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CRITERIO MÉDICO
MADRID, 2 5 DE JULIO DE 1 8 7 1 .
LA HOMEOPATÍA Y EL MATERIALISMO MÉDICO.
III.
El médico es llamado á socorrer un enfermo que ha sido impresionado por ana de las muchas causas que antes hemos «indicado , j este enfermo, en el mero hecho de serlo, dicho se está que
su vitalidad m ha d^armonizado, j han renido á resultar de
esta desarmoníu una porción de síntomas ó manifestaciones iníólitas, que constituj'en una de las formas patológicas que la escuela tradicional entiende con los nombres de pulmonía, pleuresía,
angina, catflrro, fiebre gástrica, íiebre catarral, etc. — El enfermo, que, por punto general, se hallaba bueno, algunos días, acaso
horas y aun momentos, antes de sentirse afectado, no tiene esen*
cial y naturalmente más ni menos sangre que entonces, ni más tono ai más debilidad tampoco, siquiera el pulso aparezca más fuerte y ÍVecuente que de postumbre, ó élacuse más laxitud, más pesaéet o más excitación' que en el estado normal. Tendrá aumento
de sensibilidad y aun dolor, acusará ansiedad, no podrá respirar
con libertad, y tendrá tos, ó experimentará deseos de vomitar, dolor ó presión en el epigastrio, diarrea ó constipación de vientre,
sed, calor febril, orinas escasas y encendidas, etc., etc.
En vista de uno de estos cuadros de síntomas, que será más ó
menos complexo, él profesor pregunta por la causa probable de
éste.^tndo, y averigua que la causa determinante, al parecer,
m «ido un enfriamiento, un disgusto precisamente á poco de haíwrconftido, ó alguna .otra de las muchas causas de afuera que
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EL OBITEBIO UÉDICO.
nos afectan. Comprendiendo naturalmente que estas causas no
pueden obrar sino de una manara dinámica gmerid, sobaevía j o tencia dtnc&nica también, que se Haráa fuerza iritid, á¿lacaal desarmonizan más ó menos profundamente, dirá, en presenciado
este cuadro, que aquellos síntomas no son la enfermedad real y
verdadera; que aquellos síntomas, más que constituir la enfermedad por sí, sirven para dar á conocer la especie de trastornos
consecutivos á la afección primordial de la vida; porque si atentamente lo consideramos, comprenderemos que la enfermedad, cuya'
manifestación tenemos 41a vista, se produjo en el momento en
que una impresión repugnante se dejó sentir en el organismo, la
cual le desarmonizó en su modo natural de ser ó fisiológico, y
que esta' desarmonía, es la que lia dado origen á ese gran trastorno de la mayor parte de las funciones, que se nos oSreee por
manifestaciones generalmente raras, pocas veces regulares» siempre relativas, y distintas unas de otras, como distintas son 1*3
fisonomías, las inclinaciones, los temperamentos y los hábitos de
cada uno. ¿Pretenderemos combatir en defall estas manifestaciones sintomáticas con medicamentos materiales, siendo así que
son la consecuencia, el reflejo, digámoslo así, de una afeodion general, primitiva y esencialmente vital? ¿Qué hará la sangría si
la manifestación es flogístic» por epndicioncs de temperamentp ?
¿Qué la purga ó el vomitivo si es ga^ro-biliosa ó saburral, pofque so trata de un sujeto de idiosincratsia gastro-hepática? Debilitar, la primera, é imposibilitar las reacciones vitales, que un médico prudente tiene necesidad de solicitar y obtener por medips
adecuados. Sobreexcitar, con los segundos, un aparato de ó r a nos sobree;cbitado ya por sí, y añadir con esto otro motivo más
de enfermedad.
Si la potencia vital, que es dinámica, ha sido desarmonizada
por una causa que ha obrado dinámicamente también, los medicamentos no pueden restablecer la armonía, que es la 8.Tilud, sino
obrando del mismo modo sobre^ella. De aquí que la alopatía no cura
radicalmente sino raras veces las enfermedades, porque no pue^e
curaráe materialmente ó con sustancias gi'oseras, de accipti primordial física ó química, lo que ha sido producido de una maneja
EL dBITBBIO iléviCO.
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.dümmioa. Las alteraciones de la salud que se determinan poruña
Jesibn de vitalidad, sólo pueden curarse con reacciones de ^ t a
misma vitalidad; y si la experiencia ba demostrado qué las medicaciones groseras, de que hace uso la medicina tradicional, no
.se proponen éste fin, y únicamente el de combatir las manifestaciones patológicas, ó sean los síntomas, ^wr aquello que les es contrario en sus efectos primitivos, las curaciones serán paliaciones,
qué la naturaleza y el tiempo podrán completar, pero que la medicina consistente en estos medios, no tendrá el mérito de haberlo procurado directamente, ó sea por el camino que conduce á la curación.
Con los antiflogísticos, por ejemplo, se promete rebajar y curar,
por fin, las irritaciones vasculares, las congestiones parenqnimatosas, las inflamaciones de todo género. Sin embargo, otra cosa
habrá que hacer para la curación de estas enfermedades, cuando
hemos visto y ve ros constantemente que en los primeros dias d«
estas flogosis se sangra y debilita con profusión, y en seguida, .por<jue el enfermo no se cura, antes bien se postra y se agrava, se
acude á los tónicos, excitantes y corroborantes; es decir, que habiendo salido mal la prueba, se quiere deshacer lo hecho; ^ r o
como ni lo uno ni lo otro era lo conveniente, el enfermo «e orne?
xe, ó queda valetud'nario, Ó con una enfermedad crónica, y a
merced del tiempo ó de los charlatanes y empíricos.
::
Algo más que la administración del opio, la morfina ú otros narcóticos ó anestésicos se necesitará para la curación de las néur
ralgias, cuan lo todo lo que se consigue con su uso es adormecer
al paciente por algún tiempo, constituyéndole en la necesidad de
aumentar diariamente la dosis del calmante, si ha»de continuar
disfrutando de sus beneficios. Pero, como el remedio es ünicamen*
to un paliativo, encaminado á obrar por sus efectos primitivos j
resulta que hace reaparecer la enfermedad con más fuerza en los
efectos de reacción, lo cual se ve claro y evidente al considerar
que, si el primer dia bastó para calmarle un octavo de girano de
naorfina, al segundo ya no basta, y así sucesivamente, y és porque lo que adormece ó calmai por sus efectos primeros, exalta en
los secundarios; es decir, que si al principio tuvo el médico que
ojtnbatir ua dolor como dos ,^ degpues es como tres,, y así.gucesi-
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KL CBITKBIO MEDICO.
vamente, hasta que el enfermo, ó se resigna á llevar una^ vida
miserable con el uso constante de estos medios, ó se cansa, y busca , no quien le calme, sino quien le core, lo cual no es siempre
fácil, después de haber adquirido estos hábitos.
La medicina, en este punto, ha olvidado muchas veces que
nuestra organización tiene condiciones y leyes que no tiene un
recipiente químico. Se ha olvidado con frecuencia de la facultad
que posee de rehacerse dinámicamente en razón inversa de la impresión que recibe. No hay cosa más fácil que laxar el vientre
por medio de un purgante á los que padecen de obstrucciones;
pero al dia inmediato y siguientes la astricción será mayor, y el
enfermo ya sabe que no saldrá de vientre si nuevamente no se
purga. Los que sufren de pirosis ó agrios en el estómago ya conocen que se'alivian con la magnesia; pero también snben que
este remedio no les cura, y que si es un paliativo del momento, les
pone en el caso de tener que hacer de ella uso diario, que al fin
tienen que abandonar para no esponerse á complicaciones peligrosas.
Esta manera de curar es propia sólo de los que no ven ni saben otra cosa, ó no se han fijado en el verdadero propósito que
debe guiar al médico. Semejante modo de ejercer la medicina no
merece el nombre de arte de curar, s
Se pretende combatir, otras veces, una forma patológica local,
y se prescinde para ello del estado general del enfermo, del estado
de afección dináifiica universal, que es la causa de aquella manifestación. Sin una reacción del principio vital, que no puede, en
manera alguna, ser parcial, sino general, no se realizarán curaciones perfectas. La enfermedad es general, como lo fué la impresión extraña que sintió el sujeto: la curación lo ha de ser, si es posible , en el mismo sentido. ¿ Por qué en la pulmonía, por ejemplo, se ha de creer que es sólo el pulmón el que padece? ¿Cuál
es desde el principio el estado del enfermo ? ¿ Cómo está su cabeza, cómo sus facultades morales, cómo el semblante? ¿No hay
además sed, inapetencia, lenguásucia, astricción de vientre, orinas
escasas y encendidas, aumento de calor, pulso febril, tnsomnio y
malest^ir general? ¿Y qué remedio es el mejor y el qué más pronto
EL CRITERIO MéoiCO.
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alivia al enfermo? ¿Es la sangría? ¿Son las sanguijuelas, los revulsivos ? No ; es el que procede de la misma vitalidad, de eso que
se llama naturaleza, de ese esfuerzo vital, solicitado unas veces,
encaminado otras por el arte, de forma grande, vigorosa, si se ba
tenido la precaución de no debilitar imprudentemente al enfermo;
es el sudor general, sudor caliente, suave, que brota desde la cabeza hasta los piésj sudor copioso, á cuyas expensas el enfermo
cambia muy pronto de semblante, su moral es más tranquila, recobra la esperanza, puede respirar, se calma la sed, se mitiga la
fiebre, la piel se pone suave, la orina mejora de condiciones, y el
paciente reposa y duerme en fin.
1 Qué lección, qué enseñanza para todos! El médico, ministro
é intérprete de la naturaleza, como le quiere Hipócrates, se empeña en localizar la enfermedad, en materializarla, y allí donde
cree hallar su foco, le 'acomete para suprimirla ó resolverla, despreciando la significación dada al comemus unua, y olvidando
que aquella manifestación es un reflejo de la afección general,
más acaso por debilidad de la parte, que por otros motivos á que
paga tributo el empirismo.
La naturaleza, á su vez, rectifica o da un mentís al jactanoio60 Galeno que así discurre, y ya por sí, ó solicitada por la acción de remedios suaves y apropiados, provoca una crisis, cuya
Índole y cuyo emuntorio nadie podía sospechar. Las crisis que
consisten en sudores genej"ales, en erupciones de varias especies , en flujos hemorroidales, en evacuaciones alvinas abundantes, etc., etc., ¿pueden explicarse de otro modo que por efecto de
una serie de reacciones sucesivas del principio vital, que pugna
por restablecer la armonía ó equilibrio qi^e perdió? ¿Qué paridad
existe entre esta acción vital que de dentro afirera vence los estorbos que se oponen al libre curso de las funciones, realizando así un
movimiento de excentracion diametralmento opuesto al que de fuera
adentro produjo el agente morboso, y la acción de la cataplasma,
la untura, la sanguijuela, la purga, etc. ? Como el arte de curar es
tan múltiple casi como médicos hay que lo ejercen, no sería fácil
formular aquí el criterio de los más para estimarlo. Los materialistas de primer orden, los que llevan lív Cirujía á h Medicina,
270
E l CRITEBIO MÉDICO.
todo lo esperan de sus remedios locales; en nada estiman la im-:
portancia de Jo que hay por encima de lo que se ve ó percibe, y
si hay dolor, lo calman; si señales de congestión, evacúan; si de
obstrucción, desobstruyen; si de saburras ó bilis, purgan. Hay
otros cuya afición á los revulsivos y evacuantes la fundan en el
deseo de imitar á la naturaleza en sus soluciones críticas, y , comoi
buenos intérpretes suyos, se anticipan, creyendo adivinar sus dis-.
posiciones. Dicho se está, si se equivocan, como así ha de suceder
necesariamente el mayor número de veces, el peligro que hacen
correr al enfermo. Pues ¿qué diremos de los que, con Broussaís,
todo lo ven rojo, esténico, irritado; los que, con Brown, laxo,
débil, atónico, y qué desús rospectivas terapéuticas? Cuando«jnjos
encomiar las proezas de esa mecánica médica á un doctor principiante , que tiene trazas de morir impenitente en esto de curar
á su antojo, solemos dnrle el consejo siguiente: «Si queréis eJCTcer la medicina alopática con el mejor éxito posible, y la mayoi^
tranquilidad, posible tanibieil, de ijonciencia, observad cómo la'
ejercen los médicos viejos en sns propins casas y en las de sus
amigos.»
Pero nosotros no somos de los que quieren morir sin enmienda
en esto de curar á capricho. En los primeros años de enseñanza'
práctica aprendimos á dudar, vistos ios elogios que médicos emi-'
nentes por su ciencia tributaban á sistemas diametralmente
opuestos. Más tarde, la exieriencia propia, y una práctica de
eclecticismo, nos hizo comprender que unos y otros exageraban.'
Deseosos siempre de hacer el bien, y procurando vivir divorciados
de toda pasión de sistema, buscábamos, por intuición, la práctica
de esos viejos en el arte, y & fe que sus consejos y sus prodedimientos eran bien poco á propósito para sostener las ilusiones de
las escuelas ni para alimentar las esperanzas del porvenir. Poco
tiempo bastó, en verdad, para que llegásemos, en esta parte, &
una vejez pre'matura. Hipocráticos, naturistas, sin remedio, ú
homeópatas era necesario s?r, no considerándonos en condiciones
de negarlo todo. •
>
El estudio de las obras de este último maestro, del ilustre sajón , nos ha hecho conocer que en medicina no hay otro criterio
EL CBITEBIO MlÉDIOO.
271
más acertado que el vitalismo. El vitalismo, conforme Hahnemann ló comprende, puede decirse que es el hipocratismo perfeccionado. Tiene^ el naturismo de éste; pero no lo acepta sin dirección, sin modificadores venidos de afuera, porque comprende
que la naturaleza es ciega muchas veces, y , ó se excede ó se extravia en sus reacciones, y necesita del médico que encamine ú ordene sus saludables esfuerzos.
1 Cuántos sudores, cuántas hemorragias, diarreas, supuraciones , etc., pasariau de criticas y benéficas á sintomáticas y .
perjudiciales, sin modificadores terapéuticos! Pero modificadores en armonía también con estos principios; modificadores dinámicos, ó sean medicamentos dinamizados, propios, por su especial preparación, para [wder llevar su influencia modificadora á
las regiones vitales.
T. P .
m \ % m Y R4P100S EFECTOS DEL TRATÁMIE^iTO OOMEOPÁTiCO,
EN TRES CASOS DE ENFERMEDADES CRÓNICAS.
El*Sr. de Gr...... de 60 años de edad, linfático, psórioo, padeda
hacia más de cinco años una eruiJcion herpética en la faringe,
amígdalas y velo psilatino, caracterizada por un color rojo subido
déla membrana mucosa de dichos órganos, manchas confluentes
encarnadas on la faringe y bóveda del paladar, sequedad de la
mucosa, ronquera y tos intensa, pertinaz, unas veces seca, otras
húmeda, con expectoración de uiucosida<les amarillentas, que se
agravaba por la noche, especialmente hacia el amanecer, con los
cambios atanosféricos, y se aliviaba en sus accesos más fuertes fumando constantemente el enfermo y tragando el humo del cigarro.
Beltad., Hepar, y Nux r. modificaron uotabl ¿mente en dos meses
la.enfermedad, curándose completamente con Arsen., que la hizo
terminar al tercero de empezado el tratamiento. Los medicamen-
272
EL CRITERIO MEDICO,
tos fueron dados a la 200.' á largos, intervalo» y con observación^
porque el Sr. de G
, efecto de lo mucho que llevaba sufrido y de
los inalos y perjudiciales tratamientos á que babia estado sujeto
durante cinco años, jugando siempre un papel principal las caijtáridas y los sedales, era muy impresionable y se necesitaba evitar
las agravaciones que podian resultar de la repetición de las dosis,
como sucedió al principio del tratamiento homeopático.
Haré 1 os notar que cuando el enfermo nos llamó para entregarse al tratamiento homeopático, que fué el 13 de Octubre de 1870,
no tenía esperanza alguna de su curación; opinión de que participaban su familia y amigos, fundada en que varios de los muchos
médicos alópatas que le habian tratado, hablan dicho que su enfermedad principal era una hipertrofia del corazón, y por consiguiente incurable, pues la de la garganta era muy secundaria y
no tenía tanta inj^rtencia; tomaban el efecto por la causa, como
les sucede ordinariamente. En los accesos de tos y en algnnas
horas después de terminados , sentía el enfermo fuertes palpitaciones de corazón, con opresión , disnea, ruido en los oidos, fuerte calor y coloración subida de la cara, y como dichos accesos eran
bastante frecuentres, sobre todo i>or las noches, que nunca faltaban, de ahí el que los síntomas que acusaba el corazón y demás
órganos, con otros accidentales como el ruido de fuelle en aquél,
hiciesen creer á los profesores alópatas en la existencia de una hipertrofia, sin fijarse, como debian, en la causa que bien claramente
los producía. Fuimos de opinión contraria, y tanto al enfermo como
á su familia dijimos que no había tal hipertrofia,' pues totlos aquellos síntomas eran causados por los accesos de tos tan violenta y
seguida. No se nos crev-ó, pero el tiempo vino á confirmar nuestro modo de considerar la enfermedad. A los treinta días de comenzado ^1 tratamiento, cesaron los síntomas aparentemente indicadores de la hipertrofia, porque habiéndose empezado á modificar la erupción herpética de la garganta, la tos cambió, dejó de
ser violenta y seguida, se hizo blanda y suave, y las palpitaciones , la opresión, la disnea, el ruido en los oídos, el de fuelle en
el corazón, y los síntomas de la cara fueron cediendo hasta deaaparecer totalmente.
KL CBITEKtO MEDICO.
273
Repetidas veces manifestamos al enfermo que no nos vanagloriábamos de haberle curado una enfermedad tan grave como es
una hipertrofia del corazón, que no habia existido; sipo pura y
simplehiente de una erupción herpética, de las más rebeldes que
hemos observado, y que tenía su asiento en la mucosa de las cámaras anterior y posterior de la boca.
II.
Altamente satisfecho el Sr. de G. del tratamiento homeopático,
nos suplicó que viéramos si habia medios en la homeopatía para
curar á su hija mayor, que estaba enferma hacia catorce años, y
cuya enfermedad se habia abandonado como incurable hacia algunos.
Hé aquí los antecedentes patológicos de la señorita C. G.,
de 20 años de edad, de temperamento linfático y constitución
flébil.
A los seis años tuvo el sarampión, que fué poco oonfluentCj pero
seguido de complicaciones ; en la convalecencia del mismo empezó la enferma á sentirse mal, con dolores de vientre, y pocos
dias después deposiciones diarreicas frecuentes. Cuantos medios
se intentaron para combatir la diarrea fueron inútiles : cambios de localidad, ensayos de alimentaciones especiales, aguas
piinerales, astringentes de los más enérgicos, medicaciones varias, la gimnasia, la equitación, la quietud, el movimiento acelerado, todo se estrellaba ante aquella afección pertinaz, que desafiaba constantemente la paciencia de cuantos médicos alópatas
la trataban. Los años pasaban, y los esfuerzos que se hacian eran
inútiles, por lo que se abandonó todo tratamiento, con la esperanza
y la creencia, firme en algunos, de que al presentarse la menstruación desaparecería la diarrea. Esperanza y creencia vanas: la
mens'.ruacion se presentó á los 13 años de edad, y aunque se esperó durante algunas épocas menstruales, la diarrea áeguia sin
alteración alguna, con los mismos síntomas y las mismas condiciones en sus alivios y agravaciones, de que luego nos ocuparemos. En vista de esto so pensó en los baños de mar, que es lo úni15 1
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KL CBITEBIO UÍDICO.
vo que faltaba por ensayar; la diarrea no se presentó raiéatras
los estuvo tomando, volviendo de nuevo cuando regresó la enferma á su casa. Tres años fué á IQS baños de mar con el mismo
resultado que el primero, pero desde el cuarto dejó de ir, porqué
la diarrea no cesaba con ellos, antes bien se aumentó mientras los
estuvo tomando. Los padres desearon que nuevos médicos la vieran;
so ensajaron varios tratamientos alopáticos, pero sin resultado
tangible; hubo personas amigas de esta familia, que aconsejaron
la homeopatía, siendo rechazada por los padres y la enferma, porque no tenian fe alguna en ella. Se abandonó otra vez todo tratamiento, y así pasaron algunos años para la enferma, sufriendo
mucho, hasta el dia en que la vimos por primera vez, & principios
" del mes de Enero último.
Triste, abatida, retratándose el cansancio y la falta de fuerzas
en el hablar y al moverse, se presentó á nuestro examen la señorita O. G. De alta estatura, rubia y ojos azules, se notaba en su
hábito exterior gran demacración-, color blanco mate de la piel ea
general, siendo en la cara algo terroso, con rsanchas pequeñas,
morenas, en algunos puntqs de la misma; la demacración en la cara
era mayor, los ojos estaban hundidos y rodeados de ojeras (te color terreo, y los labios, así como las encías, se veian mtiy pálidas.
Los demás órganos, exceptuando el vientre, no presentaban síntoma alguno, y sólo pude observar el abdomen algo timpanizado.
Como la lengua y el estómago estaban normales, así como las funciones de este último, pasemos á la enumeración de los síntomas
que caracterizaban la diarrea, que hacia catorce años atormentaba á la enferma, según la relación de la misma. Las deposiciones
diarreicas eran frecuentes en las veinticuatro horas, aunque sin
número fijo; precedidas unas veces de violentos dolores cóKcos,
otras sin dolores, siempre acompañadas de muchos gases y liorborigmos, con y sin tenesmo rectal, de color ordinariamente blancireeo, solían ser también amarillentas, con mncosidades y calor ó
frialdad en el recto. Todo era anómalo en las condicioneá de esta
diarrea crónica. Si la enferma estaba nn dia entero sin hacer deposición alguna, se verificaban en número considerable por la noche, ó
en la mañana del dia siguiente al levantarse de la caína. Ya se ali-
VL CBIXEBIO MEDICO.
275
viaba ó agravaba con el movimiento ó la quietud, con las variaciones de temperatura, con las emociones morales, con tales ó cuales
alimentos y bebidas, coa los cambios de residencia; sin poder
nonoa asegurarse fijamente lo que agravaba ó aliviaba tan rebelde enfermedad, excepto con una condición, de que nos vamos á
ocupar. Los señores de G. sostenían importantes relaciones sociales por su buena posición, que les,obligaban á concurrir á bailes,
conciertos, teatros y reuniones de la alta sociedad. A la hora ó
inedia bora de estar en el teatro ó en la casa particular, la reunión
de tantas personas, asi como el calor, producto de las mismas y
de la» luces, producía un cambio especial en el estado de aquella
enferma: sus másenlos se contraian, la acometía un fuerte dolor
de cabeza, su semblante se ponia sumamente encarnado, y se veia
p esa de fuertes dolores cólicos, con deseos de defecar, cosa que
tenía que verificar muy pronto para obtener un alivio pasajero.
Bara era la ñincion de teatro que podia ver completa, y las que
veia, así como su permanencia en las reuniones particulares, era
p(»'que los dolores no eran muy vivos y podia contener la diarrea
en virtud de aquella fuerza de voluntad que la caracterizaba, y
que habla adquirido en virtud de tanto sufrimiento.
Meditando detenidamente sobre la enfermedad que teníamos
que tratar, se nos presentaron perfectamente claros en nuestra
imaginación, tanto la causa, como el diagnóstico y pronóstico. Su
origen estaba indudablemente en el sarampión que tuvo la señorita
C. G. á los seis años de edad, que no habiendo brotado bien^ retropulsó, declarándose indudablemente una erupción en la membrana mucosa de los intestinos, productora de la diarrea crónica
que no la dejaba hacia catorce años. Su óuracion la aseguramos
pronta y radical.
Bajorriendo la serie de medicamentos aconsejados para la diarrea crónica, desde luego nos fijamos en Calcárea carbónica como el
más homeopático, no sólo por el síntoma característico de la diarrea de color blancuzco, sino también por los demás síntomas enumerados , que pertenecen casi por completo á la esfera de acción
de este medicamento. Decididos, pues, por su elección, disolvimos
seis glóbulos de la 200.* en medio vaso de agua, para que tomase
276
SL cítnzmo vÉDico.
la enferma tres cucharadas diariamente, hora y media antes del
desayuno, del almuerzo y de la comida.
A los cuatro dias volvimos á verla, y nos dijo que la diarrea había desaparecido desde el dia anterior, pero que tenía el presentí-'
mienta de que había de volver. La manifestamos nuestra creencia
en contrario, y dejamos disuelta otra dosis de Calcárea carbónica
200.* en medio vaso de agua, para que la tomase del mismo modo
que la anterior.
Seis dias después tuve la satisfacción de ver confirmada mi
creencia, pues la diarrea había desaparecido completamente, y
aquella señorita defecaba una vez cada veinticuatro horas y normalmente, como hacia catorce años no lo verificaba. Desde luego
empezó á frecuentar los teatros y las reuniones particulares, siü
que volviera á sucedería en ellas lo que antes, por calor y gran
número de personas que hubiera.
Un mes después de curada tan rebelde dolencia, la vimos gruesa y alegre, siendo la admiración de cuantos la conocían, y veáan
la trasformacion en ella operada, merced al benéfico y eficaz influjo del tratamiento homeopático.
III.
La señora de O
, de cuarenta años de edad, casada, t^npe-^
ramento muy linfático, constitución regular, bien reglada, y de
buen género y método de vida, impresionada por las curaciones
de los dos enfermos anteriores, de cuya familia era antigua amiga, y deseosa de ensayar la homeopatía para ver de destruir la
enfermedad de muchos años que padecía, nos consultó á mediados
ds Enero último. Su enfermedad era una diarrea, una irritación
crónica de vientre, de ocho años de duración, según nos manifestó.
Sus antecedentes patológicos eran los siguientes:
Hacia como unos ocho años que, á con ecuencia de un enfria-'
miento, fué invadida de una fiebre intermitente de tipo tercianarío , y cuantos medicamentos alopáticos la fueron administrados
para combatirla, fracasaron completamente, jugando el principal
papel, como pueden presumir nuestros lectores, el tan decantado
SL CBITEBIO JtÉDlCO.
277
salfató de quinina. Año y medio duraron las intermitentes; en
este espacio de tiempo solian desaparecer algunos dias, merced á
enormes dosis de sulfato de ,quinina, pero volvian bien pronto, variando á veces en sus tipos', y muy principalmente en la duración
de sus estadios, Pero á consecuencia de las grandes cantidades de
qninina que esta señora había tomado, empezaron á alterarse
gravemente las funciones digestivas al año de estar enferma, manifestándose por fuertes gastralgias, dispepsia, desarreglos en la
excreción y secreción de la bilis, y diarrea con y sin cólicos, haciéndose ésta, por-fin, permanente. Los últimds padecimientos
la impulsaron, «cansada ademas de tantos medicamentos como habia tomado sin resultado alguno, & rechazar toda clase de tratamiento, y se decidió á viajar hasta eíicontrar una localidad donde, á benefido de su clima, obtuviese algún alivio; notando satis'actoriamente, á los pocos dias, la desaparición de las intermitentes con sólo haberse trasladado á una de las provincias de Andalucía. Las intermitentes no volvieron más; pero los desórdenes
gastro-intestinales siguieron tenazmente mortificándola, y , á p^sar de los cambios de localidad, no pudo conseguir alivio para
ellos, hasta que, cansada también de viajar, volvió á su residencia habitual, y con grandes cuidados y precauciones en las variaciones de temperatura, mucho método y régimen en las comidas
y género de vida, pudo adquirir solamente algún alivio, desapareciendo la gastralgia; pero los demás síntomas gastro-intestinales no sufrieron alteración alguna. En tal estado se encontraba,.
desde hacia cuatro años, el día en que la vimos por primera vez.
Su color era de una palidez muy pronunciada, con ojeras azules, decoloración de las muox)sas, vista triste, vientre timpanízado, debilidad general, lengua rubicunda en los bordes y punta,
con papilas muy pronunciadas y de un color rojo subido. Los alimentos que tomaba sufrían una digestión muy laboriosa, desarrollándose gases ardientes, eructos que escoriaban la garganta,
mucha «ed, regurgitación acre de las sustancias ingeridas, y náuseas á veces, aunque pocas; soñolencia ó inquietud durante la
digestión, sin poder tener apretados los vestidos sobre el epigastrio. Existía, independientemente délos desarreglos gástricos des-
278
Bt oBiisnio
idímco.
oritos, una diarreia cuyos síutomus de mmifestadon variaban al
influito, siendo, ya acuosa, indolora, sin gases ni ardor, ni tenesmo rectal; ya acompañada y precedida de dolores tíxás ó méoos.
fuertes, con desarrollo de gases más ó menos abundantes, tenesmo y ardor durante y después de la defecación; amarill^ita, sanguinolenta, verduzca y mucosa ó de materias á medio digerir.
Los síntomas gastro-intestinales, pero especialmente la diarrea, se
agravaban dwpues de comer, y sobretodo después de beber agoa,
cenia humedad, el movimiento, y excediéndose en algunos a'imentos, como las frutas y dulces. Se aliviaban con la quietad y el
tiempo caliente. Sobresalía en esta enferma un síntoma muy característico , que era un abandono grande de sí misma y a,Tersion
á toda clase de movimiento, pues sufría muchísimo morolnkmte
cuando se veía obligada á salir de casa. Su mayor placer eta qué
la dejaran estar sentada en una butaca ó echada.
Estos síntomas morales tan característicos, unidos á los gastrointestinales, producidos todos, indudablemente, por la quinina, y
que constituían una verdadera patogenesia en pequeño de esta
sustancia, nos hicieron desde luego pensar en la administración
de Ársenicum álbum; pues aunque Puhatilla es un medicamento excelente y de prontos y eficaces resultados en las enfermedades quínicas causadas por la ingestión de fueites y repetidas dosis
de quinina, y tiene muchos de los síntomas que acusaba la sefiora de O
, en cambio posee otros síntomas morales y gástricoa
característicos, diametralmente opuestos á los de la enferma, y
por eso lo excluimos del tratamiento.
Manifestamos desde luego á la familia de la enferma que ésta
padecía una intoxicación guínica, ouraUe con el tratamiento homeopático.
Decididos, pues, por Arsen., disolvimos seis glóbulos de la 200.*
en medio vaso de agua, para que la enferma tomara diariamente
una cucharada hora y media antes del desayuno, y otra hora y
media antes de comer.
A los cuatro días volvimos á ver á la se/íora de O
, y observamos con satisfacción un grande alivio en todos sus ^ntoraas.
La diarrea y la dispepsia habían disminuido mucho, su semblan-»
EL CRITEBIO MEDICO.
'
279.
te tenía más animación, y los síntomas morales anotados cedían
considerablemente. En vista de tan buen resultado, prescribimos
otra dosis igual de Arsen., 200.", para que la tomase del mismo
modo que la primera.
Cinco días después la encontramos casi buena; todo aquel cuadro de síntomas descrito habia desaparecido, y sólo subsistía la
diarrea en forma de una deposición abundante, matinal, poco
después de tomar el desayuno. Otra dosis más de Arsen., 200.*,
acabó con ella, y completó la curación de una enfermedad de ocho
^ños de duración.
Desde entonces hasta la actualidad no ha vuelto á resentirse la
salud de la señora de O
, á pesar de los cambios de temperatura , de algunos excesos en el régimen alimenticio que ha cometido , de haberse mojado y sentado en píiseo en parajes húmedos,
cosa que antes no podía hacer impunemente.
Estos tres casos ponen bien de manifiesto los eficaces y rápidos
efectos del tratamiento homeopático cuando los medicamentos
están bien elegidos y se dan en las dosis convenientes. No se podrá decir que el tiempo, la imaginación, etc., hicieron los gastos
de la curación en unas enfermedades tan antiguas y que tan profundamente arraigadas estaban en la economía.
Haremos notar, para concluir, lo necesario que es observar cuidadosamente los efectos de los medicamentos administrados y estudiar los cambios que producen. En el primer caso, el enfermo era
muy linfático y parecía bien poco impresionable; pero pronto salimos de nuestro error al ver la agravación que le produjeron dos dosis seguidas de Bellad., 200.'; pero esta agravación no nos hizo
cambiar de-medicamento : nos limitamos á suspenderlo , y no lo repetimos mientras no yeíamos agotada su acción. Si lo hubiéramos
reemplazado por otro intempestivamente, esto nos habría complicadd la enfermedad y el tratamiento, y no hubiéramos obtenido
tan pronto los felices resultados que nos esperaban de la terapéutica de una enfermedad tan rebelde, tan tenaz á todo tratamiento,
como la erupción herpétici que se asienta en las fauces y regiones veoinas.
PAZ ALVAKKZ,
280
BL CllirBRIO HEDIDO.
MATERIA MÉDICA.
PATOGENESIA DE .-ESCULUS HIPPOCASTANÜM:
PUBLICA''A
por el Or. EOWIN M. H A L E , de Miohigan.
(Ti-aduoida para Er. CHITBRIO MKorco por el Dr. J. C. Kort, de Montevideo.)
Analogías.—Aesculus glabra, Aloes, CoUinsonia, Ignatia, Ácido citrico, NuezTÓniica, Mercurio, Azufre, Podophyllum, Iris versic, Hydrastis.
Descripción botánica.—En el lenguaje de las flores este árbol simboliza la «Lujuria.» Su hermosura consiste principalmente eñ su efloíescencia, en la cual aventaja á la mayor parte de nuestros árboles indígenas. Los inmensos racimos de lujosas flores que en cada primarera
se distribuyen con tanta lozanía y profusión por entre el follaje y las
extremidades de las ramas, presta á todo el árbol el aspecto de una flor
monstruo más bien que el de un árbol délos de mayor tamaño. A principios de Junio es cuando empieza á presentar sus grandes y piramidales racimos de flores rosadas y blancas moteadas de punzó y amarillo, contrastando hermosamente con el verde oscuro del follaje.
Orden hippocastanaccum ; género, íesculus; especie, hippocastanum.
Las hojas son opuestas, largamente pecíoladas, compuestas de cinco
á siete hojuelas palmadas dentadas, y trasovadas. Las flores vistosas, formando grandes racimos en panojas terminales, los pedúnculos articnlados. El cáliz campanulado, de cinco pétalos unidos. La corola, dilatándose blanca, moteada de púrpura y amarillo, y compuesta de cuatro ó cinco pétalos, los cuales son irregulares, unguiculados y casi hypoginos. Los
estambres generalmente son siete, desiguales, insertos sobre el disco,
hyppoginos. El ovario, grande, redondo, erizado, cuando tierno dehiscente, loculicida, de tres puntas y de tres celdas, y coronado por uu
solo estigma cónico, contenieiido dos óvulos en cada celda. Estas semillas son muy grandes, redondas, lustrosas, coriáceas, color de castaña,
con un hilo ancho, redondo y pálido, sin albumen.
El Aesculus Ohioensis difiere del aesculus hyppocastanum por tener
cinco hojuelas, las extremidades coloradas, curvas, mucho más largas
que la corola, la cual consta de cuatro pétalos amarillos rectos. La frota pincha cuando está tierna, es lisa enteramente después de madura,
y de la mitad del tamaño que el hippocastanum. El tamaño de este árbol es pequeño, y exhala un olor desagradable, especialmente cnasdo
está en flor.
EL CRITERIO MEDICO.
281
Historia.—Este árbol es indígena del Asia menor, pero florece bien
en los climas templados de ambos hemisferios. Se cuentan unas doce especies conocidas, pero el género eesoalus es el único que se encuentra
en los Estados del Norte América. Fué introducido en Europa, hace
tres siglos, por el Barón Ungand, embajador de la Puerta Otomana,
el cual en 1576 envió las semillas de la clase común de este árbol á
Viena. Hoy se cultiva tanto en Europa como en América y es un árbol
de adorno.
El nombre «assculus» fué en su principio aplicado á una especie de
roble, y también á un árbol que producía una fruta comestible, y probablemente se deriva de esca «alimento.» Linneo le agregó el «hyppo castanum», por su semejanza, sin duda, con las semillas grandes del
castaño, y porque los Turcos suelen molerlp formando una harina, que
mezclada con otros alimentos, sirve para pienso délos caballos, que necesitan engordar. En los Estados del Sur y del Oeste de la Union americana hay varias especies que llevan el nombre do «Buckeye», á consecuencia de la semejanza de la semilla con el ojo de un animal.
Propiedades medicinales.--ÍJ& madera de este árbol no tiene importancia medicinal; las grandes semillas farináceas contienen una cantidad considerable de alimento, pero de poco uso por su gusto amargo
intenso, y por el principio narcótico de que está cargado. La clase común se usa en Suiza, aunque con algunas precauciones, para la alimentación del ganado lanar. También sirve de aliniento á los ciervos,
caballos y bueyes. El almidón preparado con este fruto es superior al
del trigo, y el engrudo que se prepara con su harina sobrepuja á cualquiera otro, no sólo por su luayov durexa, sino porque no le atacan ni
la polilla ni clase alguna de insectos. Se le ha recomendado como excelente para sustituir al café.—Las hojas frescas son aromáticas y se
han usado en lugar del lúpulo para la fabricación de la cerveza. La raíz
contiene una materia saponífera y mucilaginosa, que se la atribuyen
propiedades tóxicas. La corteza es muy poco aromática; su sabor es
amargo y astringente, aunque no desagradable; contiene tanino y otros
principios amargos, que se comunican al agua cuando se la hace hervir
en ella. Se recomienda como tónico, astringente, narcótico y antiséptico, como antifebrífugo, empleándose en decocción bien cargada para
lavar las iilceras gangrenosas. E n Europa se ha tratado de aplicarle
como succedáneo de la Cincona, pero sin resultado. Hoy se usa muy
poco como medicamento, considerándose como de más importancia la
corteza de los ramos que cuentan de tres á cinco años, la cual se recoge en primavera. Las semillas reducidas á polvo y tomadas como rapé
producen estornudos, y se han empleado con ventaja, bajo esta forma,
para cefalalgias y enfermedades de la visión. El aceite que se extrae de
feste fruto es hoy un remedio muy preconizado en Europa para tratar
la gota y el reumatismo.
282
EL CRITEBIO MEDICO.
Halinemann se expresa acerca de esta sustancia en los siguientes
téminos:
Los efectos morbosos que desarrolla la corteza de este árbol pneden
hacernos pensar en su poder y utilidad para el tratamiento de la'fiebre
intermitente ó de alguna de sus rBÍiedades. El único fenómeno que le
conocemos es el desarrollar una sensación constrictiva en el pecho; de
consiguiente, se le encontrará útil en el asma espasmódico (periódico).
El Dr. Buchman, en una introducción en que hace preceder los resultados de sus experimentos con este medicamento, dice lo siguiente :
«Esta planta ha sido usada como un remedio popular, y los resultados favorables obtenidos por la misma en hinchazones glandulares de
los caballos, en catarros crónicos de los órganos respiratorios y del canal intestinal, me impelen á emprender su experimentación pura á fin
de aclarar su poder curativo con arreglo á los principios de la doctrina
homeopática.
Los siguientes experimentos se han hecho con diversas preparaciones del medicamento y con variedad en las dosis, desde las más groseras hasta la segunda trituración, y los presentamos tales como los h e mos observado, á fin de que el homeópata práctico pueda examinarlo»
con toda detención, siguiendo su orden y apreciando los síntomas desarrollados y sus concomitantes. Generalmente se la prepara moliendo
la nuez con su cascara hasta reducirla á un polvo fino con el cual se
forman trituraciones como con cualquier otro medicamento. También se
le puede preparar en forma de tintura.
EXPERIMENTOS HECHOS POll C. W . BolOE-M. D . AüBUKD N . J .
Affosto 24:.— Diez granos de la 1." decimal trituración, tomadosá las
nueve de la mañana, me produjeron los siguientes síntomiís : náusea
inmediatamente de tomar el medicamento, constante deseo de tragar,
con sensación de sequedad y dureza en la garganta.
Agosto 28.— A las diez de la mañana tomé 110 gramos de la misma
preparación, y experimentó : náusea inmediatamente, náusea constante, ,
* sensación do sequedad y de aspereza en la garganta, como de un resfriado. A las cinco de la tarde del mismo dia tomé 10 granos de la misma preparación, sintiendo: náusea, y en los dos dias siguientes cons-,
tante tendencia á declarárseme una diarrea, con mucha propensión á
evacuar, aunque sin resultado, ó con evacuaciones muy ligeras.
Setiembre 12.— Tomé á las nueve de la mañana 10 granos de la misma preparación, que me hicieron experimentar: náusea inmediata, sen- .
sacion de vómito durante todo el dia, con aumento de apetito. A la»
cuatro de la tarde repetí la misma dosis , y sentí: náusea, salivación,
gusto-metálico en la boca, sensación de sequedad en el recto. — Repetida la dosis anterior á las ocho de la noche, experimenté: náuseft, el
EL CEÍTERIO MEDICO.
283
penaar én el medicamento se me hacia insufrible, sequedad de la garganta , sequedad y comezón en el recto, con sensación de tirantez en la
piel y en el tejido celular adyacentes, cuyos sintonías continuaron por
varios dias.
Setiembre 24.— Igual dosis que la anterior, tomada á las tres de la
tarde, me produjo : náusea inmediatamente >,diarrea que duró las vein- :
ticuatro horas siguientes.
Setiembre 26.— La misma dosis, tomada á las cuatro de la t a r d e :
náusea inmediatamente, aumento de saliva. El gusto de la droga permaneció en la boca por varias horas, ¿iarrga de ingesta. Por varios dias '
seguidos experimenté una sensación como si la membrana mucosa del
recto hubiera engrosado, obstruyendo el paso de las heces fecales; se- •
quedad del recto.por varios dias, seguido de una secreción de humedad;
dolor del recto, con sensación como si quisiera pasar algo por su trayecto. Induje á varias personas á que me auxiliaran en estos experimentos , y no dieron más resultado que el aumento en la salivación. :
Octubre 3.— Diez granos de la 1." decimal trituración, tomados á las
tres de la tarde, me ocasionaron : náusea inmediata, que continuó J)or
toda la tarde, sequedad de la garganta y del recto.
, Octubre 4.— Repetida la misma dosis á la una de la tarde, dio por
resultado: náusea, aumento de saliva, sequedad de l'a laringe, cosquilieo y sensación de aspereza en la mucosa laringo-faríngea, senaacion
de hinchazón en la mucosa nasal, como en un resfriado; estornudo.
Octubre 5.— Iguah dosis, ¡i las nueve de la mañana, me produjo:
sensación de sequedad y dureza de la glotis y de toda la mucosa laringo-faríngea, náusea ligera. Bepetida la dosis á las dos de la tarde del"
mismo dia, aumentó la sensación de sequedad en la garganta, seguida •
de náuseas y de una secreción muy semejante á la que se establece en el
segundo período de un catarro; sensación desagradable en el recto, como
si estuviera lleno de pequeños palitos.
Octubre 6. — Igual dosis, á las dos de la tarde: sequedad dolorosa
de la garganta por espacio de seis hora», sensación de postración,
grande repugnancia á laMroga.
Octubre 7. — La misma dosis, á las diez de la mañana, me produjo:
náíisea, atimento de saliva. Repetida la dosis á las cuatro de la tarde,
experimentó : náusea, deseo de evacuar, sin resultado, deseo de estar
evacuando por mucho tiempo con sequedad excesiva, sequedad del recto
con sensación de calor. Repetida la dosis á las nueve de la noche : náusea inmediata, con esfuerzos, sin resultados, para evacuar el vientre;
sensación como si hubiera pliegues ó dobleces en la mucosa del recto,
que obstruyeran el trayecto de las heces fecales, y como si, continuando
los esfuerzos, se saliera el recto.
Octubre 10.— En los últimos tres dias he sentido dolor en el recto,
cuya secreción ha tomado mayor incremento, así como las náuseas, con
284
EL CRITERIO MEDICO.
frecuente conato á evacuar el vientre, sin poderlo conseguir. En éste
estado tomé tres granos de la indicada preparación á las tres de la tarde , que me produjeron náusea inmediatamente y repetida la dosis , pero
á diez granos; á las ocho de la noche observé el mismo sintonía.
Octubre 1 1 . — Por la mañanita temprano sentí una grande languidez
y vacío en el estómago. Tomé diez granos del medicamento á las diez
de la mañana de este dia, que me produjeron: náuseas, sequedad de
la garganta después de comer. El estómago se siente lleno después de
la comida, como si sus paredes hubieran engrosado; excesivo dolor de
estómago, por cuatro ó cinccj horas, después de haber comido, y que
continuó hasta que volví á tomar alimento , dispepsia, vivos dolores en
el lado derecho de la cabeza, por encima de la región temporal, gusto
metálico en la boca, aumento de secreción de las glándulas submaxilares, buen apetito, sequedad y dolor en el recto.
A las tres de la tard» de este dia tomé igual dosis jque por la mañana, y me ocasionó dolor en la punta de la lengua, como producido por
úlceras, náusea con sólo pensar en la droga; á la sequedad del recto
sustituye una secreción de moco.
EXPERIMENTOS HECHOS POR EL DB. T. C. DUNCAN.
>.
Las siguientes observaciones se han recogido de un joven estudiante
de medicina, de temperamento bilioso-nervioso, muy entregado al estudio , con mucha predisposición á padecimientos del vientre, á consecuencia de una diarrea que le ha molestado por mucho tiempo, y acostumbrado á bastante ejercicio, toda vez que no hay dia que dejara de
andar ocho millas.
Mayo 26 de 1865.—Tomó gut. xij , segunda décima dilución de 1*
fruta macerada por espacio de tres meses en alcohol puro, y experimea'tó los siguientes
SÍNTOMAS. — Ligera náusea, eruptos, ligero malestar en la región
esplénica; dolor punzante en el ojo izquierdo, pérdida de la memoria,
imposibilidad de fijar la atención, dolor en el epigastrio, dolor en la
nuca, presión en la región del oido derecho, excesivo calor en los órganos internos próximos al epigastrio, evacuación de vientre á las dos
de la'tarde. A las ocho de la noche: continuos dolores en el dorso,
hombros y cuello, algunas veces con sensación de punzadas en ambos
oidos; dolor en la fosa nasal derecha; coriza intenso, con sensación de
^plenitud en la nariz y en la frente, como si estuviera resfriado, plenitud en el epigastrio, plenitud y picazón en el ano, después de haber
andado una milla; picazón en las manos después de lavarlas, sensación de languidez, dolor obtuso en las espaldas, náusea á las tres horas de tomar té.
Mayo 7, á lus seis de la mañana, — Durmió bien, pero se sintió muy
EL CRITEBIO U^DICO.
285
dolorido al despertar, los ojos llenos de lágrimas, la ventana izquierda
d é l a nariz llena de un moco espeso, la derecha, vacía; presión sobre
el ala izquierda y la raíz de la nariz, dolor obtuso y de pesadez en la
nuca; las fosas nasales posteriores se hallan vacías, pero por la mañana están generalmente llenas^ de moco; picazón ó comezón en el ano,
con algún calor. A. las ocho de la mañana de dicho dia tomó 15 gotas.
— Dolor en el cuellq, confusión de ideas; no ha estudiado en todo el
dia nada; calor y presión en el ano, falta de la evacuación de vientie.
Mayo 8, á las siete de la mañana. — Ha dormido bien, despierta á
la hora de costumbre. Toma 20 gotas de la primera dilución, que le hicieron experimentar: náusea, la boca y faringe se sienten irritadas,
presión , quemazón, plenitud y picazón en el ano; la frotación determina un extraordinario aflujo de sangre á la parte, ardoradas de calor
por todo el cuerpo, dolor en el cuello, con sensación de picazón, sensación de acumulo de sangre en el cerebro, el corazón y los pulmones ; '
retortijones por la región del corazón, evacuación de vientre, á las
ocho de la mañana, de materiales secos, formando pelotones, que le
cuesta mucho trabajo el desprender; orina ardiente, plenitud en la
piel, como si hubiera demasiada sangre en todo el cuerpo. Al lavarse
la cara, se producen con la frotación manchas encarnadas en la piel de
la misma, hinchazón de los pies, después de haber andado una distan- •»
cia á que estaba acostumbrado; dolor en los callos, dolor en la gargant a , inteligencia clara, ilusiones ópticas, las pantorrillas doloridas, sequedad de la boca y faringe; las mucosidades tienen un gusto dulce;
eruptos frecuentes.
Mayo 9, á las seis de la mañana. — Durmió profundamente, y sueña
que se hallaba en una batalla peleando con muchos; grande excitación;
despierta atormentado, y se encuentra que estaba en decúbito supino, y
adoptó en seguida el lateral derecho, durmiéndose otra vez, creyendo
ver un hombre en su habitación. Al despertar sintió muy dolorido todo
el cuerpo, especialmente las extremidades inferiores, el cuello, los hombros y el dorso, y también, aunque no tanto, las inferiores y el pecho;
los pies continuaban aun más hinchados , ligero infarto de las glándulas
cervicales con dolor al tacto, pesadez de los miembros y endurecimiento
de las articulaciones, sequedad y endolorimiento de la boca y de la faringe , deglución difícil, dolor en los pulmones con gran acumulo de
sangre al hacer una inspiración larga y profunda; plenitud en el epigastrio, ano dolorido, vientre torpe, orina caliente y clara; dolores neurálgicos en los brazos, sensación de p)enitud y de endolorimiento en la
nariz, pesadez en la parte exterior de la cabeza, confusión del espíritu,
pensamientos rápidos, imposibilidad de fijar su atención, vista clara,
pupilas dilatadas, qne se contraen con mucha lentitud; trata de estar sin
pestañear; mucha afluencia de gases en el vientre; hiperestesia del cerebro, pandiculaciones y bostezos, dolor en el lado derecho del cráne<?,
,286
EL CRITERIO XÚDICO.
sobre el cual descansaba en la almohada; irritabilidad extremada, pierde
la paciencia con facilidad, y después contiene su mal hamor, pero lentanjente.— A las ocho y media de la mañana tomó 30 gotas de la h*
decimal dilución. —A las nueve experimenté dolores agudos en la tráquea, que me producían titilación y tos , sequedad de la boca y de la
faringe, calor en el estómago y en el tórax, ruido en el vientre, con expulsión de ventosidades, endolorimiento del ano, gran calor por todo el
cuerpo, bostezos y pandiculaciones seguidas de sensación de galvana.
lendo á caballo al aire libre se experimenta mucha dejadez, tialismo
con gustp aceitoso, sequedad de la parte posterior de las fosas nasales,
peliiücos en los ojos, cntendiüiiento muy clíro, pesadez y torpeza en le
parte posterior de la cabeza y en el cerebro; las piernas se sienten doloridas por el peso del cuerpo, los pies se hinchan, los callos están muy
doloridos, así como el tendón de Aqniles, debilidad en las articulaciones , gran dolor en la región Inmbo-sarca, dolor al andar erguido, dolor
de pesadez en los brazos -y en los hombros, debilidad en las manos, imposibilidad de contraer los músculos de las mismas al tratar de escribir
bien, con dolor al moverlos, uñas azuladas, dolor agudo en la parte
superior del brazo izquierdo, y adormecimiento con sensación de picor
en el mismo, sensibilidad de la región hipocondriaca derecha, dolor en
el ombligo, retención de orina, que se consiguió expeler después de va^
rio8 esfuerzos, orina caliente y clara, dolor de pesadez en el ano, plenitud del recto. — A la una de la tarde.— Poco apetito, dejando de comer á causa de la gran distensión del estómago, eruptos, expulsión de
fiatuosidades, dolores punzantes en la región del corazón, con plenitud
y palpitaciones.^—A las diez de la noche.— Ligero dolor en el ojo derecho, estando cerca de la luz; pellizcos en lc« párpados, dolor ea las
pupilas, sensación de pesadez y torpeza en la cabeza, especialmente ea
la región del oido derecho, catarro nasal, presión en la frente y partLcularuiente en la raiz de la nariz, sensación de calor en los labios, aumento de secreción de las glándulas submaxílares, sequedad del paladar y de la parte posterior de las fosas nasales, calor á todo lo largo
del exófago, ardor en el estómago como si hubiese en él agua caliente,
plenitud en la región del hipocondrio derecho, dolor al ombligo, come^
2on por todo el cuerpo, especialmente al rededor de la cintura; mucha
expulsión de fiatuosidades.— A las diez y media de la noche.— Grande
presión en el recto, plenitud en el cólou, necesidad de evacuar el vieat r e , mucho estreñimiento, con temblor y,deposiciones duras semejante»
á una cuerda llena de nudos, como de unas ocho pulgadas de longitud,
de color oscuro en su primera mitad, y claro en el resto; excesivo doilor en el esfínter del ano, con imposibilidad de contraerle, lo cual UK
obligó á tener que empujarle para hacerle tomar su posición normal,
mucha quemazón y picazón en el ano. Estuvo todo el dia muy pesado
y. se durmió pronto.
{Se continuará.)
.
.
EL CBITKEIO MEDICO.
287
VARIEDADES.
El Hospital homeopiticú de Nueva-York,
que viene ocupando desile
su fundación los pisos superiores de la casa donde está el Dispensario
homeopático del Nordeste de la ciudad, contará pronto con un magnífico edificio, muy capaz é independiente, cuja construcción ha empezado ya este año. La Legislatura del Estado dt Nueva-York ha concedido por medio de una ley 20.000 dollars para el nuevo hospital; el
Ayuntamiento, por sn parte, ha dado 10.000 dollars con el mismo objeto, y numerosos donativos particulares han venido á aumentar estas
sumas , juntamente con los productos obtenidos en conciertos, reuniones y lecturas públicas, organizadas por la Junta de Damas protectoras del hospital. Están presupuestados en 150.000 dollars todos los
gastos de construcción y mueblaje, etc., próximamente tres millones
de reales, y las suscriciones recibidas, unidas á los cuantiosos donativos ya hechos, y ottps que hay prometidos, excederán pronto de la
suma presupuestada. El hospital tendrá un departamento independiente destinado á los enfermos afectados de enajenación mental.
En Washington existe un médico alópata, el Dr. VanAernam, uno
de los pocos ejemplares que quedan de los atacados de homeopatofobia,
pero que la padece en su mayor grado de intensidad, y que desenipeñaba hasta hace poco un bonito destino oficial, pues era jefe de los establecimientos benéficos. Este buen señor empezó á perseguir é insultar
por todos los medios de que podía disponer, que eran muchos y pode'
fosos , á los médicos homeópatas empleados en los establecimientos dependientes de su dirección, formándoles expedientes, dando matos partes de ellos y expulsándoles, por último, de sus destinos. Esta conducta llegó á hacerse pública, la prensa tomó cartas en el asunto, y censuró enérgicamente al citado jefe, pronunciándose, por último, lajopinibn en contra de él, de tal modo, que el Presidente de los EstadosUnidos se ha visto en la necesidad do separarle de su destino, nombriando
al Dr. Baker en su lugar, y siendo repuestos en sus destinos también
los médicos homeópatas separados tan ai'bitrariamente por el célebre
Dr. Van-Aerttam. La prensa ha aplaudido lo hecho por el Presidente
"d"e"la:He'pública, reclamado por la opinión pública, según vemos en
288
E t CRITERIO MEDICO.
The Evening Post de Nueva-York. Asi se procede en los países verdaderamente librep.
El Dr. J. Seegen, catedrático de Medicina en la universidad de
Vieua, ha publicado una obra esencialmente práctica sobre la diabetes,
basada en la clínica de 140 casos de esta enfermedad. Coloca, entre
los agentes curativos de la misma, y en primera línea, las aguas mimero-medicinales de Carlsbad, y después las de Vichy.
El Dr. Fayrer ha hecho estudios asiduos y recogido datos importantes , relativos á la frecuencia de los casos de muerte producidos por las
mordeduras de las culebras en la India. En esta parte del mundo calcula el Dr. Fayrer 11.416 casos de muerte anualmente. En el Indostan sube extraordinariamente esta estadística, calculándola el mismo
en 20.000 casos anualmente.
Un soldado prusiano, procedente de los alrededores de P a r í s , cuan,do el sitio de esta ciudad, entró ei> el hospital Alioe de Dannstadt,
afectado de una ciática; pero bien pronto fué atacado de una viruela
intensa y rara. La erupción, que no fué precedida de ninguno de los
síntomas propios de ella, empezó en la ingle derecha bajo el aspecto
de un eritema simple. Avanzó sobre el tronco y la cara, á la que hinchó algo. Tomaba alimento y dormía bien. Al quinto dia aparecieron
las pústulas variolosas, que, en el cuerpo fueron discretas, pero en la
cara muy confluentes, presentándose también en las fauces y amígdalas. El paciente no pudo ya deglutir, sobrevino el edema en los pulmones y murió al octavo dia. Es este caso, indudablemente, uno de los
más raros que han llegado á nuestra noticia de la epidemia variolosa que ha diezmado los ejércitos alemanes y franceses en la última
guerra.
(
En California, donde tanto ha progresado la homeopatía eu estos últimos años, se ha fundado una sociedad homeopática bajo el título de
California State Medical Society of Homoeopathic Practitioners, contándose el día de su instalación veinticinco socios inscritos.
MADRID, 1871.—IMPRENTA T KSTBEEOTIPIA DE M. E I V A D E K E Y R A ,
calle del Dafue de Otan*, Ddm. 3,
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