Validez diagnóstica de la comorbilidad entre el trastorno obsesivo compulsivo y el trastorno bipolar ■ El trastorno bipolar (TB) es una entidad clínica con una alta prevalencia de comorbilidad con otros trastornos mentales; se considera que casi el 50% de estos pacientes tienen al menos un diagnóstico adicional. Entre las comorbilidades más comunes está la que se da con el trastorno obsesivo compulsivo (TOC) ya que, de acuerdo a los resultados de diversos estudios, esta asociación se presenta en el 21% de todos los pacientes con TB lo cual es una cifra mayor si se le compara con el 12% que se ha identificado entre los individuos con depresión unipolar. Sin embargo, lo que aún no se ha aclarado lo suficiente es si la presencia simultánea de estos dos padecimientos es la asociación de dos entidades clínicas, o bien corresponde a distintas expresiones sintomáticas de una sola condición. Las revisiones bibliográficas más recientes no han evaluado suficientemente la relativa independencia de estos trastornos, por lo que no se ha contestado la pregunta de si esta comorbilidad representa a dos enfermedades o bien a síntomas múltiples del mismo padecimiento. El responder a esta interrogante tiene importancia clínica, ya que es necesario saber cuál será el abordaje terapéutico más adecuado cuando el clínico se encuentra ante este tipo de situaciones. Un trabajo recientemente publicado buscó hacer una revisión sistemática sobre estos aspectos, incluyendo el significado diagnóstico y clínico de la asociación TB-TOC. Por consiguiente, sus objetivos fueron hacer una revisión de lo publicado hasta el momento actual para definir la validez nosológica de esta comorbilidad, y para generar información de utilidad para los clínicos sobre su tratamiento. Los autores efectuaron una revisión sistemática de acuerdo a los criterios utilizados en las colaboraciones Cochrane, procesando los datos obtenidos con los lineamientos PRISMA, que son una forma organizada de analizar y presentar la información que se obtienen con este tipo de revisiones. Incluyeron trabajos publicados en idioma inglés a lo largo del tiempo y consultaron la información con aquellos especialistas considerados como expertos en el tema. Los artículos evaluados fueron aquellos que incluyeron a sujetos con ambos diagnósticos, o al menos con síntomas dentro del espectro de ambas categorías. Los indicadores que 82 buscaron fueron las tasas de prevalencia de la comorbilidad y los criterios validados para elaborar el constructo clínico TB-TOC. Para el primero utilizaron la prevalencia de por vida de síntomas obsesivos en pacientes con TB, y la prevalencia de por vida de síntomas bipolares en pacientes con TOC. Para el segundo utilizaron los criterios de Robins y Guze que incluyen: i) fenomenología, ii) curso de la enfermedad, iii) herencia, iv) marcadores biológicos y v) respuesta a los tratamientos. La selección de los artículos pasó por un proceso cuidadoso de selección para incluir sólo aquellos que mostraran información de buena calidad. Partieron de la premisa de que un diagnóstico se considera como válido cuando puede diferenciársele de otros y cuando tiene elementos particulares en al menos algunos de los criterios antes mencionados en forma específica. De un total de 1 159 artículos revisados, la selección y depuración dio una muestra final de 64. De ellos, veintitrés fueron estudios de corte transversal; 35, estudios de casos y controles; cinco, estudios prospectivos de cohorte y un ensayo clínico. La mayoría (89%) fueron llevados a cabo en centros clínicos y el resto en población abierta. Las muestras fluctuaron en tamaño desde un estudio con 15 sujetos y otro con 1 416. En todos los estudios incluidos, los diagnósticos se establecieron con base en los criterios del DSM. Con respecto a la comorbilidad del TOC en pacientes con TB, en los estudios efectuados en población abierta la prevalencia de por vida fluctuó entre el 11.1 y el 21%, mientras que en los efectuados en centros clínicos fue de entre 1.8 y 35%; las diferencias dependieron de acuerdo al tipo de patología incluida (trastorno esquizoafectivo y subtipo bipolar). Cuando se incluyeron sólo a estudios con muestras mayores a 250 sujetos la prevalencia del TOC en TB se redujo (de 3 a 13%), la comorbilidad con el TB I fue de 15% y con el TB II de 12.6%. Los estudios enfocados al TB en adolescentes y niños identificaron una prevalencia de comorbilidad con el TOC entre 20.7 y 46.5%. En cuanto a la comorbilidad de TB en pacientes con TOC se encontró una prevalencia de entre 6 y 10% en adultos y de 5% en niños y adolescentes. En pacientes identificados en el ámbito clínico la prevalencia fluctuó entre 7 y 55% y, de igual manera, cuando los estudios se limitaron a aquellos con muestras de al menos 250 sujetos la prevalencia se redujo (11-15%). Dieciocho estudios se enfocaron a los aspectos fenomenológicos de la comorbilidad TB-TOC. Encontraron algunos datos de interés: de acuerdo a la evaluación con la escala Y-BOCS (que es una escala para evaluar síntomas de TOC), no encontraron que los pacientes con TB-TOC tuvieran síntomas más graves en comparación con los pacientes únicamente con TOC; los síntomas obsesivos en pa- Vol. 25, Número 9, Septiembre 2014 cientes con TB se expresaron con mayor frecuencia durante los episodios mixtos de manía-ansiedad. Dentro de los subtipos de síntomas obsesivos, los sexuales, los de simetría, de religión, de contaminación y de atesoramiento fueron los que más se asociaron a la comorbilidad TB-TOC. Con respecto a los síntomas compulsivos, los más frecuentes en la comorbilidad fueron los de orden, verificación y repetición, lentitud patológica, búsqueda de reconfirmación, limpieza y contabilidad. En cuanto a la edad y tipo de inicio, la mayoría de los estudios mostraron un inicio simultáneo de ambos padecimientos; las presentaciones episódicas de síntomas obsesivos fueron más comunes en los pacientes de TB-TOC que en los de sólo TOC. También en los primeros la exacerbación de síntomas se asoció más a los periodos depresivos. En cuanto al nivel de funcionamiento global, los pacientes con TB-TOC tuvieron un desempeño más pobre en los diversos dominios (físico, fisiológico, social, ambiental). De manera similar, también tuvieron más ideación y conducta suicida y además tuvieron dos veces más posibilidades de presentar problemas relacionados al consumo y dependencia al alcohol y a otras sustancias. También tuvieron el doble de posibilidades de tener otros padecimientos como trastorno de pánico, estrés postraumático y trastornos de la conducta alimentaria. En cuanto a los factores hereditarios y a los marcadores biológicos, no se encontraron suficientes datos para tener conocimiento de estos aspectos si bien un solo estudio encontró en los pacientes con TBTOC un potencial más alto de unión del transportador de la serotonina en la ínsula, en la corteza posterior del cíngulo y en la corteza subgenual anterior del cíngulo. Los autores concluyen que, de acuerdo a los datos obtenidos, se puede considerar que la mayor parte de la eviden- Vol. 25, Número 9, Septiembre 2014 cia sostiene que los casos de comorbilidad TB-TOC son, de hecho, casos de TB con síntomas TOC asociados como una manifestación secundaria de la manía o de la depresión. El resto de los validadores de diagnóstico no mostraron características para considerar a la comorbilidad como una entidad clínica independiente y diferente del TB y del TOC en forma individual. En este sentido, si la mayoría de los casos corresponden a bipolaridad con síntomas obsesivo-compulsivos, entonces se puede considerar que ambos grupos sintomáticos serán susceptibles de mejorar con tratamientos que incluyan estabilizadores del ánimo. Sin embargo, los datos también sugieren que la asociación de los dos padecimientos genera mayor riesgo de complicaciones, de evoluciones más largas y de mayor grado de discapacidad. El curso de la enfermedad fue el único constructo diagnóstico que claramente identificó al TB-TOC como una entidad independiente, el resto de los aspectos fenomenológicos, de herencia, de marcadores biológicos y de tratamiento fueron fragmentados y heterogéneos sugiriendo solamente una mayor gravedad pero no una distinción diagnóstica. En la medida en que se avance en el conocimiento de estos cuadros complejos, se tendrá un panorama más claro sobre ellos y sobre todo se podrán hacer recomendaciones más puntuales sobre la forma de tratarlos. Desde luego que también se requieren más y mejores estudios biológicos que puedan identificar diferencias sustanciales entre los dos tipos de trastornos. Bibliografía AMERIO A, ODONE A, LIAPIS CC y cols.: Diagnostic validity of comorbid bipolar disorder and obsessive-compulsive disorder: a systematic review. Acta Psychiatr Scand, 129:343-358, 2014. 83