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Battisti, ¿el nuevo Dreyfus?
Miércoles, 26 de abril de 2006. Año XVIII. Número: 5.976.
MUNDO
Battisti, ¿el nuevo Dreyfus?
Bernard-Henri Lévy sale en defensa del terrorista Cesare Battisti, autor de unas memorias en
las que se declara víctima de un gran complot
RUBEN AMON. Corresponsal
PARIS.- El precedente histórico del caso Dreyfus beneficia la indulgencia hacia los reos de
connotaciones políticas. Es el caso de Cesare Battisti, terrorista italiano en los años de plomo,
condenado a cadena perpetua en su país, exiliado en Francia con la protección de François
Mitterrand y prófugo de la Justicia cuando Jacques Chirac prometió entregarlo al Gobierno de
Berlusconi.
Sucedió en 2004, de modo que Battisti tuvo que escapar de la guarida francesa pese a la
solidaridad explícita de la clase intelectual. Particularmente Bernard-Henri Lévy, cuya firma
introduce ahora el prólogo del memorial que Battisti ha escrito en clave autobiográfica para
exponerse públicamente como la víctima recurrente de un complot.
Niega haber participado en delitos de sangre ni estar relacionado con las actividades criminales
que los Proletarios Armados por el Comunismo (PAC) desarrollaron intensamente entre los
años 1978 y 1979.
El testimonio de un arrepentido, Pietro Mutti, fue decisivo para que Battisti fuera condenado a
cadena perpetua en rebeldía, pero Battisti desmiente a sus inquisidores entre las páginas
impolutas de Mi fuga.
«Soy la víctima de un gran complot en el que se hallan involucrados ministros, periodistas,
embajadores, jueces y empresarios. Sin olvidar que el verdadero drama se produjo cuando mi
compañero de trinchera, Pietro Mutti, decidió convertirse en mi verdugo», escribe Cesare
Battisti.
El punto de vista exculpatorio ha reabierto un debate en la prensa francesa y ha removido la
memoria de los años de plomo italianos.Le Figaro, por ejemplo, acusa al terrorista de haber
convertido el libro en un llamamiento al círculo mediático e intelectual que siempre le ha
protegido, mientras que Libération elogia a Henri Lévy por haber recordado que Battisti nunca
fue objeto de un juicio regular: «Lo han condenado durante su fuga, cuando no conocía los
cargos contra él y cuando ni siquiera podía comunicarse con sus abogados», explica el ubicuo
filósofo.
Las observaciones tendrían mayor peso si no fuera porque Battisti se negó a comparecer en los
tribunales. Había sido arrestado en 1981 junto a otros camaradas del movimiento proletario,
pero consiguió escaparse de la cárcel de Frosinone, establecerse temporalmente en México y
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recalar en Francia (1990) consciente de que Mitterrand alojaba a los terroristas italianos que
hubieran demostrado arrepentimiento y una renuncia total a la violencia.
Había otra cláusula: no tendrían derecho al asilo quienes estuvieran involucrados en delitos de
sangre, pero el presidente francés y el coro de sus intelectuales consideraron que las cuatro
muertes atribuidas a Battisti tenían que observarse bajo la perspectiva de un proceso judicial
anómalo.
La causa del activista ha encontrado en Henri Lévy una especie de Emile Zola encubierto.
Porque el filósofo francés también acusa. Dice que los tribunales italianos no han concedido a
Battisti la oportunidad de defenderse en un nuevo juicio, pone en cuestión la veracidad de los
arrepentidos y sostiene que el miembro de Proletarios Armados por el Comunismo podría ser
perfectamente inocente. Igual que lo fue el capitán Alfred Dreyfus después de haber
protagonizado hace cien años un proceso revolucionario.
Cesare Battisti permanece en paradero desconocido desde 2004.Las autoridades italianas lo
buscan como un trofeo de guerra, pero la carambola de la justicia administrativa podría
cambiar las reglas del juego y ponerlo a salvo de la orden internacional de búsqueda y
captura.
Resulta que el Tribunal de Nantes considera legítimo que el ciudadano italiano pueda acceder a
la nacionalidad francesa. Nada tiene que ver su historial terrorista, sino la evidencia de que
Cesare Battisti está casado con una mujer gala y ha tenido dos hijos en territorio francés.
El cambio de pasaporte, pendiente de unos detalles burocráticos, permitirá al ex terrorista
italiano reanudar en su casa parisina la actividad de novelista policíaco que tanta reputación le
ha otorgado en los últimos tiempos. Mientras tanto, la editorial Grasset ha sacado a la calle
20.000 ejemplares de Mi fuga para mantenerlo bien alimentado en su misterioso escondite.
Battisti se identifica así con uno de los mayores escándalos políticos de la reciente Historia de
Francia. En 1894, el capitán del Ejército francés de origen judío Alfred Dreyfus fue acusado de
traición. Poco después, se demostró que todo era falso y que la imputación estaba inspirada en
el sentimiento antisemita mayoritario en el Ejército y en los sectores más conservadores de la
sociedad francesa de la época.
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