LC 2016 Antología poética Poesía Prometida Pedro Lezcano Antología poética Presidente de Gobierno Fernando Clavijo Batlle Consejera de Turismo, Cultura y Deportes María Teresa Lorenzo Rodríguez Viceconsejero de Cultura y Deportes Aurelio González González © de la edición Gobierno de Canarias © Herederos de Pedro Lezcano Edición de Antonio Becerra Bolaños Selección de textos Antonio Becerra Bolaños María Isabel García Bolta Felisa Padilla Rodríguez Ilustración de cubierta Alberto Hdez. Diseño y maquetación Sergio Hernández Peña (sergiohp) Depósito Legal: TF 78-2016 ISBN: 978-84-7947-642-7 Impresión Gráficas San José Antología poética Pedro Lezcano Poesía Prometida Índice 9 11 21 22 En homenaje Prólogo Referencias Esta edición ANTOLOGÍA 29 32 33 35 38 39 41 43 44 46 48 50 51 52 54 56 58 61 6 Poema del llanto verde Tus labios Elegía a mi perro y a mí Edicto Playa Azul Romance de la pena alegre A Ricardo Lezcano Oración profana El escultor de barro Conformidad Canción de Empédocles Baja Fría Carta al extranjero Morir en paz Consejo de paz Para los camaradas de la ilustración 64 66 68 69 72 74 75 77 79 83 84 86 88 89 91 93 95 96 97 99 101 Seguidillas de domingo provinciano Los padres Amor Romance de la paz condenada De la amistad Kansas School Endecha de las dos islas (Tenerife y Fuerteventura) El asesinato La maleta Al grupo Mestisay Oda a la muchacha de la paz Para mi hija María La palmita Mujeres saharauis Retrato de un obrero cualquiera Orden Plática Crónica de una guerra Plagios en desagravio de la rosa Aparcera Fe de vida 103 Notas del editor 7 En homenaje Las palabras sirven, o deberían servir, para unirnos. Las palabras, además, deberían ofrecer la posibilidad de crear un mundo mejor, más justo. Y las palabras viajan y rompen fronteras, a pesar de que en ocasiones no se entiendan. Pero suenan. Pedro Lezcano descubrió la palabra y se enamoró de ella. Y vio que con la poesía podía dialogar con el mundo, que sus palabras eran como una casa donde entraban todos sin excepción para hablar de lo que merece la pena. No es de extrañar que uno de sus libros más importantes fuera Consejo de paz, en el que manifestaba cómo la palabra “paz” en las Islas Canarias era una especie de contraseña que abría todas las puertas. Lezcano nació en Madrid, pero creció canario; descubrió el paisaje insular y se hizo isleño; se contagió de los ritmos insulares y extendió su familia a todos los que formaban parte de esta tierra. Se solidarizó con ellos y les dio voz. Ese es tal vez el más hermoso de los regalos que nos entregó este poeta cuyas palabras hablan de las dificultades de esta tierra, de la emigración y de la miseria, del camino hacia la bondad, de la paz canaria. El Día de las Letras Canarias toma este año un sentido especial cuando más es necesario. Celebramos la humanidad como valor esencial de estas Islas, cuya historia nunca ha sido fácil, pero que siempre han luchado por aquello que fascinó a los antiguos de estos trozos 9 de tierra en el Atlántico, la paz. Ojalá que estos poemas sirvan para recordarnos lo fácil y lo complicado que resulta que un pueblo mantenga ese valor que lo hace tan especial. Ojalá que estos poemas se conviertan en el vehículo para que nosotros y las generaciones que nos continúen no olviden que nuestra maleta no es la de “la insular miseria” y que nuestras raíces están en esta tierra sencilla y buena, que cantaron tantos sabios y bondadosos poetas como el propio Pedro Lezcano. Fernando Clavijo Batlle Presidente del Gobierno de Canarias 10 Prólogo Las notas biográficas suelen apuntar las múltiples facetas de Pedro Lezcano (1920-2002): poeta, impresor, pintor, ajedrecista, submarinista, micólogo o político. En todas aquellas actividades destacó, porque en todas mostró su magisterio. Sin embargo, Pedro Lezcano tuvo un único destino, la poesía. La poesía lo eligió y él fue poeta. Ese destino supuso que renunciara a ser un “modelo” para sus hijos, a quienes dejó a cambio “[...] la herencia de mi frente, / un arca llena de interrogaciones” y se dedicara a cultivar poemas como rosas. Estos versos, que pertenecen a “El escultor de barro”, definen la existencia de un hombre que quiso ser sencillo y cuya poesía surge de manera natural. Pedro Lezcano defendía la idea de que la poesía había nacido para comunicar más allá de lo que podía aportar la forma. Su aprendizaje, sin embargo, posibilita que el mensaje llegue de la manera más efectiva; la poesía es producto de una larga evolución: las formas populares están vinculadas con los versos en arte menor; las “cultas”, con los versos en arte mayor. El poeta se hace popular para que sus lectores comprendan, a través de la forma, las palabras que podrían cambiar el mundo, porque el mundo lo cambiamos todos a partir del canto común, de la identificación con los sueños de quienes cantan. 11 Las formas poéticas populares se prestan a ser cantadas y nos cuentan algo; nos ofrecen la posibilidad de mirar hacia lo que ocurre en el momento que se canta, como sucede, por ejemplo, con el romance (“Azul”, “Romance de la pena alegre”, “Romance de la paz condenada”, “Romance del Corredera”, “Al grupo Mestisay”), las seguidillas (“Seguidillas de domingo provinciano”) o las endechas (“Endecha de las dos islas”). Las formas cultas, por su parte, parecen más destinadas a la reflexión de tipo moral o existencial y filosófico; nos enseñan algo, como sucede, por ejemplo, con los sonetos “Tus labios”, “Playa”, “A Ricardo Lezcano”. Lezcano hará uso de la silva (“El escultor de barro”, “Carta al extranjero”) y otras formas estróficas, además del verso libre. Muchos de los poemas de Lezcano están hechos para ser recitados, como pasa con su “Consejo de paz” o “La maleta”, del que el propio poeta afirmaba: [...] más que un poema, yo diría que “La maleta” es una especie de monólogo teatral que fue pensado para levantar al público de su butaca. Está hecho con un premeditado aire teatral, de manera que yo no lo estimo desde el punto de vista lingüístico. Me admira, más bien, el efecto que causa a millares de personas, el entusiasmo que provoca (Sánchez y Macho, 1984: 16). La obra poética de Lezcano es producto de sus circunstancias históricas; refleja la necesidad de pronunciarse sobre los males que aquejaron, y aquejan, al ser humano en el convulso siglo XX y los inicios del siglo XXI. El poeta vivió una guerra civil cuyas consecuen12 cias marcaron la vida de todo un país y que condenó al exilio a muchas de sus voces; una dictadura, la de Franco, que amordazó a un pueblo y lo sumió en el silencio; una guerra mundial que mostró lo peor de la humanidad y el fracaso de la razón como vía de progreso; la polarización del mundo en dos bloques, la internacionalización de las guerras (Vietnam, Camboya...) y el poder de la industria armamentística; las utopías revolucionarias americanas; el fin de la dictadura y el inicio de la democracia; la posible militarización de las Islas, donde echó sus raíces, con la adhesión a la OTAN y la esperanza de una paz por la que luchó durante toda su vida. Todas estas circunstancias están presentes en su poesía, que pasó del yo angustiado de sus primeros libros a un nosotros en el que incluyó a las gentes que quería y a los desheredados de la fortuna. No obstante, considerar únicamente la poesía de Lezcano como una poesía de denuncia sería hacerle un flaco favor. La trayectoria del poeta es un proceso de maduración de la palabra; se trata del aprendizaje del oficio del poeta: primero se perfecciona formalmente; después al reflejar la angustia ante lo que acontece a su alrededor, su poesía se va desnudando y se convierte en una “poesía necesaria”. “Poesía necesaria” o “poesía herramienta” son los epítetos que Gabriel Celaya usó para definir la poesía social en “La poesía es un arma cargada de futuro” (1955). Así la obra de Lezcano se convierte en la expresión de quien tiene los pies en la tierra. La poesía, y así lo creía Lezcano, debía servir para cambiar el mundo o, al menos, para señalar qué había que cambiar. Mientras hubiera esclavitud, mentira y muerte, la poesía no podría ser neutral, afirmaba. 13 Hay una expresión de Lezcano que define muy a las claras su anhelo: “Siento Comprometida la Poesía, en espera de la Poesía Prometida”. Entre Antología cercada (1947) y Consejo de paz (1965) En 1937 había comenzado a publicar sus textos en la prensa insular, concretamente en Falange, e ilustraciones y textos en la revista estudiantil Spes, del Instituto Pérez Galdós, en cuya redacción estaban Ventura Doreste y Dolores de la Fe, entre otros, y funge además de secretario. Un año más tarde había colaborado con textos y poemas en Alerta y en programas de radio. En estos años se decanta por el humorismo, línea que continuará Dolores de la Fe y que evidencia la necesidad de escapismo ante las circunstancias que impone el nacional-catolicismo. Tras sus primeras obras, Cinco poemas (1944), Poesía (1945) y Romancero canario (1946), en 1947 aparecen dos títulos que definen su madurez como poeta: Muriendo dos a dos y Antología cercada. El primero es un libro en el que el poeta muestra su angustia existencial; el segundo, de carácter colectivo, combate las circunstancias del momento. Lezcano se desvincula de la poesía de posguerra, que representaban los poetas adeptos al régimen (Leopoldo Panero, Luis Rosales o Dionisio Ridruejo) y los creadores de la revista Garcilaso. Esa poesía (“arraigada” como la definió Dámaso Alonso), eminentemente formal y fundamentalmente de tipo amoroso, era, en palabras de Lezcano (1997), el “camuflaje de la miseria, acorde 14 con las modas de cuello duro almidonado y amplísimas hombreras que enmascaraban las penurias” (p. 20). La aparición de Antología cercada, con textos de los hermanos Millares Sall (Agustín y José María), Ventura Doreste, Ángel Johan y el propio Lezcano, es un manifiesto contra el régimen dictatorial franquista, que tiene en “Edicto”, uno de los dos poemas que publica Lezcano, un elocuente ejemplo. “Edicto”, de indudable tono marcial (como años más tarde “Orden”), parece hacerse eco de los gritos de Millán Astray ante Miguel de Unamuno en la Universidad de Salamanca (“¡Viva la muerte!”, “¡muera la inteligencia!”). El poema es el testimonio de la deshumanización de los ciudadanos de la España de la posguerra, que se han convertido en meras cosas (“columnas sois, pilares / de la ciudad moderna”); la sociedad ha de esconder su sufrimiento, la imaginación y la ilusión forman parte del sueño del pasado. El ser humano ha muerto y con él, la libertad; España es un país de esclavos, nos dice el poeta. Quien lea Antología cercada puede preguntarse cómo fue posible que se permitiera que aquel libro, que marcó el nacimiento de la poesía social española, viera la luz tan solo ocho años después del final de la Guerra Civil en un ambiente de represión y persecución política. Lo cierto es que la obra, impresa en los talleres de la Tipografía Alzola, contaba con 44 páginas y no podía ser considerada libro, sino folleto, por lo que a los ojos de los censores pudo pasar de alguna manera desapercibida. En aquellos años los poemas de Lezcano aparecen en algunas de las principales revistas españolas de poesía, donde está gran parte de su producción. El poeta, co15 mo le escribe a su hermano Ricardo en una carta de 1949, concibe ya la creación poética como una poesía necesaria, que no tiene “que ver nada con la literatura, que está más cerca del hambre o del fusil submarino que de los ficheros de biblioteca” (2006: 217). Un año más tarde publica Romance del tiempo, que, como señala Teresa Cancio, es una síntesis de su obra. No obstante, por su significación, y por las consecuencias que le acarreó, Consejo de paz (1965) es el libro que marca definitivamente el compromiso del poeta. En él Lezcano aborda los temas esenciales de la vida íntima (la familia, el hogar, la amistad, la mujer, la isla) para adoptar un tono más reivindicativo a continuación (donde se encuentra “Consejo de paz”). El poemario se inicia con una nota que apunta a la vertiente reivindicativa y a la condición clandestina de su pensamiento poético: Es uso de mi tierra abrir las puertas de par en par, si el visitante se anuncia con la palabra “paz”. Tal es la contraseña con que este libro aspira a traspasar umbrales. Consejo de paz pretende solo esto: aconsejar la paz, tan sencilla y tan frágil. En la primera parte de este libro, la mujer, los hijos, la isla y sus cosas, son claros consejeros para la paz reunidos. En la segunda parte el consejo, más agrio y perentorio, teme no ser oído. Pero sostiene la esperanza (p. 7). El poema “Consejo de paz”, como recordará posteriormente Ricardo Lezcano (2006), “[...] advierte a los 16 jóvenes que en las futuras guerras no habrá proezas individuales, corceles montados por héroes refulgentes, estandartes gloriosos ni revolucionarios. La nada se forjará por oscuros caudillos en sus profundos sótanos” (p. 405). Al año siguiente de la aparición del libro, Salvador Sagaseta publica un artículo en Diario de Las Palmas donde reproduce el poema “Consejo de paz”. La reacción del estamento militar de las Islas no se hace esperar. El joven periodista y el redactor jefe del periódico, Juan Hernández Rodríguez, son juzgados en consejo de guerra por injurias a las fuerzas armadas en el castillo de Mata. Tras haber sido desestimado, y a instancias del capitán general de las Islas, en 1967 se volverá a incoar un nuevo consejo de guerra en el que se incluye a Pedro Lezcano entre los encausados. Lezcano será condenado a seis meses y Sagaseta a un año de prisión. En junio se ordena el secuestro del número del 21 de junio de Diario de Las Palmas, hecho muy común en aquellos años en España. Estas circunstancias originarán, como señala Teresa Cancio (1988), que su poesía se vuelva más ideologizada y combativa, aunque no aparezca en prensa, si exceptuamos las poesías de la revista Fablas o la antología de Lázaro Santana de la colección Tagoro Poesía canaria (1969). Habrá que esperar hasta el año 1977, para ver otro poemario impreso, Romances (Taller de Ediciones JB). Un año antes, en “Poesías inéditas” (Fablas), escribe su primera poética, que plantea en siete puntos: 1. Creo saber cuándo y dónde está la poesía; pero no sabría definirla. Acaso sea un confuso vislumbre de lo esencial. 17 2. Confieso que no me preocupa lo que la poesía sea; pero me conturba lo que debe ser el poeta. 3. No conozco otra profesión a la que tan directamente ataña el deber de atestiguar su tiempo, de nombrar verazmente la realidad. Creo que el poeta tiene la responsabilidad académica de limpiar, fijar y dar esplendor al corazón humano. 4. El filósofo Adorno llegó a decir que la poesía lírica era imposible después de Auschwitz. Yo no radicalizaría tanto; pero admito que la poesía lírica es indecente en tanto Auschwitz. 5. Me alegra inmensamente que ciertos líricos de hoy hayan declarado “demodé” la esclavitud, la mentira y la muerte. A ver si cunde tan delicado mohín de repugnancia. En tanto este repudio no prospere, sigo creyendo que solo las cosas son neutrales. Siento Comprometida la Poesía, en espera de la Poesía Prometida. Vivir es empezar a ser parcial. La neutralidad del poeta es imposible. Hemos de ser contemporáneos, y ser contemporáneo es una cuestión de conciencia. El poeta es un miembro de la resistencia. 6. Ignoro si la poesía podrá modificar la realidad; pero es cierto que el silencio la otorga. Poca mella en la historia podrá hacer una espada de papel; mas siempre será lícito que los mortales escriban sobre la muerte, canten al amor en tanto aman y clamen por la libertad mientras arrastren una sola cadena. 7. Mi poética, biográficamente, ha sido un progresivo cambio de puntuación: 18 Yo (tú, él, ellos) Yo, tú, él, ellos. Yo: tú, él y ellos. Gerardo Diego había afirmado sobre el poeta en 1965, con motivo de la aparición de su Consejo de paz, que Lezcano era “de los raros poetas en los que, como quería Unamuno, siente el pensamiento y piensa en sentimiento” (p. 34) y que su poesía se había desnudado de toda retórica. Se puede afirmar que su obra evoluciona hacia formas más efectivas en la comprensión de la palabra como artefacto comunicativo. Sin duda, la vertiente social o comprometida es la que más se conoce, a través, fundamentalmente, de la música (recuérdense, por ejemplo, sus colaboraciones con Mestisay o José Antonio Ramos, las canciones de Taller Canario de la Canción u Olga Manzano y Manolo Picón), pero no es menos cierto que esa voluntad de compromiso social está vinculada con la intención de darle vitalidad a la palabra poética. Si se recuerdan poemas como “Consejo de paz”, el “Romance del Corredera” o “La maleta” es porque nos hablan de problemas universales: la guerra, la injusticia o la dignidad humana. “Consejo de paz” se convirtió en una oración; el “Romance del Corredera”, en un lamento impotente. “La maleta” fue un himno de Canarias del mismo modo que mucho antes lo había sido Canarias, el poema de Nicolás Estévanez. Como Estévanez, Lezcano hace un recorrido por la historia (contemporánea) de las Islas, marcada por la emigración y la pobreza, y señala el proceso de aculturación que se produce con la lle19 gada del turismo de masas en la segunda mitad del siglo XX. Si en Canarias, Estévanez identifica la patria con un intangible (“mi patria es de un almendro / la dulce, fresca, inolvidable sombra”); Lezcano propone despojarse de la maleta, que simboliza la miseria, la sumisión, la conformidad como única manera de echar raíces. A mi juicio, Pedro Lezcano es el gran poeta de la sencillez, en la misma línea del caboverdiano Jorge Barbosa o el mexicano Jaime Sabines. Su habla es en apariencia simple, sonora, hecha para ser escuchada. Su mensaje es profundamente humano. Es muy probable que Pedro Lezcano se imaginara un mundo en el que muchos de sus poemas fueran leídos solo como un vestigio de un pasado extinto, en el que era preciso luchar con versos para vivir y morir en paz. Antonio Becerra Bolaños 20 Referencias Cancio, Teresa (1988). “Presentación”. Pedro Lezcano, Paloma o Herramienta. Canarias: Biblioteca Básica Canaria, pp. 15-21. Diego, Gerardo (1980). “Consejo de paz”. Tarja homenaje a Pedro Lezcano. Lázaro Santana (ed.). Las Palmas de Gran Canaria: Fablas, pp. 33-35. Lezcano, Pedro (1965). Consejo de paz. Las Palmas de Gran Canaria: Colección Tamaragua. Lezcano, Pedro (1976). “Poesías inéditas”. Fablas, nº 67, pp. 2-9. Lezcano, Pedro (1997). Definición esencial y comunicación en la Poesía. Las Palmas de Gran Canaria: Universidad Nacional a Distancia. Centro Asociado de Las Palmas de Gran Canaria. Lezcano, Ricardo (2006). Cartas a Ricardo de su hermano Pedro (1940-2002). Las Palmas de Gran Canaria: Anroart Ediciones. Salvador, Gregorio (1977). Cuatro conferencias de tema canario. Cabildo de Gran Canaria. Sánchez, Ángel y Macho, Isaac (1984). “Pedro Lezcano o la poesía cargada de presente”. Boletín informativo del Colegio provincial de doctores y licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias de Las Palmas, nº 7, pp. 14-17. 21 Esta edición A día de hoy no se cuenta con una poesía completa de Pedro Lezcano; algunos de sus textos fueron publicados en revistas y periódicos, otros en discos y el poeta no consideró, o no pudo incluirlos, en libros posteriores. Sin embargo, contamos con tres títulos que ofrecen parte de su obra desde diversos parámetros: Biografía poética (1986) es una antología que sigue un criterio más o menos cronológico; aparece organizada de acuerdo con los libros editados y otros textos que muy bien pudieron haber sido publicados como obra independiente. Así, aparecen textos de sus libros Cinco poemas (1944), Poesía (1945), Antología cercada (1947), Muriendo dos a dos (1947), Romancero canario (1946), Romance del tiempo (1950), “Furtiva voz” (19501970), “La ruleta del sur” (1956), Consejo de paz (1965), Romances (1972), “Versos para jugar y cantar” y “Las islas y el amor”, que agrupa textos publicados en diversas revistas y periódicos desde los años setenta hasta 1986. Paloma o Herramienta (1988), antología realizada por Teresa Cancio, que divide la obra en 17 núcleos temáticos o formales, y que incluye, además, algunos de sus cuentos (“Diario de una mosca”, “Las hermanas Bonet”, “El pescador”), amén de otras prosas como prólogos o fragmentos de su 22 Cartilla de ajedrez. La investigadora de la obra de Lezcano muestra los textos tal como aparecieron por primera vez en revistas u otras publicaciones periódicas, lo que ofrece la posibilidad de conocer los poemas tal como fueron concebidos antes de su inclusión en obras posteriores. Obra escogida (1996) es la última antología realizada en vida del escritor; recoge, además de poemas y cuentos, el cómic de Cardona sobre “La maleta”. Frente a las dos anteriores, la última selección considera “escasamente relevante la cronología en una obra como esta, inalterable a través del tiempo”. Con estos antecedentes, la presente antología vuelve a plantear un criterio cronológico; es decir, los textos aparecen de acuerdo con su primera publicación, pero se presentan en la última versión revisada en vida del poeta. Aun a sabiendas de que, como afirmaba Gerardo Diego, toda antología es un error, la pretensión de la presente selección es dar a conocer la obra de Lezcano en su mayor amplitud. Esperamos que su lectura sea una grata experiencia de aquello que el propio poeta planteó como un anhelo: el encuentro con “la Poesía Prometida”. 23 [...] si el hombre con sus versos no contribuye a paliar los males de este mundo, con su silencio los otorga todos. Pedro Lezcano Antología poética Poema del llanto verde ... Flumina amem silvasque inglorius. Virgilio I Habría de verse el agua de las peñas cantar alborozada, hacerse todo rosas el espino y danzar la hojarasca. Ver cómo en lecho verde nacía el hombre, y aprendía a reír con la mañana, cómo la fronda le enseñaba, dulce, las primeras palabras, cómo enjugaba el céfiro el amanecer tibio de sus lágrimas, cómo del bosque a sus primeros pasos aplaudían la alas. No ya solo caricias, que la mano del buen amor no es siempre suave y blanda: completaban al hombre las inclementes asperezas sabias. Lleno de sol su cuerpo. Plena de luz su alma. Por sus pupilas —verdes de reflejos— las selvas desfilaban. 29 II Aquella vez el llanto fue rocío del cuarzo duro y la corola blanda. Por una senda abierta al horizonte el hombre caminaba. Atrás, su cuna verde. Atrás, su verde aya. Sordo a los llantos y ciego a las lágrimas. Por retenerle, el césped se hacía mano, y el aire se hacía garra; y la voz de las aguas se hacía súplica; y los trinos, llamada. Despreciando las manos extendidas y el abrazo de amor de las lianas —soberbio— el hombre caminó adelante: del todo hacia la nada. III ¡Cuánto gemido aún, desde la madre en su helado destierro de madrastra! Esa humedad de llanto que nos deja su mensajera brisa perfumada; esa olvidada lengua de las aves; esa flor de salón guillotinada; esa queja del tronco que se abate; 30 ese doliente desgajar de rama; esa pupila de animal esclavo; ese impotente aletear de jaula... ¿No hablan de madre que sufriendo besa? ¿No hablan de madre que muriendo llama? IV Verde madre. Verde alma. Verde muerte. Verde esperanza. Una sonrisa que perdona —una sonrisa sumergida en lágrimas— nos dice de su amor y nos aguarda. 31 Tus labios Ese lugar de ti donde, evadida, tu sangre moja el aire y se derrama; ese lugar de ti donde la llama está a la vez mojada y encendida; ese lugar en fruto que convida a escalar la cintura de tu rama, allí donde tu céfiro embalsama la palabra de amor recién nacida; ese lugar de ti bebí, sediento. (Besar es un ensayo de hacer viento respirable tus huesos y tus venas). Pero quedé vencido en el intento. Ya me duele tu carne y soy apenas pez de tu sangre y ala de tu aliento. 32 Elegía a mi perro y a mí Los perros mueren antes que los hombres. ¿Por qué?, le preguntaba. Él quería decírmelo, pero tenía el alma amordazada. Sobre mi sombra negra: era mi sombra blanca. Sus dedos, grises como guijarros blandos, daban a sus pisadas breve tenuidad de hojarasca. Últimamente, me asustaba el sueño de mi perro, ni insectos ni pisadas le cortaban el sueño. Yo le llamaba. Entreabría sus párpados, pesados ya como lápidas, y mostraba sus ojos, exhaustos de preguntas a la mano en caricia o a la tralla. Cuánto frío de arcano en la pregunta de su hocico en mi carne descuidada. (Era el escalofrío de no tener respuesta ni para dar a un perro, sobre nada). 33 Qué salto cruel el suyo desde la viva gracia hasta la pestilencia de una muerte inmunda —perro muerto— ya en palabra. Y qué abdicación mía. Desde el trono en sus ojos que soñaban sangre de Dios mi deleznable lodo, retorno al fin a mi insignificancia. Yo era apenas el sueño de mi perro —perro sin amo ya—. Y amo de nada. 34 Edicto Ciudadanos, seguid gallardamente de pie sobre la acera. Y vestid a ese muerto de etiqueta. Columnas sois, pilares de la ciudad moderna; sostenéis en los hombros las altas chimeneas y no podéis moriros como un hombre cualquiera. Queda prohibido terminantemente morir en calles céntricas. Sufrid, llorad, amad privadamente, bajo la axila de las escaleras, en las lejanas tapias, en las cunetas. Besad, gemid sin ruido, que nadie se dé cuenta. Cuando al edicto de la noche alumbren simultáneas estrellas, llorad, amad, sufrid, matad acaso, calladamente y en tinieblas. A oscuras, en el hueco designado, 35 donde nadie os vea, gesticulad, gritad ante un espejo, acuchillad muñecos de madera, pisotead los códigos civiles, desnudaos de telas. Pero al regreso de la luz se exige vuestro antifaz, vuestra antialma puesta. Las mujeres sean firmes cariátides de cera, con el hogar y todas sus virtudes sobre la cabellera. Cuando rían las flores en la lluvia, guardaos las doncellas. Ni una mujer tan solo se desnude cuando la lluvia besa en una entrega al cielo de su cuerpo: prohibida toda entrega: prohibido a todo hombre dormir sobre la hierba, y más si es con la nuca apoyada en el lomo de una oveja. Se prohíben los sueños a deshora; para soñar ya hay decretadas fechas, hay parques con sus pájaros y novios, hay líricos poetas. 36 (Esculpidos en mármol de los bares los artistas se sueñan. Flor de papel su eternidad soñada, como la siempreviva: siempre muerta). Prohibido todo sueño. La vigilia perenne se decreta. (Se tomarán medidas radicales contra la primavera). Ilustrísima muerte: los esclavos de tu bondad reconocida esperan únicas vacaciones merecidas. Concedidas les sean. 37 Playa Alfombrada de senos por la brisa, fue como toda tierra destinada a ser urna de carne desechada, molde eterno de todo quien la pisa. Dulcificada por la mano lisa de espuma y sal, desnaturalizada, ya esta tierra del mar, tibia y dorada, abonada de sol, florece en risa. Dejo el retiro gris de libro y pluma, trocando por alegre paganía este dolor abstracto que me abruma. ¡Hay tantos sueños a la luz del día, en esta tierra que amansó la espuma, que no ha soñado nadie todavía!... 38 Azul La tarde se pone gris de palomo mensajero. Tras el biombo azul del mar se me desnuda un recuerdo. —Mi amor es azul, me dijo, color del alma y del sueño. —Mi amor es azul, le dije, color de todo lo inmenso. —Azul, azul, nos dijimos. Ninguno quiso creerlo. Hoy la tarde trae a mi perfume de idilio muerto. El sol a campo traviesa lleva luz de cementerio. Cuando estoy triste, muy triste, no hay nada que me dé miedo, porque en la sombra no hay sombras ni ruidos en el estruendo, y no me cabe más daño que el de mi arrepentimiento. (Cuánto más leve es la pena de hacer que de no haber hecho). 39 Azul, azul ya perdido, azul amor que recuerdo —como el cielo y como el mar— más azul cuanto más lejos. 40 Romance de la pena alegre Te digo que llueve y llueve. Mira a lo negro, muchacha. Mira a lo negro y verás pasar el peine del agua. Las rosas miran la tierra con lágrimas en la cara, y tienen —¡madre!— las cosas lágrimas de niño, lágrimas. Llueve. Olvidan los caminos su pasado de pisadas. El hastío en las ciudades y la dicha en las montañas. Qué de risas campesinas sobre el ceño de las plazas. Llueve, te digo que llueve, Llueve con rumor de faldas. No te mires el vestido ni esa tez de madrugada donde te revolotean mariposas encarnadas. Mira a lo negro y verás llorando pasar el agua. 41 ¿No sientes la dulcedumbre de esta tristeza mojada? El sol levanta la veda de luz para las miradas, y ha quedado absorto el cielo repitiendo una palabra, la misma, como soñando con el nombre de la amada. Cómo alegra esta tristeza de entristecerse sin causa. (Desde aquí se ve la muerte como una amiga de infancia). Llueve, te digo que llueve. Llueve con son de plegaria. No te mires tus altivos pechos de miradas altas; mira a lo negro y verás pasar la pauta del agua. Si pudieras ver tus ojos de noche, en esta mañana... Si pudieras ver tu pelo sombreándote la cara... Si pudieras ver, chiquilla, mi pena disimulada... —ay lo negro negro negro— ¡pero no quieres ver nada! 42 A Ricardo Lezcano Llegaremos, hermano, a las arenas del alto mar para partir en breve. Pero al amor la tierra será leve, y nuestras frentes al amor almenas. La muerte dos a dos es muerte apenas, aunque la flor de la amistad se lleve. Nos dirá adiós e incendiará la nieve el telegrama azul de nuestras venas. Nuestros cuerpos harán la misma duna sobre la playa, y a la misma suerte en una misma muerte nos iremos. Sumados por la cruz seremos una unidad como en vida y tocaremos a media sombra, hermano, a media muerte. 43 Oración profana Mujer de la vida, eres como la vida te ha hecho. (A quienes hizo la muerte: descansen entre los muertos). Mujer estrella, que duermes con el sol, mujer lucero. Palabras vengo a decirte sencillas como el dinero: ¿ningún hombre te tomó por el asa de tu cuerpo y te bebió, regalada, gota a gota, beso a beso? En tu profesión de cruz con los dos brazos abiertos, vendes amor y no tienes amor que llevarte al pecho. Perdona, virgen, estrella, cerca de la mano y lejos. Porque en esa encrucijada de tus brazos y tu cuerpo, bajo tus dos blancas dunas, dormita un corazón huérfano. 44 Señora, perdona a nos caricias sin sentimiento, madrigales de blasfemias, la sequía de tu pecho y los frutos de tu vientre, antes de ser flores, secos. (Clavos de cobre en las manos ponen al calvario un precio. Corona de cinco espinas, caricia de cinco dedos). Señora, quiero en la noche oscura de tu cabello soñar que me has perdonado las cosas que estoy diciendo. Bendito sea el futuro de tu vientre y de tu seno. Bendita el agua bendita que hay en tus labios y el fuego que hay en tu sangre y el barro bendito que hay en tu cuerpo. Amén. Bendita tú eres. Lo maldito solo es nuestro. 45 El escultor de barro Yo no podré jamás ser un buen padre con el pecho estrellado de condecoraciones y el cuadro de un abuelo bien barbado, modelo de mi prole. A una mujer le brotarán mis hijos tan milagrosamente como flores. Llegarán preguntando a dónde vienen, desde Dios sabe dónde. Y yo, que he estado siempre entre preguntas, ¿qué responderé entonces? Qué pena no poder ser un buen padre lleno de tesis y de nombres, con un consejo a flor de labio y un dedo enarbolando las lecciones. Mal puede un escultor hecho de barro querer modelar hombres. Ellos me pedirán para sus pasos sendas seguras en el bosque. —Dejad la mano izquierda en el ocaso y el corazón quemando el polo norte, zaguero el sur y a la derecha el alba. Y ahora que conocéis los horizontes, 46 marchad —diré a mis hijos— a donde oigáis cantar los ruiseñores. Qué pena no poder ser un buen padre de los que todo lo conocen, y qué vergüenza que mis hijos se enteren por los libros de que hay padres mejores. Les dejaré la herencia de mi frente, un arca llena de interrogaciones. ¿Qué van a pensar ellos sintiéndose tan pobres? Qué lástima tener que ser mal padre, tan viejo y triste junto a alegres jóvenes, con la espalda curvada de tanto cortar flores... 47 Conformidad Yo declaro mi amor a lo que muere. Siendo fugaz, no puedo amar lo eterno. Amar lo eterno solo es despedirse, desesperadamente pasajero. Muere la rosa cuando no es de cera. Yo llamo hermano a lo que está muriendo. Contento voy con el que va conmigo, aunque muy pobre sea el compañero. Se nos ha muerto el hijo de la infancia del que no somos sino vivo féretro, un hijo extraño que a la vez fue padre de lo que somos y lo que seremos. Muere la rosa cuando no es de cera. Yo fui silencio y volveré al silencio. Pero por un instante lo habré roto con una imprecación o con un beso. Hasta el poema callará conmigo, aunque algún eco dejará en el viento. 48 Muere la rosa cuando no es de cera. De mí tan solo quedarán los huesos, lo más infame si lo más perenne, pobres despojos del festín del tiempo. Si no tan bello como el de la rosa, polvo seremos —aunque polvo en vuelo, como el del ala de la mariposa. 49 Canción de Empédocles Ser aire es solo volar. Ser fuego se llama arder. Ser agua es soñar, cantar. Y ser tierra, perecer. Aire, fuego, tierra y agua: los principios del vivir. La vida es volar, arder, soñar, cantar y morir. 50 Baja Una baja en la guerra, solamente una baja. Una baja en la tierra sin pésames ni caja. Y en la altísima esfera decide una baraja cuál será la postrera baja. 51 Fría Fría, fría, fría. Fría está la mano que busca a la mano que guía. Fría está en la plaza, fría en el mercado y en la sacristía. Fría está la mano, muy fría, la mano que busca a la mano cualquiera —la tuya, la mía—. Fría, la mano que pide, que ruega, que ansía. Fría, fría, fría, como la agonía. Caliente, caliente, como lo viviente. Caliente la mano que toca y no siente, la mano cerrada herméticamente, durísimo fruto sin posible diente, que guarda una llave como su simiente. Y no se abre nunca, 52 ni toca una frente, ni guía, ni salva, ni pide, ni siente. Caliente. 53 Carta al extranjero Hombre de otra ribera, mujer de otro jardín, mujer que al hombre amas de igual manera aunque jures amor con otro nombre. Soy vuestro hermano mudo si es que mi voz no es [clara. Para vuestros oídos soy mudo, pero hermano a quien vuestra muchacha más tímida escuchara si le dijese versos cogida de la mano. Sabed que vuestras dulces palabras extranjeras no separan las sangres de nuestros corazones; tampoco entiendo al viento cruzando las praderas. ¡Hasta vuestras blasfemias me suenan a canciones! Sabed que vuestros hijos de raros ojos grises, antes de haber mirado su libro y su bandera, riendo en el idioma de todos los países, podrían ser mis hijos y hablar a mi manera. Que el aire que aspiráis es aire que yo aspiro, y es idéntica agua el agua que nos baña. Cuando miréis la luna sabed que yo la miro y que en su espejo veo vuestra mirada extraña. 54 Hombre de otra montaña, de otro mar, de otro río: el sueño de tu pueblo es el sueño del mío. Hombre de otra ribera, de otro mar, de otro monte, ante vuestros soldados, labriegos y poetas, crucificado sobre el horizonte, me alzo —abriendo los brazos— mellando [bayonetas. Plantado en esta patria de sol y de aceituna, recordadme si un día suena el clarín de guerra. Que este desconocido que os citó en la luna dormirá con vosotros bajo la misma tierra. 55 Morir en paz Morir en paz con muerte de simiente bajo la tierra en flor recién llovida; que la carne, si no superviviente, llegue a ser por la flor supervivida. Beber en lirios agua de rocío. Ser un guijarro más en la corriente del mar azul o el verdinegro río. Que el cieno bajo esté, mirando al cielo, que el cielo anide azul en su tejado, que libremente el hombre pise el suelo, con la mano en el libro o el arado. La paz no es la mejilla que se ofrece al beso indiferente o al castigo; la paz es esa flor que nace y crece, esa cansada mano que alza el trigo. La paz es todo el hombre. Todo el abrazo es paz, todo el abrigo. Todo está comprendido en ese nombre: el pan, el sueño, el hijo y el amigo. 56 La mujer ante todo es paz. Y ama en paz, y vive, y crea; y todo lo que sea sobre la tierra es paz y paz se llama, pues solo en paz se quiere, y hasta se odia en la paz y en paz se muere. 57 Consejo de paz 1 Muchachos que soñáis con las proezas y las glorias marciales. Bajaos del corcel, tirad la espada; los héroes ya no existen o están en cualquier parte. Llegará la hora cero de ser héroes cualquier día cruzando cualquier calle. 2 Contables misteriosos cerrarán un balance. Decretarán la nada entre los hombres misteriosos contables. Cuando en los hondos sótanos, valientes y cobardes recen al Alto Mando por un soplo de aire. No los oirá ni Dios, que está más cerca; no los oirá ya nadie. 58 3 Negación de los nombres. Negación de las frases. Si no sois primavera, espuma o viento, Fuerzas de Tierra, Mar y Aire; si el vendaval no sois ni la semilla, ni la lluvia que nace de los mares, usurpadoras sois de las palabras nobles y elementales. 4 Homicidas sin culpa se disfrazan del color de la tierra y de los árboles, con floridos ramajes en las frentes, como en las bacanales... Pero no son alegres las canciones que inspira el mosto de la sangre. 59 5 Muchachos soñadores de epopeyas, escuchadme: el pecho es el lugar que se designa para el balazo de los mártires. El pecho, nave heroica donde retumba el corazón amante, donde el plomo penetra limpiamente como en templo de sangre... Pero sucia de barro y excremento, cae la estatua de Marte. Vuestras definiciones, vuestras sabias verdades, la inteligencia es pus sobre las frentes de miles de cadáveres. Y en la tierra abonada por la muerte solo he visto crecer la flor del hambre. Muchachos soñadores, bajaos del corcel, tirad el sable. Cuando las botas pisen los olivos y su símbolo aplasten, coged su savia espesa, echadla al mar, y veréis cómo aplaca tempestades. 60 Para los camaradas de la ilustración De vez en cuando llegan los puristas con libros bajo el ala, arquitectos del aire, paladines de la revolución alambicada. Descubren enemigos desviados, revisan revisiones revisadas... ¡Aunque tuvieran la razón del mundo, hoy sus razones no nos hacen falta! Hoy estamos aquí, codo con codo, como en las barricadas. Late la sangre clandestinamente. En frente: los mastines de la patria. Largas son nuestras noches, pero hermosas. Las verdades pintadas, las voladoras hojas, mensajeras del obrero del alba, que las botas del orden pisotearán mañana... Todos somos impuros. No sabemos de libros casi nada. Marx, Lenin, Trosky y otros forasteros hoy no están en Canarias luchando con José, Francisco, Antonio, Juan el de Lola, Luis el de La Palma... Nos gustaría ser buenos marxistas 61 como Fidel o Che Guevara. Pero es que cuando llegan los teóricos no traen más enseñanzas que hacer pasar por locos o traidores a viejos camaradas. Nuestra lucha de ideas se convierte en lucha de palabras. Y mientras tanto, en frente la jauría impune engorda y ladra. Nosotros, los impuros, os decimos: Quizá tengáis razón, ¡pero mañana! Hoy vuestras diferencias desunen, desalientan y desarman. Hoy no tenemos más que un enemigo; encima está, pisándonos la espalda. Frente a nosotros: solo la hidrofobia. Perros y amos de perros, alimañas que tienen al país manos arriba con las armas robadas. Los demás son amigos. Amigo es todo aquel que el puño alza contra la explotación y la cadena. Amigo es el que canta, el que firma y rubrica una protesta contra los oligarcas, el que tiende la mano a un compañero, el que sostiene una pancarta, el que grita bien alto las verdades, quitando de su boca la mordaza. 62 Compañeros son todos los que sienten en los hondos del alma, que es posible marchar hacia adelante, y dan el primer paso de la marcha. A todos regalamos nuestra mano. (Nuestra mano es obrera y es barata). Y a los que sabéis tanto nuestra mano también os necesita y os emplaza para que en un futuro, cuando el solar tengamos de la patria —sobre la tierra libre, no en el viento— edifiquemos juntos nuestra casa. 63 Seguidillas de domingo provinciano Qué felices las gentes yendo a la iglesia, con el vestido nuevo y el alma vieja. Si el cura les perdona vuelven y pecan, ¡y qué dulce les sabe la reincidencia! Qué felices las gentes que son eternas. Ni la muerte les daña ni la existencia. A la moral prefieren la moraleja, y en todo instante saben por la etiqueta si las buenas acciones se llevan puestas. “Haz siempre lo que vieres en tu vecino, que es el no distinguirse lo distinguido. Contra maledicencias: 64 no dar motivo, pues no hay pecado grave si no hace ruido”. Este es el mandamiento del buen domingo: has de aburrir al prójimo como a ti mismo. 65 Los padres Mi pierna es un caballo en que mis hijos cruzan los pueblos más lejanos. Mis manos son dos alas con que mis hijos vuelan entre nubes y águilas. Mi espalda es un gran monte que da sombra a mis hijos y sus miedos esconde. Mi voz es vasto viento que ordena los caminos, las penas y los premios. Mi frente es un altísimo fulgor donde el misterio perece esclarecido. Señor, ahora comprendo lo duro y mal pagado que es el oficio nuestro. 66 Mis hijos se han dormido, y yo cierro los ojos para soñarme niño: Tus manos son dos alas con que podré algún día sobrevolar la nada. 67 Amor Cuando ella besa en pie crece sin peso, mientras se encorva el hombre gravemente y a la mujer extiende como un huerto. Iza el amor a la mujer; al hombre lo abate por la espalda. Gesto viril de amar, de arar la muerte. Va haciendo ella el amor y él lo deshace. Él sabe que se pierde, ella que gana. Él ciega, ella adivina. En tanto él agoniza, ella se hace inmortal... Remansado el amor en la ternura, ya es solo mutua gratitud cansada. Mientras él viste a un muerto, ella peina la vida. 68 Romance de la paz condenada La boca puede besar cuando de besar se trata. Puede comer, si le dan, y puede escupir la rabia. Pero lo que da razón a la boca es la palabra. Sin ella, la mía es mortal herida en la cara. Por eso cantó mi boca la paz ¡y vuelve a cantarla! Pero no hay palabras buenas para entendederas malas. Si digo rosa, la rosa se pone tan colorada que hasta la rosa se olvida de que hay también rosas blancas... Yo dije: buscad la paz. Y la paz que aconsejaba ¿no era la blanca paloma apostólica y romana? Tiñeron la paz de rojo. Vistieron la paz de máscara. Dije y digo: quiero paz 69 a la puerta de mi casa. La paz no tiene color, ni bandera ni morada. La paz no tiene vergüenza de desnudarse en la plaza. La paz es madre de todos, pero de ninguno ahijada. Por la razón de mi boca digo que la paz se haga. Que la simiente sea mies, y la mies se eche en la parva, y la trilla la navegue, y julio aviente la paja, y el grano grávido quede y se muela junto al agua... Y las manos de los hombres modelen cada mañana esa escultura de amor que es el pan de quien trabaja. Que desde que abran los ojos hasta que acuesten la cara pan y paz hagan los hombres. (Tan parecidas palabras son la paz y el pan, que entiendo que de lo mismo me hablan). Pero vistieron de rojo la paz que yo aconsejaba. Y alguna razón tuvieron 70 para mirarla encarnada. ¡La paz será siempre roja mientras sangre como sangra! 71 De la amistad Amigos míos: pienso que el corazón del hombre lanza su sangre en un circuito abierto que llega al corazón de los amigos para volver al nuestro. (El que guarda su sangre para él solo ese es un hombre muerto). Y que vivir no es más que hacer amigos. Que vivimos en ellos. Que hablar sin ser oído es estar mudo, mirar sin ser mirado es estar ciego. Que aquel que haya vivido sin amigos es que ha soñado ¡y ha olvidado el sueño! Solo si oís mi corazón, me late. La existencia se narra como un cuento; si no se narra y se comparte, la vida es como viento sobre yermo que pasa sin mover hoja ni espiga ni cabello. Yo viviré lo que deseen ustedes. Cuando olviden mi nombre, me habré muerto; pero seré inmortal con que un amigo me erija un buen recuerdo. Para entonces dirán de vez en cuando: 72 —Aquel amigo Pedro, después de todo no era mal muchacho... Y guardarán silencio. Y el pequeño lugar que yo ocupaba sobre la tierra volverá a estar lleno. Esa es, amigos míos, la gloria que les debo. He conocido acaudaladas gentes que se han marchado sin que aúlle un perro. Yo espero que al marcharme, de verdad, me acompañe el sentimiento. 73 Kansas School ¡Con la derecha, niños! ¿Cuándo vais a aprender buenas maneras? Apoyad el cuchillo en las sortijas y así ganaréis fuerza. Con la derecha, recordadlo. Los muertos a la izquierda: Lutero King, Lumumba, Víctor Jara, etcétera y etcétera. El mango sobre el oro. Recordadlo. Si os queréis sentar en buena mesa, no lo olvidéis: se mata con la derecha. 74 Endecha de las dos islas (Tenerife y Fuerteventura) —Mi tierra verde, tu tierra parda. Mi tierra erguida, tu tierra echada. Mi tierra grita, tu tierra calla. Mi tierra vive, la tuya aguarda. Sueño tus llanos, tú mis montañas, yo en tu sombrera con anchas alas. —Te quiero, hermano. —Te quiero, hermana; deja tus suertes, deja tus gavias, Fuerteventura, ¡fuerte desgracia que no vivamos la misma casa, puerta con puerta, cama con cama, sueño con sueño, mago con maga! 75 Mi agua es dulce, la tuya amarga. Mía la rosa, tuya la aulaga. Yo la fatiga, tú la esperanza. 76 El asesinato ¡Garrote vil, garrote vil, el nombre ya no te sienta; garrote, más noble eres que la leyes que te manejan! Sánchez, verdugo de oficio, con tantas muertes a cuestas, ha visto tan alto a Juan desde su talla pequeña, que eleva el garrote vil un palmo más de la cuenta. Cuando cae en el error, palidece y titubea; ¿habrá que montar de nuevo la maquinaria siniestra? Todo el mundo tiene prisa; que aquella infame tarea de ahogar a un hombre valiente les hace sentirse hienas... De pronto la voz de Juan, tranquila, hasta dulce, suena: “No bajen el matadero, que no merece la pena. Pongan dos mantas dobladas en mi banco de madera; y así alcanzaré la muerte, que ella está donde me espera”. 77 Lo hacen temblando; dos guardias vomitan en las tinieblas; otro llora; al director no le sostienen las piernas... “Creo en Dios el creador de los cielos y de la tierra...” (Mientras Juan García muere, Sánchez, el verdugo, reza). 78 La maleta Ya tengo preparada la maleta, una maleta grande, de madera; la que mi abuelo se llevó a La Habana, mi padre a Venezuela. La tengo preparada: cuatro fotos, una escudilla blanca, una batea, un libro de Galdós y una camisa casi nueva. La tengo ya cerrada y rodeándola un hilo de pitera. Ha servido de todo. Como banco de viajar en cubierta, y como mesa y, si me apuran mucho, como ataúd me han de enterrar en ella. Yo no sé dónde voy a echar raíces. Ya las eché en la aldea. Dejé el arado y el cuchillo grande, las cuatro fanegadas de la vieja... —La hostelería es buena me dijeron. Y cogí la bandeja. —Sí señor, no señor, lo que usted mande, servida está la mesa... Yo por vivir entre los míos hago lo que sea. 79 Vi a las mujeres pálidas del norte arrebatarse como hogueras y llevarse las caras como platos de mojo con morena, tanto que aquí no dejan ni rubor para tener vergüenza... Vi vender nuestras costas en negocios que no hay quién los entienda: vendía un alemán, compraba un sueco, ¡y lo que se vendía era mi tierra! Pero no importa, me quedé plantado. Aquí nací, de aquí nadie me echa. (Hasta que el otro día lo he sabido, y he hecho de nuevo la maleta). He sabido que pronto van a venir de afuera técnicos de alambrar los horizontes, de encadenar la arena, de hacer nidos de muerte en nuestras fincas, de emponzoñar el aire y la marea, de cambiar nuestros timples por tambores, las isas por arengas, las palabras de amor por ultimátums, por tumbas las acequias... Si se instalan los técnicos del odio sobre nuestras laderas, los niños africanos, desvelados bajo la lona de sus tiendas, 80 mirarán con horror las siete islas, no como siete estrellas, sino como las siete plagas bíblicas, las siete calaveras desde donde su muerte, y nuestra muerte, indefectiblemente se proyectan. Yo por mi parte cojo la maleta. La maleta que el viejo se llevó a las Américas en un barquillo de dos proas. ¡Qué valientes barquillas atuneras! Tienen dos proas, una a cada lado, para que nunca retrocedan. Vayan a donde vayan siempre avanzan. ¿Quién dijo popa? ¡Avante a toda vela! Y yo... voy a marcharme, reculando. Voy a dejar que crezca sobre esta tierra mía toda la mala hierba. Voy a volver la espalda al forastero que vendrá con sus máquinas de guerra para ensuciar de herrumbre las auroras, de miedo las conciencias... Pensándolo mejor, voy a sacar de la vieja maleta el libro, la escudilla, la camisa, la batea, 81 Voy a pintar y a barnizar de nuevo su gastada madera, voy a quitarle el hilo y a ponerle la cerradura nueva. Y con ella vacía me acercaré a La Isleta, y al primer forastero de la muerte que llegue a pisar tierra se la regalo, para siempre suya, y que la use y nunca la devuelva. ¡No quiero más maletas en la historia de la insular miseria! Ellos, ellos, que cojan ellos la maleta. Los invasores de la paz canaria que cojan la maleta. Los que venden la tierra que no es suya que cojan la maleta. Los que ponen la muerte en el futuro que cojan la maleta. ¡Que cojan la maleta, que cojan para siempre la maleta! 82 Al grupo Mestisay Que no me pida licencia quien quiera cantar mis versos. Mis palabras son de todos, si no ¿para qué las quiero? Me pertenecen mis manos, que se irán conmigo al cieno, pero mi voz ¡que se quede, sonando en labios ajenos! De ustedes es la canción de la que yo soy un eco. Al pueblo van mis palabras, porque vinieron del pueblo. ¿Qué más inmortalidad que un grupo de compañeros haga resonar mi voz cuando yo esté en el silencio? Nada queda de los hombres si no es palabra en el viento, si no es voz en la memoria, si no es música en el tiempo. 83 Oda a la muchacha de la paz Yo vi mi luz primera en unos ojos serenos de muchacha. Y si nacer es ver la luz primera, mujer, tú eres mi patria. Aprendí desde entonces que mi patria era hembra y era ancha y que en su vientre, henchido de futuro, estaba la esperanza. Cuando digo mujer digo sus hijos y digo el agua clara que los baña y digo el horizonte al que se asoma cuando espera mi vuelta en la ventana. Cuando digo mujer digo mujeres en todas las ventanas asomadas sobre las anchas tierras que junto al hombre labran... Dulce muchacha América, dulce señora África, dulce mujer Europa, dulce novia Canarias. Mi patria es cualquier sitio donde la paz se asoma a la ventana. 84 Y no donde los hombres y los buitres viven de la carroña y la guadaña, donde los carniceros de la guerra venden a bajo precio las entrañas. ¡Hay que matar la muerte, ganar a la violencia la batalla! Por la muchacha universal que espera: su corazón es un tambor que llama. Compatriotas de la paz, unámonos en el himno de amor de su palabra, bajo el mando estrellado de sus ojos, tras la bandera limpia de su falda... 85 Para mi hija María cuando aún no sabía pronunciar su nombre Mi pequeña María: yo quisiera, quisiera escribir para ti una poesía. Mas si las voces muerte o primavera tienen la misma música en tu oído. Si mi voz es un aire que tus cabellos mueve, y mi escritura un juego divertido de caminitos negros en la nieve, ¿cómo vas a entenderme, mi pequeña María, si acaso te dan ¡sueño! mis canciones? Extranjera bonita, de tu patria a la mía están hechas de besos las comunicaciones. Yo quisiera escribirte una tierna balada, un madrigal tan dulce como un terrón de azúcar, y que me lo pidieras con tu mano estrellada... yo quisiera, quisiera... ¡pero no entiendes nada! Si al menos comprendieras ese clamor diario del beso, ese gorjeo de mirlo que no sabe, cuando la boca olvida su inmenso diccionario para ensayar contigo su lenguaje de ave... ¿Cómo decir, cantar, besar mi canto para que se te alcance que yo te quiero tanto? Mi pequeña extranjera, 86 nuestro común idioma pudiera ser el llanto, pero es muy triste hablar de esa manera. Yo quisiera, quisiera... 87 La palmita Mi abuelo me llevaba de paseo entre las dos Tafiras, contándome aventuras militares de la guerra carlista. Y al pasar por la orilla del estanque —nuestro solar de juego en las sequías— allí nos esperaba la palmera más alta de la Isla. Un mástil infinito y cimbreante que se perdía cielo arriba. Su copa despeinada y verdinegra no daba sino palio a las alpispas, como una rara estrella celeste y apagada, pero amiga. En esta aguja cenital e inmóvil parece estar la historia detenida. Hoy paso con mi nieto de la mano, y allí me espera la palmera altiva, superviviente de otras guerras nuevas, al filo de dos grises autopistas. Y yo bendigo al hacha que ha otorgado milagrosa amnistía a esta torre de nidos y recuerdos, monumento a la vida. 88 Mujeres saharauis Recuerdo a tres mujeres saharauis de la cercana y entrañable África, cruzando las llanuras infinitas como las de la mar y tan amargas. Cada vez que pisaban los caminos de polvo sus sandalias, alzaban una nube voladora que llega hasta Canarias: siroco isleño, hermano rojo polen de África. Vuestra tierra es la nuestra; la llevamos en el pelo, en las uñas, en el alma... Hoy los sirocos llegan mensajeros del amargo destierro y de las lágrimas. Yo pensé este poema cuando estuve en el Sáhara y vi que las mujeres también sabían disparar las armas: “Cuando perece un hombre se ha quebrado una espada; si muere una mujer muere el yunque y la fragua. El hombre es hoy y ayer, la mujer es mañana. 89 Que ella vierta su sangre sobre el sagrado Sáhara cuando alumbra una vida, nunca cuando se apaga”. 90 Retrato de un obrero cualquiera Los pintores del mundo han retratado personajes ilustres y guerreros, dorados reyes, rojos cardenales, ángeles blancos y angelitos negros. Pero nunca han pintado cabalmente el exacto retrato de un obrero. Y ya es hora que el arte se preocupe de temas verdaderamente serios. Pero es difícil que un obrero adopte el elegante porte fotogénico, con la frente bien alta y una mano en el pecho. Habría que sorprenderle antes que el sol abandonando el lecho, o emprendiendo el camino desde el alba con el hatillo al hombro del almuerzo. O ascendido a la gloria de un andamio, o hundido hasta las minas del infierno, atronando en el yunque o silencioso mientras medita el temple del acero. Sorprenderle una tarde en las tabernas lóbregas del sueño, mirándose al espejo de sus hijos o contando el salario con los dedos... 91 Mas si yo fuese artista, sabiendo que este obrero me fabricó el pincel de pura marta, tejió con hebra vegetal mis lienzos, hizo la luz que alumbra mis colores, coció las rojas tejas de mi techo, lo pintaría igual que se pintaba a Dios en otros tiempos: con la bola del mundo en una mano, puesto que ha fabricado el mundo entero. En una mano, el mundo; en la otra, nada, la esperanza y el viento. 92 Orden 1 Se ruega a todos ustedes el más perfecto orden. Muchas gracias. Orden. Que todos guarden estrictamente las distancias. Orden. Distancia mínima entre pecho y espalda. Que nadie pise fuera de la anterior pisada. Orden. Marchad al ritmo que señala la banda. Cada cual con sus útiles al hombro: el soldado la espada, el escritor su pluma, el labrador su azada. Orden, hombres de orden, la Humanidad ¡en marcha! Sin gesticulaciones ni queja ni palabra, llegaréis prontamente al borde de la zanja. Orden. A una voz sola sonará la descarga. 93 2 Algunos de nosotros, sin embargo, moriremos en cama. Plañirán unas cuantas plañideras dignamente pagadas. Cuatro velas sin viento nos llevarán en andas, cívicamente puesto nuestro postrer pijama. Señores enlutados, murmurando alabanzas, respetuosamente descubrirán sus calvas. También nuestras cabezas calvas serán mañana. Ceremoniosamente rezará nuestra lápida: aquí yace el que un día ordenó la ordenanza. 94 Plática Mi padre se detuvo a la edad de su muerte. Paró el reloj sonoro de las uvas y me dijo: “Muchacho, esperaré en el tiempo tu llegada”. (Él llamaba muchacho a todo el mundo). Pronto le alcanzaré en su edad inmóvil. Mi padre y yo seremos dos amigos de igual edad para poder hablarnos. Pues este es el consuelo de los padres: conversar en la muerte con los hijos amigos, porque la vida impone un idioma distinto a cada uno y el brevísimo tiempo de aprender nuestros nombres para saludarnos al pasar... 95 Crónica de una guerra Tonto, te declararon tonto. Te dieron un fusil, de puro tonto. Disparaste, so tonto, más que tonto. Asesinaste a tus amigos tontos, a tus hermanos y a tus tontos padres. Y así has quedado solo, tonto superviviente, tonto único: ¡rodeado de listos! 96 Plagios en desagravio de la rosa Pura, encendida rosa, émula de la llama, ya te hemos olvidado los cantores, pura rosa apagada. La dicha de los hombres permanece, mientras muda de nombre su desgracia; los tiranos, las pestes, sus apellidos y sus fechas cambian. Y así será anacrónico acaso ya mañana hablar del vietnamita que defiende su casa. Tú, en cambio, rosa pura, hoguera sin mudanza, aunque fugaz —pues te inauguras y ardes la víspera del día en que te apagas— en relevo sin fin, rosa tras rosa, haces eterna tu belleza en llamas. Yo particularmente sigo amándote; mi corazón te lleva en la solapa. Te acaricio, deshojo tu corola, sorteando el amor en dos palabras... Y sin embargo yo comparto, rosa, ese silencio donde en paz descansas. 97 Yo tampoco te canto porque otras cosas piden la palabra. Tú eres ya una canción que está compuesta; solo hemos de escucharte y tú te cantas. Y aunque todos los hombres sin descanso tu nombre declinaran —oh rosa, rosae, rosam... la primera declinación de la feliz Arcadia— por eso ni la vida ni las rosas se tornarían más rosadas. Aquí y ahora existen cosas que con nombrarlas se levantan, que nacen o se acercan si se dicen, despertando a bandadas la esperanza. Y es preciso cantarlas sin respiro, delante de sorderas y de tapias, delante de las tumbas enronquecer gritándolas... Yo te quiero en silencio. (Y aun te canto a veces en voz baja). Algún día serás nuestra canción primera cuando hayas florecido en todas las ventanas. 98 Aparcera Aparcera sin tierra, aparcera cansada, has vivido partiendo lo que el campo te daba. La mitad para el amo, la mitad —si quedaba— para tu media vida, manadero de lágrimas. Cuarterías estrechas de una sola ventana cobijaron tu aliento, aparcera sin casa. Y a la luz de un carburo fuiste amante y amada, y tuviste dos hijos en tus dos fanegadas. Aparcera bendita, propietaria de nada, con tus dos manos verdes, entintadas en savia, realizaste el milagro del verdor de Canarias. 99 Campesina sin campo, regadora sin agua, labradora sin yunta, cosechera del alba. Te recordaré siempre, aparcera cansada, aparcera a la parte, aparcera del alma. La mitad de la vida que vivir te tocaba se la diste a la tierra en que ahora descansas. Pereció de tu vida la mitad más esclava; ¡pero la mitad libre viva está en cada zafra! 100 Fe de vida Pedro Francisco Ángel, mayor de edad, de profesión sus cuitas, dice necesitar certificado de su existencia que termina. Otrosí dice que ha tenido infancia en un lejano pueblo de Castilla. Que, arribado a unas islas del Atlántico, plantó en ellas semilla. Que amó, vivió y dejó algunos papeles con letras manuscritas, y profundas pisadas en la arena mojada de la orilla. Que tuvo en vida infinidad de amigos, infinidad de amigas, pero que se han ido marchando año tras año, en dirección desconocida. Dice otrosí que, aunque ha quedado solo, es verdad cuanto afirma. Citados los testigos, nadie acudió a la cita y resultando no tener constancia de su ilusorio paso por la vida, se juzga improcedente por esta notaría, considerando hipótesis y sueños, dar fe a la fantasía. 101 Creo que un poeta tiene, en cuanto hombre, derecho a escribir sobre la muerte porque se va a morir, sobre el amor porque es una persona que ama y sobre la libertad porque es un ser que arrastra una cadena. Escribir y usar la poesía como un arma, si fuese necesario, son derechos inalienables. Pedro Lezcano Notas Los poemas de la presente antología siguen la puntuación y las variantes incluidas en las últimas publicaciones en vida del poeta: Biografía poética (1986), Obra escogida (1997) y Palabra y signo (2001). A continuación se presenta la procedencia de cada texto y sus variantes. Poema del llanto verde El poema aparece en Cinco poemas (Las Palmas de Gran Canaria: Colección para treinta bibliófilos, 1944, 1ª publicación) y se inicia con una cita de las Geórgicas de Virgilio. No está recogido en Obra escogida ni en Biografía poética. La siempre rigurosa María Rosa Alonso, que había sido profesora del poeta en la Universidad de La Laguna, en 1945 consideraba que el texto: se salva íntegro para una buena y posible Antología poética. No lo olvidaremos a la hora de hacerla. Una frescura de amanecida, una “humedad” lírica llena esta composición en la que se alude al paradisíaco tema del nacimiento del hombre y donde el soplo divino se ha transformado ya en clima poético (Revista de Historia, nº 69, p. 103). Variantes de Paloma o Herramienta: “Habría de verse el agua de las peñas” “Se había de ver el agua de las peñas” (Cinco poemas) “Atrás, su verde aya” (Cinco poemas; versión restituida) “Atrás, su verde haya” (Paloma o Herramienta) Tus labios Poesía (1945, 1ª publicación). Variantes de Biografía poética y Obra escogida: “Pero quedé vencido en el intento” “Pero quedé absorbido en el intento” (Poesía) 103 Elegía a mi perro y a mí Poesía (1945, 1ª publicación). Variantes de Biografía poética: “Yo le llamaba” “Y le llamaba” (Poesía) “a la mano en caricia o a la tralla” “que nadie contestaba” (Obra escogida) “Desde el trono en sus ojos que soñaban” “Desde el trono en pupila que soñaba” (Poesía) Edicto Antología cercada (Las Palmas de Gran Canaria: El Arca, 1947, 1ª publicación) y, posteriormente, aparece en Consejo de paz (Las Palmas de Gran Canaria: Colección Tamaragua, nº 2, 1965). Variantes de Biografía poética: “Cuando al edicto de la noche alumbren” “Cuando al mandato de la noche alumbren” (Consejo de paz) “llorad, amad, sufrid, matad acaso” “llorad, sufrid, amad, matad acaso” (Consejo de paz) “desnudaos de telas” “desnudaros de telas” (Antología cercada) Con estos versos concluye el poema en Consejo de paz: “Pero al regreso de la luz se exige vuestro antifaz, vuestra antialma puesta” “guardaos las doncellas” “guardaros las doncellas” (Antología cercada) Estos versos no aparecen en Obra escogida: “prohibido a todo hombre dormir sobre la hierba, y más si es con la nuca apoyada en el lomo de una oveja.” Playa Muriendo dos a dos (1947, 1ª publicación). 104 En 1948 escribe Ventura Doreste a propósito de este libro y del poema en particular: Como muchos poetas de nuestro tiempo, que recogen el impulso del romanticismo, Pedro Lezcano canta al hombre natural. También él, como Altolaguirre, como Aleixandre, siente cansancio de sus vestidos. Uno de los sonetos pertenecientes a Regreso al mar [la primera parte en que se divide el libro], el titulado Playa, describe cuánto anhela el poeta abandonar el estudio, a fin de trocar, “por alegre paganía, / este dolor abstracto que me abruma” (“Sobre el poeta Pedro Lezcano”. Tarja homenaje a Pedro Lezcano, p. 25). Azul Muriendo dos a dos (1947, 1ª publicación). Romance de la pena alegre El poema fue incluido en la sección “Romances”, dedicada a Ventura Doreste y a Joaquín Blanco Montesdeoca, de Muriendo dos a dos (1947, 1ª publicación). Variantes de Biografía poética: “pasar la pauta del agua” “pasar el peine del agua” (Romances) A Ricardo Lezcano Antes de ser publicado en Muriendo dos a dos (1947), apareció por primera vez en la revista Garcilaso, nº 35-36 (1946) bajo el título “A Ricardo Lezcano, porque escribió el soneto «Desesperada muerte»”. El poema de su hermano, que reproducimos a continuación, estaba en el mismo número: Desesperada muerte Una venda de tierra florecida, una venda de besos, una venda que me tape la muerte y que se encienda y me queme los ojos y la vida. 105 Un galope sin rumbos y sin brida que deshoja horizontes, senda a senda. Una mano furiosa que se prenda a los pies de las horas en huida. Que detenga esta arena que se vierte desde el alto cristal de mi jornada, esta arena casada con la muerte. Que conocido el mar de lado a lado, sin darme cuenta zarpe hacia la nada el cansado bajel de mi costado. Variantes de Biografía poética: “del alto mar para partir en breve.” (Obra escogida; versión restituida) “de alto mar para partir en breve.” (Biografía poética) “el telegrama azul de nuestras venas” “el radiograma azul de nuestras venas” (Muriendo dos a dos) “en una misma muerte nos iremos” “en una muerte misma nos iremos” (Muriendo dos a dos) Oración profana Consejo de paz (1965, 1ª publicación). Variantes de Biografía poética: “bajo tus dos blancas dunas,” “bajo tus dos blandas dunas” (Consejo de paz) “Señora, perdona a nos” “Señora, perdonanos” (Consejo de paz) El escultor de barro Aparece por primera vez bajo el título de “Poema” en Mensaje, nº 19 (1946) y como “Escultor de barro” en Consejo de paz (1965). Variantes de Biografía poética: “zaguero el sur y a la derecha el alba.” “zaguero el sur y el este a la derecha” (Mensaje) 106 “¿Qué van a pensar ellos” “¿Y qué pensarán ellos,” (Mensaje) “tan viejo y triste junto a alegres jóvenes,” “tan viejo y tan triste entre los jóvenes” (Mensaje) Conformidad Consejo de paz (1965, 1ª publicación). Para Gregorio Salvador (1977) es el poema más interesante del libro, “una de las más originales muestras líricas contemporáneas de lo que se ha dado en llamar tema de la brevedad de la vida de la rosa” (p. 119). Salvador señala asimismo una versión anterior que se publicó en un almanaque de la Universidad de La Laguna en 1972, en la que hay elecciones estilísticas “menos afortunadas”. Variantes de Biografía poética: “aunque algún eco dejará en el viento.” “pero algún eco dejará en el viento” (Consejo de paz) Canción de Empédocles Consejo de paz (1965, 1ª publicación). El poeta hace referencia a la teoría de los cuatro elementos materiales (fuego, aire, agua y tierra), que aumentan o decrecen según su mezcla y su separación a través de los principios del amor y de la discordia. Variantes de Biografía poética: “Ser agua es soñar, cantar.” “Ser agua, soñar, cantar” (Obra escogida) Baja Consejo de paz (1965, 1ª publicación). Variantes de Obra escogida: “sin pésames ni caja.” “sin pésame ni caja” (Consejo de paz) 107 Fría Consejo de paz (1965, 1ª publicación). Variantes de Biografía poética: “la mano que busca a la mano cualquiera —la tuya, la mía—.” “la mano que busca a la mano cualquiera —la tuya, la mía.” (Consejo de paz) “la mano que pide, que ruega, que ansía” “la mano que pide, que ruega, que ansía” (Consejo de paz) Carta al extranjero Consejo de paz (1965, 1ª publicación). Morir en paz Consejo de paz (1965, 1ª publicación). Variantes de Biografía poética: “bajo la tierra en flor recién llovida;” “sobre la tierra en flor recién llovida;” (Obra escogida y Consejo de paz) “la paz es esa flor que nace y crece,” (Obra escogida y Consejo de paz; versión restituida) “la flor es esa flor que nace y crece,” (Biografía poética) Consejo de paz Como se comentó en el prólogo, este poema, que dio título al libro (1965), supuso un consejo de guerra a Pedro Lezcano y su condena a seis meses y un día de prisión. En la sentencia se solicita además “la recogida del libro o, en su caso, de no proceder así, [que] se desglose el poema del libro” (Diario de Las Palmas, 16 de junio de 1967). Variantes de Biografía poética: Dedicatoria: A Fernando Sagaseta “usurpadoras sois de las palabras” (Obra escogida; versión restituida) “usurpadores sois de las palabras” (Biografía poética y Consejo de paz) 108 “con floridos ramajes en las frentes,” “con floridos ramajes en la frente,” (Consejo de paz) Para los camaradas de la ilustración Biografía poética (1986, 1ª publicación), en la sección “Furtiva voz”. Variantes de Biografía poética: Dedicatoria: A Germán Pírez Seguidillas de domingo provinciano Fablas, nº 3 (1970, 1ª publicación). Variantes de Biografía poética: “Contra maledicencias:” “Contra maledicentes” (Fablas) “pues no hay pecado grave” “que no hay pecado grave” (Fablas) “Este es el mandamiento” “Esta es la norma” (Fablas) Los padres Originalmente publicado en Fablas, nº 26-27 (1972) bajo el título “El padre”. En su Biografía poética (1986) aparece ya bajo el título “Los padres”, que mantienen en sus antologías Teresa Cancio (1988) y Rafael Fernández Hernández (2013). Variantes de Obra escogida: “Mis manos son dos alas” “Mis brazos son dos alas” (Fablas) “Señor, ahora comprendo” “Dios padre: ahora comprendo” (Fablas) Amor Fablas, nº 67 (1976, 1ª publicación). Publicado, posteriormente, en Palabra y signo (Academia Canaria de la Lengua, 2001). 109 Variantes de Biografía poética: “Cuando ella besa en pie crece sin peso,” “Ella, besando en pie, se alza sin peso” (Fablas) “Va haciendo ella el amor y él lo deshace. Él sabe que se pierde, ella que gana. Él ciega, ella adivina. En tanto él agoniza, ella se hace inmortal...” “Él sabe que se pierde; ella, que gana. Él ciega, ella adivina. Él muere hoy y ella nace mañana. Mientras él agoniza ella se hace inmortal.” (Fablas) “Va haciendo ella el amor y él lo deshace. Él sabe que se pierde, ella que gana. Él ciega, ella adivina. En tanto uno agoniza, ella se hace inmortal...” (Obra escogida) Romance de la paz condenada Romances (1977, 1ª publicación). Variantes de Biografía poética: “La boca puede besar” “Mi boca puede besar” (Romances) “y puede escupir la rabia.” “puede escupir de rabia” (Romances) “ni bandera ni morada.” “ni vestido ni morada” (Romances) “Que la simiente sea mies” “Que la semilla sea mies” (Obra escogida) “y se muela junto al agua...” “y que se muela en el agua...” (Romances) De la amistad Revista Millares, nº 9 (1966, 1ª publicación); posteriormente aparecerá en “Poesía inédita”, Fablas, nº 67 (1976). En Obra escogida no está la dedicatoria. 110 Variantes de Biografía poética: Dedicatoria: “A mis compañeros del teatro” (Millares) “Que vivimos en ellos.” “Que vivimos por ellos.” (Millares) “Que aquel que haya vivido sin amigos” “que el hombre que ha vivido sin amigos” (Millares) “Yo viviré lo que deseen ustedes.” “Yo viviré lo que queráis vosotros” (Millares) “Cuando olviden mi nombre, me habré muerto;” “Cuando olvidéis mi nombre, me habré muerto” (Millares) “Para entonces dirán de vez en cuando:” “Para entonces diréis de vez en cuando” (Millares) “Y guardarán silencio.” “Y guardaréis silencio” (Millares) “la gloria que les debo.” “la gloria que os debo” (Millares) “He conocido acaudaladas gentes” “He conocido acaudalados hombres” (Millares) Kansas School Fablas, nº 67 (1976, 1ª publicación). Endecha de las dos islas (Tenerife y Fuerteventura) El poema aparece incluido como canción en el disco de Caco Senante ¿Qué te pasa, tierra mía? (1978), como sucede con “Kansas School”. Fue publicado en El puntal, Las Palmas, nº 1, abril (1980, 1ª publicación). El asesinato El poema íntegro, “Romance del Corredera”, aparece por primera vez en el disco homónimo de Mestisay en 1985. Como sucederá con “La maleta”, Pedro Lezcano recitará los versos del poema; el texto, sin embargo, había sido escrito años antes, en 1959, cuando Juan García Suárez El Corredera fue ejecutado por el régimen franquista. Agustín Millares Sall (“Recuerdo de Juan el Nuestro”) y Manuel Padorno (“Coral Juan García el Corredera”) también escribirán poemas sobre el personaje. 111 La maleta San Borondón, nº 1 (1982, 1ª publicación). Variantes de Biografía poética: “Ya tengo preparada la maleta,” “Yo tengo preparada la maleta” (Paloma o Herramienta y Obra escogida) “las palabras de amor por ultimátums,” “la palabra de amor por ultimátum” (Obra escogida) “voy a dejar que crezca sobre esta tierra mía toda la mala hierba.” “¿voy a dejar que crezca sobre la tierra mía toda la mala hierba?” (Paloma o Herramienta y Obra escogida) “el libro, la escudilla, la camisa,” “el libro, la camisa, la escudilla” (San Borondón) Al grupo Mestisay Biografía poética (1986, 1ª publicación), incluido en la sección “Las islas y el amor”. Variantes de Biografía poética: Título: “Al grupo Mestisay porque me pidió una letra para una canción” Oda a la muchacha de la paz Biografía poética (1986, 1ª publicación), en la sección “Las islas y el amor”. Variantes de Biografía poética: “Compatriotas de la paz, unámonos” “Compatriotas del amor, unámonos” (Obra escogida) Para mi hija María Biografía poética (1986, 1ª publicación), en la sección “Las islas y el amor”. 112 La palmita Biografía poética (1986, 1ª publicación), en “Las islas y el amor”. Variantes de Biografía poética: Dedicatoria: A José María Limiñana Mujeres saharauis Aparece en Biografía poética (1986, 1ª publicación), en “Las islas y el amor” bajo el título “Recuerdo de tres mujeres saharauis”. Variantes de Obra escogida: “Recuerdo a tres mujeres saharauis de la cercana y entrañable África, cruzando las llanuras infinitas como las de la mar y tan amargas. Cada vez que pisaban los caminos de polvo sus sandalias, alzaban una nube voladora” “Esmula, Keltum, Suelma: tres mujeres de la cercana y entrañable África. Cada vez que recorren los caminos de polvo sus sandalias, despiertan una nube voladora” (Biografía poética) Retrato de un obrero cualquiera La Provincia (1 de mayo de 1986, 1ª publicación), con motivo de la celebración del Primero de Mayo. Variantes de Biografía poética: “Pero nunca han pintado cabalmente” “Pero nunca han pintado, como sería preciso,” (La Provincia) “me fabricó el pincel de pura marta,” “me fabricó el pincel de fina marta” (La Provincia) Orden Biografía poética (1986, 1ª publicación). 113 Variantes de Biografía poética: “que señala la banda.” “que acompasa la banda” (Paloma o Herramienta) Plática Biografía poética (1986, 1ª publicación). Crónica de una guerra Biografía poética (1986, 1ª publicación). Variantes de Biografía poética: Dedicatoria: A Antonio Morales Plagios en desagravio de la rosa El Día (14 de noviembre de 1971, 1ª publicación) y, posteriormente en Fablas, nº 67 (1976), esta vez sin la dedicatoria. El poeta inicia su poema con los dos primeros versos de la silva “A la rosa” del poeta barroco Francisco de Rioja. Variantes de Biografía poética Dedicatoria: A Carlos Pinto (El Día) “Y es preciso cantarlas sin respiro,” “Y es hora de cantarlas sin respiro” (Fablas) Aparcera Obra escogida (1997, 1ª publicación). Variantes de Obra escogida: “manadero de lágrimas” “medianera de lágrimas” (Palabra y signo) “aparcera del alma.” “aparcera de mi alma” (Palabra y signo) Fe de vida Obra escogida (1997, 1ª publicación). 114 Otorgad, incendiarios, a este libro calor, altura y resplandor de hoguera. Por el humo se sabe, por el odio, dónde arden las ideas. Ellas, como el amor, como la aurora, arden, mas no se queman. Pedro Lezcano