“Alfredo era un hombre guapo, divertido, natural, in

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“Alfredo era un hombre guapo, divertido, natural, inteligente, que inspiraba confianza. Fue un amante de la
naturaleza, del mar, del golf y de su velero, El Embrujado
III. No fue un hombre de apetito elaborado, más bien de
cosas sencillas, y un fanático de las sopas.
“Como jefe era estricto, pero justo. Creó una filosofía
empresarial de reconocimiento a su personal. Así nacieron meseros, y después los mandiles, a quienes involucró
en la sociedad de la cadena para darles sentido de
pertenencia y de crecimiento personal, y eso fue muy importante en los primeros 20 años de la historia de la
empresa en Cancún y en su expansión.
“Fue un hombre muy humano; trataba a todo mundo por
igual, no importando su nivel económico, ni su color, ni su
credo. Fue una persona generosa en todos los aspectos.
Si alguien quería un consejo siempre estaba dispuesto a
darlo con humildad; cuando alguien necesitaba ayuda
monetaria, siempre lo hizo y con muchísima discreción, incluso hacia mí. Y esa humanidad hizo que todo mundo lo
quisiera, lo respetara, lo admirara”, relata Kathy.
LYDIA GARCIA
“Alfredo me dejó una gran enseñanza como ser humano y líder: ‘Ámame cuando menos lo merezca ya que
es cuando más lo necesito’. Al inicio de operaciones en
el hotel Omni, en las juntas de consejo en las que se revisaban resultados, los números eran malos y con su sentido
del humor nos regalaba esa enseñanza. Su apoyo fue
siempre un gran estimulo para esforzarnos más.
“Ser humano sencillo y con una gran seguridad y señorío nato: En 1989 cuando conocí a Alfredo en una
junta de consejo, le dije: ‘Mucho gusto Sr. Cabrero’…
Riendo me dijo: ‘Bienvenida y… soy Alfredo, el Sr. Cabrero es mi papá y es muy aburrido… Jajaja’. Media
hora más tarde conocí a un asesor del grupo y al llamarle
por su nombre de pila me contestó: ‘Por favor, llámeme
señor…X”.
SCOTT BALESTERI
“En el año 1985 me encontraba en la ciudad de Nueva York prestando mis servicios para la agencia Magnatour, promocionando y vendiendo precisamente paquetes hacia Cancún.
“En uno de los viajes que él realizó para visitarnos se
acercó a mi escritorio y me dijo en su tono de voz elegante: ‘La señora Sisi me comentó que tú eres la persona
que me puede ayudar a conseguir algunas refacciones
para mi Dj de Carlos ´n Charlie’s. No sé nada sobre este
equipo, pero confío en que tú puedes conseguirlo hoy
mismo, porque mañana me voy de regreso a Cancún’.
“Afortunadamente mi hermano Frank estaba trabajando en la industria de la música, y fue él quien me ayudó
a conseguir todo lo que necesitaba don Alfredo, y en
menos de dos horas lo envió a mi oficina.
“Cuando regresó de comer con la señora Sisi y Abelardo Vara se acercó de nuevo y me dijo: ‘¿Joven, cómo
andas con mi pendiente?’. Respondí: ‘Hecho Sr. Cabrero,
aquí está su pedido’. Se me quedó viendo un momento
y después esbozó su famosa gran sonrisa, extendió su
mano como buen caballero y me felicitó diciendo: ‘Me
dijeron que no me ibas a fallar, eres un ejemplo de servicio. Cuando vayas a Cancún te invito a cenar en mi
restaurante, ¡y más te vale que me visites!’. Por supuesto
cuando fui cumplió su compromiso y desde entonces empezó nuestra amistad.
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