Taller 35 “LABERINTO DE PASIONES”: LAS RELACIONES ESPAÑA-EUROPA DESDE 1945 José Carlos Aránguez (Universidad Complutense de Madrid. UCM): “Breaking borders. España en la encrucijada entre Europa y África del Norte. Una aproximación histórica a las políticas de movilidad, seguridad y defensa”……. 3 Juan Bagur Taltavull (UCM): “Desde la “ultranación” a la “trasnacionalización”: los Estados Unidos de Europa entre Ortega y Habermas”……………………..25 Juan Pedro Bover Sánchez (UCM): “Las Asambleas Parlamentarias europeas ante las transiciones ibéricas (1974-1977)”…………………………………………47 Jorge Lafuente del Cano (Univ. de Valladolid): “No solo Francia. El papel de Gran Bretaña en las negociaciones de adhesión españolas a la CEE (19781982)”…………………………………………………………………………..57 Ferrán Martínez Lliso (UCM): “El discurso socialista ante los procesos de integración en la Comunidad Económica Europea y en la Alianza Atlántica (19761986)”………………………………………………………………………..…77 Vanessa Núñez Peñas (UCM): “Los procesos de negociaciones para la adhesión a la Comunidad/Unión Europea: una perspectiva histórica”……………………99 Juan Carlos Tenorio Maciá (Universidad de Santiago de Compostela): “La crisis de los refugiados. Una reflexión a través de la prensa española”……………..117 Miguel Í. Campos (Universidad Complutense de Madrid) “La “tournée” de La II República por Europa en busca de armamento durante el primer año de guerra: entre la hostilidad y la no intervención”………………………………………………………..139 Mª del Pilar Sánchez Millas (Syracuse University – Madrid Campus) “El papel del Gabinete de la Presidencia en la política europea socialista, (1982-1992).”………….155 Natalia Urigüen López de Sandaliano (Universidad Nacional de Educación a Distancia) “Los primeros pasos de la relación de la democracia cristiana alemana con sus homólogos españoles en 1975”………………………………………………………………..….175 1 2 Breaking borders! España en la encrucijada entre Europa y África del Norte. Una aproximación histórica a las políticas comunitarias de movilidad, seguridad y fronteras* José Carlos Aránguez Universidad Complutense de Madrid “Uno de los logros de la Unión Europea ha sido la creación de una amplia zona sin fronteras en la que las personas pueden viajar sin impedimentos por los controles fronterizos. Los ciudadanos de la UE son también libres de elegir en qué país de la UE desean vivir y trabajar. Pero si se quiere disfrutar plenamente de estas libertades, la UE debe gestionar eficazmente sus fronteras exteriores. Las fuerzas del orden y las autoridades judiciales nacionales también deben colaborar entre ellas para asegurarse de que la gente de todas partes de la UE esté igualmente protegida contra el crimen, tenga igualdad de acceso a la justicia y pueda ejercer sus derechos plenamente. La Unión Europea está desarrollando una política de asilo e inmigración más coordinadas con el fin de que los solicitantes de asilo sean tratados con equidad y los inmigrantes legales que necesita la UE se integren en las sociedades europeas. También se están tomando medidas para prevenir abusos y abordar la inmigración ilegal. Por otra parte, en un mundo globalizado, es esencial que los países de la UE colaboren eficazmente para combatir el crimen y el terrorismo internacionales. Todo esto garantizará que la Unión Europea es efectivamente un espacio único de libertad, seguridad y justicia para todos”.1 * Contratado predoctoral FPU. Departamento de Historia Contemporánea, Universidad Complutense de Madrid (UCM). [email protected] 1 Comisión Europea: Libertad, seguridad y justicia para todos. Justicia y asuntos de interior en la Unión Europea, Luxemburgo, Oficina de Publicaciones Oficiales de las Comunidades Europeas, 2004, p. 23. http://bookshop.europa.eu/es/libertad-seguridad-y-justicia-para-todospbNA5603756/;pgid=Iq1Ekni0.1lSR0OOK4MycO9B0000Yi9hpq8;sid=KERNdi56MY1NVHk5AB7T0UxfL5dLpWMZNjY=?CatalogCategoryID=cOwKABstC3oAA AEjeJEY4e5L 3 ¿Estamos, en realidad, ante una verdadera política comunitaria de inmigración, bien definida? A priori, la formulación de esta una cuestión no es baladí e invita a la reflexión. Cuando en el 2004 la Comisión Europea editó Libertad, seguridad y justicia para todos. Justicia y asuntos de interior en la Unión Europea parecía evidente que así era, que en efecto los Estados miembros habían conseguido entretejer una verdadera política comunitaria en materia de inmigración bien definida, volviendo la mirada al Tratado de Ámsterdam de 1999 donde se incluía, de forma expresa, la comunitarización de algunos aspectos migratorios. Es más, a la altura de 2008 –antes de que comenzaran a evidenciarse los estragos de una crisis económica globalizada que va camino de cumplir una década– esta visión seguía siendo ampliamente compartida por la sociedad europea. En la obra colectiva Los Tratados de Roma en su cincuenta aniversario: perspectivas desde la Asociación Española de Profesores de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales, el catedrático de derecho internacional público y relaciones internacionales Pablo Antonio Fernández, profesor Jean Monnet de la Unión Europea de la Universidad de Sevilla, no dudaba en concluir que “hoy día, no cabe duda de que estamos ante una verdadera política comunitaria de inmigración, bien definida, aunque se hable de ella como una política común sobre controles en las fronteras, asilo e inmigración”2. ¿Se trataba, tal vez, de lo que algunos investigadores no han dudado en calificar –en referencia a un marco más amplio de estudio como es el de la compleja construcción de Europa– como un “christmas story”, o de lo que el propio Tony Judt tituló como “¿Una gran ilusión?”? 3. El fenómeno migratorio actual en la Unión Europea Durante la última década del S.XX y particularmente durante esta primera década del S.XXI –en la que Europa ha tenido que hacer frente a un escenario en el que hay en juego numerosos factores potencialmente desestabilizadores, como la grave crisis económica y financiera que afecta a todo el mundo– la inmigración hacia la Unión 2 Pablo Antonio FERNÁNDEZ SÁNCHEZ: “Derecho comunitario de la inmigración”, en Francisco ALDECOA LUZÁRRAGA et al. (coords.): Los Tratados de Roma en su cincuenta aniversario: perspectivas desde la Asociación Española de Profesores de Derecho Internacional y Relaciones Internacionales, Madrid, Marcial Pons, 2008, p. 1467. 3 Vid., Tony JUDT: ¿Una gran ilusión? un ensayo sobre Europa, Madrid, Taurus, 2013. 4 Europea se ha convertido cada vez en un tema más relevante con respecto a la política exterior común de los Estados miembros. Es en este contexto en el que se han configurado las nuevas dinámicas migratorias en base a la globalización económica, pues ésta necesariamente implica una movilidad internacional de las migraciones entre los países – más de la mitad de los países del mundo participan de estos flujos migratorios–. Del mismo modo cabe tener en cuenta la diversidad en cuanto a las migraciones existentes, pues pueden tratarse de refugiados políticos o de guerra, mano de obra barata y/o cualificada, estudiantes, tráfico de personas, con carácter temporal o permanente, regulares o irregulares, etcétera4. En términos generales, la inmigración ha supuesto para Europa tanto una ventaja como un inconveniente, pero no todos los inmigrantes que acceden a Europa lo hacen de forma legal, aunque sí la gran mayoría. La principal ventaja que ha representado en las últimas décadas la llegada de inmigrantes regulares a los Estados miembros de la Unión Europea es que han sido necesarios para cubrir las necesidades de mano de obra, lo que a su vez ha generado un equilibrio en la balanza demográfica debido al peso que representaba el envejecimiento de la población europea, produciéndose además un aumento con respecto a la tasa de natalidad5. Sin embargo, la Unión Europea se ha visto obligada a tomar una serie de medidas comunitarias en cuanto a la lucha contra la inmigración irregular, y al mismo tiempo a buscar la colaboración con terceros países tanto para paliar las avalanchas de inmigrantes ilegales y el tráfico de personas, como para organizar la repatriación de dichos inmigrantes irregulares a sus países de origen. En cierto sentido ello se debe a que desde mediados de la década de los noventa los Estado miembros que conformaban la Unión Europea paulatinamente fueron tomando conciencia del peligro que podía llegar a suponer un auge migratorio descontrolado. En consecuencia, aquello terminó desembocando en que comenzasen a promover una serie de medidas comunes para paliar dicho fenómeno migratorio, que ya comenzaba a vislumbrarse como un problema a 4 Laura de ESTEBAN MARTÍN (dir.): El fenómeno migratorio en la Unión Europea: Un reto para todos, Madrid, Comunidad de Madrid, 2006, pp. 20-21. 5 Una oportunidad y un desafío: la migración en la Unión Europea, Luxemburgo, Oficina de Publicaciones Oficiales de las Comunidades Europeas, 2010, p. 18. 5 resolver a corto-medio plazo en lo referente a la movilidad, la seguridad y el control de las fronteras exteriores. Desde la entrada en vigor del Tratado de Ámsterdam6, el 1 de marzo de 1999, la Unión Europea habría estado trabajando por alcanzar una política migratoria común y cuya finalidad fuese superar las diversas peculiaridades y medidas propias que cada país miembro pudiera tener en cuanto a los controles de la inmigración7. Cabe señalar que hasta ese momento habían sido los distintos Estados miembros los que habían tenido las competencias para establecer tanto los controles migratorios como el estatuto del inmigrante. En lo que respecta a los principales flujos migratorios y los Estados de destino dentro de la Unión Europea –según los resultados estadísticos recogidos por Eurostat para el periodo 2002-2013–8 puede observarse cómo Reino Unido, España, Alemania e Italia han sido los cuatro principales países receptores de inmigrantes durante este primer decenio del S.XXI, llegando incluso a sumar entre los cuatro más de la mitad de la totalidad de los inmigrantes afincados en el resto de Estados miembros de la Unión Europea9. Como puede observarse en la tabla, es interesante comprobar cómo el destino de los flujos migratorios –hacia los seis Estados miembros seleccionados– ha ido variando entre el 2002 y el 2013, teniendo como principal punto de inflexión la crisis económica internacional de 2007. En el 2002 Alemania era el Estado de la Unión Europea que encabezaba en solitario los flujos migratorios, marcando una evidente distancia con respecto a los 6 Tratado de Ámsterdam por el que se modifican el Tratado de la Unión Europea, los Tratados Constitutivos de las Comunidades Europeas y determinados actos conexos, firmado el 2 de octubre de 1997 en Ámsterdam: http://www.europarl.europa.eu/topics/treaty/pdf/amst-es.pdf 7 Concepción ANGUITA OLMEDO: “El fenómeno migratorio: un desafío para la Unión Europea”, en Escenarios y desafíos para la democracia en 2008: temas para la reflexión y el debate, Madrid, Fundación Iberoamericana Europea, 2009, p. 239. 8 Eurostat es la oficina estadística de la Comisión Europea (Statistical Office of the European Communities), que produce datos sobre la Unión Europea y promueve la armonización de los métodos estadísticos de los Estados miembros: http://ec.europa.eu/eurostat 9 Al final del documento puede consultarse una tabla de elaboración propia a partir de los datos estadísticos consultados en Eurostat sobre los flujos migratorios hacia la Unión Europea para el periodo 2002-2013. Debido a que la muestra de Estados miembros es muy grande, hemos decidido seleccionar los cuatro mayores Estados receptores de inmigrantes –Alemania, España, Reino Unido e Italia–. A su vez, se ha optado por seleccionar otros dos Estados miembros –Francia y Portugal– que también presentan una relativa atracción para la inmigración. La elección de estos dos últimos países con respecto a otros Estados miembros se debe a que ambos presentan unos datos más significativos y permiten hacer una mejor comparación con respecto a los cuatro principales Estados receptores de inmigración. 6 resultados estadísticos migratorios del resto de Estados seleccionados. En particular con respecto a España y Reino Unido, cuyos resultados son bastante similares para dicha fecha. Sin embargo, a lo largo del primer lustro del siglo XXI dichos flujos migratorios comienzan a descender en el país germano y progresivamente comienzan a aumentar en el resto de Estados, sobre todo en los Estados del sur de Europa. Entre los Estados del arco mediterráneo europeo cabe destacar España, siendo éste el Estado miembro que a la altura de 2005, y sobre todo para el 2007, presenta el mayor número de recepción de inmigrantes. A raíz de la crisis económica iniciada entre el 2007 y el 2008, se hace evidente cómo los flujos migratorios –que en el primer lustro habían trasladado su eje de destino del ámbito anglosajón hacia el arco mediterráneo– de nuevo vuelven a dirigirse hacia el ámbito anglosajón. Ello se debe, principalmente, a que la crisis económica ha afectado más a los países del arco mediterráneo –España, Portugal, Italia– que a los del eje centronoroeste europeo –Alemania, Francia y Reino Unido–. Si bien entre el 2009 y el 2011 Reino Unido ha sido el país a la cabeza en recepción de inmigrantes, desde el 2012 es el país germano el que ha representado el mayor incremento, presentando una tendencia al alza en comparación al resto de países del arco mediterráneo que siguen en descenso. La principal consecuencia se debe a que mientras que los Estados del área centro-noroeste de la Unión Europea se han convertido en destinos de referencia para los flujos migratorios, los Estados miembros del arco mediterráneo se han convertido en su mayoría tan sólo en países de tránsito. Perspectiva histórica de las políticas de inmigración de la Unión Europea: seguridad, movilidad y fronteras: La gestión comunitaria del control y vigilancia de las fronteras exteriores ha sido una de las principales prioridades de la Unión Europea, además de ser un requisito indispensable para la creación de un espacio europeo de libertad, seguridad y justicia10. No es de extrañar que el fenómeno de la inmigración, y más particularmente el de la inmigración irregular, sea tratado –sobre todo desde mediados de la década de los 10 Cástor Miguel DÍAZ BARRADO: “La Unión Europea ante el reto de una política común en materia de inmigración”, Colección Escuela Diplomática, 14 (2008), pp. 145-163, esp. pp. 154-155. 7 noventa– como un componente importante de la acción exterior de los Estados miembros de la Unión Europea11. Desde la firma el 19 de junio de 1990 del Convenio de Aplicación del Acuerdo de Schengen12, por el que los Estados miembros que lo aceptaron se comprometían a suprimir de forma gradual los controles en las fronteras comunes para facilitar así tanto la libre circulación de personas como de transportes y mercancías –como habían acordado con la firma del Acuerdo de Schengen del 14 de junio de 198513, y cuya entrada en vigor no se hizo efectiva hasta el 26 de marzo de 1995–, éstos comenzaron a trabajar en la búsqueda de un sistema comunitario que regulase las políticas de migración y asilo, pues dichos controles fronterizos ahora se desplazaban a las fronteras exteriores comunitarias de los Estados miembros signatarios. Cabe señalar que esta búsqueda de una política común en cuanto a la libre circulación de personas, y por consiguiente en cuanto al control de las fronteras exteriores en materia de inmigración, no quiere decir que se tratara de una política uniforme extensible a todos los Estados miembros de la Unión Europea, pues algunos como Irlanda y el Reino Unido decidieron permanecer al margen del espacio Schengen, mientas que otros países no comunitarios como Islandia y Noruega, por contra, sí aceptaron integrarse en dicho espacio14. En lo referente al cruce de fronteras, el acervo Schengen señalaba que en la circulación transfronteriza de las fronteras exteriores de los Estados que se encontrasen dentro de dicho espacio se efectuaría un control tanto de los documentos de identidad y viaje como de las restantes condiciones de entrada, de residencia, de trabajo y de salida, cuya finalidad, entre otras, sería la de regular tanto la inmigración legal como irregular15. En consecuencia, dicha política de actuación se habría ido transformando, paulatinamente, en que los Estados miembros de la Unión Europea caminasen en la 11 Vid., Alejandro V. LORCA: “Las fronteras de la Unión Europea”, en Enrique VIAÑA REMIS y Miguel HERNANDO DE LARRAMENDI (eds.): Cooperación cultural en el Occidente Mediterráneo, Madrid, Fundación BBV, 1995, pp. 311-334. 12 Convenio de Aplicación del Acuerdo de Schengen (19 de junio de 1990): http://www.agpd.es/portalwebAGPD/canaldocumentacion/legislacion/union_europea/convenios/common /pdfs/B.25-cp--CONVENIO-SCHENGEN.pdf 13 Acuerdo Europeo relativo a la supresión gradual de los controles en las fronteras comunes (Acuerdo de Schengen, 14 de junio de 1985): https://www.boe.es/doue/2000/239/L00001-00473.pdf 14 Pablo Antonio FERNÁNDEZ SÁNCHEZ: “Derecho comunitario...”, p. 1470. 15 Gobierno de España, Ministerio del Interior. Acuerdo de Schengen sobre cruce de fronteras: http://www.interior.gob.es/web/servicios-al-ciudadano/extranjeria/acuerdo-de-schengen/cruce-defronteras 8 búsqueda de una política comunitaria en materia de inmigración, poniendo especial interés en el marco mediterráneo16. Si bien en el apartado de “Declaraciones adoptadas por la Conferencia” –dentro del Tratado de Ámsterdam– la número 15 hacía referencia al “mantenimiento del nivel de protección y seguridad que ofrece el acervo de Schengen”, sin embargo no fue hasta la celebración del Consejo Europeo de Tampere17, entre el 15 y el 16 de octubre de 1999, donde se pusieron las bases para la creación de una política de asilo y migración común dentro del marco de la creación de un espacio de libertad, seguridad y justicia en la Unión Europea. Con respecto a la política de asilo y migración común de la Unión Europea que se planteó conseguir en Tampere, se señalaba que las cuestiones de asilo y migración hacían necesario desarrollar una política común de la Unión Europea que constase de elementos básicos. Entre éstos se encontraban algunos como la colaboración con los países de origen, un sistema europeo común de asilo, la gestión de los flujos migratorios, o un trato favorable y de integración a todos aquellos inmigrantes que residiesen en algún Estado miembro18, así como intentar aplicar un Plan de Acción contra el Racismo y la Xenofobia. Lo que en última instancia estaría solicitando el Consejo Europeo sería que se reforzase la cooperación entre los servicios de controles fronterizos de los Estados miembros. Especialmente en las fronteras marítimas debido a que es a través de éstas por las que se produce el mayor número de intentos de penetración de inmigrantes irregulares, y particularmente a través de las fronteras marítimas españolas e italianas en el Mediterráneo.19 Llegados a este punto, podríamos afirmar que la Unión Europea habría establecido las bases teóricas de lo que sería una política común de inmigración, pero el verdadero 16 Vid., Ricard ZAPATA-BARRERO y Xavier FERRER-GALLARDO (eds.): Fronteras en movimiento. Migraciones hacia la Unión Europea en el contexto Mediterráneo, Barcelona, Ed. Bellaterra, 2012. 17 Conclusiones de la Presidencia; Consejo Europeo de Tampere (15 y 16 de octubre de 1999): http://www.europarl.europa.eu/summits/tam_es.htm 18 Rinaldo BONTEMPI: “Hacia una política europea de inmigración y un régimen común en materia de asilo”, Revista CIDOB d’afers internacionals, 53 (2001), pp. 107-123, esp. pp. 108-117. 19 IV. 24, Gestión de los flujos migratorios (Consejo Europeo de Tampere): http://www.europarl.europa.eu/summits/tam_es.htm#a 9 reto se encontraría en cómo articular dicha política común en materia de inmigración y asilo. Paulatinamente se fueron ampliando las competencias de dicha política común en materia de inmigración y asilo, y en el 2002 apareció la Propuesta de Plan global para la lucha contra la inmigración ilegal y la trata de seres humanos en la Unión Europea20, donde se señalaba que “la prevención de la inmigración ilegal y la lucha contra este fenómeno son elementos esenciales de la política común de la UE en materia de asilo e inmigración”21. Al transcurrir cinco años del Programa de Tampere el Consejo Europeo, celebrado entre el 4 y el 5 de noviembre de 2004, refrendó el Programa de La Haya de consolidación del espacio de libertad, seguridad y justicia de la Unión Europea. En dicho Programa de La Haya el Consejo Europeo hacía un balance de lo conseguido en este último quinquenio en materia de inmigración y asilo, y señalaba que “se han sentado las bases para una política común de asilo e inmigración, se ha preparado la armonización de los controles fronterizos, y se ha mejorado la cooperación policial”, pero además apuntaba que la Unión Europea tenía que “adoptar una actitud común más eficaz ante los problemas transfronterizos como la inmigración ilegal, la trata y la introducción clandestina de seres humanos” 22. En la comunicación de la Comisión al Consejo y al Parlamento Europeo, del 10 de mayo de 2005, bajo el título Programa de La Haya: diez prioridades para los próximos cinco años. Una asociación para la renovación europea en el ámbito de la libertad, la seguridad y la justicia23, entre sus principales objetivos se encontraba el de mejorar la capacidad común de la Unión Europea y sus Estados miembros en cuanto al control de las fronteras exteriores, la regulación de los flujos migratorios y la lucha contra la 20 Propuesta de Plan global para la lucha contra la inmigración ilegal y la trata de seres humanos en la Unión Europea (14 de junio de 2002): http://eur-lex.europa.eu/legalcontent/ES/TXT/HTML/?uri=URISERV:l33191b&from=ES 21 Cástor Miguel DÍAZ BARRADO: “La Unión Europea...”, p. 151. 22 El Programa de La Haya: consolidación de la libertad, la seguridad y la justicia de la Unión Europea (3 de marzo de 2005): http://eurlex.europa.eu/LexUriServ/LexUriServ.do?uri=OJ:C:2005:053:0001:0014:ES:PDF 23 Programa de La Haya: diez prioridades para los próximos cinco años. Una asociación para la renovación europea en el ámbito de la libertad, la seguridad y la justicia (10 de mayo de 2005): http://eurlex.europa.eu/legal-content/ES/TXT/HTML/?uri=URISERV:l16002&from=ES 10 inmigración ilegal y el tráfico de personas24. Entre las diez prioridades del documento cabría destacar la que llevaba por título “definir un enfoque equilibrado de la inmigración”, donde se señalaba que “la Comisión quiere definir un nuevo enfoque equilibrado de la inmigración legal y de la inmigración clandestina. Por una parte, se trata de luchar contra la inmigración ilegal y la trata de seres humanos, especialmente de mujeres y niños”. Por otro lado, también cabe tener en cuenta aquéllas que llevaban por título “maximizar las repercusiones positivas de la inmigración”, cuya finalidad sería favorecer la integración y evitar así el aislamiento y la exclusión social de los inmigrantes; “elaborar una gestión integrada de las fronteras exteriores de la Unión Europea”, pues al haberse suprimido las fronteras interiores para garantizar la libre circulación de personas se precisarían mayores esfuerzos para reforzar la gestión integrada de los controles en las fronteras exteriores comunitarias; y “establecer un procedimiento común en materia de asilo”, como pudiera ser establecer un estatuto uniforme para el refugiado. En el Tratado de Lisboa por el que se modifican el Tratado de la Unión Europea y el Tratado constitutivo de la Comunidad Europea, firmado el 13 de diciembre de 2007, en lo que a la política común de inmigración y asilo se refiere esta materia se situaría en el marco del “Capítulo 2. Políticas sobre controles en las fronteras, asilo e inmigración”25. En dicho capítulo quedaban establecidas las normas pertinentes en torno al control de las personas en las fronteras, se desarrollaban las normas de la política de asilo, y se intentaba precisar una política común con respecto al fenómeno de la inmigración. En cuanto al control de las fronteras, la Unión Europea se ponía por objetivo garantizar la ausencia de controles a las personas con respecto a las fronteras internas, pero aumentar la eficacia en el control y la vigilancia de las fronteras externas. Para ello proponía instaurar progresivamente un sistema integrado de gestión de las fronteras exteriores (Artículo 62). Con respecto a la política de asilo, la Unión Europea presentaba la intención de desarrollar una política común en materia de asilo, protección subsidiaria y protección temporal destinada a ofrecer un estatuto apropiado a todo nacional de un tercer país que 24 Cástor Miguel DÍAZ BARRADO: “La Unión Europea...”, p. 147. Tratado de Lisboa por el que se modifican el Tratado de la Unión Europea y el Tratado constitutivo de la Comunidad Europea (13 de diciembre de 2007): https://www.boe.es/legislacion/enlaces/documentos/ue/Trat_lisboa.pdf 25 11 necesitase protección internacional. Sin embargo, dicha política debería ajustarse a la Convención de Ginebra (1951) y al Protocolo sobre el Estatuto de Refugiados (1967), además de a otros tratados pertinentes (Artículo 63). Por último, la Unión Europea planteaba desarrollar una política común de inmigración destinada a garantizar una gestión eficaz de los flujos migratorios, así como una prevención de la inmigración ilegal y de la trata de seres humanos (Artículo 63, bis). A este respecto, cabría destacar la importancia que supuso la aprobación por parte del Consejo Europeo del Enfoque global de la migración: Medidas prioritarias centradas en África y el Mediterráneo26, del 13 de diciembre de 2005, que en cierto modo recogía las expectativas expresadas en el Programa de La Haya en la lucha contra la inmigración ilegal y la trata de seres humanos. En consecuencia, se hacía evidente cómo la política común de inmigración de la Unión Europea debía englobar tanto los aspectos de regulación de la inmigración legal como la lucha contra la inmigración irregular y el tráfico de seres humanos. Además, junto a la regulación del derecho de asilo y el control de las fronteras, se enfatizaba cómo dichas políticas siguen ocupando un lugar importante en el seno de la Unión Europea en el debate sobre el establecimiento de un espacio de libertad, seguridad y justicia. Tras lo señalado en el Tratado de Lisboa, el alcance de ese compromiso fijado de conseguir una política común en materia de inmigración y asilo por fin habría llegado con el Pacto Europeo sobre Inmigración y Asilo acordado en Bruselas el 24 de septiembre de 200827. Lo que aportaría este pacto sería un nuevo impulso, aunque no el definitivo, al desarrollo continuo de una política común de inmigración y asilo que tuviese en cuenta tanto los intereses colectivos de la Unión Europea como las necesidades específicas de los Estados miembros. Cabe señalar que dicho pacto recogería muchas de las medidas propuestas en el Enfoque global de la migración de 2005. En lo que respecta a este Pacto Europeo sobre Inmigración y Asilo de 2008, la Unión Europea confesaría “no disponer de medios suficientes para acoger dignamente a 26 Enfoque global de la migración: Medidas prioritarias centradas en África y el Mediterráneo (13 de diciembre de 2005): http://register.consilium.europa.eu/doc/srv?l=ES&f=ST%2015744%202005%20INIT 27 Pacto Europeo sobre Inmigración y Asilo (24 de septiembre de 2008): http://register.consilium.europa.eu/pdf/es/08/st13/st13440.es08.pdf 12 todos los emigrantes que esperan hallar en ella una vida mejor”, por lo que una inmigración mal controlada podría perjudicar la cohesión social de los países de destino28. Por lo tanto, se requeriría de un gran esfuerzo por parte de todos los Estados miembros para crear una auténtica política común de inmigración y asilo, un esfuerzo que habría sido reconocido por parte del Consejo Europeo al señalar los progresos hasta el momento alcanzados en cuanto a la supresión de los controles fronterizos interiores, la cooperación en la lucha contra la inmigración irregular y la trata de seres humanos, la adopción de una política común de visados, o la armonización de los controles en las fronteras exteriores y de las normas de asilo29. Los objetivos que se recogen en este Pacto Europeo sobre Inmigración y Asilo de 2008 iban principalmente dirigidos a organizar la inmigración legal, controlar la inmigración irregular, mejorar los controles en las fronteras, construir una Europa de asilo, y colaborar con los países de origen y de tránsito30. Sin embargo, no fue hasta el 2010 cuando el Consejo Europeo adoptó el Programa de Estocolmo31 como un plan de trabajo que la Unión Europea debía seguir hasta el 2014 respecto a la construcción del espacio de libertad, seguridad y justicia32. En cuanto a materia de inmigración y asilo se refiere, dicho programa partiría desde los logros alcanzados hasta el momento pero apoyándose principalmente en los Programas de Tampere y La Haya. En lo que respecta al contenido del Programa de Estocolmo de 2010, el “Título 6” era el que iba dirigido a tratar la cuestión en materia de migración y asilo. El Consejo Europeo sostenía que “unas políticas flexibles de migración contribuirán de forma importante al desarrollo” de los distintos Estados miembros, y además consideraba necesario fomentar la “interconexión entre la migración y la integración”. A este respecto, lo que pretendía establecer el Consejo Europeo era una política de migración dinámica y global, enfatizando que la política común de inmigración de la Unión Europea debía 28 Ibíd., p. 2. Ibíd., p. 3. 30 Síntesis y estructura del Pacto Europeo sobre Inmigración y Asilo de 2008: http://eur-lex.europa.eu/legalcontent/ES/TXT/HTML/?uri=URISERV:jl0038&from=ES 31 Programa de Estocolmo (4 de mayo de 2010): http://eur-lex.europa.eu/legalcontent/ES/TXT/HTML/?uri=URISERV:jl0034&from=ES 32 Teresa FAJARDO DEL CASTILLO: “El Programa de Estocolmo: últimos desarrollos de la política europea de libertad, seguridad y justicia”, en Alejandro DEL VALLE GÁLVEZ (dir.): Inmigración, seguridad y fronteras. Problemáticas de España, Marruecos y la Unión Europea en el área del Estrecho, Madrid, Dykinson, 2012, pp. 153-173. 29 13 formar parte integrante de la política exterior de la Unión. En el art. 6.1 se señalaba que el núcleo principal de esta política debía seguir siendo la cooperación con los países de África y Europa Oriental, además de desarrollar el diálogo y la cooperación con los países latinoamericanos y asiáticos. Este artículo recogería en gran medida las intenciones expuestas en el Enfoque global de la migración de 2005, aunque cabe recordar que éste se centraba exclusivamente en África y el Mediterráneo. Por otro lado, dicho Programa también iba destinado a regular y fomentar las políticas de integración –pues se entendía que la inmigración regularizada podría ser beneficiosa para los diferentes Estados miembros–, y además se defendía un mayor control de las fronteras exteriores así como la aplicación de unas políticas más eficaces para luchar contra la inmigración ilegal, principalmente la trata de seres humanos y los intentos de penetrar en Europa de manera irregular, en especial a través de las fronteras marítimas mediterráneas. Del mismo modo, se apuntaba que el establecimiento de un Sistema Europeo Común de Asilo (SECA)33, seguiría siendo un objetivo político fundamental a conseguir por parte de la Unión Europea. Con respecto al SECA, cuya entrada en vigor se había acordado como muy tarde para 2012, no fue hasta el 12 de junio de 2013 cuando el Parlamento Europeo aprobó finalmente su aplicación, aunque preveía que su entrada en funcionamiento se dilatase al menos hasta la segunda mitad de 201534. Mecanismos y sistemas de controles fronterizos; FRONTEX, REM & EUROSUR: Desde la entrada en vigor del Convenio de Aplicación del Acuerdo de Schengen en 1995, al abolirse los controles en las fronteras interiores y crearse una frontera exterior única, surgió la necesidad de crear una agencia europea cuya finalidad fuese controlar dicha frontera exterior comunitaria. He aquí el origen en octubre de 2004 de la Agencia Europea para la gestión de las fronteras exteriores o FRONTEX35. Entre sus diversas 33 Un Sistema Europeo Común de Asilo: http://ec.europa.eu/dgs/home-affairs/e-library/docs/ceas-factsheets/ceas_factsheet_es.pdf 34 El Parlamento Europeo aprueba el Sistema Europeo Común de Asilo (SECA): http://www.accem.es/es/parlamento-europeo-aprueba-el-sistema-comun-de-asilo-a667 35 Vid., Gil ARIAS FERNÁNDEZ: “FRONTEX. La agencia europea para la gestión de la cooperación operativa en las fronteras exteriores de los Estados Miembros de la Unión Europea”, en Eduard SOLER (coord.): V Seminario Internacional sobre Seguridad y Defensa en el Mediterráneo. La seguridad 14 competencias se encontraba la de coordinar la cooperación operativa entre Estados miembros en materia de gestión de las fronteras exteriores, prestar asistencia a los Estados miembros para la formación de sus guardias de frontera, proporcionar el apoyo necesario para organizar operaciones conjuntas en lo referente al control de la inmigración irregular –operaciones POSEIDÓN, NAUTILUS y HERA–, o desplegar equipos de intervención en las fronteras exteriores para enfrentarse a situaciones urgentes y excepcionales como pudiera ser la afluencia masiva de inmigrantes irregulares36. Con respecto a la Red Europea de Migración (REM), creada por el Consejo Europeo el 14 de mayo de 200837, ésta se estableció para proporcionar información actualizada, objetiva, fiable y comparable en materia de inmigración y asilo, y cuya finalidad fuese respaldar el proceso de toma de decisiones y la elaboración de políticas en la Unión Europea en estos ámbitos, lo que a su vez se reflejó en el Pacto Europeo sobre Inmigración y Asilo del 24 de septiembre de 200838. Para alcanzar dichos objetivos, la REM recogería e intercambiaría datos e información actualizados y fiables, ayudaría a desarrollar actividades comunitarias relacionadas con la inmigración, y elaboraría informes sobre la situación actual de la inmigración y el asilo39. Actualmente, el más reciente y novedoso sistema europeo de vigilancia de fronteras es el EUROSUR40, cuya entrada en funcionamiento se produjo el 2 de diciembre de 2013 en dieciocho países de la Unión Europea –además de Noruega–. En el resto de multidimensional, Barcelona, Fundación CIDOB, 2007, pp. 129-135; Miriam MIR: “Gestión de las fronteras exteriores de la Unión Europea: FRONTEX y los desafíos que plantea la inmigración irregular”, en Gemma PINYOL (coord.): V Seminario Inmigración y Europa. La dimensión exterior de las políticas de inmigración en la Unión Europea, Barcelona, Fundación CIDOB, 2008, pp. 129-138. 36 Tareas principales de FRONTEX: http://europa.eu/legislation_summaries/justice_freedom_security/free_movement_of_persons_asylum_im migration/l33216_es.htm 37 Decisión del Consejo por la que se crea una Red Europea de Migración (REM): http://extranjeros.empleo.gob.es/es/redeuropeamigracion/Archivos/Decision_2008_381_CE_REM.pdf 38 Secretaría General de Inmigración y Emigración del Ministerio de Empleo y Seguridad Social; Red Europea de Migración: http://extranjeros.empleo.gob.es/es/RedEuropeaMigraciones/ 39 Objetivos de la Red Europea de Migración (REM): http://eur-lex.europa.eu/legalcontent/ES/TXT/HTML/?uri=URISERV:l14568&from=ES 40 Propuesta de reglamento del Parlamento Europeo y del Consejo por el que se crea un Sistema Europeo de Vigilancia de Fronteras (EUROSUR): http://www.europarl.europa.eu/meetdocs/2009_2014/documents/sec/com_sec(2011)1537_/com_sec(2011 )1537_es.pdf 15 Estados miembros hubo que esperar hasta el 1 de diciembre de 2014, mientras que Dinamarca, Reino Unido e Irlanda decidieron no formar parte del sistema41. Dicho programa fue impulsado tras la tragedia de Lampedusa de octubre de 2013 en la que perdieron la vida más de 200 inmigrantes ilegales que intentaban alcanzar las costas italianas. Por ello que dicho sistema priorice su atención en la vigilancia de las fronteras exteriores, tanto marítimas como terrestres, pero sobre todo de los Estados miembros del arco Mediterráneo y de la Europa oriental. Entre sus principales objetivos destacan los de reducir el número de inmigrantes ilegales que acceden a la Unión Europea sin ser detectados, reducir el número de muertes de inmigrantes irregulares principalmente en el mar, y aumentar la seguridad en el interior de la Unión Europea contribuyendo a prevenir la delincuencia transfronteriza42. El fin último de este sistema sería coordinar y alcanzar una política común de cooperación en materia de inmigración irregular con el objetivo de evitar que se repitiesen sucesos como el de Lampedusa de 2013 o desafortunados incidentes como los que se suceden con cierta periodicidad en el canal de Sicilia o en las vallas de Melilla: “Gracias al nuevo sistema, los países podrán compartir datos en tiempo real (imágenes de satélite, previsiones meteorológicas o indicación de posición de los barcos) sobre las fronteras exteriores de la UE y actuar con rapidez para salvar las vidas de las personas que tratan de entrar de forma irregular en la Unión, especialmente a través del Mediterráneo”43. Aunque algunos Estados miembros de la Unión Europea sigan considerando a los países del Mediterráneo, o la frontera sur, como un coladero de inmigrantes irregulares debido especialmente al fracaso en los sistemas de control44, hay que señalar que de forma progresiva, desde al menos el Tratado de Ámsterdam, la Unión Europea ha ido avanzando 41 “España estrena Eurosur, nuevo sistema de vigilancia fronteriza”, ABC, 2 de diciembre de 2013: http://www.abc.es/espana/20131202/abci-eurosur-espana-estreno-201312011939.html 42 Objetivos del EUROSUR: http://europa.eu/legislation_summaries/justice_freedom_security/free_movement_of_persons_asylum_im migration/l14579_en.htm 43 “España estrena Eurosur...”, ABC, 2 de diciembre de 2013: http://www.abc.es/espana/20131202/abcieurosur-espana-estreno-201312011939.html 44 Concepción ANGUITA OLMEDO: “El fenómeno migratorio...”, p. 240. 16 en el establecimiento de nuevas normas, mecanismos y sistemas de control fronterizos cuya finalidad sea conseguir regular un fenómeno de tanta complejidad y tan relevante en la actualidad europea como es el de la inmigración irregular45. Para el caso español, con respecto a los sistemas de control fronterizos, cabría destacar el Sistema Integrado de Vigilancia Exterior o SIVE46. Se trata de un programa pionero en Europa, activo desde el 2002, destinado a la lucha contra las redes ilegales de inmigración y el narcotráfico en la zona del Estrecho de Gibraltar, pero además cumple una función humanitaria al ayudar a los inmigrantes irregulares que se aventuran a alcanzar las costas españolas en precarias embarcaciones –pateras y cayucos– y que por tanto corren el grave riesgo tanto de morir ahogados como de sufrir hipotermia47. Condiciones de entrada y residencia en la Unión Europea. La Tarjeta Azul-UE: Entre los principales objetivos de la Comisión Europea para la construcción de una política común en materia de inmigración y asilo, se encontraba el de proponer iniciativas en materia de inmigración legal cuya finalidad fuese la regulación de las condiciones de entrada y residencia de los nacionales de terceros países con capacidades para desempeñar empleos altamente cualificados. A este respecto, cabe destacar el Plan de política en materia de migración legal,48 del 26 de septiembre de 2007, a través del cual se pretendía garantizar determinados derechos a todos los nacionales de terceros países con un empleo legal en la Unión Europea. La finalidad sería establecer una política común dentro de la Unión Europea en lo referente, al menos, a las condiciones de entrada, residencia y plazo de vigencia del contrato legal. El 25 de mayo de 2009, por medio de la Directiva del Consejo relativa a las condiciones de entrada y residencia de nacionales de terceros países para fines de 45 Cástor Miguel DÍAZ BARRADO: “La Unión Europea...”, pp. 150-151. Ministerio del Interior; Sistema Integrado de Vigilancia Exterior (SIVE): https://www.guardiacivil.es/es/prensa/especiales/sive/index.html 47 Descripción visual del funcionamiento del SIVE: http://www.iesparquedelisboa.org/comenius2/Inmigracion/multimedia/sive.html 48 Resolución del Parlamento Europeo sobre el Plan de política en materia de migración legal (26 de septiembre de 2007): http://eur-lex.europa.eu/legalcontent/ES/TXT/HTML/?uri=URISERV:l14507&from=ES 46 17 empleo altamente cualificado, se creó la denominada Tarjeta Azul-UE49. Dicha directiva iba dirigida a nacionales de terceros países altamente cualificados que solicitasen acceder a un Estado miembro de la Unión Europea, pero siempre en cumplimiento de una serie de condiciones y procedimientos de admisión previamente detallados50. Entre las principales condiciones que se señalan en la directiva para que el candidato pudiera ser admitido, cabe destacar la de tener que presentar un contrato de trabajo o una oferta en firme de empleo, un permiso de viaje y de residencia o visado nacional de larga duración válido, poseer un seguro de enfermedad, y un certificado que acredite su profesionalidad. Si finalmente el candidato es aceptado por cualquier Estado miembro, éste recibiría una Tarjeta Azul-UE cuya validez estándar será de entre uno y cuatro años. Dicha tarjeta le otorgaría al nacional del tercer país y a sus familiares tanto el acceso al Estado miembro concesionario como circular libremente a otros Estados miembros que cumplan el acervo de Schengen, acceder al mercado laboral y disfrutar de condiciones de igualdad de trato que los nacionales de dichos Estados miembros. Paradigma de la crisis migratoria en el Mare Nostrum; los incidentes de la isla de Lampedusa y las vallas de Melilla: Los graves incidentes ocurridos a finales de 2013 en Lampedusa y Melilla hicieron evidente que las políticas comunitarias en materia de inmigración en la práctica no eran efectivas. Por un lado, se produjo el trágico naufragio en octubre de una embarcación frente a las costas italianas de Lampedusa que costó la vida a más de 200 inmigrantes irregulares51; y por otro lado, las multitudinarias avalanchas de inmigrantes ilegales que intentaban saltar las vallas de Medilla condujeron al Gobierno de España a tomar la decisión de colocar en la parte más alta del vallado las denominadas concertinas – 49 Directiva del Consejo relativa a las condiciones de entrada y residencia de nacionales de terceros países para fines de empleo altamente cualificado (25 de mayo de 2009): http://eurlex.europa.eu/LexUriServ/LexUriServ.do?uri=OJ:L:2009:155:0017:0029:ES:PDF 50 Tríptico con los requisitos exigidos para la obtención de la Tarjeta Azul-UE en España: http://extranjeros.empleo.gob.es/es/InformacionInteres/FolletosInformativos/archivos/triptico_tarjeta_azu l.pdf 51 “Más de 200 fallecidos en el incendio de un barco con inmigrantes en Lampedusa”, El País, 3 de octubre de 2013: http://internacional.elpais.com/internacional/2013/10/03/actualidad/1380791363_913633.html 18 cuchillas– al objeto de paliar dicha situación52. La gestión por parte de las autoridades europeas en materia de inmigración ante tales sucesos provocó una oleada de gran indignación entre los ciudadanos de todos los Estados miembros de la Unión Europea. A raíz de estos sucesos, a finales de octubre de 2013 los líderes de la Unión Europea –ante las protestas ciudadanas y la presión de los medios de comunicación– se comprometieron a desarrollar una “acción firme” en materia de inmigración que evitase tragedias como las de Lampedusa. Sin embargo, ninguno de ellos se mostró partícipe a comprometer dinero o nuevos medios para frenar la inmigración irregular procedente del África del Norte. Como apuntaba José Manuel Durão Barroso, Presidente de la Comisión Europea entre 2004 y 2014, las instituciones europeas “no tienen buques ni aviones, sino que deben contar con los medios de los Estados miembros”53. En esta línea, los líderes europeos incidieron en la necesidad de reforzar las labores y competencias de FRONTEX y la puesta en marcha cuanto antes del sistema europeo de vigilancia de fronteras EUROSUR. Algunos líderes europeos, como David Camero, se mostraron muy críticos ante el sistema de control de la inmigración utilizado por la Unión Europea, proponiendo la búsqueda de nuevas medidas contra la inmigración procedente incluso de alguno de los Estados miembros. En este caso, dichas medidas preventivas de inmigración iban dirigidas ante el temor de posibles avalanchas de inmigrantes al mercado laboral europeo particularmente desde los países del Este ante la posible incorporación a la Unión Europea de países como Turquía o Ucrania. Ello se debe a que ambos países presentan elevados niveles de inmigración que podrían acceder a los mercados laborales de la Unión Europea, lo que podría suponer su colapso54. Tres años después, a la altura de mayo de 2016, sigue sin haber una política comunitaria de actuación efectiva en materia de inmigración. Ya no sólo en el área del Mediterráneo occidental, en la que sólo durante la última semana de mayo han perdido la 52 “El Ministerio del Interior reintroduce las cuchillas en la verja de Melilla”, El País, 31 de octubre de 2013: http://politica.elpais.com/politica/2013/10/31/actualidad/1383248597_158835.html 53 “La UE evita comprometer dinero o nuevos medios para frenar la inmigración ilegal”, 20 Minutos, 25 de octubre de 2013: http://www.20minutos.es/noticia/1958827/0/ue-evita/comprometer-dinero/frenarinmigracion-irregular/ 54 “Cameron busca más controles de la inmigración de algunos países de la UE”, ABC, 27 de noviembre de 2013: http://www.abc.es/agencias/noticia.asp?noticia=1540977 19 vida más de 700 inmigrantes ilegales intentando atravesar desde Libia el canal de Sicilia55, sino también en el Mediterráneo oriental donde a diario los medios de comunicación retransmiten trágicos sucesos, siendo en este caso sus protagonistas los refugiados sirios que atravesando el mar Egeo –isla de Lesbos– intentan alcanzar a toda costa la península helénica para poder comenzar su larga marcha hacia los Estados miembros del centrooeste de la Unión Europea. Es tal la gravedad de la crisis de los refugiados sirios que la Unión Europea, al verse desbordada ante estos flujos migratorios –que han conducido a la mayoría de los Estados miembros del sureste a blindar sus fronteras, como el caso entre Austria e Italia56–, ha tenido que acceder a firmar con Turquía acuerdos de deportación57. Como último recurso, el 30 de mayo de 2016 José Manuel García-Margallo, ministro de Asuntos Exteriores y de Cooperación –en funciones– de España, inauguraba en Alicante la I Conferencia Internacional sobre Diplomacia Preventiva en el Mediterráneo, desarrollándose en un momento en el que “este mar es escenario de graves conflictos que amenazan la paz y la seguridad regional y que genera la actual crisis de refugiados y desplazados”58. Lo novedoso de este encuentro es que, desde el enfoque de la “diplomacia preventiva” se pretende poner un parche a las políticas comunitarias no sólo en materia de inmigración en el Mediterráneo, sino también en otros campos como el de la seguridad y la defensa ante el narcotráfico, la trata de personas o la amenaza del terrorismo internacional –recuérdense los recientes atentados yihadistas del 13 de noviembre de 2015 en París y del 22 de marzo de 2016 en el aeropuerto de Bruselas–. Conclusiones: En líneas generales, sería injusto obviar que la Unión Europea ha hecho grandes esfuerzos desde la última década del siglo pasado, y sobre todo durante los últimos dieciséis años, en materia de inmigración por regular los distintos flujos migratorios. Sin 55 “Más de 700 muertos en el Mediterráneo en una semana”, El Mundo, 29 de mayo de 2016: http://www.elmundo.es/internacional/2016/05/29/574ab9daca4741a5668b4614.html 56 “Austria-Italia, la nueva frontera caliente de la crisis migratoria”, El País, 20 de mayo de 2016: http://internacional.elpais.com/internacional/2016/05/20/actualidad/1463768435_536689.html 57 Declaración UE-Turquía, 18 de marzo de 2016: http://www.consilium.europa.eu/es/press/pressreleases/2016/03/18-eu-turkey-statement/ 58 “Margallo inaugura en Alicante una cumbre mundial diplomática con un Premio Nobel”, ABC, 30 de mayo de 2016: http://www.abc.es/espana/comunidad-valenciana/alicante/abci-margallo-inaugura-alicantecumbre-mundial-diplomatica-premio-nobel-201605300840_noticia.html 20 embargo, dicha regulación no necesariamente ha significado, como ya apuntaba en el 2008 el catedrático de derecho internacional público Cástor Miguel Díaz Barrado de la Universidad Rey Juan Carlos, que las distintas políticas migratorias adoptadas hayan sido en la práctica efectivas y que por tanto pueda hablarse de una verdadera política de inmigración comunitaria: “Aunque no se pueda sostener que la UE cuenta, en sentido estricto, con una política común en materia de inmigración, lo que sí es verdad es que ha ido avanzando, paulatinamente, en el establecimiento de normas y mecanismos a través de los cuales se regula un fenómeno de tanta complejidad y tan relevante en la actual realidad europea. [...] Aún falta mucho camino por recorrer con el fin de disponer de un sistema más completo y cerrado en materia de inmigración, aunque no es posible desconocer que, ciertamente, se han producido avances muy significativos en esta materia en el seno de la UE”59. A la luz de los acontecimientos ha quedado constatado –en su cara más sombría, como la que vivimos estos días ante la crisis de los refugiados Sirios– que, en efecto, la Unión Europea sigue sin contar con una política migratoria efectiva ante reincidentes sucesos como los naufragios de inmigrantes ilegales que desde el África del Norte tratan de alcanzar las costas italianas de Palermo y Lampedusa –atravesando el canal de Sicilia– , o aquellos que intentan penetrar en España cruzando las vallas fronterizas de Ceuta y Melilla o arriesgándose a cruzar el Atlántico y el estrecho de Gibraltar en precarias embarcaciones con el fin de alcanzar las costas del archipiélago canario y del levante español, respectivamente. No obstante, no debemos ser pesimistas, pues a su vez dicha política comunitaria de inmigración también tiene su lado positivo –su cara más amable– como es el de la acogida de refugiados y solicitantes de asilo, la lucha contra la delincuencia, el terrorismo, el narcotráfico, el comercio ilegal y la trata de personas, además del control de las fronteras exteriores de los Estados miembros que constituyen el espacio Schengen de libre circulación de personas, por el cual también pueden transitar libremente todos aquellos inmigrantes que hayan accedido legalmente. 59 Cástor Miguel DÍAZ BARRADO: “La Unión Europea...”, pp. 150-151. 21 La coordinación entre la Unión Europea y los Estados miembros es sumamente necesaria en este ámbito. El proceso de construcción europea queda muy afectado por el fenómeno migratorio y, en relación a ello, sólo cabe que los Estados miembros se pongan de acuerdo a la hora de seguir un mismo camino, articular mecanismos comunes y buscar fórmulas conjuntas que traten la inmigración y, sobre todo, sus consecuencias para las diversas políticas comunitarias. Los avances que se vayan produciendo en la configuración de una verdadera política común en materia de inmigración necesariamente deberán repercutir de manera directa en otros sectores. La política de inmigración debe diseñarse en consonancia con los elementos que definen la instauración de un espacio europeo de libertad, seguridad y justicia. Debe tenerse en cuenta que el fenómeno de la inmigración produce consecuencias no sólo de contenido social y económico, que son realmente importantes, sino que también tiene un relevante impacto en los aspectos concernientes a la propia construcción europea. Como un fenómeno multidimensional, la inmigración afecta al resto de ámbitos de actuación de la Unión Europea y de sus Estados miembros, lo que hace que, cada vez más, ha de ser tenido en cuenta a la hora de diseñar muchas de las políticas comunitarias60. Es precisamente el carácter global de las migraciones el que exige una estrategia global y coordinada de actuación entre los Estados miembros. Desde luego, las cuestiones que plantea la inmigración hacia Europa hacen que esta materia deba ser considerada como una de las principales prioridades en las políticas de actuación a abordar por la Europa de los veintiocho. En este sentido Patricia Argerey Vilar concluía que: “Nunca los flujos migratorios habían alcanzado tal relevancia en los ámbitos económicos, políticos y sociales a nivel internacional ni habían ocupado tantas y tantas páginas en los diarios de todo el mundo. Y lo cierto es que la intensidad y el carácter global de las migraciones están demostrando que el número de ciudadanos extranjeros irá in crescendo en los países comunitarios con el paso de los años independientemente de decisiones políticas o jurídicas de los países receptores de emigrantes. Una política proactiva en materia de inmigración debería basarse en el reconocimiento de esta realidad. Y, por tanto, el tratamiento global de la inmigración debería hacerse sobre la base de una evaluación común del desarrollo económico, laboral, político, social y demográfico en 60 Ibíd., p.146 22 Europa y en cada Estado miembro, así como en las relaciones históricas y culturales entre países de origen y destino de las migraciones”61. Así mismo, es evidente que la gestión eficaz de los flujos migratorios no sólo depende de una buena coordinación y entendimiento a nivel interno entre los Estados miembros de la Unión Europea, sino que a su vez también requiere de mayor cooperación con terceros países. Por ejemplo, a través del fomento de las inversiones y ayudas al desarrollo o alcanzando acuerdos que contribuyan a agilizar los trámites para el retorno de los emigrantes. Es por ello que las políticas de inmigración, seguridad y derecho de asilo han ocupado y deberán seguir ocupando un importante lugar en el debate sobre la construcción de un espacio europeo de libertad, seguridad y justicia como el que desde el último tercio del siglo XX se ha pretendido articular en la Unión Europea62. 61 Patricia ARGEREY VILAR: “La política de inmigración en la Unión Europea”, Instituto de Estudios Europeos, 4 (2001), pp. 1-55, esp. p. 47. 62 Vid., José Carlos FERNÁNDEZ ROZAS: “El espacio de libertad, seguridad y justicia consolidado por la Constitución Europea”, Revista Jurídica Española La Ley, 4 (2004), pp. 1867-1881. 23 Anexo gráfico: Tabla: representación gráfica de los flujos migratorios en los Estados miembros 24 Fuente: elaboración propia a partir de los datos estadísticos consultados en Eurostat. Miles de personas (K) de la Unión Europea seleccionados para el periodo 2002-2013. Desde la ultranación a la trasnacionalización: los Estados Unidos de Europa entre Ortega y Habermas Juan Bagur Taltavull Universidad Complutense de Madrid Introducción El objetivo de la presente comunicación es reflexionar acerca de las relaciones entre Europa y el Estado-nación desde la II Guerra Mundial, ateniéndonos para ello a las ideas de José Ortega y Gasset (1883-1955) y Jürgen Habermas (1929). Dos filósofos muy diferentes, el primero raciovitalista y el segundo máximo representante actual de la Teoría Crítica. Sin embargo, sus reflexiones giran sobre temas similares: la técnica y la deshumanización, la opinión pública y la democracia, o el nacionalismo y el europeísmo, que ahora nos ocupan. Además, se trata de dos filósofos que tienen una similar “experiencia de nación”, esto es, vivencia que condiciona toda su reflexión acerca de la cuestión1: la II Guerra Mundial (1939-1945) y todo lo que con ella está ligado: la democracia, el fascismo, el comunismo. Por ello consideramos interesante una exposición que ponga en relación su pensamiento, desde una perspectiva histórica y no puramente teórica. La hipótesis de trabajo será la de considerar que Ortega y Habermas pertenecen, pese a sus diferencias, a la cultura política del republicanismo liberal, que más abajo 1 Sobre esta categoría analítica, vid.: Ferrán ARCHILÉS CARDONA: “Lenguajes de nación. Las «experiencias de nación» y los procesos de nacionalización: propuestas para un debate”, Ayer, 90 (2013), pp. 91-114 25 definiremos, y que esto se traduce en una propuesta de Europa que tiene tres elementos: primero, la inclusión del Estado-nación como parte integral; segundo, la defensa de la creación de un espacio público europeo; y tercero, de la Razón como elemento identitario de la condición de sus ciudadanos. Para lograr nuestro objetivo, recurriremos dentro del método hipotético-deductivo, a las técnicas hermenéutica y comparativa: esto es, poner en relación a los dos autores, pero interpretando sus textos de acuerdo a los contextos determinados. La dualidad Europa-nación según Ortega La experiencia de la II Guerra Mundial es común a Ortega y Habermas. Siguiendo la teoría de las generaciones del primero, podemos decir que son contemporáneos –durante veintiséis años–, pero no coetáneos2. Es decir, asumieron un mismo acontecimiento que marcó su existencia, mas lo interpretaron desde un arsenal intelectual –un conjunto de ideas y creencias– totalmente diferente. Además, Ortega apenas sobrevivió en diez años a la guerra, mientas que Habermas la ha sobrepasado y ha podido incluir en sus reflexiones otros acontecimientos como la evolución de la Unión Europea o la caída del Talón de acero en 1989. Habla así de un “doble consenso antitolatitario”, que ve roto a raíz de la “disputa de los historiadores” a la que luego nos referiremos3. Ortega escribió acerca de la unidad europea desde fechas tempranas, y en la que es probablemente su obra más famosa, La rebelión de las masas (1930), habla ya de caminar hacia los “Estados Unidos de Europa”. Pero su propuesta cobra fuerza a raíz de la II Guerra Mundial, cuando al fracaso de España en tanto que nación manifestado en la Guerra Civil (1936-1939) –fracaso, porque la nación es un “proyecto sugestivo de vida en común”4, y el enfrentamiento entre los españoles no fue sino la culminación del “particularismo” que denunciaba ya dos décadas antes– se unió el de Europa como 2 Importante distinción en la teoría de las generaciones de Ortega. Vid: José ORTEGA Y GASSET: “En torno a Galileo”, en José ORTEGA Y GASSET: Obras completas. Tomo VI (1941-1955), Madrid, Taurus: Fundación José Ortega y Gasset, 2006, pp. 371-506, p. 392-393. 3 Jürgen HABERMAS: Identidades nacionales y postnacionales, Madrid, Tecnos, 2002, p. 108. 4 José ORTEGA Y GASSET: “España invertebrada”, en José ORTEGA Y GASSET: Obras completas. Tomo III (1917-1925), Madrid, Taurus: Fundación José Ortega y Gasset, 2005, pp. 421-512, p. 442. 26 civilización después del conflicto con el que enlazó en el tiempo la derrota republicana. En 1949 Ortega estaba exiliado y ofreció varias conferencias en la República Federal Alemana. El mismo año, como se sabe, en el que se afianzó la Guerra Fría con acontecimientos como el nacimiento de la República Popular China o la adquisición de la bomba atómica por parte de la URSS. Ortega se oponía ya en los años treinta a la “americanización de Europa”5. Luego, con la emergencia de las dos superpotencias será mayor su predicación en aras de una tercera vía europeísta, contraria a un atlantismo radical que integrara al viejo continente en el bloque capitalista. Ante los universitarios de Berlín señalará que en esa capital es donde más adecuado es hablar de Europa, afirmando que se está produciendo un cambio de ciclo en la historia que él, como intelectual, debe esclarecer. Para entender su propuesta se ha de partir de su antropología: critica el existencialismo –sin nombrar a Sartre o Camus, pero teniendo en mente sus planteamientos–, que apelando al absurdo de la vida y al pesimismo le una respuesta ineficaz a la crisis. Frente a ello opone su teoría de la razón vital e histórica: el ser humano es proyecto, problemático en su esencia como lo es Europa en aquel momento, y el futuro es lo que lo define. Por eso, anima a los alemanes a dejar de lado los traumas de la guerra y caminar en una nueva obra colectiva, aprovechando la crisis porque ésta forma parte integral de la vida6. Más abajo veremos con más detalle el sustrato filosófico del europeísmo orteguiano. En una conferencia del mismo año, dice que la vida es faciendum y no factun, algo que hay que hacer porque no es cosa sino empresa. “Personalidad es el destino individual de cada hombre”, afirma, aclarando que etimológicamente persona –prosopon (máscara)– proviene de representar un papel, esto es, acercarse a un ideal. Señala que Alemania no debe caer en la desesperación, sino “enmascarase” asumiendo el proceso unificador de Europa7. Uniendo ambas reflexiones, sostiene que Europa es una empresa, que se ha de identificar con un ideal, el de la cultura europea. 5 José ORTEGA Y GASSET: La rebelión de las masas. Introducción de Julián Marías, Madrid, EspasaCalpe, 1997, p. 208. 6 José ORTEGA Y GASSET: “Discurso a los universitarios de Berlín”, en José ORTEGA Y GASSET: Obras completas. Tomo VI..., pp. 567-573, pp. 568 y 573. 7 José ORTEGA Y GASSET: “Sobre un Goethe bicentenario”, en José ORTEGA Y GASSET: Obras completas. Tomo VI..., pp. 549-562, pp. 550-553. 27 Además recurre a la historia para exponer esta idea, declarando que Europa, si bien es un proyecto, también es una realidad existente desde por lo menos la Edad Media. En 1951 dirá que “lejos de ser la unidad europea mero programa político para el inmediato porvenir”, constituye “el único principio metódico para entender el pasado de Occidente”, y más en concreto, lo que llama el “hombre gótico”8. Ortega entiende que tanto en la hora de su creación como en el presente, la nación es una realidad que no solamente no es opuesta a la federación europea, sino complementaria por sus características intrínsecas. Para entenderlo es interesante su última intervención pública, una conferencia pronunciada en Venecia en 1955 con el título La Edad Media y la idea de nación. Con este trabajo culminaban sus meditaciones acerca de la cuestión nacional y europea, y también su visión del Medioevo, que le interesaba ya cuando en 1909 publicó su tesis doctoral sobre Los terrores del año mil. Crítica de una leyenda. Ortega considera que la nación es una forma de organización social específicamente europea, y frente a Toynbee –y en parte contra lo que dirá Habermas– sostiene que la nación es una realidad anterior a la democracia porque forma parte de la raíz misma del viejo continente: “la historia de Europa es la de la germinación, desarrollo y plenitud de las naciones occidentales”. Esto no se entiende si no es partiendo de la base de que la estructura vital del hombre europeo ha sido siempre dual: la compuesta por los usos particulares de la nación, y la de los usos generales de la civilización europea, constituidos en ideal. Además, señala que existe una tensión constante entre los dos elementos, que lleva a épocas de europeísmo –entre ellas el XVIII– y otras de “particularismo”, como el XIX 9. Hoy podríamos afirmar que nos encontramos en una nueva etapa de particularismo –manifestado en la emergencia de partidos euroescépticos, en el Breixit...–, contra el idealismo de la época en la que escribe Ortega, o los inicios de la España democrática. Anteriormente, en la famosa conferencia dada también en 1949 en Berlín y titulada De Europa Meditatio Quaedam, había desarrollado su tesis con más extensión. Señala que el “hombre gótico”, aquél que en la Baja Edad Media dio lugar al desarrollo de la estructura vital del hombre europeo, no únicamente repartía su existencia entre dos ámbitos culturales y sociales, sino también de poder. Habla de “usos”, un concepto amplio en el 8 José ORTEGA Y GASSET: “Europa y el hombre gótico”, en José ORTEGA Y GASSET: Obras completas. Tomo VI..., pp. 775-777, p. 775. 9 José ORTEGA Y GASSET: “La Edad Media y la idea de nación”, en José ORTEGA Y GASSET: Obras completas. Tomo VI..., pp. 953-964, pp. 958-964. 28 pensamiento del último Ortega, que incluyen tanto las ideas y creencias como las estructuras políticas. En la conferencia de 1955 dijo que el horizonte europeo es un ideal, superpuesto a la tradición nacional; y seis años antes lo que había expuesto era que las naciones europeas estaban integradas en un sistema político real. Habla de una “opinión pública” existente desde los inicios de Europa, y según su teoría, de toda opinión pública se deriva un “poder público”. Defiende así que “una cierta forma de Estado europeo ha existido siempre”, presionando a todos sus pueblos aunque no estuviera institucionalizado. El “balance of power” instaurado por lo menos desde 1648 –pero según Ortega muy anterior– le lleva a hablar de la “dualidad Europa-nación” en tanto que correspondencia política de aquel hombre gótico10. El viraje europeísta de Alemania le lleva a considerar que frene a su “particularismo” tradicional –concepto que en España invertebrada y textos anteriores utiliza para describir a las provincias españolas–, “el pueblo alemán se ha rehecho y ha conseguido, por fin, su unidad”. Esto escribe porque, a pesar de la división entre la RFA y la RDA, la primera de ellas asume por fin que la “sociedad nacional” existe, mas siendo parte de la “sociedad europea”11. Con toda esta construcción teórica, esta justificación de la posibilidad de construir unos Estados Unidos de Europa partiendo del pasado, Ortega aplica el método de la razón histórica: comprender el mundo partiendo de la circunstancia, pues como dijera en 1914 y mantuviera hasta 1955, “yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”12. La circunstancia más importante para Ortega era España: según María Zambrano, Ortega fue filósofo “por ser y para ser español”13. Pero a lo largo de toda su vida, España vivió acontecimientos muy diversos, que llevan la clave de la reflexión de un contexto a otro. En 1914, y hasta entrados los años veinte, el gran problema que percibía en su patria era la desvertebración causada por el particularismo de las regiones y las clases sociales. En España invertebrada (1922) teorizó acerca de las naciones y su formación desde la 10 José ORTEGA Y GASSET: “De Europa Meditatio Quaedam”, en José ORTEGA Y GASSET: Obras completas. Tomo X..., pp. 84, 88 y 116-117. 11 José ORTEGA Y GASSET: “Prólogo a Épocas de la historia alemana, de johanes Haller”, en José ORTEGA Y GASSET: Obras completas. Tomo VI..., pp. 32-40, p. 37. 12 José ORTEGA Y GASSET: Meditaciones del Quijote. Edición de José Luís Villacañas, Madrid, Biblitoeca Nueva, 2004, p. 178. 13 María ZAMBRANO: “Ortega y Gasset, filósofo español”, en María ZAMBRANO: Escritos sobre Ortega. Edición, introducción y notas de Ricardo Tejada, Madrid, Trotta, 2011, pp. 87-107, p. 90. 29 integración de elementos preexistentes: los reinos medievales, en el caso español. La no aceptación de la dinámica integradora generaba el “provincianismo”, opuesto al “provincialismo”, que hacía del amor a la propia región un vehículo de amor a la nación entera14. Significativamente, Ortega vuelve a hablar del espíritu provinciano en 1951, en referencia a la no aceptación por parte de las naciones europeas del proceso de incorporación en Europa15. También en 1952 señala que un rasgo típico de la vida alemana entonces es el “aldeanismo”, el que “Alemania se ha vuelto un poco «aldea», una infinita «aldea»”16. Utiliza los mismos conceptos que en los años veinte, aunque aplicándolos a Europa. La circunstancia española ha cambiado desde los años treinta, y todavía mucho más tras la II Guerra Mundial: Ortega se da cuenta de que España no se salvará sin Europa. En 1910 había proclamado que desde el principio vio que “España era el problema y Europa la solución”17. No obstante ahora le daba una dimensión política por percibir que no únicamente era menester que su patria asumiera la ciencia europea, sino además, que junto con el resto de naciones del entorno pudiera jugar un papel en el mundo de cada vez más globalizado. Resume su visión al decir que el objetivo es “hacer avanzar la unidad de Europa, sin que pierdan vitalidad las naciones interiores, su pluralidad gloriosa en que ha consistido la riqueza y el brío sin par de su historia”18. La dualidad Europa-nación según Habermas Para Habermas, también existe una comunión intrínseca entre las nociones de Europa y de Estado-nación, pero su argumento es diferente del de Ortega aunque lleve a puntos en común. Para comprender su planteamiento hay que partir de la base de que según su teoría, existe desde la aparición del nacionalismo –como ideología que coincide con las Revoluciones liberales y es empleada por ella– una tensión entre las orientaciones 14 José ORTEGA Y GASSET: “La redención de las provincias y la decencia nacional”, en José ORTEGA Y GASSET: Obras completas. Tomo IV (1926-1931), Madrid, Taurus: Fundación José Ortega y Gasset, 2010, pp. 671-774, p. 721. 15 José ORTEGA Y GASSET: “Discurso para el Primer Congreso de la Unión de Naciones Latinas”, en José ORTEGA Y GASSET: Obras completas. Tomo X..., pp. 359-361, p. 360. 16 José ORTEGA Y GASSET: “En torno al Coloquio de Darmstadt. 1951”, en José ORTEGA Y GASSET: Obras completas. Tomo VI..., pp. 797-810, p. 805. 17 José ORTEGA Y GASSET: “La pedagogía social como programa político”, en José ORTEGA Y GASSET: Obras completas. Tomo II (1916), Madrid, Taurus: Fundación José Ortega y Gasset, 2010, pp. 86-102, p. 102. 18 José ORTEGA Y GASSET: “Prólogo a las Épocas de la historia..., p. 40. 30 universalistas del liberalismo y el republicanismo por un lado, y el particularismo nacionalista por otro, que se equilibra a través de los Estados-nación del XIX19. Como Ortega, rastrea sin embargo el origen último de las naciones en el Medioevo. Escribe, por ejemplo en “Ciudadanía e identidad nacional” (1990) que frente a la federación –que sólo triunfa en Suiza–, y el Imperio –desparecido en la IGM–, el Estado territorial es un modelo de comunidad que se desarrolla desde aquel momento, pero se establece a fines del XVIII: “esta conciencia nacional es un fenómeno específicamente moderno de integración cultural”, que se impone al calor de las revoluciones. Al coincidir con los movimientos liberales, se produjo en el XIX un maridaje en el que el nacionalismo asumió una “función catalizadora” de la democracia, de suerte que el Estado nacional identificó ethnos y demos, esto es, la nación cultural y la nación cívica20. En otra ocasión afirmó que no todos los Estados-nación han sido democráticos, aunque “siempre que se han dado democracias de corte occidental éstas han adoptado la forma de Estadonación”21. Lo que ocurre es que este maridaje fue transitorio, puesto que al ampliarse el espacio público europeo, la nación deja de ser el elemento que corresponde a la ciudadanía, por lo menos exclusivamente. Esto es, igual que Ortega cree Habermas que en el siglo XX, y más en el XXI, el Estado-nación debe dar paso a una nueva forma política donde la esfera pública ampliada tenga una mayor adecuación. Parece que el madrileño veía más fácil la unificación de Europa, en tanto que, a pesar de apelar al proyecto de futuro como consecuencia de su filosofía, recurría a argumentos historicistas. Habermas por el contrario se basa exclusivamente en la teoría del discurso y la acción comunicativa, en cómo evoluciona en el siglo XX y XXI la sociedad. Plantea así que “el espacio públicopolítico ha permanecido hasta ahora fragmentado en Estados nacionales”, y es menester superarlo para crear una “ciudadanía europea”. Hará por eso de la “política deliberativa” un modelo de democracia identificado con el “patriotismo de la constitución”, por ser los dos pilares capaces de sustentar una identidad inclusiva de las naciones pero integrada en un proyecto trasnacional22. El filósofo germano analiza el proceso de constitución del 19 Jürgen HABERMAS: Identidades nacionales..., p. 90. Jürgen HABERMAS: Facticidad y validez: sobre el derecho y el Estado democrático de derecho en término de teoría del discurso, Madrid, Trotta, 1998, pp. 621-623. 21 Jürgen HABERMAS: La constelación posnacional: ensayos políticos, Barcelona, Paidos, 2000, p. 86. 22 Jürgen HABERMAS: Facticidad y validez..., p. 630. 20 31 Estado nacional como vía de asunción de los principios democráticos y liberales, y de la organización de ese tipo de sociedad a partir de una voluntad política común. Ante los retos presentes, ese mismo acontecimiento se ha de repetir con otra sociedad mayor: “el proceso de formación de naciones se repite a un nivel más abstracto: las estructuras de decisión política reciben ahora un nuevo sustrato cultural”23. En relación con esto, Ortega y Habermas tienen en común, por lo menos en cuanto a su idea de nación, el ser integrantes de una cultura política que se ha denominado republicanismo. Aquélla que, pretendiendo basarse en Cicerón o Maquiavelo, emerge en las Revoluciones atlánticas y da lugar a la noción de Staatsnation o nación cívica24, frente a la Kulturnation o nación cultural25. Tanto en España como en Alemania ha existido un gran combate por ocupar la hegemonía nacionalista, esto es, se han enfrentado diversas concepciones de lo que es la nación, y ello ha emergido especialmente en momentos de crisis de identidad. En el caso de Habermas, lo esencial es la doble herencia que recibe Alemania por el trauma de la II Guerra Mundial, primero, y la reunificación de 1990 después. No obstante, hay precedentes y menciona así un gran debate al respecto, el de la Asamblea de Germanistas de Fráncfort en 1846. Allí, al calor del historicismo y los estudios lingüísticos se impuso la noción del Volkgeist, que apelando al pasado dificultaba la creación de una nación de ciudadanos liberales que miraran al futuro. Frente a Grimm o Ranke, solamente Fröbel defendió la segunda opción26 (autor que también reivindica Ortega en “Misión de la Universidad”, 1930). Aquel ejemplo histórico demostraba que una nación democrática no puede basarse en términos historicistas, sino en una integración social sustentada en la formación de una voluntad común: lo que dijo Fröbel para matizar a sus colegas, es que ciertamente los ciudadanos de un Estado comparten lengua, aunque esta puede ser aprendida: “las identidades colectivas más bien se hacen que no se encuentran hechas”, sentencia que permite a Habermas aplicar a la construcción europea la división creada en 184627. Lo mismo dirá Ortega, para quien, siguiendo a 23 Jürgen HABERMAS: Más allá del Estado nacional, México, Fondo de Cultura Económica, 1999, p. 190. 24 Merquior analiza la existencia de tres ideas de libertad: la inglesa (Locke, Bentham, Mill), que se basa en la libertad negativa, la francesa (Rousseau), que plantea la libertad como autogobierno, y la alemana (Humboldt), cimentada en el Bildung y la autorrealización. Vid: José Guilherme MERQUIOR: Liberalismo viejo y nuevo, México, Fondo de Cultura Económica, 1993, pp. 25-29. 25 Friederich MEINECKE: Weltbürgertum und Nationalstaat, München, R. Oldenbourg, 1962, p. 10 26 Jürgen HABERMAS: La constelación posnacional..., p. 19 27 Ibid., p. 34 32 Renan antes que a Fröbel, a pesar de su etimología “la nación no nace, sino que se hace”28. Elemento que le permite también justificar la creación de una entidad supranacional que solvente los problemas para los que ya no sirve el elemento anterior. Por otro lado, Habermas no únicamente se refiere a un debate, sino que sobretodo protagoniza uno. La famosa “querella de los historiadores”: según escribe, más que una discusión entre eruditos, la Historikerstreit que en 1986 le enfrentó con E. Nolte fue “un debate sobre la autocomprensión de la República federal”, donde los conservadores plantearon una “iluminación neohistoricista de continuidades de la historia nacional”. En su pretensión de supeditar la nación a la democracia y el liberalismo, Habermas reivindica el “patriotismo de la Constitución” de Dolf Sternberg, que hace no de la lengua y la cultura sino de las condiciones de convivencia y comunicación los sustentos del patriotismo29. Tradicionalmente se ha vinculado, de forma un tanto simplista, el modelo del nacionalismo cívico con Francia, y el del nacionalismo cultural con Alemania: Habermas parece asumir esta dicotomía, dada su constante exaltación de la Revolución francesa y el modelo de Estado por ella creado. Apela por eso a reconfigurar el patriotismo alemán, creando una “nación de ciudadanos” donde la Constitución de contenido universalista sea la clave, de modo que se cimente una cultura política liberal30. Mas no es el proceso que ve en su país, sino el de un “redescubrimiento del Estado nación alemán” –manifestado en la política de A. Merkel ante Grecia– que supone un retroceso no únicamente en la integración europea, sino en el desarrollo de aquel patriotismo constitucional que busca sus bases en principios universales que no pueden reducirse a costa de políticas particularistas31. Ortega como sabemos comienza su andadura en un contexto (el Desastre del 98) en el que también se debate sobre la identidad de España, y a pesar de que, al contrario de Habermas, tiene elementos que le integran en la tradición de la Kulturnation, su teoría es sobretodo defensora de la Staatsnation, una de cuyas modalidades es el patriotismo constitucional. Ciertamente, Ortega no apela a un patriotismo de este estilo, pero, según hemos visto, sí que se asemeja a Habermas en el intento de construir una identidad 28 José ORTEGA Y GASSET: La rebelión de las masas…, p. 208. Jürgen HABERMAS: Identidades nacionales..., pp. 85 y 101. 30 Jürgen HABERMAS: Más allá del Estado nacional..., p. 117. 31 Jürgen HABERMAS: La Constitución de Europa, Madrid, Trotta, 2012, p. 123. 29 33 nacional y postnacional que mire al futuro y no al pasado. Igual que él cree que en este proceso es importante el papel de los intelectuales y la creación de una opinión pública, especialmente a la hora de establecer una cultura política europea. Además, la definición que hace Habermas de Europa como entidad donde la relación con el Estado-nación es básica, no la hace igual que el filósofo madrileño teorizando acerca del pasado, sino especialmente mirando al futuro. Nunca ha existido una ciudadanía europea hasta el momento actual, y al desarrollarse es menester compatibilizarlo con la ciudadanía nacional. Si Ortega habló de la dualidad del hombre gótico, el alemán citará a Claudio Franziurs para tratar el “poder constituyente mixto”. Parte de la base, contraria al nacionalismo esencialista, de que todo poder soberano es fruto de una creación histórica, un constructo igual que el poder constituyente europeo. “Tampoco las naciones, al igual que todas las demás entidades semejantes, son hechos naturales, aunque normalmente tampoco son solo meras ficciones”. Por esto último no se pueden obviar, y plantea así dividir la soberanía entre ciudadanos y Estados: “la comunidad que ha de constituirse” y la “comunidad constituida”32. Ortega probablemente no habría aceptado esta salida, dado que insistió en sus textos acerca de la indivisibilidad de la soberanía. Teoriza que únicamente puede radicar en la nación, y de ahí que con ocasión del Estatuto de Cataluña, en 1932 insistiera en que la autonomía es únicamente cesión del ejercicio de la soberanía, pero no fundamento de la misma. Para él, la federación se diferencia de la autonomía precisamente en que acepta la existencia de diversas soberanías. Por esto ni siquiera aceptaba que se pudiera hablar de “ciudadanía catalana”, pues es la de ciudadano una categoría que vincula directamente al individuo con el Estado y no puede haber “dos ciudadanías”33. En relación a Europa, sí que habla de unos Estados Unidos en el viejo continente, y por esto es asumible que no le pareciera mal el concepto de ciudadanía europea. En todo caso, no así la idea de que una soberanía pudiera ser a la vez nacional y ultranacional. Democracia, liberalismo y opinión pública 32 Jürgen HABERMAS: La Constitución…, pp. 51, 66 y 73. José ORTEGA Y GASSET: “El Estatuto catalán”, en José ORTEGA Y GASSET: Obras completas. Tomo V…, pp. 53-85, pp. 62 y 66. 33 34 La teoría del discurso de Habermas y la razón vital e histórica orteguiana son muy diferentes, aunque tienen ciertos elementos comunes. Para empezar, son dos planteamientos que únicamente se comprenden desde el contexto de superación de la Modernidad, entendida ésta como pretensión de asumir la verdad desde una razón pura y absoluta. A finales del siglo XX, cuando Ortega inicia su andadura, comienza con autores tan dispares como Nietzsche o Bergson un primer “postmodernismo” ante la pérdida de la fe en la razón. Tal y como muestra Ismael Saz, existe una interrupción de este proceso cultural, y en los años setenta comenzará un segundo “postmodernismo”, que es el que conocemos hoy en día34. Pues bien, en el contexto del primer postmodernismo podemos encuadrar a Ortega, y en el segundo a Habermas. Frente a quienes negaron la valía de las explicaciones universales, lo que ambos plantean no es un abandono de la razón, sino una recomposición35 del contenido de la misma: lo que Ortega llamará razón histórica, y Habermas razón discursiva, accesibles la primera desde el método del perspectivismo, y la segunda desde la teoría de la acción comunicativa. Dos posturas que es posible comparar porque integran a los dos autores dentro del grupo de las “filosofías del devenir36”, y que no son únicamente una discusión teórica: las consecuencias políticas son importantes, dando lugar el planteamiento orteguiano al elitismo democrático y el de Habermas a la democracia deliberativa37. En efecto, Ortega apostó desde siempre, y a pesar de ciertos momentos de repliegue supuesto o real –al comienzo de la dictadura de Primo de Rivera, en el franquismo...– por la intervención de los intelectuales en la vida política con objeto de configurar la opinión pública. Su principal iniciativa al respecto se produjo en torno a la Liga de Educación Política de 1913, que apelaba a la creación de una columna vertebral –de intelectuales– 34 Ismael SAZ: España contra España: los nacionalismos franquistas, Madrid, Marcial Pons, p.62. La “recomposición” es un concepto de la sociología que se ha utilizado en estudios sobre la religión, aludiendo a que ésta no ha desaparecido como esperaban las ideologías o teorías de la secularización sino que ha tomado una nueva forma. Podemos aplicar a la razón ese mismo concepto para señalar que, frente al vitalismo y el postmodernismo extremos que niegan su validez, lo que ha ocurrido en el siglo XX ha sido una nueva definición de la misma. Vid: LOUZAO VILLAR, Joseba: “La recomposición religiosa en la modernidad: un marco conceptual para comprender el enfrentamiento entre laicidad y confesionalidad en la España contemporánea”, Hispania sacra, 121 (2008), pp. 331-354. 36 Carlos NIETO BLANCO: La filosofía en la encrucijada. Perfiles del pensamiento de José FerraterMora, Barcelona, UAB, 1986, p. 106. 37 Dos propuestas diferentes, pero que con todo hacen mención a la necesidad de sustentar en el debate la acción política. Ortega, más receloso de la democracia, prefiere que sean las minorías selectas quienes protagonicen la creación de ideas. Habermas no quiere reducir el círculo, aunque sí que pone en guardia frente a los peligros de la “desformalización” y la “desdiferenciación” de los roles. Vid: Jürgen HABERMAS: ¡Ay, Europa! Pequeños escritos políticos XI, Madrid, Trotta, 2009, p. 59. 35 35 que dieran forma a la masa española. En 1949 sigue apostando por esa inserción de lo que llama “minorías selectas” dentro del debate político, pero dotándole de dimensiones europeas. Señala desde Alemania que los pueblos europeos no pueden vivir sin la “labor de la pura intelectualidad” que es la de definir los problemas y aclararlos. Su función tiene mucho que ver con la forja de la personalidad a la que antes aludíamos, pues deben mostrar una “nueva visión del ser humano” que parta del proyecto ilustrado: “la fe religiosa ha dejado de ser vigente en las minorías europeas” desde el XVIII, y es la cultura lo que ha de convertirse en la nueva religión. Al mismo tiempo, reivindicando la razón contra el postmodernismo apela también a ponerse en guardia frente al esencialismo, animando a los intelectuales a que sepan discernir la cultura apropiada para la Europa que está naciendo de las cenizas de la guerra38. Así, el mensaje que desde Berlín lanza a Europa es el de aceptar “(...) la gran terea goethiana en que, a mi juicio, comienza a entrar Europa: la construcción de una civilización que parta expresa y formalmente de las negatividades humanas, de sus inexorables limitaciones y en ellas se apoye para existir con plenitud”39. Con esto Ortega resume –aplicándolas al contexto de la postguerra– las consecuencias sociales y políticas del perspectivismo, la epistemología que se deriva de la razón vital e histórica. Esto es, la idea de que la verdad existe, aunque está circunstancializada: el ser humano no puede acceder totalmente a ella, porque su circunstancia le limita. Pero esto no implica que no se pueda alcanzar, sino que es necesaria la colaboración de perspectivas, de las diversas circunstancias, para que todas juntas alcancen la perspectiva de Dios, la única absoluta: “cada hombre tiene una misión de verdad”, pues “sólo entre todos los hombres llega a ser vivido lo Humano” 40. De aquí se derivan dos cosas. Primero, la opción por el europeísmo en sentido cultural, lo que supone un elemento constante de su pensamiento. En fecha tan temprana como 1910, en la por él fundada revista Europa señalaba que “Europa no es una expresión geográfica”, sino que es “un punto de vista”. 38 José ORTEGA Y GASSET: “Sobre un Goethe bicentenario”..., pp. 551 y 554. Ibid., 562. 40 José ORTEGA Y GASSET: “Verdad y perspectiva”, en José ORTEGA Y GASSET: Obras completas. Tomo II (1916)…, pp. 159-164, p. 163. 39 36 Por ello, europeizar España no significaba que ésta abandonara su realidad, sino integrarse en la cultura común para enriquecerla: “queremos la interpretación española del mundo”41. Eso intentará teorizar en 1914 con Meditaciones del Quijote, e insistirá mucho más en ello desde los años treinta y cuarenta. En segundo lugar, el perspectivismo alude a la importancia del intercambio de opiniones y de la discusión en tanto que un método para alcanzar el conocimiento profundo e integrado de la realidad –la definición de cultura según Ortega. Propone por ello que “en vez de disputar, integremos nuestras visiones en generosa colaboración espiritual”42. Un intelectual no puede por sí mismo conocer toda la realidad: por el contrario, junto a los demás sí que será factible alcanzarla. Y todavía más si se une a los de otros países. De ahí que, en su voluntad de crear una nueva cultura europea Ortega considere imprescindible la creación de un espacio cultural común, que facilite este intercambio. Para ello hacen falta instrumentos, por ejemplo la Revista de Occidente que en 1923 había fundado integrándola en una red de revistas europeas, o la institución universitaria. Al respecto se ha de indicar que Ortega creía firmemente en la importancia de la Universidad como base de la reforma de la opinión pública continental, porque “la Universidad ha sido consustancial con Europa”. En texto de 1932 publicado en 1940 decía que era “el Saber constituido como poder social”, señalando que, según dirá todavía en 1949, tiene la función de alumbrar una nueva cultura para el siglo XX43. Esta nueva cultura materializaría lo que desde 1923 Ortega proclamaba como “tema de nuestro tiempo”, el buscar una filosofía que superara a la vez idealismo y realismo. Habermas plantea igualmente esta vía media que supere el postmodernismo, en su apuesta por combinar “facticidad” y “validez”. Si el madrileño plantea la razón histórica en tanto que vía para superar la razón de los físicos y matemáticos44 y evitar la crítica postracionalista, Habermas defiende la corrección de la “razón práctica” a través de lo que llama “razón comunicativa”45. No siendo equivalentes exactos, parten de la misma crítica 41 José ORTEGA Y GASSET: “España como posibilidad”, en José ORTEGA Y GASSET: Obras completas. Tomo I (1902-1915), Madrid, Taurus: Fundación José Ortega y Gasset, 2005, pp. 336-337 42 Ibid., p. 163. 43 José ORTEGA Y GASSET: “En el centenario de una Universidad”, en José ORTEGA Y GASSET: Obras completas. Tomo V (1932-1940), Madrid, Taurus: Fundación José Ortega y Gasset, 2010, pp. 733746, p.737. 44 José ORTEGA Y GASSET: “El mito del hombre allende la técnica”, en José ORTEGA Y GASSET: Obras completas. Tomo VI…, pp. 811-817, p. 814. 45 Jürgen HABERMAS: Facticidad y validez..., p. 65. 37 a un contexto que pretende acabar con la herencia de la Ilustración y desembocan en un método dialógico46. El filósofo teme un proceso que convierte la herencia ilustrada en “mito positivista”, y plantea su teoría de la acción comunicativa como una vía para salvarla. Reconoce –y esto le diferencia de Ortega– que los filósofos ya no tienen un “acceso privilegiado a la verdad”, pero sí la función de fundamentar racionalmente la acción47. Por tanto, una consecuencia lógica de su visión de la razón es la “política deliberativa”, en la que se integren los diversos actores sociales en aras de comprender juntos el mundo. Frente al elitista liberalismo clásico, esta forma de política parte de una premisa muy concreta, la de institucionalizar los procedimientos y presupuestos comunicativos48. Es una propuesta que se integra por tanto en el intento de superación de la dicotomía entre liberalismo y democracia, existente desde el siglo XVIII y a la que Ortega también es sensible. El madrileño, a pesar de su constante tentación elitista, planteaba un equilibrio entre ambos, entendiendo por democracia origen del poder en el pueblo, y por liberalismo límites al Estado y también la capacidad de elegir el propio proyecto vital49. Habermas por su parte ve que la “dialéctica entre liberalismo y democracia radical” ha estallado a nivel global, y expone su propuesta al modo de medio para mejorar ambos principios50. Con el “paradigma deliberativo” pretende corregir el desequilibrio entre razón y voluntad, logrando una mejora del sistema parlamentario con dos consecuencias: construir una “caja de resonancia” que detecte los problemas que afectan al a realidad, y una “depuradora discursiva” que crea opinión pública. Es en definitiva una “búsqueda cooperativa de resolución de problemas”51. 46 Es significativo que al enunciar Habermas la necesidad de que se acepte la tensión entre facticidad y validez a través de la razón deliberativa, reivindique la fenomenología de Husserl. Este puede ser un punto de conexión importante a la hora de hacer una historia de las ideas que incluya a los dos filósofos, puesto que la razón vital e histórica es una manifestación de la fenomenología, o por lo menos está influida por ella. Ortega hace una epojé que le lleva a afirmar que la vida es la realidad radical, y asimismo Habermas alude con Husserl a otra noción que el madrileño utilizó para llegar en 1914 a su propuesta: la del “mundo de la vida” como base de reconstrucción de las condiciones de integración social. Vid: Ibid., pp. 68 y 84. 47 Jürgen HABERMAS: Más allá del Estado nacional..., pp. 92 y 111. 48 Ibid., p.374. 49 La primera acepción la defiende en “Notas del vago estío” (1925), la segunda en “Socialización del hombre (1930). 50 Jürgen HABERMAS: Facticidad y validez..., p. 598, 51 Jürgen HABERMAS: ¡Ay, Europa!..., p. 65. 38 La ultranación y la trasnacionalización De lo visto hasta aquí se derivan dos elementos de unión entre Ortega y Habermas. Primero, la defensa de Europa como una realidad que no únicamente no es opuesta al principio nacional, sino que es incomprensible sin él. Segundo, la apuesta por una nueva idea de razón que tiene consecuencias políticas importantes, en tanto que estimula el desarrollo de la democracia liberal. El tercer aspecto que ahora abordaremos, aunque ya lo hemos avanzado, es la manifestación de la unión de los dos vectores anteriores: la existencia y creación de una opinión pública europea. Habermas es tajante: el Estado nacional –sostiene Jiménez Redondo al definir la tesis de uno de sus libros – “no es hoy ningún lugar de retorno, sino un tipo de organización cuyo carácter problemático” es evidente52. Ve, con mucha más perspectiva que Ortega, dada la aceleración de las comunicaciones y la interdependencia entre Estados y continentes, que se está desarrollando una identidad postnacional. Su premisa es que, ya lo vimos más arriba, nación y democracia nacieron de la mano, o por lo menos se unieron, con la Revolución francesa. Al cambiar las identidades colectivas y las relaciones de poder en el siglo XX, y todavía más en el XXI, surge según él un gran reto. En 1998 se preguntaba: “¿puede la democracia tal como se ha desarrollado en el Estado social, mantenerse y desarrollarse más allá de las fronteras nacionales?”53. Con las herramientas que otorga la política deliberativa, su respuesta será que sí. Pero antes que aquello, la propia revolución de 1789 da ciertas claves, dado que el Estado nacional por ella creado se combinó con un sentido universalista de los principios revolucionarios. Plantea que en el siglo XXI el “sentido cosmopolita” se reavive en el “sentido de un multiculturalismo”. Dentro de cada Estado se ha de asumir el universalismo en función del contexto histórico54. La nación de ciudadanos no hizo –por lo menos en teoría y frente al nacionalismo cultural– tabula rasa con lengua y cultura, sino que impuso un proyecto que superó dichas diferencias. Habermas considera que las necesidades materiales imponen el dar una nueva dimensión a dicha construcción, pues 52 Jürgen HABERMAS: Más allá del Estado nacional..., p. 8. Jürgen HABERMAS: La constelación posnacional..., p. 11. 54 Jürgen HABERMAS: Identidades nacionales..., p. 118. 53 39 “Las sociedades actuales, constituidas en torno al Estado-nación pero rebasadas en sus capacidades por las distintas hornadas de desnacionalización, no tienen más remedio que “abrirse” a una sociedad mundial que se les ha impuesto a través de la economía”55. Se trata de buscar una manera de conciliar las conquistas logradas por el Estado-nación dentro de la “constelación posnacional” en la que ha entrado el mundo. Para ello se ha de seguir el proceso de formación de una voluntad política común, superando particularismos que no son intranacionales, sino supranacionales. Recurre a la noción de “mundos de la vida” (De B. Peters, aunque como decíamos en una nota, con resonancias fenomenológicas), para señalar al conjunto de acciones sociales que llegan a una “integración social” al desarrollarse una misma identidad desde las experiencias intersubjetivas compartidas. Junto a esto, existe la “integración funcional” dada en las “redes” de sujetos que toman decisiones en mercados, infraestructuras...que también se comparten. Apela a una “reorganización del mundo de la vida” para integrar el creciente pluralismo fruto de la globalización56. La propuesta de Habermas no es la de una europeización equivalente a una nacionalización cultural al estilo de la desarrollada en los Estados del siglo XIX, inclusive el francés que tanto admira y que ha pasado a la historia como paradigma de un nacionalismo cívico: “no es posible ni deseable nivelar las identidades nacionales de los Estados miembros para llegar a una «Nación Europea»”. Por el contrario, sí la de partir del mundo de la vida –la circunstancia orteguiana- y a partir de ahí construir el proyecto compartido. Apela a una “solidaridad común”, no basada en homogeneización cultural, sino en la “solidaridad cívica”, similar a la que existe en los Estados nacionales democráticos, pero ampliándola a un ámbito mayor. Esto requiere la intervención de los intelectuales y propagandistas, en aras de lograr la “formación de una voluntad democráticamente extendida por Europa”. La vieja disputa entre el modelo de la Staatsnation y la Kulturnation es elevada al nivel supranacional: frente a quienes argumentan que no puede existir un poder constituyente europeo porque no existe un “Pueblo Europeo”, recuerda que el significado que se atribuye a esta noción no tiene 55 56 Jürgen HABERMAS: La constelación posnacional..., p. 85. Ibid., p. 110-111. 40 porqué ser culturalista, sino constructivista. La condición para la “democracia posnacional” es así la formación de una “opinión y una voluntad común que se nutre de las raíces de la ciudadanía europea”, y que además “se desarrolla en un foro de dimensión europea”57. Por otro lado, en el proceso de construcción del Estado-nación y de implantación de la democracia, es muy importante para Habermas, al igual que en Ortega, la idea de opinión pública. Utiliza el concepto de Öffentlichkeit, traducido también como “vida social pública” o “publicidad”, y que hace referencia al desarrollo de un espacio público desde el siglo XVIII. Partiendo de la cultura política burguesa, el desarrollo de la opinión pública se vinculó al ejercicio del raciocinio, que configuró así las sociedades europeas. En el contexto del siglo XX y XXI, al ampliarse el espacio social en el que se dirimen los intereses personales, se hace necesaria desde esta perspectiva una ampliación de la opinión pública hasta una esfera europea. En este marco desarrolla el concepto de “trasnacionalización”. Habermas señala que ante el déficit democrático de la Unión Europea existen dos concepciones. Por un lado, la que plantea que es inevitable, dado que la globalización se produce especialmente en el nivel económico y la mercantilización de la sociedad impone necesariamente un retraimiento del Estado. Frente a esto, algunos apelan a la creación de una esfera pública europea, esto es, supranacional. La Unión Europea únicamente puede escoger uno de dos caminos: o bien el de la democracia posnacional, o el del federalismo ejecutivo posdemocrático. La solución habermasiana es la de una “transnacionalización de la soberanía popular en la forma de una federación democrática de Estados nacionales”58. No existiendo más fuente de legitimidad soberana que la nación, es menester mantener la existencia de los Estados-nación, amplificando las esferas públicas nacionales. La propuesta supranacional significaría una organización de carácter jerárquico, mientras que la trasnacional es heterárquica. Lo que no implica reducirlo a un simple balance of power, un equilibrio entre Estados-nación, sino aprovechar los intereses comunes para lograr una integración mayor59. 57 Ibid., pp. 130-131. Jürgen HABERMAS: La Constitución…, p. 47. 59 Jürgen HABERMAS: ¡Ay, Europa!..., pp. 113 y 182. 58 41 El filósofo alemán cree que no es asumible crear un ámbito supranacional en inglés. Lo que sí es factible es lograr que los ciudadanos tomen conciencia de su interdependencia real. Una forma concreta para poner en práctica este proceso sería que los medios de comunicación nacionales informaran de la política de otras naciones en relación a Europa, haciendo así surgir grupos y partidos paneuopeos para defender los mismos intereses. Propone un “patriotismo bien entendido, un patriotismo de la Constitución” que debe extenderse al ámbito europeo y mundial. Y es un proceso que no únicamente se habría de desarrollar de cara al ámbito supranacional, sino también al interior: la movilización de masas por motivos étnicos y esencialistas dentro del marco estatal sería improbable al imponerse la tolerancia derivada de un “ethos ciudadano pluralista”60. Al negar la pertinencia de una entidad “supranacional”, puede parecer que Habermas no resuelve el problema de un modo similar a Ortega, que hablaba de la “ultranación”. Sin embargo, a pesar del concepto, defiende algo muy parecido. El filósofo madrileño apuesta por la creación de unos Estados Unidos de Europa, pero sin que esto implique una europeización hecha a costa de las identidades nacionales. Al contrario, propone una integración similar a la que se había defendido antes para las regiones en relación a España. En la época donde la vertebración nacional de España era su problemática fundamental, teorizó acerca de la “redención de las provincias”. Se dio cuenta de que el horizonte vital de los españoles, su “mundo de la vida” –como diría Habermas, y el raciovitalista Ortega podría asumir– era la provincia. Por ello hacía falta que se reorganizara, se ampliara hacia la nación entera a través de redes de intereses concretos: una autonomía que hiciera a los españoles preocuparse por la política nacional al ver cómo sus intereses materiales y personales eran solucionados en la política regional con la que estaba conectada. Animaba así a “forjar por medio del localismo que hay, un magnífico nacionalismo que no hay”61. El mismo esquema aplicará a Europa: la nación es el horizonte vital de los españoles y se llegaría a la ultranación europea cuando vieran 60 Ibid., pp. 91 y 124. José ORTEGA Y GASSET: “La redención de las provincias y la decencia nacional”, en José ORTEGA Y GASSET: Obras completas. Tomo IV (1926-1931), Madrid, Taurus: Fundación José Ortega y Gasset, 2010, pp. 671-774, p 730. 61 42 los integrantes de los Estados-nación que la supervivencia de los logros obtenidos en el mismo requiere la ampliación del círculo. Finalmente, un elemento importante que queremos mencionar es el del neoliberalismo, puesto que su crítica aparece constantemente en los textos de Habermas. Aunque pueda parecer un tema secundario, esta versión de la ideología liberal es un nexo de unión entre los dos: en Ortega porque vivió su nacimiento, y en Habermas, porque lo hizo con su implosión como programa a nivel mundial. El neoliberalismo nació en 1938 con el coloquio Lippmann, en un contexto en el que fascismo y comunismo amenazaban la autonomía del individuo. No es este el lugar apropiado para exponer sus características, baste señalar que defiende un intervencionismo estatal destinado a mercantilizar la esfera social62. Ortega no llegó a conocerlo con profundidad, pero pertenece a ese mismo contexto en el que, frente a la emergencia de los totalitarismos se opuso una defensa del individuo. Sin embargo, nunca defendió la creación de entidades supranacionales a costa de la destrucción de los Estados-nación, ni mucho menos un abandono de las responsabilidades de los mismos ante la sociedad. Habermas por su parte atribuye las debilidades del proyecto europeo y la trasnacionalización de la democracia, entre otros factores, al que supone la presencia del neoliberalismo: “nunca dejará de existir una tensión entre capitalismo y democracia, ya que mercado y política se sustentan en principios contrapuestos”63. Se opone a la redefinición de las relaciones personales en términos neoliberales, esto es, de consumidores en medio de una empresa. Esta reorganización simbólica del espacio público acepta el paso a una nueva forma de organización supranacional: la “empresa trasnacional”, que reduce la ciudadanía a la autonomía privada. Es decir, una noción de libertad negativa, frene a la que propone la libertad positiva y comunitaria: “hoy, la herencia republicana del Estado nacional hemos de proseguirla a nivel europeo”64. En definitiva, la trasnacionalización de la opinión pública se opone a un liberalismo no democrático, como es aceptable en el neoliberalismo65. Por ello denuncia el “sueño” de la creencia en unos mecanismos que, según algunos, hacen superflua la creación de una 62 Fernando ESCALANTE GONZALBO: Historia mínima del neoliberalismo, Madrid, Turner, 2016, p. 28. 63 Jürgen HABERMAS: La Constitución…, p. 101. 64 Jürgen HABERMAS: Más allá del Estado nacional.., p. 195. 65 Fernando ESCALANTE GONZALBO: Historia mínima del neoliberalismo..., p. 110. 43 formación de la voluntad política común –lo que es la definición del liberalismo republicano66. Conclusión En el contexto actual coinciden dos crisis (además de la económica de 2008): la del racionalismo como consecuencia del postmodernismo, y la del proyecto europeo, amenazado por la emergencia de nacionalismos estatales. Puesto que la Razón es uno de los pilares de la identidad de Europa, la relación es más profunda de lo que parece, y de ahí que sea interesante estudiar a Ortega y Habermas, dos pensadores que se integran dentro de la tradición de filósofos europeístas. A pesar de sus diferencias, coinciden en varios puntos. Primero, la constatación de la necesidad de recomponer la idea de razón, para superar el postmodernismo sin la tentación de volver al realismo ingenuo. La razón histórica y la razón deliberativa integran la relatividad sin caer en el relativismo. De la antropología de estas filosofías se deriva la necesidad del debate, también en la vida pública. Por otro lado, Ortega y Habermas creen que Europa y el Estado-nación son realidades inseparables: la nación como forma de existencia se desarrolla en el viejo continente, y tiene mucho que ver con la razón: según el español, porque se constituye en un ideal que modela las naciones, y en palabras del alemán, dado que fue la forma política que asumió el liberalismo para aplicar sus principios universales. En todo caso, las naciones son proyectos o constructos, y al cambiar el contexto social, es menester continuar el proceso integrador. De aquí la ultra-nación y la trasnacionalización: aplicar la razón al debate público en un contexto de globalización requiere ampliar el círculo de perspectivas o sociedades incluidas. Ortega cree que la opinión pública ya existe, Habermas que hay que desarrollarla: en todo caso, para ambos es necesario continuar el proceso iniciado con los Estados-nación aprovechando y manteniendo su existencia, hasta lograr una plena integración europea. 66 Jürgen HABERMAS: La Constitución..., p. 9. 44 45 Las Asambleas Parlamentarias europeas ante las transiciones ibéricas (1974-1977) Juan Pedro Bover Sánchez Universidad Complutense de Madrid Introducción Este trabajo parte necesariamente de unas bases ya establecidas y conocidas para cada caso individualizado –el español y el portugués–, fundamento que es necesario contemplar para poder luego comparar actitudes y respuestas. Desde principios de los años 90 del siglo pasado han sido varios los especialistas e investigadores que han querido analizar algo que hasta entonces había pasado desapercibido para la comunidad científica: qué papel habían desempeñado las instituciones comunitarias europeas en el proceso democratizador español 1. En el caso portugués tampoco se ha pasado por alto este destacado actor externo en su proceso 1 Ver, entre otros, Raimundo BASSOLS: España en Europa. Historia de la adhesión a la CE 1957-85, Madrid, Política Exterior, 1995; Maria Elena CAVALLARO: Los orígenes de la integración de España en Europa. Desde el franquismo hasta los años de la transición, Madrid, Sílex, 2009; Julio CRESPO, España en Europa 1945-2000: del ostracismo a la modernidad, Madrid, Marcial Pons, 2004; Antonio MORENO y Carlos LÓPEZ: “Les Communautés Européennes et la politique extérieure espagnole dans le contexte de la transition démocratique”, Revue d’histoire diplomatique, 2 (2014), pp. 141-156 ; Charles POWELL: “La larga marcha hacia Europa: España y la CE (1957-1986)”, en Francesc MORATA y Gemma Mateo (eds.): España en Europa-Europa en España (1986-2006), Barcelona, CIDOB, 2007, pp. 41-67; Mathieu TROUVÉ: L’Espagne et l’Europe. De la dictature de Franco à l’Union Européenne, Bruselas, Peter Lang, 2008; Mario DEL PERO et al.: Democrazie. L’Europa meridionale e la finne delle dittature, Florencia, Le Monier, 2010. 47 revolucionario2. De todo este análisis se ha podido establecer que la Europa comunitaria no sólo estuvo atenta a ambos fenómenos democratizadores, sino que en determinados momentos pretendió influir en su desarrollo para que estas transiciones tuvieran el fruto deseado. Sin embargo, el alcance real de su intervención sí es objeto de debate: mientras unos apuestan por una influencia limitada y matizada3, otros entienden que fue mucho más importante y decisiva de los que se creía hasta ahora4. Superada ya en buena parte esta etapa, ahora parece oportuno avanzar un paso más y, en este caso particular, sumergirse en lo que se conoce como historia comparada. Así pues, a través de esta comunicación se pretende confrontar la posición que tomaron los dos órganos parlamentarios supranacionales europeos de la época -el Parlamento Europeo (PE) y la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa (APCE)- ante las transiciones portuguesa y española durante sus períodos más decisivos. Es, pues, un trabajo que no solo pretende conocer y relacionar las posturas de estas cámaras consultivas ante dichos procesos de cambio político, sino también analizar por qué las mantuvieron, quiénes lo hicieron, si existía unanimidad o no en su seno y qué actitudes manifestaron ante realidades tan diferentes como fueron las dos democratizaciones ibéricas. El fin, por supuesto, no es otro que intentar sacar a la luz cuestiones que sin contrastar ambas experiencias sería difícil poder observar con la misma claridad para poder así entender mejor el papel comunitario, sus intereses y motivaciones. 2 Ver obras como António COSTA y Nuno SEVERIANO: “Portugal e a integraçao europeia, 1945-1986” en António COSTA y Nuno SEVERIANO: A Europa do Sul e a Construçao Europeia 1945-2000, Lisboa, Instituto de Ciências Sociais, 2005, pp. 17-43; Bernardino GOMES y Tiago MOREIRA DE SÁ: Carlucci vs. Kissinger. Os EUA e a Revoluçao Portuguesa, Lisboa, Dom Quixote, Encarnación LEMUS: “La estrategia de la ‘zanahoria y el palo’. La CE y el Portugal revolucionario” en Ricardo MARTÍN y Guillermo PÉREZ (dirs.): España y Portugal. Veinticinco años en la Unión Europea (1986-2011), Valladolid, Universidad de Valladolid, 2012, pp. 99-113; José MAGONE: “A integraçao europeia e a construçao da democracia portuguesa”, Penélope, 18 (1998), pp. 123-163; Juan Pedro BOVER: “La revolución de los claves a examen. Las asambleas parlamentarias europeas ante la transición portuguesa (1974-1976)”, Circunstancia, 37 (2015); António SIMOES: “El Gobierno Wilson (1974-1976). Europa y la revolución portuguesa”, Ayer, 99 (2015), pp. 101-122. 3 Alberto SABIO: “La intervención de Estados Unidos y de Europa Occidental en la transición a la democracia en España, 1975-1977” en Damián GONZÁLEZ (coord.): El franquismo y la transición en España. Desmitificación y reconstrucción de la memoria de una época, Madrid, Catarata, 2009, pp. 222244; Fernando GUIRAO y Víctor GAVÍN: “La dimensione internazionale della transizione política spagnola (1969-1982). Quale ruolo giocarono la Comunità europea e gli Stati Uniti?” en Mario DEL PERO et al.: Democrazie. L’Europa meridionale..., pp. 173-264. 4 Entre otros, Maria Elena CAVALLARO: Los orígenes de la integración…; Julio CRESPO, España en Europa…; Rafael QUIROSA-CHEYROUZE: “Europeísmo y transición a la democracia en España” en Ricardo MARTÍN y Guillermo Á. PÉREZ (dirs.): España y Portugal…, pp. 117-127; Juan Carlos PEREIRA y Antonio MORENO: “A Espanha : no centro ou na periferia da Europa?” en António COSTA y Nuno SEVERIANO: A Europa do Sul…, pp. 45-74. 48 Comparando experiencias: las similitudes Existen nueve puntos susceptibles de ser destacados. En primer lugar ha quedado patente, como se ha avanzado, que estos dos Parlamentos europeos se interesaron profundamente por ambos procesos de transición, siendo su atención más alta, como es lógico, en los momentos más críticos y decisivos. En el caso portugués este tiempo de gran expectación se prolongó durante un año, de septiembre de 1974 –la dimisión del presidente moderado António de Spínola− a septiembre de 1975 –la caída del primer ministro procomunista Vasco Gonçalves y la formación del VI Gobierno Provisional−5. En el caso español, este período fue de unos nueve meses, entre enero de 1976 – presentación del proyecto de reforma de Arias Navarro− y septiembre del mismo año – presentación del proyecto de Suárez−, si bien la atención de Europa ya se había focalizado en España desde septiembre de 1975 debido a la crisis de las últimas ejecuciones del franquismo6. Así, dichas Asambleas intensifican sus debates y resoluciones a raíz de acontecimientos que alejarían a estos dos Estados de los deseos de Europa Occidental, relajándose cuando los acontecimientos se encauzan a su favor y se estabilizan los procesos. En segundo lugar, estas Asambleas, en nombre de sus organizaciones, demuestran perseguir los mismos objetivos para ambos países: que se instaure mediante un proceso estable una democracia pluralista en Portugal y en España que respete la Convención Europea de los Derechos Humanos y que forme parte del bloque occidental, es decir, que se reproduzca en la península ibérica, de manera aproximada, su mismo sistema político, económico y social o, lo que es lo mismo, que la Península se incorpore a la Europa surgida de la postguerra treinta años antes. En tercer lugar, que existen entre estas Cámaras parlamentarias y España y Portugal momentos de divergencia y desencuentros que solo se resuelven a partir de que los segundos superen “pruebas de fuego”, como fueron las elecciones de 1975 en Portugal, la formación de un Gobierno que representara esos resultados ya en septiembre, la 5 Juan Pedro BOVER: “La revolución de los…”. Raimundo BASSOLS: España en Europa…; Julio CRESPO, España en Europa…; Antonio MORENO: “La crisis de 1975 en las relaciones España-CEE: el papel de la cooperación política europea”, Historia del Presente, 6 (2005), pp. 85-108. 6 49 legalización del Partido Comunista de España o las elecciones del 15 de junio de 1977. Así pues, Europa solo responde ante los movimientos de estos dos países en la dirección indicada y no al revés. Son las organizaciones europeas las examinadoras y España y Portugal los examinados con una única excepción: la de las oposiciones portuguesa y española que, de alguna manera, esperan de estas Asambleas y de sus organizaciones que tomen una postura contundente primero ante las dictaduras y luego, como se conoce en el caso de la española, ante los diferentes proyectos del Gobierno. Seguidamente, también es primordial conocer que ambos Parlamentos, al igual que sus organizaciones respectivas, siguieron la estrategia del “palo y la zanahoria”7. Tal como se ha podido ver, estas Asambleas felicitaban o censuraban los acontecimientos que se desarrollaban en Portugal y en España. El palo era la afirmación de que los actos negativos les alejaban tanto de la integración, importante sobre todo para España, como de la ayuda que se le podría prestar, fundamental para Portugal, además de lo que suponía la crítica a la legitimidad democrática del proceso. La zanahoria era todo lo contrario. Y cabe añadir que el pionero en recibir este tipo de política por parte de Europa fue Portugal y que su experiencia fue fundamental para dar esta respuesta a España poco tiempo después8. En cuarto lugar, quedó claro durante todo este período, 1974-1977, que estas Cámaras dieron apoyo a los partidos y organizaciones moderados y europeístas, excluyendo, por consiguiente, a aquellos que no tenían en Europa Occidental su referente, es decir, la izquierda revolucionaria, incluido el Partido Comunista Portugués, y la extrema derecha. Los demás, contaron, como es conocido, con no solo muestras verbales de solidaridad, apoyo y legitimidad, sino con ayuda material fundamental para organizarse eficiente y rápidamente tras décadas de dictadura, si bien en diferente cantidad según cada grupo 9. Para los parlamentarios europeos, estos partidos, los “verdaderamente democráticos”, eran los que merecían la confianza del electorado y, por lo tanto, se felicitaban cuando 7 Encarnación LEMUS: “La estrategia de la ‘zanahoria…”, pp. 99-113. Encarnación LEMUS: “Con la vista en Portugal y mirando a España: EEUU y el cambio político peninsular” en Hispania. Revista Española de Historia, 242 (2012), pp. 723-754. 9 Antonio MUÑOZ: El amigo alemán. El SPD y el PSOE de la dictadura a la democracia, Barcelona, RBA, 2012; Pilar ORTUÑO: Los socialistas europeos y la transición española, Madrid, Marcial Pons, 2005; Natalia URIGÜEN: “Política de la República Federal de Alemania hacia España durante el franquismo y la transición (1949-1979)” Pasado y Memoria. Revista de Historia Contemporánea, 13 (2014), pp. 197-225; Juliet SABLOSKY: O PS e a Transição para a Democracia, Lisboa, Editorial Notícias, 2000. 8 50 estos ganaron las elecciones ampliamente10. Era, para ellos, un signo de “madurez política” de estos países ibéricos que los acercaba a Europa lo que, leído al revés, nos lleva a pensar rápidamente que si hubieran triunfado los partidos o reaccionarios o revolucionarios el resultado habría sido muy diferente. Sin duda, la experiencia portuguesa influyó mucho en esta cuestión en relación con el caso español. Siguiendo con el apoyo europeo a los partidos europeístas ibéricos, hay que señalar que para estos últimos el acceso de sus respectivos países a las organizaciones europeas era una especie de “seguro” ante involuciones como ante revoluciones. De esta manera, tanto el socialista portugués Mário Soares como muchos de los parlamentarios españoles que visitaron el CdE durante los años 1976 y 1977 afirmaron que el ingreso de sus países en esta organización ayudaba a consolidar su joven democracia11. Otro punto fundamental es el que afecta a la consciencia que tenían estas Asambleas no solo de que trataban asuntos internos de estos dos países, sino de que también sabían, o decían saber, de su capacidad de influencia. A lo largo de los debates que se dieron en estas dos Asambleas flota en el aire una pregunta que es omnipresente: ¿es correcto que nos inmiscuyamos en la política interna de estos dos Estados ibéricos? Y la respuesta, salvo algunas excepciones puntuales, siempre es la misma: sí, porque son europeos y porque, y esto es mucho más evidente en el caso español, además quieren serlo. En este sentido se expresaba nítidamente el parlamentario centrista suizo Walter Hofer quien no dudaba en afirmar en sede parlamentaria que “queremos influenciar la evolución de la situación en España”, apuntando que “la democracia española debe cumplir unos requisitos. Es el precio a pagar por entrar en Europa”12. Así pues, esta intromisión, contraria al espíritu del contemporáneo Acuerdo de Helsinki13, se justificaba con el argumento de que la europeidad, aunque sea de países no miembros, es superior a la nacionalidad en estos temas que aquí se trataban. 10 Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, Resolución 640 “Situation en Espagne”, 8 de julio de 1977. 11 Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, Compte rendu des débats, 26 sesión, reunión del 28 de septiembre de 1974, pp. 413-427. Parlamento Europeo, Debates, Report of Proceedings, sesión 1976-1977, nº 211, reunión del 12 de enero de 1977, pp. 67-84. 12 Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, Compte rendu des débats, 27 sesión, reunión del 29 de enero de 1976, pp. 1015-1046. 13 Según el Acuerdo de Helsinki (1975), firmado por la inmensa mayoría de los países europeos, entre los que encontramos tanto a España y Portugal como a los integrantes de la entonces CEE y del Consejo de Europa, todos los Estados participantes se comprometían a no intervenir en los asuntos internos del resto. 51 En cuanto a su consciencia de influir o no en el devenir portugués y español, es también evidente que conocían, e incluso sobreestimaban, esta capacidad. Un buen ejemplo de esto era lo decisiva que les parecía la postura que tomasen estas Asambleas, y sobre todo el PE, ante la ayuda económica que podía conceder la Comunidad a Portugal14. Pero también existía, en ocasiones, una excesiva autoconfianza, como, por caso, el hecho de que en la Resolución 575 de la APCE de 25 de septiembre de 1974, al pedir la amnistía para los presos políticos al régimen franquista se hiciera especial hincapié en el hecho de que 1975 sería Año Santo, argumento infalible, creían algunos, para que Franco la concediera. Esta idea, defendida por el democristiano italiano Reale, no surtió ningún efecto, lo cual parece que le decepcionó profundamente, tal como afirmó al año siguiente15. Sin embargo, y a pesar de sus fracasos puntuales, es obvio que tanto esta Asamblea como el PE consiguieron hacer llegar sus demandas tanto a portugueses como a españoles. La cuestión de en qué grado llegaron a influir, si fueron irrelevantes, condicionantes o determinantes, no es el objeto de este trabajo, si bien parece claro que sí tuvieron un papel considerable. Finalmente por lo que respecta a las similitudes entre ambos casos, hay que destacar que el debate sobre qué hacer cara a las transiciones ibéricas también era, a su vez, una especie de debate interno que afectaba a su credibilidad y a su fuerza moral ante el mundo. Como ejemplo ilustrativo, las palabras del socialdemócrata alemán Gessner en la APCE cuando en octubre de 1975 reclamaba que las palabras de solidaridad con Portugal se respaldaran con hechos para no perder credibilidad16. También hay que entender en este sentido el factor de que la condena del régimen franquista y el pseudoreformismo de Arias supusiera un refuerzo de su fuerza moral ante la Europa del Este y ante los mismos comunistas portugueses, puesto que así no solo condenaban las dictaduras de izquierda sino también las de derecha, lo cual les daba un halo incuestionablemente prodemocrático. En resumen, no solo se estaban debatiendo cuestiones externas a estos organismos, sino también se ponía sobre la mesa la misma razón de ser del CdE y se 14 Juan Pedro Bover: “La revolución de los…”. Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, Compte rendu des débats, 27 sesión, reunión del 2 de octubre de 1975, pp. 333-367 y 386-410. 16 Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa, Compte rendu des débats, 27 sesión, reunión del 3 de octubre de 1975, pp. 440-479. 15 52 estaba construyendo el perfil de exportador de la democracia de las Comunidades Europeas17. Las diferencias: diferentes caminos, un mismo destino Vistos los puntos similares, ahora es oportuno exponer y analizar las divergencias. Para empezar con ellas, se debe indicar que el principal atractivo que ofrecía la Europa comunitaria para estos dos Estados peninsulares era sustancialmente diferente. Mientras que para Portugal era de vital importancia, como se ha puesto de manifiesto repetidamente18, la ayuda económica que a corto plazo podía ofrecerle la Europa de los Nueve, para España lo más interesante era la legitimización de su reforma política y su futura entrada en la Comunidad Económica Europea (CEE). Por ello, estos Parlamentos jugaban con estos intereses que eran de sobra conocidos: a España se la presionaba con cerrarle las puertas de la Comunidad y seguir condenando su régimen político y a Portugal con retrasar la ayuda hasta que las condiciones, políticas obviamente, fueran las apropiadas bajo el punto de vista europeo. En segundo lugar, es más que obvio que existieron miedos diferentes en relación con las transiciones ibéricas. Estas dos Asambleas europeas, como se ha visto, siempre indicaron que para el caso portugués existían dos grandes riesgos: el de “chilenización” y el de “checoslovaquización”, siendo siempre más visible el segundo. En el caso español, los riesgos que se percibían eran continuismo o “portugalización”, siendo este último el que más se temía, pues con el primero la Europa democrática había convivido e incluso pactado durante más de treinta años19. Sin embargo, si bien existían riesgos en ambas transiciones, siempre se temió más por la situación lusa que por la hispana pues aquella dio la sensación durante un tiempo –el “año caliente”− de no tenerla bajo control de ninguna manera. Seguidamente, y muy interrelacionado con el punto anterior, cabe señalar que ambas Cámaras siempre entendieron que la transición que implicaba graves riesgos 17 Víctor FERNÁNDEZ: Le fusil et l’olivier. L’Espagne franquiste, la Grèce des colonels et les droits de l’Homme en Europe (1949-1977), Tesis doctoral, Universidad Libre de Bruselas, 2013. 18 José MAGONE: “A integraçao europeia…”; Juan Pedro BOVER: “La revolución de los…”. 19 Cabe recordar que en 1970 España y la CEE firmaron un acuerdo económico preferencial con el fin de consolidar y ampliar su comercio. 53 internacionales y geoestratégicos era la portuguesa. La razón, como es obvio, parte del hecho de que Portugal era miembro de la OTAN al mismo tiempo que tenía ministros comunistas y un primer ministro y buena parte del Consejo de la Revolución próximos a estos. Y esto, innegablemente, preocupaba a Occidente. Por el contrario, el poder en España nunca llegó a manos de partidos o grupos procomunistas o tercermundistas; las autoridades siempre afirmaron que su lugar era el bloque occidental: es decir, la CEE y la OTAN. En cuarto lugar, hay que destacar que los partidos y grupos europeos reaccionaron de diferente manera en cada caso, pudiendo decir que se produjo un verdadero intercambio de papeles y argumentos respecto a estas experiencias. Si para la izquierda, Europa debía ser relativamente comprensiva con el proceso revolucionario portugués, pues se daba después de casi cincuenta años de dictadura, para la derecha comunitaria, y cuanto más a la derecha más claro era, lo mismo debía hacer Europa con España. Por el contrario, la izquierda siempre fue muy escéptica ante el proceso reformista español, mientras que la derecha lo fue ante la revolución portuguesa. Sin embargo, esto no quiere decir ni que los socialdemócratas europeos apoyaran el V Gobierno de Gonçalves, en el que ya no participaba el Partido Socialista, ni que los democristianos hicieran lo mismo con Arias Navarro a principios de verano, pues su transigencia tenía límites. Tan solo los comunistas y los conservadores europeos siguieron esta regla casi al pie de la letra. Otro punto divergente, y de gran interés, es el que hace referencia a la capacidad y legitimidad para que estas Asambleas y las organizaciones de las que formaban parte pudieran tratar temas internos ibéricos con mayor o menor facilidad. Tal como se ha podido observar, son continuas las declaraciones de parlamentarios europeos que advierten que no quieren entrometerse en las cuestiones internas lusas, mientras que esto no se da de igual manera en el caso español. Una de las razones que se pueden extraer del análisis de estos debates y resoluciones es que si esto era así era porque España empoderaba continuamente a Europa mientras que Portugal, y especialmente durante el año caliente, era mucho más discreta e, incluso, contradictoria. El hecho de que en España tanto gobierno como oposición siempre tuvieran en Europa puestas sus miras de futuro, 54 el llamado consenso europeísta20, otorgó a este actor comunitario una cantidad muy considerable de legitimidad a la hora de dictar sentencia sobre la situación en España. Sin embargo, en Portugal este consenso no existía, pues la extrema izquierda y buena parte del Ejército eran o tercermundistas o procomunistas, lo cual ponía en una situación más complicada a la Comunidad y al CdE. La situación solo cambió cuando los europeístas – el Partido Socialista, el Partido Popular Democrático y el Centro Democrático Social− ganaron cuota de poder en VI Gobierno, dejando atrás a los comunistas. Para finalizar, hay que destacar un elemento que jugó un papel relevante en ambos casos pero que, por su desigual naturaleza, tuvo una muy diferente respuesta por parte de Europa: la cuestión nacional. Tal como se ha visto, si bien es un tema que necesita un análisis mucho más profundo, estas dos Asambleas apoyaron casi unánimemente y desde el primer momento la descolonización de los territorios portugueses en África. Sin embargo, estas siempre se mostraron contrarias a la posible independencia de Cataluña y País Vasco, apoyando la solución autonómica a esta cuestión ya desde antes de la muerte del general Franco. Lo que se puede extraer de esta postura es que el razonamiento de Europa Occidental en estos momentos era muy diferente en relación con las colonias de ultramar al que tenían hacia los movimientos independentistas europeos. La razón es sencilla: en la década de los setenta el proceso de descolonización era ya un hecho consumado y aceptado por Europa, mientras que los movimientos nacionalistas ganaban fuerza con casos como el de Irlanda del Norte, Flandes, Sicilia o Escocia, preocupando a sus respectivos Estados. Además, simultáneamente, y es un hecho que se debería tener muy presente, las CCEE iniciaban su proceso de regionalización con la creación, por ejemplo, de la Sección de Desarrollo Regional dentro del Comité Económico y Social de la CEE (1972), del importantísimo Fondo Europeo de Desarrollo Regional o del Comité de Política Regional (1975)21. La respuesta europea era clara: en Europa autonomía y regionalización sí, independencia no; deseo que finalmente se cumplió. ¿Casualidad o causalidad? Un apunte más para una nueva agenda de investigación.No 20 solo Ver, entre otros, Juan Carlos PEREIRA y Antonio MORENO: “A Espanha: no…”, pp. 64-66; Maria Elena CAVALLARO: Los orígenes de…, pp. 256-275 y Rafael QUIROSA-CHEYROUZE: “Europeísmo y transición…”, pp. 126 y 127. 21 Mario CACIAGLI : Regiones de Europa: autogobierno, regionalismo, integración europea, Valencia, Tirant lo Blanch, 2006; Argimiro ROJO: “La progresiva regionalización de la Unión Europea”, Revista de Estudios Políticos, 104 (1999), p. 193 y Juan-Cruz ALLI: “Las regiones en la construcción de Europa”, Azpilcueta: cuadernos de derecho, 16 (2001), pp. 29-31. 55 Francia. El papel de Gran Bretaña en las negociaciones de adhesión españolas a la CEE (1978-1982) Jorge Lafuente del Cano Universidad de Valladolid Introducción En el año 2016 se cumple el treinta aniversario de la adhesión española a la Comunidad Económica Europea. Un histórico proceso que de alguna manera cerraba la que se ha venido denominando “Transición exterior”, la entrada de España en los organismos internacionales en los que la ausencia de un sistema democrático le había impedido estar. Ese proceso paralelo a la Transición interior que conseguía así homologar definitivamente al país con sus vecinos del continente europeo. La negociación para la entrada de España en la Comunidad fue larga y difícil y conllevó más esperas, más fatigas y más sufrimiento del esperado. Uno de los protagonistas de aquellos acontecimientos lo recordaba de esta manera: «Nuestra apreciación de 1976 había sido claramente ingenua. Creíamos entonces que las democracias occidentales iban a recibir a la España que llegaba del frío como recibió el Padre al hijo pródigo en la parábola evangélica: con los brazos abiertos y el carnero cebado en la mesa del banquete. Vana creencia. Las democracias occidentales quemaron en 1976 un incienso retórico en alabanza de la joven democracia española, de su joven Rey, de su joven presidente del Gobierno; y ahí quedó la generosidad de nuestros vecinos. La Comunidad internacional es todo menos evangélica. (…) Al brillo de las salutaciones retóricas siguió en 1978 el feo rostro de los intereses nacionales. La Comunidad Europea 57 y la OTAN estaban hechas desde mucho antes; sus miembros se habían repartido las ventajas y los papeles en ellas sin contar con España, y hubo que ganarse a pulso la Transición Exterior…»1. El autor de esas palabras, Leopoldo Calvo-Sotelo, fue el encargado de encabezar el primer equipo negociador español cuando, en febrero de 1978, el presidente Suárez decidió la creación del Ministerio para las Relaciones con las Comunidades Europeas, un organismo administrativo encargado de pilotar la negociación y coordinar la postura de todos los Ministerios españoles. A menudo, no sin razón, se ha resaltado la importancia de Francia como auténtico condicionante del calendario negociador español2. La trascendencia del impacto de la agricultura español en algunas zonas del sur del país vecino y el previsiblemente ajustado resultado electoral en las elecciones presidenciales francesas de 1981 serían uno de los elementos que permitirían explicar ese interés galo por vigilar, condicionar y, en última instancia, ralentizar, la adhesión española al organismo comunitario. Y, de hecho, un somero repaso por los principales hitos de la negociación vendría a confirmarlo: la negociación española fue la primera que contó con dos fases diferentes, una visión de conjunto (“vue d´ensemble”) donde se repasarían de forma bilateral todos los aspectos sectoriales antes de la negociación concreta y el cierre de capítulos; una serie de peticiones de informes (“los tres sabios”) para analizar de forma reiterada el impacto de la entrada de la economía española en el mercado común; el deseo de obviar y retrasar el capítulo agrícola hasta que se acordase una postura comunitaria sobre el nuevo equilibrio de fuerzas tras la primera ampliación de 1973; el discurso del presidente de la República Valery Giscard d´Estaing en junio de 1980 solicitando una pausa en la ya iniciada 1 Leopoldo CALVO-SOTELO: Conferencias: «La Unión Europea se amplía sin precisar su naturaleza», Oviedo, 15 de marzo de 1994, Archivo Leopoldo Calvo-Sotelo (ALCS), Conferencias. 2 Por ejemplo: Alonso ANTONIO: España en el Mercado Común, Madrid, Espasa, 1985; Ramón Luis, ACUÑA: Como los dientes de una sierra (Francia-España de 1975 a 1985), Barcelona, Plaza & Janés, 1986; Vanessa NÚÑEZ PEÑA: Entre la reforma y la ampliación, (1976-1986): las negociaciones hispanocomunitarias en tiempos de transición y "approfondissement", Tesis Doctoral, Universidad Complutense, 2013; Antonio MORENO JUSTE: España y el proceso de construcción europea, Barcelona, Ariel, 1998. 58 negociación española; el nuevo informe solicitado, años después, por su sucesor François Mitterrand… Una alargada sombra que viene a confirmar la importancia fundamental del país vecino en el espinoso camino español hacia la consolidación comunitaria. Esta preeminencia no debe obviar, sin embargo, la importancia de otros países, que tuvieron también relevancia singular en esta historia. Uno de ellos era Gran Bretaña. Gran Bretaña resultaba de especial interés por varios motivos: el primero de ellos que había sido el gran protagonista de la primera ampliación comunitaria, al igual que España lo era de la segunda, de la ampliación del sur3. Ello significaba que el país británico podía servir y, como veremos, servía de referencia a los negociadores españoles, que se encontraron en un principio sin unas referencias claras y que tuvieron que crear prácticamente de cero el equipo y la estrategia negociadora. De igual modo el papel británico era importante por su creciente reivindicación de un nuevo reparto financiero que equilibrase el saldo de los estados miembros4: esta cuestión que no llegó a resolverse hasta 1984 y que recorre todo el camino español de la adhesión suponía una pugna directa con Francia y fue, de hecho, uno de las grandes argumentos galo para tratar de retrasar la entrada española: antes de incluir nuevos miembros, la Comunidad debía resolver la crisis interna de la Comunidad, había que profundizar antes de ampliar. El presupuesto de la CEE estaba condicionado por la PAC, de la que Francia era el mayor beneficiario. Gran Bretaña, en cambio, recibía una cantidad mucho menor, por lo que su saldo era claramente negativo. Esa reivindicación de mejora del presupuesto estuvo en el quicio de la polémica. De forma paralela a la cuestión económica estaba también el reparto de poder en una Comunidad con cada vez más miembros y con diversos planteamientos entre ellos: aquellos países más federalistas, partidarios de ceder soberanía a las instituciones comunitarias y los partidarios de una Europa intergubernamental, como la propia Gran Bretaña, en la que se salvaguardase la integridad de la soberanía de los Parlamentos nacionales. 3 Raimundo BASSOLS: España en Europa. Historia de la adhesión a la CE, 1957-85, Madrid, Política Exterior, 1995, p. 196. 4 Ricardo MARTÍN DE LA GUARDIA, Ricardo y Guillermo PÉREZ SÁNCHEZ (coords.): Historia de la integración europea, Madrid, Ariel estudios europeos, 2001. 59 En esta comunicación vamos a analizar el papel de Gran Bretaña en relación con la negociación española para la adhesión. Se trata de una primera aproximación al tema, en la que resaltaremos la propia perspectiva española sobre la posición británica: cómo se veía la postura de los Gobiernos británicos ante el histórico paso que España deseaba dar. Para ello usaremos la documentación del archivo personal de Leopoldo Calvo-Sotelo, así como del Ministerio de Asuntos Exterios y seguiremos como hilo conductor los viajes que Leopoldo Calvo-Sotelo realizó a Londres donde, además de las intervenciones públicas, se prepararon numerosos informes para analizar la posición del país británico. El objetivo básico es poder comprobar en una primera visión el peso que los propios negociadores españoles otorgaban a un país que podía servir de referencia a España para la negociación, pero que en ciertos aspectos también ofrecía marcadas diferencias. La estrategia bilateral del equipo de la Trinidad Como decíamos más arriba, en febrero de 1978 se creó el Ministerio para las Relaciones con las Comunidades Europeas, encargado de iniciar y llevar a buen puerto la negociación. Leopoldo Calvo-Sotelo, antiguo ministro de Comercio en el primer Gobierno de la Monarquía y de Obras Públicas en el primer Ejecutivo de Adolfo Suárez, fue su primer titular. En torno a su persona creó de cero una estructura administrativa en la que se rodeó de un equipo pequeño pero eficaz de colaboradores. La mayoría de ellos procedían de la administración y eran especialistas en las diversas materias que podían tener un peso fundamental en la negociación, que se abrió oficialmente un año después. Su sede se encontraba en el palacio de la Trinidad término que, desde entonces, sirvió para identificar a los miembros del equipo. En sus primeros pasos se marcó una estrategia bien definida que, en lo ahora nos afecta, establecía una dualidad negociadora: había que mantener una relación continua y fluida con los organismos comunitarios y los representantes de la Comisión, pero también con los nueve países que a la altura de 1978 conformaban el Mercado Común. Conviene no olvidar que eran los países los que iban marcando el ritmo y los temas de la propia negociación. Por ello menos de un mes después de su nombramiento como Míster Europa, como popularmente se conocía en España al ministro para las Relaciones, el 60 propio Leopoldo Calvo-Sotelo comenzó una «gira con calma»5, en sucesivas fases, que le llevó a visitar las capitales de las naciones comunitarias. Todos los viajes mantenían un esquema similar: presentación del equipo negociador español y sus principales líneas de trabajo, explicación de los planteamientos de España en las sucesivas etapas de la relación comunitaria (fresco, dictamen, relaciones bilaterales…), diálogo sobre la posición del país anfitrión con respecto a esas cuestiones y encuentro protocolario con las más altas autoridades del país6. El periplo comprendió Bruselas (7-9 marzo), Copenhague (11-12 mayo), La Haya (16-18 mayo), Luxemburgo (24-25 mayo), París (5-8 junio), Londres (19-21 junio), Roma (23-24 octubre), Bonn (25-26 octubre) y Dublín (28 noviembre). A este itinerario cabe añadir la visita a Bonn el 11 de julio, tras la asunción germana de la presidencia de turno de la CEE y el viaje al Parlamento Europeo, el 9 de septiembre. Tiene interés seguir utilizar los viajes del ministro como herramienta de análisis, no solo porque suponían su primer contacto oficial con las autoridades de los países miembros desde que fue nombrado, sino porque cada visita venía precedida de unos informes y una documentación que resultaban particularmente reveladores. En concreto el caso de Gran Bretaña era singular porque suponía un espejo en el que España podía fijarse a la hora de marcar una estrategia negociadora: En primer lugar, porque se imitó el modo en que se llevó la negociación. Al presidente del Gobierno se le plantearon diversas alternativas para pilotar el proceso de negociación: una Secretaría de Estado dependiente de Exteriores, una Secretaría de Estado dependiente de Comercio, un negociador sin aparato administrativo detrás, un organismo negociador que coordinase la postura de todo el Gobierno español. Finalmente este fue la opción elegida, como sabemos. Parece ser que el ejemplo británico, con el nombramiento de un ministro negociador influyó de alguna manera en la opinión del Adolfo Suárez7. 5 «Al término de su primera jornada en Londres, en lo que el ministro describió como una gira con calma por las capitales de los nueve…». EFE, 21 de junio de 1978. 6 «Me llamó ayer por teléfono el Sr. Ministro para las Relaciones con las Comunidades, Calvo Sotelo, que me habló de su programa de viaje a los países comunitarios con el propósito de saludar particularmente a los jefes de Gobierno y conversar con los ministros encargados de los diversos temas que en esta negociación nos interesan». Carta del embajador en Italia al ministro de Asuntos Exteriores. Roma, 5 de mayo de 1978. Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores (AMAE), 14582. 7 Leopoldo CALVO-SOTELO: Memoria viva de la transición, Barcelona, Plaza & Janés, 1990, p. 145. 61 En segundo porque en una de las tareas que el nuevo equipo negociador se planteó, explicar a los españoles las razones (el cómo, cuándo y dónde) de la adhesión española a la Comunidad, el ejemplo británico (Britain for Europe) fue una orientación a tener en cuenta8. En tercero porque la cuestión del calendario, del cuándo se podría llevar a cabo la entrada española resultaba importante. Y de nuevo aquí el ejemplo que servía era la primera ampliación, capitaneada por los británicos. El equipo de la Trinidad había sido llamado a una tarea histórica, pero era necesario mantener la calma y una actitud realista para no frustrar las esperanzas del pueblo español. Así finalizaba uno de los borradores que planteaban las grandes líneas de acción estratégicas: «es preciso infundir a todas las actuaciones un contenido realista y pragmático que evite la generación de expectativas desorbitadas y encuadre nuestra adhesión a las Comunidades en lo que debe ser: una ilusión por integrarse en un conjunto de naciones democráticas para colaborar en la tarea de hacer un mundo más habitable, tarea que no es sencilla, con riesgo de vacilaciones y retrocesos pero que no es posible realizar dentro del marco necesariamente estrecho y reducido de una nación»9. Era evidente que la negociación debía tener en perspectiva un final ya que, como era previsible, una eventual tardanza podía generar incomprensión y rechazo. Por eso se quiso adoptar una postura realista10, guiándose por la única experiencia anterior que había tenido la Comunidad: la ampliación de 1973, la adhesión de Gran Bretaña, Irlanda y Dinamarca. Algunas circunstancias habían cambiado, otras eran muy diferentes (el veto político al anterior régimen español no era equiparable al que impuso el general de Gaulle a Inglaterra11) y, sin embargo, la cronología de la primera ampliación era el único precedente objetivo. Resulta por ello significativo que en ese primer periplo por las 8 Jorge LAFUENTE DEL CANO: “El Plan del Gobierno Suárez para presentar Europa a los españoles (1978-1980)”, Investigaciones Históricas, 34 (2014), pp. 265-285. 9 Nota sobre posibles actividades del Ministerio en los próximos meses, mayo 1978. ALCS, Relaciones con la CEE, Caja 51, exp. 10. 10 Así lo confirman, por ejemplo, Daniel de Busturia (Entrevista, 25 de octubre de 2011), José Luis Martínez (Entrevista, 8 de marzo de 2011) o Raimundo Bassols (Entrevista, 14 de diciembre de 2011). 11 Juan Pablo FUSI: «Europa y la España de Franco» en Josep FONTANA y Ramón VILLARES (dir..): Historia de España, Historia de España vol 11: España en Europa, Madrid, Crítica/Marcial Pons, 2008, p. 112. 62 capitales comunitarias, Calvo-Sotelo repitiera machaconamente la idea de que tenía que cumplirse sin retrasos el calendario previsto para España. De ahí también que varias delegaciones del equipo de la Trinidad acudiesen a Gran Bretaña y a los otros países de la primera ampliación para recoger su experiencia y sus consejos de cara a la negociación y el calendario de entrada. En el archivo de Leopoldo Calvo-Sotelo se encuentran diversos documentos que refuerzan esta idea, y que muestran un detallado análisis del desarrollo de la primera ampliación comunitaria, así como de los primeros pasos de la segunda (con los progresos respectivos de Grecia y Portugal)12. El primer contacto oficial Un mes antes del viaje de Calvo-Sotelo a Londres, la posición británica era analizada de este modo por el Embajador español13: «Excmo. Señor: El pasado día 11 tuvo lugar en la Cámara de los Lores un debate sobre la ampliación de las Comunidades Europeas en base al informe preparado por una comisión de dicha Cámara el pasado mes de abril, que remití en su día a V.E. Adjunto a V.E. dos ejemplares de las actas que contienen dicho debate parlamentario. El debate se desarrolló a lo largo de unas líneas semejantes a las seguidas en la Cámara de los Comunes el pasado 2 de mayo, cuyas actas parlamentarias remití a V.E. como anejo al despacho no. 805. Los nobles lores mostraron incluso menos reticencias respecto a la ampliación de las que aparecieron en el debate de los Comunes, significándose masivamente a favor del ingreso de Grecia, España y Portugal en la CEE en base de las consideraciones fundamentalmente políticas, aunque sin descuidar por ello los distintos problemas que se plantearían a las Comunidades en los campos económicos, social y regional. Los diversos oradores que intervinieron, entre los que destacó la intervención de Lord Soames, que hacía su primer discurso ante la Cámara y que aportaba su experiencia como diplomático y antiguo miembro de la Comisión de Bruselas, se refirieron a cuestiones políticas, económicas y sociales en función de los intereses británicos en presencia. Cabe destacar en este punto la preocupación mostrada por las dificultades con que se enfrentarían ciertos sectores de la producción industrial de este país, en especial la industria textil, la de calzados, la siderurgia y la construcción naval. En el contexto de las dificultades políticas a resolver, algunos oradores se refirieron , en términos moderados, al tema de Gibraltar. Al final del debate, el portavoz del Gobierno 12 Notas personales, ALCS, Congreso, Caja 5/sin nº . Carta del embajador en Reino Unido al ministro de Asuntos Exteriores. Londres, 15 de mayo de 1978;. AMAE, 14582. 13 63 en la Cámara de los Lores para Asuntos del Foreign Office, Lord Goronwy-Roberts, insistió en el carácter dominante de las consideraciones políticas a la hora de adoptar una postura sobre la ampliación de las Comunidades. El Gobierno de Su Majestad, dijo, está a favor de la ampliación de la CEE, a doce miembros; de tal forma que si la negociación con Grecia llega a feliz término en fecha relativamente temprana, debería adoptarse al término de dicha negociación un compromiso favorable a la entrada de los otros dos candidatos. “El Gobierno considera que tiene que haber un claro entendimiento en la Comunidad de que lo que estamos procurando es establecer una Comunidad de doce”, añadió. Lord Goronwy-Roberts se refirió a las diversas cuestiones técnicas planteadas durante el debate pero, contrariamente a lo sucedido en la Cámara de los Comunes, no hizo ninguna alusión al tema de Gibraltar. Dios guarde a V.E. muchos años. El Embajador de España Luis Guillermo de Perinat, Marqués de Perinat». Con esta perspectiva en mente, entre el 19 y el 21 de junio el ministro negociador español realizó su primera visita a Londres. A pesar de no poder encontrarse, como en viajes precedentes, con el jefe de Gobierno, Calvo-Sotelo mantuvo una apretada agenda con diversos sectores de la vida política del país, según el programa original14: LUNES 19 DE JUNIO MARTES 20 DE JUNIO MIÉRCOLES 21 DE JUNIO 20, 40h.: 9h: 9h: Llegada a Londres. Entrevista con Mr Dell, Reunión en la oficina Encuentro con Mr. Secretario de Estado de central del Partido Fullerton, Jefe del Comercio Conservador con el Muy Departamento de Europa Honorable John Davies, Suroccidental del Foreign Ministro de Asuntos Office Exteriores en la oposición; Mr. Douglas Hurd, Portavoz conservador para 14 Programa de la visita del Excmo. Sr. Ministro para las Relaciones con las Comunidades Europeas, D. Leopoldo Calvo-Sotelo a Londres, 19-21 de junio de 1978. ALCS, Relaciones con la CEE, Caja 70, exp. 1. 64 asuntos europeos y Lady Elles, Jefe de la Oficina Internacional del Partido 10.30h: 10,30h: Audiencia en la Embajada Entrevista con el Muy a un grupo de la Directiva Honorable Roy Hattersley, de la Cámara Oficial de Secretario de Estado para Comercio Precios y Consumo 11h: 11,15h: Audiencia en la Entrevista con el Muy Cancillería de la Embajada Honorable Joel Barnett, a un grupo de Chief Secretary del representantes de la Departamento del Tesoro emigración española en Londres 11,30h: Entrevista en el Foreign Office con Mr. Judd, Ministro de Estado 13h: Almuerzo ofrecido por Mr. Judd 15h: Entrevista con el Dr. Owen, Secretario de Estado para Asuntos Exteriores 17h: 65 Entrevista con el Muy Honorable Edward Bishop, Ministro de Estado en el Ministerio de Agricultura 18.30h: Reunión informal con los corresponsales españoles acreditados en Londres 20h: Cena en la Embajada En las entrevistas los dirigentes británicos se mostraron receptivos con los principales puntos de la posición española: un calendario razonable de entrada en la Comunidad, que no se distanciase de manera significativa de Grecia y que supusiese la aprobación del preceptivo informe comunitario (el Dictamen) en 1978; el estudio de la colaboración en las acciones anticipadas que preveía el otro informe que ya había aprobado la Comunidad (El fresco), con especial atención a un eventual reequilibrio de la PAC; la propuesta española para la renovación del Acuerdo de 1970 y, en fin, la necesidad de que las instituciones se adaptasen a los Estados y no ocurriese al revés. Consideraron, no obstante, que durante el proceso surgirían de manera inevitable complicaciones técnicas15. El apoyo británico resultaba apreciable y parecía encaminarse en la dirección deseada por España. Exceptuando el contencioso de Gibraltar no existían problemas bilaterales de relieve. Resulta por ello interesante reproducir parcialmente uno de los discursos de Calvo-Sotelo durante su viaje, en el que hizo un alegato de amistad y de unión entre ambos países, que tenían más puntos de unión de lo que aparentemente 15 Nota: «Resumen de las conversaciones mantenidas por el ministro Calvo Sotelo durante su visita oficial a Londres». 22 de junio de 1978. ALCS, Relaciones con la CEE, Caja 70/Exp. 1. 66 pusiese parecer. La primera de las conexiones iba más allá de un simple juego de palabras: «Inglaterra es diferente. Dice el slogan turístico que Spain is different. En realidad también lo es Inglaterra, y en mayor medida respecto del Continente. Esta distinción nos empareja»16. Evidentemente, en ocasiones podía unir más una misma concepción social y política que una simple identificación económica —que a decir verdad no existía a gran escala entre las islas y España—. Claro que la España que se decía different para atraer el turismo, era ya otra y quería abandonar esa diferencia, esa singularidad para ser uno más entre los países miembros de la Comunidad. La diferencia británica, su singularidad respecto del continente era, al contrario, conocida y fomentada en el propio país… Otra similitud relacionada también con la diferencia, era que Gran Bretaña no había estado presente entre los países fundadores de la Comunidad. En un principio porque no quiso unirse, y más tarde porque se lo impidieron los vetos de un de Gaulle que no se fiaba de las intenciones británicas al solicitar el ingreso. Gran Bretaña, por tanto, había tenido que pasar por un proceso de negociación que podía servir de referencia a España, una España que no dejaba aún de asombrarse de cómo detrás de la retórica que había prometido una rápida inclusión en los foros internacionales tras la democratización, se escondía una dura pugna en defensa de los intereses nacionales ya creados. Inglaterra y España, además, «se han proyectado más allá de sus fronteras en tiempos y con modos distintos. Sus vínculos extraeuropeos son una aportación a la Comunidad. Inglaterra y España son naciones antiguas, estados con muchos siglos de Historia, personalidades fuertes. Su incorporación a la Comunidad, su camino hacia la Unión Europea, tienen para los dos países una significación profunda»17. No obstante, con el foco puesto en la Comunidad, existían claras diferencias entre ambos países en torno al concepto de Europa, su alcance, sus límites y su trasfondo político. España, que había vivido un aislamiento exterior muy largo, culminado de forma especialmente notoria en los últimos cuarenta años, afrontaba con ilusión —señaló 16 «Palabras del brindis del Señor Ministro en Londres», 19 de junio de 1978. ALCS, Relaciones con la CEE, Caja 70/ Exp. 1. 17 «Palabras del brindis…», loc. cit. 67 nuestro protagonista— la adhesión a la Comunidad. Esa ilusión podía suponer un cierto candor, una idealización del espíritu europeo lejos de la plasmación real, institucional: Bruselas y su burocracia. Pero España estaba dispuesta a ser algo ingenua con el objetivo final de volver a encontrar su sitio en Europa. Inglaterra, por el contrario, no comprendía buena parte de la liturgia comunitaria ni veía con agrado la mención de un Gobierno a nivel europeo, pues una visión pesimista y pragmática guiaba su paso por la Comunidad18. España, afirmó el político español, respetaba la postura británica y se alegraba, además, de que la ausencia de problemas bilaterales pudiese significar un apoyo británico de cara a la adhesión. Pertenecer al mismo club significaría en realidad una alianza y una posible coordinación de visiones y políticas que redundasen en beneficios para ambas naciones. El viaje a Gran Bretaña, al igual que el de las otras capitales europeas, había concluido de manera satisfactoria, especialmente por el deseo del ministro de expresar las prioridades españolas: entre ellas, de manera fundamental, la necesidad de que no se retrasase el calendario de España; también el acuerdo español con los principios fundamentales del mencionado Fresco –que significaban un paso irreversible hacia la entrada española- y la necesidad española de adecuar el Acuerdo del 70 solo y siempre que se considerase a España como un país en vías de ser miembro y que se le ofreciesen compensaciones industriales por las rebajas agrícolas. El balance del embajador español en Reino Unido puso de manifiesto que había resultado positivo y útil19. 18 Más adelante, en otro documento se añadía esta interesante explicación de las diferentes visiones comunitarias de ambas naciones: «La razón de los diferentes puntos de vista es, a mi juicio, clara y explicable. Buena parte del pueblo británico se resiste a abandonar una de las más antiguas, eficaces y estables instituciones políticas del mundo, para sustituirla por lo que muchos ingleses calificarían como “the rule of foreign technocrats”, o las utopías de los visionarios de Bruselas. En suma, por una fantasía más de “esos extraños pueblos continentales” cuyas tradiciones políticas, formas de ser, no aparecen como “reliable” para el hombre de las Islas Británicas. El tradicional pragmatismo y sentido político británico que en nada se refleja con tanta fidelidad como en su admirable constitución política o, mejor dicho, en la no existencia de una constitución propiamente dicha, induce necesariamente al inglés a mirar con recelo el racionalismo de los políticos continentales, su afán por reducir a reglas escritas las complejas categorías de la vida de un país y, en general, el afán unificador, intervencionista, idealista en exceso, de la concepción continental de la vida política (…) En contraposición a las descritas reacciones británicas, cabe señalar cómo para España la Comunidad supone la consolidación de nuestras recién creadas instituciones democráticas, faltas de tradición y arraigo, la afirmación de nuestra presencia en el continente, del que estamos ausentes, a diferencia de los ingleses, desde hace dos siglos, la estabilización definitiva de los tradicionales movimientos pendulares de la historia reciente española…». «Algunas ideas que pueden ser utilizadas en el brindis durante el viaje a Londres». ALCS, Relaciones con la CEE, Caja 70, exp. 1. 19 Carta del embajador en Reino Unido al ministro de Asuntos Exteriores. Londres, 26 de junio de 1978; AMAE, 14582. 68 Menos de un mes después de la llegada de Calvo-Sotelo, el 17 de julio, Matías Rodríguez Inciarte, número 2 del Ministerio, viajó de nuevo a la capital inglesa para reunirse con representantes del Foreign Office y del antiguo equipo negociador y conocer así de primera mano la experiencia británica en el proceso de entrada el Mercado Común20. Tras la apertura de las negociaciones Un año después del primer viaje de Míster Europa a Londres se iba a producir la segunda visita. Por entonces España había visto la apertura oficial de las negociaciones con la Comunidad, el 5 de febrero de 1979. Sin embargo los meses posteriores fueron de una extremada lentitud, en la que el deseo español de avanzar rápidamente en el estudio de los primeros temas de la negociación se veía frenado por Francia, que deseaba retrasarlo hasta después del verano. En esta situación, en septiembre de ese año, Leopoldo Calvo-Sotelo decidió dar un impulso a las relaciones bilaterales con los países miembros, convocando por segunda vez a todos los embajadores españoles en países de la Comunidad21. La intervención de Leopoldo Calvo-Sotelo fue incisiva: realizó un análisis de la situación española, tanto en la acción interior como en la exterior, del estado real de las negociaciones, así como —con la ayuda de los embajadores— de la postura de los países miembros en ese momento clave. Planificó una especie de programa, planteó las prioridades y señaló unos peligros que se iban a demostrar reales. Este era el estado de la cuestión al abordar el que iba a ser su último año al frente de la Trinidad22. El ministro comenzó analizando las dos vertientes de la relación con la CEE. En primer lugar la interior. Esta había venido marcada por la decisión tomada por el primer Gobierno democrático tras su elección: al solicitar la adhesión, se había señalado una línea clara en la política exterior española, una línea que contaba con el respaldo 20 Carta del embajador español en Reino Unido al ministro de Asuntos Exteriores. Londres, 20 de julio de 1978. AMAE, 14582. 21 Calvo-Sotelo había propuesto verbalmente la celebración de la reunión a Marcelino Oreja, que la oficializó por carta el 16 de julio, acordándose poner fecha después del verano. Carta de Marcelino Oreja a Leopoldo Calvo-Sotelo, 16 de julio de 1979. Carta de Leopoldo Calvo-Sotelo a Marcelino Oreja, 30 de julio de 1979. ALCS, Relaciones con la CEE, Caja 58, exp. 1. 22 Informe para el Excmo. Sr. Ministro: «Reunión Embajadores en Bruselas». Madrid, 17 de septiembre de 1979. ALCS, Relaciones con la CEE. Caja 71, exp. 6. 69 generalizado de las fuerzas políticas. Con el tiempo, sin embargo, habían llegado a aparecer dudas y escepticismos. En la cuestión social, por ejemplo, se apreciaba un respaldo claro de los sindicatos y un apoyo más matizado de los empresarios, que temían el ritmo de entrada y las consecuencias de la crisis económica. En segundo lugar, la vertiente externa. Tras la petición de adhesión en julio de 1977 se había producido un retraso debido a la a la ausencia de un interlocutor español y a la necesidad de que la Comisión elaborase el dictamen. Sin embargo se había retomado un camino de normalidad y a juicio del ministro, la Comunidad quería acabar pronto la negociación, antes de 1981. En este punto, era necesario conocer la posición de los países comunitarios con los que España estaba negociando. Aunque todos eran importantes porque debían ratificar la entrada, tenían peso diferente y se podían dividir en dos grupos: el de los cinco pequeños y el de los cuatro grandes. Entre los grandes el ministro situaba a Gran Bretaña, que aún tardaría un tiempo en considerarse plenamente un país miembro del Mercado Común y que sostenía en esos momentos un conflicto presupuestario (“no sin razón”) con la Comunidad, al solicitar una compensación por su gran aportación económica y su escaso beneficio de la política agrícola común23. Desde su nombramiento, Calvo-Sotelo venía mostrando interés por mantener un fluido contactos con los países miembros del Mercado Común. Quería mantenerles informados sobre la realidad española y, a la vez, buscar apoyos en aquellas cuestiones que pudiesen encontrar reticencias comunitarias. Con la negociación abierta, además, eran la clave de la entrada de España. Por ello en esta primera etapa de 1979 Leopoldo realizó algunos viajes. En realidad se podría decir que los viajes del ministro en 1979 constituían un complemento al periplo que había llevado a cabo durante 1978: visitó al nuevo Gobierno británico; viajó por vez primera a la capital del país que acababa de firmar su entrada en la Comunidad, Grecia; acudió a París en el momento en que ese país ocupaba la presencia del Consejo de Ministros e hizo lo propio con la inauguración de la 23 El representante en Londres aseguró que Gran Bretaña era un apoyo seguro para España y que deseaba acelerar nuestra ampliación. Los británicos consideraban que una Comunidad de doce sería menos europea y estaría más diluida. 70 presidencia irlandesa. Así pues repitió en buena medida el esquema que había presentado en anteriores viajes. Por su parte, el viaje a Londres, inmediatamente después del griego, el 18 y 19 de julio, sirvió al ministro español para mostrar al nuevo Gobierno británico, presidido por Margaret Thatcher, algunos aspectos de la relación de España y la Comunidad, así como los siguientes pasos en la negociación para la adhesión española24. En una apretada agenda, sostuvo diversos encuentros que se resumen a continuación25: MIÉRCOLES 18 JULIO JUEVES 19 JULIO 11h: 12h: Entrevista con Lord Carrington, Entrevista con Peter Shore, Ministro Secretario del Foreign Office de Negocios Extranjeros en la oposición 11.30h: 13h: Entrevista con Sir Ian Gilmore, Lord Almuerzo en la Embajada del Sello Privado 14,45h: Entrevista con Peter Walker, Ministro de Agricultura 24 Carta de Leopoldo Calvo-Sotelo a John Nott, ministro de Estado para el Tesoro. Madrid, 20 de julio de 1979. ALCS, Relaciones con la CEE, Caja 70, exp. 5. 25 Nota Sr. Ministro: «Programa viaje a Londres». Madrid, 6 de julio de 1979. ALCS, Relaciones con la CEE, Caja 70, exp. 5. 71 16.30 h. Entrevista con John Nott, Ministro de Comercio Cena ofrecida por el Lord del Sello Privado A tenor de los informes que el ministro para las Relaciones recibió para preparar estos encuentros, uno de los temas que preocupaban al equipo negociador y que se pusieron sobre la mesa fue la cuestión de Gibraltar. Uno de ellos partía de una cuestión poco probable, pero que en su momento podría resultar perjudicial para los intereses españoles26: la exigencia del Parlamento británico de la apertura de la verja antes de la adhesión española a la Comunidad, alegando la política comunitaria de libre circulación de personas, capitales y mercancías. Por ello en el informe se defendía que las autoridades españoles debían diferenciar de manera clara la cuestión política y de soberanía sobre Gibraltar de la aceptación del acervo comunitario que, de forma ineludible, España debía incorporar cuando se completase el proceso de adhesión. Para ello se ponía como ejemplo el propio litigio que el Reino Unido mantenía con la República de Irlanda por los condados del norte y que, de forma evidente, no había impedido su integración plena en el Mercado Común. En cualquier caso el autor del informe defendía que si España debía cambiar su política sobre la verja en absoluto se vería obligada a renunciar a la reclamación de la soberanía del peñón. En este mismo sentido aparecía otra cuestión paralela: la OTAN. A pesar de que en el informe no se especifica la relación que España podría tener con el organismo, plena adhesión o algún tipo de acuerdo, se consideraba que una cierta vinculación con la Alianza podía significar una presión añadida sobre Gran Bretaña para entablar negociaciones con España sobre la soberanía de la colonia. 26 Nota para el Sr. Ministro de Asuntos Exteriores: Vinculación entre el contencioso hispano-británico sobre Gibraltar y la adhesión de España a la CEE., Madrid, 26 de junio de 1979. ALCS, Relaciones con la CEE, Caja 70, exp. 5. Como se ve, este informe concreto en realidad estaba dirigido al Ministro de Asuntos Exteriores, pero llegó a manos del equipo del Ministerio para las Relaciones con las Comunidades Europeas. 72 A pesar de la preocupación por el largo contencioso sobre la isla que aún enfrentaba a ambos países, el resultado del viaje y de las relaciones bilaterales en torno a la cuestión comunitaria era buena si nos atenemos a las conclusiones del embajador español en Reino Unido. Perinat, que había acompañado a Calvo-Sotelo en todos los encuentros, consideraba que había quedado evidenciado…: «durante toda la visita y a lo largo de los contactos, la buena disposición del nuevo Gobierno británico a nuestro acceso a las Comunidades Europeas y su interés por buscar solución a corto plazo a los problemas bilaterales de orden técnico que existen en dicho campo»27. Un último esfuerzo El análisis del último encuentro bilateral entre España y Gran Bretaña nos obliga a dar un salto cronológico hasta enero de 1982. Desde mediados de 1979 habían ocurrido muchas cosas tanto en la política nacional como en las negociaciones de adhesión. En este último aspecto, una cuestión fundamental vino a torcer el ritmo de las negociaciones españolas: el discurso del presidente Giscard, en junio de 1980, pidiendo una pausa en las negociaciones de adhesión, hasta que estuviesen resueltos los problemas internos de la Comunidad. Los meses posteriores estuvieron dedicados a tratar de saltar ese veto y continuar las sesiones de negociación. El papel de Gran Bretaña es indirecto, pero fundamental: su exigencia de cambios en el presupuesto comunitario fue una de las alegaciones del presidente francés. Sin embargo, el análisis español de la coyuntura y del papel británico queda para una segunda aproximación al tema de esta ponencia. Con respecto a la política interior, y al efecto que nos interesa, el negociador español se había convertido en presidente de Gobierno tras la dimisión de Adolfo Suárez. El presidente Calvo-Sotelo tuvo que enfrentarse a muchos retos al llegar al poder, el primero de ellos hacer frente a las consecuencias del golpe de Estado del 23-F, pero a pesar de todo mantuvo su interés por las cuestiones europeas de manera clara. Por un lado diseñó un nuevo formato de la estructura negociadora, eliminando el Ministerio para las Relaciones con las Comunidades Europeas y traspasado sus competencias a una 27 Carta del embajador de España ante el Reino Unido al ministro de Asuntos Exteriores. Londres, 24 de julio de 1979. AMAE, 16570. 73 Secretaría de Estado dentro del Ministerio de Asuntos Exteriores; las personas a cargo de la negociación eran, además, de su plena confianza: el ministro Pérez-Llorca y el secretario de Estado Raimundo Bassols. Por otro lado, fue el primer presidente que creó una Comisión Delegada para Asuntos Exteriores, presidida por él mismo, en la que se trataron de forma directa las negociaciones con la Comunidad28. A la altura de enero de 1982, con la difícil situación interna de la UCD, el Gobierno era consciente de encontrarse ante las últimas oportunidades de cerrar la negociación en el plazo más breve posible, después de diversos retrasos provocados por la convulsa vida interna comunitaria. Es en este contexto en el que el presidente del Gobierno, Leopoldo Calvo-Sotelo, viajó a la capital británica. El 8 de enero tuvo un encuentro al más alto nivel con la primera ministra, Margaret Thatcher29. El asunto más destacado en su viaje fue la reapertura de la valla de Gibraltar, si bien también estuvo presente el acceso de España a la CEE: «He hecho ver a la señora Thatcher las dificultades crecientes con que me encuentro para explicar a la opinión pública española el retraso de las negociaciones hispanocomunitarias y la necesidad urgente de que la Comunidad, fiel al espíritu del Tratado de Roma, haga honor a sus obligaciones y a sus responsabilidades respecto a España. La primera ministra me ha confirmado la comprensión y el respaldo activo de nuestras posiciones por parte británica»30. En una nota que preparaba el encuentro con Thatcher se señalaba cómo aparentemente el Gobierno británico había realzado el enfoque europeísta de su política exterior en los últimos meses —había ocupado la presidencia comunitaria entre julio y diciembre de 1981—, con especial empeño en la cooperación política de los diez miembros en política exterior… si bien aún mantenía problemas pendientes, como la contribución al presupuesto, del que había obtenido una considerable rebaja, pero aún 28 «Actividades, textos, documento», Ministerio de Asuntos Exteriores. Oficina de Información Diplomática. Madrid, 1981. 29 Nota: «Borrador Programa Bruselas-Londres». ALCS, Viajes, Caja 16, exp. 1. 30 «Londres acepta las exigencias de Madrid para abrir la verja». ABC, 9 de enero de 1982, p. 5. En el archivo del presidente se conserva una serie de preguntas y respuesta que pudieran surgir en la rueda de prensa. La gran mayoría de ellas se dedicaban a Gibraltar. La única que se centraba en el Mercado Común, señalaba la posibilidad de entrar en 1984, si bien España no quería ser «prisionera de ningún calendario». Notas para viaje a Londres, enero 1982. ALCS, Viajes, Caja 16, exp. 2. 74 esperaba una solución duradera y no provisional. El Consejo de Londres, en fin, no había podido obtener una declaración similar a la del Parlamento Europeo, que señalaba la fecha de 1984 como la de la entrada española en la CEE31. Con todo, el jefe de gabinete del presidente del Gobierno consideraba que se había dado una buena relación con el Reino Unido, pero que Calvo-Sotelo tenía la sensación de que los británicos no serían determinantes para cambiar el rumbo de la negociación española32. Conclusiones La negociación para la adhesión de España a la Comunidad supuso un esfuerzo y una tarea en la que se vieron involucradas varias generaciones de políticos y diplomáticos españoles. Algo que sin duda se explica por su importancia económica, política, geográfica y cultural. El primer equipo negociador tuvo que poner en marcha los mecanismos administrativos y estratégicos necesarios para llevar a buen puerto la negociación. Uno de ellos era el estudio y el contacto permanente con los países que entonces formaban parte de la Comunidad Europea. A pesar del preponderante papel que ocupaba Francia, y que justifica la preeminencia en los documentos del equipo de la Trinidad, otros países tuvieron también su importancia en la negociación. Gran Bretaña era un país diferente en el seno del Mercado Común y siempre gustó de hacer visible esa singularidad. Para los negociadores españoles el país británico supuso una guía a la hora de establecer la negociación, de modo fundamental en la cuestión del calendario de la propia negociación. Tras analizar algunos viajes de los negociadores españoles a Londres, así como la documentación creada al efecto hemos podido obtener en esta primera aproximación algunas ideas. La primera de ellas es una cierta simpatía de los británicos a la causa española, condicionada por una idea de fondo: los ingleses, siempre recelosos del federalismo, consideraban que una Comunidad cada vez más numerosa haría difícil esa necesaria asimilación y pérdida de soberanía. El Mercado 31 Nota: «Visita del Presidente del Gobierno al Reino Unido. Enero 1982. Política Exterior del Reino Unido». ALCS, Viajes, Caja 16/ Exp. 2. 32 Entrevista con Eugenio Galdón. Madrid, 15 de diciembre de 2011. 75 Común más ampliado, en ese sentido, sería cada vez más un mercado y menos una unión política. Al equipo negociador español, más federalista por instinto, no le interesaba ofrecer una opinión sobre el modelo de construcción europea. Era un país candidato y por lo tanto no debía opinar: quería unirse a la Europa que había. Posteriormente, con la plena adhesión podría entonces ofrecer su particular visión en igualdad de opiniones con los otros países miembros. Junto con esta idea emerge a continuación otra: Gran Bretaña no iba a dar la batalla por España. El país británico estaba ya embarcado en la batalla del cambio de presupuesto comunitaria y era su prioridad. Las concesiones retóricas en favor de la adhesión si bien tenían una base cierto no iban a suponer una consecución práctica, una acción diplomática y política en favor del cumplimiento del calendario original de adhesión española a la Comunidad. El impacto de la petición del cheque hizo, en cualquier caso, que se tuviese muy presente la realidad británica para poder continuar la estrategia de negociación con el objetivo de poder finalizarla lo más pronto posible. 76 El discurso socialista ante los procesos de integración en la Comunidad Económica Europea y en la Alianza Atlántica (1976-1986)* Ferran Martínez Lliso Universidad Complutense de Madrid Introducción Mientras que el proceso de adhesión a la Comunidad Económica Europea (CEE) se convirtió en uno de los signos distintivos de la transición democrática española y en uno de los factores integradores de la opinión pública y de la clase política del país, el proceso de incorporación a la Alianza Atlántica fue uno de los acontecimientos más polémicos de la misma. La presente comunicación tiene por objeto analizar la evolución ideológica que en torno a tan decisivos procesos experimentó el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), estudiando su discurso, indagando en las causas que marcaron su evolución y planteando la relevancia de los estereotipos en la articulación del mismo. Para ello se atenderá, en primer lugar, a la percepción y posicionamiento que hacia tales organizaciones adquirió el partido durante el franquismo para, finalmente, poder analizar de forma separada la evolución del discurso socialista ante el desarrollo de ambos * Este trabajo se inscribe en la labor del Grupo de Investigación de la Comunidad de Madrid (941072) sobre Historia de las Relaciones Internacionales (GHistRI, https://www.ucm.es/ghistri/el-grupo) y se ha realizado gracias a la financiación del Ministerio de Economía y Competitividad (HAR2014-53618-P). 77 procesos de integración durante la transición exterior. Es por esto último por lo que el marco cronológico establecido ha sido aquel que abarca desde 1976, año en el que se celebra el primer congreso del PSOE en España tras la restauración democrática, hasta 1986, lapso en el que se hace efectiva la entrada del país en la CEE y en el que se reafirma su presencia en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) tras la celebración del referéndum sobre la permanencia en mencionado organismo. Las fechas límites escogidas son, además, habitualmente utilizadas por diversos especialistas para definir la periodización de la transición exterior de España que, como bien es sabido, sigue un ritmo diferente al cambio político interior.1 La información recogida en el principal órgano de expresión del partido -El Socialistaasí como sus diferentes intervenciones en el Parlamento, sus sucesivos programas electorales y sus resoluciones congresuales, constituirán la base documental de esta investigación. La percepción y posicionamiento socialista en torno a la CEE y la OTAN durante el franquismo Tanto la dictadura franquista como su oposición hicieron del ingreso en la CEE una cuestión de primer orden: la primera, porque veía en la adhesión europea un rentabilísimo instrumento con el que evitar el aislamiento y perpetuar el régimen; la segunda, porque lo concebía como el medio con el que acabar con el régimen de Franco y con el que alcanzar la democratización del país. No obstante, es necesario recordar que dicho organismo no superó hasta la década de los noventa, con la firma del Tratado de Maastricht, su fase técnica y económica. Por consiguiente, la influencia que las instituciones comunitarias pudieron llegar a ejercer en pro del cambio político en España fue más conceptual que práctica o directa; esto es, no eran acciones concretas las que podían interferir en los cambios, sino conceptos como 1 Véase, por ejemplo: Encarnación LEMUS LÓPEZ y Juan Carlos PEREIRA CASTAÑARES: “Transición y política exterior”, en Juan Carlos PEREIRA CASTAÑARES: La política exterior de España: de 1800 hasta hoy, Barcelona, Ariel, 2010, pp. 659-685. 78 Europa, europeísmo o europeización.2 Por lo tanto, para comprender la percepción socialista sobre el ingreso en la CEE durante el franquismo hace falta considerar previamente la imagen que se tenía sobre Europa.3 A este respecto, cabría señalar, en primer lugar, la reducción geográfica que se hacía del concepto Europa, que se limitaba a un espacio homogéneo formado por unos cinco Estados -Portugal, Francia, Italia, Gran Bretaña y Alemania esencialmente- con los que España había mantenido tradicionalmente más intensas relaciones y que representaban en su conjunto los ideales de democracia, libertad y bienestar. En consecuencia, la europeización de España significaba la transformación del país en un Estado moderno, próspero y estable social, económica y políticamente. El ingreso en la CEE, pues, se identificaba con la “entrada” en Europa, es decir, con el medio necesario para solucionar el “problema de España”4 y por lo tanto, la meta ineludible y primera a alcanzar cuando las circunstancias políticas -la vuelta a la democracia- lo permitieran. Los socialistas tenían la esperanza de que el aislamiento internacional al que se vio sometido el régimen franquista desde el final de la Segunda Guerra Mundial acabara desencadenando el final de este y pudiera iniciarse así la democratización del país, principio, por otro lado, irrenunciable para el ingreso en la CEE. Sin embargo, la firma del Concordato con la Santa Sede y los acuerdos con Estados Unidos en 1953 supusieron el desbloqueo de tal situación. Ante la ruptura del aislamiento internacional del régimen, el Partido Socialista redujo su actividad política casi al mínimo, viéndose incapaz de emprender un proceso de cambio hasta que muriera Franco. Pese a ello, el afán europeísta del PSOE se mantuvo invariable ya que, tal como afirmara Indalecio Prieto, “España algún día querría entrar en Europa; en consecuencia, necesitaría ser una democracia y hallaría en el PSOE el más firme defensor de esta”.5 De ahí que los grandes esfuerzos 2 Vanessa NÚÑEZ PEÑA: Entre la reforma y la ampliación (1976-1986). Las negociaciones hispanocomunitarias en tiempos de transición y aprprofondissement, Tesis Doctoral, Universidad Complutense de Madrid, 2013, pp. 39-46. 3 Acerca de las diferentes percepciones que, sobre Europa, se tenían por parte de España desde el final de la Segunda Guerra Mundial: Juan Carlos PEREIRA CASTAÑARES y Antonio MORENO JUSTE: “España ante el proceso de integración europea desde una perspectiva histórica: panorama historiográfico y líneas de investigación”, Studia historica. Historia contemporánea, 9 (1991), pp. 129-152. 4 Entendido en términos orteguianos: “España es el problema, Europa la solución”. José ORTEGA Y GASSET: “La pedagogía social como programa político”, en José ORTEGA Y GASSET: Obras Completas, Madrid, Revista de Occidente, vol. I, 1966, pp. 503-521. 5 Tomado de: Richard GILLESPIE: Historia del Partido Socialista Obrero Español, Madrid, Alianza Editorial, 1991, p. 132. 79 socialistas durante el franquismo en materia internacional se centraran en alcanzar la mayor representatividad posible dentro de los grandes lobbies europeístas, tratando de evitar que las instituciones comunitarias concedieran el definitivo apoyo a Franco e intentando que los ejes del proceso de integración europea se articularan en torno al federalismo y al socialismo. En este sentido, es especialmente destacable la reunión del Movimiento Europeo Internacional de 1962 -bautizada peyorativamente por el régimen como Contubernio de Múnich-, en la que 118 delegados españoles de diversas tendencias de la oposición pidieron a la CEE que no admitiera a una España antidemocrática en su seno. Esta posición -ineludiblemente europeísta y acrítica-, que mantuvo el PSOE desde 1945 de la mano de su secretario general, Rodolfo Llopis, se fue debilitando en la década de los setenta en favor de la actitud de la facción renovada del partido,6 mucho más combativa en asuntos internacionales. Tanto es así que la agrupación del interior, si bien no dejaba de reconocer en la CEE un ventajoso instrumento de presión en pro del cambio político en España, veía en ella una organización de marcado carácter capitalista que había avanzado muy poco hacia una Europa federal y socialista: “El PSOE afirma su apoyo a la construcción de una Europa unida, rechazando que esta unidad pueda fundamentarse sobre instituciones políticas y económicas al servicio del capitalismo internacional. Declara su voluntad de participar en la democratización de las instituciones europeas, liberándolas del dominio del capital y orientándolas en beneficio de los intereses legítimos de los trabajadores.”7 De esta forma, el PSOE, durante los últimos años de la dictadura, adoptó una actitud un tanto contradictoria, que osciló entre su apuesta por el ingreso en la CEE y su posición marcadamente anticapitalista. Con la llegada de la democracia, se vería obligado a ir 6 Como es bien sabido, el PSOE se dividiría durante los setenta en dos facciones: la encabezada desde el exterior por Rodolfo Llopis y la liderada por un grupo de militantes provenientes del interior. El triunfo de las tesis de estos últimos, que propugnaban la renovación del partido, acabó provocando la ruptura del partido, surgiendo: el PSOE Histórico, dirigido por Llopis; y el PSOE Renovado, que contó con una dirección colegiada formada por Nicolás Redondo, Pablo Castellano y Felipe González, entre otros. 7 PSOE: Resoluciones del XXVI Congreso, Suresnes, 1974, p. 3. 80 modificando progresivamente su discurso para hacerlo más coherente con su línea política operativa. Por su parte, la posición de la formación socialista en torno a la OTAN sería mucho más cambiante que la mantenida en relación a la CEE. En un principio, y con el objetivo de lograr el apoyo occidental -que aún se creía que podría acabar con el régimen-, el PSOE se definió inequívocamente con aquel, alejándose de toda retórica neutralista.8 De hecho, el discurso del partido presentaba a Franco como el único obstáculo, no solo en la integración de España en un futuro Mercado Común, sino también en la OTAN, así como a que el país recibiera asistencia económica de Estados Unidos -Plan Marshall-. Tanto es así que a veces la lógica de su estrategia llevaba a los socialistas a posar como si fueran unos aliados anticomunistas y unos garantes de la estabilidad más fiables que el propio Franco.9 Así se pronunciaba Indalecio Prieto en torno a la naciente organización intergubernamental: “[El PSOE] Amante de la independencia de todas las naciones, viendo en peligro a los pueblos de Europa por la acción absorbente del imperialismo ruso, que para quebrantar esa independencia utiliza como instrumento a los partidos comunistas, realizará cuantos esfuerzos estén a su alcance para incorporar a España a la unión de Europa Occidental. […] Lógicamente, procede incorporar España al Pacto del Atlántico. Lo exige su situación geográfica y lo aconseja la comunidad de ideales pacifistas. Además, será su único medio para salvarse”.10 No obstante, la actitud socialista en torno a la organización cambió radicalmente de signo a partir de 1953, año en el que se firmaron los executive agreements con Estados Unidos. Y es que el acercamiento norteamericano a Franco supondría, a la postre, un elemento decisivo en la perpetuación del régimen y un escollo insalvable para la oposición antifranquista. Por esta razón, y pese a que el régimen nunca consiguió incorporar al país a la Alianza -debido al persistente rechazo de algunos de sus Estados 8 Andrés SABORIT: “El Pacto Atlántico: un instrumento de defensa”, El Socialista, 5459 (1949), pp. 1-2. Richard GILLESPIE: Historia del Partido Socialista…, p. 129. 10 El Socialista, 5447 (1949), pp. 1 y 3. 9 81 miembros-, la percepción que desde entonces establecería el partido sobre la OTAN se vincularía indefectiblemente a la imagen granjeada por Estados Unidos durante la dictadura. Si bien es cierto que en los encuentros históricos entre España y Estados Unidos han prevalecido los períodos de conflicto, la firma de los Pactos de Madrid de 1953 constituyó, muy probablemente, el acontecimiento decisivo en la imagen que en adelante adquiriría el país norteamericano, incrementándose considerablemente el antiamericanismo -y, por ende, el antiatlantismo- entre la opinión pública española.11 Así, mientras que en el resto de Europa Occidental se veía a los norteamericanos como los protagonistas de la liberación del yugo nazi-fascista, del restablecimiento de las libertades democráticas y de la reconstrucción económica del Continente, los socialistas españoles consideraban a los estadounidenses los principales responsables de la continuación del régimen franquista. Asimismo, el respaldo ofrecido por dicho país a las dictaduras latinoamericanas reforzó su consideración imperialista y antidemocrática. Es por ello por lo que, pocos años más tarde, el propio Indalecio Prieto calificara a la OTAN como una “peligrosa alianza militar”.12 La postura antiatlantista se acrecentó aún más si cabe tras la derrota de la facción llopista, más pro-occidental y anticomunista que la renovada, marxista y objetora de la política de bloques, que ya en el congreso celebrado en Suresnes se declaraba “hostil a todo imperialismo, poder hegemónico y división del mundo en zonas de influencia, así como a la existencia de bloques militares”.13 La OTAN se convertía así en la versión militarista del imperialismo yanqui. En resumen, la posición que heredaría el PSOE en torno al ingreso en la CEE y en la OTAN a comienzos de la Transición fue absolutamente disímil: mientras que la incorporación al Mercado Común sería calificada de prioritaria debido a su invariable identificación con Europa, ese espacio homogéneo de indudable capacidad democratizadora, la adhesión a la OTAN se rechazaría categóricamente por ser 11 Acerca del antiamericanismo en España: Alessandro SEREGNI: El antiamericanismo español, Barcelona, Síntesis, 2007. 12 Indalecio PRIETO: “Con sopa de letras: ingestión y vómitos”, en Indalecio PRIETO: Convulsiones de España, México, Ediciones Oasis, vol. II, 1968, pp. 193-197. 13 PSOE: Resoluciones del XXVI Congreso…, p. 3. 82 considerado un mero instrumento en manos del imperialismo norteamericano, principal responsable de la perpetuación del régimen franquista. El discurso socialista ante la integración en la CEE El inicio de la transición hacia un régimen democrático apenas variaría el ambivalente discurso que el PSOE, durante los últimos años de dictadura, mantuvo en torno al ingreso en la CEE. La adhesión al Mercado Común, por tanto, se continuó definiendo como el paso necesario en la escalada hacia la democracia, debido a su instintiva asociación con el concepto de Europa, calificado como “el cuadro esencial e irrenunciable para encontrar una respuesta a las aspiraciones de nuestros pueblos”.14 Sin embargo, la naturaleza de las instituciones comunitarias, cada vez más dispuestas a priorizar la liberalización de los capitales y las inversiones financieras, chocaba frontalmente con el espíritu anticapitalista del partido y su concepción de lo que debía ser la CEE: “Tenemos una visión de Europa que nada tiene que ver con la Europa de los grandes monopolios, de las grandes compañías multinacionales y bajo el imperio de los americanos. Nuestro objetivo, en la relación con los países europeos, se encaminaría a la construcción de una Europa Política, al servicio de los intereses de la clase trabajadora y como factor de ruptura de la política mundial de reparto en bloques de influencia.”15 Pese a ello, en ningún momento se planteó la posibilidad de no iniciar el proceso de incorporación a la CEE -como sí ocurrió en otros países del Sur de Europa-16, dada la percepción existente en el conjunto de la sociedad española de una cierta inevitabilidad de Europa. De hecho, la crítica socialista hacia el modelo comunitario nunca fue especialmente destacable, intuyéndose un cierto encubrimiento, e incluso exculpación, de la vertiente económica adoptada por sus países miembros, a quienes se les definía, no 14 PSOE: Conferencia de los Partidos Socialistas del Sur de Europa, Madrid, 1976, p. 9. El Socialista, 31 (1975), p. 5. 16 Véase: Berta ÁLVAREZ-MIRANDA: El sur de Europa y la adhesión a la Comunidad. Los debates políticos, Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas/Siglo XXI de España Editores, 1996. 15 83 tanto como países capitalistas sino como “sociedades industriales de tipo europeo”, “conjunto de democracias europeas” o, en todo caso, “países fiscalizados por el intervencionismo norteamericano”. Es más, la intención de asumir el proceso como una cuestión de Estado, en el que no primaran los intereses partidistas ni electoralistas sino una posición consensuada entre todas las fuerzas políticas, limitó todavía más el debate parlamentario sobre las posibles desventajas de la incorporación, más allá de las dificultades relacionadas con el proceso negociador.17 De este modo, y salvo honrosas excepciones,18 cuestiones como los riesgos derivados del ingreso en una organización supranacional -que no intergubernamental- o la conformación de una doble realidad en el Continente -Norte-Sur- que pudiese abocar a la periferialización de los países europeos del Mediterráneo, apenas fueron abordadas por el conjunto de formaciones del arco político español. Todo ello, sin embargo, no fue óbice para que el partido, que se enfrentaba por primera vez desde 1936 a la posibilidad de convertirse en una alternativa de Gobierno, desarrollara un discurso más coherente, que le permitiera equilibrar su rechazo al capitalismo y su voluntad de ingresar en la CEE. En un primer momento se apostó por transformar la “Europa de los mercaderes”, “de las multinacionales”, en la “Europa de los pueblos”, “de los trabajadores”. Esto es, el PSOE, gracias a sus excelentes relaciones con otros partidos socialistas europeos, se presentaba como el adalid de la construcción de una Europa política y socialista que fuera capaz de mantener una completa autonomía respecto a los bloques de poder y a los poderes económicos, así como de extender los principios de democracia, libertad y derechos humanos a todos los pueblos oprimidos por el imperialismo: “La construcción de esta Europa política unida por la confluencia decisiva de los partidos socialistas y socialdemócratas será no solo una garantía en contra del reparto del mundo en bloques de influencia, sino también un puente de comunicación de extraordinaria importancia para todos los países del tercer mundo, para todos los movimientos de liberación, para los países que se aproximen a la construcción de una 17 Sobre el discurso negociador del PSOE, tratado tangencialmente en la presente investigación: Vanessa NÚÑEZ PEÑAS: Entre la reforma y… 18 Manuel MARÍN: DSCD, 21 (27 de junio de 1979), pp. 1075-1079. 84 sociedad socialista; en definitiva, será una alternativa a la dominación del mundo por los dos bloques”.19 Las resoluciones del Congreso Extraordinario de 1979, pese a que en ellas se abandonaba el marxismo como ideología oficial, apenas modificaron la estructura discursiva del partido, que continuó apostando por “actuar de modo unitario para la consecución de una sociedad socialista europea de los pueblos y de los trabajadores, poniendo coto a la expansión del capital multinacional y defendiendo los intereses de la clase obrera”.20 Consiguientemente, la máxima enunciada por François Mitterrand, “L’Europe sera socialiste ou ne sera pas”, se convertiría en la apuesta discursiva de los socialistas españoles, incluso tras el primer ejercicio de moderación experimentado por el partido durante el período democrático. El XXIX Congreso, celebrado en octubre de 1981, reafirmó los principios propugnados por el partido en materia de política internacional. De hecho, las referencias al ingreso en la CEE reprodujeron, casi en idénticos términos, lo resuelto dos años atrás: “En la Europa Comunitaria los socialistas españoles propugnaremos el fortalecimiento, desarrollo y mayor democratización de sus instituciones así como la cohesión de las fuerzas socialistas que constituyen el principal grupo político de la CEE, trabajando así de un modo unitario para la consecución de una sociedad europea inspirada en el socialismo democrático de los pueblos y los trabajadores, poniendo coto a la expansión del capital multinacional, y al intervencionismo norteamericano y defendiendo los intereses de la clase trabajadora.”21 Es significativo, sin embargo, la sustitución de “clase obrera”, empleado en 1979, por “clase trabajadora”, utilizado en 1981. Y es que cabe tener en cuenta que el XXIX Congreso se celebró en un contexto interno complicado -descomposición interna de UCD, el fallido golpe de Estado del 23-F, el caso del aceite de colza, la polémica del ingreso en 19 El Socialista, 58 (1976), p. 2. PSOE: Resoluciones del Congreso Extraordinario, Madrid, 1979, sección “POLÍTICA”, p. bis 2. 21 El subrayado es mío. PSOE: Resoluciones del XXIX Congreso, Madrid, 1981, p. 32. 20 85 la OTAN, etc.-, que evidenció la necesidad de convocar unas nuevas elecciones generales. Ante ello, el Partido Socialista tomaría conciencia de la importancia de establecer una nueva estrategia que le permitiera conseguir que un espectro de población mucho mayor se sintiera identificado con su programa. Por esta razón, las alusiones al marxismo o a cuestiones de índole anticapitalista desaparecieron definitivamente de las resoluciones y programas de un partido que ya se erigía como plenamente socialdemócrata. Si bien, como decimos, estos cambios no afectaron en exceso a los ideales mantenidos en política internacional, sí supusieron el inicio de un lento pero progresivo proceso de moderación que, ya desde entonces, comenzó a afectar a determinados aspectos de su política internacional, tales como el rechazo al capitalismo o la crítica a la socialdemocracia, definida no muchos años atrás como “mera correctora de los aspectos más brutales del capitalismo”.22 La moderación ideológica fue un factor decisivo en la abrumadora victoria obtenida en las elecciones generales de 1982. A su vez, esta victoria supondría un excelente ejercicio de realismo político para el partido, determinando la definitiva transformación de su discurso en torno a la incorporación al Mercado Común, que pasaría de sus iniciales ambigüedades anticapitalistas a un discurso mucho más moderado, centrado en la inexcusable aplicación de medidas de ajuste para la consecución de la modernización y homologación internacional de España. Así, el idealizado discurso que hacía depositar en el PSOE las esperanzas para la transformación de la Europa de los mercaderes en la Europa socialista fue desapareciendo y se fue imponiendo otro en el que la CEE aparecía como una oportunidad única para la indispensable modernización económica del país: “El gran reto que tenemos los españoles con el Mercado Común es la modernización de nuestra España. Y yo le diría más, independientemente de que entremos en la Comunidad o no, España deberá realizar un enorme esfuerzo para modernizar su aparato productivo.”23 En este sentido, el triunfo en el seno del Gobierno y del partido de las tesis más economicistas, defendidas por Miguel Boyer, Carlos Solchaga y Felipe González,24 acabaron por hacer desvanecer toda posibilidad de emprendimiento de una política 22 PSOE: Resoluciones del XXVII Congreso, Madrid, 1976, p. 4. Manuel MARÍN: Diario de Sesiones del Congreso de los Diputados (DSCD en adelante), 18 (18 de abril de 1983), p. 643. 24 Victoria PREGO: Presidentes: veinticinco años de historia narrada por los cuatro jefes de Gobierno de la democracia, Barcelona, Plaza & Janés Editores, 2001, pp. 185-191. 23 86 intervencionista y expansiva que cuestionara, no ya la CEE, sino el libre mercado. En definitiva, el discurso socialista de los setenta, que se oponía a todo imperialismo económico, fue sustituido en los ochenta por otro mucho más cercano a la tradición liberal: “El Estado, expandiéndose indefinidamente, ni produce una mutación aceptable de la sociedad, ni genera más riqueza, ni organiza mejor la producción o el consumo, ni amplía la libertad […] la izquierda ha vuelto a apreciar los mecanismos del mercado con correcciones, como los más eficaces”.25 Observamos, por tanto, que el Partido Socialista se convirtió, a partir de su entrada al Gobierno, en un firme defensor del modelo de economía mixta, justificando su evolución hacia una política económica más moderada como un esfuerzo que el conjunto de la sociedad española debía aceptar como paso previo a la incorporación al Mercado Común, última fase en la consolidación económica y política del país: “En este ejercicio de moderación, esencialmente económica, la idea de Europa y de la CEE fueron utilizadas para suavizar el cambio: la opción europeísta de España y su voluntad de integrarse y pertenecer, como miembro pleno, a la CEE, a las Comunidades, porque esta opción no está carente de significado político general, ya que, aunque vayan prosperando en las Comunidades los elementos exclusivamente económicos y se haya perdido notablemente el impulso creador de un nuevo espacio político integrado […], es evidente que la integración en el sistema de la Comunidad Económica Europea significa varias cosas de alcance político importante, por ejemplo, la opción por un sistema económico que podría definirse como un sistema de mercado, corregido eventualmente por un sector público, en los países donde lo haya, y lo que se ha llamado hasta ahora el sistema del Estado de “bienestar”. Pero, en todo caso, esta opción elimina la utopía de ciertas formas de estructuración económico-social.”26 25 26 Entrevista a Miguel Boyer en: El País, 14 de octubre de 1984. Fernando MORÁN: DSCD, 64 (7 de maro de 1985), p. 19. 87 Finalmente, tras la firma del Acta de adhesión a las Comunidades Europeas en junio de 1985, los socialistas redundaron en un discurso que describía el ansiado ingreso como el punto final de un difícil reto que el Partido Socialista había conseguido superar gracias al esfuerzo de la sociedad española, que había entendido que su Gobierno aplicara dolorosas pero necesarias medidas de ajuste económico que, por fin, permitieron al país superar su retraso y aislamiento internacional, homologándose así con el resto de los Estados europeos y ofreciéndole la posibilidad de alcanzar sus mismas cotas de modernidad, libertad, bienestar y democracia. En palabras de Felipe González: “Para nuestra realidad económica y social supone sin duda un desafío de modernidad, que exige un cambio de mentalidad y de estructuras. Será un esfuerzo de adaptación aún mayor que el hecho por los países fundadores de la Europa comunitaria, porque nos sumamos con retraso a un proceso ya en marcha. Tengo confianza, sin embargo, en que a ese desafío va a responder claramente nuestra sociedad. Con el esfuerzo de todos y la ilusión de un pueblo dinámico y joven podemos afrontar el reto de la modernización económica, social y tecnológica que nos permitirá cruzar con confianza y paso firme el umbral de la próxima centuria. […] “Yo creo que la política general del Gobierno socialista, esa política que nosotros definimos como el cambio y que el pueblo español comprendió y asumió como el cambio, está metiendo a España en la modernidad. Está homologando a nuestra sociedad con las del entorno europeo. El cambio, señoras y señores diputados, está metiendo a España en Europa.”27 El discurso socialista ante la integración en la OTAN Desde el comienzo de la Transición el PSOE exteriorizó su rechazo a un posible ingreso en la Alianza Atlántica. De hecho, el discurso socialista en torno a la integración en la OTAN también experimentó una gran continuidad respecto al mantenido en los últimos años del régimen franquista. En este caso, su posición antiimperialista, neutralista 27 Felipe GONZÁLEZ: Intervención del presidente del Gobierno en la firma del Acta de adhesión de España a las Comunidades Europeas, Madrid, 12 de junio de 1985. Recuperado de internet (http://www.europa.clio-online.de/site/lang__en/ItemID__19/mid__11373/40208215/default.aspx) 88 y de vertiente tercermundista, sí mostraba cierta coherencia argumentativa con su posición en torno a una futura adhesión: “Una España democrática estará en condiciones de marcar su independencia frente a los bloques militares (OTAN y Pacto de Varsovia) que se reparten las zonas de influencia en el mundo, y de adoptar progresivamente una política de neutralidad activa en cuanto contribuya a la causa del socialismo.”28 Sin embargo, la cuestión atlántica nunca llegó a alcanzar especial protagonismo en los órganos públicos deliberantes -Congreso de los Diputados y Senado- hasta 1981-1982, debido al pacto tácito existente entre las distintas fuerzas políticas, consistente en no hacer ningún movimiento significativo fuera de las líneas maestras del Estado en materia internacional -ingreso en el Mercado Común y universalización de las relaciones diplomáticas-.29 Consiguientemente, las manifestaciones socialistas durante la segunda mitad de los setenta en torno a dicha cuestión fueron escasas, al menos si se comparan con la abundancia de declaraciones esgrimidas en los siguientes años. Pese a ello, el PSOE ya empezó durante este período a articular un discurso de rechazo al ingreso que acabaría por completar a comienzos de los ochenta: 1.- Reavivamiento de la tensión internacional: Partiendo de la errónea premisa de que la Guerra Fría había acabado en 1975 con la firma de los Acuerdos de Helsinki,30 los socialistas consideraban que el ingreso de España en la OTAN supondría la ruptura del equilibrio existente entre los bloques. 2.- Limitación de soberanía: El PSOE argumentaba que las condiciones y obligaciones que se impondrían al país durante el proceso negociador supondrían una evidente cesión de soberanía nacional e independencia a múltiples niveles. Desde el punto de vista militar, y en un análisis reduccionista, el Ejército español se convertiría en “una mera 28 PSOE: Resoluciones del XXVII Congreso, Madrid, 1976, p. 7. En la literatura especializada se ha producido un cierto debate sobre si existió o no un consenso político en política exterior durante la Transición. Un breve resumen acerca de las diferentes posiciones mantenidas puede encontrarse en: Charles POWELL: “Cambio de régimen y política exterior: España, 1975-1989”, en Javier TUSELL, Juan AVILÉS y Rosa PARDO (eds.): La política exterior de España en el siglo XX, Universidad Nacional de Educación a Distancia/Biblioteca Nueva, 2000, pp. 413-455, esp. pp. 419-422. 30 PSOE: Resoluciones del XXVIII Congreso, Madrid, 1979, sección “SECTORIAL”, p. 5. 29 89 prolongación, en un peón de brega, del Ejército de los Estados Unidos”.31 Desde el punto de vista económico, y teniendo en cuenta que para los socialistas la OTAN no era más que “una superestructura militar implantada por los americanos para garantizar la supervivencia del sistema capitalista”,32 el ingreso “se traduciría en un crecimiento de su comercio [de Estados Unidos] hacia nosotros y en mayor penetración de sus inversiones. En suma, un aumento de su colonialismo económico en nuestro país.”33 3.- Ruptura de la tradicional política de neutralidad: El Partido Socialista, confundiendo el histórico aislamiento internacional del país con una pretendida tradición neutralista, argüía que la incorporación a la organización militar pondría fin a una política practicada “desde hace ya siglo y medio”.34 Además, en este sentido, se señalaba que el ingreso se tendría que hacer forzando la voluntad de una parte importante del pueblo, planteándose ya “un eventual referéndum sobre el tema”.35 4.- Percepción de riesgos y necesidades de seguridad distintas: Los socialistas consideraban que “las alianzas militares solo tienen lógica entre países que corran el riesgo de ser atacados por terceros, y no creemos que este sea nuestro caso, situados al SO de Europa, respecto a otros países situados en la frontera de los dos bloques”.36 Consecuentemente, se aducía que la Alianza Atlántica, lejos de ofrecer mayor seguridad al país, le convertía en posible objetivo estratégico. 5.- Inconexión entre la CEE y la OTAN: Para el PSOE, el proceso de incorporación a la CEE no implicaba “en modo alguno la integración en un bloque militar, bien sea a través de la OTAN o mediante un convenio con EEUU”.37 Consiguientemente, el discurso socialista en torno a la OTAN durante los primeros años de Transición se caracterizó por el rechazo a la política de bloques, al sistema capitalista y a la política estadounidense, fruto de un análisis centrado en las 31 El Socialista, 57 (1976), p. 4. Ibid., pp. 4-5. 33 José Miguel BUENO: “Objetivo del Gobierno: España, en la OTAN”, El Socialista, 50 (1978), p. 3. 34 PSOE: Resoluciones del XXVIII Congreso, Madrid, 1979, sección “SECTORIAL”, p. 3. 35 Luis YÁÑEZ-BARNUEVO: DSCD, 10 (20 de septiembre de 1977), p. 260. Dicha cuestión también será planteada en: PSOE: Programa electoral de 1977, Madrid, 1977, p. 26; y PSOE: Resoluciones del XXVIII Congreso, Madrid, 1979, sección “SECTORIAL”, p. 4. 36 Ibid., p. 4. 37 El Socialista, 57 (1976), p. 4. 32 90 consecuencias negativas del ingreso que, si bien no estaba exento de cierta idealización y errores conceptuales, intentaba ser coherente con su ideología. En líneas generales, el PSOE mantuvo su planteamiento antiotanista cuando, en febrero de 1981, el sucesor de Adolfo Suárez en la presidencia del Gobierno, Leopoldo Calvo-Sotelo, anunciara ante el Congreso su intención de iniciar los procedimientos para incorporar a España a la Alianza Atlántica. Se inició, a partir de entonces, un apasionado debate en el que el Partido Socialista, bajo el ambiguo lema “OTAN, de entrada, no”, lideró la oposición al ingreso. Su discurso se articuló en torno a los siguientes ejes: 1.- Desequilibrio entre los bloques de poder: Los socialistas continuaron asegurando que la adhesión supondría una escalada de la desestabilización mundial. El fin de la “coexistencia pacífica”, sin embargo, obligó al partido a eliminar de su discurso la premisa de que la Guerra Fría había acabado. 2.- Pérdida de autonomía: La entrada en la Alianza Atlántica se siguió asociando con el aumento de la dependencia del país respecto a Estados Unidos. Así, por ejemplo, aprovechando el contexto europeo de crisis por la instalación de los euromisiles, se incidió en que la satelización de España haría imposible mantener su condición de territorio desnuclearizado.38 Además, valiéndose de otra situación de conflicto, en este caso la Guerra de las Malvinas, se intentó demostrar que el ingreso disminuiría la autonomía de la política española en el Mediterráneo, el Próximo Oriente y Latinoamérica.39 Por el contrario, el elemento de crítica anticapitalista, frecuentemente utilizado años atrás, desapareció de su discurso como consecuencia del abandono de la dialéctica marxista, al que ya aludimos con anterioridad. 3.- Pérdida de la neutralidad: El PSOE siguió considerando que España contaba con una “tradición centenaria de neutralidad cuyo espíritu hay que respetar”, 40 creyendo que la incorporación a la OTAN le integraría en una política de bloques militares a los que seguía oponiéndose. 38 Felipe GONZÁLEZ: DSCD, 145 (20 de febrero de 1981), pp. 9244-9245. PSOE: “50 preguntas sobre la OTAN (octubre de 1981)”, en Celestino del ARENAL y Francisco ALDECOA: España y la OTAN: Textos y Documentos, Madrid, Editorial Tecnos, 1986, pp. 314-330. 40 PSOE: Resoluciones del XXIX Congreso, Madrid, 1981, p. 29. 39 91 4.- Disparidad de criterios estratégicos: El partido hizo hincapié en que la entrada no repercutía en un incremento de la seguridad ya que la organización militar no compartía los mismos intereses defensivos. El hecho de que no se asegurara ni la cobertura de Ceuta y Melilla ni la recuperación de Gibraltar reforzaban tal argumentación.41 5.- Independencia entre Europa y la OTAN: Ante la presentación por parte de las fuerzas proatlantistas de Europa-Occidente-OTAN como una tríada indisoluble que justificaba la conexión de España con el mundo atlántico, el PSOE remarcaba que “la democracia, el pluralismo y la vocación europea no tienen nada que ver con la concepción atlántica y menos con la pertenencia o no a pactos militares concretos”. 42 Además, se subrayaba que no todos los países europeos eran miembros de la OTAN y que el ingreso en la misma no era una condición ineludible para la incorporación de España al Mercado Común. Por último, se intentaba desposeer a la Alianza de cualquier capacidad democratizadora recordando la histórica presencia en su seno de regímenes autoritarios casos griego, portugués y turco-. 6.- Crítica al Gobierno: El debate sobre la OTAN fue, en gran medida, una batalla de política interior. Y es que dada la proximidad de unas nuevas elecciones, el PSOE hizo del rechazo a la integración uno de los elementos fundamentales de su estrategia para debilitar al Gobierno ucedista y atraer una mayor cantidad de votos.43 Por esta razón, los socialistas recriminaron continuamente al Ejecutivo que hubiese planteado la adhesión de manera tan precipitada e irreflexiva.44 7.- Exigencia de un referéndum: Aunque la necesidad de celebrar un plebiscito en torno a la OTAN ya se había planteado anteriormente, durante los años 1981-1982 adquirió un cariz propio. Conscientes del gran respaldo que ante dicha cuestión tenían por parte de la opinión pública, el Partido Socialista reivindicó mucho más vehementemente la convocatoria de un referéndum sobre la Alianza Atlántica, que plantearían en términos de “OTAN, de salida, sí”.45 41 Véase, por ejemplo: Felipe GONZÁLEZ: DSCD, 41 (6 de octubre de 1981), pp. 1851-1854 y 1864-1867. Felipe GONZÁLEZ: DSCD, 193 (29 de octubre de 1981), p. 11448. 43 Tanto es así que, según la calculadora mente de Alfonso Guerra, aquello le podría valer unos dos millones de votos. Richard GILLESPIE: Historia del Partido Socialista…, p. 427. 44 Gregorio PECES-BARBA: DSCD, 191 (27 de octubre de 1981), p. 11297. 45 Felipe GONZÁLEZ, DSCD, 42 (7 de octubre de 1981), p. 1943. 42 92 Pese a la oposición mostrada por el PSOE y otras fuerzas de izquierda, el ingreso en la OTAN acabó siendo aprobado por mayoría simple tanto en el Congreso como en el Senado, oficializándose su incorporación el 30 de mayo de 1982. Aún así, el PSOE siguió haciendo de la cuestión atlantista uno de sus principales puntos de crítica al Gobierno, contrayendo con la ciudadanía dos compromisos durante la campaña electoral de 1982: la congelación de las negociaciones para la integración en la estructura militar de la organización y la celebración de un referéndum en el que fuera la ciudadanía quien decidiera acerca de su presencia en la OTAN.46 Observamos, por tanto, que, pese a que seguramente muchos ciudadanos votaran al PSOE creyendo que este iba a sacar a España de la Alianza,47 el Partido Socialista no se comprometió en ningún momento de la campaña a su salida.48 Es por ello por lo que, desde su entrada al Gobierno en 1982, y hasta finales de 1984, el nuevo Ejecutivo socialista adoptó una supuesta estrategia política de confusión consistente en la alternancia de declaraciones y actos a favor y en contra de la permanencia de España en la OTAN: la ambigüedad calculada.49 Sin embargo, desde nuestra perspectiva, no se trataba de una estrategia planificada y calculada sino más bien de una maniobra política necesaria, consecuencia del desconocimiento del equipo de Gobierno de cuestiones de seguridad internacional50 y de la diversidad opiniones dentro del partido y del propio Ejecutivo. De esta forma, mientras que diversos ministros apoyaban las declaraciones favorables a la salida de España de la Alianza que días antes había realizado Alfonso Guerra en un periódico madrileño,51 otros como Miguel Boyer y Narcís Serra se mostraban partidarios de la permanencia. Consiguientemente, podemos afirmar que la inexperiencia en este campo de la política y la pluralidad de corrientes de opinión impidieron la elaboración de un discurso definido y unificado, lo que no nos 46 PSOE: Programa electoral de 1982, Madrid, 1982, pp. 46-47. Ángel VIÑAS: “Spain and NATO: internal debate and external challenges”, en Johnatan CHIPMAN (ed.): NATOS’s southern allies: internal and external challenges, Londres, Routledge, 1988, pp. 140-194, esp. p. 162. 48 La principal razón quizás quepa encontrarla en que ya entonces algunos socialistas podrían reconocer a nivel interno lo “traumático” que resultaría la salida una vez habiendo ingresado. Entrevista a Felipe González en: El Socialista, 159 (1980), pp. 42-45. 49 Así es como muchos analistas -y socialistas- definieron esta supuesta estrategia política. Véase las declaraciones de Alfonso Guerra en: El País, 3 de marzo de 1986. 50 Entrevista del Grupo de Historia de las Relaciones Internacionales (GHistRI) a Ángel Viñas, 22 de mayo de 2011. 51 El País, 17 y 20 de julio de 1983. 47 93 permitiría hablar de ambigüedad calculada sino de ambigüedad obligada. La posición oficial del Gobierno y del partido, por tanto, entró en una especie de fase de estancamiento en la que los socialistas intentaron manifestar su opinión en la menor medida posible, limitándose a asegurar el cumplimiento del referéndum. Pese a ello, acciones puntuales como la muestra de solidaridad de González con el Gobierno alemán en mayo de 1983 por la instalación en su territorio de misiles norteamericanos de alcance intermedio -Pershing II y Cruise-, se presentaron como antesala del cambio de posición que el Ejecutivo socialista oficializó a finales de 1984: primero, en el debate sobre el estado de la Nación celebrado en octubre de 1984, en el que el Gobierno presentó su “decálogo de paz y seguridad”, donde se encontraba la apuesta del Gobierno por la permanencia en la Alianza Atlántica;52 y después, en el XXX Congreso del partido, celebrado en diciembre del mismo año, en el que el equipo de Gobierno propuso ante los militantes la necesidad de defender la permanencia en la OTAN en un futuro referéndum.53 De este modo, se ponía fin a una etapa de indefinición y se iniciaba otra en la que tanto el partido como el Ejecutivo unirían sus fuerzas en la difícil misión de persuadir a la opinión pública de que la permanencia era la mejor opción, cuando pocos años antes le habían convencido de lo contrario. El nuevo discurso argumental del partido, que abarcó, como muy irónicamente señalara Marcelino Aguirre, “desde las supuestas ventajas tecnológicas hasta la llegada del Pato Donald”,54 puede estructurarse del siguiente modo: 1.- Mantenimiento del equilibrio entre los bloques de poder: Se advirtió que la salida de la OTAN rompería el status quo establecido, con la consiguiente vulneración y desestabilización del bloque occidental.55 2.- Incremento de la presencia internacional: Se admitió que la presencia de España en la Alianza Atlántica no había supuesto ninguna merma de su soberanía, rectificando el 52 Sobre el “decálogo de paz y seguridad”: Felipe GONZÁLEZ: DSCD, 157 (23 de octubre de 1984), pp. 7069-7070. 53 La propuesta, sometida a votación, fue aceptada con 412 votos a favor, 126 en contra y 40 abstenciones. Fernando MORÁN: España en su sitio, Barcelona, Plaza & Janés, pp. 384-385. 54 Mariano AGUIRRE: “España: seguridad, defensa y la OTAN”, Revista de Estudios Internacionales, 1 (1986), pp. 47-56, esp. p. 50. 55 El Socialista, Extra XXX Congreso (1984), p. 3. 94 cuestionamiento que a este respecto habían hecho años atrás.56 Es más, se sostuvo que la incorporación en la organización había repercutido positivamente en la consecución de mayor prestigio internacional y que su salida impediría la promoción socialista de una política de desnuclearización y desarme y deterioraría el comercio exterior y el desarrollo tecnológico del país.57 3.- Crítica a la política de neutralidad: La tendencia neutralista anteriormente defendida se calificaba ahora de “costosa y poco realista”, advirtiéndose además que la aplicación de la misma imposibilitaría la pertenencia a la CEE.58 4.- Linkage CEE-OTAN-Europa: El PSOE comenzó a recordar cada vez con más insistencia la presencia europea en la organización atlántica, permitiéndole argüir que la permanencia se trataba de un “esfuerzo europeo” que había que realizar “para que la pertenencia de España a Europa sea una realidad plena en todas sus dimensiones”.59 Además, este acto de “solidaridad”,60 contribuiría al fortalecimiento de la paz y al reforzamiento del pilar europeo de la Alianza Atlántica, el cual, finalmente, se erigiría como un tercer bloque en el panorama internacional: “el bloque europeo de la paz”.61 Asimismo, la anteriormente denostada relación entre la CEE y la OTAN fue progresivamente incorporada en el argumentario socialista, especialmente tras la salida del Ministerio de Asuntos Exteriores de Fernando Morán.62 Las declaraciones del nuevo ministro, Francisco Fernández Ordóñez, en las que aseguraba que si ganaba el ‘no’ “el Mercado Común europeo habrá acabado para nosotros”,63 es una buena muestra de ello. 5.- Cuestiones referentes a la política interior: Los argumentos relacionados con asuntos de política interior tuvieron todavía más incidencia en este segundo debate atlantista. La reprobación a otras fuerzas parlamentarias por parte del Partido Socialista se centró esta vez en Coalición Popular, que propugnó la abstención en el referéndum 56 Felipe GONZÁLEZ: DSCD, 266 (4 de febrero de 1986), p. 11961. Ibid., p. 11961. 58 Ibid., pp. 11959 y 12010. 59 El Socialista, 383 (1985), p. 8. 60 Véase el propio título del XXX Congreso del partido: “España, compromiso de solidaridad”. PSOE: Resoluciones del XXX Congreso, Madrid, 1984, p. 1. 61 Entrevista a José María Benegas en: El Socialista, 386 (1985), p. 7. 62 Fernando Morán fue uno de los escasos políticos socialistas que evitaron vincular a la OTAN con la CEE. Véase, por ejemplo, una de sus últimas intervenciones en el Congreso: Fernando MORÁN: DSCD, 64 (7 de marzo de 1985), p. 36. 63 ABC, 10 de marzo de 1986. 57 95 pese a su favorable consideración hacia la OTAN. Así, esta toma de posición se consideró un “intento de eludir la responsabilidad en una materia que afecta a los intereses nacionales […] y un gesto de oportunismo político difícilmente comprensible”.64 Además, los socialistas, sabedores de la buena valoración que entre los ciudadanos tenía la figura del Presidente, recordaron a los electores que la victoria del ‘no’ provocaría la salida de Felipe González y de su gabinete, con la consiguiente disolución del Parlamento y vacío de poder.65 6.- Las condiciones de la permanencia: El Gobierno, por tanto, mostró una postura favorable a la permanencia en la OTAN, pero siempre bajo una serie de condiciones, que acabaron definiendo la pregunta del referéndum:66 no incorporación a la estructura militar; prohibición de instalación, almacenamiento o tránsito de armamento nuclear por el territorio; y reducción de la presencia norteamericana. En definitiva, observamos una inversión total del discurso, justificado por un análisis que, aseguraban, se había elaborado desde el raciocino y la coherencia.67 En dicho discurso, más maniqueo y polarizado cuanto más se acercaba la fecha del referéndum, las ventajas de la permanencia ocuparon un lugar pequeño en el conjunto argumentario, dominado por la utilización de un lenguaje del miedo a las repercusiones de la salida, que hacían mostrar el ‘sí’ como la opción más responsable. Para conseguir el respaldo de la opinión pública ante dicho cambio de posición, el PSOE trazó su estrategia en torno a dos elementos: 1) la personificación del proceso refrendatario a través de la constante presencia de González en los medios, lo que acabaría por reforzar una arraigada tendencia en la política exterior española que todavía hoy continúa: la personalización y presidencialización en la acción exterior; y 2) la instrumentalización del concepto Europa, con el objetivo de relacionar la OTAN con el modelo ideal de referencia de la opinión pública: el modelo europeo. El referéndum sobre la permanencia de España en la Alianza Atlántica se celebraría finalmente el 12 de marzo de 1986. En un contexto de baja participación -59’42%-, el ‘sí’ 64 El Socialista, 396 (1986), p. 3. Felipe González advertía: “Quien vaya a votar que no, que piense antes qué fuerza política va a gestionar ese voto.” ABC, 9 de marzo de 1986. 66 La pregunta del referéndum en: Boletín Oficial del Estado, 33 (7 de febrero de 1986), pp. 5072-5073. 67 El Socialista, Extra XXX Congreso (1984), p. 3. 65 96 obtuvo un 52’5% de los votos y el ‘no’ un 39’85%. De este modo, el PSOE conseguía reforzar el discurso que presentaba a la CEE y la OTAN como elementos fundamentales en el camino que habían promovido los socialistas hacia la modernización y homologación internacional de España: “Estoy firmemente convencido de que este resultado refuerza y consolida el camino de paz, de convivencia, de democracia y de progreso que emprendió España hace ya una década”.68 Conclusiones La concepción inequívocamente democrática que por parte de la oposición antifranquista se había otorgado tradicionalmente a la idea de Europa, se trasladó al proceso de integración económica que desde el final de la Segunda Guerra Mundial se estaba dando en el Viejo Continente a través de la CEE. Por el contrario, la proyección imperialista, colonizadora y agresiva que adquirió Estados Unidos entre los socialistas a raíz de la firma de los Pactos de Madrid de 1953 determinó una percepción un tanto deformada y prejuiciosa de la OTAN. Ambas imágenes, compartidas por una gran parte de la opinión pública, constituyeron durante la Transición la base principal de la articulación discursiva del PSOE ante sus respectivos procesos de integración, demostrando la importancia de los estereotipos y su larga durabilidad en la actuación política. En el primer caso permitió, durante la década de los setenta, que tuviera cabida en el mismo discurso la necesidad de ingresar en un Mercado Común cada vez más liberal y la apuesta por la transformación del país en un Estado socialista. A su vez, durante la década de los ochenta, y tras un pragmático ejercicio de moderación ideológica que le valió el acceso al Gobierno, la idea de Europa permitió que el discurso socialista pudiera justificar la aplicación de delicadas medidas de ajuste económico como el paso necesario con el que conseguir la “entrada” en Europa. En ambos casos, se hizo uso de un discurso optimista que se centró casi exclusivamente en las ventajas del ingreso, abandonando, con claros fines electoralistas, la necesidad de explicar las posibles desventajas del mismo, contribuyendo así a una cierta idealización de la organización. 68 El Socialista, 401 (1986), p. 1. 97 Por su parte, en el segundo caso, la percepción sobre Estados Unidos permitió, durante la década de los setenta y parte de los ochenta, reforzar el análisis negativo y claramente desfavorable que la formación hizo hacia la integración atlantista. La llegada al Gobierno, sin embargo, determinaría su inversión discursiva en torno a la Alianza Atlántica, instrumentalizando en esta ocasión la imagen de Europa para justificar su nueva posición. En ambos casos, se utilizó un discurso pesimista y maniqueo que insistió en las desventajas -ya fueran del ingreso, en un primer momento, o de la salida, posteriormentepara intentar convencer a la opinión pública de su postura, generando una información de baja calidad que acabaría favoreciendo la desinformación de la ciudadanía respecto a tal organismo. En definitiva, el análisis del discurso socialista en torno a los procesos de integración en la CEE y en la OTAN nos permite concluir lo siguiente: 1) La mutabilidad ideológica del Partido Socialista en materia de política exterior durante la Transición se justificó a través de la instrumentalización de un discurso en el que las imágenes generadas en torno a Europa y a Estados Unidos fueron sus ejes articuladores; y 2) La vinculación que el partido acabó estableciendo entre dos procesos que, inicialmente, consideraba independientes constituiría, a la postre, la base de un relato -el relato socialista- que erigía al partido como el protagonista principal de un Christmas story (cuento de Navidad) en el que situaba, como escribiera Fernando Morán, a España en su sitio. 98 Los procesos de negociaciones para la adhesión a la Comunidad/Unión Europea: una perspectiva histórica Vanessa Núñez Peñas Universidad Complutense de Madrid The prospect of European integration has proven to be a powerful force for change. Informe de la Comisión sobre los Balcanes Occidentales, Consejo Europeo de Lisboa (marzo de 2000). La Unión Europea es uno de los más exitosos proyectos de cooperación de la historia. Con su puesta en marcha se superaron conflictos y diferencias que parecían enquistados en las relaciones intraeuropeas y que habían sido la causa de millones de muertos y pérdidas materiales, pero a mediados del siglo XX se logra poner en marcha el mecanismo por el cual las hasta entonces discrepancias y desacuerdos se superaban mediante la coordinación de las políticas nacionales. La seguridad, la estabilidad y el desarrollo económico eran intereses comunes de las naciones de Europa occidental, y pronto la suma de los esfuerzos se presentó como la única forma de asegurar un futuro próspero para todo el continente. Prueba del éxito alcanzado por el proyecto comunitario son las solicitudes de adhesión que desde muy pronto se presentaron para sumarse a los seis países fundadores, haciendo crecer la Comunidad década tras década hasta llegar a los veintisiete Estados miembros de la actualidad, y veintiocho a partir de julio de 2013 con la adhesión de Croacia. Pero no sólo eso: la integración europea es un ejemplo de cooperación viviente, 99 un proyecto en continua reforma y adaptación. Con cada una de las sucesivas ampliaciones la Comunidad Europea se ha transformado hasta llegar a la Unión que conocemos hoy, y con cada una de las reformas se han ido ajustando los objetivos y las metas al contexto, a la realidad que envuelve y justifica la cooperación europea. En las siguientes páginas veremos las características generales y la evolución que ha sufrido la integración europea como ejemplo de cooperación, prestando especial atención a los cambios que han acompañado a cada una de las reformas de los tratados fundacionales y a las sucesivas ampliaciones. Nos detendremos en la adhesión de España, pues como se verá más adelante, los procesos de negociaciones son también una forma de cooperación. Por un lado, de cara a fomentar cambios internos a favor de la democracia, las libertades, la igualdad y el desarrollo económico. Por otro, como factor dinamizador de la propia integración europea. La integración europea como forma de cooperación El origen de toda forma de cooperación está en una confrontación, en la necesidad de superar un conflicto mediante la puesta en común de intereses compartidos. En el caso de la integración europea, sus pilares se asientan claramente en la búsqueda de paz, seguridad y prosperidad de un continente que en el ecuador del siglo XX había pasado por dos guerras mundiales de desastrosas consecuencias, humanas y materiales, y que entonces se encontraba dividido en dos esferas de influencia. Europa se convirtió en la inmediata posguerra en el escenario del conflicto bipolar que durante prácticamente toda la segunda mitad de siglo protagonizarían Estados Unidos y la Unión Soviética como las dos potencias hegemónicas del nuevo sistema internacional nacido tras el final de la Segunda Guerra Mundial. Y en este contexto, en un mundo que se presentaba cada vez más integrado e interdependiente, la negociación intergubernamental y la coordinación de políticas se convirtió pronto en la única superación pacífica de las diferencias. Por muy insalvables que éstas parezcan, si todas las partes tienen algo que ganar a través de la negociación, es posible llegar a un acuerdo que beneficie a todos por igual 1. 1 Steinberg, Federico: “Cooperación y conflicto en las relaciones económicas internacionales”, en Revista Española de Ciencia Política, número 18, abril de 2008, págs. 149-176. 100 En el caso de la Europa de postguerra, la Declaración Schuman de 9 de mayo de 1950 fue el primer paso concreto en la superación del histórico enfrentamiento que habían mantenido Francia y Alemania, sin diferenciar entre vencedores y vencidos, sino “como socios de negocios y compañeros de un mismo equipo”2. El proyecto del ministro de asuntos exteriores francés será el origen de una serie de proyectos basados en la cooperación y la coordinación de las políticas nacionales; algunos exitosos, como la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), la Comunidad Económica Europea (CEE) o la Comunidad Europea de la Energía Atómica (Euratom); otros no tanto, como el Plan Pleven para una Comunidad Europea de Defensa. Detrás de la iniciativa francesa estaba claramente la intención de evitar un nuevo dominio alemán, pero para el canciller Adenauer la propuesta de poner en común las producciones de carbón y acero de los europeos era la única oportunidad de la derrotada e intervenida Alemania de participar en términos de igualdad, y desde el principio, en un proyecto que se presentaba como un éxito económico seguro y la primera organización supranacional. Se logró así firmar en abril de 1951 en París, tras apenas un año de negociaciones, el tratado constitutivo de la CECA. Menos suerte habría con el proyecto que, también a iniciativa francesa, se presentó prácticamente al mismo tiempo para la creación de un Comunidad Europea de Defensa. No había pasado medio año de la Declaración Schuman cuando el primer ministro francés, René Pleven, propuso la constitución de un ejército europeo ante la imposibilidad de que la defensa de Europa dependiera indefinidamente de los estadounidenses. Una vez más, detrás de este objetivo de integrar los distintos ejércitos europeos bajo una autoridad supranacional, estaba claramente el de evitar el surgimiento de un ejército alemán autónomo. Sin embargo, pese a esta doble intención, lo cierto es que suponía un paso más en la integración europea y una cesión importante de la soberanía nacional. Y como consecuencia de ello, del miedo a perder esa soberanía, el plan fue finalmente rechazado 2 Gay Armenteros, Juan C.: “La evolución de Europa y la Declaración Schuman”, en Comisión Española de Historia de las Relaciones Internaciones (CEHRI): Cincuentenario de la Declaración Schuman (9 de mayo de 1950). El impulso de la idea de Europa y el proceso de integración, Madrid, CEHRI, 2002, págs. 77-93. 101 junto a la propuesta italiana de crear una Comunidad Política Europea como marco de una autoridad supranacional encargada de definir una política exterior común3. El fracaso de esta forma de cooperación política hizo que la atención y los esfuerzos se centraran en la cooperación económica y la coordinación intergubernamental, trabajos que quedaron plasmado en 1957 en la firma de los tratados de Roma y el consecuente establecimiento de la CEE y la Euratom. Quedaban así asentadas las tres Comunidades Europeas, la integración económica de seis países de la Europa occidental -Alemania, Bélgica, Francia, Holanda, Italia y Luxemburgo-; una coordinación mutuamente ventajosa que obedecía en gran medida a intereses nacionales, con sus luces y sus sombras4. Uno de los desafíos más importantes a los que tuvieron que enfrentarse los federalistas europeos fue el de demostrar que la integración europea no era simplemente fruto de la Guerra Fría, sino una nueva forma de democracia supranacional y una política exterior y de seguridad común acorde con los principios democráticos. Esta relación estaba ya presente en la mente de Robert Schuman5, pero fue haciéndose cada vez más evidente a medida que la integración europea avanzaba y se definía, llegándose a señalar como requisito previo para la adhesión de nuevos miembros6. En este sentido, el mecanismo de influencia por excelencia de la Comunidad/Unión Europea ha sido la llamada condicionalidad, que aunque no es un concepto que esté claramente definido en ningún texto legal, lo cierto es que en la historia reciente ha sido muy utilizada con el objetivo de asegurar la paz, la democracia y la estabilidad. Pueden identificarse diferentes tipos de condicionalidad en función de las herramientas empleadas o los tiempos, pero todos tienen en común una relación de desigualdad entre una parte receptora y un actor activo que utiliza la cooperación como medio de influencia. Si se hace referencia al establecimiento de unas condiciones en favor de la democracia y los derechos humanos como requisito previo al establecimiento de 3 Checa Hidalgo, Diego: “La evolución de la Política Exterior de la Unión Europea”, en CEHRI: Cincuentenario de la Declaración Schuman…, págs. 235-238. 4 Judt, Tony: Postguerra. Una historia de Europa desde 1945, Madrid, Taurus., 2006, págs. 444-454. 5 Schuman, Robert: Pour l’Europe, París, Nagel, 2010. 6 Kaleagasi, Bahadir: “A New European Order, the EC's Foreign Policy ad Democracy”, en Teló, Mario (dir,): Towards a New Europe?, Bruselas. Universidad de Bruselas, 1992, págs. 185-195. 102 relaciones estaríamos hablando de una condicionalidad ex ante, pero si las condiciones se establecen una vez constituida la relación se trataría de una condicionalidad ex post7. Esta última forma de condicionalidad es más común que la primera, pues los actores prefieren definir las condiciones después de haber alcanzado un acuerdo concreto y no con anterioridad. Sin embargo, en el caso de la Comunidad Europea, la condicionalidad ex ante está muy presente en las negociaciones de adhesión de los países candidatos. Aunque no fue hasta el tratado de Ámsterdam de 1996 cuando se plasmó por escrito la condición de que sólo un Estado europeo que respetase plenamente los principios de libertad, democracia y estado de derecho pudiera ser miembro de la Unión Europea, en la práctica se puso claramente en evidencia con motivo de las candidaturas de Grecia, Portugal y España. Posteriormente, con motivo de la ampliación a los países de Europa Central y Oriental, a la condicionalidad política se añadió también la económica y la legislativa8. La consolidación de los regímenes democráticos es esencialmente una cuestión interna, pero la integración europea ha ejercido tradicionalmente de catalizador de procesos de transición. La experiencia demuestra que no puede plantearse una relación directa y automática entre integración y prosperidad, pero la perspectiva de adhesión garantiza una estabilidad y una seguridad que en otro escenario sería más difícil de conseguir. No obstante, el contexto internacional en el que se llevan a cabo los procesos de adhesión define en cierta medida los resultados. En el caso de la ampliación al sur de Europa las negociaciones coincidieron con el fin de la recesión económica y una nueva fase de detente en las relaciones entre Estados Unidos y URSS; mientras que el contexto de la ampliación a los países de Europa Central y Oriental se ha llevado a cabo en una difícil situación económica y política internacional, poniendo de manifiesto algunas debilidades del sistema9. Lo que demuestran ambos casos es que, una vez que los Estados han comprendido que sus intereses dependen en gran medida del establecimiento de redes de comunicación e instituciones formales que fomenten la coordinación y reduzcan la incertidumbre, la cooperación entra en una dinámica de continua evolución. 7 Fierro, Elena: The EU’s Approach to Human Rights Conditionality in Practice, La Haya, Martinus Nijhoff Publishers, 2003, págs. 93-105. 8 Ibídem., págs. 133-173. 9 Vayssière, Bertrand: “L’élargissement de 2004 au regard des précédents espagnol et portugais : un jeu de miroires ? », en European Review of History, volumen 16, número 4, agosto de 2009, págs. 477-497. 103 Evolución de la cooperación europea: fases y tiempos de integración Apenas entraron en vigor los tratados de Roma, antes incluso de lo propuesto, se hizo evidente el éxito económico de la integración europea. Como muestra -y consecuencia- de ello, cuatro países solicitaron adherirse al proyecto entre el verano de 1961 y la primavera de 1962: Reino Unido, Irlanda, Dinamarca y Noruega. Sin embargo, al mismo tiempo que los europeos disfrutaban de este gran éxito económico, se pusieron sobre la mesa los problemas con los que tendría que hacer frente el desarrollo institucional de la Comunidad Europea. Tras el fracaso de las iniciativas franco-italianas para la integración política y de defensa, el presidente francés De Gaulle protagonizó la primera gran crisis tras vetar la solicitud de adhesión del Reino Unido al poner en duda los intereses que habían llevado al primer ministro Macmillan a solicitar la adhesión, pero sobre todo, al oponerse a la iniciativa presentada por la Comisión Hallstein para dotar a la Comunidad de fondos propios, facilitar a su institución y al Parlamento mayores prerrogativas, y establecer las decisiones por mayoría cualificada. Lo que para Hallstein era un medio de mejorar el funcionamiento de la Comunidad, para De Gaulle era un claro intento de reforzar la supranacionalidad en contra de la soberanía nacional de los Estados miembros10. La solución a esta primera gran crisis de la construcción europea, llamada de la silla vacía por la retirada de la representación francesa ante el Consejo, llegó en enero de 1966 con la firma del Compromiso de Luxemburgo, una declaración política por la que los Seis contemplaban la posibilidad de que “cuando, en caso de decisiones que puedan adoptarse por mayoría a propuesta de la Comisión, estén en juego intereses muy importantes de una o más partes, los miembros del Consejo se esforzarán, dentro de un plazo razonable, por alcanzar soluciones que puedan ser adoptadas por todos los miembros del Consejo pero respetando sus intereses mutuos y los de la Comunidad”. Es la conocida política por consenso, pero en la práctica significó la continuidad de la unanimidad y la limitación de las decisiones por mayoría cualificada a las medidas 10 Crespo MacLennan, Julio: Forjadores de Europa. Grandes europeístas y euroescépticos del siglo XIX, Barcelona, Destino, 2009, págs. 159-166. 104 administrativas durante toda la década de los setenta, provocando prácticamente un bloqueo en la construcción europea11. Las dificultades y el estancamiento al que se sometió a la Comunidad durante los años siguientes, particularmente difíciles porque coincidieron con la crisis económica y un auge de los conflictos internacionales, concedieron a los setenta y primeros ochenta el calificativo de euroesclerosis. Sin embargo, tampoco fueron años exentos de avances. Para empezar, tras la dimisión de De Gaulle en 1969 y la normalización de las relaciones entre Francia y sus socios comunitarios, se abrieron las negociaciones para la primera ampliación de la Comunidad y comenzaron importantes debates sobre su desarrollo institucional. Como había ocurrido en los inicios más remotos de la integración europea, las dificultades internacionales motivaron la cooperación de los líderes europeos en asuntos que hasta entonces no habían encontrado respuesta: la cooperación política europea12. El conflicto de Oriente Medio, la crisis del petróleo y las crecientes diferencias con la política exterior estadounidense pusieron en evidencia la necesidad de que Europa hablara con una sola voz en la escena internacional, y la única manera de lograrlo era avanzar en la unión política. Para ello, tal y como planteara el canciller alemán Willy Brandt ante el Parlamento Europeo en noviembre de 1973, había que formalizar las reuniones periódicas de los jefes de Estado y de Gobierno –nueve desde que entrara en vigor en el mes de enero anterior la adhesión de Dinamarca, Irlanda y Reino Unido-, y poner en marcha nuevos proyectos de coordinación de políticas tan ambiciosos como el de la unión económica y monetaria, la comunidad social, la política exterior o la enseñanza13. Un año después, en París, se decidió la institucionalización de las reuniones periódicas del Consejo Europeo, la celebración de las primeras elecciones por sufragio universal directo del Parlamento Europeo en 1978, y se pidió al primer ministro belga 11 Scotto, Marcel: Les institutions européennes. La reforme inachevé, Sarthe, Le Monde, 1997, págs. 5964. 12 Ifestos, Panayiotis: “European Political Cooperation (EPC): its Evolution from 1970 to 1986, and the single European Act”, en Journal of European Integration, volumen XI, número 1, 1987, págs. 50-53. 13 Archivo General de la Administración (Alcalá de Henares), 66/4007, circular 587 de la Dirección General de Europa, Bonn, 20 de noviembre de 1970. 105 Leo Tindemans la elaboración de un informe en el que planteara los pasos a seguir hacia la cooperación política14. Presentado a los países miembros en el Consejo Europeo los últimos días de 1975, el informe Tindemans se hacía eco de la necesidad de apostar por las ambiciones políticas en un momento en el que la crisis económica azotaba Europa, y de la importancia de desatascar las negociaciones para la unión económica y monetaria15. Porque efectivamente, ya desde la Cumbre de París, se habían empezado a poner en evidencia las primeras reticencias británicas ante los avances en la integración. En este sentido, autores como Richard T. Griffiths identifican la esclerosis europea de los setenta con el contencioso presupuestario protagonizado por Londres y sus reticencias respecto a una futura unión monetaria, problemas que ensombrecieron los importantes avances que se lograron en paralelo en otros sectores16. En una línea parecida, Andrew Moravcsik matiza la crisis de la integración europea de los setenta al entender que el estancamiento se limita a la perspectiva federalista del desarrollo de las instituciones y de la toma de decisiones, pero que en el diseño de high politics podríamos hablar de una década de consolidación e innovación17. De otra manera, la gran reforma de los ochenta no hubiera podido llegar a buen puerto. Si los primeros debates en firme sobre la necesidad de definir una cooperación política europea coinciden con la primera ampliación de la Comunidad, la concreción de iniciativas y la primera gran reforma de los tratados fundacionales, el Acta Única Europea, lo hace con la ampliación a la Europa meridional. Dos importantes diferencias marcarán estas nuevas negociaciones para la ampliación respecto a las primeras: primero, la crisis política, económica e institucional en la que se presentaban las solicitudes de adhesión de España, Grecia y Portugal, y segundo, la historia reciente de los tres nuevos países candidatos. En un contexto en el que la Comunidad buscaba fortalecer su presencia política en las relaciones internacionales, las negociaciones con tres países recién salidos 14 Archivo Histórico de la Comisión Europea (Bruselas), Summits and European Councils (1961-1980), Meeting of the Heads of Government of the Community (Paris): Final Communiqué, París, 9-10 de diciembre de 1974. 15 Archivo Histórico del Parlamento Europeo (Luxemburgo), 481/75, Report by Mr Leo Tindemans to the European Council on European Union (PE 43.411), Bruselas, 9 de enero de 1976. 16 Griffiths, Richard T.: “A Dismal Decade? European Integration in the 1970s”, en Dinan, Desmond (ed.): Origins and Evolution of the European Union, Nueva York, Oxford University Press, 2006, págs. 160-190. 17 Moravcsik, Andrew: The Choice for Europe: Social Purpose and State Power from Messina to Maastricht, Nueva York, Cornell University Press, 1998, págs. 238-313. 106 de regímenes autoritarios e inmersos en sendos procesos de transición democrática eran una cuestión más que delicada. La perspectiva de una nueva ampliación podía ser la oportunidad que la Comunidad Europea necesitaba para plantearse nuevas metas de integración, pero no estaba exenta de problemas que podían acabar con el mayor proyecto de cooperación puesto en marcha hasta entonces18. Desde Bruselas se evitará hablar de prioridades durante todo el proceso de negociación, pero desde muy pronto se puso de manifiesto la necesidad improrrogable de fortalecer económica e institucionalmente a la Comunidad. De este modo, el mismo día en el que el Consejo decidía abrir las negociaciones con Portugal, el presidente de la Comisión, Roy Jenkins, subrayaba que los problemas económicos, institucionales y de cooperación política no podían seguir siendo evadidos por los Estados miembros19. A diferencia de lo ocurrido con el Reino Unido en los sesenta, la perspectiva de una nueva ampliación había sido acogida con un pleno consenso político, pero también la experiencia hacía temer posibles impactos sociales, económicos, y sobre todo, institucionales. La división interna y la incapacidad de definir claramente una estrategia fueron la nota predominante de las negociaciones para la ampliación a las jóvenes democracias del sur de Europa. Como Lorenzo Natali dijera en abril de 1978 con motivo de la presentación del famoso Fresco sobre las consecuencias de la ampliación, la Comisión se enfrentaba al difícil reto de presentar una línea de acción ambiciosa y voluntarista que permitiera a la Comunidad salir del dilema reinante entre el sí político y el pero económico e institucional20. En efecto, la crisis económica de los setenta y el problema británico respecto a los recursos propios de la Comunidad monopolizó todos los esfuerzos y debates de unos Estados miembros que, hasta el Consejo Europeo de Fontainebleau en junio de 1984, no fueron capaces de valorar el resto de retos que se les presentaban en su justa medida, tales como el desarrollo de la integración europea, la realización del mercado 18 Edwards, Geoffrey; Wallace, William: A wider European community? Issues and problems of further enlargement, Londres, Federal Trust for Education and Research, 1976. Un análisis de este estudio fue publicado en Europe: Bulletins Quotidiens, número 2126, 6 de enero de 1977, págs. 6-7. 19 Gazzo, Emanuelle: Enlargement: look problems in the face”, en Europe: Bulletins Quotidiens, número 2151, 10 de febrero de 1977, pág. 1. 20 Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores (Madrid), R14584, expediente 2, telegrama número 158 de Antonio Fournier, Bruselas, 20 de abril de 1978. 107 interior, el desarrollo de la Europa tecnológica, la ampliación o la necesaria reforma de la Política Agrícola Común (PAC)21. El tema de la contribución británica a los recursos propios de la Comunidad fue también lo que motivó el Mandato del 30 de mayo de 1981, uno de los pilares sobre los que se construyó la que sería la primera gran reforma de los tratados fundacionales: el Acta Única Europea. Este Mandato reclamaba a la Comisión buscar una solución al problema de los desequilibrios presupuestarios mediante una reforma estructural y el desarrollo de políticas comunes, pero el texto presentado por el presidente Thorn el 24 de junio de 1981 se centró sobre todo en el tema del presupuesto y de la PAC. No obstante, se plasmó por escrito lo que hasta entonces estaba en la mente de todos: la necesidad de salir de la crisis de la construcción europea a partir de una respuesta política22. Hubo que esperar al Consejo Europeo de Stuttgart, reunido en junio de 1983, a que se tomara la determinación de poner un plazo límite de seis meses en la búsqueda de soluciones a los grandes desafíos que la situación económico-social y la ampliación imprimían a la Comunidad: aunque fuera necesaria la convocatoria de Consejos extraordinarios como medida de emergencia, los resultados debían estar listos en el Consejo de Atenas del mes de diciembre. En la declaración final se subrayó, como se venía haciendo desde finales de los setenta, la estrecha relación que había entre todas las negociaciones abiertas en el seno de la Comunidad -agrícolas, ampliación, financiación, etc.-, y continuando la iniciativa germano-italiana presentada en el otoño de 1981 bajo la dirección de los ministros de Asuntos Exteriores Genscher y Colombo, se fijaban nuevos objetivos de integración, se planteaba una reorganización de las instituciones, y se impulsaba la cooperación en nuevos campos de acción más allá de los económicos23. El contexto urgía a tomar cartas en el asunto cuanto antes, pues el avance vivido en las negociaciones para la ampliación con España y Portugal durante la presidencia belga el segundo semestre de 1982 y el convencimiento de que pronto llegarían a su fin, obligaban a dar una solución cuanto antes a los problemas internos de la Comunidad. Por 21 De Ruyt, Jean: L’acte unique européen : commentaire, Bruselas, IEE-ULB, 1987, págs. 25-65. Archivo Histórico de la Comisión Europea (Bruselas), BAC 147/1991 87, Rapport de la Commission sur le Mandat du 30 mai 1980 (COM (81) 300 fin.), Bruselas, 24 de junio de 1981. 23 Archivo Histórico de la Comisión Europea (Bruselas), Summits and European Councils (1981-1987), Consejo Europeo de Stuttgart (17-19 de junio de 1983): Conclusiones y Solemne Declaración sobre la Unión Europea (SI (83) 520), Bruselas, 20 de junio de 1983. 22 108 este motivo, en medio de todos los trabajos puestos en marcha, la Comisión propuso en mayo de 1985, tan sólo un mes antes de que acabaran las negociaciones con España y Portugal -Grecia ya era Estado miembro desde 1981-, modificar los tratados de Roma con ocasión de la ampliación. La Conferencia Intergubernamental que se convocó entonces se convirtió en un nuevo ejemplo de la tensión dialéctica entre la ampliación y la intensificación de vínculos en la Comunidad, pero unas pocas semanas después de la entrada en vigor de la Comunidad de Doce miembros finalizaban las negociaciones de la reforma con la firma del Acta Única Europea24. Lo más novedoso de esta primera gran reforma de la Comunidad fue la introducción de la Cooperación Política Europea, aunque también habría que destacar que fue sobre todo un primer paso hacia una reforma institucional mucho más profunda que se debería consolidar durante la década de los noventa25. Se habían logrado grandes avances en el plano institucional, en competencias y políticas comunitarias y en la cooperación política en materia de relaciones exteriores26; pero las posibilidades que se abrieron entonces para la integración europea fueron aún mayores27. La rápida desintegración de la Unión Soviética y la unificación alemana a finales de la década pusieron sobre aviso de la necesidad de superar el tabú de la supranacionalidad y avanzar mucho más en este sentido. Fue una combinación de factores la que llevó a los Estados miembros a la conclusión de que, una vez más, juntos podrían cumplir mejor sus objetivos que por separado, pero sobre todos estos factores, la década de los noventa se inauguró con el pensamiento de que el desafío de una ampliación hacia el Este de Europa exigía un nuevo poder político europeo28. El nuevo orden mundial surgido tras el final de la Guerra Fría supuso para la Comunidad nuevos retos y nuevas responsabilidades. El mundo multipolar y la mundialización de la economía fomentaron una mayor interdependencia y una dimensión 24 Aldecoa Luzárraga, Francisco: “El Acta Única Europea. Primer paso incierto en la profundización comunitaria hacia la Unión Europea”, en Revista de Estudios Internacionales, volumen 7, número 2, abriljunio de 1986, págs. 543-563. 25 Lodge, Juliet: “Institutional Backgroung”, en Church, Clive H; Keogh, Dermont (eds.): The Single European Act. A Transnational Study, Cork, Canterbury Consortium, 1991, págs. 4-14. 26 Jacqué, Jean-Paul: “L’Acte unique européen”, en Revue Trimestrielle de Droit Européen, volumen 4, octubre-diciembre de 1986, págs. 575-612. 27 Narjes, Karl-Heinz: “Communautés européennes: regard sur les cinq années à venir”, en Studia Diplomatica, volumen 40, número 1, 1987, págs. 57-70. 28 Lodge, Juliet: “The European Community Foreign and Policy after Maastricht. New Problems and Dynamics”, en Teló, Mario (dir.): Towards…, págs. 111-132. 109 cada vez más política a las relaciones de la Comunidad con el resto de los Estados, haciendo necesaria una reforma de la recientemente firmada Acta Única Europea que facilitara los mecanismos necesarios para adquirir el protagonismo mundial requerido por las circunstancias. El tratado de Maastricht, firmado en 1992, será donde se pongan las bases de la Política Exterior y de Seguridad Común que se venía definiendo poco a poco desde los primeros proyectos de cooperación política vistos en las páginas anteriores. El nivel de integración alcanzado en los ámbitos comercial, económico y monetario hacía ya inevitable una mayor cohesión en la dimensión política. No obstante, se mantuvo como una actividad intergubernamental; si bien la Comisión adquiría el derecho de iniciativa y se obligaba a informar, e incluso consultar en determinadas ocasiones, al Parlamento Europeo29. Las negociaciones y las reformas no pararon entonces, sino que han seguido siendo el motor de la integración europea hasta la actualidad. En el mes de diciembre de 2011, en medio de una nueva crisis económica y de conciencia europea, se pusieron fin a seis años de negociaciones con Croacia, país que se convertirá a partir del 1 de enero de 2013 en el número veintiocho de la Unión Europea. Estudio de caso: las negociaciones de adhesión de España como instrumento de cooperación Aunque de una forma muy general, en las páginas anteriores hemos tratado de hacer ver la estrecha vinculación que desde los años cincuenta se ha establecido entre cooperación e integración, ampliación y reforma, e incluso entre crisis y avances. Un estudio más detallado del caso español nos servirá para concretar algo más estas relaciones de las que hemos hablado, así como de la influencia ejercida en el proceso democratizador desde las negociaciones para la adhesión. En lo que respecta a esto último, desde los años noventa, a raíz de las revoluciones en las antiguas repúblicas 29 Comisión Europea: Europa en un mundo cambiante. Relaciones exteriores de la Comunidad Europea, Bruselas, Oficina de Publicaciones Oficiales de las Comunidades Europeas, 1993. 110 soviéticas, han cobrado fuerza las tesis que defienden la influencia del factor internacional en las transiciones hacia la democracia30. En el caso concreto español, los primeros análisis que atendían a esta influencia se centraban en el contexto internacional de los años setenta como escenario favorecedor de los cambios, pues pese a la crisis económica internacional, la existencia de un sistema económico internacional altamente integrado evitó que se repitieran los conflictos de intereses de entreguerras. Y desde el punto de vista de la política internacional, España era una pieza clave en el tablero geoestratégico de la guerra fría en un momento en el que cobraba fuerza el conflicto árabe-israelí, la Revolución de los Claveles desestabilizaba Portugal, poco después Grecia y Turquía se enfrentaban en el Mediterráneo oriental, y comunistas franceses e italianos ganaban un importante peso electoral31. Pero más allá de un contexto internacional como simple escenario de los cambios, la presión y el estímulo de la democracia desde el exterior fue fundamental para que, primero, el régimen franquista se revistiera de apariencias aperturistas, y segundo, diera paso a la democracia. Como ya se ha hecho mención, es en la década de los setenta cuando Europa comienza a querer diferenciarse de la política exterior estadounidense y presentarse ante la comunidad internacional como un actor sólido, unido y autónomo. Los procesos de cambio abiertos en sus vecinos meridionales más cercanos se convirtieron pronto en un campo de acción donde poner en práctica la incipiente cooperación política que entonces trataba de definirse. Hubo determinadas acciones a nivel nacional, pero la verdadera importancia de la influencia internacional en la transición española vino de conceptos como europeismo o europeización32. En España se consideraba a Europa como el modelo de libertad y democracia a alcanzar, por lo que su apoyo a la transición democrática era visto como algo fundamental. Después de que el gobierno franquista lograra cerrar con la Comunidad el Acuerdo Comercial Preferencial de 1970, se vio más cercana la posibilidad 30 Offe, Claus: “El dilema de la sincronía: democracia y economía de mercado en Europa Oriental” en Revista del Centro de Estudios Constitucionales, número 12, 1992, págs. 189-206; Huntington, Samuel P.: La tercera ola. La democratización de finales del siglo XX, Barcelona, Paidós, 1994; Whitehead, Lawrence: The International Dimensions of Democratization. Europe and the Americas, Oxford, Oxford United Press, 1996; 31 Powell, Charles T.: “La dimensión exterior de la transición española”, en Afers Internacionals, número 26, 1993, págs. 38-39. 32 Sabio Alcutén, Alberto: “La intervención de Estados Unidos y Europa Occidental en la transición a la democracia en España, 1975-1977”, en González Madrid, Damián A. (coord.): El franquismo y la transición en España. Desmitificación y reconstrucción de la memoria de una época, Madrid, Catarata, 2008, págs. 222-244. 111 de establecer una provechosa unión aduanera con el Mercado Común, pero desde Bruselas se puso tierra de por medio al subrayar los requisitos políticos de libertad, democracia y estado de derecho. Con motivo de las últimas ejecuciones en septiembre de 1975 la Comunidad, cada vez más pendiente de la situación española, adoptó dos textos en los que mandaba a las autoridades españoles el mensaje claro de que, sin un cambio político, las puertas de Europa seguirían cerradas33. Y una vez muerto el dictador Franco, conscientes de la influencia que podían ejercer desde las negociaciones para la adhesión de España en el proyecto de integración europeo, en las instituciones comunitarias se abrió un intenso debate sobre el ritmo del acercamiento que se debería hacer con el nuevo régimen. Desde el Consejo y la Comisión se quería fomentar como medio de asegurar el proceso de cambio español, pero desde el Parlamento varios grupos políticos temían que un acercamiento excesivo llevara al Gobierno español a pensar que Europa estaba satisfecha con el ritmo de los cambios y bloquearan el proceso de transición. Desde esta última institución, en especial gracias al trabajo del democristiano Maurice Faure, se planteó en mayo de 1976 una resolución que podría calificarse de auténtica hoja de ruta para la transición española dado el contenido de la misma. Se pedía el restablecimiento completo de las libertades individuales, políticas y sindicales, y se condicionaba claramente el ingreso de España en la Comunidad con la consolidación de un régimen democrático34. Aunque en España todavía no se había fijado una fecha, se hablaba ya de unas elecciones generales en la primavera de 1977, paso previo incuestionable a la solicitud formal de adhesión. Al final, poco más de un mes separaría la cita electoral de la presentación formal de la candidatura española en el verano de 1977. De forma paralela a estos debates sobre las relaciones con España, en el seno de la Comunidad se hablaba ya de las consecuencias de la ampliación de la Comunidad en tanto en cuanto Grecia y Portugal habían presentado sus solicitudes con anterioridad. Los problemas que se avecinaban como consecuencia de la ampliación eran importantes y afectarían a varios sectores de la vida comunitaria, de modo que se pidió a países miembros e instituciones una reflexión global. Siguiendo esta estrategia, el Consejo 33 Moreno Juste, Antonio: “La crisis de 1975 en las relaciones España-CEE: el papel de la cooperación política europea”, en Historia del Presente, número 6, 2005, págs. 94-101. 34 Archivo Histórico del Parlamento Europeo (Luxemburgo), Working Document 100/76: Interim report on the situation in Spain: motion for a resolution (PE 44.471/fin.), Bruselas, 11 de mayo de 1976. 112 encargó a Durieux, director de Desarrollo y Cooperación de la Comisión, la elaboración de un informe sobre los posibles problemas políticos e institucionales que se planteaban35. El documento, presentado sólo un mes después, planteaba los requisitos previos a la ampliación: una democracia consolidada en los países candidatos, y una Comunidad fortalecida política, institucional, social y económicamente capaz de asumir la ampliación. Las negociaciones podían alargarse, por lo que se llamaba la atención sobre la importancia de informar con claridad y transparencia a todos los sectores sociales, políticos y económicos del momento de reflexión en el que se enmarcaban36. Todos daban por hecho la vinculación entre democratización e integración, aún antes de que las negociaciones comenzaran, pero tampoco faltaron declaraciones en las que se identificaran las negociaciones para la ampliación y para la reforma como dos caras de una misma moneda. La delegación española fue consciente de ello desde un momento muy temprano a juzgar por los telegramas, informes y notas que llegaban a Madrid desde las capitales europeas, pero se tardaron años en saber adaptar la estrategia de negociación a las circunstancias comunitarias. La única cuestión sobre la que España definió pronto su posición fue respecto al compromiso de supranacionalidad. Ante la diferente noción que los propios países miembros tenían sobre el proyecto europeo intergubernamentalidad o supranacionalidad-, se consideraba que la postura española debía apoyar la idea de una Europa fuerte en el terreno político, económico, social y militar, así como mostrarse dispuesta a admitir las reformas que la Comunidad pudiera decidir sobre el funcionamiento de las instituciones y los procedimientos de decisión37. Los países que más defendían un fortalecimiento de la Comunidad desde la supranacionaliad eran países como Bélgica, Holanda o Luxemburgo, por lo que se consideraba que apoyar sus iniciativas al respecto podía favorecer su consecuente apoyo en las negociaciones para la adhesión. El avance en unas negociaciones influirá en el desarrollo de las otras desde el principio. Por este motivo, desde el momento en el que la Comunidad se comenzó a 35 Archivo Central del Consejo Europeo (Bruselas), fondo CM5 ADH3, Traitement par l’assemblée du dépôt éventuel d’une demande d’adhésion par l’Espagne: Travaux parlementaires sur l'élargissement de la Communauté (C758/77), Bruselas, 14 de julio de 1977. 36 Archivo Histórico de la Comisión Europea (Bruselas), BAC 147/1991 347, Report on the prospects of the enlargement of the European Community (PE 49.972), Bruselas, 26 de agosto de 1977. 37 Archivo General del Ministerio de Asuntos Exteriores, R12558, expetiente3: Nota de Raimundo Bassols sobre los problemas institucionales planteados a la CEE por la adhesión de España, Grecia y Portugal, Bruselas, 11 de noviembre de 1977. 113 plantear la estrategia de negociación con España, surgió la cuestión de la influencia de la reforma interna. Por normal general, el primer paso era que los países candidatos aceptaran el acquis communautaire, estableciendo a posteriori los periodos transitorios oportunos para evitar problemas de adaptación. Sin embargo, a diferencia de la primera ampliación, en la segunda era necesario modificar ciertas cuestiones del aquis al mismo tiempo que se negociaba la ampliación para asegurar un buen funcionamiento de la Comunidad y el progreso del proyecto de integración europea. Ante esta situación, había algunos capítulos que se podían comenzar a negociar desde el principio dado que no se verían afectados por la reforma interna, pero otros, como agricultura, pesca o relaciones exteriores, deberían avanzar en paralelo a la adaptación de la Comunidad a Doce miembros38. El resultado de esta vinculación fue un círculo vicioso en el que ambas negociaciones quedaron bloqueadas los primeros años, hasta que las diferencias que separaban a los países miembros de la Comunidad, en especial a Francia y al Reino Unido en materia presupuestaria, no fueron solventadas y se pudo buscar una salida coordinada de la crisis interna39. Una vez se logró alcanzar un acuerdo en este sentido, se entró en la vorágine negociadora que arrancó con la Solemne Declaración de Stuttgart de junio de 1983, y acabó casi cuatro años después con la entrada en vigor de la ampliación y la firma del Acta Única Europea. Como diría Giulio Andreotti en su discurso como presidente de turno del Consejo con motivo de la firma del tratado de adhesión de España en junio de 1985: La cérémonie d’aujourd’hui marque un important pas en avant sur la voie de l’achévement et du renforcement de la construction eureopéenne. Pour l’Espagne, l’entrée dans la Communauté constitue une nouvelle occasion de jouer pleinement, dans le concert de nations européennes, le rôle que lui assignet ses traditions et ses potentialités. [...] Pour la Communauté, l’adhésion de l’Espagne représente une étape capitale du processus qui vise à faire coincider la dimension de son organisation 38 Archivo Histórico de la Comisión Europea (Bruselas), BAC 147/1991 109, Élements pour une stratégie de négociation, Bruselas, 2 de abril de 1980. 39 Archivo General de la Administración (Alcalá de Henares), 66/3936, Despacho número 122 de Antonio Pedauyé sobre el Mandato 30 de Mayo, Bruselas, 5 de abril de 1982. 114 politique et institutionnelle avec celle que lui donne, plus encore que ses frontières géograohiques, son passé historique. La réalisation de ce grand dessein qui, comme je l’ai souligné trouve aujord’hui sa confirmation, confère à la Communauté européenne une structure et une consistance nouvelles, de telle sorte que l’on peut, me semble-t-il, parler dans un certain sens de la naissance d’une Communauté nouvelle. [...] Dans ce sens, il ne sera plus question, au sein de la Communauté, de membres anciens et de membres noueaux, car, désormais, nous serons tous les membres nouveaux d’une organisme profondément renouvelé40. Las negociaciones para la adhesión de España a la Comunidad Europea fueron un ejemplo de cooperación a favor de la democratización y la modernización de un Estado recién salido de casi medio siglo de dictadura gracias a la condicionalidad política establecida desde Bruselas, pero también un importante factor de influencia en la redefinición del proyecto de integración europea. Conclusiones La historia europea del siglo XX parece poner en evidencia una relación directa entre los periodos de paz y estabilidad internacional con la existencia de regímenes de cooperación transnacional; mientras que en los periodos de conflicto, como en los años de entreguerras, la recesión económica, el unilateralismo y la ruptura de la cooperación fueron las principales características. En el caso concreto de la construcción y evolución Unión Europea, esta relación también parece estar muy presente. Las fases por las que ha pasado la integración europea no son fortuitas. Cuando en la década de los cincuenta comenzaron a asentarse los cimientos, en la mente de líderes como Jean Monnet, Robert Schuman o Konrad Adenauer estaban muy presentes dos guerras mundiales y la división del continente en dos esferas de influencia. Los conflictos y las divergencias sólo podían superarse por medio de la coordinación económica y política, de modo que la cooperación por la consecución de intereses comunes, 40 Archivo Central del Consejo Europeo (Bruselas), CM5 ADH3: Cérémonie de signature du traité d'adhésion de l'Espagne aux Communautés européennes, Madrid, 12 de junio de 1985. 115 especialmente en seguridad y desarrollo económico, se superpuso a las diferencias que les separaban. El contexto en el que se enmarca la construcción europea es tan importante como los objetivos que persigue, definiendo en cada momento los avances y las pausas del proceso en función de las circunstancias. Los cambios en la realidad internacional, la solicitud de adhesión de nuevos candidatos y la personalidad de los líderes políticos nacionales inciden en las reformas y la definición de nuevas políticas comunitarias; tal y como se ha apreciado especialmente durante las ampliaciones al sur de Europa primero, y a la Europa Central y Oriental después. 116 La “crisis de los refugiados”. Una reflexión a través de la prensa española José Carlos Tenorio Maciá Universidad de Santiago de Compostela “La gente sentada en cubierta nos contaba que no había ya línea de demarcación entre el azul del cielo y el azul del mar. No se sabía pues si nos dirigíamos hacia el cielo o si nos hundíamos en las profundidades del agua. El paraíso y el infierno se habían enlazado en el vientre de nuestro barco”1 Introducción Abordar el estudio de la Unión Europea no es una empresa novedosa; todo lo contrario. Desde sus orígenes, se sucede un sinfín de trabajos presentados desde diferentes campos del saber con multiplicidad de enfoques. Así, no sorprenderá que en esta comunicación nos acerquemos al proyecto comunitario desde la disciplina de la historia presente, concepto que Timothy Garton Ash recuperó de George Kenan en una de sus obras2. El profesor británico, en su intento por ofrecer un “primer borrador” de la historia, recogió sus observaciones mientras se producían algunos de los acontecimientos más notables de los noventa en el continente europeo. En nuestro trabajo, no obstante, nos comportamos no como intérpretes de la realidad misma, sino de aquella realidad construida por los medios de comunicación y, en concreto, por la prensa española en torno 1 Kim THUY: Ru, Madrid, Alfaguara, 2010, p. 13. Timothy GARTON: Historia del presente. Ensayos, retratos y crónicas de la Europa de los 90, Barcelona, Tusquets Editores, 2000. 2 117 a la llamada “crisis de los refugiados”. Ryszard Kapuscinski se refería a los periodistas como historiadores de lo inmediato, y es ese relato, precisamente, el que conforma nuestro objeto de estudio. Caminamos, por tanto, entre las lindes muchas veces confusas de la historiografía y las ciencias de la comunicación. La crisis migratoria en contexto La Unión Europea afronta la "peor crisis de refugiados desde el final de la Segunda Guerra Mundial"3. Así se expresaba Dimitri Avramopoulos, comisario europeo de Migración, Interior y Ciudadanía. Era el 14 de agosto de 2015, y el dirigente griego se hacía eco de una sentencia que los medios de comunicación integrarían desde entonces en su discurso; comparativa histórica que, por reiteradas alusiones, corría el riesgo de ser banalizada. Si bien en el curso de la historia la migración por sí misma nunca es novedosa, sí lo pueden ser sus dimensiones y/o trayectorias. La actual crisis migratoria no cogió por sorpresa a Europa, cuyos países con frontera exterior con el Mediterráneo (como España o Italia) ya venían enfrentándose a ella, muchas veces lamentando la falta de ayuda ofrecida desde Bruselas. No obstante, 2015 supuso un antes y un después, tanto cuantitativa como cualitativamente, en lo que se refiere a los flujos migratorios dirigidos hacia el continente europeo y, fundamentalmente, hacia Alemania por el atractivo de su sistema de acogida. Así lo puso de manifiesto un informe del ACNUR presentado en la época estival4, ofreciendo cifras concretas (si bien, provisionales): durante los seis primeros meses del año, más de 137.000 migrantes llegaron a Europa por el Mediterráneo; un incremento del 83% respecto al mismo periodo de 2014. Tras los números, una nueva tendencia: el Mediterráneo Oriental desplazaba a la parte central como ruta prioritaria de los migrantes. Este cambio se producía, fundamentalmente, por la creciente huida de muchas personas de Siria, escenario de una guerra tan larga como enconada, pero también 3 RTVE.ES: “La UE afronta "la peor crisis de refugiados desde la II Guerra Mundial", según el comisario de Migración”, RTVE.es, 14 de agosto de 2015, http://www.rtve.es/noticias/20150814/ue-afronta-peorcrisis-refugiados-desde-segunda-guerra-mundial-segun-comisario-inmigracion/1199926.shtml. 4 The sea route to Europe: The Mediterranean passage in the age of refugees, UNHCR, 1 de julio de 2015, p. 2. Recuperado de Internet (https://s3.amazonaws.com/unhcrsharedmedia/2015/sea-routes-toeurope/The_Sea_Route_to_Europe.pdf) 118 lo explicaba el abandono forzoso de otras zonas en conflicto (como Irak, Afganistán, Eritrea o Somalia) y, en general, de allí donde las condiciones de vida se habían recrudecido. El trayecto hacia la “tierra prometida” seguía siendo largo, peligroso y caro. Hasta ese momento, la gestión de la migración y el asilo desde las instancias supranacionales había sido deficiente. El 19 de abril de 2015 había supuesto un dramático punto de inflexión, cuando un pesquero con alrededor de 700 personas procedentes del norte de África naufragó en el canal de Sicilia; solo hubo 28 supervivientes. A raíz de este suceso se sucedieron algunas iniciativas, pero la falta de coordinación entre las instituciones y los Estados unida al aumento creciente de los flujos migratorios impidieron avances considerables. Entre esas propuestas sobresale el plan presentado por Jean Claude Juncker, presidente de la Comisión, que trataba de imponer cuotas para distribuir 40.000 extranjeros entre los países miembros. Las disputas en torno a los criterios de reparto abonaron la iniciativa al fracaso. Además, también en el mes de mayo, se llevó a cabo la creación de la Agencia Europea de Migración, con el objetivo de enfatizar la necesidad de un enfoque global de la cuestión. Entre sus medidas más urgentes se encontraba mayores esfuerzos en aspectos como la acción de rescate y salvamento en el Mediterráneo, la lucha contra las redes delictivas de traficantes, la reubicación y el reasentamiento, la asociación con terceros países y la ayuda a los Estados miembros situados en primera línea5. Con todo, en el momento en que se centra nuestra investigación, la percepción general era que la política migratoria de la Unión Europea, limitada por las competencias nacionales, no parecía la adecuada para una respuesta a la altura de las circunstancias; visión que compartían los propios mandatarios europeos. De ahí que, el día en que comienza nuestro análisis, François Hollande y Ángela Merkel se reuniesen para encontrar soluciones concretas a un flujo de migrantes que continuaba atravesando en masa las fronteras de la Unión Europea, principalmente, por la llamada ruta de los Balcanes en dirección a Alemania y Suecia. El sistema de Dublín, que obligaba a registrar a los migrantes en el primer país al que llegasen para tramitar desde allí su solicitud de 5 Una Agenda Europea de Migración, Bruselas, Comunicación de la Comisión al Parlamento Europeo, al Consejo, al Comité Económico y Social Europeo y al Comité de las Regiones, 13 de mayo de 2015. Recuperado de Internet (http://ec.europa.eu/dgs/home-affairs/what-we-do/policies/european-agendamigration/background-information/docs/communication_on_the_european_agenda_on_migration_es.pdf) 119 asilo, se vio superado y Alemania de forma unilateral anunció que dejaba de aplicarlo, garantizando la acogida a todos aquellos refugiados procedentes de Siria. Esta medida añadió mayor confusión y, lejos de armonizar una respuesta conjunta, países como Hungría reaccionaron con la instalación de alambradas para sellar su frontera. Durante los 32 días que abarca este trabajo se produjo una creciente tensión en las relaciones entre los países más afectados por la corriente migratoria, con opiniones públicas cada vez más polarizadas y continuas referencias en los medios a la posibilidad de ruptura de la Unión, mientras imágenes como la de Aylan reflejaban la dimensión de un drama sobre el que urgía actuar. Finalmente se acordaría en Bruselas un reparto de 120.000 refugiados que, si bien no fue respaldado por unanimidad y había relajado sus puntos más ambiciosos, supuso la primera medida conjunta encaminada a aliviar la crisis. En todo este tiempo, el Gobierno español, en un principio contrario a la obligatoriedad de las cuotas (en abril solo aceptó un tercio de la cantidad que le correspondía) y partidario de conceder mayor peso a la tasa de paro y al esfuerzo reciente en inmigración en los criterios de reparto, mostró una postura más flexible sumándose al plan de distribución equitativa impulsado por Juncker, Merkel y Hollande, cuyos mayores detractores se concentrarían en la parte Este del continente, llegando a alegar motivos identitarios de corte religioso para negar la acogida a los solicitantes de asilo, musulmanes la mayoría. Siguiendo la Convención de Ginebra de 1951, que estableció la protección internacional de los refugiados, dentro de los flujos mixtos que trataban de alcanzar Europa en los primeros meses de 2015 crecía de forma exponencial el de aquellas personas que partían de sus países por persecución (y, por tanto, con derecho a asilo legalmente reconocido) frente a quienes lo hacían por su situación económica. Esta diferenciación, si bien difusa, permitió que se empezase a hablar de una “crisis de los refugiados”; comillas que se deben a nuestra reticencia a focalizar la cuestión en un tipo de migrante, lo cual podría obviar la complejidad de los movimientos migratorios en nuestro siglo. Esta crisis, cuyo escenario prioritario se situó en la costa griega y que se fue expandiendo por otros países a medida que el flujo de migrantes se adentraba en el corazón de Europa, se solapó con otros problemas de calado como la débil situación 120 económica del conjunto de los países miembros (sufrida con especial dureza entre los del sur) o los atentados a principios de año en Francia a cargo del fundamentalismo islamista (que recuperó el debate sobre el equilibrio entre la seguridad y la libertad con voces críticas dirigidas hacia la religión islámica). Todo ello fue despertando sentimientos euroescépticos e incluso de marcado antieuropeísmo en sectores de la población de un número considerable de Estados, a lo que se incluía la posibilidad de que Gran Bretaña abandonase la Unión en un futuro cercano. En consecuencia, el inicio de la “crisis de los refugiados”, que por tratarse de un proceso resulta complejo reducir a una fecha concreta, se enmarca en un contexto en el que venía produciéndose el auge de formaciones partidarias de un repliegue a las fronteras nacionales, en ocasiones desde posturas xenófobas. A un nivel más global, también debe considerarse el desafío planteado por la economía globalizada (con una moneda única en la Unión) a la democracia representativa, poniendo en entredicho el sentimiento europeísta de muchos. En definitiva, la crisis migratoria aparecía en uno de los momentos más delicados para la Unión Europea desde su existencia. Acercamiento metodológico La sociedad actual está sometida a gran cantidad de información, lo cual no quiere decir que esté informada, pero sí mediatizada. Es decir, los medios de comunicación han adquirido una dimensión sin precedentes, alcanzando una omnipresencia que obliga a tenerlos en consideración para cualquier estudio social. Somos, por tanto, seres mediáticos, puesto que “pertenecemos, lo queramos o no, a una cultura que no puede entenderse al margen de los medios de comunicación”6. Como consumidores de contenidos mediáticos, gran parte de la información que manejamos procede de la labor de intermediación de los periodistas, integrados a su vez en empresas con determinados intereses. Por su mayor distancia física y su complejidad, esa dependencia aumenta cuando se trata de asuntos relacionados con la Unión Europea, lo que, en consecuencia, nos vuelve más vulnerables. De ahí que, en el tema que nos ocupa, localizado fundamentalmente en las zonas central y oriental del continente europeo, el público 6 Mar DE FONTCUBERTA y Héctor BORRAT (eds.): Periódicos: sistemas complejos, narradores en interacción, Buenos Aires, La Crujía, 2006, p. 15. 121 español haya estado claramente expuesto (aunque no solo) a las publicaciones de los medios. En la presente investigación situamos el foco en los emisores de los contenidos; concretamente, en aquellos localizados en la prensa escrita en papel. Esta elección puede resultar extemporánea cuando la irrupción y consolidación de Internet ha trastocado el modelo tradicional de las cabeceras, hasta el punto de que referirse al “periodismo digital” pueda ser considerado un pleonasmo. Empero, y aun siendo conscientes de las potencialidades de los estudios volcados al online, en una sociedad atomizada como la actual, dominada por la inmediatez, la acumulación y la fragmentación, nos parece idóneo recurrir al periódico en papel como objeto de análisis: un lugar físico que ofrece un número limitado de contenidos irremplazables para una jornada concreta. “La historia ha entrado en los noticiarios y es por ello por lo que cada vez es más inmediata y objetiva, pero también más efímera. Es fácil de olvidar y sustituir por la noticia siguiente dentro de un proceso de vértigo que pierde de vista el conjunto y, por consiguiente, ofrece una imagen que, sin dejar de ser gráfica y de rabiosa actualidad, se nos muestra también fragmentada, incoherente y contradictoria”7. No ponemos en duda que la “oferta virtual” de un medio pueda cohesionar el pensamiento de un usuario, pero su misma esencia fomenta una mayor dispersión, resultando complejo abarcar todos sus contenidos. Por el contrario, el soporte del papel parece haber encontrado su lugar en un periodismo más pausado, que apuesta por la reflexión y la contextualización de los acontecimientos dentro de un espacio físico concreto, limitado. Esto podría redundar en una memoria menos dispersa y más consistente tanto para los emisores como para los lectores, alzándose un tipo de periodismo más cercano a la labor del historiador, y es ahí dónde entra en juego nuestro trabajo. Pretendemos hacer un primer borrador de cómo El País, ABC y La Vanguardia, tres de los diarios generalistas más leídos en nuestro país con líneas editoriales desemejantes, han tratado la “crisis de los refugiados”, teniendo como referencia una fecha significativa: 3 de septiembre de 2015. Esa jornada apareció publicada en muchos 7 Zygmunt BAUMAN y Carlo BORDONI (eds.): Estado de crisis, Barcelona, Paidós, 2016, p. 132. 122 medios de todo el mundo la fotografía de Aylan, un niño kurdo de tres años cuyo cuerpo sin vida aparecía varado en una playa turca tras fracasar en su intento por alcanzar Grecia y, por ende, Europa. Sin quererlo, se convirtió en un icono de la tragedia, y en torno a él se estableció un debate desde todas las esferas sociales para buscar soluciones que, de manera urgente, tratasen de atajar la cuestión migratoria. Más allá de los hechos, nuestra investigación trata de conocer las ideas. De ahí que nos hayamos centrado en el género de opinión y, de forma específica, en los editoriales, las columnas y las tribunas. Esto es así porque, siguiendo a Álex Grijelmo, “los textos de opinión suelen reflejar el auténtico talante de un periódico (…) la verdadera ideología del diario”8. ¿Cuál es el grado de solidaridad presente en el discurso de cada una de las cabeceras señaladas para con los migrantes? ¿Se observan cambios significativos a raíz de la aparición de la imagen de Aylan? Esta cuestión, que será el eje sobre el que gire nuestro trabajo, no será óbice para extender el análisis al modo en que aparece retratada la Unión Europea en cada una de las publicaciones, así como para señalar otras tendencias generales en los artículos de cada medio. Nuestro análisis abarca desde el lunes 24 de agosto hasta el jueves 24 de septiembre. La primera fecha se localiza diez jornadas previas a la publicación de la foto de Aylan Kurdi; la segunda, dos días después de que se acordase en Bruselas la acogida de 120.000 asilados, primera medida conjunta de calado para mitigar la crisis. Creemos que este periodo de 32 días resulta adecuado para medir el impacto real de la fotografía entre los articulistas de las cabeceras y establecer un fiel retrato de las tendencias ideológicas observadas entre los articulistas de cada diario. En total, conformarán nuestro objeto de estudio 162 textos. Discurso periodístico El País El diario madrileño fue el periódico que más editoriales dedicó a la “crisis de los refugiados”: doce en total, es decir, cada dos o tres días de media se posiciona sobre este asunto, lo cual evidencia la importancia que le otorga. Su postura se mantiene firme desde el momento en que, tras el encuentro entre Merkel y Hollande para abordar la cuestión 8 Álex GRIJELMO: El estilo del periodista, 18ª ed., Madrid, Taurus, 2014, p. 111. 123 migratoria, pide “máxima colaboración”9 con la propuesta franco-alemana, aun reconociendo su falta de concreción. La defensa de la canciller germana será una constante, indicando y respaldando su liderazgo en todo momento y adscribiéndose a sus tesis: defensa de las cuotas obligatorias, presión y crítica sobre quienes se niegan a aceptarlas, y apelación (cuando no, alabanza) al potencial de Alemania para afrontar el desafío de la acogida, máxime tratándose del destino preferente de los migrantes. Podría decirse que El País actúa como portavoz o estandarte de la postura de la jefa de los democristianos alemanes. Por el contrario, ese posicionamiento contrasta con las críticas hacia el Gobierno de España. En un principio, recuerda la oposición de este a la propuesta de acogida impulsada por Juncker en el mes de mayo para instarle a que adopte un papel activo y solidario. Una vez el gobierno de Mariano Rajoy flexibiliza su postura y se abre a una mayor acogida, el diario se congratula pero lo interpreta como una cesión a la movilización ciudadana. Las posteriores matizaciones de algunos miembros del Ejecutivo a ese cambio de actitud le lleva a publicar “No hay marcha atrás”10, un editorial en el que afirma no cabe alegar motivos económicos para entorpecer la acogida de refugiados. Así pues, en un primer momento, El País ofrece la imagen de un Gobierno insolidario que, posteriormente, se ve obligado a ceder frente al clamor popular aun mostrándose titubeante. El discurso editorial de este diario pivota de manera recurrente sobre el riesgo de que eclosione el Acuerdo de Schengen y, con ello, se recupere el control de las fronteras internas. Además, como particularidad, tras el día del estado de la Unión, El País junto a otros doce diarios internacionales suscriben “Un llamamiento a nuestros líderes”11; una propuesta con medidas concretas para abordar la cuestión migratoria. Esta publicación, sin duda, otorga prestigio y refuerza la vocación europeísta del diario. Sobre esto último, es usual encontrar sutiles abstracciones que apelan a una Europa que debe reencontrarse con su camino a través de una gestión conjunta y solidaria en materia migratoria, primer paso para avanzar hacia una política común de asilo que impulse el objetivo de una unión cada vez más estrecha. Esta crisis es observada como una oportunidad ante el 9 “Máxima colaboración”, El País, 25 de agosto de 2015, p. 10. “No hay marcha atrás”, El País, 8 de septiembre de 2015, p. 12. 11 “Un llamamiento a nuestros líderes”, El País, 10 de septiembre de 2015, p. 12. 10 124 envejecimiento de la sociedad europea. El recurso a la historia también será habitual para llamar a la solidaridad de los lectores con aquellos que padecen lo que un día sufrieron los propios españoles; se recupera, por ejemplo, la acogida de México a muchos de los que huyeron del país por la guerra civil. El día en que se publica la imagen de Aylan (El País se decanta por otra con el mismo protagonista pero de menor dramatismo), abre su espacio editorial con “El naufragio de Europa”12, instando a que la emigración sea considerada como el principal problema de la Unión Europea ante una situación que ya no se sostiene. Así, urge a actuar con soluciones “globales, estructurales” (sin concretar) y a que se convoque una cumbre del Consejo para relegitimar la Unión. Sobre la fotografía, ofrece como principal lectura que los niños son quienes más sufren las guerras y la pobreza; no entra en otras consideraciones pese a instar a ir a la raíz del problema. De los doce editoriales publicados durante el periodo estudiado, nueve de ellos se localizan tras la publicación de la fotografía de Aylan; dos en los días que le siguen. Por tanto, el diario se moviliza tras el impacto causado por esa imagen, que interpreta como la deriva de una Europa insolidaria o, al menos, ineficiente, que debe verse en el espejo del pasado para recuperar sus valores solidarios primigenios. En cuanto a las columnas y tribunas, cabe señalar algunas tendencias entre los 45 artículos encontrados. Ante todo, impera el deber moral de acoger a los refugiados, ya sea por convicción o por conveniencia. Es un discurso marcadamente solidario, que urge a actuar a una Europa que, ante el mayor problema al que se enfrenta (y de carácter estructural), parece perder consciencia de su pasado. El deseo de los migrantes por alcanzar el continente europeo hace que muchas voces nos inciten a valorar más si cabe el lugar donde vivimos. Esa imagen positiva se manifiesta en escritos como el de Ignacio Sotelo, para el que “en una Europa envejecida, con un índice de natalidad muy bajo, los flujos migratorios, aunque a algunos les sigan pareciendo una carga inasible, deberían considerarse una bendición”13. Todos los artículos, en mayor o menor medida, comparten esta visión; no así una columna del escritor y colaborador del diario Fernando Aramburu, 12 13 “Acuerdos urgentes”, El País, 1 de septiembre de 2015, p. 12. Ignacio SOTELO: “De Palmira a Múnich”, El País, 15 de septiembre de 2015, p. 13. 125 el único que desde una actitud preocupada pone el foco en las peligrosas consecuencias que podría acarrear la inadecuada identificación de los refugiados. Los articulistas de El País, coincidiendo con la postura editorial del diario, hacen referencia a una multiplicidad de causas que podrían explicar la crisis migratoria (sin apenas mencionar al Estado Islámico) y, además, no queda claro si a la hora de hacer efectiva la acogida se debería discriminar entre los migrantes con derecho a asilo de aquellos que huyen de la pobreza. Del mismo modo, tal y como reconoce Lluis Bassets, el periodista más activo durante nuestro análisis, casi no se habla del problema en origen; esto es, de la necesidad de combatir principalmente en Siria para frenar el flujo de personas que en gran medida llegaba desde ese país. Por otro lado, también existe cierto equilibrio discursivo al contraponer la nueva imagen de una Alemania ejemplar a la de una Europa del Este insolidaria, indicando la brecha abierta por la cuestión migratoria. Asimismo, aparecen numerosas críticas al Gobierno de España por su pasividad e insolidaridad, refiriéndose no solo a su gestión en la frontera de Ceuta y Melilla, sino también a temas de mayor actualidad como la actitud xenófoba del candidato del Partido Popular a la presidencia de Cataluña, Xavier Albiol, o la reforma de la política de asistencia sanitaria de los populares que restringía el acceso a las personas extranjeras. Sobre la iniciativa de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, de crear una red de ciudades-refugio para fomentar y facilitar la acogida, aparecen dos artículos que, ubicados en posiciones secundarias, defienden esa propuesta: una tribuna firmada por la propia Colau que, junto a los alcaldes de otras tres ciudades europeas, pide ayuda a los Estados y a la UE para acelerar la acogida y cumplir con sus responsabilidades; y otro espacio desde el que Miguel Urbán, eurodiputado de Podemos, apela con un lenguaje muy incisivo a la promoción de las ciudades-refugio frente a la “Europa fortaleza”14. Ciertamente, desde las páginas de este diario, los articulistas presentan a una ciudadanía española concienciada con la causa que, con éxito, ejerció presión sobre sus representantes políticos. En cuanto a la reacción a la imagen de Aylan, como podemos observar en el gráfico a continuación, no se produce un aumento significativo ni constante en el tiempo de la cantidad de artículos publicados. Si bien se reconoce su simbolismo y se empleará 14 Miguel URBÁN: “Contra la indiferencia”, El País, 10 de septiembre de 2015, p. 14. 126 como referencia en muchas ocasiones, no se produce un cambio significativo. Por el contrario, sí tiene lugar dos días antes cuando, inaugurando el nuevo curso tras el periodo vacacional, El País abre en portada con el siguiente titular: “Merkel alerta de que peligra la libre circulación en Europa”. En esa jornada ya se habla de reacción desde el propio editorial: “Después de un mes de agosto terrible (…) los líderes comunitarios parecen haber tomado conciencia de que la crisis de la llegada masiva de refugiados exige una respuesta urgente y duradera”, en alusión a la convocatoria del Consejo de Justicia y Asuntos de Interior. Desde entonces, y hasta la celebración del mismo el día 14, se concentran la mayoría de los textos de opinión analizados. Gráfico 1 Evolución nº artículos El País 6 5 4 3 2 1 0 (Fuente: elaboración propia) ABC Este diario, abiertamente conservador, monárquico y católico, dedica ocho editoriales a la cuestión migratoria, lo que de media equivale a uno cada cuatro días dentro del periodo estudiado. Desde el principio reconoce que es el problema más grave que enfrenta la Unión Europea y que se alargará en el tiempo. Su postura es clara: solidaridad sí, pero sin menoscabar el orden y la ley y yendo al origen del problema; es decir, se muestra a favor de una política humanitaria que, evitando abusos, respete el derecho de asilo de los refugiados y vaya acompañada de una solución integral. Sobre esta última se 127 posiciona con contundencia: se debe intervenir militarmente en Siria y Libia contra el yihadismo del Estado Islámico, una amenaza directa a la seguridad colectiva europea al estar cometiendo “un genocidio en pleno siglo XXI”15. Esta llamada a la acción no la circunscribe a Europa, sino a la comunidad internacional en su conjunto, entendiendo que se trata de un movimiento telúrico que exige la responsabilidad de todos (incluidas las naciones árabes, a las que reprocha su pasividad). De este modo, ABC reduce a una causa el incremento sin precedentes de los migrantes que anhelan llegar al continente europeo y extrae una conclusión: si algo debe aprender la Unión de esta crisis es la necesidad de elaborar una política exterior y de defensa común. De la Unión Europea ofrece una imagen bastante crítica. Considera que solo se mueve a golpe de tragedia, destacando su falta de unidad y de determinación, así como su incapacidad de previsión; además lamenta que caiga habitualmente en buenos propósitos que no suelen ir más allá de la retórica. Sobre esto último, se observa una tendencia a denunciar la hipocresía y demagogia de la clase política. Considera que muchos dirigentes, como Ada Colau, Manuela Carmena o el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, han mostrado sentimientos de conmoción y compasión ante la cuestión migratoria, en su opinión, tan conocida como ignorada. Ahora bien, esta actitud hacia los políticos no es extrapolable al Gobierno español, del que toma prestadas sus tesis. Su discurso muestra a un Ejecutivo responsable que, frente a las soluciones parciales e improvisadas de algunos ayuntamientos del país, desarrolla una política seria al institucionalizar la gestión de la “crisis de los refugiados” a través de una Comisión Interministerial. Por su parte, no existe mención alguna a las cuotas hasta bien avanzado el periodo de nuestro análisis, y lo hace para indicar que rozan los límites de la soberanía nacional; si bien las considera necesarias, se muestra escéptico sobre su obligatoriedad. Eso sí, en todo momento defiende una política europea común para con los refugiados. ABC entiende que la situación merece una respuesta de urgencia. Del mismo modo que alerta del peligro que corre el Acuerdo de Schengen, menciona la posibilidad de que se produzca una ruptura de los equilibrios sociales. Sobre la ciudadanía española, en concreto, asegura entender su inquietud frente al sistema de cuotas por la tasa de desempleo que padece el país. Además, llama a la reflexión a aquellos que temen “los 15 “La UE debe mirar a Siria y actuar”, ABC, 16 de septiembre de 2015, p. 4. 128 supuestos efectos perversos que podría tener la llegada de miles de musulmanes desde una zona de conflicto”16, planteando que quienes llegasen a Europa en busca de asilo deberían ser censados e identificados para tenerlos controlados. Por otro lado, si bien califica de meritoria la actitud de Ángela Merkel por emprender una política de bienvenida a los refugiados sirios, las referencias a la canciller son escasas. Respecto a la resistencia del bloque del Este por acogerse al plan de las cuotas, aunque lamenta la falta de compromiso demostrado considera que sus reivindicaciones no están exentas de razón. En este punto se encuentra una de las ideas que vertebra el discurso de la cabecera madrileña: las reglas de control de la frontera exterior de la Unión debe ser aplicadas de forma rigurosa. En este empeño por la seguridad, y haciendo gala de su ideal monárquico, se enmarca un editorial que, con motivo de la visita de los Reyes de España a Estados Unidos, enfatiza la necesidad de reforzar la alianza atlántica entre los dos países en un momento de graves amenazas colectivas. El día en que la fotografía de Aylan Kurdi se cuela en las portadas de muchos medios en todo el mundo (no así en la de ABC), el diario decano de la prensa nacional dedica sus dos editoriales a otros asuntos. Será al día siguiente cuando decida tratar el tema. ¿Cómo lo enfoca? Critica a la clase política por hipocresía (en concreto, la red de ciudades de acogida impulsada por Ada Colau y el aumento de la cifra de refugiados hasta los 100.000 propuesta por Tusk) y a la sociedad por necesitar una imagen para tomar conciencia de una tragedia que no es nueva. Por último, explica que detrás de Aylan se esconde la guerra, de la que Europa “prefiere desentenderse”17. En definitiva, el discurso de ABC, si bien está inspirado por principios humanitarios que obligan moral y legalmente a acoger a los refugiados, no muestra una visión positiva de la inmigración al considerar que los recursos son limitados y que deben considerarse los efectos negativos que puede acarrear la asistencia. Las firmas de ABC generan un total de 52 contenidos. El periodista Hermann Tertsch es, con diferencia, el más activo. El periódico le reserva diferentes espacios (algunos, privilegiados) en función de la jornada, de modo que su postura puede 16 17 “Respuesta humanitaria pero razonable”, ABC, 11 de septiembre de 2015, p. 4. “La tragedia siria no cabe en una foto”, ABC, 4 de septiembre de 2015, p. 4. 129 considerarse representativa del discurso general de los textos de opinión del diario. Tertsch se muestra alarmado ante la posibilidad de que, si no se toman medidas al margen de la “generosidad que solo son capaces de ofrecer sociedades de raíces culturales cristianas”18, Europa se colapse; desde su punto de vista, “estamos en un estado de emergencia europeo no declarado”19 ante la amenaza del Estado Islámico y la dificultad de integración de los musulmanes que llegan. Esta tendencia a poner el foco en el Daesh se observa en el resto de artículos. Se critica la parálisis de una Unión Europea que, de no actuar con urgencia para frenar un flujo incesante, puede poner en peligro su propia existencia. Pese a distinguir con claridad refugiados de migrantes económicos, no aparece reflejado con contundencia el deber inexorable de acoger a los primeros. Ahora bien, algunos autores apelan a la dignidad humana y a los valores cristianos para reclamar la acogida solidaria de quienes, sintiéndose perseguidos, huyen de sus países. Así lo entiende el rector de la Universidad de Comillas, Julio L. Martínez, que además concede a la Iglesia un papel fundamental en esta tarea por su cultura del diálogo y del encuentro20. No obstante, en general no se ofrece una imagen positiva de la inmigración. Son habituales las referencias a los flujos migratorios como una invasión, que incluye infiltraciones terroristas, presentando a los migrantes como fugitivos que se saltan las leyes al campar a sus anchas por el territorio europeo. Una parte considerable de los articulistas presenta el perfil de un migrante varón en edad adulta, que se aprovecha de las garantías que ofrece el Estado del bienestar en Europa y sin intención de integrarse. Se trata de un relato que, en muchas ocasiones, incorpora la esfera religiosa para mostrar la incompatibilidad del Islam con los valores occidentales. La pluma de los articulistas coincide con la del propio medio al posicionarse en contra del “buenismo”; es decir, denuncian a aquellos que, en su opinión, adoptan de forma irresponsable una conciencia angelical acompañada de buenas palabras que, lejos de ofrecer soluciones, consiguen soslayar las causas reales que está generando la crisis migratoria. Para Isabel San Sebastián, se trata de una “nueva religión laica” que actúa 18 Hermann TERTSCH: “A vueltas con la islamofobia”, ABC, 26 de agosto de 2015, p. 11. Hermann TERTSCH: “El horror como advertencia”, ABC, 29 de agosto de 2015, p. 25. 20 Julio L. MARTÍNEZ: “Por una Europa con «alma»”, ABC, 15 de septiembre de 2015, p. 3. 19 130 como una “nueva Inquisición” al enviar al ostracismo a quienes se alejan de lo políticamente correcto21. Por lo tanto, estamos ante un discurso que prioriza la responsabilidad sobre la bondad o, dicho de otra manera, toda solución a la “crisis de los refugiados” pasa por intervenir militarmente contra el Estado Islámico más allá de establecer un sistema de cuotas que, pasando casi desapercibido, no tiene gran aceptación entre los firmantes (tan solo las defiende abiertamente el columnista José María de Areilza). No es de extrañar que, si bien se percibe un apoyo creciente a la “política de bienvenida” de Ángela Merkel y a su liderazgo, se muestra cierto escepticismo sobre el triunfo de sus tesis. Respecto al Gobierno de España apenas hay referencias; solo una columna de Curri Valenzuela, hacia el final de nuestro análisis, se refiere a su gestión para respaldarla frente a las críticas que dirige contra el PSOE y algunas iniciativas de ayuntamientos y ONG. Sí que aparecerán sutiles referencias a la izquierda española en general para, como mencionamos con anterioridad, remarcar lo que se considera una visión política dulcificada e irresponsable, además de colarse en varias ocasiones la posible independencia de Cataluña para tratar de poner en evidencia a sus partidarios. Por lo tanto, pese al enfoque europeo con que tiende a ser abordada la crisis migratoria, en muchas ocasiones se añaden temas o actores de actualidad en la política nacional, sin apenas entrar en valoraciones de la gestión gubernamental. A nivel internacional, merece ser destacada la crítica abrumadora dirigida hacia los Estados Unidos, fundamentalmente, y al presidente Obama en concreto, por su pasividad y retirada militar de Oriente Medio. Esta práctica unanimidad contrasta, por el contrario, con las discrepancias respecto a su política migratoria, ejemplar para unos y censurable para otros por considerarla puramente economicista. Si observamos el gráfico de los contenidos publicados en ABC, veremos que el mayor pico se sitúa en la jornada posterior a la publicación de la imagen de Aylan. Ese día se produce un debate en torno a la adecuación de publicar la foto en portada, comparándola con otras fotografías históricas simbólicas. Sin embargo, en los textos de opinión Aylan pierde su protagonismo. Más bien, parece producirse una ofensiva con los argumentos que ya se venían defendiendo. La tercera página, espacio cotizado del diario, 21 Isabel SAN SEBASTIÁN: “Dogmas buenistas”, ABC, 21 de septiembre de 2015, p. 13. 131 corre a cargo de Juan Antonio Sagardoy, numerario de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, y desde ella carga contra el modelo migratorio de “papeles para todos” que, a su parecer, domina en Europa en detrimento de la racionalidad económica. Si en algo coinciden el resto de articulistas este día es en la necesidad de actuar mediante una solución bélica, esperando que la UE sea un actor global eficaz. 8 7 6 5 4 3 2 1 0 (Fuente: elaboración propia) La Vanguardia El histórico referente de la prensa liberal catalana dedica nueve editoriales a la crisis migratoria, lo que supone algo menos de una publicación cada cuatro días. Desde el primer momento valora el paso adelante de Ángela Merkel a favor de los refugiados y, aunque las referencias a la ejemplaridad girarán en torno a la gestión alemana, las loas directas a la canciller serán moderadas. De la misma forma, no se aprecia un respaldo taxativo al sistema de cuotas obligatorias, si bien es presentado como el camino más probable para enfrentar una doble crisis: la humanitaria y la de la demografía europea. Esta última, considera, hace necesaria una percepción positiva de la llegada de migrantes al continente, debiendo enfrentar el desafío como una oportunidad para avanzar en el proyecto comunitario. Por eso aparecen varias llamadas a una acción urgente pero conjunta. 132 Sobre la actitud del Gobierno español, al principio se limita a señalar su reticencia a las cuotas, recordando el estado convaleciente de la economía del país, con una tasa de paro que rondaba el 22%. El cambio en la postura oficial lo sitúa en el marco de la cumbre bilateral hispano-germana celebrada a principios de septiembre, y se interpreta como una cesión de Mariano Rajoy como contraprestación al apoyo público de Merkel contra el proyecto independentista catalán. Precisamente, el enfoque regional predominará en dos editoriales: el primero para tratar la propuesta de las ciudades-refugio de Ada Colau, cuya reacción valora pero exige la coordinación de todas las Administraciones; el otro para felicitarse por la selección de Barcelona como sede de la 15ª edición de la Cumbre de la Paz, considerando que la apuesta de la ciudad por ese ideal había quedado de manifiesto con la iniciativa municipal a favor de los refugiados. El discurso de La Vanguardia es solidario pero excluyente, es decir, aboga por una generosidad limitada por la diferenciación que establece el derecho internacional entre la figura del refugiado y la de aquellos que deciden partir de sus hogares en busca de una mejor situación económica. De ahí que considere innegociable la ayuda a los refugiados, aunque abierta a debate la cifra que debía asumir el Gobierno español. El diario catalán recurre a la experiencia del país en lo que a migraciones se refiere, recuperando historias como la huida desesperada de quienes cruzaron los Pirineos con motivo de la Guerra Civil Española. Su objetivo declarado es despertar sentimientos de empatía entre una ciudadanía a la que, si bien encuentra concienciada, insta a presionar sobre sus representantes políticos. Todo ello debía contribuir a que la Unión Europea recuperase sus señas de identidad. Por eso en su último editorial, “Los refugiados y la fractura europea”22, lamenta el rechazo de los países del Este a las cuotas; sin ser partidaria de sancionarlos, reconoce que su incumplimiento de las normas puede haber fracturado Europa en dos mitades. Además, en otro artículo se amplía la denuncia a los países del Golfo que por vecindad, religión, renta y responsabilidad en el conflicto sirio, deberían ofrecer mayor cooperación auxiliando a los sirios. La Vanguardia espera al día siguiente a la publicación de la foto del cuerpo de Aylan para referirse a ello desde el espacio editorial. Considera que la imagen refleja el drama que está provocando la guerra en Siria e interpela a la moral europea para no 22 “Los refugiados y la fractura europea”, La Vanguardia, 24 de septiembre de 2015, p. 36. 133 ignorarlo. No obstante, no centra su escrito en el origen del flujo migratorio, sino en el conflicto que evidencia su gestión: la propuesta de Juncker de aumentar a 120.000 la cifra de reparto de refugiados, impulsada por Merkel y defendida por Hollande, frente a la resistencia de países como Reino Unido, España y, sobre todo, algunos que estuvieron bajo el telón de acero, contra quienes dirige su crítica. Tres jornadas antes, en el primer día de septiembre, uno de sus editoriales llevaba por título “Europa reacciona ante la inmigración”23 al referirse a la convocatoria de una reunión entre los ministros de Interior y Justicia de la UE, por lo que la imagen de Aylan, más que un punto de inflexión o un cambio de perspectiva, es presentada como una llamada de atención (una más, si bien de mayor impacto) a la necesidad de articular una política conjunta de ayuda a peticionarios de asilo político. Respecto a las columnas y tribunas, han sido localizadas 36 piezas. Se trata de un discurso coral, con multitud de firmas que se refieren a la cuestión migratoria, por lo que la extracción de conclusiones resulta una tarea más compleja. Uno de los principales tópicos será la responsabilidad de la Unión en las guerras que asolan Siria y Libia, fundamentalmente. Muchas voces claman contra la permisividad con “dictaduras amigas”, criticando a su vez la política exterior occidental por la intervención en Irak en 2003 y la falta de compromiso en el actual conflicto sirio. Entre quienes sostienen esta postura, algunos ponen el foco en la lucha contra el Estado Islámico como forma de solucionar la “crisis de los refugiados”. En lo que todos coinciden es en la emergencia de la situación, que obliga a actuar cuanto antes; eso sí, reconociendo en todo momento su complejidad. Sobre la controvertida obligatoriedad de las cuotas apenas hay referencias. Sí tiene creciente protagonismo Ángela Merkel y, sobre todo, su país, que se erige como el ejemplo que todos deberían seguir. Respecto a la canciller, se pone especial énfasis en cómo a raíz de su actitud solidaria con los refugiados se ha relajado su imagen negativa en los países del sur sacudidos por la austeridad. No obstante, domina la moderación a la hora de valorar la actitud de la dirigente germana. Ahora bien, esta se contrapone en un primer momento a la postura de países como Reino Unido o España, criticados por su falta de compromiso con la acogida; más tarde, la condena recaería en el bloque del Este 23 “Europa reacciona ante la inmigración”, La Vanguardia, 1 de septiembre de 2015, p. 24. 134 y en Hungría especialmente. La gestión del Gobierno de Rajoy pasa prácticamente inadvertida, y solo aparece una crítica directa contra el ministro de Interior, Jorge Fernández Díaz, por negar con vallas y represión policial el derecho a la hospitalidad que, en opinión del filósofo Xavier Antich, asiste a quienes pretenden alcanzar territorio español por Ceuta y Melilla. A nivel regional, cabe destacar alguna referencia aislada a Xavier Albiol, criticado por agitar la xenofobia en Cataluña, las críticas al consistorio de Ada Colau por su actitud ante la celebración de la fiesta de la Mercè, patrona de Barcelona, con especial protagonismo del tema migratorio, y el escaso eco de la iniciativa de las ciudades-refugio. De la Unión Europea se ofrece una imagen ambivalente. Por un lado, están aquellos que la presentan como un gigante burocrático que camina a paso lento entre disputas nacionales y a las órdenes de Alemania y los mercados financieros. El ejemplo más paradigmático lo representa la tribuna del teólogo jesuita J. I. González Faus., que hace la siguiente reflexión: “Y hoy ¿no convendría cambiar el anagrama de la Unión Europea (UE) por un DE? Aludiríamos así tanto a la actual Dictadura Europea como a Deutschland”24. Por otro lado, hay quienes apelan a Europa como ese gran espacio de paz, solidaridad y convivencia, cuyos valores fundacionales todavía perviven (aunque, se reconoce, lo hagan cada vez más en la memoria que en la realidad cotidiana). Este intento desesperado por no caer en el derrotismo y la resignación queda patente en el texto de Jordi Balló, habitual colaborador de La Vanguardia, desde las páginas de Cultura: “La conciencia de Europa se construye en situaciones irreversibles que se perciben de manera singular, que hacen sentir a la población como parte de una comunidad en fuga” 25. El discurso sobre la Unión camina, por tanto, entre la crítica hacia lo que es y el anhelo por lo que todavía puede recuperar de sí misma. Pilar Rahola, que encuentra similitudes entre la situación actual de insolidaridad con los migrantes y el Holocausto, resume muy bien esa doble cara en una frase: “La bella Europa, a veces tan monstruosa”26. Los articulistas de La Vanguardia transmiten una imagen positiva de la migración, siendo habitual el recurso a la historia de España y de Cataluña del siglo XX para concienciar a los lectores de que a nadie le es ajena. Más allá de la solidaridad no se ofrece 24 José Ignacio GONZÁLEZ: “Migraciones”, La Vanguardia, 7 de septiembre de 2015, p. 22. Jordi BALLÓ: “La alambrada”, La Vanguardia, 26 de agosto de 2015, p. 25. 26 Pilar RAHOLA: “Refugiados”, La Vanguardia, 2 de septiembre de 2015, p. 17. 25 135 otra alternativa, por lo que se apela a ella una y otra vez. Eso sí, se presenta como respuesta ineludible para con los refugiados y no tanto hacia los migrantes económicos. El día en que se publica por primera vez la foto de Aylan, no se produce ningún aumento en los contenidos de opinión, si bien es cierto que a partir de la jornada siguiente y durante cinco más tiene lugar la mayor concentración de artículos, con referencias directas e indirectas a la citada instantánea. No obstante, en líneas generales, La Vanguardia muestra niveles bajos en la cantidad total publicada, sin superar ningún día las tres piezas. De las dos primeras reacciones a la imagen del crío varado en la costa turca, localizadas una jornada después, una apela desde el sentimentalismo a ampliar la perspectiva de tal forma que nadie sea observado como extraño en este mundo, mientras que la otra, más pragmática, se dirige contra la tiranía del Estado Islámico para concluir que la solidaridad implica asumir riesgos: “¿Queremos que los ejércitos de la UE se impliquen en la guerra contra los fanáticos que fabrican refugiados?”27. Gráfico 3 Evolución nº artículos La Vanguardia 3,5 3 2,5 2 1,5 1 0,5 0 (Fuente: elaboración propia) 27 Francesc-Marc ÁLVARO: “Antes de la playa”, La Vanguardia, 4 de septiembre de 2015, p. 22. 136 Conclusiones Apuntaba Edgar Morin, a propósito de la caracterización de Europa, que “no se define su identidad pese a las metamorfosis, sino en las metamorfosis”28. Como proyecto en continua construcción y, por tanto, en cambio perpetuo, los mass media desempeñan un papel clave desde su posición de “emplazamientos destacados de la percepción colectiva”29. De ahí la conveniencia de conocer a grandes rasgos la gestión mediática en España de la llamada “crisis de los refugiados” en su momento de mayor actualidad desde los textos de opinión de la prensa generalista referente. El diario El País, a través del espacio editorial, fue quien más veces se refirió al asunto, y aunque coincide con La Vanguardia en situar la reacción de la UE antes de que apareciese la fotografía de Aylan, lanza una ofensiva a propósito de esta última para reclamar una Europa y una España más solidarias. En ABC, también se produce ese contraataque, si bien a cargo de los articulistas, con una clara tendencia a enfatizar la idea de que toda solución a la cuestión migratoria pasaba por combatir al Estado Islámico sobre el terreno. Lejos de estas reacciones, y pese a que muchos se referirán a Aylan en sus escritos, la publicación de la imagen no supone un punto de inflexión en el debate sobre la crisis. Todos los diarios, en nombre de la pluralidad, elaboran un discurso polifónico cuyas voces comparten, en mayor o menor medida, valores e ideas. El discurso de El País, acorde con su vocación europeísta, plantea la cuestión migratoria como una oportunidad de avanzar en la integración comunitaria, siguiendo las directrices del eje franco-alemán. De acuerdo con su defensa de un reparto equitativo de los peticionarios de asilo, ofrece una imagen positiva de quienes anhelan ser acogidos en Europa. En la misma línea se sitúa La Vanguardia, si bien sus llamadas a la solidaridad muestran mayores cautelas y tenderán a excluir a los migrantes económicos. Es el diario ABC el que, sin renunciar a la solidaridad que asiste a los refugiados, pone el foco en la seguridad en las fronteras exteriores de la UE, exigiendo el cumplimiento de la ley para garantizar el orden. Como particularidad, muchos articulistas de este diario tratarán la crisis desde 28 29 Edgar MORIN: Pensar Europa. La metamorfosis de Europa, Barcelona, Gedisa Editorial, 1994, p. 54. Daniel INNERARITY: El nuevo espacio público, Madrid, Espasa, 2006, p. 88. 137 un enfoque religioso, poniendo de relieve la incompatibilidad del Islam con los valores occidentales de tradición judeocristiana. Por el contrario, las tres cabeceras coincidieron en señalar la urgencia de tomar medidas ante una situación que no había hecho más que empeorar, y de hacerlo de manera conjunta, concienciadas con la magnitud que había adquirido la situación. Pese a las discrepancias, todas se refirieron a una crisis humanitaria que, moral y legalmente, debía ser atendida, focalizando su atención en los migrantes procedentes de Siria. Otro punto en común serán las referencias abstractas a los valores, modos de vida, etc., del continente europeo. Y es que, como diría el historiador británico Tony Judt, “lo que aglutina a los europeos, incluso cuando critican duramente algún aspecto de su funcionamiento práctico, es lo que se ha dado en llamar (…) el «modelo europeo de sociedad»” 30. 30 Tony JUDT: Posguerra, 10ª ed., Taurus, Barcelona, 2006, p. 1069. 138 “La “tournée” de La II República por Europa en busca de armamento durante el primer año de guerra: entre la hostilidad y la no intervención” Miguel Í. Campos Universidad Complutense de Madrid La República, desde los días posteriores al golpe intentó conseguir armas en aquellos países donde creía que podía comprarlas y también en aquellos donde se las ofreciesen. Una vez observó con impotencia, desconcierto y desesperación, que Francia y Gran Bretaña le cerraban sus arsenales nacionales y le prohibían comprar en la industria privada, y Estados Unidos basculaba en el mismo sentido tomando un “embargo moral”, ni tan siquiera legal, tuvo que diversificar los mercados potenciales de compra de armas. La condición necesaria, pero no suficiente, para ganar una guerra radica en las armas que se logran poner al servicio de un ejército frente al otro. Sabedores de esta premisa, las autoridades republicanas enviaron por toda la geografía europea comisiones con el fin de adquirirlas. En este capítulo, que hemos titulado la “tournée” por Europa en referencia a la cantidad de países a los que se envió delegados, analizaremos las gestiones que realizaron éstos ante las ofertas que iban apareciendo. Lógicamente, no todos los países que analizamos tuvieron la misma importancia, pero la exposición en conjunto sirve para mostrar que la República ante las necesidades que tenía de armamento, trató de adquirirlo allá donde se vislumbró la más mínima posibilidad. 139 En las siguientes páginas veremos los intentos, un tanto estériles, que hizo la República para conseguir armas durante el primer año de guerra en muchos países europeos. El sondeo infructuoso a la Alemania nazi Como ya hemos señalado, y aunque pueda parecer extraño, la República también intentó conseguir material de guerra en la Alemania nazi. En realidad, no debería de extrañar, pues Alemania fue un suministrador habitual de material bélico a España a lo largo de las primeras décadas del siglo XX, como ya puso de manifiesto Viñas.1 Por otro lado, la República disponía de unas reservas áureas muy interesantes para Göring y su plan de rearme. De hecho, Alemania vendió armas a la República a través de Grecia, como veremos a continuación. Una cosa son los enemigos ideológicos y otra el interés por los recursos españoles del metal amarillo. También conviene tener en cuenta que la venta de armas al enemigo de un aliado no fue un fenómeno poco común durante el periodo de entreguerras. La República, aunque pueda parecer extraño, también intentó conseguir material de guerra en la Alemania nazi. En realidad, no debería de extrañar, pues Alemania fue un suministrador habitual de material bélico a España a lo largo de las primeras décadas del siglo XX, como ya puso de manifiesto Viñas.2 Por otro lado, la República disponía de unas reservas áureas muy interesantes para Göring y su plan de rearme. De hecho, Alemania vendió armas a la República a través de Grecia, como veremos a continuación. Una cosa son los enemigos ideológicos y otra el interés por los recursos españoles del metal amarillo. También conviene tener en cuenta que la venta de armas al enemigo de un aliado no fue un fenómeno poco común durante el periodo de entreguerras. 1 Véase: VIÑAS, Ángel: La Alemania nazi y el 18 de julio, Alianza Editorial, Barcelona, 1977. Esta obra la actualizó el autor posteriormente: VIÑAS, Ángel: Franco, Hitler y el estallido de la guerra civil. Antecedentes y consecuencias, Alianza Editorial, Madrid, 2001. 2 Véase: VIÑAS, Ángel: La Alemania nazi y el 18 de julio, Alianza Editorial, Barcelona, 1977. Esta obra la actualizó el autor posteriormente: VIÑAS, Ángel: Franco, Hitler y el estallido de la guerra civil. Antecedentes y consecuencias, Alianza Editorial, Madrid, 2001. 140 En definitiva, Göring vendió armamento nazi a la República y lo hizo con la colaboración de conocidos traficantes de armamento, del dictador griego Metaxas y, según parece, con el beneplácito de la Unión Soviética y Francia.3 Según recoge Viñas, Augusto Barcia, en su condición de ministro de Estado, convocó el 1 de agosto a Hans Sturm, representante en España del Reichsverband der Deutchen Lutftfahrtindustrie (Federación del Reich de las Industrias de Aviación Alemana). La República quería obtener aviones de caza y de bombardero no demasiado pesados y bombas de aviación de 50 y 100 kilos. Se pagaría como quisieran los proveedores, incluso en oro. Sturm informó de la petición a la Willhelmstrasse en lugar de a la embajada. Berlín no dio respuesta alguna en los tres días siguientes y ante la demora Madrid exigió una respuesta. Finalmente se pidió a Sturm que fuera a París, recogiera al teniente coronel Luis Riaño y volasen a Alemania. Llegaron a Berlín el 6 de agosto y al día siguiente mantuvieron una reunión con algunos funcionarios.4 Riaño solicitó bombarderos, cazas, armas y bombas, y dijo que su Gobierno podía pagar en oro si así se deseaba. Tras la reunión, von Neurath, ministro de Exteriores alemán, recomendó mantener en suspense a Riaño con la idea de que había un contrato en perspectiva pues así se crearía confusión en Madrid y se ocultarían las verdaderas intenciones de los nazis en España. Finalmente, las autoridades alemanas le comunicaron el 18 el rechazo “con pesar” de su solicitud, alegando como excusa que Alemania estaba a punto de adherirse a la política de no intervención, tal y como ocurrió seis días después.5 Las autoridades nazis, a la vez que mandaban hombres, técnicos, material, repuestos y carburante a los sublevados, también trataron de crear discordia interna en el seno de las fuerzas que defendían a la República, permitiendo la venta de cierto material a los anarquistas. En opinión de Howson, el almirante Canaris era un personaje astuto y manipulador y sugiere que, tras la partida de Riaño, con el objetivo de provocar una confrontación entre los comunistas y anarquistas, pensó que un suministro limitado de armas pequeñas a la CNT podía ayudar a encauzar la situación en esa dirección, 3 HEIBERG, Morten y PELT, Mogens: Los negocios de la guerra…, pp.4-5. Es verosímil que en ella estuviera el almirante Canaris. 5 Para ver con mayor detenimiento la petición republicana consúltese: VIÑAS, Ángel: La soledad…, pp.7880. 4 141 especialmente cuando se supiera, como de hecho se supo, que habían llegado armas de la Alemania nazi a los anarquistas españoles.6 Conviene recordar que Canaris pocos días antes de la salida del Bramhill, el barco que trasladó las armas a la CNT, se había reunido con el jefe de los servicios secretos italianos, el general Roatta, con objeto de coordinar la ayuda ítalo-germana a Franco. La hipótesis de Howson es que Canaris permitió que el primer lote de armas viajara en el Bramhill desde Hamburgo y dispuso que el segundo lo hiciera en el Silvia, sabedor de que acabaría en manos de los sublevados.7 Heiberg y Pelt, sin oponerse a esta hipótesis de Howson, creen viable la posibilidad de que esta venta de armas a los anarquistas se considerase un negocio rentable sin más. Estos autores insinúan que el afán de los alemanes por hacerse con el oro de la República pudo haber inspirado otros envíos además del Bramhill durante el otoño de 1936 como el caso de este barco griego Philomena, o Silvia.8 Gracias a Heiberg y a Pelt sabemos que el Bramhill descargó casi 1.000 toneladas de municiones, fusiles, ametralladoras, revólveres y cartuchos en el puerto de Alicante el 1 de octubre de 1936. El barco, como hemos señalado, partió de Hamburgo, puerto franco que se hallaba fuera de la jurisdicción alemana, con la aquiescencia de la Alemania nazi.9 La embarcación era de propiedad galesa y la Lloyd´s había asegurado el cargamento. En el seguro se especificó que el barco habría de descargar en Arabia Saudí y en Yemen. La aprobación del seguro contó con la aprobación del Ministerio de Exteriores británico que, ironías del destino, estaba en el mismo edificio que albergaba al Comité de no intervención. Por eso no es de extrañar que cuando el 4 de noviembre se sacó a colación el caso del Bramhill en el Comité de no intervención apenas se hizo nada para llegar al fondo del asunto. Alejandro Otero afirmó en su informe que Alemania no daría armas ni a España ni a México, pese al deseo que tenía de divisas. En ambas afirmaciones tuvo razón. Lo 6 HOWSON, Gerald: Armas para España..., p.269. Puede que los fusiles y ametralladoras fueran los referidos por Krivitsky, pues las fechas encajan y su agente Rosenfeld aparece como intermediario en el informe no publicado de Araquistáin. También es posible que Krivitsky no supiera lo que iba a ocurrir después o que, en cualquier caso, hubiera preferido no mencionarlo: ibídem, p.275. 8 HEIBERG, Morten y PELT, Mogens: Los negocios de la guerra…, p.65. 9 Ibídem, pp.1 y 61-64. 7 142 que no supo era que Alemania, vendiendo armamento a la República a través de Grecia, obtendría divisas de ésta, tal y como aclararon en su día Heiberg y Pelt.10 Fuera de esta vía de suministro poco material nazi llegó a la República y para identificarlo hemos de recurrir nuevamente a Otero. Los envíos de armas nazis a la República con la cobertura de Grecia Pese a que, como acabamos de ver, la petición oficial republicana para adquirir armamento al Tercer Reich fracasó, como era de esperar, la Alemania nazi, especialmente Göring, vio en el Tesoro republicano una fuente jugosa de divisas con la que poder desarrollar y acelerar su programa de rearme. Valiéndose de comerciantes y traficantes de confianza, que hicieron de intermediarios entre ellos y la República y también de Grecia, Göring autorizó la venta de material bélico a la República. Alemania envió el material a los republicanos a través de dos vías: 1) directamente en barcos enviados desde la Alemania nazi y 2) las armas se fabricaron en Grecia con maquinaria, acero y técnicas alemanes y partieron hacia puertos republicanos. En total han documentado la existencia de 18 envíos, realizados desde el 3 de enero de 1937 al 11 de mayo de 1938. Todo apunta a que se empleó a la BCEN para realizar los pagos. Para no llamar en exceso la atención, se siguió el siguiente modus operandi: tan pronto estuviese la embarcación cargada, abandonaba el puerto del Pireo rumbo a una isla desierta del archipiélago heleno, donde se ocultaba en islas casi inhabitadas y, una vez cambiados su nombre y su documentación, ponía rumbo a Marsella. En caso de que la detuviesen a mitad del trayecto, el capitán aseguraría estar navegando hacia México. En el lugar de partida, algunos barcos recibían certificados que les permitían acceder al puerto francés de Sète, donde esperaban hasta recibir nuevas órdenes. Las embarcaciones pesqueras griegas de poco calado que navegaban las costas españolas debían de enviarles un radiotelegrama codificado en cuanto viesen las aguas libres de barcos franquistas, y en ese momento, los navíos ponían rumbo a Barcelona, 10 FIP, carpeta: París. Comisión de Compras. Comisión Técnica. Subcarpeta: Comisión de Compras. Informe del señor Otero, p.7. 143 donde descargaban su flete. Una vez desembarcadas las armas, los escoltaba un buque de guerra republicano desde la capital catalana hasta que llegaban a aguas internacionales. Los intentos estériles desarrollados en Bélgica A mediados de los años treinta, Bélgica era el sexto exportador de armas a nivel mundial. La mayor parte del mercado armamentístico estaba en manos de los comerciantes de armas que tenían sus propios talleres. La región de Lieja había sido siempre no sólo un centro importante de fabricación de armas sino también un centro de contrabando de éstas y, como veremos, cantidades importantes salieron vía Amberes con destino a los dos contendientes españoles. Antes de que estallase la guerra de España, para favorecer la libre circulación a la exportación de armas el Gobierno belga procuró no imponer ninguna restricción a ésta. Sin embargo, la guerra entre Paraguay y Bolivia por el Gran Chaco, iniciada en junio 1933, indujo a Gran Bretaña a solicitar a la SdN el embargo internacional de armas, aunque no entró en vigor hasta septiembre de 1934. Llama la atención la manera de actuar de los británicos ante ambos conflictos por dos aspectos. Primeramente por el tiempo transcurrido en el que Gran Bretaña decidió actuar: en el conflicto del Chaco transcurrieron 15 meses desde que se inició hasta que se logró el embargo de armas, mientras que en el caso español lo logró desde prácticamente el mismo momento en que estalló la sublevación, al menos para la República. La segunda diferencia radica en el modus operandi: en el caso del Chaco planteó el embargo de armas a través del único cauce legal disponible: la SdN. En el caso español, como hemos visto, lo hizo actuando al margen de esa legalidad internacional y presionando entre bastidores a Francia para lograr que los principales países con intereses en España (por proximidad geográfica, por intereses geopolíticos y/o geoestratégicos o por el peso de su industria armamentística) se abstuviesen de mandar armas.11 11 Los embargos de armas en los años de entreguerras fueron casi todos, por no decir todos, promovidos por el Foreign Office. Aparte del embargo del Gran Chaco, hubo otro contra Lituania en una disputa con Polonia, varios contra China y otro contra Abisinia: HOWSON, Gerald: Armas para España..., pp.120121. 144 En pocas palabras, Gran Bretaña sabía, a tenor de experiencias previas, que si planteaba un embargo de armas para España en la SdN transcurriría un plazo de tiempo infinitamente superior en lograrlo que si actuaba al margen de ésta. El miedo al supuesto establecimiento de un sóviet en España no permitía la más mínima dilación. La campaña de intoxicación desarrollada por los conspiradores y sublevados tras las elecciones de febrero de 1936, que dieron la vitoria a las izquierdas, en Londres les dio sus frutos en sus planes de lograr la inhibición británica en caso de que el golpe fracasara, como ocurrió parcialmente. En cuanto a la guerra de España, Leopoldo III, de carácter germanófilo y contrario a los Frentes Populares, no veía ninguna objeción en vender armas belgas o alemanas a los monárquicos españoles o al general Franco. Como señala Vincineau, el abandono belga a la República se inserta en el cuadro de una política defendida como independiente pero que en realidad fue una política de “sálvese quien pueda”: “esperando escapar de la tormenta, mendigamos garantías a las “Grandes” es decir a las Potencias totalitarias que violaban regularmente sus acuerdos y a las Democracias incapaces de hacerse respetar”.12 Todo apunta a que el tráfico ilegal de armas se realizó a “gran escala” hasta finales de noviembre. Dieu, un armero de París calificado como “muy serio” por Alejandro Otero con quien trató la compra de armas en Bélgica, al exigirle el permiso de exportación aseguró que ni él ni nadie podía vender armas, pues el Gobierno belga, por razones de orden internacional y por imposición del rey, no iba a conceder permiso de armas a ningún país mientras durase el conflicto español, pese al perjuicio económico que esta medida causaría a la industria armamentística nacional. La EPRE española y francesa consultada apunta en la misma dirección que la albergada en los archivos del Ministerio de Exteriores belga y consultada por Vincineau.13 Resulta difícil, por no decir imposible, seguir el rastro a las operaciones realizadas fuera de los casos de fragante delito, particularmente debido a las disposiciones legales. Éstas dispensaban a los vendedores que no vendían a individuos particulares de la obligación de registrar las armas que ellos adquirían a la entrada, por lo que era muy fácil engañar 12 13 VINCINEAU, Michel: “La guerre civile…, pp.122-123. Ibídem, pp.81-123. 145 en la salida, no declarándolas en los registros y haciendo figurar los pagos en una contabilidad separada. El fraude también lo facilitó la complicidad de países neutrales que facilitaron la expedición de licencias y desviaban el cargamento durante la ruta. Hemos detectado el envío de cuatro barcos con armamento destinados, en principio a España. El primero fue el Raymond, que acabó confiscado en septiembre. Otro fue el Alice que tras burlar a las autoridades sobre la carga que transportaba realmente consiguió llegar a altamar y transbordar al Icíar fusiles, ametralladoras y cartuchos cuyo destino fue Bilbao. El tercero fue el Lodewick, destinado a los sublevados, gracias a la organización de sindicatos simpatizantes con la República, zarpó para Finlandia cargado de fosfatos. Finalmente el vapor Ragnvold-Jarl, con bandera noruega, salió el 26 de septiembre de Amberes para Huelva cambiando en altamar su nombre por el de Neva. Checoslovaquia: la mayor potencia armamentística también da la espalda a la República El interés de la República en Checoslovaquia se apoyó en dos factores fundamentales: por un lado, su posición geográfica en el centro de Europa y, por otro, por tener una de las principales industrias de armamento de la época. Este país en los años treinta del pasado siglo XX era una gran potencia industrial en el sector armamentístico, ocupando el primer puesto a nivel mundial como exportador de armas, con un volumen aproximado al 30% del total de las ventas. Contaba con empresas como la Skoda, con Avia, su rama aeronáutica; CKD y ZB (Zborojovka). Poseía una producción en serie de alta calidad que incluía la fabricación de aviones de caza y de bombardeo, carros blindados, ametralladoras, fusiles y municiones de todos los calibres. La República pensó que, en teoría, el ejecutivo checo le era favorable. Prueba de ello es que a finales de julio el Gobierno republicano contactó extraoficialmente con el encargado de negocios checo en Madrid, Zdeněk Formánek, con la idea de comprar aviones y otro material bélico. La respuesta fue negativa. Desde el punto de vista checo, el estallido de la guerra de España sirvió para reorientar su política exterior hacia el estrechamiento de lazos con Francia, a la que prometió su abstención en el conflicto, y, por ende, a Gran Bretaña. Pese a que Checoslovaquia se adhirió a la no intervención el 3 146 de septiembre, en la práctica el presidente Benes y algunos ministros facilitaron las gestiones de Jiménez de Asúa, con quien les unía una importante afinidad ideológica. Si bien es cierto que las autoridades checas permitieron a los republicanos realizar gestiones, muchas de las cuales las conocían, a la hora de la verdad poco material checo obtuvieron los republicanos en el primer año de guerra que hemos analizado. Sí hemos documentado el envío de voluntarios, productos sanitarios, medicamentos, vestidos, zapatos, conservas… incluso a través del Comité de Ayuda a la España Democrática. También es cierto que a pesar de las discrepancias entre los dirigentes de este Comité, se publicaron folletos y libros, se hicieron exposiciones, se adoptaron 20 niños republicanos y se envió a finales de abril una ambulancia y enfermería de campaña, con quince médicos, cuyo jefe fue el famoso cirujano K. Holubec, amén de personal auxiliar, entre ellos un especialista en rayos X, un electrotécnico, y un farmacéutico. Este Comité pudo realizar todas estas actividades y labores gracias a las colectas que se realizaron en el país. En fecha tan temprana como el 21 de octubre, Krofta ya estaba convencido de la farsa que significaba la no intervención y de la falta de lealtad con la que se aplicaba, pues sólo tenía eficacia para perjudicar a la República. El Comité de no intervención propuso a Checoslovaquia a principios de diciembre que permitiese en su territorio, como país productor de armas, un control de sus fábricas. Por consejo de Fierlinger, socialista y alto funcionario (encargado de política) del Ministerio de Negocios Extranjeros, dicho Ministerio no contestó y optó por esperar la respuesta de otros países a los que también se envió esta propuesta, como Alemania o Italia. En cambio, Checoslovaquia sí aceptó formar parte de la Comisión de control para vigilar los puertos españoles y portugueses, aunque para ello tuvo que invertir tres millones de coronas.14 Por otro lado, aprovechando los ricos arsenales y fábricas de armas checos y las necesidades republicanas de adquirir armamento, se multiplicaron por doquier los “amigos” de la República que ofrecían sus servicios o la cobertura de tal o cual país para ganarse una sustanciosa comisión. En muchas ocasiones se planteó la cobertura de países tan pequeños que demandaban tal cantidad de material bélico que hacía imposible que 14 FPI-ALJA 442-8. Informe nº7 (10/12/1936). 147 saliesen adelante. Sólo los comunistas checos hicieron todo lo posible por conseguir coberturas por simpatía y solidaridad hacia sus camaradas españoles. Los sublevados/franquistas conocedores de la importancia de Checoslovaquia como exportador armamentístico a nivel mundial, desarrollaron una actividad bastante importante para sabotear los intentos republicanos de adquisición de material de guerra. Como en otras tantas representaciones, contaron con partidarios de cierto nivel en la legación y conocedores de los entresijos de la política interna y bien relacionados con ciertos sectores gubernamentales. En el caso checo contaron con el servicio de Gaspar Sanz y Tovar. También enviaron a diversos comisionados para tratar de adquirir material de guerra. En Praga, paralelamente se desarrollaban las gestiones para conseguir armamento, también se efectuó una importante labor para el envío de voluntarios aprovechando las simpatías que una parte de la población manifestó hacia los españoles defensores de la democracia. Como ocurrió en otros países, el partido comunista de Checoslovaquia (PCCH) fue el principal foco de reclutamiento a través de sus comités regionales. También participaron los socialdemócratas, aunque con menor intensidad y existiendo ciertas rivalidades entre ambos grupos. También participó en el reclutamiento el Comité de Ayuda a la España Democrática, cuyo líder fue el cofundador de la Cruz Roja checoslovaca y publicista socialdemócrata, el capitán Emanuel V. Voska, quien desempeñó un papel fundamental en el llamamiento al voluntariado médico a través de distintos medios de comunicación y de sus contactos en la Cruz Roja. El segundo centro de reclutamiento se ubicó en la misma legación republicana y se orientó hacia el envío de técnicos, oficiales del ejército y médicos. Como señala Eiroa, "Este asunto fue manejado con mayor acierto que la compra de armas debido a la centralización de las gestiones y a la prudencia con que se realizaron".15 También se organizaron colectas y acciones de socorro en pro de los niños víctimas de la guerra, en la que los niños checos entregaban sus juguetes para comprar vestidos para los españoles. Finalmente señalar que, dada la importancia y posición geográfica checa, Asúa aprovechó la ocasión para montar un servicio de información. Para ello se valió de 15 EIROA SAN FRANCISCO, Matilde: "La embajada en Praga..., p.227. 148 Leopold Kulcsar, austriaco con experiencia en labores de inteligencia que había trabajado previamente para la República. La creación y el mantenimiento del servicio fue costoso, pero reportó informaciones muy valiosas que no fueron muy bien utilizadas por Álvarez del Vayo en favor de los intereses republicanos en la escena internacional. Gracias a este servicio se logró información sobre la Alemania nazi, su política y envíos a Franco, de Austria y de otros países del centro y este europeo en los que la República no tenía representantes. Los intentos detectados en Holanda Otro de los países en los que la República trató de adquirir armas fue Holanda. Realmente, y como veremos a continuación, la importancia de este país estribó, más que en la compra-venta de armamento en el fletamento de barcos ya que sólo existía una fábrica importante de material de guerra: la Fokker. Precisamente, esta compañía se financió notablemente con el dinero del Tesoro español sin que un solo aparato se entregase a los republicanos en los casi tres años que duró el conflicto, aunque sí tuvo que saldar cuentas con el Gobierno de Franco una vez acabado éste. Por su parte, el Gobierno holandés, en respuesta a la nota francesa sobre no intervención, se comprometió el 12 de agosto a no dar ninguna autorización para la exportación de armas o de municiones cuyo destino fuese España hasta que no existiese un acuerdo general entre todos los países.16 Polonia Una vez se cerraron los mercados convencionales a la República para abastecerse de armas gracias a la entrada en vigor de la no intervención, Polonia apareció como un potente mercado donde comprar armamento gracias a unas coyunturas que examinaremos a continuación. Sin embargo, el Gobierno de los coroneles polacos no tenía ninguna simpatía política por la República sino todo lo contrario: se identificaba plenamente con 16 AMAEC. AB, RE. 163, carp.9, pl.12, telegrama de 12 de agosto de 1936; ibídem, RE. 153, carp.22, pl.1 telegrama de 12 de agosto de 1936 y AMAEC. AR. GC, Signatura R.416, exp.8, carp.7, telegrama de 12 de agosto de 1936. 149 el movimiento del general Franco. Ello no impidió, como en el caso alemán, que las divisas en poder de la República les atrajesen. También hay que sumar las ansias de las autoridades polacas de deshacerse de auténtico material de morralla que custodiaban en sus arsenales tras la guerra que mantuvieron con los soviéticos. En parte las vendieron a los republicanos, quienes pagaron precios verdaderamente exorbitantes y fueron víctimas de verdaderos expolios a la hora de adquirir el material, con las correspondientes comisiones y derechos de almacenaje. Es más, y para colmo, cuando el material era de calidad, los polacos hicieron cuanto pudieron para que los barcos que lo transportaban acabasen en poder de los sublevados. De acuerdo con el estudio de Howson, Polonia realizó 31 envíos de armas desde el 9 de septiembre de 1936 al 25 de septiembre del año siguiente. Se hicieron 26 viajes por mar para suministrar a los republicanos. Tres barcos (Sylvia, Rona y Ordena) cayeron en manos de los sublevados y otro, el Lola, lo requisaron las autoridades rumanas el puerto de Constanza. Por contra, los sublevados recibieron cuatro entregas. En los pocos casos en los que Howson pudo cotejar las listas polacas con documentación española, el material que recibieron los republicanos realmente se queda corto respecto a lo que pagaron previamente y a lo que pretendían los polacos haber enviado: por ejemplo, de los 100.000 fusiles que se enviaron a los republicanos, sólo los 25.000 Máuser fabricados en Polonia (PWU 29) fueron razonablemente nuevos. De las 11.123 ametralladoras ligeras y fusiles de repetición, sólo se entregaron 992. De los 180 millones de cartuchos, sólo se sirvieron 68 millones. Las 294 piezas de artillería de la lista eran viejas y únicamente ocho tenían miras panorámicas, sin las cuales los cañones no podían fijar debidamente el blanco. Ninguna tenía ruedas o armones, sin los cuales no podían mover adecuadamente y la munición era insuficiente.17 Suiza 17 Si, como hemos visto anteriormente, los fusiles se vendían con 1.000 cartuchos y las ametralladoras con 10.000 balas, las piezas de artillería solían venderse con 2.400 proyectiles cada una, pues se calculaba que, para el uso normal, cada cañón necesitaría 120 proyectiles al día dentro de la batería, más bastantes repuestos al alcance de la mano: HOWSON, Gerald: Armas para España..., p.157. 150 Suiza había desarrollado una importante industria armamentística y podría haberse convertido, gracias a su neutralidad constitucional, en un suministrador sustancial para cualquiera de los dos contendientes. Para evitarlo, el Consejo Federal suizo ratificó e hizo entrar en vigor el 14 de agosto dos decretos sobre su neutralidad en “la guerra de España”. Con el primero de ellos prohibió la exportación, la reexportación y el tránsito de armas, municiones y material de guerra con destino a España, a las posesiones españolas y a la zona española del Protectorado de Marruecos, incluidas las piezas de repuesto, de todas las aeronaves, montadas o desmontadas. De su ejecución se encargó el Departamento de Finanzas y de Aduanas. Con el segundo decreto prohibió a sus ciudadanos y a los individuos residentes en su territorio toda participación en las hostilidades, excluyendo de la prohibición solamente a los ciudadanos españoles. De esta labor se encargaron los funcionarios de policía de la Confederación. Por si quedaba alguna duda de la línea política que Suiza iba a seguir en la guerra de España, en el artículo 2º de este último decreto se recogió que las hostilidades en España no podían apoyarse ni favorecerse de manera alguna en el territorio de la Confederación hasta tal punto que la Dirección General de Correos y Telégrafos quedó “invitada” a no realizar ningún envío de dinero cuyo fin fuese el de apoyar o de facilitar dichas hostilidades.18 La no intervención se tomó por dos motivos: por un lado, Suiza no podía vender armas a los sublevados porque levantaría la oposición de los círculos de izquierdas del país y, por otro, vender armamento a los republicanos, aparte de ser antagónicos ideológicamente, aumentaría el riesgo de tener tensiones con Italia, por lo que “Suiza optó por proteger a la vez sus intereses internos y externos”.19 En realidad, las autoridades suizas castigaron a quien ayudó o intentó ayudar a la República, pero se pusieron una venda en los ojos cuando se trató de castigar a los que ayudaron a los sublevados. 18 El ministro de España en Suiza, José María Aguinaga, remitió a Barcia los textos de los dos decretos sobre la neutralidad suiza en la guerra de España el 22 de agosto: AMAEC. AR. GC, Signatura R.416, exp.8, carp.8. Por orden de Barcia el 1 de septiembre, el subsecretario de Estado, Rafael Ureña, envió los textos a su homólogo de la Presidencia del Consejo de Ministros. 19 RODRÍGUEZ BALLANO, Elena: "Un socialista..., p.178. 151 Intentos a la desesperada: las exploraciones en Finlandia, Suecia, Noruega, los Países Bálticos y Yugoslavia La República, según se le fueron cerrando mercados y arsenales nacionales en los países considerados como “amigos” o suministradores tradicionales, trató de conseguir aviones, tanques, armas y municiones a la desesperada en cualquier parte del mundo. A la Europa nórdica y báltica también se enviaron expediciones para sondear y tantear el terreno. Había que obtener armas vinieran de donde viniesen y costasen lo que costasen. Poco logró, aparte de traiciones y escándalos. En Finlandia fue Miravel, un enviado de la Société y hombre de confianza de la embajada de España en París, quien exploró las posibilidades de comprar armamento. Tras realizar diversas gestiones, remitió una lista de productos susceptibles de adquisición. Al parecer exigió una importante comisión, por lo que la propia Société lo destituyó y en su lugar envió a Reve, un ingeniero que hizo una petición de exportación suscrita por México. Los amigos de Miravel dificultaron este permiso y el Gobierno finlandés pidió a su homólogo mexicano que le confirmara el pedido suscrito por su representante en Helsinki, a la vez que le reclamó la declaración de que el material no acabaría en España. México, fiel a su principio como hemos visto, contestó que el permiso lo solicitaba él pero las armas eran para la República. Ante esta situación, Otero ordenó a Reve que regresara a París. Antes de volver, los amigos de Miravel le dijeron que ellos conseguirían el permiso de exportación para otro país. El 22 de septiembre salió nuevamente para Helsinki Miravel para firmar un contrato con la Transbaltic que incluía 20.000 fusiles y 30 millones de cartuchos, 400 subfusiles finlandeses Suomi con tres millones de cartuchos del 9 y 10 tanques de 10 toneladas. En la oferta también había una partida de 40 cañones japoneses que los técnicos españoles en París no aconsejaron, aun cuando el coronel Levecque los examinó en Helsinki y dijo que eran aceptables.20 La EPRE consultada no nos ha permitido saber en qué acabó finalmente la operación. También hubo expediciones en búsqueda de material en Suecia. Este país lo visitó un tal Weisberg, no sabemos si por orden de Otero o de la Société. A petición suya, se 20 FIP, carpeta: París. Comisión de Compras. Comisión Técnica. Subcarpeta: Comisión de Compras. Informe del señor Otero, p.6. 152 envió como técnico al coronel Levecque, quien visitó la fábrica Bofor. El material era espléndido pero muy caro. En opinión de este coronel, la fábrica no vendería material que fuese para la República. Weisberg a su regreso a París habló a Otero de pasta de madera, cascos y cocinas termo-ambulante, pero nada de armamento.21 En cuanto a Letonia, sabemos que, como en tantas embajadas y legaciones, el encargado de negocios de España en Riga, Jesús Encio y Cortés, se pasó al bando sublevado y Franco lo envió a Berlín, donde debía ayudar al encargado de negocios.22 Encio, que hablaba alemán, tenía a su servicio a una alemana-báltica por lo que se encontró cómodo en su plaza en Berlín. Se le consideraba como inteligente e instruido. Además, sus contactos con la legación de Francia, basadas en una relación de cuatro años, fueron muy buenos hasta el final de la contienda.23 Una vez terminada la guerra, los franquistas acusaron a los tres países bálticos de haber vendido grandes cantidades de armas y municiones a los republicanos durante los nueve primeros meses de la guerra. Sin embargo, de la docena de barcos aproximadamente que transportaron armas desde el Báltico en 1936, sólo uno zarpó de Lituania, otro de Letonia y otro de Estonia.24 En el caso de Yugoslavia, sabemos que contaba en sus reservas con unos 100.000 fusiles del 8 con cartuchos, una partida de cañones Haubitz con munición y unos 15 millones de cartuchos del 7, antiguo fusil serbio utilizable para el Máuser empleado en España. Este material se ofreció a los republicanos. El técnico que fue a examinarlo se encontró allí a Marcovici Cleja para tratar el aspecto financiero. Aunque el material era viejo, se les quería hacer pagar más caro que si fuese nuevo. El Gobierno yugoeslavo quería vender pero la visita del ex rey Alfonso XIII a personajes de la corte yugoeslava anuló la operación.25 En definitiva, la República trató de obtener material de guerra allá donde existió la más mínima posibilidad, especialmente desde mediados de agosto, cuando Francia y 21 ibídem, pp.5-6. El 7 de agosto el ABC publicó en su edición de la mañana su separación de la carrera diplomática: http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/abc/1936/08/07/010.html. 23 AMAEF. Section: Espagne. Carp.146. Documento 75. 14 de enero de 1937. 24 HOWSON, Gerald: Armas para España..., pp.297-298. 25 FIP, carpeta: París. Comisión de Compras. Comisión Técnica. Subcarpeta: Comisión de Compras. Informe del señor Otero, pp.6-7. 22 153 Gran Bretaña adoptaron la política de no intervención en los asuntos españoles. Esta se tradujo en la imposibilidad de que el Gobierno republicano adquiriese material bélico en las cantidades suficientes para contrarrestar la ayuda que Hitler y Mussolini enviaban a Franco. Los países nórdicos y bálticos también ofrecían oportunidades de comprar material de guerra, pero muchos de estos Gobiernos eran contrarios a la República y simpatizantes de los sublevados. Por ello no es extraño que algunos barcos fletados con material de guerra acabasen en los arsenales franquistas. 154 “El papel del Gabinete de la Presidencia en la política europea socialista, (1982-1992).” Mª del Pilar Sánchez Millas. Syracuse University – Madrid Campus. Una de las primeras decisiones de Felipe González al ganar las elecciones de octubre de 1982 con mayoría absoluta, fue la de crear un Gabinete de la Presidencia muy cerca de él. Se sabe muy poco, la documentación que se puede consultar aún es escasa y eso puede potenciar diversas conjeturas en torno a las razones y objetivos de este organismo dentro del Palacio de la Moncloa Para estas páginas queremos centrarnos en la aparente contradicción de crear un Departamento de Internacional en el Gabinete de la Presidencia cuando ya había un Ministerio de Asuntos Exteriores y un Departamento de Internacional en el propio Partido Socialista. La primera aclaración de la que debemos partir es que no es Gabinete “del” Presidente sino de “la” Presidencia, esta apreciación es muy importante porque servía tanto al Presidente como al Vicepresidente del Gobierno, no en todos los países es así. La segunda cuestión es que este Gabinete no era sólo, ni predominantemente de Política Exterior sino que abarcaba el conjunto de las áreas de gobierno. González lo ha explicado claramente, “Yo tenía una manera de gobernar que no era la habitual; yo elegía a los ministros y les concedía plena responsabilidad en su área. Tenía mi Gabinete de Presidencia para filtrar, ordenar y hacer compresible la masa inmensa de información que llega de los diferentes 155 Departamentos ministeriales. Y no puenteaba a ningún ministro con ninguno de sus segundos ni terceros, cosa que es muy habitual en todos los gobiernos. No reprocho esa actitud, pero mi estilo de gobierno era ese”.1 En el año 1981, próximas las elecciones y viendo que había grandes posibilidades de ganar, Roberto Dorado2 propuso que se estudiase la estructura de la Presidencia de Gobierno. Toda la campaña de 1982 se llevaba trabajando desde 1980 y, a principios de 1982, la oficina de Bravo Murillo, en Madrid, estaba funcionando a pleno rendimiento para cuando se produjera la convocatoria. Fue aproximadamente en enero de 1982 cuando Roberto Dorado, en respuesta a aquella idea que le rondaba la cabeza y aún había quedado sin concretar, comenzó una gira por París donde visitó tanto la oficina del primer ministro como la de la presidencia y, en Bonn, conoció los entresijos de la cancillería alemana. A su vuelta propuso al PSOE que se hiciera una simbiosis de los dos, la cancillería era fundamentalmente funcionarial –salvo un departamento– y la oficina del primer ministro era más política; por lo tanto, hicieron un modelo con un poco de ambos creando una estructura administrativa en la que podía haber funcionarios, o personal que no lo fuese, todos con una misión técnico-política. Cuando Leopoldo Calvo-Sotelo convocó las elecciones “se tocó el pito” en Bravo Murillo y “se pusieron a trabajar como una máquina porque estaba todo aquello muy rodado”.3 Es decir que hay aspectos de lo que sucedió en 1982 que estaban muy meditados, con mucha antelación. No todos, pero sería una simplificación decir que la victoria les sorprendió sin preparar. Una vez que se ganaron las elecciones, Roberto Dorado fue recibido en Moncloa por Eugenio Galdón Brugarolas jefe del Gabinete del Presidente del Gobierno entre 1981 y 1982 (a su vez, el predecesor de éste había sido Alberto Aza que había dirigido el Gabinete de Suárez desde 1977). Galdón le explicó todo con naturalidad y Roberto Dorado, con la misma franqueza, le dijo que le agradecía los detalles pero que tenían muy claro lo que iban a hacer, aunque no le llegó a dar el esquema completo de su esbozo. La 1 IGLESIAS, María Antonia: Cuerpo a cuerpo. Cómo son y cómo piensan los políticos españoles, Madrid, Aguilar, 2007. Pág. 453. 2 Roberto Dorado, fallecido el 26 de noviembre de 2011impulsó el Instituto de Técnicas Electorales en los años setenta y fue una pieza clave de los comités electorales socialistas en los años de la transición a la democracia en España. Todos estos datos nos los contó en la entrevista del 28 de julio de 2003. 3 Entrevista de la autora con D. Roberto Dorado y con D. Juan Antonio Yáñez-Barnuevo. 156 idea era muy simple y práctica: cruzar datos y hacer una puesta en común entre departamentos de manera que tanto Presidente, como Vicepresidente, tuvieran una visión de conjunto y no se perdieran. Roberto Dorado se encargó de la génesis y dirección de este Gabinete regido por el Real Decreto-ley núm. 22/1982, de 7 de diciembre, en cuyo artículo 3 se estableció que era un “órgano de asistencia política y técnica del Presidente y del Vicepresidente del Gobierno”. A efectos prácticos, “Pensaron en un organismo que no sea independiente de la autoridad a la que sirve; que tenga una actuación permanente y no sometida a sesiones; que supervise todo el ciclo de la decisión: preparación, adopción y ejecución; que no represente a otros intereses distintos de los de la autoridad a la que está vinculado; que esté caracterizado por la alta concentración de competencia técnica; y que pueda tener una manifestación plural de puntos de vista que enriquezcan la adopción de la decisión”. 4 Así es exactamente −pero abundando en ejemplos−, lo que los entrevistados nos han contado sobre el día a día. Para su organización, las tareas se dividieron en siete departamentos sectoriales a los que, en 1989, incorporaron uno más. Los siete iniciales fueron: Departamento de Asuntos Institucionales, Departamento de Economía, Departamento de Asuntos Sociolaborales, Departamento Internacional, Departamento de Educación y Cultura, Departamento de Análisis y, el séptimo Defensa y Seguridad. Mención aparte merece la que se conoció como Dirección de Infraestructura y Seguimiento para Situaciones de Crisis, creada por Real Decreto 163/1987, de 6 de febrero; no se trató propiamente dicho un Departamento pero dependía directamente del Director del Gabinete5. A esa estructura en siete departamentos se le unió uno más en la reforma del 22 de diciembre de 1989: el Departamento de Estudios, creado para analizar las cuestiones complejas y/o perentorias para el país y dar soporte al resto de departamentos con perspectivas de medio y largo plazo. Lo dirigió Carlos Alonso 4 ORTEGA ÁLVAREZ, Luis: “El Gabinete del Presidente del Gobierno”, Documentación Administrativa, Núm. 226, abril-junio 1991. Pág. 215. Hay dos versiones de este artículo, que también se encuentra en ORTEGA ÁLVAREZ, Luis: “El Gabinete del Presidente del Gobierno” en VVAA: 1812-1992 El arte de gobernar. Historia del Consejo de Ministros y de la Presidencia del Gobierno, Madrid, Tecnos, 1992. 5 Un ejemplo del trabajo de este departamento fue el seguimiento de la crisis de Irak entre 1991 y 1992. 157 Zaldívar6, ingeniero aeronáutico y diplomático, quien había culminado con éxito las negociaciones con Estados Unidos, es decir, el mejor ejemplo de que se podía estar trabando para el Ministerio y que podía haber una gran colaboración con el Gabinete de la Presidencia. Tanto el departamento de Estudios como el de Internacional eran totalmente diferentes pero mantuvieron contactos en aspectos internacionales de trascendencia y con implicaciones a largo plazo. Por ejemplo podríamos citar un estudio sobre las implicaciones a largo plazo del proceso de reunificación de Alemania y otro sobre lo que empezaba a percibirse como la transformación de España de país de emigración a país de inmigración. Estos dos trabajos se hicieron entre la llegada de Zaldívar, en 1990 y el traslado de Yáñez en 1991. Hubo tres directores del Departamento de Internacional en los años de gobierno socialista: Juan Antonio Yáñez-Barnuevo, quien que abarca los años de esta investigación, fue sustituido por el que fuera su asesor encargado de temas europeos y comunitarios José Maria Pons Irazazábal;7 Pons había llegado a Internacional en 1985 sustituyendo a Antonio Pedauyé y se convirtió en director entre 1991 y 1995. A Pons le sucedió otro diplomático, Ricardo Diez-Hochleitner, que fue director del Departamento de Internacional en Moncloa entre 1995 y 1996. Se llegó a dar la cifra de 439 empleados 8, entre el departamento del portavoz del Gobierno y el Gabinete de la Presidencia. A todos estos órganos necesitamos añadir la Secretaría personal del Presidente, regulada por el Real Decreto 3773/1982 cuyo fondo documental ha sido consultado en el Archivo General de la Administración. Es probable que esa cifra englobe algún organismo más de los que recorre Luis Ortega en uno de los pocos trabajos que hay sobre el tema; este autor y protagonista de los hechos habla de 6 Director del Departamento de Estudios hasta que en 1994 fue nombrado embajador en la Republica de Corea. En ese año fue sustituido por Andrés Ortega Klein en el departamento de análisis y estudios entre 1994 y 1996. Después con el presidente Rodríguez Zapatero, Andrés Ortega volvió al Gabinete de la Presidencia entre 2008 y 2011. Su trayectoria ha sido comentada en una entrevista personal de la autora el 9 de diciembre de 2006. Respecto a Andrés Ortega, su sucesor en el cargo y reputado periodista recomendamos el libro La razón de Europa, Madrid, El País-Aguilar, 1994 7 José Maria Pons Irazazábal, había trabajado con Yáñez-Barnuevo entre 1985 y 1989, como asesor encargado de los temas europeos y comunitarios (sucediendo a Antonio Pedauyé) y pasó luego a desempeñar, entre 1989 y 1991, el puesto de director del gabinete de Enrique Barón cuando éste fue Presidente del Parlamento Europeo. Como dato curioso añadiremos que el padre de José María Pons Irazazábal estuvo personalmente en el Congreso de Múnich de 1962. 8 Diario El País, jueves, 20 de octubre de 1983, “Los servicios del portavoz del Gabinete y la secretaría del presidente tienen 439 empleados”. [Consultado 14 de julio de 2014] http://elpais.com/diario/1983/10/20/espana/435452423_850215.html 158 “pluralidad y especialización” como elementos clave para evitar la excesiva concentración de poder que pudiera hacer diluir las verdaderas decisiones del Presidente en un entramado “político y burocrático” que rodee al presidente y, confunda sus intenciones, en lugar de asistirle; o bien que requiriera mucho trabajo de despacho para atender a todo este entramado de organismos, lo cual también se pudo sortear. 9 “La característica más señalada sería, sin embargo, la ausencia de verdaderos órganos de gestión de servicios públicos, lo que le libera al Presidente de una responsabilidad inmediata y le sitúa fuera de toda relación directa con la Administración Pública.”10 Julio Feo, jefe de la secretaría de la Presidencia, reconoció que para su diseño y filosofía de trabajo optó por captar a los mejores funcionarios con los mejores sueldos posibles; Presidencia debía funcionar con la eficacia de una “empresa privada”11. Con los anteriores presidentes Adolfo Suárez y Leopoldo Calvo-Sotelo había habido una estructura organizativa muy ligera que no completaba totalmente el hecho de que el Presidente tuviera una visión al día sobre todas las tareas que se estaban realizando en el conjunto del Gobierno. A un nivel superior, en cuanto Director del Gabinete del Presidente ocupándose sobre todo de cuestiones políticas generales, estaba Alberto Aza, hombre muy de confianza de Adolfo Suárez que, en 1991, fue sustituido por Eugenio Galdón. En esa época, a otro nivel, como Director de Estudios de ese mismo Gabinete, y llevando más directamente los temas internacionales, se encontraba Eugenio Bregolat, quien a comienzos de 1982 fue nombrado embajador en Indonesia y, ya con Calvo-Sotelo. A Bregolat le sucedió como Director de Estudios Antonio Fournier. Lo relevante de este nuevo Gabinete creado por los socialistas era la capacidad para acceder a la información que hiciera su tarea eficaz. “Capacidad que puede manifestarse 9 Lo poco que se ha escrito del Gabinete se lo debemos a los protagonistas como Luis Ortega Álvarez quien fue, entre 1983 y 1987, director el Departamento de Asuntos Institucionales del Gabinete, ORTEGA ÁLVAREZ, Luis: “El Gabinete del Presidente del Gobierno” en VVAA: 1812-1992 El arte de gobernar. op. cit. También son interesantes sus artículos “El Estado y la reforma de la Administración”, en La transición democrática española, Madrid, Ed. Sistema, Madrid, 1993, y “La articulación España-Europa” en VV.AA.: España-Europa, Monográfico de Sistema, op. cit. 10 ORTEGA ÁLVAREZ, Luis: “El Gabinete del Presidente del Gobierno”, Documentación Administrativa, op. cit. Pág. 210. 11 FEO, Julio: Aquellos años, op. cit. Pág. 224. 159 tanto por su presencia en órganos de decisión y coordinación, como por la recepción de la documentación elaborada por los distintos organismos políticos y administrativos”12. Y sobre todo para la política internacional vamos a ver que fue una combinación de los dos: por un lado se recogía información relevante a los temas de interés para el Presidente y, por otro, se asistía a los Consejos Europeos como parte integrante de la delegación. Respecto al Departamento de Internacional, tenemos que comenzar diciendo que Yáñez-Barnuevo entró en Moncloa al día siguiente de formar Gobierno. Nunca tuvo un cargo orgánico dentro del Partido Socialista; su apoyo era de tipo profesional, comprometido políticamente, y con una relación personal y amistosa, que venía de los tiempos de la Universidad, con Felipe González y Alfonso Guerra, con los dos, pero más estrecha con Felipe González. Es posible que ambos se fijaran en él porque en el verano de 1982, desde Estrasburgo, donde estaba destinado en la Representación Permanente ante el Consejo de Europa, Yáñez les envió unas notas curiosas. Se entretuvo en ordenar ideas en su mente y les mandó lo que creía que debía hacerse tanto con el Ministerio, como con el Servicio Exterior español. Las hizo sin ningún objetivo claro, simplemente por hacerles llegar su opinión de amigo; muchas de esas iniciativas se pusieron en práctica y otras, aún en la actualidad, no han visto la luz. A pesar de estos movimientos iniciales, los primeros contactos de Yáñez en el Gabinete no fueron por González sino por Roberto Dorado; él le ofreció la labor de organizar un Departamento de “Asuntos Exteriores” y recuerda que le dijo que no creía deseable que se llamase precisamente de “Asuntos Exteriores” porque no quería que fuese percibido como una especie de duplicación del Ministerio y, por lo tanto, sugirió la denominación “Departamento Internacional” porque, a su modo de ver, debería abarcar otras áreas internacionales que podrían llevarse desde otros ministerios, por ejemplo Economía o Defensa. Además, tuvo en cuenta que de los otros seis departamentos que formaban el Gabinete de la Presidencia, ninguno, en principio, se refería a un ministerio determinado. Por ejemplo, había un Departamento de Economía, que comprendía, tres, cuatro o cinco ministerios, había otro de Educación y Asuntos Sociales que también abarcaba varios 12 ORTEGA ÁLVAREZ, Luis: “El Gabinete del Presidente del Gobierno” Documentación Administrativa, op. cit. Pág. 211. 160 ministerios, otro de Asuntos Institucionales igualmente con una visión transversal de los temas. Por lo tanto, le aceptaron el cambio de denominación y, hasta cierto punto, también la idea de que no implicase sólo al Ministerio de Asuntos Exteriores aunque, en la práctica, era básicamente tener mucha relación con él. La transversalidad, pues, existía, estaba en contacto con Defensa o Economía o con otros ministerios que pudieran tener vertiente internacional pero, fundamentalmente, era con Exteriores. Respecto al contacto estrictamente hablando con el presidente González, era muy frecuente y fluido porque, desde el primer momento, él siempre se interesó por los asuntos internacionales y, además, existía una cierta afinidad personal, Yáñez-Barnuevo asegura que “Él nunca me dio instrucciones muy precisas de lo que quería que yo hiciera con el departamento, me dejaba hacer, en general nunca se implicó en los asuntos de cómo se organizaba el Gabinete, en absoluto; yo creo que Felipe González es una persona que no pierde mucho tiempo con cuestiones de tipo burocrático, digamos que le interesan más los temas de fondo, de sustancia, de cómo afrontarlos, cómo resolverlos y, bueno, deja a sus colaboradores que se las apañen y se organicen como mejor sepan. […] él se interesaba mucho por los temas internacionales, tenía una visión muy clara de los asuntos internacionales, que él marcaba las grandes líneas de la política exterior, todo eso es cierto, pero él no se metía en temas de detalle y menos aún en temas organizativos”13. Yáñez-Barnuevo despachaba con Felipe González de muy variados aspectos, el más habitual y periódico, era la programación de viajes y visitas suyos, por supuesto, pero también los que pudieran afectar al Rey o a la familia real o reuniones que englobaban varios ministerios, reuniones de alto nivel que pudieran afectar a países vecinos, o seminarios ministeriales, se necesitaba también una mínima coordinación administrativa en tareas interministeriales,… había que establecer una programación semestral o anual, dependiendo del tema, para que todo se hiciera de una manera ordenada, sistemática, que permitieran alcanzar unos objetivos y no fueran fruto de la improvisación, o de los impulsos de una determinada embajada, o de un país. Procuraban hacer esta programación en estrecho contacto con el Gabinete del Ministro de Asuntos Exteriores 13 Entrevista a D. Juan Antonio Yáñez-Barnuevo. Viernes, 11 de julio de 2003. 161 que, a su vez, consultaba a las distintas Direcciones Generales. Lo más frecuente era que cada Dirección General tuviera sus propios intereses para decidir quién era más conveniente que hiciera la visita, el rey, presidente del Gobierno, ministro, dependiendo del tipo de evento o de la zona, no era lo mismo visitar Iberoamérica, que África o Europa Oriental. El Gabinete del Ministro trataba de poner orden en todo ello pero, frecuentemente, no podía resistirse a las distintas subjetividades que le venían de cada Dirección General. De esta manera se esbozaba un primer borrador de programación y era revisado por el Departamento de Internacional, jerarquizando entre lo urgente, lo necesario y lo que debía esperar. Ni el Rey ni el presidente del Gobierno podían estar continuamente viajando; necesitaban desarrollar otros trabajos, de manera que había una labor muy importante de seleccionar y priorizar. Esto se sometía a la opinión del Presidente quien lo veía, daba su conformidad o no y, posteriormente, lo despachaba con Don Juan Carlos. Felipe González tenía despachos muy frecuentes con el Monarca, prácticamente todas las semanas especialmente si el Rey también estaba involucrado en todos esos viajes o visitas de Estado. Las agendas y prioridades, por tanto, era una parte de los despachos directos entre Yáñez y el presidente de Gobierno. Roberto Dorado, director de todos los departamentos no se entrometía en esta relación, lo que Yáñez considera una gran virtud, “nunca pretendió absorber la relación con nuestros jefes. Ofrecía una gran flexibilidad. Yo podía despachar perfectamente con Felipe González sin que Roberto Dorado se ofendiera. No se sentía puenteado, al contrario era muy flexible en esto”. El propio Dorado corroboró estas palabras añadiendo que los puntos de vista diferentes surgían de manera natural y que se fomentaba que, quien creyera que podía aportar algo, diese su opinión; luego era responsabilidad del Presidente y Vicepresidente la decisión de coger esa idea o no: “Si la cogían ya no era nuestra, era de ellos”. 14 Según se ha podido corroborar tanto en las entrevistas como en la documentación de Presidencia consultada, el siguiente bloque de trabajo en los despachos entre el Presidente y su equipo de Internacional eran los temas pendientes, cuestiones a empujar, objetivos a defender. Era trabajo temático y de decisión sobre qué personas convenían que fueran para defender una u otra opción, discursos que se tenían que dar, etc. Todos 14 Coincide de nuevo la opinión tanto de D. Roberto Dorado como de Juan Antonio Yáñez-Barnuevo. 162 los entrevistados confirman que no se hacía nada a espaldas del Ministerio de Asuntos Exteriores. Los asuntos llegaban por los cauces normales, desde la Dirección General que fuese, hasta el Gabinete del Ministro de Asuntos Exteriores, luego llegaba a Internacional, donde se revisaba y se discutía con el Presidente que, finalmente, daba sus directrices y tomaba la decisión final. Había un tercer bloque de despachos que podían tener más enjundia. Por ejemplo, la primera acción que Felipe González encargó al Departamento de Internacional, una semana después de entrar en Moncloa, −según recuerda Yáñez-Barnuevo, entró el 3 de diciembre del 1982− fue un estudio de cómo relanzar las negociaciones con la CEE para conseguir la adhesión en un período de tiempo razonable. Se había avanzado con UCD pero luego se habían quedado atascadas así que tuvieron que ponerse a moverlas y relanzarlas. “Lo estudiáis y lo sometéis, nos dijo” el Presidente.15 Yáñez se muestra muy orgulloso de lo que resultó porque efectivamente, contribuyó mucho a la orientación de lo que iba a hacerse en los tres años siguientes. Obviamente, aclara, el resultado final salió del Departamento de Internacional pero se hizo en contacto también con Exteriores de la misma manera que se hizo con el dossier sobre el tema de la OTAN, al que dedicaremos un epígrafe especifico dentro del año 1985. Vemos que también la prioridad europea apareció desde el primer momento en el Departamento de Internacional de la presidencia de la misma manera que la vimos en los textos de los congresos, los programas electorales, aportaciones teóricas o doctrinales, discursos políticos en las Cortes. Es decir que se comprueba que el objetivo era el mismo y que la política a este respecto tuvo, como es natural, una parte de preparación previa y otra de improvisación en función de los acontecimientos, más bien de adaptación a éstos. Otra consigna general de Felipe González era no alterar la situación más de la cuenta, ser prudentes, un mandato que se puede observar en varios temas a los que a continuación haremos referencia y que también nos lo corroboró Fernando Morán. No existen fórmulas matemáticas para medir hasta qué punto hubo improvisación en la política internacional de los gobiernos socialistas, pero sí percibimos esa clara voluntad del presidente del Gobierno y del Ministro de Asuntos Exteriores de ir dando pasos muy cautelosos, tanto bilaterales como, a la vez, multilaterales; esta fue una de las 15 Entrevista de la autora con D. Juan Antonio Yáñez-Barnuevo. Viernes, 11 de julio de 2003. 163 claves: tocar ambos ámbitos con prudencia y sin alterar las situaciones más de lo sensato. González insistía en que prefería que los temas madurasen, que no se tomaran decisiones precipitadas, que se fuera trabajando, pensado, que se sopesaran todas las alternativas posibles. Más que si fue una política improvisada o no, lo importante fue que “no hubo precipitación”.16 Probablemente se hubieran cometido serios errores si se hubieran querido tomar decisiones poco pensadas. Eso sí que hubiera sido improvisación, tomar decisiones a la ligera en los días, en las semanas, inmediatamente después de formar Gobierno; de ahí la famosa expresión de Felipe González, “ambigüedad calculada” aplicada al tema de la OTAN que resume muy bien su toma de decisiones en política exterior. Felipe González desde que España firmó el Tratado del Atlántico Norte, en mayo de 1982, sabía que no había vuelta atrás; desde ese momento se estaba en una situación nueva y, de ella, había que partir. Con su determinación, muy interiorizada, de no precipitar las cosas y no alterar la situación más de la cuenta, González prefirió ir estableciendo vínculos con los países europeos, con los países aliados y desarrollar una posición de España específica, propia, sin perder el tiempo en lo que ya había ocurrido. Una vez insertos en un organismo internacional de alto nivel, se consideraría muy poco serio que, semejante decisión de Estado, se cambiase radicalmente a los pocos meses. Por el contrario, había una estrategia que podía ser más rentable que lamentarse por algo que ya había ocurrido. Así se lo manifestó a su equipo de colaboradores en el Departamento de Internacional: había que desbloquear las malas relaciones de vecindad. Cuando el PSOE llegó al poder, por diversas circunstancias, había cierta incomunicación, prácticamente, con todos los vecinos, en mayor o en menor grado, o se hablaba de una manera que no encajaba con lo que querían los socialistas. Por lo tanto se expresó el propósito de desbloquear esa situación, no sólo normalizar relaciones con Francia o Portugal, sino también Israel o México. En este sentido, por ejemplo (citaremos algún otro ejemplo en el epígrafe de Exteriores) una de las primeras decisiones que se toman es un gesto en la verja de Gibraltar, que estaba cerrada, para permitir el tránsito de carácter 16 Ibídem. 164 humanitario. Juan Antonio Yáñez-Barnuevo17 recuerda que ciertos sectores de “ABC” fueron muy duros con ellos pero que fue algo perfectamente meditado y diseñado desde mucho antes; no era solamente por el tema de Gibraltar, era porque existía el deseo de romper situaciones de bloqueo con los distintos países vecinos. En efecto, hubo una labor única por darse a conocer, intentar tener relaciones bilaterales fluidas y explicar las políticas que se iban a llevar a cabo. La extraordinaria mayoría absoluta daba fuerza a la política internacional, algo que no tuvieron sus antecesores. Leopoldo Calvo-Sotelo, tenía que debatirse entre la minoría y la debilidad por lo que es comprensible que cuando se enquistaron las relaciones con la CEE intentara jugar la baza estadounidense; fue una manera de ejercer liderazgo y conseguir un éxito rápido. El problema de esta estrategia es que le falló el contexto de agotamiento interno de UCD. Con esta “conquista” internacional, que suponía la OTAN, podían incluso presentarse ante la CEE como conseguidores de algo que debía haber ocurrido en orden inverso. Sea como fuere, el hecho objetivo es que con esa adhesión se había roto el consenso de todos los partidos que estaban de acuerdo en dar más relevancia a Europa por encima de modificar la relación trasatlántica. Los socialistas sabían que no había vuelta atrás, de manera que la opción de Felipe González fue no recrearse en algo que ya había pasado y no le iba a reportar más que el ser visto como alguien insensato o, lo que hubiese sido peor para sus cálculos, sin sentido de Estado. Esto, añadido al hecho de que fuera un gobierno joven, modernizador, le dio también un buen cartel en Europa y, en general en las capitales occidentales, una cierta expectativa. Felipe González y sus ministros de Asuntos Exteriores acertaron a explotar ese buen ambiente que se había creado sin cometer errores de apresuramiento o de excesiva inflexibilidad en la “ideologización”. En cierto modo, integrarse en la OTAN, acceder a mandar tropas a Iraq, reconocer o no a un país, es una manera de liderar e ideologizar la política exterior que, como toda política pública es susceptible de ser marcada por cambios bruscos. Hay unos intereses nacionales, unas orientaciones que responden básicamente a esos intereses fundamentales de un país, de manera que no es una de las políticas más afectada por cambios bruscos, aunque puede haberlos. 17 Entrevista de la autora con D. Juan Antonio Yáñez-Barnuevo. Viernes, 11 de julio de 2003. Un ejemplo de conversaciones con el Reino Unido en época de Suárez y, después, en época de González se encuentra en el Anexo 3. 165 En el departamento de Internacional también eran conscientes de otra variable positiva con la que se habían encontrado. UCD ya había hecho una transición fundamentalmente en lo interno, por parte de Suárez y el Rey;18 cuando el PSOE irrumpió con su mayoría absoluta podía dedicarse a hacer la transición exterior. Algunos autores opinan que la transición a la democracia en el exterior se acabó con el ingreso de España en la CEE en 198619, algo con lo que estamos totalmente de acuerdo. Otras cuestiones a las que el Presidente quiso otorgar énfasis, y que corresponden a los programas electorales que hemos analizado, eran los temas de derechos humanos y de pacificación en América Latina, sobre todo, en el Cono Sur y en Centroamérica20, digamos que es otra manera de “ideologizar” una política exterior o, al menos, darle una tonalidad particular. Hubo un esfuerzo muy intenso de trabajo y, también, con evidencias de no ser sectario, “recuerdo perfectamente a Felipe González dando instrucciones a quien fue nuestro embajador primero en Uruguay y luego en Chile Félix Guillermo Fernández-Shaw, que era un profesional como la copa de un pino, un hombre que yo creo que no tenía ninguna veleidad socialista, un gran profesional y se le envió primero a Uruguay y luego a Chile precisamente para favorecer la transición política de las dictaduras militares a la democracia; con la instrucción de que su primera misión era hacerse amigo de los militares, para favorecer la transición, en ese sentido Felipe González era un hombre muy realista, no trataba de pelearse ni siguiera con Pinochet sino que lo que había que hacer era trabajar con él para que se produjera una transición suave y pacífica, que no era nada fácil. Y ocurrió”. 21 18 Hay una extensa bibliografía sobre la Transición véase, por ejemplo, la obra de Charles T. Powell: “La dimensión exterior de la transición española”, Revista del Centro de Estudios Constitucionales, Núm.18, 1994, Juan Carlos, un rey para la democracia, Barcelona, Planeta, 1995; España en democracia, 19752000, Barcelona, Plaza y Janés, 2001; “Las relaciones exteriores de España, 1898-1975” en GILLESPIE, Richard, RODRIGO, Fernando y STORY, Jonathan (Eds.): Las relaciones exteriores op. cit. y, con Juan Carlos Jiménez, Del Autoritarismo a la Democracia: Estudios de Política Exterior Española, Madrid, Silex, 2007. Así mismo, consúltese GARCÍA, Óscar José; ORTIZ HERAS, Manuel: Claves internacionales en la transición española, Madrid, Catarata, 2010. Por otro lado, recomendamos el libro de la periodista Julia Navarro que recoge testimonios sobre ese período: Nosotros, la Transición, Madrid, Temas de Hoy, 1995 y los clásicos de Victoria Prego, Javier Tusell, José María Maravall, Paul Preston, Juan José Linz, etc. que figuran en la bibliografía final. 19 POWELL, Charles: “España en Europa: de 1945 a nuestros días”, en PORTERO, Florentino (Ed.): La política Exterior de España en el siglo XX, op. cit. Pág. 95. También en ORTEGA KLEIN, Andrés: “Las políticas exteriores de la España democrática: 1976-2007” en JIMÉNEZ DE PARGA, Manuel y VALLESPÍN, Fernando (Ed.): La Política, op. cit. Pág. 812. 20 Entrevista de la autora con D. Yago Pico de Coaña. Madrid, 23 de marzo de 2003. 21 Entrevista de la autora con D. Juan Antonio Yáñez-Barnuevo. Viernes, 11 de julio de 2003. 166 Vinculado a este tema, otro de los ámbitos en el que el Departamento de Internacional tuvo que hacer hincapié era el de la cooperación al desarrollo porque en los años ochenta se dio el salto en esta materia antes inexistente. España hasta hacía pocos años era receptora de ayuda y, sin embargo, en los años ochenta empezó a desarrollar su propia cooperación al desarrollo por ejemplo, citemos cifras de la OCDE, −organización que tiene un comité de ayuda al desarrollo y realiza un estudio comparativo anual de lo que aporta cada país−. Cuando llega el PSOE al poder la asistencia al desarrollo que prestaba España no era más allá del 0’05 % del Producto Interior Bruto y en pocos años se pasó al 0’13 llegando al final de la etapa socialista al 0’20 ó 0’25 aproximadamente.22 Aquí Elena Flores, tuvo mucho que ver como secretaria de Internacional del PSOE; ella había hecho viajes con la Comisión Ejecutiva y conocía a todos los dirigentes Iberoamericanos personalmente. En este sentido su aportación fue muy significativa para la redacción del programa electoral y la valoración de las políticas que el Gobierno hacía.23 Una vez explicada la génesis del Departamento de Internacional, los temas de trabajo y las prioridades, adentrémonos ahora en la personas, los colaboradores de YáñezBarnuevo, cuyos inicios también tuvieron mucho de continuistas. Como se ha mencionado, antes de que el Presidente González formara gobierno, existía en Moncloa un equipo mínimo de asesores en temas internacionales; en el gobierno de Calvo-Sotelo el equivalente a Yáñez-Barnuevo podemos decir que fue Antonio Fournier24. Ambos pudieron conversar sobre los temas que venían trabajando aunque ese pequeño Departamento de Internacional de Calvo-Sotelo tenía una función muy distinta. Básicamente, se concentraba en preparar viajes y visitas. Con Antonio Fournier estaban 22 Véase la evolución en Información Comercial Española que, anualmente, publicaba un estudio comparado de la ayuda al desarrollo española en relación a otros países. 23 De nuevo coinciden exactamente en los mismos términos tanto D. Roberto Dorado como D. Juan Antonio Yáñez- Barnuevo. En este sentido sí había un gran contacto con el Partido que semestralmente elaboraba unos informes de seguimiento de las políticas que hacía el Gobierno. También se ha corroborado todo esto en la entrevista a Doña Elena Flores. 24 Antonio José Fournier Bermejo fue director del Gabinete del Presidente Calvo-Sotelo entre febrero y diciembre de 1982. Posteriormente, fue Embajador en Túnez (desde el 16-03-1983 hasta el 30-01-1987) y, más tarde, en Canadá. 167 dos diplomáticos, Jorge Dezcallar25 y Antonio Pedauyé26. Yáñez conocía a los dos y, huelga decir que ninguno era socialista; sin embargo, cuando estableció el departamento, les pidió que se quedaran. En primer lugar porque los conocía bien pero no sólo a ellos sino a la propia carrera diplomática, sus valores; como en toda labor humana hay personas más eficaces que otras, pero la inmensa mayoría están formados para servir disciplinadamente al gobierno del momento. Yáñez sabía que los diplomáticos tienen interiorizado el mantener la continuidad del Estado, de su acción exterior, incluso en puestos tan politizados como un Gabinete de Presidencia. Son tradiciones fuertes en la carrera diplomática y para Yáñez no había dudas, sabía perfectamente que esas dos personas servirían lealmente a un gobierno socialista y, que a ninguno de los dos les iba a acarrear el más mínimo quebradero de conciencia. La segunda razón por la que a Yáñez le interesaba trabajar con ellos era para empezar inmediatamente, sin tener que esperar a formar un equipo que se hiciera con las riendas y tardara en ser eficaz. Esta decisión no fue bien entendida por algunas personas del partido pero sí por el Presidente del Gobierno, de manera que Yáñez-Barnuevo se mantuvo firme y tanto Dezcallar como Pedauyé siguieron trabajando ahí. Eso les permitió ser operativos prácticamente desde el primer momento y atender así a las variadas tareas que se acumulaban en aquellos días: preparar respuestas a los mensajes de felicitación de numerosos líderes mundiales, tramitar solicitudes de entrevistas de distintas personalidades, contestar consultas de embajadas extranjeras acerca de los proyectos del nuevo gobierno, y sobre todo, elaborar notas para el Presidente sobre las iniciativas y actividades más urgentes en el plano exterior27. Posteriormente, llegaron otras personas “y no se les pidió el carné a ninguno. Todos los que pasaron por el departamento nuestro eran todos diplomáticos, yo creo que la gran mayoría, no tenía carné, alguno sí eran más simpatizantes, posiblemente votante, tampoco se le preguntaba; alguno sí era socialista pero era más la excepción que la regla”.28 25 Jorge Dezcallar, con el tiempo, tuvo una gran relevancia como en la Administración española pues llegó a ser director del Centro de Inteligencia, antiguo CESID. 26 Antonio Pedauyé González permaneció durante dos años y medio más en Presidencia hasta que, en 1985, fue nombrado Cónsul General en Hong Kong. En su lugar llegó a Moncloa José Maria Pons Irazazábal, quien en 1991 sustituyó al propio Yáñez-Barnuevo en la dirección del departamento. 27 Testimonio transmitido por correo electrónico por el propio Juan Antonio Yáñez-Barnuevo, 20 de mayo de 2015. 28 Entrevista de la autora con D. Juan Antonio Yáñez-Barnuevo. Viernes, 11 de julio de 2003. 168 Por ejemplo, Carlos Miranda se incorporó por algún tiempo al equipo, pero no estuvo mucho porque fue nombrado director general en el Ministerio de Asuntos Exteriores. Podemos decir que en los nueve años que Yáñez ocupó el cargo hubo más trasiego de diplomáticos por la propia movilidad laboral típica de este cuerpo de funcionarios, que por razones ideológicas o de discrepancias. Y, de la misma manera, recuerda que cuando el Partido Popular llegó al gobierno con José María Aznar, en 1996, también hubo diplomáticos de carrera que se mantuvieron en el Departamento de Internacional de la Presidencia; algo, por otra parte, que debe formar parte de la normalidad democrática. La política exterior tiende a una cierta continuidad a la que cada gobierno da su marchamo. Respecto a si había alguna rivalidad entre el departamento de la presidencia y el ministerio de Morán. No es algo tan nítido o tan exagerado como pensábamos encontrar; la prueba está en los dossiers consultados y en las entrevistas, un gran porcentaje del trabajo se hacía sobre la base de impulsos que venían del Ministerio, concretamente de los colaboradores de Fernando Morán, los papeles, las propuestas, las ideas, en su inmensa mayoría venían por esa vía. Lo inaudito, en la documentación que hemos consultado, es la falta de informes procedentes del partido, del PSOE o de partidos socialistas europeos, nos referimos concretamente a los fondos relativos a relaciones internacionales y, más específicamente respecto a Europa, que han sido consultados. Quizá habría que explorar más las posibles tensiones entre el ministerio de Morán y la ejecutiva socialista; se habla mucho de las tensiones entre presidencia y ministerio, o han sido más públicas, cuando debió haber otras más internas, dentro del socialismo, en las que no hemos podido entrar por no ser objeto de nuestra investigación, más centrada en aspectos europeos los cuales son menos dados al disenso. Juan Antonio Yáñez-Barnuevo asegura que estaba en contacto continuo con el gabinete del ministro, con José Luis Dicenta Ballester con quien había compartido promoción y, además, eran amigos personales. Sobre lo que otros creyeron ver o intuyesen, Yáñez entiende que puede haber rumores y, llegado un momento, se descontrolan o “percepciones exteriores y eso también cuenta” 29. Se acepta pero, a decir de varios entrevistados, no está fundado. Todos los entrevistados confirman que el 29 Entrevistas de la autora a D. Yago Pico de Coaña y a D. Juan Antonio Yáñez-Barnuevo. 169 Gabinete tenía, y aceptaba con agrado, el perfil bajo con el que ejercían su trabajo. El ministro de Asuntos Exteriores era quien debía presentarse a articular la política exterior en el Parlamento, en conferencias de prensa y, ocasionalmente, el Presidente del Gobierno cuando había que marcar grandes líneas de política. “Pero no nosotros, yo no daba entrevistas, rara vez daba conferencias por aquí o por allá y procuraba tener un perfil lo más bajo posible” 30. Por su parte, Morán, cree que Yáñez dio mucha fluidez a la relación entre Moncloa y Santa Cruz ya que era un hombre discreto, muy autodisciplinado y nada atraído por mover la silla de nadie, renunciando frecuentemente “al propio brillo en pro de la eficacia”31. Es cierto que hubo desacuerdos pero todos son ya conocidos “y se solventaban amigablemente”, según los entrevistados; de hecho, hablan de ellos y coinciden. Los más sonoros ya se han publicado o se habla de ellos con naturalidad. El primero fue un matiz dentro del tema de la OTAN: estaban de acuerdo los dos –Ministro y Director de internacional− básicamente en lo fundamental pero había un matiz que podía ser importante. La idea era permanecer en la Alianza Atlántica pero fuera de la estructura militar, es decir, el modelo francés. Cuando llegaron los socialistas al Gobierno, el Gobierno de Calvo-Sotelo había quemado etapas entre mayo y diciembre de 1982, en el sentido de apresurarse mucho en meter a España en una serie de apartados con los que discrepaban y en los que apenas se recibían contrapartidas. Entonces, en un momento dado, Fernando Morán arguyó que se había ido demasiado lejos y que, por tanto, convenía dar algún paso atrás; por ejemplo él planteaba la cuestión, incluso, de salir del comité militar. Sin embargo, el Departamento Internacional, sostenía que era mejor establecer un modelo propio en lugar de calcar el modelo francés. Esta idea se articuló primero en Moncloa y luego se desarrolló más detalladamente en un comité interministerial, que se reunía en el Ministerio de Asuntos Exteriores; estaba presidido por Máximo Cajal y compuesto por expertos de la Presidencia del Gobierno y de defensa, pero también asistía 30 Entrevista de la autora con D. Juan Antonio Yáñez-Barnuevo. Viernes, 11 de julio de 2003. MORÁN, Fernando: España en su sitio, op. cit. Pág. 126. En la entrevista, nos lo volvió a ratificar, Morán despachaba, al menos todos los lunes con González y “Yáñez era muy colaborador y muy leal” Entrevista de la autora con D. Fernando Morán, Madrid, 17 de abril de 2003. También Julio Feo se refiere a Yáñez como un hombre extremadamente meticuloso y ordenado que podía corregir cada detalle de cualquier papel que cayera entre sus manos, en FEO, Julio: Aquellos años, op. cit. Pág. 217. 31 170 el embajador en la OTAN, Jaime Ojeda32. Así fue la manera de trabajar con una idea original que partió de Moncloa, desde donde se intentó convencer de que no era descabellado permanecer en el comité militar sin entrar en la estructura de mandos. Esa fue una de las discrepancias entre ministerio y Departamento de Internacional y demuestra, además, que no se contemplaba la salida pues, ya entonces, Felipe González había interiorizado los beneficios que le podía aportar permanecer en la OTAN. Otra discrepancia es la que Julio Feo33 también ha explicado en sus memorias sobre la relación con Israel. Y Yáñez nos corrobora esa conocida disconformidad. La prensa fue muy cruel con Fernando Morán hasta el punto de insinuar que no quería establecer relaciones con Israel y que sólo se pudieron establecer relaciones cuando él dejó de ser ministro de Asuntos Exteriores; pero no fue algo tan radical como se ha querido dar a entender. Morán fue uno de los primeros en reconocer el desconcierto que suponía no reconocer a Israel, de hecho hizo contactos discretos y fue intentado explicar en capitales árabes, desde el primer día de la formación del Gobierno, que el hecho de que España no tuviera relación con Israel era una “anomalía”, como le gustaba decir. Una anomalía histórica que había que corregir pero no de forma precipitada y nunca de espaldas a los países árabes; este era el matiz que frecuentemente se malinterpretaba. Por eso fue explicando a los países árabes que se les tendría informados, se les avisaría, y que fueran conscientes de que España establecería, más pronto que tarde, relaciones con Israel. A partir de este punto, la discrepancia entre el Departamento de Internacional y el ministro era que Morán perseguía alguna contrapartida, pero contrapartida no con relación a España sino con relación a los palestinos, es decir que hubiera algún gesto por parte de Israel en dirección al pueblo palestino, en aras del proceso de paz. Era un loable gesto, Morán siempre tuvo buena voluntad de conseguir una compensación para los palestinos pero, se impuso la decisión de Presidencia de enmarcar el reconocimiento de Israel como 32 Véase este artículo que explica muy bien el modelo español de presencia en la Alianza Atlántica. OJEDA, Jaime: “El modelo español de participación en la Alianza Atlántica”, Política Exterior, Vol. III Núm. 9, invierno de 1989. Pág. 58 - 90. 33 Especialmente lo relativo a las relaciones con Israel hay un ejemplo minuciosamente descrito en FEO, Julio: Aquellos años, op. cit. Pág. 444-458. Hay algún ejemplo más como la única vez que Julio Feo vio perder los nervios a Juan Antonio Yáñez-Barnuevo en Pág. 217-218; o también en pág. 223 con el nombramiento de Puente Ojea como subsecretario del Ministerio. Todos los entrevistados también se han referido a estas pequeñas discrepancias que no llegaban a esas grandes luchas que algunos se imaginaban. Morán concretamente fue muy llano explicando cómo él había planificado el acercamiento a Israel. Julio Feo también se refiere a esto en el libro NAVARRO, Julia: 1982-1996. Entre Felipe y Aznar, Madrid, Temas de Hoy, 1996. Pág. 216. 171 parte de la normalización de España como país europeo que, una vez dentro, estaba determinado a impulsar el proceso de paz en Oriente Medio34. Este es un ejemplo más de cómo el gobierno socialista ve a Europa como un medio para conseguir beneficios para el país y, en este caso, intenta extenderlo hacia los palestinos, otras veces hacia Iberoamérica35, ambas causas están continuamente recogidas en los programas electorales del PSOE y en los Congresos. Estos ejemplos explican cómo la prioridad europea afecta a otras políticas; las relaciones con Latinoamérica no son una excepción. Desde el primer momento en que España ingresó en Europa, en el propio Tratado de Adhesión figura una declaración anexa sobre la política a desarrollar respecto a Iberoamérica. Fue Yáñez-Barnuevo quien recibió instrucciones directas de Felipe González para elaborar un proyecto de declaración que iría unido a las conclusiones del primer Consejo Europeo al que España asistió como miembro de pleno derecho, en La Haya36 en junio de 1986. González quería que la primera iniciativa que tuviera España, dentro de la CEE en el plano de la acción exterior, fuese precisamente para impulsar las relaciones entre la Comunidad Europea y América Latina. Lo consiguió y, de hecho, esa declaración política está en las conclusiones de ese Consejo; vieron que la manera de hacer las cosas había funcionado y quisieron seguir. Entre 1986 y 1989 el objetivo fue elevar las relaciones entre la CEE y América Latina, mejorar la acción exterior de la CEE con respecto a Iberoamérica y, de nuevo YáñezBarnuevo fue el encargado de hacer un estudio sobre las relaciones entre ambas partes del mundo que figuraba en puestos muy poco destacados. En esos tres años se consiguió un diálogo más fluido que fue abruptamente interrumpido por otros acontecimientos que los Doce interpretaron como más perentorios. La caída del muro de Berlín, unificación alemana y nuevas relaciones con los países de Europa del Este hicieron que toda la 34 “(…) llegó un momento en que era muy difícil mantener las condiciones y llegamos a la convicción en la Presidencia del Gobierno, pero también un sector de Exteriores, todo hay que decirlo, que consideraba esa posición poco realista y que no se trataba tanto de obtener una contrapartida por parte de Israel sino más bien el enmarcar el paso que se daba, del establecimiento de relaciones con Israel, en la normalización de España al ingresar en la CEE y, a renglón seguido, el tomar iniciativas dentro para que ésta fuera un actor más activo en impulsar el proceso de paz en Oriente Medio y, al final fue esa orientación la que se impuso pero es verdad que solamente pudo llevarse a cabo en la época de Fernández Ordóñez”. Entrevista a D. Juan Antonio Yáñez-Barnuevo. Viernes, 11 de julio de 2003. 35 SANZ TRILLO, Antonio: Los gobiernos del PSOE y la promoción de la paz y la democracia en Centroamérica (1982-1996), tesis doctoral, op. cit. 36 En el siguiente capítulo estudiaremos entre Consejo en profundidad, las resoluciones finales están editadas en PÉREZ BUSTAMANTE, Rogelio y PALACIO, Ana: Los Consejos Europeos, Madrid, Ministerio de Administraciones Públicas, Colección Informes y Documentos, 1998. Pág. 260-266. 172 atención en Bruselas se volviese hacia otras esferas de influencia. A partir de entonces América Latina fue cayendo de entre las prioridades europeas a pesar de que se hicieron acciones aún interesantes con el impulso español, como el acuerdo con México y el acuerdo con MERCOSUR, pero no era tan ambicioso como los socialistas hubieran querido. Con todo, el hecho de que España mantuviera relaciones privilegiadas con los países latinoamericanos o con los países del entorno mediterráneo y el mundo árabe contribuyó a dar a los negociadores españoles un cierto prestigio en Europa. Es decir, que el beneficio jugó en las dos direcciones, para España y para Europa. Otro ejemplo de ello, años más tarde, fue la Conferencia de Barcelona, la Cumbre Euromediterránea de 1995 un gran éxito español en el que propusieron políticas que a España le interesaban pero que se hacían en clave europea, como era la lucha antiterrorista, promoción democrática y económica de los países de la cuenca mediterránea, defensa de los derechos humanos, etc. Durante los diez años analizados, Westendorp es muy tajante y así se comprobará en estas páginas “No había órdenes de parte del Departamento de Internacional sino que era un colaborador del ministerio, hacía de órgano útil entre en Presidente y los Ministerios. (…) Yo te hablo de experiencias, no de documentos porque hay cosas que no se escriben.”.37 Veremos en los siguientes capítulos que los mejores informes escritos, diríamos un inmenso porcentaje –un 98%, por ofrecer una cifra−, de la documentación utilizada para que González llevara su opinión sobre Europa al Consejo Europeo procedieron del Ministerio de Asuntos Exteriores (REPER, embajadas, Secretaría de Estado para las Comunidades Europeas, etc.). Entre las conclusiones a las que podemos llegar es que en ese camino de abandono progresivo de una visión socialista, purista o teórica −calificada como más “romántica”−, que perduraría en las bases; Felipe González insistió en una serie de pautas como la importancia de que Latinoamérica fuese cuidada al máximo y · no tiene mucho sentido para ninguna persona que dirija cualquier asunto en la vida el tratar de duplicar o enrevesar los procesos, entonces, es lógico pensar que González no es una excepción en 37 Entrevista de la autora con D. Carlos Westendorp, Madrid, 7 de julio de 2004. 173 este sentido y parece descabellado pensar que fuera a hacer organismos para que compitiesen entre ellos. Respecto a Europa, a la luz de la documentación original, depositada en archivo público, sobre la preparación de los Consejos Europeos –principal órgano de exposición de la voluntad de los Estados en la CEE-UE−; no puede haber ninguna duda de que fue el Ministerio de Asuntos Exteriores quien definió la política europea de España. La última palabra la tenía el Presidente, efectivamente, el Gabinete de Presidencia tuvo una labor esencial, pero ha quedado patente que los mejores informes, los análisis más profundos, de los más variados temas, siempre fueron los de Exteriores. 174 Los primeros pasos de la relación de la democracia cristiana alemana con sus homólogos españoles en 1975 Natalia Urigüen López de Sandaliano Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) Una política exterior de “sustitución”: razones que llevaron a la CDU a cooperar con la democracia cristiana española Superados los efectos de la guerra y a hombros de la asombrosa recuperación económica, la RFA estaba a mediados de los años setenta en condiciones de volver a desarrollar una política exterior más ambiciosa, acorde con el protagonismo que ya tenía en el continente: “Nuestra meta en el Viejo Continente de Europa es la consecución de los Estados Unidos de Europa. Queremos construir con todos los países libres de nuestro continente una federación de Estados, que sea un punto de atracción de libertad, solidaridad y justicia para todos los pueblos,[…]que les permita elegir libremente su sistema de gobierno[…]Una convivencia en paz y unas relaciones normalizadas, tal y como se indica en el punto 94 de los principios programáticos de la CDU, sólo son posibles si existe un equilibrio de fuerzas entre el Este y el Oeste[…]Que por nuestras propias experiencias queramos ver en España un movimiento sólido demócrata cristiano cimentado en el pueblo, se entiende por sí mismo”1. 1 Conferencia del diputado de la CDU Gerhard Reddemann en el Deutsches Kultur Institut de Madrid, unión international, 21.06.1976, AJT. 175 De ese modo sintetizaba el diputado democristiano Gerhard Reddemann, en una conferencia en Madrid, la política que la CDU estaba siguiendo para el desarrollo de la construcción europea: España ocupaba un puesto singular en las ecuaciones de la democracia cristiana alemana. En los años setenta la CDU, tras veinte años al frente del Gobierno de la RFA, estaba en la oposición desde que en 1969 habían llegado los socialdemócratas a la Cancillería. Lo mismo ocurría en otras grandes potencias europeas en las que los partidos de esta ideología habían quedado relegados a un segundo plano, con Gobiernos predominantemente socialdemócratas. En este nuevo escenario no escaseaban por tanto importantes razones para poner en marcha nuevas políticas de relanzamiento y la CDU no encubría su determinación en reforzar la democracia cristiana en Europa. El fin de las dictaduras de la Península Ibérica, de dos países con predominio católico y conservador, se presentó como una gran oportunidad en este aspecto. Según un importante dirigente de la CDU, para su partido la cooperación con partidos democráticos emergentes fuera de la RFA en los años setenta era de gran importancia, ya que: “Para nosotros, habiendo salido de la dictadura nazi fue una responsabilidad automática ayudar a los partidos democráticos que salían de dictaduras de diversos tipos. El franquismo no fue ni nazismo, ni coroneles griegos, ni salazarismo. Pero esto fue una responsabilidad que aceptamos automáticamente en el caso de la CDU con mucho éxito junto con la KAS […] El segundo elemento que nos motivó fue un mensaje que yo siempre he dado a [Helmut] Kohl. Para un partido de oposición, la cooperación de partidos, especialmente los que están en el poder, es casi una política exterior de sustitución. Cuando Kohl perdió las elecciones y Margaret Thatcher, con menos porcentaje fue jefe de Gobierno, esto para nosotros fue una cosa buena. Hacerse ver en el extranjero junto con estos partidos [que estaban] en el Gobierno. La política de sustitución nos ha dado mucho prestigio y visibilidad. Por eso fue muy fácil organizarlo e invitar a todos estos partidos a nuestros congresos en tiempos preelectorales”2. En la disposición de la CDU por ayudar a los dos países ibéricos, junto al componente solidario y de responsabilidad posbélica existía un interés propio, bajo la fórmula de política exterior de “sustitución” de un partido relegado a la sombra de la Cancillería. No 2 Entrevista de la autora a Henning Wegener, 30.09.2013. 176 obstante, desde un principio la CDU tuvo claro que no podía explicitar su actividad hasta el extremo de poder ser interpretada como una intromisión en el proceso democratizador: “No esperen de nosotros consejos resabiados, que solamente podríamos dar desde la distancia. No vamos a hacer nada que implique una intromisión en el desarrollo de la democracia en España […] Cada país debe de seguir su camino hacia la democracia. España no necesita ninguna enseñanza externa. Lo que yo puedo ofrecerles en nombre de mis amigos políticos es la información”3. Como indica Matthias Stenger en su investigación sobre el papel de la CDU y la KAS en Portugal, a los democristianos alemanes los acontecimientos del país luso les cogieron por sorpresa y por lo tanto reaccionaron tarde, eligieron a su partner con retraso y con el agravante de no ser el socio que realmente hubieran deseado4. Por todo ello, se pusieron todos los medios desde la CDU para impedir que en España les ocurriera lo mismo y los democristianos se quedaran sin ayuda y bajo el peligro de que su espacio político lo ocuparan otras fuerzas. Sin embargo, las condiciones españolas eran diferentes a las portuguesas: el cambio de sistema político se esperaba desde hacía tiempo debido a la edad y mala salud de Franco. La CDU jugaba con la ventaja de que en España, a diferencia del caso portugués, la UEDC ya contaba con un socio. Existía, por lo tanto, un grupo democracia cristiano identificado y en teoría un partner oficial de los partidos demócrata cristianos europeos. Mientras la CDU estuvo en la Cancillería contó con información puntual de los acontecimientos internacionales y no tuvo problemas para fomentar las relaciones con otros partidos amigos en el extranjero. Pero esta situación cambió de un día para otro cuando se convirtió en el partido de la oposición y se le cortó todo el flujo informativo directo procedente del Auswärtiges Amt, limitando sus contactos internacionales a los encuentros y visitas ocasionales que los diputados del Bundestag mantenían con otros políticos europeos. Se volvió entonces prioritaria la creación de una oficina propia de relaciones internacionales del partido. Esta fue el Büro für auswärtige Beziehungen 3 Conferencia del diputado de la CDU Gerhard Reddemann en el Deutsches Kultur Institut de Madrid, unión international, 21.06.1976, AJT. 4 Sobre la política exterior portuguesa de la RFA tras la Revolución de los Claveles, véase capítulo 3, apartado 3.5.2. 177 (Oficina/Departamento de Relaciones Internacionales), creado a principios de los años setenta5. A través de esta oficina se trazaban las líneas políticas internacionales de la CDU, se desarrollaban e intensificaban los contactos bilaterales con otros partidos demócrata cristianos del mundo y se analizaba y valoraba la situación política de otros Estados. Fue desde el Büro für auswärtige Beziehungen desde donde se construyó la relación con los partidos políticos democristianos españoles. Su primer director fue el político y diplomático Heinrich Böx (1972-1977), quien a su vez era el secretario general adjunto de la UEDC (1972-1980). Sus observaciones y análisis tuvieron gran trascendencia para el desarrollo de las relaciones entre la CDU alemana y los democristianos españoles hasta las elecciones generales de 1977. Viajó a España en numerosas ocasiones y sus informes fueron tenidos muy en cuenta por las más altas instancias del partido, la UEDC y la KAS para la toma de decisiones respecto a sus socios españoles y la estrategia a seguir. La búsqueda de un partner español a lo largo de 1975 Hasta principios de 1975 los contactos de la CDU con la democracia cristiana española fueron escasos e inducidos por la UEDC. En algunas ocasiones los representantes del Equipo acudieron invitados por el partido alemán a encuentros que se organizaban en la Politische Akademie Eichholz sobre política de la RFA6. Pero la CDU, sobre todo desde su salida de la Cancillería, apenas había fomentado sus relaciones con España. En el plano gubernamental ya no era necesario al estar en la oposición, y en el político poco podían hacer con unos grupos en España que actuaban en la clandestinidad y carecían de cualquier estructura política. En ese aspecto, la relación de los españoles con la democracia cristiana italiana era más fluida. Según José María Gil Robles y Gil Delgado: “No es que tuviéramos más relación con los italianos. Nos invitaban más a que cooperásemos en las campañas electorales con ellos, a que participásemos […] yo estuve en Córcega (sic) en una campaña de Ángelo Bernassola. Mi padre estuvo en Trento, etc., 5 6 KOOP, Volker: Kai-Uwe von Hassel. Eine politische Biographie. Colonia, Böhlau Verlag, 2007, p. 203. Invitación de Heinrich Böx enviada a Antón Cañellas, 12.08.1974, ANC, 820-UC143(8). 178 cosa que no hacían los alemanes. Las relaciones eran más cordiales con los italianos y más frecuentes. Con los alemanes eran más formales, más en el seno de la UEDC. Sólo al final se comprometieron más”7. En el ámbito privado, algunos miembros de la CDU tuvieron contactos personales más o menos estrechos al margen del Equipo. Es el caso de la amistad de Bruno Heck, secretario general de la CDU (1967-1971) y presidente de la KAS (1968-1989), con algunos ministros o exministros franquistas como José Solís. Estos contactos venían de lejos8 y aparentemente se habían forjado a través de los círculos del ya mencionado cónsul honorario en Málaga, Juan Hoffmann, buen amigo de Heck9. Pero no dejaron de ser unas amistades personales y privadas de las que el presidente de la fundación alemana hizo un uso estrictamente limitado a obtener otros puntos de vista sobre lo que acontecía en España. Escasamente pudieron influir en su criterio sobre los socios españoles de la CDU y en la forma de proceder de la KAS. De hecho, la opinión de Bruno Heck sobre la democracia cristiana en España estaba formada ya desde mucho antes y no era precisamente muy favorable. Cuando se creó el Equipo en 1965, el por entonces vicepresidente de la UEDC, había mostrado sus reticencias respecto a la admisión de los españoles en el foro europeo debido a la poca consistencia que tenía el nuevo partner. Y esta opinión no cambio mucho en los años siguientes10. Heck no era el único peso fuerte dentro del partido que tenía sus dudas respecto a los grupos demócrata cristianos en la oposición al régimen. A principios del año 1975, el presidente de la comisión de política exterior del grupo parlamentario CDU/CSU, Werner Marx, también mostraba sus reticencias respecto a los socios españoles de la UEDC. Realmente confiar en los miembros de un Equipo que en los años anteriores, en ocasiones determinantes habían dado una imagen bochornosa sobre su capacidad para ponerse de acuerdo en decisiones tan básicas como la colaboración 7 Entrevista de la autora a José María Gil Robles y Gil Delgado, 19.03.2013. Véase por ejemplo el viaje que realizó a España Bruno Heck en 1963 siendo ministro federal para la Familia y la Juventud, invitado por el entonces ministro-secretario general del Movimiento y delegado nacional de Sindicatos, José Solís. “Llega a Madrid el ministro alemán para la Familia y la Juventud”, ABC, 26.10.1963; “El doctor Heck, a Francfort”, ABC, 12.11.1963. 9 Sobre Juan Hoffmann, véase capítulo 3, apartado 3.2.1. En varias ocasiones Bruno Heck aprovechó sus viajes de trabajo a España para encontrarse con Juan Hoffmann y conocer su opinión sobre la evolución de los acontecimientos políticos en España. Incluso visitó al cónsul honorario en su casa de Fuengirola. Pero al pertenecer estos encuentros al ámbito de sus vidas privadas apenas existe documentación al respecto. 10 Nota informativa aneja a la reunión del Equipo del Estado Español de la UEDC, 09.08.1966, AN-DP0139-01; Procès-verbal de la reunión du bureau de la UEDC, Roma, 17.12.1966, ACDP, 09-004-013/1. 8 179 conjunta en el ámbito internacional, o que habían sido incapaces de crear una mínima estructura política, podía no resultar una tarea fácil. Y ello acabó reflejándose en que, desde los meses previos al inicio de la transición, en algunos sectores de las altas instancias demócrata cristianas alemanas existieran serias dudas sobre si el Equipo era para la CDU el partner adecuado en el que realizar un importante esfuerzo de apoyo para la creación de una sólida fuerza democristiana. Desde mediados de 1974, la CDU observaba a España bajo la óptica de los acontecimientos lusos y de las promesas aperturistas realizadas por el presidente del Gobierno, Carlos Arias Navarro. Pero la cuestión que estimuló el interés de la democracia cristiana alemana hacia España fue la aprobación del Estatuto de Asociaciones Políticas de diciembre de 1974, con el que el Gobierno franquista pretendió dar una imagen de evolución aperturista11. Las posibilidades que supuestamente se gestaban con el nuevo estatuto, junto con el precario estado de salud de Franco y la preocupación por que la grave situación portuguesa pudiera contagiarse a España, motivaron a la CDU de tal manera que mes y medio después de su promulgación los diputados democristianos alemanes comenzaron a realizar viajes a España para observar los efectos que originaba la nueva ley. La CDU envió en enero de 1975 a Werner Marx y Bruno Heck para sondear el panorama político y comenzar a establecer relaciones bilaterales. Conociendo las dudas que generaba el Equipo en ambos políticos no es de extrañar que éstos, además de aprovechar el viaje para conocer personalmente a José María Gil Robles y Joaquín Ruiz Giménez, se reunieran con otros políticos como el liberal José María de Areilza12, quien en aquellos momentos estaba planeando crear una asociación junto con Manuel Fraga y Federico Silva Muñoz al amparo del nuevo Estatuto de Asociaciones Políticas13. Ante esta posibilidad, Werner Marx ofreció a Areilza el apoyo de la CDU14. Este grupo político finalmente no se creó, ya que ni Franco ni Arias admitieron las condiciones impuestas por Fraga para su constitución15. No obstante, la Embajada de la RFA recomendó seguir 11 Sobre el Estatuto de Asociaciones políticas y cómo afecta al Equipo, véase capítulo 4, apartado 4.2.2. Carta de Bruno Heck a Juan Hoffmann, 20.01.1975, ACDP, I-356-024/1. 13 Carta de la Embajada de la RFA en España a Werner Marx, 18.02.1975, ACDP, I-356-024/1. PENELLA, Manuel: Los orígenes del Partido Popular. Una historia de AP. Salamanca, Caja Duero, 2005, p. 74. 14 Carta de Werner Marx a José María de Areilza, 08.01.1976, ACDP, I-356-024/1. 15 PENELLA, Manuel: op. cit., 78. 12 180 fomentando las relaciones tanto con Areilza como con Gil Robles y Ruiz Giménez, quienes también habían rechazado la creación de una asociación bajo las condiciones del nuevo estatuto16. Poco después, la embajada alemana informó a la CDU de que el Equipo organizaba en Valencia sus Segundas Jornadas en la clandestinidad y recomendó la presencia de algún representante de la democracia cristiana alemana en el evento para conocer más a fondo al Equipo y su organización17. A las jornadas celebradas los días 30 de mayo y 1 de junio asistió el director de la Oficina de Relaciones Internacionales del partido alemán, Heinrich Böx. Durante el encuentro, los anfitriones maquillaron sus diferencias internas ofreciendo una imagen de unidad respecto a los puntos que más interesan a la representación internacional asistente al evento: la voluntad de los cinco partidos de ver a España integrada en la CEE y la OTAN. El Equipo también expresó su voluntad de presentarse unido en unas futuras elecciones generales18, pero reconoció su precariedad y su falta de estructura política19. A su vuelta a la RFA, Heinrich Böx expuso ante su partido la realidad de lo que había visto en España: la falta de unidad programática y la fragilidad de la estructura del Equipo. En ello coincidía plenamente con lo que venían expresando otros políticos democristianos, como Arístides Calvani20 o Matthias Wissmann, presidente de la Unión Europea de Jóvenes Demócrata Cristianos. Este último opinaba que los españoles necesitaban una ayuda masiva de sus partners europeos para comenzar a construir una estructura y convertirse en una fuerza política importante tras el franquismo. Por ello y porque por su parte el PCE estaban recibiendo una gran ayuda internacional, Böx solicitó el apoyo de la CDU a los partidos democristianos españoles21. Para poder llevar a la práctica ese planteamiento era necesaria una generosa financiación externa, teniendo en cuenta «lo que se estaba jugando en España».. Ante esta situación y bajo la perspectiva de que la mayoría de los partidos democristianos europeos sólo reconocían al Equipo como representante de la democracia cristiana española, a 16 Carta de la Embajada de la RFA en España a Werner Marx, 18.02.1975, ACDP, I-356-024/1. Véase también capítulo 4, apartado 4.2.2. 17 Carta de la Embajada de la RFA en España a Werner Marx, 29.04.1975, ACDP, I-356-024/1. 18 Sitzung des Arbeitsausschusses für Auswärtige Beziehungen am 3. Juni 1975, 05.06.1975, ACDP, I-157146/2. 19 Para profundizar sobre las Segundas Jornadas del Equipo celebradas en Valencia, véase capítulo 4, apartado 4.2.3. 20 Véase informe de Arístides Calvani en capítulo 4, apartado 4.2.3. 21 “Die Union und die Zukuft Spaniensˮ, Deutsches Allgemeines Sonntagsblatt, 14.09.1975. 181 principios de junio la CDU tomó la decisión de ofrecerles iniciar un programa de ayudas para la construcción de una estructura política22. Se trataba de un compromiso inicial con el Equipo, pero que no estaba cerrado a otros grupos políticos españoles. En aquel mismo mes de junio, los diputados Marx y Heck realizaron su segundo viaje a España. Sería interesante conocer por qué no hicieron coincidir su visita con la celebración de las Segundas Jornadas del Equipo. Más allá de que pudieran tener problemas de agenda, parece que los diputados de la CDU no quisieron verse aún tan comprometidos con el Equipo en los últimos meses del franquismo, bien por el eco mediático que podía suponer una representación de la CDU tan significativa en un acto clandestino de la democracia cristiana en la oposición o porque desde su anterior viaje en febrero el panorama político demócrata cristiano en España había cambiado considerablemente al aparecer en escena otras fuerzas políticas de tendencia demócrata cristiana23. Con ocasión de este segundo viaje, los representantes de la CDU de nuevo abrieron su horquilla de entrevistas, ya que además de reunirse con miembros del Equipo celebraron encuentros con los dirigentes de UDE (Federico Silva Muñoz, Alfonso Osorio y Eduardo Carriles), con socialdemócratas y con liberales24. En paralelo a las visitas organizadas por la Embajada de la RFA, Juan Hoffmann medió en la preparación de una reunión con José Solís y con una serie de personalidades del ámbito militar25. Gran parte de la prensa alemana se hizo eco del viaje de los dos diputados alemanes a España y del posicionamiento que tomó la CDU en junio de 1975, un momento en el que cualquier movimiento europeo hacia España se observaba con gran expectación, y más si se realizaba desde la RFA. Los demócrata cristianos alemanes aclararon que, en base a la resolución tomada en la Conferencia de Helsinki sobre el principio de no injerencia en los asuntos internos o externos de otros países, no estaban dispuestos a realizar actuaciones que pudieran dañar la política exterior de la República Federal. En este argumento se escudaron para incluir en sus reuniones en España desde miembros del 22 Sitzung des Arbeitsausschusses für Auswärtige Beziehungen am 3. Juni 1975, 05.06.1975, ACDP, I-157146/2; Vermerk von Henrich Böx zu den auswärtigen Beziehungen der CDU, 04.09.1975, ACDP, I-157164/1. 23 Sobre la aparición y desarrollo de UDE, véase capítulo 4, apartado 4.3.2. y capítulo 5, apartado 5.2.2. 24 ““Grosse Unsicherheit” über die politische Entwicklung Spaniensˮ, Pfälzer Merkur, 12.06.1975. 25 Carta de Bruno Heck a Juan Hoffmann, 21.05.1975, ACDP, I-356-024/1. 182 Gobierno hasta políticos de todo el abanico ideológico, a excepción de los comunistas26. El posicionamiento oficial era tan explícito que en el Frankfurter Allgemeine Zeitung Marx y Heck hicieron unas declaraciones en las que afirmaban de forma contundente que la CDU no había tomado aún la decisión de apoyar de forma exclusiva a ningún grupo político demócrata cristiano y que su deseo era que en España se produjera la unión de toda la democracia cristiana en un único partido27. Mientras se daba esta versión en prensa sobre la falta de decisión respecto al posible partner español de la CDU, Bruno Heck, siguiendo la línea extraoficial del partido y como presidente de la fundación, ya había acordado con los miembros del Equipo estudiar la posibilidad de constituir en Madrid un instituto de formación política que contara con la asistencia técnica y material de la fundación alemana28. Para estudiar en profundidad las necesidades del Equipo y la viabilidad de un proyecto de colaboración común, acordaron el desplazamiento a Bonn de Íñigo Cavero, a finales del mes de julio29. Extraoficialmente, por lo tanto, a mediados de 1975 la CDU ya había decido iniciar su acercamiento al Equipo. El primer paso, incluso anterior a la visita de Cavero, fue la extensión de una invitación a sus miembros para presenciar el congreso anual del partido que se celebró en Mannheim del 23 al 25 de junio30. Esta iniciativa no significaba que se hubieran disipado las dudas sobre la acertada identificación del Equipo como partner de la democracia cristiana alemana ni que la CDU se sintiera comprometida a mantener una relación de exclusividad con ellos. De hecho, existían dos factores que generaban serias reticencias hacia los españoles en el sector más conservador de la CDU encabezado por Heinrich Böx. El primero era que, aunque consideraban el potencial de ID como el mayor de los cinco partidos que componían el Equipo -sobre la FPD opinaban que tenía poca consistencia-, incidían en las tendencias demasiado izquierdistas de su líder, concretadas en la postura de Ruiz Giménez al estar dispuesto a contar con los comunistas durante el proceso democrático, lo que generaba preocupación entre el sector más conservador31. La 26 ‟Die Union und die Zukuft Spaniensˮ, Deutsches Allgemeines Sonntagsblatt, 14.09.1975. HAUBRICH, Walter: “Marx: Die Unsicherheit in Spanien Wächstˮ, Frankfurter Allgemeine Zeitung, 12.06.1975. 28 Memorandum redactado por Íñigo Cavero, 17.03.1976, AJT. 29 Nota informativa de Íñigo Cavero sobre la Fundación Konrad Adenauer, 26.07.1975, AJT. 30 Carta de Heinrich Böx invitando al Equipo al congreso anual de la CDU que se celebró los días 23 al 25 de junio de 1975, UC3M, ARG, 053-344-03. 31 HAUBRICH, Walter: “Spanische Opposition gründet ‟Demokratische Konvergenz””, Frankfurter Allgemeine Zeitung, 13.06.1975. 27 183 amistad del líder de ID con miembros de la Junta Democrática, así como sus contactos con la Embajada de la República Democrática de Alemania, lo convertían en una figura polémica y en ocasiones molesta para el desarrollo de las relaciones entre el Equipo y la democracia cristiana alemana. El PNV, UDC y UDPV, debido a su carácter regional, tenían una importancia menor para la CDU32. El otro factor que hizo que los alemanes fueran cautos respecto a su partner en España fue la falta de datos reales sobre la fuerza y arraigo en la sociedad de los grupos que componían el Equipo. Se trataba de un elemento que era importante conocer para ayudar a la creación de un partido demócrata cristiano sólido. Al no contar con la posibilidad de verificarlo tuvieron que fiarse de los datos que les transmitían los miembros del Equipo y de su propia intuición. Mientras la CDU comenzaba a estrechar lazos con el Equipo, mantenía contacto con UDE, cuyo programa político les resultaba muy cercano. La única cuestión conflictiva era la colaboración con el franquismo que en el pasado tuvieron sus líderes, hecho que a los miembros más conservadores de la CDU no les resultaba problemático a mediados de 1975 e incluso les resultaba preferible a los guiños amistosos que ID realizaba a los comunistas. Este sector de la democracia cristiana alemana valoraba muy positivamente que UDE se mostrara partidaria de crear una comisión demócrata cristiana en la que estuvieran representados todos los grupos españoles de esa ideología33. Además de UDE, otro grupo demócrata cristiano que en aquella época intentaba establecer contactos con la CDU era la Unión Demócrata Cristiana (UDC) liderada por Jesús Barros de Lis, pero dado su tamaño apenas era tenida en cuenta por los alemanes. Estos acercamientos de unos líderes de la CDU, a los que apenas conocían, a otros grupos españoles de tendencia demócrata cristiana irritaban mucho a Gil Robles y Ruiz Giménez. A este último le molestaba el rechazo que producía en Marx y Heck que su partido fuera favorable a que en España se contara con los comunistas para llevar a cabo el proceso de reforma democrática. Los líderes del Equipo declararon a la prensa que no consideraban a los dos políticos de la CDU representantes de la democracia cristiana 32 Vermerk von Heinrich Böx zu den auswärtigen Beziehungen der CDU, 04.09.1975, ACDP, I-157-164/1. UDE y UDC crearon en abril de 1976 la Confederación de la Democracia Cristiana Española, aunque finalmente no prosperó. Véase capítulo 5, apartado 5.2.2. 33 184 alemana, que por lo tanto éstos no encarnaban la postura oficial del partido respecto a España y que sólo reconocían a los políticos que se movían en el ámbito de la UEDC.34. Fue precisamente por aquellas mismas fechas cuando se creó la Plataforma de Convergencia Democrática y efectivamente, el hecho de que demócrata cristianos y socialistas colaboraran en una misma organización se contempló con diferente grado de preocupación desde la CDU35. A un sector no le desagradó esta cooperación en una plataforma común y vio su creación de forma positiva como oposición a la Junta Democrática encabezada por el PCE. A este grupo pertenecía Werner Marx 36. Sin embargo, al ala conservadora no le agrado la alianza con los socialistas, ante el temor a que en un futuro próximo éstos pudieran acabar colaborando con los comunistas como había ocurrido en Portugal37. La declaración conjunta que hicieron la Plataforma y la Junta rechazando el decreto antiterrorista promulgado por el Gobierno español en verano de 1975 puso en alerta tanto a la CDU como a la Embajada de la RFA en España, ante la preocupación de que Santiago Carrillo quisiera aprovechar la ocasión para efectuar un acercamiento entre ambas organizaciones, que acabara desembocando en la creación de una macro organización de toda la oposición española con el líder comunista al frente38. No andaban desacertados los alemanes con sus temores, a pesar de la rotundidad con la que por entonces negaban esa posibilidad a sus respectivos partners europeos tanto los socialistas como los demócrata cristianos. Pero las circunstancias para que se produjera esa unión no eran aún las apropiadas39. El comienzo de la actividad de la Konrad-Adenauer-Stiftung en España La ayuda de los partidos políticos alemanes a España en la transición y su búsqueda de un partner español no se entiende sin analizar el papel que jugaron las fundaciones políticas alemanas en todo el proceso. Como ya se ha mencionado de forma extensa en el 34 HAUBRICH, Walter: ‟Spanische Opposition gründet “Demokratische Konvergenzˮˮ, Frankfurter Allgemeine Zeitung, 12.06.1975. 35 Sobre la creación de la Plataforma de Convergencia Democrática, véase capítulo 4, apartado 4.2.3. 36 Presedienst CDU/CSU Fraktion im deutschen Bundestag, 12.06.1975, ACDP, 09-001-283/1. 37 Informe de Karl Carstens tras una reunión con Fernando Álvarez de Miranda, 16.10.1975, ACDP, 07001-16002. 38 Nota de la Embajada de la RFA en España al Auswärtiges Amt con copia al comité federal de la CDU y SPD, 24.09.1975, ACDP, 07-001-11478. 39 Documento redactado por el servicio de información del Partido Socialista Popular, 09.10.1975, AGR. 185 segundo capítulo, una de las actividades principales de las fundaciones políticas alemanas son los proyectos transnacionales, a través de los cuales realizan una de sus aportaciones más importantes: ayudar al establecimiento de democracias en países en vías de desarrollo o que recientemente han salido de sistemas dictatoriales40. Su principal cometido es fomentar la educación política para favorecer la creación de partidos políticos democráticos. Por esta razón, las cuatro fundaciones políticas alemanas, la FriedrichEbert-Stiftung, cercana a los socialdemócratas, la Konrad-Adenauer-Stiftung, de ideología democristiana, La Hanns-Seidel-Stiftung cercana a la CSU y la liberal Friedrich-Naumann-Stiftung, tuvieron una presencia muy significativa en España durante la transición. Cada una de ellas, según su ideología, buscó a su interlocutor español con mayor o menor éxito. Para comprender la importancia y la necesidad de la ayuda que brindaron en España hay que tener en cuenta un elemento clave: los casi cuarenta años de régimen franquista que vivió el pueblo español y por lo tanto la existencia de generaciones completas que no habían conocido otro sistema político tras la Guerra Civil. Tal y como explica el político del PNV, Iñaki Anasagasti, quien vivió en primera persona todo el montaje del sistema de partidos políticos en la segunda mitad de los años setenta y tuvo una estrecha relación con la KAS, “Son generaciones nacidas y vividas en dictadura sin saber qué es una votación, un parlamento, mayorías y minorías, respeto al adversario y cosas así…”41. El interés por España creció en paralelo en la CDU y la KAS. Hasta entonces la presencia internacional de la fundación había tenido como foco de atención América Latina. Pero la KAS decidió interesarse por España tras las peticiones de solidaridad realizadas por la UEDC y otros políticos demócrata cristianos extranjeros en los últimos meses del tardofranquismo, por las preocupantes noticias que sobre el panorama político expresaban los propios líderes de la CDU a la vuelta de sus viajes a España, así como por su propia naturaleza de fundación política demócrata cristiana alemana. Tres fueron los objetivos que se planteó la fundación en España: por un lado, fomentar la democratización del país, para lo cual era necesario evitar una continuación del franquismo sin Franco; por otro lado, que el proceso de transición democrática lo protagonizaran elementos españoles; por último, que la ayuda de la KAS se insertara en 40 41 Para profundizar sobre la actividad de las fundaciones políticas alemanas, véase capítulo 2, apartado 2.2. Carta de Iñaki Anasagasti a su familia, 26.10.1975, AIA. 186 el contexto europeo y estuviera enfocada en sacar a España del aislamiento político y en preparar su entrada en la CEE. Esto último sólo se podía conseguir si las fuerzas políticas del país contaban con la ayuda de otros países europeos42. Inicialmente, a principios de 1975, la fundación diseñó una serie de actuaciones muy generales respecto a España. Se trataba de ir creando una red de relaciones a largo plazo con diferentes grupos; por un lado con personas que, una vez fuera posible la legalización de los grupos de oposición, fueran capaces de llevar a cabo la construcción de un sistema político democrático; por otra parte, con círculos reformistas del régimen, incluyendo en este grupo a Manuel Fraga y Tácito. Además, la KAS tenía intención de comenzar a organizar programas informativos para intelectuales y políticos españoles, con el objetivo de mostrarles la mentalidad democrática alemana; igualmente quería invitar a españoles a la RFA para que participaran en seminarios sobre Europa y ofrecerles un programa de becas. La fundación también pretendía conocer el funcionamiento de los sindicatos43. Estas primeras intenciones de la KAS hacia España resultaban algo vagas y en absoluto le comprometían con el Equipo como partner europeo. Se trataba simplemente de establecer una toma de contacto de forma discreta. Sin embargo, durante el viaje que realizó a España Bruno Heck a principios de junio de 1975 había mantenido un encuentro significativo con representantes del Equipo. Juntos habían decidido estudiar la posibilidad de constituir en Madrid un centro o instituto de formación política que contara con la asistencia técnica y material de la KAS44. A su vuelta a la RFA, Heck encargó a Josef Thesing, uno de los responsable en la fundación alemana del Instituto de Solidaridad Internacional (Institut für Internationale Solidarität, IIS), el desarrollo de la relación con el Equipo45. El presidente de la fundación tenía serias dudas respecto a que fuera estrictamente necesario prescindir de UDE -por sus antecedentes franquistas- para desarrollar el proyecto de la KAS en España y que por lo tanto tuvieran que centrarse en fortalecer únicamente al Equipo. Thesing pertenecía a ese 42 Entrevista de la autora a Josef Thesing, 31.10.2012; Projektbegründung INDESP, sin fecha, AJT. Zur politische Situation in Spanien, 20.01.1975, ACDP, 07-001-B16009. 44 Memorandum redactado por Íñigo Cavero, 17.03.1976, AJT. 45 Sobre el trabajo que la KAS desarrolló a través del Institut für Internationale Solidarität, véase Josef THESING: “Die Konrad-Adenauer-Stiftung in der Welt. Der Beginn der Arbeit des Instituts für Internationale Solidarität”, Historisch-Politische Mitteilungen. Archiv für Christlich-Demokratische Politik 19 (2012), pp. 305-318.; THESING, Josef (coord.): In der Welt und für die Welt. 40 Jahre internationale Zusammenarbeit. Sankt Augustin, Konrad-Adenauer-Stiftung, 2002. 43 187 sector de democristianos alemanes que estaba convencido de priorizar los vínculos con los grupos democristianos de la oposición, apartándose de aquéllos políticos con responsabilidades durante el franquismo. Esa orientación y el hecho de que el presidente de la fundación no acababa de entenderse con los líderes principales del Equipo, hizo que éste finalmente acabara cediendo a Thesing toda la responsabilidad de la proyección en España. A pesar de que entonces apenas tenía 38 años, ya con anterioridad había sido representante de la fundación en Guatemala y Colombia, contando a su favor con experiencia sobre el mundo y el carácter hispano. Desde entonces y a lo largo de toda la transición, el grado de involucración de Josef Thesing en la defensa de los proyectos españoles de la KAS, su esfuerzo y solidaridad por ayudar a crear una fuerza política democristiana en España y la confianza que depositó en sus interlocutores fueron tan esenciales, que difícilmente se habría conseguido una relación bilateral tan cimentada sin su presencia. Desde Bonn, Thesing estaba permanentemente al día de los proyectos españoles y viajaba asiduamente a Madrid; no obstante, casi siempre se mantuvo discretamente en un segundo plano, dejando el protagonismo y las decisiones a sus socios españoles46. Establecidas las relaciones y marcado un primer objetivo los pasos se aceleraron. Durante el verano de 1975 el Equipo comenzó buscar una sede adecuada para la celebración de los cursos y seminarios que planeaban llevar a cabo con la ayuda de la KAS. Mientras, Íñigo Cavero se desplazó a Bonn invitado por la fundación entre los días 10 y 16 de julio47; se trataba de que algún miembro del Equipo conociera de cerca y a fondo el funcionamiento de la KAS y los diferentes organismos que conformaban dicha institución: la Politische Akademie Eichholz (PAE), el Instituto de Promoción de Estudiantes Altamente Cualificados, el Instituto de Investigación de Ciencias Sociales, el Instituto de Ciencias Comunales y el Institut für Internationale Solidarität (IIS). La invitación de la KAS tenía como objetivo el estudio conjunto de las necesidades de ayuda 46 Desde 1978 fue director de la recién creada (01.01.1978) Oficina de Cooperación Internacional (Büro für Internationale Zusammenarbeit, BIZ) de la KAS, que dependía directamente de la dirección de la fundación. Cuando en 1984 se creó el Instituto de Cooperación Internacional (Institut für Internationale Zusammenarbeit), fruto de la unión del BIZ y el IIS, Josef Thesing lo dirigió hasta el año 2000. 47 URIGÜEN, Natalia: “Los partidos demócrata cristianos alemanes en el proceso de transición democrática española”, en COLOMER, Juan Carlos, ESTEVE, Javier e IBAÑEZ, Mélanie (coord.): Ayer y hoy. Debates, historiografía y didáctica de la historia, Valencia, Universitat de València, 2013 pp. 174-177, (consultado el 24.01.2016), DOI: 10.7203/10550.42836. 188 del Equipo48; Durante su estancia en Bonn, Cavero conoció a fondo la CDU como un moderno partido de masas y se reunió con el director de la PAE para trazar un plan de formación en la academia dirigido a políticos de los diferentes grupos del Equipo para prepararlos para afrontar los cambios que se avecinaban. Aunque la formación política en la RFA buscaba que los militantes de los grupos del Equipo conocieran de cerca la situación política de alemana, el objetivo fundamental era darles la oportunidad de aprender a resolver problemas políticos y técnicos de un partido, a través de la experiencia de la CDU49. Por parte de la KAS existía también la mejor disposición para ayudar al Equipo a montar un instituto que sirviera de centro para la formación de sus miembros. Cavero y Thesing elaboraron un primer borrador de un programa de formación política para 1976 que la KAS estaba dispuesta a financiar50. La búsqueda de un centro que pudiera ser utilizado como instituto de formación no fue tarea sencilla, en un momento en el que la represión a los grupos políticos era notoria y las posibilidades de clausura del local, sobre cuya existencia no tardaría en conocer la Dirección General de Seguridad, eran previsibles. Para evitar estas dificultades en septiembre de 1975 se dirigieron a la Fundación Universitaria San Pablo, obra de la ACP, la cual disponía de varios centros universitarios y colegios mayores. Para los españoles, esto beneficiaba la discreción de las actuaciones, ya que éstas iban a quedar enmascaradas en el seno de un centro de miles de alumnos. A su vez, esta opción permitía a la KAS concertar un convenio con una entidad española con personalidad jurídica propia y cuyos fines estatutarios resultaban congruentes con los objetivos del contrato, exigencia de la propia legislación alemana controladora de la utilización de los fondos de las fundaciones políticas. La acogida por el Consejo Nacional de la ACP fue favorable, con lo que finalmente el Instituto de Formación Socio-Política (INDESP) se creó con el visto bueno del presidente de la Asociación, Abelardo Algora, bajo el paraguas de la Fundación San Pablo51. Josef Thesing realizó su primer viaje a España representando a KAS, como uno de los directores del IIS, entre los días 7 y 10 de septiembre. Los objetivos de su viaje eran 48 Nota informativa de Íñigo Cavero sobre la Fundación Konrad Adenauer, 26.07.1975, AJT. Sachlicher Bericht von Hans O. Schladitz der PAE, 29.10.1975, ACDP, I-157-164/1. 50 Informe de Josef Thesing sobre su viaje a Madrid del 7 al 10 de Septiembre de 1975, 10.09.1975, ACDP, 12-001-1261. 51 Memorandum redactado por Íñigo Cavero, 17.03.1976, AJT. 49 189 dos: concretar definitivamente con los grupos demócrata cristianos españoles del Equipo la posibilidad de que la fundación colaborara con ellos y completar la preparación de un proyecto de trabajo conjunto. A lo largo de tres días se entrevistó con varios miembros de ID y de FPD52. Los grupos de ámbito regional estaban representados por los anteriores. Como resultado de las conversaciones mantenidas, Thesing se forjó una opinión favorable del Equipo y se mostró decidido a apoyarles, ya que realmente creía que representaban una notable fuerza política potencial de cara a la democratización de España 53. De los encuentros que mantuvo sacó las siguientes conclusiones: los cinco grupos demócrata cristianos del Equipo estaban decididos a secundar el cambio a un sistema democrático tras la muerte de Franco; el objetivo principal del Equipo era la organización de un partido demócrata cristiano de base federativa (única opción que admitían los partidos regionales); el Equipo daba la imagen de que no había diferencias entre los distintos grupos respecto a cuestiones básicas54; teniendo en cuenta que aún actuaban en la ilegalidad, habían comenzado a realizar avances positivos en cuanto a su organización estructural al contar ya con un Consejo Político, una Secretaría Ejecutiva y varias Comisiones de Trabajo. Los miembros del Equipo mostraron todo su interés por consolidar una estrecha relación con la KAS, adelantando un vehemente deseo de iniciar en los siguientes meses un programa de formación política destinado a crear cuadros de base con los 700-800 militantes con los que contaban los cinco grupos; para ello disponían de algunos fondos propios y de las instalaciones de la Fundación San Pablo. En esas reuniones se explicitó que el propósito de toda la iniciativa era sentar los cimientos de un sólido partido político demócrata cristiano, para lo cual manifestaron que tenían la intención de aprobar en octubre un programa común de partido, mientras reiteraban su rechazo a cualquier tipo de colaboración con UDE55. Los miembros de los partidos de ámbito nacional del Equipo transmitieron a Thesing una imagen de cohesión que poco se correspondía con la realidad. 52 Josef Thesing se entrevistó con Íñigo Cavero, Fernando Álvarez de Miranda, Jaime Cortezo, José María Riaza, José María García Barbón, Carlos Bru y Federico Castellano, todos ellos de ID; por otro lado con José María Gil Robles hijo, Vicente Llorca Zaragoza y Edgardo Vallejo Angulo de FPD, así como con los delegados de la embajada alemana Günter Knackstein y Walter Nocker. 53 Projektbegründung INDESP, sin fecha, AJT. 54 Estas cuestiones eran la creación de un partido político, la garantía de los derechos personales y políticos como punto esencial de la democracia cristiana y la integración social y económica de la población. 55 Informe de Josef Thesing sobre su viaje a Madrid del 7 al 10 de Septiembre de 1975, 10.09.1975, ACDP, 12-001-1261. 190 Ambas partes acordaron que hasta finales de 1975 el INDESP se dedicara a crear su propia infraestructura interna y a la preparación del programa de formación a desarrollar en 197656. La idea era que el instituto estuviera funcionando ya a principios del mes de enero y para ello elaboraron un presupuesto y un plan de formación. El objetivo que se pretendía alcanzar en los años siguientes era aumentar el número de militantes y simpatizantes de los cinco grupos y crear cuadros de base democristiana en las universidades, sindicatos, ambientes económicos, industriales y en el campo. Los puntos fuertes de formación política debían ir dirigidos a cubrir varios aspectos: el desarrollo de la estructura de un partido, la creación de un programa político y la organización de la democracia cristiana en España; aprender a utilizar los instrumentos de comunicación social (prensa, radio y televisión) como vías de democratización; conocer el desarrollo de un proceso electoral e identificar los elementos básicos de una democracia plural en España57. Para alcanzar estos objetivos el Equipo calculaba que era necesaria una inversión económica inicial de 2.500.000 pesetas (aprox. 114.000 DM). Ellos disponían de una parte de los fondos (650.000 pesetas) y una aportación de la Fundación Universitaria San Pablo (650.000 pesetas), pero necesitaban que la KAS les ayudara con la diferencia (1.200.000 pesetas, aprox. 55.000 DM)58. La ayuda que solicitaban a la fundación alemana iba a destinarse a cubrir los gastos de viajes, profesorado, material didáctico para los seminarios, el envío de expertos alemanes a España, así como los viajes de democristianos españoles a la RFA para participar en las actividades locales de la KAS59 y unas becas para que cinco miembros del Equipo pudieran realizar una estancia de un mes en Bonn para aprender cómo se forma a los miembros de un partido demócrata 56 Nota para la Fundación Konrad Adenauer sobre el presupuesto para el programa a desarrollar en 1976 por la Fundación Universitaria San Pablo, 10.09.1975, AJT. 57 Informe de Josef Thesing sobre su viaje a Madrid del 7 al 10 de Septiembre de 1975, 10.09.1975, ACDP, 12-001-1261. 58 Presupuesto de Íñigo Cavero para la KAS, 10.09.1975, AJT. La variación del IPC entre diciembre de 1975 y diciembre de 2015 fue del 1.009,4%, según la página del Instituto Nacional de Estadísticas www.ine.es/varipc, con lo cual 1.200.000 pesetas de 1975 serían en la actualidad con 12.112.800 pesetas. 59 Los temas a tratar en los cinco seminarios que inicialmente se iban a organizar en la Politische Akademie Eichholz eran: 1. Un partido demócrata cristiano: estructura, organización y programa; 2. Los medios públicos: su significado para la transformación política en España; 3. El proceso electoral: derecho de voto, técnicas electorales y comportamiento electoral; 4. Bases de una democracia plural; 5. Motivación de los socios demócrata cristianos. Projektbegründung INDESP, sin fecha, AJT. 191 cristiano60. El BMZ concedió a la KAS los fondos que había solicitado para el programa de formación política del Equipo. A la hora de valorar esta primera ayuda financiera hay que tener en cuenta que cuando los socios españoles calcularon este presupuesto Franco aún no había fallecido y por lo tanto seguían actuando en la clandestinidad. En poco tiempo, estas necesidades se vieron ampliamente superadas. La ayuda económica que aprobó el BMZ no incluía los gastos de las instalaciones y de personal. El coste de la puesta en marcha de la sede de INDESP en Madrid ascendía a 1.620.000 pesetas (aprox. 70.000 DM)61; el importe total fue asumido por la KAS directamente, como se recoge en el contrato que firmaron con la Fundación San Pablo en el mes de diciembre. Con esa ayuda, además de realizar algunas obras en la oficina de INDESP, se compraron también los elementos básicos para acondicionar el instituto: mobiliario (estanterías, armarios, mesas y sillas), máquinas de escribir, una fotocopiadora y una impresora Offset Rex-Rotary62. Entre tanto, en octubre de 1975 se celebró en Berlín el primer seminario organizado por la KAS para treinta jóvenes políticos pertenecientes a los grupos del Equipo63. La elección de la emblemática ciudad como lugar de celebración de este primer evento no fue casual. Los invitados participaron en el seminario de formación política de seis días de duración, durante los cuales tuvieron la ocasión de conocer tanto el sistema democrático de la RFA como los engranajes de la CDU. El programa del viaje incluía conferencias sobre la situación política del país alemán, desarrollo y estructuras de los partidos, relaciones públicas y plataforma de propaganda, formación política, tareas de la autoadministración comunal, los medios de comunicación de masas y el peligro de su dominación, estructura de la autoadministración comunal, la vida política, económica y cultural al otro lado del Muro y, finalmente sobre la labor de las fundaciones alemanas. Además, los invitados realizaron una visita a la estación emisora “Freies Berlin” y al 60 Informe de Josef Thesing sobre su viaje a Madrid del 7 al 10 de Septiembre de 1975, 10.09.1975, ACDP, 12-001-1261; Carta de Lothar Kraft a Bruno Heck sobre el proyecto español y justificación del proyecto INDESP, sin fecha, AJT. 61 Presupuesto, sin fecha, ANC, 820-UC120(2). 62 Convenio entre la KAS y la Fundación Universitaria San Pablo, 10.12.1975, AJT. 63 Memorandum redactado por Íñigo Cavero, 17.03.1976, AJT; Sachlicher Bericht von Hans O. Schladitz der PAE, 29.10.1975, ACDP, I-157-164/1. Gracias a Iñaki Anasagasti ha sido posible conocer los nombres de algunos asistentes, la mayoría del PNV: Kepa Sodupe, Ramón Sota, José Ramón Garargarza, Peru Ajuria, Marco Gardoqui, Juan Achúcarro (de Democracia Cristiana Vasca), Mikel Isasi y Gorka Aguirre. 192 Reichstag64. Alojados en un hotel “pegadito al Muro”, en palabras de uno de los más notables asistentes al viaje, Iñaki Anasagasti, durante su tiempo libre tuvieron la oportunidad de ver los contrastes entre la zona ocupada y la democrática y por lo tanto de conocer de primera mano cómo funcionaba un régimen comunista. Las palabras del político del PNV, no pueden definir mejor la impresión que les causó la experiencia estratégicamente diseñada por la fundación demócrata cristiana: “Es peligroso asomarse. Pero nosotros nos hemos asomado a esta Europa y a ver cómo se vive en una democracia cabal”65. La atmósfera que se creó en Berlín durante las conferencias, las discusiones y las conversaciones privadas fue excepcionalmente buena y los organizadores alemanes mostraron su disposición a continuar ayudando a los miembros del Equipo66. Fernando Álvarez de Miranda visitaba la RFA invitado por la KAS tan solo dos días después de la celebración de este primer seminario. Fue un viaje exigente, con una agenda maratoniana y agotadora; a lo largo de diez intensos días (del 13 al 23 de octubre) se entrevistó con veinte políticos de las altas esferas de la CDU (Bruno Heck, Gerhard Schröder, Wener Marx, Karl Carstens, Kai-Uwe von Hassel y Helmut Kohl, entre otros) y además mantuvo conversaciones con otros tantos políticos durante la celebración del 25 aniversario del partido. Por parte de Heinrich Böx recibió la promesa de que la oferta formativa ofrecida por la KAS al Equipo tendría el apoyo completo de la UEDC. También un representante del BMZ le confirmó el apoyo del Ministerio al proyecto de la KAS en España. El Consejo Directivo de la fundación le prometió llevar a cabo un programa de becas, además de ayuda técnica para la adquisición o montaje de un pequeño taller tipográfico y un aumento del número de invitados a los programas para visitantes. KaiUwe von Hassel le confirmó que la UEDC no contemplaba la admisión de UDE y que el Equipo era y seguiría siendo el único socio español del foro demócrata cristiano. Por su parte Karl Carstens, portavoz del grupo parlamentario CDU/CSU, prometió a Álvarez de Miranda que la situación política de España ocuparía un mayor espacio en las discusiones del Bundestag. A todas estas promesas se sumaba la preparación de una próxima visita a España de un grupo de diputados de la CDU y la organización para 1976, en la academia de formación Karl-Arnold-Bildungsstätte (KAB), de dos o tres seminarios de dos 64 Programa del seminario Español-Alemán en Berlín celebrado del 5 al 11 de octubre 1975, sin fecha, ANC, 820-UC120(2). 65 Carta de Iñaki Anasagasti a su familia, 26.10.1975, AIA. 66 Sachlicher Bericht von Hans O. Schladitz der PAE, 29.10.1975, ACDP, I-157-164/1. 193 semanas de duración para jóvenes españoles interesados en política. Álvarez de Miranda regresó a España con un portfolio rebosante de propuestas que se pueden interpretar como la garantía de un completo apoyo al Equipo por parte de la democracia cristiana alemana al final del franquismo67. Y como él mismo contó en sus memorias, volvió “rendido de tanta visita, en las que pude comprobar el grado de perfección que alcanza toda la organización de la CDU/CSU y la Fundación Konrad Adenauer”68. Un aspecto al que la KAS dio mucha importancia, ya que con ello buscaba complementar la labor de formación de políticos, fue la invitación a destacados intelectuales y periodistas españoles para viajar a la RFA, en gran medida por razones psicológicas. Su intención era eliminar de las mentes españolas la sensación de aislacionismo y mostrar el pensamiento abierto alemán. En el caso concreto de los periodistas, la KAS consideraba imprescindible para la liberalización y democratización del país, que desde el inicio de la transición quedara garantizada una libertad de prensa que en aquellos momentos no existía y que gran parte de los periodistas no habían conocido. Y por ello, el abanico de invitados a la RFA no se iba a limitar sólo a gente de ideología demócrata cristiana. A finales de noviembre se acordó la celebración de un primer seminario para periodistas que debía tener lugar a principios de enero69 67 Aktenvermerk, 03.11.1975, AJT. ÁLVAREZ DE MIRANDA, Fernando: Del «contubernio» al consenso. Barcelona, Editorial Planeta, 1985, p. 89. 69 Informe de Josef Thesing, 24.11.1975, ACDP, 12-001-1261. 68 194