Dejar de fumar tras un infarto proporciona una rápida mejoría

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Dejar de fumar tras un infarto proporciona una rápida
mejoría
Un estudio estadounidense muestra que los pacientes que abandonan el hábito después
de un infarto presentan un nivel de recuperación intermedio en lo que respecta a dolor
torácico, salud mental y calidad de vida.
Un estudio acaba de demostrar que dejar de fumar después de un ataque al corazón tiene
beneficios inmediatos, incluyendo menos dolor en el pecho, mejor calidad de la vida
cotidiana y mejor salud mental. Muchos de estos progresos se hacen evidentes tan sólo
un mes después de abandonar el tabaco y son más pronunciados después de un año,
según una investigación de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington en St.
Louis, Estados Unidos.
"Incluso en las personas que fumaban y tuvieron un ataque al corazón, vemos mejoras
bastante rápidas en medidas importantes de la salud y la calidad de vida cuando dejan de
fumar después de sus ataques al corazón, en comparación con las personas que continúan
fumando", afirma la profesora asistente de Medicina Sharon Cresci, autora principal del
trabajo, que se publica en Circulation: Cardiovascular Quality and Outcomes.
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Hace tiempo que se sabe que dejar de fumar después de un ataque al corazón reduce el
riesgo de que se produzca otro ataque ataque y el riesgo de muerte en general, pero se
sabía poco acerca de otros beneficios que podrían tener un efecto más inmediato en la
vida cotidiana y proporcionar una motivación adicional para dejar el hábito.
Los investigadores analizaron los datos de cerca de 4.000 pacientes que participan en
varios ensayos grandes que analizan los ataques cardiacos y la recuperación. En el
momento de los ataques cardiacos, los pacientes fueron clasificados como personas que
nunca habían fumado, exfumadores que dejaron el tabaco antes de los ataques al corazón
o fumadores activos. Entre los fumadores activos, el 46% abandonó el hábito en el primer
año después de sus ataques al corazón.
"Obviamente, los pacientes que nunca habían fumado evolucionaron mejor después de
sus ataques al corazón --señala Cresci--; los que habían dejado de fumar antes de los
ataques al corazón se hallaban en un estado semejante al de quienes nunca habían
fumado, y los pacientes que habían dejado de fumar después de los ataques al corazón
presentaban un nivel intermedio de recuperación, pero se hallaban notablemente mejor
que los fumadores activos, a los que les fue peor en la cantidad de dolor en el pecho que
experimentan y en sus respuestas a los cuestionarios que evalúan la salud mental y
calidad de vida".
Las mejoras en la salud siguieron siendo significativas incluso cuando los científicos
controlaron otros factores que inciden en la salud mental y la calidad de vida, como
depresión prexistente, otros trastornos médicos y factores socioeconómicos. Uno de los
indicadores más importantes de cómo le va a un paciente después de un ataque al
corazón es la frecuencia y el grado de angina --dolor o pesadez en el pecho que puede
irradiarse hacia el brazo izquierdo y el cuello--. A veces incluye náuseas y dificultad para
respirar.
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Cuando se mantiene durante un periodo de tiempo, la angina de pecho puede indicar que
una persona está teniendo un ataque al corazón. Además, episodios breves, incluso
intermitentes, durante un paseo o cuando se suben escaleras, pueden ser alarmantes,
reduciendo la calidad de vida y afectando a la salud mental.
"La angina de pecho puede ser muy debilitante para los pacientes --apunta Cresci,
cardiólogo que trata a pacientes en el 'Barnes-Jewish Hospital', en Saint Louis, Estados
Unidos--. Los episodios de angina de pecho son alarmantes, especialmente cuando los
pacientes acaban de tener un ataque al corazón. Los síntomas son una señal de que el
corazón no está recibiendo suficiente oxígeno, lo que afecta la calidad de vida cotidiana de
la gente".
Cresci subraya que la atención estándar para los fumadores que han tenido ataques
cardiacos incluye ofrecer apoyo para dejar de fumar. Cresci, también profesor asistente de
Genética, está realizando estudios mirando los factores genéticos que podrían hacer que
sea más fácil para algunas personas dejar de fumar. Un estudio investiga si la genética
puede predecir qué pacientes pueden beneficiarse más de tipos específicos de estrategias
para dejar de fumar, como el reemplazo de la nicotina o el asesoramiento.
Circulation (2015); doi: 10.1161/CIRCOUTCOMES.114.001545
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