Alfredo Nuñez A lo largo de su vida, Alfredo Núñez se dedicó a Dios

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Alfredo Nuñez
A lo largo de su vida, Alfredo Núñez se dedicó a Dios, a su familia y a su
iglesia. Él creía en Cristo, y vivió para Cristo. Él compartió su fe con su familia y
con sus amigos, y con personas que ni siquiera lo conocían. Él era un líder en
esta comunidad, y la gente respetaba lo que él decía y lo que hacía. En mis
visitas a su casa este año, noté cuántas personas estaban rodeado, y la
reverencia que todos ellos tenían por él. Entrar en la casa de Alfredo era entrar en
la presencia de un hombre muy especial.
Alfredo tenía un corazón lleno de amor. Cualquier persona que ama
experimentará sufrimiento. Cuando la persona que amas se ve afectada por
acontecimientos desagradables, te duele. Alfredo experimentó muchos
momentos de separación en su vida - fue separado de su tierra natal para unirse
a la Iglesia de San Luis Gonzaga. Él se separó de San Luis Gonzaga para unirse a
San Antonio. Su enfermedad lo separó de las actividades que él amaba hacer.
Pero sus últimos meses lo unieron más a la gente que él amaba y lo abrazaron
con amor y cuidados. Alfredo tenía un profundo impacto en la vida de los demás.
En la primera lectura de esta Misa, escuchamos de Job, que lo perdió todo
- su casa, sus posesiones y su familia. Pero nunca perdió su fe. En la carta de
San Pablo a los Romanos leemos que ninguno de nosotros vive para nosotros y
ninguno de nosotros muere por nosotros mismos. Ya sea que vivamos o
muramos, nosotros lo hacemos por Dios. En el evangelio, una versión más corta
de la que vamos a escuchar este fin de semana del Domingo de Ramos, Jesús se
dirige a un hombre de fe, un hombre que sufría una dolorosa muerte en la cruz al
lado de la suya. Jesús le dice: "Hoy estarás conmigo en el paraíso." Este hombre,
el buen ladrón, no llevó una vida perfecta. Pero él compartía la misma muerte
como nuestro Salvador. Muy pocos en los evangelios le llamarón a Jesús por su
nombre, y casi todos de estos usan un título, como "Maestro" o "Hijo de David."
El buen ladrón es el único que le llama a Jesús por su nombre sin titulo, como un
amigo. Usted puede pensar que usted es un amigo íntimo de Jesús, pero nunca
nadie está tan íntimo con Jesús como cuando estás al borde de la muerte.
Mis hermanos y hermanas, hemos perdido a un gran hombre, un hombre
muy importante para su familia, para la iglesia y para la comunidad. Pero
creemos que sólo Cristo puede llamarlo a casa, al paraíso. Vamos a honrar a
nuestro hermano Alfredo en la forma en que vivamos y nos tratamos unos a
otros como discípulos de Jesucristo.
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