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PALABRAS SOBRE SABORIT
Es para mí un honor y un orgullo intervenir como portavoz de los
concejales socialistas del Ayuntamiento de Madrid en este acto de homenaje y
recuerdo a Andrés Saborit.
Y deseo, en primer lugar, dejar bien claros los agradecimientos. Mi
primer agradecimiento es al equipo de gobierno de la ciudad, a su anterior
Alcalde y a su actual Alcaldesa, por la celeridad con que se ha llevado a cabo
la materialización del acuerdo plenario del 27 de abril de 2.011. Menos de un
año después de aquel día la voluntad del Pleno es hoy una incontrovertible
realidad.
Gracias, también, a la familia de Andrés Saborit y muy especialmente a
su nieto, Rafael Saborit, cuya elegante constancia nos ha servido a todos, de
acicate.
Gracias a los tres Grupo Políticos –PP, PSOE e IU (y estoy seguro que
UPyD lo hubiera hecho también)-, que votaron hace un año, unánimemente, el
acuerdo.
Y gracias, por último, a David Lucas, anterior portavoz de los concejales
socialistas, que propuso al Pleno la medida y que tuvo un papel decididamente
proactivo para que este recordatorio permanente de la figura de Andrés Saborit
fuera posible. Porque este homenaje definitivo a Andrés Saborit significa
trasladar a la ciudadanía que el Ayuntamiento de Madrid y sus concejales nos
reconocemos herederos suyos y, como dijo Manuel Cobo en el Pleno del 27 de
abril del pasado año todos nos obligamos “a seguir el ejemplo del Primer
Teniente de Alcalde Saborit”.
Tal día como hoy, hace ahora 80 años, Andrés Saborit ejercía como
infatigable Primer Teniente de Alcalde del Ayuntamiento de la ciudad.
La comparación entre aquel Madrid de ochenta años atrás y este de hoy
arroja similitudes y diferencias que trazan un perfil apasionante. Las diferencias
son, obviamente, notables. Alcanzaba aquel Madrid de 1.932 la cifra del millón
de habitantes (952.832, para ser exactos, en el censo de 1.930, de los cuales –
el dato es bien expresivo del aluvión migratorio-, sólo el 37% había nacido en la
capital. La ciudad había casi duplicado su población en los 30 primeros años
del siglo desde los 539.835 censados en 1.900
Aquel Madrid de los años 30, que deseaba dibujar con trazos firmes su
vocación de capital –atravesaba una situación extremadamente crítica y difícil
que alguna similitud guarda con la de hoy. El dato que aporta el profesor
Santos Juliá no puede ser más elocuente: las licencias de edificación que se
habían mantenido en una media anual de 1.120 entre 1.926 y 1.930 habían
caído en picado hasta sólo 330, por encima de tres veces menos, en 1.933.
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En tales condiciones la obsesión de Saborit se cifró en estimular desde
el Ayuntamiento la creación de empleo, sobre todo en la construcción, con una
política de impulso extraordinariamente ambiciosa de las edificaciones
escolares. La colaboración entre el Ayuntamiento de Madrid y el Ministerio de
Instrucción Pública, a través de la Junta de Enseñanza, –entre Saborit y D.
Fernando de los Ríos- fue tan eficaz como ejemplar.
Así al concluir 1.932 se habían construido 174 escuelas que albergaban
12.500 alumnos y en la sesión de la Junta de finales de 1.932 se aprueba
añadir a las anteriores concesiones del Ministerio de Instrucción Pública
7.000.000 de pesetas para la construcción de nuevas escuelas.
En el Primer Teniente de Alcalde Andrés Saborit se dan cita y armonizan
las preocupaciones más pegadas al presente cotidiano (del que es un buen
ejemplo la doble y simultánea ocupación por el empleo y la red escolar pública
de la ciudad) con el sueño de Madrid como la gran capital de la España de “su”
tiempo.
Madrid, había escrito Azaña dentro de uno de sus ensayos de Plumas y
Palabras en los años 20 “es un poblachón mal construido en el que se esboza
una gran capital”.
Saborit, de su misma generación, la de 1.914, y alcalaíno también, tuvo
muy claro siempre como Madrid debía ir paulatinamente abandonando esa
condición de poblachón mal construido y, sobre todo, como debía avanzar en el
camino de convertirse en la gran capital para realizar la plenitud de su destino
urbano y metropolitano.
En esa tarea Saborit no estuvo sólo. Pues el éxito implicaba la
aceptación de que la conquista y el ejercicio de la capitalidad debía ser
entendido como un derecho de la ciudad y una obligación para el Estado.
Era, en suma, precisa la complicidad del Gobierno y Saborit la tuvo,
como no podía ser menos, en el propio Presidente Azaña y en sus ministros.
Así, tras el mandato de redactar en 4 meses el Plan General de Extensión, en
septiembre de 1.932, el mismo día que se aprobaba el Estatuto de Cataluña, se
articulaba el compromiso de destinar 80.000.000 de pesetas para ser invertidos
en Madrid durante los diez años siguientes. Hará dentro de muy poco ochenta
años desde aquella fecha.
Siempre estuvo presente en Saborit ese anhelo de Madrid como gran
capital. Buena prueba de ello son, por poner solo dos ejemplos bien
significativos, la apertura de la Casa de Campo o los proyectos de ordenación
del extrarradio y el ensanche, en cuya iniciativa figura como protagonista
indiscutible.
Andrés Saborit ostenta pues, históricamente, una doble condición que
conviene poner de relieve: es el paradigma de la vocación municipalista del
socialismo español en la primera mitad del siglo XX. Y es, a la vez, el
paradigma práctico del municipalismo y la preocupación por el fenómeno
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urbano de la generación de 1.914, la de Ortega y Azaña, la de Besteiro, Prieto
y de los Ríos.
El golpe de Estado de Primo de Rivera en septiembre de 1.923,
interrumpe abruptamente la trayectoria de Andrés Saborit como concejal del
Ayuntamiento de Madrid, al que había accedido en 1.918. Pero en 1.930, tras
la caída del Dictador, Saborit es restablecido en su puesto dentro de la
corporación.
En 1.931, pues, antes de que se celebrasen las decisivas elecciones del
12 de abril, Andrés Saborit, era concejal y, como tal, prepara el proceso
electoral de abril formando parte de la candidatura, a la postre, ganadora, de la
conjunción republicano-socialista.
Saborit, con 11.221 votos, gana su acta como segundo más votado, tras
Rafael Salazar Alonso, en el Distrito de Hospital. Por La Latina gana D. Julián
Besteiro (11.341 votos), por Buenavista D. Fernando de los Ríos, por Chamberí
D. Nieto Alcalá Zamora y por Universidad, Angel Galarza -el que mayor número
de votos obtiene, 12.249, seguido por Francisco Largo Caballero con 12.125.
Andrés Saborit fue Alcalde interino de Madrid unas horas en el tránsito
de una corporación a otra el 14 de abril de 1.931, el mismo día que, tras
convocar el mismo la sesión constituyente del nuevo Ayuntamiento, fue elegido
Primer Teniente de Alcalde.
“¿Por qué no fui Alcalde de Madrid?”, se preguntó muchos años más
tarde el propio Saborit, a pesar de que, como es sabido, el Gobierno provisional
de la República decidió que fuera él quien se encargara de la alcaldía, acuerdo
que le fue comunicado por Largo Caballero en Carranza, 20.
He aquí la respuesta del propio Saborit a la pregunta:
“De los 50 concejales elegidos, 20 eran monárquicos y algunos de ellos
temibles en la tribuna y muy conocedores de aquella casa. Los 30 republicanos
y socialistas que formábamos la mayoría quedábamos reducidos desde el
primer instante porque siete, por lo menos, iban a desempeñar carteras en
otros puestos que les imposibilitaban para desempeñar ambas y con una
mayoría tan escasa (…) era imposible que yo pudiese desarrollar una política
sinceramente socialista desde la alcaldía de la capital de la nación. Bien lo
sentí desde todos los puntos de vista, porque este cargo estaba dotado de
40.000 pesetas, y la primera tenencia de alcaldía que ocupé ni tenía dietas ni
retribución de ninguna clase. Pero, a mi juicio, el prestigio de nuestras ideas
era lo que debía prevalecer”.
Palabras de Saborit escritas desde el exilio de Ginebra en agosto de
1.965 que cierran su Semblanza de Indalecio Prieto editada por la Fundación
Indalecio Prieto que, con escasos recursos y máxima eficacia, dirige Alonso
Puerta, hoy también presente entre nosotros.
Así era, así pensaba y así se comportaba Andrés Saborit.
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Hoy rendimos homenaje a Andrés Saborit como insigne edil madrileño.
Pero sería injusto ignorar los “otros Saborit”: el joven tipógrafo alcalaíno que
contribuyó decisivamente, junto a Tomás Meabe, a la fundación de Juventudes
Socialistas, (que mas tarde presidió), el firme político que en 1.918, tras haber
formado parte del Comité de Huelga en agosto de 1.917, se une en la nómina
de diputados socialistas al hasta entonces solitario Pablo Iglesias, junto a
Anguiano, Besteiro, Prieto y Largo Caballero.
O el periodista que, tras dirigir Renovación, el órgano de las Juventudes
Socialistas, en 1.911 y 1.912, dirigió El Socialista, del que era entonces
subdirector, tras la muerte de Pablo Iglesias, desde diciembre de 1.925 a
febrero de 1.931. Los 125 años que cumple en 2.012 El Socialista son,
también, homenaje al que fue su director a lo largo de cinco años y en
momentos difíciles.
Hablaba al principio de mi intervención como portavoz de los concejales
socialistas del Ayuntamiento de Madrid de honor y orgullo.
Esta forzosamente breve semblanza de Saborit y de su significación
desde el municipalismo explica que ambaas palabras, honor y orgullo, sean
todo menos retóricas.
Nuestro reto a partir de hoy –termino- es doble: saber estar a la altura de
la herencia que nos legó Saborit y mantener viva en nuestra memoria el
ejemplo de su vida y de su obra.
Porque, como es bien sabido, los muertos viven en la memoria de los
vivos. Este homenaje de hoy es para nosotros, pues, por encima de todo un
compromiso de futuro. Con las ideas de Saborit y con el Madrid por el que
luchó sin desmayo Andrés Saborit, como Primer Teniente de Alcalde de la
ciudad.
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