¿Es posible enamorarse sin verse físicamente

Anuncio
¿Es posible enamorarse sin verse físicamente?
No cabe duda de que el amor es algo inexplicable y tan mágico como
la dulce mirada de un niño o una noche plagada de estrellas. En
multitud de ocasiones nos preguntamos por qué ocurre esto, por qué un
día, de pronto, tu corazón empieza a latir desbocadamente,
descontrolado, haciendo que la confusión, la pasión y la cobardía se
apoderen de ti hasta cegarte por completo. Y es que por ello dicen que
las mayores locuras se hacen por amor. No hay mayor imprudencia que
ocupar todo tu corazón con esa persona a la que quieres, pensar cada
segundo en su sonrisa, imaginar la eternidad junto a él y agarrar su
mano cuando la torpeza te haga tropezar una y otra vez.
A pesar de que todo parece perfecto, el amor también sabe hacer
daño. Sabe cómo hacer que tus ojos se inunden de esa terrible
amargura y que la sangre que corre por tus venas se convierta en hielo.
Es entonces cuando no piensas, ni escuchas, ni ves nada. Sólo lloras,
con esa sensación de rabia, impotencia y desgarro en tu pecho.
Pero, después de todo, es el motor de la vida de cada uno, lo
imprescindible para ser feliz. ¿Y de qué manera se nos presenta?
Una forma de enamorarse es a través de Internet. Esto inquieta cada
vez más a la sociedad de hoy en día, que lo considera una vía poco
fiable para establecer una relación con una persona. En cualquier caso,
esto sucede, como le ocurrió a una adolescente vallisoletana que
conectó con un chico de Castellón. Todo comenzó con un casual
accidente. Ella recibió en una red social un mensaje de él por
equivocación, donde el joven expresaba sus sentimientos por un amor
fallido, creyendo que esto se lo confesaba a su mejor amiga. Después
de leerlo, ella se quedó petrificada. Era una historia triste, injusta y que
realmente conmocionaba. Decidió contestarle unos días más tarde y
aunque no estuvo en ningún momento segura de su decisión, a la larga
comprobó que no podía haber echo nada mejor. Ese primer contacto,
ese impulso tonto de responderle fue la excusa necesaria para
comenzar a conocerle. A partir de ahí, empezaron a enviarse más
mensajes, los primeros con timidez, los segundos con impaciencia y en
los últimos ya se apreciaba que un sentimiento intenso iba floreciendo
en su interior. ¿Era amor? Ella entonces no lo sabía pero sí, sí lo era.
¿Cómo había sido posible si no se habían visto nunca?
Sencillamente habían aprendido a considerar el aspecto físico como
algo secundario, carente de importancia. Cada uno había encontrado
en la otra persona alguien que le entendiera, le hiciese sonreír cada
mañana, con el que poder conversar horas y horas sin cansarse…En sus
conversaciones ya había detalles en los que se notaba un cariño
especial, como sacado de un cuento. Y por supuesto, ella también fue
consciente de que aquella relación era tan irreal como la imagen del
chico que poco a poco se había echo un hueco en su corazón, pero
¿no es cierto que a todos nos gusta soñar? Efectivamente ella soñó, se
dejó llevar por un mar de fantasías y sentimientos prohibidos, de ilusión y
deseo, de magia.
Y por fin, tras varios meses chateando, quedaron en persona. La
sorpresa fue mutua, a pesar de no haberse visto nunca, aquella chispa
en sus miradas dejaba al descubierto sus almas perdidamente
enamoradas.
Desafortunadamente hay gente que no se conforma con esta
argumentación y ve en el amor virtual algo falso, obsceno, engañoso.
Para ellas el amor habitual, ese que un día te sobresalta cuando te das
cuenta de lo mucho que te atrae una persona, sus gestos, su forma de
reír, aquellos intensos segundos en los que te devuelve la mirada…es
incomparable al hecho de conectar con un extraño a través de una
red social. Pero es en el amor real donde la primera impresión prevalece
sobre su personalidad y en muchas ocasiones hace enamorarse de la
persona equivocada.
En mi opinión, y con esto concluyo mi breve exposición sobre el amor,
creo que sea cual sea el camino para llevarlo a cabo (tanto amor
virtual como el de siempre) es una experiencia que no nos debería dar
miedo porque existe el riesgo de tropezar y que salga mal, pero
verdaderamente merece la pena intentarlo.
Lorena Madruga Laguna 1º Bach. A
Descargar