Ramírez Bautista, Elia - Latin American Studies Association

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MUJERES LATINOAMERICANAS EN EUROPA
INMIGRACIÓN , TRABAJO, GÉNERO Y ATENCIÓN
DRA. ELIA RAMÍREZ BAUTISTA
Fue Profesora de Economía en la UNAM, en el Colegio de Historia de la Facultad de
Filosofía y Letras, Profesora Asociada en el Departamento de Historia de UAM Iztapalapa,
profesora Titular en el Departamento de Producción Económica en la UAM Xochimilco y en
la especialización de Estudios de la Mujer.
Prepared for delivery at the 2000 Meeting of the Latin American Studies Association,
Hyatt Regency, Miami. March 16-18 2000
INDICE
Página
Indice ……………………………………………………………………
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1. La emigración latinoamericana hacia Europa : un hecho reciente .......
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2. La feminización de la inmigración latinoamericana en Europa ............
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3. Género y trabajo ...............................................................................
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4. La atención (care) en el trabajo de las inmigrantes ............................
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5. Las redes de apoyo en la inmigración ...............................................
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6. Porqué se van ..................................................................................
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7. Conclusiones ...................................................................................
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8. Bibliografía ......................................................................................
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MUJERES LATINOAMERICANAS EN EUROPA, INMIGRACIÓN TRABAJO,
GÉNERO Y ATENCIÓN
Dra. Elia Ramírez Bautista
1. La emigración latinoamericana hacia Europa: un hecho reciente.
Este fin de siglo es testigo de grandes movimientos de población. Los cambios políticos se presentan
como detonadores de los movimientos más espectaculares, pero el telón de fondo de casi todos los
desplazamientos cuyo fin es un cambio duradero y permanente de residencia, es la desigualdad
económica y social.
Es el caso de la migración del Sur hacia el Norte. En el contexto de estructuras económicas y
sociales diferentes, las familias y las personas toman decisiones entre las cuales pueden estar la
migración. No es la estructura la única causa, ni los individuos actuan según cálculos aislados del
contexto en que viven como afirmaban los neoclásicos. (García 1980, Wright 1995).
En los últimos veinte años aumentaron las migraciones a nivel mundial. Crecieron los movimientos de
población Este-Oeste y Sur-Norte luego que algunos efectos de la política económica neoliberal
golpearon a buena parte de la población pero sobre todo a las mujeres. El proceso de globalización,
la reestructuración del sistema productivo, el impacto de nuevas tecnologías y la creciente integración
económica, han creado relaciones sociales y culturales entre regiones distantes del mundo. De modo
que entre las características de la migración internacional se halla la globalización y la tendencia a
feminizarse (Bonifazzi y Ferruzza, 1995).
Al inicio de los 90 el Fondo de población de las Naciones Unidas -FNUAP- dedicaba un lugar
importante a la migración femenina (FNUAP, 1993). Por su lado, algunos estudios sobre la
inmigración en Europa señalaban la presencia creciente de las mujeres en la misma. Por ejemplo, en
Francia entre los residentes extranjeros de 1975 a 1982; 30% eran jóvenes de menos de 19 años y
43% eran mujeres (Mestiri, 1990). Actualmente España, Italia, Portugal y Grecia, antes conocidos
como países de emigración, ven aumentar sus inmigrantes de otros continentes (Nyer y Nys, 1992).
En España la población extranjera creció 5.5% anual de 1980 a 1985 y el quinquenio siguiente pasó a
un crecimiento de 12% anual (Rivas, 1994). Grecia inició el proceso de regulación de inmigrantes en
1998.En 1973 había 60.000 trabajadores extranjeros –llamados para contrarrestar la emigración localque muy pronto van a ser enviadas a sus países (Rombolis 1979: 231). Siguen dos olas de
inmigración, en 1986-87 y en los 90. El proceso de 1998 recibió papeles de 373.000 inmigrantes
pero se estima qua hay más de 500.000, cifras muy grandes para un país de 11 millones de habitantes.
Según la OCDE en 1990 había en la Comunidad Europea - que agrupaba entonces 12 países alrededor de 8 millones de residentes extracomunitarios, 2.4% de la población total y 61.6% del total
de extranjeros. La mitad eran turcos y magrebhíes, seguían los ex yugoslavos, estadounidenses y
canadienses. La inmigración latinoamericana todavía no aparece en los registros del Sistema de
observación permanente de las migraciones -SOPEMI-, en ninguno de sus 39 cuadros anexos aparece
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alguna cifra dedicada a esa migración (Sopemi, 1992). Probablemente los censos del año 2000
consignarán su presencia hasta ahora desapercibida sea por subestimaciones estadísticas o debido a
las características peculiares de la misma. Sea como sea es probable que la población latinoamericana
radicada en Europa ese año sumara más de los 52.711 canadienses, 0.4% de los extracomunitarios en
ese momento (Nayer y Nys, 1992).
Europa ha conocido personas originarias de estas tierras americanas desde el siglo XVI pero
migrantes propiamente dicho, quizá desde el siglo pasado. Sobre todo intelectuales, artistas y
políticos opositores, luego estudiantes, cónyuges y familiares de todos ellos. Sin embargo no se
trataba de una corriente migratoria. Todos estos casos aumentan en la segunda posguerra y se hacen
visibles con la ola de refugiados-as que llegaron en los 70. A fines de ese decenio y sobre todo en los
80, se pasa de una inmigración política a una económica. De casi toda Latinoamérica hubo migrantes
que se dirigieron al exterior en búsqueda de ingresos, aparecen destinos nuevos y poco comunes.
Países y regiones distantes como Canadá, Israel y Europa fueron considerados por los emigrantes
como lugares para un futuro mejor. A mediados de esa década la inmigración latinoamericana en
Europa se feminizaba.
Según la información, aparentemente los latinoamericanos llegaban primero al sur de Europa, España
e Italia, luego la corriente se extiende hacia el norte. La información cualitativa nos indica la
creciente presencia de población latinoamericana en casi todos los países Europeos. Un ejemplo es
L´annuaire de l´Amérique Latine en France (1992), una guía de 250 páginas que contiene información
general sobre America Latina pero también datos útiles para los residentes latinoamericanos en
Francia como direcciones de tiendas de artesanías, de ropa, de alimentos, galerías de arte, librerías,
centros de espectáculos, restaurantes, servicios de comunicaciones y transporte así como una lista de
profesionales originarios de Latinoamérica instalados en Francia. Una publicación similar se editó en
Bélgica en 1996 (Maison d´Amérique Latine, 1996). Además de los Institutos o Centros de
investigación y enseñanza sobre América Latina que existen en muchas capitales europeas desde hace
décadas, en estos momentos hay locales o Casas de América Latina, en muchas ciudades europeas
con fines diferentes que van de la difusión cultural a sitios de reunión e información para la población
latinoamericana. En casi todos los países europeos existen revistas, periódicos y programas de radio
en español dirigidos a un público latinoamericano. Se anuncian las agencias de viajes y los
especialistas en el envío de dinero. Nuestras músicas y nuestros acentos se oyen con mucha
frecuencia. Ciclos de cine y exposiciones artísticas latinoamericanos no son raros ahora. Hay misas
católicas y servicios religiosos protestantes para feligreses de América Latina.
Hasta hace muy poco predominaban los estudios de migración en masculino. La presión de la
presencia creciente de mujeres migrantes han originado investigaciones y actividades que poco a poco
las están sacando de la invisibilidad. En América Latina se sabe que desde los 60 la migración del
campo a la ciudad ha contado con más mujeres que hombres (FNUAP, 1993). Se sabe poco acerca de
la migración femenina internacional, es muy reciente. En Europa aun cuando muy pronto - desde
mediados de los 80- se feminiza, hay indicios de que su origen es principalmente económico y se
revela como una migración autónoma, las latinoamericanas saltan los mares y refutan la idea de que
las mujeres solo estaban en las migraciones cortas, se creía que los desplazamientos de mujeres solas
se encontraban únicamente en las migraciones internas, de las zonas rurales a las urbanas. Desde fines
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de los 70 y durante todos los 80 los y las investigadoras mostraron la inquietud por estudiar la
migración femenina de México hacia Estados Unidos (Woo Morales, 1995).
2. La feminización de la inmigración latinoamericana en Europa
Respaldado por una serie de facilidades del régimen franquista el cual tenía propósitos de prestigio y
liderazgo en América Latina, hubo un flujo de latinoamericanos hacia España, desde los 50 y 60 ya
estaban presentes en la sociedad española pero solo en los 70 se empieza a consolidar una colonia
permanente, a fines de los 80 la población latinoamericana representa 60% de la inmigración del
llamado tercer mundo (Herranz, 1995). El proceso de feminización fue muy rápido, según Herranz,
las mujeres eran 45% de la inmigración latinoamericanas en Madrid y ya entonces era la más
feminizada del tercer mundo en España. La misma autora cita otra fuente que indica que ellas eran
55.1% de la colonia latinoamericana empadronada en la comunidad de Madrid en 1986. El Censo de
1991 indicó que entonces ya representaba 63.1% de la inmigración latinoamericana.
Desde mediados de los 80, los grupos provenientes de la República Dominicana, Perú y Colombia
estaban feminizados, contaban con 76, 61 y 60% de mujeres. El proceso se acentúa, según la
encuesta ECIR realizada en 1991, 85% de las mujeres registradas habían ingresado a España entre
1986 y 1991.
Un estudio sobre las dominicanas en Madrid, afirma que al inicio de los 90, el colectivo dominicano
se estimaba en 12.000 personas de las cuales 9.000 eran mujeres. Estas inmigrantes eran jóvenes
entre 25 y 45 años aunque con tendencia a ampliarse hacia ambos extremos de edad. La mayoría
tenían o habían tenido pareja - casadas, unidas, divorciadas o separadas -, casi todos eran madres con
un promedio de entre 3 y 6 hijos. Venían principalmente del Sur de la República Dominicana, región
rural muy castigada por la crisis económica y por la sequía pero también de ciudades como Santo
Domingo, San Cristóbal, San Francisco de Macorís (Rivas, 1994 ).
Los grupos de mujeres latinoamericanas organizadas en España reportan (1996) que siguen llegando
mujeres latinoamericanas, principalmente para trabajar pese a las restricciones legales que han
aumentado mucho en este decenio.
En Italia el Censo de población y vivienda de 1991 registraba 359.159 residentes extranjeros de los
cuales 31.256, 8.7%, provenían de América Latina, la mayoría mujeres. De acuerdo a los permisos
de residencia a fines de 1994 había 47.665 residentes de América Latina, 7.7% del total. El mismo
año el Ministerio del interior reportaba 922.706 permisos de los cuales cerca de 80.000 fueron para
latinoamericanos.
El Censo de 1991 arrojaba 65.4% de mujeres (20.439) latinoamericanas. Según otras fuentes, hacia
1995 (Bonifazi y Ferruzza) calculaban que en la inmigración latinoamericana en Italia existian 2.3
mujeres por cada hombre y que las ratios más altas estaban entre las peruanas y brasileñas con 2.5 y
2.6.
Son mujeres jóvenes, el censo de 1991 reportaba que 74% tenían de 15 a 44 años y más de la mitad,
55.8%, de 15 a 34 años. Este censo también registró en la categoría de extranjeros no residentes
14.970 latinoamericanos de las cuales también mayoría, 8.001, 41.8%, eran jóvenes mujeres de 25 a
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34 años. En 1993 más del 80% de los permisos de trabajo otorgados a latinoamericanos se dieron a
mujeres (Bonifazi y Ferruzza, 1995).
En Bélgica el Centro nacional de estadística registró en 1991 5.541 latinoamericanos de los cuales
2.995 mujeres entre 15 y 54 años. En 1995 un reporte de la Red Aquí Nosotras asentaba que la
población latinoamericana en situación irregular era quizá el doble de la regular y que la mayoría eran
mujeres. La misma fuente asienta que desde los 80 ha aumentado la inmigración femenina irregular
principalmente de Colombia, Perú, Ecuador y República Dominicana. Estima que alrededor de 3.000
latinoamericanas trabajaban sin permiso y en condiciones pésimas.
Aun cuando los datos numéricos no son regulares en la mayor parte de los países europeos, las
referencias de las mujeres latinoamericanas son cada vez más numerosas. Las cifras que existen junto
con la información cualitativa permiten elaborar un perfil de las inmigrantes latinoamericanas en
Europa: mujeres en edad activa, mas bien jóvenes y con cargas familiares. La carencia de datos es
comprensible en el contexto general del registro de inmigrantes en Europa. Cada país tiene sus
propias reglas para registrar a los extranjeros que viven en su territorio. “No hay uniformidad, unos
cuentan los nacionales y los no nacionales, otros registran los permisos de trabajo otorgados...
Inglaterra se refiere al país de nacimiento” (Nayer y Nys, 1992). Como se ve, en el caso de Italia,
pueden no coincidir los diversos registros (Bonifazi y Ferruzza, 1995)
De los 2.732 residentes latinoamericanos en Dinamarca, 1529, más de la mitad son mujeres. En 1995
la comunidad brasileña tenía 591 miembros, solo 162 eran hombres (Labarca, 1994). Otro trabajo nos
dice que 400 brasileñas viven en la capital danesa ( Sacramento,1995).
La información sobre Suiza indica que a fines de los 80 se acentuó la llegada de mujeres
latinoamericanas principalmente de Brasil y Perú ( Bueno, 1995).
En Inglaterra a la vez que se habla de una pequeña inmigración latinoamericana, se dice que han
formado una “ economía étnica” en la cual las mujeres son muy activas. Norma Driever dice que en
Berlín según datos de la Oficina de estadísticas, la población brasileña y peruana se incrementó 6.5%
en 1992 y 9.8% en 1993. En seguida añade “...estas cifras serían más elevadas si sumáramos el
número de mujeres latinoamericanas que no están registradas oficialmente”. Ella misma encontró en
su estudio sobre el comercio ambulante en Berlín, que del 20% de mujeres extranjeras que lo ejercían
5% eran latinoamericanas, jóvenes peruanas de Lima y Arequipa dedicadas a la venta de joyería
artesanal (Driever, 1995).
En Austria también creció la inmigración de mujeres latinoamericana en los 80, según Lëfo la mayoría
procede de Perú y República Dominicana pero también hay de Bolivia, Ecuador, Colombia y de Cuba
un nuevo país exportador, según la autora (Boidi, 1995).
En Alemania la inmigración femenina es visible puesto que hay asociaciones que les brindan
orientación en asuntos administrativos, apoyo contra el racismo, información sobre sus derechos
laborales así como sobre la salud especialmente para las que ejercen la prostitución. Algunas tienen
una sección hispanohablante para latinoamericanas.
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En Grecia a fines de los 80 se percibía que llegaban más mujeres que hombres. Aun cuando no había
cifras oficiales y quizás se incluía a los esposos extranjeros de ciudadanos griegos, se decía que el
número de mujeres extranjeras era mayor que el de hombres extranjeros. Había” un gran número de
mujeres jóvenes de Europa y de otros países”, muchas de las cuales llegaban “como turistas y se las
arreglaban para prolongar su estancia”. (Marcopoulou 1989 :126 y 234).
3. Género y Trabajo
Los estudios sobre Italia y España, documentados con cifras, así como la información cualitativa de
otros países, ilustran las desviación de género en los trabajos que desempeñan las inmigrantes
latinoamericanas en Europa. La división de trabajo por sexos que atribuye a las mujeres los trabajos
domésticos persiste tanto en América Latina como en Europa. En ambos continentes el trabajo
doméstico asalariado tiene bajo valor social y recibe salarios menores que otros empleos en los
servicios. En Europa del norte las empleadas del hogar internas son muy pocas, predomina el servicio
doméstico pagado por horas, es común emplear una trabajadora por 4 horas una o dos veces por
semana, o bien 8 horas diarias de lunes a viernes. En España es más frecuente la trabajadora
doméstica interna, Grecia e Italia también están recurriendo a ambos tipos de servicios.
El ingreso creciente de las mujeres europeas a la vida laboral aumentó la demanda de servicios que
suplieran a aquellos que las nuevas trabajadoras no podían realizar. Los servicios de guardería son
irregulares y en algunos países son escasos y caros. La doble jornada es la perspectiva de muchas
madres trabajadoras. Este proceso fue muy claro para las francesas desde la posguerra y para las
españolas desde fines de los 70. En España es muy claro como, especialmente en Madrid y Barcelona
las inmigrantes latinoamericanas ocupan los empleos abandonados por las inmigrantes locales.
En Inglaterra donde predomina actualmente el trabajo de tiempo parcial, son las mujeres que trabajan
jornada completa y sobretodo las jóvenes profesionales o en puestos gerenciales las que recurren al
trabajo doméstico pagado, sobretodo para el cuidado y atención de niños (Gardiner 1997 : 166)
El número de permisos de trabajo concedidos a latinoamericanas en Madrid pasa de 1001 en 1986, a
7.483 en 1991 y a 5.570 en 1993. La mayor parte son permisos de trabajo para el servicio doméstico,
Madrid absorbe más de la mitad de trabajadoras en ese campo. Tomando en cuenta solamente los
permisos para el trabajo domestico, también en Madrid, las latinoamericanas recibieron 5.132 de ellos
en 1991 y 5.551 en 1994, más de la mitad de los concedidos este año 9.148. Desde 1991 60% de las
trabajadoras domésticas eran latinoamericanas, ya habían sustituido a las asiáticas y filipinas que hasta
mediados de los 80 tenían el 41.3% del total y en 1991 ya solo representaban el 8.5%. De los
permisos concedidos para trabajar en el servicio domestico en Madrid, entre 40 y 46% va a
dominicanas, alrededor de 33% a peruanas y como 7% a colombianas. La autora que seguimos dice
que aumentan las solicitudes de chilenas, ecuatorianas, y centroamericanas. Agrega que en 1986 en la
modalidad de trabajadoras domésticas internas, en Madrid, 54.6% eran mujeres extranjeras ( Herranz,
1995). Gina Gallardo afirma que la mayoría de las inmigrantes dominicanas son empleadas domésticas
internas (Gallardo, 1994).
La corriente migratoria femenina hacia España fue propiciada por la existencia de una demanda
laboral en trabajos considerados como femeninos en ambos continentes. Las mujeres españolas
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tuvieron oportunidad de transferir las tareas domésticas a las mujeres inmigrantes. Según Rivas las
dominicanas procedentes de áreas rurales generalmente de familias pobres y con un bajo nivel de
educación trabajan en el servicio doméstico interno, y las profesionales de origen urbano, por
ejemplo enfermeras, maestras y secretarias, de clase media, como internas y externas, Las que se
autodeclaran amas de casa de estratos y de preparación media y baja, hacen limpieza por horas y
trabajos informales como costuras y ventas. También hay estudiantes y profesionales que ejercen sus
carreras, hay modelos y prostitutas (Rivas, 1994).
La mayoría de las que llegan a Italia son jóvenes en edad de trabajar, el Censo italiano de 1991
indicaba que 45.5% de las latinoamericanas registras formaban parte de la población activa (
empleadas, desempleadas y buscadoras de un primer empleo). Entre las empleadas los mayores
porcientos estaban entre las peruanas, chilenas y colombianas (Bonifazi y Ferruzza, 1995).
En 1992, V. Cappechi en un estudio sobre las condiciones de trabajo de inmigrantes de la región de
Emilia Romagna, observaba que las argentinas y chilenas se empleaban principalmente en el trabajo
doméstico, pero su nivel de educación les permitía aprovechar oportunidades de cambio de trabajo.
Otra era la situación de las inmigrantes brasileñas que encontró, mujeres muy jóvenes con bajo nivel
de instrucción, procedían de familias muy pobres. Algunas asociaciones sudamericanas, según
Cappechi, protestaban por la explotación de estas mujeres en los Night Clubs donde tenían empleos
inestables y donde había oportunidades para la prostitución (Citado por Bonifazi y Ferruzza, 1995).
En Milano, también en 1992, G.C. Blangiardo detectó que desde el inicio del decenio no sólo
prevalecía la inmigración económica sobre la política sino que ya se había feminizado, 58% eran
mujeres. Como en el resto de Italia, en Europa en general, los países de origen son muy diversos. Ya
era significativa la presencia de las salvadoreñas - con una ratio de cuatro mujeres por un hombre -, y
de brasileñas, peruanas y colombianas ( Bonifazi y Ferruzza, 1995).
La misma investigación nos dice que en ese momento 61% de las latinoamericanas en Milán eran
empleadas domésticas o cuidaban niños, 5% trabajaban en el ramo de la restauración y limpieza y solo
7% tenían empleos medios y altos en el sector servicios.
La información cualitativa sobre las inmigrantes latinoamericanas en Bélgica, Suiza, Dinamarca e
Inglaterra, muestra que aquéllas desempeñan labores similares.
La Red de mujeres latinoamericanas y europeas Aquí nosotras, es una organización que tiene
ramas en 8 países europeos, sus afiliadas son casi todas latinoamericanas (1995). Los datos sobre los
países siguientes los recabaron mujeres latinoamericanas que pertenecen a la Red Aquí nosotras.
De Bélgica nos dicen que la limpieza es el trabajo más fácil de encontrar y la principal subsistencia
para aquellas que carecen de documentos, también es una actividad menos expuesta a las redadas
policiacas. Aseguran que se desconoce el número exacto de las mujeres en esa situación ellas estiman
que serían cuando menos 3.000. Añaden que muchas de las refugiadas que llegaron en los 70 se han
nacionalizado, en teoría gozan de todos los derechos que su nuevo país otorga a sus ciudadanos, pero
muchas de ellas trabajan en sectores marginales de la economía como el asociativo. Afirman que hay
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estereotipos que caen sobre las latinas, se cree que son buenas para la cama y para el trabajo
doméstico (Aquí Nosotras Bélgica, 1995).
Jael Bueno dice que en Suiza resalta el hecho de que las inmigrantes latinoamericanas “se concentran
en el trabajo doméstico y en la prostitución”. Añade que aún cuando provienen de diferente espacios
sociales, tienen distintas historias de vida y experiencias diversas, en el proceso de inmigración son
“estandarizadas en sus necesidades, requerimientos y potencialidades laborales”. Trabajan limpiando
casas privadas u oficinas, cuidando niños, cuidando animales. Las emplean como animadoras en los
Nacht Klubs y en la prostitución. El permiso de trabajo más accesible para ir a Suiza es el de
“animadora cultural” que equivale a 8 meses como bailarina de Streap Tease y/o en la prostitución.
Según IPSO, cita J. Bueno, ya en 1988 trabajaban de 4.200 a 4.500 mujeres extranjeras en la
prostitución, 40% de ellas venían de América Latina, especialmente de Brasil, de la República
Dominicana y de otros países caribeños. Desde los 70 había esposas de asilados -sin derecho a recibir
los cursos de idiomas y la formación que daban a sus maridos-, que trabajaron en labores de limpieza,
en los hogares suizos haciendo trabajo doméstico, cuidando niños y ancianos. Actualmente (1995),
incluso, las que esposan a un suizo, reciben un permiso B, éste está condicionado al matrimonio y
solo autoriza trabajar en la limpieza y en los servicios.
También en Suiza aumentó a fines de los 80 notoriamente el número de latinoamericanas que
ingresaron a ese país. Llegan con el objetivo de trabajar en lo que sea, reunir dinero retornar. Tienen
que pagar la deuda del viaje, mantener a los hijos que dejaron en sus países, quieren comprar una
casa, ahorrar para montar un negocio etc. (Bueno, 1995).
Inglaterra no registra su población extranjera según el criterio de nacionalidad sino según el país de
nacimiento o basado en la noción de “pertenencia a un grupo étnico” ( Nayer y Nys, 1992).
Así, Erika Páez nos dice que en Inglaterra el grupo étnico latino -sobre todo colombianos- había
logrado construir una “economía étnica” trabajando en limpieza y en restaurantes. En ella existe una
división sexual de trabajo. Durante los 70 y hasta fines de los 80, los hombres laboraron como jefes
de cocina (chefs), meseros y limpiadores. Las mujeres limpiaban almacenes, oficinas, locales de
industrias y restaurantes. Hacia fines de los 80 los varones ya no son empleados como jefes de cocina
ni como meseros, conservan la limpieza en las industrias pero desplazan a las mujeres de la limpieza
de almacenes, oficinas y restaurantes. Ellas trabajan entonces como “muchachas de servicio” por
horas en casas particulares, limpian, cuidan niños y ancianos. En Inglaterra, afirma E. Páez, 98% de
los trabajadores domésticos de Latinoamérica, son mujeres. Para ellas ha aumentado la carga de
trabajo, trabajan más horas y ganan menos dinero.
En Grecia ya en 1989 se afirmaba que “la mayor parte de los países sudamericanos y Filipinas
proveen jóvenes asistentes domésticas a los hogares de Atenas y de los suburbios residenciales
(Markopoulou, 1989:234).
Otra fuente de trabajo la constituyen los empleos de animadora en bares y clubes, de bailarina en
cabarets, y la prostitución. Estimular el consumo de bebidas alcohólicas en un bar y hacer streap tease
en un cabaret puede conducir, la primera al alcoholismo y en la práctica de ambas actividades pueden
desaparecer las fronteras con la prostitución. Aún cuando es una actividad planetaria, los gobiernos
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no elaboran estadísticas oficiales sobre la misma. A diferencia de otras variables económicas que
permiten hacer programas y elaborar políticas ad hoc, no conocemos, por ejemplo, el número exacto
de consumidores, exacto en el sentido censal o de encuesta, tampoco se registra verazmente el
número de mujeres que realizan esta actividad en forma permanente ni el de aquellas que lo hacen
esporádicamente. Amén de otros detalles que serían muy útiles para dirigir políticas puntuales de
sanidad u otras, por ejemplo en un terreno tan importante para la humanidad como es la sexualidad.
Ignoramos el número de latinoamericanas que voluntaria o compulsoriamente ejercen estas
actividades en Europa. Los estudios específicos no siempre reportan si se trata de mujeres traficadas
o si son mujeres que llegaron a la prostitución y sus actividades colaterales - estimuladoras de
consumo de bebidas, bailarinas de streap tease, acariciadoras, etc- por otras razones. En forma
oral, algunas de las involucradas han expresado la existencia de una prostitución voluntaria. Lo que
se sabe es que la industria del sexo puede maximizar ganancias por medio de la explotación y la
violencia y no solo con las indocumentadas.
Chris de Stoop (1993) en su impactante libro sobre el tráfico de mujeres en Bélgica y en Europa,
dedica un capítulo a la República Dominicana. Cuenta que miles de jóvenes eran seducidas con falsas
promesas de trabajos como institutrices o en el servicio doméstico, como bailarinas o meseras y no se
daban cuenta que caerían en un burdel. Las que lo sabían ignoraban las terribles condiciones del
trabajo industrial en las empresas del sexo. Según sus fuentes, cita 12.000 dominicanas en Grecia,
10.000 en Suiza y 7.000 en los países bajos. Probablemente estas cifras se refieran al número de
mujeres que ingresó por esas ciudades, pues el autor describe en su libro el sistema de rotación
trimestral de mujeres que usa la industria del sexo para evadir las leyes y para ofrecer nuevos cuerpos
a sus clientes.
En Alemania, AGISRA (Asociación internacional en contra del racismo y de la explotación sexual,
ONG fundada en 1983 en Francfort) detecta en 1995 como principales países proveedores a
Colombia, Brasil y República Dominicana. Los mayores receptores serían Holanda, Bélgica, España y
Suiza. Según la misma fuente 75% de las mujeres extranjeras de los burdeles de Francfort proceden
de América Latina y el Caribe, sus edades van de 18 a 45 años (Sosa, 1995) Su poca experiencia en
la negociación necesaria en la venta de sus servicios, el desconocimiento de la lengua y una relación
de poder desfavorable, deben influir en la situación que reporta el centro de salud de Francfort: “entre
noviembre de 1993 y enero de 1994, las mujeres latinoamericanas y caribeñas presentaron el 74.3%
de enfermedades sexualmente transmisibles” (Sosa, 1995).
Los estudios de Holanda dicen que “el tráfico internacional recluta mujeres en Brasil, Surinam,
Colombia, República Dominicana y en las Antillas para los centros de distribución ubicados en
España, Grecia, Alemania, Bélgica y Holanda”. Son jóvenes de 19 a 25 años con estudios primarios y
secundarios interrumpidos, de estrato social medio y bajo. También asientan que “las redes
organizadas han montado sus centros de operación principalmente en la región norte de Brasil, la
Región central y suroeste de Colombia y en la República Dominicana... han ampliado su campo de
acción hacia Uruguay y Venezuela” ( Polania, 1995). Un informe de la Clat-Nederland estimaba en
1991 que más de 50% de las prostitutas de las grandes ciudades como Amsterdam, Rotterdam y
Utrecht eran de la República Dominicana (Van Der Berg et al., 1991).
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Las mujeres jóvenes que llegan a Grecia en los 80 sin contrato de trabajo doméstico, sin permiso de
estancia, “hacen varios trabajos temporales y muchas de ellas se unen al bajo mundo” de la ciudad de
Atenas o del Puerto El Pireo. “La mayoría de estas jóvenes vienen de Filipinas y de países de
Sudamérica” informaba sin más detalles una investigación (Markopoulou 1989 :126 y 234).
La prostitución se ha modernizado, se ha reorganizado para aumentar ganancias, se ha globalizado y
cosmopolitizado. En este proceso se da un importante traslado de mujeres del Sur hacia el Norte, en
este proceso América Latina está presente. Los estudios citados se centran en los grupos más
numerosos pero la emigración femenina hacia el Norte y en este caso hacia Europa, concierne
prácticamente a todos los países latinoamericanos.
Como en el caso del servicio doméstico, también hay una demanda de mujeres del Sur en la
prostitución. En palabras de Marcela Sosa quién trabajó en AGISRA varios años, “si no existiera el
mercado europeo del sexo, no habría tanta migración para la prostitución” (Sosa, 1995). Cristina
Boidi va más allá refiriéndose a las actividades que las mujeres latinoamericanas realizan como
esposas encontradas vía agencias, empleadas domésticas, cuidadoras de niños y de ancianos,
bailarinas, animadoras en bares y clubes y prostitutas en el país donde ella vive, dice: “Austria, al igual
que otros países europeos, permite la comercialización de mujeres como un negocio conveniente que
satisface las necesidades del mercado de los hombres blancos” (Boidi, 1995).
Si bien habría que matizar estas opiniones enriqueciéndolas con elementos del lado de la oferta y con
precisiones sobre la demanda, ya que entre la clientela de la industria del sexo también se encuentran
hombres no blancos y a nivel internacional la oferta es manejada no sólo por hombres blancos
europeos (ver De Stoop 1993).
En todo caso en la prostitución y en los espectáculos de esa industria, se habla de la necesidad de
caras nuevas y las latinoamericanas forman parte de la demanda de mujeres exóticas, mujeres del
Sur, de un público que ve el mundo cuando viaja, en la televisión, en los videos o en internet.
También se sabe que estas mujeres prestan modalidades en los servicios sexuales que sus congéneres
del Norte ya no ofrecen; esto y la explotación a la cual se ven expuestas por su condición de
extranjeras, a veces indocumentadas, las convierte en personas muy vulnerables.
4. La atención (care) en el trabajo de las inmigrantes.
El punto 3 nos muestra que los trabajos principales que realizan las inmigrantes latinoamericanas en
Europa son el trabajo doméstico y la prostitución así como actividades aledañas a la industria del
sexo. Ambos implican atención y cuidado hacia los receptores del mismo.
Se define como trabajo doméstico a “aquellas actividades hogareñas que podrían ser realizadas por
una persona diferente a la que los lleva a cabo, o que podrían comprarse se existiera un mercado para
dichas actividades. Por lo tanto, se distinguen de las actividades del cuidado personal que las personas
realizan para si mismas (alimentarse, lavarse) y de las actividades de esparcimiento que no pueden ser
delegadas a alguien más (ver televisión por placer) (Gardiner 1997 : 12 y 13).
La atención involucra el cuidado pero es y crea relaciones interpersonales, implica sentimientos
afectivos, emociones, vigilancia, sensibilidad, agilidad mental y flexibilidad para atender a un grupo
11
familiar o doméstico cuyos miembros tienen diferentes grados de dependencia y necesidades distintas
que cambian con el tiempo. Los servicios extradomésticos de salud, educación y otros de tipo social
que se prestan a la comunidad también requieren relaciones personalizadas. “La esencia de la atención
se halla en los lazos humanos que crea y suministra y es esencial para la sostenibilidad económica”
(PNUD 1999 :77).
La atención es parte vital del trabajo doméstico. En los 70, volvió más visible y ocupó más el
tiempo y la energía de las mujeres cuando las tareas físicas del mismo se aliviaron por la mecanización
de algunas tareas (lavado de ropa, barrer, coser ..) pero al mismo tiempo se extenderá la
responsabilidad atribuida a las madres (además de la crianza se añade) el desarrollo emocional e
intelectual de niños y niñas (Gardiner 1997 : 19). Al mismo tiempo aumentaba la participación
femenina en la fuerza de trabajo. De modo que en los 80 entró en escena “la figura de la superwoman
.. producto del feminismo y de la sociedad de consumo capaz de (lidiar con) su carrera, sus hijos y
sus amores” (Thébaud 1992 : 14).
En las sociedades industrializadas se sintió primero el fenómeno socioeconómico. El tiempo de
trabajo doméstico no disminuyó, al contrario aumentó por el enfoque en la atención a los niños y el
aumento del tiempo en las compras, también aumentaron los parámetros de limpieza. La expansión de
la oferta de bienes manufacturados y del consumo de los mismos los reveló como grandes
consumidores de tiempo femenino. Adquisición, almacenamiento y trabajo adicional para los bienes
de consumo no duradero, alimentos en este caso. El uso de electrodomésticos requiere además
preparación y mantenimiento (Gardiner 1997 : 163-165). Constatación dolorosa en la Europa de los
70 ya que entonces “en todos los países ... a excepción de Holanda y Bélgica, aumenta el número de
mujeres casadas activas, también se extiende el período de su actividad”. La doble jornada irrumpe
brutalmente : “en 1975, las mujeres que trabajan llevan a cabo el triple de trabajo doméstico que los
hombres” (Lagrave 1992 : 444 y 445).
Hay una tímida participación masculina en las tareas físicas pero hasta ahora, el trabajo de atención lo
llevan a cabo principalmente mujeres. En 1995 se estimó que ellas dedicaban dos tercios de sus horas
de trabajo al trabajo no remunerado (los hombres dedicaban sólo un cuarto) y la mayoría de esas
horas al trabajo de atención” (PNUD 1999 : 78). Las mujeres con trabajos de tiempo completo y con
hijos pequeños son las que tienen menos tiempo libre. En la OCDE ...”una mujer que trabaja a
jornada completa sigue haciendo. Una vez que tiene un hijo se puede esperar que dedique 3,3 horas
más por día al trabajo no remunerado en el hogar. Las mujeres casadas que están empleadas y tienen
hijos menores de 15 años cargan con la mayor carga del peso del trabajo, casi 11 horas al día”
(PNUD 1991 : 81).
Una tarea combinada es la elaboración de las comidas. Lleva una parte de trabajo físico, pero se
preparan según los gustos y las necesidades individuales de los miembros del hogar. Además, dar de
comer involucra “procesos muy complejos, interpersonales, mentales y emocionales ... en la familia
las mujeres satisfacen necesidades particulares y el resto aprende a recibir atención” (Gardiner 1997 :
167).
12
Es muy probable que la mayor parte de las comidas siga haciéndose en los hogares y que, como en
Inglaterra y en Estados Unidos (Gardiner 1997 : 166) en la Europa industrializada actual el mercado
solo sustituyó las comidas consumidas en las horas de trabajo.
En este contexto –creciente ingreso de mujeres al trabajo remunerado, aumento del tiempo de trabajo
doméstico, poca participación de los hombres, mínima substitución de trabajo doméstico por el
mercado, oferta deficiente de servicios públicos y privados de cuidado infantil-, se da la feminización
de la inmigración femenina latinoamericana en Europa. Cuando esto sucede, hacia 1985, las europeas
que trabajaban tiempo completo, llevaban lustros de doble jornada. También en ese momento crecen
los empleos para las mujeres jóvenes y calificadas.
Para las inmigrantes, era el trabajo que podían realizar de inmediato, sin entrenamiento y sin conocer
el idioma. Venían calificadas desde sus hogares, ahí aprendieron a realizar las tareas domésticas
rutinarias y a individualizar la atención. Han sido socializadas en los mismos roles de género, están
familiarizadas con la división genérica del trabajo. En general, en sus lugares de origen los hogares
están menos mecanizados, tienen más miembros que los europeos y la mayoría alguna vez en su vida
se ha ocupado de los dependientes –niños, enfermos, ancianos- de la familia. No en vano las
expresiones “atender al esposo, atender a mis hijos”, en fin “atender a mi familia” es común y
corriente en América Latina.
Si la esencia de la atención son las relaciones humanas, y si éstas se dan todavía con frecuencia en
sociedades menos industrializadas, entonces las inmigrantes están calificadas para substituir el trabajo
de atención que las europeas se ven obligadas a dejar por ejercer un trabajo remunerado.
A lo dicho antes, hay añadir que el que hablen la misma lengua o muy similar – la comunicación es
importante en la atención-, y que la mayoría pertenezcan a una religión cristiana –la católica-,
probablemente favoreció su aceptación en el sur de Europa.
A la espera de encontrar más materiales para documentar mejor el caso de la prostitución hasta ahora
se puede decir que las latinoamericanas en esa actividad dar un servicio más personalizado que sus
congéneres –más profesionales- europeas. Así se infiere del material consultado. Desde el título del
trabajo de Chris De Stoop (1992) “Ellos son tan amables , señor” así lo sugiere. Otros indicadores
son las protestas de las prostitutas europeas quieres afirmar que las recién llegadas del tercer mundo
dan servicios especiales que ellos ya no ofrecen en su trabajo profesional, sería una especie de
competencia desleal. Una prostituta latinoamericana entrevistada en Alemania en 1996 aseguró que
a ella y a sus colegas las prefieren sus clientes porque los reciben sonrientes y afectuosas, porque los
escuchan, porque no están mirando el reloj ni anuncian el tiempo que durará el servicio antes de
otorgarlo.
5. Las redes de apoyo en la inmigración
Es un hecho conocido en América Latina que los migrantes del campo a la ciudad o de una ciudad a
otra, reciben ayuda y orientación de familiares, conocidos y amistades establecidos en los puntos de
destino. El apoyo que reciben puede ser el alojamiento temporal o permanente, gratis, mediante pago
o a cambio de servicios. puede ser en alimentos o en préstamo de dinero mientras los recién llegados
encuentran trabajo. Les dan información sobre probables empleos o ayuda directa en la búsqueda del
13
mismo. Los orientan en la ciudad, les advierten sobre los peligros y les muestran como funciona el
sistema de transporte. Les enseñan las ventajas de la ciudad, como dónde comprar más barato, los
lugares de diversión a su alcance. Puede ser que un miembro de la red lo recomiende y avale en su
primer trabajo y que él mismo u otro le muestre cómo realizar sus labores.
Respecto a las migrantes en América Latina, puede ser que cuando llegan les espera un empleo
conseguido por una amiga, tía o paisana. Si no lo tienen, la red se pone en marcha para buscarle un
sitio en la oficina, en la fábrica o en una casa particular, según el caso. Esta experiencia de décadas
está reproduciéndose poco a poco en Europa.
Por ejemplo en Suiza las inmigrantes de los 80 contaron con la red de información y los contactos de
las que llegaron el decenio anterior. Estas dieron apoyo a familiares, amigas y vecinas (de la clase
media y obrera) que venían a trabajar temporalmente en Suiza. La última ola que llega a fines de los
80 y en los 90, aún aquellas que llegan sin permiso de residencia, sin redes de contacto, sin
informaciones precisas, encuentran trabajos de limpieza a través de una red de contactos verbales de
otras mujeres que ya trabajaron en esta actividad. El apoyo que reciben es similar al que existen en
sus países de origen pues según Jael Bueno “...estas mujeres llegan como niñas a un mundo
desconocido donde otras inmigrantes les enseñan cómo tomar el tranvía, cómo comprar los pasajes
de tren o autobús, cómo proveerse de alimentos, les explican las reglas del trabajo y la forma de hacer
una limpieza. Viven en comunidades improvisadas de dos o tres mujeres en uno o dos cuartos, otras
se alojan por períodos de tiempo en casas de personas conocidas” ( Bueno, 1995 ).
En España además de redes similares que se han establecido por comunidades de origen pero que
generalmente se extienden a otras nacionalidades, han surgido asociaciones que además de orientar
sobre la administración local y sobre cuestiones laborales, son un espacio donde circula información
variada, por ejemplo sobre el alojamiento, trabajos, centros de venta de productos, quiénes viajan al
país, quienes llegan o regresan, etc. Ejemplos de esto son AMDE, Asociación de Mujeres
Dominicanas en Madrid y la Asociación de Trabajadoras Domésticas en Barcelona. Las dominicanas
suelen reunirse los domingos en una plaza de Madrid, Ahí pueden ver a sus amistades, comentar las
novedades e incluso comer sus bocadillos nacionales (Gallardo, 1995). Se dice que el parque de
Aravaca en Madrid es un símbolo donde las dominicanas se reúnen todos los jueves y domingos
“para tener noticias de sus familiares, ...enviar cartas y dinero o simplemente para encontrarse con su
gente. Es importante porque en Aravaca surgió el germen de las asociaciones formales y en sus
alrededores aparecieron bares discotecas y un comercio dedicado a la población dominicana (Rivas
Nina, 1992).
En Bélgica el apoyo sigue el modelo mencionado. Como es imposible rentar un departamento sin los
papeles de residencia, en ocasiones los residentes legales manifiestan su solidaridad alquilando a su
nombre una vivienda para las indocumentadas. Hay hogares de religiosas católicas que aceptan a las
“sin papeles”. La comunidad latinoamericana protestante también apoya a sus congéneres inmigrantes
en la búsqueda de vivienda y de trabajo.
14
Siguiendo la descripción que Erika Páez hace de la “comunidad étnica” latinoamericana en Inglaterra,
podemos inferir que ésta actúa como una red de apoyo para una inmigración reciente que “necesita el
apoyo mutuo para sobrellevar las presiones en el nuevo país” ( Páez, 1995).
Muchas mujeres son solidarias con las recién llegadas. En general el papel de las mujeres migrantes es
importante en la migración internacional, ellas tienen un rol activo en el proceso de migración. En
Senegal ellas son el motor de las redes de vecindad que se crean entre los migrantes rurales que
llegan a la gran ciudad (Fall, 1991) y en las ciudades fronterizas entre México y Estados Unidos ellas
mantienen y cultivan los lazos entre las familias y amistades transfronterizas (Ruiz Marrujo, 1995).
Dominicanas y peruanas junto con otras latinoamericanas llevaron a España su experiencia asociativa
y de solidaridad (Gregorio 1995, Herranz, 1995, Gallardo, 1994, Rivas, 1992).
Se ha observado que en Europa ellas llevan a cabo “la colonización del territorio del país de destino,
son el soporte principal de la estrategia de sobrevivencia familiar y eventualmente preparan el camino
para la inmigración de otros miembros de la familia”, roles antes ejecutados por los varones o
atribuidos solamente a ellos ( Bonifazi y Ferruza, 1995). La comunidad latinoamericana en Europa
tiene muchos ejemplos de participación activa de las inmigrantes en este proceso migratorio.
En Alemania, como en otros países, las mujeres originarias de América Latina que trabajan en
asociaciones de apoyo, generalmente trabajan más de lo establecido por sus grupos, no solo con las
migrantes latinoamericanas sino con las de otros continentes.
No hay que olvidar la solidaridad europea en los diferentes países, existe tanto a nivel personal como
a nivel asociativo. Hay variadas muestra de apoyo hacia los inmigrantes en general y específicas hacia
las inmigrantes latinoamericanas. Tampoco hay que idealizar, existen conflictos en la convivencia
diaria entre los grupos de inmigrantes y recientemente se ha agudizado la competencia por los
empleos disponibles. Páez reporta de Inglaterra el deterioro de las relaciones tanto en el interior del
grupo étnico latinoamericano como con otras comunidades de inmigrantes. En Bélgica también se
percibe este proceso.
6. Porqué se van
A estas alturas cualquiera se pregunta ¿porqué se van de sus países? ¿ porqué emprenden un viaje
tan largo?
Como decíamos al principio no hay un factor único en la migración, los factores se interrrelacionan.
Aun cuando existen casos de migración por intereses personales, en una sociedad determinada el
proceso migratorio difícilmente es la suma de hechos individuales. En el caso que abordamos, las
familias de las migrantes aparecen constantemente en sus relatos. Las investigaciones constatan que
muchas de ellas son madres, con pareja o solas. Muchas son jefas de familia. En casi todos los
reportes y estudios aparece como razón principal del desplazamiento la necesidad de trabajar y ganar
dinero para cubrir obligaciones familiares. En términos generales la emigración aparece como una
estrategia familiar para obtener o completar ingresos.
En América latina y el Caribe la pobreza se había reducido de 1950 a 1970. “Pero el decenio de 1980
fue desastroso y la pobreza de ingreso retrocedió en la región a niveles mayores que los del decenio
15
de 1970”. En los 90 se redujo la pobreza en pocos países entre ellos Chile y Colombia (PNUD 1997 :
41).
De 1987 a 1993 la población que vivía bajo la línea de pobreza (dos dólares por persona) pasó de 22
a 24%, el porciento total de pobres subió de 7 a 9%. Estos eran 110 millones en 1993 (PNUD 1997 :
31). En la región hay alta incidencia de hogares encabezados por mujeres que viven con ingresos
bajo la línea de pobreza (Fakuda-Parr 1999 : 99. El PIB per capita disminuyó en muchos de los
países en la década de los 80 (PNUD 1997 : 174-176). En los 80 el 10% más pobre de la población
sufrió una caída del 1 5% de la parte que le correspondía en ingreso (PNUD 1999 : 39). Se
consideraba, entre otros, que las mujeres latinamericanas sin calificación y con bajos salarios,
habitantes de zonas urbanas, tenían más probabilidad de encontrarse pobres de ingreso a fines de este
siglo (PNUD 1997 : 52).
Hace décadas que en América Latina las migraciones internas son “parte de una estrategia de
supervivencia que siguen las familias del campo en virtud de su pobreza extrema...una parte de sus
miembros recurre al trabajo asalariado para completar ingresos, si no lo encuentra cerca, migra a las
ciudades” (García, 1980).Las inmigrantes latinoamericanas de origen rural que llegan a España y a
Italia podrían caer en este caso (Rivas, 1992, Gallardo, 1994, Bonifazi y Ferruza, 1995).
A medida que los síntomas de lo que en el lenguaje común se conoce como la crisis latinoamericana cuyas causas y modalidades no abordamos en este artículo - se acentuaba, entre otros inflación y
desempleo, escasez y carestía de servicios, producto de las medidas de ajustes y austeridad de los
nuevos programas económicos; también la población desarrolló nuevas formas de resistencia. Las
familias crearon formas de organización diferentes, reasignaron las tareas y las responsabilidades
entre sus miembros, adoptaron nuevas pautas de participación económica como el trabajo informal y
asumieron comportamientos demográficos diferentes entre los cuales está la emigración. Salvo una
franja muy pequeña, la mayoría de la población tuvo que adaptarse a los drásticos cambios
económicos y sociales.
Durante los 80 y los 90 las clases medias latinoamericanas se han visto muy afectadas. Se
empobrecieron con las medidas económicas neoliberales. Perdieron empleos en la administración
pública, puestos técnicos y profesionales en la producción reorganizada y trabajos en las empresas y
servicios privatizados. La modernización tecnológica y administrativa redujo sus empleos, perdieron
clientela en las profesiones liberales y los jubilados ven esfumarse sus ahorros y sus pensiones.
La situación se agudiza y se generaliza. Continua la migración del campo a la ciudad y crece la
emigración hacia los países industrializados. Las mujeres migrantes latinoamericanas de diversas
clases sociales son parte importante de este proceso.
La salida de mujeres hacia el exterior tiene motivos similares a la migración latinoamericana local, las
jóvenes van del campo a la ciudad por razones diversas. Por ejemplo, en México la estrategia familiar
campesina de buscar trabajo asalariado puede afectar primero a las mujeres jóvenes puesto que lo que
se libera más fácilmente es el excedente de mano de obra. Estas se emplean en las ciudades como
sirvientas..."/y/ transfieren parte de su salario en dinero o en bienes hacia su lugar de origen, al menos
por un tiempo” (Arizpe, 1978). Estas mujeres desean ir a la ciudad para ganar dinero y enviar a sus
16
hogares pero también para disfrutar otros aspectos de la vida citadina. Ir al cine, a espectáculos,
restaurantes, paseos, comprarse ropa diferente, arreglarse el pelo y maquillarse, evitar la vigilancia
familiar y la del entorno social, estudiar, educar a sus hijos en la ciudad, evitar los rudos trabajos del
campo..." (Ejemplo, ver Goldsmith 1990). Dentro de la “mano de obra excedente” en el medio rural,
muchas de las que migran tienen inquietudes como éstas, al igual que sus congéneres citadinas,
también quieren ver el mundo y forjarse otro futuro. Entre ellas, como entre las migrantes
internacionales es posible encontrar casos donde los motivos del desplazamiento incluyen solamente
razones de este tipo.
Los materiales revisados hasta ahora parecen indicar que en la inmigración de latinoamericanas en
Europa prevalecen las causas económicas como detonadores y aparecen con mucha frecuencia dentro
de una estrategia familiar. En Suiza, Bélgica, Austria o España, las mujeres sudamericanas, caribeñas
o de América Central, tienen expectativas similares: comprar, construir, terminar o ampliar su casa,
enviar dinero para mantener a sus hijos-as, a sus madres y padres u otros familiares, pagar sus deudas,
ahorrar para montar un negocio a su regreso, educar a sus hijas-os... (Boidi 1995, Bueno 1995,
Driever, 1995, Rivas 1994, Sosa 1995, Páez 1995). Muchas desean llevar a Europa a algún familiar
para que trabaje o estudie y para tener afecto, compañía y ayuda.
También aparecen otros motivos que impulsan la migración. Las razones del abandono de sus países,
además de la económica, son muy variadas. Revelan cierto malestar por el tipo de vida que tenían
sufren presiones económicas por sus responsabilidades familiares pero también por las sociales
atribuidas a su género. Algunas manifiestan la imposibilidad de decidir sobre sus vidas. Pensaron que
en Europa vivirían mejor. Buscaban un bienestar más amplio que el económico.
Si tomamos las cuatro dimensiones que sugiere Fukuda-Parr para el índice de pobreza humana del
PNUD a) esperanza de vida; b) acceso al conocimiento; c) nivel decente de vida o falta de bienes
materiales y d) participación social (Fukuda-Parr 1999 : 100) inferimos que en los últimos 20 años
para el cuarto de la población que son pobres, se deteriora la situación especialmente para los hogares
encabezados por mujeres y la fracción empobrecida de la clase media se siente amenazada. Los
relatos de los inmigrantes nos recuerdan que en el punto c) no ha habido grandes avances que lleguen
a la mayoría de las mujeres.
Otra fuente de malestar en la inseguridad. Han aumentado los delitos y la violencia. El Temor a sufrir
robos, agresiones y violaciones restringen en el espacio y en el tiempo el ámbito de vida de toda la
población y más aún de las mujeres. Los servicios de transporte y alumbrado pueden ser caros,
escasos o inexistentes en los barrios y pueblos alejados.
A las presiones económicas se une la zozobra. El agobio que los expulsa tiene elementos diversos.
En las charlas informales y en las entrevistas dirigidas salen otros elementos que influyeron en su
decisión de abandonar sus países. Los casos que siguen ilustran los variados factores que influyen en
la migración internacional.
A.
Socióloga ecuatoriana en Amsterdam, se vino a Europa a buscar trabajo y una
atmósfera más libre para las solteras de su edad, 35 años. Su padre perdió el trabajo en un
ministerio, ella tiene que ayudar a ambos padres y a los hermanos menores. No se resigna a
17
ser empleada doméstica, busca activamente otro tipo de trabajo. Ella creyó la versión
edulcorada sobre su estancia en Europa de un paisano que regresó a su país.
B.
Médica Dominicana en Madrid, más de 30 años, gestiona la revalidación de su
diploma, hace trabajo doméstico por día. Divorciada, con 2 hijos, tiene que enviar dinero a su
madre quien los cuida. No encontró trabajo en su país ni recibía pensión de su ex-marido si no
puede ejercer su profesión en España quisiera ahorrar para instalarse por su cuenta en su país
dentro de algunos años.
C.
Economista centroamericana, estaba desempleada, lo que estudió en un país del Este
“ ya no se usa”, cuidaba ancianos en una ciudad alemana, ahora trabaja en un restaurante.
Madre soltera, envía dinero para su hijita de año y medio y para su madre, quien se encarga de
cuidarla.
D.
Mexicana de más de 65 años, jubilada como empleada doméstica interna, no se
decide a regresar, llegó a París con una familia, decidió quedarse en la ciudad donde tenía
amistades y encontró el amor. Viajó mucho en Europa, disfrutó de la vida en la gran ciudad.
En los últimos años logró ahorrar para comprarse una casita en su provincia natal. Sus
familiares no siempre aprovecharon la ayuda que ella enviaba. Cansada, enferma y sola , sin
hijos, regresará a vivir a su casa con una sobrina quien ya habita con esposo e hijos la casa de
la tía.
E.
Colombiana, soltera sin hijos, llegó a Bruselas hace más de 20 años como
estudiante. No terminó los estudios, hace trabajo doméstico por horas. Se compró una casita y
piensa regresar a montar un pequeño negocio con sus ahorros. Ha viajado bastante, no quiere
vivir su vejez en Europa.
F.
Peruana profesional se casó con un europeo, dejó su trabajo y se vino a vivir a
Europa. Agobiada por la separación y la mala situación económica de su país, trajo a la
hermana, madre soltera, adoptó al sobrino, buscó empleo a la hermana, quien cuida niños,
mientras encontraba vivienda la alojó temporalmente. Espera que otros miembros de la familia
se unan.
G.
Ecuatoriana de origen rural, había migrado antes a Quito, luego a Europa donde
hace el mismo trabajo que en su país, empleada doméstica interna, pero ahora gana más.
Madre soltera, cada dos semanas llama por teléfono a sus hijos. Piensa quedarse 2 años para
ahorrar. Se siente bien, en Europa del norte nadie la critica por ser protestante, en su iglesia se
ayudan mutuamente, alojan a sus paisanos mientras se convencen que no hay trabajo para
ellos y regresan a sus países.
H.
Colombiana, universitaria, residente legal, con empleo en Bélgica luego de un viaje a
su país de origen :” ...me di cuenta de que es aquí donde quiero vivir ... no quiero vivir
cuidándome siempre... vigilando que no me asalten en la calle y me hagan algo ... que no
entren a robar a mi casa... ni estar tensa por la posibilidad de sufrir o presenciar un hecho
violento... que mi marido regrese a pie y en calzoncillo... Quiero sentarme feliz en una
cafetería sin estar siempre preocupada por mi bolso ... quiero usar mis joyas, me encanta
18
ponerme mis collares y mis anillos ... quiero tranquilidad y trabajo, valoro mucho lo que aquí
tengo...”
7. Conclusiones
La tendencia a globalizarse y a feminizarse caracterizan la migración actual.
latinoamericana en Europa también manifestó está tendencia.
La inmigración
El análisis de la información disponible nos permite afirmar que las mujeres latinoamericanas emigran
hacia Europa por razones económicas y laborales combinadas con intereses personales de otro tipo.
Buscan obtener o mejorar sus ingresos para ayudar a sus familias pero también buscan un espacio
social menos rígido para su género. Esto es más visible en las mujeres de clase media pero también está
presente en las que vienen de familias más pobres y de origen rural. Las investigaciones dan cuenta de
las llegada de muchas mujeres solas, se constata una migración autónoma e independiente que no es
resultado de la reunificación familiar de los inmigrantes varones ni de acuerdos internacionales. Sobre
el caso de España, Herranz (1995), avanza la idea de que la migración puede ser “un medio de
emancipación para las mujeres o incluso.../un/ medio para buscar pareja”.
En el contexto del cual vienen las inmigrantes, la migración aparece como respuesta lógica, es una
conducta individual que tiene influencias económicas, sociales y de género. El contexto es más
complejo de lo que parece a simple vista.
Como en otras historias de inmigración, las latinoamericanas substituyen a otras migrantes que
ascendieron en la escala laboral, por ejemplo, las migrantes rurales locales. También se da el
desplazamiento, las latinas ocuparon los puestos que antes tenían las asiáticas y filipinas en los hogares
españoles, en el caso de la prostitución la nueva oferta cosmopolita- donde entraron las
latinoamericanas- desplazó a muchas prostitutas, bailarinas y animadoras locales. En ambos tipos de
trabajo, hay nuevas demandas que las mujeres inmigrantes están cubriendo.
Para que las trabajadoras –sobretodo, con hijos con ingresos medios y altos- jóvenes profesionales o
en puestos gerenciales con nuevos trabajos bien pagados, pudiesen emplear a una substituta en el hogar
por hora, por días o de planta (viviendo con la familia), era necesario que hubiese una oferta
relativamente abundante y barata. Dadas las condiciones examinadas, la presencia de las inmigrantes
latinoamericanas en Europa, contribuye a satisfacer una demanda existente.
El desplazamiento del trabajo doméstico hacia otras mujeres no soluciona la desigualdad del mismo
entre géneros. Es un alto en el camino hacia la igualdad. Pero representa un respiro para las mujeres de
ambos continentes, unas agobiadas por la fatiga y las otras agobiadas por la escasez o la falta de
ingresos.
Aquí hay un fenómeno económico y demográfico que confirma la persistencia en ambos continentes de
un hecho ideológico; la división mundial de tareas por género y por clase. Las inmigrantes pobres
llevan a cabo las tareas que las europeas más afortunadas, ya no realizan. En este proceso hay
elementos étnicos y de género. Una pregunta nos ronda : ¿Están las latinoamericanas integrándose a un
19
mercado segmentado de trabajadoras domésticas? En Europa son sobretodo mujeres –autóctonas,
africanas, asiáticas y ahora latinoamericanas- las que llevan a cabo el trabajo doméstico pagado.
La presencia femenina en la migración internacional por un lado, da cuenta de la mayor participación
de las mujeres latinoamericanas en la vida económica y social. Y por otro, ilustra la falta de
oportunidades de empleo y de realización personal en los países de origen. Esto concierne a todos los
países latinoamericanos, la diversidad de los países de origen de las inmigrantes y la similitud de las
causas de la emigración, así parecen indicarlo. La información cualitativa indica que coexiste la
estrategia familiar, para obtener más ingresos, con el deseo de otro estilo de vida.
En ambos continentes se requieren medidas encaminadas a lograr que hombres y mujeres compartan las
tareas domésticas. Para revaluar el trabajo doméstico se necesita la participación del Estado y de los
empleadores.
Romper el silencio que rodea esta migración ayudará el reconocimiento de la contribución que ellas
dan tanto a sus países de origen como a los países que las reciben. Hablar de ellas es divulgar su
presencia y participar en el reclamo por el reconocimiento al que como personas y como mujeres
activas tienen derecho. No es una demanda nueva, en el mundo actual las minorías y las mujeres están
haciendo oír sus voces (Wolf, 1993). Para lograr esto son necesarias la visibilidad y la organización ,
tareas que están emprendiendo algunas de ellas.
Las latinoamericanas, como otras inmigrantes están organizándose para que tanto la sociedades
europeas como sus sociedades de origen las tomen en cuenta.
Marzo de 2000
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