LIBERTADES PÚBLICAS / COLECCIÓN BREVIARIOS, N° 4 (2016) _______________________________________________________________ ¿ASAMBLEA CONSTITUYENTE O CONGRESO? QUIÉN DEBE RESOLVER LA CRISIS CONSTITUCIONAL EN CHILE SEBASTIÁN BECKER CASTELLARO 1. Introducción: Proceso constituyente de Bachelet En el mes de octubre del año 2015, a través de un discurso nacional, la Presidenta Michelle Bachelet inició el denominado “proceso constituyente”, el cual se convocó con el objeto de discutir y deliberar sobre la redacción de una “nueva Constitución”. Su operación y mecanismos, partirían “durante estos meses” hasta Marzo del 2016 con la llamada “Educación Cívica y Constitucional”. El cronograma y los detalles del proceso, pueden observarse en el siguiente cuadro, que recoge los pasos y plazos señalados por la Presidenta1: Fuente: Marco Antonio Muñoz Etapa I Educación I Cívica y Constitucional Período Octubre de 2015 a marzo de 2016 Órgano Responsable Ejecutivo Quórum No aplica Resultado Entrega de información necesaria para que ciudadanía se involucre activamente en el proceso. Abogado, Universidad de Chile. Becario del programa de Magíster en Derecho con Mención, “Becas para ayudantes”, Facultad de Derecho, Universidad de Chile. Ayudante Ad-honorem, Departamento de Derecho Público, Facultad de Derecho, Universidad de Chile. E-mail: [email protected] 1 BACHELET, MICHELLE, Discurso de la Presidenta de la República al anunciar el proceso constituyente. Fecha de Consulta 15 noviembre de 2015]. Disponible en: http://www.gob.cl/2015/10/13/discurso-de-lapresidenta-de-la-republica-al-anunciar-el-proceso-constituyente/. Y la infografía del proceso en la misma página web. 1 SEBASTIÁN BECKER CASTELLARO WWW.LIBERTADESPUBLICAS.ORG ________________________________________________________________________________________ II III IV V VI 2 I Diálogos Ciudadanos Marzo de 2016 a Octubre de 2016 Elaboración de I Proyecto de Nueva Constitución Octubre de 2016 a 2° semestre de 2017 Reforma Constitucional para establecer I procedimiento de Discusión de Nueva Constitución Fines 2016 No aplica “Bases Ciudadanas para la Nueva Constitución”, documento que contendrá el resultado de los diálogos. Ejecutivo No aplica Proyecto de Nueva Constitución, elaborado por el gobierno en base a las “Bases Ciudadanas para la Nueva Constitución”. Actual Congreso2 2/3 de parlamentarios en ejercicio Habilitación para que el (parcial) “Nuevo” Congreso3 escoja el mecanismo de discusión de la Nueva Constitución. Ejecutivo Definición de mecanismo V de Discusión de la Nueva Constitución Durante la vigencia del parlamento escogido en el 2017 (Parcial) Nuevo Congreso 3/5 de parlamentarios en ejercicio Definición del mecanismo de discusión de la Nueva Constitución. Mecanismos propuestos: a. Comisión Bicameral de senadores y diputados; b. Convención constituyente mixta de parlamentarios y ciudadanos4; c. Convocatoria a Asamblea Constituyente, o d. Que la ciudadanía decida, mediante plebiscito, alguna de las tres alternativas anteriores. Discusión y Aprobación V de proyecto de Nueva Constitución No anunciado (Parcial) Nuevo Congreso No anunciado Proyecto de Nueva Constitución aprobado. El congreso bajo el régimen del sistema Binominal. 3 Congreso escogido en 2017, con nuevo sistema electoral proporcional (sistema de D’Hondt), sin embargo este “Nuevo” Congreso renovará sus escaños a la mitad, por lo que será sólo “parcialmente nuevo”; además habrá de estar vigente la nueva ley de partidos y nueva ley de financiamiento electoral. 4 Pareciera ser que ésta es la modalidad que ha sostenido Ignacio Walker (DC) y Patricio Zapata en cuanto contaría con una composición mixta: la mitad, constituida por parlamentarios (15 senadores y 15 diputados, elegidos por cada una de las Cámaras) y la otra mitad (treinta representantes), constituida por un cuerpo de ciudadanos elegidos por el Congreso Pleno. Véase Walker, Ignacio y Zapata, Patricio. “Por una Convención Constituyente para el Bicentenario”. (Fecha de consulta, 15 de noviembre de 2015). Disponible en: http://www.ignaciowalker.cl/ignacio-walker-y-patricio-zapata-proponen-convencion-constituyentepara-la-nueva-constitucion/. LIBERTADES PÚBLICAS / COLECCIÓN BREVIARIOS, N° 4 (2016) _______________________________________________________________ VII V Plebiscito Vinculante No anunciado Ciudadanía No anunciado APROBACIÓN DE NUEVA CONSTITUCIÓN Se observa en el recuadro, que el proceso constituyente que pretende llevar el gobierno radica en el actual Congreso el dispositivo jurídico para abrir la discusión hacia una nueva Constitución. Será el Congreso actual (bajo sistema Binominal) quién, bajo el quórum de dos tercios (2/3) de sus votos, deberá discutir la posibilidad de que exista una Nueva Constitución. Dicho mecanismo responde, según la visión del Gobierno, a que “la actual Constitución no contempla mecanismos para elaborar una nueva Carta Fundamental5”, por lo que en caso de aprobarse la propuesta de Michelle Bachelet, el (parcialmente) nuevo Congreso deberá escoger si es que una Asamblea Constituyente (AC), un Congreso Bicameral, una Convención Constituyente o un plebiscito será el mecanismo para elaborar la nueva Constitución. El presente trabajo se centrará en la fase IV y V del proceso constituyente. Lo que se pretende a través de éste, es argumentar que la AC es el mecanismo más idóneo para aprehender los distintos discursos políticos de nuestro país, ampliando su techo ideológico, y, por tanto, respondiendo de la forma más democrática posible a la crisis constitucional que vive Chile. Esto, en vez de un Congreso que, al ser un órgano proveniente de la Constitución de 1980, absorbe el vicio de falta de representatividad que ésta adolece, impidiéndole resolver la crisis de legitimidad que vive nuestro país. El presente trabajo se dividirá de la siguiente forma: (i) Se establecerá un diagnóstico constitucional que mostrará los vicios de legitimidad que adolece nuestra Constitución y el ethos de “neutralización al pueblo” que subyace en la Carta Magna nacional. Más adelante, (ii) se expondrán las propuestas en la doctrina nacional que postulan que es el Senado quien debe elaborar una nueva Constitución para luego (iii) argumentar por qué esta postura no resolvería el diagnóstico constitucional elaborado en el trabajo. Por último, (iv) se defenderá la idea de una AC que sea capaz de resolver el diagnóstico constitucional actual y sentar las nuevas bases democráticas de nuestra comunidad política. 2. Diagnóstico constitucional 5 BACHELET, MICHELLE, op. cit. (nota 1). 3 SEBASTIÁN BECKER CASTELLARO WWW.LIBERTADESPUBLICAS.ORG ________________________________________________________________________________________ En la doctrina constitucional nacional, pareciera existir cierto consenso acerca de la crisis de legitimidad y del ethos antidemocrático de la Constitución de 1980. El argumento toma como punto de partida el hecho de que “las reglas que conforman nuestra unidad política son normas que pretenden no habilitar al pueblo para actuar, sino neutralizar su agenda política (…)6”. Así, por ejemplo, uno de los problemas de nuestra Constitución es el techo ideológico que caracteriza a nuestra forma de unidad política7, que impide capturar elementos ideológicos políticos distintos a lo que sus creadores pensaban. Eduardo Palma, reforzando la idea, señala que la génesis de la Constitución de 1980 “rechaza[ba] el pluralismo ideológico, consagraba una versión de democracia caracterizada como autoritaria, nacionalista y protegida, limitada en el espectro político y los ámbitos de participación”8. Una etiqueta a este concepto ha sido la “straightjacket constitution9”, que es como se ha denominado a aquella incomodidad constitucional del pueblo chileno con respecto a nuestra Constitución que, a pesar de sus múltiples reformas, sigue siendo una Carta Fundamental que no aprehende los discursos políticos que emergen de la sociedad civil. Otro de los argumentos acerca de la ilegitimidad de la actual Constitución, y que la misma Presidenta señala en su discurso de apertura del proceso constituyente, es el origen autoritario de ésta10. Si bien es cierto que existen autores que entienden que la práctica constitucional post dictadura ha sido legitimadora de nuestra Carta Fundamental11, el ethos de nuestra Constitución promueve instituciones democráticamente deficitarias, impidiendo que el pueblo pueda apropiarse de nuestra Constitución12. Por lo que el diagnóstico, a pesar de sus reformas el año 2005, es que “la ‘Constitución de 1980/2005’ (…) que suprime enclaves autoritarios, mantiene institutos contramayoritarios, y deja a salvo en buena medida la parte dogmática de la 6 ATRIA, FERNANDO, La Constitución Tramposa, Santiago: LOM Ediciones, 2013,. p. 40. 7 BUSCH, TANIA, “El Concepto de Constitución y la Incomodidad Constitucional en Chile” en Global Jurist Vol. 12: Iss. 2 (Topics), Article 5, 2012, p. 3. 8 PALMA GONZÁLEZ, ERIC. “De la Carta Otorgada de 1980 a la Constitución Binominal de 2005”, en Derecho y Humanidades N° 13, 2008, p. 58. 9 SUÁREZ CROTHERS, CHRISTIAN, “La constitución celda o ‘straightjacket constitution’ y la dogmática constitucional”, en Universium, Vol. 1, N° 24, 2009, pp. 248 - 271. 10 BUSCH, TANIA, op. cit. p. 3. 11 GARCÍA, JOSÉ FRANCISCO, “Minimalismo y maximalismo constitucional”, en Revista Chilena de Derecho, vol. 41 Nº 1, 2014, p. 289. 12 ATRIA, FERNANDO. op. cit. p.37. LIBERTADES PÚBLICAS / COLECCIÓN BREVIARIOS, N° 4 (2016) _______________________________________________________________ ‘Constitución’ originaria (Constitución económica y social) y su techo ideológico neoliberal (y su no menos evidente horizonte iusnaturalista)13”. Así, para Atria, la Constitución presentaría “trampas constitucionales”, que consistirían en los dispositivos jurídicos que tiene nuestra Carta Fundamental para impedir la habilitación al pueblo a actuar. Estos serían: Leyes Orgánicas Constitucionales y sus quórums de aprobación; el Sistema Binominal; Control Preventivo del Tribunal Constitucional; y, el metacerrojo que son los quórums de aprobación de las reformas constitucionales14. Para finalizar, también se ha señalado que nuestra Constitución presenta: “(i.) [Una] visión mono cultural y nacional de la Constitución, en la cual no se reconoce el carácter multicultural de la sociedad chilena y, en particular, a los pueblos indígenas que habitan en el territorio; (ii.) El excesivo centralismo territorial que imprime la actual Constitución al diseño institucional; y, (iii.) El híper presidencialismo y el fenómeno de la concentración del poder15”. Lo anterior puede interpretarse como elementos concretos de la composición holística de nuestra Constitución: aquella incapaz de aprehender fenómenos culturales, políticos e ideológicos que habitan en nuestro país. Ello porque, al no reconocer las etnias originarias en Chile, por ejemplo, se pierde un importante componente idiosincrático de nuestro principal texto legal; asimismo, el excesivo centralismo y presidencialismo, invisibiliza visiones regionalistas e independientes –con distintas necesidades, posturas y visiones- sobre el entendimiento de nuestro país, impidiendo discursos políticos que contengan esa diversidad geográfica que Chile posee. Todos los argumentos convergen, entonces, en que nuestro texto constitucional actual repele los discursos políticos distintos a su ethos original, conllevando la misma conclusión que a principios de la transición ya se esbozaba: que la “democracia chilena no parece diferir mucho de lo que preveían los arquitectos de la transición del Gobierno militar16”. Con el diagnóstico constitucional más claro, se observa mejor la dirección que toman las propuestas señaladas por la Presidenta Bachelet. Como ya se señaló, el 13 ZÚÑIGA, FRANCISCO, “Nueva Constitución y Operación Constituyente. Algunas notas acerca de la Reforma Constitucional y de la Asamblea Constituyente”, en Estudios Constitucionales, Año 11, Nº 1, 2013, p. 516. 14 ATRIA, FERNANDO, op. cit, pp. 46 -54. 15 GAJARDO FALCÓN, JAIME, “El dilema constitucional chileno”, en Serie de documentos de trabajo n°15, Universidad Externado de Colombia, 2014, p. 5. El agregado “Una” es propio. 16 FONTAINE, JUAN ANDRÉS, “Transición económica y política en Chile”, en RUIZ-TAGLE, PABLO y CRISTI, RENATO, La república en Chile Teoría y práctica del Constitucionalismo republicano, Santiago: LOM Ediciones, 2006. 5 SEBASTIÁN BECKER CASTELLARO WWW.LIBERTADESPUBLICAS.ORG ________________________________________________________________________________________ Congreso Nacional deberá escoger a través de 2/3 de los votos si es que procede o no una reforma constitucional, lo que implica que este quórum (llamado veto de la minoría) opera como “una herramienta para el bloqueo decisional17”, impidiendo deliberaciones democráticas del pueblo chileno. Por lo que la negociación que se dé en la discusión constitucional para abrir paso a una reforma total de la Constitución, no será bajo una negociación entre iguales o justa, “sino de un poder de veto instalado por la fuerza18” de la minoría parlamentaria. Por consiguiente, la propuesta presidencial para una eventual habilitación del proceso constituyente estará dada por un Congreso escogido bajo el sistema Binominal, con poder de veto de la minoría y bajo superestructuras constitucionales que neutralizan al pueblo de tomar sus decisiones democráticas, lo que no augura un buen futuro sobre la decisión constitucional. Así, uno podría esperar que, (i) simplemente no se dé la reforma constitucional a través de la propuesta presidencial, pues el Congreso rechazará de plano la reforma que permitiría un mecanismo para instaurar una nueva Constitución; o (ii), se dé una negociación tal que, para que la derecha acceda a la reforma constitucional, la mayoría parlamentaria dé concesiones de tal forma, que se acuerde un eventual mecanismo para elaborar la nueva Constitución muy similar al ya existente, manteniendo el gatopardismo constitucional actual19. 3. ¿Debe ser el Congreso el encargado de la Nueva Constitución? Con el diagnóstico constitucional claro, dentro de la doctrina nacional encontramos una serie de autores que defienden la idea de que el Congreso Nacional debiera resolver el conflicto constitucional actual. Para ello daremos en primer lugar, (3.1) un repaso de los argumentos a favor de que el Congreso (y también una “Convención constituyente”) es quién debe decidir el nuevo texto constitucional; y, (3.2) se argumentará que el Congreso carece de representación y, por consiguiente, no es el organismo más idóneo para solucionar el diagnóstico constitucional expuesto en la sección anterior. 3.1. Argumentos a favor del Congreso Nacional 17 ZÚÑIGA, FRANCISCO, “Nueva Constitución para Chile. Las ‘bases’ y las nueva ideas político constitucionales Santiago”, en Revista de Derecho Público Número Especial, 2014, p. 39. 18 HEISS, CLAUDIA, “Representación participativa para un proceso constituyente democrático”, en La solución Constitucional (Editores: FUENTES, C. y JOIGNANT, A.), Santiago: Catalonia, 2015, p. 224. 19 Véase ATRIA, FERNANDO, “El problema constitucional y su solución: ¿qué es institucional?” en Propuestas para una nueva Constitución (CHIA, EDUARDO y QUEZADA, FLAVIO), Santiago: Instituto Igualdad, 2015, p. 50. LIBERTADES PÚBLICAS / COLECCIÓN BREVIARIOS, N° 4 (2016) _______________________________________________________________ Dos de los autores que defienden la labor republicana del Congreso Nacional y que, por tanto, argumentan que debiese ser esta institución quién resuelva el conflicto constitucional, son, entre otros, los profesores Pablo Ruiz-Tagle y Renato Cristi. Ambos autores detectan correctamente el ethos de la Constitución de 1980, e identifican al sistema Binominal como parte del andamiaje antidemocrático, señalando que “la falta de representación democrática en el Congreso [es] producto de las perversiones del sistema mayoritario binominal20”. Sin embargo, los autores plantean que “el Senado debe ser el locus plenamente democrático donde puede surgir una concepción constitucional más democrática que responda a principios constitucionales avanzados21”. Ello, debido a que entienden al Congreso como el órgano constitucional que expresa de mejor forma los principios democráticos, como lo ilustra la historia política chilena durante los siglos XIX y XX. Por lo que los autores creen que los procesos de reforma y de interpretación constitucional que pueden darle un sentido más democrático al nuevo texto constitucional deben ser conducidos por el Congreso Nacional22. Así, Ruiz-Tagle y Cristi entienden que los procesos constitucionales deben darse a través de un proceso continuo “por y ante los poderes constituidos del Estado23”, donde una AC no respondería a dicho criterio, debido a que “una vez y luego de cumplir su cometido de creación constitucional, ha de disolverse para siempre24”. En el mismo sentido, se ha pronunciado Sofía Correa Sutil. La profesora argumenta que el Congreso Nacional a lo largo de la historia política chilena “ha cobijado de la más amplia diversidad política, social e ideológica, ha sido el espacio más eficaz para la manifestación de la complejidad de la sociedad chilena25”. El argumento al que apela Sofía Correa es de carácter histórico: entiende al Congreso como una institución republicana y a los partidos políticos como (¿únicos?) canalizadores de la representación ciudadana26, valiéndose de los ejemplos de las reformas constitucionales de 1860-1874 que trasladaron 20 RUIZ-TAGLE, PABLO y CRISTI, RENATO, op. cit, p. 200. El agregado “es” es propio. 21 Ibíd. p. 201. 22 Ibídem. 23 Ibíd. p. 205. 24 Ibídem. Se verá a continuación que lejos de ser un defecto la unicidad de competencias de la AC es entendida como una virtud. 25 CORREA SUTIL, SOFÍA, “Cambio Constitucional desde el Congreso Nacional” en La solución Constitucional (Editores: FUENTES, C. y JOIGNANT, A.), Santiago: Catalonia, 2015, p. 113. 26 Ibíd. p. 115. 7 SEBASTIÁN BECKER CASTELLARO WWW.LIBERTADESPUBLICAS.ORG ________________________________________________________________________________________ el sistema político desde uno presidencial a uno parlamentario27. Concluye, Correa Sutil, que ante el hecho de que efectivamente, se ha podido cambiar la Constitución de 1980 tanto en 1989 y 2005-, y que, además, se cuenta con un nuevo sistema electoral proporcional para el año 2017, la profesora propone que la totalidad de los miembros del Senado sean escogidos por este nuevo sistema electoral para llevar adelante la redacción de una nueva Constitución28. Los profesores Zapata, García y Verdugo, coinciden con los argumentos históricos del diagnóstico de los profesores Ruiz-Tagle y Correa. Para García, la solución constitucional pasa por buscar mantener viva la tradición constitucional existente y las prácticas constitucionales29, y en ese sentido un Congreso Bicameral debiese resolver el conflicto, instalando una nueva Constitución30. El profesor Zapata, como ya vimos, propone una Convención Constituyente en donde los Congresistas escojan a ciudadanos para que puedan redactar una nueva Carta Fundamental. Por consiguiente, los profesores citados parecieran converger en que el Congreso Nacional, por su tradición histórica republicana, es el que ha aprehendido de mejor manera “la complejidad chilena” y la “representación ciudadana”, siendo el locus de llevar adelante una nueva Constitución, al existir experiencias históricas de reformas constitucionales en el pasado que validan dicha afirmación. El profesor Francisco Zúñiga ha señalado que el eventual Congreso Nacional o AC que promoviera una nueva Carta Fundamental, debiese subyacer “el pluralismo político e ideológico; pluralismo que es mayor y más fiel al fraccionamiento del cuerpo político si el método de escrutinio empleado en la fórmula electoral imperante para generar una Asamblea es el proporcional en una base territorial nacional31”. Así las cosas, lo que se pretende en el siguiente apartado, es dar muestras claras de que el espacio pluralista que 27 Ibíd. p. 119. 28 Ibíd. pp. 120-123. 29 GARCÍA, José Francisco (2014). Op. cit. p. 269 30 GARCÍA, JOSÉ FRANCISCO y VERDUGO, SERGIO, “Un camino a la Constitución de 2020: un proceso constituyente que una y no divida a los chilenos”, en La solución Constitucional (Editores: FUENTES, C. y JOIGNANT, A.), Santiago: Catalonia, 2015, p. 142. 31 ZÚÑIGA, FRANCISCO. op. cit., p. 514. El argumento aquí parece distinto al “locus republicano”: Con llevar adelante una reforma constitucional en el Congreso, se busca encontrar un mecanismo con la pluralidad política e ideológica necesaria para comprehender la diversidad social. LIBERTADES PÚBLICAS / COLECCIÓN BREVIARIOS, N° 4 (2016) _______________________________________________________________ señala el profesor Zúñiga, no se da en el Congreso; por ello se hace necesario encontrar otros mecanismos que sean capaces de aprehender a la complejidad de la ciudadanía y su diversidad. 3.2. ¿Qué tan representante es nuestro Congreso? Como vimos ya, nuestra Constitución junto con tener un origen ilegítimo y establecer un verdadero ethos de neutralización al pueblo; posee un techo ideológico en el cual consagra nuestra Constitución como “una refundación autoritaria del capitalismo, con nítido sello neoliberal expresada en la fórmula del Estado subsidiario (mínimo) 32”. Así, los espacios que se dan para poder participar y ser representados en el Congreso no proyectan los estándares esperables de una institucionalidad republicana ni menos logran herramientas suficientes para superar la crisis de legitimidad que vive nuestra Constitución, sus instituciones y la clase política. Así, sin perjuicio de adentrarnos en el concepto de “representación” en las secciones siguientes, podemos señalar dos ejes de representatividad democrática que puedan guiarnos a valorar si es que el Congreso es la institución más adecuada para enfrentar una reforma constitucional. En éste sentido se señalan como directrices de una representación democrática: a) La toma colectiva de decisiones con la participación de todos los que han de ser afectados por la decisión o por sus representantes: eje democrático; y, b) La toma de decisiones por medio de argumentos ofrecidos por y para los participantes que están comprometidos con los valores de racionalidad e imparcialidad: eje representativo33. Nuestro Congreso Nacional, no posee ni elementos de participación ni de representatividad óptimos para llevar adelante la redacción de una Constitución. En primer lugar, y como ya se observó, los quórums supramayoritarios impiden la expresión de lo político por parte del pueblo. Por lo que la lógica de nuestra Constitución responde a la de “una reforzada expresión contramayoritaria de nuestro sistema 32 ZÚÑIGA, FRANCISCO, “Nueva Constitución y Constitucionalismo en el Bicentenario”, en Revista de Derecho Público, N° 76, 2012, pp. 125-145. 33 GAJARDO FALCÓN, op. cit. p. 12. 9 SEBASTIÁN BECKER CASTELLARO WWW.LIBERTADESPUBLICAS.ORG ________________________________________________________________________________________ institucional, básico reflejo del viejo ideal del ‘gobierno de la ley’34”. Esto afectaría el componente democrático y representativo, en cuanto las decisiones de las mayorías no podrían impregnarse en una nueva institucionalidad constitucional. Junto con ello, nada justifica que una minoría (en este caso la derecha) deba ser protegida por una mayoría legítimamente democrática y representativa35. En segundo término, y debido al primer punto, en nuestro Congreso existirían “falencias inclusivas (…) debido a la falta de presencia de las perspectivas sociales de la sociedad chilena en la eventual deliberación de una nueva Constitución36”. El que no existan representantes de grupos LGTBI, inmigrantes, ni indígenas, así como sólo 3 diputados estudiantiles, 1 dirigente social, 19 mujeres en la Cámara de Diputados (con un 15.83%)37 y 6 mujeres (con un 15.7%) en el Senado38, habla de la imposibilidad del Congreso de permear discursos pluralistas y democráticos dentro de su foro. Junto con ello, el que exista un 17% de confianza en el gobierno, un 9% en el Congreso y un 3% en los partidos políticos39 nos lleva a cuestionar si tales instituciones son los verdaderos (e idóneos) depositarios de la soberanía del pueblo de Chile. Aún más: existen al día de hoy, al menos 15 diputados y senadores envueltos en casos de corrupción que están en instancias judiciales (penales), lo que hace dudar sobre la legitimidad del Congreso y su clase política para llevar a cabo un cambio constitucional. Por último, cabe referirse a si un nuevo Congreso Nacional, con representantes elegidos bajo la nueva ley de sistema electoral colmaría ese discurso pluralista y democrático que pretende el profesor Zúñiga. Si bien es cierto que en la nueva ley se 34 ZÚÑIGA, FRANCISCO, Nueva Constitución: Reforma y Poder Constituyente en Chile, México D.F.: Instituto de Investigaciones Jurídicas UNAM, 2014, p. 48. 35 En este sentido, acá se pretende quitar el fantasma de que los quórums supramayoritarios son para efecto de proteger a la derecha de una “tiranía de mayoría” (J.S.Mill), debido a que precisamente el juego de lo político en democracia es entender consensos y disensos. Señala Mouffe: “Las cuestiones propiamente políticas siempre implican decisiones que requieren que optemos entre alternativas en conflicto”. Mouffe, Chantal (2011). En torno a lo político (Buenos Aires, FCE). p. 17 36 GAJARDO FALCÓN, JAIME. op. cit. p 12. 37 Composición de Cámara de Diputados, (Fecha de Consulta: 12 de julio de 2015), Disponible en: http://www.camara.cl/camara/diputados.aspx#tab 38 Composición de Senado, [en la web]: (Fecha de Consulta: 12 de julio de 2015), Disponible en: http://www.senado.cl/appsenado/index.php?mo=senadores&ac=listado 39 CEP, Estudio Nacional de Opinión Pública, Abril 2015. Parte IV Confianza en las instituciones y percepciones sobre los partidos políticos. (Fecha de Consulta: 12 de julio de 2015), Disponible en: http://cepchile.cl/dms/archivo_5916_3714/EncuestaCEP_Abril2015.pdf LIBERTADES PÚBLICAS / COLECCIÓN BREVIARIOS, N° 4 (2016) _______________________________________________________________ establecen sistemas de cuotas para el género femenino40 y menos restricciones para independientes41, estas parecen no ser suficientes para satisfacer las falencias recién expuestas. Nada garantiza una incorporación mayor al 20% de las mujeres al Congreso, ni tampoco se tiene en cuenta la participación de pueblos originarios, discapacitados, minorías sexuales, migrantes, etc. Asimismo, la cultura política que se impregna en nuestras instituciones, a raíz de una Constitución (autoritaria y neoliberal) como cuarto elemento de la cultura de la sociedad42, hace que éstas reflejen toda la elitización, masculinización, y ‘chilenización’ de sus instituciones, y que precisamente estas cualidades se permeen en el Congreso y la dinámica política de nuestro país; lo que implicaría pensar que los discursos políticos que fluirían dentro del eventual nuevo Congreso serían bastante parecidos a lo que tenemos el día de hoy. Sumado a eso, y ya visto anteriormente, el nuevo Congreso sólo se renueva parcialmente, materializando la nueva ‘representatividad’ sólo a medias. Además esta propuesta “no se hace cargo de la crisis de confianza que viven hoy el Congreso y los partidos políticos43”. En este sentido no se vislumbra cómo es posible lograr grandes transformaciones mediante la propuesta de Michelle Bachelet, anteriormente presentada. Por consiguiente, las exigencias expuestas por el profesor Gajardo, en cuanto lograr una democracia deliberativa con amplia gama de representatividad, no se cumplen ni se satisfacen debido a los mecanismos de quórums supramayoritarios que impiden una aprehensión real de los discursos políticos que fluyen en nuestra sociedad. Sumado a ello, en nuestro Congreso existe muy poca participación de las distintas perspectivas sociales que existen en nuestro país, tales como representantes regionalistas, indígenas, minorías sexuales, mujeres, etc. Por lo que, una nueva Constitución propuesta por el (¿nuevo?) Congreso, sería un texto que nacería del juego político de “neutralizar” al pueblo, impregnando su “cultura constitucional” e invisibilizando y asimilando posiciones políticas y culturales en nombre del “locus republicano”. 40 A partir de las próximas elecciones los partidos deberán llevar un 40% de candidatas. (Fecha de Consulta: 12 de julio de 2015), Disponible en: http://www.gob.cl/2015/04/27/fin-al-binominal-conoce-elnuevo-sistema-electoral/ 41 Para poder presentarse a la elección estos candidatos deberán contar con el respaldo (firmas) de al menos un 0,5% del número de electores que participaron en las últimas votaciones. (Fecha de Consulta: 12 de julio de 2015), Disponible en: http://www.gob.cl/2015/04/27/fin-al-binominal-conoce-el-nuevo-sistemaelectoral/ 42 HÄBERLE, PETER, El estado constitucional, Madrid: Fondo Editorial PUCP, 2003, p. 21. 43 HEISS, CLAUDIA. op. cit. p. 225. 11 SEBASTIÁN BECKER CASTELLARO WWW.LIBERTADESPUBLICAS.ORG ________________________________________________________________________________________ 4. Abogando por una Asamblea Constituyente (AC) Sin entrar al detalle del debate sobre los mecanismos constitucionales para lograr una AC, se pretende presentar aquí una defensa en cuanto sea una AC la que defina una nueva institucionalidad constitucional. Así, en primer lugar, (4.1) se defenderá la idea de que la AC posee mecanismos de garantía para satisfacer la invocación del Poder Constituyente a una nueva Constitución, entendiendo a la AC como un “mecanismo eficaz para el control político y la creación de un nuevo orden constitucional44”. En segundo lugar, (4.2) se defenderá la idea de que la AC representa de mejor manera los discursos políticos que se establecen en nuestra sociedad, por lo que a través de éste mecanismo lograríamos superar el déficit democrático y de legitimidad que se presenta en el panorama actual. 4.1. La AC como control político John Elster, asegura que en los procesos constituyentes se pueden identificar intereses personales, grupales e institucionales45. En este sentido, Elster cree que las Constituciones deben ser escritas por una AC (en vez del Congreso) para atenuar los intereses institucionales que pudieran influir en la decisión Constitucional. Un primer argumento en este sentido, es que una eventual Constitución redactada por el Congreso podría arrogarse mayores atribuciones en desmedro del Ejecutivo, como se ha demostrado en países de Europa del Este46. Es decir, que el Congreso establezca las bases fundamentales y supremas de nuestro ordenamiento jurídico, implicaría que podría decidir atribuirse mayores competencias de las que actualmente tiene. Asimismo, y siguiendo el argumento, el Congreso podría atribuirse amplios poderes para modificar la Constitución en desatención a la creación de Cortes Constitucionales fuertes que están fuera de la discusión coyuntural-política sobre la creación de una nueva Constitución47, pero que nadie dudaría de lo cuestionable de dicha decisión. Otro argumento –señala Elster-, es que un Congreso Bicameral (tal como se propone en la iniciativa presidencial) que está encargado de la redacción de una nueva Constitución, crea generalmente dos 44 SOTO BARRIENTOS, FRANCISCO, “Asamblea Constituyente: La experiencia latinoamericana y el actual debate en Chile” en Estudios Constitucionales, Año 12, Nº 1, 2014, p. 401. 45 ELSTER, JOHN, “Forces and mechanisms in the Constitution-Making Process”, en Duke Law Journal 45 (2), 1995, pp. 376-382. 46 Ibíd. p. 380. 47 Ibíd. pp. 381-382. LIBERTADES PÚBLICAS / COLECCIÓN BREVIARIOS, N° 4 (2016) _______________________________________________________________ Constituciones, una por cada Cámara, como en los casos de Polonia y Rumania48 lo que representa una desventaja porque no cumpliría la función de aglutinar en un techo común las distintas posturas políticas de nuestro país, esclareciéndose los intereses institucionales por sobre los de la polis. En este sentido Elster se cuadra a la idea de Cordorcet y Sieyes en cuanto a que el Poder Constituyente debiese dar origen a una sola asamblea elegida, con el único fin de redactar una Carta Fundamental49. Así Francisco Soto identifica que “a partir de la idea de autogobierno y de resistencia civil el constitucionalismo articula modelos institucionales que buscan la participación de la ciudadanía como mecanismo eficaz para el control político y la creación de un nuevo orden constitucional. Así la idea de la AC se relaciona con la legitimidad que se desprende del hecho que sea el propio Derecho el que reconozca su falibilidad50.” En síntesis, la AC emerge como un elemento temporal y teniendo como única competencia la redacción de una nueva Constitución, respondiendo al mandato que le otorga el Poder Constituyente. Así, se puede apreciar que una AC posee elementos de control político frente a las instituciones del Estado, que además podría nutrirse con la participación ciudadana dando garantías de una debida representación de la comunidad política, elementos carentes en el Congreso, según las secciones anteriores. En la misma lógica de funcionalidad controladora del poder político y garante del Poder Constituyente, es que en América Latina, ante la “desconfianza ciudadana hacia los legisladores, especialmente cuando la reforma del poder legislativo es una parte central de la motivación para el cambio constitucional51”, se ha optado por una AC como mecanismo de renovación de la Carta Fundamental. Así, como señalamos, uno de los problemas que adolece esta Constitución es su hiperpresidencialismo y por tanto, un Congreso con mayores y mejores atribuciones sería pertinente para resolver dicha objeción. Sin embargo, ¿sería suficientemente imparcial y objetivo que el Congreso Nacional pueda otorgarse a sí mismo la conducción principal del poder político? ¿Podríamos tener suficientes garantías para señalar que el Congreso Nacional está 48 Ibíd. p. 381. 49 SOTO BARRIENTOS, FRANCISCO, op. cit., p. 401. En este sentido también, HEISS, CLAUDIA. op. cit., p. 227. 50 Ibídem. 51 HEISS, CLAUDIA, op. cit., p. 226. Véase además, NEGRETTO, GABRIEL, “Procesos Constituyentes y Refundación democrática. El caso de Chile en perspectiva comparada” en Revista de Ciencia Política, n°1, 2015, p. 209. 13 SEBASTIÁN BECKER CASTELLARO WWW.LIBERTADESPUBLICAS.ORG ________________________________________________________________________________________ velando por ‘la razón pública’ y no por sus propios intereses – es decir aquellos encarnados en esa clase política ‘mononacional’, ‘machista’ y ‘elitista’- donde se consagra nada más ni nada menos que el Poder Constituyente? ¿Cómo podríamos superar la paradoja en la cual los mandatarios del Poder Constituyente son titulares del Poder Constituyente? ¿Puede el Poder Constituyente derivado arrogarse la redacción de una nueva Constitución? En este sentido, una AC representa de mejor forma al Poder Constituyente que el Congreso, debido a que no es posible otorgarle al Congreso el poder de crear sus propios mecanismos de funcionamiento; porque aquello violaría el principio jurídico básico conforme al cual el Legislador cumple la voluntad del poder constituyente y no el poder constituyente cumple la voluntad del Legislador52. Por consiguiente, la AC garantiza que se lleve adelante el Poder Constituyente por y mediante el pueblo. 4.2. AC como mecanismo de representación y participación. La representación como modalidad en la democracia, necesariamente debe entenderse como una relación entre representantes y sus electores [constituents], siendo inevitable la separación entre uno y otros aunque debería siempre existir una conexión entre ambos de distintas formas53. En este sentido, la representación funciona entre representantes y electores y entre los representantes en medio del cuerpo político decidor [decisión –making body], implicando que la representación oscila en momentos de autorizaciones [authorization] y responsabilidades políticas [accountability]. Por tanto, tales criterios fijan normativamente un estándar de una debida representación, siendo una buena representación en la medida de que existan altos grados de representatividad. Por tanto, la representación es una relación diferenciadora entre representantes y electores, donde la desconexión siempre es una posibilidad y la conexión se mantiene a lo largo del tiempo en la medida de que exista anticipación y recolección de autorizaciones y responsabilidades políticas54. Aplicando el criterio de representación de Iris Young a la AC, parece necesaria una adecuada representación, esto es, que los integrantes estén de alguna manera: a) conectadas con los elementos culturales y políticos de sus electores; y, b) que tengan un 52 Véase NEGRETTO, GABRIEL. op. cit. p. 208. 53 YOUNG, IRIS, Inclusion and Democracy, Oxford: Oxford University Press, 2000, p. 128. 54 Ibíd. p. 129. LIBERTADES PÚBLICAS / COLECCIÓN BREVIARIOS, N° 4 (2016) _______________________________________________________________ grado de autorización y responsabilidad política frente a la elaboración de la nueva Constitución. Es por ello que en primer lugar, se hace necesaria una institución que albergue un lugar donde puedan converger las distintas identidades políticas, que impliquen y marquen una diferencia ideológica entre unos y otros, tal como señala Chantal Mouffe: “lo que requiere la democracia es trazar la distinción nosotros/ellos de modo que sea compatible con el reconocimiento del pluralismo, que es constitutivo de la democracia moderna55”. Con ello podremos lograr un nivel de decisión democrático capaz de reconocer el pluralismo que existe en nuestro país, y recoger los discursos políticos de grupos étnicos, de mujeres y/o minorías desplazados e invisibilizados por la asimilación cultural producida por el Pacto Republicano. Por ello, por ejemplo, defiende Millaleo, que una AC debe recoger el plurinacionalismo como metodología epistémica; sólo así existiría esa conexión que se le exige a la representación democrática real: aquella capaz de incorporar las identidades y discursos políticos de las minorías étnicas en Chile. Señala Millaleo, que el “plurinacionalismo incluye a los sujetos colectivos ahí donde el mononacionalismo funciona como una forma de exclusión sistemática de comunidades políticas para avanzar hacia una radicalización de la democracia, posibilitando que la Constitución sea mirada como la auto-organización transversal de todas las comunidades políticas involucradas y no como la imposición de una de ellas sobre la otras56”. Con esto claro, pareciera ser que el Congreso Nacional sería incapaz (por todo lo señalado anteriormente) de aprehender estos discursos y culturas que den pie a una representación coherente a la democracia pluralista que se anhela en una nueva Constitución. Satisfaciendo el segundo punto, los candidatos a una AC, junto con cumplir el primer punto, debiesen ser escogidos sólo para la elaboración de la nueva Carta Fundamental permitiendo que la elección de dicho foro sea explícitamente para esta misión, haciendo campaña política en virtud de una agenda exclusiva constitucional57. Con ello, los asambleístas estarán siendo autorizados y asumirán la responsabilidad política de 55 MOUFFE, CHANTAL. op. cit. p. 21. 56 MILLALEO, SALVADOR, “Una Constitución de los pueblos indígenas en Chile: para una legitimidad plurinacional de una Asamblea Constituyente” en La solución Constitucional (Editores: FUENTES, C. y JOIGNANT, A.), Santiago: Catalonia, 2015, p. 295. 57 Esto permitiría además lograr una discusión seria y profunda sobre el contenido de la misma Constitución, dotando a la gente de mayor participación en el proceso constituyente. 15 SEBASTIÁN BECKER CASTELLARO WWW.LIBERTADESPUBLICAS.ORG ________________________________________________________________________________________ lo que esto significa58. Logrando no sólo representatividad y responsabilidad política real, sino además cumpliendo el rol de garante del Poder Constituyente como control político de los órganos constituidos. Por ello, parece del todo razonable la propuesta de Altman en cuanto: “ningún miembro de estos colectivos (AC) podrá presentarse para un cargo de elección popular durante los próximos dos ciclos electorales, como una manera de evitar potenciales arreglos espurios59”. Con esto claro, podemos recoger experiencias latinoamericanas como aprendizajes necesarios para una eventual AC en Chile. Por ejemplo, en Venezuela la falta de pluralidad impidió desarrollar una AC lo suficientemente integradora con los discursos políticos existentes, en cuanto sólo 6 (de un total de 128) asambleístas constituyentes fueron opositores al régimen de Hugo Chávez. Necesariamente tendrán que agregarse todas las coaliciones políticas en una eventual AC. Para lograr el estándar de democracia pluralista que señalamos, no basta sólo con una representación adecuada sino además afianzar grados de participación dentro de la ciudadanía y cumplir con un órgano deliberativo que acentúe las relaciones políticas intersubjetivas. En este sentido, la experiencia latinoamericana ha sido rica para satisfacer dichos estándares. En Colombia y Bolivia, “se logró, a través de procesos participativos, incorporar no sólo el amplio espectro de partidos políticos existentes sino también se contó con demandas de los movimientos sociales, enriqueciendo el carácter plural del debate deliberativo desarrollado al interior de las AC60”, demostrando que es posible una participación inclusiva y pluralista en procesos constituyentes con una AC. A su vez, el caso ecuatoriano es otro buen ejemplo de cómo la sociedad civil participó en la confección de la AC, consagrando un mayor espectro político y cultural de la deliberación constitucional, dicha esa experiencia fue “foco de la participación de más de mil delegaciones de organizaciones de todo tipo de institución (…) a través de diversos mecanismos (foros, talleres, mesas itinerantes, recepción de propuestas, Internet) se abrieron canales de interlocución entre la AC y más de cien mil personas; es decir, fue un proceso con amplia participación social61”. 58 NEGRETTO, GABRIEL, op. cit., p. 209. 59 ALTMAN, DAVID, “Para que la ciudadanía decida (Mecanismo para el cambio Constitucional en Chile”, en La solución Constitucional (Editores: FUENTES, C. y JOIGNANT, A.), Santiago: Catalonia, 2015, p.277. El agregado “AC” es propio. 60 SOTO BARRIENTOS, op. cit. p. 405. 61 Ibíd. pp.413 -414. LIBERTADES PÚBLICAS / COLECCIÓN BREVIARIOS, N° 4 (2016) _______________________________________________________________ Concluyendo, se puede afirmar que a través de una representación realmente democrática y una participación que amplíe de forma correcta los discursos políticos, podemos lograr un texto constitucional que aprehenda las distintas identidades políticas colectivas; incluyendo a minorías étnicas o ‘grupos desventajados’ tales como mujeres, inmigrantes, personas LGTBI, etc. Para ello también se hace fundamental la participación ciudadana en la deliberación del texto constitucional, en la cual incorporen inputs que no alcanzan a ingresar a través de la representación. Con ello será posible satisfacer el estándar de pluralismo político e ideológico que el Profesor Zúñiga aboga para una nueva Constitución. 5. Conclusión El Gobierno de Michelle Bachelet ha anunciado la apertura de un proceso constituyente que será otorgado tanto a la ciudadanía (Cabildos ciudadanos) como al Congreso (decisiones para modificar la Carta Fundamental). Así el presente trabajo se sitúa en la fase IV y V del cuadro expuesto más arriba. En primer lugar, se señala que el diagnóstico constitucional es de crisis. Ello porque nuestra Constitución adolece de una serie de vicios antidemocráticos que impiden que el pueblo pueda conseguir apropiarse de la agenda política; las razones que se plantean son: (1) origen autoritario de la Constitución; (2) un techo ideológico que impide una agenda política distinta a la que los arquitectos de la Constitución de 1980 defendían; (3) visión monocultural o mononacional; (4) excesivo centralismo político; (5) Quorums supramayoritarios y trampas constitucionales; y (6) Hiperpresidencialismo. Todos los argumentos están envueltos en un ethos antidemocrático que permea no sólo las instituciones republicanas sino además la cultura constitucional que se entiende en Chile. Con tales argumentos, se observa que una eventual reforma de la Constitución para redactar una nueva, según la fase IV del ‘proceso constituyente’, no podría superar los efectos antidemocráticos que nuestra Constitución tiene. Ello debido a que el Congreso quien escoja dicha reforma estará sometido al Sistema Binominal (una de las ‘trampas’) por un quórum de 2/3 de aprobación (otra de las trampas). Sumado al ethos antidemocrático que viven nuestras instituciones, pareciera ser que no se darán las condiciones fácticas para una nueva Constitución. Ante dicha crisis, se ha planteado que el Congreso Nacional debiese ser el organismo encargado para resolver el problema constitucional. Se observó que el principal argumento para sostener esto, ha sido que el Congreso ha podido resolver históricamente 17 SEBASTIÁN BECKER CASTELLARO WWW.LIBERTADESPUBLICAS.ORG ________________________________________________________________________________________ cambios constitucionales (específicamente el de pasar de un sistema parlamentario a uno presidencial, 1860-1874), que representan los principales principios democráticos y que la actual Constitución ha podido ser reformada. Así, el Congreso se erige como el locus Republicano que ha representado de mejor forma los principios democráticos de nuestra historia parlamentaria. El presente trabajo no lo cree así. Esto porque el Congreso, no responde a la pluralidad política, ideológica y cultural que vive nuestro país. Posee un bajísimo apoyo ciudadano, no comprende a todos los sectores de la sociedad, no incorpora cuotas para mujeres ni indígenas, y posee a varios congresistas y ex congresistas sometidos a procesos penales por conflictos de intereses, delitos tributarios, cohecho, etc. Se plantea que el Congreso no da el ancho con la tarea, por no comprender la pluralidad política de nuestro país, no representando de forma adecuada e idónea los discursos políticos que fluyen en nuestra sociedad. Así la AC se observa como una solución a la crisis constitucional. Esto nos ubica en el plano V del proceso constituyente. Ello porque (1) se protege al Poder Constituyente de ser el encargado de llevar adelante la redacción de una nueva Constitución, siendo un control político a los intereses institucionales que emergen al redactar la Norma Fundamental; cumpliéndose la máxima que el Legislador cumple la voluntad del Poder Constituyente y no el Poder Constituyente cumple la voluntad del Legislador. Y (2) porque la AC sería capaz de aprehender los discursos políticos que están fuera de la institucionalidad, garantizando pluralismo político e ideológico en la nueva deliberación constitucional. Mujeres e indígenas podrían estar representados correctamente en una nueva redacción constitucional, no impendiéndoles reglas constitucionales en la cual no participaron, invisibilizando sus proyectos políticos y culturales al amparo de un “Pacto republicano”. Así, se pretende responder las falacias argumentativas que se han dado en los medios de comunicación tales como: “la AC llevaría a un gobierno autoritario de izquierda, como en Venezuela”; “la AC que es antidemocrática porque impone una decisión para la cual no hay consenso generalizado” o “la Constitución de 1980 ha sufrido tantas reformas, que ya no tiene sentido apuntar a su vicio de origen62”. Por lo recién expuesto, no es el Congreso sino una AC quien puede resolver la crisis constitucional actual, existiendo buenos argumentos para ello. 62 El Mercurio. Véase “6 falacias de El Mercurio sobre la AC”. Consultado con fecha 28 de noviembre de 2015. Disponible en: http://fundamental.cl/wp-content/uploads/2013/12/El-Mercurio-vs-AsambleConstituyente.jpg