opinión Durante un tiempo hemos pensado que la liquidez era un bien inagotable y ese es un error importante. La liquidez es un bien escaso y nunca debe suponerse garantizada. Durante los últimos meses el sistema financiero internacional ha pasado de estar preocupado por un exceso de liquidez en el mundo a la falta de liquidez y las restricciones de crédito generalizadas en el mundo. Se ha producido una quiebra de confianza en el sistema propiciada por un período de fuerte innovación financiera que se ha producido de manera descontrolada. Palabras como estandarización, homogenización, simplicidad, contrapartidas,…son las que a mi juicio van a presidir el devenir de los mercados y el sistema financiero en el futuro. Sólo así la confianza y el capital volverán a fluir por los capilares de un sistema que hoy se encuentra claramente esclerotizado. LECCIONES DE LA CRISIS FINANCIERA 62 BOLSA 1er TRIMESTRE DE 2009 LECCIONES DE LA CRISIS FINANCIERA opinión JOSÉ MANUEL CAMPA Profesor de finanzas IESE Business School l levamos meses de una volatilidad inusitada en los mercados financieros, y de actuaciones de urgencia de entidades regulatorias, gobiernos, y de propuestas de todo tipo que pretenden servir para resolver la situación. Como es habitual la urgencia aviva la imaginación. En general las propuestas van en las líneas adecuadas, pero son rápidamente superadas por la realidad. Tan importante como gestionar la crisis actual es no cometer errores que tengan implicaciones importantes para el medio y largo plazo. En este contexto es importante que el debate no aporte soluciones rápidas y mágicas, pues no serán ni lo primero ni lo segundo. Es más importante pensar también en las implicaciones a largo plazo, reflexionar y sacar conclusiones que nos sirvan para planificar un futuro más estable. De la evolución de la crisis financiera hasta el momento ya se pueden obtener lecciones que puedan servir para el futuro. Ya existe alguna conclusión sobre sus orígenes y sobre las implicaciones más directas de la crisis. También sobre cómo deben evolucionar los mercados a futuro para superar esta situación. La innovación en el origen La crisis se ha debido en gran medida al desarrollo rápido y generalizado de muchas innovaciones en los mercados financieros. Estos nuevos desarrollos se pueden resumir en dos grandes grupos: las titulizaciones y los derivados de crédito. Estas dos innovaciones permitieron transmitir el riesgo de activos de crédito subyacentes a distintos inversores financieros. Además, estas innovaciones permitieron que se produjera lentamente un proceso de arbitraje entre mercados financieros. Este arbitraje era por una parte regulatorio. A través de esos novedosos productos, activos con riesgo se fueron transmitiendo de entidades reguladas (bancos comerciales), a las que les costaba mucho mantener esos activos porque tenían que cumplir la regulación, a entidades no reguladas (bancos de inversión, compañías de seguro). Otra forma de arbitraje era geográfica: activos se transmitían de entidades nacionales, con regulaciones más estrictas, a entidades en países con regulación menos reducida (paraísos fiscales y similares). El desarrollo tan rápido de estas innovaciones se debió en parte a un clima macroeconómico propicio de tipos de interés bajos en los países occidentales. Bajos tipos de interés fomentaron el endeudamiento y se produjo una expansión en el desarrollo del crédito que generó un círculo inicialmente virtuoso de crédito más barato, que llevaba a mayores inversiones, y a mejoras de crecimiento que, a su vez, justificaban una mayor concesión de crédito. Olvidamos que la liquidez es un bien escaso La combinación de la innovación tecnológica y el crédito barato hizo que se desarrollasen numerosos mercados financieros nuevos. Se titulizaba todo (hipotecas, préstamos a empresas, al consumo, e incluso activos futuros intangibles como derechos sobre la propiedad intelectual) y todo era financiable. En este entorno de liquidez generalizada el precio de la misma era irrelevante. Tan irrelevante que poco a poco se empezó a asumir que la liquidez estaba garantizada. Garantizada además en todos los mercados financieros y en cualquier momento. Este se convirtió en el paradigma de referencia y, en última instancia, el error fundamental que nos llevó a la crisis. Los inversores, los reguladores, y los intermediarios poco a poco asumimos que cualquier activo tenía liquidez y que como hoy la tenía, la seguiría teniendo siempre. Si un activo tenía un precio de cotización en una pantalla, los inversores asumían que a ese precio todos ellos individualmente podrían hacer y deshacer cualquier posición que deseasen. He aquí la lección principal de la crisis. La liquidez no se puede suponer garantizada en los mercados. La liquidez es un bien escaso, algo que no se puede asumir en los mercados, que requiere un entorno apropiado para desarrollarse a medio plazo y con necesidades y prioridades que deben de cuidarse para asegurarse su existencia a corto plazo. En cuanto empezaron a surgir las primeras tensiones en los mercados, nos dimos cuenta, de repente, que no existían contrapartidas para numerosos de los instrumentos que habíamos creado, que los mercados se habían secado, y que no había liquidez. En un entorno en el que la liquidez desaparece, la incertidumbre alrededor de la gran cantidad de emisiones realizadas por el mismo emisor, su grado de prelación, cláusulas específicas de cada una de ellas, diferencias en jurisdicción, ejecución y demás letra pequeña, hacen casi imposible que nadie salvo expertos estén dispuestos a asumir el riesgo de comprar instrumentos de este tipo, incluso de los emisores corporativos más solventes. Un paso natural: ordenar el desarrollo Una vez que tenemos claro que la innovación jugó un papel esencial en el desarrollo de la situación actual, esto también nos puede servir para extraer lecciones para el futuro. En toda industria en la que se produce una innovación que hace cambiar la estructura competitiva se produce el mismo ciclo económico. La innovación genera grandes expectativas en la industria, se produce el incremento en el número de operadores en la industria por la entrada de distintas empresas en busca de aprovecharse de esta innovación. Este proceso genera expectativas, distintas alterna- BOLSA 1er TRIMESTRE DE 2009 63 opinión LECCIONES DE LA CRISIS FINANCIERA tivas de modelo, y un desarrollo desorganizado hasta que la industria llegue a un nuevo equilibrio competitivo. La madurez en la industria se alcanza después de unos años mediante un período de consolidación. La innovación se estandariza, sus aspectos negativos son regulados o prohibidos, muchas empresas desaparecen, o son absorbidas por otras que se convierten en el referente de la industria. Los productos que resultan de la innovación se convierten en más y más homogéneos y se van eliminando las consecuencias adversas e inesperadas de la innovación. La industria financiera no es distinta y esta última ola innovadora deberá llevarnos en la misma dirección. Estamos ahora experimentando el período de consolidación y estandarización dentro de los mercados financieros de crédito que surgieron de las innovaciones que antes describimos. El conjunto de las titulizaciones necesitan estandarizarse, los operadores deben sentirse cómodos con lo que compran y con lo que venden, los clientes también. Con los derivados de crédito debe ocurrir más de lo mismo, no tiene sentido que su desarrollo sea mayor que el de los subyacentes a los que se refieren. ¿Qué cambios deberíamos esperar de la regulación? Si este análisis es correcto sus implicaciones para la industria son claras. Implicaciones para la regulación del mercado y para el desarrollo y funcionamiento de los mercados del futuro. Empecemos por las implicaciones regulatorias. Esta combinación de innovación y arbitraje regulatorio llevó a dos errores importantes de política económica. La innovación financiera llevó a una menor transmisión de liquidez a precios de 64 BOLSA 1er TRIMESTRE DE 2009 consumo, lo que justificó políticas monetarias excesivamente expansivas. El arbitraje consiguió que las autoridades encargadas de la regulación y supervisión realizasen su función de forma que evitase la generación de riesgo sistémico. Esto nos lleva a varias implicaciones generales para el futuro: • Más regulación no debe ser la respuesta que nos proporcione un entorno más estable. Lo necesario es una mejor regulación que disminuya los incentivos para que se produzcan estos arbitrajes en el futuro. • No toda la innovación debe ser necesariamente buena simplemente por que se acuerde entre partes. Lo que se necesita es una mejor regulación que disminuya las oportunidades de arbitraje y una evaluación del uso apropiado de las innovaciones sobre todo cuando puedan tener efectos sobre terceros. La innovación es la base del desarrollo. Esto es cierto en todos los sectores, incluido el financiero. Pero no todas las innovaciones deben ser aceptadas como válidas en el mercado simplemente porque haya dos partes dispuestas a contratarlas. De la misma manera que la sociedad limita con regularidad el uso de innovaciones en otros sectores (telefonía, farmacia, energía), la evaluación de la innovación en el sector financiero deberá ser más activa. • La regulación debe ir también además orientada a gestionar riesgos y productos, no entidades. Nuestro sistema actual se centraba más en la regulación de ciertas entidades (bancos de depósito) que actividades. El resultado es que las actividades con probabilidad de causar riesgo sistémico, que era el objetivo de la regulación, pasaron a hacerse por entidades LECCIONES DE LA CRISIS FINANCIERA • no reguladas a las que ahora el sistema ha tenido que salvar (léase bancos de inversión y compañías de seguros). La regulación debe reorientarse para que el regulador tenga competencia sobre el tamaño efectivo del mercado. Es un principio básico que en nuestro entorno está comúnmente aceptado en el ámbito, por ejemplo, de la defensa de la competencia. Sin embargo, en mercados tan internacionalizados e interrelacionados como los financieros seguimos con sistemas basados fundamentalmente en reguladores nacionales que se fijan en entidades concretas. Esto debe cambiar. La regulación por entidades nacionales debe coordinarse para evitar el arbitraje, tanto geográfico como entre productos con el mismo fin. ¿Hacia dónde deben ir los mercados financieros? En cuanto a los mercados financieros del futuro próximo las implicaciones también parecen claras. Evolucionaremos hacia unos mercados financieros de deuda y derivados sobre deuda más estandarizados. No tiene sentido que hoy las empresas tengan en su pasivo entre uno y tres instrumentos de renta variable (acciones ordinarias, preferentes, sin voto o similar) y en comparación, cuenten fácilmente con decenas de distintas emisiones de deuda. Y que todas estas emisiones sean sustancialmente distintas en sus características: con órdenes de prelación, vencimientos, garantías, y pagos distintos. Emisiones de deuda que también difieren con otras emisiones de deuda de otras empresas del mismo sector, tamaño o país. Lo que hace que no sean sustituibles en la práctica. Peor aún es que, además, sobre cada una de estas emisiones de deuda se emitan a la vez derivados de crédito. Derivados de crédito que a su vez están llenos de condiciones específicas que hacen su comparabilidad imposible en la práctica. Estos productos deben estandarizarse, simplificarse y homogeneizarse para facilitar la comparación entre ellos. Respecto a cómo se producirá la estandarización, depende de la evolución de la industria y del entorno regulatorio que está por definir. Pero sí sabemos las líneas maestras hacia las que este sistema tenderá a evolucionar: 1. Iremos hacia productos más estandarizados, con menos letra pequeña o sin ella, con duraciones similares y tipos de interés similares. 2. Serán instrumentos similares entre entidades, con mejor capacidad de intercambiar y comparar por el emisor, donde la sustitución entre 3. 4. 5. 6. 7. opinión los mismos por emisor sea posible con cierto grado de simplicidad. Se establecerán mecanismos para simplificar, clarificar y establecer las condiciones de prelación de los distintos instrumentos. También debe producirse una racionalización en los mecanismos de cobro en situaciones de dificultades. Estos instrumentos se comercializarán en mercados secundarios más organizados. Mercados que fomentarán la proporción de información a los inversores potenciales para fomentar la liquidez. Se organizarán sistemas para limitar y minimizar el riesgo de contraparte en los mercados secundarios, bien a través de cámaras de compensación, mercados organizados u otros mecanismos que lo permitan. Los derivados de crédito también se simplificarán y evolucionarán hacia instrumentos vinculados al crédito del emisor y no de emisiones concretas. Se fomentará la comercialización de estos No toda la innovación debe ser necesariamente buena simplemente por que se acuerde entre partes. Lo que se necesita es una mejor regulación que disminuya las oportunidades de arbitraje y una evaluación del uso apropiado de las innovaciones, sobre todo cuando puedan tener efectos sobre terceros productos en mercados secundarios donde se organicen los mecanismos de intercambio con cámaras de compensación, declaraciones por los inversores de posiciones netas, sin riesgos de contrapartida para los inversores en mercados secundarios e incluso con el fomento de especialistas que garanticen la liquidez de los instrumentos. Estas reflexiones se refieren exclusivamente a las implicaciones más directas que la innovación financiera experimentada en la última década tendrá sobre los mercados financieros que conoceremos en el futuro. Su implementación no debemos asumir que será automática, ni siquiera estrictamente necesaria. Pero el desarrollo de los mercados en esta dirección y la rapidez con que se haga será fundamental para el desarrollo de mercados financieros que generen la confianza y la liquidez necesaria para que los inversores vuelvan a estar dispuestos a participar en ellos. BOLSA 1er TRIMESTRE DE 2009 65