¿Amor? Hoy día, casi todas las casas tienen un ordenador y junto a esta tecnología, suele ir de la mano Internet. Dentro de sus muchas aplicaciones, Internet ha abierto un nuevo espacio para las conexiones, con carácter mundial. Y es que, gracias a las redes sociales, páginas Web, chats e infinidad de fotos, una persona residente en Alemania pude comunicarse a tiempo real con otra que vive en Japón de una forma barata. Gracias a la unión que permite la red, es posible que llegue a germinar la semilla de la comunicación, la rama de la amistad o quizás, el fruto del amor. Dijo Stendhal, una vez, con gran acierto: “el amor es como la fiebre; brota y aumenta contra nuestra voluntad”. ¿Podía, entonces, desarrollarse el amor sin que las dos personas se vieran físicamente? ¿Es posible crear este lazo y atarlo tan fuerte? Hace unos días, y relacionado con este tema, me aventuré a investigar en las fuentes de información: prensa, televisión… sin duda el tema es actual. Pude leer como Martín y Pilar españoles pero de distintas Comunidades Autónomas se enamoraron de este modo. Pude leer, también acerca de ellos, que se conocieron como “Harry Potter” y “Lobezno” y que finalmente se citaron en la Feria Internacional del Cómic en Madrid y allí poco importaron las mentiras, pues estaban enamorados. Encontré más casos idílicos, pero también hallé decepciones. Leí como dos personas dejaron de hablarse al no descubrir en la pareja lo que creían haber conocido de ellos y con argumentos parecidos encontré a muchas personas más. Obtuve de la investigación la conclusión de que, hoy por hoy, las relaciones interpersonales vía inmaterial existen y es curioso, pues la sociedad actual valora más el físico de las personas. Las pruebas son tangibles: sube la demanda de operaciones estéticas, los referentes a seguir son los atractivos actores. Pero me gustaría aclarar que esto no es nuevo, ya que antes de existir el correo electrónico, existían las cartas. Y las pruebas pasan por leer literatura. ¿Quién no conoce la historia del desafortunado Cyrano de Bergerac, inmortalizado en la obra de Edmond Rostand?, quien a pesar de su nariz prominente, logró enamorar a base de poesía a su hermosa prima Roxana. Y es poesía lo que nos ha llegado de Becquer que ya escribió “Yo soy ardiente, yo soy morena, yo soy el símbolo de la pasión; de ansia de goces mi alma está llena; ¿a mi me buscas? No es a ti, no. Mi frente es pálida, mis trenzas de oro; puedo brindarte dichas sin fin; yo de ternura guardo un tesoro: ¿A mí me llamas? No, no es a ti. Yo soy un sueño, un imposible, vano fantasma de niebla y luz; soy incorpórea, soy intangible; no puedo amarte. ¡Oh, ven, ven tú!”. La interpretación que se hace del poema, es que no buscamos el amor en la superficie sino en el interior, ya Dumas dijo “la pasión es física, el amor es química”. No obstante Don Alejandro, planteó un argumento diferente en la trama de su obra, “La dama de las Camelias”, donde Armando Duval, el protagonista, se enamora de Margarita nada mas verla, aunque a ella le cuesta más enamorarse de él. En la novela se plantea el amor a primera vista, un amor que depende de la impresión y el contacto físico. Acaban amándose con locura y es por tanto la demostración de que se necesita la envoltura del alma para enamorarse. Locura y pasión, ¿será cierto que son necesarias para encontrar al amor? Las hemos nombrado al igual que el refrán que dice “el amor es ciego y va siempre acompañado de la locura”. ¿Debemos entender que el saber popular, sí comprende el enamoramiento virtual? Bien es cierto que, como ya sugirió la actriz francesa, Simone Signoret, “El secreto de la dicha del amor consiste menos en ser ciego que en cerrar los ojos cuando hace falta”. Todo esto nos desvela una realidad: el amor sorprende pues puede forjarse un día, sí, pero lo prueba el tiempo. Y lo que es más importante, desenmascara y soluciona el problema que formuló Manuel Vicent al decir que sólo existen dos formas de enamorase de fuera hacia dentro o de dentro hacia fuera. Pues la realidad es bien distinta y es que no importa el principio sino la sucesión de acontecimientos, y la pregunta es diferente ¿es posible mantener la llama del amor a distancia? La respuesta de nuevo es ambigua. Y es que, para el amor hay que sufrir, perdonar y luchar, y no morirá en la muerte. Pero existen personas que aguantan mejor el dolor, otras que son escépticas o desconfiadas, las hay que se abren paso ante el olvido que produce la lejanía o a quienes el frío contacto del teclado, les aterra. Es en este punto donde analógico o digital se disputan la partida. Para Ninón de Lenclos, que dijo “el amor nunca muere de hambre; con frecuencia de indigestión”, es posible que el amor vía electrónica solucionara su problema, pero una cosa es cierta, para el amor se necesita del calor de la persona amada, como dijo Neruda, una palabra de tu boca, una sonrisa basta. Y entonces, alegre, alegre… Para aquellos que necesiten surcar en el océano de la infinita mirada, rozar el suave cabello, sentir el sutil aliento, descubrir en una sonrisa, un sueño, y borrados los miedos, encontrase con leve aleteo de las palabras que suspiran del labio, de la garganta, del cuello y en un instante poder sentir que todo es cierto. Para aquellos, el amor por Internet sería sólo un juego. Juan Antonio Piñeyroa Gigosos.