Consell Valencià de Cultura Informe sobre cementerios valencianos, con mención particular del Cementerio General de Valencia Autor: Comissió de les Arts Coordinadors: Vicente Muñoz Puelles Ple: 31 de març de 2005 El asunto ha sido tratado previamente en las comisiones de Ciencias y de Legado. En esta última se hicieron algunas propuestas y se recomendó su traslado a la Comisión de las Artes. Antecedentes Antiguamente los cementerios estaban situados junto a las iglesias parroquiales, en el fossar o pequeño recinto dedicado al enterramiento de sacerdotes y fieles. En la ciudad de Valencia, por ejemplo, eran cementerios la plaza de Santa Catalina, buena parte del Mercado Central, la calle de San Fernando, la calle de Miñana, las inmediaciones del portal de Valldigna, la calle del conde de Almodóvar. Las personas pudientes o relevantes podían ser enterradas aparte, en el interior de los templos. Teniendo en cuenta la insalubridad general y la vista de aquellos tétricos recintos, a los que daban las ventanas y balcones de muchas casas de vecindad, el 3 de abril de 1787, en tiempos de Carlos III, se promulgó una Real Pragmática, que ordenaba establecer los cementerios en los espacios circundantes de las ciudades y prohibía los enterramientos en las iglesias. Esta orden fue ratificada por otra más eficaz del 26 de abril de 1804, según la cual se establecían comisiones especiales en cada ciudad española, para llevar las disposiciones a efecto. Para la ciudad de Valencia fue comisionado Manuel del Pozo, que contó con el apoyo del intendente corregidor Cayetano de Urbina, auténtico impulsor de la desaparición de los cementerios parroquiales y creador del actual Cementerio General. En julio de 1805 se dictaron las disposiciones pertinentes acerca de los Consell Valencià de Cultura Palau de Forcalló Museu, 3 – 46003 València 963865516 [email protected] 1 Consell Valencià de Cultura cementerios de la ciudad y se acordó confeccionar un plano de los mismos, a fin de proceder a la venta de los terrenos y utilizar los beneficios en la construcción de un cementerio nuevo. Dicho plano fue realizado por el arquitecto Cristóbal Sales, que también trazó los planos del Cementerio General, al que dio la forma de un rectángulo de 3200 m², limitado por muros de ladrillo y mampostería. Este espacio, que se limitaba a acotar una fosa común, donde fueron a parar los restos de los cementerios parroquiales, se situó junto al camino de Picassent, y fue inaugurado en junio de 1807. Al año siguiente se abrieron 80 nichos, que tuvieron como primer usuario al marqués de Jura Real. Posteriormente se añadieron nuevos patios y espacios. En 1870 se construyó el Cementerio Británico Protestante para súbditos británicos y en 1890 el Cementerio Civil. Estado actual del Cementerio General de Valencia Al entrar en el Cementerio General se descubre una tramada a la izquierda y otra a la derecha, donde están los nichos más antiguos, numerados individualmente. Las inscripciones de muchos de esos nichos resultan perfectamente legibles. Ahí está, por ejemplo, la de Cristóbal Sales, el arquitecto que proyectó el cementerio, o la de cierto hombre “que fue asesinado alevosamente en la noche del 27 de noviembre de 1826”. Son inscripciones de gran valor histórico y sabor literario. Véase una muestra: “La parca inexorable arrebató a doña Vicenta Canet y Ceris en su temprana edad de 32 años, el día 23 de enero de 1827. La memoria de sus virtudes sin duda se halla inscrita en el libro de la vida. La de sus lúgubres despojos queda consignada en este sepulcro”. Por desgracia, esos nichos empiezan a ser reutilizados y sus lápidas, que se remontan a los primeros años del siglo XIX, son retiradas y sustituidas por unas nuevas, mucho más convencionales e impersonales, como parece corresponder a nuestros tiempos. En las tramadas contiguas hay nichos un poco posteriores que tienen ornamentos de gran belleza, y que pueden correr la misma suerte si no se tienen en cuenta sus méritos históricos y artísticos. Consell Valencià de Cultura Palau de Forcalló Museu, 3 – 46003 València 963865516 [email protected] 2 Consell Valencià de Cultura La reutilización de los nichos también es habitual en otros lugares del cementerio, y seguramente obedece a unos criterios administrativos que desconocemos. Pero conviene resaltar que estamos hablando de lápidas y ornamentos de interés histórico y artístico, que no deberían estar expuestos a factores de caducidad o de no renovación de unos derechos por parte de una parentela desinteresada o desaparecida. La impaciencia por desplazar a los difuntos antiguos se nota particularmente en la zona del cementerio que antes formaba el Cementerio Civil. En esta zona, que ya no está diferenciada administrativamente del resto, pero que aún conserva algo del carácter recoleto y pintoresco de antaño, cuando tenía su propia puerta de acceso, nichos que antes pertenecían a ciudadanos evangelistas, masones, esperantistas, judíos, gentes de otros países y otros credos que pidieron ser enterrados ahí, también están siendo reutilizados. En el cementerio civil de Valencia hay, además, muertos ilustres, como Constantí Llombart, Blasco Ibáñez, Arturo Ballester, Vicente Marco Miranda o Félix Azzatti. Destaca el mausoleo de Alfredo Calderón, que data de 1901 y tiene columnas de estilo corintio. El Cementerio Civil tiene, además de las tramadas de nichos, dos cuadros de tumbas. En uno de ellos, las tumbas están muy deterioradas: las losas se han roto, faltan las inscripciones o falta incluso la losa, de modo que sólo queda en el suelo la huella de las piedras. En el cuadro contiguo, todas las tumbas salvo unas pocas, entre ellas la de Constantí Llombart, han sido desmontadas y han desaparecido. Faltan las lápidas y las losas, y es inevitable sospechar que a la hora de llevárselas no se ha tenido en cuenta su importancia histórica o artística. Estamos hablando, quizá, de unas cien tumbas de personas que pidieron ser enterradas allí o que no pudieron ser acogidas en otro sitio, y de las que no queda rastro. La inmensa mayor parte del cuadro está ocupada por una extensión de hierba llena de socavones. Al parecer, también van a retirarse las lápidas y las losas del cuadro restante. Eso nos preocupa, porque algunas de las tumbas contienen elementos originales o de cierta belleza, y en cualquier caso son muestra de diversidad y de tolerancia. Hay lápidas con símbolos judíos, lo que obliga a tener en cuenta la especial sensibilidad Consell Valencià de Cultura Palau de Forcalló Museu, 3 – 46003 València 963865516 [email protected] 3 Consell Valencià de Cultura de ese pueblo, no sólo hacia los restos de sus antepasados sino también hacia la tierra donde se encuentran dichos restos. Hay tumbas con bustos, con libros de piedra o con epitafios pintorescos, que no deberían perderse: “Nació, vivió y murió, como todos” o “Todo se acaba”. Los modos de enterramiento cambian, y la incineración es cada vez más frecuente. Pero los cementerios, entre ellos el general de Valencia, contienen cuantiosas muestras de arquitectura y escultura funerarias, que deberían ser conservadas tanto como reflejo de su época como por su valor artístico. Un cementerio no debería ser sólo un lugar de recogimiento ocasional, sino también un jardín y un museo al aire libre, como lo son el Père Lachaise en París o el cementerio de Highgate en Londres, lugares donde la memoria de los antepasados se conjuga con el conocimiento de la historia y la pasión por el arte. Los cementerios parroquiales valencianos A diferencia de otros países, como Suecia o Gran Bretaña, donde todavía se practican enterramientos en las iglesias parroquiales, en nuestra comunidad sólo los altos eclesiásticos o los personajes reales o de la alta nobleza conservan la potestad de ser enterrados en lugar sagrado, y eso en catedrales o en iglesias concretas. Así, por ejemplo, los féretros de los obispos residenciales suelen colocarse en las catedrales correspondientes. Y hay panteones de nobles dentro de alguna iglesia, como es el caso de los Condes de Orgaz y la iglesia parroquial de Sumacárcer. El desplazamiento de los cementerios al exterior de los núcleos urbanos no debería ayudarnos a olvidar la trascendencia patrimonial, histórica, sentimental y religiosa que tuvieron los cementerios parroquiales, sobre todo cuando aún existen lugares donde se conservan. En algunas poblaciones del interior, especialmente en aquellas donde el despoblamiento no ha alterado la trama urbana, es habitual encontrar este tipo de cementerios unidos a las iglesias, e incluso lápidas de gran valor, con traza gótica. Es el caso, por ejemplo, de Herbeset, una aldea de Morella. Consell Valencià de Cultura Palau de Forcalló Museu, 3 – 46003 València 963865516 [email protected] 4 Consell Valencià de Cultura También hay ciudades de importancia donde todavía podemos contemplar espacios que tenían esta función. Así en Xàtiva, junto a la iglesia de Sant Feliu, antigua catedral visigótica, se conserva el espacio libre que ocupó el antiguo cementerio, y en el interior del templo hay lápidas de evidente valor artístico y patrimonial. Conclusiones Los cementerios evidencian los cambios de las costumbres y la evolución de los estilos artísticos. En los cementerios de la Comunidad Valenciana hay algunos de carácter excepcional en su conjunto, como el de Guadalest, y otros, como el general de Valencia o los de muchas otras ciudades, que contienen espacios o elementos de conservación necesaria. Por eso creemos conveniente llevar a cabo alguna gestión para conocer si, aparte de los procedimientos administrativos habituales –hemos visto tumbas con avisos de exhumación, que no sabemos por cuanto tiempo rigen–, existen criterios de conservación, en los casos de interés histórico o artístico. Hacemos constar que algunas lápidas, esculturas y otros elementos funerarios representan un valor patrimonial protegible. Eso implica su catalogación y posterior consideración en cuanto bien protegible, con la consiguiente clasificación como BIC o BRL, o simplemente inventariado. Sugerimos que en los cementerios más relevantes se cree la figura de un conservador, a ser posible un técnico en patrimonio, que tenga en consideración los aspectos afectivos, legislativos, históricos y artísticos del lugar y de las piezas y monumentos funerarios. Proponemos también que, en vez de ser vendidos en pública subasta, en virtud del reglamento del negociado de cementerios, como ahora sucede en la ciudad de Valencia, las lápidas, losas, cruces y demás objetos que se encuentran en los nichos o sepulturas que quedan desocupadas sean examinados con atención y se considere la creación de un pequeño espacio expositivo o museístico, en las Consell Valencià de Cultura Palau de Forcalló Museu, 3 – 46003 València 963865516 [email protected] 5 Consell Valencià de Cultura dependencias del propio cementerio, donde podrían figurar. Este CVC podría ofrecerse para colaborar en las tareas de selección o fijación de criterios. Insistimos, en los casos más excepcionales, en la conservación no sólo de elementos funerarios sino de zonas enteras, como es el caso del antiguo Cementerio Civil de Valencia en su conjunto o el del Cementerio Británico Protestante de Valencia, que está cerrado a cal y canto. Recomendamos, teniendo siempre en cuenta la sensibilidad de los visitantes, que los cementerios sean también considerados como jardines y museos al aire libre, es decir como lugares de esparcimiento y cultura. En los cementerios principales se debería estudiar la posibilidad de trazar itinerarios y de hacer guías de muertos ilustres y de panteones interesantes por su valor arquitectónico o escultórico, como se hace en otros países. Teniendo en cuenta las competencias de los municipios correspondientes, se les enviará el informe y se les pedirá que adopten las medidas oportunas. Nota: Se incluye, como anexo, el Reglamento del Negociado de Cementerios del Ayuntamiento de Valencia. Consell Valencià de Cultura Palau de Forcalló Museu, 3 – 46003 València 963865516 [email protected] 6