AÑO n. MADRID. NÚU. 4 1 . NOVELAS, VIAJES, LITERATURA, HISTORIA, CAUSAS CÉLEBRES, CHISTES, ETC.. ETC. SEMANARIO ILUSTRADO ESCRITO POR D. m. FERNANDEZ Y GONZÁLEZ, D. R. ORTEGA Y FRÍAS Y D. T. TARRAGO Y RÍATEOS. PRECIO EN MADRID. PRECIO EN PROVINCIAS. PRECIO EN AMÉRICA. DOS REALES EL NÚMERO. Real y medio cada semana ,pagado Un real cada Bemana, pagado en Se suscribe en Madrid, Provincias y América en todas en el acto de recibir el número. «1 acto de recibir el número. las librerías, ó bien dirigiéndose 6. s u Editor D. JE8U8 SE LLEVA k DOMICILIO. SE REPARTE UN NÚMERO SEMANAL. GRACIA, encomienda, l O , principal, Madrid. E L R E Y DEL P U Ñ A L . ,coino iba armado muy á la ligera, se puso á trotar delante de nosotros (pág. 642). EL PERIÓDICO PARA TODOS. 642 Ya cerrada la noche, pasamos á la vista Parrilla que ya conocen nuestros lectores. —Cuando yo vine de Francia,—conti- de esta casa fuerte, y como una hora desTEXTO.—El rey d«l puBal, novela por don Manuel Fer- nuó,-con Azepha, disfrazados de buhone- pués, sentimos á lo lójos el portante de un nandez y Goiizalci.—El pelo,por "".—Honorde esposa ros, trayendo una carta del rey para el ri- caballo que muy pronto nos alcanzó. y corazón do madre, novela por don Ramón Ortega y Entonces el jinete nos dio la seña del Frias.—El monte Áuseva, por don Antonio de San Mar- cohombre de Monzón, éste me dijo: —Si habéis de permanecer aquí, es ne- ricohombre de Monzón. tin.—La perozoia, por don Joafiuin de Ardila.—£1 puHal —Y bien,—le dije yo,—¿qué orden os ha de oro, novela por don Torcualo Tarrago.—El aguador- cesario que permanezcáis oculto, y de tal por don Eduardo de Palacio.—Causas célebres.-Se'c- manera, que nadie pueda apercibirse de dado vuestro señor? cion de actualidades: Revista de la semana, por don vuestra presencia; no me fio de mi gente. —La de conduciros,—me dijo,—á un luTorcuato Tarrago —Variedades: La expedición rusa á El rey conspira tanto ó más que nosotros, gar no lejos de aquí, tan respetado, ó más Kbiva, por dona Robusliana Armiño.—Miscelánea. y no nos atrevemos ni aun á movernos de bien tan temido por las gentes, que en él G&ACASOS.-EI rey del puilal.-r-La perezosa (das graia- una manera sospechosa en nuestros casti- podréis vivir completamente seguros. No d«<J,—El aguador. llos, no sea que el escudero que más con- creo que estéis cansados, pero sin embargo, fianza nos inspira sea un espía del rey. voy á echar pié á tierra parar que montéis Ejemplos hay de grandes señores decapi- y toméis á la grupa á esa dama que parece EL. R E Y D E L P U Ñ A L . tados, ó muertos sordamente por el rey, á muy delicada. Yo acepté. pretexto de traición, que no han conspiraMOTBLA HISTÓRICA Aunque Azepha era fuerte, no estaba do si no con sus muy allegados. Yo tengo á mi alrededor algunos servidores en los acostumbrada á hacer largas distancias á POR D. lANüEL íumm Y muiii. que puedo confiar üomo en mí mismo, por- pié, y estaba rendida. Monté á caballo, puse á la grupa á, que están tan interesados contra el rey como yo. Pero si permanecjéseis aquí en Azepha, tomé al escudero del ricohombre LIBRO PRIMERO. mi castillo, ó en mi villa, con el rostro des- la lanza y la adarga para que caminase más cubierto , j-epararian necesariamente en desembarazadamente, y como iba armado • L REY DE MAI.I.ORCA. vos; aún más, procurarían averiguar lo muy á la ligera, se puso á trotar delante que hacíais aquí ó lo que no hacíais, y da- de nosotros. (Continwcion.} Importaba, JL lo que parecía, acabar —Sea comoquiera,—dijo Ibo de Sacy,— rían conocimieHto al rey de que en Monpronto. zón, y amparados por mí, se habían preel rey de Francia sabía bien que Aragón, Yo no sabía, porque el mensajero no se dominado por el rej don Pedro IV, busca^ sentado dos personas, francesa la una y por habia acordadb de decírmelo, que en el luconsecuencia sospechosa; pero podéis perria tenazmente una ocasión para libertarse de un dominio impuesto, de un señor manecer perfectamente encubiertos; más gar adonde nos dirigíamos nos estaba espeque le decia y le dice:—«Yo te aterro, tú aún, convertidos en fantasmas, lo cual es rando el rico hombre de Monzón, que es un callas y obedeces porque me temes, porque mejor, porque nadie se atreverá á acer- señor muy impaciente. —Y que por milagro, y á causa de sus te acuerdas de Epila, del despedazado Pri- carse á vosotros, tanto como sería necesaimpaciencias,—dijo don Cantoncillo,—tierio para reconoceros. No os digo más por vilegio de la Union y de tus proceres y comuneros hechos pedazos en los suplicios, ahora. Salid como si no hubierais venido ne la cabeza sobre los hombros; el rey no obligados á tragar el metal fundido de la más queá pedir una limosna al ricohombre le quita ojo. Pero nada descubre. Mesen 4e Monzón. Seguid por el camino real hacia Pedro do Atares es el ricohombre más leal campana que los llamaba á juntas.» El rey de Francia sabía que los leones Zaragoza; seguid despacio. Cuando lleguéis en la apariencia: que el rey le llama á no se domestican, y que el domador que adonde un camino se cruza con el camino su corte: allá va de cabeza el ricohombre entra en su jaula una y otra vez, confiado real, y donde hay tres hayas copudas junto don Pedro de Atares, deshaciéndose en deen su varilla de hierro ardiente, acah?i por á un arroyo que allí nace de una fuente, mostraciones de respeto: que el rey lé pid^ os detendréis como para sestear. Voy á dinero prestado: don Pedro lé envía un doser despedazado un dia. mandar que se os den provisiones para el ble de lo que le ¿a pedido, y le dice qu® —El rey don Pedro,—dijo don Cantonci- camino; así resultará más claro que habéis todavía le quedan diez tantos más para serlio,—tiene hecho pacto con el diabjo; vos querido hablar conmigo para que os socor- virle : que el rey le manda se le presente no sabéis de qué manera milagrosa se ha riese. Al pió de las. tres hayas permanece- con su estandarte y con su gente de armas: librado últimamente de la traición que le Teis hasta que caiga el sol. Entonces os pon- y allá va don Pedro de Atares con un ejértenían aparejada sus más. allegados dentro dréis lentamente en camino, y cuando ha- cito: en batalla él es el primero que arre' de su mismo alcázar. ya cerrado la noche os aleanzará un escu- mete apellidando al rey; y en fin, nadi^ y don CantoncÜlo contó é Ibo de Sacy dero mió que os saludará dici^ndoos:— diría sino que don Pedro es el vasallo mW lo qu; habia acontecido en la misma cáma- «¿Adonde vais, sí gustáis decirlo, buenos leal de todos los leales que han servio*' ra del rey la noche del último motiii, por buhoneros? No están los caminos reales muy á rey. resultas del cual estaban en la casa fuerte, seguros para andar por ellos de noche y sin Sin embargo, con mucha frecuencia e* entre Monzón y las ruinas del Santo Cristo armas.'»—Ahora idos y presentaos á mi rey me dice: de la Parrilla, los e^apados de Zaragoza. máyordopio, dicióndoloque yo le mando . —Cantoncillo, yo no puedo coger, ni áoí* que os socorra; él vendrá á verme para in- en sombra de traición, á ese zorro de do» —Verdaderamente,—dijo Ibo de Sacy,— formarse y os.socorrerá dándoos dinero y Pedro de Atares, y sin embargo yo sé que roo que el rey don Pedro tiene una grande es- provisiones. Así so hfkbráp cubierto las apa- trae revuelto el reino; un día te le entreg*' para que me lo despaches á oscuras. trella, ó le ayuda algún demonio, porque riencias. Sin embargo, yo no sé cómo ha sido q"^ no se puede pensar en que guarde un ángel el rey no me ha soltado contra el ricohomá nn malvado, como él. Se cubrieron en efecto de aquel modo, y bre de Monzón. ,. Siguiendo con mi cuepto, yo continué —Hay gentes de buena fortuna,—d'J" oculto en'los subterráneos que se.extien- nos pusimos en camino, en paso lento, como Ibo déSacy,—que salen bien de todas 1^* den desde anas víejasruinas, situadas junto quien no tiene prisa. Al medio dia llegamos á las tres hayas empresas" en que so meten, mientras q"^ al camino real, á cuatro leguas de Monotros al primer empeQo perecen. zón, y que tienen trel entradas; una por indicadas por el ricohombre de Monzón. Nos sentamos á su sombra, y comimos y Guiados por el escudero do don Pedro, las ruinas, otra por eafa casa fuerte, otra bebimos, que bien lo habíamos menester, que no dejaba do trotar, llegamos^^nf h'*^* por el alcázar de Monzón. —¿Y qué subterráiieos son esos tan se- de las buenas provisiones que habia pue's- después ¿unas tapias derrui<iás¿3¿B|i''' ^ cretas, que á pesar de que el rey conoce to en mis alforjas y del bTien vino c6n que las cuales hábia una gran espeSHraijituada llenado mi calabaza tel mayordomo á uno ó dos tiros de ballesta deío^iDO- ~ todos los escondrijos de su reino, no tiene habia del ricohombre. Al llegar * las tafias echímospio á t'®'" noticia de ellos? Después nos echamos á dormir deseui- r a , j r el esoHdero nofcáSjoi' . í 4 dadamente sobre la hierba, y como dospor•is^amoe á-eatTOiyÍÍ^»o'«Í atrevo * ibo -de Sacy contó brevemente á don tasemos á punto que se ponía el sol, nos mitt» ning^íb' de" ios qliíi^lVen^-én algu»»» Cantoncillo la leyenda maravillosa de la.s levantamos y continuamos con la misma leguas á la redonda. Escalad, señor,J^ ruinas de la ermita del Santo Cristo de la lentitud nuestro camino. tapia por «se portillo, y ayudad á vn«8*^ SUMARIO. EL PERIÓDICO PARA TODOS. 643 nóWe esposa: yo voy á hacer qae mí caba- pre un caballero de la gran confianza de de Sacy. —El rey es sogun del lado que se llo salte por aquel otro portillo. don Pedro de Atares. le mira, bueno ó malo, ángel ó demonio, Y montó de nuevo. _ i Ellos han servido mucho durante la guer- santo ó condenado. Poco después estábamos dentro. ' ra del Privilegio de la Union. —Y siempre admirable,—exclamó con El escudero var^A V desmontó de "" nuevo,' y«^ Ue""^'' Hanidoy venido de Francia á Aragón, acento profundo don Cantonoillo,—áan enlo horrendo de sus crímenes, aun en su« vanao su caballo de la mano nos guió por de Aragón á Castilla. un ancho sendero entre las espesuras. | Han puesto en comunicación á unos ri- crueldad do lobo con que despedaza á sus enemigos, aun en ese amor del iníiorno en iiiegamos al fin á unas ruinas, en medio coshombres con otros, que arde por su hermana doña Constanza; un aU^r ^"^'"^ ^''^^ gibadas, habia como j Han llevado avisos preciosos. siempre formidable, siempre espantoso, rii „„ ' j I Han hecho, en ñn, todo cuanto puede ha- y á mí lo formidable j lo e.?pantoso me atraen. S6t áT r° aW su caballo á un arbusto,' cerse. iuntiit* VJ ^ *^°° *" P'^^*^ oprimió una' En este último movimiento de Zaragoza — Sí,—dijo Azepha,—pero cuando veisá juntura en el frontón y quedó una estrecha no han podido hacer nada. esa pobre mártir doña Constanza despedaA . ' ^^^ "I"® descendimos. I El movimiento ha sido ahogado en lá zada por su hermano, amenaza'a por 1* Apenas habíamos entrado, la vieja y;misma ciudad, última délas desdichas, entonces, padre enorme losa se cerró. i -¡Oh! el diablo ha protegido al r e y , - mió, vuestro corazón so subleva, y entonces la ¡dea de la muerto brota en vuescbft ''".°®^° ^abia encendido una antor- dijo don Cantoncillo. S1"^- ^"* *'"''* estaba allí preparada. j —¿Por qué decís eso, mi buen prídre— tro corazón, y os decidís á exterminar al á, Mni^^f pwuna mina, y al fin llegamos, que exclamó Azepha, queaquella veia con se prolongaba ya impaciencia larguísima rey. pe^ba don Pedrosubterránea de Atarea. donde nos es-'""" conversación que tenía en tantr.ipoco su amor —Tado eso es verdad; yo no só qué hauna naoitacion "=" T>r./^lf.nrraV^c. onu^iio io,.rr,if<!:,v,Q nn wi^* " algunos muebles, entre ellos de madre,— si vos amáis a) rey como si cer, por dónde tomar, si exterminar ó p'erecer,—exclamó don Cantoncillo.—Ha llenprÍw« """ arreglado aún, que estaban es- fuera vuestro hijo? - H a ile^ d P*'"®"®'" acalcados de llevar, —Es verdad,—dijo don Cantoncillo,— gado el momento necesario; no .se puede ir rey av se ni un sólo punto mas allá; una eventualidro ñ , 8 *a hora,—nos dijo don Pe- yo j ^ no ««^ sé oo lo Í^ que «J^UD siento DICHUU cuando i^uauuu del uciicjf fantus^ Atares,—do que haya verdaderos' trata. Yo conocia la última conspiración de dad cualquiera, y yo me quedaré en desculiíasmas en las ruinas de la ermita del i Zaragoza, y la dejaba crecer bierto delante del rey. í^anto Cristo de la Parrilla. . Cierto -. —¿Y sabéis por qué ya no os habéis es^ que yo no sabía ^ue la conspi_ I entonces villosa j ^^^ contó la historia mará-1 ración se habia acercado tanto a) rey, que quedado al descubierto?—exclamó Ibo de tado va *1"®^^as ruinas que yo os he con- j habia penetrado en su mismo alcázar y ha- Sacy.—Ha llegado el dia en que, sin busbia comprado los que el rey y yo creíamos carlo yo, sin desearlo, porque yo no deseo pagaros el agradecimiento que os debo, y yo*^'*^ entonces vivimos en ellas Azepha sus más leales servidores. Pero llegó un momento en que el rey pueda pagároslo on alguna manera; sereunL ?« l^*° ^*^° '^os acompañaron algu- hubiera estado perdido si yo no le hubiera viros, en fin, con toda mi al.^na. Vos habéis enviado á morir desde esta casa fuerte á e l í K ^ ^ v ' ' ^ ' . ' ^ ^ confianza enviados por ayudado, si yo no le hubiera salvado. Y fué que en aquellos momentos en que vuestro enemigo Garccs de .Jaca. « S f - ' • ^ ^^ Monzón, —¿Cómol—exclamó don Cantoncillo.— tandoír"^-"*® ""^ ^^««^« «® ^"^ aumen- estaba en mis manos arrojar al rey á la ricoho^K """^ina'es y salteadores que el traición, ó salvarle, se me apareció la som- Pues qué, ¿Garcés de Jaca no lia muerto? ricohombre de Monzón amparaba y me en- bra de su madre la noble infanta dofia Te—Garcés do Jaca y la noble doña María comni J ^^ '°^ °"ales se pedia tener una resa de Entenza, y ni pudo ni quise dejar de Tolosa están en mi subterráneo,—dijo completa confianza. de salvar al rey. Ibo de Sacy;—herido el uno, disfrazada do Me parecía que doña Teresa rae decia: paje la otra. sino n« ^^.^'^"Piso sólo de estos mi gente. — ¡Garcés de Jaca! ¡Doña María de To* Terna f ^''"'ei'oi' también muchos aventu- —Tú que me has amado, tú que me has crpf o J^'"*^"®^®^ "I""* el rey de Francia se- consolado en mis desgracias, tú, pobre ju- losa!—exclamó don Cantoncillo.—¡Herido TeríL *^ me enviaba, y heme aquí con- glar , miserable esclavo á quien yo he ama- él! ¡Disfrazada ella! ¿Por qué estánjuntosí iiao en un ricohombre Subterráneo, ó do y respetado como si Dios me hubiera di- ¿Adonde iban? ¿Quién ha, herido á Garcé» cho :— «Ese es un padre del corazón que te de Jaca? Mi f^ un capitán de bandoleros, —Fortuno. bitd K^ lleva, en vez de sobrevesta, há- he dado: ámale, respétale;» — «tú que tienes —¿Y quién es Fortuno? arnés^°°°' ^ ^^^° ®^ ^^^^^° ^^ ^'^erte en tus manos la suerte de mi hijo, por más que mi hijo sea un monstruo, sálvale, por—Un bandido terrible, el más bravo de mis fantasmas; el que guarda continuacar AÍ^ÍF*^''^®^^^ soldada es necesario bus- que él es el hijo de mis entrañas.» — Y le salvé aquella noche por una, dos y mente de noche las ruinas malditas de la caaBT.' ®° ^°^ caminos reales, en los ermita del Santo Cristo de la Parrilla;, did^a ' ? * ° ' * ^ ''«««s fuertes mal defen- tres veces. Y gocé al salvarle, como goza un padre Garcés de Jaca no teme a' cielo ni al Inmt,*iL\, ^^'^^ ^* fama que tienen los cuando salva á su hijo, y después he senti- fierno; tal vez no sabía la temerosa hfsto'N ^^ "^^ ^* ^* eruz roja. Juní^Ti' ^° ^? ^° aseguro, pasará de noche do pena, y aun remordimiento, porhabe/le ría de las ruinas. Vos le habíais enviado con una carta al rey; él habia recelado de CtílfÁf T " ^ ^ "^e la ermita del Santo salvado, Y á pesar de esto hay momentos en que vos; él ha matado á los des guardas que rán 2 « 1 ^ P»"»la, y aun de dia no pasag u á n S e * " ° * manera recelosa, y santi- no me pesa de lo que he hecho, y otros en salieron con él de esta casa fuerte; él haque me digo.—«Es un tirano, un incestuoso, bia convenido con doña María de Tolosa en esperarla en el camino, y para esperardala eiííiti^J^® son esos terribles monjes un asesino; debe morir.» do hHbla V á 1 *^^' ^^ ^°' l'^® *°'^° ®^ °^"^- Hay momentos en que se me representa la se dirigió á estas ruinas para ocultarse la desdichada suerte de la infeliz reina de entre la arboleda, receloso de vos. Entró, líwjtíé ks^conocel^^f'''^'^ ° ° " ' " ^ ' P"'''^"^ Mallorca, su hermana, y en que arde toda pero no entró más que para ser herido, renmi sangre, y mi pensamiento, ennegrecido dido por Fortijño. Eta VSÍIÓ; el r J A *"* perseguido. — ¡Rendido! ¡Vencido Garcés de Jaca de cuádWiíés kl o**"^ . enviado fuertes es- por el dolor y por la rabia, dice:—«Que sucumba, que caiga bajo el peso desús crí- solo á solo! E°VaaoconSr°-^^M°^^*'»—Es que la ballesta de Fortuno es forzon los canitanifo Í^J^mas gentes de Mon- menes.» Y otras veces, en fin, como habéis visto midable; yo haria la fortuna del hombre dar cá¿a á los T«L- 7^y ^^^ pretendido hace poco,! me parece un gran rey, un rey que,juntase la palanca de la ballesta de YaosloKehr^'*"°°^bravo, un rey sabio, un rey prudentfe, un Fortuno con su ástil,.para armarla. No hay fe/^J;^«entido, pero no han podido dar- rey justo. nadie, mi buen padre; yo he pretendido ar—Es que todo eso que os asombra, que marla muchas voces y no lo he conseguido ' ^ l ^ í W * ' q«e guardan esta casa os irrita; que os admira, que os enamora, ¡ ni aún apoyando el astil contra el muro. • »o*^<íé8ííeV * ^ ' ' ^ ^ ^ ' " ^ ^ e Monzón, no quo os enfurece, que: os satisfacOj que cau- j Fortuno, sin embargo, la arma, como si so Sólo loa Á« sa vuestra rabia por una parte, y vuestra] tratara de una ballesta de nifio; una Jara eÍ'*l«ai«M«°i'* «^e» Pedro de Ataros y vergüenza y vuestro orgullo, y vuestro con-': de Fortuno que allí donde apunta allí da, el ^ ^ « t e casa fuerte, qué essiem- tentó por otra;; existe en el rey,—dijo Ibo «8 un rayo. Y fuertes y buenas eran Un (^ EL PERIÓDICO PARA TODOS. anuas de GarcéEf de Jaca, cuando no le ha gs la Tieira 6 hilo delgado qm sale por los tra dignidad, vuestro porvenir, vuestro atravesado de parte á parte. poros del cuerpo del animal. ejército, vuestros recursos todos para re—Yo armaré esa ballesta con la extreNo he leido nunca definición más pro- conquistar el perdido trono. Quedabais midad de los dedos,—dijo don Cantonoiilo, saica. ¡Reducir á la simple condición de convertidos en objeto de ludibrio para el que tenía puerilidades, especialmente cuan- hebra ó hilo al pelo que tan grandes recuer- pueblo godo, entusiasta de los grandes do se trataba de su fuerza, de su habilidad dos ha dejado en la historia, símbolo de los pelos. . ' ó de su destreza. más profundos sentimientos del corazón, ¿Quién ejerció mayor influencia sobre la —No lo dudo, padre mió; vos sois terri- instrumento de muerte, áncora de salva- suerte del pueblo de Israel? ¿Quién varió ble; pero, en fin, volviendo al asunto. El ción! más el curso de sus destinos? ¿Quién impihaber caido en nuestras manos, el estar en Protexto contra la Academia, y pido la dió que un sólo hombre levantara su grannuestro I)oder Garcés de Jaca y la hermo- palabra, ó al-revés: pido la palabra, y pro- deza terrestre sobre la grandeza de todos sísima doña María de Tolosa que, sea di- texto contra la Academia. Para confundir- los imperios conocidos hace tres mil quicho de paso, arde-en amores por el rey, os la, no quiero asirme á, todas las hebras ó nientos años? ¡Ahí El pelo, á quien vemos ha salvado. hilos que salen por los poros del cuerpo de mezclado en todas las grandes crisis de la ¿Qué hubiera sido de vos si Garcés de toda ciase de animales. Un solo animal me humanidad, retardando ó acelerando el curJaca y dofta María de Tolosa hubieran lle- ba&ta; el grandísimo animal llamado hom- so de los sucesos, torciéndolos á su caprigado á Zaragoza? bre. Miradle de alto aoajo. ¿Donde colocó cho, á la manera que esa hebra ó hilo se —No hubieran llegado,—exclamó don Naturaleza el bosque abundantísimo de retuerce caprichosamente sobre el occipuCantonCiUo;—la muerte los esperaba más sus pelos? En el lugar más elevado y emi- cio de un negro del Tumbuctuk. ¿Quién allá de estas ruinas con Juan el Rojo. nente; en la cabeza. Allí, sobre el palacio causó la muerte de Absalon? La madeja de —No os fiéis, padre mió; yo conozco de la humana inteligencia; allí, donde hay sus cabellos, los cuales, enredándose en la demasiado á Juan el Rojo; Juan el Rojo concentrada mayor porción de vida; allí, rama de un árbol, le entregaron á sus ene guarda en su alma algo que vos no habéis donde residen la memoria, el entendimien- migos, que á rienda suelta le perseguían. podido comprender. En fin, demos gracias to y la voluntad; allí se encuentra la más ¿Quién dio poder á los filisteos contra el ¿ Dios de que el negocio ha venido á mis digna representación del conjunto peludo. fuerte Sansón? Las tyeras de Dalila, que manos; de Garcés de Jaca será lo que deba En la parte más noble, en el extremo más esparciendo por el suelo las abundantes heser, 6 lo que vos queráis que sea; lo mis- próximo al cielo, destino final de la huma- bras de sus cabellos, abatieron con ellas el mo será respecto á doña María de Tolosa. na criatura, allí se encuentra el pelo en su secreto de su omnipotencia. ¡Ah! Conser—Todo esto,—dijo Azepha,—nos ha sor- más concluyente demostración. Considerad vara Sansón el pelo, ó fuera menos astuta prendido á todos, y ya es tiempo de que al hombre como el conjunto de las ruedas Dalila en la materia peluda, y el pueblo d» hablemos de lo que me abrasa el corazón. de un sistema de gobierno monárquico- Abraham no hubiera sufrido quizá las si-' ¿Y mi hija, mi pobre hija, mi amor, la que constitucional, y no podréis menos de re- guientes cautividades. yo besé desesperada un momento antes de conocer que el pelo es el presidente del El pelo y las tijeras, hé aquí también el ahorcarme en la casa de mi padre? Consejo de ministros. Por sí solo, pues, el espectro que se aparecía en sueños á Enri—Tu hija está aquí,—exclamó don Can- pelo indica preeminencia, elevación, excel- que III bajo las heladas bóvedas del Loutoncillo. situd. vre. Allí le perseguía la imagen de la du—¡Aquí!—exclamó Azepha muriendo de El idioma castellano ha recogido con mu- quesa de Montpensier, que jur<rdejarle tan ansiedad. cha filosofía esa altísima significación del rapado como un huevo con Jas tijeras, que> —Sí, aquí; al lado de la reina doña Leo- pelo. Ved colocadas en jarras en la mitad al efecto llevaba siempre colgando de la nor de CastUla, madrastra del rey; aquí, de una plazuela á dos hijas de Eva, lanzán- cintura. si; pero tu hija se cree una gran dama, y dose al rostro, por un quítame allá esas pa¿Quién, por último, estuvo á punto de lo es por sus costumbres, por su creencia jas, toda clase de improperios. Ya apura- arrojar al grande imperio romano en el y por su hermosura, porque tu hija es la ron la reserva de los más crudos dicterios; abismo de eventualidades desconocidas? El infanta de Granada doíla Maria fien-Is- ya una calla y se muerde la lengua de co- pelo? mejor dicho, la calva; es decir, la nemaii-ben-Parax, raje; ya va á pasar por la vergüenza de ser gación del'pelo. —jAh! ¡yo quiero verla! ¡yo me muero! la úitima que chille. De pronto se animan • Era César <}alvo; apenas daban sus pelos ¡yo quiero verla para no morir!—exclamó sus ojos, se encienden sus mejillas, abre la ocupación al barbero, cuando emprendió la Azepha. boca y lanza por entre los apretados dien- ultima guerra decisiva para la ocupación —¡Ah! Valor y prudencia, hija mia,— tes, á manera de bala rasa, esta sola pala- completa de las Gallas. El dia 5 de Maye exclamó don Cantoncillo.—Y. oidme vos, bra sobre la cabeza de su fiera enemiga... del año 48 (a. J. C.), trabóse en los camIbo de Sacy. Yo creo que no me engaño ¡Pelona/... Ya está dicho todo: es el colmo pos de Alesia una sangrienta batalla. Galos si os digo que también está aquí vuestra de la humillación. No tiene pelo, ó si lo y romanos peleaban con nunca visto {\iT0t> hija, la hija que tuvisteis en Ildeberta de tiene, basta suponer que de él carece para unos, inflamados por el deseo de salvar 1» Montgonmerí. hundirla en el abismo del desprecio. independencia de la patria; otros, por el*P' —¡Dios mió!—exclamó Ibo de Sacy.— Guando contemplo de punta á punta un mor de que un pueblo bárbaro humUlaJ* jY cómo puede ser eso? pelo, me estremezco da horror, y compren- las águilas romanas- Mézclanse los comba—Yo oreo,—dijo don Oántoncillo, -que do la caida de los imperios. Dadme nn pelo, tientes; redoblan los galos sus esfuerzos; vuestra h^a no es otra que la noble baro- un sólo pelo, y por espacio de muchas ge- cejan los romanos á su choque, y...,¡oh deS' nesa de Ariza doña Juana Blancaflor, mi neraciones, por su tamaño, os explicaré yo gracia!... cuando César avanza para a»i' esposa. la nobleza de su poseedor. ¡Quién lo dijera! mar á sus tropas, oércanle rabiosos enevoifS(«Mtiiiii«r4j El pelo no es ya solamente el orgullo de gos, cógele por el cuerpo un forzudo ^aiót niñas insustanciales, que lo retüericen so- y 1© coloca de través sobre la grupa de j ^ bre sn frente á manera de caracol ó ensar- caballo. César, el gran César, aún no est» Un escritor, ventajosamente conocido en ta corazones. El noble en la Edad Media, del todo perdido. Su enemigo no le opn<l^> la repAblica literaria, puro cuyo nombre no el señor feudal, procura ostentar sobre la ignorael valor de la presa que lleva, «**'** estamos autorizados pura revelar, habiendo frente una. sel va de enmarañados cabellos do ¡¡oh. dolor! con la violencia de la oarre?** leiao el artioulo que publicamos en nuestro numero anterior, titulado LA ÓALVA.ha que le distinga de los pelgares, de los {Je- rueda por el sueilo «1 casco del romanP» ^ daja diesoahierta su inmensa, su brill»"''* remitido á su autor, el-señor Lustorió, el si- beyos de sus cortijos. giliente articulo sobre EL, PELO, que nos [Wamba, Suintila, reyes godos destro- caíva... -,;• :fi,,. apresuramos A dará coiiooerftnuestros lec- nados! Venid y decidnos lo que hicieron priUn esclavo escapado de R ^ a le reconotores, seguros de que apreciarán en lo qtie mero con vosotros los nsurpadoites ^e vu^- ce por la falta de pelo, y grita: •iHéctal^' valí» tuningenioso trabajo. , ¡i;? .i ^ tro trono. ¡Bien lo recuerdo! Os cortaron xmátale! ¡es Oésarl, el pelo y os «epvltaron luego en un conEl restó de la historia esbieftiiw>Mw)> »* E t PELO. vento. EnricOj Sisenando., ,no: se cuidaro]^ galo se asombra,. suelt%¡^& C¡éafffa-veTP'^^'' de matar átu^lsiros pai^eiálest vieron vnesf- ehase éste d^ su e«t«por,t «*raTÍ4sal^r.«^ Reconozco la neeasidad de comenssr de- tra magnífica oabellent, y: metieron en eU& sn espada, rehace su ejíroito y gíúwJ».P^ finiendo al objeto de mi inspiración. las tijeras, ciertíeieqtos de que <cQn nn:aól<> t a l l a . • . .(• . .-í..!: •,.••• i'jia Í...I . . l ó ! ' - ¿'«#0, diee A DiecionaH» d&la ¡en^ua, tijeriQtazoiBatiÉ^an TKtistra gi<andeza,fv,ae8- ,, Razonwnpsw,L« ^S'l'f^t eaáifpiií,¡a,%o^ EL PEMODIOO PABA TODOS. 645 cion del pelo descubre á César, es casi su so. ¿Prescindiréis de dar á la imagen de La madre que busca para sus hijos un sentencia de muerte. Suponed un galo mó- vuestros ensueños una cabellera rubia, linos asombradizo, y César muere de un geramente ondeada, partida en trenzas, ó pedazo de pan, vende por miserable precio hachazo. Entonces el crimen de Bruto es sombreando la frente y el extremo de las á un estúpido sacamuelas el mejor adorno ya imposible. Augusto no recibe las leccio- cejas, hasta formar con el rostro un óvalo que la Naturaleza concedió á la mujer¡Qué sensación tan dolorosa al sentir en el fies de su tio, ni hereda sú popularidad perfecto? cuello el frió de la cortante tijera! ¡Qué inaumentada en el trágico fin, y encuentra Soñad un amor frenético, desenfrenado, desesperación al ver caer en torno de más difícil el acceso al trono, bajo aparien- ardiente como la lava del Vesubio. El pelo tima como ramas desprendidas d^l árbol por "^•v^ ''®P'í^li°>nas. Sin Augusto, no se con- será negro, destrenzado sóbrelos hombros, sí, el hacha del leñador, las deshechas trenzas, cibe á Tiberio,'' ni á los emperadores suce- levantado sobre la frente, dejando bien al antes objeto de su orgullo! El pelo es una sivos en un período de doscientos años. descubierto las mejillas coloradas por la ofrenda depositada en el altar de la más S>in los emperadores abyectos y envilecidos emoción, las contraidas cejas y los ojos contraria suerte. quizá la invasión bárbara no se hubiera di- chispeantes de pasión. Como todas las grandes cosas, el pelo rigido al Occidente. Sin el crimen de Bru- Una modista ó una doncella de labor, se contiene en sí mismo el pro y.el contra, lo to, asesinando á César bajo la estatua de os aparecerán siempre con el pelo levantai'ompeyo, la tragedia de Ventura de la do sobre las sienes; de modo que, descu- favorable y lo adverso, lo bueno y lo malo, Vega, La muerte de César, viene á ser biertas la frente y las orejas, sus caras lo salvador y lo destructor. La libertad también imposible. Nuestra literatura deja tengan un aire descarado, picaresco y pro- concedida al hombre le eleva y ennoblece: dada a) niño produce su muerte. Asi es el de ^enriquecerse con una ¿jgr/a literaria. vocativo. pelo ¿Cuántos que luchaban con la muerte lodtss^ estos sucesos se encadenan con la Para recuerdo de una persona amada, en el fondo de las aguas, debieron su salfalta de pelo de César, El pelo está árpunto no busquéis nada más íntimo, más afectuo- vación á los largos pelos, por los cuales de truncar la historia de Roir^a; es decir, so que un mechón de cabellos. La madre pudieron ser agarrados á tiempo? Calvos, ó los destinos de la humanidad. que vierte lágrimas de dolor sobre restos muy rapados, hubieran ido á cenar con Pudiera traer á la memoria otros recuer- del pelo de un hijo amado, los besa con Plutoii en los infiernos. Hé aquí el pro. Pero dos que probaran la ffrati misión histórica efusión, cre3'endo que aún estampa sos la- caed en manos de un marroquí. Lo primero del pelo. Pudiera repetir que cuando los bios sobre el objeto real de su cariño. que hará es tiraros de los cabellos para romanos se propusieron renovar la guerra La esposa que sueña con el esposo au: echar atrás vuestra cabeza y separaros el con Cartago, ilustre ciudad rival de Roma, senté, dando al viento los quejumbrosos cuello con su gumia. Hé aquí el contra. ?,^'8iendo primero el derribo de las mura- suspiros de la tórtola abandonada, conEl pelo es hasta distintivo de raza. No llas, luégo la entrega de toda clase de ar- suélase al dirigir la vista al fondo de un se concibe un chino sin su correspondiente ?^as, y después la destrucción de la escuacola peluda. ura cartaginesa, las mujeres de Cartago medallón. La amante indigna, materialista, preAún hay más: en el pelofse funda la gran •¿'^wí'^'? *^® las trenzas de sus cabellos cuerdas para los arcos de sus maridos. Pero ferirá una alhaja de valor á un rizo corta- riqueza del idioma de Cervantes. Apenas me parece quaia materia, bajo el punto de do con sus propias manos; pero la Virgen se encuentra en la conversación palabra vista _históric6, está ya bastante tratada, pudorosa y delicada que guarda en su seno más socorrida. De un hombre que pasó de que SI no, áün pudiera recordar la trenza el verdadero amor, profundo, intenso, du- un estado^enfermizo á otro sano, se dice con que fué ahorcada Margarita de Bor- radero, y que por ser el más grande, es que echó el mal pelo. De otro que sé halla también el más desinteresado, no venderá en [buena posición, que le reluce el pelo. goña. ^ un solo pelo de su prometido por todo el Cuando dos enemigos se reconcilian, arroEl pelo, como objeto de arte, ocupa dos oro de la California. jan pelillos á la mar. De un muchacho listo, polos opuestos. Inspira á Rafael y á un La humanidad ha dado la preferencia al se dice que no tiene pelo de tonto. De otro acaprendiz de peluquero. En manos de Rafael pelo sobre cualquier otro objeto como re- tivo, qm está montado al pelo. Y por último: aa expresión angustiosa á la madre deso- cuerdo de amor. Un guante, una sortija, del lobo un pelo, dice quien en los negocios lada, á la amiga dolorida, á la pecadora un alfiler, una cinta, son objetos extraños cree que siempre debe ganarse algo. arrepentida. Llegad un día al Museo de á la parsona amada. No forman parte de Dicho lo dicho, propongo que se sustituPinturas, burlad la vigilancia de los cela- su ser. No han nacido con ella; no han crela definición de la Academia con cualdores, postraos ante el Pasmo de Sicilia y i cido con ella; no son ella misma; no tienen ya quiera de las siguientes: embadurnad de blanco el destrenzado pelo i sangre de su sangre, ni alma de su alma. El pelo es una prenda de amor. *9 aquella afligida mujer que, detras de la Madre, exánime, contempla el doloroso Un rizo de su cabellera es algo de su ser. Ha sido un recurso extremo de defensa. Es un medio de salvación. cuadro del Salvador caido al suelo bajo el Como la flor de la rama, ha sido desprenEs una ofrenda á Dios. peso de la cruz. Habréis destruido con esto dido del tallo mismo del amor. Un mechón de cabellos es lo único que Es un incentivo de amor. sólo el sublime lienzo, la magnífica creapodréis conservar del cuerpo mismo de Es UH distintivo de raza. ción del artista. vuestra amada, sin que os cause invencible Era un signo de nobleza. De vuelta del Prado, subid por la calle repugnancia, sin que el cariño se vea ven- Fué una muestra de desgracia. de Alcalá, tomad la de la Montera, y ve- cido por el asco. ¿Se os ha ocurrido nunca Es un recurso artístico. reís los prodigios de habilidad que en me- pedir á vuestra amada ó á vuestra esposa, Es un peligro. dallones, pulseras, brazaletes y alfileres, como afectuoso recuerdo, un pedazo de na- Es un pedazo de pan. desplega Ortells, artista en cabellos, como riz ó toda ella, 6 una oreja, ó un dedo, ó un Es una prueba de salud. *;« j ,'^*- ^° esperéis huir del pelo den- ojo, ó un t&lon, ó una muela? No: prescinEs un improperio. AT »«* '^esferadel arto. El os agarrará por diendo de la dificultad de conservar esos Pero por mucho que escriba sobre el peAÍIIÍ uÜ?. ^^ ^1 pináculo de lo sublime y objetos en espíritu de vino, aún de la cali- lo, no conseguiré que me luzca mejor idem. * i í ^ ™ \ áe lo vulgar. Y ya que de dad más superior, semejantes prendas bas- Atendida esta gran razón, hago aquí punto 4 I S ^ « l ' S r ° « ' l^iero, lector, \ecor- tarían para destruir todas vuestras ilusio- final y apago la luz. dero¿a^í« , '°^ P«l°s fué cogido Ganíme- nes. Pero un rizo de pelo lo deseáis, lo —*»*»íj^'*«j— d*. c S Í * T ! ' ' ^ " ' ^ ° ° »1 «i«l° para ««'•^ir ambicionáis, lo pedís, lo instáis, sofiais con desCTáci«H^ "'^P^ter. Hó aquí un hombre él, 08 irritáis con una negativa, y cuando HONOR DE ESPOSA c a l S , S « ^ , " * «« ^"«da e^ la tierra á ser lo alcanzáis al'fin, todos los besos os parecen pocos para depositar entre sus ondas Y CORAZÓN DE MADRE. Con eU«i*^^''°^« ««« yo conozco. alma. ¿Besaríais la nariz cortada carácter. icJLt^^''^^'''' ^*'* afectos y el vuestra NOVELA OBIOINAL de la mujer á quien más amáis? O sois canícabello detordSd'o?''?^ ^ - ^ I r * ^ ' T 'I bales, ó tenéis que contestar negativamenOE DON RAMÓN ORTtfiA Y FRÍAS. ' «on el pelo aplasten» ^"'^^'"^"^la ''^í^* ^ te, y quizá ya con el estómago removido. trasentido. lío s S ^ Z r '•«^'^«".^«Ir?rC(nitin«u«Miii.; , cólera «n ai,r!J^^ ^a expresión de la Con el pelo se expresan los más grandes —No os equivocáis. sacrificios. La Virgen que se consagra á »-Pero de todo ello resulta... p3o«H:f''• t^'ascendieudo á jabón y estro- Dios, huyendo los peligros del mundo, en—Sí, que mi hijo está de acuerdo con el trega alas tijeras de la abadesa la abunSoaad un amor delicado, suave, pudoro- dante cabellera. e sconocido amante. 846 EL PERIÓDICO PAEA TOÍDOS. —¡Oh!... Si yo lohubiepa sabido,.., , —Para nuestro gobiernoino necesitamos Despidióse el sirviente y salió. • —Tendrás, la recompensa que é?te servimás pruebas. Llamó el conde para mandar que sirviecio merece. , s —Sin embargo, nada hemos conseguido. sen el almuerzo. —Por la señora condesa estoy dispuesto —Poco á poco se va lejos, señor conde. á dar la vida. —Lo que interesa es averiguar dónde se CAPITULO LXXVIL —Sube tú,", LeE^ndro,—dijo la dama á áu encuentra la hija de vuestro señor. Cúmo habia llegado la condesa á su habitación. bijo. —¡Oh!... Juro que lo averiguaré óhede Antes de proseguir, es preciso que diga—¿Y vos? dejar de spr quien soy. mos cómo pudo suceder que el conde de —Atravesaré el patio, y también subiré —Y entre tanto... Roca Negra encontrase á la condesa en sus por la escalerilla excusada que da á la co—Comprend». habitaciones, siendo así que ésta habia ido cina. —La otra... á la casa de Campo, á llevar á María, y no —Me tranquilizo. , —Repito .-.ue entiendo. debió volver sino con Leandro. . —Y cuídate luego de que Perico haga —Lo decis con una oalma... Asi sucedió. las advertencias oportunas para evitar que —Nuestrps enemigos temblarían si puLlegó el carruaje, del que salieron la ma- cometan una indiscreción el cochero ó 61 dieran comprender lo que mi calma sigdre y el hijo con gran sorpresa del porte- mozo de cuadra. niñca. —Todo se arreglará fácilmente.' — ¡Nuestros enemigos!... Mal que nos ro, que de nada se habia apercibido la no—rNo te detengas. pese, habremos de reconocer que valen che anteíior, pues si á Ja madrugaba salió de su dormitorio, fué porque oyó llamar al Leandro subió. muchísimo m;'is que nosotros. —Muclio valon; pero aún no han ganado conde, acostándose y durmiéndose prpfunEntre tanto su madre, después de dirigir damente cuando ya su señor hubo entrado. algunas frasea de gratitud al portero, atrala panida. —Perdone vuestra señoría,—dijo el por- vesó el patio, entróse luego por un. esti^—Por da pronto tienen en su poder á la tero acercándose á la condesa;—pero ha cho pasillo, subió una escalerilla, y.^pocps hija da don Pedro. venido un criado del comendador don Pedro momentos después entraba en la; cocina, —Altcrnareinos, señor. de Saavedra. donde, fué mirada con sorpresa profunda por — ¿Qué queréis decir? —Andrés,—murmuró Leandro. los criados que allí habia-, —Que ahora nos toca llevarnos á Con— El miímo. ,, La condesa se detuvo, y dijo: ' , , suelo. —¿Y qué ha dicho?—preguiítóla madre. —Nq me, habéis visto, entendedlo bien. —Si trtl consig'jieseis... —Ha mostrado grandísimo empeñí en T-Señora... ,. — Y entonces el señor don Leandro habrá de contentarse con mi señora, y des- ver á vuestra señoría, y como la doncella —Y no habéis podido vernae, porque torespondió que era imposible, quiso enton- davía no ^ae he levantado. , pués... —Debéis tener presente que ellos conta- ces hablar al sftñor don Leandro. —Entendido. -—Entonces debo ya saber que he pagado ; -^Si no olvidáis lo que a(?abode,decirps, ban con la voluntad de María, mientras que >,. , ' m«í haréis un beneficio,da, gran,ipaportan& nosotros nos sucede todo lo contrario. Ift noche fuera de casa,,, -7-Lo sabe, y no ha querido irse,, sino que, cia, que agradeceré y, recogUipensaró. _ —En enrabio Consuelo no está tan bien ha subido para aguardar, diciendo que ai g,aard»d» c&mo lo estaba mi señora. Y mientras así hablaba la; condesa^ diriotra cosa no le es posible, hablará con el gía á sus criados miríadas j][ue|, producían —Bfeen díscurrífi; pero..; —Además, la voloaiad se anula, con el señor conde. mucho mejor efecto que sus palabras.i , La madre y el hijo cruzaron una mirada 8(U'§ftO. Aquella mujer singular ejercía sobré todos una influencia mágica, influencia de —[Ah!... Esa es una idea feliz,—dijo el do inquietud. Si Andrés veía entrar ala condesa, se lo que parecía mentirá hubiera podido sus¿!>fl<le que habia comprendido perfectamenparticiparía al conde, lo cual produciría un traerse su brutal esposo; te al criado. —Vuestra señoría tiene mucho dinero. conflicto demasiado gravo. Ya podía estar segura do que ninguno" de Tampoco podía la dama retroceder para sus criados diría que la habia -visto aquella —Y os autorizo para gastar sin consideración. I entrar en su casa más tarde, porque habia mañana. ' —Y como yo no tengo eso que se llama • el peligro de que su esposo quisiera verla. Ninguna dificultad encontró para llegar jCómo salir del apuro? conciencia... á áús habitaciones, donde su fiel doncella Cuando dimos á conocer á la madre de la esperaba con tanta ansiedad como temor. —¡Por quien soy! que valéis mucho. —Y así como á vuestra señoría le sobra Leandro, dijimos que todos sus criados se :¡Dios mío!—exclamó la sirviente.;— el dinero, hay otros á quienes les falta, y interesaban vivamente por ella y la amaban Andrés... tanto como aborrecían al conde, y por concomo el hambre es mala consejera... —Tranquilízate. • . siguiente en cualquier conflicto podia la —Encontraremos auxiliares. -r-Está esperando... —Y dentro de la misma casa de' Con- condesa contar con cuantas personas la ro^ —He subido por la escalera déla cocina. deaban, así como habia contado con la don suelo. —Será preciso advertir al .portero y á celia. —Allí tenéis la bruja de que os habló. los demás... Reflexionó algunos momentos la, dama, . —Ya está hecho. —Es poco. y adoptando upa resolución, le dijo al por—Pues buscad. —Entóneos nos hemos salvado, •^Ayúdeme vuestra señoría á encontrar tero: —Desnúdame... Mi bata.^. La camt^.,. —¿Crees que soy capaz de cometer una á la hija de mi señor. —Entiendo. mala acción? -r-Haró cuanto sea posible. La condesa se quitó el manto y el ves—La señora es una santa,—respondió el tido. —Y yo tendré la satisfacción de poner • á Consuelo en brazos de vuestra señoría. criado sin vacilar. Púsose la bata y desordenó sus cabellos,. —Pues bien, te juro que he salido con Lucía, que no necesitaba muohai|®^P^^" —Empiezo á tranquilizarme. mi hijo esta madrugada paríi hacer un gran oaciones, desarregló las ropas del le^bo. —Mucho disimulo, señor conde j beneficio, para librar de horribles sufri- Luego adoptó las demási precauciones -Descuidad. -^Conviene que todos crean que vuestra j mientes á una criatura muy desgraciada. que le parecieron oonvenientes. Así lo creo Al entrar allí era preciso crflor qua la SMloría sé olvida de este asunto —Pero conoces el carácter del conde, mi condesa acababa do levantarse. —Entiendo. —Me parece que no es menester más^— —Pue»ahora, como nada tengo que ha^» esposo. —Demasiado bien. dijo la doncella. cer aquí, aprovecharé el tiempo en otra —Si sabe que he salido... —Está bien.. !, 'B» parte. -^No es menester que lo sepa, pues aun—¿Necesitáis dinero? —Pues voy á verá-los domM^'P»^*."* que me maten, no lo diré. —Ya lo pediré cuando llegue el caso. bueno es hacerles una sogund»«dií^f?®^** -^GraciaSj buen Antonio. '—Adiós, buen Andrés. — S í » ' 7 . :• í ' / l , i > . : • • ; ' ' ' • • • • —Prepárese vuestra señoría á, tomar la / —Ahora comprendo por ;qüó Lucía-no La doncella salió. i. f '•"• '•"' '-\ quiso respohderteriainantemente. i —¡Protogedme, Dios miol—exclamó la revancha. —Te advierto que ese ócis^do del comen-1 condesa, elevando al cielo una mirada su—Con la ayuda do un hombre como vos, dador es muy peligroso para mí. todo «8 posiblto. plicante. EL PERIÓDICO PARA TODOS. r Lti^&o tomó un libro de oraciones y se sentó. No leia, ni era posible que leyese en aquellos momentos. Como t,enía la costumbre de áominarse, debia representar admirablemente su papel. 647 moutañosa de Asturias, á la cual se hablan bordadas aguas del rio Deva cortaron la acogido todos aquellos que, como don Pe- retirada á los moros, sepultándolos bajo layo, no podían soportar el vencimiento, y sus ondas espumosas. creyeron poder conquistarla fácilmente. _ El autor árabe ya citado, refiere el acaeLa creencia general entre los sarrace- cimiento de este modo: nos, era que en las escarpadas crestas de «Noticioso el gobernador de la Penínsuaquellas montañas, hablan acumulado los la por el califa de que los cristianos reunían CAPITULO LXXVIII. cristianos inmensas riquezas sustraídas á un ejército en las montañas del SeptenDecUracian de guerra. su rapacidad, y pretendían hacerse dueños trión, envió contra ellos á Alcáma. Belay, Cuando Andrés salió de la morada del', ¿eelfas y dominar también en aquel áspero fuerte en su posición y su valor, cayó soconde, no se tomó la molestia de dirigir la territorio, jamás hollado por los fogosos bro los musulmanes, de los cuales mató á palabra al portero, porque comprendió que corceles africanos. más de tres mil. Sus dardos se extraviasería completamente inútil. Sabedor don Pelayo de los designios del ron, estalló una tempestad, y el ejército Creyó, que inútil sería también ponerse enemigo, ordenó las escasas fuerzas con quedó sumergido. Belay hizo en él gran en acecho, porque Leandro no habla de ir que contaba, y esperó confiado en la pro- carnicería, y Alcáma y sus compañeros aquella misma mañana adonde quiera que teccion divina y en su sereno valor, la acó quedaron en el número de los muertos.» estuviese la hija del comendador, ni habia metida de los sectarios de Mahoma. III. de cometer ninguna otra torpeza por el esIL tilo. La fama de aquel glorioso hecho de arUn dia que no marca la historia, pero mas no tardó en extenderse por toda la coPreguntóse el sirviente si algo le era posible hacer en aquellos momentos, y co- que pertenecía al año 99 de la Egira (718 marca, y el nombre de don Pelayo voló de mo aún no podia trazar plan alguno, deci- de Jesucristo), los moros, acaudillados por boca en boca entre el entusiasmo y las bendió ir en busca de Querubín, no porque cre- Alcáma, guerrero valeroso y lleno de am- diciones de todo el pueblo cristiano. «En el entusiasmo de la victoria, dice yese que el mancebo habla de decirle lo bición, se aventuraron imprudentemente en que tanto interesaba averiguar, sino más los desfiladeros del monte Auseva, creyen- Lafuente, los asturianos apellidaron rey á Pelayo: principio de una nueva monarquía, bien para ñjar la situación de los unoS:; y do que todo lo arrollarían á su paso. El ronco son de sus atabales y tambores, de la monarquía española; porque la relide los otros. •—También,—pensó el sirviente,—puedo y.su inmenso grito de guerra, llenó los gión y el infortunio han identificado á godos y romano-hispanos, y no forman ya llegar á la casa donde vive Consuelo y ver ecos de aquellas montañas. El ejército dé Áloáma debia ser numero- sino un solo pueblo; y Pelayo, godo y espaBÍ con el sastre entablo conversación que sea provechosa para que el conde quede ser- so, aunque no tanto como aseguran los cro- ñol, es el caudillo que une la antigua monistas, que nos refieren aquélla memorable narquía goda, que acabó en Guadalete, con vido y yo haga un buen negocio. la nueva monarquía española que comienza Con tal propósito, se encaminó á la Cos- batalla. Generalmente se le hace subir á 100.000 en Covadonga.» táiiilla de Santiago, y como tenía mucho Cerca de la célebre cueva de este nomen qué pensar, andaba despacio y se dets- hombres, y aun algunos autores lo elevan liia con frecuencia, tardando así una hora auna cifra ma:ypr, mientras que los solda- bre, hay un campo que todavía se llama de dos de don Pelayo formaban un cuerpo de Repelayo, donde asegura la tradición que «a llegar á la morada de Consuelo. _ Entró Andrés en el portal, acercóse al ejército que apenas llegaba á contar 7.000 se proclamó al vencedor de los sarracenos, levantándole sobre el .pavés; y una legua biombo, y con gran contento y no poca hombres. De todos modos, la lucha, era desigual, más allá, junto á un pueblo llamado Soto, sorpresa, vio á Querubín que hablaba muy y como dice muy bien el historiador La- existe otro campo donde hasta principios remente con el señor Policarpo. fuente, es preciso reconocer en aquel con- del siglo actual iban los jueces del concejo (St continuará.) junto de extraordinarias y portentosas cir- de Cangas á tomar posesión de la vara da cunstancias, algo que parece exce'der los justicia: aquel lugar se llama Campo d$ la EL MONTE AUSEVA. límites de lo natural y humano, algo (Jue jura. manifiesta la protección divina. IV. Al acercarse los árabes al lugar en donDespués de la victoria de don Pelayo, los" de se hallaba don Pelayo al frente de los asturianos, entusiasmados, se sublevaron en Hoy, que desgraciadamente vemos oeu suyos, dio principio aquel combate de fama todas partos, y los moros fueron arrojados pado 4 una gran parte del pueblo espafio imperecedera. de aquella provincia. en luchas estériles, muchas de las cuales Las flechas de los enemigos chocaban El héroe bendito á quien es deudora Esmás bien que en pro de la humanidad, se contra las rocas, y de rebote iban á herirá paña de su reconquista, sin ser molestado libran ó responden á un interés mezquino, les, sin causar daño alguno á los cristianos. nuevamente por los árabes, empleó toda su preciso es confesar que consuela y refresca Éstos, desde lo más alto de la monta- atención en administrar su pequeño reino, el corazón, la lectura de ciertos hechos con ña, arrojaban sobre las apiñadas huestes tjuyos moradores se dedicaron á desmontar los cuales »e engalana nuestra historia. agarenas enormes troncos de árboles y terrenos incultos, labrar los campos, ediEntre estos hechos, el que más nos en- grandes peñascos, que no tardaron en in- ficar templos y casas, y desarrollar en tusiasma, el más glorioso, es la célebre ba- troducir el mayor desorden en aquel nu- cuanto era posible su naciente industria. talla de Covadonga, en la cual un puñado meroso ejército. Don Pelayo reinó diez y nueve años, mude .valientes, mandados por un héroe (don En vano Alcáma y sus principales jefes riendo pacíficamente en Cangas el año 737. Pelayo), exterminaron las numerosas hues- pretendieron infundir aliento á sus gentes; Al solo nombro de nuestro héroe, el cotes agarenas en los desfiladeros del monte en vano también quisieron rechazar á don razón menos entusiasta late acelerado, y Auseva. , Pelayo, que con un corto número de guer- ante la gigantesca empresa victoriosamenDespués de la derrota del Guadalete, en reros, le corraba el paso en aquella caña- te comenzada por el héroe de Covadonga y lá cual el último rey godo fué vencido por. da, en donde debían encontrar la muerte. terminada algunos siglos después ante los " ' ^ t r o p a s africanas, á las oHalíUr la traición j JEscrito estaba, como dice el autor árabe, muros de Granada, por los reyes católicos, p*^®ade don Julián abrió las puertas de Abdallah-ben-Abderrahman, ([u&Belay (Pe- nos sentimos orgullosos con haber nacido ~?P**^*í don, Pelayo, primo j protospafa- layo), venciese á los hijos del Profeta. en esta noble cuanto desgraciada España. í'íoae aquel desdichado monarca, mal avePara que todo fuese fatal en este dia á ANTOMIO »t SAN MIRTIM. +^A°f 1^** cadenas del vencimiento, se los musulmanes, efitalló una terrible torretiró á las escabrosas montañas de Astu- menta en el momento en que Alcáma orderias. naba la retirada. ;^ En ellas vivia un pueblo libre, un pueblo La lluvia, los truenos y relámpagos, LA P E R E Z O S A . r«a*) y valiente, capaz de soportar Jas ma- mezclado todo con los peñascos y saetas que •^p-es^privaciones y penalidades,, pera-no. sobre ellos arrojaban los cristianos, contri^ ^ ' I ^ f ^ r el jrugo de los conquistadores. , ^ -huyeron á hacer más espantosa su derrota; Berta era la muchacha más heraaosa de '¡'«os, despuea^e posesionarse de Espa- y como si hasta el mismo suelo quisiera su aldea y la más perezosa de toda la co""i n^ison SHB ojos codiciosos en la región combatir eafavor de los cristianos, las des marca. Su madre, la vieja Andrea* pobr«, 648 EL PERIÓDICO PARA TODOS. viuda, que se ganaba la vida madre, no le habia dejado LA PEREZOSA. hilando, no había conseguido aliento para hacer nada. jamás que su hija tomase en La condesa la creyó, y le BUS manos el huso y diese con dijo que para sentimientos el pié á la rueca. bastaban ya con los pasados, Las amonestaciones , los que se pusiera á trabajar desruegos, la amenazas fueron de aquel instante, y que ella igualmente inútiles; la madre volvería á visitarla dentro de eambió entonces las palabras otros tres dias. por las obras, y una tarde, Cuando Berta se quedó sola indignada del abandono de su no sabía qué partido tomar, y hija, la azotó fuertemente andando de un lado para otro, con una vara. Los gritos y se acercó á la ventana y vio los gemidos de Berta eran venir por el camino tres muconmovedores, pero la buena jeres. Una de ellas tenía un vieja, que comprendía la nepié aplastado, largo y ancho cesidad de aquel tratamiencomo un ladrillo; otra tenía to, no se dejaba ablandar. De el labio inferior colgante haspronto se abrió la puerta de ta más abajo de la barba; la la cabana, y una señora herúltima tenía el dedo pulgar mosa y de noble aspecto, dede una mano de una cuarta trás de la cual se distinguían de largo. Las tres eran vievarias damas y caballeros, jas y feas sobre toda pondeapareció en el umbral. ración. Cuando llegaron deLa vieja Andrea, sobrecobajo de la ventana, se paragida por la vergüenza y el resron, y una de ellas, dirigiénpeto, quedó inmóvil y rouca. dose á Berta, la dijo : La señora era la condesa, —Si te comprometes á indueña absoluta de aquella covitarnos á tu boda con el hijo marca. mayor de la condesa, y á lla—¿Por qué pegas así á tu marnos primas tuyas, noshija?—preguntó. otras nos comprometemos á Y la pobre vieja, en quien ayudarte en tu tarea, tan el cariño maternal se sobrebien, que dentro de pocos dias puso ent'ínces á la indignaestará terminada. ción, contestó : A Berta le maravilló mu—Señora, mi hija es tan cho el que aquellas tres viejas trabajadora que ni de día ni supieden su situación, pero de noche quiere separarse de como ésta era tan apurada, la rueca. Por más que le digo se resolvió á aceptar el socorque deje de trabajar y salga ro que le ofrecían, prometieny vaya á distraerse con sus do en cambio hacer lo que la compañeras, no quiere hacerhabían pedido. y una tarde, indignada del abandono de su hija, la azotó me caso. Yo veo que va á en—¿Pero por dónde subiréis fermar y á morir si continúa fuertemente con una vara (pág. 648). á este aposento? —les prede este modo, y he tomado la guntó. determinación de castigarla para ver si se ma, dijo á Berta, sin duda con la intención Y las viejas contestaron : corrige. de probarla: —Por eso no te apures, que aunque la La buena señora contestó: —Cuando hayas hilado todo este lino que ventana estuviere mucho más alta y fuese —Malo es el exceso en todo, y quien de ves aquí, te daré por esposo á mi hijo ma- mucho más pequeña, nosotras subiríamos cualquier manera atenta contra su salud y yor, que aunque tú seas una villana, yo hasta ella, y por ella entraríamos. su vida, ofende á Dios; pero el excesivo tengo la laboriosidad por tan gran virtud, Asustóse Berta nuevamente y más que amor al trabajo es digno de elogio. Yo que con que tú la poseas en el grado que antes, pero el deseo de no quedar desairada tambier lo amo tanto, sobre todo el de hi- yo espero, me doy por satisfecha de tí, y venció su repugnancia y aceptó definitivalar, que jamás me siento más contenta que no deseo ni más nobleza ni más dote. mente el prodigioso auxilio. cuando estoy en mi casa con mi huso y mi Y dicho esto, salió cerrando tras sí la Entonces las viejas se agarraron de las rueca. Yo quiero llevarme á tu hija con- habitación y dejando sola á la pobre Berta. manos y empezaron á dar vueltas, corrienmigo, que si en efecto es tan trabajadora, Aun cuando ésta hubiera sido tan trabano ha de separarse nunca de mi lado, y ya jadora como había dicho su madre, la pro- do y canturreando no sé qué extrañas pacuidaré yo de que descanse lo conveniente, posición que se le acababa de hacer no hu- labras, y á medida que voltijeaban se iban levantando del suelo como si subiesen sobre porque espero que á mí me respetará. biera debido alentarla gran cosa, porque la una rampa espiral invisible, hasta que lleLa vieja Andrea no sabía si alegrarse 6 cantidad de lino que tenía delante era tan garon á la altura de la ventana, y una tras entristecerse, porque si bien podía abrigar grande, que hubiera necesitado muchos otra entraron por ella. Entonces la que la esperanza de que su hija, por no provo- años para hilarla. tenía el pié aplastado y ancho como un lacar el enojo y el desprecio do la condesa Berta temió que la aparente protección drillo, se puso á estirar el hilo y á dar trabajaría, también era de temer que su de la condesa se iba á convertir en un en- vueltas á la rueca: la que tenía el labio colpereza fuese tan invencible, que la pusiese cierro perpetuo, y se puso á llorar. EB los gante, lo humedecía; y la tercera, del pulen ridículo á los ojos de todos, desacredi- primeros tres dias no hizo otra cosa. gar de á palmo, lo torcía y lo golpeaba contando también á su madre. Al cabo de este tiempo volvió la conde- tra la mesa. Cuando pasaron los tres dias, Pero la condesa, sin perder tiempo, dis- sa y se maravilló no poco de ver que aún Berta se puso á esperar la llegada de la puso que Berta la siguiese desde aquel ins- no había comenzado su tarea. Berta estuvo condesa, y al acercarse ésta á la puerta, tante. Uno de los caballeros la puso sobre á punto de confesar toda la verdad á la las tres extrañas huéspedas se agarraron su caballo, y todos partieron para el cerca- condesa, pero Berta era hermosa, y lo sa de la mano, y tirándose una tras otra por no castillo. bía. La hermosura la habia enseñado ya á la ventana, y manteniéndose en el aire por Una vez en él, la condesa llevó á Berta ser soberbia y aficionada al engaño. Y' án- la parte exterior, como si estuviesen sobre á u n departamento compuesto de tres ha- tes que declarar su ineptitud, prefirió men- un tablado, empezaron á girar y á canturbitaciones llenas completamente de linodeltir. Se excusó, pues, diciendo que la pena rear, y bajaron al suelo. alto abajo, y medio en serio, medio en bro-1 que la habia causado la separación de su La condesa quedó admirada de la prodi- EL PERIÓDICO PARA TODOS. 649 giosa cantidad de lino que de tocar en mi vida ni huso LA PEREZOSA. habia hilado Berta, y se retini rueca, y no quiero romper ró muy satisfecha. Las viejas yo su juramento. volvieron á subir á la habitaEntonces la otra contestó: ción 4 una íeña de Berta, y —Ved que de vos se dice asi, huyendo siempre que la que no habéis tocado huso en condesa venia, y volviendo en vuestra vida, y si ahora no seguida á su trabajo dia y noprobáis que sois una buena che, sin descansar nunca ni hilandera, he de creer que para comer ni para dormir, esto y algo más que se dice en pocas semanas acabaron de es verdad. hilar todo el lino que habia en Y el conde entonces ofendilas tres habitaciones. Cuando do, dijo : estuvo terminada la tarea se —Pues yo, por ahora, ledespidieron de Berta, diciénvanto mi juramento. dole: Pero Berta, sin demudar-se, —No olvides que nos has repuso: prometido invitarnos á tu bo— Vcí no podéis alzar el da; cumple tu promesa que de juramento que habéis hecho á ello depende tu felicidad. Dios, y menos por cosa de tan La condesa, cuando vio poca importancia, como es completamente hilado todo el atajar una hablilla tan sin lino, sintió remordimiento por fundamento. Si por el amor haber hecho trabajar tanto á que me tenéis queréis pospouna pobre muchacha á quien ner el deber de vuestra conse habia llevado consigo para ciencia á la lisonja de mi amor que viviese con descanso, y propio, yo, por el amor que considerando además que la también os tengo, no lo he de promesa que habia hecho de consentir, y sufriré sin defencasar á Berta con su hijo maderme todas las calumnias yor, no la obligaba ya menos, que me levanten, menos la de porque al hacerlo le hubiese seros infiel antes de consentir parecido imposible el cumque cometáis tan gran pecado. plimiento de la condición que Y como el conde estaba habia puesto, se resolvió á enamoradísimo de Berta, en realizar en todo lo que hasta vez de entrar en sospechas entonces habia considerado por esta resistencia, agradecomo quimera. El hijo de la ció tanto el amor que, á juicondesa vio á Berta, y como cio de él, le manifestaba ella era muy hermosa, y su madre con esto que desde aquel insse la elogiaba tanto, consintió tante aborreció de muerte á encasarse, dejando para ello su antigua amada, y juró, los amores que tenía con una allá en su interior, tomar venAquella noche se presentaron en el castillo las tres primas hija de un señor fronterizo. ganza de la ofensa que había de Berta (pág. 650). Berta entonces dijo que ella hecho á Berta. tenía tres primas á quienes Y fiel á la religión del judebia muchos favores, y que quería que á La vieja Andrea, que también asistía á ramento que ésta alentaba en él, á la pripesar de la humildad de su clase asistie- la boda, y á quien admiraba mucho el que mera ocasión que se le presentó entró por sen á la boda. Condescendieron el novio y su hija llamase primas á aquellas mujeres las tierras de su vecino en son de guerra, la futura suegra, elogiando mucho el buen desconocidas, habia callado á todo, y cuan- y como era más poderoso lo venció manatural y el agradecimiento que manifesta- do oyó decir esto se alegró, porque ya así tándolo en la batalla, y se apoderó de sus ba en esto Berta, con lo que ésta acabó de estaría libre su hija de verse descubierta; tierras y encerró ala hija en un convento. prendarlos á los dos. Celebróse en efecto pero como le parecía que en todo aquello La madre del conde reprobó esta conla boda, y las tres viejas se presentaron había algo de extraordinario y acaso de peducta; pero Berta era ya quien imperaba muy decorosamente vestidas, pero su feal- ligro, se propuso abandonar la comarca y dad y las sendas deformidades del labio, así lo hizo, sin meterse en averiguaciones por completo en el ánimo de su marido. En esto el hilo hilado por Berta, que del pulgar y del pió, resaltaban más con la que le causaban miedo. hasta entonces se habia guardado en un alnobleza del atavío. Berta se quedó tan contenta y tan des- macén del castillo, fué enviado aljtelar pa—Feas y extrañas son tus parientas,— cuidada, y se propuso granjearse el cariño ra que lo tejiesen, y sucedió, con escándadijo el joven conde á su prometida. Y de su marido, calculando que con esto no lo de todos, que no bien entraba el hilo en acercándose á una de ellas, le preguntó: tenía nada que temer en lo sucesivo. el telar, cuando se deshacía en ceniza. —¿De qué tenéis vos el labio tan aplasPoco tiempo después, fué á hacer una Asustáronse los tejedores y avisaron ala tado y tan ancho? visita al castillo del señor cuya hija habia antigua condesa de lo que pasaba; fué ésta Y la vieja contestó: dejado el conde para casarse con ella, y al telar á convencerse y mandó llamar á —De darle á la-^rueca. ésta, que aun cuando habia disimulado su su hijo; pero Berta le hizo creer que la Y el conde preguntó á la otra: enojo, deseaba vengarse de Berta y habia condesa, arrepentida de haber convertido —¿De qué tenéis vos el labio tan caído? averiguado la fama de holgazana que tenía en nuera suya á una aldeana, trataba de antes en su aldea, y los rumores que cor- acusarla de hechicería para perderla, y el Y la vieja contestó: rían de que algo sobrenatural y diabólico conde, indignado también contra su madre, —De mojar el hilo. habia influido en el hilado del matrimonio, la dejó partir de sus tierras; á los tejedores, Y pasó el conde á la tercera, y le dijo: por cómplices de la calumnia, los mandó —¿De qué tenéis vos el pulgar tan largo? cuando vio á Berta, le dijo: —De golpear el hilo,—repuso también la —Vos que tan buena hilandera sois, ha- ahorcar, y -¡onservó á Berta á su lado, havieja. cedme el favor de hilarme este copo: quie- ciéndola cada dia más absoluta dueña de su ^¡ntónces dijo el conde: ro tener el gusto de conservar un ovillo de corazón y de sus acciones. "T^ies yo no quiero que mi bella espo- hilo hilado por vuestras manos. Así se pasaron largos años: Berta era ese -I* '""lea ese labio, ni ese pulgar ni Berta contestó: aborrecida en la comarca, no tanto por su T.1K. ^ • j'iro que no ha de tocar huso ni —Nada hay para mí más agradable; pe- fama de hechicera como por el recuerdo ''^««a en «u vida. ro el conde, mi señor, ha jurado que no he de todas estas desgracias de que habia sido 650 £3. PEBIQMCO ^A^A. TODOS. ea«sa. Ccmociendo- ella la aversión de que ! der de Teresa, la más honrada de las es- coa la presencia,rep^tipa de ,esa pobre, wa objeto, se hablaheolio también altanera ; clavas negras de la sefloía Aurelia. Cuan- niña. J: \. !'. .,\,- • • ; y dura de corazón. A pesar de su prosperi- • do estéis más repues+a y más tranquila, Yo entonces.experinrehió;un deseo viví-, dad J del amor que la profesaba su marido,- ella misma la traerá á vuestros brazos. simo de llorar, "y di por último, salida á^ mis. nb dejaba de tener pesadumbres. En los —¿Es verdad, Dios mió, lo que decís? lá^imias, lo ciaal acabó p w confortar mi muchos aüos que Ueyaba de matrimonio no —Es muchísima verdad. Burlarse del ei?íáritu y' hacer más llevadera la,extraña, habla tenido ningún hijo: el conde parecía dolor de una madre sería una crueldad im- situación en que me encontraba. estar destinada á vivir poco; se le veía con- perdonable. Tranquilizaos y tened conLuego despuep que hube dominado las sumirse y debilitarse por días. Su inmediato fianza. profundas sensaciones de mi alma, y volví heredero era un hermano de quien Berta —¿Pero dónde esjoy? á interrogar al bondadoso médico, que no no podia esperar nada bueno. —En una casa generosa y hospitalaria. se habia separado de la cabecera, de mr —¿Cómo he venido aquí? Murió, en efecto, el conde, y ala par que lecho. —Más tarde i^abreis esa historia. Es cosa se preparaban los funerales, partieron va—•Mucho os agraáezcd, — dije, — todo rios mensajeros á llevar la noticia al nuevo bien triste, por cierto. cuanto habéis hecho pop mí, pei'o necesito señor. Aquella noche se presentaron en-el —Puedo oir, puedo escuchar. La ansie- más detalles, y apelo á vuestra, bondad castillo las tres primas de Berta rigorosa- dad es más terrible que la muerte. para que me los deis. Quisiera saberlo que mente enlutadas: esta extraña visljta pare- ' —Pues bien, señora,—dijo el desconocí- ha sido de mi desgraciado hermano. ció sobrecogerla mucho, pero disimuló; du- do'f—on pocas palabras vais á haceros cargo —Vuestro hermano, señora,,ha quedado rante los tres primeros dias no se separa- délo que ha pasado. En esta casa vive abandonado en medio del ga;po. ron de ella. Al finalizar el tercero, llegó el una opulenta señora dueña de grandes ter— ¡Dios mió! , nuevo conde á sus dominios, y al dia si- ritorios. Es viuda do un rico brasileño y —¿Qué habíamos de hacer con un cadáguiente debian celebrarse los funerales j pasa la vida en el',campo. ver? ,; , - :',; el entierro del marido de Berta. < ' ' , 'J' £íabiendo llegado h^sta los límites de —¡Pero es posible! ¡Estaba muerto!' Pero ni á Berta ni á sus parientes se las' .svarhaciendas-ia inundación del Paisandú, -^Ya he teni4o lel sentim4opto de.;parti-i encontró en el castillo :al otro dia. El es- y teniendo on laií ágjias de. éste por^via de eipároslo. ,. •, • > ; .;,,:;)M , •,•:,!.• .: • . cándalo fué grande, y muchas personas di- recreo, un bonito y .elegante j^até, me , Guardó silencio por alguR:,tíiampp, como jeron qua hablan visto á, las cuatro, duran- pro^iuso hace ocho dias... si de esté modp tpa^áse de encontráis un lete la noche, cogidas de la mano fbtmando, —¡Ochadíasl nitivo al profundo pesar que nie a,quejaba, círculo, voltigear por. los aires en d.ireécion —Sí, señora; me propuso que visitápa- pero-iStir^endo aún en: qlfondo,d,e mi ;alma á la montaña. Desde aquel dia nO'álidó da>- •tííOB el ffapo que se había formado' á causael fuegS*de aquella pasión .ardiente que die de que á Berta se la habla llefado, el de la inundación. La expedición prometía consj^ttiy^S las delicias y el infortunio .de, mi demonio, y poco tiempo después émpézc} S6¡e divertida, -y dwtta Aurelia convidó á vicUtiw¿ie<atrevi.á preguntar.: á hablarse de apariciones extraflasxque e^ásf sus m'fjores- -amigos al efecto. Encendjlé—¿Y U. ^a¿aí«a? cual explicaba á su manera, perjo'quí ai;^ Sít>^se,-cjpueSy Jas calderas del v&por y- nos -rtj&ti:señora! la ^aZaíííi huia, como he creian relacionadas con la brojeriita" .%?^l^nzamo3 d>^.visitar el mar m i s t ^ ^ ^ s o j ^ "t^idor^l^onor de decíroslo. Pero deseando ta¿ Ato hoy no íifalta quien aflrmaíSP!6i-:;d¿ *" "^ iSe habia'foüjttad^ en los terrei^^í^*^*'" 'i.aJíer.'bE^Terdad del sangriento draina que vea en cuándo vienen cuatro mujeíeáf, ati- dia fueron hermosos bosques y-;iii8r'< pSibiáiaj^ sorjírendido,-en atedio deL^aj»?,, rante la noche, ahilar en una torre'dUÁ eaS' vo volverían á Serlo. Tr«fh;dia* -it^áb*-- í i e ñ B ^ t o le dimos.rcaza porsimedio 4? tillo. Una de ellas, la que pareóla noás jd- ,mo8 de curiosas exploraciones, cuaúdo una HU6»ro<rjraí«. El espaotáimlp e?a teri?ible; ven, es en realidad laque trabaja: las otras mañana descubrimos... ¡Ah, señora!... Es algunos-Cadáveres, bastantes, herido?, y un la hostigan y la atormentan con mil chan- terrible decir lo que descubrimos. cuadro Ueoo de desolación y de sangre, fué zosétas y denuestos: al romper el dia deslo que se presentó á nuestra vista. Quisimos —¿Acaso una ffalatea y una balsa? aparecen. —En efecto, una gfilutea y upa balsa, tomar informes,: pero los que sohrevivian Como se vé, la moraleja del cuento, cuyos tripulantes sostenían el más encar- se hallaban tan silenciosos como los mueraunque tardía, no deja dé ser severa; pero nizado de los combates. No comprendiendo tos que le rodeaban. Mo,llamó la,atención cómo en cuentos y en brujas, y aun en es- esto, dimos mayor fuerza al vapor del sobre manera un negro de alta estatura y carmientos, va creyéndose poco en el dia, yate; pero cuando llegamos era tardo. de presencia agradable, que atendía con saque cada cual la óonsecuencia, que nos- lí& galatea^ que nos habia visto, huia, y solícito.esmero á ios heridos. Este negro otros ^on haber hecho el relato cumplimos sólo descubrimos al llegar al.teatro de la cuidaba especialmente ,á un caballero de nuestro objeto. lucha á vos, señora, que flotabais, muerta noble presencia y. de actitud arrogante, que al parecer, sobre las aguas, á una preciosa parecía estar muerdo á 8i}s pies. ¡OÍQVm DE A R D I L A . niña que estaba agarrada á vuestro pecho —¡Armando, ese es Armando! y el cadáver de un hombre que, atravesado —No dudo que así,sea;:pero no querienpor una bala, aún conservaba en su sem- do la galatm admitir nuestros servicios, EL PUÑAL DE ORO. blante el furor más profundo y la desespe- nos alejamos de ella con sentimiento y reración más espantosa. gresampsá estacasa, en donde vos, señora, NOVBLA OKIGinAL —¡Ah! ¡Mi hermano, mi hermanoí—ex- habéis sido acogida con el respeto que mePOR TORCUATO TARRAGO. clamó deshecha en lágrimas. rece la desgracia, y con la buena fe que —Pues bien,—prosiguió el narrador:— ofrece la hospitalidad. yo, señora, era el módico de la expedición. QUINTA PARTE. '••_ • ; i L ' : ' ; •,":' Conociendo que aún habla esperanza de sal-^ víir algunos desdichados,'me encontraba en "Tal fué la historia que pude comprender, (Centinuacian.) la situación más alarmante, hice botar la merced al médico que me asistía, del dePor instinto, más bien que por voluntad, lancha del Yate, j entonces pude extraer sastre ocurrido en las desbordadas aguas ; obadecí aquella orden. Sentime instantá- de las aguas, como al mismo tiempo salvar del Paisandú. neamente mucho más fuerte, y las ideas se á varios desdichados que se hallaban en la Aquel mismo dia se presentó á visitarme fueron fijando en mi imaginación como las más desesperada situación. la señora dueña de la casa, viuda, según imágonds se fijan en un espejo. -^¿Y mi hija?—exclamó entonces acor- me dijo, de uno los plantadores más ricos Eniónces me acordé de mi hija, de mi dándome del triste fruto de todas mis des- de Rio-jfaneii'o, y dueña de aquella (magnífica posesión, que iATi generosamente;^ me pobre y desdichada Elisa, y di un grito do- gracias. , ,' loroso. —Vuestra hija es la que menos ha sufri- había abierto sus pwertas. El b(»}!ibre volvió rápidamente á mi lado. do, y se encuentra en poder do una nodriza. Doña Aurelia, de Meneses y .Silva, que —jAhl — ex4Slai&ó.— ¿Qué sentís? ¿Qué —¿Pero está aquí?—volví á preguntar así se llamaba la expresada señora, me ^.lo tenéis? con la mayor ansiedad. toda,olase de ofrecimientosi que si bien los —[Mi hijaÍA. [Mi hijal—^gritó queriendo —Sí, sí,—contestó el médico.i—Y el -no aceptó con la gratitud que era.de lesperar, ürrejarme deHe<rfio* estar ya en vuestros brazos, es porque he tuve que permanecer: aún, largó tienopQííeB í Sonrióse el desconocido, y conteiító: querido evitar en vos la» emociones^ natu- aquella situación^. ;reoibiendo muestras in-—Yíiestra luja eátá salvada. >E8tá en po- rales ^ que naturalmente hablan de bsrotar equívocas de desinterés y galantería,, , i • EL P^RIÓPICO PARA, TODOS. 651 á la vela para dicho continente. Yo tengo, que el agua*es un compuesto de oxígeno écomo sabe usted, grandes relaciones en di-1 hidrógeno, pero la fisiología no ha podido cha capital; escribiré á, mis corresponsales, Iclasiácar todavía al aguador. y de este modo podremos fijar la época de i De referencia en referencia, ,ó de tradila partida, sin necesidad de que se mueva ción en tradición, se llega hasta el origen del agua: el del aguador es desconocido. usted de esta casa. Desde luego se supone que es posterior Aunque el ofrecimiento que doña Aurelia acababa de hacerme estaba muy puesto al agua, y hombre al agua al mismo tiempo. El primer aguador fué Neptuno, según en razón, deseosa por mí parte de no ser III. molesta por más tiempo en aquella casa, todas las probabilidades; padre de la clase y fundador de la carrera. Era doña Aurelia una mujer como d® insistí del modo siguiente: Así como en el agua existen las catego—Yo, señora, bien quisiera acceder á treinta año's, alta, de aspecto altivo y duro» de modales que afectaban ser severos, pero la generosa observación que acaba usted rías, existen también en los aguadores, noqué tenían cierta libertad extraña que for- de hacerme; pero se trata de ganar tiem- table variedad de los hombres que viven á maban un contraste con la sombría afecta- po, á la par que de no ser en esta casa costa del agua. Elemento poderoso, como le denominación de sií vida: vivia ítóla y se hallaba ro- objeto de tantas atenciones y de tantos míban los antiguos alquimistas, el agua sirvió deada de una servidumbre á quien por el ramientcs. —En esta casa, lejos de estorbar, hace de matriz ó de motriz á la mecánica en los más ligero motivo despedía con severidad 6 castigaba con exceso. Hablaba de corres- usted un favor con permanecer en ella. Yo primeros añoS de la industria; después se ponsales y de negros como los tratantes del cumplo con un deber el que permanezca usted unió al carbón de piedra y dio á luz el vaBrasil; entendía de loS productos indíge- aquí; no me estorba usted para nada abso- por, fruto que. la civilización declaró su nas; recibía una larga correspondencia, y lutamente; está usted en plena libertad de hijo adoptivo. de tal modo hacia resaltar su moralidad y entrar, salir y hafier cuanto os plazca, sin El agua sirve do alimento y de digestisu influencia, que era muy difícil entender que yo por mi parte procure cohibirla y vo, d 1 medicamento y de medio de comuniá, primera vista, á causa del flrofundo labe- detenerla en lo más mínimo. ¿A qué, pues, cación. rinto que existía entre sus asuntos, la na- esa precipitación? ¿No está usted contenta? Hay agua natural, destilada, mineral, turaleza dj éstos y la verdadera índole que ¿Le falta alguna cosa? ¿Carece usted hasta dulce y salada. de lo más pequeño que pueda satisfacer sus los dirigía. El aguador, elemento poderoso de trasSiendo la acción de sus ocupaciones su- deseos ó sus caprichos? porte, aunque no modelo de locomoción rá—(Oh! nada de eso. mamente extensas, no podia consagrar á pida , sirve do conductor del precioso líquiIsis afecciones del cariño y de la amistad sino • —Entonces tonga usted calma y espera. do, y de cartas para las novias, escritas muy pQoos instantes. Sin embargó, cuando IV. por los novios. No ha dado á luz todavía, y doijsi Aurelia me hablaba y me participaba no se sabe que resultará en el primer caso Este diálogo mo obligó á detenerme. Por los accidentes de sus asuntos, de suyo comque se observe. La civilización hadeclaraun lado la gratitud, y por otro las legíti-. plicados, me obligaba á retraerme en las do que el aguador marcha á la Cola. expansiones del corazón, puesto que no en- mas observaciones que doña Aurelia acaHay variedades en el gremio, como las baba de hacerme, eran otros tantos moticontraba en aquella fría naturaleza'el veyhay en eVagua: se ven aguadores de infanvos para seguir Sus inspiraciones:. Ella, sedfidéró sentimiento 4e la amistad, desarrogún me dijo, había escrito á Rio-Janeiro tería, de caballería y de artillería rodada llado en sus más elevados conceptos. con el ánimo de saber cuándo saldría para y de á lomo. .Teniendo, pues, necesidad de tener una Al primer grupo pertenece el aguador entrevista con eUa, acerca del pensamiento Europa vjn buque de entera confianza para que expende al por menor agua, aguardienque yo pudiera marchar en él; pero la verque 5¡ie dominaba, pude al fin, en una de te, azucarillos y merengues. Estos aguaaquellas noches ecuatoriales, en que todo dad es que los dias trascurrían, y la ansia- dores no necesitan ser gallegos ó asturianos. da contestación no llegaba. En este estado, parecía dormido entre nosotros, hacerlo Al grupo de aguadores de caballería perme consideré más libre, más dueña de mi partícipe de mis proyectos. tenecen los que se encargan de proveer del —Tengo el deber, señora,—le dije,—de voluntad y de mí misma, pues doña Aure- consabido líquido á los vecinos poco acolia, para dejarme en más completa indeexpresarle toda mi gratitud por los num,emodados de los barrios extremos de Marosos favores que ha sabido manifestarme. pendencia, según decía, sólo solía visitar- drid; llevan el agua en cántaros, y éstos me algunas noches. Pero abusaría de tanta bondad, si permaneEn una de ellas, en que el calor era in- sobre un pollino ó pollina, que no es obsciese por inás tiempo bajo el techo hospitatáculo el género. Tampoco es condición lario que ha sabido librarme de las últimas sopbrtabie, no siéndome posible continuar precisa que el aguador de caballería haya en mi habitación á causa de los constantes desgracias de mi vida. Abusaría de usted, nacido en Galicia ó en Asturias. de su casa y de su generosidad, si perma- efluvios de los perfumes que se desprenLos aguadores de artillería rodada son dían en mi estancia, pensé descender por neciese más tiempo aquí, y por lo tanto me los de nueva invención, que conducen en unas escaleras reservadas que conducian al veo obligada á pedirla permiso para retirarjardín para entregarme alli á mis tristes y un carrito agua y refrescos en botijos y me á Rio-Janeiro. botellas. Pero estos son también aguadores —¿Y son esas las últimas palabras de profundas meditaciones. Mi alma estaba preparada para sentir ea de poca monta, que venden al por menor, y usted?—me preguntó doña Aurelia, fijando sBencio las tristes aventuras que me ha- que, como los de infantería, no viven sino en mí sus grandes y negros ojos. blan conducido á aquel estado. En efecto, lo que viven las rosas (Dios me perdone la . -r-Son las últimas en este sentido. Sin comparación); es decir, lo que dura el veembargo» esto no me priva de llevar siem- me cubrí con un ligero manto para pre- rano. servarme de esa humedad imperceptible ire en el cora,zon una gratitud eterna por Entre los aguadores de artillería rodada que suele ser peligrosa para los hijos de . os favores que le debo. puede establecerse también otra subdiviEuropa, y descendí al mencionado jardín Doña Aurelia volvió á mirarme con increyendo estar sola conmigo misma, y en- sión: fijos y errantes, según tengan esta. Mstenoia, y me preguntó: blecimiento en algún paseo público, 6 se ' < '—0.<iaé va usted á hacer en Rio-Já-tregada, por lo tanto, á la completa sole- decidan por la vida activa. dad de mis pensamientos. neiro?; Llegamos á nuestro tipo: los aguadores (Se cofltiiMiará ) —Buscar ua buque que salga para Eudo Mtillería de á lomo; esto os, los aguadoropa* y ya que todo lo he perdido, implores de pura raza, los traclicionales, los que rar el perdón de mi buena madre, que sin surten al por mayor al vecindario, y consauda sufrirá espantosamente al no saber tituyen, por decirlo asi, la academia de EL AGUADOR ln^l,destino_de sus desgraciados hijos. aguadores, el patriarcado de la clase. ' lí-TTlAh! Ese es un pensamiento que no El aguador de cuba, el bu de los chiqniNombre sustantiva de animal macho; llos, el terror de los pies delicados, elilos| ^ ^ ? t t ^ ? 0 8 de aplaudir; pero hija mia, WIÍ^,S,Í9-Janeir0;es una capital impor- ciudadana que se aproxima al hombre sin tre progenitor de la (íspecie. Este ne«esita ocS Sr'''*'ií^'^^ *^®°® continuas relaciones llegar á confundirse con él; compuesto raro ser gallego ó astuariano, «in «uy»'«ondinaé'SiS?^•^^''*®europeo, no siempre tie- de una cuba y un hombre. dícion ho sería admitido en Mbti«iw socieLa química descubrió hace muchos años dad de ninguna ftieíBte. ^ '^ . «Míju^rtQg tarcos próximos á darse .: Ijeyantada j a de la penosa enfermedad qüo' se siguió á los sucesos que he referido, y considorándo tal vez que seria una molestia para aquella familia que vivia entre la soledad y la naturaleza, me vi en el caso ae suplicar una entrevista con la dueña da la casa. Está me la otorgó con mil amores.. { 652 EL PERIÓDICO PABA TODOS. Monstruo que empieza en una cuba y ter- vecindario del concejo ó de la parroquia especie de lamento que refleja en sus inEl final de la conversación es en ese caso flexiones los vagos ensueños de una imagimina en dos pies que parecen cuatro: sombra que se desliza en la tierra, sin que na- la muñeira, cantada á coro por los leales nación que se desvanece con el dia. die repare en semejante cosa: ser identifi- hijos de la inmortal Galicia, ó de las ilusAllá, á lo lejos, se distingue un grupo de cado con las tinajas del vecindario, que tres Asturias. gentes qué bailan, cantan y suspiran. Y al terminar con aquella especie de re- ¿Quién sts les habrá muerto? se pregunta aparece todos los dias á la misma hora, con su acompasado j tardo paso, recordando al linoho de gratitud á la madre patria, que uno á sí mismo. Es el acompañamiento de resume t^da una epopeya de selváticos sen- una boda entre un aguador que ha vuelto hombre la monotonía de la existencia. ¡Y sin embargo, qué ser tao benéfico! timientos, los corazones de los 'aguadores rico de Madrid y su amada, cuya fldelidad Da de beber al sediento, mediante una mó- se ensanchan, y fortuna que.no sea más pueden atestiguar el alcalde y un sargento de cazadores que estuvo alojado en su casadica retribución, y no le detienen obstácu- que los corazones. ¡Qué atmósfera llena el estrecho recinto Pero el dinero tiene mucho atractivo, y los ni dificultades para ejercer la misericordia: lo mismo sube el agua al piso prin- en aquellos momentos! El candil protexta todos los amigos andan muy alegres alrey se apaga, y los vecinos pretextan tam- dedor del novio; él mismo no cabe en el cipal que al sotabanco. pellejo al considerarse en su tierra sin deEl aguador es un ser que no se confunde bién y se hallan próximos á apagarse. El concierto dura poco, y cada mochuelo trimento alguno al lado de su novia, tamcon ninguno. Sale de su pueblo y viene andando hasta Madrid, á las veces descalzo, se va á su olivo á descansar para empezar bién sin detrimento y con una fortuna de de nuevo la tarea al dia siguiente. veinticinco duros en el bolsillo. para economizar los zapatos. Guando llega el invierno, con sus dias Confiado en su fe, y menospreciando el faPor la cuesta que conduce al cementerio, vor, se presenta en el ayuntamiento y saca lluviosos y fríos, el aguador se procura un va otra comparsa al compás de la gaita: es paraguas por todo abrigo: reconocido á los el entierro de un aguador que también ha por oposición una plaza de aguador. « Cómo el personal de la carrera se renue- beneficios que debe á la cuba, solamente vuelto capitalista del servicio, y se ha va tan frecuentemente, empieza por servir de ella se cuida; el paraguas es para cu- muerto de satisfacción al verse en su tierde supernumerario, y concluye por quedar- brirla, evitando cuidadosamente que la llu- ra. Deja catorce duros, total de su fortuna, se con los parroquianos de otro aguador, via la humedezca. á un primo segundo que tiene en Madrid Este es un misterio que no ha podido pe- sirviendo su plaza en la fuente de la Enque considerándose ya bastante rico, se netrar ningún investigador, incluyendo los carnación. vuelve á la tierra, 6 se muere. El aguador vive poco: á todos los genios de Hacienda. Un aguador sin paraguas de Todos los acontecimientos se solemnizan precoces sucede lo mismo, y es raro que percal encarnado ó azul, esto es indiferente, con la gaita ; por eso para el expatriado en una misma plaza no se sucedan en poco pero sí de grandes dimensiones, no es agua- aguador tiene la gaita tantos encantos. Es tiempo cuatro ó seis generaciones de agua- dor de pura raza. Entre los de la especie el eco de los vientos de su país que le trae c^tá considerado como un mal nacido que á la memoria todos sus goces de la niñez, dores. Durante su tránsito por el mundo, ó por no tiene ley á la cuba que lleva á cuestas. qué le infunde dulces esperanzas para el El aguador es enamoradizo como un ca- porvenir. Madrid, el aguador vive como un príncipe. ' ; Su aguardiente para desayuno, su rico pla- dete (salva sea la comparación); pero sobre Por eso cuando los chiquillos le torean, to de callos guisados en la taberna más su- todas las mujeres le seducen las de su tier- digo yo indignado: «¡Imbéciles,,ño le c o i cia del distrito, y sus judías por la noche. ra; sus paisanas tienen para él el doble en- prendeis: aun ser qué es todo sentimiento, De cuando en cuando se permite el lujo canto del idioma. le tomáis por objeto de vuestras bellaqueLos domingos y fiestas de guardar, el rías!» A buen seguro que vosotros, granude emborracharse, y aquel dia deja su plaza & cualquiera amigo ó aspirante de la aguador se dedica á enamorar doncellas en jas inmundos, no servís ni para descalzarlas alamedas de la Virgen del Puerto; de- le, ni tendréis nunca un paraguas de perclase de cuatro cuartos. La casa, donde habitan por lo menos cin- licioso sitio lleno de poesía y de basura, cal como el suyo, ni podréis inspiraros con co ó seis, porque un aguador nunca vive donde bajo la espesa sombra de los árboles los dulces ecos de la gaita gallega. EDUARDO DE PALACIO. solo, es una especie de paraíso, después de se canta y se baila al compás de una guisalir Xdan y Eva. Se conoce á tiro de ca tarra y una pandereta, ó siguiendo los fion, porque generalmente es un edificio tristes quejidos de la gaita gallega. La gaita, instrumento casi tan antiguo CAUSAS CÉLEBRES. que no se parece á ninguno de los colindan; tes: oscuro, denegrido, iúgubre como los como el aguador, y cuyos monótonos acentos recuerdan al gallego las brillantes pápensamientos de sus inquUinos. EDMUNDO COUTY DE LA POMMERAIS. Generalmente la habitación del aguador ginas de su particular historia, las horas se halla reducida á una sola pieza, donde á de su nifiez, los primeros amores y tal vez (ENVENENAMIENTOS.) la noche se ven cuatro ó cinco bultos que el último paseo que dio con su padre para KSCRITO parecen hombres, durmiendo arrebujados dejarle en el cementerio. La gaita es el instrumento para cantar en mantas, pero-sin desprenderse de sus POR D. CARLOS PALOMERA 1 FERRER. trajes, por exceso de confianza en sus pro- al amor y para llevar á la pelea al" indómito gallego; el triste acompañante del muerpios compafieros. fContiiMiacion.) ¡Qué golpe de vista presenta un cuarto to y el cantor del recien nacido. En todo se reflejan las costumbres de los Ligado íntimamente con un tal Prato, de aguadores con aguadores! Los zapatos, cuyo aumentativo no sé para cuándo se pueblos, pero en la música sobre todo. La italiano, que se hacia llamar marqués de guarda, sino se aplica en este caso, forma- guitarra no se comprende en una aldea de Arnezana, y qué no era en realidad más dos en batería, y los pies en toda libertad, Galicia ó de Asturias. La gaita adormece- que un bribón, que había sido procesado rla á los andaluces. por estafador varias veces, el engreído exhalando ricos aromas. Un canto animado ó impetuoso pondría conde de la Pommerais se puso con su ciNo .hay en la habitación, que siempre esl&'^ítuada en el fondo del patio de la malo al gallego; una canción monótona y tado amigo al frente de una sociedad par» casa> más luz que la que produce un candil lacrimosa obligarla á cualquier andaluz á la explotación de una casa de baños y j u c go en Monaco. Edmundo fué nombrada adp«tdÍ8Bte de una de las inflexiones sobre- pegarse un tiro. Y sin embargo, en los acordes de la gai- ministrador de esta inmoral sociedad,'_si naturales de la pared. Los aguadores, sentados en el asiento ta hay un rico manantial de fantasía que bien oficialmente con el carácter de módico eomun de todas las criaturas, charlan, jue- no es fácil apreciar al primer examen. del establecimiento balneario. El italÜno. gan, «antan ó riñen, según las circunstan- Cuando al caer la tarde, oculto ya el sol Prato habia contraído multitud de deúd»s> cias, sin que pueda saberse, según el tes- por la divisoria de Poniente, se oye al com- y entre otros, tenía por acreedor á uno H»' timonio de los vecinos, cuando son más pás del viento que sopla por las gargantas mado Pichevin, por una suma de diez S^i* de la sierra, como el primer suspiro de la írancos. Como el joven doctor pasaba po^ • temibles. De seguro que no lo son nunca tanto co- noche, repite el eco las cadenciosas notas conde, por rico, y era médico del estable' mo cuando, al llegar un nuevo socio que de la gaitas - oréese el observador traspor- cimiento, propuso al acreedor de Prato'g*' yiea&de la tierra, recuerdan las bellezas de tado á la edad pastoril, recorriendo los rantizarle lo que éste le débia, con el^ob' jeto de que se retirara de la acción judici*' por alld y oyen el relato que el neófito les ¡ campos en busca de .su Galatea. hace de los adelantos de las vacas y demás < El canto que «compaña la gaita es una qué habia entablado contra el italíañói "3 EL PERIÓDICO PABA TODOS. pop lo cual estaba éste preso en Clichy. Mr. Pichevin, engañado por las palabras del doctor, y más que nada por la falsa Idea que tenía de su fortuna, aceptó la garantía de su firma, y recibiendo al contado cinco mil francos, mitad de la deuda, admitió los pagarés que á diferentes vencimientos le entregó el doctor garantizados con firma. Trascurrió un año, dos, tres, y Mr. Pichevín no pudo cobrar un céntimo de Edmundo de la Pommerais, por más cartas que le escribió y por más amenazas que le hizo. Estas últimas llegaron á ser realidad un dia del mes de Febrero de 1859, y el acreedor y deudor se apalearon á su placer en un paseo público. Esta escena no tuvo otras consecuencias desagradables. Prato el italiano desapareció de Monaco, y monsieur Pichevin se limitó á esperar que Edmundo mejorase de posición, pues babia sabido con gran sorpresa que todo lo que se decia de su fortuna era completamente fíjso. El joven doctor regresó á Pafís, y como los dias pasaban sin que su posision mejorase, pidió á su catedrático, maestro y protector (no olviden esto nuestros lectores ) , le cediera su clientela mediante una especie de prima de siete mil francos, los cuales le pagaría dos mil en un plazo muy corto, y los cinco mil restantes al año de la cesión. Mr. Gastier quería conservar su clientela para su hijo; pero era ya muy anciano, y su hijo no podia ejercer la medicina en seis ó siete años. Esta consideración y la insistencia de Edmundo, á quien apreciaba coHio si fuera de su familia, le hizo ceder á lo que aquél solicitaba y el negocio se llevó á efecto. Con mil apuros el joven doctor pudo reunir los dos mil francos del primer plazo; pero los demás ya no le fué posible. Mr. Gastier le escribió multitud de cartas, rogándole, amenazándole, iacióndole ver que era un infame sí no le pagaba, y que judicialmente podia anular el contrato, y hasta procesarle criminal» mente; todo fué inútil: la Pommerais se hizo el sordo, y ni siquiera se dignó contestar á las repetidas cartas del que había sido su catedrático y su amigo. Cansado y aburrido por último Mr. Gastier, hizo qué se presentara á ^dmundo una persona para hacerle ver á lo que se exponía sino pagaba, y al mismo tiempo para decirle qué sí no quería cumplir el -contrato, nombrase como arbitro ásu mismo padre, y que él se avendría alo que ésto ¡dijera. La caballerosidad del anciano doctor no podia llevarse á más'alto punto, así como demostraba la justicia de su petición cuando aceptaba por arbitro al padre de su deudor. Pero el pretendido marqués déla Pommerais, que conocía muy bien la rectitud de su padre, manifestó al doctor (lo cual era'falso) que había regañado con el autor de sus días, y que por lo tanto ha-biónijose indispuesto con él, no podía admitir stfiarbítraje. A tan decidida negativa, Mr. Gaátier, .?*;®^'W'ado.. amenazó formalmente con los - W . R * l « s á'la Pommerais,, y este fué á i.3r|rle,un día. ^^^&iÑx).os canséis ,;feñpr doctoi-,—le dyo. ^ ^ g ^ g P o i o está perdido para vos y paí-a • ' ^ ^ * l f i < 5 m o , , l a olienteláque me dís"aMTOwF-"^**'? ¡abandonando, y hoy no con"5T .,v ip \i*»,j>^rso3aade ella.Bnest?i ^én- cíon no puedo daros ni os daré los cinco mil francos que aún os resto. Contentaos con mil quinientos y dejadme en paz. Mr. Gastier se enteró de la verdad de aquellas palabras, y viendo que realmente la mayoría de su antigua clientela había rechazado ál joven doctor, admitió, por no perderlo todo, los mil y quinientos francos que éste le ofrecía, y dándose por pagado le entregó los documentos del compromiso. De este modo pagó la Pommerais la amistad y el aprecio que le había profesado el anciano facultativo. Tan continuos compromisos, aburriendo por fin á Edmundo, le hicieron meditar sobre su suerte, y decidió dar un gran golpe para asegu7>ar su porvenir. Su figura era bella y elegante; tenía el cabello negro y un bigote negro también, que daba á su fisonomía cierto aire marcial, simpático y agradable. Be una estatura mediana y de unas carnes regulares, era esbelto y distinguido. El timbre de su voz era igualmente muy grato, y se expresaba con una gran facilidad y corrección, lo cual no podia menos de contribuir á hacer de su persona'un completo caballero. No ignorando estas circunstancias, pensó que el amor podía hacerle ganar la partida, y á este fin se presentó á varios agentes de matrimonio para que le proporciO' naran una esposa bella y rica, sí bien la primera cualidad no la exigía de una manera absoluta. Pero antes de explicar á nuestros lectores el resultado de estas negociaciones matrimoniales, narremos otro par de rasgos que completan la fisonomía moral de Edmundo de la Pommerais. Hacia el año de 1ÍJ61, el joven doctor había abandonado la alopatía, convirtiéndose en homeópata, y su prurito de crearse un nombre, no teniendo los elementos necesarios para ello, le arrastró á modificar la homeopatía, creando un nuevo sistema que ni era lo uno ni lo otro, pues admitía el uso de los remedios externos, y era partidario de la evacuación de sangre. Ya homeópata, se inscribió en la sociedad de socorros mutuos de Santo Tomás de Aquino, obligándose á visitar á los individuos de la sociedad con arreglo á los estatutos de la misma, es decir, gratis. La caridad no era la virtud del joven doctor, y como si había ingresado en aquella sociedad había sido por especulación, consiguió que uno de los boticarios de la misma (los farmacéuticos percibían de los fondos de la sociedad el importe de las recetas que despachaban) le cediese la mitad de su valor, con cuya estratagema recetaba mucho y siempre medicinas caras ó de elaboración penosa, que son las que cuestan á mayor precio. Este sistema de estafa hubiese acaso permanecido ignorado, á no haber sido por la avaricia del doctor, pues no contento con lo que hacia, multiplicó de tal manera las recetas, que la junta directiva ó administrativa de la sociedad llegó & comprender que el médico homeópata era el que costaba á la sociedad más dinero. En vista de esto trataron dé inquirir la verdad, y examinando las recetas y confrontándolas con las de su^ cofraides, hallaron bien pronto el orígen de aq^uella carestía. El resultado de esta réiyiisiíól'ia fué la «xpulsíon del éfector y 653 farmacéutico, lo cual produjo un pequeño escándalo en París, porque la prensa llegó á entender alguna cosa, y aunque embozadamente dijo lo bastante para que el público se enterara de la infame estafa y de quiénes eran sus autores. Mr. de la Pommerais, sin embargo, se encogió de,hombros, y como su desgracia había sido común á la de Mr. Weber, el farmacéutico, se reunió á este para continuar tan escandaloso Comercio, con la diferencia de que los enfermos explotados ya no eran los mismos. Abrió un gabinete consultorio en una casa de la calle de Vernuíl, grutis para todo el mundo, y todas cuantas personas iban á consultar al caritativo médico, le pagaban las visitas, sin saberlo, en el sobreprecio que tenían que abonar por las medicinas. Uno de los primeros gastos del gabinete era su alquiler, pero el joven doctor no se apuraba por nada. Por aquella época sostenía relaciones con la viuda de Pauw; ésta vivía en un lindo cuarto de la calle de "Vernuíl, y le cedió gratis una habitación para gabinete públí-. co. Que madame de Pauw, por el amor que profesaba al médico, le cediese una pieza, no tiene nada de extraño; pero que éste consintiese que la pobre mujer, falta de recursos, pagase el alquiler de la casa, esto ya es distinto; y que consintiese en que el propietario la desahuciase de la habitación por no poder pagar, y el joven ñola socorriese, consintiendo en perder la clientela pública que ya había logrado reunir, esto ya os infame y odioso, y revela una carencia absoluta de gratitud y caridad, ó una falta completa de dinero. Poco después, disgustada la sociedad Hamnemaníana (1) del sistema curativo empleado por la Pommerais, y no pudiendo decidirle á que explicase á la misma en qué fundaba las variaciones que trataba de introducir en la medicina homeopática, le expulsó también de su seno, y tuvo que sufrir, y sufrió impasible, otra humillación y otro bochorno. Durante este tiempo, Edmundo vivió en un cuarto bastante decente de la calle Neuve-des-Mathurins, teniendo puesto el recibo de la casa en cabeza de su madre, para evitarse, según decia, las persecuciones de Mr. Pichevin, pero realmente porque estaba lleno de deudas. Pero volvamos á sus proyectos de matrimonio. VI. Hemos dicho que deseando mejorar de una vez su posición, había decidido buscar en el matrimonio la panacea para su miseria, y que con este objeto se había dirigido á varios agentes matrimoniales. Uno de éstos, llamado Louis (2), que conocía perfectamente la posición de Mr. de la Pommerais, aconsejó á éste que desistiera de semejante idea; pero otro, llamado Massonet, le prepuso la hija de un médico que llevaba dd ¿ote un millcm de francos; pero como exigiese por su corretaje cuarenta ó cincuenta mil, el doctor rechaeó la proposición. No desistiendo de ello, buscó relaciones (1) Sociedad de médico's bomeópaUcHamnenianfiina, de riamneman, (nTenlorde laliodieipatia'.' (3) («o traducimos eate nombre portar apellido. '654 EL PEBIODICO PARA TODOS. con otro agente, y éste, mediante una pri- mercio y de la, industria, y bien podemos de- trito; después dé sacar 1.OÓ0 duroS en el ma de 3.000 francos, le puáo en contac o cirlo, el primer mercado de aquella rica y primer punto, y 4.000 en él-segundo,' se de una hija de familia, joven, honrada^iy populosa capital, fué presa de las llamas, y volvieron á sus naves, completamente savirtuosa* que vivia oon su mamá, viuda de en méqps de tres horas qued-ó convertido tisfechos de la, hazaña que acababan de un médico. La fortuna dé esta joven lio se aquel inmenso edificio, todo de mamposte- cometer. Según parte del gobernador mili-' ^ tar de Almería,' Galvsz, al mando de 600^ elevaba á más de 150.000 francos; pero, era ría, en un montón de ruinas. Pocos son los pormenores que acerca del cantonales, eraercomandante de lá eicpe-' muy linda, y el capricho del ji^ven entró también por algo en la realización del ma- origen y progresos del incendio y de las dicion que.hemos dicho. desgracias, personales que durante su curso Aparto de esto, el jueves por la mañana' trimonio. • Verificóse éste el 7 de Agosto de 1861, ocurrieron, podemos dar á nuestros lecto fueron ocupados los Roches en La Palma él pesar de la repugnancia bien visible de res..La versión que vamos á reproducir es por las tropas del gobierno con objeto dé la madre, quien con esa doble vista de to- la que más visos de verosimilitud tiene, estrechar inás el bloqtleo de Cartagena. das las madres, habia adivinado en la Pom- porque se nos ha asegurado está fundada Por lo tanto, el énefeigo rompió ún vivo fuego de cañón sobre aquel punto sin caumerais cualidades negativas para hacer di- en los hechos que constan oficialmente. Cerca de la una de la noche del 6 al 7, ó sar daño. Según las noticias que se recichosa á su querida Clotilde. Sin embargo, la joven amaba á Edmun- sea del sábado al domingo de Setiem- ben, parece que los pfesidiarios son los que do, y el matrimonio, como hemos dicho, bre, y al salir del interior del mercado más se resisten. Las fragatas han marchase verificó: Al firmar los contratos, el mó- uno de los serenos particulares que el mis- do desde Águilas á Cartagena. dico no quiso consentir en que se hicieran mo mantenía, observó que de debajo de las bajo el método de la soparacion de bienes, puertas de la bodega, situada en uno dejos Y ya que hablábamos de buques, bueno y presentó por su p^rte como capital pro- lados del arco de entrada que daba á la capro, valores que no le pertenecían y que le lle de Dragones, salía humo, así como de es consignar aquí que al principio de la secedió un amigo condescendiente llamado la tienda de ropas La América, que se ha- mana surgió de las aguas de Algeciras la escuadra qie manda el contralmirante Mr. Lelienthal, el cual los recogió en llaba al lado de la mencionada bodega. cuanto fueron anotados en las escrituras. Pero alas cuatro de la mañana po quedaba Lobo..Ésta escuadra, compuesta de nuesEstos valores representaban un total de de lo que fué plaza del Vapor más que unas tros mejores barcos, excepto la ^^«ra^o^a, 27.000 francos próximamente; pero como humeantes ruinas, unas cuantas calcinadas que aún iio ha llegado á las aguas de Esen realidad no eran suyos, resultaba que paredes que amenazaban derrumbarse. La paña, ha sido señalada en Marbella, Málá^ nada tenía, y nada, por lo tanto, aportaba rapidez con que el incendio se propagó fué ga y Almería, y es evidente que á estas al matrimonio. pasmosa. En media hora se habia apodera- horas estará establecido el bloqueo de CarLa bajeza de este engaño lo dejamos á la do de todo el vastísimo edificio: á las tres tagena para evitar los actos de piratería con que se ha distinguido la escuadra inconsideración de nuestros lectores; no horas lo había ya destruido. ' Entre las incidencias del siniestro debe- surrecta. creemos que ninguno de ellos pueda dismos hacer mención de la explosioü de ún culpar seraejante operación. Verificada por fin la boda, la paz sólo barril de pólvora eft una ferretería situada ImpoT^;antes son, por cierto, las noticias duró en la casa hasta el mes de Octubre, en la plaza, y que daba á la calle de San pues en esta época, habiendo acrecido la Luis Gonzaga. Por la fuerza de la explo- que podemos dar acerca dé la guerra civil. enemistad entre la suegra y el yerno, de- sión volaron las paredes y arcos inmediatos. Ateniéndonos á las noticias éxclusivainencidió éste separar á su mujer de su madre I Se han encontrado, aunque no tantos te oficiales, únicas que podemos dar sobre como se creia al principio, algunos cadáve- este punto, ya se sabía el dia 6 que se esy poner aparte la casa. taba librando un importantísimo cótnbáte Hízose así; pero poco tiempo después res entre las ruinas, aún humeantes. La impresión causada por ól incendio, entre las tropas del general Móriones y las volvieron á reunirse en Belleville. ' Esto tuvo lugar á principios de Setiem- que ha destruido la plaza del Vapor, mer- facciones reunidas en Puente Ik Reina. mando considerablemente las fortunas ó reEl comandante militar de Tafalla partibre de 1862. - El 8 de Octubre del mismo año, es decir, duciendo á la miseria á cientos y cientos cipó á su tiempo que por un paisano que se dos meses después de su matrimonio, la de familias, no se borrará fácilmente de la encontró en el principio del fuego, habiá suegra del doctor, madame Dubizy, cenó memoria de los habitantes de la Habana,^ recibido la noticia de qué entre Cirauqui y como de costumbre , con,su hija y con su ha despertado, en sus corazones un, sentí; Mafleru se estaba dando una reñida acción miento de profunda conmiseración,.que em- por las'fuerzasmandadas por el general eíft yerp». pieza á traducirse en expontáneos dona- j4fe, y que entina carga "dada á los carlis(St Cóntinúari), tivos. . I . -. ' . tas habían caído sobre 200 prisioneros 6 Este siniestro, el más grande eií: sií clase muertos, coiitiáuandd él fuego y el ávaiice que ha experimentado la capital de lá isla de iiuéstras tropas sohre las pbsiciohes eneSECCIÓN 0£ ACTUALIDADES de Cuba, es una calamidad pública, más en migas. una época de calamidades; caíamidad que El gohernador militar de Pamploiiíi deREVISTA DE L A SEBÍANA. remediará hasta donde fuera posible la ac- cía también que desde la madrugada de ción general de un vecindario siempre proü-, ayer se oía un nutrido fuego de' cañón y Incendio de la plaza del Vapor.-Lo de Cartagena.-Inra- to á socorrer á los que necesitan auxilio. fusilería hacía Obalíos y^ítteiit» la RJsifta:, ' sioade.iaGarracllSkvCue'vas y Vera.—(«a escuadra del á cuyo punto llegó anoche íél'g:enei'al;'en ««lUratinirante Lobo.—Sitio y bloqueo.—Guerra civil.— Qatalla de las alturas de Santa Bárbara.—El teatro de Apolo.-Caprichos del mes de Octubre. Un mes hará, sobre poco más ó menos, que «1 telégrafo trasantlántico nos anunció una hoíTorosa catástrofe ocurrida en la }>l&2a del Vapor de la Habana. Por entonces sé dudó de la noticia, pero con postei^siridaé'se ha confit'mado de la jnae«i?a más 80^s qué pueden imaginarfe nuestros lee' -Sai la imadi^gadk deJ-*? de Setiembre presenció la Habana uno de los méisi horroroaós inceídioí qué se han conocido. . Según detalles que hemos recibido, el íJMIfipadq de Tacop,, Uaís^dp, ¡pp^ünmojóte plaza del.Vapor, que poflstiii^i'f^, un3,.yer,d{idei>ftip0bl»eiAn, en la cual j e alberg'iaban más (^-2.000 personas; el centro del co- j e f e . ; Siguiendo ahora la marcha, de los acontecimientos, fijaremos la vista en el estado de la insurrecífipn de Carjtagena, la cual sigue haciendo de las suyas, teniendo que'registrar un nuevo.íitentado, de aquel verdadero «entro de insurgentes. A principios de la semana se supo qué la •'-• '-'• - ' '• \_ •'• • • • • •• Estas noticias, demasiíK^o cj|aías, produjo, como éi^ naturáil, una ansiedad éxtíjAordinariá én' todos los círctilog políticoá, hasta (jue \ii, Gaceta deljueVes^idió él parte que á' continuación ponemos, sin c[ue pior nuestra parte haga,mos comentáirios de nia* gtinaClásó, ' " ; "^ fvtígeita. ¡Tedian y Fernando elCq,tóliep, se «Lás'faéeiones navarras, ftiértés iáút» habían pesentado en Ja (jarruc^^,, piieWo de 6.000 hombres, apoyados por su ivifR^' Industrial de la proyincíade Al^^eriá, W ría y caballería, intélitarón ayer defender wendo un £lesembá(rco de insiirréjCtos en Ja láá fóriáidaíitós posicion'íiÉ de Santa S&fl^inmediata costa. Al priQci.qio s.e i^müi ,(|tÍQ ra^ tétrilíno dB'^^Puente la* Reina, A láá' ¿tóéstos ¡se dirigiriag. p9r, tierrt^.^Alflíéríáí ve, déla mañana empezó el coteihafí!''íiór peroi cambiaron de. rumbo,/ ,p^neí,rái?ph éíL üÁ'afáquá rudo de ttés hátólorfeá otóiistas VeraytCtievaJs,ipoblacíoiies, -' •hatallojj ^ - - " - —'Js ^ , ^ . ^ „ .éí^m-MMto^f ,.,^..«\^.~^ ^ . , . .Qué.icoiiná''és ., , , contra , itra'el sabido,!son,,jáJ» £fiás-.ricá8,]d,á8f^rrJ£> ,^íttiíi-jéMr¿ cdm^aíííás áil^deyíllidreái;' éisItosÍYgrerasiiDespqes á^wv^e^^^^vjMá^^é veíii-jliéntSs'néi 4ólo'$óstti'4?éíoii et'cfioqtíéL"w» tícuatto horas mierodeaiido por ¿qttóFáís- '^i réfehi^ím vÍ¿tó(fSo«áííieírfe al ' ' ' EL PEMODIGO PARA TODOS. 655 go,/de3aio¿áaídedo poco.después de todas sus nientos heridos, y que el general Morlones al comercio de ganados y otros productos posiciones, apoyados iior los batallones de espera municiones de,nuevo para .seguir la del país. También Rhodjcilli cuenta 8,000 (Jastrejana y Puerto-Rico. habitantes. marcha de las operaciones. •' Generalizado ya el combate, las faccioLas demás noticias do la guerra civil Las principales poblaciones de orden nes faerbn igualmente arrojadas de todas revisten el mismo" carácter que la de las más inferior, son: Kounia, Oürguentsch, las demás posiciones que ocupaban, habién- semanas anteriores, y por eso no nos ha- Beut, Tamaus, Khauki, etff. dola cabido el honor de hacerlo de sus últi- cemos cargo de ollas con la atención corEl khan, jefe del país, reside en Khiva; m^svyiá más de dos horas de distancia del respondiente. es un joven de veintidós años, de carácter punto^donde empezó el combate, al brigadébil, y se llama Meuhamed Rakihim. * dier Dana con los regimientos de Sevilla, Parece supeditado á la influñncia> que soNo poca polvareda ha levantado una Constitución y un batallón de África. A las bre él ejercen sus ministros, y especialcuatro de la tarde, terminado ya el comba- sencilla cuestión de nombres. Porque el mente el diván-beguí, Mad-Marad, enemipropietario ó empresariodel magnífico teate; dispuse las marchas de las tropas para go irreconciliable de los rusos. pernoctaren este punto. Desde luego com- tro que se está acabando en la calle de AlPero sucede que, como á todos los sobecalá, se le ha antojado ponerle el nombre prendí que la facción, favorecida por la esranos débiles, el khan de Khiva ha sido cabrosidad del terreno, tratarla de picar de Apolo, muchos periódicos han tomado fascinado últimamente por las razones del mi retaguardia para ver si podia reponerse esto tan á pecho qué por un lado critican Murcabachi, ministro de Estado, llamado en un combate de noche de su vergonzosa y por otro alaban semejante denominación. Poiwandjan. Este personaje, que habla el derro-ta durjinte el dia. Efectivamente, una Unos hubieran deseado que el nuevo coli- idioma ruso, ha aconsejado á su_ soberano hora dcspuesdeemprendido el movimiento, seo hubiera llevado el nombre de alguno se reconcilie con la Rusia y le devuélvalos se rompió el fuego contra los batallones de dejnuestros clásicos poetas de los siglos xvii prisioneros que han motivado la declarala.brigadaDanaque la cubrían. Escalona- y XVIII y otros, por el contrario, se mues- ción de guerra por parte del imperio mos^'^ll^y'^f.^^/J'^^^SKTma para sostener la tran altamente satisfechos con el bautismo covita. El khan, convencido por los fuerretirada, di orden á los brigadieres Cata- mitológico que ha recibido. Nosotros, ¿por tes argumentos de su ministro de Estado, qué no hemos de decirlo? encontramos muy lauy Pieltam que se retiraran al pueblo. adecuado y muy conforme el nombre de ha accedido á su petición y há mandado Dispuse que tres compañías de ingenie- teatro de Apolo, puesto que este, si hemos ejecutar al divan-beguí. ros sostuvieron el combate de retirada has- de creer á la clásica gentilidad, fué el padre Este acto de generosidad del khan de ta que los rebasase el último escalón de la de las nueve musas, y simboliza todo cuan- Khiva no ha desarmado, empero, el brazo brigada Dana, emboscando al mismo tiem- to representan las graciosas y eruditas hi- de la Rusia, que sigue adelante en su ex? w T « ° ' ' * ^ . ? ^^' seis compañías del batá- jas déla Memoria. pedición hasta llegar á la capital, donde i s . 1 * ' ' ^ 1 * ' ' / sosteniendo la izquierespera imponer ía paz con condiciones quo nn-«?f. / T ^ * * ^ ^ f ^^"*^ Bárbara el regile garanticen en lo sucesivo. do t o l f ^ í^"" ^^"^^^ y Castrejana. CuanLa defensa del país, por otra parte, ei Dicho todo lo que de notable ha ocurrido do todas estas fuerzas rompieron el fuego en la presente semana, sólo nos resta aña- sumamente temeraria tratándose de la T 'ien los momentos que s« les había preveni- dir, que si por la tierra ha habido tem- sia. El ejército de Khiva se compone •; S ' J ' ^ f " ' ' " í ^ ' ' ° ° ^ ° *^i manera al ene- pestades, también las hemos tenido en el 500 hombres de infantería y 1.000 de ca? umigo, qtie en lo más escabroso del terreno cielo; de cuyas resultas el frió ha venido á llería, todos uniformados y armados al escesó aquel sin que nos volvieran á moles- sorprendernos alevosamente á pesar de ser tilo inglés. El khan cuenta también con Í.\esto una. mala pasada, hija del achacoso gunos artilleros persas 6 indios. tar apagar de ser ya entrada la noche. Cuéntanse también, unos 2.000 soldados . JiU este momento,,que son las siete de la mes de Qctubre, en que felizmente nos ende á caballo, que constituyen una tropa ir^anfna, p e preparo para hacer un reco- contramos. regular y de escasa aptitud para el oficio ToRCCATO TARRAGO. nocimiento sobre el campo del combate de de la guerra. a|er. Las_ pérdidas del enemigo no puedo Pero aunque este ejército microscópico njams; sin embargo, se contaron más do VARIEDADES. no pueda oponer formal resistencia al po80 muertos, entre fellos el ayudante de Rader de la Rusia, no se crea, sin embargo, aa, cuyo b*tallon quedó ayer desencantado que el oro del Norte pueda trasportar con vLlüfí^^??^ ^ ^^ bayoneta. Se recogieron LA EXPEDICIÓN R U S A . k KHH'A. tanta facilidad sus tropas al país del khan, I ^ ^ \ - " ^ ° * carlistas con 26 prisioneros y muchas érmas; las nuestras son más senLa expedición rusa á Khiva, á este apar el oso del Norte. Pím'-? "1"^, grandes, pues consisten en un tado país, despierta naturalmente cierto Siete caminos distintos comunican el capitán, dos subalternos y 16 individuos interés por conocer algo de aquella parte imperio ruso con aquélla parte de la Tarde tropa muertos; .el coronel Infanzón, de del mundo, desconocida para los profanos taria, pero difíciles do recorrer por la falttwlTío"'^v°^,' *™« jefes más, siete capi- en la ciencia geográfica. | t a de agua y forrajes. Así, pues, los rusos d ^ r ¿ IJ subalternos y 140 de tropa heriKhiva forma parte del territorio de la "avanzan muy lentamente y en pequeños Tartaria independiente, situado entre los 40 destacamentos, que llevan consigo agua y y 44 grados de latitud N. y los 60 y 63 de víveres suficientes. Los pozos que se suelen encontrar á áfl^St^'^'^v^*''^*' *'^'»q'^« nodi-í lagar longitud Este al Sur del mar Acal. El cliíZJr^Ti-^°^P°°°^ disparosque hizo ma es benigno, y su terreno produce gra- grandes trechos, son ocupados inmediatat a S „ " ' „ ? > . ' * «^^f ^?idos y contribuyeron nos, trigo, lino, sésamo, frutales y made- mente como fortalezas importantes por ras de construcción. Se encuentran tam- fuertes destacamentos que aseguren la retirada del ejército. aue fnínf'""íf ^*°"^°° almanifestar áV. E. bién minas de metales preciosos. Tal es el país de Khiv4, objeto hoy de do t f t i 1*^°^^^^^^'^'» °on su deber, ha^ien- Los habitantes, que no pasando 400.000, eS su onÜ«^*í'^"°^°« li^^'^icos que pondré se dedican á la agricultura y cria de gana- la atención pública en los países del Norte, dos, sosteniendo un comercio bastante ac- y en donde éste, según el telégrafo, ha alfuó fin„Í¿ ""'"P'^^taniiento de las tropas tivo con la Persia y el Afganistán. Cuén- canzado una completa victoria, ocupando tanse unos 100.000 habitantes nómadas sin en definitiva la capital. ', ROBUSTIAUA ARUISO. pués naKtf*''*''®" ^* retirada de noche, pueblo ni habitación fija. La capital de Khiva está situada en una íe "po^lbl S r J T f J<^-¿° antes que me. fértil llanura regada por dos canales y roMISCELÁNEA. de estWhT*iHtóít i " ; ®- *°'l*'? l°s detallesi deada de pintorescos jardines. Su población es de 20.000 habitantes. Una débil' tapia, con honoresde muralla, cerca de la Un pintor muy malo decia que pensa^; ciudad, defendida además por una ciudade- ba blanquear su casa para pintarla después. la harto insignificante para los europeos, —Apruebo toíilan,—le dijo un amigo,— pero artillada con 80 cañones tan antiguos con una pequeña modificación. ,y¿¿rí6Stéridrídadr Jr 'ké^ Iks • mtfrte* quizá como la dudad. . .; • -"¿Cuáles? . : • • > »:-v" '^ •• Jista¡TrÍM*"**"^-^»Pérdida,ie^l^^ . Kungred, la segunda población del país, —Que la pintes primero y Íft''%Ianqti<íea <}ue0t>a, 6.000 á S.OQQhabitantes^ ducados. troVcttS''' "'^ ^'^'^^'^^"° y ^' ^' EL PERIÓDICO PABA TODOS. 656 tTn italiano quiso comprar un caballo, y halló uno que le daban por 100 duros. —Os daré 50 al contado,— dijo al chalan, y deberé lo demás. El vendedor aceptó, y algunos dias después fué á cobrar lo que le faltaba. —jCómo se entiende!—dijo el italiano,—debemos atenernos á nuestras palabras. Os he dicho que os debería lo demás; ya veis, que si lo pagase no os lo debería. Se cuenta del conde de Bufón, que paseando una tarde con una familia amiga; una señorita le interrogó sobre la diferencia que había entre un toro y un buey. El conde, dirigiendo la vista y la mano á un prado inmediato, le dijo:_ —¿Vé usted aquellas preciosas terneras que saltan y brincan en el Prado? Pues bien, los toros son los padres, y los bueyes ni son, ni pueden ser más que tíos. Snsefiando un amigo á sus convidados su hermosa casa de campo, y al llegar al jardín, llamó la atención de todos un frondoso castaño.—¡Magnífico árbol I — decían unos, — gran sombra da, — decían otros.— Entre tanto el dueño de la posesión estaba triste y pensativo. —¿Qué le pasa á usted, don Toribío?—dijo uno de los convidados. —Si ustedes supieranlos tristres recuerdos que se despiertan en mí corazón cada vez que veo este árbol. —¿Con que tiene su historia? —Y trágica. Figúrense ustedes que de el se han ahorcado las tres mujeres que he tenido, y estoy temiendo que haga lo mismo la que ahora tengo. —¡Y por eso se aflige usted! Mándele usted podar y déme una rama, la pondré en mi jardín para ver si se ahorca mi mujer, que no sé cómo deshacerme de ella. —¿En qué consiste,—preguntaron á un poeta,—que el matrimonio no se conoce en el Paraíso? —En que no hay Paraíso en el matrimonio,—contestó. TTn enfermo que estaba & las puertas de la muerte, decia á su esposa: «Oye, Gumersinda, si la muerte se empeña en llevarme, te encargo digas á don Melquíades que para tranquilidad de mi conciencia le perdono de todo corazón los dos mil reales que le debo.» Ün joven elegante, que no era, sin embargo, correspondído de la mujer que amaba, le dijo un día: —Yo soy del país de la Complacencia; pero sí usted, señorita, ha nacido en el de la Obstinación , seguramente no somos paisanos. Un caballero á quien declararon cesante en un arreglo, hablaba con calor en el cafó la noche siguiente, diciendo entre otras cosas, que su cesantía había de costar la vida á más de mil personas. Un agente de policía que lo oyó, dio parte al cabo, éste al celador, el celador al inspector, y así sucesivamente hasta que llegó á oídos del gobernador, que mandó en el acto prender á aquel hombre, y llevarlo á su presencia. —¿Es cierto,—le dijo el gobernador.— que usted ha dicho?... —Sí señor, he dicho eso, y lo cumpliré. —¿Y cree usted que se le permitirá? —¿Y por qué no, si por las muertes que yo haga no me puede perseguir la justicia? —¡Ahí ¿con que puede usted matar á los demás, y pasearse después por la calle, tan fresco como si tal cosa? —Por su puesto, como que soy médico, pienso ejercer la profesión, y creo que Dios nos dará buena cosecha de enfermos. CHARADA, Exhala prima y segunda allá por la primavera EL AGUADOR (pág. 651). ricos perfumes que al aire á larga distancia lleva; mas para gue iguale al todo hay que quitarle una letra. Mi tercera con mí cuarta la ves en la mar inmensa, y en el invierno mi todo sobre las heladas crestas se ve, se toca y se palpa en ocasiones funestas. FUGA DE CONSONANTES Y VOCALES. G..nd. .r. m.d. ll.v.r .0. ..a.e. .e .o.a .a..a, s. m. s.lt.b.n l.s .j.s .0. .e. e. .ié .e u.a .a.a; y .h.r. q..y. .1 p.. s. v. .U..0 .á. .ue .e.ea.a, s. m. f.. .q..ll. .].s..n . o. .a .i.o á .ee...a.a..a. .st. pr..b. q.. d.l h.mbr. .u..a e. .o.a.o. .e .a.ia; c.nd. s. .bt..n. .n d.s.. .e .e..ie.a o..a e..o.a..a. TTn hombre que al baflarse estuvo expuesto á perecer, decía: «No me vuelvo á meter en el agua hasta que sepa nadar.» Cuando se nombró ministro á Z, diio el maestro de baile que había tenido de joven: —No creo posible que desempeñe bien ese cargo; lo cierto es que fué mi discípulo dos años, y no pudo aprender una pirueta. —t-€=»C»3-^-¡J— Sohicion á la fuga de vocales y conso' nantes inserta en el número anterior. Dices que ansias poseev millones; que qnisiefas gozar salud poir-pleta, y ser pintor y músico y poeta, y á las niñas robar los corazones. Del cielo leclbir sn^ ricos dones, y ser un adivjno y un profeta, y ver la humanidad á ti sujeta, y mandar en las brisas y aquilones. Quisieras dominar las tempestades, no encontrar en amor jamís ingratos y ser siempre feliz en amistades. Pues todas esas cosas que relatas no valen nada, chico, si no añades un bistek con muchísimas patatas. Solución á la charada inserta en el número anterior. FRAGATA. siendo eíte Semanario propiedad exclusiva de la Casa ediiorial de D. Jesús Gracia, se proLibe su reproducción y traducción, para lo cual quedo hecho el depósito que marca la ley. ^^^^^ MADRID. 1873.—ImprenU de EL PEBIÓDICO PABA TODOS, á cargo de Pedro Nolaico Soler, calle del Dr. Fourqoet (inles de U Tedra), núiD.9.