Eva en el relato de Daniel Santoro Cualquier que observe la obra plástica de Daniel Santoro (1954) notará que 2001, el año en que el estado argentino quiebra, marca un punto de giro. Hasta 2001 Santoro muestra una preocupación por una variedad de cuerpos sin nombre. A partir del 2001 y hasta el presente la temática de este artista se vuelve obsesivamente peronista. En vez de representar la crisis suscitada por la suspensión del pago de la deuda externa (desempleo, corralito, fábricas recuperadas, movimientos sociales), Santoro vuelve al peronismo clásico (1946-1955) para encontrar en ese pasado un universo mítico. Sin embargo, ese universo, que muchos podrían juzgar de escapista, propone una relectura del peronismo que traza innegables paralelos con la reconstrucción del estado nacional durante las recientes administraciones de Néstor y Cristina Kirchner. Nacido en 1954 durante el segundo gobierno de Juan Domingo Perón, Santoro pertenece a una generación marcada por la proscripción (1955-1971). Como militante, Santoro conoció el peronismo revolucionario de los años 70 y se opuso al peronismo menemista neoliberal de los 90s. En esa década, los peronistas se reunían en el bar La Paz para debatir sobre política y Santoro era acusado de “quedarse en el 45”. Tal vez por esa obsesión (mezcla de admiración y nostalgia) es que Santoro no sólo se quedó fijado en el 45 sino que inventó un peronismo en su obra que le debe mucho a ese imaginario clásico que él juzga de avanzada: Soria 1 Todo puede ser visto de forma justicialista. Hay locomotoras justicialistas. Hubo un “avión justicialista del aire, llamado así en la revista Mundo peronista. Hay unas propagandas en esa revista en las que un escudo justicialista ilumina el occidente del globo terráqueo y advierte: “El mundo se convierte. Esa era la ambición: dar felicidad al planeta (Santoro 2008).1 Santoro construye a su vez en su propio sitio web <santoro.org> un universo de referencias sobre su propio proyecto que no sólo incluye su obra en orden cronológico sino las apreciaciones críticas sobre la misma (Matilde Sánchez, María Moreno, y el propio Daniel Santoro entre otros) como si, de algún modo, Santoro quisiera singularizar qué lecturas críticas respecto de su obra interesan. Toda la obra anterior al 2001 podría ser leída como un ensayo o un boceto o una serie de ejercicios plásticos sobre los que Santoro después monta el cuerpo y el rostro ideal del paraíso justicialista que coincide con el peronismo clásico. Parafraseando a la revista Mundo peronista, el acrílico “El mundo se convierte” (2001) inaugura el cosmos peronista que Santoro organiza alrededor de la figura tutelar de Evita que funciona como un escudo partidario. Como advierte Norberto Griffa: “ese perfil constituye el vértice de la construcción de un imaginario político que, como en el 'rodete urbano' de Ciudad 1 En la entrevista con María Moreno, Santoro sostiene que el peronismo “adelantaba”. Por ejemplo, el momento en el que IAPI (Instituto Argentino para el Intercambio) exportaba todo el trigo que podía exportar la Argentina y lo vendía en bloque fijando el precio en el mercado internacional o la contratación del alemán Kurt Tank para construir el el Pulqui II son percibidos por Santoro como ejemplos de un país pudiente y soberano. Del mismo modo, dice que "A un muchacho canadiense que trabaja para una ONG que se llama Comercio Equitativo que está muy en boga ahora, sobre todo en los países productores de café y de cacao, y que intenta que los productores se junten para poder negociar los precios del cacao y del café a valores reales y no los que fija Nestle o Philip Morris, el IAPI le pareció una novedad absoluta" (“Pintar por Perón”). Soria 2 Evita, se dibujan algunos de los límites de nuestra identidad" (“La lejana patria de la felicidad”). Fig.1. En el centro y frente de esta composición, aparece el rostro de Eva por sobreimpresión dando luz al estado de bienestar que aparece en el fondo.2 Este universo gráfico remite a textos como Argentina: justa, libre y soberana, un megalibro (800 hojas) de ilustraciones propagandísticas que la Secretaría de Informaciones publica en 1950 (año del aniversario del centenario de la muerte del Libertador José de San Martín) en el que Perón se presenta como el autor de un proyecto nacional y popular que rompe con la tradición neoliberal e inaugura la Argentina moderna usando el novedoso soporte político de la propaganda. 2 Domínguez trabaja la relación entre rostro y rostridad de Eva Perón a partir de “Star Quality” de Edgardo Kozarinsky, las pinturas de Santoro y El desierto y la semilla, la novela de Jorge Barón Biza en donde se traza un paralelo entre la vida de la conocida Eva Perón en Buenos Aires y la desconocida Clotilde Sabattini en Córdoba. Raúl Barón Bizza le arroja un ácido a Clotilde que le desfigura el rostro. Soria 3 En el fondo, sobre el edificio público racionalista se dibuja el escudo justicialista.3 Las líneas de la composición de “El mundo se convierte” miran hacia las manos de la doctrina que promete la “tercera posición”: antimarxista y antiliberal. Este cuadro remite al imaginario de “un mundo feliz” que era precisamente lo que la Revolución Libertadora quería borrar de la conciencia nacional en 1955 cuando declara la proscripción con el argumento de que “ofendía el sentimiento democrático del pueblo argentino”.4 El cuadro muestra esta fusión entre izquierda y derecha a través de elementos concretos: la hoz, el martillo y un signo de pesos roto. Varias escaleras y podios dinamizan la composición, el edificio de columnas romanas a la derecha recuerda a la Fundación Eva Perón (FEP). Pero la idea de la superación o síntesis de estos opuestos que Santoro relaciona con el número tres está dada porque las escalinatas y la mirada de los tres personajes (el trabajador, la madre o la maestra y la niña) miran hacia las manos abiertas (de origen divino) que ofrecen las ramas de la tercera posición. Hay una armonía en el proyecto peronista que Santoro adjudica a la tercera posición: En definitiva el justicialismo habita el vacío entre la izquierda y la derecha, en una especie de trascendencia de los opuestos, lo que nos puede llevar a interpretarlo de acuerdo con los 3 Respecto de la estética que se asocia al peronismo clásico, Petrina sostiene que siempre se sostuvo que coincidía con el Neoclasicismo monumental y el Art Déco asociados al nazismo y el fascismo. “Nada más falso. Los estilos predominantes de la década peronista fueron, sustancialmente, el Pintoresquismo y el Racionalismo de cuño lecorbusiano. 4 Ver El Decreto-ley 4161 que el golpe militar publica el 5 de marzo de 1956, “Prohibición de elementos de afirmación ideológica o de propaganda peronista”. Soria 4 parámetros de la física cuántica. Entonces diríamos: "el peronismo no es de izquierda ni de derecha, sino que tiende a serlo (“Vacío y plenitud justicialista”). En “El mundo se convierte”, la figura del descamisado, el trabajador con overol que sostiene el edificio de la CGT, recuerda un tipo de ilustración estetizada (camp, kitch) de los años 50 que todavía no incorpora las características marcas de virilidad (la camisa desabrochada, los músculos del pecho) que aparecen en la maqueta del monumento al descamisado, en mucha de la gráfica de los afiches del 17 de octubre y en el descamisado gigante (hacia 2006) o en el centauro descamisado de Santoro (hacia 2009). Presentado como el patriota protagonista de la epopeya del 17 de octubre de 1945 (Gené 79), el descamisado es uno de los aliados incondicionales del modelo peronista. Incorporar a la clase trabajadora al estado y organizarlos a través del movimiento obrero fue uno de los modos en que el peronismo logró canalizar la enorme insatisfacción social que en la década infame se había exasperado: “La vida era muy dura en aquel entonces (…) la gente trabajadora no valía nada y no fuimos respetados por los que controlaban todo. Yo votaba por lo radicales en los 20 pero después en los 30 todo fue mal. Los caudillos conservadores controlaban todo. Pero después con Perón todo cambió. Voté por él. Con Perón todos eramos machos” (Testimonio Lautaro, en Daniel James 45) Esta virilidad que hace sentir a Lautaro “macho” en parte explica el origen del peronismo que no solo dota al trabajador de la conciencia de clase que eventualmente lo lleva a comprometerse con Soria 5 un proyecto reformista dirigido por el Estado (26), sino que además le inventa un cuerpo deportivo y trabajado (Soria 2010, 46) que redefine la noción de masculinidad. Lo cierto es después de 2006, la figura del descamisado se empieza a reiterar en diversos oleos y carbones de Santoro y va ganando protagonismo al tiempo que Perón se desdibuja, va desapareciendo y confundiéndose con el “descamisado gigante” que se identifica con la figura del trabajador.5 En su intento por “peronizar” el mundo, Santoro concibe una figura del trabajador aindiada que tiene un enorme parecido con Perón (no así el centauro que es moreno y de pelo ondulado). La figura del trabajador se agigante para descubrir al héroe que defiende como King Kong el edificio de la CGT de los aviones que en 1955 bombardea la Plaza para destituir a Perón o enfrentar al “gorila” cuerpo a cuerpo en la lucha de clases. 5 La serie se completa con: El descamisado gigante ayuda a cruzar el riachuelo a la mamá de Juanito Laguna (2006), El descamisado gigante irrumpe en un jardín cultivado (2006), Descamisado gigante como guardián de la ciudad infantil (2006), Descamisado emboscado (2006), El descamisado gigante expulsado de la ciudad (2008), Centauro descamisado con cautiva I y II (2008), Descamisado emboscado I y II (2008), El descamisado gigante arrasa un campo de soja transgénica (2008), Centauro descamisado huyendo hacia el bosque (2008), Descamisado gigante al acecho, en el bosque (2008), Lucha de clases I (2008), Descamisado gigante dormido (2008), Centauro descamisado I y II (2009), Centauro descamisado y casa de Victoria Ocampo (2009), El claro del bosque (2009), Isla de los muertos con descamisado gigante (2009), Cabeza del descamisado gigante (2009), Centauro descamisado emboscado II (2011), Centauros descamisados de terracota (2011), Rescate de la mamá de Juanito Laguna frente a la costa de Chapadmalal (2011), Centauro y cautiva (2011), Descamisado y mamá de Juanito (2011) Soria 6 Fig.2 Fig. 3 Indudablemente, el descamisado es uno de los personajes más romantizado y idealizado en la obra de Santoro, sólo superado por los niños y niñas, estudiante de la escuela pública. A partir del 2002, los niños empiezan a aparecer en la obra de Santoro. Con su guardapolvo blanco, la cinta del luto y portando el texto de La Razón de mi vida, el niño parece ser el mejor portavoz del estado de bienestar y quien más resentirá la pérdida de la “madre estado”. Educados con textos escolares como Evita me ama, los niños pobres fueron además los más beneficiados por FEP. Sus padres habían adquirido los elementos de confort (la heladera Siam Di Tella y la máquina de coser Singer) que inspirará “el relato de los dones,” ese relato que hace aparecer a Eva como el hada madrina de los pobres y que circula en las familias peronistas: El abuelo no había visto el mar, la abuela no sabía lo que eran las sábanas o las cortinas, el tío necesitaba un camión para repartir cajones de soda, la prima quería una pierna ortopédica, la madre no tenía con qué comprar el ajuar de novia, la vecina enferma de tisis no podía pagarse una cama en el sanatorio de las sierras de Córdoba. Y una mañana apareció Evita. En la escenografía de los relatos, todo sucede una mañana: soleada, de primavera, ni una nube en el cielo, Soria 7 se oye música de violines. Evita llegó y con sus grandes alas ocupó el espacio de los deseos, sació los sueños (Santa Evita 195). La lista de los deseos podría extenderse infinitamente porque lo que se actualiza en el relato de los dones es la capacidad que tiene el cuerpo maternal de Eva de saciar los deseos insatisfechos, es decir, de dar la buena leche de madre.6 El niño es además en el universo de Santoro el defensor de la doctrina peronista y la encarnación de la tercera posición (“Niños peronistas combatiendo el capital,” 2004).7 Integrando la escena familiar con sus guardapolvos blancos (“La felicidad del pueblo”, 2001) compartiendo la intimidad de una madre que cose un delantal con la Singer regalada por FEP (El guardapolvo nuevo, 2005) o disfrutando de las posibilidades recreativas que el estado le ofrece (“Verano en la ciudad infantil” Fig.6) “el niño es desde el principio una figura fundamental en tanto aglutinadora infalible del afecto político” (Nouzeilles 111).8 Basta imaginar la realidad del niño en ausencia del estado protector para entender la angustia que Leonardo Favio expresa en Crónica de un niño solo (1965), el relato en donde el niño Polín, doblemente abandonado por su madre y el Estado, se cría en el 6 En su teoría sobre la feminidad, Cixous privilegia la posición maternal en la que la mujer lo da todo (Salidas 31). Existe una relación corporal entre la voz femenina, leche inagotable, y la leche materna. La voz maternal, que se mantiene viva en toda mujer porque se “hereda” de la madre, es un “canto anterior a la ley” que canta el primer amor sin nombre. Ajena a la contaminación que presupone la entrada en el lenguaje y en el orden simbólico, la madre que propone Cixous es una figura pura, preverbal y esencializada. Ver Soria 2005, “El cuerpo maternal de Eva Perón: ¿qué es una madre?” 7 ver “Niños peronistas combatiendo el capital” (Santoro 2004). 8 Para un análisis del cuadro “La felicidad del pueblo”, ver Rosano 244. Soria 8 reformatorio y la calle. Este relato está inspirado en la propia experiencia de Favio en un patronato como “niño solo” pero no abandonado. A través del testimonio del propio Favio, se recupera una infancia “feliz” durante el primer peronismo gracias a la dimensión transformadora del Estado (García El amante). De la cantidad de niños que pueblan el mundo de Santoro, el único que se singulariza con nombre y apellido es Juanito Laguna, el niño pobre que protagoniza la serie de cuadros que Antonio Berni pintó y que apareció en 1960 abandonado en un basural en José León Suarez, un lugar donde pocos años antes el peronismo había conocido los fusilamientos que relata Walsh en Operación Masacre.9 Lo que provoca a Santoro es que: Antonio Berni haya elegido borrar los rastros de aquel movimiento de masas, rastros con los que seguramente se cruzó buscando por el conurbano bonaerense chapas y residuos para sus excelentes obras de montaje. Sospecho incluso que Ramona Montiel fue peronista y que en algún rincón de su habitación guardaría un altarcito dedicado a Evita. ¿O acaso era una rara prostituta "marxista-leninista"?” (“La mamá de Juanito”) Devolviéndole o inventándole una identidad peronista, Santoro pone en Juan Laguna la justificación final del peronismo ya que “la revolución se hizo por Juan Laguna” según refiere el discurso de Eva Perón en la radio cuando protagonizaba Hacia un futuro mejor.10 9 Petrina relaciona la obra de Daniel Santoro con la preocupación social de los muralistas mexicanos y Antonio Berni. “El discurso que alimenta su labor es siempre el de un hombre consciente de su circunstancia nacional y americana.” 10 Decía uno de los parlamentos de Eva: " La Revolución de junio se hizo por Juan Laguna, que volvió a su provincia y por los trabajadores explotados y por la iniquidad comercial, y la iniquidad electoral, y la Soria 9 Santoro además pone en foco a la madre de Juanito que era una adolescente en edad escolar cuando queda embarazada. Hacia 2006 Santoro concibe una narración ejemplar para esta madre que tiene lugar en el claro del bosque donde conoce al padre de Juanito, se embaraza y termina siendo primero protegida por Evita y luego abandonada por el estado después del golpe militar de 1955.11 La madre de Juanito bien pudo ser una niña incluida en la nómina de los privilegiados habitantes de esas ciudades infantiles construidas a escala reducida, ensayo previo de la ciudad ideal, plenamente protegida por el estado. Una niña escolarizada, con su delantal blanco almidonado y rígido como eficaz esqueleto al que ninguna impiedad del capitalismo podría penetrar. La historia comienza con el rescate de la madre de Juanito por parte de Eva Perón, continuando su nueva vida protegida en la Ciudad Infantil. Cuando transpone su perímetro protector, la espera un bosque cargado de acechanzas; siguen sus peripecias con un prematuro embarazo y el nacimiento de Juanito fuera de los muros de la ciudad, en medio de feroces bombardeos. La madre de Juanito muere y él ya nunca tendrá su guardapolvo protector. (“La mamá de Juanito”) Así, el relato de la madre de Juanito que Santoro desarrolla en varios cuadros trabaja en la misma línea de Crónica de un niño solo iniquidad patriótica de un pueblo y una nación, próximos al suicidio... Un hombre, el que iba a traer al trabajo la noción de redención -un soldado digno, uno de aquellos que vio volverse a Juan Laguna con su cruz de hambre-, un soldado del pueblo, que sintió dentro la llama de la justicia social, fue el que ayudó decisivamente a la estallante revolución del pueblo mismo... "(Navarro 12). 11 La serie de Juanito Laguna se completa con: “Encuentro de los padres de Juanito en un claro del bosque” (2006), “El descamisado gigante ayuda a cruzar el riachuelo a la mamá de Juanito Laguna” (2006), “El claro del bosque” (2006), “La mamá de Juanito sobre un tobiano manchado” (2006), “Civilización y barbarie” (óleo, 2006), “Civilización y Barbarie” (carbón 2006), “Paseo por ciudad Evita” (2008), “La mamá de Juanito Laguna dormida en un parque de ruinas ideológicas” (2009), “Rescate de la mamá de Juanito Laguna frente a la costa de Chapadmalal” (2011), “Descamisado y mamá de Juanito” (2011), y “Encuentro en el bosque” (2011), “La mamá de Juanito llevada a la ciudad de los niños” (2011). Soria 10 mostrando el peligro del bosque, esto es, las consecuencias de concebir una nación sin el liderazgo del estado. A veces evocando la figura del hada buena ("El hada buena argentina, se aparece ante tres niños escolarizados" 2004), que proviene de la propaganda de los años 50 (Soria 2010 47), a veces avivando el peor de los fantasmas gorilas (“Eva de los cuatro fuegos”, 2002), Evita es el campo de batalla de una doble naturaleza. Protegiendo al niño peronista pero castigando al niño trotskista y al gorila y decapitando al embajador norteamericano Spruille Braden, Evita parece llamada a hacer el trabajo sucio en la obra de Santoro. Concebida como “ninfa erecta maníaca” y en pareja con el” dios pluvial depresivo” (Santoro, “La pulsión peronista”), Evita lleva la pesada carga de ver su figura coqueteando con el autoritarismo y la intolerancia que la leyenda negra proyectó en textos como The Woman with The Whip de Mary Main (1952) o Eva Perón de Copi (1971).12 Habrá que esperar hasta 2011 para que Santoro concilie a Eva con los niños peronistas y gorilas en “Día del niño” (2011) cuando ella abraza a los leales y enemigos y su cuerpo se constituye en una suerte de balanza. Qué impresión podía causar en el espectador ver esta obra que exhibía obscenamente un exceso cuando el estado de bienestar era una postal muy lejana en la memoria nacional, cuando los 12 Incluso Copi dice que Andrew Lloyd Weber y Tim Rice habían visto su obra además de leer la biografía de Mary Main y que la usaron precisamente como base para construir el musical Evita (Rosano “Eva Perón es un travesti” 1). Soria 11 cacerolazos en las calles de Buenos Aires pedían un rumbo al desgobierno de Fernando de la Rúa. La aplicación de políticas neoliberales que comenzaron con la dictadura militar y se continuaron en las presidencias de Carlos Memen y Fernando De La Rúa a través de la figura estelar del Ministro de economía Domingo Cavallo se condensaron en la frase propagandística: “achicar el Estado es agrandar la Nación” (1976). El agotamiento de ese modelo culminó con la fuga en helicóptero del presidente De La Rúa en diciembre de 2011. Mezcla de frustración, incomprensión y dolor, "Que se vayan todos" fue la consigna que cantaban al son de las cacerolas los indignados que tomaron la calle para cuestionar la legitimidad de la clase dirigente, la inconsistencia de un estado a quien reclamaban sus ahorros, cautivos del “corralito”. Eran los días que anticipaban el incierto ingreso al siglo XXI, días en que la categoría de “pueblo” se volvía imprecisa y era reemplazada en el discurso mediático por “gente” para nombrar aquello que hasta entonces no se había unido en el reclamo: la clase media y la baja.13 La acefalía presidencial, la irrupción de los cartoneros, los saqueos y la toma de las fábricas fueron algunas de las imágenes más pregnantes de ese siglo XXI que se vieron 13 Para un estudio más informado de este fenómeno, ver Dieleke que analiza la categoría de pueblo en el cine documental de Fernando Solanas a través de La hora de los hornos (1968) Memoria del saqueo (2004) y La dignidad de los nadies (2005). Soria 12 multiplicadas por las televisiones del mundo y el morbo que despierta la violencia desatada por el quiebre de cualquier pacto social.14 Fig.4 Fig. 5 Fig.6 Pensar en las colonias de vacaciones de Ciudad Evita (Fig. 4) o en las tardes de verano de la ciudad Evita (Fig. 6) cuando en el presente del siglo XXI los niños abandonaban la escuela pública para acompañar a sus padres cartoneros en la recolección familiar podía parecer una ironía. En todo caso, la crisis venía a marcar las diferencias de clase y el abismo que separaría al que quedaba 14 Estos días han sido retratados en los documentales de Fernando Solanas (La dignidad de los naides y Memorias del saqueo) y The Take, de Naomi Klein pero también en las ficciones. El film Ronda Nocturna, de Edgardo Cozarinsky y la novela La Villa, de César Aira muestran la marginalidad y las ciudades fantasmales ciudades que quedan como producto de la exclusión social. Giorgi analiza Ronda Nocturna como la ronda de los excluidos que se solidarizan con Victor (el protagonista taxi boy y dealer) por ser cuerpos residuales, excedentes en el orden social y en la vida económica. “En estas narraciones se legitiman decisiones acerca de qué vidas abandonar, directamente a su suerte”… “La era liberal, por el contrario, abandona a sis indeseables, los marca como “residuos” y trata de confinarlos en zonas periféricas y de regular y vigilar su presencia y su visibilidad”. (342) Soria 13 integrando “la ronda de excluidos” (Fig. 5).15 En mayo del 2003, cuando Néstor Kirchner asumió como presidente y en su discurso inaugural propuso el sueño de reconstruir “nuestra propia identidad” nadie podía sospechar (porque el lenguaje no era claro) que ese sueño estaría relacionado con la reconstrucción del estado nacional que anticipa Santoro. El default ponía en evidencia el vaciamiento del estado nacional y la falta total de recursos para asistir a una población que había quedado huérfana. Aunque podría leerse como una ironía, “El mundo se convierte” (2001) entonces parece sugerir un rumbo posible para la democracia si se toma a la crisis como la oportunidad para redefinir el rol del estado, si se busca en el pasado nacional un orden que, aunque desmantelado, ha quedado en la memoria de los ciudadanos y en el recuerdo de Santoro que aborda el relato peronista como si se tratara de un cuento de hadas. “El mundo se convierte” rescata además la teatralidad del peronismo y le reconoce un valor político. La carrera escenográfica de Santoro y su paso por el Teatro Colón (entre otros teatros) contribuyen a definir esta estética. Desde “El simulacro” (1960) de Borges pero también incluso antes, la intelectualidad argentina representada por las ideológicamente opuestas revistas Sur y Contorno advierten el carácter teatral del peronismo y coinciden en verlo como farsa (Soria 15 “Lucha de clases” no sólo se relaciona con el descamisado y su lucha de clase con el gorila (Fig. 3) sino que además recuerda además a “El niño proletario” de Osvaldo Lamborghini el relato en el que tres niños burgueses terminan asesinando a un cabecita negra por pura morbosidad de clase (Nouzeilles). Soria 14 2010: 13). No sorprende que sus contemporáneos lo hayan incomprendido porque el peronismo era un fenómeno inédito de una estética monumental y estigmatizada por su asociación con la Italia fascista y la Alemana nazi.16 En efecto, el Cortázar de “Casa Tomada” (1951), el David Viñas de “La Señora muerta” (1963) y el Alejandro Rozitchner de “Cabecita negra” (1981) son autores representativos de una visión que en distintos momentos expresa los temores suscitados por la irrupción de un nuevo sujeto político. 17 Pero este prejuicio que desacredita a la política como espectáculo se extiende hasta nuestros días y se hace evidente cuando Néstor Kirchner muere el 27 de octubre del 2010 y dos figuras mediáticas (la actriz Mirtha Legrand y la política Elisa Carrió) tratan ese funeral como si fuera una farsa. Mientras que Legrand insinúa que el cuerpo del ex presidente es demasiado corto para el cajón, Carrió sugiere que el funeral fue “organizado” (montado) por Fuerza Bruta, la compañía teatral que estuvo a cargo de la celebración del Bicentenario. 16 Respecto de la estética que se asocia al peronismo clásico, Petrina sostiene que siempre se sostuvo que coincidía con el Neoclasicismo monumental y el Art Déco asociados al nazismo y el fascismo. “Nada más falso. Los estilos predominantes de la década peronista fueron, sustancialmente, el Pintoresquismo y el Racionalismo de cuño lecorbusiano. 17 En “Casa Tomada”, dos hacendados ricos y ociosos, matan su tiempo libre en una casa que es tomada por los ruidos de la chusma. En “La señora muerta” se usa el velorio de Evita como oportunidad para un romance. En “Cabecita negra”, la experiencia del señor Lanari, hijo de inmigrantes de clase media con una ”cabecita negra” hace tomar conciencia al personaje del peligro que implica el intercambio con esta clase que empieza a adquirir derechos. Soria 15 Hoy como ayer, cuando se exalta el carácter teatral del peronismo, se lo hace para calificarlo como demagógico pero ciertamente, ignorando el aporte popular que el peronismo trae a la política moderna como fenómeno organizador de masas. Desde el 17 de octubre de 1945, el primer día que el pueblo espontáneamente se auto-convocó a la plaza pública para pedir por la liberación del “Coronel del pueblo”, el espacio público se transformó en el lugar donde el pueblo se reunía con sus líderes carismáticos para renovar, apoyar o sostener su pacto político. Las fechas del 17 de octubre y el 1 de mayo y la progresión de dichos festejos fueron mostrando la evolución del ritual peronista.18 La modernidad del peronismo consistió en “romper con la cuarta pared” en el sentido en que entendió que para ser moderna la política debía interactuar con el público espectador para definitivamente dejar atrás el estilo conservador de la década infame. Además de meter las “patas en la fuente” e “invadir” el espacio público que era percibido como la vista (el campo visual) de las propiedades que miraban a la Plaza de Mayo, el pueblo se transformó en una audiencia a la que había que interpelar, educar y transformar en un actor político organizado. De allí que la propaganda fuera el discurso más didáctico para operar esta transformación y que el 18 Para más detalle, ver Mariano Plotkin que dedica todo un capítulo de su libro a las celebraciones del 1 de mayo y 17 de octubre. Por ejemplo, el 1 de mayo era una celebración de la clase obrera anterior al peronismo que arrastraba la carga negativa de las ejecuciones de los trabajadores de Chicago. El peronismo resignifica esta fecha para transformarla en la celebración al líder Perón por las conquistas laborales (107). Soria 16 balcón de la Casa de Gobierno fuera el escenario más frecuentado para auspiciar ese encuentro. “El mundo se convierte” es la representación de ese estado fuerte y teatral que perdió su liderazgo para transformase en el hazmereír del siglo XXI. Para preservar este universo mítico, Santoro evita el contacto con el presente. Con excepción de unas pocas obras en las que el presente quiebra el lenguaje clásico, la obra de Santoro se preserva de las inestabilidades del presente. Por eso, llama poderosamente la atención “Descamisado gigante arrasando campo de soja transgénica” (2009) que Santoro atribuye a sus charlas con el militante peronista Jorge Ruli que critica la devastación producida por la soja transgénica. Sin embargo, la serie recuerda el conflicto que en el año 2008 enfrenta al gobierno nacional con el campo a propósito de la resolución 125/08 que pretendía aplicar retenciones móviles a las importaciones de soja y girasol y que terminó con un paro agropecuario que duró casi cuatro meses. Pero Santoro no relaciona ese cuadro con la novela familiar de la nación del presente sino con su propia historia de hijo de campesinos calabreses que vinieron a la Argentina y se establecieron en Pergamino (Santoro “Café Moritz” 2012). Santoro vivía en Congreso con su familia directa, pero pasaba sus vacaciones con familiares en Pergamino donde conoció a esos colonos que trabajaban la tierra mirando con recelo a los “negros (cabecitas negras) que no quieren laburar”. Ese racismo que hacía a los inmigrantes ver a los Soria 17 gauchos como una raza ociosa, encierra una paradoja del peronismo que actualiza la vieja fractura de nuestra identidad cultural: civilización y barbarie. Santoro explicita la paradoja cuando dice que el peronismo es “agente civilizador y a la vez mensajero de la barbarie” (“Otra vuelta del malón” 2012). En cambio, en la serie de “La vuelta del malón,” que está inspirada en el canónico cuadro que Angel Della Valle pintó en 1892 la intervención con el presente es explícita. Ante la mirada azorada de Victoria Ocampo, el malón de indios rapta a una cautiva cometiendo todo tipo de delitos: secuestro, saqueo, robo de ganado, asesinato. “La vuelta del malón” se relaciona con el conflicto que estalla en diciembre de 2010 cuando unas 13.500 personas (los indios versión siglo XXI) ocuparon el parque Indoamericano (en Villa Soldati) en reclamo de viviendas.19 Para hacer aún más explícita esta referencia, en los días de la ocupación Santoro escribe sobre el fantasma de civilización y barbarie que el peronismo actualiza (“Otra vuelta del malón” ). La irrupción del conflicto con el campo y la ocupación del parque Indoamericano en una obra anclada en el imaginario de los años 50 rompen con el verosímil que Santoro establece con su espectador creando la suspensión de la incredulidad. Cuando muere Néstor Kirchner, a pesar de que Santoro dice que Néstor todavía está en “el tiempo de 19 Además de argentinos, los ocupantes eran inmigrantes bolivianos y paraguayos. En los enfrentamientos que se produjeron entre los vecinos de Villa Soldati y Villa Lugano murieron 3 personas. Soria 18 los hombres,” en la tapa que diseña para Revista 2010 se juega con la dimensión mítica.20 Néstor Kirchner ingresa al paraíso justicialista de la casita californiana. Perón y Eva le dan la bienvenida al paraíso, lo toman del brazo y la frase “Hasta siempre” recuerda al Comandante Che Guevara, redimensionando la figura de Néstor Kirchner y su posible entrada al limbo del mito. En última instancia, la astucia de Santoro consiste en conectar por momentos con el presente pero desde el lenguaje estético y anacrónico del peronismo clásico, y hasta en el caso de la “La vuelta del malón”, apelando al siglo XIX, para que su obra parezca una capsula del tiempo. Fig. 7 Fig.8 20 En nota con Eduardo Aliverti, Santoro es entrevistado y habla sobre la muerte de Néstor Kirchner http://www.youtube.com/watch?v=F5P88GbZ0Yo Soria 19 Fig.9 En el gabinete de curiosidades que Santoro organiza, Eva tiene un lugar destacado. En los años 2001-2, cuando Santoro funda su universo mítico la pareja presidencia “comparte cartel” balaceando la composición de obras como “La casita peronista” o “Turismo infantil”. Como garantía del estado de bienestar, Eva y Juan Perón no solamente crean un mundo alrededor del trabajo, sino que este mundo lo abarca todo: el ámbito de lo doméstico de la casita (Fig.8) y el esparcimiento en Chapdmalal (Fig.9) no escapan al cosmos peronista. Fig.10 Fig.11 Santoro corre a Eva del lugar erotizado y manoseado al que ciertas ficciones (ej. Eloy Martínez, Perlóngher) nos habían acostumbrado en las que “esa mujer” era un espejo en donde Soria 20 virtualmente todo, todos, todas podían reflejarse. Eva es el espejo de varios autores que llevaron su identificación al extremo de sentir “Eva c’est moi”. Santa Evita registra los testimonios de la actriz Pierina Dalessio, el peluquero Alcaráz, el anatomista Pedro Ara, y hasta el propio Perón que en distintas instancias de la carrera política de Eva creen haber moldeado a Evita por ponerle un rodete y teñirle el pelo, enseñarle a caminar, embalsamar su cuerpo o iniciarla en la vida política. En el caso particular del narrador Eloy Martínez, emulando la frase c’est moi que Gustave Flaubert usa hacia definir la relación con su personaje Madame Bovary, el autor describe la actitud de los muchos personajes que reclaman autoría sobre Eva como si ella fuera un objeto dócil susceptible de ser manipulada. El borde extremo lo marca “Evita vive”, el cuento maldito de Perlóngher en el que Eva baja al infierno del neobarroso para solidarizarse con la marginalidad, las drogas, la prostitución demostrando la flexibilidad extrema del artefacto Evita, capaz de someterse a cualquier operación cultural para exhibir descaradamente el goce de la profanación. Con excepción de “El doctor Ara construye el golem justicialista”, hay poca alusión en la obra de Santoro al cuerpo débil, enfermo y debilitado. No hay, como en la novela Santa Evita, una relación necrofílica con el cadáver ni un regodeo en la podredumbre y el cáncer, como en el poema “El cadáver de la nación” de Perlongher. Lo que sí aparece es el cuerpo muerto y suspendido en un eterno Soria 21 femenino como Bella Durmiente, una imagen que ha resultado irresistible en las representaciones de Evita “Eva como bella durmiente” (2005) (Fig.11).21 La fantasía es que “en reposo, plácida, hermosa, muda, hierática y pasiva” Eva espera el beso del príncipe consorte para despertarse. Si “esa mujer” además es rubia, blanca y joven (como en el caso de Eva), la imagen se transforma en una representación perfecta del enigma de la feminidad. Como un mantra, la Eva que se repite en Santoro es una imagen con muy pocas variables iconográficas. Clásica, hierática e icónica, casi como la prolongación natural de esa arquitectura neoclásica que aparece en el fondo de “La isla de los muertos” (inspirada en los cuadros de Arnold Böcklin), la Eva que Santoro concibe es una mujer sin fisuras, fálica, todopoderosa. Fig.11 Fig. 12 21 Esta elaboración proviene de una pregunta que me hace Liliana Viola a propósito de la publicación de Los cuerpos de Eva: anatomía del deseo femenino “¿Cuál es la función de la muerte en la construcción de este cuerpo femenino? (ver “Campo de batalla”) Soria 22 En el universo de este autor, Eva ocupa un lugar destacado desde el comienzo de la serie cuando ella “nace a la vida política”. Dos enfermeras de la escuela que FEP crea en 1952, la dan a luz en los días del segundo plan quinquenal, el plan que Perón lanza en su segundo mandato para reactivar la economía. La imagen de la Eva dibujada en carbón con rodete y tailleur oscuro encuentra una continuidad narrativa en toda la obra de Santoro. La Eva que interesa a Santoro es UNA: la que crea FEP, la que abandona el adorno narcisista, la que simplifica su vestuario y su peinado a fin de concentrarse en su tarea política. No hay ninguna referencia a la mujer ilegítima que nació bastarda en Los Toldos, a la actriz que llega a Buenos Aires en 1935 para probar suerte en el cine, a la Evita Capitana que inspira el peronismo revolucionario que sostiene que “Si Evita viviera, sería Montonera”. Si la excepcionalidad de Eva responde a un desplazamiento en el que “sus cualidades, insuficientes en una escena (la artítica), se volvían excepcionales en otra escena (la política) (Sarlo 24), en la obra de Santoro no hay desplazamiento, sino fijeza y estatismo. Eva aparece como un ícono, una silueta, una estampa, una esfinge, una estatua y un perfil. Como si este universo pudiera solo ser sostenido por un equilibrio que no acepta la variación, sólo la reiteración de una limitada posición femenina. Parecido al perfil que hoy el estado nacional elige para reemplazar al de Julio Argentino Roca en el billete de 100 pesos, la imagen de Eva que prefiere Santoro es la que la Soria 23 misma que la propaganda de los años cincuenta había inicialmente pensado para el billete de cinco pesos en 1955. Este perfil austero se usó en una cantidad de aplicaciones gráficas (estampillas, logos) partiendo del retrato que en 1952, el artista italiano Renato Garrasi (Fig. 11) realizó en acuarela destinado a ser el reverso de un billete de 5 pesos que nunca llegó a circular. Fig. 13 Fig.14 Fig.15 Hay un trabajo exhaustivo puesto al servicio de explorar la posibilidades del perfil de Evita como moneda, como mapa, como presencia, como vacío, como rostro (Domínguez 134-6), pero no hay referencia a la voz que sólo aparece cuando por encargo de la actual presidenta, Santoro y el escultor Alejandro Marmo son comisionados para hacer los dos murales de hierro (Santoro 2012) que se exhiben en el edificio del Ministerio de Desarrollo Social. A sugerencia de Cristina Kirchner, el mural que mira al norte es un homenaje al renunciamiento, cuando Eva renuncia a la candidatura a la vicepresidencia de la nación el 22 agosto de 1952. En la foto que se usa de modelo para el mural Eva está con el micrófono delante hablando desafiante y el pelo tenso en un rodete. En cierto sentido, Soria 24 Santoro se ve forzado a resolver el problema de representar la voz y la proyección del discurso político.22 Estas dos Evita pertenecen a un imaginario político “realista” que no se condice con la iconografía de Santoro. Fig.16 Fig.17 Fig. 18 Promediando el Bicentenario, Eva ha experimentado dos grandes conquistas: habitar el billete de 100 pesos desplazando al héroe de la Conquista del Desierto, Julio Argentino Roca, y ser el marco obligado de los discursos de la actual presidenta argentina. Fig. 19 Fig.20 En la obra de Santoro más reciente, el retrato de Eva busca sin embargo, un cambio de perspectiva. Sin alejarse de su estilo, Santoro juega a cambiar el eje de la discusión: EVA se transforma en AVE (Fig. 12 y 13) cuando le da la espalda al espectador para 22 Santoro se comporta como un artísta: “Yo podría pintar mi Evita en un lugar de Buenos Aires”, reflexiona Santoro. “¿Sería igual? Quizás no” y “Es un trabajo de equipo que intenta objetivar una imagen.” Soria 25 liberarse del peso de su imagen. Santoro deja el planteo biográfico y narcisista de Eva para ponerla como centro del universo más amplio del peronismo. Corriendo el velo narcisista, Santoro nos permite ver el bosque (el peronismo) sin dejar de ver el árbol (Evita). En el paraíso de Santoro, Eva sigue siendo la mejor embajadora del gran relato argentino. Bibliografía BORGES, Jorge Luis. “El simulacro”. El hacedor. 1960. Buenos Aires: Emecé, 1994. Vol. 2 de Obras completas 1952 - 1972. 20va. ed. 167. CIXOUS, Helene. “Salidas”. La joven nacida. La risa de la medusa: ensayos sobre la escritura. Trad. Ana Moix. Barcelona: Anthropos, 1995. 13-107. CORTES ROCCA, Paola y Martín Kohan. Imágenes de vida, relatos de muerte: Eva Perón, cuerpo y política. Rosario: Beatriz Viterbo, 1998. 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