Hasta Siempre Gabo

Anuncio
Hasta Siempre Gabo
Jorge Ricardo
Cd. de México (17 abril 2014).-
"Escribo para que me quieran"
Gabriel García Márquez
Adiós, Gabo
Prolífico novelista
1955
La hojarasca
1961
El coronel no tiene quien le escriba
1962
La mala hora
1967
Cien años de soledad
1975
El otoño del patriarca
1981
Crónica de una muerte anunciada
1985
El amor en los tiempos del cólera
1989
El general en su laberinto
1994
Del amor y otros demonios
2004
Memoria de mis putas tristes
¿Lo conoces?
Muy reconocido
1972
Premio Rómulo Gallegos
1981
Legión de Honor de Francia
1982
Águila Ázteca de México
1982
Nobel de Literatura
Video
Cultura
Le cantan a Gabo
El escritor Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura 1982, falleció esta
tarde en su casa de la Ciudad de México a los 87 años de edad.
La noticia de su fallecimiento se dio alrededor de las 14:55 horas, cuando el escritor
colombiano Guillermo Angulo, un amigo de toda la vida, arribaba a casa del Nobel.
"Voy llegando de Colombia. Nadie me ha dicho nada", dijo antes de ingresar.
El estado de salud de Gabo, Gabito, GGM o "el hijo del telegrafista",
nacido el 6 de marzo de 1927, había permanecido en secreto desde el 31
de marzo, cuando fue internado durante nueve días en el Instituto
Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición "Salvador Zubirán" debido a un
cuadro de deshidratación, infección pulmonar y de vías urinarias, según
se informó en su momento.
Fue dado de alta el 9 de abril y desde entonces su familia -su esposa
Mercedes Barcha, a quien le dedicó todos sus libros, y sus hijos Rodrigo
y Gonzalo- mantuvieron en secreto tanto el padecimiento como la
gravedad de lo que, se rumoró, era un resurgimiento de cáncer.
Ya desde 2012, cuando un hermano del autor reveló que desde 1999
presentaba síntomas del demencia senil, la atención estaba sobre la
salud del autor de Cien años de soledad, El amor en los tiempos del
cólera, La hojarasca, Doce cuentos peregrinos y El coronel no tiene
quien le escriba, entre medio centenar de obras, la mayor parte
convertidas en best sellers en todo el mundo.
La última aparición que García Márquez hizo fue el día de su cumpleaños
87, el 6 de marzo, cuando salió de su casa, en Jardines del Pedregal, a
saludar a los periodistas.
El escritor llegó a ser la figura central del Boom Latinoamericano y a
convertirse en uno de los más grandes escritores de la lengua española,
comparable con Miguel de Cervantes Saavedra.
García Márquez inició estudios de Derecho en Bogotá y trabajó en los
diarios como El Universal, de Cartagena y El Espectador, de Bogotá, a
partir de 1954. Al año siguiente publicó su primera novela La hojarasca, e
inició también la publicación del Relato de un náufrago, un reportaje por
entregas en El Espectador.
El Nobel colombiano había asimilado la influencia de autores como
William Faulkner y Ernest Hemingway y a partir de entonces inició la
creación de un universo personal que frecuentemente ha sido llamado
"realismo mágico" a partir, incluso, de la sorpresa de lo cotidiano, como
un coronel a quien su abuelo lo lleva a conocer el hielo.
A partir de 1960, junto con autores como el argentino Julio Cortázar, el
mexicano Carlos Fuentes y el peruano Mario Vargas Llosa, conformó un
movimiento literario llamado "El Boom latinoamericano" que proyectó a
las letras del continente en Europa y Estados Unidos.
García Márquez, presidente honorario de la Fundación Nuevo
Periodismo Iberoamericano, instaló su residencia en México a partir de
los 60, y en 1967 publicó aquí Cien años de soledad, su obra más
conocida, ubicada en Macondo, lugar inspirado en Aracataca y poblado
de personajes que han dado la vuelta al mundo: Úrsula Iguarán, Mauricio
Babilonia, Aureliano Buendía, Remedios la Bella o José Arcadio Buendía.
En 1972 ganó el Premio Rómulo Gallegos y desde que ganó el Nobel, en
1982, determinó no aceptar ninguno más. Recibió el Nobel con un
discurso titulado "La soledad de América Latina".
"Agradezco -dijo- a la Academia de Letras de Suecia el que me haya
distinguido con un premio que me coloca junto a muchos de quienes
orientaron y enriquecieron mis años de lector y de cotidiano celebrante
de ese delirio sin apelación que es el oficio de escribir. Sus nombres y
sus obras se me presentan hoy como sombras tutelares, pero también
como el compromiso, a menudo agobiante, que se adquiere con este
honor. Un duro honor que en ellos me pareció de simple justicia, pero
que en mí entiendo como una más de esas lecciones con las que suele
sorprendernos el destino, y que hacen más evidente nuestra condición
de juguetes de un azar indescifrable, cuya única y desoladora
recompensa, suelen ser, la mayoría de las veces, la incomprensión y el
olvido".
Después del Nobel publico todavía El amor en los tiempos del cólera, El
general en su laberinto, Doce cuentos peregrinos, Del amor y otros
demonios, sus memorias Vivir para contarla y Memoria de mis putas
tristes, su última novela, en 2004.
En la primera parte de su autobiografía García Márquez, quien falleció
rodeado por su familia, relata el día, a sus tres o cuatro años, en que su
abuelo, el General Nicolás Márquez, figura decisiva para su formación de
escritor, lo llevó a conocer el mar.
"Mi abuelo me había llevado de la mano a través de aquel yermo
ardiente, caminando de prisa y sin decirme para qué, y de pronto nos
encontramos frente a una vasta extensión de aguas verdes con eructos
de espuma, donde flotaba todo un mundo de gallinas ahogadas.
"-Es el mar-, me dijo.
"Desencantado, le pregunté que había en la otra orilla, y él me contestó
sin dudarlo: "Del otro lado no hay orilla".
Hora de publicación: 14:50 hrs.
Leer más:
http://www.reforma.com/aplicaciones/articulo/default.aspx?id=207409&v=20#ixz
z2zHNDIW5n
Follow us: @reformacom on Twitter
Cronología de la vida de García Márquez
En su mejor etapa productiva, el escritor combinó el ejercicio periodístico con la elaboración
de guiones para un incontable número de películas Foto La Jornada
El 30 de mayo de 2007 Gabriel García Márquez hizo una visita a su natal Aracataca, a donde
llegó en un tren que partió de la ciudad de Santa Marta, para inaugurar lo que las autoridades
locales denominaron la Ruta de Macondo, que Magú ilustró de esta manera
El dirigente de la Organización para la Liberación de Palestina, Yasser Arafat, saluda al premio
Nobel de Literatura Gabriel García Márquez, durante la ceremonia de clausura de la Cumbre
de Países No Alineados que se realizó en octubre de 1995 en Cartagena de Indias, Colombia
Foto Ap
El escritor Carlos Fuentes (1928-2012) abraza a Gabriel García Márquez durante una mesa
redonda en la Universidad Nacional Autónoma de México, en noviembre de 2008 Foto Ap
Gabriel García Márquez y Pablo Neruda en el jardín de la casa del poeta chileno en Normandía,
Francia, 1972
Julio Cortázar, Miguel Ángel Asturias y Gabo, en Alemania Occidental, 1970
El escritor colombiano y amigos en la Plaza Roja de Moscú, 1957. Todas las imágenes de esta
página fueron tomadas de libro Gabriel García Márquez, una vida, de Gerald Martin
Periódico La Jornada
Viernes 18 de abril de 2014, p. 10
1927. El 6 de marzo nació Gabriel García Márquez en Aracataca, pequeño pueblo
bananero del departamento de Magdalena, en Colombia. El padre fue Gabriel Eligio
García, radiotelegrafista y boticario del pueblo; la madre, Luisa Santiaga Márquez
Iguarán, hija del coronel Nicolás Márquez, de talante liberal y veterano de la Guerra de
los mil días, y de Tranquilina Iguarán. El pequeño Gabriel, el primero de 11 hermanos –
aunque el padre aportó a la familia dos hijos anteriores a su matrimonio y dos más
durante éste– pasa los primeros años con sus abuelos.
1928. El 8 de septiembre nació su segundo hermano, Luis Enrique. Durante el gobierno
del general Rafael Reyes se produce una huelga en las bananeras de Colombia, en la que
median José Rosario Durán y el coronel Nicolás Márquez, abuelo de García Márquez.
Como consecuencia ocurre una masacre en la estación ferroviaria de Ciénaga, el 6 de
diciembre, con el fusilamiento de los huelguistas por el ejército. Nunca se supieron las
cifras exactas de muertos. El gobierno admitió nueve, pero se calculan cientos. Este
hecho, que aparece en Cien años de soledad, marca considerablemente la ideología y
obsesiones literarias de García Márquez, así como su conciencia histórica del país.
1929. Los padres y el hermano se trasladan a Barranquilla con la idea de prosperar en el
negocio farmacéutico y dejan a Gabriel con sus abuelos en Aracataca. El 9 de
noviembre nace su hermana Margot, y García Márquez viaja a Barranquilla para
conocerla. Por otro lado, el párroco de Aracataca elabora un informe con las atrocidades
y la represión durante la huelga bananera, que entrega personalmente al parlamentario
liberal Jorge Eliécer Gaitán, para que sea debatido en el Congreso.
1930. El 17 de noviembre nace su hermana Aida Rosa y la nueva visita a Barranquilla le
produce a García Márquez gran fascinación. Su abuela decide llevarse a Aracataca a su
hermana Margot para criarla junto a Gabriel, debido a la costumbre que la niña tiene de
comer tierra. Será uno de los personajes literarios que más tarde retrata el escritor en su
obra. El 27 de julio es el día en que Gabriel toma conciencia de quién es su madre; la
recordará sólo a partir de ese momento. Asimismo, la confiscación de los anillos
matrimoniales de sus abuelos por parte del ejército dejará una huella imborrable en el
niño.
1932. Nace Mercedes Raquel Barcha, futura esposa de García Márquez.
García Márquez descubre a Rubén Darío, influencia que se manifiesta en su literatura,
particularmente en la novela El otoño del patriarca. Además, su habilidad para el dibujo
lo inducen a rellenar cuadernos enteros en una tarde, copiando viñetas de periódicos y
revistas.
1933. Rosa Elena Fergusson funda en Aracataca la escuela María Montessori, de la que
Gabriel García Márquez será alumno.
1934. A finales de año, sus padres abandonan Barranquilla para trasladarse a Aracataca.
En este momento García Márquez toma conciencia de la figura paterna, hecho que
asocia a la pérdida de la inocencia y al nacimiento de un ser adulto. En este mismo año
nace su hermana Ligia y su padre abre una farmacia. Para entonces ya es un prestigioso
homeópata conocido por su inventiva y eficacia.
1936. Los padres se trasladan a Sincé (pueblo natal del padre), en el departamento de
Sucre, y se llevan a Gabriel y a su hermano. Estos no volverán a ver al abuelo debido a
que fallece a la edad de 73 años, en marzo de 1937. Sus restos se extraviarán en los años
80. La familia no regresa a Aracataca. Gabriel cursa prescolar y primer grado en la
escuela Montessori para ingresar posteriormente a la escuela pública de Sucre.
Comienza la lectura de Las mil y una noches, obra que fascina al escritor de sólo nueve
años.
1940. En enero regresa a Barranquilla para iniciar sus estudios de bachillerato en el
colegio jesuita de San José. Termina la primaria con las mejores calificaciones y
condecoraciones. Por aquella época se entrega a la lectura de poetas colombianos,
clásicos del Siglo de Oro español, de los relatos de los hermanos Grimm, Julio Verne,
Emilio Salgari y Alejandro Dumas. Asimismo comienza a escribir poemas, que se
publican en la revista escolar Juventud, de la que fue un intenso colaborador.
1942. Continúa sus estudios en Barranquilla, mientras colabora con la revista Juventud.
1943. Viaja por primera vez a Bogotá, la ciudad cachaca, un lugar inhóspito y frío para
los costeños como él. Obtiene una beca de estudios e ingresa como interno en el Liceo
Nacional de Zipaquirá. Sus primeros escritos en el periódico del liceo los firma con el
seudónimo de Javier Garcés.
Un año más tarde publica Canción, en el suplemento literario El Tiempo, de Bogotá. En
uno de sus viajes a Sucre conoce a Mercedes Barcha, su futura esposa, también hija de
un boticario.
1947. Viaja a Cartagena y luego a Aracataca por breve plazo. Fallece su abuela ciega y
loca. Se matricula en la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad
Nacional de Bogotá. Entre sus profesores figura Alfonso López Michelsen y, entre sus
compañeros, Camilo Torres, el cura guerrillero, con quien traba una intensa amistad.
Sus influencias literarias en este momento son Dante, Petrarca, Garcilaso, Quevedo,
Rubén Darío y Pablo Neruda. Descubre asimismo a Franz Kafka. Eduardo Zalamea
Borda, editor literario del diario El Espectador publica su primer cuento, La tercera
resignación, en el suplemento cultural, recogido actualmente en el libro El negro que
hizo esperar a los ángeles. Al mes y medio le publican otro relato, Eva está dentro de su
gato. Algunos de los relatos publicados en este diario integran el libro Ojos de perro
azul.
1948. Muere asesinado el líder liberal Jorge Eliécer Gaitán cerca de la pensión en la que
García Márquez se aloja, el 9 de abril. Un joven delegado estudiantil cubano, Fidel
Castro, participa en los hechos insurreccionales que pronto se llamarán El Bogotazo. La
pensión de García Márquez es destruida y la universidad se cierra. Él y su hermano Luis
se trasladan al domicilio familiar en Cartagena, aunque continúa sus estudios de
derecho. El escritor Manuel Zapata Olivella le consigue una columna diaria en el recién
fundado periódico El Universal, de Cartagena. Tanto Zapata Olivella como Clemente
Manuel Zabala despiertan su fervor por la música vallenata.
1950. Se traslada a Barranquilla donde colabora en El Heraldo con la columna diaria La
Jirafa, que firma con el seudónimo de Séptimus, en homenaje al personaje de La señora
Dalloway de Virginia Woolf, y se integra en el Grupo de Barranquilla (liderado por el
librero catalán Ramón Vinyes, gran amigo de García Márquez), cuyo ideólogo, José
Félix Fuenmayor, tiene una importante influencia en la literatura temprana de nuestro
autor. El grupo lo forman Álvaro Cepeda Samudio, Alfonso Fuenmayor, Germán
Vargas y los pintores Alejandro Obregón y Cecilia Porras.
Conoce a Rafael Escalona en plena efervescencia del grupo. Ayuda a fundar la revista
Crónica, órgano del Grupo Barranquilla, de la que es redactor jefe, y dirige el periódico
Comprimido, que apenas dura seis días.
Comienza a escribir su primera novela, La hojarasca, y se inicia en la lectura de
Faulkner, Joyce, Woolf, Hemingway y John Dos Passos.
1952. Hasta finales de año se mantiene su columna en El Heraldo. Viaja con su madre a
Aracataca para vender la casa de los abuelos, donde había nacido. Es uno de los hechos
más decisivos de su vida literaria. Realiza algunos viajes por las provincias de
Magdalena, el César y la Guajira en compañía de su amigo Rafael Escalona.
Se publica en El Heraldo un capítulo de La hojarasca, llamado El invierno. A partir de
esta época, se le pierde la pista durante un año, aunque críticos como Jacques Gilard
sostienen que durante este lapso García Márquez vendía enciclopedias en la Guajira
junto a Álvaro Cepeda.
1954. Regresa a Bogotá en febrero –gracias a su amigo Álvaro Mutis– como reportero y
editorialista de El Espectador, donde comienza a escribir comentarios semanales
cinematográficos que lo convierten en el primer columnista de cine del periodismo
colombiano. Su serie en 14 entregas Relato de un naúfrago..., memorable reportaje
sobre Luis Alejandro Sepúlveda, marinero colombiano que sobrevivió a un naufragio en
alta mar, duplica las ventas del periódico. Su cuento Un día después del sábado gana el
premio de la Asociación de Escritores y Artistas y se estrena La langosta azul,
producción colombiana dirigida por García Márquez, Álvaro Cepeda Samudio, Enrique
Grau y Luis Vicens. Presencia la matanza de estudiantes en el centro de Bogotá, lo que
provoca un decantamiento definitivo de García Márquez hacia la izquierda.
1955. Sus publicaciones suscitan la animadversión de los censores del régimen de
Gustavo Rojas Pinilla, por lo que la dirección de El Espectador lo envía a Ginebra como
corresponsal para cubrir la conferencia de los Cuatro Grandes. Se traslada a Roma,
donde su creciente interés por el cine lo lleva a matricularse en el Centro Experimental
de Cinematografía. Más tarde viaja por Polonia y Hungría. A finales de año se traslada a
París, mientras El Espectador es clausurado por el gobierno del dictador Rojas Pinilla.
Publica el cuento Isabel viendo llover sobre Macondo en la revista Mito, y su primera
novela en Bogotá, La hojarasca. El manuscrito había sido rechazado por la editorial
Losada de Buenos Aires, asesorada por Guillermo de Torre.
La buena acogida crítica de La hojarasca y Relato de un náufrago que estuvo 10 días a
la deriva comienzan a consolidar literariamente a García Márquez en su país.
1956. Aún sin medios económicos suficientes, Gabriel García Márquez decide quedarse
en Europa donde comienza a escribir la novela corta El coronel no tiene quien le
escriba, que concluye en enero de 1957. Desde París y en una buhardilla de la Rue de
Cujas en el barrio latino, sin pagar el alquiler de varios meses, trabaja con su amigo
Plinio Apuleyo Mendoza, jefe de redacción de la revista Élite de Caracas, que le
consigue varias colaboraciones en la publicación caraqueña.
1957. Escribe 90 días en la Cortina de hierro, una colección de artículos recopilados a
raíz de un viaje por los países de la Europa del Este (República Democrática Alemana,
Checoslovaquia y la Unión Soviética) que hace con Plinio Apuleyo Mendoza y Manuel
Zapata Olivella.
Viaja a Londres con la intención de aprender inglés, pero en diciembre se traslada a
Caracas invitado por Plinio Apuleyo Mendoza para colaborar con la revista Momentos;
comienza a publicar artículos de orientación política, llega a Venezuela en los últimos
días de la dictadura del general Marcos Pérez Jiménez, sobre los que García Márquez
edita varios artículos después de la fuga del dictador, el 21 de enero de 1958.
1958. En marzo viaja a Barranquilla para contraer matrimonio con Mercedes Barcha. En
mayo aparece El coronel no tiene quien le escriba en la revista Mito de Bogotá, y
trabaja en las revistas Élite y Venezuela Gráfica. Abandona su colaboración en
Momentos, a raíz de la línea editorial de la revista sobre la visita de Richard Nixon a
Venezuela. Empieza a escribir Los funerales de la Mamá Grande.
1959. Inmediatamente después del triunfo de la revolución cubana, García Márquez
viaja a La Habana invitado por Fidel Castro a la campaña denominada Operación
Verdad, y asiste al juicio público contra Sosa Blanco, colaborador de Fulgencio Batista.
Es el comienzo de una importante y significativa relación con Cuba y con Fidel Castro.
Regresa a Bogotá como corresponsal de la agencia de noticias Prensa Latina, creada por
la revolución cubana y dirigida por el argentino Jorge Masetti. Entre julio y octubre
aparecen en la revista Cromos de Bogotá sus 90 días en la Cortina de hierro. El 24 de
agosto nace su primer hijo, Rodrigo, quien es bautizado por su amigo Camilo Torres.
1960. Permanece durante seis meses en La Habana, donde continúa trabajando para
Prensa Latina.
1961. A principios de año viaja a Nueva York como corresponsal de Prensa Latina,
aunque renuncia en mayo por presiones políticas de Estados Unidos y Cuba y en
solidaridad con Masetti. Durante estos meses es amenazado por cubanos emigrados que
incluso llegan a apuntarle con un arma cuando se dirige en automóvil a su domicilio en
Queens. Decide hacer un recorrido por el sur de Estados Unidos, el que William
Faulkner inmortalizara en sus novelas.
En junio se traslada a México, donde espera vivir de la redacción de guiones
cinematográficos, pero trabaja en revistas de poco alcance (Sucesos, La Familia), y en
agencias de publicidad (Walter Thompson, Stanton).
En Medellín se publica El coronel no tiene quien le escriba. El manuscrito de La mala
hora gana el premio de novela ESSO en Bogotá por el que le pagan 3 mil dólares.
Prepara la primera versión de El otoño del patriarca, pero no le satisface. Se relaciona
con personajes importantes en la vida cultural mexicana como Carlos Fuentes, Juan
Rulfo, Fernando Benítez, Manuel Barbachano y Carlos Monsiváis.
1962. García Márquez colabora en diversas revistas mexicanas. Se publica en Madrid
La mala hora, edición pirata que más tarde desautorizaría el autor. En México publica
también el libro de cuentos Los funerales de la Mamá Grande. El 16 de abril nace su
segundo hijo, Gonzalo.
1963. En septiembre renuncia a su trabajo como periodista para incorporarse de nuevo a
la filial mexicana de la agencia de publicidad J. Walter Thompson, meses más tarde a la
agencia publicitaria Stanton. Intima con el escritor mexicano Carlos Fuentes y
conjuntamente elaboran una docena de guiones para filmes a lo largo de dos años.
García Márquez, por otra parte, escribe su primer guión de cine, El gallo de oro, basado
en un cuento de Juan Rulfo.
1964. García Márquez sigue llevando a cabo una intensa labor como guionista
cinematográfico. Algunos de estos guiones, como Tiempo de morir, realizado por
Arturo Ripstein (volverá a llevarlo a la pantalla el colombiano Jorge Alí Triana en
1985), o HO, se estrenan junto con El gallo de oro, escrito el año anterior.
1965. En enero decide retomar la literatura y traba profunda amistad con el escritor Juan
Rulfo. García Márquez aparece en la adaptación cinematográfica de su cuento En este
pueblo no hay ladrones, junto con Luis Buñuel, Juan Rulfo y Carlos Monsiváis. Camino
a Acapulco decide continuar su antiguo proyecto de La casa y dedica casi dos años a lo
que será su novela Cien años de soledad.
1966. Aparecen fragmentos de Cien años de soledad en las revistas Eco (Bogotá),
Amaru (Lima) y Nuevo Mundo (París), y se edita en México La mala hora, con
autorización del autor, por la editorial Era, cuyo propietario es su amigo Vicente Rojo.
1967. En junio se publica en la Editorial Sudamericana de Buenos Aires Cien años de
soledad; al mes siguiente García Márquez asiste en Caracas al XII Congreso
Internacional de Literatura Iberoamericana y a la concesión del Premio Rómulo
Gallegos a Mario Vargas Llosa.
En agosto viaja a Buenos Aires, donde su recién publicada novela ha obtenido un éxito
asombroso, y comienza a tener reconocimiento internacional como escritor de élite: le
llueven premios de todos los rincones del mundo. En octubre se traslada con su familia
a vivir a Barcelona, donde reside hasta 1975.
1969. En Barcelona, García Márquez se establece definitivamente en la calle Caponatá,
del barrio de Sarriá, cerca de donde vive Vargas Llosa.
1970. Se edita en Barcelona, con la colaboración de Luis Alejandro Velasco, el
protagonista real de la historia, Relato de un náufrago que estuvo 10 días a la deriva en
una balsa sin comer ni beber, que fue proclamado héroe de la patria, besado por las
reinas de la belleza y hecho rico por la publicidad, y luego aborrecido por el gobierno y
olvidado para siempre, recopilación de un reportaje publicado en varios números de El
Espectador en 1955.
El Ministro de Relaciones Exteriores colombiano, Alfonso López Michelsen, le ofrece
el consulado de su país en Barcelona, pero García Márquez lo rechaza públicamente.
1971. La Universidad Columbia en Nueva York lo nombra doctor honoris causa. García
Márquez viaja a Estados Unidos; ésta es una de las pocas veces que no le niegan la visa
de entrada. Frente a la división que representa el caso Padilla, opta por la revolución
cubana, causa que continúa apoyando actualmente. Realiza un viaje a Colombia para
bucear de cerca por el ambiente caribeño necesario para escribir su novela sobre la
dictadura.
1972. Obtiene el premio Rómulo Gallegos, cuyo importe cede al MAS (Movimiento al
Socialismo), grupo revolucionario venezolano, y al Comité de Solidaridad con los
presos políticos. Esta década será de gran compromiso social: Chile, Vietnam, Angola,
Nicaragua y especialmente Cuba. Publica el libro de cuentos La increíble y triste
historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada, en edición simultánea en Buenos
Aires, Barcelona, México y Caracas.
1973. Se publica Cuando era feliz e indocumentado, colección de crónicas y reportajes
editados en la prensa venezolana en 1958. Como reacción ante la muerte de Salvador
Allende prepara la obra Chile: el golpe y los gringos.
1974. Se publica en Barcelona y Buenos Aires Ojos de perro azul, colección de cuentos
escritos entre 1947 y 1955. García Márquez funda en Bogotá la revista política
Alternativa. El Tribunal Bertrand Russell, organización instituida para defender los
derechos humanos, lo nombra vicepresidente. En los años que siguieron aboga, al lado
de Omar Torrijos, por reintegrar el canal de Panamá a los panameños y por la causa de
los revolucionarios sandinistas en Nicaragua, junto a su amigo el novelista argentino
Julio Cortázar.
1975. Abandona Barcelona para instalarse en México, y se establece en el Pedregal de
San Ángel, en el Distrito Federal. Viaja a Cuba con frecuencia por su amistad con Fidel
Castro. Declara que no escribirá más novelas mientras no caiga la dictadura de Augusto
Pinochet, por lo que se dedica de lleno al periodismo político y al activismo. Publica
Todos los cuentos y El otoño del patriarca, en Barcelona, Bogotá y Buenos Aires,
simultáneamente.
1976. Prepara un libro sobre la vida cotidiana en Cuba y escribe artículos sobre Angola,
país en el que intervino militarmente el gobierno cubano. Se edita en Bogotá Crónicas y
reportajes, una recopilación de su primera obra periodística.
Ruptura entre García Márquez y Vargas Llosa por motivos personales y políticos.
1977. Publica en Lima Operación Carlota, sobre Cuba y Angola. La mala hora se adapta
para una telenovela que se proyecta en Colombia y provoca una enorme polémica.
1978. Se publica en Bogotá una antología de su Periodismo militante en edición pirata y
De viaje por los países socialistas: 90 días en la Cortina de hierro, publicados
anteriormente en la revista Cromos de Bogotá.
1979. Viaja a España, donde le recibe el rey Juan Carlos I. Poco después se entrevista
con el papa Juan Pablo II. En México, el director de cine chileno Miguel Littin filma La
viuda de Montiel, basado en un cuento de García Márquez. La actriz María Rojo
protagoniza María de mi corazón, con guión suyo, dirigida por Jaime Humberto
Hermosillo. Forma parte de la Comisión Internacional sobre los Medios de Información
y de Comunicación organizada por la Unesco, que condena los gobiernos de Reagan y
Thatcher y que conduce a la salida de sus países de dicha organización.
1980. La revista Alternativa, de corte socialista, que publica junto a Felipe López
Caballero, se clausura en este año. Regresa a Colombia y retoma su columna semanal en
El Espectador. Trabaja en Crónica de una muerte anunciada, novela del crimen de
Cayetano Gentile, consumado en Sucre 29 años atrás.
1981. Alterna su residencia entre México y Bogotá. Se le otorga la medalla de la Legión
de Honor del gobierno francés y asiste a la investidura del nuevo presidente François
Mitterrand. En marzo se le acusa en Colombia de estar vinculado al grupo guerrillero
M-19, y tras la velada persecución de las fuerzas militares del gobierno pide asilo
político en la embajada mexicana en Bogotá y fija su residencia en México. Publica
Crónica de una muerte anunciada en Bogotá, Barcelona, Buenos Aires y México, y la
recopilación completa de su Obra periodística en cuatro volúmenes.
1982. En mayo forma parte del jurado del Festival de Cine de Cannes. En octubre se le
concede el Premio Nobel de Literatura, que recoge en Estocolmo el mes de diciembre
vestido de liquiliqui, a la usanza del Caribe oriental. Desde Albert Camus es el laureado
más joven, con 55 años. El presidente colombiano Belisario Betancur le ofrece total
garantía para que regrese al país y lo respalda con una vistosa delegación folclórica.
Proyecta la creación del diario El Otro, en Bogotá. La editorial Oveja Negra publica una
retrospectiva de su obra escrita. Colabora con Graham Greene en distintas mediaciones
políticas en América Latina. Se le concede el Águila Azteca, máxima condecoración
que el gobierno mexicano otorga a un extranjero. Publica varias obras; entre otras, en
Bogotá El verano feliz de la señora Forbes, en Managua Viva Sandino, y en Bogotá y
Barcelona Conversaciones con Plinio Apuleyo Mendoza: el olor de la guayaba.
1983. Realiza gestiones políticas en Centroamérica y Colombia y se entrevista con el
jefe del M-19, Jaime Bateman. Gracias a Betancur, regresa al país y visita Aracataca. El
alud de compromisos que le sobreviene a continuación del Nobel le hace buscar refugio
en Cartagena, donde viven sus padres. El director brasileño Ruy Guerra filma Eréndira.
1985. En enero viaja a Nicaragua. Se le nombra presidente de la Fundación del Nuevo
Cine Latinoamericano. El Círculo de Periodistas de Bogotá le concede por unanimidad
el Premio Cuarenta Años. Publica El amor en los tiempos del cólera a finales de año,
basada en gran medida en la experiencia de sus padres, tras un largo viaje personal de
rencuentro con el Caribe y la Costa Atlántica de Colombia. Se estrena Tiempo de morir,
de Jorge Alí Triana, con guión de García Márquez, obra que ya realizara Ripstein en
1965. La editorial Seix Barral de Barcelona publica su Narrativa completa.
1986. Colabora con el cineasta chileno Miguel Littin en una serie televisiva sobre la
represión en Chile y escribe La aventura de Miguel Littin clandestino en Chile, que se
publica en Bogotá, Buenos Aires, Barcelona y Madrid.
1987. Franceso Rossi filma Crónica de una muerte anunciada, una coproducción
italoespañola. García Márquez finaliza en México su única obra de teatro, Diatriba de
amor contra un hombre sentado. Viaja a Moscú y se entrevista con Mijail Gorbachov.
1988. Se comienza a rodar la serie televisiva Amores difíciles, con guión de García
Márquez, y se estrena en Argentina en el teatro Cervantes Diatriba de amor contra un
hombre sentado. Apoya económicamente la Fundación para el Nuevo Cine
Latinoamericano en La Habana. En los años posteriores, trabajará personalmente en este
proyecto.
Se lleva al cine Un señor muy viejo con unas alas enormes, del cubano Fernando Birri.
Jaime Chávarri dirige para televisión Yo soy el que tú buscas, con guión de García
Márquez, Jaime Chávarri y Juan Tébar, y el director Ruy Guerra estrena La fábula de la
bella palomera, también con guión de García Márquez. Jaime Humberto Hermosillo
dirige en Cuba El verano feliz de la señora Forbes.
1989. Escribe seis guiones de cine para la serie Amores difíciles, producida por
Televisión Española. Uno de ellos, Milagro en Roma, obtiene el premio Ninfa de Plata
en el 29 Festival de Montecarlo. Publica a principios de año El general en su laberinto,
crónica novelada de los últimos días de Simón Bolívar, uno de sus libros más
controvertidos en Colombia.
1990. Viaja a Japón para asistir a la Muestra de Cine Latinoamericano y se entrevista en
Tokio con Akira Kurosawa, que se interesa en llevar al cine su novela El otoño del
patriarca. Asiste a la ceremonia de liberalización de la casa de Pablo Neruda en Chile.
Rechaza su candidatura a la Asamblea Constituyente de Colombia.
1991. En agosto se lleva al teatro Crónica de una muerte anunciada por el grupo español
La Cuadra de Sevilla, que inaugura el XIII Festival Internacional de Teatro de
Manizales, Colombia. Este mismo mes anuncia que ha comenzado a escribir sus
memorias. Decide instalarse en Colombia y poner fin a un largo exilio. Vuelve a
Estados Unidos tras una ausencia de veinte años. Se publican sus Notas de prensa
(1980-1984).
1992. En enero participa en la emisión y edición del noticiario de televisión colombiano
QAP, del que es accionista. En mayo se le extirpa un tumor en el pulmón.
Publica Doce cuentos peregrinos, relatos que narran la experiencia de los
latinoamericanos que emigran a Europa. El libro fue presentado el día de la fiesta
nacional de Colombia (30 julio) en la Expo de Sevilla. Se estrena la película Me alquilo
para soñar, del brasileño Ruy Guerra, con guión de García Márquez, de la que también
se hizo una serie para televisión, y la ópera Eréndira, compuesta por Violeta Dinescu y
Monika Rothmaier, basada en su cuento La increíble y triste historia de la cándida
Eréndira y su abuela desalmada. En diciembre se celebra en Zaragoza el congreso
Quinientos años de soledad, en el que se ofrece una nueva visión de Cien años de
soledad.
1993. Es nombrado miembro honorario del Instituto Caro y Cuervo de Bogotá y doctor
honoris causa por la Universidad Autónoma de Santo Domingo. A raíz de la impresión
ilegal de ejemplares de sus obras en Colombia, inicia una campaña en favor del respeto
por los derechos de autor. En Portugal se estrena una obra de teatro de marionetas,
inspirada en Un señor muy viejo con unas alas enormes.
1994. En julio crea la Fundación para un Nuevo Periodismo Latinoamericano, con sede
en Cartagena de Indias, donde se imparten talleres sobre periodismo. La Universidad de
Cádiz lo nombra doctor honoris causa y su casa natal es convertida en fundación casamuseo. Se estrena en el Festival de Teatro Iberoamericano de Bogotá su monólogo
Diatriba de amor contra un hombre sentado. Publica la novela Del amor y otros
demonios.
1995. En octubre se estrena en España Diatriba de amor contra un hombre sentado.
El diario El Universal edita un libro que recoge los artículos de García Márquez entre
los años 1948 y mediados de 1949, titulado Un ramo de nomeolvides.
1996. En mayo se presenta en la Feria del Libro de Bogotá Noticia de un secuestro.
Se estrena la película Edipo alcalde, dirigida por Jorge Alí Triana, con guión de García
Márquez, Stella Malagón y Orlando Senna.
1997. En Colombia se rueda el documental La Cartagena de García Márquez. Se realiza
un homenaje a García Márquez en el Festival de Cine de Cartagena con la proyección
de seis películas con guiones suyos.
1998. En marzo, en la ciudad de México lee en público el primer capítulo de sus
memorias Vivir para contarlo. Meses más tarde, en noviembre, compra junto a un grupo
de periodistas colombianos la revista Cambio, edición colombiana de Cambio 16
española, a Patricia Lara. Se estrena Milagro en Roma, dirigida por Lisandro Duque,
con guión de García Márquez y Duque.
1999. En la clausura del foro Las fuerzas de la creación Iberoamericana, realizado en la
Casa de América de Madrid, García Márquez lee lo que había anunciado sería el primer
capítulo de su próximo libro. Ingresa en un clínica privada de Bogotá en junio y en
octubre se confirman sus problemas de salud así como su tratamiento, aunque reaparece
brevemente para asistir al rodaje de algunas escenas de En el tiempo de las mariposas,
de Manuel Barroso. Fabio Rubiano adapta para el teatro Crónica de una muerte
anunciada, con la puesta en escena de Jorge Alí Triana. Se estrena El coronel no tiene
quien le escriba, dirigida por Arturo Ripstein. Se publica en Barcelona Por la libre
(1974-1995). Notas de prensa. Obra periodística.
2000. El día 25 de noviembre asiste a la inauguración de la Feria Internacional del Libro
de Guadalajara (México), tras haber superado un linfoma, según las declaraciones que
realiza al diario colombiano El Tiempo. Días más tarde participa en la ciudad de
México en el Foro Iberoamericano, junto a Carlos Fuentes, Héctor Aguilar Camín,
Felipe González y otros personajes. Promueve un premio de periodismo por valor de
cien mil dólares, para periodistas con al menos 20 años de profesión y que se otorgará
en 2001.
2002. En octubre se publica con el título Vivir para contarla, el primer volumen de los
tres que integran las memorias de García Márquez. El libro empieza con la vida de los
abuelos maternos y los amores del padre y la madre a principios del siglo, y termina en
1955 cuando publica su primer libro, La hojarasca, hasta viajar a Europa como
corresponsal de El Espectador.
El segundo volumen seguirá hasta la publicación de Cien años de soledad, más de 20
años después. El tercero tendrá un formato distinto, y sólo serán los recuerdos de sus
relaciones personales con seis o siete presidentes de distintos países.
2003. En febrero de este año, el escritor colombiano en declaraciones a La Jornada,
negó ser autor de una carta difundida en la Internet y dirigida al presidente de Estados
Unidos, George Bush, sobre los atentados del 11 de septiembre de 2001 y la guerra
contra Irak.
En septiembre, García Márquez expresa su asombro por El llano en llamas, obra del
escritor mexicano Juan Rulfo, en el programa radiofónico De 1 a 3, que conduce el
periodista Jacobo Zabludowsky.
“El escrutinio a fondo de la obra de Juan Rulfo me dio por fin el camino que buscaba
para continuar mis libros, y que por eso me era imposible escribir sobre él, sin que todo
esto pareciera sobre mí mismo; ahora quiero decir, también, que he vuelto a releerlo
completo para escribir estas breves nostalgias y que he vuelto a ser la víctima inocente
del mismo asombro de la primera vez.”
2004. Aparece la novela Memoria de mis putas tristes, una historia de amor que sigue el
romance de un hombre de 90 años y su pubescente concubina.
Este libro causó controversia en Irán, donde se prohibió después de 5 mil ejemplares
impresos y vendidos. Una ONG amenazó en México con demandar al escritor por hacer
apología de la prostitución infantil.
2007. Gabriel García Márquez recibió varios homenajes en Aracataca, Barranquilla,
Bogotá, Cartagena, ciudad de México, La Habana y Lima, entre otras ciudades, con
motivo de sus 80 años de vida, las cuatro décadas de su novela Cien años de soledad, y
los 25 años del Premio Nobel de Literatura, que coinciden con una etapa de su exilio
político en México.
La Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española
lanzaron una edición conmemorativa de la novela Cien años de soledad, considerada
una de las más representativas de este género literario.
2008. Se publica Gabriel García Márquez. Una vida, biografía tolerada, escrita por
Gerald Martín. El libro de 768 páginas es fruto de la investigación que realizó durante
17 años el académico británico y experto en literatura hispanoamericana.
2009. En el Museo del Palacio de Bellas Artes de la ciudad de México se presentó la
exposición Gabriel García Márquez: una vida, que reunió fotografías, documentos y el
contrato que el Premio Nobel de Literatura 1982 firmó con Francisco Pacho Porrúa para
la primera edición facsimilar del libro Cien años de soledad.
2011. El escritor colombiano Gabriel García Márquez –junto con su esposa Mercedes
Barcha– inauguró la nueva sucursal del restaurante El Cardenal, en San Ángel.
"Siempre me he considerado periodista": Muere
Premio Nobel Gabriel García Márquez a los 87 años
Por Alejandro Martínez
Imagen via el sitio del Premio Gabriel García Márquez de Periodismo.
Gabriel García Márquez, el escritor colombiano y ganador del premio Nobel de la
Literatura que por años ejerció como periodista y promovió la excelencia en la
profesión, murió hoy en la Ciudad de México, reportó la BBC.
Su muerte fue confirmada por su ex editor en Random House Cristóbal Pera, informó el
New York Times.
A principios de esta semana la familia de García Márquez, de 87 años, reportó que su
salud se encontraba “muy frágil”. El escritor padecía de cáncer linfático desde hace una
década, pero su familia decidió no someterlo a tratamiento oncológico por su edad,
según el diario español El País. Sin embargo, estaba recibiendo tratamientos paliativos
para mitigar los síntomas.
García Márquez, conocido afectuosamente como "Gabo", nació en el pueblo de
Aracataca, Colombia el 6 de marzo de 1927, según su obituario en la BBC. Fue un
pionero literario considerado uno de los grandes maestros del siglo XX de la narrativa
en español y uno de los principales exponentes del realismo mágico. Aseguraba que el
surrealismo de su prosa derivaba de la realidad latinoamericana, notó la BBC.
Escribió su primera novela a los 23 años pero tardó siete años en encontrar una editorial
que la publicara. Ganó el Premio Nobel en 1982 por su libro "Cien Años de Soledad", el
cual ha vendido más de 20 millones de copias y ha sido traducido a más de 30 idiomas.
El novelista William Kennedy describió el libro como el primer texto después del Libro
de Génesis que debería ser lectura obligatoria para toda la humanidad.
Haga click aquí para leer su discurso al recibir el premio.
En los años cincuenta comenzó a estudiar leyes pero abandonó sus estudios para
dedicarse al periodismo. Vivió humildemente en Cartagena y Barranquilla trabajando
como reportero en periódicos de esas ciudades.
"Era una vida bohemia: terminar en el periódico a la una de la mañana, escribir un
poema o un cuento corto hasta las tres, luego salir... a tomar una cerveza", dijo García
Márquez en una entrevista en inglés en 1996 con The UNESCO Courier.
No dejó de trabajar como periodista aun después de haber ganado fama literaria,
subrayó la BBC.
En un discurso leído en 1996 en la 52° Asamblea General de la Sociedad
Interamericana de Prensa (SIP), García Márquez llamó al periodismo "el mejor oficio
del mundo":
El periodismo es una pasión insaciable que sólo puede digerirse y humanizarse por su
confrontación descarnada con la realidad. Nadie que no la haya padecido puede
imaginarse esa servidumbre que se alimenta de las imprevisiones de la vida. Nadie que
no lo haya vivido puede concebir siquiera lo que es el pálpito sobrenatural de la noticia,
el orgasmo de la primicia, la demolición moral del fracaso. Nadie que no haya nacido
para eso y esté dispuesto a vivir sólo para eso podría persistir en un oficio tan
incomprensible y voraz, cuya obra se acaba después de cada noticia, como si fuera para
siempre, pero que no concede un instante de paz mientras no vuelve a empezar con más
ardor que nunca en el minuto siguiente.
En 1994, creó en Colombia la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo
Periodismo Iberoamericano (FNPI) con el propósito de fomentar la ética y las buenas
prácticas en la profesión.
En un especial de la FNPI dedicado a Márquez -- que cuenta con remembranzas sobre el
autor, discursos, citas, fotografías y videos -- el director general de la FNPI Jaime
Abello Banfi dijo que el "maestro de maestros" será recordado como "un creador genial
y un ser humano lleno de sabiduría, humor y ternura." Agradeció su legado y
compromiso al periodismo.
"Gabo nos deja su fuerza", escribió Abello. "Asumimos con seriedad y entusiasmo, de
la mano de nuestros maestros y aliados, la responsabilidad de que cada día más
periodistas de Iberoamérica puedan conocer sus ideas, estudiarlas, aplicarlas e incluso
cuestionarlas, pero siempre con la convicción de que este es un oficio de carpinteros,
que se aprende y se perfecciona con la práctica, escuchando a la gente y despertando los
sentidos para ver lo que nadie más ve, para que las sociedades se informen mejor".
El año pasado la FNPI lanzó la primera edición del Premio Gabriel García Márquez de
Periodismo para promover la excelencia periodística y los ideales profesionales en los
que creía el reconocido autor. La segunda edición fue lanzada el mes pasado.
SATIRICOSAS-Manú Dornbierer-19.4.14
Adiós, Gabriel García Márquez, la voz bella
y noble de Latinoamérica
EL ENIGMA SAGRADO.
El poder de la TV, particularmente de un canal como Discovery Channel, ha vuelto a
poner sobre el tapete la posibilidad de que Jesús y María Magdalena hayan sido una
pareja normal. En las redes sociales y en las conversaciones salta el tema como si fuera
una novedad escandalosa del siglo XXI , un descubrimiento apasionante de última hora.
Con la ambiente cursilería, la mercadotecnia en vísperas de otra Semana Santa emplea
en las redes hasta expresiones ridículas para el caso como “una historia ro-mán- ti-ca
entre Jesús y Magdalena”. Por desgracia y como acostumbra el Discovery, lanza temas
interesantes, pero se queda siempre en la superficie y alborota a sus televidentes sin
profundizar, sin esclarecer y sin darles elementos serios para mayor entendimiento.
Como a muchos otros sectores de la TV, le falta más investigación y quizás
simplemente cultura.
La versión del matrimonio de Jesús y Magdalena ha estado siempre presente en el
inconsciente colectivo, dirìa Karl Jung. Pero es simplemente lógica y más aún
tratándose de la tradición judía. Se olvida con frecuencia que Jesús fue un judìo y las
inflexibles leyes de su comunidad lo obligaban a vivir en pareja. Aún hoy siguen
vigentes.
Este tema ha salido a la luz en muchos momentos de la Historia y ha causado enojo,
revuelo y ha sido censurado por la tiesura incomprensible de la iglesia católica en
favor del celibato de los curas y de su indudable misoginia. Esperemos que empiece
a bailar un tango más inteligente, veraz y justo con el Papa Francisco. Ese
conocimiento del sagrado matrimonio entre semejantes figuras es considerado como
uno de los secretos de los Templarios.
VERSIONES MERCANTILES:
Pero dicho asunto también ha dado a ganar muchos millones de dólares a los que lo han
explotado. Por ejemplo al escritor gringo Dan Brown con sus novelas y aplaudibles
ganas de exhibir las terribles entretelas del Vaticano. Pero aunque basado en mejor
información, tiene lagunas y hasta errores importantes si se compara con otras
informaciones más profundas. Y, conste que no estoy defendiendo a esos canallas del
Opus Dei y otros equivalentes “macieles”, a los que balconea.
Lo que no es aceptable de Dan Brown es que no checa sus datos presuntamente
históricos, urbanísticos, arquitectónicos entre otros fácilmente comprobables de
diferente corte. Por ejemplo, en 2004, estando en Roma, me prestaron su best seller
“Ángeles y Demonios”, ese que trata de los asesinatos de cardenales precisamente en
esa ciudad. La anécdota plantea adivinanzas para que los investigadores detectaran en
donde se daría la siguiente ejecución. Estando in situ, fui a comprobar si era correcta la
descripción del libro y las coordenadas que brinda respecto a las fuentes de Roma y
comprobé que no . Está en parte equivocada. Se hizo bolas el buen Dan.
Y segundo, no le da crédito a otros escritores que investigaron antes que él y en cuyos
libros se basa. En suma está mal que bien plagiando en buena medida escritos de otros.
“El Código Da Vinci” y “Ángeles y Demonios” se inspiran en una investigación
apasionante de tres reporteros de la BBC, Michael Baigent , Richard Leigh y Henry
Lincoln que publicaron un libro de peso llamado “ The Messianic Legacy” , en español
“El Enigma Sagrado”, en Editorial Roca.
Ellos sì le dan crédito a otros autores anteriores, como Pierre Plantard de Saint Clair
con su libro “L’Or de Rennes”. Se refiere a un tesoro encontrado en el pueblo francés de
los Pirineos, en la parroquia de Rennes le Château que a cargo del abate Saunières que
por ahí aparece en uno de los libros de Brown.
Por supuesto, toda esta versión de la citada posibilidad de un matrimonio entre Jesús y
Magdalena, que se dio en los años 80, fue destruida paso a paso por la iglesia católica,
para dejarla en calidad de “gran mentira e infame fraude”. El libro de los ingleses y
otros fueron prohibidos en varios países.
Y es que las “verdades” que estos escritos sostienen acabarían precisamente con los
grandes mitos de la iglesia. Las ideas esenciales de todos los libros no se limitan al
multicitado matrimonio sino que cuestionan los evangelios en todos los órdenes. De
manera que el tema no es por supuesto desechable porque la iglesia lo dizque destruyó.
Volverá y volverá a lo largo de los siglos como lo ha hecho desde tiempos de Leonardo
Da Vinci y antes.
EN CUANTO A FRANCIA …
En Francia, en donde supuestamente la pareja mesiánica habría creado la dinastía de
Los Merovingios, es difícil que se olvide el tema aunque, muchos se rían de él . Hay
demasiados vestigios y derivaciones que se pueden rastrear aún hoy en día. En 1989 lo
hicimos algunas personas de mi familia.
Tras pasar la Navidad en Barcelona, decidimos para el Año Nuevo ir a Francia a buscar
ese pueblo de Rennes, Le Château en los Pirineos para también checar lo que con tanta
pasión habíamos leído en la década. Nos encontramos con una verdadera efervescencia.
Gente de muchos países había tenido la misma idea “turística”, pero sobre todo
franceses e ingleses llegaron a la ciudad de Carcassone a lo mismo, pero también
buscando “la tumba de Cristo” pintada por francés Poussin y por supuesto mencionada
en los libros . No quiero ir más lejos con la historia . En un espacio tan pequeño como
éste no se puede tan fácilmente sintetizar una historia semejante , pero sí llama la
atención y hay que redar el hecho de la existencia en ese momento de la “La
tumba de Dios”. Por supuesto era y es un punto demasiado peligroso para la iglesia y
algo así como un año después la desaparecieron.
¿Por qué habría una tumba de Jesús en el sur de Francia , en donde ya había colonias
judías, además del país de los Cátaros , la única secta cristiana contra la que habría
una Cruzada para desaparecerla también en el siglo XIII? Si les interesa, Investiguen
en letra impresa y lean los libros pertinentes. No sólo se detengan en la TV.
Una pista nada más respecto al asunto de la tumba de Dios: En esa región hay
muchos apellidos que incluyen la sílaba divina “DIEU”, Dios en español. Uno que sin
duda conocen Depardieu , Dieulangarde, Donadieu … entre otros.
Satiricosas.es.tl
º
Muchos años después frente al pelotón de fusilamiento, el
coronel Aureliano Buendía habló de recordar aquella tarde
remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.
Macondo era entonces una aldea de 20 casas de barro y
caña brava construidas a la orilla de un rio de aguas
diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras
pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El
mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de
nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el
dedo Cien años de soledad. Gabriel García Márquez
REUTERS
Siempre di lo que sientes y haz lo que piensas. Si supiera que hoy fuera la última vez
que te voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente y rezaría al Señor para poder ser el
guardián de tu alma. Si supiera que esta fuera la última vez que te vea salir por la puerta,
te daría un abrazo, un beso y te llamaría de nuevo para darte más. Si supiera que esta
fuera la última vez que voy a oír tu voz, grabaría cada una de tus palabras para poder
oírlas una y otra vez indefinidamente. Si supiera que estos son los últimos minutos que
te veo diría "te quiero" y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes. Siempre hay un
mañana y la vida nos da otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me
equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero y que
nunca te olvidare.
El mañana no le esta asegurado a nadie, joven o viejo. Hoy puede ser la última vez que
veas a los que amas. Por eso no esperes mas, hazlo hoy, ya que si el mañana nunca
llega, seguramente lamentareis el día que no tomaste tiempo para un sonrisa, un abrazo,
un beso y que estuviste muy ocupado para concederles un último deseo. Mantén a los
que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesitas, quiérelos y trátalos bien,
toma tiempo para decirles "lo siento", "perdóname", "por favor", "gracias" y todas las
palabras de amor que conoces. Nadie te recordara por tus pensamientos secretos. Pide al
Señor la fuerza y sabiduría para expresarlos.
Desde Florencia, Italia
Inviato da iPhone
El premio nobel de literatura, escritor y periodista colombiano Gabriel García Márquez
falleció a los 87 años de edad en su casa en la ciudad de México. Se fue una de las
figuras más importantes de la literatura universal del siglo XX.
A principios de abril Márquez fue internado en el Instituto Nacional de Ciencias
Médicas y Nutrición en México a causa de una infección pulmonar. El pasado 15 de
abril, la familia del escritor colombiano emitió un comunicado en el que reconoció que
la salud del nobel de literatura de 1982 era "muy frágil" y que había "riesgos de
complicaciones".
El autor, conocido mundialmente como fundador del estilo literario denominado
'realismo mágico', se inmortalizó con las novelas 'Cien años de soledad', 'El coronel no
tiene quien le escriba', 'El otoño del patriarca', 'El amor en los tiempos del cólera' y
'Crónica de una muerte anunciada', entre otras.
AFP Luis Acosta
Hizo también una gran aportación al periodismo contemporáneo participando en la
fundación en Cuba de la agencia de noticias Prensa Latina. Este hecho en su biografía se
debe a un interés especial por los movimientos de izquierda y una simpatía que en todo
momento fue mutua. A esta misma preferencia se debe la amistad que entabló con los
líderes de la revolución cubana Fidel Castro y Ernesto 'Che' Guevara.
Años después, en 1994, figuró entre los creadores de la Fundación Nuevo Periodismo
Iberoamericano (FNPI), que declaró como objetivo ayudar a periodistas jóvenes a
aprender la profesión y buscar nuevas formas de practicarla. Desde entonces, una beca
de la misma fundación, bautizada en su nombre, estimula los éxitos de los jóvenes en el
periodismo cultural.
Su primer cuento, 'La tercera resignación', fue publicado en 1947 en 'El Espectador', un
periódico liberal de Bogotá. El éxito le garantizó a partir del año siguiente el trabajo
periodístico en el mismo rotativo, donde asimismo fueron publicados dentro de un
lustro catorce cuentos de su autoría. Trabajó también como reportero y columnista en
'El Universal' y 'El Heraldo'. Aunque era una faceta desconocida, en su étapa académica
y posterior también abordó la poesía, algo que recordaron en Moscú en el marco del
proyecto 'Poesía en el Metro' de la capital rusa hace dos años.
La realidad política y social en Colombia inspiraba en mucho la obra de García
Márquez, pero vivió la mayor parte de su edad madura fuera de su país natal: en La
Habana, Nueva York, París, Barcelona y México D.F.
Tras una estadía de varios meses en Estados Unidos en 1960, las autoridades de ese país
le denegaron el visado a García Márquez durante décadas, hasta la Presidencia de Bill
Clinton, acusándole de estar afiliado al partido comunista. Hubo una excepción en 1971,
cuando la Universidad de Columbia le otorgó el título de doctor honoris causa y un
visado 'condicionado' le permitió la entrada al país.
Entre 1961 y 1967 y a partir de 1981 residió en México, donde no evitó ser espiado por
los servicios de seguridad nacionales en el marco de la denominada 'guerra sucia' como
presunto "agente de la propaganda" cubana. En la segunda ocasión tuvo que trasladarse
hacia la capital mexicana y solicitar asilo a las autoridades de este país a causa de una
persecución penal a la que fue sometido en Colombia. Le acusaron de haber financiado
un grupo de la guerrilla y la posibilidad de un arresto se hizo muy factible.
En México D.F. le encontró en octubre de 1982 la noticia más esperada por un escritor:
la Academia Real Sueca le otorgó el Premio Nobel de Literatura. La ceremonia de
entrega del Nobel se celebró en Estocolmo el 8 de diciembre de ese mismo año. En el
discurso titulado 'La soledad de América Latina' buscó romper ante el pleno de la
Academia los moldes o frases gastadas con que se habían referido tradicionalmente en
Europa al mundo iberoamericano y denunció la falta de atención a la región por parte de
las superpotencias.
Después del Nobel, el novelista regresó por un tiempo a Colombia y formó parte de una
comisión encargada de diseñar una estrategia nacional para la ciencia, la investigación y
la cultura. Al mismo tiempo no dejó de apoyar la revolución cubana y las ideas del
socialismo como una opción para el futuro del continente.
En 2002, Gabriel García Márquez publicó un libro de memorias: 'Vivir para contarla', el
primero de los tres volúmenes que había anunciado.
Su obra recibió múltiples expresiones de elogio desde los años 1960. Entre ellas destaca
el comentario del gran poeta chileno Pablo Neruda sobre la novela 'Cien años de
soledad', a la que calificó como "la mejor novela que se ha escrito en castellano después
del Quijote". Son convincentes también índices numéricos como el que demuestra que
los libros de García Márquez son los más vendidos de los que se hayan publicado en
lengua española en toda la historia, exceptuando la Biblia.
A la edad de 78 años el pasado 10 de marzo falleció en Bogotá uno de los hermanos
menores de 'Gabo', Gustavo García Márquez. Ese mismo mes el propio gran escritor
latinoamericano celebró su 87.º cumpleaños.
Texto completo en: http://actualidad.rt.com/cultura/view/124266-nobel-literaturagarcia-marquez-necrologia
Por Patricia Ramos
(CNN) –Un día García Márquez comentó que muchos sábados se quedaba en su casa
con Mercedes, su esposa, porque nadie lo invitaba debido, decía, a que la mitad de la
gente pensaba que cómo invitar García Márquez y la otra mitad imaginaba que tendría
una agenda muy apretada.
Mientras tanto, él veía televisión.
Cuando recibió "Al Águila Azteca" -máxima condecoración que otorga el gobierno
mexicano a un extranjero ilustre- al salir de la casa presidencial de Los Pinos, aquel
viernes de 1982, en medio del alboroto de los periodistas que lo perseguíamos siempre
como colegas (y hambrientos de la sabiduría y chispa del ‘Gabo’), al dirigirme con
micrófono en mano, ahí, en medio de la acera o banqueta, se volteó con ese aire
circunspecto que lo acompañaba y me dijo mirándome con esa mirada que parecía
siempre preguntar... "Primero salude".
Irreverente y franco, aseguraba que no podía amar a una mujer si tenía los pies fríos.
Sobre su quehacer periodístico que enalteció, decía que era su "carpintería literaria" y
calificó el oficio como "el más lindo del mundo".
En el restaurante español "El Hórreo" en el centro de la Ciudad de México, junto al
parque de La Alameda, escribió algunas páginas de su obra maestra Cien Años de
Soledad al calor de un paella, acompañado por amigos, entre ellos el ‘Mago’ Echeverry;
otro día contará el por qué de ese apodo.
No le gustaban las corbatas, porque decía que algunas cosas "ya le colgaban" como para
ponerse un "colgandejo más".
Ante el mundo se presentó con una guayabera al recibir el Premio Nobel de Literatura y
cuando le preguntaron cómo reseñar la emotiva ceremonia, García Márquez dijo: “fue
como vivir tu propio entierro”.
Se refería a la cantidad luces, reseñas periodísticas, reflectores y la atención mundial
que rodearon aquella ocasión de 1982.
Un día en la ciudad mexicana de Guadalajara, de forma espontánea y con la seriedad
que le mostraba al mundo, me pintó una flor, detrás de una foto que había atrapado uno
de esos momentos.
Amigo entrañable de su colega y compatriota Álvaro Mutis, él fue el motor, el impulsor
para que ‘Gabo’, no sucumbiera en sus ímpetus como literato ­ante las adversidades
que vivió al llegar a México- y dejara la pluma.
Incluso el maestro se había ido al puerto mexicano de Veracruz, y allí lo llamó Mutis
para decirle: tienes que seguir escribiendo. Lo demás es historia.
++++++++++++++++++++++++++++++
Gracias por la pequeña CRONICA de García Márquez....estoy terminando el libro
"García Márquez: una vida"...esta escrita por un ingles que se le pego 17 años y
logro una visión muy completa del proceso por el que paso García Márquez para llegar
a ser el gran escritor que ES, porque sus obras ahí- seguirán. Conforme fui leyendo el
libro fui releyendo "Cien años de Soledad", "El amor en los tiempos del Colera",
"La hojarasca". Volver a leerlos no solo fue apasionante, sino interesantísimo, porque
los leí con una mirada muy distinta a la que tenia cuando los leí, por primera vez a los
veinte años. Sabíamos que estaba enfermo, que ya no reconocía bien a las personas, y
sin embargo el saber que ya no esta si deja un hueco en el corazón- Verónica Mastretta
++++++++++++++++
Los intelectuales orgánicos contra las luchas sociales
Pedro Echeverría V.
1. Murió en México ayer 17, el novelista y escritor colombiano Gabriel García
Márquez. Fue muy amigo del dirigente cubano Fidel Castro y al parecer de la ortodoxia
marxista y socialista. Por ese hecho fue acusado por los “intelectuales orgánicos” de
México y el mundo, de oportunista y/o iluso “por no hacer caso a la construcción de un
régimen autoritario en Cuba ni a la represión de los intelectuales en la Isla”. Dudé en
algún momento, pero luego pensando en el bloqueo económico mundial decretado 1962
y la agresión imperialista y que a partir de 1989 –al desplomarse la URSS- los EEUU
quedaban como amos del mundo, sin contrapesos internacional, ví que García Márquez
tenía razón. No era simplemente criticar sino entender.
2. Hace algunos años escribí haciendo fuertes críticas a los pronunciamientos de Fidel
Castro y Hugo Chávez acerca de sus posiciones sobre las FALC que venían y vienen
confrontándose desde 1964 contra el gobierno colombiano que encabezaba entonces el
fascista Álvaro Uribe. Pero fue al intelectual Carlos Monsiváis –quien se fue con todo
contra las FALC- a quien puse como ejemplo de “intelectuales” mexicanos, como
Aguilar Camín, Enrique Krauze, Jorge Castañeda, que para estar bien con “el príncipe”
y con el imperio de EEUU, se han dedicado a criticar con saña todos los movimientos
políticos de oposición real. El artículo que sigue lo elaboré hace cinco años y fue
publicado por el periódico digital venezolano Aporrea y otros.
3. El escritor mexicano Carlos Monsiváis lamentó en entrevista con el diario El
Espectador que la izquierda mundial se haya tardado varios años en condenar la práctica
del secuestro por parte de los grupos rebeldes colombianos. En entrevista dijo que los
secuestros, desde el principio, debieron haber conllevado el reproche de toda la
izquierda mundial" y consideró que "esa tardanza fue dolorosa". Señaló que el año
pasado (el ex presidente cubano) Fidel Castro descubra la existencia de los secuestros, y
lo repruebe, me parece una triste y grave tardanza. Calificó la práctica del secuestro por
parte de las rebeldes Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el
Ejército de Liberación Nacional (ELN) como una "negación" de la izquierda
democrática.
4. ¿Duele al laureado escritor “progresista” que las FARC y el ELN tengan políticos
derechistas, militares y policías secuestrados y no quiere darse cuenta que en las
mazmorras del gobierno de Álvaro Uribe hay alrededor de 800 presos políticos de las
FARC? ¿Olvida el escritor que las FARC han liberado a más de 15 secuestrados y el
gobierno de Uribe en vez de liberar a sus presos se ha dedicado a asesinar a
guerrilleros? ¿Desconoce que en México el gobierno de Calderón ha condenado a los
presos de Atenco, de Oaxaca, de Querétaro y ha asesinado a otros tantos inocentes? La
realidad es que esos grandes intelectuales que son muy queridos por los gobiernos, lo
primero que deberían exigir es que no hayan presos políticos ni represiones para que no
hayan secuestros ni violencias.
5. Los miles de levantamientos indígenas en la Nueva España contra la dominación, así
como las luchas de Independencia, de Reforma, contra el Imperio y la Revolución no
tuvieron nada, absolutamente nada de pacíficas. Fueron movimientos guerrilleros y
guerrillas urbanas que lanzaron piedras, palos, balas, usaron machetes y cuchillos para
poder defenderse y luego someter a las clases dominantes. ¿Quieren acaso los laureados
escritores que el pueblo lance flores perfumadas a los gobiernos, ejércitos y policías que
los reprimen y asesinan? ¿Debieron los ferrocarrileros, los maestros, los estudiantes de
1968 y de 1999, los indígenas del EZLN, los miembros de la APPO, los atenquenses,
arrastrarse en vez de luchar contra los gobiernos de López Mateos, Díaz Ordaz,
Echeverría, Salinas, Fox y Calderón?
6. Algunos escritores han querido mostrarse en el mundo como muy sensibles, muy
humanos, muy demócratas, muy correctos, pero por encima de todo, muy amigos de los
gobiernos y del sistema establecido. Dicen estar contra los excesos y los radicalismos,
pero siempre terminan defendiendo al sistema que les ha dado cobijos, premios y
reconocimientos. No pueden olvidar que los premios siempre los otorga el poder a sus
amigos e incondicionales; por eso son críticos, pero sin rebasar lo que el poder puede
soportar. También por eso mismo se dedican a condenar todas las luchas anticapitalistas
y fuertes que busquen extirpar de raíz el sistema de dominación. ¿Cuántas veces
destacadísimos intelectuales han adornado los programas culturales y las giras
internacionales de los presidentes?
7. Carlos Monsiváis es una “vaca sagrada” entre los intelectuales mexicanos; también lo
son Carlos Fuentes, Enrique Krauze, Aguilar Camín, así como lo fue Octavio Paz.
Todos ellos han recibido decenas o cientos de premios y, al mismo tiempo, les han
brindado las mayores atenciones por los diferentes gobiernos del país y demás grupos
de poder. No hay nada que no haya estado al alcance de ellos. Han tenido abiertos todos
los medios de información, han publicado lo que han querido, han vendido enormes
cantidades de libros y sus finanzas personales son parecidas a las de las clases altas. Han
escrito en forma maravillosa, pero políticamente se han movido entre la
socialdemocracia (lo que han llamado “izquierda democrática”), el centrismo y la
derecha.
8. Durante 50 años han sido protegidos, o se han cobijado bajo la sombra del Estado.
Sus opiniones, siempre muy escuchadas y más de las veces atendidas, le han servido al
Estado para regular sus políticas. ¿Por qué en lugar de exigir a las izquierdas que
condenen los secuestros de las FARC (tal como los funestos gobiernos de España y su
tirano abogado le exigen al Herri Batasuna respecto a la ETA que lucha por la
autonomía vasca), no le piden al gobierno la libertad de los presos políticos, el cese de
la persecución contra los movimiento sociales y la distribución igualitaria de la riqueza?
Los intelectuales deberían tener todos los elementos teóricos y convincentes para que
los gobiernos pongan en práctica sus recomendaciones. ¡Cuánto bien harían al país!
9. Si Monsiváis y los demás intelectuales no quieren radicalismos ni violencia, si
quieren partidos civilizados y luchas pacíficas, que intervengan directamente ante los
gobiernos para que éstos no los provoquen. Incluso López Obrador, a pesar de que en
todos sus discursos y acciones subraya siempre su carácter pacífico, ha sido acusado
más de mil un veces de ser la parte violenta del PRD y a éste partido de ser una
organización violenta. Al movimiento estudiantil de 1968, sobre todo al de 1999, se les
acusó de violentos, se les reprimió con brutalidad y los llamados intelectuales
orgánicos, muy bien cobijados por el Estado, dieron pie en sus artículos a la salvaje y
violenta represión institucional. La condena posterior a la brutal represión resulta una
burla.
10. Al respecto el periodista Cepeda Neri señaló en 2006, a raíz del fraude electoral
contra López Obrador, que en la disputa por el poder presidencial, los intelectuales
orgánicos o sea los que gustan de asirse a la ubre presupuestal para gozar de los favores
del "príncipe" (asesorías, publicidad para sus revistas dizque culturales, como Nexos y
Letras libres, de Aguilar Camín y Enrique Krauze, respectivamente; invitaciones a giras,
sobre todo europeas; asistir como "damas de compañía" a recepciones para
embajadores, comilonas con presidentes de otros países y, de plano, para platicar con el
poderoso en turno), han vuelto a la carga. Estos dos personajes, que llegaron a
encabezar a distintas mafias intelectuales, hoy se han sumado abiertamente a la derecha
calderonista.
11. A pesar de la exquisitez de los intelectuales, de su falta de independencia hacia el
sistema para expresar su pensamiento, de su carencia de compromiso social por estar
dedicados a cuidar sus intereses personales, confieso que seguiré leyéndolos porque me
ayudan con sus investigaciones, recopilaciones e interpretaciones. Pero no podré olvidar
que ellos son “intelectuales” con una posición política comprometida con el poder. Sin
duda hay otros intelectuales que no han acumulado premios y privilegios, que todavía
buscan un país menos injusto o más igualitario; que en vez de exigir un “buen
comportamiento” a los de abajo tienen un alto nivel de comprensión del significado de
las clases y las luchas ineludibles entre ellas. Los intelectuales del siglo XXI pueden ser
distintos.
http://pedroecheverriav.wordpress.com
[email protected]
El inventor del hielo
Juan Villoro
Abril 18 del 2013
Gabriel García Márquez solía recordar que llegó a México el día de la
muerte de Hemingway. Ciertos momentos se definen por lo que
perdemos: el 17 de abril de 2014 falleció la única persona que hubiera
escrito bien esa noticia.
Desde sus primeras crónicas, publicadas en Cartagena de Indias y
Barranquilla, García Márquez decidió que la realidad es una rama de la
mitología, llena de cosas tan difíciles de probar y tan inolvidables como
éstas: no hay nada más dramático que una negra engreída, suicidarse es
una forma de ser chino y el azúcar murmura cuando sube a las naranjas.
Después del asesinato del político liberal Jorge Eliécer Gaitán, la prensa
colombiana pasó por una fuerte censura. Imposibilitado para cubrir
acontecimientos, el joven García Márquez narró la vida íntima de un
bandoneón, los problemas de tráfico causados por los muertos y el
desconcierto producido por una vaca que se creyó urbana.
Como su maestro Daniel Defoe, renovó el periodismo para renovar la
literatura. El autor de Robinson Crusoe tuvo que llegar a los sesenta
años para describir el desconcierto que produce una huella en la arena
de una isla desierta. Nacido en Piscis -signo aliado de la fortuna-, García
Márquez encontró más pronto a su náufrago. José Salgar, encargado de
la cocina de El Espectador, bajó la escalera en espiral del diario y pidió al
joven periodista de Aracataca (al que apodaban como Trapo Loco por su
fantasiosa mezcla de ropas) que escribiera el relato de un náufrago.
Todo mundo conocía la noticia. García Márquez encendió un cigarrillo
pensando en pretextos para negarse, pero el diálogo lo llevó a una
revelación: podía escribir en primera persona, como Crusoe en su isla.
Los lectores conocían la información, pero nadie, ni siquiera el náufrago,
conocía la vida interior de la información.
García Márquez entendió el periodismo en clave cervantina. Los datos
que el mundo pone frente al Quijote son arbitrarios, abigarrados,
caóticos; se trata de "noticias". Desde su perspectiva, la época ha
enloquecido; desde la perspectiva de la época, él ha enloquecido.
Gracias a este desfase, todo se comprende dos veces: con la mirada
alucinada del Quijote y con la sensatez del entorno. El resultado es la
literatura moderna. A los 53 años, Alonso Quijano concluye su aventura
de lector absoluto, transformando la realidad en libro. A los 19 años,
García Márquez inicia su aventura narrando la realidad como fábula.
En un buen reportaje los detalles son inobjetables y la trama tiene la
desmesura de lo que sólo es lógico porque así sucedió y puede ser
probado. Con esa estrategia, García Márquez escribió dos obras
maestras de la novela breve: El coronel no tiene quien le escriba y
Crónica de una muerte anunciada. El narrador actúa como reportero de
investigación de sus propias creaciones. Los datos son tan exactos que
no dudamos del resto.
En sus clases en la Fundación de Nuevo Periodismo, Gabo recordaba
que "la ética debe acompañar al periodismo como el zumbido al
moscardón". Para el novelista, la apariencia de realidad es el zumbido
del moscardón. El episodio de Cien años de soledad en que Remedios la
Bella sube al cielo no es un triunfo de la exageración sino de la exactitud.
La chica, de por sí etérea, sale a un patio donde las sábanas se secan
como velas de navío. La escena va por buen camino pero le falta
"realidad". Un reportero que ha cubierto homicidios sabe que si la víctima
lleva calcetines de distintos colores es porque se vistió en la oscuridad.
Con el mismo sentido de la precisión, García Márquez buscó un dato
para apuntalar su fantasía. Acercó a Remedios a una taza de chocolate;
un líquido espumoso, ascendente. Buen combustible. Cuando ella lo
bebió, no hubo Dios que la parara.
El cronista de la fabulación ofrecía informes únicos: el gasto militar del
planeta podría usarse para perfumar de sándalo las cataratas del
Niágara... la conquista de la luna no dejó otro saldo que una bandera en
una tierra sin vientos...
Hay cosas cuyo valor depende del deseo. En el primer capítulo de Cien
años de soledad, García Márquez brindó una exclusiva del trópico: el
hielo es el gran invento de nuestro tiempo.
Descubrir el agua tibia no tiene chiste; reinventar el hielo fue un golpe de
genio, la noticia que sólo podía dar el mayor reportero de la imaginación
latinoamericana.
Ha obtenido el Premio Herralde por su novela El testigo, el Internacional de Periodismo Vázquez
Montalbán por su libro sobre futbol Dios es redondo y el Iberoamericano José Donoso por el conjunto de
su obra. Ha sido profesor en la UNAM, Yale, Princeton y la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona.
Entre sus libros para niños destaca El profesor Zíper y la fabulosa guitarra eléctrica.
Leer más:
http://www.reforma.com/aplicaciones/editoriales/editorial.aspx?id=24722#ixzz2zHDo3z
uk
Follow us: @reformacom on Twitter
Macondo abraza a Gabo

Gabriel García Márquez llegó a México en 1961. Foto: Archivo
1
Jorge Ricardo
Cd. de México (18 abril 2014).- Fue una llovizna fría, una amenaza de
algo mayor, lo que cayó sobre la casa de Gabriel García Márquez ayer,
mientras se anunciaba que había muerto.
¡Adiós, Gabo!
"No llores porque ya se terminó, sonríe porque sucedió"
Gabriel García Márquez
#QueridoGabo
Pero cuando la carroza gris con sus restos recorrió la calle Fuego y llegó
a la funeraria, a unas cuadras de ahí, las nubes se habían disipado, y a
50 metros un fresno de pocas ramas fue derribado por un camión.
"Estamos en shock", dijo una pareja de novios de 20 y 23 años con tres
rosas amarillas, que lloraban abrazados y esperaban el cuerpo del
escritor. Para entonces la tarde ya era un caos.
Notas Relacionadas
Fidel, el guardián de los secretos
¿Quién era Gabo?
Gabo y las rosas amarillas
Una historia "mágica"
Personajes entrañables
Muy reconocido
1972
Premio Rómulo Gallegos
1981
Legión de Honor de Francia
1982
Águila Ázteca de México
1982
Nobel de Literatura
"La vida no es lo que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la
recuerda para contarla"
Gabriel García Márquez
García Márquez, nacido el domingo 6 de marzo de 1927, a las nueve de
la mañana, en medio de un aguacero torrencial fuera de estación, murió
en Jueves Santo, igual que Úrsula Iguarán, la matriarca de Macondo,
fallecida tras el diluvio de los cuatro años, once meses y dos días.
"Al principio que se creyó que era una peste", escribió García Márquez
en Cien años de Soledad.
Pero la muerte de ayer ha sido real.
Muy a pesar de la señora Dolores Rocha, su vecina de enfrente, que
desde hace meses rogaba por el escritor. "Le pedía a Dios todas las
noches por él antes de dormir. Teníamos el mismo doctor", dijo, gritando
en el interfón.
'Se me fue el alma a los pies'
Gabriel García Márquez, el mayor de 11 hermanos -siete varones y
cuatro mujeres-, primogénito de Luisa Santiaga y Gabriel Eligio, nieto de
Tranquilina Iguarán Cotes y del coronel Nicolás Ricardo Márquez Mejía,
falleció enmedio de una tarde caótica.
Tuvieron que llegar 50 policías y granaderos para contener al centenar
de periodistas que desde temprano esperaban frente a la casa del
escritor. La mañana había comenzado llena de calor.
El primer visitante, cerca de las 11:00 horas, fue un amigo con un ramo
de rosas amarillas. "Está bien, como siempre, bien", había dicho. El
anuncio público llegó por Twitter a las 14:46. "Muere Gabriel García
Márquez. Mercedes y sus hijos, Rodrigo y Gonzalo, me autorizan dar la
información", escribió la conductora Fernanda Familiar.
El periodista venezolano Albinson Linares estaba en el remate de libros
en el Auditorio Nacional cuando desde los altavoces se pidió un minuto
de aplausos. La película cristiana Pedro y Pablo que la cosmeatra
colombiana María Cristina Marín veía en su casa de Polanco fue
interrumpida para dar la noticia. La señora Minerva Díaz estaba
cocinando en Ecatepec cuando su marido le informó. Los tres acudieron
al lugar.
"Se me fue el alma a los pies", dijo Linares.
Cuando ya había comenzado a lloviznar entró a la casa el director de la
Fundación "Gabriel García Márquez" para el Nuevo Periodismo
Iberoamericano, Jaime Abelllo, y luego llegó una lectora de 28 años con
un ramo de margaritas blancas.
"Mi mamá me dijo: 'no te van a dejar entrar', pero yo no quería entrar sino
venir a mostrar mis respetos y llorar", dijo una vez que había dejado el
ramo junto a la puerta.
Después hubo gritos, empujones de los periodistas, una carroza gris que
entró hasta la casa y salió golpeada apenas por las flores de bugambilia
que una joven colombiana arrancaba de las paredes.
"Nostalgia, es una nostalgia enorme la que se abre desde aquí", dijo
Valeria Hurtado, de 26 años.
Pasado un minuto de las cinco de la tarde, el cortejo salió. Se fue rápido,
custodiado por tres patrullas y una decena de motocicletas. "Era una
persona tan sencilla, qué pena que haya muerto en Jueves Santo", decía
la señora Malena Flores, mirando desde la reja de su casa.
Se cayó un camarógrafo de su motocicleta, las camionetas de
granaderos abrieron paso sobre Avenida San Jerónimo, un camión rojo
tiró un fresno, y los granaderos sellaron todas las entradas a la funeraria.
"Qué impresión. Nunca en mi país podría ocurrir algo así con ningún
escritor. He tuiteado que murió y 50 holandeses lo han retuiteado", dijo el
periodista holandés Jan-Albert Hootsen, fuera de la funeraria.
Pero hasta el último momento la familia de García Márquez, sus hijos
Rodrigo y Gonzalo y su esposa Mercedes Barcha, mantuvieron el
silencio. Ni siquiera dejaron pasar a Héctor Aguilar Camín ni a Ángeles
Mastretta ni a lectores que llegaron a leer "Ojos de perro azul".
A las diez de la noche se informó que sería cremado. La calle de Fuego
seguía cerrada y había granaderos con vallas frente a la casa.
Hay en la primera parte de Vivir para contarla, la autobiografía de García
Márquez, la historia de cuando su abuelo, Nicolás Márquez, lo llevó, a los
tres o cuatro años, de la mano a través de un yermo ardiente, caminado
de prisa y sin decirle para qué, hasta llegar a una extensión de aguas
verdes con eructos de espuma y gallinas ahogadas.
"'Es el mar', me dijo.
"Desencantado, le pregunté que había en la otra orilla, y él me contestó
sin dudarlo:
""Del otro lado no hay orilla".
García Márquez dio ayer un paso hacia esa otra orilla.
Con información de Julieta Riveroll y Oscar Cid de León
Leer más:
http://www.reforma.com/aplicaciones/articulo/default.aspx?id=207860&v=5#ixzz2zHGs
1ib9
Follow us: @reformacom on Twitter
El hombre guardián de muchos secretos

García Márquez siempre respaldó al régimen de Fidel Castro. Foto: Archivo
Silvia Isabel Gámez
Cd. de México (18 abril 2014).- Sólo una vez Fidel Castro ha
manifestado sentir envidia. Y fue por su amigo Gabriel García Márquez.
Lo escribió en un texto publicado en 2002 para celebrar la aparición de
Vivir para contarla, el libro de memorias del Nobel colombiano. Al
referirse a la obsesión compartida por hallar el término preciso al escribir,
confesó: "Lo admiro sobre todo cuando, al no existir esa palabra exacta,
tranquilamente la inventa. ¡Cómo envidio esa licencia suya!".
Ambos se cruzaron sin saberlo el día del Bogotazo, el 9 de abril de 1948,
cuando una multitud enardecida salió a las calles para vengar el
asesinato del liberal Jorge Eliecer Gaitán. Castro había viajado a
Colombia para organizar un congreso latinoamericano de estudiantes;
durante la revuelta, recordaba a un hombre que golpeaba una máquina
de escribir. Al escucharlo narrar la anécdota casi medio siglo después,
Gabo le dijo: "Fidel, yo era aquel hombre".
"Fidel se parece a sus más constantes criaturas literarias, a los
fantasmas en los que se proyecta, con los cuales se identifica su destino
de modesto hijo de telegrafista llegado a las cumbres escarpadas de la
gloria", escribe el también autor de El olor de la guayaba. Fidel es un mito
de los confines de su infancia recobrado, una nueva representación de
Aureliano Buendía".
***
En 1961, García Márquez se trasladó a Nueva York como corresponsal
de la agencia de noticias cubana Prensa Latina, para la que trabajaba
desde hacía dos años en Bogotá. Recibió visitas del FBI y amenazas de
los anticastristas. En mayo presentó su renuncia y, con apenas 200
dólares, viajó a México.
Desde ese momento, el gobierno estadounidense lo inscribió en su lista
negra. "No puedo entrar a Estados Unidos porque dicen que soy
comunista, un amigo de Fidel Castro. Pero dígame: si mis ideas son tan
peligrosas, ¿por qué no prohíben mis libros?", preguntaba en 1988 a
Pete Hamill en una entrevista con Vanity Fair.
Se le autorizó una visa en 1971 para que pudiera recibir el doctorado
honoris causa de la Universidad de Columbia, pero su estancia fue
restringida a Nueva York. Ese mismo año, García Márquez se había
desmarcado de escritores como Jorge Semprún, Carlos Fuentes y
Vargas Llosa que, convocados por Juan Goytisolo, firmaron en la revista
Libre dos cartas de protesta por el arresto del poeta Heberto Padilla.
"El conflicto de un grupo de escritores latinoamericanos con Fidel Castro
es un triunfo efímero de las agencias de prensa", declaró en esos días
García Márquez. "Cuando los escritores queremos hacer política, en
realidad no hacemos política sino moral, y esos dos términos no son
siempre compatibles".
En 1976 tuvo lugar su encuentro definitivo. García Márquez fue a la isla
con la intención de escribir un libro sobre la Revolución. Lo que hizo
fueron una serie de artículos, como Operación Carlota, sobre la
participación de Cuba en la guerra de Angola.
A partir de 1980, la cercanía del Nobel con el mandatario cubano
aumentó: compartieron vacaciones y fines de año, y recibió como regalo
una casa en el barrio de Siboney. Su cercanía con Castro lo llevó a servir
de mediador con el gobierno de Estados Unidos, como dejó escrito en
"Aventura pacífica en la Casa Blanca", texto publicado en Granma donde
narra el encargo que le hizo Fidel en 1998 de llevar un mensaje urgente
al Presidente Clinton sobre un complot terrorista que había descubierto.
El encuentro tuvo lugar con Thomas McLarty, un colaborador cercano del
mandatario.
García Márquez contaba que en cada viaje a La Habana llevaba a Castro
una maleta llena de libros. Recuerda haberle entregado Drácula, de
Bram Stoker, una noche a las dos de la madrugada, y al día siguiente,
haberlo visto llegar a la hora del desayuno con los ojos hinchados
diciéndole: "¡Qué cabrón! ¡No pude dormir!".
En "El Fidel Castro que yo conozco", publicado en 2006 en Granma,
Gabo hace un retrato íntimo de su amigo. Destaca su emoción por el
riesgo, su instinto ganador, su naturaleza obsesiva, su memoria
portentosa, su voracidad de lector. A quienes le escamotean la verdad -uno de los males que acarrea la soledad del poder, eje temático del
Nobel--, les advierte que no se engañen: "él lo sabe".
Y lanza una crítica: "Las más graves, sin embargo, son las verdades que
se le ocultan para encubrir deficiencias, pues al lado de los enormes
logros que sustentan la Revolución (.) hay una incompetencia burocrática
colosal".
García Márquez era para muchos la persona más cercana a Fidel,
alguien que nunca revelaría sus secretos, por eso se los confiaba. Aun
así, había límites. "Hablamos de todo", aseguró a Vanity Fair. "Pero
apenas le diga cómo dirigir Cuba, él tratará de decirme cómo escribir una
novela".
Hora de publicación: 00:00 hrs.
Leer más:
http://www.reforma.com/aplicaciones/articulo/default.aspx?id=207854&v=1#ixzz2zHHg
ZXaF
Follow us: @reformacom on Twitter
Niño, amigo y Nobel

Gabriel García Márquez, dibujado en este cartón por Camacho. Foto:
Silvia Isabel Gámez
Cd. de México (17 abril 2014).- ¿Quién era Gabriel García Márquez? El
niño de Aracataca, sentado desde las seis de la tarde en su sillita,
temeroso en una casa llena de miedos. El tímido que en su juventud no
sabía dónde meter las manos, que vivía con la impresión de que sobraba
en todas partes, que sólo con sus amigos estaba seguro. El hombre que
atravesó periodos muy pobres y jodidos, sin comida pero siempre con
whisky. Que cerraba temprano las cortinas de su casa porque no le
gustaba tomar si no estaba oscuro.
Era el bromista que susurraba al oído que la escritora era Mercedes,
pero los libros eran tan malos que le avergonzaba firmarlos. El hombre
que atraía lo inesperado --¿o lo fabulaba?--, como esa madrugada en la
Plaza Roja de Moscú cuando una chica le mostró una tortuga que movía
la cabeza. "¿Es de plástico o está viva?", preguntó.
Y ella contestó: "Es de plástico, pero está viva". Quien se sacudía a los
periodistas solicitándoles cuestionarios por escrito que luego no
respondía.
Una historia "mágica"
Gabo era para Tomás Eloy Martínez un brujo bueno a quien confiaba sus
cuitas de amor. "'Pero, ¿la quieres?'. 'No sé'. 'Si dudas, no amas'". Y
tenía razón, cabeceaba el argentino. Era el Nobel sonriente, casi familiar,
fatigado por la fama, que a ratos deseaba haber sido un autor póstumo
para no sufrir la carga de sus libros, una gloria literaria que le cobró a
cambio la paz de cada día. Alguien siempre necesitado de afecto que
escribía para que sus amigos lo quisieran más. Quien contaba que al
enterarse en 1982 de que recibiría el Nobel exclamó: "Coño, se lo
creyeron! ¡Se tragaron el cuento!".
Era el escritor que cobró sus primeros derechos de autor después de
publicar su quinto libro, Cien años de soledad. El esposo nada machista
de Mercedes, el padre de Rodrigo y Gonzalo, que lamentaba no haber
tenido una hija. El hombre que sobrevivió en 1992 a un tumor maligno en
el pulmón, y a un cáncer linfático en 1999, después de ser testigo de su
propia muerte, anunciada al mundo el 9 de junio en internet. Quien de
vuelta en París, ahora exitoso, al recordar las penurias quiso vengarse de
la vida y no pudo. Al cuarto día de visitar los mejores restaurantes,
extrañó los de antes, baratos y populares.
"Todo el camino de la vida es siempre estrecho y no hay nada qué
hacer".
Quien se negaba a firmar servilletas o papeles en blanco desde que
quisieron falsificar su firma en un pagaré. El amigo de Fidel Castro,
Carlos Fuentes, Bill Clinton, Carlos Slim, Álvaro Cepeda Samudio, Rafael
Escalona, Enrique Santos Calderón y tantos otros. El Nobel que recibió
una bofetada de otro Nobel, Mario Vargas Llosa, en un episodio que
ninguno quiso aclarar. Alguien con casas en Ciudad de México,
Cuernavaca, Barcelona, París, Cartagena de Indias, Barranquilla y La
Habana, esta última regalo de Castro, quien disfrutaba de la música, el
cine, los grabados de Wilfredo Lam, las camisas de seda, el queso y el
caviar. Y padecía una "satánica debilidad" por la champaña Viuda
Clicquot.
Y que siempre tenía en los floreros, recién cortadas, rosas amarillas.
Porque traen suerte, decía.
Hora de publicación: 17:33
Leer más:
http://www.reforma.com/aplicaciones/articulo/default.aspx?id=207563&v=3#ixzz2zHIX
HByR
Follow us: @reformacom on Twitter
Político sin cargo
Silvia Isabel Gámez
Cd. de México (18 abril 2014).- La urgencia por aprobar la nueva
Constitución colombiana en 1991 impidió que Gabriel García Márquez
hiciera una revisión final del texto.
¡Adiós, Gabo!
Una historia "mágica"
"Creo que el mundo debe ser socialista, va a serlo, y tenemos que
ayudar para que lo sea lo más pronto posible"
Gabriel García Márquez
En 1974
Durante todo el proceso le fueron enviados los borradores. Al margen
proponía medidas como la prohibición de la reelección presidencial, el
voto obligatorio y la libre difusión de la cultura.
Fotogalería
#QueridoGabo
En ese tiempo colaboraba con el Presidente César Gaviria para gestionar
la paz con las guerrillas. Antes había participado como mediador entre el
Gobierno de Belisario Betancur y el grupo M-19, como lo haría después
entre Andrés Pastrana y las FARC, y Álvaro Uribe y el Ejército de
Liberación Nacional.
Sabía que el primer paso era sentarse a conversar. El Premio Nobel,
decía, era un "título nobiliario" que volvía a los gobiernos cordiales, y
empleó parte de esa fama en los procesos de paz.
Pudo también escapar a tiempo de las amenazas. En 1981, durante la
presidencia de Julio César Turbay, tuvo que salir del país cuando le
advirtieron que el Ejército buscaba detenerlo por supuestos vínculos con
el M-19.
Una nota de El Tiempo asociaba uno de sus viajes a La Habana con un
desembarco guerrillero en el sur de Colombia. García Márquez acusó al
diario de tratarlo, por un lado, como un autor genial, y por otro, como un
"comunista feroz" dispuesto a destruir a su patria.
El escritor era más "conspirador" que político. No quiso ser cónsul en
Barcelona ni miembro de la Asamblea Constituyente ni Presidente de la
República. Todos esos puestos le ofrecieron en Colombia. "No quiero
representar a ningún gobierno", decía.
En un artículo de 1981, fijó su ideario ético: "He dicho alguna vez que
todo honor se paga, que toda subvención compromete y que toda
invitación se queda debiendo".
Gabo era alguien que conocía los dos extremos de la vida: "Desde ser
arrestado y escupido por la Policía francesa, que me confundió con un
rebelde argelino, hasta quedarme encerrado con el Papa Juan Pablo II
en su biblioteca privada, porque él mismo no lograba girar la llave en la
cerradura. Desde haber comido las sobras de un cajón de basura en
París, hasta dormir en la cama romana donde murió el Rey don Alfonso
XIII".
García Márquez era un adolescente de 15 años cuando ingresó a la
Escuela Normal Superior de Zipaquirá. El profesor de álgebra los
convocaba en el recreo para explicarles el materialismo histórico y el de
química les prestaba libros de Lenin. "Cuando salí de allí quería ser
periodista, quería escribir novelas y quería hacer algo por una sociedad
más justa".
Estaba en Bogotá en 1954 como reportero de El Espectador cuando
estableció contacto con una célula del Partido Comunista. El periodista
Jon Lee Anderson escribe que el dirigente del movimiento lo quiso
reclutar como fuente informativa, al tiempo que le aconsejaba no regresar
si no asumía la militancia.
El escritor se alejó, pero se mantuvo fiel al socialismo. En 1957 viajó a la
Unión Soviética y a Europa del Este, publicando Noventa días en la
cortina de hierro, una visión crítica de la vida en esos países.
"Creo que el mundo debe ser socialista, va a serlo, y tenemos que
ayudar para que lo sea lo más pronto posible", dijo en una entrevista de
1974. "Pero estoy muy desilusionado con el socialismo de la Unión
Soviética. Ellos (.) tratan de imponer a otros países su propia
burocratización, autoritarismo y falta de visión histórica. Eso no es
socialismo y es el gran problema del momento".
Este alejamiento contrastó con su apoyo absoluto a la Revolución
Cubana, que en 1975 lo llevó a profetizar -"con candor", acota Enrique
Krauze- que "en 1980 Cuba sería el primer país desarrollado de
América".
Casi toda su producción de las décadas de 1970 y 1980 pertenece a la
tradición del periodismo militante, escribe Anderson. En 1972 anunció
que donaría el monto del Premio Rómulo Gallegos, otorgado a Cien años
de soledad, al partido venezolano de izquierda Movimiento al Socialismo.
pero el cheque nunca lo endosó, asegura el gabólogo Fernando
Jaramillo. "Nos mamó gallo a todos".
Un año después se produjo el golpe militar contra Salvador Allende en
Chile. En 1974, el Nobel fue jurado del Tribunal Russell en Roma, que
juzgó las dictaduras militares de América Latina. Durante dos semanas,
escuchó testimonios y tuvo acceso a documentos que probaban la
participación de Estados Unidos en golpes militares como el sufrido por
Allende. En 1975 se declaró en "huelga literaria" hasta que Pinochet
fuera derrocado.
Tres años después creó la fundación Habeas para la defensa de los
derechos humanos y la liberación de los presos políticos.
En 1979 recibió el Premio Jorge Dimitrov por la Paz de manos del
Presidente de Bulgaria Tudor Yikov, destinado a intelectuales, científicos
y políticos que "luchan por las causas justas del hombre".
García Márquez fue amigo de mandatarios como el panameño Omar
Torrijos, a quien acompañó en 1977 a Washington para firmar los
acuerdos que permitirían a Panamá recuperar la soberanía del Canal.
El escritor Carlos Fuentes dejó constancia en el artículo "Gabo: Amigo de
los amigos" de su amistad con el fallecido Presidente francés Francois
Mitterrand, quien dijo del escritor: "Es un hombre idéntico a su obra.
Cuadrado, sólido, risueño y silencioso".
Fue también amigo del ex Presidente estadounidense Bill Clinton, que lo
acompañó en 2007 en Cartagena en la celebración de su 80
cumpleaños, y del español Felipe González.
García Márquez unió también su firma a diversas causas: en 2005, junto
a los premios Nobel de Literatura José Saramago y Günther Grass,
apoyó al escritor turco Orhan Pamuk -que un año después obtendría a su
vez el Nobel-, en el proceso que enfrentaba por "insultar" la identidad
turca, debido a sus declaraciones contra el genocidio armenio; en 2006,
junto a autores como Mario Benedetti y Eduardo Galeano, apoyó la
independencia de Puerto Rico, y en 2008 defendió en una carta firmada
también por escritores como Nadine Gordimer y Juan Goytisolo, a su
amigo Milan Kundera, acusado de haber sido informante de la policía
comunista.
Hora de publicación: 00:00 hrs.
Leer más:
http://www.reforma.com/aplicaciones/articulo/default.aspx?id=207875#ixzz2zHJcjORO
Follow us: @reformacom on Twitter
Gabo y las rosas amarillas

Gabriel García Márquez apareció en público por última vez el pasado 6 de
marzo, en su cumpleaños 87. Foto: Archivo
Silvia Isabel Gámez
Cd. de México (17 abril 2014).- A su lado había siempre rosas amarillas.
Para la suerte. El día en que recibió el Nobel de Literatura, Gabriel
García Márquez subió al escenario vestido con el típico liqui-liqui
caribeño, y al mirar hacia el palco donde estaban sus amigos
colombianos vio un destello amarillo. Eran las rosas que su esposa
Mercedes les había colocado en la solapa.
Amarillas son las mariposas que aletean en la novela que persiguió la
imaginación de García Márquez desde los 18 años, esa que después de
varios borradores se convirtió en 1967 en su obra cumbre, Cien años de
soledad. El movimiento del boom que impulsó la literatura
hispanoamericana, "estrepitoso y callejero, y manchado de lisonja y
envidia", sólo empezó, escribió José Donoso, a partir de la saga de los
Buendía.
En octubre de 1965, García Márquez definió a Cien años de soledad
como una novela gótica del trópico, descomunal, arbitraria. "Claro que es
un plan ambicioso. Semejante folletón no se puede escribir con
humildad". Tres meses antes había experimentado una "revelación".
Llevaba un lustro de sequía narrativa, y cuando ya temía que se le
"enfriaran los mitos", de camino a Acapulco con su familia encontró la
clave.
Debía escribir Cien años de soledad con la misma naturalidad con la que
su abuela Tranquilina, una mujer supersticiosa que no siempre distinguía
la realidad de la fantasía, narraba sus historias de muertos y aparecidos.
"Siempre me divierte que se elogie tanto mi obra por ser imaginativa,
cuando la verdad es que no hay una sola línea que no tenga una base
real".
Margarita, una de sus hermanas, recuerda que eran amarillas también
las mariposas del jardín de la casa de los abuelos maternos en
Aracataca, donde García Márquez nació el 6 de marzo de 1927 como el
primogénito de los doce hijos del matrimonio del telegrafista Gabriel
Eligio García, aficionado a la poesía y al violín, y la "niña bonita" de
Aracataca, Luisa Santiaga.
El escritor pasó los primeros ocho años bajo el cuidado de sus abuelos.
"Todos los días de mi vida", decía en 1982, "despierto con la impresión,
falsa o real, de que he soñado que estoy en esa casa". Ahí nacieron sus
miedos e incertidumbres, alimentados por los presagios y las
evocaciones de la abuela.
En la entrevista que dio en 2006 a La Vanguardia, Gabo vinculó su
alejamiento de la escritura con que ya no despertara sobresaltado tras
soñar con ese "mundo prodigioso de terror". "Tiene que ver con lo
mismo, con que se me acabó el tema".
El coronel Nicolás Márquez, veterano de la Guerra de los Mil Días, fue la
figura principal de su infancia. "Gabito vivía pegadito al abuelo, oyendo
todas las historias", recuerda Margarita. El coronel era también el alcalde
del pueblo, quien le enseñó a usar el diccionario y un día le descubrió el
hielo en una caja de pargos congelados. "De esa imagen sencillísima
partió todo Cien años de soledad".
La característica principal de García Márquez es la fabulación. A eso
atribuía su hermano Eligio las diferentes versiones que podían circular
sobre un mismo acontecimiento, todas procedentes del escritor. Graham
Greene llegó a decir que tenía cierta propensión a "alterar los hechos",
recuerda Jon Lee Anderson en su perfil del Nobel colombiano.
María Pilar, esposa del escritor chileno José Donoso, lo consideraba el
más complejo, vulnerable y "convulsionado" de los autores del boom.
"Su personalidad es una desconcertante combinación de timidez y
arrogancia, de amabilidad y descortesía, de cordialidad y rechazo". Los
millones de ejemplares que vendía de sus obras permitieron a García
Márquéz no dar conferencias ni cursos en universidades, al grado de
tener depositado en un banco suizo durante 16 años el dinero del Nobel,
porque se había olvidado de la "plata".
En Historia personal del boom, María Pilar lo recuerda como un hombre
supersticioso, que cree en la magia negra y le huye a las plumas de pavo
real. Nunca entendió cómo pudo librarse de los golondrinos que cada
primavera padecía en las axilas. "Voy a joder a uno de los Buendía", le
oyó decir, y desde que el coronel Aureliano comenzó a sufrirlos en sus
páginas, él no volvió a sentirlos.
De Gabo decía Mercedes que había nacido "con los ojos abiertos", y le
atribuía cierta clarividencia, pues apenas se conocían, ella tenía 13 años,
y ya le había anunciado a su padre que sería su esposa.
Su amigo Plinio Apuleyo Mendoza aprendió a creer en sus
premoniciones. En 1957, a la orilla de una carretera de Alemania
Oriental, el escritor soñó que el socialismo no funcionaba. Media hora
después, al ver la apatía y tristeza de la gente, lo confirmaron. Pero a
Cuba, aclaraba su compadre, la ponía "fuera de la cesta".
"Siempre he pensado que García Márquez ha sabido administrar bien las
dificultades de su vida. Mejor que el éxito, quizás", escribe Mendoza. Su
primer recuerdo es un joven vestido como cantante de rumba que se
escabulle a la hora de pagar el café. Es 1947, Gabo estudia Derecho en
la Universidad Nacional de Bogotá, pero no presenta exámenes, se
emborracha, amanece en los burdeles. "Lástima, tiene talento.
Pero es un caso absolutamente perdido", sentencia su amigo Luis Villar
Borda.
Ya estaba enganchado a la literatura. En su primera máquina de escribir,
regalo de su padre, tecleó su primer cuento publicado, "La tercera
resignación". Apareció el 13 de septiembre de 1947 en el suplemento
literario de El espectador. Al enviarlo, se permitió un desplante: "Si le
parece publíquelo; si no, rómpalo". Dos años después dejó la
universidad. Debía derecho romano, medicina legal y derecho civil. "Yo
no nací para esta vaina".
García Márquez escogió el periodismo. Se había iniciado un año antes
con una columna diaria, "Punto y aparte", en El Universal de Cartagena.
Por las noches escribía una novela que primero se llamó Cortando el
heno, luego La casa, y años después y luego de muchos avatares,
terminó en Cien años de soledad. Eran días de bohemia y de lecturas.
Llegó a copiar párrafos enteros del Ulises de Joyce para desentrañar la
técnica del monólogo interior. En diciembre de 1949 comenzó a trabajar
en El Heraldo de Barranquilla con otra columna diaria, "La jirafa", que
firmaba como Septimus. Se sumó a las largas discusiones literarias del
grupo dirigido por el dramaturgo catalán Ramón Vinyes.
Lo que vino después fue una epifanía, un golpe a los sentidos. En febrero
de 1950, Gabo acompañó a su madre a Aracataca para vender la casa
de los abuelos. Durante el viaje en tren leía obsesivamente a Faulkner, el
más fiel de sus "demonios tutelares". Al llegar descubrió, en lugar del
pueblo alegre y lleno de gente que recordaba, otro carcomido por el
tiempo, desierto, "totalmente muerto". En una botica, su madre encontró
a una vieja comadre. Se abrazaron y lloraron. "Soy consciente de que
empecé a ser escritor en ese momento. Mi vida cambió por completo. Me
surgió la idea de contar por escrito todo el pasado de aquel episodio".
De regreso en Barranquilla, comenzó a escribir La hojarasca, su primera
novela, que tiene como escenario a Macondo. Debió terminarla a finales
de 1951, calculó Eligio. Las fechas son "el dolor de cabeza número uno"
para los investigadores de la obra garciamarquiana.
En París, sin dinero, escribió en 1956 la que consideraba su obra
maestra: El coronel no tiene quién le escriba.
Luego publicó los cuentos de Los funerales de la Mamá Grande y otra
novela, La mala hora, y después llegó con Cien años de soledad una
espiral de fama de la que ya no escapó. "El otro día me preguntaron si
me interesaría ganar el Premio Nobel, pero creo que para mí sería una
completa catástrofe", declaró en 1981. "Complicaría aún más los
problemas de la fama".
En los personajes poderosos de García Márquez, apuntó Patricia Lara,
se repiten dos características: la pérdida del sentido de la realidad, y la
incapacidad para amar. "La soledad que me amenazó después de Cien
años de soledad no era la soledad del escritor, era la soledad de la fama,
que se parece mucho más a la soledad del poder". Agradecía a sus
amigos haberlo salvado de perderse en el camino. Porque la gran
pregunta del poderoso: "¿a quién creerle?", conducía siempre, según
Gabo, a otra más dolorosa: "¿quién carajos soy yo?".
Leer más:
http://www.reforma.com/aplicaciones/articulo/default.aspx?id=207509#ixzz2zHK6ztdr
Follow us: @reformacom on Twitter

El francés Liberation, que le dedicó toda su portada a Gabo, resume: "García
Márquez, soledad eterna", y le dedica sendos artículos al "gigante de la literatura
en lengua española".
Foto: Tomada de internet
FG_GABO_políticos
En el 2000, el entonces Presidente cubano, Fidel Castro, y García Márquez coincidieron en una
cena del Festival de Cigarrros Cubanos en La Habana.
Leer más:
http://gruporeforma.reforma.com/imd/aplicaciones/cobertura/default.aspx?id=114#ixzz2zHGI7e
7a
Follow us: @reformacom on Twitter
Deja Gabo huella en el cine

"El Coronel No Tiene Quien Le Escriba" fue estelarizada por Fernando Luján y
Salma Hayek. Foto: Archivo

Shakira y otros famosos lamentaron su muerte. Foto: del perfil oficial en
Instagram de Shakira
1
2
Fidel Orantes
Cd. de México (18 abril 2014).- La muerte de Gabriel García Márquez
marca una pérdida para la literatura, pero también para el cine
latinoamericano.
Y es que Gabo estuvo ligado al séptimo arte, no sólo porque varias de
sus historias tuvieron una adaptación fílmica, sino por su apoyo a la
formación de nuevos realizadores.
El colombiano, quien falleció ayer a los 87 años, presidió desde 1985 la
Fundación del Nuevo Cine Latinoamericano, que un año más tarde creó
la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV), en Cuba.
Asimismo se desempeñó como maestro de guión en el Centro
Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC), en 1966.
"Fue una gran influencia para el cine latinoamericano. La escuela que
ayudó a fundar, más todos esos talleres de escritura que impartió,
crearon un número importante de escritores de cine. Nos va a hacer
mucha falta a todos", compartió el guionista y director, Guillermo Arriaga.
A lo largo de los años, el escritor cedió los derechos para que algunas de
sus historias llegaran a la pantalla grande. Sin embargo, muchas de ellas
no fueron tan exitosas como los libros.
Memorias de mis Putas Tristes (2011), El Amor en Tiempos de
Cólera (2007) y Crónica de Una Muerte Anunciada (1987) son algunas
de sus novelas que llegaron al cine.
Aunque también escribió argumentos directamente para ser filmados,
como Tiempo de Morir (1966), ópera prima de Arturo Ripstein.
"No tenía idea de su muerte. Acabo de llegar de EU. No hay que poner
voz melancólica. Era el mejor amigo de todos los niños. Era como el
Chabelo de las letras", mencionó Ripstein, al contactarlo vía telefónica.
El realizador mexicano fue quien más adaptaciones dirigió, pues también
hizo Juego Peligroso (1966) y El Coronel No Tiene Quien Le Escriba
(1999).
De hecho, por Ripstein, Ignacio López Tarso, quien conoció a García
Márquez durante la filmación de El Gallo de Oro (1964), ya no tuvo
oportunidad de protagonizar El Coronel...
"Estuve hablando con él sobre hacerla. Cuando ya estábamos casi
arreglados, ya estaba convencido de que me daba los derechos para que
yo filmara la película, apareció Ripstein y cambió todo el asunto", dijo el
actor.
Y pese a que tenía más de 20 años sin verlo, lo recuerda como una
persona amante de las peleas de gallos, los chistes y un buen trago.
Atrae estrellas
Entre los actores mexicanos que participaron en las películas basadas en
sus historias destacan:
Salma Hayek.- El Coronel No Tiene Quien Le Escriba
Daniel Giménez Cacho.- El Coronel No Tiene Quien Le Escriba
Fernando Luján.- El Coronel No Tiene Quien Le Escriba
Ofelia Medina.- Patsy Mi Amor y Memoria de Mis Putas Tristes
Ana Claudia Talancón.- El Amor en Tiempos de Cólera
María Rojo.- María de Mi Corazón
Héctor Bonilla.- María de Mi Corazón y Patsy Mi Amor
Leer más:
http://www.reforma.com/aplicaciones/articulo/default.aspx?id=207697&v=4#ixzz2zHLG
BCeb
Follow us: @reformacom on Twitter
Lamenta México deceso de Gabo

Simpatizantes de Gabriel García Márquez llevan flores amarillas a la funeraria
donde será velado el escritor colombiano. Foto: Héctor García
Llevan rosas amarillas a García Márquez
1
Silvia Garduño
Cd. de México (17 abril 2014).- El Gobierno de México, a través de la
Secretaría de Relaciones Exteriores, expresó sus condolencias al
Gobierno y pueblo de Colombia por el fallecimiento de Gabriel García
Márquez y señaló que el escritor y periodista enriqueció la vida del País.
"Nacido en Aracataca, Colombia, García Márquez hizo de México su
residencia durante varias décadas, lo que, como expresó el Presidente
Enrique Peña Nieto, enriqueció la vida nacional.
"A lo largo de su estancia en México, este colombiano universal dejó un
legado literario invaluable, cultivó una larga estela de amistades", indicó.
En un comunicado, refirió que México se une al duelo de Colombia, de
Hispanoamérica y del mundo entero por la partida de García Márquez, al
tiempo que desea consuelo y pronta resignación a su viuda, la señora
Mercedes Barcha, sus hijos, familiares y múltiples amigos.
Hora de publicación: 19:20 hrs.
Leer más:
http://www.reforma.com/aplicaciones/articulo/default.aspx?id=207652&v=3#ixzz
2zHMCiz4j
Follow us: @reformacom on Twitter
Recuerda al "Gabo conversador"

"Hallazgos de un Gabriel García Márquez Desconocido", de de Plinio Apuleyo.
Foto: Archivo
1
PrevNext
REFORMA / Redacción
Cd. de México (17 abril 2014).- Plinio Apuleyo Mendoza logró lo
imposible al entrevistar al escritor más buscado del mundo, justo cuando
menos quería ser entrevistado. Eso sí, con un poco de ayuda.
Abordado por una editora francesa, a Mendoza se le propuso la tarea,
imposible desde años antes, de realizarle una entrevista de largo aliento
a Gabriel García Márquez, su gran amigo. El periodista desestimó la idea
por absurda.
A García Márquez, sin embargo, le pareció lo contrario: "¡Pero estás loco!
¡Si es una idea cojonuda! Tú eres el único que puede escribir un libro tan
largo, donde despachamos para siempre esto del periodo de la
entrevista", le dijo, cuando Mendoza le comentó el disparate, como mera
curiosidad.
En una entrevista concedida ayer a Radio Caracol, Plinio Apuleyo
Mendoza, afligido por la pérdida reciente, rememoró lo que fue
presentarle al mundo al "Gabo conversador", personaje protagónico del
libro resultante de una entrevista ya legendaria: El olor de la guayaba
(1982)
Aparecido el mismo año en que García Márquez recibió el Nobel, el libro
tuvo la intención desde el principio de ser un testimonio definitivo, donde
quedara asentado quién era el escritor colombiano, tanto en obra como
pensamiento.
"Siempre fue con sus amigos un gran conversador", aseguró, al recordar
la particular hechura del volumen, que prescindió de grabadoras y lápiz.
"Conversábamos de una cosa y yo volvía a mi casa y reconstruía el
diálogo, después se lo pasaba a él. Es un libro escrito a cuatro manos."
Compañero de Gabo desde los primeros años periodísticos, Mendoza
posee un sinfín de anécdotas sobre el Nobel colombiano, pero también
algunas áreas grises, como la verdad sobre el distanciamiento entre él y
Mario Vargas Llosa.
"Yo nunca he visto una amistad más enorme entre dos grandes
escritores. Después no estoy seguro de qué ocurrió", respondió en la
entrevista, al ser cuestionado sobre lo que podría estar sintiendo el Nobel
peruano.
Triste y desconcertado, Plinio Apuleyo Mendoza dijo haber estado al
tanto de los problemas de salud de Gabo, pero que no sabía la gravedad
de éstos.
"Nunca pensé que fuera a tener un desenlace tan rápido, y (pensé) que
tendría oportunidad de verlo", contó al medio colombiano.
Hora de publicación: 19:26 hrs.
“Fui fundador de La Jornada y nos
costó trabajo”, decía García
Márquez
Por Ángel Vargas
vie, 18 abr 2014 07:30
Con Carmen Lira, actual directora general de esta casa editorial, en 1984, la víspera de
la aparición del primer número del diario. Foto La Jornada
México, DF, 2009. Gabriel García Márquez, colaborador y amigo de esta casa editorial,
participa en los promocionales del 25 aniversario de La Jornada.
México, DF. “¿Sabe usted que soy fundador de La Jornada, que fue un proyecto que nos
costó mucho trabajo?”, preguntó Gabriel García Márquez a este reportero hace casi diez
años.
Apegado a una añeja determinación, el escritor había rechazado momentos antes contestar
un par de preguntas acerca de la Casa de Colombia en México, proyecto de esa nación
sudamericana de abrir aquí un espacio destinado a la cultura, la educación y la ciencia.
Firme, sólo espetó a este redactor una negativa contundente: “No doy entrevistas”.
ÁNGEL VARGAS
Periódico La Jornada
Viernes 18 de abril de 2014, p. 8
“¿Sabe usted que soy fundador de La Jornada, que fue un proyecto que nos costó
mucho trabajo?”, preguntó Gabriel García Márquez a este reportero hace casi diez años.
Apegado a una añeja determinación, el escritor había rechazado momentos antes
contestar un par de preguntas acerca de la Casa de Colombia en México, proyecto de
esa nación sudamericana de abrir aquí un espacio destinado a la cultura, la educación y
la ciencia. Firme, sólo espetó a este redactor una negativa contundente: “No doy
entrevistas”.
Era el acto protocolario en el que se firmó el acta constitutiva de ese centro –del cual el
autor sería el presidente vitalicio–, efectuado en la residencia de la embajada de
Colombia, el primero de julio de 2004.
Pocos minutos después de ese inicial rechazo, el Nobel emitió “un pst, pst” y llamó con
la mano a quien esto escribe para explicar por qué había decidido desde varios años
atrás no conceder entrevistas periodísticas.
“Ya dije todo lo que tenía que decir de viva voz; para eso ahora sigo escribiendo, para
decir lo que quiero y lo que tengo que decir”, fue su argumento, y de manera inmediata
inquirió en un tono amable a su interlocutor en qué medio de comunicación trabajaba.
En cuanto supo que en el periódico La Jornada, dio un sorbo a su whisky, sonrió y fue
cuando preguntó si este reportero sabía que él había sido partícipe de la fundación de
este diario.
Contó de forma breve que echarlo a andar había sido un proceso difícil, que él le tenía
mucho cariño y le daba mucho gusto verlo consolidado.
Llegó un vaso más de whisky y la plática se enfocó a explicar los motivos por los que
no contestaba ya preguntas a periodistas. Muy gentil y sonriente, aclaró que con un solo
sí o un no que emitiera ante un comunicador estaría obligado moralmente a responder
por lo menos otras 100 mil preguntas en lo que le restaba de vida.
“Y a lo único que quiero dedicarme es a escribir”, precisó García Márquez y luego
tendió la mano con una cordial despedida. Una mujer le había pedido retratarse con ella,
como le ocurría siempre a cuanto lugar iba.
Gustoso, el escritor accedió a esa solicitud al tiempo que con picardía dijo a esa mujer:
“¡Con mucho gusto, si yo nací para que se tomen fotos conmigo; lo de escribir es un
mero pasatiempo!”
Adiós, papá grande
La RAE homenajea en su página web al colombiano
España llora el
fallecimiento
“Nadie más puede reinventar el mundo” de la manera que lo hizo el autor de Noticia
de un secuestro, afirma Roncagliolo
ARMANDO G. TEJEDA
Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 18 de abril de 2014, p. 8
Madrid, 17 de abril.
La muerte de Gabriel García Márquez cimbró también a España, país con el que tuvo
una relación intensa; desde su temporada de residencia en Barcelona, en la que dio las
últimas pinceladas a su obra maestra, Cien años de soledad, hasta su repudio público
por las medidas migratorias de los gobiernos conservadores. Pero al colombiano le
lloraron de inmediato desde las instituciones públicas más altas del Estado hasta los
escritores y centenares de miles de lectores que expresaron su pesar y orfandad ante la
partida de un autor tan admirado como amado.
A pesar de la hora –casi la 11 de la noche– y de que el país está inmerso en las
vacaciones de Semana Santa, la principal noticia de actualidad y motivo de comentarios
en las redes sociales fue de inmediato la muerte del Nobel colombiano. En pocos
minutos su fallecimiento sustituyó los temas que coparon los noticiarios y los debates en
red, como las tradicionales procesiones de esta época del año, la situación del clima o la
siempre recurrente última noticia sobre la actualidad futbolística. En contraste, todos
lloraron la muerte del escritor, quien visitó por última vez Barcelona en 2005 y nunca
recibió el Premio Cervantes de Literatura porque él mismo pidió que no se considerara
su candidatura al haber decidido, unos años después de ganar el Nobel, rechazar todos
los galardones que le proponían, para así no menospreciar ninguno. Y así lo hizo.
Entre los personajes que lamentaron públicamente la muerte destacó el ministro de
Educación y Cultura, José Ignacio Wert, quien señaló: “desaparece la figura más
representativa de la literatura en español y uno de los novelistas más importantes del
siglo XX”, al destacar que escribió, en alusión a Cien años de soledad, “uno de los
grandes textos de la historia universal de la literatura.
“Además de su contribución individual, Gabo aglutinó una pléyade extraordinaria de
escritores, muchos de los cuales coincidieron en Barcelona –capital de la edición en
español– en la década de los 60, que sirvió para asentar firmemente en el mapa de la
literatura universal una narrativa muy particular (...) como es la novela del boom.”
El político español expresó que de García Márquez “también hay que valorar la
dimensión de hombre comprometido al que nunca la preferencia ideológica le alejó de
la defensa de los derechos humanos, como quedó plasmada de forma admirable en
Noticia de un secuestro”.
La Ejecutiva Federal del Partido Socialista Obrero Español, el principal partido de
oposición, señaló en un comunicado que “con su fallecimiento desaparece uno de los
escritores fundamentales de la literatura en castellano de todos los tiempos”, por lo que
subraya: “millones de apasionados lectores en todo el mundo atestiguan que García
Márquez supo alcanzar su enorme popularidad sin renunciar a la calidad literaria, y que
fue capaz de crear todo un universo imaginario sin separarse de la realidad”.
También la Real Academia Española le hizo un homenaje de urgencia, modificando su
página web e incluyendo algunas de sus intervenciones durante los encuentros
organizados en torno a nuestro en idioma, como el que se llevó a cabo en Zacatecas,
México. Y también el Instituto Cervantes le rindió tributo con un trabajo monográfico
sobre la obra y vida del Nobel.
El escritor chileno Luis Sepulveda, afincado en España, señaló acerca del autor de Los
funerales de la mamá grande: “es una tarde de tristeza. Nací a la literatura gracias a él;
cuando leí por primera vez Cien años de soledad me di cuenta de que las reglas eran
para romperlas. Fue el más grande de los innovadores de todos los tiempos y todas las
lenguas. Su infatigable compromiso al lado de los pobres, de los débiles, de los que
sufren; fue un progresista que se la jugó por muchas causas”.
El actor español Carlos Bardem se lamentó en su cuenta de Twitter: “Gracias, Gabo,
gracias con el alma por Macondo y los Buendía, por el amor en tiempos del cólera, por
tu castellano! García Márquez eterno”.
El catedrático de lengua española Jordi Gracia explicó en un artículo de prensa que “a
García Márquez se le llama Gabo –incluso quienes no han abierto un libro suyo– porque
es menos un escritor que un talismán, porque su nombre se hace icono desde el primer
instante y sin la menor participación activa del propio García Márquez, y apenas de sus
amigos. Contra las perturbadas teorías conspiratorias de Donoso o de quien sea, García
Márquez ocupa de golpe y sin remisión la punta de una pirámide imaginaria, de calidad
y popularidad, porque gusta a todos y gusta de forma incontinente y ya no dejará de
gustar, haga lo que haga”.
El escritor peruano Alonso Cueto afirmó: “esta es una noticia terrible para todos los que
amamos la literatura en América Latina. García Márquez le dio un lugar a
Latinoamérica en sus novelas. Es una noticia que tenemos todos que lamentar porque se
fue un gran creador, un gran inventor del lenguaje y representante de nuestra cultura en
el mundo”.
El también peruano y residente en Madrid Fernando Iwasaki dijo que “García Márquez
perteneció a una generación irrepetible que incrustó lo latinoamericano en el imaginario
de la literatura universal y fue capaz de crear un mundo extraordinario donde la prosa
más bella, el tiempo narrativo, los personajes inverosímiles y la conciencia de la historia
se convirtieron en pasto del alma. Su legado literario es tan vasto y fastuoso, que ni
siquiera limitándome a enumerar sus principales valores podría abreviar lo suficiente”.
El escritor colombiano residente en Barcelona Santiago Roncagliolo señaló: “los que
aprendimos a leer con él lo echaremos de menos, porque nadie más puede reinventar el
mundo así”.
Argentina recuerda que
ahí se publicó por
primera vez Cien años
de soledad
El escritor con su esposa, Mercedes Barcha, al arribar en tren a su natal Aracataca, en mayo de 2007 Foto Ap
STELLA CALLONI
Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 18 de abril de 2014, p. 9
Buenos Aires, 17 de abril.
Todos los medios argentinos titulan sus primeras páginas con la noticia de la muerte del
escritor y periodista colombiano Gabriel García Márquez. Y en todos los casos se
rememora aquella primera edición de 8 mil ejemplares de Cien años de soledad
publicada por la Editorial Sudamericana, que fue orgullo de Argentina durante mucho
tiempo.
“Su obra cumbre fue, sin dudas, Cien años de soledad, la larga saga de la familia
Buendía, que hizo de Macondo un lugar mítico de la literatura latinoamericana y vio la
luz por primera vez en Buenos Aires en 1967.
“Ese pueblo mítico tan parecido a su Aracataca natal de Colombia, y la estirpe de los
Buendía –una historia familiar donde la desmesura y lo insólito eran cosa de todos los
días–, fue la mezcla explosiva que dio por resultado el ascenso vertiginoso de García
Márquez a la fama, con la traducción a 40 idiomas y la venta de más de 30 millones de
ejemplares en el mundo”, señala hoy la agencia Télam.
Cada uno de los periódicos y agencias dedica más de tres o cuatro notas y opiniones,
entre ellas de varios periodistas argentinos que estudiaron en la fundación que creó
García Márquez, proyecto que amó y por el cual solía decir que había recuperado su
pasión por ese género, al que introdujo los elementos límites de la poesía, que tanto
admiraba.
“¿Cuál fue la imagen visual que sirvió de punto de partida para Cien años de soledad?
Un viejo que lleva a un niño a conocer el hielo exhibido como curiosidad de circo”,
había contado el escritor en una entrevista.
Son varias las notas donde se menciona que el escritor no había regresado nunca a
Buenos Aires desde aquellos días en que su novela fue publicada, en 1967, por pura
superstición, como él confió a varios alumnos argentinos de su fundación.
“Cuando el escritor colombiano llegó a Buenos Aires, un sábado de junio, la novela de
352 páginas, y que costaba 650 pesos de entonces, ya estaba en las librerías porteñas”,
recuerda Télam.
En marzo del 67, el editor Francisco Porrúa recibió en su casa las mil 300 carillas del
manuscrito de la novela, acompañado por una hoja en la que García Márquez le decía:
“Si a ti no te gusta, rómpela. Olvidaré esta novela”.
Lejos de romper algo, el editor comenzó de inmediato a trabajar para que la novela
saliera a la luz casi tres meses después y a programar la primera (devenida con el
tiempo única) visita del escritor a Buenos Aires.
“A las dos semanas, la segunda edición; el libro sería calificado como la metáfora más
exacta de Latinoamérica y ese comentario se extendió de boca en boca, al tiempo que la
eficaz agente literaria Carmen Balcells, convencida de que el libro era una obra maestra,
negociaba su traducción en varios idiomas”, recuenta la nota de Télam.
“Nunca en mi vida he hecho frente al espejo algo distinto a lo que hacen las demás
personas. Nunca me he preguntado quién soy, porque siempre lo he sabido: soy el hijo
del telegrafista de Aracataca”, se definió el escritor colombiano en un reportaje
exclusivo realizado en Manhattan a finales de la década del 90 publicada por el autor
Boris Muñoz, en Página 12 en 1997.
En esa charla, que le llevó a Muñoz muchas horas lograr, el autor de Cien años de
soledad habló de su rutina cotidiana cuando escribía, de las mediocridades del
periodismo actual y de sus múltiples tareas “invisibles” como operador político entre
Estados Unidos y los países de América Latina.
Después de muchas horas, “el periodista novato”, como se define Muñoz, logró
convencer al colombiano y como resultado se lee una entrevista muy directa, poco
común, pero algo queda muy ligado a estos momentos y es el tema de la ética.
“–Cada día nos olvidamos más de la ética. Las escuelas de periodismo enseñan todo lo
que tiene que ver con el periodismo, menos el oficio. El reportaje, que es el género que
amo, ha sido degenerado a la entrevista. El reportaje es la reconstrucción de un hecho
tal y como sucedió en todos sus detalles. Y eso es cada vez menos frecuente en el
periodismo: cada vez hay menos reportajes y reporteros en Latinoamérica (...) el
problema del periodismo no es responsabilidad exclusiva de los periodistas y las
escuelas, sino también de una concepción contemporánea de los medios de
comunicación (...) La calidad de la noticia se ha perdido por culpa de la competencia, la
rapidez y la magnificación de la primicia. A veces se olvida que la mejor noticia no es
la que se da primero, sino la que se da mejor. En otros casos, se le pide al periodista que
escriba un reportaje y luego llega una publicidad y el reportaje se ve reducido a una
columna. Lo que creo es que debemos volver a la vieja manera del oficio. Eso es lo que
tratamos de meterles en la cabeza a los periodistas que van a Cartagena. Llevamos a
periodistas de mucha trayectoria para que les hablen a los jóvenes desde su experiencia
directa en los medios. La ética y el oficio son los ingredientes principales”, es el breve
resumen de la respuesta a varias preguntas.
La soledad de América
Latina
Los premios Nobel de Literatura Octavio Paz y Gabriel García Márquez, el 9 noviembre de 1992 Foto Arturo
Guerra
GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ*
Periódico La Jornada
Viernes 18 de abril de 2014, p. 14
Estocolmo, Suecia, 8 de diciembre de 1982
Antonio Pigafetta, un navegante florentino que acompañó a Magallanes en el primer
viaje alrededor del mundo, escribió a su paso por nuestra América meridional una
crónica rigurosa que, sin embargo, parece una aventura de la imaginación. Contó que
había visto cerdos con el ombligo en el lomo, y unos pájaros sin patas cuyas hembras
empollaban en las espaldas del macho, y otros como alcatraces sin lengua cuyos picos
parecían una cuchara. Contó que había visto un engendro animal con cabeza y orejas de
mula, cuerpo de camello, patas de ciervo y relincho de caballo. Contó que al primer
nativo que encontraron en la Patagonia le pusieron enfrente un espejo, y que aquel
gigante enardecido perdió el uso de la razón por el pavor de su propia imagen.
Este libro breve y fascinante, en el cual ya se vislumbran los gérmenes de nuestras
novelas de hoy, no es ni mucho menos el testimonio más asombroso de nuestra realidad
de aquellos tiempos. Los Cronistas de Indias nos legaron otros incontables. El dorado,
nuestro país ilusorio tan codiciado, figuró en mapas numerosos durante largos años,
cambiando de lugar y de forma, según la fantasía de los cartógrafos. En busca de la
Fuente de la Eterna Juventud, el mítico Alvar Núñez Cabeza de Vaca exploró durante
ocho años el norte de México, en una expedición venática, cuyos miembros se comieron
unos a otros y sólo llegaron cinco de los 600 que la emprendieron. Uno de los tantos
misterios que nunca fueron descifrados, es el de las 11 mil mulas cargadas con cien
libras de oro cada una, que un día salieron del Cuzco para pagar el rescate de Atahualpa
y nunca llegaron a su destino. Más tarde, durante la colonia, se vendían en Cartagena de
Indias unas gallinas criadas en tierras de aluvión, en cuyas mollejas se encontraban
piedrecitas de oro. Este delirio áureo de nuestros fundadores nos persiguió hasta hace
poco tiempo. Apenas en el siglo pasado la misión alemana encargada de estudiar la
construcción de un ferrocarril interoceánico en el istmo de Panamá, concluyó que el
proyecto era viable con la condición de que los rieles no se hicieran de hierro, que era
un metal escaso en la región, sino que se hicieran de oro.
La independencia del dominio español no nos puso a salvo de la demencia. El general
Antonio López de Santana, que fue tres veces dictador de México, hizo enterrar con
funerales magníficos la pierna derecha que había perdido en la llamada Guerra de los
Pasteles. El general Gabriel García Morena gobernó al Ecuador durante 16 años como
un monarca absoluto y su cadáver fue velado con su uniforme de gala y su coraza de
condecoraciones sentado en la silla presidencial. El general Maximiliano Hernández
Martínez, el déspota teósofo de El Salvador, que hizo exterminar en una matanza
bárbara a 30 mil campesinos, había inventado un péndulo para averiguar si los
alimentos estaban envenenados e hizo cubrir con papel rojo el alumbrado público para
combatir una epidemia de escarlatina. El monumento al general Francisco Morazán,
erigido en la plaza mayor de Tegucigalpa, es en realidad una estatua del mariscal Ney,
comprada en París en un depósito de esculturas usadas.
Hace 11 años, uno de los poetas insignes de nuestro tiempo, el chileno Pablo Neruda,
iluminó este ámbito con su palabra. En las buenas conciencias de Europa, y a veces
también en las malas, han irrumpido desde entonces con más ímpetus que nunca las
noticias fantasmales de la América Latina, esa patria inmensa de hombres alucinados y
mujeres históricas, cuya terquedad sin fin se confunde con la leyenda. No hemos tenido
un instante de sosiego.
Un presidente prometeico atrincherado en su palacio en llamas murió peleando solo
contra todo un ejército, y dos desastres aéreos sospechosos y nunca esclarecidos segaron
la vida de otro de corazón generoso, y la de un militar demócrata que había restaurado
la dignidad de su pueblo. Ha habido cinco guerras y 17 golpes de estado, y surgió un
dictador luciferino que en el nombre de Dios lleva a cabo el primer etnocidio de
América Latina en nuestro tiempo. Mientras tanto, 20 millones de niños
latinoamericanos morían antes de cumplir dos años, que son más de cuantos han nacido
en Europa desde 1970. Los desaparecidos por motivos de la represión son casi 120 mil,
que es como si hoy no se supiera donde están todos los habitantes de la cuidad de
Upsala. Numerosas mujeres encintas fueron arrestadas, dieron a luz en cárceles
argentinas, pero aun se ignora el paradero y la identidad de sus hijos, que fueron dados
en adopción clandestina o internados en orfanatos por las autoridades militares. Por no
querer que las cosas siguieran así han muerto cerca de 200 mil mujeres y hombres en
todo el continente, y más de 100 mil perecieron en tres pequeños y voluntariosos países
de la América Central: Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Si esto fuera en Estados
Unidos, la cifra proporcional sería de un millón 600 muertes violentas en cuatro años.
De Chile, país de tradiciones hospitalarias, ha huído un millón de personas: el 12 por
ciento por ciento de su población. El Uruguay, una nación minúscula de dos y medio
millones de habitantes, que se consideraba como el país más civilizado del continente,
ha perdido en el destierro a uno de cada cinco ciudadanos. La guerra civil en El
Salvador ha causado desde 1979 casi un refugiado cada 20 minutos. El país que se
pudiera hacer con todos los exiliados y emigrados forzosos de América Latina, tendría
una población más numerosa que Noruega.
Me atrevo a pensar, que es esta realidad descomunal, y no sólo su expresión literaria, la
que este año ha merecido la atención de la Academia Sueca de las Letras. Una realidad
que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras
incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable,
pleno de desdicha y de belleza, del cual este colombiano errante y nostálgico no es más
que una cifra más señalada por la suerte. Poetas y mendigos, músicos y profetas,
guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido
que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido
la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. Este es,
amigos, el nudo de nuestra soledad.
Pues si estas dificultades nos entorpecen a nosotros, que somos de su esencia, no es
difícil entender que los talentos racionales de este lado del mundo, extasiados en la
contemplación de sus propias culturas, se hayan quedado sin un método válido para
interpretarnos. Es comprensible que insistan en medirnos con la misma vara con que se
miden a sí mismos, sin recordar que los estragos de la vida no son iguales para todos, y
que la búsqueda de la identidad propia es tan ardua y sangrienta para nosotros como lo
fue para ellos. La interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos sólo
contribuye a hacernos cada vez más desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más
solitarios. Tal vez la Europa venerable sería más comprensiva si tratara de vernos en su
propio pasado. Si recordara que Londres necesitó 300 años para construirse su primera
muralla y otros 300 para tener un obispo; que Roma se debatió en las tinieblas de la
incertidumbre durante 20 siglos antes de que un rey etrusco la implantara en la historia,
y que aun en el siglo XVI los pacíficos suizos de hoy, que nos deleitan con sus quesos
mansos y sus relojes impávidos, ensangrentaron a Europa como soldados de fortuna.
Aun en el apogeo del Renacimiento, 12 mil lansquenetes a sueldo de los ejércitos
imperiales saquearon y devastaron a Roma, y pasaron a cuchillo a 8 mil de sus
habitantes.
No pretendo encarnar las ilusiones de Tonio Kröger, cuyos sueños de unión entre un
norte casto y un sur apasionado exaltaba Thomas Mann hace 53 años en este lugar. Pero
creo que los europeos de espíritu clarificador, los que luchan también aquí por una
patria grande más humana y más justa, podrían ayudarnos mejor si revisaran a fondo su
manera de vernos. La solidaridad con nuestros sueños no nos hará sentir menos solos,
mientras no se concrete con actos de respaldo legítimo a los pueblos que asuman la
ilusión de tener una vida propia en el reparto del mundo.
América Latina no quiere ni tiene por qué ser un alfil sin albedrío, ni tiene nada de
quimérico que sus designios de independencia y originalidad se conviertan en una
aspiración occidental. No obstante, los progresos de la navegación que han reducido
tantas distancias entre nuestras Américas y Europa, parecen haber aumentado en cambio
nuestra distancia cultural. ¿Por qué la originalidad que se nos admite sin reservas en la
literatura se nos niega con toda clase de suspicacias en nuestras tentativas tan difíciles
de cambio social? ¿Por qué pensar que la justicia social que los europeos de avanzada
tratan de imponer en sus países no puede ser también un objetivo latinoamericano con
métodos distintos en condiciones diferentes? No: la violencia y el dolor desmesurados
de nuestra historia son el resultado de injusticias seculares y amarguras sin cuento, y no
una confabulación urdida a 3 mil leguas de nuestra casa. Pero muchos dirigentes y
pensadores europeos lo han creído, con el infantilismo de los abuelos que olvidaron las
locuras fructíferas de su juventud, como si no fuera posible otro destino que vivir a
merced de los dos grandes dueños del mundo. Este es, amigos, el tamaño de nuestra
soledad. Sin embargo, frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es
la vida. Ni los diluvios ni las pestes, ni las hambrunas ni los cataclismos, ni siquiera las
guerras eternas a través de los siglos y los siglos, han conseguido reducir la ventaja
tenaz de la vida sobre la muerte. Una ventaja que aumenta y se acelera: cada año hay 74
millones más de nacimientos que de defunciones, una cantidad de vivos nuevos como
para aumentar siete veces cada año la población de Nueva York. La mayoría de ellos
nacen en los países con menos recursos, y entre éstos, por supuesto, los de América
Latina. En cambio, los países más prósperos han logrado acumular suficiente poder de
destrucción como para aniquilar cien veces no sólo a todos los seres humanos que han
existido hasta hoy, sino la totalidad de los seres vivos que han pasado por este planeta
de infortunios. Un día como el de hoy, mi maestro William Faulkner dijo en este lugar:
“Me niego a admitir el fin del hombre”. No me sentiría digno de ocupar este sitio que
fue suyo si no tuviera la conciencia plena de que por primera vez desde los orígenes de
la humanidad, el desastre colosal que él se negaba a admitir hace 32 años es ahora nada
más que una simple posibilidad científica. Ante esta realidad sobrecogedora, que a
través de todo el tiempo humano debió de parecer una utopía, los inventores de fábulas
que todo lo creemos nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado
tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una nueva y arrasadora utopía
de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras
sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años
de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra.
*Discurso íntegro pronunciado por el escritor colombiano el día que recibió el Premio
Nobel de Literatura
La amistad con Fidel
Castro “empezó por la
literatura”
En un texto, el escritor resaltó del presidente su “devoción por la palabra”
Las conversaciones, siempre amenas, sumaron centenares, recordó el cubano
Fidel Castro y el escritor colombiano durante una cena en el Festival Anual del Cigarro, el 3 de marzo del año
2000 Foto Ap
FABIOLA PALAPA QUIJAS
Periódico La Jornada
Viernes 18 de abril de 2014, p. 16
Gabriel García Márquez en diversas entrevistas contó que su amistad con el presidente
cubano Fidel Castro “empezó por la literatura”. Se habían conocido cuando el escritor
trabajaba en la agencia de noticias Prensa Latina, en 1960.
Gabo vivió seis meses en la isla y en 1961 fue trasladado a Nueva York, pero tuvo
grandes problemas con los cubanos exiliados y finalmente renunció. Después de
recorrer el sur de Estados Unidos se fue a vivir a México.
En julio de 1975, García Márquez viajó nuevamente a Cuba para recorrer la isla en toda
su extensión porque estaba interesado en escribir acerca de cómo los cubanos rompieron
el bloqueo dentro de las casas. No la labor del gobierno ni del Estado, sino cómo el
propio pueblo resolvía el problema de la cocina, del lavado de ropa, la aguja de coser,
en fin, todas esas dificultades diarias.
Regresó a Cuba en marzo y abril de 1976 con el propósito de realizar una crónica épica
de la expedición cubana a África, la primera vez que un país del tercer mundo se había
interpuesto en un conflicto en el que estaban involucradas las dos superpotencias del
primer mundo y el segundo.
El escritor colombiano había cosechado elogios en todo el mundo por sus artículos
sobre el golpe chileno y estaba seguro que Castro no cometería la insensatez de ignorar
su talento.
El autor colombiano pasó un mes en el Hotel Nacional de La Habana y un día Castro se
presentó allí en un jeep; salieron para el campo y Fidel pasó dos horas hablando de
comida.
En el libro Gabriel García Márquez, una vida, Gerald Martin describe este encuentro y
señala que Gabo quedó asombrado ante el amor por los hechos y el excepcional
dominio de Fidel sobre la alimentación.
García Márquez en una ocasión dijo que la relación del líder cubano con la lectura era
bastante particular. “No sólo se nutre de información, sino que, además, es un lector tan
atento y minucioso que encuentra contradicciones y datos falsos donde uno menos se lo
imagina”.
En agosto de 2006, el autor de Cien años de soledad publicó el texto El Fidel Castro
que yo conozco, en el que resalta del presidente cubano: “Su devoción por la palabras.
Su poder de seducción. Va a buscar los problemas donde estén. Los ímpetus de la
inspiración son propios de su estilo. Los libros reflejan muy bien la amplitud de sus
gustos. Dejó de fumar para tener la autoridad moral para combatir el tabaquismo...
Paciencia invencible. Disciplina férrea. La fuerza de la imaginación lo arrastra a los
imprevistos.
“Cuando habla con la gente de la calle, la conversación recobra la expresividad y la
franqueza cruda de los afectos reales. Lo llaman: Fidel. Lo rodean sin riesgos, lo tutean,
le discuten, lo contradicen, le reclaman, con un canal de transmisión inmediata por
donde circula la verdad a borbotones. Es entonces que se descubre al ser humano
insólito, que el resplandor de su propia imagen no deja ver. Este es el Fidel Castro que
creo conocer: un hombre de costumbres austeras e ilusiones insaciables, con una
educación formal a la antigua, de palabras cautelosas y modales tenues e incapaz de
concebir ninguna idea que no sea descomunal.”
La incursión cubana en
Angola, bajo el análisis
periodístico de García
Márquez
La Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2006 reunió a tres ganadores del Premio Nobel: José
Saramago, Gabriel García Márquez y Nadine Gordimer, así como al cronista Carlos Monsiváis Foto Carlos
Cisneros
Periódico La Jornada
Viernes 18 de abril de 2014, p. 17
Gabriel García Márquez incursionó en temas políticos y sociales mediante artículos y
ensayos escritos a lo largo de su carrera periodística, que el escritor colombiano
desempeñó sin importar que también estuviera inmerso en el mundo de la literatura; así
ocurrió con el texto Operación Carlota.
Ese artículo, tomado de la revista Tricontinental en su número 53 de 1977, recoge la
primera etapa de la Operación Carlota, misión militar de Cuba durante la guerra civil
en Angola. Esta intervención se inició en 1975 y concluyó en 1991 con la salida del
último militar cubano y la independencia del país sudafricano.
DANIEL GONZÁLEZ DELGADILLO
El autor concluye el texto con la descripción de la derrota de las fuerzas que invadieron
Angola y el inicio de la retirada gradual de las tropas cubanas en 1976, cuando parecía
que todo había terminado. Sin embargo, un número mínimo de efectivos permanecieron
en la región para asegurar su soberanía.
García Márquez narra: “Es probable que ni los mismos cubanos hubieran previsto que la
ayuda solidaria al pueblo de Angola había de alcanzar semejantes proporciones. Lo que
sí tuvieron claro desde el primer momento es que la acción tenía que ser terminante y
rápida, y que de ningún modo se podía perder”.
Gabo escribe sobre la complejidad de esa guerra civil, por lo que se inició una nueva
etapa de la Operación Carlota, la cual finalizó 18 años más tarde cuando los
mercenarios británicos y estadounideses “racistas” fueron derrotados. Este hecho fue
confirmado en aquel entonces por los presidentes de Cuba, Fidel Castro, y de Angola,
António Agostinho Neto, así como por el gobierno de Estados Unidos.
La misión toma el nombre por Carlota, llamada también La negra Carlota, quien fue
una esclava negra lucumí (prisioneros vendidos procedentes de la zona yoruba, en
África) que lideró la sublevación de esclavos de la colonia azucarera de Triunvirato en
la provincia de Matanzas, Cuba, el 5 de noviembre de 1843.
Durante 18 meses no
dejó de escribir su más
grande obra: Cien años
de soledad
Le valió el Premio Nobel de Literatura y ha sido traducida a 40 idiomas
Gabriel García Márquez, el 14 de febrero de 1976, luego de un incidente con Mario Vargas Llosa Foto Rodrigo
Moya
FABIOLA PALAPA QUIJAS
Periódico La Jornada
Viernes 18 de abril de 2014, p. 15
En la soledad de su habitación, con las 28 letras del alfabeto de la máquina de escribir y
dos dedos como arsenal, Gabriel García Márquez escribió su obra más importante, la
que le valió el Premio Nobel de Literatura en 1982: Cien años de soledad, la cual ha
vendido más de 30 millones de ejemplares y ha sido traducida a 40 idiomas.
Como relató en diversas ocasiones el escritor colombiano, Cien años de soledad fue la
primera novela que trató de escribir (a los 17 años, con el título de La casa), pero la
abandonó al poco tiempo porque le quedaba demasiado grande.
En 2007, en la ciudad colombiana de Cartagena, Gabo rememoró el proceso de la
escritura de la obra: “A mis 38 años y ya con cuatro libros publicados desde mis 20, me
senté en mi máquina de escribir y empecé: ‘Muchos años después, frente al pelotón de
fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en
que su padre lo llevó a conocer el hielo...’ No tenía la menor idea del significado ni del
origen de esa frase ni hacia dónde debía conducirme. Lo que hoy sé es que no dejé de
escribir durante 18 meses hasta que terminé el libro”.
Fue en México –en 1965– que García Márquez sintió la inspiración para escribir la
novela que relata la historia de la familia Buendía a lo largo de varias generaciones en el
pueblo ficticio de Macondo, la imagen viva de un pequeño pueblo de Colombia, de
América Latina o de cualquier lugar del tercer mundo.
El premio Nobel de Literatura viajaba en un automóvil con su familia desde la ciudad
de México a Acapulco, sobre el océano Pacífico, cuando, a la altura de Cuernavaca,
tuvo un percance y decidió desistir de la travesía para escribir sobre sus recuerdos y
todo lo que sabía del mundo.
La editorial argentina Sudamericana aceptó los textos mecanografiados de Cien años de
soledad en 1966, y un año después publicó la obra, que tuvo un éxito descomunal, ya
que en las primeras semanas sólo en la capital argentina se vendieron 15 mil ejemplares.
Desde la publicación de la novela se han escrito diversos ensayos, artículos; incluso el
propio hermano de García Márquez, Eligio, dedicó un libro entero a la génesis y la
creación de esta obra 30 años después de que se editara, como señala el académico
británico Gerald Martin en la biografía Gabriel García Márquez: una vida, publicada en
2009 por el sello Debate.
La literatura de Gabo recrea anécdotas familiares, sucesos históricos, la cosmogonía, los
cantos populares de su tierra y todo un fluir de recuerdos, que al proyectarse en sus
ficciones se presentan como entidades sobrenaturales, cuestionando la noción de lo real,
consideran los críticos sobre su obra.
Hace cinco años con motivo del 80 aniversario del escritor colombiano, la Real
Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española publicaron
una edición conmemorativa de Cien años de soledad, cuyo texto fue revisado por el
propio Gabriel García Márquez.
La edición incluye una semblanza de García Márquez escrita por Álvaro Mutis y una
introducción de Carlos Fuentes que aporta testimonios personales sobre el nacimiento
de la novela, así como un análisis sobre la narrativo de Gabo que realizó Mario Vargas
Llosa, y estudios de Víctor García de la Concha y de Claudio Guillén, Pedro Luis
Barcia (Argentina), Juan Gustavo Cobo Borda (Colombia), Gonzalo Celorio (México) y
Sergio Ramírez (Nicaragua).
Cien años de soledad –como explica Gonzalo Celorio en la edición conmemorativa– no
sólo es concomitante con la gran renovación de la narrativa latinoamericana de la
década de los 70, sino que culmina ese proceso y marca un parteaguas en la novelística
de nuestra lengua.
En chino, ruso, checo, francés, inglés, portugués u otros 36 idiomas, la novela de
Gabriel García Márquez es una obra maestra de la literatura hispanoamericana y
universal, una de las obras más traducidas y leídas en español.
Los mejores se nos van
Ahora/ ahora sí que voy a llorar sobre esta gran roca sentado/ la cabeza en la bruma
y los pies en el agua/ y el cigarrillo apagado entre los dedos
Ahora/ ahora voy a llorar mis llantos olvidados/ mis llantos retenidos en su fuente/
como pájaros presos en la liga. / Los llantos subterráneos/ los que minan el mundo y lo
socavan. Pedro Garfias, Primavera en Eaton Hastings, 1939.
Ahora sí vamos a llorar a los mejores que se nos van en poco tiempo: al enorme Gabo, a
José Emilio y a Juan Gelman.
Tres grandes escritores comprometidos con sus pueblos, su tiempo y la literatura.
Siempre recordaremos: “… en aquel momento estaba descubriendo los primeros
indicios de su ser (…) persiguió los caminos ocultos de su descendencia (…) estaba
previsto que la ciudad de los espejos (o de los espejismos) sería arrasada por el viento y
desterrada de la memoria de los hombres (…) porque las estirpes condenadas a cien
años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra.” Cien años de
soledad. 1967.
Guardemos la memoria de nuestro Gabriel García Márquez, Gabo.
Guadalupe Cortés y Óscar Alzaga
Con Aureliano Buendía bajo el brazo, El Gabo partió de una
redacción
Francisco Ortiz Pinchetti
17 de abril de 2014
Reportaje Especial
García Márquez en su casa en el año
2000.
Foto: Joaquín Cato
En noviembre de 1982, conocida ya la noticia de que Gabriel García Márquez ganó el
Premio Nobel de Literatura, el semanario Proceso (número 313) conversó con algunos
de sus amigos y colegas más cercanos sobre los inicios de la carrera del escritor
colombiano. A continuación se transcribe el texto íntegramente:
MÉXICO, D.F. (apro).- Era octubre. Los reporteros de El Nacional, un vespertino que
se editaba en barranquera, Colombia, acababan de concluir su trabajo diario y
guaseaban sin ganas entre el sopor asfixiante del mediodía zarceño.
De pronto apareció en la redacción un muchacho flaco y desaliñado, de tez morena y
cabello negro y crespo, con bigotito ralo y una camisa llena de colores. Tímido, se
dirigió a uno de los redactores:
–¿Quiénes son aquí Germán Vargas y Álvaro Cepeda? –preguntó con voz discreta.
–Mira –respondió el periodista–: Álvaro Cepeda Samudio es ese que está ahí y Germán
Vargas soy yo. ¿Y tú quién eres?
–Yo soy Gabriel García Márquez–.
Era octubre de 1948 y aquel muchacho tenía 20 años de edad.
“Esa misma noche nos emborrachamos juntos por primera vez”, cuenta ahora el mismo
Germán Vargas, el amigo al que García Márquez dedicó su primera novela, La
hojarasca; el amigo al que hizo uno de sus personajes en El coronel no tiene quien le
escriba y Cien años de soledad; el amigo que recibió en representación suya el premio
nacional de novela, otorgado por la Academia Colombiana de la Lengua a La mala
hora; el amigo, pues, de 34 años de relación fraterna.
Es octubre también pero de 1982, y Germán Vargas viaja desde Barranquera a la
Ciudad de México para estar con su amigo en las horas de euforia.
–¿Cómo te parece que estamos de mucho Nobel? –le dijo García Márquez al recibirlo
con un abrazo en su casa del Pedregal de San Ángel.
–Sí Gabito: estamos.
La jirafa
Germán Vargas tiene ahora 60 años de edad, seis más que su célebre amigo de
Aracataca en el estudio de cuya casa se desarrolla la entrevista. Y tiene vivo, dice, aquel
primer encuentro del otoño de 1948.
“Yo había leído dos o tres cuentos de García Márquez, publicados en El Espectador de
Bogotá. Me parecieron muy buenos y escribí una nota en el periódico, en la que decía
que al fin surgía en Colombia un escritor diferente. Porque en ese entonces se escribía
en Colombia una narrativa puramente rural y sin profundidad.
Seguramente él vio ese comentario, o alguien se lo dijo, y por eso fue a buscarme esa
tarde a la redacción. Y en ese momento empezamos a ser amigos”.
García Márquez vivía en ese entonces en Cartagena, otra ciudad de la costa colombiana
a la que se había mudado luego de abandonar sus estudios de Derecho en Bogotá y a
raíz, dice Vargas, del “bogotazo” del 9 de abril de 1948. En Cartagena había conseguido
trabajo en un diario local.
“Nosotros lo entusiasmamos mucho para que se fuera a vivir a Barranquera. Y lo hizo,
en enero de 1949. Entró a trabajar a El Heraldo, el diario donde yo estoy y en el que he
escrito durante 30 años. Ahí empezó a escribir una columna diaria, muy leída. Se
llamaba “La Jirafa” y la firmaba con un seudónimo: Séptimus, que es un personaje de
Virginia Woolf”.
Recuerda Vargas que en “La Jirafa” García Márquez se ocupaba de temas variados,
aunque con especial insistencia en asuntos literarios. “A veces, seguramente cuando no
tenía tema, utilizaba fragmentos de una novela escribiendo y que nunca terminó. Se
llamaba La casa; pero nosotros le decíamos `el mamotreto’, porque era un montón de
papel, yo creo que más de mil páginas escritas. Y a todos lados iba con su mamotreto
bajo el brazo”.
El periodista considera que aquel mamotreto fue la cantera de donde surgieron muchas
historias para los cuentos de García Márquez y muchas situaciones de personajes que
aparecen en sus novelas.
“Ahí estaba ya el coronel Aureliano Buendía”, dice.
A Vargas y a Cepeda se sumó pronto Alfonso Fuenmayor como amigo del joven García
Márquez. “Los cuatro éramos amigos inseparables”, recuerda Germán Vargas. “Todos
los días, a las seis o seis y media de la tarde, nos encontrábamos en una librería y nos
íbamos al café. Ahí empezaba la fiesta: después, la seguíamos en algún bar. Nos
emborrachábamos casi todas las noches”.
El Café Colombia, el Tercer Hombre, Los Almendros, La Cueva y otros bares y
cervecerías, eran escenario cotidiano de las parrandas del cuarteto de amigos, que
discutían de literatura a gritos ante el asombro de los parroquianos.
¿Cómo era entonces García Márquez?
Era un muchacho muy tímido. Muy tímido y muy discreto, sencillo, muy cordial. Y
también alegre. Le gustaba mucho cantar. Canciones vallenatas, de su tierra. Y tenía
buena voz.
Vargas cuenta una anécdota:
“Un día me dijo que le gustaría comprar una dulzaina, una de esas armónicas que se
tocan con la boca; pero que no tenía dinero. En ese entonces le pagaban tres pesos
diarios en El Heraldo y eso apenas le alcanzaba para medio comer y para pagar el cuarto
en el que vivía. Así que un día en que recibí mi quincena fuimos a buscar la dulzaina y
se la regalé. Entonces ya no nos cantaba, sino que nos tocaba los mismos aires
vallenatos. Y esto se volvió insoportable: en todo momento, a todas horas tocaba la
dulzaina. Insoportable. Hasta que un día fuimos a almorzar a Salgar, un pueblo cercano
a Barranquera, en un restaurante frente al mar, yo no resistí más. Había tomado
demasiados tragos la noche anterior y la música de la dulzaina me perforaba la cabeza.
Así que le dije: mira, por favor no toques más eso. Ya me tienes harto con esa dulzaina.
Entonces él, como un niño regañado, se levantó, se asomó a la terraza y tiró la dulzaina
al mar”.
El burdel
García Márquez sufría graves penurias. Su amigo recuerda que vivía en un cuartucho
infame en la azotea de un edificio de cuatro pisos. “Era un edificio muy especial”, dice
Vargas. “En la planta baja estaban unas notarías públicas. Los siguientes tres pisos
estaban ocupados por un burdel.
En el cuarto que el pobre columnista y escritor en ciernes vivía no había más que un
catre y una mesa de palo. “Pagaba uno cincuenta de renta al día; de tal modo que sólo le
quedaba uno cincuenta para comer. Para su fortuna, les cayó bien a las putas del burdel.
A ellas les intrigaba mucho aquel muchacho que llegaba en la madrugada y salía a
media mañana con su mamotreto a cuestas. Así que lo invitaban a almorzar, para
platicar con él. Y él se ahorraba algún dinero”.
Casi siempre eran sus amigos, que ganaban mejor que él, quiénes costeaban sus
parrandas. “Bebíamos cerveza, ron, de todo. Claro, de pronto había algún anfitrión
generoso y entonces bebíamos whisky”.
Tragos y literatura, era la orden del día, cada día.
“Los cuatro teníamos inquietudes literarias. Eso era el centro, el meollo de nuestra
amistad. Y también de nuestras discusiones y de nuestros pleitos”.
Leían por esos días a Kafka, a Faulkner, a Dos Pasos, a Virginia Woolf. “También
fuimos descubriendo a otros escritores, como Cortázar o el uruguayo Felisberto
Hernández. Y comentábamos nuestros propios trabajos, porque también nosotros
escribíamos cosas”.
Hablaban también, a veces, de “las cosas cotidianas”, o de política. “Éramos más o
menos de la misma posición política: una posición de izquierda, pero no extrema”.
Y también hablaban de deportes. De beisbol y futbol. “Era en ese entonces la que se
llamó época dorada del futbol en Colombia. Cuando jugaban Di Stéfano, Rossi,
Pedernera, De Freitas. Los grandes jugadores”.
Y en 1950 resolvieron fundar un semanario insólito. “Se llamaba Crónica –relata
Vargas– y era una curiosísima mezcla de deportes y literatura. En él, al lado de las
crónicas deportivas, de las grandes entrevistas con futbolistas, publicábamos cuentos de
Borges, de Faulkner, de Kafka. Y se publicaron también ahí cuentos de García Márquez
y de Cepeda Samudio”.
Germán Vargas –la cabeza totalmente blanca, el trato cálido– sonríe por el recuerdo:
“Una vez, García Márquez publicó una entrevista que le hizo a uno de esos jugadores
estrella de futbol. No recuerdo a quien fue. Pero a Gabito nunca le gusto esa entrevista”.
El ingenio de García Márquez era notable, dice su amigo. Como era notable su
disciplina: a pesar de esa vida bohemia, de las parrandas inacabables en bares y burdeles
en Barranquera, tenía una asombrosa disciplina para escribir. “Eso para él era sagrado”.
Lo hacía, a veces, en su cuartucho; pero casi siempre en la soledad nocturna de la
redacción de El Heraldo, cuando todos se habían ido.
“Trabajaba sin cesar en su novela, en La casa. Yo pienso que aquel mamotreto era ya en
alguna manera Cien años de soledad; pero en ese entonces le quedaba grande. Y él, que
era muy autocrítico, se daba cuenta de ello”.
El coronel
García Márquez dejó barranquera en diciembre de 1952. Se fue a vivir a Bogotá y entró
a trabajar como reportero a El Espectador; pero mantuvo su relación con ese grupo de
amigos con quiénes convivió cuatro años que fueron fundamentales en su formación
como escritor.
Cuando el periódico lo envió a Europa, para cubrir la reunión de los Cuatro Grandes de
Ginebra, hizo escala en Barranquera. En el aeropuerto lo esperaban Germán, Alonso,
Álvaro y otros amigos. También estaba ahí don Demetrio Barcha, el padre de Mercedes,
que era entonces su novia.
“Cuando Gabito bajó del avión, traía un paquete enorme de ejemplares de El
Espectador.
Nosotros guaseamos y le dijimos que, si le iba mal en Europa, podría sobrevivir
vendiendo periódicos en las calles. Don Demetrio se puso furioso: `como dices que
estos son tus amigos’, le dijo. Le pareció una imperdonable falta de respeto”.
Desde Europa, García Márquez mantuvo correspondencia con Vargas, que en alguna
manera se convirtió en su representante en Colombia. Cuando el dictador Rojas Pinilla
cerró El Espectador, en 1954, el enviado del diario se quedó al garete. Vivió en Roma y
luego en París, pasando penalidades sin cuenta.
“En París terminó de escribir La hojarasca, su primera novela, que está dedicada a mí”,
dice Germán Vargas, “Me mandó el original y conseguimos que la publicara el editor
judío uruguayo, Samuel Lisman Baun, en 1955; pero con tan mala suerte que el editor
quebró por esos días. Le embargaron sus bienes, entre ellos casi toda la edición de La
hojarasca… Sólo circularon unos cuantos ejemplares”.
En 1958, Vargas se fue a vivir a Bogotá. “Ese año, García Márquez me envío el original
de El coronel no tiene quien le escriba, que es para mí su mejor novela. Anduve con ella
de editor en editor. A todos les parecía muy interesante, pero todos argumentaban que
no podían arriesgarse a publicarla, porque el autor era muy poco conocido. Hubo uno
que me propuso que nosotros pagáramos la edición. Eran 40 mil pesos, una suma
astronómica para nosotros. Imposible”.
Vargas le llevó entonces el original al poeta Jorge Gaytán Durán, que entonces editaba
una revista cultural llamada Mito. “Era una publicación europeizante”, recuerda Vargas.
Y ahí se publicó por primera vez El coronel… “Impresionó mucho a la gente del medio,
a la crítica, pero obviamente no tuvo mayor difusión”.
Posteriormente, en 1961, Vargas consiguió que la novela se editara en Medellín, ya en
libro. “Tuvo buena crítica, pero mala venta”.
La hojarasca, mientras tanto, revivió. Manuel Escorsa, un novelista peruano, editor
también, la incluyó entre los 10 libros de una colección popular de tiraje masivo. Se
vendieron en Colombia 250,000 colecciones y Gabriel García Márquez empezó a ser
realmente conocido.
Luego vino La mala hora.
“Esta novela tenía otro nombre”, cuenta Vargas, “La Academia Colombiana de la
Lengua la escogió para otorgarle el premio nacional de novela. Pero antes de dar a
conocer su veredicto, me llamó el padre de Félix Restrepo un jesuita que era el
presidente de la Academia. Me dijo que la novela era excelente y que estaba ya decidido
a entregarle el premio. Pero que tenía dos objeciones: una era el nombre de la obra; la
otra, algunas leperadas que contenía el texto. Me pidió que cambiáramos ambas cosas.
Yo me comuniqué con García Márquez, que vivía ya en México. Estuvo de acuerdo en
cambiarle el nombre, pero no en corregir el texto. Así se convino con el padre Félix
Restrepo y La mala hora obtuvo el premio nacional de novela, que yo recibí en
representación de Gabito”.
–¿Cuál era el titulo original de la novela?
–Se llamaba Este pueblo de mierda…
La fama
El premio consistía en 40 mil y “algo inesperado”, dice Vargas: un diploma en el que la
Academia Colombiana de la Lengua declaraba a Gabriel García Márquez “novelista
laureado”.
Vargas le envió al escritor los 40 mil pesos, con los cuales dice, se compró un
Volkswagen en México, el mismo que luego vendería para mantenerse mientras escribió
Cien años de soledad.
“Y, por supuesto, el diploma no se lo entregué nunca”, ríe Vargas, “Lo llevé a
Barranquera y, en solemne ceremonia, lo pusimos en el bar La Cueva, uno de los sitios
que frecuentábamos. Ahí está”.
El dinero del premio, por cierto, lo aportaba la empresa petrolera trasnacional Exxon, lo
cual para el amigo del escritor es “una paradoja alucinante”.
Llegó por fin la aparición de Cien años de soledad y con ella la explosión repentina
trepidante de la fama. “Gabito nunca esperó algo tan apabullante”, dice Vargas, “Estaba
asombrado”.
¿Cambió?
Sus amigos, como soy yo, no observamos cambio alguno. Gabito sigue siendo el mismo
tímido, cordial, muy afectuoso. Claro que le gusta destacar, triunfar. Como a cualquier
ser humano. Pero la vanidad, de la que tanto se habla, es algo que el maneja muy bien.
En realidad es un tipo sencillo y franco que lucha por conservar su vida privada, por ser
él; que es feliz cuando está a solas con su mujer y sus hijos; que disfruta, como siempre,
la compañía de sus verdaderos amigos.
–¿Qué le molesta?
–Creo que no hay nada que le moleste más que la adulación. Es algo que detesta. Por
eso no le gusta Bogotá; ahí la gente es muy lambona, como decimos nosotros, muy
lambiscona. En cambio, le encanta Barranquera. Él dice que en Barranquera no hay
prestigio que dure tres días…
Germán Vargas no oculta su alegría, su orgullo de ser gran amigo del escritor al que se
le ha otorgado el Premio Nobel de Literatura 1982. “Siento que lo gané también yo”,
dice. De alguna manera, se considera parte de lo que es García Márquez.
Y refiere entonces algunas anécdotas, vivencias, situaciones que compartieron en los
años de Barranquera y que García Márquez ha usado en sus obras. “Por ejemplo el
incendio del burdel, en Cien años de soledad. Es una reminiscencia de algo que ocurrió
una noche en Barranquera. Estábamos en un burdel, tomando tragos. Yo ya estaba muy
borracho y de pronto se me ocurrió decir que ese burdel no existía, que las prostitutas
que estaban ahí tampoco existían. Discutimos a gritos. Yo dije que podía probar lo que
decía. Que si prendía fuego al burdel, el burdel no existía. Y, lo hice: estuve a punto de
provocar un incendio…”.
Germán y Álvaro, los amigos del hijo del coronel, Agustín, en El coronel no tiene quien
le escriba, no son otros que Germán Vargas y Álvaro Cepeda Samudio. “En Cien años
de soledad aparecemos los cuatro: Alfonso, Álvaro, Germán y el propio Gabriel, son los
amigos del último Buendía”, dice Vargas.
De aquellos cuatro amigos, uno falleció ya: Álvaro Cepeda Samudio. Alfonso
Fuenmayor vive en Estados Unidos. Germán Vargas volvió a Barranquera para vivir,
luego de radicar 22 años en Bogotá. Ejerce, igual que siempre, el periodismo y no
abandona sus inquietudes literarias. Ha publicado dos libros: La violencia 10 veces
contada, que es una antología de cuentos de escritores jóvenes, con un prólogo suyo
sobre la violencia, y Cinco semblanzas, en que recuerda personajes ya fallecidos que él
conoció.
Ahora, en México, comparte con su amigo la euforia de la consagración. A García
Márquez le dijo en broma que ahora deberá esperar el Premio Nobel de la Paz. “En
realidad”, dice, “Gabito está ahora muy entusiasmado con el periódico que empezará a
editar en Bogotá en el segundo semestre de 1983. A el le interesa muchísimo la
situación colombiana”.
–¿Piensa que buscará alguna participación política allá?
–Yo creo que una participación política de tipo electoral no le interesa. Pero estoy
seguro de que le interesa influir políticamente. No obstante que el proyecto del
periódico es meramente informativo, periodístico, sabemos que es imposible que no
asuma una línea política.
Germán Vargas no le llamó a García Márquez desde Colombia para felicitarlo, cuando
se conoció la noticia del Premio Nobel. Esperó dos días y viajó a México para verlo.
Cuando se encontraron su abrazo no tuvo límites.
La vida secreta de García Márquez en
México
Julio Aguilar| El Universal
04:10Viernes 18 de abril de 2014
Gabriel García Márquez, acompañado por la escritora, Ángeles Mastretta, en el Festival Latinoamericano del Bolero
Archivo / EL UNIVERSAL
â—•â—•â—•â—•â—•â—•â—•â—•â—•â—•
ENCUENTRO. Desde los años 60, Gabriel GarcÃa Márquez fue identificado por sus ideas de izquierda y sobre todo
por su activismo en favor del régimen socialista instaurado por Fidel Castro en Cuba; en la foto, el lÃder cubano y el
escritor en marzo de 2000 en La Habana. (Foto: ARCHIVO EL UNIVERSAL )
Notas Relacionadas:










Lamenta Peña Nieto la muerte de "Gabo" 2014-04-18
Gabo, el más querido. Sus instituciones, un legado para el cine y el periodismo 2014-04-18
Gabo, el más querido. Mercedes Barcha, la gran novela de Gabo 2014-04-18
Gabo, el más querido. Gabo era una fiesta2014-04-18
Gabo, el más querido. Gabo acude a la entrega de los Arieles en 1976 2014-04-18
Gabo, el más querido. El hijo del telegrafista viaja a Estocolmo 2014-04-18
Gabo, el más querido. Adiós al amo del realismo mágico 2014-04-18
Gabo, el más querido. "El cine y yo somos como un mal matrimonio" 2014-04-18
Gabo, el más querido. Gabo y su "ridÃculo" amor por Junior de Barranquilla 2014-04-18
Gabo, el más querido. Un gran colombiano y un gran mexicano 2014-04-18
Sitios Relacionados:







Bajo Reserva Gabo, un mexicano más
Sitio Gabo, visto por EL UNIVERSAL
Video Creman restos de GarcÃa Márquez
Video Su último cumpleaños
GalerÃa Su historia en imágenes
GalerÃa Junto a otras personalidades
Prensa Acapara portadas del mundo
Vinculado con la izquierda latinoamericana desde los años 60, García
Márquez fue investigado por la desaparecida Dirección Federal de
Seguridad (DFS)
[email protected]
La comunicación entre el circulo de confianza del nuevo presidente de Francia y el
gobierno de México marchaba sobre ruedas en mayo de 1981. Desde París, Mitterrand
incluso había anunciado una visita de Estado al país en octubre; sin embargo, en Los
Pinos y en Gobernación reinaba la inquietud del hormiguero. ¿A santo de que, si el
nuevo inquilino del Eliseo, el socialista François Mitterrand, parecía tan receptivo a los
mensajes que recibía su oficina de asesores desde el Distrito Federal?
La respuesta estaba en documentos hasta ahora inauditos de los servicios de inteligencia
mexicanos: la inquietud se debía a que aquella comunicación no solo se había
establecido con las autoridades de la Cancillería sino también con otro epicentro de la
diplomacia con sede en la capital del país: la casa de Gabriel García Márquez.
Era obvio que estaba fichado. El autor, un colombiano residente en México desde los
años 60 y ya entonces vinculado con la izquierda latinoamericana, posee un historial
creado por la desaparecida Dirección Federal de Seguridad (DFS). Esos documentos,
que están en custodia del Archivo General de la Nación desde 2002, han sido revisados
por primera vez para esta investigación.
Como muchos otros artistas e intelectuales mexicanos y extranjeros, residentes o de
paso por el país, las actividades de García Márquez fueron observadas y consignadas
por la DFS. En su caso, el seguimiento fue cercano.
El primer documento que la inteligencia mexicana recogía como antecedentes del
escritor estaba fechado en noviembre de 1967, cuando el Gabo participó como delegado
colombiano en el II Congreso Latinoamericano de Escritores, organizado en el DF,
Guanajuato y Guadalajara. El segundo es la transcripción de una carta abierta de un
grupo de intelectuales que se solidariza con los presos políticos, después de la represión
estudiantil en octubre del 68. El Último es el reporte de su salida por avión hacia Cuba
en agosto de 1985. A partir de esa fecha, toda la información continúa clasificada en los
archivos del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen).
El affaire Mitterrand
Ya identificado desde los años 60 por sus ideas de izquierda y sobre todo por su
activismo en favor del régimen socialista instaurado por la revolución encabezada por
Fidel Castro en Cuba, García Márquez estuvo sujeto a una vigilancia atenta desde los
años 70, cuando ya tenía su residencia como inmigrante en el país, primero por el
gobierno de Luis Echeverría (1970-1976) y después por el de José López Portillo (19761982).
Cuando François Mitterrand se preparaba para asumir la presidencia de Francia en mayo
de 1981, Gabo ya llevaba algún tiempo tejiendo fino para amarrar sus relaciones con el
equipo del presidente socialista. Las fichas informativas y los oficios generados por los
agentes de la DFS lo confirman. Las actividades de Gabo como intermediario entre
militantes de la izquierda latinoamericana y el equipo de Mitterrand son uno de los
episodios mas amplios que consignan los documentos de la DFS.
Con objeto de asistir a la toma de posesión del socialista François Mitterrand como
Presidente de Francia, que se llevaría a cabo el 19 del actual, este escritor colombiano
asilado en nuestro país partirá mañana con destino a Paris, Francia, informaba Miguel
Nazar Haro, director de la DFS, a la oficina del secretario de Gobernación el 15 de
mayo de 1981.
Para entonces, buena parte de la logística de inteligencia se había desplegado en torno a
García Márquez: escuchas telefónicos, informantes encubiertos, paparazzi apostados en
los alrededores de la casa del escritor en una colonia del sur de la ciudad de México.
En particular, la comunicación entre el colombiano y Regis Debray eran seguidas con
puntualidad. El filosofo francés, a quien Mitterrand acogió como su asesor de política
exterior en asuntos del Tercer Mundo, tenía una buena relación con García Márquez
desde tiempo atrás; sacándole jugo a aquella amistad, el autor buscaba convertirse en
intermediario entre el gobierno francés y movimientos de la izquierda latinoamericana.
El escritor colombiano ha estado organizando la lista de intelectuales para la reunión
que piensan efectuar con el presidente francés en la ciudad de México y a la que
asistirán intelectuales mexicanos y extranjeros, informa un documento fechado en
octubre de 1981 que consigna conversaciones entre García Márquez y Regis Debray.
El documento da más detalles sobre los preparativos de Gabo y Debray para la
recepción: García Márquez no había tomado en cuenta para la reunión con el
presidente Mitterrand a los intelectuales mexicanos, y se esta cuidando mucho de que no
se supiera, ya que piensa que habría problemas por ser el extranjero (...) ha mencionado
que la prensa, durante la visita del presidente de Francia, por parte de éste la va a
manejar Jean Daniel, y que el quiere que la prensa mexicana, en relación a lo de la
reunión con intelectuales, la maneje Julio Scherer García, dice puntillosamente el
informe del extinto organismo.
Un consulado al sur de la ciudad
Mitterrand asistiría a la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno Norte-Sur, en Cancún
y la izquierda latinoamericana buscaba influir en él para que apoyara diversas causas, en
especial para que Francia continuara siendo favorable a la lucha del guerrillero Frente
Farabundo Martí- para la Liberación Nacional, una de las fuerzas contendientes en la
Guerra Civil en El Salvador de esos tiempos.
En vísperas de la visita de Mitterrand, las intrigas arreciaron, según los documentos de
la DFS. El Gobierno colombiano había criticado al Partido Comunista francés por su
intervención subversiva en América Latina, a propósito de un supuesto apoyo a un paro
cívico colombiano y también por su posición frente a la guerra en El Salvador.
Poco antes del arribo de François Mitterrand, la actividad en la casa de García Márquez
era intensa. La vivienda parecía un pequeño y discreto consulado en donde entraban y
salían militantes de partidos de izquierda sudamericanos, funcionarios del gobierno
cubano, figuras de la izquierda mexicana, activistas colombianos y, por supuesto, los
franceses. Entre ellos, Regis Debray.
Parte de esa actividad quedó registrada fotográficamente. Desde alguna casa vecina o un
vehículo estacionado, los agentes de la DFS tomaron imágenes de los invitados cuando
llegaban o salían de la casa del escritor para abordar sus automóviles. El reporte de las
placas era un requisito oficioso.
Así- se sabe, por ejemplo, que la casa de Gabo fue la sede para las reuniones privadas
entre Regis Debray y los secretarios generales de los partidos comunistas de México,
Arnoldo Martínez Verdugo y de Chile. ¿Qué se discutía ahi-? No hay reportes. De
acuerdo con las evidencias de la DFS, su acecho no llegó a penetrar el círculo Íntimo
del colombiano para sacar información. A lo más que se llegó fue a intervenir sus
conversaciones a través del teléfono.
Sin embargo, el entorno de Gabo, tanto el familiar como el de sus amistades y sus
relaciones políticas estaba bien identificado. La DFS mantenía relativamente bien
informados a Gobernación y a Los Pinos sobre las actividades extraliterarias del
novelista de Aracataca, como director de la fundación Habeas, como intermediario entre
grupos insurgentes y gobiernos latinoamericanos y como colaborador del régimen
cubano. Esa información fue organizada y analizada cuando García Márquez pidió asilo
político en México, en marzo de 1981.
Estas en la seccion: Noticias Nacional El párrafo más importante de Cien años de
soledad
El párrafo más importante de Cien años de soledad
Jueves, 17 de Abril de 2014 20:10 JAVIER ARANDA/LA JORNADA
GABO Y CIEN AÑOS DE SOLEDAD
Ciudad de México.- El capítulo más difícil de Cien años
de soledad fue para Gabriel García Márquez la subida al
cielo en cuerpo y alma de Remedios Buendía. Por ese
texto despiadadamente fantástico tuvo la desmoralizante
impresión de estar metido en una aventura que lo mismo
podría ser afortunada que catastrófica. No le
preocupaban los hilos de sangre trepando las paredes, las
mariposas ni el niño con cola de cerdo de la novela.
Era el año de 1967 cuando mandó copias a sus amigos y a los críticos más exigentes y
francos que conocía para saber qué opinaban sobre la ascensión de Remedios Buendía.
Confiaba en esta práctica, pues ya la había probado satisfactoriamente cuando uno de
esos lectores le dijo a bocajarro, cuando apenas había cruzado unas palabras con él, que
La hojarasca tenía un capítulo de más.
Después de pasar esa prueba definitiva, le puso punto final a los originales llenos de
notas, anexos, textos escritos en el revés de las páginas que había escrito en la ciudad de
México, la urbe que había decidido convertir en su residencia permanente después de
una vida más o menos itinerante por su trabajo periodístico.
Cien años de soledad fue la primera novela que trató de escribir a los 17 años, según le
confesó a su amigo Plinio Apuleyo Mendoza en una carta memorable. La pensaba
llamar La casa. Y aunque abandonó el proyecto por parecerle demasiado grande, desde
entonces no dejó de pensar en él.
En esa misma carta, fechada el 22 de julio de 1967, García Márquez escribe que tenía
atragantada esa historia “donde las esteras vuelan, los muertos resucitan, los curas
levitan tomando tazas de chocolate, las bobas suben al cielo en cuerpo y alma y los
maricas se bañan en albercas de champaña, las muchachas aseguran a sus novios
amarrándolos con un dogal de seda…”
En Gabo Cartas y recuerdos de Plinio Apuleyo Mendoza recientemente publicado por
Ediciones B, García Márquez confirma una verdad intuida por algunos de sus lectores:
que en el primer párrafo de Cien años de soledad se encontraba toda la novela: su tono,
su estilo y la hebra que habría de tensar la novela hasta la última línea del último
capítulo.
Ese primer párrafo da cuenta de que más que una lección de humanidad García Márquez
quería escribir un larguísimo poema de vida cotidiana, la novela donde ocurriera todo.
Fue escrito 20 años antes que el resto de la novela y no cambió desde entonces una
coma.
Según el escritor colombiano, lo más difícil a la hora de escribir Cien años de soledad
fue precisamente ese primer párrafo inicial donde presente y pasado se engarzan, donde
la fantasía y lo vivido son una y la misma cosa
La publicación de estas cartas también dan cuenta de sus temores por el fardo de la
fama; nos muestran cómo escribió algunas de sus más significativos cuentos y novelas y
dan cuenta de algunos de sus viajes a Cuba, Rusia, Italia, Alemania y Venezuela.
Pero quizá lo más importante de estas cartas y recuerdos sea que nos permiten ver el
revés de ese gran lienzo de la narrativa de García Márquez. Cuando la memoria se
convierte en otra de las formas de la imaginación las cartas son constancia de lo vivido.
Para quienes han querido reducir la importancia de García Márquez a sus convicciones
políticas, el autor de El coronel no tiene quien le escriba tiene una frase escrita hace casi
medio siglo que pone las cosas en su sitio: El deber revolucionario de un escritor es
escribir bien. No más, tampoco menos.
El Gabo íntimo de las cartas y recuerdos publicadas por Plinio Apuleyo Mendoza sólo
confirman con detalles poco conocidos el genio de uno de los grandes escritores
hispanoamericanos de todos los tiempos. Allí se documenta su gusto por Brahms y por
el trabajo periodístico, por el París que en los años cincuenta del siglo XX fue magneto
de escritores y artistas, por el olor de la guayaba, las rosas amarillas y por la escritura
como forma de vida.
México, la “otra patria distinta” de Gabriel García Márquez
Jueves, 17 de Abril de 2014 19:25 LA JORNADA
GARCÍA MÁRQUEZ EN XOCHIMILCO (Foto:
Fabrizio León)
México, DF. El escritor colombiano Gabriel García
Márquez vivía desde hace varias décadas en México, un
país al que llamaba no su segunda patria, sino su “otra
patria distinta” y en el que escribió Cien años de soledad
(1967).
Llegó en tren en 1961 después de vivir en Nueva York, con su esposa Mercedes Barcha,
su hijo mayor Rodrigo con menos de dos años y con 20 dólares en el bolsillo. Aunque
alternó entre varios países, desde entonces convirtió a la ciudad de México en su lugar
de residencia principal.
“Aquí han crecido mis hijos, aquí he escrito mis libros, aquí he sembrado mis árboles”,
dijo Gabo al ser condecorado por el gobierno mexicano con la orden del Águila Azteca
en octubre de 1982, el año en el que le otorgaron el Nobel de Literatura.
Y evocó: “En los años 60, cuando ya no era feliz pero aún seguía siendo
indocumentado, amigos mexicanos me brindaron su apoyo y me infundieron la audacia
para seguir escribiendo”.
Gabo sufrió estrecheces económicas y aridez creativa en su primera época en la capital
mexicana. La necesidad le obligó a aceptar el cargo de director de la revista de señoras
La Familia y la publicación de notas policiales Sucesos para todos, con la condición de
que por ningún lado apareciera su nombre.
Después trabajó en publicidad y su economía empezó a repuntar, al tiempo que escribía
guiones de cine como la adaptación del cuento de Juan Rulfo El gallo de oro con Carlos
Fuentes.
Fue en 1965 cuando, manejando por la carretera hacia Acapulco, se le iluminó la mente
con la primera frase de Cien años de soledad.
Se encerró en su casa mexicana durante más de un año y no paró hasta terminarla.
En México inició su amistad con Carlos Fuentes, que duraría hasta la muerte del autor
de Aura en 2012, y terminó la que tenía con Mario Vargas Llosa cuando el peruano le
propinó un puñetazo en el ojo en 1976 tras la proyección de una película.
También en suelo mexicano Gabo conoció a la poderosa agente literaria catalana
Carmen Balcells, con la que firmó contrato para que lo representara en todo el mundo
de habla hispana cuando apenas empezaba a escribir Cien años de soledad.
Y en 1982 la noticia de que había ganado el Premio Nobel le llegó a su casa de México.
“Cuando el éxito y la publicidad excesiva trataban de perturbar mi vida privada, la
discreción y el tacto legendario de los mexicanos me permitieron encontrar el sosiego
interior y el tiempo inviolable para proseguir sin descanso mi duro oficio de carpintero”,
afirmó García Márquez.
El escritor decía que había llegado a México el 2 de julio de 1961, el mismo día en que
Ernest Hemingway se suicidó. Quizás inventó la fecha, como una historia más de
Macondo, porque, según su biógrafo británico Gerald Martin, en realidad llegó una
semana antes.
El caso es que el escritor de El amor en los tiempos del cólera marcaba con ese día el
inicio de su vida mexicana.
“La fecha no se me olvidará nunca, aunque no estuviera en un sello de pasaporte
inservible, porque al día siguiente muy temprano un amigo (Juan García Ponce) me
despertó por teléfono y me dijo que Hemingway se había muerto”, escribió en 1983 en
una nota periodística titulada Regreso a México.
Después de publicar Cien años de soledad, García Márquez vivió en Barcelona y alternó
entre la ciudad de México, La Habana, París y su natal Colombia.
En 1981, cuando pensaba radicarse en su país, recibió información de que iba a ser
detenido acusado de financiar al grupo guerrillero colombiano M-19. Tomó entonces la
decisión de abandonar Colombia protegido por la embajada mexicana y México lo
acogió de manera definitiva.
En los últimos años de su vida eran poco frecuentes los actos públicos de García
Márquez en México. Rehuía cualquier cosa que pudiera sonar a homenaje, pero se
dejaba ver de manera esporádica con amigos como la cantante Shakira o el magnate
Carlos Slim, aunque también eso se convirtió en algo cada vez menos habitual.
Para su 87 cumpleaños, el 6 de marzo pasado, sorprendió a fotógrafos y reporteros que
esperaban a la puerta de su casa, en la calle Fuego del barrio de Pedregal de San Ángel,
en el sur de la capital mexicana.
García Márquez salió en esa ocasión con un ramo de rosas amarillas y, aunque no habló,
se dejó celebrar por periodistas que le cantaron las “Mañanitas”, la canción con la que
los mexicanos festejan los cumpleaños.
Momentos clave en la vida del Nobel colombiano
Jueves, 17 de Abril de 2014 19:38 REUTERS
GARCÍA MÁRQUEZ (Foto: Carlos Cisneros)
México, DF. EL autor colombiano Gabriel García
Márquez, cuyas seductoras historias de amor y pérdida
pusieron al realismo mágico en el mapa de la literatura
mundial, murió el jueves a los 87 años.
A continuación una cronología de eventos claves en su
vida y carrera literaria.
1927 - García Márquez nace el 6 de marzo en Aracataca, una pequeña ciudad cercana a
la costa del Caribe colombiano. El hijo mayor de una familia numerosa, pasa parte de su
infancia viviendo con sus abuelos y se vuelve especialmente cercano a su abuelo, un
militar retirado que inspiró la novela corta "El Coronel no tiene quien le escriba".
1940 - García Márquez se muda a Barranquilla, una ciudad portuaria famosa por su
Carnaval, para iniciar la secundaria.
1947 - Estudia derecho en la Universidad Nacional en la capital Bogotá y publica dos
historias cortas en el diario El Espectador.
1948-1950 - Después de que huelgas forzaron el cierre de la Universidad Nacional,
García Márquez regresa a Barranquilla, donde trabaja como reportero y empieza a
escribir su primera novela, "La Hojarasca".
1954 - García Márquez trabaja para El Espectador. Su relato acerca de un marinero
colombiano que sobrevivió a un naufragio, publicada en entregas, elevó las ventas del
diario.
1955-1957 - Se publica "La Hojarasca". Vive en París y publica ensayos acerca de sus
viajes por la Europa comunista.
1958 - García Márquez se casa con Mercedes Barcha en Barranquilla.
1959 - Poco después de que Fidel Castro sube al poder en Cuba, Márquez viaja a la isla
por invitación del líder de la revolución cubana. Mercedes da a luz a Rodrigo, el primer
hijo de la pareja.
1960-1961 - García Márquez vive en Cuba por un corto tiempo, antes de mudarse con
su familia a México, en donde se relaciona con literatos del país, incluyendo Carlos
Fuentes. Se publica "El Coronel no tiene quien le escriba".
1962-1966 - Nace Gonzalo, el segundo hijo de la pareja. García Márquez escribe varios
guiones y trabaja para editores y agencias de publicidad. Pasa casi dos años escribiendo
"Cien años de soledad".
1967 - "Cien años de soledad" es publicada en junio, lo que le dio al escritor
colombiano el reconocimiento literario a nivel mundial. La familia se mudó a España,
en donde permaneció hasta 1975.
1970-1974 - Las inclinaciones políticas de García Márquez lo llevaron a colaborar con
un organismo de derechos humanos y se convirtió en abogado de la revolución
sandinista en Nicaragua.
1975-1976 - "El Otoño del Patriarca", una novela inspirada en varios dictadores
latinoamericanos, se publica. García Márquez recibió un puñetazo en la cara del escritor
peruano Mario Vargas Llosa en una disputa personal, que despertó una oleada de
especulaciones sobre su distanciamiento.
1979-1981 - García Márquez divide su tiempo entre Bogotá y México. Durante un viaje
a Europa, conoció al Papa Juan Pablo II. Comenzó a escribir "Crónica de una muerte
anunciada".
1982 - García Márquez gana el Premio Nobel de Literatura.
1983-1987 - "El amor en los tiempos del cólera" se publica. "Crónica de una muerte
anunciada" es llevada al cine.
1989 - "El general en su laberinto", sobre los últimos días del libertador sudamericano
Simón Bolívar, se publica.
1994 - García Márquez establece la Fundación del Nuevo Periodismo Iberoamericano
para promover la democracia y el periodismo en América Latina.
1996 - Se publica "Noticia de un secuestro", que narra el secuestro de varias figuras
relevantes en Colombia por el capo del narcotráfico Pablo Escobar.
1999 - García Márquez lucha contra un cáncer linfático, que cede después de recibir
quimioterapia.
2002-2004 - Publica sus memorias "Vivir para contarla" en 2002. Dos años después,
publica "Memoria de mis putas tristes".
2010-2012 - El editor de García Márquez asegura que el colombiano trabaja en una
nueva novela titulada "En agosto nos vemos". Su hermano menor, Jaime, asegura que el
autor sufre de demencia y que no puede escribir más.
2014 - García Márquez fallece en su casa en la Ciudad de México.
García Márquez “no se acercaba al poder, el poder se acercaba a
él”: Salinas
La Redacción
19 de abril de 2014
Nacional
Salinas al llegar a la residencia del escritor.
Foto: Xinhua / Alejandro Ayala
MÉXICO, D.F. (proceso.com.mx).- El expresidente Carlos Salinas de Gortari acudió a
la casa de Gabriel García Márquez en Jardines del Pedregal, donde permaneció por más
de una hora y dio el pésame a la familia del escritor colombiano.
Ahí, el exmandatario dijo que el Premio Nobel fue un hombre fiel a sus principios y un
ser humano universal de juicios acertados que buscaba siempre la concordia y el respeto
a la diversidad.
Tras reunirse con Mercedes Barcha, viuda del escritor, Salinas afirmó que Gabo “era
fiel a sus principios y leal a sus amigos y que así como decía que no quería que le
dijeran cómo escribir un libro, tampoco decía cómo se debería gobernar un país”.
Definió a García Márquez como un hombre fiel a sus principios que “no buscaba
acercarse al poder, sino que el poder se acercaba a él”.
Afirmó que Gabo jamás hablaba mal de nadie, tenía la cualidad de sumar, le gustaba la
concordia, armonizar donde había diferencias, además de que no emitía opiniones que
no le competía dar.
“Lo que él decía tenía uno que repensarlo y reflexionarlo varias veces… era la
oportunidad de estar con alguien que tenía una estatura superior”, expresó Salinas de
Gortari.
Agregó que le alienta encontrar a la familia de García Márquez unida pero también
conmovida por el homenaje mundial que se le ha rendido al autor de Cien años de
soledad.
Señaló que la última vez que conversó con el escritor fue a finales de 2013 y anunció
que no acudirá al homenaje que se realizará en el Palacio de Bellas Artes.
Gabo es el monumento de Bellas Artes de México: Poniatowska
Alejandro Gutiérrez
21 de abril de 2014
Destacado
Distinguen con Medalla Bellas Artes a Elena Poniatowska.
Foto: AP / Rebecca Blackwell
Madrid, (proceso.com.mx).- “Gabo es en sí mismo el monumento de Bellas Artes de
México”, definió la escritora mexicana Elena Poniatowska en una rueda de prensa
organizada hoy en la Biblioteca Nacional de España (BNE).
En su viaje a España para recibir el Premio Cervantes de Literatura 2013, Poniatowska
se refirió al recién fallecido escritor colombiano, cuya figura será homenajeada este día
en el Palacio de Bellas Artes: “Lo hecho por él en América Latina es único, porque
Gabo echó a volar América Latina, así como Remedios La Bella se va volando (en Cien
años de soledad), en cierta forma, Gabo hizo volar a América Latina”.
La autora de La noche de Tlatelolco y de Leonora participa en una serie de actividades
en torno a la entrega que le hará el rey Juan Carlos I del premio Cervantes, este
miércoles 23 en el hemiciclo de la Universidad de Alcalá de Henares.
Poniatowska también recordó al crítico literario Emmanuel Carballo, recién fallecido:
“Es una figura extraordinaria para América Latina. Teníamos la misma edad, además,
conoció a (José) Vasconcelos (escritor y filósofo mexicano). Hizo entrevistas con
autores de la revolución y deja un legado de buena crítica literaria; esperamos que en
México haya crítica cada vez mejor, porque para la literatura es bueno que haya crítica,
igual en el teatro y en la danza”.
Considerada a sí misma una periodista más que una escritora, Poniatowska advirtió de
lo riesgoso que es ejercer este oficio en México. Se refirió al caso de la revista Proceso,
“totalmente dedicada a la investigación del narcotráfico, corren peligro”, y al diario La
Jornada “un periódico de izquierda, y otros periódicos que siguen los lineamientos de
periódicos norteamericanos”. Recordó que el compromiso del periodista es con grandes
causas, las más nobles: “Uno no puede ser amanuense de empresarios, eso es una
manera de venderse bastante horripilante”.
Poniatowska recordó el día que recibió la noticia del voto del jurado del Premio
Cervantes. Admitió que, en principio, se confundió, pensando que le llamaban por
teléfono del diario El País por un artículo que había redactado sobre la escritora y
pensadora Doris Lessing.
“Cuando me hablaron temprano en la mañana, pensé que eran ellos y me aclaraban que
había faltado algo. Tocaron a mi puerta y entraron los reporteros en masa, ellos ya
sabían, y entonces acabé de entender que el premio era para mí”, describió con humor.
Este premio “para mí ha supuesto, a mis 82 años, el broche de oro de una vida de
escritura en la mañana, a medio día, en la tarde y en la noche”. Recibirá el premio
vestida con un traje rojo y amarillo típico y elaborado por las mujeres de Juchitán,
Oaxaca.
Sostuvo que la obra de Miguel de Cervantes es de una “importancia inmensa, es algo
que se lee en la niñez, se queda en los niños… los molinos, el barbero, todos deseamos
ser por lo menos Sancho Panza para acompañar al Quijote”.
Recordó que José Emilio Pacheco también recibió el premio. “Fue un amigo
extraordinario desde joven, fue un gran periodista cultural. Trabajamos juntos en
México y la Cultura, era un corrector de estilo notable y empezó a hacer libros, como
Las batallas en el desierto, que es el libro que todo joven ha leído, es el libro del pasado,
de la nostalgia, de esa ciudad que ya no existe”.
Poniatowska advirtió de la necesidad de que, para combatir el analfabetismo, se retire
el Impuesto al Valor Agregado (IVA) a los libros.
Adelantó que esta tarde guardará en una caja de la Bóveda de la Cultura del Instituto
Cervantes una edición de lujo de su primer libro La Noche de Tlatelolco, un manuscrito
en papel revolución como el utilizado en las viejas redacciones para escribir las notas
informativas y una “entrañable” pulsera de identificación de su padre Jean Joseph
Evremond Poniatowski, quien fue combatiente en la Segunda Guerra Mundial.
Tiempo de llorar a García Márquez
Julio Scherer García
19 de abril de 2014
Destacado
Julio Scherer y García Márquez.
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Se abrió el tiempo para llorar a Gabriel García Márquez.
Ya no hay manera de enfrentar el deterioro que poco a poco provocaría el desenlace
previsible.
Lo conocí en septiembre de 1979. Proceso y la Editorial Nueva Imagen habían
convocado a un concurso sobre el Militarismo en América Latina. García Márquez fue
uno de los jurados, muy lejos del Nobel, pero ya famoso.
La segunda ocasión que estuve cerca del escritor fue cuando el fundador de Nuevo
Periodismo, Gabriel García Márquez, convocó a un certamen para distinguir al
personaje merecedor de tal reconocimiento. García Márquez me entregó el diploma y
me dio un beso.
Por la noche, en una cena de unos cuantos, decía que era la primera vez y la última, en
la que besaría a un varón.
La última vez que estuve con el escritor fui testigo de su deterioro. Su cabeza ya no era
la máquina perfecta que había revolucionado la literatura. Dudé hasta el insomnio si
debía dar cuenta o no de lo que había visto y escuchado. Pensaba que podría provocar
algún disgusto en doña Mercedes, compañera toda su vida de un gran periodista y pensé
que su malestar habría de prolongarse sólo un breve tiempo.
Pretendí dejar atrás la incertidumbre que me pesaba y le pedí a mi secretaria, Ángeles
Morales, que me comunicara con la secretaria de García Márquez, Mónica Alonso. El
teléfono lo tomó doña Mercedes y me dijo que los asuntos que tuvieran que ver con su
marido, era ella la indicada para resolverlos.
Tuve en cuenta que mi pequeño texto no develaría secreto alguno. También consideré
que nadie podría acusarme de infidelidad. Jaime García Márquez había hecho público
que su hermano padecía demencia senil * y así otros escritores. Jaime Abello, director
de Nuevo Periodismo, pretendió restarle importancia al asunto. Fallido en su propósito,
le dio realce al tema al afirmar que García Márquez era un “anciano olvidadizo”.**
(Fragmento del texto que se publica en Proceso 1955, ya en circulación)
________________
*Cito a Jaime García Márquez durante su intervención en un encuentro con los
expedicionarios de la ruta Quetzal BBVA en el Museo de la Inquisición de Cartagena
de Indias, Colombia, realizado el 5 de julio de 2012: “Desde el punto de vista físico y
motriz, Gabo se encuentra bien, aunque ya tiene algunos conflictos de memoria. En la
familia todos sufrimos demencia senil, yo ya también comienzo a tener algunos
problemitas”.
**El martes 10 de julio de 2012, la agencia AFP dio cuenta de que el director de la
Fundación Nuevo Periodismo, Jaime Abello, dijo que el Nobel de Literatura “no está
demente; simplemente anciano y olvidadizo”.
Gabo en 2007: “No voy a escribir más…”
Rafael Croda
19 de abril de 2014
Destacado
Su gran obra Cien años de soledad.
Foto: Especial
En 2007, al huir de una tediosa recepción oficial en el puerto caribeño de Cartagena,
Gabriel García Márquez aprovechó un momento de confianza con el periodista
radiofónico Juan Gossaín y Margot Ricci, esposa de éste y pariente del escritor.
Resguardado por la noche y en la intimidad del auto, el autor de exuberantes novelas y
cuentos dio por concluido su trabajo literario. Pero con él nada se terminaba así nada
más: contó entonces una anécdota que ilustra su romanticismo revolucionario, la
buena relación que tuvo con algunos líderes latinoamericanos aparte de Fidel Castro y
la influencia que ganó en el terreno político.
CARTAGENA DE INDIAS, Colombia (Proceso).- El periodista colombiano Juan
Gossaín tiene muy presente cada instante de la noche en que su amigo, el Premio Nobel
de Literatura Gabriel García Márquez, le confesó en este puerto colonial del Caribe
colombiano que no volvería a escribir porque la memoria lo había abandonado.
Desde el gran balcón de su departamento en lo alto de un edificio del sector de
Bocagrande, en Cartagena, Gossaín señala un recinto oficial de la Presidencia de
Colombia que está en el islote de enfrente, a unos 300 metros:
–Esa es la Casa de Huéspedes Ilustres; fue ahí donde nos encontramos esa noche, en una
recepción que ofrecía Lina Moreno, la esposa del entonces presidente Álvaro Uribe
Vélez.
Era la noche del sábado 27 de enero de 2007. García Márquez se encontraba en
Cartagena para asistir al Hay Festival, que le rindió un homenaje por el 40 aniversario
de la publicación de Cien años de soledad.
La playa que rodea la casa lucía espléndida con la fila de mecheros que hizo colocar
Lina Moreno por todo el borde costero. En unos anafres, los chefs preparaban
langostinos al carbón que los meseros ofrecían a los invitados con champaña o vinos
Chardonnay y tinto de La Rioja.
–Esos langostinos y esos vinos eran una cosa deliciosa –evoca el periodista
radiofónico– y yo comentaba eso con mi mujer (Margot Ricci, una periodista que es
parienta lejana de García Márquez por cuenta de sus abuelas guajiras de apellido
Iguarán), cuando de pronto veo a Gabo. Nunca me imaginé que fuera asistir a una cosa
de esas.
Ahí estaba el Premio Nobel, extrañamente solo, sin su esposa Mercedes Barcha. Vestía
guayabera, pantalón de lino y zapatos, todo blanco. La brisa marina atemperaba el
bochorno. García Márquez levantó los brazos cuando vio al matrimonio Gossaín:
–¡Juan! ¡Parienta! –exclamó–. ¿A qué hora se van a ir de esta vaina?
–Como a las nueve, en un par de horas –dijo Juan.
–Pues me llevan con ustedes porque no tengo transporte. Me trajo mi hermano Jaime,
pero me dejó solo y sin coche.
Un día antes, el viernes 26, la pareja había estado en la casa del escritor en la zona
amurallada de Cartagena, en una velada donde había sido el centro de la atención una
hermosa abogada de aguda inteligencia, quien había sido guerrillera.
Juan comentó lo bien que la habían pasado:
–Oye, Gabo, la que sí es un personaje fascinante es la abogada esa. Qué vieja tan
divertida.
–¿Cuál abogada? –preguntó García Márquez.
–La de anoche en tu casa, la exguerrillera.
–¿La exguerrillera? ¿Te viste con una exguerrillera?
Margot miró a Juan “con cara de ¡ah, carajo!” y cambió de inmediato el tema de
conversación.
La recepción fue tediosa. Después de un coctel a la orilla del mar, los invitados pasaron
a la magnífica Casa de Huéspedes Ilustres, obra del arquitecto colombiano Rogelio
Salmona. En el recinto de gruesos muros de piedra coralina, García Márquez fue
acaparado por una escritora que se afanaba por obtener elogios del Nobel para sus
novelas.
–Vámonos, Gabo, esta señora está muy necia –propuso Gossaín, y el escritor estuvo de
acuerdo.
La confesión
García Márquez y los Gossaín subieron a una camioneta blindada Toyota Land Cruiser
gris que le proporcionó al periodista la cadena radiofónica RCN cuando se retiró de ese
consorcio en 2010, tras 26 años de dirigir su principal noticiero. Manejaba Gustavo, su
jefe de seguridad.
Juan se sentó en el asiento delantero; el autor de Cien años de soledad y Margot en la
parte de atrás.
–Bueno, por fin puedo hablar a solas, tranquilo, con mi parienta y contigo –comentó
García Márquez, y soltó una pregunta que sonó inquietante:
– ¿Sabes una cosa?
–¿Qué, Gabo? –dijo el veterano periodista radiofónico.
–No voy a escribir más.
–¿Cómo? –reaccionó Gossaín, girando el rostro hacia atrás para ver a su amigo, atónito–
¿Cómo que no vas a escribir más?
–Como lo oyes. No voy a escribir más.
(Fragmento del texto que se publica en Proceso 1955, ya en circulación)
México y Colombia tendrán las cenizas de “Gabo”
Niza Rivera
19 de abril de 2014
Cultura y Espectáculos
MÉXICO D.F. (proceso.com.mx).- Aunque desde la noche del jueves se dio a conocer
que los restos del cuerpo del escritor Gabriel García Márquez serán incinerados, ahora
se sabe que las cenizas estarán repartidas entre México y Colombia.
Ayer el embajador colombiano en México, José Gabriel Ortiz, informó afuera de la casa
de la familia García Barcha que las cenizas del Premio Nobel de Literatura 1982
quedarán entre ambos países:
“En México se queda desde luego una parte por lo menos, y pensaría que se pueden
llevar otra después a Colombia”, afirmó.
El expresidente Carlos Salinas de Gortari acudió este sábado a la residencia de García
Márquez situada en Fuego número 144 en la colonia Jardines del Pedregal, donde el
también narrador nacido en Aracataca, Colombia vivió desde 1961.
El escritor falleció a los 87 años el jueves 17 de abril alrededor de las 14:30 horas,
rodeado de su esposa Mercedes Barcha y de sus hijos Rodrigo y Gonzalo.
Oficialmente no se ha dado a conocer el motivo de su deceso, aunque de manera
extraoficial trascendió que fue a causa del cáncer.
Este lunes 21 de abril, a partir de las 16:00 horas, se realizará un homenaje al escritor en
el Palacio de Bellas Artes al cual acudirá el presidente colombiano José Manuel Santos
y donde todo el público podrá recordar su legado, informó el Consejo Nacional para la
Cultura y las Artes (Conaculta).
Gabriel García
Márquez, el arte y la
sabiduría
VÍCTOR FLORES OLEA
Poco antes de morir, aquel otro colombiano pleno de vitalidad, conocimientos y
talento, Álvaro Mutis, me dijo: ¡No hablemos de literatura, pero Gabriel se ha
convertido en algo superior: en un hombre sabio! Siendo probablemente Álvaro el que
más lo conocíoa y la única persona, o una entre muy pocas, que leía los libros de
Gabriel antes de que fueran a la imprenta.
En todo caso, me pregunto ahora la razón de que dos colombianos de inmenso talento
escogieran a México como segunda patria, después de la que los vio nacer. No fue por
razón de amistades ni por razones estrictamente literarias, sino tal vez por el motivo
crucial para ambos de que vivían en México sin la presión de quien está inmediatamente
involucrado en las urgencias del país, aunque tenían por supuesto opiniones muy claras
también sobre nuestros aconteceres y nuestras gentes, también políticos, aunque las
manejaran con toda la inteligencia y discreción del caso. Por supuesto que tuvieron
grandes e íntimos amigos en México, pero sobre todo para otorgar y ofrecer y no para
aprovechar. Dos modelos de generosidad extrema que no son fáciles de repetir ni de
imitar, y que estuvieron siempre dispuestos a entregar. Dos ejemplos de generosidad
latinoamericana que marcaron un paradigma, que en ese sentido se alejan radicalmente
de cualquier afán de imitación, como no es difícil imaginar.
Pero ya que estas líneas nos llevaron a mencionar al principio a estos colombianos de
extraordinario talento y generosidad, platicaré una anécdota de la que a veces gustaba
echar mano Álvaro Mutis. Decía Álvaro, “cerca de cuando llegó Gabriel a México lo
visité con Pedro Páramo, de Juan Rulfo, bajo el brazo, y se lo tiré sobre su mesa de
trabajo diciéndole: ‘¡Ahí está eso para que aprenda y no se sofoque más! ¡Léalo y
después me dice!’” Todo mundo sabe que entre colombianos íntimos las cosas más
serias se dicen hablando de usted. Y esa fue la manera en que Álvaro Mutis le
recomendó entusiasta a Juan Rulfo al recién llegado García Márquez, dando por
sentado, con razón, que aún desconocía al escritor mexicano que había fascinado a
Álvaro.
Pero iniciamos estas líneas hablando de la sabiduría que se había convertido en uno de
los atributos esenciales de Gabriel García Márquez, del hombre sabio en que se fue
convirtiendo al paso del tiempo, y que marcaron profundamente las dos cosas más
importantes con las que siempre contó: su vida y su literatura, aun cuando sea más fácil
hablar de su estilo literario en sentido estricto que de la sabiduría del hombre García
Márquez y de su sabiduría en las letras e historias. ¿Cómo se reflejaba en éstas?
No lo sé, no sé si lo sabía Gabriel y si lo sabía Álvaro Mutis, pero no hay duda que sus
escritos reflejan algo más que una simple exactitud o emoción literaria cercana a la
perfección, sino que ellas se definen por un atractivo o suerte de fascinación imposible
de resistir, y es por eso que sus lectores suman legiones en los idiomas más diversos e
impensados, y para nosotros más lejanos e incomprensibles.
Lo cierto es que ese poder de fascinación está en el centro de la literatura de Gabriel
García Márquez y es seguramente lo que lo convirtió en uno de los grandes escritores
del tiempo, tal vez de todos los tiempos, y el motivo central de que su pérdida sea
sentida genuinamente por sus legiones de lectores como una ausencia, como un vacío
casi imposible de llenar. Y esto, por lo que se ve a su desapatición física, no en grupos
aislados de mera erudición, sino verdaderamente en legiones de seguidores y lectores
para los cuales su partida ha causado un real vacío, una ausencia irremediable.
Porque debe decirse que Gabriel García Márquez fue un contemporáneo que supo reunir
¡rarísima avis! el talento del artista con la capacidad de hacer contacto o de tender
puentes, no diría con las masas del pueblo, pero sí con una infinidad de sectores y de
personajes desvinculados de las tareas profesionales del intelecto (¡con una masa de no
intelectuales!) que ha sido absolutamente extraordinaria en cualquier tiempo y lugar.
Alguna vez, recorriendo con él las calles, por ejemplo, de Cartagena de Indias, resultaba
extraordinaria la multitud de personas de condición modesta no sólo que lo reconocían,
sino que eran capaces de entablar con él los diálogos más extraordinarios e inteligentes,
viviendo también el hecho no de que los representaba de alguna manera, sino más bien
de que encarnaba Gabriel de alguna manera lo mejor de su país, también en el sentido
moral del término, y de que los enorgullecía tremendamente de que ese fuera Gabo y no
otra persona. ¡El Gabo de fiar absolutamente!
Pero junto a estos hechos admirables y reconocidos, que en tantos sentidos han sido
absolutamente ejemplares, no podían faltar los rasgos del peor gusto, rayando en la
vulgaridad sin remedio, cuando algunas personas y medios han hecho alusiones a su
amistad con Cuba y con Fidel Castro, relaciones que precisamente el Gabo trató
siempre con la mayor discreción y elegancia. Dejémoslo aquí, no sin recordar que
Gabriel, desde sus orígenes como escritor, fue siempre un luchador convencido en favor
de la emancipación latinoamericana. Y que Fidel Castro y Cuba han simbolizado como
nadie en los últimos cien años esa emancipación, le pese a quien le pese. Además de
que Gabriel siempre llevó esa relación justamente con la mayor elegancia y discreción.
Por supuesto, no podría terminar estas líneas sin hacer llegar mi cariño de amigo y mi
afecto en esta hora difícil a Mercedes y a sus hijos, pero también recordándoles el
orgullo de haber compartido sus vidas con un gran ser humano y un gran artista que hoy
es recordado con admiración y amor por miles y miles y más de otros seres humanos,
que tienen presente el legado que dejó para todos nosotros su padre, esposo y abuelo.
Periodismo, el “mejor oficio del
mundo”: García Márquez
Este fue el discurso de Gabriel García Márquez, pronunciado ante la 52ª
Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa, en octubre de 1996.
(Foto:laberintosdeltiempo.blogspot.com)
Redacción AN
abril 18, 2014 8:51 am
Compartir Email
A una universidad colombiana se le preguntó cuáles son las pruebas de aptitud y vocación
que se hacen a quienes desean estudiar periodismo y la respuesta fue terminante: “Los
periodistas no son artistas”. Estas reflexiones, por el contrario, se fundan precisamente en la
certidumbre de que el periodismo escrito es un género literario.
Hace unos cincuenta años no estaban de moda las escuelas de periodismo. Se aprendía en
las salas de redacción, en los talleres de imprenta, en el cafetín de enfrente, en las
parrandas de los viernes. Todo el periódico era una fábrica que formaba e informaba sin
equívocos, y generaba opinión dentro de un ambiente de participación que mantenía la
moral en su puesto. Pues los periodistas andábamos siempre juntos, hacíamos vida común,
y éramos tan fanáticos del oficio que no hablábamos de nada distinto que del oficio mismo.
El trabajo llevaba consigo una amistad de grupo que inclusive dejaba poco margen para la
vida privada. No existían las juntas de redacción institucionales, pero a las cinco de la tarde,
sin convocatoria oficial, todo el personal de planta hacía una pausa de respiro en las
tensiones del día y confluía a tomar el café en cualquier lugar de la redacción. Era una
tertulia abierta donde se discutían en caliente los temas de cada sección y se le daban los
toques finales a la edición de mañana. Los que no aprendían en aquellas cátedras
ambulatorias y apasionadas de veinticuatro horas diarias, o los que se aburrían de tanto
hablar de los mismo, era porque querían o creían ser periodistas, pero en realidad no lo eran.
El periódico cabía entonces en tres grandes secciones: noticias, crónicas y reportajes, y
notas editoriales. La sección más delicada y de gran prestigio era la editorial. El cargo
más desvalido era el de reportero, que tenía al mismo tiempo la connotación de aprendiz y
cargaladrillos. El tiempo y el mismo oficio han demostrado que el sistema nervioso del
periodismo circula en realidad en sentido contrario. Doy fe: a los diecinueve años -siendo el
peor estudiante de derecho- empecé mi carrera como redactor de notas editoriales y fui
subiendo poco a poco y con mucho trabajo por las escaleras de las diferentes secciones,
hasta el máximo nivel de reportero raso.
La misma práctica del oficio imponía la necesidad de formarse una base cultural, y el
mismo ambiente de trabajo se encargaba de fomentarla. La lectura era una adicción laboral.
Los autodidactas suelen ser ávidos y rápidos, y los de aquellos tiempos lo fuimos de sobra
para seguir abriéndole paso en la vida al mejor oficio del mundo… como nosotros mismos
lo llamábamos. Alberto Lleras Camargo, que fue periodista siempre y dos veces presidente
de Colombia, no era ni siquiera bachiller.
La creación posterior de las escuelas de periodismo fue una reacción escolástica contra el
hecho cumplido de que el oficio carecía de respaldo académico. Ahora ya no son sólo para
la prensa escrita sino para todos los medios inventados y por inventar.
Pero en su expansión se llevaron de calle hasta el nombre humilde que tuvo el oficio desde
sus orígenes en el siglo XV, y ahora no se llama periodismo sino Ciencias de la
Comunicación o Comunicación Social. El resultado, en general, no es alentador. Los
muchachos que salen ilusionados de las academias, con la vida por delante, parecen
desvinculados de la realidad y de sus problemas vitales, y prima un afán de protagonismo
sobre la vocación y las aptitudes congénitas. Y en especial sobre las dos condiciones más
importantes: la creatividad y la práctica.
La mayoría de los graduados llegan con deficiencias flagrantes, tienen graves problemas de
gramática y ortografía, y dificultades para una comprensión reflexiva de textos. Algunos se
precian de que pueden leer al revés un documento secreto sobre el escritorio de un ministro,
de grabar diálogos casuales sin prevenir al interlocutor, o de usar como noticia una
conversación convenida de antemano como confidencial. Lo más grave es que estos
atentados éticos obedecen a una noción intrépida del oficio, asumida a conciencia y fundada
con orgullo en la sacralización de la primicia a cualquier precio y por encima de todo. No
los conmueve el fundamento de que la mejor noticia no es siempre la que se da primero sino
muchas veces la que se da mejor. Algunos, conscientes de sus deficiencias, se sienten
defraudados por la escuela y no les tiembla la voz para culpar a sus maestros de no haberles
inculcado las virtudes que ahora les reclaman, y en especial la curiosidad por la vida.
Es cierto que estas críticas valen para la educación general, pervertida por la masificación
de escuelas que siguen la línea viciada de lo informativo en vez de lo formativo. Pero en el
caso específico del periodismo parece ser, además, que el oficio no logró evolucionar a la
misma velocidad que sus instrumentos, y los periodistas se extraviaron en el laberinto de
una tecnología disparada sin control hacia el futuro. Es decir, las empresas se han empeñado
a fondo en la competencia feroz de la modernización material y han dejado para después la
formación de su infantería y los mecanismos de participación que fortalecían el espíritu
profesional en el pasado. Las salas de redacción son laboratorios asépticos para navegantes
solitarios, donde parece más fácil comunicarse con los fenómenos siderales que con el
corazón de los lectores. La deshumanización es galopante.
No es fácil entender que el esplendor tecnológico y el vértigo de las comunicaciones, que
tanto deseábamos en nuestros tiempos, hayan servido para anticipar y agravar la agonía
cotidiana de la hora del cierre. Los principiantes se quejan de que los editores les conceden
tres horas para una tarea que en el momento de la verdad es imposible en menos de seis, que
les ordenan material para dos columnas y a la hora de la verdad sólo les asignan media, y en
el pánico del cierre nadie tiene tiempo ni humor para explicarles por qué, y menos para
darles una palabra de consuelo. “Ni siquiera nos regañan”, dice un reportero novato ansioso
de comunicación directa con sus jefes. Nada: el editor que antes era un papá sabio y
compasivo, apenas si tiene fuerzas y tiempo para sobrevivir él mismo a las galeras de la
tecnología.
Creo que es la prisa y la restricción del espacio lo que ha minimizado el reportaje, que
siempre tuvimos como el género estrella, pero que es también el que requiere más tiempo,
más investigación, más reflexión, y un dominio certero del arte de escribir. Es en realidad la
reconstitución minuciosa y verídica del hecho. Es decir: la noticia completa, tal como
sucedió en la realidad, para que el lector la conozca como si hubiera estado en el lugar de
los hechos.
Antes que se inventaran el teletipo y el télex, un operador de radio con vocación de mártir
capturaba al vuelo las noticias del mundo entre silbidos siderales, y un redactor erudito las
elaboraba completas con pormenores y antecedentes, como se reconstruye el esqueleto
entero de un dinosaurio a partir de una vértebra. Sólo la interpretación estaba vedada,
porque era un dominio sagrado del director, cuyos editoriales se presumían escritos por él,
aunque no lo fueran, y casi siempre con caligrafías célebres por lo enmarañadas. Directores
históricos tenían linotipistas personales para descifrarlas.
Un avance importante en este medio siglo es que ahora se comenta y se opina en la noticia y
en el reportaje, y se enriquece el editorial con datos informativos. Sin embargo, los
resultados no parecen ser los mejores, pues nunca como ahora ha sido tan peligroso este
oficio. El empleo desaforado de comillas en declaraciones falsas o ciertas permite
equívocos inocentes o deliberados, manipulaciones malignas y tergiversaciones venenosas
que le dan a la noticia la magnitud de un arma mortal. Las citas de fuentes que merecen
entero crédito, de personas generalmente bien informadas o de altos funcionarios que
pidieron no revelar su nombre, o de observadores que todo lo saben y que nadie ve,
amparan toda clase de agravios impunes. Pero el culpable se atrinchera en su derecho de no
revelar la fuente, sin preguntarse si él mismo no es un instrumento fácil de esa fuente que le
transmitió la información como quiso y arreglada como más le convino. Yo creo que sí: el
mal periodista piensa que su fuente es su vida misma -sobre todo si es oficial- y por eso la
sacraliza, la consiente, la protege, y termina por establecer con ella una peligrosa relación
de complicidad, que lo lleva inclusive a menospreciar la decencia de la segunda fuente.
Aun a riesgo de ser demasiado anecdótico, creo que hay otro gran culpable en este drama: la
grabadora. Antes de que ésta se inventara, el oficio se hacía bien con tres recursos de
trabajo que en realidad eran uno sólo: la libreta de notas, una ética a toda prueba, y un par
de oídos que los reporteros usábamos todavía para oír lo que nos decían. El manejo
profesional y ético de la grabadora está por inventar. Alguien tendría que enseñarles a los
colegas jóvenes que la casete no es un sustituto de la memoria, sino una evolución de la
humilde libreta de apuntes que tan buenos servicios prestó en los orígenes del oficio. La
grabadora oye pero no escucha, repite -como un loro digital- pero no piensa, es fiel pero no
tiene corazón, y a fin de cuentas su versión literal no será tan confiable como la de quien
pone atención a las palabras vivas del interlocutor, las valora con su inteligencia y las
califica con su moral. Para la radio tiene la enorme ventaja de la literalidad y la inmediatez,
pero muchos entrevistadores no escuchan las respuestas por pensar en la pregunta siguiente.
La grabadora es la culpable de la magnificación viciosa de la entrevista. La radio y la
televisión, por su naturaleza misma, la convirtieron en el género supremo, pero también la
prensa escrita parece compartir la idea equivocada de que la voz de la verdad no es tanto la
del periodista que vio como la del entrevistado que declaró. Para muchos redactores de
periódicos la transcripción es la prueba de fuego: confunden el sonido de las palabras,
tropiezan con la semántica, naufragan en la ortografía y mueren por el infarto de la sintaxis.
Tal vez la solución sea que se vuelva a la pobre libretita de notas para que el periodista vaya
editando con su inteligencia a medida que escucha, y le deje a la grabadora su verdadera
categoría de testigo invaluable.
De todos modos, es un consuelo suponer que muchas de las transgresiones éticas, y otras
tantas que envilecen y avergüenzan al periodismo de hoy, no son siempre por inmoralidad,
sino también por falta de dominio profesional.
Tal vez el infortunio de las facultades de Comunicación Social es que enseñan muchas
cosas útiles para el oficio, pero muy poco del oficio mismo. Claro que deben persistir en sus
programas humanísticos, aunque menos ambiciosos y perentorios, para contribuir a la base
cultural que los alumnos no llevan del bachillerato. Pero toda la formación debe estar
sustentada en tres pilares maestros: la prioridad de las aptitudes y las vocaciones, la
certidumbre de que la investigación no es una especialidad del oficio sino que todo el
periodismo debe ser investigativo por definición, y la conciencia de que la ética no es una
condición ocasional, sino que debe acompañar siempre al periodismo como el zumbido al
moscardón.
El objetivo final debería ser el retorno al sistema primario de enseñanza mediante talleres
prácticos en pequeños grupos, con un aprovechamiento crítico de las experiencias
históricas, y en su marco original de servicio público. Es decir: rescatar para el aprendizaje
el espíritu de la tertulia de las cinco de la tarde.
Un grupo de periodistas independientes estamos tratando de hacerlo para toda la América
Latina desde Cartagena de Indias, con un sistema de talleres experimentales e itinerantes
que lleva el nombre nada modesto de Fundación para un Nuevo Periodismo
Iberoamericano. Es una experiencia piloto con periodistas nuevos para trabajar sobre una
especialidad específica -reportaje, edición, entrevistas de radio y televisión, y tantas otrasbajo la dirección de un veterano del oficio.
En respuesta a una convocatoria pública de la Fundación, los candidatos son propuestos por
el medio en que trabajan, el cual corre con los gastos del viaje, la estancia y la matrícula.
Deben ser menores de treinta años, tener una experiencia mínima de tres, y acreditar su
aptitud y el grado de dominio de su especialidad con muestras de las que ellos mismos
consideren sus mejores y sus peores obras.
La duración de cada taller depende de la disponibilidad del maestro invitado -que escasas
veces puede ser de más de una semana-, y éste no pretende ilustrar a sus talleristas con
dogmas teóricos y prejuicios académicos, sino foguearlos en mesa redonda con ejercicios
prácticos, para tratar de transmitirles sus experiencias en la carpintería del oficio. Pues el
propósito no es enseñar a ser periodistas, sino mejorar con la práctica a los que ya lo son.
No se hacen exámenes ni evaluaciones finales, ni se expiden diplomas ni certificados de
ninguna clase: la vida se encargará de decidir quién sirve y quién no sirve.
Trescientos veinte periodistas jóvenes de once países han participado en veintisiete talleres
en sólo año y medio de vida de la Fundación, conducidos por veteranos de diez
nacionalidades. Los inauguró Alma Guillermoprieto con dos talleres de crónica y reportaje.
Terry Anderson dirigió otro sobre información en situaciones de peligro, con la
colaboración de un general de las Fuerzas Armadas que señaló muy bien los límites entre el
heroísmo y el suicidio. Tomás Eloy Martínez, nuestro cómplice más fiel y encarnizado, hizo
un taller de edición y más tarde otro de periodismo en tiempos de crisis. Phil Bennet hizo el
suyo sobre las tendencias de la prensa en los Estados Unidos y Stephen Ferry lo hizo sobre
fotografía. El magnifico Horacio Bervitsky y el acucioso Tim Golden exploraron distintas
áreas del periodismo investigativo, y el español Miguel Ángel Bastenier dirigió un
seminario de periodismo internacional y fascinó a sus talleristas con un análisis crítico y
brillante de la prensa europea.
Uno de gerentes frente a redactores tuvo resultados muy positivos, y soñamos con convocar
el año entrante un intercambio masivo de experiencias en ediciones dominicales entre
editores de medio mundo. Yo mismo he incurrido varias veces en la tentación de convencer
a los talleristas de que un reportaje magistral puede ennoblecer a la prensa con los gérmenes
diáfanos de la poesía.
Los beneficios cosechados hasta ahora no son fáciles de evaluar desde un punto de vista
pedagógico, pero consideramos como síntomas alentadores el entusiasmo creciente de los
talleristas, que son ya un fermento multiplicador del inconformismo y la subversión creativa
dentro de sus medios, compartido en muchos casos por sus directivas. El solo hecho de
lograr que veinte periodistas de distintos países se reúnan a conversar cinco días sobre el
oficio ya es un logro para ellos y para el periodismo. Pues al fin y al cabo no estamos
proponiendo un nuevo modo de enseñarlo, sino tratando de inventar otra vez el viejo modo
de aprenderlo.
Los medios harían bien en apoyar esta operación de rescate. Ya sea en sus salas de
redacción, o con escenarios construidos a propósito, como los simuladores aéreos que
reproducen todos los incidentes del vuelo para que los estudiantes aprendan a sortear los
desastres antes de que se los encuentren de verdad atravesados en la vida. Pues el
periodismo es una pasión insaciable que sólo puede digerirse y humanizarse por su
confrontación descarnada con la realidad. Nadie que no la haya padecido puede
imaginarse esa servidumbre que se alimenta de las imprevisiones de la vida. Nadie que
no lo haya vivido puede concebir siquiera lo que es el pálpito sobrenatural de la
noticia, el orgasmo de la primicia, la demolición moral del fracaso. Nadie que no haya
nacido para eso y esté dispuesto a vivir sólo para eso podría persistir en un oficio tan
incomprensible y voraz, cuya obra se acaba después de cada noticia, como si fuera
para siempre, pero que no concede un instante de paz mientras no vuelve a empezar
con más ardor que nunca en el minuto siguiente.
'Muere un clásico': Aguilar Camín
Dan el último adiós a García Márquez medios internacionales y fieles lectores
0
Ir a comentarios
4 07
478x324 (Cortesía)
(Cortesía)
Yolanda Morales
17/04/2014 11:49 PM
Ciudad de México
Las flores amarillas llegaron a la Casa Funeraria García López. Medios nacionales
e internacionales tomaron dos carriles de la avenida San Jerónimo, y es que
Gabriel García Márquez decidió irse en Jueves Santo como Ursula Iguarán; llegó
la mala hora y nos deja la posibilidad de reflexionar sobre la enorme
responsabilidad que tenemos los reporteros.
"Se fue un clásico" anotó el escritor y analista político, Héctor Aguilar Camín, en el
exterior de la funeraria donde la tarde de este jueves se encontraban los restos del
Gabo, como le decían sus amigos.
"Sí si fue, bueno estamos acudiendo a la muerte de un clásico y es algo realmente
único y muy lamentable; es un momento histórico, no vamos a tener otro García
Márquez, tuvimos el privilegio de convivir con él, en este siglo. Lo vamos a
recordar mucho tiempo", expresó.
Llegó la Mala Hora, el adiós a Gabriel García Márquez, escritor que fue uno de los
protagonistas del Boom Latinoamericano- Corriente literaria que inició en la década
de los 70s y que él abanderó con el realismo mágico.
El hijo predilecto de Aracataca, pueblo bananero donde nació Gabriel García
Márquez en Colombia, está triste y se dieron tres días de luto nacional; México
está triste, sus lectores están tristes, como Omar González quien decidió
acompañar a Gabo hasta la funeraria; este joven doctor en Física comenta que es
lector de García Márquez desde los 13 años de edad.
"Yo creo que distintas obras me han agradado, me ha agradado la Mala Hora
porque empieza como que a formarse un Macondo; me agrada la Hojarasca; me
agrada el Coronel no tiene quien le escriba. Empecé a leerlo a los 13 con Cien
Años de Soledad, le digo que tenía un contacto con Juan Rulfo no se me hizo tan
distinto, el decía que uno de los escritores que más le gustaban era Juan Rulfo, él
hacía lo mismo con Macondo y le tomé sentido a la Canción de Óscar Chávez",
manifestó.
Editores de libros como Deborah Holtz llegaron a la funeraria; la Familia del
escritor también fallecido, Eliseo Alberto; el productor de cine colombiano, Carlos
González, es otro compatriota de García Márquez que lamenta su muerte.
"Gabo a todos nosotros para el cine, para los que hemos hecho cine, para el arte,
para la literatura, para todo este mundo creativo, de niños, de ancianos, ha sido
una pérdida incalculable. Nos ha dejado su legado, su muerte ha sido, así como
vivió así murió con su elegancia, se nos fue, siempre va a quedar acá con
nosotros", apuntó.
Coronas de flores para Gabo
El próximo lunes 21 de abril se realizará un homenaje en Bellas Artes para
recordar al premio nobel de literatura 1982. Gabo no sólo fue un gran escritor, sino
un impulsor del nuevo periodismo latinoamericano, una fundación que ofrece
talleres a reporteros de todo el mundo, "en la carrera que andan los periodistas"
decía debe haber un minuto de silencio para reflexionar sobre la enorme
responsabilidad que tienen. Ahora hacemos un minuto de silencio por el adiós de
la ahora leyenda literaria: Gabriel García Márquez.
En la foto con Carlos Salinas de Gortari, el mayor depredador de México se
encuentran el recién fallecido Gabriel García Márquez, Miguel Ángel
Granados Chapa (+), Carlos Monsiváis (+), Héctor Aguilar Camin, Ángeles
Mastretta, Elena Poniatowska y otros mas
Gabo no cautivó a presidentes; los políticos no leen, usan
a personajes, luego los tiran
Pedro Echeverría V.
1. Publica La Jornada: “Gabo, el genio que cautivó a los presidentes de México. El
creador de Macondo atrajo artistas, intelectuales y políticos de todas las corrientes e
ideologías; algunos presidentes mexicanos, no fueron la excepción”. Pero el mismo
García Márquez manifestó en alguna ocasión que “su cercanía con algunos presidentes
no significaba que pudiera influir en ellos, por el contrario, era más fácil que los
mandatarios influyeran en él”. Y tiene toda la razón Gabo. En México los intelectuales
se han acercado mucho al Príncipe, han recibido sus favores y condenado las luchas
sociales; tan cerca han estado y tantas corrupciones han silenciado, que casi nadie cree
en ellos.
2. No tengo duda en que Beethoven, Picazo o Buñuel; así como Gabriel García
Márquez o el mismo Octavio Paz, “cautivan” a muchos de sus seguidores, pero sólo
cuando los escuchan, ven o leen; decir que “los presidentes fueron cautivos de Gabo”
–por el hecho de retratarse con él- sería como decir que el presidente Carlos Salinas
cautivó a Gabo, Granados, Monsiváís, Poniatowska, Camín y otros, que se ven muy
risueños juntos con Salinas en una foto. Pienso que los políticos –porque ese es su
oficio y además poseen todas las técnicas de dominación- los que con sus discursos,
saludos, risas y abrazos (sobre todo con sus regalos y concesiones) son los que poseen
todas las cualidades para cautivar o hechizar; pero nadie ejerce ninguna influencia
irresistible. A los políticos sólo los cautiva el poder y el dinero; usan y desechan a los
intelectuales.
3. No me imagino que los presidentes Vicente Fox y Felipe Calderón, del derechista
PAN, hayan sido “cautivos” de García Márquez que siempre fue amigo de Cuba y Fidel
Castro. ¿Puede olvidarse acaso que el PAN siempre se ha solidarizado y ayudado a los
anticastristas que protestan en Cuba? Es increíble que el Nobel Gabo les haya pedido
audiencia a los presidentes para saludarlos; seguramente la visita y la foto fueron de
simple “cortesía” a dos presidentes que nunca habían leído ninguna línea de la extensa
obra del escritor. ¿Se olvida acaso los conflictos que Fox y su canciller Castañeda
tuvieron con el dirigente cubano y las campañas que los dos, junto a Calderón, hicieron
contra el gobierno venezolano de Hugo Chávez? Los panistas, al recibir a García
Márquez, sólo buscaron la publicidad mundial.
4. Los políticos no escuchan a los intelectuales, por más prestigio que como tales
posean. Casi todos ellos son muy pragmáticos y de allí les llegan las experiencias para
ser hábiles en manejos políticos. No tienen el tiempo ni la posibilidad para leer, para
observar un cuadro o escuchar una buena música. Lo que hacen es rodearse de
asesores muy cercanos a ellos para que todas las mañanas les informen de las noticias,
les preparen sus agendas del día y los discursos que deben pronunciar. ¿Quién lee
entonces a los intelectuales sino son los mismos intelectuales cautivos? La cantidad de
libros que se leen en México son muy pocos por persona, aunque porcentualmente
parezcan muchos porque uno lee 100 y otros ninguno.
5. El presidente Salinas (1988-94) sí fue un buen “cautivador” o, como dicen por aquí:
“cultivador” del ego, es decir, alagar mucho a una persona para que se sienta
“soñado”, “querido”, “amigo del presidente” -sin darse cuenta de que es burladoaunque luego le den la patada en el trasero. Salinas sigue siendo un profesional en los
falsos halagos; pero además, dado que disponía de un enorme poder, influencias y
contactos, pudo crear un grupo grande de millonarios privilegiados que hoy son tan
“cautivos” que lo siguen viendo como “el salvador”. Hace 20 años que Salinas dejó la
Presidencia, pero el político más fotografiado y de mayor presencia en los medios de
información en las condolencias a la familia García Márquez, fue él.
6. A pesar que he coincidido mucho más con la posición política internacional de
García Márquez que con la de Octavio Paz, conozco casi toda la prosa de Paz muy poco
la obra novelística del Gabo. Aunque los dos son intelectuales de mucho valor porque
uno como poeta y el otro como novelista fueron cumbres de la literatura universal, en
cuanto a sus concepciones políticas prácticas me parece incomparablemente más
honesto (como lo hizo Gabo) acercarse a las posiciones políticas e ideológicas de
Castro, Chávez o Morales que lo hecho por Paz al dejarse arrastrar con las posiciones
de los gobiernos mexicanos, la empresa Televisa y los gobiernos de Bush u Obama. Las
diferencias fueron muy claras.
[email protected]
http://pedroecheverriav.wordpress.com
Recopilación Oikos…… con información de Reforma, La Jornada, El Universal y
PROCESO, para subirlo a www.yumka.com
Descargar