Día del Trabajo 2015 - Diócesis de Mar del Plata

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Meditación en la Jornada de nuevos dirigentes
con ocasión de la fiesta del trabajo
Catedral de Mar del Plata, 29 de abril de 2015
Expreso mi alegría al ver a representantes de los sindicatos, del
empresariado, del poder político juntos y buscando consensos en torno a los
problemas sociales. Me alegra también la cobertura de los principales
medios periodísticos y de distintas Organizaciones No Gubernamentales. La
Iglesia quiere ser la casa del encuentro. Estamos llamados a trabajar por una
“cultura del encuentro” como nos lo dice repetidas veces el Papa Francisco.
Esto implica: acercamiento, diálogo, colaboración… y formación.
Esto último fue un pedido que me hicieron el año pasado. Me causó
satisfacción ver que desde el sindicalismo surgiera la inquietud de conocer
la Doctrina Social de la Iglesia. Ahora comenzamos a darle forma con esta
Jornada abierta a todos, pero cuyos principales destinatarios son los nuevos
dirigentes, la juventud.
La UCIP joven, la Juventud sindical, también políticos con deseos de
asimilar principios básicos de la DSI.
En el libro de los Salmos encontramos esta afirmación: “Feliz todo aquel
que teme al Señor, que anda en sus caminos. Cuando comas del trabajo de
tus manos, dichoso serás y te irá bien” (Salmo 128,1-2).
La felicidad es resultado de tener un corazón en paz con Dios, que hace
de la decencia una fuente de bendición. Es feliz aquel que gusta ganarse el
pan honestamente con sus manos, porque esa persona es un verdadero
constructor de sociedad, de la Patria y un verdadero hijo de Dios.
Como decimos los obispos en uno de nuestros documentos: el trabajo
es un camino de realización, de dignificación y de justicia: que engendra
seguridad y solidez para construir una vida más digna, justa y fraterna, y
debe permitirnos alcanzar “una mayor equidad, que permita a todos la
participación en los bienes espirituales, culturales y materiales” (CEA, 93º
AP, IV. 2007, 7,d).
1
Nuestra fe cristiana nos habla de un Dios creador de todas las cosas,
que hizo al hombre a su imagen y semejanza y lo invita a trabajar la
tierra (cf. Gen 2,5-6), y a custodiar el jardín del Edén en donde lo ha
puesto (cf. Gen 2,15). Nuestros primeros padres reciben la tarea de someter
la tierra y de dominar a todo ser viviente (cf. Gen1,28). Pero no se trata de un
dominio despótico e irracional. La misión consiste en «cultivar y custodiar»
(cf. Gen 2,15) los bienes creados por Dios. El hombre no es su creador. Ante
estos dones magníficos recibe una responsabilidad. Cultivar la tierra implica
trabajarla, no abandonarla a sí misma; dominarla es cuidarla y ponerla a su
servicio.
El trabajo es, por tanto, una dimensión del hombre anterior al pecado.
Lo que hace el pecado es distorsionar la relación con la tierra y con los
demás, y dar al trabajo un aspecto penoso con riesgo de conflicto. “Con fatiga
sacarás de él tu alimento todos los días de tu vida. El te producirá cardos y
espinas y comerás la hierba del campo. Ganarás el pan con el sudor de tu
frente, hasta que vuelvas a la tierra, de donde fuiste sacado. ¡Porque eres
polvo y al polvo volverás!” (Gen 3,17-19).
Esta crisis se instala porque primero el hombre ha roto por su
desobediencia, su relación con Dios, que es su mayor bien y se desordena
por dentro.
Sin duda, el trabajo es una necesidad. Dignifica al hombre que por él se
perfecciona a sí mismo.
Sin embargo, el trabajo no es el sentido último de la vida humana. El
trabajo es esencial, necesario, insustituible, pero es Dios, no el trabajo, la
fuente de la vida y el fin del hombre. Por eso, encontramos en la Palabra de
Dios afirmaciones como éstas: “Mejor es poco con temor del Señor, que gran
tesoro con inquietud” (Prov 15,16); “Más vale poco con justicia que
abundantes ganancias con injusticia” (Prov 16,8).
Queridos amigos, sólo digo algunas cosas básicas. Nuestra doctrina
social se inspira en la Biblia y se fue enriqueciendo con el tiempo en un
diálogo fecundo entre el Evangelio y las cambiantes circunstancias
históricas.
2
Como nos exhortaba el Papa Benedicto XVI: “En la difícil situación en la
que nos encontramos hoy, a causa también de la globalización de la
economía, la Doctrina Social de la Iglesia se ha convertido en una indicación
fundamental, que propone orientaciones válidas mucho más allá de sus
confines: estas orientaciones – ante el avance del progreso – se han de
afrontar en diálogo con todos los que se preocupan seriamente por el
hombre y por el mundo” (Deus caritas est, 27).
En su valiosa exhortación Evangelii gaudium, cap.IV, el Papa Francisco
se detiene en unas afirmaciones básicas, que ahora sólo enumero, a modo de
estímulo para el trabajo de ustedes: El tiempo es superior al espacio. La
unidad prevalece sobre el conflicto. La realidad es más importante que la idea.
El todo es superior a la parte.
Pidamos especialmente hoy por todos los trabajadores; y por quienes
sufren la falta de trabajo. Que nunca nos habituemos a justificar esta dura
realidad, que todavía muchos hogares y personas padecen. Mar del Plata ha
figurado entre las ciudades con índice más alto de desocupación
Nosotros hoy, en este contexto, nos reunimos para comprometernos
otra vez, delante de Dios, con el trabajo y comprometernos a seguir
trabajando para construir en este aspecto tan importante de nuestras vidas
y de la realidad la patria que hoy, especialmente en un año electoral, nos
reclama unidad, diálogo y trabajo en comunión.
 ANTONIO MARINO
Obispo de Mar del Plata
3
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