos y preguntas de investigación El objetivo principal es analizar las posibles relaciones entre la participación en una organización colectiva como el Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD) de Lanús y procesos de empoderamiento individuales y colectivos. Para ello nos proponemos indagar en aquellos elementos que definen y estructuran la lógica colectiva de la organización. Así, se examinan las fórmulas organizativas del MTD de Lanús y del Frente Popular Darío Santillán (FPDS), al igual que se profundiza sobre la actividad barrial que el MTD lleva a cabo. En línea con esto último, se presta especial importancia a los talleres y micro-emprendimientos autogestionados desarrollados por el MTD de Lanús. En relación con estos objetivos, las preguntas de investigación que se proponen en esta investigación son las siguientes: 1) ¿Las practicas colectivas, en el marco del trabajo comunitario que desarrolla el MTD de Lanús, empodera a sus militantes y al movimiento en su conjunto? 2) En este sentido, ¿cuáles son las claves de este proceso? 1.2 Límites del estudio El trabajo de investigación parte del conocimiento de la profunda influencia que las estructuras clientelares y el Partido Justicialista (PJ) han tenido y siguen teniendo sobre el desarrollo político y social del Gran Buenos Aires. Su influencia sobre las clases populares, en términos de dependencia y dominación, ha sido extensamente analizada en la bibliografía específica al respecto, destacando los trabajos de Javier Auyero, Maristela Svampa, Sebastian Pereyra, Gabriela Delamata y Steven Levitsky, entre otros. Por el momento no se incluye una revisión teórica del clientelismo, ni se establece una dicotomía entre los efectos de la pertenencia a redes clientelares, por un lado, y aquellos derivados de la participación en estructuras inclusivas y horizontales, por el otro. Si bien se analizan las prácticas colectivas de las organizaciones populares (que rechazan el clientelismo), y su relación con el proceso de empoderamiento, no se contraponen con las prácticas que representan las redes clientelares. Estas ultimas, examinado de forma intuitiva, producirían lo contrario, es decir, el des-empoderamiento de los habitantes que las sufren. 4 2. Metodología 2.1 Introducción En este capítulo se establecen los “cimientos” que sustentan la investigación desde el punto de vista ontológico, epistemológico y metodológico; aspectos que de alguna manera no consisten en una “mera elección de conveniencia”, sino que implican una serie de “creencias básicas” que enmarcan la investigación. Existe poco consenso en la terminología sobre investigación, por lo que se ha tomado como referencia el artículo “Competing Paradigms in Qualitative Research” (Guba y Lincoln 1994), donde se exponen con claridad los paradigmas en investigación. Guba y Lincoln definen paradigma como: Un sistema básico de creencias o un punto de vista universal que guía al investigador, no solo en decisiones de método sino en formas fundamentales ontológica y epistemológicamente (Guba y Lincoln 1994: 105) Diferencian entre cuatro: Positivista, Postpositivista, Teoría crítica y Constructivismo o paradigma interpretativo. El paradigma indica a los investigadores lo que hay acerca de la investigación, y qué está dentro y fuera de los límites de la misma. De este modo, y según los citados autores, cada paradigma se puede definir a partir de tres preguntas fundamentales: La pregunta ontológica. ¿Cuál es la forma y naturaleza de la realidad y, por consiguiente, qué es lo que se puede saber acerca de ella? La pregunta epistemológica. ¿Cuál es la naturaleza de las relaciones entre el conocedor o aspirante a conocedor y lo qué puede ser conocido? La pregunta metodológica. ¿Cómo puede el investigador, (o el aspirante a conocedor) llegar a lo que él cree que debe ser conocido? (1994: 108) Ante la pregunta ontológica, el constructivismo o paradigma interpretativo se caracteriza por su “relativismo”. Considera la realidad como una construcción personal que puede ser alterada. Por ello, no concibe “verdades absolutas”. En cuanto a la pregunta epistemológica, el constructivismo es “transaccional y subjetivo” (1994: 111). Existe un vínculo o asociación entre el investigador y el objeto de investigación. Respecto de la última pregunta, la metodología constructivista es “hermenéutica y dialéctica” (1994: 112). El investigador interpreta la realidad a través de la interacción con el objeto de estudio. En definitiva, se ha realizado un estudio de caso desde el paradigma constructivista, utilizando técnicas cualitativas de recogida de datos: Observación participante y entrevistas semiestructuradas. 5 2.2 Método: Estudio de caso Como se ha subrayado, esta investigación es un estudio de caso sobre el Movimiento de Trabajadores Desocupados de Lanús. Su ámbito de actuación es el barrio de Monte Chingolo (partido de Lanús), situado en la zona sur del conurbano bonaerense. Según Xavier Coller, “el estudio de caso es una forma de investigación de carácter eminentemente empírico” (2000: 61). Respecto a sus contornos descriptivos, “un caso es un objeto de estudio con unas fronteras mas o menos claras que se analiza en su contexto” (2000: 29). Las fronteras o límites de nuestro caso son la propia organización y la localidad donde actúa. Como comenta el mismo autor, el potencial beneficio de los estudios de caso depende de su adaptación para la explicación de los fenómenos sociales propuestos. El análisis sobre el MTD ha pretendido analizar un proceso de empoderamiento individual y colectivo, partiendo de un contexto o realidad socio-estructural en el que las clases populares tradicionalmente han sido excluidas de una participación social y política. 2.3 Trabajo de Campo El estudio de caso del MTD de Lanus ha incluido un trabajo de campo que se ha prolongado durante siete meses, desde el 1 de Julio de 2008 al 9 de Enero de 2009, y se ha dividido en tres fases sucesivas: Selección, acceso al caso y selección de informantes. 2.3.1 Selección del caso Para la selección del caso se han atendido los siguientes criterios: 1) Autonomía de la organización, y 2) su inserción territorial y trabajo de base. En función de dichos criterios, de los objetivos de partida y de las especificidades contextuales, el foco de análisis se centró en el Gran Buenos Aires. En términos políticos, el Conurbano Bonaerense se caracteriza por la existencia de fuertes relaciones clientelares. El clientelismo se puede definir como una estructura de relaciones discrecionales, basada en una distribución de poder asimétrica. En un lado de la relación se sitúan los clientes y en la otra los representantes de cargos políticos -punteros políticos-, estableciendo relaciones de patronazgo (Auyero 2001). En el conurbano Bonaerense, mas específicamente en la zona sur, las contrapartidas de las relaciones clientelares son vitales para la propia supervivencia. Son lugares con problemas estructurales de pobreza, con dificultades para el acceso a insumos básicos para la vida cotidiana. Es en este contexto donde se produce una fuerte relación de dependencia de los vecinos/as con las redes clientelares, ya sea para la obtención de recursos de primera necesidad, o para garantizarse cualquier tipo de subsidio público. La patrimonialización de los subsidios públicos es otro de los elementos que complejiza la estructura clientelar, y que al mismo tiempo profundiza las relaciones de dependencia (Ibíd) El clientelismo se ha analizado como una de las razones de la pobreza en el conurbano, y sobre todo de su cronificación, dada la existencia de relaciones de dominación. Son estas las razones por las cuales los criterios de selección del caso pasan por la autonomía de la organización y su trabajo barrial, criterios que cumple el MTD de Lanús. Sus practicas rechazan las relaciones clientelares y constituyen una oportunidad para examinar en que medida la participación 6 inclusiva y nuevos vínculos colectivos se correlacionan con un proceso de empoderamiento individual y colectivo. 2.3.2 Acceso al caso En un primer momento se realizó un proceso de documentación extensivo, estableciendo un mapping de las organizaciones del Gran Buenos Aires en función de las actividades que realizaban y su ámbito geográfico. Dada la multitud de organizaciones, esta primera fase se prolongó durante dos meses. En una segunda instancia, se contactó con un militante del FPDS (la organización a la que pertenece el MTD de Lanús). Este primer contacto permitió adentrarme dentro del MTD de Lanús, ya que gracias a su mediación pude conocer a uno de los profesores del bachillerato popular y a una de las militantes históricas. Desde entonces, estuve participando en el taller de género del MTD, teniendo la oportunidad de conocer más de cerca a la militancia de base, en su mayoría mujeres. A partir de entonces comienza la segunda fase de contactos y la más interesante. El paso del tiempo y mis insistentes visitas redunda en una mayor confianza por su parte, invitándome a participar en diversos actos y manifestaciones. Sin embargo, el contacto fluido con la militancia histórica fue más complejo. Por regla general responden a un perfil completamente diferente. Suelen tener un nivel educativo mayor y provienen de la capital. Su experiencia como militantes transciende a la propia organización, ya que son personas de edad media. En esta investigación, la militancia histórica va a ser conceptualizada como “militancia simbólica”, dado su papel dentro de la organización, y el hecho de que fueron ellos quienes pusieron en marcha el movimiento. Dentro de este grupo se observa una cierta “ideología del clandestino”, lo que complica su accesibilidad. Parte de ellos vivieron la represión de la dictadura, y en algunos casos, han participado en organizaciones represaliadas por las fuerzas de seguridad del estado. Todo ello les ha provocado la desconfianza de gente no conocida y se muestran muy poco permeables. A pesar de ello, en algunos casos he conseguido establecer un contacto fluido, no sin complicaciones y requiriendo de mucho tiempo. 2.3.3 Selección de informantes1 La selección de los entrevistados/as no ha tenido por objeto establecer una muestra proporcional de la militancia de la organización en función de la edad o el sexo. Por el contrario, la muestra busca la representatividad discursiva de los distintos sectores del MTD de Lanús y de las organizaciones en red con las que colaboran. Para ello ha sido necesario desarrollar una tipología de militancia2 que divide a los actores en tres grupos: 1) Militancia simbólica, 2) extrabajadores de los sectores industriales de la zona sur del Gran Buenos Aires y 3) los sectores en una situación de mayor debilidad dentro de las clases populares3. Mediante esta estrategia muestral se ha pretendido, a su vez, una representación de todas las actividades que lleva a cabo el MTD de Lanús, y la experiencia de los actores que participan en ella. Se ha efectuado un total de ocho entrevistas, distribuidas en función de los elementos analizados anteriormente 1 El listado de entrevistados/as se aporta en el apéndice de la presente investigación. 2 Tipología que responde fundamentalmente a la experiencia de la observación participante. 3 Representan la mayoría de la organización. 7 • Dos militantes simbólicos: En la actualidad tienen responsabilidades de coordinación en varios emprendimientos • Dos militantes que responden al tercer grupo de la tipología de militancia. Los dos participan de las actividades formativas y en los grupos productivos • Un militante que responde el segundo grupo de la tipología de militancia. • Coordinadoras del taller de Género, participantes del “espacio de mujeres” del Frente Popular Darío Santillán (FPDS)4 • Un militante del FPDS • Una Investigadora especializada en procesos histórico-sociales del Gran Buenos Aires 2.3 Herramientas de análisis Las herramientas de análisis utilizadas se dividen en análisis de fuentes primarias y secundarias • Realización de entrevistas semi-estructuradas • Observación participante - Análisis de fuentes secundarias • Documentos internos y externos -tanto planificación y difusión de actividades como resoluciones de carácter ideológico (Base de datos del grupo GEPSAC, perteneciente al Instituto Gino Germani) • Publicaciones del Frente Popular Darío Santillán (FPDS) 4 En las citas de las coordinadoras del Taller de Género que se reproducen en el capitulo de análisis, se especifican los discursos y el nombre de cada una de ellas, excepto cuando son argumentos generales, los cuales son citados genéricamente bajo el rúbrice de “coordinadoras del taller de género”. 8 3. Marco teórico 3.1 Empoderamiento El empoderamiento es un concepto ampliamente usado desde varias disciplinas de las ciencias sociales, lo que da cuenta de su amplitud terminológica y de su adaptación a diferentes contextos; cooperación al desarrollo, teoría feminista y desarrollo comunitario. Algunos autores lo definen como el “proceso o mecanismo a través del cual personas, organizaciones o comunidades adquieren control o dominio sobre temas de interés que le son propios” (Sánchez 1996: 160). En este sentido, es un proceso que responde a una categoría social, ya que se produce mediante la relación con otros, y multi-dimensional -se da en varias dimensiones; sociológica, psicológica, económica (Page y Czuba 1999). Julián Rappaport (1987) destaca dos dimensiones del empoderamiento. La capacidad para determinar la propia vida (sentido de competencia personal), y la posibilidad de participación democrática en la comunidad a la que uno pertenece, a través de organizaciones sociales (sentido de competencia comunitaria). Zimmerman (1999) considera que la capacidad para tener control sobre la propia vida o sobre las conductas colectivas no es suficiente para describir el proceso de empoderamiento. Para ello se requiere un proceso de acción colectiva, conciencia crítica y movilización de recursos (citado en Zambrano 2005: 5). En el concepto de empoderamiento sobresale la idea de poder. La noción del empoderamiento parte de la convicción de que el poder esta desigualmente distribuido. Page y Czuba (1999) establecen dos requisitos para la posibilidad de un empoderamiento efectivo. El primer requisito es que no es posible empoderarse sin una distribución del poder que afecte a personas o grupos. En tal caso, el empoderamiento queda vacío de contenido. Esta es una de las principales críticas que se realiza, sobre el uso del término, a determinadas agencias internacionales como el Banco Mundial o las Naciones Unidas. Sen (1997) cree que esta visión no cuestiona las estructuras políticas y sociales existentes, así como la distribución del poder que las ha dado forma. Aquí estriba la importancia y significancia del concepto de empoderamiento, entendido como un proceso de cambio. Desde la perspectiva feminista y de los movimientos sociales, es imprescindible reflexionar sobre la asimétrica distribución del poder en la sociedad y sus implicancias para el mantenimiento del status quo. Lukes critica la asociación directa entre poder y conflicto, como si este último fuese un rango esencial del primero. Según el, el ejercicio del poder no solo se muestra en situaciones observables de conflicto, donde unos imponen sus tesis sobre otros, sino también en la capacidad de influencia sobre las personas, determinando sus necesidades a través del control de la información y de los procesos de socialización. En este caso el poder estriba en neutralizar las percepciones sobre la existencia del conflicto potencial, con el objetivo de invisibilizarlo. “La mas eficaz e insidiosa utilización del poder consiste en impedir que tal conflicto aflore… impedir en cualquier medida que las personas tengan agravios, recurriendo para ello a modelar sus percepciones, cogniciones y preferencias de suerte que acepten su papel 9 en el orden de cosas existente, ya sea porque no pueden ver ni imaginar una alternativa al mismo, ya sea porque lo ven como natural e irremplazable” (Lukes 2007: 19-20). El segundo requisito, es la comprensión de que el poder puede “expandirse”. Desde esta óptica se rechaza la concepción del poder como suma cero; cuanto mas poder tienen unos, menos tienen otros. Existen otras vías para entender y conceptualizar el poder, las cuales se centran en el poder como proceso. Jo Rowlands propone tres formas de poder alternativas a la idea de dominación; 1) “power to”, o la capacidad del poder para producir o generar nuevas posibilidades y acciones, 2) “power with”, por el que el sentido de colectividad y la acción concertada es mas efectiva que la suma de acciones individuales y 3) “power from within”, en el cual, el poder deriva de la acción concertada sobre la base de igualdad (1997: 12). En las tres versiones, el poder se asume como un proceso que surge y se potencia a través de acciones y estrategias comunes. La idea de que el poder es compartido centra su foco de análisis en los aspectos de cooperación y apoyo mutuo. Así, dotarse de poder permite fortalecer el poder de otros en lugar de disminuirlo. En esta línea, Villasante (2002) desarrolla la conceptualización del poder como “potencia”, un proceso de “construcción colectiva, desde las potencias conjuntadas en que unos y otros nos retroalimentamos”. Esto se opone al poder como “dominación”, en el que unos mandan sobre otros. 3.2 Participación y empoderamiento Berger y Nehaus (1977) han analizado las condiciones político-sociales para dotar de poder a las personas. Establecen una línea causal entre el proceso de empoderamiento y la participación en estructuras sociales intermedias. Estas últimas serían aquellas organizaciones que se sitúan entre la vida privada de las personas y las instituciones despersonalizadas. Dichas estructuras actúan como vehículo para la participación en el entorno local, entre otros motivos, porque su ámbito de actuación, el barrio o municipio, y sus fines, el desarrollo comunitario, responden al campo de interés de las personas que habitan ese medio. El interés concreto sobre cuestiones practicas, permite que se desarrollen vínculos afectivos mas intensos que con instituciones despersonalizadas (Citado en Sánchez 1996: 161). Las estructuras sociales intermedias se integran en una visión más amplia, incorporando a las instituciones públicas. El papel de las políticas públicas debe ser apoyar, proteger y fomentarlas, siendo todo ello parte de una ideología o cosmovisión sobre el desarrollo local o comunitario. Sin embargo, ¿qué sucede en aquellas situaciones en las cuales el contexto no cumple el mismo patrón? Dicho de otra manera, ¿qué sucede en los casos, fundamentalmente en contextos de pobreza, donde la difusa presencia de las instituciones en ningún modo garantiza el apoyo o protección sobre las organizaciones? Es más, ¿qué ocurre en situaciones donde estas estructuras intermedias son el resultado de una confrontación con las instituciones, y la relación, más que de apoyo, se torna en conflictiva? El caso Latinoamericano da cuenta de la necesidad de adaptar el origen y la evolución de las estructuras sociales intermedias al contexto en el que surgen. Si bien Latinoamérica contiene una enorme diversidad cultural, social y política, podemos encontrar rasgos comunes que nos permiten entender el surgimiento de organizaciones sociales en las periferias urbanas. El problema de la pobreza y la desigualdad social es un componente transversal en la realidad 10 Latinoamericana. Actualmente se estima que el 34,1% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza, y de ellos, un 12,6% vive en la pobreza extrema. Esta cifra aumenta notablemente con respecto a las áreas rurales, en las cuales el 52,1% es pobre, con 28,1% de pobreza extrema. Las ciudades tienden a concentrar a la mayoría de la población. El porcentaje de población urbana ascendió al 77,5 en 2005, y las proyecciones indican que superará el 80% en el año 2020. En el ámbito urbano, la pobreza se concentra en las periferias de las ciudades. Si bien no disponemos de datos generales, las cifras de cada país lo confirman (CEPAL 2008). Las razones son múltiples y adquieren diversos significados en función de las realidades nacionales. La extensa pobreza de las zonas rurales es una de las variables explicativas del proceso migratorio hacia las ciudades y de la formación de suburbios densamente poblados en las áreas periféricas. Ya sea por la incapacidad para la intervención efectiva o por prácticas intencionales, la presencia del Estado y del resto de instituciones es inexistente o residual en los suburbios periféricos. La exclusión de una participación efectiva en el ámbito político y económico, y la inexistencia de redes estatales que contribuyan a paliar las necesidades, debilita profundamente la situación de las poblaciones afectadas, al tiempo que se aumentan las probabilidades de una serie de consecuencias sociales, como la cronificación de la pobreza y la profundización de los procesos de anonimia, individualización y dependencia de estructuras clientelares, en los cuales las clases populares están abandonadas a su suerte. En este tipo de poblaciones excluidas, la existencia de organizaciones populares es relevante. Surgen precisamente por las adversas condiciones sociales, gracias al impulso de organizaciones eclesiásticas de base -movimientos cercanos a la teología de la liberación- o por militantes de izquierda concienciados con el progreso de las clases populares (Torres 2005: 16). La propuesta de Berger y Nehaus sobre las estructuras sociales intermedias permite destacar el ámbito de actuación de las organizaciones populares, asentadas en “lo local”, y sus efectos en términos de cercanía y potencialidad para la identificación afectiva e identitaria. Sin embargo, el estrecho marco político-económico en el que ha sido conceptualizada no resulta idóneo en el contexto latinoamericano (Sánchez 1996). La lógica de estas organizaciones se adapta a la propuesta de Friedmann sobre el “desarrollo alternativo”, cuyo horizonte de acción es la inclusión de los sectores tradicionalmente excluidos, definido como un proceso de empoderamiento político y social (Friedmann 1992). Las organizaciones populares, en cierto modo representan la lucha por la supervivencia, convirtiéndose en un medio alternativo para superar situaciones de exclusión y desestructuración social, desarrollar procesos colectivos, y proporcionar recursos que de otra manera serian imposibles de conseguir (Friedmann 1992). Por lo general tienen un marcado perfil reivindicativo, y se identifican con proyectos utópicos de transformación social, donde las clases populares son los sujetos protagonistas del cambio. Son organizaciones creadas “desde abajo”, con una relativa autonomía -modelos de auto-organización y auto-ayuda. Las organizaciones populares despliegan múltiples estrategias de “resistencia cotidiana”; practicas sociales y políticas de carácter colectivo y cooperativo que promueven la participación de los pobladores o miembros de la organización. Torres considera que las organizaciones populares “contribuyen a la conformación de los pobladores populares como sujetos sociales, al fortalecer su tejido social y asociativo, al afirmar identidades culturales y al crear nuevas practicas y subjetividades políticas democráticas” (Torres 2006: 2). En torno a sus objetivos políticos se insertan las diversas acciones que realizan, ancladas en el ámbito local. Asumen un formato cooperativo; desde la elaboración de comidas para el 11 vecindario, en un intento de disminuir los costes de vida y solventar problemas de desnutrición, pasando por actividades formativas, hasta el desarrollo de actividades productivas, promoviendo la entrada de ingresos extra en la unidad familiar y como vía de escape ante el elevado índice de desempleo (Friedmann 1992: 23). Si bien las acciones tienen por objeto paliar las necesidades primarias, asociadas a la escasez de recursos económicos, también significan un modelo de participación en el espacio público, estrategias de desarrollo comunitario en el cual los vecinos se incorporan como actores relevantes. El elenco de actividades propuesto por las organizaciones posibilita la existencia de espacios colectivos, que se configuran como el marco para el desarrollo de capacidades personales y grupales. La participación se ha asociado con la obtención de recursos y habilidades sociales. “La participación promueve el desarrollo personal y comunitario en la medida en que favorece el desarrollo de diversas competencias, sentimientos de pertenencia, autonomía, proactividad, sentimiento de control psicológico…” (Zambrano 2005: 2). En esta línea, Zimmerman y Rappaport (1988) observan que la participación puede ser un importante mecanismo en el proceso de empoderamiento individual, asociando a los participantes mayores niveles de competencias, seguridad y sentido de responsabilidad. También reconocen que los miembros de las organizaciones pueden aumentar su experiencia en labores organizativas, en la identificación de recursos y en el desarrollo de estrategias para la consecución de objetivos (1988: 727). 3.3 Organizaciones populares y sentido de pertenencia El sentido de pertenencia es una conceptualización clave para explicar el proceso de empoderamiento, y como veremos, las organizaciones populares pueden contribuir a potenciar dicho sentimiento. Para un análisis sistemático, es necesario detenerse en la contribución que Sarason realiza sobre el sentido de comunidad. Lo define como “el sentimiento de que uno pertenece a, y forma parte significativa de, una colectividad mayor” (Sarason 1974: 41). Los componentes básicos serian: a) percepción de la similitud entre uno mismo y el resto de personas, b) interdependencia mutua entre los miembros del grupo en que se da, c) voluntad de mantener esa interdependencia, a través de acciones o conductas tendentes a conservarla, y d) sentimiento de formar parte de una estructura social -integración social. (1974: 157) Como vemos, los efectos que se desprenden del sentimiento de pertenencia tienen una fuerte correlación con las dimensiones que configuran el empoderamiento. La interdependencia social es una dinámica que implica compartir un conjunto de principios con otros, por lo que tiene que darse un principio de reciprocidad, es decir, una correspondencia mutua, y la percepción de similitud entre uno mismo y el resto. ¿Ahora bien, en que modo la reciprocidad influye positivamente en el proceso de empoderamiento? La reciprocidad es la base del desarrollo de relaciones de confianza. Sentirte parte de una red o grupo social incentiva que el resto de miembros puedan establecer relaciones de confianza contigo, y que tú al mismo tiempo, puedas confiar en ellos. Mas allá del valor en términos de cercanía, las relaciones reciprocas basadas en la confianza mutua y la pertenencia en redes sociales generan un aumento en los flujos de información disponibles (Herreros Vázquez 2002). A partir de esta estructura relacional, los individuos adquieren un mayor conocimiento, basado en el grado de información, sobre asuntos que potencialmente pueden afectarles. El mayor grado de conocimiento posibilita y refuerza la legitimación para intervenir en la toma de decisiones. 12 La pertenencia a un colectivo y los lazos identitarios que se conforman conllevan una serie de consecuencias en el individuo. La realidad transciende de la experiencia individual, por lo que se abren campos de interés que existen en tanto realidad colectiva. Cuando hablamos del empoderamiento como la capacidad para el control o dominio de los temas que afectan como persona, no solo hay que centrarse en el control o dominio, sino también en la capacidad para aumentar aquellos campos de interés que consideramos nos afectan. Es decir, incorporar un actitud critica, donde los temas que potencialmente pueden afectarte no solo se circunscriben en el mundo de lo privado, sino también en el espacio público. McMillan y Chavis reconocen una condición para el desarrollo del sentido de comunidad; la necesidad de una historia común, y las experiencias que le dan contenido. Hablan, pues, de los mecanismos que refuerzan la identidad grupal. En este aspecto, el origen y evolución de las organizaciones populares representa un paradigma de las condiciones que estos autores exponen (McMillian y Chavis 1989). Observamos dos tipos de mecanismos que refuerzan la identidad grupal en las organizaciones populares. En primer lugar destaca la influencia de la planificación y elaboración de proyectos comunes. La realización de actividades, sobre la base de objetivos comunes, incide en la activación de una identidad que comparten quienes participan en esos proyectos. En segundo lugar se sitúa el componente cultural. “Las organizaciones, además de ser un sistema socio-estructural (estructuras de poder, estrategias, procesos, recursos) son un sistema cultural, un orden de significados y practicas simbólicas que definen su identidad organizacional” (Allaire y Firsirotu, 1992, citado en Torres 2006: 8). Alfonso Torres, a diferencia de McMillan y Chavis, subraya que “la identidad no se configura por tener una historia en común sino por el discurso cotidiano -narraciones- a partir de esas historias y experiencias, así como por el hecho de celebrar compartir rituales, costumbres, símbolos, valores y creencias que aseguran la continuidad de las acciones y la cohesión de sus miembros en torno a ellas” (Torres 2006: 9) 3.4 El empoderamiento desde una perspectiva dinámica El objetivo de esta sección es presentar el concepto de empoderamiento como un constructo que requiere del análisis de la dimensión individual y colectiva desde una comprensión dinámica. Existe una interrelación circular entre los dos niveles que impide analizar cada uno de ellos por separado. Así, la presencia de una organización que pueda llegar a influir en el entorno requiere de individuos que han alcanzado un determinado grado de empoderamiento individual. Pero también, y como se ha examinado, la participación en organizaciones promueve o es el contexto en el que se da el proceso de empoderamiento individual (Rowlands 1997: 115). La perspectiva individual y colectiva está presente en el proceso de empoderamiento en una interrelación permanente. La dimensión individual se refiere a la elevación de los niveles de confianza y autoestima, así como a la capacidad para determinar y responder a las propias necesidades. Es un proceso mediante el cual el individuo se legitima para tomar parte en las decisiones que le conciernen. La dimensión colectiva alude a la mayor oportunidad de influir (de los mas vulnerables) a través de la participación sobre la base de objetivos comunes (Murguialday, Pérez de Armiño y Eizaguirre 2000). Perkins y Zimmerman sugieren que “la participación con otros…y una comprensión del medio socio-político son básicos para el empoderamiento” (1995: 571). Es decir, la potencialidad del individuo como sujeto empoderado 13 requiere del ámbito colectivo. La competencia personal, como capacidad para determinar la propia vida y la legitimación para tomar decisiones, existe en tanto el individuo se inserta en un espacio colectivo. Varios autores argumentan que para la mayor comprensión y profundización teórica del concepto de empoderamiento es necesario diferenciar entre el proceso; acciones, actividades y estructuras, y los resultados o cambios que se desprenden de ese proceso. (Perkins y Zimmerman 1995, Rowlands 1997). Con respecto a las organizaciones sociales, se han establecido diferencias entre las organizaciones que promueven el empoderamiento –facilitando la adquisición de competencias individuales a sus miembros-, y las organizaciones empoderadas, aquellas que tienen capacidad de influencia en la distribución del poder, y para el desarrollo efectivo en el entorno local (Florin y Wandersman 1990: 45). 3.5 Resumen En este capítulo teórico se ha examinado el concepto de empoderamiento desde una perspectiva individual y colectiva. Destacan las aportaciones de Rappaport (1987), quien subraya dos dimensiones del empoderamiento. La capacidad para determinar la propia vida (individual) y la posibilidad de participación democrática (colectiva). Sin embargo, para un análisis que permita profundizar sobre los procesos de empoderamiento, es necesaria una conceptualización dinámica de la dimensión individual y colectiva. Ello nos permite observar las interacciones que se dan en los grupos y como afectan a los individuos. El concepto de empoderamiento se relaciona extensamente a la participación social y política en organizaciones colectivas. La participación se ha asociado con la obtención de recursos y habilidades sociales, promoviendo el desarrollo de competencias, autonomía y seguridad (Zimmerman y Rappaport (1988) Berger y Nehaus (1977) establecen una línea causal entre el proceso de empoderamiento y la participación en estructuras sociales intermedias, que serian aquellas organizaciones que por su ámbito de actuación tienen una relación más cercana con los individuos, lo que permite el desarrollo de vínculos afectivos mas intensos que con otro tipo de instituciones. De la aportación de estos autores resulta interesante el desarrollo conceptual de las estructuras sociales intermedias, aunque el estrecho marco político-económico en el que han sido contextualizadas no resulta idóneo en el caso latinoamericano. Dadas las específicas características socio-económicas en Latinoamérica, con extensas bolsas de pobreza, las organizaciones populares cumplen un rol destacado. La lógica de estas organizaciones se adapta a la propuesta de Friedmann (1992) sobre el “desarrollo alternativo”, cuyo horizonte de acción es la inclusión de los sectores tradicionalmente excluidos, definido como un proceso de empoderamiento político y social. Según Torres, las organizaciones populares “contribuyen a la conformación de los pobladores populares como sujetos sociales, al fortalecer su tejido social y asociativo, al afirmar identidades culturales y al crear nuevas practicas y subjetividades políticas democráticas” (Torres 2006: 2). 14 4. Caso de Estudio: MTD de Lánus 4.1 Introducción El objetivo de esta sección es presentar el caso de estudio seleccionado. Se examina en profundidad el Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD) de Lanús; su origen y causas históricas, las diferentes tipologías de militancia existentes, los modelos organizativos de base y las diversas actividades que desde sus inicios han desarrollado. Pero antes es necesario, para la contextualización del caso seleccionado, atender a la situación de crisis política, económica y social iniciada en los años setenta y profundizada en los noventa, con especial énfasis en los sectores populares del Gran Buenos Aires. Su consecuencia más visible, el fuerte aumento del desempleo, es el fenómeno que posibilita la entrada de las organizaciones de trabajadores desocupados como actores centrales en la escena política Argentina. 4.2 Evolución de las Organizaciones de Trabajadores Desocupados Desde la década de los setenta, Argentina ha sufrido una fuerte etapa de transformación económica, social y política. Es un periodo marcado por el empobrecimiento progresivo, acelerado a partir del segundo mandato de Carlos Menem (1995-1999) por una oleada de privatizaciones y restructuración del mercado laboral, lo que desencadenó un aumento exponencial del desempleo y subempleo (Aboy Carlés 2001). Como respuesta a la situación socio-laboral, van a producirse cortes de ruta multitudinarios, dando origen a los movimientos piqueteros. Estamos pues, ante el nacimiento de un nuevo actor social, que con el tiempo va a adquirir una gran importancia en la escena nacional. Los primeros cortes de ruta (1996-97) surgen en el interior del país, en la ciudad de Cutral-Co, en la provincia de Neuquén, así como Tartagal y Mosconi, en Salta. Ciudades cuyo crecimiento había ido a la par del desarrollo de la industria petrolera estatal (YPF). Cabe destacar que los primeros piqueteros fueron ex-trabajadores de YPF, que representaban en cierto modo a la clase media trabajadora, con sueldos dignos y estabilidad laboral (Svampa y Pereyra 2003). Las características socio-económicas de los primeros piqueteros simbolizan, por tanto, el paso de una sociedad estructurada en torno al trabajo estable a otra, que se caracteriza por la inestabilidad laboral y el empobrecimiento de las clases medias. A parte de las acciones directas -cortes de ruta- que promueven la identidad piquetera, hay que tener en cuenta las transformaciones de los sectores populares del Gran Buenos Aires. Desde principios del siglo XX, el conurbano bonaerense se convirtió en una de las zonas industriales más importantes del país, con una fuerte tradición obrera que se reproducía generacionalmente. La desindustrialización, iniciada en los años setenta y profundizada en los noventa, tuvo un fuerte impacto. Si durante los años 80, el 75% de la población activa era asalariada, a inicios del 15 año 2000 solo representa un tercio de la población (Merklen 2004). La falta de trabajo y de expectativas incidió en el empobrecimiento y desestructuración social. Es en este contexto donde surgen nuevos modelos de organización colectiva, con un interés específico por el trabajo barrial. No son únicamente una reacción ante la pobreza generalizada, sino también una respuesta colectiva, que si bien con diferentes estrategias, pretende una transformación -de mayor o menor envergadura- del accionar político. Por tanto, la suma de las acciones directas en el interior y el surgimiento de un nuevo modelo de organizaciones barriales posibilitan la emergencia del movimiento piquetero (Svampa y Pereyra 2003). La base social de los movimientos piqueteros esta afectada por tres clivajes; 1) social, 2) generacional y 3) de género (Svampa y Pereyra 2005). Los trabajadores desocupados provienen de mundos muy diferentes, con niveles educativos y estatus social heterogéneo. Así, coexisten desocupados de larga duración y baja cualificación con aquellos otros tradicionalmente empleados cualificados en el sector público, sectores clave de la economía productiva. En realidad, lo que les une es la falta de trabajo y de expectativas. Relativo a la cuestión de género, la gran mayoría son mujeres que desde un principio adquirieron gran relevancia, tanto en labores organizativas como en aquellas reservadas tradicionalmente para los hombres, como son las tareas de seguridad –muy importantes en un periodo de intensos piquetes y confrontación con las fuerzas de seguridad del estado. En el día a día, las mujeres cumplen un papel imprescindible, siendo el sostén que permite desarrollar las actividades cotidianas. Las organizaciones de base territorial –principalmente en el Gran Buenos Aires- suelen contar con un comedor donde ofrecen el almuerzo para los vecinos/as y la copa de leche para los niños/as, en el cual, son ellas las principales responsables. Espacios sin duda proclives para la reproducción social de los roles de genero. El tema generacional también aporta rasgos particulares. Una parte significativa de estos grupos esta formada por jóvenes en situaciones de exclusión social. La degradación de los barrios populares, la falta de expectativas laborales y las carencias educativas, retroalimenta la ya de por si difícil inserción socio-laboral de los jóvenes. La figura clásica del trabajo como elemento de integración ha desaparecido del imaginario colectivo de la juventud excluida, propiciando procesos de cronificación. La principal respuesta del estado para paliar las complejas condiciones sociales, y al tiempo, para frenar los reclamos del campo popular, fue la institucionalización, a partir de 1996, de subsidios públicos, denominados planes sociales. En primer termino se implementó el “Plan Familia”, y a partir de la crisis de 2001 se instauró un nuevo programa, el plan “Jefes y jefas del hogar”, que sirvió como elemento de contención ante la generalización del malestar y como marco para la negociación con las organizaciones piqueteras. Con el tiempo, el plan Jefes y jefas se ha multiplicado exponencialmente, llegando hasta los casi dos millones de beneficiarios/as en todo el país5. Sin embargo, se debe tener en cuenta que la generalización de los planes fue el resultado de la presión y confrontación sistemática de las organizaciones con las instituciones estatales y municipales. En el caso de las organizaciones de desocupados del Gran Buenos Aires, en un primer momento, la confrontación se centró en las estructuras municipales, con el objetivo de 5 Información obtenida del Instituto Nacional de Estadística y Censos de la República Argentina (INDEC)- www.indec.mecon.ar. 16 establecer algún control sobre el reparto de los planes, para posteriormente exigir su ampliación en el ámbito nacional, una demanda que se ejercía directamente sobre el gobierno nacional. Dicha presión propició la autonomía de gestión de los planes por parte de las organizaciones, anteriormente centralizada por la red “punteril” peronista. Pero no significo el final de la red clientelar, “sino el quiebre de su monopolio y el aumento de la competencia entre redes asistenciales alternativas” (Delamata 2004: 28). La posibilidad para gestionar de forma autónoma los planes y la contraprestación exigida –cuatro horas de trabajo-, centró el interés de las organizaciones hacia el trabajo territorial. Es en este momento cuando se ponen al descubierto las profundas divergencias en los modelos de acción social y colectiva entre las diferentes organizaciones. Mas allá del formato de protesta y de una identidad en común, el movimiento piquetero se caracteriza por su heterogeneidad, que se manifiesta tanto en los alineamientos políticos como en las estructuras organizativas, horizontes de acción y modelos de militancia. Se pueden distinguir tres tipos de organizaciones. Por un lado, aquellas vinculadas con la tradición sindical, por otro las de tipo partidaria y, por ultimo, las autónomas (Svampa y Pereyra 2003). 4.3 Movimientos de Trabajadores Desocupados Autónomos en el Gran Buenos Aires Los Movimientos de Trabajadores Desocupados (MTD) autónomos -radicados principalmente en la zona sur del conurbano bonaerense- se definen por su autonomía con respeto a partidos políticos y sindicatos, por su inserción territorial y trabajo de base en los barrios, por el rechazo a estrategias electorales y participación en instituciones, al igual que por modelos de participación y discusión horizontales. Son, en su mayoría, grupos de izquierda en contra de las estructuras jerárquicas y los modos de articulación de propuestas de la izquierda tradicional. Paralelamente, se oponen a la lógica política del Partido Justicialista (PJ) -fuertemente asentado en el Gran Buenos Aires- y a las prácticas clientelares que representan. La autonomía, que se configura en función de su rechazo a lo establecido, estructura su horizonte de acción, da significado a sus principales reclamaciones y conforma una simbología en torno a la cual se construye su identidad. Por otra parte, el trabajo barrial es el instrumento sobre el que se asientan reivindicaciones políticas superiores. “Su propuesta, de índole comunitaria, apunta a la creación de formas de sociabilidad alternativas, a partir de la (re)creación de los lazos sociales destruidos tanto por la dictadura militar como por la política de desindustrialización masiva que viene azotando al país desde comienzos de los noventa” (Svampa y Pereyra 2003: 70). Estas organizaciones surgen por la iniciativa de cuadros militantes que expresan la posibilidad de desarrollar modelos de acción colectiva en los barrios que mas sufrieron el empobrecimiento. Asumen modelos de participación horizontal, que se expresa en una fuerte dinámica asamblearia. Las asambleas, se constituyen en espacios de encuentro entre la militancia y son el marco para la toma de decisiones colectivas. Desde su origen, han existido mecanismos de coordinación entre los diferentes colectivos, dando lugar a organizaciones más amplias. Un primer ejemplo es la Coordinadora de Trabajadores Desocupados Aníbal Verón (CTD AV), que agrupaba a gran parte de los MTD 17 autónomos. Debido a tensiones internas, se forma en 2004 el Frente Popular Darío Santillán (FPDS)6, que congrega a un conjunto de movimientos de la CTD AV. El FPDS es una organización con un fuerte componente político, ideada y liderada por aquellos actores –de larga militancia política- que promovieron el desarrollo de los MTD en los barrios a finales de los ´90. Bajo el lema “dignidad, justicia y cambio social”, se presentan como una articulación de diferentes movimientos, que incluyan no solo sectores de desocupados, sino también ocupados, campesinos, estudiantiles y culturales. Esa idea de multisectorialidad no significa una mera coordinación entre grupos, sino la conformación de un frente que, respetando las diversas sensibilidades, actúe como un colectivo. Entre sus objetivos a largo plazo figura la consolidación de una alternativa social y política para la transformación radical de la sociedad, confiriendo un especial interés al trabajo territorial y a la organización de base, representada por los MTD. En este sentido, la demanda de un cambio social “significa no solo seguir creyendo que otro mundo es posible, sino ir construyéndolo todos los días”7. El cambio social se concibe a través de la transformación de las relaciones cotidianas, estimulando canales de solidaridad y cooperación, la creación de espacios mas democráticos para la toma decisiones -representados en las asambleas-, así como la ampliación de modelos laborales, mediante el desarrollo de micro-emprendimientos (Fornillo, García y Vázquez 2008: 49) 4.4 MTD de Lanús: Trabajo barrial y desarrollo comunitario El Movimiento de Trabajadores Desocupados (MTD) de Lanús es una organización con un fuerte componente territorial. Su ámbito de actuación se centra en el partido de Lanús, perteneciente al primer cordón de la zona sur del conurbano bonaerense. Su origen se remonta a finales de los años noventa en el barrio de “La Fe”, partido de Lanús. En Villa Corina (partido de Avellaneda), una localidad muy próxima al barrio de La Fe, se había originado un movimiento de trabajadores desocupados. Ciertas disensiones internas provocan la salida de parte de sus militantes, que deciden articular en el barrio de La Fe una experiencia similar. Sin embargo, para entender la formación del MTD de Lanús hay que retroceder hasta los años 80, momento en el cual se produce una secuencia de tomas de tierras que da origen al asentamiento de La Fe, ante el problema de acceso a la vivienda. Las tomas de terrenos derivaron en la formación de redes informales de vecinos, con el objetivo de planificar la toma; ya sea para la vigilancia o para la división y distribución de los terrenos ocupados. Aparte, se delimitó un área llamada el “anexo” para futuros asentamientos y equipamientos colectivos. En última instancia se creó una comisión vecinal, donde los vecinos aportaban una cantidad de dinero para la regularización de los terrenos tomados. A partir de entonces se ponen de manifiesto los modos de actuar de la municipalidad, que intentó, y finalmente consiguió, el 6 Darío Santillán era un joven que murió a manos de la policía en uno de los enfrentamientos en el puente Puerreydón, el 26 de Junio de 2002. 7 Revista del Frente Popular Darío Santillán, Cambio Social número 1, Junio de 2008 18 control de la comisión. Durante los diez años posteriores, la recaudación y el uso del “anexo” formaron parte de los entramados e intereses de las redes clientelares, de las que el municipio era una parte clave (Vázquez y García 2007). Merklen justifica una línea de continuidad entre las tomas de tierras y la prácticas organizativas que se producen una década después en los mismos asentamientos. “El movimiento de piqueteros es heredero, en cierta medida, del movimiento de asentamientos y de organizaciones barriales que se ha venido desarrollando desde hace veinte años en la periferia de las grandes ciudades (en particular en las grandes ciudades) (Merklen 2004: 47). Dicha conceptualización amplía las causas del origen del MTD más allá de la crisis económica y el fuerte aumento del desempleo de finales de los noventa, considerando otras variables socio-estructurales, como es el problema de acceso a la vivienda. Desde esta perspectiva, se relacionan las propuestas originales de los militantes que llegaron a La Fe con las problemáticas específicas de los vecinos (Vázquez y García 2007), y se presentan posibles líneas explicativas para comprender la inserción territorial del MTD de Lanús. De todos modos, el estallido social y la desocupación son factores determinantes en el origen del MTD. En el año 1997, al calor de las experiencias en el interior del país, se realizaron dos cortes de ruta multitudinarios en la zona sur del Gran Buenos Aires, por colectivos que comenzaban a organizarse como movimientos de trabajadores desocupados. Perseguían la ampliación de planes sociales para paliar las consecuencias de la desocupación, objetivos que finalmente consiguieron. Fue en este periodo convulso en el cual los militantes que provenían de experiencias organizativas en Villa Corina, comienzan a realizar actividades en el asentamiento de La Fe, lo que posibilita posteriormente la formación de la “Comisión de desocupados de La Fe” -génesis del MTD de Lanús. Nosotros estábamos en (Villa) Corina y empezamos a hacer unas actividades en La Fe…un par de ollas populares…apoyo escolar para conocer el barrio”.8 La comisión de desocupados de La Fe, según relata esta militante, pronto comenzaron cortes de ruta, en coordinación con otros movimientos, dado el éxito que habían tenido los primeros. Como en ese corte se ganan esos planes, yo creo que eso da…como que se reproduzca esa experiencia…porque vos salías a la ruta y conseguías planes”9 El aumento desproporcionado del desempleo, los recortes de partidas sociales durante el ultimo mandato de Menem (Delamata 2005), unido a los profundos problemas estructurales de la zona sur del conurbano, habían dejado en una situación de extrema dificultad a los vecinos de estas localidades. No es extraño, en este contexto, que su primer acercamiento al MTD se viese motivado por el interés por los planes. El plan garantizaba la obtención de recursos materiales para la vida cotidiana, ya que su valor era mucho mayor que después de la devaluación del peso. Era algo que paliaba la situación porque el plan valía más que lo que vale ahora, porque eso fue antes del 2001…el plan era más importante para la familia10 8 Florencia, Lanús, Gran Buenos Aires, 26-12-2008 9 Ibid. 10 Ibid. 19 En un plano organizativo, los planes sociales fueron un valioso instrumento para la consolidación del MTD. La posibilidad de salir a la calle y lograr algo concreto incentivó la continuidad de las acciones de presión, pero también una discusión paralela sobre el modelo de organización; un planteamiento estratégico-político sobre la gestión de los planes que diese forma a los modelos de intervención comunitaria en el barrio. Desde un principio se propone una gestión autónoma de los subsidios con respecto de la municipalidad, que permita estructurar y dar un sentido determinado al trabajo barrial. Dijimos que lo queríamos organizar nosotros, no entrar y trabajar para el municipio…ahí empezó toda una discusión…que queremos hacer en el barrio…trabajo comunitario, productivo. Y todo eso permitió que se vaya generando un movimiento, una organización territorial11 Uno de los momentos iniciales o hitos que simbolizan la formación del MTD es la ocupación, en el año 2000, de un local que pertenecía al “anexo” (en La Fe), donde la municipalidad supuestamente distribuía “la copa de leche” para los chicos/as del barrio, y que históricamente se había proyectado como una guardería –así lo indicaba un cartel del municipio en la puerta. Sin embargo, desde un principio fue usado para intereses privados por parte de la puntera política del barrio. Mediante esta ocupación de la “Guardería de la Fe”, la “Comisión Vecinal de Desocupados de Lanús” se garantiza un espacio físico y visible para la organización y desarrollo de las actividades. Cabe destacar que el anterior cartel se sustituyó por otro que decía “Aquí se construirá la guardería del barrio”, lo que expresaba “las diferencias entre el tipo de intervención que tenia el municipio y aquella que se pretendía desarrollar desde el incipiente movimiento (Vázquez y García 2007: 5). El primer local se configura como un espacio colectivo que posibilita la sistematización de actividades, reforzando la inserción territorial del MTD. En último termino, el local de La Fe actúa como catalizador para la extensión del movimiento hacia otros barrios, que van a simular el mismo modelo de ocupaciones, ya sea sobre locales o terrenos donde posteriormente construirán los comedores. 4.4.1 Tipologías de militancia La base social del MTD de Lanús se caracteriza por su heterogeneidad, que va desde lo generacional hasta las experiencias personales y laborales. Sin duda, el bagaje laboral y cultural determina el rol de la militancia, las expectativas de la acción colectiva y el grado de compromiso. Desde esta perspectiva, caracterizamos tres tipos de militancia: Como hemos apuntado anteriormente, el MTD se origina por la presencia de cuadros militantes provenientes de la izquierda revolucionaria. Gozan de un nivel educativo superior al resto de la militancia que les permite adquirir un rol destacado, situándose como la “dirigencia o militancia simbólica”. Desde un principio impulsaron el desarrollo de talleres y micro-emprendimientos, dotándolos de una matriz ideológica. Ellos no han sido los perceptores de los talleres de capacitación, sino quienes los han impartido, o a través de su red de contactos han posibilitado su desarrollo. En segundo lugar, destacan aquellos con experiencia laboral previa, que han estructurado a lo largo de sus vidas un modelo relacional basado en la categoría de trabajador. Responden a una generación de empleados fabriles ex-ocupados en diversos sectores productivos. Tienen una visión más inconformista con los planes sociales, ya que los ven como una “migaja” que no cumple con sus expectativas. Por ultimo, también se observa la presencia de quienes no han 11 Ibid. 20 acumulado ninguna experiencia laboral, el sector más débil de la estructura social de las clases populares. Ellos no perciben el plan social como un subsidio por desempleo, sino como una renta mínima que les permite seguir “tirando”. Más allá de los discursos en torno a la falta de trabajo, la identidad de este colectivo como piqueteros no es tanto su percepción como desocupados, sino como actores tradicionalmente excluidos que en un momento determinado adquieren relevancia en la escena pública. Es este último elemento el que determina sus lazos con el MTD. 4.4.2 Organización de base En la actualidad, esta conformado por cuatro MTD: La fe, La Torre, Gonnet y Villa Urquiza. Cada uno de ellos se asienta sobre varios de los barrios que pertenecen a Monte Chingolo, localidad de Lanús. Aparte, cuentan con un predio producto de una ocupación, “Roca Negra”, donde realizan diversas actividades y constituye uno de los puntos de encuentro de los MTD. Los MTD de barrio gozan de mucha autonomía, en parte por la estructura organizativa y la lógica comunitaria que acompaña al movimiento. Cada uno cuenta con su propia sede, conocidos como “comedores”12 –el de La fe, Gonnet y La torre fueron producto de una ocupación-, donde se centran la mayoría de actividades. Constituyen un espacio simbólico, el centro de encuentro de los “compañeros”13, y una referencia visible para el resto de los vecinos del barrio. La actividad central de dichos centros es la elaboración de la comida para los vecinos, que allí acuden a recoger. El “comedor” articula la vida interna de la organización, ya que es el lugar donde se llevan a cabo todas las actividades del MTD; desde la elaboración de comida, la realización de talleres, la organización administrativa y la practica de las asambleas. Dicho espacio, es ante todo, un lugar de encuentro que consolida los lazos identitarios entre los militantes y los sentimientos de pertenencia al colectivo. Dentro de cada MTD de barrio existe la figura del responsable, por lo general un militante con una larga trayectoria en el movimiento, aunque a diferencia de la “dirigencia simbólica”, su historia de vida responde a la del resto de vecinos. A parte de las responsabilidades que el adquiere, las diversas tareas están distribuidas por áreas: Administrativa, productiva y mercadería. Teóricamente todos deben involucrarse, aunque un grupo reducido asume la carga de trabajo con mayor frecuencia, en función del grado de compromiso. Es el tiempo empleado y la asunción de responsabilidades la que otorga un determinado estatus. Una de las tareas principales es llevar al día las planillas (área administrativa). Son un listado de todos los militantes que tienen un “plan social” y de aquellos que están en lista de espera, donde también consta su contribución mensual14 a la organización. Adquieren mucha importancia ya que son 12 La presencia de los “comedores” esta muy extendido en las clases populares en Argentina, como medio para paliar las necesidades básicas de la población. Es una herramienta asistencial utilizada por la inmensa mayoría de organizaciones sociales, si bien las actividades y la lógica de actuación varia ostensiblemente. 13 Los militantes se denominan entre ellos “compañeros”, para diferenciarse del resto de vecinos que no son parte de la organización. 14 Todos los militantes deben contribuir con tres pesos al mes, siendo expresión del compromiso con el MTD mas que un instrumento de financiación. 21 los mecanismos que las instituciones establecen para llevar el control de los “planes”. Si alguien tiene problemas para recibirlo, los responsables del área administrativa acuden a la municipalidad o directamente al gobierno nacional –dependiendo del tipo de plan- para resolver los problemas. Es además un componente simbólico, un referente de la lucha por el mantenimiento de los subsidios y un elemento de diferenciación con la gestión que ejecuta la municipalidad. En el movimiento, si a vos se te cayó el plan, nosotros vamos a pelear para que se te levante al mes siguiente. En el municipio, si se le cayó el plan…arréglatelas 15 Los responsables de áreas se reúnen semanalmente para coordinar y discutir sobre los eventuales problemas o aspectos concernientes a cada área, llevados posteriormente a la asamblea, que es el único órgano competente para tomar decisiones. La deliberación y debate de los temas que afectan en tanto colectivo es uno de los principios del MTD, por lo que tiende a respetarse. La asamblea es el ombligo del MTD. No hay decisión que no pase por la asamblea en el cual uno pueda llegar a ser o a decidir algo16 La coordinación entre los MTD de barrio se realiza mediante reuniones inter-barriales, a las que asisten los/as responsables de área de cada barrio. Se discute sobre lo relativo a la gestión diaria, y es el espacio donde se decide la participación o posicionamiento del MTD en manifestaciones u otras actividades. Posteriormente, la asamblea de cada barrio “notifica” los acuerdos o discute, en el caso de que existan disensos. La toma de decisiones sobre los aspectos “políticos” (alianzas, asistencia a manifestaciones etc.), refleja una cierta distancia entre los referentes del movimiento y la militancia de base. Por lo general, los primeros tienen un mayor conocimiento sobre la coyuntura política, por lo que los alineamientos políticos son una expresión de sus inquietudes y de las discusiones en las asambleas del FPDS, mas que el producto de un interés colectivo en los MTD de barrio. 4.4.3 Talleres de capacitación y micro-emprendimientos autogestionados Uno de los aspectos que ha conferido singularidad a los movimientos de trabajadores desocupados autónomos, y en concreto al MTD de Lanús, ha sido la creación de talleres para la capacitación de sus militantes y el intento por articular prácticas de autogestión. Los talleres han abordado diversas temáticas; mejora de las habilidades sociales, aprendizaje de oficios, concienciación de género y formación socio-cultural para jóvenes. Desde la ampliación del MTD a otros barrios, tras la experiencia de la Fe, se realizaron talleres de capacitación, destinados a mejorar las habilidades de comprensión y expresión de aquellos militantes que, por su carencia educativa, tenían ciertas limitaciones. Su objetivo era poder dotar de herramientas para una participación mas activa en la toma de decisiones, y desde un punto de vista general, se apostaba por una dinámica donde todos/as se sintiesen parte de un proceso colectivo. Asimismo, ayudaron para la gestión diaria de los MTD de barrio, lo que ha permitido la centralidad de los militantes de base en la competencia sobre los asuntos cotidianos. 15 Viviana, Lanús, Gran Buenos Aires, 17-12-2008. 16 Walter, Lanús, Gran Buenos Aires, 18-12-2008. 22 Nos han enseñado a expresarnos, por ahí yo era mas cerrado, no hablaba con nadie, por ahí sentía algo y no lo decía, no lo expresaba porque no tenia esa aptitud de expresión. Después de haber tomado un par de talleres…te enseña a expresar un poco más, a largar un poco más lo que sentís17 También se han impartido talleres de oficio, con el objeto de capacitar a la militancia para el desarrollo de micro-emprendimientos y cursos de formación para jóvenes. Desde la conformación del “espacio de mujeres”18 en el FPDS, el tema de género ha sido abordado con mayor intensidad. “Fue gracias a las inquietudes y a las mujeres que empezaron con el espacio de mujeres”19. De hecho, a través de la presión de las mujeres militantes, el FPDS se ha declarado antipatriarcal. El interés específico del colectivo feminista, impulsó el desarrollo de talleres de género en aquellos barrios donde la organización trabaja a nivel territorial. En el MTD de Lanús, los talleres comenzaron a realizarse por la pertenencia de determinadas militantes “simbólicas” en el espacio de mujeres y a partir de la red de contactos que se va tejiendo con otras asociaciones feministas dentro de dicho espacio. Las coordinadoras de los talleres no militan en el FPDS, sino en organizaciones feministas que colaboran con el espacio de mujeres del FPDS. Como comenta una de ellas: Participamos de un grupo que se llama “De Boca en Boca Acciones Feministas”, y la primer llegada que tuvimos de trabajo con el frente (FPDS) tuvo que ver con encontrarnos con las compañeras del espacio de mujeres20 Al principio los talleres se realizaban rotativamente en los cuatro barrios, para involucrar al mayor número de mujeres posibles, pero desde el año pasado solo se imparten en el MTD de “La Torre” y pueden acudir también hombres. Con respecto a los micro-emprendimientos, el primer grupo productivo fue la bloquera, que se encargaba de hacer bloques de cemento para la construcción de la “guardería” y de las nuevas casas de los vecinos. Estos tipos de emprendimientos se han generalizado como una seña de identidad del MTD. Desde la ocupación inicial de la “guardería”, en La Fe, el MTD de Lanús se consolidó como un actor relevante, y fue extendiéndose a otros barrios de la zona, como Gonnet, Villa Urquiza y La Torre. La aparición de nuevos MTD de barrio y el consecuente aumento de la afiliación militante facilitó la proyección de nuevos emprendimientos, como herrerías y carpinterías. Con la toma de terrenos para la construcción de sedes –anteriormente se reunían en casas privadas-, se mejoraron las condiciones para su ejecución. Uno de los emprendimientos más exitosos es la panadería, localizada en el centro de “Semillita”21, en el barrio de Urquiza. Ofrece trabajo a tiempo completo a cuatro militantes y ha 17 Juan, Lanús, Gran Buenos Aires, 15-12-2008. 18 El “espacio de mujeres” pertenece al FPDS, pero no se integra orgánicamente a ninguna de sus áreas. Tienen plena libertad para tomar posicionamientos con colectivos de fuera, sin que tengan que ser acordados en las asambleas. Es esta libertad la que ha permitido desarrollar proyectos que involucran a organizaciones del FPDS con una red de grupos heterogéneos. 19 Coordinadoras del taller de género, Buenos Aires, Capital, 9-12-2008. 20 Ibid. 21 Se llama así por la cancha de futbol colindante. 23 logrado una estimable consideración de los vecinos, aumentando progresivamente la producción de pan y demás artículos. Otro emprendimiento que también ha garantizado puestos de trabajo estable es el centro de costura, en el bario de La Fe, aunque en la actualidad se encuentra inactiva. En líneas generales, si bien no todos los proyectos han sido igualmente eficaces, han dado lugar a nuevas experiencias. Las herrerías y carpinterías son utilizadas por militantes para el acondicionamiento de útiles propios, así como para la producción de utensilios que luego se ofrecen al vecindario por un precio menor al de mercado, al igual que las ferias populares (surgidas por los efectos de la inflación que el país esta sufriendo en los últimos años), donde se venden alimentos mas baratos, a precio de costo. La ocupación del predio “Roca Negra”, situada en las inmediaciones de Monte Chingolo, ha redimensionado la lógica de los micro-emprendimientos. Es un amplio espacio de fábricas abandonadas, producto de la intensa desindustrialización de la zona sur. Actualmente se encuentra la “Bloquera”, una de las herrerías, la editorial y el bachillerato popular. Este ultimo se asienta sobre una de las construcciones abandonas, siendo rehabilitada por los militantes para uso escolar y asambleario. Las actividades que se desarrollan tienen un fuerte componente cultural y educativo, configurándose como uno de los pilares del movimiento. El bachillerato comenzó en el curso escolar 2007-2008 y es uno de los proyectos con más recorrido del FPDS, basado en un modelo pedagógico que se nutre de las experiencias de la educación popular. Por encima del aprendizaje de conocimientos concretos, prima la adquisición de valores democráticos, mediante la participación y el debate. Apuesta por “la construcción de sujetos políticos y, como tales, promotores de un proyecto emancipatorio y liberador”22. El bachillerato lo integran profesores y alumnos que militan o simpatizan con el MTD de Lanús y el FPDS. Es una de sus propuestas mas inclusivas, y ya desde su inicio se propusieron atraer a vecinos desvinculados con la organización. Por el momento, la mitad de los alumnos provienen de los MTD de barrio, militantes con estudios incompletos que quedaron excluidos del sistema educativo, mientras que el resto son vecinos de la zona. Actualmente reclaman el reconocimiento por parte del estado, para que los títulos tengan validez administrativa, y los estudios que allí se realicen puedan abrir nuevas oportunidades para los alumnos. 22 Revista del Frente Popular Darío Santillán, Cambio Social (número 2, Octubre de 2008). 24 5. Análisis 5.1 Introducción En esta sección se pretende profundizar y ejemplificar, sobre la experiencia del MTD de Lanús y las practicas colectivas que ha desarrollado, el proceso de empoderamiento individual y colectivo, así como las realidades estructurales y los formatos organizativos que limitan este proceso Para ello se proponen tres indicadores de empoderamiento: 1) Género, dada la prominencia de mujeres en el movimiento y su importante rol en las actividades colectivas, 2) Procesos productivos y formativos y, 3) formulas organizativas y redes de socialización. 5.2 Género 5.2.1 Redes de Asistencia y colaboración La existencia, desarrollo y consolidación de redes de asistencia y colaboración está en la base del proceso de empoderamiento de las mujeres del Movimiento de Trabajadores Desocupados de Lanús. Un análisis en profundidad de los efectos de la implantación de estas redes requiere examinar las características estructurales que definen la vida de las mujeres en contextos de pobreza, y mas concretamente en el barrio de Monte Chingolo, ámbito de actuación del MTD de Lanús. La desigualdad y la pobreza son factores que tradicionalmente se han relacionado con procesos de exclusión social. En el caso de las mujeres, este proceso es doble; son victimas de la exclusión, pero también de su condición de mujeres. A nivel general, y en concreto en el caso que nos ocupa, esta dualidad tiende a retroalimentarse. Los avances que se han producido en Argentina sobre la ampliación de derechos e igualdad entre hombres y mujeres, no se observan con la misma intensidad en los sectores populares. Aquí, las mujeres siguen invisibilizadas en el espacio privado, con tasas de violencia familiar elevadas. Uno de los condicionantes de este proceso es la inexistencia de políticas de género en las administraciones locales, lo que aumenta la soledad de estas mujeres. Si bien la violencia de género no entiende de clases sociales, las mujeres de sectores populares lo viven con mayor intensidad, por la falta de recursos y la carencia de redes de asistencia, tanto privadas como institucionales. La presencia del MTD de Lanús ha contribuido, en un primer momento, a limitar la desprotección a través de contactos informales, y posteriormente ha promovido el empoderamiento de las mujeres militantes mediante estrategias de acción mas formalizadas. En el capítulo anterior veíamos la importancia de los actores externos, grupos militantes de izquierda –denominados en este trabajo como “militancia simbólica”-, en el origen del movimiento. Algunos de ellos son mujeres con una fuerte consciencia de género que desde un primer momento se propusieron trabajar las profundas desigualdades y procesos de violencia que sufrían las mujeres de los barrios. Las primeras son mujeres con un mayor nivel educativo y con capacidad para la movilización de recursos a través de sus contactos personales, en muchos casos forjados en los actividades de militancia, de las que carecen las mujeres de los barrios. A 25 su vez, también disponen de mayor grado de información sobre los escasos recursos estatales y municipales puestos a disposición de las mujeres, y los pasos a seguir ante un problema de violencia familiar. Las redes de contacto tuvieron una gran importancia para paliar la situación de desprotección que venían padeciendo las mujeres de los barrios. A continuación, vemos el ejemplo de una mujer, militante de base del movimiento, que pudo acceder a servicios jurídicos y talleres de género para mujeres víctimas de la violencia machista gracias a las redes de contacto y el grado de información con las que contaban las “militantes simbólicas”. Venía de una familia con violencia familiar. Gracias a las compañeras del movimiento fue que yo puede salir, gracias a… Adriana, Florencia…pude salir de todo esto…En el club Lanús había unas abogadas que conocen, entonces fui allá y me mandaron al juzgado de Lanús. Allí hice una denuncia, y allí empecé. Por medio de ellas fui a un taller… todas de mujeres con violencia familiar, que me hicieron ver las cosas como son. Yo con el tema ese… no porque es el padre de mis hijos, no que como le voy a denunciar. Yo me iba una vez a la semana. En mi casa jamás lo supieron, lo supo mi marido cuando le llego la citación todo lo que yo estaba haciendo. Allí fue, en esas reuniones cuando me dijeron que no solamente por mis hijos lo tenía que hacer, sino por mí. Que soy una persona y valgo como persona, pero que el límite lo tenía que poner yo, y fue así.23 La inclusión de esta militante del MTD de Lanús en redes de asistencia para mujeres ha posibilitado un trasvase de información para el resto de compañeras de la organización, algunas de las cuales también padecen el problema de la violencia familiar. A ello se suma el valor de la información que se transmite, ya que proviene de alguien que comparte los mismos códigos conductuales que el resto de mujeres y que habita en el mismo contexto estructural que ellas. Esas son las palabras que yo no me olvido, que yo trato de hablar siempre con las compañeras que andan con esos problemas. Que el problema en una violencia familiar la que tiene que poner el límite es la mujer. Porque si la mujer no lo pone no puede venir a ponerlo el vecino, la madre, el padre, el hermano. No, es la mujer, y esas palabras fueron las que me hicieron hacer… y ahora con todo ese tema gracias a dios en mi casa están mejor las cosas y pude salir. Y eso me sirve como para darles a las otras mujeres el tema de que se puede salir de eso. Yo se que hay miedo, porque es lo principal que hay en toda pareja, el miedo, pero que el miedo se vence y se sale.24 El trasvase de información entre las mujeres se ha visto favorecido por el desarrollo del taller de género del MTD de Lanús, un proyecto impulsado con la colaboración del espacio de mujeres del Frente Popular Darío Santillán (FPDS). La creación del taller representa un segundo paso en la consolidación de las redes de asistencia y colaboración, con un diseño de estrategias de acción formalizadas. Dentro del FPDS, hace algunos años surgió el espacio de mujeres, una iniciativa de las militantes de la organización con un interés especifico por las cuestiones de género. El espacio se compone por una diversidad de organizaciones feministas así como por mujeres que no participan en un grupo organizado, y cuentan con un elevado grado de autonomía con respecto al FPDS. La pertenencia al espacio de mujeres no implica la necesidad de vinculación directa 23 Viviana, Lanús, Gran Buenos Aires, 17-12-08. 24 Ibid. 26 con el FPDS, pudiendo articular estrategias que no tienen que pasar por el filtro de las asambleas del FPDS. Esta característica ha incentivado su heterogeneidad y le ha permitido ampliar la red de mujeres implicadas en sus propósitos. Varias de estas mujeres, en colaboración con las “militantes simbólicas” –quienes también pertenecen al espacio de mujeres- han impulsado y son coordinadoras del taller de género del MTD de Lanús. Es importante subrayar que la creación del taller de género forma parte de estrategias concertadas en el espacio de mujeres con el objeto de visibilizar a las mujeres y romper con las inercias masculinas. Este trabajo tiene una doble dirección; a) hacia fuera, con el objetivo de transformar las relaciones sociales, caracterizadas por la desigualdad entre hombres y mujeres, y b) en el interior del movimiento, ya que pese a la aparente contradicción, el imaginario masculino sigue vigente también en las organizaciones de izquierdas. En el marco de estas estrategias, se ha discutido la presencia de la mujer en los espacios participativos, dadas las dificultades que tienen para alzar la voz y transmitir sus percepciones y cosmovisiones en forma de discurso. Con respecto a otras actividades, también se han llevado a cabo los campamentos anuales de género y la participación en los encuentros nacionales de mujeres, que se vienen celebrando desde hace 23 años en Argentina. El debate de género dentro del espacio de mujeres del FPDS, si bien pareciera que sobrepasa los límites del MTD de Lanús, y por tanto se desvía del análisis sobre el empoderamiento específico de las mujeres en este movimiento, tiene una fuerte correlación, y pone de manifiesto la importancia de la vertebración de redes sociales. En primer lugar, es difícil establecer una línea divisoria entre las diferentes organizaciones. El MTD de Lanús se integra en el FPDS, en la que coexisten otros MTD y organizaciones. A su vez, dentro del FPDS se ha constituido el espacio de mujeres, en la que también existen organizaciones feministas al margen del FPDS. En segundo lugar, los actores son los mismos. Así, las “militantes simbólicas” del MTD de Lanús son actores destacados del espacio de mujeres, y gracias a los contactos establecidos, hay otras mujeres que actualmente son las coordinadoras del taller de género. Esto pone de manifiesto como los debates en el ámbito del espacio de mujeres fluyen hacia el MTD de Lanús, demostrando la fuerte correlación existente. 5.2.2 Espacios colectivos de protagonismo femenino Las estrategias en red, analizadas en la sección anterior, han permitido desarrollar acciones y actividades formalizadas, relevantes en el proceso de empoderamiento de las militantes del MTD de Lanús. Las mas destacadas para el análisis son el taller de genero, que se lleva a cabo en el MTD de barrio “La Torre”, y los campamentos de genero, organizados por el espacio de mujeres, y al que, entre otras mujeres, también asisten las militantes del MTD de Lanús. El taller de género de “La Torre” se ha constituido como un espacio colectivo, en el cual las mujeres son las principales protagonistas. Ellas deciden los horarios, la periodicidad, y la dinámica que se va a seguir, junto con las coordinadoras. En si mismo, esta capacidad de decisión ya significa un primer paso, que ha tenido no pocas dificultades. Las mujeres que asisten al taller han estado durante mucho tiempo de su vida acostumbradas a adaptarse a las necesidades de quienes les rodean, sin posibilidad de tener tiempo para ellas mismas. La educación, las estructuras sociales y los valores tradicionales imperantes han impedido siquiera que incorporen como propio sus necesidades, aspiraciones y metas personales. Todo ello conforma un proceso de invisibilización de la mujer como sujeto social. Así que estas primeras decisiones, aunque puedan parecer insignificantes, constituyen un primer paso para retomar el 27 control sobre sus vidas, reservar tiempo empleado en las actividades que ellas deciden, y lo que es mas importante, poder llevarlo a cabo de manera sostenida, superando los imprevistos que como madres o cuidadoras puedan tener en el camino. La asistencia sistemática a los talleres es una de las fortalezas, ya que ha permitido sostenerlo en el tiempo y continuar una línea de trabajo. En ello, según destacan las coordinadoras, ha tenido mucha importancia el cambio que se produjo en la metodología de trabajo, en el año 2007. Anteriormente, los talleres de género se realizaban una vez a la semana, rotativamente entre los cuatro MTD de barrio, por lo que no se podía establecer una línea de continuidad, y con el tiempo, propiciaba que las mujeres dejasen de asistir periódicamente. Ahora se realiza únicamente en el barrio de “La Torre”. El cambio ha conllevado aspectos negativos, ya que son menos las mujeres que ahora asisten al taller, pero también ha permitido, como vemos, una continuidad en su desarrollo. Esto último se relaciona con la asunción de responsabilidades de las mujeres que asisten al taller. El hecho de que haya continuado en el tiempo, ha permitido, y a la vez es el resultado, del compromiso de las mujeres. El taller de género es una herramienta para dar voz a las mujeres que provoca considerables efectos en términos de confianza. La situación de opresión sistemática limita la autopercepción de las mujeres, y las inhabilita para expresarse. La complicidad que se crea en espacios donde se sienten protagonistas tiene un efecto doble y simultáneo; incrementan los niveles de confianza personal al tiempo que desarrollan habilidades dialécticas. La complicidad, también esta en la base del trasvase de información. Como veíamos anteriormente, en el relato de la mujer que fue víctima de la violencia de género, su principal interés es trasladar al resto de “compañeras” el aprendizaje que tuvo a través de su experiencia. Como comentábamos anteriormente, el primer paso en el proceso de empoderamiento ha sido recuperar el control de sus vidas, y tener la capacidad para imponer sus criterios en aquello que les afecta como personas o sobre lo que tienen un especial interés. Como comenta la mujer que sufrió violencia de género: “digo que voy a hacer esto y lo voy a hacer, él lo tiene que aceptar”25. En línea con lo expuesto, a medida que las mujeres tienen un mayor control sobre sus vidas, aumenta su interés para realizar actividades que les aporten sentimientos satisfactorios, nivel de autonomía; en definitiva, aquello que les permita progresar como personas. No es desdeñable observar el efecto que este proceso ha tenido en el MTD como conjunto, ya que un porcentaje estimable de mujeres hoy tienen responsabilidades en los microemprendimientos autogestionados. Según relatan las coordinadoras, la participación en los talleres de género ha tenido protagonismo en este proceso. Hay compañeras que han pasado por los talleres y que hoy están sosteniendo otros lugares… y eso es muy importante…o que han empezado a estudiar en el bachillerato… o en una escuela nocturna para adultos. Eso también son procesos que si ellas no hubieran pasado por todo esto, yo no se si se hubieran dado.26 Una de las potencialidades del taller es extender la mirada de género al resto de la organización; ser consciente de las desigualdades que se producen por razón de sexo, de los discursos sexistas que se han ido reproduciendo a lo largo del tiempo, y de las situaciones en las que “compañeras” son tratadas injustamente. Significa incorporar un componente subjetivo a los 25 Ibid. 26 Marina, Buenos Aires, Capital, 9-12-2008. 28 planteamientos políticos e ideológicos. Partir de que lo personal también es político. En palabras de una de las coordinadoras: Me acordé… de lo del compañero que dice… bueno todo muy lindo, todo muy lindo, pero cuando empezamos a hacer política. Bueno nosotras creemos que hacemos política desde el pensarnos con otras… diferentes actividades incluyendo las subjetividades… que no siempre dentro de la estructura mas clásica de la militancia política eran tenidas en cuenta27 Sin embargo, según comentan las coordinadoras, ese proceso todavía no se ha dado en el taller de La Torre, a diferencia de otros talleres de los que ellas también son responsables. Para ello, probablemente se requieren mayores niveles de confianza y complicidad entre las mujeres, así como un trabajo mas prolongado en el tiempo, siendo uno de los retos del taller a medio y largo plazo. En “Escalada” por ejemplo…es un grupo que se plantea como actuar frente a la organización. Es uno de los temas de debate dentro del grupo…que hacemos frente a esto que esta pasando en la organización general. Que eso todavía acá no se da. Ha tenido intervenciones directas [el taller de escalada] hacia adentro. Aparecer en una asamblea y decir: ¿Qué pasó con la compañera? ¿Qué pasa con esta asamblea que tal día le paso tal cosa?28 5.3 Procesos productivos y formativos El MTD de Lanús ha puesto en marcha una serie de proyectos autogestionados, desde su origen a finales de los años 90, como los talleres de carpintería y herrería, la fabrica de bloques de cemento, el centro de costura, la panadería, la serigrafía, la feria y el bachillerato popular. Dichos micro-emprendimientos y talleres responden a una lógica específica. Es el intento por implementar proyectos que permitan la autonomía de la organización. Su puesta en práctica se relaciona con un proceso de empoderamiento individual y colectivo, dotando de poder a la organización en si misma. 5.3.1 Movilización de recursos El desarrollo de estos proyectos ha conllevado una estimable movilización de recursos, que se caracteriza por un proceso de capacitación sistemático, la creación de infraestructuras y el despliegue de una red de capital humano, que como veremos, ha sido la base de los emprendimientos. El proceso de capacitación se centró en la realización de cursos de herrería y carpintería, localizados en los MTD de barrio. En un primer momento, los coordinadores fueron personas vinculadas con el origen de la organización y sus redes de contacto; todos ellos militantes de izquierda con una fuerte consciencia por el desarrollo de las clases populares. La continuidad en el tiempo y el grado de habilidades alcanzado ha retroalimentado procesos sucesivos de capacitación, ya que los que en un inicio eran los alumnos, hoy son los coordinadores. A su vez, también ha permitido la interlocución con las instituciones municipales y provinciales. Este es el caso de un programa de formación profesional para jóvenes realizado en el MTD de “La 27 Alejandra, Buenos Aires, Capital, 9-12-2008. 28 Marina, Buenos Aires, Capital, 9-12-2008. 29 Torre”. La provincia financiaba el proyecto con 150 pesos por estudiante, de los cuales una mitad iba destinada al MTD de Lanús y la otra al alumno, una suerte de prestación “motivacional” para garantizar su asistencia. El programa de formación pone de manifiesto las limitaciones de los proyectos de capacitación; la ausencia de compromiso en el día a día por parte de las administraciones, y las complejas realidades sociales de los suburbios de la periferia bonaerense. Son todos ellos fenómenos, que en cierta medida, se escapan de las posibilidades reales del MTD de Lanús. El proyecto se prolongó durante tres meses con modestos resultados, y finalmente se canceló por la falta de financiación de la provincia y por la profunda desconfianza entre padres, alumnos y el coordinador del curso. Según la opinión de este ultimo: Estuve capacitando a los chicos… de la Fe y Gonnet. Los quince chicos que estaban anotados a ese proyecto tenían que venir acá una vez o dos meses a la semana para que yo los capacite. Estuvieron un tiempo y después provincia dejo de pagar. Tuvimos reuniones con los padres de los chicos, y le explicamos la situación… que no era problema nuestro, que era problema de provincia… y era como que a ellos los estábamos cagando nosotros… De los pibes había tres que más o menos tenían bastantes ganas de aprender y salir adelante. Aprendieron a armar sillitas, mesas29 La creación de infraestructuras es otro de los elementos que determina la movilización de recursos que ha propiciado el MTD de Lanús. Este es un proceso histórico que se relaciona con la ocupación de solares o locales en desuso para dotar de un espacio físico a los MTD de barrio, los llamados “comedores”. Comúnmente, las ocupaciones han definido el interés por su vertiente subversiva y confrontativa con las instituciones públicas, así como por sus efectos en términos de cohesión grupal e inserción de las organizaciones en los barrios. Sin embargo, la existencia de tales locales tiene un potencial mayor, que sin negar lo anterior, puede complementarlo. Hablamos precisamente de la creación de talleres, ubicados por regla general dentro de los comedores. Aparte de servir como centros para la formación –como se ha analizado anteriormente-, son espacios donde se realizan actividades productivas. Si bien tienen un carácter limitado y primario, son alternativas para la “supervivencia” con un triple efecto: 1) En la militancia de base, 2) en los vecinos del barrio y 3) en la propia organización. Para los militantes de base, el trabajo que realizan en los talleres conlleva pequeños incentivos económicos –que se suma a la insignificante cuantía del plan social, cifrado en 150 pesos-, fruto de la venta de los muebles u otros productos a los vecinos. También pueden llevarse las herramientas de los talleres a sus propias casas para hacer pequeños trabajos domésticos. Para los vecinos representa una oportunidad de adquirir enseres a un precio modesto, que de otra manera, dado su bajo poder adquisitivo, seria impensable. Para la organización significa una fuente autónoma de financiación –no proviene de medios gubernamentales-, ya que los ingresos se reparten a partes iguales entre los trabajadores y el MTD. El beneficio es llevarse, arriba de los 150, es llevarse un poco mas de plata. Y si necesitan… arreglos en la casa, hay veces mismo les prestamos las máquinas para que se los lleven a hacer a sus casas, o traer sus muebles acá y soldarlos… y sin tener ningún tipo de problema ni plata que gastar, porque no es que se les cobra ni el insumo ni nada30 29 Juan, Lanús, Gran Buenos Aires, 15-12-2008. 30 Walter, Lanús, Gran Buenos Aires, 18-12-2008. 30 Es algo para ellos y para el comedor31 Desde otra perspectiva, los talleres han contribuido a poner en marcha o facilitar varios de los emprendimientos. Por un lado han propiciado el desarrollo de habilidades profesionales, básicos para poder gestionar los grupos productivos, y por el otro, el trabajo realizado ha servido para equipar los espacios físicos donde se llevan a cabo otros emprendimientos. Un ejemplo es el bachillerato popular, cuyo mobiliario procede del trabajo en los talleres. La última característica de la movilización de recursos es la vertebración de una red de capital humano. La pertenencia del MTD de Lanús al Frente Popular Darío Santillán (FPDS) ha posibilitado la formación de redes sociales organizadas, a partir de las cuales, los conocimientos específicos de los individuos que la constituyen, bien han sido la base, han impulsado, o han dado un valor añadido a las diferentes actividades del MTD de Lanús. La incidencia de este capital humano se observa en los primeros coordinadores de los talleres de capacitación, que como hemos visto fueron un primer paso para el desarrollo de los grupos productivos, o la red de profesores del bachillerato popular. La movilización de recursos es uno de los indicadores que determina el grado de empoderamiento de las organizaciones colectivas. La existencia del MTD ha permitido obtener y canalizar recursos –provenientes de otras organizaciones en red o de las instituciones públicas- que de otra manera no habrían llegado a los barrios. La movilización de los recursos hacia sectores olvidados y tradicionalmente excluidos puede ser interpretada como una distribución de poder. 5.3.2 Trabajo y empoderamiento Hasta el momento, hemos analizado en que modo los emprendimientos, y la movilización de recursos que han conllevado, describen el empoderamiento del MTD de Lanús como organización colectiva. En líneas sucesivas, el esfuerzo se concentrara en examinar el proceso de empoderamiento individual, a través de la participación en dichos proyectos, y cual es la valoración que se hace de ellos por parte de la militancia. La situación política, social y económica en Argentina esta marcada por las consecuencias del proceso de desindustrialización masivo y el brusco aumento del desempleo. Esta tendencia, si bien es una pauta general en todo el país, se ha vivido con mayor intensidad en determinadas regiones, y una de ellas es la zona sur del conurbano bonaerense. La inexistencia de políticas de reconversión industrial ha impedido el acceso a otras fuentes de empleo y ha limitado la inserción laboral de las generaciones futuras. Mas allá, la propia degradación de las condiciones de vida, ante la falta de empleo y recursos, ha incrementado los niveles de pobreza y exclusión social en barrios como Monte Chingolo, ya de por si con complejos problemas sociales. Todo ello incide en la pérdida de un horizonte a largo plazo, y en términos laborales, en la cronificación del desempleo y en la pérdida de la cultura del trabajo. Los micro-emprendimientos y talleres, así como los cursos de formación impulsados por el MTD de Lanús, surgen precisamente para romper esta lógica, generando recursos para la empleabilidad de sus militantes. Un primer paso fueron los cursos de formación, al ofrecer alternativas para la superación del “circulo vicioso”. 31 Viviana, Lanús, Gran Buenos Aires, 17-12-2008. 31 Después de la situación en la que venimos viviendo, la gente esta como… desmoralizada, ya no tiene incentivismo propio, como que perdió ya toda la noción de lo que es un trabajo. Entonces está buena la capacitación, de hacer entender que se puede si pones un poco de voluntad32 Una de las particularidades del modelo de organización productiva es su carácter autogestivo. Los grupos productivos, como comentan los militantes, “no tienen patrón”, organizándose en función de acuerdos colectivos entre todos los miembros. A través de dichas practicas adquieren consciencia del proceso productivo como un todo, que incluye desde la compra y selección de los materiales hasta la planificación de las entregas y la distribución de las ganancias. Mediante la implicación en estos proyectos, asumen responsabilidades tanto a nivel individual, cumpliendo con sus compromisos, como colectivo, siendo corresponsables del desarrollo de los emprendimientos. Es saber lo que haces y como lo haces. Eres más consciente a las cosas33 Ver los trabajos por hacer, los horarios por cumplir, como manejarnos con el tema de las ganancias34 El carácter autogestivo de los proyectos también incide en la motivación en torno a la realización del trabajo. Los emprendimientos tienen detrás una historia de lucha que comienza desde el origen de la organización. Desde sus inicios se plantea la necesidad de un trabajo alternativo, dada la imposibilidad de acceder a otras fuentes de empleo. Sin embargo, este ha sido un proceso complejo y lleno de dificultades. Cada proyecto puesto en marcha ha requerido de constantes gestiones y medidas de presión con el gobierno nacional, provincial y municipal en busca de recursos y financiación para el equipamiento necesario. Los militantes, fundamentalmente aquellos que permanecen en la organización desde el principio, conceptualizan los emprendimientos como parte de ese proceso de lucha expresado en discursos afectivos en torno a los proyectos. Lo ves de otra forma. Por ejemplo el coso [el trabajo] lo haces con mas ganas porque es algo que vos lo ganaste… nosotros acá, con todas las herramientas de herrería, de carpintería… Es algo que te da gusto hacer… con ganas, porque son cosas que lo ganaste35 El sentimiento de utilidad es otro de los efectos de la participación en los emprendimientos. La pertenencia a los diversos grupos productivos abre el abanico de los espacios colectivos en los que los militantes se ven como actores relevantes. Reconocen que la marcha de los proyectos en cierta forma depende de sus acciones e iniciativas, incorporando sentimientos de control y aumentando los niveles de autoestima y confianza. Es interesante observar el alcance de los emprendimientos en el barrio. Anteriormente, hemos examinado los trabajos productivos en los talleres –ubicados por regla general en los comedores de los MTD de barrio-, destacando los efectos en los militantes, en la propia organización y en los vecinos. Otro de los emprendimientos del MTD cuyos efectos derivan en el desarrollo 32 Juan, Lanús, Gran Buenos Aires, 15-12-2008. 33 Viviana, Lanús, Gran Buenos Aires, 17-12-2008. 34 Walter, Lanús, Gran Buenos Aires, 18-12-2008. 35 Viviana, Lanús, Gran Buenos Aires, 17-12-2008. 32 comunitario es la feria popular. Es un proyecto de reciente creación ante el fuerte aumento de la inflación, con especial incidencia en los productos de consumo básico. De forma rotativa en los cuatro barrios -en los cuales tiene presencia el MTD- se vende productos alimenticios de primera necesidad a un precio menor al de mercado, ya que se compra directamente a mayoristas. Vecinos vinieron a preguntar cuando se hace la próxima [la feria]. Es mucha diferencia la que hay… a lo que es el mercado, la verdulería del barrio, es mucha diferencia de precio36 Ambos proyectos, los talleres y la feria comunitaria, inciden en el reforzamiento de las relaciones sociales, promoviendo la confianza y la convivencia en los barrios. 5.3.3 Limitaciones: Claves para la inserción La lógica inicial de estos proyectos era proporcionar un puesto de trabajo a toda la militancia, en un contexto de generalización del desempleo y ante la escasez de planes sociales. Detrás de este razonamiento objetivo, subyacen planteamientos ideológicos, en la línea de garantizar la autonomía de la organización, limitando la dependencia con respecto al estado, y posibilitar nuevos modelos de organización productiva que sustituyan la lógica del mercado. Son los planteamientos políticos -autonomía, rechazo del sistema político y lucha por el cambio socialla base conceptual para el desarrollo de los emprendimientos. Si bien algunas actividades se dan en otro tipo de organizaciones, son los principios de participación, horizontalidad, y el papel que se da a las clases populares como sujetos protagonistas del cambio social, lo que aporta especificidad a estas experiencias. No son solo las actividades en si mismas, sino la lógica política que les da contenido, la base para explicar el porque de su potencial como marco para el proceso de empoderamiento. Con respecto a los objetivos de partida, los emprendimientos han tenido limitaciones evidentes. Una es el grado de empleabilidad alcanzado, que salvo en alguno de los proyectos como la panadería, con cuatro personas trabajando a tiempo completo, es reducido. Otro de los aspectos a debate es en que medida los emprendimientos han ayudado a fomentar la cultura del trabajo. Para ello, resulta imprescindible recordar la realidad socio-estructural de los barrios donde viven los militantes que ahora sostienen estos emprendimientos, para valorar los efectos que ha tenido su participación. Muchos de ellos son desocupados de larga duración que han perdido la noción de lo que significa el trabajo y otros –un elevado porcentaje de mujeresnunca han llegado a tener responsabilidades laborales. El desarrollo de los emprendimientos productivos hay que situarlo, por tanto, dentro de un proceso de participación y asunción de responsabilidades que pretende romper dinámicas fuertemente establecidas Sin embargo, la ruptura de estos procesos crónicos necesita estrategias de inclusión sociolaboral planificadas. Un primer paso para la empleabilidad es la existencia de espacios autogestionados, pero solo por ellos mismos, sin procesos continuados de inserción social, no es posible revertir la situación actual, dominada por la inexistencia de una cultura del trabajo generalizada. 36 Ibid. 33 5.4 Fórmulas organizativas y redes de socialización El MTD de Lanús responde a la línea organizativa que ha caracterizado a los movimientos de trabajadores desocupados autónomos, expresado por modelos de participación y discusión horizontales. Así, uno de los órganos a los que han otorgado mayor importancia es a la asamblea; espacios de debate y discusión sobre las estrategias políticas y la gestión cotidiana de la organización. Sin embargo, la participación y la horizontalidad constituyen los principios básicos de todas las actuaciones que lleva a cabo el MTD. Desde los talleres y emprendimientos autogestionados hasta la lógica organizativa de los comedores incluyen los principios aludidos. En cierta forma, la existencia de las actividades y de los espacios colectivos –como los comedores- se justifica en estos horizontes ideológicos. Un aspecto clave a tener en cuenta, en el propósito de examinar el proceso de empoderamiento, es la interacción que se produce en los espacios colectivos con los que se ha dotado el MTD de Lanús, y en que medida, la participación en ellos activa nuevos procesos de socialización y fomenta la deconstrucción de lógicas individualistas fuertemente asentadas. Para ello, justificamos las prácticas organizativas como un elemento de análisis para narrar este proceso. Una de las exigencias para la obtención de los planes sociales es la condición de desempleado. Solo aquellos que no tienen trabajo pueden obtener los 150 pesos que significa el plan social. Con anterioridad al 2001, estos 150 pesos eran una renta escasa pero contribuía de forma relativamente efectiva para garantizar el acceso a los consumo básico familiar. La crisis de 2001, y la devaluación del peso, van a convertir a este subsidio en una ayuda insignificante, que en ningún modo permite acceder a los recursos básicos. Sin embargo, y pese a la necesidad de obtener recursos extras, las limitaciones al trabajo siguen presentes. Este marco legislativo de los subsidios, junto con los problemas estructurales de la economía sumergida, explican la lógica de las “changas”; trabajos informales –economía sumergida- de corta duración que permite un ingreso extra en la unidad familiar. Todos los MTD de barrio, a excepción de “La Fe”, decidieron la aportación de 20 pesos de “las changas” a los comedores. Con ello pretendían: a) Involucrar a los militantes en las actividades y fomentar una participación activa en términos generales, y b) modo alternativo y autónomo de financiación para el comedor. En un principio, muchos de los militantes decían trabajar en “changas” para evitar participar en actividades del MTD. Esto responde a las lógicas individualistas, que como hemos apuntado, están fuertemente asentadas. Con el compromiso de contribuir con 20 pesos, en el caso de trabajar, se evitaron las “changas falsas”. La contribuciones económicas han impulsado observables efectos en términos de corresponsabilidad con la marcha de la organización y capacidades para valorar el esfuerzo de “los compañeros”. Un ejemplo para catalizar estos efectos fue la posibilidad, mediante las contribuciones económicas, de garantizar la continuidad de la distribución de comida en el comedor pese a que durante tres meses no recibieron ningún tipo de ayuda37 de las instituciones, debido a diversos problemas administrativos. En aquel momento se puso de relieve como las aportaciones individuales, a través de estrategias cooperativas, tienen efectos beneficiosos para 37 Todos los comedores reciben, de parte del gobierno nacional y provincial, productos alimenticios para la elaboración de las comidas que diariamente se realizan en los comedores y se distribuyen a los vecinos. 34 el colectivo en su conjunto. Esta práctica organizativa también da cuenta de un proceso de socialización colectiva que ha ido limitando las tendencias individualistas. Es interesante observar como, mediante la participación en los espacios colectivos que ha desarrollado el MTD de Lanús se reproducen las practicas organizativas y la asunción de roles cooperativos. Según comenta una de las coordinadotas del taller de género: “Quien pasa por una experiencia de organización tiende a replicarla”38. Una muestra son las actitudes y comportamientos de los jóvenes, pertenecientes a la organización o con relación de parentesco con otros militantes. Los pibes también ayudan, sirven la copa de leche, limpian, atienden a los chicos. Es como dijo una mama: en mi casa eso jamás lo va a hacer. Ven que es como una responsabilidad. Saben que hay que cumplir como una responsabilidad39 38 Marina, Buenos Aires, Capital, 9-12-2008. 39 Viviana, Lanús, Gran Buenos Aires, 17-12-08. 35 6. Conclusiones El Movimiento de Trabajadores Desocupados de Lanús se caracteriza por su rechazo a los partidos políticos, incluyendo aquellos representativos de la izquierda tradicional, así como a las prácticas clientelares profundamente enraizadas en el conurbano bonaerense. Sostienen la necesidad de un cambio social, construido sobre valores alternativos al sistema actual, en el que las clases populares son los sectores protagonistas del cambio. Las prácticas autogestivas, y su concreción en los talleres y micro-emprendimientos, son la expresión de su horizonte ideológico. Dichas practicas son relevantes por las actividades desplegadas, ya que responden a las necesidades de los habitantes de los barrios, pero también por sus formulas organizativas, centradas en modelos de participación inclusivos y estrategias de discusión horizontales. En gran medida, los principios que sustentan los proyectos autogestionados forman parte de la base del proceso de empoderamiento. A lo largo de este trabajo se han examinado las correlaciones entre la participación en espacios colectivos, en el marco de la experiencia organizativa del MTD de Lanús, y los procesos de empoderamiento individuales y colectivos. Desde el punto de vista colectivo, la existencia de la organización ha impulsado la movilización de recursos, tanto desde las instituciones públicas como los generados en colaboración con sus redes de apoyo, que significa una distribución de poder en los barrios donde actúa. En el plano individual, el proceso se explica desde las variadas actuaciones puestas en marcha: el desarrollo y cooperación entre una red múltiple de organizaciones, de la cual el Frente Popular Darío Santillán (FPDS) es su síntesis, por la práctica de talleres y micro-emprendimientos autogestionados, los modelos inclusivos de participación, etc. El trabajo liderado por el espacio de mujeres del FPDS se ha concretado en el taller de género del MTD de “La torre”, activando un proceso de confianza, autoestima, autonomía y percepción de control. Asimismo, el taller es una potencial herramienta para la consciencia y expresión de subjetividades femeninas en la participación social y política. Con respecto a los talleres y emprendimientos, se ha demostrado en que medida son un interesante recurso para elevar el sentimiento de utilidad de los militantes que participan en ellos. En otro plano, han posibilitado procesos productivos y estrategias de “supervivencia”, ejemplificadas por la obtención de modestos recursos económicos que complementan los 150 pesos del plan social. Por último, estos proyectos destacan por sus efectos a nivel comunitario, posibilitando mayores niveles de interacción con el resto de vecinos. La conveniente mirada crítica sobre la realidad social requiere subrayar las limitaciones de los emprendimientos autogestionados. Las condiciones socio-estructurales y los procesos de cronificación son limitaciones objetivas para la empleabilidad y la adquisición de cultura del trabajo por parte de la militancia de MTD de Lanús. Ahora bien, la re-construcción y rehabilitación personal, el cambio de cultura laboral, la adquisición de nuevas conductas y estrategias personales para la participación social, política, laboral, requieren que el enfoque de las actuaciones se estructure desde tres perspectivas: la personal, social y laboral. Se trata de 36 procurar la inclusión personal en paralelo a la inserción laboral. Para que las personas excluidas sean eficientes en su desempeño laboral, los micro-emprendimientos autogestionados han de formar parte de un modelo planificado, que contemple el desarrollo integral de capacidades, destrezas y competencias, tanto técnico-profesionales como sociales y personales. Mas allá de una reflexión critica sobre las limitaciones, los micro-emprendimientos, talleres y formulas organizativas han tenido un fuerte impacto. En líneas generales, la participación en el MTD de Lanús ha fomentado las relaciones sociales y vínculos comunitarios. La militancia tiene más herramientas para hacer oír su propia voz, sus demandas y propuestas, y cuentan con mayores recursos para el conocimiento de sus derechos como ciudadanos. Un proceso caracterizado por la dotación de poder de sujetos tradicionalmente excluidos de toda participación social y política. 37 7. 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Encargada de la gestión de planes sociales. 19-11-2008, Buenos Aires. • Marina, Romina y Alejandra, responsables del taller de género del MTD de Lanús y “simpatizantes” del FPDS. 9-12-2008, Buenos Aires. • Juan, militante del MTD de Lanús y encargado del barrio de La Torre. 15-12-2008, Lanús, Gran Buenos Aires. • Viviana, militante del MTD de Lanús y responsable de administración del barrio de La Torre. 17-12-2008, Lanús, Gran Buenos Aires. • Walter, militante del MTD de Lanús. 18-12-2008, Lanús, Gran Buenos Aires. • Florencia, “militante simbólica” del MTD de Lanús. 26-12-2008, Lanús, Gran Buenos Aires. • Mariano, “militante simbólico” y profesor del Bachillerato Popular. 9-1-2009, Buenos Aires. 41 Stockholms universitet 106 91 Stockholm Telefon: 08–16 20 00 www.su.se